El Santo Via Crucis Latin Espanol

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El Santo

VÍA CRUCIS
PAsiÓn Y MueRTe De nuesTRo seÑoR JesuCRisTo
latín - español

eXeRCiTiuM sAnCTÆ ViÆ CRuCis


JosÉ luis PiVel
JosÉ luis PiVel

El Santo
VÍA CRUCIS
latín - español

Exercitium Sanctæ Viæ Crucis

PAsiÓn Y MueRTe De nuesTRo seÑoR JesuCRisTo

Vía crucis tomado del texto de san Francisco de Asís


Título de la obra : EL SANTO VÍA CRUCIS
Autor : José Luis Pivel
Con las debidas licencias
ISBN :

Editor :
Traductor español-latín : Dr. Javier Jaramillo
Corrector :
Diseño : Marlene Zamora C.
1a. Edición : 3.000 ejemplares
Noviembre de 2010

Pedidos : Transversal 28A No. 36-47


B. La Soledad, Bogotá, D.C. Colombia
Tel: 244 2037
Cel.: 313-474 5437
e-mail : [email protected]

Impreso en Colombia - Printed in Colombia


IntroduccIón

V ía crucis significa camino de la cruz. Esta devoción consiste en recorrer con


el pensamiento el camino que transitó Nuestro Señor Jesucristo desde que fue
sentenciado a muerte y le cargaron la cruz en el pretorio de Poncio Pilatos,
hasta la cumbre del Monte Calvario. Esta devoción se compone de catorce
estaciones que representan etapas sucesivas de la Pasión de Nuestro Señor
Jesucristo. Cada estación está marcada por una pequeña cruz de madera que
generalmente se encuentra en la parte superior del cuadro relativo al tema de
la meditación. Varios de estos acontecimientos son basados en la tradición de
la Iglesia Católica, como por ejemplo, el encuentro con la Verónica. La mayoría
de las escenas son tomadas de las Sagradas Escrituras y están confrontadas
con sus respectivas citas bíblicas.

El Vía crucis es una de las principales prácticas piadosas para honrar la pasión y
muerte del Hombre–Dios, a la vez que el medio más eficaz para convertir a los
pecadores, reanimar a los tibios en la fe y santificar a los justos.

Esta devoción surgió a mediados del siglo XV, entre los frailes menores franciscanos
que practicaban una especie de peregrinación espiritual a los lugares santos de
Jerusalén, que estaban bajo su custodia, en la época en que los turcos musulmanes
hacían imposible a los cristianos la visita a los lugares reales de las escenas de la
pasión. En ese momento, el Señor inspiró a los frailes esta devoción Cristológica.
El modelo que hemos escogido para el presente Vía crucis es el de san Francisco
de Asís.
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Según las revelaciones a santa Brígida y a otras místicas, tras la muerte de Jesucristo,
el mayor consuelo de la Virgen María era recorrer los pasos de aquel sagrado camino,
regado con la sangre de Nuestro Redentor.

Los católicos cuando practican esta devoción pasan de una estación a otra, meditando
la Pasión de Cristo y recitando ciertas oraciones en cada una de ellas.

El presente Vía crucis está diseñado para que quien lo medite, sienta el deseo de
amar y servir más a Dios, conociendo el precio que pagó Nuestro Señor Jesucristo
por nuestra redención, con la cual nos volvió a abrir las puertas del Cielo. Es una de
las devociones más útiles y más agradables a Dios, enriquecida con una indulgencia
plenaria cada vez que se practique. Los invito, pues, a rezarlo con fe y devoción.

Y recordemos que el Señor también tiene su Vía crucis por la vía pecadora de cada
uno de nosotros.

InduLGEncIA PLEnArIA

Es el perdón que la Iglesia Católica otorga de la pena temporal debida por pecados
ya perdonados.

En 1694 Inocencio XII decretó indulgencia plenaria para quien rece con devoción el
santo Vía crucis.

A todos los fieles, sea individual o colectivamente, que recen el Vía crucis en donde
esté legítimamente erigido, se les concede:

1. Una indulgencia plenaria, cada vez que lo hicieren en forma completa.


2. Una segunda indulgencia, si hubieren comulgado ese día, o si hubieren
comulgado 10 veces en el mismo mes en que lo recen.
3. Una indulgencia de 10 años por cada estación si, comenzando el ejercicio, no
pudieren terminarlo por cualquier causa racional.
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¿QUÉ ES LO ESENCIAL PARA GANAR INDULGENCIA PLENARIA AL
REZAR EL VÍA CRUCIS?

Lo esencial para ganar indulgencias del Vía crucis es:

1. Estar en estado de gracia, o sea, haberse confesado.


2. Recorrer las 14 estaciones desde el principio hasta el fin, cambiando de sitio en
cada una de las estaciones.
3. Meditar la Pasión de Cristo, aunque sea por breve tiempo.
4. Hacerlo donde está canónicamente erigido el Vía crucis.

Los impedidos física o moralmente de practicar esta devoción en tales lugares,


pueden rezar con corazón contrito veinte Padrenuestros, Avemarías y Glorias,
teniendo en la mano un crucifijo bendecido para este fin y ganarán las mismas
indulgencias.

PROmESAS PARA LOS DEVOtOS DEL VÍA CRUCIS

El hermano Estanislao (1903-1927)

A la edad de 18 años, un joven español ingresó al noviciado de los “Hermanos de


las Escuelas Cristianas” en Bugedo. En la vida religiosa, este joven tomó los votos
de religión que son: el cumplimiento de los reglamentos; avanzar en la perfección
cristiana y alcanzar el amor puro. En el mes de octubre de 1926, este hermano
se ofreció a Jesús por medio de María Santísima. Poco después de haber hecho
esta donación heroica de sí mismo, el joven religioso se enfermó y fue obligado
a descansar. Murió santamente el mes de marzo de 1927. Según el maestro de
novicios, este religioso era un alma escogida de Dios que recibía mensajes del
Cielo. Los confesores del joven, así como los teólogos reconocieron estos hechos
sobrenaturales como actos insignes. El joven se llamaba Hermano Estanislao. El
director espiritual del Hermano Estanislao le había ordenado escribir todas las
promesas transmitidas por Nuestro Señor. Esto sería para el bien espiritual de los
que fueran devotos del VÍA CRUCIS. Las promesas son las siguientes:
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1. Yo concederé todo cuanto se me pidiere con fe, durante el rezo del Vía crucis.
2. Yo prometo la vida eterna a los que, de vez en cuando, se aplican a rezar y a
meditar el Vía crucis.
3. Durante la vida, Yo les acompañaré en todo lugar y tendrán Mi ayuda especial
en la hora de la muerte.
4. Aunque tuvieran más pecados que las hojas de la hierba que crece en los
campos, y más que los granos de arena del mar, todos serán borrados por medio
de esta devoción del Vía crucis. (Nota: esta devoción no elimina la obligación
de confesar los pecados mortales. Se debe confesar antes de recibir la Santa
Comunión).
5. Los que acostumbran rezar el Vía crucis frecuentemente y sobre todo los Viernes
de Cuaresma y el Viernes Santo, gozarán de una gloria extraordinaria en el Cielo.
6. Después de la muerte, si estos devotos llegasen al Purgatorio, Yo los libraré de
este lugar de expiación y purificación el primer martes o viernes después de
morir.
7. Yo bendeciré a estas almas cada vez que rezan el Vía crucis, y mi bendición les
acompañará en todas las partes de la tierra. Después de la muerte, gozarán de
esta bendición en el Cielo, por toda la eternidad.
8. A la hora de la muerte, nopermitiré que sean sujetos a la tentación del
demonio. Al espíritu maligno le despojaré de todo poder sobre estas almas.
Así podrán reposar tranquilamente en Mis Brazos, porqueel demonio ha
sido derrotado en la cruz.
9. Si lo rezan con verdadero amor a Dios, serán altamente premiados. Esdecir,
convertiré a cada una de estas almas en copón viviente, donde ee complaceré
en derramar mi gracia santificante.
10. Fijaré la mirada de Mis Ojos sobre aquellas almas que rezan el Vía crucis y meditan
la pasión de Cristo y mis manos estarán siempre abiertas para protegerlas y
guiarlas por el camino de la salvación.
11. Asícomo Yo fui clavado en la cruz, igualmente estaré siempre muy unido a los
que me honran con el rezo frecuente del Vía crucis, para ayudarlos a llevar sus
propias cruces.
12. Los devotos del Vía crucis nunca se separarán de Mí, porque Yo les daré la gracia
de jamás cometer un pecado mortal y de huir de las ocasiones de pecado.
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13. En la hora de la muerte, Yo les consolaré con Mi presencia, e iremos juntos a la
morada que les tengo preparada. La muerte será buena para todos los que me
han honrado durante la vida con el rezo del Vía crucis, y estarán asistidos con
los últimos sacramentos: extremaunción, confesión y comunión.
14. Para todos los devotos del Vía crucis, Mi Alma y Mi Sangre, serán un escudo
de protección que siempre les prestará el auxilio cuando recurran a Mí, en los
momentos de dificultades espirituales y materiales y les concederé que sean
fieles a la verdad hasta la muerte.

