Madú Jess - Conocimiento de La Vida

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MADÚ JESS

CONOCIMIENTO DE LA VIDA

SEXTA EDICIÓN

BUENOS AIRES 2001

Semblanza de Madú Jess

Toda definición acerca de un ser humano es siempre e imprescindiblemente parcial,


en tanto solo hemos tenido acceso a fragmentos de la personalidad de ese s er. De hecho.
harto más compleja será la de intentar la de la Señora María Angélica Trinchero de
Llavallol, quien utilizó en su obra lite raria el nombre Espiritual de Madú Jess.
Complejidad a pesar de la transparencia con que siempre se acercó a nosotros y nos
hizo depositarios de su Obra, y que se origina en nuestra incapacidad de mostrar, siquiera
parcialmente, la riqueza de su personalidad humana y la trascendencia de su Obra
Espiritual.
Desde comienzos de la década del cuarenta recibe, por Inspiración, Mensajes con
contenido Espiritual de carácter Universal, alejados de todo sectarismo.
Ese sería el germen de lo que en 1955 cristalizó en la fundación de "Misión de Jesús
". actualmente "Misión de Amor ", entidad que una vez obtenida su Personería Jurídica
se organiza en una Escuela de Enseñanza Moral y Filosófica que difunde Conocimiento
Espiritual Elevadísimo y está abierta a todos los que a ella se acercan, sin distinciones de
ningún tipo.
Qué Madú Jess, entonces, podemos acercar a quien esto lee, ¿acaso la conferencista
brillante? Sin duda lo era, tanto por la profundidad como por la simpleza con que
abordaba los temas más complejos, como testimonian los escritos que nos dejó; pero si hay
algo trascendente que quisiéramos me morar es su condición de Maestra.

En un mundo en que las palabras parecen haber perdido su significado esencial,


debemos detenernos a redefinir qué e, un Maestro (así con mavúscula). Es sin duda quien
nos transmite conocimientos, como el que con profundidad filosófica y fundamentos
teológicos nos legó Madú Yess.
Mas, para ser definida como Maestra, una persona ha de encaminarnos no tanto a
acumular conocimientos como a vivir conforme a ellos. Tal Maestría solo es alcanzada por
quien vive de ese modo, y aquí es donde la condición de Madú Jess se nos aparece en su
vigencia atemporal, porque su vida toda fue un ejercicio de Amor.
Amor que se tradujo en la calidad y cantidad del Conocimiento Espiritual que puso
a nuestro alcance; Amor que siempre proporcionó a todo el que se le acercaba en busca de
ayuda; Amor para transmitirnos que la trascendencia de la Enseñanza radicaba en lo que
asimiláramos a través de nuestro propio esfuerzo. Amor, en síntesis, en mostrarnos de qué
modo nuestra Vida está ligada a todo y a todos a través de la Fraternidad Universal.
Para quienes transitaron un tramo de esta existencia humana a su lado, nada de lo
que pueda expresarse ha de acercarles la Energía de Amor que Madú Jess derramaba a
su paso; para todos los que tengan este libro en sus manos y estén dispuestos a seguir sus
Enseñanzas estará por siempre el Amor con que Iluminó nuestra existencia.
Prólogo
Al enhebrar en estas páginas una serie de conceptos morales, que pueden
constituirse en sólida base para obtener una mejor convivencia humana, entendimos que
era imprescindible acompañar esos conceptos con la clara explicación de por qué
necesitamos vivir de acuerdo con ellos.
La evolucionada mente del hombre actual quiere penetrar los "misterios" de la vida;
quiere saber por qué sufre o disfruta, por qué triunfa o fracasa pese al esfuerzo, por qué
inspira y siente atracción o rechazo y, lo que es aún más importante, necesita saber por
qué, a través de los milenios, el hombre ha estado siempre contra el hombre.
Comprender la Vida y sus Leyes significa conocerse a sí mismo y poder comprender
a los demás, primer paso firme hacia el mutuo entendimiento, y actuar de acuerdo con las
Leyes de la Vida significa convivencia armónica y feliz, convivencia pacífica en orden y
progreso.
El contenido de estas páginas, escritas con sencillez y con cariño, está destinado a todos sin
distinción de edades. Niños, jóvenes y mayores podrán comprender sus conceptos y
vivirlos, en la seguridad de que, mediante el esfuerzo de todos y de cada uno por no
transgredir la Ley de la Vida, que es Amor, será posible lograr una Humanidad más feliz.
La felicidad no es inalcanzable; nos resulta distante e inasible porque corremos tras
espejismos, porque trastocamos los valores en su escala natural y porque, por descono-
cerla. no cumplimos plenamente la finalidad de nuestra vida humana.
Por eso creemos que "Conocimiento de la Vida . puede ser un aporte para la
felicidad del hombre, en el presente y en el futuro. Lo deseamos fervorosamente.

Sentir el Amor

La Vibración Amor os rodea sin que logréis captarla en su Verdad; os Guía sin que
logréis seguirla en su Divinidad. Jesus muemos y muemos vais tras de Ella;
inconscientemente y conscientemente seguís el Amor; voluntariamente e invo -
luntariamente seguís al Amor. Os detenéis ... y el Amor os espera; volvéis a avanzar y el
Amor os impulsa, queréis Progresar y el Amor os Guía. Siempre Amor, en vosotros y
fuera de vosotros -en lo humano-- y siempre en vosotros en lo Espiritual.
Amor habla, Amor Obra, Amor inspira, Amor impulsa.
Sois Amor y habláis sin Amor, sois Amor y obráis sin Amor, sois Amor y vuestras
inspiraciones no le obedecen, sois Amor y rechazáis su impulso. ¿Por qué? Porque estáis
en aquel período de la individualidad en el que os sentís grandes, poderosos, capaces;
capaces con prescindencia de todo, capaces con prescindencia de Amor.
¿ y sabéis por qué todo esto? Porque no Conocéis; en cuanto a lo Espiritual ignoráis
y de esa "ignorancia" emana vuestra incapacidad para Amar; para actuar y para obrar
con Amor; para inspiraros en el Amor y para seguir el impulso que os trasmite el Amor.
Cuando esa "ignorancia" disminuya, comenzaréis a ver otro color en la vida, el color
iridiscente para el que os capacitará la Luz que comienza a penetrar en vuestra mente; y
cuando hayáis adquirido el Conocimiento -porque recibirlo no es adquirirlo sino
asimilarlo y vivirlo- cuando hayáis adquirido el Conocimiento de la Verdad, vuestra
voluntad, depuesta ya su vanidosa vibración de egolatría, se unirá a la Voluntad Universal
de Amar, que es Expresión de la Vibración Amor; que Ama todo porque su propio
impulso -que es Voluntad Suprema rigiendo la Vida en la que Es y Está-, es Amor.
Cuando como humanos sintáis el impulso constante de Amar a todos y a todo;
cuando ese impulso sea, en vuestra alma humana, necesidad para expresar su sentir, su
pensar y su deseo de acción, entonces, recten entonces, habréis comenzado a acercaros
armónicamente a la Voluntad Suprema de Amar en Sí, de Sí y por Sí, el Universo todo.
Todos Hermanos

La tendencia a separamos formando grupos, en razón de diferencia y


antagonismos, constituye una trasgresión a la Lev de Amor, que Rige el Universo
todo Las permanentes trasgresiones a esta Ley han creado al ser humano gravísimas
problemas y tambié n la nefasta incomprensión de su destino de fraternidad.
Hombres, mujeres y niños concentran su afecto en su propio grupo, en su
propia familia, sin detenerse a pensar que también son acreedores a su cariño el
hombre, la mujer y el niño que pasan a su lado, y todos los hombres, todas las
mujeres y todos los niños en el mundo entero, porque todos, absolutamente todos,
somos hermanos.
Igual que nuestra familia, constituida por padres e hijos -que son hermanos
entre sí- existen la "Familia Humana" y la gran "Familia Universal". Reconocemos
el valor de la familia y los beneficios de formar parte de ella, pero desconociendo y,
en consecuencia, no tomando en cuenta la existencia de la "Familia Humana" y de la
gran "Familia Universal ". vivimos al margen de los enormes beneficios que habría
de reportarnos el sentirnos integrantes de ellas; como consecuencia, debemos sufrir
y soportar innúmeros inconvenientes y situaciones dolorosas que podrían haber sido
evitados.
Así como en nuestra familia nos reconocemos hermanos por ser hijos de los
mismos padres, en la "Familia Humana" debemos reconocernos hermanos de todos
los hombres del
mundo, y en la gran "Familia Universal" debemos sentirnos hermanos de todo lo que
existe en el Universo, porque Dios es el único Padre, Creador de cuanto existe en nuestro
mundo y más allá de nuestro mundo.
Todo cuanto existe tiene Vida, aun cuando pueda pare cer inanimado, porque Dios
lo ha Creado todo y Dios, que Es Vida Eterna, al Crear transmite, como Padre, Algo de sí
Mismo.
Siendo Dios Padre Único de todos y de todo, a todos ya todo estamos unidos por íos
lazos indisolubles de la Vida Eterna, es decir, por los lazos del Amor Divino que nos ha
Creado, porque Dios da Vida de Sí Mismo por Amor.
Pocos se detienen a pensar en esto y son muchos los que lo ignoran y, en
consecuencia, ignoran que sin distinción de razas, de nacionalidades o de credos todos
somos verdaderamente hermanos.
La Humanidad constituye la "Familia Humana ", en la que debemos sentirnos
unidos fraternalmente todos. Es nuestro deber trabajar permanentemente para despertar
y consolidar en la Humanidad el verdadero concepto del Amor, que es la Ley de Vida,
Ley Divina que, lamentablemente, el hombre infringe a cada paso, ignorando u olvidando
que

¡TODOS SOMOS UNIVERSALMENTE HERMANOS!

Sentir y Amar a Dios

No pretendemos definir a Dios, porque Dios no puede ser definido; pero, a través de
estas Enseñanzas procurare inierpreiar de en forma accesible a nuestras posibilidades de
comprensión.
Dios es Perfección en todo cuanto nosotros podamos imaginar. Dios es Justicia
Perfecta, Armonía Perfecta, Sabiduría Perfecta; Dios es Perfecto Amor. A Dios no se Le
puede ver, no es accesible a nuestros sentidos fisicos, pero podemos "sentirl.o ", podemos
"sentir" Su Amor hacia nosotros, ese Amor que se manifiesta al darnos Vida y darnos
todo cuanto necesitamos para poder vivir.
Dios ha dado al hombre todo cuanto necesita para vivir, pero el hombre ha llenado
su vida de dificiles problemas. Esas necesidades que tanto nos preocupan y desesperan, no
son necesidades creadas por Dios, sino necesidades creadas por el hombre mismo.
No debemos pensar que nuestros dolores, preocupaciones y necesidades nos los
"manda Dios "; todo ello es la lógica consecuencia de los errores humanos del pasado, así
como será consecuencia de nuestros actos del presente todo lo que corresponderá a los
hombres del futuro.
Para que nuestra vida humana tenga más Comprensión y Amor, Dios nos ha dado.
además, INTELIGENCIA y SENTIMIENTO. La inteligencia nos permite comprender y
asimilar todo lo que nuestra mente capta, y el sentimiento -nuestra capacidad de sentir-
nos capacita para amar.
Nuestra inteligencia nos permite saber y reconocer que Dios existe, a pesar de que no
podamos verle, y nuestros sentimientos nos permiten amarLe y, a través del amor, unir-
nos a Él. .
Aunque a Dios no podamos verLe -porque Dios es absolutamente Espiritual, no tiene
forma- podemos ver Su Manifestación; es decir, la Manifestación de Su Amor y Su
Sabiduría en todo lo que nos rodea.
Todo en nuestro mundo -el Hombre y la Naturaleza- y todo más allá de nuestro
mundo -sol, estrellas, planetas y lo que aún desconocemos - es Creación Divina. A todo
ello nos une fraternalmente la común Paternidad, que es, a la vez, Expre sión del
inconmensurable Poder de Dios.
Dios es Padre Amoroso; Su Amor está en todos Sus hijos, humanos o no, y, en
consecuencia, amando nosotros todo lo que Dios ha Creado estaremos unidos a El, porque
el Amor es el Camino que lleva hacia Dios.
Conscientes de que el Amor del Padre está en nosotros y de que Él es Injinitamente
Justo, Sabio y Poderoso, debemos vivir en la seguridad de que obrando en todo momento
de acuerdo con Su Ley de Amor -lo cual significa vivir de acuerdo con Su Voluntad-
estaremos siempre en condiciones de poder recibir manifestaciones de Su Amor y de Su
Protección.

El "cuerpo fisico" y el "Cuerpo Espiritual"


Existen en el hombre dos aspectos de Vida que no pue den ser llegados. el aspecto
Espiritual. En esta dualidad del ser humano. la accion de aspecto Espiritual es la que
proporciona al hombre sus posibilidades de superarse constantemente, en procura de su
perfeccionamiento
Recibimos de nuestros padres el "cuerpo físico ". de origen humano, y de nuestro
Padre Espiritual, Dios, recibimos el "cuerpo Espiritual ", de origen Divino.
Nuestro "cuerpo Espiritual" es aquella parte de nues tro ser que, aún cuando se
manifiesta por medio de nuestro "cuerpo físico ". no puede ser captada por ninguno de
nuestros cuerpos físicos.
La inteligencia, por ejemplo, pertenece a nuestro "cuerpo Espiritual" y si bien se
manifiesta a través de nuestro cerebro, no nos es posible verla ni captarla flsicamente.
Lo mismo ocurre con los sentimientos, que pueden ser expresados, pero que tampoco
pueden ser captados físicamente. Nuestros padres nos proporcionan el "cuerpo físico"
que necesitamos para vivir físicamente; pero ellos no pueden darnos la inteligencia ni la
capacidad para amar, que sólo Dios nos la puede dar.
El hombre está pues formado por "elementos Divinos" provenientes de Dios, y
"elementos humanos ". provenientes de sus padres. Esos "elementos divinos" constituyen
nuestro Espiritual" que para manifestarse utiliza los "elementos humanos ", que
constituyen nuestro "cuerpo físico". El "cuerpo Espiritual" transmite la Vida a nuestro
cuerpo
flsico " y merced a él podemos vivir, amar, sentir y pensar. El "cuerpo Espiritual" que,
repetimos, solamente Dios nos lo puede dar, es el que nos capacita para progresar. El
"cuerpo fisico" sirve de instrumento para la acción de nuestro "cuerpo Espiritual" y por
medio de él podemos manifestar la vida, podemos manifestar nuestros pensamientos v
nuestros sentimientos y podemos actuar de acuerdo con nuestra voluntad.
Como vemos, ambos "cuerpos" -el visible y el invisible- se complementan y necesitan
recíprocamente, porque el "cuerpo Espiritual" no puede manifestarse sin el "cuerpo fisico
", y el "cuerpo físico" no tendría Vida sin el "cuerpo Espiritual ".

La Presencia del Amor de Dios


El Amor Divino está presente en todo lo que nos rodea.
Podemos hallar su Presencia, poderosamente Manifestada, Jiu solumctüe en nosotros,
sino también en los tres Reines de la Naturaleza; todo el Universo es un portentoso
Testimonio del Amor Divino
Dios Ama Creando y lo creado por Él es Su Amor Manifestado, tanto en la callada
maravilla de la piedra o de la simiente, como en la floración magnifica de las más grandes
y plenas Realizaciones del Universo.
El Amor Divino Es Creador, y su Obra es indestructible, Dios crea y jamás destruye,
sino que transforma, y aún bajo apariencias de destrucción, sólo se está operando trans -
formación.
El Po.deroso Amor Divino Trabaja constantemente y la Vida por El Creada es
atendida en todas sus necesidades. Como humanos tenemos a nuestro alcance todo cuanto
nos es necesario para poder vivir felices, pero es preciso nuestro amor y nuestro trabajo
para que todos podamos lograrlo y disfrutarlo.
Debemos trabajar en forma constante -ya sea con nuestras manos o con nuestra mente -
tratando de obtener y producir, con todo lo que el Amor Divino ha puesto a nuestro
alcance, lo necesario para cubrir no solamente nuestras ne cesidades, sino también las
necesidades de quienes están incapacitados para obtenerlo por sí mismo. Es decir que de -
bemos tener presente no sólo nuestras necesidades y las de nuestra familia, sino también
las necesidades de quienes se ven privados de la posibilidad de atenderlas por sí mismos,
destinando parte de lo que obtengamos a aliviar la situación, ya sea directame nte o
colaborando en obras de bien. El amor que en ello pongamos nos hará sentir realmente
felices, porque el amor es dádiva permanente.
Lo que la Vida nos da -salud, inteligencia, prosperidad. facilidad para aprender,
para trabajar- los medios que el Amor Divino nos proporciona para utilizarlos no
solamente en nuestro propio beneficio, sino también para ayudar a quienes no los poseen,
haciéndolos así partícipes de lo que nos ha sido dado.
Si nosotros poseemos lo que a otros les falta, debemos considerarnos Mensajeros del
Amor Divino para acercar Su Ayuda a los demás, y hacerlo será un verdadero placer si
nos consideramos y nos sentimos hermanos de todos y a todos amamos. Quien hace uso
egoísta de lo que ha recibido de muestra no ser merecedor de poseerlo.

Para qué venimos al mundo

El hombre posee -como va sabemos- un "cuerpo Espiritual ", de origen Divino, y un


