(3998-3996 ABY) Paul Danner - Star Wars - Luz y Sombra

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Luz y Sombra

por Paul Danner

"Los Jedi que caen son los más peligrosos de todos". —verso de un poema infantil.

Dray observó la brillante estrella roja desaparecer en la oscuridad del horizonte.


Sus pensamientos eran una masa destartalada, y mientras el sol desaparecía, así lo hacía
su esperanza de desenredar esos caóticos sentimientos... Siempre era peor por la noche,
cuando no tenía nada que hacer salvo mirar fijamente la interminable extensión de cielo
negro y considerar su aprieto.
Había venido a este mundo en el borde de la Frontera Galáctica para probar y
salvar su alma. El Equipo de Reconocimiento de Astrogación de la República todavía
tenía que explorar el planeta, por lo que no tenía designación. Desde que hizo el
descubrimiento, Dray creyó que él también debería darle un nombre a su nuevo hogar...
lo llamó Vigil.
Al principio, el frondoso planeta bosque parecía un lugar perfecto para la
introspección y la curación. Sin embargo, su belleza pastoral sólo le causó a Dray más
dolor mientras llegaba a una terrible conclusión. La idílica serenidad del ambiente
servía de recordatorio diario de que tal tranquilidad nunca más sería suya... En el
pasado, Dray había sido el amo de sus emociones, pero la paz era ahora meramente un
sueño fugaz.
Huyó del espacio civilizado para escapar de sus problemas. Pero no había nunca
escapatoria, no importaba dónde fuera... Ni siquiera en Vigil.
Dray solía considerar el marcharse, ¿pero adónde ir? Meramente sería perseguido
como lo fue antes, y Dray estaba cansado de huir. Así que se quedó en el planeta: tanto
su paraíso como su perdición...

***

Alargó una mano tentativa, como un niño tratando de alcanzar a su madre. Casi
inmediatamente experimentó la cosquilleante sensación de la Fuerza surgiendo
alrededor de las puntas sus dedos. Un pequeño escalofrío tocó la base de su columna
vertebral con la caricia experta de un viejo amante.
Dray suspiró y se colocó en el pequeño claro bajo un dosel de árboles arcosia de
hoja ancha. El olor delicadamente dulce del follaje penetraba a través de su nariz y él
bebió del aroma.
Sentado con las piernas cruzadas y las manos en su regazo, Dray cerró los ojos. La
esencia de arcosia entró en sus pulmones. Se tranquilizó a sí mismo hasta que todo lo
que quedó fue el sonido de su respiración.
Dray se abrió a la armonía de la naturaleza... Las llamadas chillonas de los
alaprisma alzando el vuelo invocaron una imagen impresionante de aves brillantemente
coloreadas dibujando un arco iris a través del cielo. Se concentró en distinguir entre los
suaves trinos de las otras aves, los gritos nasales de cien especies de animales, y los
pequeños gorjeos del asombroso conjunto de insectos.
Su respiración se hizo más lenta, más exacta, cayendo en un ritmo casi arrullador.
Dray intentó recordar los ejercicios de meditación que le enseñó su Maestro, Ven-Mah
Tyrrahl. No había sido capaz de utilizarlos desde hacía mucho tiempo.
Desde...
Un dolor punzante casi penetró a través de su concentración, retorciéndose como
un vibrocuchillo en sus intestinos.
Nunca olvidaría ese día.
Su meditación había terminado repentinamente cuando Yeres Threem irrumpió en
el jardín botánico. El adepto Jedi vultano estaba exigiendo respuestas y Dray no tenía
ninguna para su amigo.
La cara de Dray se tensó mientras revivía el terrible momento.
Threem estaba más allá de la razón, intentando matar a Dray, pero eso apenas
importaba. Threem sabía la verdad y por lo tanto tenía que morir.
¿Para qué?, exigió saber una voz familiar. Dray no podía identificarla, así que por
el momento la ignoraba.
Dray todavía podía oír el choque de sus sables láser, sentir el mango de su arma
vibrar en su mano, oler la horrible cauterización de la carne.
Entonces estaba de pie sobre el cuerpo de uno de sus mejores amigos. Dray
todavía podía ver la terrible y vacía mirada en la cara del vultano. Esos ojos oscuros
como transpariacero opaco acusando a Dray de traición mucho después de que Threem
hubiese dejado de respirar.
Fue el primer Jedi que mató Dray. No sería el último...
Otros recuerdos comenzaron a inundar su mente, amenazando con interrumpir su
contemplación. Dray tomó un aliento purificador, dejó vagar su atención, y aclaró sus
pensamientos.
Lo intentó de nuevo y de repente escuchó las palabras de su Maestro resonando en
su cabeza.
Inténtalo y siempre fracasarás. El éxito no es una meta. Es una decisión
consciente.
Dray aumentó su concentración.
Los sonidos característicos de su planeta adoptivo quedaron atrás mientras
buscaba algo más. El sudor perlaba su frente, mezclándose con su pelo, y cayéndole por
la espalda en riachuelos helados. Soltó la conciencia del cuerpo físico y agarró algo
más grande.
Por un momento Dray temió que hubiese perdido la habilidad... No... Espera.
Allí.
Lo oyó, silencioso al principio pero haciéndose más fuerte. El latido de su nuevo
hogar... El resonante pulso geotermal que calentaba la fría roca.
Dray ajustó lentamente su propio pulso con el de Vigil, y se convirtieron en uno.
La cruda vasija del cuerpo ya no podía contener su espíritu. Dray no abandonó
completamente su forma física, pero la abrazó en todo su ser y se movió más allá. Hacia
la naturaleza. Era las rocas, los árboles, los animales, los lagos, la suciedad. El mundo.
No era suficiente.
Trató de alcanzar las estrellas allá arriba, en la galaxia que le rodeaba.
En el mismo corazón de la Fuerza.
Sintió que toda su consciencia se elevaba hacia un lugar que las palabras nunca
podrían describir. Su cuerpo fue engullido por las llamas y luego sumergido en un vasto
océano de hielo. Continuó elevándose, y mientras lo hacía sintió que su mente
empezaba a abrirse. No podría abarcar completamente lo que estaba experimentando,
pero sabía que estaba a punto de alcanzar una meseta. La mujer más bella de la galaxia
le estaba rodeando con sus brazos y le subía más y más alto.
Algo detuvo su ascensión abruptamente.
Oyó los estruendos primero, el terrible trueno emanando de grandes nubarrones
despejando el horizonte. Luego vino el relámpago, extrañamente violeta e
infaliblemente cruel. Los vientos rugían con furia y nada podía oponerse a ellos.
La gran tormenta rasgó la tierra despiadadamente, golpeando el propio corazón de
Dray. El cielo que le había mantenido en lo alto le soltó repentinamente. Dray se
encontró cayendo...
Cayendo.
Un frío como nunca había sentido pasó sobre él, congelando su respiración incluso
en el clima templado de los bosques de Vigil.
La tormenta venía a por él; alimentada por el miedo, la furia, el odio. Dray se dio
ánimos, pero sabía que no había esperanza de sobrevivir a la acometida.
Entonces llegó un trueno como ningún otro y Dray pensó que era el primer golpe
de la tormenta del lado oscuro. El ataque anticipado nunca llegó y Dray se dio cuenta de
que el sonido irritante no era una manifestación de la Fuerza después de todo.
Era la realidad...
Sus ojos se abrieron de golpe y perdió el trance. La tormenta atroz se iba tan
rápidamente como había llegado.
Dray vio inmediatamente el veloz arco de luz atravesando el cielo; como una
estrella fugaz sólo que mucho más cerca. Fuera lo que fuese el objeto acababa de entrar
en la atmósfera, ardiendo tan brillante como cualquier sol.
Pareció llevarle una eternidad el completar su descenso. El llameante objeto
desapareció momentáneamente detrás de la línea de los árboles y Dray sintió el frío de
un vehículo metálico albergando tres formas de vida. Podía sentir el pulso vital de cada
ser y durante un momento horrible, sus emociones fueron también suyas para
experimentarlas; miedo, desaliento, desesperación. Una sensación familiar ondeó bajo
el cuerpo de Dray cuando el lado oscuro comenzó a alimentarse...
De repente, hubo una explosión tan grande que Dray la sintió desde más allá de
una milla de distancia. La tierra se estremeció como si fuese destruida por un rebaño de
furiosos banthas. Dray perdió el equilibrio y pasó el resto de la onda expansiva tumbado
sobre su espalda.
Todo quedó silencio una vez más.
Dray ya estaba en pie y corriendo.

