Desigualdades Persistentes y Promesas Incumplidas
Desigualdades Persistentes y Promesas Incumplidas
Desigualdades Persistentes y Promesas Incumplidas
Desigualdades persistentes
y promesas incumplidas
Los ideales de justicia social han estado casi siempre unidos a la educa-
ción. Así era ya en los escasos arranques igualitarios de las sociedades
cerradas y adscriptivas, como las esclavistas y feudales, lo que se mani-
fiesta en especulaciones señeras como La República de Platón o la Utopía
de Moro, de las que luego diremos algo. Mucho más en las sociedades
abiertas y adquisitivas, como son las de mercado y capitalistas, y fueron
asimismo, a estos efectos, las socialistas o comunistas.
352
Condorcet, 1791: 81.
353
Condorcet, 1791: 110.
354
En Araque, 2013: 183.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 217
355
Cremin, 1957: 65.
356
Llopis, 1933: 173.
357
L.I.P., 1857: art. 100.
358
INE, 1870: 474-475.
359
INE, 1858: 107-108.
218 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
larizados, y niños varones más que niñas. Cabe adivinar, de paso, que no
habría muchos gitanos ni niños con discapacidades.
360
La Chalotais, 1763: 24.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 219
361
Manjón, 1895: 17.
362
Palaudàrias, 2006.
220 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
* * *
En 1787, lo más atrás que nos permiten remontarnos las estadísticas del
INE, había en los colegios españoles 6.430 alumnos y 1.298 alumnas; en
1797 eran 4.505 y 2.745 y, en las escuelas, 304.613 y 88.543365; si asumimos
363
Subirats, 1994; Ballarín, 2006.
364
Fernández Enguita, 1995; Muñoz Sedano, 2000; Salinas, 2009.
365
INE, 1858: 35, 272.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 221
que entonces, como hoy, las mujeres sostenían la mitad del cielo, no es
difícil hacer cálculos sobre sus desiguales oportunidades; en las univer-
sidades no serían oficialmente admitidas hasta 1910. El primer Anuario
posterior a la guerra, de 1943, ofrece cifras similares de matriculación
para niños y niñas en la instrucción primaria oficial, pero, cuando se pasa
a la enseñanza de adultos, son en 1939-1940 230.782 varones y 2.809 hem-
bras; en la enseñanza media son 104.454 y 51.480; en las universidades,
46.713 y 7.623366. Hoy la situación ha cambiado y lo ha hecho de forma
radical: en el curso 2012-2013, siendo apenas el 48,6 % del alumnado que
se tituló en primaria (lo que podemos tomar como indicación de la com-
posición demográfica), fueron el 53,0 % de quienes lo hicieron en secun-
daria obligatoria, el 54,8 % en bachillerato, el 50,4 % en técnico medio, el
52,7 % en técnico superior, el 62 % en otras enseñanzas regladas de nivel
secundario367; también fueron el 57,6 % de los graduados universitarios
y el 58,2 % de los titulados en máster. Justo es reconocer, no obstante,
que falta un hervor: solo el 49,2 % de los títulos de doctorado y el 46,2 %
de las ayudas posdoctorales de incorporación368. Un problema por resol-
ver, algo más importante que la ley sálica o la preferencia del varón en la
línea de sucesión nobiliaria, pero tampoco ya demasiado.
366
INE, 1943: 195, 224, 267.
367
MECD, 2015b: Tabla 1.1.
368
MECD, 2015d: 35, 151.
222 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
Más grave es que estamos de nuevo ante una brecha de género, solo
que ahora para desventaja de los niños y adolescentes varones. Salvo
que alguien piense que algo habrán hecho, o que así sabrán lo que es
bueno, hay que dedicarle la misma atención que en su día se dedicó, y
todavía se dedica, a la brecha en detrimento de las mujeres. Con dos
peculiaridades añadidas: la primera, que esta nueva brecha es mayor,
más intensa, a menor estatus socioeconómico, lo que significa que revi-
taliza además las desigualdades de clase entre los varones; la segunda,
que a diferencia de su precedente está claro que no se va a solucionar,
ni mucho ni poco, con más escuela. Se trata de un problema incómodo,
pues esta mal llamada brecha de género inversa aparece cuando todavía
quedan flecos de la que sería la directa y, por otra parte, resulta difícil
descartar cualquier relación con la feminización masiva de la profesión
docente. Pero ignorarla solo puede conducir a que además hoy apun-
ten y mañana proliferen propuestas de educación diferenciada, es decir,
separada por sexos. El establishment escolar rechaza y demoniza rá-
pidamente estas propuestas como segregadoras, pero sus partidarios
bien podrían decir que prefieren la segregación para llegar a resultados
iguales en ambos sexos que la discriminación que conduce a resulta-
dos ya tan desiguales. Quizá fuera más sensato descartar las etiquetas
ideológicas y preguntarse, primero, qué factores están produciendo la
desventaja de los alumnos varones –sin dejar fuera del análisis nada
que pueda implicar a la profesión docente– y, segundo, hasta dónde es
negociable –y desde dónde no– la indeseada desigualdad de resultados
por una deseable socialización en común.
369
Forbes, 2015; Adecco, 2015b.
370
MECD, 2015c: Tabla I.2.4a.1.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 223
* * *
371
Calero et al., 2008: 24.
372
Fernández Enguita, Mena y Rivière, 2010.
373
Martínez-García y Fernández-Mellizo, en Torres, 2015: 558.
374
Carabaña, en Torres 2015: 567.
224 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
375
Erikson & Goldthorpe, 1993.
376
Carabaña, en Torres 2015: 569.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 225
* * *
377
Fernández Enguita, 2005.
378
Pérez Díaz et al., 2009: 68.
379
Stevens & Dworkin, 2014.
226 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
380
Laparra, 2011: 27.
381
CIS, 2006.
382
De la Nieta, en Laparra, 2011: 78.
383
FSG, 2013: 176.
384
FSG, 2010: 29, 42, 107-108.
385
MECD, 2015a: Tablas 1.2, 1.5, 1.6 y 1.8.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 227
386
OECD, 2015a: Tabla 4.1.
387
OECD, 2015a: 15, 24, 56-58.
388
Eurostat, 2015e: edat_lfs_9911.
389
OECD, 2015a: 99-101.
228 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
Y vale la pena reseñar otros dos datos que ofrece el análisis comparado:
los profesores españoles están entre los que en mayor medida creen
necesitar formación para realizar su labor en un contexto intercultural,
los que más entre los países de Europa occidental (un 19 % así lo afir-
ma)391; los directores españoles, por su parte, están entre los que con
más frecuencia señalan la diversidad étnica como un obstáculo para el
progreso del aprendizaje (el 6,4 %, medidos por el alumnado a su cargo,
frente al 3,9 % en promedio en la OCDE)392, lo cual, salvo que se les dé la
razón, apunta a otra carencia formativa.
* * *
390
OECD, 2015a: fig. 4.20.
391
OECD, 2015a: fig. 4.18.
392
OECD, 2015a: fig. 4.19.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 229
393
MECD, 2015e: Tabla B4.6.
394
MECD, 2015e: Tabla C2.7.
230 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
395
Coleman, 1966.
396
Jencks, 1976.
397
Rumberger & Palardi, 2005.
398
OECD, 2004: 89.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 231
* * *
399
López de la Nieta, en Torres, 2015: 549.
400
McNamee & Miller, 2004: 239.
401
Lara y Huete, 2002: 37.
232 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
402
Echeita, 2004.
403
Platón (c. 380 a. C.) [1988]: 472c, 282.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 233
404
Marx, 1975: I, 2, 446.
405
More, 1516 s/f: 64-65.
406
Mateo, 22.
407
Tawney, 1964: 127.
408
Aristóteles, 1989: 255, 266.
234 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
409
Arendt, 1954.
410
Young, 1958: 135.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 235
* * *
Habent sua fata libelli. El término creado para exponer y ridiculizar las
contradicciones del semiigualitarismo laborista, en particular su exage-
rada fe en la escuela, sobrevivió a los designios de su creador y se volvió
contra ellos. Menos de dos decenios después sería reivindicado por Da-
niel Bell en su prognosis de la sociedad postindustrial; consciente de la
opuesta intención de Young, Bell auguraba una meritocracia justa, «un
énfasis en la realización individual y en el estatus alcanzado en cuanto
confirmado por los propios compañeros»411. Algo más de otro decenio
y otro británico, Tony Blair, lo pondría en el centro del debate político:
«La nueva Gran Bretaña es una meritocracia en la que derribamos las
barreras de clase, religión, raza y cultura», proclamaba412 al poco de lle-
gar al gobierno. «La sociedad meritocrática es la única capaz de explotar
su potencial económico al completo y para toda su gente». Nótese que
Blair no hablaba de suprimir la desigualdad final (aunque justo es de-
cir que sus gobiernos sacaron adelante variadas políticas sociales), sino
de superar los condicionantes adscriptivos que pudieran impedir a la
gente moverse en ella; no hablaba de igualdad, sino de movilidad; o no
de igualdad de resultados, ni nada parecido a ello, sino de igualdad de
oportunidades, el viejo tema de la educación.
411
Bell, 1973: 82.
412
The Times, 25-10-97.
413
Elman, 2013.
414
Rosenberg, 1958.
236 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
415
Mill, 1861: XVIII, 524.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 237
416
Machlup, 1962.
417
Touraine, 1969; Bell, 1973.
418
Brzezinski, 1970.
419
Masuda, 1980.
420
Castells, 1996.
421
Drucker, 1969: 993.
238 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
* * *
422
Durkheim, 1930.
423
Davis & Moore, 1945; Dahrendorf, 1959.
424
Becker, 1962; Mincer, 1974.
425
Reich, 1991.
426
Goldin & Katz, 2008.
427
McIntosh, 2008; OECD, 2015d.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 239
428
Piketty & Sáez, 2001; Piketty, 2014.
429
Taylor-Gooby, 2013.
430
Meil, 2011.
431
Gallie, 1991; Goos et al., 2010; Hernanz y García Serrano, 2015.
432
Bluestone y Harrison, 1988; David et al., 2006; Autor, 2010, 2014; Autor et al., 2008;
Anghel et al., 2013; Casado et al., 2015.
240 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
433
Autor, 2010.
434
IVIE, 2012.
435
Dore, 1976.
436
Berg, 1970; Freeman, 1976; Rumberger, 1981.
437
García Montalvo, 2005.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 241
* * *
438
Psacharopoulos & Patrinos, 2004; Trostle et al., 2010; Montenegro & Patrinos, 2013.
242 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
todo esto no invalida la idea general de que hay un tiempo para apren-
der, o para estudiar, y otro para trabajar. Hasta no hace mucho, en las
sociedades modernas compatibilizar estudios y trabajo era una práctica
minoritaria, pues la mayoría no estudiaba más allá de la edad en que
no estaba permitido trabajar y la minoría que seguía haciendo lo pri-
mero no necesitaba apresurarse a hacer lo segundo (en las sociedades
tradicionales, como ya hemos señalado, no existía una estricta divisoria
funcional ni temporal entre aprendizaje y trabajo). La práctica totalidad
de la gente no volvía jamás al sistema educativo después de su egreso,
y la oferta de la posibilidad de hacerlo a los que lo habían abandonado
demasiado pronto era considerada una medida remedial y excepcional,
de segunda oportunidad.
439
Merton, 1968.
440
Mateo 25: 14-30.
441
Stanovich, 1986.
442
Rigney, 2010.
443
Heckman, 2006.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 243
* * *
444
Fernández Enguita, 2012b.
445
EADA, 2011: 1.1.4.
446
EADA, 2011: 1.3.43.
244 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA
447
Martínez Celorrio, 2012: 52.
448
Hughes, 1945; Lenski, 1954.
CAPÍTULO 7. DESIGUALDADES PERSISTENTES Y PROMESAS INCUMPLIDAS 245
449
Dumont, 1969, 1985.
450
Platón (c. 380 a. C.) [1988]: 617e, 492.
451
Willis, 1977.
452
Jones, 2011.
453
Tomlinson, 2013.
246 LA EDUCACIÓN EN LA ENCRUCIJADA