Scheerens PDF
Scheerens PDF
Scheerens PDF
Murillo
(Coord.), La investigación sobre Eficacia Escolar en Iberoamérica. Revisión internacional
del estado del arte. Bogotá: Convenio Andrés Bello.
Sin embargo, no será hasta la segunda mitad de los años 60 cuando se inicie
una sólida y sistemática línea de investigación que tiene como objetivo el conocimiento
de los factores escolares asociados al logro educativo. Desde entonces se han
realizado miles de investigaciones en todo el mundo; y, sin temor a exagerar, se puede
afirmar que el movimiento que las agrupa, la Eficacia Escolar, ha llegado a convertirse
en la línea de investigación pedagógica que está aportando la mejor información para
optimizar los niveles de calidad y equidad educativas.
Dos son los grandes temas que han preocupado a los investigadores de
eficacia escolar y que definen este movimiento. Por un lado, la cuestión de cuánto
influye la escuela sobre el rendimiento de los alumnos y, por otro, qué es lo que
genera esas diferencia entre escuelas.
1
Universidad Autónoma de Madrid. España.
1
significativo (estadísticamente igual a cero), lo que significa que la escuela no incide
en los resultados de sus alumnos. De ahí que el interés primero de toda investigación
posterior sea confirmar la falsedad de tal información calculando la magnitud de dichos
efectos.
2
satisfacción. Una escuela será eficaz si desarrolla toda la personalidad de
cada uno de sus alumnos.
Treinta años no pasan en balde (para nada ni para nadie), de forma que la
investigación sobre eficacia escolar ha sufrido cambios importantísimos en estos años.
Cambios de carácter conceptual, metodológico, de enfoque, en sus protagonistas y
pretensiones. Sus aportaciones se han ido puliendo y complejizando con los años,
pero un supuesto se mantiene constante: nos falta por saber mucho más de lo que
hemos aprendido hasta ahora. Sea como fuere, una revisión histórica del movimiento
de Eficacia Escolar puede ayudarnos a conocer y comprender mejor sus aportaciones.
3
tales resultados (p.e., McIntosh, 1968; Jencks et al., 1972; Mayeske et al., 1972;
Mosteller y Moynihan, 1992).
4
educativo: un buen porcentaje de la varianza se explicaba por la contribución los
factores incluidos en el modelo.
Así, esta primera etapa se caracteriza por realizar grandes estudios de carácter
cuantitativo, basándose en el enfoque input-output y con la preocupación fundamental
de estimar la magnitud de los efectos escolares, más que la determinación de los
factores de eficacia escolar. Su mayor aportación fue abrir la puerta para el inicio real
de los estudios de eficacia escolar en los inicios de los años 70.
5
probablemente recaiga en su simplicidad, dado que resume en cinco los factores de
eficacia extraídos de investigación estadounidense; así se elaboró el llamado “Modelo
de los 5 factores”, según el cual las escuelas eficaces:
Esta etapa se caracterizaba por volver a los estudios con grandes muestras,
pero con una mayor preocupación por recoger adecuadamente los datos sobre
procesos escolares. Aunque es cierto que muchos de estos trabajos todavía
estudiaban un reducido número de escuelas “atípicas”, sin embargo utilizaban técnicas
más adecuadas, como es la observación en el aula. De esta manera, del modelo input-
output de los primeros trabajos de finales de los 70 se pasa al modelo input-process-
output. Esta etapa también se caracteriza por la influencia que comienza a ejercer
sobre el movimiento de Mejora de la Escuela.
6
Los resultados indican que, básicamente, son ocho los elementos que parecían
diferenciar los centros de alto rendimiento de los de bajo:
1. Tiempo. Los centros con mejores logros eran aquéllos que dedicaban más
tiempo a la enseñanza directa. En esos centros también se observaban
mayores interacciones directas entre profesores y alumnos.
El segundo gran estudio de esta época es el llamado Quince mil horas (Rutter
et al.,1979) (nombre que toma por ser ésta la cantidad de tiempo que pasan los niños
en la escuela). Su finalidad era analizar si las pesimistas conclusiones acerca del
escaso efecto de la escuela sobre el rendimiento en el aprendizaje podían ser
rechazadas si se tenían en cuenta otras características escolares del proceso de
enseñanza tales como el énfasis en lo académico o el uso de castigos y recompensas.
Para ello se llevó a cabo un estudio longitudinal del progreso de unos 2.000 alumnos
pertenecientes a 12 centros de Secundaria de diferentes características situados en
Londres.
7
El estudio generó una gran cantidad de resultados, de los que se extrajeron las
siguientes nueve conclusiones:
Si hemos comentado que dos importantes trabajos abren esta etapa, otros dos
la cierran, pudiéndose afirmar que se encuentran a caballo entre ésta y la siguiente: la
investigación Junior School Project de Mortimore, et al. 1988 y el trabajo Louisiana
School Effectiveness Studies (LSES) (Teddlie & Stringfield, 1993) que con sus cinco
fases (LSES-I a V) se desarrolló durante toda la década de los 80 y, con algunos
altibajos, hasta la actualidad.
