Acosta - PracticasColonialesDeLaIglesiaEnElPeruSiglosXVI
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Acosta - PracticasColonialesDeLaIglesiaEnElPeruSiglosXVI
PRÁCTICAS COLONIALES DE LA
IGLESIA EN EL PERÚ
Siglos XVI y XVII
Ésta es la edición española del libro que, con el mismo título, publica
el Ministerio de Cultura de la República de Perú, institución a la que
el autor está agradecido. Debido a esta circunstancia se reproduce aquí
el prefacio de Nicanor Domínguez Faura.
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
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269
331
Dogma católico para indios: la versión de la iglesia del Perú
en el siglo XVII 369
ANEXOS
Cronología de acontecimientos 399
Mapas 407
6
PRESENTACIÓN
Henrique Urbano
Universidad de San Martín de Porres
¡Qué grata sorpresa!... Es una gran alegría poder dedicar a las investiga-
ciones de Antonio Acosta unos breves párrafos y sellar con ellos una vie-
ja amistad. Viene de los años 70 o 80 del siglo pasado. ¿Quién lo hubiera
adivinado? ¡Misterio muy misterioso! Por caminos tan extrañamente di-
versos, por paisajes culturales tan contrastados, hemos llegado a un pun-
to imaginario que, según dicen los griegos, el inexorable destino reserva
para sus héroes. Sin ir tan lejos y a tan eruditas fuentes, creo que sólo la
búsqueda de la sexta vía de conocimiento de Dios podrá dar razón de
ello.
Existía por ese entonces en el paisaje cultural cuzqueño un olor a no-
vedad. El dictador Velasco rompía con el pasado. Y la historiografía in-
conscientemente sentía dolores de parto. Quedaban, es cierto, resabios de
caciques, gamonales, patrones, jefes de bandos, terratenientes empobreci-
dos, intelectuales anclados en la más férrea ignorancia, herederos de prin-
cipios discursivos que desafiaban al más mínimo intento de conocimiento
racional. Y cosa curiosa y extraña, se difundía un generalizado palabreado
supuestamente marxista, pero que de hecho, era fruto de frívolas recetas
dogmáticas, que me recordaban esas sesiones dominicales de mi infancia
en que se repetían hasta la saciedad definiciones tan sublimes e incom-
prensibles como las de Dios Uno y Trino, del Catecismo romano de Pio X.
Discurrían, pues, los años y llegados los idos de mayo de 1974, aún me
quedaba mucho –para no decir todo– por conocer en ese mundo opaco
y recio que era el Sur andino. Acosta aún no había llegado, tampoco se
escuchaba el eco de su Veni Creator Spiritus en la piedra de doce ángulos,
ni en los casi 400 ceques con que el antropólogo R.T.Zuidema contaminó
el Templo del Sol y alrededores. Sin embargo, fue el año en que yo firmé
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PRESENTACIÓN
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
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PREFACIO
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
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PREFACIO
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INTRODUCCIÓN
Antonio Acosta
Este libro contiene una serie de artículos que escribí hace años sobre dife-
rentes problemas de la historia de la Iglesia en el Perú en los siglos XVI
y XVII. Confieso que tengo mis dudas de que sea provechoso volverlos a
publicar después del tiempo transcurrido y debo agradecer al Dr. Nicanor
Domínguez, editor de este volumen, el haber insistido en hacerlo. Al
menos esta edición ofrece la ventaja de reunir textos que se encontraban
dispersos en varias revistas y publicaciones, y que tienen coherencia
temática, pero será el lector en última instancia quien juzgue su utilidad
historiográfica. En todo caso, entiendo que pudiera ser de algún interés
para quien lo tenga en sus manos conocer de forma somera cómo llegué a
acercarme a este terreno del pasado del Perú y a plantearme las preguntas
que formulaba en ellos. La cuestión no tiene en absoluto relevancia por
lo que se refiere a mi persona, sino que puede ser considerada como una
experiencia que fue también vivida por otros miembros de mi generación
que se dedicaron a la historia de América en universidades españolas
en las décadas de 1970 y 1980 –y continuaron la investigación en años
posteriores–, dejando a salvo lógicamente matices personales.
***
Como español, creo que debo comenzar recordando que los estudios
reglados y especializados en la historia de América fueron introducidos
en la enseñanza universitaria en España a comienzos de la década de
1940. Esta iniciativa la tomó el gobierno del dictador Francisco Franco
y las primeras cátedras se crearon inicialmente en las Universidades
de Madrid, Sevilla y Barcelona. Antes de entonces había existido inves-
tigación y enseñanza sobre América en algunas universidades y otros
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
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INTRODUCCIÓN
un exilio interior, según sus propias palabras. Y aun otro nombre que
cabe recordar en este sentido es el de Guillermo Céspedes del Castillo,
estudiante temprano del americanismo franquista en la década de 1940 y
catedrático de Historia de América en la Universidad de Sevilla. De aquí
marchó a Estados Unidos a comienzos de la década de 1960 y no regresó
hasta 1975, al final de la dictadura. Pero en aquellos años el contacto con
nuevas tradiciones historiográficas, como la francesa, la italiana, la britá-
nica y la latinoamericana comenzaban a renovar la producción historio-
gráfica española en algunos espacios universitarios todavía reducidos.
Algunos pocos jóvenes historiadores de América de mi generación, nos
movíamos a comienzos de los años 1970 entre la influencia de nuestros
estudios universitarios basados en la tradición del franquismo, por un
lado, y la influencia de las nuevas corrientes historiográficas, no solo
sobre historia de América, por otro.
En mi caso y en ese contexto, el rodaje sobre nuevas tendencias
históricas con profesores como Carlos Álvarez Santaló, catedrático de
Historia Moderna de la Universidad de Sevilla, y sobre el materialismo
histórico con personas como mi querido amigo y colega Víctor Hugo
Acuña y otras, fueron relevantes en mi formación como investigador. Este
proceso me llevó a interesarme y a escribir sobre cuestiones relacionadas
con la historia y el pensamiento económicos, como la obra del dominico
fray Tomás de Mercado, de la Escuela de Salamanca, o sobre demografía
histórica y problemas sociales a fines del siglo XVIII en el valle del
Misisipi (la Luisiana española).
A veces la aproximación y el interés por un determinado terreno de
investigación histórica, antes de llegar a formular un problema específico,
tiene lugar por caminos inesperados. En 1977 yo formaba parte, como
joven profesor contratado, del Departamento de Historia de América de
la Universidad de Sevilla. Por razones cuyos detalles no hacen al caso y
que tenían que ver, en medio de la conflictiva transición política española,
con conflictos ideológicos con el catedrático en cuyo grupo de trabajo
ya me encuadraba, fui expulsado de él y desplazado de forma ajena a
mi voluntad a otra unidad docente dentro del mismo Departamento, la
dedicada a la Historia de la Iglesia en América e Instituciones Canónicas
Indianas. En aquellos momentos dicha unidad era “territorio de nadie”
en términos académicos, porque quien había sido su profesor respon-
sable, Fernando de Armas Medina (1920-1969), autor de Cristianización
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
del Perú, había muerto algunos años antes.2 Encontrándome allí sin espe-
rarlo, tuve que preparar clases de aquella materia y me sentí obligado a
investigar sobre un terreno, un ámbito de la historia que nunca me había
propuesto como objetivo: el de la Iglesia en el período colonial americano.
Por estas circunstancias decidí dirigir mi trabajo a un territorio ameri-
cano que en aquellos momentos no recibiera mucha atención por parte
de mis colegas en el Departamento y este fue el virreinato del Perú. Así
comencé estudiando a los “clásicos” en historia de la Iglesia colonial,
como Rubén Vargas Ugarte (1886-1975) o Robert Ricard (1900-1984), que
había publicado su gran libro sobre México en 1933 y que me parecía el
inspirador del ya citado libro de Fernando de Armas, y otros.3 De entre
los “nuevos” y en relación con Perú, me resultó muy estimulante y suge-
rente el hoy día también clásico libro de Pierre Duviols sobre la lucha
contra las religiones autóctonas, del que me siento deudor.4 En la línea
de la influencia sobre la historiografía española de historiadores e hispa-
nistas franceses antes referida, Duviols abría horizontes en el terreno que
abordaba y su trabajo me condujo a la edición de José María Arguedas
(1911-1969) y el mismo Duviols de Dioses y hombres de Huarochirí.5 En un
plano más general tenían gran interés y suponían una gran renovación
los trabajos de Enrique Dussel, a raíz de la estela abierta por el Concilio
Vaticano II.6
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INTRODUCCIÓN
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
7. Algunos ejemplos en esta línea fueron los trabajos de Steve Stern, Peru’s Indian Peoples
and the Challenge of Spanish Conquest: Huamanga to 1640 (Madison: The University
of Wisconsin Press, 1982) y Thierry Saignes, Los Andes orientales: historia de un olvido
(Cochabamba: IFEA, CERES, 1985).
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INTRODUCCIÓN
***
8. Charles Gibson, Los aztecas bajo el dominio español (1519-1819) (México: Siglo XXI, 1967);
la versión original en inglés es de 1964.
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
que la Iglesia formaba parte del sistema. Era un componente esencial del
mismo.
En combinación con este relativo divorcio, otro aspecto me llamaba
la atención en relación con lo que se había escrito sobre la Iglesia en la
colonia. Se sabía muy poco acerca de un eslabón que parecía clave en el
proceso de la conquista espiritual, el de la conexión entre, por una parte,
la Iglesia “visible” –la que se movía en las altas esferas del mundo de los
conquistadores, principalmente obispos y personalidades eclesiásticas,
ya fueran seculares o regulares–, que actuaba sobre todo en el ámbito
urbano, y, por otra parte, la Iglesia que estaba en contacto con la base de
la economía colonial, con el mundo indígena, esto es, los doctrineros de
indios en el espacio rural. Esta especie de dualidad tenía relación, por
cierto, con una sutileza que marcaba una diferencia canónica entre la
existencia de párrocos para los indios urbanos, y de doctrineros para los
indios rurales a los que la Iglesia consideraba “minorenne”,9 casi como
catecúmenos permanentes. Esto tenía poco sentido, si se piensa que cual-
quier familia indígena de una comunidad rural podía trasladarse desde
su residencia en el campo, donde estaría encuadrada en una doctrina, a
una ciudad, en la que pasarían a ser dependiente de una parroquia quizá
de indios. Pero más allá de este matiz canónico, las doctrinas eran una
charnela o bisagra en el sistema colonial, que parecía jugar un papel muy
relevante y a la que se le había prestado insuficiente atención.10
Ante este panorama y con documentación tanto metropolitana, del
Archivo de Indias, como virreinal, en los diversos repositorios consul-
tados en Perú, me adentré en lo que podría considerar como un primer
bloque de problemas: la actividad económica de distintas instancias de la
Iglesia y su in luencia en la puesta en marcha temprana de la institución.
Esto permitió apreciar varias realidades del funcionamiento del sistema
colonial en el entorno de los repartimientos. Las actas del Primer Concilio
Provincial de Lima ya ponían sobre la pista de la función económica que
ejercían los curas en el campo, lo que se remontaba en realidad a los
inicios de la colonización en el Caribe. Pero, paradójicamente, el Concilio
fue convocado por Jerónimo de Loaysa, una personalidad de gran relieve
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INTRODUCCIÓN
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
diezmos, con la cobertura de todas o solo parte de las plazas que tenían
definidas en su constitución, etc.13
Todos estos asuntos estaban estrechamente relacionados con el
plano de las doctrinas de indios. Y en él, de un lado estaba el caso de las
doctrinas ocupadas por miembros de órdenes religiosas, lo que llevaba
a los problemas derivados de las relaciones de las órdenes con los obis-
pados por el aumento de las propiedades agrarias de aquellas y la consi-
guiente limitación en el crecimiento de los diezmos, de los que se benefi-
ciaban los prelados. Pero también se estaban produciendo conflictos con
el clero secular por la disputa de las doctrinas de indios, ocupadas en
su mayoría por frailes todavía a fines del siglo XVI, lo que remitía a su
vez a la competencia de los obispados. La presión del clero secular, en
crecimiento durante el siglo XVI, por ocupar las apetecidas doctrinas de
indios, llevó a limitar el tamaño de las doctrinas en términos del número
de indios en el III Concilio de Lima (1582-1583). Esto permitió crear otras
nuevas para que fuesen ocupadas por seculares, pero también trajo como
consecuencia un incremento de la presión económica sobre los indígenas.
Era muy reveladora de la actuación de los doctrineros religiosos la
manifestación de un fraile a comienzos del siglo XVII:
... todo el año andamos afanando y juntando plata para tres cosas, una el
convento, otra nuestro padre provincial y otra para nobis; y la parte de nuestro
provincial la tenemos apartada lo primero y así todo se absuelve con agua
bendita, porque aunque hagamos las doctrinas como San Pablo, si no hay
pecunia no quedamos en ellas, y así procuramos siempre tener plata preve-
nida para esto... (Archivo General de Indias, Lima 301, Información…, 1614).
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
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INTRODUCCIÓN
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26. Juan Carlos García Cabrera, ed., Ofensas a Dios, pleitos e injurias: Causas de idolatrías
y hechicerías. Cajatambo, siglos XVII-XIX (Cusco: CERA Bartolomé de las Casas, 1994).
27. Pierre Duviols, ed., Procesos y visitas de idolatrías y hechicerías: Cajatambo, siglo XVII
(Lima: PUCP, IFEA, 2003).
28. Ver el capítulo 8 en la sección IV.
29. La edición por Gabriela Ramos y Henrique Urbano de Catolicismo y extirpación de
idolatrías (siglos XVI-XVIII). Charcas, Chile, México, Perú (Cusco: CERA Bartolomé de las
Casas, 1993), incluyó trabajos de distintos autores que han investigado también temas
relacionados con la problemática religiosa, como Pedro Guibovich y Ana Sánchez.
30. Juan Carlos García Cabrera, “Francisco de Ávila y la extirpación en el Perú”, www.
idolatrica.com.
31. Juan Carlos Estenssoro Fuchs, Del Paganismo a la Santidad. La incorporación de los indios
del Perú al catolicismo, 1532-1750 (Lima: IFEA, PUCP-IRA, 1998).
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PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
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PRIMERA PARTE
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
W.K.: Precisamente dentro de este marco que has señalado, ¿qué contri-
bución de carácter científico preparan los historiadores para entender el
fenómeno de la conquista y el proceso de la colonización de América?
A.A.: Esa pregunta es difícil de contestar, porque la esfera de los histo-
riadores americanistas no es un colectivo homogéneo en España. Lo que
ha sido el americanismo durante décadas –que fue impulsado por Franco
después de la Guerra Civil- ha cambiado a partir de fines de los años 60
y, sobre todo, de los 70, cuando el americanismo se ha diversificado. Hoy
día, por ejemplo, existe una “Asociación Española de Americanistas” que
supuestamente debería acoger a todos los especialistas de la historia
de América, pero que de hecho no los acoge. Y fuera de esa Asociación
estamos algunas personas que nos dedicamos a la historia americana
en España. Y creo que esto da una idea de cómo los historiadores no
constituyen un solo grupo frente a la conmemoración del 92. Claro está
que, a pesar de eso, hay una eclosión, una avalancha de producción sobre
historia de América en estos años. El 92 está de moda y hay mucho
dinero en torno a esa conmemoración, que se desparrama por editoriales,
instituciones y centros especializados.
Y bueno, fuera de esta órbita de los académicos tradicionales, yo creo que
cabría resaltar esfuerzos muy loables que se están realizando, entre los
cuales destacaría por ejemplo la colección “Alianza América” que publica
una conocida editorial, dirigida precisamente por uno de los más distin-
guidos especialistas de nacionalidad española que hna trabajado sobre la
historia de Hispanoamérica, que es Nicolás Sánchez Albornoz, quien es
catedrático en la Universidad de Nueva York.2
2. Alianza Editorial de Madrid publicó entre 1985 y 1996 esta serie, que reunió 37 títulos
sobre historia latinoamericana.
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LA COLONIZACIÓN RELIGIOSA
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
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LA COLONIZACIÓN RELIGIOSA
5. Steve Stern, Peru’s Indian Peoples and the Challenge of Spanish Conquest: Huamanga to
1640 (Madison: The University of Wisconsin Press, 1982), traducido como Los pueblos
indígenas del Perú y el desafío de la conquista española: Huamanga hasta 1640 (Madrid:
Alianza Editorial, 1986; “Alianza América”, t. 9).
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
6. Ver de Marcel Bataillon (n.1895-m.1977), Estudios sobre Bartolomé de Las Casas [1965]
(Barcelona: Península, 1976), y, con André Saint-Lu, El Padre Las Casas y la defensa de los
indios [1971] (Barcelona: Ariel, 1976).
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LA COLONIZACIÓN RELIGIOSA
ción colonial. Entonces, con todos estos elementos de juego, habría que
conocer mejor lo que sucedió en estas regiones. Yo no creo que estemos
en condiciones de extrapolar las conclusiones de Stern para otras zonas.
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
A.A.: Más de ámbito colonial en general. Hoy día se conocen más expe-
riencias extirpadoras a lo largo de toda la colonia, y no solo en los Andes,
sino también en México y otros lugares. La única diferencia que parece
seguir existiendo es el caso del Arzobispado de Lima, donde el asunto
adquirió un aspecto institucional. Se crearon los jueces “extirpadores de
idolatrías” y se dio lugar a “campañas” sistemáticas de extirpación. Pero,
salvo ese detalle -que no es poco importante por cierto, es muy decisivo-,
en otros lugares de América se conocen “extirpaciones de idolatrías”
desde fines del siglo XVI y a lo largo del siglo XVII. De manera que no
habría sido un fenómeno exclusivamente del Arzobispado de Lima o del
centro andino. No, se ha dado en otros lugares. Pero estamos en la misma
situación de la pregunta que hacías antes acerca de la hipótesis de Stern.
No es fácil todavía, si uno no conoce en profundidad la historia de la
Iglesia en otros obispados, extrapolar la hipótesis y las conclusiones.
W.K.: Antonio, ¿tú podrías describirme, en general, cuáles eran las moda-
lidades de captación o de fijación ideológica que hace la Iglesia católica
a la población indígena? Pienso si eran sermones, si eran textos, si eran
misas o ¿cuál era el mecanismo específicamente de conversión?
A.A.: Claro, de nuevo estamos en el caso de una pregunta sobre lo que
no hay mucho escrito. Mi respuesta tiene mucho de improvisado. Yo
estoy tratando de reconstruir ese proceso y, desde luego, es diferente en
1540 y en 1650. El proceso pasa por un crecimiento, o por un aumento,
del número de individuos, de curas dedicados a la evangelización. Así,
a mediados del siglo XVI el número de curas era relativamente escaso,
el acceso que tenían a la población indígena era limitado. Debió haber
una masa enorme de población indígena que sólo tuvo una referencia o
una noticia indirecta, no nula pero indirecta, de la Iglesia católica. Que
vivían alejados de una iglesia o de algún cura. Conforme fue avanzando
el siglo XVI, la presencia de los curas fue mucho mayor: el tamaño del
clero creció y aumentaron las doctrinas. Por supuesto también aumentó
el número de indios urbanos, que tenían acceso a parroquias y a curas en
las ciudades.
Y no existe nada escrito, ningún trabajo sistemático sobre cuál era el
proceso de evangelización de los curas sobre los indios.7 Entre otras
7. Hoy contamos con los libros de Juan Carlos Estenssoro Fuchs, Del Paganismo a la
Santidad: La incorporación de los indios del Perú al catolicismo, 1532-1750 (Lima: IFEA,
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LA COLONIZACIÓN RELIGIOSA
cosas, también hay que tener en cuenta que el proceso debió ser desigual,
muy diverso, dependiendo de si pertenecían al clero secular o regular,
y, además, a qué orden religiosa pertenecían. Digo esto porque parece
claro que los jesuitas -por poner un caso muy significativo-, cuando
llegan en 1568, desde allí en adelante significan una renovación en los
métodos de evangelización con respecto a las otras órdenes religiosas.
Son gentes mucho más proclives y defensoras de que los indios tengan
acceso a los sacramentos con más asiduidad de lo que lo practicaban las
demás órdenes religiosas. Son gente que adorna las iglesias con más
profusión de colores y de formas que los restantes, de manera que debe
haber habido una diversidad de estrategias.
Con el paso del tiempo, digamos hacia fines del siglo XVI, se han debido
sistematizar los sermones que, al parecer, antes de 1580 es posible que
no fueran muy frecuentes. Ahora, después del Tercer Concilio de Lima
(1582-1583), se redacta un esquema básico de predicación de sermones a
los indios. Ese esquema va a servir para la redacción de sermonarios que
conocemos posteriormente y que debieron haber sido predicados a lo largo
de las “campañas de idolatrías”. De manera que con el paso del tiempo,
como estoy tratando de señalar, ha habido un incremento de curas, un
aumento en la disposición de los indios con respecto a los sacramentos,
un incremento en la prédica de sermones. No hay que olvidar tampoco
en todo este aparato parafernal que rodeaba a la evangelización, la utili-
zación de la música: que fue muy fomentada en las doctrinas conforme
fueron creciendo y que, por cierto, daba lugar al hecho de que los indios
cantores estuvieran eximidos del tributo y estuvieran vinculados a los
curas. Pero, en fin, no hay una idea completa de cuál era la estrategia de
la evangelización. Hay que tener en cuenta todos estos elementos. No hay
nada claro acerca de cómo se procedió a ello.
W.K.: Y por ejemplo con esto de la música, las fiestas, entre ellas las de
“Moros y Cristianos”, y una serie de representaciones populares vía las
plazas públicas y las concentraciones masivas, o la pintura, ¿también
habrán sido una forma de evangelización?
PUCP-IRA, 2003), de Gabriela Ramos, Muerte y conversión en los Andes: Lima y Cuzco,
1532-1670 (Lima: IEP, IFEA, 2010) y de John D. Charles, Allies at Odds: The Andean Church
and Its Indigenous Agents, 1583-1671 (Albuquerque: University of New Mexico Press,
2010).
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
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LA COLONIZACIÓN RELIGIOSA
A.A.: Debo admitir que no soy gran conocedor de la historia de esta fiesta.
Hay un área en la Península Ibérica que coincide con el Levante y parte
del Sur, donde esta fiesta ha continuado teniendo importancia desde
luego, pero no haré sino repetir obviedades. Es que la función social
cambió, que muchos de los conquistadores tempranos tenían tradición
medieval peninsular muy importante y, como es obvio, pues Santiago se
convirtió en una prolongación de lo que había sido aquí con respecto a la
ocupación musulmana.
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
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LA COLONIZACIÓN RELIGIOSA
12. Ver Rafael Varón Gabai, “El Taki Onqoy: Las raíces andinas de un fenómeno
colonial”, en Luis Millones (editor), El retorno de las huacas: Estudios y documentos sobre
el Taki Onqoy, siglo XVI (Lima: IEP, SPP, 1990), pp. 331-405.
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
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LA COLONIZACIÓN RELIGIOSA
W.K.: Pero dime, ¿no hay una especie de contrasentido por esta forma-
ción temprana de propiedades y riquezas con la caída demográfica tan
violenta después de la conquista?
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
W.K.: ¿De esa respuesta tuya yo más o menos deduzco que Bartolomé de
Las Casas seguía la expresión ideológica del pensamiento de la Corona?
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LA COLONIZACIÓN RELIGIOSA
W.K.: A expensas de los negros en el sentido que hay que racionalizar acá,
pero a cambio de que esta gente reemplace al trabajador indígena.
A.A.: No, es que los negros no eran considerados “gente”. Los negros eran
“gente sin razón” para todo Occidente, de manera que…
13. Ver de Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de África, preludio
de la Destrucción de Indias: Primera defensa de los guanches y negros contra su esclavización,
estudio preliminar, edición y notas por Isacio Pérez Fernández (Salamanca: Edit. San
Esteban, 1989).
14. Ver Mariano Picón-Salas (n.1901-m.1965), Pedro Claver, el santo de los esclavos (Caracas:
Editora Latinoamericana, 1949), sobre el jesuita catalán Pedro Claver (n.1580-m.1654),
canonizado en 1888.
15. El jesuita Alonso de Sandoval (n.1576-m.1652), sevillano, educado en Lima, predicó
entre los esclavos llegados a Cartagena de Indias y escribió su manual de evangeli-
zacion titulado “Tractatus de instauranda Aethiopum salute” (publicado en Sevilla
en 1627, y en Madrid en 1647), que ha sido editado por Enriqueta Vila Vilar como Un
Tratado sobre la esclavitud (Madrid: Alianza, 1987).
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
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LA COLONIZACIÓN RELIGIOSA
W.K.: ¿Y podía referir dos o tres libros que le han permitido entender al
Perú, y cual es su punto de partida para llegar a la Historia Nacional?
16. El contexto en el que se realizó la entrevista es el del primer gobierno de Alan García
Pérez (1985-1990), durante el cual se produjo la “Masacre de los Penales”, ocupados por
presos amotinados de Sendero Luminoso (18-19 de junio de 1986), se decretó la estati-
zación de la banca privada (28 de julio de 1987) y se experimentó un extremo proceso
de hiperinflación en la economía peruana (1988-1990).
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
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RELIGIÓN, IDEOLOGÍA Y COLONIZACIÓN
ESPAÑOLA EN AMÉRICA (SIGLOS XVI - XVII)*
l.
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
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RELIGIÓN, IDEOLOGÍA Y COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA
2.
A fines del siglo XV, cuando desde la Península Ibérica iba a comenzar
la serie de viajes “versus indos” que daría como consecuencia el descu-
brimiento, la conquista y la colonización del Nuevo Mundo, la religión
católica, pretendida garante del mensaje del Nuevo Testamento del
pueblo hebreo, jugaba un papel importantísimo en la vida de los reinos
peninsulares.
Sobre la base de esta religión, los Reyes Católicos concluyeron en
1492 la lucha que hacia ocho siglos sostenían sus antepasados con los
descendientes de los musulmanes que invadieron la Península en 711.
Esta lucha, precisamente por su componente religioso, fue considerada
una más y no la menos importante, de las Cruzadas que enfrentaron a
los pueblos que practicaban les religiones cristiana e islámica en la Edad
Media.
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
3.
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RELIGIÓN, IDEOLOGÍA Y COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA
59
PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
4.
5. Para Nueva España ver Gibson 1967 y Ricard 1933; para el Perú ver Armas 1953 y
Wachtel 1976.
6. Ver Elliott 1972 y Gerbi 1960.
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RELIGIÓN, IDEOLOGÍA Y COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
5.
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RELIGIÓN, IDEOLOGÍA Y COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
6.
Hasta aquí, algunas líneas del soporte brindado por las estructuras
religiosas –mentales y sociales– a la colonización americana. Pero las
dimensiones del fenómeno siguieron ampliándose. Poco a poco, la Iglesia
comenzó a consolidarse, en sí misma, como un poder institucional,
económico y social en los territorios indianos, con autonomía relativa en
el funcionamiento de la administración. Al ir cobrando importancia este
hecho, la función ideológica de la doctrina católica iba a adquirir nuevo
sentido.
Es cierto que, ya desde la etapa antillana, religiosos habían estado
involucrados como beneficiarios en repartimientos y que, en Perú, el
primer arzobispo de Lima había disfrutado de una encomienda, pero no
fue hasta la segunda mitad del siglo XVI cuando las órdenes religiosas,
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RELIGIÓN, IDEOLOGÍA Y COLONIZACIÓN ESPAÑOLA EN AMÉRICA
11. Sobre el problema de la predicación ver la obra del jesuita Acosta 1588 (ed. 1952) y
1590 (ed. 1954).
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PRIMERA PARTE: LA IGLESIA CATÓLICA EN AMÉRICA
7.
66
SEGUNDA PARTE
* Publicado originalmente en Revista Andina (Cusco), vol. n.º 14, 1996, pp. 11-29.
69
SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
1. Por ejemplo, Vargas Ugarte (1953, tomo I: 142 y ss.), y Egaña (1966: 54-66). El caso más
extraordinario de visión prejuzgada acerca de los hechos y la figura del arzobispo Jeró-
nimo de Loaysa lo constituye el libro de Manuel Olmedo Jiménez (1990). Este trabajo,
que tiene aspectos interesantes, fue originalmente su Tesis de Licenciatura, dirigida
por el Dr. Paulino Castañeda, presbítero. Ver del mismo autor, Olmedo (1986: 205-286).
2. Posiblemente la visión más ajustada de la proximidad del obispo de Lima (1543-1548)
con un proceso tan atentatorio contra el orden, como fue la rebelión de Gonzalo Pizarro
(1544-1548) –de lo que se hablará más adelante–, la ofrece Juan Pérez de Tudela (1963,
vol. I: LXIII).
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I.