¿CómO REZAR EL SANtO VÍA CRUCIS tRADICIONAL?

1. Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios Nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo ydel Espíritu Santo. Amén.

Per signum crucis de inimicis nostris liberanos, Deus noster. In nomine Patris et
filii, et spiritus sancti. Amén

2. Oración ante el Altar Mayor antes de empezar

¡Oh, Jesús, amable Salvador nuestro!, vednos aquí postrados a vuestros pies, a
fin de implorar vuestra misericordia para nosotros y para las almas de los fieles
difuntos. Dadnos parte en los méritos de vuestra Sagrada Pasión que vamos a
meditar; aumenta en nuestros corazones la contrición y el amor a Dios a fin de que
abracemos con alegría los sufrimientos, humillaciones y trabajos de la vida.

Y tú, Santísima Virgen María, madre afligida, la primera en enseñarnos el camino


del Calvario, alcánzanos de la adorable Trinidad que acepte, en reparación de tantas
injurias como se le dirigen, los afectos de contrición y amor con que nos favorezca
el Espíritu Santo divino en este santo Vía crucis.

Acto de Contrición: Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Padre,


Creador y Redentor mío, por ser Vos quien sois, porque os amo sobre todas las
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cosas, a mí me pesa, pésame Señor de todo corazón de haberos ofendido. Yo
propongo firmemente la enmienda de mi vida para nunca más pecar, apartarme
de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que
me fuere impuesta. Ofrezco mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos
mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en que, por vuestra bondad
y misericordia infinitas, me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra
preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y
perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.

Ofrecimiento: Soberano Señor: con todo rendimiento, ofrezco a Vuestra Divina


Majestad cuanto hiciere, meditare y rezare en este santo ejercicio piadoso para
que a Vos sea agradable y a mí, de algún mérito; principalmente por la intención,
fines y motivos que han tenido vuestros Vicarios en la tierra al conceder todas
las indulgencias que intento ganar por Vuestra infinita bondad y, asímismo, en
remisión de mis pecados y de las penas que por ellos merezco y para sufragio
de las almas del purgatorio, especialmente las de mis particulares obligaciones,
según el orden de caridad o de justicia o como más agradable fuere a Vuestra
Divina Majestad. Amén.
10
Oraciones para meditar el
Santo Vía crucis

PAtER NOStER PADRE NUEStRO


Pater noster, qui es in caelis, santificétur Padre Nuestro, que estás en los cielos,
nomen tuum; adveniat regnum tuum; santificadoseatunombre,vengaanosotros
fiiat voluntas tua sicut in caelo et in terra. tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra
como en el Cielo. El pan nuestro de cada
Panem nostrum quotidianum da nobis día dánosle hoy y perdónanos nuestras
hodie; et dimittte nobis débita nostra, deudas, así como nosotros perdonamos
sicut et nos dimíttimus debitoribus nos- a nuestros deudores, y no nos dejes caer
tris; et ne nos inducas in tentacionem en la tentación. Mas líbranos de todo mal.
sed libera nos a malo. Amén Amén

AVE mARIA AVE MArÍA


Dios te salve María, llena eres de gracia,
Ave Maria, gratia plena, dominus tecum,
el Señor es contigo, bendita tú eres entre
benedicta tu in mulieribus et benedictus todas las mujeres y bendito es el fruto
fructus ventris tui Jesús. de tu vientre, Jesús.
Sancta Maria, mater Dei, ora pro nobis Santa María, Madre de Dios, ruega por
peccatóribus, nunc et in hora mortis nosotros, pecadores, ahora y en la hora
nostrae. Amen. de nuestra muerte. Amén.
Gloria Patri, et Filio, et Spiritui Sancto. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
Sicut erat in principio, et nunc, et semper, como era en un principio, ahora y siempre
et in saécula saeculorum. Amen. por los siglos de los siglos, amén.
V. Miserere nostri. Domine. V. Ten piedad de nosotros, Señor.
R. Miserere Nostri. R. Ten piedad de nosotros.
V. Fidelium animae per misericordiam V. Que las almas de los fieles difuntos, por
Dei, requiescant in pace. la misericordia de Dios descansen en paz.
R. Amen. R. Amén.
11
Christus ad mortem condemnatur (Ioannes 19, 13-16
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

I.
Statio

Oratio: Oración:
O innocentissime Iesu! ego peccavi: ego ¡Oh Jesús inocente! He pecado y soy
mortis aeternae reus sum: ut autem culpable de la muerte eterna; para que yo
ego vivam, tu sententiam mortis lubens viva tú debes aceptar tu injusta sentencia
acceptas. Quomodo ergo in posterum de muerte. ¿Para quién voy a vivir a partir
vivam, nisi tibi soli? si hominibus placere de hoy sino para Ti? Tú mismo has dicho:
cupiam, servus tuus esse non possum: “Nadie puede servir a Dios y a las riquezas”.
displiceam igitur ipsis et toti mundo, ut Primero disgustar al mundo entero que
tibi soli placere valeam. ofenderte a Ti, oh Jesús.

