COLOSENSES
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COLOSENSES
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EPÍSTOLA A LOS COLOSENSES
Con comentarios
ÍNDICE
ÍNDICE...........................................................................................................................................................2
INTRODUCCIÓN..........................................................................................................................................3
CAP 1............................................................................................................................................................11
CAP 2............................................................................................................................................................18
CAP 3............................................................................................................................................................22
CAP 4............................................................................................................................................................26
1.- Los errores de los colosenses..............................................................................................................29
2.- Los adversarios....................................................................................................................................29
BIBLIOGRAFÍA..........................................................................................................................................30
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INTRODUCCIÓN
Saliendo al paso de los errores sincretistas que comenzaban a difundirse entre las comunidades cristianas de Frigia,
se hizo necesario reflexionar, desde la perspectiva del Evangelio, sobre la creación y gobierno del universo, y el
plan salvífico divino en favor de los hombres, que alcanza también a las realidades terrenas.
Hoy se considera que Pablo no es directamente el autor de esta carta.
Diferencias de estilo, de vocabulario, de temática frente a las grandes cartas; la exaltación tan poco habitual de la
figura de Pablo como Apóstol por excelencia; la dificultad para situarla en el marco de la vida de Pablo hanhecho
que tanto en el campo protestante como en el católico los autores que niegan la autenticidad del escrito haya
aumentado.
La Carta sería la obra de un representante de la “escuela paulina”, que habría recurrido a la persona y a la teología
de Pablo para hacer frente a ciertas doctrinas heréticas que se estaban difundiendo entre las Iglesias de Asia Menor a
finales del s. I.
Algunos discípulos de Pablo difundieron la fe desde Éfeso por todo el valle del Lico (cf. Hch 19,10.26). A uno de
ellos se debe en concreto la evangelización de Colosas (cf. Col 4,12-13); se trata de Epafras, uno de los
compañeros-discípulos a quien Pablo menciona con Aristarco, Marcos, Dimas y Lucas en la Carta a Filemón (Flm
23-24) y que se encuentran con Pablo cuando escribe Colosenses (cf. Col 1,7; 4,10.14). A esa comunidad pertenece
Onésimo, el esclavo que motivó la Carta a Filemón, y a quien Pablo encomienda, junto a Tíquico, que lleve la carta
a la comunidad de Colosas (Col 4,9). Al parecer, la mayoría de los miembros de la misma era de origen gentil (cf.
1,21-27; 2,13), y mantenían buenas relaciones con Pablo.
La comunidad cristiana de Colosas, formada principalmente por gentiles (1,2 1.27; 2,13), probablemente fue
fundada por Epafras (1,7; 4,12), originario de Colosas. El esclavo Onésimo también era de Colosas, lo mismo que,
probablemente, su amo Filemón.
Colosas y su evangelización
La ciudad de Colosas estaba situada al sur de la antigua Frigia, a unos ciento ochenta kilómetros al este de Efeso, en
el pintoresco valle del río Lico. A dieciséis kilómetros de Laodicea y veinte de Hierápolis. Ciudad rica y populosa
en tiempos de Herodoto y Jenofonte (s. V-IV), perdió luego su esplendor. En tiempos de Pablo era una pequeña
población. El año 61 fue víctima de un terremoto que asoló el valle del Lico.
Colosas llegó a tener cierta importancia, sobre todo por su industria textil, pero fue destruida por un terremoto el
año 61, probablemente en vida del apóstol. Su nombre no vuelve a aparecer en todo el Nuevo Testamento, mientras
que Laodicea sigue como una de las siete iglesias del Apocalipsis (Ap 1,11; 3,14). Por tanto, la atribución de la
carta precisamente a esa comunidad no se explica fácilmente ni por alusiones literarias, ni por interés personal de
alguien que viviese allí después de aquellas fechas.
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Albergó una floreciente industria de la lana y los tejidos, y su nombre sirvió para denominar un tinte rojo oscuro
utilizado con la lana (colossinus). Las ruinas de Colosas fueron descubiertas en 1835, pero el yacimiento no ha sido
excavado. Hacia el comienzo de la era cristiana, la importancia de Colosas se vio ensombrecida por la vecina ciudad
de Laodicea. El año 60/61 d.C. un terremoto destruyó algunas zonas del valle del Lico entre las que probablemente
se encontraba Colosas.
Según testimonio del mismo Pablo no fue él quien evangelizó esta ciudad (Col 2,1; 4,lss).
Las afirmaciones de la misma carta revelan que fue Epafras, convertido probablemente en Efeso por Pablo, quien
anunció en ella el evangelio. Se encuentra junto a Pablo en el momento de escribir la carta (Col 1,7; 2,12s).
Había en Colosas una considerable comunidad cristiana, formada en su mayor parte por cristianos convertidos del
paganismo. Pero debía contar con un buen número de judeocristianos. El judaismo estaba muy extendido por Frigia
y la carta tiene un inconfundible sabor judío. De ellos provendrían en buena
parte los problemas que se mencionan en la carta.
Ocasión de la carta
No se tienen noticias de que san Pablo se detuviera en Colosas a predicar el Evangelio en alguno de sus viajes, sino
que, al parecer, fue Epafras quien recibió la misión de predicar allí y en las ciudades vecinas de Hierápolis y
Laodicea. Por lo que dice esta carta parece que el Apóstol no conocía personalmente a aquellos cristianos. Por tanto,
toda reconstrucción histórica de las circunstancias en las que se compuso habrá de estar basada en conjeturas
realizadas sobre las pocas alusiones a acontecimientos concretos que se pueden encontrar en este escrito.
La carta –que no parece un escrito ocasional, sino una obra cuidada y estudiada– sale al paso de las inquietudes
surgidas entre los miembros de las comunidades de aquella región de Frigia por las enseñanzas de algunos
predicadores llegados de fuera: «Vigilad para que nadie os seduzca por medio de vanas filosofías y falacias,
fundadas en la tradición de los hombres y en los elementos del mundo, pero no en Cristo» (Col 2,8).
En efecto, comenzaban a surgir creencias y prácticas sincretistas, en las que, junto al Evangelio recibido por
predicación apostólica, se dejaban sentir influencias de la apocalíptica judía y de corrientes mistéricas helenísticas
ligadas a los primeros avances de la gnosis. La gnosis se presentaba a sí misma como una sabiduría más elevada,
superadora de todas las demás religiones –incluida el judaísmo–, a las que consideraba explicaciones imperfectas,
útiles provisionalmente para el vulgo. Según aquella mentalidad, el mundo y la marcha de la historia dependían de
unos poderes sobrehumanos, inferiores al verdadero Dios, a los que todas las cosas estaban sometidas. Solo quienes
los conocían podían tenerlos a su favor o evitar su influjo. De ahí que el «conocimiento» (gnosis) de ese mundo
sobrehumano fuese medio de salvación. Se creía que solo los iniciados estaban salvados por el «conocimiento» de
los misterios divinos, que los insertaba en su verdadera patria, el mundo de la «plenitud divina» (pléroma). Para la
iniciación se imponía un itinerario ascético rigorista.
Aquellos primeros brotes de gnosis parecían intentar conciliar el cristianismo con sus propias ideas: para los
gnósticos, Cristo era uno más de los seres divinos que constituían el pléroma. A su vez, la realidad se contemplaba
dividida, con una fuerte contraposición entre lo que está en el ámbito del Dios verdadero, desconocido, y lo que está
en el ámbito del dios inferior, el Demiurgo y sus potencias que dominan el mundo; de ahí se derivaba un ascetismo
rígido que suponía renegar radicalmente del mundo creado en el que se desenvuelve la vida humana ordinaria.
Para hacer frente a aquellas concepciones, se compone esta carta que, aunque se ajusta en líneas generales al
esquema epistolar básico de los escritos del corpus paulino, es un texto eminentemente polémico, pero de gran
hondura teológica, pues profundiza en temas capitales del misterio del ser de Cristo –la cristología– como son su
superioridad infinita y su capitalidad sobre todos los seres. También acuña expresiones que encierran un contenido
muy profundo, como la de que en Cristo «habita toda la plenitud (pléroma) de la divinidad corporalmente».
Lo más probable es que se trataba de un cierto sincretismo que incorporaba elementos de la religión pagana
tradicional frigia, de los cultos de misterios contemporáneos existentes en Asia Menor, del judaísmo y de un
gnosticismo inicial. No parece razonable, en cambio, identificar a tales oponentes con un grupo determinado,
aunque hay quien defiende que se trata de cristianos de corte gnóstico. A juzgar por los puntos en que insiste
“Pablo”, es decir, el autor de la carta, tal “filosofía” tenía una vertiente más teórica y otra más encaminada a la
práctica. En la primera parece que el error consistía en dar mucha importancia a entes intermedios entre Dios y los
seres humanos, como ángeles o elementos cósmicos, a los que se atribuyen unos poderes misteriosos y que, de
algún modo, estaban fuera del poder de Cristo; era preciso, pues, tenerlos propicios mediante ciertos cultos (cf. Col
2,18) y prácticas, algunas de las cuales tenían relación con las judías, con ascetismo y mortificaciones (cf. Col
2,11.20-21).
Esta carta presenta algunos rasgos singulares dentro del corpus paulino. Respecto al vocabulario, se puede apreciar
el empleo de términos nuevos, procedentes al parecer de esas doctrinas a las que se hace frente, pero que se han
cargado de nuevos matices y sentidos al ser utilizados en un contexto polémico. En cuanto al estilo, el texto griego
original de la Carta a los Colosenses utiliza, lo mismo que la Carta a los Efesios, frases más largas de las habituales
en las grandes cartas (Romanos, Gálatas, 1 y 2 Corintios) o en la primera a los Tesalonicenses, que son las primeras
cartas de san Pablo.
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Por otro lado, Colosenses presenta aportaciones originales, que consisten fundamentalmente en un gran
enriquecimiento de la doctrina acerca de la preeminencia de Cristo sobre toda la creación. En otras cartas había
expuesto san Pablo detenidamente el plan redentor en favor de los hombres, pero en esta enseña que todas las
criaturas participan de los frutos de la Redención.
No se tienen datos sobre el momento preciso en que las comunidades cristianas de Frigia sufrieron una conmoción
como la que refleja esta carta, aunque debió de ser en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo I. Por eso
tampoco se puede fijar con precisión el tiempo en que fue compuesta. Puesto que Colosas fue derruida por un
terremoto en el año 60 o 64, la carta debe de ser anterior a esas fechas. De todas formas, no se puede descartar por
completo la posibilidad de que las nuevas concepciones filosófico-religiosas comenzaran a difundirse en Frigia a
partir de la catástrofe del terremoto, cuando se estaba reconstruyendo la ciudad de Laodicea, y que esta carta esté
dirigida principalmente a los cristianos de esa ciudad (para los que hay muestras de afecto y la intención explícita de
que la lean: cfr. Col 2,1; 4,15), apelando a la autoridad del Apóstol, a fin de que no se dejaran seducir por las nuevas
tendencias.
Sea cual fuere el motivo y el momento concreto de su composición, esta carta constituye una excelente muestra de
la fe en Cristo de la primitiva comunidad.
Características literarias
El escrito normalmente conocido como “Carta a los Colosenses” está realmente construido como una carta y, más
en concreto, como una carta paulina. En efecto, contiene no pocos de los elementos que aparecen ordinariamente en
las cartas de Pablo (saludo, acción de gracias, exposición, exhortaciones, alusiones personales, mención de
problemas concretos, despedida, material tradicional…).
En ese aspecto, a diferencia de Efesios, escrito con el que se encuentra muy relacionado, parece ciertamente –
siempre en cuanto a la forma– una carta real y concreta. Hay, sin embargo, otros puntos problemáticos que
habremos de considerar. El vocabulario de Colosenses es, al menos, curioso en comparación con las cartas
indiscutidas de san Pablo. Hay 25 términos nuevos (hapax legomena) respecto a las otras cartas paulinas, y faltan,
en cambio, vocablos típicos de la teología del Apóstol, como “pecado”, “justicia”, “ley”, “salvación”. Aparecen
términos como mystêrion (“misterio, secreto”) o plêrôma (“plenitud”) con el mismo sentido que en Efesios, lo cual
es una de las muchas coincidencias entre estos dos escritos.
El estilo es, en cierta medida, semejante al de Efesios y, como en otras ocasiones, hay que apelar al griego para
percibir los detalles, puesto que, muy a menudo y en aras a la claridad, las traducciones modifican el texto original.
Encontramos frases largas como las de 1,3-23, en las que las ideas se concatenan por medio de relativos y
participios, hasta el punto de resultar pesadas y no sencillas de comprender en una primera lectura. Son frecuentes
los genitivos y el uso de la partícula “en” para determinar algunas afirmaciones. Ciertamente ello ocurre también en
algunas cartas del Apóstol, pero no con la abundancia que aquí se hallan.
Son típicas de Colosenses las reminiscencias del estilo litúrgico e hímnico. En alguna ocasión aparec algún
auténtico himno insertado en el texto de la carta. Se descubren también algunas coincidencias menores con la carta a
Filemón, concretamente en los nombres propios mencionados en ambos escritos: Timoteo como co-mitente (Flm 1
y Col 1,1), Onésimo (Flm 10ss. y Col 4,9), Arquipo (Flm 2 y Col 4,17), Aristarco, Marcos, Epafras, Lucas y Demas
(Flm 23 y Col 4,10.12.14). También en los dos escritos, Pablo aparece en prisión (Flm 10.13.23 y Col 4,3.18).
Estilo y vocabulario
Colosenses tiene todos los “defectos de Pablo”, y algunos más (sobre todo, para el gusto moderno). Tanto la falta de
una gran composición y de signos de puntuación, como la presencia de frases que no logran terminar porque se les
van añadiendo cosas, como la impresión de que se pasa impensadamente de un tema a otro. Todo eso existía, en
distinta medida, en todas las cartas y, en mayor medida, fuera de las cuatro grandes. Aquí se añade un mayor
hieratismo (estilo litúrgico), frases más largas, expresiones más barrocas, acumulación de sinónimos y de genitivos,
y otros defectos no tan frecuentes (¡tampoco ausentes del todo!) en las cartas indudables. También le falta la «garra»
dialéctica, argumentativa, de las grandes cartas: pero en eso coincide plenamente con Tesalonicenses y con
Filipenses.