3. Ver “Loaysa, García de, O.P.” en Aldea, Marín y Vives (1987: 426 y ss).
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
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7. J. de Loaysa llegó a admitir que pudo ser cierto, aunque sin su conocimiento, y el
padre Baltasar de Loaysa aseguró que había sucedido.
8. Antes que a Loaysa, el virrey envió a parlamentar con G. Pizarro a fray Tomás de San
Martín, provincial de los dominicos. Posteriormente, al igual que el obispo de Lima, el
fraile aceptaría viajar como procurador de Pizarro a España (v. Fernández “el Palentino”
1963 [1571]: 24 y 170).
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9. Relación del Ldo. Martel de Santoyo a S.M. Lima, 1542 (en Lissón Chaves, ed. 1943-
1947, vol. I, n.º 3: 103; Archivo General de Indias, Patronato 185, 31).
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10. Las referencias al clérigo Baltasar de Loaysa son muy frecuentes en los cronistas,
como P. Cieza, Diego Fernández, Pedro Gutiérrez de Santa Clara, y en la documentación
de archivos.
11. Ver la interesante edición de Olmedo Jiménez, ed. (1992), actas de 15 de octubre de
1566 y de 15 de abril de 1572.
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LA IGLESIA EN EL PERÚ COLONIAL TEMPRANO. FRAY JERÓNIMO DE LOAYSA
14. J. de Loaysa al Consejo de Indias. Lima, 3 de febrero 1549 (en Lissón Chaves, ed.
1943-1947, vol. I, n.º 4: 171 y ss.; AGI, Patronato 192, n. 1, R. 55). Nada de esto tiene en
cuenta M. Olmedo al hablar de la petición de encomienda por Loaysa.
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
15. Juicio entre D. Pedro Puertocarrero y M. de Escobar, su mujer, con el arzobispo fray
Jerónimo de Loaysa (AGI, Justicia 397, f. 178).
16. Fray Domingo de Santo Tomás a S.M. Lima, l de julio 1550 (en Lissón Chaves, ed.
1943-1947, vol. I, n.º 4: 193-4; AGI, Lima 116, lib. 6, f. 246).
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LA IGLESIA EN EL PERÚ COLONIAL TEMPRANO. FRAY JERÓNIMO DE LOAYSA
por el control de cierto cacique y sus indios, por entender que correspon-
dían a la encomienda que había concedido a los dominicos nada menos
que el rebelde Gonzalo Pizarro.17 He aquí un nuevo ejemplo de que las
imágenes que, con frecuencia, se utilizan sobre individuos o grupos en la
colonia son excesivamente esquemáticas y es necesario matizarlas a la luz
del contexto de relaciones y acontecimientos que no son suficientemente
conocidos.
4. Pero regresemos a Jerónimo de Loaysa quien, además de interesarse
por los diezmos de su diócesis, parece lógico que, siendo encomendero
desde muy temprano, tuviera que preocuparse al menos por la comercia-
lización de sus tributos y de la realización de su renta. No disponemos de
datos que reflejen actividades económicas del obispo hasta diciembre de
1546, cuando partió con destino a España adonde, por cierto, no llegaría.
Pero, con posterioridad a su regreso desde Panamá, acompañando a La
Gasca, sus actuaciones económicas son bien patentes. Hacia fines de
la década de 1540 –sin que conste si dejó ni cuándo la encomienda de
Huancayo–, recibió de La Gasca una nueva encomienda dando lugar a
un proceso que se comentará más adelante con detalle. Por los mismos
años es conocido igualmente que era propietario de diversas casas en la
capital del virreinato; siendo ya Lima una ciudad en franco crecimiento,
la propiedad inmobiliaria proporcionaba una de la rentas más seguras de
que podía disponerse.18
En agosto de 1549 Loaysa, que tenía ciertos negocios con el mercader
Luis de Baeza, le otorgó poder para cobrar por él 230 pesos, cantidad en
que le era deudor. Por su parte, en las mismas fechas, el propio Baeza
otorgaba poder al arzobispo y a un tal Juan de Grajales para que pudiera
cobrar 160 pesos por otros tantos que le habían prestado (AGN Proto-
colos 64). Este tipo de operaciones, de cantidades no muy importantes,
17. AGN, Protocolos 154. En 31 de enero 1547 el convento de los dominicos de Lima,
y en su nombre fray Domingo de Sto. Tomás, mantenía un contencioso con el capitán
Rui Barba Cabeza de Vaca en relación con un cacique Caxa y sus indios, próximos a
Chancay, que habían sido canjeados por ambos, después de que Gonzalo Pizarro hubiera
otorgado al monasterio de dicha orden una encomienda. En 1539 Francisco Pizarro ya
había concedido a la orden una “estancia” cerca del pueblo de Aucallama, en el valle de
Chancay. Ver Vargas Ugarte, 1953-1960, vol. I, pág. 205.
18. Escritura de capellanía en el Hospital y donación de casas (AGN, Protocolos 9). El
mismo arzobispo afirmaba la seguridad de la renta. Ver fray Jerónimo de Loaysa a S.M.
Lima, 24 de julio 1549 (Lissón Chaves, ed. 1943-1947, vol. I, n.º 4: 171).
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
19. Por ejemplo, en 1556, cuando D. Francisco de Mendoza le facultó para elegir por él
repartimientos y ocuparse de la administración de sus bienes. AGN, Protocolos 123 y
Protocolos 125.
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LA IGLESIA EN EL PERÚ COLONIAL TEMPRANO. FRAY JERÓNIMO DE LOAYSA
20. Acerca de la creación del Hospital de Indios y su gestión económica inicial, vid. AGN
Protocolos, 64.
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
*****
II.
5. Tras la muerte de Blasco Núñez de Vela, fray Jerónimo de Loaysa
aceptó la comisión del rebelde Gonzalo Pizarro para viajar a España, con
el objetivo de intentar conseguir que el rey modificase las Leyes Nuevas
y lo confirmase como Gobernador del Perú. Esta acción significaba un
cierto alineamiento con el nuevo vencedor en la colonia, hasta el punto
de admitir ser su valedor ante el rey. Es difícil imaginar que el obispo
fuese obligado, puesto que este papel ya lo había desempeñado ante el
21. El arzobispo tenía “una casa huerta junto a la ciudad” (vid. Lissón Chaves, ed. 1943-
1947, vol. I, n.° 4: 212).
22. AGN, Real Audiencia, legajo 5, cuaderno 30 (julio 1559) y Protocolos 123.
23. Ver algunos censos de españoles en su favor en AGN Protocolos 124 (1564). Por otra
parte, en 1569, Loaysa se benefició del producto de la venta de una viña perteneciente al
cacique D. García Nazca, quien se la dejó en su testamento. Ver AGN Derecho Indígena
31, c. 616.
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LA IGLESIA EN EL PERÚ COLONIAL TEMPRANO. FRAY JERÓNIMO DE LOAYSA
virrey a la llegada de éste a Lima. Con 2 000 pesos entregados por Pizarro
para su gestión, salió Loaysa de Lima en octubre de 1546 con destino a la
Península.24
Pero llegado a Panamá, Loaysa se encontró con el Presidente La Gasca
que llegaba desde España para sofocar la rebelión. Tras conversar deteni-
damente con él, el arzobispo decidió abandonar la misión encomendada
por Pizarro y colocarse de nuevo en el bando del poder real acompañando
a La Gasca, convencido por lo demás de que solo era posible acabar con el
problema de la rebelión con las armas. ¿Qué fue lo que hizo cambiar de
parecer a Loaysa? ¿Simplemente el deseo de colaborar con la autoridad
real –por cierto violentamente–, en un estilo nada acorde con el carácter
conciliador que se le ha pretendido adjudicar?25 Como ya se dijo, Loaysa
no estaba satisfecho con el nivel de rentas de su diócesis y, consiguiente-
mente, de sus ingresos. Esto le llevaría a pedir su traslado a España poco
después. ¿Resultaría arriesgado pensar que en Panamá La Gasca pudo
haber prometido al obispo algún suplemento en sus rentas a cambio de
que regresase con él a la colonia y le prestara la ayuda que suponía su
buen conocimiento de la situación? Sea como fuere, el hecho es que el
prelado regresó al Perú y acompañó al Presidente hasta la derrota militar
de G. Pizarro. Inmediatamente después La Gasca se reunió con Loaysa,
como principal asesor, para intentar apaciguar a los exaltados colonos,
intentado satisfacer sus exigencias de control de la mayor riqueza colo-
nial: los indios.
El papel de ambos en la organización del repartimiento de Guaina-
rima (agosto de 1548) fue muy polémico y no tuvo como consecuencia
el resultado que habría sido lógico esperar: el castigo de los que habían
seguido la rebelión de Pizarro y el premio, con encomiendas, a quienes
habían permanecido fieles a la corona. Los intereses creados y el temor a
provocar nuevas rebeliones fueron demasiado fuertes y llevaron al Presi-
dente a contemporizar, tratando de contentar a todos cuantos pudieran
24. La interpretación de que aceptó la gestión como subterfugio para poder salir de
Lima es forzada y producto de la versión de la historia realizada por el bando vencedor
tras la derrota de G. Pizarro. El tono de las cartas intercambiadas entre J. de Loaysa y G.
Pizarro, después de la salida de Lima no ayuda a mantenerla. Ver Pérez de Tudela (1964,
vol. II: 41 y 152-3). Para una aceptación acrítica de dicha versión, ver los trabajos citados
de M. Olmedo y contrastarla con el estudio de J. Pérez de Tudela (1963).
25. Además, no olvidar que tomó parte activa en acciones militares contra F. Hernández
Girón –para esto su edad avanzada no fue un obstáculo–, en una actuación nada pacífica.
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
26. Cf. Los informes de Luis Lara, Juan Sánchez y Alonso de Montemayor sobre el asunto
en AGI, Lima 118.
27. Toda la información referente a la obtención de su segunda encomienda procede
del pleito entre Dn. Pedro Portocarrero y María Escobar, su mujer, con el arzobispo, en
AGI, Justicia 397.
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28. En este punto existen dificultades para fijar las fechas. Esta provisión fue comunicada
al arzobispo en presencia de fray Domingo de Santo Tomás, entre otras personas.
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
torio de la Audiencia para tasar los tributos. Como encomendero que era,
Loaysa era obviamente parte interesada en la labor que se le encomendó
y es de suponer que difícilmente podría fijar para encomiendas ajenas
niveles de tributos más bajos del que se había aplicado a la suya, a menos
que quisiera ser acusado por los demás encomenderos de resultar bene-
ficiado en relación con ellos. De hecho, y quizás como consecuencia de
esta circunstancia, las tasas que se fueron fijando en estas visitas no pare-
cían precisamente bajas a fray D. de Santo Tomás quien, por el contrario,
afirmaba: “… a mi juicio van muy largas las tasas, mucho mas de lo que
devian...” (Lissón Chaves, ed. 1943-1947, vol. I, n.º 4: 192).
En definitiva, sirvan estas breves páginas para reforzar el hecho, ya
conocido, de que el fenómeno colonial impregnaba a personas e institu-
ciones y que las versiones idealizadas de algunas de ellas pecan, cuando
menos, de una ingenuidad digna de mejor causa.
Apéndice I29
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LA IGLESIA EN EL PERÚ COLONIAL TEMPRANO. FRAY JERÓNIMO DE LOAYSA
2°) Lo que han de dar los indios Yungas de Lurigancho y Tantacaxa es:
El cacique Don Francisco que manda los indios de Lurigancho se tasa
en que siembre una chacra de 10 fanegas de maíz y la beneficie y coja.
Que dé aves y huevos y pescados del río y camarones, lo que pudiere.
Que dé en cada año 20 piezas de ropa de algodón para los yanaconas
e indias y dos colchones de algodón.
Que den 10 pañizuelos de mesa.
Que guarde con sus indios algún ganado que el encomendero le diere.
Que dé dos o tres indios para la huerta.
Que dé 15 indios de mita en esta ciudad, ordinarios, para el servicio
de casa que se renueven.
Don Juan, cacique de Tantacaxa, siembre en cada año una sementera
de seis fanegas de maíz y trigo, tres de cada cosa, y lo beneficie y coja.
Que dé 10 piezas de ropa de algodón.
Que dé aves, huevos, pescados del río y camarones, lo que pudiere.
Que guarde algún ganado con sus indios.
Que dé dos indios para la huerta.
Que dé en esta ciudad diez indios de mita y sirvan ordinariamente,
remudándose cuando les pareciere.
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LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
1551-1582*
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
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LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
El desarrollo del trabajo, con todo, toma como referencia los dos
primeros Concilios Provinciales de Lima. Al I Concilio se llegará de la
mano del primer arzobispo de Lima, fray Jerónimo de Loaysa, quien
vivió prácticamente durante todo el periodo de este trabajo y fue una
figura señera de la Iglesia temprana en el Perú. Un par de problemas
claves durante las décadas de 1550 y 1560 conducen al II Concilio, que
abre las puertas a los años de gobierno del virrey Francisco de Toledo y
a los grandes cambios que se produjeron en la colonia, para quedar en
vísperas del III Concilio de Lima.
II
Parece lógico admitir que la coyuntura vivida por el Perú durante buena
parte de la década de 1540 fue difícil para la organización de cualquier
institución. Pero, tratándose de la Iglesia, es necesario recordar que
muchos de sus miembros no fueron sujetos pasivos de las alteraciones
que se vivieron, sino que tomaron parte activa en ellas en defensa de sus
intereses materiales y personales.
Así, a fines de los años 1540 el paso de Pedro de la Gasca por la
colonia parecía que iba ayudar a tranquilizar el ambiente. Pero las
tensiones sociales subsistieron en años posteriores a su partida porque,
como es sabido, en los repartos de indios que realizó La Gasca tras la
derrota de G. Pizarro, aquel no actuó con ecuanimidad; sufrió y cedió
a las presiones de los intereses creados que ya existían en la colonia, y
llegó a premiar a alguno de sus allegados, violando lo dispuesto en las
Leyes Nuevas que supuestamente tenía que aplicar. Tal fue el caso del
arzobispo de Lima Jerónimo de Loaysa, quien resultó beneficiado por La
Gasca, en una operación muy discutida, con una nueva –porque ya tenía
otra– encomienda de indios. La posición del arzobispo, dominico y enco-
mendero era, en tanto que máxima figura de la Iglesia en el Perú, como
poco, controvertida y además una referencia muy clara para el cúmulo
de eclesiásticos que circulaban en estas primeras décadas por la colonia.
Situaciones como esta no ayudaban a normalizar y estabilizar las institu-
ciones eclesiásticas.
A pesar de que, ya en 1544, Loaysa –en defensa de sus intereses como
encomendero– había intentado convencer al virrey Núñez de Vela para
que no aplicara las Leyes Nuevas y a pesar de que había luchado judi-
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LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
la Iglesia. Las preguntas claves eran, en primer lugar, cómo y quién tenía
que pagar el diezmo y, en segundo término, cómo había que distribuirlo.
Ante todo estaban los indios que eran quienes sustentaban todo el
entramado colonial. En relación con ellos, uno de los temas centrales del
debate durante muchos años fue si los indios debían pagarlo o no, cuánto
diezmo tenían que pagar y si lo tenían que pagar al margen del tributo
que entregaran al encomendero. Ya en 1549, en las Instrucciones comen-
tadas más arriba, f. J. de Loaysa, al tratar sobre diezmos y refiriéndose
a los indios decía: “que hasta que no se ordene otra cosa, de los ganados
no se les pida diezmo, sino solo de los frutos de la tierra y, de éstos, de
la mitad del diezmo, de 20 fanegas, una. Y que esto se les pida graciosa-
mente, dándoles a entender la obligación que tienen de sustentar a los
miembros de Dios y a sus iglesias”.
Por su parte, en 1552 el obispo Solano y el Cabildo del Cusco pedían
al rey que, para hacer más fácil y segura la recaudación, los indios diez-
maran al tiempo que pagaban sus tributos al encomendero;5 sin embargo,
por estos años se levantaban algunas voces, como la del dominico fray
Domingo de Santo Tomás que, en 1554, expresaba que era un exceso que
los indios pagasen diezmo.6 Lo que parece deducirse de los diversos testi-
monios existentes de esos años es que debía existir un gran desorden en
el cobro de los diezmos a indios y que debía estarse actuando de formas
muy diferentes de unos lugares a otros. Prueba de ello es que en Lima
se recibió en 1555 una real cédula dirigida a la Audiencia para que se
evitaran los “excesos” de los prelados en el cobro de los diezmos a los
indios y ordenando que estos no pagasen más, salvo de trigo, ganado (de
Castilla) y seda.7 Esta decisión no fue cumplida en todo el virreinato; años
más tarde, cuando Sebastián de Lartaún llegase a obispo en Cusco pidió
que en su diócesis se siguiese la costumbre de Lima, según lo había orde-
nado la citada cédula.8 Las opiniones sobre los excesos que se estaban
cometiendo con los indios en este asunto se prolongaron durante los años
1560 y, a pesar de los esfuerzos realizados por el virrey F. de Toledo en
5. F. Juan Solano a S.M. 8 febrero 1551 y 22 diciembre 1551 (Lissón Chaves ed., 1943-1947,
vol. I, n.º 4: 220 y 223).
6. F. Domingo de Sto. Tomás a S.M. Lima, 1 abril 1554 (AGI, Indiferente General 2978).
7. Real Cédula a Audiencia de Lima. Valladolid, 5 diciembre 1555 (AGI, Lima 567, L. 8).
8. Sebastián de Lartaún a S.M. 1571 (AGI, Lima 305).
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
9. J. de Loaysa al Consejo de Indias. Lima, 24 julio 1549 (Lissón Chaves, ed. 1943-1947,
vol. I, n.º 4 :171).
10. Real Cédula a f. J. de Loaysa. Valladolid, 17 marzo 1559 (AGI, Lima 568, L. 3, f. 78v.).
11. R.C. a Audiencia de Lima. Valladolid, 7 agosto 1549 (AGI Lima 566, lib. 6; en
Carmona Vergara 1989).
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LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
12. Expediente de límites del Obispado de Charcas y Cusco por Chucuito. 1566-1575
(AGI Lima 305).
13. La documentación sobre la gestión hacendística de estos virreyes es abundantísima.
A título de ejemplo, véase para Cañete: AGI, Indiferente General 738, R. 1, f. 14; y para
Nieva: AGI, Lima 568, L. X, 333v. 334v.
14. J. de Loaysa a S.M. Lima, 9 marzo 1551. AGI, Lima 300; y J. Solano a S.M. Cusco,
20 diciembre 1549. AGI, Lima 305. Nótese el contraste entre la observación de Loaysa
que, agradecido a La Gasca por la encomienda recibida, comenzaba a contribuir al mito
de “pacificador” del Presidente. Por el contrario, Solano reflejaba el ambiente inquieto
que continuó habiendo en los Andes tras los polémicos repartos de encomiendas de La
Gasca.
103
SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
las diferencias entre los dos obispados continuaron no solo por la disputa
de territorios, sino también por la defensa de una cuota lo mayor posible
de autonomía, tanto en el manejo, como en la distribución de las rentas.
Naturalmente estos conflictos, en el fondo de los cuales se encontraban
los diezmos como uno de los principales componentes, tenían una reper-
cusión directa en la vida interna de los cabildos catedrales, que eran uno
de los centros neurálgicos de la vida de la Iglesia en la colonia.
Por un lado, pese a que sus rentas crecían, los obispos y cabildos
eclesiásticos solicitaban al Consejo de Indias limitar el crecimiento del
número de sus miembros, fijado en las respectivas cédulas de erección,
sobre la base de que las rentas existentes no darían para sustentar a toda
una plantilla completa. Así, en 1551 solo había presentados en la catedral
de Lima el deán, el maestrescuela y un canónigo, y Loaysa pedía que se
proveyera solo a seis nuevos miembros, entre dignidades y canónigos,
porque no se podrían sustentar más. En Cusco, la disminución coyun-
tural de unos diezmos que normalmente superaban los 30 000 pesos,
daba pie al obispo Juan Solano a afirmar que los recursos del obispado
no permitían sustentar los nuevos canónigos llegados a la catedral.15 Esta
situación se mantuvo a lo largo de los años que tratamos y en 1567 el
Presidente Lope Carda de Castro afirmaba que
la renta de algunos obispados ha crecido, sobre todo en Cusco y Charcas, y
aunque en las erecciones se manda que puedan proveer más prebendados,
no estan proveidos. Los prelados y cabildos se reparten entre sí los ‹residuos›
(4/9) que ‹sobra› y por ello no avisan a SM. de los puestos vacos. Tanta renta
tiene el arcedianazgo de Cusco como el obispado de Quito.16
15. Los diezmos de Cusco valieron 34 000 pesos en 1548. V. J. de Loaysa a S.M. Lima, 3
febrero 1549. AGI, Patronato 192, n. 1, R. 55.
16. Lope García de Castro a S.M. Lima, 20 diciembre 1567. (Roberto Levillier ed.,
1921-1926, vol. III: 270). Los 4/9 que se mencionan se refieren solo a la mitad del total
del diezmo; la otra mitad era la que se repartía entre el obispo (1/4) y el resto de las
dignidades y canónigos (1/4).
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
lo qual era menester porque los visitadores que andan por el obispado que
son tres o quatro diz que hacen muchas sinrazones y agravios llevando penas
excesivas por cosas livianas e que los vezinos dezian que aquello no era yr a
visitar sino a nabar y ansi mismo este testigo oyo dezir... que los dichos visi-
tadores roban e saquean... especialmente de un Pedro Dalba clerigo que visita
el termino de Guamanga y otro clerigo Arevalo que visito desde el Cuzco
hasta el Collao y los Andes donde diz que le dieron mucha cantidad de coca.17
17. Información sobre la presión del Lcdo. Sotomayor. Lima, 1553 (en Lissón Chaves
ed. 1943-1947, vol. II, n.º 9: 541). Los visitadores mencionados en el testimonio eran
visitadores internos del obispado de Cusco, enviados en lugar del obispo, y diferentes
en rango a Sotomayor, quien viajaba en sustitución del arzobispo y podía inspeccionar
todo o parte del arzobispado.
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
sus miembros debían estar manejando con toda libertad y que ahora se
verían mermados para pagar a su inspector. Finalmente, el asunto se
resolvió en forma pacífica, aunque con la visita sin cumplirse en su tota-
lidad y sin castigo para los rebeldes.
Al margen de la dimensión escandalosa de estos casos, lo que parece
claro es que en estas décadas apenas existía una única estructura jerár-
quica en la Iglesia colonial. Esta se hallaba seriamente alterada por
factores que afectaban desde el rango más alto –el arzobispado– hasta
los más bajos como era el de los doctrineros y que tenían que ver con la
defensa de sus intereses, por lo general organizados en el interior de los
ámbitos de las diócesis, de un lado, y de las órdenes religiosas, de otro.
*****
108
LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
años de las guerras civiles (Armas Medina 1953: caps. V y ss.). Con este
aumento en su número, las órdenes fueron controlando una mayoría de
las doctrinas de indios, aunque parece que ninguna de aquellas tenía una
política clara en cuanto a los criterios que utilizaban para su expansión
geográfica. En todo caso, ya en 1549, tanto los frailes como los clérigos que
iban a las doctrinas recibían una copia de la Instrucción arriba citada y en
julio del mismo año el arzobispo escribía:
Desde que el Presidente entró en la tierra parece que la asentó. Los indios
tratan como españoles, vendiendo lo que tienen en los caminos y comprando
como gente libre. Todo con mucha alegría. Así, reciben ahora más alegre-
mente las cosas de la fe y se convierten y bautizan caciques, incluso los que
han estado más duros. y a estos les sigue la gente común y por ello no hay más
dificultad en su doctrina. También se reparten los religiosos y clérigos por los
pueblos para doctrinarlos y sacramentarlos.20
20. F. J. de Loaysa a S.M. Lima, 24 julio 1549 (Lissón Chaves, ed. 1943-1947, vol. II, n.º 4: 171).
21. F. J. de Loaysa, a S.M. Lima , 25 mayo 1572 (AGI, Lima 300).
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22. Acuerdo entre el Corregidor de Cusco y los Provinciales de las Órdenes y el Provisor
sobre varios puntos relativos a las doctrinas. (Lissón Chaves, ed. 1943-1947, n.º 9:
542-543).
23. En L. García de Castro a S.M. (Levillier, ed. 1921-1926, vol. III).
110
LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
ello provoca desasosiego en los indios yendo y viniendo a esta ciudad con
pleitos y quejas”. Derivado de todo ello, el arzobispo de Lima achacaba
a la actuación de los corregidores la pérdida de “la poca” autoridad que
los curas tenían ante los indios y, con ella, de la calidad del trabajo de
evangelización.24
Naturalmente la posición del Presidente García de Castro era la
contraria e informaba al rey en 1567 que el motivo por el que la existencia
y la actuación de los corregidores molestaba tanto a los prelados es que
habían venido a recuperar la jurisdicción real que, hasta entonces, estos
últimos habían usurpado; de manera que para los indios no había existido
otra justicia, ni habían acudido a otro lugar a pedirla, que a los provisores
de los cabildos eclesiásticos. García de Castro abundaba en el argumento
señalando que el arzobispo y obispos enviaban visitadores a los distritos
de las diócesis y, a la menor excusa, imponían sanciones pecuniarias a
los indios –lo que estaba prohibido– con destino a la cámara arzobispal u
obispal. Sin duda este era un terreno de debate estratégico para el proceso
de institucionalización de la Iglesia, que se volvería a plantear pocos años
más tarde con más contundencia.
Era evidente que en aproximadamente una década, entre los años 50
y 60, el ambiente se había enrarecido fuertemente en el campo y se habían
desatado las tensiones entre los representantes de las jurisdicciones civil
y eclesiástica, con frecuentes y abundantes injerencias de una en otra y
viceversa. Los múltiples enfrentamientos entre corregidores y agentes
de la Iglesia movieron al arzobispo de Lima a buscar aliados entre los
indios para intentar conseguir que se suprimiera dicha figura de la admi-
nistración. Con tal objetivo, Loaysa convocó a los caciques de su distrito
para que entre todos contribuyeran económicamente para enviar al rey la
petición de que les quitasen los corregidores. Según el Presidente García
de Castro, que era quien denunció el caso, como los caciques no quisieron
participar con sus propios recursos, habían realizado una derrama en
secreto para obtener de los indios las aportaciones requeridas. Cuando
García de Castro detectó la operación, Loaysa ya había recibido 6.000
pesos y el Presidente calculaba que habría llegado a recolectar unos
50 000.25
111
SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
26. Real Cédula para Audiencias. Madrid, 3 noviembre 1567 (Levillier 1921-1926, vol.
II: 94).
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LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
asi yo trato que en los monasterios todos los frailes hablen siempre la lengua
de los naturales entre si para que la aprendan presto....27
III
27. L. G. de Castro a S.M. Lima, 1 octubre 1566 (Levillier 1921-1926, vol. III).
28. Interesante observación de Juan Villegas (1975).
29. (Lynch 1970: 231 y ss.). Felipe II ya había asumido algunas tareas de gobierno antes
de la muerte de su padre.
30. F. J. de Loaysa a S.M. Lima, 20 abril 1567. AGI, Lima 300.
113
SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
31. L. García de Castro a S.M. Lima, 20 diciembre 1567 (Levillier 1921-1926, vol. III: 270).
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LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
32. F. de Toledo al Consejo de Indias. 1571. (Levillier 1921-1926, vol. III: 447; vol. VI: 111).
115
SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
116
LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
*****
117
SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
gobierno que por el linaje y la sangre.33 Hay que recordar que para estos
años la monarquía española ya había vivido su primera gran quiebra
financiera y caminaba imparable hacia lo que terminaría siendo una
suspensión de pagos, por lo que Felipe II intentaba corregir las deficien-
cias en el gobierno de las colonias que ocasionaban consiguientemente
una importante pérdida de recursos fiscales para el Estado. De manera
que, en 1568, concluía el II Concilio de Lima y, casi al mismo tiempo,
llegaba a Lima el nuevo virrey, pero fue la actuación del segundo la que
marcó el ritmo de los acontecimientos relacionados con la Iglesia en los
siguientes años.
Si hay que resumir en un principio el criterio que guió la actua-
ción del virrey Toledo durante sus años de gobierno en relación con la
Iglesia, ése sería el de la defensa del Real Patronato. El virrey se dispuso
desde su llegada a intervenir para hacer valer, con más fuerza, el papel
del monarca como Patrono de la Iglesia con el objetivo fiscal señalado
arriba como argumento de fondo; pero ¿sobre qué realidad colonial se
disponía a actuar Toledo? Sin pretender dividir artificialmente un único
mundo como era el colonial, podría decirse que en la Iglesia se perfilaban
dos grandes espacios socio-institucionales. De un lado iba adquiriendo
cada vez más solidez un ámbito con una vida relativamente normal, sin
grandes sobresaltos ni conflictos que ocuparan la atención de las auto-
ridades, ni en la colonia ni en la metrópoli. Se trataba del mundo de las
ciudades –que se estaba expandiendo en un rápido proceso de urbani-
zación colonial–, y no solo de los grandes centros como Lima o Cusco,
sino también los de menor tamaño como Huamanga, Arequipa, Trujillo,
Chachapoyas y otras. En ellas la vida religiosa de los fieles se desarrollaba
en torno a las parroquias, mantenidas por el clero secular, pero también
en torno a las casas de las órdenes religiosas en cuyas iglesias el culto y
las diversas devociones eran muy frecuentados.
