Madú Jess - Conocimiento de La Vida
Madú Jess - Conocimiento de La Vida
Madú Jess - Conocimiento de La Vida
CONOCIMIENTO DE LA VIDA
SEXTA EDICIÓN
Sentir el Amor
La Vibración Amor os rodea sin que logréis captarla en su Verdad; os Guía sin que
logréis seguirla en su Divinidad. Jesus muemos y muemos vais tras de Ella;
inconscientemente y conscientemente seguís el Amor; voluntariamente e invo -
luntariamente seguís al Amor. Os detenéis ... y el Amor os espera; volvéis a avanzar y el
Amor os impulsa, queréis Progresar y el Amor os Guía. Siempre Amor, en vosotros y
fuera de vosotros -en lo humano-- y siempre en vosotros en lo Espiritual.
Amor habla, Amor Obra, Amor inspira, Amor impulsa.
Sois Amor y habláis sin Amor, sois Amor y obráis sin Amor, sois Amor y vuestras
inspiraciones no le obedecen, sois Amor y rechazáis su impulso. ¿Por qué? Porque estáis
en aquel período de la individualidad en el que os sentís grandes, poderosos, capaces;
capaces con prescindencia de todo, capaces con prescindencia de Amor.
¿ y sabéis por qué todo esto? Porque no Conocéis; en cuanto a lo Espiritual ignoráis
y de esa "ignorancia" emana vuestra incapacidad para Amar; para actuar y para obrar
con Amor; para inspiraros en el Amor y para seguir el impulso que os trasmite el Amor.
Cuando esa "ignorancia" disminuya, comenzaréis a ver otro color en la vida, el color
iridiscente para el que os capacitará la Luz que comienza a penetrar en vuestra mente; y
cuando hayáis adquirido el Conocimiento -porque recibirlo no es adquirirlo sino
asimilarlo y vivirlo- cuando hayáis adquirido el Conocimiento de la Verdad, vuestra
voluntad, depuesta ya su vanidosa vibración de egolatría, se unirá a la Voluntad Universal
de Amar, que es Expresión de la Vibración Amor; que Ama todo porque su propio
impulso -que es Voluntad Suprema rigiendo la Vida en la que Es y Está-, es Amor.
Cuando como humanos sintáis el impulso constante de Amar a todos y a todo;
cuando ese impulso sea, en vuestra alma humana, necesidad para expresar su sentir, su
pensar y su deseo de acción, entonces, recten entonces, habréis comenzado a acercaros
armónicamente a la Voluntad Suprema de Amar en Sí, de Sí y por Sí, el Universo todo.
Todos Hermanos
No pretendemos definir a Dios, porque Dios no puede ser definido; pero, a través de
estas Enseñanzas procurare inierpreiar de en forma accesible a nuestras posibilidades de
comprensión.
Dios es Perfección en todo cuanto nosotros podamos imaginar. Dios es Justicia
Perfecta, Armonía Perfecta, Sabiduría Perfecta; Dios es Perfecto Amor. A Dios no se Le
puede ver, no es accesible a nuestros sentidos fisicos, pero podemos "sentirl.o ", podemos
"sentir" Su Amor hacia nosotros, ese Amor que se manifiesta al darnos Vida y darnos
todo cuanto necesitamos para poder vivir.
Dios ha dado al hombre todo cuanto necesita para vivir, pero el hombre ha llenado
su vida de dificiles problemas. Esas necesidades que tanto nos preocupan y desesperan, no
son necesidades creadas por Dios, sino necesidades creadas por el hombre mismo.
No debemos pensar que nuestros dolores, preocupaciones y necesidades nos los
"manda Dios "; todo ello es la lógica consecuencia de los errores humanos del pasado, así
como será consecuencia de nuestros actos del presente todo lo que corresponderá a los
hombres del futuro.
Para que nuestra vida humana tenga más Comprensión y Amor, Dios nos ha dado.
además, INTELIGENCIA y SENTIMIENTO. La inteligencia nos permite comprender y
asimilar todo lo que nuestra mente capta, y el sentimiento -nuestra capacidad de sentir-
nos capacita para amar.
Nuestra inteligencia nos permite saber y reconocer que Dios existe, a pesar de que no
podamos verle, y nuestros sentimientos nos permiten amarLe y, a través del amor, unir-
nos a Él. .
Aunque a Dios no podamos verLe -porque Dios es absolutamente Espiritual, no tiene
forma- podemos ver Su Manifestación; es decir, la Manifestación de Su Amor y Su
Sabiduría en todo lo que nos rodea.
Todo en nuestro mundo -el Hombre y la Naturaleza- y todo más allá de nuestro
mundo -sol, estrellas, planetas y lo que aún desconocemos - es Creación Divina. A todo
ello nos une fraternalmente la común Paternidad, que es, a la vez, Expre sión del
inconmensurable Poder de Dios.
Dios es Padre Amoroso; Su Amor está en todos Sus hijos, humanos o no, y, en
consecuencia, amando nosotros todo lo que Dios ha Creado estaremos unidos a El, porque
el Amor es el Camino que lleva hacia Dios.
Conscientes de que el Amor del Padre está en nosotros y de que Él es Injinitamente
Justo, Sabio y Poderoso, debemos vivir en la seguridad de que obrando en todo momento
de acuerdo con Su Ley de Amor -lo cual significa vivir de acuerdo con Su Voluntad-
estaremos siempre en condiciones de poder recibir manifestaciones de Su Amor y de Su
Protección.
Inteligencia y sentimiento
Sepamos agradecer
En el diario trato humano encontramos personas que agradecen los favores que
reciben y también personas que parecieran no saber agradecer.
Quienes son orgullosos se suponen con derecho a ser favorecidos y creen que se
desmerece rían a sí mismos si de mostraran agradecimiento. En cambio, quienes son
humildes de espíritu sienten como un gran bien el favor recibido y lo agradecen
íntimamente. Al hacer un favor, prestar ayuda o dar socorro, no debemos esperar ni
siquiera pensar en re cibir por ello agradecimiento; pero sí debemos, en cambio, aprender
a ser agradecidos. ,
La mejor.forma de agradecer a Dios cuanto de El recibimos es amando a nuestros
semejantes y procurando hacerlos partícipes de los bienes que nosotros disfrutamos.
Tengamos en cuenta que no solamente son bienes aquellos que nos proporcionan
comodidades o bienestar físico, sino que también son grandes bienes los conocimientos
nuevos que vamos adquiriendo; por lo tanto, debemos procurar que esos cono cimientos
nuevos, que a nosotros nos benefician, puedan también beneficiar a los demás.
Nuestro pensamiento deberá elevarse a Dios en agradecimiento, en todas y
cualesquier circunstancias de la vida diaria, y al terminar por las noches nuestra jornada
deberíamos decir con amor a nuestro Divino Padre: "GRACIAS, PADRE MÍO, POR
TODO LO QUE ME HAS DADO ".
En todas las circunstancias de nuestra vida humana, aún en aquéllas más dolorosas,
siempre está presente el Amor Divino. Esto iremos comprendiéndolo cada vez mejor a
medida que vayamos adquiriendo Conocimiento de la Vida, pero debemos tener la
seguridad de que Dios, que es Amor, sólo desea la felicidad de Sus hijos. Si nuestra mente
rechaza la idea de padres sin amor hacia sus hijos; de padres que no se preocupen por el
bienestar de sus hijos, ¿cómo podríamos suponer que el Padre Perfecto pudiera
despreocuparse por la felicidad de Sus criaturas?
Nosotros, soto nosotros, hemos originado y nos hemos atraído todos los males que
padecemos, los cuales, sin embargo, la Bondad Divina transforma en bienes inestimables
asignándoles el carácter de experiencias, que nos enseñarán, paulatinamente, a vivir de
acuerdo con la Ley Divina del Amor, es decir que a través de esas experiencias aprendere -
mos a vivir de acuerdo con la Voluntad Divina, única forma en que nos será posible hallar
la felicidad.
A todos debemos amar
Dios nos creo a todos exactamente igual; no estableció entre nosotros ninguna
separación. Las separaciones. Todas las separaciones, son obra exclusiva de los hombres,
obra dictada por su ambición y su egoísmo, porque el hombre no ha querido, hasta ahora,
reconocer que todos somos hermanos.
Por lo tanto, nuestro amor no debe hacer distingos ni separaciones. Debemos amar y
respetar del mismo modo al humilde y al poderoso, a quien profesa nuestra religión y al
que no la profesa, a quien piensa y siente como nosotros y al que piensa y siente
diferentemente; a todos debemos amar por igual, sea cual fuere su raza o nacionalidad.
Comencemos desde ya a mirarnos, los unos a los otros, como verdade ros hermanos y a
derribar las barreras que han levantado el desamor y el egoísmo de los hombres.
Vayamos hacia el verdadero Ideal de Amor y de Justicia. Comencemos a mirar con
amor a todas las personas -hombres, mujeres, niños- de cualquier nacionalidad, de
cualquier religión o de cualquier raza que sean. Ayudemos al débil, al incapacitado, al
necesitado, y colaboremos en toda obra de bien común con desinterés y perseverancia;
despertaremos así al amor que mantenemos "dormido" en nuestra Alma y entraremos,
para nuestra ventura, en la verdadera fraternidad.
Se logrará así un mundo sin odios, un mundo de comprensión y de paz, en el cual los
hombres vivirán en verdade ra fraternidad de Dios-Amor y entonces, Su Amor nos lo
retribuirá. Si al hacer el bien esperamos o deseamos que nos lo retribuya la persona que lo
ha recibido, estaremos pretendiendo un "pago" y entonces no podremos esperar también
el "pago" Divino; serían dos "pagos" por una misma acción; debemos eleeir. sin lugar a
dudas. el "pago" Divino.
~ El ma;avilloso tesoro del Amor que hemos recibido con la Vida debemos prodigarlo,
porque amar sin esperar retribución alguna es fuente inagotable de alegría y felicidad;
felicidad y alegría que damos y recibimos, porque quien así ama se siente constantemente
feliz. Toda dádiva amorosa proporciona mayor satisfacción a quien la realiza que a quien
la recibe.
El amor es la base para una feliz convivencia y es la fuerza que mantiene a los
hombres armónicamente unidos. Por lo tanto. en nuestro trato diario con los demás
debemos, en todo momento, pensar y proceder con amor.
Es importantísimo que los niños -que son los hombres del futuro- sepan que deben
comenzar desde ya a pensar y obrar con amor; en todo momento y en toda circunstancia.
Se logrará así un mundo sin odios, un mundo de comprensión y de paz, en el cual los
hombres vivirán en verdade ra fraternidad.
Dios está en todas partes, absolutamente en todas, por lo tanto, Él puede conocer
no solamente lo que nosotros hacemos, sino también lo que nosotros pensamos y sentimos.
Nada hay que pueda quedar oculto para Dios; Él puede penetrarlo todo. La Presencia de
Dios está en todas partes y, por lo tanto, también en nosotros.
Para poder darnos cuenta de cómo Dios puede estar, a la vez, en todas partes,
pensemos en el Sol. El Sol puede estar en todas partes a la vez, de acuerdo con la forma de
la Tierra. Como el Sol es fisico, podemos resguardarnos de él e impedir que nos llegue,
pero Dios es Espíritu y todo lo pene tra; en consecuencia, Él puede "ver" tanto nuestro
"cuerpo fisico" -en lo externo y en lo interno- como nuestro "cuerpo Espiritual" y todo
lo que hay en él, es decir, nuestros pensamientos y sentimientos.
Si aparentamos ser buenos pero no lo somos, podríamos llegar a engañar a las
personas, pero nunca podremos engañar a Dios, pues Él nos penetra y conoce
perfectamente nuestros pensamientos y nuestros sentimientos.
Nuestros pensamientos y sentimientos negativos, es de cir, pensamientos y
sentimientos que no están de acuerdo con la Ley Divina del Amor, "enlodan" nuestro
"cuerpo Espiritual ", que se hace, así, más "pesado" y, entonces, no le es posible elevarse
hacia Dios.
Como nuestro "cuerpo Espiritual" ansía y necesita acercarse a Dios, al no poder hacerlo
debido a nuestros pensamientos y sentimientos negativos, sufre, y nosotros comenzamos a
experimentar "dolores Espirituales" que nos quitan la alegría y la felicidad, y si
persistimos en nuestros pensamientos y sentimientos negativos, esos "dolores Espirituales"
podrán, también, enfermar nuestro "cuerpo físico ", pues -como ya sabemos- nuestro
"cuerpo Espiritual" se manifiesta a través de nuestro "cuerpo físico ".
La Ciencia médica está convencida de la enorme importancia que tiene sobre nuestro
cuerpo físico, nuestro estado espiritual.
Así como es cierto que muchísimas enfermedades tienen su origen en nuestros
pensamientos y en nuestros sentimientos, también es cierto que podemos mejorarnos y
hasta curarnos de muchas enfermedades con nuestros pensamientos y con nuestros
sentimientos de fe y de optimismo.
Esa influencia se debe a que nuestro "cuerpo Espiritual" penetra todo nuestro
cuerpo físico. Por lo tanto, si nuestra Alma -que es parte de nuestro "cuerpo Espiritual "-
enferma al influjo de malas pasiones, malos sentimientos, malos pensamientos, todo ese
mal habrá de reflejarse y manifestarse también en nuestro cuerpo físico.
Los sentimientos profundamente perjudiciales a que estamos más expuestos son: el
amor propio, la ambición, el orgullo, la envidia, el rencor, el odio, la ira. Estos sentimien-
tos y los pensamientos y deseos que ellos engendran, nos perjudican y enferman
psíquicamente y físicamente, y al traducirse en hechos en nuestra vida de relación -
individual o colectiva- han sido -y lo son aún hoy- origen de antagonis mos, luchas y
guerras, cuyas consecuencias recaen sobre toda la Humanidad, presente y futura.
La ambición, el rencor y el miedo han enfermado las almas y, simultáneamente, han
aumentado los desequilibrios mentales, las depresiones, las angustias, la relación es in-
negable. Nuestra fuerza espiritual positiva tiene infinitas posibilidades de Bien; su acción
puede contrarrestar toda acción negativa.
Perdonemos a quienes nos molestan, nos dañan, nos
hieren. No debemos responder a la ofensa con la ofensa ni debemos olvidar que quien nos
hiere -porque no nos ama o es rencoroso o iracundo- es un hermano que tiene enferma su
alma. Nuestro deber es, en consecuencia, responder a su ofensa con pensamientos y
palabras de conciliación, y si no logramos así calmarle, alejémonos de él, pero enviándole
pensamientos cariñosos y deseos de que pueda curar su enfermedad espiritual.
Si, por el contrario, respondemos a la ofensa con la ofensa, nos contagiaremos su
"enfermedad", pues permitire mos que penetren en nuestra alma esas terribles toxinas
espirituales, que la enfermarán, exponiéndonos a enfermar también nuestro cuerpo fisico
y quebrantar peligrosamente nues tra salud. Vemos, pues, que nosotros mismos nos
atraemos males y enfermedades cuando no vivimos de acuerdo con la Divina Ley del
Amor.
Perdonar y olvidar las ofensas nos liberará de muchos pensamientos y sentimientos
negativos y sus consecuencias. Tengamos presente que para vivir sanos y felices es impres-
cindible mantener puro y limpio nuestro "cuerpo espiritual ", debiendo pensar, sentir y
desear siempre bien, no solamente para nosotros mismos, sino también para todos los
demás.
La humildad
Con frecuencia hemos oído hablar de los "humildes" y los "poderosos ". así como
hemos oído también hablar de los "humildes" y los "orgullosos" Ve mos que, en ambos
casos, damos a la humildad un sentido un valor completamente diferentes. En el primer
caso hacemos de la h~mildad un sinonimo de pobreza y en el segundo aplicamos el
calificativo de humilde a quienes ocultan o tratan de ocultar sus valore s, sean éstos
morales o materiales.
Aun cuando esta última interpretación se acerca más a la realidad, no define con
exactitud lo que es en verdad la humildad. La humildad es un estado del alma al cual se
llega mediante la comprensión exacta de nuestra pe queñez en ese conjunto maravilloso e
infinito de la Creación en el cual vivimos, y de lo mucho, muchísimo, que necesitamos
aprender y experimentar para perfeccionarnos y lograr así la armonía con ese Todo
Perfecto del que formamos parte.
Todo lo que podamos obtener y poseer en este mundo -belleza, dinero, bienes,
poder- nada significan para nuestra verdadera Vida, la Vida Superior, la Vida que
perdura; ve mos, pues, cuán ilógico es ambicionar tanto o enorgullecerse de poseer algo
que habrá de durar tan poco tiempo. Ningún bien material nos pertenece realmente,
porque si nos perteneciera podríamos llevárnoslo al abandonar este mundo y, en cambio,
sabemos perfectamente que no nos es posible llevarnos absolutamente nada. El único bien
que podemos llevarnos, porque nos pertenecerá por siempre, es el bien que hayamos
hecho con amor y por amor.
