Bonal y Tarabini Ser - Pobre - en - La - Escuela Cap 1
Bonal y Tarabini Ser - Pobre - en - La - Escuela Cap 1
Bonal y Tarabini Ser - Pobre - en - La - Escuela Cap 1
Montse Constans,
Florencia Kliczkowski,
Óscar Valiente
ÍNDICE
Prólogo
por Juan Carlos Tedesco ...........................................................11
Capítulo 1:
Los efectos de la pobreza sobre la educación:
una reflexión en torno a la educabilidad
Capítulo 2:
Reflexiones sobre el método: investigar la educabilidad
Capítulo 4:
Educabilidad por oportunidad
Capítulo 5:
Educabilidad por inversión
Capítulo 6:
Ineducabilidad por carencia afectiva-normativa
Capítulo 8:
Ineducabilidad por violencia
Capítulo 9:
Ineducabilidad crónica
Capítulo 10:
Conclusiones: descubrir el habitus de la pobreza para educar.... 177
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los muy ilustrativos testimonios e historias de vida de los sujetos de
la investigación.
Poner de relieve los límites que las condiciones materiales de vida
imponen a la acción educativa es absolutamente necesario, particu-
larmente si se tiene en cuenta que uno de los rasgos más importantes
del nuevo capitalismo es la tendencia a la concentración del ingreso
y a la exclusión de una parte importante de la población del acceso
a los derechos básicos: empleo, vivienda, salud y educación de buena
calidad. Al respecto, es preciso hacerse cargo del significado que tiene
la información según la cual en nuestros países existen porcentajes
del 50% de la población que vive en condiciones de pobreza y de un 15
ó 20% en indigencia. El impacto de estas condiciones materiales de
vida sobre el desarrollo cognitivo no puede ser subestimado. En este
nivel de análisis, el concepto de condiciones de educabilidad permite
superar las visiones ingenuas que suponen que es posible lograr bue-
nos resultados educativos sin modificar las bases estructurales por
las cuales se generan la pobreza y la exclusión.
En términos teóricos y políticos, destacar la relevancia de las condi-
ciones de educabilidad alerta sobre el optimismo pedagógico –sostenido
también por algunos enfoques económicos– según el cual la educación
sería la responsable de la equidad social. Este optimismo reduce la
presión por exigir niveles básicos de equidad, condición necesaria para
que sea posible la tarea educativa. Sería interesante abrir la discu-
sión sobre cómo se definen esos niveles básicos de equidad o, dicho
en términos ético-políticos, cómo establecer la línea entre lo tolerable
y lo no tolerable. Obviamente, lo tolerable y no tolerable sólo pueden
ser definidos en cada contexto social determinado. La pregunta, en
consecuencia, consiste en saber cuál es lo básico que se requiere para
desempeñarse en esta sociedad y cuáles son las condiciones mínimas
indispensables para que ese nivel de conocimientos, aptitudes, habi-
lidades, etc., sea adquirido.
La peculiaridad del nuevo capitalismo es que al mismo tiempo que
produce el deterioro de las condiciones de vida de una parte importante
de la población, aumenta el nivel de exigencias para un desempeño
reflexivo tanto en el ámbito productivo como ciudadano. La educación
básica, en esta sociedad, es mucho más que la tradicional escuela
primaria obligatoria. Hoy, una buena formación básica es el pilar del
“aprender a aprender”, exigencia para la educación a lo largo de toda
la vida. Pero como ha sido dicho ya reiteradamente, este capitalismo
funciona sobre la base del llamado “efecto Mateo”: a los que tienen
12 PRÓLOGO
se les va a dar más y a los que no tienen se les va a sacar lo poco que
tienen. Si no enfrentamos esta tendencia, aquellos que cuenten con
una buena educación básica van a poder adaptarse al ritmo de exi-
gencias educativas que permite crecer y aprovechar las oportunidades
sociales, mientras que el resto quedará excluido y al margen de las
posibilidades que ofrece el sistema.
Poner el acento en los límites que las condiciones materiales de vida
imponen a la acción educativa implica sacar la acción pedagógica de
su aislamiento “sectorial” para colocarla en el marco de un proyecto
de sociedad. Sólo si va acompañada por estrategias de justicia social
en el ámbito de la distribución de la riqueza será posible tener éxito
educativo de nivel macro social y no meramente individual.
