Ensayo Modelos Economicos de Mexico

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TRES MODELOS DE POLÍTICA ECONÓMICA EN MÉXICO DURANTE LOS

ÚLTIMOS SESENTA AÑOS

No resulta aventurado afirmar que una de las aplicaciones más importantes del
análisis económico se refiere al diseño, gestión y evaluación de la política
económica. Este tópico es fuente de arduos debates dentro del ámbito de dicha
disciplina. A diario puede verificarse la existencia de posiciones disímiles e
irreductibles que pugnan por prevalecer en la discusión.

Las posturas difieren en cuanto a la formulación de diagnósticos a la hora de


identificar los principales problemas que deben abordarse o al menos qué
ponderación se le da a cada uno. También se observan diferencias en cuanto a la
valoración de la efectividad de los instrumentos que se utilizan para corregirlos, así
como los indicadores que se observan para evaluar el resultado de las medidas
practicadas.

Numerosos autores se abocaron a la tarea de elaborar una teoría positiva de la


política económica que despejara cuestiones normativas y proveyera de
recomendaciones prácticas y aceptables para los decisores. Entre las más
relevantes, debe mencionarse la proposición que afirma que la fijación de reglas
permanentes, que inhiban la acción de políticos y funcionarios públicos, conduce a
soluciones de máximo bienestar relativo.

“En los últimos sesenta años se han instrumentado tres estrategias económicas
denominadas “Desarrollo Estabilizador”, aplicada de mediados de los años cuarenta
hasta finales de los sesenta; “Desarrollo Compartido”, instrumentada de inicio de la
década de los setenta hasta inicio de los ochenta; y “Crecimiento Hacia Fuera” o
“Neoliberal”, de 1983 a la fecha.” (Monserrat Huerta & Chávez Presa, 2003)

Desde el anterior cambio de régimen político se han implementado siete modelos


de desarrollo económico sin que a ninguno se le haya dado la oportunidad de
alcanzar sus eventuales beneficios. Mientras las naciones desarrolladas de forma
consistente permiten por décadas que sus modelos de desarrollo permeen en su
cultura, en México en promedio cada 12 años se cambia la visión del desarrollo. Así,
desde la Revolución hasta nuestros días no ha existido una visión económica de
largo plazo. Por el otro lado, por ejemplo, EU, desde la firma de su acta de
independencia en 1776, hasta el día de hoy mantiene el mismo modelo basado en
los principios fundamentales del liberalismo económico. Nunca ha habido cambio
sobre la propiedad privada, el libre mercado y un Estado fuerte como garante del
Estado de Derecho aún durante su guerra de revolución en 1861. En nuestro país
no nos hemos podido poner de acuerdo en cuál debe de ser nuestra visión del
desarrollo, salvo en la retórica de que debe ser para “todos”.

Una de las explicaciones del porqué de nuestro subdesarrollo está precisamente en


la falta de consistencia en la aplicación de nuestras políticas económicas, cualquiera
que éstas hubieren sido. Lo anterior habría permitido que penetraran no sólo en la
raíz de nuestros factores de producción sino en lo más importante que es nuestra
cultura y patrones de comportamiento social. Existen otras naciones que no han
necesitado 250 años del mismo modelo económico como Corea del Sur que en 65
años ha logrado salir de la guerra para ocupar los primeros niveles de desarrollo.
Es muy difícil lograr resultados cuando cada 12 años se cambia la visión y, por tanto,
de reglas del juego, incentivos, estímulos, leyes, programas, apoyos y políticas
públicas.

En un comparativo de modelos de desarrollo tenemos que México en 100 años


(1917-2018) ha tenido siete, mientras que EU, en 242 años (1776-2018), uno sólo.
Está fuera de lugar continuar argumentando inestabilidad producto de nuestra
guerra de revolución porque tanto EU como Corea del Sur han pasado por guerras
internas y luchas de poder. También es complicado culpar a la influencia del exterior
de nuestros fracasos cuando hay otros ejemplos similarmente complejos en sus
procesos históricos. La verdad es que sólo nosotros somos responsables tanto de
aciertos como de fracasos.

