Suddha Dharma Mandalam

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Suddha Dharma Mandalam

INTRODUCCION (1)

La existencia del Suddha Dharma Mandalam,


es la Asamblea de los Jerarcas siempre ocupados en procurar el bienestar universal.

El género humano, el supremo entre los diversos tipos de vivientes que habitan el
mundo visible, se distingue también de los demás seres creados, a causa de la innata
naturaleza constitutiva del hombre, la cual es susceptible de un incesante desarrollo, y
a causa de la facultad de su conciencia con la cual él se esfuerza, de contínuo, por
alcanzar el ideal. Es éste un ideal de perenne beatitud; y aún el seguimiento mismo de
este ideal es acompañado de una alegría más o menos grande, según sea la calidad de
los medios empleados en la búsqueda. Cada uno de nosotros, por muy débil que sea
de visión y lento en seguir la investigación, acaricia una vehemente, aunque vaga
aspiración de alcanzarlo y,  al intentarlo, es grandemente influenciado por las infinitas
vicisitudes del tiempo y del lugar. El mundo, en el cual tiene el hombre su existencia,
también está sujeto a las mismas influencias, de las cuales la una reacciona en la otra;
de manera que existe una correlación entre el hombre y el yagat o proceso del mundo.
Esta correlación subsistente entre ambos es eterna y el esfuerzo que él despliega para
alcanzar el ideal, es modificado de conformidad con  esta relación.

De esta manera el hombre, influenciando al mundo y siendo a su turno influenciado por


éste, llega a menudo a considerar algún particular aspecto del ideal como de mayor
importancia que los demás; por donde se desvía de lo que, de otra manera, habría
constituido un propio y recto proceder. Varios males resultan de esta parcial
preferencia, y mucha energía se gasta en contrarrestarlos; de lo cual se deriva un
alejamiento respecto del ideal. A fin de que la humanidad, como un conjunto, no vaya a
perder de vista el ideal y que los vacilantes peregrinos no vayan a descarriarse del
sendero, los Ancianos de la raza cuidan de nosotros con una conmiseración que sólo
ellos pueden suficientemente demostrar, y por el ejemplo y la enseñanza, conservan
siempre ardiendo la antorcha en forma que esté iluminado el sendero, el cual, faltando
su resplandor, sería obscuro y su tránsito lleno de tristeza y vano. Los Libros Sagrados
del Oriente se refieren en forma inequívoca a la Asamblea de los Jerarcas, siempre
empeñados en procurar el bienestar universal. Son Ellos los benignos Guardianes que
trabajan con incansable celo por la elevación de la humanidad, que es su amada
custodia. Conocida de las gentes como Suddha Dharma Mandalam, esta Asamblea,
que tiene su morada en medio de las florestas de Badari, situadas en los Himalayas
septentrionales, consiste en muchos Mahatmas, Siddhas, Grandes Rishis  y Videntes
sacados de las muchas clases y colectividades de hombres sin atender a su estado o
posición social, los cuales, prevaleciendo aquí gobiernan a los niños de la tierra. Entre
los miembros de esta gran Jerarquía hay muchas mujeres que, por el ejercicio y las
rigurosas disciplinas, han alcanzado el grado de Siddhas o adeptos, y continúan
ayudando al bien universal. Esta Organización Esotérica reconoce por jefe a Bhagaván
Naráyana; Yoga Devi, la personificación de su inefable energía o shakti, Ella es la
divina ejecutora de su voluntad; y es su secretario Naradeva -porción de El mismo-
como representante del género humano. Esta augusta Jerarquía lleva a cabo las
órdenes del Santísimo Señor, y bajo su autoridad actúa la corporación de los Ancianos,
quienes cuidan y dirigen a los aspirantes entre los hombres, a fin de que seguramente
recorran la senda y alcancen el ideal de la aproximación al Absoluto (Brahma
Samipya), por el cual, solamente, es dado alcanzar el éxtasis de eterna beatitud.
 

El trabajo de la Jerarquía

La Jerarquía provee a las necesidades de los hombres de una manera apropiada al


medio, en cuanto es modificado por las variaciones de tiempo y lugar.
Las gentes que habitan los diferentes paises del globo no tienen reglas comunes de
conducta, ni siguen en la práctica de la vida reglamentos similares o los mismos
estatutos sociales. Los diferentes grupos de razas se caracterizan por sus diversos
sistemas de fe y modos de culto; éstos no sólo son distintos, sino que a menudo
parecen antagónicos unos respecto de otros; y con frecuencia, lo que en un tiempo ha
constituido para una gente sus cánones y sus dogmas, en otro tiempo ha sido
descartado por esa misma gente. A pesar de la ciencia y la cultura, vastos grupos de
hombres han mostrado en el pasado y continúan mostrando en el presente marcadas
tendencias, o a desentenderse de esas diversidades de fe y de práctica, o a adherir
ciegamente a ellas; en algunas ocasiones tal adherencia conduce, a menudo, a la
exageración de las mismas.

