Revista Signos 1998
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LITERATURA
El Laberinto y la Literatura1
Desde los orígenes del hombre y la civilización, preocupación fundamental han sido
los misterios de la vida y la muerte, y de ellos la incógnita de lo que nos sucederá
constituye algo fundamental. Las grandes interrogantes del hombre son de dónde
venimos y para dónde vamos. Qué será de nuestra vida y la de nuestros seres
queridos y, a medida que vamos avanzando en el tiempo, las inquietudes van en
aumento y de nuestra experiencia de la vida se va desprendiendo, en muchos
casos, una confusión cada vez mayor que el hombre, inmerso en un mundo
simbólico, va asociando a la idea de laberinto, más aún a partir del mito que nos
habla de espacios laberínticos.
A partir de ese momento el laberinto se convirtió en el símbolo de nuestras vidas,
la incógnita del destino, los múltiples caminos, los laberintos burocráticos, los
laberintos de la mente humana, los laberintos de nuestra existencia profunda como
los laberintos de la soledad, etc.
Recuerdo un hermoso poema de Rubén Darío titulado Lo Fatal3 en que el poeta
manifiesta el estado de conciencia del hombre ante las interrogantes existenciales:
La temática del laberinto está unida a otra situación profundamente humana y por
lo tanto literaria, es el motivo de la búsqueda, todo laberinto implica una búsqueda
y es más, el alto grado de la búsqueda determina la complejidad del laberinto.
Esta relación del laberinto y la búsqueda lo convierte, sin lugar a dudas, en un
elemento motriz de la literatura de todas las épocas por cuanto la búsqueda es
esencial en el hombre y en la literatura está desde las más antiguas
manifestaciones literarias, desde la búsqueda del objeto maravilloso, la de la fuente
de la eterna juventud, la de la piel del vellocinio de oro, pasando por la búsqueda
del santo erial hasta llegar a la búsqueda de la felicidad o de la superación de
problemáticas existenciales.
Para Jorge Luis Borges, y así lo señala en muchos textos, el mundo adolece de una
falla, la falta de sentido y justificación, y la constitución fundamental de este
mundo la encontramos en el azar. No existen planes ni diseños para la fabricación
del mundo, todo es parte de un juego, de un imprevisto, de un puro encuentro de
fuerzas fortuitas. Por eso que el mundo necesitaría de hombres que pensaran o
estructuraran la realidad, personajes que se dediquen a la conjetura y al sistema.
Los personajes borgesianos eligen un género para plantear un orden metafísico,
este es el género policial por que en la búsqueda policial encontramos un símil
perfecto de toda búsqueda metafísica.19 Jaime Alazraki, el gran estudioso de la obra
de Borges dice: "Uno cree estar leyendo un relato policial y de pronto se encuentra
con Dios o el falso Basílides"20
Detrás de la habilidad del policía descubrimos al pensador que conjetura un
sistema equidistante entre Leibnitz, Spinoza, y Descartes. La búsqueda de un
asesino o un delincuente es excusa para una larga disgresión metafísica o
teológica.
Si bien el género policial inaugura un orden y un sistema para conducirse por el
caótico mundo borgesiano, muchas veces los personajes optan por dejar paso al
azar como único modo de operar en ese esquema: "Una secta blasfema sugirió
que cesaran las búsquedas y que todos los hombres barajaran las letras y
símbolos, hasta construir mediante un improbable don del azar, esos
libros canónigos".21
Para Borges la vida del hombre está regida por el azar o por la casualidad, en sus
narraciones se hacen presentes una u otra concepción de los hechos y de la
Historia, tejiéndose ambas en un tramado confuso y oscilante. Es por esto que los
personajes no buscan estructuras sino que se dejan llevar por el azar y sólo
existirían unos pocos que se afanarí¡ln por obtener una sistematización del
universo, son los intelectuales. Pero tanto el azar como el intelectualismo que en
algunos casos se torna locura constituyen variaciones de lo laberíntico.
