1 The Rocker That Holds Me PDF

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El siguiente material es una traducción

realizada por fans para fans.


Beautiful Coincidence no recibe
compensación económica alguna por este
contenido, nuestra única gratificación es el
dar a conocer el libro, a la autora; y que
cada vez más personas puedan perderse
en este maravilloso mundo de la lectura.
Si el material que difundimos sin costo
alguno está disponible a tu alcance en
alguna librería, te invitamos a adquirirlo.
2
Página
Agradecimientos
Directoras de Traducción
Femme Fatale & Itorres

Traducción e interpretación
Cinderella

Femme Fatale

Liseth Johanna

Isis

Nina

Scherezade

Itorres

Recopilación
Itorres

Corrección de Estilo y Lectura Final


Femme Fatale

Diseño de Imagen
3
Página

Scherezade
Contenido
Terri Anne Browning
Sinopsis
Preludio
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Epílogo
The Rocker Who Savors Me
4
Página
Terri Anne Browning

Habiendo tenido una pasión por la lectura desde el momento en que mi tía me dio
por primera vez mi primer romance, poco a poco crecí aburrida de solo leer.

Quería controlar a los personajes, hacerlos quien yo quería que fueran y, de esa
manera, nunca estaría decepcionada con los finales.

Pronto aprendí que no siempre es tan fácil. Los personajes controlan al autor. Pero
todo eso es parte de la diversión al crear una nueva historia.

El ver adónde te llevan estas personas en su viaje para encontrar a su alma gemela
se ha convertido en mi nueva pasión y conseguir incorporar mi amor por la música —
música rock en particular—, ha sido un sueño hecho realidad.

Gracias por tomar este viaje loco conmigo, ¡no puedo esperar para ver adónde
vamos después! 5
Página
Sinopsis

I
r de gira con cuatro rockeros es el mejor de los sueños…

Al menos eso es lo que la gente me dice. Para mí, esos cuatro


rockeros son mi familia. Han velado por mí desde que tenía cinco
años. Protegiéndome de mi madre y sus rachas de alcohol y adicción a
las drogas. Cuando lograron ser grandes, aun así me vigilaban. Y
cuando mi monstruosa madre murió, se hicieron cargo de mi como mis tutores.

En los seis años desde que eso pasó, cuidé de los cuatro hombres que significan
todo para mí. Me ocupo de ellos del mismo modo que una vez se hicieron cargo de mí.
Manejo todo el trabajo sucio detrás de escena de una vida de rockeros. No siempre es
bonito. A veces se vuelve malditamente repugnante, sobre todo cuando tengo que
deshacerme de sus ligues de una noche. ¡Puaj!

Sin embargo, cuidar de ellos no me molesta. Quiero decir que no es como si


estuviera enamorada de uno de ellos. Eso sería una locura. Enamorarte de un rockero
NO es algo inteligente.

Está bien, entonces no soy inteligente. Amo a mis chicos, y uno de ellos como que
sostiene mi corazón en su gran y vieja mano de rockero. Pero estoy lidiando con ello.
He sido capaz de guardar mi pequeño secreto desde hace años.

No estoy, sin embargo, lidiando con este malestar que parezco haber atrapado. Me
asusta de muerte. Odio a los médicos, pero de repente estoy más preocupada por
encontrar lo que está mal conmigo que por lo que el médico pueda hacerme.

Cuando consiga los resultados de mi prueba, mi vida nunca será la misma otra
vez…
6
Página
Preludio

E
staba lloviendo. Me encanta la lluvia; pero no los truenos y
relámpagos. Las luces que destellan no son tan malas como los truenos
enfadados. Me recuerda a mi mamá cuando está en un ataque de furia,
intoxicada por las drogas, el alcohol y hombres. Hoy tengo doble dosis
de eso porque hay una tormenta desencadenándose con furia afuera y el monstruo de mi
madre está en una de sus propias furias.

Había esperado y orado a Dios que simplemente se fuera a acostar como hace
generalmente. Pero Dios no estaba escuchando hoy. Parece que Dios no está escuchando
ninguna de las veces que le rezo. Estoy comenzando a preguntarme si siquiera existe,
como el predicador que se pasa por casa de vez en cuando dice que existe. Mamá
maldice mucho a Dios, así que pienso que cree en él.

La lluvia empapa mi fina camiseta y mis leggings. Me escabullí por la ventana tan
pronto como mamá terminó conmigo. Las gotas de lluvia lavan mis lágrimas y la sangre
de los múltiples cortes que me dejó mamá luego de ir tras mí con una vara y sus puños.
El agua fría hace que ardan mis moretones hinchados y mi cuerpo magullado, pero
estaba acostumbrada al dolor.

Tan pronto como mis pies descalzos tocan tierra fuera de la ventana de nuestro
remolque, corro a través de la pequeña sección de césped que separa el remolque
descuidado en el que vivo de aquel que Nik llama hogar. Rezo para que su madre no
haya decidido limpiar su habitación, que no haya cerrado la ventana que él siempre deja
abierta para mí… por si acaso.

Mientras me apresuro hacia la cubeta de cuatro litros que utilizo como escalera,
dejo escapar un gemido cuando descubro que de hecho sí, la mamá de Nik ha estado en
su habitación. La ventana está cerrada. Estoy temblando ahora porque la lluvia es fría y
no tengo ni zapatos, ni abrigo y ahora ni siquiera una habitación cálida para escaparme.
7

Sé que de nada sirve que trate en los otros remolques de los alrededores. El papá de Jesse
Página

está en casa y nunca entraría ahí cuando existe la posibilidad de que el Sr. Thornton
pudiera encontrarme. El remolque de Drake y Shane solo tiene una pequeña ventana
que es demasiado alta para alcanzar con mis pequeñas piernas a menos que uno de ellos
me ayude.

Un pequeño sollozo escapa de mí y alejo el enmarañado y húmedo cabello de mi


rostro, solo para contraerme de dolor cuando toco mi mejilla hinchada. Mamá era una
profesional dando bofetadas. Y hoy había dado en el blanco en la mayor parte,
considerando la cantidad de drogas que ha estado tomando y la bebida que está
ingiriendo.

Hubo un sonido desde el otro lado del pequeño jardín. Mi madre ha regresado para
la segunda ronda y ha descubierto que me fui. Con el corazón acelerado, hago la única
cosa que se me ocurre. Tiro del contenedor de estaño que sustenta el remolque de Nik.
Empujo y empujo, cortando las palmas de mis manos mientras lo hago. Pero,
finalmente, con un gemido de triunfo, lo retiro lo suficiente para poder arrastrarme
debajo del remolque.

Una vez que estoy debajo, tiro del contenedor hacia su lugar. Me trago un grito
cuando me detengo y mi mano toca el esqueleto de un ratón. Limpio mi mano en mis
leggings empapadas y luego envuelvo mis brazos alrededor de mis rodillas para no
entrar en contacto con el ratón de nuevo. Mi cabeza es inclina hacia atrás contra el
sustento del remolque y cierro mis ojos, rezando que mi madre no piense en buscarme
aquí…

Debo haberme quedado dormida. Cuando me despierto, escucho a Nik y Jesse


gritando mi nombre. Ambos suenan frenéticos.

—¿Emmie? —Nik está justo a mi lado al otro lado del contenedor—. ¿Em?

Estiro mi brazo hacia el contenedor de estaño y tiro de este lo suficiente para


mirar hacia fuera. No me notan al principio. Nick está de pie con Jesse, ambos tienen las
camisetas de la banda que me permitieron ayudarles a diseñar. Jesse tiene sus palillos de
batería en su mano izquierda mientras que la otra está apretada en un puño. Nik luce
preocupado.

—No se habría ido muy lejos.


8
Página

—¡Esa jodida perra! Si no creyera que alejarían a Emmie de nosotros, llamaría a la


policía tan rápido —está murmurando Jesse.
—Pero lo harán, Jess. Y entonces estaría en un lugar peor del que ya está. Al
menos aquí podemos cuidar de ella —le dice Nik al baterista.

Es la misma conversación que tienen siempre después de cada golpiza. Si llamaran


a la policía, entonces servicios sociales me llevaría lejos. Los hogares de acogida no son
más seguros que la casa de mi madre. Quizás aún peor. Tengo siete y entiendo lo que eso
significa. Nik y los otros me lo han explicado más de una vez.

Tiro un poco más del contenedor y comienzo a arrastrarme hacia fuera. Estoy
rígida y herida. Hay barro apelmazado en los cortes que dejó la vara y el corte en mi
mano del sustento del remolque. Estoy hinchada y magullada. Y ya puedo sentir el
cosquilleo en la parte posterior de mi garganta que dice que voy a tener un dolor de
garganta. De repente, unos brazos fuertes me están sacando. Tan pronto como mis pies
son despejados, soy levantada en los fuertes brazos de Nik.

—¡Joder! —exclama Jesse.

—Cállate, Jess —profiere Nik mientras sus brazos se aprietan alrededor de mí.
Puedo ver las ruedas trabajando en su mente. Se está preguntando adónde llevarme,
dónde esconderme. Escucho una risa proviniendo de mi remolque; mi madre debe tener
a uno de sus novios allí; y luego está el sonido de la televisión viniendo de su remolque,
si su mamá me ve así, llamará a la policía ella misma; ninguna es una opción.

—Mi papá se fue. —Jesse ya se está dirigiendo hacia su remolque—. ¡Ven, Nik!

Para el momento que me llevan a la habitación de Jesse, estoy temblando. Tengo


frío, mucho frío y estoy muy herida.

—Tenemos que darle calor —dice Nik—. Enciende el agua caliente para que
pueda darle un baño.

Jesse no dice nada mientras sale de su habitación y escucho que se enciende el


agua en la habitación contigua. Nik me pone de pie y empieza a sacarme mi camiseta
aún mojada. No protesto mientras jala de mis leggings junto con mis bragas. Toma una
profunda respiración cuando ve los moretones, las profundas heridas en mis piernas y
brazos, las que están en mi espalda y en todo mi estómago.
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—Lo siento, Emmie —susurra—. Lo siento mucho.


Página
No digo nada porque no entiendo por qué lo lamenta. Él no me golpeó. Esto no fue
su culpa. Puede que sea una niña pequeña, pero sé que no siempre puede protegerme.
Tiene una banda y hoy su banda había tocado en una fiesta para unos chicos de su
escuela. Desearía que pudiera haberme llevado, pero sé que una niña de siete años en
una fiesta para chicos de secundaria no es una buena idea. Shane trató de explicármelo,
y estoy casi segura que entendí las razones.

—¡Nik! —grita Jesse desde el baño—. No estoy seguro si esto está demasiado
caliente o no. Ven aquí y compruébalo.

Nik me lleva de la mano al baño y luego se inclina para sentir la temperatura del
agua.

—Esto debería estar bien. —Me levanta y me coloca en el agua.

Gimo cuando el agua toca mis heridas. Duele, pero el calor del agua se siente bien
en mis piernas frías. El temblor se detiene pronto. Nik me lava, tratando de ser
cuidadoso mientras limpia las heridas en mi cuerpo. Su mandíbula está apretada y creo
que hay lágrimas en sus ojos.

Más tarde, después de que mi cabello está lavado y huele bien, me levanta del agua
y me envuelve en una toalla. Jesse tiene una caja de curitas con pequeñas princesas en
estas que sabe que me gustan. Pero también hay un tubo del ungüento que resquema en
su otra mano y sacudo mi cabeza.

—No. Eso duele.

Nik está frotando la toalla en mi cuerpo mojado, todavía tratando de ser gentil.
Algunas de las heridas están sangrando de nuevo y duele cuando la toalla frota contra
estas. Cuando termina, toma el ungüento y me alejo.

—No, Nik —lloriqueo—. No quiero eso.

—Lo sé, Emmie. Sé que duele. Pero no quieres que se te infecten, ¿cierto? —Está
parpadeando mucho y creo que está tratando de no llorar—. Si se infectan, tendrás que
ir al doctor y recibirás una inyección.
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Esas son las palabras mágicas. ¡Odio las inyecciones! ¡Odio los doctores! Así que
Página

me siento en el pequeño lavabo y dejo que me ponga ungüento, tratando de no


lloriquear porque duele. Para el momento que termina, el tubo está casi vacío. Jesse le
ayuda a ponerme las curitas. Después de cada una, besan la herida y dicen lo que
siempre dicen.

—Mejórate.

Jesse me pone una de sus camisetas. Pero es tan grande que tienen que atarle un
nudo para que no me tropiece cuando camino. Cuando estoy cubierta, Nik me levanta y
me lleva de vuelta a la habitación de Jesse. Me ponen en la pequeña cama contra la
pared y arropan una manta que huele a Jesse alrededor de mí.

Shane y Drake entran en la habitación. Shane tiene una bolsa de Wal-Mart y saca
una caja de medicinas. Me dan una gran dosis de Tylenol y me alimentan. Drake se
había detenido en McDonalds y me trajo una cajita feliz de nuggets de pollo. Mi
estómago gruñe y me doy cuenta que no he comido nada desde el día anterior.

Me duele el estómago luego del primer bocado. Me siento y sostengo mi panza y


luego engullo el resto de mis nuggets y patatas fritas. No bebo el sprite hasta luego de
haber comido. Sabe bien. Finalmente, busco mi juguete, un pequeño animal de peluche
con cabello loco y una camiseta. Lo abrazo contra mi pecho mientras Nik cepilla los
nudos de mi cabello húmedo. Tira, porque no ha sido cepillado en un tiempo, pero no
me quejo y trata de ser amable.

A medida que el cepillo trabaja por mi cabello, mis ojos comienzan a pesar.
Pronto, estoy dormida…

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Página
1

A
bro mis ojos en el instante en el que el autobús se detiene. Haciendo
una mueca, me levanto del sofá y miro hacia afuera. El autobús de
gira está en el estacionamiento del hotel. Otro autobús cargado con
todo el staff y dos semiremolques vienen detrás, con todo el equipo
del escenario y de la banda. Quiero tanto una ducha y una noche completa de sueño,
pero todavía tengo muchas cosas que hacer.

Poniéndome de pie, camino a la parte de atrás del autobús para despertar a los
otros. Drake está acostado sobre su estómago en la cama de abajo. Tiene una botella de
Jack Daniels en su mano, la botella a la mitad. Por encima de él, Shane está roncando, su
bajo pegado a su pecho. Contra la otra pared, Jesse está hablando dormido, murmurando
algo sobre un “maldito”.

Suspirando, sacudo primero su hombro.

—Jess. —Tengo que acercarme a su oído y gritar su nombre. Todos tienen el sueño
pesado, pero Jesse más que todos—. ¡Jess! Andando. Vamos a dormir en una verdadera
cama.

Jesse bosteza y luego abre sus ojos.

—¿Em?

Le sonrío.

—¿Quién más? —Beso su mejilla y jalo su brazo—. Levántate. Ya llegamos.

Cuando se sienta, me muevo hacia Shane. Todo lo que tengo que hacer es quitarle
el bajo. Aprieta sus brazos alrededor de él y se sienta.

—Estoy despierto —gruñe.


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Página
—Drake. —Le quito la botella de Jack y le pongo la tapa. Su espalda está desnuda y
el tatuaje de Demon’s Wings1 se flexiona mientras lo despierto—. Ugh. Te urge una
ducha. —Casi me vomito por el hedor a licor en su aliento cuando se voltea y me tira
contra él—. Levántate, borracho.

Besa mi mejilla antes de soltarme y me pongo de pie, moviéndome hacia el final


del autobús.

—Chicos, vístanse. Después de que despierte a Nik, arreglaré lo de nuestras


habitaciones… ¡No te duermas de nuevo, Jesse! —grito, sabiendo que está planeando
hacer justamente eso—. Tengo una cubeta de agua helada gritando tu nombre si te
duermes.

Murmura maldiciones detrás de mí, pero simplemente sonrío.

La televisión estaba encendida. La apago y caigo en el sofá al lado de Nik. No tenía


nada más que sus bóxers puestos. No me detengo a mirar su duro pecho y firme
abdomen. Lo he hecho muchas veces antes. En vez de eso, pongo mi mano sobre su boca
y pincho su nariz. Toma unos segundos antes de que se levante y me empuje.

—¡Perra! —se queja, pero me ayuda a levantarme del piso donde aterricé.

Riendo, me pongo de pie y agarró su camisa de Demon’s Wings.

—¿Dormiste bien?

—Me quedé dormido hace unas horas. —Toma la camisa que le ofrezco y la
desliza por su cabeza—. Tenía muchas cosas en la cabeza. Canciones tratando de salir,
pero encerradas en mi cerebro.

—Tuve un sueño —le confieso.

Se pone rígido, sabiendo que mis sueños nunca son placenteros.

—¿Estás bien? —pregunta, alcanzando mi mano y llevándome a su regazo—.


¿Quieres hablar de ello?

Pasa sus dedos suavemente por mi cabello. Cierro mis ojos y entierro mi rostro en
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su cuello. ¡Dios, huele tan bien!


Página

1Demon’s Wings: Es el nombre de la banda, Alas de Demonio.


—Como siempre, ustedes me estaban cuidando. Fue una de las veces que mi mamá
se puso loca conmigo.

Fuertes brazos se aprietan a mi alrededor. Sus dedos apretados en mi cabello


duelen, pero no protesto.

—Odio a esa perra —murmura—. Espero que se esté pudriendo en el infierno.

No podría estar más de acuerdo. Mi madre murió por una sobredosis hace seis
años. Decir que me sentí mal por su muerte sería una exageración total. Todo lo que
había sentido cuando encontré su cuerpo cuando llegué a casa de la escuela ese día fue
un alivio abrumador. Tenía quince años, pero estaba libre de esa enfermedad que era mi
madre.

—Necesito café. —Nik se pone de pie conmigo aún en sus brazos.

Lo aprieto un poco más otro segundo antes de liberarme.

—Me aseguraré de que lo tengas —grito sobre mi hombro mientras me dirijo a la


parte de enfrente del autobús.

—¡No es tu trabajo conseguirlo! —grita detrás de mí.

Pero lo era. Toda mi vida, Nik y los otros me han cuidado. Incluso cuando me
dejaron cuando firmaron contrato hace diez años, se habían hecho cargo de mí.
Enviándome dinero y regalos. Asegurándose de que alguien mantuviera un ojo sobre mí
cada día. Habían estado de gira, haciendo todas las cosas que los rockeros hacen, pero
aun así me llamaban todos los días. El celular que me dieron era mi línea de vida con
ellos. Era capaz de llamar, mandar textos, emails o cualquier cosa que quisiera o
necesitara para poder hablar con ellos todos los días.

Entonces, cuando mi madre había muerto, regresaron, dejando todo tan pronto
como llamé a Nik. Se hicieron cargo del funeral. Luego, cuando servicios sociales trató
de llevarme, les hicieron frente y dijeron que era de ellos. Me alejaron de toda la
oscuridad de ese remolque en el parque de casas rodantes donde había crecido. Me
compraron una computadora portátil y me arreglaron clases por internet para que
pudiera terminar mi educación en la parte de atrás de un autobús de gira.
14
Página

Mis chicos no iban a dejarme de nuevo.


Y se los debía. Por siempre cuidar de mí. Por levantarme, por restablecerme.
Salvar mi salud mental. Alimentarme. Darme ropa. Amarme. No mucha gente haría eso.
Pero Nik, Drake, Shane y Jesse eran diferentes. Me vieron cuando tenía cinco años, me
tomaron bajo sus oscuras alas, me protegieron a pesar de que eran diez años más grandes
que yo. Estos chicos eran mi familia y era mi turno cuidar de ellos.

Así que arreglaba todo. Querían café, les conseguía el café. Si Drake quería una
nueva botella de un whisky añejado cincuenta años que era imposible de encontrar, me
aseguraba que lo tuviera. Me hacía cargo desde de reservaciones de hotel hasta de
mujeres… Sí, me había convertido en una experta en deshacerme de cualquier mujer
que hubiera durado más tiempo que su fecha de caducidad. Normalmente, era a la
mañana siguiente.

Dos horas después, tenía a los cuatros chicos en sus habitaciones. Pasé más tiempo
en la habitación de Drake para asegurarme de que se bañara y cepillara sus dientes. Lo
puse en ropa interior limpia y lo acosté en la cama. Para el momento en el que llegué a
mi propio cuarto, estaba exhausta. Mi ducha fue rápida y estaba dormida incluso antes
de tocar la almohada.

—¡Em!

Jesse golpeando la puerta de mi habitación me despertó unas horas después. Miré


el reloj, vi que era hora de ir al Civic Center para prepararse para el concierto de esta
noche y salté de la cama. Le abrí la puerta a Jesse para que no derribara la puerta a
golpes. Entró mientras me quitaba mi camisa de dormir.

—¿Te sientes bien, Em? —preguntó, ni siquiera molestándose en voltear su cabeza


mientras me ponía mi sostén y deslizaba una camisa de Demon’s Wings por mi cabeza—
. Nunca te quedas dormida.

La verdad, me había sentido un poco mal durante un tiempo. Pero no iba a decirle
eso. Le diría a los demás y conspirarían contra mí, forzándome a ir al doctor. ¡Odiaba a
los doctores!

—Solo tuve una noche difícil —me excuso—. Pesadillas.


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Me puse unas bragas limpias y luego unos pantalones entubados. Botas hasta la
Página

rodilla con el tacón de 10 centímetros y estaba lista. Metí mi desordenado cabello en


una cola de caballo, no me molesté con el maquillaje y me giré para verlo todavía con el
ceño fruncido.

