La Americanizacion de Espana Antonio Niño PDF
La Americanizacion de Espana Antonio Niño PDF
La Americanizacion de Espana Antonio Niño PDF
La americanización de España
DISEÑO DE COLECCIÓN.- ESTUDIO PÉREZ-ENCISO
LA AMERICANIZACIÓN DE ESPAÑA
ISBN: 978-84-8319-743-1
DEPÓSITO LEG A L M-31.677-2012
ÍBIC: GTC, JPS
INTRODUCCIÓN 7
CONCLUSIONES 229
BIBLIOGRAFÍA 253
INTRODUCCIÓN
L A R E S P U E S T A EN E L M U N D O H ISPA N O
A M E R IC A N IZ A C IÓ N , M O D ER N IZ A C IÓ N ,
G LO R A LIZA C IÓ N O N EO C O LO N IA LISM O
H
un proceso que puede rastrearse siguiendo ciertos indica
dores, pero el más importante de ellos, sin duda, lo consti
tuyen las reacciones que suscita entre la sociedad afectada.
Habrá quien piense que se trata de un fenómeno en gran
parte imaginario, exagerado o incluso inventado con fines
políticos o ideológicos. Algunos han denunciado que es
fruto de una im posición de la potencia hegemònica, que ha
utilizado métodos neocoloniales para acabar con cualquier
resistencia a su dominio. Otros sostienen que se trata de un
proceso libremente aceptado, o incluso voluntariamente
inducido por ciertos sectores de la sociedad española, que
han encontrado en el modelo americano una guía para
orientar la modernización del país. En todo caso, la am eri
canización, real o imaginaria, provoca reacciones intensas
en uno u otro sentido, con múltiples derivaciones en el plano
cultural, en el económico, en el político y en los más diversos
aspectos de la vida social. La americanización es por lo tanto
una realidad, difícil de medir, pero sobre todo un tema de
discusión, un tópico que apareció en la esfera pública a
comienzos del siglo XXy que no ha dejado desde entonces de
debatirse y de manipularse con los más variados fines. Por
ello mismo no es posible partir de una definición previa y
comúnmente aceptada de qué es la americanización; no hay
categorización correcta posible del fenómeno. Cada bando,
cada sector, incluso cada polemista señalará rasgos caracte
rísticos diferentes, o encontrará efectos de la americaniza
ción donde otros no los vean, sin hablar de la valoración que
les merezca. Nos enfrentamos a un objeto inaprensible por
sus contornos difusos, pero sobre todo porque las personas
que lo tratan introducen continuamente equívocos al refe
rirse a él, unas veces por confusión propia y otras por inte
rés. No es que se trate de un fantasma cuya apariencia sea
más imaginaria que real, es que la propia definición y carac
terización del fenóm eno es objeto de polémica.
Antes de abordarlo de frente, no estaría de más d es
montar algunos tópicos e ideas recibidas para desbrozar el
tema. La am ericanización, que se suele entender como la
influencia que ejercen la cultura, los valores y los modos
de vida am ericanos sobre personas pertenecientes a otras
culturas, empezó en realidad dentro del país y, de hecho,
los denunciantes de la am ericanización tam bién libran su
lucha ideológica dentro de los Estados Unidos. In icial
mente se habló de am ericanización para referirse al gran
proceso de asim ilación de los veinte m illones de europeos
que em igraron a ese país en el siglo XIX y principios del
XX. Esos emigrantes llegaban con sus lenguas, sus religio
nes y sus costumbres, procedentes de países muy diversos,
y en pocos años, o a más tardar en la segunda generación, se
convertían en convencidos patriotas americanos. En ese
tiempo se impuso la imagen de los Estados Unidos como un
gran crisol, ese recipiente en el que se funden diversos
metales para dar lugar a un material totalmente nuevo, su r
gido de la mezcla de todos ellos pero con características
propias. La imagen del meltingpot tam bién se utilizó para
describir un proceso masivo de asim ilación y homogenei-
zación cultural. La americanización de la ingente inm igra
ción que llegó a Norteamérica en el siglo XIX fue la gran
hazaña del país. Esa gesta parecía querer extenderse al con
junto del mundo a comienzos del siglo XX.
Es habitual equiparar la am ericanización con la
m odernización de las sociedades, es decir, con los cam
bios que suelen experim entar los países cuando entran en
una fase acelerada de industrialización, urbanización y
cambio social. Los resultados de esos cam bios estructura
les asociados al desarrollo pueden desdibujar los rasgos de
la sociedad tradicional más específicos, y extender un
modelo de sociedad más parecido al de las sociedades
avanzadas, cuyo prototipo puede ser el modelo americano.
No necesariam ente la m odernización se debe a in flu e n
cias, consentidas o no, procedentes de Estados Unidos, y
verem os cómo, en el caso español, es fácil asociar el p ro
ceso de desarrollo acelerado de los años sesenta y p r in
cipios de los setenta, con una am ericanización efectiva
del país.
También es común confundir la am ericanización con
la extensión del consumo de productos procedentes de
Estados U nidos. Esta es una de las form as más v isib les
de la influencia am ericana en el mundo. Lo que algunos
autores llam an la "coca-colonización” sería una form a
agresiva de "aculturación” no deseada a través de la gen e
ralización de hábitos y gustos que se asocian con su origen
americano. Pero consum ir ciertos productos o seguir las
modas de ese país no afecta necesariam ente a los valores,
las tradiciones o las costumbres nativas. En el peor de los
casos solo sería una form a de am ericanización muy su per
ficial. Nadie piensa que A lem ania se esté italianizando
porque los restaurantes de comida m editerránea sean los
más abundantes, con diferencia, en las calles de Berlín.
Por otro lado, muchos de esos productos que asociam os a
la am ericanización ni siquiera pueden considerarse repre -
sentativos de la cultura am ericana, o al menos son tan
rechazados por algunos sectores de la sociedad am ericana
como lo son en Europa.
También suele asim ilarse la am ericanización con la
globalización, ese fenóm eno que se desarrolla de form a
im parable y que ha adquirido una velocidad creciente. La
confusión es lógica porque, efectivam ente, los Estados
Unidos han trabajado durante todo el siglo XX, y lo siguen
haciendo, por la apertura de los m ercados, la supresión
de barreras a la actividad financiera internacional, la
libre circulación de m ercancías y de ideas, la aceleración
de las com unicaciones, y todos los demás fenóm enos que
X7
se asocian con el fenómeno globalizador. Un principio inal
terable de su política exterior desde principios del siglo XX
ha sido la llamada "política de puertas abiertas” : el propósito
de mantener las puertas del comercio y de los mercados
extranjeros abiertas a los intereses estadounidenses. La glo-
balización ha ido de la mano de la americanización, ambos
fenómenos tienen la capacidad de producir cambios socio-
culturales profundos, se desarrollan con plena consciencia
por parte de las sociedades que los sufren, y generan agrios
debates entre sus defensores y detractores. Podría enten
derse la americanización, por lo tanto, como una primera
fase de la globalización, pero esta, sin duda, implica muchos
más actores y más variables de las que la potencia americana,
con toda su capacidad, puede aportar.