Desde la visión del desarrollo de la Revolución que cambió los preceptos


establecidos en el porfiriato, hemos transitado de modelo en modelo sin encontrar
el adecuado para establecer las bases suficientes para un desarrollo de largo plazo
o mejor expresado, no se ha permitido que produzcan el impacto necesario para
crecer sostenidamente y abatir la pobreza. A la desaparición de las haciendas y de
los beneficios a extranjeros, que se tenían antes de la revuelta revolucionaria, llegó
la visión del desarrollo del presidente Lázaro Cárdenas quien sí materializó en
buena medida el nacionalismo iniciado por Francisco I. Madero agregando una
trascendente carga social, incorporando a la clase obrera y campesina a la
movilización política. No obstante, pronto se cambió por la utopía de la
industrialización encabezada por Miguel Alemán; ahora la política era apoyar más
a los empresarios y priorizar la industria por encima que los factores primarios de
producción. Al poco tiempo una nueva idea surgió con el presidente Adolfo López
Mateos, quien profundizó la aceleración selectiva del gasto público, evitó usar el tipo
de cambio como mecanismo de ajuste a los desequilibrios externos y priorizó la
inversión extranjera sin importar variables como la inflación, hubo buenos niveles
de crecimiento a costa de endeudamiento externo hasta que 12 años después vino
otro cambio de idea. Luis Echeverría implantó a costa todavía de mayor
endeudamiento, una política sustentada en la dependencia de la ayuda externa
tanto de los bloques capitalista como socialista sin llegar a ningún lado.

Tan pronto como seis años después, la sustitución de importaciones se implementó


con un vigor inusitado en el sexenio de José López Portillo apostando todo al
petróleo y al comercio interno, lo que seis años más tarde y con más
endeudamiento, se volvió a cambiar. Para el año 1982 se comenzó con otro modelo
de desarrollo que se trató de medio mantener al muy peculiar estilo mexicano hasta
nuestros días. En efecto, el presidente Miguel de la Madrid comenzó con el modelo
de apertura comercial y liberalismo económico. Este modelo ha tenido mucho de
apertura comercial y nada de liberalismo económico.

Hoy el país es la nación con el mayor número de tratados de libre comercio del
mundo con una impresionante balanza comercial. No obstante, de los preceptos
fundamentales del liberalismo como: la ética, la empatía, la libre competencia, así
como la desregulación de la actividad económica y un potente Estado de Derecho,
no tenemos nada.

Una mal entendida relación entre el poder político y el poder económico ha sido lo
que han tenido en común estos siete modelos económicos y todos excepto el
nacionalismo-socialismo del presidente Lázaro Cárdenas, olvidaron la base central
de la teoría y práctica del desarrollo: sustentarlo en la visión local. Como lo
argumentan Sachs, Esteva y Sen, el desarrollo debe partir del pensamiento y la
visión oriunda antes que de la influencia extra lógica que desconoce la realidad
local. Hacia adelante lo que deberíamos esperar con el cambio de régimen que
busca restablecer en nacionalismo como eje rector del desarrollo es una visión más
incluyente y ética del desarrollo.

El presidente Andrés Manuel López Obrador ha señalado la conveniencia de


reconstruir la relación entre el poder político y el económico para que, a partir de un
nuevo enfoque de entendimiento, se pueda crecer de una manera más sana y se
rompa con el círculo perverso regulación-contrato-corrupción. Al mismo se puede
abrir finalmente la valiosa oportunidad para que las comunidades decidan su propio
camino al desarrollo. Atacar frontalmente los excesos de corrupción, promover de
verdad el desarrollo local e incluir a las comunidades en las decisiones pueden ser
sus aportaciones más valiosas.

Bibliografía
Monserrat Huerta, H., & Chávez Presa, M. F. (2003). Tres modelos de política económica en
México durante los últimos sesenta años. Análisis Económico, 55-80.

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