Totalmente Humano

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TOTALMENTE HUMANO 16x23 Formación D.

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Eres especial. Eres único. En el universo no hay nadie que
sea idéntico a ti. Pero ¿adivina qué? En muchos sentidos
eres igual a los más de 7000 millones de personas en este
planeta. Haces cosas extrañas y maravillosas simplemente
porque eres humano. Como otros seres humanos, te ves y
actúas de cierta manera, en parte debido a tus experiencias
y en parte a causa de tus genes, instrucciones codificadas
que se encuentran en cada célula de tu cuerpo.
Tus genes tienen toda una historia que contar. Has heredado
la mitad de tu madre y la otra mitad de tu padre. Por eso puede
ser que hayas oído que tienes “las cejas de tu papá” o los “pies
de tu mamá”. Tus padres, a su vez, heredaron los genes de sus
padres, quienes también heredaron los genes de sus padres, y así
sucesivamente. En otras palabras, tienes un árbol genealógico
de antepasados que han transmitido sus genes hasta llegar a ti.

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Tu familia se remonta a los primeros humanos que habitaron
en las llanuras de África hace aproximadamente 175 000
años. Hoy todavía conservas algunos de sus rasgos y conductas
prehistóricas, pero también has heredado características de
los antepasados de los primeros humanos. El aspecto de estas
especies simiescas ha cambiado a lo largo de millones de años,
pasaron de columpiarse en los árboles a caminar en dos piernas.
Si nos vamos todavía más atrás, entre tus antepasados se
encuentran los primeros mamíferos, anfibios y peces. De hecho,
por extraño que parezca, tu árbol genealógico se remonta hasta
los primeros seres vivos sobre la Tierra. Así es: tú (y todas las
demás criaturas) comparten genes con las bacterias, esos
organismos microscópicos que hace 3700 millones de años
cobraron vida en los pantanos humeantes de nuestro planeta.

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Todos estos antepasados —seres humanos, animales
y hasta bacterias prehistóricas— han contribuido a tu
apariencia y a tu manera de actuar. Algunas estrategias
que a ellos les funcionaron hace mucho siguen siendo útiles
el día de hoy. Otras parecen desconcertantes y raras. En este
libro veremos algunas de las cosas raras que hacen tú
y todos los humanos y nos preguntaremos por qué.

Aunque compartes muchos genes con tus


antepasados, también tienes diferencias
genéticas. Es así porque los genes a veces
mutan (o cambian) al pasar de una
generación a otra. A lo largo de miles de
millones de años, ha habido mutaciones
una y otra vez. ¿Cuál es el alucinante
resultado? Todas las distintas especies
de vida en la Tierra. Aunque estás
emparentado con todos los animales
(pasados y presentes) y compartes algunos
de sus genes, con algunas especies tienes un
parentesco más cercano que con otras. Si
bien tienes sólo unas cuantas cosas en común
con las bacterias, eres pariente cercano
de todos los primates: un grupo que Empecemos con un
comprende a los humanos, chimpancés, problema común , ¡sí!
gorilas y monos. De hecho, los científicos han Estamos hablando
descubierto que los chimpancés, nuestros del hipo. Sigue leyendo
primos vivientes más cercanos, comparten para averiguar más
un asombroso 98% de nuestros genes. sobre el tema.

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Piensa en la última vez que tuviste hipo. ¿Qué hiciste
para que se te quitara? ¿Contuviste la respiración?
¿Tragaste un poco de agua? ¿Qué pasaría si nada
funcionara y tu hipo durara sesenta y ocho años? Eso
le pasó a Charles Osborne de Anthon, Iowa, quien empezó
a hipar en 1922 y no paró hasta 1990, un año antes de su
muerte. Afortunadamente, la mayoría de los hipos paran
después de uno o dos minutos. De cualquier manera, pueden
ser fastidiosos, vergonzosos y, a veces, hasta dolorosos.
Es difícil imaginar que el hipo tenga un propósito,
pero lo tiene, según han aprendido los científicos gracias
al estudio de los renacuajos. Antes de continuar con ellos,
veamos más de cerca lo que pasa cuando tienes hipo.
El hipo empieza con un espasmo en los nervios que controlan
tu respiración. El espasmo te hace aspirar rápidamente por
la boca. Casi de inmediato, una pequeña lámina de tejido, llamada
epiglotis, cierra tu tráquea. ¡Hip! Cuando la lámina se abre, vuelves
a respirar con normalidad… hasta el siguiente espasmo. ¡Hip!

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Volviendo a los renacuajos, los científicos sabían que a otros
animales les daba hipo, pero no sabían por qué; entonces
estudiaron a los renacuajos. Estas futuras ranitas se enfrentan
con una seria dificultad: al madurar, dejan de respirar por las
branquias bajo el agua y desarrollan pulmones para respirar
aire. Hay un momento en que tienen tanto branquias como
pulmones. Para evitar que el agua entre a sus pulmones
nuevecitos, hipan.
Unos científicos rastrearon el reflejo del hipo y descubrieron
que apareció en los antepasados remotos de las ranas actuales.
El atributo del hipo se transmite entre los anfibios de generación
en generación. A lo largo de millones de años, los genes del hipo
también pasaron a los reptiles y luego a los primeros mamíferos.
Finalmente, el mecanismo del hipo acabó en los humanos
modernos, tú entre ellos.

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¿Alguna vez has tocado una estufa caliente?
Probablemente retiraste la mano incluso
antes de que tu cerebro tuviera tiempo
de pensar “¡Auch, eso duele!”. La rápida
reacción de los músculos de tu brazo es
un reflejo, una acción automática que va más
allá de tu control. A diferencia de aventar
una pelota o lavarte la cara, las acciones
reflejas no dependen de mensajes de tu
cerebro, sino que son detonadas por señales
nerviosas que viajan rapidísimo de tu piel
a tu médula espinal y a tus músculos. Has
heredado muchos reflejos de tus antepasados
animales. Cuando eras bebé, instintivamente
te agarrabas de los dedos de la gente y chupabas
todo lo que entraba en tu boca. Por millones
de años, estas acciones han ayudado a los
pequeños primates a aferrarse a los adultos
y a succionar la leche de su madre. Has
dejado atrás tus reflejos de recién nacido,
pero conservas otros, como el de parpadear
automáticamente para proteger tus ojos
cuando algo se acerca a tu cara. Algunos
reflejos, como el hipo, ya no les sirven de
nada a los humanos. Otros, como apartarse
del dolor, cumplen una función importante:
mantenerte sano y salvo.

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