Revolucionario Sin Fronteras-Jjmarie
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Marie, Jean-Jacques
T r o tsk i: zcvvjiuncnario s-" • . ... - B u en os Aires :
F ondo de Cultura E conóm ica, 2009.
6 2 4 p . ; 2 3x16 cm . - (T ezontle)
D.R. íj 2 0 0 9 , F o n d o d e C u l t u r a E c o n ó m i c a d e A r g e n t i n a , S.á.
El Salvador 5 6 65; 1414 B uenos Aires, A rgentina
fondo@ fce.com .ar / w w w .fce.com .ar
Carr. P icach o A jusco 227; 14738 M éxico D.F.
ISBN: 97 8 -9 5 0 -5 5 7 -8 1 2 -2
C om entarios y su gerencias:
editorial@ fce.com .ar
I m p r e s o f. n A r g e n t i n a - P r i n t e d i n A r g e n t i n a
H ech o el d ep ósito que p rev ien e la le y 11.723
índice
Palabras preliminares............................................................................. 9
Árbol genealógico.................................................................................... 20
I. El aprendizaje inicial................................................................... 21
II. Leninista efímero.......................................................................... 39
III. Del Domingo Rojo a los soviets................................................... 53
IV. Interludio....................................................................................... 75
V. La carnicería heroica................................................................... 101
VI. Doble poder................................................................................... 119
VII. El Rubicán de octubre................................................................... 137
VIII.La paz de los bandidos................................................................ 155
IX. Guerra ¿ivil.................................................................................... 171
X. Una cindadela sitiada................................................................. 189
XI. La revolución a la orden del día................................................ 205
XII. Comunismo de guerra.................................................................. 221
XIII.De la polémica sindical al viraje
de la Nueva Política Económica (n e p ) ................................ 237
XIV. Tensiones........................................................................................ 255
XV. La alianza Lenin-Trotski............................................................. 267
XVI. La malhadada tregua................................................................. 283
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a v ii. i / u ^ r c i - cu n -t-fM ci- M ,pw/C4-io................................................................................................ ¿. s j
Conclusión................................................................................................ 583
Cronología............................................................................................... 587
M apas....................................................................................................... 591
Bibliografía.............................................................................................. 593
índice de nombres.................................................................................... 603
Palabras preliminares
odio que se disipó con e] paso del tiempo. En cambio, otros, como Robes-
pierre o los jacobinos, siguen siendo perseguidos por una vindicta tenaz.
En Francia, los partidarios de la Unión Europea y de la dislocación de los
Estados naciones en un m osaico de regiones se dedican a denunciar y
demoler la herencia política que representa un obstáculo a esa disgrega
ción; caricaturizan a los jacobinos, presentados como maniáticos sangrien
tos de la guillotina e inventores paranoicos de complots fantasmagóricos.
Trotski y los trotskistas sufren, centuplicada, similar suerte. Así, un perio
dista escribe en 2002 que cuando la teoría de la "revolución permanente"
del trotskism o "inspira a quienes tienen las riendas del Estado, la locura
ya no tiene límites". Por otra parte, los discípulos de Trotski utilizarían
tanto "la astucia como el terrorismo, la m anipulación o la infiltración, el
complot y la guerrilla ".1 En su núm ero del 30 y 31 de julio de 2005, el Fi
nancial Tunes, que por lo com ún se interesa más en el comportamiento de
la bolsa, la salud de los mercados financieros y la m archa de las privatiza
ciones que en la historia remota, califica a Trotski, encarnación de la pro
piedad colectiva, de "monstruo moral [...], asesino masivo que quiso so
m eter el m u n d o de u n a sola vez y para siem pre, en vez de hacerlo
fragmento por fragm ento como Stalin": ¡peor, pues, que este último!
¿Por qué el tantasm a de trotski asedia a xantos espíniua? A_ycj, el ■n
cono del que era objeto apuntaba ai representante de la Revolución Rusa.
Siaiin persiguió en el esa ííu Síííü herencia, su voluntad de luchar cont’?. 1’
1 Chrisrophe Nick, Les Tronkystes, París, Fayard, 2002, pp. 144, 145 y 153.
10 TROTSKI
civilización hum ana. En ese aspecto, nadie más afectado que León Trotski
(1879-1940), a quien la calum nia persigue aún casi setenta años después
de su muerte.
Todo empieza en 1913: Trotski, corresponsal del diario liberal ruso
Kievskaia Mysl en la Guerra de los Balcanes, denuncia un día las bárbaras
sevicias infligida- a los prisioneros turcos por soldados y oficiales búlga
ros. La prensa gubernam ental rusa lo presenta al punto como un agente
pago de la m onarquía austrohúngara.
No es más que u n m odesto comienzo. Expulsado de Francia en 1916
por su oposición a la guerra, refugiado en Estados Unidos, país del que
intenta irse al producirse el derrocamiento de la m onarquía rusa a princi
pios de marzo de 1917, llega a Petrogrado el 5 de mayo. De inmediato, el
embajador inglés George Buchanan lo acusa de haber recibido en Estados
Unidos 10.000 dólares de una agencia alemana para derribar al gobierno
provisional ruso, partidario de la guerra. El diario del Partido Constitucio
nal Dem ócrata (Kadete), favorable a la continuación del conflicto, hace
respetuosam ente suyas las palabras del embajador.
Un año más adelante, el barón W rangel, general en jefe del Ejército
Blanco de Rusia del sur, al encontrarse u n día con un antiguo compañero
de armas en servicio en el Ejército Rojo, le reprocha "trabajar en colabora
ción con el espía alem án Trotski", por entonces comisario del pueblo de
guerra .2 Algunos círculos antisem itas de la emigración rusa lo acusan al
mismo tiem po de haberse desem peñado en la Ojrana, la policía política
del zar. El escritor m onárquico Aleksandr Kuprin, que retornará triunfal
m ente a la U nión Soviética de Stalin en 1937, retom a ese rum or en la
Nouvelle Vie russe del 20 y 21 de enero de 1920.
Por su lado, los blancos representan a Trotski como u n asesino san
guinario: una caricatura lo describe como u n Gengis Khan rojo de nariz
ganchuda que blande la estrella de David encima de un m ontículo de crá
neos idéntico a los que Tam erlán levantaba otrora en las puertas de las
ciudades que asolaba, m ientras m arineros y soldados chinos y mongoles
hurgan negligentem ente en ellos con sus bayonetas. En consonancia con
esta idea, el fascista Fran^ois Coty lo denunciará en 1932 como "el más
grande asesino de todos los tiem pos, que se llam aba B ronstein en el
gueto". Y en el diario Rex del 14 de agosto de 1936, en el m om ento mismo
en que Stalin lo califica de agente de la Gestapo, el fascista belga Léon De-
grelle exclama: "No vería ningún inconveniente en que a este hebreo que
lleva en sus garras la sangre de millones de obreros rusos le clavaran un
puñal de 30 centímetros en medio de los omóplatos".
En enero de 2001, la revista rusa Novy M ir compara M i lucha de Hitler
con M i vida de Trotski, y concluye: "Trotski tam bién era un cochino, pero
escribía mejor ".3
Diversas falsedades enriquecen esta imagen del asesino. En marzo de
1921, los m arineros y la guarnición de Kronstadt se levantan contra el
gobierno bolchevique. El mismo día del aplastam iento de la insurrección,
un m onárquico ruso, instalado en Finlandia, m enciona un "decreto [ima
ginario] de Trotski en que se dispone el exterminio de todos los habitan
tes de la ciudad amotinada mayores de 6 años". Tres días después, dos ex
dirigentes del levantam iento denuncian "una orden del bribón Trotski
que prometía fusilar junto con nosotros a todos los integrantes de la po
blación de entre 10 y 60 años ".4 En 1923, un tal Melgunov, coleccionista
de rumores y chismes, cuyo libro La Terreur rouge acaba de ser reeditado
en Francia,* acusa a Trotski de haber hecho fusilar, durante la tom a de
Sebastopol de 1920, a 500 estibadores y 50 mil oficiales.
La lucha librada por Trotski contra Stalin y su burocratización galo
pante desde 1923 dan una nueva dimensión a las denigraciones. Bajo la
batuta de Stalin, Trotski se convierte en un cómplice de los guardias blan
cos, u n contrarrevolucionario y, para terminar, un terrorista, un sabotea
dor, un envenenador y un agente de los servicios secretos alemanes, ingle
ses, estadounidenses, japoneses, a elección o al mismo tiempo. Los burós
políticos de los partidos com unistas del m undo entero lo repiten, a m e
nudo con la complicidad silenciosa de la llamada intelligentsia progresista.
En su edición del 30 de enero de 1937, L'Humanitélo representa ante un
10 León Trotski. La R évolution traliie, París, U n ion générale d'éditions, 1969, col. 10-18,
p. 253 [trad. esp.: La revolución traicionada, Barcelona, Fontam ara, 1977], Caricatura re
producida en Cahiers d u m ouvem ent ouvrier, 1, abril de 1998, p. 127.
11 Sergo Beria, B ena, m on pére, París, P lon/C ritérion, 1999, p. 96.
12 Georges M ink y Jean-Charles Szurek, La Gra7ide conversión, París, Seuil, 1999, p. 15.
18 TROTSKI
cieron, por diversas razones, sin haber alcanzado su meta. Trotski, por su
parte, se asignó como tarea a partir de 1933 la asunción de su continuidad
histórica. Si dam os crédito a la obsesión que él genera, en ello radica su
actualidad. En consecuencia, esta biografía abordará sobre todo el período
de su vida que va desde la fundación de la Internacional Comunista, cuyo
manifiesto él redacta en marzo de 1919, hasta la fundación de la IV Inter
nacional que Stalin intentó, en vano, am ordazar al hacerlo asesinar en
México en agosto de 1940.
Árbol genealógico tNj
O
A le k sa n d r D a v id o v ic h Ilro m te ln r!ii.iv e ;.i n .iv id o m a M r',m an I e ó n D avid o v ich H ronstein (T ro tsk i) O lga D a v id o v n a K A m eneva
(1876-11*38), fu sila d o (1875-1924), m u e rta d e e n fe rm e d a d (1H 75M 940), a se s in a d o (1883-1941), fusll.ul.i
TROTSKI
Boris A le k s a n d ro v ic h B ro n stein N ina L vovna N e v elso n Yuri L vóvich M m e n e v
(1897-1 9 3 7 ). tu si lad o (1902-1928), m u e rta d e (1 9 I4 -I9 3 A ), fu sila d o
tu b e r iu lo s is e n M oscú
L eón A le k sa n d ro v ic h B ro n stein
( 19 02 -1 9 4 7 ). d e p o rta d o a V orkuM , León L vóvich S edov
m u e r to m tty p o c o d e sp u é s (1906-1938), a s e s in a d o e n París
d e su lib e ra c ió n
S erguéi L vóvich Sedov
E v g u e n ia A le k sa n d ro v n a U sp e n sk .u a 11908-1937), fu sila d o
(1908-1 9 8 5 ), d e p o rta d .! a K a za k stán
d e 1946 a 1955
A n n a A le k sa n d ro v n a K a sa tik o v a
(1912-1 9 9 6 ), d e p o r ta d a a K azaj istán ,
m u e re e n M o sc ú
I. El aprendizaje inicial
Un d ía d e 1918, en plena guerra civil, Trotski redacta a toda prisa una no
ticia biográfica de u n a docena de páginas para los servicios del Comité
Central del Partido Bolchevique. En ella evoca en pocas líneas el comienzo
de su vida:
21
22 TROTSKI
que sólo dejará de luchar cuando Alejandro II abdique y perm ita que una
Asamblea Constituyente siente las bases de la reforma social. Ahora bien,
el zar, para hacer frente a una Europa que ha aplastado a Rusia durante la
Guerra de Crimea, en 1855-1856, quiere m odernizar las instituciones sin
conmover sus cimientos burocráticos, cuyo m antenim iento impide cual
quiera verdadera reforma.
León Bronstein tiene m enos de 2 años cuando, la m añana del I o de
marzo de 1881, un m iembro de Voluntad del Pueblo m ata a Alejandro II
con una bomba que explota a su paso. Los autores del atentado son ahor
cados y la organización queda desmantelada. Alejandro III, firme partida
rio de la autocracia, del nacionalismo ruso y de la ortodoxia religiosa, con
vencido de ser m onarca por derecho divino, prom ulga el "estado de
excepción reforzado", que perm ite suspender por u n m ero decreto todas
las libertades individuales. Al año siguiente establece "secciones de pro
tección del orden y seguridad pública", la Ojrana, que infiltran y desman
telan los escasos grupos revolucionarios. Toda la sociedad queda bajo la
vigilancia de una policía om nipresente. La denuncia se convierte en una
institución. En 1887, la policía detiene en San Petersburgo a un pequeño
grupo de estudiantes que preparan un atentado contra Alejandro III. Los
aprendices de terroristas, entre quienes se encuentra Aleksandr Uliánov,
el hermano mayor del futuro Lenin, son colgados.
En 1884, el gobierno ha triplicado los costos de m atriculación en la
universidad para impedir el ingreso de los alum nos necesitados; en 1887,
el ministro de Instrucción ordena "apartar de los gimnasios [liceos] a los
hijos de cocheros, lacayos, cocineras y gente de la misma clase", a sus ojos,
semillas de rebelión. Todos los sríbditos del im perio quedan registrados
entonces como miembros de una confesión autorizada, y el estado civil y
el matrimonio com peten a los clérigos; se prohíbe el ateísmo. La educa
ción religiosa ortodoxa es obligatoria en la escuela. El sostén del ejército,
la flota y el aparato estatal insum e casi las dos terceras partes del presu
puesto. En noviembre de 1888, ¡a corte roma en París su primer préstamo.
El m inistro de H acienda, Iván Vyshnegradski, in ten ta financiar las
compras de material y m áquinas inundando el m ercado m undial de cerea
les y azúcar rusos a bajo precio. Declara: "No comeremos hasta hartarnos,
pero exportaremos", y crea así el mito de la Rusia granero de trigo. Du
24 TROTSKI
rante el invierno de 1891 -1892, esta política culminará en una ham bruna
que devasta la cuenca del Volga, afecta a cerca de 30 millones de perso
nas, difunde el cólera y provoca varios centenares de miles de muertos. La
ham bruna, reverso de la exportación creciente de cereales, se repetirá, con
menos gravedad, en 1899 y 1902, y hace vacilar los cimientos del Estado.
En 25 años, la industrialización duplica la cantidad de obreros fabri
les, que llegan a ser más de 1.500.000 a comienzos de la década de 1890.
El ritmo de trabajo en los talleres y una jornada laboral de 14 a 16 horas
en instalaciones habitualm ente insalubres em brutecen a ese proletariado,
apenas salido del campo y de la servidumbre para pasar del arado a la m á
quina. Hacinados en tugurios o inmensas barracas que flanquean las em
presas, los obreros constatan la m engua de su magro salario, parcialmente
pagado en especie, a causa de num erosas multas. A veces se rebelan, des
truyen las m áquinas y saquean las oficinas, para sólo lograr que la policía
o las tropas los apaleen. Esas acciones salvajes, prolongación de las revuel
tas de los siervos del pasado, esbozan sin embargo una conciencia obrera
contra la superexplotación.
En septiembre de 1883, cinco antiguos populistas, entre ellos Georgui
Plejánov y Vera Zasúlich, constituyen en Ginebra la primera organización
m arxista rusa, Em ancipación del Trabajo. En Rusia, pequeños círculos
obreros, establecidos como consecuencia de la creación de ese grupo, or
ganizan reuniones de estudio, formación, propaganda y educación, cajas
de socorros m utuos y bibliotecas clandestinas, pero no tardan en ser di
sueltos por la policía.
El quinto hijo de la pareja form ada por David y Anna Bronstein, lla
m ado León, nace el 26 de octubre de 1879 en u n lugar apartado de los
vientos de la historia, Yanovka, burgo del sur de Ucrania, en m edio de
los campos, los prados y los rebaños de carneros, a 23 kilóm etros de la
primera aglom eración con oficina de correos, Bobrinets; a 35 kilómetros
de la prim era estación ferroviaria, Novy Bug, en la línea que une Elisavet-
grado y el puerto de Nikolaiev; a 150 kilómetros al norte de este puerto y a
200 kilómetros al nordeste de la gran ciudad marítima de Odesa. Yanovka
está, pues, lejos de todo, incluso de la gendarm ería y los pogromos que
ensangrientan Elisavetgrado y Odesa inm ediatam ente después del asesi
nato de Alejandro II.
EL APRENDIZAJE INICIAL 25
De los cuatro hijos nacidos antes que él, sólo dos viven aún: Elizaveta,
nacida en 1872 o 1873, y Aleksandr, nacido en 1876. Su madre tendrá otros
tres hijos, de los cuales sólo sobrevivirá una, Olga. León pasa sus primeros
nueve años de vida en la casa familiar, un caserón de adobe con suelo de
tierra batida y cinco habitaciones, cuatro de ellas en el piso bajo, flanqueado
por una gran construí ción para los domésticos, tres graneros, caballerizas,
un establo, un chiquero y un gallinero. El dueño de casa, David Bronstein,
ha organizado con el paso de los años una explotación de casi 300 hectá
reas, 100 de su propiedad y las otras 200 alquiladas a u n ruso. Como una
ley de 1882 prohíbe a los judíos comprar tierras, Bronstein agranda su finca
mediante contratos de arrendam iento que son en realidad compras camu
fladas. A fines de la década de 1880, su vasta finca abarca cerca de 1.000
hectáreas; es uno de los terratenientes judíos más grandes de la región.
La familia vive, destaca Trotski, en la "holgura austera de gente que sale
de las necesidades, se eleva y no tiene ganas de detenerse a medio camino.
Todos los músculos se inclinaban y todos los pensamientos se dirigían hacia
el trabajo y la acumulación”. León Bronstein pasa una infancia sin privacio
nes, pero también sin ternura. "Cuatro de los ocho hijos traídos al m undo por
mi madre murieron de m uy pequeños a causa de la difteria y la escarlatina.
Perecieron casi inadvertidos, así como sus sobrevivientes subsistieron casi
inadvertidos ."2 Es indudable que su decepción lo lleva a exagerar, porque
David Bronstein, analfabeto qué sólo aprende a leer en 1910, el mismo año
de la muerte de su esposa, se preocupa por la educación de sus hijos. Envía a
Aleksandr a la escuela real (colegio secundario m oderno sin lenguas anti
guas) de Elisavetgrado; compra el viejo clavicordio de una vecina arrumada;
hace aprender el violín a Aleksandr y el piano a Olga, y abona a su mujer y
sus hijos a Niva, una revista de divulgación literaria, artística y científica.
Lo poco que se sabe de sus padres proviene del propio Trotski, m uy
reservado en lo que concierne a su papel: "Ya es bastante con que los pa
dres no impidan el desarrollo de los dones naturales de sus hijos ".3 En Mi
2 León Trotski, M a vic, París, Gallimard, 1953, p. 33 [trad. esp.: M i vida. Ensayo a u to
biográfico, M éxico, Juan Pablos, 1973].
3 León Trotski, La Jeim esse d e Lénine, París, Les Bons caracteres, 200 5 , p. 136 [trad.
esp.: El jo ven Lenin, M éxico, Fondo de Cultura E conóm ica, 1972],
26 TROTSKI
v id a , apenas dedica unas pocas líneas glaciales a su madre, que lee mucho
luego de una agotadora jornada de trabajo, y le reprocha "mostrarse a me
nudo irritada" y "hacer recaer en los hijos su cansancio o el tedio del go
bierno de la casa". Juzga a su padre superior a su m adre "por la mente y el
carácter "4 y subraya su perspicacia y su voluntad. Un efímero compañero
de juegos, Ziv, ve en la voluntad el rasgo esencial del joven Bronstein. Es
la escuela paterna.
Si bien du ran te su infancia m onótona, ritm ada por el lento m ovi
m iento de la vida en el campo, no conoce la necesidad, percibe su reali
dad al observar a los jornaleros miserables empleados por su padre. Pero
una cosa es observar, y otra sufrir. Su infancia es solitaria. En su autobio
grafía jamás vemos pasar la sombra de un amigo, u n compañero, un com
pinche en la escuela, donde perm anece encerrado en su caparazón. A lo
largo de su existencia, por lo demás, apenas tendrá tres o cuatro amigos,
todos políticos. Tampoco tiene una verdadera vida familiar, ni como hijo
ni, más adelante, como padre.
En M i vida no m enciona casi nunca a sus herm anos y hermanas, salvo
para citar al pasar su existencia fantasmagórica. Sin duda, no contaron para
él en su infancia encerrada en sí misma. Bajo el título "Mi familia", sólo
habla de su padre y su madre. Su herm ano mayor, Aleksandr Bronstein,
llegará a ser dueño de una cervecería y, aunque ajeno a toda actividad
política, será fusilado durante el régimen de Stalin, el 25 de abril de 1938;
su herm ana mayor Elizaveta se casará con u n médico de Odesa y morirá
en 1924, y su herm ana menor, Olga, se afiliará al Partido Bolchevique, se
casará con León Kámenev, m iem bro del Politburó (buró político), se di
vorciará, dirigirá durante un tiempo la Sociedad de Relaciones Culturales
con el Extranjero, Stalin la enviará a prisión y será fusilada el 11 de octu
bre de 1941. Pero Trotski se limita a m encionar sus nom bres y dibujar
una vaga silueta.
Para permitirle proseguir los estudios más allá de la escuela primaria,
en septiembre de 1888 sus padres lo envían a Odesa, donde se aloja en lo
de u n sobrino de su madre, Moiséi Filipovich Spenzer, intelectual judío
ateo, traductor de los trágicos griegos y fundador de una editorial. León
5 León Trotski, Lénine, París, p u f , 1970, p. 13 [trad. esp.: Lenin, Barcelona, Ariel, 1972],
6 León Trotski, M a vie, op. cit., p. 75.
28 TROTSKI
' P en ú ltim o año de la escu ela secundaria, si se tien e en cu enta que el últim o, en e!
sistem a francés, es el term inal, al cabo del cual se rinde el exam en del baccalauréat. [N.
del T.]
8 I.eón Trotski, M a vic, op. cit., p. 100.
EL APRENDIZAJE INICIAL 31
La naturaleza era muy bella. Pero, en esos años, me habría parecido im
perdonable dedicar tiempo y atención a admirarla. Vivía entre el bosque y
el río casi sin advertirlos. Los libros y mis relaciones personales me absor
bían. Estudiaba a Marx mientras ahuyentaba las cucarachas que plagaban
sus páginas .10
12 León Trotski, "A propos de la p h ilosop h ie du surhom m e", en Cahiers León Trotsky
1, é litr o de 1979, pp. 111 y ] 17.
36 TROTSKI
ñero necesario para proseguir su viaje. Trotski toma entonces el tren a Zú-
rich, aterriza en plena noche en casa del socialdemócrata Akselrod, le pide
que pague su coche de punto y solicita dinero para llegar a Londres.
A mediados de octubre de 1902 arriba a la estación de Londres, tjiñ a
un coche de plaza y, sin paradas interm edias, Se dirige d. Holford Square,
donde vive Lenin, a esas horas aú n dorm ido. En un am anecer indeciso,
golpea la puerta; Krúpskaia, la m ujer de Lenin, abre y se ve ante u n desco
nocido que le pide dinero para pagar el transporte. Paga, lo invita a tomar
el té y le da charla mientras su m arido se viste.
Lenin instala a Trotski en un edificio donde ya viven Yuli Mártov y Vera
Zasúlich, cofundadora en el exilio, junto con Plejánov, de Emancipación del
Trabajo, y donde se reúne el comité de redacción de Iskra. Trotski pasa lar
gas horas discutiendo con ellos. Lenin, que aborrece el palabrerío, es menos
accesible. Fascinado por Iskra, Trotski cree estar frente a una redacción de
seis miembros sólida y amistosa, cuando en realidad está desgarrada por
conflictos entre quienes trabajan, como Lenin o Plejánov, y los diletantes,
como Potresov o Akselrod. En Londres, Vera Zasúlich, que lleva una exis
tencia espartana en medio del revoltijo, las colillas y el olor agrio del tabaco,
se muestra m uy afable y protectora con el joven revolucionario a quien ca
lifica de "genio" urbi et orbi, actitud que disgusta a Plejánov. Trotski no
sabe que los primeros 45 núm eros de Iskra sólo contienen seis artículos de
Zasúlich contra 32 de Lenin. Vera Zasúlich tira a la basura la m ayor parte
de los que escribe, pues los considera malos y los reescribe sin cesar.
Ei primer artículo de Trotski aparece en ia edición de iskra del 1 “ de
noviembre de 1902 (número 27). Casi todos los siguientes, cargados de alu
siones y citas literarias, son polémicos. Trotski se complace en poner en la
picota a los adversarios de la socialdemocracia con un estilo florido, a ve
ces pomposo. Pero prefiere la m ofa y la ironía. Lenin, satisfecho con este
joven recluta, le hace pronunciar en Londres una conferencia sobre el m a
terialismo histórico y los eseristas, es decir los populistas, a quienes Trotski
n'Hirnii'za. D urante las semanas siguientes, éste dicta la m ism a confe¡rui
d o , rem unerada, ante las colonias de exiliados de Bruselas, Lieja, París,
Heidelberg, Ginebra y Zúrich.
Su dinamismo agiada a Lenin, que quiere integrarlo al com ité de re
dacción de Iskra. El 18 de diciembre de 1902, califica a Trotski de "joven
LENINISTA EFÍMERO 4]
1 VLidímir T. le n in . (F.uvrt's com pletes (en ruso), vol. 46. nn. 2 7 7 y 278 Itrad. esp.: O b ra 1
completas, B uenos Aires, Cartago, 1960).
2 León Trotski y N atalia Trotski, Correspondance, 1933-1938, París, Gallimard, 19ü0,
p. 137 [trad. esp.: C oirespun den cia (1933-1938), M éxico, N u eva Im agen, 19S1).
42 TROTSKI
prado zapatos demasiado chicos que le causan dolor. Los ofrece a Trotski,
cuyo calzado está a punto de pasar a mejor vida; pero a éste tam bién le
trituran los pies, y al regresar del espectáculo no para de cojear, ante las
burlas d.p su compañero.
La agitación social provocada desde principios de siglo por la crisis
económica suscita entonces en Rusia una oleada de pogromos fom enta
dos por grupos ultranacionalistas y antisem itas llamados Centurias Ne
gras o Cien Negros, entre ellos la Unión del Pueblo Ruso. Su credo polí
tico se resum e en u n a consigna: "¡Cárgate [es decir mata] a los judíos
piojosos, salva a Rusia!”. En general, u n rum or que acuse a los judíos y
sus cómplices socialistas de una profanación o un asesinato ritual motiva
la reunión de una m ultitud de taberneros, policías de civil, desclasados,
marginales, borrachos y prostitutas que, a m enudo arengados y bendeci
dos por un sacerdote y flanqueados por cosacos, se ponen en m archa de
trás de los retratos del zar al grito de "¡Dios protege al emperador!", ata
can las tiendas judías, rom pen, saquean, roban y m asacran a hom bres,
m ujeres violadas y niños. Los pogrom os harán estragos, sobre todo, en
Ucrania y Bielorrusia.
En ese clima, el 30 de julio de 1903, se inaugura el segundo congreso
del p o s d r en Bruselas, en u n viejo depósito abandonado e infestado ác
ratas y pulgas, donde los delegados se instalan sobre bolsas viejas. Las ra
tas, las pulgas, el aire denso y el hostigam iento de la policía belga, que
teme que la actividad de los congresistas deteriore las relaciones diplomá
ticas con Küsia, obligaran a los delegados, el / de agosto, a trasladarse a
Londres, donde el congreso reanudará sus sesiones el 11. Este verdadero
congreso de refundación debe perm itir que la organización pase de ser
una m ultitud de círculos autónom os a un partido organizado. En él se re
únen 43 delegados, que disponen de 51 votos deliberativos: 33 "iskristas”,
cinco miembros del Bund, tres "economicistas” y 10 votos fluctuantes de
indecisos. Trotski representa a los socialdemócratas de Siberia, a quienes
Lenin hm invitado viaoros?.rne',T*'e A •*í*:,íTir 1r» rnmn delegado
La víspera de] congreso, el telégrafo informa a los participantes que
una huelga general se expande por el Cáucaso e inflama Odesa. El sur de
Rusia está en llamas. Algunos días después, los delegados se enteran cun
entusiasm o del triunfo electoral de la socialdemocracia alemana, que oh-
44 TROTSKI
su juicio, rebaja con sus escritos el nivel literario de Iskra. Aunque reticen
tes, los m encheviques se pliegan a los deseos de! maestro. La actitud inso
lente de Trotski facilita la tarea de Plejánov, que le m anifestará una in
tensa antipatía hasta su últim o aliento. El 6 de febrero de 1918, cuatro
48 TROTSKI
talismo que unifica todo el m undo bajo sus leyes. En lo sucesivo, los Esta
dos se enfrentan en el reparto de u n mercado m undial demasiado restrin
gido de materias primas y destino de sus exportaciones; mas adelante, este-
rivalidad arrastrará a los grandes países a una guerra mundial. La gueric
ruso japonesa abre la era de esos enfrentam ientos internacionales. Culmi
nará en la derrota de Rusia, una derrota que provocará una conmocior.
política capaz de hacer vacilar los cimientos del m undo burgués, porque
el capitalismo está m aduro para el socialismo. La revolución rusa no será
socialista, sin duda, pero, vistas la debilidad social y la pusilanimidad polí
tica de la burguesía, deseosa de entenderse con el zarismo, la clase obrera
desem peñará en ella un papel dirigente de vanguardia de la revolución
social, y acelerará la m utación económica y política del país. Para term i
nar, el capitalismo, llegado a su fase final, sólo sobrevive a causa del bajo
nivel de conciencia de la clase obrera y de las taras de los partidos social
demócratas socialistas, que tal vez se revelen como los defensores y salva
dores del orden capitalista.
La influencia de Parvus se notará asimismo en la escritura de Trotski,
hasta ese m om ento florida y redundante. Aquél lo inicia en un estilo más
nervioso y concreto; le enseña a condensar una idea en una fórmula o a
esclarecerla m ediante una comparación o una im agen tomadas de la vida
cotidiana o cultural. Él incorporará sistem áticam ente esos consejos a su
escritura.
Trotski redacta un segundo panfleto contra Lenin, Nuestras tareas p o
líticas, publicado en Ginebra en agosto de 1904, en el cual afirma: "En his
toria propone a nuestro partido la grandiosa tarea de romper el nudo g o r
diano de la reacción mundial", pero sólo cunsideia poi el m om ento una
revolución democrática que perm itirá a los socialdemócratas "cumplir el
papel de un partido de oposición". Presiente "una tem pestad histórica in
m inente [...] que arrastrará a su paso [...] no sólo las barreras policiales,
sino tam bién todas las estructuras de nuestro trabajo organizativo de hor-
. V. t U J 1 t_l\ _ L ili p>UI L K IU t .1 l_» k L 1 iC L IllU .il U Ilt « 1 4 . V I U .V - '' .»«»% •■ >
9 León Trotski, A te taches politüpies, París, Bclfond, 1970,pp. 189-195 ¡tr-id. e s p N ues-
h m tarcas políticas, M éxico, Juan Pablos, 1975].
LENINISTA EFÍMERO 51
ellos ni apoyarlos. La clase obrera debe buscar una alianza con el campesi
nado, en el que él ve un reservorio considerable de energía revoluciona
ria. Trotski rompe así con los m encheviques que sostienen a una burgue
sía liberal únicam ente preocupada, en su opinión, por consolidar el
régim en zarista m ediante una pequeña inyección de constitucionalismo.
Este análisis debería acercarlo a Lenin; nada de eso ocurre.
CKO/lbKO BHyKOB y Jl. T p o u K o ro ^
"¿Cuántos n ietos tien e I.eón Trotski?", caricatura tom ada del diario
Sovielskaui Kosia del 30 de octubre de 1997, que m uestra a Trotski
com o abu elo de los partidarios de las privatizaciones, Chubáis, Ciai-
dar y N em tsov.
111. Del Domingo Rojo a los soviets
53
54 TROTSKI
2 León Trotski,. Snchinenia. vol. 2, libro 1, M oscú, Cos. izd-vo, 1925, pp. 2 1 8 y 224.
56 TROTSKI
izan la bandera roja. Los campos braman; aquí y allá, los campesinos inva
den las tierras de los propietarios, quem an sus casas solariegas, sus cua
dros y sus bibliotecas y a veces destripan a sus familias. El 12 de mayo de
1905, los obreros textiles de la región de Ivanovo-Voznesensk, a 400 kilo-
metros al nordeste de Moscú, cansados de una "vida de perros", abando
nan sus puestos de trabajo y eligen como delegado a un soviet (consejo)
de diputados obreros, que coordina la huelga, organiza asambleas regula
res, establece una caja de huelga, crea una milicia obrera, cierra las taber
nas y, durante 72 días, pone a los trabajadores frente al poder.
La autocracia necesita del ejército para restablecer el orden. El 5 de
septiem bre, W itte firma ia paz con Japón en Portsm outh, Estados Uni
dos, país al que preocupa el expansionism o japonés y que, luego de ex
pulsar a los españoles de Cuba y apoderarse de Panamá, se ejercita ya en
el papel de árbitro del m undo. Su presión procura condiciones de paz
inesperadas a Rusia, que no paga reparaciones económicas. La derrota es
poco costosa. Pero esta victoria diplomática no pone freno a la agitación
revolucionaria.
Una nueva oleada de huelgas estremece a Rusia. El 19 de septiembre
paran los trabajadores de las imprentas de Moscú, exigen una reducción
de las horas de trabajo y u n aum ento del salario a destajo. Su movimiento
afecta a unas cincuenta imprentas, se extiende a los obreros panaderos y
los ferroviarios y luego retrocede. El 7 de octubre, equipos enteros de fe
rroviarios abandonan el trabajo en las líneas que parten de Moscú. El 9,
un congreso de este grem io celebrado en San Petersburgo adopta una
carta de reivindicaciones y la transmite telegráficamente a todas las líneas.
La carta exige una jornada laboral de 8 horas, libertades cívicas, la amnis
tía para los presos políticos y la convocatoria a una asam blea constitu
yente. Día tras día, la huelga se extiende a nuevas líneas y luego arrastra
una a una todas las corporaciones: dependientes, cocineros, costureras,
abogados, médicos, bailarines, actores de teatro y hasta las bailarinas de
los ballets imperiales, que se niegan por un m om ento a m ostrar las panto
rrillas a sus protectores.
I-I ! 3 de octubre, a iniciativa del comité menchevique, se reúnen en el
Instituto Politécnico de San Petersburgo una treintena de delegados elegi
dos en las fábricas de la ciudad en representación de ]_? mil obreros. En la
DEI DOMINGO ROJO A I.OS SOVIETS 57
de actos crim inales contra el Estado”. La m edida perm ite a los exiliados
volver a Rusia. Los Cien Negros, furiosos con las concesiones del gobierno,
lanzan entonces sus hordas, protegidas por la policía y los cosacos y a me
nudo bendecidas por los sacerdotes, al asalto de judíos, armenios y "socia
listas”. Asesinatos, violaciones, saqueos e incendios hacen estragos en un
centenar de ciudades y burgos, acom pañados por el aroma patriótico del
incienso, el vino y el petroleo, en nom bre de Dios y la patria. El pogromo
se desata en Odesa, Ekaterinoslav, Kiev, el centro y el sur de Ucrania. En
total, entre 1903 y 1906 serán asesinadas más de 3 mil personas, sobre
todo judíos, y habrá más de 10 mil heridos. Nicolás II recibe a los repre
sentantes de los Cien Negros en diciembre, los felicita por su trabajo, que
califica de "brillante ejem plo de justicia y orden dado a todos los hom
bres", y acepta su insignia.
En San Petersburgo, la fuerza del soviet enfría a los perpetradores de
pogromos. El cuerpo decide organizar el 23 de octubre los funerales so
lemnes de las víctimas de la huelga general; Trepov los prohíbe. Trotski
insiste en evitar la prueba de fuerza y propone reem plazar los funerales
por mítines. El soviet lo sigue. El 26 de octubre, millares de marineros de
Kronstadt, tratados como perros, se am otinan y saquean la ciudad. El ejer
cito aplasta la revuelta dos días después y detiene a unos 500 marineros, a
quienes se hace comparecer en cortes marciales. El gobierno proclama la
ley marcial en Polonia. El I o de noviembre, el soviet convoca a la huelga
general para el día siguiente con el fin de exigir la derogación de esa ley v
la supresión de las cortes marciales. Witte invita a sus "hermanos obreros"
a reanudar el trabajo. El soviet, en u n a respuesta redactada por Trotski,
reclama u n gobierno popular sobre la base del sufragio universal, igualita
rio, directo y secreto, y de ese modo pone en tela de juicio los fundam en
tos mismos del régimen autocrático.
El 5 de noviembre, Witte suspende la ley marcial en Polonia; las cor
tes m arciales no dictan ninguna condena a m uerte de los am otinados.
Trotski incita cu Cumiíé Ejecutivo dei soviet a suspender la huelga gene
ra! y a "crear y fortalecer lo que mas necesitam os: la organización, la or
ganización y la organización”, para "organizar el cam po y establecer un
vínculo entre las aldeas y las ciudades". La huelga general, es cierto, debi
lita al adversario y une a los obreros, pero "aún es m enester arrancar el
DEL DOMINGO ROJO A LOS SOVIETS 61
- L eón T ro tsk i, 1905. suivi de H ilan et perspectiva, P arís, M iniiit, 1969, p. 155 [trad.
esp.: 1 9 0 5 l ’rs n lta rlo s y p ersa rtivas, 2 vols., París', R u e d o Ibérico, 1971].
62 TROTSKI
Trotski ".4 Así, disocia a este últim o de los m encheviques, pero destaca
que su actividad 210 ha dejado huella ni herencia algunas. Pronto, Trotski
podrá verificarlo...
El día de la elección de la prim era Duma, el 27 de abril de 1906, el
gobierno define su papel por decreto: ese cuerpo, que el zar puede disol
ver a su antojo, tiene una mera función consultiva y propositiva. Bajo ese
régimen constitucional bastardo, Rusia sigue siendo un imperio autocrá-
tico. Los eseristas y los bolcheviques (en contra de la opinión de Lenin)
han boicoteado las elecciones. Pero la mayoría de la asamblea, impulsada
por la ola revolucionaria, reclama el respeto de todas las libertades, la abo
lición de la pena de m uerte, una amnistía política, u n régim en parlamen
tario y una reforma agraria, y recibe el nom bre de "ira del pueblo". Nicolás
II la disuelve el 9 de julio y designa como primer ministro al enérgico Sto-
lipin, que gobierna ocho meses sin Duma y reprime con tanta brutalidad
los coletazos de la revolución que la cuerda de la horca es apodada "cor
bata de Stolipin". El primer ministro pone en m archa una reforma agraria
que aspira a rom per la unidad corporativa y política del m undo cam pe
sino, m odelada por las formas com unitarias de la obshchina y el mir. Su
intención es dislocarlas para crear una clase de pequeños terratenientes
que amplíen la base social del régimen. La reforma apenas dará origen a
1111a delgada capa de esos propietarios de tierras.
En respuesta a ese golpe de fuerza, aquí y allá estallan revueltas cam- *
pesinas. Sofocadas por el ejército campesino, se prolongan bajo la forma
convulsiva úe explosiones aisladas, ataques sorpresivos o atentados de gru
pos de partisanos, ataques a bancos, convoyes y oficinas del Tesoro, lla
mados "expropiaciones" o simplemente "ex" y destinados a llenar las cajas
de los partidos y grupos revolucionarios. La revolución es cara (panfletos,
periódicos, congresos, conferencias, viajes, compra de armas, fabricación
de explosivos). La mayoría m enchevique del congreso de Estocolmo con
dena ias "ex" y am enaza con expulsar a los m ilitantes que participen en
pll.ic n utilice” el dinero obtenido sn *‘ . cpcracicncc. .V., uimiitu
directam ente a Lenin y el buró técnico militar bolchevique dirigido por
■
’ VI,(diluir ! Lenin, ühtvrcs completes (en ruso), vol. 13, p. 6 [trad. esp.: Obras comple
tas, üuonos Aires, C artazo, 1960].
DEL DOMINGO ROJO A LOS SÓVIETS 65
I.eonid Krasin, que fabrica las bom bas, revolveres y granadas necesarios
para esas "ex" a las que tam bién Trotski se opone con vigor. En su opi
nión, dichas operaciones desmoralizan a los militantes y los desvían de la
actividad en las masas. Sin embargo, las expropiaciones se m ultiplican a
medida que la revolución declina y los partidos se vacían.
El proceso a los dirigentes del soviet Se aproxima. Mártov les ha acon
sejado sostener que su acción aspira únicam ente a llevar a la práctica las
garantías del manifiesto zarista del 17 de octubre. Trotski, sostenido por
los bolcheviques, rechaza ese servilismo ante la Corte imperial. Quiere
transformar el proceso en u n auto de acusación contra el poder. Algunos
presos ie han piopuesio un proyecto de evasión que rechaza con una so!-’
frase: "La significación política del proceso me atrae mucho". Ve en él la
coronación de su accionar a la cabeza del soviet. Persuade a sus compañe
ros de prisión,y se asigna la tarea de pronunciar la acusación.
El proceso se inicia el 19 de septiembre de 1906, en una sala ocupada
por un centenar de personas, protegida por una compañía de gendarm es
y rodeada por las tropas. Uno de los 52 acusados, entregado discretamente
a la justicia militar y fusilado en secreto, está, como es obvio, ausente al
pasar lista. Toda la sala, de pie, le rinde homenaje. El fiscal acusa al soviet
de haber preparado la insurrección armada. Todos los días llegan ai tribu
nal mociones de solidaridad con los acusados. El 4 de octubre, Trotski se
levanta en medio de un silencio profundo y pronuncia u n alegato en forma
de requisitoria. El soviet ha expresado "la voluntad organizada de la mayo
ría trem e a ia bancarrota del gobierno en ejen.ii.io". Es cierto, ¡a nuclga
general es una forma de insurrección, pues "paraliza las funciones vitales"
del Estado, pero el "viejo poder criminal", para defenderse, ha "lanzado las
m ultitudes y las bandas unas contra otras, regado las calles de sangre, sa
queado, violentado, incendiado, suscitado el pánico, m entido, calum
niado". Gobierna a través de "los pogromos, los asesinatos, los incendios,
las violaciones".
La insurrección arm ada es la resultante de i "1 resi.ct p:n'~ia vínlpntn del
peder quebrado al esfuerzo legítimo n¡= reorganización de la sociedad so
bro h,T?es. El envipt nn lia provocado ia insurrección de las masas,
la ha previsto; no la ha preparado, se lia preparado para ella. Ha arm ado a
los obreros para combatir al gobierno, porque este "no es un poder nació-
66 TROTSKI
nal, sino una m áquina autom ática de m asacrar a la población". 1.a insu
rrección era "inevitable, puesto que el poder engañaba al pueblo al pro
meterle concesiones que se apuraba a anular a la primera oportunidad ".5
El historiador Kliuchevski tam bién denuncia la 'política puram ente prc
vocadora" de Nicolás II, fautor de desorden: " ■! descontento de la socie
dad ha sido alim entado , u uw ' ,:ompleto de las reformas o por
su im plem entación chapucera e hipócrita”, y se lo ha reprim ido como
"subversión clandestina”. Pero Kliuchevski reserva esas palabras para su
diario íntimo. Trotski se sienta. Sus padres, presentes en el proceso desde
el comienzo, están embobados. "Mi m adre no sólo estaba convencida de
■ .......'f'^'iyciLui, sino que esperaba que me otorgaran no sé qué distin
ción.” iSu hijo había hablado tan bien! "Mi padre estaba pálido, silencioso,
dichoso y abatido a la vez ."6
La actitud de Trotski es riesgosa: el 12 de agosto de 1906, un atentado
organizado por eseristas maximalistas en la villa del primer ministro Stoli-
pin ha causado 27 m uertos (incluidos los tres terroristas) y otros tantos
heridos, entre ellos el hijo y la hija del funcionario. Como respuesta, éste
instauró el estado de excepción, que otorga a los consejos de guerra el
derecho a dictar condenas a m uerte de cumplimiento sumario.
