El Santo Via Crucis Latin Espanol
El Santo Via Crucis Latin Espanol
El Santo Via Crucis Latin Espanol
VÍA CRUCIS
PAsiÓn Y MueRTe De nuesTRo seÑoR JesuCRisTo
latín - español
El Santo
VÍA CRUCIS
latín - español
Editor :
Traductor español-latín : Dr. Javier Jaramillo
Corrector :
Diseño : Marlene Zamora C.
1a. Edición : 3.000 ejemplares
Noviembre de 2010
El Vía crucis es una de las principales prácticas piadosas para honrar la pasión y
muerte del Hombre–Dios, a la vez que el medio más eficaz para convertir a los
pecadores, reanimar a los tibios en la fe y santificar a los justos.
Esta devoción surgió a mediados del siglo XV, entre los frailes menores franciscanos
que practicaban una especie de peregrinación espiritual a los lugares santos de
Jerusalén, que estaban bajo su custodia, en la época en que los turcos musulmanes
hacían imposible a los cristianos la visita a los lugares reales de las escenas de la
pasión. En ese momento, el Señor inspiró a los frailes esta devoción Cristológica.
El modelo que hemos escogido para el presente Vía crucis es el de san Francisco
de Asís.
5
Según las revelaciones a santa Brígida y a otras místicas, tras la muerte de Jesucristo,
el mayor consuelo de la Virgen María era recorrer los pasos de aquel sagrado camino,
regado con la sangre de Nuestro Redentor.
Los católicos cuando practican esta devoción pasan de una estación a otra, meditando
la Pasión de Cristo y recitando ciertas oraciones en cada una de ellas.
El presente Vía crucis está diseñado para que quien lo medite, sienta el deseo de
amar y servir más a Dios, conociendo el precio que pagó Nuestro Señor Jesucristo
por nuestra redención, con la cual nos volvió a abrir las puertas del Cielo. Es una de
las devociones más útiles y más agradables a Dios, enriquecida con una indulgencia
plenaria cada vez que se practique. Los invito, pues, a rezarlo con fe y devoción.
Y recordemos que el Señor también tiene su Vía crucis por la vía pecadora de cada
uno de nosotros.
InduLGEncIA PLEnArIA
Es el perdón que la Iglesia Católica otorga de la pena temporal debida por pecados
ya perdonados.
En 1694 Inocencio XII decretó indulgencia plenaria para quien rece con devoción el
santo Vía crucis.
A todos los fieles, sea individual o colectivamente, que recen el Vía crucis en donde
esté legítimamente erigido, se les concede:
1. Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios Nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo ydel Espíritu Santo. Amén.
Per signum crucis de inimicis nostris liberanos, Deus noster. In nomine Patris et
filii, et spiritus sancti. Amén
¡Oh, Jesús, amable Salvador nuestro!, vednos aquí postrados a vuestros pies, a
fin de implorar vuestra misericordia para nosotros y para las almas de los fieles
difuntos. Dadnos parte en los méritos de vuestra Sagrada Pasión que vamos a
meditar; aumenta en nuestros corazones la contrición y el amor a Dios a fin de que
abracemos con alegría los sufrimientos, humillaciones y trabajos de la vida.
I.
Statio
Oratio: Oración:
O innocentissime Iesu! ego peccavi: ego ¡Oh Jesús inocente! He pecado y soy
mortis aeternae reus sum: ut autem culpable de la muerte eterna; para que yo
ego vivam, tu sententiam mortis lubens viva tú debes aceptar tu injusta sentencia
acceptas. Quomodo ergo in posterum de muerte. ¿Para quién voy a vivir a partir
vivam, nisi tibi soli? si hominibus placere de hoy sino para Ti? Tú mismo has dicho:
cupiam, servus tuus esse non possum: “Nadie puede servir a Dios y a las riquezas”.
displiceam igitur ipsis et toti mundo, ut Primero disgustar al mundo entero que
tibi soli placere valeam. ofenderte a Ti, oh Jesús.
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I. Estación - Jesús es condenado a muerte (San Juan 19, 13-16)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.
Reflexión
• Jesucristo ya había sido “excomulgado”, flagelado y sentenciado a muerte por
el Sanedrín judío. Pero faltaba quién diera la orden de quitarle la vida y, por
designios de la Providencia, le correspondió a Poncio Pilatos, representante de
César Romano.
Hacia las 9 de la mañana, los jefes del Sanedrín, seguidos de una multitud cada
vez más turbulenta, se presentaron por última vez ante Poncio Pilatos y pidieron la
muerte de Jesús. Un instante después, un heraldo proclamaba la sentencia dictada por
Pilatos: “Jesús de Nazaret, seductor del pueblo, despreciado del César, será conducido
a través de la ciudad de Jerusalén hasta el lugar de las ejecuciones y despojado de sus
vestiduras, será clavado en una cruz, permaneciendo allí hasta su muerte”.
Así terminó el más infame de los procesos de la historia. Los príncipes de los sacerdotes
judíos se felicitaron entre sí por su “triunfo”. Pilatos, taciturno y sombrío, volvió a su
palacio para ocultar allí su vergüenza. Sólo Jesús experimentaba en medio de sus
dolores una alegría inefable. La hora del sacrificio que debía llevar al mundo, aquella
hora por la cual suspiraba desde su aparición en la tierra, por fin había llegado. Jesús
es declarado inocente y, sin embargo, es condenado a muerte. ¿Quién hará caso de
los juicios humanos? Sólo en Dios está la verdad y la esperanza.