—Estoy bien, Jess. —Lo abracé fuerte y me puse de puntillas para besar su
mejilla—. Relájate. —Levanté una mano y la pasé por su cabeza calva. Le gustaba
mantenerla suave. Era malditamente sexy y todos querían frotar su cabeza. Pero a él
solo le gustaba cuando yo lo hacía.

—Creo que necesitamos vacaciones —murmuró mientras me seguía fuera de la


habitación—. Tal vez deberíamos ir a casa un tiempo.

Le disparo una mirada sobre mi hombre mientras aprieto el botón para llamar al
elevador.

—¿Y exactamente dónde es casa? Hace seis años que vivimos en un autobús.

—Nik estaba hablando de comprar una casa. Pero no nos podemos decidir en
dónde nos queremos establecer. Drake sugirió California, Shane quiere Boston. —Se
encogió de hombros mientras entraba al elevador conmigo—. ¿Qué piensas?

Honestamente, no sabía que pensar. Los seguiría a cualquier lugar; mientras todos
estemos juntos, no podría importarme menos. Pero no había esperado que ya estuvieran
listos para establecerse, incluso si estábamos cansados de estarnos moviendo.

—Nunca he pensado en eso —le digo.

—Bueno, necesitas hacerlo. Queremos saber dónde quieres vivir. Sabes que
adonde vayas, te seguimos.

Sus palabras reconfortaron mi corazón y lo abracé. Plantó un beso en mi coronilla


y salimos del elevador en la planta baja. Nik, Drake y Shane ya estaban esperándonos.
Cada uno me miró con preocupación, pero solo pasé a su lado y fui a la limusina que
esperaba afuera.
16
Página
2

M
ontar y hacer una prueba de sonido eran cosas en las que no
podía ayudar. Así que, en su lugar, lidié con las cosas entre
bastidores. Me aseguré de que la cena buffet estuviera lista para
que mis chicos pudieran comer antes de que se fueran más tarde
esta noche. Luego repasé mi lista de cosas por hacer para estar preparada para el grupo
de fans con pase a detrás de escenas.

La mayoría de ellos eran mujeres, todas con la esperanza de meter al menos a un


miembro de Demon’s Wings en la cama. Odiaba a todas y cada una de ellas, pero
simplemente les di miradas glaciales y desdeñosas en su lugar. También me odiaban,
porque todo el mundo que era un fan de Demon’s Wings sabía que era la única mujer a
la que siempre le importaría a cualquiera de los miembros de la banda.

Me aseguré de que los fans de detrás de escenas permanecieran en su área asignada


con los de seguridad vigilándolos como halcones —nunca se sabe cuándo alguno querría
colarse al camerino para un polvo rápido o, aún peor, para conseguir ser famoso por
haber matado a un famoso rockero—, mientras me aseguraba de que mis chicos fueran
atendidos. Me sentí aliviada al encontrar a todos comiendo en su camerino. Incluso a
Drake, pero me hizo sacudir mi cabeza cuando vi que en lugar de un refresco, o incluso
agua, estaba bebiendo de su distintiva botella de Jack Daniels.

Tomé la botella de él, puse una botella de agua fría en sus manos y me volteé para
ver si alguien más necesitaba algo. Cuando terminaron de comer, arrojé sus platos a la
basura y me aseguré de que tuvieran agua o Gatorade en sus manos. Necesitaban
hidratarse porque un concierto siempre sacaba todo de ellos. Especialmente Nik, quien
estaría corriendo por todo el escenario cantando.

Eché un vistazo de uno a otro, absorbiendo la belleza masculina absoluta de cada


uno de ellos. Drake y Shane con su cabello largo oscuro y grandes ojos grises azulados.
17

Los hermanos eran de ensueño con sus fuertes rasgos faciales y cuerpos que eran tanto
Página

magros musculosos como cubiertos de tatuajes. Jesse con la cabeza calva y esos grandes
ojos marrones que cambiaban con sus emociones. Era enorme, músculos abultados desde
todas las direcciones y haciendo que algunos se preguntaran cómo era capaz de manejar
la batería con tanta suavidad debido a su corpulencia.

Por solo un segundo más dejé que mis ojos se deleitaran en Nik. Con su voz que
folla a una mujer sin tocarla y esos ojos de hielo azul medio escondidos detrás de una
cortina de abundantes pestañas color negro hollín, no había muchas mujeres que alguna
vez fueran capaces de decir que Nikolas Armstrong no afectaba su libido, incluso
marginalmente. Músculo magro con una rostro que hizo llorar a los dioses el día en que
nació y tan alto como sus hermanos de la banda, tenía a todos los fans seguidores de
Demon’s Wings ya fuera enamoradas, lujuriosas o envidiosos de él.

—Así que, ¿qué es esta noche? ¿Rubia, morena o pelirroja? —le pregunté con una
ceja levantada y solo un atisbo de sonrisa en mis labios.

Shane me sonrió desde el sofá en el que estaba tirado.

—Voy a tomar una de cada una.

Puse mis ojos en blanco hacia él. De los cuatro, Shane era el hombre más
mujeriego. Una de cada sabor para él era moderado.

—Bueno, hay mucho de donde escoger. Más rubias que nada, como siempre. Por
favor, cuídate. —Le disparé a Drake una mirada significativa—. ¿Estás preparado?

—¡Emmie! —Hubo un rubor real en sus mejillas. Mantuve mis ojos en él y levanté
una ceja. Finalmente, miró hacia otro lado—. Tengo condones —murmuró.

Los otros simplemente se rieron. No les hice caso cuando me volteé hacia la
puerta.

—Tienen una entrevista a las nueve de la mañana. He arreglado para que


tengamos la sala de conferencias del hotel. Así que, por favor, tengan a sus putas fuera
de sus habitaciones antes de que llame a sus puertas. —Sabía que tenía que darles este
sermón ahora porque después del concierto no me imaginaba que fuera a verlos de
nuevo hasta mañana—. Drake, no me hagas bañarte en la mañana. Sácate el olor a zorra
y alcohol temprano.
18
Página

—¡Jesús, Emmie! —gritó—. ¿Por qué te estás ensañando conmigo hoy?


Me detuve en la puerta y me volteé para mirarlo.

—Solo hazlo, Drake.

Murmuró algo en voz baja y me sentí un poco mal por tratarlo tan vilmente. Pero
era un idiota hombre crecido y más a menudo de lo que debía lo estaba bañando porque
estaba demasiado borracho o con demasiada resaca para hacerlo él mismo.

El concierto estaba a punto de terminar cuando sentí mi teléfono vibrar. Lo saqué


de mi bolsillo de atrás y vi que era el representante de Demon’s Wings. El tipo me
amaba porque me hice cargo de todas las cosas que él debería haber estado cuidando.
Mientras tanto, él estaba en casa durmiendo en su bonita cama grande y yo estaba aquí
reventando mi culo por mis chicos.

—¿Qué quieres? —le espeté mientras me ponía el teléfono en la oreja, alejándome


del escenario para poder oírlo sobre la banda.

Rich Branson se rio entre dientes, dándome ganas de abofetear su hermoso rostro.

—¿Alguien tuvo un mal día?

—Estoy sensiblemente irritada —le informo, no muy segura de por qué estoy
siendo tan perra esta noche. Pero él debería estar acostumbrado a mi actitud. ¡Odio a ese
tipo!—. ¿Qué quieres?

—Lo de siempre. Dominar el mundo. Miles de millones de dólares. Y una banda


que me haga quedar bien… Tengo bastante de eso último. —Pongo mis ojos en blanco.
Demon’s Wings era la banda más caliente que manejaba. Hacían más que hacer que se
viera bien. Hacían que la gente pensara que era un genio por “descubrirlos”—. Nik dijo
que quería tomarse el verano libre. Solo estoy haciéndote saber que moví la gira Other
World/Demon’s Wings para septiembre.

Eso me sorprendió. Nik no había mencionado nada acerca de tomarse el verano


libre. ¿Por qué no me lo había dicho? Lancé una mirada detrás de mí, deseando poder
exigir algunas respuestas a Nik ahora. Pero eso tendría que esperar. Ya que la gira de
verano estaba siendo movida, solo teníamos unas pocas semanas de gira en el Golfo de la
Costa2.
19
Página

2 Golfo de la Costa: Incluye las costas de los estados del sur de los Estados Unidos (Texas, Luisiana,
—Está bien —le dije a Rich—. Envíame el nuevo itinerario. Me aseguraré de que
todo sea atendido.

—Sé que lo harás. Es por eso que te amo tanto, princesa. Haces mi vida tan fácil.

Apreté los dientes.

—No me llames princesa —prácticamente le grité y finalicé la llamada. No me


gustaba para nada este gilipollas. Y odiaba ser llamada princesa. El hijo de perra lo sabía,
pero aun así se aseguraba de decírmelo en cada oportunidad disponible.

La voz de Nik en el escenario me sacó de mi odio por Rich y volví mi atención a


mis chicos. La voz de Nik volvía loca a la población femenina. Esa mezcla de voz áspera,
ronca y seductora era una caricia a ese lugar oscuro entre las piernas de una mujer. No
estaba cerca por ninguna parte de ser inmune a esta y me encontré dejando que mi
deseo por él se mostrara mientras estaba allí viendo a la banda tocar.

Cuando uno de los técnicos de sonido tropezó conmigo por accidente, salí
rápidamente de mi bruma de deseo y me puse a trabajar. No podía dejar que nadie viera
cómo me afectaba Nik. Sabía que él no se sentía de la misma manera. Para él y el resto
de los chicos era como su hermana pequeña. Darían su vida por mí, así como yo lo haría
por ellos…

Y cuando se trataba de Nik, era simplemente la niña que ha estado cuidando


durante los últimos diecisiete años de su vida. Estaba ignorando mis sentimientos
porque sabía que no era lo que él quería. Su felicidad era más importante que la mía.

Con los labios temblando, me aseguré de ya no escucharlo cantar durante esa


noche.

20
Página

Mississippi, Alabama y Florida) que comparten un límite con el Golfo de México.


3
N
unca he sido una fan del vómito. He limpiado más que mi justa cuota
en los últimos años. Sobre todo de mi madre, en los últimos años han
sido los chicos… generalmente de Drake. ¿Pero míos? Solo he tenido
que hacer eso un par de veces en mi vida.

Esta mañana fue una de esas veces.

Sé que no voy a lograrlo tan pronto como me giro sobre la cama. Mi estómago me
da una segunda advertencia de dos segundos antes de que esté tratando de saltar de la
cama. Llego al final del colchón antes de purgar toda la magra comida que me obligué a
comer el día anterior. El olor es peor que la vista.

Tan pronto como tengo un pequeño aguante en mi reflejo nauseoso, corro al baño
para así poder terminar. Mi cabello se interpone en mi camino y vomito en el antes de
que pueda empujarlo fuera de mi cara. El olor me produce náuseas y vomito hasta que
he quedado drenada. Las lágrimas caen por mi rostro, mi frente está sudorosa y mi
estómago sigue rodando.

Ruego a cada dios que conozco y ruego por misericordia. Ninguno viene. En su
lugar, tengo que esforzarme para sostenerme sobre mis piernas temblorosas y mantener
mi boca bajo el grifo hasta sacar de mi boca la mayor parte del sabor a bilis. Quiero una
ducha, pero primero tengo que limpiar el desorden en el dormitorio antes de poder
hacer eso.

Cuando finalmente emerjo de la ducha, me siento un poco mejor. Pero estoy


corriendo por el retraso, así que tengo que dejar mi cabello mojado y apresurarme a
ponerme la ropa antes de despertar a los chicos.

No me sorprendo de encontrar que Shane está todavía cubierto de chicas cuando


abro la puerta de su habitación de hotel. El fuerte olor a sexo en la habitación hace que
mi estómago proteste, pero me trago la bilis y lo arrastro de debajo de las tres chicas. Mi
21

mano empuña su cabello y lo jalo hasta que está en sus pies.


Página

—¡Mete tu maldito culo a la ducha! —le ordeno, sin ánimo de tener que lidiar con
putas después de la mañana que ya he tenido—. Le doy a tu jodido hermano un sermón
sobre esta mierda, pero eres tú con quien tengo que lidiar esta mañana.

—¡Emmie! —protesta cuando lo arrastro a la ducha y abro el agua fría a todo lo


que da—. ¡Joder!

—Escaleras abajo en diez minutos —le ladro antes de azotar la puerta del baño
detrás de mí. Las putas de la cama están levantándose y les disparo miradas de
disgusto—. Agarren su mierda y salgan. Tienen dos minutos antes de que seguridad las
lance afuera, vestidas o desnudas. No me importa un carajo.

Jesse sigue durmiendo cuando entro a su dormitorio. El olor a sexo aún perdura en
la habitación, pero está solo en su cama. Ni siquiera trato de despertarlo con suavidad.
Simplemente lleno un vaso con agua y lo vuelco sobre su cabeza.

—Estoy despierto. Estoy despierto —jadea.

—Bien —declaro y lo dejo arreglarse.

Estoy sorprendida de encontrar que Nik ya está en marcha. Cuando paso mi tarjeta
llave en su puerta, esta abre. Ya está vestido. Su grueso cabello está estilizado y todo.
Como siempre, la visión de él me hace doler en lugares que no deberían estar doloridos.
Me da un ceño preocupado.

—¿Emmie? ¿Te sientes bien, niñita?

Las prisas me han hecho marearme y mi estómago todavía está protestando. Pero
no estoy de humor para discutir con él. Si sabe que estoy enferma, insistirá en que vaya
a un médico. ¡No va a pasar!

—Gracias por estar levantado —murmuré.

—Em… —Se calla cuando giro para salir.

Lo ignoro mientras entro en el ascensor y voy un piso más arriba. La habitación de


Drake apesta a sudor, alcohol y sexo. Pero por suerte la chica —o incluso posiblemente
chicas, considerando el número de envolturas de condones en el suelo junto a la cama—
22

, se han ido. Ya está un poco despierto cuando entro. Por supuesto esto es porque su
cabeza está dentro del inodoro. El sonido de su vómito hace que mi propio reflejo
Página

nauseoso sobrerreaccione y vomito en el lavabo. Bilis verde es todo lo que puedo


producir y abro el grifo para poder tragar algunos tragos de agua. Por lo menos ahora
tengo algo para seguir.

La sudorosa mano de Drake toca mi espalda.

—¿Em? —Su voz grazna mi nombre y lo miro, limpiando el sudor de mi labio


superior—. ¿Estás bien?

Le doy una sonrisa débil.

—Supongo que ambos tuvimos una mañana difícil —murmuro.

Gime mientras se pone de pie. Está con su culo desnudo, pero a ninguno de los dos
nos importa. He visto cada centímetro de mis chicos. Ninguno de nosotros es tímido
acerca de nuestras partes del cuerpo. Ninguno pestañea cuando nos vemos uno al otro
desnudos… Está bien, quizás pestañeo una o dos veces cuando veo a Nik desnudo, pero
nunca se los haría saber.

—Tú nunca te enfermas.

Me encojo de hombros.

—Estoy bien. Nada de qué preocuparse. Toma una ducha, ¿de acuerdo? —Asiente
y doy la vuelta para marcharme—. Cepilla tus dientes —le recuerdo.

Diez minutos más tarde, todos están sentados en el sofá largo de la sala de
conferencias. Un buffet de desayuno ya está listo. Trato de respirar por la boca para no
estar demasiado abrumada por los olores. Normalmente, les haría un plato de comida y
tazas de café, pero esta mañana no creo que pudiera hacer frente a eso y no vomitar.
Afortunadamente, a ninguno parece importarle que no esté cuidando de sus
necesidades.

El reportero de la revista Rock América ya está haciéndoles preguntas. Flaco con


gafas gruesas y una voz nasal que ralla mi espina dorsal con cada palabra que sale de su
boca torcida, me pregunto cómo este hombre se convirtió en tal renombrado periodista
en la comunidad del rock. Probablemente, tenía un papá que era un gran problema. No
estaba segura y no podría importarme menos. El hombre quiere saber lo que todos los
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demás que son fanáticos de Demon’s Wings quieren saber. ¿Cómo se conocieron? ¿Cuál
Página

es el significado del nombre de la banda? ¿Cuáles son sus planes para el verano?
¿Cuándo va a haber un nuevo álbum?
Como siempre han hecho, no contestan las dos primeras preguntas del hombre…
nadie sabe de dónde vienen o cómo eran sus vidas antes de que llegaran a ser famosos;
mayormente es como una forma de protegerme debido a la desagradable forma de vida
de mi madre, incluso si su propia infancia no había sido tan feliz. Sin embargo, entran
en detalles sobre el verano y el nuevo material en el que Nik ha estado trabajando para
su próximo álbum. Una hora después, el hombre se levanta para irse. Después de
estrechar la mano de cada uno, se voltea hacia mí.

—Entonces, ¿qué te gusta de trabajar para Demon’s Wings?

—Emmie no es una persona contratada —le informa Jesse al chico, lo cual todos
sabemos que él ya sabía—. Tu entrevista ha terminado. —La advertencia es clara y
evidente en la voz del baterista y el periodista hace su escape. Jesse puede ser un cabeza
caliente, fácil de enojarse a veces y rápido para lanzar un puñetazo. He tenido que
rescatar su culo de la cárcel varias veces por pelear.

Espero unos minutos para asegurarme que el chico se ha ido antes de girarme para
enfrentarlos.

—Quiero decir que lamento ser una perra ayer y esta mañana —les digo con
remordimiento. No suelo actuar como una perra delante de mis chicos. Honestamente,
puedo ser la reina perra cuando tengo que serlo, pero no delante de ellos.

—Siéntate, Em —me ordena Jesse. Cuando solo permanezco de pie, agarra mi


mano y me jala hacia el sofá entre él y Nik—. Tenemos que hablar.

Me muerdo el labio, con miedo de que harán que vaya al médico. O de que me
griten. De las dos, creo que preferiría que griten, pero cualquiera de las dos me haría
llorar. Nik envuelve su brazo alrededor de mi hombro, sus dedos jugando con las puntas
de mi cabello aún húmedo. Es relajante y simplemente estar tan cerca de él me hace
sentir segura y querida.

—Emmie, podemos ver que te estás fatigando. Está bien. Todos lo estamos. Es por
eso que vamos a tomarnos el verano libre.

—Ya sabía que planeabas tomar el verano libre. —Pongo mis ojos en blanco hacia
24

él—. Rich me llamó anoche —le digo cuando parece confundido—. Vamos a estar de
Página

gira con Axton y OtherWorld a partir de septiembre.


—Maldito Rich —gruñe Jesse—. Queríamos sorprenderte.

—En fin… Estábamos pensando en alquilar una casa en algún lugar. Pero
pensamos que te gustaría escoger dónde. —Nik me sonrió, esa sonrisa que siempre hace
que me duela el corazón por las cosas que sé que nunca podré tener—. En cualquier
parte del mundo que tú quieras, Em. Escoge un lugar, encuentra una casa y ahí es donde
pasaremos nuestro verano.

Mi barbilla tembló. Me sentí aliviada de que no me estuvieran gritando, que Drake


no me hubiera delatado con los demás y que no estuvieran todos insistiendo en que vea
a un médico. Entonces, ¿por qué estaba llorando de repente?

25
Página
4

U
n concierto más y luego de vuelta a la carretera.

¿Sabes lo difícil que es ocultar vomitar cuando estás en un autobús


de gira? Es imposible. Pero de alguna manera lo hago. Por las
próximas tres semanas lo oculto de ellos. Con las llamadas para
despertar que recibo cada mañana donde tengo que correr al baño, nunca había sido tan
feliz de que los chicos pudieran dormir tan profundamente en mi vida.

Después de vomitar cada mañana, normalmente soy capaz de pasar el resto del día
sin una repetición. Aun así, mi estómago gira todo el día y estoy perdiendo peso porque
no me puedo obligar a comer. Eso es algo de lo que todos se percataron, incluso Drake
en su casi constante estado de ebriedad. Comienzan a observarme más de cerca y sé que
están a punto de conspirar contra mí.

Y realmente estoy más preocupada por averiguar que está mal conmigo que una
visita al médico en este momento. Pero estoy postergándolo el mayor tiempo posible.

Nos encuentro una casa en línea. Es perfecta. Playa privada, nadie por kilómetros
que pudiera molestarnos. Y si los chicos se ponen inquietos, solo tienen que conducir
cuarenta y cinco minutos para encontrar un club o un bar. El precio por la casa por el
verano entero forma un nudo en mi estómago. Incluso después de todos estos años y el
estilo de vida que llevamos me siento enferma de tener que gastar tanto dinero. Pero no
le haría daño a ninguna de nuestras billeteras ahora.

Incluso mi propia billetera. Rich me paga bien por hacerme cargo de mis chicos,
algo que habría hecho gratis. Pero Nik y Jesse lo hicieron ponerme en su nómina de
sueldos cuando tuve dieciocho. No he tenido ninguna necesidad de tocar el dinero que
gané. Si había algo que los chicos pensaban que quería, simplemente lo compraban por
mí. Si necesitaba algo, me metían sus tarjetas de crédito en mis manos y se aseguraban
26

de que las usara.


Página
Para cuando todos los detalles estuvieron arreglados, quedaban solo unos pocos
días para finalizar la gira. Una parada más, dos conciertos más y luego íbamos a estar en
un avión. Estaba emocionada. Nunca habíamos tenido un verano entero libre. ¡Podrçia
dormir por tres meses! Tan solo ese pensamiento me hizo suspirar.

—Creo que deberías ver un doctor.