El 33 de octubre, el director de los servicios de policía, Lopujin, dirige
al tribunal un testim onio escrito donde declara que en octubre de 1905 la
Ojrana imprimió panfletos que convocaban a los pogromos, y confiesa asi
mismo que el gobernador de San Petersburgo, Trepov, es el verdadero jefe
de ios Cíen Negros. El tribunal se niega a oírlo. Los acusados y los aboga
dos deciden dejar de asistir al proceso. El tribunal pronuncia su veredicto
el 16 de noviem bre ante una sala vacía. C ondena a 15 acusados, entre
ellos Trotski, a la privación de los derechos civiles y el exilio perpetuo. El
prontuario policial abierto entonces traza el siguiente retrato de Trotski:
Altura: 2 archines, 5,8 verchok [o sea 1,68 metro, dado que 1 archín equi-
i 7 1 • ■• ■ A \ 1. ~ A A «-*— ; -» f\: -------- 1 * • 1
» w < i > . •> •.> .!. ^ 1 l/VM >■«')• U ^V Ü U i l i V I I y
aspecto de la piel: muy mate [...]. Cabello: negro, barba y bigotes negros^
Raíz de la nariz: fina, arista prominente, base hinchada. Raza: judía. Edad
según su apariencia exterior: 30 años [...]. Ningún conocimiento de un
oficio. Confesión: judaica.
Entre los camaradas rusos, no había uno que pudiera enseñarme enton
ces algo. Al contrario, yo estaba en la situación de un maestro [...]. Me
sentía seguro frente a los acontecimientos. Comprendía su mecanismo
[...]. Sin pensar en ello [...], sentí orgánicamente que había superado la
_ .1 . J t .1 . 1 . _ .1 ' • Q
c u a u U cj a | ; it : .u u i ¿ a i e . '
Es cierto, pero actuó sin una "fracción" organizada, apoyado en los m en
cheviques de izquierda y los bolcheviques conciliadores de San Peters
burgo; del papel cumplido a la cabeza del soviet y de sus artículos difun
didos durante seis sem anas en centenares de miles de ejemplares no le
quedará casi nada. Su popularidad no le permite organizar u n grupo. Sale
de la revolución de 1905 tan aislado como antes. Como la revolución ha
reunificado a m encheviques y bolcheviques, Trotski deduce que la
próxima ola barrerá divergencias que en su opinión son artificiales. Poco
importa, por lo tanto, que el partido reúna en su serio corrientes profun
dam ente divergentes, cuya coexistencia, sin embargo, no tardará en para
lizarlo. El año 191/ invalidará su análisis.
En octubre sale clandestinam ente de las prensas una recopilación de
sus textos. Nuestra revolución, que term ina con un capítulo de unas se
senta páginas titulado "Resultados y perspectivas". En él, Trotski define,
en una demostración lógica y lírica a la vez, su llamada teoría de la revo
lución perm anente, a la que en el transcurso de su vida sólo hará retoques
o complementos, sin modificar su arquitectura. La policía incauta la casi
totalidad de los ejemplares del libro, que, por consiguiente, tendrá pocos
lectores y escaso eco.
Al reeditar Resultados y perspectivas en 1919, Trotski reafirmará su jus-
teza en u n prefacio explicativo: vistas la debilidad y la pusilanimidad de la
burguesía rusa, sólo la clase obrera puede tom ar el poder a la cabeza de
un "levantamiento de la nación en lucha contra el absolutismo y la barba
rie feudal, y realizar la revolución democrática. Para defender sus reivindi
caciones, la clase obrera atacará la propiedad privada, despertará contra
ella, poi eso, ia oposicion de la Burguesía europea • -.i..... : ......... ¡ ¡ '• •
s A natoli Lunacharski, KarI Radek y León Trotski, S iluety:politich eskic portrety, M oscú,
Izcl-vo poli!, lii-iy, 1991, p. 2 4 4 [trad. esp.: Sem blanzas d e revolucionarios, M on tevid eo,
Hibli )* dr 1970]; Le 'in Trotski, Mn vie, op. cit., p JOó.
70 TROT.v.U
15 V íctor Sergc, Vie c t m ort de Trotsky, París, 1.a D ccou verte, 2 0 0 3 , p. 2 7 [trad. esp.: Vida
y m uerte d e Trotski, M éxico, Juan Pablos, 1971],
IV. Interludio
1 León Trotski, Mti vic, París, Galliinard, 1953, p. 2 3 0 [trad. esp.: M t vida. E nsayo a u to
biográfico, M éxico, Juan Pablos, 1 9 /3 ],
75
76 TROTSKI
' V ladim ir I. L enin, üiu vrcs com pletes (en ruso), voi. i5 , p. 3 4 5 ¡ u a u . « »j». O v n is cor.i
pintas, Buenor. A ires, C artago, l n 6Q]
3 Iósif Stalin, "Le congres de Londres du Parti ouvrier social-dem ocrate russe (notes
d'un délegué)", en ÍLiuvres com pu tes (en ruso), vol. 2, p. 5 i [iutd. esp
Londres del Partido Obrero Socialdem ócrata de Rusia", en Obras, vol. 2, B uenos Aires,
Fundam entos, 1955J.
78 TROTSKI
6 Rosa Luxem burgo, Vive la lutte! Corrcspondance, 1891-1914, París, M aspero, 1975,
pp. 339 y 342 [trad. esp.: C artas a K a rl y L uisa Kautsky, Barcelona, Gaiba, i9 7 5 j.
7 Isaac D eutscher, Trotsky, le proph éte a rm é (1879 1921), París, Julliard, 1962, p. 249
(trad. esp.: Trotski, el profeta a rm a d o (¡S 79-1921), M éxico, lira, 1963].
80 TROTSKI
11 VVilliam M. Jolmsion, l.'lsprit v i m u oís: une tin to ¡re iiitetlectuelle et sociate, 1S4S-
1Q3&, l’arís, i’iir, 1985, p. 111.
INTERLUDIO 83
CiiaUü c u ivictiicS S p c iu c i, Á ijic d A luc/ a- uv ¡JsytnuiD^ic i ’r't di vi UP. c l le, París, Gaíü-
marcl, i9 7 2 , p. 310. [La v e rsió n e sp a ñ o la de la c a rta c ita d a está e n S ig m u n d F reud y Ar-
n o ld Z w eig, C orrespondencia 1927-1939, B arcelona, G edisa, 2 0 0 0 (N. del T.).]
14 V ladíniir I. L enin, CBuures com pletes (en ruso), vol. 47, p. 137.
N a d e z h d a Joffe, B ack in tim e : m y lije, m y ja te , m y epoch: th • m em oirs o f N a d e zh d a A.
Joffe, O ak P a rk (M ichigan), L ab o r P u b lica tio n s, 1995.
INTERLUDIO 85
mismo año será asesinado por un estudiante eserista, algunas horas antes
de que otra eserista intente m atar a Lenin en Moscú
En su n úm ero 1, Pravda se fija la siguiente r, la: "¡No dirigir sino
.................... .. ... - -nción! Superar las di
ligencias [...]; la unidad de la lucha de clases debe m antenerse por en
cima de cualquier discrepancia de opinión y fracción". En el núm ero 4,
Trotski afirma: "En Rusia, los militantes están cansados de las disputas de
fracciones"; bajo la m ortaja de la vieja agrupación va a nacer un nuevo
partido, de perfiles borrosos. ¿Cómo? "En 1905", prosigue, "la revolución
unificó en un instante nuestra táctica y transformó en u n órgano único y
coherente la m iríada de comités, círculos y grupos." La próxim a barrerá
con los artificiales com partim entos estancos de las fracciones. La revolu
ción de 1917 los agudizará hasta poner a bolcheviques y m encheviques
frente a frente.
La existencia de Pravda es ardua. El periódico publica de m anera re
gular informes financieros que siempre term inan con la comprobación de
un déficit crónico. Los pequeños ingresos de Adolf Joffe tapan algunos
agujeros de u n magro presupuesto que sólo permite una publicación in
termitente. Trotski exprime sus honorarios de Kievskaia Mysl, revende de
vez en cuando sus libros para pagar los gastos de im prenta y expedición o
solicita u n "préstamo" a la socialdemocracia alem ana o austríaca, que a
veces se dejan ablandar. En ocasiones, a pedido de los impresores, cansa
dos de las promesas no cumplidas, los oficiales de justicia confiscan el es
caso mobiliario ue la pareja.
La revolución rusa está por entonces en pleno reflujo: la cantidad de
huelguistas cae de 2.750.000 en 1905 a 50 mil en 1910. La tercera Duma,
elegida el I o de noviem bre de 1907, está dominada por una sólida mayo
ría monárquica. Los 15 representantes socialdemócratas, casi todos m en
cheviques, afirman, para evitar la suerte de sus predecesores, no estar
obligados por ¡as decisiones del Comité Central de su partido.
l a unidad recuperada del Partido Socialdciüóaaid. nu sobrevive a la
derrota; la agrupación se divide cada vez más y las disensiones internas se
exacerban tanto entre las fracciones como dentro de cada una de Jlas. El
desasosiego lo corroe todo. Ln el extranjero, el Partido Socialdemócrata
ruso ya no vive más que de conferencias donde las fracciones se enfrentan.
INTERLUDIO 87
17 León Trotski, Stalin, París, Grasset, 1948, pp. 142, 167 y 173 (liad, esp.: Stalin, Bar
celona, Plaza y Janes, 1967].
88 TROTSKI
los bolcheviques cubra cuerpo una com ente "conciliadora" que se enca
mina en la misma dirección y dom ina el buró del Comité Central instalado
en Rusia, Bolcheviques unitarios se proclaman "bolcheviques del partido".
Para Lenin, por lo tanto, el combate contra Trotski es vital, porque el pen
samiento y la actividad de éste ratifican las ideas del ala derecha bolchevi
que. Por eso lo ataca. Aunque admite que, "en el dominio teórico", Trotski
no coincide en nada con los liquidadores y los boicotistas, "en la práctica
está en un todo de acuerdo con ellos. Trotski "expresa el conciliacionismo
de la m anera más consecuente y es sin duda el único que da un funda
mento teórico a esta tendencia ”18 que pretende establecer a toda costa la
unidad entre mencheviques y bolcheviques más allá de sus divergencias.
Los eseristas sufren un golpe dem oledor en julio de 1909 con el des
cubrim iento de que Yevno Azev, jefe de su organización de combate que
estaba encargada de los atentados contra los dignatarios del régimen, es
un agente de la Ojrana. La revelación suscita una intensa discusión sobre
el terrorismo, que Trotski condena en varias oportunidades, porque la "so-
brestimación del heroísmo personal y la conspiración que lo caracterizan
excluyen todo intento de organización de las masas". El terrorista eleva al
individuo - y ante todo a sí m ism o- por encima de las masas, rebajadas a
la condición de material maleable de la historia y al papel de espectadores
pasivos de un combate que aquél hace suyo en su lugar, así como pone al
representante del Estado a quién apunta por encima del Estado mismo. El
candidato a un cargo ministerial y el terrorista que quiere eliminarlo so-
brestim an por igual ai ministro, su persona y su puesto. Para ellos, el sis
tema mismo desaparece o se desvanece, para dejar lugar al solo individuo
investido del podei. Por eso puede calificarse al terrorista de "liberal ar
mado de una bomba". "El terrorismo [...] disminuye a las masas en la pro
pia conciencia de éstas, les hace admitir su impotencia y dirige sus fuerzas
y sus esperanzas hacia el gran vengador y gran emancipador que vendrá a
cumplir su m isión ."19 Ahora bien, para Trotski, son las masas -organiza-
dp.s- las que haccn la historia, no ios ueiues.
ls Viadímir I. l.cnin, (liiwres com pletes (en ruso), vol. 20, p. 31.
,l/ l.eón Trotski, "Terrorisintis", c u Kampf, n ú in . 11, 1911; reeditado en I.eón Trotski,
(Humes, vol. 13, Piiríp, Instituí I.éon Trotsky, 1982. p. 174.
INTERLUDIO 89
20 Vladímir I. Lenin, (Euvres completas (en ruso), vol. 19, pp. 255, 2 5 7 y 258.
INTERLUDIO 91
que les asoma por la blusa ",22 el miserable barrio judío de Juc-Bunar en los
suburbios de Sofía, sus callejuelas repletas de inmundicias y sus covachas
de tierra con techo de barro que la policía intenta destruir m ientras sete
cientos soldados de ese mismo barrio m archan al frente para enriquecer a
la burguesía y ia m onarquía búlgaras.
Cuando llega a Belgrado y ve que la ciudad entera está subordinada a
la preparación de la guerra, ésta pasa de improviso para él del dominio de la
abstracción, donde la había hecho objeto de especulaciones bastante des
envueltas en sus artículos, al de u n a realidad inconcebible. Como la cen
sura militar prohíbe a los periodistas ir a la zona de combate, Trotski recoge
en la retaguardia los relatos de combatientes, heridos, civiles. Se entera así
de las hazañas de soldados serbios que, en la persecución de los resistentes
albaneses, masacran a todos los individuos mayores de 12 años.
El 5 de noviembre deja Belgrado con rumbo a Sofía. El' 6, tam bién Bul
garia declara la guerra a Turquía. Trotski escribe que le cuesta conciliar la
vida de todos los días con la trágica realidad de ia guerra, u n recordatorio
de que la hum anidad no ha salido todavía de la barbarie. Observa la eclo
sión del chovinismo, la transform ación de simples campesinos en bestias
brutales y la histeria de la propaganda oficial. Para gran escándalo de la
prensa rusa, que lo acusa de ser un agente austríaco, denuncia las violen
cias y torturas infligidas por los soldados búlgaros a los prisioneros turcos.
Se m archa de Sofía el 26 de noviembre de 1912. Las tropas turcas, de
rrotadas en todos los frentes, evacúan Tracia, Albania y Macedonia. El 23
de enero de 1913, un grupo de militares, los Jóvenes Turcos, derrocan ai
sultán y tom an el poder en Constantinopla, p^ro no pueden im pedir la
derrota. El 30 de mayo de ese mismo año, la paz firm ada en Londres re
duce el sector europeo del imperio otomano a Constantinopla y su franja
costera, devuelve Creta y Tracia a Grecia y adjudica la parte esencial de
Macedonia a Bulgaria.
En enero de 1913, Trotski vuelve a Viena, donde Stalin, enviado por
Lenin, trabaja en el tem a ce ia cuestión nacional. Un uía, Tioiskí, sentado
en casa de su amigo Skobeiev, ve entrar a un individuo de semblante taci-
iLinju y áspero. Iiuiuui'c íic.uu su vaso en c! samovar, craits un gruñido y
2’ Iosif Stalin, (l'.uvres com pletes (en ruso), vol. 2, p. 279. Ya había m en cion ad o los
"falsos m úsculos" de Trotski en u n texto del 24 de octubre de 1912.
24 León Trotski, carta reproducida en Pravda, 18 y 26 de diciem bre de 1924.
INTERLUDIO 95
25 Vladíinir I. Lenin, Üiuvrcs com pletes (en ruso), vol. 21, p. 10.
96 TROTSKI
que trabaja para el Estado Mayor ruso, y lo destierra. Vuelto en varias opor
tunidades a Rumania, de donde lo expulsan una y otra vez, se instala en
Sofía y organiza allí el diario socialista búlgaro Napred; después, recupera
dos sus derechos políticos, regresa a Rumania en abril de 1912. A4ás tard»,
presidente del gobierno soviético en Ucrania, será uno de los principales
dirigentes de la Oposición de Izquierda, antes de que, por orden de Stalin,
io fusilen en octubre de 1941 junto a la herm ana de Trotski, Olga.
Trotski pasa entonces largas sem anas con él recorriendo Dobrudja
meridional y reside en su gran casa de Mangalia, pequeño puerto pesquero
y comercial de am biente cosmopolita. Fascinado, describe en Kievskaia
M y d del 1.2 de septiembre de 3913 la efervescente actividad de Rakovski:
éste financia y dirige el diario del Partido Socialista rum ano, en el cual
también escribe; preside las sesiones del Comité Central, organiza mítines
y manifestaciones, discute en las calles de Mangalia en rumano, turco, búl
garo, alemán, francés. Y hasta en ruso con los skoptsy, esa secta de lúgu
bres castrados cuya visión persuade a Trotski de que "la sexualidad es un
principio social, la fuente del altruism o y de todo lo que el hom bre tiene
de nobleza ".26 Su estrecha amistad, que sólo la n k v d de Stalin romperá al
quebrar a Rakovski en 1934, se rem onta a esa época.
El 22 ue julio, Turquía ataca Bulgaria, que pide el armisticio el 30. El
10 de agosto se firma la paz. Grecia y Serbia se reparten Macedonia. Bulga
ria, desangrada, sólo conserva jirones de sus conquistas de ayer. Albania,
cuya independencia se reconoce, es puesta de inmediato, y de m uy dem o
crática manera, bajo la autoridad del principo alemán Guilíe,imo de Vvieu.
Desde su retorno del exilio hasta la guerra de 1914, Trotski no consi
gue reunir a su alrededor un grupo o una com ente. Interviene en el ro so x
uonue todo ei m undo tiene su grupo organizado, su "fracción", con su
política y su personalidad corno únicas fuerzas reales. Se m anifiesta en
tonces como un Don Quijote de la unidad al que las fuerzas organizadas
procuran m anipular y utilizar. En 1923, el bolchevique Lunacharski dirá
que esa incapacidad se debe a "su m anera indolente v cnnrlpsrenHipmo Aa
dirigirse a la gente, su colosal arrogancia, su ineptitud o su negativa a
mostrar la más mínima deferencia hum ana o miramientos con los demás.
la ausencia de ese encanto que siempre rodeará a Lenin (...], su fuerte do
sis de fatuidad juvenil ",27 características que transform an a algunos de sus
amigos en enemigos jurados. Para la com unista italiana Angélica Balaba-
iicva, que sin embargo ve en él "una de las m entes más penetrantes de
nuestro tiempo [...], sus cualidades sólo eran igualadas por su arrogancia,
y su conducta con el entorno generaba a m enudo una distancia que pro
hibía a la vez todo calor h u m an o y toda posibilidad de un vcrdaücio
intercam bio ".28 Su primera m ujer, Aleksandra, dirá al escritor estadouni
dense Max Eastman, en 1921: "Puede m ostrarse tanto m uy tierno y lleno
de simpatía como cortante e insolente"; Eastman, que por entonces lo fre
cuenta m ucho, señalara por su parte: "Cuando tiene razón contra los
otros, siempre lo invade un aire de triunfo ".29 Otros tienen una visión m uy
diferente de él. A principios de 1937, la joven estadounidense Raía Spie-
gel Dunaievskaia, con quien él se ha puesto en contacto para ofrecerle un
puesto de secretaria, se presentará tem blorosa en su casa, con el ánim o
dom inado por las descripciones de u n Trotski "dictatorial y exigente",
"gran egocéntrico" y "arrogante ".30 Sin embargo, pronto la seducen su afa
bilidad, su cortesía y su sim plicidad. N adezhda Joffe, que lo trató entre
1910 y 1927, rechaza la visión de un Trotski "altivo y arrogante; es falso.
No era ni lo uno ni lo otro. Era u n hom bre de carácter complejo que no se
entregaba de buenas a primeras y se m ostraba, además, exigente con los
otros, lo cual no agradaba a todo el intuido. Pero era igualm ente exigente
consigo mismo y con sus allegados ".31
F o r su jiiüu, ei su rre a lis ta Ai m u B rc tu ii cuiüim . "N u i c o n o c id o a n a
die menos distante, más atento a la m anera de pensar y sentir de los otros " 32
21 A natoli Lunacharski, Karl R adek y León Trotski, Silucty: polüich eskie portrcty,
M oscú, Izd-vo polit. üt-ry, 1991, p. 3 4 5 [trad. esp.: Sem blan zas de revolucionarios, M o n te
video, Biblioteca de M archa, 1970],
28 A ngélica Balabanova, M a vie d e rebelle, París, Balland, 1981, p. 165 [trad. esp : Mi
vid a d e rebelde, Madrid, M artínez Roca, 1974].
29 M ax Eastman, l e ó n Trotsky: The P ortrait o f a Youth, N u eva York, G reenberg, 1925,
p. 21; C ontrt le courant, 15-16-17, octu b re de 1928, p. 35.
' Rsia D unaievskaia, "Trotsky rhom inc", en C ahiers León Trotsky, num . 2, abril-ju^'O
de 1979, pp. 6 y 7.
N ad ezhd a Joffe, Back in T im e..., op. cit., p. 43.
3’’ André Bretón, Entretiens: 1 9 1 5 -1 9 5 2 , París, Gailiniard, 1952, p. 189 [trad. esp.: C on
versaciones, 1913-1952, M éxico, F on d o de Cultura E conóm ica, 1987).
98 TROTSKI
En junio cíe 1914, una ola de huelgas inunda San Petersburgo. Los
bolcheviques están a la cabeza de ese movimiento que será interrumpido
por la guerra; los m encheviques, a la rastra, resoplan. liJ Buró Socialista
Internacional celebra en Bruselas del 16 al 18 de julio (3 a 5 de julio se^ún
el calendario juliano) una conferencia de reunificación de los sccialdemó-
cratas rusos. Trotski se cuenta entre los asistentes. Lenin envía en su lugar
a su amiga Inesa Armand. Furioso por su ausencia, Kautsky, con la cola
boración de Trotski y Plejánov, unidos por una vez en su hostilidad com
partida a Lenin, redacta una m oción que define las condiciones de la re-
unificación exigida...
El 30 de julio a la tarde, Rusia (y no Alemania, como lo afirma el Tra
tado de Versalles) decreta la movilización general.
El 31 de julio, el monárquico Raoul Villain, cuya absolución obtendrá
el abogado socialista Alexandre Zevaés en 1919, pero a quien los anarquis
tas españoles m atarán en su refugio de Mallorca en 1936, asesina a Jaurés
de un tiro en la nuca. Libera así al gobierno y el Estado Mayor franceses de
un molesto obstáculo. En un artículo de 1916, Trotski escribirá que, en la
guerra, Jaurés habría tomado indudablem ente "la posición patriótica. Pero
nunca se habría resignado al desaliento sufrido por el Partido Socialista
francés [...] y en el m omento de la revolución futura, el gran tribuno h a
bría determinado y escogido sin error su lugar ".36 Jaurés había anunciado,
en efecto, que los fautores de la guerra sembrarían la revolución.
Alemania, en pie de guerra, responde de inmediato en los mismos tér
minos. hl 3 de agosto, Europa está en llamas. Se inicia un nuevo reparto
del m undo y los mercados que provoca la desarticulación d *3 la Interna
cional Socialista. Lenin señalará en mayo de 1 9 i7: "Si no hubiera habido
guerra, Rusia tal vez habría vivido años y hasta décadas sin revolución
contra los capitalistas ".37
10!
102 TROTSKI
Sin embargo, según sus propias palabras, el carácter del diario íntimo
pronto le parece insoportable. Le pone fin, pues, para redactar un folleto
sobre la guerra m undial y el hundim iento de la Internacional, sus causas
y las perspectivas próximas.
La guerra, afirma Trotski en ese opúsculo, "nace de la revuelta de las
fuerzas productivas engendradas por el ca p ita lism o contra su explotación
en el marco de las fronteras nacionales". El imperialismo ha transformado
el planeta entero en un mercado único del que cada burguesía trata de apro
piarse de la mayor parte en detrimento de sus vecinos, e incluso de unifi
carlo bajo su bota. Pero esta unificación violenta del mercado mundial por
un solo país es imposible. La Segunda Guerra Mundial lo confirmará: la ten
tativa de unificar Europa en un vasto mercado dominado y explotado por
A lem ania fracasará una vez m ás, a costa de inmensas d estru ccio n es. Como
la burguesía liberal sostiene4al zarismo, la clase obrera es de ahora en más
“la única protagonista del combate por la libertad y la revolución en Rusia,
primera etapa de la gran revolución europea". Para terminar, "una nueva
Internacional debe nacer de las convulsiones actuales ”.4
La guerra y la Internacional, escrito en ruso, aparecerá en alemán en
noviembre. El socialista suizo Platten organizará la distribución de varios
miles de ejemplares en Austria y Alemania, a raíz de lo cual un tribunal
militar alemán condenará a Trotski en rebeldía a ocho meses de cárcel en
una fortaleza. En esos mismos momentos, ios diputados socialdemócratas
alemanes Karl Liebknecht y Otto Rühle votan contra los créditos de gue
rra, m ientras que en Francia un puñado de militantes de la Confederación
General del Trabajo ( c g t ) (Merrheim, M onatte, Rosmer) se pronuncia con
tra la Unión Sagrada.
Lenin esboza por entonces la prim era definición de lo que habrá de
denominarse "derrotismo revolucionario": "Desde el punto de vista de la
clase obrera y las masas trabajadoras de todos los pueblos de Rusia, la de
rrota de la m onarquía zarista sería el mal menor". En diciembre, precisa
sus palabras: "No se puede [...] defender la patria de otra ir^ner* nnp
4 León Tro tski, "La guerre et lTnteriiationale”, en I.a Gueire et la révolution, op. cit., voi.
1, pp. 59, 61 y 63 [trad. esp.: La guerra y la Internacional, Buenos Aires, Ediciones del
Siglo. 1973],
104 TROTSKI
5 V ladím ir I. I.enin, "De la fiertf' m tionnle d* ’ Grai'.ds-Russes", en CEuvres com pletes (en
ruso), vol. 26, pp. iu « ,íü 9 y 2 i z [trad. esp.: " t i orgullo nacional de los grandes rusos", en
P roblem as d e p o lítica n acion al e tnfcnmrionaVs>H» j'’v h,tnrio, M adrid, Aba!, 1975}.
6 León Tro tski, La G u a r e e t la révulution, op. cit., vol. 2, p. 47; la misma idea se reitera
en la p. 73.
7 Ib id., vol. 1, p. 164.
L* CARNICERÍA HEROICA 105
ras permanentes, confiesa a Rosmer: "Esta vez se terminó con Nache Slovo
[nuevo nombre de Nadi Golos], ya no se puede seguir”. Pero el periódico
resurge una y otra vez, y durante cerca de dos años ritma la existencia de
Trotski. Cuando sus visitas de corresponsal de guerra a las estaciones, los
hospitales y los puertos no lo alejan de París, acude cada m añana a la re
dacción y luego a la imprenta y, a m enudo, almuerza con Rosmer en una
cantina rusa del bulevar M ontparnasse pór unos pocos centavos.
En diciembre, Natalia llega a París con los dos varones y todos se ins
talan en una pensión familiar cerca del parque Montsouris, en la esquinas
de las calles del Amiral-M ouchez (en el núm ero 23) y de la Glaciére. El
13 de enero de 1915, el gobierno francés, ante la insistencia de la embajada
de Rusia, prohíbe Nach Golos, reem plazado 14 días después por Nache
Slovo, que sobrevivirá hasta febrero de 1917 con otros dos nom bres (Na
chalo y Novata Epokha). La publicación reúne a los socialistas rusos hosti
les a la guerra y a la Unión Sagrada. Por lo demás, en 1917 su equipo de
redacción proporcionará al Partido Bolchevique una bu en a parte de su
Estado Mayor: Vladímir Antonov-Ovseienko, menchevique, secretario de
Redacción, que se ocupa de la impresión, de las relaciones con los obreros
gráficos rem unerados con elasticidad y de m anera interm itente y de la
búsqueda penosa pero encarnizada de dinero en la colonia rusa; dirigirá
el ataque al Palacio de Invierno el 25 de octubre de 1917 y Stalin lo liqui
dará en 1938; Anatoli Lunacharski, futuro comisario de Instrucción P ú
blica; Simón Lozovski, futuro secretario de la Internacional Sindical Roja,
fusilado en 1952; Dinitri M anuilski y Kan Radek, futuros m iem bros del
Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista; Radek m orirá en el gu-
lag en 1940, al igual que Grigori Sokolnikov, futuro com isario de H a
cienda; Mijaíl Pokrovski, m aestro de los estudios históricos en la Rusia
soviética; Georgui V. Chicherin, fu tu ro comisario de A suntos Exteriores
de 1918 a 1931; Moiséi Uritski, futuro jefe de la Checa de Petrogrado, aba
tido el 30 de agosto de 1918 por u n eserista; Fiódor Artiom, futuro m iem
bro dc.l Comité Central y dirigerep la Ucrania soviética; A leksandra
Kolontái, futura responsable de la sección fem enina de la Internacional
Comunista; Tván Maiski m enchevique, futuro m iembro de u n gobierno
blanco antibolchevique y luego em bajador soviético en G ran Bretaña;
Kiistian Rakovski, futuro presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo
108 TROTSKI
" Aleksandr Solzhenitsin, Lénine a Zürich, París, Senil, 1975, p. 98 [trad. esp.: Lenin
en Y.úrich, Barcelona, Barra!, 1976].
110 TROTSKI
12 Citado c u Alfred Rosmer, LeM ouvcm cnt o u vrierpendant laguerre, vol. 1: De l'Uinon
sacrec a ‘/.innncrwald, París, Librairie du iravail, 1936, pp. 554 y 555.
LA CARNICERÍA HEROICA 111
11 León Trotski, l.a C itare c tla révolution, op. cit., vol. 2, pp. 84-85.
15 lbid., vol. 1, p. 29.
LA CARNICERÍA HEROICA 113
narjn visita ]ns museos, se extasía ante Velázquez, Bosch y Rivera, pide
dinero por carta a Kievskaia Mysl y m ultiplica en vano los telegram as a
17 T.eon Trotski, "Leitres d'Espagne (1916)", en Cahicrs León Trotsky, num . 10, junio de
1982, p. 28.
LA CARNICERÍA HEROICA 115
18 V ladím ir I. Lenin, "Lettre ou verte á B. Souvarine'’, en CEuvres completes (en ruso), vol.
30, p. 271.
I! lbid., p. 387.
J 16 TROTSKI
velada en su honor y el de otros cinco emigrados rusos que parten con él.
La colecta que hacen en su beneficio recauda 327 dolares, t í 27 de marzo,
los exiliados se em barcan en un buque noruego, que el 3 de abril hace
escala en Iialifax, Canadá, país bajo la dom inación de Gran Bretaña. Un
destacam ento británico sube a bordo, obliga a desem barcar a los rusos,
entre ellos Trotski -calificado de "terrible socialista"- y su familia, y los
interna en el cam po de prisioneros de A m herst, donde se am ontonan
ochocientos soldados y marineros alemanes.
Ya el 4 de marzo, Lenin anuncia "la etapa siguiente de la revolución",
$s decir la conquista del poder por u n gobierno obrero, único capaz de
"dar al pueblo la paz, el pan y una libertad total ".1 Los dirigentes bolchevi
ques, con Stalin y Kámenev a la cabeza, sostienen el gobierno provisional
y se pronuncian, como es lógico, a favor de la fusión con los m enchevi
ques que tam bién lo apoyan.
Los soviets form an una representación política independiente de la
masa de obreros, soldados y campesinos, que sólo confían en ellos. Pero
para los eseristas y los mencheviques, la revolución democrática realizada
tiene por única m eta la liquidación de los vestigios del feudalismo en Ru
sia, para perm itir la expansión del capitalismo; en consecuencia, no hay
que avanzar sobre la propiedad privada. El poder debe quedar en manos-
de la burguesía rusa; se empeñan, pues, en entregarlo a los fantasmas de
la Duma. Los dirigentes del soviet apoyan el gobierno provisional y lo con
trolan. Una comisión de "contacto" formada con ese fin oficializa el doble
poder, régim en inestable de desequilibrio perm anente que, como tocio
desequilibrio, sólo puede ser provisorio. Tal es la paradoja de febrero, ex
presada por el ministro Aleksandr Guchkov cuando afirma que el gobierno
provisional existe únicam ente en la medida en que el soviet lo permite. La
crisis política, en germ en desde los comienzos, no hará sino ampliarse.
La orden núm ero uno del soviet, redactada el 27 de febrero y prom ul
gada el 2 de marzo, pone de manifiesto ese equilibrio imposible. El texto
ínvna a ios soíueiuu» a elegir comités en cada unidad, que encardarán
u t considerar todos ¡os actos políticos de éstas. Amenaza así la jerarquía y
1 Vladím ir I. Lenin, "Lettres de loin", en Clhwres completes (en ruso), vol. 49, p. 412 [trad.
esp.: "Cartas desde lejos", en Obras escogidas en doce tomos, vol. 6, Moscú, Progreso, 1976].
122 TROTSKI
2 V ladím ir I. Lenin, "Les taches du proletarint dans notre révolution", en CLnvres com
pletes (en ruso), vol. 31, p. 178 [trad. esp.: "Las tareas del proletariado en nuestra revo lu
ción", en Obras escogidas en doce tomos, M oscú, Progreso, 1976].
DOBLE PODER 123
' ¡rakii isereteJi, Vuspominania o fevrálskoi revoliutsi, París y La Haya, M ouion, i 963.
vol. 1. pn. 165 y 166.
1 N ikolái Sujanov, Z apiski o revoliutsi, Berlín, San Petersburgo y M oscú, I;,u-vo 2. I.
Gr/,hebina, 1922-1923, vol. 4, pp. 51 y 193 [trad. esp.: La revolución rusa (1917), Barce
lona, Luis de Caralt, 1970].
'' l.eninski Sbornik [Archivos Lenin], vo l. 4, M oscú, 1925, pn. 300-303.
DOBLE PODER 125
6 Anatoli Lunacharski, Karl Radek y León Trotski, Siluety: politickeskie portrety, M oscú,
I/.íl-vo polit. lit-ry, 1991, p. 343 [trad. esp.: Sem blanzas de revolucionarios, M ontevideo,
líiblioteca de Marcha, 1970]; Anatoli Lunacharski, "Silbouette de Trotsky", e n Cakicrs
Icón Trotsky, núm .12, diciem bre de 1982, p. 47.
7 Israel Gcizler, Kronstadt 1917-1921: The latt: o f a Soviet Democracy, Cambridge,
Cambridge University Press, 1983, p. 73.
DOBLE PODF.R 127
8 lbid., p. 98.
128 TROTSKI
cito hecho jirones una guerra que abrum a el país y su economía y empo
brece e irrita a la población trabajadora. Cada vez más hostil, Trotski dirá
que "la guerra hasta el agotamiento del enemigo se transform aba en gue
rra por el agotam iento de la revolución ".9 Los patrones despiden y sabo
tean su propia producción, para exasperación de los obreros. Se ha abierto
un abismo entre lo que proletarios, campesinos y soldados esperan de un
gobierno con ministros socialistas y la realidad cotidiana. Es cierto, la li
bertad de expresión es total y todo ha cambiado en las palabras, pero na
die vive de palabras y el ham bre ya amenaza aquí y allá.
El 8 de junio, los bolcheviques llaman a manifestarse el 10 para exigir
"todo el poder al soviet" y el fin de la guerra, y dem andan que ese mismo
soviet "enuncie las condiciones de u n a paz equitativa". La m ayoría del
congreso ve en esa propuesta u n atentado a la soberanía, prohíbe la con
centración program ada y convoca a su vez a una manifestación el 18. Le
nin anula la convocatoria del 10. Mientras los m encheviques y los eseris
tas p eroran en la tribuna del congreso, los bolcheviques preparan la
manifestación del 18 de junio.
El ejército ruso contabiliza por entonces dos millones de desertores
que vagabundean y m erodean por el campo, contra seis millones de hom
bres en las trincheras y los cuarteles. Kerenski escribirá diez años después:
"Desde las primeras semanas de la revolución de marzo, el ejército ruso
había dejado de existir como fuerza com batiente ".10 Pese a lo cual lo envía
a la masacre. El 16 de junio ordena que el 18 se lance una ofensiva gene
ral. Ese día, bajo la mirada de ios dirigentes dei soviet, m uy pálidos, desti
lan más de 400 mil trabajadores. Los manifestantes, en Moscú y otros lu
gares, plantean las mismas exigencias. Esta revista de fuerzas enfrentadas
agudiza su polarización.
La ofensiva suicida del 18, después de algunos éxitos menores en Ga-
litzia, culmina en un desastre, con un saldo de más de 70 mil muertos. Ese
fiasco sangriento exacerba las tensiones. Las reivindicaciones de las num e
den de arresto contra Lenin lleva la firma del futuro fiscal de los procesos
de Moscú, Andréi Vyshinski. Lenin dice a Trotski: "Ahora nos van a fusilar
a todos. Es el momento oportuno para ellos".11 ¿Debe entregarse a la justi
c ia ? En opinión de Trotski, sí: un gran proceso público desenmascararía a
los calumniadores. Pero Lenin exige garantías de seguridad que los diri
gentes del soviet se dicen incapaces de darle. Decide entonces huir con
Zinóviev a Finlandia...
El 10 de julio, en una carta abierta, Trotski desafía al gobierno provi
sional que ha olvidado detenerlo, cuando en realidad comparte las posi
ciones de Lenin y Zinóviev. No se trata de u n bello gesto demostrativo.
Con las jomadas de julio, ha llegado a su fin la era del Circo M oderno y
los mítines enfebrecidos. Se inicia la época de la reflexión. Trotski ya ha
utilizado la cárcel con ese objeto en 1906. Corre el riesgo de volver a ser
encarcelado, a la vez que le pone fecha por m edio de una posición política
pública clara. Se instala durante unos días en casa de Yuri Larin, un m en
chevique de izquierda, y tom a dos o tres veces la palabra en público. La
policía lo detiene el 23 de julio y lo interna en la vieja prisión de Kresty,
como en 1906, en una celda aislada. Cuando la administración concede a
los presos políticos el derecho a com unicarse librem ente, las celdas se
transforman en clubes de discusión y ajedrez. Trotski se niega a interve
nir. Al margen de la hora de caminata, perm anece confinado en su celda
hasta el 4 de septiembre, dedicado a leer y escribir.
El juez Aleksandrov lo acusa de haber atravesado Alemania junto con
Lenin, en el mismo vagón. Luego, la prensa repite la fábula de los 10.000
dólares entregados por agentes alemanes cuando él estaba en Estados Uni
dos. Durante este periodo de turbulencias, Trotski y sus camaradas se in
corporan al Partido Bolchevique en ocasión de su VI Congreso, que se cele
bra entre el 26 de julio y el 3 de agosto y toma nota de la adhesión colectiva
de la mezhraionka. El partido elige un nuevo Comité Central de 21 miem
bros: Lenin obtiene 133 votos, Zinóviev, 132, y Trotski y Kámenev, 131.12
11 León Trotski, Lénine, París, p u f , 1970, p. 78 [trad. esp.: Lenin, Barcelona, Ariel, 1972]
y Ma vie, París. Gallimard, 1953, p. 323 [trad. esp.: M i vida. Ensayo autobiográfico, M éxico,
Juan Pablos, 1973],
12 Vladímir I. Lenin, CEuvres com pletes (en ruso), vol. 34, p. 136. En esta época, los hijos
de Trotski hacen su s primeras arm as. D e vacacion es con la fam ilia de u n coron el retí-
132 TROTSKI
Las jornadas de julio no han representado más que una prórroga para
u n régim en moribundo. La crisis económica y social se agrava. En julio y
agosto, 370 empresas cierran sus puertas; en Petrogrado son despedidos
90 mil obreros, en la cuenca del Dónetz se cierran 200 pozos de minas y
la m itad de las empresas de los Urales están paradas. La desocupación
crece de m anera galopante. Las huelgas se multiplican. Una inm ensa re
belión campesina se desata en todo el país. Aquí y allá, los campesinos,
horcas y hachas en mano, se lanzan sobre las tierras y a veces sobre los
mismos propietarios. La deuda pública, de 60 mil millones de rublos, de
sarticula u n a economía hecha trizas. El tres de agosto, el gran empresario
ruso Riabushinski anuncia la llegada de "la m ano huesuda del hambre y
la miseria popular” que, cree, apagará la llama revolucionaria.
El fracaso de la ofensiva en Galitzia y la rebelión cam pesina polari
zan las fuerzas en am bos extrem os. K erenski in ten ta reem plazar una
base social que se deshace bajo sus pies por una coalición de fuerzas po
líticas cada vez más fantasmales. El 12 de agosto convoca en Moscú una
conferencia de Estado conform ada por representantes designados de la
sociedad civil, en la que la difunta Dum a tiene derecho a dos o tres veces
más bancas que los soviets; se espera que este cambalache político cons
tituya el cimiento de la unión nacional. La huelga decretada por los sin
dicatos moscovitas de mayoría bolchevique paraliza la ciudad el día de
su apertura.
El 19 de agosto, el ministro de Hacienda, Nikolái Nekrásov, anuncia a
la prensa que en el otoño los irenes dejarán de circular y que Petrogrado
está condenada a la ham bruna. El gobierno provisional observa, pasivo e
impotente, la caída hacia el abismo. Miliukov prevé disturbios y la "inevi-
tabilidad de una operación quirúrgica”. Agrega poco después que la única
opción del país es elegir entre el general Kornílov y Lenin.
Los golpístas tienen, en efecto, u n candidato, el general cosaco Lavr
Kornílov, con quien Kerenski, asustado por la crisis galopante y su propia
’ Vladíinir I. Lenin, "La révolu tion russe et la guerre civile”, en CEuvres com pletes (en
ruso), vol. 34 [trad. esp.: "La revolu ción rusa y Ja guerra civil', en O bras cúmplelas, vol. 34,
* A C • ^*». 1QAf\1
,J A ntón I. D enikin, citado en Voprosy Istori, 2, febrero de 1 9 9 ], p. 139.
Vladímir I. Lenin y M áxim o Gorki, Lettres, soiivcnirs, docum cnts, M oscú, Éditions du
ProíM-és. IPSfi, pn r,9R v 299.
134 TROTSKI
el barro, los excrementos de las trincheras, las ratas y los piojos no habían
podido desarrollar en los soldados el gusto por la herencia cultural. Ke
renski cree consolar a las masas al proclamar la república e intenta con
centrar en sus manos todas las riendas de un poder cada vez más virtual:
conforma un directorio de cinco miembros, espejismo de gobierno férreo.
El I o de septiem bre, el Soviet de Petrogrado reclam a todo el poder
para los soviets. Ese m ism o día, en Kresty, el juez de instrucción cita a
Trotski y otros seis bolcheviques para leerles el auto de acusación, según
el cual, en tanto miembros del partido de Lenin, son agentes alemanes,
junto a "Georgui Zinóviev, Pável Lunacharski, Viktor Chernov y ¡\¡lark
Natanson ".16 ¡Ahora bien, estos dos últimos son conocidos dirigentes del
Partido Socialista Revolucionario! Además, el nombre de pila de Zinóviev
es Grigori, y el de Lunacharski, Anatoli. Estos errores exponen a los verda-
^ deros autores del legajo: los servicios secretos francés y británico, que lo
urdieron en la época de Zimmerwald y Kienthal, conferencias en las que
participaron las personas mencionadas, por entonces desconocidas...
El 4, Trotski obtiene la libertad m ediante el pago de u n a fianza de
3.000 rublos. Se instala en u n apartam ento que le alquila una viuda arrui
nada. El 5 de septiembre, el Soviet de Moscú aprueba una moción bolche
vique. El 9, el de Petrogrado se reúne en sesión plenaria en medio de un
clima tenso. Los bolcheviques proponen la formación de un buró de coali
ción. Los m encheviques y los eseristas se niegan y presentan su propia
lista, en la que figura Kerenski. Los bolcheviques cosechan 519 votos; los
dirigentes, 414, en tanto que 67 delegados se abstienen.
A mediados de septiembre, Lenin lanza u n grito de alarma: los ferro
carriles van a detenerse y de ese m odo se interrum pirá la provisión de
materias primas, carbón y cereales. "Una catástrofe de dimensiones inau
ditas y la ham bruna nos am enazan de m anera ineluctable [...]. Lo dice
todo el m undo [...] y no se hace otra cosa que votar y volver a votar reso
lución tras resolución ."17 Hay que tom ar el poder para actuar. Kerenski
1 Vlaclímir I. Lenin, "Notes d'un publiciste", en Cliuvres com pletes (en ruso), vol. 34,
p. 262 [mui. esp.: "Del diario de m i publicista", en O bras com petas, op. cit vol. 2'íj.