Por otro lado, no deja de participar de las cualidades de Pablo: un estilo denso, directo, emotivo, original en la idea
y en la expresión, con una serie de aciertos máximos en el nivel de la palabra y la frase.
El vocabulario de Colosenses está compuesto por 431 palabras; aparte de los nombres propios, contiene 34 hápax
(palabras que salen una sola vez) del NT y 50 palabras que no salen en ninguna de las siete cartas indudables. Con
este vocabulario, el autor compone una obra de 1.577 palabras, lo cual da una proporción media de vocabulario,
habida cuenta de la longitud, semejante al conjunto de cartas paulinas (1.577 : 431 = 3,66).
Además, algunos de los términos paulinos más característicos no aparecen en Col: “justicia” “creer”, “ley”
“salvar” y muchos de los conectores y partículas paulinos habituales. El tratamiento de “hermanos” o “hermanos
míos”, frecuente en los escritos indiscutidos (p.ej., Rom 1,13; 1 Cor 1,10; 2 Cor 1,8; Gá1 1,l l), no aparece en Col ni
en Ef. Las referencias al Espíritu son infreciientes en Col. Estas peculiaridades quedan de algún modo equilibradas
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por otra evidencia: en la introducción, acción de gracias, saludos y conclusión se utilizan expresiones típicamente
paulinas. Además, muchos de los términos únicos de Col aparecen en el himno tradicional (1,15-20) y en la sección
polémica (2,6-23), cuvo vocabulario está tomado del de los adversarios.
Entre los rasgos no paulinos del estilo de Col se encuentran los siguientes: el estilo litúrgico-hímnico, que contrasta
con el estilo de debate de Rom y Gál; la frecuente coordinación de sinónimos (1,9.11.22.23.26; 2,7; 3,8.16; 4,12);
cadenas de gen. dependientes (1,5.12.13.20.24.27; 2,2.11.12); nombres vinculados a locuciones con ev
(1,6.8.12.29); infinitivos unidos sin excesivo rigor para expresar finalidad o resultado (1,10.22.25; 4,3.6); largas
sentencias con numerosas oraciones subordinadas.
El mensaje de la Carta: La unidad de la Iglesia en Cristo
El caldo de cultivo de la doctrina de la Carta a los Colosenses fue la polémica contra los errores que se estaban
difundiendo en Colosas; su autor se opone a quienes daban demasiada importancia al culto de las potencias
angélicas, resaltando el papel único y determinante asignado por Dios a Cristo en su designio salvífico. En el himno
cristológico (1,15-20) se le presenta como mediador de la creación (1,15) y al mismo tiempo como quien con su
sangre ha reconciliado a la humanidad con Dios; por ello se le considera “cabeza del cuerpo de la Iglesia”(1,18.24)
y, de manera distinta, cabeza de las potencias (2,10), vencidas por él en la cruz (2,14-15). Su papel en la creación y
en la reconciliación se debe al hecho de que “Dios se dignó que habitara en él toda plenitud” (1,19), para que
pudiera comunicar a los creyentes “la plenitud de la divinidad”, que habita en él “corporalmente” (2,9-10).
La persona y la obra de Cristo se presentan como un “misterio”(1,26), en el que se contienen todos los tesoros de la
sabiduría y de la ciencia (2,2-3). Este misterio no es otra cosa que el designio salvador de Dios, que se realiza
plenamente en Cristo y que se ha revelado, no sólo a los judíos, sino también a los gentiles, a quienes se llama
también a poner su esperanza en Cristo (1,27).
El amor impulsa el cumplimiento de los deberes propios, entre los cuales ocupa el primer lugar los deberes
familiares: a las mujeres se les invita a la sumisión frente a sus maridos; a los maridos, el amor hacia sus mujeres; a
los hijos, la obediencia frente a los padres; a los padres la bondad frente a sus hijos; a los esclavos la docilidad
frente a sus amos, y a éstos últimos la justicia frente a sus esclavos (3,18-4,1). Aparecen frente al primer ejemplo de
los “catálogos de deberes familiares” que también aparecen en Efesios y en las Cartas Pastorales.
Estructura y contenido
Tras un breve saludo (1,1-2) y de una acción de gracias (1,3-8), podemos señalar las siguientes unidades en la carta:
1,9-23 Los cristianos de Colosas y la reconciliación obrada por Cristo: oración por los colosenses (1,9-
14), himno a Cristo (1,15-20), acción salvadora de Cristo sobre los fieles (1,21-23). Lo más
importante en esta sección es el canto a la primacía de Cristo sobre la entera creación.
1,24-2,7 Autoridad de san Pablo y exhortación a ser firmes en la fe. El Apóstol no ha hecho otra cosa
que cumplir la misión recibida de Dios, sin miedo a los padecimientos que conlleva realizarla.
2,8-23 Sobre las vanas filosofías, fundadas en los elementos del mundo: defensa de la verdadera
doctrina ante las herejías (2,8-15) y reprensión del falso ascetismo (2,16-23).
3,1-4,6 La nueva vida del cristiano, fundamentada en su unión con Cristo, que comienza con el bautismo –
verdadera resurrección espiritual (3,1- 4)– y se perfecciona con la vida de oración y los demás
sacramentos: apartamiento del pecado (3,5-11) y progreso de la vida interior (3,12- 17);
comportamiento en la vida familiar (3,18-4,1); exhortaciones varias (4,2-6).
La carta concluye con unas noticias personales (4,7-9) y saludos varios (4,10-18).
Enseñanza
El mensaje de Colosenses se sitúa en la línea del que aparece en las grandes cartas de Pablo; con todo se echan de
menos en el escrito acentos propios del Apóstol y desaparecen de él algunos temas típicamente paulinos, como el de
la justicia, la justificación, o la ley. Se reducen al mínimo las referencias a situaciones personales, a las que se alude
exclusivamente al principio y al final de la carta (1,7-8 y 4,7-18, respectivamente). Los problemas a los que se
enfrenta el autor y la atmósfera que se respira en el escrito no son ya los de las cartas indiscutiblemente auténticas.
Su estilo es en general muy parecido al de las cartas precedentes, pero frecuentemente se aleja de ellas recurriendo a
un vocabulario y a géneros literarios relativamente nuevos. Pese a adoptar el género epistolar, se presenta en
realidad como un pequeño tratado de carácter polémico, orientado a corregir una serie de errores tanto doctrinales
como prácticos.
La capitalidad de Cristo sobre la Iglesia
Hay dos textos fundamentales acerca de Cristo Cabeza de la Iglesia:
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– en el primero se expone fundamentalmente una capitalidad de tipo primacial (Col 1,18: Él es también la
cabeza del cuerpo, que es la Iglesia; él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que él sea el
primero en todo);
– en el segundo se habla con más claridad del influjo vital de Cristo sobre la Iglesia (Col 2,19: mantenerse
unido a la cabeza, de la cual todo el cuerpo, alimentado y trabado por medio de articulaciones y junturas,
crece con el crecimiento de Dios).
Ambos aspectos, sin embargo, están íntimamente entrelazados en los dos textos. En 1,15-20 se hace un cántico a la
primacía total de Cristo sobre la Creación entera y cada uno de sus órdenes. Dentro de ese himno se afirma: «Él es
también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia» (Col 1,18). El sujeto, Él, es Cristo indiviso, Dios-Hombre. En ese
versículo se añade a la proclamación de la primacía de Cristo sobre la Creación la noción de Cristo Cabeza de la
Iglesia.
La noción de la Iglesia como Cuerpo de Cristo revela una profunda concepción del misterio salvífico. Con ella se
explica el crecimiento y vida sobrenaturales de todos y cada uno de los fieles que integran la comunidad cristiana
universal.
La capitalidad de Cristo sobre el cosmos
Frente al sincretismo de poderes celestes que se difundía por aquellas regiones, se afirma categóricamente que el
Señor Jesús es cabeza de todos los seres, celestiales y terrestres; que su señorío es absoluto y está infinitamente por
encima de todo cuanto existe en la Creación (Col 1,15-20). Esto es así «pues Dios tuvo a bien que en él [en Cristo]
habitase toda la plenitud (pléroma), y por él reconciliar todos los seres consigo» (Col 1,19-20). Ningún rango
parcial debe atribuirse a Jesucristo, ya que lo llena todo, pues «en él habita toda la plenitud de la divinidad
corporalmente, y por él, que es cabeza de todo principado y potestad, habéis alcanzado la plenitud» (Col 2,9-10) (de
aquí se deduce la dignidad plena de todos los bautizados).
Cristo, por tanto, no es uno de los muchos seres sobrehumanos que pueblan el universo, sino la cabeza, el principio
por el cual nos llegará a todos la salvación.
La capitalidad del Señor sobre el cosmos no radica únicamente en su constitución ontológica –es Dios y Hombre–,
sino también en su actividad soteriológica –es el Salvador–. En la Carta a los Colosenses, la persona y la obra de
Cristo se presentan como un misterio (Col 1,26): proyecto salvífico de Dios, cuya plenitud es Cristo. Gracias a él,
liberados del poder de las tinieblas, se ha llevado a cabo nuestra Redención y el perdón de los pecados.
La capitalidad de Cristo sobre las realidades temporales
Se trata de una consecuencia concreta de la capitalidad de Cristo sobre el cosmos, y tiene una estrecha relación con
su capitalidad sobre la Iglesia. Puesto que la acción de los miembros de la Iglesia militante se desenvuelve entre las
realidades temporales, Colosenses no contempla solo el señorío de Jesucristo sobre los cielos o lo más íntimo del ser
humano, sino sobre las realidades todas de la tierra y los afanes de la vida cotidiana. Las realidades temporales son,
en sí mismas, susceptibles de «cristianización», más aún, deben ser cristianizadas, santificadas.
Es la adhesión a Cristo y a la Iglesia la que da origen a un conocimiento pleno de la voluntad de Dios; de aquí surge
una vida santa señalada por la práctica del amor y de las demás virtudes ligadas a ella (Col 3,12-15).
La imagen de Pablo
En relación con los errores que se están propagando, la Carta a los Colosenses presenta a Pablo como el apóstol por
excelencia, que lleva el Evangelio a todo el mundo (Col 1,26-27) y mártir que sufre en unión con Cristo por toda la
Iglesia (Col 1,23-24).
Los primeros síntomas de una peligrosa herejía
La carta se dirige a una comunidad en la que está tomando cuerpo una nueva doctrina con incidencias negativas en
la praxis cristiana; el autor la llama «filosofía» (2,8), nombre que en el ambiente judeo-helenista no designa tanto
una escuela filosófica, cuanto una corriente o línea de pensamiento. Esta “filosofía” se va abriendo con vana falacia
“fundada en tradiciones humanas” (2,8; cf. 2,22), y sustituye la plena adhesión a Cristo con una actitud de
dependencia obsequiosa frente a los «elementos del mundo» (τὰ στοιχεῖα τοῦ κόσμου) (2,8.20; cf. Gal 4,3.9), que
parecen idénticos a los «tronos», las «dominaciones», los «principados» y las «potestades» (1,16; cf. 2,10.15); en
último término, parece tratarse de los ángeles, a los que se presta una veneración especial (cf. 2,18). Se tiene la
impresión de que a las potencias angélicas se les atribuye un papel especial tanto en la creación como en la
reconciliación de la humanidad: de ahí el interés del autor por subrayar que las potencias han sido creadas por
medio de Cristo (1,16), que es su cabeza y que es el único que puede comunicar la plenitud (πληρωμα) de la
divinidad (2,9-10), pues las ha vencido a todas muriendo en la cruz (2,14-15).
El culto de los ángeles comportaba la práctica de ayunos, celebraciones de fiestas, novilunios y sábados (2,16-18;
cf. Gal 4,10), así como la observancia de prescripciones alimenticias inspiradas en motivos ascéticos (2,21-23). La
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presentación del bautismo como la “verdadera circuncisión de Cristo”, la única que puede conceder el perdón de
los pecados (2,11-13), hace pensar que, al menos algunos de los que apoyaban las nuevas ideas, atribuían valor
salvífico al rito hebreo.
Hoy se tiende cada vez más a ver en el error de Colosas no un sistema bien definido, sino más bien un reflejo de la
mezcla de ideas y de prácticas helenistas y judías que se desarrolló en Asia Menor hacia finales del s. I y que más
tarde evolucionará hacia el gnosticismo propiamente dicho.
Escatología
La escatología de Col se presenta como realizada. En Col se da una atenuación de la expectativa escatológica,
mientras que Pablo esperaba la parusía en un hturo próximo (1 Tes 4,15; 5,23: 1 Cor 7,26). La idea del futuro
regreso de Cristo no aparece en Col (3,4), pero se anima a los creyentes a hacer de «las cosas de arriba. una realidad
presente (3,l-2). Los fieles han sido ya resucitados de entre los muertos con Cristo (2,12; 3,1), mientras que en las
cartas indiscutidas la resurrección es una expectativa futura (1 Cor 6,14; 2 Cor 4,14). En Col, la esperanza, que es el
contenido del evangelio (1,23) y el misterio (1,27), está ya reservada en el cielo (1,5), mientras que en Pablo (p.ej.,
Rom 5,2; 8,24; 2 Cor 1,10; Gál 5,5) la esperanza está dentro del creyente y se orienta hacia el futuro.
La diferencia de orientación escatológica entre Col y las cartas indiscutidas se traduce en una teología diferente del
bautismo.
Mientras que en Rom 6,l-4 el bautismo mira hacia el futuro, en Col mira hacia el pasado, hacia una salvación
completada. En el bautismo, los creyentes no sólo han muerto con Cristo, sino que también han resucitado con él.