***

Avanzó a trompicones a través de los últimos metros de maleza enmarañada, casi


aterrizando de cabeza en la zanja del impacto que se extendía a lo largo del valle.
Dray siguió el surco, corriendo paralelamente a él, y estimando el tamaño de la
nave que podría haber creado un surco tan grande. Su corazón martilleaba dentro de su
pecho mientras se acercaba al cráter antinatural que bostezaba como una herida abierta.
Se detuvo con un patinazo al borde del ardiente abismo y examinó la situación. La
nave era alguna clase de vehículo explorador; demasiado pequeño para ser un carguero
y sin el suficientemente blindaje o armas para ser un caza. La nave se había dividido en
dos grandes secciones y cada mitad era un rugiente infierno.
Dray descendió lentamente del sucio montículo y avanzó hacia los ardientes
restos, manteniendo un brazo protectoramente sobre su cara. Se abrió paso sobre el
campo de minas de llameantes escombros hacia lo que suponía que era la cabina. Podía
ver dos cuerpos completamente abrasados. Por su bien, Dray esperaba que hubiesen
muerto por el impacto.
Mientras el sudor caía de él como la lluvia, empezó a apartarse cuidadosamente
del resplandeciente infierno.
No estaba seguro de qué le detuvo... si fue una leve vibración en la Fuerza o un
débil grito de auxilio. Tal vez ninguna de las dos cosas; sólo su imaginación irritada por
su fracasado intento de un trance meditativo.
Fuese cual fuese la causa, algo le llevó de vuelta al vehículo derribado. Se acercó
un poco más a la otra mitad de la nave destrozada y miró con atención dentro de la
conflagración. En ese momento fue cuando la vio, una muchacha de no más de siete
años. Su cabello rubio estaba empapado de sudor, sus ojos desbocados por el miedo. La
boca de la chica se movía una y otra vez, aunque Dray no podía entender lo que estaba
diciendo.
No podía acercarse más de unos pocos metros por el rugiente muro de fuego. La
chica no podía llegar hasta él, su pierna derecha estaba atrapada bajo un gran acoplador
cilíndrico de energía.
—¿Puedes oírme? —la llamó Dray.
La chica no le contestó. Toda su atención estaba centrada en la cabina.
—¡Mamá! ¡Papá! —Las lágrimas rodaban por sus mejillas mientras gritaba otra
vez—. ¡Ayúdadme!
—Lo intento —dijo Dray sin aliento. Agitó sus brazos, esperando que sus ojos al
menos captarían el movimiento—. ¡Mírame, princesa!
Finalmente lo hizo. La chica estaba luchando para desbloquear su pierna, pero
sólo conseguía atascar más la extremidad.
—Escucha, no trates de moverte, ¿de acuerdo?
El tiempo pasaba rápidamente, como medido por los gemidos metálicos de la
superestructura de la nave mientras ésta trataba de mantenerse de una pieza. Era una
batalla fútil contra un enemigo implacable.
Dray tenía que tomar una decisión y rápido.
—Voy a ayudarte. Sólo aguanta...
Aclaró su mente y se concentró en la llameante barrera que estaba entre él y la
chica. Alzando sus brazos frente a él, Dray avanzó hacia adelante como un sonámbulo
moviéndose por un sueño.
Sintiendo una nueva víctima, las llamas lamieron sus manos, su cara, su ropa. Pero
Dray no sintió los ardientes zarcillos que intentaban enrollarse a su alrededor. Su cuerpo
entero brilló tenuemente mientras absorbía el intenso calor y atravesaba la hirviente
barrera como si fuera una cascada.
Dray emergió ileso al otro lado, en la destrozada popa de la nave. La chica estaba
mirándole ahora con perceptivas pupilas color avellana. El miedo había desaparecido,
reemplazado por la confusión.
Se dispuso a manipular la Fuerza de nuevo, esta vez para levantar el pesado
cilindro de la pierna de la chica. Dray no estaba seguro de por qué, pero en lugar de eso
se encontró agachándose para agarrar la pesada maquinaria. Dobló sus piernas y levantó
con todas sus fuerzas. El cilindro rechinó por la molestia de ser perturbado, renuente a
liberar su agarre, pero con un gruñido final de esfuerzo Dray consiguió liberar a la chica
de su prisión.
Mientras Dray secaba rápidamente el sudor de su frente, consideró sus acciones.
El primer método habría sido más fácil, pero también una confianza innecesaria en la
Fuerza para hacer algo tan fácilmente conseguido con un poco de sudor. Tuvo una
repentina imagen fugaz de depravados señores supremos Sith sentados en sus tronos,
utilizando la Fuerza para atender todas y cada una de sus insignificantes necesidades.
Algunos estaban tan hinchados por los años de inactividad que sus extremidades
estaban casi atrofiadas.
Un gemido agudo proveniente de arriba desterró la perturbadora imagen de la
mente de Dray. El techo del vehículo estaba a punto de venirse abajo y aterrizar sobre
sus cabezas.
Dray cogió cuidadosamente a la chica en sus brazos, sorprendido de lo poco que
pesaba. Presionó su pequeña cara contra la parte delantera de su túnica empapada en
sudor. Volviendo la espalda al corazón en expansión del fuego, Dray reunió la Fuerza
para escudarles a ambos del calor sofocante.
Cogiendo velocidad, Dray se alejó del chisporroteante caos... Justo cuando el
metal requemado finalmente se colapsó sobre sí mismo. Sus muslos le dolían por la
tensión de mantener su cuerpo en equilibrio mientras subía por la pronunciada
pendiente, pero por otro lado sus brazos estaban ocupados.
Dray continuó corriendo para escapar de las persistentes nubes de humo acre que
iban a la deriva perezosamente desde el abismo. Sus piernas se rindieron al poco tiempo
y cayó de rodillas. Colocó a la chica en la fresca hierba y sintió su pecho elevarse. Dray
había inhalado más que suficiente humo nauseabundo y su cuerpo cayó pesadamente al
suelo, por un violento espasmo de tos.
Después de que lo pareció una eternidad, Dray finalmente cogió aire depurador.
Bebió más y más codiciosamente, hasta que su respiración fue otra vez un proceso libre
de dolor.
Dray comprobó cómo estaba la niñita y para su sorpresa la encontró mirándole
directamente. Inconscientemente se estremeció... No, era más como si mirase a través
de él.
Esos ojos verde-azulados, sabios más allá de sus tiernos años, taladrándole como
un cortador de plasma.
—Creo que eres malo —dijo ella como si fuese un hecho—. Normalmente puedo
saberlo, pero contigo no... —se detuvo un momento, entonces frunció el ceño—. Me
salvaste. ¿Por qué?
La boca de Dray se abrió y luego se cerró como si un millón de pensamientos
lucharan para conseguir el control de su cabeza.
La chica se dio la vuelta abruptamente, mirando fijamente hacia los ardientes
restos.
—Lo estoy haciendo otra vez. Mi mamá dice que algunas veces hago demasiadas
preguntas y hiero los sentimientos de la gente. —Por primera vez sonó realmente como
una niña asustada—. Ahora está muerta. Como mi papá.
La chica le miro de nuevo, las lágrimas caían de sus ojos. Antes de darse cuenta
sus pequeñas manos estaban rodeándole y su túnica estaba húmeda por sus sollozos.
Dray sintió su pequeño cuerpo estremeciéndose incontrolablemente contra él y de
repente tuvo dificultades para tragar cuando su garganta se contrajo en simpatía. Hizo
una larga respiración a través de su nariz, reprimiendo sus emociones emergentes.
Dray quería decirle desesperadamente que todo estaría bien, pero no podía. Esa
sería una mentira terrible.
—Lo siento —susurró, pero las palabras reconfortantes sonaron vacías en sus
propios oídos. Nunca serían suficiente para aliviar tan tremendo dolor—. Lo siento
—dijo de nuevo y la abrazó con fuerza hasta que dejó de llorar.

***
Dray no estaba seguro de cuándo se quedó dormida finalmente, pero él estaba casi
exhausto mientras la llevaba de vuelta a su campamento. Se sentó un poco apartado
observándola enrollarse dentro de su saco de dormir, durmiendo profundamente
considerando la pesadilla a la que acababa de sobrevivir. Antes de darse cuenta, el
amanecer se había deslizado por encima de su hombro.
La tarea de centinela no era realmente necesaria —no había ningún depredador en
Vigil que pudiese representar una amenaza para él— pero la realizó de todas formas.
Mientras seguía observando a la chica, Dray se dio cuenta de por qué la chica
tenía una afectación tan extraña en torno a ella... Había una gran concentración de
Fuerza dentro de esa pequeña criatura, pero tan indómita y desentrenada que realmente
no la sintió al principio. Pero ahora... Ahora no podía evitar sentirla, tirando de él como
un radiofaro.
Una idea le golpeó y él actuó sobre ella antes de que pudiese siquiera debatir los
los pros y los contras. Se centró en la forma durmiente delante de él, invocando sus
considerables habilidades. Tan amablemente como pudo, Dray alcanzó su mente,
tratando de abrir sus pensamientos para él. Tentativamente comenzó a explorar la
conciencia de la chica, un proceso normalmente lento convertido en algo casi
interminable debido a sus modales recatados.
Preparándose, Dray se dispuso a entrar en su subconsciente profundo. Allí era
donde un ser sensitivo a la Fuerza mantenía una barrera protectora que impediría a otro
usuario de la Fuerza penetrar en su mente interior. Este poderoso "escudo" empujaba
hacia atrás violentamente a tal intruso... Cuanto más fuerte el empujón, mayor el poder
del ser en la Fuerza. Era una técnica usada a menudo por los Maestros Jedi para sentir el
potencial de sus estudiantes.
Dray se centro a sí mismo y cruzó el umbral.
Fue como si alguien le hubiese disparado desde un dispositivo de lanzamiento de
torpedo de protones, directamente al corazón de una supernova.
Dray dejó escapar un grito tan agudo que sus propios oídos apenas pudieron oírlo
mientras era arrojado a través de los frondosos bosques de Vigil. Cortó un camino verde
a través de la maleza, su cuerpo convertía ramas de árbol en astillas. Su estómago se
elevó mientras su vuelo se hacía imposiblemente largo antes de llegar a un irritante fin
en un pequeño lago. Dray aterrizó con un chapuzón considerable en el agua helada...
Casi a media milla de su campamento.
Flotó allí en el agua, contemplando lo que acababa de experimentar. No estaba
seguro de cuánto tiempo había pasado antes de advertir que la chica estaba al borde del
lago. Su pelo estaba despeinado y ahogó un bostezo con una mano mientras le miraba
desconcertada.
—¿Estás bien?
La cabeza de Dray estaba palpitando con fuerza, el ritmo redoblaba con una sola
palabra que sonaba en su mente una y otra vez.
—Increíble.

