Engelbert Kirschbaum, Las Tumbas de Los Apostoles PDF
Engelbert Kirschbaum, Las Tumbas de Los Apostoles PDF
Engelbert Kirschbaum, Las Tumbas de Los Apostoles PDF
LAS TUMBAS DE
LOS APÓSTOLES
Confrontación arqueológica
en los fundamentos de la Cristiandad
\
AMICIS
"
/
excavaciones efectuadas bajo la Confessio de la Iglesia de San
L
AS
Pedro no han surgido porque se dudase de la antiquísima tradición
de que allí y sólo allí se venera la tumba del Príncipe de los Apóstoles.
No cabía semejante duda pues nunca se ha dado prueba alguna con-
vincente que pudiera justificarla. Si ningún Papa se atrevió antes a
promover excavaciones tales no fué por temor a no encontrar nada,
sino, precisamente, por la aprensión nacida de la firme convicción de
la cercanía de la tumba. El haber roto con esa costumbre - apren-
sión - medieval constituye, por cierto, una de las más valientes refor-
mas de las muchas llevadas a cabo durante el pontificado de Su San-
tidad Pío XII. El espíritu que, alienta la investigación moderna no ama
solamente los apergaminados documentos de los archivos sino también,
cada vez más, el testimonio de los monumentos que desvela la pala del
arqueólogo. Sabemos por propia confesión de Su Santidad qne desde
que era Cardenal Secretario de Estado y Arcipreste de San Pedro,
había deseado se llevaran a cabo investigaciones en dicho templo con
los medios técnicos de hoy día. Al presentársele la ocasión, siendo
Papa, cargó valientemente con la responsabilidad, sin duda nada fácil,
de ordenar sondeos bajo la Basílica Vaticana. Dicha oportunidad se
le presentó con ocasión de las obras de ensanchamiento y ampliación de
la Cripta de San Pedro, en las llamadas grutas, obras que dirigía en-
tonces Monseñor Ludwig Kaas, Secretario de la Sagrada Congrega-
ción de la Rev. Fábrica de San Pedro.
Una vez alcanzada felizmente la primera etapa de los trabajos, el
descubrimiento de la necrópolis pagana, comenzó la tarea principal. La
dirección de la empresa estaba en manos de Monseñor Kaas, a cuya
tenacidad y destreza se debió en grari parte el éxito de tan dificultosa
empresa, máxime por efectuarse las obras durante la guerra. Tenía
como consejeros y colaboradores en la parte técnica de los trabajos,
especialmente delicada, a los arquitectos de San Pedro, Conde Pietro
/
8 ENGELBERT KIRSCHBAUM
E. K.
REFERENTE A LOS DIBUJOS. - Los editores se sienten obligados a agra-
decer sinceramente al Excmo. Monseñor Primo Principi, Director de la Sa-
grada Fábrica de San Pedro, la gentileza de haber permitido el uso de sus múl-
tiples dibujos. Siempre que se han empleado dibujos procedentes del informe
de las excavaciones, «Esplorazioni sotto la Confessione di San Pietro in Va-
ticano» (1951), su reproducción lleva la seña del número, añadiéndose «s. E.»
(según Esplorazioni) Casi todos fueron revisados de nuevo y completados para
ser utilizados en este libro.
Los tres planos que hay en las guardas (contra cubierta) representan:
Fig. A- Plano total del Vaticano.
Fig. B - Piano horizontal de los patios sepulcrales Q y P, con los mauso-
leos adyacentes.
Fig. C - Corte (oeste-este) a través de la «Confessio», delante de ~an Pedro.
Se han colocado estos planos de forma que sean fácilmente visibles, para
Ia comodidad del lector.
I
El Circo de Nerón
2
ENGELBERT KIRSCHBAUM
Este de las grutas, donde empieza la parte nueva erigida por Maderna,
Fiu. 2 un mausoleo (A) que aun conserva sobre su entrada una inscripción de
su poseedor original. Este feliz descubrimiento permite creer que, a
pesar de todo, el circo debe haberse encontrado en las inmediaciones.
Lám. 2 La inscripción titular contiene, grabada en mármol, la cláusula del tes-
tamento de un cierto Popilius Heracla, cláusula que impone a sus he-
rederos la condición de erigirle un monumento fúnebre "in Vaticano
ad circum".9 El hecho de la existencia del mausoleo prueba evidente-
mente que los herederos cumplieron en lo esencial con el deseo del
testador. Desde luego, no habrían hecho constar públicamente por me-
dio de una inscripción que el finado quería ser sepultado cerca del circo
de no haber satisfecho su deseo, edificando el mausoleo "ad circum".
Puesto que la inscripción se encuentra todavía in situ, esto es, en el
mismo lugar donde originalmente fué colocada, tiene ésta un valor
topográfico indubitable : el mausoleo de Popilus Heracla se encuen-
tra dentro de la región vaticana, en un lugar que se caracteriza por
su proximidad al circo neroniano, lo que también significa, por otra
parte, que el circo se encuentra en estrecha vecindad con la basílica.
El fallecido Vicario General de Colonia, prelado David, durante
años director del camposanto teutónico, en una de sus últimas visitas
a Roma me confió un secreto largo tiempo callado. Me contó, seña-
lándome desde una ventana del camposanto la Via della Sagrestia, que
teníamos enfrente, observando que de todos modos no tendría ya
ocasión de utilizar su secreto, que había visto, durante los trabajos de
reparación de una de las docas, un antiguo muro de sillares ligera-
mente curvados. Tambin se descubrieron entonces fragmentos de esta-
tuas de mármol. El prelado David hizo la observación convencido de
que se trataba de restos del circo de Nerón. Desgraciadamente no he
tenido nueva oportunidad para preguntar en qué sentido se abría
la curva.
Hay que añadir otra verificación de estos últimos años. Al cons-
truirse el Generalato de Santa Mónica, de los padres Agustinos, al Sur
de la columnata berniniana de San Pedro, surgieron, al socavar para
construir los fundamentos, grandes hileras de muros que tan sólo po-
dían pertenecer a una obra imponente. La visita a los muros me con-
venció de que podía tratarse de los muros del circo neroniano, te-
niendo en cuenta en todo caso la disposición de los muros, la técnica
empleada, los fundamentos de ladrillo sobre los que había un muro
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES
'
e
0 e
parte un oficial d e 1 a
provincia belga, llama-
do T. Aelius Tyrannus.
En la parte superior de
la pared oeste están re-
presentados, muy bien
por cierto, dos magnifii-
cos pavos reales, a am-
bos lados de un elegante
cesto de flores. El pavo
real era, en la antigüe-
dad, símbolo de inmor-
talidad, porque se consi-
deraba su carne como
incorruptible. El gran
mausoleo de los ricos
Ceténnios (F) tiene, en MUROS
1m DE CONSTANTINO
el ábside del gran nicho
central, una representa-
ción del nacimiento de
Afrodita, que desgra- MUROS
0 114ODERNOS
ciadamente ha sufrido
mucho. Para poder con-
servarla fué preciso sa-
crificar una pequeña pe-
ro expresiva escena de
caza que había en ~a
pared este. U na escena
probablemente entre el
fallecido y su sirviente,
rindiendo cuentas, que
se encuentra en la veci-
na celda funeraria, nos
lleva a la vida rutinaria
de cada día ; por lo me-
nos este parece s e r e 1
contenido de una pintu-
Q'
ra m u y bien conser-
vada.P Jfig·. 2. Los mausoleos que hay
debajo de San Pedro.
24 ENGELBERT KIRSCHBAUM
t
Lám. 7. El mausoleo (H) de los Valerios: vista hacia la pared oeste
Lárn, S. Cabeza de mujer del mausoleo de los Valerios
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 25
1
Cristianos y Paganos
D.M.
JULIO T ARPEIANO
VIXIT ANN. I MES
VIIII DIEBUS XXVII
f
JULIA ALA TINA ET 1
MAXIMUS PARENTES I,
FEC. LIB. LIBERT. POS-
TERISQUE EORUM 1 i
pared del fondo exhibe un pescador de caña. De los peces uno ha mor- Fig. 4
dido el anzuelo, mientras el otro huye. La silueta juvenil del pescador
se hace simpática. En la pared este se encuentra la antes mencionada
figura de Jonás. El monstruo marino está engullendo al profeta cuyos Fig. 5
pies - generalmente es la cabeza - ya se encuentran dentro de su
boca. En el barco, que va a toda vela, se ven dos marineros con la
mano derecha levantada. Mientras solo quedan unas pocas piedrecitas
del mosaico del pescador, en esta figura se conserva, en la esquina su-
perior, una estrecha franja del mosaico original y el diseño en color del
resto de la figura.
Se ha desprendido la mayor parte del revoque de la pared oeste.
Pero mediante los restos o reliquias de los trabajos de diseño se puede
ENGELBERT KIRSCHBAUM
34
maravilla que haya sido tan poco utilizado por el arte cristiano pri-
mitivo.s"
Resumiendo : este pequeño monumento sepulcral nos parece por
tres razones de especial importancia. Este mausoleo es, en primer lu-
gar, el único puramente cristiano de todos los descubiertos hasta ahora
en la necrópolis vaticana; en segundo lugar, nos muestra los mosaicos
más antiguos de contenido cristiano que se han encontrado hasta el
momento; contiene, por último, la representación de Cristo-Helios,
tan importante para la Iconografía del cristianismo primitivo, contra-
punto interesante de Cristo-Orfeo, conocido desde hace ya mucho
tiempo.
1¡
IH
40 ENGELBERT KIRSCHBAUM
11
42 ENGELBERT KIRSCHBAUM
jamás estuvo bajo la Basílica, y que tiene\que ser buscado más al sur,
ya no se puede sostener semejante tesis.
Podemos llamar nuevamente la atención en el sentido de que pa-
rece muy aventurado o arriesgado - según los hallazgos del invierno
y primavera de 1957 - el operar y calcular apoyándose en los límites,
desconocidos, de los jardines imperiales. Estos sepulcros recientemente
descubiertos se encuentran tan sólo a unos 300 m. al norte de nuestra
necrópolis, y es evidente que son anteriores a la época de Nerón. Hay
que añadir, además, que los sondeos o excavaciones efectuados en las
hileras de sepulcros no alcanzaron el límite sur, que puede estar todavía
más cerca de nuestra necrópolis.
La necrópolis misma ofrece en sí razones para suponer que se co-
menzó a principios del siglo I y no en el siglo II. Con ocasión de las
excavaciones bajo la iglesia de San Stefano degli Abissini, sita tras
el ábside de la Iglesia de San Pedro, se ha sacado material arqueoló-
gico que indudablemente procede de construcciones sepulcrales del si-
glo I: se trata de inscripciones de la época de Domiciano (Sr a 96),
de algunos trabajos, en mármol, típicos de la época de los Flavios, y
de algunas cabezas de terracota. Un sarcófago que se encontró du-
rante los trabajos de la instalación de la escalinata, delante de la Basí-
lica de San Pedro, puede también adjudicarse al siglo I, y lo mismo
puede decirse de una inscripción sepulcral que apareció en I 586 cerca
del lugar en que se encontraba originalmente el obelisco vaticano, de
la que solamente queda por desgracia una copia.59 Al este de la actual
ubicación del obelisco se encontró, en 1936, un altar de sepulcro que
también proviene del siglo I. 60
También hay pruebas de la existencia de sepulcros del siglo I en
la parte de la necrópolis de la que concretamente nos ocupamos. Allí
se encontraron objetos y accesorios de tumbas de esta época, sobre
los que informaremos detenidamente en lugar más adecuado. En
el muro oeste del mausoleo Z de los egipcios se construyó un ossa-
rius« nada pequeño con la misma técnica empleada en las paredes in-
Lám. J3a teriores de la tumba, lo que indica que es de la misma época. Se puede
deducir con relativa seguridad que al construir nuestro mausoleo a
fines del siglo II retiraron viejas osamentas, que reunieron después
piadosamente _en un osario y las volvieron a sepultar. Esta- manera de
proceder presupone la existencia -de antiguas sepulturas, que sin duda
alguna nos pueden llevar al siglo I.
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 45
b
Ell pavimento de már-
mol constan tiniano
(abajo, a la derecha)
el extremo superior de
la base sur, de mármol
ALTAR
DE CLEMENTE VIII
Para poder seguir hacia arriba desprendimos, uno a uno, los trozos
del listón de pórfido que había, perpendicular, entre las placas o pie-
zas de mármol blanco. Quitamos algunos ladrillos de la pared a que
estaba adherido, rota en algunos sitios, y nos metimos como pudimos
por la grieta abierta, de 23 cm. y medio, escalando con cuidado ha-
cia arriba. A través de la fenestrella de un altar viejo que se encuen-
tra en el interior del altar de Calixto II, y del que hablaremos aún
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 53
más tarde, fue posible comprobar que el mármol subía hasta una al-
tura de 2,45 m. aproximadamente. No se podía, de momento, interpre-
tar cosa tan extraña, quizás por estar demasiado sugestionados
por la idea de que debería encontrarse un altar de la época constan-
tiniana debajo del altar medieval del papa Calixto II, que estaba de-
bajo del de Clemente VIII. Se hubiera podido pensar, por ejemplo, que
estas altas piezas de mármol habían estado en su día horizontales, co-
rrespondiendo entonces sus medidas, de 1,06 m. de ancho y 15 cm. de
base, a las medidas de un altar. Claro que un altar de 2,45 m. de
ancho no hubiera correspondido a lo que sabíamos ele altares antiguos
de los que, por cierto, los más antiguos que conocíamos databan tan
sólo del siglo V.
Por tanto, tuvimos que seguir buscando. Se perforaron entonces, a
ambos lados de la pared trasera, unos muros que procedían del fin del
Renacimiento. Apareció, a la sazón, el pavimento constantiniano de
mármol, y apoyados en éste los extremos ele las bases marmóreas que Láin. 1:Zb
salían del muro y que no habíamos encontrado. Ahora sabíamos que
nos encontrábamos en la obra de Constantino.
Fue importante, para los trabajos ulteriores, el hallar acceso al
abrir los muros a derecha e izquierda del revestimiento de mármol.
Aunque estrecho e incómodo lo acogimos con alegría. Este conducto
desembocaba en dos pequeños recintos, hasta entonces prácticamente
inexplorados aunque estuviesen señalados ya en el viejo plano de Alfa-
rano. Estos dos recintos eran restos de los intentos realizados por Cle- Fig. G
mente VIII de descubrir el núcleo central· de aquellas obras, y comu-
nicar, mediante pasadizos laterales, la capilla trasera con el recinto que
había delante de la Confessio. Como indica la fecha, 1615 escrita con
carbón en la pared, se abandonó la tentativa y los recintos se tapiaron
de nuevo.
Desde estos recintos o cámaras se podían ver completamente los
lados del altar de Calixto. Ya no existía debajo del presbiterium el
pavimento que había construído Gregorio el Grande. Bajo el altar
había unos pequeños muros revestidos de mármol con pequeñas pilas-
tras medievales que habían vuelto a ser utilizadas, y que se apoyaban
en el piso constantiniano. Comenzaron a trabajar en la parte sur. Se
desprendió de la zona inferior de la pared, con todo cuidado, la parte Fig.10a
de mármol blanca que procedía de la época en que se levantó San
Pedro. La parte superior rodeada por el altar de Calixto es, desgra-
ciadamente y precisamente por esto, inaccesible, Detrás de la placa
54 ENGELBERT KlRSCHBAUM
o pieza inferior de mármol apareció el aparejo del muro con sus típicos
ladrillos amarillos. Vacilando, abrimos una brecha en este muro poco
interesante para nosotros. Apareció entonces, en primer término, un
Lárn.14a, grueso estrato de argamasa y detrás el aparejo del muro constantiniano
fí'iy.10b y las bases marmóreas del revestimiento de mármol del mismo tiempo.
Las incrustaciones mismas ya no estaban, por desventura, pero sí, por
cierto, las huellas que habían dejado sobre las bases y en el estrato de
argamasa, entre la pared y el mármol. Seguidamente se realizó la
misma operación en la parte norte, bajo las mismas condiciones y con
los mismos resultados, con la única diferencia de que el estrato de ar-
gamasa, que al sur tiene un grosor regular de 11 cm., ofrece aquí, en
el norte, la particularidad de contrarrestar la irregularidad del muro
llegando por ello a medir 17 cm. en el extremo oeste, mientras que en
el extremo este alcanza tan sólo 6,5 cm. Además se ve que el revesti-
miento de mármol deja sitio, en los tres lados, para solucionar los
rincones o esquinas, quizás por medio de bandas de pórfido.
Con todo lo hallado y los hechos comprobados la cuestión de la
interpretación del monumento queda todavía sin respuesta. Al con-
trario, la parte inferior correspondía ahora tan claramente al altar
de Calixto que se encontraba por encima, que la suposición de que
se trataba de un altar constantiniano había más bien ganado en im-
portancia. Para resolver esta cuestión solamente quedaba una posibi-
lidad, que era analizar el material del muro, accesible gracias a la bre-
cha abierta entre las placas o piezas de paonazzetto que están detrás. Si
hubiese habido un altar constantiniano el material del muro tendría
que mostrar una parte superior de técnica medieval y una inferior con
técnica propia del cristianismo primitivo. El muro fué analizado con
especial cuidado a causa de la importancia de la cuestión. El resultado
fue claro: el muro, era aquí, de una sola pieza, sin juntura perceptible.
Más elocuente era todavía el hecho de que el muro no se apoyaba en
Fif!.11 absoluto en el pavimento constantiniano sino que descendía mucho
por bajo de éste, y hasta rebasaba en sus lados las esquinas de nuestro
rectángulo en dirección norte y sur, perdiéndose entre las ruinas,
Puesto que presentaba un revoque rojo, sobre todo en su parte sur,
lo llamamos el muro rojo, para diferenciarle de otros. Así seguiremos
llamándolo.
La altura del muro rojo, donde más nos interesa sobre todo, de-
muestra que nuestro objeto de estudio nunca podía haber sido un al-
t¡i.r - imagínense un altar de 2,5 m. de altura aproxim¡i.damente -. Su
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 55
ENGELBERT KIRSCHBAUM
f
Fig.8. Plano liorizontal. de la «Oonfessio» con la cripta cü·ctilar
(s. E. 123).
su tiempo unas columnas de la Iglesia de San Pedro, las hermosas co- Fig. 8 (3, 4)
lumnas de mármol, antiguas, tan conocidas por testimonios literarios
y pictóricos, y que Bernini volvió a utilizar al levantar la nueva Igle-
sia de San Pedro, colocándolas sobre las pilastras de las logias de la
cúpula. Seis de estas columnas salomónicas de mármol blanco, lujo-
samente decoradas con sarmientos y angelotes, fueron traídas del
Oriente por Constantino para colocarlas en la Confessio de su Iglesia
58 ENGELBERT KIRSCHBAUM
<m««w":···· ···--·~nm:~_
1rn
r·¡i( ~ -01¼-i
!i,,~ ~s.1\JJJ. ~ ¡
11 'o 1!
1 Kl-:-:;;;,_¡¡;c,;;;;,i: :u,m,,«,,,,{Ol]
..............................................................
-===---•
o o.so tm.
J!'ig. 10. Plano horizontal del nicho del baldaquino (en gr·iS} fá-
a)
brica de Ole-mente VIII (s. E. 150).
b) Plano horizontal del nicho del bouiaquono (en gris) fábrica de
Constantino.
o o.so tm ~ ~\L,J,l 1
j
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES
-====---a
ase ,m.
o
c1 Plano horizontal del nicho del baldaquino (en gris) fábrica de los
siglos II y III (c<tropaionl>).
d) PlM10 horizontal del nicho del bouiaquvno ( en gris) fábrica de
Gregario el Grande .
•
u u o o.so
'"'·
ENGELBERT KIRSCHBAUM
El Tropaion de Cayo
b
La inscripción sepul-
cral en el mausoleo Z
e
Los sepulcros y,. (arri-
ba) y t (abajo) des-
de el oeste vistos a
través del muro rojo
a b
e d
Lám. 14a. 1 Lado sur del memorial constantiniano del Apóstol: brecha
tur a través del muro constantiniano. Centro del muro S del
tropaion
b. Lado sur del memorial constantiniano del Apóstol: puede verse
el mármol blanco sobre el muro rojo entre el muro constan-
tiniano y el muro S.
c. Lado norte del memorial constantiniano del Apóstol: muro
grafítico (g) a la izquierda, y el muro rojo a la derecha.
el. Ell sepulcro 'IJ visto desde. el norte (abajo)
Lárn, 15a. La urna de mármol en el altar de Calixto II.
b
Recipiente con re-
liquias de las Após-
toles Pedro y Pa-
blo, ele la urna ele
mármol. El nombre
«Pauli» todavía se
puede leer. A la iz-
quierda, restos ele
un antiguo sello.
Lám. 16a
Lado oeste del memo-
rial oonstantíniano del
Apóstol : vista a tra -
vés del muro rojo que
ha sido abierto. A la
izquierda muro del ni-
cho superior; abajo,
restos de la placa de
tra vertíno ; en el fon-
do, el lado sur del mu-
ro grafítico ; a la de-
recha, la parte pos-
terior del nicho que se
colocó más tarde, con
el mosaico Salvador
b
Vista desde abajo ha-
cia el pozo o túnel de
comunicación que va
al recinto sepulcral
inferior del troptium. :
la pieza reventada
de Aelius Isidorus; en
el centro, el clavo
para el incensario del
Apóstol.
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES
descubrió un murete bajo más antiguo. Esto nos animó a ensanchar Ftu.10o
el boquete hacia la izquierda primero y luego hacia la derecha. Al prin-
cipio, a la izquierda, no se veía nada más, pero era tal la situación que
se juzgó indicado no seguir trabajando entonces con instrumentos
rudos. Se le encargó a uno de los trabajadores más eficaces el raspar
con un cortaplumas en un determinado lugar que mostraba una for-
mación un tanto inexplicable. Después de un buen rato, el trabajador
dijo, excitado, que comenzaba a aparecer una placa de mármol. Tenía
razón. Habíamos vuelto a dar con el muro rojo, esta vez en su lado
este. Aquí el muro estaba recubierto de mármol blanco, en lugar del
revoque rojo que habíamos encontrado anteriormente. El mármol blan-
co se unía al revoque rojo mediante un canto, revocado, dirigido al sur. Lárn.14b
Se trataba de un descubrimiento importante. El mármol es un
adorno, y sólo se adornan los lugares prominentes, sobre todo en una
arquitectura fúnebre tan reducida. De todos modos y en vista de ello
pudimos proceder con menos cuidado para con la parte constantiniana
del muro, pues lo que se ocultaba detrás de ella era ciertamente más
importante. Nos dedicamos al lado derecho siguiendo con mucha aten-
ción los golpes del escoplo que, animado por el martillo, arrancaba los
ladrillos, trozo a trozo. La atención de los presentes crecía a cada golpe,
esperando el resultado.
Se comprobó por fin que también aquí relucía el mármol blanco de-
trás de los ladrillos rojizos. No se trataba ahora de una placa sino Lárn.11
de una columna estilizada cuyo capitel faltaba por desgracia. Donde
debía encontrarse el capitel, lugar apenas visible, había una áspera
placa de travertino que se encontraba, por atrás, con el muro rojo,
justamente ,por cierto, donde terminaba la placa de mármol blanco.
Inclinados sobre la base de mármol contantiniano intentamos seguir el
curso del murete más antiguo hasta por debajo del pavimento constan-
tiniano, trabajo que en aquel estrechísimo recinto constituía una ver-
dadera prueba de paciencia. Alcanzamos por fin nuestro objetivo a
una profundidad aproximada de 33 cm., comprobando que el murete
se apoyaba en una placa de mármol blanco. Al sur estaba adosado al
revestimiento de mármol del muro rojo, por lo que se vió era poste-
rior a éste.
Descubrimos después la base de la columnita, que era unos JO cm.
más profunda que el murete. Los diferentes estratos mostraban una
continuidad temporal en la que seguramente el muro rojo, la colum-
5
ENGELBERT KIRSCHBAUM
. ._,_j
PLACA DE TRAVERTINO
-pa
po
NIVEL DEL SUELO DEL
MEMORIAL DE CONSTANTINO s
·-·····-···········:?.~
!~i!/i/\i!t:
NIVEL DEL SUELO DE
MOSAICO DE P
••....••... '-7. CJO ESCALERA
DEL CLIVUS
DE LA EXCAVACION
. --·---- ··--·- .
VENTANA
ALTAR DE CALIXTO n
c=:a--=-·-~-·
fJ
(.
o 050 111t.
nita y las dos placas de travertino que los unían eran lo más antiguo
Fig. ll y constituían, visiblemente, parte de un mismo cuerpo arquitectónico.
Después, con la esperanza en tensión, comenzamos a investigar la
Fig.10c parte norte del monumento fúnebre. El muro constantiniano mostraba
aquí algunos ladrillos inclinados, como si se hubiese comenzado a cons-
truir un pequeño arco, dejándolo luego incompleto dentro de la fábrica
del muro. También aquí encontramos, detrás del muro, otro muro más
viejo de 90 cm. de largo y 45 cm. de ancho aproximadamente.
Este muro nos deparó una nueva sorpresa: estaba totalmente cu-
bierto de garabatos; se trataba de grafitos. Había nombres y más nom-
bres que se superponían unos a otros sin consideración, haciéndose
Ltim, 18 mutuamente ilegibles. Había letras mayúsculas marcadas en el revoque
blanco con algún instrumento tosco, y otras . tan finas que parecían
rayadas con una aguja. También hay escritos nombres de difuntos,
como lo indica la fórmula, añadida, VIVAS IN CHRISTO. El nom-
bre de Cristo está escrito, siempre, según el monograma constantiniano.
Citamos algunos nombres de los escritos: Simplicius, Bonifatia, Víctor,
Gaudentia, Nicasius, Ursianus, Paulina, Venerosa y otros.P
La invocación de Cristo nos prueba se trata de cristianos que eter-
nizaron aquí sus nombres y los de sus muertos. Si no supiéramos
nada de la tumba del Príncipe de los Apóstoles, el hecho de encontrar
un muro tan densamente cubierto de garabatos de peregrinos nos
hubiera llevado a suponer la proximidad de alguna tumba martirial.
Las tumbas de los mártires corresponden, en el Oeste, a los Santos
lugares de Palestina. En el cristianismo primitivo tan sólo el mártir era
considerado como santo, y su tumba venerada. Esta veneración de
mártires florece, sobre todo, mediado el siglo III. Los garabatos de
nuestro muro deben ser poco posteriores a esta época, como indica la
frecuencia del monograma de Cristo, debiendo pertenecer al segundo
y tercer decenios del siglo IV.
Parecerá extraño que en todo el muro cubierto de nombres no se
encuentre ni una sola vez el del Apóstol Pedro ;20 pero es que tampoco
se nombra a ningún otro, a quien poder atribuir la veneración. Es evi-
dente, sin embargo, que lo que ha originado estos síntomas de vene-
ración es el culto a una cierta: personalidad santa. Más abajo tendre-
mos que informar sobre otro grafito encontrado en las más próximas
inmediaciones de la tumba en el que, por cierto, se nombra a Pedro
en especial. Es posible, por tanto, que aparezca, el nombre del Santo
venerado, aunque no es necesario, máxime cuando acostumbran tan
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 6g
muro en ángulo recto con el muro rojo. Hay allí grafitos que señalan
la existencia de una venerada tumba martirial, siendo el nombre más
antiguo que aparece el de Pedro.
SEPULTURA Q
CRIPTA CIRj¡uU
ABSIDE DE LA 1
BASILICA
J
SEPULTURA P
MAUSOLEO R
R'
.,
o
o
a:
o
a:
r-·· ~
' ' ~ 1
::,
:E
-:
1 \
i l
...•·-··-·-¡
cJ\ \1
111\ !
0¡
c(i ¡
::,:
1!11'
¡
<: 1
1,11 '\
t·· .. 1
1
!
1 P\ l
;z.\
o;
-=
U:
u: i
::i;
0•
%1
l
R o\
(,)'
1 1'',1 1 1 s
MURO
O 0.50 lm CONSTANTINIANO
1
CIMIENTOS DE LA COLUMNA
SUD-OESTE DEL 8ALDAQUINO DE BERNINI
uU.R ..... L. .... LJ
¡·······
'-!n········-·-r
PUERTA DE R' j SUELO
DE MOSAICO DE
½~/)º
·- .
· -~ = ·•
- ¡ 1 i
¡
¡/
LA CAMARA SEPULCRAL Q
!
i i
· ---·---. LJ. 1
·············
O 1 2m
-uJ
l H.VROS ROJOS \
,---r-'-- -;
l l
! L--
o.so 11ft.
F'ig. 13. Plano horizontal (de la zona central) del «tropa'ionn (s. E. 88).
La parte supe-
rior del muro rojo
que antes había es-
tado recubierta por
la pieza cobró mucho
i n t e r é s. El nicho
s ub t e r r áneo estaba
rematado, en lo alto,
por una obra de la-
d ri 11 os intercalados
entre dos piezas de
mármol que servía
al mismo tiempo de 1
o o.so 1m.
- === > N
piso de otro nicho
11
que estaba exacta-
Fig. 14. Plano horizontal del «tropaion)> mente sobre éste.
1
tan sólo por las dificultades e impedimentos que los críticos encontraron
de examinar por sí mismos el lugar correspondiente en el muro rojo.
Puesto que se trata de una cuestión muy importante para el resultado
definitivo de la excavación, se examinó el muro rojo con especial
esmero, pues la explicación de ciertas particularidades se simplificaría
a primera vista si los nichos no se hubieran construído hasta la se-
gunda obra. El muro- rojo sigue aquí en línea quebrada, lo que se.
explica por apoyarse Q en el muro posterior de R' que no va en
ángulo recto. En consecuencia, el muro rojo también se desvió lige-
ramente hacia el oeste en donde pertenece a Q, mientras que la parte
Fig.17 del muro que une Q y S tuvo que adaptarse a éste. El muro rojo es,
a pesar de ello, de una sola pieza así como los dos nichos superiores.
De estos, por cierto, sólo se puede comprobar su borde norte porque
el sur está cubierto por arriba por el altar de Calixto II y por abajo
por la mencionada losa de mármol. Esto basta sin embargo para nues-
tras deducciones. Los primeros 29 cm. de fábrica, al borde norte del
nicho, están sin juntura. Pero en seguida viene el revoque rojo original
del que todavía quedan restos cubriendo el ladrillo que hay, ha-
ciendo esquina, en el borde del nicho. Esta circunstancia excluye total-
mente la posibilidad de que los nichos hubiesen sido excavados más
tarde, garantizando una misma época de construcción para todo el
tropaion y para su espina dorsal, el muro rojo, época que podemos
situar en torno al año 16o, unos 40 años antes de la mencionada
cita de Cayo. Con ello se derrumba la única posibilidad crítica de dudar
de la identidad del monumento preconstantiniano encontrado con el
tropaion de Cayo.
El romano Cayo, que vivía cuando el Papa Ceferino (199-217), se
ha referido a nuestro monumento en su polémica con Proclo. Tanto
para él - como bien podemos percibir en el tono de su dialéctica -
como para toda la comunidad romana de su tiempo, era bien conocida la
tumba de Pedro, príncipe de los Apóstoles.
\
1
1¡
CAMARA P
1
11
1
J?ig. 17. Plano horizontal del pat-io semuora; P (s. E·. 77).
t
82 ENGELBERT KlRSCHBAUM
Fig.17 del mausoleo S al sur, y por el este, en parte, la pared oeste del mau-
soleo O. No sabemos cómo seguía por el este, pero podemos supo-
ner que debía tener un límite.
Tampoco por el norte se conserva muro protector alguno. Que debió
existir lo indica una como insinuación de esquina que queda ahí, en
su extremo norte. También se ha conservado en este lugar un gran
fragmento de mosaico de piedrecitas verde-oscuras y blancas que de-
coraba el pavimento de este patio sepulcral. Es absurdo suponer un
paso sin protección desde el campo libre y abierto a un cuidado suelo
de mosaicos. Debía haber un muro divisorio aunque hoy, práctica-
mente, haya desaparecido.
La entrada al patio tiene que haber estado también en este lado
norte. Las muchas inscripciones del extremo norte del grafito indican
que los visitantes llegaban por este lado. Pero también resta la posi-
bilidad de que haya existido una entrada por el este. Quizás sea útil
PlanoB mencionar un dato más. El acceso al mausoleo de los Matucci O, al
que como recordamos precede un pasillo descubierto que se abre hacia
el este, fué cerrado, con el tiempo, mediante una puerta instalada ex-
profeso. Antes, a través de este pasillo se podía utilizar libremente la
escalera que había, exterior, en la parte oeste del mausoleo para subir
hacia la colina: Desde allí se llegaba directamente a nuestro recinto se-
pulcral. ¿ Es que los visitantes que venían desde el sur a la tumba del
Apóstol, que seguramente aumentaron considerablemente a fines del
siglo II y principios del III, utilizaban esta entrada abierta, única, que
fué cerrada finalmente por los propietarios?
En la Roma antigua el acceso a las sepulturas se regía por un de-
Fig. 2 recho especial. Si se considera la distribución general de los mau-
soleos, llama la atención que los de la hilera norte se siguen sin inte-
rrupción mientras que los de la sur dejan siempre un espacio libre en
forma de pasadizo. Esto, seguramente, no ocurrió sin razón. Podemos
deducir que estos pasadizos obedecían a una especie de servidumbre
de los edificios más recientes para con los más antiguos, a los que
tenían que permitir libre acceso. Reflexionando sobre la construcción
del clivus, entre los mausoleos R-R' y S, podríamos suponer que este
pasaje único de la hilera norte obedece también a ese respetar el
acceso previsto por la ley a las tumbas que había detrás de R-R' y S,
pues el clivus no es sino la ulterior realización de un pasadizo al cons-
truirse ambos mausoleos. Si esa reflexión fuera justa, lo sería por
haber allí, pretendiendo este derecho, uno o varios sepulcros más an-
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES
MUROS ROJOS
~:~---···· . -~-~RA rs:EPU~C:?~::~::::::: :· ·++-· · . .J
1~
TUMllA CENTRAL
K
~>---·· ~--·---
!
s ·······n
: :
i i
·+···
l L._
1
ó
:
1
1
1
¡ $·
···-----J
MAUSOLEO 0
___ ENTERRAMIENTOS PRE·CONSTANTINIAIIIOS
z.:::1~~ r·r··i(
- j
-----,•.
F'ig. 19. Corte (sur-norte) a través de la zona de sepulcros del patio
sepulcral P (s. E. 81).
del ladrillo tendría naturalmente muy poco que ver con nuestro se-
pulcro. Para suponer semejante reempleo es menester tener razones
especiales, pues no es lo normal. En nuestro caso el reempleo es muy
improbable por tratarse simplemente de un sepulcro que tiene tan sólo
seis ladrillos, que entonces como ahora tenían un valor tan reducido
que hasta el más pobre podía adquirirlos, sobre todo tratándose de un
sepulcro.44 En obras mayores, en las que el reempleo de material viejo,
adquirido o encontrado en el lugar, abarata el presupuesto y coste de
1
88 ENGELBERT KIRSCHBAUM
la construcción, ten-
dría cierto sentido el
considerar semejante
probabilidad, pero no
en el caso de una po-
bre tumba de seis la-
drillos. Nuestro 1 a-
drillo, además, no
muestra señales d e
haber sido empleado
anteriormente, como
serían restos de ar-
gamasa o similares,
F'ig. 21. Esquema horizontal de la losa del por lo que la fecha
«tropaion« (s. E. 92). de su sello nos indi-
,ca cuando fué em-
pleado en la tumba O.
Esta fecha concuerda, por otra parte, con la situación respecto a 't),
Fig.19 cuya parte destruída estuvo casi un metro por encima de 6 45•
El sepulcro t está formando ángulo recto con 6 . Su esquina sud-
Fig.18 este secciona algunos centímetros el extremo noroeste de 6 . Ambos
se encuentran a una misma profundidad. También t es una simple
fosa carente de protección por el fondo y por los lados, cubierta sola-
mente con ladrillos. Pero esta vez los ladrillos no se apoyan unos· con-
tra otros formando ángulo o techo, sino que descansan horizontales.
Fig. :B!J Así necesitaron tan sólo tres baldosas o ladrillos. La época de cons-
trucción de este sepulcro viene esencialmente determinada por su ve-
cindad con 6 . El muro rojo ya se encontró con t y se construyó par-
cialmente por encima de éste.46
En el costado oeste del muro rojo se encontraron, cuando las más
Fi(l.18b recientes investigaciones de Guarducci-Prandi, restos de una sepul-
tura en las más próximas inmediaciones de la tumba central, (plano
Prandi núm. 28), sepultura que, por estar situada debajo de la esca-
lera, debe pertenecer aún a la primera mitad del siglo II.47 Aparecie-
ron debajo de ella elementos de una instalación sepulcral más antigua,
ya destruída, que indudablemente debía pertenecer al siglo I. Su po-
sición, en cuanto a profundidad, es más o menos la misma que la de
los sepulcros vecinos. Se trata en concreto de restos de huesos, de
cáscaras de huevo y, sobre todo, de fragmentos de lámparas de barro
1
ji.1
1,,
III
7
ENGELBERT KIRSCHBAUM
El Terreno
b e
¡ -
sinuación sólo pue-
de hacerse partien-
D
1 ~ 1
--~
1 --,
p L-
1
1
'1r-
.. '
''
·: .. L :·
. .. !l .
a)
Pig. 25. corte a través del rnuro rojo y del sepulcro t : a) según v.
Gerleam ; b) según la relación de las excavaciones. Nótese la posición
de t en relación al rnuro rojo.
solo, por encima de éste. El que el muro rojo siga por debajo; más
allá de t , no se basa en ningún dibujo e indicación de la relación
de las excavaciones. Son igualmente incomprensibles las "pruebas" de
Prandi contra una mayor antigüedad de t • Para fijar más tarde la
fecha de construcción del sepulcro. Prandi se vale de las siguientes
razones: 1) que el sepulcro está situado "esattisimamente" paralelo
al muro rojo; 2) no podía estar adosado por detrás a la capa de arcilla
contra la que habían sido construídos los fundamentos del muro rojo,
sin sufrir averías. Según el informe el muro rojo fué construído como
"muro a sacco ", es decir, haciendo una masa a base de argamasa y
piedras y vertiéndola después en una zanja previamente preparada en
tierra. En primer lugar hay que decir, como ya dijimos antes, que 1
no está, de ninguna manera, paralelo· al muro rojo, sino que tiene su
Fiu. 18b parte sur delante del muro y la norte debajo de éste. Prandi mismo
desmiente su segunda razón en sus dibujos 87 y 96. En estos dibujos
se ve claramente que los fundamentos del muro rojo no comienzan
sino sobre las losas de cobertura de t , como en la realidad. Es su-
pérfluo, por tanto, dedicar más tiempo a esta crítica de t • El sepul-
cro t pertenece, con e al grupo de sepulcros más antiguos y puede
pretender, con éste, pertenecer a fines del siglo I.
En el lado sur del recinto subterráneo que hay debajo del tropaion
se encontraba un pequeño muro m1, desgraciadamente perdido por
F'ig. 11, 12 negligencia de un obrero, que fué acortado en su extremo oeste cuan-
Lám. 19 do la construcción del muro rojo. Este trecho de muro angosto es,
por tanto, más antiguo que el muro rojo, pero más moderno que los
sepulcros I y e, y que el sepulcro central por estar más alto que éstos.
Su orientación era la de los sepulcros arriba mencionados. La relación
de las excavaciones dice que este murete es el resto de una obra cuyo
fin era proteger la tumba central contra el lento crecimiento de tierra.P"
Si fué construído al mismo tiempo que el sepulcro 'tJ , como podría en
vista de que tiene su misma altura, o si se construyó antes, no se puede
decir.P Lo que importa es que pertenece al sepulcro central, consti-
tuyendo uno de los elementos de prueba para demostrar la existencia
de éste, y de que éste fué ya objeto de cuidados antes de la construc-
ción del muro rojo y del tropaion.
Con la construcción del muro m1 comienza a existir el espacio
hueco, subterráneo, conservado hasta hoy. No puede extrañarse uno
de que este murete haya incomodado a la crítica. De ahí que podamos
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES II3
leer: "pues la interpretación del resto del muro m1 como últimos ves-
tigios de un muro protector de un sepulcro que debía haber allí no
es obligada, este murete se puede explicar satisfactoriamente conside-
rándolo protección del sepulcro 1, que forma paralela con él, no ha-
ciendo falta - cosa que tienen que hacer los excavadores - afirmar
la existencia de muros que ya no hay".52
Esta protección del sepulcro I puede probar dos cosas. Una, que
el murete tenía como objeto el levantar la construcción - superior -
de I a fin de asegurarla del riesgo de quedar sepultada por posibles
tierras de relleno al construirse S ; pero entonces el murete tendría
que haber continuado en forma de rectángulo o cuadrado en torno
a 1. Podríamos decir lo mismo suponiéndolo entero, hipótesis ésta que
se atribuye al informe de las excavaciones. Sólo que en este caso hay
que tener en cuanta la diferencia de que allí donde los excavadores
suponen la prolongación del muro, hay elementos positivos 53 que per-
miten presumirla, comprobándose además que tuvieron lugar, real-
mente, grandes destrucciones.
Otra de las cosas que puede probar la protección del sepulcro y
es que tenía ésta como objeto atajar la tierra que bajaba desde el
norte. Nuestros adversarios no pueden suponer tal cosa porque sola-
mente ven allí un terraplén. En todo caso, el murete debería tener en-
tonces orientación norte y no la tiene, sino todo lo contrario, pues está
construído contra la tierra amontonada que viene del sur. En ambos
casos se hubiera colocado el murete sobre el muro ya existente de I y
no dentro de la tierra suelta que ya lo había cubierto, colocándolo,
además, unos 0,25 m, al norte de 1, de modo que entre I y el murete,
que sólo tiene de II a 13 cm. de espesor, hubiera más de IO cm. de
tierra. Todo esto prueba con seguridad que m1 nunca fué construído
para I sino como protección del sepulcro central que se encuentra al
lado. La sencilla fábrica del muro era suficiente para mantener des-
pejado, sin tierra, el espacio que quedaba sobre el sepulcro. Segura-
mente no es casualidad que el muro construído más tarde, m2, levan-
tado al mismo tiempo que el muro rojo y que seguramente no tenía
más función que ésta, se encuentre justamente sobre el murete m1
y siga exactamente su misma dirección. No servía, m2, sino para le-
vantar más a m1 a fin de hacer frente a la subida de nivel provocada
por el muro rojo y mantener despejado el espacio que había sobre el
sepulcro central.
8
114 ENGELBERT KIRSCHBAUM
El tropaion
,. .
t·
;... .
NJ ~
.
\..
•
·''
¡v
i• 1
1
1 1
1
'' 1
1
() --~;!3_.J'· ·---- --1.1
. ~· . :
· :·~\ .• ~ . u:-.:='·=·;'
-------·-·.:':\.._ • 1
1·'fo-!:1IJ. ~e_sj _ MR
·- - ~-:1 l.-:.,:-::,~.:-::,<1
a) b)
Fig. 26. Corte a través del mitro rojo en el centro del «tropaion»:
a.1 según v. Gerlcan; b) según el informe completado de las excavacio-
nes. Compárese la parte inferior del muro rojo.
construcción del muro rojo es otra que la del tropaion. Es evidente que
muchos dibujos del informe fueron equivocadamente interpretados, en
este caso con razón, pues se subraya la forma irregular 61 del nicho cen-
tral para probar que fué construído posteriormente en el muro rojo.
Aquí, en el nicho, hay que distinguir dos cosas: el muro y su revesti-
miento de mármol. El dibujante de la relación de las excavaciones se ha
equivocado al representar únicamente, en cuatro de sus dibujos, 62 la for-
ma característica del revestimiento sin señalar la curvatura regular del
muro que está detrás. En otros tres dibujos 63 estos detalles están bien
señalados. No queremos, por cierto, justificar los errores que hay en
la relación de las excavaciones, pero tampoco podemos perdonar a la
crítica, pues leyendo bien el texto, se habría podido comprobar el error
del dibujante. En vez de hacerlo, Gerkan afirma: "Los dihujos más
exactos (figs. 79, 86, 101) permiten reconocer la irregularidad de la
curvatura independientemente de los revestimientos posteriores" .64 Si
examinamos los dibujos en la relación de las excavaciones notaremos,
con sorpresa, que las figuras 79 y 86 ni siquiera representan el nicho
central, sino el subterráneo, que es ciertamente irregular. La figu-
ra 101, por el contrario, es precisamente uno de los dibujos más co-
rrectos, y en él el nicho está representado con su curva completamente
normal, y las piezas de revestimiento claramente destacadas. Tampoco
menciona los otros dos dibujos exactos (figs. 99 y roo). El nicho, en
la actualidad, sólo puede abarcarse completamente desde su borde o
extremo norte, dónde, como ya hemos dicho antes, no hay rastro en
el muro de juntura alguna, como tendría que haber, suponiendo que el
nicho hubiese sido excavado posteriormente en el muro rojo. A tra-
T,ám. 140 vés de una grieta que hay entre el muro rojo y el muro grafítico se
centro, puede percibir perfectamente la continuidad del revoque rojo original
arriba
hasta donde fué desprendido a golpes, es decir, entre el costado sur
del muro grafítico y el borde o extremo norte del nicho. Tampoco
sobre esta superficie del muro, que tiene unos 29 cm. de ancho, hay
huellas de juntura. Los restos del revoque original continúan todavía
por encima de los lad-illos que forman esquina. El nicho central es,
por tanto, el original, y con él las columnas y placa de travertino que
las cubre. El tropaion entero fué construído juntamente con el muro
rojo y tiene su misma fecha de construcción, fecha ésta que podemos
situar en torno al año r6o.
Esto lo admite Prandi, aunque al mismo tiempo intente por todos
los medios demostrar que el muro rojo tiene dos partes distintas,
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES II7
¡!
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 127
que .duran tres generaciones apenas, sino también para las más or-
gullosas tumbas del mundo, para las regias pirámides egipcias y gi-
gantescos mausoleos de la Roma imperial. Estos han sobrevivido mile-
nios, cierto, pero han ido desmoronándose lentamente. De su fulgor
original sólo ha quedado una inmensa sombra.
En este mundo, pocas tumbas han vencido la ley a que están su-
jetas: la de la muerte y descomposición. Y no son éstas las tumbas
de los poderosos sino las de los santos, las de aquellos que aún des-
pués de la muerte siguen viviendo e influyendo eficazmente de manera
inconcebible. Y entre éstas, la de nuestro Apóstol constituye como un
increíble milagro de vida, penetrando e influyendo en los pueblos y
en los tiempos con más fuerza que nunca.
Lám. 20a. E!l clivus: tapa del conducto de aguas con sello (147-171)
b. Sello del ladrillo del sepulcro e de tiempos de Vespasiano (69 a
79 d. Cristo)
c. Lado norte del patio sepulcral P: debajo de la losa de mármol
constantína, restos del pavimento de mosaico del tropaion
d. Ell tropaibn: vista desde abajo hacia la columnita norte: a la
derecha, lado sur del muro grafítico; a la izquierda, el traver-
tino de las columnítas que está roto
Í.,ám. 21a
IDl trovaion: nicho in-
ferior visto desde aba-
jo hacia arriba con la
placa perteneciente al
nicho central, ladea-
da. (11 °). Compárese
la dirección de la pla-
ca Isidorus que está
arriba.
b
IDl sepulcro y : visto
desde abajo dentro del
ataúd de barro con
la desembocadura del
conducto libatorio.
e
El sepulcro e visto
desde el oeste. A la
izquierda, la losa del
sepulcro t
Lám. 22. Necrópolis de Isola Sacra, junto a Ostia, con su mezcla ele
sepultnras de deposición y cinerarias (ántoras) .
Lám, 23. La osamenta debajo del muro rojo
Lám. 24. El grafito-Petrus del muro rojo
LAS TUMBAS .DE LOS APÓSTOLES 129
9
),<
EB-No." ,.
"'==='
$·
- fJt ••
5!!/:/!/!:-
1
f<' Jii!;;::::::::::::::':::::'::::::::jj//:;)/!!!
%\ . ,.,,,,-=-=;c.-,-,.,.
R
1------i.C:=3
o
$·o.so 1 2"'
rnos que la subida escalonada del revestimiento seguía el curso del te-
rreno, que por su pendiente natural hacia innecesaria la escalera de
acceso hacia la entrada de R'. El grupo sepulcral P sufrió, también,
al construirse los mausoleos O, S y R-R'. En primer lugar, fué li-
mitado en el este por O y al sur por S. Entre la pared trasera de este
mausoleo y la parte más alta de P, había una depresión en forma de
valle, que se iba llenando rápidamente y que, poco a poco, convertía la
parte antes accidentada del terreno en un lugar más o menos llano.
El allanamiento se debió producir en parte por sí solo, al ir depositán-
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 137
111 ••
De Aniceto a Constantino
10
ENGELBERT KlRSCHBAUM
,1,: g
:
: J. ...........•.................. ·-·¡
i'º"' .~ ,--z, i ~ ~
••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• .:
o o.so 1m.
N
---------""'!·-··----··"
ROTE MAUER
.
¡
!
g
d' d'I\
¡
-'-·········--·······-··········
La obra de Constantino
•o
d
o o
o o o
o o o
o o o
D o
o o
•A" •a· e
o o
o o o o
o o o o
o o o o
o o o o
o o o o
o o o o
o o o o
o: : :
¿t;Gr,~.::~;_
o o o
0
o
6ºq~~D ~
E8·
O ~ IO 15 20 2Sm.
tantino, además de estar ocupado por una necrópolis pagana, era todo
menos un solar adecuado para construir una gran basílica de cinco na-
ves, nave trasversal y atrium.
Para realizar su plan, grandioso, el emperador tuvo que vencer di-
ficultades extraordinarias. El sepulcro era, según el derecho romano,
un "locus religiosus" y como tal estaba protegido por la ley. Se ha-
cían necesarias las enormes atribuciones de un emperador que osten-
taba al mismo tiempo la máxima autoridad religiosa para obrar en
contra de este derecho. Como se trataba, además, de un sitio de sepe-
lios, en el que las ricas familias romanas habían ido enterrando durante
siglos a sus difuntos, el cerrarlo y convertirlo en solar de construc-
ción, debió topar con una gran resistencia.
A estas dificultades de índole jurídica y moral se sumaban toda-
. vía las de orden material, realmente serias. Para allanar el terreno,
accidentado, a fin de lograr un gran solar apropiado para construir en
él, Constantino se vió obligado a construir al sur, hacia el valle, unos
inmensos fundamentos, y tuvo además, que meterse mucho por el norte
en la colina vaticana para lograr allí el nivel de la parte sur. Es difícil
imaginarse la cantidad de tierra que se tuvo que manejar y trasladar
en tales operaciones, tierra que se echó como relleno en el hueco que
había quedado al construirse los fundamentos sur. Los mausoleos no
fueron, simplemente, cubiertos de tierra. Se descubrieron sus bóvedas
Lám. :es y sus recintos se rellenaron de tierra. Los arquitectos de Constantino,
Fig. 38 al encontrarse ante esta red de cajas destapadas que eran ahora los
mausoleos; añadieron, por prudencia, unos cuantos muros más, par--·
tiendo en dos los espacios demasiado amplios, y construyeron más
muros, y subieron los demasiado bajos hasta la altura de los otros. Así,
el relleno de este como valle artificial se solucionó técnicamente de far-
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 155
b
El sarcófago con los tres
monogramas de Crlsto
(primera mitad del si-
glo IV) : mitad izquierda
con escenas del milagro
de Pedro sobre las aguas,
el anuncio de sus nega-
ciones ( o del Primado J,
la entrega de la ley a
Moisés, el envenenamien-
to del dragón por Da-
niel, la curación del cie-
go, orante y la curación
de la hemorroisa. En la
tapa, arrojo de Jonás al
mar y reposo del mismo
bajo la calabaza.
Lúm. 31. Grabado de fines del siglo X VI: parte este del antiguo templo
,le San Pedro con el obelisco del circo al sur.
Lám. <12. Reconstrucción del presbiterio de la iglesia de San Pedro bajo
Gregorio el Grande
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 161
11
ENGELBERT KIRSCHBAUM
O 5 10m.
.-;LTAR DE
.CUIXTO 111
..... ""i
·······~·-···., .....•...•.. i
oso tm.
Fig. 40. Corte transversal a través del nicho del baldaq·u·ino y del
altar de Oalixto II (s. E. 154),
\.
El incendio de julio de 1823
o o o o
• •
~
7 .J.~ -:-i- K-<. _
-:-
:= e
1 r
e
_s
' 1 i\)1 e___
- -\
L--~
1
\ ' 1
-
~
1
1 1,
1
\ .
1
1
l
' -- =-J -=-
JJor·f~ ~
~e~
/-;,_ji".(:)
J .
1
~
ºí"~~ ,... ,.,.Íl":;./4_;/"-
-~ «o»: -f..¡./T-r.t. J•
(--, . ..,tf ú~
I
IN5CRIPC10N .PJ.ULO" ~
l
!
l
¡
~-:
1
1
SUELO DE lA
. ,__ _
BASILICA DE LOS TRES EMPERADORES
SUELO DELOS
SARCOFAOOS SUELO DE LA
8A51LICA DE CONSTANTINO
DO SUELO DEL
COLUMBARIUM
CON LA TUMBA DELAPOSTOL
"
\
ENGELBERT KlRSCHBAUM
I
LAS TUMBAS. DE LOS APÓSTOLÉS 185
),7, pi~~/~:~~ 7 -1
\
Fig. 46. Esbozo
de Vespignan·i de
la inscripción
«Paulo Apostoio
Mart» con
indicación de las
medidas.
1 -Q ~ . _"
3
' : . g,..e
..
~
~
1 - (
~ :'\
F'ig. 41.
,.;0 Y'ü S T OL (JMP\ \~
.Al. •
Reconstruccuni \
I
de las medidas )
originales de las
dos losas
o placas de la ••
inscripción.
~-- ---------p~-~
r---
-------------------
,
1
~o
e:,
rl" APOSTOlOMARi
1------------------ ------------- J
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES
13
194 ENGELBERT KIRSCHBAUM
mirando desde el este. De ahí se deduce que era por allí por donde se
llegaba al altar. El Santo Sacrificio de la Misa se celebraba, pues, mi-
rando al pueblo, como se acostumbró durante mucho tiempo en las
Basílicas romanas. Los peregrinos también venían desde el este a ve-
nerar la tumba del Apóstol. Por esto se había establecido ya al cons-
truirse el altar una comunicación tubular, que partía de una aber- Fig. 4-í
tura circular que había en la losa del suelo, con la tumba del Apóstol
que estaba debajo. El agujero practicado en la placa que llevaba el
nombre del Apóstol se hizo de forma que las letras quedaran intactas. Lám. 36, a
Después, al hacer dos nuevos agujeros, cuadrados, ya no se tuvo este
cuidado. Los tres agujeros pertenecían a unos canales perpendiculares
que comunicaban entre sí, de los cuales empero solo el más antiguo,
el circular, llegaba originalmente hasta muy cerca de la tumba del
Apóstol. Más tarde también éste fué cegado. Pusieron una tapa me-
tálica que se podía abrir, de la que todavía quedan huellas.
Toda esta instalación obedece al culto que entonces se daba a los
muertos, a los que, como ya dijimos, se les echaba líquidos, aromáti-
cos sobre todo. Tenemos muchas pruebas de que este culto se practicó
también con los mártires. Prudencia, que se encontraba en Roma en
los años 402-403, y que por cierto alabó la iglesia de San Pablo, es-
cribió, refiriéndose a la tumba de Hipólito mártir, sita en la carretera
de Tivoli, los siguientes versos, muy explícitos para nosotros: "Oscula
perpicuo figunt impressa metalla, balsama def undunt, fluetibus ora ri-
gant. ".40 Los creyentes, pues, cubrían ele besos la placa metálica que
cerraba el pozo que conducía al sepulcro, dejando huellas impresas y,
llorando, echaban bálsamos. Estos conductos servían, además, para
bajar pañitos a la tumba, convirtiéndolos así en reliquias. Esta última
costumbre desplazó con el tiempo a la primera. Recordemos el relato
de Gregario de Tours sobre los pañitos que aumentaban su peso.41
Gregario el Grande, en su carta a la Emperatriz Constantina,42 tam-
bién atestigua esta forma de honrar a los mártires.
Un alto funcionario de la Roma Oriental, llamado Rufino, pidió
reliquias en el año 394, esto es, pañitos bajados a la tumba del Após-
tol, obteniéndolos.43 ¿ No quiere esto decir que entonces se podía llegar
a la tumba de los Apóstoles mediante estos conductos? El que fué más
tarde emperador Justiniano, envió el año 519 una embajada al papa
Hormisdas (514-523) para solicitar reliquias de los Apóstoles, rogando
que los paños fueran depositados en el segundo pozo.44 Este segundo
198 ENGELBERT KIRSCHBAUM
b. Dos medallas del Papa de los años lG26 y 1633 (Urbano VIII,
1623 a 1644), con proyectos del nicho del baldaquino ele San
Pedro. La inscripción habla ele la t11111lrn rle n mhos Prtncípes
ele los Apóstoles Pedro y Pablo
La losa «Paulo Apóstolo Mart» en el suelo del altar mayor
ele San Pablo: agujeros ele los tres conductos. IDl más antiguo,
a la izquierda, algo avanzado
h. Mesa del altar de «partícíón de la osamenta de los Após-
toles» con la vieja pieza de pórfido incrustada.
Lám. 37. E<l altar mayor de San Pablo que hay sobre la tumba del
Apóstol con el ciborio gótico ele Amolro di Cambio ", la
«Confesslo» abierta clel siglo pasado.
/
/ /
.. l.
Lám. 38a. Reconstrucción de la «trtclíu» de la vía Appí a (según P. Styger
b
Grafito de la «triclía» con invocacio-
nes >1 ambos Apóstoles
Lám. 39a, Grabado de los relicarios del Lateruno, ele! siglo XIV, con
reliquias ele ambos Apóstoles
b. Los relicarios actuales en la cámara ele reliquias del cimborrio
del altar mayor ele la iglesia del Laterano.
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 201
B H OUEF{HAUS
0 H OUERHAUS
ºº'' c.;' = e, o •
• o ú o
o
11
o
;-.
_
..
D-'-
o
,..:.
e,
,.,
u
[' - _i;: a l1 Gf
,m a f1
Íl'ig. 53. Esbozo del plano horizontal de la iglesia de San Pablo con
la «oontessio, de Gregario el Grande según Panvinio.
había estado colgado durante el año. Las cenizas del incienso y del
carbón se repartían entre los fieles. El papa, hecho esto, ponía nuevo
incienso y colocaba nuevamente el incensario sobre la tumba del
Apóstol.
En el siglo XII el artesonado del crucero amenazaba ruina. Por
esto durante el pontificado de Inocencia II (u30-u43) se construyó
un muro de apoyo por el centro del crucero que descansaba sobre
unas arcadas. Aunque la tumba del Apóstol no perdía con ello, sí
perdía el crucero su espléndida espaciosidad. Fué una suerte que se Fig. 42
pudieran eliminar estos muros cuando los trabajos de reconstrucción
efectuados después del incendio de 1823.
El abad del convento de los bartolomeos de San Pablo se hizo
merecedor de gratitud eterna al construir en 1285, sobre el altar prin-
cipal, el famoso baldaquino gótico. Ya dijimos que esta obra maestra,
salida de manos del florentino Arnolfo di Cambio y de su compañero Lám. 37
Petrus, sobrevivió al incendio de 1823 y que adorna todavía hoy, como
una corona, la tumba del Apóstol.61
Hasta el pontificado de Sixto V (1585-1590) no se efectuaron nue-
vos cambios en la confessio. Sixto V hizo poner la cátedra pontificia
en el ábside a fin de disponer, en casos especialmente festivos, de es-
pacio suficiente, para por ejemplo, la llamada Cappella Pontificale a la
que también asistían cardenales. Se cerró la entrada a la cripta que
había debajo del ábside. Para que el altar pontificio quedara visible
se derribó la parte trasera del presbiterio gregoriano, con sus colum-
nas de pórfido y la vieja cátedra. Según lo cuenta Ugonio 62 habría
que suponer que el resto quedó como estaba.63 Pero Ugonio escribe
en 1588, cuando seguramente las obras todavía no se habían termi-
nado. El hecho es que Nicolai en 1815 menciona, describiendo la basí-
lica de San Pablo, una confessio abierta, como la de San Pedro, en
lugar de la cripta gregoriana. No es posible saber cuándo se hizo.
Se la supone relacionada con las obras de Sixto V. Quien conoce las Fig. 51, 42
intervenciones artísticas, realizadas en las iglesias romanas de su tiem-
po, de este papa emprendedor no puede juzgarle mediocremente como
lo hace Pesarini. Sixto V no era hombre para mediocridades.
Tampoco esta solución fué la última en la accidentada historia de la
confessio del Apóstol de las gentes. La catástrofe acaecida en la noche
de julio de 1823 dió pie a una transformación radical de la confessio
bajo el pontificado de Gregario XVI (1831-1846). Se cerró la coníessio
204 ENGELBERT KIRSCHBAUM
Fiy. 5íe y se abrió en el lado opuesto, llegando con ello al término que hoy
conocemos del· desarrollo constructivo y de la evolución del culto.
El peregrino que camina hoy por la carretera de Ostia hacia la
tumba del Apóstol Pablo nada encuentra que le hable de la Basílica
de los tres emperadores, a no ser los mosaicos del arco de triunfo.
Pero la idea que la creó sigue viva entre los desperfectos sufridos con
el tiempo. Como el dios del sol, nimbada su cabeza de rayos, aparece,
imponente, el Kyrios, con el cetro de la cruz 64 en la mano. Sobre él
flotan en el espacio extendidas silenciosamente sus alas, los misterio-
sos personajes del Apocalipsis. Conducidos por dos ángeles se acer-
can, por los lados, los 24 patriarcas para ofrendar sus coronas al
Eterno.65 Esta liturgia celeste nos habla del retorno triunfante del
Señor sobre la tumba del Apóstol de las gentes.
VI
14
210 ENGELBERT KIRSCHBAUM
San Juan hasta Santa María la Mayor, en la que fueron llevadas so-
lemnemente las cabezas de los príncipes de los Apóstoles.42 En el
año 1241, cuando el emperador Federico II marchaba sobre Roma ame-
nazándola, y los romanos estaban ya pensando en abrirle las puertas
de la ciudad, el papa Gregorio IX (1227-1241) trasladó las cabezas de
los Apóstoles a la Basílica de San Pedro, y arengó a los romanos
congregados a que opusieran resistencia a fin de proteger estas ca-
bezas que les eran tan preciadas.43
El traslado desde la capilla del palacio Lateranense al nuevo ci-
borio de la iglesia de San Juan, tuvo lugar el 15 de abril de 1370, que
era lunes de Pascua. Urbano V había hecho renovar los relicarios de
las Santas Cabezas que, en un principio, eran simples recipientes de
plata.44
Las reliquias fueron metidas en unos valiosos bustos de metal
que representaban a los Apóstoles Pedro, con las llaves, y Pablo, con
la espada. No se ahorraron ni el oro ni la plata ni las perlas y pie-
Ltim, 39, a dras preciosas. El rey Carlos V de Francia y su hermana Juana die-
ron importantes sumas.45
Las alhajas, con su pedrería, valían tanto que en 1438 se produjo
un robo. Según cuenta Soresinus, beneficiado de Letrán, ocurrió
como sigue :46 Un rico veneciano se estaba muriendo y, en su agonía,
pidió le ayudaran los Santos Apóstoles. Tenía una preciosa perla y pro-
metió donarla si curaba. Curó el veneciano, y envió la perla a Roma
para que adornaran con ella el relicario de los Apóstoles. Descubrieron
entonces que habían robado doce perlas y una gran cantidad de pie-
dras preciosas, entre las que había dos rubíes de 47 y 48 quilates, un
zafiro y tres diamantes muy grandes. Lo extraño fué que se dieron
cuenta de que la gran perla del veneciano tenía que haber pertene-
cido, precisamente, al tesoro del Apóstol, pues faltaba en él. Por ahí
se encontró prontamente a los ladrones. Se trataba de un cierto Do-
menico Capocciola y de un tal Giovanni Garofalo. Cometieron el robo
el mismo día de la fiesta del Apóstol y escondieron después su botín
en casa de su tío Nicola Andreuccio de Perugia. El castigo fué cruel,
típico de la Edad Media. Primeramente se les degradó en la Iglesia
de Santa María, en Araceli, y se les exhibió después dentro de una
jaula de hierro, en una plaza que todavía existe, campo dei Fiori, en
la antigua ciudad romana. Luego se les llevó desde el Capitolio hasta
Letrán, atravesando la ciudad. Nicola iba montado en un burro
y llevaba sobre su cabeza una mitra de papel, mientras se arrastraba
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 219
/ e n 1 a que, escritas
-~.
:;:_11: con tinta roja, ha-
Lám. 15, b
bía, en letra uncial,
J : algunas palabras. En
una de las cajas leí-
mos : "Salvatori e t
Sanctae Mariae ( re-
'j,
¡¡'l
liquiae) ; en la otra '.
¡¡1
·u
"Sancti Petri et
•• ·.-.,¿--·::,.• .:___;::·~ Sancti Pauli (re I i-
quiae)" .51 Por la ca-
O lm. ligrafía este escrito
puede atribuirse a los
Greoorio I y Oaueto II.
Fu). 54. Plano horizontal de los altares de años que van de 650
al 750.52 Después de
u n a minuciosa in-
vestigación se vió que
estas mismas palabras estaban también escritas en el metal, debajo de
la tela, con tinta negra y en mayúsculas.53 Quedaba claro que los pe-
queños relicarios eran más antiguos que la letra uncia! y que, por tan-
to, podían ser de tiempos de Gregorio el Grande, que había construído
el altar donde se encontraron. La presencia de estas reliquias explica,
además, el que se hiciera en la parte superior oeste del altar una peque- .
ña apertura de confessio revestida de pórfido que se debió hacer, tam-
bién, en tiempos de Gregorio. En el interior de las cajitas se encontra-
ron tan sólo pequeñísimos trocitos de tela. Tres de ellos, por cierto,
en la llamada "Salvatori et Sanctae Mariae", y dos en la que llevaba
el nombre de los príncipes de los Apóstoles.54 Se trata, no podemos
suponer otra cosa, de "reliquias de contacto", puestas allí en tiempos
de Gregorio el Grande.
Tiene su importancia el haber comprobado que ya a principios de
la Edad Media - suponemos justificadamente que se trata de tiempos
de Gregorio el Grande, fines del siglo VI - las reliquias de Pedro y
Pablo se encontraban juntas en el altar de la iglesia de San Pedro.
El cuidado con que se las forró de tela más tarde y el hecho de haber
puesto una nueva inscripción testifican el aprecio en que se las tenía.
El papa Calixto lI las adoptó también como reliquias para su nuevo
altar, que consagró el 25 de marzo de 1123.57 Se sabe con seguridad,
por cierto, que en esta ocasión comprobaron la presencia de las reli-
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 221
TABLA CRONOLOGICA
15
226 ENGELBERT KIRSCHBAUM
í6 Esplorazioni, 25.
17 En los Esplorazioni sólo se publicó parte de los mausoleos. El único com-
plemento son los capítulos referentes al caso de la relación de Toynbee-Perkins,
en la que se tratan detalladamente los problemas generales de la necrópolis,
y especialmente los mausoleos B, F, Z.
18 Así Toynbee-Perkins, 77 a 78, refiriéndose a la tarjeta postal correspondiente
de las series vaticanas.
19 Speier, las nuevas excavaciones bajo la iglesia de San Pedro: legado del
arte antiguo (R. Herbig), 1950, 205.
20 Véase Toynbee-Perkins, 54 a 55, y otras obras, 61, nota 36.
21 Véase Toynbee-Perkins, 72.
22 M. Guarducci, Cristo e San Pietro in un documento preconstantiniano della
necrópoli vaticana, 1953, 11-13. En cambio Toynbee-Perkins, 85.
23 Toynbee-Perkins (83) duda· de esta interpretación.
24 Al considerar los garabatos de las paredes que M. Guarducci publica en el
libro que acabamos de mencionar, hay que distinguir lo siguiente: 1) Los dos
dibujos de las cabezas y su interpretación. 2) El texto de la invocación a Pedro.
3) El texto de los términos teológicos. 4) La cronología. Ad 1: la cabeza de
Cristo Phoenix y la de Pedro están identificadas como tales por inscripciones
adjuntas. Ad 2 y 3: la interpretación de ambos textos, sobre todo el de Pedro,
es menos segura. Ad 4: la cronología que lo sitúa a fines del siglo 111 es in-
exacta. Se trata de garabatos hechos cuando se rellenaron los mausoleos en
tiempos de Constantino. Coincidimos en esto con Ruysschaert (8-18), Toynbee-
Perkins (14-17), Por lo que concierne a la interpretación de los textos mis-
mos, véase Toynbee-Perkins, 22-23, nota 39.
25 Así se explica la descripción equivocada de Toynbee-Perkins (106) «her em-
balmed body was found intact, wrapped in purple, covered with a fine veil
of gold ... ». La muerta no estaba embalsamada. Tan solo queda su osamenta.
26 Véase esto en Toynbee-Perkins, 105 a 109, y la lista explícita 254-261 apen-
dix. A.
27 Más detalles sobre conceptos del más allá en Toynbee-Perkins, 109-117.
28 l. c., 57.
29 Véase el texto latino en Toynbee-Perkins, 47.
30 El texto latino, l. c., 91.
31 Véase: E. Kirschbaum, S. J., un mausoleo del cristianismo primitivo bajo
la iglesia de San Pedro: la catedral (1948-1949) 400-406. Esplorazioni, 38-42.
O, Perler, los mosaicos del panteón de 19s Julios en el Vaticano, 19S3,
232 ENGELBERT KIRSCHBAUM
44 Perler, 14-15. Zenón era obispo de Verona y murió alrededor del 372. El
texto latino es como sigue: «Hoc (munus futurae beatitudinis) nostris quoque
competentibus praestaturus, quos nunc invitat felix occasus, ut sacri oceani lac-
teo profundo demersi, surgentes inde novello novelli cum die, sua luce radian-
tes, novis cum possint immortalitatis per aerium tramitem cursu servato ad
repromissionis tempus, ubi in perpetuum quis oritur, pervenire» (Lib. 11, 47;
Migne, P. L., 503-504). Véanse textos ulteriores en Perler, 16-19 y Doelger,
371-373.
45 Wilpert ha intentado relacionar las representaciones de Helios del Cristia-
nismo primitivo con escenas de la vida del profeta Jonás. Pudo fundamentarse
en un pequeño grupo de pinturas de las catacumbas. En vista del mosaico
que descubrimos representando a Helios, parece debe revisarse esta interpreta-
ción (catacumbas, 30).
Una de las escenas enumeradas por Wilpert se encuentra en la catacumba
Domitilla. Aparece Helios junto a Jonás, que yace en tierra (l. c., lám. 56).