12
I. Estación - Jesús es condenado a muerte (San Juan 19, 13-16)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
• Jesucristo ya había sido “excomulgado”, flagelado y sentenciado a muerte por
el Sanedrín judío. Pero faltaba quién diera la orden de quitarle la vida y, por
designios de la Providencia, le correspondió a Poncio Pilatos, representante de
César Romano.
Hacia las 9 de la mañana, los jefes del Sanedrín, seguidos de una multitud cada
vez más turbulenta, se presentaron por última vez ante Poncio Pilatos y pidieron la
muerte de Jesús. Un instante después, un heraldo proclamaba la sentencia dictada por
Pilatos: “Jesús de Nazaret, seductor del pueblo, despreciado del César, será conducido
a través de la ciudad de Jerusalén hasta el lugar de las ejecuciones y despojado de sus
vestiduras, será clavado en una cruz, permaneciendo allí hasta su muerte”.
Así terminó el más infame de los procesos de la historia. Los príncipes de los sacerdotes
judíos se felicitaron entre sí por su “triunfo”. Pilatos, taciturno y sombrío, volvió a su
palacio para ocultar allí su vergüenza. Sólo Jesús experimentaba en medio de sus
dolores una alegría inefable. La hora del sacrificio que debía llevar al mundo, aquella
hora por la cual suspiraba desde su aparición en la tierra, por fin había llegado. Jesús
es declarado inocente y, sin embargo, es condenado a muerte. ¿Quién hará caso de
los juicios humanos? Sólo en Dios está la verdad y la esperanza.
Consideramos la sumisión admirable de Nuestro Divino Salvador cuando recibe esta
injusta sentencia y recordemos que no fue sólo Poncio Pilatos quien lo condenó,
también nosotros y todos los pecadores. Digámosle, pues, con el más vivo dolor:
¡Oh, Jesús mío! por quella injusta sentencia de muerte tantas veces firmada con mis
culpas, líbrame de la sentencia de muerte eterna, tantas veces por mí merecida.
Oh Santa Madre de Dios, haz que queden impresas las llagas de vuestro Hijo en mi
corazón.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
13
Iesus suscipit crucem super humeros (Ioannes 19, 16-98)

V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.


R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

II.
Statio

Oratio:
Oración:
Non amicus Christi ero, si inimicus
¡Oh Jesús mío! No puedo ser amigo y
crucis sim! O dulcis, o bona crux! ego
seguidor tuyo si me niego a llevar tu Cruz.
te amplector, exosculor et gaudenter
¡Oh muy amado Cristo! Yo te abrazo, te
suscipio de manu Dei. Absit a me
beso, yo gozo te sea de las manos de
amplius gloriari, nisi in cruce Domini
mi Dios. Lejos de mí la gloria en nada,
mei, per quam mihi mundus crucifixus
sino en la cruz de mi Redentor. Porque
sit, et ego mundo: ut totus tuus sim, o
el mundo ha de ser crucificado para mí y
Iesu, tuae Passionis me fac consortem.
yo para el mundo, para que yo sea tuyo,
oh Jesús, para siempre.
14
II. Estación - Jesús carga la cruz a cuestas (Juan 19, 16-18)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
Y Jesús llevando su cruz, salió para el Gólgota (Monte de la calavera). Según la leyenda
judía, en este lugar fue enterrado Adán. Ubicado fuera de la ciudad de Jerusalén.
Las cruces de los reos se componían de dos maderos; el principal tenía diez codos
de largo y estaba atravesado en la parte superior por otro que medía la mitad. Era
éste un peso abrumador para Jesús, agotado como estaba, ya por la pérdida de
sangre, la fatiga y los dolores, sobre todo, después de aquella horrible flagelación.
Le impusieron bruscamente sobre sus hombros aquella cruz., símbolo de la infamia
en la cual morían los esclavos, los ladrones, los asesinos y los falsarios en ese
tiempo. En lugar de quejarse, Jesús recibió con amor aquel instrumento de tortura
convertido para Él desde ese día en el madero más precioso, el madero redentor
del mundo. Los dos ladrones colocados a ambos lados de Cristo fueron igualmente
cargados con sus correspondientes cruces. La trompeta dio la señal de partida y
el cortejo fúnebre se puso en marcha. Un pregonero iba a la cabeza proclamando
los nombres y los crímenes de los reos, a continuación, marchaban los soldados
romanos y judíos para facilitar el paso de los condenados. Seguía un grupo de
hombres y niños que llevaban cuerdas, escaleras, clavos, martillos y el título en latín,
hebreo y griego, que debían ponerle en lo alto de la cruz INRI. (San Mateo 27,37).
Consideremos con cuánta mansedumbre recibe nuestro Divino Maestro su cruz
sobre sus débiles y ensangrentadas espaldas. Así Jesús nos enseña a llevar nuestra
cruz de cada día, recibiendo con resiganción las pruebas enviadas del Cielo o las
que suframos de parte de las criaturas. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de
Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. (San Mateo 10,38)
¡Oh, Jesús mío! Vos que voluntariamente cargasteis con la pesadísima cruz
fabricada por mis pecados, haz que yo conozca su gravedad y mientras viva los llore
incesantemente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
15
Jesus prima vice cadit sub cruce (Psalmus 38, 18-23)

V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.


R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

III.
Statio

Oratio: Oración:
Ah mi Iesu! tu grave iugum peccatorum ¡Oh Jesús mío! Tú llevaste mi peso
meorum portasti, et iniquitates meae y el peso de mis pecados. ¿Debería,
sicut onus grave gravatae sunt super te; entonces, no llevarr en unión con Vos
cur ergo iugum mandatorum tuorum mi carga fácil de sufrimiento, y aceptar
ferre recusem, ut sic alter alterius onera el yugo dulce de tus mandamientos? Tu
portemus? Iugum tuum suave est et onus yugo es suave y tu carga ligera: Por lo
tuum leve: libenter itaque et gaudenter tanto lo acepto voluntariamente. Tomaré
illud suscipiam, et portare contendam, mi cruz y te seguiré.
donec vixero. Tu, o Iesu, portantem me
gratia tua ita conforta, ne cadam amplius
peccando graviter.
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III. Estación - Jesús cae por primera vez bajo el peso de la cruz (Salmo 38, 18-23)

V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.


R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
Desde el palacio de Pilatos, el siniestro cortejo descendió de la colina del templo
por una calle estrecha con dirección al oeste, hasta llegar a una calle más ancha.
Lentamente avanzaron los dos ladrones y Jesús, con los pies desnudos, cubierto de
sangre, encorvado con el peso de la cruz, con pasos vacilantes como un hombre
próximo a desfallecer, inundado de sudor, devorado por la sed, jadeante el pecho,
sostenía con una mano la cruz sobre sus hombros y levantaba con la otra el largo
manto que dificultaba su marcha. (Isaías 50, 5-10).
Jesús, bajo el peso de su carga, cayó por primera vez, penosamente en el camino. Se
detuvo un momento el cortejo para levantarlo. Jesús mismo no podía mantenerse
en pie; el cansancio lo consumía. Con la ayuda de los soldados, el Redentor volvió
a ponerse en pie,tomó su cruz y prosigió su marcha hacia el Calvario.
Consideremos a Nuestro Señor Jesucristo entrando en el camino del calvario. La
sangre derramada en la flagelación y la coronación de espinas le han debilitado
tanto, que cae sin fuerzas, sufriendo los más sangrientos ultrajes, sin manifestar
ningún sentimiento de indignación. Así quiere expiar nuestras culpas y enseñarnos
a levantarnos cuando tengamos la desgracia de caer en el abismo del pecado.
Recuerda con dolor el primer pecado que cometiste. Deplora los pecados de tu
infancia y pide perdón a Dios. El gran peso de mis culpas ¡oh Jesús mío! os hizo caer
por primera vez bajo la cruz. Por eso las aborrezco y detesto; os pido siempre perdón
por ellas y, con el auxilio de Vuestra gracia, me propongo no volver a cometerlas ¡oh
buen Jesús! Tiéndenos una mano protectora para librarnos de los peligros que nos
rodean y que ponen en peligro nuestra salvación.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria (ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
17
Iesus crucem baiulans occurrit Matri suæ dolorosissimaæ. (Lucam 23, 27)

V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.