"cuerpo físico ". de origen humano, a través del cual puede manifestarse y actuar en
nuestro mundo el "cuerpo Espiritual". Cuando el hombre nace, el "cuerpo Espiritual" de
Vida Eterna, se incorpora al "cuerpo físico" de vida limitada, y es nuestra Vida
verdadera -nuestra Vida Espiritual- la que permite y alienta la vida de nuestro cuerpo
físico. La Vida Espiritual tiene una meta que alcanzar; esa meta es la Perfección y
debemos trabajar permanentemente para lograr la Perfección. Cuando ese trabajo se
realiza en el Espacio -que es la Patria Espiritual- no es necesaria la incorporación a un
cuerpo físico, porque en el Espacio se Trabaja sin él; pero, cuando el trabajo debe reali-
zarse en la Tierra, que es un mundo físico, necesitamos imprescindiblemente un cuerpo
también físico para poder actuar y realizar nuestro esfuerzo de perfeccionamiento.
En consecuencia, ¿para qué venimos al mundo? Ve nimos para trabajar en nuestro
constante esfuerzo de perfeccionamiento. ¿Es imprescindible para nuestro perfecciona-
miento trabajar en un mundo físico como es la Tierra? Sí; es imprescindible, porque
debemos aprender a reconocer y a superar todas las "te ntaciones" que se nos presentan
en este mundo, las que, en nuestro camino hacia la Perfección, constituyen obstáculos que
debemos salvar.
La lección primera que debemos aprender es la lección del Amor. Venimos a la Tierra
para aprender a dar Amor, en toda y cualquier circunstancia que el mundo nos presente.
Para poder alcanzar nuestra meta, para poder llegar a la Perfección, debemos haber
aprendido a Vivir observando la Ley Divina del Amor bajo cualquier circunstancia, por
dificil que sea. Con la Vida he mos recibido de Dios Su Amor y la capacidad de amar. El
Amor es la fuerza propulsora de nues tro Progreso Espiritual: por lo tanto, en el largo
camino que debemos recorrer en procura de la Perfección, necesitamos aprender a amar
a todos y a todo tal como Dios nos Ama, por el Amor mismo.
Cuando vivimos como humanos, es decir, cuando nues tro "Cuerpo Espiritual" -al
que denominaremos "Alma"> se encuentra incorporado a nuestro "cuerpo físico"
olvidamos frecuentemente nuestra necesidad de dar siempre amor, y e n lugar de amar a
los demás, concentramos nuestro amor en nosotros mismos; en vez de preocuparnos por
el bien de los demás, sólo nos preocupamos por el bien de nosotros mismos. Amamos
excesivamente a este cuerpo físico precario, que es nuestro instrumento para un
"momento" dentro de la eternidad de nuestra Vida.
Esto nos obliga a repetir muchas veces la misma expe riencia, es decir, a vivir
muchas veces como humanos, hasta que hayamos aprendido a amar a los demás, por lo
menos tanto como nos amamos a nosotros mismos. Repitiendo las experiencias es como
lograremos, finalmente, aprender la lección principalisima de nuestra necesidad de dar
siempre amor, en todo momento y bajo cualquier circunstancia.
Si analizamos nuestros sentimientos y pensamientos hacia los demás,
comprobaremos cuánto nos falta aprender, todavía, sobre la importantísima lección del
Amor; es decir, cuánto nos falta aún para vivir de acuerdo con la Voluntad de nuestro
Divino Padre.

Inteligencia y sentimiento

La inteligencia, es decir, la capacidad de pensar, comprender, aprender y discernir


que poseemos, así como nues[ro sentimiento, o sea la capacidad de amar, .\V1i [acuitaaes
inherentes a nuestro "cuerpo Espiritual": por lo tanto, son facultades que hemos recibido
de Dios y que nos ayudan muchísimo en el esfuerzo permanente que debemos realizar a
fin de lograr nuestro perfeccionamiento.
Esas facultades Espirituales, que facilitan nuestro es fuerzo de perfeccionamiento,
sólo deben ser utilizadas para el bien; sin embargo, muy frecue ntemente el hombre las
utiliza en contra de sí mismo, aún cuando él suponga lo contrario.
Por ejemplo: cuando alguien utiliza su inteligencia para inventar un arma
destructora, aunque ese invento le reporte grandes utilidades y beneficios materiales, es a
persona no utilizó su inteligencia para beneficiarse -como sin duda ella supone -sino, por
el contrario, la utilizó para perjudicarse, porque deberá responder ante la Justicia Divina
por la destrucción y el dolor sembrados por su invento.
La deuda que así ha contraído con la Ley Divina -que nos manda amar y no dañar-
deberá saldarla su Alma, que necesitará realizar nuevas y repetidas experiencias
humanas, a fin de aprender que el don Divino de la inteligencia debe ser utilizado
exclusivamente de acuerdo con el Mandato Divino del Amor.
Teniendo en cuenta que la verdadera Patria de nuestra Alma es el Espacio, donde puede
Vivir en libertad, reconoceremos que verse obligada a vivir en la Tierra, incorporada a un
cuerpo físico, es para ella un gran sacrificio que, sin embargo, necesita ineludiblemente
realizar a fin de aprender a vivir de acuerdo con la Ley Divina del Amor bajo cualquier
circunstancia. En consecuencia, cuanto antes aprenda el Alma su lección de Amor, antes,
también, terminará su nece sidad de trabajar para perfeccionarse, ligada a un cuerpo
físico.
Lo que ocurre con la inteligencia ocurre tambien con la facultad Espiritual de Amar
que Dios nos hu dudo. Si en lugar de nuestro amor a los demás, nos amamos a nosotros
mismos, al invertir ese s entimiento generador de paz, comprensión y armonía, lo
transformamos en amor propio, que es generador de ambiciones, odios, rencores y
guerras; como consecuencia, contraeremos numerosas deudas con la Ley Divina, ante la
cual deberemos responder por todo e l mal que con ello hayamos producido u originado.
Nunca olvidemos que todo lo que recibimos de Dios en bienes Espirituales o
materiales, debe ser utilizado siempre para el bien. Ante cualquier bien -de índole
Espiritual o material- que poseamos, debemos considerarnos "administradores" de ese
bien y utilizarlo para beneficiar al mayor número posible de seres, recordando que en la
gran "Familia Humana" todos somos y debemos sentirnos hermanos y, por lo tanto, todos
debemos amar nos y ayudarnos recíprocamente.

Sepamos agradecer
En el diario trato humano encontramos personas que agradecen los favores que
reciben y también personas que parecieran no saber agradecer.
Quienes son orgullosos se suponen con derecho a ser favorecidos y creen que se
desmerece rían a sí mismos si de mostraran agradecimiento. En cambio, quienes son
humildes de espíritu sienten como un gran bien el favor recibido y lo agradecen
íntimamente. Al hacer un favor, prestar ayuda o dar socorro, no debemos esperar ni
siquiera pensar en re cibir por ello agradecimiento; pero sí debemos, en cambio, aprender
a ser agradecidos. ,
La mejor.forma de agradecer a Dios cuanto de El recibimos es amando a nuestros
semejantes y procurando hacerlos partícipes de los bienes que nosotros disfrutamos.
Tengamos en cuenta que no solamente son bienes aquellos que nos proporcionan
comodidades o bienestar físico, sino que también son grandes bienes los conocimientos
nuevos que vamos adquiriendo; por lo tanto, debemos procurar que esos cono cimientos
nuevos, que a nosotros nos benefician, puedan también beneficiar a los demás.
Nuestro pensamiento deberá elevarse a Dios en agradecimiento, en todas y
cualesquier circunstancias de la vida diaria, y al terminar por las noches nuestra jornada
deberíamos decir con amor a nuestro Divino Padre: "GRACIAS, PADRE MÍO, POR
TODO LO QUE ME HAS DADO ".
En todas las circunstancias de nuestra vida humana, aún en aquéllas más dolorosas,
siempre está presente el Amor Divino. Esto iremos comprendiéndolo cada vez mejor a
medida que vayamos adquiriendo Conocimiento de la Vida, pero debemos tener la
seguridad de que Dios, que es Amor, sólo desea la felicidad de Sus hijos. Si nuestra mente
rechaza la idea de padres sin amor hacia sus hijos; de padres que no se preocupen por el
bienestar de sus hijos, ¿cómo podríamos suponer que el Padre Perfecto pudiera
despreocuparse por la felicidad de Sus criaturas?
Nosotros, soto nosotros, hemos originado y nos hemos atraído todos los males que
padecemos, los cuales, sin embargo, la Bondad Divina transforma en bienes inestimables
asignándoles el carácter de experiencias, que nos enseñarán, paulatinamente, a vivir de
acuerdo con la Ley Divina del Amor, es decir que a través de esas experiencias aprendere -
mos a vivir de acuerdo con la Voluntad Divina, única forma en que nos será posible hallar
la felicidad.
A todos debemos amar

Dios nos creo a todos exactamente igual; no estableció entre nosotros ninguna
separación. Las separaciones. Todas las separaciones, son obra exclusiva de los hombres,
obra dictada por su ambición y su egoísmo, porque el hombre no ha querido, hasta ahora,
reconocer que todos somos hermanos.
Por lo tanto, nuestro amor no debe hacer distingos ni separaciones. Debemos amar y
respetar del mismo modo al humilde y al poderoso, a quien profesa nuestra religión y al
que no la profesa, a quien piensa y siente como nosotros y al que piensa y siente
diferentemente; a todos debemos amar por igual, sea cual fuere su raza o nacionalidad.
Comencemos desde ya a mirarnos, los unos a los otros, como verdade ros hermanos y a
derribar las barreras que han levantado el desamor y el egoísmo de los hombres.
Vayamos hacia el verdadero Ideal de Amor y de Justicia. Comencemos a mirar con
amor a todas las personas -hombres, mujeres, niños- de cualquier nacionalidad, de
cualquier religión o de cualquier raza que sean. Ayudemos al débil, al incapacitado, al
necesitado, y colaboremos en toda obra de bien común con desinterés y perseverancia;
despertaremos así al amor que mantenemos "dormido" en nuestra Alma y entraremos,
para nuestra ventura, en la verdadera fraternidad.
Se logrará así un mundo sin odios, un mundo de comprensión y de paz, en el cual los
hombres vivirán en verdade ra fraternidad de Dios-Amor y entonces, Su Amor nos lo
retribuirá. Si al hacer el bien esperamos o deseamos que nos lo retribuya la persona que lo
ha recibido, estaremos pretendiendo un "pago" y entonces no podremos esperar también
el "pago" Divino; serían dos "pagos" por una misma acción; debemos eleeir. sin lugar a
dudas. el "pago" Divino.
~ El ma;avilloso tesoro del Amor que hemos recibido con la Vida debemos prodigarlo,
porque amar sin esperar retribución alguna es fuente inagotable de alegría y felicidad;
felicidad y alegría que damos y recibimos, porque quien así ama se siente constantemente
feliz. Toda dádiva amorosa proporciona mayor satisfacción a quien la realiza que a quien
la recibe.
El amor es la base para una feliz convivencia y es la fuerza que mantiene a los
hombres armónicamente unidos. Por lo tanto. en nuestro trato diario con los demás
debemos, en todo momento, pensar y proceder con amor.
Es importantísimo que los niños -que son los hombres del futuro- sepan que deben
comenzar desde ya a pensar y obrar con amor; en todo momento y en toda circunstancia.
Se logrará así un mundo sin odios, un mundo de comprensión y de paz, en el cual los
hombres vivirán en verdade ra fraternidad.