Mi cabeza se levantó de golpe ante el sonido de la voz de Nik. Él y Jesse habían


estado sentados al fondo del autobús conmigo viendo televisión durante la última hora.
Estaba sintiéndome mejor después de mi mañana de vómito llena de diversión.

—No.

Estaba sentado justo a mi lado, por lo que no tuve tiempo de moverme cuando me
agarró y me arrastró a su regazo.

—Sí, Emmie. No eres nada más que huesos ahora. No estás comiendo. Y te escuché
está mañana en el baño. Duermes todo el tiempo y sigues teniendo esos cambios de
humor de perros. Algo va mal.

—No quiero ir al doctor. —Está bien, quizás lo quería. Tenía miedo de que
hubiera algo seriamente mal conmigo, como una úlcera o algo. Nunca había estado tan
enferma en mi vida. Toma todo lo que tengo retener el agua en el estómago en estos
días. Pero aun así seguía aterrada de los doctores.

—Iremos contigo, Em —prometió Jesse, haciendo girar una baqueta3 de batería en


sus dedos de forma experta—. No dejaremos que te lastimen.

Le eché un vistazo más duro a él. Estaba realmente preocupado por mí. Podía ver
en la forma en que me estaba mirando que también estaba un poco asustado. No podía
manejar eso. Así que me rendí.

—Está bien —susurré—. Encontraré un doctor cuando lleguemos a la casa de la


playa.

Ambos parecieron relajarse un poco.

—Sea lo que sea, saldremos adelante. —Fue entonces cuando me di cuenta que
27

Jesse pensaba que algo malo me pasaba. Me aparté de Nik y me subí al regazo del
Página

3 Baqueta: Son palitos de madera. Se utilizan en los instrumentos de percusión, como la batería.
baterista. Sus brazos se apretaron a mi alrededor y dejé que me abrazara. Nadie dijo una
palabra mientras conducíamos a través de la noche, mi cercanía pareciendo calmar algo
en el gran hombre.

Desperté con un cuerpo caliente envuelto a mi alrededor. No era inusual dormir


en la misma cama con uno de los chicos. Cuando vives en un autobús, duermes donde
puedas. Supe quién era por la respiración en la parte de atrás de mi cabeza. Jesse
respiraba por la boca. Bostezando me moví hasta que estuve sentada. Él ni siquiera se
movió. Sus brazos cayeron en el sofá a su lado y me puse de pie, intentando estirar
algunos calambres de mis cansados músculos.

Cuando miré a mi amigo mi corazón se derritió un poco. Él, como el resto de mis
chicos, me amaba más que a nada en el mundo. Y yo lo amaba de igual manera.
Sonriendo recogí una manta de la silla en la pared opuesta y la coloqué sobre él antes de
inclinarme para rozar un beso sobre su frente.

El autobús todavía se estaba moviendo y sabía que debería dormir un poco más.
No habría tiempo para una siesta una vez que llegáramos a Galveston. No habrá nada
más que prisa desde el momento en que nos detuviéramos. Mi estómago,
afortunadamente, estaba cooperando conmigo y no tuve que luchar contra las ganas de
vomitar. Así que caminé a través de los dormitorios, donde los dos juegos de literas
estaban presionados contra paredes opuestas.

Shane estaba murmurando en sueños, su Gibson favorito en sus brazos como un


niño con un animal de peluche. En la cama de abajo, se encontraba su ebrio hermano.
Revisé para asegurarme de que no tuviera una botella de licor abierta y luego subí las
cubiertas sobre la espalda desnuda de Drake. Me preocupaba más por Drake. Nadie
hablaba nunca sobre sus razones de necesitar beber para borrar el pasado. Todos
sabíamos cuáles eran sus demonios. Y todos sabíamos que hasta que estuviera listo, no
había nada que pudiéramos hacer más que velar por él. Las dos veces que lo habíamos
convencido de entrar en rehabilitación, no habían terminado bien.
28

Encontré a Nik dormido en mi lugar usual al frente del autobús. Estaba acostado
Página

sobre su estómago, abrazando mi almohada con fuerza y con mi manta favorita sobre su
cintura. ¿Por qué estaba durmiendo aquí? Él odiaba la parte delantera del autobús
porque las ventanas no eran tan polarizadas y dejaban entrar demasiada luz durante el
día. Pero aquí estaba, babeando sobre toda mi almohada y acaparando mi sofá.

Con un suspiro empujé sus hombros, haciéndolo dar la vuelta para que así pudiera
subir a su lado. Ni siquiera protesto cuando me acurruqué contra su pecho desnudo y
apoyé la cabeza en su pecho. Inhalé la limpia y completamente única esencia de Nik y
cerré los ojos. Esto era lo más cercano al paraíso que alguna vez llegaría.

Cálidos y suaves labios rozaron mi frente y sus fuertes manos envueltas a mi


alrededor me acercaron más a su pecho.

—No sabes lo feliz que acabas de hacerme —murmuró.

Pero ya estaba medio dormida, a salvo en los brazos del hombre que poseía mi
cuerpo y mi alma.

29
Página
5

E
sta noche es el último concierto. Estoy ansiosa de terminar de una
vez. Me siento muy enferma y hoy he sido una gran perra con
cambios de humor que rozaban el bipolarismo. Luego de buscar mis
síntomas en internet, estaba segura de que tenía un tumor cerebral.
Eso solo se ha añadido a mi ya furiosa ansiedad.

Mis chicos están todos en el escenario con luces rebotando y parpadeando al ritmo
de la música. La multitud todavía se está volviendo loca. En la apertura del concierto,
Nik les había prometido una de las nuevas canciones en las que estaba trabajando. Una
que juró que iba a estar en su próximo álbum. Me había sorprendido mucho a mí y
seguramente al resto de los chicos. Estaba segura de que si Rich estuviera aquí, hubiera
tenido un infarto… Pero yo estaba bien con que eso sucediera.

Me quedé fuera de vista del escenario, torturándome al mirar a las chicas lanzando
sus bragas y corpiños a Nik. Él estaba manejando todo de la manera que lo hace
generalmente, con una sonrisa y miradas seductoras a la audiencia. ¡Solo quería que esta
noche terminara!

Alguien golpeó su hombro contra el mío y me volví para mirar a la persona,


preparada para cortarle la cabeza y bajársela por la garganta. Luego vi quién era y puse
los ojos en blanco.

—Oye. ¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Axton Cage encogió sus hombros delgados. Me di cuenta que tenía un nuevo
tatuaje en la parte interior de su muñeca izquierda. Casi me atraganté cuando vi lo que
decía. Brie.

—Entonces, ¿ustedes dos son oficiales? —Asentí con mi cabeza hacia su muñeca y
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se encogió de hombros.
Página

—Aún estamos trabajando en ello —me informó. Él sabía que yo no era la mayor
fanática de Gabriella Moreitti. Realmente odiaba a la perra. La pequeña señorita
santurrona. Ella me detestaba en la misma medida. Shane decía que era porque éramos
demasiado parecidas. Yo pensaba que era porque la puta había dormido con Nik cuando
estábamos de gira en Australia y luego se deleitaba contándome al respecto. Por
supuesto que eso había sido más de un año atrás y ahora estaba con Axton. Al menos
ocasionalmente.

»Estaba en la zona. —Axton finalmente contestó mi pregunta original—. En


realidad, estaba muy aburrido en California y pensé ver en qué tipo de problemas podría
meterme con los idiotas de tus amigos.

—Por supuesto, métete en todos los problemas que tu pequeño corazón desee.
Pero tenemos un vuelo que tomar a primera hora de la mañana. Retrasa mis vacaciones
y estarán raspando tus entrañas de la acera.

Su brazo se envolvió alrededor de mi cintura y me incliné contra él.

—Ah, vamos, hermosa. Sabes que quieres causar problemas conmigo. —Frotó su
nariz contra la mía, haciéndome reír—. Me amas. Admítelo.

Resoplé.

—Te odio. —Pero tenía que admitir que, incluso con mis sentimientos hacia Nik,
Axton Cage podía quitarme el aliento. Así que dejé que me besara. Sabía a menta y un
toque de café. Mis labios hormiguearon y abrí mi boca solo para dejar que me saboreara.
Honestamente, no podía decir que no estuviera afectada, pero no tenía apuro en
desnudarlo. Cuando dio un paso hacia atrás, suspiré—. Está bien, así que no soy inmune.
—Pero entonces dudé que cualquier mujer con una libido en funcionamiento lo fuera.

Se rio y me liberó.

—Ir de gira contigo va a ser tan divertido.

Hice una mueca.

—¿La perra troll va a ir?

—Es una gran posibilidad. Depende de cómo vayan las cosas con su familia. Alexis
está pasando por un momento duro ahora.
31
Página
Mi corazón se encogió un poco ante el pensamiento de la prima de Gabriella,
Alexis. La mujer había pasado por un montón de cosas el último año más o menos.
Había estado en un accidente de auto que casi la había destruido. Pero era fuerte. Había
luchado para caminar de nuevo. Luego había pasado un enorme calvario con su novio,
que hizo que la prensa rosa se hubiera vuelto loca por Jared Giordano y su relación
pasada con la esposa de su hermano.

—¿Cómo está? —pregunté, porque aunque odiaba a Gabriella, había conectado


con Alexis en las pocas veces que la había visto.

—Está embarazada.

Decir que estaba sorprendida hubiera sido un eufemismo. Luego del accidente, los
doctores le habían dicho a Alexis que nunca tendría un bebé.

—¿Cómo es eso posible?

Axton se encogió de hombros.

—No estoy muy seguro. Pero Brie dijo que le hicieron un ultrasonido y parece que
solo le sacaron parte de su útero. Puedes imaginar lo feliz y estresada que está la chica.
Sus doctores la han puesto en reposo de cama porque comenzó a sangrar un poco la
semana pasada. Brie no quiere dejarla.

—Bueno, transmítele mis buenos deseos. Estoy realmente feliz por ella. —En el
escenario, la multitud se estaba calmando y me giré para encontrar a Nik sentado en un
taburete. Drake también acercó uno y sacó su guitarra acústica.

—Muy bien. Como prometí, esta es una canción en la que he estado trabajando las
últimas semanas. Espero que les guste. —¿Era yo o parecía un poco nervioso? Eso era
loco. Nik había estado cantando sus propias canciones desde el segundo álbum de
Demon’s Wings, cuando había escrito cada canción y fue disco de platino en menos de
una semana. La compañía discográfica le había dado carta blanca desde entonces. No
había razón de que estuviera nervioso sobre sus canciones.

Demon’s Wings no era conocido por canciones de amor. Eso por no decir que
algunos de sus éxitos no eran sobre amor; sino que, normalmente, esas canciones eran
32

más sobre sexo que amor real. Así que puedes entender lo sorprendida que estuve
Página

cuando Nik comenzó a cantar.


Pensé que mi corazón se iba a romper. Nik escribía de la experiencia. Había
mucho de su niñez en sus canciones. De él, de los chicos, de la mía. Su música siempre
había sido cercana a todos nosotros. La oscuridad, el dolor, las drogas, e incluso las
palizas. Pero cuando Nik cantó sobre cuán frío había estado su corazón por tanto
tiempo, pero ahora había una brasa ardiente allí prendiéndose fuego, trayéndolo de
nuevo a la vida, pensé que me iba a morir.

¿Nik estaba enamorado? No creo que pudiera manejar eso. No. No, sé que no
puedo manejar eso. Puede joder todo lo que quiera. Puede tener todas las aventuras de
una noche, las mujeres calientes y extrañas al azar sin sentido. Era capaz de lidiar con
eso… Está bien, estaba manteniéndome a flote tratando de lidiar con esto.

Pero si Nik estaba enamorado, me destruiría. No podría soportarlo con una puta
todo el tiempo. ¿Y saber que su corazón le pertenecía a una puta?

Me tambaleé. Los brazos de Axton me rodearon, estabilizándome.

—Tranquila, nena.

La bilis se estaba elevando por la parte posterior de mi garganta. Girándome, corrí.


Sabía que no iba a llegar al baño, así que busqué un bote de basura desesperadamente.
Afortunadamente, había uno cerca o habría tenido que limpiar yo misma. Vacié mi
estómago, no que hubiera mucho allí, de todas maneras. Afortunadamente, mi cabello
estaba recogido en una cola de caballo.

Una cálida mano frotó mi espalda con dulzura. Las lágrimas corrían por mis
mejillas. Hasta ahora, había pensado que me estaba muriendo. Ahora… ¡Ahora deseaba
que fuera así!

—¡Jesucristo! —murmuró Axton—. ¿Estás bien, nena?

—Solo quiero recostarme —susurró—. No me he estado sintiendo bien


últimamente.

—Vamos —instó—. Te llevaré de vuelta al hotel.


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Página
El mundo estaba dando vueltas. Tan pronto como el auto se detuvo frente al hotel
donde nos estábamos quedando, supe que estaba en problemas. Grandes problemas. Abrí
la puerta y vomité hasta que pensé que mi estómago iba a salir por mi boca. Mi cuerpo
estaba empapado en sudor y no sé si podía caminar sin caerme de cara al suelo.

Axton murmuró una sarta de maldiciones y le ladró algo al portero que estaba
sosteniendo la puerta para mí. Me tomó un segundo registrar que el pobre chico me
estaba empujando de nuevo al auto alquilado de Axton y cerrando la puerta. Apenas
tenía energía para abrir mis ojos mientras observaba al rockero golpeando algo en el
GPS y luego se estaba moviendo rápidamente.

Los neumáticos chirriaban mientras se desplazaba entre el tráfico. Las bocinas


sonaban furiosamente detrás de nosotros, pero no miré hacia atrás. A la velocidad que
estábamos yendo, estaba segura de que iba a ser detenido, pero golpeó las luces de
emergencia y apretó la bocina mientras se abría paso entre el tráfico.

—Aguanta, Em —murmuró.

No pude responder. El mundo era borroso ahora. Para el momento en que se


detuvo en seco frente a la emergencia, apenas podía funcionar. Sentí que me levantaba
del auto, supe que estaba prácticamente corriendo conmigo en sus brazos. Sentí su
pecho retumbar cuando gritó, pero no podía concentrarme lo suficiente como para
descifrar lo que estaba diciendo.

La frescura de una cama contra mi espalda me despertó lo suficiente para abrir mis
ojos por un momento. Vi luces brillantes, el olor a antiséptico.

—Deshidratación severa —dijo una voz masculina—. ¿Cuánto tiempo ha estado


vomitando?

—Ni idea. —Axton sonaba estresado.

—Espere aquí —ordenó la voz. Me sentí flotando, supuse que era el equipo
médico alejando la cama. Una aguja fue pinchada en mi brazo, pero no tenía la energía
ni siquiera para un quejido—. ¿Emmie? —La voz dijo mi nombre en un tono de
mando—. Te estamos dando líquidos.
34

Otra aguja en mi brazo.


Página
—Solo tomando un poco de sangre, querida. —Una voz femenina esta vez. Era
suave y amable. Ninguna otra mujer me había hablado tan amablemente. Estaba segura
de que si tuviera agua, habría llorado.

El hombre con la voz mandona tenía su brazo en mi muñeca. La mantuvo allí


durante varios y largos minutos. Para ese momento, los líquidos que me estaban
bombeando me estaban reviviendo. Lentamente, abrí mis ojos.

—Odio a los doctores —susurré.

El doctor, un hombre de aspecto inquietantemente bueno, con cabello oscuro y


corto y grandes ojos chocolate, me sonrió.

—Eso es muy malo. En realidad, soy un tipo decente.

A pesar de lo increíblemente horrible que me sentía, una sonrisa apareció en mis


labios.

—Te tomaré la palabra.

El doctor liberó mi brazo.

—Eres una joven mujer muy enferma. ¿Cuánto tiempo has estado vomitando?

Mi mente aún estaba en la niebla, pero traté de determinar cuánto tiempo había
sido.

—Un mes, creo.

Los ojos del doctor se agrandaron.

—¿Has visto a un doctor antes? —Sacudí mi cabeza y lo observé sacudir su cabeza


excepcionalmente linda en exasperación—. No es de extrañar que estuvieras
deshidratada. ¿Has sido capaz de comer algo?

—La verdad que no.

—¿Qué hay de los líquidos? ¿Agua, Gatorade? —De nuevo el movimiento de


cabeza. Suspiró—. Realmente odias a los doctores, ¿eh? Si has estado así de enferma y te
35

negaste a buscar ayuda. Es algo bueno que tu novio te trajera cuando lo hizo. Un poco
Página

más y podrías haber muerto de la deshidratación.


—¿Novio? —¿Quién demonios era mi novio? ¿Este doctor estaba loco? Si mis
chicos incluso pensaran que tenía un novio, enfurecerían. Un hombre tenía que tener
más bolas que cerebro si creía que alguno de los miembros de Demon’s Wings dejaría
que se me acercara. A veces pensarías que tenía dieciséis y no veintiuno cuando se
trataba de la forma en que actuaban cuando un chico me miraba dos veces.

—El tipo intimidante con los tatuajes. —Asintió con la cabeza y vi a Axton de pie
junto a la puerta, tratando de echar un vistazo. Tenía su teléfono en su oreja y estaba
frunciendo el ceño.

Otra sonrisa apareció en mi boca.

—Ax no es mi novio. Mis chicos le romperían las piernas incluso si pensaran que
lo es.

—¿Tus chicos? —El doctor levantó una ceja ante eso.

—No importa —murmuré. Era difícil explicar “mis chicos” y no tenía la energía
para siquiera intentarlo. Mis ojos se sentían pesados—. Date prisa y haz que me sienta
mejor así puedo volver a mi hotel. Quiero ir a dormir.

—No te vas a ir a ningún lugar hasta al menos mañana, Em. Tenemos que hacer
algunos análisis, poner más líquidos en ti y quizás; eso es un gran quizás; irás a casa por
la mañana. Hasta entonces, permíteme continuar realizando los análisis de sangre y
encontrarte una habitación.

Mi cabeza se levantó.

—Pero tengo que tomar un avión a Florida en la mañana. Me voy de vacaciones.

Otra vez la maldita ceja levantada.

—Al parecer, tendrás que esperar para tus vacaciones, cariño. Ahora relájate. El
monitor de tu corazón se está volviendo loco. —Fue entonces cuando sentí las
almohadillas adhesivas pegadas en mi pecho y noté el constante beep beep pitando en el
fondo.

Axton entró a la habitación.


36
Página
—No puedo conseguir que alguien atienda su maldito teléfono —gruñó—. El
maldito concierto ya debería haber terminado.

Dejé escapar una risa sin humor.

—Eres una estrella de rock, Axton. ¿Qué es lo primero que haces cuando bajas del
escenario, elevado en tu propio ego? —La expresión en su rostro me dijo cuál era su
respuesta—. No te preocupes. Volverán al hotel y tendrán una increíble noche. Cuando
se levanten por la tarde y se pregunten por qué no he llegado para arrastrar sus culos
fuera de la cama, vendrán a buscarme.

Sus ojos se oscurecieron con enojo.

—¿Así que solo eres una idea de último momento?

Me encogí de hombros.

—Luego de un concierto, normalmente. —No me molestaba… mucho. Pero no


iba a quejarme. Sabía que me querían. Miré al doctor—. ¿Qué tal si revisas esos análisis?

El doctor le echó una mirada a Axton.

—¿Es siempre tan mandona?

Él resopló.

—Si conocieras a los chicos que tiene que cuidar todos los días, entenderías que
estás recibiendo la versión agradable de mandona.

37
Página
6

¡E
l doctor se estaba tomando su tiempo!

Con los continuos fluidos que introducían a mi organismo,


estaba empezando a sentirme mejor de lo me había sentido en
mucho tiempo. Pero mi estómago todavía daba vueltas. Quería
saber qué le estaba tomando tanto tiempo al doctor y me preocupaba que lo que
estuviera mal conmigo fuera algo más allá de mi salvaje imaginación.

Axton todavía estaba intentando llamar a los chicos. Pero no había podido
contactar a ninguno hasta ahora. Una enfermera le dijo que tenía que salir para usar su
celular y no lo he visto en más de diez minutos. Mi trasero se estaba quedando dormido
de estar sentada por una hora sin moverme e, incluso aunque quería tomar una siesta
desesperadamente, no podía relajarme lo suficiente para hacerlo.

La puerta hacia mi sala de exámenes se abrió y entró el doctor. Había una técnica
detrás de él empujando una enorme máquina y me pregunté qué demonios me iban a
hacer. Al ver el miedo en mis ojos, el doctor fue rápido en explicar:

—Está todo bien. Esto solo es algo para hacer un ultrasonido.

—¿Por qué necesito un ultrasonido? ¿No es eso para una mujer embarazada?

El doctor asintió.

—Mayormente, sí. Pero se usa para otras cosas. Sin embargo, después de recibir
tus pruebas de sangre hemos encontrado la razón de tu enfermedad y necesitamos
explorar un poco.

Mi sangre pareció congelarse en mis venas. Él sabía lo que sucedía conmigo.


Estaba aterrada por la respuesta, pero necesitaba saberlo.
38

—Entonces, ¿qué pasa? ¿Qué hay mal conmigo?


Página

Él se encogió de hombros.
—Nada que no se vaya a aclarar por sí mismo a su debido tiempo. —Sonrió—.
Parece que estás embarazada.

Estaba segura de que estaba alucinando. No podía haber dicho que estaba
embarazada. No. No. ¡NO! Sacudí la cabeza frenéticamente.

—Eso no puede ser. Revisa de nuevo. Los exámenes están mal.

