Disrupción Del Goce en Las Locuras Bajo Transferencia
Disrupción Del Goce en Las Locuras Bajo Transferencia
Disrupción Del Goce en Las Locuras Bajo Transferencia
"Little Jungle"
Técnica mixta sobre tela, 2017
Mariana Allievi
He elegido este título para interrogar ante ustedes el uso que podemos hacer de la
transferencia, de acuerdo con las indicaciones que da Lacan, en lo que Jacques-
Alain Miller ha llamado su última enseñanza, la que empieza en Aún (1972-1973).
He optado por el término “locura” porque recibe un acento nuevo a partir del texto
que contiene el decir provocador según el cual “todo el mundo es loco, es decir,
delirante”[1], texto que pertenece a ese periodo. He elegido también el término
“disrupción”, al mismo tiempo porque es el título bajo el cual este año hemos
sostenido, Nouria Gründler, Dominique Laurent, François Ansermet y yo mismo,
una enseñanza en la ECF y porque es el término elegido por Jacques-Alain Miller
como sinónimo de la efracción que constituye el goce en la homeostasis del
cuerpo, fundamento de la repetición del Uno:
He optado por el término “locura”. Hubiera podido optar por “delirio” para englobar
las psicosis ordinarias, las otras y su modo de tratamiento, ya que en su seminario
de 1976, Lacan incluye al psicoanálisis en el delirio: “El psicoanálisis no es una
ciencia… Es un delirio -un delirio del que se espera que lleve a una ciencia-”[3]. La
generalización del abordaje del sujeto mediante la forclusión generalizada tiene un
precio, que Jacques-Alain Miller evidenció en su presentación del “último Lacan”.
Este precio es la casi desaparición del término “transferencia” en los textos de
Lacan. Adviértase de entrada que el abordaje de la transferencia en las psicosis,
primero extraordinarias, luego ordinarias, no ha dejado de plantearnos preguntas,
ya que el estatuto de la relación con el Otro quedaba especialmente cuestionado
tras el final de la Cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, que
“introduce […] la concepción que hay que formarse de la maniobra, en este
tratamiento, de la transferencia”,[4] para no decir nada acerca de ella puesto que
ello supondría ir “más allá de Freud”.[5]
¿Acaso el psicoanálisis opera –puesto que de vez en cuando opera- por un efecto
de sugestión? Que el efecto de sugestión se sostenga supone que el lenguaje
sostenga a lo que se llama el hombre. No sin razón en su tiempo manifesté alguna
preferencia por cierto libro de Bentham que habla de la utilidad de las ficciones.
[10]
Y Jacques-Alain Miller da a este planteamiento todo su peso: “Pensar que la
interpretación es un efecto de sugestión es, como dije, atrevido. Es atrevido
porque pasa por encima de la transferencia. De hecho, la transferencia es la gran
ausente de esta ultimísima enseñanza, por lo menos en los Seminarios
del Sinthome y L’une bévue”[11] -Luisella Mambrini, en el último número
de Papers, se apoyó en esta declaración de Jacques-Alain Miller y en una lectura
del seminario de Lacan del 10 de mayo de 1977 para articular de forma original
“La transferencia y el acto en la psicosis en el tiempo del parlêtre” -.
Con todo, como advirtió Jacques-Alain Miller, Lacan nos deja indicaciones para
“reinventar el psicoanálisis” con él, en particular al establecer este vínculo entre
sugestión y ficciones. Hay que partir del hecho de que la perspectiva
del sinthome como Uno produce Unos separados, no articulados: “Hay aquí un a
cada cual su sinthome radical […] que invita a captar a cada uno como un Uno
absoluto, es decir, separado. […] Esto lo recorta la perspectiva del ultimísimo
Lacan. Es una perspectiva que va a contrapelo de la práctica del análisis”.[12]
[…] tengo que deslizarme -así es como está parida la cosa- tengo que deslizarme
entre la transferencia que se llama, no sé por qué, negativa, y… No siempre se
sabe lo que es la transferencia positiva. Yo traté de definirla con el nombre de
sujeto supuesto saber.[14]
La notación del analista como quien sigue lo que el analizante tiene para decir,
está en consonancia con la descripción de la posición el analista como testigo o
secretario de la elaboración que conduce el sujeto psicótico, tras el fracaso del
Nombre del Padre. Pero hay que escuchar más allá, la ruptura del analista con su
anclaje en la suposición. No está en el lugar del sujeto supuesto saber, está en el
lugar de “el que sigue”. Aquí hay equívoco entre el “yo soy” [je suis], primera
persona del indicativo del verbo ser, y “él sigue” [il suit], tercera persona del
indicativo del verbo seguir.
¿Cuál es pues el estatuto del Otro “roto” que de ello se deduce? De entrada, hay
que destacar la originalidad del término “roto”, que viene al lugar de “barrado”
empleado por Lacan hasta entonces. Mediante este desplazamiento, acentúa el
hecho de que se trata de una cuestión de existencia, de lo que puede ser afirmado
o negado a partir de este juicio. “¿Pero romper es negar? Hablando con
propiedad, el análisis enuncia que el Otro no es sino esta duplicidad: ‘Haiuno’,
pero no hay nada de Otro”.[18] La formulación es radical y sutil: “Nada de Otro”. La
barra correspondía a la enseñanza clásica, la ruptura pasa ahora entre el Ser y lo
que hay. Lacan prosigue subrayando que la barra perdida recae sobre el Uno de
un modo extraño. A tal fin hay que separar el Uno y el diálogo. El Uno puede
dialogar él solo. “El Uno -lo dije- el Uno dialoga él solo, porque recibe su propio
mensaje en forma invertida. Él es quien sabe y no el supuesto saber”.[19] He aquí
de nuevo la auto-elaboración que Vicente Palomera mencionaba en el corazón del
trabajo del delirio, pero Lacan pone de relieve que esta autoelaboración tiene
como fundamento, desde siempre, la fórmula general de la comunicación. Cada
uno recibe su mensaje en forma invertida. De este modo, nuestra formulación
fundamental de la interpretación, “Yo no te lo hago decir…”, se generaliza. Ya no
hay necesidad de la ficción del Yo [Je] en el lugar de supuesto extraer el saber del
lugar del analizante. El analizante sabe y basta con que se dirija al Otro que no
existe para que se produzca el efecto de retorno.
Pero esto sólo puede operar a condición de dar a este saber su alcance de
singularidad radical. No puede saberse de qué se trata antes de que este saber se
reciba bajo su forma invertida. Esta lógica conlleva la suspensión radical de toda
relación de comunidad entre el analizante y el analista. Es una consecuencia de la
puesta en suspenso del “todos” que dejaba subsistir, bajo la suposición, el
fantasma de un rasgo común entre el analizante y el analista. Victoria Horne-
Reinoso, en un texto publicado en la Revista de la ECF, advirtió la importancia
como precedente de “todas las mujeres están locas… pero no locas-del-todo”[20]
para pasar a la separación de los Unos sostenida por la afirmación de “Todo el
mundo delira”.[21]
He planteado también eso que se enuncia con lo universal, y ello para negarlo:
dije que no hay ‘todos’. Por eso ciertamente las mujeres son “más hombre que el
hombre”. Ellas son ‘no-todas’, dije. Este ‘todos’ del que no tienen ningún rasgo
común; sin embargo ellos tienen este, el único rasgo común, el rasgo que llamé
‘unario’. Se confortan con el Uno. ‘Haiuno’, repetí hace un momento, para decir
que hay Uno y nada de Otro.[22]
En el odio del Otro, […] es seguro que hay algo más que la agresividad. Hay una
consistencia de esta agresividad que merece el nombre de odio y que apunta a lo
real en el Otro. […] Ésta es incluso la forma más general que se puede dar a este
racismo moderno tal como lo verificamos. Se odia especialmente la manera
particular en que el Otro goza.[23]
El odio está del lado de lo real, y aunque el Otro no exista, el odio es primero en
relación al amor. Es un punto de rechazo, de expulsión del (de lo) Otro que se
remonta a la Ausstossung, a la expulsión primordial que sitúa al sujeto frente al
Otro. Algo que Lacan había extraído de la lectura de la Verneinung de Freud ya en
la fase clásica de su enseñanza. “Pues así es como hay que comprender […]
la Ausstossumg aus dem Ich, la expulsión fuera del sujeto. Es esta última la que
constituye lo real en cuanto que es el dominio de lo que subsiste fuera de la
simbolización”.[24] Sobre este fondo es como hay que leer la introducción por
Lacan, en contrapunto a la separación de los Unos, del lugar del sentimiento que
incluye en su nueva definición el odio y el amor:
Haiuno, pero esto quiere decir que hay, de todos modos, sentimiento. Este
sentimiento que he llamado, según las unaridades, el soporte de esto que es
preciso que reconozca, el odio, en tanto este odio es pariente del amor.[25]
Lacan da un lugar, a partir de lo real del odio, a otra dimensión. Esta última se
impone a partir del escollo [achoppement]. Porque el “hablar solo” del Uno no está
exento de esta dimensión, muy al contrario. El rasgo de lo Unario conlleva del
rasgo de la une bévue.
No hay nada más difícil de captar que este trazo/rasgo de la une bévue […] En
alemán esto significa inconsciente, pero traducido como una-equivocación, quiere
decir algo muy distinto, quiere decir un escollo, un tropiezo, un deslizamiento de
palabra a palabra.[26]
Detengámonos en esta nueva versión del escollo aislada por Jacques-Alain Miller.
Que el analizante produzca al analista, de eso no cabe ninguna duda. Por eso me
interrogo acerca de lo que es ese estatuto del analista al que dejo su lugar de
‘hacer verdadero’, de semblante.[30]
La elección de jaculación opuesta a la palabra nos interroga. Hay que advertir que
en francés, el nombre jaculation y el adjetivo jaculatoire provienen de dos
discursos distintos, humanista y religioso[40]. El uso nuevo que Lacan quiere darle
a jaculation no es ni humanista ni religioso. Proviene de su uso lacaniano propio.
Él ya había calificado el texto poético de “jaculación” refiriéndose a Píndaro.[41]
También puede hablar de jaculaciones místicas, a propósito de Angelus Sileius.
[42] O, también, hace del Poordjeli de Serge Leclaire “una jaculación secreta, una
fórmula jubilatoria, una onomatopeya”,[43] del mismo modo que hace del Fort-
Da una jaculación. Pero es en el seminario sobre El objeto del psicoanálisis donde
da el sentido más general a esta jaculación, retomando incluso las primeras frases
del primer seminario sobre la acción del maestro Zen:
Todos saben que un ejercicio Zen tiene con todo alguna relación, aunque no se
sabe bien qué quiere decir esto, con la realización subjetiva de un vacío. Y no
forzamos nada si admitimos que cualquiera, un espectador medio, verá esta figura
y se dirá que hay algo como una especie de momento culminante que debe tener
relación con el vacío mental que se trata de obtener y que sería obtenido, este
momento singular, una brusquedad que viene tras la espera que se realiza a
veces mediante una palabra, una frase, una jaculación, incluso una grosería, un
pito catalán, una patada en el culo. Es cierto que esta clase de payasadas sólo
tienen sentido con respecto a una larga preparación subjetiva.[44]
Adviértase aquí, de modo crucial, el vínculo entre la producción del vacío subjetivo
y la jaculación.
Así, en su última enseñanza, Lacan dibuja, en sentido propio, con el nudo, una
modalidad de tratamiento de la disrupción del goce por medio de la une-bévue.
Para ello reformula los términos clásicos de los instrumentos de la operación
analítica: el Inconsciente, la Transferencia, la Interpretación, para proponer
términos nuevos: el parlêtre, el acto, la jaculación, sometidos a la lógica
del Haiuno, jaculación central en todas las consecuencias que ha hecho resonar
Jacques-Alain Miller. Este conjunto de revisiones define el marco teórico de una
práctica de la clínica de las locuras bajo transferencia y del tratamiento de la
disrupción de goce que se produce, particularmente en consonancia con el
trastorno en el Otro que supone abordar este campo. La lectura adecuada de los
trabajos de nuestro Congreso supone este horizonte de la última enseñanza,
aunque Lacan siempre es provechoso leerlo “en bloque”.[46] Necesitamos un
bloque orientado, pues de lo contrario permaneceremos occidentados por el último
viraje de Lacan, tan propicio a la práctica contemporánea del psicoanálisis.
NOTAS
* Conferencia inaugural del XI Congreso de la AMP que, bajo el título “Las psicosis
ordinarias y las otras, bajo transferencia”, se celebró en Barcelona del 2 al 6 de
abril de 2018. Traducción de Enric Berenguer.
Conferencia publicada con la autorización del autor.