Nuestros "sentidos físicos"


y nuestros "Sentidos Espirituales"
Sabemos que el ser humano posee un cuerpo fisico y un "cuerpo Espiritual". El
cuerpo fisico permite al hombre tomar contacto con todo lo fisico que le rodea y el cuerpo
Espiritual le permite tomar contacto con todo, sea fisico o Espiritual. Ese contacto
Espiritual puede realizarse en forma perceptible o en forma imperceptible para nosotros,
es decir que en ciertos casos podemos comprobarlo yen otros no nos percatamos de él.
Como humanos, sentimos frecuentemente el deseo de acercarnos a las personas que
nos son queridas, especialmente a nuestros padre s, y como hijos de Dios deseamos,
también, acercarnos -Espiritualmente- a nuestro Padre Espiritual. Cuando nos acercamos
a nuestros seres queridos experimentamos una dulce sensación de alegría y bienestar
interno, que es efecto del amor que les profesamos y que ellos sienten por nosotros, y
cuando, elevando a Dios nuestros pensamientos y cumpliendo con Su Ley de Amor,
logramos establecer "contacto" con Él, sentimos también una sensación de intensa
felicidad e íntimo bienestar, porque nuestra Alma Ama a Dios profundamente y sobre
todas las cosas y Él nos Ama infinitamente.
Cuando, por ejemplo, encontrándonos lejos de nuestros seres queridos, sentimos el deseo
de acercarnos a ellos, pero no nos es posible hacerlo fisicamente, ¿qué hacemos? Nos
acercamos con nuestros pensamientos y con nuestro amor, es decir, mediante las
facultades de pensar y de amar que nos proporciona nuestro "cuerpo Espiritual ".
En la misma forma, con nuestra mente y con nuestro Amor podemos lograr
"contacto" con Dios. A Dios no podemos verl:e como vemos mentalmente a las personas,
pero, en cambio, podemos "sentirle ". pues, al acercarnos a Él con nuestro Amor y
nuestra mente. experimentaremos una sensación de intensa felicidad, que es la felicidad
del hijo al acercarse a su Padre Amado.

Dios todo lo penetra y todo lo ve

Dios está en todas partes, absolutamente en todas, por lo tanto, Él puede conocer
no solamente lo que nosotros hacemos, sino también lo que nosotros pensamos y sentimos.
Nada hay que pueda quedar oculto para Dios; Él puede penetrarlo todo. La Presencia de
Dios está en todas partes y, por lo tanto, también en nosotros.
Para poder darnos cuenta de cómo Dios puede estar, a la vez, en todas partes,
pensemos en el Sol. El Sol puede estar en todas partes a la vez, de acuerdo con la forma de
la Tierra. Como el Sol es fisico, podemos resguardarnos de él e impedir que nos llegue,
pero Dios es Espíritu y todo lo pene tra; en consecuencia, Él puede "ver" tanto nuestro
"cuerpo fisico" -en lo externo y en lo interno- como nuestro "cuerpo Espiritual" y todo
lo que hay en él, es decir, nuestros pensamientos y sentimientos.
Si aparentamos ser buenos pero no lo somos, podríamos llegar a engañar a las
personas, pero nunca podremos engañar a Dios, pues Él nos penetra y conoce
perfectamente nuestros pensamientos y nuestros sentimientos.
Nuestros pensamientos y sentimientos negativos, es de cir, pensamientos y
sentimientos que no están de acuerdo con la Ley Divina del Amor, "enlodan" nuestro
"cuerpo Espiritual ", que se hace, así, más "pesado" y, entonces, no le es posible elevarse
hacia Dios.
Como nuestro "cuerpo Espiritual" ansía y necesita acercarse a Dios, al no poder hacerlo
debido a nuestros pensamientos y sentimientos negativos, sufre, y nosotros comenzamos a
experimentar "dolores Espirituales" que nos quitan la alegría y la felicidad, y si
persistimos en nuestros pensamientos y sentimientos negativos, esos "dolores Espirituales"
podrán, también, enfermar nuestro "cuerpo físico ", pues -como ya sabemos- nuestro
"cuerpo Espiritual" se manifiesta a través de nuestro "cuerpo físico ".

Necesidad de pensar y sentir bien

La Ciencia médica está convencida de la enorme importancia que tiene sobre nuestro
cuerpo físico, nuestro estado espiritual.
Así como es cierto que muchísimas enfermedades tienen su origen en nuestros
pensamientos y en nuestros sentimientos, también es cierto que podemos mejorarnos y
hasta curarnos de muchas enfermedades con nuestros pensamientos y con nuestros
sentimientos de fe y de optimismo.
Esa influencia se debe a que nuestro "cuerpo Espiritual" penetra todo nuestro
cuerpo físico. Por lo tanto, si nuestra Alma -que es parte de nuestro "cuerpo Espiritual "-
enferma al influjo de malas pasiones, malos sentimientos, malos pensamientos, todo ese
mal habrá de reflejarse y manifestarse también en nuestro cuerpo físico.
Los sentimientos profundamente perjudiciales a que estamos más expuestos son: el
amor propio, la ambición, el orgullo, la envidia, el rencor, el odio, la ira. Estos sentimien-
tos y los pensamientos y deseos que ellos engendran, nos perjudican y enferman
psíquicamente y físicamente, y al traducirse en hechos en nuestra vida de relación -
individual o colectiva- han sido -y lo son aún hoy- origen de antagonis mos, luchas y
guerras, cuyas consecuencias recaen sobre toda la Humanidad, presente y futura.
La ambición, el rencor y el miedo han enfermado las almas y, simultáneamente, han
aumentado los desequilibrios mentales, las depresiones, las angustias, la relación es in-
negable. Nuestra fuerza espiritual positiva tiene infinitas posibilidades de Bien; su acción
puede contrarrestar toda acción negativa.
Perdonemos a quienes nos molestan, nos dañan, nos
hieren. No debemos responder a la ofensa con la ofensa ni debemos olvidar que quien nos
hiere -porque no nos ama o es rencoroso o iracundo- es un hermano que tiene enferma su
alma. Nuestro deber es, en consecuencia, responder a su ofensa con pensamientos y
palabras de conciliación, y si no logramos así calmarle, alejémonos de él, pero enviándole
pensamientos cariñosos y deseos de que pueda curar su enfermedad espiritual.
Si, por el contrario, respondemos a la ofensa con la ofensa, nos contagiaremos su
"enfermedad", pues permitire mos que penetren en nuestra alma esas terribles toxinas
espirituales, que la enfermarán, exponiéndonos a enfermar también nuestro cuerpo fisico
y quebrantar peligrosamente nues tra salud. Vemos, pues, que nosotros mismos nos
atraemos males y enfermedades cuando no vivimos de acuerdo con la Divina Ley del
Amor.
Perdonar y olvidar las ofensas nos liberará de muchos pensamientos y sentimientos
negativos y sus consecuencias. Tengamos presente que para vivir sanos y felices es impres-
cindible mantener puro y limpio nuestro "cuerpo espiritual ", debiendo pensar, sentir y
desear siempre bien, no solamente para nosotros mismos, sino también para todos los
demás.

La humildad

Con frecuencia hemos oído hablar de los "humildes" y los "poderosos ". así como
hemos oído también hablar de los "humildes" y los "orgullosos" Ve mos que, en ambos
casos, damos a la humildad un sentido un valor completamente diferentes. En el primer
caso hacemos de la h~mildad un sinonimo de pobreza y en el segundo aplicamos el
calificativo de humilde a quienes ocultan o tratan de ocultar sus valore s, sean éstos
morales o materiales.
Aun cuando esta última interpretación se acerca más a la realidad, no define con
exactitud lo que es en verdad la humildad. La humildad es un estado del alma al cual se
llega mediante la comprensión exacta de nuestra pe queñez en ese conjunto maravilloso e
infinito de la Creación en el cual vivimos, y de lo mucho, muchísimo, que necesitamos
aprender y experimentar para perfeccionarnos y lograr así la armonía con ese Todo
Perfecto del que formamos parte.
Todo lo que podamos obtener y poseer en este mundo -belleza, dinero, bienes,
poder- nada significan para nuestra verdadera Vida, la Vida Superior, la Vida que
perdura; ve mos, pues, cuán ilógico es ambicionar tanto o enorgullecerse de poseer algo
que habrá de durar tan poco tiempo. Ningún bien material nos pertenece realmente,
porque si nos perteneciera podríamos llevárnoslo al abandonar este mundo y, en cambio,
sabemos perfectamente que no nos es posible llevarnos absolutamente nada. El único bien
que podemos llevarnos, porque nos pertenecerá por siempre, es el bien que hayamos
hecho con amor y por amor.
Debemos considerar los bienes materiales o el poder que obtengamos o recibamos, como
"medios de acción" para trabajar por el bien común, haciendo partícipes de sus beneficios
a quienes carecen de ellos, y no sentirnos "poseedores" exclusivos y menos aún
enorgullecernos.
Pensando y obrando en esa forma nos acercaremos paulatinamente al verdadero
estado de humildad que nuestra alma debe alcanzar. Cuando nuestra alma haya logrado
ese maravilloso estado de humildad podremos sentirnos felices en cualquier situación de
nuestra vida, porque no nos sentiremos humillados ni menoscabados ante nada ni ante
nadie, sino que estaremos siempre dispuestos a ayudar a todo el que necesite de nosotros,
seremos comprensivos con los errores ajenos, aun cuando esos errores nos perjudiquen, y
aceptaremos sin rebeldía todo lo que nos corresponda sobrellevar en nuestra vida.
La humildad no significa pobreza, porque -como dijimos- la humildad es un estado
que el alma ha logrado, y así como podemos vivir en la pobreza y ser orgullosos, también
podemos vivir en la opulencia -si así lo imponen las circuns tancias- y ser perfectamente
humildes, es decir, no sentir el menor orgullo por nuestra rique za, sino considerarla como
un instrumento de bien, como un medio de practicar la dádiva Amorosa. Ser humilde no
significa, tampoco, despreciarse o subestimarse, sino vivir en paz interior sin pretender lo
que no corresponde ni envidiar a los demás.
Si no les damos a las cosas humanas más valor del que realmente tienen, es decir el valor
de algo completamente transitorio; si consideramos que venimos a este mundo solamente
a trabajar para perfeccionarnos, durante un tiempo cortisimo en relación a la eternidad
de nuestra Vida verdade ra, y que todo aquello de que dispongamos en este mundo -poco o
mucho, agradable o desagradable - es sólo el medio y el elemento que debemos utilizar
para obtener los únicos bienes que nos pertenecerán por siempre, ni la vanidad ni el
orgullo ni la envidia podrán dominarnos nunca. Así viviremos y trabajaremos en perfecto
estado de humildad espiritual, que es la verdadera humildad, para la cual no existen
barreras sociales, raciales ni de ninguna especie.