La relación entre el sol que secó la calabaza, bajo cuya sombra descansaba el
profeta, y Jonás, es evidente. Pero esto nos parece mucho menos claro de lo
que Wilpert piensa, Se trata de un tríptico que pertenece a un arcosolio de la
catacumba de Pedro y Marcelino. A la izquierda, Jonás descansa bajo una
calabaza. En el centro, está Helios en el carruaje del sol. A la derecha, se en-
cuentra el reparto de alimentos por Jonás {l. c. lám. 160). Siguiendo al mo-
saico de Heiios que hay en el Vaticano también aquí la representación de He-
lios nos parece independiente, teniendo presente su lugar y enmarcación, Ade-
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 233
60 l. c. 17.
61 l. c. 21-27.
62 Esplorazioni, 148.
11
3 Lib. Pont., 176: Eodem tempore Augustus Constantinus fecit basilicam bea-
to Petro Apostolo im templum Apollinis, cuius loculum cum corpus sancti Pe-
tri ita recondit; ipsum loculum undique ex aere cypro conclusit, quot est inmo-
bile; ad caput, pedes V; ad pedes, pedes V; ad latus dextrum, pedes V; ad
Iatus sinistrum pedes V; subter, pedes V; supra, pedes V; sic inclusit corpus
beati Petri apostoli et recondit.
4 G. Wilpert, La tomba di S. Pietro: Rivista di archeologica cristiana, l3
(1936) 27-41.
5 Lib. Pont. 194, nota 62.
6 Klauser, 33.
7 Esplorazioni, 121-122. Compárese también Esplorazioni 11, lám. 52 a. Ger-
kan no estaba al corriente de estas afirmaciones, por lo que pudo afirmar, 55.:
«si la tumba que se buscaba está realmente donde se suponía con tanta cer-
teza en tiempos de Constantino, habría que buscarla, por lo menos, a la pro-
fundidad en que se encuentra el sepulcro y , o quizás todavía algo más abajo,
es decir, otros dos metros más abajo que el «fondo attuale» alcanzado por
los excavadores, que supusieron precipitadamente suelo natural».
8 La polémica sobre si la Anastasis estaba cerrada, desde un principio, o no,
aquí no nos interesa. La analogía consiste en el conservar y decorar las tum-
bas como centro imaginario de una enmarcación arquitectónica. Compárese con
E. Wistrand, la iglesia de Constantino en la Sagrada Tumba de Jerusalem, se-
gún los testimonios literarios más antiguos. Goteborgs Hogscolas Arsshuft,
58, 1952.
9 Lib. Pont. 176. «Et exornavit supra columnis purphyreticis et alias colum-
nas vitineas, quas de Gredas perduxit.» Sobre el significado de estas columnas
véase el estudio de J. W. Perkins. Toe Shrine of St. Peter and its Twelve
Spiral Columns: Journal of Roman Studies, 42 (1952), 21-33. Sobre las cuatro
columnas de pórfido, que se mencionan junto a las columnas salomónicas, véa-
se Ruysschaert, 49-51. En realidad resultan un tanto misteriosas y difíciles
236 ENGELBERT KIRSCHBAUM
80 l. c. 225-244.
poner lo que debía de haber habido según las leyes de construcción sino de
lo que hay realmente. Si se quiere considerar el estado actual como poste-
rior, para lo que no hay indicios hay que preguntar entonces por qué fué
posible en el siglo III lo que no lo había sido años antes. Si Klauser, 51, nota
85, reprocha a los excavadores que no hayan tenido suficientemente presente
que el nicho superior es 40 cm. más ancho que el inferior, olvida, en primer
lugar, que precisamente este hecho constituyó un motivo más para que los ex-
cavadores reconstruyeran la placa como de una sola pieza y, segundo, que,
considerando seriamente este hecho, él contradice su propia teoría de una
viguería abierta, pues en tal caso el contraste de las medidas distintas de
los nichos hubiese resultado arquitectónicamente insoportable, inexistente.
32 Por eso encontramos poco conveniente la comparación con la pequeña aedí-
cula Sabinus Tauris en Isola Sacra, junto a Ostia (Toynbee-Perkins 163, y
Klauser 109 lám. 10), y con la de los Volumnios de Monselice (Klauser 109,
lám. 11). La comparación reseñada en las Esplorazioni (138 nota 1) parece
más indicada en nuestro caso.
33 Para establecer la relación con el texto antedicho citamos, por ser buena
traducción, a Klauser, 18, nota 17 (prescindiendo de los testimonios griegos)
«Bajo su imperio, el de Nerón, fueron muertos en Roma, como se cuenta,
Pablo y Pedro, decapitado aquél, crucificado" éste.» Este relato está confir-
mado por los nombres que reciben allí Pedro y Pablo, nombres que han
permanecido usuales hasta hoy. También lo confirma un eclesiástico llamado
Cayo, que vivía en tiempos de Ceferino, obispo de Roma. Sostuvo éste una
polémica escrita con Proclo, que pertenecía a la secta frigia, sobre los luga-
res en que estaban enterrados los santos despojos de los apóstoles, y dice en
ella lo siguiente: (Eusebius, Hist. Eccl. 2, 25, 5-7; E. Schwartz, 176-177). Sobre
la cuestión del Tropaion, compárense las excelentes observaciones en Klauser,
17-21, que terminan con una traducción libre, muy acertada, del texto que
nos interesa, realzando su verdadero sentido: «Pero yo puedo mostrar las
tumbas triunfales de los apóstoles. Si tuvieras la bondad de molestarte e ir
al Vaticano o a la carretera de Ostia, encontrarás allí las tumbas triunfales
de quienes fundaron esta cornunidad.s
35 H. Torp, 1 c. (47-48) niega, por su cronología equivocada, rechazada de-
tenidamente por Toynbee-Perkins, 268-270, y de forma breve por Klauser, 49,
que nuestro monumento y el tropaion de Cayo eran una misma cosa.
El lo relaciona, extrañamente, con el sepulcro r¡
36 Klauser 48, nota 80; von Gerkan 43.
37 Sólo se ha comprobado un pequeño resto de decoración, perteneciente, pro-
bablemente al vecino sepulcro (3
38 Esplorazioni 111.
39 Compárese Ruyschaert, 603.
40 C. I. L. XV 1220 a, Compárese Prandi 40.
ENGELBERT KIRSCHBAUM
41
Compárese von Gerkan, 41, y Klauser, 45. Von Gerkan lamenta que la
tumba fuese destruída. Pero no fué destruída sino cortada por el medio.
42
Esplorazioni, 115 fig. 84 C. I. L. XV 1237 a (aetatis fere Vespasiani).
43 Esta opinión la comparte von Gerkan, 42, Klauser, 46, y también, pro-
bablemente, Toynbee-Perkins, 183, nota 7.
44 Basta pensar una vez en ello para comprender lo improbable de esta
manera de proceder. Al fin y al cabo la Roma imperial no era un campo de
ruinas, como en la Edad Media.
45 Es difícil comprender como Klauser, 93, atribuye ambos sepulcros a la
misma época habiendo entre e y r¡ esta diferencia de nivel.
4
6 Esplorazioni, 115-116, se supone que t sea de la misma época que el
muro rojo. Tiene más razón Ruyschaert, 29-30. La afirmación de que se quitó
el revestimiento del muro al construir el sepulcro t , como consta en von
Gerkan 41 y en Klauser 46, es errónea (véase fig. 25 b) Toynbee-Perkins, 183,
nota 8, encuentran difícil de comprender que t sea más antiguo que el muro
rojo pues hubiese tenido que sufrir desperfectos al construirse. Pero es mucho
más difícil de comprender el por qué el sepulcro t - supongamos que al cons-
truirse el muro rojo o después - fué parcialmente metido en éste. Tal como
está situado el sepulcro t sólo puede uno suponer que se le trató con gran
cuidado, como a la tumba central, al socavar la tierra para construir el muro
rojo.
47 Compárese con todo esto el ensayo de M. Guarduccí, documenti del l.º secolo
nella necropoli Vaticana 21-27, del que sacamos nuestra descripción, pues tam-
bién allí se justifican las fechas.
4
8 Este importante hecho fué malísimamente interpretado por Klauser, 52, y
Gerkan, 43, (compárese pág. 108-110).
49 Los dibujos correspondientes de las Esplorazioni (90 y también 91) no per-
miten reconocer todo esto. Deben de ser adecuadamente completados.
50 La forma sepulcral judía, tal como la propone Cecchelli (en el periódico
romano 11 templo del 30 de agosto de 1953, cita, según Ruyschaert, 603, nota
1), resulta, por esto, insostenible. Además, se basa esta proposición en la su-
posición equivocada de que debía de haber antes un agujero en el muro rojo,
como en Gerkan y Klauser.
51 Tuvieron que desplazarlos temporalmente para poder fotografiarlos.
52 Por ello, tampoco se pueden establecer relaciones de nivel a base de la
posición de la osamenta para probar la imposibilidad de que estuviese allí la
tumba del apóstol.
53 Nos parece que la cita de E. Peterson (Schweizer Rundschau 1952, 331), a
la que se refiere Gerkan, 45, es un tanto equívoca; al fin tenemos que con-
venir con la sabia formulación de E. Peterson: «La arqueología no ha resuelto
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES
el problema de la tumba del apóstol. Ahora, como antes, hace falta creer en la
tumba. La arqueología ayuda a reconocer la verdad de la tradición.» ¿Qué sig-
nifica aquí la palabra creer?
Véase, por ejemplo, la conocida carta de Gregorio el Grande a la Emperatriz
5-1
Constantina, (Epist. 4,30, Migne, P. L. 77,701,-702)
55 Compárese pág. 199-204.
56 Compárese pág. 202-204.
57 Compárese Lib. Pont. II, 101,106.
16
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 243
III
1 Pasamos por alto las diferentes publicaciones de los cuatro autores del in·
.forme de las excavaciones: B. M. Apollonj-Ghetti, A. Ferrua S. J., E. Josi, E .
Kirschbaum S. J. Esplorazioni sotto la Confessione di San Pietro in Vaticano
eseguite nelli anni 1940-1949, Cittá del Vaticano, 1951.
2 A. M. Colini 11 sepolcro di san Pietro: Capitolium 27 (1952, 1-16)
29 l. c.
so l. c., nota 75.
31 El intento de Schenider es totalmente extraño (Theologische Literaturzei-
tung, 1952), 324, así como el de von Gerkan (Evengelisch Lutherische Kirchen-
zeitung, 1952, 389), de aplicar al aparejo de y el conocido criterio cronológico
de E. B. von Deman (Methods of determining the date of roman concrete mo-
numents: American Journal of Archeology, 16 (1912), 230-251, 378-432). Apar-
te de que las medidas de los ladrillos fueron tomadas de los correspondientes
dibujos de las Esplorazioni que no están dibujados según una escala exacta.
Carece, pues, totalmente de interés el que von Gerkan afirme más tarde en
un ensayo (Trierer Zeitschrift) «el añadido del altar, su revestimiento y el nivel
de los estratos de ladrillo, de 5 cm., sacados del dibujo, podrían ser también
de una época posterior, pues los ladrillos flavios ya tienen un grosor, sin la
ranura, de 4,5 cm. En realidad, los niveles de los estratos del aparejo corres-
ponden bastante exactamente, según las medidas que Deman ha indicado, a
los tiempos de Nerón. Pero los excavadores no han aludido nunca al método
de clasificación de fechas de Deman, pues conocían por experiencia la limi-
tada posibilidad de aplicarlo, sobre todo tratándose de fachadas y, en general,
de muros de poca envergadura. El querer aplicar ese método a la pobre fábrica
de y sería, por tanto, una grave equivocación. Compárese con ello también
las indicaciones de Toynbee-Perkins, 268-269, H. Torp, que también ha llegado
a una cronología absurda por basarse erróneamente en el método de Deman,
a:i Von Gerkan, 42; Klauser, 46; Ruysschaert, 610¡ Toynbee-Perkins, 148;
ENGELBERT KIRSCHBAUM
33 Esplorazioni, 113.
34 Esplorazioni, 113, 1, compárese también A. Ferrua, La Civiltá Cattólica, 103
(1952), 18-20.
35 De manera parecida se expresa G. P. Oeconomus en su estudio «De pro-
fusionum receptaculis sepulcralibus inde ab antiquíssimis temporibus usque ad
nostram fere aetatem usitatis»: Bibliotheca Societatis Archaelogicae Atenarum,
21 (1921), 53: «Ceterum temporibus Cristianorum vetustioribus, cum mores
et ritus pagani novum aspectum nondum acceperant idenque immutati innato
populi sensu ex traditionis tenore firmati in novam religionem immisebantur,
praeter choephoriam, etiam paganae illae cenae ferales hic memorandae sunt,
quae, nihilo minus quam profusiones, mundo Cristiano. alineae atque abhorren-
dae viderentur nisi eas prisca consuetudo consecravísset».
36 Compárese con ello la inscripción de Valerinus Vasatulus del mausoleo de
los Valerios (M. Guarducci, Cristo e S. Pietro in un documento preconstan-
tiniano, 22).
37 Von Gerkan, 41; Klauser, 46; Toynbee-Perkins, 184, nota 10 (altarlike su-
perstructure).
38 Tonybee-Perkins, 145, suponen que habían previsto un revestimiento mar-
móreo para la parte superior de y. Pero nosotros creemos que el revestimiento
de ladrillo lo excluye.
39 Compárese Klauser, 46.
5o Esplorazioni, 135.
55 Esplorazioni, 120 «qui le fondazioni del muro rosso cessano ... » y 139• ...
si sia avuto tanto riguardo per questa tomba da interrompere, sorpassandola, le
fondazioni del muro rosso ... •.
56 Von Gerkan, 42.
57 l. c. 43.
60 Así lo dicen Von Gerkan, 43, Klauser, 78. Para otros autores véase Ruyss-
chaert, 583, nota 2. Este caso es un ejemplo característico de la «genealogía» de
las críticas.
01 Esplorazioni, fig. 90a y b.
62 Esplorazioni, fig. 77, 88, 92, 116.
63 1. c. fig. 99, 100, 101.
64 Von Gerkan, 43.
74 1, c.
75 1. c. 93.
76 1. c. 71.
77 La primera carta de Clemente, 44, 1-2 (L. A. Winterswyl Zeugen des Worts,
27 (1940), 44): «y también nuestros Apóstoles supieron (anticipadamente) por
Nuestro Señor Jesucristo que se lucharía por la primacía (nombre u oficio) entre
los Obispos. Por eso los nombraron, porque lo sabían exactamente por ade-
lantado, y ordenaron después, que al morir, tomaran su oficio o cargo otros
hombres experimentados.