No hay que buscar lejos las consecuencias de tal ignorancia o tal adherencia; la
presente condición de la sociedad con sus divisiones en innumerables clases, castas,
grupos, secciones y nacionalidades, es la cosecha que hoy día está siendo recogida
como resultado del irracional prejuicio y de la pública ortodoxia sembrados e
implantados en los días que fueron. Mas he aquí a los Jerarcas, que vienen en nuestra
ayuda. Ellos nos recuerdan el correcto significado de las costumbres que nosotros
hemos seguido o continuamos siguiendo. Dándonos Ellos instrucciones a fin de que
entendamos el legítimo uso de las antiguas y las corrientes costumbres, nos capacitan
para estimar la antigua y la presente usanza en su propio valor en toda la esfera de lo
que puede ser conducente al bienestar del pueblo. Los Jerarcas promulgan nuevos
usos que las gentes deben seguir, con la debida atención a sus necesidades,
señalando al mismo tiempo, la perniciosa decadencia que resulta de adherir a
costumbres caídas en desuso; cuando tal usanza cesa, a su turno, de ser de ulterior
beneficio para el pueblo, los Jerarcas formulan otra vez nuevas maneras y medios de
encontrar lo que requieren las cambiadas condiciones. Ellos asimismo ordenan ritos
religiosos y usos sociales en armonía con las necesidades del pueblo tomado como
modelo; y también éstos son revisados por Ellos durante las épocas críticas.

El uso llamado a acrecentar el beneficio de la raza, se llama técnicamente Dharma y el


que retarda tal provecho se llama Adharma; lo que es dharma para una clase de gente,
puede ser adharma para otra y viceversa; así también lo que es dharma en un tiempo,
puede llegar a ser adharma en otro tiempo y viceversa. Estos términos son relativos con
respecto a la gente. Los Jerarcas adaptan algún dharma particular para el pueblo con la
debida consideración a su utilidad durante el tiempo que corre. Uno que otro de los
Jerarcas nace en medio de las gentes y promulga un nuevo sistema de ritos y usos
sociales beneficiosos para ellas, por ese tiempo, o también influencian a uno o más de
entre esas mismas gentes para publicar el necesario dharma. Sin embargo, cuando las
personas están obsesionadas, para expresarlo así, por un adharma y obstinadamente
persisten en él, siendo cegadas por el exclusivo apego a lo que puede parecer
meramente agradable, pero que en el hecho es ruinoso para su bienestar y genuino
provecho, el Señor mismo se encarna y establece el dharma en consonancia con la
necesidad de la época.

Puede aquí declararse, que los Ancianos de la Suddha Dharma Mandalam están en
conocimiento del cuándo y del dónde esas Divinas Encarnaciones se revelan al mundo
en las épocas inquietantes de su historia. Su íntima ciencia los capacita, de tiempo en
tiempo, para revelar a los hombres el santo advenimiento de estos poderosos seres y la
naturaleza de la obra divina que van Ellos a realizar; y siempre ha sido costumbre de
aquellos, el hacer preparativos para la santa venida por medio de severas leyes de
discipulado, que los elegidos de entre los hombres soportan con alegre sumisión, de
manera que el grandioso plan pueda ser realizado y la oprimida humanidad pueda
continuar su progresiva marcha por la antigua y bien ordenada senda. El Sanátana
Dharma o Suddha Dharma como es llamado de otro modo, es la base en que se funda
cada dharma y, mientras el primero es de universal aplicación y aceptación, el último es
apropiado sólo a determinados tiempos y países.

El Bhagavat Gitá es la revelación del Sanátana o Suddha Dharma en su integridad,


mientras que las escrituras en boga entre las gentes que profesan las varias religiones
del mundo, son sólo parciales exposiciones de él. La importancia de la una no puede
ser excesivamente estimada, ni la de las otras menospreciada. Así la Jerarquía y su
Jefe se hallan constantemente empeñados en la obra de elevar a la humanidad; y no es
exclusivamente religiosa la actividad de la Jerarquía; las ciencias y las artes que
tienden al bienestar físico de la raza, son otorgadas de tiempo en tiempo al mundo por
los Jerarcas, ya mediante personal manifestación, ya mediante la inspiración de
algunos individuos de entre los hombres. De hecho, el trabajo de la Jerarquía es de una
importancia tan vasta como el mundo, es constante y produce frutos de universal
bendición.
 