La envidia.

Evitemos siempre compararnos, condoliéndonos de nosotros mismos, con quienes


disfrutan de lo que nosotros no podemos disfrutar; por el contrario, sintámonos siempre
felices por el bienestar y la felicidad de los demás.
La envidia nace en nuestra alma cuando comparamos lo mucho que tienen los
demás con lo poco que tenemos nosotros y lo que -según creemos- mereceríamos tener. De
esa comparación, que nunca deberíamos hacer, surgen estados de tristeza, de verdadera
aflicción, que pueden llegar a ocasionarnos intensos malestares morales y hastafisicos.
En esos estados enfermizos del alma, el envidioso se cree objeto de tremendas
"injusticias ", no solamente en el aspecto humano, sino también en el aspecto Divino. En
nuestra vida, tal vez debamos sufrir muchas veces las injusticias humanas, porque todo lo
humano es imperfecto; pero nunca, jamás, podríamos ser objeto de "injusticias" Divinas,
porque Dios es Perfecto. Por lo tanto, debemos tener completa seguridad de que todo lo
que Dios permite para nosotros siempre habrá de beneficiarnos, aunque ahora no
podamos comprenderlo así.
Quien cifra su felicidad sólo en la obtención de bienes, honores o poderes humanos, es
fácilmente atacado por el tóxico espiritual de la envidia; pero, quien da a los bienes
honores y poderes humanos el escaso valor que realmente tienen, nunca llegará a sentir
envidia, sino que, por el contrario, consciente de que los únicos bienes verdaderos son los
que logra obtener nuestra alma mediante el esfuerzo y el constante trabajo de
perfeccionamie nto, se despreocupará de lo que tengan los demás y vivirá tratando de
mejorar moralmente día a día, porque sabe que los bienes espirituales le servirán y los
poseerá siempre, mientras que los bienes mate riales le servirán y los poseerá solo por el
brevísimo período de una vida humana.
Alegrémonos del progreso de los demás sin envidiar nunca a nadie. Agradezcamos
constantemente a DIOS todo lo que nos da -sea poco o mucho, a nuestro entender- en la
seguridad absoluta de que Su Amor y Su Justicia habrán de dar siempre, a cada uno de
Sus hijos, lo que cada uno debe recibir y en el momento que más convenga para su
progreso espiritual.
Es preferible carecer de todo a poseerlo todo y utilizarlo mal, pues no poseyéndolo
nos libramos de las dolorosas consecuencias que traería a nuestra Vida Espiritual, el mal
uso de los bienes recibidos.
Por lo tanto, debemos agradecer al Padre si nos da bie nes, y también debemos
agradecerle si no nos da bienes, porque en uno u otro caso estaremos recibiendo Su Amor
y Su Protección.

Castigo y justicia
Para aprender a vivir de acuerdo con la Voluntad la Ley de Dios es menester que
sepamos discernir QUE ES CASTIGO Y QUE ES JUSTICIA.
Cuando una persona daña a otra; cuándo -por ejemplo- la golpea ¿ cuál es la
reacción inme diata de quién ha recibido el golpe? En la mayoría de los casos, devolver el
golpe. ¿Es eso justicia? No; es un castigo que esa persona desea aplicar a quien le hizo
daño, a quien le proporcionó ese dolor, para que también él sufra y sienta un dolor igualo
mayor que el suyo.
No es deseo de justicia, es deseo de castigo, y para vivir de acuerdo con la Voluntad
de Dios es necesario tratar de eliminar ese deseo hasta llegar a no sentirlo en absoluto.
Cuando alguien nos hace un daño, en lugar de sentir deseo de devolverle ese daño con otro
igualo mayor, debemos perdonarle inmediatamente en nuestro corazón y pedir a Dios que
le ayude iluminando su mente, para que también él llegue a comprender que no debe
jamás dañar a nadie, sino que, por el contrario, debe amar a todos. Por mucho que
alguien nos haya dañado, nunca deberemos olvidar que es nuestro hermano.
Ahora bien; cuando un ladrón -por ejemplo- roba, las personas perjudicadas no están
autorizadas para darle el castigo que creen que él merece, sino que deben llamar a la
policía para que lo detenga, y la policía deberá pasarlo al juez para que lo juzgue y le
imponga la pena que merece de acuerdo con las leyes. Esto no es castigo sino justicia,
porque las leyes han sido creadas para que, respetándolas, vivamos todos en paz, sin
dañarnos nunca unos a otros, y para que aquel que obre mal recuerde que no debe volver
a hacerlo.
En forma semejante obra Dios con nosotros mediante Sus Leyes. Por eso, quien
obra mal, quien perjudica conscientemente a alguien, ante s o después habrá de recibir, en
una forma u otra, un perjuicio igual al que él ha causado conscientemente.
Cuando comprobamos esto pensamos, por lo general, que lo ocurrido es "castigo de
Dios ": pero no es aSÍ, porque Dios jamás castiga. Si nosotros, que somos humanos y por
lo tanto imperfectos, no debemos castigar sino dejar que obre la ley, pensemos que Dios -
que es Perfección- jamás habrá de castigar sino que Obran sus Leyes, Sabias y Amorosas.
Para poder vivir en armonía y dentro de la justicia, los hombres crearon leyes que
señalan a todos lo que se debe y lo que no se debe hacer. Dios, que como Padre Amoroso
de todos desea que Sus hijos vivan en paz y armonía, también creó Sus Leyes para Regir
todo lo que existe. Esas Leyes, llenas de Sabiduría y Justicia Amorosa, Rigen todas las cir-
cunstancias de nuestra vida humana, así como Rigen también la Vida en el Universo todo.
Todos nuestros actos, nuestros pensamientos y nuestros sentimientos son "controlados"
por las Leyes Divinas.
Si los hombres vivieran siempre de acuerdo con las Le yes Divinas, hasta serían
innecesarias las leyes humanas; no habría cárceles ni habría necesidad de "castigos"
legales, cosas éstas que ha sido necesario establecer en el mundo porque los hombres, sin
duda por su desconocimiento de las Leyes Divinas, no sirven de acuerdo con la Ley del
Amor y con mucha frecuencia obran mal y se dañan mutuamente.