Esta concepción del hombre regido por el azar también la encontramos en otro
notable escritor argentino, Julio Cortázar; en sus personajes encontramos que el
hombre deja de sentirse dueño de su vida, no es el protagonista ni tampoco el
espectador, su poder está condicionado a muchos factores que se le escapan de las
manos, y frente a los que poco o nada puede hacer. La libertad del hombre no es
tanta como se creía pues se ve constreñida por el azar que se instaura como un
elemento determinante para los caminos que el hombre pueda tomar.
El hombre viviría en un entramado de tradiciones y culturas que también
constituyen un laberinto, que podríamos llamar el laberinto de los hombres. El
individuo está en medio de la generación o en medio de la multitud buscando la
eternidad, pero es como estar en medio de un complejo laberinto mandálico.
De este entramado cultural nace uno de los laberintos más complejos de la
narrativa borgesiana: la literatura, dédalo de letras, bosque de escrituras. Para
Borges la escritura y en especial la literatura, es la más perfecta de las formas
laberínticas. Texto y laberinto son una misma cosa. Para Borges el texto es un
laberinto temporal y un hoy en donde confluyen el pasado y el futuro. Del mismo
modo que la filosofía Hindú elimina las barreras del tiempo y declara todas las
doctrinas filosóficas como contemporáneas, el texto nos remitiría a un tiempo
mítico que ahora sería contemporáneo.
Esta atemporalidad del laberinto textual se edifica en dos postulados borgesianos:
por una parte el texto se asemejaóa a una obra donde cada uno de los hombres de
la historia estaría encargado de escribir un capítulo, de este modo la acción
colectiva y milenaria nos daóa una vasta obra: "imaginé también una obra
platónica, hereditaria, transmitida de padre a hijo, en la que cada
individuo agregaría un capítulo o corrigiera con piadoso cuidado la página
de sus mayores" El Jardín de los senderos que se bifurcan"22.
Por otro lado la literatura es un solo texto del cual todos los libros son sólo
simulacros o copias. Este libro sería eterno y los hombres se acostumbrarían a
realizar facsímiles imperfectos: "Cada ejemplar es único, irreemplazable, pero
(como la biblioteca es total) hay varios centenares de facsímiles
imperfectos".23
Se podría postular que como todos los libros son copias de un solo texto, se podría
realizar la historia de la literatura a partir de uno solo de ellos pero, ésta sería
errónea por cuanto las copias también lo son. Este texto laberinto es eterno ya que
nunca se agotarían sus posibilidades.
El laberinto de palabras no sólo abarca la existencia del hombre y su civilización
sino que también es símbolo del mundo. Borges ha dicho que el mundo es un texto
que utiliza un dios para entenderse con un demonio.
La literatura sería inagotable pues inagotable son sus múltiples combinaciones y
además, sus múltiples interpretaciones y es un laberinto rizomático, sin principio ni
fin pues estará multiplicándose aunque erróneamente, por toda la eternidad.
Otra situación ligada al laberinto es la imagen de lo infernal. Borges mismo crea
una mitología propia de interesantes y nuevos infiernos donde encontramos
hombres que, inútil y angustiosamente, buscan una salida que está a través de una
palabra clave o un objeto pero que están sometidos a un suplicio eterno. Los
laberintos borgianos se parecen a los laberintos concéntricos del Dante, que toma
también Leopoldo Marechal en su Adán Buenosaires, cuando estructura un
infierno de siete círculos que descienden al fondo de la tierra y en el que se
castigan los pecados capitales, pero tomados en relación con la sociedad o la
humanidad.
La asociación del laberinto con lo infernal lo relaciona obviamente con lo demoníaco
en cuanto causa al hombre tormento. Es por esto que en algunas obras que se
refieren a las guerras, ésta es tomada simbólicamente como laberínticas.
Destacable en este sentido es la extensa obra Los Campos del escritor español
Max Aub donde aparece esta concepción laberíntica de la guerra.
