(3998-3996 ABY) Paul Danner - Star Wars - Luz y Sombra
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"Los Jedi que caen son los más peligrosos de todos". —verso de un poema infantil.
***
Alargó una mano tentativa, como un niño tratando de alcanzar a su madre. Casi
inmediatamente experimentó la cosquilleante sensación de la Fuerza surgiendo
alrededor de las puntas sus dedos. Un pequeño escalofrío tocó la base de su columna
vertebral con la caricia experta de un viejo amante.
Dray suspiró y se colocó en el pequeño claro bajo un dosel de árboles arcosia de
hoja ancha. El olor delicadamente dulce del follaje penetraba a través de su nariz y él
bebió del aroma.
Sentado con las piernas cruzadas y las manos en su regazo, Dray cerró los ojos. La
esencia de arcosia entró en sus pulmones. Se tranquilizó a sí mismo hasta que todo lo
que quedó fue el sonido de su respiración.
Dray se abrió a la armonía de la naturaleza... Las llamadas chillonas de los
alaprisma alzando el vuelo invocaron una imagen impresionante de aves brillantemente
coloreadas dibujando un arco iris a través del cielo. Se concentró en distinguir entre los
suaves trinos de las otras aves, los gritos nasales de cien especies de animales, y los
pequeños gorjeos del asombroso conjunto de insectos.
Su respiración se hizo más lenta, más exacta, cayendo en un ritmo casi arrullador.
Dray intentó recordar los ejercicios de meditación que le enseñó su Maestro, Ven-Mah
Tyrrahl. No había sido capaz de utilizarlos desde hacía mucho tiempo.
Desde...
Un dolor punzante casi penetró a través de su concentración, retorciéndose como
un vibrocuchillo en sus intestinos.
Nunca olvidaría ese día.
Su meditación había terminado repentinamente cuando Yeres Threem irrumpió en
el jardín botánico. El adepto Jedi vultano estaba exigiendo respuestas y Dray no tenía
ninguna para su amigo.
La cara de Dray se tensó mientras revivía el terrible momento.
Threem estaba más allá de la razón, intentando matar a Dray, pero eso apenas
importaba. Threem sabía la verdad y por lo tanto tenía que morir.
¿Para qué?, exigió saber una voz familiar. Dray no podía identificarla, así que por
el momento la ignoraba.
Dray todavía podía oír el choque de sus sables láser, sentir el mango de su arma
vibrar en su mano, oler la horrible cauterización de la carne.
Entonces estaba de pie sobre el cuerpo de uno de sus mejores amigos. Dray
todavía podía ver la terrible y vacía mirada en la cara del vultano. Esos ojos oscuros
como transpariacero opaco acusando a Dray de traición mucho después de que Threem
hubiese dejado de respirar.
Fue el primer Jedi que mató Dray. No sería el último...
Otros recuerdos comenzaron a inundar su mente, amenazando con interrumpir su
contemplación. Dray tomó un aliento purificador, dejó vagar su atención, y aclaró sus
pensamientos.
Lo intentó de nuevo y de repente escuchó las palabras de su Maestro resonando en
su cabeza.
Inténtalo y siempre fracasarás. El éxito no es una meta. Es una decisión
consciente.
Dray aumentó su concentración.
Los sonidos característicos de su planeta adoptivo quedaron atrás mientras
buscaba algo más. El sudor perlaba su frente, mezclándose con su pelo, y cayéndole por
la espalda en riachuelos helados. Soltó la conciencia del cuerpo físico y agarró algo
más grande.
Por un momento Dray temió que hubiese perdido la habilidad... No... Espera.
Allí.
Lo oyó, silencioso al principio pero haciéndose más fuerte. El latido de su nuevo
hogar... El resonante pulso geotermal que calentaba la fría roca.
Dray ajustó lentamente su propio pulso con el de Vigil, y se convirtieron en uno.
La cruda vasija del cuerpo ya no podía contener su espíritu. Dray no abandonó
completamente su forma física, pero la abrazó en todo su ser y se movió más allá. Hacia
la naturaleza. Era las rocas, los árboles, los animales, los lagos, la suciedad. El mundo.
No era suficiente.
Trató de alcanzar las estrellas allá arriba, en la galaxia que le rodeaba.
En el mismo corazón de la Fuerza.
Sintió que toda su consciencia se elevaba hacia un lugar que las palabras nunca
podrían describir. Su cuerpo fue engullido por las llamas y luego sumergido en un vasto
océano de hielo. Continuó elevándose, y mientras lo hacía sintió que su mente
empezaba a abrirse. No podría abarcar completamente lo que estaba experimentando,
pero sabía que estaba a punto de alcanzar una meseta. La mujer más bella de la galaxia
le estaba rodeando con sus brazos y le subía más y más alto.
Algo detuvo su ascensión abruptamente.
Oyó los estruendos primero, el terrible trueno emanando de grandes nubarrones
despejando el horizonte. Luego vino el relámpago, extrañamente violeta e
infaliblemente cruel. Los vientos rugían con furia y nada podía oponerse a ellos.
La gran tormenta rasgó la tierra despiadadamente, golpeando el propio corazón de
Dray. El cielo que le había mantenido en lo alto le soltó repentinamente. Dray se
encontró cayendo...
Cayendo.
Un frío como nunca había sentido pasó sobre él, congelando su respiración incluso
en el clima templado de los bosques de Vigil.
La tormenta venía a por él; alimentada por el miedo, la furia, el odio. Dray se dio
ánimos, pero sabía que no había esperanza de sobrevivir a la acometida.