Una últim a precisión: am ericanización e im p erialis
mo am ericano no son fenóm enos idénticos. El im p eria
lism o se puede desarrollar sin ningún proyecto explícito
de asim ilación cultural, m ientras que la am ericanización
puede avanzar sin ningún tipo de injerencia im perial. Para
apoyar la prim era afirm ación se suele citar el ejem plo de
Puerto Rico: cuatro m illones de habitantes que son ciuda
danos estadounidenses y que siguen expresándose en e s
pañol 114 años después de caer bajo la soberanía de ese
país —en condiciones muy particulares, bien es cierto—. Sin
negar que hubo, al menos al principio, políticas de asim ila
ción cultural, es evidente que fracasaron. La historia del
imperialismo informal que han practicado los Estados U ni
dos desde finales del siglo XIX parece demostrar que sus
dirigentes no tienen especial interés en que los demás pue
blos sean como ellos; a lo más, lo que buscan sus políticos,
mercaderes y banqueros es que se den en el mundo las con
diciones que les permitan llevar a cabo sus actividades, es
decir, desarrollar sus "intereses” —esas condiciones pueden
ser apertura comercial, estabilidad política, preferiblemente
18
democrática, libertad de em presa, respeto a los derechos
civiles, etc.—. Tampoco son los Estados Unidos lo que
pudiéram os llam ar u n agente civilizatorio "extrovertido” ,
en el sentido de que desplace su gente y se establezca en
otros países o sociedades diferentes para producir un
cambio cultural. La presencia de colonias de ciudadanos
norteam ericanos por el mundo es marginal y se debe a
desplazamientos tem porales casi siem pre.
UN D EB A T E A B IE R T O
NOTAS
i. Somos conscientes del abuso que significa utilizar el apelativo "americanos”
para denominar a los ciudadanos de los Estados Unidos y "América” para refe
rirse a ese exclusivo país. Lo hacemos únicamente por respetar un uso muy
extendido, sobre todo, entre los propios estadounidenses, que utilizan esas
expresiones para identificarse a sí mismos.
CAPÍTULO 1
LAS VÍAS DE PENETRACIÓN DEL MODELO
ECONÓMICO AMERICANO
P R IM E R A P O T E N C IA IN D U S T R IA L , C O M E R C IA L
Y F IN A N C IE R A
O PO R T U N ID A D ES D E EX PA N SIÓ N EN E SP A Ñ A
G R A N D E S PRO YECTO S E M P R E S A R IA L E S
EN E S P A Ñ A
3i
industrial de Barcelona con fuentes de energía hidráulica.
Para ello creó la em presa Barcelona Traction, m ás con o
cida como La Canadiense, en 19 0 7 -19 0 8 . Tras la Sem ana
Trágica abandonó ese p rim er intento, pero sus socios
barcelon eses in sistiero n y, en 1 9 1 1 , Pearson volvió para
electrificar los tranvías de la ciudad. La em presa fue
refundada ese año en Toronto, con recursos de los m e r
cados de capitales europeos, aunque en realidad era una
em presa estadounidense porque de allí provenía la m ayor
parte del personal técnico y porque ese era el país desde
donde lanzaba Pearson sus proyectos intern acionales de
ingen iería. La Canadiense construyó las grandes obras
hidráulicas del Pirineo catalán, las presas del Noguera-
Pallaresa, con decenas de ingen ieros y capataces n o r
team ericanos. Las obras que allí se em pren dieron, ca
rreteras, plantas cem enteras, ferrocarriles, saltos de e lec
tricidad, centrales eléctricas, tenían una escala gigantesca
para la época y supusieron una enorm e aportación en tec
nología avanzada. Pearson murió en el hundim iento del
Lusitania, torpedeado por un subm arino alem án en 19 15 .
Su em presa sería adquirida posteriorm ente por Juan
M arch y form a parte de los orígenes de Fecsa y de la actual
Endesa.
Otra gran iniciativa, tem prana y con grandes conse
cuencias para el futuro, fue la decisión de la com pañía
Ford de trasladar a España parte de la fabricación de sus
vehículos. Esa em presa ven ía aplicando desde 19 18 la
técnica de la cadena de m ontaje, y su sistem a de com er
cialización, orientado a un m ercado m asivo y vendiendo
sus productos a buen precio, contrastaba enorm em ente
con los sistem as em pleados todavía por la H isp an o -Su i-
za, la em presa española especializada en los coches de
lujo. Ford se instaló prim ero en Cádiz, en 19 3 0 , para
ensam blar y ven der las piezas que llegaban por barco,
3*
pero trasladó pronto su planta a la zona franca de B arce
lona, donde empezó a nacionalizar ciertos com ponentes,
lo que acabó generando allí una industria auxiliar auto
m ovilística que sería la base sobre la que se desarrolló
posterirm ente la Seat. En 19 3 5 tam bién se instaló en
España la G eneral M otors, sin llegar a alcanzar apenas
resultados por el estallido de la G uerra Civil. En 1989,
tanto Ford como G eneral M otors se m archaron del país
ante la im posibilid ad de repatriar ben eficios.
