Reflexión Sobre La Amargura

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Reflexión sobre la amargura

Efesios 4:31-32 – Alegra esa cara

"Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia.
Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonandoos unos a otros, así como
también Dios os perdonó en Cristo."

El paso de los años te hace ver las cosas diferentes, lo que cuando eras un niño te parecía
inmenso, con el paso de los años, debido al crecimiento se ve pequeño. Recuerdo en mi época de
instituto que mi casa estaba a unos 15 minutos caminando, todo cuesta arriba, pero eso no era lo
peor de todo, sino que la calle del instituto era totalmente empinada, era la guinda a un camino
realmente asqueroso para llegar a un sitio al que no quería ir. Mi cara llegaba al suelo, pero en
cambio tenía un compañero que se llama Antonio, que cada día llega al instituto sonriendo, subía
aquella cuesta como si fuese hacia abajo, su cara, su gesticulación, su mirada irradiaban alegría.

Yo quería ser como mi compañero, quería llegar alegre, expresar alegría, pero si por mi carácter ya
de por si no soy una persona expresiva, mucho menos a las 8:30 de la mañana y cuesta arriba.
Pablo nos quiere retar, mejor dicho es Dios a través de Pablo que pone una prueba ante
nosotros "sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda
malicia. Sed más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, así
como también Dios os perdonó en Cristo." Leer estas palabras produce un autoexamen en mí que
me llevan al suspenso.

Creo que en ocasiones somos demasiado cascarrabias, nos quejamos de todo en exceso, llevamos
nuestras caras que nos llegan al suelo, estamos susceptibles y a la mínima saltamos contestando
de malas maneras, por no decir de la transformación que muchos sufrimos al sentarnos al volante,
nos cuesta demostrar amor, rápidamente intentamos devolver el mal al que nos hiere, ¿dónde
queda nuestra misericordia? Somos personas que hemos recibido el mayor regalo que ha habido
en la historia, el privilegio de vivir eternamente en la presencia de Dios, pero en cambio
mostramos tristeza, amargura, enfado, ira, en lugar de traer luz, nuestras caras, nuestras actitudes
traen tinieblas, y esto nunca debiera ser así.

La misericordia de Dios nos ha alcanzado, es cierto, no lo merecíamos ni lo mereceremos ¡pero


Dios nos ha perdonado! ¿No es esto motivo suficiente de alegría? Dejemos de vivir perdonando la
vida de cualquiera que nos haga algo, todo lo contrario amémoslo como Dios nos ha amado a
nosotros, con nuestras imperfecciones, contagiemos alegría, transmitamos amor, pero no nuestro
amor, sino el amor que surge como fruto de tener al Espíritu Santo en nosotros, perdonemos al
que nos hiere, no arraiguemos en nuestro corazón ira ni rencor, sino todo lo contrario, pasemos
por alto el error, seamos agentes del reino que se dedican a amar al pecador, y que viven
siguiendo los pasos que Jesús dejó marcados.

La vida es demasiado corta para vivir siempre cabreados, hoy es un día para disfrutar del gozo de
la salvación que tenemos en Dios, que es nuestra roca, nuestro pronto auxilio, nuestra ayuda en la
adversidad, nuestro salvador del infierno. Vivamos alegres, Dios nos ha perdonado, seamos
misericordiosos, pacientes, amantes como Dios lo ha sido con cada uno de nosotros.

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