Debemos considerar los bienes materiales o el poder que obtengamos o recibamos, como
"medios de acción" para trabajar por el bien común, haciendo partícipes de sus beneficios
a quienes carecen de ellos, y no sentirnos "poseedores" exclusivos y menos aún
enorgullecernos.
Pensando y obrando en esa forma nos acercaremos paulatinamente al verdadero
estado de humildad que nuestra alma debe alcanzar. Cuando nuestra alma haya logrado
ese maravilloso estado de humildad podremos sentirnos felices en cualquier situación de
nuestra vida, porque no nos sentiremos humillados ni menoscabados ante nada ni ante
nadie, sino que estaremos siempre dispuestos a ayudar a todo el que necesite de nosotros,
seremos comprensivos con los errores ajenos, aun cuando esos errores nos perjudiquen, y
aceptaremos sin rebeldía todo lo que nos corresponda sobrellevar en nuestra vida.
La humildad no significa pobreza, porque -como dijimos- la humildad es un estado
que el alma ha logrado, y así como podemos vivir en la pobreza y ser orgullosos, también
podemos vivir en la opulencia -si así lo imponen las circuns tancias- y ser perfectamente
humildes, es decir, no sentir el menor orgullo por nuestra rique za, sino considerarla como
un instrumento de bien, como un medio de practicar la dádiva Amorosa. Ser humilde no
significa, tampoco, despreciarse o subestimarse, sino vivir en paz interior sin pretender lo
que no corresponde ni envidiar a los demás.
Si no les damos a las cosas humanas más valor del que realmente tienen, es decir el valor
de algo completamente transitorio; si consideramos que venimos a este mundo solamente
a trabajar para perfeccionarnos, durante un tiempo cortisimo en relación a la eternidad
de nuestra Vida verdade ra, y que todo aquello de que dispongamos en este mundo -poco o
mucho, agradable o desagradable - es sólo el medio y el elemento que debemos utilizar
para obtener los únicos bienes que nos pertenecerán por siempre, ni la vanidad ni el
orgullo ni la envidia podrán dominarnos nunca. Así viviremos y trabajaremos en perfecto
estado de humildad espiritual, que es la verdadera humildad, para la cual no existen
barreras sociales, raciales ni de ninguna especie.
La envidia.
Castigo y justicia
Para aprender a vivir de acuerdo con la Voluntad la Ley de Dios es menester que
sepamos discernir QUE ES CASTIGO Y QUE ES JUSTICIA.
Cuando una persona daña a otra; cuándo -por ejemplo- la golpea ¿ cuál es la
reacción inme diata de quién ha recibido el golpe? En la mayoría de los casos, devolver el
golpe. ¿Es eso justicia? No; es un castigo que esa persona desea aplicar a quien le hizo
daño, a quien le proporcionó ese dolor, para que también él sufra y sienta un dolor igualo
mayor que el suyo.
No es deseo de justicia, es deseo de castigo, y para vivir de acuerdo con la Voluntad
de Dios es necesario tratar de eliminar ese deseo hasta llegar a no sentirlo en absoluto.
Cuando alguien nos hace un daño, en lugar de sentir deseo de devolverle ese daño con otro
igualo mayor, debemos perdonarle inmediatamente en nuestro corazón y pedir a Dios que
le ayude iluminando su mente, para que también él llegue a comprender que no debe
jamás dañar a nadie, sino que, por el contrario, debe amar a todos. Por mucho que
alguien nos haya dañado, nunca deberemos olvidar que es nuestro hermano.
Ahora bien; cuando un ladrón -por ejemplo- roba, las personas perjudicadas no están
autorizadas para darle el castigo que creen que él merece, sino que deben llamar a la
policía para que lo detenga, y la policía deberá pasarlo al juez para que lo juzgue y le
imponga la pena que merece de acuerdo con las leyes. Esto no es castigo sino justicia,
porque las leyes han sido creadas para que, respetándolas, vivamos todos en paz, sin
dañarnos nunca unos a otros, y para que aquel que obre mal recuerde que no debe volver
a hacerlo.
En forma semejante obra Dios con nosotros mediante Sus Leyes. Por eso, quien
obra mal, quien perjudica conscientemente a alguien, ante s o después habrá de recibir, en
una forma u otra, un perjuicio igual al que él ha causado conscientemente.
Cuando comprobamos esto pensamos, por lo general, que lo ocurrido es "castigo de
Dios ": pero no es aSÍ, porque Dios jamás castiga. Si nosotros, que somos humanos y por
lo tanto imperfectos, no debemos castigar sino dejar que obre la ley, pensemos que Dios -
que es Perfección- jamás habrá de castigar sino que Obran sus Leyes, Sabias y Amorosas.
Para poder vivir en armonía y dentro de la justicia, los hombres crearon leyes que
señalan a todos lo que se debe y lo que no se debe hacer. Dios, que como Padre Amoroso
de todos desea que Sus hijos vivan en paz y armonía, también creó Sus Leyes para Regir
todo lo que existe. Esas Leyes, llenas de Sabiduría y Justicia Amorosa, Rigen todas las cir-
cunstancias de nuestra vida humana, así como Rigen también la Vida en el Universo todo.
Todos nuestros actos, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos son "controlados"
por las Leyes Divinas.
Si los hombres vivieran siempre de acuerdo con las Le yes Divinas, hasta serían
innecesarias las leyes humanas; no habría cárceles ni habría necesidad de "castigos"
legales, cosas éstas que ha sido necesario establecer en el mundo porque los hombres, sin
duda por su desconocimiento de las Leyes Divinas, no sirven de acuerdo con la Ley del
Amor y con mucha frecuencia obran mal y se dañan mutuamente.
Todas las Leyes Divinas son la Justicia Amorosa de Dios, y todas emanan de la Ley
principalisima -que podemos denominar "Ley Madre "- que es la LEY DEL
AMOR.
El Amor es Fuerza Universal, Fuerza Creadora y la Expresión más fiel de la
Realidad de la Vida Superior. La Vida manifiesta Su Poder a través del Amor y todas Sus
Leyes emanan de esa Ley Suprema que es, a la vez, Justicia absoluta.
Esa Fuerza de Amor, esa Fuerza Omnipotente nos circunda y nos penetra,
capacitando al hombre para dar, también, amor a quienes le rodean; por lo tanto, fácil
nos será comprender que la causa de todos los males y dolo res que la Humanidad ha
debido y debe soportar reside en la trasgre sión que, milenio tras milenio, viene realizando
el hombre a esa Ley de la Vida.
El Amor es armonía, el desamor -por el contrario- es desarmonía; el Amor es
dádiva constante, el desamor -en cambio- es egoísmo, con toda su perniciosa secuela de
ambiciones, envidias y odios que, como trágica herencia, recibió la Humanidad en cada
generación.
Si pensamos detenidamente en lo que significa amarnos unos a otros, podremos
percatarnos de que si nos amáramos nunca perjudicaríamos a otro, nunca dañaríamos a
nadie, y si nadie dañara a otros, serían innecesarias muchas leyes humanas y sus penas,
serían innecesarias las cárceles y los castigos que los hombres han debido crear.
Opongamos a las fuerzas destructoras generadas por los odios y ambiciones, la
Fuerza poderosisíma del Amor. Amemos a todos, aun a quienes pudiéramos suponer ya
incapacitados para reaccionar positivamente. Amemos en verdad, sin esperar respuesta
que nos beneficie o nos halague; amemos por el íntimo placer de dar a los demás algo de
ese invalorable tesoro que la Vida nos entrega, y no tardaremos en comprobar
transjormactones maravillosas en quienes nos rodean.
Si amamos verdaderamente a una persona, jamás tendremos hacia ella
pensamientos, deseos o acciones que le dañen o le perjudiquen, sino que, por el contrario,
trataremos siempre de ayudarle y protegerle, y dentro de nuestras posibilidades
procuraremos facilitarle todo aquello que necesite. En esa forma debería vivir la
Humanidad, pensando, sintiendo y obrando siempre de acuerdo con la Divina Ley del
Amor.
Cualquier ley o precepto que sea contrario al Amor que debemos profesarnos los
unos a los otros, es una ley o un precepto equivocado y, en consecuencia, no debemos
seguirlo.
El egoísmo -o sea el exagerado amor a sí mismo- lleva a muchos hombres, tanto
individual como colectivamente, a suponerse superiores a los demás, e imbuidos de ese
erróneo concepto de superioridad pretenden imponer a los otros sus ideas y sus conceptos.
Quien incite al alejamiento o separación en virtud de diferencias de conceptos, de
razas, de patrias, de religiones procede en forma absolutamente contraria a la Voluntad
Divina que, como dijimos, nos señala el camino del amor recíproco.
Por lo tanto, aunque se nos incite a despreciar u odiar a otros, jamás deberemos hacerlo;
por el contrario, deberemos recordar siempre que todos somos hermanos y que con nues -
tro amor podremos atraer hacia el buen camino a quienes pudieran estar equivocados,
mientras que con el desprecio o el odio los alejamos todavía más.
El hombre no ha comprendido todavía que, así como tiene necesidad imprescindible
di? vivir di? acuerdo ron la ley humana. tiene aún más necesidad de vivir de acuerdo con
la Ley Divina, y la Ley Divina nos manda Amar a todos y a todo.
Viviendo de acuerdo con la Ley del Amor nos sentire mos perfectamente felices, sin
odios ni temores en el alma y sin el peligro de las guerras. Así, cada país, en lugar de des -
tinar enormes sumas de dinero y valios a energía humana a prepararse para sembrar y
recoger destrucción, podrá emplear ese dinero y esa energía humana para estimular el
progreso, no solo en el propio país, sino también en otros países más atrasados.
Meditemos en las innumerables vidas y las enormes sumas que el odio y la ambición,
es decir la falta de Amor, han costado a todos los países, y cuán diferente sería la vida de
los hombres, en todas partes del mundo, si ese enorme esfuerzo se hubiera empleado para
hacer el bien por el bien mismo, es decir, hacer el bien sólo por amor.
Sepamos Amar
La excesiva auto valoración deriva nuestra capacidad de amar hacia nuestra propia
persona, impidiéndole así expandirse e irradiarse, como es Ley, a esa maravillosa Fuerza
que, impedida de "circular" para unir armónicamente a los seres, desviada de su Acción
superior de Bien común, reteni da en la exclusividad, se transforma en amor propio, en
egoísmo, que se va intensificando y emplea la capacidad emocional del alma humana en
todo lo opuesto al verdadero Amor. Así, el Amor que fue transformado en egoísmo, en
lugar de dar. ambiciona y envidia, en vez de comprender y perdonar. odia y se venga,
levanta barreras y separa en cambio de unir, sembrando y recogiendo desdichas en vez de
felicidad.
Aun cuando en nuestro mundo senorea el dolor, anidando en las almas y en los
cuerpos, nuestro mundo no nació "enfermo". La Vida, que es Perfecta, sólo tiene Obras
perfectas, pero la Perfección exige, ineludiblemente, acatamiento a Sus Leyes. Viviendo
en su Ley, viviendo en el Amor, solo puede existir armonía, paz, progreso, felicidad; pero
si su Leyes transgredida, el dolor llega, para llamarnos y despertarnos a la conciencia de
nuestra imperiosa necesidad de amar.
El Amor Universal
Nos abstraemos en la contemplación de astros, cuya luz llega a nuestra retina desde
distancias inconmensurables, nos sentimos cmpequenecer al establecer "contacto"
consciente con esa conmovedora expresión de la Vida Universal.
Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar que en ese maravilloso conjunto
que vemos titilar en el espacio, cada astro significa un "punto" ubicado en un
determinado lugar del Universo, un "punto" que no es ajeno a nosotros, porque estamos
unidos a él en forma tal que sus destellos impresionan, no solamente nuestros sentidos
fisicos sino también nuestra Alma.
Y son millones y millones los "puntos" del Universo con los cuales estamos unidos, y
de esa unión podemos tomar conciencia a través de sutiles sensaciones, tan claramente
como lo hacemos por medio de nuestros sentidos.
Aunque viviendo en la Tierra -este pequeño planeta que, como millones de otros
pianetas, gira constantemente en el espacio- podamos suponernos hasta llegar el sentirnos
lejos de nuestro Padre Divino, no olvidemos nunca que Él está presente en todo el
Universo y, por lo tanto, también está presente en la Tierra y en nosotros mismos.
Dios nos da Amor permanentemente y, aSÍ, nos enseña a amar; pero, nuestro
egoísmo nos impide interpretar la Voluntad del Padre, que al rodearnos con Su Amor nos
está expresando que, como hijos Suyos, debemos procurar imitarLe, amando, a nuestra
vez, a todos nuestros hermanos; hombres, animales, plantas y todo lo que Él ha Creado.
Para lograr la seguridad de que es bueno o malo lo que deseamos hacer, es necesario
analizar minuciosamente el hecho, a fin de comprobar si podría -en alguna forma- per-
judicar a alguien o a algo, en cuyo caso deberemos rechazarlo como contrario a la Ley del
Amor y, en consecuencia, indigno de nosotros.
La "Voz" de la Conciencia
Por eso, para lograr una convivencia feliz es impres cindible procurar ayudarse,
comprenderse y tolerarse unos a otros y, además, tener siempre pensamientos, deseos y
acciones positivas para los demás. Imaginémonos lo maravillosa que sería la vida en
nuestro mundo si todos los hombres se sintieran amigos y hermanos de los demás y
procuraran ayudarse y protegerse recíprocamente en toda circunstancia.
Vivir en armonía unos con otros podrá impedir que se produzcan nuevas guerras.
Es imprescindible que todos -mayores, jóvenes y niños- comencemos desde este momento
a vivir en armonía con los demás.
el hogar y fuera del hogar; con quienes viven cerca y con quienes viven lejos de
nosotros; con todos los grupos de la Humanidad, de cualquier país, de cualquier raza, de
cualquier religión o posición social que sea procuremos establecer contactos amistosos y
armónicos.
El amor propio.
Así como el amor lleva a las acciones más bellas y desinteresadas, el amor propio ha
llevado y lleva a los hombres a los hechos más repudiables.
Los ambiciosos, los caudillos, los agitadores, los proselitistas, que quieren llevar a las
masas humanas por el camino que conviene a su ambición, explotan con habilidad el amor
propio de los hombres, transformándolo fácilmente en "amor propio colectivo ", es decir,
en amor propio del país, de raza o de cualquier clase de grupo, social, político, ideológico y
hasta religioso. De ese modo llevan fácilmente a las masas humanas por el camino de la
guerra y el dolor, para servir a sus planes ambiciosos, hacié ndoles creer que están
defendiendo un ideal sublime o incitándoles a vengar "su amor propio herido ".
Vemos cuánto mal ha traído y trae a los hombres el amor propio; sin embargo, tanto
nos hemos acostumbrado a él, que lo consideramos algo muy natural y hasta solemos
jactarnos de "tener mucho amor propio". Conociendo el enorme perjuicio que el amor
propio trae a nuestra vida, tanto humana como Espiritual. pues nos lleva a obrar en
contra de las Leyes Divinas- debemos rechazarlo en todo momento e impedir que penetre
en nosotros ese verdadero veneno del alma.
En esa forma, en vez de estimular en los niños el deseo de esforzarse en obrar bien
por el bien mismo -como deben hacerlo- estimulan el esfuerzo con la mezquina finalidad
de aparecer superiores a otros, en capacidad e inteligencia.
El niño -y todos en general- debe saber que el esfuerzo de bien que realicemos -para los
demás o para nosotros mismos- nunca debe esperar -y menos perseguir- la recompensa;
es suficiente recompensa la felicidad que siente nues tra alma por el bien realizado y la
seguridad de haber obrado de acuerdo con las Leyes Divinas, que valoran todos nuestros
actos con Justicia y con Amor.
La tolerancia.
En la misma forma, sin duda, habrán de reaccionar los demás, con afectuoso
agradecimiento hacia nosotros cuando somos comprensivos y tolerantes con sus
imperfecciones o errores que pudieron molestarnos o perjudicarnos.
Nos resultará fácil ser tolerantes y comprensivos si logramos eliminar de nuestra
alma el amor propio -que nos hace egoístas, ambiciosos, orgullosos, envidiosos, rencoro -
sos- y nos acercamos a todos con verdadero afecto, recordando siempre que las
imperfecciones que los demás evidencian también las tenemos nosotros y, por lo tanto,
que también nosotros necesitamos ser comprendidos y tolerados.
Esto establece y fortalece vínculos afectivos que originan amistad, unión, armonía, lo
cual conduce a la verdadera fraternidad, que tanto y tan apremiantemente necesita obte -
ner la Humanidad para lograr un progreso fecundo en realizaciones científicas, sociales y
de todo orden, que transformen nuestra actual vida de luchas, temores y desasosiegos, en
una vida de esperanza, trabajo, prosperidad, y paz.
La fraternidad es expresión de la Divina Ley de Amor y el hombre necesita
ineludiblemente vivir en Ella. La tolerancia prepara y facilita el camino para que los
hombres logren vivir en verdadera fraternidad.
La ira.
Casi todos hemos tenido oportunidad de ver, en alguna ocasión, una persona dominada
por la ira. Su aspecto, sus modales y sus palabras infunden temor y, a la vez, una pro funda
compasión.