Eclesiología
En el ámbito de la eclesiología, la principal diferencia entre Col y los escritos paulinos indiscutidos es que, mientras
que en los escritos paulinos el término «iglesia» designa habitualmente a la Iglesia local de manera específica y
concreta. en Col la Iglesia es una realidad universal, el cuerpo cuya cabeza es Cristo (1,18.24; 2,19; 3,15; pero cf.
4,15.16, que hace referencia a Iglesias locales). En este punto, la eclesiología se conecta con la cristología, y se
puede deducir que cuanto se dice de Cristo como cabeza del cuerpo tiene trascendencia para los miembros de dicho
cuerpo. El papel de los creyentes en la Iglesia es agarrarse fuerte a la cabeza (2,19), enseñarse y amonestarse
mutuamente.
Autenticidad, fecha y lugar de composición
Hasta el siglo XIX se pensó que esta carta fue compuesta por Pablo, y muchos autores modernos continúan
afirmando la autenticidad paulina. La fundamentan en la tradición unánime a partir de san Ireneo, en la presencia de
ideas propias de la teología de Pablo y en la semejanza de situación con la carta a Filemón, de indudable
autenticidad paulina; en ambas el apóstol está en prisión y con los mismos colaboradores. Precisamente estas
coincidencias parecerían indicar que las dos cartas han sido escritas o dictadas por el apóstol al mismo tiempo y
llevadas personalmente por Tíquico a sus destinatarios. Por lo demás -aparte la "diaconía" de Pablo- no se reconoce
en Colosenses ningún otro ministerio eclesiástico, lo que indicaría que nos encontramos en los días de Pablo.
Un buen número de autores, en cambio, la atribuyen a un discípulo de Pablo por una serie de razones más o menos
convincentes.
En primer lugar el vocabulario utilizado que carece de términos característicos de las cartas ciertamente paulinas.
En segundo lugar el estilo resulta ampuloso, sobrecargado y carece de la viveza que caracteriza al apóstol.
En tercer lugar -y éste es un dato a tomar muy en consideración- la teología de Colosenses refleja un desarrollo
ulterior al de las cartas tenidas como indiscutiblemente paulinas; son elementos teológicos nuevos la cristología
cósmica, la dimensión de la Iglesia como "cuerpo místico" y la idea del reino actual que reemplaza a la escatología.
Finalmente los errores mencionados en Col 2,4ss, en que se pretende ver los errores gnósticos de finales del s. I.
Como lugar y fecha de composición, quienes afirman la autenticidad paulina, unos piensan que la escribió en una
supuesta prisión en Efeso por los años 54-58, lo que explicaría mejor los viajes de las personas que aparecen en ella.
Otros, unos años más tarde en la de Roma por los años 61-62, lo que explicaría mejor la presencia de una teología
más elaborada en relación con las cartas a los Corintios, a los Gálatas o a los Romanos.
Incluso no faltan quienes quisieran colocar la redacción de Colosenses durante la prisión de Pablo en Cesárea del
Mar. La mayoría de quienes niegan la autenticidad paulina renuncian a señalar lugar y fecha de composición. Los
años en torno al 80, que señalan algunos parece una fecha demasiado tardía.
Destinatarios
La carta está dirigida a los cristianos de Colosas, una población en el valle del río Lico en Frigia (Asia Menor),
afluente del Meandro, a unos cien kilómetros hacia el interior de la costa occidental de la actual Turquía. En ese
valle había otras ciudades, entre las que hay que destacar por su importancia y cercanía Laodicea y Hierápolis,
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aunque no lleguen a la altura de otras de la zona, como Éfeso, Sardes, Esmirna o Mileto. Dadas las menciones de las
dos primeras (Col 2,1; 4,13-16), se puede pensar que el autor también las tenía en mente, aunque dirigiera su escrito
principalmente a los de Colosas.
En ninguno de los viajes misionales del Apóstol relatados en Hch es mencionada la ciudad, y consiguientemente la
comunidad, aunque pasó cerca de ese lugar, en concreto por Éfeso y Mileto. Era una comunidad fundamentalmente
de origen pagano, situación en la que radica una de las causas de los problemas que tenían.
Relación con Efesios
Colosenses presenta algunos paralelos con la carta a Filemón, por otro, comparte ciertos rasgos con Efesios. En ese
sentido constituye una especie de “puente” entre la correspondencia claramente auténtica de Pablo y la
deuteropaulina, independientemente de la postura que se adopte sobre la autenticidad.
Un punto que ningún comentario omite es el de la relación de Colosenses con Efesios, tanto en lo formal como en el
contenido. Es demasiado obvio y relevante para comprender ambos escritos. En el orden ordinario de las cartas
paulinas, va antes que ésta.
Lugares paralelos entre ambas cartas son (entre otros y ciñéndose sólo a los más amplios):
Col 1,1-2 y Ef 1,1-2 Col 1,3-4.9-10 y Ef 1,15-17
Col 2,12-13 y Ef 2,5-6 Col 3,5-14 y Ef 4,17-32
Col 3,16-17 y Ef 5,19-20 Col 3,18-41 y Ef 5,22-6,9
Col 4,2-4 y Ef 6,18-20 Col 4,7-8 y Ef 6,21-22
También por lo que respecta al vocabulario, hay no pocas coincidencias, como puede verse p.e. en:
Col 1,20. 22 y Ef 2,12 Col 1,21 y Ef 2,1 Col 1,22 y Ef 1,4
Existe, sin embargo un número significativo de lugares en Colosenses que no tienen paralelo en Efesios, como Col
1,6-8.15.17; 2,1- 2.5.9.11.16-18.20-23.
Las relaciones de Colosenses y Efesios no se limitan al plano meramente formal o literario, sino que también
afectan al contenido.
Se trata de un escrito que, posiblemente, fue utilizado para escribir Efesios, bien sea que se trate del mismo autor
para los dos escritos o que haya que hablar de dos autores.
Por otro lado, reconocidas las coincidencias, hay que decir algo más que emerge de la comparación global de los
dos escritos. Colosenses es un escrito que alude a diferentes puntos concretos y situaciones determinadas de una
comunidad, mientras que Efesios tiene un carácter más general, lo que permite considerarla posterior y, sobre todo,
dirigida a un público más amplio. Ello confirma que se trata de una carta real dirigida a una comunidad cristiana
determinada.
Plan de la Carta
La organización de esta carta es bastante patente. Cuenta con una introducción y una despedida, que incluyen los
respectivos saludos, más desarrolladas que en otros escritos del corpus paulino. Además de ello, y como cuerpo del
escrito, encontramos tres partes bien definidas: una doctrinal y expositiva, que trata fundamentalmente del lugar
supremo de Cristo en el cosmos y en el destino salvífico de la humanidad; otra dedicada a corregir los errores que
amenazan a los destinatarios, donde aparecen también ciertas consideraciones sobre la auténtica participación de los
creyentes en la salvación; y, por último, otra parte bastante breve, de carácter exhortativo o parenético acerca de
puntos prácticos.
Presenta la forma típica de las cartas de Pablo, con un prescritpo que incluye la acción de gracias (1,1-14), el cuerpo
epistolar (1,15-4,6) y el postscripto (4,7-18). Por lo que se refiere al cuerpo de la Carta, se suele dividir en dos
partes, de carácter más doctrinal la 1ª (1,15-2,23) y de contenidos morales la 2ª (3,1-4,6). Teniendo en cuenta
criterios de carácter retórico, hay quienes establecen la siguiente división:
PRESCRIPTO (1,1 -2)
I. EXORDIO (1,3-23)
1- Acción de gracias de Pablo (1,3-8).
2- Intercesión (1,9-14) .
3- Expansión cristológica (1,15-20).
4- Partitio, o anuncio de los temas a tratar (1,21-23)
a) Obra de Cristo en favor de la santidad de los creyentes (1,21-22)
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b) Fidelidad al evangelio recibido (1,23a)
c) y anunciado por Pablo (1,23b).
II. PROBATIO (1,24-4,1)
1- El combate de Pablo por el anuncio del Evangelio (1,24-2,5)
2- Fidelidad al Evangelio recibido (2,6-23)
- exhortaciones iniciales generales (2,7)
a. advertencia relativa a las prácticas cultuales (2,8)
b. motivos cristológicos: Cristo y los creyentes con él (2,9-15)
a'. reiteración de advertencias sobre las doctrinas erróneas (2,16-19)
- exhortaciones conclusivas (2,20-23)
3- La santidad de los creyentes (3,1-4,1)
- exhortaciones generales y principios introductorios (3,1-4)
a. mortificar el hombre terreno (3.5-9a)
b. motivaciones: despojados del hombre viejo y revestidos del nuevo (3,9b-11)
a'. vivir la novedad en Cristo (3,12-17)
- exhortaciones tocantes a la vida familiar y doméstica (3,18-4,1)
III. EXHORTACION FINAL con función de peroratio (4,2-6)
POSTSCRIPTO (4,7-18)
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EPÍSTOLA A LOS COLOSENSES
CAP 1
1,1-14.-Introducción
La introducción presenta primero el saludo acostumbrado. Después una acción de gracias a Dios por la vida
cristiana de los fieles de Colosas. Finalmente una súplica para que progresen cada día en esa vida cristiana.
Comienza deseando a los destinatarios la gracia y la paz (Col 1,1-2). Sigue una acción de gracias por la fe, la
esperanza y el amor cristiano de los colosenses (Col 1,3-8). Añade una súplica en que el autor pide para los
destinatarios que crezcan en el conocimiento y práctica del evangelio (Col 1,9-12). Y concluye con la afirmación de
la liberación del pecado e incorporación al reino del Hijo, que prepara la parte dogmática de la carta (Col 1,13-14).
Aquí la "esperanza", como en Rom 8,24-25, más que el acto de esperar es el objeto de la esperanza cristiana: la vida
eterna, que sostiene la fe y fructifica en obras de amor. Pablo, que siente amor entrañable hacia sus colaboradores,
lo manifiesta respecto de Epafras, de quien hace un cumplido elogio como fiel servidor de Cristo.
Fe, amor y esperanza: Esta tríada aparece frecuentemente en las epístolas del NT y probablemente formaba parte
de la antigua tradición prepaulina. Dicha tríada se convierte en un tema que se desarrolla en la enseñanza de la carta.
La fe en Cristo Jesús (1,4; véase también 2,5.7) se formula en 1,23 como la condición para ser presentados santos e
irreprochables ante Cristo, y en 2,12 como uno de los medios por los que los creyentes han sido resucitados con
Cristo. El amor es, dentro de la comunidad cristiana, la práctica que mantiene unido el cuerpo (1,4.8; 2,2; 3,14). La
esperanza, en contraste con las dos aptitudes anteriores de los creyentes, es algo que está fuera del creyente
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12 εὐχαριστοῦντες τῷ πατρὶ τῷ ἱκανώσαντι ὑμᾶς εἰς τὴν μερίδα τοῦ κλήρου τῶν
ἁγίων ἐν τῷ φωτί· 13ὃς ἐρρύσατο ἡμᾶς ἐκ τῆς ἐξουσίας τοῦ σκότους καὶ
μετέστησεν εἰς τὴν βασιλείαν τοῦ υἱοῦ τῆς ἀγάπης αὐτοῦ, 14 ἐν ᾧ ἔχομεν τὴν
ἀπολύτρωσιν, τὴν ἄφεσιν τῶν ἁμαρτιῶν·
12dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz.
13Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, | y nos ha trasladado | al reino del Hijo de su Amor, 14 por
cuya sangre hemos recibido la redención, | el perdón de los pecados.
Cristo ha traído la salvación y la liberación, no solamente para un pueblo, sino para todos los pueblos, para todas las
naciones. ¿Por qué? Porque Él es la imagen del Dios invisible. Este concepto, siempre discutido, se carga de
contenido para mostrar la diferencia entre los reyes del pueblo del Antiguo Testamento y Cristo. Naturalmente que
nos encontramos ante una confesión de fe, cantada y vivida por las comunidades primitivas y recogida en esta carta
paulina. El primado de Jesús le viene de la creación y de su papel en el proyecto redentor y liberador de Dios. De la
creación, porque ha vivido en profundidad la dignidad que Dios siempre ha querido para todo ser humano. De todas
las afirmaciones que sobre el particular se nos presentan, lo más definitivo es que todo se sustenta en Él. En la
redención porque se ha sometido siempre a la voluntad de Dios y así, además de ser el primero en la Iglesia, es el
primogénito de entre los muertos: su resurrección, pues, es el prototipo de lo que nos espera a todos nosotros.
EL MISTERIO DECRISTO
Constituye la parte dogmática de la carta. Consta de dos secciones. En la primera (Col 1,15-2,5) pone de relieve la
supremacía de Cristo en el orden de la creación y en el de la redención (Col 1,15-20). Los colosenses han
participado en la obra redentora y deben permanecer firmes en la fe y en la esperanza (Col 1,21-23). El apóstol, con
sus sufrimientos completa lo que falta a las tribulaciones de Cristo y anuncia el misterio escondido hasta ahora (Col
1,24-29). La lucha que ha sostenido por los colosenses tiene que servirles de estímulo para permanecer firmes en la
fe (Col 2,1-5).
En la segunda sección (Col 2,6-23) rechaza los errores de los doctores de Colosas (Col 2,6-8). Frente a ellos el autor
de la carta afirma la supremacía de Cristo sobre las potestades angélicas; sólo en él reside la plenitud de la divinidad
y sólo él nos ha redimido de nuestros pecados (Col 2,9-15). Concluye garantizándonos la libertad que Cristo ha
traído respecto de los ritos y observancias
judaicas (Col 2,16-23).
La primera parte comienza constatando la supremacía de Cristo en la creación y en la redención (Col 1,15-20); de
ésta participan también los colosenses (Col 1,21-23). A continuación Pablo afirma que él completa en su carne lo
que falta a las tribulaciones de Cristo, de quien ha sido elegido ministro para anunciar el misterio escondido que
consiste en la llamada a los paganos para que formen parte del pueblo de Dios (Col 1,24-2,3). Después de
exhortarles a la firmeza en la fe frente a los errores antes mencionados (Col 2,4-8), el autor afirma que es Cristo en
quien reside la plenitud de la divinidad. El es la cabeza de todo principado y potestad y quien nos ha redimido con
su muerte en la cruz (Col 2,9-15). Y a la vez nos ha liberado de los ritos y observancias que no eran más que sombra
de las nuevas realidades que han acontecido con Cristo (Col 2,16-23).
La primacía de Cristo.
Nadie discute actualmente que se trata deun himno, aunque no sea tan claro si comienza en el v. 13 o, como parece
más probable, en el v. 15. Tampoco es del todo evidente cuál es el origen exacto y el contexto original del mismo.
Posiblemente sea litúrgico- bautismal, con raíces judeocristianas. Las razones de crítica interna para llegar a esta
conclusión son, entre otras, la repetición de términos, las expresiones ajenas a la tradición paulina y la frecuencia
de oraciones de relativo con “es” a continuación. Quizás el autor de Colosenses añadió al himno original la frase del
v. 18, que identifica a Cristo con la cabeza de la Iglesia, y la de «mediante la sangre de su cruz» del v. 20. Con esas
posibles añadiduras y la colocación del himno en este contexto enriqueció el contenido original.
Resulta importante destacar que Cristo no es mencionado expresamente, sino que el himno empalma directamente
con el Hijo de los vv. 13 y 14. Pero no cabe duda alguna, con las alusiones a la sangre de su cruz y a la resurrección
(«Primogénito de entre los muertos» en el v. 18), que el autor está pensando en Jesucristo, si bien confesado
también como Hijo de Dios. Este himno desarrolla algunos temas cristológicos apuntados en ciertos pasajes
paulinos, como 1 Co 8,6 en cuanto a la creación o 1Co 15,20 en lo referente a Cristo resucitado. De ahí que sea muy
importante para la cristología de corte paulino.
13
Trata de subrayar lo más posible la decisiva relevancia de Cristo ya en la misma creación, por encima de todo el
universo y sus elementos, en contra, quizás, de ciertas concepciones de algunos colosenses. Al exaltarlo, el himno
pone de relieve la preexistencia de Cristo en Dios, cuya Imagen es, es decir, su manifestación y revelación. A la vez,
es el primogénito de todo lo creado, metáfora no muy clara, paralela formalmente a la de 1,18, pero diferente en su
sentido. Es muy posible que signifique la preeminencia y anterioridad de Cristo sobre todo el universo, indicando su
presencia y significado en la misma creación.
1,15-20*.- Cristo, creador y salvador.
Se muestra un himno, de dos estrofas, que probablemente el autor ha tomado de la liturgia, pero que está
perfectamente integrado en la carta, puesto que sus temas aparecen muchas veces en ella.
La primera estrofa (Col 1,15-17) comienza afirmando que Cristo es la imagen de Dios invisible. Lo afirmó ya en 2
Cor 4,4. El punto de partida para la explicación del término "imagen" no hay que buscarlo en la esencia de una
verdadera imagen, sino en las fuentes bíblicas: Gn 1,26 y sobre todo en Sab 7,26 donde se llama a la sabiduría
"imagen de la bondad de Dios". También el hombre es imagen de Dios en el orden natural por su naturaleza
racional (Gn 1,26; 1 Cor 11,7) y en el sobrenatural por la gracia santificante (1 Pe 1,4). Pero Cristo es una imagen
en todo igual al Padre, en el ser y en el obrar (Jn 5,19.26), porque en él reside la plenitud de la divinidad (Col 1,19).
Dios, que por su naturaleza es espiritual y trascendente, se nos hace visible en Cristo que a través de su humanidad
refleja las perfecciones divinas del Padre.
* Sea cual sea la interpretación que se haga de los vv 12-14, es algo reconocido desde hace mucho tiempo que los
vv 15-20 constituyen una unidad independiente que posee el carácter de un primitivo himno cristiano.
Las diferencias de lenguaje, estilo y pensamiento respecto al resto de Col y respecto a las cartas paulinas
indiscutidas indican que esta sección hímnica no fue compuesta por el autor de la carta, sino que más bien era, en su
mayor parte, material tradicional adaptado por el autor de Col para que sirviera a los fines didácticos de su carta.
En el himno se pueden encontrar, entretejidos, numerosos elementos procedentes de diversos entornos; pero la
mayoría de los comentaristas están de acuerdo en que los motivos sapienciales judíos desempeñan un papel
destacado.
Himno
El tema es el papel de Cristo en la creación, con alusión a motivos sapienciales del AT. En Prov 3,19 la sabiduría se
describe como asistente en la obra de la creación; en Prov 8,22-3 1, la sabiduría, creada primero, se presenta como
colaboradora en la obra de Yahvé (cf. Sab 7,22; 9,2-4).
El himno muestra una cristología muy desarrollada, que implica una relación de Jesucristo con el Padre de unas
características peculiares y únicas, por una parte en la línea de la confesión de la divinidad. Y por otra, en cuanto a
su significación para el cosmos y la humanidad que desborda los límites espaciales y temporales de la soteriología
paulina anterior, más centrada en lo humano, para abarcar toda la realidad.
Presenta a Cristo como preexistente, otro reflejo de especulación sapiencia1 del judaísmo helenístico v.17 Antes que
todo.
El Hijo/Cristo es presentado como imagen de Dios y modelo de la creación. En términos simples: como si Dios, al
crear, primero hubiese pensado en su Hijo encarnado y, conforme a ese modelo, reflejo e imagen de sí mismo,
hubiese formado a las criaturas. Se podría ver una especial referencia a los seres humanos, tanto en el empleo del
término “imagen de Dios”, en que puede resonar Gn 1,26-27, como en el hecho de que el Hijo se haga hombre.
Cristo es, pues, el sentido y la meta de la creación en su papel de mediador. Tal idea tiene mucha importancia
porque implica, entre otras cosas, que no hay dos órdenes, uno “natural” y otro “sobrenatural”, sino que, ya desde el
comienzo, y aun antes de tal comienzo, toda la realidad, especialmente la humana, está, por así decirlo,
“cristificada” y, por ende, “divinizada”.
Cabe ver en la combinación de las ideas de imagen de Dios y primogenitura humana presentes en Cristo una suerte
de traducción neotestamentaria del genesíaco “creado a imagen y semejanza de Dios”. Sería, por así decir, como si
la expresión imagen de Dios, demasiado abstracta, inasible y sujeta a múltiples interpretaciones, se concretase en
Jesucristo, imagen de Dios invisible y, a la vez, modelo para las humanas creaturas.
15 ὅς ἐστιν εἰκὼν τοῦ θεοῦ τοῦ ἀοράτου, πρωτότοκος πάσης κτίσεως, 16ὅτι ἐν
αὐτῷ ἐκτίσθη τὰ πάντα ἐν τοῖς οὐρανοῖς καὶ ἐπὶ τῆς γῆς, τὰ ὁρατὰ καὶ τὰ
ἀόρατα, εἴτε θρόνοι εἴτε κυριότητες εἴτε ἀρχαὶ εἴτε ἐξουσίαι· τὰ πάντα δι’ αὐτοῦ
καὶ εἰς αὐτὸν ἔκτισται·
15 Él es imagen del Dios invisible, | primogénito de toda criatura; 16 porque en él fueron creadas todas las
cosas: | celestes y terrestres, | visibles e invisibles. | Tronos y Dominaciones, | Principados y Potestades; | todo
fue creado por él y para él.
14
Himno cristológico de resonancias inigualables: Un himno compuesto para afirmar la supremacía de Cristo en todos
los órdenes: el de la creación y el de la salvación. Cristo es la imagen de Dios, pero es criatura como nosotros
también. Lo más profundo de Dios, lo más misterioso, se nos hace accesible por medio de Cristo. Y así, Él es el
“primogénito de entre los muertos”, lo que significa que nos espera a nosotros lo que a Él. Si a Él, criatura, Dios lo
ha resucitado de entre los muertos, también a nosotros se nos dará la vida que Él tiene.
Entre las afirmaciones o títulos sobre Cristo que podrían parecernos alejadas de nuestra cultura y de nuestra
mentalidad, podemos escuchar y cantar este “himno” como una alabanza al “primado” de Cristo en todo: en su
creaturalidad, en su papel salvífico, en su resurrección de entre los muertos. Para los cristianos ello no debe ser
extraño, porque nuestra religión, nuestro acceso a Dios, está fundamentada en Cristo. Puede que, en el trasfondo, se
sugiera alguna polémica para afirmar la “plenitud” de todas las cosas en Cristo.
La Escritura insiste una y otra vez en que la Sabiduría estaba presente cuando Dios creaba el mundo (Sir 24,3ss;
1,4ss). El autor de la carta a los Colosenses hace suya esta preparación veterotestamentaria y la asigna a Cristo
Jesús, imagen del Creador. Es a la vez origen y meta, puesto que todo fue creado por Él y para Él. Ya existía antes
del tiempo. Por eso, nada puede rivalizar con Cristo Jesús. Estas afirmaciones del autor de la carta no son
especulaciones teóricas, sino todo lo contrario: son la respuesta a problemas reales que se suscitaron en sus
comunidades por influencias extrañas al Evangelio. Estas influencias comprometían la singularidad y primacía de
Jesús como centro de la creación y de la salvación.
Tronos, dominaciones ... principados, potestades: Estas realidades creadas se presentan en Col como seres
angélicos que están subordinados a Cristo (los mismos términos se usan también para hacer referencia a poderes
terrenos. En la falsa doctrina de Colosas, dichas realidades tal vez fueran consideradas rivales de Cristo o seres que
proporcionaban un poder complementario al de Cristo (2,10. 15). Tal creencia procedía de una angelología
compleja y sumamente desarrollada gue estaba muy difundida en aquella época. Este es el único lugar del NT donde
«tronos» es una categoría de seres angélicos; los otros términos sí aparecen: «dominaciones» Ef 1,21 ; «principados
Rom 8,38; 1 Cor l5,24; Ef 1,21; «potestades», 1 Cor 15,24; Ef 1,2 1; 2,10.
17 καὶ αὐτός ἐστιν πρὸ πάντων καὶ τὰ πάντα ἐν αὐτῷ συνέστηκεν,
17 Él es anterior a todo, | y todo se mantiene en él.
En la primera expresión se afirma también la dignidad, pero sobre todo la preexistencia (Jn 5,8). La segunda
expresión puede estar tomada de los estoicos que la aplicaban al "Logos", del que hacían el alma del mundo ya que
conservaba el universo y unía entre sí las diversas partes del mismo. Pablo, como el autor de Sab 1,7, toma de los
estoicos su lenguaje, convertido ya en lenguaje de la calle, para expresar que Cristo es el principio de conservación
de las cosas y su centro de unión, cohesión y armonía.
1,18-20
Exalta la reconciliación y pacificación del universo con Dios –imágenes para hablar de la relación positiva del
cosmos con Dios– por medio de la resurrección («primogénito de los muertos») y la muerte («la sangre de su cruz»)
de Cristo. Es como una culminación de lo comenzado en la creación, que sigue e intensifica la presencia y
solidaridad del Hijo en y con lo creado. Supone una caída intermedia, aunque no se menciona expresamente.
Todo este himno tiene una perspectiva universal y cósmica muy notable. Se percibe, entre otras cosas, por la
insistencia en los adjetivos “todas” y “todo”, que aparecen seis veces en estos pocos versículos, aunque hay puntos
más relativos a la humanidad, sobre todo en la segunda parte.
1,18
Casi todos están de acuerdo en que “la iglesia”, en el v. 1,18a, es una adición, y la mayoría consideran “por la
sangre de su cruz”, en 1,20b, como redaccional. Existen algunas repeticiones dentro del himno que son indicios
claros de las divisiones principales.
18 καὶ αὐτός ἐστιν ἡ κεφαλὴ τοῦ σώματος τῆς ἐκκλησίας· ὅς ἐστιν ἀρχή,
πρωτότοκος ἐκ τῶν νεκρῶν, ἵνα γένηται ἐν πᾶσιν αὐτὸς πρωτεύων, 19ὅτι ἐν αὐτῷ
εὐδόκησεν πᾶν τὸ πλήρωμα κατοικῆσαι 20 καὶ δι’ αὐτοῦ ἀποκαταλλάξαι τὰ πάντα
εἰς αὐτόν, εἰρηνοποιήσας διὰ τοῦ αἵματος τοῦ σταυροῦ αὐτοῦ, [δι’ αὐτοῦ] εἴτε τὰ
ἐπὶ τῆς γῆς εἴτε τὰ ἐν τοῖς οὐρανοῖς.
15
18 Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia . | Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, |
y así es el primero en todo. 19 Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. 20 Y por él y para él |
quiso reconciliar todas las cosas, | las del cielo y las de la tierra, | haciendo la paz por la sangre de su cruz.
él primogénito de la creación. Esta frase hay que interpretarla a la luz del significado del término primogénito
entre los judíos. Como consecuencia de su primacía en el tiempo, el primogénito lo era también en la dignidad y el
señorío sobre sus hermanos. Aplicado a Cristo, más bien que la preexistencia que le compete como Hijo de Dios y
por tanto engendrado desde la eternidad, significa la supremacía y el poder de Cristo sobre toda la creación. En la
expresión anterior se trataba de "ser"; en ésta de la "dignidad" y del "dominio", completando así la anterior. Las
frases siguientes excluyen toda posibilidad de interpretación de esta frase en el sentido de la inclusión de Cristo
entre las criaturas. Y tiene la supremacía y señorío sobre todas las cosas porque han sido creadas en él, por él y para
él (Col 1,16).
La primera expresión (en él) no indica causa ejemplar en el sentido de que todas las cosas tuvieron su existencia en
el Verbo, a la manera como un edificio antes de ser construido existe ya en la mente del arquitecto, sino que todas
las cosas han sido creadas en él como en su principio y tienen en él su centro supremo de unidad, cohesión y
armonía.
La segunda (por él) afirma que todas tienen en él su causa eficiente, como la tienen en el Padre, y por lo mismo da
la vida a los que quiere (Jn 5,21.26). La expresión podría expresar también la mediación de Cristo en cuanto que
todo lo que él comunica lo ha recibido del Padre, principio fontal de todas las cosas.
La tercera (para él), que en otros pasajes se aplica al Padre (1 Cor 8,6; 15,28), se refiere aquí al Verbo Encarnado, a
Cristo, con miras al cual, como término y finalidad, fueron creadas todas las cosas (Ap 1,17; 21,6).
La plenitud que según el autor de la carta Dios hizo habitar en Cristo hay que entenderla, a la luz de Col 2,9 y de
las doctrinas heréticas que allí se rechazan. En Cristo habita, y sólo en él, efectiva y esencialmente la divinidad. Y
no la comparte en modo alguno con las potencias cósmicas (Col 2,8). Estas son, como todos los demás seres de la
creación, criaturas suyas.
Algunos entienden que el autor se refiere aquí a la plenitud del "cosmos" y explican la expresión, diciendo que
Cristo ha sido colocado a la cabeza de ese cosmos o "pleroma" de Dios, recapitulando en sí todas las cosas (véase
Ef
1,10).
La reconciliación que nos ha conseguido Cristo y que acaba con el pecado de los hombres, libera por lo mismo a
las criaturas de la desviación de su fin a que fueron sometidas por aquéllos. La de los seres celestiales podría
interpretarse en el sentido de que el autor de la carta ve detrás de la ley a las potestades angélicas (Gal 4,2s) que,
como protectoras de la misma, se opusieron a Cristo y se habrían hecho acreedoras a la reconciliación con Cristo
(Ef 2,15). Una vez que Cristo acabó con el régimen de la ley, las potestades angélicas quedaron privadas de su
instrumento de dominación y quedaron sometidas a Cristo.
Una explicación más general podría ser: los ángeles forman parte del universo creado por Dios. Al pecar, el hombre
se aparta de Dios y en consecuencia también de las potestades angélicas. Ahora con la reconciliación aportada por
Cristo todos los seres creados, ángeles, hombres y seres inanimados, vuelven a integrar armónicamente la gran
familia de Dios.
Sin duda, hay que excluir toda redención de los ángeles por Cristo. Pero la creación es fraternal. Los ángeles no
constituyen un mundo cerrado aparte; han sido incorporados a cada historia con un papel de dirección y protección.
16
Antes de que el, evangelio fuera llevado a la comunidad por Epafras, su situación era la contraria de la que el autor
pide en su oración según los vv 9-14: el conocimiento, la sabiduría y la inteligencia espiritual (v. 9) contrasta con el
estar alejados y con sentimientos hostiles; dar como fruto «toda suerte de buenas obras» (v. 10) contrasta con sus
acciones perversas.
Se abandona el tema cósmico universal del párrafo anterior para hablar de las personas concretas, contraponiendo,
como es frecuente en el cristianismo primitivo, las dos situaciones: la anterior a la conversión y a los sucesos
salvadores que la han hecho posible, y la actual.
23εἴ γε ἐπιμένετε τῇ πίστει τεθεμελιωμένοι καὶ ἑδραῖοι καὶ μὴ μετακινούμενοι ἀπὸ
τῆς ἐλπίδος τοῦ εὐαγγελίου οὗ ἠκούσατε, τοῦ κηρυχθέντος ἐν πάσῃ κτίσει τῇ ὑπὸ
τὸν οὐρανόν, οὗ ἐγενόμην ἐγὼ Παῦλος διάκονος.
23a condición de que permanezcáis cimentados y estables en la fe, e inamovibles en la esperanza del
Evangelio que habéis escuchado: el mismo que se proclama en la creación entera bajo el cielo, del que yo,
Pablo, he llegado a ser servidor.
Se insiste en la actitud personal de fe y esperanza, como algo que permite al ser humano reconciliarse con Dios
uniéndose a la muerte (y resurrección) de Cristo.
Se aprovecha la oportunidad para destacar la misión, que es el medio humano por el que los destinatarios han
llegado a creer. Sigue el autor en la convención de escribir como si fuera el Apóstol, lo que va a desarrollar a
continuación.
1,24-2,3.- Papel de Pablo en el misterio de Cristo.
Después de aplicar a los colosenses la doctrina de la reconciliación, afirma que el evangelio ha sido predicado a
toda criatura que está bajo el cielo y que él ha sido constituido ministro del mismo (Col 1,23). Acto seguido pone de
relieve dos aportaciones que él hace a la causa del evangelio: sus sufrimientos apostólicos y la predicación del
misterio escondido.
La autoridad apostólica de Pablo queda establecida antes de la instrucción cristológica principal y las advertencias
que se harán en 2,6-23. Como en la sección precedente, esta parte de la carta entreteje temas ya planteados antes (la
Iglesia como cuerpo de Cristo; la tríada de fe, esperanza y amor; sabiduría, conocimiento e inteligencia) e introduce
temas nuevos que se desarrollarán a lo largo de la carta: el misterio (1,26.27; 2,2; 4,3) y la falsa doctrina (2,4.8-23).
1,26-29
El misterio en los escritos proféticos, apocalípticos y sapienciales judíos se asocia con el hecho de que, en sus
visiones, los antiguos profetas fueron introducidos en la asamblea celestial, donde se les dieron a conocer los planes
secretos de Dios sobre la historia.
La forma en que el autor habla asumiendo el papel de Pablo sugiere más bien que la figura del Apóstol va
adquiriendo unos contornos más institucionales que los que tenía en las cartas indiscutidamente auténticas.
24 Νῦν χαίρω ἐν τοῖς παθήμασιν ὑπὲρ ὑμῶν καὶ ἀνταναπληρῶ τὰ ὑστερήματα τῶν
θλίψεων τοῦ Χριστοῦ ἐν τῇ σαρκί μου ὑπὲρ τοῦ σώματος αὐτοῦ, ὅ ἐστιν ἡ ἐκκλησία,
25 ἧς ἐγενόμην ἐγὼ διάκονος κατὰ τὴν οἰκονομίαν τοῦ θεοῦ τὴν δοθεῖσάν μοι εἰς
ὑμᾶς πληρῶσαι τὸν λόγον τοῦ θεοῦ,
24 Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los
padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia, 25 de la cual Dios me ha nombrado servidor,
conforme al encargo que me ha sido encomendado en orden a vosotros: llevar a plenitud la palabra de Dios,
La conocida frase «lo que falta a las tribulaciones de Cristo» se refiere a las tribulaciones del apóstol por causa de
Cristo, por la predicación, que aún ha de sufrir; no se trata de una referencia velada a los sufrimientos de Cristo, aun
cuando se haya interpretado así muchas veces de modo no justificado.
26 τὸ μυστήριον τὸ ἀποκεκρυμμένον ἀπὸ τῶν αἰώνων καὶ ἀπὸ τῶν γενεῶν– νῦν δὲ
ἐφανερώθη τοῖς ἁγίοις αὐτοῦ, 27 οἷς ἠθέλησεν ὁ θεὸς γνωρίσαι τί τὸ πλοῦτος τῆς
δόξης τοῦ μυστηρίου τούτου ἐν τοῖς ἔθνεσιν, ὅ ἐστιν Χριστὸς ἐν ὑμῖν, ἡ ἐλπὶς τῆς
δόξης· 28 ὃν ἡμεῖς καταγγέλλομεν νουθετοῦντες πάντα ἄνθρωπον καὶ διδάσκοντες
πάντα ἄνθρωπον ἐν πάσῃ σοφίᾳ, ἵνα παραστήσωμεν πάντα ἄνθρωπον τέλειον ἐν
Χριστῷ· 29 εἰς ὃ καὶ κοπιῶ ἀγωνιζόμενος κατὰ τὴν ἐνέργειαν αὐτοῦ τὴν
ἐνεργουμένην ἐν ἐμοὶ ἐν δυνάμει.
26el misterio escondido desde siglos y generaciones y revelado ahora a sus santos, 27 a quienes Dios ha
querido dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo en
vosotros, la esperanza de la gloria. 28 Nosotros anunciamos a ese Cristo; amonestamos a todos, enseñamos a
17
todos, con todos los recursos de la sabiduría, para presentarlos a todos perfectos en Cristo. 29 Por este
motivo lucho denodadamente con su fuerza, que actúa poderosamente en mí.
Es Pablo, aunque no sea precisamente el autor de esta carta, el que se ha dedicado a contemplar ese misterio que es
Cristo, para darlo a conocer a los hombres. No se trata, claro está, de una elección esotérica, reservada a algunos,
sino que todo el que quiera conocer a Dios lo puede hacer por medio de Cristo. Pablo subraya con énfasis que este
misterio se abre de par en par a todos los hombres y nadie está excluido.
El “misterio de Dios” se ha hecho presente en Cristo, y de alguna manera ha dejado ya de estar velado y de ser algo
imposible para los hombres. Es verdad que sigue siendo misterio, pero está humanizado; está humanizado en Cristo
y está humanizado en el servicio de proclamarlo a los hombres.
La íntima relación del sufrimiento y de la misión evangelizadora forma parte de una misteriosa realidad. ¿Por qué el
sufrimiento? Se preguntaban y se preguntan los hombres. Y cuando la relación se establece entre el sufrimiento y el
Evangelio todavía es más sorprendente. Y llega a la cima cuando esto se cristaliza y se presenta plásticamente en el
propio Cristo Jesús. Y esta íntima relación se prolonga en la Iglesia. El discípulo de Pablo, que recuerda con sumo
cuidado la vida y la enseñanza de su maestro, sabe que así fue la historia. Y la historia tiene un sentido que hay que
buscar y escudriñar.
CAP 2
2,l-5.-Preocupaciones por la fe
El escrito se acerca a uno de los puntos importantes: la puesta en guardia contra los errores presentes entre los
destinatarios. Es una de las misiones de los ministros. Este párrafo muestra el tránsito entre la mención del servicio
apostólico en general y el tratamiento del problema concreto, que es uno de los motivos de la carta y que se trata
a continuación.
Son frecuentes los términos del campo semántico del conocimiento: «plena inteligencia», «perfecto conocimiento»,
(v. 2) «tesoros de la sabiduría y de la ciencia» (v. 3), lo cual puede ser una concesión a la forma de hablar que,
parece, tenía éxito entre los colosenses, como se menciona en lo que sigue. Pero, por un lado, está la tradición
sapiencial veterotestamentaria, que usa esa terminología para designar las realidades divinas; y, por otra parte, hay
que tener cuidado de “compensar” ese sesgo intelectual con alusiones a la unión en el amor y, sobre todo, al
Misterio que es Cristo y que supera evidentemente una concepción demasiado intelectualista.
1 Θέλω γὰρ ὑμᾶς εἰδέναι ἡλίκον ἀγῶνα ἔχω ὑπὲρ ὑμῶν καὶ τῶν ἐν Λαοδικείᾳ καὶ
ὅσοι οὐχ ἑόρακαν τὸ πρόσωπόν μου ἐν σαρκί, 2ἵνα παρακληθῶσιν αἱ καρδίαι αὐτῶν
συμβιβασθέντες ἐν ἀγάπῃ καὶ εἰς πᾶν πλοῦτος τῆς πληροφορίας τῆς συνέσεως, εἰς
ἐπίγνωσιν τοῦ μυστηρίου τοῦ θεοῦ, Χριστοῦ, 3ἐν ᾧ εἰσιν πάντες οἱ θησαυροὶ τῆς
σοφίας καὶ γνώσεως ἀπόκρυφοι.
1 Quiero que sepáis el duro combate que sostengo por vosotros y por los de Laodicea, y por todos los que no
me conocen personalmente; 2 para que se llenen de ánimo sus corazones y, estrechamente unidos en el amor
mutuo, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y el perfecto conocimiento del misterio de Dios, que
es Cristo. 3 En él están encerrados todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento.
Quiero que sepáis: Esta enérgica afirmación inicia la transición hacia una confrontación directa con el error
colosense (cf. Formulaciones parecidas: Rom 11,25; 1 Cor 10,l; 11,3; 1 Tes 4,13). Esta sección repite los temas del
amor (cf. 1,4.10); la sabiduría, la inteligencia y el conocimiento (cf. 1,9); Cristo como misterio de Dios; el gozo del
apóstol (1,24); y la fe de la comunidad (1,4.23).
El apóstol quiere que todos consigan la madurez en la vida cristiana, una madurez que se obtiene por la unión con
Cristo. Pone ante sus ojos sus luchas y fatigas por ellos, con el fin de que se sientan estimulados a conseguir un
conocimiento cada día más perfecto de Cristo. Porque es en Cristo donde se encuentran todos los tesoros de la
sabiduría salvífica y no en los falsos doctores de Colosas, que va a desenmascarar a continuación.
2,4-23.- Los falsos doctores. Sólo en Cristo está la plenitud.
El apóstol no se cansa de exhortar a los fieles de Colosas a que se mantengan firmes en la fe y se comporten
conforme a las exigencias de esa fe. Todo con un talante de acción de gracias como corresponde a una fe que es don
de Dios. Es así como podrán descubrir los sutiles razonamientos de los falsos doctores que empañan con graves
desviaciones la auténtica fe cristiana. Esos doctores denominan sus falsas doctrinas "filosofía" (Col 2,8) que en el
18
marco de la cultura griega representaba la cumbre del ingenio. No es fácil determinar en qué consistían los errores
de los falsos doctores de Colosas. El autor no hace una exposición detallada de los mismos y se limita a refutarlos
sólo indirectamente, afirmando el papel de Cristo en la creación y en la redención. La supuesta filosofía parece que
veía bajo "las potencias cósmicas" fuerzas angélicas que gobernaban el cosmos, y que los judíos habrían convertido
en guardianes o defensores de la ley (Hch 7,38; Gal 3,19; Heb 2,2). Consideradas partícipes de la "plenitud" de la
divinidad, los doctores de Colosas les atribuían la sabiduría y el poder que podía llevar a los hombres a la
perfección, y por eso había que congraciarse con ellas, dándoles culto (Col 1,18).
En realidad esa "filosofía" provenía de especulaciones y tradiciones humanas, y no de la revelación divina tal como
se ha producido en la historia. Lleva consigo la degradación de la naturaleza de Cristo, que a lo sumo es
considerado como una más entre las potencias cósmicas, y lleva consigo la divinización del cosmos. Amalgama de
ideas paganas, judías y cristianas que, puestas al día con aires de progreso, debieron impresionar a los cristianos de
Colosas. Pero es Cristo y sólo él en quien habita la divinidad realmente. Es Cristo el Señor de todas las potestades
celestes y el único de quien los hombres pueden esperar la salvación (Col 1,15-20).
La herejía colosense
Los datos sobre ella aparecen dispersos en los vv. 8.16.18.21s 20. De ellos se deduciría que se trata de judaizantes
ilustrados que visten su predicación de filosofía y de revelación angélica, pero, en el fondo, predican la circuncisión
y las prescripciones judaicas.
Tras una transición (vv 6-8) que exhorta a la comunidad a mantenerse firme en la enseñanza recibida, y le advierte
del peligro del error, la sección cristológica desarrolla los temas del himno (la plenitud de la divinidad habita en
Cristo; Cristo como cabeza) y alcanza su punto culminante en los vv 1 1 - 15 con la enseñanza sobre el bautismo,
gran parte de la cual está sacada de material bautismal tradicional.
4Τοῦτο λέγω, ἵνα μηδεὶς ὑμᾶς παραλογίζηται ἐν πιθανολογίᾳ. 5 εἰ γὰρ καὶ τῇ σαρκὶ
ἄπειμι, ἀλλὰ τῷ πνεύματι σὺν ὑμῖν εἰμι, χαίρων καὶ βλέπων ὑμῶν τὴν τάξιν καὶ τὸ
στερέωμα τῆς εἰς Χριστὸν πίστεως ὑμῶν.
4Lo digo para que nadie os engañe con argumentos capciosos, 5 pues, aunque corporalmente estoy ausente,
mi espíritu está con vosotros, alegrándome de veros en vuestro puesto, y firmes en vuestra fe en Cristo.
Los que quieren seducir a los colosenses lo hacen ofreciendo conocimientos y sabidurías. Aquí se insiste en que el
auténtico conocimiento para un cristiano es nada menos que el del misterio absoluto de Dios y de Cristo, que no se
puede entender ni explicar humanamente y que, por tanto, no es una sabiduría que se pueda alcanzar por ningún
medio fuera del propio don de Dios.
6 Ὡς οὖν παρελάβετε τὸν Χριστὸν Ἰησοῦν τὸν κύριον, ἐν αὐτῷ περιπατεῖτε, 7
ἐρριζωμένοι καὶ ἐποικοδομούμενοι ἐν αὐτῷ καὶ βεβαιούμενοι τῇ πίστει καθὼς
ἐδιδάχθητε, περισσεύοντες ἐν εὐχαριστίᾳ. 8 Βλέπετε μή τις ὑμᾶς ἔσται ὁ
συλαγωγῶν διὰ τῆς φιλοσοφίας καὶ κενῆς ἀπάτης κατὰ τὴν παράδοσιν τῶν
ἀνθρώπων, κατὰ τὰ στοιχεῖα τοῦ κόσμου καὶ οὐ κατὰ Χριστόν·
6 Por tanto, ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded unidos a él, 7 arraigados y edificados
en él, afianzados en la fe que os enseñaron, y rebosando agradecimiento . 8 Cuidado con que nadie os envuelva
con teorías y con vanas seducciones de tradición humana, fundadas en los elementos del mundo y no en
Cristo.
Habrá quien desprecie las tradiciones de Cristo Jesús (v. 6) por su misma «popularidad», pero hay que saber que en
él «habita corporalmente la plenitud de la divinidad» (v. 9). La frase se inspira en el himno cristológico (1,19) y
enlaza con tradiciones como las que se reflejan en Lc 4,1.18; Jn 1,16.
Con teorias; lit. διὰ τῆς φιλοσοφίας (de una filosofía). Expresión que en este contexto resulta obscura y de
obscuros orígenes, que tuvo importancia en el gnosticismo. Para aferrar su sentido aquí no hay que apelar a espíritus
intermedios o misteriosas potencias cósmicas (Cf. Col 1,16; Ef 1,21; 2,10) –aunque quizás así la utilizasen los
partidarios de la “filosofía”-, sino que puede comprenderse simplemente como conceptos, ideas y prácticas
puramente humanos contrapuestos al mensaje de Cristo (cf. Ga 4,3-4).
Sigue la sección sobre el ministerio de Pablo, que establece la autoridad de la cual han recibido la tradición.
Además, el contenido de dicha tradición es Cristo Jesús el Señor, en contraste con la tradición humana de los
adversarios (2,8).
A la comunidad se le advierte en este momento del peligro, y a los adversarios se les describe con un vb. raro,
sylagógeó, como personas que «capturan» a los miembros de la comunidad y “se los llevan como botín”.
19
El significado de stoicheia tou kosrnou es muy discutido. En el sincretismo helenístico, esta expresión hacía
referencia a espíritus concebidos como poderes personales, y éste debía de ser uno de los rasgos del error colosense.
Estos «elementos» eran considerados poderes angélicos que realizaban alguna función de mediación entre Dios y el
mundo y que tenían algún control sobre el orden cósmico. En Col, estos poderes se sitúan en contraposición a
Cristo.
9 ὅτι ἐν αὐτῷ κατοικεῖ πᾶν τὸ πλήρωμα τῆς θεότητος σωματικῶς, 10 καὶ ἐστὲ ἐν
αὐτῷ πεπληρωμένοι, ὅς ἐστιν ἡ κεφαλὴ πάσης ἀρχῆς καὶ ἐξουσίας.
9 Porque en él habita la plenitud de la divinidad corporalmente, 10 y por él, que es cabeza de todo Principado
y Potestad, habéis obtenido vuestra plenitud.
No explica sólo qué es esa plenitud, sino también cómo habita: somatikós. Este término se emplea de muy distintas
maneras. Somatikós se refiere a la verdad, a la realidad de la inhabitación de Dios en el hombre Jesús. Soma es la
realidad en oposición a la apariencia o, por lo menos, a una copia de la realidad, a una realidad umbrátil: «Esto es
sólo una sombra de las cosas venideras: la realidad misma (soma) se halla en Cristo», dice Col 2,17. Somatikós
significa en Col 2,9, por tanto, que la plenitud de Dios habita realmente en Cristo. Esto, a su vez, está en relación
con Col 1,18, donde la Iglesia es llamada soma tou Christou. En otras palabras: así como la Iglesia es el soma de
Cristo, así Cristo es el soma de Dios. Por estar lleno de Dios, Cristo llena a la Iglesia. «En Cristo habita realmente la
plenitud total de la divinidad».
2,11-15
Tras estos versículos subyace algún tipo de formulación litúrgica o hímnica. El tema es la participación en la muerte
y resurrección de Cristo por medio del bautismo.
11Ἐν ᾧ καὶ περιετμήθητε περιτομῇ ἀχειροποιήτῳ ἐν τῇ ἀπεκδύσει τοῦ σώματος τῆς
σαρκός, ἐν τῇ περιτομῇ τοῦ Χριστοῦ,
11En él habéis sido también circuncidados con una circuncisión no hecha por manos humanas mediante el
despojo del cuerpo de carne, con la circuncisión de Cristo-
No consta que los «herejes» exigieran la circuncisión, pero, si así fuera, se comprenderían mejor estos cinco
versículos.
Identifica bautismo con circuncisión, ecuación figurada que no se hace en ningún otro lugar del NT. La circuncisión
se utiliza en sentido figurado en el AT (Dt 10,16; Jr 4,4; Ez 44,7), y en el NT (Rom 2,28.29; Flp 3,3). La
circuncisión cristiana de la que habla el autor de Col no se hace con las manos; es un desnudarse o un despojarse de
la corporalidad humana. Esta idea de «despojarse» puede aludir a prácticas de los cultos mistéricos en los cuales las
ropas de quien iba a ser iniciado se dejaban a un lado durante el rito. Una práctica parecida pudo formar parte del
ritual bautismal.
2,12-15
Afirmada la supremacía absoluta de Cristo, el autor describe cómo se ha realizado nuestra incorporación a él (Col
2,14-15). Los fieles han recibido una circuncisión espiritual, el bautismo. Este ha realizado un doble efecto: la
liberación del "hombre viejo" y la resurrección a la vida de gracia, a que accedemos por la fe en Cristo (Rom 4,25;
6,4ss). No es preciso ningún otro rito complementario, proveniente de una supuesta filosofía o doctrina religiosa
más elevada. El pliego de acusaciones que contenía cargos contra nosotros (Col 2,14) se refiere sin duda a los
preceptos de la ley que, al no dar, juntamente con ellos, la gracia para cumplirlos, multiplica las infracciones (Gal
3,19). Venía a ser de esta manera, un acta acusadora, una sentencia de muerte, contra el hombre transgresor (Ef
2,15; Rom 5,20). La victoria de Cristo en la cruz ha vencido también a los principados y potestades con un victoria
que no supone aniquilamiento sino sumisión. Esos principados y potestades a quienes Cristo ha vencido son para
unos los ángeles malos (Ef 6,12), a quienes se adaptan bien las expresiones de Col 2,15. Otros opinan que se
refieren a los ángeles mediadores de la ley antigua que fueron despojados de las prerrogativas que les atribuían
respecto de la ley.
Se efectúa una transformación de la existencia de los cristianos: han pasado de un modo de vida carnal a otro
semejante, nada menos que al de Cristo resucitado. Las expresiones destacan este cambio de una forma decidida,
hasta afirmar que los cristianos ya han resucitado (v. 12) o que han sido vivificados (v. 13).
Destacan lo que ya ha ocurrido, sin aludir aquí a lo futuro. Es una línea de pensamiento que aparece en otros lugares
de la carta, como Col 1,13.22-23. Técnicamente se ha llamado a esta concepción “escatología realizada”,
20
contrapuesta en alguna medida a la típicamente paulina, que contiene la tensión entre lo ya acontecido y lo que
todavía no ha llegado a su fin
2,12
Mientras que en Rom 6,5 quienes han muerto con Cristo en el bautismo estarán en el futuro unidos con él en
la resurrección, en Col esta resurrección ya ha tenido lugar.
Un elemento importante, aunque no el primero, de esta vida incorporada a Cristo es el perdón de los aspectos
negativos: los pecados. La forma de decirlo es única en el NT, con la doble imagen de un documento acusatorio
contra los seres humanos y la de clavarlo en la cruz. Ello implica que es la muerte en la cruz un momento esencial
en el perdón reconciliador del ser humano con Dios. Muerte vinculada en todo el párrafo –como ocurre en la obra
paulina– con la resurrección. Sólo es preciso recordar que este perdón no es el efecto primero ni principal de la
muerte de Jesucristo, sino algo que se ve como un corolario o complemento del momento salvador fundamental
expresado un poco antes.
12 συνταφέντες αὐτῷ ἐν τῷ βαπτισμῷ, ἐν ᾧ καὶ συνηγέρθητε διὰ τῆς πίστεως τῆς
ἐνεργείας τοῦ θεοῦ τοῦ ἐγείραντος αὐτὸν ἐκ νεκρῶν· 13 καὶ ὑμᾶς νεκροὺς ὄντας
[ἐν] τοῖς παραπτώμασιν καὶ τῇ ἀκροβυστίᾳ τῆς σαρκὸς ὑμῶν, συνεζωοποίησεν ὑμᾶς
σὺν αὐτῷ, χαρισάμενος ἡμῖν πάντα τὰ παραπτώματα. 14 ἐξαλείψας τὸ καθ’ ἡμῶν
χειρόγραφον τοῖς δόγμασιν ὃ ἦν ὑπεναντίον ἡμῖν, καὶ αὐτὸ ἦρκεν ἐκ τοῦ μέσου
προσηλώσας αὐτὸ τῷ σταυρῷ· 15 ἀπεκδυσάμενος τὰς ἀρχὰς καὶ τὰς ἐξουσίας
ἐδειγμάτισεν ἐν παρρησίᾳ, θριαμβεύσας αὐτοὺς ἐν αὐτῷ.
12 Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo y habéis resucitado con él, por la fe en la fuerza de Dios que
lo resucitó de los muertos. 13 Y a vosotros, que estabais muertos por vuestros pecados y la incircuncisión de
vuestra carne, os vivificó con él. 14 Canceló la nota de cargo que nos condenaba con sus cláusulas contrarias
a nosotros; la quitó de en medio, clavándola en la cruz, 15 y, destituyendo por medio de Cristo a las
Potestades y los Principados, los exhibió en público espectáculo, y los llevó cautivos en su cortejo.
El bautismo es la realización visible de una maravilla que se opera en la intimidad de los hombres y mujeres que se
deciden a recibirlo. Los textos hablan de ser bautizados en el nombre de... Pues bien, por el bautismo los hombres
pasan a ser propiedad de aquel en cuyo nombre se bautizan, es decir, de Dios y de Cristo Jesús, en el Espíritu. El
bautismo es un signo visible de esta realidad invisible y fundamental. El bautismo es participación y comunión real
(aunque en sacramento) en la muerte, sepultura y resurrección de Jesús. Hay que subrayar la expresión del autor de
la carta (que aparece en otros lugares del Nuevo Testamento) en que se indica que ese gesto ha de ir acompañado de
un acto sincero y total de fe en el poder de Dios, que resucitó a Jesús de entre los muertos. Nuestro acto personal de
fe recae sobre el poder que lo ha hecho posible y real. La fe es una adhesión personal al Dios personal. Y en este
caso al poder soberano del Dios de la vida que vence la muerte y abre los caminos de una vida que no tendrá fin.
Cheirographon, (nota manuscrita) no aparece en ningún otro lugar del NT. Introduce la imagen del deudor y el
acreedor, utilizada frecuentemente en el AT y el NT para describir la relación entre Dios y los hombres. Tal vez sea
una formulación tradicional, y la hase «con sus cláusulas adversas a nosotros» tal vez sea una interrupción
redaccional cuya finalidad sea centrar el significado de la fórmula concretamente en la situación colosense. Las
cláusulas, los requerimientos de la filosofía, serán atacadas en los vv 16 y 20.
2,16-23.- Contra la falsa ascesis
Muchos detalles no quedan claros. Se puede intuir que se trataba de cultos extraños, como el de los “ángeles” o
potencias cósmicas, procedentes de religiones paganas, mezclados con elementos provenientes del judaísmo, como
ocurrió posteriormente en algunas sectas gnósticas. También parece darse una tendencia a la mortificación y la
abstinencia, posiblemente también sexual («no toques», «no acaricies»). Los adversarios conceden importancia a
esos modos de proceder y los presentan como muestras de piedad y devoción, queriendo imponerlos a los
destinatarios de la carta. Recuerdan a las prácticas judaizantes rechazadas en Gálatas. La razón principal de este
rechazo es que son procederes meramente humanos, basados en meros elementos humanos, y no se practican en y
desde Cristo.
La crisis de Colosas
21
Los predicadores de Colosas se apoyaban también en supuestas experiencias visionarias, en las que creían gustar
anticipadamente la felicidad celeste; pero no eran más que elucubraciones o experiencias humanas. Todo proviene
de Cristo único mediador entre Dios y los hombres, y nada hay que esperar fuera de él.
El tercer peligro consistía en una falsa ascesis: no tomes, no gustes, no toques. En el ambiente del siglo I una
ascesis rigurosa reflejaba cierta especie de sabiduría, e inspiraba respeto y admiración. Pero se trata de preceptos
humanos, perecederos (1 Cor 6,13), sin relación alguna con la perfección cristiana; se trata de una ascesis que
pretende liberarse de un contacto supuestamente reprobable con las cosas materiales. Pero no hay lugar a él, pues
éstas han sido creadas por Dios y son en consecuencia buenas y puras (Gn 1,31). Solamente la renuncia a su uso por
motivos sobrenaturales puede resultar meritoria para la vida eterna. No, en modo alguno, la que se hiciera por
propia vanagloria del hombre carnal.
16Μὴ οὖν τις ὑμᾶς κρινέτω ἐν βρώσει καὶ ἐν πόσει ἢ ἐν μέρει ἑορτῆς ἢ νεομηνίας ἢ
σαββάτων· 17 ἅ ἐστιν σκιὰ τῶν μελλόντων, τὸ δὲ σῶμα τοῦ Χριστοῦ.
16 Así pues, que nadie os juzgue sobre lo que coméis o bebéis, ni por fiestas, lunas nuevas o sábados. 17 Eso
era sombra de lo que tenía que venir; la realidad es Cristo.
Se trata de una vigorosa afirmación escatológica acerca de la comunidad, afirmación que posteriormente se explica
con más detalle en 2,19, donde se habla del crecimiento del cuerpo, y en 3,4, cuando se dice a los creyentes que
aparecerán gloriosos con Cristo (cf. Rom 5,14).
1,18.- religión de ángeles
La cuestión planteada por este gen., (de ángeles), es si los adversarios creían o no unirse a los ángeles en el culto de
la divinidad. La mayoría lo consideran un gen. objetivo y lo vinculan con la importancia de los seres celestiales en
la falsa doctrina -los espíritus elementales, los principados y potestades-. Esto indicaría que los adeptos de esa
filosofía daban culto a esos seres-. La expresión se toma en el presente trabajo como un gen. subjetivo que hace
referencia a la unión con los ángeles en el culto. Existen pruebas de que en Qumrán se creía en jerarquías de ángeles
que daban culto a Dios. Este versículo denuncia que los adversarios practicaban ciertas disciplinas con el fin de
conseguir acceder al cielo para unirse al culto angélico
18 μηδεὶς ὑμᾶς καταβραβευέτω θέλων ἐν ταπεινοφροσύνῃ καὶ θρησκείᾳ τῶν
ἀγγέλων, ἃ ἑόρακεν ἐμβατεύων, εἰκῇ φυσιούμενος ὑπὸ τοῦ νοὸς τῆς σαρκὸς αὐτοῦ,
18Que no os descalifique nadie que se recrea vanamente en cultos de ángeles, o se enfrasca en sus visiones,
engreído sin razón por su mente carnal;
Que nadie os condene, insistiendo en la humildad y en una religión de ángeles: En 3,12 «humildad» es una de las
virtudes cristianas, pero aquí tiene algo que ver con las prácticas inaceptables de la filosofía. Alguno traduce la
palabra por ((disposición a servir», señalando que se trata de una actitud cultual. También podría significar el ayuno
o algún tipo de mortificación. La humildad era una de las prácticas requeridas por los esenios.
2,19-23
Los cristianos se han unido con Cristo muerto y resucitado formando la comunidad de la iglesia; todos en conjunto
y cada uno de ellos reciben su vida y la viven en esa comunidad, sin necesidad de prácticas y doctrinas extrañas,
sino sólo mediante su adhesión personal y colectiva al Señor Jesús.
19 καὶ οὐ κρατῶν τὴν κεφαλήν, ἐξ οὗ πᾶν τὸ σῶμα διὰ τῶν ἁφῶν καὶ συνδέσμων
ἐπιχορηγούμενον καὶ συμβιβαζόμενον αὔξει τὴν αὔξησιν τοῦ θεοῦ. 20 Εἰ ἀπεθάνετε
σὺν Χριστῷ ἀπὸ τῶν στοιχείων τοῦ κόσμου, τί ὡς ζῶντες ἐν κόσμῳ δογματίζεσθε;
21 μὴ ἅψῃ μηδὲ γεύσῃ μηδὲ θίγῃς, 22 ἅ ἐστιν πάντα εἰς φθορὰν τῇ ἀποχρήσει, κατὰ
τὰ ἐντάλματα καὶ διδασκαλίας τῶν ἀνθρώπων, 23 ἅτινά ἐστιν λόγον μὲν ἔχοντα
σοφίας ἐν ἐθελοθρησκίᾳ καὶ ταπεινοφροσύνῃ [καὶ] ἀφειδίᾳ σώματος, οὐκ ἐν τιμῇ
τινι πρὸς πλησμονὴν τῆς σαρκός.
19 en lugar de mantenerse unido a la cabeza, de la cual todo el cuerpo, a través de las junturas y tendones,
recibe alimento y cohesión, y crece como Dios le hace crecer. 20 Si habéis muerto con Cristo a los elementos
del mundo, ¿por qué os sometéis a los dictados de los que viven según el mundo? A saber : 21 «No tomes, no
pruebes, no toques». 22 Son cosas destinadas a gastarse con el uso, según prescripciones y enseñanzas
humanas. 23 Tienen apariencia de sabiduría por su afectada piedad, su humildad y la mortificación corporal;
pero no tienen valor alguno: solo sirven para cebar la carne.
22
El autor de la carta desciende a tres prácticas rituales impuestas por los falsos doctores: abstención de ciertos
alimentos, observación de determinadas fiestas y el culto a los ángeles. Por lo que se refiere a los alimentos y las
fiestas (Os 2,13; Ez 45,17), Pablo les dice que eran sólo sombra de las nuevas realidades. Por eso, al aparecer
Cristo, han perdido su valor y razón de ser. Respecto del culto a los ángeles, el apóstol les pone en guardia contra la
falsa humildad en la que se apoyaban los falsos doctores, tomando como pretexto nuestra indignidad para
acercarnos directamente a Dios. Y éramos indignos ciertamente antes de haber creído en Cristo, pero ahora hemos
sido constituidos familía de Dios (Ef 2,19).
Estos capítulos constituyen la parte moral de la carta, basada en la cristología y eclesiología de la primera parte.
Comienza señalando como fundamento de la vida cristiana la resurrección y la consiguiente unión con Cristo (Col
3,1-4). Siguen dos partes: la primera menciona las exigencias negativas y positivas de la misma (Col 3,5-17). La
segunda ofrece recomendaciones concretas de moral familiar para las diversas personas integrantes de la familia:
esposos, padres e hijos, amos y siervos (Col 3,18-4,1).
CAP 3
3,10-17.- Virtudes
Siguen las exigencias de orden positivo En paralelismo con el párrafo anterior, el autor de la carta las expresa con el
revestios del hombre nuevo. Este, tendiendo a un conocimiento cada vez más profundo y vital de las realidades
divinas que ha revelado Cristo, se va convirtiendo en una imagen cada vez más perfecta de Dios. A ello había
exhortado Cristo: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto (Mt 5,48). La comprensión de la verdad
revelada y el progreso moral se condicionan y favorecen mutuamente.
Una consecuencia, con repercusión social, deriva de la nueva condición del "hombre en Cristo": ante ella
desaparecen las viejas diferencias de pueblo, raza y religión (Gal 3,27s). Todos los seres humanos fueron creados
por Dios a su imagen y todos están llamados a realizar en sí esa imagen mediante la renovación interior en Cristo.
"Cristo, como el nuevo y último Adán, supera todas las diferencias que caracterizan el viejo mundo, y restablece en
24
los hombres la original semejanza de Dios. En la comunidad cristiana están reunidos los que se han revestido del
hombre nuevo, en el que las diferencias y discriminaciones vienen a ser ilusorias...
25
manifestación es la celebración euca-rística. Y siempre por medio de Cristo, por quien el Padre nos ha concedido
todas las gracias.
16 Ὁ λόγος τοῦ Χριστοῦ ἐνοικείτω ἐν ὑμῖν πλουσίως, ἐν πάσῃ σοφίᾳ διδάσκοντες καὶ
νουθετοῦντες ἑαυτούς, ψαλμοῖς ὕμνοις ᾠδαῖς πνευματικαῖς ἐν [τῇ] χάριτι ᾄδοντες
ἐν ταῖς καρδίαις ὑμῶν τῷ θεῷ· 17 καὶ πᾶν ὅ τι ἐὰν ποιῆτε ἐν λόγῳ ἢ ἐν ἔργῳ, πάντα
ἐν ὀνόματι κυρίου Ἰησοῦ, εὐχαριστοῦντες τῷ θεῷ πατρὶ δι’ αὐτοῦ.
16 La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría;
exhortaos mutuamente. Cantad a Dios, dando gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
17 Y todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre de Jesús, dando gracias a Dios Padre por
medio de él.
Lo que se pide para la comunidad cristiana -misericordia, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia-, para los que
forman el “Cuerpo de Cristo”, son valores que, sin mayor trascendencia, deben ser la constante de los que han sido
llamados a ser cristianos. Son valores de una ética que tampoco se pueda decir que se quede en lo humano. No es
eso lo que se puede pedir a nivel social. Aquí hay algo más que los cristianos deben saber aportar desde esa
vocación radical de su vida. La misericordia no es propio de la ética humana, sino religiosa. Es posible que en
algunas escuelas filosóficas se hayan pedido cosas como estas, pero el autor de Colosenses está hablando a
cristianos y trata de modificar o radicalizar lo que los cristianos deben vivir entre sí; de ello se deben “revestir”.
3,18-4,6.-Exhortaciones particulares: La familia cristiana
Como las listas de vicios y virtudes, el código familiar es un tipo genérico de exhortación e instrucción que se puede
encontrar en la filosofía helenística popular. El NT lo ha incorporado en varios lugares (Ef 5,22-6,9; 1 Pe 2,13-3,7;
Tit 2,l-10; 1 Tim 2,8-15; 6,l-2; véase también 1Clem 2 1,6-9; -. Teología paulina, 82: 145), donde se le ha dado una
perspectiva ética cristiana.
El código refleja las usanzas sociales de la época y no va dirigido a la situación concreta de Colosas. En él se habla
a tres pares de personajes: esposas y maridos, hijos y padres, y esclavos y amos. Primero se aconseja al miembro
subordinado de cada par que se «someta», y luego se encomienda al otro una responsabilidad.
Empieza hablando de la domus cristiana (3,18-4,1), sin salirse de las estructuras de la época: las mujeres (v. 18), los
hijos (v. 20) y los esclavos (vv. 22-25) tienen todos que obedecer a la misma persona, pero no como tal, sino «en el
Señor». Por su parte, esta persona tiene que buscar la felicidad de los que le han sido encomendados (vv. 19.21),
entre otras cosas porque él también tiene un dueño en el cielo (4,1). Sigue el tema de la oración (v. 2; cf. 3,16), que
se convierte en petición de oraciones (vv. 3s) 31. Termina (vv. 5s) con la idea de poner «sal» en las relaciones con
los de fuera, dejando caer la idea de que así compensan los malos ejemplos dados en el pasado.
3,18-4,1.- El hombre nuevo en sus diversos estados.
Una vez presentando el ideal de vida cristiana en sus líneas generales, desciende ahora a la vida familiar. Ello
responde a la importancia que tenían las "casas cristianas" en la Iglesia primitiva. En Efesios y Colosenses el
punto de mira son las relaciones de los integrantes de la familia cristiana, a diferencia de las cartas pastorales que lo
pondrán en las actitudes de los creyentes en medio de la sociedad. El autor de Colosenses quiere indicar a los
diversos componentes de la comunidad cristiana las obligaciones peculiares de su estado según el espíritu cristiano.
Ef 5,21-6,9 presenta un desarrollo más amplio de las mismas.
18 Αἱ γυναῖκες, ὑποτάσσεσθε τοῖς ἀνδράσιν ὡς ἀνῆκεν ἐν κυρίῳ. 19 Οἱ ἄνδρες,
ἀγαπᾶτε τὰς γυναῖκας καὶ μὴ πικραίνεσθε πρὸς αὐτάς. 20 Τὰ τέκνα, ὑπακούετε τοῖς
γονεῦσιν κατὰ πάντα, τοῦτο γὰρ εὐάρεστόν ἐστιν ἐν κυρίῳ. 21 Οἱ πατέρες, μὴ
ἐρεθίζετε τὰ τέκνα ὑμῶν, ἵνα μὴ ἀθυμῶσιν. 22 Οἱ δοῦλοι, ὑπακούετε κατὰ πάντα
τοῖς κατὰ σάρκα κυρίοις, μὴ ἐν ὀφθαλμοδουλίᾳ ὡς ἀνθρωπάρεσκοι, ἀλλ’ ἐν
ἁπλότητι καρδίας φοβούμενοι τὸν κύριον. 23 ὃ ἐὰν ποιῆτε, ἐκ ψυχῆς ἐργάζεσθε ὡς
τῷ κυρίῳ καὶ οὐκ ἀνθρώποις, 24 εἰδότες ὅτι ἀπὸ κυρίου ἀπολήμψεσθε τὴν
ἀνταπόδοσιν τῆς κληρονομίας. τῷ κυρίῳ Χριστῷ δουλεύετε· 25 ὁ γὰρ ἀδικῶν
κομίσεται ὃ ἠδίκησεν, καὶ οὐκ ἔστιν προσωπολημψία.