De los autores chilenos que podemos asociar con la temática del laberinto destaca
la obra El Obsceno pájaro de la noche de José Donoso, en que el personaje
principal Humberto Peñaloza se refugia en un asilo de ancianas en una antigua
casona, con muchas habitaciones y corredores como un laberinto, pero el
personaje vive, además, en una gran habitación a la cual se le han clausurado
todas las ventanas y las puertas, dejando una salida que no da a la calle sino a
otros corrredores. El personaje, además, simula una mudez y vive acosado por
ancianas demenciales en un laberinto humano del cual no escapa y al final se
convierte en un imbunche que es otra forma mítica de encierro.
Pero si al laberinto lo asociamos con la búsqueda, también lo vemos en relación al
sentimiento de pérdida, el hombre se pierde en el laberinto. En este sentido está
muy asociado con otro símbolo: el bosque. Esta asociación la encontramos,
recurrentemente en la literatura que llamamos infantil tradicional, que sabemos
tiene una gran influencia clásica. Podemos citar, por ejemplo, el
cuento Hansel y Gretel de Hans Cristiansen Andersen quien utiliza el mito del
minotauro a través de la asociación con el hilo de Ariadna, cuando los niños dejan
guijarros para encontrar el camino a casa, y también se pierden en el bosque. Son
varios los cuentos y sus diversas versiones que utilizan el bosque asociada a la idea
del laberinto y a la de pérdida.
Pero, sin duda que en la literatura contemporánea, cuando se piensa en mundos
laberíntico s la figura de Franz Kafka emerge con gran intensidad; él creó mundos
donde los personajes se pierden en el caos de una realidad que los sobrepasa, que
no entienden y que los aprisiona. El mundo kafkiano representa al mundo del
hombre universal, caótico, oscuro y sin posibilidad de verdadero conocimiento. El
laberinto kafkiano conlleva la angustia existencial, a ese sentimiento de opresión,
de insatisfacción, de desesperanza que constituye también un laberinto del cual
algunos hombres no logran salir jamás.
En Kafka el laberinto está unido a otros elementos, como el sentimiento de
culpabilidad, de extrañamiento, de desarraigo que son situaciones que asumen lo
laberíntico.
También la novela Ulises de James Joyce nos pone frente a un laberinto
contemporáneo, el pe la conciencia, el de las disgresiones del pensamiento que en
el periplo de la vida el hombre no logra descifrar.
Pero no sólo se ha poetizado el mito del laberinto sino que la historia de Ariadna
también ha sido tema de creaciones literarias, la más famosa la constituye el
poema de Jorge Guillén Ariadna en Naxos que recrea el mito de Ariadna que
siendo diosa, ahora en el poema tiene un comportamiento de mujer. El estudioso
de la literatura española Manuel Alvar nos dice que Guillén recrea el mito como
una sinfonía en tres tiempos, nacida de ciertas formas operísticas que son
bien conocidas: "desde dentro, actualizándolo y humanizándolo o, de otro
modo, sublimando el amor humano hasta categorías universales. Y ello
también dentro de una24 estructura musical suficientemente conocida, la
de cantatas y madrigales. Gracias a este poema lírico el mito se ha hecho
amor y, dentro de una tradición cultural que es la nuestra, ha conseguido
la eternidad de las criaturas mortales".
Podemos concluir que el laberinto es, fundamentalmente, un símbolo que también
podemos estudiar como tema literario; en este sentido la figura del gran escritor
argentino Jorge Luis Borges es descollante. De los escritores latinoamericanos es el
único que asume el laberinto como tema para numerosos cuentos, como La casa
de Asterión, Abenjacán, el Bojarí muerto en su laberinto, Los dos reyes y
el laberinto.
En general el laberinto no aparece propiamente tal aunque existan obras que lo
asuman en sus títulos como el Laberinto de Fortuna o Las Trescientas, poema
alegórico de Juan de Mena (1454) que trataba de los defectos y virtudes de los
personajes de la época, o Los Laberintos insolados de la escritora
contemporánea Marta Traba, o el Laberinto de la Soledad del genial pensador
mexicano Octavio Paz. Son obras que no tratan del laberinto como tema sino que
sitúan la situación simbólicamente. En otros casos vemos que más bien es un
detonador de problemáticas relacionadas con él como la busqueda, la huida, la
soledad etc., que importan la idea de un hombre apresado en el gran laberinto de
la vida.