R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

IV.
Statio

Oratio: Oración:
O Iesu! o Maria! ego sum causa dolorum ¡Oh Jesús! ¡Oh María! Yo soy la causa
cordium vestrorum, summe invicema- de los dolores grandes y múltiples que
mantium et ad extremum usque desola- atraviesan su corazón amoroso. ¡Oh,
torum. Ah utinam et cor meum de vestro que mi corazón también experimente
dolore participet! ”Eia, Mater, fons amoris, al menos algunos de sus sufrimientos!
me sentire vim doloris fac, ut tecum lugeam. Madre dolorosa, ruega por mí para
Fac, ut ardeat cor meum in amando que verdaderamente me arrepienta de
Christum Deum, ut sibi complaceam”. mis pecados, lleve con paciencia mis
Hoc demum a te humiliter efflagito, ut sufrimientos en unión contigo y merezca
et mihi in amarissimae huius Passionis
disfrutar de tu asistencia en la hora de
vestrae memoria mortis semitam intranti,
mi muerte.
materna pietate occurrere et cum Filio
tuo dulcissimo succurrere digneris.
18
IV. Estación - Jesús encuentra a su Santísima Madre (San Lucas 2, 34-36)

V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.


R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo

• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su


Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
Jesús iba por la calle de Efraín, cuando el más desgarrador de los espectáculos vino a
conmover los corazones de los que todavía sienten compasión. La Santísima Virgen
María, acompañada de algunas santas mujeres, le salió repentinamente al encuentro.
Con el corazón despedazado y los ojos anegados en lágrimas, Nuestra Señora
Corredentora tomó la decisión de acompañar a Jesús hasta el Gólgota y sufrir con Él el
tremendo martirio. El primer impulso de la Madre del Salvador fue precipitarse hacia
su Hijo con los brazos abiertos; pero los verdugos la rechazaron con violencia. Jesús
se detuvo un momento; sus ojos se encontraron con los de María Santísima y, con
una mirada llena de inefable ternura, le hizo comprender que Él sabía lo que pasaba
en su corazón y cuán íntima parte tomaba ella en sus dolores.
Embargada por el dolor de su corazón, la Virgen María se sintió desfallecer y cayó en
los brazos de las mujeres que la acompañaban.
Consideremos cuán doloroso fue para este Divino Hijo ver a su Madre en circunstancias
tan crueles, y para la Virgen María ver a su amado Hijo flajelado. Su corazón maternal
queda más herido que si lo hubiesen traspasado mil espadas y sufre las mayores
angustias. Participa de todos sus sufrimientos y le acompaña hasta el último suspiro.
Aprende a soportar las desgracias de cada día. ¡Oh María, Madre de Dolores! alcánzanos
ese amor filial ardiente y esa fe con que acompañaste a tu Hijo hasta el calvario.

¡Afligidísimo Jesús! ¡María, Madre dolorosísima! Si con las culpas de mi vida he sido
causa de vuestras penas y de vuestros dolores, quiero con el divino auxilio, no volverlas
a cometer en todo lo restante de mi vida, sino amarte fielmente hasta la muerte.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
19
Iesus a Simone Cyreneo in baiulatione crucis adiuvatur (Lucam 23, 26)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

V.
Statio

Oratio: Oración:
O Iesu! quam vere dixisti: “Qui non ¡Oh Jesús! todo aquel que no toma su
accipit crucem suam et sequitur me, non cruz y te sigue, no es digno de Ti. He
est me dignus” -- En! ut dignus te efficiar, aquí que yo te acompañaré en el camino
ultro me comitem tibi in via crucis iungo: de la Cruz; llevaré mi cruz con alegría
feram lubens tribulationem et crucem, y caminaré tus ensangrentadas huellas
si non tuam gravissimam, saltem illam para que pueda seguirte a Ti en la vida
meam, quamcumque demum humeris eterna.
imponere meis tibi placuerit; hanc,
sequendo te, portabo patiens usque ad
finem vitae meae.
20
V. Estación - El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz (San Lucas 2, 34-36)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
Jesús había avanzado algunos metros por esta vía escarpada, cuando una palidez
mortal cubrió su rostro. Se le doblaron las rodillas y, a pesar de sus esfuerzos, le
fue imposible seguir adelante; el peso de la cruz lo doblegó. Viéndolo próximo a
sucumbir, los miembros del sanedrín rogaron al centurión romano que buscara
alguien para que ayudara a Jesús a llevar su pesada cruz.
Los soldados detuvieron a un jardinero de Cirene y lo obligaron a llevar la cruz
de Jesús. Simón levantó por el medio el pesado madero. Sin embargo, la ayuda
del cireneo, no hacía sino aumentar el peso de la cruz sobre el hombro derecho
del Divino Cordero porque al levantar el madero detrás de la extremidad inferior,
abrió la llaga del costado del hombro derecho, de modo que quedó lo más liviano
posible para los hombros del Salvador. Después de la resurrección de Jesús, el
Cireneo fue un discípulo ferviente y sus dos hijos, Alejandro y Rufo, fueron apóstoles
propagadores de la fe católica.
Durante su Vía crucis Jesús es ayudado a llevar la cruz. Ayúdale también tú llevando
una vida del todo cristiana y Él te ayudará con su Divina gracia.
Consideremos que si Jesús permite que se le ayude a llevar la cruz, no es por falta
de fuerza, siendo Él, quien sostiene el Universo; sino para enseñarnos a unir a los
suyos nuestros sufrimientos y a participar del cáliz de su amargura.
¡Oh Jesús, dichoso el Cireneo que os ayudó a llevar la santa cruz. ¡Oh Jesús mío!
ayúdame también a mí a llevar mi propia cruz, sufriendo con paciencia y de buen
agrado, las pruebas que queráis enviarme en el curso de mi vida mortal. Concédeme,
Jesús mío, la gracias de hacerlo así, para la mayor gloria de Dios.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
21
Veronica Christo sudarium præsentat (Isaia 52, 14-15)

V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.


R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

VI.
Statio

Oratio: Oración:
O Iesu! quid retribuam tibi pro omnibus, ¡Oh, misericordiosísimo Jesús! ¿Qué
quae retribuisti mihi? totum me consecro haré a cambio de todos los beneficios
servitio tuo: totum cor meum tibi offero: que has depositado en mí? En retorno
pone te ut signaculum super illud, et me consagro totalmente a tu servicio. Te
imprime imaginem tuam, ut iugiter ofrezco y consagro mi corazón: imprime
memoria memor sim tui, nec tu operis en él tu Sagrada Imagen, de manera que
tui obliviscaris in finem. nunca pueda ser borrada de nuevo por
mis pecados.
22
VI. Estación - La Verónica enjuga el rostro de Jesús (Isaías 52, 14-15)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
Habían andado como doscientos pasos por esta calle espaciosa, cuando de improviso,
una mujer salió precipitadamente de una casa cerca del camino. Se acercó al Divino
Maestro y contempló su semblante desfigurado, cubierto de polvo, denegrido por
la sangre que chorreaba de su cabeza, afeado con los esputos y llagas sangrientas.
Luego, movida a compasión tomando el finísimo velo que cubría su propia frente y
acercándose al Salvador, le enjuga su rostro adolorido.
La tradición nos enseña que esta intrépida y piadosa mujer se llamaba Serapia. Su
nombre hace alusión al Sagrado Rostro, en griego Vera Icon, verdadera imagen.
Jesús le dio las gracias a la Verónica con una mirada misericordiosa y continuó su
camino; pero cuál no sería la sorpresa de aquella mujer, cuando de vuelta a su casa,
en el velo de que se había servido vio impreso el Divino Rostro del Salvador, aquel
rostro triste y lívido, verdadero retrato del dolor. En memoria de este hecho, los
discípulos de Jesús inmortalizaron con el nombre de Verónica a esta heroína de la
caridad. Este “velo de Verónica o santa faz” se encuentra actualmente en la Basílica
de San Pedro en Roma.
Consideremos y admiremos la acción de la Verónica para ver a su Divino Maestro
que va cubierto de salivas, de polvo, de sudor y sangre. Tal espectáculo le hace llorar
y, prescindiendo de todo temor y respeto humano, se acerca a Jesús Nazareno y
enjuga su desfigurado Rostro, ensangrentado y abofeteado por nuestros pecados.

Benignísimo Jesús mío, que os dignásteis imprimir vuestro Santísimo Rostro en


aquel lienzo con que os enjugó la Verónica. ¡Ah! imprime, os suplico, en mi alma
la memoria continua de vuestra Pasión por salvarme. Fortaléceme por el heroico
ejemplo de la dichosa Verónica, para que nunca me deje arrastrar por el cobarde
respeto humano.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
23
Secundus Lapsus Iesu ad portam (Isaia 53, 5-6)

V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.


R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

VII.
Statio

Oratio: Oración:
O Iesu! miserere mei, porrige dexteram ¡Oh Jesús, Hijo de David! ¡Ten piedad
tuam, sustenta me, ne amplius in de mí! Tiéndeme tu mano amable y
peccata priora relabar. Ergone peccatum apóyame, para nunca volver a caer
hoc N. N. sciens volens repetam? absit a en mis antiguos pecados. Desde este
me. Dixi, nunc coepi; ab hoc momento mismo momento me esforzaré con más
serio conclusum sit, millies mori, quam seriedad en reformar mi vida para evitar
peccare. Tu, mi Iesu, conforta me per todo pecado. Ayuda de los débiles,
gratiam tuam, sine qua nihil possum. fortaléceme con tu gracia, sin la cual
no puedo hacer nada, para que pueda
cumplir fielmente mi buena resolución.
24
VII. Estación - Jesús cae a tierra por segunda vez (Isaías 53, 5-6)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión

Sólo faltaban cerca de cien pasos para llegar a la Puerta Judiciaria, así llamada
porque por ella pasaban los condenados a pena capital para subir al Monte Gólgota.
En este camino pedregoso, la subida se hacía con dificultad. A pesar de los esfuerzos
del Cirineo para ayudarle, Jesús cayó por segunda vez, bajo el peso de la cruz. Se
levantó con gran trabajo y se acercó a la puerta en donde en una columna de piedra
llamada “de infamia” estaba fijado el texto de sentencias condenatorias: “…muere
por haber ocupado el título de Mesías”.

Nuevos dolores y tormentos, nuevos rasgos de amor de parte de Nuestro Señor


Jesucristo. Piensa en los pecados cometidos desde que tienes uso de razón y sean
ellos motivo de grande arrepentimiento sincero, para que Dios te dé la paz en tu
corazón.
Consideremos al Hombre Dios, caído por segunda vez, expuesto de nuevo a la crueldad
de los soldados judíos y romanos. Jesús quiere mostrarnos también que a pesar de
que caigamos frecuentemente en el pecado, no debemos desconfiar de su Divina
Misericordia, y que tampoco hemos de desfallecer por grandes que sean nuestras
aflicciones; que entendamos que el camino del Cielo está sembrado de espinas y que
para ser glorificados, debemos pasar antes por el crisol de los sufrimientos.
¡Oh, Jesús mío! mis repetidas culpas te hicieron caer nuevamente en tierra bajo
la pesada cruz. Perdón por todas mis faltas. De ahora en adelante huiré y acudiré
a la oración en las tentaciones, sin desalentarme jamás. Huiré de las ocasiones
peligrosas. Ayúdame, Vos, a poner en práctica los medios eficaces de salvación de la
Iglesia Católica para perseverar en el bien y ser fiel a Dios hasta la muerte.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
25
Jesus filias Ierusalem flentes alloquitur (Lucam 23, 28)

V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.


R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

VIII.
Statio

Oratio: Oración:
O Iesu! quis dabit capiti meo aquam ¡Oh Jesús! ¿Quién le dará a mis ojos
et oculis meis fontem lacrimarum, ut una fuente de lágrimas, que día y
die ac nocte defleam peccata mea? Per noche pueda llorar por mis pecados?
amaras, sanguineas lacrimas tuas te Te suplico, por tus lágrimas amargas,
oro, concede mihi donum lacrimarum: mover mi corazón a la compasión y
contere cor meum, ut ex oculis et corde arrepentimiento, para que pueda llorar
copiosae lacrimae profluant et peccata todos mis días por tu sufrimiento y aún
mea vera contritione exstinguant. más por su causa, mis pecados.

26
VIII. Estación - Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén (San Lucas 23, 27-29)

V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.


R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
No obstante, la prohibición de acercarse durante el tránsito de los condenados a
muerte, un grupo de valerosas mujeres al ver el aspecto de Jesús no pudo menos
que irrumpir en gritos y lamentos. Muchas de ellas llavaban niños en sus brazos y
éstos lloraban junto con sus madres. Movido a compasión al pensar en el castigo que
vendría para Jerusalén, Jesús se enterneció a la vista de aquellas mujeres afligidas
y les expresó la última amonestación de su vida. Estaban allí, la Virgen María, María
Magdalena, la Verónica y otras hijas de Jerusalén, a las cuales les dijo: “No lloréis
por mí… llorad por vosotras y por vuestros hijos…”. ¡Qué caridad tan ardiente! Jesús
olvida sus atrocísimos dolores, y sólo se acuerda de nuestras penas.

Jesús consuela a las mujeres que lloraban su Pasión. Llora tú también la falta de
amor que has tenido con Dios y con tu prójimo. Es tiempo de dejarse consolar por
la misericordia de Dios. Admiremos aquí la incomparable generosidad de Nuestro
Señor Jesucristo. Olvida, por decirlo así, sus propios sufrimientos, para ocuparse
en los de aquellas piadosas mujeres, a quienes consuela en la gran tristeza que
sienten al verle tan ultrajado. Les recomienda que no lloren por Él, sino por ellas
mismas y por su pérfida patria, que no lo quiere aceptar como el verdadero Mesías,
demostrándonos con esto que su corazón hace poco caso de nuestras lágrimas si
no empezamos por llorar nuestros pecados, que son la causa de sus dolores.

¡Oh! Jesús mío, que consolaste a las mujeres de Jerusalén, que lloraban al verte
tan demacrado; consuela mi alma con vuestra misericordia, en la que únicamente
quiero confiar y a ella corresponder. Dígnate concederme la gracia de llorar mis
pecados y de considerarlo todo a la luz de tus juicios Divinos.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).


–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
27
Iesus ad ascensum montis Calvariæ tertio cadit (Isaia 52, 4-5)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

IX.
Statio

Oratio: Oración:
O clementissime Iesu! infinitas tibi ¡Oh misericordiosísimo Jesús! Te doy
gratias ago, quod me toties peccantem infinitas gracias por no permitir que
peccatis meis nec immori, nec, prout continúe en el pecado y caiga, como
centies merebar, in profundum inferni tantas veces lo he merecido, en las
praecipitari permiseris. Accende in me profundidades del infierno. Suscita en
novum fervorem, fove hunc iugiter mí un deseo sincero de enmienda; no
meque in tua conserva gratia, ne unquam me dejes caer de nuevo y regálame la
amplius ea excidam, aut cadam retro, gracia de perseverar en penitencia hasta
sed in bono confirmatus de corpore el final de mi vida.
mortis huius transeam ad libertatem
filiorum Dei perfectam.

