22 Levitico-16 Expiacion
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22 Levitico-16 Expiacion
Mensaje #22: (Lev 16) La expiación del pecado por el sacrificio sustituto
Quien [Cristo] llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que
nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis
sanados. [1Ped 2.24]
Aquí está un resumen de este capítulo para enterarnos de su contenido:
I. (v1-10) La preparación: Instrucciones de preparación
A. (v1-5) La preparación para el día: Unos requisitos
B. (v6-10) La preparación para la obra: Un resumen
• (v6) El becerro es para la expiación de Aarón y su casa, los sacerdotes.
• (v7-10) Luego hay dos machos cabríos, uno para Jehová y otro para “Azazel”.
II. (v11-22) La expiación: Instrucciones en detalle
A. (v11-19) La expiación: Para limpiar los pecados (“pagar la deuda”)
1. (v11-14) La ofrenda para los sacerdotes
• Aquí se ofrece el becerro para la expiación por Aarón y su casa.
• (v12) Fíjese en que Aarón lleva la sangre “detrás del velo” (primera vez ahí).
2. (v15-19) La ofrenda para los demás
• Aquí se ofrece el primer macho cabrío (el para Jehová).
• (v15) Aarón ve “detrás del velo” por la segunda vez aquí.
B. (v20-22) La expiación: Para llevar los pecados (“quitar los pecados”)
• Este segundo macho cabrío es enviado a “Azazel”—a una tierra inhabitada.
III. (v23-34) La conclusión: Instrucciones finales
A. (v23-28) Recuerde su impureza (Aquí vemos ciertas reglas de “limpieza” después de la expiación.)
B. (v29-34) Recuerde su necesidad (Dios les dice tres veces que es un “estatuto perpetuo”.)
(3) Cuando Él entró en la obra de expiación, no tuvo que ofrecer nada por Sí mismo porque
era inocente, sin culpa.
2. Puesto que esta ofrenda para los sacerdotes es una ofrenda por el pecado, aquí podemos ver un tipo
y cuadro de la obra de Jesucristo.
a) Los detalles de esta ofrenda por el pecado están en Levítico 4—es una ofrenda por los pecados
de Aarón y su casa, y para expiación (para “borrar” la culpa de ellos delante de Dios).
i) En la cruz Jesucristo sufrió por nosotros toda la ira de Dios. Murió por nosotros
para satisfacer la justicia de Dios.
ii) Después Él entró en la presencia de Dios con Su sangre derramada por nosotros y
allá, en el Lugar Santísimo, intercedió por nosotros con base en Su sacrificio
(exactamente como el incienso de Aarón llenó el Lugar Santísmo “con base en” el
fuego del altar en donde se sacrifició el sustituto inocente).
iii) Dios Padre aceptó el sacrificio del Sustituto inocente y se puso propicio con
nosotros (misericordioso y clemente hacia nosotros).
iv) Es decir que el mismo fuego de justicia que quemó el sacrificio sobre el altar es lo
que llena la presencia de Dios con un olor grato y dulce porque la justicia fue
satisfecho.
• Y esto resulta en un olor grato que llena todo el Lugar Santísimo.
• ¡Dios aceptó el sacrificio! ¡La deuda se pagó! ¡El pecado se expió! ¡La cuenta
se borró!
v) Dios Padre ya no está airado contra el impío que tiene el sacrificio. Ahora es
“propicio” hacia él (es “inclinado a hacerle bien”).
• Es por esto que la “tapa” del arca se llamaba “el propiciatorio”. Allá se rociaba
la sangre del sacrificio, la sangre que ponía a Dios “propicio” con los
pecadores en vez de airado contra ellos.
• Y cuando esto sucedió, el mismo fuego violento y cruel de la justicia (el fuego
que consumió el sustituto inocente) es ahora lo que resulta en llenar la
presencia de Dios con un olor grato.
• Dios aceptó el sacrificio y el olor de esto es grato.
• Y este olor dulce y agradable llena el Lugar Santísimo. Dios está propicio
hacia los pecadores; quiere hacerles bien porque sus pecados se expiaron (se
borraron).
• Con la Ley y la justicia satisfechas, Dios se goza en perdonar a los pecadores
—se goza en aceptarlos con base en la obra de Cristo. ¡Ya somos aceptos por
Dios en el Amado! ¡Qué olor más grato y agadable!
Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos
en el Amado. [Ef 1.6]
• Dios Padre ahora está propicio con nosotros; quiere hacernos bien. ¡Qué olor
más agradable!