***

—¿Cómo te llamas? —le preguntó durante el almuerzo. No era la comida más


nutritiva, pero le quedaba muy pocas raciones "saludables" preempacadas. Lo hizo lo
mejor posible para ofrecerle una buena mezcla de bayas, carne, y un surtido de vituallas
desecadas listas para comer. Esas pequeñas bolsas plateadas, estampadas con el sello de
la República, eran la maldición de todo soldado pero siempre servían en caso necesario.
—Nova —contestó ella finalmente—. Me llamo Nova.
—Es muy bonito —la sonrió, pero ella conservó una expresión neutral.
—Gracias. —Ella mordisqueó pensativamente una baya de tranglo—. Me gusta
este lugar. Me recuerda al jardín de mi tía. Sólo que más grande —Sus ojos vagaron un
momento antes de posarse en él—. ¿Por qué estás tú aquí?
—Ya sabes, puedes llamarme Lian si quieres.
Ella asintió y dijo:
—¿Viniste aquí por tu corazón?
Dray arqueó una ceja, estudiando a la chica.
—¿Mi corazón?
—Puedo sentirlo. Creo que pesa más que la nave de mi papá. —Una sombra cruzó
su cara por un momento y Dray pensó que estaba a punto de empezar a llorar otra vez.
Sorprendentemente no lo hizo—. Por eso pensé que eras malo al principio. Por las cosas
que hiciste. —La sombra volvió, sólo que ahora era como un nubarrón, cargado de
intensa concentración—. Cosas malas.
—Yo... —Las palabras murieron en sus labios. ¿Cómo puede saberlo?
—Lo sé porque tu me lo dijiste, Lian. Sólo que no creo que tuvieses la intención
de hacerlo. Pero estaba allí —apuntó un pequeño dedo en su pecho, justo hacia el
espacio que ocupaba su corazón físico, pero sabía que no era eso exactamente a lo que
se refería.
Dray se arrodilló a su lado.
—Creo que tienes un don muy especial, Nova. ¿Alguna vez te lo han dicho?
La chica asintió lentamente, pero su atención ya no se dirigía hacia él. Sus ojos se
ensancharon y él sintió una punzada de miedo atravesándola. Un momento después
supo por qué cuando un sutil pulso vibró a través de la Fuerza.
Nova los sintió poco antes de que lo hiciese él y ella no tenía entrenamiento
formal. Asombroso, pensó mientras trazaba un gracioso círculo. En mitad de la vuelta,
su sable láser cobró vida con un zumbido reconfortante. La hoja dorada brilló como un
espejismo bajo el resplandor del atardecer enviando oleadas de calor por su cuerpo.
Dos seres emergieron del grueso follaje, ambos vestidos con uniformes de piloto
azul oscuro. Avanzaron con el andar sinuoso de auténticos depredadores. Sus
movimientos se reflejaban en un extraño unísono y Dray advirtió un parecido
inconfundible. Los intrusos eran hermano y hermana, probablemente gemelos. La única
diferencia apreciable era la largura del pelo, el de él estaba afeitado, mientras que el de
ella era una selva fluída de ébano.
Ambos irradiaban el calor helado del lado oscuro. Dray podía olerlo en ellos con
el sabor picante y agridulce de un vino de roke finamente envejecido. El varón era el
más débil de lo dos y ninguno podía sobrepasarle por sí solo. Trabajando juntos, sin
embargo... Esa era una historia diferente por completo.
Por el momento, sin embargo, sólo estaban centrados en Nova.
—Son malos —le dijo Nova a Dray, con voz fuerte y segura.
Los gemelos siguieron observando a la chica, casi ávidamente. Dray era ignorado
completamente. Considerando que era el cuidador autonombrado del mundo que
actualmente estaban invadiendo, Dray sintió que eso era francamente grosero.
—Perdonad —dijo Dray y desconectó casualmente su sable láser. Casi sonrió al
notar su confusión.
Sus ojos se centraron en él y pudo sentir los suaves murmullos de sus mentes
tocando la suya, husmeando en busca de información. Les permitió permanecer lo
suficiente para sentir su formidable poder y entonces los expulsó con un pensamiento.
El varón, Xash era su nombre, habló primero.
—Eres un Jedi.
—Pero no un Jedi —dijo su hermana. La cabeza de Sindra se irguió ligeramente
como si estuviese insegura de cómo proceder.
Dray estudió a los expertos durante unos momentos, decidiendo el mejor curso de
acción.
—Sois observadores —dijo Dray finalmente—, pero no demasiado listos.
—Movió su mano como si les despidiese de su presencia—. Tomad lo que queráis de
los restos de la nave y luego marchaos de mi hogar.
Los gemelos intercambiaron una mirada rapaz —algo entre una sonrisa y un
gruñido— y entonces Sindra comenzó a reírse. Era un sonido desagradable lleno de
crueldad.
—Nuestro amo desea otra cosa. La chica vendrá con nosotros. —Su cara se puso
seria, el frío de su rostro endureció su belleza—. Apártate o muere.
—Grandes palabras de pequeños adeptos. Ambos sois débiles. —Dray favoreció a
los gemelos con una sonrisa vacía y un siseo peligroso—. Huelo vuestro miedo.
Sindra avanzó hacia Dray pero su hermano aparentemente quería el honor.
—Déjamelo a mi.
Sin otra palabra, la hoja naranja del sable láser de Xash surgió y él se lanzó en un
ataque furioso. El primer golpe, aunque poderoso, fue un poco lento.
Dray se apartó a un lado fácilmente y soltó una fuerte bofetada con la mano
abierta en la nuca de su adversario.
Xash rodó por el impacto y rápidamente se puso en pie. El adepto varón estaba
enfurecido y obviamente absorto en la venganza. Echó hacia atrás su sable y comenzó a
avanzar.
Dray exhibió la sonrisa paciente de un maestro cuyo estudiante acaba de quedar
como un tonto. Dray le guiñó un ojo a Xash, entonces volvió a encender el sable láser
dorado, meciendo la empuñadura a un paso pausado. La hoja dorada se extendido
finalmente con un suave zumbido de energía.
Indignado por la falta de respeto de Dray, Xash se abalanzó, llegando con un
pequeño remolino cegador de golpes. Dray giró con facilidad practicada, esquivando
cada ataque y contraatacando con los suyos.
Los sables chocaron ruidosamente, las chispas volaron por los aires. Xash
retrocedió y fue hacia adelante con una rápida cuchillada hacia la garganta de Dray.
Dray giró su espada, pillando a Xash en mitad de una estocada y haciendo girar el
sable de Xash por su propia inercia. El movimiento hizo que el arma abandonase el
agarre del gemelo. Desafortunadamente para Xash, su mano derecha estaba todavía
unida a la empuñadura.
El apéndice amputado, agarrando de forma refleja la empuñadura, cayó al suelo.
Mientras Xash se quedaba mirando silenciosamente el muñón de su brazo, Dray
plantó una bota en el pecho de Xash. El golpe tumbó al asombrado adepto y golpeó el
suelo aturdido.
Dray preparó su sable láser, pero antes de que pudiese terminar el trabajo algo
captó su atención... El sonido de Sindra encendiendo su propio arma.
En mitad del giro, Dray sintió la punta de su espada morderle en la espalda. Ignoró
el dolor destructivo de su carne quemada y realizó rápidamente su contraataque antes de
que Sindra pudiese hacer más daño.
El fuerte ataque la envió hacia atrás, dándole a Dray algo de espacio para respirar.
Ella avanzó lentamente, la hoja escarlata sujeta en un agarre flojo a dos manos.
Los dos combatientes comenzaron a dar vueltas.
Dray lanzó un golpetazo tentativo a gran altura para probar sus defensas. Ella lo
contrarrestó fácilmente. Sindra era rápida, ágil, y flexible. Esa melena salvaje la seguía
como una cosa viva.
Sindra movió el sable láser por encima de su cabeza: la clásica primera posición
de ataque. La chica estaba bien entrenada ciertamente.
Dray adoptó una postura lateral: la clásica respuesta. Él tampoco era un aficionado
exactamente.
Como esperaba, la hoja de ella trazó un arco en un golpe descendente. Él atacó
con un impulso agudamente elevado. Sindra amortiguó su defensa y se movió en un
contraataque que casi le desarmó.
Oro y escarlata brillaban intermitentemente a través de la noche.
Retrocedieron y empezaron a dar vueltas otra vez.
Dray tomó la delantera en la danza mortal, descargando un golpe elevado que se
convirtió abruptamente en una finta y rápidamente salió desde abajo. Sindra invirtió su
sable y bloqueó el ataque, dejando que el impacto dirigiese su hoja hacia el cuello de
Dray. Él la esquivó, llevando la punta de su espada hacia abajo; ella estaba lista para eso
y sus sables se trabaron rápidamente.
Los dos guerreros hicieron una pausa lo suficientemente larga como para ofrecerse
el uno al otro una inclinación de cabeza casi imperceptible, una muestra de respeto poco
generosa.
De nuevo dieron vueltas.
Sindra se lanzó inesperadamente a una serie cuchilladas cegadoras. Dray fue
presionado con dureza a bloquear el pequeño remolino, pero tuvo éxito. Apenas. Su
último intercambio furioso dejó su pecho ansiando aire, así que retrocedió
momentáneamente para recobrar el aliento. Eso le costó caro.
En lugar de aprovechar la oportunidad para hacer lo mismo, Sindra se abalanzó
sobre él como a una bestia aulladora enloquecida. Dray se encontró forzado a una torpe
respuesta que resultó inútil cuando su golpe vertical descendente se transformó
abruptamente en una cuchillada malvada que atravesó su hombro derecho. Hizo una
mueca por el dolor y se apartó a trompicones.
Sus ojos resplandecían con odio, el combustible del lado oscuro. Dray podía sentir
el poder que surgía a través de ella.
Sintió un anhelo familiar y desesperado surgiendo en su barriga. El suave susurro
que había controlado su vida los últimos años empezaba su suave serenata, pero no tenía
efecto. Todavía no estaba enfadado y por consiguiente su sedosa amada no podía
ayudarle...
Sindra explotó en otra serie de golpes fluidos que le enviaron tambaleando hacia
atrás. Cuidadosamente midió el patrón de su ataque y logró atrapar su hoja con la suya.
Su golpe inesperado forzó el sable de ella hacia arriba. Justo donde lo quería.
Dray intentó hacer un barrido de su pierna izquierda debajo de ella, un
movimiento que normalmente le daba la ventaja pero el tiempo de reacción de Sindra
era mejor de lo que esperaba. Ella dejó caer una mano de su sable, usándola para
bloquear su pierna extendida. Un instante después lanzó su otro brazo hacia adelante,
utilizando el mango del arma para aplastar la cara de Dray.
El golpe le partió el labio y le lanzó al suelo. El instinto y los años de
entrenamiento le permitieron conservar su agarre en el sable, el cual movió de acá para
allá para prevenir posibles golpes.
Sin embargo, el ataque no llegó. Ella permaneció en pie meramente sobre su
adversario caído en silencio... Entonces comenzó a reírse.
Dray se llevó una mano cautelosamente a su labio palpitante, aunque ya sabía que
sangraba por el sabor amargo en su boca. Miró fijamente la mancha escarlata extendida
en la punta de sus dedos y sus ojos se convirtieron en dos estrechas rendijas.
Su cacareo incesante continuó, enviando una ola gigantesca de calor a través de su
cuerpo. Las entrañas de Dray hervían como si la temperatura de su cuerpo se hubiese
elevado repentinamente hasta un grado febril.
Dray oyó el íntimo susurro otra vez. La voz sedosa se hizo más fuerte, estruendosa
en sus oídos y retumbó a través de su cerebro mientras infundía a su cuerpo con una
ráfaga de pura emoción.
Cólera.
Su corazón se aceleró al máximo mientras el combustible crudo se convirtió
rápidamente en energía. Un antiguo grito de guerra corelliano escapó de sus labios y
Dray se puso en pie de un salto, lanzando un cruel golpe a dos manos suficientemente
poderoso como para dividir en dos a Sindra.
Reconociendo el peligro, Sindra alzó rápidamente su sable y desvió el golpe cruel
justo a tiempo. Se tambaleó bajo el peso de la ofensiva brutal y fue forzada a retroceder
algunos pasos.
Él le hizo sombra a cada movimiento, cerrando rápidamente la brecha entre ellos.
Dray sabía que ella había cesado su risa burlona, pero no podía sacarse ese terrible
sonido de la cabeza. Todo lo que quería hacer era matarla.
¿Qué había de malo en eso?, deliberó, con los nudillos blancos de su agarre mortal
en el sable láser.
Nada, dijo la voz susurrante, haciéndose más fuerte y más preciosa por momentos.
Absolutamente nada.
Dray sonrió, saboreando la sangre de sus labios. Deseaba más.
Sindra lo vio en sus ojos y eso obviamente la asustó. La marea de la batalla había
cambiado abruptamente de dirección y ella estaba en el lado equivocado.
—Te golpeé —dijo con un lamento.
—Nunca te obsesiones con el pasado. —Dray sonrió burlonamente, una visión
desagradable—. Si yo fuera tú, estaría más preocupado por tu futuro. O la falta de ello.
—No... —Sindra estaba retirándose tan rápido como podía sin darle la espalda.
—¡Lian!
El agudo grito de Nova le sacó de la oscura ensoñación. Estaba ligeramente
desorientado, como alguien sacado de un profundo letargo.
Dray miró hacia atrás a tiempo de ver a Xash cargando hacia él. La extremidad
herida, cortada bajo el antebrazo, estaba pegada junto al costado del gemelo. Xash rugió
mientras su mano restante mecía su sable láser en dirección a la cabeza de Dray.
Sin tiempo para girarse, Dray levantó la espada sobre su hombro y luego abajo
otra vez, bloqueando exitosamente el golpe de Xash. Desafortunadamente, eso también
dejó desprotegida su parte delantera. Una mala circunstancia para Dray de la que Sindra
intentó sacar ventaja inmediatamente...
Ella se había retirado fuera del alcance del sable, pero tenía una variedad de trucos
sucios a su disposición. Una mano salió disparada hacia adelante, sirviendo de punto
focal para su poder.
Dray trató de tragar aire cuando su corazón comenzó a constreñirse. Cayó de
rodillas, el dolor rápidamente se hizo insoportable. Garras invisibles desgarraban
despiadadamente su pecho.
La cara de Sindra se volvió una vil fachada y ella siseó como una serpiente. Su
mano extendida tembló como si realmente sujetase el corazón de Dray, clavando
alegremente sus uñas para estrujar hasta la última gota de vida.
Xash retrocedió, esperando obedientemente para dar el golpe mortal.
El sable láser cayó de los entumecidos dedos de Dray y se desactivó. No podía
respirar. Su corazón saltó, luego vaciló, y entonces se detuvo.
Su ira se hizo más fuerte.
Interiormente llamó a la oscura tormenta, rogándole su providencia. La amable
dama con la voz de susurrantes espirales le contestó. Él podía sentir su sedosa
respiración cosquilleando en su oreja.
Dray se abrió a la furia cegadora, siempre bullendo como una segunda piel bajo su
carne. El odio se convirtió en una vorágine de un solo propósito de furia.
Y la furia le hizo poderoso.
La puntas de sus dedos se extendieron y su furia hizo erupción como crepitantes
rayos de energía. El relámpago de Fuerza se dirigió rápidamente hacia Sindra,
envolviéndola en una red de energía eléctrica.
Ella gritó desde las profundidades de su ser y cayó al suelo mientras lanzas con
forma de telaraña se enroscaban insaciablemente a su alrededor.
El corazón de Dray volvió a la vida, la helada sensación se convirtió en fuego, y
fue libre.
Xash había estado observando aturdido como su hermana se contorsionaba en el
barro, así que llegó tarde para dar el golpe que un momento antes habría cortado la
cabeza de Dray.
Ese sería su error final.
Dray se tiró al suelo sobre su espalda para esquivar el tardío golpe de Xash.
Mientras la estocada alta le pasaba inofensivamente por encima, Dray giró su cabeza y
le hizo un gesto a su atacante.
Xash voló casi tres metros antes de estrellarse contra el tronco de un enorme árbol
arcosia con un sonoro crujido. El cuerpo se deslizó hasta el suelo y, si había alguna
duda por el impacto, el chillido de Sindra le dijo a Dray todo lo que necesitaba saber. El
extraño vínculo que todos los gemelos parecían compartir se había cortado como una
cuerda. Xash estaba muerto.
Fuerza renovada recorrió a Dray, poder que daba vida por la cólera que seguía
ardiendo en su interior. Sólo necesitó mover levemente su muñeca y el sable dorado
voló hasta él, encendiéndose con una ráfaga jovial.
Cuatro rápidas zancadas le llevaron hasta Sindra y él observó impasiblemente
cómo su cuerpo seguía convulsionándose. Diminutas cargas eléctricas crepitaban a
través de sus ojos cerrados, a través de la caverna de su boca abierta, y bajaban bailando
por el resto de su cuerpo.
Dray alzó el sable para acabar con ella.
Una voz, fuerte y segura, exigió ser escuchada. Tyrrahl... Un Jedi no mata a un
enemigo desarmado.
El susurro aterciopelado contestó y Dray se hizo eco de las palabras.
—Cierto.
Bajó la hoja y la risa de Sindra se detuvo finalmente.
—Pero yo ya no soy un Jedi.
La brisa se desvaneció y entonces sólo hubo silencio.
Dray se apartó de la carnicería y vio la cara de Nova: una máscara de absoluto
horror. Tuvo un resurgimiento de dolor en su corazón por un momento pero desapareció
tan rápidamente como había llegado.
La furia también se fue, dispersándose como polvo en un huracán. Era
simplemente Dray, respirando con dificultad y empapado en sudor. Estaba cansado,
herido, y le dolía todo el cuerpo.
Pero también había algo más. Algo que no había sentido en mucho tiempo.
Vergüenza.
Abrió su boca para explicarse, para decir algo, pero Nova ya se adentraba
corriendo en el bosque. Comenzó a perseguirla, entonces se percató de que estaba
demasiado débil. El agotamiento se había asentado en él con aterradora velocidad.
Agotado física y emocionalmente, Dray se puso de rodillas. Recorrió
cuidadosamente con la mirada los cuerpos, el derramamiento de sangre que había
causado. Los gemelos no deberían haber venido aquí, razonó, y la chica no es mi
responsabilidad.
Ese susurro cosquilleante se convirtió en su propia voz. Claro que no. ¿Por qué
molestarse yendo tras ella?
—¿Por qué? —preguntó de nuevo, esta vez en voz alta.
No recibió respuesta.

