La Técnica de La Prueba en El Proceso Penal
La Técnica de La Prueba en El Proceso Penal
La Técnica de La Prueba en El Proceso Penal
LA TÉCNICA
DE LA PRUEBA
EN EL PROCESO
PENAL
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CAPÍTULO I
Aspectos fundamentales
sobre la prueba en
el proceso penal
CAPÍTULO I
ASPECTOS FUNDAMENTALES
SOBRE LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL
1. Delimitación conceptual
En cuanto a la técnica de la prueba denominada “Probática”, podríamos
conceptualizarla como:
“[A]quella disciplina destinada a explorar el trance del hecho, desde su naci-
miento (o antes) hasta su representación y reconstrucción en el Pretorio. Vi-
sión a la vez teórica y práctica, porque junto a una metodología general se
añade el intento de confeccionar una serie muy amplia de protocolos de prue-
ba destinados a descubrir y enseñar lo que hay detrás de cada thema probandi
que se presenta en la praxis judicial”(1).
Bajo esta premisa, esta disciplina estudia el trance del hecho, esto es, des-
de una perspectiva dialéctica o dinámica, desde su génesis hasta su fijación en la
realidad. Ese trance va a recorrer su representación y luego su reconstrucción en
el proceso penal a través de la prueba. Esto nos trae a colación esa propuesta teó-
rica de la dicotomía o metamorfosis de la prueba sostenida en la doctrina proce-
sal(2); por lo que, en cuanto a su finalidad, se puede decir que:
“[E]nseña cómo probar pero a la vez observa, describe, define y clasifi-
ca los hechos y fenómenos que maneja señalando a la vez los puntos débi-
les del Derecho probatorio. Se la podría considerar en el grupo de las ciencias
(1) MUÑOZ SABATÉ, Luis. Curso de Probática judicial. La Ley, Madrid, 2009, p. 9.
(2) PÉREZ SARMIENTO, Eric Lorenzo. La dicotomía de la prueba en el proceso penal. (El
problema del valor de los actos de investigación en el juicio oral). Bedel, Caracas, 2011,
p. 29.
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(12) ALLAN POE, Edgar. Los crímenes de la calle Morgue. Obras clásicas de siempre.
Disponible en: <http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/ObrasClasicas/_docs/Cri-
menesCalleMorgue.pdf>, p. 1.
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1. Aspectos generales
No es lo mismo investigación y prueba, la primera es base de la segun-
da, la futura prueba, pero no todo lo que se recoja va a ser trasladado al proceso
penal, sino que el Derecho probatorio va a fijar regulaciones o filtros para que
la información llegue sin haber afectado derechos constitucionales. De allí que
tiene sentido hacer esta diferenciación:
“Tal vez valga este ejemplo para la distinción, en modo alguno categórica, en-
tre investigación y prueba. Investigar es como abrir una puerta para descubrir
lo que hay dentro. Probar es afirmar lo que hay dentro para juzgar si resul-
ta de interés abrir esa puerta. De alguna manera podría decirse que prime-
ro viene el descubrir y luego el probar. Por eso se ha sostenido que ‘prueba es
lo ya sabido’. Con otras palabras, lo afirmaba Carnelutti, si bien referido ma-
yormente a la prueba civil: ‘No pertenece a la prueba el procedimiento me-
diante el cual se descubre una verdad no afirmada, sino por el contrario, aquel
mediante el cual se demuestra o se halla una verdad afirmada’. Estas conside-
raciones tomadas rígidamente vienen a significar que en el proceso civil no
solo no caben pruebas pesquisatorias, sino que ni siquiera debiera admitirse
una prueba encaminada a verificar una afirmación presentada en forma suma-
mente inconcreta o hipotética, ya que en ambos casos se le estaría pidiendo al
juez que practicase una investigación y no que se atuviera al resultado de una
prueba”(19).
Un defecto de la investigación fiscal es llevar a juicio oral actos de inves-
tigación como aparentes actos de prueba, convirtiendo al juez en investigador
y distorsionando la naturaleza del juicio oral. La idea principal es que en juicio
se someten a verificación las afirmaciones de las partes con la actuación de los
medios de prueba, por lo que es razonable que se sostenga que:
“[E]sta diferenciación no se puede presentar de un modo tan rígidamente di-
cotómico. Cierto que la investigación equivale a la búsqueda de conocimien-
tos acerca de cómo ocurrió determinado hecho, mientras que la prueba equi-
vale al desarrollo y empleo de los medios pertinentes para trasladar tales
conocimientos al proceso. Pero téngase en cuenta que no se trata de dos ope-
rativas aisladas, sino que guardan una completa sinergia y prácticamente a ve-
ces una palpable confusión.
En el más expresivo sentido de la palabra, investigar significa para nosotros
buscar y hallar huellas del hecho real que figura en la norma jurídica como
presupuesto (heurística), las cuales, una vez halladas, habrán de someterse a
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teorías del caso. Los procedimientos legales para acreditar los hechos son los
medios de prueba.
¿Qué es la prueba? se interrogaba Jeremías Bentham, y contestaba que en
el sentido más extenso que puede darse a esa palabra, se entiende por prueba a
un hecho que se da por supuesto como verdadero y que se considera debe servir
de motivo de credibilidad acerca de la existencia o no de un hecho(22).
Maier, por su parte, considera que la prueba es todo aquello que en el pro-
cedimiento, representa el esfuerzo por incorporar los rastros o señales que con-
ducen al conocimiento cierto o probable de su objeto(23). Estos rastros o señales
son los hechos del proceso que permitirán probar o no responsabilidad penal.
Levene, a su turno, ve a la prueba como “el conjunto de actividades des-
tinadas a obtener el cercioramiento judicial acerca de los elementos indispen-
sables para la decisión del litigio sometido a proceso”(24). Aquí se conceptúa la
prueba en cuanto a su finalidad, esto es, que el juez decida sobre la controver-
sia sometida a su conocimiento. Aquí tiene sentido la definición de probar que,
según Roxin, significa convencer al juez sobre la certeza de la existencia de un
hecho(25), siendo la prueba todo aquello que puede servir al descubrimiento de
la verdad acerca de los hechos que en el proceso son investigados y respecto de
los cuales se pretende actuar la ley sustantiva(26).
El procesalista Cafferata Nores señala que la prueba, históricamente, tuvo
dos momentos definidos: el primero, que ponía a cargo de la divinidad el seña-
lamiento del culpable, limitándose los tribunales a practicar los actos para que
esa verdad se manifestara en el juicio de Dios, las ordalías. En el segundo mo-
mento se impuso la obligación a los jueces a formarse por sí mismos del con-
vencimiento de la culpabilidad del acusado mediante la utilización de su capa-
cidad intelectual; es en este momento en el que aparece la prueba(27). La primera
dejaba a elementos externos para que estos establecieran la responsabilidad, lo
cual pasó en los casos más graves vinculados, por ejemplo, a asuntos de fe y al
uso de la tortura. Recordemos que el Tribunal del Santo Oficio tenía facultades,
(22) BENTHAM, Jeremías. Tratado de las pruebas judiciales, elaborado de sus manuscritos
por Esteban Dumont. Traducido por José Gómez de Castro. Imprenta de Don Gómez
Jordán, Madrid, 1835, p. 23.
(23) MAIER, Julio. Derecho Procesal Penal. Tomo I. Editores del Puerto, Argentina,
1999, p. 860.
(24) LEVENE, Ricardo. Manual de Derecho Procesal Penal. Tomo II. 2ª edición. Depalma,
Buenos Aires, 1993, p. 565.
(25) ROXIN, Claus. Derecho Procesal Penal. Editores del Puerto, Buenos Aires, 2000, p. 185.
(26) CAFFERATA NORES, José. La prueba en el proceso penal. 4ª edición. Depalma, Buenos
Aires, 2000, p. 4.
(27) Ídem.
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(32) DE MIRANDA VÁSQUEZ, Carlos. “El estándar de prueba en el proceso penal”. En:
Diario la Ley. Especial Cuadernos de Probática, N° 9. España, 2012, p. 12.
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(34) DESCARTES, Rene. El discurso del método. Traducido por Manuel García Morente.
Colección Austral Espasa Calpe, Madrid, 2010, pp. 47-48.
(35) MUÑOZ SABATÉ, Luis. Ob. cit., p. 40.
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4. Estrategias de investigación
Una investigación de un hecho criminal va a ser enfocado desde las pers-
pectivas de las partes que intervendrán en un proceso penal, que deberán prepa-
rarse para el litigio, el contradictorio, por lo que en el acopio de información de-
berán desarrollar estrategias que les pueden garantizar el éxito en la tarea. De
allí que es importante tomar en cuenta algunas recomendaciones que se toman
del Arte de la guerra(39) de Sun Tzu como las siguientes:
“- Nunca se debe atacar con cólera y con prisas. Es aconsejable tomarse
tiempo en la planificación y coordinación del plan.
- Solo cuando conoces cada detalle de la condición del terreno puedes ma-
niobrar y luchar.
- El general que gana la batalla hace muchos cálculos antes de pelear. El
general que pierde hace pocos cálculos.
- Conoce a tu enemigo y conócete a ti mismo y podrás pelear en cien ba-
tallas sin un desastre.
- Por tanto, lo que es de suprema importancia en la guerra es atacar la es-
trategia del enemigo.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
No es que vayamos a una guerra, pero tiene que existir estrategias, planes,
coordinación, elaboración de hipótesis, verificación, y todo lo necesario para la
eficacia de la tarea investigativa y el planteamiento de un futuro escenario de
contradicción como lo es el proceso penal.
Es fundamental tener clara la importancia de esto, puesto que posibili-
tará a que el investigador se plantee un conjunto de cuestiones que deben ser
resueltas en el camino del descubrimiento de los hechos, tal como se señala a
continuación:
“Estrategia significa etimológicamente ‘arte de dirigir ejércitos’, y su acepción
actual es la del arte de gobierno para la gestión de conflictos. Es decir, ¿dónde
quiero la batalla y en qué condiciones? Es un análisis de fuerzas y vulnerabili-
dades propias con las del adversario.
¿La investigación del contrario localizará y aportará los hechos que van en
mi contra? ¿Qué teoría de referencia para la explicación de los hechos apor-
tará? ¿Se podrá contrarrestar? ¿Cuáles son los medios de prueba contrarios?
¿Cuáles son los medios de prueba propios? ¿Son pertinentes, idóneos y líci-
tos? ¿Qué puntos débiles tienen? Claramente hay hechos que nos van a favor
y hay hechos que nos van en contra. Por tanto, desde el punto de vista de es-
trategia probática, se busca localizar y amplificar los hechos a favor, y evitar
y minimizar los hechos que nos van en contra. ¿Mi investigación localizará y
aportará los hechos que van a mi favor? ¿Cuán robusta es la teoría de referen-
cia? ¿Cómo puede ser atacada? ¿Qué puntos débiles tiene?”(40).
Esta serie de cuestionamientos pueden desarrollarse a través de herramien-
tas de modelización como el espectro factual hipotético o el heurigrama(41), y en
un enfoque dialéctico analizar la estrategia de aportación de los hechos propios
al proceso, la estrategia de aportación del contrario. La necesaria evaluación de
puntos de fuerza y de debilidad propios y de nuestros contrarios. La elección de
la estrategia de ataque y defensa. Las debilidades en el proceso de localización,
estampación, traslado y reproducción de las huellas que han dejado los hechos.
(40) Estos criterios son aportados por DE MADRID DÁVILA, Enrique. Ob. cit., p. 2.
(41) “El espectro factual hipotético (HMH) es un diseño consistente en la descomposición
o atomización del hecho que se pretende probar en un relato imaginario integrado por
una cadena de hechos simples que pueden operar como hipótesis de trabajo y ofrecer
sugerencias e intuiciones. El heurigrama es una plantilla de trabajo dividida en diversos
compartimentos con asignación de funciones probáticas para cada uno donde se registran
por medio de símbolos las pruebas que vayan a proponerse o se hayan practicado ya de un
determinado thema probandi (Muñoz Sabaté, 2009)”. Citado por DE MADRID DÁVILA,
Enrique. Ob. cit., p. 2.
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(42) Ídem.
(43) Protocolo Específico de Articulación, Trabajo y Coordinación entre el Ministerio Público
y la Policía Nacional del Perú. Aprobado mediante Decreto Supremo N° 010-2018-JUS, de
fecha 25 de agosto de 2018.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
1. Aspectos generales
El traslado de los hechos encontrados en las fuentes de prueba se trasla-
da al proceso con los medios de prueba. Este tránsito es expuesto de la siguien-
te manera:
“Desde que el hecho nace hasta que se representa en el proceso ocurren los si-
guientes fenómenos, naturales o jurídicos:
a) La estampación del hecho en el medio.
b) La búsqueda y hallazgo de dicha estampación (heurística).
c) El interés jurídico por el traslado de la estampación al proceso (juicio de
admisibilidad de la prueba).
d) El traslado valiéndose de los ‘medios de prueba’.
e) La representación del hecho histórico mediante la decodificación del
mensaje”(44).
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Ramos Méndez sostiene que: son los instrumentos de que se valen las par-
tes para llevar al juicio las nuevas afirmaciones que han de corroborar las ver-
tidas en los escritos de alegaciones, y también el contenido que arrojan dichos
instrumentos(51). Para Muñoz Sabaté, en términos generales, medio de prueba
resulta:
“El artificio que traslada o proyecta la estampación del hecho al proceso, ha-
ciendo la precisión que cuando se refiere a proyección, hay estampaciones que
por su naturaleza no pueden trasladarse directamente y es necesario hacerlo
mediante una ‘copia’ de las mismas”(52).
(49) Ídem.
(50) BENTHAM, Jeremías. Ob. cit., pp. 49-50.
(51) MUÑOZ SABATÉ, Luis. Ob. cit., p. 89.
(52) Ídem.
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(53) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Derecho Procesal Penal. Tomo II. Rubinzal-Culzoni,
Argentina, 1996, p. 310.
(54) TALAVERA ELGUERA, Pablo. La prueba. AMAG, Lima, 2009, p. 57.
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3. Convenciones probatorias
Este instituto procesal lo encontramos en el Derecho comparado, y es su-
mamente importante porque nos exonera del contradictorio y ayuda en la cele-
ridad. El artículo 275 del CPP de Chile dice que los hechos no controvertidos
son los que forman parte de las convenciones probatorias y, según Baytelman,
por esa norma los hechos fijados en las convenciones probatorias no pueden
ser objeto de debate en el juicio oral. Como excepción, la regla puede ser ate-
nuada según las circunstancias del caso concreto; pero, como regla general, la
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(56) BAYTELMAN A, Andrés y DUCE J, Mauricio. Litigación penal. Juicio oral y prueba.
Universidad Diego Portales, Chile, 2004, p. 233.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
IV. LA PREDICCIÓN
La proyección mental sobre el acontecer de un hecho futuro puede con-
tribuir en la investigación, colocándonos en una suerte de esfinges, agoreros o
charlatanes, o capaces de tener un sexto sentido. Sin embargo, esta figura la em-
pleamos en el proceso penal cuando se hace la prognosis de pena, o el estableci-
miento del peligro en la demora para las medidas cautelares, o cuando se da una
libertad condicional con la idea de que el sujeto no va a volver a delinquir. So-
bre esta predicción sostiene Muñoz Sabaté:
“La predicción o profecía de lo que puede ocurrir o pudiera haber ocurrido es
algo que pese a ser calificado generalmente como prueba, no lo es, ya que en
estos supuestos no se historifica ningún hecho pasado, sino algo virtual o fu-
turo. Aquí no se hace ningún juicio de verosimilitud, típico de la prueba, sino
de previsibilidad. En la retórica aristotélica se trataría de un discurso delibe-
rativo. Tal ocurre por ejemplo con la apreciación del periculum in mora en
las medidas cautelares o del lucrum cessans en la determinación de los da-
ños y perjuicios. Otro ejemplo pudiera ser la probabilidad de vida que le res-
ta al contratante de un contrato aleatorio a fin de valorar la desproporción o
la ausencia de causa. También el cálculo de un riesgo. Claro que al revés del
caso de los argumenta, aquí se suele trabajar con materiales (medios de prue-
ba) a los que les busca una proyección más allá del presente y de ahí lo arrai-
gada que se halla en la doctrina y jurisprudencia su calificación como prueba.
Ex praeterites praesumitur circa futurum. En realidad lo único que identifica la
predicción con la retrodicción es que se trata de una proposición que en el mo-
mento de enunciarse no se sabe si es verdadera o falsa pero que al revés de
esta última no es posible ontológicamente comprobar a priori su certeza. De
ahí que se la identifique con los llamados cursos causales no verificables”(58).
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Las proyecciones deben tener como base a datos previos, o premisas cla-
ras para fijar una verosimilitud sobre el futuro, lo cual resulta un poco com-
plicada; sin embargo, en el caso de Eugene Dupin, cuando este estimó que los
crímenes de la Rue Morgue habían sido cometidos por un orangután puso el
siguiente aviso:
“En el Bois de Boulogne se ha encontrado a primeras horas de la mañana del
día (...) de los corrientes (la mañana del crimen), un enorme orangután de la
especie de Borneo. Su propietario (que se sabe es un marino perteneciente a
la tripulación de un navío maltés) podrá recuperar el animal, previa su identi-
ficación, pagando algunos pequeños gestos ocasionados por su captura y ma-
nutención. Dirigirse al número (...) de la Rue (...) Faubourg Saint-Germain (...)
tercero”(59).
Esta predicción de que aparecería alguien a reclamar al orangután, fue
construida a partir de todos los indicios que este encontró alrededor de la muer-
te de Madame L’Espanaye y su hija, Mademoiselle Camille L’Espanaye; efecti-
vamente, según lo había predicho, apareció el dueño del animal que era un ma-
rinero que lo había capturado en Borneo para venderlo.
1. Aspectos generales
En la doctrina se dice que el objeto del proceso es la afirmación de la con-
secuencia penal ante la existencia de una pretensión penal estatal de una situa-
ción de hecho determinada(60), aunque aquí más bien estaríamos ante la asimila-
ción al objeto como finalidad, pero desde una perspectiva más amplia, en el que
la declaración de un derecho puede ser de una condena o una absolución. Esta
última concepción tiene referentes en la jurisprudencia constitucional, como
es el caso de la sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente
N° 06111-2009-PA/TC, de fecha 7 de marzo de 2011, fundamento jurídico 59,
que señala lo siguiente:
“[A]un cuando puedan existir concepciones tradicionales para las que el pro-
ceso penal ha tenido por objeto la determinación de la responsabilidad crimi-
nal del imputado, hoy en día se acepta pacíficamente que la justicia penal no
se sustenta en propósitos de carácter positivo estructurados prima facie a la
búsqueda de un inevitable o necesario responsable del hecho criminal. Por el
contrario, se trata de concebir al proceso penal como un instrumento orien-
tado a la búsqueda de la verdad en torno a la comisión o no de un evento
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(61) MONTERO AROCA, Juan. Derecho Jurisdiccional. Tomo III. Tirant lo Blanch. 10ª edición.
Valencia, 2001, p. 99.
(62) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Ob. cit., p. 221.
(63) GIMENO SENDRA, Vicente. Lecciones de Derecho Procesal Penal. Colex, Madrid,
2001, p. 65.
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una cosa a otro mediante precio se describe y narra molarmente, como del
mismo modo se narrarán los demás espacios factuales que cubre el precepto:
quiénes son el vendedor y el comprador, el número de matrícula del automó-
vil y las circunstancias del incumplimiento”(67).
La narración anterior nos describe un fáctico de naturaleza jurídica, nos
describe un contexto, y aparece como un bulto grande(68), pero que es insufi-
ciente para dar una solución al problema, de allí que es necesario proceder a
descomponerlo. Esta desintegración se puede hacer metafóricamente como si se
usara un microscopio, tal cual se sostiene a continuación:
“Si tomamos el hecho, cualquier hecho, y lo desarticulamos en los elementos
más simples que lo componen descubriremos todo un universo factual cual
si estuviéramos mirando a través de un microscopio. En el caso anterior de
la compraventa nos bastará poner como ejemplo el acto físico de la entrega
del automóvil. En una primera aproximación las partes de esa descomposi-
ción podrían ser: sacar el coche del garaje, abrir las puertas, ponerlo en mar-
cha, llevarlo al domicilio del comprador, avisarlo por teléfono móvil de que
baje a la calle, saludarlo y hacerle entrega de las llaves y de su documenta-
ción. Con una lente de aumento superior llegaríamos a percibir, ciñéndonos
por ejemplo a una sola secuencia, los movimientos de músculos, huesos, arti-
culaciones y tendones, que han producido, a través de descargas eléctricas en
los nervios de la vía eferente la maniobra del antebrazo y la mano con el ob-
jeto el que las llaves del coche pasarán de una persona a otra. He aquí una vi-
sión molecular del hecho, que no es diletantismo fisiológico, sino un experi-
mento que cada uno se hace a la altura de su imaginación y conocimientos
para poder penetrar con más hondura en el hecho histórico y ‘pescar’ elemen-
tos para la prueba.
Como ya hemos advertido anterior la descomposición del hecho nada tiene
que ver con la extensión del hecho o secuenciado de un suceso, al que también
podemos llamar en su totalidad hecho histórico, pero ninguno de los hechos
en que se expande es, como en cambio sucede en la descomposición, una par-
tícula de un hecho singular. En la extensión se produce una visión molar del
hecho; en la descomposición es una visión molecular”(69).
Esta forma de enfocar probablemente la realicen los técnicos de la prueba,
de manera intuitiva, por lo que establecer un enfoque de investigación, de vi-
sión del hecho le da una herramienta adicional al investigador. Este es el mérito
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
del aporte de la Probática, de allí que se sostenga que es aplicable a los fenóme-
nos factuales con incidencia jurídica(70).
“[L]a huella estampada por el hecho histórico no deja de ser otro hecho suje-
to a una descomposición molecular semejante a la que acabamos de analizar.
Una huella dactilar, por ejemplo, estampada por el sujeto agente de cualquier
acción, solo cobra significado cuando en el laboratorio se descompone en sus
múltiples características que la individualizan. En medicina todos sabemos la
multiplicidad de datos que revela la analítica de una extracción de sangre de
un paciente”(71).
Esta herramienta que propone la Probática, de disección del hecho molar
es el Espectro Factual Hipotético (EFH), que se le define así:
“Llamamos ‘Espectro Factual Hipotético’ a la descomposición o atomiza-
ción del hecho a probar en una serie imaginaria de hechos simples como hi-
pótesis de trabajo para elaborar la fórmula probática o cualquier tipo de in-
terrogatorio. Con palabras parecidas aludía Brichetti a una fictio heurística
hipothesis”(72).
Atomizar el hecho, descomponerlo, desintegrarlo, analizarlo, es un método
de investigación y es graficado mediante el siguiente ejemplo como opera:
“Considerando un thema probandi concreto (v. gr. la simulación de una deter-
minada compraventa de una vivienda), H no es el supuesto de hecho norma-
tivo o entidad factual abstracta que define la norma, sino el hecho (o hechos)
concreto de la vida que se dio en dicha simulación de compraventa de deter-
minado piso. Ahora bien, este H por más singularizado que sea, lo es des-
de una visión molar, porque la vida nos demuestra que cada hecho jurídico se
puede descomponer a su vez, tal como hemos dicho antes, en un seriado de
hechos moleculares, sub H, cuya relación con el probandi puede presentar, to-
mados uno a uno, una apariencia de accesoriedad o de irrelevancia suficien-
te para desdeñarlos, cuando en realidad ningún ladrillo carece de importancia
para sostener una estructura. De ahí que antes de llegar a una conclusión de-
finitiva sobre lo que es, o pueda ser importante y lo que no es importante en
(70) “Téngase por otro lado en cuenta que el hecho natural, per se, no tiene ningún interés
jurídico. Solo lo adquiere cuando el mismo se convierte en una unidad atributiva compuesta
de dos partes: causa y efecto, que a su vez suelen adquirir factualidad distinta, en cuyo
caso ambas partes habrán de ser objeto de alegación en la narrativa y posiblemente se
desdoblen en dos themas probandi diferentes. Así por ejemplo, cuando en la alegación debe
representarse la inundación de un piso con sus preexistencias y al mismo tiempo narrarse la
causa o sujeto agente causante de dicha inmisión. Probar que una mujer ha sido violada no
es probar quién ha sido el autor. Este será otro thema probandi”. Ibídem, p. 73.
(71) Ibídem, p. 84.
(72) Ídem.
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(73) Ídem.
(74) Véase, artículo 11 del Código Penal.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
hechos que deben ser probados. Dentro de la legítima defensa deben verificar-
se la concurrencia de las circunstancias siguientes: que la agresión sea ilegítima
y la necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla, excluyén-
dose para la valoración de este requisito el criterio de proporcionalidad de me-
dios, considerándose en su lugar, entre otras circunstancias, la intensidad y peli-
grosidad de la agresión, la forma de proceder del agresor y los medios de que se
disponga para la defensa. Este es un desarrollo de la simple proporcionalidad de
medios como se exigía antes, esto es, que si el agresor usaba un cuchillo la res-
puesta debía ser con ese medio, lo que no tenía lógica cuando había una agre-
sión ilegítima con un cuchillo y la única forma de y repeler el ataque era usan-
do un revolver y, por último, la falta de provocación suficiente de quien hace la
defensa.
Como observamos, hay una multiplicidad de hechos que deben ser proba-
dos, y no un solo hecho genérico o molar, sino un hecho que tiene naturaleza
polifáctica. Desde esta perspectiva, veamos cómo los siguientes supuestos fác-
ticos de la norma obligarán a quien pretenda probar la eximencia, un arduo tra-
bajo de investigación y recojo de información para luego trasladarlo al proceso
penal, tal como se señala en el artículo 20 del CP:
“4. El que, ante un peligro actual e insuperable de otro modo, que amena-
ce la vida, la integridad corporal, la libertad u otro bien jurídico, realiza
un hecho destinado a conjurar dicho peligro de sí o de otro, siempre que
concurran los siguientes requisitos:
a) Cuando de la apreciación de los bienes jurídicos en conflicto afec-
tados y de la intensidad del peligro que amenaza, el bien protegido
resulta predominante sobre el interés dañado; y
b) Cuando se emplee un medio adecuado para vencer el peligro.
5. El que, ante un peligro actual y no evitable de otro modo, que signifique
una amenaza para la vida, la integridad corporal o la libertad, realiza un
hecho antijurídico para alejar el peligro de sí mismo o de una persona
con quien tiene estrecha vinculación.
No procede esta exención si al agente pudo exigírsele que aceptase o so-
portase el peligro en atención a las circunstancias; especialmente, si cau-
só el peligro o estuviese obligado por una particular relación jurídica.
6. El que obra por una fuerza física irresistible proveniente de un tercero o
de la naturaleza.
7. El que obra compelido por miedo insuperable de un mal igual o mayor.
8. El que obra por disposición de la ley, en cumplimiento de un deber o en
el ejercicio legítimo de un derecho, oficio o cargo.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
En materia procesal penal los hechos han sucedido antes, por lo que esta-
mos frente a entidades del pasado. Se trata de probar algo que existió, pero ese
hecho en cuanto a su reproducción con los medios de prueba se corporiza en
otras formas que son los enunciados fácticos, que describen o representan es-
tos hechos, y afirman o niegan su existencia. Un hecho debe ser probado como
verdadero o falso y luego ser evaluado para poder decir que existe como un he-
cho cargado de valor(84). Los hechos a ser valorados son aquellos que tienen re-
levancia jurídica e inciden en la situación de un imputado.
Lo que se debe probar son proposiciones o enunciados fácticos; si son ver-
daderos o falsos, por lo que en puridad, estos son los objetos de la prueba ju-
dicial. Siendo así, nos parece importante entender este aspecto para evitar
confusiones.
Siguiendo a Taruffo, este señala respecto de los hechos, lo siguiente:
“En los procedimientos judiciales no se incorporan en su realidad material o
empírica porque en general estos ya ocurrieron y, por tanto, pertenecen al
pasado. En materia de prueba, los hechos reconstruidos con los medios de
prueba se toman en consideración de una forma especial: en forma de enun-
ciados acerca de lo acontecido fácticamente, llegando a la conclusión que lo
que se demuestra en un proceso judicial es la verdad y falsedad de los enun-
ciados sobre los hechos en litigio”(85).
Es la materialidad sobre la cual recae la actividad, lo que se puede o debe
probar, no se trata propiamente del objeto procesal, sino de los datos materia-
les que introducidos como elementos de convicción en el proceso, tienen capa-
cidad de producir un conocimiento relacionado con la conducta incriminada(86).
Lo material está vinculado a lo real, a lo que sucedió, por lo que se busca que
esos datos materiales o sus enunciados probados generen convicción respecto
de alguna teoría del caso presentada por alguna de las partes.
Haciendo más precisiones, Taruffo dice que los enunciados no están da-
dos a priori ni son determinados objetivamente por nadie, los enunciados fác-
ticos son constructos lingüísticos definidos por las partes y el juez. Sus auto-
res los constituyen sobre la base de diversos criterios, como reglas del lenguaje,
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
(88) PALACIO, Lino Enrique. La prueba en el proceso penal. Abeledo-Perrot, Buenos Aires,
2000, p. 21.
(89) MUÑOZ SABATÉ, Luis. Ob. cit., p. 129.
(90) TARUFFO, Michelle. Ob. cit., p. 268.
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
materia de prueba y las utiliza el juez como razones para la valoración del
material del hecho del proceso, esto es, de las pruebas aportadas. No vemos
diferencia real en los dos casos, en cuanto a la manera como operan esas
máximas en la tarea judicial.
Es decir, esas reglas o máximas le sirven al juez para rechazar las afirmacio-
nes del testigo, o la confesión de la parte, o lo relatado en un documento, o las
conclusiones que se pretende obtener de los indicios, cuando advierte que hay
contradicción con ellas, ya porque las conozca y sean comunes, o porque se
las suministre el perito técnico”(91).
Por otro lado, tenemos que establecer si existen semejanzas o diferencias
entre máximas y hechos notorios, afirmándose sobre este tópico lo siguiente:
“Son diferentes las nociones de notoriedad y de máximas o reglas de la ex-
periencia. Estas nociones tienen dos características comunes: su divulgación
o conocimiento general y su clasificación en dos grupos según que pertenez-
can a la cultura media o que exijan conocimientos especiales propios solo de
un sector cultural determinado. Pero se trata de nociones diferentes: la noto-
riedad como una razón para eximir de prueba a un hecho, mientras que las re-
glas de la experiencia contribuyen a formar el criterio lógico del juzgador y del
perito cuando estos las aplican para la apreciación de los hechos y las pruebas,
aquella recae sobre hechos concretos y estas se refieren a principios abstractos;
el hecho notorio forma parte del fundamento de hecho de la demanda o la ex-
cepción, mientras que las máximas de experiencia sirven para identificarlo sin
que pertenezcan al material probatorio allegado al proceso. Los hechos noto-
rios son objeto de prueba judicial aun cuando no necesiten prueba y estén, por
lo tanto, fuera del thema probandum, en cambio las máximas de la experien-
cia no son objeto de prueba judicial, puesto que son simples normas de criterio
para el entendimiento de los hechos que el juez aplica de acuerdo con su cono-
cimiento privado”(92).
Las máximas de la experiencia son reglas que se inducen a partir del com-
portamiento de las personas que, como sosteníamos, da cierta regularidad frente
a estímulos o acontecimientos. De allí que se introduzca por Muñoz Sabaté el de-
nominado principio de normalidad para explicar cómo funcionan estas máximas.
“La máxima de experiencia que es la que de algún modo sazona y religa todas
las consideraciones que se hacen en el discurso probático se vale las más de
las veces del principio de normalidad, porque tiene aprendido que los sucesos
de la naturaleza y el comportamiento de los humanos suelen ser reiterativos.
El principio se apoya en una especie de test de frecuencia: id quod plerumque
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
accidit, que no cuenta generalmente con datos estadísticos, pero que se justi-
fica en la experiencia y en el sentido común, y que la gente acepta sin que le
provoque extrañeza.
Por ejemplo, es más normal que un perro muerda a un hombre que no que un
hombre muerda a un perro. También es más normal que quien otorga una ven-
ta simulada lo haga a favor de un cómplice allegado a su entorno familiar que
no a favor de un extraño desconocido, o que quien paga una deuda exija un re-
cibo acreditativo.
El principio de normalidad no es ninguna presunción, sino, como ya hemos
dicho, un argumentum. Lo que ocurre es que al margen de la regla de la carga
de la prueba, cuya atribución dependerá de la posición de las partes en el pro-
ceso, lo que es normal clama en conciencia por la aplicación del favor proba-
tiones y lo que es anormal por la aplicación del rigor probationes”(93).
Existen comportamientos normales que no generan extrañeza a las perso-
nas, por ejemplo, si vamos a una playa con treinticinco grados de calor es nor-
mal que se lleve puesto un traje ligero o probablemente se concurra con ropa de
baño, y no con esmoquin o vestido de esquimal.
Al principio de normalidad, pueden presentarse ciertas excepciones que
también pueden ser parte de una investigación y que estaría fuera de lo nor-
mal, y esto también tiene sentido, pues por ejemplo, ante un ataque armado a un
grupo de personas, es probable que la mayoría tienda a ponerse a buen recaudo,
pero puede que alguien salga a enfrentarlos, aun a costa de poner en riesgo su
vida. Este sería un comportamiento no regular pero que se da en la realidad, de
allí que se señale que esta anormalidad puede ser parte del discurso de la activi-
dad probatoria, que, como afirma Muñoz Sabaté:
“[L]a anormalidad también puede formar parte del discurso probático. Como
agudamente escribe Wagensber ‘si no fuera por la ocurrencia de sucesos im-
probables, hoy seríamos aún bacterias’. En el comportamiento humano, más
que en la naturaleza, la anormalidad puede contemplarse a pequeñas o media-
nas dosis todos los días. Son desviaciones del que alguien llamó principio de
mediocridad (como equivalente a término medio) en el que se desenvuelve el
común de los mortales. Ahora bien, para hacer creíbles estas desviaciones se
necesita una cierta dosis de explicitación que sin embargo no requiere, en prin-
cipio, los casos normales. Si alguien satisface su deuda sin exigir recibo, po-
drá, por ejemplo, aducirse que el deudor era un individuo temperamentalmen-
te confiado. Pero la expliciatio puede resultar demasiado retórica. No obstante,
si el acreedor era su hijo, con esta explicación podrá bastar (recordemos las
imposibilidades morales de hacerse una prueba por escrito que contemplan
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
6.5. Lo imposible
Es aquello que no puede ser verificado o contrastado con la realidad, es un
enunciado fáctico que no tiene correlación con la realidad, como una suerte de
quimera.
6.6. Lo notorio
Son aquellos conocimientos que maneja el común de la gente. En la doc-
trina se reconoce que se encuentran exentos de prueba los hechos notorios, pues
en tanto el conocimiento de estos forma parte de la cultura normal propia de un
determinado círculo social en el tiempo en que se produce la decisión(96). Sobre
este aspecto Muñoz Sabaté sostiene que:
“Un hecho que no requiere de los medios de prueba para trasladarse al pro-
ceso es el hecho notorio. Jurídicamente adviene al proceso no por traslación,
sino por invocación, bien sea de las partes, bien del propio juez al dictar la
sentencia. Psicológicamente no obstante, esa invocación no es más que la con-
secuencia de una evocación mental similar a la que tendría un testigo o la par-
te al ser interrogados” (97).
No es necesario probar quién fue el presidente del Perú desde el 2006 al
2011, pues esto es un hecho conocido y basta un esfuerzo de información para
saberlo.
Al respecto, Calamandrei −citado por Fairén Guillén− dice que para que
un hecho pueda considerarse notorio en sentido propio no basta que el mismo
sea conocido por la generalidad de los ciudadanos en el tiempo y en el lugar
en que se produce la decisión. No es el conocimiento efectivo el que produce
la notoriedad, sino la normalidad de este conocimiento en el tipo medio de un
hombre perteneciente a un cierto círculo social, y por esto, dotado de una cier-
ta cultura. Se consideran notorios aquellos hechos, de los cuales su conocimien-
to forma parte de la cultura normal propia de un determinado círculo social en
el tiempo en que se produce la decisión(98).
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
1. Aspectos generales
Es la prueba identificada también como prueba indirecta, circunstancial,
conjetural o de presunciones, en el que el hecho a partir de cuya demostración
se realiza la inferencia es el indicio, término que etimológicamente proviene del
latín indictum. Según la Real Academia, el indicio alude al fenómeno que per-
mite conocer o inferir la existencia de otro dato no percibido.
Al respecto, Muñoz Sabaté señala dos visiones tradicionales del indicio:
a) Desde una perspectiva historicista el indicio es la huella que estampa
el hecho histórico y sus circunstancias.
b) Desde una perspectiva jurídica el indicio es el hecho-base en el cual
se asienta una presunción, es decir, el hecho que permite presumir
otro hecho.
La capacidad del indicio para permitir al técnico de la prueba transitar
hasta el hecho desconocido es denominada potencia sindrómica, la cual se en-
tiende en el sentido siguiente:
“Estas dos visiones tomadas tal como vienen expuestas permitirían hablar de
una potencia sindrómica del indicio que es la capacidad que tiene para deter-
minar generalmente acumulado a otros indicios una presunción, a veces su-
ficiente por sí sola para rendir prueba plena de un hecho, y una potencia sin-
tómica que es la capacidad indicativa que le resta al indicio cuando no pueda
por sí solo o acomodado con otros determinar una presunción, pero sirve en
cambio para corroborar otras pruebas directas (efecto comodín en la valora-
ción de la testifical, por ejemplo) o para dar lugar a un mero acreditamiento.
En la esfera penal podríamos citar, entre varios ejemplos, el auto habilitante
para que el juez ordene o autorice una[s] escuchas telefónicas. En tal supuesto:
‘Los indicios no deben ser de la intensidad de los exigidos para un auto
de procesamiento’ (TS 1 diciembre 2006, LA LEY 150060/2006)’”(101).
Juan Alberto Belloch Julbe sostiene que la prueba indiciaria presupone tres
elementos esenciales: a) una serie de hechos-base o uno solo “especialmente sig-
nificativo o necesario”, que constituirán los indicios en sentido propio; b) un pro-
ceso deductivo, que puede ser explícito o implícito (esto último, cuando el valor
significativo del o de los indicios se impone por sí mismo); y, c) una conclusión o
deducción, en cuya virtud uno o varios hechos periféricos han pretendido tener
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
La prueba indiciaria tiene requisitos que deben ser observados por los jue-
ces. Una característica de esta prueba es que su objeto no es directamente el he-
cho constitutivo del delito, sino otro hecho intermedio que permite llegar al pri-
mero por medio de una inferencia basada en el nexo causal y lógico existente
entre los hechos probados y los que se tratan de probar.
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(107) JAÉN VALLEJO, Manuel. “Los principios de la prueba en el proceso penal español”.
Disponible en: <https://www.unifr.ch/ddp1/derechopenal/articulos/a_20080526_16.pdf>.
60
Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
(108) ROSAS YATACO, Jorge. “Prueba indiciaria: doctrina y jurisprudencia nacional. La reforma
del proceso penal peruano”. Disponible en: <http://perso.unifr.ch/derechopenal/assets/files/
anuario/an_2004_14.pdf>.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
documento requerido por la contraparte puede ser una respuesta motora atri-
buible al deseo de guardar un secreto industrial que nada tiene que ver con el
objeto del proceso. Diríamos en este último caso que el documento carece de
valencia probática. Empero hay aquí una disyuntiva: ¿quién es capaz de dis-
cernir a priori si contiene otros datos que algo tienen que ver con dicho obje-
to? o ¿va a resultar fácil determinar que el propósito de solicitar la exhibición
es un propósito espurio precisamente para hacerse con ese secreto? La LEC
no contempla ninguna solución, pero no es aventurado decidir que: 1. Que en
principio se trata de una negativa de presunta prueba, 2. Que el negante tiene
que justificar su negativa, 3. Que esa justificación en la mayoría de los casos
solo puede lograrse exhibiendo el documento, y 4. Que es el juez quien tiene
que romper este círculo vicioso no dando vista del documento a la contraparte
hasta que no se resuelva la cuestión.
Quiero decir con este ejemplo que la conducta procesal oclusiva goza en prin-
cipio de una especie de presunción incriminativa por la sencilla razón de que
rompe en principio con el deber de cooperación de las partes en la búsqueda
de la verdad, y al que yo añadiría el principio de autorresponsabilidad. Quien
crea una apariencia de evasión tiene la carga de justificar sus motivos, porque
el terreno de juego es como un marco del cual no puede salirse cuando las
cosas no le van bien a quien juega”(111).
En este punto desde la materia penal estamos en desacuerdo con Muñoz
porque retorna a tópicos ya superados en un proceso penal garantista. El esti-
mar que el silencio puede considerarse como un indicio de culpabilidad, es dar-
le vuelta a la presunción de inocencia o el hecho que no coopere con el esclare-
cimiento nos lleva a establecer un dudoso deber de cooperación, cuando la regla
es que el imputado no está obligado auto incriminarse.
Los indicios exoprocesales tienen relación con el Derecho probatorio an-
glosajón pues se afirma:
“Aunque no sean lo mismo, hay una cierta similitud entre estos indicios de
conducta procesal y los elementos del bad character o del good character que
utiliza el Derecho anglosajón, referidos básicamente a cuestiones extraproce-
sales o de fondo. Por ejemplo, casos de imprudencia o de abusos sexuales. Se
trata en definitiva de un hábito de comportamiento que en ciertos casos puede
tener acomodo en la prueba, porque psicológicamente es imposible desechar
su influencia, siquiera valga como simple argumentum”(112).
La coartada que en el fondo es una afirmación que debe probarse para
contrarrestar la imputación fiscal, esto es, desviar o descargar responsabilidad,
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(113) Ídem.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
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efectos del control de calidad del curso argumental del juez (control del dis-
curso), ello supone mínimamente que de su lectura debe verse cuál o cuá-
les son los indicios que se estiman probados y cuál o cuáles son los hechos a
probar. Pero además, se exige que se haya explicitado qué regla de la lógica,
máxima de la experiencia o qué conocimiento científico han sido utilizados, y
si hubiera varios de estos, por qué se ha escogido a uno de ellos.