78 Eusebius, Historia Eccles. 5, 24, 1-8 (Ed, Schwartz, 490-492).
79 1. c. 2, 52, 6-7 (E. Schwartz 176-178).
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 251
IV
11 Klauser, 70: «Es más razonable suponer, que todas las víctimas del espan-
toso día pasado en los jardines de Nerón, fueron enterradas en una fosa co-
mún, practicada en los terrenos adyacentes, quizás después de haber sido
quemadas.
12
Véase para ello las observaciones de V. Capocci Gliscavi del Vaticano.
Alla ricerca del sepolcro di S. Pietro e alcune note di diritto funerario ro-
mano: Studia et Documenta Histoiriae et Juris, 18 (1952), 202-204. Sul!a con-
cessione e sul diritto di sepoltura nel mondo romano ai condannati a pena
capitale: Studia et Documenti Juris, 22 (1956), 266-310.
1
3 Klauser, 70, nota 137, opina que la comunidad romana no utilizó su de-
recho de pedir la entrega del cuerpo del mártir ejecutado, porque no se men-
ciona en ninguna parte donde están enterrados los mártires romanos famo-
sos, como Ignacio, Telesforo y Justino. Se olvidaron esas tumbas por la sen-
cilla razón de que no había todavía un culto a los mártires. El hecho de que las
tumbas no sean positivamente mencionadas en las fuentes históricas, no cla
LAS TUMBAS DE LOS A_PÓSTOLES 253
29 Compárese Capocci, Gli scavi del Vaticano, Alla ricerca del sepulcro di
San Pietro et alquune note di diritto funerari Romano: Studio et Documenta
Historiae et Juris, 18 (1932), 209-210.
30 Esplorazioni, 120, insinua que el nicho inferior del muro rojo se instaló
más tarde, mientras que Esplorazioni, 37, supone que los tres nichos se cons-
truyeron a un tiempo. El aparejo de este nicho es efectivamente tan crudo
que permite justificar las dos opiniones. La contradicción en las Esplorazioni
se debió a que sus autores sólo llegaron a reconocer poco a poco que el
tropaion y el muro rojo se construyeron al mismo tiempo. Así resulta que la
página 120 contradice la opinión anteriormente expuesta, que quedó en el libro.
31 Sobre el tropaion dice von Gerkan, Evangelisch Lutherische Kirchenzeitung,
1952, 381: «por fin se reconoce que en la época severina no había formas
arquitectónicas tan anormales ... » Lemerle, Revue Historique, 1952, 217, afirma
lo contrario. «On échappe difficilement a l'idée de ce que nous avons au Va-
tican, conserve, de facón grossiére et probablement tardive, le schéma d'un type
de monument funeraire banal», Klauser, 51, comparte la opinión de Gerkan,
«la reconstrucción presentada por los excavadores no se parece a los paralelis-
mos, tanto, que aún se conservan. La forma propuesta sería totalmente única».
32 Compárese con esto L. Hertling, S. J. Communio y Primat: Xenia Piana
Miscellanea Historiae Pontificae, 7), 1943, 3-5.
33 Véase también J. M. C. Toynbee, Besprechung (B. Carcopino, De Pytha-
gore aux apótres, 1956) in Gnomon, 29 (1957), 267.
34 Von Gerkan también aquí tiene a mano otra explicación, más que impro-
bable, si se consideran las huellas que hay y las que no hay. Opina, 45: se
puede suponer, además, que el empotrar por pares en su base es original, y
aunque no estén esmeradamente trabajadas, testifica que se las quiso protejcr
con una reja, que no llegó hasta el muro rojo, sino que se extendía, no po-
demos comprobar cuánto, hacia el lado. Y es esta reja, a la que hay que
atribuir el que el muro rojo no tenga garabatos. Desde el punto de vista ar-
quitectónico, creemos absurda esta proposición y la consideramos como tal,
concretamente, por carecer totalmente de sentido el colocar esa reja. Von Ger-
kan ha olvidado, además, que el muro rojo tiene un grafito. Allí además, donde
la reja, cree él se extendía hacia el lado, protegiéndolo, ya no hay muro rojo.
También supone Klauser (59), refiriéndose a von Gerkan, que había vallas
(Transennae) y deduce (nota 110): «estas transennae pueden explicar el porqué
sólo se encontraron grafitos en la parte norte del muro G» se le escapa, em-
pero, que las vallas supuestas por von Gerkan, también hubieran evitado los
grafitos en la hilera norte de g y que en el lado sur no hay grafitos por estar
revestido de mármol y no como el norte, de revoque blando.
35 La llamada «depositio martyrum» en la crónica de 354 y en el martirolo-
gio de Jerónimo, de mediados del siglo V.
36 El papa Damasus puso una inscripción con los versos introductorios, que
han dado pie a muchas controversias: Hic havitasse prius sanctos cognosce-
ENGELBERT KIRSCHBAUM
17
ENGELBERT KIRSCHBAUM
53 Klauser, 22, opina que la investigación probó hace mucho, que la mencio-
nada introducción al calendario de 354 está mutilada, pero tiene que admitir
(nota 25) que un buen especialista, como L. C. Mohlberg O. S. B., pasa por
alto lo incompleto del texto que nos ha sido legado.
54 G. B. de Rossi-L. Duchesne: Acta Sanctorum, noviembre 2, 1 (1894), 84.
55 Nosotros propusimos antes esta solución en: «Petri in catacumbas» Misce-
llania liturgica in honorem L. Cuniberti Mohlberg (Biblioteca «Ephernerides Li-
turgicae», 22) 1948, 1, 221-229.
56 Vgl. G. Mancini, San Sebastiano fuori le mura: Le chiese di Roma illustrate,
N. 21, o. j. 15; F. Fornari, San Sebastiano «extra moenia». 1934, 5.
57 z. B. con S. Pietro e Marcellino, S. Agnese y S. Lorenzo. Todavía faltan
los informes correspondientes.
58 Lib. Pont. 157-159.
59 Nuestra solución evita la objeción de Klauser, 22, contra la interpretación
tradicional de la nota del cronista, pues ya está probado en un himno atri-
buído a Ambrosio, (399) dedicado a la veneración de los dos Apóstoles, en
el que se mencionan «tres carreteras» en las que fueron venerados los Após-
toles. (Vía Cornelia-Vía Ostiense-Vía Appia). También nosotros opinamos que
poco después del 354 se celebran ya en el Vaticano las fiestas oficiales de San
Pedro.
60 Ruysschaert, 19-20 menciona una cita interesante. del escrito de Eusebio de
Cesarea «la teofania» (4, 7), del 333 aproximadamente, que conservamos sola-
mente en lengua siria, y sugiere constituye un obstáculo contra la creencia de
que la Basílica de San Pedro se terminó tarde. El texto, en la edición de H.
Gressman (1904, 175) dice: ... de modo que su recuerdo, hasta ahora es más
fuerte en los romanos que en quienes les precedieron, y hasta le destinaron
una preciosa tumba delante de la ciudad, a la que afluyen miles y miles de
hombres del imperio romano, como hacia un gran templo de Dios». Ruys-
schaert deduce del texto una iglesia de San Pedro ya terminada. Pero nos
parece que a quien el texto se refiere, precisamente, es al tropaion, al que
llama retóricamente tumba magnífica, y al que compara con un lugar ~a-
grado y con un templo a causa de los muchos peregrinos. No dice «hacia un
gran templo de Dios» sino «como hacia un gran templo de Dios». En otras
palabras: son tantos los que vienen a este sepulcro que parece un gran san-
tuario. Eusebio, por tanto, no parece conocer siquiera la construcción de la
gran iglesia de San Pedro al escribir estas líneas. Este texto sería más bien
una prueba de que las obras de San Pedro se comenzaron tarde. Lo mismo
parece sugerir otro texto mencionado por Ruysschaert. En su escrito adversus
galileos escribe Julián el Apóstata. que el Apóstol Juan había tenido noticias
de la veneración secreta que se otorgaba a las tumbas de Pedro y Pablo (Ci-
rilo Alex., contra Julianum, 10 Migne P. G. 76, 1004, 1003). Difícilmente
quiere Julián aludir aquí a las Basílicas construídas sobre las tumbas de los
Apóstoles. Se refiere más bien a los monumentos fúnebres que las prece-
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 259
dieron, y les atribuye gran antigüedad, puesto que él no nació antes del 332.
Esta alusión da mucho que pensar e iría muy bien con nuestra hipótesis
del amurallamiento del tropaion.
61 Compárese E. Stommel, contribuciones a la iconografía plástica de los sar-
cófagos constantinianos (Theophaneia 10) 1954.
62 Véase G. B. de Rossi, Roma sotterranea I (1884) 134-143.
63 Gregor. Turón. De gloria martyrum, 28 C. Migne P. L. 71, 728-729
64 l. c.: «sed qui orare desiderat, reseratis cancellis, quibus locus ille ambi-
tut, accedit super sepulcrum; et sic fenestrella parvula patefacta, inmisso in-
troirsum capite, quae necessitas promit efflagitat. Nec moratus effectus si pe-
titionis tantum justa proferatur oratio. Quod si beata aufferre desiderat pig-
nora, palliolom aliquod nomentana pensatum yacet intrinsecus deinde vigi-
lans ac ieiunans, devotissimme deprecatur, ut devotionis suae virtus aposto-
lica suffragetur. Mirum dictu! Si fides homini praevaluerit, a tumulo pallio-
lum elevatum ita imbuitur divina virtute, ut multo amplius, quam prius pen-
saberat ponderentur; et tune scit qui levaverit cum eius gratia sumpsisse quod
petiit. Multi enirn et claves aureas al reserandos cancellos beati sepulchri fa-
ciunt, cui ferentes pro benedictione priores, quibus infrimitates tribulantum
mendicatur. Omnia enim fides integra paestat».
65 Gregorius M., Epist. 4, 30 (Migne P. L., 77, 701): « ... dum beatae recor- ll ,
dationis decessor meus, quia argentum, quod supra sacratissimum corpus beati
Petri Apostoli erat longe tamen ab eodem corpore fere quindecirn edibus mu-
tare voluit, signum ei non parviterroris apparuit».
66 Lib. Pont., 312: «Hic (Gregorius) fecit, ut super beati Petri missas cele-
brantur». 11
67 Hieronymus, Contra Vigilatium, 8 (Migne P. L., 23, 346). (Véase texto pá- :¡
gina 229, nota 13.)
¡
1
68 Lib. Pont., 312: «(Gregorius) ... fecit beato Petro apostolo syburium cum
columnis IIII, ex argento puro».
69 Véase nota 61, y lo mismo en Lib. Pont., 309: «(Pelagius investivit corpus
beati Petri apostoli tabulis argenteis deauragis». 1
11
72 Véase esto en Toynbee-Perkins, 243. Klauser, 65, nota 125, opina (refirién-
dose a J. Braun, Der Christliche altar, 1924, I, 568-571). «También en los
siglos VI y VII se construyeron criptas circulares como ésta en otras tumbas
de mártires romanos.» La misma cripta circular de San Pedro se construyó en
los últimos años del siglo VI. La primera cripta que se construyó después
fué la cripta circular de San Pancracio, en Roma, construída bajo Honorio I
(625-638). Pero quizás se pueda dudar de esto. En todo caso, no hay más crip-
tas circulares en Roma anteriores al siglo IX.
75 Lib. Pont., II, 99: « ••• ud certarent liberare beati Petri apostoli et Pauli
thesauros ecclesiarum, et, si fieri potuísset, ipsorum apostolorum corpora intro
inferrent Roma»,
77 Compárese con esto H. Grisar, Le testi dei SS. Apostoli: La Civilta Catto-
lica, 58, 3 (1907, 457).
78 Klauser, 73, nota 143 opina al respeto: «no ha habido, en absoluto, ni
violación ni apertura de la tumba misma», quizás si sólo se consultan los
textos, pero no si se consideran las verdaderas huellas.
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 261
79 Esplorazioni, 192, y, como fuente histórica (según Esplorazioni, 192, nota 1).
Liber anniversariorum basilicae vaticanae, ed. Egiri, pág. 290.
so Por ejemplo, bajo León III (798-816). Lib. Pont., 2, 27.
1
7 El ábside de Sta. Inés en la Vía Nomentana mide 7'66 m. y el de San Cle-
mente solamente 7'50 m.
1
8 G. Belvedeti, Le tombc apostoliche nell'eta paleocristiana (Amici della ca-
tacombe 12) 1958, 204-206.
1
9 En la sesión de la «Societa per le conferenzie d'Archeologia cristiana» del
1 de abril de 1917, S. Pesarini se opone a interpretar la reconstrucción de Be-
lloni, que dedujo de una puerta que se volvió a encontrar en las cercanías de
lo que es hoy el ábside, que había un acceso a las galerías - como, por ejem-
plo, en Sta. Inés -. De esto se hubiera podido deducir la existencia de una
instalación de tres naves. Pesarini dijo que esta puerta era la puerta de en-
trada a la cripta circular de San Pablo, que nos testifica ya en el año 1452
un hombre de la Corte del Emperador Federico III, llamado Nicolo Maffei
(Resconto del!e adunaze tenute nella societa per le conferenze d'archeologia
cristiana: Nuevo Bull. di. Arch. Crist. 23 (1917), 105-106).
20 Compárese Sanctissimi Domini Nostri Leonis divina providentia Papae XII,
Epistola Enciclica ad omnes Patriarchas, Primates, Archiepiscopos et Episco-
pos «ad plurimas easque gravissimas» del 25 de enero de 1825.
2
1 En aquel tiempo se escribió el estudio de L. Moreschi Descrizione del Ta-
bernacolo che orna la confessione della Basilica di San Paolo sulla via Os-
tiense salvato dall'incendio deII anno 1823, Roma 1840.
22 Así, según Grisar, Anacleta Romana, 261. Se midieron expresamente dando
por resultado 1'30 m.: 2,135 m.
s~ Nicolai, 307.
40 Prudentii carm. Perist. XI (CSEL 61, Bergman) 418.
ENGELBERT KIRSCHBAUM
VI
20 Corpus iuris civilis, I. (P. Kreuger, Th. Mommsen), 1877, D. XI, 7, 44:
«Cum in diversis locis sepultum est, uterque quidem locus religiosus non fit,
quia una sepultura plura sepulchra efficere non potest: mihi autem videt illurn
religiosum esse, ubi quod est principale conditum est, id est caput, cuius imago
fit, inde cognoscimur, curn autem impetratur, ut reliquiae transferantur, desi-
nit locus religiosus esse»,
21 P. Testini, Le presunte reliquie dell'apostolo Pietro e la traslazione «ad
29 l. c., 454.