La ira es un sentimiento intensamente negativo, que brota y arraiga fácilmente en el alma
de quienes están poseído de amor propio, de orgullo, de vanidad, y pretenden que quienes
los rodean les obedezcan ciegamente, sin contradecir jamás sus deseos, ideas o
disposiciones, pues su orgullo los hace sentirse superiores a los demás y con derecho a
exigirles obediencia y sumisión.
Por es, cuando los hechos o las palabras de otras personas no coinciden con sus
ideas, deseos o conveniencias, o simplemente les molestan, toda la fuerza de esos
sentimientos negativos estalla, nublándoles la mente e impidiéndoles razonar. En su
ofuscación se sienten atacados, aunque nadie los ataque, e impulsados a tomar
represalias por ofensas que, casi siempre, solo existen en su imaginación.
Cuanto más se deja arrastrar una persona por el bajo impulso de la ira, más y más ésta
se arraiga en su alma, lle nando su vida de rencor y descontento por todo.
Por otra parte, el estado de excitación que la ira provoca en la persona produce en
ella un desequilibrio nervioso que además de evidenciarse en su aspecto y ademanes,
puede producir trastornos fisiológicos de toda índole en su organismo, originando
alteraciones que suelen tener consecuencias muy desagradables.
Todo esto nos demuestra lo perjudicial y hasta funesta que es la ira para nuestra
alma y para nuestro cuerpo, y lo importante que es evitarla y rechazar, con todas nuestras
fuerzas, cualquier asomo de ella.
La ira no brota en el alma de quienes son verdaderamente humildes, de quienes
aman a todos, de quienes tratan constantemente de perfeccionarse, sino en el alma de
aquellos que, como dijimos, se aman excesivamente a sí mismos, son orgullosos y se
sienten superiores a los demás.
Esto nos demuestra los beneficios de vivir en el amor y e n la humildad, y también, la
necesidad de analizar permanentemente nuestros pensamientos, sentimientos y
reacciones, a fin de eliminar de nuestra alma el amor propio, origen de tantos y tantos
males.
Cuando veamos a una persona dominada por la ira, de beremos considerarla como
gravemente enferma -pues la ira es una grave enfermedad del alma- y nuestra reacción no
deberá ser de enojo ni de rechazo, sino de amorosa compasión, procurando ayudarle -con
nuestros buenos deseos y nuestros buenos pensamientos - a dominar esa enfermedad del
alma y liberarse de ella.
En esa forma estaremos obrando de acuerdo con la Divina Ley del Amor.
Evolución y Progreso.
Nuestro mundo, como todos los mundos del Universo, nuestra Humanidad y todo lo
que existe en nuestro planeta, viven también, lógicamente, dentro de la necesidad de Pro -
gresar y de perfeccionarse y, por lo tanto, en una constante Evolución, que les
proporciona el Progreso que necesitan.
Podemos comprobar cuánto ha evolucionado y progre sado el hombre desde que comenzó
su vida en la Tierra. Todo en él ha ido, poco a poco, evolucionando y progresando -su
fisico, su alma y su mente -o Ese progreso evolutivo ha determinado nuevas formas de vida
para los hombres, nuevas y mejores aspiraciones y costumbres nuevas y más avanzadas
ideas. A través de los milenios, todo ello ha ido conformando las diferentes civilizaciones
que se desarrollaron en diferentes lugares de la Tierra, trayendo, progresivamente, a los
hombres, lo,', adelantos sociales, artlsticos y científicos que hoy disfruta la Humanidad.
En el planeta todo debe evolucionar y progresar conjuntamente, para que su
evolución y progreso se realice en forma armónica y beneficiosa para el conjunto, pues,
cuando algo se retrasa desarmoniza con los demás y, entonces, se hace necesario "forzar
"-o sea acelerar- el ritmo de su progreso, para que alcance el mismo "punto" de progreso
logrado ya por los demás.
Es como si, por ejemplo, un grupo de niños debiera lle gar a un lugar determinado en
un tiempo también determinado y, guiados amorosamente por un maestro, avanzaran ca-
minando todos a un mismo paso; todo el grupo llegaría así a la meta a un mismo tiempo,
pero, si alguno o algunos de esos niños se demoraran por no seguir el paso de los demás,
lógicamente habrían de retrasarse y ello haría necesario que el maestro les llamara la
atención urgiéndolos a apresurarse, porque los demás niños no pueden detenerse a
esperarlos.
Si, a pesar de ello, esos niños insistieran en su lentitud, el amoroso maestro -que
desea que ellos también lleguen a la me ta- debería empujarlos para forzarlos así a
acelerar el paso, y esto requerirá de ellos un mayor esfuerzo.
En la Tierra, la Humanidad está demorada a causa de su lento progreso moral. Por falta
del esfuerzo necesario, el alma de los hombres no ha alcanzado todavía la pureza nece saria
para que el progreso científico sea base segura de ini ciación de una nueva y maravillosa
etapa en la Civilización; por lo tanto, el hombre necesita urgentemente acelerar su
progreso moral.
La "Meta" que nuestra alma persigue es la Perfección, y cada vida humana debe
proporcionarnos un adelanto que nos coloque en un "punto" más avanzado en el Camino
hacia la Perfeccion que anhelamos.
La vida humana es muy breve; el Progreso Espiritual que cada persona evidencia -
sea poco o sea mucho- ha sido obtenido mediante reiteradas vidas humanas realizadas por
el Alma, o sea, mediante muchas encarnaciones sucesivas. Cada una de esas vidas
humanas, o encarnaciones, ha proporcionado al Alma Progreso, acorde siempre con el
esfuerzo que el Alma ha realizado para no apartarse del sendero del bien, durante el
tiempo en que vivió como humano, o sea, durante el tiempo en que estuvo encarnada en el
mundo.
Significa esto que la diferencia entre el cientifico, o cualquier otra persona de su
mismo nivel intelectual, y el hombre de la selva, se debe sólo a que el Alma del primero es
más "vieja" que el Alma del segundo, es decir, que el Alma del sabio "nació" y comenzó
sus encarnaciones mucho antes.
Por lo tanto, el científico de hoy fue, hace miles de años, un hombre tan atrasado
como lo es hoy el hombre de la selva, y éste -dentro de miles de años - podrá ser un
hombre tan inteligente como lo es hoy el científico.
Como el Alma necesita y desea Evolucionar y Progre sar, encarna reiteradamente a
fin de aprender y practicar en la Tierra su Lección de Amor, o sea, aprender a vivir de
acuerdo con la Voluntad Divina.
Cada hombre es un Alma que ha encarnado en la Tierra para trabajar a fin de
Progresar y Perfeccionarse. Dios es la Perfección; en consecuencia, cuanto más se
Perfecciona el Alma más avanza en su Camino hacia Él.
Acercarse a Dios es necesidad permanente en todas las almas, y respondiendo a esa
necesidad, las almas trabajan -tanto en su Patria del Espacio como en el mundo- procu-
rando Progresar cada vez más.
un Alma, durante el período en que está encarnada -o sea en el transcurso de una
vida humana- obra en contra de la Ley Divina, que es Amor; e s decir, si conscientemente
daña a otro ser, se perjudica a sí misma, porque absolutamente todo cuanto hacemos o
deseamos hacer a los demás se refleja siempre en nuestra Alma.
Cuando el Alma desencarna, es decir, cuando deia el "cuerpo fisico" que utilizó y
retorna a su Patria del Espacio, toma conciencia exacta del daño que, perjudicando o
deseando perjudicar a otros, se ha hecho a sí misma; entonces sufre intensamente, porque
sabe que con ello ha contraído una deuda con la Ley del Amor y que no podrá continuar
su Camino hacia Dios hasta tanto haya pagado esa deuda.
¿ Cómo hace el Alma para saldar las deudas que contrae con la Ley? ¿Podemos
creer que las oraciones de quie nes están en la Tierra, de quienes fueron sus amigos o sus
familiares, pueden pagarlas? No, porque si eso fuera posible no habría verdadera Justicia,
ya que aquellas almas que no tienen en la Tierra ningún pariente o amigo ni nadie que ore
por ellas, no tendrían las mismas posibilidades y, por otra parte, aquellos que dispusieran
de dinero podrían pagar con él oraciones para cuando su Alma hubiera desencarnado, lo
cual equivaldría a poder comprar el Progreso del Alma.
Suponer que el Progreso Espiritual pudiera ser comprado con dinero o adquirido
con oraciones sería completamente ilógico, porque cada Alma es responsable de sus actos
ante la Ley Divina, y la Ley Divina, que es Amor y Justicia, da a cada uno
EXACTAMENTE LO QUE CADA UNO HA MERECIDO.
Las oraciones efectuadas con amor -al igual que los pensamientos y deseos de bien- para
las almas que han desencarnado, pueden fortalecerlas y ayudarlas, pero nunca podrán
evitarles el esfuerzo, imprescindible para obtener el Progreso, ni la necesidad de
responder ante la Ley Divina por el daño que hayan realizado.
¿Es esto imposible de lograr? No; sólo es necesario que cada uno trate de cambiar en
lo íntimo de su sentir y de su pensar, y rápidamente se produciría el cambio en toda la
Humanidad. La gran mayoría de los hombres ignora que amando podrá sentirse feliz;
ignora que la Fraternidad es Ley de Vida y, en consecuencia, debe y necesita vivir en ella.
Quienes conocemos esta Verdad tenemos el deber de difundirla al máximo, para que
los hombres, reconociendo el error en que hasta ahora han vivido, puedan liberarse de
odios y temores y comenzar una vida de paz y de armonía, una vida feliz, en verdadera
FRATERNIDAD.
Universalismo.
Fácilmente, el ser humano adopta posiciones en las cuales, llevado unas veces por un
entusiasmo idealista y otras por la propia conveniencia, se encasilla en ismos que le
conducen rápidamente al fanatismo, con toda su secuela de intransigencias, odios y
separaciones, a cuyo empuje se des moronan amistades y afectos, rompiéndose vínculos
que se mantuvieron firmes a través de los años.
Ese no es, lógicamente, el camino para lograr una convivencia feliz, sino, por el
contrario, una forma eficacísima de obstaculizarla. Sin embargo, existe un "ismo" que no
es índice de separación y de desamor, un "ismo" que, por el contrario, es unificador: el
"UNIVERSALISMO".
El egoísmo y el amor propio hacen de cada "ismo " un elemento de agresión, y los
ambiciosos fustigan a los hombres exaltando esos aspectos negativos del alma humana a
fin de lograr la fuerza de lucha que necesitan para procurar el triunfo de sus ambiciones
personales.
Detrás de cada "ismo " defendido con exaltación fanática, detrás de cada "ismo"
que lucha enconada me nte por imponerse, está siempre la ambición de un hombre o la
ambición de un grupo, que fomenta el fanatismo, utilizándolo para sus propios fines.
Debemos tener la seguridad de que el Bien no lleva al hombre contra el hombre sino que,
por el contrario, trata de acercarlo, esforzándose en suavizar las asperezas y procurando
sea reparado el error alli donde el error esté.
Si analizamos la vida de los hombres en general, veremos que todos -unos más y
otros menos- viven angustiados, ansiosos, insatisfechos, sin poder disfrutar, como
deberían, de todo lo hermoso que la vida les brinda. Pocas son las personas que tienen
tiempo y voluntad para extasiarse contemplando las maravillas de la Naturaleza. las
estrellas, los pájaros, las flores, y tantas cosas hermosas que están cerca de nosotros sin
que nosotros les demos importancia, porque nuestra mente está siempre cargada de
preocupaciones, provenientes, en su mayoría, de las necesidades que nos impone el diario
vivir, necesidades que se multiplican y nos absorben más a medida que les dedicamos
mayor esfuerzo restándolo al que deberíamos dedicar al aspecto espiritual de nuestra vida.
En su gran mayoría las personas lo ignoran todo con respecto a sí mismas, es decir,
ignoran por qué y para qué están viviendo en la Tierra. Ignoran que son Almas
encarnadas que se encuentran en el mundo como seres humanos, para tratar de obtener
Progreso, y que para poder lograrlo necesitan vivir de acuerdo con las Leyes Divinas, que
determinan la necesidad ineludible de amar a todos y a todo.
Como casi todos viven amándose a sí mismos muchísimo más de lo que aman a los
demás, atraen así a su vida una serie de dolores, preocupaciones, temores, dudas y
resentimientos que les restan energía y tiempo y no les permiten disfrutar la felicidad que
proporcionan el amor y la armonía, es decir, la vida en fraternidad. Todo ello se debe a
que los hombres carecen de Verdadero Conocimiento Espiritual.
Siendo el Conocimiento Espiritual una necesidad inelu¬dible para que los hombres
puedan vivir realmente felices, no podemos dudar que nuestro Padre Divino habrá
proporcionado a sus hijos la forma y los medios para que pudieran recibirlo. Y así es:
varias veces llegaron a la Tierra Almas Superiores, Enviados Divinos que tomaron forma
humana -es decir que nacieron y vivieron entre los hombres - para darles, con Sus
Patabras y con Sus Hechos , el Conocimiento de la Verdad; es decir, el Conocimiento
Espiritual Verdadero que los hombres necesitan.
Cada vez que llegaron a la Tierra esas Almas Superiores, esos Enviados Divinos,
tuvieron a su alrededor un grupo de hombres puros que fueron Sus disc ípulos y que
retuvieron Sus Enseñanzas para que todos pudieran luego conocerlas, practicarlas y
beneficiarse con ellas.
Esto se repitió a través de los siglos y milenios; en cada oportunidad en que el Amor
Divino enviaba a la Tierra Su Palabra y la Enseñanza de Su Ley, por intermedio de una de
esas Almas Superiores, se produjo el mismo proceso de parte de los hombres, quienes
congregándose, se constituían -como Iglesias- en dueños y únicos poseedores de la Verdad,
sin tener en cuenta que la Verdad es solamente Una, que fue revelada a los hombre s
muchas veces y que, además, pertenece a todos.
Suponer que la Verdad pudiera haber sido Revelada a los hombres una sola vez, en
el transcurso de los innumerables milenios que la Humanidad habita la Tierra, sería
suponer que hasta el momento de la Revelación nuestro Padre Divino no prestaba
atención a la necesidad de Progreso Espiritual de Sus hijos de este mundo, lo cual
implicaría desamor, imposible en la Perfección Divina.
Por eso, aunque aparentemente las Doctrinas Verdaderas de las diferentes Igle sias
puedan ser distintas entre sí, en su Esencia son exactamente iguales, porque todas las
Doctrinas Verdaderas han sido originadas en la Palabra y en los Hechos de Almas
Superiores, que vivieron como hombres en la Tierra para traer a la Humanidad el
Conocimiento de la Verdad y de la Ley Divina, a fin de que los hombres, viviendo de
acuerdo con ese Conocimiento Espiritual Verdadero, pudieran ser felices y Progresar
Espiritualmente.
Esto nos demuestra que la separación religiosa es obra exclusiva de los ho mbres,
quienes, con sus erróneas interpretaciones de las Enseñanzas traídas, crearon barreras
que desvirtuaron la finalidad del Trabajo realizado por cada Enviado Divino. Así, a pesar
de que la Humanidad recibió varias veces el Verdadero Conocimiento Espiritual, que
tanto necesita, hasta ahora no ha podido beneficiarse realmente con él, porque ese
Conocimiento le ha llegado deformado o mal interpretado. Además, le fue dado como una
doctrina religiosa y no como Enseñanza de Amor y de Universalismo, que le induciría a
vivir en armonía y unión amorosa con todos, según era la finalidad de la Revelación.
Siempre, a través del tiempo, los hombres recibieron la Ayuda Divina para no
desviarse del camino que debían seguir; pero, seguir el camino del amor y la Verdad
obliga a superar las tentaciones de la ambición, el orgullo y el amor propio, y los hombres
-congregados o no- prefirieron desentenderse de la necesidad de renunciar a sus
ambiciones egoístas y a su amor propio, y adaptaron las Enseñanzas a sus conveniencias,
privando así a la Humanidad del Verdadero Conocimiento Espiritual.
Esta es la causa por la cual los hombres no han podido aún lograr la felicidad,
porque la felicidad sólo podrá llegarles a través del Conocimiento Espiritual Verdadero
practicado como norma constante, en su vida íntima y en su vida de relación.
La Fe.
La fe es una fuerza espiritual poderosísima que nos alienta para creer, para esperar
y para lograr aún las cosas más dificiles. La fe nos sostiene en aquellos momentos en que
parecería que toda esperanza es ya inútil.
Muchas veces, en la vida humana se producen hechos o circunstancias que nos dan
la sensación de que se desvaneciera todo aquello que hemos deseado alcanzar y por lo cual
hemos trabajado empeñosamente con sacrificios y desvelos. Si bien esos momentos son
muy tristes, cuando nuestra alma tiene fe esa tristeza deja pronto lugar a la esperanza,
porque la fe nos da la fuerza que necesitamos para no desmoralizarnos e insistir en
nuestro esfuerzo.
En esa forma, mediante nuestra fe, los inconvenientes -y aun los fracasos- no
debilitan nuestro empeño sino que nos sirven de experiencia valiosa que nos ayuda a
salvar los obstáculos y obtener el éxito.
La fe es tan necesaria a nuestra alma como es necesario el alimento a nuestro
cuerpo. La fe nos permite comprender la Realidad Espiritual de nuestra vida, pues sin fe
no aceptaríamos la existencia de esa Realidad que no podemos ver ni palpar, pero que
impulsados por nuestra fe aceptamos como Verdad, condición imprescindible para poder
comprenderla y lograr conocerla cada vez mejor. Comprender y conocer la Realidad
Espiritual de nuestra Vida nos acerca a Dios, Creador de la Vida; por lo tanto, podemos
decir que la fe acerca al hombre a Dios.
La fe es, como dijimos antes, una poderosa fuerza espiritual, es decir, una poderosa
fuerza de nuestra alma, y aun cuando el hombre algunas veces alardee de que "no tiene fe
en nada ". ello no es exacto, porque si analizamos los actos de la vida humana
comprobamos que hasta el menor de ellos es una expresión de fe. Por ejemplo: comemos
talo cual alimento porque tenemos fe en que nos beneficiará: estudiamos porque tenemos
fe en que aprenderemos y en que el saber nos capacitará para trabajar, para nosotros y
para los demás; [ormamos una [amilia porque tenemos fe en que podremos hacer frente a
la responsabilidad moral y material; cualquier empresa que acometemos es siempre sobre
la base de nuestra fe en el éxito.
En los momentos actuales, en que los hombres se hallan tan divididos, en que, ante el
sombrío panorama mundial, el temor hace presa de muchas almas, debemos tener fe en el
Amor Divino, que jamás abandona a Sus hijos; debemos tener fe en Su Poder, que,
mediante el esfuerzo de todos aquellos que aman a sus hermanos, logrará que todos los
hombres lleguen a comprenderse, unirse y amarse.
Si los hombres tuvieran fe los unos en los otros no habría ya peligros de guerras y,
así, todo ese enorme esfuerzo bélico que los países realizan actualmente -para poder atacar
o para poder defenderse en caso de ser atacados -podría transformarse en esfuerzo de paz,
en esfuerzo constructivo, que llevaría la civilización a tantos países demorados en su
progreso y haría del nuestro un mundo mejor.
Mediante la fe los hombres podrían comprenderse mejor y así amarse, logrando que
la vida sea hermosa y digna.
Si todos comprendiéramos la necesidad de la fe y lográramos sentirla, la Humanidad
del futuro sería realmente feliz.
La Oración.
En cualquier momento de nuestra vida; ruando sentimos que nuestras débiles
fuerzas humanas flaquean o cuando comprendemos la necesidad de ser Ayudados para
poder lograr lo que deseamos, para los demás o para nosotros mismos, nuestra mente
trata de elevarse hacia lo Superior en un pedido de Ayuda o de Protección.
Nuestro Padre Divino conoce perfectamente las necesidades de Sus hijos y jamás los
desamparará; pero, si vivimos envueltos en pensamientos y sentimientos negativos, tales
como odios, rencores, ambiciones y orgullo, no podemos establecer "contacto" con lo
Superior y, por lo tanto, no podemos tampoco recibir Sus beneficios.
Cuando oramos pidiendo algo dictado por esos sentimientos negativos, nuestra
oración no puede elevarse sino que es recibida por lo que llamamos el Mal, desde donde se
nos enviará la "respuesta ". que muchas veces podrá ser satisfactoria para nuestro pedido,
en el sentido humano, pero que será intensamente perjudicial para nuestra Alma, pues la
desviará cada vez más del camino del bien, que necesita transitar para lograr su Progreso.
No debemos olvidar que en este mundo, los hombres -o sea, las almas encarnadas
vienen a Experimentar y a purificarse, casi siempre mediante el dolor; por lo tanto
no sería beneficioso para un Alma evitarle el dolor porque se impediría así su purificación.
Al orar debemos siempre pedir el bien, para nosotros y para los demás, pero sin señalar el
camino por el cual deba llegarnos ese bien, pues la Sabiduría y el Amor Divinos nos
proporcionan el bien que pedimos por el camino más conveniente para nuestra Alma.
Muchas veces, una oración elevada con intensa fe ha obtenido Respuestas que
pudieron ser calificadas de "milagrosas"; otras, en cambio, la Respuesta pareciera que no
llegara. En ambos casos, si se ha orado con fe ha llegado la Respuesta desde lo Superior;
pero, en los casos de Respuestas "milagrosas", los dolores que se evitaron no eran ya
necesarios para esa Alma. Al mismo tiempo, esas Respuestas "milagrosas" constituyen
una Ayuda que el Amor Divino envía a todos los hombres para despertar o fortalecer la fe
que tanto necesitan.
No debemos pensar que ora mejor quien dice frases más hermosas, porque el
verdadero valor y la eficacia de la oración están en la fe y el deseo de bien del que ora.
Tengamos también presente que no debemos orar siempre para pedir, sino que
debemos orar también para agradecer a Dios los bienes recibidos. Si nos preocupamos por
ob¬servar todos los hechos de nuestra vida diaria desde el punto de vista Espiritual,
comprobaremos a cada momento cuánta Protección y Ayuda recibimos constantemente
del Amor Divino; en esa forma, nuestro pensamiento se elevará, no ya para pedir, sino
para agradecer todo el bien que nuestro Padre nos prodiga. Así, en vez de ser un pedido,
nuestra oración será una Acción de Gracias.
El fanatismo.
Vemos con suma frecuencia personas fanáticas en religión y política. Los fanáticos
establecen, por la ceguera de su apasionamiento, separaciones y antagonismos que
conducen a consecuencias muy graves y hasta a luchas sangrientas con quienes no piensan
como ellos.
Los episodios y casos de exaltación fanática, política o ide ológica. conmueven por la
injusticia y deshumanización que entrañan, pero los casos de fanatismo religioso son más
lamentables aún. El fanático religioso cree que él está defendiendo a la Divinidad y, en
consecuencia, supone que todo lo que haga en contra y desmedro de quienes no son de su
misma idea religiosa, incluso torturas y hasta la muerte, serán galardones que su Alma
recibirá.
Cuán equivocado está! La Divinidad no requiere ser defendida, porque nadie puede
dañarla en absoluto; por lo tanto, en tales casos, el fanático, que lógicamente no puede
ignorar eso, engañándose a sí mismo, pretendiendo ser adalid de la Verdad, sólo procura
defender su idea religiosa; es decir que egoístamente, batalla por imponer sus ideas.
Por otra parte ¿ Cómo puede pretenderse defender la propia Fuente de Amor
olvidando y pisoteando el mandato principalísimo de "Amaos los unos a los otros ", que es
Esen¬cia de Verdad en todas las religiones y Ley de Vida a cuyo amparo, solamente,
podrá el hombre vivir en paz y felicidad?
En consecuencia, jamás le podría ser grato a Dios el odio o desprecio que el fanático
religioso siente por quienes no están de acuerdo con sus ideas, ni tampoco pudieron ser
gratas a Dios las torturas desatadas -en el pasado y aún en el presente - por motivos
religiosos.
El fanatismo hace presa fácil en quienes padecen de orgullo y de egoísmo; en
cambio, jamás podrá fanatizarse una persona de alma humilde y Amorosa, que se siente
hermana de todos, sean cuales fueren sus ideas, su raza o su religión.
El Libre Albedrío.
Todos ansiamos ser libres, sentirnos libres, gozar ple namente de nuestra voluntad
de acción, física y mentalmente. Sin embargo, la libertad -que la Voluntad Divina otorga
al hombre- ha sido restringida o suprimida por el hombre mis mo, quien, abusando del
poder, ha esclavizado a los más débiles y a los vencidos.
Es necesario tener siempre presente que el libre albedrío humano jamás debe ser
ejercido para actuar, pensar o sentir en perjuicio de nadie ni de nada; ello sería utilizarlo
en contra de la propia Alma, pues, como sabemos, todo el mal que hagamos o intentemos
hacer a los demás volverá siempre a nosotros, obligando a nuestra Alma a sufrir, en una
nueva vida humana, tanto dolor como hayamos ocasionado o deseado ocasionar.
Así como tenemos el deber de defender nuestra libertad de acción positiva, también
tenemos el deber de defender nuestra libertad de pensamiento y de sentimiento, no
permitiendo jamás que se nos impongan ideas ni se nos obligue a separaciones que, bien
sabemos, no están de acuerdo con la Divina Ley del Amor.
Ley de Jerarquía.
De ahí que la Ley de Jerarquía, Ley principalísima que, como todas las Leyes
Espirituales, Actúa dentro de la Ley del Amor, que es la Ley Madre, haya sido también
interpretada erróneamente por los humanos. La Jerarquía Espiritual impone el deber y
la responsabilidad de ayudar al progreso de los seres menos evolucionados; pero el
hombre ha interpretado la jerarquía como cualidad personal y como derecho de
mandato, siendo que la jerarquía sólo da deberes y no derechos.
Nuestro Espíritu.
Vibración
- Vibraciones Sutiles y vibraciones densas –
Tojo el Universo entero; vibra, porque Vibracton es fu Esencia Espiritual de todo lo que
existe.
Las Vibraciones Espirituales son Vibraciones muy sutiles; las vibraciones densas son
también Espirituales en Esen¬cia, pero "condensadas ", es decir que al adoptar
consistencia material y aspecto físico, han debido transformarse.
Nuestros sentidos físicos nos permiten captar sólo vibraciones densas o en un punto bajo
de sutileza; las vibraciones de sutileza más elevada resultan imperceptibles para nuestros
sentidos físicos. Por eso, nuestros ojos no pueden ver ciertos colores ni nuestros oídos
pueden percibir ciertos sonidos que, sin embargo, la Ciencia demuestran que existen.
Esto significa que hay vibraciones que, siendo físicas -pues corresponden a nuestro mundo
fisico- son más sutiles que otras, y también significa que ciertas vibraciones físicas pueden
ser captadas por nuestros sentidos humanos y, en cambio, nuestros sentidos humanos no
pueden captar otras vibraciones que también son físicas.
En consecuencia, nada existe que no haya emanado de Dios; pero, Dios es Espíritu Puro,
Crea en Espíritu, que es Vibración Sutilísima, de modo que las vibraciones materiales y
físicas que correspondan a los mundos físicos son Vibración sutil transformada, Vibración
Sutil densificada y "condensada".
El agua puede encontrarse en diferentes grados de densidad. Como líquido tiene una
densidad determinada y propiedades que responden a ese grado de densidad; como sólido
tiene diferente densidad y diferentes propiedades, y como vapor tiene otro grado de
densidad y distintas propiedades. Sin embargo, en todos esos grados diferentes de
densidad, el agua conserva siempre la misma composición esencial.
Por lo tanto, entre lo Espiritual y lo flsico sólo hay dife¬rencia de "estado vibratorio ",
como ha podido comprobarlo la Ciencia al liberar la energía atómica. o sea, al obtener que
se transforme nuevamente en “Vibración Sutil”. la vibración "condensada" o física.
Esto comprueba que todo es Vibración e n su Esencia, y como sabemos que en su Esencia
todo es Espiritual, por ser de origen Divino, podemos decir que Vibración es la Esencia
Espiritual de todo lo que existe.
En la Tierra -por ejemplo- son vibraciones todos los diferentes estados de la materia, es
decir, de las sustancias fisicas que conforman todo lo que existe en el planeta. Son
vibraciones los sentimientos, las sensaciones, los pensamientos y, también, son vibraciones
los cuerpos, las almas, las mentes y las palabras.
Las Ciencias y las Artes son vibraciones, así como los colores, los sonidos, el calor, la
energía, la electricidad y la luz.
Todas esas innumerables vibraciones que existen en nuestro mundo y, además, las
Vibraciones de los seres espirituales que viven en él, Experimentando como humanos o
Experimentando en los Reinos de la Naturaleza- constituyen la manifestación, en la
Tierra, de la Vibración- Vida, que adopta todos los aspectos y formas necesarios al
planeta, a la Naturaleza y a los hombres.
Siendo todo manifestación de Vibración- Vida Emanada de Dios, todas las vibraciones que
existen en el mundo deberían -lógicamente- ser vibraciones positivas, o sea de bien; sin
embargo, no todas las vibraciones que existen en nuestro mundo son vibraciones positivas,
sino que, desafortunadamente, hay en la Tierra una enorme proporción de vibracio¬nes
negativas.
Esto se debe a que la falta de amor entre los hombres, el egoísmo, la ambición y demás
consecuencias del desamor, fueron transformando en negativas -o de mal- vibraciones
originalmente positivas -o de bien-; de esa forma, con sus pensamientos y sus sentimientos
han ido "impregnando" de vibraciones negativas el planeta.
Esos pensamientos y sentimientos negativos fueron causa de hechos negativos, los cuales, a
su vez, originaron otros pensamientos, sentimientos y hechos también negativos. Esto, que
ha ocurrido permanentemente desde hace miles y miles de años, ha formado en la tierra
una intensísima fuerza negativa.
Por eso nuestro mundo es un mundo de dolores y de pruebas; pero, como vemos, no es un
mundo de pruebas y dolores porque así nos lo haya impuesto el Padre Divino, que es
amor, sino porque los hombres mismos lo han transformado en lo que es.
Los Seres con conciencia -como es el hombre- pueden transformar vibraciones positivas en
negativas en virtud del libre albedrío que poseen, el cual les otorga libertad de acción -
lógicamente bajo su exclusiva responsabilidad.
Por ello es que el hombre debe superar en su vida tantos males y tantos dolores.
Las vibraciones originales son siempre positivas, es decir, de bien; pero el hombre, al
utilizarlas conscientemente en forma egoísta y ambiciosa o en perjuicio de alguien o de
algo, las transforma en vibraciones negativas, porque las utili¬za transgrediendo la Ley
Divina, que es Amor.
Al obrar de esa manera, el hombre contrae una deuda con la Ley Divina y necesita luego -
como ya hemos dicho anteriormente- sufrir tanto dolor como causó, a fin de purificar su
Alma y aprender que obrar negativamente es suma¬mente perjudicial.
Al pensar, al sentir, al hablar, emitimos Vibraciones, y esas vibraciones llegan a los demás.
Si nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones al hablar, son
positivos, esas vibraciones nuestras, que llegan a los demás, son vibraciones positivas o de
bien; pero si nuestros pensamientos, sentimientos o intenciones al hablar, son negativos,
los demás recibirán de nosotros vibraciones negativas o de mal.
Por lo tanto, deberemos tener cierto cuidado con nuestros pensamientos, con nuestros
sentimientos y con nuestras reacciones, especialmente en aquellos casos en que nos
encontremos ante hechos que nos mortifiquen, nos hieran o nos desagraden, a fin de no
caer en el peligro de reaccionar, pensar o hablar negativamente, pues, además de l
perjuicio que con ello ocasionaríamos a otros, nos perjudicaríamos a nosotros mismo.
En cambio, si en esos casos respondemos con vibraciones positivas en nuestros
pensamientos, sentimientos o palabras, no sólo contrarrestamos la fuerza de las
vibraciones negativas que trataron de mortificarnos, herirnos o desagradarnos, sino que,
así, habremos fortalecido en el bien nuestra propia Alma, lo cual nos proporcionará una
intensa felicidad.
- Armonía vibratoria.
Sabemos que todo lo que existe es Vibración. En consecuencia, todas las sustancias de que
están compuestos los minerales, y todas las sustancias de que están formados los vegetales
y los animales son vibraciones, como también son vibraciones todos los elementos que
constituyen y conforman el ser humano.
Las "Chispas" Divinas que Experimentan en los minerales, en los vegetales y en los
animales no tienen aún Conciencia; por lo tanto, sus múltiples y diversas vibraciones son
positivas, ya que, como todavía no poseen el uso de su Volun tad ni del libre albedrío, no
existe para los Reinos de la Naturaleza posibilidad de transformar en negativas sus
vibraciones.
Así, la Vibración del Reino Mineral está formada por las vibraciones de todos y cada uno
de los minerales que existen en el mundo; la Vibración del Reino Vegetal está formada por
las vibraciones de todos y cada uno de los vegetales del mundo, y la Vibración del Reino
Animal está formada por las vibraciones de todos y cada uno de los anima/es de la Tierra.
También el ser humano tiene sus propzas vibraciones Espirituales -sutiles- y fisicas -
densas-; pero el hombre, ejerciendo su voluntad y su libre albedrío, ha transformado en
negativas muchísimas vibraciones de su mente, de su Alma y de su cuerpo, y, en
consecuencia, la Vibración de la Humanidad -que está formada por la vibración de todos y
cada uno de los hombres- tiene en sí una desoladora proporción de vibraciones negativas.
Por ello, la Vibración propia de la Humanidad es desarmónica y negativa.