El doctor frunció el ceño ante mi reacción, pero habló con voz tranquilizadora.

—Hagamos un ultrasonido. De esa manera, podemos determinar si el examen de


sangre fue erróneo. Y si no lo fue, te podemos dar una fecha de parto.

El monitor del corazón pegado a mi pecho se estaba enloqueciendo. Mi corazón


estaba apresurado por mi miedo, temor y ansiedad. Tenía que estar equivocado.
Simplemente tenía que estarlo. Por favor, que esté equivocado. Porque si no era un
error, mi vida con los chicos será destruida. Nunca volverán a confiar en mí de nuevo.

—De acuerdo —dije insegura y no pude hacer nada al respecto.

La técnica vino al lado derecho de la cama y me sonrió mientras el doctor


atenuaba las luces.

—¿Cuándo fue tu último período, cariño? —preguntó ella suavemente. Era bonita,
probablemente en los últimos años de sus treinta. Había una enorme roca en su dedo
anular y una ligera barriga bajo su bata que me decía que ella misma estaba embarazada.

Intenté recordar cuándo fue mi último período. No era la mujer más regular. Y no
me había preocupado realmente por llevar la cuenta. Mi vida era tan atareada que
cuando llegaba solo me encogía de hombros y seguía con mi vida. Si no llegaba, no era la
gran cosa. Finalmente, me rendí.

—Nunca he sido regular —le dije con honestidad—. No puedo recordar cuándo
tuve el último.

Asintió.

—Está bien. —Estaba tecleando algo en la gran máquina y luego levantó mi


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camiseta y bajó mis pantalones y bragas ligeramente. El gel que puso en mi barriga era
Página
sorprendente cálido. Luego presionó una vara en mi abdomen bajo e hice muecas de
dolor. Me sentía hinchada e incómoda mientras ella movía la vara.

La observé de cerca, moviendo mi mirada de lo que ella estaba haciendo a mi


cuerpo hacia lo que hacía en la pantalla. El doctor estaba observando sobre el hombro de
ella, asintiendo.

—De acuerdo —dijo la técnica con una pequeña sonrisa—. Podemos ver un latido
de corazón. Brazos, piernas. La columna luce bien. —Giró un botón y un sonido
galopante llenó la habitación—. Fuerte latido de corazón… ¿Qué cree, doctor?

—Parece que está de unas dieciocho semanas… ¿Puede saber el sexo?

Los aislé por un momento. Mi mirada atrapada en la pantalla. El contorno de una


pequeña cosita me devolvía la mirada. Una mano ondeante, un pie pateador. Contuve el
aliento en mi pecho y no podía respirar. En alguna parte dentro de mi pecho, mi
corazón se derritió y quedé enamorada de la criatura en la pantalla.

—Bueno… —El doctor y la técnica sonrieron.

Mi cabeza giró bruscamente en su dirección.

—¿Qué? —susurré.

—Tu bebé quiere asegurarse de que sepas qué es. —El doctor tocó la pantalla y vi
que las dos piernas estaban abiertas—. Felicitaciones. Vas a tener una niña.

Las lágrimas quemaron ms ojos y parpadeé rápidamente para mantenerlas dentro.

—Una niña. —Suspiré.

La técnica tomó unas cuentas fotos más, luego imprimió una y me la pasó.

—Para el libro de tu bebé. La primera foto del bebé. —Sonrió y dejó la habitación
sin llevarse la máquina.

—Bueno, estás bastante embarazada, Em. —El doctor, quien estaba segura me
había dicho su nombre pero había estado bastante inconsciente como para recordarlo,
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me dio una mirada inquisitiva—. Dieciocho semanas y tres días de acuerdo con los
Página

cálculos. Eso pone la fecha de parto el seis de noviembre. —Garabateó algo en el iPad
que tenía en sus manos.
—¿Está ella bien? —No pude evitar pensar en lo enferma que había estado el
último mes—. ¿La lastimé?

Fue rápido en tranquilizarme.

—No. El líquido amniótico está perfecto, así que tu deshidratación no afectó al


bebé. Probablemente es por eso que has estado tan enferma. Todo lo que podías retener
iba directo a ella. El ritmo de su corazón es bueno; se está moviendo… ¿no la sientes?

Mi mano tocó mi abdomen bajo. Realmente había un pequeño ser dentro de mí.
Una lágrima escapó y se deslizó por mi mejilla.

—No. —Suspiré—. ¿Es eso normal?

El doctor se encogió de hombros.

—Cada mujer es diferente. Algunas no sienten al bebé hasta bien entrado el


quinto mes. Las madres por segunda vez lo sienten más pronto. Tu pareces estar en el
ciclo… así por cómo te estás sintiendo emocionalmente por la bebé. Tu reacción cuando
te dije sobre el examen de sangre no fue exactamente…

Sacudí la cabeza.

—Tenía miedo. Todavía estoy tan aterrada que no sé si esto es una pesadilla o no.
Pero verla… —Apreté la foto del ultrasonido contra mi pecho—. Eso cambió todo.

—Normalmente es así. —Movió una silla y se sentó a mi lado—. De acuerdo.


Entonces, hemos establecido que esto es una sorpresa, pero ahora que la has visto
estás… ¿feliz?

Resoplé.

—No estoy emocionadísima por esto, doctor. Pero… —Tomé un profundo


aliento—. Tampoco estoy triste por ello. Si eso tiene sentido.

—Completamente. —Estaba haciendo algo en el iPad—. ¿Por qué fue una


sorpresa, Em? ¿No tienes novio?

—Fue una sorpresa porque, en total, tuve sexo una vez en mi vida —le dije
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Página

honestamente—. Y el chico… él no recuerda que sucedió. Cuando le diga que estoy


embarazada. —Cerré los ojos—. Va a enloquecer.
—¿Todavía es parte de tu vida?

—Es parte de mi todo. —Miré la pared opuesta—. No sé qué voy a hacer.

El doctor abrió su boca para decir algo, no tengo idea de qué porque de repente la
puerta de la sala de exámenes se abrió y mis cuatro chicos entraron de golpe. Antes de
que pudiera registrar eso, Jesse estaba a mi lado y Drake estaba apartando al doctor fuera
de su camino para llegar a mí.

—Emmie. —Jesse estaba deslizando sus manos por mi cabello, notando mi


intravenosa y el monitor del corazón. Estaba pálido, tembloroso y había lágrimas en sus
grandes ojos marrones—. ¿Estás bien? Dime que estás bien, Em.

—Vinimos tan pronto como lo supimos. —Drake estaba apretando mi mano—.


Lamento que no llegáramos antes.

—¿Qué tiene? —Nik estaba a los pies de la cama, su atención puesta en el doctor,
quien estaba mirando a los cuatro con su boca abierta—. ¿Va a estar bien?

El doctor finalmente bajó su mirada y levantó una ceja inquisitiva. Sacudí la


cabeza, sin estar lista para decirles lo que pasaba conmigo, sin mencionar que uno de
ellos estaba a punto de ser llamado “papi”. El hombre se aclaró la garganta.

—Llegó severamente deshidratada. No estamos seguros exactamente de lo que


pasa, pero la dejaremos esta noche en observación.

Jesse volvió su mirada al doctor y me sentí mal por él. Jesse, con su cabeza calva,
tatuajes y estructura gigantesca era intimidante.

—¿No saben qué está mal con ella? —El doctor sacudió la cabeza—. Entonces
levántese y haga algunos malditos exámenes.

—Jesse. —Capturé su mano y entrelacé nuestros dedos—. Cálmate. El doctor está


haciendo todo lo que puede. Ya me estoy sintiendo mucho mejor.

El fuego en sus ojos se atenuó cuando volvió su mirada hacia mí.

—Solo quiero saber qué sucede —me dijo con un tono más suave del que había
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usado con el doctor.


Página
—Vamos a conseguirle una cama ahora y será trasladada pronto. Sugiero que
ustedes, caballeros, descansen un poco y podrán ver a esta jovencita a primera hora de la
mañana. Ahora mismo, necesita descansar.

Cuatro pares de ojos se giraron para mirar al doctor.

—No nos vamos —dijeron al unísono—. Emmie es nuestra. Nos quedamos con
ella —le informó Shane.

El doctor se fue, molesto y murmurando bajo su aliento. Pero me sentí mimada.


Especialmente cuando Drake y Jesse me apretujaron suavemente en un abrazo entre los
dos.

—Estaba tan asustado —susurró Jess contra mi cabello—. ¡Jesús, Em! Deberías
haber visto a un doctor antes.

Lo apreté más fuete.

—No es nada. Estoy bien ahora.

—¡No es nada!

Mi cabeza se levantó bruscamente con la vehemencia en el tono de Nick.


Normalmente, él era el calmado. El que mantenía su compostura cuando los otros tres
estaban listos para destrozar cosas. Pero mientras observaba, empujó la silla del doctor
tan fuerte que se deslizó hacia el otro lado de la habitación y se estrelló cuando golpeó la
pared. Sus dedeos se deslizaron por su grueso cabello castaño y tiró de las puntas como
una persona demente.

—¡Axton dijo que estabas inconsciente cuando te trajo aquí! ¡Inconsciente,


Emmie! ¿No entiendes lo jodidamente serio que es esto? ¿Se te ha escapado pensar que
hay gente que muere por deshidratación? —Se apartó de nosotros y golpeó la pared.

Mi corazón se rompió un poco por lo molesto que estaba. Durante varios minutos,
todos quedamos en silencio mientras Nik estaba recostado contra la pared que acababa
de golpear, respirando con fuerza. Drake intentó mantenerme en calma, deslizando sus
dedos por las puntas de mi cabello, acariciando mi espalda. Jesse solo se quedó allí,
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sosteniendo mi mano. Shane caminaba de un lado a otro, su paso usual cuando estaba
Página

estresado.
—Nik… —susurré su nombre, incapaz de lidiar con la distancia entre nosotros
ahora. No podía ir hacia él, ya que la intravenosa y el monitor del corazón me tenían
atrapada en la cama. Pero necesitaba que él me abrazara más que nadie más.

Dejó escapar un largo suspiro y giró su rostro hacia mí. Sus manos se restregaron
por sus mejillas, diciéndome que había estado llorando. Fue ahí cuando vi la sangre en
sus nudillos. Estaban destrozados.

—Nik. —Me aparté de Jesse y Drake y estiré los brazos hacia él, rogándole en
silencio que viniera a mí.

Drake se apartó del camino mientras Nik venía hacia mí. Se sentó en el borde de la
cama y me envolví alrededor de él. Mis brazos envolvieron su cuello y tiraron de su
cabeza hacia mi pecho.

—Estoy bien —susurré contra su oreja y él tembló—. Aquí estoy.

Fuertes brazos se apretaron alrededor de mí, casi dolorosamente.

—Los siento, Emmie. Lo siento mucho. —No dije nada, solo lo acuné mientras él
lloraba.

44
Página
7

L
a opaca luz se filtró a través de las persianas de plástico de la
ventana. Me quejé por la perturbación a mi sueño y me giré hacia
el lado lejos de la ventana, con ganas de nada, solo de volver a
dormir.

El dolor en mi brazo mientras me movía me hizo abrir los


ojos de nuevo. No podía girarme hacia mi brazo porque mi intravenosa no lo permitía.
Los eventos de la noche anterior llegaron inundando de nuevo mente borrosa por el
sueño y, sin pensar, mi mano cubrió la parte baja de mi estómago. Mi niña estaba allí.

Los profundos ronquidos de la habitación me hicieron levantar la cabeza. El


personal de enfermería había estado agravado así como emocionado con mi banda
cuando me pusieron en mi habitación privada la noche anterior. Algunos de ellos eran
aficionados de Demon’s Wings; otros tenían miedo de tener rockeros en el mismo
edificio que ellos.

Sillas fueron llevadas sin tener que ser pedidas, junto con almohadas y mantas.
Ahora mis chicos estaban extendidos alrededor de la habitación durmiendo como
muertos. Con una sonrisa de felicidad en mis labios, agarré la mano que estaba apoyada
en la cama tan cerca de la mía. Jesse se despertó sobresaltado cuando lo toqué.

—¿Emmie?

—Todavía estoy aquí —le aseguré.

Se pasó las manos por la cara.

—Necesito un café.

—Tú y yo, ambos —murmuró Nik desde su silla a mi derecha. Torció su cuello de
derecha a izquierda, tratando de aflojar la tensión—. Voy a buscarnos un poco. —Se
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puso de pie y me dio un beso en la frente—. ¿Necesitas algo, pequeña?


Página
—¿Algo frío y con limón? —Mi boca se sentía pegajosa.

—Lo tendrás —prometió y me besó de nuevo.

Era incapaz de apartar mis ojos de él hasta que se perdió de vista.Jesse negó con la
cabeza.

—Idiotas —murmuró en voz baja.

—Cállate, Jess. —¡Maldito por ver todo!

—Solo digo lo obvio, Em. —Se puso de pie, haciendo sonar su cuello y espalda
hasta que fue capaz de moverse con facilidad—. Guau, te ves mejor. No he visto color en
tus mejillas en semanas.

Drake y Shane estaban despiertos para cuando Nik regresó con café y un refresco
para mí. El sabor a limón de la soda era como el cielo para mis papilas gustativas y me
tragué la mitad antes de parar y eructar. Mis chicos se reían de mí porque podía eructar
como la mejor de ellos.

Una enfermera con el cabello corto y gris entró sin llamar. Con una tabla sujeta
papeles en una mano y arrastrado una pequeña máquina detrás de ella con la otra.
Sacudió la cabeza ante mis chicos e se abrió camino a través de ellos para llegar a mí.

—Parece que puedes ir a casa, señorita Jameson.

Dejé escapar un suspiro de alivio.

—Gracias a los dioses.

—Déjame ver tu presión arterial y temperatura, querida. —Puso un brazalete en el


brazo sin la intravenosa y el termómetro debajo de la lengua. Mientras esperaba a que
los signos vitales se registraran, miró a su alrededor.

—¿Ustedes, muchachos, están bien con la vista de sangre?

—Sí, señora —le aseguró Jesse a la mujer—. Pero, ¿qué tiene que ver eso?

—Tengo que sacar la intravenosa del brazo de la señorita Jameson. Si no puede n


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manejar ver sangre, entonces les sugiero que salgan hasta que esté vendada.
Página

Disparé un vistazo rápido a Shane.


—Tal vez deberías ir a buscar más café —sugerí. No tuve que decírselo dos veces.
El hombre puede mirar su propia sangre durante todo el día, pero con la de alguien más
tenía tendencia a desmayarse.

La enfermera se rio mientras sacaba el brazalete de mi brazo, escribía un par de


cosas en su tabla y luego agarraba mi brazo con la intravenosa. La cosa estaba bien
pegada y agarrada y no pude evitar gemir mientras la enfermera sacaba la cinta. Luego
sacó la aguja de mi brazo y me hizo un pequeño vendaje.

—Está bien, querida, estas son las instrucciones del médico. Tienes que hacer un
seguimiento con tu médico personal la semana próxima. Vuelve si comienzas a sentirte
débil, incapaz de retener líquidos o tienes una fiebre muy alta. —Arrancó la hoja y me
la entregó junto con un pequeño trozo de papel—. Y una receta para las vitaminas. Mi
sugerencia es tomarlas a la hora de dormir, ya que tienden a perturbar el estómago.

—¿Vitaminas? —Jesse frunció el ceño—. ¿Eso es todo? ¿Solo vitaminas?

—No hay mucho más que podamos darle —le dijo la enfermera mientras se volvía
hacia él.

—¿Por qué diablos no? —exigió Drake, de pie al lado del baterista—. ¡Está muy
enferma!

—Chicos...

La enfermera se rio y gruñí, sabiendo que se iba a desatar el problema.

—Un bebé no califica exactamente como una enfermedad grave, cariño.

—¡Qué… —Jesse.

—…mier… —Drake.

—…da! —Nik.

—¿Emmie? —Jesse de nuevo. Estuvo a mi lado en un instante—. ¿De qué


demonios está hablando, un bebé? —Sus ojos estaban ardiendo de confusa rabia.
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Suspiré y me aparté el cabello del rostro, sabiendo que tenía que hacer frente a
Página

esto. Había querido facilitar el terreno antes de decírselos. Pero ahora, gracias a la
enfermera, tenía que hacerlo en ese momento. ¡No estaba preparada para esto! No estaba
dispuesta a contarles todo.

Por supuesto que querrían saberlo todo.

—Estoy embarazada —les dije finalmente y observé cómo sus ojos oscuros se
abrieron. Su nariz se dilató y me recordó a un toro furioso. ¡Genial! Miré a la enfermera.
La mujer murmuró una excusa rápida y salió rápidamente. Sí, era fácil determinar quién
era mi persona menos favorita en el mundo en ese momento.

—¿Cómo es eso posible? —exigió Drake.

A pesar de la gravedad de la situación, me reí de él.

—¿Quieres decir que no sabes cómo, Drake?

Me dio una mirada fulminante y perdí mi sonrisa.

—No trates de ser graciosa, Em. Sabes exactamente a qué mierda me refiero.

—¿Qué son todos estos gritos? —preguntó Shane, entrando de nuevo a la


habitación.

—Emmie está embarazada —gruñó Jesse.

—¿Cómo diablos es eso posible? —exigió, dirigiéndose a mí, conmocionado. Sí,


podías decir quiénes eran los hermanos biológicos en la banda.

—¿Quién?

Mis ojos se centraron en Nik y su pregunta pronunciada suavemente.

—¿Qué?

Esos ojos azul hielo que siempre han sido capaces de ver mi alma estaban en llamas
ahora.

—¿Quién, Emmie? ¿Quién es el padre? —Y su mirada se dirigió directamente a


Jesse—. ¿O ya lo sé?
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—¿Qué? —No podía creer que pensara que Jesse…


Página
—¡Qué carajo, Nik! —le rugió Jesse a su amigo—. ¿Crees que haría…? ¿Te has
vuelto jodidamente loco? ¡Puede ser caliente, pero nunca la tocaría! Es como mi
hermana.

—No te creo. —La voz de Nik era helada y supe entonces que estaba más que
enojado. Nik solo se ponía bajo cero cuando estaba realmente molesto. No estaba segura
cómo o por qué estaba tan enojado. El resto de los chicos estaban fastidiados, claro. Pero
no como Nik—. Veo la forma en que la miras. Veo cómo ella siempre se aferra a ti.

—Nik… —Me quebré cuando su mirada se volvió hacia mí. Por un momento, no
pude respirar mientras tomaba la furia ardiendo en sus hermosos ojos. Nunca me ha
mirado así—. Nik, Jesse no es el padre.

—Entonces, ¿quién, Em? —Cruzó la habitación tan rápido que no tuve tiempo de
parpadear. Apoyó las manos en la cama, a cada lado de mí, y empujó su cara tan cerca
que podía saborear el café en su aliento—. ¿Quién diablos te tocó?

No podía hablar. No podía formar las palabras que necesitaba que dijera. ¿Cómo
podía decírselo cuando estaba en este estado de ánimo? ¿Por qué estaba en este estado de
ánimo? Este hombre que ha velado por mí casi toda mi vida, que me cantaba mi canción
de cuna, que me ha amado como a una hermana y me trató como si fuera tan especial…
Estaba mirándome como si me odiara en este momento y yo no lo entendía.

Drake tiró de él.

—Basta, Nik. ¿No puedes ver que está aterrada en este momento?

—¡Solo dime quién!

—¿Por qué? —grité—. ¿Por qué tienes que saberlo?

—¡Así puedo matarlo! —gritó.

Lágrimas caían de mis ojos.

—¿Qué te pasa, Nik? ¿Por qué te comportas así?

—¿Axton? Estuvo merodeando unos meses atrás. ¿Fue él? Lo vi con sus manos
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sobre ti anoche. —Estaba luchando para liberarse de Drake ahora y tenía miedo de que
Página

si Drake perdía su poder sobre él, me golpearía—. ¿Fue él?


—¡No!

—¿Quién?

Jesse se interpuso entre mí y Nik, pero se volvió hacia mí y tomó mis manos.

—Dile, Em. Dile para que se calme.

—Yo… —Negué con la cabeza. Si lo decía en voz alta, entonces eso sería todo. Ya
no podía esconderme detrás de mis paredes. La vergüenza quemaba mi cara.

—¿Alguien en esta habitación? —exigió Nik—. ¿Lo es?

—Sí —susurré y la cabeza de Jesse se levantó como si lo hubiera abofeteado. Sus


ojos se encontraron con los míos y supe que lo sabía, así que bajé mi mirada de nuevo a
la cama.

Nik me escuchó. Fue como si tuviera audiencia supersónica, porque yo apenas me


había oído.

—¿Quién, Em? Dime quién. —¿Su voz estaba realmente quebrada?

Tragué saliva y parpadeé mis lágrimas, pero fui incapaz de contenerlas.

—Nik…

—¡QUIÉN!

—¡TÚ!

50
Página
8

S
i te dijera que era posible violar a alguien que amo, ¿me creerías? Es
cierto. Tomé algo que no era para mí. Lo tomé y fingí que no había
sido así. Lo tomé, lo aprecié cada jodido segundo.

Soy una mala persona. Me aproveché de mi amigo, de alguien


que ha pasado su vida haciendo la mía mejor. Nik confiaba en mí. Yo
era la única persona en su vida en la que si no podía confiar, entonces no habría nadie
más. Y destruí esa confianza.