Superar las visiones ingenuas de la pedagogía no significa negar
la potencialidad que tienen las estrategias basadas en el conocimiento
de las condiciones de educabilidad y en el compromiso para superar-
las. Desde esta perspectiva, Ser pobre en la escuela aporta categorías
de análisis y testimonios muy sugerentes, que permiten postular la
hipótesis según la cual para superar las barreras puestas por las
condiciones de educabilidad es necesario introducir una apelación al
voluntarismo, pero ese voluntarismo no puede ser sectorial, sino que
tiene que ser sistémico. El carácter sistémico del voluntarismo coloca
la acción educativa en el marco de un proyecto político amplio o de
un proyecto de sociedad.
Este enfoque no niega que, en ciertos contextos y momentos his-
tóricos, algunos actores sociales, particularmente los docentes, sólo
puedan actuar en el ámbito de lo pedagógico. Esta limitación, sin
embargo, no puede justificar la renuncia a una visión sistémica, de
cambio más global, condición necesaria para que el cambio pedagógico
pueda ser exitoso.
El voluntarismo sistémico está justificado, además, por algunas
características del nuevo capitalismo. Los niveles de exclusión y de
desigualdad que provocan las actuales tendencias económicas sólo pue-
den ser enfrentados con esfuerzos masivos de solidaridad voluntaria.
La solidaridad que exige este nuevo capitalismo no es la solidaridad
orgánica del capitalismo industrial, donde vivíamos juntos porque
todos teníamos alguna función. La inclusión de los excluidos no será
un producto “natural” del orden social sino el resultado de un esfuerzo
voluntario, consciente, reflexivo y político. En este punto, salimos
de la discusión puramente conceptual para entrar en el nivel de las
perspectivas para la acción. Aquí, el interrogante de fondo es ¿cómo
14 PRÓLOGO
Existen necesidades que no son objeto de demanda y demandas que
no satisfacen necesidades objetivas sino que son creadas por la pro-
pia dinámica del mercado y la publicidad. Sabemos poco al respecto,
particularmente en lo que se refiere a las demandas y necesidades
educativas. La información disponible permite apreciar que las deman-
das de los sectores más desfavorecidos no suelen sobrepasar el tema
de la cobertura, y que los esfuerzos realizados para tener demandas
educativas más calificadas, a través de la difusión de información, no
parecen ser muy exitosos.
El otro aspecto importante en las discusiones sobre estrategias es
el que se refiere a las políticas de distribución espacial de la población.
Si bien sabemos que las mejores escuelas son las más heterogéneas,
las tendencias con respecto a la distribución poblacional provocan
que los establecimientos escolares tengan un alumnado cada vez
más homogéneo. La universalidad se registra en el nivel del sistema
educativo, pero no en el de las escuelas y los centros escolares. Desde
este punto de vista, es importante advertir la centralidad que adquiere
en la actualidad la definición de una política urbana para acercarnos
al objetivo de transformar la escuela en un lugar de encuentro entre
diferentes, en un lugar donde se aprenda a vivir juntos. Para lograr
que la escuela sea heterogénea y para que esta heterogeneidad consti-
tuya un elemento del proceso de enseñanza-aprendizaje será necesario
actuar desde la política poblacional, en procesos destinados a evitar
los ghetos y todos los fenómenos que definen el proceso de “exclusión
por arriba”: los barrios privados, los countries, etc.
En esta misma línea de análisis, otra de las estrategias que han
demostrado un fuerte impacto en romper el determinismo de los resul-
tados de aprendizaje es la universalización de las escuelas de tiempo
completo. Disponer de mayor tiempo es una condición necesaria para
mejorar los logros de aprendizaje. Sin embargo, es necesario que la
mayor disponibilidad del tiempo constituya una oportunidad para
realizar exitosas experiencias de aprendizaje.
Pero la equidad y la cohesión social no son producto exclusivo de
una mejor distribución de recursos e insumos materiales. Ser pobre
en la escuela permite apreciar la importancia de las dimensiones
cualitativas, referidas especialmente a los valores y las experiencias
de socialización que la escuela permite o estimula en sus actores
internos.