8
London Educational Authority’s Junior School Project (JSP), pero que pasó a la
historia con el del libro que refleja su informe final: School Matters. Su trascendencia
es tal que Goldstein (1997), por ejemplo, afirmó que es la primera investigación en la
historia de la eficacia escolar que cumple todos los requisitos mínimos necesarios para
realizar cualquier tipo de inferencia válida.
De entre los resultados del trabajo, resulta especialmente relevante señalar los
factores que, según estos autores, caracterizan una escuela eficaz:
9
entusiastas. Así, parece especialmente útil la existencia de afirmaciones y
preguntas de orden superior y que los docentes insistan en que los
alumnos utilicen estrategias de resolución de problemas.
10. Escribir y utilizar las evaluaciones. Las evaluaciones de los alumnos son un
magnífico material para la auto-revisión del trabajo del docente y para la
planificación de posteriores actividades.
11. Implicación de las familias. Las escuelas que se han mostrado más eficaces
son aquéllas que tiene una política informal de “puertas abiertas”, en la que
se estimula a los padres colaborar en la formación de sus hijos y a que
visiten la escuela.
12. Clima positivo. Los buenos centros tienen una atmósfera agradable, feliz.
En estos centros y en sus aulas hay un menor énfasis en el castigo y el
control y mayor en la recompensa; los docentes están preocupados por
fomentar el auto-control por parte de los alumnos, más que por enfatizar
los aspectos negativos de su comportamiento. También es importante la
actitud de los docentes hacia los alumnos: los profesores disfrutan
enseñando y comunican este hecho, están interesados por los niños como
individuos más que como grupo, dedican más tiempo no lectivo a
preocuparse de los alumnos.
10
Sam Stringfield (Teddlie et al., 1984; Stringfield, Teddlie, et al., 1985; Stringfield,
Teddlie, et al, 1989; Teddlie, Kirby, et al.,1989; Teddlie y Stringfield, 1993).
La primera fase (LSES-I), desarrollada a lo largo del curso escolar 1981/82, fue
apenas un estudio piloto para validar los instrumentos y métodos a utilizar.
Los resultados de las tres primeras partes del estudio agrupados, según hacen
sus propios autores, en siete áreas, son los siguientes (Stringfield y Teddlie, 1989):
11
vistas las diferencias con estudios ingleses y holandeses, esta afirmación
no podría hacerse tan fácilmente para otros lugares del mundo.
3. Frente a lo encontrado en otros trabajos, los datos apuntan a que tanto las
medidas de producto, como las de proceso y las relaciones entre ellas son
estables en el tiempo.
6. Existe una fuerte relación entre las variables de eficacia docente y eficacia
escolar. Así, en los centros más eficaces se dedicaba más tiempo a la
enseñanza y mayor instrucción directa.
12
En 1991 se crea el International Congress for School Effectiveness and School
Improvement (ICSEI), una asociación que reúne a los investigadores de esta línea
junto con los de Mejora de la Escuela. Esta asociación ha permitido un importante
avance de esta línea al favorecer el encuentro de investigadores y la realización de
trabajos internacionales. Con ello, además, se ha impulsado la fusión de las dos líneas
que la conforman, creándose la nueva idea de Mejora de la Eficacia Escolar.
13
muestran que la varianza entre escuelas es del 18% aproximadamente, con pequeñas
variaciones para Primaria y Secundaria y para Lengua Inglesa y Matemáticas.
Utilizando un modelo de tres niveles, los resultados indican que la varianza entre aulas
es muy alta, en torno al 50% (más baja para Lengua Inglesa y para Secundaria),
mientras que la varianza entre centros se reduce al 8%. Lo que indica, de nuevo, que
la influencia del aula en el progreso del alumno es mucho mayor que la del centro; es
más: que la influencia del centro se reduce drásticamente cuando se tiene en cuenta la
varianza explicada por el aula.
Todos las investigaciones analizadas hasta ahora se han llevado a cabo sobre
centros situados en sistemas educativos muy descentralizados y con una amplia
autonomía escolar. Por ello, se plantea una cuestión: ¿los resultados serán análogos
en sistemas centralizados? Los trabajos realizados que pueden ayudar a su respuesta
son escasos. Pero entre ellos destaca por su calidad el dirigido por A. Grisay en
Francia y desarrollado entre los años 1989 y 1995 (Grisay, 1996, citado por Scheerens
y Bosker, 1997). El trabajo pretendía establecer las características de la escuela y la
familia relacionadas con el desarrollo cognitivo y socio-efectivo de los alumnos. Fue
realizado con una muestra no representativa compuesta por un centenar de centros de
Secundaria inferior de seis distritos escolares distintos. Durante cuatro cursos se
aplicaron pruebas de rendimiento cognitivo y socioafectivas, así como cuestionarios a
directivos y docentes. Los resultados mostraron que el porcentaje de varianza
explicado por el centro después de ser ajustado por rendimiento previo y las variables
de background fue muy baja, de 5,4% para Matemáticas y de 2,6% para Lengua
Francesa, y la varianza explicada por las aulas de 4,7% para Matemáticas y de 1,9%
para Lengua Francesa. Estos resultados algo bajos (10% y 4,7% sumando la varianza
explicada por el centro y por el aula), pueden ser motivados por las características del
sistema educativo francés, marcadamente centralista. También se encontró una serie
de variables de proceso relacionadas con el rendimiento en Lengua Francesa y/o
Matemáticas (ajustado por el rendimiento previo y las variables de background): juicio
positivo de los alumnos sobre la calidad de la educación y el clima, disciplina y
ausencia de pérdida de tiempo, derechos y responsabilidades de los alumnos, apoyo
estructurado a los alumnos (tutorías, cursos de refuerzo), oportunidad para aprender,
juicio positivo de la reputación del centro según los profesores, implicación y
compromiso de los profesores, y edad y experiencia de los docentes.