Cuatro meses atrás, era débil y egoísta. Pero hasta el día de hoy no estuve tan
preocupada por ello. Solo me había permitido pensar en ello cuando estaba sola en mis
habitaciones de hotel. Cuando mi amor y necesidad por Nik me abrumaban al punto
que tenía que revivir mi noche robada con él.

Por una vez habíamos conseguido un día entero antes de un concierto. Estaba
agradecida porque había una tormenta afuera y odiaba estar en el autobús durante la
tempestad. Incluso a los veintiún años, todavía me aterraba un trueno.

Me acurruqué bajo mi sábana e intenté mantener lejos de mi mente la creciente


ira de la tormenta que sucedía afuera, pero fue inútil. Así que agarré la llave de mi
habitación junto con las otras y huí de mi habitación. Las luces parpadeaban mientras
corría por la longitud del corredor y abría la puerta de la habitación de Nik. Sabía que
no debería, que estaba arriesgándome a entrar mientras él estaba con alguna groupie,
pero los truenos eran demasiado para mí.

Cuando abrí la puerta de su habitación, estuve sorprendida de encontrarlo solo y


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me tomé un segundo para deleitarme por el hecho de que no estaba con alguna zorra. La
Página

luz del baño estaba encendida y la puerta ligeramente entreabierta, provocando un


ligero brillo a través de la habitación. Él yacía sobre su espalda con una mano bajo su
cabeza mientras la otra…

La otra acariciaba su dura polla.

Contuve el aliento, obteniendo la primera visión de Nik excitado. Estaba


completamente desnudo y la larga y ancha longitud de él se estrechaba solo más allá de
su ombligo. Sus bolas, aquellos sacos perfectamente redondeados, estaban apretados
mientras continuaba frotando su mano arriba y abajo de su polla pulsante. Mi boca se
quedó seca mientras observaba sin vergüenza alguna.

—Finalmente —masculló y me di cuenta de que estaba borracho.

—¿Finalmente qué? —suspiré, incapaz de encontrar una voz más fuerte.

—Finalmente viniste a mí. Dios, he estado anhelándote toda la noche. —Se sentó
y estiró la mano con la que no estaba acariciándose, algo que todavía estaba haciendo.
Sus dedos se contonearon, invitándome a ir con él—. Ven aquí, nena.

Sin pensarlo, fui a él y puse mi mano en la suya. Con un pequeño tirón, me


empujó a su lado en la cama.

—Siente. —Todavía sosteniendo mi mano, la llevó a su polla y ahuecó mis dedos a


su alrededor—. ¿Sientes lo mucho que te necesito?

—Sí —suspiré, cautivada por la visión de mis dedos deslizándose arriba y abajo por
su polla engrandecida.

Sabía que estaba mal. Nik estaba borracho y pensaba que yo era una de las
groupies que había venido a jugar con él. Pero en el instante que toqué ese fósforo que
era su polla, supe que no me importaba. Lo deseaba, lo había deseado por tanto tiempo.
Y lo amaba de una manera que nadie más podría sentir nunca.

No importaba que yo fuera virgen o que él probablemente no fuera a recordarlo en


la mañana, para ese momento planeaba ya estar fuera de su cama. La tormenta afuera ya
no importaba; estaba completamente alejada de mis pensamientos mientras me
inclinaba y besaba a Nik.
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Su gruñido fue profundo y sexy y me hizo estremecer mientras sentía su lengua


Página

deslizarse por mi labio inferior.


—Tan dulce. Nunca probé nada así de dulce antes. —Devoró mi boca, me hizo
marear de necesidad y me quitó el aliento. Mis dedos se enredaron en su grueso cabello,
necesitando soporte mientras él empezaba el paseo salvaje que solo había soñado con
este hombre.

»Tranquila, nena. —Sonrió de la manera intensa y seductora que tanto amaba—.


No me voy a ninguna parte.

—Te deseo tanto —le dije, sin miedo de mis verdaderos sentimientos en la
oscuridad de su mente ebria—. Te necesito, Nik.

—¡Dios! También te necesito, nena. —Ahuecó mi rostro, pareciendo memorizar


cada centímetro de él, pero me pregunté si realmente me estaba viendo—. Tan hermosa.
—Sus labios rozaron mi mandíbula, su malvada lengua deslizándose por mi cuello y
succionando el pulso que estaba latiendo frenéticamente en la base.

Se tomó su tiempo conmigo. Me quitó con cuidado la camiseta y los pantalones


cortos de hombre. Lamió cada centímetro del tatuaje en mi cadera, mordisqueando las
alas de demonio que rodeaban el corazón negro con los nombres en rojo de todos los
chicos dentro de él.

—Tan sensual —gruñó antes de girarme para poder prestarle atención al tatuaje
que ocupaba la mayor parte de mi espalda. Las oscuras alas de un demonio,
enmarcándome como una y la escritura gótica debajo que decía “Propiedad de las Alas
del Demonio”.

Sentí su polla empujarse, deslizándose por la grieta de mi trasero mientras yo abría


las piernas sin dudarlo.

—No estás lista para que haga eso, nena. Ese trasero virgen debe ser domado
lentamente. Especialmente cuando yo estoy así de duro… Nunca estuve tan duro antes,
nena. ¡Nunca! Todo por ti… —Mordisqueó mi hombro. Grité por el puro placer que
causó el pequeño dolor profundamente entre mis piernas.

Cuando me giró sobre mi espalda y atacó mis labios una vez más, pareciendo
perdido en mi sabor, ahuecó mis pequeños pechos en sus grandes manos, provocando
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que me sonrojara. Él estaba acostumbrado a tetas más grandes que las mías. Nik era un
Página

tipo de pechos y sabía que los míos nunca lo habían inspirado antes. Pero pareció
amarlos.
Su boca dejó la mía y chupó uno casi por completo mientras succionaba mi pezón
en su caliente boca. Grité, adorando la sensación de tironeo en su succión. Sus dedos
tiraron de mi otro pezón, sin atreverse a dejarlo fuera de su asistencia. Después de unos
pocos minutos, movió su boca a mi otro pecho mientras sus dedos se deslizaban abajo,
rodeando el piercing en mi ombligo y más abajo.

Cuando alcanzó mi sexo, levantó la cabeza y observó mientras sus dedos separaban
mis labios. Un gruñido tortuoso escapó de su boca.

—Tan húmeda para mí. —Parecía fascinado por los rizos alrededor de mi coño. Lo
mantenía afeitado a excepción de lo que la gente llamaba una “pista de aterrizaje” a lo
largo de mis labios externos. Por la forma en que miraba tan atentamente los rizos
cobrizos, me imaginé que le gustaban—. ¿Sabes tan bien como hueles, nena?

Antes de que pudiera responder, se movió y puso su boca sobre mi clítoris. Grité
mientras succionaba la hinchada bola de nervios en su pecaminosa y caliente boca. Mi
espalda se arqueó en la cama mientras él chupaba y chupaba hasta que no pude
contenerme más y me vine contra su boca. Mi liberación llenó mi entrada y él emitió un
sonido de lloriqueo mientras bebía a lengüetazos hasta la última gota.

Cuando levantó la cabeza, su rostro brillaba por mi excitación. Nik no se molestó


en limpiarlo mientras volvía a besarme. Mi sabor en su lengua fue vergonzoso al
principio, pero entonces sentí todo el sabor y gemí por lo exótico del mismo.

Rodó sobre su espalda y me agarró con él.

—Dime que eres mía —me exigió.

—Soy tuya —respondí, sin dudar—. ¡Toda tuya, Nik!

—Llévame dentro de ti, nena. Hazme parte de ti. —Si yo me hubiera detenido a
pensar en ello, puede que hubiera sugerido un condón. Pero, para entonces, ya estaba
demasiado lejos de mí. La protección era la última cosa en mi cabeza mientas deslizaba
esa polla dentro de mí.

Me mordí el labio y me tragué el lloriqueo de dolor cuando rompió la barrera de


mi virginidad. Él estaba jadeando para cuando me senté en su empuñadura.
54
Página
—Tan buena. Tan jodidamente apretada —dijo con los dientes apretados. Sus
manos estaban en mis caderas, manteniéndome quieta—. Dame un segundo, hermosa. Si
te mueves ahora mismo, voy a avergonzarme y venirme dentro de ti demasiado pronto.

Estuve encantada de darle todo el tiempo que necesitara porque estaba luchando
por acomodarlo. Me incliné adelante hasta que mis pezones rozaron su pecho y lo besé.
Su lengua se curvó alrededor de la mía y sentí mis músculos internos derretirse,
haciendo que fuera manejable hacerlo encajar. Empecé a montarlo, pero sus manos se
apretaron sobre mis caderas, forzándome a quedarme quieta.

—Todavía no —dejó salir—. Estoy muy cerca.

—¡Nik…! —Necesitaba moverme ahora. Estaba en llamas por él, de nuevo.

Entendiendo lo que necesitaba, su pulgar frotó mi expuesto clítoris. Chillé por el


puro placer de ello.

—Por favor —le rogué—. Por favor, estoy tan cerca. —Él liberó el agarre sobre
mis caderas y las meneé atrás y adelante, experimentalmente. Mis músculos internos se
apretaron cuando mi liberación se acercó. Su pulgar frotó en rápidos círculos mi clítoris,
empujándome hacia el borde del precipicio.

»¡Nik! —No podía contenerme más tiempo—. ¡Joder, Nik!

—¡Nena! —Su espalda se arqueó mientras se vaciaba profundamente dentro de mí.

Caí contra su agitado pecho, intentando respirar. Sus abrazos se apretaron


alrededor de mi espalda y besó mi hombro.

—Sorprendente —murmuró medio dormido. Sonreí contra su empapado pecho,


totalmente de acuerdo.

Para cuando logré respirar bien, Nik estaba dormido. Odiando irme, pero sabiendo
que no podía quedarme, me bajé de él. Murmuró algo ininteligible mientras rodaba lejos
de mí. Me vestí rápidamente y lo dejé.

Al día siguiente, cuando actuó como mi Nik de siempre, supe que no había
recordado nada. Y aunque una parte de mí murió un poco por dentro, una más grande
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estuvo aliviada. No podría manejarlo si, de repente, empezaba a tratarme diferente por
Página

un momento espontáneo en el que fui demasiado débil.


9

A
hora, mientras estoy sentada en una bata de hospital mirando
fijamente al hombre que amo después de gritarle que era el padre
de mi hijo, no puedo evitar la vergüenza que me consume. Me
aproveché de alguien que amo, el único hombre que me podía
poseer tan completamente. Las lágrimas caen por mi rostro y no
puedo contener el pequeño sollozo que se me escapa.

Toda la rabia parece evaporarse de Nik. Se debilita en los brazos de Drake,


haciendo que el hombre grande casi lo deje caer.

—¿Qué? —susurró.

—Tú, Nik. —Sollocé—. Eres el padre.

—No… yo… —Sacudió su cabeza—. No…

Mi corazón se rompió un poco más, porque sabía que nunca habría sido mi amante
si no hubiera estado borracho; si no hubiera creído que era alguien más. Dios, soy una
persona despreciable. No soy mejor que algunos violadores aprovechándose de una
chica drogada. Lo tomé sin que pudiera decir “no”. Y sabía que Nik me habría gritado
“no” si hubiera sabido que esa noche era conmigo con quien estaba teniendo sexo.

Limpié mi cara, odiando mis lágrimas.

—Sí, Nik.

—Fue un sueño. Soñé eso. —Se alejó de Drake, empujando a Jesse fuera de su
camino y cayendo de rodillas junto a mí—. ¿Verdad?

Negándome a mirarlo a los ojos, sacudí mi cabeza.


56

—Lo siento, Nik. Lamento haberme aprovechado de ti. Por favor… por favor, no
Página

me odies. —Lo último salió en un susurro entrecortado.


A mi alrededor, la habitación se encontraba tan silenciosa que pensé que quizás los
demás nos habían dejado y simplemente no me había dado cuenta. Pero cuando Jesse
comenzó a reírse disimuladamente y los hermanos pronto se le unieron, supe que no
había tenido suerte. Les di mi mirada más fría.

—¡Esto NO es divertido! Prácticamente lo violé.

Ahora era Nik quien estaba riéndose y lo miré boquiabierta, incapaz de


comprender cómo era divertido. Cuando vio lo molesta que realmente estaba, dejó de
reírse de mí y sacudió su cabeza.

—Vamos, Em. De ninguna manera te aprovechaste de mí. Y no es violación


cuando es consensual, nena.

—No sabías que era yo. Creíste que era una de esas zorras groupie. —Más lágrimas
comenzaron a caer por mi cara.

Entrecerró sus ojos hacia mí.

—¡Qué diablos dices! Pude haber estado borracho, pero sabía quién eras, Emmie.
He estado soñando con ello por mucho más tiempo de lo que debería. Fue por eso que
cuando desperté a la mañana siguiente pensé que era un sueño. Un sueño húmedo,
seguro; pero aun así, solo un sueño.

Los otros chicos hicieron un ruido y Jesse le dio a Nik una mirada penetrante.

—Demasiada información, amigo. Demasiada información. No necesitamos saber


esa mierda.

Sus palabras me dejaron conmocionada. En lo profundo de mi corazón. sentí que


las paredes que se habían construido a su alrededor se derrumban un poco. Nik había
sabido que era yo. ¡Esa noche, esa hermosa noche que me había estado persiguiendo por
meses, fue él haciéndome el amor a mí… no a una de las innumerables putas! No podía
articular palabras, mi boca y cerebro no sabían cómo cooperar en el momento. Así que
simplemente me senté ahí en esa cama de hospital y me quedé mirando con ojos bien
abiertos al padre de mi hija.
57

—Emmie…
Página
La puerta se abrió, interrumpiendo lo que fuera que había estado a punto de decir.
Una enfermera entró empujando una silla de ruedas frente a ella. No se veía feliz. Por
las líneas de expresión permanentes alrededor de sus labios y ojos, supuse que esta mujer
se había reído rara vez en sus cincuenta y tantos años de vida.

—Bueno, ya que se terminaron todos los gritos, pensé que era seguro entrar sin
temor a perder una extremidad. ¿Necesita ayuda para vestirse, señorita Jameson?

Negué con mi cabeza y volvió su mirada severa sobre mis chicos.

—Sugiero que muevan su auto a la entrada principal así podemos llevar a la joven
a casa.

Shane hizo una mueca.

—Llamaré a un taxi.

Le di una sonrisa llorosa.

—Gracias.

La enfermera, a la que apodé Gruñona porque me recordaba al enano de


Blancanieves con su cabello gris y baja estatura, echó a los demás de la habitación.

—Necesita vestirse. No me importa quiénes sean para ella, no va a cambiarse de


ropa con ustedes por aquí.

Nik fulminó con su mirada a la viejita y supe que posiblemente le habría gruñido a
la mujer, así que tomé su mano y le di un pequeño apretón.

—Está bien. Saldré en unos minutos.

Jesse colocó su mano sobre el hombro de Nik.

—Vamos, hombre. Después hay un montón de tiempo para hablar. No va a irse a


ninguna parte.

Los hombros tensos de Nik siguieron a Drake por la puerta con Jesse justo detrás
de él. En la puerta, Jesse se detuvo y me miró.
58
Página

—Estaremos aquí afuera. ¿Está bien?


Asentí y esperé a que la puerta se cerrara detrás de ellos antes de alcanzar la ropa
que había usado anoche. Se encontraba doblada de forma ordenada en la pequeña
cómoda que también era una mesita de noche junto a la cama algo incómoda. La
enfermera me ayudó porque mis piernas aún estaban un poco inestables.

—Necesita descansar mucho, querida. —Había desaparecido la severidad en la voz


de Gruñona.

—Hoy me voy de vacaciones. Planeo hacer nada más que recostarme en la playa
bajo el sol caliente.

La enfermera asintió.

—Solo que no demasiado sol. Eso no es bueno para el bebé.

Tropecé, dándome cuenta de que no tenía ni idea de lo que era o no era bueno
para mi bebé. Lágrimas frescas pincharon mis ojos. De ninguna manera quería lastimar a
mi bebé, nunca. Después de la infancia que había tenido donde mi madre fue un
monstruo para mí, me juré asegurarme de que mi hija solo conociera el amor y
devoción. Antes de salir, saqué del bolsillo de mis pantalones vaqueros la imagen que la
técnica me había dado, donde la escondí así los chicos no la verían, y alisé los bordes de
la imagen.

—Hay un sinnúmero de sitios web que puedes visitar para enterarte de lo


permitido y prohibido en cada etapa del embarazo —sugirió la enfermera mientras me
ayudaba a subir en la silla de ruedas. De alguna manera, se las arregló para mantener la
puerta abierta y sacarme sin ningún percance.

Saqué mi celular y abrí internet, ya escribiendo las palabras clave en el buscador


para así revisarlas más adelante.

Los chicos estaban apoyados contra la pared cuando salimos. Jesse frunció el ceño
hacia mí cuando vio que saqué mi teléfono.

—¡Joder, no! Vas a descansar, no a trabajar. —Me arrebató el teléfono de mis


manos antes de que pudiera decir algo y lo apagó.
59

—Pero no estaba…
Página
—¿Qué es eso? —Nik inclinó su cabeza hacia la imagen que tenía aferrada a mi
mano.

Se la ofrecí a Nik mientras los chicos comenzaban a caminar simultáneamente a


mi lado mientras la enfermera me empujaba hacia el ascensor.

—Es una imagen de la ecografía del bebé. —Mordí el labio cuando se estiró por la
imagen brillante con una mano ligeramente temblorosa.

Mientras bajaba su mirada a la primera imagen de nuestra hija, lo observé de


cerca. Se veía pálido, esos ojos azul hielo estaban vidriosos, pero vi la más pequeña de las
sonrisas ladeando sus labios cuando bajaba su mirada a la imagen en sus grandes manos.

—Hermosa —susurró.

Todos se hallaban en silencio mientras bajábamos en el ascensor. Jesse se puso de


pie a mi izquierda, sus dedos acariciando tiernamente mi cuello mientras Drake
recostaba su cabeza contra la pared del ascensor y cerraba sus ojos. Nik parecía absorto
con la imagen de su hija mientras continuaba mirando hacia abajo. Cuando la enfermera
me empujó afuera, Shane ya tenía dos taxis esperando por nosotros. Mantuvo abierta la
puerta del primero para mí.

Como si fuera una inválida, Nik dio un paso adelante cuando comencé a ponerme
de pie y me levantó, colocándome cuidadosamente en el taxi antes de deslizarse junto a
mí. Drake abrió la puerta y se deslizó al otro lado, dejando que Shane y Jesse tomaran el
segundo taxi.

El viaje hasta el hotel pareció que duró una eternidad y, porque no le había
tomado tanto tiempo a Axton llevarme a la sala de emergencias anoche, me pregunté lo
rápido que había estado conduciendo. Sacudí mi cabeza ante la idea.

—¿Qué? —preguntó Drake.

—Nada. —Sabía que era mejor no expresar mis pensamientos. Mis chicos eran
arrogantemente protectores y retorcerían a Axton como a un pretzel si descubrían que
había estado conduciendo como si estuviera en Indianápolis 500 mientras me hallaba en
el mismo vehículo. Probablemente, ni siquiera les importaría que hubiera estado medio
60

inconsciente en el momento.
Página
Pero pensar en las habilidades del rockero me hizo preguntarme qué ocurrió con
él. No lo había visto desde anoche, antes de que llegaran los chicos.

—De todos modos, ¿dónde está Axton?

Nik se encogió de hombros.

—No sé. No me importa.

Drake suspiró.

—Recibió una llamada de Gabriella y dijo que iba a regresar a California. Dijo que
espera que te sientas mejor pronto y lo llames cuando quieras.

—Oh. —Me preguntaba si Gabriella lo llamaba porque sucedía algo con Alexis.
Quería enviarle un mensaje de texto para preguntarle, pero no podía porque Jesse
todavía tenía mi celular. La expresión en su rostro me dijo que preguntarle a Nik si
podía usar el suyo solo me metería en problemas, así que junte mis manos y suspiré.

61
Página
10

N
o fue fácil, pero de alguna manera conseguí meternos a los cinco
en un vuelo a la ciudad de Panamá esa noche. Desde allí, había
una hora de viaje a nuestra casa en la playa. Alquilé una enorme
todoterreno en la que pudiéramos entrar los cinco más los
artículos de primera necesidad de nuestro equipaje, luego arreglé que enviaran el resto a
la casa. Drake condujo mientras Shane y Jesse subieron en la tercera fila para que
pudiera estirarme en el asiento trasero más largo.

Se estaba haciendo tarde y estaba cansada. No viajábamos mucho en avión, a


menos que los chicos tuvieran que estar en una entrega de premios o algo así como el
estreno de una película que solo nos desviaba de nuestro camino de la gira por un día
más o menos. Odiaba volar; siempre me mareaba en el avión y pasaba la mayor parte del
tiempo con una bolsa en mi mano o en el baño. No estaba haciendo que este mareo que
tenía por la mañana mejorara y, para el momento en que aterrizamos, todos los chicos
me estaban amenazando con otro hospital. Pero cuando fui capaz de retener una
enorme botella entera de gaseosa de lima-limón, dejaron de insistir en el tema.

Para cuando llegamos a la casa de la playa, la cual técnicamente era solo una
enorme cabaña, estaba dormida. Unos brazos fuertes me levantaron y no me molesté en
abrir mis ojos mientras envolvía mis brazos alrededor del cuello de Nik y me quedaba
dormida una vez más.