Es decir, que el órgano jurisdiccional debe explicitar el razonamiento a tra-
vés del cual, partiendo de los indicios, ha llegado a la convicción de la exis-
tencia del hecho delictivo y la participación del imputado, con el objeto de
garantizar hasta el límite de lo posible la racionalidad de su decisión (exa-
men de suficiencia mínima). Con este único afán, este colegiado constitucio-
nal considera que es válida, por ejemplo, la vigencia práctica de un cierto
control, incluso del uso de las máximas de la experiencia, pues, de no ser así,
cualquier conclusión delirante sería invulnerable, convirtiéndose así en una
paradójica garantía de discrecionalidad judicial incontrolada”(121).
Respecto de la convicción judicial, que es el convencimiento del juez res-
pecto de los hechos objetos de prueba, señala como límites que:
“[S]i bien la convicción es individual o personal del juzgador, también lo es
que mínimamente debe exteriorizarse el proceso razonable lógico utilizado
para llegar a dicha convicción. Entenderlo de otro modo supone la aceptación
práctica del hecho de que el juez pueda situarse potestativamente por encima
de un deber constitucional, inequívocamente impuesto. Y es que, desde una
perspectiva estrictamente constitucional, no se puede establecer la responsa-
bilidad penal de una persona y menos restringir la efectividad de su derecho
fundamental a la libertad personal a través de la prueba indiciaria, si es que
no se ha señalado debidamente y con total objetividad el procedimiento para
su aplicación. Ello aquí significa dejar claro cómo hay que hacer las cosas, es
decir, las sentencias, si se quiere que definitivamente se ajusten al único mo-
delo posible en este caso: el constitucional”(122).
Con este marco conceptual, el Tribunal Constitucional, al abordar el exa-
men de la ejecutoria suprema en cuestión, señala los defectos y limitaciones de
este de la siguiente manera:
“[S]e aprecia que la Sala Penal Suprema sustentó la sentencia condenatoria so-
bre la base de la prueba indirecta (prueba por indicios); sin embargo, resulta
evidente que no ha explicitado o exteriorizado dicho razonamiento lógico,
esto es, no ha explicitado qué regla de la lógica, qué máxima de la experiencia
o qué conocimiento científico le ha motivado dicha conclusión. No ha motivado
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
1. Aspectos generales
El perito es el profesional con conocimientos científicos y técnicos que da
su informe sobre algún hecho que debe ser probado. El perito también puede
ser un tercero técnicamente idóneo llamado para dar su opinión fundada en un
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(125) FALCÓN, Enrique M. Tratado de la prueba. Tomo II, Astrea, Buenos Aires, 2003, p. 4.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
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(126) Ibídem.
(127) CLARIÁ OLMEDO, Jorge. Ob. cit., p. 586.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
2. Designación de perito
El nombramiento de estos peritos conforme al artículo 173, inciso 1 del CPP,
será realizado por el juez competente, y en la investigación preparatoria, el fis-
cal será el que lo haga y el juez en los casos de prueba anticipada, esto es, cuan-
do exista necesidad de urgencia. Se escogerá como peritos especialistas donde los
hubiere y, entre estos, a quienes se hallen sirviendo al Estado, los que colaborarán
con el sistema de justicia penal gratuitamente. Esta regla es más amplia porque, en
puridad, cualquiera que tenga acreditada su capacidad científica y técnica puede
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
ser perito. Esto es, que su capacidad podrá provenir de su experiencia calificada y
adquirida por la práctica de un trabajo o el ejercicio de una actividad(129). También
podrán ser entre los designados o inscritos, en los registros del Poder Judicial.
El número de peritos se designará de acuerdo con la complejidad del asun-
to o, también, cuando sea necesario el concurso de más especialistas de diferen-
tes disciplinas. A este efecto, se tomará en consideración a las partes, quienes
podrán hacer propuestas o sugerencias.
Al respecto, también se regla que la labor pericial sin necesidad de desig-
nación expresa se encomendará a instituciones especializadas como son el La-
boratorio de Criminalística de la Policía Nacional, Instituto de Medicina Le-
gal, Sistema Nacional de Control, Organismos del Estado que desarrollan labor
científica o técnica. También se solicitarán las pericias a universidades, institu-
tos de investigación o personas jurídicas en general, ello siempre que reúnan las
cualidades necesarias y con obligado conocimiento de las partes procesales.
Una vez que el perito sea designado, tiene la obligación de ejercer el cargo
salvo que exista alguna causal de impedimento. A tal efecto, deberá prestar ju-
ramento o promesa de honor no solo de desempeñarse con verdad, sino con la
debida diligencia con sus conocimientos técnicos. Es en la juramentación donde
deberá señalar si tiene algún impedimento, amén de advertírsele que incurre en
delito si falta a la verdad (artículo 174, inciso 1 del CPP).
(129) YOMONA YOMONA, Edwin. “El rol del perito en el Código Procesal Penal del 2004”.
En: Gaceta Jurídica. N° 12. Lima, 2010, p. 294.
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
5. El informe pericial
Según lo establecido en el CPP, este documento reúne un conjunto de pro-
cedimientos a ser realizados por el perito y sus respectivas conclusiones. En ese
sentido, el artículo 178 del CPP establece que el informe deberá contener:
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
6. El examen pericial
Tanto el Código de Procedimientos Penales de 1940, en su artículo 295, y
el Código Procesal Penal de 2004, establecen como regla general el examen del
perito, sin embargo, debe tenerse en cuenta que en la realidad judicial solo te-
nemos a pocos peritos oficiales realizando innumerables pericias, sobre las cua-
les existe cierta dificultad para traerlos a la instrucción o juicio a que sean exa-
minados. Esto originó que los procesos fueran declarados nulos si se detectaban
omisiones, por lo que debía tenerse en cuenta que esta nulidad afectaba un largo
y oneroso proceso judicial donde ninguna de las partes o el juez mismo había
objetado el informe pericial. Es frente a este problema real que el Pleno Juris-
diccional de las Salas Penales de la Corte Suprema emiten el Acuerdo Plenario
N° 002-2007/CJ-116, el 16 de noviembre de 2007, el cual, en su considerando
octavo analizaba el examen como regla general:
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
“Si bien esa es la regla general en materia pericial, que concreta el princi-
pio de contradicción –y cuando se hace en el acto oral, que es su sede natu-
ral, adicionalmente cumple los principios de inmediación y publicidad–, es ra-
zonable excepcionarlo sin mengua del contenido esencial de dichos principios
cuando el dictamen o informe pericial –que siempre debe leerse y debatirse
en el acto oral– no requiere de verificaciones de fiabilidad adicionales o cuan-
do su contenido está integrado por aportes técnicos consolidados que no solo
se basan en hechos apoyados exclusivamente por la percepción de una perso-
na –primacía del aspecto técnico sobre el fáctico perceptivo–, con lo que el
derecho de defensa no se desnaturaliza ni se lesionan los principios de inme-
diación, contradicción y oralidad”.
La Corte Suprema en el Acuerdo Plenario comentado dice que el examen
pericial, como toda prueba con un aspecto relevantemente documental, no es
condición ineludible de la pericia, esto es, que su no actuación no impide que
sea examinada como medio de prueba por el tribunal del juicio oral. Como con-
clusión, fija la regla jurídica vinculante:
“En consecuencia, su no actuación no es causal de nulidad de la sentencia –la
obligatoriedad a que hace referencia la ley procesal no la ata a la nulidad de la
pericia en caso de incumplimiento– ni de exclusión de la pericia como medio
de prueba”.
Que la ausencia de examen pericial no invalida la pericia y no es causal de
nulidad, sin embargo, a efectos de garantizar el contradictorio, en el consideran-
do noveno, se ha establecido que:
“[N]o significa que las partes no tienen derecho a solicitar la presencia de los
peritos para el examen correspondiente. Solo se tiene en cuenta (1) las caracte-
rísticas de la prueba pericial –con especial referencia cuando se trata de peri-
cias institucionales o emitidas por órganos oficiales–, y (2) que los principios
han de acomodarse a la realidad social –la presencia ineludible de los peritos
que la elaboran impediría la eficacia de la función pericial de esos organismos
pues se dedicarían a concurrir a cuanto órgano judicial los cite con mengua
efectiva a su labor de auxilio a la justicia–, ello sin perjuicio de reconocer que
la actividad impugnativa de la defensa puede cuestionar o atacar el aspec-
to fáctico –falsedad– o el aspecto técnico –inexactitud– del informe pericial.
Para lo primero, sin duda, es indispensable la concurrencia de los peritos, pero
para lo segundo, basta el análisis integral del dictamen pericial y, en su caso,
su refutación mediante pericia de parte. Si las partes no interesan la realiza-
ción del examen pericial o no cuestionan el dictamen pericial, expresa o táci-
tamente –lo que presupone el previo conocimiento del dictamen y acceso a sus
fuentes– es obvio que su no realización en nada afecta el derecho a la prueba
ni los principios que la rigen. Por el contrario, si las partes lo solicitan o reque-
rida la concurrencia de los peritos y estos –por cualquier motivo– no concu-
rren, el análisis de la eficacia procesal del informe pericial estará dado por las
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Aspectos fundamentales sobre la prueba en el proceso penal
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
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CAPÍTULO II
La técnica de la prueba
y la investigación
del delito
CAPÍTULO II
LA TÉCNICA DE LA PRUEBA
Y LA INVESTIGACIÓN DEL DELITO
I. ASPECTOS GENERALES
Debemos tener muy presente que las características de cada delito deter-
minan la manera en la que ha de ser conducida la investigación desde sus actos
iniciales, la intervención de la policía, o desde la propia estrategia que diseña la
Fiscalía para poder construir un caso y llevarlo ante los jueces.
En los siguientes delitos, de modo práctico, buscaremos aplicar las técni-
cas de la prueba, de tal manera que pueda coadyuvar con la actividad del inves-
tigador, abogado o fiscal, enfocándonos para ello en la naturaleza del delito, y,
de acuerdo a eso, determinar la estrategia a seguir.
La visión molar del hecho delictivo y su desintegración en una perspecti-
va molecular permite la reconstrucción de lo fáctico que tiene relevancia penal.
El uso de un método científico apoyado en la lógica, en las máximas de la ex-
periencia y el respeto de las garantías constitucionales, evitarán que se verifi-
que afirmaciones de forma ilegal o arbitraria. La búsqueda de la verdad no debe
entenderse como una actividad que se deba hacer a toda costa, como sea, pues
la idea no es esa, pues de hacerlo, actuaríamos en un estado de primitivismo ya
superado.
Reconstruir los sucesos delictivos y la conexión de estos con un presun-
to autor o cómplice, nos obliga a acudir a la casuística para encontrar los ele-
mentos fácticos estandarizados presentes en los diversos delitos previstos en
nuestro Código Penal. Así, hemos estimado concentrar la aplicación de la téc-
nica de la prueba en los delitos de lavado de activos, peculado y colusión que
afectan a la Administración Pública, delitos ambientales y el descubrimiento
del administrador de hecho en el delito de cohecho activo transnacional, y su
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
conexión con la persona jurídica, los delitos de homicidio y, por último, las le-
siones que atentan contra la vida y la integridad de las personas.
(130) Esta frase se dice que viene del libro Todos los hombres del presidente, escrito por
Carl Bernstein y Bob Woodward periodistas del The Washington Post que investigaron
el escándalo de Watergate y la intervención de Richard Nixon en el mismo, y que fue
llevada al cine bajo la dirección de Alan J. Pakula y con la actuación de Dustin Hoffman
y Robert Redford; sin embargo, lo más cercano a esta popular frase que se encuentra en el
mencionado texto es “la clave fue el efectivo de la campaña secreta y, debe rastrearse todo”
que es lo que Woodward le dice al senador San Ervin.
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La técnica de la prueba y la investigación del delito
del dinero sucio, que es el que necesitamos encontrar. Todo lo que permita esta-
blecer indiciariamente la existencia del hecho que necesitamos imputarle a una
persona, de allí que en el lavado de activos se requiera, en principio, ubicar e
identificar los bienes mal habidos, transferencias bancarias, realizar un peritaje
en el patrimonio que tiene esta persona, establecer el origen de estos fondos, re-
quiere un cruce de información, de tal manera que se pueda establecer un indi-
cio del incremento patrimonial directamente en la persona no justificado. Para
esto nos convertimos en unos sabuesos y haremos todos los rastreos necesarios.
Otro mecanismo que utilizan los lavadores es crear empresas de fachadas,
de tal forma que el dinero empiece a circular por ellas, por ejemplo, declarar ese
dinero de una supuesta actividad económica, declarar la renta, de tal manera
que se justifique legalmente el dinero inyectado a esas empresas.
Pero debemos ir más allá, establecer si las actividades comerciales que
puedan ser declaradas en la Administración Tributaria son reales o ficticias.
Esto implica revisar la contabilidad de la empresa, los inventarios de bienes,
los testimonios de personas que pudieran señalar si las actividades han existido,
por lo que generalmente se empieza a establecer una cadena de empresas que se
prestan para poder encubrir por comisiones el tema del dinero.
Se ha visto que algunas empresas elaboran contratos de servicios para jus-
tificar en la persona natural fondos obtenidos ilícitamente. En estos casos se tra-
ta de actos jurídicos simulados, ya que en la realidad jamás se ha prestado el
servicio. Siendo así, lo que debemos investigar para tratar de establecer un ni-
vel de congruencia en torno a lo que dice esta empresa, es que se acredite cuál
es el trabajo que ha realizado. La empresa puede informar y decir si ha existido
la prestación del servicio con un informe, generalmente de asesoría, pero la per-
sona no tiene el perfil para ese servicio, entonces seguimos ahondando en la in-
vestigación. Indagar sobre el producto, si se dice que han pagado 50 000 dóla-
res, cual es el resultado de esa operación, donde se creó y ejecutó.
Ahora, no solamente eso, sino también, a la propia empresa solicitarle la
información en el supuesto de haber pagado, por ejemplo, 50 000 dólares, ¿de
dónde se ha obtenido ese dinero? Se debe justificar ese ingreso, de tal manera
que ese seguimiento del dinero justamente llegue en un momento a una suerte
de vacío, es decir, ese dinero aparecerá de la nada.
Si la empresa informa que ha transferido 100 000 dólares, y esto está den-
tro de sus actividades o utilidades, etc., ese dinero tiene que cuadrar con el ca-
pital o bienes que estos tienen. Estas sumas dinerarias no mentirán y es allí,
donde va a surgir esa diferencia.
Planteamos otro ejemplo, tengo un capital de 500 000 dólares, más los
100 000 dólares, estamos por los 600 000 dólares, entonces, se infiere
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rápidamente que ese dinero proviene de cualquier otro circuito y no de esta em-
presa que está fungiendo de fachada.
En el lavado de activos se utiliza personas que no tienen posibilida-
des de adquirir un bien que está siendo lavado, como testaferro. Aquí hay que
preguntarse ¿cuáles son los ingresos? Si es una persona que gana S/ 2 000 o
S/ 3 000 y acredita estar en Sunat, y ha declarado el impuesto a la renta, y de
pronto adquiere un bien de S/ 100 000, justamente, de qué manera ha llegado
ese bien a sus manos, esto debe estar debidamente justificado.
Un caso sencillo para entender lo que estamos afirmando, es el de Fernan-
do Zevallos González, quien fue condenado por el delito de lavado de activos.
En este caso se empezó a indagar cómo es que formó la empresa AeroConti-
nente y cómo adquirió aviones para transporte de pasajeros.
En principio, recordemos que esta empresa operaba con los costos de sus
pasajes menores que los de su competencia. Como las cifras no engañan, empe-
zaron a calcular que pese a la inversión realizada, no estaba arrojando utilida-
des, se infirió que la empresa estaba operando a pérdida, y ante ello surge la in-
terrogante de ¿cómo podía sostenerse en el tiempo?, lo que llevó a la respuesta
de que existían capitales sucios inyectados que le permitían hacerlo.
Al lavador no le interesa perder porque el dinero es mal habido, lo que está
haciendo es generar una actividad económica para tratar de cubrirlo y procu-
rar limpiar el dinero ilícito. Es un error del lavador, porque empieza a dar seña-
les de que algo no está funcionando bien, el capitalista invierte para ganar, no
invierte 100 dólares para ganar 90 dólares, pues trabaja a pérdida y tiene que
paralizar su actividad o salir del mercado, pero si trabaja a pérdida y aún se
mantiene operando, ¿cómo se cubre esa parte? Pues ya lo está, se palanquea la
actividad con dinero sucio. El lavador puede trabajar a pérdida porque esta no
es su finalidad, sino la de lavar los capitales sucios.
Esta es una señal y un error frecuente de los lavadores, dentro de una labor
más sofisticada, al lavador le interesa generar renta para no levantar sospecha,
entrar al mismo precio que el mercado, porque al final va a encubrir de esta ma-
nera sus bienes ilícitos.
El error de AeroContinente en su momento fue que se hizo muy visible al
tratar de ingresar con precios baratos que no justificaban la inversión que había
realizado. Si no se tiene dinero y se está trabajando a pérdida y aún así se man-
tiene, quiere decir que existe un capital que permite sostenerla, que no necesa-
riamente tiene que ver con la utilidad que se genera. Esa es una primera señal
de alerta.
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una señal, como por ejemplo, la destrucción de las fuentes de información, los
libros contables y las actas, ello si se trata de un tema vinculado a empresas.
Este es un dato que nos permite establecer que se busca entorpecer la investiga-
ción y que se esconde algo, por lo que resulta fundamental realizar un cruce de
información, ya que si no la tengo por un lado, lo podré obtener o sacar por in-
ferencia de otro.
Es importante que la policía tenga claro el objetivo, de modo que establez-
ca una suerte de desbalance patrimonial respecto del lavador; ya respecto de la
ilicitud es otro tema que, si bien puede ayudar en la investigación fiscal, en el
delito de lavado de activos tiene que apuntarse a determinar cuál es el origen
ilícito, porque dado que la ilicitud es un elemento del tipo penal, este se tiene
que probar, no con fecha, día, hora en que ocurrió el delito previo, sino un razo-
nable contexto previo de criminalidad. Por eso desde el punto de vista político
criminal, no es necesario que el delito fuente tenga que acreditarse con una sen-
tencia condenatoria, bastan indicios concurrentes que esta persona ha partici-
pado en actividades delictivas previas. En tal sentido, esto nos permite fijar una
hipótesis que lo que se está lavando son bienes que tienen procedencia ilícita.
Si bien es cierto en nuestro país no existe la posibilidad de la inversión de
la carga de la prueba, sin embargo, si las defensas presentan afirmaciones, son
ellos los que deben probarlo. La defensa puede formular teorías y estas pueden
ser verificadas o no, pero la mala justificación puede ir en contra del propio im-
putado. Por ejemplo, Zevallos sostenía, que su madre había invertido en la em-
presa de avionetas y se verificó que ella era una persona sin muchos ingresos
pues apenas tenía una pensión de viudez.
Estos elementos son importantes en el delito de lavado de activos, los indi-
cios de mala justificación también pueden abonar en el tema de poder establecer
el origen ilícito del dinero.
Lo que se plantea es que exista un plan de investigación claro que esta-
blezca unas líneas por las cuales va a discurrir la investigación a nivel policial,
los peritajes, testimonios y, esto también tiene que ser utilizado por la fiscalía.
El plan se va evaluando, modificando, siempre y cuando se tengan los objetivos
bastante claros.
Si tenemos los objetivos bien definidos, el resto estará bajo la regla de li-
bertad de prueba, trasladando la libertad de investigación el fiscal puede utilizar
todas las formas legales y constitucionales dentro de su rol persecutor del delito
con el apoyo de la policía. Para esclarecer los hechos respecto de la prueba del
delito de lavado de activos, a continuación presentamos la valoración probato-
ria que realizó la Primera Sala Penal de Lima en la sentencia recaída en el Ex-
pediente N° 1882-2006-Lima, de fecha 19 de diciembre de 2005 en el caso de
Zevallos Gonzáles:
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iv) Sin embargo, es de precisar también que la Sala al analizar el Parte Am-
pliatorio número cero veinticinco-once-noventisiete-DINANDRO-
DINFI, considera que dicho documento carece de todo valor probato-
rio por las siguientes consideraciones: a) En dicho parte no se aprecia la
documentación sustentatoria que acredite el mérito de sus conclusiones,
a diferencia del Parte Policial número ciento cuarentitrés-cero siete-
noventicinco-DINANDRO. En este sentido, el Colegiado analizó en el
punto A. “Con respecto a la constitución de la Empresa Tausa” del pun-
to tres punto quince punto cuatro “Valoración de la prueba”, todas las
omisiones que con respecto a la constitución de la Empresa Tausa se ad-
vierte del parte en mención, llegando a la conclusión que la familia Ze-
vallos Gonzáles no contaba con dinero suficiente acreditado documen-
talmente, que sustente sus posibilidades de constituir una empresa de
transporte aéreo en la selva; b) Los borradores del Parte Policial en cues-
tión, fueron encontrados en el allanamiento realizado en la oficina de la
Empresa AeroContinente, ubicada en calle José Pardo número cuadra
seis, distrito de Miraflores conforme consta en la comunicación presen-
tada por la Parte Civil e incorporada en la sesión de audiencia del cator-
ce de diciembre del presente año. Esta circunstancia si bien no es defini-
tiva y debe ser objeto de esclarecimiento en la instancia correspondiente,
da lugar a que el Colegiado la asuma con reserva. Por lo demás, es me-
nester señalar que uno de los informantes en el presente Parte, Cancino
Ordinola aparece igualmente suscribiendo el Parte ciento cuarentitrés,
cuyo contenido comparado es contradictorio el uno con relación al otro,
por lo que resulta ilógico que la misma persona suscriba dos documen-
tos incompatibles entre sí, por lo que es menester formar el cuaderno co-
rrespondiente y elevarlo al Fiscal Supremo para los fines pertinentes, de
conformidad con el artículo doscientos sesenticinco del Código de Pro-
cedimientos Penales.
v) Aunado a lo dicho anteriormente, se tiene que la SUNAT mediante Ofi-
cio número dos mil trescientos veintidós-noventisiete-R uno, su fecha
veinte de agosto de mil novecientos noventisiete, remitió información
precisando que el acusado Zevallos, durante el periodo comprendido en-
tre los años mil novecientos noventiuno a mil novecientos noventicinco
no era contribuyente activo, conforme se corrobora a fojas dos mil dos-
cientos treintiocho. En este sentido, si bien el encausado ha señalado du-
rante el desarrollo del proceso estar al día en sus obligaciones tributa-
rias, esto se produjo posteriormente, cancelando los intereses moratorios
y la deuda impaga por los años precedentes, conforme lo acredita el cita-
do oficio remitido por la SUNAT. Lo anteriormente señalado por el Co-
legiado queda acreditado con la Pericia Judicial Contable de fecha ca-
torce de diciembre de mil novecientos noventicinco y de las copias de
los Formatos de Declaración Jurada que obran en el Tomo S-cuatro del
expediente.