La manera de su trabajo

Entre los muchos asuntos que atiende la Jerarquía, uno muy principal es el gobierno
del mundo, incluida la distribución de continentes y civilizaciones. Con respecto a la
humanidad, el trabajo de la Jerarquía es de una naturaleza íntima. Mediante uno de los
cinco grandes sistemas de las iniciaciones preliminares, un individuo es admitido como
agente activo para cooperar en su trabajo y, para elevarse a sí mismo gradualmente
hasta el nivel de la utilidad de Ellos para la humanidad. Para los que solicitan tal
admisión, hay constituidas cuatro órdenes de discipulado que se denominan: Dasas,
Tirthas, Brahmas y Anandas. Al Dasa, que es el primero que ha de ser recibido,
estando iniciado por una de las cinco iniciaciones preliminares, se le da una disciplina
que debe observar, consistente en ciertos cantos acompañados de místicas sílabas o
palabras de virtud que él debe entonar hasta que alcance un determinado estado;
después de lo cual se le impone, si así él lo prefiere, llevar una vida de absoluto celibato
durante la cual su disciplina experimenta marcados cambios en consonancia con sus
progresos; durante este período es cuando comienza la meditación como una ayuda
para la verdadera Raya Yoga. Pasado ese lapso, los Jerarcas gradualmente le
confieren las grandes Iniciaciones conocidas como: Prithivi, Vayu, Sukra, Agni,
Chandra, Aditya y Yoga Devi Dikshas. Estas iniciaciones le van acrecentando su
capacidad para realizar la Divinidad o el Ser en sí mismo. Se tiene cuidado de su
dieta y otras condiciones a fin de constituir sus varios cuerpos denso y sutiles con
materia adecuada al ritmo de la intensa meditación y de la Yoga; durante estos cursos
se indican al discípulo ungüentos y elixires que lo habilitan para luchar con la tensión
que han causado en su organismo estas disciplinas. A menudo, su entrenamiento se
lleva a cabo en secretas Yogashrams o capillas situadas en lo apartado de las florestas
o las colinas y mucho más allá del alcance de los hombres. Andando el tiempo, el
discípulo llega a ser un Raya Yogui y, cooperando con los Jerarcas en el trabajo de
elevación de la humanidad, se levanta al nivel de los Adeptos y aun a más altos
estados.

Aquí es necesario notar que las siete grandes Iniciaciones de que hemos hablado, son
impartidas solamente por Bhagaván Naráyana, conocido también como Kumara y
Dakshinamurthy, representando respectivamente los aspectos de Maha Vishnú, Maha
Brahmá y Maha Shiva. Aunque en el mundo exterior el acto de la iniciación sea
ejecutado por alguna persona debidamente autorizada para hacerlo, cada iniciación
individual, cuando tiene lugar, es directamente impartida bajo la inmediata
superintendencia de Bhagaván Naráyana en uno de los tres grandes aspectos arriba
mencionados; por obvias razones con frecuencia se hace caso omiso de la presencia
física del discípulo en ciertas grandes ocasiones. Los métodos disciplinarios impuestos
por los Jerarcas de la Suddha Dharma Mandala proporcionan lo necesario para un bien
orientado y gradual adelanto por segura vía, y de esa manera precave del peligro de un
forzado desarrollo; tal disciplina que facilita un seguro progreso es la verdadera Raya
Yoga y es impartida al aspirante en conformidad a la inalterable base del antiguo
sistema, cuyo secreto es de la exclusiva propiedad de los Jerarcas de la Suddha
Dharma Mandala; a la prudencia de los mismos queda enteramente el determinar
cuándo pueda confiársele a un aspirante la práctica de la disciplina. Sólo Ellos pueden
iniciar al aspirante en el misterio de ésta y nadie sino Ellos pueden guiar al discípulo
segura y rectamente; y aunque el progreso depende de su celo y esfuerzo, la ayuda de
los Jerarcas sigue siendo indispensable, porque sólo Ellos pueden revelar los peligros y
la manera de evitarlos.

Además de conferir las iniciaciones y formular las especiales disciplinas, ritos, y la


investidura de las sílabas místicas para cada particular tipo de hombres, los Jerarcas
facilitan la realización de la Divinidad en el hombre, revelando la antigua ciencia cuya
custodia a Ellos fue confiada. Esto lo hacen poniendo ciertas ocultas escrituras de su
propiedad al alcance de discípulos en quienes se pueda confiar, o explicando, mediante
comentarios o de otra forma, el significado esotérico de las escrituras ya existentes.
R. Vasudeva Row -B.A., B.L.
1923

Suddha Dharma Mandalam


INTRODUCCION (2)