28
IX. Estación - Jesús cae a tierra por tercera vez (San Mateo 11, 28-30)

V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.


R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
Jesús está agotado y cansado por el peso del madero de la cruz, ya no puede más,
la sangre y el sudor empañan sus ojos.
Los verdugos descargaron sobre Nuestro Señor Jesucristo repetidos golpes con
látigos de madera que, tratado como un animal de carga y rendido de fatiga, cayó
por tercera vez sobre el piso empedrado del camino antes de llegar a la cima del
calvario. Lo levantaron casi exánime y maltratado por la violencia de todo género.
Consideremos a Nuestro Redentor, llegado a la cumbre del calvario, donde mira el
lugar en que va a ser crucificado y abandonado al fulgor de sus enemigos. En este
momento se preocupa de nuestras caídas sin fin y de la inutilidad de su sangre
redentora para tantos pecadores. Tan crueles pensamientos le consternan y afligen
más que todos lossuplicios que aún debe padecer. Por esto cae su alma en tan
profunda tristeza y en tan cruel abatimiento que, llegándole a faltar las fuerzas
físicas, como en su agonía, cae otra vez al suelo, con su Sagrado Rostro en tierra.

En estos instantes, la multitud venida de todas partes de Palestina y de otros países


estrechaba sus filas alrededor del montículo del suplicio.
¡Oh Jesús que caíste por tercera vez! concédeme la perseverancia final hasta la
muerte, sin desesperarme y tú ¿cuántas veces has caído y recaído en los mismos
pecados? Sin embargo, Cristo te levanta en el sacramento de la confesión. Sólo falta
que le abras las puertas de tu corazón, para que Él entre y te sane. Por los tormentos
que sufriste, Jesús mío, caído por tercera vez bajo el peso de la cruz, dame la gracia
para que, enmendando mi vida, me levante, por la penitencia, del abismo de mis
culpas y consiga llegar a la gloria eterna.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
29
Iesus vestibus nudatur et felle potatur (Marcus 15, 23-25)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

X.
Statio

Oratio: Oración:
Fiat, mi Iesu, fiat, ut exuam veterem ¡Ayúdame, Jesús! para vencerme y
hominem, et induam novum secundum renovarme de acuerdo con Tu voluntad
cor et voluntatem tuam creatum. Et licet y deseo. No tendré en cuenta el costo,
sensualitati meae amarum accidat, non sino que lucharé con valentía para dejar
tamen parcam cuti meae. Omnibus mis malas inclinaciones. Despojado de
mundanis vanitatibus nudatus mori las cosas de mi propia voluntad, deseo
cupio, ut tecum vivam in aeternam. morir para poder vivir para Ti por siem-
pre.
30
X. Estación - Jesús es despojado de sus vestiduras (San Marcos 15, 23-25)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
En Jerusalén, la capital religiosa y política de Israel, ha sonado la hora sexta (12 del
día). Va a ocurrir la gran tragedia a la que asisten los ángeles, los hombres y los
demonios. La tragedia de Dios-Hombre llega a su desenlace final.

La meseta de rocas sobre la cual debía verificarse la crucifixión se eleva a 200 pasos
de la Puerta Judiciaria. Al medio día del primer Viernes Santo comenzó la sangrienta
ejecución. Los cuatro verdugos despojan a Jesús de sus vestidos. Como su túnica
estaba completamente adherida a su cuerpo desgarrado, se la quitaron con violencia
y junto con ella pedazos de carne viva y brotó sangre abundante y el Salvador apareció
cubierto de una púrpura verdaderamente real: la púrpura de su propia sangre. “Se
repartieron sus vestidos, sorteando entre ellos la parte de cada cual”.
Consideremos el dolor y la humillación de Nuestro Señor Jesucristo, cuando los
verdugos lo despojaron cruelmente de sus vestidos con violencia. Pero lo que
más siente Jesús es verse desnudo a la vista de una muchedumbre inmersa de
espectadores.
¡Oh Jesús, tan cruelmente despojado de tus vestiduras! ¡Cuánta sería tu vergüenza
viéndote desnudo delante de la multitud! ¡Y cuán grande tu dolor!

Perdón por todos los escándalos de las modas indecentes. Dígnate inspirarme, con el
sentido de la modestia cristiana, un vivo horror de todo lo que ofende a la virtud de la
pureza, y haz que para permanecer puro tenga el valor de mortificar mi vista y todos
mis sentidos. Te ruego Señor que me desnude de las vestiduras de la culpa para que
también participe de tus penas y así llegue por tus méritos a la gloria eterna.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
31
Iesus cruci affligitur (Lucam 23, 33-34)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

XI.
Statio

Oratio:
Oración:
O patientissime Iesu, Agne mansuetissi-
¡Oh Jesús, manso y humilde Cordero
me! detestor et abominor omnem
de Dios! Renuncio para siempre a mi
impatientiam meam. Eia, Domine, cruci-
impaciencia. ¡Crucifica, oh Señor, mi
fige carnem meam cum concupiscentiis
carne y sus concupiscencias! Sanció-
et vitiis suis; hic ure, hic seca, ut in
name, aflígeme en esta vida como Tú
aeternum parcas. Totum me proiicio
desees, pero concédeme la eternidad.
in manus tuas, tua sancta voluntas in
Encomiendo mi destino a Ti y me
omnibus fiat. Solam gratiam tuam mihi
resigno a tu santa voluntad: No se haga
dona, et sufficit mihi.
mi voluntad sino la Tuya.
32
XI. Estación - Jesús es clavado en la cruz (Lucas 23, 33-34)

V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.


R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
“Cuando hubieron llegado al lugar llamado de la calavera, allí crucificaron a Jesús
con dos malechores: uno a su derecha y otro a su izquierda”.
Los verdugos tendieron a Jesús sobre la cruz para clavarlo en ella. Se hizo, entonces,
un profundo silencio: con los ojos fijos en el prisionero, cada uno quería oír sus
gritos y saciarse en sus dolores. Para fijar el cuerpo de Jesús a la cruz, descargaron
recios golpes de martillo; los clavos de hierro se hundieron completamente en las
manos y pies del Redentor y en el madero, hasta atravesarlos. La sangre brotó
abundante, los nervios se contrajeron. Jesús, con los ojos anegados en lágrimas,
lanzó profundo suspiro. Los golpes arrancaron a Jesús gritos de dolor y a la Virgen
María y a las santas mujeres, sollozos y al populacho, aullidos feroces de horror, ante
tanta crueldad. Jesús es clavado de pies y manos, en el madero de la cruz.

Consideremos a Nuestro Señor Jesucristo, con la palidez de su rostro empañado con


los coágulos de sangre y cuánta la que gotea de las heridas de los clavos hasta la
tierra. Cada vez que pecamos somos los verdugos de Cristo. ¿Has utilizado tus manos
para hacer el bien o el mal? ¿Han ido tus pies a lugares de perdición? Piénsalo hoy a
los pies de Jesús. Haz un acto sincero de arrepentimiento y confiésate culpable.