Consideramos la sumisión admirable de Nuestro Divino Salvador cuando recibe esta
injusta sentencia y recordemos que no fue sólo Poncio Pilatos quien lo condenó,
también nosotros y todos los pecadores. Digámosle, pues, con el más vivo dolor:
¡Oh, Jesús mío! por quella injusta sentencia de muerte tantas veces firmada con mis
culpas, líbrame de la sentencia de muerte eterna, tantas veces por mí merecida.
Oh Santa Madre de Dios, haz que queden impresas las llagas de vuestro Hijo en mi
corazón.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
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Iesus suscipit crucem super humeros (Ioannes 19, 16-98)
II.
Statio
Oratio:
Oración:
Non amicus Christi ero, si inimicus
¡Oh Jesús mío! No puedo ser amigo y
crucis sim! O dulcis, o bona crux! ego
seguidor tuyo si me niego a llevar tu Cruz.
te amplector, exosculor et gaudenter
¡Oh muy amado Cristo! Yo te abrazo, te
suscipio de manu Dei. Absit a me
beso, yo gozo te sea de las manos de
amplius gloriari, nisi in cruce Domini
mi Dios. Lejos de mí la gloria en nada,
mei, per quam mihi mundus crucifixus
sino en la cruz de mi Redentor. Porque
sit, et ego mundo: ut totus tuus sim, o
el mundo ha de ser crucificado para mí y
Iesu, tuae Passionis me fac consortem.
yo para el mundo, para que yo sea tuyo,
oh Jesús, para siempre.
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II. Estación - Jesús carga la cruz a cuestas (Juan 19, 16-18)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.
Reflexión
Y Jesús llevando su cruz, salió para el Gólgota (Monte de la calavera). Según la leyenda
judía, en este lugar fue enterrado Adán. Ubicado fuera de la ciudad de Jerusalén.
Las cruces de los reos se componían de dos maderos; el principal tenía diez codos
de largo y estaba atravesado en la parte superior por otro que medía la mitad. Era
éste un peso abrumador para Jesús, agotado como estaba, ya por la pérdida de
sangre, la fatiga y los dolores, sobre todo, después de aquella horrible flagelación.
Le impusieron bruscamente sobre sus hombros aquella cruz., símbolo de la infamia
en la cual morían los esclavos, los ladrones, los asesinos y los falsarios en ese
tiempo. En lugar de quejarse, Jesús recibió con amor aquel instrumento de tortura
convertido para Él desde ese día en el madero más precioso, el madero redentor
del mundo. Los dos ladrones colocados a ambos lados de Cristo fueron igualmente
cargados con sus correspondientes cruces. La trompeta dio la señal de partida y
el cortejo fúnebre se puso en marcha. Un pregonero iba a la cabeza proclamando
los nombres y los crímenes de los reos, a continuación, marchaban los soldados
romanos y judíos para facilitar el paso de los condenados. Seguía un grupo de
hombres y niños que llevaban cuerdas, escaleras, clavos, martillos y el título en latín,
hebreo y griego, que debían ponerle en lo alto de la cruz INRI. (San Mateo 27,37).
Consideremos con cuánta mansedumbre recibe nuestro Divino Maestro su cruz
sobre sus débiles y ensangrentadas espaldas. Así Jesús nos enseña a llevar nuestra
cruz de cada día, recibiendo con resiganción las pruebas enviadas del Cielo o las
que suframos de parte de las criaturas. Jesús dijo: “Si alguno quiere venir en pos de
Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”. (San Mateo 10,38)
¡Oh, Jesús mío! Vos que voluntariamente cargasteis con la pesadísima cruz
fabricada por mis pecados, haz que yo conozca su gravedad y mientras viva los llore
incesantemente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
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Jesus prima vice cadit sub cruce (Psalmus 38, 18-23)
III.
Statio
Oratio: Oración:
Ah mi Iesu! tu grave iugum peccatorum ¡Oh Jesús mío! Tú llevaste mi peso
meorum portasti, et iniquitates meae y el peso de mis pecados. ¿Debería,
sicut onus grave gravatae sunt super te; entonces, no llevarr en unión con Vos
cur ergo iugum mandatorum tuorum mi carga fácil de sufrimiento, y aceptar
ferre recusem, ut sic alter alterius onera el yugo dulce de tus mandamientos? Tu
portemus? Iugum tuum suave est et onus yugo es suave y tu carga ligera: Por lo
tuum leve: libenter itaque et gaudenter tanto lo acepto voluntariamente. Tomaré
illud suscipiam, et portare contendam, mi cruz y te seguiré.
donec vixero. Tu, o Iesu, portantem me
gratia tua ita conforta, ne cadam amplius
peccando graviter.
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III. Estación - Jesús cae por primera vez bajo el peso de la cruz (Salmo 38, 18-23)
Reflexión
Desde el palacio de Pilatos, el siniestro cortejo descendió de la colina del templo
por una calle estrecha con dirección al oeste, hasta llegar a una calle más ancha.
Lentamente avanzaron los dos ladrones y Jesús, con los pies desnudos, cubierto de
sangre, encorvado con el peso de la cruz, con pasos vacilantes como un hombre
próximo a desfallecer, inundado de sudor, devorado por la sed, jadeante el pecho,
sostenía con una mano la cruz sobre sus hombros y levantaba con la otra el largo
manto que dificultaba su marcha. (Isaías 50, 5-10).
Jesús, bajo el peso de su carga, cayó por primera vez, penosamente en el camino. Se
detuvo un momento el cortejo para levantarlo. Jesús mismo no podía mantenerse
en pie; el cansancio lo consumía. Con la ayuda de los soldados, el Redentor volvió
a ponerse en pie,tomó su cruz y prosigió su marcha hacia el Calvario.
Consideremos a Nuestro Señor Jesucristo entrando en el camino del calvario. La
sangre derramada en la flagelación y la coronación de espinas le han debilitado
tanto, que cae sin fuerzas, sufriendo los más sangrientos ultrajes, sin manifestar
ningún sentimiento de indignación. Así quiere expiar nuestras culpas y enseñarnos
a levantarnos cuando tengamos la desgracia de caer en el abismo del pecado.
Recuerda con dolor el primer pecado que cometiste. Deplora los pecados de tu
infancia y pide perdón a Dios. El gran peso de mis culpas ¡oh Jesús mío! os hizo caer
por primera vez bajo la cruz. Por eso las aborrezco y detesto; os pido siempre perdón
por ellas y, con el auxilio de Vuestra gracia, me propongo no volver a cometerlas ¡oh
buen Jesús! Tiéndenos una mano protectora para librarnos de los peligros que nos
rodean y que ponen en peligro nuestra salvación.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria (ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
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Iesus crucem baiulans occurrit Matri suæ dolorosissimaæ. (Lucam 23, 27)
IV.
Statio
Oratio: Oración:
O Iesu! o Maria! ego sum causa dolorum ¡Oh Jesús! ¡Oh María! Yo soy la causa
cordium vestrorum, summe invicema- de los dolores grandes y múltiples que
mantium et ad extremum usque desola- atraviesan su corazón amoroso. ¡Oh,
torum. Ah utinam et cor meum de vestro que mi corazón también experimente
dolore participet! ”Eia, Mater, fons amoris, al menos algunos de sus sufrimientos!
me sentire vim doloris fac, ut tecum lugeam. Madre dolorosa, ruega por mí para
Fac, ut ardeat cor meum in amando que verdaderamente me arrepienta de
Christum Deum, ut sibi complaceam”. mis pecados, lleve con paciencia mis
Hoc demum a te humiliter efflagito, ut sufrimientos en unión contigo y merezca
et mihi in amarissimae huius Passionis
disfrutar de tu asistencia en la hora de
vestrae memoria mortis semitam intranti,
mi muerte.
materna pietate occurrere et cum Filio
tuo dulcissimo succurrere digneris.
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IV. Estación - Jesús encuentra a su Santísima Madre (San Lucas 2, 34-36)
Reflexión
Jesús iba por la calle de Efraín, cuando el más desgarrador de los espectáculos vino a
conmover los corazones de los que todavía sienten compasión. La Santísima Virgen
María, acompañada de algunas santas mujeres, le salió repentinamente al encuentro.
Con el corazón despedazado y los ojos anegados en lágrimas, Nuestra Señora
Corredentora tomó la decisión de acompañar a Jesús hasta el Gólgota y sufrir con Él el
tremendo martirio. El primer impulso de la Madre del Salvador fue precipitarse hacia
su Hijo con los brazos abiertos; pero los verdugos la rechazaron con violencia. Jesús
se detuvo un momento; sus ojos se encontraron con los de María Santísima y, con
una mirada llena de inefable ternura, le hizo comprender que Él sabía lo que pasaba
en su corazón y cuán íntima parte tomaba ella en sus dolores.
Embargada por el dolor de su corazón, la Virgen María se sintió desfallecer y cayó en
los brazos de las mujeres que la acompañaban.
Consideremos cuán doloroso fue para este Divino Hijo ver a su Madre en circunstancias
tan crueles, y para la Virgen María ver a su amado Hijo flajelado. Su corazón maternal
queda más herido que si lo hubiesen traspasado mil espadas y sufre las mayores
angustias. Participa de todos sus sufrimientos y le acompaña hasta el último suspiro.
Aprende a soportar las desgracias de cada día. ¡Oh María, Madre de Dolores! alcánzanos
ese amor filial ardiente y esa fe con que acompañaste a tu Hijo hasta el calvario.
¡Afligidísimo Jesús! ¡María, Madre dolorosísima! Si con las culpas de mi vida he sido
causa de vuestras penas y de vuestros dolores, quiero con el divino auxilio, no volverlas
a cometer en todo lo restante de mi vida, sino amarte fielmente hasta la muerte.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
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Iesus a Simone Cyreneo in baiulatione crucis adiuvatur (Lucam 23, 26)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.
V.