La Doctrina de la Suddha Dharma

La Dharma, como ha sido anteriormente declarado, conduce al creciente beneficio de la


raza. Cierta dharma que conduce al bienestar solamente por particulares períodos de
tiempo, para determinadas clases de hombres y fructifica en especiales beneficios, está
limitada en su operación; al contrario, la dharma que conduce al provecho sin atender a
las vicisitudes de tiempo, lugar y personas, es de aplicación universal. Estos dos
aspectos de Dharma son conocidos como Asuddha y Suddha respectivamente; la
eficacia de la primera, como quiera que pueda ser limitada, es debida únicamente a que
se basa en la segunda, que es, por decirlo así, su mismo centro de vida; la primera
hace referencia principalmente al aspecto de la materia y de la forma, o al aspecto de la
vida y de la fuerza, mientras la segunda hace referencia al aspecto universal o
trascendental. Asuddha Dharma es, en suma, sólo un limitado aspecto de la Suddha
Dharma, que es a un mismo tiempo universal y eterna. La Suddha Dharma se refiere a
la unidad, mientras que la otra a uno o más aspectos de esa unidad. La Suddha
Dharma es la doctrina substancial de todas las religiones y, tratando las relaciones del
espíritu con la materia como un todo, adopta el punto de vista trascendental o
Bráhmico. La excelencia de la Suddha Dharma está en que, como tal, es aplicable a
todos los hombres en todos los lugares y todos los tiempos; el ejercicio de la Suddha
Dharma confiere a cualquiera que lo practique una permanente felicidad, y no sólo lo
capacita para alcanzar prosperidad física, sino también lo ayuda a adquirir una más alta
excelencia espiritual. Una práctica general de la Suddha Dharma por las gentes, está
destinada en razón de su misma naturaleza, a efectuar en medio de las diversas masas
de la población mundial, una saludable comunidad de parentesco, de fe, devoción y
culto.

La debida práctica de la Suddha Dharma implica, entre otros aspectos, una correcta
ejecución de los actos. A fin de que un acto dado pueda ser correctamente ejecutado, el
conocimiento de los medios y maneras de hacerlo, es lo primero y más esencial; una
inclinación a hacer un acto, acompañado de una resolución de hacerlo, es en segundo
lugar esencial; y lo es en tercer lugar su real ejecución. En caso de faltar alguno de
estos esenciales requisitos, un acto no puede ser debidamente ejecutado. Si uno sabe
como se hace un acto, pero no está inclinado o resuelto a hacerlo, el acto no puede ser
debidamente ejecutado, aunque un intento fuera hecho para ejecutarlo; en caso de que
uno desee intensamente hacer un acto, pero ignore los medios y maneras de hacerlo,
el acto no puede ser debidamente ejecutado, aunque un intento fuera hecho para ello;
en caso de que uno conozca los medios y maneras de hacer un acto y esté asimismo
inclinado a hacerlo, pero no lo hace, el acto no es ejecutado; en otras palabras, debido
conocimiento, inclinación y acción son necesarios y esenciales requisitos para la propia
ejecución de cualquier acto; de nuevo, en otras palabras, los elementos  esenciales de
cualquier acto incluyen, entre otras materias, un apresto intelectual, uno mental y uno
físico; así puede quedar establecido como postulado, que cada acto es la síntesis del
conocimiento, del deseo y de la acción.

Cuando estos tres elementos operan, pero uno o más de ellos faltan a la plenitud de su
norma, el acto, aunque sea ejecutado, falta en ese grado a su perfección. Una vez que
un acto ha sido así debida y completamente realizado, el hombre que lo ha hecho no
tiene ya que volver a empeñarse él mismo en hacerlo ulteriormente; lo que no sería de
esa manera, si él hubiera meramente hecho el acto sin atender a la perfección de éste.
Cuando un definido acto es así cumplido en su integridad, la persona que de esa
manera lo ha ejecutado, no teniendo que hacer algo ulterior a la ejecución de él, puede
considerarse que se ha librado de la necesidad de hacer aquel acto. El verdadero
abandono de la ejecución de cualquier acto es sólo compatible con la completa
ejecución del mismo, y tal abandono es llamado técnicamente Sannyasa; en otro
término sannyasa es la plenitud alcanzada por la justa ejecución de cualquier acto; sin
tal plenitud, no puede haber abandono de la ejecución de acto alguno, cualquiera que
sea. El hombre está perpetuamente empeñado en la ejecución de una clase de acto u
otra -de hecho no puede estar de otra manera- y una vez reconocida la necesidad
respecto a la justa plenitud de la ejecución de los actos, llega a ser fácil asegurar la
cesación de la necesidad de ejecutar un acto repetidas veces, y esto se obtiene
únicamente recurriendo al justo complemento de la ejecución de aquel acto.

Habiendo una persona tomado a su cargo el hacer un acto, a menos, y hasta que lo
ejecute, permanece atada, por decirlo así, a la ejecución de aquel acto; la liberación de
esta atadura es Sannyasa. Se dice que sannyasa es la primera necesaria etapa de
purificación en la vida del discípulo. Por penetrante que sea esta atadura que traba una
persona a la ejecución de los actos, es aún más penetrante aquella que encadena a los
hombres al anhelo por el fruto de su cumplido acto. Muchas veces el discípulo puede
esforzarse por romper los invisibles eslabones de esta cadena adamantina; más sólo
cuando los actos son justamente ejecutados sin atender al personal o egoísta interés,
sino con la mira del interés universal, es cuando empieza la relajación de esta cadena;
los eslabones se rompen a pedazos cuando el motivo de toda la actividad que él puede
desarrollar es la necesidad de ejecutar la acción como es apreciada desde el punto de
mira universal. A medida que el egoísmo o el propio interés disminuyen, los actos son
ejecutados debidamente, puesto que estos han de ser ejecutados para el bien del
mundo. La disposición al servicio y al sacrificio es entonces, la predominante en el
discípulo; el provecho que, como una consecuencia resulta de tal servicio y sacrificio,
no avasalla al aspirante, porque él lo busca no para sí mismo, sino por motivos del
mundo en general. Este desapego por el fruto de los actos cumplidos se llama
técnicamente Tyaga. Renunciando al fruto para uno mismo de los actos cumplidos,
Tyaga es alcanzada; de Tyaga proviene el liberarse enteramente de toda acción; tal
Tyaga se dice que es la segunda necesaria etapa de purificación en la vida del
discípulo. Sannyasa y Tyaga capacitan a éste para desenvolver en él una gustosa
disposición al perfecto servicio del mundo; el postulante reconoce la necesidad
universal del servicio y lo hace perfectamente con la profunda convicción de que nada
es digno de ser hecho que no sea para el bien del mundo. Ese incesante servicio
constituye su sola incumbencia. La ejecución del servicio del mundo sobre este trazado
es el paso de que hay noticias en las escrituras de la Suddha Dharma Mandala como
del Gran Sendero Austral.

La cualidad principal para caminar por el Sendero Septentrional consiste en la buena


disposición y capacidad del alumno para entregarse al servicio del mundo, en tanto
cuanto él sea capaz de rendirlo, siendo, no obstante, su actitud respecto a todo servicio,
la de tyaga que es la sola verdadera renunciación. La meta para ser alcanzada por el
discípulo que camina por el Sendero Septentrional, es la realización de la
omnipresencia de la Divinidad (Dios). El primer paso hacia esa realización es el
conocimiento de la Divinidad en cuanto escondida en el corazón del discípulo, después
de lo cual prima en él la convicción de que la Divinidad siempre se halla escondida en el
corazón de todo. Los medios para esa realización constituyen el Raya Yoga, para cuya
debida práctica es imperativa la pureza de alimento y bebida.

El aspirante comienza su peregrinación por el Sendero Septentrional siendo


consagrado bajo uno de los cinco sistemas de iniciaciones preliminares; después de la
necesaria probación, durante la cual él practica Yapa (entonación de cánticos sagrados
junto con las sílabas místicas (Biyaksharas) que son prescritas para su disciplina
probatoria) y Saguna Dhyana (meditación en la Divinidad bajo su aspecto de forma
concreta, como ayuda para el verdadero Raya Yoga); se le otorga la Ekákshara o Letra
Sagrada (que es distinta para cada discípulo) bajo la benigna e inmediata dirección de
Bhagaván Naráyana; al ser entonada esta Ekákshara junto con los sagrados cánticos y
las místicas sílabas, los sutiles átomos de sus muchos cuerpos, físico y sutiles
reconstituídos con la pura y científica dieta, empiezan a vibrar con ritmo a la luz del Ser
que brilla adentro. Al alcanzar esta etapa de su sendero, le es impuesto un estricto
celibato a fin de confiarle otras más altas disciplinas de la Raya Yoga. Durante la Raya
Yoga, la meditación se hace principalmente sobre los aspectos sin forma (Nirguna) y
trascendental (Suddha) de la Deidad. Un considerable progreso en tal meditación
habilita al discípulo para alcanzar con feliz éxito los estados de los genuinos Dasas,
Tirthas, Brahmas y Anandas, que son las cuatro órdenes principales del discipulado.

Una después de otra, son conferidas a tiempo las siete grandes iniciaciones,
capacitando al aspirante para elevar su conciencia a los planos de mundos superiores
que son invisibles para los ojos materiales. Esto se lleva a cabo por la creciente facultad
que el discípulo adquiere para funcionar en sus cinco cuerpos sutiles: Annamaya Kosha
(el denso, pero puro cuerpo físico), Pranamaya Kosha (el cuerpo emocional),
Manomaya Kosha (el cuerpo mental), Vigñanamaya Kosha (el cuerpo cognoscitivo), y
Anandamaya Kosha  (el cuerpo glorioso); en este punto el discípulo, ya un Yogui, se
coloca ante la inmediata presencia del Atma o Ser en él, el cual preside cada uno de
los susodichos cuerpos y se llama por orden Akshara, Yiva, Atma, Paramatma y
Purusha. Cuando se desarrollan las facultades de su visión, él comprende la tatwic, o
constitución elemental del cosmos. Enormes vistas de conocimiento se abren ante él y
su visión abraza un rápido resplandor, si darse puede, del infinito espectáculo del
universo moldeado y plasmado por los Grandes Jerarcas Cósmicos de los Siete Rayos
Primarios y la Gran Jerarquía bajo los mismos. El cosmos con la Jerarquía Cósmica y
los Jerarcas y todo lo que con ellos se relaciona, no son sino un amsa (fragmento) de
Brahman (Dios).
Brahman (Dios) abraza infinidad de Cosmos, y cada cosmos rebosa de vida, energía y
materia. El mutuo juego de la vida y la materia puede explicarse sencillamente así: Se
dice que Brahman tiene dos cuerpos, el uno llamado Atmico, es decir, espiritual, y el
otro Anátmico o prakrítico, es decir, material; ambos estan eternamente relacionados y
su recíproco juego es incesante e infinito; la energía o poder que facilita este mutuo
juego, se llama Shakti. Por derivación de la naturaleza misma de Brahman, la trinidad
de Vida, Fuerza y Materia (Atma, Shakti y Prakritti, llamados en conjunto Vastu-
trayam), es nota característica de cada átomo en el universo. Infinitas series de tales
trinidades constituyen el universo.

Lo material (Prakritti) de un universo es la suma de los veinticuatro elementos (tatwas)


que, en armonía con sus variaciones de función, son clasificados en cuatro grupos
principales, más o menos distintos en su proceder. Cada grupo es técnicamente
conocido como Tatwakuta. Siendo Avyakta el más fino de ellos, constituye el primer
grupo; las vibraciones de Avyakta son tales, que su ritmo permite la realización de la
síntesis (Yoga) del Cosmos al Ser que funciona en él. El siguiente grupo en el orden de
finura o sutileza, es llamado Mahat; las vibraciones de Mahat son tales, que su ritmo
permite la consecución de infinita ciencia (Gñana) al Ser que funciona en él. El grupo
llamado Manas es el siguiente en el orden de finura; las vibraciones de Manas son
tales, que su ritmo permite la concepción universal de las ideas (Sankalpa) al Ser que
funciona en él. El más bajo en el orden de sutilidad, es el grupo llamado Indriyas; las
vibraciones de Indriyas son tales, que el ritmo de ellas facilita la ejecución de la
acción(Karma) al Ser que funciona en él. El elemento de Ahámkara es tal, que
trasmina todos estos cuatro planos de materia, pero él pertenece en su mayor parte al
grupo Manas; es el elemento por el cual el Ser asume por el momento un estado de
separación, una individualidad, por decirlo así, mientras funciona en la materia. La
constitución del hombre incluye todos estos grupos, pero es el grupo Indriyas el estado
en que él está principalmente alerta a sus funciones, como resultado del particular
medio ambiente que es su propia estructura.

La tendencia a expresarse uno a sí mismo exclusivamente en la acción exterior, es


conocida como Pravritti y la tendencia a abstenerse de ello, es conocida como Nivritti;
en otros términos, Pravritti puede decirse que es la bajada a lo denso de la evolución
del mundo, mientras que Nivritti puede decirse que es el ascenso de allí; mientras que
el rumbo de la primera es hacia lo analítico o lo separativo, el de la segunda es hacia lo
sintético o lo trascendental. Upakrama y Upasamhara son respectivamente otros
nombres para pravritti y nivritti. El Ser, mientras funciona en alguno de los cuatro grupos
de materia, puede por ese tiempo estar empeñado en uno u otro de estos
procedimientos. Ambos tienen un valor definido en la vida de un hombre y no debe éste
apegarse exclusivamente a uno de ellos; así que aparezca la necesidad, cada uno ha
de seguirse; sólo la disposición de seguir uno u otro podría ser la de un completo
altruismo. Porque en la evolución del mundo, campean ambos, y el hombre, si aspira a
sobrepasarlo, debe familiarizarse con ambos; cualquiera actitud personal o una actitud
de egoísmo (swartha) tendrá por resultado en el hombre el de esclavizarlo a ella.
Pravritti y Nivritti no inficionadas por el interés personal se dice que son Suddha y, de
no ser así, Asuddha respectivamente; mientras que la segunda forja la cadena o la
esclavitud, la primera viene a parar en la liberación.