La luz brillante de la mañana estaba inundando mi ventana. Estiré mi brazo hacia


una almohada extra y la puse sobre mi cabeza para bloquear la intensa luz. Mi vejiga
protestó cuando intenté dormirme de nuevo y me senté lentamente para que mi
estómago no tuviera demasiadas razones para odiarme. A primera vista, mi habitación
era hermosa. Techos abovedados, puertas francesas que se abrían hacia un balcón,
paredes color crema con una alfombra marrón suave. Un televisor de sesenta pulgadas
colgaba en la pared del lado opuesto de mi cama, la cual estaba envuelta con un edredón
62

y sábanas color beige y crema.


Página
Me puse de pie y me dirigí al cuarto de baño conectado. Detalles de mar verde
adornaban las paredes, velas por todas partes en aromas frescos de algodón y jazmín.
Había un jacuzzi y una ducha privada. Sabía, por el recorrido virtual que había tomado
en línea, que estos eran la habitación y baño principal porque era el único con jacuzzi y
me pregunté si los chicos me habían puesto aquí debido a ese lujo.

Si era así, odiaba decirles que no podía usar el jacuzzi porque estaba embarazada.
Pero que hubieran sido tan atentos calentaba mi corazón. Sonriendo, usé el baño y luego
tomé una ducha rápida. Mi estómago estaba gruñendo por comida por una vez y tenía
este loco antojo de tocino y queso sémola.

En la planta baja, encontré la cocina gourmet con sus hermosas encimeras de


granito y los electrodomésticos de acero inoxidable. Tal como pedí, la nevera y la
despensa estaban bien abastecidas de comida y gaseosas. Pero no pude encontrar tocino
o queso sémola por ninguna parte. No había pedido esos artículos, ni siquiera había
comido queso sémola desde que era una niña.

Mi estómago gruñó y suspiré. Nada más sonaba apetitoso. No sabía si me atrevía a


comer otra cosa si no podía conseguir mi tocino y queso sémola. Sacando una Sprite,
abrí la botella y bebí un pequeño sorbo.

—Buenos días, Em. —Shane entró por las puertas corredizas que llevaban afuera.
Estaba cubierto de sudor, habiendo terminado su corrida por la playa—. ¿Cómo te
sientes? —preguntó mientras abría la nevera y sacaba una botella de agua.

—Tengo hambre —le dije con un pequeño puchero.

—Esas son buenas noticias. —Se dejó caer en una silla en la mesa de la cocina—.
¿Puedes prepararme algo, también?

—No tenemos queso sémola. —Hubo un bamboleo en mi voz y, suficientemente


alocado, una lágrima se escapó de mi ojo izquierdo. ¿Iba a llorar por no conseguir queso
sémola? ¡Qué demonios!

Shane, al ver mis lágrimas, se apresuró a tranquilizarme. Tomó mis manos y les dio
un pequeño apretón.
63

—Haz otra cosa, cariño.


Página

Negué con la cabeza.


—Quiero queso sémola —susurré—. Supongo que es un loco antojo de embarazo,
porque no creo que pudiera comer otra cosa. Quiero tocino y queso sémola… Al igual
que haría mi mamá si estuviera realmente sobria. —Mi pecho dolió simplemente al
pensar en mi mamá, causando que un dolor profundo se soltara y comencé a sollozar.

El pobre Shane enmudeció. Oí pasos apresurándose dentro de la cocina. La voz


enfadada de Jesse exigió saber qué estaba sucediendo y luego sus fuertes brazos me
envolvieron.

—¿Em? ¿Qué sucede, cariño?

Pero no podía responderle, así que acabé enterrando mi cara en su cuello y seguí
sollozando. No había llorado por mi mamá cuando había muerto. En ese momento,
había estado aliviada. Era un monstruo de la peor clase. Fui sometida a palizas con
regularidad. Crecí en un remolque, donde siempre había botellas de licor vacías por ahí,
con pipas de crack y agujas de heroína, fue un milagro que hubiera salido media normal.

—Quiere sémola —escuché a Shane decirle a Jesse—. Con tocino y queso, como su
mamá solía hacer.

—Bueno, ¡ve a traerle un poco de la maldita sémola y tocino, Shane! —gritó Jesse
exasperado. Me levantó, luego se sentó y me puso en su regazo. Oí a Shane alrededor y a
continuación cerrando la puerta de atrás mientras corría hacia fuera.

—Emmie, está bien. Vamos a conseguirte esa sémola, cariño. —Me estaba
meciendo ahora, su voz era la que usaba para las cosas que dolían un poco.

Negué con la cabeza.

—No será lo mismo. No tendrá el mismo sabor. Ella lo hacía tan bien. Me
encantaba esa sémola. Era mi favorita.

—Oh, Emmie. —Dejó escapar un suspiro de frustración—. Cariño, apenas era


coherente el noventa y cinco por ciento del tiempo. ¿Por qué siquiera estás pensando en
ella ahora?

—No lo sé. —Lloré más fuerte—. Era mala y no debería dejarla invadir mi mente.
64

Pero… era mi mamá, Jesse. —Mi nariz estaba goteando y, sin pensarlo, me había
Página

limpiado en su hombro mientras continuaba meciendo mi cuerpo tembloroso—. Todo


en lo que puedo pensar es en lo mucho que quiero un plato de su tocino y sémola con
queso.

—Está bien, cariño. Juro que te conseguiremos un poco y me esclavizaré sobre las
malditas cosas hasta que el sabor sea el que quieras que sea… solo que, por favor, deja de
llorar. Me estás destrozando. —Había el más mínimo temblor en su voz y levanté la
cabeza para ver que sus grandes ojos marrones estaban húmedos.

Mi llanto se detuvo. No me di cuenta de que mi dolor era su dolor también.

—L-l-lo siento.

—¿Es parte de esas hormonas por el embarazo que he oído hablar? —me preguntó,
pasando una mano por su cabeza calva—. Porque si lo es, no creo que vaya a sobrevivir
a esta mierda mucho tiempo.

Una risa se me escapó.

—Supongo que sí… nunca pienso en mi mamá. Esto está tan mal. —No me
gustaba. Odiaba que hubiera pasado aunque sea un segundo llorando por la maldita
perra. Haciendo una mueca me sequé los ojos con el dorso de las manos y me di cuenta
que la camisa de Jesse estaba empapada de lágrimas y mocos—. Oh. Lamento lo de tu
camisa.

Él se la pasó por su cabeza y la usó para secarme la cara.

—Es solo una camisa, cariño. Ahora, eso está mejor. Mi hermosa Emmie está de
vuelta otra vez. —Me dio un beso en la frente y se movió para que estuviera de nuevo
sentada sola y él estuviera de pie—. Necesito café.

Jesse fue a hacer una gran jarra de café. El olor llenó toda la casa y de pronto
Drake se tambaleaba en la cocina, medio ciego por el sueño mientras se servía una taza
de la mezcla especial de Jesse. La cosa era tan espesa que era como tragar gelatina. Solo
lo había tomado una vez. Mi estómago había estado molesto durante horas y me sentía
como si estuviera en alta velocidad. ¡Nunca tocaría esa cosa de nuevo!

Nik se estaba uniendo a nosotros, con un pantalón de dormir que colgaba de sus
65

caderas, cuando Shane entró con dos bolsas de compras. Parecía más sin aliento ahora
Página

que después de sus ejercicios.


—Compré toda la sémola que tenían, Em. Una de cada tipo. No sabía si teníamos
queso o qué tipo querías. Así que traje varias clases diferentes. Y espero que esto sea
suficiente tocino.

Lancé mis brazos alrededor de él, sin importarme que todavía estuviese empapado
en sudor.

—Gracias, Shane. —Se había pasado, pero era muy dulce por conseguirme lo que
quería porque había estado tan molesta.

Me besó en la mejilla.

—Cualquier cosa, siempre y cuando seas feliz, cariño.

—¿Qué es eso de la sémola? —preguntó Nik, añadiendo azúcar a su taza de café—.


Me muero de hambre.

—Em quiere un poco de tocino y sémola con queso —dijo Jesse mientras abría un
paquete de tocino y lo tiraba en una cacerola en la cocina—. Así que Em conseguirá
tocino y sémola con queso. —Me guiñó un ojo mientras comenzó a guardar el resto de
los comestibles—. Justo como lo hacía su mamá.

66
Página
11

C
on la barriga llena de la sémola de Jesse, la cual había resultado
bastante espectacular incluso si el sabor no era como la de mi madre,
decidí pasar el resto de la mañana tumbada en la playa. Teníamos
veinticinco kilómetros de playa privada y lo aproveché.

Drake llevó una tumbona para mí mientras yo llevaba una sombrilla para no
exponerme demasiado al sol. Con un libro en mi mano y una botella de agua fría en el
porta bebidas, estaba lista. Había elegido el día anterior en el aeropuerto el libro Qué
esperar cuando estás esperando, pero no había pasado de las primeras páginas.

Decir que estaba aterrada por el bebé era un pequeño eufemismo. Pero me hallaba
lidiando con ello. Por lo menos hoy me sentía mejor de lo que me había sentido en lo
que parecía una eternidad. Mis náuseas habían parecido calmarse y, aunque me
encontraba cansada, me sentía más descansada.

Los chicos me dejaron sola por un rato. Drake murmuró algo sobre regresar a la
cama después de que tan amablemente llevara la tumbona pesada por mí. Me alegraba el
tiempo a solas, algo que rara vez tenía. Se sentía bien echarse, con el calor del sol sobre
mí y sin tener que preocuparme por mis chicos.

Alrededor del mediodía, lancé mi libro en la tumbona y me puse de pie. Sentía


como si estuviera muriéndome de hambre y sonaba celestial la idea de un sándwich de
queso a la parrilla con tomate y tocino. Cuando entré en la casa por la puerta lateral que
llevaba a la sala, encontré a Shane y Nik viendo Sports Center en la pantalla plana de
noventa pulgadas contra la pared del fondo.

—¿Tienen hambre? —pregunté al pasar en mi camino al baño. Necesitaba hacer


pis como… Bueno, ¡como una mujer embarazada! Mi vejiga se sentía como del tamaño
de una sandía de tan llena que estaba.
67

—Podría comer —me dijo Shane—. ¿Qué vas a hacer?


Página
—Sándwiches —dije en voz alta, apresurándome hacia el baño. Cuando me senté,
se sintió tan bien hacer pipí que realmente gemí.

Después de lavarme las manos, me fui directamente a la cocina y comencé a freír


más tocino. Supongo que ese iba a ser mi antojo, pero estaba bien con eso. ¡El tocino es
impresionante! Preparé una bandeja de sándwiches BLT4 de queso a la parrilla y pavo.
Estaba empujando una tira de tocino en mi boca cuando Nik entró.

—Dios, huele bien aquí. —Sacó una cerveza del refrigerador y la abrió—. Ese aire
del mar pone hambriento a un hombre.

Puse mis ojos en blanco hacia él, sonriendo.

—¿En serio? ¿Y cuando has estado afuera respirando el aire del mar? —Sonrió
avergonzado y agarró un BLT—. Cerdo.

—¿Puedo evitar que hagas los mejores sándwiches del mundo? —Me acercó con
su mano libre. Esos ojos color azul hielo atraparon los míos y me hallé atrapada en sus
hermosas profundidades.

Su mano acarició mi costado, haciendo que mi corazón se detuviera. No estaba


acostumbrada a que Nik me tocara así. Lo he ansiado, sí. Pero hasta ese momento, nunca
creí que estaría en el extremo receptor de sus caricias. Cuando su mano vagó sobre mi
cadera, sobre mi tatuaje y me acercó más a su costado, fui voluntariamente.

Levanté mi mano y toqué su pecho. Su corazón latía fuerte. El calor de su piel me


quemaba y me incliné, deseando saborear la piel expuesta por su camiseta por encima de
su clavícula. Quería lamer su cuello y mordisquear su oreja. Quería…

—Almuerzo. —Drake se frotó las manos cuando entró en la cocina, su cabello


despeinado por su larga siesta—. Genial, no he comido un sándwich de queso a la
parrilla en una eternidad.

Sintiéndome débil, me alejé de Nik. Él dejó caer su mano a su costado, su


mandíbula tensa. Le puse un plato a Drake y le entregué una bolsa de patatas fritas antes
de armar mi propio sándwich. Mi corazón latía a morir y mis dedos temblaban mientras
amontonaba tocino y tomates en mi sándwich de queso.
68
Página

4Sandwich BTL: El sándwich BLT es una variedad de sándwich que contiene una mezcla proporcionada
de tocino, lechuga y tomate.
Los otros entraron y todos nos sentamos a comer juntos. Esto era agradable, de
verdad maravilloso. Rara vez comíamos así. Siempre era comida para llevar y a la
carrera, nunca una comida casera, y nunca juntos. Estas vacaciones ya valían la pena
cada centavo que odié gastar.

Las siestas son maravillosas. El sueño es divino.

He dormido más en los últimos dos días que en semanas. Ayer me dormí en mi
tumbona después del almuerzo. Luego, esta mañana dormí hasta el mediodía después de
irme a la cama cerca de las ocho anoche. Ahora apenas son las tres de la tarde y mis ojos
ya están sintiéndose pesados.

Bostezando, lancé mi libro sobre la toalla de playa al lado de mi tumbona y estiré


mis brazos sobre mi cabeza. Mientras lo hago, la tela de la parte superior de mi bikini se
estira y me doy cuenta de algo a lo que he estado ciega hasta ese momento. ¡Mis tetas
son enormes! Son por lo menos una talla más grande de lo que normalmente sería. Esta
noticia me encanta y sonrío mientras cierro mis ojos. Después de todo, esta cosa del
embarazo no es tan mala…

Gotitas frías golpean mi piel y chillo mientras me levanto de la tumbona,


sacándome de mi maravilloso sueño. Fulminé a Nik con mi mirada, levantando mis
anteojos de sol arriba de mi cara y sobre mi cabello.

—¡Imbécil!

Se rio de esa manera profunda, deliciosamente sexy suya y se dejó caer a mi lado
en la tumbona. Su traje de baño húmedo se presionó contra mi desnudo muslo caliente y
lo golpeé en el estómago.

—Estás congelado, Nik. ¿El agua está realmente tan fría?

—Nah. Se siente bien para mí. —Agarró mis anteojos de sol de mi cabeza y se los
colocó—. Esto es agradable. —Movió su brazo de modo que mi cabeza se encontraba
69

apoyada sobre su hombro en lugar de la toalla de playa enrollada que había estado
Página

usando. Su pecho estaba frío para mí, pero me acurruqué más cerca hasta que mi cabeza
se encontró sobre su pecho—. Compremos una casa en la playa. No esa, pero algo
similar a esa. Más grande.

Dejé que mi brazo se envolviera alrededor de su cintura, satisfecha de estar en sus


brazos.

—¿En serio?

Asintió.

—Me gusta la playa. Y pareces feliz aquí. No podemos vivir para siempre en un
autobús de gira y habitaciones de hotel, Em. Especialmente ahora. —Sus dedos
acariciaron arriba y abajo mi brazo—. ¿Te gustaría vivir en Florida o en California?

—No me importa. —Y no me importaba. Mientras tuviera conmigo a todos los


que amaba, podría haber vivido en una caja de cartón por todo lo que me importaba.

—Llamaré a Rich más tarde y haré que nos encuentre un agente de bienes raíces.
Quiero que tengamos nuestra propia casa antes de que termine el verano. Y quiero
contarle que se cancela la gira de otoño. No podemos viajar mucho contigo con siete
meses de embarazo.

Levanté mi cabeza de golpe.

—Espera. ¿Qué? No puedes cancelar la gira.

—Seguro que puedo. No puedes estar de gira con nosotros así de embarazada, Em.
Y no voy a dejarte en casa así. Rich lo aceptará. —Lo hizo sonar tan lógico, pero solo me
hizo sentir culpable. Estaba cancelando algo enorme, por mí. No podía permitirle hacer
sacrificios como ese.

—Nik…

Empujó mis anteojos de sol sobre su cabeza.

—No discutas conmigo, Emmie. Nada de lo que digas me va a hacer cambiar de


opinión. Hay cosas más importantes que una estúpida y jodida gira.
70

Creo que en ese momento me enamoré nuevamente de él. No pude contener la


Página

sonrisa que se extendió por mi rostro cuando volví a apoyar mi cabeza en su pecho
musculoso y duro.
—Lo que digas, Nik.

—Eso está bien, mujer. —Ambos nos reímos y luego sentí sus labios en mi
cabello—. Vamos a tomar una siesta. Estoy agotado.

—Buena idea. —Me moví de modo que mi pierna estuvo entrelazada con las
suyas.

—Luego podemos ir a cenar. —Sus dedos se enredaron en mi cabello mientras


masajeaba mi cuero cabelludo—. Solo tú y yo.

Eso hizo que mi cabeza se levantara de nuevo.

—¿Como… una cita?

Hubo una sonrisa en sus perfectos y besables labios.

—Como una cita, nena.

71
Página
12

¿C
ómo era que no tenía ropa para ponerme?

Tengo jeans, camisas y ropa interior. Pero no tengo nada


que se considere atractivo o que sirva para una cita. Los
jeans eran caros pero viejos, con tajos que no deberían
estar allí y deshilachados de tantos lavados. Mis camisas
eran todas camisetas y nueve de cada diez de ellas tenían el logotipo de Demon’s Wings.
Mis sujetadores y bragas eran todos de algodón y los menos sexys que había visto en mi
vida.

Con un sollozo, me tiré en mi cama y me quedé mirando mi habitación ahora


desastrosa. Toda mi ropa estaba tirada. Incluso había un sostén colgando de la cabecera
de mi cama.

¡No puedo salir en mi primera cita con Nik, arruinar mi primera cita en jeans y
una camiseta!

Hubo un golpe en la puerta de mi habitación, antes de que se abriera y Nik


asomara la cabeza.

—Oye, nena, ¿estás lista…? —Su voz se desvaneció y sus ojos se agrandaron
cuando vio el desorden que había hecho en los últimos quince minutos en mi
habitación—. ¿Em?

Otro sollozo se me escapó.

—No tengo nada que ponerme.

Sus cejas se levantaron de esa manera adorable que tanto amo y entró en la
habitación.
72

—Tu habitación sugiere algo completamente distinto, nena. ¿Qué pasa?


Página
—Todo lo que tengo son jeans estúpidos y la mayoría de mis camisas tienen el logo
de Demon’s Wings. ¡No tengo ni un maldito vestido! Ni siquiera una falda. Todas mis
bragas son de algodón y mis sostenes son aburridos. —Agarré mi almohada y la abracé
contra mi pecho.

Inclinó la cabeza hacia un lado.

—¿Y quieres un vestido, faldas y ropa interior que no sean aburridos? Aunque, si
te digo la verdad, el sujetador colgando del poste de la cama es jodidamente caliente.

Lo miré con furia.

—Quiero algo que pueda usar en nuestra cita, que tengas ganas de arrancarlo con
tus dientes. ¡Quiero estar sexy!

Sus fosas nasales se abrieron y se dio la vuelta. Antes de que siquiera pudiera
pensar en lo que estaba haciendo, había cerrado la puerta detrás de él y, de repente,
estaba delante de mí.

—Ponte de pie, Em. —Cuando no me moví, agarró mis manos y me ayudó a


ponerme de pie. Suaves dedos levantaron mi barbilla, forzándome a satisfacer su intensa
mirada azul hielo—. ¿Alguna vez te he mentido, pequeña?

Mordiéndome el labio, negué con la cabeza. Nik siempre me ha dicho la verdad.


Tal vez me había escondido cosas, pero nunca me ha mentido. Nunca.

—Entonces escúchame, porque no quiero repetirlo, ¿de acuerdo? —Asentí con la


cabeza, cautivada por la forma en la que me estaba mirando desde su metro noventa—.
Eres la mujer más sexy que he conocido. No necesitas más que unos jeans rasgados, una
camisa hecha jirones y ropa interior andrajosa para querer arrancártela con mis dientes.
Joder, chica, me pones duro solo estando en la misma habitación. Si huelo tu perfume, o
lo que sea que te pones que huele tan increíble, no puedo caminar en línea recta.

Olvidé cómo respirar. Toda mi energía estaba enfocada en sus labios, mientras
formaban esas palabras terriblemente entrañables.

—Si quieres esas cosas, entonces vamos a conseguirlas. Esta noche, mañana.
73

Cuando quieras. Pero no a menos que tú las quieras, porque te quiero más ahora, de pie
Página

en esa camiseta demasiado grande y esos jeans, de lo que te querré en algún vestido o
ropa interior.
—¿D-de verdad? —Mi voz salió entrecortada.

—De verdad. —Trazó la cinturilla de mis jeans, haciendo que mi cabeza se llenara
de deseo—. Así que, ¿qué es lo que quieres, Em? ¿Quieres que te lleve de compras?

—Sí. —Porque a pesar de sus palabras, no me sentía sexy. Mi lengua lamió mis
labios resecos—. Pero… mañana.

—¿Mañana? —Su voz bajó, tomó esa cualidad seductora que me hacía acordar a
nuestra noche robada—. ¿Así que nuestra cita se cancela?

Sacudí mi cabeza.

—No, solo quiero saltar la cena y avanzar rápido para el beso de buenas noches. —
Y, esta vez, quería disfrutar del hecho de que él sabía que era yo a la que estaba
besando—. Y tal vez ver cuán talentoso eres arrancándome la ropa con esos dientes
tuyos.

Sonrió depredadoramente, haciendo que me estremeciera deliciosamente.

—Creo que puedo complacer a la señorita.