LA LU C H A PO R E L C O N TRO L M O N O PO LISTA
D E L T ELÉFO N O Y E L PET RÓ LEO
l a o r g a n iz a c ió n c i e n t í f ic a d e l t r a b a jo
U N A A M E R IC A N IZ A C IÓ N IN D U C ID A
1. A y u d a e c o n ó m ic a y té c n ic a ( D e f e n s e S u p p o rt ).
L a s p r in c ip a le s p a r t id a s fu e ro n : 5 0 4 .1 0 0 .0 0 0
P r o d u c t o s a g r íc o la s 2 0 3 .0 0 0 .0 0 0
M a t e r i a s p r im a s 1 21 .0 0 0 .0 00
E q u ip o in d u s t r ia l 1 49 .0 0 0 .0 0 0
A s i s t e n c i a té c n ic a 8 .0 0 0 .0 0 0
2. F o n d o d e D e s a r r o l lo E c o n ó m ic o (D L F ). T o tal c o n c e d id o 2 5 .1 4 0 .0 0 0
R e n fe 1 4.90 0 .0 0 0
I s o d e l S p r e c h e r , S.A . 3 5 0 .0 0 0
U n ió n E lé c tr ic a M a d r ile ñ a 1.840.000
U n ió n E lé c tr ic a M a d r ile ñ a 3 5 0 .0 0 0
3. A c u e r d o d e e x c e d e n t e s a g r íc o la s ( L P 4 80 ) 5 0 4 .7 0 9 .3 4 5
A lg o d ó n 1 22 .4 0 0 .0 0 0
A c e it e d e s o j a 2 3 8 .8 0 0 .0 0 0
M a íz 1 4.100.000
Tabaco 2 4.00 0 .0 0 0
Cebada 1 3.000.000
T r ig o 1 4.400.000
F le t e s b a n d e r a E s t a d o s U n id o s 2 8.40 0 .0 0 0
4. E x p o r t - lm p o r t B a n k 2 3 0 .1 0 0 .0 0 0
L ín e a d e c ré d ito 6 2.50 0 .0 0 0
In d u s t r ia s id e r ú r g ic a 5 1.20 0 .0 0 0
R e n fe 8 .1 0 0 .0 0 0
Ib e r ia 1 6.40 0 .0 0 0
In d u s t r ia e lé c tric a 9 2 .0 0 0 .0 0 0
5. A y u d a m ilit a r v a lo r a d a p o r lo s E s t a d o s U n id o s 5 00 .0 0 0 .0 0 0
LA AYUDA ECONÓMICA NORTEAMERICANA POR PARTIDAS DE PROCEDENCIA,
EN DÓLARES2 (CONT.)
6. D o n a t iv o s p o r c a s o s d e e m e r g e n c ia y d e e n t id a d e s p r iv a d a s
(C á rita s) c o n c a r g o a la L e y 4 8 0 , H a s t a e l 3 0 -1 -1 9 6 3 1 72 ,3 5 0 .0 00
T ít u lo 11 4 .8 50 .00 0
T ítu lo lil 1 43 .5 0 0 .0 00
4,9
los títulos II y III de esa m ism a ley, adem ás de 235 m illo
nes en créditos del Exim bank. Las principales diferencias
entre las cantidades autorizadas y las desem bolsadas afec
taron a fondos con cargo a la Ley 480 (unos 3? m illones) y
sobre todo al Exim bank (64 m illones).