Con el aumento de la población blanca, a pesar de que el número
de doctrinas de indios crecía, se comenzaba a producir una importante
acumulación de efectivos religiosos en algunas ciudades del virreinato
y, especialmente, en las casas de las órdenes religiosas. Lima era la
más importante, pero Arequipa, por su agradable clima, fue otra en la
que, proporcionalmente, las personas residentes en los conventos eran
33. F. Domingo de Sto. Tomás a S.M. Lima, 10 diciembre 1563. AGI, Lima 313.
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LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
34. C. de Santander, O.P. a S.M. 1571. AGI, Lima 314; f. Luis López, Provincial O.S.A.
a S.M. Lima, 15 abril 1572. AGI, Lima 270; f. Alonso de la Cerda, Pvcial. O.P. al Lcdo.
Ovando. Lima, 15 abril 1572. AGI, Lima 270; P. Bartolomé Hernández, S.J. al Consejo de
Indias. Lima, 25 mayo 1572. AGI, Lima 270.
35. Atingencias y averiguaciones hechas por el cabildo sede vacante de Cusco... Cusco,
20 diciembre 1570. AGI, Lima 313.
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LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
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SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
38. Real Cédula sobre excomuniones, 10 noviembre 1573 (AGI, Lima 300).
39. Real Cédula sobre excomuniones, 10 noviembre 1573 (AGI, Lima 300).
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LA LENTA ESTRUCTURACIÓN DE LA IGLESIA
40. F. J. de Loaysa a S.M. 23 abril 1572 (AGI, Lima 300). Había una Real Cédula dada en
Córdoba, 29 marzo 1570, que pretendía zanjar el problema.
123
SEGUNDA PARTE: LOS PROBLEMAS DE LA IMPLANTACIÓN DE LA IGLESIA EN LOS ANDES
124
TERCERA PARTE
Consideraciones generales
* Publicado originalmente en Histórica (Lima), vol. VI, n.º 1, jul 1982, pp. 1-34.
127
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
1. En un reciente trabajo (1979) Scarlett O’Phelan hace mención a alguno de los temas
planteados aquí. Aunque su artículo se refiere al siglo XVIII y a la perspectiva de su
128
RELIGIOSOS, DOCTRINAS Y EXCEDENTE ECONÓMICO INDÍGENA EN EL PERÚ
129
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
vol. I, Conc. III, sess. 3a, caps. 4 y 5). Pero aun diferenciando y matizando
debidamente, sobre la base del derecho canónico, entre los ingresos
fijados para el doctrinero y lo que adquiría por otros medios, desde el
punto de vista económico interesan ambas facetas de la cuestión, si es
que se producían juntas, o una sola, si ese era el caso. Desde el salario
hasta el más espectacular de los negocios organizado por un doctrinero,
el resultado constituía una de las vías que tomaba el excedente económico
de la comunidad indígena y que se apropiaba la Iglesia en este nivel de
la doctrina. y con ello, una de las formas de realización de la dominación
colonial. En suma, más que precisar qué era lo legal y qué lo abusivo en la
apropiación del excedente por la Iglesia, o por cualquier otro sector de la
sociedad europea en América, lo que hay que preguntarse es en virtud de
qué se llevaba a efecto dicha apropiación y qué formas adoptaba. No cabe
duda de que, en cuanto a lo primero, la apropiación se efectuaba en razón
de la relación de fuerza que se desarrolló con la conquista. La segunda
cuestión es la que me ocupa en este artículo.
A comienzos del siglo XVII, coincidiendo con la aceleración de la
adquisición de bienes raíces por las órdenes religiosas, se acentúa la
rivalidad entre el clero secular y el regular en el seno de la Iglesia y en
la sociedad en su conjunto. La expansión de la propiedad de la tierra es
quizás más conocida en el caso de los jesuitas, pero también tuvieron
parte en el proceso, aunque en menor medida, otras congregaciones y
fue un fenómeno generalizado en toda América, incluido, desde luego,
el Perú (Armas, 1966).3 Hacia 1600 el tema adquirió gravedad para las
partes afectadas que tomaron, cada vez más seriamente, cartas en el
asunto. Como es sabido, el problema se planteaba porque, al estar exentas
del pago de los diezmos, las órdenes religiosas mermaban con su expan-
sión los ingresos de los Cabildos eclesiásticos, principalmente, y de la
Hacienda Real, que eran los máximos beneficiarios de los diezmos. Esto
fue lo que llevó a Felipe II, en 1576, a intentar limitar dicha carrera expan-
sionista de las órdenes, apoyando así, al mismo tiempo, los intereses de
los obispados (Armas 1966; Piho 1977).
Simultáneamente, el sector secular del clero, con los cabildos ecle-
siásticos a la cabeza, atacaba a las órdenes en otro terreno íntimamente
3. Sobre el terna de la adquisición de bienes raíces por las órdenes religiosas y la polé-
mica de los diezmos en Perú, ver Marchena (1978: 125-158).
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RELIGIOSOS, DOCTRINAS Y EXCEDENTE ECONÓMICO INDÍGENA EN EL PERÚ
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
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RELIGIOSOS, DOCTRINAS Y EXCEDENTE ECONÓMICO INDÍGENA EN EL PERÚ
1974: 50), aunque a veces también pudieran ser cómplices en ella. Pero, a
pesar de que el autor inglés adivina que pugnaban por un mismo sector
del excedente indígena, de hecho el rasgo determinante en esta relación
es, para él, una supuesta y confusa “política de segregación” que opon-
dría a corregidores, generalmente no criollos, con frailes, que debemos
suponer que sí lo eran en su mayoría (Israel 1974: 49-50). El situar la clave
del problema aquí no parece acertado y, precisamente, en la aceptación de
estos supuestos y sus implicaciones económicas, de forma generalizada
y acrítica, se encuentra quizás la mayor dificultad de los planteamientos
que se han mantenido hasta ahora sobre el tema.
Pero lo que queda explicado de forma artificial en la exposición de
Israel es el súbito cambio de intereses que, hacia 1620, llevó a aliarse a
ambos grupos, corregidores y frailes, en contra del clero secular, que
hizo su aparición en escena con una fuerza digna de ser mencionada
(Israel 1974). La explicación es insatisfactoria no porque sea inverosímil,
pues en realidad es perfectamente posible este cambio de alianzas, así
como el contrario también, sino porque tratándose de una lucha con una
base económica –el mismo autor habla de “política de extorsión” y de
“avaricia” en la administración de las parroquias por parte de los frailes–,
la explicación ofrecida en el desenlace se base en argumentos políticos,
como las decisiones de este tipo tomadas por los virreyes, y sociológicos,
como el enfrentamiento criollos-gachupines. Esta última oposición que,
de todas formas, desempeñó un papel en muchos conflictos durante
la colonia ha sido observada, en general, por multitud de autores y, en
particular para el caso de las órdenes religiosas, A. Tibesar la estudió
con especial detalle, aunque sin llegar a plantearla en su relación con el
contexto económico (Tibesar 1955). Finalmente hay que pensar que solo
un estudio de casos, sobre bases económicas, puede mejorar el estado
actual de nuestros conocimientos en este tema.
En el Perú el asunto también es importante y afecta de lleno a este
trabajo. En relación con el problema, Paulino Castañeda, en un artículo en
torno a la figura del arzobispo Lobo Guerrero (Castañeda 1976), comenta
la información promovida por este Prelado y ya mencionada más arriba,
que iba con destino al Consejo, y dice:
... (Lobo Guerrero) deseando ir al fondo del problema (la situación de las
doctrinas de los religiosos), ordena una investigación. Se realizó en 1614.
Buscó testigos cualificados, conocedores del asunto y capaces de decir la
133
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
verdad sin reticencias. Fueron diez testigos que por razón de sus cargos cono-
cieron los problemas prácticamente en todos los corregimientos...
... todos los testigos, con rara unanimidad, presentan a los clérigos seculares
como doctrineros modélicos en todos los sentidos: conocen la lengua de los
indios, “viven como deben”, adoctrinan mejor y no tienen granjerías, con lo
cual les tratan con más caridad y consideración... (Castañeda 1976: 9-10).
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
a)
Una de las formas de intervención económica de los religiosos en sus
doctrinas denunciada en la documentación se refiere al uso de la fuerza
de trabajo indígena, con mucha frecuencia de manera compulsiva y sin
pagar por ella. Este uso casi nunca se producía en relación directa con las
funciones religiosas del doctrinero, por ello aparecía demasiado eviden-
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RELIGIOSOS, DOCTRINAS Y EXCEDENTE ECONÓMICO INDÍGENA EN EL PERÚ
los demás doctrineros, a veces, parece que utilizaban mano de obra india
en obrajes, sin que al menos existieran quejas de los indios en cuanto a
la paga, lo que obliga a admitir la posibilidad de que se tratara de trabajo
remunerado. Ciertamente no hay seguridad de ello ni, consiguiente-
mente, de cuál pudiera ser el nivel de la eventual remuneración. Hay que
tener en cuenta, por lo demás, que el cura disponía de medios suficientes
para conseguir mano de obra de la comunidad sin necesidad de pagarla,
ni siquiera de compeler a los indios a prestarla.
Sin embargo, la mayoría de los ejemplos considerados hablan de
la utilización de fuerza de trabajo por los religiosos, en diversidad de
ocupaciones, sin ser remunerada en absoluto. En estos casos, salvando las
actividades en que el cura comprara la materia prima, como parece que
sucedía en algunos obrajes, las ganancias netas debían ser muy altas. En
casi ninguna de las actividades observadas existían gastos complemen-
tarios que el fraile tuviera que realizar e incluso en los casos de tornos y
telares, las instalaciones se dice que eran heredadas de unos doctrineros
a otros.
b)
El tema de la chicha, visto más arriba, nos conduce a preguntar por el
maíz. De los dos corregimientos citados en último lugar, Huamachuco y
Cajamarca, se dice textualmente en las Informaciones de Lobo Guerrero
que los doctrineros, “del maíz que recogen en las doctrinas, lo reparten y
mandan hacer chicha a las indias solteras”.
En efecto, otro de los factores de producción al que tenían acceso los
doctrineros era la tierra, y no solo la que era propiedad de la doctrina por
donaciones más o menos voluntarias, sino la que era propiedad indiscu-
tida de los indios. Para ilustrar este tipo de intervención económica se
puede acudir a dos ejemplos aparecidos en la documentación, situados
ambos en Arequipa.
El primero corresponde a 1622, cuando el arrendador de los diezmos
del obispado de Arequipa, Miguel Pérez Romero, hizo una petición al
obispo en relación con un problema que le surgió al efectuar la recolección
de los diezmos. El dominico Miguel Correa, cura de La Chimba, próximo
a la ciudad, había hecho una “sementera en tierras de indios Yanahuaras,
de su curato, en un pago llamado Chullo y, de los topos que sembró, cogió
145
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
c)
En las tasas que reglamentaban el tributo indígena en el siglo XVI, el
salario del doctrinero era pagado, generalmente, en forma de mercan-
cías que se relacionaban a continuación del tributo que debía recibir el
encomendero. Al ir adquiriendo el tributo, progresivamente, la forma
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RELIGIOSOS, DOCTRINAS Y EXCEDENTE ECONÓMICO INDÍGENA EN EL PERÚ
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
148
RELIGIOSOS, DOCTRINAS Y EXCEDENTE ECONÓMICO INDÍGENA EN EL PERÚ
d)
En la legislación canónica, desde el siglo XVI, el único ingreso permitido
a los doctrineros era el sínodo o salario, deducible del total del tributo
pagado por los indios. Solo podía añadírsele las limosnas y ofrendas que,
de forma voluntaria, quisieran entregar estos. En el siglo XVII el salario
se computaba básicamente en dinero y desde los primeros casos de sala-
rios conocidos, citados por Lockhart para mediados del siglo XVI, que
eran de 300 a 500 (Lockhart, 1968: 52) hasta los que he encontrado para
las doctrinas estudiadas aquí, su nivel no parece haber subido sustan-
cialmente. Concretándome a los casos que interesan, los datos son los
siguientes:
Orden de Santo Domingo;
- Huaylas: 11 doctrinas con 450 pesos ensayados cada una
- Yauyos: 9 doctrinas con 400 pesos ensayados cada una
- Jauja: 5 doctrinas con 500 pesos ensayados cada una
Orden de San Francisco:
- Cajamarca: 5 doctrinas con 226 pesos ensayados cada una
- Jauja: 4 doctrinas con 400 pesos ensayados cada una
Orden de San Agustín:
- Huamachuco: 7 doctrinas con 178.6 pesos ensayados cada una
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
Orden de La Merced
- Huánuco: 6 doctrinas con 450 pesos ensayados cada una7
Tomando como bases estos datos, el salario medio de una doctrina
ascendía a 377 pesos ensayados, que correspondían aproximadamente a
600 pesos de a ocho, cantidad que hay que tomar para acumularla a otros
ingresos del doctrinero en forma de dinero. No obstante, a efectos de la
cuantificación final, aun a riesgo de subestimar los resultados, en consi-
deración a la eventualidad de que otras doctrinas que no estén recogidas
en este trabajo tuviesen sínodos inferiores a esta media, estimaré solo 500
pesos de salario por doctrina.
Al margen del sínodo, como quedó dicho, el doctrinero no podía
cobrar derechos por la administración de sacramentos, así como tampoco
exigir limosnas ni ofrendas en las misas o festividades, pero la insis-
tencia de esta prohibición en la legislación hace sospechar que el cobro
de dichos conceptos debió ser una práctica frecuente. Desde luego, en
la documentación utilizada existen referencias sobradas en este sentido.
Según uno de los testigos de la Información de Lobo Guerrero de
1612, en los corregimientos de Conchucos, Huamalíes y Cajamarca los
doctrineros, en general, llevaban por la limosna de la misa un real a
cada indio casado y a los solteros, medio, exigiéndoles además las arras a
estos últimos cuando se casaban. El mismo testigo precisa que los indios
forasteros debían entregar cuatro pesos de a nueve reales, también por la
limosna de la misa. Es particularmente importante este dato, que puede
ser indicio de que los curas sacaran provecho extraordinario de los foras-
teros que se hallaban en una situación irregular, extorsionándolos en
lugar de devolverlos a su lugar de origen, como estaba legislado.
En la Información de 1614 se denuncia la práctica de exigir compulsi-
vamente ofrendas en las festividades, de medio real a los hombres y medio
a las mujeres, en el caso de los dominicos de Jauja, que encarcelaban o
quitaban las mantas a aquellos que no podían pagarlas. Del mismo modo
actuaban los de Yauyos, quienes llamaban por padrón a los indios en
7. Relación de las provincias, conventos, doctrinas, frailes, rentas y haciendas que tienen
las órdenes que han fundado en los Reinos del Perú. El Marques de Montesclaros (1612)
AGI, Lima 36. Este documento, que ya fue utilizado por F. de Armas (Armas 1966),
aunque contiene los sínodos de las doctrinas no es fiable en lo que afecta a las haciendas
y demás rentas de las órdenes, que se encuentran obviamente subestimadas.
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
Por otra parte, en Characato los indios debían pagar un real en las
celebraciones de la cofradía de La Salve, segunda existente en la doctrina;
posiblemente era la misma cantidad que tendrían que entregar para la
otra cofradía, la de la Limpia Concepción, además de en los días de San
Francisco, San Juan y Santiago. Aunque los días de fiestas establecidos
para los indios eran bastantes más de tres, las quejas del cacique Polari-
cona solo hacen referencia a estos.
Al interesante papel cumplido por la cofradía en otros aspectos de la
vida social, se unía así el ser un medio utilizado por el cura para absorber
una parte del excedente de la comunidad. La cofradía es una institución
compleja en su organización y funcionamiento y, aunque es claro que
una afirmación como esta no exime de la necesidad e importancia de su
estudio, aventurarse a opinar sobre la relación del cura con los bienes de
la cofradía puede resultar arriesgado sin un estudio detenido de la insti-
tución. Para añadir a la cuantificación final solo consideraré una pequeña
cantidad de limosnas en dinero por la festividad de la advocación de la
cofradía que, en realidad, no modificará de manera importante la suma
total, prefiriendo calcular por defecto que por exceso el resultado final.
Por último, los religiosos imponían penas pecuniarias, a veces de hasta
varios pesos, a los indios por no cumplir algunas de las obligaciones que
les exigían, por casos de “amancebamiento”, e incluso por faltar a una
palabra dada de matrimonio. Casos de estos castigos en dinero se citan
de Huamachuco, Cajamarca, Huamalíes, Conchucos y Jauja.
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
* “Relación de las ciudades, villas y lugares, parroquias y doctrinas que hay en este arzobispado de
Lima...”, el Arzobispo de Los Reyes [Bartolomé Lobo Guerrero], Lima, 20 Abril 1619 (AGI, Lima 301).
** En total se calculan 8 500 personas de confesión en las doctrinas de dominicos en Yauyos, aunque
no se tienen padrones, por haberse vendido en ellas 8 500 bulas.
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RELIGIOSOS, DOCTRINAS Y EXCEDENTE ECONÓMICO INDÍGENA EN EL PERÚ
veces, para los obrajes o los amasijos de pan, cuando estos existieran. Los
resultados de las sumas precedentes no tendrían que ser alterados.
El total de estos ingresos oscilan, por tanto, entre 9 y 22 veces el valor
del sínodo. Si, al mismo tiempo, sabemos que, en términos generales para
todo el Perú, el sínodo del doctrinero suponía solo del 20 % al 25 % del
valor del tributo pagado al encomendero (Tord, 1974: 185), es fácil calcular
que un doctrinero con 1 000 adultos, o 300 de tasa, sobre la base de estas
observaciones, podía fácilmente conseguir una parte del excedente
indígena equivalente al doble del valor del tributo, pudiéndose elevar
en algún caso extraordinario a ocho o nueve veces su importe. Como ya
advertí, el intento de cuantificación es algo burdo e impreciso, aunque
no falto de base. Las primeras características impiden que se pueda
valorar como correspondería la importancia de cada una de las formas
adoptadas por el excedente en dos planos. Uno, el del sentido del papel
del doctrinero, en tanto que agente colonizador, en relación con los otros
principales elementos que actuaban junto a él, es decir, el encomendero y
el corregidor; y dos, el sentido del mismo en relación con el conjunto del
sistema económico colonial. Cualquiera de estas dos vertientes da origen
a una serie de preguntas que podrán ser contestadas solo después de
disponer de una mayor precisión en los datos y una muestra más amplia
de los casos observados.
De los comentarios hechos resulta obvio que el mecanismo que rige
las relaciones entre los religiosos y la comunidad por el que aquellos
obtienen su parte excedente no es, en absoluto, de carácter económico,
salvo en el caso en que el fraile compra mercancías, a precios más bajos
de los estipulados. En el resto de los casos, la apropiación está regida por
la compulsión o por las prácticas religiosas, como la administración de
los sacramentos o la celebración de diferentes festividades. Este hecho
es importante resaltarlo junto al otro de que la apropiación se efectúa al
margen de la regulación prevista por el Estado español para la extracción
y reparto del excedente de la población indígena. En dicha regulación, la
cuota de excedente prevista para el clero rural debería corresponder solo
a su salario y las limosnas voluntarias de los indios, pero por los proce-
dimientos aquí observados, dicho clero decidió unilateralmente ampliar
esos márgenes. Esta decisión, que también tomaron otros agentes colo-
nizadores, obligaba a los indios a detraer tiempo de trabajo y recursos
157
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
que les eran necesarios para pagar el tributo, que era la carga impositiva
oficialmente estipulada.
Todo lo anterior lleva a replantear la cuestión de cuáles eran, en
realidad, los niveles de productividad de la comunidad indígena, qué
recursos movilizaba, cuál era su nivel de consumo, partiendo de la base
de que debía hacer una contribución tan alta a distintos sectores de la
sociedad española. Si el intento de cuantificación presentado es correcto,
estas interrogaciones se plantean cada vez con mayor importancia y su
respuesta es clave para comprender a fondo el funcionamiento de la
experiencia colonial.
Este artículo no pretende establecer conclusiones definitivas sobre
el tema estudiado. Puede ser que no quepa generalizar absolutamente
las observaciones hechas, pero no cabe duda, como he dicho más arriba,
de que no son excepcionalmente los casos, traídos como ejemplos, así
como tampoco los datos vistos para doctrinas de religiosos, exclusivos
suyos pues, de hecho, tenían su correspondencia en las de los clérigos.
De acuerdo con los contemporáneos a las fechas estudio, las doctrinas
eran una de las instituciones desde las que la acción colonial se realizaba
con mayor eficacia. El papel de la Iglesia no ha sido valorado aún debida-
mente en la influencia ejercida sobre la población colonizada ni sobre el
sistema económico en general.
Apéndice I
a) Información de 1611-12
- Testigo y experiencia: don Martín Muñoz; natural de Nueva Granada
y residente de Huamalíes. Lleva aproximadamente 15 años en Huama-
chuco y Cajamarca.
- Objeto de la declaración: Frailes doctrineros de las provincias citadas.
158
RELIGIOSOS, DOCTRINAS Y EXCEDENTE ECONÓMICO INDÍGENA EN EL PERÚ
b) Información de 1614
- Testigo y experiencia: don Juan Isasaga, vecino de Lima. Ha sido
tres veces corregidor de indios en pueblos y provincias de Canta, Caja-
tambo y de los naturales de esta ciudad. Ha sido Visitador General de las
provincias y corregimientos de Huamalíes, Conchucos, Cajamarca, Saña
y Trujillo.
- Objeto de la declaración: Doctrineros religiosos de las zonas citadas,
en general; tres doctrinas de mercedarios en Huamalíes; doctrinero
mercedario de Nombre de Jesús; doctrinero mercedario de Pincos
(Conchucos); doctrinero agustino en Santiago de Chuco (Huamachuco);
otro agustino en la misma provincia; otro en la doctrina de Chusgón en
la misma provincia.
159
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
160
RELIGIOSOS, DOCTRINAS Y EXCEDENTE ECONÓMICO INDÍGENA EN EL PERÚ
161
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA
COLONIAL (LIMA, 1600-1630)*
* Publicado originalmente en Allpanchis (Cusco), vol. XVI, n.º 19, 1982, pp. 117-149.
1. Entre las colecciones de documentos se pueden citar Lissón Chaves, ed.(1943-47); y
Egaña, ed. (1954). Como historias generales cabe citar a Vargas Ugarte (1953-1960); y
Armas (1953). En cuanto a los trabajos de análisis, aun siendo escasos son suficientes
como para poder olvidar algunos de interés. Sin desmerecer a otros nombres no citados
mencionaré los de Bernard, Lavallé, Manuel Marzal y Pierre Duviols.
2. Hay que salvar el caso de la Compañía de Jesús que, recientemente, ha recibido otra
monografía que unir a la relativamente abundante literatura con que contaba. Me refiero
al libro de Nicholas P. Cushner (1980).
3. Ya lo he hecho antes en Acosta (1982b, 1982c).
163
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
4. Hacer una lista de las quejas contra los curas de indios sería prácticamente imposible.
Una muestra ha recogido Duviols (1971a: 317-9).
5. Ver Rowe (1957: 189); Spalding (1974); Lohmann (1957: 243-5); Duviols (1971a);
Castañeda (1976: 57-103), entre otros. Aunque, en general, hay una misma línea de inter-
pretación, a veces se registran matices en el juicio que algunos autores dedican al tema.
6. Me refiero a Acosta (1982c); ver el capítulo anterior, número 5, en la sección III del
presente libro.
164
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
165
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
166
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
10. Esto se correspondería con una diferencia en términos canónicos entre los conceptos
de “doctrina” y “parroquia”.
11. Real Cédula a los Provinciales de las órdenes religiosas sobre los bienes temporales,
de 1560 (Lissón Chávez, ed. 1943-1947, vol. II, no. 6: 173-4). El trabajo de Castañeda y
Marchena (1978), aún sin contrastar con la bibliografía que recoge adquisiciones de
algunas órdenes a comienzos del XVII (K. Davies 1974, N. Cushner 1980), se puede
presumir que subestima el volumen de propiedades sólo con leer los comentarios
del propio virrey Montesclaros al documento sobre el que ambos autores elaboran
sus cálculos: “... tiene tal dificultad la materia [conocer el número de haciendas de las
órdenes] y hay tantos interesados en oscurecer la verdad que siempre quedo sospechoso
de cualquier diligencia...”. Biblioteca Nacional de España (Madrid), Ms. 8990, f. 229v,
Memoria del Virrey Montesclaros.
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
12. “Traslado de los capítulos puestos por el fiscal del Sto. Concilio Provincial de
estos reinos del Perú al Rmo. Obispo del Cuzco por delación del cabildo de la misma
ciudad...” y “Traslado de la respuesta... del Rmo. Sr. Obispo … ,” AGI, Lima 300. Por
la inocencia del obispo se pronuncia, basándose en su propia declaración, Egaña (1966:
306-8).
13. Archivo Arzobispal de Lima, Sección Censuras, legajo 1.
14. Las prohibiciones a los eclesiásticos en la península se referían, sobre todo, a la usura
y a la administración o arrendamiento de bienes de señores laicos (cfr. Sánchez Herrero
1976: 159-160).
15. De la ampliación inicial de la cuota por los doctrineros hay indicios en el Concilio
Limense, Constituciones de Naturales, n.º 35 y II Concilio Limense, Constituciones de
Indios, n.º 9, 10 y 17, en Rubén Vargas Ugarte, ed. 1951, t. I.
168
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
16. Sobre la orientación de las necesidades del Estado en la segunda mitad del siglo XVI
y sus repercusiones en la economía colonial, ver Assadourian (1976: 46 y ss.).
17. Ver la Instrucción al virrey Francisco de Toledo sobre doctrina y gobierno eclesiástico
(28-XlI-1568), en Hanke, ed. (1978: 99-100). En documentos de archivos se puede apreciar
que Toledo llevó a cabo las recomendaciones reales en una medida importante.
169
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
18. Cfr. la Tercera Acción del II Concilio Limense en Vargas Ugarte, ed. (1951: 342 y ss.).
19. Joseph de Acosta, “Información y respuesta sobre los capítulos del Concilio Provin-
cial del Perú del año 83 de que apellaron los procuradores del clero” (AGI, Lima 300).
20. Ver ahora de Melecio Tineo Morón, La fe y las costumbres: Catalogo de la Sección Docu-
mental de Capítulos (1600-1898), Archivo Arzobispal de Lima (Cuzco: CBC, 1992), con un
estudio preliminar de Henrique Urbano (N. del E.).
170
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
171
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
24. Ver Carmen Ruigómez Gómez, Una política indigenista de los Habsburgo: el Protector de
Indios en el Perú (Madrid: Ediciones de Cultura Hispánica, 1988) (N. del E.).
172
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
II
A comienzos del siglo XVII, pero con toda seguridad desde mucho antes,
los curas de indios en el virreinato del Perú participaban ampliamente
en los procesos económicos desde la misma esfera de la producción de
mercancías. Básicamente tomaban parte en los sectores tradicionales
de las comunidades andinas: el agropecuario y la manufactura textil,
25. Sobre la relación con este tema, ver Acosta (1982b), capítulo 7 en la sección IV del
presente libro.
173
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
174
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
que lo hacía con algunas cuyos dueños eran conocidos. Alonso Ramírez
de Berrio, doctrinero de Lunaguaná, por ejemplo, ocupó hacia 1601 unas
“tierras y viñas” que Don José de Cama, indio principal de Santiago de
Pariaca, tenía en copropiedad con otro indio, existiendo aún una tercera
parte de las tierras perteneciente a una capellanía. En la existencia de esta
capellanía se amparó Ramírez de Berrio para explotar las viñas durante
nueve años, en el transcurso de los cuales tan solo pagó una vez a Cama
el equivalente al tributo que su cacique principal le exigió. Cama, que
insistía en que tenía arrendadas las tierras al otro indio, reclamaba el
corrido del arrendamiento, que habría sido de 60 pesos al año, rindiendo
las viñas, según su propia estimación, 124 arrobas de mosto. El cura,
por su parte, aseguraba que solo daban de 12 a 15 arrobas. Finalmente,
Ramírez de Berrio parece que fue condenado, aunque el documento
no señala qué cantidad debió pagar. Por lo demás, tenía en su misma
doctrina cultivo de trigo (no. 14).
No siempre los doctrineros terminaban incorporando la tierra a sus
bienes patrimoniales; en otras ocasiones podía quedar adscrita a la iglesia
de la doctrina, después de su marcha, beneficiándose de ella su sustituto.
