Lakatos
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Lakatos
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Popper y reconstruir una suerte de trayectoria conceptual que culmina en la propia versión
lakatosiana del falsacionismo, que identifica con la versión sofisticada.
Como ya hemos sugerido, Lakatos no afirma que Popper haya defendido alguna
vez estos principios. Lakatos los menciona porque otros autores parecen habérselos
atribuido a Popper y sobre todo porque su formulación explícita le permite marcar, por
contraste, las características del falsacionismo efectivamente sostenido por Popper y las
ventajas de su propia concepción.
A juicio de Lakatos, los tres principios mencionados son falsos. Con respecto al
primero, la distinción entre lo teórico y lo observacional, piensa, como Popper, que todos
los términos y todos los enunciados son teóricos en la medida en que en cualquier acto de
percepción siempre hay involucradas teorías. Tomemos por caso el enunciado “hay una
taza de café sobre la mesa”, la comprensión de su significado va mucho más allá de lo
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que nuestros órganos de los sentidos nos informan, pues se requiere que conozcamos las
propiedades generales de ciertas clases de cosas, a saber qué es el café, una taza y una
mesa. De manera amplia puede afirmarse que poseemos “teorías” acerca del
comportamiento de tales objetos, teorías con las que ya contábamos al momento de
formular el enunciado.
Es evidente, entonces, que el tercer supuesto también tiene que ser rechazado,
porque si no existe una base empírica inconmovible y rigurosamente diferenciada de las
hipótesis teóricas, ningún criterio de demarcación entre las teorías científicas y las que no
lo son puede apoyarse en ella.
Como acabamos de ver, el mismo Popper criticó los supuestos que conformarían el
falsacionismo dogmático. Por ese motivo, por cuanto se trata de una posición meramente
hipotética, Lakatos la llamó también Popper0. Rechazados pues estos principios, las tesis
que Popper efectivamente sostuvo, especialmente en La Lógica de la Investigación
Científica, constituyen la teoría que Lakatos denomina “falsacionismo ingenuo” o “Popper1
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cuanto ya no se exige que las teorías científicas dispongan de una base empírica
inalterable. En su lugar, se sostiene ahora que debe contar con una “base empírica”
compuesta por un conjunto de enunciados potencialmente falsadores de la teoría cuya
aceptación depende de una decisión convencional.
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Una situación como ésta se le presentó a los astrónomos cuando observaron que
el perihelio de Mercurio no coincidía con las predicciones derivas de la teoría de Newton.
Si hubieran actuado conforme a las pautas formuladas por el falsacionismo ingenuo
hubieran debido abandonar inmediatamente la teoría de Newton. Pero las anormalidades
en la órbita de Mercurio sólo fueron consideradas como refutaciones de la teoría de
Newton mucho tiempo después, a pesar de que la cláusula ceteris paribus estaba bien
corroborada. Este ejemplo indica por qué Lakatos pensaba que el falsacionismo ingenuo
no se adecua suficientemente a la historia de la ciencia. El curso de las teorías científicas
parece depender en mayor medida que lo conveniente de decisiones convencionales que
no están restringidas por ninguna consideración objetiva. Lakatos intentará, en
consecuencia, dar un paso más allá del falsacionismo ingenuo y proponer una nueva
versión de la posición falsacionista que sea capaz de superar esta clase de
inconvenientes.
2. El falsacionismo sofisticado
2.1. los principios del falsacionismo sofisticado
1. Una contrastación es -o hay que procurar que sea- un enfrentamiento entre dos únicos
contendientes, la teoría y la experimentación.
2. El único resultado interesante de esa confrontación es la falsación y los únicos
verdaderos descubrimientos son las refutaciones de hipótesis científicas (Lakatos
1975, p. 228).
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corroboraciones de las consecuencias empíricas de las teorías. Por este motivo, propone
reemplazar los anteriores supuestos por las siguientes versiones refinadas de los mismos
principios:
1'. "Las contrastaciones son, al menos, un triple enfrentamiento entre teorías rivales y
experimentación".
2' "Algunos de los experimentos más interesantes resultan, a primera vista, de la
confirmación más que de la falsación". (Ibid.1975, p. 228).
Un PIC se define como una sucesión de teorías emparentadas T1, T2, T3...Tn, que
se van generando una a partir de la otra. Comparten un conjunto de hipótesis
fundamentales que constituyen lo que Lakatos llama el núcleo firme del programa de
investigación. Su firmeza consiste en que los científicos que trabajan en el desarrollo del
programa consideran esas hipótesis irrefutables, es decir, adoptan la actitud de seguir
manteniendo las hipótesis del núcleo aunque las observaciones parezcan refutarlas. Es la
presencia de esas hipótesis que conforman el núcleo del programa el elemento que le
brinda continuidad. La astronomía ptolemaica podría describirse como un programa de
investigación que se mantuvo en vigencia durante muchos siglos y en cuyo núcleo se
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encontraban creencias tales como la hipótesis de que los cuerpos celestes giran alrededor
de la Tierra describiendo movimientos circulares.