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a
bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. [Rom
8.28]
vi) Este olor grato es el producto del fuego del sacrificio (se basa en la obra de la cruz)
y se produce por el incienso—por la intercesión de Cristo Jesús, nuestro Sumo
Sacerdote, por nosotros delante del Padre.
(d) Así es la “expiación”: Cristo es nuestra ofrenda por los pecados y también es nuestro
Sumo Sacerdote que intercede por nosotros delante del Padre.
(a) (Heb 9.23) Las cosas que vemos en las figuras—los tipos y cuadros—son las cosas de
Levítico 16.
(b) El tabernáculo es una figura y sombra del verdadero tabernáculo que Dios levantó: la
creación, el universo.
Ahora bien, el punto principal de lo que venimos diciendo es que tenemos tal
sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los
cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el
Señor, y no el hombre. Porque todo sumo sacerdote está constituido para
presentar ofrendas y sacrificios; por lo cual es necesario que también éste tenga
algo que ofrecer. Así que, si estuviese sobre la tierra, ni siquiera sería
sacerdote, habiendo aún sacerdotes que presentan las ofrendas según la ley; los
cuales sirven a lo que es figura y sombra de las cosas celestiales, como se le
advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas
las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte. [Heb 8.1-5]
i) El atrio es un cuadro del primer cielo (la atmósfera alrededor de nuestra tierra) en
donde Cristo fue sacrificado sobre el altar de la cruz.
ii) El Lugar Santo es un cuadro del segundo cielo—el lugar entre el primer cielo (la
tierra) y la presencia de Dios. O sea, es un cuadro del universo (el espacio afuera).
iii) El Lugar Santísimo es, por supuesto (Heb 9.11-12), un cuadro del tercer cielo y
donde se manifiesta la presencia de Dios.
(c) La sangre y el sacrificio de Cristo limpió a nosotros de nuestros pecado, pero además
tocó “el tabernáculo” de esta creación.
i) Los cielos (el primero y el segundo) no están limpios delante de los ojos de Dios.
La impureza del pecado ha tocado y corrompido aun los cielo.
He aquí, en sus santos no confía, Y ni aun los cielos son limpios delante
de sus ojos. [Job 15.15]
ii) La tierra quedó bajo la maldición del pecado también.
Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste
del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la
tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. [Gen 3.17-
18]
Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino
por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación
misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa
de los hijos de Dios. [Rom 8.20-21]
iii) La sangre y la obra de Cristo se aplica también a la creación que fue contaminada
por el pecado del hombre (especialmente la tierra; Dios quitará la maldición a la
tierra en el Milenio, después de la segunda venida de Cristo).
2. (Lev 16.15-19) Observe que nadie está haciendo nada salvo el sumo sacerdote.
a) La sangre derramada del primer macho cabrío expió el pecado y los pecados de las personas y
también limpió el tabernáculo que estaba inmundo (también debido al pecado del pueblo).
e) Entonces, después de todo esto, ¿qué quiere Dios decirnos con el segundo macho cabrío que es
llevado a “Azazel”?
B. (v20-22) El segundo macho cabrío: "Lleva los pecados" al olvido
1. ¿Qué ha pasado hasta ahora? ¡Mucho!
a) (v20) Acabamos de ver la expiación del santuario (el Lugar Santísimo), el tabernáculo (el
Lugar Santo) y el altar (en el atrio).
• Aarón hizo toda esta obra con la sangre del primer macho cabrío que murió por los
pecados del pueblo.
b) (v21 con v15-16) Además vimos que, por la sangre del mismo sustituto inocente, la expiación
se hizo por el pecado del pueblo—todas sus impurezas, sus rebeliones y sus pecados.
(1) (v17b) Es decir que al llegar aquí en el día de la expiación, ya se ha hecho la expiación.
(2) ¿Qué más hay que hacer? ¿Por qué (y para qué) tienen que ofrecer este otro macho cabrío?
c) Este segundo macho cabrío es especial.
(1) No vemos nada parecido a él en toda la Escritura.
(2) Israel hacía este rito sólo una vez al año, con un solo macho cabrío.
d) Dios quiere mostrarnos otro aspecto de la expiación de nuestros pecados, un aspecto de lo que
ahora tenemos en Jesucristo (“ahora”, después de ser salvos; después de nuestra “expiación”).
(1) Él no quiere que haya ni siquiera una duda en nuestra mente acerca de nuestros pecados y
la “expiación” de ellos (recuerde que “expiación” quiere decir “borrar”).
d) Pero, ¿no se logró el perdón y la expiación de los pecados con el sacrificio y la sangre del
primer macho cabrío? Sí. Entonces, ¿para que este segundo macho cabrío mandado a Azazel?