EL DESTINO DE LA AYUDAAMERICANA
L A CO O PER A CIÓ N T É C N IC A Y SU S E F E C T O S
SO B R E L A 'A M E R IC A N IZ A C IÓ N ’ D E L S IS T E M A
PRO D U CTIVO
'MISIONES DE PRODUCTIVIDADTCOOPERACIÓN
AMERICANA
PR O PA G A N D A EN L A S E G U N D A G U E R R A
M U N D IA L
L A L L E G A D A D E L 'A M IG O A M E R IC A N O ’
Y SU S C O N SE C U E N C IA S PA R A L A D IC T A D U R A
F R A N Q U IST A
io 3
la p lan ificación estratégica occidental, y para ello era
preciso norm alizar las relaciones bilaterales, m itigar su
aislam ien to in tern acio n al y prom over su estabilidad
interna.
Las consideraciones estratégicas acabaron im ponién
dose a cualesquiera otras, pero no es menos cierto que
aquellos pactos planteaban a la adm inistración norteam e
ricana algunos inconvenientes políticos que había que
afrontar de la m ejor m anera posible. No era fácil echar un
salvavidas a una Dictadura que am plios sectores de la opi
nión pública estadounidense y europea, así como num e
rosos Gobiernos aliados, consideraban como el último
vestigio de los regím enes fascistas. La am pliación de la
alianza anticom unista com prom etía en este caso el grado
de cohesión política e ideológica del bloque occidental, lo
que era muy grave en un conflicto en el que tan im portan
te era el equilibrio de poder m ilitar como el pulso ideoló
gico. La "defensa del mundo lib re ” , ta ly como la entendían
los responsables norteam ericanos, no se refería solo a la
independencia de las naciones y de la soberanía política,
sino tam bién a la prom oción de un orden social que fuera
liberal en lo económico, abierto a los intercam bios in ter
nacionales y a la inversión exterior, políticam ente dem o
crático y además respetuoso de las libertades individuales.
El bloque occidental pretendía ser no solo un modelo
alternativo al com unismo soviético, sino tam bién, como
recordaba un editorial del New York Times publicado in m e
diatamente después de los acuerdos, una alianza para
"defender y propagar la dem ocracia frente a todas las
ideologías totalitarias, tanto fascistas como com unistas” .
Con el fin de paliar estos inconvenientes, la prim era
intención de la adm inistración norteam ericana fue la de
obtener concesiones políticas en el transcurso de la nego
ciación. De hecho, hasta 19 50 se intentó presionar al
Gobierno de Franco para que hiciera cambios en su ré g i
men, pero la Dictadura se mostró inflexible en cuanto a la
posibilidad de ceder lo más m ínim o a las peticiones de
apertura, de dem ocratización o de respeto de las lib erta
des elem entales —incluida la libertad religiosa, a la que
Truman concedía una relevancia especial—. Indudable
mente, los negociadores norteam ericanos se habrían
encontrado más cómodos si hubieran conseguido llevar al
Gobierno español a concepciones políticas menos autorita
rias, un cambio que hubiera tenido efectos favorables en el
Congreso y en los aliados europeos, pero la diplomacia esta
dounidense pronto dejó de hacer presión política sobre el
régimen de Franco y se limitó a recomendarle avances, que
tampoco se produjeron inmediatamente, en el área menos
controvertida de la liberalización económica.
Las consecuencias inmediatas de los pactos fueron
varias-, en prim er lugar, el retorno de España a la sociedad
internacional después del aislamiento sufrido tras la Segun
da Guerra Mundial, aunque con matices. El apoyo de Esta
dos Unidos perm itió que se incorporara a los organismos
internacionales más relevantes, la mayoría de inspiración
norteamericana: a la OECE en 1955 como observador, en
enero de 1958 como miembro asociado y en julio de 1959
como miembro de pleno derecho. A la Organización Inter
nacional del Trabajo (OIT) en marzo de 1955 como observa
dor, y en julio de 1958 al FMI y al Banco Mundial. El apoyo
norteamericano no pudo conseguir, sin embargo, la entrada
en la OTAN, y menos aún la adm isión de España en los orga
nismos europeos de cooperación e integración regionales: el
Consejo de Europa y la Comunidad Económica Europea.