VIL El Rubicán de octubre
1 Vladím ir I. I.enin, Cliuvres; com pletes (en ruso), vol. 34, p. 3 4 5 [trad. esp.: O bras com
pletas, B uenos Aires, Cartago, 1960, ]
137
138 TROTSKI
primero, toma las medidas militares prácticas. Trotski se dedica sobre todo
a la propaganda y ia agitación: el 10 se dirige a la conterencia de los comi
tés de fábrica, y el 1 1 y el 12 , a la conferencia de los soviets de Rusia del
norte. Sujanov, asombrado, señala:
3 Les Bolcheviks e t la révolution d'Octobre, París, M aspero, 1964, p. 139 [trad. esp.: Los
bolcheviques y la Revolución d e Octubre. A cias d e l ComitC C entral d e l P a rtid o Obrero So
cialdem ócrata Ruso (B), agosto de 1917 a febrero d e 1918, Córdoba (Argentina), P asado y
Presente, 1972],
140 TROTSKI
Lenin juzga al día siguiente que Trotski no podía ni debía decir más de
lante de sus adversarios.
El 22 de octubre, Trotski se dirige a decenas de miles de obreros y
soldados, ante quienes proclama: "El poder de los soviets entregará todas
las riquezas del país a los pobres y a los soldados de las trincheras. Tú, el
burgués, tienes dos pellizas; ida una al soldado que se congela en las trin
cheras! Tienes botas calientes; quédate en tu casa, el obrero necesita tus
botas". "A mi alrededor", com enta Sujanov, "reinaba casi el éxtasis". Trotski
pide a su auditorio que jure sostener con todas sus fuerzas, a costa de to
dos los sacrificios, el soviet, que asume la gran misión de llevar la revolu
ción hasta la victoria final y ganar la tierra, el pan y la paz. La m ultitud lo
jura. "Una escena idéntica se repitió por doquier en Petrogrado frente a
m uchedum bres entusiastas. La insurrección ya había com enzado ."5 Fal
taba llevarla hasta el final.
6 Vladímir I. Lenin, "Lettre au com ité cen ital, au com ité de M oscou, au com ité de
l ’étrograd, a u x m em bres b olch evik s des Soviets de Pétrograd et Moscou", en Cliuvres
com pletes (en ruso), vol. 3 4 [trad. eep.: "Carta al C om ité Central, a los com ités de M oscú
y Petrogrado y a los b o lc h e v iq u e s m iem bros de los soviets de Petrogrado y Moscú", en
O bras escogidas en tres tomos, vol. 2, M oscú, P rogreso, 1960-1961].
EL RUBICON DE OCTUBRE 143
7 Proletarskaia Rcvoliutsia, octubre de 1922, p. 57; León Trotski, "Qu'est-ce que l'objec-
tivité historique?", en CEuvres, vol. 1, París, ¡n s iiiu í Léoa Trotsky, 1978, pp. ! r'^ y 104
[irad. esp.: "¿Que es la objetivid ad histórica?", en Escritos de León Trotski, B ogotá,
Plum a. 1976],
8 León Trotski, "Les le fo n s d’Octobre", en G iuliano P iocacci (co:r.p.), Staline contre
Trotsky, 1924-1926: la révolution perm anente et le socialisme en un sculpays, París, M as-
pero, 1965, pp. 59 y 6 0 [trad. esp.: Lecciones de octubre, M éxico, Juan Pablos, 1974].
144 TROTSKI
10 León Trotski, M a vie, París, Gallirnard, 1953, p. 3 4 9 [trad. esp.: M i vida. E nsayo a u
tobiográfico, M éxico, Juan Pablos, I973j.
11 León Trotski, "Discours (inédit) au Com ité central d'octobre 1923", en C ahiers d u
m ouvem ent ouvrier, núm . 13, abril de 2001, p. 35.
146 TROTSKI
12 O leg Vólkov, Les Ténébrcs, París, J.-C. I.attés, 1991, pp. 43 y 47.
EL RUBICON DE OCTUBRE 147
16 P roletarskaia RcvoHulsia, núni. 10, 1922, p. 99, y Minuvshcc, núm . ], 1990, p. 65.
EL RUBICON DE OCTUBRE 151
si este silencio de muerte tuviera que reinar más tiempo sobre Europa, y
hubiera de brindar al káiser la posibilidad de atacarnos y dictarnos condi
ciones injuriosas para la dignidad revolucionaria de nuestro país, no sé
155
I TROTSKI
F.l año de 1917 podría s<,r, pues, un segundo “ensayo general", y sería me
nester diferir para más adelante la revolución victoriosa. Ese discurso an
gustiado anuncia los desgarram ientos que asolarán las altas esferas del
Partido Bolchevique en las discusiones sobre la paz.
El ejército ruso sigue partiéndose en pedazos; cada día, num erosos
soldados clavan el fusil en tierra y vuelven a sus hogares, abandonando
m uchas veces sus armas a lo largo de los caminos. El jefe de la misión m i
litar francesa, el general Niessel, debe constatar: "Toda Rusia aspirab? ?. Ir.
pa¿ [...]. Desde esa época, ya no había cuerpos coherentes de tropas ".2 l.os
alem anes lo saben. En consecuencia, ios bolcheviques negocian desde
una posición de debilidad. Quieren que las negociaciones se desarrollen
en terreno neutral. Los alemanes se niegan e imponen Br«-st-I.itovsk, ■'neja
ciudad fortificada destruida a inedias en i9 1 5 por las tropas rusas durante
su retirada. El Estado Mayor alemán se ha instalado en ia fortaleza m edie
val rodeada de alambre de púa donde, en julio de 1941, ei Ejército Rojo
nnondrá una prc¡c::;¿ada y desesperada resistencia a ia W ehrmacht. la
1 I.eón Trotski, Sodiin-.-ma, vol. 3, libro 2, M oscú, Cios. izd-vo, 1924, j»p. 213-217.
2 Alberl N iessel, 1.: 7riompkc des bolcheviks et la paix de Brest Litovsk: stmvenm, Peí";;
Plon, 1 9 3 9 , p. 1 4 3 , vi.jn se ¡ p 1-12 y 1 7 9 .
LA PAZ DE LOS BANDIDOS 157
■Jo s í'p h N o u len s, Mon ctmbasstulc en Russic soviétique: 1917-1919, París, P!on, 1933,
pp. 169 y 171.
4 A lberr '• >■ Jes bolcheviks.... op. c it, p. 2S2.
158 TROTSKI
tropas alemanas, y Viena, que queda sum ergí'1" u i f '.i te cuatro di.;1: p0r
las m anifestaciones de m ujeres ham brientas; los obreros huelguistas de
Berlín paralizan a la sazón las fábricas de la capital y eligen "delegados re
volucionarios". Pero a pesar de la am plitud creciente del rechazo de ¡a
guerra, el régim en m onárquico no vacila ni en Berlín ni en Viena. Lenin
ve entonces en esas huelgas la posibilidad de dilatar aún más las negocia
ciones, pero no r ^ d if ic a su v o h r-;„ J m ar la paz para obtener un
respiro momentáneo.
El 5 de enero se reúne la Asamblea Constituyente. Su mayoría ese
rista, fantasm a del gobierno provisional fallido, se niega a confirmar los
d..i d*--! congreso de los soviets. El gobierno la disuelve sin generar
resistencias significativas. Los campesinos, satisfechos por haber obtenido
la tierra, son, m ás a ú n que los obreros, los jefes en sus soviets locales.
Pero de allí en más, y bajo la consigna de la Asamblea Constituyente, los
eseristas van a preparar la lucha arm ada y clandestina contra el régimen,
que califican de "despotismo asiático”, "oligarquía burocrático militar", "ti
ranía cuartelera y reaccionaria". Para combatirlo con las armas, les falta
un poder disuasivo. Lo encontrarán a fines de m ayo en la legión de ex
prisioneros de guerra checoslovacos del ejército austríaco, constituida por
decreto en París, en enero, como cuerpo autónom o del ejército francés,
que quiere repatriarlos.
Una áspera discusión sobre la guerra y la paz lleva al Partido Bolchevi
que al borde del estallido. Los alemanes quieren anexar Polonia, Lituania y
I.etonia, países ocupados por ellos. Lenin está dispuesto a aceptar la impo
sición alemana para salvar la revolución de una derrota militar inelucta
ble. A su juicio, el ejército campesino ruso, agotado y hambriento, es inca
paz de combatir, pero perfectamente capaz, luego de los primeros desastres,
de volverse contra el gobierno y derrocarlo. Ahora bien, la situación inter
nacional no perm ite en modo alguno prever el m om ento probable de la
explosión revolucionaria en Europa. La única alternativa del gobierno so
viético es, pues, aceptar la m v rnn anexiones c librar la guerra levolucio-
naria. Toda solución intermedia, toda nueva prórroga, son imposibles. La
izquierda bolchevique rechaza la imposición alemana. E! comité de Moscú,
hostil a la insurrección en octubre, incluso exige el 28 de diciembre "una
guerra sin cuartel contra la burguesía del m undo entero". Todo gira en
LA PAZ DE LOS BANDIDOS 159
ejército ".5 Para Lenin, desm ovilizar ei ejército sin concertar la paz es ir
demasiado lejos: voia en contra. En L'Humanitédel 23 de octubre de 1935,
Romain Rolland, tan pobre historiador como mediocre novelista, resumirá
el debate entre Lenin y Trotski en un intercambio no menos grotesco que
im aginario: "En 1918, en Brest-Litovsk [ciudad que Lenin jam ás pisó],
Trotski dijo a Lenin: 'Debamos m orir como gentilhom bres’. Lenin le res
pondió: 'No somos gentilhom bres. Queremos vivir y viviremos'".
Tres días después, la izquierda se desenfrena. Por unanim idad, el co
mité de Moscú exige la interrupción de las conversaciones de paz. El comi
té de Petrogrado adopta una posición similar. Para Trotski, cuanto más se
desarrollen la campaña de propaganda soviética y la fraternización entre
soldados rusos y alemanes, más se desintegrará el ejército germ ano y más
se negarán a avanzar y tirar sus efectivos. Esta esperanza se frustrará. El
ejército alemán sólo se desintegrará en noviembre de 1918. El 12 de enero,'
Trotski presenta en el III Congreso de los soviets u n informe sobre el es
tado de las negociaciones; la gran mayoría de los delegados no piensa más
que en pelear. Él dem uestra la imposibilidad de hacerlo.
El 14 vuelve a Brest-Litovsk. Con anterioridad, ha suscrito con Lenin
u n acuerdo privado al que uno y otro harán alusión en el VII Congreso
del panido: "Se había convenido", dirá Lenin, "mantenerse firmes hasta el
ultim átum de los alemanes y ceder cuando éste se hubiese presentado”. Y
agregará en ese m omento: "Los alemanes nos lim aron: de siete días, nos
robaron cinco ”.6 El armisticio preveía un plazo de siete días después de su
denuncia para la reanudación de las opciaciones militares; ios alemanes
atacaron dos días después. En Brest-Litovsk, Trotski porfía, discute, pro
testa, multiplica las declaraciones, traducidas de inm ediato y difundidas
por radio y por escrito entre los soldados alemanes. Durante los intervalos
de esas negociaciones, dicta u n folleto sobre la Revolución de Octubre.
5Les Bolcheviks et la révohition d'Qctobrc, Parí», M aspero, 1964. pd. 234-241 Itr.id pm •
l.os bülJict/Hjtitsy la Revoiucwn de Octubre. Actas d d Comité Central del Partido Obrero
Socialdemócrata Ruso (B). agosto du ¡9 1 7 a febrero de I91S, C órduba (Argentina), Pasado
y Presente, 1972],
6 Vladúnir I. Lenin, D iscours au VIle C ongrés extraordinaire du i>c(b)R", en CEuvres
completes (en ruso), vol. 35, p. 30 [trad. esp.: "Séptimo C ongreso Extraordinario de1 PC(b)R",
en Obras completas, Buenos Aires, Cartago, 1960, vol. 28].
LA PAZ Dr. LOS BANDIDOS 161
El emperador C’arlos, que será beatificado por Juan Pablo II, telegrafía el
17 de enero al conde Czernin, cabeza de la delegación austríaca en Brest-
Litovsk: "Si la paz no se concreta, tendremos aquí la revolución". La táctica
de Trotski se apoya, pues, en una realidad, pero la pasión revolucionaria de
los obreros austríacos señalada por Otto Bauer tropieza con el Partido So-
cialdemocrata, que no quiere ni la república ni la revolución y se apresura a
acudir en auxilio de la monarquía vacilante. Luego de la firma de u n acuerdo
que ei gobierno desconoce no bien term inada la huelga, les sccialdeinóciT.
tas hacen volver al trabajo a los huelguistas que confían en ellos. Al salvar
la Monarquía, la socialdemocracia austríaca permita a los negociadores ale
manes y austríacos imponer sus exigencias en Brest-Litovsk.
En Moscú, el Comité Central delibera el 19, el 21 y el 24 de enero sin
tomar decisión alguna. El 21, ante la pregunta: "¿Es admisible firmar en
estos m om entos una paz anexionista con Alemania?", responde que no
per nueve veto.1: ccr.tr?. cinco, ^ntrp pllns el de Lenin ciue aclara: "Aún
podemos demorar y prolongar por cierto tiempo las conversaciones de
paz". Pero 110 m ucho. El 19, Stalin afirma: "La posición intermedia repre
sentada por la posición de Trotski nos ha m ostrado cuál puede ser la sa
lida de esta difícil situación ".8
El 10de febrero, marineros austríacos se amotinarán en Cattaro (Kotor
en Dalmacia), izarán banderas rojas, exigirán la paz y el derecho de todos
los pueblos a disponer de sí mismos. Se formarán consejos de marineros. El
Estado Mayor logrará aislar a los amotinados. Cuatro "cabecillas" de cuatro
nacionalidades diferentes serán condenados a m uerte y fusilados.
La ham bruna ya hace estragos en Rusia. Para enero, la ración coti
diana de pan se fija en 120 gramos; algunas unidades militares se quejan
de no recibirla durante cinco o seis días seguidos. Los dirigentes también
padecen el hambre. El 11 de enero, Dzerzhinski describe la circunstancia
que atraviesan los miembros de la Checa: "Nos encontramos en una situa
ción imposible [...]. No hay financiamiento alguno. Trabajamos día y no
che sin pan, ni azúcar, ni té, ni manteca, ni queso ".9 Por su parte, la Iglesia
Ortodoxa se pronuncia contra el puder debido a la promulgación de refor
mas democráticas que el gobierno provisional, al subordinarlo todo a la
unión sagrada por la guerra, había abandonado: la separación de la Iglesia
y el Estado, la supresión de la enseñanza religiosa obligatoria en las escue
las, el derecho al divorcio, la instauración del matrimonio civil. El patriarca
Tijón exige el m antenim iento de todos los privilegios de la Iglesia rusa
(entre ellos los fondos suministrados por el Estado de acuerdo con un pre
supuesto determinado por ella misma) y emite condenas fulminantes con
tra los "desechos del género hum ano que están en el poder", embarcados
en una "empresa verdaderam ente satánica ".10
En Brest-Litovsk, un duelo desigual sobre la independencia y el dere
cho de los pueblos a decidir su destino se libra entre, por un lado, Trotski
y Radek, sólo armados con su elocuencia y el impacto aún indeciso de la
Revolución Rusa sobre los pueblos en guerra, y, por otro, los jefes cínicos
de los Estados Mayores alemán y austríaco, seguros de su fuerza y apre
ponen pies en polvorosa. Los alem anes tom an el tren con dos ametralla
doras y un cañón, ocupan una estación, dejan en ella un pequeño desta
camento y "el viaje coñtinúa", com enta burlonam ente Hoffmann.
El Comité Central se reúne con m ucho apremio el 17 a la noche. Todo
depende de Trotski, cuya intervención busca el equilibrio entre los parti
darios de la guerra revolucionaria y los de la firma inmediata. Ocho pro
puestas se som eten a votación. La primera, que sugiere iniciar ya mismo
nuevas conversaciones de paz con Alemania con vistas a firmar la paz, es
derrotada por seis votos (entre ellos el de Trotski) contra cinco (entre ellos
el de Lenin). La propuesta que sostiene la necesidad de "esperar, para re
anudar las conversaciones de paz, hasta que la ofensiva alem ana sea lo
b astan te evidente, lo m ism o que su influencia sobre el m ovim iento
obrero", se aprueba por seis votos (entre ellos el de Trotski) contra cinco
(entre ellos el de Lenin). La últim a cuestión -"¿Concertaremos la paz si la
ofensiva alem ana se convierte en u n hecho sin que haya revolución en
Alemania y Austria?"- obtiene seis votos (entre ellos el de Trotski) contra
uno y cuatro abstenciones. Pero su alcance es mínimo, porque no reco
noce como un hecho consum ado la reanudación de la ofensiva alemana,
que es, sin embargo, m uy real.
La Reichswehr prosigue su paseo militar, en cuyo transcurso se alza
con depósitos, vagones, m uniciones y provisiones. La posición intermedia
de Trotski, "ni paz ni guerra", ha agotado todas sus virtudes. Sin embargo,
la situación no lo induce aún a cambiar de postura. En el Comité Central,
oirá vez reunido de m anera urgente el 18 a la m añana, Lenin y Zinóviev
proponen "enviar de inmediato una propuesta sobre la reanudación de las
conversaciones de paz". Troiski vota en contra, afirmando que es "necesa
rio esperar para ver qué impresión producirá todo esto en el pueblo ale
mán. En Alemania han saludado el fin de la guerra, de m odo que no es
imposible que una ofensiva de sus tropas provoque u n a seria explosión
en ese país”. Subordina así la suerte de la Rusia soviética a la esperanza de
u:ia eventualidad cuyas probabilidades y plazos naaie puede mensurar; el
"no es imposible" ya no es sino una sombra caricaturesca de su política a
lo largo del mes transcurrido. Habida cuenta de que las tropas alem anas
han reanudado la ofensiva sin deserciones ni motines, y de que la clase
obrera de Alemania no se levanta todavía contra su gobierno, esta política
LA PAZ DE LOS BANDIDOS 165
pierde toda eficacia. Lenin protesta: "No podemos perder u n solo m inuto ".13
Vista la huida alocada de las tropas rusas, vuelve a convocar al Comité
Central el mismo 18 a la noche. Recalca: "No tenem os ni guerra ni paz y
nos dejamos arrastrar a la guerra revolucionaria” sin tener medios para li
brarla. "Al jugar con la guerra, regalamos la revolución a los alemanes".
Trotski aún se aferra a su posición: “No exigir un cese del fuego, sino pre
guntar qué quieren de n osotros”, propuesta rechazada. C uando final
mente es m enester decidir, cede. La sugerencia de "dirigirse de inmediato
al gobierno alem án con la propuesta de concertar la paz "14 es aprobada
por siete votos (entre ellos el de Trotski) contra seis y una abstención. La
redacción del texto queda en m anos de Lenin y Trotski. A los alemanes les
disgusta prolongar u n a av entura m ilitar de porvenir incierto en el in
menso espacio ruso, pero postergan su respuesta du ran te cuatro días
mientras siguen saqueando depósitos, vagones, m uniciones y provisiones.
H 19, la coalición de bolcheviques y eseristas de izquierda forma un co
mité ejecutivo com ún para hacer frente a la situación: lo com ponen dos
eseristas, Proshián y Karelin, y tres bolcheviques, Lenin, Trotski y Stalin.
F.l 22 de febrero, el Comité Central se reúne sin la presencia de Lenin.
En él, Trotski reafirma la imposibilidad absoluta de librar u n a guerra revo
lucionaria, pero, a todos los fines útiles, ha sondeado a las misiones aliadas
para solicitarles su eventual ayuda. Bujarin y los comunistas de izquierda
rechazan su posición. Quieren llevar adelante la guerra con el solo entu
siasmo. m uy limitado, de las masas. Lenin, ausente, ha enviado u n mensaje
lacónico en apoyo de la posición de lrotski. Ese 22 uc febrero, el gobierno
alemán finalmente responde. Exige la desmovilización general del ejército
ruso, la evacuación de Ucrania y Finlandia y una respuesta dentro de las
siguientes 48 horas. Ese mismo día, el gobierno publica u n llamamiento,
"La patria socialista en peligro", aprobado la víspera y durante m ucho
tiempo atribuido a Lenin e incluido en sus Obras completas. En realidad,
Lenin ha corregido un texto redactado por Trotski, que justifica la acepta
ción de las condiciones úe alem anas en función voluntad de
"poner un país agoiado y martirizado al abrigo de jas nuevas pruebas que
15 Vladímir I. Lenin, CEuvres completes (en ruso), vol. 35, pp. 357 y 358.
16 I.cs Bolcheviks et la révolution..., op. cit., pp. 287-294.
LA PAZ DE LOS BANDIDOS 167
17 Isaac N achm an Steinberg, Souvenirs d 'un commissaire d u petipie, i 9 i 7 -i9 l fj, ■11i ,
Galliinard, 1930, p. 202.
18 Les Bolcheviks et la révolution.... op. cit., p. 303; véanse pp. 290 y 302.
168 TROTSKI
León Trotski, Lenine, París, p u f , 1970, p. 109 [trad. esp.: Lenin, Barcelona, Ariel,
19721.
20 León Trotski, en Pravda, 4 de o ctubre de 1918.
21 Vladímir I. Lenin, "Discours au VIIe C ongrés extraordinaire..." op. cit., p. 30; León
'Trotski, Ma ine, París, Gallininrd, 1953, p. 392 [trad. esp.: M i vida. Ensayo autobiográfico,
México, Ju an Pablos, 1973]
LA PAZ DE LOS BANDIDOS 169
22 Sedm oi ckstrenny sjczd RKP(b), m nrt 1918 goda, stenograficheski otehei, Moscú, Gos.
izd-vo polit. ht-ry, 1962, p. 65.
23 T.eón Trotski, Lénine, op. cit, p. 147.
170 TROTSKI
171
172 TROTSKI
1 Tam ara Kondratieva, Gouvcrner et nourrir: du pouvoir en Russie, xvic-xxc siécles, Pa
rís, Les Belles Lettres, 2002, p. 103.
2 Nadezhda Joffe, Back in time: m y lije, my fate, m y epodi. the memoirs o f N adezhda A.
Joffe, Oak Park (Michigan), Labor Publications, 1995, p. 16.
GUERRA CIVIL 173
1 Víctor Serge, Méinoires d'un révolutionnairc: 1901-1941, París, Senil. 1951, p. 155;
reedición, París, Senil, 1978, col. Points, p. 148 [trad. esp.: M em orias de u n revuluciotiario,
México, El Caballito, i9 /3 j.
4 León Trotski, “D iscours (inédit) au Comité central d ’octobre 1923”, en Cahiers d u
m ouvem cnt ouvrier, n ú m . 13, abril de 2001, p. 36.
174 TROTSKI
6 Víctor Serge, Mémoircs d'un révolutionnairc..., op. cit, 1951, p. 102; reed., 1978, p. 97.
176 TROTSKI
7 León Trotski, Écrits militaires: com m ent la révnlnH m fe s t />r!”ée, París, I/H em e 1068,
pp. 160 y 161 [trad. esp.: Escrito.1: militares: cómo si a?wó la revolución. M ateriales y do
cumentes para la historia del Ej¿u.iio Rojo, Fan s, Rueao ibérico, 19X6J.
's León Trotski, M a vie, París, Gallim ard, 1953, p. 403 [trad. esp.: M i vida Ensayo auto-
biográfico, México, Juan Pablos, 1973].
GUERRA CIVIL 177
9 lbid., pp 99 y 121.
178 TROTSKI
11 Jan M arinus M eijer (comp.), Tlte Trotsky Papen, vu¡. i: i 917-1919, La Maya y París,
M outon, 1964, p. 184.
12 lbid., p. 342.
180 TROTSKI
llegada del convoy. Al no tener u n a orden de pago, estas últimas 110 han
alimentado a los heridos y ios enfermos, que
19 lbid., p. 116.
184 TROTSKI
Esos rusos nos sirven de rehenes para proteger a los franceses presentes
en Rusia y Rumania de eventuales violencias y garantizar su retorno a
Francia, así como la vuelta de los polacos, checos, yugoslavos, etc., y tam
bién para facilitar las negociaciones por la devolución del material de
guerra enviado a Rusia.
Niessel hace "decir a Trotski que no olvide que en Francia y Salónica hay
30 mil rusos que responden por el pellejo de los centenares de franceses
presentes en Rusia ".22 Así, este m uy católico general utiliza la carne de ca
ñón rusa como medio de chantaje para recuperar los cañones franceses
enviados al zar. El decreto de Trotski no tendrá en la práctica casi ninguna
vigencia, ni siquiera cuando la insurrección de Kronstadt amenace la su
pervivencia del régimen, m omento en el cual la Checa internará a la mujer
y los cuatro hijos del general Kozlovski, comandante de la artillería de los
motines. Los rehenes serán enviados a un campo luego del aplastamiento
de la revuelta, y al año siguiente se ios beneficiará con una amnistía.
Esta política suscita una vigorosa oposición entre los cuadros políticos
enrolados en el ejército. Esios utilizan xouos ios ca^os ue defección, com
plot o traición de ex oficiales zaristas y cargan las tintas o inventan para
desacreditar a Troiski. En efecto, este, en su intención de defender la com
petencia contra la incom petencia charlatana y satisfecha, etiquetada de
"comunista" y hasta "marxista" por los interesados, protege a los oficiales
contra los militantes que creen poder dirigir divisiones porque tien en el
carné de afiliación al partido. Procura defender al ejército contra la inje-
i cha.id ú t «iuir.crGSGS enviados cspcciales y extraordinarios, Hr>tnHr,c ríp
amplios poderes y funciones imprecisas, y a quienes suele calificar de ig
naros y arrogantes, atentos a 110 dejarse em baucar por los ex oficiales za
ristas o al m enos a 110 parecer engañados por éstos, y sem bradores del
desorden en el ejército. Trotski se quita de encima con u n desdén brutal a
todos aquellos a quienes el carné del partido autoriza a perorar y decidir.
En junio de 1919, por ejemplo, la Checa arrestará al general Zaguiu, cuya
molicie califica de traición Trotski protesta: "Zaguiu sólo ha sido dete
nido", declara, "porque es u n ex general. Si hubiera habido un comunista
en su lugar, tal vez habría hecho aún menos sin que lo arrestaran ".23
El problema no es nuevo, y Trotski sostiene ante Lenin que es imposi
ble salir del caos sin verdaderos militares, serios y experimentados. Inspi
rado en los representantes en misión de la Revolución Francesa enviados
para controlar políticamente a los generales, propone como ladero perma
nente de los oficiales a u n comisario político, m ilitante com unista que
debe refrendar las órdenes: el oficial define la operacion militar, el comisa
rio garantiza su inocuidad política. En un orden del día del 5 de agosto de
1918 define con precisión las condiciones que deben regir su función:
2í O rlando Figes, A Pcoplc's Tragedy: The Russian Rcvolution, 1891-1924, Londres, Jo-
n a th an Cape, 1996, p. 561 [trad. esp.: La Revolución Rusa, 1 8 9 1 -1 9 2 4 . L a tragedia de un
pueblo, Barcelona, Edhasa, 2000],
27 Zvezá.a, m ím 3, m arzo de 2004, p. 167.
188 TROTSKI
- L eón i rotski, L c u r inórale e t la nótre, e n üinvres, vol. 17, París, In stitu í L éon T rotsky,
1984. p. 181 [trad. esp.: Su m o ra l y la nuesíni, B arcelo n a, fo n ta m a ra , 1978],
29 C o m m issio n oíT n q u iry in to th e C h a rg es M a d e a g ain sr I.eon T ro tsk y in th e M c sc c w
I ríais (C om ision D cwey), The Case o f León Trotsky: R ep o rt o f H earings on the Charges
M ade a g a in s tH im in the M oscow Triáis, N u e v a Y ork, M erit, 1968, p. 308.
' 1lbid, p. 373.
X. Una cindadela sitiada
A principios DE m a rzo d e 1918, la división del general Von dsr Golf? de
sembarca en Finlandia para ayudar a los blancos fineses del general Man-
nerheim a aplastar la revolución socialdem ócrata; las tropas austríacas
ocupan Odesa; los turcos hacen lo propio en Trebizonda, al sur, y los ale
manes toman Kiev, Nikolaiev y Poltava. El 28 de abril, los mismos alem a
nes derrocan la Rada central (asamblea nacional) de Ucrania e instalan a
su testaferro, Skoropad: ki, a la cabeza del país, que saquearán a su antojo.
E11 lo sucesivo, la ru ta del trigo ucraniano queda cerrada para Rusia. A
comienzos de abril, las tropas japonesas desem barcan en Vladivostok, h a
cia la cual se dirige la legión de cerca de 40 mil prisioneros de guerra che
coslovacos del ejército austrohúngaro. La intención de los Aliados era
trasladar a esos efectivos a Francia, para com batir contra los alem anes.
Como Alemania ocupa todo el territorio desde el M editerráneo hasta el
Báltico, se ha decidido repatriarlos por Siberia. Lu ia prim avera de 1918,
ante la llegada de los contingentes estadounidenses a Francia, el Estado
Mayor francés se desinteresa de esos legionarios, estacionados a lo largo
del Ferrocarril Transiberiano y ahora inútiles en el oeste, pero m uy útiles
en el este contra los bolcheviques.
El 25 de mayo, luego de un choque con el soviet local, los legionarios
checos tom an Cheliabinsk, y el 29 ocupan Penza. Trotski ordena en vano
desarmarlos y fusilar a quienes se resistan a deponer las armas. El 4 de
junio, amenaza internar a los legionarios sublevados en "campos de con
centración”, expresión utilizada entonces por todas las fuerzas para desig
nar los campos di internam iento donde se aísla a adversarios y prisione
ros Esp decreto, y otro del 16 de junio que dispone la militarización, bajo
190 TROTSKI
2 León Trotski, Écrits m ilitaires: c o m m e n tla révolu tion s'estarm ee, Pans, i/H ern e, i 968,
pp. 3 0 5 y 3 0 7 [trad. esp.: Escritos m ilitares: cómo se a m ó la revolución. M ateriales y d ocu
m entos p ara la historia d e l Ejército Rojo, París, R uedo Ibérico, 1976],
192 TROTSKI
3 I.cón Trotski, Journal d'exil: 1935, París, Gallimard, 1977, pp. 109-111.
UNA CIUDADEL A SITIADA 193
4 León Trotski, M a vic, París, Galíiinard, 1V63, p. 4 U i [trad. esp.: m i vida. Eusuyo auiu -
biográfico, M éxico, Ju.ui Pablos, 1973].
5 lbid., p. 416.
194 TROTSKI
6 Vladímir I. Lenin, CEuvres completas (en ruso), vol. 50, p. 178 [trad. esp.: O bras com
pletas, B uenos Aires, Cartago, 1960]; León Trotski, íicrits m ilitaires..., op. cit., p. 283.
U N A CIUDADELA SITIADA 195
9 V alen K rasnov y Vladím ir D am es, N eizvestn yi Trotski: krasny Bonaparl, dokum cnly,
m nenia. razm ysh lm ia, M oscú, Olma-Press, 2000, p. 70.
198 TROTSKI
10 C om m ission o f Inquiry into the Charges M ade against León Trotsky in the M oscow
Triáis (Com isión D ew ey), The Case o f León Trotsky: R ep o rt o f H earings on the Charges
M a d e a g a in s tH im in the M oscow Triáis, N u eva York, Merit 1968, p. 372.
11 Jan M arinus M eijer (comp.), The Trotsky Papers, vol. 1: 1917-1919, La H aya y París,
M outon, 1964, pp. 106-108.
12 Iósif Stalin, GEuvres com pletes (en ruso), vol. 4, pp. 120 y 121.
UNA CIUDADELA SITIADA 199
frente, sobre todo el del sur, dirigido por Stalin y su dan. Trotski rechaza
la guerrilla como m étodo de u n ejército gubernam ental, pues, si bien
puede ser eficaz para insurrectos, "es el arm a del beligerante más débil
contra el más fuerte. No puede, por lo tanto, ser la de un Estado. Su obje
tivo es debilitar y agotar al adversario ",17 pero no puede derrotarlo. Triunfo
del espíritu localista campesino, es el reino de la im provisación y de la
salvación individual. Los destacam entos de partisanos carentes de verda
deros servicios de informaciones, sin conexiones entre sí, son incapaces
de llevar a cabo maniobras complicadas. La cuestión, decisiva a los ojos de
Trotski, constituye el meollo de su discurso en el congreso de fundación
de la Internacional Comunista en m arzo de 1919. Los primeros choques
entre los destacam entos de guardias rojos y los destacam entos regulares
de la Reichswehr en febrero de 1918 h a n dem ostrado con claridad, sos
tiene, que los grupos improvisados son incapaces de hacer retroceder a
un ejército disciplinado.
Los adversarios de Trotski en el Partido Comunista intentan transfor
mar sus discrepancias con él en el plano militar en una oposición entre él
y Lenin en m ateria de política cam pesina: la hostilidad de Trotski hacia
los grupos de partisanos reflejaría u n a hostilidad orgánica al campesinado
(que, en el lenguaje fosilizado de la burocracia, se traducirá algunos años
más adelante en la fórmula "subestimación del campesinado"). El 2 de fe
brero de 1919, Izvestia publica la carta de u n soldado del Ejército Rojo,
que m enciona un desacuerdo entre Trotski, juzgado como enemigo del
campesino medio, y Lenin, su deíciisoi. En el núm ero del 7 de febrero de
esa publicación, Trotski niega el desacuerdo, y Lenin confirma su inexis
tencia en Pravda e Izvestia del 15 del mismo mes. Según Molótov, el fu
turo ministro de Asuntos Exteriores del estalinismo, falsario de marca m a
yor y estrecho de miras a quien llam aban "culo de hierro”, Stalin protestó
ante Lenin, que le contestó: “¿Qué quiere que haga? Trotski tiene en sus
manos el ejército, compuesto en un ciento por ciento de campesinos. Con
d pi'.- deshecho, ¿vamos a exhibir d ol"intp rl.- tndn el m undo nuestras
peloteras en el más alto nivel ?"1 Pura invención: ambos hom bres coinei-
1 León Trotski, Úcrits m ilitaires: c o m m e n iía révolution s'o lu n n c e , Fans, L’IIcrn e, 196S,
p. 429 [trad. esp.: Escritos m ilitares: cóm o se a rm ó la revolución. M ateriales y docum en tos
■para la h istoria d e l Ejército Rojo, París, R uedo Ibérico, 1976].
205
206 TROTSKI
enorme tensión que pesaba sobre él, pero "sería erróneo esperar que la clase
obrera alemana dé u n rápido salto del antiguo legalismo al régimen de la
dictadura comunista". En ausencia de u n Partido Comunista, los dirigentes
socialdemócratas, que en la víspera aún eran partidarios de la monarquía y
la guerra, dirigen la revolución para estar en mejores condiciones de sofo
carla. La clase obrera alemana "debe, pues, hacer su revolución y al mismo
tiempo crear el ejército de esa revolución ".2 Tarea casi insuperable: el Par
tido Comunista alemán, fundado a toda prisa por los "espaitaquistas" Rosa
Luxemburgo, Leo Jogiches, Karl Liebknecht y Franz Mehring a fines de di
ciembre de 1918, es decapitado dos semanas más tarde
Obreros, soldados y desocupados desfilan casi por doquier en una Ale-
. -'uunicion. ni j ue enero, la policía m ata a 22 m anifestan
tes en Kónigshüte; al día siguiente, el gobierno socialdemócrata destituye
al prefecto de policía revolucionario de Berlín, Emil Eichhorn. El 5, decenas
de miles de obreros y soldados se manifiestan contra su destitución en el
corazón de la ciudad; la obstinación del gobierno, ligado al Estado Mayor,
transforma la manifestación en motín. Noske, ministro del Interior, afirma
estar dispuesto a cumplir el papel de "perro sangriento" del Estado. En la
capital, pese a la huelga general que barre el Ruhr el 10, y la proclamación
de la república de los consejos obreros en Bremen, la insurrección obrera
espontánea y sin plan se frustra; el 15 de enero, unos soldados asesinan a
Rosa Luxem burgo y Karl Liebknecht. A principios de marzo, la policía
abate al ex marido y asistente de Rosa Luxemburgo, Leo Jogiches, y luego
am etralla a más de mil obreros y soldados en el UauscLUSo de violentos
com bates callejeros librados en Berlín entre el 12 y el 15 de ese mism o
mes. La socialdemocracia y e> ejército alemanes logran contener la revolu
ción, que refluye. Las tenazas vuelven a cerrarse sobre la Rusia soviética.
Europa entera, estremecida por la guerra y la miseria, se enfrenta al
mismo problema. Trotski destaca: "I.a conciencia es el factor más perezoso
de la historia. Ls preciso que los hechos materiales impulsen, golpeen a los
pueblos y las clases en la espalda, el cuello las si>npc nara nno «cr> maldita
conciencia por fin despierte v comience a cojear detrás de los hechos ".3
5 izvestia TsK KPSS, n ú m . 9, septiem bre de 1989, pp. 159 y 141, y 11, n c v is n ’.b ” '
1 9 8 9 ,p. 136.
210 TROTSKI
aún más ".9 El 17 de mayo de 1919, en una carta enviada al Comité Central
de Jarkov, donde el desorden de la actividad guerrillera multiplica las ca
tástrofes, reclama "la liquidación radical, implacable, del guerrillerismo, el
cpnaratismo y el izquierdism o vandálico" y exige el despliegue de una
"vasta agitación a favor de la disciplina y el orden ".10
Esta exigencia gobierna su actitud frente a Majnó. En la primavera de
1919, el anarquista ucraniano reúne un ejército de más de 25 mil hombres
que pronto serán 50 mil, dotado de una caballería móvil, rápida y eficaz.
Pero la disciplina es caótica, y el ejemplo de esos destacam entos en los
que reina una jubilosa permisividad favorable a los saqueos, contadas ve
ces castigados con una que otra ejecución simbólica, contam ina los regi
mientos vecinos del Ejército Rojo, compuestos en su abrum adora mayoría
de campesinos alistados de no m uy b u e n grado, reacios a la disciplina,
que encuentran en Majnó el espíritu del partisano libre y la guerrilla. El 22
de mayo de 1919, Trotski escribe a Lenin: "Hay que disciplinar las bandas
anarquistas de Majnó", y al día siguiente le reafirma su voluntad de "impo
ner el orden en la brigada de Majnó ".11 Pero la tarea es imposible. Majnó
puede aceptar en cualquier m om ento la integración de sus tropas al Ejér
cito Rojo y obedecer las decisiones militares, pero su ejército insurreccio
nal está anim ado de un espíritu de autonom ía y de indisciplina orgánicas
que lo hace inasimilable y amenaza la disciplina en el propio Ejército Rojo.
Trotski propone al mismo tiempo una vasta campaña de propaganda con
tra el líder anarquista y los suyos.
Ahora bien, Lenin quiere velar el m ayor tiem po posible por Majnó,
popular en el campesinado ucraniano que se ha levantado contra el poder
soviético en los mpses previos. El 7 de mayo, m ediante un telegram a a
Kámenev, invita, "mientras Rostov no sea tomada, a ser diplomáticos con
los ejércitos de M ajnó "12 y a designar para negociar con éste al com an
dante del frente ucraniano, Antonov-Ovseienko, partidario de esa actitud.
Trotski, por su parte, es sobre todo sensible a la influencia desorganiza
dora de M ajnó y sus guerrilleros sobre u n Ejército Rojo del frente sur
donde las tradiciones de los partisanos están m uy vivas; por lo demás, va
rias brigadas se pasan a los majnovistas y desorganizan aún más el frente.
El 23 de m ayo de 1919, una ofensiva del general blanco Shkuró dispersa
por un m om ento las tropas de Majnó. Algunos días después, Trotski estig
matiza el pillaje organizado de las riquezas de la región llevado a cabo por
el ejército majnovista, en el cual ve "el peor rostro de la guerrilla, aunque
tenga buenos soldados. Es imposible encontrar la más mínima huella de
disciplina y orden" en ese ejército "que roba alimentos, uniformes, reser
vas militares en donde puede, y los derrocha sin ton ni son". Y que, agrega,
"atrae actualm ente todos los elem entos de descomposición, decadencia,
revuelta y putrefacción ".15
A su juicio, su ejemplo es tanto más nefasto cuanto que en el frente
sur imperan la m entira y el caos, sobre los cuales esboza un cuadro aluci
nante en el orden del día del 5 de junio:
Los informes de las operaciones [...] tienen por único objetivo enmascarar
u ocultar los fracasos y exagerar los éxitos [...]. De dar fe a los informes,
todas las localidades son ocupadas por nuestras unidades a costa de du
ros combates. En realidad, en la mayoría de los casos, la batalla se reduce
a un cañoneo sin objeto ni otro resultado que el mero derroche de muni
ciones y obuses [...]; cuando nuestras unidades se baten en retirada, siem
pre lo hacen bajo la presión de un enemigo numéricamente superior y
siempre combatiendo. De hecho, con mucha frecuencia, estas frases es
conden la triste realidad de un abandono de posiciones por parte de im
portantes unidades ante la aparición cíe patrullas aisladas, e incluso, sim
plemente, bajo la influencia del pánico y de rumores provocadores sobre
la aproximación del enemigo [...]. La mayoría de las veces, replegarse
combatiendo significa replegarse en medio de tiroteos sin orden ni con
cierto como una manera de vencer el enloquecimiento que las embarga.
este rechaza por entonces a Kolchak nasta los Urales. Trotski y el jefe de
Estado Mayor Vatsetis, temerosos de que Kolchak disponga de reservas en
Siberia, proponen suspender esa contraofensiva y transferir varias divisio
nes del frente este al frente sur, donde Denikin y el ejército de voluntarios
pasan a la ofensiva; Kámenev y sus adjuntos rechazan ese plan. Trotski
aparta a Kámenev de su comando: lo felicita, sostiene que está cansado y
le concede u n a licencia de seis semanas que éste no ha solicitado. Lenin
lo desautoriza y repone a Kámenev en su cargo. El 29 de mayo, informa
de ello a los responsables del frente este: "Sin la conquista de los Urales
antes del próximo invierno [¡por lo tanto, piensa en una operación de larga
duración!], la derrota de la revolución es inevitable”, y agrega: "En caso de
roces con el Estado Mayor, envíenme de inmediato u n telegrama cifrado ”.16
Asume así u n papel de árbitro. El ejército del frente este desciende los
Urales y arrolla las escasas reservas de Kolchak. ¡Trotski, entonces, se ha
bía equivocado! A decir verdad, no, porque al mismo tiempo Denikin ob
tiene victoria tras victoria en el sur. Sea como fuere, pagará m uy caro ese
error discutible...
En efecto, esta peripecia asume proporciones desmesuradas de conse
cuencias incalculables; todos los adversarios de su política militar la utili
zan para socavar su posición. A principios de junio de 1919, en Petro
grado, Stalin descubre las "pruebas" fantasmagóricas de un complot en el
cual habría participado el propio Vatsetis. Pero el folletín se hunde con
rapidez. El 18 de ese mismo mes, Lenin comprueba con placer que las in
form aciones de Stalin no se confirman. El asunto parece archivado; en
realidad, no hace sino comenzar. Efectivamente, la derrota ucraniana que
se perfila por entonces deteriora las relaciones entre Lenin y Trotski,
quien, según Stalin, reúne a generales zaristas para com plotar contra
aquél. Lenin no lo cree, pero cuestiona la rigidez de Trotski, su falta de
flexibilidad con los cuadros del partido, a quienes suele m altratar, y su
renuencia a arreglar las cosas con ellos. Ahora bien, sin el partido y sus
cuadros, la república se hundiría.
El 25 de junio, D enikin tom a Jarkov, y el 30, Ekaterinoslav y Tsa
ritsyn. A fines de mes, en Moscú se inicia una enorme discusión sobre la
u' Vhidímir I. Lenin, (Euvres com pletes (en ruso), vol. 50, p. 328.
LA REVOLUCIÓN A LA ORDEN DEL DÍA 215
17 Vladímir I. I.enin, N eizveslnye dokum cnty, 1891-1922, M oscú, Rosspen, 1999, pp.
29? y 293.