***

Dray se despertó de la pesadilla gritando. Una delgada película de sudor cubría su


cuerpo y él temblaba en el crepitante aire nocturno.
La pesadilla era demasiado familiar. Su fracaso en la prueba de Tyrrahl... La
Ciudadela de Sombras.
No.
Dray se negó a recordar el incidente. Necesitaba pensar en alguna otra cosa. Cerró
los ojos fuertemente.
Y se encontró mirando su cara.
Cayli.
Fue el día que se enteró de su traición. Al principio no lo creyó, negándolo incluso
después de que vio el cadáver de Threem. Tenía que ser un error, dijo ella. Dray no
podía haberse apartado de la luz. Dray no. Él era el más fuerte de todos. Tyrrahl había
predicho grandes cosas de cada estudiante que entrenó, pero Dray... Dray era especial.
No fue hasta que se detuvo en la puerta de su cuarto que aceptó finalmente la
verdad. Para aquellos adiestrados en la Fuerza, el hedor del lado oscuro no podía lavarse
o enmascararlo con perfumes. Dray prácticamente exudaba la empalagosa esencia por
sus poros.
Cayli guardaba silencio. Las lágrimas en sus ojos se clavaban más profundo que lo
que podría haberlo hecho cualquier palabra. Abrieron una herida dentro del alma de
Dray, y allí no tenía la limpia cauterización de una lesión de sable láser.
Se fue antes... ¿Antes de qué?, se preguntó, ¿antes de que pudiese explicarlo?
No había explicación que pudiese satisfacerla. Él había escogido su camino a su
libre albedrío.
Al igual que con Nova, había comenzado a ir detrás de Cayli pero esos susurros se
enroscaron a su alrededor como una manta.
Incluso ahora eso le retorcía el estómago en un nudo enfermizo. Ondas de náusea
se arraigaron en él y no se fueron hasta que su estómago quedó vacío.
Los susurros llegaron otra vez como siempre lo hacían cuando revivía esa noche.
Normalmente esa suave voz ronroneante le calmaba hasta quedarse dormido pero
ahora...
No fue detrás de Cayli.
Ese fue un terrible error.
Perdió al único amor que había conocido, que había querido. El único amor que
importaba.
¿Para qué?, exigió saber.
La dama de los susurros contestó, envolviéndole en su oscuro abrazo... Tu destino.
Dray gimió y se sacudió en su sueño. Recordó uno de los primeros días de su
entrenamiento.

