Diario La Nación - 10 Claves para La Economía Circular PDF
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La economía circular se emparenta con otras formas adoptadas por una parte del
mundo productivo. La economía verde se propone reducir o revertir impactos
negativos medioambientales. La economía azul, promovida por el emprendedor belga
Gunter Pauli, se basa en rescatar recursos que están disponibles (pero
desaprovechados) en las comunidades, para promover el desarrollo local. Y la
economía del triple impacto, surgida de las B-Corporation en EE.UU., está integrada
por empresas que tienen el propósito de generar beneficios sociales y ambientales sin
perder de vista la rentabilidad.
Una particular manera de rescatar recursos está en las prácticas de la economía azul.
"La riqueza que tiene nuestro país en ecosistemas y diversidad biológica, es
directamente proporcional a la riqueza que tenemos para el desarrollo de proyectos y
emprendimientos basados en la economía azul. La oportunidad es inmensa", dice
Gonzalo Del Castillo, coordinador de Proyectos del Capítulo Argentino del Club de
Roma, que está trabajando ahora junto con el Ministerio de Ambiente y Desarrollo
Sustentable y la Fundación Zeri en la identificación de iniciativas posibles en la
Argentina. Algunos de los proyectos desarrollados en el mundo bajo el esquema
"azul" (Pauli dice que de ese color se ve el planeta desde el espacio) llevaron a la
producción de hongos comestibles a partir de restos del café, de detergentes usando
cáscaras de cítricos, y de papel aprovechando residuos de la minería.
Uno de los objetivos es lograr que haya cada vez menos basura y más material
reutilizable como insumos. En esta tarea hay responsabilidad de las empresas, pero
también se advierte que se necesita un marco más amplio, con acciones del Estado
que ordenen una acción.
Existen de todas formas iniciativas desde el Estado, como las del Ceamse (produce
biogás para dar energía) y desde sectores privados, con grandes compañías que se
transforman y con emprendedores que inician su actividad tomando recursos de
objetos descartados. Sólo por citar dos casos: Xinca es una empresa mendocina de
calzado que utiliza neumáticos en desuso para las suelas, y La Escombrera es un
emprendimiento cordobés que transforma escombros en un material para la
construcción.
Ese es, de alguna forma, el concepto que rige la práctica de los gobiernos de muchas
ciudades, al poner a disposición de los ciudadanos bicicletas para uso compartido.
¿Qué pasa con los envases del plástico PET? Sobre el consumo anual de ese material
para botellas -que es de unas 220.000 toneladas-, entre un 20 y 25% se recicla. "Hace
tres años estábamos en un índice de 35 a 37%", dice Carlos Briones, gerente de
Relaciones Institucionales de Dak Américas y de Ecopek, la planta de reciclaje.
Briones atribuye el retroceso a una cuestión de precios (el del material virgen estuvo
en baja) y al contexto inflacionario. La caída que tuvo de un tiempo a esta parte el
valor del petróleo y de sus productos derivados, sumada al alza de los demás costos
de la planta, hizo que se redujera en términos reales lo que reciben los recuperadores,
un tema complejo porque entra en juego el rol de la intermediación entre las
personas que juntan las botellas y la fábrica.
En el caso de envases de tetra brik, en la Argentina se reciclan más de 500 millones
de unidades al año (sobre un consumo de unos 2700 millones), según dice Horacio
Martino, gerente de Sustentabilidad de Tetra Pak. En este caso, lo rescatado sólo se
destina a la producción de otros bienes, como chapas para techos, placas de
aglomerado y pallets plásticos. "Implementamos con municipios y cooperativas de
recuperadores una estrategia de reciclado que promueve sistemas de gestión de
residuos sólidos con separación en origen, recolección de materiales e inclusión
social", cuenta Martino.
Otra de las metas de una economía con interés por el medio ambiente está en ir hacia
un mayor uso de energías de fuentes renovables. La Fundación Ellen McArthur
sostiene que los sistemas de producción deberían tratar de funcionar impulsadas
fundamentalmente de esa manera, y afirma que eso sería posible "por los valores
reducidos de energía que necesita una economía restaurativa".
Pero, más allá del potencial de los empleos verdes, llega una pregunta: si se consume
de una manera más responsable y si se usan productos de mayor durabilidad, ¿no se
afecta la capacidad de crear puestos? El economista británico Robert Skidelsky, que
participó de un encuentro reciente de la OIT sobre el trabajo del futuro, identifica a la
insatisfacción continua del consumidor y a la propensión a querer siempre más y más
cosas materiales, como uno de los motores que llevó hasta ahora a generar puestos.
Algunos referentes de las nuevas economías creen que se debe revisar cómo se
concibe la filantropía (definida por la Real Academia como "el amor por el género
humano"). El cambio necesario consiste en dar el paso desde la donación hacia la
inversión, para "hacer un uso más estratégico de los recursos", según dice María
Laura Tinelli, directora de Acrux Partners, una consultora de inversión de impacto
con foco en América del Sur. La inversión de impacto, explica, supone usar la lente de
lo ambiental y lo social, además de la del riesgo y el retorno, a la hora de decidir
dónde colocar el dinero. La diferencia con donar es que en este caso se alientan
actividades que, se espera, sean sostenibles y mejoren la calidad de vida de las
personas. Según apuntó Tinelli, de una masa total de 212 trillones de dólares que se
invierten en todo el globo, hay 114.000 millones de dólares destinados a proyectos
con impacto social y ambiental, y un 9% de ese monto está en América latina. Los
datos surgen del Global Impact Investment Network.
"El Estado puede y debe definir las reglas de juego que faciliten la migración hacia
una economía circular y que penalicen la linealidad en los procesos productivos",
afirma Del Castillo, que le asigna también a este actor social la responsabilidad de
trabajar en la educación "ambiental, creativa y emprendedora" para que suceda el
cambio. Entre las políticas específicas, hay quienes promueven una ley de envases,
que obligue a incorporar siempre una parte de material reciclado a cada producto y
que ayude a que puedan rescatarse botellas y frascos. Las normativas también
podrían promover la recuperación de residuos capaces de transformarse en insumos,
como el aceite usado por la actividad gastronómica.
Las metas son que para 2019 y 2023, el 80% y el 100% de la población del país,
respectivamente, tengan acceso a un sistema de disposición adecuada de los residuos.