Muy bien, seré la primera en decir que tener sexo con Nik no era una buena idea.
Pero, maldita sea, si no era la mejor idea que he tenido. Ese hombre tiene talento, eso lo
supe desde nuestra primera noche. El hombre puede usar su lengua de una manera que
me hace rogar por misericordia.

Nuestra primera noche no tenía punto de comparación con la noche anterior. Tal
vez era porque no tenía que sentirme culpable por tomar ventaja. O tener que ocultar
cómo me sentía por él. Tal vez era porque esta vez estaba sobrio y gritó mi nombre
cuando se corrió, en lugar de “nena”. O tal vez fue porque después, en lugar de
desmayarse sobre mí, me dio vuelta para que mi espalda estuviera contra su pecho y me
pudiera abrazar hasta que me quedé dormida en sus brazos.
74

Cualquiera que fuera la razón, fue mágico y me desperté a la mañana siguiente


Página

sintiéndome como si pudiera flotar. Todavía estaba pegado a mi espalda, con una mano
ahuecando mi pecho y la otra protectoramente sobre donde nuestra hija crecía en mi
vientre. Era la manera perfecta de despertar y lo quería cada mañana por el resto de mi
vida.

Unos labios cálidos acariciaron mi cuello.

—Buenos días, nena. —Respiró en mi oído—. ¿Cómo dormiste?

—Si te dijera que fue la mejor noche de sueño que he tenido, ¿me creerías?

Sentí su sonrisa contra mi hombro.

—Sí, porque fue una de las mejores noches de sueño que he tenido también.

No estaba muy contenta con su respuesta. Volviéndome en sus brazos, agarré su


barbilla y miré sus ojos sonrientes.

—¿Una de las mejores?

Asintió con la cabeza.

—Síp.

Mis ojos verdes se estrecharon.

—¿Cuáles fueron las otras?

Sonrió.

—Déjame ver… hace unas semanas cuando te acurrucaste a mi lado en el autobús.


Cuando no podía dormir el año pasado y pasaste la noche en mi habitación de hotel,
hablando conmigo hasta que me quedé dormido… —Se encogió de hombros—. Todas
ellas parecen implicar que dormiste en mis brazos.

Bueno, así que era decididamente más feliz con esa respuesta. No muchas mujeres
no lo serían, sobre todo cuando alguien tan pecaminosamente sexy como Nikolas
Armstrong les decía esas cosas.

—A veces no sé por qué sigo junto a ti, señor.


75

Me bateó esas pestañas gruesas y, por un momento, estuve paralizada por la


Página

belleza, ya que eran como cortinas para sus ojos azul hielo. Dios, ¡mataría por pestañas
como esas! Varios tonos más oscuras que su cabello, eran magníficas. No era justo que
sus ojos fueran tan hermosos.

—Tomemos una ducha, nena. Estoy hambriento.

Ante la sugerencia de levantarme y comer, mi estómago gruñó. Nik me sonrió.

—¿Qué tal un poco de tocino?

Me reí.

—Terminaré odiando el tocino antes de que todo esto termine.

—Probablemente. —Me besó, rápido y duro, pero no menos poderoso—. Ahora


levanta ese culo sexy para que podamos comer. Necesito comida, mujer. Comida.

76
Página
13

N
o tengo amigas. Fui prácticamente criada por cuatro rockeros. No es
de extrañar que no tenga ningún interés en ir de compras. Anoche
fue la primera vez que he querido ser dueña de un vestido. ¡Este bebé
está haciéndome perder la razón!

Todo lo que quiero es sentirme bonita, sexy. Pero no quiero perder quien soy. No
quiero vestidos de diseñador. Probablemente, vomitaría si gasto más de cien dólares en
un vestuario. Así que terminé en el centro comercial.

¿En un centro comercial un miércoles en una ciudad turística? Sí, eso era una
buena idea. ¡No!

¿Tienes alguna idea de cuántas adolescentes se encuentran en un centro comercial


un miércoles durante el verano? Bueno, muy seguramente no, y estaba segura de que Nik
tampoco había tenido idea de eso. Así que cuando entramos en American Eagle y la
chica de ventas de pie con una camisa doblada a medias en sus manos gritó, me sobresalté,
porque no lo había esperado.

—OhDiosmío. OhDiosmío. ¡OhDiosmío! —La chica estaba frente a Nik antes de que
pudiera averiguar de dónde había venido el grito—. Eres Nik Armstrong. —Gritó de
nuevo, haciendo que todos dentro y fuera de la tienda se detuvieran y vieran lo que estaba
pasando—. Soy como tu mayor fanática desde siempre. Soy Meg.

Supe entonces que no iba a conseguir comprar nada ese día. Parecía que tan pronto
como Meg dijo su nombre en voz alta, estuvo rodeado de chicas jadeando. Una me empujó
para poder llegar a él. Manos estaban todas sobre él, con ganas de tener el recuerdo de
tocar al rockero que probablemente las miraba en sus sueños húmedos inmaduros.

He tenido que esconder mis sentimientos por Nik desde hace años. Incluso cuando
me estaba matando por dentro, nunca dejé que nadie viera lo mucho que me desagradaba
77

que lo tocaran —o peor, que durmieran con él— me molestaba. Pero hoy no era capaz de
Página

esconderme detrás de esos muros que había construido para momentos como este. ¡Estaba
embarazada de su bebé, por Dios santo! Había pasado horas haciéndome venir en sus brazos
la noche anterior.

Así que mientras él me sonreía y reía y dejaba que lo tocaran, me volteé y me alejé.
Los celos me comieron como una enfermedad y estaba tan jodidamente enojada con él por
dejar que lo tocaran y que me empujaran como si fuera insignificante. Una parte más
racional de mi cerebro trató de excusarlo. Intentó hacerme ver que estaba interpretando
un papel, reaccionando ante sus fanáticas. Pero cuando se trataba de la mayoría de las
mujeres que eran fanáticas de Demon’s Wings, me pregunté si acaso habían escuchado su
música. ¿O era solo acerca de conseguir meterse en la cama de un rockero caliente? Por lo
que he presenciado en los últimos años, esto estaba más en la línea de la verdad que lo
primero.

Mi teléfono comenzó a sonar con Ashes de Demon’s Wings y fulminé con la mirada a
la maldita cosa en mi mano al ver el rostro de Nik sonriéndome en la pantalla del
iPhone. En lugar de responder, subí la escalera mecánica hacia el segundo piso. No podía
hacerle frente en este momento. Era imposible saber lo que habría hecho si lo veía justo
en ese momento.

¿Abofetear su hermoso rostro? ¿Golpearle las pelotas con la rodilla? ¿Confesarle que
estaba obsesivamente enamorada de él? De ninguna manera iba a hacer eso. Ya era
bastante malo que supiera lo mucho que lo necesitaba, la magnitud a lo que me había
rebajado solo para conseguir meterme en sus pantalones.

—¿Em? —No miré por encima de la barandilla cuando lo oí gritando frenéticamente


mi nombre desde el nivel del suelo. Déjalo preocuparse. Dale cinco minutos y estaría
rodeado de chicas nuevamente y yo no sería más que una idea de último momento. ¡Al
diablo con eso y al diablo con él!

Una tienda llamó mi atención y entré sin pensar en ello. Ahora bien, ¡este era mi
tipo de tienda! Encaje negro, cadenas, seda y malla. ¡Oh, diablos, sí! Había una chica
malhumorada detrás del mostrador que levantó la cabeza para fruncirme el ceño cuando
entré. Tenía una especie de revista de rock en el mostrador frente a ella y, después de
decidir que no era digna de su tiempo, regresó al artículo enfrente de ella.
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Me perdí comprando ropa. Bragas negras atractivas, haciendo coincidir los


Página

sujetadores. Medias arriba de la rodilla y ligueros. Un vestido negro que gritaba que estaba
hecho para mí. Una falda con cadenas a ambos lados. Blusas que mostraran mis nuevos
activos. Zapatos, zapatos y más zapatos que iban con todas mis prendas negras y
calientes.

Me aseguré de tener todo un tamaño más grande así podría tener un poco más de
espacio para crecer dado que mi embarazo iba a empezar a mostrarse pronto. Y cuando
me probé los zapatos, me di cuenta de que necesitaba un tamaño más grande y más
amplio, pero eso no me sorprendió. Había leído sobre los pies de algunas mujeres que
crecían cuando estaban embarazadas. Era extraño, pero cierto.

La chica detrás del mostrador me dio una larga mirada mientras arrojaba mis cosas
en el mostrador.

—¿Encontró lo que buscaba? —preguntó.

Miré su cabello teñido de negro, los piercings en su nariz y ceja, el tatuaje de un


demonio en su antebrazo derecho y sentí como si hubiera encontrado un alma gemela.
Si hubiera conocido a esta chica mientras crecía, probablemente hubiera terminado siendo mi
mejor amiga.

—Todo lo que tengo son jeans y estúpidas camisas de Demon’s Wings. Ya era hora de
un cambio.

Los ojos de la chica se estrecharon hacia mí.

—Las camisas de Demon’s Wings no son estúpidas. Tengo seis.

—Entonces tienes un gusto musical excepcionalmente bueno. Pero necesitaba algo


que gritara sexy, no chica rockera de al lado. —Empezó a checar mi ropa y me volteé a la
joyería del bastidor detrás de mí. Había pequeñas cosas baratas, algun as de ellas de solo
veinte dólares como máximo. Pero eran hermosas. Un demonio sexy con alas y cuernos
colgando de una cadena de plata opaca llamó mi atención y la tiré sobre el mostrador con el
resto de mis cosas. El lado con los piercings de ombligo fue el siguiente y encontré varios
que me gustaron. Algunos piercings de nariz y había terminado.

Había ocho bolsas llenas para el momento en que la chica hubo terminado el escaneo
de mis cosas en la computadora. Le entregué la tarjeta de crédito y vi que los ojos de la
chica se ampliaban cuando veía el nombre de la tarjeta.
79
Página

—¿Nikolas Armstrong? —escupió y me dio una mirada más de cerca—. Eres tú.
Pensé que me resultabas familiar. ¡Eres Ember Jameson!
Le sonreí a la chica.

—Sí.

—Debes de ser la chica más genial del jodido mundo. —Pasó la tarjeta antes de
devolverla—. Amo ese cartel de Demon’s Wings en el que estás aferrándote a Jesse
Thornton. Maldición, mataría por ser tú.

Eso hizo que la sonrisa desapareciera.

—No. No, no lo harías —le aseguré. Mi vida puede parecer perfecta ahora, pero
nadie podría desear la vida que tuve mientras crecía. Nadie merecía que ese tipo de
pesadilla llenara su infancia.

Hubo una conmoción fuera de la tienda y me volteé para encontrar a tres guardias
de seguridad de pie afuera con un Nik pálido y desesperado. Miré mi teléfono y vi que
había estado en la tienda durante más de una hora. ¡Mierda!

—¡Nik! —grité cuando empezó a pasar la tienda.

Su cabeza giró bruscamente y se trasladó más rápido de lo que lo había visto en su


vida al entrar en la tienda y me apretó contra su pecho. Todo su cuerpo estaba
temblando, sus dedos temblando mientras se anudaban en mi cabello y jalaba mi cabeza
hacia atrás para mirarlo a sus ojos azules.

—¡Nunca me hagas eso otra vez!

La mayor parte de mi ira se había desvanecido mientras estaba de compras, así que
me levanté y le di un beso en la mejilla.

—Supuse que estabas divirtiéndote mucho con el club de fans que ni siquiera me
echarías de menos.

Sus ojos se estrecharon.

—¿Estabas celosa?

Me aparté de él y volteé hacia la chica detrás del mostrador que miraba a Nik
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maravillada. No me molestó esta vez. Sabía que esta chica era una verdadera fanática de
la banda, no solo por la forma en que los chicos se veían. Vi la etiqueta con su nombre y
Página

le di una sonrisa agradecida.


—Gracias por toda la ayuda, Beth. Nik, Beth ha sido de tanta ayuda hoy. Gasté tres
mil dólares sin siquiera darme cuenta.

Nik levantó una ceja, pero le ofreció una sonrisa a la chica.

—Gracias, Beth.

Saqué una de las blusas que acababa de comprar, una gris, y agarré el marcador en el
mostrador al lado de la computadora. Escribí mi nombre en la espalda y luego le di el
marcador a Nik sin mirarlo.

—Escríbeme tu dirección y te enviaré ese cartel que tanto te gusta con los autógrafos
de los chicos.

—Eso… —Sacudió la cabeza—. Eso sería increíble. ¡Gracias!

Me encogí de hombros mirando su garabato través de un pequeño trozo de papel.

—No es nada. Me gusta conocer a verdaderos fanáticos de Demon’s Wings. Gracias de


nuevo. —Nik tomó las ocho bolsas y me siguió fuera de la tienda con un guiño para la
chica.

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Página
14

D
ormí sola esa noche. Llámame infantil e inmadura, no me importa.
Yo lo llamo protección. Después del episodio en el centro comercial
y mi batalla con mis celos, no podía manejar pasar otra noche en los
brazos de Nik sin poner distancia a mis sentimientos.

Así que cerré mi puerta cuando me fui a la cama esa noche y no me moví cuando
oí a Nik tocar la puerta.

—Em, por favor, no hagas esto. —Había llamado, pero ya me había asentado en mi
cama.

Esta mañana, ya me había duchado y vestido, pero no estaba dispuesta a bajar y ser
amable con todos. Así que me quedé en mi cama con mi cabello todavía húmedo y mi
computadora portátil abierta. Había unos cuantos correos electrónicos de Rich para
lidiar. No estaba contento con que los chicos no se fueran de gira en septiembre y no me
sorprendió. No sabía cuánto le había dicho Nik a su representante, pero era consciente
de que el idiota me estaba culpando.

Después de terminar de manejar el negocio de los correos electrónicos, agarré mi


teléfono, me tomé una foto enseñándole el dedo medio y se lo mandé en un mensaje de
texto a Rich Branson. Sí, realmente me importa una mierda lo que pensara de mí. Lo
que sea.

Estaba navegando por la red en busca de recomendaciones de los


obstetras/ginecólogos locales cuando recibí un mensaje texto.

El embarazo realmente ha calmado tu humor de perra, princesa. NO.

En lugar de llamar para gritarle por llamarme “princesa”, solo le reenvié mi


imagen enseñándole el dedo medio y tiré mi teléfono a un lado. Una hora más tarde,
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estaba fuera de mi habitación y en la planta baja. Jesse estaba viendo alguna película de
Página

zombis repugnante en la pantalla plana de la sala de estar y me hubiera gustado que


tener tiempo para sentarme y verla con él.

—¿Adónde vas? —preguntó cuando tomé las llaves de la camioneta.

—Pude conseguir una cita con un muy buen doctor —dije por encima de mi
hombro—. Tuvieron una cancelación esta tarde y me incluyeron. Me tengo que ir o voy
a llegar tarde.

Me siguió hasta la puerta.

—¿Dónde está Nik? ¿No crees que debería ir contigo?

Me encogí de hombros.

—No estaba en su habitación y no tengo tiempo para preocuparme por ello. —Me
metí en el asiento del conductor y empecé a ingresar la dirección del complejo médico
en el GPS.

Jesse saltó a mi lado.

—Alguien debería ir contigo. —Me dio una mirada dura que decía que no
discutiera. No es que lo haría. Me alegré de tener su compañía y el apoyo de alguien que
me amaba.

Con una sonrisa, salí de la calzada y giré hacia la ciudad de Panamá.

El personal era amable y profesional. Tuve que llenar un sinnúmero de solicitudes


cuando llegué. Seguro, familia y la historia médica personal. Hubo una página entera
sobre mi período. ¿Cuándo fue mi primer período? ¿Cuántos días duró mi último flujo?
¿Con qué frecuencia se presentaba mi ciclo? En la parte posterior había preguntas aún
más personales. ¿Cuántas parejas sexuales ha tenido? ¿Ha tenido/tiene actualmente una
enfermedad de transmisión sexual?

Jesse se sentó pacientemente a mi lado mientras llenaba todo y vino conmigo


cuando la enfermera llamó por mi nombre. No se me escapó que Nik debería haber
estado conmigo hoy. Y sentía la necesidad de su presencia mientras la visita avanzaba.
Traté de llamarlo dos veces mientras esperábamos a que el médico entrara, pero no
83

estaba contestando. Pensé que me estaba devolviendo por no dejarlo entrar en mi


habitación anoche.
Página
Cuando la Dra. Morgan entró en la habitación, me sorprendió lo bonita que era.
En sus treinta y tantos años, tenía una belleza sin edad en ella. Me imaginé que sería así
de hermosa cuando tuviera ochenta. Me dio una sonrisa amable y me saludó.

—Hola, Ember. Es un placer conocerte. —Le ofreció la mano a Jesse—. ¿Eres el


papá?

—No, señora. Solo un amigo.

La Dra. Morgan levantó una ceja pero no dijo nada mientras se sentaba y ponía su
iPad en la mesita al lado de la silla.

—Bueno, Ember, cuéntame un poco acerca de tu embarazo.

—Tengo diecinueve semanas y es una niña. —No estaba segura de lo que quería la
doctora, pero eso era todo lo que realmente sabía acerca de mi embarazo.

—¿Y te enteraste recientemente? —Asentí—. Bien. Bueno, déjame contarte


algunas cosas que tenemos que hacer. Tenemos que conseguir un poco de sangre y
tenemos que hacer una prueba de Papanicolaou. Estas son todas las pruebas de rutina
para asegurarse de que tú y el bebé estén sanos. Puesto que ya estás tan avanzada en tu
embarazo, me gustaría hacer otra ecografía para obtener algunas mediciones y para
confirmar tu fecha de alumbramiento.

—Está bien.

—Bien. —Sacó un pequeño dispositivo del bolsillo de su abrigo—. En primer


lugar, me gustaría escuchar los latidos del bebé, ¿si te parece bien?

Me senté de nuevo y la doctora jaló mi camiseta hacia arriba. Un poco de gel en el


extremo del dispositivo y estaba empujándolo contra mi abdomen inferior. Lo movió un
par de veces y luego la sala se llenó con el ruido que no podría confundirse con otra cosa
que el latido del corazón de mi bebé.

—Eso es increíble —susurró Jesse desde su silla contra la pared.

Le envié una sonrisa llorosa.


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—Lo sé.
Página

—Joder, Em. Esto es real, ¿eh? Realmente vas a tener un bebé. —Se frotó las
manos sobre su cabeza calva.

La doctora se rio en voz baja.

—Sin duda hay un bebé ahí. Suena bien. Un latido fuerte. —Alejó el dispositivo y
usó una toalla de papel para limpiar el gel de mi piel—. Ahora viene la parte
desagradable, Ember. —Sacó una bata y una manta de papel desde el armario debajo de
la mesa donde estaba su iPad—. Todo fuera. Caminaré para afuera mientras te desnudas.
La bata se abre en la parte delantera.

Esperé hasta que se hubiera ido antes de alcanzar mi camisa. Jesse se puso de pie y
se giró de espalda hasta que la bata y la manta de papel me cubrieron. No estaba
avergonzada de tener a Jesse allí. Estábamos muy cómodos con nuestros cuerpos y la
naturaleza de nuestra relación que me había visto desnuda más de un par de veces.

Cuando tuve mi primer período, fue Jesse quien me compró tampones y luego me
mostró cómo usarlos. Eso puede sonar inapropiado, pero no había habido nadie más que
me ayudara. Mi madre se había desmayado después de una noche de alcohol, crack y
hombres y yo había estado aterrada de lo que estaba pasando con mi cuerpo.

Un minuto más tarde, la doctora regresó y tuve mi primera experiencia con la


tortura que se llamaba prueba de Papanicolaou.

—Esto es solo para verificar si hay cáncer de cuello uterino y enfermedades de


transmisión sexual —explicó la Dra. Morgan mientras hacía algo que me hizo gemir. Al
siguiente segundo todo había terminado—. Se ve bien, Ember. Tu cuello uterino está
bien y cerrado. —Se quitó los guantes y los arrojó a la basura antes de lavarse las manos.

»Mi enfermera va a venir a tomar un poco de sangre. No te asustes, porque ella va


a tomar varios viales. —Miró a Jesse—. Asegúrate de que coma pronto. —Él asintió—.
Quiero hacer un ultrasonido, pero mi técnico está enfermo hoy. ¿Puedes volver en la
mañana?

Me alegré por el retraso en el ultrasonido. Quería a Nik conmigo para eso. Era el
padre, el hombre que amaba. Él debería estar conmigo para ver algo que es mágico. Mi
primera vez me había dejado enamorada de un ser que no sabía que existía. Estaba
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segura de que la experiencia lo dejaría más que conmovido.


Página

Después de que nos fuimos, me sentí un poco mareada por los análisis de sangre y
Jesse me ayudó a ir a la camioneta. Estuve más que feliz de entregarle las llaves para que
gpudiera conducir. Una parada rápida en un McDonalds porque quería una Big Mac con
tocino y nos dirigimos de nuevo a la casa de playa.

Estuve feliz de llegar a casa. No podía esperar para hablar con Nik acerca de ir al
médico conmigo a la mañana siguiente. El impacto de ver a nuestra hija mientras se
movía dentro de mí iba a ser uno de los momentos más importantes en su vida. Estaba
segura de eso.

Tan pronto como Jesse estacionó la camioneta, salté fuera del vehículo y
prácticamente brinqué adentro.

—¿Nik? —Lo llamé por su nombre, pero no había nadie en la casa. Un


movimiento en la playa llamó mi atención y volteé para ver a Nik, Drake, y Shane en la
playa con un grupo de chicas en bikini.

Mi emoción se evaporó.

Mientras me movía más cerca de las puertas francesas que conducen hacia afuera a
la playa, mi corazón se resquebrajó. Nik tenía a dos de las cinco chicas envueltas
alrededor de él. Se estaba riendo y moviendo la cabeza ante algo que Shane estaba
diciendo. Pechos que tenían que ser tres tallas más grandes que los míos se frotaron
contra su pecho mientras se sacudía de la risa.

—¿Tenemos una fiesta? —preguntó Jesse detrás de mí.

Tragué el nudo en mi garganta.

—Eso parece. Pero creo que no fuimos invitados. —Indignada, me di la vuelta y


me dirigí hacia las escaleras—. Así que, ¿vas a ir conmigo en la mañana?

—Pensé que querías que Nik fuera contigo.

—¡No quiero nada de Nik! —le aseguré mientras subía las escaleras.
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Página
15

L
as hormonas del embarazo dan miedo. Te dejan en un montón de
pañuelos de papel mocosos y almohadas mojadas. Te hacen pensar en
cosas que normalmente nunca pensarías. Como huir de la única vida
que alguna vez conociste, de la gente que siempre te ha protegido y
amado. Te hace enfadarte con el mundo.

Me encerré en mi habitación y encendí mi computadora. Solo hemos estado en


estas estúpidas vacaciones menos de una semana y me encontraba lista para que se
terminara. Quería que Nik y los demás se fueran. Quería que se fueran. Quería…

No sabía qué quería, ¡está bien!

Mis chicos han estado en mi vida desde que tenía cinco años. Cuando me fui a
vivir con ellos a la edad de quince años, supe que finalmente estaba en casa. Eran mi
refugio seguro. Siempre pensé que en tanto tuviera a esos cuatro hombres conmigo,
nunca tendría que preocuparme por nada de nuevo. ¡Pero ahora estoy considerando
dejarlos! Ese era el pensamiento más espantoso que alguna vez pasó por mi cerebro.

Pasé tres horas buscando exactamente qué quería y luego me detuve en mi cuenta
corriente para ver lo que tenía para jugar. Tenía tres millones de dólares en mi cuenta de
ahorros y un poco más de uno en mi cuenta corriente. Sí, Rich me pagaba muy bien.

Llámame cobarde. No me importa. Pero no iba a quedarme y ser sometida a más


de lo que había presenciado cuando regresé del médico. No me encontraba lo
suficientemente estable a nivel emocional para mantener ocultos mis sentimientos por
ese hombre estúpido y que me maldigan si le permitiría tener ese tipo de poder sobre
mis emociones cuando se diera cuenta de que estaba enamorada de él.

Empacar mis cosas es algo en lo que me he convertido en una experta. Me tomó


menos de una hora meter todo lo que necesitaba en mis maletas. Después de una ducha,
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me senté en el borde de mi cama y esperé a que la casa se quedara más tranquila. La


Página

música había estado sonando en la playa, pero no dejé mi habitación para comprobar
qué estaba sucediendo. Por las risitas de las mujeres y la profunda risa masculina, no se
necesitaba mucho para darme cuenta de que lo estaban pasando infernalmente bien.

Alrededor de las dos, la música se detuvo. Un rato después, hubo portazos al cerrar
las puertas y finalmente salí a revisar todo. La casa estaba a oscuras. Todos estaban en la
cama o se habían ido, ya que todos habían decidido que las mujeres no se quedarían en
la casa. Me negué a revisar la habitación de Nik para averiguar qué escogió. Si no lo
encontraba en la cama, entonces estaba segura de que no sobreviviría.

De vuelta en mi habitación, usé mi celular para llamar un taxi y luego bajé mi


equipaje por las escaleras tan silenciosamente como pude. El chófer se detuvo en el
camino de entrada cuando vi una luz encendida en el piso de arriba.

Mi corazón se detuvo cuando me di cuenta de que era la habitación de Nik. La


cortina se sacudió y vi su rostro aparecer en la ventana. Me di la vuelta y comencé a
arrojar mis cosas en la parte trasera del taxi antes de que el chófer pudiera salir.

Solo quedaba mi maleta grande. Estaba desesperada por irme. El chófer la recogió
justo cuando la puerta principal se abrió y Nik vino corriendo.

—¡Em!

—Por favor, apresúrese —le rogué al señor mayor.

—¡Detente! —gritó Nick—. ¿Qué demonios estás haciendo? —Extendí mi mano


hacia la puerta de la parte trasera del taxi, pero me alcanzó antes de que pudiera abrirla.
Sus dedos se cerraron alrededor de mis brazos y me sacudió para que lo enfrentara—.
¿Adónde estás yendo?

—Lejos. —Escupí la palabra hacia él.

La farola daba luz suficiente para ver su rostro lívido y pálido.

—¡Una mierda que lo harás! No te irás. No puedes irte. —Su voz se quebró y su
agarre sobre mis brazos se reforzó causándome dolor, pero no me soltó—. Regresa a la
jodida casa.
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—¿Por qué? —exigí—. ¿Por qué debería quedarme aquí? ¿Así puedes
atormentarme con todas esas putas? ¿Así puedes restregarme en la cara lo que nunca
Página

puedo tener? —Se me escapó una risa sin humor—. Gracias, pero no. Estoy cansada de
todo. Cansada de ver las diferentes mujeres que entran y salen de tu cama. Cansada de
soñar con algo que sé que nunca podré tener.

—¿De qué estás hablando? —exigió—. ¡Nadie ha estado en mi cama en meses!


Jesucristo, Emmie. ¿Estás ciega? ¿No ves lo que siento por ti?

Su pregunta me confundió. No pude evitar fruncir el ceño que arrugaba mi frente.

—¿Qué sientes?

Cerró sus ojos y sacudió su cabeza.

—Por favor, Em. Regresa a la casa y vamos a hablar. No te vayas, nena. Por favor,
no te vayas.

No sabía qué debía hacer. Mi cerebro me gritaba que me subiera al taxi y me fuera.
Que esta no era la vida a la que debería traer a mi hija. ¿Cómo podía traer un niño a
nuestro mundo que estaba lleno de nada más que fiestas y mujeres para mis chicos? Pero
mi corazón luchaba con mi cerebro, exigiendo que me callara y fuera con Nik.

Viendo la indecisión en mi rostro, Nik miró al chófer y le pidió al hombre que


bajara mis cosas. Le dio una propina generosa, luego me sostuvo hasta que el taxi se alejó
y desapareció en la noche antes de estirarse por mis maletas.

—Vamos, nena —instó suavemente.

Sin hablar, lo seguí dentro de la casa de la playa. Dejó caer mis maletas en el
pasillo junto a la puerta y luego agarró mi mano. Nik tiró de mí por las escaleras y
dentro de su habitación, donde cerró su puerta y luego me empujó para que me sentara
en el borde de su cama. Aún sosteniendo mi mano, se agachó delante de mí,
obligándome a mirarlo.

—¿Adónde ibas a ir, Em? —susurró con voz ronca.

Me encogí de hombros.

—A algún lugar en el que no haya groupies y putas en todas partes cuando me doy
la vuelta.
89
Página

Nik hizo una mueca.


—¿Realmente eso te molesta? ¿Ahora, después de todos los años que has vivido
con nosotros?

Lo fulminé con mi mirada.

—¿Qué crees? ¿Qué debería querer tener este bebé y someterlo a todas esas putas a
diario? ¿Debería dejarla ver lo que realmente eres; el rockero egoísta que tiene que tener
a todas sus fanáticas devotas colgando de su brazo mientras yo, su madre, tengo que
observar desde un costado?

Su cabeza se sacudió hacia atrás como si lo hubiera abofeteado físicamente.

—¿Así es cómo te sientes? ¿Como si tuvieras que observarme desde un costado? —


Soltó mi mano y ahuecó mi cara entre sus manos—. ¿No sabes que te quiero a mi lado?
¿A ti y solo a ti?

Mi resoplido no fue agradable.

—Eso es muy difícil de imaginar, Nik. Qué hay de ayer y esas putas alejándome de
ti tan rápido. Y hoy con dos putas frotándose contra ti como si estuvieran en celo.

—¡Así que estás celosa! —Sonrió y quise darle un puñetazo. O quizás incluso darle
una patada donde lo sentiría más. Me estaba debatiendo entre los dos cuando se echó a
reír de alegría pura y decidí que pegarle se sentía mejor.

Eso derribó la sonrisa en su rostro. Me miró fijamente, totalmente sorprendido, sus


dedos tocando la huella roja de mi mano enojada en su rostro.

—Estoy muy contenta de que encuentres que frotarte a esas putas en mi cara sea
muy gracioso. A quién demonios le importa que un pedacito de mi corazón muera cada
vez que lo veo, ¿verdad?

—Oh, cariño. —Sacudió la cabeza—. Realmente tienes que abrir esos hermosos
ojos verdes tuyos. —Tomó mi punzante mano que estaba roja de abofetearlo y besó el
dolorido centro—. La única razón por la que esas chicas estaban en mis brazos era para
que pudiera descubrir la verdad. Ayer lo sospechaba, pero hoy lo confirmé.
90

—¿De qué estás hablando?


Página

Una pequeña sonrisa tiró hacia arriba en sus labios.


—Tenía que saber a ciencia cierta. Si eso que tú sientes es tan profundo como lo
que yo siento por ti. Em, me has estado volviendo loco de celos. ¿Sabes que he estado a
punto de matar a mi mejor amigo un centenar de diferentes veces en los últimos seis
meses?

Mis ojos se abrieron en sorpresa.

—¿Jesse? ¿Por qué harías eso?

—Por las mismas razones por las que me volví loco cuando me dijiste que estabas
embarazada. No quería que nadie más a excepción de mí fuera capaz de tocarte. Eres
mía, Em. Me ha tomado siglos admitirme eso a mí mismo, pero cuando lo hice no podía
soportar la idea de Jesse o Axton u otra persona más sosteniendo tu mano, mucho menos
tocándote. —Sacudió la cabeza—. ¿La noche que Ax te llevó al hospital? Me llamó diez
veces antes de que contestara. Había visto que lo dejaste besarte. Joder, no podía ver con
claridad, estaba tan celoso. Y luego toqué esa canción y esperaba que saltaras en mis
brazos cuando caminé fuera del escenario…

»Pero te habías ido. Me volví loco de rabia. Enfurecí y me negué a responder mi


teléfono cuando Axton comenzó a llamar. No tenía idea de lo que te había sucedido. Así
que cuando finalmente escuché uno de los mensajes que dejó, yo… —Se interrumpió,
tragando saliva—. Estabas tan enferma y allí estaba yo actuando como un niño
caprichoso porque no estabas cayendo en mis brazos como había estado soñando.

Recordar su canción hizo doler mi corazón. Había tratado de olvidar que Nik
estaba enamorado.

—No me quedé mucho tiempo para escuchar tu canción. Empecé a vomitar


cuando me di cuenta de que estabas… enamorado. —La última palabra salió en un
susurro y tuve que morderme los labios para evitar que temblara.

Nik se inclinó hacia delante en sus rodillas hasta que sentí su aliento en mi cuello.

—Dulce, dulce Emmie —murmuró—. Aun así tan ciega. ¿Cómo puedo abrir tus
ojos, pequeña? ¿Necesitas que te lo deletree? ¿He sido tan tonto al no darme cuenta de
que no podías ver lo que me has hecho? —Sus labios rozaron el punto sensible justo
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debajo de mi oído, haciéndome temblar—. Sí, estoy enamorado. Está esta Ember en mi
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corazón que se ha apoderado de mí y no me dejará ir. —Cantó la última parte y las


lágrimas se derramaron por mis ojos.
He estado ciega.

Me he negado a ver que mientras estaba tratando desesperadamente de ocultar mis


sentimientos por Nik, él ha estado tratando de mostrarme los suyos. Las cosas nunca han
sido iguales entre él y yo como lo eran entre yo y Jesse, Drake o Shane. Siempre había
algún hilo invisible que nos conectaba, que se aferraba a mi corazón en un lugar
diferente de donde se alojaban los otros. Lo supe cuando me vine a vivir con ellos a los
quince años. Lo sabía y me negaba a verlo porque cuando no tienes nada, peleas por
todo lo que sí tienes y estás demasiado temeroso de perderlo.

Por eso mi noche robada con Nik fue tan fácil de tomar y mantener a salvo en mi
corazón. Por eso era tan fácil amar al bebé que está creciendo dentro de mí. Nik y yo
estábamos destinados a estar juntos.

—Te amo, Em. Con todo dentro de mí, te amo. Eres mi sueño favorito hecho
realidad y no quiero que te vayas. —Sus labios acariciaron mis ojos, sorbiendo mis
lágrimas—. Te necesito para respirar. Mantienes mi mundo a flote cuando todo va loco.

—Te he amado durante tanto tiempo, Nik —susurré—. Eras mi príncipe oscuro en
armadura oxidada cuando era una niña. Ahora te has convertido en mi razón para
levantarme cada mañana. Los últimos años, viéndote tener una puerta giratoria de una
sola noche, me ha matado lentamente. Odio a cualquier mujer que te mira.

—Oh, nena, lo siento. No tenía ni idea. —Acunó mi rostro—. No significaban


nada, Em. Lo juro. No eran más que algo que me distraía de hacer lo que sabía que no
debía. Cuando viniste a vivir con nosotros, te quería entonces. Pensé que me estaba
convirtiendo en algún demente pedófilo y me odiaba a mí mismo. —Nik dejó escapar un
suspiro de frustración, y entendí sus razones para odiarse a sí mismo por esos
sentimientos. No era la única con una infancia terrible…—. Entonces me di cuenta de
que eras solo tú, pero eso no me hizo sentir mejor. Así que usé a las otras chicas para
distraer mi mente, y otras cosas, de lo que más quería.

»Los sueños comenzaron hace unos años. Me despertaba en medio de la noche con
mi polla tan dura y me tomaba toda mi fuerza de voluntad evitar buscar el calor de tus
brazos para que poder hacer mis sueños una realidad. —Un largo dedo trazó por
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completo mi labio inferior—. Es por eso que nuestra noche juntos no me sorprendió.
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Solo lo asumí como otro sueño.


—Pensé que no sabías que era yo. Me odiaba por tomar ventaja de ti así. Pero he
vivido de los recuerdos. —Enredé mis dedos en su espeso cabello—. Esa noche fue más
de lo que jamás hubiera esperado. —Y esta noche... Esta noche él estaba haciendo que
todos mis sueños se volvieran realidad.

Nik rozó un tierno beso sobre mis labios, deteniéndose solo por un momento antes
de alejarse.

—Cuando escapaste de mí en el centro comercial me puse un poco loco. No podía


encontrarte y esa fue la peor sensación que he experimentado alguna vez. Hasta esta
noche. Ver ese taxi y darme cuenta de que estabas a punto de dejarme… Mi corazón se
detuvo, Em.

—No podía manejar esas chicas colgadas de ti, Nik. Te amo tan obsesivamente y
pensé… —Lágrimas obstruyeron mi garganta y no pude hablar.

Me besó de nuevo.

—Solo una estratagema para ver cuán celosa eras, mi amor. Nada más. Tan pronto
como te vi alejarte de la puerta, las desenredé y las empujé sobre Jesse tan pronto como
él salió. No me quedé merodeando por ahí. Pasé el resto de la noche viendo Sports
Center y bebiendo cerveza en la sala de estar mientras planeaba mi próximo
movimiento para hacerte ver que estoy enamorado de ti.

Sus palabras estaban sanando cada grieta en mi corazón. No creo que jamás
hubiera sido tan feliz como lo estaba en ese momento. Nunca había soñado que Nik y yo
estuviéramos juntos, y aquí estaba él dándome todo lo que he querido.

¡Su amor!

—No vas a dejarme, ¿verdad, Em? —susurró contra mis labios. Sabía tan bien que
gemí.

Negué con mi cabeza.

—No, nunca.
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Nik rozó su nariz contra la mía.


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—Y me amas, ¿verdad?
—Sí. —Respiré cuando ahuecó mi pecho.

—¿Te casarás conmigo, mi Ember? —Sus dedos estaban jugando con los míos.
Entrelazando, acariciando.

Una sacudida de pura felicidad me atravesó. Cortó la respiración en mi pecho y no


pude detener las lágrimas que se derramaban de mis ojos.

—Sí.

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Epilogo

—¡H
a sido genial actuar aquí para ustedes, Nueva York!

La multitud se estaba volviendo loca, gritando


por más mientras Nik estaba terminando el concierto.
Fue un concierto diurno, como eran la mayoría de los
conciertos de Demon’s Wings en estos días. Pocas
veces en esta corta gira hicieron espectáculos nocturnos. Pero los fans todavía estaban
creciendo con fuerza. Solo porque habían cambiado su estilo de vida no quería decir que
Demon’s Wings había perdido a sus seguidores.

—Saben que los amamos a todos y no podríamos hacer esto sin ustedes. —Era la
forma en que Nik siempre terminaba un concierto. Mostrando aprecio y asegurándose
de que toda la banda conseguía su parte de protagonismo—. Jesse Thornton en la batería
los ama… Shane Stevenson en el bajo los adora… Mi hombre Drake aquí está loco por
ustedes. —Nik llevó una mano a su corazón—. Y saben que con la excepción de mis dos
chicas favoritas en el mundo, ustedes son mi vida.

Sonreí cuando se volvió y me lanzó un beso, el anillo plateado en su mano


izquierda reflejando la luz del sol. ¡Dios, me enamoraba un poco más del hombre cada
jodido día!

—Y, con una última canción, vamos a dejarlos. ¡Pero saben que siempre van a
estar en nuestros corazones!

»Conocen esta canción. La han solicitado en todo el mundo, haciéndola número


uno durante cuatro meses consecutivos en fila. Ayúdennos cantando con nosotros.

Mi corazón se derritió mientras escuchaba las palabras que habían sido parte de
nuestra rutina nocturna durante los últimos dos años. Sleeping Angel era la canción de
cuna de nuestro ángel y Mia no podía dormir si su papá no la cantaba. Pero no creas que
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solo porque Nik era un padre ahora era completamente suave. Algunas personas se
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preguntaban si había perdido su estilo rockero cuando Sleeping Angel se había vuelto
popular. Todo el mundo había enloquecido porque temían que Demon’s Wings iba a ser
todo sobre el amor súper sentimental para las mujeres de sus vidas.

No tenían de que preocuparse. Nik todavía tenía mucho del pasado para escribir.
El hecho de que Sleeping Angel fuera el número uno en las listas de rock no quería decir
que ese fuera el único éxito que habían sacado de su más reciente álbum. La música a
veces podía ser tan oscura como sentimental.

Escuchando a Nik cantando su canción favorita, la niña se movió en mis brazos y


la puse de pie.

Antes de que enloquezcas y pienses que someto a mi niña a un concierto de rock,


relájate. Recién habíamos salido de nuestro propio autobús privado —uno que había
sido diseñado para una familia que viaja con un niño— poco tiempo después de que Mia
se había despertado de su siesta vespertina. Pero Mia siempre quería ver el final de los
espectáculos de su padre. Decir que era una niña de papi era un gran eufemismo.

Me rompía un poco el corazón que ella prefiriera tener a su papá que a mí, pero
estaba aprendiendo a vivir con eso. Nik y yo incluso habíamos hablado de tener otro
bebé. Pero eso era algo en lo que quería esperar para un poco más adelante. Aunque yo
solo era el plato de segunda mesa para Mia, no me cansaba de consentir a la niña. Tener
otro bebé en este momento alejaría eso.

Se aferró a mi pierna, todavía un poco asustada de las multitudes que siempre


estaban en los conciertos de Demon’s Wings. Pero como su padre estaba sentado allí en
el escenario, rodeado por todos los hombres de su vida, Mia sabía que nunca permitirían
que nada la lastimara así que me soltó. Antes de que pudiera moverme se fue corriendo,
sus pequeñas y regordetas piernas moviéndose más rápido de lo que la había visto
moverse en toda su vida.

—¡Papi, papi, papi! —Mia se lanzó a los brazos abiertos de su padre y lo abrazó
con fuerza mientras seguía cantando solo para ella.

—Duerme mi ángel. —La voz de Nik asumió el tono más suave que se reservaba
solo para Mia cuando le cantaba para dormir en sus brazos todas las noches.
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Negué con la cabeza, sabiendo que la vista del gran rockero malote con la
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diminuta réplica de mí en sus brazos estaba haciendo que las mujeres en la multitud se
enamoraran aún más de él con cada segundo. Pero estaba bien con eso.
Debido a que con la excepción de nuestro ángel, yo era la única mujer que siempre
ocuparía el corazón de Nik.

Fin

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The Rocker Who Savors Me

Layla...

Ha tenido una vida muy dura. Ha estado por su cuenta desde una temprana
edad, siempre teniendo que hacer lo que había qué hacer para sobrevivir.
Ahora tiene otras dos personas dependiendo de ella y necesita un trabajo
rápido antes de que sean desalojadas. Una entrevista de trabajo la presenta
ante Jesse Thornton, el delicioso baterista de Demon’s Wings. Él le recuerda
todos los errores de su pasado, pero también es su esperanza para el futuro.

Jesse...

No ha dejado entrar a nadie. La única familia que ha tenido son sus hermanos
de la banda y Emmie, la única mujer que ha amado. Pero entonces Layla entra
en su vida y él haría cualquier cosa para conseguir una probada.

¿Podrá moverse más allá de sus propias inseguridades


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y permitir que esta mujer entre en su corazón?


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