***

Ven-Mah Tyrrahl estaba sentado en el tocón de un árbol, sintiendo cada uno de


sus setenta años. El viejo suspiró mientras observaba la empuñadura del sable láser girar
en el aire. El Maestro Jedi alzó una mano, usando la Fuerza para detener el progreso del
arma.
—Debes aprender paciencia —dijo Tyrrahl.
Dray sacudió la cabeza con disgusto, poniéndose en cuclillas para pasar el borde
de su camisa empapada en sudor por su frente.
—Cuando accedió a entrenarme, no dijo que llevaría una eternidad dominar las
habilidades más simples.
—Éstos son los bloques de construcción. Sin una base sólida, una casa se
desmoronará con la primera tormenta.
—Pido guía y me da dichos infantiles.
—No puedes convertirte en un experto de la noche a la mañana, Lian. Se
requieren años de estudio y dedicación antes de...
—¿Por qué? Estoy ansioso por aprender. Los demás... —recorrió con la mirada el
grupo de estudiantes reunidos a lo lejos—. ¿Por qué mantenernos todos juntos si
algunos no pueden seguir? Déjeme moverme a un paso más rápido.
—La máquina es sólo tan fuerte como la más débil de sus partes.
—¡Más tópicos!
Tyrrahl sacudió la cabeza y probó un modo diferente.
—Dime, ¿al retirarte de una batalla abandonarías a los lisiados de tu grupo, a los
heridos? ¿Dejándoles ante una muerte segura?
Los ojos de Dray se volvieron fríos.
—No huyo de una pelea.
—¡Contesta a la pregunta!
—Por supuesto que no.
—Todo lo que aprendes tiene aplicaciones que no siempre son inmediatamente
aparentes. Debes aprender a confiar. Hay demasiado que aún no entiendes.
—Entonces enséñeme...
—Si sólo fuera tan simple.
—Lo es si hace que lo sea.
Tyrrahl sacudió la cabeza. La impetuosidad de la juventud nunca dejaba de
asombrarle. Había tanto que este niño no sabía pero pensaba que sí.
—Ten cuidado —le advirtió el Maestro—, el lado oscuro ofrece un camino rápido
y fácil, pero el destino no es lo que parece. Tu impaciencia en estas materias podría
resultar ser tu perdición.
Incluso sin su intuición Jedi, Tyrrahl podía decir que la atención de Dray estaba
centrada en otro sitio. Tyrrahl hizo una pausa en su medio sermón y dejó que su mirada
vagase, hasta que Maestro y estudiante estuvieron mirando lo mismo.
Se alzaba como un oscuro centinela por encima de los dentados acantilados de la
península del norte de Monfreen, mirando hacia un antiguo remolino de agua cuyas
enormes fauces podían tragarse todo menos la nave estelar más grande. El torreón había
estado vacío durante tanto tiempo como Tyrrahl podía recordar y la tradición local,
normalmente pintorescamente descriptiva de un lugar tan intrigante, era
sorprendentemente indeterminada. La apropiadamente llamada Ciudadela de las
Sombras no guardaba ningún relato grandioso de aventuras.
Tyrrahl había visitado el torreón sólo una vez, entrando por las monolíticas
puertas con los atemorizados ojos de un joven niño en lugar de la determinación de un
Maestro Jedi. El lugar estaba a rebosar del lado oscuro. Quizá esa fuerte concentración
de Fuerza, si bien maligna, era lo que le llevó a Monfreen en primer lugar...
El Maestro Jedi apartó los recuerdos. Su preocupación por el momento no era su
propia experiencia con la Ciudadela.
Dray lucía una expresión que aterrorizaba a Tyrrahl y le emocionaba a la vez. La
había visto antes... En su propia cara, poco antes de entrar en el castillo.
—Sin la serenidad adecuada, puedes encontrarte fácilmente en un lugar oscuro en
el que no quieres estar, sin manera de salir.
Dray finalmente miró de nuevo a su Maestro.
—La Ciudadela.
—Has sentido su tirón ¿verdad? —dijo Tyrrahl, mirando fijamente algo del suelo.
Los ojos de Dray volvieron otra vez hacia los imponentes capiteles a lo lejos.
—Hay un frío allí, algo como nunca he sentido. El lado oscuro mora dentro.
Tyrrahl luchó por mantener su voz neutral.
—¿Deseas ir allí?
—No estoy seguro...
—Sólo los adeptos preparados para avanzar a la siguiente fase de su
entrenamiento se atreven a poner los pies en ese lugar. Es una prueba peligrosa,
posiblemente mortal si la Fuerza no es tu aliada. ¿Crees que estás listo para esa carga?
—No tengo miedo de nada.
Tyrrahl agachó su cabeza. Silenciosamente se preguntó cuántas veces habría
ocurrido ese intercambio entre maestro y alumno.
—Entonces no dejes que yo te detenga.
Dray apretó su agarre en la empuñadura plateada del sable láser y empezó a
caminar.
—Confía en ti mismo y no podrás fallar.
Con una mirada final sobre su hombro, Dray asintió solemnemente y se marchó
para encontrarse con su destino.

***

Dray estaba todavía dormido, sus pupilas bailaban un furioso ritmo tras sus
párpados. Su mente rehusaba recordar el incidente en la Ciudadela, incluso en un sueño.
Otras imágenes comenzaron a tomar forma, hechizándolo familiarmente pero al
mismo tiempo algo era diferente.
Era de noche y él estaba solo... en su vida, en el mundo, en la galaxia.
Su cara emergió de las sombras. Su sable láser latía como un faro en la oscuridad.
Él sabía que debería desviarlo pero no podía levantar su propio sable. Siempre
había sido el mejor duelista, el mejor que Tyrrahl había entrenado nunca. Fácilmente
podría haberla golpeado, podría haberla desarmado... Podría haberla matado.
Pero no podía moverse.
Así que observó mientras ella mecía su reluciente hoja hacia su cuello.
La boca de Dray estaba abierta, pero no emergió ningún sonido.
Meramente miró a la cara de su presunto asesino. Al principio pensó que era
Cayli, como lo era siempre.
Pero esta vez fue diferente; no era Cayli...
Esta chica era mucho mayor, pero los rasgos eran inconfundibles. Era Nova.

***

Nova estaba en peligro terrible.