En segundo lugar, los acuerdos suponían la in co rp o
ración de España al sistem a defensivo occidental, al c e
der el uso de bases m ilitares en su territorio y p erm itir su
utilización en caso de conflicto internacional. La tercera
consecuencia inm ediata de los pactos fue que España
obtuvo una asistencia económ ica y técnica que le estaba
siendo negada por los Gobiernos europeos participantes
en el Plan M arshall.
En 19 53 España abandonaba la neutralidad en los
asuntos continentales que había caracterizado su posición
durante la mayor parte de los siglos X IX y XX, pero además
adm itía un hecho nuevo e insólito: la im plantación m ilitar
de una potencia extranjera de form a perm anente en su
territorio nacional. Se daba la paradoja histórica de que un
régim en político que se autodefinía como ultranacionalis-
ta aceptaba una situación de dependencia internacional
sin precedentes, y precisam ente con la potencia que había
dado la puntilla al secular im perio ultram arino español.
La Dictadura franquista no solo realizó la mayor cesión de
soberanía desde la pérdida de las colonias ultramarinas,
sino que además hurtó a la población el derecho a debatir
esa decisión de tanta trascendencia. En parte por ello, y a
pesar de que desde los acuerdos de 1953 la política exterior
española se ha mantenido inserta en el sistema de alianzas
continental, en la sociedad española ha pervivido una cultu
ra aislacionista y neutralista que se expresó claramente en la
Transición y se sigue m anifestando interm itentem ente.
n3
población de las ventajas de la alianza, evitando que la fru s
tración de sus expectativas iniciales se volviera contra
ellos.
LO S D IL E M A S D E L A PR O P A G A N D A A M E R IC A N A
EN E S P A Ñ A
[...] muchos de los que no simpatizan con el régimen actual, pero que en el
pasado han estado favorablemente dispuestos hacia los Estados Unidos,
malinterpretanlas negociaciones como un signo de que este país ha decidido
ahora aceptar y apoyar las políticas del Gobierno español. Así, la insatisfac
ción con su propio Gobierno, debido a la ignorancia y la incomprensión, se
transferirán a los Estados Unidos.
EL ENGRANAJE DE LA PROPAGANDA
i3 o
y de m ás de ? 3 .o o o hom bres de servicio y de apoyo, con
sus grandes coches am ericanos, etc.” . Ese efecto in
deseado no pudo ser contrarrestado eficazmente con los
programas del USIS. Los responsables de la propaganda
reconocían que los grupos de oposición, muchos in telec
tuales y todos aquellos que no simpatizaban con el G ob ier
no de Franco se m ostraban cada vez más críticos con los
Estados Unidos. Unos, los círculos liberales, porque con
sideraban que esa potencia podía haber ejercido mayor
presión sobre el Gobierno para liberalizar su política, a
cambio del reconocim iento de España y de su cooperación
económica y m ilitar. Otros, los grupos de izquierdas, p o r
que creían directam ente que la ayuda norteam ericana
servía para sostener y perpetuar la Dictadura. Los trabaja
dores se m ostraban críticos porque su situación no se
diferenciaba sustancialm ente de la que sufrían antes de
que llegara la ayuda norteam ericana. La agitacióny propa
ganda que esta situación favorecía, advertían los respon
sables del USIS, podía volverse contra el régim en y contra
sus aliados, los am ericanos.