Además del núcleo firme y compartido, cada una de las teorías sucesivas que
surgen en el desarrollo de un PIC posee un conjunto de otras hipótesis que Lakatos
describe como un cinturón protector, dado que cualquiera de ellas puede ser sacrificada
a fin de preservar las hipótesis del núcleo. En el caso del programa de investigación
ptolemaico, la introducción de hipótesis que hacían referencia a epiciclos cumplen este
papel de protección de las hipótesis fundamentales. En efecto, al proponer un epiciclo, los
astrónomos tratan de conciliar la hipótesis fundamental de que el movimiento planetario no
puede ser otro que el circular con el resultado de las observaciones que mostraban que se
apartaban de una trayectoria circular simple y constante, puesto que, en algunas
ocasiones, parecían detenerse, volver hacia atrás y luego retomar la dirección inicial. De
este modo, entonces, la hipótesis de que, en todo caso, el movimiento del planeta es una
combinación de trayectorias más complejas que la que se había propuesto inicialmente,
preserva la creencia fundamental de que el movimiento es circular.
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permanente del conocimiento; tales reglas son denominadas "heurísticas". Lakatos
distingue dos tipos: una heurística negativa, que nos dice lo que se debe evitar, y una
heurística positiva, que indica el camino que debe seguirse para el desarrollo del
programa. La heurística negativa prohíbe expresa la decisión de no considerar refutadas
las hipótesis del núcleo firme y ante cualquier discordancia de las observaciones con la
teoría, preferir, como ya hemos indicado, hacer responsable al cinturón protector. La
heurística positiva, en cambio, consiste en un conjunto de reglas que indican cómo
modificar, sustituir o inventar nuevas hipótesis del cinturón protector para resguardar el
núcleo firme y asegurarse de que el programa sigue progresando. El cometido de la
heurística positiva es dar cuenta de las anomalías y procurar convertirlas en ejemplos
corroboradores. Pero esta no es su función más importante; la tarea fundamental de la
heurística positiva es orientar la investigación hacia el descubrimiento de hechos nuevos,
aunque puede ocurrir que al mismo tiempo vaya anticipando y "digiriendo" las anomalías
que genera. La riqueza de la heurística positiva se manifiesta, pues, en su política creativa
que privilegia el desarrollo teórico, mientras que la evidencia empírica desempeña un rol
más bien subsidiario. Lakatos se refiere a este fenómeno como la "autonomía" de la
ciencia teórica, la cual estimula constantemente el desarrollo de los recursos necesarios
para el crecimiento del programa. La propuesta de epiciclos para ajustar la teoría
astronómica a las observaciones ejemplifica, una vez más, el funcionamiento del programa
de investigación ptolemaico: una vez introducido ese recurso, los científicos que
trabajaban en el programa contaban con una fuerte sugerencia acerca de cómo continuar
ajustándolo. Su tarea consistiría, entonces, en calcular las condiciones particulares del
nuevo epiciclo propuesto, pero, de algún modo, sabía de antemano qué es lo que debía
hacer para mantener el programa. Por ese motivo, Lakatos sostiene que la heurística
positiva anticipa las soluciones que habrán de proponerse para enfrentar las anomalías
que se le presentan al programa.
Estas anomalías dejan de ser un accidente mortal para las teorías, como podría
inferirse de las premisas del falsacionismo dogmático y el falsacionismo ingenuo, y pasan
a ser el motor de la investigación científica. En realidad, los programas de investigación
científica conviven con las anomalías, más aun, viven gracias a ellas. Lakatos afirma, en
efecto, que las teorías nacen refutadas y se desarrollan en un océano de anomalías,
porque, lo más frecuente es que, desde el principio ninguna conjetura científica se
acomoda completamente a los hechos.
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Las modificaciones que sufren las hipótesis del cinturón protector pueden afectar
cualquier clase se suposiciones. La estrategia sofisticada contempla incluso la posibilidad
de someter a crítica la teoría interpretativa u "observacional" a la luz de la cual se habían
aceptado los enunciados “básicos” refutadores. Tal teoría puede llegar a tener un nivel
teórico tan alto como el de la teoría sustantiva que se investiga. Lakatos ilustra esta
situación con el relato de las circunstancias relativas a la contrastación de la hipótesis de
Prout sobre el peso atómico de los elementos químicos.
La teoría afirmaba que todos los átomos están compuestos de hidrógeno y de este
modo los pesos atómicos de todos los elementos químicos homogéneos tienen que poder
ser expresados en números enteros. Sin embargo, el químico Stas demostró que el peso
atómico del cloro puro era 35.5, y en ese caso la teoría de Prout quedaba refutada. La
controversia entre los defensores del programa de Prout y quienes se atenían al
experimento de Stas se prolongó durante un siglo, hasta que finalmente se resolvió a favor
de Prout en 1915. La estrategia metodológica seguida por los proutianos fue la de someter
a crítica la teoría que subyacía al procedimiento de purificación de los elementos químicos
cuyo peso atómico se trataba de establecer. Esta teoría señalaba que si se aplican a un
gas una serie de procedimientos de purificación especificados, que en este caso sumaban
17, lo que se obtiene será cloro puro. Los partidarios de las ideas de Prout preferían dudar
de la pureza de la sustancia resultante de la aplicación de dichos procedimientos. Más
tarde los químicos les dieron la razón porque descubrieron que la sustancia en cuestión
estaba constituida por dos isótopos de cloro con pesos atómicos diferentes, de tal manera
que su peso combinado no daba por resultado un número entero.