Como la Ley Divina, que Rige el Universo, señala Armonía entre los mundos para la
perfecta Realización de la Vida en ellos, cuando un mundo vibra negativamente y, por lo
tanto, desarmoniza con los demás, está transgrediendo la Ley; como consecuencia, la
Humanidad de ese mundo -que es la única causante de esa desarmonía- deberá purificarse
para poder obtener la Armonía necesaria, y para purificarse deberá sufrir hasta que
comprenda su necesidad de cambiar y cambie.
No debemos olvidar que la Humanidad está compuesta por todos los hombres que viven
en la Tierra; por lo tanto, todos y cada uno de los hombres que viven en la Tierra tienen el
deber y la responsabilidad de esforzase al máximo para que la "Vibración" de nuestro
mundo adquiera el "tono" debido. Para obtenerlo es necesario comenzar a purificar
nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, sin olvidar que quienes han recibido el
Conocimiento Espiritual tienen, además, el deber de enseñar a los otros la necesidad de
purificarse.
Ley de Afinidad.
Como hemos visto anteriormente. todo lo malo que existe en nuestro mundo se debe a la
transformación del Bien en mat que tos hombres han realizado en la Tierra -desde hace
miles de años- con sus pensamientos y sentimientos negativos.
Esto demuestra la poderosisima fuerza que poseen nuestra alma y nuestra mente, fuerza
que cada uno puede utilizar en bien o en mal, según su propia voluntad. Sin embargo
como también sabemos- cada uno es re sponsable de sus acciones realizadas en forma
voluntaria, y deberá -ineludiblemente- responder por ellas ante la Ley Divina. "Responder
ante la Ley Divina" significa que, como respuesta a nuestros hechos. pensamientos y
sentimientos, habremos de recibir, indefectiblemente, tanto bien o tanto dolor como
hayamos producido o deseado producir a otros. Esto responde a la Ley de Causa y Efecto.
Todas las Leyes que Rigen la Vida en todo el Universo son Expresiones del Amor Divino, o
sea Expresiones de Su Ley de Amor Universal. Una de esas Leyes es la Ley de Afinidad.
Mediante la Ley de Afinidad, las vibraciones se atraen y unen de acuerdo con su propia
"calidad", formando de este modo una fuerza con poder de acción muy superior al poder
de acción de cada vibración aislada, porque la fuerza de las vibraciones que se unen no se
suma sino que se multiplica.
Por lo tanto, los pensamientos de varias personas unidas en un mismo deseo forman una
fuerza que puede obtener realizaciones con mayor facilidad que cada una de esas personas
individualmente.
Al unirse las vibraciones de varias mentes conforman una especie de "foco" de vibraciones
cuya fuerza está en relación con la cantidad y la "calidad" de las mentes que se han unido.
La "calidad" de la mente depende de su "punto" de evolución, y cuanto más evolucionada
es una mente, mayor fuerza posee y, en consecuencia, más fuerza podrá aportar al
conjunto, o sea al "foco" que está integrando.
Como es logico, ese foco de vibraciones está también bajo la acción de la Ley de Afinidad;
en consecuencia, sus vibraciones atraen del Espacio vibraciones similares, en in¬tensidad
acorde con su propia fuerza, y la fuerza de las vibraciones atraídas se suma a la fuerza del
"foco" formado, ayudando así a la obtención de las realizaciones perseguidas por quienes
han unido sus mentes para tratar de lograrlas.
Cuando las mentes unidas vibran positivamente atraen fuerzas positivas, y cuando las
mentes unidas vibran negativamente atraen fuerzas negativas.
Lo Superior, lo Puro, lo Verdadero, es siempre positivo; por lo tanto, cuando deseamos
algo con pureza y sin ningún egoísmo y lo expresamos a través de nuestra mente, por Ley
de Afinidad la fuerza de nuestra mente atrae Vibraciones desde lo Superior, y cuando las
mentes que se han unido deseando esa realización de bien son varias o son muchas, la
Fuerza que se atrae de lo Superior es mucho más poderosa.
Exactamente lo mismo, pero en sentido inverso, ocurre cuando la mente o las mentes
unidas expresan deseos negativos, o sea de mal.
De acuerdo con la Ley Divina -que siempre es Amor todo poder debe ser utilizado sólo
para el bien de los demás; no deberá utilizarse exclusivamente para el propio beneficio y
menos aún para perjudicar a otros.
Cuando un ser se aparta del camino del amor, que la Ley Divina señala a todos; cuando
utiliza un poder, sea Espiritual, mental o humano, para perjudicar a otros o para
bene¬ficio propio exclusivamente, ese ser está obrando en completa oposición a la Ley del
Amor, o sea la Ley Divina. Entonces, sus vibraciones, que eran acordes con la Ley -y por
lo tanto positivas- se transforman en opuestas a la Ley -y por lo tanto negativas.
Sabemos que por Ley de Afinidad las vibraciones positivas atraen otras vibraciones
positivas y las vibraciones negativas atraen otras vibraciones negativas.
Sabemos, también, que todo lo Superior, lo Puro, lo Verdadero, es positivo, y que, por lo
tanto, es desde lo Superior que nuestras vibraciones positivas -o de bien- reciben apoyo y
ayuda; pero, ¿desde dónde reciben apoyo y ayuda las vibraciones negativas o de mal- que
producen las mentes y las almas humanas?
Debemos presumir que en algún "momento ", algún Ser poderoso y positivo -quien por
Ley de Jerarquía debía usar su poder para el bien de muchos otros seres- obró en
oposición a la Ley del Amor al permitir que se formaran en su Mente poderosa,
pensamientos egoístas y ambiciosos que, paulatinamente, fueron adquiriendo más y más
fuerza. Se habría formado así, en el propio Ser, un foco de vibraciones opuestas a la Lev,
y cuando esas vibraciones opuestas a la Ley llegaron a adquirir una fuerza determinada,
produjeron una especie de "conmoción interna" en el Ser, quien, por la fuerza y acción de
esa "conmoción interna ", se vio "proyectado" a un "punto" del Espacio que podríamos
calificar de "opuesto" a aquel en que antes se encontraba, y privado del contacto con las
Fuerzas Superiores que hasta ese momento le rodeaban.
El Poder Espiritual permanece siempre en los Seres, de modo que ese Ser continuó siendo
poderoso, pero, su gran poder positivo se transformó en poder negativo. Su Mente,
transformada en Mente negativa, desde aquel "momento" proyecta sus vibraciones
poderosas procurando influir en las almas y en las mentes de otros seres, para infiltrarles
sus vibraciones negativas, atraerlos a su órbita de acción y someterlos a su voluntad. Es
decir que desde aquel "momento" obra permanentemente en oposición a las Leyes
Divinas.
No es dificil comprobar que la acción negativa ha tenido éxito en nuestro mundo, pues
suman millones los seres que han aceptado y aceptan, obedeciendo voluntariamente, las
sugerencias del mal.
Eso es lo que ha ido fomentando el "clima" espiritual tan negativo que existe en nuestro
mundo, en el cual los hombres viven en oposición a la Divina Ley del Amor, envueltos en
vibraciones de ambición, egoísmo, orgullo, vanidad, odios y rencores, que alejaron de los
hombres la felicidad -que sólo puede obtenerse viviendo de acuerdo con el Amor- y
originaron en ellos necesidades Espirituales de purificación dolorosa.
Sin embargo, el Amor Divino, que nunca abandona a Sus hijos, proporcionó una y otra
vez a la Humanidad los medios para encauzarse por el Sendero del bien, para lo cual
llegaron a la Tierra Sus Enviados, quienes enseñaron a Los hombres el Camino. En
consecuencia, no podemos suponer que algún ser, por mucho que se haya desviado hacia el
mal, ha perdido definitivamente la Protección Amorosa del Padre, pues no habría en ello
la Justicia Perfecta con que el Padre Expresa Su Amor.
Sabiendo que el Divino Amor y el Divino Poder nos Protegen en todo momento, no
debemos sentir temor y menos sentir odio por aquellos pobres seres intensamente
desviados a quienes solemos dar diferentes nombres, pero que, en general, podríamos
denominar "seres de mal" -pues consciente¬mente sirven al mal obrando en oposición al
bien- porque el temor y el odio son vibraciones negativas que nosotros proyectamos, así,
sobre ellos. Esas vibraciones negativas, proyectadas sobre ellos por las mentes y las almas
humanas, se unen por Ley de Afinidad a las propias vibraciones negativas de esos seres,
aumentando su poder de acción y dificultando más y más su redención.
Debemos tener la seguridad de que aquello que, debido a una intensa fuerza opuesta al
Amor, una vez se transformó de positivo en negativo, bien podrá -en algún "momento ",
en el tiempo- volver a transformarse de negativo en positivo, mediante la maravillosa y
todopoderosa fuerza del Amor.
Todos los seres desviados, aun los más negativos, son también Hermanos Universales
nuestros; por lo tanto, tenemos el deber de proyectar sobre ellos nuestro amor, pues ese es
el camino por el cual podrán llegar de lo Superior, hasta ellos, la Luz y la Fuerza
Espiritual que habrán de iluminarlos y fortalecerlos para que puedan iniciar la nueva
transformación y redimirse. Ellos son "enfermos" espirituales.y el Amor es la única
"medicina" que podrá sanarlos.
Si los hombres, que son víctimas constantes de las asechanzas del mal, responden a sus
ataques con su amor, la fuerza del amor de los hombres hacia esos Hermanos tan
desviados les ayudara a iograr su redencion.
Por lo tanto, no debemos temer ni odiar a los seres que vibran negativamente. Por el
contrario, debemos sentir por ellos un profundo amor compasivo y ayudar, co n la fuerza
positiva de nuestra mente y de nuestra alma, a que en algún
"momento" logren transformar nuevamente en positivas sus vibraciones actualmente
negativas.
Las civilizaciones y la Ley del Amor.
No pocas veces nos enteramos de descubrimientos arqueológicos que demuestran
claramente que algunos lugares de la Tierra, que en la actualidad se hallan deshabitados,
en épocas remotas estuvieron poblados por hombres que habían alcanzado una
civilización que, en algunos casos y en ciertos aspectos, era más avanzada que la
civilización actual. La Historia nos habla de muchos pueblos -que vivieron en el pasado-
cuya civilización, después de haber logrado un gran florecimiento, entró en decadencia
hasta desaparecer. ¿Quiénes impulsaron esas civilizaciones, y por qué esas civilizaciones
desaparecieron, quedando de ellas solamente ruinas?
Siempre existieron -y aún existen- grandes diferencias en el progreso logrado por los
diversos grupos humanos, porque en nuestro mundo -como en todo el Universo- Actúan
las Leyes, y la Ley de Jerarquía impone a la Humanidad una escala jerárquica de valores
en la cual corresponde, a los grupos humanos que están en peldaños superiores, impulsar
y ayudar al Progreso Espiritual, flsico y material de los grupos que, en esa escala de
valores, se encuentran aún en peldaños inferiores.
La Ley Divina -que es siempre Amor- Rige todo cuanto existe en el Universo. Cuando en
un mundo la vida se desarrolla en armonía con la Ley, es decir, con el Amor, el Progreso
Evolutivo que le corresponde va obteniéndose progresivamente, proporcionando a los
grupos humanos felicidad, armonía y bienestar, porque mediante el cumplimiento de la
Ley Divina el hombre vive en perfecta relación con Dios y en perfecta relación con sus
hermanos. En cambio, cuando el hombre se aparta del cumplimiento de la Ley Divina,
transformándose en ambicioso, egoísta y desamorado, y sus sentimientos negativos le
llevan a pensar, sentir y obrar en contra de sus hermanos, su relación con Dios se
entorpece enormemente, lo cual le aleja por completo de! sendero de la felicidad.
Basándonos en lo que la historia nos relata, podemos comprobar que todas las grandes
civilizaciones que florecieron en el mundo, decayeron y finalmente desaparecieron debido
al empleo ambicioso y egoísta del poder y el progreso obtenidos, es decir, debido a la falta
de amor.
Estos dos aspectos del Espíritu actúan en todo momento y, lógicamente, también actúan
durante los períodos en que el Espíritu vive encarnado en un mundo a fin de
Experimentar en él. Para actuar en mundos físicos, como por ejemplo el nuestro, el
Espíritu necesita elementos físicos que le permitan manifestarse; en consecuencia, la
Mente Espiritual se mani¬fiesta a través de la mente humana, y el Alma Espiritual se
manifiesta a través del alma humana.
Casi siempre, las vibraciones negativas logran penetrar en la mente y en el alma humanas,
y así las ideas, las sensaciones y los sentimientos no sólo son deformados, sino que son
también transformados en ideas, sensaciones y sentimientos negativos.
La Belleza pura y la Armonía perfecta son vibraciones sutilisimas, afines con la vibración
de nuestro espíritu; por eso es que, cuando nos encontramos ante panoramas, esce¬nas,
seres o expresiones artísticas que expresan verdadera be lleza o verdadera armonía,
sentimos profunda emoción, pues nuestra Alma Espiritual capta esa vibración de belleza o
de armonía y "responde" a ella.
No obstante, en algunas ocasiones esto no nos ocurre debido a que nuestra alma o nuestra
mente humanas están muy presionadas por las vibraciones densas y negativas del mundo,
lo cual le impide reflejar y expresar debidamente la vibración sutilísima de nuestra Mente
Espiritual y de nuestra Alma Espiritual.
Los celos.
El amor propio es un foco de vibraciones negativas que se forma en el alma humana al
transformar el hombre -de positivo a negativo- el verdadero Amor en uno mismo. El
Amor debe proyectarse hacia todos y hacia todo, y cuando el Amor no se irradia ni se
proyecta sino que se retiene para sí, cuando el ser se ama solamente a sí mismo,
transforma el Amor convirtiéndolo en amor propio.
Podríamos considerar el amor propio como el punto central de una rueda cuyos múltiples
rayos serían: odio, fanatismo, vanidad, orgullo, envidia, egoísmo, desamor, ambi¬ción,
celos, y que, al girar, lleva el alma de los hombres por los senderos más tortuosos y
desviados.
Podemos comprender así, claramente, que el amor propio es la causa de todas esa graves
enfermedades de que adolece el alma humana, y los celos son una de esas graves
enfermedades del alma.
Cuando el celoso siente afecto hacia otro ser, considera que esa persona tiene el deber de
corresponderle y, a su vez, él se siente con derecho a exigirle esa reciprocidad.
No debemos olvidar que, con la Vida, Dios ha otorgado a todos y a cada uno de los
hombres Libre Albedrío; en consecuencia, todos y cada uno de los hombres son dueños
absolutos de sus pensamientos y sentimientos.
Por lo tanto, nadie puede tener derecho a poseer los pensamientos o sentimientos de otra
persona, ni aún tratándose de personas unidas por lazos familiares o de amistad, pues no
existe lazo alguno que pueda otorgar derecho a la posesión del pensamiento o sentimiento
de otro ser. El amor humano es verdadero sólo cuando se obtiene libremente y se prodiga
sin esperar reciprocidad ni sentirse con derechos adquiridos; cuando no exige ni espera
absolutamente nada como retribución.
En tales condiciones el ser vibra negativamente y, por Ley de Afinidad, atrae otras
vibraciones negativas que también influyen en su mente y en su alma, agravando su
perturbación e intensificando su malestar. Una persona dominada por los celos es una
persona realmente enferma que evidencia desequilibrio en su mente y en sus actos; los
celos intoxican tan tremendamente el alma, que pueden originar los más graves hechos.
Debemos analizarnos permanentemente, cuidándonos de no adquirir esa peligrosa
enfermedad del alma. Para poder evitarla es menester pensar, sentir, y obrar siempre de
acuerdo con la Divina Ley del Amor, fuente inagotable de paz y felicidad para quien ama
y para aquellos que son amados.
El análisis de sí mismo.
A medida que se avanza en el Conocimiento Espiritual -o sea, el Conocimiento de la Vida-
la vida humana se nos muestra bajo aspectos que nos eran desconocidos; así es como nos
capacitamos para juzgarnos a nosotros mismos con mayor exactitud y, a la par,
comprendemos nuestra incapacidad para juzgar a los demás sin equivocarnos.
Como ya sabemos, nuestra Vida verdadera es Una y eterna, y para completar las
Experiencias necesarias al Progreso que nuestra Vida verdadera debe obtener en este
mundo, realizamos en él una sucesión de encarnaciones, o sea, numerosas vidas humanas
sucesivas.
Muchas fallas que se censuran en los demás pasan desapercibidas en sí mismo para quien
no se analiza o lo hace con perjudicial tolerancia. Por lo general, el hombre, es
excesivamente severo al juzgar a los demás, y excesivamente tolerante al juzgarse a sí
mismo. Para Progresar Espiritualmente es necesario obrar en forma contraria, es decir,
ser tolerante al juzgar a los demás -pues, como antes dijimos, nadie posee elementos de
juicio que le permitan juzgar sin error a otro- y, en cambio, ser un severo juez de sí
mismo.
Debemos examinar diariamente todos los hechos que hemos realizado analizando los
sentimientos y pensamientos que nos impulsaron a ello, a fin de hallar su verdadera causa
y comprobar si nuestra alma vibraba en amor hacia los demás o vibraba en amor propio,
origen de los sentimientos negativos que tanto nos perjudican.
Nuestro Libre Albedrío se expresa a través de nuestra voluntad, y solo nuestra voluntad
puede permitirnos pensar, sentir u obrar en forma negativa, máxime cuando, mediante el
Conocimiento Espiritual, se está en condiciones de discernir ente lo positivo y lo negativo
en nosotros mismo.
Las personas que carecen Conocimiento Espiritual viven, por lo general, cegadas por el
amor propio, y ello las incapacita para analizarse debidamente a sí mismas. En
consecuencia, frecuentemente se sienten impulsadas a resentimientos por el trato que
reciben de los demás, sin detenerse a analizar si ese trato es lógica respuesta a su sentir o
proceder. Debe preocuparnos mas analizarnos, a nosotros mismos que analizar a los
demás, porque casi siempre el trato que recibimos de los otros tiene su causa en nosotros
mismos; en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos y en nuestras reacciones.
Los pensamientos y los sentimientos son vibraciones que pueden ser perfectamente
captadas por otras mentes y por otras almas humanas, produciendo en las personas
reacciones que podrán ser afectuosas u hostiles hacia nosotros, según sea la "calidad" de
nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos.
Es necesario hacer del análisis de sí mismo un hábito en nuestra vida. Debemos eliminar
todo pensamiento de censura hacia los demás y ser tolerantes y comprensivos con todos,
pues, a poco que nos interesemos por ellos, encontraremos que las relaciones
desagradables y otros aspectos de su vida, que suelen molestarnos, casi siempre tienen su
origen en intensos dolores o males fisicos o morales y en su incapacidad para resignarse o
para reaccionar positivamente ante el dolor, porque carecen de verdadero Conocimiento
Espiritual.
Un ser en tales condiciones es un hermano que necesita ayuda; por lo tanto, debemos
tratarlo amorosamente, pensar en él con amor y procurar que reciba la luz del verdadero
Conocimiento Espiritual.
El Conocimiento Espiritual le permitirá comprender que sus dolores y sus males no son
injusticias sino consecuencias de sus propios errores -cometidos en su vida presente o en
sus vidas del pasado- y que deberá procurar mediante el permanente análisis de sí mismo,
descubrir sus fallas a fin de corregirlas y poder, así, evitarse nuevos males y dolores en el
futuro.
El dolor.
El dolor está consubstanciado con la vida humana en forma tal, que los hombres creen que
la vida humana debe, ineludiblemente, ser dolorosa. Creer esto significa ignorar el Amor y
la Justicia de nuestro Divino Padre, pues la vida humana es un medio que Él proporciona
a Sus criaturas para poder obtener el Progreso Espiritual que necesitan, y el dolor es, en
cambio, producto de la acción realizada por los humanos en oposición a la Ley Divina.
Sin embargo, no debemos interpretar por esto que el dolor es castigo; muy por el
contrario, el dolor, por intenso que fuere, será siempre Expresión del Amor que Dios
Manifiesta a través de Sus Leyes, Justas y Exactas.
El dolor puede ser, en el hombre, moral o físico, pero en ambos casos es un síntoma, un
"llamado de atención" que él recibe, a jin de que atienda su amenazada salud, física o
espiritual. Si el hombre desatiende ese llamado, si no procura descubrir la causa del dolor
que le aqueja, el mal se agrava y el dolor, necesariamente se intensifica, porque la
.finalidad del dolor no es castigar sino señalar un mal, sea éste un mal físico o un mal
espiritual.
Si el hombre hubiera vivido siempre en armonía con la Ley Divina, tanto en el aspecto
físico como en el aspecto moral, la vida humana no estaría -como está- acosada por toda la
gama del dolor; pero, el hombre desoyó la voz de su conciencia y no quiso detenerse a
discernir sobre lo que debía o no debía hacer; en cambio, prestó oídos y obediencia a
sugerencias e impulsos negativos, que lo llevaron por caminos de engaños y falsedades,
caminos de aparentes placeres, en los cuales el amor -que es Ley de Vida- fue olvidado o
menospreciado.
El hombre no se preocupó por el dolor que ocasionaba a otros buscando satisfacer sus
ambiciones, ni pensó en el mal que se hacía a sí mismo transformando en aparentes
placeres sus necesidades de vida, placeres que pronto se transformaron en vicios que le
dominaron, debilitando su cuerpo y su Alma.
Así, por ejemplo, desde tiempo inmemorial el hombre ha comido por placer mucho más
que por necesidad. Buscando satisfacer ese placer, el hombre no vaciló -ni vacila- en
ingerir alimentos perjudiciales, que van agotando sus energías, creando hábitos y formas
de alimentación que le ocasionaron enfermedades, restando así posibilidades de acción al
Espíritu, que, a través de su materia, debe Trabajar y Experimentar en la Tierra. Todo lo
cual ha creado dolores, y, a la par, obstáculos al progreso de la Humanidad.
La Ley de la Vida recoge hasta la mínima vibración del bien y del dolor del hombre -ser
consciente- causa o desea causar a otros, y esas vibraciones retornan -antes o después¬a su
punto de origen, es decir, al hombre mismo.
Transitando por los caminos de engaños y falsedades que ha preferido, el hombre siempre
hace sufrir a sus hermanos. Pero, como el hombre debe aprender a vivir de acuerdo con la
Divina Ley del Amor, la Ley le devuelve el dolor que ha ocasionado o deseado ocasionar a
los demás, y ese dolor golpeará en el Alma del hombre hasta que él comprenda su
necesidad de vivir en el bien y, abandonando la senda equivocada, logre encauzarse en el
sendero del amor.
El dolor jamás es injusticia o castigo, sino amor. Noso¬tros mismos hemos creado -en
nuestra vida presente o en encarnaciones pasadas - las circunstancias felices o doloro¬sas
que estamos viviendo.
Sabiendo que el dolor es siempre efecto de una causa que nos pertenece, no nos resultará
difícil, mediante el permanente análisis de sí mismo. llegar a conocer la causa de nuestros
dolores. morales, y esforzarnos en remediarla, sin olvidar nunca que las Leyes Divinas -o
sea las Leyes de fa Vida - son Exactas y Perfectas y no nos premian ni nos castigan; el bien
l el dolor que llegan a nuestra vida son un bien y un dolor que, habiendo en algún
momento emanado de nosotros, retornan ahora a nosotros.
Vemos, así, cuán necesario es al hombre el Conocimiento de la Vida, es decir, el verdadero
Conocimiento Espiritual, que le ayudará no solamente a conocerse a sí mismo, sino
también a evitarse futuras experiencias dolorosas.
Si los hombres no se hubieran apartado del camino del bien, o sea, si hubieran vivido
siempre de acuerdo con la Ley Divina, la Humanidad jamás habría sufrido guerra,
temores, enfermedades y miseria, y la vida de relación, organizada con verdadero sentido
fraterno, no privaría a nadie de lo necesario ni permitiría el despilfarro de lo que otros
podrían necesitar.
Jamás se muere.
Cuando nuestro Espíritu necesita encarnar en mundos físicos -como, por ejemplo, el
planeta Tierra- utiliza como instrumento, para realizar las Tareas y Experiencias
imprescindibles para su Progreso, un cuerpo físico adaptado al Trabajo que deberá
efectuar, al cual abandona una ve z que, terminado ese período de Trabajo y Experiencias,
el Espíritu retorna a la Patria Espiritual, que es el Espacio Infinito.
El acto mediante el cual el Espíritu se separa de la materia que utilizó para Trabajar y
Experimentar en el mundo, durante el tiempo necesario, se denomina "desencanacion ". A
través de ese acto, el Espíritu cambia su estado de encarnación, en la materia, por el
estado de libertad, en el Espacio.
Esto significa que el período de Vida que transcurre en nuestro mundo, que conocemos
como vida humana, tiene un acto inicial denominado encarnación y un acto final
denominado "desencanacián " a estos dos actos, los hombres los denominan, por lo
común, "nacimiento" y "muerte ", respectivamente.
Si bien podemos llamar "nacimiento" al acto de la encarnación del Espíritu, por cuanto
ello significa la iniciación de un período de experiencias humanas, no debemos de ningún
modo, llamar "muerte" al acto de la "desencanacián ", ya que "muerte" significa cesación
de vida, y en nuestro Espíritu -que es lo verdadero- jamás cesaremos de Vivir.
Es bien evidente la diferencia que existe entre un cuerpo al cual anima el Espíritu y ese
mismo cuerpo cuando ya ha sido abandonado por Él. El Espíritu suministra al cuerpo
humano, que utiliza como instrumento, energía, inteligencia, capacidad para los
sentimientos y las sensaciones y todas las características que definen su personalidad.
Cuando el Espíritu abandona el cuerpo que utilizó como instrumento, éste carece de Iodo
ello, y no teniendo ya razón de e xistir -puesto que el Espíritu no lo necesita- el cuerpo
físico comienza a desintegrarse.
Por lo tanto la "muerte" no existe, pues todo continúa viviendo; en otro estado o bajo otro
aspecto, pero continúa viviendo, aunque nuestros sentidos físicos no pueden com¬probarlo
debido a que su capacidad de percepción es sumamente limitada. La vida humana es sólo
un reflejo de la Vida del Espíritu; cuando el Espíritu abandona el cuerpo humano y, en
consecuencia, éste no puede ya reflejarla, la vida humana desaparece.
Debemos, pues, desechar la idea de la "muerte ", porque ésta no existe, y considerar la
"desencarnación " como un acto natural que nuestro Espíritu ha realizado ya
innumerables veces y que deberá continuar realizando hasta que haya cumplido todas las
Experiencias y Trabajos que debe realizar en un mundo físico, en el cual es preciso tomar
cuerpo material-es decir, encarnar- para Trabajar Experimentar, y luego desencarnar
para liberarse de la materia una vez realizada la labor.
El Conocimiento de la Vida nos muestra el nacimiento " y la "muerte" -a los cuales los
hombres le asignan tanta importancia- como meras circunstancias lógicas que se su¬ceden
constantemente a lo largo de nuestro proceso de Evolución Espiruual, además, nos
demuestra que el hombre debería invertir el valor emocional de uno y otro suceso, ya que
el "nacimiento" -que por lo general produce alegría a los hombres- significa para el
Espíritu el comienzo de un período de "prisión" y limitaciones, y la desencarnacion, que
para los humanos es motivo de sufrimientos profundos, representa en cambio, para el
Espíritu, su liberación.
Vida es la Energía que sustenta el Universo infinito y Eterno; esa Energía, conforma cada
átomo v cada célula de la materia, la que, en consecuencia, vive y es Regida por las mismas
Leyes que la Vida en Expresión individual, en cuya Expresión la Vida desarrolla
facultades inherentes a la individualidad, facultades que, en consecuencia, son comunes al
estado de individualidad donde quiera que se manifieste.
Siendo Una, la Vida tiene muy diversas Expresiones en nuestro planeta y también más allá
de nuestro planeta, según lo que desde este pequeño mundo nuestro podemos ver y su-
poner, y también aceptar por lógica innegable J,.
Tenemos así dos Expresiones diferentes de la Vida que aparentemente son opuestas: la
Expresión visible o humana y la Expresión Invisible o Superior, y dentro de la perfección
que es común a todas las Expresiones de la Vida, tanto la Vida visible como la Vida
invisible tienen sus propios reque¬rimientos, inherentes a su Expresión, los cuales son
opuestos, aun cuando obedecen a la misma necesidad, la necesidad de conservar su propio
estado; estado físico en todo lo que respecta al aspecto humano y estado Sutil en lo que
respecta a la Vida Superior.
El poder de la palabra.
La palabra es uno de los dones con que el Amor Divino ha dotado al hombre, y como todos
los dones -tales como el don de pensar y el don de sentir- constituye un poder que el
hombre debe utilizar exclusivamente para el bien.
Ya sabemos que los pensamientos y los sentimientos tienen gran fuerza, y sabemos
también que los hombres pueden, con esa fuerza, hacer bien si la utilizan en sentido
positivo o hacer mal si la utilizan en sentido negativo. La palabra expresa nuestros
pensamientos y sentimientos dándoles forma y acción, de modo que en la palabra están
unidos el poder del pensamiento y el poder del sentimiento con la fuerza de la propia
voluntad, que utiliza esos poderes con un fin determinado.
Por lo tanto, la palabra -sea hablada o escrita- constituye un conjunto de vibraciones que
tiene, por Ley de Afinidad, intensa acción en las mentes y en las almas de quienes la
escuchan o la leen. Además, actúa sobre la voluntad de quienes reciben esas vibraciones,
pudiendo en muchos casos llegar a dominarla, si quien habla o escribe lo hace con esa
finalidad.
Si, por el contrario, pretendiendo ignorar la gran responsabilidad que significa poseer el
poder de la palabra, la utilizamos con fines egoístas y ambiciosos. con rencor, con
desamor, ese poder maravilloso se transformará en una poderosa arma al servicio del mal.
Las palabras pueden acariciar o herir, ser bálsamo o corrosivo, alentar o deprimir,
despertar los sentimientos más puros o fas mas bajos, impulsar al heroísmo o a la
degradación; las palabras pueden unir o dividir, pueden construir o destruir. Todo ello
podemos comprobarlo a diario.
El dolor fisico es el medio de que se vale el organismo para manifestar, alertándonos , una
deficiencia o enfermedad, y en virtud de él nos preocupamos por descubrir y curar ese
mal. Si no sintiéramos dolor alguno, en esos casos el mal avanzaría hasta destruirnos, sin
que hubiésemos podido detenerlo porque lo ignorábamos. En consecuencia, el dolor fisica
es para el hombre un bien, porque, alertándolo sobre la necesidad de examinarse, le
permite curar o detener un mal fisico.
En lo que respecta a los dolores morales ocurre exactamente lo mismo. El dolor moral nos
advierte de males y enfermedades de nuestra alma, causados por nuestros pensamientos,
nuestros sentimientos y nuestros hechos contrarios a la Ley del Amor, en esta vida
presente o en anteriores vidas humanas.
Debemos considerar, pues, todo dolor, fisico o moral, como el Efecto de un mal, fisico o
moral, que es la Causa que lo origina. Vale decir que, tanto en el dolor fisico como en el
dolor moral, está actuando la Ley de Causa y Efecto.
En la misma forma obra, también, la Ley de Causa y Efecto cuando disfrutamos de lo que
nosotros llamamos "suerte" y pareciera no existir obstáculos para la feliz realización de
nuestras aspiraciones. Esa facilidad para la cristalización de nuestras aspiraciones es, sin
duda alguna, Efecto de Causas formados, en esta vida presente o en anteriores v idas
humanas, por nuestros fraternos pensamientos, deseos y hechos de bien para los demás.
Como nuestra vida humana es sólo un "momento" de nuestra Vida Espiritual, que
Vivimos desde hace miles y miles de años, es lógico que los hechos, dolorosos o felices, de lo
que llamamos nuestro "destino" humano, sean Efectos de Causas que radican en nuestro
Espíritu y que nosotros mismos hemos formado con nuestro comportamiento actual o en
"momentos" -o vidas humanas- anteriores.
La acción de la Ley de Causa y Efecto es tan evidente que, aun careciendo del
conocimiento de la Vida, los hombres la han reconocido, como lo demuestran ciertos
dichos populares como: "quien las hace las paga ", o el enunciado de leyes fisiológicas
como: "toda acción trae reacción " Que llevan implícito el reconocimiento de que toda
causa produce un efecto acorde con ella.
Así como nuestro actual estado fisico es producto de la mayor o menor atención que hemos
prestado a las necesidades de nuestro organismo, viviendo o no de acuerdo con las leyes
fisiológicas, y es producto, también, de la atención que han prestado a las necesidades de
su organismo nuestros antecesores de varias generaciones -quienes pueden habernos
legado deficiencias orgánicas- también nuestro actual "estado espiritual" e s producto de la
atención que hemos prestado a las necesidades de nuestro Espíritu, en esta presente vida
yen vidas anteriores. viviendo o no de acuerdo con las Leyes que Rigen la Vida.
En consecuencia, nunca debemos quejarnos por los dolores o contratiempos que nos
veamos precisados a soportar, ni deberemos tampoco jactarnos de nuestra "buena suerte
", pues en uno y otro caso solo estaremos viviendo los Efectos de Causas que nosotros
mismos hemos formado y que radican en nuestro propio Espíritu.
Sin embargo, como ya se dijo. la Ley de Causa y Efecto emana de la Ley del Amor, en
consecuencia, aunque su acción nos resulte dolorosa, ese dolor es expresión de Amor, por
cuanto, mediante él nos es posible comprender y reparar los errores que hemos cometido,
lo cual nos permitirá aliviar en mucho nuestros sufrimientos y, a la vez, prepararnos, para
el futuro, vidas más felices.
No debemos olvidar que la Ley de Causa y Efecto nos proporcionará tanto bien o tanto
dolor como nosotros hayamos proporcionado o deseado a los demás. En consecuencia, en
nuestro propio beneficio procuremos no dañar ni desear mal jamás a nadie y hacer el
máximo bien posible.
En esa forma nos veremos liberados, en el futuro, de vidas humanas dolorosas; además, si
vibramos siempre positivamente, por Ley de Afinidad atraeremos vibraciones positivas
que nos fortalecerán espiritual y fisicamente y nos ayudarán a obtener el Progreso
Espiritual que todos anhelamos y necesitamos lograr.
Ley de Trabajo o Ley de Karma.
El Trabajo es Ley que Actúa en el Universo como (actor ineludible e imprescindible para
lograr el Progreso. En el aspecto Espiritual, sólo mediante el Amor puede un Ser obtener
el Progreso Evolutivo que necesita adquirir, y sabemos que también en el aspecto humano
el trabajo es indispensable para progresar. Por eso, quienes pretenden progresar
eludiendo el trabajo, indefectiblemente se internan por caminos desviados que les llevan a
la degradación.
Todas las Leyes que Rigen la Vida Verdadera se complementan entre sí, y todas,
absolutamente todas, emanan de la Ley "Madre ", es decir, de la Ley del Amor. El
Trabajo que -por Ley- deben realizar los Espíritus para poder Progresar y, así,
Evolucionar, está íntimamente relacionado con las otras Leyes, pues se efectúa acorde con
la Ley de Jerarquía y siempre dentro de la Vibración del Amor.
La Ley de Causa y Efecto Actúa a través de la Ley de Karma -o sea, de la Ley de Trabajo-
y así, quienes in evitablemnte deben recibir en sí mismos el dolor que a otros
proporctonaron, cumplen su trabajo en forma dolorosa; pero, quienes no tienen deudas
con la Ley, porque no la han transgredido o ya han saldado sus deudas con Ella, cumplen
su Trabajo sin necesidad de vivir aspectos dolorosos.
Como ya dijimos, nuestro mundo es un mundo inferior, en el cual los seres olvidan fácil y
frecuentemente su necesidad Espiritual de amar, internándose por senderos de odio
ambiciones y egoísmo, contrayendo así, con la Ley del Amo:' deudas que sólo pueden ser
saldadas mediante el dolor purificador. Los seres encarnan impulsados por su necesidad
de Trabajar a fin de poder Progresar y Evolucionar, pero, en nuestro mundo, ese Trabajo
debe efectuarse, casi siempre, en forma dolorosa; sin embargo, repetimos, "Karma"
significa
"Trabajo ", no dolor.
De esto puede deducirse que todo dolor humano es además de perfectamente justo y
necesario, un medio que el Amor Divino nos proporciona para eliminar de nuestro
Espíritu el "lastre" que dificulta su Progreso, y también se deduce que a nadie, ni siquiera
a los niños, puede considerárselo sin culpa sus dolores, parque el dolor que deban sufrir
será siempre un dolor que ellos mismos se han atraído en sus anteriores vidas humanas.
Cuando los hechos de mal son realizados por un conjunto de seres reunidos humanamente
en familias, pueblos, países, razas o cualquier otro grupo, la necesidad de Trabajar
dolorosamente, o sea la "necesidad kármica dolorosa" incluye a todo el grupo, y cuando
llega el momento, el dolor purificador recae sobre la familia, el pueblo, el país o la raza
que realizó o aprobó plenamente la realización de hechos que transgredían la Ley del
Amor. Así, en los momentos en que el grupo debe saldar -mediante el dolor- su deuda con
la Ley, se encontrarán reunidos nuevamente, como humanos, los seres que realizaron el
mal y quienes lo apoyaron o aprobaron. Por eso, en la historia de la Humanidad
encontramos grupos humanos que unas veces actuaron como victimarios y otras veces
actuaron como víctimas.
El "Yo" Superior debe adaptar a su Vibración sutil la vibración más densa del 'yo"
inferior, a fin de que la mente humana y el alma humana no constituyan un obstáculo para
la realización plena de las Superaciones, las Experiencias y el Trabajo que ha venido a
efectuar en el período de su encarnación en la Tierra,' pero como, por lo general, la mente
y el alma se impregnan de vibraciones negativas, el 'yo" inferior procura, por el contrario,
utilizar la Energía que recibe del "Yo" Superior para fortalecer su propia acción humana,
que frecuentemente es, además, negativa.
Todo lo noble y puro que puede manifestar una persona en pensamientos, ideas y
sentimientos proviene de su "Yo" Superior, que, por ser Vibración Espiritual pura, sólo
puede expresar el Bien, Esto le resulta fácil cuando el alma y la mente humana -o sea el
”yo" inferior- vibran positivamente; pero, cuando el 'yo" inferior vibra negativamente,
todo lo que de su "Yo" Superior lo transforma en material y negativo. Por ejemplo: la
inteligencia es expresión de la Mente Espiritual, que pertenece al "Yo" Superior; pero, si
la mente humana vibra negativamente, el 'yo" inferior aplicará las Ideas que la Mente
Espiritual le proporcione con finalidad-: negativa satisfacer sus deseos de poder, riquezas,
gloria, venganza y demás). Por otra parte, al actuar negativamente el “yo" inferior atrae,
por afinidad, hacia sí, más y mas vibraciones negativas, y éstas --que son opuestas a las
Vibraciones positivas del "Yo" Superior- lo "oprimen ", dificultando y hasta impidiendo
que el "Yo" Superior Actúe como debiera hacerlo.
Lo mismo ocurre con el alma humana, la cual utiliza la energía que recibe del Alma
Espiritual -que pertenece al "Yo" superior- para disfrutar de placeres y pasiones
humanas, dificultando y hasta impidiendo al "Yo" Superior expresar, a través del alma
humana, sensaciones de Placer Espiritual.
Como vemos, en un mundo atrasado como es el nuestro resulta muy difícil al "Yo"
Superior realizar las Superacio¬nes, las Experiencias y el Trabajo que debe efectuar.
Cuando el hombre tiene Conocimiento Espiritual le es mas fácil vivir de acuerdo con la
necesidad de su "Yo" Superior, porque purificando el 'yo" inferior -es decir, purificando
su mente y su alma humanas- éste podrá adaptarse más fácilmente a la Vibración
Espiritual del "Yo" Superior y transformarse en instrumento perfecto, lo cual acelerará el
Progreso Espiritual del hombre.
El hombre y la Naturaleza.
La Fraternidad Verdadera entre todos los seres que viven en nuestro mundo no se refiere
a las 'formas" físicas -sean éstas "(armas" humanas, animales, vegetales o minerales- sino
a la "Chispa" Divina Espiritual que anima a esas 'formas" y que en el hombre puede ya
denominarse Espíritu.
Por lo tanto, y siendo todo Vibración -como ya sabemos- podemos decir que no solamente
el Espíritu del hombre posee Vibraciones Mentales y Vibraciones Sensoriales, sino que
también las poseen las "Chispas" Espirituales que viven en los animales, en los vegetales y
en los minerales, aunque, lógicamente, en "puntos" inferiores de desarrollo.
En consecuencia, la Mente Espiritual del hombre puede establecer "contacto" con las
Vibraciones Mentales de animales, de vegetales y hasta de minerales, así como el Alma
Espiritual puede establecer "contacto" con las Vibraciones Sensoriales de animales, de
vegetales y de minerales, y todos ellos pueden también, en un cierto modo, establecer
"contacto" con los humanos. Esos "contactos" sólo pueden lograrse a través de la
Vibración "Madre ", es decir de la Vibración del Amor, en la cual viven los seres de los
tres Reinos de la Naturaleza, aunque sus "formas" fisicas puedan, en algunos casos,
aparentar lo contrario.
Cuando en el hombre, el "yo" inferior O sea la mente y el alma humanas - libre de todo
egoísmo y de cualquie r vibración negativa, vibra armónicamente con su "Yo" Superior
puro. el ser humano puede, no solamente transmitir pensamientos a sus hermanos
menores que Experimentan en la Naturaleza, sino también recibir "respuesta" a esos
pensamientos. Para "responder ", los Seres de la Naturaleza no necesitan palabras
concretas. sino que sus Vibraciones Mentales y sus Vibraciones Sensoriales. Espirituales,
al establecer "contacto" con las Vibraciones Mentales y Sensoriales Espirituales del ser
humano, les transmiten la Esencia del "pensamiento" a través de Sensaciones.
En el caso de algunos animales nos resulta fácil comprenderlos, y también sin dificultad
ellos interpretan nuestros deseos; pero, para lograr "comunicarnos" con otros animales,
con vegetales y con minerales, es imprescindible sentir por ellos amor verdadero y,
además, no albergar pensamientos y sentimientos egoístas o negativos de cualquier índole,
así como tener fe en esta posibilidad, que el Conocimiento Espiritual nos demuestra con
lógica y claridad.
Cuando los hombres hayan logrado más Evolución Espiritual, podrán comunicarse
fácilmente con sus Hermanos menores que Experimentan en la Naturaleza. Entre tanto,
proyectemos siempre sobre ellos pensamientos amorosos, en la seguridad de que ellos los
recibirán y nos "responderán" con amor aunque no nos sea posible interpretar sus
"respuestas ".
La Vida.
La Fraternidad Verdadera entre todos los seres que viven en nuestro mundo no se refiere
a las 'formas" físicas -sean éstas "(armas" humanas, animales, vegetales o minerales- sino
a la "Chispa" Divina Espiritual que anima a esas 'formas" y que en el hombre puede ya
denominarse Espíritu.
Por lo tanto, y siendo todo Vibración -como ya sabemos- podemos decir que no solamente
el Espíritu del hombre posee Vibraciones Mentales y Vibraciones Sensoriales, sino que
también las poseen las "Chispas" Espirituales que viven en los animales, en los vegetales y
en los minerales, aunque, lógicamente, en "puntos" inferiores de desarrollo.
En consecuencia, la Mente Espiritual del hombre puede establecer "contacto" con las
Vibraciones Mentales de animales, de vegetales y hasta de minerales, así como el Alma
Espiritual puede establecer "contacto" con las Vibraciones Sensoriales de animales, de
vegetales y de minerales, y todos ellos pueden también, en un cierto modo, establecer
"contacto" con los humanos. Esos "contactos" sólo pueden lograrse a través de la
Vibración "Madre ", es decir de la Vibración del Amor, en la cual viven los seres de los
tres Reinos de la Naturaleza, aunque sus "formas" fisicas puedan, en algunos casos,
aparentar lo contrario.
Cuando en el hombre, el "yo" inferior O sea la mente y el alma humanas - libre de todo
egoísmo y de cualquier vibración negativa, vibra armónicamente con su "Yo" Superior
puro. el ser humano puede, no solamente transmitir pensamientos a sus hermanos
menores que Experimentan en la Naturaleza, sino también recibir "respuesta" a esos
pensamientos. Para "responder ", los Seres de la Naturaleza no necesitan palabras
concretas. sino que sus Vibraciones Mentales y sus Vibraciones Sensoriales. Espirituales,
al establecer "contacto" con las Vibraciones Mentales y Sensoriales Espirituales del ser
humano, les transmiten la Esencia del "pensamiento" a través de Sensaciones.
En el caso de algunos animales nos resulta fácil comprenderlos, y también sin dificultad
ellos interpretan nuestros deseos; pero, para lograr "comunicarnos" con otros animales,
con vegetales y con minerales, es imprescindible sentir por ellos amor verdadero y,
además, no albergar pensamientos y sentimientos egoístas o negativos de cualquier índo le,
así como tener fe en esta posibilidad, que el Conocimiento Espiritual nos demuestra con
lógica y claridad.
Cuando los hombres hayan logrado más Evolución Espiritual, podrán comunicarse
fácilmente con sus Hermanos menores que Experimentan en la Naturaleza. Entre tanto,
proyectemos siempre sobre ellos pensamientos amorosos, en la seguridad de que ellos los
recibirán y nos "responderán" con amor aunque no nos sea posible interpretar sus
"respuestas ".
La Vida no puede ser definida, pero Ella nos rodea y nos penetra; está en nosotros y está
afuera de nosotros. En nuestro mundo, la Vida se encuentra manifestada en el hombre y
en la Naturaleza, y más allá de nuestro mundo, en los astros y en todo el Universo.
Podríamos suponer que la piedra, por ejemplo, carece de Vida, porque nuestros ojos no
pueden ver en ella movimiento alguno; pero la Ciencia ha demostrado el movimiento
constante y la enorme energía que existe en los átomos de los elementos que constituyen las
piedras. Así, pues, no solamen¬te el hombre es Vida manifestada, sino que también son
Vida manifestada los animales, los vegetales y los minerales.
Todo es Vida y, por ello, todo está íntimamente unido entre sí. La Vida en nuestro
Espíritu, para Evolucionar, ha debido Experimentar antes en 'formas" minerales, en
'for¬mas" vegetales y en 'formas" animales, y para continuar Evolucionando debe
Experimentar ahora en 'formas" humanas.
La Vida es indestructible; puede cambiar de 'forma ". puede cambiar de "lugar ", pero
jamás deja de ser. Cuando se produce lo que el hombre llama "muerte ", es decir la
desencarnación, la Vida -en ese Espíritu- deja la 'forma" fisica y cambia de "lugar", pues
al dejar el mundo fisico entra nuevamente en el Espacio, así como antes, para encarnar,
debió dejar el Espacio y venir a la Tierra.
Los hombres se han alejado del Camino de la Verdad y no pueden disfrutar su verdadera
Vida porque, desestimando el amor -que es Ley de Vida- impregnaron su alma de
egoísmo, ambición y odio que, envenenando su alma, impiden a los hombres sentirse
felices.
Vivir para la Vida del Espíritu no significa olvidar los deberes y los afectos humanos ni
significa retirarse del mundo, sino encauzar nuestra vida humana, en todos sus aspectos
familiar, social y demás- en el Camino Verdadero, el Cami¬no del Amor que nos señala la
Ley de la Vida.
Así como la vida humana tiene sus leyes y los hombres reconocen que deben vivir de
acuerdo con ellas, la Vida Espiritual tiene también sus Leyes y los hombres deben
reconocer que necesitan, ineludiblemente, vivir de acuerdo con Ellas para pode r lograr
armonía, paz y felicidad y, por sobre todo, para poder obtener el propio Progreso
Espiritual, causa y finalidad de la vida humana.
La Vida del futuro en nuestro planeta.
El Conocimiento que va hemos adquirido nos permite comprender que todo lo que Vive en
nuestro mundo, al igual de todo lo que Vive en el Universo entero, está en constante
proceso de Evolución y de Progreso.
La Evolución a través del Progreso es Ley que Actúa en la Vida que se manifiesta en toda
la Creación; por lo tanto, también en la Tierra todo está -y ha estado siempre-
Progresando y Evolucionando, aunque el ritmo de ese Progreso Evolutivo se haya
demorado muchísimo debido a la falta de Amor en los hombres.
Si recorremos los diferentes períodos geológicos, podremos comprobar fácilmente que la
Tierra ha ido Progresando y Evolucionando. En el comienzo, nuestro mundo fue un
conjunto de gases en estado incandescente; luego se formó el agua y más tarde la corteza
terrestre. La vida física se desarrolló primeramente en el agua y luego también en la
tierra.
Muchos de los animales que vivieron en aquellos tiempos, en que nuestro planeta sufría
frecuentes e intensas conmociones, poseían "formas" fortísimas que les proporciona¬ban
gran resistencia a la hostilidad del medio en que vivían. Luego, a medida que la corteza se
hizo más firme y segura, es decir, a medida que el planeta fue evolucionando, también
evolucionaron las especies animales y vegetales que en él vivían.
Cuanto antes comprenda y reconozca el hombre su necesidad de vivir de acuerdo con las
Leyes Divinas, más rápidamente podrá lograr la Humanidad una vida de paz y armonía,
que le permitirá acelerar el ritmo demorado de su Progreso y obtener en breve tiempo
adelantos realmente maravillosos.
Hasta hace relativamente poco tiempo, el hombre desconocía ciertas energías que, aunque
siempre estuvieron a su alrededor, él no había podido descubrir, tales como el vapor, la
electricidad y las ondas hertzianas, que revolucionaron e hicieron progresar enormemente
las actividades humanas y abrieron perspectivas insospechadas de progreso.
A través del tiempo y mediante el permanente Progreso Evolutivo, todo irá cambiando,
tendiendo a sutilizarse, en este planeta. Los Espíritus que encarnarán en la Tierra, en ese
futuro lejano, serán más Evolucionados y, por lo tanto, sus vibraciones serán más sutiles,
es decir, menos densificadas; en consecuencia, para poder actuar necesitarán materias -o
sea "formas" físicas- también más sutiles, es decir, menos densas que las "formas" o
materias físicas actuales.
Esas materias más sutiles tendrán, lógicamente, características diferentes de las materias
actuales, y el humano poseerá distinta capacidad de movimiento, pudiendo trasladarse en
forma mucho más rápida y con menos esfuerzo.
En el futuro lejano, en que los hombres tendrán materias más sutiles, la alimentación
también habrá cambiado porque la materia tendrá necesidad de alimentos más sutiles, los
cuales podrá el hombre obtener, entonces, de la Naturaleza, que, como todo en este
planeta, también se sutilizará.