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la afectación es para todas las personas que viven en la zona impactada. Siendo
así, tiene que realizarse un monitoreo del área donde se estaría realizando la ac-
tividad que afecta el medio ambiente.
En una actividad de este tipo, definitivamente tenemos que realizar peri-
tajes, de forma tal que podamos establecer de qué manera se está afectando la
ecología y también a las personas. Por ejemplo, el transporte de plomo en el
puerto del Callao traía como efecto que se diseminara como polvo en el medio
ambiente y sea aspirado por las personas. El peritaje de plomo estableció que
los niveles de plomo en el ambiente estaban por encima de lo permitido y cuan-
do se realizaron exámenes de sangre en niños se apreciaba que ya estaba en su
organismo por encima del nivel normal, provocando a lo largo de su vida una
variedad de enfermedades por intoxicación.
Si establecemos la afectación, lo que corresponderá es determinar quién o
quiénes son los responsables. Si contamos con el peritaje que arroja que los ni-
veles de contaminación están por encima de lo permisible por la ley, ese es un
hecho que tenemos acreditado, y si tenemos la información de cuál es la fuen-
te contaminante, ya podemos conectar a la persona jurídica y a sus directivos,
quedando por desentrañar si han obrado con dolo o culpa.
El peritaje generalmente va a estar centrado en un aspecto sustancial del
tema de contaminación del medio ambiente. El asunto a nivel empresarial o
corporativo es determinar o atribuir directamente responsabilidad a la perso-
na o las personas que teniendo una labor directiva en la empresa la infringieron.
Sobre este respecto, sabemos que la determinación de responsabilidades a
nivel de estructuras empresariales es bastante compleja, de manera que el hecho
de identificar a quién o quiénes serían los funcionarios responsables de los actos
contaminantes de la empresa, es decir, a quiénes se les puede atribuir responsa-
bilidades, resulta un tanto difícil.
En nuestro país, respecto de una persona jurídica, la atribución de respon-
sabilidad es indirecta, toda vez que para poder sancionarla, necesaria y obli-
gatoriamente se debe establecer responsabilidad individual de algún directivo
de la empresa. En otros sistemas legislativos como el norteamericano, no existe
la necesidad de establecer quién es el responsable individual del delito de con-
taminación ambiental, sino simplemente la sanción de carácter penal puede ir
contra la persona jurídica, lo que se denomina como responsabilidad penal di-
recta de la persona jurídica.
¿Cómo podemos identificar dentro de una entidad, quiénes son los pre-
suntos responsables? Esta tarea supone la necesidad de averiguar quiénes están
dentro de la estructura orgánica de la empresa desde el punto de vista formal.
Esta información se puede extraer de los Registros Públicos, de la información
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Contrataciones del Estado, la cual establece las pautas, las reglas para desarro-
llar de manera adecuada los procesos de contratación. De tal manera, se bus-
ca que el procedimiento se encuentre articulado de acuerdo al planeamiento por
parte de la institución estatal, ello de acuerdo con las peticiones o necesidades
de las áreas que requieran bienes o servicios.
En esta situación intervienen diversas áreas, la unidad que requiere la con-
tratación de bienes o servicios, previa petición; requerimiento que luego es so-
metido a una serie de consultas de las entidades que trabajan dentro de la insti-
tución pública (planeamiento, logística, abastecimiento, asesoría legal). De este
modo, hay todo un conjunto de opiniones técnicas para que el proceso de con-
tratación se lleve a cabo, debiendo estar dentro del marco de un plan de contra-
taciones y debidamente presupuestado.
En la entidad pública se nombra un comité que se encarga de elaborar el
expediente técnico, en el que se establecerán cuáles son los requerimientos, los
montos y reglamentos al cual se someterán, tanto la personas naturales o jurí-
dicas que van a ingresar a este proceso general de contratación pública, sea de
bienes o servicios.
En ese sentido, en aras de la transparencia y de la igualdad de condiciones,
los que participan en estas contrataciones −los postores− requieren de una ga-
rantía de limpieza por parte de aquellos que dirigen el proceso de contratación.
Se pierde esta garantía, imparcialidad o transparencia, cuando el funcionario
direcciona la contratación hacia un determinado postor, con quien se ha coludi-
do probablemente a cambio de una suma de dinero.
Cuando se trate de acreditar el delito de colusión, debemos probar quiénes
en la Administración Pública son los que han intervenido en ese pacto colusorio
y quiénes fueron los postores y la forma en la que ellos han realizado ese acto
de colusión a pesar de ser particulares.
Esta investigación no se puede dejar solo en manos de la Policía, ya que si
bien ellos pueden conocer sobre pesquisa criminal, para este tipo de casos debe
ser una unidad especializada que se apoye en trabajos de peritajes, como la Con-
traloría, la que determine cómo es que se ha direccionado este proceso de contra-
tación pública en la que resultó un determinado postor como ganador.
Este direccionamiento o favorecimiento afecta las reglas de competencia y
de igualdad que deben tener todos aquellos que participan en el mercado, sien-
do el Estado el encargado de garantizar esa transparencia e igualdad de condi-
ciones, por lo que en este delito se reprochan los actos colusorios, puesto que
son precisamente los funcionarios quienes intervienen en esa distorsión.
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V. DELITO DE PECULADO
El Estado a través de la Administración Pública, tiene como finalidad
esencial dar un servicio a la ciudadanía que es ejecutado por sus funcionarios y
servidores. Estos empleados ingresan a laborar al Estado para ser parte de ese
servicio en interés de la colectividad, por lo que les son asignados derechos y
obligaciones, otorgándoseles poder a efectos de desarrollar un conjunto de acti-
vidades de carácter administrativo.
El destinario de los actos administrativos son los ciudadanos, pero tam-
bién pueden serlo las personas jurídicas. En un Estado de derecho se requiere
que la Administración Pública trabaje correctamente en aras de brindar un ser-
vicio de la ciudadanía, por lo que los obligados para hacer cumplir esta finali-
dad son los funcionarios y los servidores.
Al respecto, entenderemos por funcionario público, a aquella persona que
tiene un cargo de jerarquía o poder de decisión en determinada entidad o nivel
de una institución de la Administración Pública. Mientras que el servidor será
aquel que actúa bajo un régimen de subordinación laboral y, en cambio, no tiene
poder de decisión. Ambos, participando en el Estado, tienen atribuciones, facul-
tades o poder que deben ser utilizados debidamente, por lo que ellos serán los
sujetos activos de cualquier delito que afecta a la Administración Pública.
El Estado tiene un patrimonio, que se constituye con el aporte de todos los
ciudadanos, por lo que el patrimonio que tienen las entidades públicas se forma
a partir de los impuestos y las inversiones estatales. Cada institución tiene de
las asignaciones presupuestales para desarrollar durante el año sus actividades,
que son aprobadas por el Congreso de la República tomando en cuenta el pro-
yecto de presupuesto remitido por el Poder Ejecutivo.
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jurídico no hay problema, puesto que sus facultades están registradas en los li-
bros de la empresa o en los registros públicos, caso distinto al del administrador
de hecho, que es aquella persona que fácticamente tiene poder en la persona ju-
rídica, es decir, como una suerte de usurpador de funciones, pero quien pese a
tener un rol informal, no escapa de la responsabilidad penal.
Para formular una estrategia que permita descubrir al administrador de
facto, podemos recurrir a la jurisprudencia española que se ha pronunciado so-
bre esta clase de administradores a partir de la prueba indiciaria. En ese sen-
tido, en la SAP de Valencia, Secc. 8ª de fecha 27 septiembre de 1999 (Rec.
289/1998) se argumenta:
“Nos hallamos ante uno de esos supuestos en que el demandado absuelto no
es, simplemente, uno de los encargados de gestionar la vida económica de la
sociedad como apoderado de esta, sino que es, realmente, el administrador de
hecho de la marcha societaria, siendo su hijo −extremo este reconocido por
ambos− el administrador social pero no quien realmente conoce y controla el
desenvolvimiento usual de la entidad mercantil, bastando tres datos para po-
ner de relieve tal circunstancia: de un lado, que el hijo condenado y aquietado
a tal resolución aparece como titular de 25 participaciones, y su hermana Ana
Isabel de 26, lo que hace un total de 51 de las 100 que forman el capital social,
siendo ambos solteros, de 23 y 26 años al tiempo de constituirse la sociedad,
de lo que fácilmente puede deducirse que la titularidad mayoritaria de la em-
presa está en manos de la familia del apoderado D. Vicente C.P., padre de los
socios integrantes y, por tanto, no ajeno a la marcha societaria considerada en
su conjunto, sin que conste capital propio o solvencia personal del primero de
los indicados, aquí codemandado, D. Vicente Javier C.M., que aparece, ade-
más, como administrador de la sociedad.
(…)
Y, por último, porque el tenor de las facultades del apoderado, que son amplí-
simas, y prácticamente coincidentes con las que el artículo 15 de los estatutos
otorga al administrador, reafirman en las anteriores apreciaciones, relativas a
que, de hecho, es el demandado absuelto el que gestiona la marcha económi-
ca de la sociedad, siendo de destacar que él fue quien contrató con la deman-
dante, como reconoce D. Vicente Javier C.M. al absolver la posición segun-
da, y que con posterioridad a la presentación de la demanda que nos ocupa,
el Ayuntamiento certifica (folio 199) el cobro de una cantidad de 602.839 pe-
setas por la empresa demandada de la que los codemandados son respectiva-
mente administrador y apoderado”.
En este caso el apoderado de la empresa tenía facultades amplísimas y sus
hijos eran accionistas mayoritarios, por lo que el tribunal consideró que era una
empresa familiar, y quien realmente dirigía la sociedad era D. Vicente Javier.
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(136) Citado por LÓPEZ CAPELLA, Elena. “Búsqueda de indicios para el administrador de
hecho”. En: Iuris. 2012, p. 3.
(137) Ibídem, p. 2.
(138) Ídem.
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(139) Ídem.
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(140) Ídem.
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En tal sentido, los peritajes son sustanciales para una corroboración a efec-
tos de fortalecer la sindicación de la víctima, es el caso de la pericia psicológi-
ca, por ejemplo, la que arrojará indicadores de una agresión sexual. En este caso
el psicólogo determinará la existencia de una afectación emocional producto del
ataque, llamado el estresor sexual, que son las consecuencias que sufre la víc-
tima como resultado de la violación sexual. Dicho estrés será la conclusión de
unos indicadores que deberán ser examinados por el citado especialista.
También resulta vital recurrir a la pericia siquiátrica, ello a efectos de esta-
blecer si la víctima presenta alguna patología que pudiera limitar su percepción
respecto de su agresor. Este tipo de pruebas también deben ser trasladadas al
agresor, por ejemplo la pericia de conducta para establecer si el individuo puede
registrar su comportamiento a partir de dicho examen, si es una persona respe-
tuosa de las normas de comportamiento exigidas por la sociedad o todo lo con-
trario. A su vez puede analizarse la coherencia o lógica interna de su declara-
ción hasta donde esta pueda romper las reglas de la experiencia.
Apreciemos el siguiente caso: dos señoritas abordan un taxi al salir de una
fiesta en la que bebieron en exceso, en el trayecto, una de ellas le dice al taxis-
ta que se detuviera en un lugar para recoger una documentación, el taxista se
detiene, su compañera baja del auto y al retornar, no encontró al taxista, quien
se llevó a su amiga. Esta señorita despierta en un hostal, teniendo encima al
agresor, quien habría consumado el acto de violación; es en dicho contexto que
el taxista fue aprehendido por los empleados del hostal, quienes señalaron que
ellos ingresaron al lugar, pero la señorita entró trastabillando, pues se encontra-
ba ebria. Aquí observamos dos versiones, la de la amiga de que el taxista prác-
ticamente se llevó a la víctima, y la declaración realizada por este taxista, quien
dijo que fue la víctima quien le propuso “pagarle” con sexo en un hotel pues no
tenía dinero para costear su pasaje.
Esto, sometido a las reglas de la experiencia, implicaría aceptar que es co-
mún que toda persona que no tenga dinero para pagar una carrera de taxi, lo re-
suelva teniendo sexo con el taxista. Así, analizado la información de que no se
conocían, y el testimonio brindado por la amiga de la víctima, nos lleva a seña-
lar y concluir que no existe coherencia con lo relatado por el taxista, ello en vir-
tud de las reglas de la experiencia.
Debemos ubicarnos contextualmente con toda la prueba periférica y con
el hecho delictivo para llegar a una conclusión. En este caso en concreto, por
ejemplo, son importantes las declaraciones testimoniales y el examen ectos-
cópico, ello en razón de que cuando la víctima se defiende, el agresor gene-
ra una presión sobre ella, lo cual a su vez va a quedar expresado en su cuer-
po. Este tipo de peritajes arrojan lesiones paragenitales, como las huellas de
un forcejeo a consecuencia del rechazo de la víctima ante el violador, pero,
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Las técnicas seguidas para obtener las conclusiones que constan en los infor-
mes periciales entregados en las causas penales están plenamente validadas
por la comunidad científica.
A este respecto, la prueba científica de determinación genética de ADN se ha-
lla completamente admitida como medio de prueba en tanto que cumple los
criterios básicos de admisibilidad de la prueba científica. Estos criterios fue-
ron enumerados en la conocida sentencia Daubert (Daubert vs. Merrell Dow
Pharmaceuticals, 509 U.S. 579 /1993) y son, sintéticamente, los siguientes:
- Falsabilidad: la prueba debe basarse en una teoría o técnica susceptible
de contraste.
- Revisable por otros científicos.
- Porcentajes de error conocidos.
- Consenso general de la comunidad científica.
[El primer caso donde se aplico la prueba de ADN fue el Narborough]
El caso Narborough, el primero en el que se utilizó la prueba de ADN, fue un
supuesto en el que se investigaba la agresión sexual y asesinato de una joven
cuyo cadáver apareció, el 21 de noviembre de 1983, en la villa que da nombre
al caso. Tres años después, cuando el asunto aún no había sido resuelto, apa-
reció el cadáver de otra joven que también había sido violada y asesinada en
una población cercana. Durante la investigación se detuvo e inculpó a Richard
Buckland, quien confesó ser el autor del segundo crimen, pero no del prime-
ro. En ese momento interviene Sir Alec Jeffreys, que analizó el ADN hallado
en los cadáveres de las dos víctimas. El resultado fue contundente al descartar
a Buckland de la comisión de ambos crímenes, puesto que su ADN no corres-
pondía con el dejado en las víctimas por el criminal. Ante ello la policía reali-
zó un mass screaning entre todos los hombres de la zona que estaban en con-
diciones de haber podido cometer los crímenes (hombres entre 17 y 34 años).
Se trataba de 4,500 hombres sometidos al análisis. No existía obligación legal,
pero sí una muy fuerte presión social, además de la conversión en sospechoso
de todo aquel que se negara a someterse al análisis. La historia abreviada nos
dice que el resultado del análisis fue concluyente al identificar a Colin Picht-
fork como el donante del ADN hallado en las dos víctimas y que, finalmente,
fue condenado por los dos crímenes. Sin embargo, lo que sucedió fue que el
señor Pichtfork no se sometió voluntariamente al análisis, sino que convenció
a un amigo para presentarse y ofrecer la muestra biológica en su lugar. A ese
fin alteró su pasaporte cambiando su fotografía por la de su amigo. El engaño
funcionó hasta que en 1987 el amigo suplantador habló del engaño en un pub
de la zona ante una mujer que lo denunció a la Policía. El suplantador (Ian Ke-
lly) confesó el engaño ante la Policía, que el 19 de septiembre de 1987 detuvo
a Pitchfork, quien, finalmente, confesó los dos crímenes. El caso Narborough
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que lo había contagiado de VIH. Si bien, reconocía el homicidio, pero bajo las
circunstancias de emoción violenta, de tal forma que si lograban acreditar su
tesis podrá hacerse merecedor de una pena menor a lo que sería un homicidio
simple. Pero, es el caso que se estaba frente a una imputación de la Fiscalía por
homicidio calificado y la circunstancia agravante, era que la persona había ac-
tuado con alevosía, es decir, cuando la persona minimiza sus riesgos y mata a la
víctima. En este caso el asesino la había citado por el grado de confianza, a ho-
ras de la noche a un descampado, donde no había mucha iluminación y esta per-
sona había ido premunida con un cuchillo que utilizó justamente para asesinar a
la agraviada. La defensa trató de decir que el lugar desolado no era tan desolado
porque habían personas circulaban por los alrededores, trató de probar ese he-
cho y también quiso probar que había existido una causa que lo había hecho re-
accionar de manera violenta y justamente era la información que le había dado
la victima de que lo había contagiado de VIH.
La Fiscalía debe buscar o tratar de establecerse algunas posibles fórmulas
defensivas que utilizará el imputado, puesto que luego estará en la obligación de
rebatirlos.
Debemos tener en cuenta que muchas de las coartadas son permitidas,
pero bajo las reglas de que se tiene que probar, lo cual representa una dificultad
para la defensa, por lo que generalmente estas van quedando allí.
Uno de los ejemplos clásicos es cuando un imputado refiere que la Poli-
cía le plantó evidencia, y que es inocente de los cargos. Esa afirmación desde
el punto de vista de la prueba tiene que ser acreditada para que no quede sola-
mente como un dicho del acusado. Son riesgos que a veces asume la defensa, y
que se recomienda no se planteen si es que no tienen un medio que pueda apo-
yar esa información.
Respecto al delito de homicidio, veremos las diferentes modalidades y, en
ese contexto, tenemos el parricidio, donde hay un vínculo parental entre la víc-
tima con el victimario, este es un punto que tiene que ser sometido a eviden-
cia o prueba para establecer el vínculo, porque de alguna manera establece pe-
nalidades mayores si es que existe un vínculo familiar, porque no se trata de
un atentado contra la vida, sino contra la familia, acá se tiene que acreditar el
vínculo parental, familiar.
El parricidio es un homicidio contra un sujeto cualificado que es el pa-
riente, así que no va a distar mucho de que la Fiscalía utilice todos los medios
para poder, con la Policía, esclarecer e identificar a los responsables de un deli-
to. Hay que tener en cuenta que una mala investigación lleva a la Fiscalía a una
débil tesis acusatoria ante un juicio y graves dificultades para luego probarla.
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Por otro lado, desde el punto de vista subjetivo, se tiene al dolo, para cuyos
efectos deben establecerse los móviles que nos permitan inferir con cierta vali-
dez que el comportamiento del agente ha sido de carácter doloso, es decir, que
el agente ha deseado en su fuero interno afectar la integridad física de la perso-
na y finalmente así lo hizo.
El aspecto volitivo es lo que va a diferenciar lo que es un delito de lesiones
con el de homicidio; en este último, el victimario o sujeto activo busca acabar con
la vida de la persona, pero en las lesiones, lo que busca el agente es lesionar a la
víctima, causarle un daño en una proporción que preestablece. Generalmente, a ve-
ces ocurre que el individuo quiere causar lesiones, pero, como se dice coloquial-
mente, “se le pasa la mano”, entonces, estaremos ante un delito preterintencional.
La situación de lesiones en un contexto de violencia familiar determina
que los actos de investigación deban identificar el entorno y la relación entre
víctima y victimario, si es el esposo que lesiona a la esposa, el hermano que le-
siona al hermano, etc. Estos grados de parentesco deben ser dilucidados porque
acarrearán algún tipo de responsabilidad punitiva, como es el caso del padre
que lesiona a su hijo, al cual como parte del tipo legal se le debe aplicar la pena
de inhabilitación, expresada en la suspensión de la patria potestad.