De las diferencias que podemos señalar entre la concepción laberíntica clásica y la
contemporánea es que en el período clásico e incluso hasta el medioevo, toda la
vida del hombre estaba regida por la relación con los dioses o con Dios único y el
hombre se movía en verdades que creía absolutas; en cambio en la época
contemporánea y sobre todo en lo que llamamos post-modernidad han caído los
discursos absolutos y por lo tanto el hombre se debate más aún en un mar de
dudas y en una realidad que a mayor multiplicidad, a mayor cantidad de
posibilidades de verdad, la siente como más laberíntica y sus laberintos son cada
vez más existenciales.
NOTAS
1Este trabajo relaciona el tema preferentemente con la obra narrativa de Jorge Luis
Borges.
2
Poema Laberinto, en: Elogio de la Sombra (1959).
3
Lo Fatal en: Cantos de Vida y Esperanza, Editorial Porrúa, S.A.México, 1975.
4
Plinio. Historia Natural Vol.II. p. 260.
5
En relación a la ciudad en el mundo contemporáneo y los grupos que en ella viven
y que podemos interpretar como apresados por la gran urbe, o desde otra
perspectiva como minotauros prestos a devorar a los que entran en el laberinto de
la ciudad, véase el interesante libro de Pere-Oriol Costa, José Manuel Pérez Tornero
y Fabio Tropea Tribus Urbanas, Edil. Paidós, Barcelona, España, 1996.
6
Poema Buenos Aires en El otro, el mismo (1964).
7
Máspero: Historie Ancienne des Peuples de l 'oriente. Editorial Atenea, Buenos
Aires 1960, p.50.
8
Véase Diccionario de Símbolos de Hans Biedermann. Paidós, 1989.
9
Véase Diccionario de Símbolos de Juan Eduardo Cirlot, Editorial Labor S.A.
Barcelona, España,1982.
10
Eco, Umberto: Apostillas al nombre de la rosa. Editorial Lumen, 1988. p. 655.
11
"El milagro secreto" en: Ficciones, EMECÉ Editores. Buenos Aires 1956 p.159.
12
"El inmortal" en El Aleph, Ercilla, Santiago de Chile, 1984, p.16.
13
Véase en Obras Completas de Jorge Luis Borges p. 217.
14
Véase "El Congreso" en: El libro de la arena.
15
De gran importancia en este sentido es la obra de Daniel Defoe, escrita en
1719, La vida y las extrañas y sorprendentes aventuras de Robinson Crusoe de
York, marinero que vivió durante veintiocho años solo en una isla desierta próxima
a la costa de América, cerca de la desembocadura del Orinoco, cuyo éxito motivó la
aparición de múltiples obras de igual temática, lo que ha permitido hablar del sub
género Robinsonadas. Al respecto léase: "El Robinson y las Robinsonadas"
en Ensayos de Literatura Infantil de Carmen Bravo- Villasante. Ediciones de la
Universidad de Murcia, España,1989.
16
Al respecto véase, de Augusto Sarrocchi: "Don Ramón del Valle-Inclán y Tirano
Banderas: una visión comprometida con América" en: Estudios Hispánicos
1, editado por Eduardo Godoy Gallardo, Instituto de Literatura y Ciencias del
Lenguaje, Universidad Católica de Valparaíso, Chile, 1997.
17
Véase a Mircea Elíade en: Tratado de Historia de las Religiones, Madrid, 1954.
Citado por Cirlot, op. cit. p. 266.
18
Véase "Acercamiento de Almotazim" en: Ficciones.