Dray lo sabía tan seguro como sabía su propio nombre. Su cabeza era un caótico
remolino de emociones que ni siquiera podía empezar a enumerar. Había experimentado
demasiado en las últimas horas para pensar con perspectiva adecuadamente.
Y le quedaba poco tiempo para ayudarla.
¿Pero quería?
Dray tomó un aliento purificador del fresco aire nocturno y empezó a recitar las
palabras arraigadas en su cabeza por Tyrrahl.
—No hay emoción, sino paz.
La voz de muchos susurros respondió: Un auténtico guerrero sabe que la paz no es
más que un respiro entre batallas. La espada más afilada es tu propia furia.
—No hay ignorancia, sino conocimiento.
Te ocultan el auténtico poder. Debes arrebatárselo o ser por siempre un esclavo de
tus Maestros.
—No hay pasión, sino serenidad.
Sólo los droides no tienen sentimientos. ¿No eres mejor que un autómata del lado
luminoso?
—No hay caos, sino armonía.
Debe imponerse en orden entre los salvajes de la galaxia. Sólo entonces puede
prosperar la auténtica civilización.
—Noy hay muerte, sino la Fuerza.
Aquellos que manejan la Fuerza realmente, pueden escapar incluso de la muerte.
Te hacen pensar que eres débil para que puedan controlarte.
Dray dejó escapar un grito gutural... De cólera, frustración, impotencia. Se quedó
mirando acusadoramente a las frías y trémulas estrellas.
—¡Nunca pedí esto! —gritó a los impasibles puntos de luz. Momentáneamente
abrumado, inclinó la cabeza. Dray habló suavemente, apenas audible. —No escogí el
camino de la Fuerza.
Una voz amable le contestó. Esta vez no era ese susurro sedoso.
—No, Lian. La Fuerza te escogió a ti. Y ahora debes elegir tu propio camino.
No lo reconoció al principio, pero pronto se percató de que no era una sola voz la
que le hablaba que era una amalgama de muchas que ya conocía: Cayli, el Maestro
Tyrrahl, Nova... Y otra que hablaba tan enérgicamente que no estaba realmente seguro
de su origen. Entonces lo supo; Era la suya.

***

Nova se estremeció dentro de la pequeña jaula, asustada de tocar los trémulos


barrotes de energía que la mantenían prisionera. Sus manos todavía le dolían por el
intento inútil de escapar hacía algunos momentos.
Observaba a su captor ocupándose de su trabajo, ignorándola completamente. El
hombre era delgado, casi de forma enfermiza, con una tos horrible. Su delicada forma
estaba cubierta con voluminosas túnicas púrpuras y joyería elaborada. Un anillo
adornaba cada dedo, produciendo un sonido insectil cada vez que se frotaba las manos.
Era calvo con una cara llena de cicatrices y ojos muertos. Cada vez que miraba a Nova
con esos horribles ojos, ella temblaba inconscientemente.
Ahora mismo el hombre miraba con el ceño fruncido una parte obstinada del
motor de su nave. El vehículo monolítico parecía demasiado pesado para tener
capacidad espacial.
Después de algunos momentos de recomponer, las chispas crepitaron por el cielo
nocturno. El hombre soltó una serie de vulgaridades variopintas mientras retiraba sus
chamuscados dedos del compartimento. Aparentemente, estaba acostumbrado a ser
obedecido.
El hombre se giró abruptamente, sus ojos se movían alocadamente mientras
registraban el bosque.
—¿Crees que puedes esconderte de mí? —exigió saber.
En respuesta, Dray salió de la maleza y sonrió. Sus dedos estaban serenamente
entrelazados, el sable láser colgaba perezosamente a su costado.
—Si hubiese querido acercarme a ti con sigilo, mi sable estaría en tu garganta
mientras hablamos. —Dray miró a Nova, retenida en la jaula pulsante. Reconoció la
prisión: un renombrado diseño Sith que funcionaba como un vórtice de energía.
Cualquiera retenido dentro quedaba aislado de la Fuerza.
Dray devolvió su atención al hombre.
—Cogiste algo que no era tuyo. Sugiero que lo devuelvas.
El hombre cacareó con obvia diversión.
—Soy Thannor Keth, Hechicero de los Sith. No respondo ante nadie, y
especialmente no ante algún cachorro Jedi.
—¿Te refieres al mismo cachorro Jedi que acaba de dejarte sin tus adeptos?
La sonrisa de Keth se desvaneció.
—Parece que es así. Una lástima, en realidad. Xash estaba dotado para la
mecánica y mi nave necesita reparaciones menores. —Keth alzó una mano—. Quizá si
tú reparas el daño, pasaré por alto tus transgresiones y te dejaré vivir.
Dray señaló hacia los sistemas abiertos del motor de la nave con dos dedos
extendidos.
—¿Te refieres a esa pequeña parte de allí? —mientras apuntaba, los sistemas
hicieron erupción en un chaparrón de chispas cegadoras.
Keth chilló de furia y se dirigió hacia el ardiente compartimento.
Aprovechando el momento, Dray corrió hacia Nova, encendiendo su sable a mitad
de camino. Con un potente golpe, partió los barrotes de energía en dos y liberó a Nova.
Alzó a la chica de un tirón y la cargó sobre su hombro, apagando el sable láser para no
delatar su posición.
Mientras Keth luchaba contra las llamas, Dray y Nova huyeron rápidamente hacia
la noche.