La Ley Divina del Amor

Todas las Leyes Divinas son la Justicia Amorosa de Dios, y todas emanan de la Ley
principalisima -que podemos denominar "Ley Madre "- que es la LEY DEL
AMOR.
El Amor es Fuerza Universal, Fuerza Creadora y la Expresión más fiel de la
Realidad de la Vida Superior. La Vida manifiesta Su Poder a través del Amor y todas Sus
Leyes emanan de esa Ley Suprema que es, a la vez, Justicia absoluta.
Esa Fuerza de Amor, esa Fuerza Omnipotente nos circunda y nos penetra,
capacitando al hombre para dar, también, amor a quienes le rodean; por lo tanto, fácil
nos será comprender que la causa de todos los males y dolo res que la Humanidad ha
debido y debe soportar reside en la trasgre sión que, milenio tras milenio, viene realizando
el hombre a esa Ley de la Vida.
El Amor es armonía, el desamor -por el contrario- es desarmonía; el Amor es
dádiva constante, el desamor -en cambio- es egoísmo, con toda su perniciosa secuela de
ambiciones, envidias y odios que, como trágica herencia, recibió la Humanidad en cada
generación.
Si pensamos detenidamente en lo que significa amarnos unos a otros, podremos
percatarnos de que si nos amáramos nunca perjudicaríamos a otro, nunca dañaríamos a
nadie, y si nadie dañara a otros, serían innecesarias muchas leyes humanas y sus penas,
serían innecesarias las cárceles y los castigos que los hombres han debido crear.
Opongamos a las fuerzas destructoras generadas por los odios y ambiciones, la
Fuerza poderosisíma del Amor. Amemos a todos, aun a quienes pudiéramos suponer ya
incapacitados para reaccionar positivamente. Amemos en verdad, sin esperar respuesta
que nos beneficie o nos halague; amemos por el íntimo placer de dar a los demás algo de
ese invalorable tesoro que la Vida nos entrega, y no tardaremos en comprobar
transjormactones maravillosas en quienes nos rodean.
Si amamos verdaderamente a una persona, jamás tendremos hacia ella
pensamientos, deseos o acciones que le dañen o le perjudiquen, sino que, por el contrario,
trataremos siempre de ayudarle y protegerle, y dentro de nuestras posibilidades
procuraremos facilitarle todo aquello que necesite. En esa forma debería vivir la
Humanidad, pensando, sintiendo y obrando siempre de acuerdo con la Divina Ley del
Amor.
Cualquier ley o precepto que sea contrario al Amor que debemos profesarnos los
unos a los otros, es una ley o un precepto equivocado y, en consecuencia, no debemos
seguirlo.
El egoísmo -o sea el exagerado amor a sí mismo- lleva a muchos hombres, tanto
individual como colectivamente, a suponerse superiores a los demás, e imbuidos de ese
erróneo concepto de superioridad pretenden imponer a los otros sus ideas y sus conceptos.
Quien incite al alejamiento o separación en virtud de diferencias de conceptos, de
razas, de patrias, de religiones procede en forma absolutamente contraria a la Voluntad
Divina que, como dijimos, nos señala el camino del amor recíproco.
Por lo tanto, aunque se nos incite a despreciar u odiar a otros, jamás deberemos hacerlo;
por el contrario, deberemos recordar siempre que todos somos hermanos y que con nues -
tro amor podremos atraer hacia el buen camino a quienes pudieran estar equivocados,
mientras que con el desprecio o el odio los alejamos todavía más.
El hombre no ha comprendido todavía que, así como tiene necesidad imprescindible
di? vivir di? acuerdo ron la ley humana. tiene aún más necesidad de vivir de acuerdo con
la Ley Divina, y la Ley Divina nos manda Amar a todos y a todo.
Viviendo de acuerdo con la Ley del Amor nos sentire mos perfectamente felices, sin
odios ni temores en el alma y sin el peligro de las guerras. Así, cada país, en lugar de des -
tinar enormes sumas de dinero y valios a energía humana a prepararse para sembrar y
recoger destrucción, podrá emplear ese dinero y esa energía humana para estimular el
progreso, no solo en el propio país, sino también en otros países más atrasados.
Meditemos en las innumerables vidas y las enormes sumas que el odio y la ambición,
es decir la falta de Amor, han costado a todos los países, y cuán diferente sería la vida de
los hombres, en todas partes del mundo, si ese enorme esfuerzo se hubiera empleado para
hacer el bien por el bien mismo, es decir, hacer el bien sólo por amor.
Sepamos Amar

El común de los hombres, el amor es algo sumamente limitado, porque sólo


conciben el amor como un sentimiento humano. Un sentimiento que no impone deberes,
pero otorga, en cambio, el derecho a e sperar, cuando no a exigir, reciprocidad. El amor
suele ser para los hombres, algo así como la proyección sobre otro ser del amor que se
profesa a sí mismo y, por ello, casi siempre va acompañado de un intenso sentido o
reclamo de posesión.
El amor más vehemente no está, casi nunca, exento del deseo imperioso de obtener
una respuesta igualmente vehemente, y cuando no logra obtenerla, ese amor llega hasta a
transformarse en un sentimiento rencoroso. Es que en ese juego de sentimientos, el Amor,
El verdadero Amor estuvo ausente, y el amor propio que alimentaba a aquel pretendido
amor, al no obtener la anhelada correspondencia se siente profundamente herido.

Cuando el amor es absolutamente puro, cuando no está empañado por ninguna


finalidad personal y se prodiga sin esperar retribución alguna, su fuerza se magnifica,
adquiriendo un maravilloso poder realizador, porque el alma que lo irradia, al
interpretar en sí misma la Ley Universal del Amor, ha logrado plena armonía con la Vida
Superior, cuya Fuerza puede así manifestarse a través de esa alma humana.

La excesiva auto valoración deriva nuestra capacidad de amar hacia nuestra propia
persona, impidiéndole así expandirse e irradiarse, como es Ley, a esa maravillosa Fuerza
que, impedida de "circular" para unir armónicamente a los seres, desviada de su Acción
superior de Bien común, reteni da en la exclusividad, se transforma en amor propio, en
egoísmo, que se va intensificando y emplea la capacidad emocional del alma humana en
todo lo opuesto al verdadero Amor. Así, el Amor que fue transformado en egoísmo, en
lugar de dar. ambiciona y envidia, en vez de comprender y perdonar. odia y se venga,
levanta barreras y separa en cambio de unir, sembrando y recogiendo desdichas en vez de
felicidad.
Aun cuando en nuestro mundo senorea el dolor, anidando en las almas y en los
cuerpos, nuestro mundo no nació "enfermo". La Vida, que es Perfecta, sólo tiene Obras
perfectas, pero la Perfección exige, ineludiblemente, acatamiento a Sus Leyes. Viviendo
en su Ley, viviendo en el Amor, solo puede existir armonía, paz, progreso, felicidad; pero
si su Leyes transgredida, el dolor llega, para llamarnos y despertarnos a la conciencia de
nuestra imperiosa necesidad de amar.

El Amor Universal

Nos abstraemos en la contemplación de astros, cuya luz llega a nuestra retina desde
distancias inconmensurables, nos sentimos cmpequenecer al establecer "contacto"
consciente con esa conmovedora expresión de la Vida Universal.
Sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar que en ese maravilloso conjunto
que vemos titilar en el espacio, cada astro significa un "punto" ubicado en un
determinado lugar del Universo, un "punto" que no es ajeno a nosotros, porque estamos
unidos a él en forma tal que sus destellos impresionan, no solamente nuestros sentidos
fisicos sino también nuestra Alma.
Y son millones y millones los "puntos" del Universo con los cuales estamos unidos, y
de esa unión podemos tomar conciencia a través de sutiles sensaciones, tan claramente
como lo hacemos por medio de nuestros sentidos.

La conciencia de ese contacto, de esa innegable unión de nuestra pequeñez con el


Universo infinito, nos conmueve algunas veces, hasta las lágrimas. Esas lágrimas no son
un desborde sentimental, sino sencillamente producto de la corriente de Amor con la cual
nos hemos conectado, de la corriente de Amor Universal que une a todos los planetas y a
todos los astros y a todo lo que en los astros y en los planetas vive.
y así, mediante la poderosa corriente de Amor, que es Armonía y Expresión de la Vida
Superior en toda la Creación, está nuestro planeta unido al resto del Universo, recibiendo
de él, de acuerdo con las Leyes Perfectas que lo Rigen, todo cuanto necesita en energías -ya
conocidas o aún desconocidas para el hombre - lo cual es un aspecto de real Fraternidad y
constituye una forma de recibir el Amor Universal.

Mejoremos cada día

Aunque viviendo en la Tierra -este pequeño planeta que, como millones de otros
pianetas, gira constantemente en el espacio- podamos suponernos hasta llegar el sentirnos
lejos de nuestro Padre Divino, no olvidemos nunca que Él está presente en todo el
Universo y, por lo tanto, también está presente en la Tierra y en nosotros mismos.

Dios es la Perfección y nosotros -sus pequeños hijossomos, en cambio, muy


imperfectos y poco meditamos sobre la Perfección Divina que, sin embargo, vemos
manifestada en todo. Su Amor Perfecto, Su Sabiduría Perfecta, Su Justicia Perfecta, están
manifestados en todo lo que nos rodea y en nosotros mismos.

Las Ciencias estudian y reconocen la Perfección Divina manifestada en la


Naturaleza y en el hombre. Sin embargo, en aquello que depende exclusivamente de
nosotros, de nuestra voluntad, o sea en nuestros sentimientos y en nuestros pensamientos,
somos aún muy imperfectos, y esa imperfección se debe a nuestra falta de amor.

Dios nos da Amor permanentemente y, aSÍ, nos enseña a amar; pero, nuestro
egoísmo nos impide interpretar la Voluntad del Padre, que al rodearnos con Su Amor nos
está expresando que, como hijos Suyos, debemos procurar imitarLe, amando, a nuestra
vez, a todos nuestros hermanos; hombres, animales, plantas y todo lo que Él ha Creado.

Debemos examinar diariamente nuestros actos, pensamientos y sentimientos,


esforzándonos en eliminar de nosotros todo egoísmo, envidia, vanidad, rencor y desamor;
debemos procurar ser cada día mejores. Dios, nuestro Padre, es nuestro ejemplo de
Bondad y de Amor; Él, es !a Perfección y nosotros, Sus hijos, debemos asemejarnos a El,
para lo cual tratemos de perfeccionarnos y acrecentar día a día nuestro Amor hacia todos.
Debemos obrar siempre el Bien, para los demás y para nosotros.

No debemos suponer que dañándonos a nosotros mismos agradaremos a Dios;


dañarnos, creyendo que con ello hacemos merito ante Él, es un gran error, porque
nuestro Padre, que tanto nos Ama, desea que vivamos felices y que mantengamos nuestro
cuerpo en el mejor estado de salud posible, pues nuestra Alma podrá Trabajar y Servirle
mejor con un cuerpo sano.

Esforcémonos en eliminar nuestros malos hábitos; insistamos, día a día y en todo


momento, en transformar en positivo todo lo que, en nosotros, sea negativo. En esa forma
iremos mejorando, nos iremos perfeccionando y seremos dignos hijos de nuestro Padre
Divino, que es Perfecto. Encaminemos, pues, nuestra vida hacia nuestro
perfeccionamiento en todo sentido.
La Conciencia.

Muchas veces nos sentimos perplejos ante hechos no sabemos si debemos o no


debemos realizar, porque no logramos discernir si lo que deseamos o pensamos hacer es,
en realidad, bueno o malo.