La Vida del universo, como una parte de Brahman, se manifiesta en lo material de este
en cinco grados de Divinidad conocidos como Akshara, Yiva, Atma, Paramatma y
Purusha; y también en el hombre, como una parte del universo, la Divinidad está
presente en los cinco grados y es realizada por él en proporción a su actuación en sus
varios cuerpos: el Annamaya Kosha, etc. Los estados de la conciencia del hombre son
distintos mientras funciona en los diversos cuerpos empezando desde el Annamaya
Kosha y son llamados respectivamente Yagrat, Swapna, Sushupti, Turiya y Turiyatita.
Aquí es digno de notar que, mientras la conciencia funciona en el Anandamaya Kosha,
donde la misma está en el plano del Turiyatita, el aspecto Purusha de la Vida Bráhmica
es meramente reflejado; cuando el Yogui realiza directamente al Purusha, el cuerpo en
su totalidad es abandonado. Mientras la conciencia está en el cuerpo mismo, puede
elevarse al plano Turiya y realizar directamente el aspecto Paramátmico. El Ser es el
mismo en todos estos estados, pero nuestra percepción de El en los diversos aspectos
requiere esta variación de terminología.

Como resultado de la influencia del Espíritu en la Materia, es engendrada la Shakti o


Maya, es decir la Energía o Poder. Esta Shakti es diversamente llamada, según esté
engendrada en un particular grupo de materia influida por un determinado aspecto del
Espíritu; así hay la Akshara Shakti, la Yiva Shakti, la Atma Shakti, la Paramatma Shakti
y la Purusha Shakti.
Es mediante la Shakti como se desarrolla la evolución entera del mundo, siendo un
resultado del mutuo juego entre el Espíritu y la Materia. Adoptando para estas energías
un sistema de nombres algo diverso, denotando los términos de la función, como
distintos de los de la naturaleza de la conciencia, la Shakti es triple: Gunamayi, Esha o
Kalyani y Devi; los planos de la materia pueden también ser llamados de un modo
semejante; y los aspectos del Espíritu que así funciona en los planos, son conocidos
con los nombres de Pratyagatma o Samsaratma, Avataratma, y Paramatma
respectivamente. Normalmente, estamos nosotros relacionados con Gunamayi Shakti;
los grandes Seres que se encarnan entre los hombres en las épocas críticas del mundo
para la elevación de la humanidad, actúan con la Esha Shakti. Todos nosotros tenemos
en nuestros cuerpos la materia de todos estos grupos y, en pequeña escala, cada una
de estas Shaktis. Así es posible para nosotros, por una adecuada dedicación, el
funcionar en los diferentes cuerpos constituidos de la materia de estos grupos y,
mediante una apropiada invocación a las varias Shaktis, el realizar los diferentes
aspectos de Brahman. El hombre puede así aprestarse él mismo, para cada uno de los
estados de vyavasaya o función en esta infinita evolución del mundo (Sámsara).

El comprometerse en la evolución del mundo con una actitud que es exclusivamente


material o prakrítica y por ello solamente concreta, conduce al completo olvido del
hecho de la inmanencia de la Deidad, y como resultado de ello, el hombre que sigue
solamente los fenómenos externos, no hace sino seguir el pasajero fulgor de efímeros y
brillantes espejismos; sólo persigue, sin poder alcanzar, la realidad; sólo busca, sin
poder encontrar, la verdad; entre tanto él sufre un gradual menoscabo de su instinto
superior. Por otra parte, dedicando su esfuerzo exclusivamente a la consideración del
aspecto de vida de las cosas, él llega a estimar toda la creación revelada como un inútil
panorama de pródiga ilusión; como consecuencia se deriva que él descuida las
verdades del medio físico, y llega a ser a su tiempo una infeliz víctima del ascetismo de
estéril abstracción. Las escrituras hoy en boga tratan exclusivamente uno u otro de los
aspectos y, en cuanto tales, no son de utilidad en la plena consecución del ideal. Los
aspectos Prakrítico y Atmico arriba referidos, ambos han de ser empleados por esencial
necesidad, pues en el esquema de las cosas, coexisten ambos, Atma y Prakritti
-Espíritu y Materia. La enseñanza de la Suddha Dharma es encaminada a la necesidad
de reconocer a los dos desde el punto de vista trascendental, único que habilitará al
discípulo para obtener el ideal (técnicamente llamado Paraprapti). Una constante
aproximación (Samipya) a Brahman, que es la Gloria Eterna, es así asequible
solamente con la incesante práctica de la Suddha Dharma.

Todas las instrucciones referentes a la actual práctica de la Raya Yoga, han de


obtenerse directamente de las corporaciones debidamente constituidas; sólo sus
primeros principios están redactados en libros, para provecho de los discípulos
entendidos, y no es permitido publicar todos los libros; ulteriores cursos de la disciplina
son enseñados oralmente al discípulo, si éste es digno. Tan profunda es esta
enseñanza y tan vasto su sentido, que el misterio no puede ser demasiado pronto
revelado a los no iniciados.