30 l. c., 344.
31 Pesarini (La Basílica di S. Paolo nella Via Ostiense prima delle innovazioni
del sec. XVI: Studi Romani, I (1913), 402-403.
Panvinio: «11 quarto (altare) finalmente esisteva a pie' della nave maggiore, a
destra entrando dalla porta di mezzo, fra questa e la portavicina di esso il
Pavinio non dice il titolo, ma nella pianta. A viene indicato col home di
S. Paolo, a cosi pure lo designa ne! libro a stampa, per la credenza che vi
fosse stato rivenuto iI capo dell'Apostolo: dal Serrano pero e dall'Ugonio sap-
piamo che era dedicato a S. Gregorio, anzi la porta vicina dicevasi appunto
di S. Gregorio, come anche il nostro Autore ricorda accenando ad essa».
«Questo altare era antichissimo, avendosene memoria fino dal secolo VIII».
38 Esplorazioni, 178-181.
39 Las tumbas con reliquias de los altares que se construyeron al mismo tiempo
o poco más tarde en Cimitile (cerca de Nola, en Italia del Sur) son consi-
derablemente más pequeñas. De los dos altares de la llamada basílica de los már-
tires, uno tiene una tumba con reliquias de 11 cm. por 15 cm, y 10 cm. de
profundidad, y el otro unos 11 cm. por 15 cm., pero de 22 cm. de profundidad.
La tumba del altar llamado Calionius tiene forma de cruz, y sus brazos mi-
den 19 cm. de longitud y tienen una anchura de 7 cm.
40 Grisar, Civ. Catt., 58 (1907), 448. Véanse también allí las notas ulteriores.
41 l. c., 445.
42 l. c., 446.
43 1. c.
44 l. c., 450.
ENGELBERT KIRSCHBAUM
45 l. c., 449.
46 J. M. Soresinus, De capitibus Sanctorum Apostolorum Petri et Pauli in sacro
santa Lateranensi Ecclesia asservatis, 1673, 53-59.
47 Grisar, l. c., 451.
4
8 El texto italiano es el siguiente: «vertebra, mandibole con denti, vari dei
quali sciolti e porzione di cranio» (l. c.).·
4
9 Debido a estas circunstancias salió el artículo de C. Respighi, La tomba
apostólica del Vaticano e le recenti esplorazioni nella «confesione beati Petri»:
Riv. di Archeol. crist. 19 (1942), 5-27.
50 Véase pág. 49.
51 Esplorazioni, 189-190.
52 l. c., 190.
53 J. c.
64 J. c.
IS
274 ENGELBERT KIRSCHEAUM
INDICE. ALFABETICO
Abside Atrium
- Basíl. rom. 187 - San Pablo, 176
San Pablo, 179, 186, 193, 203 - San Pedro, 154, 162
- San Pedro 59, 153, 163, 166,
193-11, 17
Adalberto de Toscana, 170, 171 Bartolomé de Trento, 222
Adriano, 15 Bautismo, 37
Aelius Isidorus, 73, 74, 158, 167, 172 Beleth, J. 222
Agiulfo, 165 Belloni, P. 186, 194
Agustín, San 131 Belvederi, G.-V, 10, 18, 28-VI, 14
Aland, K. III, 14 Bernini, 57, 169, 172, 217, 223
Alejandro III, 212 Borgia VI, 68
Alfarano, Tib. 30, 53, 55, 151 Borromini, 172, 217, 223
Altar, 54, 59, 217 Bramante, 156, 169, 172
Braun, J. II, 12- IV, 72
(San Pedro)
Buen Pastor, 34, 35, 36
- Gregorio el Grande, 166, 202 y
220
- Calixto JI, 51, 172, 220
- Clemente VIII, 53 Cabezas (de los Apóstoles), vid. Pe-
- de la cripta, 104, 215 dro y Pablo.
(San Pablo) Cajita de marfil, 58, 60, 158
Caja de mármol, 70, 145, 157, 211
- Gregorio el Grande, 214
Calixto II, 51, 66, 67, 80, 172, 220
- Mayor, 178, 18?, 189, 196, 202 Calza, G. I, 13
Anacleto, 139 Cambio, A. di, 175, 178, 189, 201
- II, 221 Camposanto teutónico, 17, 18, 19
Aniceto, 120, 121, 139, 144 Capocci, V. IV, 12, 29
Annona, 19 Cappella Ciernen. 50, 55, 85
Antonino Pío, 79 Carcopino, J. 97 -1, 51 -11, 17 -
Apollonj-Ghetti, B. M. 8 - III, 1 III, 5 - IV, 33
Arcadio, 188, 195 Carlos V de Francia, 218
ENGELBERT KIRSCHBAUM
Cayo, 77, 78, 80, 90, 121, 186, 193, Cruz de oro, 60, 158, 160, 163
194, 210 Cullmann, O. III, 14, 68
Cecchelli, C. II, 50 - V, 10
Ceferino, papa, 80
Chadwick, H. VI, 17 Dámaso (inscripciones) 118, 209 -
Christus-Helios, 37 IV, 36
- Orpheus, 38 Delehaye, H. VI, 16
- Phoenix, 25 Demetrio, 87
Ciborio (baldaquino) Deman, E. B. van, I, 54- 111, 31
- Letrán, 217 Depositio Mart. 160
- San Pablo, 175, 178, 189, 203 Derecho de entrada, 82
- San Pedro, 59, 158, 172, 193 - de sepultura, 129, 142, 154, 156
Circo de Nerón, 15, 41, 43, 117, 153 y 159
- de Majencio, 161 Dionisio (culto de), vid. sarcófago,
Clemente de Alejandría, 36, 120 27, 35
- VIII, 50, 51, 53, 60, 156 División de los Apóstoles, 150, 207,
132, 133 136, 139, 141 212, 219, 222
133, 13~ 139, 141 Dolger, F. J. 36
Colini, A. M. 97 - III, 2
Duchesne, L. 50 - VI, 14
Columnas, 57, 58, 144, 146, 158 y Durandus, G. 222
171
Conducto libatorio, 108, 132, 197
Confessio
Enterramiento, 20, 26, 29, 42, 83,
- San Pablo, 178, 189, 199, 203 y
106, 130
214
Escaleras
- San Pedro, 51, 53, 57, 157, 165,
- Clivus (vid.)
202, 214, 215, 219, 224
Consalvi, card. 17 5 - Mausoleos, 39, 42
Constancio, 160 -'--- H (Val.) 40
Constante, 159 - F. (Caet.) 40
Constantina, 156, 165, 198, 210, 214 - o, 78, 82, 133, 137
Estucos
Constantino, 25, 45, 51, 55, 60, 61,
62, 70, 71, 78, 91, 151, 172, 188, - Bóvedas de I y F, 21
193, 211, 212, 216 - Mausoleo H, 24
Cornelio, 209, 210, 214, 222 Esplorazioni, I, 2, 10, 17
Cripta circular, 57, 104, 169 II, 7, 46, 49
Crucero, 61 III, 51, 55
- Letrán 11, 18 IV, 30, 45, 70, 71, 73
- San Pablo, 187, 195, 203 Eufemia, Santa, 213
- San Pedro, 60, 153, 154, 163 Eusebio de Cesarea, 77, 210
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES 279
Letrán (vid. Ciborio y Crucero), 159, - O (Matucci), 20, 21, 39, 42, 43,
175, 207, 208, 212, 213, 217, 223 X, 102, 78, 79, 82, 99, 100, 102,
Líber Pontificalis, 50, 60, 139, 159, 106, 107, 108, 114, 133, 134, 136,
193, 202, 210, 214, 222. - 11, 137, 140, 150, - I, 51, 53
3, 9, 11, 16 - IV, 23, 28, 75. - - R-R', 39, 43, 78, 79, 80, 82, 83,
V, 29, 45.
92, 99, 100, 101, 102, 103, 104,
Licinius, 159
106, 107, 121, 132, 133, 134, 135,
Lietzmann, H. I, 13 - III, 14, - IV,
136, 138, 139, 140, 141, - I, 56
52, - VI, 14
- T, 45, 79, 140
Lorenzo, San, 213, 217
Lugli, G. V, 11 - U, 79, 140
-r (Gamma), 38, - I, 14
- E (Epsilon), I, 15
Mancini, G. IV, 56 - Z (Zeta-Egipcios), 24, 42, 44, 130,
Marichal, R. IV, 37 - I, 17, 54
Marco Aurelio, 24, 79, 139 - E) (Theta), 3 8
Marrou, H. I, 92, 152, - IT, 30 - - q> (Phi-Marcios), 24, 25, 42, 155.
III, 7, 68, - IV, 49 - I, 54
Mártires (veneración), 61, 68, 69, 90, - X (Ji), 24
130, 131, 147, 156, 164, 183, - (Vía Ostiense), 179, 180, 182
210, 213 Medallas, 223
Martirio Miguel Angel, 172
- de San Pedro, 15, 92, 117, 128, Molberg, L. C., VI, 17
209 Monedas, 75, 171
- de San Pablo, 15, 128 Mónica, Santa, 131
Más allá (repres. del), 25, 27, 108 Mosaicos
Mausoleos - Mausoleo M O (Phi), 24
(San Pedro), 20, 38, 41, 99, 180
- mausoleo X (Ji), 24
- conjunto, 25, 44, 154, 159, 195
- mausoleo M, 32
- A, 18, 39, 42, 43
- San Pedro, 163
- B, 20, 21, 39, 43, 45 - 1, 17
- del Salvador, 64, 76
- e, 21, 43
- D, 20, 21, 42, 43
- San Pablo, 198, 204
- E, 21, 43, 45, 73 Moreschi, L., V, 21, 61
- F (Caetenn.), 21, 23, 26, 28, 39, Muertos (culto), 130, 138, 142, 197,
40, 43, 104, - 1, 17, 60, 61 209
- G, 39, 42, 43 Muros
- H (Valer.), 21, 24, 27, 29, 39, - g, 146, 147, 168, 171
40, 43, 155, - III, 36 - ml, 73, 92, 112, 122, 137, 146,
- I, 21 - III, 51
- L, 32, 39, 43 - s, 147, 168
- M (Jul.), 30, 32, 40, - 1, 14 - rojo, 54, 64, 70, 75, 77, 79, 80,
- N, 101 81, 88, 89, 90, 92, 99, 110, 111,
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES
\
112, 114, 116, 117, 122, 140, 143, - Cabeza, 150, 216, 223
150, 207, 212. Pelagio, 11, 165, 168
Perkins, J. W., 11, 9 - III, 9
Perler, O., I, 34, 38, 41, 44
Nerón Pesarini, S., 214, - V, 19, 51, 55,
- Circo (vid. Circo) 63, - VI, 31
- jardines, 15, 43, 128 Peterson, E., II, 50, - III, 68
- persecución, 122, 128 Petronila, Santa, 118
Nicolai, N., 176, - V, 1, 8, - 35, Pierleone, 221
57 Pinturas
Nicolosi, G., B, - I, 4 - mausoleos (B Dios-sol), 21
Nicho, 49, 50, 64, 71, 75, 207, 219 - (mausoleos (B, Dios-sol), 21
- (C, escena de circo), 21
- (E, pavos), 21
Obelisco, 15, 16, 19 - (F, Afrodita, cacería), 23
Oeconomus, G. P., III, 35 - (G, rendición de cuentas), 23
Ojos (placa votiva), 75, 171 - (O, juicio de París), 24
Osario, 44 - (U, luceros), 24
Ostoria Chelidon, 26 - (Z, deidad egipcia), 24
Pío VII, 219
- IX, 175
Pablo, San - XII, 7, 8
- Basílica, 144, 156, 161, 162, 186, Plinio, 16, 19
195 Policrates de Efeso, 120
- Tumba, 10, 41, 77, 178, 184, 189, Popilius Heracla, 18, 19
192, 194, 197, 199, 214, 223 Porta, G. della, 50, 172
- Cabeza, 214, 217, 223 Prandi, A., 8 - VI, 2
- Inscripción, 183, 185, 189, 196 Principi, P., 10
Panvinio, O., 176, 199, 214, - V, Proclo, 77, 80, 121, 186, - II, 33
2, 51, 55
Patio sepulcral P, 43, 78, 79, 83, 84,
102, 103, 104, 121, 133, 134, 136,
Rafael, 172
137, 143, 151, 157, - I, 56, -
Reliquias, 150, 216, 219
IV, 25, 39
- Q, 43, 78, 79, 80, 101, 103, 104, - culto, 165, 197, 207
117, 121, 133, 145, 157, - I, 56 Respighi, C., VI, 49
Paulo, I, 213 Rossi, G. B. de, 191, - I, 48, - VI,
- V, 151 46, 58
Pedro, San (vid. Tropaion) Rush, A. C., IV, 14
- Basílica, 16, 17, 41, 45, 57, 61, Ruysschaert, J., 97, 98, - I, 24, -
91, 104, 151, 162 II, 9, 13, 17, 46, - III, 8, 46,
- Tumba (vid. Tumba) 60, - IV, 25, 40, 60, 71
ENGELBERT KIRSCHBAUM
Valentiniano II, 188, 194 Waal, A. de, 17, 213, 214, - VI, 25
Valeriano, 149, 211 Wilpert, J., 49, - I, 35, 36, 45, -
Vaticano, 15, 19, 20, 38, 117, 159 II, 4, 10, 16
- topografía, 38, 43, 98, 101, 102, Wistrand, E., II, 8
121, 154 Woschitzky, A., I, 2
Vegio, M., I, 7, 14
Vespasiano, 87, 109
Vespignani, V., 178, 181, 182, 185,
192, 193, - V, 10, 14, 23 Zelli, F. L., 183
LAS TUMBAS DE LOS APÓSTOLES
INDICE
PROLOGO ... 7
NOTAS 229
Al Cap. I 235
Al Cap. 11 243
Al Cap. III 251
Al Cap. IV 263
Al Cap. V 269
Al Cap. VI 275
l)
ME.thO!".-Cll,
¡j i:'t't
j
l
, (,¡o,IA,10
;s
¡
!
f
:~:
.:_,,
(
- 1-.\STU SM !«GEi.O
'
. .
"' ~l
••,,
"
""
d
Plano A
¡===
~
CAPILLA DE
CLl!iMHllE YHI
1/:.
t<·)
-~~!~~-~------~-~---~~
CONI.HJCCl~<JUA OE a,.·· .: •·:',
li
/•
Plano B