La Democracia en El Siglo XXI

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La Democracia en el Siglo XXI

Las sociedades modernas han pasado por una serie de transformaciones a través
de su historia, cada una de ellas presenta procesos propios, dando un efecto
particular en su devenir. Por ello, genera una cultura y estructura social,
propiciando como consecuencia formas de comportamiento y expresiones
culturales que se reflejan en la organización política, económica y social.

La democracia, que se concibe como el gobierno de las mayorías para todos, en


la práctica se ha vuelto el gobierno de las minorías, ya que es muy alto el nivel de
abstención ciudadana en las elecciones.

El mundo democrático se enfrenta, a la gran complejidad de los problemas


modernos y a la exigencia de conocimientos especializados para construirles
soluciones. Durante muchos años los politólogos han acusado a la democracia de
ser un método inestable, que promueve la corrupción, genera caos y estanca las
decisiones importantes, sin embargo hay otras tantas razones que la hacen
importante para el buen funcionamiento de los países en los que se practica, en
este ensayo se analizara el problema que enfrenta la democracia para un futuro
próximo.

Las explicaciones sobre el origen de las democracias se pueden conectar a


explicaciones que indagan en los fenómenos internos de un país. Las
transformaciones socioeconómicas, las movilizaciones por movimientos sociales y
organizaciones de la sociedad civil, los retos y revoluciones, los acuerdos y
concesiones de las élites serían las causas.

El origen de la democracia se remonta a la Antigua Grecia, que estaba dividida en


ciudades-estado denominadas polis. En estas urbes las decisiones no eran
tomadas por un monarca, sino por una asamblea de ciudadanos libres de manera
que no había representantes que actuaran por el pueblo, sino que todos los
ciudadanos sometían a votación las acciones del Estado. Dado que las decisiones
tomadas un día podían arruinar las tomadas en otro, se instaló el mecanismo
graphe paranomon, que impedía tomar decisiones contrarias a las realizadas
antes.

Años después, el Imperio Romano implementó el sistema democrático griego,


aunque permitiéndoles la participación a personas que no fueran romanas de
nacimiento. Esto se debió en gran parte a la apropiación de los principios
cristianos, según los cuales todos los cristianos eran iguales para los ojos de Dios.

Para el siglo XVIII y XIX se dan importantes cambios en las formas de gobierno
gracias a documentos como la Carta Magna, escrita en 1215, y a la Bill of Rights,
escrita en 1689, Estados Unidos desarrolla en 1776 la Virginia Declaration of
Rights y la Constitución de los Estados Unidos de 1789. De la misma forma,
gracias a la Revolución Francesa se consiguen los derechos al voto universal (del
hombre), la abolición de la esclavitud (en territorios franceses) y la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El gobierno representativo que surge
en estos tiempos y se basa en lo que Manin denominó “principio de distinción”, de
carácter aristocrático (Mediante las elecciones se elige a los gobernantes que se
consideran mejores por poseer una serie de cualidades destacadas).

En el curso del siglo XX se produjeron hechos históricos de gran importancia que


impusieron la democracia como forma de gobierno dominante en el mundo tales
como la desaparición o debilitamiento de monarquías luego de la Primera Guerra
Mundial; de las subsistentes, la mayoría han permanecido bajo formas atenuadas
con escasos poderes políticos reales, el reconocimiento del voto a los pobres o no
propietarios, dando forma al concepto de sufragio universal y el reconocimiento del
derecho a votar y ser votadas a las mujeres. El mundo de posguerra ofrecía una
afinidad electiva entre producción industrial y república liberal de masas que las
ciencias sociales interpretaron en claves diversas. La teoría de la modernización
propuso, desde fines de la década de 1950, la existencia de una relación causal
entre desarrollo económico y democratización.

En los modernos Estados constitucionales, el voto es imprescindible para elegir a


unos gobernantes que siempre estarán limitados en su actuación por lo
establecido en la Constitución. Si tomamos el conjunto de las justificaciones
históricas de las elecciones, podemos constatar que se espera de ellas que
cumplan con cuatro funciones democráticas esenciales:

 Representación, al designar representantes que expresen los intereses y


los problemas de los diferentes grupos sociales
 Legitimación de las instituciones políticas y los gobiernos;- una función de
control sobre los representantes
 Producción de ciudadanía, al dar consistencia al principio de una
persona/un voto que define el sufragio universal (y que contribuye así en
primer lugar a la producción de una sociedad de iguales
 Animación de la deliberación pública

El término democracia es uno que en apariencia es sencillo de entender y de


aplicar pero, que en realidad es más complejo de lo que pensamos; bajo esta
perspectiva el voto se vuelve la pieza clave de todo sistema democrático y,
aunque no es el único elemento que debe distinguirlo porque la democracia es
mucho más que el simple ejercicio de votar, la importancia de este acto es que
está directamente relacionado con la capacidad de las instituciones políticas y
sociales para, por un lado, articular y agregar. Es la forma de gobierno más
moderna ya que supone que una sociedad es lo suficientemente madura como
para comprender que una sola persona no puede tomar decisiones por sí sola
como sucede por ejemplo en una monarquía, además de comprender también que
es sólo a través de la representación de la mayor parte de la población y no de
unos pequeños grupos privilegiados que se puede alcanzar el bien común para
más y más personas.

La democracia liberal es el único de gobierno que ha emergido del convulsionado


siglo XX con legitimidad global. Sin embargo, sus principios fundacionales se
encuentran hoy bajo ataque en las democracias industrializadas.
La idea de la democracia industrial aspira a ampliar la participación y el control de
los trabajadores en el ámbito de las instituciones económicas. Se apoya en tres
tipos de argumentos.

1. La invocación de unos determinados valores democráticos generalmente


defendidos en la mayoría sistema de las sociedades industriales, entre los
que ocupa un lugar destacado el derecho inalienable del ciudadano a
opinar sobre todo aquello que le concierne.
2. Recurre a un cuerpo de principios éticos que se oponen a los problemas de
alineación de las sociedades industriales modernas
3. Trae a colación numerosas pruebas, cuidadosamente escogidas, de los
importantes beneficios socioeconómicos derivados de la participación
efectiva.

Sidney & Beatrice Webb describen ésta como una parte de la democracia
económica, la cual debe darse en el trabajo, esto con el objetivo de tener una
representación en favor de los derechos de los trabajadores (Sartori, 1999); dicho
de otra manera, es la participación de las personas en el área laboral, en la toma
de decisiones, mediante estructuras y procesos que deben seguirse, que implican
un intercambio de autoridad y responsabilidad en el trabajo.

Los intereses empresariales tienen una actitud ambigua hacia el Estado, quieren
que éste subvencione la investigación y el desarrollo, la producción y la
exportación, regule los mercados, garantice un ambiente favorable para las
operaciones empresariales en el extranjero, y que, en muchos otros aspectos,
sirva de Estado del bienestar para los ricos. Este proceso comenzó lentamente
con la instauración de un modelo de desarrollo industrial orientado a las
exportaciones en Japón, Corea del Sur y Taiwán, y se aceleró con las reformas
realizadas por Deng Xiaoping en la China de los años 80.

Si aumenta el poder monopólico o las empresas (como, por ejemplo, los bancos)
desarrollan mejores métodos para la explotación de los consumidores comunes,
ello se mostrará como mayores ganancias y, cuando dichas ganancias se
capitalizan, se mostrarán como un aumento en la riqueza financiera. Nosotros
simplemente no tomamos en cuenta la disminución correspondiente al valor del
capital humano.

Este proceso ha generado una inesperada periferización de las democracias


industriales. En los países periféricos, la fuerza laboral se encontraría segmentada
entre una elite integrada a las cadenas de producción globales que estaría
expuesta a una feroz competencia por parte de los líderes industriales del planeta.

La periferización de la fuerza laboral explica en buena medida la rebelión de la


clase obrera en las democracias industrializadas. Los miembros de este grupo
resienten con razón el optimismo de una elite educada que celebra la diversidad y
la economía del conocimiento (Un ejemplo de esto mismo se puede observar en la
gente que abandonó Partido Demócrata para apoyar a Trump en los Estados
Unidos).

Este despertar se ve acelerada por tres factores: una disminución del crecimiento
económico, una distribución desigual del ingreso y una sociedad más diversa,
básicamente se paga por vivir en democracia y este costo se vuelve mayor en la
medida en que se expanda el límite entre pobres y ricos, dado que los pobres
demandan una mayor redistribución, entonces, los clase alta adquieren mayores
incentivos para respaldar una dictadura que suprima la participación popular y
preserve la desigualdad social.

