Justino Mártir
Justino Mártir
Justino Mártir
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San Justino
Mártir
Nacimiento c. 100 d.C./114 d.C.
Flavia Neapolis, Imperio Romano
Fallecimiento c. 162/168
Roma, Imperio Romano
Festividad 1 de junio
Índice
1Biografía
o 1.1Su discurso eucarístico
2Obras
3Su visión del Logos
4Veneración
5Notas
6Bibliografía
7Enlaces externos
Biografía[editar]
Nació el año 100 d.C. en la ciudad de Flavia Neapolis (actual Nablus, en Cisjordania;
llamada Siquem en el Antiguo Testamento).1 Aunque afirma ser samaritano, su familia
era pagana de habla griega, por lo que fue educado con ese contexto cultural. 2 En su Diálogo
con Trifóncuenta que estudió filosofía con diferentes maestros que por una u otra razón le
decepcionaron y, tras convertirse al cristianismo (antes reconoce haber profesado la filosofía
platónica) en Éfeso, en tiempos de Adriano, dedicó el resto de su vida a difundir lo que él
consideraba la verdadera filosofía. Su concepto de la misma radica esencialmente en el
sincretismo judeo-alejandrino. Parece ser que viajó bastante, y que al final de su vida se
instaló en Roma, donde fundó el Didascáleo romano, una escuela de filosofía cristiana.
Sufrió martirio en la capital del Imperio, al parecer debido a sus disputas con el
cínico Crescencio,2 durante el reinado de Marco Aurelio, siendo Junio Rústico prefecto de la
ciudad (entre 162 y 168).
Justino es uno de los mártires que demuestra, desde el punto de vista histórico, de cómo la
Iglesia celebraba el culto desde el comienzo de la misma. En el capítulo 2, versículo 42 del
libro Hechos de los Apóstoles, se lee "Perseveraban asiduamente en la doctrina de los
Apóstoles y la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones". De allí que su famoso
discurso eucarístico sea citado siempre como referencia de cómo vivían la fe los primeros
cristianos.
Su discurso eucarístico[editar]
“El día que se llama día del Señor (que antes los paganos llamaban día del sol), un día
después del sábado, tiene lugar la reunión en un mismo sitio de todos los que habitan en la
ciudad o en el campo. Se leen las memorias de los Apóstoles y los escritos de los Profetas.
Cuando el lector ha terminado, el que preside toma la palabra para incitar y exhortar a la
imitación de tan bellas cosas. Luego nos levantamos y oramos por nosotros… y por todos los
demás dondequiera que estén, a fin de que seamos hallados justos en nuestra vida y nuestras
acciones y seamos fieles a los mandamientos para alcanzar la salvación eterna.
"Luego se lleva al que preside el pan y una copa con vino y agua mezclados. El que preside
los toma y eleva alabanzas y gloria al Padre del universo, por el nombre del Hijo y del Espíritu
Santo, y da gracias largamente porque hayamos sido juzgados dignos de estos dones.
"Cuando el que preside ha hecho la acción de gracias y el pueblo ha respondido “amén”, los
que entre nosotros se llaman diáconos distribuyen a todos los que están presentes el pan y el
vino “eucaristizados”. (San Justino, Carta a Antonino Pío, Emperador, año 155).
“A nadie le es lícito participar en la Eucaristía, si no cree que son verdad las cosas que
enseñamos y no se ha purificado en aquel baño que da la remisión de los pecados y la
regeneración, y no vive como Cristo nos enseñó. Porque no tomamos estos alimentos como si
fueran un pan común o una bebida ordinaria, sino que así como Cristo, nuestro salvador, se
hizo carne y sangre a causa de nuestra salvación, de la misma manera hemos aprendido que
el alimento sobre el que fue recitada la acción de gracias, que contiene las palabras de Jesús
y con que se alimenta y transforma nuestra sangre y nuestra carne, es precisamente la carne
y la sangre de aquel mismo Jesús que se encarnó.
"Los apóstoles, en efecto, en sus tratados llamados Evangelios, nos cuentan que así les fue
mandado, cuando Jesús, tomando pan y dando gracias dijo: “Haced esto en conmemoración
mía. Esto es mi cuerpo”. Y luego, tomando del mismo modo en sus manos el cáliz, dio gracias
y dijo: “Esta es mi sangre”, dándoselo a ellos solos. Desde entonces seguimos recordándonos
unos a otros estas cosas. Y los que tenemos bienes acudimos en ayuda de otros que no los
tienen y permanecemos unidos. Y siempre que presentamos nuestras ofrendas alabamos al
Creador de todo por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo”. (San Justino, Carta a
Antonino Pío, Emperador, año 155).
Obras[editar]
1. La Primera Apología de Justino Mártir, dirigida a Antonino Pío, a sus hijos, y el Senado
Romano;
2. una Segunda Apología dirigida al Senado Romano;
3. el Discurso a los griegos, una discusión con filósofos griegos acerca de la naturaleza
de sus dioses;
4. una Exhortación dirigida a los griegos;
5. un tratado Sobre la soberanía de Dios;
6. una obra titulada El salmista;
7. un tratado Sobre el alma; y
8. el Diálogo con Trifón
Veneración[editar]
Justino mártir es venerado tanto en la liturgia de la Iglesia católica, como de la Iglesia
Luterana (su nombre figura entre las celebraciones del Calendario de Santos Luterano).