Entonces llegó un trueno como ningún otro y Dray pensó que era el primer golpe
de la tormenta del lado oscuro. El ataque anticipado nunca llegó y Dray se dio cuenta de
que el sonido irritante no era una manifestación de la Fuerza después de todo.
Era la realidad...
Sus ojos se abrieron de golpe y perdió el trance. La tormenta atroz se iba tan
rápidamente como había llegado.
Dray vio inmediatamente el veloz arco de luz atravesando el cielo; como una
estrella fugaz sólo que mucho más cerca. Fuera lo que fuese el objeto acababa de entrar
en la atmósfera, ardiendo tan brillante como cualquier sol.
Pareció llevarle una eternidad el completar su descenso. El llameante objeto
desapareció momentáneamente detrás de la línea de los árboles y Dray sintió el frío de
un vehículo metálico albergando tres formas de vida. Podía sentir el pulso vital de cada
ser y durante un momento horrible, sus emociones fueron también suyas para
experimentarlas; miedo, desaliento, desesperación. Una sensación familiar ondeó bajo
el cuerpo de Dray cuando el lado oscuro comenzó a alimentarse...
De repente, hubo una explosión tan grande que Dray la sintió desde más allá de
una milla de distancia. La tierra se estremeció como si fuese destruida por un rebaño de
furiosos banthas. Dray perdió el equilibrio y pasó el resto de la onda expansiva tumbado
sobre su espalda.
Todo quedó silencio una vez más.
Dray ya estaba en pie y corriendo.
***
***
Dray no estaba seguro de cuándo se quedó dormida finalmente, pero él estaba casi
exhausto mientras la llevaba de vuelta a su campamento. Se sentó un poco apartado
observándola enrollarse dentro de su saco de dormir, durmiendo profundamente
considerando la pesadilla a la que acababa de sobrevivir. Antes de darse cuenta, el
amanecer se había deslizado por encima de su hombro.
La tarea de centinela no era realmente necesaria —no había ningún depredador en
Vigil que pudiese representar una amenaza para él— pero la realizó de todas formas.
Mientras seguía observando a la chica, Dray se dio cuenta de por qué la chica
tenía una afectación tan extraña en torno a ella... Había una gran concentración de
Fuerza dentro de esa pequeña criatura, pero tan indómita y desentrenada que realmente
no la sintió al principio. Pero ahora... Ahora no podía evitar sentirla, tirando de él como
un radiofaro.
Una idea le golpeó y él actuó sobre ella antes de que pudiese siquiera debatir los
los pros y los contras. Se centró en la forma durmiente delante de él, invocando sus
considerables habilidades. Tan amablemente como pudo, Dray alcanzó su mente,
tratando de abrir sus pensamientos para él. Tentativamente comenzó a explorar la
conciencia de la chica, un proceso normalmente lento convertido en algo casi
interminable debido a sus modales recatados.
Preparándose, Dray se dispuso a entrar en su subconsciente profundo. Allí era
donde un ser sensitivo a la Fuerza mantenía una barrera protectora que impediría a otro
usuario de la Fuerza penetrar en su mente interior. Este poderoso "escudo" empujaba
hacia atrás violentamente a tal intruso... Cuanto más fuerte el empujón, mayor el poder
del ser en la Fuerza. Era una técnica usada a menudo por los Maestros Jedi para sentir el
potencial de sus estudiantes.
Dray se centro a sí mismo y cruzó el umbral.
Fue como si alguien le hubiese disparado desde un dispositivo de lanzamiento de
torpedo de protones, directamente al corazón de una supernova.
Dray dejó escapar un grito tan agudo que sus propios oídos apenas pudieron oírlo
mientras era arrojado a través de los frondosos bosques de Vigil. Cortó un camino verde
a través de la maleza, su cuerpo convertía ramas de árbol en astillas. Su estómago se
elevó mientras su vuelo se hacía imposiblemente largo antes de llegar a un irritante fin
en un pequeño lago. Dray aterrizó con un chapuzón considerable en el agua helada...
Casi a media milla de su campamento.
Flotó allí en el agua, contemplando lo que acababa de experimentar. No estaba
seguro de cuánto tiempo había pasado antes de advertir que la chica estaba al borde del
lago. Su pelo estaba despeinado y ahogó un bostezo con una mano mientras le miraba
desconcertada.
—¿Estás bien?
La cabeza de Dray estaba palpitando con fuerza, el ritmo redoblaba con una sola
palabra que sonaba en su mente una y otra vez.
—Increíble.
***
***
***
***
Dray estaba todavía dormido, sus pupilas bailaban un furioso ritmo tras sus
párpados. Su mente rehusaba recordar el incidente en la Ciudadela, incluso en un sueño.
Otras imágenes comenzaron a tomar forma, hechizándolo familiarmente pero al
mismo tiempo algo era diferente.
Era de noche y él estaba solo... en su vida, en el mundo, en la galaxia.
Su cara emergió de las sombras. Su sable láser latía como un faro en la oscuridad.
Él sabía que debería desviarlo pero no podía levantar su propio sable. Siempre
había sido el mejor duelista, el mejor que Tyrrahl había entrenado nunca. Fácilmente
podría haberla golpeado, podría haberla desarmado... Podría haberla matado.
Pero no podía moverse.
Así que observó mientras ella mecía su reluciente hoja hacia su cuello.
La boca de Dray estaba abierta, pero no emergió ningún sonido.
Meramente miró a la cara de su presunto asesino. Al principio pensó que era
Cayli, como lo era siempre.
Pero esta vez fue diferente; no era Cayli...
Esta chica era mucho mayor, pero los rasgos eran inconfundibles. Era Nova.
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