Pero se llegó a dar el caso extremo, que no es probable que fuese general
como para caracterizar el tipo de relaciones existentes, de algún cura que
cobraba terrazgo a indios de su doctrina; para ello debía detentar tierras
que originalmente fueran de la comunidad. Esto ocurría en 1607 en el
repartimiento de Mama y el titular de la doctrina era Lorenzo Pérez de
Viveros, quien además disponía de otros mecanismos para apropiarse de
excedente indígena (no. 8).
Además de la tierra, para realizar las explotaciones agrícolas, el cura
se apropiaba de una cantidad variable de fuerza de trabajo. En términos
generales, los indios denunciaban que los doctrineros los ocupaban en
trabajar sus chacras –de estos últimos–, a veces con la excusa de que el
producto era para beneficio de la iglesia, como lo hizo Cabral con su caña-
veral, pero en la mayoría de las ocasiones ni siquiera utilizaban esta justi-
ficación. Generalmente los documentos no aclaran si los curas remune-
raban el trabajo indígena, como ocurre con el caso del P. Pedro Contreras
de Chaclla, en 1626 (no. 33), pero hay bastantes que especifican que no
lo hacían, como los que se refieren al P. Gutiérrez de Aguilar, en Caja-
tambo, en 1618 (no. 29), que hacía trabajar a los indios sus cuatro chacras
de trigo, maíz, papas y ocas, o a Alonso Mexía, de Llata, en 1619 (no.
175
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
30), quien “mendaba hacer” a sus indios chacras de cebada y papas para
elaborar después chuño y cocopa. El mismo P. Cabral, ya mencionado,
no remuneraba el trabajo de los indios en el cañaveral, aunque sí pagó a
“algunos” de los que trabajaron en la construcción de la acequia, a base
de real o real y medio al día. En general, la fuerza de trabajo que los curas
aplicaban a la agricultura estaba constituida por indios de sus doctrinas,
pero algunos tenían esclavos negros, como ocurría con el propio Cabral.
Con estos rasgos en lo referente a la forma de acceso a la tierra y a la
mano de obra, la agricultura era una de las actividades más extendidas
entre los doctrineros y se daba tanto en tierras bajas, como Lunaguaná,
donde Ramírez Berrio producía mosto y trigo, como en tierras altas, gene-
ralmente por encima de los 3 000 metros, donde Cabral llegaba a obtener,
en Huacaybamba, de 500 a 600 arrobas de azúcar en un solo corte y,
donde también, en 1622, el P. Antonio Luis López continuaba explotando,
quizás, el mismo cañaveral que su antecesor y, además, algodón (no. 39).
En tierras altas también cultivaban Juan Núñez de Salazar, en Santiago
de Ayxa, en 1610, papas y quinua (no. 13); Juan Gutierrez de Aguilar,
en Cajatambo, en 1618, trigo, maíz y papas (no. 29); Pedro Contreras, en
Chaclla, en 1620, papas y maíz (no. 33); y otros.
Muchos doctrineros combinaban sus actividades agrícolas con otras
ganaderas, como ocurría en varios del distrito de Chachapoyas que, en
1603, no quisieron pagar el diezmo de sus labranzas y ganados (no. 5).
Esta dedicación ganadera nunca alcanzaba la dimensión de grandes
explotaciones y exigía menos mano de obra que la agricultura, pero, en
cualquier caso, absorbía el trabajo de algunos tributarios y otros miem-
bros de la comunidad que no recibían remuneración por su trabajo.
El P. Luis de Mora y Aguilar, por ejemplo, en San Francisco de Llachac,
en 1617, ocupaba a un indio y a una india, sin pagarles, en cuidar 200
cabras que tenía; a otro indio, en 150 cerdos; y aun a otro en 20 caballos
y 6 novillos (no. 27). Núñez de Salazar, en Ayxa, tenía antes de 1610, 137
vacunos y 130 cerdos que, a pesar de que aducía que eran de un tal Sebas-
tián de Lartaún,27 reclamaba para él mismo en los trámites de apelación
del pleito que le tenían puesto sus indios. El ya conocido Manuel Cabral
tenía alrededor de 50 vacunos, 120 ovejas y carneros y una cantidad
27. Se trata de alguien distinto al que fue obispo de Cuzco que murió en 1583; ver Egaña
(1966: 308).
176
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
28. Una Ordenanza del virrey Cañete los fijaba en “tres muchachos y dos viejas” (Balles-
teros [1685] 1752, Libro III, título X, ordenanza XXXIII). Por otra parte, en un acuerdo
entre el corregidor del Cuzco y los Provinciales de las órdenes religiosas en 1557, el
número se fijó en dos indios (Lissón Chávez, ed. 1943-1947, vol. II, no. 9: 542-3).
29. Sobre la sustitución de la llama por la mula como animal de carga precisamente en
los años que cubre este capítulo, ver Assadourian (1973: 158 y ss.).
30. En el mismo acuerdo de 1557 antes referido, se estipuló que los doctrineros pudieran
tener sólo 18 ovejas y una cabalgadura (Lissón Chávez ed. 1943-1947, vol. II, no. 9: 542-3).
Por su parte, J. de Acosta en la “Información y respuesta ...” de 1583 ya citada, hablaba
de “algunas cabrillas” (AGI, Lima 300).
177
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
178
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
33. Queda la duda de si Francisco Núñez Tenorio tendría también su negocio particular,
al margen de los tres obrajes arrendados.
34. Miriam Salas de Coloma (1979: 102 y ss.) describe el proceso productivo de un obraje
con más detalle.
179
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
180
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
Quiroga, denunciaba que desde hacia tres años el cura “cometía grandes
excesos con él”, al igual que había hecho con sus antecesores, que debía
mucha cantidad de pesos a los indios y que hacía mucho daño a los obrajes
vecinos. El origen del problema era que Núñez de Prado mantenía en
Singa, pueblo de la doctrina, un obraje en el que trabajaban los indios “so
color que es de la Madre de Dios”, la titular de una cofradía que el cura
había fundado.36 El corregidor afirmaba que además de los excesos que el
cura cometía con él, los indios le pedían que ordenase destruir el obraje.
El descontento provocado por el cura entre españoles dueños de otras
explotaciones textiles y las protestas de indios que el corregidor mencio-
naba hicieron que este se decidiese a desmontar el obraje del cura, tras
algunas infructuosas gestiones para lograrlo sin necesidad de intervenir
directamente.
No obstante, al poco tiempo, Núñez de Prado lo había reconstruido
de nuevo, o tenía otro en funcionamiento, y, en 1629, el Protector de Natu-
rales del distrito acompañaba al corregidor en el intento de acabar defini-
tivamente con el negocio. Los llamamientos del último a algunos indios
–entre ellos el alcalde D. Pedro Laura– para que acudieran a declarar,
fueron desatendidos por estos, lo que daba a entender que existía una
cierta complicidad de algún sector de la comunidad, distinto del que
hablaba el corregidor, con el cura. Finalmente, el Protector y el corregidor
se trasladaron a Singa a destruir personalmente un obraje que tenía, en el
momento de su intervención, entre 15 y 20 indios “grandes y pequeños”
trabajando 14 tornos corrientes, otros 9 en astillero, telares, un urdidor,
peines y otros adherentes. Considerando los antecedentes de la doctrina,
parecía poca cosa como para haber despertado las iras del corregidor y
causado grave daño a los obrajes vecinos. No resulta aventurado suponer
que no debía ser esta la única instalación que tenía Núñez de Prado.
Al intentar averiguar el funcionamiento del obraje, el “quipoca-
mayo” que estaba a su cargo señaló que el control de los salarios y de la
producción lo llevaban los mayordomos de la iglesia, quienes se llevaban
la ropa en el momento en que salía del telar. Pero, al ir a interrogar a
los mayordomos y al cacique principal, D. Pedro Laura, uno de los que
36. Sobre cofradías, en general y su función económica, ver Celestino y Meyers (1981:
147 y ss.).
181
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
182
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
37. En las retractaciones que algunos indios hicieron en el juicio de sus acusaciones
iniciales, mantuvieron que habían hecho carbón y pólvora para Ávila, aunque en
menor cantidad que la que al comienzo quisieron decir, ver Acosta (1979: 3-33),
capítulo 10 en la sección IV del presente libro.
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
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LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
39. Ver Acosta (182c), capítulo 5 en la sección III del presente libro.
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LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
187
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
cierta altura, como era el caso de Núñez Tenorio, en Llata, quien había
enviado a su sobrino a Cuzco con más de 20,000 varas de ropa.
No remunerar el uso de los recursos indígenas, en este caso mulos,
caballos e indios, era lo más frecuente, como sucedía en otros momentos
del proceso económico. No obstante, a veces el doctrinero pagaba algo
por el transporte, aunque bastante menos de lo usual; así sucedía con
Gutiérrez de Aguilar quien, desde Cajatambo, pagaba por cada mula
que enviaba cargada a Lima y volvía también cargada, dos patacones, y
a cada indio que acompañaba el envío, 10 reales, mientras que, según los
indios, en 10 días que duraba el viaje, el pago debía ser de seis patacones
por mula y otros tantos por cada indio. En algunas ocasiones, los doctri-
neros utilizaban recuas de indios forasteros o de españoles, como Manuel
Cabral y Alonso Osorio, siendo de suponer que entonces pagasen con
mas normalidad los servicios.42
En esta esfera del intercambio es posiblemente donde más difícil
resulta calcular las ganancias de los doctrineros, principalmente por
la falta de noticias acerca de la frecuencia de los negocios. Con la base
de las referencias disponibles, lo máximo que se puede afirmar es que
transformar en dinero el menor volumen de mercancías, que un cura se
apropiaba, más el ahorro por el pago de la fuerza del transporte, podía
suponer sin gran esfuerzo varios cientos de pesos anuales, cantidad que
ascendía al grado de miles si el cura disponía de un buen obraje o de una
explotación agrícola intensiva.
Con su participación en el intercambio, los doctrineros completaban
una parte de su actividad económica que, aunque afectaba al sistema
colonial, se desarrollaba en cierto modo paralelamente a aquel. Pero,
además, también intervenían directamente en el sistema por varias vías.
Por una parte, podían afectar a su misma base, es decir, al control estatal
sobre la población indígena. De hecho, los curas ocultaban población a
dicho control de dos maneras: bien físicamente, igual a como lo hacían
para evitar que los indios a los que castigaban les denunciaran al visi-
tador, y Alonso Pérez de Llanos, en Guariaca, en 1621 es un ejemplo de
ello (no. 38); o bien manipulando el número de defunciones de los indios,
42. Compárese con el caso de los arrieros indígenas en el Cuzco de finales del siglo XVI
estudiados por Luis Miguel Glave, “Trajines. Un capítulo en la formación del mercado
interno colonial”, Revista Andina (Cuzco), I, 1, 1983, pp. 6-97 (N. del E.).
188
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
así, Juan Núñez de Salazar se había quedado con 65 testamentos que los
caciques de Santiago de Ayxa le habían entregado para que los firmara y
poderlos mostrar en la siguiente revista. (no. 13).
El hecho de que el cura debiera ratificar los cambios de población con
su firma le confería un control sobre ella que, en cualquier momento,
podía ejercer en beneficio propio. Con esta base, el cura disponía de
otra vía de intervención en el sistema económico colonial, cual era la de
irrumpir en la transferencia de excedente indígena con destino a otros
sectores de la población española. Esto ocurría con el diezmo, por ejemplo,
y Francisco de Galarza, cura de San Pedro de Casta en 1619, fue acusado
por los indios de Carampoma de “hacer compañía” con los diezmeros de
aquel repartimiento, cobrando el diezmo incluso de los indios difuntos,
probablemente con ventaja mutua (no. 32).
De igual modo, la tradicional acusación de que los curas colaboraban
con los encomenderos cobrando el tributo para ellos, se ve confirmada en
el caso de Alonso Mexía, de Llata, en 1619, quien lo cobraba antes de que
cumpliese el terció para “tratar y contratar” con él (no. 30).
Además de la actividad económica que desarrollaban al margen del
ordenamiento colonial previsto, los doctrineros intervenían directa-
mente en él; completando una actuación amplísima, en la que solo resta
por conocer el destino que se reservaba a las sumas de dinero que iban
acumulando. Por el momento, esta es la incógnita que aún sigue abierta
acerca del papel de los doctrineros en la economía colonial.43
III
43. Compárese con el caso de la ascendente carrera eclesiástica del clérigo y autor
cuzqueño Juan de Espinosa Medrano (1628/1630-1688), estudiado por Luis Jaime
Cisneros y Pedro Guibovich, “Juan de Espinosa Medrano, un intelectual cuzqueño del
seiscientos: Nuevos datos biográficos”, Revista de Indias (Madrid), XLVIII, 182-183, 1988,
pp. 327-347; Guibovich, “El testamento e inventario de bienes de Espinosa Medrano”,
Histórica (Lima), XVI, 1, 1992, pp. 1-31; y por Guibovich y Nicanor Domínguez, “Para la
biografía de Espinosa Medrano: Dos cartas inéditas de 1666”, Boletín del Instituto Riva-
Agüero (Lima), 27, 2000, pp. 219-242 (N. del E.).
189
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
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LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
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TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
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LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
Por otra parte, a los indios siempre les quedaba el recurso de la huida
y hay varios documentos que lo registran. En este último aspecto, el de
la disminución de la población, los doctrineros debieron jugar un papel
importante, tanto directamente, por la huida de individuos de la comu-
nidad, como indirectamente, por los efectos económicos y sociales de su
actuación.44
Los controles a los que se ha hecho mención más arriba y que no pare-
cían resultar muy duros para los doctrineros, eran las visitas eclesiásticas.
Sin que sea este el lugar para estudiar el funcionamiento administrativo
de la Iglesia, resulta esencial hacer, al menos, una referencia a esta cues-
tión, que aclara algo acerca de cómo los doctrineros permanecían largo
tiempo con sus negocios públicamente, hasta el punto de que se hiciera
nada por impedirlo por parte de las autoridades eclesiásticas, a pesar de
existir legislación en contra.
Considerando únicamente hasta el nivel del visitador, de un lado,
algunos curas, valiéndose de las relaciones de violencia física que impo-
nían a los indios, conseguían esconder por medio de los fiscales, a aque-
llos que habían castigado o azotado, para evitar que los denunciasen a los
visitadores; o bien, los amenazaba con fuertes represalias tras la partida
del visitador, si se quejaban. Uno de estos casos es el de Alonso Pérez de
Llanos, de San Juan de Guariaca, en 1620 (no. 38).
Pero, otros conseguían ganarse la confianza de los indios favorecién-
dolos económicamente, bien mediante regalos, bien mediante un trato
favorable frente a otras prestaciones alternativas de trabajo, con lo que
lograban que los indios los protegiesen ante eventuales indagaciones de
los visitadores. Ejemplo del primer caso era el P. Antonio Luis López,
que en 1622, en Huacaybamba, declaraba que, si de todas formas iba a
gastarse 500 pesos en entregarlos al visitador, prefería repartirlos entre
los indios de su doctrina (no. 39). Por su parte, Núñez de Prado, el del
obraje en Singa, en 1629, sirve de ejemplo para la segunda posibilidad.
Probablemente, los indios que trabajaban para él obtenían más ventajas
que haciéndolo en los obrajes vecinos, a los que, según el corregidor, el
doctrinero estaba causando graves daños.
44. Cook (1973: 304) ofrece datos sobre el descenso de la población en estos años.
193
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
194
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
47. Carta del Arzobispo de los Reyes, Don Bartolomé Lobo Guerrero, a S.M. sobre el
estado de la diócesis. Los Reyes, 20 de abril de 1611 (Lissón Chaves, ed. 1943-1947, vol.
IV, n.º 22: 626).
195
TERCERA PARTE: LAS DOCTRINAS DE INDIOS DE LA SIERRA CENTRAL
Apéndice I
196
LOS CLÉRIGOS DOCTRINEROS Y LA ECONOMÍA COLONIAL
Sección del
N.° Año Cura Pueblo (Provincia)
AAL
San Francisco de Llachac [Yachas]
27 1617 Luis de Mora y Aguilar Capítulos, 3
(Huamalíes)
[San Pedro de] Tongos (Checras,
28 1617 Cristóbal de Ortega Capítulos, 3
Chancay)
29 1618 Juan Gutiérrez de Aguilar Cajatambo (Cajatambo) Capítulos, 3
30 1619 Alonso Mexía Llata (Huamalíes) Capítulos, 3
31 1619 Amado Icaro de Maçuecos Caruamayo (Tarma) Capítulos, 3
32 1619 Francisco de Galarza San Pedro de Casta (Huarochirí) Capítulos, 3
33 1620 Pedro de Contreras Chaclla (Huarochirí) Capítulos, 4
34 1621 Alonso Pérez Santiago de Chacas (Conchucos)
35 1621 Francisco de Estrada San Luis de Matara Capítulos, 4
Los Reyes de Moyobamba (Checras,
36 1621 Julián de los Ríos Capítulos, 4
Chancay)
37 1621 Francisco Agustín Serrano Lunaguaná (Cañete) Capítulos, 4
38 1621 Alonso Pérez de Llanos San Juan de Guariaca (Tarma) Capítulos, 4
39 1622 Antonio Luis López Huacaybamba (Huamalíes) Capítulos, 4
40 1622 Luis Mexía Chaclla (Huarochirí) Capítulos, 4
41 1622 Ldo. Igorri Telles (?) Ancón (Lima) Capítulos, 4
42 1623 Cristóbal Quintero La Barranca (Chancay) Capítulos, 4
43 1623 Andrés de Moxica San Mateo de Huánchor (Huarochirí) Capítulos, 4
44 1623 Plácido Antolínez San Cristóbal de Palcamayo (Tarma) Capítulos, 4
45 1623 Antonio Luis López Huacaybamba (Huamalíes) Capítulos, 4
46 1625 Juan Arévalo Sedano Casma (Santa) Capítulos, 5
Collana de Pampas [Lampas]
47 1625 Alonso Mexía Capítulos, 6
(Cajatambo)
Santiago de Guadalcázar
48 1629 Marcelo García Capítulos, 6
(Conchucos)
49 1629 Cosme Pereira Marca (Huaylas) Capítulos, 6
un interino en lugar de
50 1629 Acotama [Aucallama] (Chancay) Capítulos, 6
Diego Pérez
51 1629 Juan Sánchez Almaraz Huacaybamba (Huamalíes) Capítulos, 6
52 1629 Juan Núñez de Prado Llata (Huamalíes) Capítulos, 6
197
CUARTA PARTE
EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA
“EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA” EN LA SIERRA
CENTRAL (1600-1620)
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA
RELIGIÓN INDÍGENA EN EL ARZOBISPADO DE
LIMA, 1600-1620*
* Publicado originalmente en Jahrbuch für Geschichte Lateinamerikas (Köln), vol 19, 1982,
pp. 69-109
1. Me refiero a los problemas derivados de las condiciones materiales y sociales en que
vive el hombre y que influyen en el conjunto de las relaciones que establece con lo que
considera superior a sí mismo, con lo sobrenatural (cfr. Meslin 1978: 13).
2. La bibliografía que se podría citar sería abundantísima y variada. Únicamente, a título
de ejemplo, citaré: Murra 1975: 145-170 (el trabajo data de 1958); Zuidema 1977; Marzal
1977; y los números de la revista Allpanchis 3 (1971) y 9 (1976).
3. Solo a manera de indicación citaré: Ossio ed. 1973; Pease 1973; Millones 1967.
201
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
202
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
5. Acosta 1979 [Ver el capítulo 10 en la sección IV del presente libro (N. del E.)].
203
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
6. Así pensaba también B. Lobo Guerrero: cfr. su carta al Rey de 20 Abril 1611,
reproducida en Ávila 1966: 253. Ver también Duviols 1971a: 147 y 174 (nota 93). Después
del Taki Onqoy continuaron, ocasionalmente, otros intentos similares aunque de menor
fuerza, como los de Antabamba (1591) o Moro Onqoy (1616).
7. En general mantienen esta tesis los mismos autores que hablan de “rebrote”. Ver
Egaña 1966; Armas 1966-68; Castañeda 1976. La tesis ha sido refutada por Duviols
(1971a).
8. Contraponiéndolo al caso de los moriscos, decía Arriaga: “... No está encancerado el
mal de nuestros indios” (Arriaga 1621).
204
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
9. Aparte de lo débil que resulta el argumento del sermón de Ávila, no parece más
consistente la referencia a la obra de F. de Quevedo (1969 [1635]: 226-280). Escrita en
1635, en cierto pasaje fantástico, sin relación con el problema que nos ocupa, Quevedo
hace coincidir el componente morisco, holandés e indio de Chile. La frase dedicada a
este último “... que guarda belicosamente su libertad para su condenación en su idolatría
...” (1969 [1635]: 260), parece haber dado pie a Duviols para defender su argumento.
Tampoco se puede decir que una prueba de peso sea la obra de Fr. José Amich O.F.M.
(1854), que hace alusión a un acontecimiento de mediados del siglo XVIII.
205
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
10. Así, por ejemplo: Alonso Ávalos Granero, obispo de Charcas en 1581; Antonio de la
Raya, de Cuzco en 1594; Alonso de Peralta, en Charcas en 1610; Fr. Agustín de Carvajal
O.S.A., en Huamanga en 1614; y Francisco Verdugo, en Huamanga en 1623 (ver Egaña
1966: 367, 309, 370, 339 y 340).
206
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
11. Ver la narración de Arriaga (1621: 3), y más tarde, del propio Francisco de Ávila (1918
[1645]: 74 y ss.). Duviols se ha hecho eco de ello (1971a: 153). Sobre la biografía de F. de
Avi1a, ver el estudio de P. Duviols (1966: 218 y ss) [Ver además el capítulo 9 en la sección
IV del presente libro (N. del E.)].
12. Una muestra de pleitos contra doctrineros desde 1600, donde se incluyen los que
atañen a visitadores de idolatrías, así como su valoración, se encuentra en mi trabajo
(Acosta 1982c) [Ver el capítulo 6 en la sección III del presente libro (N. del E.)].
207
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
13. Cook 1973: 304. Cfr. la valoración de los datos que hace el propio autor en p.
239. Las cifras absolutas son de N. D. Cook, pero la elaboración de las tasas es de mi
responsabilidad. Ver también del mismo autor Cook 1965: 73-110.
208
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
Cuadro 1: Estimación del descenso de la población indígena del Norte y Centro del Perú
(1570-1630)
Costa
80.123 -2.38 49.975 -2.11 40.449 -1.95
Norte
Costa
128.820 -2.28 82.044 -1.92 67.710 -1.73
Central
Sierra
209.057 -1.24 163.366 -1.11 146.274 -1.10
Norte
Sierra
240.604 -1.43 180.992 -1.29 159.071 -1.27
Central
Descenso Descenso
1610 1620 1630
anual (%) anual (%)
Costa
33.263 -1.79 27.787 -1.64 23.578
Norte
Costa
56.942 -1.56 48.715 -1.40 42.323
Central
Sierra
131.034 -1.07 117.737 -1.03 106.125
Norte
Sierra
140.052 -1.23 123.776 -1.19 109.801
Central
209
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
14. Cook 1973: 351, 352, 258 y 359. De nuevo, los cálculos de las tasas son de mi
responsabilidad
210
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
211
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
212
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
15. Por otra parte, Wachtel (1976: 187-195) tiende a pensar que, en términos absolutos, el
cacique perdió poder en relación con la comunidad.
16. Aun con reparos que hay que hacer al párrafo, ver también K. Spalding (1974: 117).
17. Como ejemplos se pueden citar: Pleito contra F. de Ávila (San Damián, 1607), en
Archivo Arzobispal de Lima, Sección Capítulos, 1; Pleito contra Luis de Mora y Aguilar
(Pariamarca, 1617), en AAL, Capítulos, 3; Información promovida por Bartolomé Lobo
213
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
214
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
23..AAL, Capítulos, 1; cfr. Acosta (1979) [Ver el capítulo 10 en la sección IV del presente
libro (N. del E.)]. Salvo que se exprese lo contrario, el relato de los hechos se basa en el
documento referido.
24. Duviols (1971a: 148) recoge los datos más destacados de la narración. No deja de ser
llamativo que Ávila se atreviera a publicar, con la aprobación del arzobispo, una versión
inexacta de los hechos que podía ser fácilmente desmentida con el expediente que se
conservaba en el propio archivo del arzobispado.
215
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
25. La fianza fue presentada por un tal Juan Delgado de León, cuyo nombre y primer
apellido coinciden con los del doctrinero de San Sebastián de Huaraz que después sería
visitador de idolatrías. Más adelante se examinará un pleito contra este doctrinero; ver
nota 35 infra. Cabe la duda de si se trataba de la misma persona.
216
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
“ ... sobre este caso no los maltrate [a los indios] ... ni les ponga demanda ...
atento a que son indios incapaces y de poco entendimiento, so pena que será
castigado por ello; y el dicho doctor, estando presente, dijo que así lo guardará
y cumplirá ... “.
217
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
218
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
“... y en lo que toca a los Todos Santos, los indios e indias no ponen sobre sus
sepulturas más que dos reales cada uno y el maiz y papas que quieren, sin
que el dicho doctor lo mida, si no es estos Todos Santos pasados que dijo que
pusiese cada uno de los casados y viudas medio almud de papas pues que le
le santaban [sic] que hacía poner cuatro almudes del uno y del otro ...”.
219
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
27. Por no abrumar con la gran cantidad de nombres indígenas que aparecen en el pleito,
resumiré diciendo que, entre caciques, indios principales y otros, se contabilizan 26
nombres de indios acusadores, mientras que 29 firmaron retractaciones. De todos ellos,
sin embargo, solo 6 coincidían en las dos relaciones, cuatro de los cuales eran caciques.
No se retractaron, por tanto, 21 indios, entre ellos un cacique. Tras las retractaciones,
los indios no coincidían en explicar las causas de las denuncias. Algunos decían temer
la instalación de un obraje en la doctrina por Ávila y el corregidor, en colaboración,
mientras que otros establecían la relación entre Ávila y el encomendero. Esta falta de
coincidencia no deja de ser sospechosa.
28. La sospecha de esta discordancia la tuvo P. Duviols, basándose en la referencia que
había dado del pleito J. T. Polo en 1906; cfr. Duviols (1971a: 149, nota 9).
220
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
29. Cfr. Arriaga 1621: prólogo y pp. 6, 7, 9, 21, 25, 62, 103, 108 y 117. Son muy conocidos
sus Sermones de los misterios de nuestra Santa Fe Católica (Avendaño 1649) [Ver el capítulo
11 en la sección IV del presente libro (N. del E.)].
221
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
30. Duviols (1971a: 157) no concreta la fuente ni la fecha exacta. El pleito está en AAL,
Capítulos, 2 [Ver también Juan Carlos García, “Apuntes para una biografía del bachiller
Rodrigo Hernández Príncipe, extirpador de idolatrías”, en Gabriela Ramos y Henrique
Urbano, eds., Catolicismo y extirpación de idolatrías: Siglos XVI-XVIII (Cuzco: CBC,
1993), pp. 241-257 (N. del E.)].
222
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
31. Arriaga (1621: 54) dice que antes de tener el título de Visitador –aunque seguramente
con posterioridad al pleito que aquí se presenta–, había obtenido licencia del arzobispo
para ausentarse de su doctrina de Santo Domingo de Ocros y actuar contra las idolatrías.
32. Arriaga (1621: 9) menciona a un visitador llamado Luis de Aguilar. P. Duviols (1966b)
ha publicado la visita de idolatrías de Concepción de Chupas (corregimiento de Jauja),
realizada por Mora y Aguilar.
223
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
Tarma (cfr. Arriaga 1621: 9, 23, 30, 36,102 y 113). Aunque al expediente le
faltan algunos folios del comienzo, se puede deducir de su desarrollo
que las quejas iniciales fueron presentadas por un tal Bachiller Manuel
Gerónimo del Castillo y Montalvo, clérigo que vivía en la doctrina, y se
referían a numerosas relaciones de Osorio con indias de la doctrina, así
como a su intervención en un activo comercio de diferentes artículos con
los indios (AAL, Capítulos, 2). En cuanto a las relaciones con las indias,
los interrogatorios practicados desvelaron que el Br. del Castillo había
intentado sobornar a una india para que declarara contra Osorio y así
poder organizar las acusaciones en este tema. Es interesante notar que,
al no acceder la india en cuestión, fue objeto de malos tratos físicos por
parte de una negra propiedad de dicho Del Castillo.
Pero junto a estos falsos testimonios en el terreno sexual, sobre el asunto
de las relaciones económicas se deduce del proceso que A. Osorio estaba
involucrado en un tráfico de vino que, procedente de Lima, terminaba
vendiéndose en una pulpería de la plaza del pueblo que regentaba una
india y, también, en su propia casa, donde otra india vieja, que vivía con
el cura y le hacía la comida, era la encargada de venderlo al por menor.