3. El primer macho cabrío fue para Jehová y el segundo es para el pueblo.
a) El primer macho cabrío fue para Dios: Para satisfacer Su justicia y borrar el pecado del pueblo
de delante de Jehová por un año más.
• Esta obra se hizo en privado, dentro del Lugar Santísimo, entre Jehová y el sumo
sacerdote.
b) El segundo macho cabrío fue para el pueblo, para los pecadores.
• Se hizo toda esta obra del segundo macho cabrío a plena vista de todos para que todos
vieran y supieran que Dios se olvidó de todos sus pecados.
c) En Cristo, por Su obra en la cruz, Dios nos quitó “el pecado” y también todos “los pecados”.
Cristo los llevó todos a un lugar de olvido para siempre.
(1) Y Dios hizo esto en público, frente a todos, para que todos sepamos que Él nos ha
perdonado todos los pecados, nos ha quitado todos los pecados y nunca jamás volverá a
recordar ni uno de nuestros pecados (ni del pasado, ni de ahora, ni del futuro).
(2) Dios, en Cristo, nos perdonó todos los pecados (pasados, presentes y futuros).
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os
dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados. [Col 2.13]
i) Si quiere pensarlo así, piense en las dos partes de este versículo, 1Juan 1.9.
ii) La confesión del pecado que resulta en el perdón es una vez para siempre cuando
el pecador se convierte a Cristo.
iii) Luego, la confesión del pecado no resulta en más perdón (porque tiene el perdón
de todos sus pecados en el momento de recibir a Cristo). Más bien, resulta en
“limpiarle de toda maldad”, y sabemos que esto es un proceso de toda la vida (es el
proceso de crecer en la santidad).
(6) Si nuestra salvación dependiera de la confesión de los pecados (todos ellos, siempre), con
un solo pecado no confesado (un pecado conocido o desconocido), perderíamos la
redención.
(a) Esto sería una contradicción completa de todo lo demás que leemos en el Nuevo
Testamento acerca de la certeza de nuestra salvación.
(b) Además, una redención que se puede perder no es una “eterna” redención Pero la
redención que tenemos en Cristo es eterna—es para toda la eternidad.
Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el
más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta
creación, y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia
sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido
eterna redención. [Heb 9.11-12]
(c) Por fe en Cristo tenemos paz para con Dios y estamos firmes en esta gracia, tan firmes
que nuestra esperanza segura es la gloria (cada uno que tiene a Cristo llegará a la
gloria).
Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en
la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.
[Rom 5.1-2]
(d) ¿Por qué podemos estar tan firmes y seguros? Porque el perdón de nuestros pecados y
la salvación no depende de nosotros, ni de nada que nosotros hagamos. Depende de
Cristo y lo que Él ya hizo por nosotros.
i) Se sacrificó a sí mismo sobre la cruz. Sufrió la ira de Dios que nosotros
merecemos, murió y después de tres días resucitó y llevó Su sangre “detrás del
velo” para esparcirlo delante del Padre.
ii) Y ahora, como con el segundo macho cabrío (enviado al olvido a plena vista de
todos), Dios quiere que usted sepa con certeza que, si tiene a Cristo, el Señor
nunca jamás se acordará de sus pecados.
• Los puso en un saco y Jesús los llevó a una tierra inhabitada, tan lejos como el
oriente está del occidente, y ahí se quedaron para siempre.
• Olvidados. Borrados. Expiados. Perdonados. Quitados.
• Si tiene a Cristo, usted tiene la vida porque si tiene a Cristo, Dios le ha
perdonado y lo ha aceptado como si nunca hubiera pecado jamás.
C. Resumen y conclusión:
Porque Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos. ¡Oh
profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables
son sus juicios, e inescrutables sus caminos! [Rom 11.32-33]
¡Amén!
(b) Debemos amar aquel día cuando nuestro Sumo Sacerdote saldrá para venir a nosotros
otra vez. O sea, debe ser un día que estamos esperando con todo el corazón.
Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor,
juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su
venida. [2Tim 4.8]
(c) Debemos vivir cada día en expectación de aquel día cuando Cristo vendrá por nosotros
en el arrebatamiento.
Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de
testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el
autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la
cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. [Heb
12.1-2]
(d) (2Cor 4.16-5.15 ) Vivamos así porque Cristo, nuestro Sumo Sacerdote saldrá del Lugar
Santísimo y vendrá por nosotros.
i) Aguardemos esta esperanza bienaventurada...
Aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de
nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. [Tito 2.13]
ii) ...para que estemos siempre celosos de las buenas obras que lo glorificarán a Él.
Quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y
purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. [Tito 2.14]
Conclusión: