Adiós Muchachos (Tango)

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Adiós muchachos (tango)

«Adiós muchachos»
Publicación 1927
Género tango argentino
Compositor Julio César Sanders
Letrista César Vedani
País de origen Argentina

Adiós muchachos es un tango cuya letra pertenece a César Felipe Vedani en tanto que
la música es de Julio César Sanders, que fue grabado por Agustín Magaldi en agosto
de 1927 con acompañamiento de guitarras. El protagonista, ya próximo a morir, se
despide de sus amigos y rememora aspectos de su vida. Este tango alcanzó difusión
mundial y tuvo, en algunos casos, otras letras.

Los autores
Julio César Sanders ( Quilmes, provincia de Buenos Aires, Argentina, 13 de febrero
de 1897 – ibídem, 10 de junio de 1942) fue un pianista que se dedicó al género del
tango autor de la música de la obra Adiós muchachos, que ha tenido difusión
mundial.

César Vedani ( Buenos Aires, Argentina, 23 de agosto de 1906 – ibídem, 14 de abril


de 1974), cuyo nombre completo era Cesar Felipe Vedani, fue un poeta argentino de
quien se recuerda especialmente que escribió la letra del tango difundido
mundialmente Adiós, muchachos.

Historia
Hay distintas versiones sobre el nacimiento de este tango. Francisco García Jiménez
dice que una noche de 1927 en un grupo de amigos que estaba en una calle del barrio
de Flores uno de los jóvenes se despidió con dos palabras: “Adiós muchachos” que le
dio a Sanders, que estaba presente, la punta de la melodía que luego desarrolló con
sus dedos de pianista. Su amigo Vedani adaptaría luego una “letrilla” a la
“afortunada música”.1

Por su parte, Walter Ercoli dice que Vedani estaba sentado en una de las mesas del
café “Las Orquídeas” en el barrio de Flores desarrolló los versos del tango y que
Julio César Sanders ejecutó la melodía en un piano pianola del lugar que solía
utilizar.

Letras
Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
Barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mi hoy emprender la retirada
Debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós, muchachos, ya me voy y me resigno,
Contra el destino nadie la calla.
Se terminaron para mí todas las farras.
Mi cuerpo enfermo no resiste más.
Acuden a mi mente recuerdos de otros tiempos,
De los buenos momentos que antaño disfruté,
Cerquita de mi madre, santa viejita,
Y de mi noviecita, que tanto idolatré.
Se acuerdan que era hermosa, más linda que una diosa,
Y que brioso de amor, le di mi corazón.
Mas el Señor, celoso de sus encantos,
Hundiéndome en el llanto se la llevó.
Es Dios el juez supremo, no hay quien se le resista,
Ya estoy acostumbrado, su ley a respetar,
Pues mi vida deshizo con sus mandatos
Llevándome a mi madre y a mi novia también.
Dos lágrimas sinceras derramo en mi partida
Por la barra querida que nunca me olvidó,
Y al dar a mis amigos mi adiós postrero
Les doy con toda mi alma, mi bendición.
Adiós muchachos, compañeros de mi vida,
Barra querida de aquellos tiempos.
Me toca a mi hoy emprender la retirada
Debo alejarme de mi buena muchachada.
Adiós, muchachos, ya me voy y me resigno,
Contra el destino nadie la calla.
Se terminaron para mí todas las farras.
Mi cuerpo enfermo no resiste más.

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