Aunque este comercio se mantenía al menos desde hacía tres años y no
se puede saber quiénes estaban relacionados con él en ese tiempo, en el
momento del pleito el vino pertenecía al corregidor de la provincia, don
Juan Marmolejo, y se comercializaba por medio de un mercader llamado
Pedro Bustillos y en la recua propiedad de un tal Cristóbal de Orellana.
En Los Reyes los mayoristas del vino eran Alonso Osorio y los caciques y
eran estos últimos quienes lo hacían llegar a la pulpería de la plaza.
Alonso Pomavilca, indio fiscal de la localidad, que fue interrogado en
varias ocasiones y que declaró sistemáticamente ignorar las actividades
del cura, afirmaba no saber que Osorio fuera propietario del vino que
se vendía en la pulpería, pero que sí sabía que la vieja que vivía con él
compraba, vendía y bebía vino y también chicha. Pero no era solo vino lo
que Orellana transportaba hasta el pueblo, sino también “baúles, petacas
[...] y otras cosas”, entre las que había tejidos y rosarios. Pomavilca, como
antes, no sabía que el cura hubiera vendido paños “... para que las indias
vayan a misa con la cabeza cubierta ...“, ni rosarios, pero sí aceptaba que
Juan Osorio, el Viejo, padre de A. Osorio, y Cristóbal Orellana, durante
una ausencia del cura a Lima, le habían entregado doce paños de naval,
de los que vendió cuatro a ocho reales, devolviéndoles los restantes, y
224
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
quince docenas de rosarios, de las que vendió seis, a cinco reales cada
rosario.33
En otra ocasión en que A. Osorio fue a Lima en compañía de Pomavilca,
dejó por fiscal del pueblo a Santiago Capchacuri, indio cantor ladino, y
fue a este a quien J. Osorio y Orellana le dejaron 50 paños para que los
vendiera, al parecer, al precio que los quisieren comprar. Capchacuri
declaró que los había vendido y entregó dos veces 25 pesos, una vez a J.
Osorio y Orellana juntos y otra solo a Orellana. El mismo testigo declaró
igualmente que, en esta ocasión había sido Pomavilca, se supone que a su
vuelta de Lima, quien había vendido los rosarios.
Por otro lado, un tal Miguel Caxaricapa, fiscal del pueblo de San Pedro
de Cacas (Cajas) desde hacía más de catorce años, declaró que en una
ocasión –no se sabe si sería la misma que la anterior– en que partieron
A. Osorio y Orellana a Lima, el último volvió y le entregó al testigo 80
paños de lienzo “menos que Ruán de poco menos que a vara cada uno”
y también cuatro manojos de rosarios, con 24 más o menos cada uno.
Caxaricapa vendió los paños a ocho reales y los rosarios a cinco reales la
unidad, entregando la plata a Orellana.
Al margen del vino, paños y rosarios, en los interrogatorios a las
indias envueltas en las pretendidas fornicaciones de A. Osorio, María
Cutin, que negó las acusaciones que se imputaban al cura, declaró, sin
embargo, que en una ocasión este la había llamado, junto a otras indias,
haciéndolas entrar en la cocina de su casa y, una vez allí, el fiscal del
pueblo les había repartido “seda de colores” para que la “derramasen”
(entregasen a todos los miembros de la comunidad), diciéndoles que era
para Cristóbal de Orellana, huésped del Br. Osorio.
Según las precauciones, adoptadas de cara al proceso, cuya
información corrió a cargo del vicario de Vico y Pasco, Francisco Arroyo
Naharro,34 en el arzobispado se sospechaba que uno de los caciques del
pueblo pudiera haber reunido a la comunidad, antes de comenzar los
interrogatorios, advirtiéndola de no declarar en contra del cura. De ser
cierta esta sospecha, es claro que existía complicidad entre los caciques, A.
33. No queda claro en las respuestas al fiscal las veces que actuó como intermediario en
las ventas a los indios, pero, desde luego, parece que fue más de una.
34. El propio Arroyo Naharro estuvo incurso en un proceso judicial, entre 1619 y 1621,
al exigir los beneficios de una capellanía; ver AAL, Capítulos, 4.
225
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
226
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
35. Ver también nota 25 supra. El documento del pleito se encuentra en AAL, Capítulos, 2.
36. De hecho han sido mencionados todos los que se conocen hasta 1615, excepto Diego
Ramírez que era cura en Lima.
227
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
37. Exhibiciones en el pueblo de Ocros (AAL, Visitas, 27, 1615); tomado de Duviols
(1971a: 329).
38. Ver nota 32.
228
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
39. Tomado de Duviols (1971a: 324), quien da como toda referencia “AAL”.
40. Alonso Pérez de Vivero, como doctrinero de San Pedro de Mama (Huarochirí), estuvo
envuelto en pleitos con sus indios en 1605 y 1607 (AAL, Capítulos, 1).
229
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
230
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
IV. Conclusión
231
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
45. Ver Carlos Gálvez Peña, “Obispo, financista y político: el doctor don Feliciano de
Vega y Padilla (1580-1641)”, Histórica (Lima), XXXVI, 1 (julio 2012), pp. 97-133 (N. del E.).
232
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
46. Ver las Informaciones promovidas por Lobo Guerrero citadas en nota 16 supra. Sobre
el uso de esta documentación para el estudio del tratamiento del tema de las doctrinas
por Lobo Guerrero, ver Castañeda (1976: 66 y ss.) y Acosta (1982a) [Ver el capítulo 6 en
la sección III del presente libro (N. del E.)]. Contraponer dichas informaciones y sus otros
muchos ataques a los religiosos con la breve referencia a los problemas de los clérigos
doctrineros en la carta del arzobispo a S.M., de 20 de Abril de 1611 (en Lissón Chávez
ed. 1943-1947, vol. IV, no. 22: 626).
Es interesante tener en cuenta la referencia que da Duviols (1971a: 329), acerca de
la existencia de una “Información Secreta” llevada a cabo tras la muerte de Bartolomé
Lobo Guerrero en 1622, por la Sede Vacante de Lima, sobre los más conocidos visitadores
de la idolatría, de la que, desgraciadamente, no se conocen los resultados, si es que se
concluyó.
233
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
47. R. Hernández Príncipe enviaba dinero, seguramente de los indios, desde los pueblos
que visitaba a Arriaga, quien le compraba y remitía rosarios que aquel repartía entre los
indios; ver Arriaga 1621: 54. Acerca de colectas de limosnas, ver Arriaga 1621: 61 y 67.
48. Sobre fundación de cofradías, ver Arriaga 1621: 55, 56, 60, 62 y 67.
49. S. M. al virrey Príncipe de Esquilache, Madrid, 28 de Marzo de 1620, en Biblioteca
Nacional de España (Madrid), MS. 19282, fol. 155.
234
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
235
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
Ávila fue el primer doctrinero que dio ese paso. Con ello entró en una
gran contradicción. Como más tarde se escribiría, una de las razones
fundamentales que la Iglesia encontraba para explicar la permanencia de
las prácticas indígenas era la falta de suficiente evangelización, falta que
era responsabilidad de los encargados de ella, es decir, de los doctrineros
(Arriaga 1621: 38-9; Villagómez 1649: fol. 16). Al organizar la denuncia
de la idolatría, Ávila quedaba en evidencia en ese sentido, mostrando
implícitamente que no había sido un buen doctrinero, de acuerdo con
los criterios imperantes en la propia Iglesia. No obstante ello, a Ávila y a
todos los demás se les reconocería la capacidad de extirpar la idolatría por
métodos más expeditivos que el de la enseñanza de la doctrina católica,
en sus propias doctrinas y en las de los demás curas.
Desde el punto de vista de la organización eclesiástica, en el lado
extirpador hay que matizar y distinguir varios componentes que
posiblemente respondieran a diferentes móviles:
1) Los doctrineros, de quienes ya se ha comentado las circunstancias
que los rodeaban.
2) Los jesuitas, a los que avisó Ávila en 1609 y que, ayudados por
la confianza que les prestaba Lobo Guerrero, pasaron a ser asistentes
imprescindibles para los visitadores (Vargas Ugarte 1953-1960, vol. II: 309
y ss.). Hacía tiempo que se habían preocupado por el tema y, precisamente,
en el mismo Huarochirí, aunque después parece que perdieron interés o
creyeron que habían acabado con las prácticas religiosas de los indios.51
Es curioso observar que en la explicación que da Arriaga, jesuita él
mismo, al asombro de parte de la sociedad colonizadora ante la denuncia
de la existencia de las idolatrías, no hace mención a la antigua presencia
jesuita en Huarochirí y a su atención al tema, sino sólo a la de Toribio
de Mogrovejo (1581-1606). Arriaga se hace eco de la pregunta de un
sector de la sociedad en el sentido de cómo era posible que perduraran
las prácticas indias si Mogrovejo, con toda su capacidad y saber, había
visitado personalmente no hacía tanto su arzobispado. La respuesta de
Arriaga era que quizás Mogrovejo estuviera logrando más favores desde
el cielo que lo que él pudo conseguir con su presencia en la tierra.
51. Ver Egaña ed. 1954, vol. I, doc. 85: 420-5, tomado de P. Duviols 1971a: 111; y Egaña
ed. 1954, vol. II, doc. 26: 230-2, tomado de Ávila 1966: 240-2.
236
LOS DOCTRINEROS Y LA EXTIRPACIÓN DE LA RELIGIÓN INDÍGENA
237
aquí. Es un terreno abierto a la investigación. En principio, algunas de
las ideas que circulaban en la época del arzobispo Villagómez (1641-
1671), que expresaban que los curas transigían con las idolatrías y no
las denunciaban por temor a verse capitulados por los indios (Duviols
1971a: 322), no parecen sostenerse si se observan a la luz de los hechos
que hemos estudiado.
238
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN
EL PERÚ: ORIGEN Y DESARROLLO DE LAS
CAMPAÑAS. A PROPÓSITO DE CULTURA ANDINA
Y REPRESIÓN, DE PIERRE DUVIOLS*
239
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
Las Casas”. No cabe duda de que esta publicación viene a añadir algo
sustancial al conocimiento del problema y ayudará a los investigadores a
profundizar en su estudio.
Quizás relacionado con estos avatares esté el hecho –primer comentario
que hacer al volumen– de que P. Duviols no haya citado la referencia de
ninguno de los documentos procedentes del Archivo Arzobispal de Lima
para poderlos localizar en él. Por complicada que haya sido la historia de
la copia y la transcripción de los documentos, debería haberse hecho el
fácil esfuerzo de localizar las referencias actuales de los seleccionados
para incluirlas en la publicación.2
La edición de P. Duviols pone su mayor énfasis en la serie de visitas
y procesos del conocido visitador Bernardo de Noboa, por la zona de
Cajatambo entre 1656 y 1663; es decir, en una etapa avanzada de las
campañas de extirpación, bajo el arzobispado de Pedro de Villagómez.
Alterando el orden cronológico de la presentación, como queriendo
indicar que tienen una importancia menor en el volumen, aparecen
después, en la Parte II, la Relación de las Idolatrías de H. de Avendaño
(1617), la misión jesuita a Cajatambo (1619) y las Relaciones de Idolatrías
de H. Príncipe (1621-2). Por último en Apéndices se añaden textos
editados en diversas fechas a lo largo del siglo XVII, como un extracto
de las Constituciones Sinodales de Lobo Guerrero (1613), algunos textos
de Arriaga e, incluso, la descripción de la provincia de Cajatambo de
Cosme Bueno (1764), más la transcripción y traducción de oraciones en
quechua. El volumen se completa con unos Índices muy elaborados que
hacen fácil y aprovechable su manejo.
La serie, pese a ser algo heterogénea, no deja de ser importante.
Además de poner al alcance de los investigadores una muestra de
documentos originales, reedita otros de difícil acceso, como son las visitas
de Hernández Príncipe publicadas en la revista Inca a comienzos de 1920.
Es difícil resumir en breves líneas el interés del abundante contenido
de un conjunto tan voluminoso de documentos que, además, escapa a
las posibilidades de comentario y análisis de un solo especialista. En
2. Estos problemas han sido plenamente resueltos en una nueva edición; ver Pierre
Duviols, ed., Procesos y visitas de idolatrías: Cajatambo, siglo XVII, con documentos anexos.
Revisión paleográfica de Laura Gutiérrez Arbulú y Luis Andrade Ciudad; textos
quechuas traducidos, editados y anotados por César Itier (Lima: PUCP, IFEA, 2003)
(N. del E.).
240
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ
*****
3. Para una comparación entre las prácticas inquisitoriales y las de la visita antiidolátrica,
ver Iris Gareis, “Extirpación de Idolatrías e Inquisición en el virreinato del Perú”, Boletín
del Instituto Riva-Agüero (Lima), 16 (1989), pp. 55-74 (N. del E.).
241
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
242
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ
243
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
244
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ
7. Ver III Concilio Limense, 3a acción, cap. 11 (Bartra ed. 1982: 93-94).
8. Ver Rodríguez Valencia (1957, vol. II: 104-105). Las listas de doctrinas y curas
publicadas por Lissón Chávez para los años 1599, 1602 y 1604 presentan un número
menor en ambos apartados, quizás porque algunas de las primeras estuvieran sin cubrir
en los citados años. De hecho, así sucede en 1604 en relación a 1602 con Aquia (Collana
de Lampas) y el cura Francisco Caro, por ejemplo (cfr. Lissón Chávez ed. 1943-1947, vol.
IV, no. 19, 20 y 21).
245
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
246
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ
247
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
248
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ
9. Cfr. nota 8.
249
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
vieron cómo mermaba aún más su renta dentro del largo declive que
venía experimentando con la caída de la población indígena y, desde
luego, existen ejemplos de resistencia de encomenderos a la creación de
nuevas doctrinas en sus repartimientos.
Uno muy significativo de este proceso es el protagonizado por el
Capitán Martín de Ampuero, vecino y regidor en Lima y encomendero,
al mismo tiempo, de Chaclla en la zona de Huarochirí, en 1606. En un
principio, enfrentándose a la iniciativa de la Iglesia, Ampuero pretendió
impedir la creación de una nueva doctrina en su repartimiento “de más
de las que se tiene”. Entre otros argumentos aducidos, Ampuero señalaba
que buscaba el bien de los indios, a quienes les causaba “mucho estorbo y
trabajo el haber de servir a tantos curas”, aunque también admitía que con
ello se acarreaba “gran daño y perjuicio” a su encomienda.10 Inicialmente
parece que el procurador de los indios, Francisco de Avendaño, coincidió
con el encomendero en su opinión contraria a la creación de la nueva
doctrina; sin embargo, posteriormente el Provisor del arzobispado “se
aunó” con aquel “y le dijo que si se acrecentaba la dicha doctrina haría que
se la diese a un hermano suyo”. De esta forma consiguió crearla y que, en
efecto, el virrey Luis de Velasco la otorgase al hermano del procurador,
precisamente a quien más tarde sería conocido visitador de las idolatrías
y canónigo de Lima, el Maestro Fernando de Avendaño. Al margen del
perjuicio causado al encomendero, la solución del caso dejaba traslucir el
interés del Provisor del arzobispado en controlar las doctrinas, así como
el poco con que el procurador de los indios luchaba por la causa de sus
defendidos. Merece la pena detenerse por un momento en el caso que
acabamos de mencionar por lo relevante del nuevo doctrinero en relación
con las idolatrías, así como por otras circunstancias que convergen en él
y por el sentido dado a las doctrinas por determinados eclesiásticos de
la época.
Fernando de Avendaño, nacido hacia 1576, había seguido estudios en
la Universidad de San Marcos, donde en torno a 1604 ya era Licenciado y
Maestro en Artes y hacia 1605 llegaba a ser catedrático.11 Dada su carrera
10. “El Capitán Martín de Ampuero contradice el haber hecho el Dr. Salinas añadir en su
Repartimiento una nueva doctrina” (1606), en Archivo Arzobispal de Lima (en adelante
AAL), Papeles Importantes 7 (apud. Gentile 1976: 107-108).
11. “Información fecha de oficio [...] a pedimento del Dr. Fernando de Abendaño” (1612,
1637), en Archivo General de Indias (en adelante AGI), Indiferente General 1258.
250
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ
El sacerdote enviado, al ver que el “pie de altar” asignado era poco para
su sustentación, quitaba a los indios “por fianza [sic] sus mantenimientos”,
agraviándolos y haciéndoles cobrar odio contra la religión cristiana. Hay
que señalar que este estado de cosas, las circunstancias de Avendaño en
su doctrina, no debía ser desconocido por las autoridades eclesiásticas de
Lima, pues el sacerdote fue objeto de visita pastoral, concretamente por
parte del conocido visitador Alderete (cfr. Gentile 1976: 108).
Ante esta situación, Martín de Ampuero solicitó, en 1606, primero
reducir las doctrinas de su repartimiento al número original y, después,
que el Mtro. Avendaño no usase de su doctrina. Quizás como consecuencia
de su solicitud y posiblemente también por el cambio de Provisor –con
el nuevo, Pedro Muñiz, las relaciones del doctrinero pudieran no ser
tan buenas como con su antecesor, M. de Salinas–, Avendaño quiso
nombrar él mismo a un teniente de cura en San Pedro de Casta “por el
tiempo que estuviere impedido en la cátedra”, ofreciéndole la congrua
sustentación que él le asignare. El elegido por Avendaño para tal misión
fue un desconocido entonces llamado Rodrigo Hernández Príncipe. El
mundo de las doctrinas, crecientes en número, y además precisamente
en Huarochirí, había unido a dos hombres que pocos años después iban
251
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
12. “El Mtro. Fernando de Abendaño contra el P. Rodrigo Hernández Príncipe” (1606),
en AAL, Curatos, Huarochirí 2.
252
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ.
13. En la sección Capítulos del AAL se pueden encontrar varios ejemplos ilustrativos
de este fenómeno.
14. Nos remitimos a la misma sección Capítulos del AAL.
253
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
*****
254
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ.
sino que dentro del mismo Cabildo de la catedral de Lima había facciones
a favor y en contra de las campañas de extirpación, como señaló el mismo
Duviols cuando dio a conocer la existencia de una “información secreta
contra los visitadores” efectuada por el mismo Cabildo en 1622, a la muerte
de Lobo Guerrero. En este sentido merece apuntarse que la oposición
a las campañas de extirpación en el interior del Cabildo se remonta a
1608-9, cuando el mismo F. de Ávila, que acababa de ser denunciado por
sus indios y visitado por el racionero Baltasar de Padilla, se dispuso a
“descubrir” la idolatría de sus feligreses. Para ello, cuando aún la causa
contra él estaba abierta, se dirigió al Cabildo en Sede Vacante solicitando
una comisión para iniciar una visita a sus indios, pero, en consideración
a que el cura estaba capitulado, el Deán Dr. Pedro Muñiz se opuso a
la petición de Ávila, que le fue negada pensando “que eso sería darle
ocasión para vengarse”, lo que demuestra que el ánimo de venganza del
doctrinero era ya percibido en el mismo momento del desarrollo de los
acontecimientos.15 Más tarde, cuando Lobo Guerrero llegó a Lima, Ávila
obtuvo lo que quería solicitándolo directamente al nuevo arzobispo y
salvando el escollo del Cabildo. Sin embargo, algunos de sus miembros
no vieron con buenos ojos el que Ávila actuara sin consideración a sus
decisiones y no tardaron mucho en demostrárselo. La ocasión se les
presentó en las siguientes oposiciones a canónigo a que concurrió el cura,
en las que fue suspendido reiteradamente, truncándose con ello su deseo
de entrar en la catedral de Lima por vía directa.16
Pero a estas alturas parece posible penetrar aún más en el análisis
de la composición del clero para poder percibir que, incluso dentro
del mismo sector de los doctrineros clérigos, existían diferencias entre
algunos de ellos que marcaban sus distintos objetivos y, sobre todo, su
diversa situación en relación con el poder dentro de la misma Iglesia
y la colonia. Parece posible diferenciar en principio hasta tres tipos de
doctrineros, al menos considerando su situación e intereses, sin que con
ello se pretenda solucionar definitivamente el tema, sino solo efectuar un
apunte para enriquecer este comentario.
15. Información de méritos del Dr. Francisco de Ávila (1613), en AGI, Lima 326.
16. Ver la biografía de Ávila en Acosta 1987a [Ver el capítulo 9 de la sección IV del
presente libro (N. del E.)].
255
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
17. En 1610, Rodrigo Hernández Príncipe fue acusado por hacendados vecinos a su
doctrina de Corongo (Conchucos) de utilizar mano de obra india para su obraje, cuya
abundante producción comercializaba. Ver AAL, Capítulos 2.
18. Agradezco la información sobre el documento a Manuel Burga.
256
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ.
a montar toda una estrategia para llegar a ser canónigo de Lima, lo que
consiguió finalmente muy tarde, cuando ya tenía cerca de 60 años.
Por último, existían quienes recorrían el camino inverso, esto es,
disponiendo ya de una posición en iglesias urbanas y hasta en cabildos
catedrales, solicitaban doctrinas como complemento nada desdeñable a
su situación. Este hecho no era demasiado excepcional y a ello se recurría
a veces con ocasión del descenso en el volumen de los diezmos, como
sucedió en La Plata (arzobispado de Charcas) en la década de 1620, cuando,
debido a los bajos ingresos, algunos prebendados del cabildo eclesiástico
pidieron licencia para permutar su prebenda por doctrinas de indios que
eran mucho más rentables.19 En el caso de Lima, sin tener relación con
la evolución de los diezmos, así actuó el mismo Fernando de Avendaño,
quien siendo catedrático en San Marcos, obtuvo la doctrina de San Pedro
de Casta. Al iniciarse las campañas, Avendaño las aprovecharía, desde
una posición distinta a la mayoría de los doctrineros, para terminar
de impulsar su ascenso hasta posiciones privilegiadas en el mundo
eclesiástico limeño.
De todo ello se deriva que, en su origen, el movimiento contra la
idolatría indígena jugó una función social y política diferente según las
instancias de la Iglesia que se tomen como referencia e, incluso, según
el sector en su interior que se considere. Si esta aproximación se puede
perfilar para la primera oleada de las campañas, a estas alturas lo que
es necesario plantearse es cuál fue la función política y social de las
campañas 40 o 50 años más tarde. ¿Eran los mismos los componentes
sociales intervinientes en el movimiento o, mejor, eran similares sus
posiciones en la iglesia y en la colonia y las relaciones existentes entre sí?
El esquema descrito no se reproduce con exactitud a mediados de siglo,
pero algunos de sus elementos siguieron funcionando de forma similar.
Así, continuó habiendo doctrineros que aprovecharon las campañas de
idolatría para pasar de cura de indios a ostentar alguna prebenda en la
capital del virreinato. De este modo actuó, por ejemplo, el Bachiller Diego
Tello, cura de Huaraz y visitador de idolatrías en Huaylas a comienzos de
la década de 1650. Tello debía tener, sin lugar a dudas, una buena fuente
de ingresos en su doctrina si se cree la afirmación de Villagómez en el
sentido de que el cura había gastado más de 20 000 pesos “de su dinero”
19. Carta del Dean y Cabildo de La Plata a S.M., La Plata, 1628, en AGI, Charcas 140.
257
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
20. Carta de P. Villagómez a S.M., Lima, 10 julio 1658, en AGI, Lima 59. Agradezco la
información sobre el documento a Efraín Trelles.
21. Estas son las acusaciones reflejadas en la “Probanza hecha a pedimento de los
yndios de Hacas, Machaca, Chilcas y Cochillas, provincia de Caxatambo, contra el Ldo.
Bernardo de Noboa” (Feb. 1658-Ene. 1660), en Duviols (1986: 301y ss. [2003:527-75]).
22. Carta de P. Villagómez a S.M., Lima, 10 julio 1658, en AGI, Lima 59.
23. Sobre este caso, ver Juan Carlos García Cabrera, “¿Por qué mintieron los indios
de Cajatambo? La extirpación de idolatrías en Hacas entre 1656-1665”, Revista An-
dina (Cuzco), 27 (1996), pp. 7-52 (N. del E.).
258
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ.
24. Carta de P. Villagómez a S.M., Lima, 10 julio 1658, en AGI, Lima 59.
25. Para un análisis del tipo de negocios organizados por los doctrineros, ver Acosta
(1982a) [Ver el capítulo 6 en la sección III del presente libro (N. del E.)].
259
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
26. Ver alguna de sus actuaciones como Provisor en pleitos contra curas en AAL,
Capítulos 12.
260
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ.
27. Para la discusión del uso ambiguo y peyorativo de “mestizo” en el siglo XVII, ver
Acosta 1981 (N. del E.).
261
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
262
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ.
29. Cano había pagado parte de la cantidad debida al arzobispo en forma de financiación
del desmonte de una huaca: pago de jornales a indios, herramientas y pólvora, en una
263
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
Siendo todo esto así y dado que la denuncia de las idolatrías carecía,
además, de la carga de relativa sorpresa que pareció tener en 1609 para
algunos sectores de la sociedad limeña, ¿qué fue lo que llevó a Villagómez
a reanudar las campañas de idolatrías en 1649?, ¿qué significado tuvo
ahora la nueva oleada extirpadora? Son estas las preguntas que aún
aguardan la respuesta de una detallada investigación sobre el asunto.
Por otra parte, de las múltiples cuestiones que aún no han sido
abordadas en relación con las visitas de idolatrías existe una cuyo
estudio parece incluso más necesario tras la lectura de algunos de los
documentos publicados ahora por P. Duviols. Una forma de referirla es
preguntarse por la eficacia de las visitas a lo largo del tiempo, desde el
punto de vista de los propósitos de la jerarquía católica limeña. Llama la
atención que hasta el momento nadie se haya planteado cómo fue posible
que, a pesar de los esfuerzos realizados durante la primera oleada de las
visitas entre 1610 y 1621, la religión indígena continuara practicándose
en las zonas visitadas y que hacia 1650, si no antes, la situación en este
sentido fuera, al parecer, idéntica a 30 o 40 años atrás. Una respuesta no
carente de razón podría apuntar simplemente a la solidez del cuerpo
de creencias indígenas y a su coherencia con el sistema de vida andino.
Pero una contestación así, aun siendo correcta, probablemente pecaría de
excesivamente fácil si se considera que en el desarrollo de las visitas se
ponían de manifiesto intereses contrapuestos, tanto entre miembros del
equipo de visitadores como en el mismo interior de las comunidades, que
daban lugar a pensar que lo que estaba en juego no era algo que atañiera
únicamente a las mentalidades.
En efecto, la religión indígena no subsistía exclusivamente por su
solidez como sistema de creencias que vinculaba al hombre andino con
“lo sobrenatural”, ni era solo una estructura que sirviera como parapeto
para preservar las relaciones sociales y la estructura de poder indígenas
en el interior del sistema colonial. Su mantenimiento y las condiciones
en que este se producía tenían que ver con las contradicciones del propio
sistema de dominación colonial y, de hecho, las comunidades practicaban
doblemente los ritos andinos y los católicos, como hay diversos ejemplos
que lo atestiguan, aunque normalmente lograban mantener oculta a los
empresa dirigida por el ya conocido Ldo. Felipe Medina que, evidentemente, gozaba de
gran confianza en el arzobispado.
264
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ.
30. Es interesante contrastar las declaraciones de este testigo con las de un campesino de
la zona de Huamanga en 1981, quien, hablando sobre el Sr. Wamani, declaraba: “El que
llaman Jesucristo es venido de otro sitio, fue traído por los mistis, si será cierto que es
Dios. Aquí en la Iglesia lo adoramos, pero nunca nos ayuda, o no sabremos conversarle;
pero el Sr. Wamani, a cualquier hora nos escucha, es más viviente, más rico y forzudo
[...] cuán poderoso es, cuando y porque él quiere es que nuestros animalitos, chacritas
producen ... “, en Szeminski y Ansión (1982: 190-191). No cabe duda de que existe una
línea de pensamiento que une ambas manifestaciones pese al tiempo transcurrido.
265
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
31. Merece recordarse que en otro caso importante, como el de Francisco de Ávila en
Huarochirí, sí se conoce el motivo que dio lugar a la ruptura de la complicidad; ver
Acosta 1987a [Ver el capítulo 9 en la sección IV del presente libro (N. del E.)].
32. Carta de P. Villagómez a S.M., Lima, 10 julio de 1658, en AGI, Lima 59 [Ver Macarena
Cordero Fernández, “Rol de la Compañía de Jesús en las visitas de idolatrías: Lima, siglo
XVII”, Anuario de Historia de la Iglesia (Pamplona), vol. 21 (2012), pp. 361-386 (N. del E.)].
266
LA EXTIRPACIÓN DE LAS IDOLATRÍAS EN EL PERÚ.
*****
33. Este análisis es desarrollado por Antonio Acosta en un artículo publicado en 2001;
ver el capítulo 11 en la sección IV del presente libro (N. del E.).