14
investigar en detalle las razones que subyacen a cualquier diferencia en eficacia en
relación a los procesos escolares y departamentales.
15
Latina, tenía como objetivo determinar los factores asociados al logro educativo en 3º
y 4º de Educación Básica en países de la Región, y se realizó como complemento a
una evaluación Regional.
Dado que uno de los objetivos del trabajo es realizar una evaluación del logro
en América Latina, se buscó conseguir una muestra estadísticamente representativa,
para lo cual se realizó un minucioso procedimiento de selección. Concretamente, para
cada país participante se realizó un muestreo estratificado en función del hábitat y de
la titularidad. La muestra de alumnos fue de 48.688, de 41.088 la de padres o tutores,
de 3.675 la de maestros, de 1.387 la de directivos y de 1.509 la de establecimientos,
con un reparto bastante equitativo entre países. Sin embargo, ésa no pudo ser la
muestra utilizada: los requisitos estadísticos exigen que se tenga toda la información
de cada alumno, por lo que con toda seguridad la muestra final generadora de datos
tuvo que ser mucho más pequeña. En ninguno de los informes se ofrece esta
información.
16
TABLA 2.1. RESULTADOS DEL PRIMER ESTUDIO INTERNACIONAL COMPARATIVO DEL LLECE
Lenguaje Matemática Lenguaje Matemática
Media ajustada 262,00 261,00
Sexo (femenino – 6,04 -1,79 Nivel socio económico de la 5,64 5,88
masculino) Escuela
Grado (Grado 4 – grado 3) 18,80 15,30
Estatus socio cultural Cultura escolar
• Educación de padres 0,97 0,81 • Maestros con otro trabajo -11,20 -9,71
Graduado de grado 12 3,87 3,63 • Actitudes del maestro
• Bi-parental 0,75 1,89 - Salario adecuado 7,63 9,59
• En casa 3 a 4 horas 2,00 1,36 - Liderazgo del director 5,61 4,07
• 10 o más libros 4,54 5,20 - Condiciones de trabajo -7,71 0,03
- Satisfacción en el trabajo -0,90 -3,57
- Trabajo no extenuante -4,31 -5,78
- Autonomía -9,30 -9,32
- Autonomía del director -3,13 -4,80
Experiencia educativa Causas de los resultados
previa percibidos por los maestros
• Asistencia preescolar 1,17 0,75 • Apoyo familiar -10,09 -22,30
• Preescolar no disponible -2,58 -0,79 • Habilidades de los alumnos 21,10 21,59
• Datos no válidos -8,20 -7,29 • Autoestima de los alumnos -0,31 -5,84
• Padres leen a menudo 5,88 4,31 • Clima escolar -8,96 -1,40
• Padres leen a veces 3,14 2,96 • Recursos de la escuela -0,93 5,54
• Padres ayudan con las -2,12 -2,73 • Métodos de enseñanza 3,85 3,99
tareas • Expectativas de los maestros 1,61 0,39
Recursos de la escuela Prácticas de Aula
• Nº de alumnos/ maestro -0,49 -0,53 • Grupos multigrado -4,46 -5,49
Nº al./ma. al cuadrado 0,01 0,00 • Evaluación sistemática 5,58 4,59
• Infraestructura 0,66 0,56 • Alumnos agrupados por -10,35 -11,64
• Materiales de instrucción 1,96 0,22 habilidades
• Tamaño de la biblioteca 10,40 9,90 • Padres involucrados (nivel de 1,82 2,22
(> 1.000 libros) aula)
• Experiencia docente 0,02 0,21 • Padres involucrados (nivel de 21,11 14,98
escuela)
• Entrenamiento docente 2,44 2,06
• Clima de aula
• Entrenamiento docente 0,22 0,55 92,07 115,03
en servicio
Nota: Los resultados en negrilla son estadísticamente significativos con un α=0,05.
Fuente: LLECE (2001: 79).
Del análisis de los efectos asociados con las variables de la escuela, una vez
controlado el efecto de las variables del contexto familiar de los estudiantes, los
autores concluyen que las escuelas más eficaces son aquellas con:
17
El estudio, sin embargo, nos sugiere algunas serias dudas respecto a estos
primeros resultados. Así, cabría ser destacada la ausencia de variables relacionadas
con la gestión escolar y los procesos propios de la misma (al concentrarse en la
gestión del aula, las características de los estudiantes y de su contexto y, por último,
los recursos de la escuela).
18
La investigación ha analizado, por una parte, la consistencia entre diversos
productos de rendimiento cognitivo (p.e., Mandeville, 1988; Sammons, Nuttall y
Cuttance, 1993; Trower y Vincent, 1995; Thomas y Mortimore, 1996), encontrando
correlaciones moderadas, algo superiores en los centros de Primaria que en los de
Secundaria. Pero también se ha analizado la correlación entre diferentes medidas de
rendimiento no cognitivo (Fitz-Gibbon, 1991) y entre medidas de rendimiento cognitivo
y no cognitivo (Knuver y Brandsma, 1993). Los resultados apuntan que la consistencia
es habitualmente baja.
De esta forma, se concluye que los efectos escolares tienen una consistencia
media-baja entre distintas medidas de producto. Este hecho tiene dos repercusiones
en la práctica: por un lado, señala la necesidad de que en los estudios de eficacia
escolar se utilicen varias medidas de producto (y no solamente, como viene siendo
habitual, los resultados en Lengua y Matemáticas). Por otro, nos pone en alerta acerca
del cuidado que hay que tener en el momento de calificar a un centro como eficaz o
ineficaz sólo en base al análisis de los resultados de los alumnos en una o dos áreas
de conocimiento.
Ésta es una cuestión que ha preocupado a los investigadores desde los primeros
momentos (Reynolds, 1976; Rutter et al., 1979); y los resultados parecían indicar que
los efectos no variaban excesivamente en el tiempo, aunque posteriormente se dieron
resultados menos optimistas. En la actualidad, utilizando Modelos Longitudinales
Multinivel, los resultados apuntan a una alta estabilidad, de unos 0,90 puntos en
Secundaria y algo más bajos en Primaria (p.e. Sime y Gray, 1991; Luyten, 1994;
Crone et al., 1995).
19
• En las mejores escuelas salen beneficiados los alumnos de mayor nivel
socio-económico, mientras que en las menos eficaces, son estos mismos los
que obtienen menores progresos (Thomas, Sammons y Mortimore, 1997).
Desde el primigenio trabajo de Weber (1971) y una vez demostrado que los
efectos de la escuela eran significativos, la investigación sobre Eficacia Escolar se ha
centrado básicamente en conocer cuáles son los factores de centro y aula asociados
con el desempeño de los alumnos. De esta forma, cada estudio ha ido realizando su
pequeña o gran contribución en este campo y, 30 años después, contamos con una
gran cantidad de trabajos que han ido aportando diferentes visiones y perspectivas.
Sin embargo, estas aportaciones no siempre han sido consistentes y coherentes entre
sí.
Desde nuestro punto de vista, seis revisiones destacan entre todas ellas por
sus aportaciones al conocimiento de los factores asociamos: las de Edmonds (1979),
Purkey y Smith (1993), Levine y Lezzote (1990), Cotton (1995), Sammons, Hillman y
20
Mortimore (1995) y, finalmente, Scheerens y Bosker (1997). En la tabla 2.2
encontramos, de forma organizada, algunas de sus aportaciones.
TABLA 2.2. RESUMEN DE LOS FACTORES DE EFICACIA ESCOLAR ENCONTRADOS EN SEIS REVISIONES DE
INVESTIGACIÓN
Sammons, Hillman y
Cotton (1995) Scheerens y Bosker (1997)
Mortimore (1995)
Metas planificadas de Visión y metas compartidas Consenso y cooperación entre el
aprendizaje profesorado
Entorno de aprendizaje, refuerzo Clima escolar y de aula
positivo
Énfasis de toda la escuela sobre Concentración sobre la Orientación hacia el rendimiento
el aprendizaje enseñanza y el aprendizaje
Evaluación Seguimiento del progreso Potencial evaluativo
Desarrollo profesional / Una organización de aprendizaje
aprendizaje cooperativo
Gestión y organización escolar, Liderazgo profesional Liderazgo educativo
liderazgo y mejora, liderazgo y
planificación
Implicación de la comunidad Relación hogar-escuela Implicación de los padres
Gestión y organización del aula Gestión del aula
Diseño y planificación del Enseñanza con propósito Calidad del currículo, instrucción
currículo estructurada, instrucción
adaptativa
Interacciones profesor-alumno Altas expectativas Altas expectativas
Derechos y responsabilidades de
los alumnos
Interacciones escuela-distrito
Equidad
Programas especiales
Retroalimentación y refuerzo
Aprendizaje independiente
Del análisis de las aportaciones de todas ellas, podemos afirmar que hay
acuerdo en diez factores de eficacia escolar:
Sin embargo, todas estas revisiones y, por tanto, los factores de ellas
extraídas, han sido obtenidos a partir de la investigación realizada en unos pocos
países de características muy determinadas. Estamos hablando de Reino Unido,
21
Países Bajos, Estados Unidos, Canadá, Australia, Hong Kong y poco más. ¿Podemos
suponer que estos factores son de validez universal?
Una de las pocas revisiones sobre los factores relacionados con el desempeño
escolar en países en desarrollo con las que contamos es el clásico estudio de Fuller y
Clarke (1994). En él se analizan más de 100 estudios sobre el tema realizados hasta
1992. Sin embargo, la práctica totalidad de los trabajos no son de eficacia escolar, sino
de la línea relacionada “Estudios de Productividad Escolar”. Sea como fuere, es una
de las pocas referencias que tenemos para “compensar” las anteriores listas de
factores de eficacia. De su estudio se puede concluir que, además de los factores
encontrados en las revisiones antes reseñadas, aparecen con reiterada insistencia los
factores de entrada -tanto los relacionados con las características de la escuela, sus
instalaciones y recursos (tamaño de la clase y la escuela, existencia y calidad de las
instalaciones y mobiliario, y existencia y adecuación de los recursos didácticos), como
las características del profesor y director (formación inicial y permanente, experiencia y
salario). De esta forma, habría que añadir un factor más:
22
• Contiene diversas perspectivas para ver las interrelaciones entre variables
definidas en los diferentes niveles, siendo las más importantes la teoría de
la contingencia y las condiciones organizativas que facilitan los procesos
primarios de la escuela.
• Recoge hallazgos sustantivos de diferentes tipos de investigación sobre
Eficacia Escolar.
GRÁFICO 2.1. MODELO INTEGRADO DE EFICACIA ESCOLAR DE SCHEERENS (1990)
CONTEXTO
PROCESO
ENTRADA
PRODUCTO
• Experiencia docente NIVEL DE CENTRO
• Gasto por alumno • Objetivos del centro Rendimiento del alumnado
• Participación de familias orientados al rendimiento en función de:
académico • Rendimiento previo
• Liderazgo • Inteligencia
• Consenso, trabajo en equipo • Sit. socioeconómica
del profesorado
• Calidad del currículo:
estructura y contenido
• Disciplina
NIVEL DE AULA
• Tiempo dedicado a tareas
escolares (incluidos los
deberes para casa)
• Actividades de enseñanza
estructuradas
• Oportunidades de aprendizaje
• Expectativas sobre el
rendimiento del alumnado
• Evaluación y seguimiento del
rendimiento de los alumnos
• Refuerzo
23
Apenas dos años después, Stringfield y Slavin (1992) propusieron desde
Estados Unidos un modelo conocido por los acrónimos QAIT/MACRO: QAIT para
indicar los términos calidad, adecuación, incentivo y tiempo (Quality, Appropriateness,
Incentive y Time); y MACRO para metas con propósito, atención a lo académico,
coordinación, selección y formación, y organización (Meaningful goals, Attention to
academic focus, Coordination, Recruitment and training y Organization). Ambas siglas,
por tanto, resultan un breve resumen de sus contenidos.
24
GRÁFICO 2.2. MODELO JERÁRQUICO DE EFECTOS ESCOLARES DE STRINGFIELD Y SLAVIN (1992)
Rendimiento de los
alumnos y otros
resultados deseables
Medidas
agregadas
Centro docente
de las
destrezas
MACRO3 de los
alumnos
25
los alumnos. En este modelo (gráfico 2.3), como en los anteriores, se han distinguido
cuatro niveles (alumno, aula, escuela y contexto).
26
GRÁFICO 2.3. MODELO DE EFICACIA DOCENTE DE CREEMERS (1994)
Destrezas básicas
T. aprender Tiempo tarea Aptitudes
Oportunidades Oportunidades Motivación Antecedentes Destrezas de orden superior
Alumno para aprender utilizadas sociales Destrezas metacognitivas
27
La última propuesta es el modelo de eficacia para centros de Secundaria de
Sammons, Thomas y Mortimore (1997). Supone una revisión y ampliación del
modelo de Creemers y Scheerens (1994), en la que se ha incluido el nivel del
departamento. Pero, frente a otras propuestas que recogen resultados de una revisión
de investigaciones, en este caso la ampliación se basa en las aportaciones de la
investigación Differential School Effectiveness Project. Este trabajo analiza centros de
Secundaria y por ello, de forma novedosa, se preocupa especialmente por el nivel del
departamento, que considera fundamental para estos centros.
28
GRÁFICO 2.4. MODELO DE EFICACIA ESCOLAR EN SECUNDARIA DE SAMMONS, THOMAS Y MORTIMORE
(1997)
CONTEXTO
ENTRADA
Logros anteriores
Alumno Género
Nivel socio-económico
PROCESO
Calidad de la enseñanza
Aula Énfasis en lo académico
Altas expectativas
PRODUCTO
GCSE: General Certificaton in Secondary Education, prueba externa al finalizar la Secundaria inferior en
Inglaterra (16 años).
Fuente: Sammons, Thomas y Mortimore (1997: 170).
29
se pone de manifiesto la interacción entre los elementos del sistema y las relaciones
recíprocas que se establecen entre ellos, y cómo esta interacción contribuye al logro
de los alumnos. Estas relaciones e interdependencias se producen, normalmente, en
los cuatro niveles de análisis -alumno, aula, escuela y contexto-. Son jerárquicos y
multidireccionales, de forma que permiten atender también a los efectos causales
intermedios que puedan producirse y así dan respuesta al dinamismo de los factores
de eficacia y a la necesidad de contextualizarlos.
