Al Masaje Infantil
Al Masaje Infantil
Al Masaje Infantil
Bibliografía:
Masaje Infantil. Guía práctica para el padre y la madre.
Vimala Schneider Ed.Medici, 2002
Tocar es vivir
La necesidad de afecto en un mundo impersonal
María Caplan
La Llave, 2004
La aplicación del masaje es una práctica tan sencilla que podremos ajustarla
fácilmente a nuestra forma de vivir. Para el bebé supone compartir un rato de especial
unión con el adulto; y para el que da el masaje, resulta una experiencia no menos
gratificante, al recibir el regalo de su sonrisa, sus sonidos, su pataleo... todo su cuerpo
expresa su bienestar. Es un tiempo de máxima calidad para los dos, en el que ambos
salen altamente beneficiados.
El tacto Nutridor
El contacto piel a piel hace que los padres/madres se sientan más unidos al bebé, lo
cual, además de aumentar sus deseos y capacidad para cuidarle, facilitará que
entiendan mejor sus expresiones no verbales, incluido su llanto y los variables estados
de ánimo, debidos a la inmadurez de su sistema nervioso.
Cuando llega al mundo, tan grande y desconocido para él, puede sentirse perdido y
asustado. La cálida bienvenida de las manos y el pecho amorosos de su mamá le hará
sentirse seguro y feliz, de esa forma recibe calma y seguridad.
Acarreo
Los seres humanos pertenecemos a una especie de acarreo, es decir, que nuestros
bebés necesitan ser llevados en brazos, en estrecho contacto con nuestro cuerpo, del
que recibirán calor, soporte, contención y la estimulación necesaria para desarrollarse
adecuadamente. Por ello, los bebés reclaman el contacto, es una necesidad vital, y
por esa misma razón no debemos pensar que los malcriamos cuando los tenemos en
brazos, sino que estamos cubriendo un aspecto primordial para su desarrollo.
Cuando el bebé es muy pequeño, necesita sentir el contacto de sus padres casi en
todo momento, a medida que vaya creciendo en esa seguridad, irá adquiriendo y
descubriendo diferentes recursos y posibilidades, que llenarán su mundo de
experiencias y nuevos descubrimientos; con sus primeros desplazamientos
experimentará el principio de su autonomía y pasará más tiempo sin reclamar estar en
brazos. Luego, se pondrá en pie, empezará a andar, a correr y aunque seguirá
necesitando nuestro cariño, su círculo se irá ensanchando cada vez más: irá al
colegio, tendrá amigos, más tarde su pareja y después quizás sus propios hijos. Pero
este trayecto hacia la libertad y la independencia, estará sostenido principalmente por
la seguridad del contacto experimentada en las primeras etapas de su vida.
El masaje nos ayudará a enriquecer las experiencias sensoriales del bebé mientras va
creciendo. La diversidad y riqueza de sensaciones que proporciona, el contacto con la
mirada, la voz y la sonrisa de mamá o papá acompañando la secuencia, la adaptación
a las diferentes etapas del bebé, unidos al amor y respeto a que todo ello invita, nos
proporciona una manera sencilla y profunda de mantenernos cerca durante la infancia,
la adolescencia y seguramente durante muchos años más.
Texto elaborado por AEMI, para más información puedes contactar con ellos a través
de la web www.masajeinfantil.es
CAPÍTULO 3: Actitudes del adulto
Observación
Lo primero que tenemos que intentar es estar atentos a las expresiones y reacciones
del bebé, sólo así podremos satisfacer sus demandas. El masaje nos ayudará en esa
observación, porque permite mirar al bebé en estos momentos de exclusividad que le
dedicamos, olvidándonos unos instantes del resto de ocupaciones, compartiendo con
nuestro hijo o hija unos momentos valiosos que nos proporciona la relación y la
comunicación entre ambos.
Aunque las primeras veces no veamos una respuesta clara, pronto seremos capaces
de interpretar sus muestras de alegría, o si es que no le interesa el masaje en ese
momento. Si el bebé está dispuesto nos mirará con atención y nos responderá con
sonrisas, sonidos, relajado y con cierta actividad al mismo tiempo; en este caso
podemos empezar el masaje, despacio, como si con nuestras manos tratáramos de
escuchar qué expresa y cómo es el cuerpo del bebé.
Puede ser que, aunque al principio se muestre interesado, en unos minutos nos dé
signos de inquietud, es una señal de que su estado está cambiando y puede estar
entrando en el llamado estado de “alerta activa”. El bebé está despierto y activo, pero
indicando que los estímulos que está recibiendo están llegado a su umbral de
tolerancia. En este caso, podemos cambiar de ubicación, ir más despacio, dejar
nuestras manos quietas reposando, o hacer una pausa. Si sigue sin mostrar interés
por el masaje, lo dejaremos para otro momento, de lo contrario podríamos llevar al
bebé hacia una sobreestimulación y llanto y dejar en él la sensación de que no le
estamos escuchando, o que no respetamos sus necesidades.