267
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
34. Sobre la crisis de mediados del siglo XVII en el Virreinato del Perú, ver Kenneth J.
Andrien, Crisis y decadencia: El virreinato del Perú en el siglo XVII [1985] (Lima: BCRP, IEP,
2011); Luis Miguel Glave, Trajinantes: Caminos indígenas en la sociedad colonial siglos XVI/
XVII (Lima: Instituto de Apoyo Agrario, 1989), y De Rosa y espinas: Economía, sociedad y
mentalidades andinas, siglo XVII (Lima: IEP, BCRP, 1998); Clara López Beltrán, Estructura
económica de una sociedad colonial: Charcas en el siglo XVII (La Paz: CERES, 1988); Zacarías
Moutoukias, Contrabando y control colonial en el siglo XVII: Buenos Aires, el Atlántico y el
espacio peruano (Buenos Aires: Centro Editor de América Latina, 1988); B. H. Slicher
van Bath, Real Hacienda y economía en Hispanoamérica, 1541-1820 (Amsterdam: CEDLA,
1989); y Ruggiero Romano, Coyunturas opuestas: La crisis del siglo XVII en Europa e
Hispanoamérica (México: El Colegio de México, FCE, 1993) (N. del E.).
268
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA
1647)*
269
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
2. Si se toma como referencia la alusión del P. A. Vásquez SJ., quien en 1641 decía que
Ávila tenía 65 años (ver Vargas Ugarte 1935, tomo I: 143-4, citado por Duviols 1966a: 228)
la fecha de nacimiento habría sido 1576. Y aún si se considera la mención del arzobispo
Mogrovejo de que en 1604 tenía 34 años (AGI, Patronato 248, ramo 37), Ávila habría
nacido en 1570. De aquí lo dudoso de la fecha. En el Archivo General de Indias (AGI,
Lima 326) existe, en un expediente sobre Francisco de Ávila, lo que parece la parte civil
de la misma Información de 1607, con distintos testigos, efectuada el 4 de mayo, tres
días antes que la religiosa y cuyo juez comisario fue el entonces oidor de la Audiencia,
Dr. Fernando Arias de Ugarte.
3. Dr. Francisco de Ávila a S.M., Los Reyes, 30 Abril 1610, en AGI, Lima 335 (citado por
Duviols 1966a: 248-9). Duviols especula, por otra parte, con la posibilidad de que sus
padres, en efecto, fuesen nobles (p. 218), aunque Ávila seguía admitiendo en 1610 que
eran desconocidos.
270
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
4. “Proceso remitido por el Sr. Deán y Provisor al Dr. Padilla, visitador general, de
capítulos contra el Doctor Francisco de Ávila, cura y beneficiado de la doctrina de San
Damián y sus anexos”, 1607, ff. 5v y 96, en Archivo Arzobispal de Lima, Capítulos 1.
Un extracto de este expediente fue publicado por Acosta 1979 [Ver el capítulo 10 en la
sección IV del presente libro (N. del E.)].
271
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
5. En su excelente libro sobre Huarochirí, Karen Spalding (1984: 253-4) argumenta sobre
la probabilidad de que Ávila fuera mestizo. Aventura incluso que podría descender de
nobleza indígena, refiriéndose seguramente a la frase “nobleza de esa” y, a partir de
aquí, efectúa una arriesgada interpretación de la vida y actuación de Ávila que habrían
significado una forma de reivindicar, mediante sus propios méritos, una posición social
que tenía oscuros orígenes.
6. Estos informes oficiales eran con mucha frecuencia rutinarios y en ellos no eran raros
los errores. Así, del mismo Ávila se decía en otros informes, por estas mismas fechas,
que llevaba 18 años en la doctrina, lo que no era exacto (AGI, Charcas 1 y Lima 1). Ver
nota 28 infra.
272
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
7. Hay ocasión de constatar la utilización del término con este sentido en disputas
sociales del siglo XVII; ver Acosta 1981 [Ver asimismo Thierry Saignes y Thérèse
Bouysse-Cassagne, “Dos confundidas identidades: Mestizos y criollos en el siglo XVII”,
en: Hiroyasu Tomoeda y Luis Millones, eds., 500 años de Mestizaje en los Andes (Lima-
Osaka: Museo Etnográfico Nacional del Japón, Biblioteca Peruana de Psicoanálisis,
1992), pp. 29-44 ; y también Berta Ares, “El papel de mediadores y la construcción de un
discurso sobre la identidad de los mestizos peruanos (siglo XVI)”, en: Berta Ares y Serge
Gruzinski, coords., Entre dos Mundos: Fronteras culturales y agentes mediadores (Sevilla:
EEHA, 1997), pp. 37-59; y “’Un borracho de chicha y vino’: La construcción social del
mestizo (Perú, siglo XVI)”, en: Gregorio Salinero, ed., Mezclado y sospechoso: Movilidad e
identidades, España y América (siglos XVI-XVIII) (Madrid: Casa de Velásquez, 2005), pp.
121-144 (N. de E.)].
273
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
8. Bartolomé Lobo Guerrero a S.M., Consultas para canongías, Los Reyes, 15 Abril 1619,
en AGI, Lima 301.
9. Ver por ejemplo, “Presentación del P. Francisco de Frías para la doctrina de Hangarara
y Acopia”, Los Reyes, 30 Octubre 1596, en AGI, Lima 320.
274
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
“... lo propio hizo conmigo este Divino Señor [...] que naciesse en el Cuzco, y
muchacho bebiesse la lengua General de los Indios, para que cuando viniesse
a ser su Cura, y Parrocho, les predicasse, y para ello me infundió eficasissimo
espíritu de hacerlo con mucho cuydado, desde el año de 1597, hasta el de 1608”
(Ávila 1648, “Prefación”, p. Lviii).10
275
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
14. Ver los títulos de órdenes menores y mayores en el expediente de AGI, Lima 326.
276
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
277
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
278
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
17. F. de Ávila a P. Diego Álvarez de Paz S.J., San Damián, 23 junio 1609 (Ávila 1648,
“Prefación”, pp. Lxvi-Lxviii; reproducido en Duviols 1966a: 245-6).
18. F. de Ávila a S.M., Los Reyes, 30 Abril 1610, en AGI, Lima 335 (citado por Duviols
1966a: 248-9), dice que se presentó por primera vez en 1601.
279
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
19. Esta es una de las acusaciones de los indios contra el cura. Ver “Proceso”, AAL,
Capítulos 1, ff. 4v, 46 y 48. Sobre la construcción de la casa, Spalding (1984: 128)
menciona lo común de que los indios de encomiendas trabajaran en la construcción de
las casas de los encomenderos en Lima. Ávila estaría simplemente continuando una
práctica ya conocida para los indios.
20. Ávila escribió las notas sobre la vida de la madre Estefanía de San José a petición de
Fr. Diego de Córdova Salinas O.F.M. y se encuentran en su Crónica Franciscana (1651,
1957, libro v, cap. xxv: 950-2).
280
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
II
De 1597 a 1607 Francisco de Ávila fue uno más de los doctrineros del
arzobispado de Lima. Como tal aparece en las relaciones de los titulares
de las doctrinas que en aquellos años se enviaban al Consejo de Indias,21
aunque, en relación con los demás, Ávila mostrara una inquietud
intelectual quizás superior a la media, que le había llevado a concluir su
carrera universitaria.
Es probable que para poder conseguir sus últimos títulos académicos,
Ávila debiera ausentarse a Lima, aunque fuese sólo por breves períodos
de tiempo. De hecho, entre las acusaciones que los indios de su doctrina
presentarían más tarde contra él había una en que decían: “se viene a esta
ciudad algunas veces en el año y ha hecho fallas en cada una tres meses”
(“Proceso”, AAL, Capítulos 1, f. 3v). Las ausencias de los curas de sus
doctrinas estaban expresamente prohibidas en las actas del III Concilio
Provincial de Lima por este o por cualquier otro motivo, en principio
porque se pretendía que la tarea de “evangelización” de los indios fuese
constante.22 Y al contrario que Ávila, existen casos de doctrineros quienes,
al relacionar sus méritos para solicitar alguna prebenda, se excusaban de
no haberse graduado por no haber podido salir de sus doctrinas, según
ordenaba el Concilio.23 En este sentido se puede decir que Ávila era, en
cierta medida un privilegiado.
En esta misma línea cabe situar el hecho de que al año siguiente de
haber sido nombrado doctrinero, en 1598, Ávila fuera designado Vicario
de la provincia de Huarochirí por el arzobispo Toribio de Mogrovejo,
cargo en el que fue ratificado en 1603, así como en 1606, ya en sede
21. Arzobispo de Los Reyes [Toribio de Mogrovejo] a S.M., “remitiendo relación de los
clérigos, doctrinas ...” (1602) y “remitiendo relación de los clérigos, frailes e iglesias
...” (1604), en AGI, Patronato 248, ramos 33 y 37 (documentos reproducidos en Lissón
Chávez ed. 1943-1947, vol. IV, 20: 436-47; y 21: 503-13).
22. II Concilio Limense, Parte 2ª, cap. II y III Concilio, Actio 2º, cap. 4º, en Vargas Ugarte
ed. 1951, tomo I: 242 y 340.
23. Ver la Relación de méritos de Antonio Xaymes, Los Reyes, 31 Octubre 1588, en AGI,
Lima 320.
281
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
vacante, tras la muerte de aquel (Ávila 1607, 1936: 197 y ss.).24 Ello indica
que por esta época Ávila gozaba de confianza por parte del arzobispado.
Sin embargo, irregularidades de los curas como las mencionadas
ausencias de la doctrina y otras no eran en absoluto excepcionales ni, por
lo general, eran consideradas graves en la práctica al realizarse las visitas
pastorales, a pesar de las prohibiciones canónicas.
Como cura de San Damián y sus anejos, F. de Ávila experimentó entre
1597 y 1607 hasta seis de estas visitas, dos de las cuales fueron efectuadas
personalmente por el arzobispo Toribio de Mogrovejo en 1598 y 1603. En
la segunda de las que recibió, en 1600, llevada a cabo por el visitador
Br. Francisco Martínez, como ocurría con tantos otros curas, fueron
presentadas contra Ávila dos acusaciones. Estas presentaciones de cargos
por indios u otras personas de la doctrina eran algo relativamente normal
en las visitas y, generalmente, no tenían graves consecuencias para los
acusados. En este caso no se conoce quien las presentó ni su contenido,
pero lo que sí se sabe es que, como sucedía con otros curas, Ávila fue
absuelto y declarado por “muy honrado, docto, estudioso y honesto,
de mucha virtud y recogimiento” y se recomendaba al arzobispo que
“merece que se le premie y haga merced en lo que se le ofreciere”.
Sin embargo, en la cuarta, de junio de 1603, sí se sabe que fueron dos
indios los que presentaron ante Mogrovejo capítulos contra Ávila por
“demandas de trabajos personales” y que, convocados los indios para que
se presentaran como testigos, no hubo quienes quisieran declarar por lo
que, igualmente, fue absuelto (Ávila 1607, 1936: 201; AGI, Lima 326).25
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26. Ver los cálculos que realicé sobre el descenso de población en la zona basándome
en los datos de Cook (1981) en Acosta (1982b: 78-9) [Ver el capítulo 7 en la sección IV
del presente libro]. El libro de Cook no considera el posible subregistro de las fuentes
por el fenómeno de los indios forasteros o por ocultación de población. [Sobre este
último punto ver Nicolás Sánchez-Albornoz, Indios y tributos en el Alto Perú (Lima: IEP,
1978) y Thierry Saignes, “Las etnias de Charcas frente al sistema colonial (siglo XVII):
Ausentismo y fugas en el debate sobre la mano de obra indígena, 1595-1665”, Jahrbuch
für Geschichte Lateinamerikas (Köln), 21 (1984), pp. 27-75 (N. del E.)].
27. En 1593 Toribio de Mogrovejo comunicaba al Rey que había 219 doctrinas en el
arzobispado: 121 de religiosos y 98 de clérigos, mientras que seis años más tarde, en
1599, había 240: 122 de frailes y 118 de clérigos; apud. Rodríguez Valencia 1957, vol. II:
104-5.
28. Los otros destinos a que fue presentado fueron dos veces como beneficiado de Potosí,
una vez como canónigo de La Plata y en otra ocasión como beneficiado de Machaca la
Grande, Callapa y Carangas, en el corregimiento de Pacajes (AGI, Charcas 1 y Lima
2; ver Heredia Herrera 1983-95, vols. 1 y 2). En estos mismos años existían otros dos
Bachilleres llamados Francisco de Ávila en México y Potosí distintos al personaje que
aquí nos ocupa. Por otra parte, en los informes sobre el Ávila de Huarochirí que repetía
el Consejo en las presentaciones se deslizaba el error desde 1603 de que llevaba 18 años
en la doctrina.
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
gozaba de estima en las altas esferas del arzobispado. Pero aún parecía
seguir siendo demasiado pronto para obtener una plaza distinguida en
la Iglesia.
De esta etapa interesa retener el dato de que, para ninguna de estas
propuestas anteriores a 1608 se tuvo en cuenta como demérito el hecho
de que Ávila fuera expósito y, desde luego, nunca se mencionó que fuera
mestizo. Por otro lado, recordemos que por estas fechas tampoco nadie, ni
siquiera el mismo Ávila, se había referido a que estuviese preocupándose
por luchar contra la idolatría en su doctrina.
En el curso de algunas visitas pastorales podían evidenciarse las
relaciones sociales de los curas en las doctrinas y, para el caso de Ávila,
es importante destacar que ya en la visita de 1600 figuraba el P. Andrés de
Terrazas, doctrinero de San José de los Chorrillos, como uno de los testigos
de la sentencia y que volvería a aparecer en las mismas circunstancias en
la cuarta visita al doctrinero de San Damián, en 1603 (Ávila 1607, 1936:
201). Es decir que, como mínimo, de 1600 databa la vinculación entre
Ávila y Terrazas, el cual iba a tener una actuación decisiva a favor de
Ávila, como se verá en el desarrollo del conflicto de los indios contra
este último en 1608. Los doctrineros entablaban con frecuencia estrechas
relaciones, y este es un ejemplo que lo prueba, con las que se favorecían
mutuamente en caso de necesidad, aunque el hecho de que cumplieran la
misma función económica en la colonia, además de otras razones, hiciera
que se enfrentasen entre sí en otras ocasiones. En cualquier caso, se les
puede considerar como un grupo bien diferenciado en el interior de la
Iglesia colonial.29
Del resto de las visitas pastorales a Ávila, hasta la sexta realizada por
el Ldo. Sánchez de Alderete en 1606, solo cabe decir que aparentemente
fueron rutinarias y que en todas ellas Ávila quedó libre de cargos. Hasta
ese momento su vida como doctrinero parecía discurrir con normalidad.
Sin embargo, el año de 1607 iba a traerle cambios fundamentales.
29. El comportamiento de los doctrineros como tal grupo se puede observar en la serie
de pleitos de la Sección Capítulos del Archivo Arzobispal de Lima. En relación con esto,
merece destacarse que en la cuarta visita realizada a Ávila en 1603, uno de los testigos
fue el “Mto. Avendaño”. Hallándose por esa fecha de doctrinero en San Pedro de Casta
el que más tarde fuera visitador de idolatrías y canónigo de Lima, como mínimo se
remontaba a esa fecha su relación con Ávila [Ver Guibovich 1993, en la bibliografía del
presente libro (N. del E.)].
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30. Era hermano del Mto. Fernando de Avendaño mencionado en la nota anterior. Todas
las referencias que se hagan en adelante del pleito remiten al “Proceso” de 1607 en AAL,
Capítulos 1.
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
que le acompañaban cada año a las chacras de los indios “... y les quita
dos fanegas de chochoca que vale cada fanega cuatro pesos y medio”
(“Proceso”, AAL, Capítulos 1, f. 4v). Igualmente Ávila se apropiaba de
sebo, tinte y se hacía traer regulares cantidades de pescado por los indios.
La mayor parte de esos productos, sobre todo los agropecuarios, iban
destinados, transportados por cuenta del mismo cura, al enorme mercado
creciente que era Lima, para lo cual disponía de ganado propio, o usaba el
de los indios con frecuencia sin remunerarlo. Otras veces, como en el caso
del trigo, el transporte se efectuaba primero al punto de molienda, para
después ser elaborado y vendido. Del mismo modo se elaboraba en la
doctrina cecina de cerdo, salándola antes de ser transportada al lugar de
consumo. Pero otra parte de esos productos era destinada a la abundante
mano de obra que empleaba el cura; este era el caso de la chicha, para los
“muchos oficiales, así carpinteros como de otros oficios”, incluyendo un
platero, que tenía en su casa.
Pero, como se ha mencionado, lo que Ávila utilizaba sobre todo era
la fuerza de trabajo de los indios. Estos trabajaban en ocasiones como
arrieros en el transporte de los productos ya mencionados. En otras, los
indios acarreaban madera procedente del
“desecho de las casas de los naturales de la reducción del pueblo de Santa
Ana de Chaucarima [...] que era muy buena, que tiene cada viga más de
doce varas de largo, y gruesas, y la envió a esta ciudad para enmaderar su
casa, que los indios del dicho pueblo trajeron a cuestas ...” (“Proceso”, AAL,
Capítulos 1, f. 46).
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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“llamado Juan que al presente tendrá seis años poco más o menos al cual ha
visto este testigo que el dho. dotor le cría y tiene en su casa y aunque el suso
dho. no le llama hijo sabe este testigo lo es suyo por haberselo oydo dezir a la
dha. Angelina muchas vezes ...” (“Proceso”, AAL, Capítulos 1, f. 6r-v).34
Otras dos mujeres con las que tuvo relaciones eran casadas y, según
los testigos, en estos casos la acción de Ávila tuvo duras consecuencias
para sus maridos, uno de los cuales hubo de cambiar su residencia,
trasladándose a Santa Ana de Huamansica. Estas acusaciones parece
que molestaron particularmente al cura, si se tiene en cuenta que el
documento original en que fueron presentadas fue sustituido en el
expediente por otro en el que se alteró la numeración de los capítulos,
haciendo desaparecer los doce primeros en los que se incluía sus
relaciones con mujeres indias y se falsificó la firma de los indios que lo
suscribían (“Proceso”, AAL, Capítulos 1, f. 3).35
Los indios acusaban también a Ávila de hacer “fallas”, o ausencias,
de la doctrina, lo que coincide con que debió haber acudido a Lima a
finalizar sus estudios, al menos. Una queja que se repite en dos ocasiones
tiene tintes morbosos y hace referencia a que Ávila obligó, bajo coacción
física, a varias indias a amamantar con sus pechos a perrillos que, según
otros capítulos, perseguían y mataban las gallinas de los indios cuando
eran mayores.
Esta semblanza de Ávila reflejada en las acusaciones de los indios
se completaba con detalles como el hecho de que usara arcabuz, con el
que en cierta ocasión “mató dos gallinas del ayllu de Tumna y no las
quiso pagar”, o con el mal trato que dispensaba a ciertos miembros de la
comunidad. Así, al sacristán Diego Colquiyauri, durante cierto bautizo,
Ávila enojado le arrojó las crismeras del Santo Óleo a la cabeza, en tanto
que con los curacas y principales tenía un trato violento, golpeándoles
frecuentemente delante de sus indios, tal como hizo con D. Miguel
Yauricasa, principal de San Francisco de Çunicancha, “... porque no tuvo
cuidado de que se hiciese bien la chacra del Padre”. Ávila aparece de
este modo como un hombre vehemente, agresivo y hasta violento por su
34. En “Proceso”, AAL, Capítulos 1, f. 19, otro testigo afirma que tenía 9 años.
35. El primer capítulo [o acusación] del primer memorial (ff. 3-4v), comienza con:
“Primeramente se le pone ...”, y está numerado con 13; es a partir del f. 5 que los testigos
comienzan a contestar a los doce primeros capítulos que faltan. Queda la incógnita de
saber cuándo fue manipulado el documento.
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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36. Ver capítulo 8 de la narración quechua traducida por G. Taylor en Ávila (1987).
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
37. Ver Ávila 1987, capítulo 7. Parece redactado pensando en Ávila quien sería un padre
“bueno” que con su celo habría conseguido que no se celebrasen prácticas idolátricas en
la doctrina. Recuerda a otros pasajes en que se destacan los esfuerzos de Ávila en este
sentido. Ver capítulos 20 y 25.
38.Ver Ávila 1987, capítulo 9. Los subrayados son de G. Taylor para indicar los
hispanismos en el texto quechua.
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39. Spalding (1984: 252) afirma que los curas eran conscientes del mantenimiento de
las creencias tradicionales por los indios, pero que preferían ignorarlo dado que no
suponían una amenaza directa a la presencia de los españoles. Hay que matizar que no
sólo no lo ignoraban, sino que en muchos casos hasta lo estimulaban, como lo hacía el
propio Ávila, para obtener una ampliación del excedente económico que extraían de la
comunidad. Ver “El clero de indios y la pervivencia de la religión indígena en el Perú
hacia 1600”, comunicación presentada a la Reunión Anual de la American Society for
Ethnohistory (Chicago, Noviembre 1985).
40. Para un análisis de este proceso, ver Steve J. Stern 1982.
293
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
*****
Tras la denuncia de los indios, Ávila fue mandado llamar desde el
arzobispado y encarcelado en la prisión eclesiástica. Esta era una medida
dura y nada común y es fácil imaginar que debió suponer un fuerte
golpe para el cura de San Damián. Sucedía en un momento crítico: Ávila
contaba ya con 34 años, comenzaba a dejar de ser joven y había intentado
en mayo anterior propiciar su ascenso definitivo con la Información ya
comentada. Por todo ello quizás la acción de los indios debió contrariarle
particularmente, pues venía a enturbiar lo que era una prometedora
carrera religiosa y lo colocaba en una desairada posición social, sobre
todo ante la jerarquía eclesiástica limeña.41
Desde la cárcel Ávila redactó varios escritos solicitando, en primer
lugar, hallarse presente en su doctrina cuando se realizara la información
sobre las acusaciones de los indios y, en segundo término, que las
diligencias las efectuara el racionero Baltasar de Padilla, quien al parecer
se encontraba realizando una visita eclesiástica y estaba previsto que
pasara por Huarochirí. Que Ávila solicitara la intervención de Padilla
indicaba ya una cierta actitud de confianza en que la actuación del
racionero, como mínimo, no le fuera adversa (“Proceso”, AAL, Capítulos
1, f. 40 r-v).42
Pero en tanto Ávila lograba salir de la cárcel, en San Damián se
sucedían los acontecimientos. Entre febrero y marzo de 1608, antes de que
Padilla llegara a la doctrina y, por tanto, antes de que se hubiera iniciado
la acción procesal, tres individuos comenzaron a visitar a título particular
a algunos de los indios que habían presentado los cargos contra Ávila
para que se retractaran de sus acusaciones. El primero de ellos era un
tal Juan de Sangüesa, de quien sólo sabemos que era español; el segundo
era el antiguo conocido de Ávila, el P. Andrés de Terrazas, doctrinero de
Chorrillos; y el tercero era un indio llamado D. Cristóbal Choquecasa.
En aquellos momentos, a pesar de ser hijo de cacique, Choquecasa era
perfectamente desconocido, aunque más adelante Ávila lo rescataría
41. La dureza de la inusual medida mueve a preguntarse quién tomaría tal decisión y si
sería sólo la amplitud de las acusaciones de los indios lo que condujo a ello.
42. Más tarde, en 1645, Ávila presentaría la visita de Padilla de otra manera, como si
no hubiera tenido interés en que fuese él quien entendiese en el asunto (ver Ávila 1648,
“Prefación”, p. Lx).
294
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
“habiendo los indios del asiento de S. Juan [de Lahuaytambo] y otros de esta
Huaranca de Chaucarimac levantádole al dicho Doctor ciertos pleitos, nosotros
tambien lo hicimos, mas fue con enojo que tuvimos porque entendimos que
el dicho Padre nos quería hacer fundar un obraje del encomendero en esta
doctrina ...” (“Proceso”, AAL, Capítulos 1, f. 102).43
43. Ver nota 32 supra [Sobre el impacto de los talleres textiles coloniales ver Miriam Salas
Olivari, Estructura colonial del poder español en el Perú: Huamanga (Ayacucho) a través de sus
obrajes, siglos XVI-XVIII (Lima: PUCP, 1998), 3 vols. (N. del E.)].
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FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
dado era solo pequeñas cantidades y del enorme número de peces que se
le reclamaban, lo que ocurría era que:
“algunas veces que hemos enviado al dicho Doctor algunos a los pueblos de
la sierra, han sido muy pocos, y eso muy de tarde en tarde y no por dinero
sino de presente y regalo [...] y otras veces que el dicho Doctor ha venido a
nuestras chacras le hemos dado para comer algunos, tambien de presente y
regalo, de lo cual ni tenemos y hemos tenido cuenta, como de cosa que ha sido
sin interés ...” (“Proceso”, AAL, Capítulos 1, f. 96v).
44. Juan Delgado de León iba a ser un personaje de frecuente presencia en la vida de
Ávila. Era doctrinero en 1612 en Huaraz donde se vio envuelto en un pleito en relación
con utilización de mano de obra indígena (AAL, Capítulos 2); quizás mediando el favor
que había hecho a Ávila, fue nombrado uno de los primeros Jueces de Idolatrías (Ávila
1648, “Prefación”, p. Lxxii); en 1619, con 35 años, era recomendado por Lobo Guerrero
297
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
como candidato merecedor de alguna prebenda (AGI, Lima 301); y finalmente estaría
junto a Ávila a la hora de su muerte. Para entonces, este se refería a Delgado como su
“compadre”, ver Testamento de Francisco de Ávila, en Archivo General de la Nación
(Lima), Protocolos 468, f. 1092.
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“... sobre este caso no los maltrate [a los indios] [...] ni les ponga demanda [...]
atento a que son indios incapaces y de poco entendimiento, so pena que será
castigado por ello; y el dicho doctor, estando presente, dijo que así lo guardará
y cumplirá …” (“Proceso”, AAL, Capítulos 1, ff. 98v y 99).
*****
299
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
45. Información de méritos de Francisco de Ávila, 9 octubre de 1613, en AGI, Lima 326.
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46. La versión de Ávila ha sido generalmente aceptada hasta nuestros días. Spalding
(1984: 253) escribe: “the inspector investigating his conduct was given a tour of the
parish in which Avila exposed the wak’as and mummies hidden by the Indians”.
Spalding no dice de dónde toma este dato que no se encuentra en el pleito ni en otras
fuentes disponibles, que no sea la “Prefación”. Ello antepone cronológicamente el
descubrimiento por Ávila de los ídolos a la visita de Padilla, que fue hacia mayo de 1608,
lo que no parece probable.
47. Curiosamente uno de los padres enviados, Gaspar de Montalbo S.J., era su antiguo
profesor de Gramática en Cuzco cuando era niño.
301
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
“... siendo como soy el sacerdote que en estos tiempos se ha señalado más que
otro alguno en la conversión de los indios, principalmente de mi doctrina y
jurisdicción de vicaría, destruyendo ídolos y idolatrías [...] no pudiera tener
libertad para reprehender vicios y perseguir idolatrías, los cuales, como
302
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48. Ver la declaración como testigo de Chacyallivia en “Proceso”, AAL, Capítulos 1, f. 55.
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
49. Ya había sido señalado por Duviols en el que sigue siendo el estudio más completo
de las campañas de idolatrías (1971: 176).
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“dixesse lo que convendría hazerse para el remedio: Dixe algo de lo que sentia:
mandome lo reduxesse a escrito, y se lo diesse” (Ávila 1648, “Prefación”, p.
Lxix).
“... se començaron algunos a persuadir, de que avía Idolatrias entre los Indios,
y si alguna duda quedava entre los incredulos se quitó con el Parecer de los
Padres de nuestra Compañía, que fueron a yudar en tan gloriosa empressa al
Doctor Ávila” (Arriaga 1621: 3).
305
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
“Profeta [...], ángel […], lámpara encendida [...], luz del mundo [...], unidad
opuesta en lo alto de un monte o eje de la tierra”.50
El toque final de esta denuncia oficial de la idolatría tuvo lugar el
domingo siguiente, 20 de diciembre, en un acto público en la Plaza de
Armas de la capital, con asistencia del Cabildo, Corregidor de Naturales
y otros “combidados” que se dirigieron en procesión, con toques de
chirimías, hasta el lugar del espectáculo. Ávila era el centro de todo el
montaje al que también asistieron virrey, arzobispo, prebendados y una
muchedumbre de indios procedentes de cuatro leguas alrededor.
En un tablado, donde se hallaba toda la parafernalia idolátrica,
Ávila predicó contra la religión indígena a Hernando Pauccar, que se
encontraba atado a un poste, y tras ello, un notario le leyó la sentencia
que fue de 200 azotes, trasquilarlo y desterrarlo a la casa de la Compañía
de Jesús a Santiago de Chile. Con la ejecución de la sentencia y el incendio
de los ídolos, cadáveres y ornamentos “se dió fin a este acto” (Ávila 1648,
“Prefación”, p. Lxx).