Statio
Oratio: Oración:
O Iesu! quam vere dixisti: “Qui non ¡Oh Jesús! todo aquel que no toma su
accipit crucem suam et sequitur me, non cruz y te sigue, no es digno de Ti. He
est me dignus” -- En! ut dignus te efficiar, aquí que yo te acompañaré en el camino
ultro me comitem tibi in via crucis iungo: de la Cruz; llevaré mi cruz con alegría
feram lubens tribulationem et crucem, y caminaré tus ensangrentadas huellas
si non tuam gravissimam, saltem illam para que pueda seguirte a Ti en la vida
meam, quamcumque demum humeris eterna.
imponere meis tibi placuerit; hanc,
sequendo te, portabo patiens usque ad
finem vitae meae.
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V. Estación - El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz (San Lucas 2, 34-36)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.
Reflexión
Jesús había avanzado algunos metros por esta vía escarpada, cuando una palidez
mortal cubrió su rostro. Se le doblaron las rodillas y, a pesar de sus esfuerzos, le
fue imposible seguir adelante; el peso de la cruz lo doblegó. Viéndolo próximo a
sucumbir, los miembros del sanedrín rogaron al centurión romano que buscara
alguien para que ayudara a Jesús a llevar su pesada cruz.
Los soldados detuvieron a un jardinero de Cirene y lo obligaron a llevar la cruz
de Jesús. Simón levantó por el medio el pesado madero. Sin embargo, la ayuda
del cireneo, no hacía sino aumentar el peso de la cruz sobre el hombro derecho
del Divino Cordero porque al levantar el madero detrás de la extremidad inferior,
abrió la llaga del costado del hombro derecho, de modo que quedó lo más liviano
posible para los hombros del Salvador. Después de la resurrección de Jesús, el
Cireneo fue un discípulo ferviente y sus dos hijos, Alejandro y Rufo, fueron apóstoles
propagadores de la fe católica.
Durante su Vía crucis Jesús es ayudado a llevar la cruz. Ayúdale también tú llevando
una vida del todo cristiana y Él te ayudará con su Divina gracia.
Consideremos que si Jesús permite que se le ayude a llevar la cruz, no es por falta
de fuerza, siendo Él, quien sostiene el Universo; sino para enseñarnos a unir a los
suyos nuestros sufrimientos y a participar del cáliz de su amargura.
¡Oh Jesús, dichoso el Cireneo que os ayudó a llevar la santa cruz. ¡Oh Jesús mío!
ayúdame también a mí a llevar mi propia cruz, sufriendo con paciencia y de buen
agrado, las pruebas que queráis enviarme en el curso de mi vida mortal. Concédeme,
Jesús mío, la gracias de hacerlo así, para la mayor gloria de Dios.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
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Veronica Christo sudarium præsentat (Isaia 52, 14-15)
VI.
Statio
Oratio: Oración:
O Iesu! quid retribuam tibi pro omnibus, ¡Oh, misericordiosísimo Jesús! ¿Qué
quae retribuisti mihi? totum me consecro haré a cambio de todos los beneficios
servitio tuo: totum cor meum tibi offero: que has depositado en mí? En retorno
pone te ut signaculum super illud, et me consagro totalmente a tu servicio. Te
imprime imaginem tuam, ut iugiter ofrezco y consagro mi corazón: imprime
memoria memor sim tui, nec tu operis en él tu Sagrada Imagen, de manera que
tui obliviscaris in finem. nunca pueda ser borrada de nuevo por
mis pecados.
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VI. Estación - La Verónica enjuga el rostro de Jesús (Isaías 52, 14-15)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.
Reflexión
Habían andado como doscientos pasos por esta calle espaciosa, cuando de improviso,
una mujer salió precipitadamente de una casa cerca del camino. Se acercó al Divino
Maestro y contempló su semblante desfigurado, cubierto de polvo, denegrido por
la sangre que chorreaba de su cabeza, afeado con los esputos y llagas sangrientas.
Luego, movida a compasión tomando el finísimo velo que cubría su propia frente y
acercándose al Salvador, le enjuga su rostro adolorido.
La tradición nos enseña que esta intrépida y piadosa mujer se llamaba Serapia. Su
nombre hace alusión al Sagrado Rostro, en griego Vera Icon, verdadera imagen.
Jesús le dio las gracias a la Verónica con una mirada misericordiosa y continuó su
camino; pero cuál no sería la sorpresa de aquella mujer, cuando de vuelta a su casa,
en el velo de que se había servido vio impreso el Divino Rostro del Salvador, aquel
rostro triste y lívido, verdadero retrato del dolor. En memoria de este hecho, los
discípulos de Jesús inmortalizaron con el nombre de Verónica a esta heroína de la
caridad. Este “velo de Verónica o santa faz” se encuentra actualmente en la Basílica
de San Pedro en Roma.
Consideremos y admiremos la acción de la Verónica para ver a su Divino Maestro
que va cubierto de salivas, de polvo, de sudor y sangre. Tal espectáculo le hace llorar
y, prescindiendo de todo temor y respeto humano, se acerca a Jesús Nazareno y
enjuga su desfigurado Rostro, ensangrentado y abofeteado por nuestros pecados.
VII.