Estos aspectos fácticos deben ser investigados de forma tal que se le dé al
Ministerio Público el insumo para que pueda desarrollar su estrategia legal en
aras de que se logre una condena cuando lleve su caso ante el Poder Judicial.
Dentro de estos actos de investigación que pueden desarrollarse, el aspec-
to volitivo, es de particular importancia, puesto que esa delimitación permitirá
diferenciarlo del delito de homicidio. La parte objetiva, es decir, la forma como
se ha dañado a una persona es un primer dato que nos permite establecer cuán-
do alguien ha querido lesionar o desea algo mayor como matar a una persona.
El ejemplo es bastante claro, si disparamos a una persona en el pie, obviamen-
te que el fuero interno el autor pretende lesionar, pero si con esa misma arma le
disparamos en la cabeza a alguien, definitivamente estamos ante un dolo direc-
to, puesto que por máximas de la experiencia, esta es una parte más vulnerable
en el cuerpo humano y conlleva a la posibilidad de que esta persona fallezca.
Estos datos que se van a inferir por las heridas causadas a la víctima y que de-
ben haber sido sometido a un peritaje, nos ayudarán a construir el aspecto sub-
jetivo del delito.
En el delito de lesiones, las técnicas de investigación implican fijar la esce-
na donde ocurrió el hecho delictivo, determinar las características de las lesio-
nes de la víctima, identificar a la persona que ha cometido el delito de lesiones,
modo, circunstancia, forma, etc.; allí entra lo que se conoce como perennizar el
lugar donde se cometió este hecho.
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tiene que ver con su rol, si por ejemplo una persona labora realizando excava-
ciones, tiene que dar publicidad a las respectivas señales de seguridad para que
la gente pueda darse cuenta de que hay un riesgo inminente; si por el contrario,
esta persona no lo hace por ahorrarse dinero, y alguien que pasa por allí cae en
una fosa y se lesiona gravemente, estaremos ante un acto de indiferencia frente
a la posibilidad de que alguien pueda ser lesionado por un acto omisivo.
En un caso de cirugía mamaria, por ejemplo, es el caso de una señora que
tenía problemas con sus mamas, las cuales eran muy grandes −gigantomastia−
y tenía que someterse a una cirugía para reducirlas. Se le disminuyó el tejido,
pero tiempo después, se generó toda una infección que conllevaron a que se le
cercenaran las mamas; entonces, la discusión era establecer si el médico había
seguido los protocolos para realizar ese tipo de operaciones o no.
Para esto, se tuvo que convocar a expertos en esta clase de cirugías, quie-
nes habían tenido una capacitación sobre el asunto, de donde se tuvo que en el
registro de peritos del Poder Judicial no se encontró a un experto en cirugía ma-
maria, por eso la norma permitía que se lleve a especialistas que no necesaria-
mente se encuentran registrados, pero que garanticen ser expertos en una acti-
vidad profesional o técnica, de modo que puedan dar una opinión relevante para
establecer si se violaron o no normas de cuidado.
En este caso se convocó a un profesor experto en el asunto, quien concluyó
que el médico que había operado a la señora no había seguido los protocolos, y
que la cirugía fue invasiva, siendo que por eso se generó un cuadro infeccioso.
Asimismo, se cuestionó también al médico el hecho de que en el posoperatorio
no le hizo un seguimiento adecuado, entre otros asuntos. El médico procesado,
trajo a una perito que era una experta en cirugías de esa naturaleza, quien seña-
ló que el procedimiento fue el correcto y que, en todo caso, si la persona sufrió
una infección fue debido a factores externos, como que la señora sufría de obe-
sidad y que eso contribuyó para que se generara la infección.
Esa fue la discusión que nos dieron los peritos, no cualquier persona, sino per-
sonas verdaderamente especializadas en el asunto; por lo que el juez, con base en
estos insumos e información, está en posibilidad de tomar una decisión en su mo-
mento. Los jueces tienen el rimbombante título de perito de peritos, pero a efectos
de sus decisiones judiciales, es preciso se base en reglas de la lógica, la experiencia
y la ley de la naturaleza para poder darle fiabilidad a determinada información.
En consecuencia, todos estos aspectos sustanciales del delito de lesiones se
van a determinar a través de una investigación por parte de la Policía y la Fisca-
lía, de modo conjunto, ello con la finalidad de que pueda sancionarse en los fue-
ros judiciales a quien ha cometido un hecho de lesiones que afecta la integridad
de una determinada persona.
142
CAPÍTULO III
Jurisprudencia
sobre la prueba
en el proceso penal
REQUISITOS DE LOS MEDIOS DE PRUEBA
Expediente N° 6712-2005-HC/TC
La pertinencia exige que el medio probatorio tenga una relación directa o indi-
recta con el hecho que es objeto de proceso. Los medios probatorios pertinentes
sustentan hechos relacionados directamente con el objeto del proceso.
I. ASUNTO
Recurso extraordinario interpuesto por doña Magaly Jesús Medina Vela y
por don Ney Guerrero Orellana contra la Resolución de la Cuarta Sala Especia-
lizada en lo Penal para Procesos con Reos Libres de la Corte Superior de Justi-
cia de Lima, del 6 de julio de 2005, que declara infundada la demanda de hábeas
corpus de autos.
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II. ANTECEDENTES
a) Demanda
Con fecha 31 de mayo de 2005, los recurrentes interponen demanda de
hábeas corpus contra los miembros de la Primera Sala Penal Transitoria de la
Corte Suprema, señores Robinson Gonzáles Campos, José María Balcázar
Zelada, Pastor Barrientos Peña, César Vega Vega y Hugo Príncipe Trujillo, soli-
citando que se declare la nulidad del proceso penal seguido en su contra hasta la
fase de instrucción.
Sostienen que acuden al hábeas corpus porque se configura la violación
del derecho a la libertad personal por haberse negado la tutela procesal efectiva
cuando se vulnera su derecho a la probanza y a la defensa. Consideran que tales
transgresiones se produjeron a través de las tres resoluciones judiciales firmes en
el proceso penal seguido en su contra (las expedidas en el 2003 por el Trigésimo
Noveno Juzgado Penal, en el 2004 por la Sexta Sala Penal Superior y en el 2005
por la Primera Sala Penal Suprema Transitoria).
Expresan que se contraviene su derecho a probar puesto que, habiendo pre-
sentado testimoniales (tanto del asesor legal del canal como del administrador
del mismo), nunca fueron admitidas ni rechazadas por el juez. La importancia de
tales medios se centraba en que, antes de emitir el reportaje materia del proceso
penal que se siguió en su contra, ellos fueron asesorados por abogados, los cua-
les les aseguraron que no se afectaba el derecho a la intimidad de la vedette con
la emisión del mencionado reportaje. Justamente, al no tomarse en cuenta los
medios probatorios ofrecidos, consideran que se les ha impedido probar el error
de prohibición en sus actos, lo cual llevaría no exactamente a la antijuricidad,
sino a la exclusión de culpabilidad. Asumen que tampoco el juez pudo establecer
la existencia de tales medios como prueba inútil, pues esta se configura cuando
los hechos alegados no requieren probanza por ser demasiado obvios.
Asimismo, alegan la afectación al derecho a la defensa, pues el juzga-
dor nunca se pronunció sobre el extremo que plantearon como mecanismo de
defensa en la declaración instructiva. Este se refiere a que, al haber propalado un
vídeo que probaba la existencia de prostitución ilegal, no se pudo afectar la inti-
midad de la querellante.
b) Declaraciones instructivas de los demandados
Con fecha 7 de junio de 2005 se toma la declaración de los cinco voca-
les demandados, los mismos que niegan los presupuestos del hábeas corpus
formulado.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
Petitorio constitucional
Los demandantes alegan la afectación de los derechos constitucionales a
la tutela procesal efectiva (artículos 139, inciso 3, de la Constitución, y 4 del
Código Procesal Constitucional) –en correspondencia con la libertad personal
(artículo 2, inciso 24, de la Constitución)–, en lo referido al derecho a probar
(artículo 139, inciso 3, de la Constitución) y al derecho a la defensa (artículo
139, inciso 14, de la Constitución).
Sobre la base de esta vulneración, solicitan lo siguiente:
- Nulidad del proceso penal hasta la fase de instrucción a fin de que se les per-
mita probar el hecho postulado como defensa material.
- Nulidad del proceso penal hasta la fase de instrucción a fin de que el juez
penal en la sentencia se pronuncie sobre el argumento de defensa técnica.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
IV. FUNDAMENTOS
1. La presente demanda de hábeas corpus cuestiona la validez del proceso
penal llevado a cabo contra los actores por el delito contra la intimidad, pres-
crito taxativamente en el artículo 154 del Código Penal. La materia de aná-
lisis constitucional versa sobre la declaratoria de responsabilidad de los que-
rellados (ahora demandantes en el proceso constitucional) en sede judicial.
La determinación de culpabilidad de los coinculpados se asienta en hechos
claramente establecidos que no pueden ser objeto de análisis por parte de
este Colegiado, sino que se asumen como válidos, al estar definido su vigor
en sede judicial.
El día 31 de enero de 2000, en el programa televisivo Magaly TV, se trans-
mitió un vídeo editado que contenía imágenes que revelaban datos íntimos
de doña Mónica Adaro Rueda (querellante en el proceso penal), y se le apre-
ciaba manteniendo relaciones sexuales con una persona de sexo masculino,
identificado posteriormente como don Eduardo Martín Arancibia Guevara.
Tal reportaje fue anunciado como “Las Prostivedettes”, y fue difundido a
través de un canal de televisión de señal abierta. En el curso del proceso
penal, se estableció que fueron los querellados, el productor del programa
(don Ney Guerrero Orellana) y la conductora del mismo (doña Magaly Jesús
Medina Vela), quienes contrataron a la persona que se aprecia en las imáge-
nes para que indujera a la querellante a mantener relaciones sexuales por
medios que son objeto del reportaje televisivo. Para el plan de los denun-
ciados se contó con el previo ocultamiento de los dispositivos de filmación
y grabación de audio en el ambiente en el cual iban a mantener relaciones
sexuales.
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(1) Escrito del abogado de los demandantes del hábeas corpus (fs. 142, 43 del Expediente).
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(2) Sentencia del Décimo Tercer Juzgado Penal de Lima en el proceso de hábeas corpus (fs. 165
del Expediente).
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Por lo tanto, el pedido de inhibición planteado por los reclamantes debe ser
declarado improcedente.
5. Conviene en este tramo mencionar qué caminos proporciona el propio
Código Procesal Constitucional a las personas que cuestionan la indepen-
dencia de un magistrado que resolverá un caso en el cual pueden verse
perjudicadas.
Según una interpretación oportuna del artículo 33, inciso 1, del mencionado
cuerpo normativo, puede interponer pedido de recusación el propio afec-
tado (o su representante legal). Es decir, los recurrentes tuvieron la capaci-
dad de recusar a la jueza que vio su caso, si es que se consideraban perjudi-
cados con su actuación. De lo que consta en autos, dicho pedido nunca fue
realizado.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
(4) Toma de declaración de los vocales supremos, señores Pastor Adolfo Barrientos Peña (fs. 119
del Expediente), Hugo Príncipe Trujillo (fs. 123 del Expediente) y José María Balcázar Zelada
(fs. 126 del Expediente).
(5) Toma de declaración de vocal supremo César Javier Vega Vega (fs. 125 del Expediente).
(6) Toma de declaración de vocal supremo Robinson Octavio Gonzales Campos (fs. 122 del
Expediente).
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(7) Apersonamiento y absolución de traslado de la demanda de hábeas corpus por parte del
Procurador Adjunto a cargo de los Asuntos Judiciales del Poder Judicial (fs. 160 del Expe-
diente).
(8) Sentencia del Decimotercer Juzgado Penal de Lima en el proceso de hábeas corpus (fs. 166,
167 del Expediente).
(9) Sentencia de la Cuarta Sala Especializada en lo Penal para Reos Libres de la Corte Superior
de Justicia de Lima en el proceso de hábeas corpus (fs. 231b, 232 del Expediente).
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
(11) Apersonamiento y absolución de traslado de la demanda de hábeas corpus por parte del
Procurador Adjunto a cargo de los Asuntos Judiciales del Poder Judicial (fs. 158 del Expe-
diente).
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
En este esquema, una de las garantías que asiste a las partes del proceso es
la de presentar los medios probatorios necesarios que posibiliten crear la
convicción en el juzgador de que sus argumentos son los correctos. De esta
manera, si no se autoriza la presentación oportuna de pruebas a los justicia-
bles, ¿se podrá considerar amparada la tutela procesal efectiva? Todo hace
indicar que ello sería imposible. Solo con los medios probatorios necesa-
rios, el juzgador podrá sentenciar adecuadamente. Por ello, la ligazón entre
prueba y tutela procesal efectiva es ineluctable: la primera constituye un
derecho-regla de la segunda; una verdadera garantía de su ejercicio.
14. Sin embargo, el reconocimiento del derecho a la prueba en la normatividad
es restringido, y se le relaciona casi exclusivamente con la presunción, de
inocencia. Por eso, normalmente aparece bajo la fórmula siguiente: “la per-
sona se considera inocente mientras no se haya declarado judicialmente su
responsabilidad”.
Este es el enunciado utilizado en el artículo 2, inciso 24, acápite e, de la
Constitución, que reproduce lo estipulado por el artículo XXVI de la Decla-
ración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y, en cierta
forma, lo prescrito en los artículos 11, inciso 1, de la Declaración Univer-
sal de Derechos Humanos; 14, inciso 2, del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, y 8, inciso 2, de la Convención Americana sobre Dere-
chos Humanos.
Aún así, es menester considerar que el derecho a la prueba apareja la posi-
bilidad de postular, dentro de los límites y alcances que la ley reconoce, los
medios probatorios para justificar los argumentos que el justiciable esgrime
a su favor.
15. Existe un derecho constitucional a probar, aunque no autónomo, que se
encuentra orientado por los fines propios de la observancia o tutela del dere-
cho al debido proceso. Constituye un derecho básico de los justiciables de
producir la prueba relacionada con los hechos que configuran su pretensión o
su defensa. Según este derecho, las partes o un tercero legitimado en un pro-
ceso o procedimiento, tienen el derecho a producir la prueba necesaria con
la finalidad de acreditar los hechos que configuran su pretensión o defensa.
Así, por ejemplo, el artículo 188 del Código Procesal Civil establece que los
medios probatorios tienen por finalidad acreditar los hechos expuestos por
las partes, producir certeza en el juez respecto de los puntos controvertidos y
fundamentar sus decisiones. Se trata de un derecho complejo que está com-
puesto por el derecho a ofrecer medios probatorios que se consideren nece-
sarios, a que estos sean admitidos, adecuadamente actuados, que se asegure
la producción o conservación de la prueba a partir de la actuación anticipada
de los medios probatorios y que estos sean valorados de manera adecuada y
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
con la motivación debida, con el fin de darle el mérito probatorio que tenga
en la sentencia. La valoración de la prueba debe estar debidamente motivada
por escrito, con la finalidad de que el justiciable pueda comprobar si dicho
mérito ha sido efectiva y adecuadamente realizado.
Reconocido el derecho a la prueba desde el punto de vista constitucional,
este Tribunal considera pertinente señalar que no todos los supuestos de su
contenido merecen protección a través de un proceso constitucional de la
libertad (amparo o hábeas corpus). Tal como lo establece el artículo 200 de
la Constitución, estos tipos de procesos han sido establecidos para prote-
ger derechos de rango constitucional. Los derechos que tengan su sustento
en normas de rango legal o inferior no podrán ser acogidos mediante estos
procesos; el artículo 5, inciso 1, del Código Procesal Constitucional señala,
a contrario sensu, que solamente serán amparables en sede constitucional
aquellas pretensiones que estén referidas en forma directa al contenido cons-
titucionalmente protegido del derecho invocado, tal como se expresara en la
sentencia del Expediente N° 1417-2005-AA/TC.
Por ello, y a efectos de resolver el presente caso, corresponde ir fijando cuá-
les son los supuestos del derecho a la prueba que merecen ser tutelados a
través de un proceso constitucional a la libertad.
16. Para lograr este cometido, se debe partir del derecho que engloba a la prueba.
Es el derecho a la tutela procesal efectiva, uno que también debe ser deter-
minado correctamente en el terreno constitucional. La vulneración del con-
tenido constitucionalmente protegido de la tutela procesal efectiva no puede
ser identificada con cualquier irregularidad procesal, si es que ella implica
una infracción de las garantías cardinales y primordiales con las que debe
contar todo justiciable. Por ello, atañe a este Colegiado restringir la protec-
ción de la tutela procesal efectiva a determinados supuestos, excluyéndose
aquellos que no están relacionados directamente con el ámbito constitucio-
nal del derecho.
Una muestra de este trabajo interpretativo se encuentra en lo desarrollado
con relación al derecho a la defensa. Este Tribunal se ha pronunciado en el
sentido de que el mismo tiene aspectos que no inciden en el contenido cons-
titucionalmente protegido de la tutela procesal efectiva y que, por lo tanto,
no pueden ser susceptibles de protección en estos procesos. En la sentencia
del Expediente N° 3914-2004-HC/TC, se expresa lo siguiente:
“(...) si bien se demuestra una cierta limitación del derecho de defensa
de la persona, no es la sede del hábeas corpus la pertinente para cri-
ticar tal acto. Tal limitación no es una restricción que afecta bienes
constitucionales”.
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(13) Declaración del Procurador Público del Poder Judicial (Audiencia Pública del 17 de octubre
de 2005).
(14) Sentencia de la Primera Sala Penal Transitoria Corte Suprema en el proceso de delito de
violación a la intimidad. R.N. N° 3301-04 (fs. 94 del Expediente).
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(19) ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Derecho Penal - Parte General. 2ª ed. Ediar, Buenos Aires, 2002,
p. 728.
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(20) PÉREZ DEL VALLE, Carlos. Estudios sobre la independencia judicial y el proceso penal.
Grijley, Lima, 2005, p. 164 y ss.
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(22) SAN MARTÍN CASTRO, César. Derecho Procesal Penal. 2ª ed. Grijley, Lima, 2003, p. 817.
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(23) Instructivas de Magaly Jesús Medina Vela, del 28 de enero de 2003 (fs. 62 del Expediente) y
de Ney Edgardo Guerrero Orellana, del 28 de enero de 2003 (fs. 67 del Expediente).
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
(24) Escrito N° 25 de la defensa, recibido el 12 de mayo de 2003 (fs. 71, 72 del Expediente).
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Por ello, es oportuno subrayar que lo pedido por los recurrentes no se inserta
en el contenido esencial del ámbito constitucionalmente protegido del dere-
cho a la prueba, motivo por el que este extremo de la demanda se inserta en
lo prescrito por el Código Procesal Constitucional en el artículo 5, inciso 1,
y debe ser declarado improcedente.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
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Por ende, queda claro que también corresponde determinar si lo que están
alegando los demandantes se puede considerar como una forma de vulnera-
ción del derecho fundamental a la tutela procesal efectiva.
33. Para comprobar la vulneración de la defensa técnica, los recurrentes solici-
tan que este Colegiado reexamine el criterio vertido por el órgano jurisdic-
cional respecto al carácter de la prostitución clandestina, presumiendo que
solo así se podrá determinar que no existe violación de la vida privada si
existe un ilícito de por medio.
Ante ello, este Colegiado reitera el pleno respeto de la independencia judi-
cial al momento de resolver, de modo que únicamente determinará si los
juzgadores observaron, o no, los argumentos de defensa presentados. No se
pronunciará ni emitirá reflexión alguna respecto a lo que decidió la Corte
Suprema en este caso, puesto que ello implicaría que resuelva como una ins-
tancia judicial ordinaria.
Cabe resaltar que según el artículo 138 de la Constitución, La potestad de
administrar justicia emana del pueblo y se ejerce por el Poder Judicial a tra-
vés de sus órganos jerárquicos con arreglo a la Constitución y a las leyes
(...).
Una norma de este tipo solo puede significar respeto pleno de las resolucio-
nes judiciales y que ningún otro órgano puede afectarlas, ni siquiera el Tri-
bunal Constitucional, a no ser que haya vulneración de algún derecho fun-
damental, situación en la cual la proscripción prevista en el segundo párrafo
del artículo 139, inciso 2 de la Norma Fundamental cedería ante la posibi-
lidad de interponer una demanda de algún proceso constitucional, según lo
permite el artículo 200.
Ahora bien, a grandes rasgos y prima facie, lo que se advierte es que en las
tres sentencias emitidas en el Poder Judicial sí se observaron los argumentos
de defensa pero no se creyó conveniente asumirlos como válidos para resol-
ver el caso. En cada una de las instancias, los juzgadores establecieron que
era irrelevante averiguar la existencia de prostitución ilegal, pues ello no era
objeto de juzgamiento, lo que en cierta forma ha terminado confirmando que
en su criterio la vida privada de las personas no tiene relación alguna con la
finalidad con la que realizan sus actos.