Evidentemente, Ávila se había ganado la confianza del nuevo arzobispo
en poco tiempo y solo cuatro días más tarde se dictaba la sentencia de su
pleito que, firmada por el Juez Provisor, Feliciano de Vega, lo declaraba
libre y absuelto de cualquier cargo. La acusación del fiscal De los Ríos,
por tanto, había quedado definitivamente sin efecto. Habiendo escrito su
primer parecer sobre la idolatría, que no se conserva,
“Enpessando la Pascua, por principio del año de 1610 los Señores Arzobispo,
y Virrey, vieron mi papel [...] y se me dio el titulo de Iuez Visitador de la
Idolatria, con todos los requisitos y calidades, que yo pedi, y provission del
Govierno para los Corregidores. Y cartas del Señor Virrey sin sobre escritos
hasta doze, para que en conviniendo, yo se lo pusiesse, y diesse a quien
conviniesse ...” (Ávila 1648, “Prefación”, pp. Lxx-Lxxi).
50. F. de Ávila, “Oratio habita in ecclesia cathedrali ...”, en su Tratado de los Evangelios
(Ávila 1648); traducción de la Dra. Emma Falque [Ver Emma Falque, “El discurso de
denuncia de las idolatrías de los indios, por Francisco de Ávila (1609)”, Cuadernos para
la Historia de la Evangelización en América Latina (Cuzco), 2 (1987), pp. 141-166 (N. del E.)].
306
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III
51. B. Lobo Guerrero a S.M., Los Reyes, 27 Marzo 1610, en AGI, Lima 301.
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
52. F. de Ávila a S.M., Los Reyes, 30 Abril 1610, en AGI, Lima 335 (citado por Duviols
1966a: 248-9).
53. La dispensa especial como expósito le había sido tramitada por el P. Pedro del
Castillo, SJ., ante el obispo de Cusco, Antonio de la Raya, el 15 de noviembre de 1599,
en AGI, Lima 326. La plaza de canónigo, en efecto, se hallaba aún vacante en 1615 y B.
de Padilla, que la había ganado en 1610, seguía siendo racionero. Ver B. Lobo Guerrero
a S.M., Los Reyes, 3 Mayo 1615, en AGI, Lima 301.
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FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
capital del virreinato se había iniciado cuando, dos años antes, Ávila
fue destinado de beneficiado a Huánuco. Este era probablemente un
destino demasiado lejano y modesto para sus aspiraciones a la sede
arzobispal. Por eso, el hecho de que Alonso Pérez Villarejo, a quien había
de sustituir en Huánuco, se retrasase en incorporarse a su nuevo destino
de Maestrescuela en Cusco no lo preocupó excesivamente y, además, le
permitió continuar en San Damián y controlar el final del pleito.54 En
1610, perdida la oposición de canónigo de Lima, Ávila debió encontrar en
su labor como Juez Visitador más posibilidades de éxito para proseguir
su carrera y recuperarse socialmente del pleito que en el oscuro papel
de beneficiado de Huánuco, dado lo espectacular de la acción, el apoyo
del arzobispo y los recursos con que contaba, y a lo primero consagró
todos sus esfuerzos. A continuación se verán algunos de los medios de
que Ávila disponía.
*****
54. En Huánuco nombró un interino para sustituirle; ver Ávila 1648, “Prefación”, p. Lxxi.
55. “Relación que yo el Dr. Francisco de Ávila [...] hize [...] acerca de los pueblos de
Indios de este Arzobispado donde se ha descubierto la idolatría”, en AGI, Lima 301
(citado por P. Duviols 1966a: 255-9).
309
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
56. P. Fabián de Ayala S.J. a B. Lobo Guerrero, Santiago de Anchocaya, 12 Abril 1611, en
AGI, Lima 301 (citado por P. Duviols 1966a: 249-53).
57. El “Manuscrito de Huarochirí” (MH), sin título, fecha, ni nombre de autor, se
conserva en Madrid como parte de un códice manuscrito en la Biblioteca Nacional
de España (Mss. 3169, ff. 64-114), códice que fuera propiedad de F. de Ávila. El texto
quechua se inicia con un párrafo introductorio, que comienza con la frase “Runa yn[di]
o ñiscap …”, y consta de 35 capítulos, los 33 primeros numerados consecutivamente y
dos capítulos finales sin numeración. El MH es el cuarto de seis textos manuscritos, que
incluyen la “Relación” [ca.1575] del párroco Cristóbal de Molina, un “Tratado” [ca.1571]
del Lic. Polo de Ondegardo, extractos de los Comentarios Reales [1609] del Inca Garcilaso
(“escreuilo en pr.o de junio 1613”, f. 63v), el “Tratado” [1608] del propio Ávila (que es
una traducción parcial al castellano con comentarios del MH), y la “Relación” [ca.1630]
de Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua (N. del E.).
58. Ver G. Taylor en Ávila 1980: 8. Pese a que la observación de Taylor es de 1980,
K. Spalding se refiere al texto como una colección de mitos “prepared for him
[Ávila] around 1598, a year after he asumed his post in San Damian ...” (1984: 253).
Extrañándose de que fuera tan pronto, para explicarlo recurre a la supuesta condición
de mestizo del cura. La referencia al “Doctor Ávila” se encuentra en el capítulo 20 del
texto quechua.
310
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
Poma 1936: ff. 1110-12 y 1121; citado por Duviols 1966a: 225-6). En estos
dos años Ávila declaró haber visitado 35 000 indios, convirtiéndose así en
un experto extirpador gracias a su fuente secreta. Siguiendo su itinerario
geográfico, pues, resulta bastante claro que la narración mitológica se
convirtió en una inapreciable ayuda para Ávila, sirviéndole de guía en
sus visitas. El nunca reveló poseerla y este secreto le hizo aparecer como
alguien excepcionalmente enviado por Dios para luchar contra la religión
indígena. Así lo veían el arzobispo Lobo Guerrero, el jesuita Arriaga,
autor de la Extirpación de la Idolatría del Pirú (1621), y parece que hasta él
mismo.59
Claro es que tanto la narración quechua como otras informaciones que
el cura recibía y que le facilitaban sus pesquisas no habrían existido sin
personas de su confianza en la comunidad indígena que le sirvieran de
delatores. Es indudable, por ejemplo, que Cristóbal Choquecasa era una
de ellas y su participación resulta evidente por su destacado y laudatorio
protagonismo en la construcción de Ritos y tradiciones, aunque se hable
de él en tercera persona. Choquecasa ya había trabajado en favor de
Ávila para conseguir la retractación de los indios acusadores del cura y,
posiblemente, fue también la persona que recabó declaraciones de otros
informantes para la narración en la que, a veces, pasa a ser él mismo el
centro del relato, al describirse incidentes de su vida en los que se resalta
su fidelidad al catolicismo (ver Ávila 1987, cap. 20).
Pero Choquecasa no debía ser el único. Cuando Ávila menciona
algunas de sus visitas deja ver que contaba con quienes le ponían al
tanto de los secretos que él después “descubría”. Así, en 1608, habiendo
concluido con los ídolos de San Damián, continuaba:
“Resulto, que me diessen aqui noticia de que en el pueblo y Doctrina de S.
Pedro de Mama [...] había un indio llamado Hernando Pauccar, muy temido
y respetado en estas Provincias porque era Sacerdote Mayor ...” (Ávila 1648,
“Prefación”, p. Lxii).
59. Ver B. Lobo Guerrero a S.M., Los Reyes, 20 Abril 1611, en AGI, Lima 301 (en Duviols
1966a: 253-4); Arriaga 1621: 2; Ávila 1648, “Prefación”, pp. Lvii y Lxv.
312
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
“... fui luego [...] a casa de un indio cassado, y que tenia una hijuela, que [...]
habiame dicho estaba dedicada por muger a un Idolo, y que este era de oro ...”
(Ávila 1648, “Prefación”, p. Lxiv).
313
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
“como el curaca mismo era ‘huacsa’, toda la gente comenzó a celebrar de nuevo
sus antiguas costumbres viniendo [a los santuarios] de Llocllayhuancupa así
como [de] Macauia, velando hasta el amanecer y bebiendo” (Ávila 1987, cap.
20).
314
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
Conociendo las referencias que del carácter de Ávila daban los indios
de su doctrina, es más que dudoso que este arte y estratagemas fuesen
las delicadas atenciones que dijo haber utilizado en la falsa historia del
indio Cristóbal Llacsahuarinca que aparece en la “Prefación”. Este no
era exactamente un caso de idolatría, sino una pretendida declaración
de retractación de capítulos ocurrida ante B. de Padilla de uno de los
acusadores del pleito.
315
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
62. Ver Sánchez Dávila 1613. Que Ávila debía ser aficionado a los libros parece
confirmarlo el hecho de que, a su muerte, en el inventario de sus bienes se encontrase
una biblioteca con algo más de 2 000 títulos, con abundancia de libros religiosos, sin
faltar los de filosofía, historia, literatura diversa y otras materias. Ver su Testamento en
AGN, Protocolos 468, ff. 1027 y ss. [Ver el estudio de Teodoro Hampe, Cultura barroca y
extirpación de idolatrías: La biblioteca de Francisco de Ávila, 1648 (Cuzco: CERA Bartolomé
de las Casas, 1996) (N. del E.)].
63. B. Lobo Guerrero a S.M., Los Reyes, 9 marzo 1617, en AGI, Lima 301.
320
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
IV
321
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
64. B. Lobo Guerrero a S.M., Los Reyes, 15 Abril 1619, en AGI, Lima 301 [La “Relación
de las idolatrías de los indios de Fernando de Avendaño”, fechada el 3 de abril de 1617,
ha sido publicada por Duviols, ed., Procesos y visitas de idolatrías: Cajatambo, siglo XVII,
con documentos anexos (Lima: PUCP, IFEA, 2003), pp. 715-9 (N. del E.)].
65. Información de méritos de F. de Ávila, Lima 1613, en AGI, Lima 326; y B. Lobo
Guerrero a S.M., Los Reyes, 3 Mayo 1615, en AGI, Lima 301.
322
FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
66. Ver AGI, Charcas 140. Agradezco a John Murra las referencias que me facilitó acerca
de Ávila en este legajo. En Lima, los diezmos valían por encima de los 100 000 pesos en
esta fecha; ver Carnero y Pinto 1983: 8, 9 y 57. [Sobre el clero de La Plata, ver Lincoln A.
Draper, Arzobispos, canónigos y sacerdotes: Interacción entre valores religiosos y sociales en
el clero de Charcas del siglo XVII (Sucre: Archivo-Biblioteca Arquidiocesanos “Monseñor
Taborga”, 2000) (N. del E.)]
323
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
67. H. Arias de Ugarte a S.M., Los Reyes, 20 abril 1637, en AGI, Lima 302. Agradezco a
Sempat Assadourian la comunicación de este dato.
68. Se trataba probablemente de población quechua-hablante Yampara (información
verbal de J. Murra).
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FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
a Ávila desde 1607, como mínimo, cuando siendo oidor –años antes de
ordenarse sacerdote– intervino como juez en la Información que el cura
solicitó de sus méritos para pedir alguna prebenda; más tarde, en 1613, él
mismo volvería a actuar como juez en la segunda Información solicitada
por el extirpador. Este hecho, al relacionarlo con cierto pasaje de la
“Prefación” de Ávila, da pie a pensar que existió cierta amistad entre
ambos y que pudo haber sido el arzobispo quien influyera en el traslado
del primero a Lima, haciendo uso de una de las canongías que “de oficio”
los prelados podían proveer; y ello a pesar de que, al parecer, Arias “no
veía [...] que la idolatría fuera una enfermedad congénita en el mundo
peruano”, en palabras de un historiador de la Iglesia colonial (Egaña 1966:
291). En el pasaje mencionado, Ávila escribía en 1645:
“E visto yo, y comunicado Prelado de insignes partes, desinterez y zelo, y
llegando a dezirle, que en su Obispado avia grâ perdición de Idolatria, y
que conuenia remediarlo, y predicandolo en un dia [...] y engrandeziendo la
virtud y eminencia, del dicho Prelado, un gran predicador, que oy es Obispo
en este Reyno, repetia tras cada virtud, que del predicava, Verum tamen excelsa
non abstulit. El Prelado [...] despues en su casa mostro grânde sentimiento
desto, y a mi me dixo, lo dixesse assi al Predicador: el qual en vez de desistir,
tuvo modo como en una cession de un Concilio Provincial, que entonces se
celebrava alli, donde avia otros Prelados, de hazer una larga Oración, sobre
este punto. Pero esto, ni otras diligencias, no bastaron para que se quisiese
persuadir el dicho Prelado a este daño de la Idolatria, ni los otros que alli
estavan ...” (Ávila 1648, “Prefación”, p. Lvi).
69. Ver Josep M. Barnadas, “Idolatrías en Charcas (1560-1620): Datos sobre su existencia
como paso previo para la valorización del tema de su extirpación”, en: Gabriela Ramos y
Henrique Urbano, comps. Catolicismo y extirpación de idolatrías, siglos XVI-XVIII: Charcas,
Chile, México, Perú [Cuadernos para la Historia de la Evangelización en América Latina,
no. 5] (Cuzco: CBC, 1993), pp. 89-103 (N. del E.).
325
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
71. B. Lobo Guerrero a S.M., Los Reyes, 15 Abril 1619, en AGI, Lima 301.
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FRANCISCO DE ÁVILA (CUSCO 1573 (?) – LIMA 1647)
72. Su “amigo íntimo” y tenedor de bienes era Florián Sarmiento Rendón, que además
era su albacea “in solidum” con el P. Mtro. Fr. Miguel de Aguirre O.S.A., y Juan Delgado
de León. Ver Tratado de los Evangelios (Ávila 1648), y su Testamento, en AGN, Protocolos
468, f. 1092. Guillermo Lohmann (1984) ha publicado los contratos para la corrección de
las pruebas y la impresión del Tratado.
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
mismo año de 1647, Ávila anunció que “había de morir el día de las Llagas
del Seráfico Padre San Francisco” y, en efecto, “así sucedió” , porque
“martes a las once de la mañana, diez y siete de septiembre, día célebre de las
Llagas del Seráfico Padre, cantaba la missa, al tiempo que el Ilustre Cabildo
comenzó a entonar el responso (que en vida se le decía) y a clamorear en uno
las campanas del Convento y Catedral, al mesmo instante expiró en su casa,
con prendas de su gloria. ¿Y quién duda le asistió el Seráfico Padre?” (Córdova
Salinas 1651, 1957, lib. v, cap. xxviii, p. 968).
73. Fe de muerte en AGN, Protocolos 468, f. 1090; reproducida en J. T. Polo (1906: 270).
330
EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN
(HUAROCHIRÍ) CONTRA FRANCISCO DE
ÁVILA (1607)*
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
3. Para un contexto muy similar a este, Luis Millones (1977) ha escrito un sugerente
trabajo al que resulta ineludible referirse.
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
En agosto del mismo año, tres meses más tarde, Ávila denunciaba
los ritos religiosos de los indios, delatados, según él, por Cristóbal
Choquecasa, con lo que iniciaba la intensa campaña que le valdría el título
de Juez Visitador en 1610. La denuncia ocurría antes, incluso, de que se
hubiese pronunciado la sentencia en el juicio. Entretanto, un nuevo fiscal
eclesiástico, Francisco de los Ríos, pediría la revisión del mismo quizás
por observar contradicciones entre las rotundas negativas de Ávila,
en su confesión, a todas las acusaciones de los indios y las anteriores
rectificaciones de éstos, que admitían la existencia de una parte, al menos,
de lo denunciado. De la revisión, Ávila saldría definitivamente absuelto.
Ávila llevaba 11 años de cura en San Damián, había recogido narraciones
mitológicas indias y debía conocer sobradamente las prácticas religiosas
indígenas. ¿Por qué, entonces, no las denunció hasta agosto de 1608?
Como ya señalé, el pleito contiene una riqueza de datos que no se agota
en un breve comentario como éste y podrán ser utilizados en posteriores
estudios. Basta resumir diciendo que, probablemente, en el estudio de
los problemas que se traslucen en pleitos como el de los indios de San
Damián contra Ávila puede encontrarse la explicación de la historia de la
lucha contra las religiones autóctonas en el siglo XVII en Perú.
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
4. Sobre el comienzo del “Memorial” por el capítulo 13, cfr. la hipótesis planteada en el
comentario al pleito que antecede a este extracto [Ver también el capítulo 9 en la IV parte
del presente libro (N. del E.)].
340
EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
18.- Item. que, demás de otros indios que tiene, toma de estos pueblos
cuatro indios mitayos sin pagarles cosa ninguna de jornal, en el trato de
la pólvora que tiene en el dicho repartimiento tan públicamente.
19.- Item. que todo el año tiene en la caballeriza diez cabalgaduras y
compele a los indios e indias que le traigan cada día quince cargas de
hierba, que esto, sumado al fin del año, es gran cantidad, y esta cuenta la
tiene el indio contador de estos pueblos en su quipo.
20.- Item, que tomó a los dichos indios cada día una gallina y un pollo
y algunos cabritos y carneros de Castilla y los viernes cincuenta huevos
y no ha pagado sino a como quiere. [f. 3]
21.- Item. que tomó cada día tres almudes de maíz y nueve almudes de
papas, pagando por el maíz a tres cuartillos y por las papas ninguna cosa.
22.- Item. que habiendo venido a esta ciudad a sus negocios, ocupó
cuatro mandones quipocamayos que hiciesen mita todo un día en
guardar una mula que dejó con un muchacho suyo. Debe estos jornales
y servicio.
23.- Item. se le pone por capítulo al susodicho que fue con sus perrillos
a la casa de los indios y mató cuatro gallinas y se las llevó y no ha pagado
cosa ninguna.
24.- Item. que mató con su arcabuz dos gallinas del ayllu del Tumna y
no las quiso pagar.
25.- Item. que mandaba a los indios del ayllu del Tumna a que cada
uno le diese un cántaro de chicha, que vale un real, para los oficiales
que tiene ordinariamente y no ha pagado cosa ninguna y esto es mucha
cantidad al cabo del año.
26.- Item. que en diferentes veces tomó sesenta cabalgaduras de los
indios para sus amigos y para ocuparlos en sus tratos y granjerías y no
les ha pagado cosa ninguna.
27.- Item. que mandó matar un caballo para coger con él un cóndor y
no lo ha pagado al indio que lo fue a buscar.
28.- Item. que se viene a esta ciudad algunas veces en el año y ha
hecho de fallas en cada una tres meses. [f. 3v]
341
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
29.- Item. que ha estado en esta ciudad mucho tiempo y cuando volvía
pedía que le pagasen la ofrenda de las fiestas y obligaba a que los ciegos,
cojos y tullidos y pobres le pagasen, y que diesen un real y dos reales.
30.- Item. que tomó cuatro caballos y una chacarilla de un indio
difunto diciendo que lo tomaba para decir bien por su alma, no habiendo
mandado para esto más de tres pesos.
31.- Item. dejó mandados para decir misas por su ánima tres patacones,
le tomó ocho pesos.
32.- Item. que otro indio llamado Cristóbal Llacsarosi dejó mandado
para hacer bien por su ánima tres pesos y le quitó un caballo y dos
patacones.
33.- Item. que Andrés Llacsavillca, difunto, mandó tres pesos, y pidió
que le diesen un caballo y una cha[ca]rilla y se lo llevó teniendo herederos.
34.- Item. que mandó diez pesos este indio para la iglesia, diez pesos,
y cobró éstos y tomó otros diez para él sin quererlo sus herederos.
35.- Item. que cada semana pide maíz duçe [sic] y una fanega de papas
y paga menos de lo que vale, la mitad, y por el maíz a cuatro reales la
fanega, y por el trigo a un patacón, mereciendo el maíz a cuatro pesos.5
37.- Item. que junta y toma a los indios del ayllu Tumna trescientos
huevos para sus granjerías que tiene en esta ciudad y toma una docena
de gallinas como si fueran suyas.
38.- Item. que tomó cuatro arrobas de sebo a los indios, de cada uno un
poco y vino a montar esto.
39.- Item. que ocupó muchos indios e indias para que le hilasen lanas
de todos colores, que fueron más de ciento cincuenta personas. [f. 4]
40.- Item. que debe trescientos reales que ha montado la tinta que ha
tomado en diferentes veces a los indios.
41.- Item. que ha ocupado en diferentes veces doscientos indios que
han servido en las casas que hace en esta ciudad, en adobes y otras cosas
y algunos han traído caballos.
42.- Item. que debe sesenta jornales de caballos a los indios.
342
EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
43.- Item. que cobró los carcelajes de los indios que se prenden, que
esto es mucha cantidad.
44.- Item. que a una india viuda puso en cuestión de tormento para
que dijese dónde tenía el dinero su marido, siendo pobre.
45.- Item. que ha herrado con su hierro algunas cabras y capados para
cecina y los ha tomado diciendo ser suyos.
46.- Item. que tomó dos frazadas del mayordomo del hospital de
Santiago de Tumna y no han aparecido.
47.- Item. que va cada año con sus oficiales, sacristanes y fiscales a la
chácara de los indios y les quita dos fanegas de chochoca, que vale cada
fanega cuatro pesos y medio.
48.- Que fue el dicho cura al [a]siento de Guarin [?] y quitó tres fanegas
de maíz y no lo ha pagado.
Todos los cuales capítulos son ciertos y verdaderos y los firmamos los
caciques don Martín Puyporocsi y don Cristóbal Carbavilca y Cristóbal
Marcañaupa de los pueblos [sic] de Santiago de Tumna, en Los Reyes en
veintiocho de Septiembre de 1607.
[Firmado:] Don Martín Puyporocsi – Don Cristóbal Carbabillca,
alcalde – Cristóbal Marcañaupa, contador – Miguel Caxamanya,
camachico. [f. 4v]
2 [¿SEPTIEMBRE 1607?]
Don Lorenzo Colqueñaupa, cacique de la huaranca de Chaucarima
del pueblo de Señora Santa Ana al doctor Francisco Dávila, su cura y
del de San Damián, en el partido de Huarochirí, de agravios hechos
a los miserables indios. Son los que parecerán sucesivos en la manera
siguiente:
1.- Lo primero, que ha deshecho las casas de los naturales de la
reducción del pueblo de Señora Sta. Ana de Chaucarima, por aprovecharse
de la madera de ellas, que era muy buena, que tiene cada viga más de
doce varas de largo, y gruesas, y la envió a esta ciudad para enmaderar su
casa, que los indios del dicho pueblo trajeron a cuestas, la cual estiman en
343
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
344
EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
10.- Que fuerza a los indios e indias del dicho pueblo le ofrezcan todos
los domingos y fiestas, a los pobres a dos reales y los demás a cuatro
reales, y esto se lo dan recogido, por ayllus, en su casa sin perder punto,
y en la iglesia solo les da a besar el manípulo sin género de ofrenda,
disimulándolo por este medio, siendo la ofrenda voluntaria, y no quiere
recibir papas ni maíz, tan solamente dinero.
11.- Que el día de finados son apremiados los miserables de los indios
e indias a que ofrezcan en las sepulturas de sus muertos a cuatro reales
y cuatro almudes, y dando la plata y no el maíz, queda encarcelado en la
iglesia hasta que lo da, siendo prohibido.7
12.- Que de ordinario tiene consigo dos españoles en su compañía
y dos indios, el uno carpintero y el otro platero, y a todos cuatro los
miserables de los indios los sustentan en darles todos los indios a cada
uno de ellos media fanega de papas y dos almudes de maíz y una gallina
y un pollo, valiendo la media de papas, y dos almudes de maíz tres reales,
y seis reales las papas, y la gallina cuatro reales, y el pollo dos reales, que
es mucha suma de plata cada día.
13.- Se pone por capítulo al dicho doctor Francisco Dávila que en catorce
años que es cura entre ellos, se le han muerto por su negligencia cinco
indios sin confesión, como fueron Pablo Casavilca, Lorenzo Chaucapoma
y Cristóbal Canchañaupa, Francisco Vilcacaja y otro Francisco, y tres
indias, la una Isabel Pomaticlla, María Locsichimui y Catalina Cusiticlla,
que por todos son ocho personas, de lo cual digno de represión y castigo,
quitándole el beneficio.8 [f. 46v]
14.- Piden y suplican en voz de su comunidad sean oídos y su justicia
guardada debajo del amparo de vuestra ala en que el Provisor se la haga
recibiendo información en esta corte de lo que sus capítulos contienen, en
que recibirán merced.
[Firmado:] don Lorenzo Colqueñaupa. [f. 47]
3 [¿SEPTIEMBRE 1607?]
345
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
23.- Que los caballos que envía a esta ciudad cargados con sus
granjerías de papas y cucupa [sic], se han perdido cinco caballos que
valían cada uno de ellos doce pesos.
24.- Asimismo, las papas y cucupa [sic] y otras cosas que traen a esta
ciudad, los negros cimarrones los saltean en el camino, les hace pagar lo
que les han tomado a los pobres indios, que es cargo de conciencia.
Suplican al Sr. Secretario Damián de Xería, como a señor y protector
general de los naturales, se les haga memorial porque se les haga justicia.
[Firmado:] don Simón Astomani – don Domingo Pomaçares – don
Cristóbal Astoguamán – Miguel Yauriçasas. [f. 48v]
4 [¿SEPTIEMBRE 1607?]
Memorial de capítulos que se ponen a el Doctor Francisco de Ávila
desde que ha sido cura del repartimiento de Huarochirí, que ha catorce
años, los cuales son en la manera siguiente:
1. Primeramente se le pone por capítulo que tiene ocupados cuarenta
y ocho indios cada mita sin pagarles cosa ninguna de jornal en el trato de
la pólvora que hace en el dicho repartimiento.
2. Item. se le pone por capítulo que, habiendo enviado a esta ciudad
a un indio a sus negocios en una mula, en el asiento de la Cieneguilla
salieron dos negros cimarrones y le quitaron al dicho indio el freno y le
hizo malos tratamientos y le tuvo preso muchos días y, porque no tenía
con qué pagarle el dicho freno, hizo que todos los indios del ayllo Allauca,
de que es mandón Lázaro Quiporocsi, le pagasen trece patacones, no
valiendo más que cuatro pesos por ser viejo.
3. Item. se le pone por capítulo que mandó que todos los indios del
ayllo de Concha juntasen siete pesos y medio para que comprasen una
silla de asiento para la iglesia, lo cual no fue para esto, sino para él, con
que se ha quedado.
4. Item. se le pone por capítulo al susodicho que por solo su gusto se
salía de su casa y se iba a la de los indios con sus perrillos y hacía que
corriesen detrás de las gallinas y mataron quince de ellas y no las ha
pagado hasta ahora y eran del ayllo Concha.
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
Item. que debe cincuenta cargas de carbón de Pacay [sic], que montan
doscientos cincuenta pesos, de que no ha pagado cosa ninguna.
Item, que debe mucha madera que mandó traer a los indios a sus
cuestas y costa, para el beneficio de la pólvora.9
Item, debe diez patacones de papas y una fanega de maní, de que no
ha pagado cosa ninguna.
Y debe asimismo un millón mil quinientos y ciento [sic] treinta peces
que le han traído todos los viernes [f. 109] y vigilias y cuaresmas, que
montan sesenta y siete patacones.
Sin otras menudencias que no se ponen aquí que suman mucha plata,
todo lo cual es verdad y lo firmamos de nuestros nombres.
Y asimismo se le pone por capítulo al dicho cura que mandó traer a
esta ciudad ochenta losas de piedra labrada para edificios de la casa que
tiene en esta ciudad en caballos de los indios, para lo cual ocupó más de
cincuenta indios en una semana y no ha pagado cosa alguna.
[Firmado:] Don Martín Chicyarosi – Juan Macarayco – Lorenzo
Pomatacma – Lázaro Puiporocsi – Agustín Puybocallua – Martín
Llacxayauri – Alonso Choquellonco. [f. 109v]
5 [¿SEPTIEMBRE 1607?]
Memorial de las cosas que debe el Doctor Francisco de Ávila, cura de
Huarochirí, a los indios del pueblo de San Francisco [de Çunicancha],
de que no ha pagado cosa ninguna, de que es cacique don Martín
Huachañaupa y don Diego Llaxaguaman, son en la manera que sigue:
6 ps. 2 - Primeramente, cinco carneros de Castilla que tomó, de los
cuales debe de resto 6 patacones y dos reales.
4 ps. 3 - Item. debe siete cabritos que son cuatro patacones y tres reales.
3 ps. - Item. de una arroba de sebo, tres patacones.