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3. La dinámica de los programas de investigación
Es importante advertir que los PIC no son sólo unidades más amplias que las
teorías científicas tal como se las entendía tradicionalmente. En este último sentido, las
teorías científicas se presentan fundamentalmente como entidades abstractas compuestas
por proposiciones sistemáticamente conectadas por relaciones lógicas. Un PIC, en
cambio, incluye mucho más que eso; es un proceso en el que se desenvuelven las
investigaciones científicas. Mientras que una teoría es, por así decirlo, un conjunto de
ideas cristalizadas de cierta forma, un programa de investigación es algo que en todo
momento está cambiando y esto es un rasgo esencial. El programa subsiste mientras su
desarrollo signifique un progreso; y de acuerdo con Lakatos, un programa se halla en una
fase progresiva cuando frente al descubrimiento de ciertas anomalías que afectan una
teoría T que integraba el programa, se ha propuesto una nueva teoría T’ que cumple las
siguientes condiciones:
• T' tiene más contenido empírico que T, es decir predice nuevos hechos que son
improbables a la luz de T o incluso prohibidos por T.
• T' explica los aciertos logrados por T, es decir, T’ conserva todo el contenido no
refutado de T.
• Alguna parte del contenido empírico excedente de T' está corroborado.
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pero esa actitud no puede considerarse arbitraria si va acompañada por la evidencia de
que el programa muestra un desarrollo progresivo.
También vale la pena señalar, en este punto, los motivos que tenía Lakatos para
valorizar positivamente el papel de las corroboraciones, a diferencia de la actitud que al
respecto adopta el falsacionismo ingenuo. Si sólo las refutaciones tuvieran importancia, no
cabría hablar de etapas progresivas dentro de un programa de investigación. Hemos visto
que el progreso adquiere plena dimensión cuando al menos una parte del contenido
empírico aportado por una nueva teoría resulta corroborado. Esto también explica el
interés de los científicos por seguir desarrollando el programa.
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reconstrucción racional adecuada de la historia real. Del mismo modo, la historia de la
ciencia se apoya en la filosofía, en la medida en que los datos que toma en cuenta el
historiador son seleccionados e interpretados a la luz de alguna filosofía, aun cuando el
historiador no tenga conciencia completa de este hecho: "Una historia sin ningún sesgo
teórico es imposible", de allí que historia de la ciencia y filosofía de la ciencia son
mutuamente dependientes. La filosofía suministra los cánones normativos que orientan la
tarea del historiador: la búsqueda, interpretación y selección de los hechos. El filósofo, por
su parte, toma en cuenta los episodios reales -metodológicamente interpretados- a fin de
dar una explicación racional de la marcha de la ciencia. Si esto es así, toda filosofía de la
ciencia deviene en una teoría de la racionalidad científica. La relación estrecha entre las
dos disciplinas está sintetizada en la conocida paráfrasis lakatosiana de Kant: "La filosofía
de la ciencia sin historia de la ciencia es vacía; la historia de la ciencia sin filosofía de la
ciencia es ciega".
"Que un experimento sea crucial o no, que una hipótesis sea altamente probable o no a la
luz de la evidencia disponible, que una problemática sea progresiva o no, no depende lo más
mínimo de la autoridad, las creencias o la personalidad de los científicos. Tales factores
subjetivos no tienen ningún interés para la historia interna" (Lakatos 1987a, p. 39).
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Dado que la demarcación es trazada desde la filosofía, puede darse el caso de
que un mismo hecho sea considerado parte de la historia interna por un historiador,
mientras que otro lo relegue al campo de la historia externa. Por ejemplo, para un
falsacionista sofisticado, la predicción de hechos nuevos en el sentido de que constituyen
una nueva clase de hechos, de tipo diferente a los conocidos previamente, forma parte de
la historia interna. La actitud de algunos inductivistas frente a la misma situación, es
distinta, pues lo que consideran relevante es el aumento de la confirmación de una
hipótesis por el acrecentamiento de los casos favorables; de manera que no es en
absoluto relevante si los hechos que confirman la teoría fueron descubiertos antes o
después de la formulación de la ley, ya que lo que cuenta es el apoyo inductivo o lógico de
la evidencia empírica. En consecuencia, la circunstancia de que un hecho que confirma
cierta hipótesis pertenezca o no a una clase ya conocida, es relegado por el inductivista al
dominio de la historia externa.
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