Statio
Oratio: Oración:
O Iesu! miserere mei, porrige dexteram ¡Oh Jesús, Hijo de David! ¡Ten piedad
tuam, sustenta me, ne amplius in de mí! Tiéndeme tu mano amable y
peccata priora relabar. Ergone peccatum apóyame, para nunca volver a caer
hoc N. N. sciens volens repetam? absit a en mis antiguos pecados. Desde este
me. Dixi, nunc coepi; ab hoc momento mismo momento me esforzaré con más
serio conclusum sit, millies mori, quam seriedad en reformar mi vida para evitar
peccare. Tu, mi Iesu, conforta me per todo pecado. Ayuda de los débiles,
gratiam tuam, sine qua nihil possum. fortaléceme con tu gracia, sin la cual
no puedo hacer nada, para que pueda
cumplir fielmente mi buena resolución.
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VII. Estación - Jesús cae a tierra por segunda vez (Isaías 53, 5-6)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.
Reflexión
Sólo faltaban cerca de cien pasos para llegar a la Puerta Judiciaria, así llamada
porque por ella pasaban los condenados a pena capital para subir al Monte Gólgota.
En este camino pedregoso, la subida se hacía con dificultad. A pesar de los esfuerzos
del Cirineo para ayudarle, Jesús cayó por segunda vez, bajo el peso de la cruz. Se
levantó con gran trabajo y se acercó a la puerta en donde en una columna de piedra
llamada “de infamia” estaba fijado el texto de sentencias condenatorias: “…muere
por haber ocupado el título de Mesías”.
VIII.
Statio
Oratio: Oración:
O Iesu! quis dabit capiti meo aquam ¡Oh Jesús! ¿Quién le dará a mis ojos
et oculis meis fontem lacrimarum, ut una fuente de lágrimas, que día y
die ac nocte defleam peccata mea? Per noche pueda llorar por mis pecados?
amaras, sanguineas lacrimas tuas te Te suplico, por tus lágrimas amargas,
oro, concede mihi donum lacrimarum: mover mi corazón a la compasión y
contere cor meum, ut ex oculis et corde arrepentimiento, para que pueda llorar
copiosae lacrimae profluant et peccata todos mis días por tu sufrimiento y aún
mea vera contritione exstinguant. más por su causa, mis pecados.
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VIII. Estación - Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén (San Lucas 23, 27-29)
Reflexión
No obstante, la prohibición de acercarse durante el tránsito de los condenados a
muerte, un grupo de valerosas mujeres al ver el aspecto de Jesús no pudo menos
que irrumpir en gritos y lamentos. Muchas de ellas llavaban niños en sus brazos y
éstos lloraban junto con sus madres. Movido a compasión al pensar en el castigo que
vendría para Jerusalén, Jesús se enterneció a la vista de aquellas mujeres afligidas
y les expresó la última amonestación de su vida. Estaban allí, la Virgen María, María
Magdalena, la Verónica y otras hijas de Jerusalén, a las cuales les dijo: “No lloréis
por mí… llorad por vosotras y por vuestros hijos…”. ¡Qué caridad tan ardiente! Jesús
olvida sus atrocísimos dolores, y sólo se acuerda de nuestras penas.
Jesús consuela a las mujeres que lloraban su Pasión. Llora tú también la falta de
amor que has tenido con Dios y con tu prójimo. Es tiempo de dejarse consolar por
la misericordia de Dios. Admiremos aquí la incomparable generosidad de Nuestro
Señor Jesucristo. Olvida, por decirlo así, sus propios sufrimientos, para ocuparse
en los de aquellas piadosas mujeres, a quienes consuela en la gran tristeza que
sienten al verle tan ultrajado. Les recomienda que no lloren por Él, sino por ellas
mismas y por su pérfida patria, que no lo quiere aceptar como el verdadero Mesías,
demostrándonos con esto que su corazón hace poco caso de nuestras lágrimas si
no empezamos por llorar nuestros pecados, que son la causa de sus dolores.
¡Oh! Jesús mío, que consolaste a las mujeres de Jerusalén, que lloraban al verte
tan demacrado; consuela mi alma con vuestra misericordia, en la que únicamente
quiero confiar y a ella corresponder. Dígnate concederme la gracia de llorar mis
pecados y de considerarlo todo a la luz de tus juicios Divinos.
IX.
Statio
Oratio: Oración:
O clementissime Iesu! infinitas tibi ¡Oh misericordiosísimo Jesús! Te doy
gratias ago, quod me toties peccantem infinitas gracias por no permitir que
peccatis meis nec immori, nec, prout continúe en el pecado y caiga, como
centies merebar, in profundum inferni tantas veces lo he merecido, en las
praecipitari permiseris. Accende in me profundidades del infierno. Suscita en
novum fervorem, fove hunc iugiter mí un deseo sincero de enmienda; no
meque in tua conserva gratia, ne unquam me dejes caer de nuevo y regálame la
amplius ea excidam, aut cadam retro, gracia de perseverar en penitencia hasta
sed in bono confirmatus de corpore el final de mi vida.
mortis huius transeam ad libertatem
filiorum Dei perfectam.
28
IX. Estación - Jesús cae a tierra por tercera vez (San Mateo 11, 28-30)
Reflexión
Jesús está agotado y cansado por el peso del madero de la cruz, ya no puede más,
la sangre y el sudor empañan sus ojos.
Los verdugos descargaron sobre Nuestro Señor Jesucristo repetidos golpes con
látigos de madera que, tratado como un animal de carga y rendido de fatiga, cayó
por tercera vez sobre el piso empedrado del camino antes de llegar a la cima del
calvario. Lo levantaron casi exánime y maltratado por la violencia de todo género.