216 TROTSKI
sas [coloniales] oprimidas". Conocedor del valor real del Ejército Rojo,
agrega: "Un ejército que no puede tener gran peso en las mesetas de En
ropa puede garantizar el éxito de un levantam iento en Asia". Pero no su
pone con ello que sea posible fabricar una revolución desde afuera. "La
intervención militar puede acelerar el desenlace y facilitar la victoria. Pero,
para eso, es indispensable que la revolución haya m adurado no sólo en
las relaciones sociales, sino tam bién en la conciencia política '1,20 y se burla
de quienes quieren compensar la debilidad de las fuerzas revolucionarias
en un país m ediante la ofensiva del Ejército Rojo, que puede actuar de
detonante únicam ente si el explosivo existe. Lo que esa fuerza arm ada
representa cuenta más que sus ametralladoras.
En Ucrania, el plan de Serguéi Kámenev es un desastre. El 10 de agosto,
el atamán cosaco M amontov consigue abrir una brecha en el frente y, de
trás de las líneas del Ejército Rojo, asuela la región de Vorónezh y Tambov;
sus cosacos saquean hasta las iglesias y provocan incendios con toda im
punidad, llevando a su zaga convoyes donde se am ontonan los productos
de su rapiña. Al día siguiente, Trotski lanza por telegram a u n grito de
alarma al Politburó sobre la catastrófica situación del frente sur, debido a
la insuficiencia del aprovisionamiento, al ham bre que corroe a los solda
dos harapientos, casi la m itad de los cuales no tienen ni botas ni ropa inte -
rior, y, por ultimo, cantilena conocida, a la escasez perm anente de cartu
chos y carabinas. El Ejército Rojo se obstina en evitar a Mamontov. Lenin,
furioso, critica al Comité Militar de la República, "que da órdenes sin inte
resarse m velar por su cumplimiento. Si bien ése es un pecado que todos
cometemos, en las cuestiones militares significa francamente precipitarse a
la perdición ".-1
Estimando que la política bolchevique es responsable de ese h u n d i
miento, y descontento con la cacería de cosacos organizada entre enero y
marzo de 1919, el cosaco rojo Mironov se subleva con su división de 4 mil
infantes y mil jinetes. El 22 de agosto de 1919 lanza un llamamiento a los
cosacos, en el cual atribuye pl rptm rpw dpi Ejército Roio
a las malas acciones constantes del partido dirigente, el partido de los co
munistas, que han suscitado contra ellos la indignación general y el des
contento de las masas laboriosas. Las fechorías de los comunistas han
provocado una insurrección general en el Don. [...] ¡Abajo la autocracia
personal y el burocratismo de los comisarios y los comunistas!22
■“- Viktor D an ilov y T eodor Shanin (comps.), lHlip M ironov: Tikhi D on v 1917-1921 g.
D okum cnty t viaieriály, M oscú, M ezhdunarodnyi fon d D em okiatia, 1997, pp. 317-319.
2:5Jan M arim is M eijer (comp.), op. cit., pp. 6 4 8 y 649.
LA REVOLUCIÓN A LA ORDEN DEL DÍA 219
El Ejército Rojo se aferra a las colinas, vuelve al com bate y, dos semanas
después, un derrotado yudénich se refugia en Estonia, cuyo gobierno de
sarma sus tropas. En ese mismo m om ento, Denikin sale a escape en el sur
y su ejército, transformado en una horda de saqueadores y traficantes que
cargan todo a su paso en nombre de la Santa Rusia, se disgrega.
24 León Trotski, licrits m ili taires..., op. c it, p. 202; véase e n la p. 718 u n orclen del día
sim ilar referido ni ejército de Denikin.
XII. Comunismo de guerra
221
222 TROTSKI
del trabajo propuesta por Trotski. Lenin responde a las críticas que llue
ven en el salón y luego somete a votación una moción de apoyo a la me
dida. Los presentes son alrededor de ochenta; la moción cosecha apenas
dos votos. La crisis que va a hacer estragos en el Partido Bolchevique diez
meses después en torno al lugar y la función de los sindicatos aparece en
germ en en esa votación. El discurso de Lenin jamás se publicó. No sub
siste vestigio alguno de él. El 15, Trotski insiste ante el jefe del Estado
Mayor por telegrama: es necesario asignar labores sistemáticas a las uni
dades en proceso de desmovilización. El 16, Pravda publica el decreto que
transform a el 3o ejército en I o ejército revolucionario del trabajo, desti
nado por Trotski a los Urales, viejo núcleo industrial de Rusia. ¡Durante
tres semanas, ocho horas por día, maneja la pala junto a los soldados, para
dar el ejemplo!
El 27, de enero se lo designa presidente de la comisión interministerial
para la puesta en práctica de la obligación del trabajo, que reúne a los re
presentantes de siete comisariados del pueblo y de los sindicatos. A su
turno, el 2° y el 7° ejército son transform ados en "ejércitos del trabajo" y
se los afecta a la tala y la recolección de madera, la extracción de turba, el
transporte del trigo requisado y la limpieza de las vías férreas y las rutas
cubiertas de nieve. Trotski recom ienda com enzar y term inar la jomada
laboral con cantos e him nos socialistas. Pero, a pesar de la certeza de te
ner comida, por entonces bastante poco común, los soldados se quejan; la
mitad no se presenta al trabajo y deserta. Convencido de que sólo el tra
bajo obligatorio puede salvar al país de la ruina, Trotski amenaza con cas
tigar a los desertores, pero no concreta su amenaza. Propone al mismo
tiempo la idea de u n plan económico único para la Rusia soviética. Esta
conjunción es particularm ente m alhadada: el vínculo así establecido en
tre la planificación y los ejércitos del trabajo se volverá contra la idea
misma de planificación u n a vez que éstos fracasen. Por esa razón, Lenin
se opondrá durante m ucho tiempo a ella.
A principios de febrero dp 1920, Trotski parte en su a e n especial hacia
el norte del macizo montañoso de los Urales. Una noche, un vagón desca
rrila en una vía mal mantenida, obstruida por la nieve no barrida. De la es
tación que está alrededor de 1 kilómetro de distancia, y desde la cual puede
verse el tren, volcado sobre un costado, no acude nadie. Transcurren va
COMUNISMO DE GUERRA 223
lias horas antes de la llegada del equipo de m antenim iento y, luego, de los
responsables dei lugar. Trotski lleva ese caso de negligencia descarada ante
un tribunal militar, cuyo fallo no puede reparar el cansancio profundo que
ha apoderado de la masa de la población ni la burocratización creciente
de la vida social y política que ese agotamiento promueve.
En el camino de regreso, Trotski recibe u n telegrama en el que Lenin
le propone hacerse cargo de la recuperación de los transportes, cuya pará
lisis total en un futuro cercano ha sido pronosticada por u n ingeniero.
Vagones desarmados y locomotoras fuera de uso atestan las contadas vías
de rieles intactos. Como el carbón escasea, las calderas se alimentan con
la madera de los vallados derribados o la leña que se encuentra al acaso.
Trotski acepta la misión. El 23 de marzo de 1920 se lo nom bra comisario
del pueblo de Transportes, a la vez que conserva el cargo de comisario de
Guerra. Tropieza entonces con la incom petencia y la corrupción del so
breabundante personal de los servicios de la Inspección Obrera y Campe
sina dirigida por Stalin. Su predecesor en el cargo ha intentado luchar
contra el saqueo de los convoyes: de 320 casos que ha logrado llevar a los
tribunales, sólo 12 han sido promovidos por la Inspección Obrera. El re
fuerzo de la política de requisa de cereales y la agresión polaca de 1920
hacen aún más urgente esa recuperación de los transportes, cuya lentitud
bloquea los convoyes de trigo y los refuerzos enviados a duras penas a la
frontera polaca.
En ese mismo m om ento, Trotski propone en la reunión del Comité
Cerural de mies de marzo de 1920 (y no de febrero, como él dice) reorga
nizar la política de abastecimiento:
Propone, por tanto, "reem plazar la requisa de los excedentes por una
deducción proporcional a la cantidad de la producción [una especie de
224 TROTSKI
im puesto sobre la renta], y fijada de tal m anera que, 110 obstante, sea
ventajoso aum entar la superficie sem brada o cultivarla m ejor"1 y no re
ducir los sembrados'. El Comité Central rechaza este esbozo tímido y cir
cunspecto de nueva política económ ica por 11 votos (entre ellos el oe
Lenin, que acusa a Trotski de hacerles el juego a los kulaks) contra cua
tro. En enero de 1920, el VIII Congreso de los soviets ha votado el reem
plazo de las requisas por u n im puesto que perm ita a los campesinos el
libre uso de sus excedentes. Lenin, furioso por estar convencido de que
el libre comercio resucita el capitalismo, hace anular la resolución. Tres
m eses m ás tarde, la guerra contra Polonia y la ofensiva del ejército de
Wrangel agazapado en Crimea, que exigen la centralización absoluta de los
últim os recursos de la república en ruinas, hacen caer esas propuestas
en el olvido.
Trotski constituye una dirección política de los transportes (Glavpo-
politput), m ultiplica los llamados a la conciencia de los ferroviarios, in
tenta mejorar su aprovisionamiento y su servicio y les impone un régimen
disciplinario estricto. Los afiliados del sindicato protestan y sus dirigentes
refunfuñan. La agresión polaca, que plantea aún con mayor urgencia la
necesidad de recuperar los transportes, permite por un momento a Trotski
hacer que acepten el mal trago, pero los re sponsables del sindicato ferro
viario se resisten. Él hace caso omiso de su oposición.
A comienzos de 1919, el teórico socialdemócrata alemán Karl Kautsky
denuncia en Terrorismo y comunismo las violaciones de la democracia co
metidas por ios bolcheviques, y en especial la supresión de los diarios dp
sus adversarios... En mayo de 1920, en vísperas del II Congreso de la In
ternacional, TroLski term ina una respuesta a Kautsky, cuya redacción ha
iniciado diez meses antes en su tren blindado. En ese texto, que lleva el
mismo título que el libro de Kautsky, compara la situación de los bolche
viques con la de los jacobinos en 1793, obligados a imponer una "dicta
dura de hierro [...] a causa de la situación extrem adam ente crítica de la
Lrancia ^cvGlucIGna^ia, . Dcr uiimuo mouo, ios boicneviques lian cteDído
encarar "un frente ininterrumpido di: norte a sur y de este a oeste". El ge
1 León Trotski, Cours nouveau, París, U nion genérale cl'éditions, 1972,coI. 10-18, p. 104
[trad. esp.: lil nueva curso. Problem as d e la v id a cotidian a Buenos Aires, Siglo m 1 974].
COMUNISMO DE GUERRA 225
neral Denikin dice lo mismo en sus recuerdos: "En el interior del país blo
queado por todas partes, no había más que complots incesantes, revuel
tas, actos terroristas, destrucción de depósitos, vías férreas y puentes".
La eliminación de la libertad de prensa es una medida de guerra y no,
como afirma Kautsky, la expresión de la pretensión de los bolcheviques a
, poseer la verdad absoluta:
Ningún gobierno que deba sostener una guerra seria puede permitir la
difusión en su territorio de publicaciones que, abiertamente o no, favo
rezcan al enemigo. Con mayor razón en un período de guerra civil,
cuando, debido a su naiuraieza, los tíos bandos tienen en la retaguardia
de sus tropas poblaciones que hacen causa común con el enemigo.2
No dirá nada distinto 18 años después, cuando los dirigentes del Partido
Comunista mexicano pidan la censura e incluso la prohibición de la "prensa
reaccionaria". Esas dos medidas, escribirá entonces,, "no constituyen en lo
más m ínim o u n 'program a' o un 'principio', ni u n régim en ideal [...], y
sólo pueden ser un mal inevitable y temporario". Pero, sobre la base de la
experiencia del estalinismo, agregará:
2 Leú.i Trotski, T aroiism c ctcom m unism c (l'anii-Kaidsky), París, Union generase cí ediuujjs,
1963, col. 10-18, p. 100 [trad. esp.: Tcrronsnioy comunismo (anü-Kitutsky), M éxico. Juan Pa-
Wor 10721
3 1.eón Trotski, "La liberté a e la presse et la classe ouvriére", en Ci:uvres, voi. jS, Finís,
Instituí Léon Trotsky, 19S4, p. 243 [trad. esp.: “Libertad de prensa y la clase obrera”, en
Vsrritos d e I.cón Trotski, Bogotá, Plum a, 1976],
226 TROTSKI
por descontado. Éste no interviene más que en dos ocasiones, y ante todo
para responder al secretario de los sindicatos anarquistas españoles, la
Confederación Nacional del Trabajo ( c n t ), Ángel Pestaña, que denuncia
h participación en las elecciones legislativas y el parlamento y niega, como
el inglés Jack Tanner, que la clase obrera necesite u n partido. Paul Levi,
dirigente del Partido Comunista ( p c ) alemán, sostiene que es inútil discu
tir una cuestión ya zanjada por la vida. Trotski no se conforma con esa
desenvoltura y se dedica a convencer a sus interlocutores.
En especial, pone punto final al congreso presentando un manifiesto
del que es autor, durante una sesión solemne en el Gran Teatro, abierta a
num erosos m ilitantes. Si bien las sesiones del congreso se h an desarro
llado en alemán, inglés o francés, él decide dirigirse a la concurrencia en
ruso durante una hora, sin notas. Describe la descomposición del m undo
capitalista presa del caos que "amenaza devorar toda la civilización h u
m ana” y destruye la democracia: ''Ni una sola cuestión importante se de
cide por mayoría de votos. El principio democrático ya no es más que u n
recuerdo”. Pero "los trabajadores de las colonias y los países semicolonia-
les han despertado [...]. Los parias se levantan. [...] La guerra civil está a la
orden del día en el m undo entero”. La Internacional Com unista quiere
organizar el m ovim iento obrero para "la tom a del poder, la destrucción
del Estado burgués y la creación de una sociedad comunista".4
Más allá de los m uros del congreso, la guerra sigue asolando el país.
Wrangel despliega su ofensiva en el sur. Trotski se traslada a la zona. En
el oeste, una vez que ei Ejército Rojo cruza la frontera étnica de Polonia, el
20 de julio, la deserción hace estragos en sus filas: en una semana, casi 50
mil soldados, coincidentes en arrojar al invasor polaco fuera del país, re
niegan de proseguir la guerra más allá. La policía militar polaca interroga
a los prisioneros del Ejército Rojo acerca de los dirigentes soviéticos: ¡una
opinión favorable sobre Trotski equivale a 50 azotes; sobre Lenin, sólo 25,
y sobre los demás, 15! El 14 de agosto, la contraofensiva polaca frente a
Varsovia arro1!3 al Fjprrítn Roio. aue retrocede 400 kilómetros. Sin em
4 León Trotski, The lHrst IHve Years o f ihe C om m u nisi Inicrnutlonal. N u eva York, P io
neer, 1945, vol. l,p p . 122, 1 3 0 y \3 2 {[rad. esp.: Los cinco p rim eros afios d e la In tern acio
n a l Com unista, B uenos Aires, Plum a, 1974],
228 TROTSKI
bargo, el Politburó, anim ado por los informes engañosos del frente, aún
tiene esperanzas en una contraofensiva. "El deseo era el padre del pensa
m iento”, dice Trotski.
Es el m om ento que elige para dar u n gran golpe en los transportes
Como la dirección del sindicato de ferroviarios, apoyada por Tomski, pre
sidente del Consejo Central de los sindicatos y miembro del Comité Cen
tral, se resiste, Trotski la disuelve el 28 de agosto y establece, con el
acuerdo del Politburó, u n Comité Central de Transportes (Tsektran), que
reúne el Comisariado de Transportes (el ex Glavpopolitput) y el sindicato
de ferroviarios. La fusión del Estado y el sindicato es total pero efímera.
La derrota en Polonia genera alboroto en el partido. Destituido de sus
funciones militares y llamado a Moscú, Stalin solicita el 30 de agosto una
comisión investigadora de la operación polaca. Al día siguiente, en el Po
litburó, Trotski afirma tom ar en cuenta sus propuestas. Lenin se niega. A
mediados de septiembre, Trotski persuade al Politburó de iniciar conver
saciones con el gobierno polaco, que tam bién está sin aliento y al que
Londres y París aconsejan negociar. El 12 de octubre se firma el armisticio
con Polonia. "El error de cálculo estratégico en la guerra de Polonia", co
m enta Trotski, "tuvo enorm es consecuencias históricas. La Polonia de Pil-
sudski salió de la guerra inesperadam ente fortalecida. En cambio, se había
asestado un golpe terrible al desarrollo de la revolución polaca",5 que, sin
embargo, estaba ganando consistencia; pero la masa de los obreros y los
campesinos polacos se había levantado contra un ejército que, a sus ojos,
m uchc nías ruso i^uc roju.
La revolución m adura en otros lugares, en Italia, la patronal m etalúr
gica decide a fines de agosto de 1920 reducir los salarios. Los o b ra o s italia
nos declaran la huelga general. El norte del país se cubre entonces de con
sejos obreros que ocupan las fábricas. El Partido Socialista italiano, de
tendencia "maximalista”, multiplica las declaraciones incendiarias pero no
hace nada; el grupo comunista de Gramsci cree que la revolución consiste
en hacer f n n r í n n a r t ac fá b ric a ocup^dac, y h c c t , cuyo sccrctari».. I.uúo-
vico D'Aragona ha participado en pi m ngreso de la Internacional Ccmu
5 León Trotski, Ma vic, París, Gallimard, 1953, p. 4 6 6 [trad. esp.: M i vida, l'jis ty o a u to
biográfico, M éxico, Juan Pablos, 1973].
COMUNISMO DE GUERRA 229
Toda Europa está invadida por el espíritu de la revolución. Entre los traba
jadores hay un profundo sentimiento no sólo de descontento, sino tam-
230 TROTSKI
Estas tesis chocan entonces con poca resistencia, pues los sindicatos ape
nas tienen autoridad. M uchos m ilitantes y obreros sólo ven en ellos un
aparato amigo del papeleo, rutinario y burocrático. En consecuencia, no
los ofusca escuchar un día a Trotski com pararlos con una empresa de
pom pas fúnebres sólo útil para acom pañar al trabajador en su último
viaie, y están dispuestos 2 admitir que más vale una organización seria de]
tipo del Ejército Rojo que ese aparato ineficaz. Como Trotski teoriza la
práctica entonces corriente que ahora cae en desuso, sus tesis no suscitan
impugnaciones en el Partido Bolchevique. Su choque con la realidad pro
vocará, además, la última gran discusión partidaria en vida de Lenin.
La experiencia de los ejércitos del trabajo se frustra rápidamente. Los
soldados, agobiados aunque convenientem ente alimentados, no piensan
más que en la desmovilización. Ese fracaso es un mal augurio para el por
venir de la “m ilita riz ac ió n q u e choca con ia reacción hostil de los respon
sables sindicales bolcheviques. Trotski se consagra a ponerlos en vereda.
Una crisis social y política se anuncia. Los obreros, cansados, responden a
la militarización m ediante la pasividad, la queja y la huelga a la italiana
(lentificación máxima del ritmo de trabaje). Lenin presiente la necesidad
de ílexibilizar y m odular la presión y la coacción. Enviado al ITral y el Dó-
neíz, Trotski tropieza con ias mismas dificultades.
Además pl i?, guerra civil hr.ee que la croiitiunidad ucí
de requisas sea insoportable par?. ei campesinado, que ¡o aceptaba como
un mal menor mientras temía el retorno tprratpmVnte en les furgones
Había pasado tres años en el frente. Durante ese tiempo, un nuevo modo
de vida había comenzado a instaurarse poco a poco en la burocracia so
viética. No es cierto que en esa época el Kremlin nadaba en el lujo, como
lo afirmaba la prensa de los blancos. En realidad, se vivía muy modesta
mente. Sin embargo, diferencias y privilegios habían hecho su aparición y
se acumulaban de manera automática.17
Podemos ver en ello las primicias de los num erosos privilegios que la bu
rocracia estaliniana ha de atribuirse más adelante. Grandes rectores del
aparato ya están corrompidos, por ejemplo los que Lenin llama "sovburg"
o "burgueses soviéticos”, y cuyos tráficos de todo tipo denuncia el 29 de
abril de 1921 en una carta a Dzerzhinski. Esos "sovburgs" se pondrán del
lado de Stalin, quien les garantizará la perennidad de sus privilegios.
Desde 19]9, la cuestión es motivo de debate dentro del Partido Bolchevi
que y provoca una seria batalla que el estalinismo sofocará. El privilegio
existe, favorecido por la ruina y la miseria, eterno hum us de la lucha por
la acumulación, pero no está institucionalizado. Sólo llegará a estarlo des
pués de la victoria del aparato sobre ia Oposición de Izquierda.
■' U on Trotski, "Derriere les nnirs du Kremlin", en Cliuvres, vol. 16, París, In stituí Lóon
Trotsky, 1983, j:. 46.
XIII. De la polémica sindical al viraje
de la Nueva Política Económica (n e p )
1 Aleksandr S. S tep jn ov (comp.), D c sy a tyi sjezd RKi'(b): protokoly, M oscú, Gos. izd-vo
polit. lil ry, 1961, p. 372.
2.37
238 TROTSKI
tarización del trabajo", pero afirma la necesidad de luchar contra "la dege
neración de la centralización del trabajo militarizado en burocratismo, en
altanería, en funcionarismo mezquino y en injerencia farragosa dentro de
los sindicatos". La m ención de la altanería a m enudo reprochada a Trotski
y la denuncia de la "injerencia farragosa dentro de los sindicatos", objeto
del conflicto con Tomski, hacen que la alusión sea transparente. Lenin
sostiene: "Trotski, con su política tendiente a 'sacudir', está fundamental
mente equivocado contra Tomski”.2 Por eso, la negativa de Trotski a votar
su texto de compromiso no puede sino preocupar a Lenin y facilitar la la
bor de zapa de quienes, a su espalda, quieren arreglar cuentas con aquél.
El Comité C entral crea una com isión sindical com puesta esencial
mente de adversarios de Trotski y presidida por Zinóviev, quien, durante
sus actividades, será el único autorizado a m encionarlas en público.
Trotski se niega a participar, y por eso Lenin lo acusa de sabotear este or
ganismo. En el congreso del partido celebrado en marzo de 1921, dirá que
la actitud "significaba violar la disciplina del Comité Central" y que esa
negativa pública iba a derivar en "excesos de uno y otro lado",3 es decir
tanto del suyo com o del de Trotski, quien, a su vez, lo acusa de haber pre
tendido hacer abortar la discusión.
Trotski da entonces un paso en falso preñado de consecuencias. Es
cribe y difunde u n folleto, "El papel y las tareas de los sindicatos", que
presenta como "el fruto de u n trabajo colectivo". Destaca que "todo un
grupo de responsables, sobre todo dirigentes sindicales", han participado
en su elaboración y, peor aún, agrega que "el próximo congreso del par
tido tendrá que optar entre dos tendencias del movimiento sindical".4 Esta
form ulación -u n id a a la recolección de firmas al final de su plataforma
2 Vladímir I. Lenin, "Les syndicats, la situation actu elle et les erreurs de Trotsky" y "Á
n ou veau les syndicats, la situation actuelle et les erreurs de Trotsky et Boukharine", en
(litares completes (en raso), vol. 42, pp. 2 3 6 y 2 7 0 [trad. esp.: "Sobre los sindicatos, el m o
m ento actual y los errores del camarada Trotski", y "Una v e z m ás acerca de los sindica
t o , u¡ niOmcuLo actual y ios errores de los cam aradas Trotski y Bujarin", en Acerca d e los
sindicatos, M oscú, Progreso, 19791.
3 Vladímir I. I.enin, "Discours sur les syn dicats”, en Qiuvres com pletes (en ruso), vol. 43,
p. 53 [trad. esp.'. "Discurso acerca de los sindicatos", en O bras escogidas en doce tomos, vol.
12, M oscú, Progreso, 1977],
4 León Trotski, P ravda, 9 de diciem bre de 1920.
DE LA POLÉMICA SINDICAL AL VIRAJE. 239
sindical, firmada por los tres secretarios del Comité Central que controlan
la designación y el destino de los cuadros del partido, y por lo tanto el
aparato-, que reitera el 25 de diciembre, parece confirmar las acusaciones
de Stalin y Zinóviev: Trotski está formando una fracción contra Lenin. Tal
es el segundo reproche que éste le dirigirá en el congreso: "Cuando Trotski
[...] declara que el congreso debe optar entre dos tendencias, la frase es
imperdonable".5 '
El 2 de diciembre, en la conferencia de los transportes, Trotski reafirma
su concepción del nuevo papel de los sindicatos, que "no pueden luchar
más que por el aum ento de la productividad laboral, porque ésa es la única
m anera de mejorar la-‘situación de las masas obreras". En consecuencia,
deben "agrupar a los trabajadores para la producción [...], en el combate
por aum entar la productividad del trabajo". Por último, propone reem pla
zar la elección por la designación, cuyo rechazo, escribe, "nos encerraría
en el marco estrecho y corporativo del personal heredado del pasado".6 El
7 de diciembre, la m ayoría del Comité Central se niega a desautorizar a
Trotski. Lenin sufre con dolor este fracaso. A su propuesta, el Comité Cen
tral reunido el 24 de diciembre decide hacer libre y pública la discusión
sobre los sindicatos. Las plataformas florecen antes de reducirse a tres: la
de Trotski y Bujarin, firmada por los tres secretarios del Comité Central,
Preobrazhenski, Serebriakov y Krestinski, partidarios del sistema centrali
zado de designación y afectación, y, extrañam ente, por dos allegados de
Stalin (Andréiev y Dzerzhinski); la de la Oposición Obrera, dirigida por
Shliapnikov Medvédev, presidente del sindicato metalúrgico, Kiselev, pre
sidente del sindicato minero, y Aleksandra Kolontái, que reclama la trans
ferencia de la gestión de la economía a los sindicatos y denuncia la buro-
cratización del partido y los soviets, y por último la llamada plataforma de
los "Diez" (miembros del Comité Central), de Lenin, Zinóviev y Stalin.
¡Lenin acusa entonces a Trotski de agrupar fuerzas al m argen de la
dirección y contra ella! Los recuerdos anteriores a 1917 no son tan anti
guos. En lo sucesivo, Lenin está convencido: Trotski agrupa una fracción.
Este último es consciente de esa desconfianza: "[Lenin] estaba en guardia.
Cuando lo percibí, fui a verlo expresam ente para decirle que no había
nada semejante. Tuvimos una larga conversación, y me parece que lo con
vencí de que no constituía ningún grupo ni fracción, y ni siquiera tenía la
idea de hacerlo”.7 Sin embargo, no está absolutam ente seguro de ello...
En la reunión de la fracción com unista del VIII Congreso de los so
viets, el 30 de diciembre, 1* discusión se inflama. Lenin justifica la coac
ción, pero denuncia ia pretensión de "Trotski y Krestinski de seleccionar a
los dirigentes de los sindicatos. ¡Ése es el verdadero burocratismo!",8 y de
rrama sobre el primero de ellos todos los tesoros de su verba burlona, en
términos que a veces recuerdan los de antes de 1917. Le reprocha "hacer
perder tiempo al partido en discusiones de términos"; califica sus tesis de
"manía burocrática y proyectos fantasiosos", y sus palabras, agrega, "ex
presan la más espantosa confusión de pensam iento, una 'm ezcolanza'
ideológica absolutam ente sin lím ites”. Más adelante, le reprochará culti
var "el arrebato, la exageración, la obstinación", y, debido a "su tom a de
posición fraccionista [...], haber desviado al partido del trabajo serio y
práctico en el ámbito de la economía y la producción".9 Esas burlas hirien
tes dejarán huellas en las relaciones entre los dos hombres.
El 23 de enero, Trotski y Lenin se enfrentan delante de los delegados
comunistas del congreso de mineros. Kiselev cosecha, para la Oposición
Obrera, 62 votos; Lenin, 137 para los Diez, y Trotski, aplastado, apenas
ocho. Sin embargo, en una reunión de los Diez, Lenin dirá que "con Trotski
ya volveremos a ponernos de acuerdo". Pero se burla de él al afirmar tener
en sus bolsillos u n fajo con sus pedidos de renuncia y, arrastrado poi la
polémica, concluye con u n a em bestida m ortal: "Trotski es un hom bre
lleno de tem peram ento y de formación militar. enam orado del apa
rato, pero no entiende absolutam ente nada de política".10
Asombra su violencia verbal, inhabitual en este tipo de debates', por
que el margen en el cual se juega la discusión es estrecho. En efecto, Lenin
juzga irrebatibles las decisiones sobre la militarización del trabajo. Es sin
7 León Trotski, "Discours (inédit) au C om ité centra! d’octobrc 1923”, e:i Crrhisrs d;:
HiOHuement ottvrier, núm . 13, abril de 2001, p. 36 (las cursivas m e pertenecen).
RVladímir I. Lenin, "Les synuicats. la sim a tio n ... , op. cir., p. 225.
v Vladímir 1.1.enin, “A nou ven u les syndicats...", op. cit., pp. 2 81, 28.3 y 296.
111 Vladímir I Lenin, Ncizvestnyc d o k ttm a ily 1891-1922, M oscú, Rosspen, 1999, p. 420.
DE LA POLÉMICA SINDICAL AL VIRAJE. 241
14 Vladímir I. Lenin, (Euvres com pletes (en ruso), vol. 42, p. 349.
13 Z inóviev ha Janzado en Petrogrado y la m arina del Báltico u n a vio len ta campaña
contra Trotski y su s partidarios R askolnikov y Batís, q u e com an d an la Ilota. Sus subal
ternos cargan las tintas. El 13 de enero, el com isario R u zm in, u n o de sus fieles, declara
ante u n a asam blea de m arinos com unistas: "Trotski y su s partidarios qu ieren llevarnos
a la cárcel, tras las rejas". C om o Trotski es el jefe del ejército, esas palabras alientan la
indisciplina, y Z inóviev le in flige u n a derrota aplastante en la votación en las células de
marinos; obtiene en ella casi el 90% de los votos, entre ellos los de la totalidad de los
com u n istas de Kronstadt. Trotski, por su parte, sólo c o se ch a los vo to s de los mandos.
Según el historiador P avliu ch en k ov, la cam paña dí Z in óviev "fortaleció entre los mari
n os el estado de ánim o op ositor y anarquista que d e se m b o c ó en la revuelta. No es
exagerado decir que Z in óviev con stru yo Kronstadt co n su s propias manos". V éase Ser-
g u é i P avliu ch en k ov Voennyi kntm m iztn v Ron': vlcst'i m asy, M oscú, RKT-Istorija, 1P97,
p. 195. Sin citar a Z inóviev, q u e hará pagar los p latos rotos a los su b levad os, el com isa
rio de Marina, el alm irante N em itz, escribirá lo m ism o el / de marzo de J921, Vease
K ronstadtskaia traguedia, 1921 goda: doku m cn ty v d v u j kuigaj, Mosc.il, Rosspen, 1999,
vol. 1, p. 53.
DE LA POLÉMICA SINDICAL AL VIRAJE. 245
les a esos marinos que reciben una ración alimentaria que duplica la suya
no se m ueven. Pero Kronstadt puede extenderse al continente, transfor
m ar las revueltas campesinas dispersas en una insurrección generalizada
y favorecer una intervención de las potencias occidentales. Desde ese mo
m ento hasta los últimos días del mes, los hielos que oprim en los barcos
van a derretirse, la infantería ya no podrá atacarlos y la isla, contra la cual
es imposible recurrir a los 12 mil m arinos de Petrogrado, más o m enos
solidarios con sus camaradas, será accesible a los buques extranjeros. La
suerte del régim en está en juego. Lenin va a aplastar el motín, para ceder
a continuación en parte a sus demandas.
El 7 de marzo a la noche, Tuiachevski lanza a 20 mil hom bres al asalto
de la fortaleza, que los rechaza. El congreso se inaugura al día siguiente,
bajo estos auspicios. En Kronstadt, dice Lenin, “no quieren ni a los guar
dias blancos ni nuestro poder, pero no hay otra cosa". Y agrega: "Mientras
la revolución no haya estallado en otros países, necesitaremos decenas de
años para salir del apuro".17 La prolongación del com unism o de guerra
entrañaría la caída del régimen: "Llay que cambiar de política". Algunos
cañoneos, panfletos y bombas ineficaces sobre Kronstadt m arcan el ritmo
de los días que pasan. Trotski se preocupa Teme, según sus propias pala
bras, que ni el partido ni sus dirigentes "se den plenam ente cuenta de la
extraordinaria agudeza de la cuestión de Kronstadt”. En consecuencia, el
10 de marzo alerta al Politburó acerca de la urgencia de la tom a de la for
taleza antes de que comience el deshielo. Rechaza la esperanza alimen
tada por algunos de que la isla se rendirá a causa de un aprovisionamiento
insuficiente. "Cuando el golfo vuelva a ser navegable, Kronstadt estable
cerá contacto con el extranjero y la isla nos será inaccesible."18 El congreso
discute la cuestión a puertas cerradas.
El 15 de marzo, Lenin propone en esa asamblea reemplazar la requisa
por un impuesto en especie que sólo afecte una parte de la cosecha, cuya
parte restante podrá ser vendida librem ente por el campesino. El pueblo,
17 Vladím ir I. Lenin, "Xe Congres du i>c(b)u: Rapport sur la su bstitu tion de i'im pót en
nature aux réquisitions", en (Buitres com pletes (en ruso), vol 43, pp. 6 8 y 72 [trad. esp.: "X
C ongreso del rc(b)R: Informe sobre la su stitu ció n de la requisa de ex ce d e n te s por un
im puesto en especie", en O bras completas, B uenos Aires, Cartazo, 1960, vol. 35].
15 Kronstacltskm a iragn edia..., op. cit., vol. 1, p. 349.
DE LA POLÉMICA SINDICAL AL VIRAJE. 247
19 Vladímir I. l.enin, "X1' C oiigrés du pc(b)n: Rapport sur la substitution...", op. cit., pp.
59 y 61-63.
248 TROTSKI
entre ellos los tres nuevos secretarios del Comité Central: Molótov, Mijáilov
y Yaroslavski, tres mediocres funcionarios que son sus devotos. Como ayer
lo ha sido Krestinski, Stalin es el único dirigente miembro a la vez del Polit
buró y del buró de organización, y Lenin promoverá su carrera a lo largo
de 1921, año durante el cual aquél lo atosigará de rumores tan falsos como
confidenciales sobre la imaginaria "fracción" renaciente de Trotski.
Paul Avrich, Lr. Tyno,,Ue d e Cronstadt. 1921, París, Scuil, 1975, p. 235 [trad. esp.:
K ro m ta d t 1 9 2 i, B uenos Aires, P royección, 1973]; Jean-Jacques Marie, C iun iludt, Parir,,
Payard, 2005.
250 TROTSKI
guerra. Sólo los bolcheviques tienen las m anos libres para defender real
m ente la independencia del país.
En 1938 Trotski volverá a la cuestión de Kronstadt, que hasta enton
ces sólo ha m encionado de pasada, para enfrentar una campaña que pre
senta al estalinismo como el producto natural del bolchevismo y la repre
sión de ese levantamiento como el inicio del terror estaliniano. Responderá
esas alegaciones en dos artículos: "Alarma por Kronstadt" (15 de enero de
1938) y "Algo más sobre la represión de Kronstadt" (6 de julio de 1938). La
insurrección, dice Trotski, expresa la revuelta de los campesinos contra la
requisa de su producción. Los m arinos de la isla, de origen campesino
que reem plazaron a los marineros revolucionarios de 1917, diseminados
por todos los rincones del país durante la guerra civil, encarnaron, con las
arm as en la m ano, la protesta del cam pesinado contra las dificultades
planteadas por la resolución y el rigor de la dictadura obrera. Como los
marineros comunistas que habían votado la resolución de Zinóviev parti
cipaban de m anera masiva en la revuelta, él, afirma, no desempeñó perso
nalm ente papel alguno ni en su aplastam iento ni en su represión. Se m an
tuvo al m argen del asunto, pues consideraba, con el acuerdo del Politburó,
que "la responsabilidad de las negociaciones con los marineros y, en caso
de necesidad, de las medidas de pacificación, debía recaer sobre los hom
bros de quienes ayer gozaban de la confianza de esos mismos m arineros ”.22
Miembro del gobierno, juzgó necesaria la liquidación de la rebelión, parti
cipó en la decisión de llevarla a cabo si las negociaciones y el ultimátum
lanzado no daban resultado y asume, en consecuencia, la responsabilidad
política correspondiente. Se referirá por últim a vez al tema en su Stalin,
escrito entre 1939 y 1940, en el cual presentará el aplastamiento de la re
vuelta como "una trágica necesidad".
La disputa sindical deja, pues, huellas duraderas en la composición de
los órganos dirigentes del partido y en las relaciones, seriamente deterio
radas, entre Trotski y Lenin, aun cuando éste quiera evitar que el des
acuerdo político degenere en conflicto nprsnn.il t?i 2 ff de marzo, ya sin
En el transcurso de los dos años siguientes, cierta distancia m arca las rela
ciones de Trotski y Lenin, cada vez más alejado de la actividad política por
la enfermedad, el insomnio y los perm anentes dolores de cabeza.
Las propuestas o análisis de Trotski sobre el aparato estatal y la econo
mía suscitan de su parte un rechazo casi sistemático. Asi, en febrero de
1921 se crea el Gosplan, o comisión de Estado del plan. En una nota del 7
de agosto de ese año al Comité Central, Trotski pide en vano que esa comi
sión elabore al menos un bosquejo de plan estatal para la industria. Ade
más, volverá a insistir sobre ello en 1922, al afirmar que ese organism o
efectúa un trabajo puram ente "académico", es decir que se limita a redactar
estudios sin efecto alguno sobre ia regulación ele la vida económica. Como
un anuncio de lo que Lenin dirá 11 meses después, denuncia "el desarrollo
de las intrigas en ia inspección Obieiu, desde liaw, tiempo proverbial en e’
país”. En una carta del 25 de mayo de 1922 dirigida a los miembros del Po
litburó, Lenin lo envía secamente de paseo: "Con respecto a la inspección
Obrera, Trotski comete una equivocación radical". Y tam bién con respecto
al Gosplan, pues hace reproches "fundamentalmente inexactos y diametral
mente opuestos a la verdad". Como Trotski ha escrito con prudencia "en la
medida en que puedo juzgarlo”, Lenin se escandaliza ante esta "declaración
i.ic una igiiw/ancia increíble" y prccl-im?. c ™1 indi£narinn: "¿De qué sirve
juzgar sin estar informado? In fo rm ara es fácil para c ualquier m iembro de!
Comité Cent'"'1" Trofcfcí ñor lanto carecería de seriedad. Una viva tensión
• i
impera entre los dos hombres, a iniciativa, esta vez, de Lenin, a quien los
insomnios y dolores de cabeza ponen en un estado m uy imtable.
XIV. Tensiones
255
256 TROTSKI
lo reprende. Trotski, dice, tiene mil veces razón cuando declara que ia re
volución no se hace conformándose con balbucear el texto de proclama
ción de la Internacional. Sólo si se lucha contra "las tonterías sostenidas
por Bela Kun y otros se podrá com enzar a hacer la revolución [...]. Por
TENSIONES 257
’ Vladímir I. Lenin, Neizvestnye doh.im enty IS 9 I -1 922, M oscú, Kosspen 1999, pp. 4 5 0
y 451.
11 León Trotski, Pravda, 18 de diciem bre de 1921; jean-Jacques ivíane (c_ump.), L eí Fa
roles qiti ebranlcrcnt le m onde: anthologie bolchevique, 1917-1924, París, Senil, 1967, pp.
250-255.
258 TROTSKI
más, para él, "el interés de la república de los soviets no puede ser otro
que el interés uel m ovimiento revolucionario mundial", pues "la república
obrera rusa no puede sustraerse artificialm ente a las condiciones de la
economía capitalista". Por otra parte, atribuye a Francia un lugar particu
lar: "La revolución europea", escribe el 25 de marzo de 1923, "sólo habrá
triunfado sin retorno cuando sea dueña de París [...]. La clave de la si
tuación europea y, en gran m edida, m undial, está pues en m anos de la
clase obrera francesa ”.5 Pese a la declinación de Francia frente a Estados
Unidos, reiterará la misma idea en 1939. Cuando quiere convencer a los
dirigentes com unistas franceses de la necesidad del frente único, toma
como ejemplo la Com una de París, "que no fue otra cosa que un bloque
de todas las organizaciones y tendencias de la clase obrera agrupadas
contra la burguesía ".6 Propone al Partido Comunista dos ejes complemen
tarios: la acción en los sindicatos y por los sindicatos y la acción por el
frente único .7
Este joven partido está bajo la dirección de ex diputados socialistas
más duchos en los ritos parlamentarios que en la lucha de clases, y desga
rrados en la cumbre por u n violento combate de fracciones entre un cen
tro m ayoritario, encabezado por Marcel Cachin y I.udovic-Olivier Fros-
sard, una derecha, con los periodistas Víctor Méric y Fabre, y una izquierda,
m uy m inoritaria, liderada por Boris Souvarine y el sindicalista Alfred
Rosmer. Trotski quiere atraer a él a los sindicalistas revolucionarios antes
agrupados contra la Unión Sagrada en torno de Pierre Monatte, convenci
dos de que el sindicato es el órgano esencial, si no único de ¡a lucha
obrera. "Cada uno de nosotros”, les explica Trotski, "ha tenido que renun
ciar en el transcurso de estos años a una parte envejecida de su pasado [...].
Ese tipo de revoluciones internas no es fácil",8 pero sí indispensable. Ahora
bien, las revoluciones alemana, húngara o italiana lo han confirmado con
5 León Trotski, "Discours sur le I-'ront unique" y "Bilan d’un périod”, en Le M ouvcm ent
communiste en l'rance (1919-1939), París, M inuit, 1967, pp. 211 y 2 6 9 [trad. esp.: "Dis-
CüiSu subte el I-rente ú n ico ". D isp onible en línea: < http://gn.ip-germ inal.org/7q-system /
files/d iscu rsofren teu n icol922trosk y.p d f>].
6 León Trotski, "Résolutions et m essa g es de l'Executif de lT ntem ationale com m u n iste
de juin de 1922: Le Front unique", e n Le M ouvcm ent communiste..., op. cit., p. 191.
7 León Trotski, "Discours sur le Eront unique", op. cit., p. 223.
8 León Trotski, "I.ettre á Pierre Monatte", en Le Mouvemcnl communiste..., op. cit., p. 115.
TENSIONES 259
9 León Trotski, I c lir e A C achin ct ¿ E rcssard", en Le Metwewettt com m u n iste.. ov. cit.,
pp. 117-119.
10 Jan M arinus M eijer (comp.), The Trotsky Papers, vol. 2: 1920-1922, La H aya y París,
M outon, 1 9 7 1 ,p . 590.
260 TROTSKI
rante los aproxim adam ente veinte meses en que se ocupará del Partido
Comunista francés, Cachin y Frossard no responderán jamás a sus cai tas
De tal modo, el Io de diciembre de 1922 Trotski establecerá en el IV Con
greso de la Internacional una larga lista de preguntas, sugerencias y con
sejos, y concluirá, con amargura: "¿Por qué no cito las respuestas? Porque
no las hay. ¡Nunca me han respondido !".11 No obstante, asumirá esa res
ponsabilidad hasta marzo de 1923.
eclesiásticas con la energía más feroz e implacable, sin que nos tiemble la
m ano para aplastar cualquier forma de resistencia ".1-1 Propone designar en
forma oficial a Kalinin, que no es judío, a la cabeza de la campaña, pero
confiar secretam ente su dirección concreta a Trotski. Reclama, por último
una reunión reservada de delegados con Trotski y Kalinin en el próximo
congreso, para llevar a la práctica esas propuestas. Trotski comparte su
p unto de vista. F.l Politburó aprueba sus sugerencias. Ese mismo día.