La mente y el alma humanas también están más sutiles y proporcionarán a los hombres
facultades de las que ahora carecen, permitiéndoles entenderse entre sí de mente a mente,
sin necesidad de expresar sus pensamientos en pala breas, y, también, disfrutar de
sensaciones mucho más hermosas, hasta ahora desconocidas para el hombre.
Sin embargo, para alcanzar tan maravilloso futuro es imprescindible que el hombre
comprenda y sienta que, en Espíritu, todos somos Hermanos y que no venimos a la Tierra
una y otra vez para elevarnos y progresar humanamente, acumulando bienes y escalando
posiciones, sino para Progresar y elevarnos Espiritualmente, Purificándonos y
Perfeccionándonos más y más, lo cual sólo es posible lograr cuando se vive en armonía con
la Ley del Amor.
Viviendo de acuerdo con la Ley Universal del Amor, en el mundo del futuro el trabajo
será, sin duda, organizado en forma tal que las necesidades de todos serán atendidas sin
fines de lucro, formándose, por afinidad, grupos que se dedicarán a las tareas que más
concuerdan con sus propias inclinaciones, realizando y produciendo, entre todos los
grupos, todo lo necesario para la vida del conjunto.
Cada vez que "descendió" a nuestro mundo uno de esos Mensajeros de la Verdad,
encarnaron también -para acompañarle y ayudarle en su Tarea de amor hacia los
hombres¬otros Seres Evolucionados, quienes transmitieron a los demás las Enseñanzas
del Enviado. Esas Enseñanzas debieron ser expresadas en forma diferente en cada
oportunidad, a fin de adaptarlas a la comprensión humana, en la época y el lugar del
mundo donde el Enviado había encarnado.
Sin embargo, como la Verdad es sólo Una, las Enceñanzas que todos esos Seres trajeron a
los hombres tuvieron siempre la misma Esencia, aunque su forma de expresion hubo de
ser diferente para que pudiera ser bien comprendida por los hombres que las recibían,
quienes, a su vez, debían transmitirlas a los demás y éstos a quienes luego les sucederían.
Esas Enseñanzas tenían por finalidad ayudar al hombre a adquirir el Conocimiento de las
Leyes Divinas, In cual le permitiría discernir mejor entre lo bue no y lo "malo ". a fin de
que, esforzándose por vivir de acuerdo con la Voluntad Divina, Expresada a través de Sus
Leyes, pudieran los humanos entrar en el Verdadero Sendero.
Debemos tener siempre presente que el Camino hacia Dios lo señalan las Enseñanzas, que
debemos vivirlas, interpretándolas en su Realidad Espiritual de Amor hacia todos y hacia
todo, y no en las doctrinas que separan a los hombres, llevándolos a despreciarse u odiarse
entre sí.
El Camino de la Verdad es el Camino del Conocimiento Espiritual y del Amor; Camino
Universal, accesible a todos los hombres del mundo. Quienes lleguen a él se sentirán
unidos entre sí por verdadera Fraternidad e interpretarán en Esencia Espiritual -que es
Amor- las Enseñanzas que, una y otra vez, trajeron para la Humanidad Aquellos que
"descen¬dieron" a la Tierra para despertar a los hombres al sentido de su necesidad
Espiritual de Progresar y Evolucionar, señalándoles el Camino del Amor como el único
Camino por el cual podrían lograrlo.
La unión de todos los hombres que, deseando acercase a Dios, elijan el Camino del Amor y
el verdadero Conocimiento -es decir, el Conocimiento Espiritual, el Conocimiento de la
Vida- constituirá la RELIGIÓN UNIVERSAL, que unirá en vez de separar, y en la que
todos podrán sentirse incluidos y Progresar Espiritualmente, lográndolo cada uno ~ en la
medida del esfuerzo que realice.
La Religión Universal, basada en el Amor, facilitará la armonía y la unión entre todos los
hombres, porque el Amor es fuente inagotable de felicidad y de progreso.
El hombre tiene, libre albedrío y e l mal, un concepto equivocado, pues supone que el mal
existe, que es "algo" esencialmente negativo cuya única finalidad es tentarlo, atacarlo y
perjudicarlo Si tomamos en cuenta que todo cuanto existe ha sido Creado por Dios -pues
nada hay que se haya creado a sí mismo ni existe otra Fuente de Vida- y que Dios sólo
Crea Bien, podremos comprender que lo que llamamos mal es sólo la inversión del Bien,
que lo ha transformado en su opuesto.
Muchos son los aspectos de la Verdad cuya comprensión escapa a las posibilidades
actuales de la mente humana; pero, para mejor comprender, podemos "ubicar" el
comienzo del mal en Seres que, en el arcano de los Tiempos ignotos, transformaron su
Vibración Espiritual Positiva en vibración espiritual negativa debido a la invers ión del
propio Bien Esencial, es decir, debido a la inversión de la Vibración de su Espíritu -por
causas que, como dijimos, escapan a nuestra actual capacidad de comprensión-
originándose así el opuesto al Bien, al cual denominamos mal.
Por Ley de Afinidad, las vibraciones negativas de las almas humanas atraen vibraciones
negativas procedentes de otras mentes y almas humanas o de seres que están en el Espacio,
lo cual da más fuerza a las vibraciones negativas en las mentes y en las almas sin embargo,
debemos tener siempre presente que las fuerzas del mal ajenas a nosotros mismos, nada
pueden hacernos si no encuentran afinidad en nuestra mente y en nuestra alma, es decir, si
con nuestra mente y nuestra alma nos oponemos a ellas y las rechazamos.
Es indudable que la fuerza negativa de otros seres puede llegar hasta nosotros
incitándonos a pensar, sentir u obrar mal pero nuestra Divina Fuerza Espiritual siempre
prevalecerá sobre esas incitaciones si ponemos a su servicio nuestra voluntad de no
apartarnos del bien.
En nuestro mundo, la presión negativa es sumamente intensa debido a la enorme fuerza
negativa atraída, desde hace milenios, por las mentes y las almas de los hombres que,
carentes del verdadero conocimiento de la Vida, ignoraban el enorme daño que con sus
pensamientos, sentimientos y hechos contrarios a la Ley del Amor, se hacían a sí mismos y
también a las generaciones que habrían de seguirles, a las cuales correspondió, debido a
ello, desarrollar su vida en "un clima" moral cada vez más negativo.
Debemos tener siempre presente que el bien y el mal están en nosotros mismos y que, así
como no podemos pretender recibir bien si no vibramos armónicamente con él, tampoco
debemos temer al mal si nuestra vibración es, en todo momento, positiva y, en
consecuencia, no tiene afinidad alguna con lo negativo.
-El dinero.-
Desde que fue creado el dine ro, que permite a quie nes
lo poseen adqu irir todo lo que desean, la aspiración
ambicios a de los hombres fue conce ntrándose en él,
erigié ndolo en meta tenazme nte perseguida, a cuyo
logro dedicaron sus mayores esfuerzos , sin reparar en
indignidades en su obsesiona nte afán de obte ne rlo.
Ello hizo del dine ro inútil instrume nto de todo lo
negativo, pues, por poseerlo, el hombre ha claudicado
en todos los aspectos morales y ha come tido o
conse ntido las mayores injus tic ias. El dine ro ha
comprado las concie ncias y ha bastarde ado el sentido
moral en homb res y en grupos . Como consecue ncia, es
ahora sumame nte dificil armon izar el bien con el
dine ro, porque su sola menció n despie rta ambición o
desconfianza.
Sin embargo, el dine ro debe ría ser conside rado una
"conde ns ación de pode r" que -como todo los pode res -
debe ser utilizad o siempre positivame nte . Si la
posesión de dine ro fuera acompañada por el sentido
de la respons ab ilidad de bien que su posesión
significa, quie nes lo poseen en abundancia -en
ocasiones , pernicios a por lo excesiva- realizarían sin
duda alguna -individualme nte o en conjunto- obras de
bien común que podrían resolve r muchos de los
graves y agobiad ores proble m as sociales de la
Humanidad.
El dine ro tiene un valor mate rial, que significa la
posibilidad de adquirir todo aque llo que la vida
humana nos reclam a como necesidad, y un valor
imponde rable , expres ado en todo el bien que con él es
posible hace r a los demás.
Hasta ahora, el conce pto human o sobre el dine ro se ha
limitado, casi exclus ivame nte , a su valor mate rial, y el
esfuerzo del hombre por obte ne rlo ha sido impuls ado
sólo por el deseo de satisface r aspectos mate riales de
su vida.
Debe mos cambiar el conce pto mate rialis ta que
actualme nte tene mos del dine ro, conce pto que es el
refle jo de la ambición que los hombres han
conce ntrado en él a través de los siglos y que nos hace
retice ntes cuando nos vemos obliga¬dos a solicitarlo,
aunque sea con justicia o para obras de bien, porque
sentimos clarame nte la desconfianza de aqué l a quie n
le es solicitado.
Es necesario asimilar y difundir, con la palab ra y con
los hechos, el conce pto del valor moral, imponde rable ,
del dine ro; del pode r de bien que el dine ro represe nta
y de nuestra respons abilidad de darle siempre uso
positivo y bene ficiar con él tamb ié n a los demás.
La Vida -Perfe ct a y Unive rs al- no nos da nada que
tenga capacidad de bien común para nuestro uso
exclus ivo, sino que, al otorgarnos bienes, nos "elige "
como instrume ntos para extende r el beneficio a los
demás .
Obrar en esa forma nos ayudar á a sentirnos felices
humaname nte y a Progres ar Espiritualme nte .
Cuando, retenie ndo los bienes sólo para sí mis m o, el
hombre impide que esa acción benéfica se cumpla a
través de él como debie ra, la acción se invie rte,
perjudicando a quie n, con su egoís mo, la ha
obstaculizado.
En quie nes care ce n de amor, la posesión de dine ro o
de bienes mate r iales que lo represe ntan suele
despe rtar avaricia y, como conse cue ncia, un egoís mo
enferm izo que, en muchos casos, incluye en sus efectos
hasta al propio poseedor, quie n llega, así, a
trans form arse en un indige nte , aun poseye ndo una
enorme fortuna.
Recorde m os siempre que debe m os sentirnos
adminis tradores y no poseedores del dine ro, porque el
dine ro consti¬tuye una "conde ns ación de pode r" que
la Vida nos otorga para que, por nuestro inte rme dio,
llegue a otros la ayuda y el prog res o que necesitan.
Hay en el mundo muchos pobres ricos que, aunque
con su dine ro pue de n satisface r hasta sus menores
caprichos , no pue de n, sin embargo, comprar con él la
felicidad de sentirse en paz con su concie ncia y
satisfechos de sí mis mos .
- Renunciar y Superar. –
-
La Vida human a es una perm ane nte sucesión de
obstáculos que dificultan, en mayor o menor grado, la
obte nción de nues tros fines, y sea cual fuere la meta
que nos propon gam os alcanza r, sólo podre m os
lograrla mediante el esfuerzo constante sostenido por
nuestra firme voluntad de vence r.
Es que la vida humana es para nuestra Alma fuente
de Expe rie ncias , a través de las cuales adquirim os el
Conocim ie nto que nos permite disce rnir y elegir, con
plena Concie ncia, nuestro camino. Con suma
frecue ncia nos vemos ante la necesidad de elegir entre
el sí y el no, en el aspecto moral de los hechos que nos
salen al paso, y, aun con la me jor inte nción, algunas
veces nos equiv ocam os en la elección.
No obstante, esa equivocación, con todos los
inconve nie ntes y hasta los dolores que pue da
ocasionarnos , es una Expe rie ncia que nuestra Alma
asimila, trans fo rm ándola en Conocim ie nto que nos
alerta y en fuerza moral que nos sostiene cuand o
volve mos a encontrarnos frente a una elección similar,
pues los errore s come tidos pue de n beneficiarnos si
logram os extrae r de ellos la enseñanza que encie rran.
Mediante las Expe rie ncias acum uladas por las
humanidades que nos prece die ron, el hombre ha
logrado el progres o mental y el "punto" moral en que
actualme nte se encue ntra, y como el progres o moral
requie re un esfue rzo ante el cual el hombre ha
claudicado con suma frecue ncia, existe hoy un
evide nte y peligros o desequilib rio entre el prog res o
mental y el progres o moral de la Humanidad.
Los innúme ros reque rim ie ntos que en el "clim a"
moral de nuestr o mundo nos asedian constan te me nte,
invitándonos a elegir el camino más fácil y más breve
para el logro de nuestras aspira ciones o la satisfacción
de nuestros deseos y necesidades , constituye n,
precis ame nte , los obstáculos que debe mos vence r y
supe rar con nues tra voluntad y nuestro esfue rzo,
asignándole así, a la vida humana, su verdade ra
función de instrume nto y medio para el
perfe ccionam ie n to del Alma, que, como sabe mos ,
estando en la Tierra debe actua r a través del alma
humana.
Sin embargo, en muchos casos quie nes se afanan por
seguir el camino del bien supone n que es necesario
renunciar a todo para no verse expues tos al peligro
que implican los reque rim ie nt os humanos .
El conce pto del renunciam ie nt o es, tambié n, un
conce pto que debe cambiar, porque el
renunciam ie nto, si bien pue de libe rarnos
mome ntáne ame n te del peli¬gro de cede r a esos
reque rim ie ntos , no elimina del alma humana la
posibilidad de hace rlo. por lo tanto, el peligro no
desapare ce sino que permane ce latente y presto a
surgir en el prime r mome nto de debilidad, y esa vida
humana durante la cual no se enfre ntó sino que se
soslayó el peligr o, no ha proporcionado al Alma los
medios de Expe rime ntar para Perfe ccionarse
mediante el esfue rzo de Supe ración, como ella
necesita.
Nuestra necesidad no es renunciar, sino Supe rar. No
debe mos eludir la tentación, sino resistirla,
fortale cié ndonos en los conce ptos de bien y no
apartándonos , en ningún mome nto, del camino que
nuestra concie ncia nos señala.
Los reque rim ie ntos negativos, que prete nde n
desviarnos hacia el desamor, la ambición, la vanidad,
el egoís mo y su vasta y funes ta secuela, son
"peque ñe ces de la vida humana" a las que en ningún
mome nto debe mos permitir que logre n apartarnos del
camino de bie n y de amor que debe mos y necesitam os
seguir para cumplir plename n te la finalidad Supe rior
de nuestra vida humana.
En esa forma, no eludie ndo las tentaciones sino
restándoles valor, analizándolas fríame nte ,
compre nde re m os y comprobare m os que nada valen
ante nuestra Fue rza Espiritual, que crece con cada
reque rim ie nto negativo resistido; entonces, dejare m os
de teme rlas y ellas dejarán de asediarnos porque ya
las habre m os supe rado.
Los obstáculos morales y mate riales de los cuales esta;
sembrado el camino de nuestra vida humana, no son
nuestros enemigos sino nuestros amigos , porq ue sin
ellos no realizar íam os el esfuerzo de supe ración que,
tmpres cindible me nte, necesitam os realizar para pode r
lograr Progres o Espiritual y mere ce r progres o
humano.
-El pode r.-
Todos los aspectos de la Verdad -o sea de la Vida Superior- que se manifiestan en
nuestro mundo, fueron siempre interpretados por los hombres de acuerdo con las
limitaciones de su mente y su alma. La mente y el alma de los hombres ha evolucionado y
progresado a través del tiempo y, como consecuencia, también a través del tiempo ha
evolucionado y cambiado la interpretación humana de los diferentes aspectos de la Verdad
manifestados en nuestro mundo.
Es por ello que, aun cuando los conceptos han cambiado a medida que el hombre ha
avanzado en civilización muchos de ellos, que son básicos para la feliz conviv~ncia
humana, se mantienen todavía en el error y hasta en oposición a la Verdad.
Por ejemplo: el deseo de progresar, que normalmente siente el hombre, es reflejo de la
necesidad de constante Progreso que tiene nuestra Vida verdadera; pero el hombre, por
lo general, deriva ese deseo hacia la obtención de bienes que le permztan escalar
posiciones y lograr poder.
El poder es positivo solo cuando es interpretado y ejercido con amor y responsabilidad, es
decir, de acuerdo con la Ley de Jerarquía; pero el hombre, mal interpre tando la Verdad,
lo transforma en fuerza personal en derecho de mandato, que exige le sea reconocido. En
cambio. la Verdad es que el poder significa, para quien lo asume, la responsabilidad de
emplearlo para proteger y guiar positivamente y procurar el bienestar y el progreso de
aquellos a quienes gobierna.
El poder -de acuerdo con el concepto verdadero, que el hombre debería aplicar-
significa una gran responsabilidad y sólo debería ser aceptado -nunca perseguid~ cuando
se tiene la seguridad absoluta de poseer las condiciones morales imprescindibles para
utilizarlo exclusivamente para el bien.
Quienes ejercen poder deben tener siempre presente que con él no han recibido ni
adquirido propiedad sobre nada, sino, solamente, la responsabilidad de administrar con
absoluta honestidad y justicia los bienes materiales y morales de quienes, al elegirlo s, han
depositado en ellos su fe, juzgándolos capaces de desempeñarse eficazmente en esa dificil
y delicada tarea de bien común.
Madú Jess
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