Algunos, en el interior de los servicios am ericanos,
pensaban que el precio que tenía la estrategia seguida
podría ser muy alto:
i3i
con una política que producía réditos tangibles e inm edia
tos, frente a cualquier alternativa que im plicaba riesgos
seguros y beneficios dudosos. Sería im prudente interferir
en los asuntos internos de un país del que se estaba obte
niendo plena cooperación en todos los ámbitos, y que
probablem ente no sería m ejorada por ningún Gobierno
sucesor. La diplom acia de los Estados Unidos debía m an
tener una relación arm ónica con el régim en franquista
para asegurar su principal objetivo: la dispon ibilidad de
las bases para su estrategia de seguridad. A l fin y al cabo,
el deterioro de su im agen entre los m iem bros de la opo
sición al franquism o era un coste más que se sumaba a
otros ya declarados como asum ióles: la incom prensión
in icial de los aliados europeos, o el rechazo de los secto
res de opinión m ás com prom etidos con la dem ocracia en
Europa y en los p ropios Estados U nidos. Le correspondía
a la propaganda con trarrestar los efectos no deseados de
esa política.
Efectivam ente, los funcionarios del USIS insistían
constantemente en que la ayuda se dirigía al pueblo espa
ñol, no a su régim en, y se esforzaban en contar la historia
de los grandes beneficios que recibía el país de la coope
ración norteam ericana, pero acabaron reconociendo las
lim itaciones de una propaganda que, por sí sola, era inca
paz de m odificar las actitudes de la gente cuando estas se
basaban en realidades políticas evidentes. Consiguieron
cam biar la disposición de las elites políticas y sociales
hacia su país a cambio de fracasar al intentar evitar que el
com prom iso político antifranquista que fue surgiendo
lentam ente se tiñ era de tonos antinorteam ericanos. La
inevitable identificación de la presen cia norteam ericana
con el apoyo al régim en de Franco fue lo que acabó con
dicionando, para bien o para mal, las opiniones de los
españoles.
E L V A LO R D E LO S PRO G RA M A S D E IN TERC A M BIO
EDUCATIVO
L A D É C A D A D E LO S A Ñ O S S E S E N T A
Y L A PR IO R ID A D O TO RG A D A A LO S JÓ V E N E S
Uno de los grupos más significativos del Gobierno español es el de los jó
venes "tecnócratas”, principalmente economistas, muchos de los cuales
han sido educados en Estados Unidos y que tienen posiciones de gran
influencia en la administración y formulación de la política española.
Un programa cultural a la medida de este grupo podría ser especial
mente efectivo.
L A D IP L O M A C IA P Ú B L IC A Y SU S L IM IT A C IO N E S
LA S IM Á G E N E S FO R M A N E L CO NTEXTO
D E LA S P E R C E P C IO N E S
R E S E N T IM IE N T O S H IST Ó R IC O S Y E ST E R E O T IP O S
N A C IO N A L E S
A L A R M A Y A D M IR A C IÓ N E N T R E L A S E L IT E S
Estribillo:
Americanos,
vienen a España
gordos y sanos,
viva el tronío
de ese gran pueblo
con poderío,
olé Virginia,
y Michigan,
y viva Texas, que no está mal.
Os recibimos
americanos con alegría,
olé mi madre,
olé mi suegra y
olé mi tía.
D E N U N C IA D E L IM P E R IA L IS M O Y A N Q U I
Y A N T IC A P IT A L IS M O D E IZQ U IER D A S
EL ANTIIMPERIALISMO AMBIENTE
L A IM A G E N D E LO S EST A D O S U N ID O S
Y LO S PO SO S D E L A H IS T O R IA
NOTAS
i. Estas citas proceden de ios c o u n t r y p l a n s elaborados por el USIS en España en
los años cincuenta, consultados en los archivos del Departamento de Estado
norteamericano.
Seudónimo tras el que se ocultaban los economistas Santiago Roldán, Juan
Muñoz y José Luis García Delgado.
CONCLUSIONES
A M E R IC A N IZ A C IÓ N O M O D ER N IZ A C IÓ N
IN F IL T R A C IÓ N O IN C U LC A C IÓ N
¿CÓ M O R EA C C IO N A N LO S IN T E R E SA D O S?