Consideremos a Nuestro Redentor, llegado a la cumbre del calvario, donde mira el
lugar en que va a ser crucificado y abandonado al fulgor de sus enemigos. En este
momento se preocupa de nuestras caídas sin fin y de la inutilidad de su sangre
redentora para tantos pecadores. Tan crueles pensamientos le consternan y afligen
más que todos lossuplicios que aún debe padecer. Por esto cae su alma en tan
profunda tristeza y en tan cruel abatimiento que, llegándole a faltar las fuerzas
físicas, como en su agonía, cae otra vez al suelo, con su Sagrado Rostro en tierra.
X.
Statio
Oratio: Oración:
Fiat, mi Iesu, fiat, ut exuam veterem ¡Ayúdame, Jesús! para vencerme y
hominem, et induam novum secundum renovarme de acuerdo con Tu voluntad
cor et voluntatem tuam creatum. Et licet y deseo. No tendré en cuenta el costo,
sensualitati meae amarum accidat, non sino que lucharé con valentía para dejar
tamen parcam cuti meae. Omnibus mis malas inclinaciones. Despojado de
mundanis vanitatibus nudatus mori las cosas de mi propia voluntad, deseo
cupio, ut tecum vivam in aeternam. morir para poder vivir para Ti por siem-
pre.
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X. Estación - Jesús es despojado de sus vestiduras (San Marcos 15, 23-25)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.
Reflexión
En Jerusalén, la capital religiosa y política de Israel, ha sonado la hora sexta (12 del
día). Va a ocurrir la gran tragedia a la que asisten los ángeles, los hombres y los
demonios. La tragedia de Dios-Hombre llega a su desenlace final.
La meseta de rocas sobre la cual debía verificarse la crucifixión se eleva a 200 pasos
de la Puerta Judiciaria. Al medio día del primer Viernes Santo comenzó la sangrienta
ejecución. Los cuatro verdugos despojan a Jesús de sus vestidos. Como su túnica
estaba completamente adherida a su cuerpo desgarrado, se la quitaron con violencia
y junto con ella pedazos de carne viva y brotó sangre abundante y el Salvador apareció
cubierto de una púrpura verdaderamente real: la púrpura de su propia sangre. “Se
repartieron sus vestidos, sorteando entre ellos la parte de cada cual”.
Consideremos el dolor y la humillación de Nuestro Señor Jesucristo, cuando los
verdugos lo despojaron cruelmente de sus vestidos con violencia. Pero lo que
más siente Jesús es verse desnudo a la vista de una muchedumbre inmersa de
espectadores.
¡Oh Jesús, tan cruelmente despojado de tus vestiduras! ¡Cuánta sería tu vergüenza
viéndote desnudo delante de la multitud! ¡Y cuán grande tu dolor!
Perdón por todos los escándalos de las modas indecentes. Dígnate inspirarme, con el
sentido de la modestia cristiana, un vivo horror de todo lo que ofende a la virtud de la
pureza, y haz que para permanecer puro tenga el valor de mortificar mi vista y todos
mis sentidos. Te ruego Señor que me desnude de las vestiduras de la culpa para que
también participe de tus penas y así llegue por tus méritos a la gloria eterna.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
31
Iesus cruci affligitur (Lucam 23, 33-34)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.
XI.
Statio
Oratio:
Oración:
O patientissime Iesu, Agne mansuetissi-
¡Oh Jesús, manso y humilde Cordero
me! detestor et abominor omnem
de Dios! Renuncio para siempre a mi
impatientiam meam. Eia, Domine, cruci-
impaciencia. ¡Crucifica, oh Señor, mi
fige carnem meam cum concupiscentiis
carne y sus concupiscencias! Sanció-
et vitiis suis; hic ure, hic seca, ut in
name, aflígeme en esta vida como Tú
aeternum parcas. Totum me proiicio
desees, pero concédeme la eternidad.
in manus tuas, tua sancta voluntas in
Encomiendo mi destino a Ti y me
omnibus fiat. Solam gratiam tuam mihi
resigno a tu santa voluntad: No se haga
dona, et sufficit mihi.
mi voluntad sino la Tuya.
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XI. Estación - Jesús es clavado en la cruz (Lucas 23, 33-34)
Reflexión
“Cuando hubieron llegado al lugar llamado de la calavera, allí crucificaron a Jesús
con dos malechores: uno a su derecha y otro a su izquierda”.
Los verdugos tendieron a Jesús sobre la cruz para clavarlo en ella. Se hizo, entonces,
un profundo silencio: con los ojos fijos en el prisionero, cada uno quería oír sus
gritos y saciarse en sus dolores. Para fijar el cuerpo de Jesús a la cruz, descargaron
recios golpes de martillo; los clavos de hierro se hundieron completamente en las
manos y pies del Redentor y en el madero, hasta atravesarlos. La sangre brotó
abundante, los nervios se contrajeron. Jesús, con los ojos anegados en lágrimas,
lanzó profundo suspiro. Los golpes arrancaron a Jesús gritos de dolor y a la Virgen
María y a las santas mujeres, sollozos y al populacho, aullidos feroces de horror, ante
tanta crueldad. Jesús es clavado de pies y manos, en el madero de la cruz.
Por los agudísimos dolores que padeciste, Jesús mío, cuando con durísimos clavos
fuisteis clavado en el árbol de la cruz, haz que yo crucifique siempre mi carne con el
espíritu de cristiana mortificación.
¡Oh Jesús, que para salvarme habéis soportado el cruel suplicio de la crucifixión;
os ruego por vuestra inefable caridad, que me concedáis vuestra gracia para no
emplear mis manos y mis pies en hacer maldad alguna.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 11).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
33
Iesus in cruce levatur et moritur (Marcus 15, 33-37)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.
XII.
Statio
Oratio: Oración:
Amantissime Iesu! quis dabit mihi, ut ¡Oh amabilísimo Jesús! Si no puedo
amore tui moriar; fac me saltem mundi sacrificar mi vida por amor a Ti, por lo
vanitatibus amore tui totaliter mori. O menos trataré de morir para el mundo.
quam sordet mihi mundus, si te in cruce ¿Cómo debo considerar al mundo y a
pendentem aspicio! Suscipe me, o Iesu, sus vanidades, cuando he aquí que te
in transfixum Cor tuum. Totus sum tuus, cuelga en la cruz, cubierto de heridas?
nec vivere volo nec mori, nisi tibi. ¡Oh, Jesús! recíbeme en tu Corazón
herido: Yo pertenezco totalmente a ti,
por ti solo deseo vivir y morir.
34
XII. Estación - Jesús muere en la cruz (San Marcos 15, 33-37)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.
Reflexión
La cruz con Jesús crucificado fue plantada en el monte Calvario y, al efectuarlo, se
produjo un sacudimiento tal, en todos los miembros de Nuestro Señor Jesucristo,
que sus huesos chocaron unos contra otros. Las llagas de los clavos se ensancharon
y la sangre corrió a borbotones por el cuerpo del Salvador. Sus labios entreabiertos
dejaron ver su lengua seca; sus ojos moribundos se empañaron con denso velo.
Cuando apareció así entre el Cielo y la tierra, un clamor salvaje se levantó de
todas partes; era el pueblo judío que lanzaba maldiciones al crucificado, como
estaba escrito: “¡Maldito sea el criminal suspendido en la cruz!”. Los dos ladrones
crucificados con Él fueron colocados uno a su derecha y el otro a su izquierda, a fin
de que se cumpliera otra profecía: “Ha sido asimilado a los más viles malhechores”.
Los soldados pusieron en lo alto de la cruz un rótulo en latín, hebreo y griego que
decía : “Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos (INRI)”. De las 12 a las 3 de la tarde,
hubo tres horas de tinieblas en Jerusalén y por toda la tierra.
“Mas Jesús, dando una gran voz, expiró”. Los evangelistas relatan que Él murió el
Viernes Santo, cerca de la hora nona, o sea, a las tres de la tarde.
Consideremos a Jesús, Dios de toda santidad, al morir en la cruz para expiar nuestros
pecados, y admiremos la dulzura y la fuerza de testamento espiritual que nos legó:
Pide al Padre perdón de sus verdugos; promete la gloria al buen ladrón; recomienda su
madre al discípulo muy amado; pone su alma en manos del Eterno Padre; anuncia que
todo está consumado y expira por nosotros. En el mismo instante, todas las criaturas
publican su divinidad y la naturaleza entera se entristece y parece querer aniquilarse al
ver expirar al que lo creó todo con su Palabra. Jesús mío, que después de tres horas de
penosísima agonía moriste por mí en la cruz, haz que no vaya a dejar mi conversión para
la hora de mi muerte y si he de vivir, que viva sólo para amarte y servirte fielmente.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 7).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
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Iesus de cruce deponitur (Lucam 23, 53)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.
XIII.
Statio
Oratio: Oración:
O Iesu! deprecor te, ne permittas me de ¡Oh Señor Jesús! Tu cuerpo sin vida, magu-
cruce tua avelli; in ea enim vivere cupio llado y lacerado, encontró un lugar digno
et mori. Crea in me, Deus, cor mundum, en reposo en el seno de tu Madre Virgen.
ut per S. Communionem sacratissimum ¿Acaso a menudo no te he obligado a
Corpus tuum digne recipiam et in te habitar en mi corazón, a pesar de su
maneam, nec unquam a te valeam indignidad para recibirte? Crea en mí
separari. un corazón nuevo, que pueda recibir
dignamente tu cuerpo más sagrado en la
sagrada comunión, para que permanezcas
en mí, y yo en Ti, por toda la eternidad.
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XIII. Estación - Jesús es bajado de la cruz. Descendimiento (San Lucas 23, 27-29)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
• Alabada sea la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo y los dolores de su
Santísima Madre al pie de la cruz.
Reflexión
“Llegada la tarde, vísperas del sábado, José de Arimatea fue donde Poncio Pilatos y
le pidió el cuerpo de Jesús”.
La Santísima Virgen María, siempre estuvo fiel al pie de la cruz de Jesús, observando lo
que pasaba con su Hijo. La fe de la Virgen no vacila, aunque humanamente todo lo divino
parece fallar aquí. Los apóstoles y discípulos han huido y dejado solo a su Maestro.