Para lograr la seguridad de que es bueno o malo lo que deseamos hacer, es necesario
analizar minuciosamente el hecho, a fin de comprobar si podría -en alguna forma- per-
judicar a alguien o a algo, en cuyo caso deberemos rechazarlo como contrario a la Ley del
Amor y, en consecuencia, indigno de nosotros.

Sin embargo, en aquellas oportunidades en que el deseo de realizar algo es muy


intenso, nos sentimos poco dispuestos a realizar ese análisis y, así, llegamos a
acostumbrarnos a obrar sólo a impulsos de nuestro deseo, sin preocuparnos por las
consecuencias que nuestros actos pudieran tener para otros .
Cuando obramos así es porque nos domina el egoísmo; si en esos casos nos
examináramos íntimamente, comprobaríamos que, a pesar de hacer lo que deseamos, no
nos sentimos realmente satisfechos. "Algo" en nuestro interior, "algo" que no podemos
definir, censura nuestro proceder y nos impide disfrutar plenamente de lo que hemos
logrado.
Ese "algo" es la propia Conciencia, cuya" Voz" sin palabras aprueba o repudia
nuestros actos desde que nacen en el deseo y toman forma en nuestra mente.
Debemos aprender a percibir y reconocer la "Voz" de la Conciencia; así
aprenderemos a discernir y no nos confundiremos haciendo lo que nos agrada en lugar de
hacer lo que debemos.

La "Voz" de la Conciencia

Todos los hombres tienen su propia Conciencia; pero, en algunos la "Voz" de la


Conciencia es muy débil, porque está sofocada por el egoísmo; en cambio, en aquellos que
saben amar, la "Voz" de la Conciencia es clara y siempre es escuchada y obedecida.
Quien ama a todos y a todo evita siempre la discordia y la crítica, y evita siempre
castigar a un animal o destruir innecesariamente una planta. Si en alguna oportunidad
llega a hacerlo, su Conciencia se lo reprocha severamente, produciéndole intenso malestar
y arrepentimiento, lo cual le ayudará a no hacerlo nuevamente.
Nuestra Conciencia es parte integrante de nuestro ser y, a través de ella, nuestro
Padre Divino nos señala la necesidad inexcusable de vivir de acuerdo con su Ley, que es
siempre Amor.
Suele suponerse, erróneamente, que "no haciendo mal a nadie" se ha cumplido ya
con la Ley Divina y que es inne cesario preocuparse por hacer el bien. "No hacer mal" no
es practicar el bien, y la Ley Divina reclama de nosotros la práctica constante del bien.
Practicar el bien con absoluto desinterés ayuda al hombre a mantenerse en tónica
positiva; en cambio, limitarse a "no hacer el mal" es encerrarse en el egoísmo -que
siempre es negativo- eludiendo la responsabilidad de ayudar en todo lo posible -moral y
materialmente- a quienes lo necesitan.
La Conciencia es una fuerza interna poderosísima que tenemos el deber de fomentar y
cultivar, requiriéndola y utilizándola constantemente en todas las circunstancias de nues
tra vida. Todo lo que hagamos deberá ser sometido antes al control de nuestra
Conciencia; así nos capacitaremos para reconocer perfectamente su "Voz ", que nos
dirá claramente lo que es bueno y lo que es malo.
Permanenteme nte somos requeridos por "lo bueno" y por "lo malo"; pero, si
nuestra decisión obedece la "Voz" de nuestra Conciencia, nuestra acción será siempre
positiva y los requertmtentos negativos seran cada vez menos Impenosos. Si, en cambio,
desobedecemos o no consultamos nuestra Conciencia y atendemos los requerimientos
negativos que nos hacen el egoísmo, la ambición, el rencor, la ira y demás nues tra
Conciencia, cuya "Voz" no es posible acallar con place res ni con poder ni con gloria,
gritará su descontento hora tras hora y nuestra vida no podrá ser feliz hasta que logremos
encauzarla por el camino del amor y del bien.
Dedicar unos minutos diarios al examen de nuestros hechos y pensamientos,
requerir el juicio de nuestra Conciencia, escuchar y obedecer su "Voz ", nos permitirá
elegir siempre el camino seguro, camino que podrá ser dificil o doloroso algunas veces,
pero que es el único que nos proporcionará la invalorable satisfacción de sentirnos en paz
con nosotros mismos y en armonía con la Ley de Dios, que es la Ley que Rige la Vida.

Las Leyes Divina.


Para vivir de acuerdo con la Voluntad de nuestro Padre -expresada en la Divina Ley
del Amor- debemos amar a todos y a todo; por eso, cuando transgredimos esa Leyy obra-
mos, sentimos o pensamos con desamor, nuestra Conciencia nos lo reprocha severamente.
Nuestros pensamientos, deseos y sentimientos -aunque no se hayan traducido en
hechos- tienen enorme fuerza, y al proyectarse sobre alguien pueden producirle mucho
bien o mucho daño.
Algunas veces hemos podido comprobar que cuando se ha pensado o deseado mal
para una persona, algo malo le ha ocurrido. Esto demuestra que nuestros pensamientos
tienen fuerza, y si esa fuerza la empleamos negativamente, o sea para mal, casi con
seguridad produciremos hechos perjudiciales -yen consecuencia dolorosos - para otros,
aunque tal vez no lleguemos a enterarnos de ello.
Si cuando obramos en contra de las leyes humanas de bemos responder ante ellas y
pagar el tributo que nos imponen, acorde con lo que hemos hecho, no podemos suponer
que, obrando en contra de las Leyes Divinas, nada habrá de ocurrimos.
Las leyes humanas son aplicadas por los hombres -después de juzgar los hechos - de
acuerdo con su propio criterio, y como el hombre es imperfecto puede equivocarse. Las
Leyes Divinas, en cambio, son perfectas y responden siempre exactamente a nuestros
hechos, sentimientos o pensamientos, sean éstos de bien o de mal.
por las Leyes Divinas y Ellas, en su momento, producirán para nosotros hechos
felices o hechos dolorosos, exactamente acordes con la felicidad o el dolor que nosotros
hemos proporcionado a otros. Esto no significa, sin embargo, que Las Leyes Divinas nos
castigan. No: las Leves Divinas jamás castigan, pero devuelven a cada uno -en bien o en
dolortanto como cada uno dio o deseó dar a otros; en uno u otro caso, las Leyes Divinas
son siempre expresión de Amor.
Todo lo bueno que recibimos como respuesta de las Leyes Divinas a nuestros hechos
de bien, nos fortalece moralmente y nos ayuda a perseverar en ello: el dolor que recibimos
como respuesta de las Leyes Divinas al dolor que hemos causado, o deseado causar, nos
recuerda que hemos obrado en contra de la Ley del Amor y nos ayuda a esforzarnos por
no hacerlo nuevamente.
Vemos que las Leyes Divinas nunca nos cas tigan, ni aun cuando nos proporcionan
dolor, porque es expresión de Amor el ayudarnos a mejorar y perfeccionarnos, como es
nuestra necesidad espiritual.
Las Leyes Divinas no pueden ser eludidas, pues nuestra vida se desarrolla
íntegramente dentro de Ellas , en lo Espiritual y en lo humano y, en consecuencia, Ellas
habrán de responder siempre de acuerdo con nuestros actos, sentimientos y pensamientos.
Es decir que si voluntariamente hacemos bien, las Leyes Divinas nos devolverán ese
bien, y si voluntariamente hacemos mal, las Leyes Divinas nos devolverán ese mal. Por lo
tanto, recordemos siempre que todo cuanto nosotros hagamos o deseemos hacer a los
demás, a nosotros habrá de retornar.
Vivir en armonía.

Vivir en armonía es la base de la felicidad En los hogares donde no hay armonía


todos se sienten desdichados: en cambio, en aquellos hogares en que existe armonía hay
felicidad, porque la armonía es expresión de amor.
Cuando se vive separados por recelos, rencores o enemistades, la mente y el alma se
llenan de pensamientos y de sentimientos negativos que forman, alrededor de las perso -
nas, un "ambiente" sumamente desagradable que les impide hasta disfrutar de sus
propias cosas hermosas. Ese "ambiente" hace que quienes se acercan a esas personas o las
visitan, se sientan incómodos y deseosos de alejarse.

En cambio, cuando en un hogar existe armonía o cuando nos encontramos -en


cualquier lugar- entre personas que se aman y se comprenden, nuestra alma se siente feliz
y el "ambiente" que reina en e sos hogares y que rodea a las personas que viven en
armonía nos atrae, impulsándonos a acercarnos a ellas.

Por eso, para lograr una convivencia feliz es impres cindible procurar ayudarse,
comprenderse y tolerarse unos a otros y, además, tener siempre pensamientos, deseos y
acciones positivas para los demás. Imaginémonos lo maravillosa que sería la vida en
nuestro mundo si todos los hombres se sintieran amigos y hermanos de los demás y
procuraran ayudarse y protegerse recíprocamente en toda circunstancia.

Vivir en armonía unos con otros podrá impedir que se produzcan nuevas guerras.
Es imprescindible que todos -mayores, jóvenes y niños- comencemos desde este momento
a vivir en armonía con los demás.
el hogar y fuera del hogar; con quienes viven cerca y con quienes viven lejos de
nosotros; con todos los grupos de la Humanidad, de cualquier país, de cualquier raza, de
cualquier religión o posición social que sea procuremos establecer contactos amistosos y
armónicos.