El análisis de estos procesos de socialización abre la discusión
sobre el tema de la subjetividad, de la construcción de identidades y
16 PRÓLOGO
de los años noventa nos han mostrado que es posible cambiar el diseño
institucional, pero eso no se traduce automáticamente en la modifi-
cación de lo que pasa adentro de las escuelas. Para que eso suceda es
necesario hacer “algo más” y sobre ese factor nuevo como objetivo de
políticas tenemos muy escasas experiencias.
Finalmente, quisiera señalar que el libro de Bonal y Tarabini
permite apreciar la necesidad de evitar falsos debates y de colocar la
discusión en aquellos puntos que efectivamente constituyen desafíos
teóricos y políticos. De esta manera, el libro expresa un saludable
nivel de responsabilidad del mundo académico, que se arriesga a
postular interrogantes vinculados a la “nueva agenda” de problemas
en la transformación educativa. Estamos, como dice Ulrick Beck, en
un contexto donde ha cambiado la relación entre el laboratorio y la
realidad en el proceso de producción de conocimientos. Para saber
cómo funcionan algunos dispositivos es necesario aplicarlos. Este
principio, llevado a las políticas públicas, implica introducir en ellas
mayores cuotas de experimentación que en el pasado. Experimentar
en políticas públicas tiene riesgos que solo pueden ser controlados
con eficaces mecanismos de evaluación de resultados. En definitiva,
se trata de poner todo el capital técnico e intelectual disponible al
servicio de un proyecto destinado a promover una sociedad justa. En
su medida, este libro cumple con este mandato.
1 Véase Bonal y Rambla (2009) o Tarabini (2008a) para un análisis del papel de
la educación en las teorías de desarrollo.
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proyecciones para el conjunto del año fiscal 2009 se sitúan alrededor
de los 4 billones de dólares. De este modo, los préstamos educativos del
Banco han conseguido duplicarse en los últimos veinte años, pasando
de un 4,5% de la financiación total del Banco en el período 1980-84
(Mundy, 2002) a un 8% en la actualidad2.
La misma trayectoria ha seguido la inversión educativa global.
En los últimos años, la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) de tipo
multilateral consignada a educación ha pasado de una media anual de
1.791 millones de dólares en el período 1999-2000 a 2.231 millones de
dólares en el año 20063 (UNESCO, 2009). Por otra parte, la inversión
educativa bilateral –es decir, aquella realizada por gobiernos naciona-
les– ha aumentado de una media anual de 5.167 millones de dólares en
el período 1999-2000 a un total de 9.058 millones de dólares en 2006.
En su conjunto, por tanto, la Ayuda Oficial al Desarrollo destinada a
educación ha aumentado en términos constantes desde finales de la
década de los noventa, alcanzando en 2006 un valor total de 11.289
millones de dólares (casi el doble que seis años atrás).
Estos datos no ofrecen duda de que la inversión educativa constituye
un capítulo muy importante de las políticas de los gobiernos y de los
organismos internacionales en el terreno del desarrollo y la lucha con-
tra la pobreza. No sólo ha sido así desde la década de los años setenta,
sino que además la inversión educativa ha ganado peso específico en
la cartera de préstamos y ayudas al desarrollo. Y nada tendría de
particular el énfasis en la educación como factor clave de desarrollo
si no fuera porque la persistencia discursiva se ha mantenido en con-
tra de una creciente evidencia respecto a los efectos esperados de la
inversión educativa sobre la reducción de las desigualdades sociales o
la pobreza. Una simple mirada a los datos no ofrece ninguna duda.
En los últimos años se ha producido una importante expansión edu-
cativa a nivel global, hecho que ha conducido a un aumento continuado
de las tasas de escolarización y a un avance importante en el objetivo
4 Los objetivos del milenio, establecidos en el año 2000, fijaron alcanzar la uni-
versalización de la enseñanza básica en el año 2015. Es importante señalar que
en la actualidad y según Naciones Unidas todas las regiones del mundo excepto
dos (África Sub-Sahariana y Asia Occidental) presentan una tasa de matrícula
en educación primaria de por lo menos un 90% (ONU, 2008).
5 Hasta el 2005 el Banco Mundial entendía la extrema pobreza como las personas
que viven con menos de 1 U$S al día. Actualmente esta medida ha aumentado a
1,25 U$S al día.
6 Datos disponibles en: www.worldbank.org/poverty. Último acceso: 30 de julio de
2009.