¡Oh Dolorosísima Madre mía!, ¡qué espada de dolor fue para Vos tener muerto en
vuestros brazos vuestro querido Hijo Jesús! Imprime de tal modo en nuestras almas
los dolores que sufriste al pie de la cruz, para que nunca jamás olvidemos su recuerdo.
Intercede para que, en adelante, viva como verdadero cristiano y me salve.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria. (Ver página 7).
–Pequé, Señor, ten misericordia de mí.
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Sepultura Christi (Marcum 15, 46)
V. Adoramus te Christe, et benedícimus tibi.
R. Quia per Sanctam Crucem tuam redemisti mundum.
XIV.
Statio
Oratio: Oración:
O Iesu, tu me elegisti de hoc mundo, ¡Oh Jesús! Tú me has apartado del
quid mihi ergo cum illo? Tu me creasti mundo: ¿qué entonces, he de buscar en
ad caelum, quid iam a te mihi volo él? Tú me has creado para el cielo; pues,
super terram, in qua proh dolor! multum ¿qué tengo yo que ver con el mundo?
incola fuit anima mea? Apage, o munde, Apartaos de mí, mundo falso, con tus
cum vanitatibus tuis; in via crucis, quam vanidades. A partir de ahora voy a seguir
Salvator meus suis sacris signavit vestigiis, el camino de la Cruz trazado para mí por
incedam impiger et tendam ad patriam mi Redentor, y haré el viaje con coraje y
caelestem, ubi habitatio et requies mea fortaleza a mi hogar celestial, mi morada
sit in aeternum. eterna.
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XIV. Estación - Jesús es puesto en el Santo Sepulcro (San Lucas 23, 53-55)
V. Te adoramos oh Cristo y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz, redimiste almundo
Reflexión
Para impedir el acceso, varios soldadoss rodaron una enorme piedra para sellar
el sepulcro. Los jefes religiosos del judaísmo fueron al Santo Sepulcro y pusieron
sellos sobre la piedra que cerraba la entrada y colocaron sus vigilantes alrededor del
monumento para impedir que alguien se aproximara al mismo.
¡Oh Jesús amantísimo! Sea nuestro mayor consuelo en este valle de lágrimas
el ocuparnos en meditar los suplicios y la muerte ignominiosa que sufriste para
redimirnos. Sepulta en esa misma tumba todas nuestras iniquidades, a fin de que
muertos para las pasiones y para todas las cosas del mundo, podamos contemplarte
y gozar contigo el fruto de tu dolorosísima pasión y muerte, y alabarte con devoción
un día en el Cielo en el resplandor de tu gloria, sentado a la diestra del Padre.
De rodillas, frente al
altar Mayor se termina
el Vía crucis diciendo las
siguientes oraciones:
V. Ora pro nobis, virgo dolorossisima. V. Ruega por nosotros Virgen de los
R. Ut digni efficiamur promissionibus Dolores.
Christi. R. Para que seamos dignos de las
promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
V. Signasti, domine, tuum servum
Franciscum. V. Tú Señor, signaste a tu siervo San
R. Signis redemptionis nostræ. Francisco.
R. Con los signos de nuestra redención.
V. Oremus pro Pontifice nostro.
R. Dominus conservet eum et vivificet V. Roguemos por nuestro Pontífice…
eum, et beatum faciat eum in terra, R. Que el Señor lo conserve, lo haga feliz
et non tradat eum in animan en la tierra y lo libre del poder de sus
inimicorum ejus. enemigos.
V. Oremus pro fidelibus defunctis. V. Roguemos por los fieles difuntos.
R. Requiem æternam dona eis, R. Dadles Señor, el descanso eterno y
Domine, et lux perpetua luceat eis. brille para ellos la luz perpetua. Amén.
V. In nomine Patris et Filii et Spiritus V. En el nombre del Padre y del Hijo y
Sancti. Amen del Espíritu Santo. Amén.
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Oración final de
San Alfonso María de Ligorio
eñor mío Jesucristo que para redimir al mundo de la esclavitud del demonio,
41
ConClusiones
Los enfermos e impedidos pueden ganar las mismas indulgencias si rezan desde su
lecho de enfermos, sosteniendo un crucifijo en sus manos, las 14 estaciones, veinte
Padrenuestros, Avemarías y Glorias (uno por cada estación, cinco en memoria de las
llagas de Nuestro Señor Jesucristo y uno, por las intenciones del Santo Padre).
Recordemos que Nuestro Señor Jesucristo también tiene su vía dolorosa por
la vida pecadora de cada uno de nosotros. Por eso también se ofrece por la
conversión de los pecadores. El Vía crucis se reza el Viernes Santo y todos los
viernes del año.
“Señor Nuestro Jesucristo, has aceptado por nosotros correr la suerte del grano
de trigo que cae en tierra y muere para producir mucho fruto (San Juan 12,
24). Con tu Vía crucis nos muestras que sólo cargando nuestra cruz salvamos
nuestra vida. Mediante este ir contigo en el Vía crucis, quieres guiarnos hacia el
proceso del grano de trigo, hacia el camino que conduce a la eternidad. Ayúdame
Señor para que mi Vía crucis sea algo más que un momentáneo sentimiento de
devoción”. (Benedicto XVI).
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Jesús muere en la cruz por nosotros
Cristo crucificado entre la Virgen María y san Juan - Autor Albrecht Altdorfer, alemán. 1480-1538