34. Pese a lo que se acaba de determinar, este Colegiado reseñará algunos
parámetros constitucionales sobre los derechos que estuvieron en juego
en el proceso judicial penal sometido a control constitucional, por ser ello
necesario en virtud de la profilaxis interpretativa que corresponde al Tri-
bunal Constitucional en su calidad de órgano supremo de interpretación
de la Norma Fundamental (artículo 1 de la Ley Orgánica del Tribunal
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Derechos y Deberes del Hombre, que se restringe a señalar que toda persona
tiene derecho a la protección de la ley contra los ataques abusivos a su vida
privada y familiar.
Como se observa, existe disimilitud de conceptos entre la normatividad
nacional e internacional, que por ello exige su reconducción hacia un crite-
rio unitario, básicamente planteado a partir de la Cuarta Disposición Final y
Transitoria de la Constitución y del artículo V del Código Procesal Consti-
tucional. Básicamente planteamos que el derecho-principio reconocido es la
vida privada, y la intimidad, uno de sus derechos-regla.
38. Con respecto al bien jurídico tutelado en la Constitución, no cabe duda que
la vida privada refleja uno de muy difícil comprensión, tanto así que algu-
nos consideran que se trata de un concepto jurídico indeterminado. No obs-
tante ello, juzgamos que es necesario plantearse sobre él un concepto inicial
y preliminar.
Son diversas las posturas para explicar el significado de la vida privada.
Algunas la conciben como aquella zona de la persona que no es pública,
por lo que nadie debe tener acceso a ella. Sin embargo, más correcto es tra-
tar de otorgar un sentido positivo. Así, sobre la base del right to be alone
(derecho a estar en soledad)(28), se ha estimado apropiado afirmar que es el
ámbito personal en el cual un ser humano tiene la capacidad de desarrollar y
fomentar libremente su personalidad. Por ende, se considera que está cons-
tituida por los datos, hechos o situaciones desconocidos para la comunidad
que, siendo verídicos, están reservados al conocimiento del sujeto mismo y
de un grupo reducido de personas, y cuya divulgación o conocimiento por
otros trae aparejado algún daño(29). De esta forma se ha llegado a definirla,
argumentando su faz positiva, como
“(...) el reducto de lo personal no encuentra su confín en la cárcel de
la propia individualidad (...) sino que ella sirve de plataforma para la
integración del ser humano con el círculo de ciertos allegados (espe-
cialmente a través de los lazos familiares), con un ambiente físico (el
domicilio) y con el ambiente inmaterial de sus manifestaciones espiri-
tuales (la correspondencia, las comunicaciones de todo tipo, los papeles
privados)”(30).
(28) WARREN, Samuel y BRANDEIS, Louis. El derecho a la intimidad (The Right to Privacy,
1890). Cívitas, Madrid, 1995, p. 24 y ss.
(29) FERREIRA RUBIO, Delia Matilde. El derecho a la intimidad. Análisis del artículo 1071
bis del Código Civil: A la luz de la doctrina, la legislación comparada y la jurisprudencia.
Editorial Universidad, Buenos Aires, 1982, p. 52.
(30) ZAVALA DE GONZALES, Matilde. El derecho a la intimidad. Abeledo-Perrot, Buenos
Aires, 1982, p. 82.
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(31) CARRANZA, Jorge A. Los medios masivos de comunicación y el derecho privado. Un pro-
blema contemporáneo: Los avances de la tecnología comunicacional sobre el individuo y la
sociedad. Lerner, Buenos Aires, 1975, p. 41.
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(32) SCHNEIDER (State interest analysis in Fourtenth amendment privacy law), cit. por MURILLO
DE LA CUEVA, Pablo Lucas. “El derecho a la intimidad”. En: Revista Jurídica del Perú.
Trujillo, año XLVIII, N° 14 (ene - mar 1998), p. 92.
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(33) Sentencia de la Primera Sala Penal Transitoria Corte Suprema en el proceso de delito de
violación a la intimidad. R.N. N° 3301-04 (fs. 96 del Expediente).
(34) Actualmente, en el artículo 40 de la Ley de Radio y Televisión, Ley N° 28278, se señala que
el horario familiar “(...) es el comprendido entre las 06:00 y 22:00 horas”.
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sea tanto con su consentimiento o sin él, cosa que tampoco ha ocurrido en el
caso de la querellante. Un discurso visual requiere, además de veracidad, ser
necesario para cumplir su objetivo.
47. En el caso de autos se ha dicho que el reportaje buscaba demostrar una red
de prostitución en el vedettismo nacional, y que para ello era necesario mos-
trar a una bailarina, como era la querellante, justamente manteniendo rela-
ciones sexuales sin autorización legal para hacerlo. Supongamos que estu-
viese permitida la filmación de la persona en la habitación de un hotel, tal
como sucedió en este caso, ¿se faculta, aun así, que el medio de comuni-
cación pueda mostrar las partes íntimas de la persona involucrada? En el
vídeo presentado(35), se observa con claridad cómo la querellante se desnuda
–sin saberlo– frente a la cámara, y son vistas sus partes más íntimas (zonas
pudendas), sin que se busque evitar tal hecho. Las únicas imágenes cubier-
tas (a través de un cuadrado negro en la pantalla) fueron las del rostro de la
persona que mantuvo relaciones con la querellante.
Queda claro, además, que no hubo consentimiento de la querellante para la
filmación y menos para la difusión del vídeo del que fue parte, tal como se
ha señalado supra, y esto hace aún más ilícito el reportaje.
48. Otro tema que se debe mencionar está relacionado con la ilegalidad adu-
cida respecto a la prostitución no autorizada. He aquí el tema principal de la
supuesta afectación del derecho a la defensa, pues se constituye como soporte
del argumento presentado por los recurrentes en el proceso penal que se siguió
en su contra, y que fue supuestamente desconocido por el juzgador.
Se considera, en el fondo, que los querellados actuaron de acuerdo a dere-
cho, toda vez que presentaron un reportaje, haciendo uso de su derecho a la
información, con el fin de descubrir una red de prostitución en la farándula
limeña. Queda claro que la prostitución clandestina debe estar proscrita por
ser un oficio no permitido en nuestro ordenamiento.
Al respecto, alegan los demandantes a través de su abogado, que la pros-
titución clandestina es un acto no aceptado en Derecho, por lo que habría
que considerarlo como un ilícito o injusto administrativo(36). Por ello, a su
entender, debía analizarse en primer término si existía dicha red para que,
en segundo lugar, se pueda desconocer una protección superlativa de la
vida privada. Considera que le incumbió al juzgador averiguar si el ilícito
182
Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
(37) Declaración del Procurador Público del Poder Judicial (Audiencia Pública del 17 de octubre
de 2005).
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
Pero una cosa es que se llegue a informar sobre la supuesta red de prostitu-
ción existente y otra muy distinta que se vulnere ilícitamente los derechos
fundamentales de las personas, en este caso el derecho a la vida privada. Es
necesario informar, pero no traspasar los límites externos de la vida privada.
Bastaba hacer un seguimiento de la persona que se estaba investigando o
mostrar el momento en que se hacía el trato. Pero no puede ser aceptable, en
un Estado democrático y social de derecho, que una cámara se introduzca
subrepticiamente en la habitación de un hotel para que luego las imágenes
captadas muestren públicamente las partes íntimas del cuerpo de una per-
sona. Ello es inaceptable y excesivo. Con la propia transmisión del mensaje
(desnudo), se ha terminado desdiciendo y sobrepasando el motivo alegado
respecto al reportaje televisivo (presumible prostitución clandestina).
Por ser irrelevante analizar el fin del reportaje (ilícito administrativo mani-
festado), no puede considerarse superado el juicio de necesidad en el caso
planteado, pues lo único claro del vídeo emitido es que este terminó afec-
tando el derecho fundamental a la vida privada de la querellante.
Lo que también debe tenerse en consideración es que un periodista no es
fiscal o juez para, en su investigación, calificar figuras delictivas y, sobre la
base de ello, afectar derechos fundamentales ilícitamente. Lo que le corres-
ponde hacer en tal caso es dar cuenta al Ministerio Público o al Poder Judi-
cial, para que estos actúen de acuerdo a sus competencias.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
(38) Instructiva de Magaly Jesús Medina Vela, del 28 de enero de 2003 (fs. 62 del Expediente).
Lo mismo fue señalado por el otro coinculpado (Instructiva de Ney Edgardo Guerrero Ore-
llana, del 28 de enero de 2003 (fs. 67 del Expediente)).
(39) Vídeo del Programa (anexado al Expediente).
(40) Declaración de la defensa de los demandantes (Audiencia Pública del 17 de octubre de
2005): considera desproporcional la actuación de sus defendidos.
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
(41) Análisis del proyecto de MEIKLEJOHN, rec. por SALVADOR CODERCH, Pablo. El mer-
cado de las ideas. CEC, Madrid, 1990, p. 28.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
(44) Instructiva de Ney Edgardo Guerrero Orellana, del 28 de enero de 2003 (fs. 67 del
Expediente).
(45) SCHEUNER (Pressfreiheit), cit. por SOLOZÁBAL ECHAVARRÍA, Juan José. “La liber-
tad de expresión desde la Teoría de los Derechos Fundamentales”. En: Revista Española de
Derecho Constitucional. Madrid, año 11, N° 32, p. 107.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
(46) Sentencia de primera instancia emitida por el Trigésimo Noveno Juzgado en lo Penal de
Lima. N° 396-2001 (fs. 75 del Expediente).
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
con imágenes que hablan más que las palabras. Estas acusaciones públi-
cas, ellas las hizo a través de sintonizados programas y en noticieros
de la televisión, por lo tanto nos vimos obligados a responderle por el
mismo medio”(47).
Frente a ello, el juzgador de segunda instancia insistió correctamente en el
dolo existente en la conducta de los querellados, precisando que con la rei-
teración de las imágenes se ha seguido penetrando de manera arbitraria en
los ambientes íntimos de una persona, o en los acontecimientos íntimos de
esta(48).
Para los recurrentes, era elemental terminar favoreciendo a la información
en virtud de la existencia de una supuesta red de prostitución clandestina,
dato que fue revisado y analizado en sede judicial, aunque sin la acuciosidad
que los recurrentes reclamaban. Sin embargo, tras realizar un examen pon-
derativo adecuado (con cinco juicios ampliamente explicados), queda claro
que tal pedido es irrelevante a fin de resolver correctamente el caso con-
creto. Por tal razón, la demanda en este extremo es claramente infundada.
(47) Instructiva de Magaly Jesús Medina Vela, del 28 de enero de 2003 (fs. 63 del Expediente).
(48) Sentencia de segunda instancia emitida por la Sexta Sala Especializada en lo Penal para Pro-
cesos con Reos Libres. Exp. N° 1836-03 (fs. 89, 90 del Expediente).
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
(49) Toma de declaración de vocal supremo Robinson Octavio Gonzales Campos (fs. 122 del
Expediente).
(50) Apersonamiento y absolución de traslado de la demanda de hábeas corpus por parte del Procu-
rador Adjunto a cargo de los Asuntos Judiciales del Poder Judicial (fs. 160 del Expediente).
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
64. Por tal razón, este Colegiado considera necesario referir un tema que nos
causó extrañeza al momento de analizar tanto el expediente de hábeas cor-
pus como el penal. El asunto se refiere a que si bien se solicita la prueba tes-
timonial, no se presenta a los dos abogados que supuestamente emitieron
informe, sino simplemente a uno de ellos.
La duda de este Tribunal surgió cuando, a la hora de observar los escri-
tos presentados por los recurrentes en la querella iniciada en su contra, el
nombre del estudio al cual pertenece el abogado de los recurrentes incluye
el apellido de quien precisamente es el abogado externo del canal, y que
es esta persona la que no ha sido presentada como testigo. Así, respecto al
informe interno, es lógico que se solicite la intervención del abogado interno
de Frecuencia Latina, pues él lo debió haber elaborado. Sin embargo, res-
pecto al informe externo, resulta extraño que se solicite interrogar al repre-
sentante del canal, y que no se hubiese pedido la declaración del mencio-
nado abogado externo.
Ante ello, en la audiencia pública le preguntamos explícitamente al abogado
defensor si alguno de los letrados que realizaron los informes pertenecía a
su estudio. La respuesta fue la siguiente:
En esa época, no. Uno, sí; uno, no(51).
Lógicamente, se estaba aceptando que el abogado Souza era –y es– el
socio del abogado Nakazaki, cuyo Estudio Jurídico es el que patrocina
a los demandantes en la presente demanda de hábeas corpus. Según se
puede observar, quienes promueven la emisión del reportaje sobre “Las
Prostivedettes”, gracias a un informe externo, son los mismos que pos-
teriormente patrocinan a los recurrentes en un proceso penal, y actual-
mente los respaldan jurídicamente en el proceso constitucional.
Inclusive, en el mismo proceso penal, utilizando los argumentos de la propia
defensa, se pudo haber terminado investigando a dichos abogados (externo e
interno) por una posible instigación en la comisión del delito de violación de
la intimidad. Debemos recordar que, según alegan los propios recurrentes,
estos cometieron el delito simplemente porque ambos abogados les señala-
ron que no existía un problema de legalidad en sus actos.
65. Según el artículo II del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional,
los procesos constitucionales tienen como fin la vigencia efectiva de los dere-
chos fundamentales de la persona. En conjunción con ello, estos procesos
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
196
Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
VI. FALLO
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le
confiere de la Constitución Política del Perú
HA RESUELTO
1. Declarar IMPROCEDENTE la solicitud de inhibición del juez.
2. Declarar IMPROCEDENTE la demanda de amparo de autos en el extremo
que alega la violación del derecho a la prueba.
3. Declarar INFUNDADA la demanda de amparo de autos en el extremo que
alega la violación del derecho a la defensa.
4. EXHORTAR a los magistrados del Poder Judicial mayor compromiso en
el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales, sobre todo en lo relativo a dar
respuesta a los pedidos de los justiciables, por más infundados o improce-
dentes que estos sean.
5. DISPONER la sanción a los recurrentes de la multa de 20 URP, imponién-
doseles el pago de costas y costos del proceso como consecuencia de su
acción temeraria al presentar una demanda absolutamente inviable.
Publíquese y notifíquese.
SS. ALVA ORLANDINI, BARDELLI LARTIRIGOYEN, GONZALES OJEDA, GARCÍA
TOMA, VERGARA GOTELLI, LANDA ARROYO
197
ADMISIÓN DE PACTOS SOBRE LA OCURRENCIA
DEL HECHO PUNIBLE Y RESPONSABILIDAD
DEL IMPUTADO
Casación N° 12-2010-Huaura
CONSIDERANDO:
Primero: Que el recurso de casación no es de libre configuración, sino que,
por el contrario, para que esta Suprema Sala Penal pueda tener competencia fun-
cional para casar una sentencia o auto que ponga fin al procedimiento o a la
instancia o que deniegue la extinción, conmutación, reserva o suspensión de
la pena, luego de agotadas las dos instancias, debe estar elaborada y presen-
tada de conformidad con las disposiciones previstas en el artículo cuatrocientos
veintiocho y sus normas concordantes del Código Procesal Penal, cuyos presu-
puestos deben cumplirse acabadamente para que se declare bien concedido.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
II. Que no se tomó en cuenta que el hecho sucedió el siete de junio de dos
mil ocho y a pesar de eso la madre formalizó la denuncia varios días
después.
III. Que la menor agraviada afirmó que después de los tocamientos indebi-
dos, se puso a jugar “yanquenpó” con el recurrente.
Décimo tercero: Que no es posible que se invoque la casación excepcional,
para además alegar motivos distintos a los señalados en los fundamentos referi-
dos al desarrollo de la doctrina jurisprudencial –fundamentos décimo, décimo
primero y décimo segundo– que no tengan vinculación o conexidad con el tema
que debe ser interpretado, máxime si como se anotó en el fundamento jurídico
sexto se trata de una situación particular. En tal sentido, la invocación de esta
modalidad de casación no autoriza extender la revisión de otras hipótesis: “ILO-
GICIDAD DE LA MOTIVACIÓN DE LA SENTENCIA”, “INOBSERVANCIA
DE LAS GARANTÍAS CONSTITUCIONALES DE CARÁCTER PROCESAL
O MATERIAL” e “INOBSERVANCIA DEL PRINCIPIO DE LESIVIDAD”
que no tengan relación o correspondencia con los fundamentos técnicos alega-
dos para el desarrollo de la doctrina jurisprudencial, pues solo a esos eventos se
restringe la admisibilidad de esta modalidad de casación. En consecuencia, estos
argumentos también deben ser desestimados.
Décimo cuarto: Que si bien las costas serán pagadas por el que recurrió sin
éxito, no se advierte que el recurrente Luis Moisés Lino Domínguez haya obrado
con temeridad o mala fe, por lo que no es de aplicación el apartado dos, literal a),
del artículo quinientos uno del Código Procesal Penal.
DECISIÓN:
Por estos fundamentos:
I. Declararon INADMISIBLE el recurso de casación interpuesto por el acu-
sado Luis Moisés Lino Domínguez contra la sentencia de vista de fojas
ochenta y siete, del diecisiete de diciembre de dos mil nueve, del cuaderno
de debate, que confirmando y revocando la sentencia de primera instancia
de fojas veintitrés, del dieciséis de setiembre de dos mil nueve, del mismo
cuaderno, lo condenó por delito contra la libertad –actos contra el pudor–
en perjuicio de la menor agraviada identificada con las iniciales A.M.Z.R.,
a seis años de pena privativa de libertad y al pago de tres mil nuevos soles
por concepto de reparación civil a favor de la agraviada, por la invocación
de casación excepcional para el “DESARROLLO DE LA DOCTRINA
JURISPRUDENCIAL”, las causales de “ILOGICIDAD DE LA MOTIVA-
CIÓN DE LA SENTENCIA”, “INOBSERVANCIA DE LAS GARANTÍAS
CONSTITUCIONALES DE CARÁCTER PROCESAL O MATERIAL” e
“INOBSERVANCIA DEL PRINCIPIO DE LESIVIDAD”.
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
204
PRINCIPIO PROCESAL DE LA CARGA DE LA PRUEBA
Expediente N° 06135-2006-PA/TC-ICA
En Lima, a los 19 días del mes de octubre de 2007, la Sala Primera del Tri-
bunal Constitucional, integrada por los magistrados Landa Arroyo, Alva Orlan-
dini y Bardelli Lartirigoyen, pronuncia la siguiente sentencia.
ASUNTO:
Recurso de agravio constitucional interpuesto por don Pedro Huamán Valen-
zuela, en representación de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada
Hatuchay E.I.R.L., contra la sentencia de la Primera Sala Civil de la Corte Supe-
rior de Justicia de Ica, de fojas 235, su fecha 26 de abril de 2006, que declaró
infundada la demanda de amparo de autos.
ANTECEDENTES:
Con fecha 4 de marzo de 2005, el recurrente interpone demanda de amparo
contra el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección a
la Propiedad Intelectual (Indecopi) y la Asociación Peruana de Autores y Com-
positores (Apdayc), a fin de que se inaplique el primer párrafo del artículo 147
del Decreto Legislativo N° 822, por ser contrarios a los derechos fundamenta-
les de igualdad ante la ley y a la libertad de empresa y comercio.
Alegan que dicha disposición lesiona el derecho de igualdad por atribuir al
Apdayc una presunción sin prueba en contrario, lo cual lo exime de acreditar de
manera formal un listado de obras o soportes musicales con los respectivos auto-
res que administra.
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FUNDAMENTOS:
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA la demanda con respecto a la lesión del derecho de
igualdad procesal; INAPLICABLE el artículo 147 del Decreto Legisla-
tivo N° 822 (Ley sobre el Derecho de Autor), y NULO el procedimiento
sancionador contra la recurrente, llevado a cabo por la Oficina de Dere-
chos de Autor y el Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propie-
dad Intelectual, ambos de Indecopi, y por consiguiente NULAS la Reso-
lución N° 00188-2004/ODA-INDECOPI y la Resolución N° 0024-2005/
TPI-INDECOPI.
2. Ordenar a la Oficina de Derechos de Autor de Indecopi que vuelva a efec-
tuar el procedimiento sancionador contra la recurrente con motivo de la
denuncia de Apdayc, en los términos establecidos en el fundamento N° 11
de la presente sentencia; y declarar INFUNDADA la demanda con respecto
a la amenaza de la libertad de empresa.
Publíquese y notifíquese.
SS. LANDA ARROYO, ALVA ORLANDINI, BARDELLI LARTIRIGOYEN
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
Expediente N° 06135-2006-PA/TC-Ica
Caso: Hatuchay E.I.R.L.
VOTO DE LOS MAGISTRADOS
ALVA ORLANDINI Y BARDELLI LARTIRIGOYEN
Voto que formulan los magistrados Alva Orlandini y Bardelli Lartirigoyen
en el recurso de agravio constitucional interpuesto por don Pedro Huamán Valen-
zuela, en representación de la Empresa Individual de Responsabilidad Limitada
Hatuchay E.I.R.L., contra la sentencia de la Primera Sala Civil de la Corte Supe-
rior de Justicia de Ica, de fojas 235, su fecha 26 de abril de 2006, que declaró
infundada la demanda de amparo de autos.
1. Con fecha 4 de marzo de 2005, el recurrente interpone demanda de amparo
contra el Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protec-
ción a la Propiedad Intelectual (Indecopi) y la Asociación Peruana de Auto-
res y Compositores (Apdayc), a fin de que se inaplique el primer párrafo del
art. 147 del Decreto Legislativo N° 822, por ser contrarios a los derechos
fundamentales de igualdad ante la ley y a la libertad de empresa y comercio.
2. Alegan que dicha disposición lesiona el derecho de igualdad por atribuir al
Apdayc una presunción sin prueba en contrario, lo cual lo exime de acredi-
tar de manera formal un listado de obras o soportes musicales con los res-
pectivos autores que administra.
3. Los demandados manifiestan que no transgredieron el derecho de igualdad,
ya que no incurrieron en ningún supuesto de discriminación por razón de
raza, sexo, religión u otra índole.
El Primer Juzgado Especializado en lo Civil de Ica, con fecha 31 de enero
del 2006, declara infundada la demanda al considerar que el proceso administra-
tivo se realizó conforme a ley; y que no se ha acreditado la vulneración de dere-
cho alguno.
La recurrida confirma la apelada por los mismos fundamentos.
FUNDAMENTOS:
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PARA QUE LA PRUEBA POR INDICIOS SEA IDÓNEA
REQUIERE QUE SEAN PLURALES Y CONCORDANTES
Recurso de Nulidad N° 378-2004-Loreto
CONSIDERANDO:
Primero: Que, esta Suprema Sala conoce del presente proceso por haber
interpuesto recurso de nulidad el procesado Carlos Enrique Cárdenas Guz-
mán, el abogado del acusado ausente Luis Alberto Flores Meléndez y el Procura-
dor Público contra la sentencia de fojas cuatro mil veintiuno.
Segundo: Que, para efectos de imponer una sentencia condenatoria, los
hechos delictuosos objeto de acusación fiscal, deben quedar fehacientemente
acreditados por los distintos medios de prueba, de modo que si estos no son sufi-
cientes para enervar la presunción de inocencia, procede su absolución; que si
bien la prueba por indicios es idónea para enervar la presunción de inocencia,
requiere que los indicios no solo se encuentran plenamente acreditados y que, en
la medida en que sean contengibles –como en el presente caso– deben ser plura-
les, y concordantes entre sí y suficientes para, a su vez, permitir una inferencia
correcta en base a sólidos y contrastados elementos de inculpación.
Tercero: Que, los cargos materiales del proceso penal estriban en que
el uno de octubre de mil novecientos noventiocho, en el embarcadero fluvial
“El Huequito” - Iquitos, fueron intervenidos los sentenciados Belmira Simón
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
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PLURALIDAD DE INDICIOS
POR PARTICIPACIÓN Y CULPABILIDAD
Recurso de Nulidad N° 2638-2005-Lambayeque
CONSIDERANDO:
Primero: Que el recurrente cuestiona la sentencia porque considera que no
existe ninguna prueba que lo vincule con el delito de robo agravado, así como
porque, en realidad, fue sorprendido por los verdaderos autores del delito, tanto
más si durante todo el proceso ha sostenido una versión uniforme de inocencia.
Segundo: Que se imputa al acusado Senmache Vallejos que conjuntamente
con cuatro sujetos provistos de armas de fuego, ingresó violentamente al interior
del establecimiento “Automotores Meza Sociedad Anónima Cerrada”, redujo al
guardián Acosta Chero y sustrajo treinta y tres mil cuatrocientos dólares de la
caja fuerte.
Tercero: Que en su testifical en sede preliminar el guardián Acosta Chero –
fojas dieciséis– sostiene que el seis de octubre de dos mil tres aproximadamente
a las veinte horas con treinta minutos –en el interior de la empresa agraviada–
fue interceptado por tres sujetos que lo amarraron, amenazaron con matarlo y le
quitaron las llaves de la oficina, así como que estos sujetos se comunicaron por
radio con otros que al parecer se encontraban afuera; que el encausado Senma-
che Vallejos en sede preliminar y judicial –fojas veinte y ochenta y uno– aduce
que el día de los hechos dos personas se apersonaron al mercado central (donde
laboraba), le solicitaron sus servicios de cerrajería para abrir una caja fuerte, lo
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USO DE LA PRUEBA INDICIARIA
Y LA NECESIDAD DE MOTIVACIÓN
Expediente N° 00728-2008-PHC/TC-Lima
Si bien el juez penal es libre para obtener su convencimiento porque no está vin-
culado a reglas legales de la prueba y, entonces, puede también llegar a la con-
vicción de la existencia del hecho delictivo y la participación del imputado, a
través de la prueba indirecta (prueba indiciaria o prueba por indicios), será pre-
ciso empero que cuando esta sea utilizada, quede debidamente explicitada en la
resolución judicial; pues no basta con expresar que la conclusión responde a las
reglas de la lógica, las máximas de la experiencia o a los conocimientos cientí-
ficos, sino que dicho razonamiento lógico debe estar debidamente exteriorizado
en la resolución que la contiene.
En Lima, a los 13 días del mes de octubre de 2008, el Pleno del Tribunal
Constitucional, integrada por los magistrados Mesía Ramírez, Vergara Gotelli,
Landa Arroyo Beamount Callirgos, Calle Hayen, Eto Cruz y Álvarez Miranda,
pronuncia la siguiente sentencia y con el fundamento de voto del magistrado
Álvarez Miranda, que se adjunta.
ASUNTO:
El recurso de agravio constitucional interpuesto por Giuliana Flor de María
Llamoja Hilares contra la sentencia expedida por la Primera Sala Penal para Reos
en Cárcel de la Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas 2488, su fecha 23 de
noviembre de 2007, que declaró improcedente la demanda de autos.
ANTECEDENTES:
Con fecha 3 de agosto de 2007, la recurrente interpone demanda de hábeas
corpus, contra los Vocales integrantes de la Tercera Sala Penal con Reos en Cár-
cel de la Corte Superior de Justicia de Lima, señores Josué Pariona Pastrana,
Manuel Carranza Paniagua y Arturo Zapata Carbajal; y contra los Vocales inte-
grantes de la Primera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de
la República, señores Javier Román Santisteban, Hugo Molina Ordóñez, Daniel
Peirano Sánchez y Ricardo Vinatea Medina, con el objeto de que se declare la
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
pues pudo habérsela ocasionado la misma agraviada, más aún, si los peritos ofi-
ciales ante la pregunta de si la herida mortal pudo haber sido ocasionada por la
misma víctima, respondieron que “era poco remoto”, lo que denota que era posi-
ble. Además de ello señala que, de acuerdo a la lógica, tampoco hubo de su parte
intencionalidad de lesionar a la occisa; iii) agrega asimismo que se distorsiona-
ron totalmente los hechos, introduciendo, por ejemplo, que fue la acusada quien
cogió primero el cuchillo para atacar, cuando la que cogió primero el cuchillo
para atacar y, de hecho, atacó fue la occisa, alterando así los hechos sin prueba
alguna; y, finalmente iv) señala que ambas sentencias están basadas en falacias,
argucias y premisas falsas que distorsionan el orden de los hechos, así como
adulteran y tergiversan los mismos, a la vez que existe ocultamiento y manipu-
lación de evidencias en su perjuicio, así como una notoria parcialización en las
premisas y conclusiones. En suma, aduce que se trata de una sentencia condena-
toria parcializada en su contra.
Realizada la investigación sumaria y tomadas las declaraciones explicativas,
la accionante se ratifica en todos los extremos de su demanda. Los magistrados
emplazados, por su parte, coinciden en señalar que el proceso penal que dio ori-
gen al presente proceso constitucional ha sido desarrollado respetando las garan-
tías y principios del debido proceso, en el que, tanto la procesada como la parte
civil hicieron valer su derecho a la defensa y otros derechos en todas las etapas
del proceso, tanto es así que, en el caso, la recurrente presentó peticiones, así
como medios impugnatorios. Agregan asimismo que lo que en puridad pretende
la recurrente es que se efectúe un nuevo análisis del acervo probatorio que se
incorporó en el proceso, extremos estos que no son materia de un proceso consti-
tucional, sino más bien de un proceso ordinario.
El Décimo Tercer Juzgado Penal de Lima, con fecha 10 de octubre de
2007 declaró improcedente la demanda contra los magistrados de la Tercera
Sala Penal con Reos en Cárcel, e infundada contra los magistrados de la Pri-
mera Sala Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República,
por considerar que la sentencia condenatoria no puede ser considerada reso-
lución firme, toda vez que contra ella oportunamente se interpuso recurso de
nulidad; en cuanto a la sentencia confirmatoria (ejecutoria suprema), señala
que el Supremo Colegiado ha actuado conforme a ley, teniendo en cuenta todas
las garantías del debido proceso, y en las que la accionante tuvo la oportunidad
de ejercer plenamente su derecho a la defensa, así como de acceder a la plura-
lidad de instancias, por lo que no se puede pretender hacer de esta vía una ins-
tancia más del proceso penal.
La Primera Sala Penal Superior para Reos en Cárcel de la Corte Superior de
Justicia de Lima, con fecha 23 de noviembre de 2007, confirmó la apelada por
similares fundamentos.
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FUNDAMENTOS:
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
ella, lo que implica que el actor, frente al acto procesal alegado de lesivo
previamente haya hecho uso de los recursos necesarios que le otorga la ley.
Y es que, si luego de obtener una resolución judicial firme no ha sido posible
conseguir en vía judicial la tutela del derecho fundamental presuntamente
vulnerado (libertad individual y conexos a ella), quien dice ser agredido en
su derecho podrá acudir al proceso constitucional, a efectos de buscar su
tutela.
5. En el caso constitucional de autos, dado que en el proceso penal seguido a
la actora (Exp. N° 3651-2006) se han establecido restricciones al pleno ejer-
cicio de su derecho a la libertad individual tras el dictado en forma defini-
tiva de una sentencia condenatoria a pena privativa de la libertad, según se
alega ilegítima, este Colegiado tiene competencia, ratione materiae, para
evaluar la legitimidad o no de tales actos judiciales invocados como lesivos.
Esto es, para verificar si se presenta o no la inconstitucionalidad que aduce
la accionante.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
presenta en este caso como una garantía para validar las premisas de las
que parte el juez o Tribunal en sus decisiones. Si un juez, al fundamentar
su decisión: 1) ha establecido la existencia de un daño; 2) luego, ha lle-
gado a la conclusión de que el daño ha sido causado por “X”, pero no ha
dado razones sobre la vinculación del hecho con la participación de “X”
en tal supuesto, entonces estaremos ante una carencia de justificación de
la premisa fáctica y, en consecuencia, la aparente corrección formal del
razonamiento y de la decisión podrán ser enjuiciadas por el juez [consti-
tucional] por una deficiencia en la justificación externa del razonamiento
del juez.
Hay que precisar, en este punto y en línea de principio, que el hábeas
corpus no puede reemplazar la actuación del juez ordinario en la valo-
ración de los medios de prueba, actividad que le corresponde de modo
exclusivo a este, sino de controlar el razonamiento o la carencia de
argumentos constitucionales; bien para respaldar el valor probatorio
que se le confiere a determinados hechos; bien tratándose de proble-
mas de interpretación, para respaldar las razones jurídicas que sustentan
determinada comprensión del derecho aplicable al caso. Si el control de
la motivación interna permite identificar la falta de corrección lógica en
la argumentación del juez, el control en la justificación de las premisas
posibilita identificar las razones que sustentan las premisas en las que
ha basado su argumento. El control de la justificación externa del razo-
namiento resulta fundamental para apreciar la justicia y razonabilidad
de la decisión judicial en el Estado democrático, porque obliga al juez a
ser exhaustivo en la fundamentación de su decisión y a no dejarse per-
suadir por la simple lógica formal.
d) La motivación insuficiente. Se refiere, básicamente, al mínimo de
motivación exigible atendiendo a las razones de hecho o de derecho
indispensables para asumir que la decisión está debidamente motivada.
Si bien, como ha establecido este Tribunal en reiterada jurispruden-
cia, no se trata de dar respuestas a cada una de las pretensiones plan-
teadas, la insuficiencia, vista aquí en términos generales, solo resultará
relevante desde una perspectiva constitucional si es que la ausencia de
argumentos o la “insuficiencia” de fundamentos resulta manifiesta a la
luz de lo que en sustancia se está decidiendo.
e) La motivación sustancialmente incongruente. El derecho a la debida
motivación de las resoluciones obliga a los órganos judiciales a resol-
ver las pretensiones de las partes de manera congruente con los térmi-
nos en que vengan planteadas, sin cometer, por lo tanto, desviaciones
que supongan modificación o alteración del debate procesal (incon-
gruencia activa). Desde luego, no cualquier nivel en que se produzca
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
momentos de ira de las partes, producto de la pelea con arma blanca, ambas
resultan con lesiones en diversas partes del cuerpo, teniendo mayor cantidad
la agraviada, para posteriormente en el ínterin de la pelea, la acusada infiere
un corte a la altura de la zona carótida izquierda de la agraviada que fue el
causante de la muerte, la cual se produjo cuando se había apagado la luz de
la cocina, cayéndose ambas al piso”.
13. Sobre la base de estos hechos, los Vocales integrantes de la Primera Sala
Penal Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la República, señores
Hugo Molina Ordóñez, Daniel Peirano Sánchez, Ricardo Vinatea Medina y
Javier Román Santisteban (vocal dirimente), por mayoría, confirmaron la
condena, pero le reducen a 12 años de pena privativa de la libertad. Por
su parte, los magistrados supremos Robinson Gonzales Campos y César
Vega Vega absolvieron a la accionante (voto en discordia). Es así que, tras la
imposición de dicha sanción penal, la accionante ahora acude ante la justi-
cia constitucional para que se analice en esta sede la alegada vulneración al
derecho constitucional invocado.
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26. Justamente, por ello, resulta válido afirmar que si el juez puede utilizar
la prueba indirecta para sustentar una sentencia condenatoria, y si esta, a
su vez, significa la privación de la libertad personal, entonces, con mayor
razón, estará en la obligación de darle el tratamiento que le corresponde;
solo así se podrá enervar válidamente el derecho a la presunción de inocen-
cia, así como se justificará la intervención al derecho a la libertad personal, y
por consiguiente, se cumplirán las exigencias del derecho a la debida moti-
vación de las resoluciones judiciales, conforme a las exigencias previstas
por el artículo 139, inciso 5, de la Constitución. En ese sentido, lo mínimo
que debe observarse en la sentencia y que debe estar claramente explicitado
o delimitado son los siguientes elementos: el hecho base o hecho indicia-
rio, que debe estar plenamente probado (indicio); el hecho consecuencia o
hecho indiciado, lo que se trata de probar (delito) y entre ellos, el enlace o
razonamiento deductivo. Este último, en tanto que conexión lógica entre los
dos primeros debe ser directo y preciso, pero además debe responder o suje-
tarse plenamente a las reglas de la lógica, a las máximas de la experiencia o
a los conocimientos científicos.
Sobre el particular, la doctrina procesal penal aconseja que debe asegurarse
una pluralidad de indicios, pues su variedad permitirá controlar en mayor
medida la seguridad de la relación de causalidad entre el hecho conocido y
el hecho desconocido; sin embargo, también se admite que no existe obstá-
culo alguno para que la prueba indiciaria pueda formarse sobre la base de
un solo indicio pero de singular potencia acreditativa. En cualquier caso, el
indicio debe ser concomitante al hecho que se trata de probar, y cuando sean
varios, deben estar interrelacionados, de modo que se refuercen entre sí.
27. Asimismo, cabe recordar que el razonamiento probatorio indirecto, en su
dimensión probatoria, exige que la conclusión sea adecuada, esto es, que
entre los indicios y la conclusión exista una regla de la lógica, máxima de la
experiencia o conocimiento científico, y que, como dijimos supra, el razo-
namiento esté debidamente explicitado y reseñado en la sentencia. Y es que,
a los efectos del control de calidad del curso argumental del juez (control del
discurso), ello supone mínimamente que de su lectura debe verse cuál o cuá-
les son los indicios que se estiman probados y cuál o cuáles son los hechos a
probar. Pero además, se exige que se haya explicitado qué regla de la lógica,
máxima de la experiencia o qué conocimiento científico han sido utilizados,
y si hubieran varios de estos, por qué se ha escogido a uno de ellos.
Es decir, que el órgano jurisdiccional debe explicitar el razonamiento a tra-
vés del cual, partiendo de los indicios, ha llegado a la convicción de la exis-
tencia del hecho delictivo y la participación del imputado, con el objeto de
garantizar hasta el límite de lo posible la racionalidad de su decisión (examen
de suficiencia mínima). Con este único afán, este Colegiado Constitucional
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Consideraciones finales
40. Por lo demás, este Tribunal Constitucional considera que el hábeas corpus
contra resoluciones judiciales firmes no puede ni debe ser utilizado como
un deux ex machina, esto es, como algo traído desde afuera para resolver
una situación, donde se pretenda replantear una controversia ya resuelta
debidamente por los órganos jurisdiccionales ordinarios, sino que debe ser
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
utilizado, si y solo si, cuando sea estrictamente necesario, con el único pro-
pósito [finalidad constitucionalmente legítima] de velar por que en el ejerci-
cio de una función no se menoscaben la vigencia y eficacia de los derechos
fundamentales reconocidos a los justiciables, y que ello signifique una res-
tricción al derecho a la libertad individual o los derechos conexos a ella.
41. De otro lado, cabe precisar que el desarrollo expositivo del esquema argu-
mentativo de la sentencia cuestionada en modo alguno afecta la indepen-
dencia judicial en la resolución del caso concreto, en tanto que tiene como
fin único y exclusivo el de verificar la vulneración del derecho a la debida
motivación de las resoluciones judiciales, al amparo de lo dispuesto por el
artículo 139, inciso 5, de la Constitución Política. En efecto, este Colegiado
enfatiza que el objetivo de este examen es estrictamente constitucional con
la finalidad de compatibilizar la actuación jurisdiccional con los preceptos
constitucionales.
Por estos fundamentos, el Tribunal Constitucional, con la autoridad que le
confiere la Constitución Política del Perú,
HA RESUELTO
1. Declarar FUNDADA en parte la demanda de hábeas corpus.
2. Declarar NULA la ejecutoria suprema expedida por la Primera Sala Transi-
toria Penal de la Corte Suprema de Justicia de la República, de fecha 22 de
enero de 2007, recaída en el proceso penal N° 3651-2006 seguido contra la
accionante por el delito de parricidio, debiendo dicha instancia judicial emi-
tir nueva resolución, según corresponda, conforme al fundamento 34 de la
presente Sentencia.
3. Declarar IMPROCEDENTE la demanda en el extremo que la recurrente
solicita la excarcelación.
Publíquese y notifíquese.
SS. MESÍA RAMÍREZ, VERGARA GOTELLI, LANDA ARROYO, BEAUMONT
CALLIRGOS, CALLE HAYEN, ETO CRUZ, ÁLVAREZ MIRANDA
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
indiciaria, asunto respecto del cual discrepo y considero, con el debido res-
peto por la opinión de los demás miembros del Tribunal Constitucional, que
es un tema de competencia del juez penal y no de este Colegiado, razón por
la que emito el presente fundamento de voto para dejar constancia de ello y,
por tanto, a salvo mi opinión.
S. ÁLVAREZ MIRANDA
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EVALUACIÓN DE LA PRUEBA INDICIARIA
Recurso de Nulidad N° 1912-2005-Piura
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
Segundo: Que el cargo contra el acusado Romero Páucar por el delito homi-
cidio calificado solo se basa en la testimonial de Pedro Carvajal Nonajulca de
fojas trescientos sesenta y tres, quien expresa que viajó juntamente con el occiso
agraviado hasta Ayabaca, que este le manifestó que en el ómnibus venía una
persona a quien había intervenido por posesión de drogas pero no le precisó de
quién se trataba, que las declaraciones de Pedro Loayza Flores, Santos Romero
Vega, Datila Vigil Romero e Hipólito Saavedra de Cocha solo hace referencia
a situaciones anteriores o posteriores sin hacer referencia a la participación del
encausado en el hecho sobre el cual se le acusa.
Tercero: Que, al respecto, cabe indicar, en primer lugar, que el acusado sos-
tiene que desconocía que el agraviado llevaba la investigación en su contra (lo
que no es motivo suficiente para acreditar la comisión del hecho delictivo); que,
en segundo lugar, el no acreditar con exactitud dónde se encontraba al momento
de los hechos tampoco permite establecer la responsabilidad penal que se le
imputa; que, en tercer lugar, el arma que se le encontró es un revolver “Ruger”
calibre treinta y ocho especial –ver pericia balística forense de fojas cuatrocien-
tos setenta y cuatro–, mientras que las balas que causaron el deceso del agra-
viado corresponde a un proyectil para cartucho de pistola calibre nueve milíme-
tros - Parabellum, de plomo encamisado con un peso de ocho punto dos gramos,
por lo que no existe similitud entre los proyectiles y el arma en cuestión; que, en
cuarto lugar, la pericia de absorción atómica de fojas cuatrocientos ocho que se
le practicó al acusado arroja solo la presencia de plomo, mas no de antimonio y
bario.
Cuarto: Que, según lo expuesto inicialmente, la Sala sentenciadora sus-
tentó la condena en una evaluación de la prueba indiciaria, sin embargo, como
se advierte de lo expuesto precedentemente, no respetó los requisitos materiales
legitimadores, única manera que permite enervar el derecho a la presunción de
inocencia; que sobre el particular, por ejemplo, se tiene lo expuesto por el Tribu-
nal Europeo de Derechos Humanos, en doctrina que se comparte, que la prueba
por indicios no se opone a esa institución [Asuntos Pahm Hoang contra Fran-
cia, sentencia del veinticinco de setiembre de mil novecientos noventa y dos, y
Telfner contra Austria, sentencia del veinte de marzo de dos mil uno]; que, en
efecto, materialmente, los requisitos que han de cumplirse están en función tanto
al indicio, en sí mismo, como a la deducción o inferencia, respecto de los cuales
ha de tenerse el cuidado debido, en tanto que lo característico de esta prueba es
que su objeto no es directamente el hecho constitutivo del delito, tal y como está
regulado en la ley penal, sino otro hecho intermedio que permite llegar al pri-
mero por medio de un razonamiento basado en el nexo causal y lógico existente
entre los hechos probados y los que se tratan de probar; que, respecto al indicio,
(a) este –hecho base– ha de estar plenamente probado –por los diversos medios
de prueba que autoriza la ley–, pues de lo contrario sería una mera sospecha sin
sustento real alguno, (b) deben ser plurales, o excepcionalmente únicos pero de
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
una singular fuerza acreditativa, (c) también concomitantes al hecho que se trata
de probar –los indicios deben ser periféricos respecto al dato fáctico a probar, y
desde luego no todos lo son–, y (d) y deben estar interrelacionados, cuando sean
varios, de modo que se refuercen entre sí y que no excluyan el hecho consecuen-
cia –no solo se trata de suministrar indicios, sino que estén imbricados entre sí–;
que es de acotar que no todos los indicios tienen el mismo valor, pues en función
a la mayor o menor posibilidad de alternativas diversas de la configuración de
los hechos –ello está en función al nivel de aproximación respecto al dato fác-
tico a probar– pueden clasificarse en débiles y fuertes, en que los primeros única-
mente tienen un valor acompañante y dependiente de los indicios fuertes, y solos
no tienen fuerza suficiente para excluir la posibilidad de que los hechos hayan
ocurrido de otra manera –esa es, por ejemplo, la doctrina legal sentada por el Tri-
bunal Supremo Español en la Sentencia del veinticinco de octubre de mil nove-
cientos noventa y nueve que aquí se suscribe–; que, en lo atinente a la inducción
o inferencia, es necesario que sea razonable, esto es, que responda plenamente a
las reglas de la lógica y de la experiencia, de suerte que de los indicios surja el
hecho consecuencia y que entre ambos exista un enlace preciso y directo.
Quinto: Que, en el presente caso, no se ha desvirtuado fehacientemente la
presunción de inocencia y por ende no está acreditada la responsabilidad penal
del acusado Romero Páucar por el delito de homicidio calificado, ya que del aná-
lisis de las pruebas aportadas en el proceso solo se tiene la mera sospecha de
que el acusado pudo haber sido el autor del homicidio; que a partir de esas refe-
rencias, débiles en sí mismas, estimar que atentó contra la vida de una persona
–indicio de móvil delictivo–, sin mayores datos periféricos adicionales –y debi-
damente enlazados– en orden a su presencia u oportunidad física para la comi-
sión del delito, a la oportunidad material para hacerlo, a una actitud sospechosa
o conducta posterior, y a una mala justificación –que no han sido acreditadas–,
son evidentemente insuficientes para concluir que el acusado mató al agraviado.
Sexto: Que, en tal virtud, ante la insuficiencia probatoria, es de aplicación el
artículo doscientos ochenta y cuatro del Código de Procedimientos Penales, y al
amparo del artículo trescientos, primer párrafo, del código acotado corresponde
dictar sentencia absolutoria por delito de homicidio.
Sétimo: Que, con respecto al delito de tenencia ilegal de armas, se encuen-
tra acreditada la responsabilidad penal del acusado Romero Páucar, puesto que
se halló en su poder dos armas sin contar con licencia respectiva, conforme se
aprecia del acta de registro domiciliario de fojas doscientos treinta.
Octavo: Que dada la forma y circunstancias en que se cometió el delito, y al
absolvérsele del delito de homicidio, la pena debe disminuirse prudencialmente
ya que la misma resulta excesiva para el delito de tenencia ilegal de armas. Por
estos fundamentos: I. Declararon NO HABER NULIDAD en el extremo de la
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sentencia de fojas quinientos cuarenta y seis, su fecha doce de abril de dos mil
cinco, que condena a Agustín Eleodoro Romero Páucar como autor del delito de
tenencia ilegal de armas en agravio del Estado, y fija en dos mil nuevos soles el
monto que por concepto de reparación civil deberán abonar a favor del Estado;
II. Declararon HABER NULIDAD en el extremo de la sentencia que condena
a Agustín Eleodoro Romero Páucar por delito de homicidio agravado en agra-
vio de Segundo Humberto Mantilla Bautista, y en cuanto le impone doce años de
pena privativa de libertad, con lo demás que contiene al respecto; reformándola:
ABSOLVIERON a Agustín Eleodoro Romero Páucar de la acusación formulada
en su contra por delito de homicidio agravado en agravio de Segundo Humberto
Mantilla Bautista; en consecuencia MANDARON archivar provisionalmente el
proceso, y de conformidad con lo preceptuado por el Decreto Ley número veinte
mil quinientos setenta y nueve: ORDENARON la anulación de sus antecedentes
policiales y judiciales generados como consecuencia de este delito; y le IMPU-
SIERON seis años de pena privativa de libertad por el delito de tenencia ile-
gal de armas, que con descuento de la carcelería que viene sufriendo vencerá el
veinte de abril de dos mil diez; III. Declararon NO HABER NULIDAD en lo
demás que al respecto contiene y es materia del recurso; y los devolvieron.
SS. SIVINA HURTADO, SAN MARTÍN CASTRO, PALACIOS VILLAR, LECAROS
CORNEJO, MOLINA ORDÓÑEZ
252
VALORACIÓN DE LA PRUEBA PERICIAL
EN DELITOS DE VIOLACIÓN SEXUAL
Acuerdo Plenario N° 4-2015/CIJ-116
I. ANTECEDENTES
1. Las Salas Penales Permanente y Transitoria de la Corte Suprema de Justi-
cia de la República, con la autorización del Presidente del Poder Judicial
mediante Resolución Administrativa N° 246-2015-P-PJ, de fecha 10 de
junio de 2015, y el concurso del Centro de Investigaciones Judiciales, bajo
la coordinación del señor Pariona Pastrana, acordaron realizar el IX Pleno
Jurisdiccional de los jueces supremos de lo Penal, que incluyó el Foro de
Participación Ciudadana, al amparo de lo dispuesto en el artículo 116 del
Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial –en adelante,
LOPJ–, y dictar Acuerdos Plenarios para concordar la jurisprudencia penal.
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ha sufrido una agresión física o una amenaza para la vida propia o de otra
persona. Asimismo, cuando la reacción emocional experimentada implica
una respuesta intensa de miedo, horror o indefensión [Asensi Pérez, Laura
Fátima: “La prueba pericial psicológica en asuntos de violencia de género”.
En: Revista Internauta de Práctica Jurídica. N° 21, enero-junio de 2008, p.
19].
34. De otro lado, las secuelas emocionales que se presentan se refieren a la esta-
bilización del daño psíquico, es decir, a una discapacidad permanente que
no remite con el paso del tiempo ni con un tratamiento adecuado; es una
alteración irreversible en el funcionamiento psicológico habitual [Echebu-
rua, Enrique / Amor, Pedro / De Corral, Paz, “Evaluación del daño psicoló-
gico de las víctimas de delitos violentos”. En: Psicothema. Vol. 14, 2002, p.
140].
Por esta razón, la pericia psicológica forense es la idónea para determinar
el daño causado. Ella es un procedimiento metodológico, realizado por un
perito psicológico, con la finalidad de esclarecer la conducta y determinar el
estado de salud mental de personas implicadas en procesos de investigación
policial y/o judicial [Policía Nacional del Perú: Manual de Criminalística,
Dirección de Criminalística, Lima, 2006, p. 356].
35. La referida pericia se basa en un procedimiento establecido: i) observación
de la conducta, se debe registrar indicadores como tics, movimientos o tem-
blores del cuerpo, etcétera, ii) historia clínica psicológica, que es un docu-
mento biográfico del pariente basado en sus vivencias y experiencias, así
como de la familia; esencialmente deben anotar datos de la filiación y el
problema actual, iii) examen mental que es una herramienta que permite
detectar alguna patología mental la que será corroborada con los otros ins-
trumentos, iv) reactivos psicométricos (pruebas psicológicas).
36. Su valoración adquiere la mayor relevancia, por lo que, siguiendo los crite-
rios asumidos, se debe considerar además de lo ya expuesto:
A) La acreditación del profesional que suscribió el informe documen-
tado, grado académico en la especialidad, especialización en psicología
forense o similar.
B) De ser posible, es necesario que se grabe la entrevista y se detalle cómo
se llevó a cabo.
C) Evaluar si se efectuó de conformidad con los estándares de la Guía de
Procedimiento para la Evaluación Psicológica de Presuntas Víctimas
de Abuso y Violencia Sexual Atendidas en Consultorio del Ministerio
Público de 2013, aunque esto no implica que no se deba de evaluar los
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
(1) Los autoinformes son cuestionarios que consisten en listas de preguntas sobre formas de
conducta, referencias personales, sentimientos, actitudes, opiniones, etcétera, los errores se
presentan por ignorancia sobre lo que se pregunta, falta de motivación para responder, simu-
lación, deseabilidad social (aparentar) distorsiones de la memoria.
(2) En estas también hay errores por cuanto no hay baremos estandarizados para hacer entrevis-
tas, el entrevistador puede anotar síntomas inexistentes, no percatarse de indicios no verba-
les clínicamente significativos, inducir respuestas, etc.
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III. DECISIÓN
38. En atención a lo expuesto, las Salas Penales Permanente y Transitoria de la
Corte Suprema de Justicia de la República, reunidas en Pleno Jurisdiccional,
y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 116 del Texto Único Orde-
nado de la Ley Orgánica del Poder Judicial;
ACORDARON:
39. ESTABLECER como doctrina legal los criterios expuestos en los funda-
mentos jurídicos 15 al 36 del presente Acuerdo Plenario.
40. PRECISAR que los principios jurisprudenciales que contiene la doctrina
legal antes mencionada deben ser invocados por los jueces de todas las ins-
tancias judiciales, sin perjuicio de la excepción que estipula el segundo
párrafo del artículo 22 de la LOPJ, aplicable extensivamente a los Acuerdos
Plenarios dictados al amparo del artículo 116 del citado estatuto orgánico.
41. DECLARAR que, sin embargo, los jueces que integran el Poder Judicial en
aras de la afirmación del valor seguridad jurídica y del principio de igualdad
ante la ley, solo pueden apartarse de las conclusiones de un Acuerdo Plena-
rio si incorporan nuevas y distintas apreciaciones jurídicas respecto de las
rechazadas o desestimadas, expresa o tácitamente, por la Corte Suprema de
Justicia de la República.
42. PUBLICAR el presente Acuerdo Plenario en el diario oficial El Peruano.
Hágase saber.
SS. SAN MARTÍN CASTRO, VILLA STEIN, PRADO SALDARRIAGA, RODRÍ-
GUEZ TINEO, PARIONA PASTRANA, SALAS ARENAS, BARRIOS ALVARADO,
PRÍNCIPE TRUJILLO, NEYRA FLORES, LOLI BONILLA
268
LOS CERTIFICADOS DE SALUD FÍSICA Y MENTAL
QUE EXPIDAN LOS MÉDICOS DE LOS ESTABLECIMIENTOS
DE SALUD DEL ESTADO TIENEN VALOR PROBATORIO
Acuerdo Plenario N° 005-2016/CJ-166
Los certificados de salud física y mental, que expidan los médicos de los estable-
cimientos públicos de salud del Estado –nacional, regional y local– tienen valor
probatorio, al igual que los expedidos por los centros parroquiales y privados
autorizados por el Ministerio de Salud, en tanto cumplan con los parámetros
médico-legales fijados por el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
En esa línea, los informes psicológicos de los Centros Emergencia Mujer y otros
servicios del Estado de salud mental también tienen valor probatorio.
Asunto: Delitos de Violencia contra la mujer y los integrantes del grupo fami-
liar. Ámbito procesal: Ley N° 30364.
Lima, doce de junio de dos mil diecisiete
Los Jueces Supremos de lo Penal, integrantes de las Salas Penales Perma-
nente y Transitorias de la Corte Suprema de Justicia de la República, reunidos
en Pleno Jurisdiccional, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 116 del
Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial, han pronunciado
el siguiente:
ACUERDO PLENARIO
I. ANTECEDENTES
1. Las Salas Penales Permanente y Transitorias de la Corte Suprema de Justi-
cia de la República, en virtud de la Resolución Administrativa número 179-
2016-P-PJ, de 22 de junio de 2016, con el concurso del Centro de Investiga-
ciones Judiciales, bajo la coordinación del señor Pariona Pastrana, realizaron
el X Pleno Jurisdiccional de los Jueces Supremos de lo Penal, que incluyó
la participación en los temas objeto de análisis de la comunidad jurídica, al
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• Tres son sus notas características. Primera, son aquellas que se reco-
nocen en el artículo 22 de la Ley y 37 del Reglamento, entendiéndose
como medidas específicas. Segunda, incoado el proceso penal, bajo
la dirección del juez penal, también pueden imponerse, sin perjuicio
de aquellas, otras previstas taxativamente en los artículos 248 y 249
CPP. Tercera, como medidas provisionales, están sujetas al principio de
variabilidad, como lo definen el artículo 41 del Reglamento y, especial-
mente, el artículo 250 CPP.
• Siendo provisionales, las medidas de protección están sujetas a los
principios de intervención indiciaria (sospecha razonable de comisión
delictiva por el imputado) y de proporcionalidad (cumplimiento de los
subprincipios de necesidad, adecuación y estricta proporcionalidad
–en orden a los fines de protección: aseguramiento y prevención–). La
revocatoria de la medida y la aplicación de una medida de restricción más
intensa de la libertad –expresión de su variabilidad–, se tendrá en cuenta
la incidencia del incumplimiento, sus motivos, gravedad y circunstancias,
sin perjuicio de las responsabilidades que del incumplimiento pudieran
resultar [Gimeno Sendra, Obra citada, p. 700].
• De otro lado, el Reglamento instaura reglas de valoración de la prueba
respecto de la declaración de la víctima en delitos de violencia sexual –y
de otros actos de violencia descritos en la Ley, en cuanto sean pertinen-
tes (artículo 63)–, tanto en el plano de la apreciación del consentimiento
y su credibilidad (artículo 61), como en relación a la persistencia de la
sindicación de la víctima –a su relativización, en todo caso– (artículo
62).
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16. El artículo 62 del Reglamento estipuló, sobre este punto: “En los supuestos
de retractación y no persistencia en la declaración incriminatoria de la víctima
de violación sexual [que no se explica por qué no se extendió a otros supues-
tos de vulnerabilidad: sujetos pasivos y delitos, aunque tal limitación, por la
naturaleza de la norma en cuestión, no permite una interpretación a contra-
rio sensu, sino analógica], el Juzgado evalúa el carácter prevalente de la sin-
dicación primigenia, siempre que esta sea creíble y confiable. En todo caso, la
validez de la retractación de la víctima es evaluada con las pautas desarrolla-
das en los acuerdos plenarios de la materia”.
Esto último ya ha sido desarrollado en el Acuerdo Plenario número 1-2011/
CJ-116, de 6-12-2011. Cabe precisar que:
A. Los tres elementos arriba descritos no pueden considerarse como requi-
sitos formales, de modo que tuvieran que concurrir todos unidos para
que se pueda dar crédito a la declaración de la víctima como prueba
de cargo. Tienen, pues, un carácter relativo, encaminado a orientar el
sentido de la decisión judicial pero a los que, en modo alguno, cabe
otorgar un carácter normativo que determine el contenido de la senten-
cia [Fuentes Soriano, Obra citada, p. 126]. Puede reconocerse, desde
luego, la existencia de enemistad entre autor o víctima, pues este ele-
mento solo constituye una llamada de atención para realizar un filtro
cuidadoso de las declaraciones de aquella, desde que no se puede des-
cartar que, pese a tales características o debilidades, pueden ostentar
solidez, firmeza y veracidad objetiva. De igual modo, la víctima puede
retractarse, por lo que será del caso analizar las verdaderas razones de
la retractación –muy común en razón del lapso temporal entre la fecha
del delito y la fecha de la declaración plenarial–, y el nivel de coheren-
cia y precisión de la primera declaración incriminadora. Como se sabe,
desde las investigaciones criminológicas, las presiones sociales, cultu-
rales y familiares, así como la propia relación compleja entre agresor y
víctima, tienen una importancia trascendental en la retractación de esta
última.
B. Es imprescindible, eso sí, que el testimonio incriminador sea cohe-
rente y sólido (fiable), y que, además, esté corroborado, es decir, que
supere la exigencia de confrontación de sus aportes con los de otra pro-
cedencia, aunque fuera mínimos, para confirmar la calidad de los datos
proporcionados.
C. Es inevitable, no obstante, descartar la sindicación de la víctima cuando
carece de los tres elementos antes enumerados, pues ello determina un
vacío probatorio o ausencia de prueba, que por respeto a la garantía de
presunción de inocencia exige la absolución.
282
Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
III. DECISIÓN
18. En atención a lo expuesto, las Salas Penales Permanente y Transitorias de la
Corte Suprema de Justicia de la República, reunidas en el Pleno Jurisdiccio-
nal, y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 116 del Texto Único
Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial:
ACORDARON:
19. ESTABLECER como doctrina legal, los criterios expuestos en los funda-
mentos jurídicos diez al diecisiete del presente Acuerdo Plenario.
20. PRECISAR que los principios jurisprudenciales que contiene la doctrina
legal antes mencionada deben ser invocados por los jueces de todas las ins-
tancias, sin perjuicio de la excepción que estipula el segundo párrafo, del
artículo 22, de la LOPJ, aplicable extensivamente a los Acuerdos Plenarios
dictados al amparo del artículo 116 del citado Estatuto Orgánico.
21. DECLARAR que, sin embargo, los jueces que integran el Poder Judicial, en
aras de la afirmación del valor “seguridad jurídica” y del principio de igual-
dad ante la ley, solo pueden apartarse de las conclusiones de un Acuerdo
Plenario si incorporan nuevas y distintas apreciaciones jurídicas respecto de
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
(*) El Señor Pariona Pastrana no suscribe el presente Acuerdo Plenario por mantener reservas
jurídicas a su contenido.
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VALOR PROBATORIO DE LA PERICIA
NO RATIFICADA
Acuerdo Plenario N° 2-2007-CJ-116
I. ANTECEDENTES
1. Las Salas Penales Permanente y Transitorias de la Corte Suprema de Justicia
de la República, con la autorización del Consejo Ejecutivo del Poder Judi-
cial, acordaron realizar un Pleno Jurisdiccional de los Vocales de lo Penal,
a fin de dar cumplimiento a lo dispuesto en los artículos 22 y 116 del Texto
Único Ordenado de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
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Víctor Jimmy Arbulú Martínez / La técnica de la prueba en el proceso penal
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
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III. DECISIÓN
10. En atención a lo expuesto, las Salas Penales Permanente y Transitorias de la
Corte Suprema de Justicia de la República, reunidas en Pleno Jurisdiccional,
y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 116 del Texto Único Orde-
nado de la Ley Orgánica del Poder Judicial; por unanimidad;
ACORDARON
11. ESTABLECER como doctrina legal, conforme a los fundamentos jurídicos
ocho y nueve, que la ausencia de la diligencia de examen o ratificación peri-
cial no necesariamente anula lo actuado ni excluye el informe o dictamen
pericial del acerbo probatorio. A estos efectos, los Jueces y Salas Penales
deberán tener en cuenta, obligatoriamente, los criterios indicados en dichos
parágrafos.
12. PRECISAR que el principio jurisprudencia que contiene la doctrina legal
antes mencionada debe ser invocado por los Magistrados de todas las ins-
tancias judiciales, sin perjuicio de la excepción que estipula el segundo
párrafo del artículo 22 del Texto Único Ordenado de la Ley Orgánica del
Poder Judicial.
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Jurisprudencia sobre la prueba en el proceso penal
289
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA
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siempre. Disponible en: <http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/Colecciones/
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293
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294
Bibliografía
295
ÍNDICE GENERAL
ÍNDICE GENERAL
Introducción................................................................................................... 5
CAPÍTULO I
ASPECTOS FUNDAMENTALES
SOBRE LA PRUEBA EN EL PROCESO PENAL
299
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300
Índice general
CAPÍTULO II
LA TÉCNICA DE LA PRUEBA
Y LA INVESTIGACIÓN DEL DELITO
I. Aspectos generales.............................................................................. 87
CAPÍTULO III
• Para que la prueba por indicios sea idónea requiere que sean plura-
les y concordantes
Recurso de Nulidad N° 378-2004-Loreto............................................ 219
301
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Bibliografía.................................................................................................... 293
302
Este libro se terminó de imprimir
en mayo de 2019, en los talleres gráficos
de Imprenta Editorial El Búho E.I.R.L.
San Alberto Nº 201, Surquillo
Central: 242-2281
Lima, Perú