Igualmente, se observa que los cuatro modelos analizados toman como punto
de partida el aprendizaje del alumno y se basan en el modelo de aprendizaje escolar
de Carroll (1963), de forma que consideran cinco elementos básicos que determinan el
aprendizaje y, por tanto, los resultados escolares: aptitud, habilidad para entender lo
que se está enseñando, perseverancia, oportunidad y calidad de la enseñanza.
30
se han mostrado menos eficaces; las primeras operan más como un
conjunto orgánico y menos como una colección de subsistemas
independientes.
• Ha potenciado el desarrollo de nuevos enfoques metodológicos en
investigación educativa. De hecho, el mayor avance en metodología de
investigación en Ciencias Sociales de los últimos años se ha producido
gracias a las necesidades de los estudios de Eficacia Escolar. Hablamos
de los Modelos Multinivel, que están revolucionando la metodología de
investigación de enfoque positivista (Murillo, 1999).
• Ha aportado conocimientos útiles para el desarrollo de procesos de mejora
en los centros escolares. De hecho, en este momento se están llevando a
cabo numerosas iniciativas de autoevaluación de las escuelas y de mejora
de las mismas basadas en los factores y procesos que la investigación
sobre eficacia ha señalado como elementos decisivos para lograr el
cambio (Hill, 1998).
• Ha subrayado la importancia del valor añadido en educación, destacando
lo que la escuela aporta a cada alumno teniendo en cuenta su rendimiento
inicial, su historia previa y su situación.
Junto con todo esto, por supuesto, el movimiento de Eficacia Escolar nos ha
aportado informaciones sobre los efectos escolares y sobre los factores relacionados
con el desempeño escolar, todo lo cual nos ha permitido un mayor y mejor
conocimiento sobre qué funciona en educación y por qué lo hace.
Sin embargo, como hemos señalado, en estos momentos está sufriendo las
más duras críticas. Las mismas suponen el necesario contrapeso en el devenir
dialéctico del desarrollo de esta línea. Así, se ha argumentado que es una mezcla de
diferentes ideologías y que incorpora elementos de teorías burocráticas, sistémicas,
del capital humano, etc., sin un claro marco teórico (Morley y Rassool, 1999); o que su
obsesión por lo medible hace que se dé una supersimplificación de lo que es una
escuela y de cuáles son los factores que inciden en su calidad, generándose lo que
Grace (1998) ha denominado “reduccionismo contextual”; o que sus resultados han
sido utilizados de forma perversa por parte de los políticos (Rea y Weiner, 1998),
especialmente en países en desarrollo (Pennycuick, 1993). Aunque, siendo más
realistas, en nuestro contexto gran parte de las críticas surgen por simple
desconocimiento, prejuicios o, en ocasiones, por partir de visiones integristas de la
educación y su mejora. Sea como fuere, y como afirma Fernando Hernández (1999),
en la actualidad la noción de Eficacia Escolar es muy diferente de aquélla sobre la que
surgió dado que, por ejemplo, incorpora el concepto de equidad: “buscar que una
escuela sea eficaz es como una línea en el horizonte, muy útil para encauzar el debate
sobre lo que acontece en los centros de Secundaria y abrirlo en los de Primaria”
(Hernández, 1999: 11).
31
Y, ¿cuál es el futuro de esta línea? Según muchos autores, estas son las
previsiones para los próximos años:
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
32
achievement. American Educational Research Journal, 15(2), pp. 301-318.
Brookover, W.B., Beady, C., Flood, P., Schewitzer, J. y Wisenbaker, J. (1979). School
social systems and student achievement: schools can make a difference. New
York: Praeger.
Brookover, W.B. y Lezotte, L.W. (1977). Changes in school characteristics coincident
with changes in student achievement. East Lansing: Institute for Research on
Teaching, Michigan State University.
Carroll, J.B. (1963). A model for school learning. Teachers College Record, 64(8), pp.
723-733.
Coleman, J.S., Campbell, E.Q., Hobson, C.J., McPartland, J., Mood, A.M., Weinfeld,
F.D. y York, R.L. (1966). Equality of educational opportunity. Washington: US
Government Printing Office.
Cotton, K. (1995). Effective schooling practices: A research synthesis. 1995 updated.
Portland, OR: Northwest Regional Educational Laboratory.
Creemers, B.P.M. (1994). The effective classroom. London: Cassell.
Creemers, B.P.M. y Scheerens, J. (1994). Developments in the educational
effectiveness research programme. International Journal of Educational
Research, 21(2), pp. 125-139.
Crone, L.J., Lang, H.H., Teddlie, C. y Frankllin, B. (1995). Achievement measures of
school effectiveness: comparison of model stability across years. Applied
Measurement in Education, 8(4), pp. 365-377.
Edmonds, R. (1979). Effective schools for the urban poor. Educational Leadership,
37(1), pp. 15-24.