18 Mujeres, sed sumisas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. 19 Maridos, amad a vuestras
mujeres, y no seáis ásperos con ellas. 20 Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso agrada al Señor.
21 Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan el ánimo. 22 Esclavos, obedeced en todo a
vuestros amos humanos, no por servilismo o respetos humanos, sino con sencillez y temor del Señor. 23 Lo
que hacéis, hacedlo con toda el alma, como para servir al Señor, y no a los hombres: 24 sabiendo que
recibiréis del Señor en recompensa la herencia. Servid a Cristo Señor. 25 Al injusto le pagarán sus
injusticias, pues no hay acepción de personas.
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Respecto de los esposos, se limita a recomendar a las mujeres el respeto "cristiano" a sus maridos. Invita a los
esposos a amar a sus esposas, evitando todo dominio tiránico sobre ellas. Efesios presentará como cualidades y
exigencias radicales del matrimonio el amor y la fidelidad a ejemplo de Cristo y la Iglesia (véase Ef 5,22-33).
CAP 4
4,2-18.- Conclusión
Los últimos párrafos de la carta constituyen la conclusión de la misma: exhortaciones Anales (Col 4,2-6); noticias
personales, que dan un tono cercano a la carta (Col 4,7-9); y finalmente saludos para los destinatarios de la carta de
parte de Pablo y sus colaboradores (Col 4,10-18).
Es fácil percibir que predominan las recomendaciones a la obediencia y sumisión (esposas en v. 18; hijos en v. 20;
esclavos en v. 22), muy características de la sociedad antigua. Como contrapunto a esta aceptación de los criterios
sociales corrientes entonces, hay temas que parecen aportaciones más típicamente cristianas: en primer lugar el que
el autor se dirija también a mujeres, hijos y esclavos, cuando lo normal es que los códigos filosóficos sólo fueran
dirigidos a los varones adultos.
Este código, en cuanto al contenido, coincide ampliamente con el de Ef 5,21 - 6,9, pero aparecen menos explícitos
los motivos cristianos sobre las relaciones conyugales, de forma especialísima, o sobre las de esclavos-amos, y que
aparecen en Efesios. La cristianización del código original se percibe en la repetición de la fórmula “en el Señor”,
equivalente en términos generales a “conforme al ideal cristiano”. Pero es curioso que esta fórmula se refiera, en las
dos ocasiones en que aparece, a la sumisión de esposas e hijos respectivamente.
4,2-6 Exhortaciones.
Antes de concluir la carta el autor dirige todavía unos consejos acerca de la oración y del comportamiento con los
no creyentes. La oración ha de realizarse con espíritu vigilante, y tiene que marcar la orientación habitual del
cristiano hacia Dios, siendo ante todo manifestación de la alabanza a Dios por tantos beneficios como concede.
Pablo, que tenía a gala orar continuamente por la comunidad, quiere que también los fieles oren por él. Les encarga
supliquen al Señor que le abra campos de apostolado en los que pueda predicar palabras adecuadas que, bajo la
acción de la gracia, produzcan frutos de conversión y santificación.
1 Οἱ κύριοι, τὸ δίκαιον καὶ τὴν ἰσότητα τοῖς δούλοις παρέχεσθε, εἰδότες ὅτι καὶ
ὑμεῖς ἔχετε κύριον ἐν οὐρανῷ. 2 Τῇ προσευχῇ προσκαρτερεῖτε, γρηγοροῦντες ἐν
αὐτῇ ἐν εὐχαριστίᾳ, 3 προσευχόμενοι ἅμα καὶ περὶ ἡμῶν, ἵνα ὁ θεὸς ἀνοίξῃ ἡμῖν
θύραν τοῦ λόγου λαλῆσαι τὸ μυστήριον τοῦ Χριστοῦ, δι’ ὃ καὶ δέδεμαι, 4 ἵνα
φανερώσω αὐτὸ ὡς δεῖ με λαλῆσαι. 5 Ἐν σοφίᾳ περιπατεῖτε πρὸς τοὺς ἔξω τὸν
καιρὸν ἐξαγοραζόμενοι. 6 ὁ λόγος ὑμῶν πάντοτε ἐν χάριτι, ἅλατι ἠρτυμένος,
εἰδέναι πῶς δεῖ ὑμᾶς ἑνὶ ἑκάστῳ ἀποκρίνεσθαι.
1 Amos, tratad a los esclavos con justicia y equidad, sabiendo que también vosotros tenéis un amo en el cielo.
2 Sed constantes en la oración; que ella os mantenga en vela, dando gracias a Dios. 3 Orad al mismo tiempo
por nosotros, para que el Señor nos dé ocasión de predicar, y de exponer el misterio de Cristo —por el cual
estoy en la cárcel—. 4 Pedid que lo exponga como es debido. 5 Con los de fuera, proceded con tacto,
aprovechando las ocasiones. 6 Vuestra conversación sea siempre agradable, con su pizca de sal, sabiendo
cómo tratar a cada uno.
La exhortación final invita a orar y a estar vigilantes. En la transición a los mensajes finales, el autor de Col,
adoptando la identidad de Pablo, pide oraciones, hace de nuevo referencia a su ministerio de exponer el misterio
de Cristo y menciona su encarcelamiento (4,3).
4,7-9.- Noticias.
Pablo no da noticias sobre su situación presente. Se las darán personalmente dos emisarios: Tíquico, que le
acompañó en el tercer viaje de Corinto a Jerusalén y de quien se hará mención en Tit 3,12 y 2 Tim 4,12. Y
Onésimo, el esclavo fugitivo de Filemón, a quien Pablo había convertido a la fe. Ambos, hermanos muy queridos.
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Es admirable la estima y el amor profundo que Pablo profesa hacia sus colaboradores.
7Τὰ κατ’ ἐμὲ πάντα γνωρίσει ὑμῖν Τύχικος ὁ ἀγαπητὸς ἀδελφὸς καὶ πιστὸς διάκονος
καὶ σύνδουλος ἐν κυρίῳ, 8 ὃν ἔπεμψα πρὸς ὑμᾶς εἰς αὐτὸ τοῦτο, ἵνα γνῶτε τὰ περὶ
ἡμῶν καὶ παρακαλέσῃ τὰς καρδίας ὑμῶν, 9 σὺν Ὀνησίμῳ τῷ πιστῷ καὶ ἀγαπητῷ
ἀδελφῷ, ὅς ἐστιν ἐξ ὑμῶν· πάντα ὑμῖν γνωρίσουσιν τὰ ὧδε.
7 De todo lo que a mí se refiere, os informará Tíquico, hermano querido, servidor fiel y compañero en el
servicio del Señor. 8 Os lo mando precisamente para eso, para que sepáis de nosotros y os dé ánimos. 9 Con él
va Onésimo, fiel y querido hermano, que es uno de los vuestros. Ellos os pondrán al corriente de todo lo de
aquí.
Tíquico y Onésimo son enviados a los colosenses para dar noticias y animar a la comunidad
4,10-18.- Saludos.
Saludan a los creyentes de Colosas los compañeros que están con Pablo:
Aristarco, de Tesalónica (Hch 20,4), conocido por Hch 19,29; 20,4; 27,2. Marcos, útil y estimado colaborador del
apóstol, a pesar de los incidentes de Hch 13,15.36-40. De Jesús, por sobrenombre Justo, nombre grato a los judíos,
sólo tenemos esta mención. Los tres eran judíos, su colaboración tenía que causarle lógicamente alegría y consuelo.
Epafras, fundador de la iglesia de Colosas, recibe especial elogio. Y Pablo quiere que los colosenses sepan con qué
ahinco ora por su perseverancia. Lucas, cuya profesión médica se consigna aquí (Col 4,14), nos es más conocido,
se le atribuye el tercer evangelio y Hechos.
Finalmente Dimas, colaborador ahora (Flm 23), que abandonó después a Pablo (2Tim4,10). Concluye la carta con
unos encargos por parte de Pablo: saludos a los fieles de la cercana comunidad de Laodicea, y a Ninfa, de la que
sólo sabemos que en su casa tenían lugar asambleas litúrgicas. La carta a los de Laodicea, si no es la circular de los
Efesios, tiene que referirse a una carta de Pablo que no se conservó, como parece que ocurrió con otras (1 Cor 5,9; 2
Cor 2,4). Arquipo, probablemente hijo de Filemón (Flm 2), tal vez quedó encargado de la iglesia de Colosas en
ausencia de Epafras; puesto que en Flm 2 Pablo saluda a Arquipo como compañero de lucha, y aquí parece haber
confiado plenamente en él al encargarle un ministerio.
10 Ἀσπάζεται ὑμᾶς Ἀρίσταρχος ὁ συναιχμάλωτός μου καὶ Μᾶρκος ὁ ἀνεψιὸς
Βαρναβᾶ( περὶ οὗ ἐλάβετε ἐντολάς, ἐὰν ἔλθῃ πρὸς ὑμᾶς, δέξασθε αὐτόν) 11 καὶ
Ἰησοῦς ὁ λεγόμενος Ἰοῦστος, οἱ ὄντες ἐκ περιτομῆς, οὗτοι μόνοι συνεργοὶ εἰς τὴν
βασιλείαν τοῦ θεοῦ, οἵτινες ἐγενήθησάν μοι παρηγορία. 12 ἀσπάζεται ὑμᾶς
Ἐπαφρᾶς ὁ ἐξ ὑμῶν, δοῦλος Χριστοῦ [Ἰησοῦ], πάντοτε ἀγωνιζόμενος ὑπὲρ ὑμῶν ἐν
ταῖς προσευχαῖς, ἵνα σταθῆτε τέλειοι καὶ πεπληροφορημένοι ἐν παντὶ θελήματι τοῦ
θεοῦ. 13 μαρτυρῶ γὰρ αὐτῷ ὅτι ἔχει πολὺν πόνον ὑπὲρ ὑμῶν καὶ τῶν ἐν Λαοδικείᾳ
καὶ τῶν ἐν Ἱεραπόλει. 14 ἀσπάζεται ὑμᾶς Λουκᾶς ὁ ἰατρὸς ὁ ἀγαπητὸς καὶ Δημᾶς. 15
Ἀσπάσασθε τοὺς ἐν Λαοδικείᾳ ἀδελφοὺς καὶ Νύμφαν καὶ τὴν κατ’ οἶκον αὐτῆς
ἐκκλησίαν. 16καὶ ὅταν ἀναγνωσθῇ παρ’ ὑμῖν ἡ ἐπιστολή, ποιήσατε ἵνα καὶ ἐν τῇ
Λαοδικέων ἐκκλησίᾳ ἀναγνωσθῇ, καὶ τὴν ἐκ Λαοδικείας ἵνα καὶ ὑμεῖς ἀναγνῶτε. 17
καὶ εἴπατε Ἀρχίππῳ· βλέπε τὴν διακονίαν ἣν παρέλαβες ἐν κυρίῳ, ἵνα αὐτὴν
πληροῖς. 18 Ὁ ἀσπασμὸς τῇ ἐμῇ χειρὶ Παύλου. μνημονεύετέ μου τῶν δεσμῶν. ἡ χάρις
μεθ’ ὑμῶν.
10 Os saluda Aristarco, que está preso conmigo, y Marcos, el primo de Bernabé. Ya tenéis instrucciones sobre
él: en caso de que vaya a visitaros, recibidlo. 11 Y también Jesús, por sobrenombre Justo. Estos son los
únicos judíos que trabajan conmigo por el reino de Dios, y han sido un alivio para mí. 12 Os saluda vuestro
Epafras siervo de Cristo Jesús. Con sus oraciones no cesa de luchar en favor vuestro para que os mantengáis
constantes y perfectos cumplidores de toda voluntad de Dios. 13 Yo soy testigo del mucho trabajo que se
toma por vosotros, y también por los de Laodicea y Hierápolis. 14 Os saludan Lucas, el querido médico, y
Demas. 15 Saludad a los hermanos de Laodicea, a Ninfa y a la Iglesia que se reúne en su casa. 16 Cuando
hayáis leído vosotros esta carta, haced que se lea también en la Iglesia de Laodicea, y la de allí, leedla
también vosotros. 17 Decid a Arquipo que considere el ministerio que recibió del Señor, y que lo cumpla. 18
El saludo, de mi mano: Pablo. Acordaos de que estoy en la cárcel. La gracia esté con vosotros.
Se envían también saludos a Laodicea con la indicación de que ambas Iglesias intercambien las cartas.
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El párrafo muestra que, probablemente a la vez, se escribe otra carta a la vecina comunidad de Laodicea: cartas para
ser leídas ante toda la comunidad e intercambiadas.
El saludo final, “autógrafo”, parece ser, esta vez con mayor motivo, una ficción del autor de la carta, porque está
tomado literalmente de 1 Co 16,21.
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ANEXOS
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BIBLIOGRAFÍA
Escritos Paulinos, Juan Luis Ccaballero. Manuales ISCR Instituto Superi or de Ciencias Religiosas
Universidad de Navarra. EUNSA.
Comentario al Nuevo Testamento. La Casa de la Biblia 1995. Colosenses; Gabriel Pérez Rodriguez
Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo. Carta a los Colosenses. Maurya P. Horgan. Verbo Divino.
(Navarra) 2004
CORPUS PAULINO II. Comentarios a la Nueva Biblia de Jerusalén. Federico Pastor. Desclée De Brouwer
2005.
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