9. Para preparar pólvora en la época se utilizaba carbón vegetal: “haciendo […] el carbón
de sarmientos de parras bravas que hay en tierra caliente, ó gamones ó cáscaras de
naranja, de sauce ó ceiba ó higuerón”; ver Bernardo de Vargas Machuca [n.1557-m.1622],
Milicia y descripción de las Indias [1599] (2da ed., Madrid: V. Suarez, 1892), p. 152 (N. del E.).
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
11. Esta es la traducción hecha por Ávila de una declaración en quechua, redactada por
Cristóbal Choquecasa, y firmada sólo por tres testigos, incluyendo a Choquecasa, pero
no por alguno de los 20 declarantes.
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
12. Entre 1603 y 1620 el encomendero del repartimiento de Huarochirí fue don Gabriel
de Castilla y Mendoza; ver José de la Puente Brunke, Encomienda y encomenderos en el
Perú (Sevilla: Diputación Provincial, 1992), p. 438 (N. del E.).
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
8 [2 MARZO 1608]
Martín Chequiarosi, principal del ayllo Huamansica, y Miguel
Vilcayauri, quipocamayoc y contador del dicho ayllo, Bmé. [?] Campricha
[?] y Alonso Quispivilca, Juan Misayauri y Mtn. [?] Quequivilca [?], por
nos y los demás indios de este dicho ayllo, decimos que a nuestra noticia
es venido que algunos indios del pueblo de S. Juan [de Lahuaytambo]
pusieron por el mes de Septiembre pasado [de 1607] ciertos capítulos
al doctor Francisco de Ávila, nuestro cura, y entre ellos pusieron siete
diciendo que eran de nuestro ayllo de Huama[n]sica y firmaron el
357
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
13. La firma de “Don Martin Chicyarosi” y los cargos “del ayllo de Huama[n]sica”
figuran al final del cuarto extracto; ver extracto 4 supra (N. del E.).
14. Al margen dice: “En presencia del Sr. Visitador [Dr. Padilla], satisfizo a los indios de
este ayllo el dicho doctor Ávila estos 7 pesos y medio, en 16 de mayo de [1]608”.
358
EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
dicen que mató para los cóndores, la verdad es que era un caballo rabillo
que era del corregidor y se estaba muriendo de un apostema que tenía en
un pie; y en lo que toca al carcelaje que dije que cobraba de los presos, la
verdad es que nunca él ha cobrado sino el moronta [sic], y él le ha tomado
cuenta cada año y recibido lo que el moronta [sic] le ha dado, como bienes
de la iglesia, y asentádolo en su libro donde aparecerá; y en lo que toca
[a] las ofrendas, nunca ha ofrecido ninguna persona más que un cuartillo
y esto en las fiestas de guardar de los indios; y en lo que toca a pólvora y
en que haya ocupado a los indios, la verdad es que ha sido cuatro o cinco
veces por espacio de un día cada vez, haciendo moler en dos batanes que
están en la cocina a los sacristanes y algunos [f. 92] cantores y a otros
dos o tres indios;17 y en lo que toca a hilado, la verdad es que [desde]
cuando há que está en esta dicha doctrina, el dicho doctor solamente
tres veces ha hecho hilar hasta tres vellones de lana y eso lo han hecho
los indios sin querer paga, de sola amistad; y en lo que toca al tanti [sic:
¿tinte?],18 la verdad es que el dicho doctor mandó dos o tres veces que
las solteras y muchachos de doctrina le juntase cada uno un panecito y
esto se hizo sin fuerza y con gusto de todos; y esto es la verdad de lo que
pasa, todo lo demás es falso y mentira; y en lo que toca a lo que se dice
de que el dicho doctor debe a la iglesia muchos pesos, el dará cuenta por
su libro, donde estará verdad de todo; y en lo que toca a los cien carneros
que dije que comió su madre, la verdad es que, si alguno sacó el dicho
doctor, lo pagó porque los carneros y ovejas cuando estaba su madre
aquí eran muy pocos, como constará por los libros de visita y hospital;
y así vuelvo a decir que todo lo demás hasta aquí dicho es la verdad
y pido al dicho doctor me perdone los testimonios que he levantado y
a don Cristóbal Chuquicassa, don Domingo Pomaçamari, Juan Sánchez
Serrano, Juan Vargas de Toledo, Agustín Pichaco, Cristóbal Caruavillca,
Agustín Pomayalli, que son testigos cómo hago esta declaración no por
otros respecto que por temor de la muerte y descargo de mi conciencia
17. Para preparar la pólvora: “en una piedra de moler maíz se molerá […] el azufre,
de suerte que no tenga tierra y lo mismo el salitre y carbón; […]. Las partes […] son
de azufre una y cuatro de salitre, de carbón una. Y para que estos materiales no se
humedezcan los tendrán al humo, porque al sol se hecha á perder el salitre […]. Y hecha
la dicha masa en una red […] como bastidor: tomarán la masa hecha en su punto y la
pasarán con la mano por cima, siempre á un lado solo, apretando la masa y la mano pase
con lijereza y debajo tengan un paño donde vaya cayendo la pólvora y allí la dejaran
enjugar y guardarán en sus botijuelas”; ver nota 9 supra, pp. 152-153 (N. del E.).
18. Podría ser “tanti” por “tanta”, quechua por “pan” (N. del E.).
360
EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
10 [8 MAYO 1608]
El Dr. Francisco de Ávila, presbítero, cura de esta doctrina de S.
Damián y vicario de estas provincias, digo que como a Vm. consta
y es público y notorio, muchos de los indios de esta doctrina me han
puesto y levantado muchos y varios capítulos falsamente y, entre ellos,
los principales capitulantes y los que han seguido los dichos capítulos
descubiertamente son Felipe Canchucallhua y Cristóbal Llacsahuarinca,
indios del pueblo de Sta. Ana [de Chaucarima] de esta doctrina, los cuales
han venido con Vm. y llegado a este pueblo de [Santiago de] Tumna, de
donde también se me pusieron ciertos capítulos falsos y como tales, el
autor de ellos declaró los días pasados, en cierta enfermedad que tuvo,
ser mentira, como constará de la dicha declaración, que presentaré
a su tiempo,19 y ahora los dichos Felipe Canchucallhua y Cristóbal
Llacsahuarinca, como enemigos míos capitales, han pretendido en este
pueblo volver a persuadir a los indios de él que no se dejen caer de sus
mentiras, y dicho públicamente delante de todos ayer que mirasen los
que eran o habían [de] ser testigos de mis verdades lo que hacían, y que
verían ahora quién era hombre de brío y otras cosas, con lo cual los indios
andan amedrentados y espantados y otros con mal ánimo y propósito de
calumniarme, y asimismo de aquí proviene que se disminuya mi defensa,
pues se sigue quitárseme la copia de probanza que tan favorable es en
derecho, y no siendo los dichos indios de aquí, como dicho es, y teniendo
sus capítulos aparte, es razón y justicia que Vm. les mande luego notificar
so graves penas que dentro de media hora se partan y vayan a su pueblo
de Sta. Ana, vía recta sin hablar con indio alguno en materia de pleitos ni
361
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
362
EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
22..Aquí se puede decir que comienza la fase de revisión del juicio, con la aparición del
nuevo fiscal, Francisco de los Ríos.
23. En 3 de septiembre de 1609 se tomó confesión a Ávila sobre dos series de capítulos,
de 48 y 24 ítems, respectivamente, que negó, uno por uno, rotundamente. Quizás por la
contradicción de estas negaciones con las rectificaciones de los indios, que admitían la
existencia de algunos servidos hechos a Ávila, el fiscal presentaba este escrito.
363
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
24. La frase “simul et semel” en latín significa “al mismo tiempo” (N. del E.).
364
EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
contra mí, como consta de este testimonio que presento para que, sacando
un traslado para poner en esta causa se me vuelva, antes entonces fue
cuando los dichos indios capitulantes confesaron y afirmaron haberme
calumniado en todo. Lo otro porque no se puede ni debe entender que,
siendo como soy el sacerdote que en estos tiempos se ha señalado más
que otro alguno en la conversión de los indios, principalmente de mi
doctrina y jurisdicción de vicaría, destruyendo ídolos y idolatrías; si,
por otra parte, fuese hombre de mala vida y ejemplo y cometiese los
crímenes y excesos de que el dicho fiscal me acusa, pues viviendo mal
no pudiera tener libertad para reprehender vicios y perseguir idólatras,
los cuales, como consta de sus confesiones, instigados del demonio me
acusaron en todo de lo que después confesaron ser calumnia. Lo otro
porque excluye (lo que es en materia de interés) toda presunción contra
mí la exhorbitancia de las cantidades de cosas que se me imputaron de lo
cual, si la menor parte fuera verdad, estuviera muy rico no siendo, como
no soy, hombre jugador ni derramado en otros vicios. Por todo lo cual y lo
demás que protesto alegar y alego que en mi favor puede hacer.
A Vm. pido y suplico me mande dar y dé por libre [de] la dicha
acusación, mandando imponer al dicho fiscal perpetuo silencio y
restituirme en mi prístino buen honor y fama, y así mismo declarar a los
dichos indios por capitulantes falsos y calumniadores y pido justicia y
costas y el oficio de Vm. imploro.
[Firmado:] El Dr. Francisco de Ávila. [f. 119v]
25. Nicolás Astollivia, fiscal del pueblo, fue requerido para que presentase los testigos
que hubieran de rectificar.
26. La frase “de verbo ad verbum” en latín significa “palabra por palabra” (N. del E.).
365
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
dijo que nada de lo que en él tiene dicho es verdad y que fue inducido
e insistido para decir este dicho por don Lorenzo Colqueñaupa y don
Felipe Canchocallua y Martín Caspiraicu, pintor, indios de la huaranca
de [f. 130v] Chaucarima,27 los cuales le dijeron que sin ningún escrúpulo
podía afirmar todo lo dicho porque en sí era verdad y ellos lo sabían muy
bien y que en fe de esto depuso y dijo todo lo que se le ha leído, pero no
porque lo supiese ni entendiese; antes, ha tenido y tiene al dicho doctor
por sacerdote honrado y cuidadoso en su oficio y le pide perdón de haber
dicho contra él sin saber lo que decía, y que después acá que ha dicho este
dicho ha padecido muchos trabajos y enfermedades y al presente está sin
poderse menear de una pierna y que entiende que es castigo de Dios por
haber levantado testimonio en todo lo que dijo del dicho doctor, y dijo
no saber más. Y preguntado si sabe firmar dijo que sí sabe y preguntado
cómo no firmó el dicho de la sumaria, dijo que no se le advirtió ni mandó
entonces, y lo firmó de su nombre.28
[Firmado:] El Bllr. Joseph de Carvajal – El Bllr. Manuel González,
notario. [f. 131]
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EL PLEITO DE LOS INDIOS DE SAN DAMIÁN CONTRA FRANCISCO DE ÁVILA
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
29. Se trata del Dr. Feliciano de Vega, Provisor del arzobispado, nombrado por el nuevo
arzobispo Lobo Guerrero, quien había llegado a Lima en octubre de 1609 (N. del E.).
368
DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN
DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII*
1. Introducción
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
2. Un esbozo biográfico
372
DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
2. No es exagerado calcular que una doctrina media podía generar hasta cinco mil pesos
o más a sus curas (Acosta 1982c) [Ver el capítulo 5 en la sección III del presente libro;
ver también de Carlos Carcelén, “Las doctrinas de Chaclla-Huarochirí en los siglos
XVI-XVII”, Revista Andina 31 (Cuzco), 16, 1 (1998), pp. 99-118 (N. del E.)].
373
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
3. En adelante, las citas de los sermones se referirán, en este orden, a parte (1ª o 2ª), sermón
(I-X y XI-XXXII, respectivamente) y folio (del 1 al 129v y del 1 al 94v, respectivamente).
Para mayor detalle, en el Apéndice se encuentra el título de cada sermón.
374
DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
***
6. Como Avendaño no era hablante nativo de quechua su texto es menos rico y fluido
que el del Tratado de los Evangelios de Ávila, situación que Avendaño trataba de justificar
al afirmar que sus Sermones serían mas fácilmente entendibles para la población
indígena; sin embargo, los textos de Avendaño traducidos al quechua evidencian
la estructura castellana de los originales, haciéndolos mas bien confusos y de difícil
comprensión; ver Alan Durston, Pastoral Quechua: The History of Christian Translation in
Colonial Peru, 1550-1650 (Notre Dame, Indiana: University of Notre Dame Press, 2007),
pp. 138, 165-166, 183, 202-205, 340 (n.37) (N. del E.).
379
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
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DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
“... dare principio a enseñaros lo que os conviene saber para salvaros, y que
el fundamento de todo es la Fe [...] la Fe no es otra cosa, sino un conocimiento
sobre natural de Dios, que Dios la infunde, y pone en el entendimiento del
hombre para conocer a Dios [...] Dios crio a Adan y a Eva [...] entonces les
reuelo Dios esta Fe [pero] los Indios antiguos vuestros abuelos por sus grandes
pecados fueron perdiendo la Fe [...] Por todo lo dicho debeis agradezer a Dios
porque os a hecho Christiano y dezir: Alumbrad Señor mi entendimiento con
el don de la Fe [...] Enseñadme Señor, que soy un pobre Indio ignorante, como
os tengo que servir y como os tengo que agradar ...” (1ª, I, 1v, 2, 2v y 11v).
382
DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
***
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
9. Las partes del discurso se analizan aquí incluidas en la dispositio, como lo hacen
los tratadistas de la época (Robles 1992 [¿1630?]), aunque algunos especialistas en la
actualidad las tratan en la inventio (Mortara Garavelli 1991).
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DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
385
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
“... y en pecando echaron de ver que estauan desnudos, y este pecado que
en ellos fue actual, en nosotros sus hijos es original. Y si esto os parece
dificultoso de entender, y por vuestra corta capacidad no lo alcançais a saber
como pecando nuestro padre Adan, nosotros tambien pecamos en el, os lo
declararé con un exemplo ...” (1ª, VIII, 93).
386
DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
“Agora os tengo de enseñar que todos los hombres del mundo [...] tuvieron
su origen y ‹pacarina› de Adan y Eva. Bien se que los Incas no alcanzaron a
saber esta verdad, pero los Christianos lo sabemos porque Dios lo rebelo, y la
Sagrada Escritura lo dize y la S. Madre Iglesia lo propone para que lo creamos
firmemente [...] En muchas cosas erraron los Incas y vuestros Filosofos y
Historiadores tambien erraron porque no tuvieron libros para saber las
cosas antiguas desde el principio del mundo, y estas cosas las sabemos los
Christianos porque tenemos libros; en estos libros por mandado de Dios las
escrivieron los Profetas para que los hombres las supiesen” (1ª, IX, 99v).
“Otro modo ay tambien para probar que ay Dios que nos crio y es considerar
los castigos con que castiga a los hombres: porque hemos visto y savemos
algunos castigos tan terribles y espantosos que no lo podemos atribuyr a otro
que a Dios; y quando vemos o oymos estos castigos, estamos temblando de
miedo y temor, y este temor no lo tenemos de otros hombres, ni de los Reyes,
ni de los animales brauos, sino de Dios, que castiga a los pecadores: Luego no
podemos negar que ay Dios” (1ª, II, 21v).
388
DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
“Pues si no puede auer dos Dioses, como os tengo enseñado, ¿cómo podra
auer diez? ¿Cómo podra auer ciento? ¿Cómo podra auer mil? ¿Qué diremos
ahora de tantos millares de Huacas que eran adoradas por Dioses en las
quatro partes del Imperio de Inca? ¿Quantas Huacas adorauan en Contisuyu?
¿Quantas en Collasuyu? ¿Quantas en Antisuyu? ¿Quantas en Chinchaisuyu,
aura algun contador que las pueda contar? No por cierto.
“¿No hazes burla de essos Dioses? ¿No echas de ver claramente que esas Huacas
no son Dios? Porque ¿cómo podia auer tantos Dioses, tantos Omnipotentes,
tantos Criadores del cielo y de la tierra? ¿No echais de ver que el Demonio
engañó a vuestros antepasados [...]?” (1ª, III, 29).
“... como has puesto tu esperança en una piedra [...] ¿No ves que no tiene [...]
ni boca para consolarte, y si supiera hablar, te dixera: Indio, loco estas, ciego
estas, pues has puesto tu esperança en mi, que no tengo poder alguno [...]
no ves que soy piedra, que los pajaros, y las zorras se ensucian en mi, si soy
piedra, como tu lo ves, como puedo ser Dios? ...” (1ª, III, 27r-v).
389
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
“Dime hijo, si todos los hombres se parecieran los unos a los otros como se
parecen las ovejas; y si todas las mujeres se parecieran las unas a las otras de
tal manera que parecieran las mismas en el rostro, en los ojos, en la boca, en
el cuerpo, en las manos, y en los pies, y en la voz, que todas hablaran de una
manera, ¿no echas de ver que todo el mundo se perturbara? ¿No echas de ver
que el marido no pudiera conocer qual era su mujer, ni el hijo pudiera conocer
quien era su padre, ni la hija pudiera conocer qual de aquellas mugeres era
su madre? ¿Qué dizes a esto? Por fuerza has de confessar que Dios tiene
providencia con los hombres ...” (1ª, VI, 70v).
Valgan los ejemplos anteriores como una revisión que, lejos de ser
exhaustiva, permita concluir con la “argumentación” e ilustrar el modo
generalizado de “razonar” que utilizaba Avendaño en el sermonario. Por
lo que respecta a otros terrenos de la Retórica, como la “elocución” –que
entre otros aspectos incluye el ornatus, con las figuras de dicción y de
pensamiento–, o la actio, pese a lo importante de su contenido y como ya
390
DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
4. A modo de conclusión
“Me preguntareis, ¿por qué causa ordeno Dios que uviera tantos hombres
pobres en el mundo?
“Mirad hijos, assi lo quiso Dios y un sabio filosofo llamado Aristoteles dixo
que hay hombres que Dios crio para servir a otros, como son los negros.
Porque si todos fueran ricos, si todos tuvieran mucho oro y plata, ninguno
quisiera servir a otro, ninguno aprendiera los oficios de cansancio y trabajo;
ningun hombre quisiera ser albañir, ni cargar adobes para hazer las paredes,
ninguno quisiera cabar, arar ni sembrar las chacras, ninguno quisiera ser
pescador, ni ser marinero, ni andar con los navios que no duermen de noche,
ninguno quisiera guardar las ovejas en las punas entre la niebe. Porque todos
estos oficios de cansancio y trabajo los hacen los hombres pobres. Veis aquí
hijos la razon por que la providencia de Dios quiso y ordeno que uviera
hombres pobres en el mundo: porque las republicas y ciudades estuvieran
bien concertadas y pudieran unos hombres servir a otros.
“Dime, ¿podras tu con razon quexarte a Dios y dezirle: “Gran Señor ¿por qué
me hiziste Indio pobre para yr a la mita y al obraje y a guardar las ovejas en
la puna?”. No por cierto. ¿Quiereslo ver? Pues oyeme atentamente. Quando el
ollero esta haziendo jarros y ollas, unos para mesas de señores y otros para la
cozina, ¿podra la olla quejarse al ollero (si tuviera entendimiento): para que
me hiziste olla para cozina y no me hiziste jarro para mesa de señores? No
por cierto. ¿Por qué? Yo te lo dire: porque esso pende de la voluntad del ollero;
este por su voluntad haze del barro ollas a quien quiere y del mismo barro
haze jarros a quien quiere. De la misma manera, hijo, Dios todo poderoso es
391
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
como el ollero y los hombres somos como el barro, y Dios por su voluntad
haze unos hombres para Reyes y nos manden, y otros para que sean vasallos
y les paguen tributo. Assi tambien cria unos para servir y otros para mandar,
unos pobres y otros ricos; y assi como la olla no se puede quexar del ollero
[...], el hombre no se puede quexar con razon de Dios porque lo hizo Indio
y no Español, y porque lo hizo pobre y no rico; porque el barro no tiene
derecho para ser jarro y no olla, ni el hombre tiene derecho alguno para ser
rico y no pobre. Esso, hijos, pende de la voluntad de Dios. Y por esso debes
dar muchas gracias a Dios, porque si uvierais nacido rico, fueras sobervio, y
tuvieras muchas mugeres; y quisieras quitarle al pobre su chacra y te fueras al
infierno. Y siendo pobre te libra Dios de todos essos pecados. ¿Veis todo el oro
y plata que dio Dios nuestro Señor a los ricos? Pues no se la dio de valde, sino
para que socorran a los pobres y los ayuden con sus limosnas […] si no, ellos
se yran a los infiernos y los pobres yran al cielo donde no les faltara nada; los
pobres estaran muy contentos en el cielo y los ricos muy tristes llorando en el
infierno; los pobres estaran en el cielo en compañía de Dios y los ricos estaran
en el infierno en compañía de los Demonios; los pobres tendran mucha gloria
en el cielo y los ricos padeceran muchos tormentos en el infierno. No te pese
hijo de ser pobre en esta vida, que se ha de acabar muy presto y iras a ser rico
al cielo para siempre mientras Dios fuere Dios” (1ª, VI, 71).
392
DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
Apéndice
393
CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
394
DOGMA CATÓLICO PARA INDIOS: LA VERSIÓN DE LA IGLESIA DEL PERÚ EN EL SIGLO XVII
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CUARTA PARTE: EL CONTEXTO SOCIOECONÓMICO DE LA “EXTIRPACIÓN DE IDOLATRÍA”
396
ANEXOS
CRONOLOGÍA DE ACONTECIMIENTOS
Siglo XVI
399
PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
1544: llega a Lima el primer virrey, Blasco Núñez de Vela (15 de mayo), y los
“oidores” o jueces de la primera “Audiencia” (instalada el 1 de junio).
Llega a Lima el dominico fray Juan Solano, segundo obispo del Cuzco.
1544-1548: Rebelión de Gonzalo Pizarro contra las “Leyes Nuevas”; el obispo
Loaysa es mediador entre el virrey y los rebeldes (1544); posterior-
mente fue emisario de Gonzalo Pizarro (1546); finalmente apoya al
“Pacificador” Lic. Pedro de la Gasca.
1545: descubrimiento de la mina de plata de Potosí (hoy en Bolivia).
1545: el obispo Loaysa decreta una “Instrucción” sobre evangelización indí-
gena (29 de diciembre).
1547: el papa Paulo III promueve a arzobispados las sedes americanas de
Santo Domingo, México y Lima.
1548: tras la derrota de Gonzalo Pizarro en la batalla de Jaquijaguana (Cuzco,
9 de abril), el “Pacificador” Gasca redistribuye las “encomiendas”
entre los vencedores, con la ayuda del obispo Loaysa (“Reparto de
Guainarima”, Abancay, agosto); el obispo recibe las encomiendas de
Lurigancho y Tantacaxa (valle del Rímac) y Yauyos (valle medio del
Cañete) cercanas a Lima.
1548: se recibe en Lima la bula promoviendo la diócesis a Arzobispado (9 de
setiembre).
1549-1553: pleito entre don Pedro Portocarrero y el arzobispo Loaysa ante
la Audiencia de Lima por las encomiendas asignadas por el “Pacifi-
cador” Gasca.
1550: el “Pacificador” Gasca se retira del Perú (27 de enero); el arzobispo
Loaysa toma posesión formal de los “caciques” de sus encomiendas (8
y 17 febrero).
1551-1552: llega el segundo virrey del Perú, don Antonio de Mendoza a
Lima (julio de 1551), proveniente de México (fue el primer virrey de
la Nueva España, 1535-1550); gobierna poco más de un año y fallece
(setiembre de 1552).
1551-1552: Primer Concilio de Lima, convocado por el arzobispo Loaysa,
discute la evangelización de la población indígena andina.
1553-1554: Rebelión de Francisco Hernández Girón es enfrentada por un ejér-
cito convocado por la Audiencia de Lima y comandado por el oidor
Santillán y el arzobispo Loaysa.
1555-1561: el dominico fray Domingo de Santo Tomás viaja a España; imprime
en Valladolid (1560) la primera gramática quechua y el primer diccio-
400
CRONOLOGÍA
401
PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
1570-1575: “Visita General” del Perú dirigida por el virrey Toledo; se esta-
blecen nuevos pueblos de indios (“reducciones toledanas”) con parro-
quias permanentes (“doctrinas de indios”), se establecen las provin-
cias coloniales (“corregimientos de indios”) y se organiza un sistema
de subsidio laboral para la mina de Potosí (“mita minera”).
1570-1576: los jesuitas realizan “misiones volantes” entre los indios de
distintas zonas cercanas a Lima, incluyendo la provincia de Huaro-
chirí.
1571: el rey Felipe II ordena que los indios, por ser “neófitos”, no estén bajo la
jurisdicción de la Inquisición.
1572: llega al Perú el jesuita José de Acosta (n.1540-m.1600).
1572: el virrey Toledo envía una expedición contra Vilcabamba; captura del
último rey descendiente de los Incas, el joven Túpac Amaru (ejecutado
en el Cuzco el 24 de setiembre).
1572-1573: “visita secreta” a los pueblos a cargo de los dominicos en la
provincia de Chucuito; se encuentran abusos que motivan la expul-
sión de los frailes por órdenes del virrey Toledo, y su reemplazo por
sacerdotes del clero secular.
1572-1578: el dominico fray Francisco de la Cruz (n.1530-m.1578), ex-prior de
su orden (1566-1569), es apresado y juzgado por la Inquisición de Lima.
1573: el obispo Sebastián de Lartaún llega al Cuzco (28 de junio).
1575: muere en Lima, a los 77 años, el arzobispo dominico fray Jerónimo de
Loaysa, O.P. (25 de octubre).
1576: el virrey Toledo reorganiza la Universidad de Lima (fundada en 1551-
1555 por los dominicos, con título de “Pontificia” desde 1571 y advo-
cación del evangelista San Marcos desde 1574), ampliando el número
de cátedras y de alumnos.
1576-1577: los jesuitas se establecen en Juli, provincia de Chucuito.
1578: la Inquisición celebra un segundo “auto de fe” en Lima (13 de abril), en
el que fray Francisco de la Cruz es condenado a morir en la hoguera
por hereje.
1578: el virrey Toledo escribe al rey Felipe II (18 de abril), pidiendo que la
Inquisición proceda contra los indios “dogmatizadores”.
1580: llega al puerto de Paita el arzobispo Toribio Alfonso de Mogrovejo
(marzo).
1581: el virrey Toledo deja el mando (1 de mayo); asume su sucesor el virrey
Martín Enríquez de Almansa (4 de mayo); ingresa a Lima el arzobispo
402
CRONOLOGÍA
Siglo XVII
403
PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
404
CRONOLOGÍA
405
MAPAS
MAPA 1
Arzobispado de Lima (1545-1616)
407
MAPA 2
408
Corregimiento de Huarochirí. Siglo XVIII
PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
Acosta, Antonio
1979 “El pleito de los indios de San Damián (Huarochirí) contra
Francisco de Ávila, 1607”, Historiografía y Bibliografía
Americanistas (Sevilla), XXIII, pp. 3-33.
1981 “Conflictos sociales y políticos en el Sur peruano (Puno,
La Paz, Laycacota, 1660-1668)”, en Bibiano Torres Ramírez
(compilador), Primeras Jornadas de Andalucía y América. Sevilla:
Instituto de Estudios Onubenses (Huelva), vol. II, pp. 29-51.
1982a “Los clérigos doctrineros y la economía colonial (Lima, 1600-
1630)”, Allpanchis (Cuzco), XVI, 19, pp. 117-149.
1982b “Los doctrineros y la extirpación de la religión indígena en
el arzobispado de Lima, 1600-1620”, Jahrbuch für Geschichte
Lateinamerikas (Colonia), 19, pp. 69-109.
1982c “Religiosos, doctrinas y excedente económico indígena en el
Perú a comienzos del siglo XVII”, Histórica (Lima), VI, 1, pp.
1-34.
1987a “Francisco de Avila. Cusco, 1573(?)-Lima, 1648”, en Gérald
Taylor (editor), Ritos y Tradiciones de Huarochirí. Lima: Instituto
de Estudios Peruanos, Instituto Francés de Estudios Andinos,
pp. 551-616.
1987b “La extirpación de las idolatrías en el Perú. Origen y desarrollo
de las campañas: a propósito de Cultura andina y represión, de
Pierre Duviols”, Revista Andina 9 (Cuzco), 5, 1, pp. 171-195.
409
PRÁCTICAS COLONIALES DE LA IGLESIA EN EL PERÚ. SIGLOS XVI Y XVII
Aldea Vaquero, Quintín; Tomás Marín Martínez y José Vives Gatell (directores)
1987 Diccionario de Historia Eclesiástica de España: Suplemento I.
Madrid: CSIC, Instituto “Enrique Flórez”.
Avendaño, Fernando de
1649 Sermones de los misterios de nuestra santa fe católica: en lengua
castellana y la general del inca. Impugnanse los errores particulares
que los indios han tenido. Lima: por Iorge López de Herrera,
impressor de libros. 2 vols.
410
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