Ellis, A. (1975). Success and failure: A summary of findings and recommendations for
improving elementary reading in Massachussetts city schools. Waterton, MA:
Educational Research Corporation.
Fertig, M. (2000). Old wine in new bottles? School Effectiveness and School
Improvement, 11(3), pp. 385-403.
Fitz-Gibbon, C.T. (1991). Multilevel modelling in an indicator system. En S.W.
Raudenbush y J.D. Willms (Eds.), Schools, classrooms and pupils: international
studies of schooling from multilevel perspective (pp. 67-83). San Diego, CA:
Academic Press.
Fuller, B. y Clarke, P. (1994). Raising school effects while ignoring the culture? Local
conditions and the influence of classroom tools, rules and pedagogy. Review of
Educational Research, 64(1), pp. 119-157.
Goldstein, H. (1997). Methods in school effectiveness research. School Effectiveness
and School Improvement, 8(4), pp. 369-395.
Goldstein, H. y Sammons, P. (1997). The influence of Secondary and Junior schools
on sixteen year examination performance: a cross-classified multilevel analysis.
School Effectiveness and School Improvement, 8(2), pp. 219-230.
Grace, G. (1998). Realizing the mission: catholic approaches to school effectiveness.
En R. Slee, G. Weiner y S. Tomlinson (Eds.), School effectiveness for whom?
Challenges to the school effectiveness and the school improvement movements
(pp. 117-127). London: Falmer Press.
Hanushek, E.A. y Kain, J.F. (1972). On the value of equality of educational opportunity
as a guide to public policy. En F. Mosteller y D.P. Moynihan (Eds.), On equality
33
of educational opportunity (pp. 116-145). New York: Random House.
Harris, A. (2001). Contemporary perspectives on school effectiveness and school
improvement. En A. Harris y N. Bennett (Eds.), School Effectiveness and
School Improvement. Alternative perspectives. London: Contuinuum.
Hernández, F. (1999). Prólogo. En L. Stoll y D. Fink, Para cambiar nuestras escuelas
(pp. 7-21). Barcelona: Octaedro.
Hill, P.W. (1998). Shaking the foundations: research driven school reforms. School
Effectiveness and School Improvement, 9(4), pp. 419-436.
Hill, P.W., Rowe, K.J. y Jones, T. (1995). Factors affecting students’ educational
progress: Multilevel modelling of educational effectiveness. Congress for
School Effectiveness and Improvement. Leewarden.
Jencks, C.S., Smith, M., Acland, H., Bane, M.J., Cohen, D., Gintis, H., Heyns, B. y
Michelson, S. (1972). Inequality: a reassessment of the effect of family and
schooling in America. New York: Basic Books.
Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad en Educación (2001). Primer
estudio internacional comparativo sobre Lenguaje, Matemática y factores
asociados, para alumnos del tercer y cuarto grado de la educación básica.
Santiago de Chile: UNESCO.
Levine, D.U. y Lezotte, L.W. (1990). Unusually effective schools: a review and analysis
of research and practice. Madison: National Center for Effective Schools
Research and Development.
Luyten, H. (1994). School effects: stability and malleability. Enschede: University of
Twente.
Mandeville, G.K. (1988). School effectiveness indicators revisited: cross-year stability.
Journal of Educational Measurement, 25, pp. 349-366.
Mayeske, G.W. et al. (1972). A study of our nation's schools. Washington, DC: US
Department oh Health, Education, and Welfare.
McIntosh, R. G. (1968). Equal educational opportunity. Harvard Educational Review,
28(1).
Morley, L. y Rassool, N. (1999). School effectiveness. Fracturing the discourse.
London: Falmer Press.
Mortimore, P. Sammons, P., Stoll, L., Lewis, D. y Ecob, R. (1988). School matters. The
junior years. Somerset: Open Books.
Mosteller, F. y Moynihan, D.P. (Eds.) (1972). On equality of educational opportunity.
New York: Vintage.
Moynihan, D.P. (1968). On understanding poverty: perspectives from the Social
Sciences. New York: Basic Books.
Murillo, F.J. (1999). Los Modelos Jerárquicos Lineales aplicados a la investigación
sobre Eficacia Escolar. Revista de Investigación Educativa, 17(2), pp. 453-460.
New York State Department of Education (1974). School factors influencing reading
achievement: A case study of two inner city schools. Albany, NY: Division of
Education and Evaluation.
New York State Department of Education (1976). Three strategies for studying the
effects of school process. Albany, NY: Bureau of School Programs Evaluation.
Pennycuick, D. (1993). School effectiveness in developing countries. A summary of the
research evidence. London: Overseas Development Agency.
34
Phi Delta Kappa (1980). Why some urban schools succeed? Bloomington, IN: Phi
Delta Kappa.
Plowden Committee (1967). Children and their Primary Schools. London: HMSO.
Purkey, S.C. y Smith, M.S. (1993). Effective schools: A review. Elementary School
Journal, 83, pp. 427-452.
Rea, J. y Weiner, G. (1998). Cultures of blame and redemption. When empowerment
becomes control: practitioners' views of the effective schools movement. En R.
Slee, G. Weiner y S. Tomlinson (Eds.), School effectiveness for whom?
Challenges to the school effectiveness and the school improvement movements
(pp. 21-32). London: Falmer Press.
Reynolds, D. (1976). The delinquent school. En P. Woods (Ed.), The process of
schooling. London: Routledge and Kegan Paul.
Riddell, A.R. (1989). An alternative approach to the study of school effectiveness in
Third World countries. Comparative Education Review, 33(4), pp. 481-497.
Riddell, A.R. (1997). Assessing designs for school effectiveness research and school
improvement in developing countries. Comparative Education Review, 41(2),
pp. 178-204.
Rutter, M., Mortimore, P., Ouston, J. y Maughan, B. (1979). Fifteen thousand hours.
London: Open Books.
Sammons, P., Hillman, J. y Mortimore, P. (1995). Key characteristics of effective
schools: a review of school effectiveness research. London: OFSTED.
Sammons, P., Nuttall, D., Cuttance, P. y Thomas, S. (1995). Continuity of school
effects: a longitudinal analysis of primary and secondary school effects on
GCSE performance. School Effectiveness and School Improvement, 6(4), pp.
285-307.
Sammons, P., Nuttall, D.L. y Cuttance, P. (1993). Differential school effectiveness:
results from a reanalysis of the Inner London Education Authority's Junior
School Project data. British Educational Research Journal(4), pp. 381-405.
Sammons, P., Thomas, S. y Mortimore, P. (1997). Forging links: effective schools and
effective departments. London: Paul Chapman Publishing.
Scheerens, J. (1990). School effectiveness research and the development of process
indicators of school functioning. School Effectiveness and School Improvement,
1(1), pp. 61-80.
Scheerens, J. (1999). School effectiveness in developed and developing countries; a
review of the research evidence. Documento inédito. University of Twente/The
World Bank.
Scheerens, J. (2000). Improving school effectiveness. Paris: IIEP-UNESCO.
Scheerens, J. y Bosker, R.J. (1997). The foundations of educational effectiveness.
Oxford: Pergamon.
Sime, N. y Gray, J. (1991). The stability of school effects over time. British Educational
Research Annual Conference. Notthingham.
Slavin, R.E. (1987). A theory of school and classroom organization. Educational
Psychologist, 22(2), pp. 89-108.
Smith, D.J. y Tomlinson, S. (1989). The school effect: a study of multi-racial
comprehensives. Londres: Policy Studies Institute.
Smith, M. (1972). Equality of educational opportunity: the basic findings reconsidered.
35
En F. Mosteller y D.P. Moynihan (Eds.), On equality if educational opportunity.
New York: Vintage Books.
Stringfield, S. (1994). A model of elementary school effects. En D. Reynolds (Ed.),
Advances in school effectiveness research and practice (pp. 158-187). Oxford:
Pergamon Press.
Stringfield, S. y Slavin, R.E. (1992). A hierarquical longitudinal model for elementary
school effects. En B.P.M. Creemers y G.J. Reezigt (Eds.), Evaluation of
educational research (pp. 35-69). Groningen: ICO.
Stringfield, S. y Teddlie, C. (1989). The first three phases of the Louisiana school
effectiveness study. En B.P.M. Creemers, T. Peters y D. Reynolds (Eds.),
School effectiveness and school improvement (pp. 281-293). Lisse: Swets y
Zeitlinger.
Stringfield, S., Teddlie, S. y Suarez, S. (1985). Classroom interaction in effective and
innefective schools: Preliminary results from phase III of the Louisiana School
Effectiveness Study. Journal of Classroom Interaction, 20, pp. 31-37.
Teddlie, C. (1984). The Louisiana School Effectiveness Study: Phase Two: 1982-84.
Baton Rouge, Louisiana: Louisiana State Department of Education.
Teddlie, C. y Stringfield, S. (1993). Schools make a difference: lessons learned from a
ten-year study of school effects. New York: Teachers College Press.
Teddlie, C., Kirby, P.C. y Stringfield, S. (1989). Effective versus ineffective schools:
observable differences in the classroom. American Journal of Education, 97(3),
pp. 221-236.
Thomas, S. y Mortimore, P. (1996). Comparison of value-added models for secondary-
school effectiveness. Research Papers in Education, 11(1), pp. 5-33.
Thomas, S., Sammons, P. y Mortimore, P. (1997). Stability and consistency in
secondary schools' effects on students' GCSE outcomes over three years.
School Effectiveness and School Improvement, 8(2), pp. 169-197.
Trower, P. y Vincent, L. (1995). The value added national project technical report:
secondary. London: School Curriculum and Assessment Authority.
Venezky, R. y Winfield, L. (1979). Schools that succeed beyond expectations in
teaching reading. Newark: University of Delaware.
Weber, G. (1971). Inner-city children can be taught to read: four successful schools.
Washington, DC: Council for Basic Education.
Wilder, G. (1977). Five exemplary reading programs. En J.T. Guthrie (Ed.), Cognition,
curriculum and comprehension (pp. 57-68). Newark, DE: International Reading
Association.
36