La economía es ahogada por la presión impositiva y por una maraña de


regulaciones burocráticas que impiden su rápido crecimiento; la salud y la
educación quedan en manos de estructuras burocráticas, muchas veces
controladas por los sindicatos, que proporcionan servicios de baja calidad y, por lo
general, no llegan a toda la población. Mientras estado crece, va abandonando
sus funciones esenciales. Cada vez es menos un estado en un sentido pero
resulta más extendido en sus funciones y más sobrecargado de personal, más
caro, más difícil de supervisar y más corrupto. Para obtener tales fondos los
estados deben adoptar alguna de las dos siguientes soluciones: o aumentan los
impuestos o se reducen otros gastos, principalmente los de seguridad, defensa y
obras públicas.

Para poder transferir dinero y bienes a los más pobres se requiere de inmensos
fondos, pues el número de personas en situación de pobreza es muy alto en
nuestras sociedades, un porcentaje nada desdeñable del total de la población.

Los gobiernos no forman parte del negocio de la innovación; sino del negocio de la
estabilidad. Sin embargo, es importante para los gobiernos aprovechar la
tecnología para redefinir la manera en que las instituciones y los ciudadanos se
relacionan entre sí. Éste ha pasado de ser sólo “el solucionador de problemas” de
la sociedad y se ha convertido en otro actor en la creación de las condiciones para
que florezcan los ”solucionadores de problemas”. Necesitamos comprender las
motivaciones detrás de la voz de los ciudadanos con un entendimiento crítico de lo
que amplifica la tecnología y lo que la reduce. Esta es la única manera de
conseguir ciudades inteligentes, creando ciudadanos inteligentes.

Si las democracias que existen hoy resultan frágil y por lo general inoperantes, si
muestran severas limitaciones cuando se las compara con algunas dictaduras, es
porque nuestros sistemas políticos actuales han construido un modelo que, son en
el fondo contrarios a la libertad personal e incapaz de suministrar a la ciudadanía
los servicios básicos que debe proveer todo estado.

La democracia actual, prácticamente en todos los países, tiende a descuidar el


delicado equilibrio de poderes que necesita un sistema republicano para no
degenerar en un poder ilimitado de las masas de votantes que, guiadas por sus
intereses de corto plazo, la convierten en un sistema de redistribución de ingresos
cada vez más amplio y pernicioso.

Los partidos de las democracias industrializadas confrontan hoy en día un


desprestigio en donde los votantes se muestran cada vez menos identificados con
el ideal democrático. En el siglo XXI, la suspensión de los mecanismos electorales
resulta poco viable porque desafía abiertamente el principio de legitimidad
dominante. Por el contrario, una ciudadanía rebelada contra la clase política puede
utilizar el voto para delegar poder en un Ejecutivo intransigente, demandando una
reconstrucción radical del régimen

El principal riesgo para la democracia del Siglo XXI no son los líderes
abiertamente autoritarios, sino aquellos que proponen reformar el sistema a partir
de un discurso intolerante…

Bibliografía:

1. A. Pérez-Liñán: Juicio político al presidente y nueva inestabilidad política en


América Latina, fce, Buenos Aires, 2009; Laura Wills-Otero: Latin American
Traditional Parties, 1978-2006: Electoral Trajectories and Internal Party
Politics, Ediciones Uniandes, Bogotá, 2015.
2. Daron Acemoglu y James A. Robinson: The Economic Origins of
Dictatorship and Democracy, Cambridge University Press, Cambridge,
2006; Carles Boix: Democracy and Redistribution, Cambridge University
Press, Cambridge, 2003.
3. División de Población de las Naciones Unidas: «Trends in International
Migration» en Population Facts No 4, 2015; Andrew Ellis, Carlos Navarro,
Isabel Morales, María Gratschew y Nadja Braun: Voting from Abroad: The
International idea Handbook, International idea, Estocolmo, 2007; David
Earnest: «Neither Citizen nor Stranger: Why States Enfranchise Resident
Aliens» en World Politics vol. 58 No 2, 2006.
4. Paradójicamente, los términos de intercambio apenas se valorizaron para
México, que exporta productos manufacturados a eeuu. Ver J. Ros: «Latin
America’s Trade and Growth Patterns, the China Factor, and Prebisch’s
Nightmare» en Journal of Globalization and Development vol. 3 No 2, 2013.

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