Por los agudísimos dolores que padeciste, Jesús mío, cuando con durísimos clavos
fuisteis clavado en el árbol de la cruz, haz que yo crucifique siempre mi carne con el
espíritu de cristiana mortificación.

¡Oh Jesús, que para salvarme habéis soportado el cruel suplicio de la crucifixión;
os ruego por vuestra inefable caridad, que me concedáis vuestra gracia para no
emplear mis manos y mis pies en hacer maldad alguna.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
33
Iesus in cruce levatur et moritur (Marcus 15, 33-37)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

XII.
Statio

Oratio: Oración:
Amantissime Iesu! quis dabit mihi, ut ¡Oh amabilísimo Jesús! Si no puedo
amore tui moriar; fac me saltem mundi sacrificar mi vida por amor a Ti, por lo
vanitatibus amore tui totaliter mori. O menos trataré de morir para el mundo.
quam sordet mihi mundus, si te in cruce ¿Cómo debo considerar al mundo y a
pendentem aspicio! Suscipe me, o Iesu, sus vanidades, cuando he aquí que te
in transfixum Cor tuum. Totus sum tuus, cuelga en la cruz, cubierto de heridas?
nec vivere volo nec mori, nisi tibi. ¡Oh, Jesús! recíbeme en tu Corazón
herido: Yo pertenezco totalmente a ti,
por ti solo deseo vivir y morir.
34
XII. Estación - Jesús muere en la cruz (San Marcos 15, 33-37)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
La cruz con Jesús crucificado fue plantada en el monte Calvario y, al efectuarlo, se
produjo un sacudimiento tal, en todos los miembros de Nuestro Señor Jesucristo,
que sus huesos chocaron unos contra otros. Las llagas de los clavos se ensancharon
y la sangre corrió a borbotones por el cuerpo del Salvador. Sus labios entreabiertos
dejaron ver su lengua seca; sus ojos moribundos se empañaron con denso velo.
Cuando apareció así entre el Cielo y la tierra, un clamor salvaje se levantó de
todas partes; era el pueblo judío que lanzaba maldiciones al crucificado, como
estaba escrito: “¡Maldito sea el criminal suspendido en la cruz!”. Los dos ladrones
crucificados con Él fueron colocados uno a su derecha y el otro a su izquierda, a fin
de que se cumpliera otra profecía: “Ha sido asimilado a los más viles malhechores”.
Los soldados pusieron en lo alto de la cruz un rótulo en latín, hebreo y griego que
decía : “Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos (INRI)”. De las 12 a las 3 de la tarde,
hubo tres horas de tinieblas en Jerusalén y por toda la tierra.

“Mas Jesús, dando una gran voz, expiró”. Los evangelistas relatan que Él murió el
Viernes Santo, cerca de la hora nona, o sea, a las tres de la tarde.

Consideremos a Jesús, Dios de toda santidad, al morir en la cruz para expiar nuestros
pecados, y admiremos la dulzura y la fuerza de testamento espiritual que nos legó:
Pide al Padre perdón de sus verdugos; promete la gloria al buen ladrón; recomienda su
madre al discípulo muy amado; pone su alma en manos del Eterno Padre; anuncia que
todo está consumado y expira por nosotros. En el mismo instante, todas las criaturas
publican su divinidad y la naturaleza entera se entristece y parece querer aniquilarse al
ver expirar al que lo creó todo con su Palabra. Jesús mío, que después de tres horas de
penosísima agonía moriste por mí en la cruz, haz que no vaya a dejar mi conversión para
la hora de mi muerte y si he de vivir, que viva sólo para amarte y servirte fielmente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 7).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
35
Iesus de cruce deponitur (Lucam 23, 53)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

XIII.
Statio

Oratio: Oración:
O Iesu! deprecor te, ne permittas me de ¡Oh Señor Jesús! Tu cuerpo sin vida, magu-
cruce tua avelli; in ea enim vivere cupio llado y lacerado, encontró un lugar digno
et mori. Crea in me, Deus, cor mundum, en reposo en el seno de tu Madre Virgen.
ut per S. Communionem sacratissimum ¿Acaso a menudo no te he obligado a
Corpus tuum digne recipiam et in te habitar en mi corazón, a pesar de su
maneam, nec unquam a te valeam indignidad para recibirte? Crea en mí
separari. un corazón nuevo, que pueda recibir
dignamente tu cuerpo más sagrado en la
sagrada comunión, para que permanezcas
en mí, y yo en Ti, por toda la eternidad.
36
XIII. Estación - Jesús es bajado de la cruz. Descendimiento (San Lucas 23, 27-29)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión
“Llegada la tarde, vísperas del sábado, José de Arimatea fue donde Poncio Pilatos y
le pidió el cuerpo de Jesús”.
La Santísima Virgen María, siempre estuvo fiel al pie de la cruz de Jesús, observando lo
que pasaba con su Hijo. La fe de la Virgen no vacila, aunque humanamente todo lo divino
parece fallar aquí. Los apóstoles y discípulos han huido y dejado solo a su Maestro.

En medio de estas escenas aterradoras, un silencio profundo reinaba en el Monte


Calvario y sus alrededores. José de Arimatea, acompañado de Nicodemo, uno de
los doctores de la ley, aportó un sudario para envolver el cuerpo de Nuestro Señor y
una composición de mirra y áloe para embalsamarle. Con la ayuda de san Juan y de
otros discípulos, lo descolgó de la cruz y lo envolvió en una sábana y lo llevó a una
meseta de roca contigua. Nuestra Señora Corredentora pudo bañar con sus lágrimas
y cubrir de besos las sagradas heridas de su Hijo. El sol estaba ya en el ocaso y el
sábado Santo iba a comenzar. Colocaron su cuerpo sobre la roca; perfumaron el
cadáver y fue finalmente envuelto en el Santo Sudario, listo para ser sepultado.
Jesús es puesto en los brazos de la Santísima Virgen María y luego es depositado
en el santo sepulcro. Esta escena es para la Santísima Virgen María un martirio tan
grande, que sólo Dios puede comprender su magnitud y valor, y que Miguel Ángel
(1475-1564), en su maravillosa obra “La Piedad”, plasmó con todo su esplandor.

¡Oh Dolorosísima Madre mía!, ¡qué espada de dolor fue para Vos tener muerto en
vuestros brazos vuestro querido Hijo Jesús! Imprime de tal modo en nuestras almas
los dolores que sufriste al pie de la cruz, para que nunca jamás olvidemos su recuerdo.
Intercede para que, en adelante, viva como verdadero cristiano y me salve.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 7).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
37
Sepultura Christi (Marcum 15, 46)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.

XIV.
Statio

Oratio: Oración:
O Iesu, tu me elegisti de hoc mundo, ¡Oh Jesús! Tú me has apartado del
quid mihi ergo cum illo? Tu me creasti mundo: ¿qué entonces, he de buscar en
ad caelum, quid iam a te mihi volo él? Tú me has creado para el cielo; pues,
super terram, in qua proh dolor! multum ¿qué tengo yo que ver con el mundo?
incola fuit anima mea? Apage, o munde, Apartaos de mí, mundo falso, con tus
cum vanitatibus tuis; in via crucis, quam vanidades. A partir de ahora voy a seguir
Salvator meus suis sacris signavit vestigiis, el camino de la Cruz trazado para mí por
incedam impiger et tendam ad patriam mi Redentor, y haré el viaje con coraje y
caelestem, ubi habitatio et requies mea fortaleza a mi hogar celestial, mi morada
sit in aeternum. eterna.