***

Nova se agarró al cuello de Dray, sus ojos prácticamente alumbraban desde el


interior.
—¿Vas a llevarme a casa ahora?
Dray gruñó mientras corría, demasiado sin aliento en ese momento para contestar.
—Haré lo que pueda
—De acuerdo —dijo ella mordiéndose el labio inferior—. Pero tienes que
prometer no hacer nada malo nunca más.
Dray la miró un segundo.
—El lado oscuro...
Nova asintió enfáticamente.
—Haré lo que pueda —repitió.
—¿Prometido?
—Prometido.
Satisfecha, Nova apretó su agarre. Dray miró por encima de su hombro, esperando
que su distracción les proporcionase tiempo suficiente para llegar hasta su nave.
Un rayo arqueado de un relámpago violeta salió disparado a través del bosque,
impactando en la espalda de Dray. Perdió su agarre en Nova y ambos cayeron al suelo.
El humo fue vagando desde la herida y él yació allí aturdido.
—¡Idiota! —Más energía purpura creptió desde las manos de Keth, bailando entre
sus dedos con la intrincada belleza de una tela de araña—. ¡No conoces el poder del
lado oscuro!
Con un gemido pronunciado Dray se puso en pie lentamente, sus ojos
repentinamente fríos mientras sostenía la mirada de Keth.
—Estoy familiarizado con él...
Eso cogió por sorpresa al hechicero por un momento.
—Entonces debes de saber la futilidad de tus acciones. —La electricidad se calmó
por un momento mientras Keth alargaba una mano—. Todo lo que tienes que hacer es
entregarme a la chica y te dejaré en paz. Luego será para ti como era antes de todo esto.
Dray miró la brillante cara de Nova y sonrió amargamente.
—Si tan sólo eso fuese cierto —dijo suavemente.
Keth se burló.
—No hay nada más patético que un Jedi desgraciado aferrándose
desesperadamente a esa última hebra deshilachada de su moralidad... —El hechicero
Sith hizo un sonido rasposo y desagradable que podría haber sido una risa—. Esto será
incluso más fácil de lo que anticipé.
Los ojos de Keth pulsaron con crepitantes relámpagos se contorsionaban por su
torso, acumulándose finalmente en las puntas de sus dedos.
—Ahora aprenderás el error de tus métodos.
Un resonante siseo trajo a la vida el sable láser de Dray. La destellante hoja dorada
latió con energía fundida mientras mantenía la graciosa arma en un agarre a dos manos
ante él. Dray casi sonrió mientras decía:
—Puede que ya lo haya hecho.
Keth siseó y lanzó una falange de relámpagos desde su mano.
Dray alzó su sable para recibir las hebras eléctricas de Keth. Mientras los rayos
arqueados empezaban a descender por la espada, Dray meció el sable hacia un lado y
golpeó un árbol arcosia cercano. El largo tronco era más grueso que la altura de Dray
pero el sable láser, cargado con el relámpago de Fuerza, partió la gruesa corteza en dos.
El exceso de energía se descargó inofensivamente en el aire.
Dray expresó un desafío con una sonrisa.
—Si eso es lo mejor que puedes hacer, sugiero que te marches antes de que te
dejes en ridículo.
Keth respondió con un rugido gutural. Su mano derecha era una garra y algo
comenzó a formarse en la palma. Una esfera iridiscente de energía cobró vida, brillando
como si Keth hubiese arrancado una estrella del cielo. Sin una palabra, el hechicero Sith
arrojó el misil hacia Dray con extraña puntería.
Dray meció su sable para encontrarse con el orbe, pero para su aturdimiento la
punta de su espada pasó directamente a través del globo de luz. Dray fue asaltado
repentinamente por dolor cuando la esfera hizo contacto con su carne. Miles de voces
gritaron repentinamente con furia en su cabeza, amenazando con dividirla en mil
pedazos.
Dray olvidó dónde estaba cuando el puro odio irreflexivo pasó sobre él y comenzó
a ahogarse en un mar de cólera que no era suya. Intentó coger aire, cayendo de rodillas.
No renunció a su agarre en el sable láser, pero continuó meciéndolo salvajemente como
para alejar a algún enemigo invisible.
Mirando horrorizada, Nova empezó a acercarse a Dray, pero el imprevisible juego
de su sable la mantuvo apartada.
Keth le miró con una expresión estupefacta, su labio curvándose ligeramente.
—Está acabado. —El hechicero se rió suavemente mientras comenzaba a reunir
sus poderes para el golpe mortal.
Dray bajó su sable, sus ojos se movían alocadamente, su cara estaba cubierta por
un brillo de sudor. Nunca había experimentado tal agonía, física o mental. Sin embargo
tenía que hacer algo, y pronto, pues Keth estaba a punto de acabar con él.
Dray oyó la voz susurrante que había permanecido en silencio durante tanto
tiempo. Has sido un idiota. La única forma de derrotar a Keth es con su propio juego.
Llámame de nuevo, Dray. Implórame ayuda y yo escucharé tu llamada.
Durante lo que pareció una eternidad, Dray fue desgarrado por la confusión.
Sí, pensó Dray, era la única manera... La rabia ondeó debajo de su piel como una
entidad física.
Entonces sus ojos, ardiendo de cólera, cayeron sobre Nova. La chica permaneció
observándole, su cara no reflejaba ninguna emoción.
No. La furia se disolvió y por primera vez en mucho tiempo, Dray sintió como si
verdaderamente estuviera en paz. Había hecho una promesa. E iba a mantenerla, incluso
si le costaba la vida.
Los ojos de Keth ardieron de victoria mientras su formidable poder tomaba forma.
Brillantes hebras de poder del lado oscuro se formaron para atrapar a Dray. El
entramado de energía comenzó a cortar la conexión entre él y la Fuerza.
Dray podía sentir cómo la fuerza era sacada lentamente de su cuerpo. Ya había
aceptado su destino. Ignorando los afilados espasmos que retorcían su cuerpo, Dray se
volvió hacia Nova. Con su último pedazo de energía Dray proyectó sus pensamientos en
la mente de ella, diciéndole que corriese antes de que fuese demasiado tarde.
Ella no se movió, aunque Dray sabía que había logrado tocar sus pensamientos.
Dray no tenía tiempo de considerar cuidadosamente la situación. Su visión se estaba
volviendo borrosa y tonalidades de gris comenzaban a borrar todo lo demás.
Dray se sentía como una gota de agua colgando de una roca sobre el océano.
Estaba a punto de comenzar ese descenso final hacia el mar interminable, dónde su
espíritu penetraría en algo más grande, sin embargo por el momento, quedó
suspendido...
La caída largamente esperada nunca tuvo lugar.
En lugar de eso escuchó la voz de Nova llamándole, resonando a través de él. Un
resurgimiento de poder se manifestó y vio su imagen fantasmal tendiéndole una mano.
Dray alzó la suya y cuando su mano tocó la de ella, hubo una explosión de
armónico resplandor... La iluminación celestial del lado luminoso.
Su visión regresó mientras un deslumbrante escudo cobraba vida con una
llamarada para protegerle del ataque de Keth.
Con un grito de agonía, el hechicero fue lanzado por los aires como si hubiese sido
golpeado por un torpedo de protones.
El escudo se desvaneció tan rápidamente como se había formado y Dray sufrió un
colapso. Débilmente volvió la cabeza para asegurarse de que Keth ya no era una
amenaza... Lo único que quedaba del hechicero Sith era una túnica requemada y
andrajosa.
Cuando miró hacia atrás, vio la cara de Nova por encima de la suya. Las lágrimas
surcaban su cara mientras se arrodillaba sobre él.
Dray sonrió y luego cerró los ojos por lo que creía que sería la última vez.
Lo último que recordaba eran sus manos, pequeñas y frías, presionando su frente y
entonces sólo conoció la oscuridad...

***

Dray se despertó en su saco de dormir, atontado y desorientado. Lo primero que


vio fue el sol carmesí de Vigil, brillando en lo alto. Le dolía todo el cuerpo pero se
sentía bien por estar vivo. Lo siguiente que vio fue a Nova, sentada con las piernas
cruzadas a su lado, observándole silenciosamente.
Dray empezó a hablar, pero ya sentía su presencia en su mente y no había nada
que decir. Así que intercambiaron una simple sonrisa y volvió a dormirse.

***

Dray comprobó la secuencia de inicio por tercera vez, palmeando el costado de su


nave cariñosamente. Nunca pensó que necesitaría la Dama de la Luz otra vez. Dray
esperaba que no se la tuviese jurada.
Se sentó en la silla del piloto, asegurándose de que Nova estuviera asegurada a su
lado. Encendió los repulsores de la Dama y miró fijamente por el ventanal con una
mezcla de alivio y estremecimiento mientras ascendían hacia las estrellas.
Dray dejó que su mirada permaneciese un rato sobre su hogar adoptivo y supo sin
lugar a dudas que regresaría a Vigil algún día.
La vacuidad del espacio a su alrededor al mismo tiempo le causó un ataque de
náuseas. Dray todavía podía sentir el veneno del lado oscuro fluyendo a través de él.
Sabía más que nada que quería volver a la luz, ser bañado en su cálido y tierno abrazo.
No sería un viaje fácil, pero al menos estaba dando el primer paso.
Ossus. El centro de aprendizaje Jedi; el lugar donde Nova tenía que estar, para
empezar el largo proceso de afinar sus asombrosas habilidades. También era el lugar
donde Dray tendría que enfrentarse a aquellos que había traicionado.
Se había estado mintiendo cuando pensó que podría seguir adelante hacia
cualquier clase de futuro sin tratar primero con su pasado. Como decía siempre el
Maestro Tyrrahl, Las mentiras son más bellas cuando la verdad tiene una fea fachada.
Sería un viaje peligroso, incluso sin los viejos amigos y seres queridos tratando de
matarle. Era un exiliado, uno de los Caídos, y sería perseguido a cada paso del camino.
Dray se preguntó si Cayli todavía estaría en Ossus, no estaba muy seguro de si
quería que estuviese allí.
—Es muy bonita.
La voz le sacó de su ensueño. Dray miró a Nova inquisitivamente por un
momento, entonces se dio cuenta...
—Sí, lo es —dijo Dray con una sonrisa distante.
—¿Todavía la amas? —preguntó Nova, aunque Dray estaba seguro de que ella ya
sabía la respuesta.
Su voz salió suave y ahogada con viejas emociones que ganaban terreno.
—Hasta el día de mi muerte.
—Tal vez deberías decírselo a ella.
Dray sacudió su cabeza, sonriendo ante la fervorosa respuesta de Nova. Su mente
recordó una imagen de Cayli y su modesta belleza fue suficiente para hacer que su alma
manchada reluciese con alegría y esperanza.
Miró a Nova y asintió en agradecimiento, pues su nueva defensora le había
ayudado a encontrar algo que pensaba que había perdido hacía mucho tiempo... La
esperanza.
Y en ese momento, todo estuvo bien en la galaxia.

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