Caso Merk

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CASO MERK

Mectizan y La Ceguera De Río...


En este caso se puede observar como la compañía de Merk manejo la situación de la ceguera de rio. La ceguera de rio es una
enfermedad mortal que aflige a unos 18 millones de personas sin recursos en lugares remotos cerca de los causes de los ríos, en las
regiones tropicales de África y América latina. El esparcimiento de pesticidas para erradicar a la mosca negra que produce la
enfermedad, fracasaron cuando esta desarrollo inmunidad. Las únicas drogas que pueden tratar la enfermedad son tan costosas y
tienen tantos efectos secundarios que es impráctico su uso. En 1979, el doctor William Campbell, un científico investigador que
trabaja para Merk and Company, descubrió en Ivermentin, una de las medicinas para perros que más vendía la compañía,
evidencia de que podía matar el parasito que causa la ceguera de rio. Los directivos de Merk se dieron cuenta rápidamente de que
aun cuando la compañía tuviera éxito en el desarrollo de la versión humana de la medicina, las victimas de mal eran demasiado
pobres para comprarla. La investigación médica y las pruebas clínicas a gran escala, requeridas para desarrollar la versión de la
droga para humanos, podía costar 100 millones de dólares. Incluso se señaló que si la droga tuviese efectos secundarios adversos
al administrarla en humanos, la mala publicidad podría afectar la venta de la versión para animales, que representaba alrededor de
300 millones de dólares al año. Los directores de Merk no sabían que hacer, Aunque la compañía tuviera ventas mundiales por
dos mil millones al año, su ingreso neto como porcentaje de las ventas declinaba debido al rápido incremento en los costos de
desarrollo de nuevas drogas. Después de muchas discusiones entre personal y su equipo de administradores, se llegó a la
conclusión de que los beneficios humanos potenciales de la droga para la ceguera de rio eran demasiado potenciales como para
ignorarlos. Después de siete años Merk logro desarrollar la versión para humanos del medicamento llamada Mectizan. Una sola
píldora tomada una vez al año erradicaría del cuerpo todo rastro del parasito además de prevenir nuevas infecciones. El desarrollo
de la invermectina no fue un camino fácil. Se inició la investigación parasitológica dirigida por Campbell, luego los programas de
la síntesis química de la ivermectina. Por último, el desarrollo a partir de las fórmulas del fármaco para animales.
Roy Vagelos, en ese momento Presidente de la compañía, se encontró con el problema de quien corría con los costes de
fabricación del medicamento. Cuando hace diez años tomo la decisión de invertir en la investigación y desarrollo de la
ivermectina, lo hizo con la confianza de que muy probablemente algún organismo internacional correría con los gastos de
producción del fármaco. Pero lo cierto es que pese a los esfuerzos que hizo y las puertas a las que llamó que incluyeron al
subsecretario de Estado, John Whitehead, a Donald Regan, jefe de personal de la Casa Blanca en la Administración Reagan y
a Meter McPherson, no tuvo ningún éxito. Vagelos no podía entender como su gobierno era insensible ante una petición que podía
proporcionar a su país tantos réditos en el exterior. Al fin y al cabo, se trataba inicialmente de aportar 2 millones de dólares para
iniciar la distribución del medicamento que se irían incrementando hasta un total de 20 millones. Cantidad insignificante si se
tenía en cuenta el número de vidas que podían salvarse. La decisión de donar el medicamento se vio compensada por los
excelentes resultados que la ivermectina había tenido como medicamento de uso veterinario, convirtiéndose con el tiempo en uno
de los fármacos de animales más vendidos del mundo. Pero el principal problema no era regalar el medicamento, sino hacerlo
llegar a las regiones remotas donde se encontraban los enfermos. Y no se podía confiar en los deficientes sistemas de salud
pública existentes en la mayoría de los países africanos afectados. La experiencia mostraba que, en muchas ocasiones, cuando el
responsable era el sistema de salud de esos países los fármacos se pudrían amontonados o se vendían en el mercado negro. Roy
Vagelos era muy consciente de la importancia de contar con una buena red de distribución.

Han transcurrido veinte años desde esa fría mañana de febrero en la que Roy Vagelos se encontró el informe Campbell encima
de su mesa. En la actualidad, el Programa de Donación de Mectizan constituye la alianza público privada más duradera de la
historia. Los resultados de este programa son absolutamente únicos e incomparables con los de cualquier acción social impulsada
por una empresa. En estos veinte años: Merk ha donado 1,800 millones de   Mectizan, por un valor estimado de 2,700 millones
dólares; se han aprobado más de 530 millones de tratamientos para la ceguera de los ríos desde 1987 y otros 160 millones de
tratamientos para filariasis linfática, otra enfermedad a la que se decidió extender el Programa en el año 2000; existen programas
de tratamiento de la ceguera de los ríos en más de 117.000 comunidades de 33 países de África, Latinoamérica y el Yemen; el
Programa previene, aproximadamente, 40.000 casos de ceguera al año en países en que la enfermedad es endémica y ha
contribuido a la recuperación de más de 24 millones de hectáreas de tierras de cultivo abandonadas en África. Cuando los
escépticos preguntaron a Vagelos, y otros directivos de Merk, cuáles fueron las verdaderas razones que impulsaron a Merk a
asumir una decisión que comportaba unos costes de dinero, tiempo y complicaciones tan grandes, Roy Vagelos solía contestar: La
primera vez que fui a Japón, los hombres de negocios nipones me dijeron que Merk había llevado la estreptomicina a Japón
después de la segunda guerra mundial para erradicar la tuberculosis que estaba consumiendo a la población. Es verdad que lo
hicimos y no ganamos ni un duro. Sin embargo, hoy en día Merk es la primera empresa farmacéutica estadounidense en Japón. Yo
creo firmemente que las consecuencias a largo plazo de los actos de buena voluntad no están siempre claras, pero de algún modo
siempre reciben su recompensa. En Merk tienen todos muy claro que la recompensa llegó en el sentimiento de orgullo de todos
sus empleados, que se saben participes de un proyecto que ha contribuido a salvar millones de vidas humanas, en la emulación de
docenas de empresas farmacéuticas, que siguieron el ejemplo de la compañía estadounidense, y, sobre todo, en la esperanza
proporcionada a millones de afectados por la enfermedades que recobraron la vista gracias al Mectizan. Y es que como anticipó
Mohammed Azíz poco antes de morir: el Mectizan había que regalarlo con orgullo.

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