38
XIV. Estación - Jesús es puesto en el Santo Sepulcro (San Lucas 23, 53-55)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo

• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su


Santísima Madre al pie de la cruz.

Reflexión

Cerca al Monte Calvario, en un jardín que pertenecía a José de Arimatea, se


encontraba una tumba abierta en la roca en la que nadie había sido sepultado. Dos
compartimientos taladrados en la piedra y comunicados entre sí formaban esta fosa
funeraria. El cuerpo del Salvador fue colocado en un nicho abierto en el segundo de
estos departamentos.

Para impedir el acceso, varios soldadoss rodaron una enorme piedra para sellar
el sepulcro. Los jefes religiosos del judaísmo fueron al Santo Sepulcro y pusieron
sellos sobre la piedra que cerraba la entrada y colocaron sus vigilantes alrededor del
monumento para impedir que alguien se aproximara al mismo.

Jesús es sepultado en un sepulcro perteneciente a José de Arimatea, miembro del


Sanedrín y discípulo secreto de Cristo (cfr. Juan 19, 38), quien no aprobó la condenación
de su Maestro. Al final, la Virgen María se retiró del santo sepulcro y fue a orar a solas.
Jesús estuvo en el sepulcro desde la noche del Viernes Santo hasta la madrugada
del Domingo de Pascua. Él venció la muerte; el sepulcro quedó vacío, al tercer día
resucitó de entre los muertos, para luego ascender al cielo.

¡Oh Jesús amantísimo! Sea nuestro mayor consuelo en este valle de lágrimas
el ocuparnos en meditar los suplicios y la muerte ignominiosa que sufriste para
redimirnos. Sepulta en esa misma tumba todas nuestras iniquidades, a fin de que
muertos para las pasiones y para todas las cosas del mundo, podamos contemplarte
y gozar contigo el fruto de tu dolorosísima pasión y muerte, y alabarte con devoción
un día en el Cielo en el resplandor de tu gloria, sentado a la diestra del Padre.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria (Ver página 11 )


–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
39
ORACIONES FINALES DEL SANtO VÍA CRUCIS

De rodillas, frente al
altar Mayor se termina
el Vía crucis diciendo las
siguientes oraciones:

V. Adoramus te Christe, et benedícimus V. Te adoramos oh Cristo y te bendeci-


tibi. cimos.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam R. Que por tu Santa Cruz, redimiste al
redemisti mundum. mundo

V. Ora pro nobis, virgo dolorossisima. V. Ruega por nosotros Virgen de los
R. Ut digni efficiamur promissionibus Dolores.
Christi. R. Para que seamos dignos de las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
V. Signasti, domine, tuum servum
Franciscum. V. Tú Señor, signaste a tu siervo San
R. Signis redemptionis nostræ. Francisco.
R. Con los signos de nuestra redención.
V. Oremus pro Pontifice nostro.
R. Dominus conservet eum et vivificet V. Roguemos por nuestro Pontífice…
eum, et beatum faciat eum in terra, R. Que el Señor lo conserve, lo haga feliz
et non tradat eum in animan en la tierra y lo libre del poder de sus
inimicorum ejus. enemigos.
V. Oremus pro fidelibus defunctis. V. Roguemos por los fieles difuntos.
R. Requiem æternam dona eis, R. Dadles Señor, el descanso eterno y
Domine, et lux perpetua luceat eis. brille para ellos la luz perpetua. Amén.
V. In nomine Patris et Filii et Spiritus V. En el nombre del Padre y del Hijo y
Sancti. Amen del Espíritu Santo. Amén.
40
Oración final de
San Alfonso María de Ligorio

eñor mío Jesucristo que para redimir al mundo de la esclavitud del demonio,

S quisiste nacer entre nosotros mortal y apacible, ser circuncidado, reprobado de


los judíos y entregado por Judas Iscariote con un beso sacrílego, ser preso y,
como inocente cordero que llevan al matadero, ser presentado ignominiosamente
en los tribunales de Anás, Caifás, Pîlatos y Herodes; ser acusado por testigos falsos,
azotado cruelmente, coronado de espinas, herido con bofetadas, golpeado con
una caña, escupido y cubierto de oprobios, despojado de sus vestidos, crucificado,
levantado en la cruz entre dos ladrones, abrevado con hiel y herido con una lanza.
Por esas, tus amargas penas que yo, aunque indigno pecador, voy meditando por tu
pasión y muerte, líbrame de los tormentos del infierno y dígnate llevarme a donde
llevaste a aquel dichoso ladrón que fue crucificado contigo, ¡oh Jesús mío!, que con
el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

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ConClusiones

l Vía crucis es un viaje espiritual a la Jerusalén del año 33 de la era cristiana.

E Se camina por el sendero de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Es una


de las devociones más populares, más antiguas y con más indulgencias. Las
oraciones, reflexiones e imágenes del camino del calvario se meditan para visitar
con gran gusto y agrado de nuestro Dios, los lugares o puntos de referencia
donde Nuestro Señor derramó su sangre redentora; se espera que todo aquel
que rece con devoción y fe este Vía crucis, obtenga un fruto espiritual para la
salvación de su alma, cada vez que medite el contenido de cada estación.

La Iglesia Católica concede indulgencia plenaria a quienes hacen el Vía crucis


completo con devoción y recogimiento.

Los enfermos e impedidos pueden ganar las mismas indulgencias si rezan desde su
lecho de enfermos, sosteniendo un crucifijo en sus manos, las 14 estaciones, veinte
Padrenuestros, Avemarías y Glorias (uno por cada estación, cinco en memoria de las
llagas de Nuestro Señor Jesucristo y uno, por las intenciones del Santo Padre).

Recordemos que Nuestro Señor Jesucristo también tiene su vía dolorosa por
la vida pecadora de cada uno de nosotros. Por eso también se ofrece por la
conversión de los pecadores. El Vía crucis se reza el Viernes Santo y todos los
viernes del año.

“Señor Nuestro Jesucristo, has aceptado por nosotros correr la suerte del grano
de trigo que cae en tierra y muere para producir mucho fruto (San Juan 12,
24). Con tu Vía crucis nos muestras que sólo cargando nuestra cruz salvamos
nuestra vida. Mediante este ir contigo en el Vía crucis, quieres guiarnos hacia el
proceso del grano de trigo, hacia el camino que conduce a la eternidad. Ayúdame
Señor para que mi Vía crucis sea algo más que un momentáneo sentimiento de
devoción”. (Benedicto XVI).

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Jesús muere en la cruz por nosotros

“Muchas mujeres que lloraban y gritaban de tristeza por Él lo seguían. Pero


Jesús las miró y les dijo: –Mujeres de Jerusalén, no lloren por mí sino por
ustedes mismas y sus hijos” (San Lucas 23, 27-28:)
¿Qué es el Vía Crucis?
“Via crucis” son dos palabras latinas cuyo significado podría
traducirse como “camino de la cruz”.

Cristo crucificado entre la Virgen María y san Juan - Autor Albrecht Altdorfer, alemán. 1480-1538

Él es el que llevó la pena de nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero de


la cruz…; Él es por cuyas llagas fuisteis vosotros sanados” (1.ª Pedro 2:24)

l Vía crucis es para los católicos un ejercicio de

E piedad, que consiste en seguir espiritualmente el


recorrido de Jesús hacia el Calvario, para meditar
los sufrimientos del Redentor y unirse interiormente a
Él, a través de las XIV estaciones tomadas de los relatos
evangélicos de la Pasión y de la tradición.

Rezarlo con devoción, gana indulgencias.


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