19
Boileau-Narcejac, Historia de la Novela Policial, Editorial Paidós, Buenos
Aires,1968, concluyen aceptando los posibles orígenes de la novela policial en los
relatos más antiguos que incorporaron la presencia del enigma, constituyendo el
oráculo la forma más arcaida de la novela policial. También es interesante conocer
la polémica establecida entre Jorge Luis Borges y Roger Callois en la revista Sur de
Buenos Aires, números 41 y 42, de abril y mayo de 1942 a propósito de los
orígenes y de la estructura de la novela policial.
20
Al respecto véase de Jaime Alazraki La Prosa narrativa de Jorge Luis
Borges.Biblioteca Románica Hispánica, Editorial Gredos S.A. Madrid, 1974.
21
"La biblioteca de Babel" en Ficciones, EMECE Editores, Buenos Aires, 1956, p. 91.
22
"El jardín de los senderos que se bifurcan" en Ficciones p.106.
23
"La biblioteca de babel" en Ficciones p. 92.
24
Manuel Alvar: "Ariadna en Naxos" en Símbolos y Mitos, Biblioteca de Filología
Hispánica, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto de Filología,
Madrid, 1990.
BIBLIOGRAFÍA
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¿Habitamos un laberinto?
Tucumán
Por Dra. Cristina Bulacio
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Como lo señaló Platón, quien mucho sabía de estas cosas, el alma está
conducida por un caballo blanco y un caballo negro. Esta conjunción de
lo luminoso y lo oscuro, es un juego que se libra en nosotros entre lo
sagrado y lo profano, entre lo espiritual y lo animal, entre lo divino y lo
humano. Los diversos pasadizos no son más que las acciones tentativas
de los hombres en su transitar por la vida. A menudo senderos truncos.
La verdad ama ocultarse. Nunca es plena ni luminosa, nunca es
absoluta, ni siquiera para Asterión, revestido de rasgos divinos y
humanos.Cada vida es un laberinto con imperceptibles curvaturas y
bifurcaciones. Y cada laberinto es una clave en cuyo desciframiento
empeñamos nuestra vida.
La situación se vuelve más compleja con una tercera forma de laberinto, el que
tiene forma de red y en el que cada punto puede conectarse con cualquier otro, lo
cual da origen a múltiples caminos. Imaginemos, por ejemplo, que viajamos de
Roma a París y en nuestro trayecto pasamos por Berlín, Budapest y Madrid.
Hoy día tenemos el concepto de que la estructura del universo es una red. Pero la
ciencia no tiene por qué temer eso pues, si una hipótesis resulta falsa, siempre hay
otra para poner a prueba. (Muy adecuadamente, el lema de la Academia del
Cemento, una de las primeras sociedades científicas italianas, era: “prueba y
prueba otra vez”). Pero como individuos no es fácil renunciar a nuestras
convicciones. Y aun si quisiéramos, no podríamos revertir nuestro curso a través
del laberinto. La red es refractaria al paso del tiempo, pero nosotros no.
Y así, el laberinto en forma de red nos revela nuestros grandes miedos, nuestras
contradicciones internas y nuestra ilimitada capacidad de error. A fin de cuentas,
nosotros somos nuestro propio minotauro.
Tomar iniciativa y buscar resolver conflictos con las herramientas que conocemos
puede suponer el salto definitivo hacia esa sensación de bienestar tan anhelada…
“La alegría de notar que podemos convivir con nuestros problemas sólo dura unos
instantes.”
- ¿De qué te has dado cuenta con las respuestas que han surgido?
- ¿Qué primer paso puedo dar hoy para acercarme a lo que más deseo?
Dicen que tenemos una media de cincuenta mil pensamientos diarios y que
normalmente vamos en “piloto automático” por lo que acabamos pensando siempre
las mismas cosas. Tomar la decisión consciente de elegir nuestros pensamientos
tendrá como consecuencia una emoción que influirá a su vez en el resultado y como
consecuencia nos facilitará tener mejores pensamientos. Toda una espiral de
bienestar a raíz de elegir nuestros pensamientos.
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Autor
Mónica Galán Bravo
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