La Ciencia Sintética del Absoluto

El estudio del universo en todos sus aspectos y sistemas, las leyes de su


manifestación, de su ser y de su consumación, así como todo el misterio relativo a la
Divina Intervención que lo conduce, constituyen el Gáyatri; y la ciencia que expone el
Gáyatri, es llamada la Yoga Brahma Vidya o Ciencia Sintética del Absoluto. Esta
ciencia es la exposición de la evolución del mundo desde ambos puntos de vista, el
analítico (Sankhya) y el sintético (Yoga); el sistema Sankhya, aquí mencionado, se
llama también Suddha Sankhya a fin de distinguirlo del Kevala, o Nirishwara o Asuddha
Sankhya, que es una negación de la unidad divina en la multiplicidad o diversidad de la
evolución del mundo; mientras que Suddha Sankhya es así llamada en cuanto
reconoce la unidad en la multiplicidad. La Yoga aquí mencionada, es la Suddha Raya
Yoga como distinta de las otras formas de disciplinas, que imponen al engañado
aspirante prácticas y observancias pertenecientes al hatha yoga y similares, cuyos
métodos hacen invariablemente contraer al aspirante enfermedades incurables.

La Yoga Brahma Vidya como ciencia, se basa en la cuádruple o cuaternaria


constitución de Brahman, a saber: Gñana, Ichchha, Kriya (Suddha Sankhya) y Suddha
Yoga, que es la síntesis de esta trinidad de Suddha Sankhya; en consecuencia se llama
por otro nombre Tritwikatwa, es decir, de lo triple y lo uno. Cada uno de estos cuatro es
visto ulteriormente en seis aspectos o Dharmas, de los cuales cinco Dharmas son
causales y el sexto es consecuencial; así, en conjunto, la Yoga Brahma Vidya trata de
los veinticuatro Dharmas [6x4] que explican en su integridad la naturaleza de
Brahman, a la vez la revelada y la no revelada. Para expresar lo mismo de otra manera,
tomando la Pranava o Palabra Sagrada AUM para significar a Brahman, puede decirse
que la ciencia de la Yoga Brahma Vidya comprende el estudio de Vyashti Pranava (es
decir, del Pranava en su aspecto distributivo o analítico), como también el estudio de
Samashti Pranava (es decir del Pranava en su aspecto unitario, colectivo o sintético).
El Bhagavad Gitá de Sri Krishna es eminentemente la escritura de esta ciencia. En el
antiguo campo de batalla de Kurukshetra, el Santísimo Señor, Bhagaván Naráyana, con
la apariencia de Sri Krishna, habla a Nara, en la apariencia del anheloso guerrero y
discípulo Aryuna; siempre hasta ahora hay necesidad de seguir en pos de esa ciencia,
como él lo hizo, porque con tal seguimiento, la humanidad antes de mucho ganará
también la victoria; mal puede el hombre permitir la pérdida de esas lecciones, porque
en cada corazón que palpita se encarniza la batalla de Kurukshetra y la Divinidad
que habita en él como Gran Gurú conduce al entusiasta discípulo y guerrero a la
gloriosa victoria.

Para que su enseñanza no sea recibida fuera de sazón, es preciso que cada uno de
nosotros se ejercite vigorosamente, con el pensamiento, la palabra y la obra, en las
ocho supremas virtudes: tolerancia y compasión, tranquilidad y no ser ambiciosos,
pureza y desinterés, no cansarse de servir al mundo y anhelo por el bien de todos los
seres. La cualidad Sátwica (como distinta de la Rayásica y la Tamásica) crea estas
virtudes y nos conviene en el momento oportuno comenzar fomentando esta cualidad
en cada fase de nuestra vida en medio de nuestros semejantes.

Ser iniciado en la Suddha Dharma Mandala es el primer paso en la recta orientación, y


el discípulo a medida que sigue la dirección de los Superiores se torna cada vez más
consciente de su progreso en el sendero y, a cada vuelta de éste, encuentra que la
obscuridad no invade ya más su camino, antes bien, la luz alumbra por doquier;
encuentra que su celo no deja de colmar la plena medida de la energía necesaria y que
cada uno de sus esfuerzos es un próspero avance que lo coloca más cerca de la meta.

Sea con esos anhelosos discípulos la gracia de


Bhagaván Naráyana, Yoga Devi y Naradeva, y a ellos venga siempre la de los
Ancianos de la Suddha Dharma Mandalam
con su infalible favor y bendición, por la cual es dado a los hombres alcanzar la Divina
Victoria.

Namasté Naradevaya Namó Naráyanáyacha


Badarivana Nathaya Yoginám Patayé Namaha

R. Vasudeva Row -B.A., B.L.


1923

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