Escucha y respeto
Lo maravilloso del tacto es que transmite sensaciones del uno hacia el otro y aunque
en un principio es el adulto quien propone e inicia la secuencia de movimientos, ésta
puede ir modulándose dependiendo de las respuestas y propuestas del bebé, de su
interacción, de cómo nos mira, cómo parlotea. A veces interviene con sus manos, que
tratando de seguir a las nuestras, parece querer guiarlas, sujetarlas, saborearlas. Esta
es una verdadera interacción, donde el adulto, dejándose llevar, puede entrar en el
universo del bebé y durante unos momentos ver el mundo desde otra perspectiva,
relajarse y, por qué no, aprender del bebé.
Esta actitud de escucha por parte del adulto indica al bebé que se le tiene en cuenta,
se le comprende y se le respeta. Éste puede ser el inicio de una relación de confianza
que se irá manteniendo y reforzando con el masaje y ampliándose a otras situaciones,
en que la escucha de sus propuestas puede ayudarnos para una mejor relación y
entendimiento mutuo.
Atender el llanto
Saber escuchar nos ayudará también en los momentos de llanto del bebé. Los bebés
pueden llorar por muchas razones. Las que menos angustian son las que asociamos
con una causa directa: tiene hambre, necesita un cambio de pañal, quiere estar en
brazos, o tiene sueño. Pero hay otro llanto que a veces no se entiende, y éste sí que
suele angustiar, porque no encontramos la forma de calmar al bebé y nos sentimos
impotentes.
Cuando el bebé siente unos brazos tranquilos que le acogen y que le dan permiso
para expresarse, poco a poco se irá calmando, las lágrimas se habrán llevado su
malestar y posiblemente dormirá más relajado, con la satisfacción de que su demanda
ha sido satisfecha.
Frenos, como el miedo a hacer daño al bebé con sus grandes manos, a su fuerza, o a
no “saber hacer”, se desvanecen con la práctica diaria de estar en contacto con el
pequeño: cogerle en brazos, acunarle, bañarle, cambiar sus pañales... y hacerle
masaje.
Secuencia de movimientos
No pretendáis aprender todos los pasos de una vez. Empezad por una zona, luego
añadid otra. Poco a poco, el bebé se acostumbrará al masaje, y tú podrás ir
perfeccionando la técnica en la práctica diaria. Cuanto más uséis el sentido del tacto,
más vais a desarrollarlo.
Piernas y pies
Vaciado hindú. Con una mano sujétale el tobillo. La otra amóldala a su pierna y
deslízala hacia el tobillo. Una vez por la parte interna de la pierna, y la siguiente, por la
parte externa.
Pulgar tras pulgar. Desliza tus pulgares por la planta de su pie, desde el talón a la
base de los dedos.
CAPÍTULO 5
VIENTRE
Manos que reposan. Esta posición indica que vas a iniciar el masaje en esa zona.
Ayuda a la toma de contacto. Sitúa tus manos quietas, con calidez, sobre el vientre del
niño, sin dar peso.
Oleadas. Con una mano plana amoldada al vientre del bebé, deslízala desde el
ombligo hacia la parte baja del vientre; una mano después de la otra, a modo de olas o
molino de agua.
Sol y Luna. Con la mano izquierda da vueltas en la dirección de las agujas del reloj,
sin levantar el contacto, es el sol. Cuando la izquierda llega a las 6 horas, la mano
derecha dibuja una luna, de las 8 a las 6 horas, siempre en la misma dirección del
reloj.
CÓLICOS
3. Rodillas sobre el vientre. Doblar las rodillas del bebé suavemente hacia el vientre
(sin juntarlas si el bebé aún no gatea). Mantener esta posición durante 5 segundos.
PECHO
Manos que reposan. Indica que vas a iniciar el masaje en esta zona. Coloca tus
manos sobre el pecho del niño, quietas, sin dar peso.
Abrir libro y Corazón. Abrir las manos hacia ambos lados de la caja torácica,
dibujando un corazón y juntando en el esternón; subir y volver a abrir.
Movimiento integrador. Desliza tus manos por su pecho, abdomen, piernas y pies,
integrando todas las zonas masajeadas.
BRAZOS Y MANOS
Vaciado hindú. Como el vaciado hindú de la pierna, pero del hombro a la muñeca/
mano.
Movimiento integrador. Desliza tus manos por sus brazos, manos, pecho, abdomen,
piernas y pies.
CAPÍTULO 7
CARA
Abrir un libro sobre la frente. Con tus pulgares o toda la mano sobre su frente. Abrir
hacia los lados. Evita tapar la visión del bebé, en especial hasta los 7-9 meses.
ESPALDA
Manos que reposan. Una al lado de la otra cubriendo la espalda del niño/a.
Peinado. Con todos los dedos de tu mano abiertos, a modo de peine, desciende por la
espalda hasta las nalgas. Ampliar el movimiento hasta los pies. Realizarlo cada vez
más despacio, hasta acabar como si pasaras una suave pluma, integrando desde la
cabeza hasta los pies.