T R A N S F E R E N C IA S S E L E C T IV A S Y A D A PT A C IÓ N
C R E A T IV A
E L CO N TAGIO C U LT U R A L Y L A ID E N T ID A D
C O LEC T IV A
¿P O R QUÉ T E M E R L A IN F L U E N C IA
D E L A C U LT U R A A M E R IC A N A ?
s¡49
am ericano, pero su audiencia está más fuera que dentro de
los Estados Unidos.
Otro debate clásico en relación a la invasión de produc
tos culturales americanos es el que enfrenta a proteccionis
tas con librecambistas en el delicado terreno del comercio
internacional. Los denunciantes de la colonización cultural
hacen hincapié en las ventajas que tiene la industria cultural
americana por su capacidad financiera y por el tamaño de
sus empresas, incluso la posibilidad de controlar las reglas
del mercado e imponer prácticas monopolísticas. Eso justi
ficaría la im posición de límites a su penetración para pre
servar la identidad cultural de las sociedades amenazadas.
Contra esa postura está el argum ento que apela al d e re
cho del público a elegir los espectáculos que quieren ver o
la música que quieren oír según sus gustos. El éxito de la
cultura am ericana, sostienen, se debe solo a la populari
dad de sus producciones, a su capacidad para atrapar la
im aginación de los espectadores y canalizar sus necesida
des expresivas.
La cuestión está en saber si el éxito de la cultura de
masas o los productos de consumo am ericanos depende
en lo esencial de su inherente atractivo, o si el dominio
político, económico y m ilitar que han ejercido los Estados
Unidos es lo que le ha perm itido im poner su cultura de
masas a los consum idores de los dem ás países. Nadie duda
de que los Estados Unidos están en el centro de una red de
relaciones socioeconóm icas y culturales que algunos com
paran con un im perio, y que esta posición privilegiada le
da ventajas para penetrar en los m ercados culturales euro
peos, incluso para teleguiar en cierta m edida al consum i
dor por la oferta de sus productores. Pero esta posición de
dominio, ¿le hace totalmente cautivo, o puede seguir e li
giendo entre la oferta crecientem ente diversificada que
produce un mercado mundializado? ¿Se pueden orientar
realm ente las elecciones libres de los individuos, incluso
de una form a que no da la im presión de ser coactiva?
Ahora, con la extensión del fenóm eno de la globaliza-
ción, estam os más dispuestos a aceptar que la americaniza
ción no fue sino una fase de un proceso mayor, la tendencia
a un creciente intercam bio de creaciones, de ideas y de
costumbres en constante evolución. En este proceso las
identidades pueden reafirm arse o pueden cambiar, pero
raramente desaparecen. Quizá se haya sobreestimado la
amenaza que suponía la americanización para la idiosincra
sia de los españoles y la salvaguardia de sus costumbres. Las
presiones de la globalización despiertan ahora los mismos
tem ores que anteriormente la presión de la americaniza
ción, pero puede que no sea más que la manifestación de la
tensión constante que siem pre ha existido entre lo nacional
y lo cosmopolita.
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Fenómeno en parte real, en parte imaginario, muchas veces
exagerado y siempre utilizado con fines políticos e ideológicos,
la americanización fue la cara visible de la globalización durante
el cénit de la hegemonía estadounidense. Este libro recons
truye el debate que provocó en España, a lo largo de todo el si
glo XX, donde unos la apoyaron como vía hacia la modernidad
y otros la denunciaron como amenaza para la identidad co
lectiva de los españoles. El libro trata de la manipulación de
ese controvertido concepto y explora las principales vías por
las que ha penetrado la influencia de los valores y del modo de
vida americano en España: la implantación de las empresas
multinacionales, los programas de cooperación económica y
técnica, la propaganda oficial y la diplomacia pública de las
agencias americanas.