Trotski reúne la "Comisión de Realización de los Valores", que crea un
"sindicato" encargado de venderlos en el extranjero. El tribunal militar
condena a m uerte a dos sacerdotes acusados de haber im pulsado a los
fieles a am otinarse. Kalinin solicita su indulto. Tres m iem bros del Polit
buró votan a favor, cuatro se inclinan por la pena capital (Lenin, Trotski,
Stalin y Molótov).
La confiscación de los tesoros eclesiásticos genera una fuerte tensión
en el campo. Un informe de la g p u (sucesora de la Checa), no deja de se
ñalar el "mismo descontento pasivo generalizado, debido a las mismas
causas, la recaudación del impuesto y el hambre", pero la confiscación de
los objetos de culto ha estado acompañada "de un vigoroso desarrollo de la
actividad contrarrevolucionaria del campesinado [...]. Las manifestaciones
activas de descontento [...] se multiplican en el transcurso de la segunda
mitad del mes [de marzo] y alcanzan con frecuencia un grado de oposi
ción que se creía desaparecido desde m ucho tiem po atrás”, y que llega
hasta las "revueltas armadas". Más grave aún, u n informe de abril habla
de un rechazo de la confiscación en ciertos medios obreros. Así, en la ace
ría Barts y Mac Gilí de la provincia de Moscú, la asamblea general propone
"confiscar en prim er lugar las riquezas de los com unistas y sus mujeres,
luego las de los comerciantes y sólo después el oro de las iglesias ".15 Los
obreros de las fábricas Glujkov y Gruzkov condenan la confiscación. Iro
nía de la historia: casi exactam ente un año más tarde, los obreros y las
obreras de la planta textil de Glujkov nom brarán a Trotski "hilandero de
honor” de su fábrica y 1c asignarán uu aalctiiu de hilandero de séptima ca-
M Nikolai N. P okrovski y Stanislav G. P etio v (comps.), op. cit., pp. 141 y 142.
15 N icolás W erlh y Gafcl M oullec (comps.), Rapports sccrets soviétiques: la socicté msse
dans les documente confidenticls, 1921-1991, París, Gallimard, 1994, pp. 279 y 280.
TENSIONES 263
después del ataque de Lenin, del que nadie le ha informado y del que se
entera por azar de labios de Bujarin, que ha ido a visitarlo. Este disimulo
no lo alerta. Stalin, Zinóviev y Kámenev, cuya alianza contra él se esboza
por entonces, quieren ganar tiem po Lenin puede quedar reducido al si
lencio para siempre, por lo cual se plantea abruptam ente la cuestión de su
sucesión. Además, su ausencia paraliza a medias el Politburó, una de cu
yas principales preocupaciones parece ser el delicado proceso de 34 diri
gentes y militantes eseristas acusados de haber combatido el poder sovié
tico por m edio del terrorism o; una decena de ellos, de regreso, se h an
unido al Partido Bolchevique e incluso han trabajado en la Checa. Entre
1918 y 1920, los eseristas organizaron dos gobiernos antibolcheviques, en
Samara y Omsk; tam bién reclutaron ejércitos y, de acuerdo con su vieja
tradición histórica, com etieron a ten tad o s a veces frustrados (contra
Trotski), pero en otras oportunidades exitosos (contra Volodarski y Uritski,
y parcialm ente contra Lenin), y en todo caso m uy reales. En ausencia de
Lenin, que hace reposo en Gorki, Trotski toma a su cargo la campaña de ese
proceso, cuya preparación se alarga y cuyo desarrollo va a extenderse aún
más, para gran disgusto del ausente. Trotski define su línea y sus métodos.
Er. una entrevista publirada en Izvestia del 30 de agosto, luego del vere
dicto de condena a m uerte de los principales acusados, declara que si los
dirigentes del Partido Socialista Revolucionario se reservan el derecho de
organizar atentados contra el gobierno cuando su política les disgusta,
este último se reserva el derecho de fusilarlos.
267
268 TROTSKI
1 Vladímir I. Lenin, Neizvestnye dokum enty, 1891-1922, M oscú, I’osspen, 1999, p. 544.
LA ALIANZA LENIN-TROTSKI 269
presidente a u n judío. Varias veces, dice, ha discutido con Lenin sus fun
ciones de adjunto, y ha aludido a "un aspecto de mi persona [...] que no
cumple papel alguno en mi vida personal [...] cotidiana, pero que tiene
gran im portancia política: mi origen judío". D urante la guerra civil, ¡os
blancos habían utilizado en su propaganda la presencia de un judío a la
cabeza del Ejército Rojo.
4
‘ I.cón Trotski, "Discours (inédit) au Com ité central d'octobre 1923", en Cahiers du
m ouvcm ent ouvricr, nú m . 13, abril de 2001, pp. 35 y 36.
LA ALIANZA LENIN-TROTSKI 271
Por otra parte, "la utilización de los m étodos y las instituciones creados
por el capitalismo para regular la economía" es una etapa transitoria vá
lida para todos los países, que, después de la revolución, "deberán pasar
en una m edida u otra por esa fase". La economía soviética es un compo
nente de la economía m undial. Por consiguiente, "si el m undo capitalista
todavía perdura algunos decenios, la Rusia socialista estará condenada a
m uerte ".6 Así sucederá. En 1930, Trotski afirmará que, al tom ar el poder
en los países avanzados, la clase obrera "permitirá sin duda la existencia
de las relaciones de m ercado durante u n período bastante largo de transi
ción, y al darles poco a poco un carácter cada vez más regulado, termi
n ará por elim inar las form as del in te rca m b io de m ercancías en la
econom ía ".7 En este punto hay coincidencia entre Trotski y Lenin, que
remite, a quienes entienden mal la n ep , al discurso que ha pronunciado
aquél. Además, aconseja a Trotski publicar sus tesis sobre la n ep , que en
líneas generales considera m uy buenas, con la salvedad de algunos as
pectos que le parecen discutibles.
Si bien la n e p distiende poco a poco las relaciones con los campesinos,
que por fin pueden, u n a vez pagado su im puesto en especie, vender su
producción, no se advierten mejoras en la situación de la clase obrera. La
aparición de nuevos ricos (los nepmen), cuyo desahogo - a ú n modesto,
claro está, pero creciente- contrasta con la indigencia de los obreros, irrita
a éstos. Así, el 3 de noviem bre Trotski arenga a los obreros metalúrgicos
de Krasny Proletari, en Moscú; los invita a participar en la manifestación
por el quinto aniversario de la revolución. En el m om ento de marcharse,
un grupo de obreros le entrega un petitorio; aunque dispuestos a manifes
tar, están en andrajos y descalzos y le piden, ante su estupor, que les dé
botas para poder ir a ia celebración. Más allá del sarcasmo, el petitorio re
fleja una indigencia m aterial que la lenta recuperación económica no re
media en casi nada. Se adivinan aquí los primeros signos de la crisis social
y política que va a estallar durante el verano de 1923.
1 I.eón Trotski, The First Five Ycars n fth e Conununist International, N u eva York, Pio
neer, 1945, vol. 2, p. 254 [trad. esp.: Los cinco prim eros a ñ os d e la Internacional Com u
nista, B uenos Aires, Plum a, 1974].
7 George Breitman e t al. (comps.), W ritm gs o fL eo n Trotsky, vol. 2: 1930, N u eva York,
l ’athlinder Press, 1975, p. 383.
LA ALIANZA LENIN-TROTSKI 273
vestido del derecho de controlar todo lo que le concierne. Stalin tiene así
en sus manos al hom bre que ha decidido librar junto con Trotski el com
bate contra él.
Los médicos a quienes serm onea exigen que Lenin deje de dictar car
tas. Éste declara entonces que quiere dictar un "diario" íntimo. Paralizado,
se empeña desde ese m om ento en una batalla desigual contra Stalin. Sa
tisfecho por el éxito del monopolio, dicta a Krúpskaia una esquela para
Trotski, en la que com enta la victoria de ambos y le propone no confor
marse con ella. Sugiere poner el fortalecimiento y la mejora del comercio
exterior en el orden del día de los próximos congresos del partido y los
soviets y espera que aquél no objete la sugerencia ni se niegue a presentar
el informe en la reunión de fracción dé los delegados bolcheviques al con
greso de los soviets. Solicita a su interlocutor, por entonces enfermo y en
cama, que le dé su respuesta por teléfono. Pero Trotski llama en plena
noche a Kámenev, le transm ite el contenido de la carta, le pregunta su
opinión y le pide que informe a Stalin. Así lo cuenta él mismo en 1937, sin
explicar por qué telefoneó a Kámenev, que por entonces se le oponía,
aclara, y a quien su pregunta dejó "completamente desorientado ".11 Ká
menev informa pues a Stalin que Trotski "no ha expresado su parecer, y
ha pedido en cambio que la cuestión se transm ita a la comisión del Co
mité Centra] encargada de preparar el congreso". Stalin, furioso al ver que
su m aniobra ha salido a la luz y que Lenin y Trotski se h an com binado
para controlar el próximo congreso, se deja llevar por la ira: "¿Cómo pudo
el Viejo m antener correspondencia con Trotski a pesar de la prohibición
absoluta decretada por Foerster [el m édico }?”.12 Telefone?, a Krúpskaia.
que se sorprende al ver que Stalin está al tanto de la carta secreta a Trotski,
la insulta y amenaza con sancionarla por indisciplina.
Un nuevo ataque fulm ina a Lenin durante la noche del 22 al 23 de
diciembre y lo confina en la cama. Con la pierna y el brazo derechos defi
nitivamente paralizados, ya no puede escribir. Está a m erced de Stalin. En
las cinco semanas siguientes dicta una serie de textos que constituyen lo
13 Vladím ir I. Lenin, Clin tres com pletes (en ruso), vol. 45, p. 710 [trad. esp.: O bras com
p le ta r, B uenos Aires, Cartago, 1960],
LA ALIANZA LENIN-TROTSKI 2 77
14 Vladím ir I. Lenin, "Testament politique", en Cliuvres completes (en ruso), vol. 45, p.
34b [traci. esp.: iesían iem o poliiicu, seguida ú cl n i m io d e las sccrciar.r.r, d e I.ev.v:, Barce
lona, Anagrama, 1975],
15 lbid., p. 346.
278 TROTSKI
La composición social del partido no deja de ser por ello más preocupante
en 1922: el 3,2% de sus nuevos afiliados son obreros y el 3,4%, campesi
nos, contra un 39,4% de empleados del aparato estatal o partidario. Esa
herencia y este reclutam iento burocráticos van a tener m ucho peso en el
próximo enfrentam iento entre la oposición y la dirección, que los historia
dores reducen a m enudo, en forma esquem ática, a una rivalidad entre
Stalin y Trotski.
El 29 de diciembre, Lenin informa a su secretaria Fotieva que su carta
al congreso debe m antenerse en secreto. Sin embargo, ella la comunica a
¡'-■.¡i^nev, que a C1' vez la transmite a Stalin, a quien informa además que
Trotski y algunos ctrcs están al corriente de su existencia. Stalin anota
sobre la carta de Fotieva: "Leída. Comunicar únicam ente a Trotski". Este
último la lee y escribe en ella: “Leída. Por supuesto, no he hablado de la
carta de Vladímir Uich a ninguno de los miembros del Comité Central ".16
Temeroso de que Lenin se recupere y refuerce su ofensiva contra él, Sta
lin, por lo tanto propone a Trotski al menos un pacto de no agresión, que
éste aceptará. Así, a principios de 1923, aquél le ofrece la dirección del
Consejo Superior de Economía.
Lenin term ina el 23 de enero un artículo en que critica la Inspección
Obrera y recuerda los peligros de escisión en el partido. El redactor en
jefe de Pravda, Bujarin, se opone a su aparición. En el Politburó, Kuibishev,
un hom bre de Stalin, propone editar en u n solo ejem plar un núm ero
falso de Pravda con el artículo. Trotski protesta. El Politburó rechaza el
ardid de Kuibishev y el artículo se publica en la edición del 25 de enero
del diario.
El 27, 11 miembros del Politburó y del buró de organización, Trotski
entre ellos, aprueban una carta a los comités provinciales y regionales que
califica de imaginarios los peligros de escisión m encionados por un Lenin
exhausto, condenado a u n reposo total e imposibilitado de leer los diarios
y hasta las actas del buró político. Sus propuestas "no están inspiradas por
ninguna complicación rrm rrpts Hei Comité Central, sino por sus
consideraciones generales sobre las dificultades a las que se enfrentará el
partido en el período histórico venidero". Los firmantes "juzgan inrlicppn-
Trotski ha contestado que, por estar enfermo, no podía asumir una obli
gación semejante, pero, como esperaba reponerse rápidamente, pedía que
le enviaran los documentos (si nadie los necesitaba) a fin de informarse
de su contenido. Los leería de permitírselo su salud [...]. Dijo que tenía
intensos dolores [...], que en ese momento no podía trabajar, que ni si
quiera sabía si podría intervenir en el congreso, que estaba decididamente
paralizado, etcétera .21
Aunque hubiera expresado algunas reservas, ese Trotski quejum broso por
sus dolores y su imposibilidad de leer y escribir es una caricatura. Detrás
de esa deformación exagerada de su respuesta se adivina la m ano de Sta
lin. Lenin recibe el golpe de gracia algunas horas después. Se entera del
llamado telefónico insultante de Stalin a Krúpskaia, que lo ilustra acerca
de ¡a ctmpliiud de las iniciativas cíe aquél para amordazarlo. Furioso, dicta
una nota dirigida a él. Al día siguiente, convoca a Voiodicheva, le pide la
-v Vladím ir I. Lenin, CEuvres com pletes (en ruso), vol. 54, p. 329.
21 Izvestia 'IsK KPSS, núm . 9, septiem bre <íp 1900, p. 149.
LA ALIANZA LENIN-TROTSKI 281
Se trata exactamente del compromiso viciado" con Stalin que Lenin inci
taba a Trotski a evitar. ¿Por qué lo hace éste? A su juicio, para preparar la
era posterior a Lenin, cuya desaparición debilitará el Estado y el partido, es
necesario estrechar filas en nom bre de la unidad a toda costa. Lejos de
embarcarse entonces en una lucha por el poder, quiere ante todo defender
el partido y el Estado soviético. Pero sin duda es el único dirigente que
tiene esa inquietud: Stalin y Zinóviev sólo piensan en el poder. Los demás
lus dpuyáii por celos o aversión a Trotski. Para salvar u n ir^ l trance. Stalin
está dispuesto a hacer cualquier promesa, con la condición de permanecer
1 León Trotski, M a vie, París, Gallimard, 1953, pp. 491 y 4 9 2 [trad. esp.: M i vida. En
sayo autobiográfico, M éxico, Juan Pablos, 1973],
2c83
284 TROTSKI
en su cargo. Para él, lo que cuenta no son las mociones sino los encarga
dos de aplicarlas. Lo esencial es m antenerse en los puestos de mando. Una
vez conseguido este objetivo, podrá luego actuar a su capricho. Con ese
fin, no hay para él nada mejor que la actitud unitaria de Trotski. Cuando
Lenin quede definitivamente al m argen del juego, se la hará pagar.
No bien Lenin queda condenado al silencio, Stalin tom a las primeras
medidas de consolidación del aparato. Ya el 16 de marzo, una circular de
Kaganóvich y Krilenko dispone que todo periódico que quiera publicar
u n artículo crítico sobre las actividades del comité del partido y el comité
ejecutivo del soviet, la sección regional de la c, p u y las autoridades judicia
les regionales, debe contar previam ente con el acuerdo del comité parti
dario. De tal modo, el aparato protege a esos organismos de las críticas,
salvo las del escalón superior. Se trata de la primera de una serie de medi
das tomadas a lo largo de 1923.
En marzo, Pravda publica un pomposo artículo de Radek titulado "El
organizador de la victoria". Ese ditiram bo enfático sirve a los dirigentes
que cotillean sobre las ambiciones bonapartistas de Trotski. En él se lee:
3 Citado en Ivan Vrachev, "Le XII1' congrés du parti b olcheviq ue (avril 1923)", e n Cahiers
du m ouvem ent ouvricr, núm . 26, m arzo de 2 0 0 5 , p. 85.
236 TROTSKI
4 Citado en Iván Vrachev, op. cit., p. 82; D v en a d tsa tyi s'czd RKpfb), 17-25 aprelia 1923
goda: stenografichcski otchet, M oscú, Izd-vo polit. lit-ry, 1968, p. 52.
LA MALHADADA TREGUA 287
5 D ven a d tsa tyi s'ezd R K P (b ). , op. a t., p. 201; León Trotski, La Lutte an tibu reau cratiqu e
en u rss, París, U nion générale d’éditions, 1975, col. 10-18, pp. 42-44.
288 TROTSKI
puede ponerse en tela de juicio, si se tiene en cuenta que las tres cuartas
partes de los delegados al congreso eran designados por la secretaría ge
neral, aun cuando Trotski todavía disfrutaba en el partido de gran popula
r i d a d . Así, el 15 de m ayo de 1923, cuando entra a la sala de la quinta
conferencia del sindicato de trabajadores de la construcción, se hace un
gran silencio y luego la concurrencia estalla en aclamaciones y aplausos.
Las ovaciones interrum pen varias veces su discurso.
No bien el XII Congreso term ina con la tregua coja concertada entre
Stalin y Trotski, la dirección del partido se ve enfrentada a una doble ten
sión, exterior e interior, que la divide. En prim er lugar, en el exterior: el
gobierno alemán, incapaz de pagar a Francia las enormes reparaciones de
cididas en el Tratado de Versalles, suspende sus pagos en diciembre de
1922. En enero de 1923, Poincaré envía tropas francesas a ocupar el Ruhr
para forzar a Alemania a cumplir. La respuesta del gobierno de este país
consiste en comenzar a imprimir billetes a toda máquina. La patronal ale
mana utiliza la invasión del Ruhr para provocar una gigantesca desvalori
zación del trabajo, pagado en m oneda vil, devaluada día tras día. Una
caída vertiginosa arrastra al marco a abismos sin fondo. En enero, 1 libra
esterlina se cotiza a 10.000 marcos; a principios de agosto, valdrá 5 millo
nes. La m iseria golpea a rentistas, jubilados, funcionarios, pensionados,
inválidos de guerra. El hundim iento del marco, la inflación galopante, las
quiebras en serie, el alza desenfrenada de la desocupación, la ruina de ar
tesanos y tenderos y la miseria de los obreros hacen vacilar los cimientos
del orden social y político.
La crisis alemana coincide con la que comienza a m adurar por enton
ces en Rusia. La dirección, dedicada sobre todo a sus rivalidades internas,
apenas se preocupa por ella. El 14 de junio de 1923, el Polixburó, a pro
puesta de Zinóviev, distribuye las responsabilidades entre sus miembros:
asigna a Trotski el control del (escaso) comercio exterior, la comisión de
concesiones (firmadas en m uy pequeña cantidad con los capitalistas ex
tranjeros rcticcntec) y la lucha ^nritra lns m encheviques y los eseristas,
m uy debilitados en esos m omentos. Es cierto, Trotski conserva la direc
ción del Ejp.rrito Rojo, pero éste, reducido por una desmovilización masiva
a un total de 600 mil efectivos, ya no es el centro de la vida del país y la
troika afecta sistemáticamente a sus hom bres a las responsabilidades mili
290 TROTSKI
7 León Trotski, "I¡ faut lutter pour 1111 langage chíitic", en Les Q ucstions d u m ode de vie,
París, Iíditions de la Passion, 2000, pp. 3 3 9 y 3 4 0 [irad. esp.: "La lu ch a por 111: lenguaje
culto", en Problem as d e la vid a cotidiana, B uenos Aires, Siglo x x i, 1974].
LA MALHADADA TREGUA 291
Para "la gran masa de afiliados del partido, cada decisión se presenta bajo
la forma de órdenes o intim aciones ".1
La respuesta del aparato consiste en cerrar filas. Cuatro días después
de la carta de Trotski, el 12, el buró de organización establece la nomenkla-
tura, es decir la lista de cargos del partido y el Estado (los soviets) cuyos
titulares son nom brados por el Comité Central, y en consecuencia por la
secretaría general. El 8 de noviem bre, esia última ordena a la sección de
1 Izvestia TsKKPSS, núm . 5, m ayo de 1990, p. 170;Jean-JacquesM arie (comp.), Les Paro
les qu i ebranlérent le m onde: anthologie bolchevique 1917-1924, París, Seuil, pp. 300 y 301.
296 TROTSKI
tido, era sin duda para no enfrentar a Stalin antes de haberlo alejado y
haber establecido una nueva dirección. Trotski, por su parte, lo hace y aso
cia su reivindicación de la democracia partidaria a la necesidad de un plan
económico único y centralizado y de un plan de industrialización.
En Alemania, el 21 de octubre se celebra en Chemnitz una conferencia
nacional de los comités de huelga. Los delegados socialdemócratas, aun los
de izquierda, votan contra la huelga general. La dirección del Partido Co
munista alemán, con el aval de Moscú, cancela al día siguiente la insurrec
ción ya decidida. Sobreviene el desastre, tanto más desmoralizante cuanto
que se produce sin un combate concreto. Maguidov, el secretario del Par
tido Comunista del obíast de Poltava, Ucrania, dirige ei 10 de noviembre uc
1923 una carta a Stalin que lo m uestra: la revolución que se desarrollaba
en Alemania lograba desviar de sus preocupaciones cotidianas a unos obre
ros indignados por la "desigualdad escandalosa" entre "las altas esferas"
y la "base”, y los privilegios que se atribuyen los burócratas. Los mineros de
la cuenca del Dónetz, "peor alojados que ¿miníales" y rem unerados de m a
nera muy irregular, hicieron huelgas masivas en octubre, explicando: "Ha
bríamos podido saldar nuestras cuentas [...], pero resulta que es imposible
traicionar la revolución alemana ".3 Ahora bien, la esperanza de una revolu
ción en Alemania capaz de romper su aislamiento, aguardada desde hace
cinco años por los militantes y de m anera más general por los obreros, ter
mina en un fiasco. El desasosiego se apodera de los militantes descorazona
dos. Es una etapa decisiva de la consolidación del aparato y de su victoria.
La sensación de aislamiento refuerza la aspiración a cerrar filas y a la uni
dad. El aparato y Stalin van a machacar: poco importa lo que diga, la Oposi
ción divide, arma jaleo y escándalo, paraliza Por lo xanto, es nociva.
Un ritual parece om nipresente en la historia de este período: la rivali
dad entre Stalin y Trotski por la sucesión de Lenin y el poder, una rivalidad
que enfrentaría a dos individuos que persiguen la m ism a m eta. Ahora
bien, lo cierto es que Trotski y Stalin persiguen metas diferentes. En 1990,
el historiador soviético viktor Danüuv insiste. *I.a iúc« de. que !~ ¡U'-h.’
desarrollada dentro de] partido era una lucha por el poder librada por to
dos sus protagonistas fue un mito m uy útil para Stalin ".4 Mito que, con
plena independencia de espíritu, han repetido periodistas e historiadores
Las respuestas de la dirección del partido a las iniciativas de Trotski
m anifiestan un tem or indudable. Zinóviev, enloquecido, propone expul
sarlo del Politburó, que responde piadosam ente a su carta del 8 de octu
bre acusándolo de ser u n oposicionista sistemático y un alborotador per
m anente y de estar desfigurado por la ambición personal: su "descontento,
su irritación, sus ataques contra el Comité Central, que se prolongan sin
interrupción desde hace varios años, su voluntad de sembrar la confusión
en el partido, provienen de su deseo de que el Comité Central lo ponga
[...] a la cabeza de la economía del país".5
El Politburó sigue tem iendo el retorno de Lenin a la actividad. Por
otra parte, éste, inform ado del debate lanzado por Trotski y los Cuarenta y
Seis, se hace conducir el 19 de octubre a su despacho del Kremlin, de
donde se lleva varios escritos de Trotski, entre ellos la famosa carta, ade
más del texto de aquel grupo.
la Comisión de Control, dirigida por Soltz, un amigo de Stalin, decide cí
nicamente "impedir el desarrollo de una amplia discusión en el partido". Por
ello, la reunión plenaria conjunta del Comité Central y de la Comisión de
Control que se celebra del 25 al 27 de octubre es m uy tensa. Trotski es some
tido al fuego graneado de unos ataques brutales que chocan a Krúpskaia
-presente en la reu n ió n -, a pesar de ser m uy allegada a Zinóviev y estar
m uy lejos de aquél y de los Cuarenta y Seis; asílo hace saber, además, en
una carta indignada del 31 de octubre a Zinóviev. ¡El nuevo presidente de
U rania, Petrovski, lia acusado a Trotski de ser responsable de la enferme
dad de Lenin! Krúpskaia se escandaliza por las referencias a su marido,
"inaceptables e hipócritas", multiplicadas por los adversarios de Trotski, y
que lo habrían "indignado si hubiera conocido el mal uso que hacían de su
nombre", pues "su mayor preocupación no era Trotski sino la cuestión na
cional y las costuiiiijics impcianlcs en nuestras altas esieras ¡caramba!
7 León Trotski, M a vie, París, Callimard, 1953, p. 516 [trad. esp.: M i vida. Ensayo a u to
biográfico, M éxico, Juan Pablos, 1973],
300 TROTSKI
El plenario condena casi por unanim idad las cartas de Trotski y de los
Cuarenta y Seis como u n proceder fraccional y por lo tanto contrario a la
resolución del X Congreso sobre la prohibición de las fracciones, se opone
a su publicación y, de tal m odo, m antiene en secreto su propia decisión
sobre esos textos puestos en el índex. Reduce el descontento de los Cua
renta y Seis a una cuestión de tem peram ento, y el de Trotski a su insatis
facción por la composición del Consejo Militar Revolucionario. Es difícil
sin embargo, encontrar u n texto que se asemeje menos al de una fracción
organizada. Al pie de la carta se alinean firmas individuales o grupales de
militantes que hacen constar reservas, a m enudo serias, sobre tal o cual
aspecto de su contenido .9
El último domingo de octubre, y según su costumbre, Trotski se mar
cha a cazar patos a los suburbios de Moscú. Chapotea en el pantano, toma
frío, tirita de fiebre y debe m eterse en cama. El 7 de noviembre, su ausen
cia en el desfile militar que se realiza en la Plaza Roja por el aniversario de
la revolución suscita rumores. Al día siguiente, Pravda m enciona su indis
posición y publica u n artículo de Zinóviev sobre la importancia de la de
mocracia, que anuncia la apertura de u n debate público. Sin embargo,
m uchos m ilitantes que desconfían de la dirección suponen que Trotski
está en prisión domiciliaria. En cama y afiebrado, éste sigue trabajando,
leyendo, anotando, dictando. Dos reuniones del Politburó se realizan en la
habitación principal de su vivienda. A su térm ino, la tensión le provoca
una subida de la fiebre.
La carta de M aguidov a Stalin ilustra la profundidad de la crisis del
partido y, por ende, el eco que pueden encontrar Trotski v los Cuarenta y
12 León Trotski, "D ocum ents: discours et lettres”, en Cahiers Léon Trotsky, núm . 54,
diciem bre do 1994, pp. 101-107, y C oim nouvcau, París, Union gen érale d'éditions, 1972,
TROTSKI CONTRA EL APARATO 303
sucesivas ponen de relieve sus vacilaciones para dar una definición aca
bada del proceso en curso, m ayorm ente inconcluso, de cristalización y
o sific ac ió n del aparato. Reflejan la dificultad para definir una realidad en
:riovimiento. Un poco m ás adelante, Trotski subrayará que no niega la
necesidad transitoria de la burocracia. "No somos anarquistas. Compren
demos la necesidad del Estado obrero y, por consiguiente, el carácter his
tóricamente inevitable de la burocracia en el período de transición "13 en
tre el capitalismo y el socialismo. Pero el partido debe luchar contra ella y,
con este fin, estar separado del Estado y su aparato. Trotski no se con
forma con criticar el régim en interno del partido: desarrolla sus propues
tas de planificación de la economía. Cualquier rama de la industria, cual
quier empresa, indica, para distribuir racionalm ente sus recursos y sus
fuerzas, debe ten er u n plan de orientación, aunque en u n principio sea
primitivo y basto. La troika hace oídos sordos. Sólo le interesan el debate
sobre la disciplina, que quiere imponer, y el debate sobre la democracia,
que no quiere. No se molesta con los matices. En un extenso ataque anó
nimo, el núm ero del 13 de diciembre de Pravda acusa a Trotski de querer
"quebrantar la organización partidaria m ediante la introducción de las
fracciones y el reemplazo de la vieja guardia leninista por camaradas que
harían perder al partido su carácter bolchevique". En resumen, esconde en
el bolsillo otro Comité Central.
Trotski pide explicaciones al Politburó. La respuesta llega al día si
guiente en la forma de una carta de acusación dirigida por los otros ocho
miembros titulares y suplentes de ese organismo a los integrantes dfl Co
mité Central y la Comisión de Control. Su artículo apunta, afirman, "a le
vantar u n a fracción del partido contra otra, a levantar a la juven tu d del
partido contra el núcleo fundam ental de éste, a desacreditar el núcleo di
rigente central del partido". El eje argum ental, destinado a ten er u n pro
longado futuro, remite al pasado no bolchevique de Trotski. Los firmantes
pp. 147-162 [trad. esp.: El nu evo curso. Fruulcma.> cL la vid a coiidizii?., E” sr.os a:" ' c. Si
glo xxi, 1974],
13 León Trotski, "La révolution allem ande et la b u reaucratie stalinienne (problém es
vitaux du prolétariat aiieniand)", en Écrtíi, 1 9 2 8 - ’, 940, vol. 1, París, Q uatrierne In te rn a tio
nale, 1955, p. 384 [trad. esp.: "¿Y ahora? P roblem as vitales del p ro letariad o alem án", en
La lucha contra el fa scism o en A lem ania, B uenos Aires, Plum a, 1973].
304 TROTSKI
H Izvestia TsK KPSS, núm . 12, diciem bre de 1990, pp. 177 y 178.
TROTSKI CONTRA EL APARATO 305
1 León Trotski, "Les funérailles de Lénine (a C harles M alamuth)", en CEuvres, vol. 22,
París, In stitu í Léon Trotski, 1986, p. 82 [trad. esp.: Stalin, Barcelona, Plaza y Janés, 1967],
309
310 TROTSKI
son m iem bros de éste y otros no, pero sólo se trata de una diferencia
formal".3
Inm ediatam ente después de la derrota de enero de 1924, Trotski
aconseja a sus amigos quedarse quietos y, a la vez, m antener sus conexio
nes y dejar que Zinóviev se desgaste. Por su parte, él se aleja por un tiempo
de la lucha política abierta y se sumerge en la literatura. No obstante, en
mayo de ese mismo año algunos oposicionistas hacen público el testa
mento de Lenin. Tipógrafos de Izvestia imprimen 2 mil ejemplares un do
mingo, cuando el taller está desierto. Pronto, ese documento será conside
rado como u n texto subversivo: el joven Varlam Shalámov será arrestado
en febrero de 1929 y condenado a tres años de gulag por haber partici
pado en su impresión clandestina.
El 9 de m ayo de 1924, durante una conferencia sobre la política del
partido en m ateria de literatura, Trotski lanza un vigoroso ataque contra
los partidarios de la llamada literatura "proletaria", que quieren subordinar
a ésta las otras corrientes literarias y desprecian la literatura pasada, califi
cada de "burguesa". Trotski les responde que una obra como l a Divina
Comedia nos conmueve porque establece con nosotros una relación esté
tica, y porque ha dado al estado de ánimo y los sentimientos que traduce
una expresión "que los eleva m uy por encima de los estrechos límites de
la vida de entonces [...]. En la creación artística", destaca, "los procesos
subconscientes tienen u n papel considerable". Los poemas revoluciona
rios con los que los adalidades de la literatura proletaria se relam en han
sido, dice Trotski, "un hecho político, no un hecho literario”. Para term i
nar, "si bien la guerra civil prepara una gran cultura del porvenir, es extre
m adamente perjudicial para la cultura de hoy”.'1 Después de Octubre, los
poetas y los artistas se han callado. En junio y julio de 1924, Trotski pu
blica en la prensa varios artículos dedicados a la literatura y el 29 de julio
term ina un volum en de estudios, literatura y revolución. Treinta y seis
escritores, entre ellos Pilniak, Esenin, M andelstam, Bábel, Zóshchenko y
Así, en 1923 Alem ania experim entó una situación m ás favorable que
nunca para la revolución, pero el Partido Comunista no estuvo a la altura
de la tarea. Un poco más adelante Trotski volverá a esta idea, que desarro
llará en Lecciones de Octubre. En ese texto se consagra sobre todo a estu
diar las nuevas relaciones entre Europa y América, radicalmente modifica
das desde 1914. En nuestros días, "el amo de la hum anidad capitalista es
Nueva York, es W ashington, es el gobierno estadounidense [...] El capital
estadounidense quiere reducir la Europa capitalista a la porción congrua;
cu otras palabras, indicarle cuántas toneladas, litros o kilogramos de tal o
cual materia tiene derecho a comprar o vender". Puede contar para ello
con la socialdemocracia europea, "que se erige en su heraldo”. Trotski dis
cierne ya en esta época la táctica de Estados Unidos bajo su verborragia
anticolonialista: "América libera siempre a alguien; en cierto modo, ésa es
su prolesión [...]. Cuando quiere anexar u n territorio extranjero o poner
un país bajo tutela, organiza una pequeña revolución autóctona y luego
interviene para pacificar el país”.6
Poco después publica un libro de recuerdos sobre Lenin, que presenta
un retrato elogioso de éste, pero de ningún m odo hagicgráfico. El libro
irrita a la troika dom inante que comienza a hacer de Lenin un icono, pues
en él Trotski se deja ver comu un compañero cercano' de éste. En ese rr,.°:;
de agosto, y con el fin de aislarlo, se constituye clandestinam ente a la ca
beza del paiüdo "el septeto", es decir Stalin, Zinóviev, Kámenev, Bujarin,
Ríkov y Tomski, más Kuibishev, presidente de la Com isión de Control.
Ese septeto, que tiene ramificaciones secretas en las instancias partidarias
regionales, prepara la reunión oficial próxima. Y la reunión oficial repite el
guión elaborado la víspera. Trotski no tarda en darse cuenta y, durante
tstis icúiiicncs que con pura comedí?., Hprlira en form a ostensible a leer
novelas, sobre todo francesas. En enero de 1926 declarará en el Comité
6 León Trotski, liu m p e e t Am ériijue, l ’alís, A nthropos, 1971, pp. 7, 9, 10, 2 2 y 34 [trad.
esp.: ¿Adonde va Inglaterra? E uropa y Am erica, B uenos Aires, El Y unque, 1974],
314 TROTSKI
Central, sin que nadie lo contradiga: "En ei congreso, escuché las palabras
'el Poliíburó ha ciecidido;, 'ei pieno ha decidido', pero desconozco esas de
cisiones. Es notorio que el que ha decidido es otro Comité Central, al cual
no pertenezco". Petrovski le reprochará no participar en las reuniones dd
Comité Ejecutivo de la Internacional, del que es miembro. Él responderá
sin ser refutado: "No me han convocado ni una sola vez, jamás se han di
rigido a mí. Todo se ha decidido ál m argen del Politburó".7 La dirección
funciona como una fracción clandestina...
Trotski reflexiona por entonces sobre las condiciones de una revolu
ción victoriosa a partir de la doble experiencia del éxito de octubre de 1917
en Rusia y del fracaso de octubre de 1923 en Alemania. Redacta, para el
tercer tomo de sus Obras completas, que reúne sus textos de 1917, un ex
tenso prefacio: Lecciones de Octubre. El volum en sale de la imprenta a fines
de septiembre de 1924... La revolución, concluye su autor sobre la base de
la experiencia reciente de Europa, no puede triunfar sin partido. En esos
momentos, la afirmación es trivial, pero Trotski agrega que su existencia
"es una condición indispensable pero no suficiente de la revolución. Llace
falta una dirección a la altura de la situación". En consecuencia, es menes
ter enseñar a los partidos com unistas occidentales, indiferentes con res
pecto a la insurrección a causa de su herencia socialdemócrata, a seleccio
nar en su seno una dirección, "a fin de que no flaqueen cuando les llegue
su Octubre". Para ilustrar su idea, Trotski vuelve a referirse a la lucha que
se desarrolló en las cumbres del Partido Bolchevique en vísperas de Octu
bre, y al fracaso de la revolución en Alemania. En Laso de una situación
revolucionaria, dice, eí éxito o la derrota dependen de la dirección del par
tido. Pero al aproximarse la crisis decisiva, "todo los elementos irresolutos,
escépticos, conciliadores, capituladores del partido se alzan contra la insu
rrección". Cada paso del partido hacia la revolución provocó en su interior
enormes resistencias que sólo la presión de Lenin logró superar. Así, Zinó
viev y Kámenev, en su famosa carta del 17 de octubre de 1917, contrapu
sieron a la insurrección la uersnectiva Hp nn P itid o Bolchevique de mera
oposición parlamentaria al gobierno provisional: "La revolución habría es
7 rgaspi , Archivo Estatal Ruso de H istoria Social y Política, fon d o 17, inventario 2,
legajo 209, folio 3.
LAS LECCIONES DE OCTUBRE 315
8 León Trotski. "Les leco n s d'Octobre", en G iuliano Procacci (comp.), Stahne enntre
Trotsky, 1924-1926: la révolution perm anente et le socialisme en u n seta pays, París, M<b-
pero, 1965, pp. 35-65 [trad. esp.: Lecciones de Octubre, M éxico, Juan Pablos, 1974],
9 Izvestia TsK KPSS, nú m . 7, julio de 1991, p. 159.
316 TROTSKI
pero sí quiere sin lugar a dudas que se dé una respuesta decidida a los
falsificadores uei bolchevism o, y lo conseguirá".10 El tono está dado'
nada de discusión, pero sí una avalancha de réplicas enérgicas. En un
informe a los cuadros m oscovitas del partido del 18 de noviem bre, pu
blicado al día siguiente en Pravda con el título de "¿Leninismo o trotskis-
mo?", K ám enev p resen ta a Trotski com o u n viejo enem igo del "leni
nismo": "A partir de 1903 [...], Trotski desem peñó el papel de agente del
m enchevism o en la clase obrera". Lenin lo estigm atizó. M uerto éste,
Trotski “quiere tom arse revancha" y "envenenar la m ente de los jóvenes
[...], y dem uestra que no es u n bolchevique". Elemento ajeno ayer, sigue
siéndolo hoy.
12 León Trotski, "D ocum enis de Léon Trotsky", en C ahiersL éon Trotsky, nú m . 34, ju n io
de 1988, p. 75.
318 TROTSKI
No hay, pues, más que dos caminos posibles: "O bien libramos la lucha con
tra Trotski encauzándonos hacia la escisión, o bien libramos esa lucha in
tentando 'coexistir' con él".
Bujarin se inclina por esta segunda solución, en vista de la cantidad de
oposicionistas en el partido que, sin ser trotskistas, m archan con Trotski.
LAS LECCIONES DE OCTUBRE 319
Ahora bien, dice Bujarin, "recibimos centenares de cartas" que elevan pro
testas a causa de la ofensiva desatada en contra de Trotski”.13
El cuadro que Bujarin bosqueja sobre las costum bres generadas en el
aparato por la lucha contra Trotski, sus objetivos y sus m étodos, es pas
moso. El aparato sólo puede aplastar a la Oposición si le cierra la boca
median Le ia intimidación, la presión, la am enaza, y m añana m ediante e!
terror. Pero Bujarin no envía la carta a sus destinatarios, y hace lo que
condena. Su acuerdo político con Stalin prevalece sobre su análisis de la
degeneración del partido. El borrador de su carta, en cambio, se utilizará
contra él en el tercer proceso de Moscú, en m arzo de 1938, para probar
que quería formar u n bloque con Trotski.
Por segunda vez en u n año, Trotski es el hom bre que ha im puesto al
aparate del u n n H i s m s i ñ n nelisrosa tiara su unidad. El hecho es
16 León Trotski, 1905, su ivi de Biian et perspectives, París, M inuit, 1969, p. 9 9 [trad.
esp.: 1905, Resultados y perspectivas, 2 vois., Pans, K uedo ibéricu, ¡971].
17 ló sif Stalin, "Q uestions du léninism e", en G iuliano P rocacci (comp.), Stalinc contre
Trotsky..., op. cit., p. 282.
322 TROTSKI
18 L eón Trotski, "Derriére les m urs du K rem lin”, en (Eitvres, vol. 16, París, Institut Léon
Trotsky, 1983, p. 49.
19 Ibid., pp. 56 y 57.
20 E ncontram os ya la m ism a id ea en L a revolución traicionada, don de Trotski escribe:
"I.a revolu ción es u n a gran devoradora de energías in d ivid u ales y colectivas. l o s nervios
no resisten, las con cien cias se doblegan, el carácter se d esgasta”. V éase León Trotski, La
ltcvolution trahic, París, U nion genérale d'éditions, 1959, p. 91[trad. esp.: Lr. revolución
traicionada, Barcelona, Fontamara, 1977],
LAS LECCIONES DE OCTUBRE 323
combate político. Desde 1923-1924, agrega, "tuve que combatir este afo
rismo difundido en el Kremlin: si hubo regím enes políticos que cayeron
en el pasado, fue únicam ente porque sus dirigentes no habían decidido
emplear la violencia que habría sido necesaria para m antenerse". Alude
así a intercambios oficiosos que no han dejado huellas en los debates pú
blicos de la época. Y concluye: "La filosofía marxista de la historia se había
transformado en una especie de filosofía policial”.21 La burocracia trans
forma la violencia, de medio impuesto por las circunstancias, en política.
Muy pronto, resulta imposible encontrar las Lecciones de octubre en las li
brerías. El 20 de noviem bre de 1924, Stalin finge preocuparse por esa si
tuación: de los 5 mil ejemplares de la prim era tirada, 1.500 se han desti
nado al Comité Central, que sólo tiene por entonces 87 miembros; 2.500
se han entregado a los suscriptores; 600 se h an vendido al por m enor en
tiendas, y 400 en pedidos individuales. El resto de la tirada (35 mil ejem
plares) debía salir en noviem bre y diciembre, pero faltaba el material ne
cesario para la encuadernación y la portada... Y nunca dejará de faltar.
El Partido Bolchevique de 1923-1924 ha cambiado m ucho con res
pecto a octubre de 1917. De sus 600 mil afiliados de 1924, m enos de 10
mil han participado en esos debates pasados y conocen su sentido. En la
guerra civil, el partido ha perdido a la mayoría de sus adherentes anterio
res a octubre de 1917. Los más combativos constituyeron la columna ver
tebral del Ejército Rojo en la primavera de 1918, se diseminaron en todos
los frentes y, en su m ayor parte, no regresaron. El tifus, la disentería y la
gripe española han segado la vida de otros miles. Muchos sobrevivientes,
cansados, quem an aprovechar algunas migajas de una difícil y costosa vic
toria. El nivel cultural y político de los afiliados de 1924 es m uy bajo: el 5%
es completamente analfabeto; alrededor del 75% tiene apenas una instruc
ción elemental (de cuatro a seis años de escuela primaria), y a ellos puede
agregarse, sin duda, el 13% que no ha aportado ningún dato; aproximada
m ente ei 6% cuerna iu h instrucción media, y m enos del 1o/n jia recibido
22 Mijníl Tujachevski, "I.es revolies paysann es (Tam bov et autres)", Cahiers d u moiive-
meiit ouvrier, m'un. 8 , diciem bre de 1999, p. 56.
LAS LECCIONES DE OCTUBRE 325
2i León Trotski, "Pourquoi Stalinc a vaincu I'Opposition?", en üluvres, voJ. 7, Parí:;, Insti
tuí Léon Trotsky, 1980, p. Iu3 [trad. esp.: "¿Cómo v en ció Stalin a la Oposición?", en Escritos
de León Trotski, op. cil], y Écrits communistes, Pantin, Le Ternps des cen se s, 1998, p. 58.
326 TROTSKI
2/1 León Trotski, The Chínese Révolution: Problem s a n d Pcrspectives, N u ev a York, Pio
neer, 1957, pp. 6-8 [trad. esp.'. La revolución china, M éxico, Grijalbo, 1970]; A lexander
LAS LECCIONES DE OCTUBRE 327
P antsov, The Bolsheviks a n d the Chínese Révolution, 1919-1927, R ichm ond (Inglaterra),
Curzon, 2000, p. 102.
328 TROTSKI
extensa carta que contiene el plan m inucioso de una ofensiva de dos tiem
pos contra aquél: en u n primer momento, es preciso obligarlo a reconocer
públicamente que ha participado en el escamoteo del testamento; a conti
nuación, se trata de asociar en esa ofensiva a Zinóviev y Kámenev, cuyas
relaciones con Stalin comienzan a deteriorarse en esa época.
En su respuesta al Partido Comunista inglés, Trotski afirma no haber
comunicado ni transmitido a Eastman ningún docum ento del partido. Sta
lin sigue adelante con su plan. Acusa a Eastman de entregarse a la calum
nia y la falsificación de hechos que Trotski, a pesar de ser m uy reales, no
ha condenado ni com entado en ocasión alguna. Por ejemplo, no ha pro
testado contra el hecho de que las cartas de Lenin que reciben ei nombre
general de "Testamento" sólo hayan sido leídas a las delegaciones del XIII
Congreso y no a éste mismo, ni contra la elección de Kuibishev, quien, a la
cabeza de la Comisión de Control, había tram ado la preparación del falso
ejemplar único de Pravda. Así, Stalin hace que el Politburó exija a Trotski
que se desvincule resueltam ente de Eastman y publique en la prensa un
desmentido categórico.
La trampa es perfecta: si Trotski se niega, se lo acusará de complicidad
con los adversarios del partido, de quienes él es uno de los dirigentes; si
acepta, encubre las maniobras urdidas por Stalin desde hace tres años y se
prohíbe utilizarlas contra él. Trotski trata de eludir la cuestión y se dirige a
varios miembros del Politburó, que presentan contra él un frente único sin
fisuras. Discute el tema con los principales oposicionistas, que le aconsejan
ceder. El I o de julio de 1925, entrega la carta solicitada, que niega la exis
tencia del testam ento de Lenin en lo que resulta un juego de palabras,
pues en sentido estricto éste no ha dejado ningún docum ento testam enta
rio, y de ese modo se desvincula de Eastman. Aparece así, otra vez, en una
situación de derrotado, y ahora con su asentim iento escrito. Uno de sus
partidarios exclama entonces: "Con esa carta, él mismo ha puesto la cabeza
en el cepo. Se ha cubierto de lodo". Stalin, al contrario, escribe el 18 de
agosto a í.íclctov: Con sn m ulmo lic i^cibinicui, hul ^ki ¡ i se na
escapado ".25 Si se hubiese tratado en este caso de un combate entre meros
331
332 TROTSKI
1 1.cón Trotski, "D ocum ents de I.éon Trotsky", en C ah L rs I.eon Trotshy, núm . 34, junio
de 1988, p. 1 1 0 .
STALIN CONTRA TROTSKI 333
ciado crímenes cometidos por los dirigentes partidarios locales a causa del
miedo. Trotski concluye:
■' I.eón Trolski, "D ocum ents de Léon Trotsky’’, op. c it, p. 126.
STALIN CONTRA TROTSKI 335
]6 de enero: "¡Allí hay que tom ar todo por asalto! ¡Y qué asaltos!". En la
planta Treugolnik, donde trabajan 2.200 obreros, la primera reunión ter
mina a puñetazos. "La trifulca ha sido inverosímil", comenta Kírov, "no he
visto nada parecido desde las jornadas de octubre de 1917.”5 No obstante,
una sabia mezcla de presión, chantaje y corrupción, unida al rechazo que
m u c h o s militantes sienten por la banda de Zinóviev, permite a Kírov ase
gurar un triunfo que corona haciendo expulsar a u n ingeniero judío que
tiene una familia numerosa a su cargo de u n apartamento de cinco habita
ciones (102 metros cuadrados) donde él, sin hijos, se instala con su esposa.
Stalin y Zinóviev cortejan entonces a Trotski, a quien el primero m en
ciona un día de m arzo la posibilidad de m ejorar sus relaciones. Algunos
días después, Stalin se reúne con Serebriakov, oposicionista y ex secretario
del Comité Central, y le dice que, en nom bre de varios miembros del Po
litburó (cuya identidad no revela), querría "tener una conversación sobre
la situación en el partido para generar las condiciones de un trabájo más
arm onioso bajo la dirección del Comité Central". Serebriakov habla de
ello con Trotski, I’iatakov y Radek. El 27 de m arzo responde a Stalin que
los tres hom bres han recibido con agrado la propuesta, pero se preguntan
sobre la campaña de calumnias desatada contra los oposicionistas de 1923
por el comité de Moscú con la venia evidente del Comité Central. No obs
tante, agrega, "se declaran m uy dispuestos a prolongar la discusión que
Bujarin y usted han tenido con Trotski y conmigo, en procura de que esa
conversación pueda redundar en resultados prácticos". Que Stalin pro
ponga u n a fecha y u n lugar de reunión. En esos mismos m omentos, los
dirigentes de Moscú cuentan que Trotski, a quien niegan el derecho a to
mar la palabra en las fábricas, organiza conferencias pagas. ¡Trotski juzga
extraña la gestión de Stalin, pero decide no dejarse im portunar por los
pretextos formales! Sugiere aceptar la conversación privada que aquél le
propone con el fin de "hacer a un lado las acusaciones e insinuaciones [...]
y generar las condiciones de un trabajo m ás armonioso, sobre la base de
Inc Aprisiones del XIV Congreso ".6
7 Ruth Fischer, Stalin a n d Germ án Com m unism : A Stu dy in the O rigin s o f the State
Pariy, Cam bridge (ma ), Harvard lln iversity Press, 1948, p. 548.
STALIN CONTRA TROTSKI 337
RLeón Trotski, "Appel d es déportés á l'lntem ationale com m uniste", en GSu vres, vol. 1
(segunda serie), G renohle, Instituí Léon Trotsky, 1988, p. 48.
338 TROTSKI
9 Yuri Felshtinski (comp.), A rkh iv Trotskogo: kom unisticheskaia opozitsia v sssn, 1 9 23-
1927, M oscú, Terra, 1990, vol. 3, pp. 41 y 42.
340 TROTSKI
12 P icn v Braue, Coi 1i ¡ni 1n islas cu ñire Sialine: m assacre d im e génération, París, 1-ayard,
2003, pp. 92 y 93 [trad. esp.: Com unistas contra Stalin. M asacre d e una generación, Má
laga, Seplia, 2008],
STAI.IN CONTRA TROTSKI 345
rin farfulla una confesión a medias: "La juventud intelectual, puede ser",
pero no los jóvenes obreros, "que son más sensatos".14
19 A dolf Joffe, "D en iie re Iettre d'A d o lf Jofié á L éon T ro tsk y (1927)", e n L eón T rotski,
De la revolution, París, M inuit, 1963, pp. 643 y 644.
20 ló sif Stalin, üiuvres com pletes (en ru so ), vol. 10, p. 351.
STALIN CONTRA TROTSKI 353
21 Boris S o u v arin e, Staline: aperen historique d u bolchevismo, París, Plon, 1935, p. 422.
352 TROTSKI
¿Por qué hemos vencido a Trotski y los demás? Se sabe que, después de
Lenin, Trotski era el hombre más popular en nuestro país. Bujarin, Zinó
viev, Ríkov, Tomski eran populares. Por entonces, Molótov, Voroshílov,
Kalinin, yo, éramos poco conocidos [...]. Pero los cuadros medios, que ex
plicaban nuestras posiciones a las masas, nos sostenían. Y Trotski no pres
taba ninguna atención a esos cuadros.24
25 L eón T rolski, "P erso n n alité e t m ilieu (a P. N aville e t J. R o u s)’’, en CEuvres, vol. 17,
París, In s titu t L éon T ro tsk y , 1984, p. 2 2 5 [trad. esp.: "HI in d iv id u o e n la historia", e n Es
critos ele León Trotski, B ogotá, P lu m a, 1976],
STALIN CONTRA TROTSKI 355
jas yurtas kirguises les reportan más chinches y cucarachas que presas de
c a z a . Regresan a l lugar una semana después, cargados de tiendas, botas,
pellizas y hasta u n catre de cam paña que am ontonan sobre el lomo de
Lam 2llos, para dormir al sereno. Trotski vuelve fascinando de ese "retorno
a la barbarie", pese a una caída del caballo en el agua helada: "Pasar nueve
días al aire libre [...], comer cordero al raso, preparado ahí mismo en un
c u b o , no lavarse, no vestirse, caerse del caballo en el río, pasar casi 24 ho
ras sobre una pequeña estructura en medio del agua y los juncos [...], no
es frecuente vivir todo eso".26 Pero apenas vuelto a su casa, toma frío y se
pesca una gripe y una bronquitis.
Freobrazhenski 1c sugiere entonces escribir sus memorias. Trotski se
consagra a ello desde abril, al mismo tiempo que trabaja sobre China y la
India. Pn una hoja de papel que term inará en los archivos de la n k v d , es
boza cinco títulos posibles, en especial "Una vida en la lucha" y "Vivir es
luchar", pero ninguno de ellos lo conformará. Pide a Aleksandra Sokolovs-
kaia que le transm ita sus recuerdos sobre sus años de vida en com ún y
expresa cierta nostalgia por esos inicios entusiastas: "Daría cualquier cosa
para poder tener acceso a los diarios de Odesa de 1888 a 1898 y de Niko-
laiev de 1895 a 1898. [...] Me gustaría volver a lo que leíamos en la cárcel
y el exilio, los libros y las cuestiones que nos afectaban". Y da a Aleksan
dra, que vive en una pobreza extrema, un consejo de estudiante: "Te ruego
que no compres libros para este trabajo, en ninguna circunstancia; si la
ocasión se presenta, húrtalos...".27 También encarga a su hijo Serguéi, que
se ha quedado en müa<_u, obras sobre la economía y la política mundiales,
el movimiento obrero, la lucha anticolonial, en ruso, francés, alemán, in
glés y, llegado el caso, en italiano y español y hasta en las lenguas de los
países balcánicos.
¿Cómo puede solventar esos gastos y los de la vida cotidiana? Entre
los tres, los exiliados perciben del Estado 90 rublos por mes. A pedido de
Riazanov, director del Instituto Marx-Engels, Trotski traduce obras al ruso
26 L eón Trotski, "L ettre á I. N. Sm irnov, d e b u t avril 1928" y "L ettre a u x am is, 3 m ai
1928", en (lluvres, vol. 1 (se g u n d a serie), op. cit., pp. 5ü y ] 09.
27 L eón T rotski, ''L ettre á A. L. S okolovskaia, m i-m ai 1928", en CEuvrcs, vol. 1 (se g u n d a
serie), op. cit., p. 151.
358 TROTSKI
y c o b r a h o n o r a r io s c u y o m o n t o s e d e s c o n o c e . Se h a n e g a d o , e n c a m b io a
p e rcib ir d e r e c h o s d e a u to r p o r s u s o b r a s c o m p le t a s p u b lic a d a s e n la urss
a fin d e q u e e l p r e c io s e a lo m á s b a jo p o s ib le , p e r o s í c o b r a lo s co r r e sp o n
d ie n t e s a la p u b lic a c ió n se p a r a d a d e s u s m u c h o s y d is tin t o s lib ro s.
Apenas llegados Trotski y los centenares de oposicionistas a sus respec
tivos lugares de exilio, se anuncia una crisis entre el régim en y las capas
acomodadas del campesinado, que son reacias a entregar su trigo y su cen
teno al Estado a precios desfavorables. En enero de 1928, la cifra de desocu
pados llega a un millón y medio, o sea un obrero de cada cuatro. La Nueva
Política Económica (nep ) parece haber agotado sus posibilidades. Reapare
cen las cartillas de racionamiento; en mayo dei mismo año, las dificultades
de abastecim iento provocan disturbios en varias ciudades, Moscú entre
ellas. El bloque de Stalin y Bujarin se fisura. El primero vuelve a utilizar con
tra sus aliados de ayer los métodos puestos a prueba durante el combate
contra Trotski y la Oposición de Izquierda en 1923-1924. Los lunes reúne a
sus partidarios en el Politburo, para resolver de antem ano todo lo que se
discutirá y decidirá en la sesión de ese cuerpo del jueves siguiente.
Al m argen del enfrentam iento que m adura, Stalin tom a en nombre
del Comité Central una m edida que debe granjearle los favores del apa
rato y que sólo anuncia una vez expulsada y exiliada la Oposición: decreta
un aum ento del "máximo del partido". Esta medida, tom ada en 1920, fi
jaba el m onto máximo de las rem uneraciones de los apparatchiks. El 7 de
mayo, ese m onto se increm enta de m anera sustancial: llega ahora a 2.700
rublos por año (o sea 225 por mes, cuando el salario obrero medio es de
60 rublos). Si el apparatchik gana más (por percibir honorarios de artícu
los publicados en la prensa soviética, que paga a lodos los autores, o co
brar derechos de autor), entrega a la caja del partido el 20% de la suma
percibida cuando el ingreso está entre los 2.700 y los 5.400 rublos; el 30%
entre 5.400 y 8.100 rublos, y el 40% por encima de esta última cifra. Esta
ílexibilización del máximo anuncia su supresión, que se decidirá en 1932
en el mayor de los secretos y para gran satisfacción del apa. mu.
Desde la rem ota Alma-Ata, Trotski, con la ayuda de su hijo León, or
ganiza la Oposición, centenares de cuyos miembros están exiliados en to
dos los rincones del país, de Barnaul a Krasnoiarsk. De abril a octubre de
1928, enviará a sus camaradas alrededor de 550 telegramas y 800 cartas y
STALIN CONTRA TROTSKI 359
g p u , seguido por Iván Vrachev, cuyo herm ano m enor dirige la sección d e
28 León Trotski, "Lettre a E. B. Solntsev, 2 juin 1928", en CEuvres, v ol. 1 (segunda serie),
op. cit., pp. 189 y 190.
STALIN CONTRA TROTSKI 361
29 Iosif Stalin, Qiuvres com pletes (en ruso), vol. 11, p. 278.
362 TROTSKI
31 León Trotski, M a vic, París, Gallimard, 1953, p. 569 [trad. esp.: M i vida. Ensayo atno-
biográftco, M éxico J u a n Pablos, 1 9 /3 ], y aitones, vol. 3 (¡segunda serie), Gr?r>oW<\ Instituí
Léon Trotsky, 1989, pp. 35 y 36.
3 ' W i .li in K n g m i n , V l.ift i ■'//»/. ¡>/> i i t . y &¿.
í.-oisk; e rujo, reprcscU uuiíes úc la ¡¡una G estapo , caricatura estaiinista qu e m ués
:ra a Trotski y L eón Sedov gritando "¡Sangre, sangre!", publicada en P ravda en aeosto
de 1936.
XX. Del exilio en Alma-Ata
a la Oposición Internacional
365
366 TROTSKI
1 Isaac D cutsch er, Trotsky: le prophéle h ors-la-loi (1 9 2 9-1940), París, Julliard, 1965
[tnul. esp.: Trotski, el profeta desterrado (1929-1940), M éxico, Era, 1969],
DEL EXILIO EN ALMA-ATA A LA OPOSICIÓN INTERNACIONAL 367
2 León Trotski, "Com m eni est-ce arrivé? 1. C/est la marche des évenements!", en ClMvrcs,
vol. ¿ (segunda serie), Grenubie, Iiisiílu í Leou Ti'otsky, 1989, p. 2 7 [trac!, esp ■">r orno
p u d o suceder? 1. C'est la marche des évenem ents1. en Escritos d e León Trotski, liogotá,
Plum a, 1976].
368 TROTSKI
’ León Trotski, M a vie, París, (Jaliimard, i 953, pp. 13 y 15 [trad. esp.: M i vida. Ensayo
autobiografía), M éxico, Juan Pablos, 1973],
5 Isaac D eutsch er, Trotsky: le prophétc hors-ia-loi..., op. c it, p. 42.
DEL EXILIO EN ALMA-ATA A LA OPOSICIÓN INTERNACIONAL 371
6 Jeanne Martin des Fallieres, "Lettres a L an van Heijenoort". en Cahiers Léon Trotsky,
núm . 4, octubre-diciem bre de 1979, p. 12.
' Jean van 1 íeijcnoort, Sepí an s auprés de Léon i roisky: d e P rin kipo ti Coyoúcán, Pan ,
Les Lettres nouveíles/R obertL affont, 1978 [trad. esp.: Con Trotski, d e P rin k ip o a C.oyoacán.
Testimonio de siete años d e exilio, M éxico, N u ev a Im agen, 1979],
372 TROTSKI
10 León Trotski, "Contre l'opposition de droite”, en CEuvres, vol. 3 (segunda serie), op. cit.,
pp. 68 y 70 [trad. esp.: "Las tareas de la O posición1', en Escritos d e León Trotski, op. cit.].
374 TROTSKI
Sin embargo, para los dirigentes de la u r s s , “la conquista del poder en los
marcos nacionales representa, en el fondo, no el acto inicial, sino el acto
final de la revolución". Ahora bien, "si el Estado obrero siguiera aislado,
terminaría por sucum bir, víctima de sus contradicciones. Su salvación re-
' 1 ’'micnmpr)te en 1n ví-tona rM proletariado en los países avanzados ”.12
ji. . u>_upa en primer lugar de ía Oposición francesa, en la
que se expresan todas las dificultades de la Oposición Internacional, que se
ha constituido en función de los problemas del Partido Bolchevique y de
su refracción en la Komintern (nombre abreviado de la III Internacional) y
sus partidos, y no de los problemas del combate social y político en Francia
u oíros lugares del m undo. La Oposición, formada por pequeños círculos
de discusión, casi no ha salido de su estado embrionario, señala Trotski,
pues aún no ha librado una verdadera lucha política. Una serie de militan
tes se agrupan en torno de Alfred Rosmer, pionero del combate contra la
guerra en 1914 y ex miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional, y el
] 5 de agosto de 1929 lanzan La Vérité, u n a publicación mensual. Trotski
escribe su declaración liminar, en la que advierte que la actitud de seguir
"demorándose en la fase preparatoria antes de entrar en el camino de la
acción política ju n to a los obreros [...] llevaría a la Oposición a correr el
riesgo de degenerar en secta o, más exactamente, en varias sectas".
En consecuencia, Trotski invita a la Oposición a decantarse por los
trabajadores extranjeros que han emigrado a Francia, así como por "los
elementos no desgastados, en particular los jóvenes". ILn efecto, "las orga
nizaciones puram ente francesas son poco importantes en térm inos cuan
titativos y su base está constituida por una especie de aristocracia sindical
I • I 1 _ . 1 . . . _ t ................... T . • . ' . ' 1 ■ 1
y j j u m i c u v .u : íu v. i a s v . ; u m c i a . j ,c i i n m e n s a lllc iy u iic l fM c t u e s U l^ c U llZ d U c t y t*"»
11 León Trotski, La Revolution perm anente, París, M inuit, 1979, ]>p. 8 y 9 [trad. esp.: La
revolución perm anente, U nenos Aires, El Y unque, 1973).
12 Ihirl p. 27.
DEL EXILIO EN ALMA-ATA A LA OPOSICIÓN INTERNACIONAI 375
lanza; ellos querían combatir a la derecha, y Stalin rompe con ella. Esos
oposicionistas ven en estas medidas la adopción de su propia política, sin
democracia y con represión. Tres de los vacilantes, Radek, Preobrazhenski
y Smilga, dejan m uy pronto de vacilar y quieren participar en la imple-
m entación de ese curso político.
Negocian con el grupo de Stalin, piden la liberación de sus camaradas
y luego adhieren a la dirección sin haber obtenido la más m ínima conce
sión. En una estación, el tren que los lleva a M oscú se cruza con un tren
de trotskistas deportados a Siberia. Radek intenta convencerlos de unirse
a Stalin, y para ello les explica: "En Moscú no hay pan. El descontento de
las masas obreras crece y puede transform arse en indignación contra el
poder soviético”. Pero su invitación a unirse a quienes han provocado esa
situación no convence a los deportados, y por eso les grita: "¡Pie roto defi
nitivam ente con León Davidovich! De aquí en más somos enemigos políti
cos, yo no tengo nada en com ún con los colaboradores de los diarios de
lord Beaverbrook ",15 magnate de la prensa británica a quien u n a agencia
noticiosa h a vendido algunos artículos de Trotski. El 9 de julio, en una
breve carta al trotskista Vrachev, León Sedov escribe: "El Viejo trabaja m u
cho, prepara u n libro. ¡Su salud está así así! Malaria, sumtenage, etc. Este
lugar no es terrible, pero el frente único de sir Austin en Sosso no nos per
mite ir a ninguna parte ”.16 La víspera, su interlocutor ha enviado a Trotski
u n telegram a en el que le anuncia su adhesión a Stalin .17 El mismo Vra
chev firma el llamado a apoyar el viraje de Stalin redactado por Radek,
Preobrazhenski y Smilga, que recoge la fimid de 400 oposicionistas exilia
dos y que Pravda publica en su núm ero del 13 de julio de 1929. Esta ini
ciativa desata un vendaval de pánico en las colonias de oposicionistas exi
liados. La Oposición de Izquierda rusa, matriz de la Oposición Internacional,
se disgrega. Un nuevo grupo dirigido por Iván Smirnov entabla negocia
ciones con la dirección. La ausencia de Trotski pesa m ucho.
El mismo día que Pravda publica la declaración de adhesión de los
tres oposicionistas, León S e d o v cp n w p n t j en el consulado soviético pai«
En julio de 1929 sale en París el prim er núm ero del Boletín de la Oposi
ción en ruso, escrito por Trotski y León Sedov, que asum e las responsabili
dades prácticas de su publicación y se ocupa de las comunicaciones con
la u r s s . En 1929 y 1930, los tipógrafos de la residencia de Dogard reciben
regularm ente cartas de Prinkipo, de las que tom an conocimiento casi to
dos los pensionistas del lugar, donde circulan los documentos de la Oposi
ción. C entenares de ejem plares del Boletín en form ato de tarjeta postal
franquean la frontera de la u r s s en las maletas de miembros de la emba
jada o de delegaciones comerciales, movidos por su simpatía hacia la Opo
sición, el odio a Stalin o el espíritu de aventura.
En ese primer núm ero, Trotski da m uestras de gran prudencia. Su edi
torial fechado e? 31 de m arzo de 1929, en el cual repite que la Oposición
de Izquierda no se orienta a la creación de una IV Internacional sino que
actúa en pos del renacim iento de la Komintern, afirma: "Nos encaminamos
hacia tiempos tan difíciles que todo amigo de ideas, e incluso todo amigo
de ideas p o s i b l e , debe sernos precioso. Cometeríamos u n error imperdo
nable si rechazáram os a uno solo de ellos, y tanto más todo un grupo, en
virtud de una evaluación im prudente, una crítica parcial o una exagera
ción de las divergencias de puntos de vista”. Pero esrrihp pn m-m r-m . ciei
18 León TroiMÜ, "Luítre á S. Khariue (22 m ai 1929)", en Üiuvres, vol. 3 (segunda serie),
op. cit., pp. 2 2 8 y 2 2 9 [trad. esp.: "Los capituladores de la tercera oleada. Carta a un ca
marada ruso", en V scritos de León Trotski, op. c i t \
DEL EXILIO EN ALMA-ATA A LA OPOSICIÓN INTERNACIONAL 379
11 de julio de 1929: "En las relaciones tanto con mis amigos como con mis
enemigos, no tengo otra consideración que la de la causa revolucionaria ".19
Mientras cree ser capaz de convencer, mantiene relaciones cordiales. Así,
en tanto estima posible ganar a Boris Souvarine, discute pacientem ente
con él. Pero cuando Souvarine le dice que el m arxism o está superado,
Trotski "anota 'hom bre al agua' y pasa a otra cosa ".20 No hay paia él un
ámbito privado reservado. Se toma su tiempo antes de pronunciarse sobre
los debates a m enudo ásperos de los grupos oposicionistas, pero les pide
ideas claras y precisas y la voluntad de actuar en el movim iento obrero de
su país. Es ahí donde aprieta el zapato.
Trotski se enfrenta a una primera dificultad; los militantes que tienen
una experiencia real de la lucha revolucionaria están en la u r s s o exilia
dos; en Occidente, los oposicionistas, divididos, cu entan con m uy pocos
dirigentes políticos de esas características. Boris Souvarine, m uy dotado
para la crítica pero inepto para cualquier actividad organizativa, rompe el
8 de junio de 1929 tras decretar la m uerte del marxismo y el bolchevismo.
Trotski confía en Alfred Rosmer, que en un principio se hace cargo de la
constitución de la Liga Com unista. Pero Rosmer, pese a su clarividencia
política y su dedicación, no es u n organizador. Trotski no tarda en enre
darse en un conflicto con él. Su intención es que la Oposición Internacio
nal adopte un texto program ático y constituya u n b u ró lo m ás rápida
m ente posible. Es preciso definirse para poder organizarse. El 13 de
octubre de 1929, envía a Rosmer u n proyecto de convocatoria de una
coníerenua internacional, que califica de urgente. Ahora bien, enzarzado
en las dificultades de la Liga Com unista, Rosmer rem olonea y dilata las
cosas. Trotski se impacienta. El 14 de enero de 1930 recibirá una carta de
Marguerite Rosmer, que le anuncia una futura carta sobre el Buró Interna
cional. Trotski queda atónito ante esa demora cuyas razones no se le ex
plican, y que se prolonga.
En diciembre de 1929, Stalin se lanza a la colectivización con brutali
dad, tanto más cuanto que Id hace forzado ñor la crisis alimentaria; estu
19 León Trotski, Le M ou vcm en t com m uniste en tra n c e (1919-1955), Parí», Ivlin u; :, 1957,
p. 325.
20 TbicL, p. 323.
380 TROTSKI
aumentar los impuestos a los kulaks [a quienes, por tanto, no hay que li-
Stalin, por su parte, colectiviza la tierra con las ametralladoras de hoy y los
tractores hipotéticos del mañana.
En los textos de la Oposición, nada anuncia el asalto frontal de Stalin
contra el grueso del campesinado. Un día de abril de 1930, el estadouni
dense Max Shachtman hará notar a Trotski:
Todo el mundo dice que Stalin ha ido mucho más lejos de lo que usted
había propuesto en su vida. "Es cierto", replica Trotski, y agrega, en alu
sión al oficio de zapatero remendón del padre de Stalin: "Cuando un hom
bre tiene un forúnculo en el cuello, un buen cirujano lo extirpará por
medio de un bisturí. Un rem endón irá mucho más lejos y le cortará el
cuello al enfermo. Pues sí, es muy cierto que Stalin ha ido mucho más le
jos de lo que yo había propuesto ".23
22 Leñ O pposition, 7'he Platfor/n o f th e L eft O pposition, Londres, N ew Park, 1963, pp.
31-33 (las cursivas m e pertenecen).
23 The Militant, 10 de m ayo de 1930.
382 TROTSKI
ción no es una profecía, pues apunta a determ inar cuál es la acción capaz
de m odificar ese curso. De vez en cuando Trotski evoca recuerdos de
caza, sobre todo las cacerías de osos en com pañía de Kristian Rakovski
"La m irada se le anim a cuando evoca el m om ento en que el animal se
yergue sobre las patas traseras para enfrentar al hom bre arm ado de un
m achete." Pero la m ayoría de las veces se trata de recuerdos políticos.
"En general, el tono del Viejo era vivaz. Se valía m ucho del sarcasmo
amistoso y sonriente, pero de una causticidad casi siempre pedagógica,
aunque no indolora ."24
Gérard Rosenthal debe regresar a París en marzo de 1930. La publica
ción de M i vida en francés llena de furia a Trotski. En primer lugar, el edi
tor Rieder ha publicado el libro en tres volúmenes, como si se tratara de
una serie novelesca, pero lo peor es que el traductor, Maurice Parijanine,
ha agregado notas de este tipo: "Aquí Trotski se equivoca" o "Un completo
error". C uando Trotski m enciona con ironía al socialista Charles Rappa-
port, Parijanine defiende en una nota a "ese hom bre de ingenio, tacto y
ciencia, para no hablar de la nobleza de su conducta", y se justifica: "El
traductor no es el esclavo del autor ".25 Trotski decide entablar u n proceso
a la editorial Rieder. Rosenthal va a París a ocuparse del pleito. Aunque
éste term ina en u n a derrota, los dos volúm enes siguientes aparecen sin
esas singulares notas.
El 6 de abril de 1930 se celebra finalmente en París la conferencia re
clam ada por Trotski desde hace meses; en ella participan, además de la
Liga Comunista francesa, íoi'iuada ese mismu mes, grupos alemanes, bel
gas, españoles, checos, húngaros y austríacos, más u n grupo judío fran
cés. La asamblea proclama la fundación de la Liga Com unista Internacio
nal y designa un secretariado provisorio, compuesto por Alfred Rosmer, el
austríaco Ivurt Landau y León Sedov (con el seudónim o de Markin), en
cargado de editar u n boletín de enlace, convocar una conferencia plena
ria y garantizar la coordinación administrativa. La ausencia de Trotski y la
fa lta de m e d i o s le.^ inineH irrrn fr ^ h ^ ia r m n r p o i llíirí/T-irl noc/n
» ' ' >
I
r ' — — —' v . w w . . -
?A Gérard Rosen! li.il, A vocat de Trotskv. op. cit., pp. l>8 , 100 y 101.
lbid., p. I 14.
DEL EXILIO EN ALMA-ATA A L A OPOSICIÓN INTERNACIONAL 383
2‘ Pierre N aville, Trotsky vivant, París, Jnlliard, 1962; reedición París, M aurice N adeau,
200 1 , p. 78; D ainien Durand, O pposants a Staline: l'O pposition de gauche in tern ation ale
(¡9 2 9 -1 9 3 0 ], G renobie, La P en sé e sau vage, i 988, p. 230.
27 Gérard R oche, "La rupture de 1930 entre Trotsky et Rosmer: Taffaire M olinier’ ou
d ivergences politiques?", en C ahicrs Léon Trotsky, m ím . 9, enero de 1982, p. 16.
384 TROTSKI
28 l.eón Trotski, "La dátense de 1 'u r s s et l'O pposition", en L a N ature d e 1'u r s s , I’arís,
M aspero, 1974, pp. 140, 141 y 152 [trad. esp.: "Defensa de la República soviética y de la
Oposición", en Escritos d e León Trotski, op. cit.].
DEL EXILIO EN ALMA-ATA A LA OPOSICIÓN INTERNACIONAL 385
por consiguiente, las masas no son aquí la pasta maleable entre las manos
de un jefe, tal cual las imagina la visión policial de la historia, ni las tropas
sin vida que m archan a paso acompasado hacia u n a revolución inelucta
ble, como los soldados de plomo de la historia estaliniana.
Por último, Trotski presenta una galería de retratos a m enudo feroces.
Los m encheviques y los socialistas revolucionarios recuperan, en u n a
frase, un rostro con frecuencia gesticulante. Así, Mártov es un "Hamlet del
socialismo democrático", y Tsereteli, "un pozo inagotable de lugares co
munes". El dirigente eserista C hernov es objeto de burla por la unidad
blanda y efímera que logra con "sus fórm ulas eclécticas, sazonadas de
moral y versos malos". Rodzianko, presidente de la Duina, "trata de ahogar
la revolución con ayuda de una m anguera de incendio: llorará". ¿Raspu-
tin? En él, "la m onarquía condenada y agonizante encontró un Cristo a su
imagen y semejanza”.
El historiador estadounidense B. D. Wolfe le reprocha "no sacar a la luz
las verdades de los vencidos” y "trazar de éstos u n retrato despectivo, exa
gerado, caricaturesco". George Bernard Shaw exclama: "Cuando Trotski le
corta la cabeza a su adversario, la enarbola para mostrar que está vacía". En
la oleada tem pestuosa de los acontecimientos, esos hom bres son juguetes
de fuerzas que los superan y les parecen incomprensibles, y cuyo curso son
incapaces de dirigir. Aparecen como peleles no porque hayan fracasado,
sino a causa de la contradicción creciente entre sus palabras y sus actos.
Trotski los reduce al rango de objetos de la historia; prisioneros de u n or
den vacilante que sostienen con sus últimas fuerzas, se m uestran como
protagonistas impotentes arrastrados por la m area de los acontecimientos
que creen encauzar, pero que los arrebata, los sumerge y los expulsa.
En esa H istoria..., Trotski habla poco de sí mismo. Se dedica sobre
todo a m ostrar que en 1917 Lenin y él coincidieron en cuanto a la concep
ción de la revolución: no habrá en primer lugar una revolución dem ocrá
tica que perm ita la expansión de la burguesía y la democracia política, se
guid u en u n porvenir dictante de la revolución socialista, sino mi unico
movimiento que, para instaurar la democracia, debe echar abajo la domi-
n.-icipn del capital y por lo tanto la propiedad privada de los m edios de
producción. Ese movimiento, para term inar, es parte integrante de un m o
vimiento m undial al m argen del cual está condenado a la derrota.
388 TROTSKI
1 León Trotski, H istoire d e la Révolution russe, op. cit., vol. 1, pp. 80 y 89.
lbid., p. 375.
I.cón Trotski, Journal d'exil..., op. cit., p. 75.
DEL EXILIO EN ALMA-ATA A LA OPOSICIÓN INTERNACIONAL 389
1 r g a s p i , A rchivo Estatal Ruso de H istoria Social y Política, fon d o 495, inventario 2a,
legajo 168a, folios 104-107; Cahiers d u m ou vem en t ouvrier, núm . 1 , abril de 19 9 8 ,p p . 75
y 76.
'¡91
392 TROTSKI
la lucha contra los fascistas. Bajo la presión de Moscú, los dirigentes co
m unistas alemanes repetirán esta letanía hasta el día mismo en que Hitler
accedió al poder.
Trotski refuta desde el inicio esos análisis. Ya en noviembre de I 9/y
en un artículo sobre el ascenso del fascismo en Austria, destaca el antago
nism o irreductible entre la socialdem ocracia y el fascismo. La primera
dice, sólo puede vivir en la dem ocracia parlam entaria que el segundo
quiere liquidar; se apoya en las organizaciones sindicales que el fascismo
quiere destruir, y la victoria de éste significaría su m uerte. Por eso denun
cia la política del "socialfascismo" que pone en el mismo plano la socialde
mocracia y el fascismo, cuando en realidad éste es odiado por los obreros
socialdem ócratas y tem ido como la peste por sus dirigentes. En Austria,
con su enclenque Partido Comunista, y donde la socialdemocracia orga
niza el grueso de la clase obrera, esta política es peligrosa. En Alemania,
corazón de Europa, donde el k p d es poderoso, dicha política es mortal.
La enorm e destrucción de las fuerzas productivas organizada por la
Primera Guerra Mundial y su posterior reconstitución, así como la amplia
ción artificial del m ercado m ediante la im presión de papel m oneda y la
inflación, dan inicio, luego del reflujo de la ola revolucionaria, a un breve
período (ocho o nueve años) de estabilización y prosperidad relativa del
capitalismo mundial. Pero si el precio de las acciones no deja de subir, la
producción de mercancías que no encuentran salida ni compradores crece
en forma peligrosa: en el horizonte se dibuja una crisis de superproduc
ción. El 24 de octubre de 1929, la burbuja especulativa estalla en Wall
Street. El jueves negro neoyorquino estremece al m undo. Es el comienzo
de la Gran Depresión: las cotizaciones bursátiles se derrumban, las quie
bras bancarias se suceden unas tras otras, las filas de desocupados se ex
tienden delante de las bolsas de trabajo y las ollas populares, las fronteras
nacionales se erizan de barreras proteccionistas.
El jueves negro hace vacilar los cimientos de Alemania y su industria
- i ■_ i i - -i .i
..................... 1 fc * ' . . » * • xlxciv . í c i , v|w». a jiiA ia Vtciiuu Lili UlClL.aUVJ JLILC il lU U C “
por la caída de los precios del trigo, así como a artesanos y pequeños comer
ciantes que, de improviso, se quedan sin clientes. La cifra de desocupados
pasa en Alemania de 2 millones en enero de 1929 a 5 millones en febrero de
1930, 6 millones en diciembre de 1931 y (casi 10 millones en enero de 1933.
En 1932, el inestable equilibrio social y político de la República de Weimar,
nacida de las revoluciones abortadas de 1919 y 1923, se fractura. Los pe
queños comerciantes quebrados, los artesanos arrumados, los desocupados
sin esperanza, los jubilados que no tienen donde caerse m uertos, todos
quieren una "limpieza general” para que las cosas cambien, pero no saben
cómo. El jueves negro proporciona a Hitler la clientela sin la cual jamás ha
bría dejado de ser un oscuro agitador histérico y sin eco.
El capitai alemán, estrangulado por la crisis, necesita, para reconquis
tar los m ercados vecinos, reducir al m ínim o los precios de costo, bajar
brutalm ente el costo laboral y am pliar el m ercado interno m ediante la
producción masiva de armas. Pero la militarización de la economía exige
la m ilitarización de la sociedad. Para lograrlo, es m enester dom esticar o
romper los sindicatos y los partidos obreros, y por lo tanto hay que contar
con u n poder fuerte. De 1930 a 1933, el capital va a apelar sin éxito a n u
merosas combinaciones parlam entarias para realizar esos objetivos con el
m enor gasto posible, antes de adherir a la solución costosa y peligrosa del
nazismo.
En m arzo de 1930, el presidente H indenburg designa canciller del
Reich a Heinrich Brüning, que, entre otras cosas, aum enta los impuestos y
reuuce ios ¿alanos y el segure de desem pleo. En la.s elecciones de sep
tiembre de ese año, los nazis, que h an obtenido 800 mil votos en 1928, el
2,8% de los sufragios, cosechan 6 400.000. es decir ocho veces más, y pa
san de 12 a 107 diputados. Los socialdemócratas (el s p d ) reciben 8 millo
nes y m edio de votos. Los com unistas (el k p d ) pasan de 3.300.000 a
4.500.000. Para el diario del k p d , Die Rote Fahne, "la presunta victoria
electora] de los nazis no es, en realidad, sino el principio del fin para ellos",
y repite h?.ct? *>1 ^ n s a n rin este absurdo, avalado en abril de 1931 por el
Comité Ejecutivo de la Komintern.
A leunos días después, Trotski, alarm ado por ese delirio, escribe "El
giro de la Internacional Com unista y la situación en Alemania”. A partir de
allí, entre los capítulos de su Historia de la Revolución Rusa, la redacción
394 TROTSKI
comunistas pueden y deben unirse. Stalin transm ite sólo a algunos m iem
bros del Poliíbüro (ernre los que no se cu entan ni Kírov ni Mikoián) el
texto de la carta con u n breve com entario que som ete a su aprobación-
"Creo que convendría darle u n buen golpe en la cabeza al señor Trotski
ese fullero, ese charlatán menchevique, por el canal del Comité Ejecutivo
de la Internacional Com unista. Que aprenda a ponerse en su lugar ".2 La
fórmula, prem onitoria (nueve años más tarde, Stalin hará asesinar a Trotski
con un violento golpe de piolet en la cabeza), no debe engañarnos: el Co
mité Ejecutivo de la Internacional trabaja en estrecha colaboración con la
sección extranjera de la g p u , y sus fronteras son porosas. Por lo tanto, Sta
lin no se refiere sólo a tina campaña de denuncia políticc-policial, sino a la
amenaza física.
En la noche del 28 de febrero al Io de m arzo de 1931, en Prinkipo, un
calentador de baño instalado en el desván y que ha quedado encendido
inicia u n incendio. El fuego hace estragos en el prim er piso, destruye m u
chos libros, la colección de fotografías de la revolución, carpetas, dos má
quinas de escribir con teclado en ruso y algunos efectos personales. No
afecta los archivos ni el m anuscrito del segundo volum en de la Historia
de la Revolución Rusa. Los ocupantes de la villa, que h a quedado sin te
cho, tiene las paredes ennegrecidas por el hum o y es inhabitable, se pre
guntan si la g p u no ha sido la incendiaria. Todos sus residentes se instalan
en el hotel Savoy, en u n pequeño chalé de tres habitaciones. El entorno
de Trotski, afirma Jan Frankel, está abatido y desmoralizado, pero él, no
bien instalado, despliega sus manuscritos sobre la me&a, con voca a la dac
tilógrafa y le dicta capítulos de su libro, como si nada hubiese pasado
durante la noche.
Tres sem anas después, Trotski se m uda a u n a casa de dos pisos si
tuada en el extremo de Kadikóy, suburbio de Estambul sobre la costa asiá
tica, a metros del mar. Permanece allí diez largos meses, m ientras se llevan
a cabo las reparaciones en la villa incendiada. Los m uros están horadados
por ventanas en los cuatro lados. En el ángulo nordeste nn.-i ... ............
de un piso alberga a un cocinero, u n joven pescador y los do.s policías
afectados por el gobierno turco más a la vigilancia que a la protección de
1 itCASPi, op. cit:, fondo 558, inventario 2, legajo 6118, folio 35.
CÓMO COMBATIR EL FASCISMO 397
Trotski y que, la mayor parte del tiempo, dorm itan con la camisa abierta y
los cordones desatados. Alberi Glotzer, un estadounidense que llegará a la
casa a fines de octubre de 1932, queda asom brado por la precariedad de
las medidas de seguridad. Trotski, Natalia, Jan Frankel y él mismo tienen
cada uno una pistola. La casa no está rodeada por ningún dispositivo de
protección. El jardín está a 3 m etros del mar. Trotski desecha las invitacio
nes a reforzar su seguridad: la g p u es demasiado poderosa, dice, para que
los exiliados puedan oponerle medidas serias si Stalin decide matarlo. Pero
por el momento, a éste le basta con difamarlo y difam ar el trotskismo en
el m undo entero.
Al comienzo de esta estadía temporaria, Trotski hace internar a Zina
en u n hospital de Estambul. Los médicos, por error, le aplican u n neum o
torax en el pulm ón sano. A su regreso, sus relaciones se tensan y a m e
nudo adquieren ribetes torm entosos. Ella no tolera bien el clima m edite
rráneo, pero más la afecta ver que su padre la deja para dedicarse a sus
actividades políticas. La devora u n amor frustrado por él, a quien "venera",
escribe, aunque lo considera frío, seco, indiferente. Zina querría participar
en su actividad política, como su herm ano. C onsciente de su fragilidad
mental, Trotski la aparta de esas tareas justam ente para protegerla, pues
ella debe regresar a la u r s s , y para resguardar asimismo a sus correspon
sales. Es indudable que no siempre guarda las formas.
A veces, Trotski interrum pe el dictado o la escritura para dar un paseo
solitario a paso vivo. También va regularmente a pescar, tanto para alimen
tar a los residentes de la casa (algunos de los cuales se indigestan) como
para distraerse y hacer ejercicio. Así, a principios de noviembre, la gente de
la casa le organiza una jornada de cacería en las colinas cercanas. Mata en
ella una docena de becadas que enriquecerán las vituallas habituales.
En esa época su salud mejora de m anera tan notoria, escribe a un co
rresponsal el 19 de abril de 1931, que vuelve a estar en condiciones de
trabajar. Pero debe ocuparse de la Oposición alemana, desgarrada por una
inf^/rla explosiva de divergencias políticas y rencores personales, de los
que hay que hacer completa abstracción, según dice a uno de sus dirigen
tes, Kurt Landau, en una carta del 21 de abril. Ese mismo día invita a otro
alemán, Well, a "oponer una firme resistencia a los aficionados a ios plei
tos” que este Well, agente de la g pu , promueve, lo cual empuja a cinco di
398 TROTSKI
haciendo fila para conseguir carne (en conserva) y pescado (que falta por
completo). Además, los sindicatos no se ocupan en absoluto de la defensa
de los intereses económicos de los trabajadores [...], el salario real baja
[...], mientras que la productividad laboral se eleva vigorosamente .4
4 "Ja lettre de Lom inadze á Orjonikidzé sur la situation d e s ouvriers ct des paysans du
C aucase en 1930", en Cahiers d u m ouvcm ent ouvricr; m'nn. 5, m arzo de 1999, pp. 15 y 16.
400 TROTSKI
trem os del abanico político. Pero nada garantiza que se unirán a los co
munistas. Además, como lo ha demostrado la Italia de 1920, una situación
revolucionaria desperdiciada o agotada desemboca en el fascismo, al lan
zar a la pequeña burguesía en brazos de éste y desmoralizar y paralizar a
la clase obrera.
La dirección del k p d disimula su rechazo de la unidad con los social
demócratas -cuyos dirigentes tampoco la quieren- contra Llitlei detrás de
baladronadas como "Después de Llitler, Thálm ann”. El com unista Rem-
melé pretende que la llegada al poder de los fascistas facilitará la concre
ción de la unidad obrera que ha de barrer con todo. ¿La victoria de los
fascistas apresuraría, pues, el ascenso de los com unistas al poder? Es la
política de lo peor. Ante esa ceguera, Trotski lanza una doble advertencia
que el futuro lia de confirmar, pero que por entonces ningún miembro de
los círculos dirigentes tom a en serio. En primer lugar, "la victoria del fas
cismo en Alemania determ inaría inevitablem ente u n a guerra contra la
u r s s ". En segundo lugar, "la llegada de los nazis al poder ocasionaría el
Desde hace meses, Trotski aconseja a Zina, que escupe sangre cada vez
con mayor frecuencia, que viaje a Berlín para someterse a un tratam iento
que en Turquía no pueden proporcionarle. El consejo está bien fundado,
pero Zina ve en el la voluntad de descm baicizaisc de ella, laiuu más
cuanto que Trotski insiste en que, una vez sanados sus pulmones, regrese
a Moscú, donde, cree, recuperará el equilibrio. Celosa, agrede a Natalia y
el entorno de su padre, quien cuenta a León Sedov, por entonces en Ber
lín, esas escenas en las que ve una manifestación de "histeria" y "psicosis".
Su irritación explota en las cartas a su hijo, m uy pronto atrapado entre el
nerviosismo de su padre y las quejas de su media herm ana, que obtiene
una visa para viajar a la capital alemana en noviembre de i 931. Zina deja
en Prinkipo a su hijo Sieva y se m archa a Berlín. Trotski sugiere a Sedov
no ponerla en contacto con los militantes, pues debe regresar a la u r s s . El
^¿pectáculo de las chillonas bandas fascistas que recorren la ciudad estre
mece a Zina; la desavenencia con su herm ano León, que se ocupa de ella
pero la m antiene al m argen de la actividad política, la hiere, y la indiferen
cia que reprocha a su padre la tortura. Además, acosa a Trotski con cartas
impregnadas de su rencor celoso para con Natalia.
El aparato del Partido Comunista ( p c ) soviético, atemorizado por la do
ble crisis, interior (los estragos de la colectivización y el odio de millones
de campesinos) y exterior (el ascenso del fascismo), tiende a distanciarse
de Stalin, que permanece m udo durante toda la XVII Conferencia del par
tido (30 de enero a 4 de febrero de 1932), así como en las dos reuniones
ulteriores del Comité Central. A su m utism o responde el silencio glacial
con que lo reciben los apparatchiks cuando entra al teatro Bolshoi el 23 de
febrero de 1932, signo de un espíritu de revuelta que en tiempos de crisis
puede llegar a ser explosivo. Stalin golpea. Su primer blanco es Trotski. Un
día de 1911, Lenin, enfurecido contra la voluntad de éste de unir todas las
corrientes de la socialdemocracia rusa, escribió un artículo titulado "El rojo
de la vergüenza de Iudushka Trotski". Iudushka Golovlev es un personaje
charlatán, hueco y jactancioso del novelista ruso Saltikov-Schedrín, con el
que Lenin compara irónicamente a Trotski. Lenin no publica su artículo y
lo relega a los archivos. Stalin lo saca de éstos y lo publica en Pravda del 21
de enero de 1932, en ocasión del ociavo aniversario cié ia m uerte de su
autor. Y m anipula las palabras. El Iudushka del novelista ruso, de charla
tán y vanidoso, se transforma mediante un juego con su nom bre de pila en
"Pequeño Judas". Nace así la leyenda de un Trotski calificado de traidor por
Lenin. Sólo es el comienzo, m odesto si se lo compara con lo que va a se
guir. Sin esperar, el 20 de febrero Stalin despoja a Trotski y su familia de la
ciudadanía soviética. Quienquiera que lo reivindique o se escriba con él
será en lo sucesivo un r,cer.tc
o
del extranjero y por ln tantn un naria. Ese
J J r x
8 León Trotski, "Et m a in te n a n tr , e n í c r ii s , i5 2 o -¡5 -iC , vol. 2, c y c it, 209 [trad esn.:
"¿Y ahora? Problem as vitales del proletariado alem án” e n La lu d ia contra e l fascism o.. .,
op. cit.\.
406 TROTSKI
rista cuyo primer objetivo era "apartar por todos los medios a Stalin y sus
auxiliares más allegados". En segundo lugar, Trotski hablaba de la necesi
dad de "agrupar todas las fuerzas antiestalinistas con vistas a esta lucha ".12
Es bastante justo... con la salvedad de dos matices: a "apartar a Stalin"
Vyshinski agrega "por todos los medios", y lo acusa así de haber querido
asesinarlo; al hablar de reagrupam iento de "todas las fuerzas antiestalinis
tas", suprime la precisión "del partido" y sugiere que Trotski quería reunir
a todos los adversarios del régim en, incluidos m onárquicos y fascistas.
Matices que no son poca cosa...
En septiem bre, en Alemania, Von Papen dism inuye por m edio de
una ordenanza las presiaciones sociales, elimina las convenciones colec
tivas y los convenios salariales y otorga reducciones impositivas a la pa
tronal, que, sin embargo, no se siente del todo satisfecha con ese regalo.
Una ola de huelgas se desencadena entonces en todo el país y, hecho
poco habitual, tres de cada cuatro de ellas concluyen con una victoria.
La patronal se inquieta. El Reichstag desaprueba con un voto masivo de
desconfianza a Von Papen, que lo disuelve y convoca a una nueva elec
ción, la quinta desde principios del año. En Berlín, trabajadores tranvia
rios com unistas y nazis participan codo a codo en una huelga del trans
porte condenada por la dirección socialdem ócrata del sindicato. Es el
frente único al revés.
Las relaciones de Trotski con la actividad de la Oposición en la u r s s ,
de cuya organización técnica se ocupa León Sedov, se distienden luego
de que en febrero Stalin lo despoja, como a su familia, de ia nacionalidad
soviética. Kristian Rakovski, que dirige esa actividad desde su exilio en
Barnaul, en los m ontes Altai, m antiene lazos cada vez frágiles debido a
los golpes de la represión. Sin embargo, los sentim ientos de oposición al
régim en de Stalin crecen, sofocados, en el país. En consecuencia, la g p u
debe golpear. A principios de septiembre de 1932 arresta a los 23 miem
bros de la Unión de los Círculos Marxistas Leninistas de Riutin, y en fe
brero de 1933 hace otro tan to con los 83 adherentes al grupo de Iván
Smirnov, bajo el pretexto de la "lucha contra el trotskismo".
Esa "lucha" no va a dejar de ampliarse y extenderse hasta el asesinato
de Trotski. El emigrado ruso Baranetski explicará con claridad por qué en
1938: "Cada comunista es de hecho u n trotskista potencial. Y la consum a
ción efectiva (y no sólo aparente) de la lucha contra el trotskism o sólo
puede alcanzarse si se corona con el propio Partido Comunista". Por consi
guiente, los adversarios más peligrosos de Stalin se encuentran, prosigue,
"dentro del partido m ism o ".13 Todo com unista, aunque haya apoyado y
apoye a Stalin contra Trotski, sigue apegado en sustancia al sistema social
originado en la revolución y puede aspirar a extenderlo: el entusiasm o de
millares de jóvenes com unistas deseosos de participar en España durante
la revolución de 1936 lo atestiguará de m anera esclarecedora. Todo co
munista, por lo tanto, es sospechoso de ser un adversario potencial de la
casta burocrática y corre el riesgo de ser expulsado, detenido, condenado,
deportado o fusilado bajo el rótulo de "trotskista", aunque lo rechace.
En septiembre de 1932, los estudiantes socialdem ócratas daneses in
vitan a Trotski a dictar una conferencia en Copenhague por el aniversa
rio de la Revolución Rusa. Trotski ve en esa invitación la oportunidad de
salir de su reducto turco y hace varias gestiones ante el gobierno socialde-
mócrata de Dinamarca para obtener una visa de estadía. En vano. Copenha
gue le otorga u n a visa de ocho días y París, u n a de tránsito.
Antes de partir, Trotski redacta su último folleto consagrado a Alema
nia, "El único camino", hn una reiteración del m u l o de uno de sua artícu
los anteriores, previene que "el advenim iento del fascismo en Alemania
|...J provocará inevitablem ente la guerra contra la UR SS ''. 14 A nuncia la
caída próxima del gobierno de Von Papen y su remplazo por el candidato
del ejército alem án, Von Schleicher, al que pronostica cien días como
máximo, toda vez que el ejército no puede bastar para poner el país a paso
acompasado .15 La previsión se realizará punto por punto. Por prim era vez,
antes de tornar, a las nueve de la noche, el tren hacia Brindisi, donde llegan
el día siguiente a la mañana. Embarcan entonces en el vapor italiano Adria
y el 11 están en Estambul. A lo largo de todas estas tribulaciones, Trotski
se m uestra "sombrío y taciturno". Pero en Prinkipo la vida retoma su curso
habitual, y él vuelve a trabajar con energías renovadas.
En Alemania, en las elecciones de noviem bre de 1932, los nazis pier
den 2 millones de votos, y los socialdemócratas 600 mil, ganados por los
comunistas. En conjunto, estos dos últimos partidos cosechan un millón y
medio de votos más que los nazis. En Berlín, los com unistas han obtenido
el 37,7% de los sufragios, y los socialaem ocratas el 23,8% (en total, el
S!,5%), contra el 23,2% de los nacionalsocialistas, cuya pérdida de veloci
dad anuncia un declive próximo si no llegan al poder. Una crisis se incuba
en ese partido, que Ilitler sofoca por m edio de la expulsión del líder de su
ala plebeya, uno de los herm anos Strasser. El 2 de diciembre, el canciller
Hindenburg pone el gobierno en manos del general Von Schleicher, en lo
que es la últim a tentativa de encontrar un hom bre m enos costoso que
Hitler y sus bandas voraces. Von Schleicher procura apoyarse en la social
democracia, deroga las ordenanzas antisociales de Von Papen e intriga
con el "ala izquierda" nazi de los herm anos Strasser. Fracasa. El núm ero de
desocupados roza los 8 millones. El gran capital, hasta aquí titubeante, se
decide a propulsar a Hitler al poder.
Trotski tiene la sensación intolerable de no contar, para implementax
la política de unidad que pueda poner u n obstáculo a Hitler, con la orga
nización capaz de traducir en actos el sentim iento profundo de los obre
ros socialdemócratas y comunistas. Esta tensión explica los reproches con
que abrum a a su hijo. En una carta a su madre, León Sedov se quejará de
ser en este caso el "chivo emisario" de dificultades centuplicadas por la
infiltración masiva de la g p u en la Oposición alem ana. En diciembre de
1932, sus agentes provocan en ésta una segunda escisión, y poco después,
en enero de 1933, publican un falso núm ero de Die Permanente Revolu
tion. reproducido de inm ediato por Die Rote Fahne, y donde se proclama
"la quiebra de las perspectivas de Trotski en relación con Alemania y la
Unión Soviética", se lo denuncia como un saboteador del m ovim iento
obrero" y se anuncia la adhesión de la Oposición, disuelta, al Partido Co
m unista. Al final del texto se encolum nan centenares de firmas de mili-
414 TROTSKI
cualquier som bra de sentido político". En enero de 1933, Trotski creía que
su hija habría podido recuperar una “situación normal" en la u r s s , la evo
lución terrorista del estalinismo, embrionaria, todavía no deja presentir a
nadie, ni siquiera en el país, el siguiente paso de la represión, que se trans
formará en derramam iento de sangre.
En Alemania, el desenlace se aproxima. El 7 de enero, los m agnates de
la economía alemana y los líderes nazis se reúnen. Los nacionalsocialistas
anuncian su decisión de desfilar por el corazón de la Berlín roja el 22, de
lante de la casa Karl-Liebknecht, sede del k p d , cuyos dirigentes invitan a
sus militantes a acosar al prefecto de policía de la ciudad con telegramas
de protesta; en resum en, a combatir al nazismo con papel. El 22, las hor
das de las Stunnabteilung (s a ), las primeras tropas de choque del partido,
desfilan triunfantes frente a la sede del k p d , que prohíbe a sus militantes
responder a la provocación. El 28, Von Schleicher renuncia. Hitler lo hará
asesinar en junio de 1934.
El 30 de enero de 1933, el mariscal Hindenburg, elegido en 1932 presi
dente del Reich con los votos de los demócratas cristianos y los socialde
mócratas para poner freno a Ilitler, nombra a éste canciller de la nación a
la cabeza de un gobierno de coalición con Von Papen y Alfred Hugenberg,
el jefe de la liga paramilitar de los Cascos de Acero. A la noche, los miem
bros de las SA, borrachos, invaden los barrios obreros de Berlín y dan inicio
a una cacería de rojos. Para la Internacional Comunista, la llegada al poder
del nazismo expresa la crisis última del capitalismo y anuncia su convul
sión final y la victoria próxima de la revolución. El Io de febrero, Hitler di
suelve el Reichstag; Die Rote Fahne clama al día siguiente: "Hitler gobierna,
pero el com unism o avanza”. En u n a palabra, todo está m uy bien. Ese
mismo día, sin embargo, la policía irrumpe en la casa Karl-Liebknecht. El 4,
un decreto prohíbe toda crítica contra el gobierno. El 5, Trotski señala el
carácter inestable y efímero de la coalición gubernam ental, que asocia a
los jefes nazis, titulares de cargos secundarios con la excepción del propio
Hitler, la r *marillfl dr> propietarios animada ñor la esüeranza de disponer
a su antojo de las bandas fascistas. Convencido de que el nom bram iento
de Hitler es u n golpe m uy duro a la clase obrera y un desafío que provo
cará al menos "una serie de reacciones dispersas" del proletariado, por en
tonces Trotski no ve en el, por lo tanto, una derrota irremediable.
416 TROTSKI
18 León Trotski et al., "L'Opposition de g a u c h e in tem ation ale, se s taches, ses m éth o-
d e s ', en R odolphc Prager (comp.), Les Congres de la Qtiatricmc Internationale: manifestes,
tliéses, résolutions, París, La Breche, 1978, vol. 1, pp. 61-63 [trad. esp.: "Tarcas y m étod os
de la O posición de Izquierda Internacional", en Escritos de León Trotski, op. cit.}.
CÓMO COMBATIR EL FASCISMO 417
La victoria de Hitler hace tam balear los cimientos del movimiento obrero
internacional. En febrero, una decena de organizaciones socialdemócratas
de izquierda han convocado para fines de agosto una conferencia m u n
dial contra el fascismo. El 14 de marzo de 1933, Trotski constata el h u n d i
m iento sin verdadero combate del "proletariado más Doderoso de Europa".
Es cierto, la socialdemocracia ha com etido una traición, pero la Interna
cional Comunista, creada para liberar a los obreros de su influjo, h a hecho
que "el proletariado alem án [se viera] im potente, desarmado, paralizado
en el m om ento de la mayor prueba histórica”. Anuncia, además, otra ca
418 TROTSKI
19 León Trotski, “Lettre á J. Frankel (12 avril 1933)", en (Euvres, vol. 1 , París, Institut
Léon Trotsky, 1978, p. 131.
2,1 León Trotski, 'T:xplic ation pour des ru m eurs”, en Clluvrcs, vol. 1, op. cit., p. 176 [trad.
esp.: "Una explicación", en liscritos de León Trotski, op. cit.].
CÓMO COMBATIR EL FASCISMO 419
tica im plem entada por la dirección del k p d [...] antes y durante la toma
del poder por el fascism o ".23 Sólo el PC checo refunfuña u n poco, pero
luego se alinea con los demás. La victoria del nazismo conforta a Stalin
pues em puja al aparato a cerrar filas en torno del jefe y brindará, por pa
triotism o soviético, el pretexto para la adhesión de oposicionistas hasta
entonces irreductibles.
En Moscú, Stalin interrumpe el exilio de Zinóviev y Kámenev y los rein
tegra al partido contra la firma de una declaración de obediencia en la cual
ellos confiesan sus errores y reconocen el genio de aquél, persuadido por
su parte de que no creen una palabra de lo que escriben. Pero, por el mo
mento, le son útiles. La agencia Tass informa el 22 de mayo de lo sucedido.
Es una respuesta al llamamiento de Trotski, que no encuentra eco alguno
en las altas esferas, agrupadas alrededor de Stalin a causa del temor.
En Alemania, el Partido Socialdemócrata y el Partido Com unista se
descom ponen a toda marcha. Ernst Thálm ann es entregado a la Gestapo
por sus propios guardaespaldas. Si el 23 de marzo los diputados socialde
mócratas niegan los poderes especiales a Hitler, votados por el centro ca
tólico, a fines de abril, los sesenta diputados socialistas a ú n en libertad
aprueban por unanim idad la política exterior del Führer y, el 30, rompen
con Ja Internacional Socialista, culpable de criticarlo. El 19 de junio, el Co
mité de Dirección del Partido Socialdemócrata separa a sus miembros ju
díos. El 24, Hitler lo disuelve. El pequeño Partido Socialdemócrata de Iz
quierda, el sap , se pronuncia en junio de 1933 por u n nuevo partido y una
nueva Internacional.
Las preocupaciones políticas no impiden a Trotski sumergirse en la li
teratura francesa. Así, lee Viaje al fin de la noche, de Céline, novela sobre
la cual escribe, el 10 de mayo de 1933, uno de los análisis más pertinen
tes. En tanto que m uchos periodistas ven en ella una obra de crítica revo
lucionaria, él destaca a la vez la potencia artística de la novela y su ambi
güedad social: "Revolucionario de la novela [...], Céline estrem ece de
arriba abaio el vocabulario «)<> la literatura francesa [...]. No s¿ propone en
23 C om m u nist International, vol. 1 1, núm . 8 , 1 de m ayo de 1933; León Trotski, "II faut
un non vean parti e n Allemagne", en CEuvrcs, vol. 1, op. c it, p. 4 9 [trad. esp.: "¿Partido
C om unista alem án o partido nuevo? (i)", en Escritos d e León Trotski, op. cit.}.
CÓMO COMBATIR EL FASCISMO 421
modo alguno lanzar una acusación sobre las condiciones sociales en Fran
cia". Tiene "una visión pasiva del m undo [...], sin aspiraciones con res
pecto al porvenir [...]. Al rechazar no sólo lo real, sino tam bién lo que po-
uiía sustituirlo, el ¿rtista sostiene el orden existente”. Trotski descubre en
el Viaje... una disonancia que "debe resolverse: o el artista se adapta a las
tinieblas, o verá la aurora ".24 Se adaptará a las tinieblas y a Pétain.
Desde junio de 1933, Trotski analiza el nazismo como un sistema po
lítico de "pequeño burgués enfurecido”, "materialismo zoológico [alimen
tado] de explosiones de antisemitismo"; pero "el fascismo deja el sistema
social (es decir las relaciones de propiedad) intacto". El racismo nazi "ha
conducido a la política de los bajos fondos de la sociedad [...], pero es la
dictadura más implacable del capital monopolista", cuyas necesidades ex-
pansionistas Hitler quiere satisfacer mediante la preparación de la guerra.
Debe, por tanto, quebrar toda resistencia interna y concentrar la totalidad
del poder en sus m anos. Trotski predice: "El plazo que nos separa de una
nueva catástrofe europea está determ inado por el tiem po necesario para
el rearme de Alemania. No se trata de meses, pero tam poco de decenas de
años. Algunos años bastarán para que Europa vuelva a precipitarse en la
guerra, si H itler no es detenido por las fuerzas in tern as de la propia
Alemania ".25 La u r s s será la primera amenazada.
El 5 de mayo de 1933, Berlín y Moscú han renovado el tratado de Ra-
pallo de 1922 sobre la cooperación comercial entre los dos países. Ese
acuerdo, destaca Trotski, no puede sino "ejercer una influencia funesta
sobre el estado de ánim o de los obreros alemanes", pero se niega a ver en
él una traición. Tras la victoria de Hitler, la relación de fuerzas es desfavo
rable para la URSS. En cuanto Estado, ésta debe transigir. Pero Sialin imple
m enta frente al nazism o una política dictada a la vez por la ceguera y el
intento de encontrar un entendim iento con Hitler, en caso de necesidad.
De tal modo, en octubre de 1933 se opone a que el k p d boicotee el refe
24 León Trotski, "Céline et Poincaré", en Littérature etrévolu tíon , París, U n ion genérale
d'editions, 1974, col. 10-18, pp. 420, 432 y 433 [trad. esp.: "Céline y Poincaré", en Litera
tura y revolución. Madrid. Akal. 1979],
25 León Trotski, "Q u'est-ce q u e le national-socialism e?", en iicrits, 1 9 2 8 -1 9 4 0 , vol. 3,
op. cit., pp. 394, 3 9 8 y 3 9 9 [trad. esp.: “¿Qué e s el nacionalsocialism o?” en L a lucha contra
el fascism o..., op. cit.].
422 TROTSKI
26 Iósif Stalin, üiuvres com pletes (en n iso), vol. 13, pp. 293 y 303.
27 León Trotski, CEuvres, vol. 7, París, Instiliit Léon Troisky, 1980, p. 160.
X XII. El fin de una época
1 I.cón Trotski, “A d icux a Prinkipo", en Cliuvres, vol. I, París, in stitu í Léon TioLsky,
1978, p. 265 [trad. esp.: "Adiós a Prinkipo. P áginas de un diario", en Escritos d e León
Trotski, Bogotá, Plum a, 1976],
-i
424 TROTSKI
3 León Trotski, "II est im p ossíb le de rester dans la raém e in tem ation d le que Staline,
M anuilsky, L ozovsky et Cíe.", e n Cliuvres, voi. 1, op. cit., pp. 28u -2»4 ¡trad. esp.: 'Es im p o
sible perm anecer en la m ism a 'Internacional' con M anuilski, L ozovski y com pañía. Una
conversación", en Escritos d e León Trotski, op. cit.].
426 TROTSKI
disparos por todas partes: ilos cazadores! Hay caza de aves, codornices,
etc. Eso no me dice nada en absoluto".4
La prensa francesa anuncia entonces su instalación en Royat, en el
Puy-de-Dóme. Esta falsa noticia, originada en u n rum or acaso inspirado
por la policía para despistar a los curiosos, suscita fantásticas especulacio
nes. Trotski habría ido a Francia con toda su familia para intentar obtener
de Litvínov, comisario de Asuntos Exteriores, y de Surits, el em bajador
soviético en Turquía, u n ex menchevique que está haciendo una cura en
Royat, un medio para volver a la u r s s . Pero Litvínov, siempre según esas
especulaciones, se habría negado a recibirlo.
Desde su llegada a Saint-Palais, Trotski recibe a num erosos visitantes.
Además, en una de las habitaciones hay una cama improvisada para ellos.
Las visitas se organizan de acuerdo con un complicado guión, destinado a
respetar el incógnito que las autoridades exigen y que Trotski tiene m u
cho interés en preservar. Es necesario evitar que los dirigentes del Partido
Comunista francés, y sobre todo de la GPU, conozcan su dirección. En ge
neral, como en el caso del militante socialista británico Charles Smith, los
visitantes son conducidos a la estación de M ontparnasse, donde se los
pone en un tren cuyo destino final ignoran; se los invita a bajar en u n lu
gar y un momento fijados de antemano, son reconocidos por un militante
que tiene su descripción, instalados en otro tren o en u n automóvil y, a su
llegada, "secuestrados" para entablar una larga discusión con Trotski, en
la que éste los acosa con más preguntas que respuestas. Trotski sale m uy
poco de la villa. La historia (oficial) de los servicios secretos soviéticos sos
tiene, sin embargo, que sale todos los días acom pañado de una decena de
guardaespaldas para ir a beber uno o dos vasos de agua mineral a la esta
ción termal, inexistente, de Royan. ¡En 1997, los agentes de los servicios
rusos siguen confundiendo esta ciudad y la estación term al de Royat, a
5 kilómetros de Clermont-Ferrand, que Trotski jamás pisó!5 Sus revelacio
nes, por tanto, deben manejarse con prudencia.
4 León Trotski y Natalia Trotski, Conespondcmce, 1933-1938, París, Gallimard, 1980, pp.
¿.d, ¿6, y u itrau. tsp.i C^oi'i'tspoiidciiciu (19^>3-193SJ, i*!cx¡cg, N lícvu 1P®1].
5 Y evgeni M. Prim akov c t a l, O cherki istori rosiskoi vneshnei razvedki, vol. 3: 19 3 3 -
1941, M oscú, M ezhd unarodn ye O tnoshcnia, 1997, pp. 8 5 y 86 .
428 TROTSKI
s León Trotski, "La revolu tion étran glée”, en L ittém h irc c t révolution, París, U n ion ge-
nerale d'éditions, 1974, pp. 379 -3 9 2 [trad. esp.: "La revolución estrangulada", en L itera
i iu u y revulución, Madrid, Alca!, 1979].
9 André M alraux, "Trotsky”, e n Cahiers León Trotsky, núm . 12, diciem bre de 1982, pp.
79 y 87.
430 TROTSKI
101.cón Trotski, "Sur u n e interview d'André Malraux", en Cliuvres, vol. 13, París, Instituí
I.éon Trotsky, 19S2, p. 50 [trad. esp.: "Declaración a la prensa sobre Andró Malraux", en
liscritos d e León Trotski, op. cit,].
11 León Trotski, Journal d'exil: 1935, París, Gallimard, 1977, p. 122.
EL FIN DE UNA ÉPOCA 43]
alquilado una villa de dos pisos, llam ada Ker-Monique, en el borde del
bosque, a la salida de la ciudad.
No bien llegado a Barbizon, se consagra a la redacción de la Vida de
Leni?i que ha prometido a un editor estadounidense, pero la proximidad
de París le perm ite sobre todo, con abundancia de precauciones, ocuparse
directam ente de la Liga Com unista y del reagrupam iento internacional
esbozado en la conferencia de agosto de 1933. En promedio, viaja una
vez por semana a la capital, de incógnito -p ara que no lo reconozcan, se
ha afeitado los bigotes y la perilla y al peinarse se pone una espesa capa
de gom ina-, y puede participar de las discusiones y reuniones. Así, toma
parte en la asam blea plenaria de la Liga Com unista Internacional el 18 y
19 de noviembre de 1933. A fines de diciembre, pasa tres días en París en
u n pequeño apartam ento abuhardillado que los padres de la filósofa ca
tólica Simone Weil han prestado a ésta. Allí se celebra una nueva confe
rencia de los Cuatro. Trotski insiste en que el trabajo realizado para la
construcción de la IV Internacional ha sido hasta el m om ento propagan
dístico y no ha llegado a resultados tangibles en el plano de la organiza
ción. Hay que consagrarse a ello. Considera como u n sinsentido el hecho
de proclamar "algo que no está maduro" y afirma su voluntad de no for
zar nada ni a nadie, pero la discusión es intensa. Jakob Walcher, miembro
alem án del s a p , pone en entredicho el poder personal de Trotski entre
sus partidarios. Sólo se trata de un pretexto recurrente para disimular un
desacuerdo sobre el fondo de la cuestión. En realidad, los dirigentes de su
partido no quieren rom per con las diversas organizaciones intermediarias
entre las dos Internacionales existentes; la m ás poderosa de ellas, el Par
tido Obrero noruego, después de haber abandonado la Internacional Co
m unista en 1923, se acerca a la Internacional Socialista. La insistencia en
el autoritarism o atribuido a Trotski no hace sino encubrir esa voluntad
de conciliación.
En esa misma época se celebra en Leipzig el llamado proceso "de los
incendiarios del Reichstag”, que term ina con la absolución de los tres co
munistas búlgaros, Dimitrov, Popov y Tanev, y el com unista alemán T o -
gler, y la condena a m uerte del holandés Van der Lubbe, el único autor
del incendio. El corresponsal de Frauda en París, Mijaíl Kolíscv, ex m en
chevique, denuncia una presunta colusión entre los trotskistas y los nazis,
432 TROTSKI
Afeitado con cuidado, el pelo gris, tostado por su estadía en el sur de Fran
cia, también se sentía cómodo en su viejo papel de revolucionario en el exi
lio, acaso más de lo que lo estaba en los tiempos en que comandaba el Ejér
cito Rojo. Se mantenía muy erguido, como si aún llevara el uniforme (...]; la
simplicidad de su comportamiento y la energía con que se había consa
grado a sus nuevas tareas me impresionaron profundamente.13
12 León Trotski, "A la veillc du XVIIe congrés: les congrés bolch eviq u es, hier et
aujourd'hui", en Qítivres, vol. 3, París, Instituí Léon Trotsky, 1978, p. 203 [trad. esp.: "En
vísperas del deciincGcptúiiG coügicsu", c u ilscriios de León iroiski, op. cit.J, y "La signifi-
cation de la lutte contre le 'trotskysme'", en CEuvres. vol. 19 París, Instituí Léon Trotsky,
1985, p. 42 [trad. esp.: "¿Que significa la lu ch a contra el trotskismo?", en Escritos de León
Trotski, op. cit.].
11 Ruth Fischer, "Trotsky a París, 1933", en C ahicrs Léon Trotsky, núm . 22, ju n io de
1985, p. 61.
EL FIN DE UN A ÉPOCA 433
Por lo tanto, "Stalin ha vencido a Rakovski gracias a Hitler". Hay que dar
vuelta la página: "En Rakovski deploram os al amigo político perdido,
pero no nos sentim os debilitados por su defección [...]. Por fortuna, no
tenem os tiem po para lam entarnos por n u estro s am igos perdidos, aun
cuando se trate de compañeros de treinta años de lucha ".15 No obstante,
poco después, en un gesto de despecho, entrega a Van Heijenoort la foto
grafía de Rakovski y le pide que la quem e. En cambio, compara la adhe
sión de Sosnovski con la de Preobrazhenski: los dos hom bres "cierran los
ojos a la situación m undial. Sólo esto les perm ite reconciliarse con la
perspectiva nacional de la burocracia soviética". De ello extrae una con
clusión m ás general: "De ahora en más, la luz vendrá de Occidente y ya
no de O riente ",16 es decir que en lo sucesivo el foco de la revolución se
t u Htiroj??..
La herida, empero, nunca cicatrizará. Catorce meses después, el 22 de
marzo de 193F5, anota en su diario: "En el fondo, Rakovski era mi último
lazo con la antigua generación revolucionaria. [...] Ahora, no queda nadie.
La necesidad de intercam biar ideas, debatir juntos las cuestiones, ya no
encuentra satisfacción desde hace m ucho ".17 Los cuadros trotskistas de Eu
ropa y otros lugares, en efecto, no han podido llevar una actividad de opo
15 León Trotski, "Que signifie la capitulation de Rakovsky?", en CEuvres, vol. 3, op. cit.,
pp. 3 0 9 y 3 1 0 [trad. esp.: "El significado de la ren dición de Rakovski", en Escritos de León
Trotski, op. cic.j.
" Ibid., pp. 3 0 8 y 3 10.
17 León Trotski, Journal d'exil..., op. cit., p. 74.
43 6 TROTSKI
sición más que a una escala de algunas decenas o centenares de hom bres
m ientras que los revolucionarios de 1917 vivieron una sucesión de acon
tecimientos gigantescos: la caída de la II Internacional, la Primera Guerra
Mundial, las dos revoluciones rusas, la tom a del poder, la guerra civil, la
ola revolucionaria en Europa, la fundación de la III Internacional, la cons
trucción de partidos comunistas de masas. La experiencia de unos y otros
es, pues, de una am plitud y u n a riqueza m uy diferentes. Pero siempre
asoma la nostalgia de la amistad. En 1937, Trotski señalará: "Rakovski es
mi viejo amigo, mi verdadero viejo amigo [...]. Lo fue durante 35 años ’’.18
Inm ediatam ente después del tercer proceso de Moscú, donde Rakovski
está sentado en el banquillo de los acusados', dirá con una simpatía con
dolida: "Se ganaba el corazón de todos por sus cualidades de franqueza,
su gentileza, su hum anidad y su sentido pedagógico ".19
La adhesión de los Sosnovski y los Rakovski obedece, entre otras co
sas, al tem or suscitado por los éxitos del fascismo en Europa, donde, por
doquier, éste destruye los partidos y los sindicatos obreros. Frente a ese
peligro m ortal, la socialdem ocracia francesa se divide. Una m inoría se
acerca al fascismo: los neosocialistas de Marcel Déat han lanzado la triple
consigna de "orden, autoridad, nación" y h an roto en 1933 con la Sección
Francesa de la Internacional Obrera ( s f i o ), en la cual se forma u n ala iz
quierda. Los partidos com unistas que los denuncian como herm anos ge
melos de los fascistas sufren un debilitamiento constante. Esta radicaliza-
ción es m uy clara en España, donde los obreros se afilian por millares al
Partido Socialista y las Juventudes Socialistas para com batir a la derecha
en el poder. Los dirigentes de la Izquierda Com unista española, consti
tuida en 1929 y encabezada por Andreu Nin, reaccionan con desconfianza
e invitan a los militantes socialistas "que se orienten sinceram ente hacia el
camino revolucionario" a organizar la escisión de su partido. Su llamado
cae en el vacío. En abril de 1934, el Secretariado Internacional condena
"ese estado de ánimo de oposición pura, de crítica [...] hoy superada, reac
cionaria y paralizante ".20 En vano.
En Francia, las ligas de extrema derecha se sublevan el 6 de febrero de
1934 en París e intentan tom ar el Parlamento. La Liga Com unista ha re
partido millares de panfletos que llaman a la unidad de todas las organiza
ciones obreras contra el peligro fascista, y el 7 de febrero envía una dele
gación a reunirse con el secretario de la s f i o , Paul Faure, para proponerle
la convocatoria a una m anifestación común. "Es demasiado tarde", res
ponde Faure, "es demasiado tarde, todo ha terminado." Pero la presión de
las masas es más fuerte que el derrotismo escéptico de las cumbres. Las
dos centrales sindicales francesas, la Confederación General del Trabajo
(c g t ) y la Confederación General del Trabajo Unitaria (c g t u ), convocan a
la huelga general el 12 , y la s f i o y el p c a dos manifestaciones separadas
que, al grito de "unidad", se reúnen en la Place de la Nation. Ese 12 de fe
brero, en Austria, el m uy católico canciller socialcristiano Dollfuss di
suelve el Partido Socialdemócrata y los sindicatos libres y apela a los caño
nes para com batir a la milicia socialdem ócrata, la Schutzbund, en los
barrios obreros de Viena. Enterado de la noticia, el jefe del Partido Social
demócrata, Otto Bauer, solloza... y luego huye a toda prisa a Checoslova
quia junto con los demás dirigentes del partido, mientras los soldados del
catolicismo social cañonean a los milicianos socialdemócratas.
En Berlín, dos semanas después, el 27 de febrero a la m añana, el jefe
de la Gestapo, Rudolf Diels, abre la puerta de la celda de Georgui Dimitrov
y le dice: "Queremos tener buenas relaciones con la LTnión Soviética. Si no
fuera así, no lo devolveríamos a M oscú ",21 ciudad hacia la que Dimitrov
parte con sus dos camaradas, Popov y Tanev. Esta liberación es u n a señal
de doble sentido en u n juego diplomático complejo. El envío a la u r s s de
los tres búlgaros, a quienes el rey de Bulgaria se negaba a aceptar en su
país, es u n gesto hacia Stalin, pero Hitler ha anunciado en u n diario in
glés, el Daily Mail del 17 de febrero, su voluntad de respetar el fallo judi
cial de absolución de los acusados. Busca así congraciarse con los líderes
británicos, m uy dispuestos á conceder SUS iaVOIcS a (|UÍ61i v'Gli COíTlO e]
sep u ltu rero del bolchevism o. La d en u n cia cada vez más violenta de
Trotski como agente fascista es u n cam uflaje de la intriga, com pleja y
nada lineal, entre Stalin y Hitler.
En Barbizon, a fuerza de despertar los recelos de la gendarm ería lo
cal, los viajes cotidianos de Rudolf Klement a la calle del I.ouvre term i
nan mal. El 12 de abril, a eso de las 11 de la noche, los gendarm es inter
ceptan a Klement, que se desplaza sin luz en su velom otor, infracción
banal por entonces en el campo, pero que proporciona a aquéllos el pre
texto esperado. Le levantan un acta por "falta de luces". Klement no les
m uestra n in g ú n docum ento de identidad y sólo puede exhibir u n a tar
jeta de circulación del velom otor a nom bre de Van Heijenoort. Los gen
darm es acusan a ese "sucio alemanote" de circular con u n velom otor ro
bado, lo trasladan a la gendarm ería y registran su morral. Descubren en
él cartas dirigidas a Sedov y Trotski desde el extranjero, boletines inter
nos de la Liga Com unista y docum entos en ruso. El fiscal de Melun tele
fonea a París. Se le responde que Trotski ha sido autorizado a residir en
Francia por m otivos de salud, ipero a condición de que se estableciera
en Córcega! El fiscal abre entonces una investigación contra "Klement y
otros bajo la acusación de robo, complicidad y ocultamiento" de un velo
m otor cuya desaparición nadie ha denunciado. El 14 de abril a la m a
ñana, u n grupo de policías encabezados por el juez de instrucción y el
fiscal, acom pañados por un Rudolf Klement esposad"-, ingresa^ a la villa
e interrogan a Trotski como "testigo" en el caso del velomotor. Un policía
que advierte dos revólveres en su escritorio habla de ellos con unos pe
riodistas, que se apresuran a señalar ese inquietante dato. Los diarios fas
cistas y ISHumanité exigen que se limpie el suelo francés de la presencia
de Trotski.
Barrido por los disturbios del 6 de febrero, el radical Daladier ha ce
dido su lug¿ir al ultrarreaccionario Doum ergue, cuyo gobierno incluye en
sus filas al mariscal Pétain, y que encuentra en Trotski un fácil exutorio.
Se lo acusa de no haber respetado sus compromisos de neutralidad polí
tica; a propuesta del radical socialista Albert Sarraut, se anula su autoriza
ción para residir en Francia, y se vuelve a poner en vigencia la orden de
EL FIN Df: UNA ÉPOCA 439
nos paseos, lee, va al cine, responde cartas, trabaja, pero, según Van Heije
noort, la inseguridad de la situación lo pone taciturno e inquieto.
A pesar de ello, en junio de ese mismo año escribe un texto sobre la
guerra inm inente como producto mismo de la crisis económica, finan
ciera, social y política que sacude el m undo. Al tensar al extremo todos los
m ecanism os y todas las contradicciones sociales, la guerra quebranta el
orden existente, levanta a las masas contra él y allana el camino a la inter
vención de éstas. Ese tem or explica las m aniobras dilatorias, las artimañas,
los desacuerdos en el seno mismo de las clases dirigentes, preocupadas o
angustiadas ante la idea de esa am enaza a su dominación. ¡Pero la guerra
necesita de la paz civil, no de reivindicaciones, agitación social o huelgas!
En consecuencia, es preciso amordazar o rom per el movimiento obrero.
Trazando entonces un cuadro de las nuevas relaciones entre los paí
ses capitalistas, Trotski presenta un análisis de los vínculos entre Estados
Unidos y el resto del m undo, en particular Europa, que aún es de actuali
dad: "Su balanza comercial es desfavorable, el dólar baja, las deudas que
dan impagas. La superioridad de Estados Unidos debe expresarse en nue
vas formas, cuyo camino sólo la guerra puede allanar ".22
Maurice Dommanget, responsable de la Federación de la Enseñanza
de la cc-TU, la pequeña federación unitaria de docentes, propone a Trotski
a comienzos de julio alojarlo de m anera provisoria en lo del m aestro Lau-
rent Beau, en Domeñe, a unos 10 kilóm etros al este de Grenoble, cuya
casa de tres pisos, en un extremo del burgo, da directam ente a los prime
ros contrafuertes de los Alpes. El 12. de julio de 1934, Trotski se instala
allí, sometido a condiciones de aislamiento bastante rigurosas: no podrá
recibir ninguna visita, su correspondencia será vigilada, no deb^ hacerse
n otar por la población de la aldea. El inspector Gagneux, que lo acom
paña desde el comienzo de sus peregrinaciones forzadas, tam bién se ins
tala en el burgo para controlar el cum plim iento de esas garantías. Trotski
se convence rápidamente de que el prefecto francm asón del Isére cuenta
con la pertenencia de Laurent Beau a la francm asonería üara velar por la
■ kijam'i, /vi'Cíiivo i:biíual j\uáo lic IiisLOiIci Social y Politice», íuiiJiO ir.vcntnric - f.\
lpgnjo 187, folios 1 7-19; "I.mte contre le fascisnie et front u n iq u e en A llem agn e en 1933-
1934", en C ahicrs d u m ouvem cnt onvrier, n ú iii.l, abril de 1998, pp. 18 y 19.
442 TROTSKI
ñero. A lo largo de todas esas tribulaciones, este último 110 ha podido es
cribir ningún artículo para vender, por lo cual se encuentra en una situa
ción m uy delicada. "Por eso", escribe Van Heijenoort, "hubo pleitos por la
parte que cada uno debía pagar. Durante un tiempo, las relaciones fueron
m uy tensas. Trotski y Beau ya no se hablaban .”24 Los Trotski residirán 11
meses en la casa de Laurent Beau. En su diario, Natalia m enciona el en
torno amisioso de la familia. Trotski, por su parte, pretende que su vida en
Dom eñe no se distinguía m ucho de la de los presos en la cárcel, entre
cuatro paredes y sin compañía. Además, el dueño de casa le desagrada. El
12 de febrero de 1935 anota: "No hay peor criatura que el pequeño bur
gués que hace acopio de bondad; nunca tuve la oportunidad de observar
ese tipo de tan cerca como ahora ".25
Su aislamiento, en el m om ento mismo en que la crisis política y social
francesa se profundiza, lo carcome. En la práctica, el único contacto que
tiene con la vida es, señala, a través de los diarios y las cartas. (Jomo su
diario puede caer en m anos de la policía, de hecho cam uña una parte de
la realidad. Con todo, Henri Molinier consigue que el prefecto autorice a
un joven profesor, Alexis Bardin, francmasón como él (lo cual tranquiliza
al funcionario) y m iem bro de la s n o y de la com isión ejecutiva de la
Unión Departamental de la CGT, a visitar ai proscrito. Por otra parte, gra
cias a Laurent Beau, Trotski se reúne el 8 de agosto de 1934 con varios
dirigentes nacionales de la Federación Unitaria de la Enseñanza (pertene
ciente a la c g t u ), todos ellos ex m iembros del Partido Comunista, que se
m antienen al m argen de la actividad de los "bolcheviques-leninistas” fran
ceses. Trotski les propone combatir por la reunificación de la c g t y la c g t u
e ingresar a la sr io, donde se desarrolla un ala izquierda. Sus interlocuto
res desechan ambas propuestas. Su federación sindical de 5 mil afiliados
es su única preocupación. Dos años después, en una carta a Víctor Serge,
que le aconsejaba discutir con ellos, Trotski hará un amargo y severo ba
lance de esos encuentros infructuosos. "Tuve interminables conversacio
24 Jean van H eijenoort, Sept ans au prcs d e I con Trotsky: de P rin kipo á Coyoacán, París,
I.es I.etlres nouvc-lles/Roberi Lafiont, 197o, ¡ i ¡f> [iraú. esp.. Con Trotski, d e P rinkipo a
Coyoacán. Testimonio d e siete años d e exilio, M éxico, N u eva Im agen, 1979].
23 León Trotski, Journal d 'e x il.., op. cit., p. 41.
EL FIN DE UNA ÉPOCA 443
nes con ellos [...]. Solían irse por la tangente, y encontraban para ello mil
pretextos [...]. Son pequeños burgueses hasta la m édula ."26
En cambio, conquista rápidamente al joven Bardin. Por su intermedio,
influye sobre los dirigentes de la Unión Departamental de la cgt del Isére y
los jóvenes socialistas de este departamento, quienes, en junio de 1935, se
solidarizarán con los 13 simpatizantes trotskistas del Sena expulsados por
la dirección de la s f i o , suerte que tam bién Bardin conocerá en diciembre.
Trotski recibe asimismo la visita de Marceau Piveit, por entonces miembro
de la tendencia de izquierda de la s f i o denominada "Batalla Socialista”, fa
vorable al frente único con el Partido Comunista, y a quien su pertenencia
a la francmasonería facilita, sin duda, el acceso a la casa de los Beau.
Trotski ve en la vida política francesa la confirmación de u n dato. El
advenim iento del fascism o expresa la quiebra de la dem ocracia parla
m entaria, incapaz de resolver los problem as económicos y sociales pro
vocados por la crisis del capitalismo. Al mismo tiempo, el fascismo, por
u n fenóm eno de rechazo, devuelve por u n instante brillo y vida a las
ideas dem ocráticas en el m om ento mismo en que las "dem ocracias” par
lam entarias, debido a la crisis del sistema capitalista, se encam inan a ser
cada vez más "autoritarias". Esas democracias im ponen restricciones cada
vez m ás rigurosas a las libertades y los derechos en nom bre de la exi
gencia de u n Estado fuerte. Es preciso, pues, proponer en la lucha contra
el fascismo reivindicaciones dem ocráticas (libertad de palabra, prensa y
reunión para todos) capaces de unir a las más grandes m asas contra él.
La Komintern, luego de haber avalado una política que ha abierto a H it
ler las puertas del poder, se niega. Por eso, el 18 de enero de 1934, Trotski
llega a la siguiente conclusión: "Para derrocar a Hitler, hay que term inar
con la Kom intern ".27
Los signos de una radicalización de la clase obrera se m ultiplican por
entonces en el m undo. En Minneápolis, Estados Unidos, durante el verano
iu i.eon irotslo, "Lettrc au si (20 mars 1934)" ["Sur la fu sión projetée au x États-Unis"]
y "!.ettre au ' 1 (29 m ars 1934)" ["Encoré sur !e projet de fusión aux Étaís-U nis”], en (En
víes, vol. 3, op. cit., pp. 2 8 6 y 2 9 6 [trad. esp.: "La un ificación propuesta en Estados Unidos",
en Escritos cic í.eón Trotski, op. cit.j.
31 Jenn Jarqucs M arie, Stalinc, París, Fayard, 200 1 , p. 445 [trad. esp.: Stalin, Madrid,
Palabra, 2003].
EL FIN I)E UNA ÉPOCA 447
tal, son condenados a penas leves de exilio, pero tres años después son
asesinados. Los ex dirigentes de la Oposición Obrera de i 920-i 922, Shliap-
nikov, M edvédev y otros veinte, detenidos a comienzos de enero de 1935,
son juzgados en abril y condenados a cinco años de prisión.
¿Stalin se ha limitado a utilizar el asesinato de Kírov, o lo ha comisio
nado? A juicio de Trotski, aquél había pensado valerse del proyecto de
Nikolaiev para comprometer a la Oposición: la idea era ¿tribuírselo a esta
y luego impedir su concreción. La g p u debía detener a Nikolaiev antes de
su pasaje al acto, pero, por torpeza o negligencia, lo habría dejado m atar a
Kírov, asesinado entonces por accidente. Trotski m antendrá su hipótesis
en 1938, inm ediatam ente después del tercer proceso de Moscú, en el cual
Yagoda "confesará" haberse decidido a h acer asesinar a Kírov (por órde
nes de Trotski, dirá). Algunos días después, el 25 de marzo, se preguntará
si "Nikolaiev m ató a Kírov por una razón general o por una m ujer ".33 Co
noce, pues, el rum or que circula en el aparato del partido de Leningrado
sobre el amorío de la víctim a con la m ujer de su asesino, Milda Draule,
pero descree de la idea del "oposicionista" Kírov, a quien califica de "buró
crata de tercer orden", "administrador de capacidad media, a mi juicio sin
importancia política", "funcionario estalinista" y "sátrapa brutal " 34 En Su
moral y la nuestra, de abril de 1938, pese a sus reservas sobre la ineficacia
del terrorismo individual, sostendrá: "Si nos enteráram os de que Nikolaiev
golpeó de m anera consciente con el designio de vengar a los obreros cu
yos derechos eran pisoteados por Kírov, m anifestaríam os sin reservas
nuestras simpauas por el terrorista Desearía, pues, la ce que c?ta ■i *
ha ordenado el asesinato.
En todo caso, Stalin lo ha utilizado para desatar una represión política
sangrienta sin paralelos en la historia, y para rem odelar por completo y
33 León Trotski, "D iscussion sur la qu estion rut.se", e n CEuvres, vol. 17, París, Instituí
Léon Trotsky, 1984,p. 102 [trad. esp.: "D iscusiones c o n Trotski, m : El problem a ruso", en
Escritos de León Trotski, op. cit.].
34 León Trotski, "Lear m oróle et la nñtrc", en ítuvres, v oi. 1 /, op. cit, p. '94; 'Romaln
Rclland rem plit sa mission", e n Gluvres, vol. 7, París, Insritut Léon Trotsky. 1980, p. 53
[trad. esp.: "Romain Rolland cum ple u n a m isión’’, en Escritos de León Trotski, op. cit], y La
Révolution trahie, París, U n ion genérale d’editions, 1969, p. 2 8 / [trad. esp.: La revolución
traicionada, Barcelona, Fontaniara, 1977].
35 León Trotski, "Leur m orale et la nótre", op. cit., p. 194.
448 TROTSKI
tal, son condenados a penas leves de exilio, pero tres años después son
asesinados. Los ex dirigentes de la Oposición Obrera de 1920-1922, Shliap-
nikov, Medvédev y otros veinte, detenidos a comienzos de enero de 1935,
son juzgados en abril y condenados a cinco años de prisión.
¿Stalin se ha limitado a utilizar el asesinato de Kírov, o lo ha comisio
nado? A juicio de Trotski, aquél había pensado valerse del proyecto de
Nikolaiev para comprometer a la Oposición: la idea era atribuírselo a ésta
y luego impedir su concreción. La g p u debía detener a Nikolaiev antes de
su pasaje al acto, pero, por torpeza o negligencia, lo habría dejado m atar a
Kírov, asesinado entonces por accidente. Trotski m antendrá su hipótesis
en 1938, inmediatamente después del tercer proceso de Moscú, en el cua 1
Yagoda "confesará" haberse decidido a hacer asesinar a Kírov (por órde
nes de Trotski, dirá). Algunos días después, el 25 de marzo, se preguntará
si "Nikolaiev m ató a Kírov por una razón general o por una m ujer ".33 Co
noce, pues, el rum or que circula en el aparato del partido de Leningrado
sobre el amorío de la víctim a con la m ujer de su asesino, Milda Draule,
pero descree de la idea del "oposicionista" Kírov, a quien califica de "buró
crata de tercer orden”, "administrador de capacidad media, a mi juicio sin
importancia política", "funcionario estalinista" y "sátrapa brutal " 34 En Su
moral y la nuestra, de abril de 1938, pese a sus reservas sobre la ineficacia
del terrorismo individual, sostendrá: "Si nos enteráram os de que Nikolaiev
golpeó de m anera consciente con el designio de vengar a los obreros cu
yos derechos eran pisoteados por Kírov, m anifestaríam os sin reservas
nuestras simpatías por el terrorista ''.35 Desearía, pues, la idea de que
ha ordenado el asesinato.
En todo caso, Stalin lo ha utilizado para desatar una represión política
sangrienta sin paralelos en la historia, y para rem odelar por com pleto y
33 I.eón Trotski. "D iscussion sur la q u estion ru sse”, e n CEuvres, vol. 17, París, Instituí
Léon Trotsky, 1984,p. 102 [trad. esp.: "D iscusiones con Trotski, m : El problem a ruso", en
Escritos d e León Trotski, op. cit.].
w L eón T rotski, "Leur mora'íe e t la n o tre , e n uiuvres, vol. 17, op. d i , p . í 54,
Rclland rem püí sa mtssion", en fh'nvres, vo). 7, París, Institut Léon Trotsky, 1980. P- 53
[trad. esp.: "Romain Roliand cum ple u n a misión", en E sa ¡tos de L eón Trotski, op. cit.], y La
Révolution trame, ¡t'ans, u n ió n genérale d editions, i9 ó 9 , p. 2 8 7 [unú. cap.: Lu icuuuíCn^i
traicionada, Barcelona, Fontamara, 1977],
35 León Trotski, "Leur inórale et la nótre", op. cit., p. 194.
450 TROTSKI
37 Aleksandr Avdeienko, "Otluchenie", primera parte, z nam ia, ó, marzo de 1S5P, p. 11.
38 León Trotski, Journal d'cxil..., op. c.it., pp. 146 y 147.
39 Ibid., pp. 71 y 72.
452 TROTSKI
Si bien prevé su llegada, Trotski no puede adivinar sus formas. Sus perfiles
se dibujan poco a poco a lo largo de 1935. Otro artículo de Pravda anun
cia los temas de la próxima campaña de terror: "A causa de la indolencia,
de la confianza obtusa, de la benevolencia oportunista para con elemen
tos antipartido, enemigos feroces, que actúan a las órdenes de los servi
cios de inform aciones extranjeros, logran a veces infiltrarse en nuestro
aparato". Un aparato que, en consecuencia, es preciso depurar.
Algunos días m ás adelante, a m ediados de abril, Trotski recibe una
tárjela, postal de su prim era m ujer, Aleksandra Sokolovskaia, enviada
desde Tobolsk, en la cual ella le anuncia su exilio en Siberia. Poco des
pués, él se entera del arresto de sus dos yernos. Yagoda, director de la
n k v d , transm ite entonces a Mijaíl Spiegelglass, uno de los jefes de la sec
allá, eso era lo que tenía que hacer". Todo sucede como si lo hubiésemos
ofrecido en sacrificio. Y es así.42
desproporción enere sus análisis y los instrum entos de que dispone para
transformarlos en actos lo ponen en desventaja, pero no lo paralizan.
En ese diario de 1935, a veces se dem ora en sí mismo. Señala ante
todo el sentim iento banal de la vejez que lo invade, el tem or a la decader.
cia física, la cercanía de la m uerte. Luego, como si los suscitara ese gusano
de la conciencia, encontram os breves m om entos de retorno a su pasado,
sobre todo con Natalia, en quien destaca la perspicacia psicológica, la
agudeza de la mirada, la paciencia, la fuerza de ánimo. En marzo, durante
un paseo por la m ontaña, ella se sienta de improviso, agotada, incapaz de
seguir su camino. La nostalgia invade entonces a Trotski: "Cuánto añoré
la juventud, su ju v en tu d ... De la Ópera de París, a la noche, volábamos de
la m ano a casa, en el 46 de la calle Gassendi, a paso vivo. Era en 1903.
Teníamos 46 años entre los dos". En mayo de 1935, acosado por la enfer
medad, el sentim iento de su fin próximo lo vapulea: "La vejez es la cosa
más inesperada de todas las que le suceden al hom bre. [...] Tengo la sen
sación de que la liquidación se acerca ".46 Esos raros m om entos de cansan
cio confesado m arcan u n a prim era grieta que los golpes venideros (los
procesos de Moscú, el asesinato de sus hijos León y Serguéi, el de sus co
laboradores cercanos Erwin Wolf y Rudolf Klement) ensancharán, pero
sin quebrar su determinación.
Finalmente llega una respuesta de Noruega a principios de junio, to
davía oficiosa pero positiva. Trotski acude de inmediato, ei 10 de ese mes,
a la em bajada noruega a buscar su visa. ¡Le contestan que no la tienen,
mientras que el Aíimsteno gcI Interior írsneca le ordena liicu'charse en luí
plazo de 24 horas! Pasa entonces tres días en casa de Gérard Rosenthal y
nuedp discutir <"on los trotskistas franceses. El 13 de junio recibe por fin
su visa de estadía válida por seis meses, acom pañada del deseo de que él
y su mujer se instalen en el campo, a dos horas de Oslo.
En el m om ento en que Trotski se m archa de Francia, cinco organiza
ciones, luego de una larga discusión suscitada por él, aprueban una carta
abierta para la construcción de la TV í n t p r n a r i n n n l j a r arta, escribe
Trotski, no es m ás que una "reformulación de 1a declaración de los f na-
tro" adoptada 18 meses antes, pero cuya materialización efectiva ha impe-
León Trotski, Journal d'exil..., op. cit., pp. 77, 78, 133, 146 y 147.
EL FIN DE UN A ÉPOCA 457
1,7 León Trotski, "Le p o u m et la IV1 Int rnationale", en Cliuvres, vol. 7, op. cit., p. 34
[trad. esp.: "Hl p o u m y la Cuarta In ternacional”, en Escritos sobre España, París, Ruedo
Ibérico, 1971].
EL FIN DE UNA ÉPOCA 459
48 Fred Zeller, í ’r ois p o in ts c'cst toui, París, R ob en Laííoni, 1976, pp. 122 y 123.
49 León Trotski, "Le^on d'Octobre", en CEuvrcs, vol. 7, op. cit., pp. 63 y 6 7 [trad. esp.
“Lecciones de Oc tubre", e n Escritos de León Trotski, op. cit].
460 TROTSKI
52 León Trotski, (Euvrcs, vol. 7, op. cit., pp. 179, 180 y 198.
" León i rotsKi, "Á L. b ed ov (27 décem bre ] y j o ) ["Dem ande de cu n gé en
ÍEitvres, vol. 7, op. cit.,p. 2 4 0 [trad. esp.: "Solicitud de u n m es de licencia", en Escritos de
León Trotski, op. cit.}.
462 TROTSKI
M Víctor Serge y León Trotski, La JMtte contre le stalin ism e..., op. cit., pp. 50 y 53.
EL FIN DE UN A ÉPOCA 463
i
XXIII. La revolución traicionada
465
466 TROTSKI
¿En qué sentido puede evolucionar una sociedad desgarrada por contra
dicciones tan brutales y, por ende, inestable? En dos sentidos opuestos: "g)
la evolución de las contradicciones acum uladas puede conducir al socia
lismo o retrotraer la sociedad al capitalismo; h) la contrarrevolución en
m archa hacia el capitalismo deberá quebrar la resistencia de los obreros, e
i) los obreros, en su m archa hacia el socialismo, deberán derrocar a la bu
rocracia”. ¿Cuál es, en resumidas cuentas, el elem ento que puede resolver
la situación? "La lucha de dos fuerzas vivas en el terreno nacional e
internacional ."2 Es decir, la lucha de clases en la misma u r s s y en el resto
del m undo, al que está ligada la suerte del país.
- I.eón Trotski, La Révolution trahic, París, U n ion genérale d'cditions, 1969, pp. 256 y
757 [liad, esp.: 1.a revolución traicionada, Barcelona, Fontamara, 1977],
LA REVOLUCIÓN TRAICIONADA 467
3 León Trotski, "Hitler et Staline, étoiles jum elles", e n Cliuvres, vol. 22, París, Instituí
Léon Trotsky, 1986, pp. j / f c y i / / jiraii. e s p .. " j a j s a»U u sgem elos:íE tlcr-S talh i”, en F?™-
tos de León Trotski, op. cit.).
4 León Trotski, La Révolution trahic, op. cit., p. 253.
5 León Trotski, "La signification de ia lu itc con'ue le 'trctskysmc'", en Giv.vres, vol. 19
París, Instituí Léon Trotsky, 1985 [trad. esp.: "¿Qué significa la lucha contra el trots
kismo?", en liscritos d e León Trotski, op. cit.].
468 TROTSKI
"todas las tentativas hechas por nuestros peores enemigos, así como por
los trotskistas, para tratar de arrastrarnos a actos desmedidos".
El 2 de junio de 1936, el movim iento de huelga abarca las industrias
química, alimentaria y textil, los transportes, la industria dei m ueble, los
restaurantes y hoteles, el libro, los cerrajeros, los laboratorios farmacéuti
cos, la construcción, el gas y hasta la orfebrería. Ese mismo día, los dos ,
grupos trotskistas franceses se fusionan y fundan el Partido Obrero Inter-
nacionalista (p o i ). El 4 se forma el gobierno de Léon Blum. El 7, los acuer
dos de M atignon disponen un aum ento de salarios y el establecimiento de
la sem ana de cuarenta horas y las vacaciones pagas. Pese a ello, la huelga ,
general no se debilita: los huelguistas, 2 millones el 9 de junio, quieren
algo m ás profundo. Ese día, bajo el título "La revolución francesa ha co
m enzado”, Trotski, desde Weksal, comenta ese movimiento profundo
que rompe los marcos profesionales corporativos y locales y pone por en
cima de ellos las reivindicaciones, las esperanzas, la voluntad de lodo el
proletariado. [...] En la huelga se expresa ante todo el recelo o la falta de
confianza de los obreros, si no en la buena voluntad del gobierno, sí al
menos en su capacidad de remover los obstáculos y llevar a cabo sus ta
reas. Los proletarios quieren "ayudar" al gobierno, pero a su manera .7
7 León Troiski, "La révolution franfaise a com m encé", en (Euvres, vol. 10, París, Insti
tuí Léon Trotsky, 1981, pp. 79 y 82 [trad. esp.: "La revolución francesa ha com enzado", en
¿Adúnde va ¡ rancia?, Rueños Aires, Plum a, 1974].
LA REVOLUCIÓN TRAICIONADA 471
8 "Per la salvezza dell'ltalia, ricon ciliazion e del pop olo italiano!", e n Stato O péralo,
nú m . 8 , a g o sto de 1936, p. 9; "La dcclaration du PC italien du 1er aoü t I9 3 ó á d esiiaa
tio n des fa scistes italiens", en Cahicrs d u m o u vcm cn t ouvrier, núm . 4, diciem bre de
1998, p. 112.
472 TROTSKI
no s”, "aventureros que h a n tratado de hollar con sus pies las flores más
aromáticas del jardín socialista". Mientras que en 1917 los 11 acusados ru
12 León Trotski, (Envres, vol. 11, París, Institut Léon Trotsky, 1981, p. 36.
476 TROTSKI
íiuncia contra Trotski sirve para todo. Las cuentas del Gosbank (Banco del
Estado) perm iten sugerir la existencia de malversaciones. El responsable
Grigori Arkus, es acusado de h ab er desviado fondos en beneficio de
Trotski, y m uere fusilado.
Una vez pasado el primer m om ento de estupor e indignación, Trotski
decide contraatacar con los m agros m edios de que dispone. Se aplica a
demoler el proceso; sobre la base de los informes radiales, de los artículos
periodísticos y del auto de acusación que sólo se ha hecho público el día
mismo del comienzo del juicio, se propone m ostrar las inverosimilitudes y
las m entiras de éste. Natalia lo describe con el ceño fruncido, a m enudo
afiebrado, mientras’ anota con sus lápices rojo, azul y negro las reseñas
publicadas en la prensa y escribe observaciones en hojas sueltas que se
am ontonan sobre su escritorio; luego, a veces derrengado, sale, se ende
reza de hombros, camina hacia los abetos, contem pla durante u n instante
la m ontaña y vuelve a trabajar. La tarea es ardua debido a la despropor
ción de fuerzas. El enorm e aparato policial y político internacional del
Kremlin difunde en el inundo entero las imprecaciones de Vyshinski. Los
intelectuales progresistas y antifascistas las repiten sin interrogarse un
m om ento sobre el guiño de ojos manifiesto a Hitler que representa la pre
sencia en el banquillo de los acusados (y la condena a m uerte) de cinco
com unistas judíos alemanes. El propio Albert Einstein juzgará necesario,
luego del segundo proceso, sustanciado en enero de 1937, descender del
em píreo del espacio tiem po para explicar al físico danés Max Born que
"los procesos rusos no constituyen un Limo; se xrata, ai contrario, de un
complot de aquellos para quien Stalin es u n reaccionario limitado que ha
traicionado la idea de revolución [...]; los m ejores especialistas en Rusia
son de esta opinión ".16
En París, León Sedov escucha tan incrédulo como su padre los com u
nicados radiales sobre el proceso, y llega a la conclusión de que la existen
cia de sus padres está amenazada. En una carta del 21 de agosto, invita a
Trotski a reorganizar con nrgpnria yjda y a prepararse para la eventua
lidad de un atentado.
17 l ’iível Ohinski, Staliuc: archives inedites, I 9 2 6 -1936, París, Berg International, 2001,
pp. 119 y 120.
LA REVOLUCIÓN TRAICIONADA 481
18 León Trotski, Les C rim es d e Staline, París, Grasset, 1937, p. 3 0 [trad. esp.: Los a im e -
nes de Stalin, M éxico, Juan Pablos, 1973],
482 TROTSKI
ceso, trabajo de una precisión extrema, que desenm ascara las contradic
ciones, ías imposibilidades, las falsificaciones y las trampas. El jefe de la
n k v d en Francia, el e x terrorista eserista Yákov Serebrianski, que ha rap
21 Commission of Inquiry into the Charges Made against León Trotsky in the Moscow
Triáis (Comisión Dewey), The Case o f León Trotsky: Report o f llearin gs 011 the Charges
M ade against Him in the Moscow Triáis, Nueva York, Merií, 3952, p. 302.
22 León Trotski, La Revolution espagnole: 1930-1940, París, Minuit, 1975, pp. 3 5 / y
358 [trad. esp.: La revolución española (1930-1940), Barcelona, Fontanella, 1977J.
484 TROTSKI
Al fo n d o de u n ja rd ín b a rro s o y d e so la d o [...], se p a s a b a d e la n te de u n a
c h o z a q u e se rv ía de le trin a. El p iso b ajo de la p e q u e ñ a y d esv en c ijad a casa
d e m a d e ra f u n c io n a b a co m o c u e rp o d e g u a rd ia [...]. U n a d o c e n a de p o li
cías, sin g u e rre ra s n i b o ta s y co n las a rm a s co lg ad as en el arm ero , ju g a b a n
a las carcas e n m e d io d e la h u m a r e d a d e las p ip a s [...]. La h a b ita c ió n
d o n d e se alo jab a T rotski, p e q u e ñ a y de te c h o bajo, era triste y o sc u ra .23
nen erogaciones bastante más reducidas ".25 Trotski sería, pues, responsable
del sosten de los 13 policías afectados a su vigilancia. Él ve en ese comuni
cado, que por otra parte no dice una palabra sobre Natalia, una amenaza
de extradición apenas disim ulada para castigarlo por su "mala actitud".
Ahora bien, la mayor parte de Europa está bajo la férula del fascismo o se
encam ina a estarlo. Si aun u n gobierno socialdem ócrata de izquierda
quiere desembarazarse de él, ¿quién podrá, entonces, aceptarlo? Hace no
tar que su única ambición es, sin embargo, tener el derecho elemental de
publicar artículos y libros en el marco de las leyes de los respectivos paí
ses, así como el derecho de defenderse contra la calumnia. Su estado físico
se deteriora y no tiene médicos a quienes consultar. Durante todo un mes,
no baja ni una sola vez al patio, ya no hace caminatas, permanece tendido
y hasta en cama todo el tiempo y pasa noches enteras empapado de sudor.
Para alejarse de las preocupaciones inmediatas lee al dram aturgo noruego
Ibsen, cuya obra exalta el combate perdido de la verdad contra la bajeza y
la m entira del universo asfixiante de la pequeña burguesía.
Lo sacude entonces un nuevo golpe duro. El sábado 7 de noviembre
de 1936, aniversario de la Revolución Rusa, unos ladrones m uy especiales
fuerzan con u n elemento sumamente perfeccionado la pesada puerta de la
biblioteca parisina del Instituí d’Amsterdam y se llevan los 80 kilos de ar
chivos depositados poco tiem po atrás por él, sin tocar nada más, ni si
quiera el dinero en efectivo que hay en u n cajón. El robo tiene firma.
Trotski quiere que Rosenthal presente una denuncia. La censura noruega
bloquea ei docum ento cidjunn_» d ¿u caita.
El 7 de diciembre de 1936, en la reunión del Comité Central del Par
tido C om unista celebrada en Moscú, Stalin lanza u n a violenta ofensiva
contra Bujarin y Ríkov. Bujarin se presenta como u n fiel estalinista difa
mado por los "trotskistas”, y denuncia su "táctica derrotista y el recurso al
terror" que se deriva de ella. Pero una parte de los m iem bros del Comité
Central, entre ellos Ordzhonikidze, se m uestra reticente. Al térm ino de la
reunión. Buiarin intenta r e c o r d a r « k m p n tn s Hp antaño a Stalin. quien 1c
manda a pasear y comenta con sarcasmo: "Nadie los discute. Pero Trotski
también los tiene. Erente a la revolución, nadie tiene tantos méritos como
2' Aima M. Larina, lioiikharine, m a passion, París, Gallimard, 1990, p. 319 [trad. esp.:
Lo que no puedo olvidar, Barcelona, Galaxia Guttenberg/Círculo de Lectores, 2006].
488 TROTSKI
visas m exicanas para Trotski y Natalia han llegado y que el gobierno no
ruego los em barcará al día siguiente en u n petrolero cuyo destino es
México, el Ruth. Los exiliados deben hacer su equipaje a toda prisa. La
partida es tan precipitada y se produce en un aislamiento tan total, que
por u n m om ento Trotski se pregunta si no se trata de una trampa. A todos
los fines útiles, ese m ism o día escribe a Gérard Rosenthal, su abogado
que en caso de problem as en el camino, todos sus "bienes", es decir sus
derechos de autor, corresponden a León Sedov.
El 19 de diciembre, el Ruth se hace a la mar. El embajador soviético
en Noruega envía un ramo de flores a Trygve Lie. En el barco, u n escua
drón policial, bajo el m ando del policía nazi Joñas Lie, vigila a Trotski,
protegido por la actitud amistosa de la tripulación, y le prohíbe escuchar
la radio de a bordo. Luego de la guerra, Trygve Lie será designado secreta
rio general de la Organización de las Naciones Unidas (o n u ), con el apoyo
conjunto de M oscú y W ashington. Stalin, para quien el agradecim iento
era un sentim iento apto para los perros, hará una excepción con él.
El 28 de diciembre, Trotski se propone por tercera y última vez escri
bir u n breve diario que incluirá en Los crímenes de Stalin. El 30 anota:
"Stalin no apunta a las ideas del adversario, sino a su nuca". Se pregunta
por qué Zinóviev y Kámenev han confesado crímenes que no han come
tido. Recuerda su error de juicio sobre el proceso de los mencheviques de
1931, cuando creyó sinceras las confesiones de los acusados y, por lo
tanto, subestim ó la m aquinaria política estalinista, y luego analiza la ca
dena ininterrum pida y creciente de capitulaciones que poco a poco ha
desgastado a los dos hombres, conduciéndolos, a medida que se profun
dizaba el carácter totalitario del régim en, a negaciones y abjuraciones
cada vez más humillantes. El 31 de diciembre se ocupa de nuevo de ellos:
"Desde hace diez años, Zinóviev y Kámenev han oscilado entre la vida y
la m uerte, en u n principio en el sentido político del término, luego en el
sentido m oral y por últim o en el sentido físico ".27 Así desgastados, han
term inado por quebrarse.
El año que comienza recibirá más adelante en la u r s s , durante el go
bierno de Jruschov, el nombre de "año negro”. Stalin uone entonces la mira
28 León Trotski, “Le commencement de la fin", en Cliuvres, vol. ] 4, París, Instituí Léon
Trotsky, 1983, p. 286 [trad. esp.: "El principio del fin", en Escritos de León Trotski, op. cit].
29 León Trotski, Cliuvres, vol. 22, op. cit, p. 151.
XXIV. México
vera había representado en ellos a Lenin. Su joven mujer, Frida Kahlo, que
1 Víctor Serge, Vie et mort de Trotsky, París, La Découverte, 2003, p. 242 [trad. esp.:
Vida y muerte de Trotski, México, Juan Pablos, 1971],
491
492 TROTSKI
que hacer todo lo posible para apresurar la colisión entre ésta y Alema
nia". Ya que hablam os de colisión, 18 meses después se asistirá a la colu
sión entre Stalin y Hitler, que Trotski será el primero en prever. La anun
ciará. en efecto, ya en agosto de 1937. En una entrevista concedida a un
diario australiano, desm onta el juego diplomático en curso: "Hitler busca
la 'am istad' de Inglaterra. Stalin busca una alianza militar con Francia y,
por su intermedio, un acercamiento con Inglaterra. Si sus pianes no tienen
éxito, u n a alianza entre Hitler y Stalin resultará no sólo posible, sino
inevitable ".3 Pero en este período de antifascismo alborotador, la opinión
pública oficial y oficiosa sólo ve en esos análisis de Trotski los fantasmas
de u n odio personal contra Stalin.
El 17 de febrero, Sergo Ordzhonikidze, m iembro del Politburó y cama-
rada de juventud de Stalin, se suicida. Trotski sabía que Ordzhonikidze
m ascullaba protestas ante la bacanal de terror, aunque nada de esa acti
tud se traslucía en público. Sabía asimismo que tam bién Avel Enukidze
había protestado por la campaña terrorista de Stalin. Si anuncia entonces
un futuro acuerdo Hitler-Stalin, ¿no es igualm ente porque informaciones
procedentes de la u r s s acerca de los contactos secretos entre el líder so
viético y los nazis alimentan su análisis político?
En Estados Unidos, los amigos de Trotski inician en esos días una
cam paña para establecer una comisión investigadora de las acusaciones
form uladas en los procesos de Moscú. Sondeado para participar de ella,
Fenner Brockway, dirigente del Partido Laborista Independiente de Gran
Bretaña, se abstiene, pues la investigación puede ser pe:judicial p?.;> Ru
sia y los círculos com unistas. Un poco más adelante, en nom bre del lla
m ado Buró Internacional de Londres, que congrega organizaciones inter
medias entre la II Internacional y la Komintern, se niega a formar parte de
la comisión, y considera como un error fatal que la iniciativa de la investi
gación provenga de un comité de defensa de Trotski. Este últim o es iró
nico: ¿quién debería encargarse entonces de proponerla? ¿Yezhov, jefe de
la NKVD, Dimitrov «prrpt.'irin Hp la Komintern o Pritt. consejero de la co-
3 ,
León Trotski, "Á u n journal australien (i / aoú t 1 9 5 /) en üsuvres, vol. í4 , Paiís, Ins
tituí Léon Trotsky, 1983, p. 301 [trad. esp.: "Entrevista por el Sun d o y Times d e Sydney",
en Escritos d e León Trotski, liogota, Pluma, 1976],
498 TROTSKI
4 León Trotski, "Lettre á L. Sedov (15 íévrier 1937)" ["Un com p ortem en t révoltant"], en
(liuvres, vol. 12, París, Institut Léon Trotsky, 1982, pp. 3 0 ó y 307.
MÉXICO 499
mienzo. A su entender, los cuadros del partido son dem asiado blandos
permisivos e indulgentes con los trotskistas. Y explica:
6 Pravda, 31 de m arzo de 1937; lósií Stalin, HHomme le c a p ita l le plu s précieux, París,
Éditions sociales, 1948, pp. 17-19 [trad. esp.: El c a p ita l m ás precioso es el hombre, Barce
lona, Europa-América, 1938],
MÉXICO 501
' C om m ission o í inq uiry m ío ih e Charges ivlacie aga in si León Trotsky in ¡Le M oscow
Triáis (C om isión D ew ey), The Case o f León Trotsky: Report o f Hearings on the Charges
M ade against H im in the Moscow Triáis, N u eva York, Merit, 1968, p. 278.
502 TROTSKI
12 Sem en S. Viienski (comp.), D odnies Tiagotciet, M oscú, Sov. Pisatel, 1989, p. 537.
13 "Pages de la Tcvreur", en Cahiers du m ouvcm ent ouvrier, n ú m .l, abril de 1998, pp.
63 y 64.
MÉXICO 505
miembro del Politburó de ese partido, del que se fue en 1934, ha fundado
en 1936 el Partido Popular Francés ( p p f ), agrupación fascista financiada
por la patronal.
Desde 1935, en relación con la cuestión de los frentes populares y la
unión nacional, Trotski ha hecho hincapié sin descanso en la necesidad de
que los trotskistas tengan completa independencia política de los aparatos
de los partidos socialdem ócratas y com unistas, del Estado y de lo que
llama opinión pública oficial. Pero la presión de esas fuerzas es enorme. En
abril de 1937, en oportunidad de una elección legislativa parcial, se en
frentan en Bruselas el jefe del movimiento fascista rexista, Léon Degrelle,
el hom bre que soñaba con clavarle u n puñal en la espalda a Trotski, y
Paul van Zeeland, demócrata cristiano, defensor encarnizado del colonia
lismo belga. En nom bre del antifascismo, los Partidos Socialista y Com u
nista deciden no presentar candidatos contra Van Zeeland. El Partido So
cialista Revolucionario belga ( p s r ) los imita. Esa actitud implica decir a los
obreros que sus únicas alternativas son el fascista o el colonialista. Trotski
condena esa decisión. La segunda vuelta de la elección presidencial fran
cesa en 2002 repetirá esa situación: en nom bre de la necesidad de poner
freno al peligro "fascista” -fantasm agórico, por otra p a rte - de Le Pen, los
Partidos Socialista y Com unista y la Liga Com unista Revolucionaria, que
se reivindica trotskista, llam aron a votar a Jacques Chirac, candidato de la
derecha reaccionaria.
Cuando más se extiende la represión por la URSS, más se cierra la inexo-
xttíji*- ieci de la í>i\V d en tem o cíe ¿ t s k i y Secio vT. Íi.lv.í^so . • -^.^ente !*
del primero en Nueva York entre 1935 y 1937, George Lieber, es u n agente
de la n k v d . En agosto de 1937, Sedov se toma algunos días de vacaciones.
Zborowski-Étienne comunica en tono triunfal a Moscú que, al partir, le ha
confiado el manejo de la actividad internacional de los trotskistas, en parti
cular de la correspondencia con Trotski, y con ese fin le ha entregado su
preciosa libreta de direcciones confidenciales. Étienne fotografía todas las
nápinas Hp Li li b r e t a las e n v ía a Moscú v nermite completar la cartoteca de
los trotskistas creada por la n k v d en el m om ento mismo en que esta orga
nización emprende la masacre de los trotskistas soviéticos.
En octubre de 1936, tres convoyes de trotskistas deportados a Vor-
kuta, entre ellos los dirigentes Sócrates Guevorkián, Grigori Yakovin y
506 TROTSKI
Bella Epstein,. habían declarado una huelga de hambre que duró casi cinco
meses. Exigían entonces un empleo en el campo que correspondiera a su
calificación tal como la definía el Código Laboral. A principios de julio de
1937, los huelguistas despachados con destino a Kolimá llegan a Vladivos
tok y desfilan por las calles gritando consignas antiestalinistas y cantando
La Internacional. Embarcados en u n buque con rum bo a Magadán, trepan
al puente y hacen ondear banderolas. Llegados al campo, 204 de ellos ini
cian, el 12 de julio de 1937, una nueva huelga de hambre para obtener el
estatus de refugiados políticos. La n k v d califica sus manifestaciones de
"motín" y "revuelta" contrarrevolucionarios, los condena a m uerte y los
fusila en grupos de cincuenta a fines de octubre. El 25 de diciembre de
1937, los trotskistas restantes o llegados en convoyes ulteriores a Vorkuta
tam bién reciben la pena capital y son fusilados el Io de marzo de 1938.
En esos mismos momentos, Nina Ivanovna Gagen-Thorn, condenada
al gulag como integrante de u n presunto complot trotskista en la Acade
mia de Ciencias, es enviada a Kolimá. En una prisión de tránsito entabla
conversación con una m ujer que hace el trayecto en sentido inverso, de
Kolimá a Moscú; Nina m enciona su encuentro con una trotskista que le
ha hablado de Asían David-Ogly. Al escuchar ese nom bre, su interlocu-
tora se estremece. En efecto, los trotskistas deportados utilizan esas pala
bras turcas para designar secretam ente a León Trotski. En turco, Asían
significa León; Ogly, "hijo de", y David es el nom bre de pila del padre de
Trotski. La m ujer le revela su identidad: es Aleksandra. La llevan a Moscú
con el presunto fin de completar la investigación, cuando en realidad ja
más la han interrogado en Magadán; por eso cree que van a fusilarla. Y
termina: "Di de mi parte a los trotskistas de Kolimá que en el extranjero,
Asían David-Ogly podrá hacer m uchas cosas ".14 En Moscú, la n k v d la fusi
lará el 28 de marzo de 1938. Trotski no lo sabrá nunca. En 1961, la n k v d
quita de sus registros a una tal Aleksandra Sokolovskaia "por edad avan
zada". Se trata de una homónima.
Ese m ism o m es de julio de 1937, Japón invade el norte de China v
masacra a casi 300 mil civiles en Nankín. En agosto, Chang K.;: :,hek, que
11 Nina Ivan ovna Gagen-Thorn, "Rencontre an G oulag avec la prem iere fem m e de
I.i’on Trotsky", Cahiers d u m ouvem cnt ouvrier, n ú m . 6 , ju n io de 1999, pp. 77 y 78.
MÉXICO 507
la vida". Sin embargo, en una carta del 18 señala: "En el fondo, todos esta
mos terriblem ente solos ".15 El 26 de julio vuelve a la Casa Azul. El episodio
no tarda en olvidarse y un paréntesis se cierra. El historiador ruso Volko-
gonov comenta: "El incidente con Frida Kahlo es de esas aventuras que no
hacen sino confirmar u n amor único ”.16
Septiembre com ienza para Trotski con "una pequeña catástrofe”: su
dactilógrafa rusa, Rita Yakovleva, que va a casarse con un joven estadou
nidense, viaja con ese fin a Estados Unidos. A lo largo de septiembre y
octubre, Trotski se lam enta por esa boda "rápida, inesperada" de su cola
boradora que lo h a "abandonado [...], lo cual [le] impide", escribe a su
editor, "trabajar en su biografía de Lenin. [...] La mayor parte de mi tra
bajo está paralizado", agrega antes de bromear: "Jamás hubiera imaginado
que un m atrim onio pudiera ser tan catastrófico desde el prim er día...
aunque, es cierto, para u n tercero ".17 Su dactilógrafa inglesa, Rae Spiegel,
sobrecargada de trabajo, se consagra al estudio del ruso, pero la escritura
a m áquina de u n dictado en ese idiom a exige u n dom inio que cuesta
tiem po adquirir. Ahora bien, Trotski h a perdido desde hace 15 años el
hábito de escribir y se siente incapaz de retom arlo, salvo en el caso de
textos breves.
El 4 de septiembre a la mañana, la policía suiza descubre al borde del
camino, en Chamblades, no lejos de Ginebra, un cadáver acribillado a bala
zos. Es el de Ignacio Poretski, llamado Ludwig o Ignace Reiss, agente de los
servicios de información soviéticos desde 1921. El 15 de julio de 1937, Reiss
ha roio con Moscú por m edio de una caria ai Comité Central del Partido
Comunista de la u r s s , que ha enviado al embajador soviético en París sin
hacerla pública. ¡En ella estigmatiza el terror estalinista, anuncia su ruptura
con Stalin, denuncia "la m entira del socialismo en un solo país" y se pro
clama "por la construcción de la IV Internacional"! Ha entrado en relación
con Henryk Sneevliet, por entonces en proceso de ruptura con la Interna
cional. Sneevliet, en quien Ludwig veía al representante de Trotski, ha omi-
20 León Trotski, "Lettre á J. P. Cannon (3 octobre 1937)" ["Encoré sur les problémes du
partí"], en Qluvres, vol. 15, op. cit., p. 162 [trad. esp.: "Observaciones adicionales sobre el
régimen partidario", en liscritos de León Trotski, op. cit.].
21 León Trotski, "Lettre a O. Seipold (8 decembre 1935)” ["Remarques incidentes"], en
íiiuvres, voi. 7, París, m stirat León Trotsky, 19S0, pp. 202 y 203 [trad. esp.: "Observaciones
al pasar”, en Escritos de León Trotski, op. cit.].
22 León Trotski, "Vers une organisation révolutionnaire de la jeunesse (discussion
avec Gould)', en ü-uvres, vol. 19, París, Instituí Léon Trotsky, 1985, p. 189 [trad. esp.:
"Hacia la formación de una organización juvenil revolucionaria", en Escritos de León
Trotski, op. cit].
MÉXICO 511
2;' León Trotski, "Boichevisine ou staiinisme , en Écriis commumstes, Fantin, Le l emps des
censes, 1998, p. 63 [trad. esp.: Bolchevismoy stalinismo, Buenos Aires, 1:1 Yunque, 1975],
26 V. Zubchaninov, "Povesf o prozhilom", en Oktiabr, núm. 8, 1997, pp. 104 y 105.
MÉXICO 513
Es indudable que ese informe debe ser utilizado en el tercer y último pro
ceso de Moscú que va a com enzar tres semanas después, y cuya prepara
ción está casi term inada. Pero ¿cómo utilizarlo sin d esenm ascarar a
zas que nos eran comunes [...]. Esto compensaba a nuestros tres destinos
del pequeño desgaste del trabajo cotidiano.
Este texto, uno de los pocos donde se mezclan la política y los sentimien
tos íntimos, desem boca en u n a especie de lam ento en el que se trasluce
una nota de cansancio: "Él era u n a parte de nosotros, nuestra parte joven.
[...] Al mismo tiempo que nuestro hijo, todo lo que aún quedaba de joven
en nosotros ha m uerto ".29
El 25 de febrero de 1938, diez días después del asesinato de León Se
dov, Yezhov, el jefe de la n k v d , transm itirá a M olótov y Stalin, gracias a
los servicios de Étienne, las pruebas de dos artículos de Trotski redactados
el 13 y el 15 de enero y destinados a aparecer en el núm ero de marzo del
Boletín de la Oposición, que aquéllos, por tanto, leen antes que nadie.
El 2 de marzo de 1938, dos semanas después del crimen, se inicia el
tercero y últim o proceso de Moscú, llamado "del centro de los derechis
tas y trotskistas”, que reúne en el banquillo de los acusados a Rakovski,
Bujarin, Ríkov, algunos dignatarios estalinistas, entre ellos cuatro comisa
rios del Pueblo: Rosengoltz, Grinko, Chernov e Ivánov, y, el m ás sorpren
dente de todos, el ex jefe de la n k v d , Yagoda, así como su adjunto Beso-
nov, flanqueados por tres médicos acusados de haber envenenado, entre
otros, a Gorki. Tres m eses antes de la apertura del proceso, el 10 de di
ciembre de 1937, Bujarin, el principal acusado, propuso desde las profun
didades de su celda u n extraño trato a Stalin: que éste lo dejara con vida
y lo enviara en m isión a América. "Emprenderé una cam paña sobre los
procesos, libraré u n a lucha a m uerte contra Trotski, lograré la adhesión
de grandes sectores de la intelligentsia que vacilan, seré en los hechos el
anti Trotski y cumpliré esta tarea con generosidad y entusiasm o. Incluso
sugiere que Stalin le designe como acom pañante a u n m iem bro calificado
de la n k v d . Y Stalin v’e±á, concluye, "cómo le rompo la jeta a Trotski ".30En
su desesperación, Bujarin, pese a conocer bien a Stalin, no com prende
que éste no podrá considerar ni por un segundo un solo debate sobre los
procesos. La única cam paña es la reiteración de los eslóganes y las vocife
raciones de Vyshinski.
29 León Trotski, "Léon Sedov. le fils, l'ami, le militant”, en CUuvres, vol. 16, París, Instituí
Léon Trotsky, 1983, p. 194 [trad. esp.: "León Sedov: hijo, amigo, luchador", en Escritos de
León Trotski, op. cit.].
30 Nikolái Bujarin, "Prosti menia Koba", en Istochnik, núm. 0, 1993, pp. 24 y 25.
MÉXICO 517
31 León TroLski, "Le proces, replique á la commission Dewey", en CEnvres, vol. 15, op.
cit., p. 221 [trad. esp.: "El juicio como respuesta a la Comisión Dewey", en Escritos de León
Trotski\ op. cit\.
32 León Trotski, "Á l'auention de ceux qui pense»!", en Qiiwrcs, vol. 16, op. cit, p. 222
[trad. esp.: "A la gente que piensa", en Escritos de León Trotski, op. cit].