Sentencia SC1716-2018 - 2008-00404 de Mayo 23 de 2018 PDF

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17/2/2020 SENTENCIA SC1716-2018/2008-00404 DE MAYO 23 DE 2018

SENTENCIA SC1716-2018 DE 23 DE MAYO DE 2018


CORTE SUPREMA DE JUSTICIA

CONTENIDO: ACCIÓN DE DOMINIO. VALOR DE LAS COPIAS SIMPLES. EN EL CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL, LAS COPIAS SIMPLES DE DOCUMENTOS NO
TIENEN NINGÚN VALOR PROBATORIO, A MENOS DE QUE CUMPLAN LOS REQUISITOS DEL ARTÍCULO 254, ES DECIR QUE SEAN AUTORIZADOS POR NOTARIO,
DIRECTOR DE OFICINA ADMINISTRATIVA O DE POLICÍA, O SECRETARIO DE OFICINA JUDICIAL PREVIA ORDEN DEL JUEZ, DONDE SE ENCUENTRE EL ORIGINAL
O UNA COPIA AUTENTICA. LA DIRECTRIZ JURISPRUDENCIAL SEÑALA QUE SE DEBE ENTENDER QUE SI NO EXISTE CERTEZA SOBRE LA PROCEDENCIA O EL
CONTENIDO DEL DOCUMENTO, LAS FORMALIDADES DESCRITAS RESULTAN ESENCIALES RESPECTO DE COPIAS SIMPLES.

TEMAS ESPECÍFICOS: COPIA DE DOCUMENTO, VALOR PROBATORIO DE LA COPIA DE DOCUMENTO, CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL, COPIA SIMPLE DE
DOCUMENTO, VALOR PROBATORIO DE LA COPIA SIMPLE DE DOCUMENTO
SALA: CIVIL
PONENTE: TOLOSA VILLABONA, LUIS ARMANDO

Sentencia SC-1716-2018 de mayo 23 de 2018


CORTE SUPREMA DE JUSTICIA
SALA DE CASACIÓN CIVIL
Magistrado Ponente:
Dr. Luis Armando Tolosa Villabona
SC1716-2018
Radicación 76001-31-03-012-2008-00404-01
(Aprobado en sesión de veintiuno de noviembre de dos mil diecisiete)
Bogotá, D.C., veintitrés de mayo de dos mil dieciocho.
EXTRACTOS: «Consideraciones
2.3. En la contestación de la demanda inicial, la interpelada no hizo reparo alguno al documento en cuestión. Por el contrario, ninguna duda
le abrigó sobre la titularidad del dominio en cabeza de la demandante, su hermana, precisamente, como presupuesto para oponerle el tiempo
de posesión material suficiente para prescribir, en apoyo de lo cual, igualmente, al formular la contrademanda, allegó el respectivo certificado
de tradición.
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2.4. La Corte, es cierto en el marco del Código de Procedimiento Civil, ha sostenido que las copias simples de documentos no tienen ningún
valor probatorio, a menos que hayan cumplido los requisitos exigidos por el artículo 254 ejúsdem.
Esto es, “autorizados por notario, director de oficina administrativa o de policía, o secretario de oficina judicial, previa orden del juez, donde
se encuentre el original o una copia autenticada”; o “autenticadas por notario, previo cotejo con el original o la copia autenticada que se le
presente”; o “compulsadas del original o de copia autenticada en el curso de inspección judicial, salvo que la ley disponga otra cosa”.
Sin embargo, se precisa, en la hora de ahora, la directriz jurisprudencial debe entenderse en un marco donde no exista certeza sobre la
procedencia o el contenido del documento de que se trate, pero no cuando la conducta procesal de los sujetos en contienda, tratándose de
copias informales de documentos públicos, cejan la incertidumbre.
Con mayor razón, cuando respecto de los “documentos privados manuscritos, firmados o elaborados por las partes, presentados en original
o en copia para ser incorporados a un expediente judicial con fines probatorios”, el artículo 11 de la Ley 1395 de 2010, mediante el cual se
modificó el inciso 4º del artículo 252 del Código de Procedimiento Civil, establece que “se presumirán auténticos, sin necesidad de
presentación personal ni autenticación”.
Las formalidades dichas, por lo tanto, resultan esenciales, respecto de copias simples, frente a la duda acerca del autor o del contenido del
documento, sea público o privado, y dejan de serlo en caso contrario. En el sustrato, entonces, al tenor del artículo 252, inciso 1º del Código
de Procedimiento Civil, lo importante es que el documento sea auténtico, cual ocurre “cuando existe certeza sobre la persona que lo ha
elaborado, manuscrito o firmado”.
2.5. En ese orden de ideas, en el caso, el error de derecho probatorio denunciado, es inexistente, porque si para el Tribunal era “tema
pacífico” todo lo asociado con el título y el modo del dominio, la conclusión, esto es, la calidad de auténticos de los documentos, la encontró en
los mismos hechos manifestados en el expediente.
2.5.1. El cargo formulado, desde luego, contradice, in radice, la conducta desplegada por la demandada en reconvención, pues aceptó el
valor probatorio de la escritura en copias simples cuando contestó la demanda, refrendado así “el animus domini” de la actora.
En efecto, en la audiencia del artículo 101 del Código de Procedimiento Civil (fls. 52-53) se cumplió sin que la demandada hiciera
observación a la forma mediante la cual estaba revestida la prueba en cuestión. En el auto donde abrió a pruebas el proceso el a quo admitió
“(...) como prueba los documentos aportados con la demanda, para ser valorados en su debida oportunidad” (4) ; decisión frente a la cual la
oponente guardó hermético silencio, nada objetó sobre el particular.
En el fallo el juez del conocimiento apuntó: El “(...) certificado de tradición del folio de matrícula inmobiliaria 370-70348 de la Oficina de
Registro de Instrumentos Públicos de Cali, la escritura (...) 1214 del día 31 de marzo de 1980 otorgada en la Notaría Cuarta (...) de Cali y el
certificado del avalúo catastral (...) señalan, sin lugar a duda, que ha sido (...) Lilia Patricia Jaramillo Bedón la titular del derecho de dominio del
citado inmueble y por ende, está legitimada para demandar la reivindicación del mismo y a ello debería accederse si la demandada (...) no se
hubiera opuesto a tal pretensión (...)” (5) .
La decisión de primer grado sentenció declarando la pertenencia, no por la ausencia de la prueba del derecho de dominio, sino por la
prosperidad de la declaración de prescripción adquisitiva. Finalmente en los alegatos de que trata el artículo 360 ibídem, tampoco controvirtió
la calidad jurídica de la prueba en cuestión.
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2.5.2. La escritura pública de la compraventa inmobiliaria es la expresión del título y el certificado de su inscripción es paso demostrativo de
la tradición, como modo. Este se aportó, además, por la misma recurrente, publicitando así la inscripción de la escritura tachada de
inauténtica, exhibiendo en él la cadena traditiva en los términos de ley, sin objeción desde su postura procesal.
Es más, por auto de 6 de agosto de 2006 se ordenó allegarlo actualizado cuando se inadmitió la demanda inicial. El extremo actor cumplió
la orden, procediendo a admitirse el libelo el 22 de agosto siguiente; luego deviene verdadero, genuino, cierto, fidedigno y legítimo que el
respectivo título se registró, concurriendo la causa y la consecuencia, el título y el modo en cabeza de la reivindicante, todo esto corroborado
cuando la misma contrademandante, ahora recurrente, se repite, lo aportó con su pretensión prescriptiva para acreditar la titularidad de
derechos reales.
2.5.3. El artículo 26 de la Ley 794 de 2003, luego el artículo 11 de la Ley 1395 de 2010 y finalmente el artículo 244 del Código General del
Proceso, progresivamente han zanjado la cuestión, pues con fundamento en el artículo 83 de la Constitución Política, se impone el
asentamiento paulatino, pero vigoroso, con venero en la buena fe como principio rector de las actuaciones judiciales en pro del derecho
sustancial y de la desmitificación del rigor procesal, otorgar igual valor probatorio a las pruebas documentales en copias simples u originales,
para no incurrir en yerro probatorio o en defecto procedimental.
La tendencia dicha se erige en medio e instrumento para proteger los derechos, principios y valores constitucionales, así como para no
confundir el carácter de auténtico del respectivo documento, con el efecto o el valor demostrativo que de esa autenticidad del medio se deriva.
Por esto, esta Corte, en un caso, un tanto análogo al presente, en relación con la nota de registro en el instrumento público, mutatis
mutandis, en lo pertinente, adoctrinó, reiterando una doctrina en punta de la centuria:
“Y así resulta, porque si bien el dominio es asunto a cuya demostración debe concurrir tanto el título de adquisición como la prueba de
que fue inscrito en el registro competente, esto es, la escritura pública y la nota de registro, tesis que a propósito es la expuesta por la
Corte en la sentencia a que alude el impugnador, ello no traduce desde ningún punto de vista, como lo pretende hacer ver el impugnador,
que la dicha constancia deba aparecer indefectiblemente en el título, desde luego que una carencia de tenor semejante jamás podría
conducir a sostener que la tradición no haya operado, si es que, de otra parte, como lo ha puntualizado también esta Corporación, "hay
evidencia de que de ella ya se tomó nota en el registro inmobiliario, y así aparece en el documento idóneo para ello como es el certificado
del Registrador de Instrumentos Públicos" (G.J. t. CCXXXVII, sent. de 2 de octubre de 1995, exp. 4493, pág. 937).
En otra oportunidad dijo al caso la Corte:
"Es evidente que la copia escrituraria mencionada no ostenta la respectiva diligencia donde conste su inscripción en la Oficina de
Registro, pero la parte actora trajo a los autos en su oportunidad el certificado expedido por el Registrador del Circuito respectivo donde
se deja clara constancia de que la escritura hipotecaria (...) fue inscrita en aquella oficina (...). Y esta Corte, en su sentencia de casación
de 31 de marzo de 1919 previó ya este caso cuando dijo: 'Si bien el artículo 2669 del Código Civil previene que la nota de registro se
ponga al pie del título, de ahí no se sigue que encaso de omitirse por cualquier causa esta formalidad, esté vedado obtener en otra
ocasión y por otro camino el certificado del Registrador. Como acto de tradición lo esencial es el registro, y como prueba el testimonio
oficial y escrito del Registrador'" (LVI, p. 142).
“Entonces, si, como aquí, ninguna de las escrituras arrimadas al proceso cuenta con la anotación en el registro, pero, en todo caso, tanto
la 1427 de 30 de abril de 1990 corrida en (...) , en virtud de la cual el demandante adquirió el dominio del bien reivindicado, como la otra,
la 2068 de 3 de diciembre de 1986, por la que su tradente lo hubo a su vez (...) figuran cabalmente inscritas, cual en últimas lo acepta el
impugnador, el ataque carece de asidero” (6) .

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2.6. El error de derecho denunciado, en consecuencia, resulta infundado.


3. Cargo segundo
Acusa el fallo de infringir, por vía indirecta, los artículos 769, 2518 del Código Civil, por falta de aplicación; 775 y 946 del mismo estatuto, por
aplicación indebida, como consecuencia de errores de hecho probatorios.
3.3.1. Según la recurrente, el fallador atribuyó plena credibilidad a lo testificado por Eva Antonia Jaramillo de Mateus y Alfonso Mosquera
Bedón, hermanos de las partes; pero “(...) su argumentación [la hizo] con abstracción de lo (...) demostrado [por ellos] (...)” (7) , pues concluyó
que la demandada poseyó solo a partir de finales de enero de 2008, cuando repelió a la promotora; y que entre aquélla, como comodataria, y
ésta, como comodante, existió un contrato de comodato, pese a no haber prueba que así lo establezca, porque esos deponentes no refieren la
existencia de un pacto de la apuntada especie. Solo relatan “(...) hechos que a ellos, en su intimidad y de forma personalísima, les consta (...)
pero (...) [su] dicho [no] se presta para (...) [inferir] la calidad de tenedora de Nubia Ersi (...)” (8) . Como no podía deducir posesión solo desde
2008, el juez de segundo grado erró al ver “(...) los testimonios (...) [de] Jaramillo de Mateus y Mosquera Bedón” (9) .
3.3.2. No vio (i) “(...) los demás testimonios o la documental» (10) , indicativos de que la accionada entró en posesión en 1980 para solucionar
su vivienda y la de su familia, donde plantó mejoras, de las cuales la actora era sabedora; (ii) ni que ésta confesó, en el hecho quinto de la
demanda y en la subsanación, “(...) que Nubia (...) entró en posesión “desde hace siete años” (...)” y que “(...) entró en posesión desde 1998
(...) [al pretender] “(...) frutos (...) desde (...) 12 años (septiembre de 1998)” (11) .
3.3.3. Ignoró “(...) todos los medios de prueba (...)” indicativos “(...) de la posesión ejercida por Nubia (...), la fecha en que dicha situación
(...) inició y la publicidad, pacificidad y continuidad de la misma (...) que se extraen de la declaración de (...) Nubia (...) en donde manifiesta que
entró en posesión desde abril de 1980, que fue su hermana, la . Concluyó lo contrario de lo declarado “(...) por Víctor Raúl Sánchez Valderuten
quien manifestó que la construcción (...) atribuible a Nubia (...) se inició (...) hace doce años (...) [lo] que coincide con el dicho de Martha Alcira
Rengifo quien ubica (...) la iniciación de la construcción (...) del segundo piso en la misma época”.

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