La Democracia en El Siglo XXI
La Democracia en El Siglo XXI
La Democracia en El Siglo XXI
Las sociedades modernas han pasado por una serie de transformaciones a través
de su historia, cada una de ellas presenta procesos propios, dando un efecto
particular en su devenir. Por ello, genera una cultura y estructura social,
propiciando como consecuencia formas de comportamiento y expresiones
culturales que se reflejan en la organización política, económica y social.
Para el siglo XVIII y XIX se dan importantes cambios en las formas de gobierno
gracias a documentos como la Carta Magna, escrita en 1215, y a la Bill of Rights,
escrita en 1689, Estados Unidos desarrolla en 1776 la Virginia Declaration of
Rights y la Constitución de los Estados Unidos de 1789. De la misma forma,
gracias a la Revolución Francesa se consiguen los derechos al voto universal (del
hombre), la abolición de la esclavitud (en territorios franceses) y la Declaración de
los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El gobierno representativo que surge
en estos tiempos y se basa en lo que Manin denominó “principio de distinción”, de
carácter aristocrático (Mediante las elecciones se elige a los gobernantes que se
consideran mejores por poseer una serie de cualidades destacadas).
Sidney & Beatrice Webb describen ésta como una parte de la democracia
económica, la cual debe darse en el trabajo, esto con el objetivo de tener una
representación en favor de los derechos de los trabajadores (Sartori, 1999); dicho
de otra manera, es la participación de las personas en el área laboral, en la toma
de decisiones, mediante estructuras y procesos que deben seguirse, que implican
un intercambio de autoridad y responsabilidad en el trabajo.
Los intereses empresariales tienen una actitud ambigua hacia el Estado, quieren
que éste subvencione la investigación y el desarrollo, la producción y la
exportación, regule los mercados, garantice un ambiente favorable para las
operaciones empresariales en el extranjero, y que, en muchos otros aspectos,
sirva de Estado del bienestar para los ricos. Este proceso comenzó lentamente
con la instauración de un modelo de desarrollo industrial orientado a las
exportaciones en Japón, Corea del Sur y Taiwán, y se aceleró con las reformas
realizadas por Deng Xiaoping en la China de los años 80.
Si aumenta el poder monopólico o las empresas (como, por ejemplo, los bancos)
desarrollan mejores métodos para la explotación de los consumidores comunes,
ello se mostrará como mayores ganancias y, cuando dichas ganancias se
capitalizan, se mostrarán como un aumento en la riqueza financiera. Nosotros
simplemente no tomamos en cuenta la disminución correspondiente al valor del
capital humano.
Este despertar se ve acelerada por tres factores: una disminución del crecimiento
económico, una distribución desigual del ingreso y una sociedad más diversa,
básicamente se paga por vivir en democracia y este costo se vuelve mayor en la
medida en que se expanda el límite entre pobres y ricos, dado que los pobres
demandan una mayor redistribución, entonces, los clase alta adquieren mayores
incentivos para respaldar una dictadura que suprima la participación popular y
preserve la desigualdad social.
Para poder transferir dinero y bienes a los más pobres se requiere de inmensos
fondos, pues el número de personas en situación de pobreza es muy alto en
nuestras sociedades, un porcentaje nada desdeñable del total de la población.
Los gobiernos no forman parte del negocio de la innovación; sino del negocio de la
estabilidad. Sin embargo, es importante para los gobiernos aprovechar la
tecnología para redefinir la manera en que las instituciones y los ciudadanos se
relacionan entre sí. Éste ha pasado de ser sólo “el solucionador de problemas” de
la sociedad y se ha convertido en otro actor en la creación de las condiciones para
que florezcan los ”solucionadores de problemas”. Necesitamos comprender las
motivaciones detrás de la voz de los ciudadanos con un entendimiento crítico de lo
que amplifica la tecnología y lo que la reduce. Esta es la única manera de
conseguir ciudades inteligentes, creando ciudadanos inteligentes.
Si las democracias que existen hoy resultan frágil y por lo general inoperantes, si
muestran severas limitaciones cuando se las compara con algunas dictaduras, es
porque nuestros sistemas políticos actuales han construido un modelo que, son en
el fondo contrarios a la libertad personal e incapaz de suministrar a la ciudadanía
los servicios básicos que debe proveer todo estado.
El principal riesgo para la democracia del Siglo XXI no son los líderes
abiertamente autoritarios, sino aquellos que proponen reformar el sistema a partir
de un discurso intolerante…
Bibliografía: