Entrevista A Johannes Gutenberg
Entrevista A Johannes Gutenberg
Entrevista A Johannes Gutenberg
Para mí, es uno de los mayores inventos del siglo XV y una revolución cultural,
debido a que ha revolucionado la forma en que los hombres accederían en lo
sucesivo a la información y el saber, a la difusión a gran escala del saber en poco
tiempo, y, que puede abarcar muchas personas, es decir, contribuye a la
masificación del conocimiento. A pesar de tratarse de un mecanismo muy simple,
su importancia para nuestra evolución ha sido más que destacable. Es que
dígame, ¿que sería de un mundo sin libros…?
Entrevistador: ¡Wow!, ¡sin palabras! , tiene usted toda la razón. Estaríamos todos
totalmente perdidos, no seríamos lo que somos hoy en día y por supuesto no
sabríamos de su increíble ingenio. ¡Un aplauso, por favor!
Durante la invención de la Imprenta, ¿cuáles fueron las dificultades que pusieron
en peligro su creación?
Johannes Gutenberg: Aunque yo quería mantener este tema en secreto…
Cuando hice los primeros ensayos de impresión en Estrasburgo, con el apoyo de
mis socios en la empresa de la fabricación de espejos, pedí, a través de un
documento, que no le enseñasen a nadie la prensa. Yo quería mantener ese tema
en secreto para que mis trabajos pasaran como manuscritos…
Entrevistador: Pero Herr Gutenberg, ¿por qué mantener en secreto un invento
tan revolucionario?
Johannes Gutenberg: Para poder cumplir con la apuesta tuve que pedir dinero a
Johann Fust, un rico negociante, el cual me prestó 800 florines para la fabricación
de ciertos instrumentos y 300 florines más para la “obra de libros” mediante un
nuevo contrato en el cual estaban contemplados los gastos de papel, pergamino y
tinta. El dinero no fue el único problema, también el tiempo, ya que me costó
mucho poner en marcha lo que sería la futura imprenta. Volví a pedir un préstamo,
tuve que incluso formar una sociedad y aceptar la vigilancia de Peter Schöffer,
sobrino de mi prestamista. Cuando ya estaba a punto de cumplir con las 150
biblias que había prometido, dos años más tarde me quedo sin dinero y sin
préstamo, ya que Fust rechazo pagarme más, dejando a cargo a su sobrino, y es
así como arruinado abandono mi propia imprenta. A finales de 1455, Fust me
acusa de emplear el dinero que le había prestado para otra cosa que la
“fabricación de libros”. Fust logró que los tribunales me condenasen a devolverle el
dinero que le adeudaba más los intereses, 1.200 florines en total, una suma
enorme a la que no podía hacer frente. El resultado fue que Fust se hizo con
buena parte del material de impresión y logró el objetivo que seguramente se
proponía con la acusación: apropiarse del pingüe negocio y desembarazarse de
un inventor fastidioso al que robó sus hallazgos. Con ayuda de su futuro yerno,
Peter Schöffer que conocía la técnica y era, sin duda, más fácil de manejar. Creó
uno de los talleres más prósperos de Europa. Pese a ello, me quedè al menos
con una prensa con la que seguí trabajando en Maguncia. Allí imprimí un
diccionario latino, el Catholicon. Luego, me trasladé un tiempo a la cercana
Bamberg, donde entre 1458 y1460 concluiría la impresión de la Biblia de 36
líneas, empezada en Maguncia años antes.
Todo era una estrategia para mantener acciones mercantiles, pero esto me llevo a
tener problemas con mis socios comerciales, ya que este invento permitiría
difundir el saber en poco tiempo, llevándolo a muchas personas en todo el mundo
y reduciendo los costos para que pudiera ser un negocio prospero. Sin embargo,
lo costos para la ejecución de este proyecto fueron muy altos, lo cual me obligó a
acudir a muchos prestamistas endeudándome y conduciéndome a la ruina y así
terminar en un convento viviendo de la caridad de los monjes.