En lo íntimo. en lo verdadero. todos somos absolutamente iguales, porque todos


somos hijos de un Mismo y Único Padre: DIOS; y DIOS, al Crear, al dar Vida, no Crea
superioridades e inferioridades. En consecuencia, nada ni nadie debe hacernos
abandonar nuestra posición de Amor -que es amistad, comprensión, tolerancia y
armonia- hacia todos los hombres del mundo.

Debemos utilizar la fuerza de nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos


para formar, en nuestro mundo, un "clima" de armonía cada vez más firme. Pensemos
con amor en todos nuestros hermanos y rechacemos con todas las fuerzas de nuestra
mente y de nuestra alma las ideas de antagonismos y guerras. Contribuiremos, aSÍ, a
obtener en el mundo el "clima" de armonía imprescindible para que todos los hombres
puedan sentirse felices y vivir en paz.

El amor propio.

El hombre suele emplear en sentido inverso la maravillosa capacidad de amar con


que Dios, al darnos vida, dotó a nuestra Alma, así, en lugar de amar a los demas se ama
intensamente a sí mismo. Eso constituye el "amor propio ", que, como vemos, es
contrario a la Ley Divina del Amor.

Así como el verdadero amor se traduce en comprensión y armonía, el amor propio -


que es el amor invertido por el hombre - es causa de separaciones, rencores y odios. El
amor verdadero nos induce a la dádiva y a la comprensión de las necesidades morales y
materiales de los demás; en cambio, el amor propio nos hace egoístas, incomprensivos y
ambiciosos.
El amor nos hace humildes con los demás y con nosotros mismos, porque cuando
verdaderamente amamos, pensamos antes en los demás que en nosotros y nos alegramos
de sus éxitos como si fueran nuestros; el amor propio, por el contrario, nos hace
orgullosos, envidiosos y resentidos, porque para quien está poseído de amor propio es
intolerable que alguien le supere o logre lo que él no puede lograr.

El amor propio ha ocasionado siempre -y continúa ocasionando- un enorme daño a


los hombres, porque los sentimientos bajos que genera ha llegado a dominar su alma,
originando los grandes dolores que , bajo forma de guerras, invasiones, opresiones,
esclavitud e injusticias, ha debido sufrir la Humanidad.

Así como el amor lleva a las acciones más bellas y desinteresadas, el amor propio ha
llevado y lleva a los hombres a los hechos más repudiables.
Los ambiciosos, los caudillos, los agitadores, los proselitistas, que quieren llevar a las
masas humanas por el camino que conviene a su ambición, explotan con habilidad el amor
propio de los hombres, transformándolo fácilmente en "amor propio colectivo ", es decir,
en amor propio del país, de raza o de cualquier clase de grupo, social, político, ideológico y
hasta religioso. De ese modo llevan fácilmente a las masas humanas por el camino de la
guerra y el dolor, para servir a sus planes ambiciosos, hacié ndoles creer que están
defendiendo un ideal sublime o incitándoles a vengar "su amor propio herido ".

Vemos cuánto mal ha traído y trae a los hombres el amor propio; sin embargo, tanto
nos hemos acostumbrado a él, que lo consideramos algo muy natural y hasta solemos
jactarnos de "tener mucho amor propio". Conociendo el enorme perjuicio que el amor
propio trae a nuestra vida, tanto humana como Espiritual. pues nos lleva a obrar en
contra de las Leyes Divinas- debemos rechazarlo en todo momento e impedir que penetre
en nosotros ese verdadero veneno del alma.

Muchas personas mayores creen, erróneamente, que benefician a los niños


fomentando en ellos el amor propio mediante comparaciones con otros niños que
sobresalen e incitándoles a superarlos, o bien ofreciéndoles premios o distinciones que
testimonien su inteligencia o capacidad.

En esa forma, en vez de estimular en los niños el deseo de esforzarse en obrar bien
por el bien mismo -como deben hacerlo- estimulan el esfuerzo con la mezquina finalidad
de aparecer superiores a otros, en capacidad e inteligencia.
El niño -y todos en general- debe saber que el esfuerzo de bien que realicemos -para los
demás o para nosotros mismos- nunca debe esperar -y menos perseguir- la recompensa;
es suficiente recompensa la felicidad que siente nues tra alma por el bien realizado y la
seguridad de haber obrado de acuerdo con las Leyes Divinas, que valoran todos nuestros
actos con Justicia y con Amor.

Procuremos ser humildes, porque la humildad contribuirá a que el amor propio no


nos domine y nos ciegue, como ciega y domina a tantas personas que son, por ello. infelices
y hacen infelices también a los demás.

La tolerancia.

La tolerancia es una de las cualidades más necesarias para lograr armonía en


nuestra vida de re lación. Nuestra misma imperfección nos obliga a ser tolerantes con los
errores y los defectos ajenos, porque también nosotros necesitamos diariamente la
tolerancia de los demás.
Cuando, al examinar nuestros hechos del día, reconocemos que hemos procedido
incorrectamente con alguien y, a pesar de ello, esa persona ha sido comprensiva y
tolerante con nosotros, sentimos que de lo íntimo de nuestra alma brota un sentimiento
que es agradecimiento y afecto hacia ella y, a la vez, deseo y propósito de no incurrir
nuevamente en un proceder erróneo hacia esa persona.

En la misma forma, sin duda, habrán de reaccionar los demás, con afectuoso
agradecimiento hacia nosotros cuando somos comprensivos y tolerantes con sus
imperfecciones o errores que pudieron molestarnos o perjudicarnos.
Nos resultará fácil ser tolerantes y comprensivos si logramos eliminar de nuestra
alma el amor propio -que nos hace egoístas, ambiciosos, orgullosos, envidiosos, rencoro -
sos- y nos acercamos a todos con verdadero afecto, recordando siempre que las
imperfecciones que los demás evidencian también las tenemos nosotros y, por lo tanto,
que también nosotros necesitamos ser comprendidos y tolerados.

La tolerancia evitará muchos disgustos, desavenencias y separaciones en las familias


y en todos los grupos de la Humanidad. Siendo tolerantes damos un ejemplo que fácil-
mente encuentra eco en los demás, porque todos sabemos, íntimamente, que no somos
perfectos y que en muchísimas oportunidades necesitamos también la tolerancia y la com-
prensión de los otros.

La acción constante de esta bellísima cualidad -que debemos esforzarnos por


practicar en nuestra vida de relación suavizará muchísimas asperezas y facilitará a los
hombres el camino para lograr una verdadera armonía y unión.
El trato con una persona intolerante resulta sumamente difícil, porque su
intolerancia provoca situaciones desagradables y muchas veces origina discusiones y
rencillas que, lógicamente, los demás tratan de eludir. En cambio, tratar a una persona
tolerante y comprensiva es un verdadero placer, y su tolerancia nos impulsa a mejorarnos
a fin de no molestarla, porque deseamos poder acercarnos frecuentemente a ella y
disfrutar de su compañía.

Esto establece y fortalece vínculos afectivos que originan amistad, unión, armonía, lo
cual conduce a la verdadera fraternidad, que tanto y tan apremiantemente necesita obte -
ner la Humanidad para lograr un progreso fecundo en realizaciones científicas, sociales y
de todo orden, que transformen nuestra actual vida de luchas, temores y desasosiegos, en
una vida de esperanza, trabajo, prosperidad, y paz.
La fraternidad es expresión de la Divina Ley de Amor y el hombre necesita
ineludiblemente vivir en Ella. La tolerancia prepara y facilita el camino para que los
hombres logren vivir en verdadera fraternidad.

La ira.

Casi todos hemos tenido oportunidad de ver, en alguna ocasión, una persona dominada
por la ira. Su aspecto, sus modales y sus palabras infunden temor y, a la vez, una pro funda
compasión.
La ira es un sentimiento intensamente negativo, que brota y arraiga fácilmente en el alma
de quienes están poseído de amor propio, de orgullo, de vanidad, y pretenden que quienes
los rodean les obedezcan ciegamente, sin contradecir jamás sus deseos, ideas o
disposiciones, pues su orgullo los hace sentirse superiores a los demás y con derecho a
exigirles obediencia y sumisión.
Por es, cuando los hechos o las palabras de otras personas no coinciden con sus
ideas, deseos o conveniencias, o simplemente les molestan, toda la fuerza de esos
sentimientos negativos estalla, nublándoles la mente e impidiéndoles razonar. En su
ofuscación se sienten atacados, aunque nadie los ataque, e impulsados a tomar
represalias por ofensas que, casi siempre, solo existen en su imaginación.
Cuanto más se deja arrastrar una persona por el bajo impulso de la ira, más y más ésta
se arraiga en su alma, lle nando su vida de rencor y descontento por todo.
Por otra parte, el estado de excitación que la ira provoca en la persona produce en
ella un desequilibrio nervioso que además de evidenciarse en su aspecto y ademanes,
puede producir trastornos fisiológicos de toda índole en su organismo, originando
alteraciones que suelen tener consecuencias muy desagradables.
Todo esto nos demuestra lo perjudicial y hasta funesta que es la ira para nuestra
alma y para nuestro cuerpo, y lo importante que es evitarla y rechazar, con todas nuestras
fuerzas, cualquier asomo de ella.
La ira no brota en el alma de quienes son verdaderamente humildes, de quienes
aman a todos, de quienes tratan constantemente de perfeccionarse, sino en el alma de
aquellos que, como dijimos, se aman excesivamente a sí mismos, son orgullosos y se
sienten superiores a los demás.
Esto nos demuestra los beneficios de vivir en el amor y e n la humildad, y también, la
necesidad de analizar permanentemente nuestros pensamientos, sentimientos y
reacciones, a fin de eliminar de nuestra alma el amor propio, origen de tantos y tantos
males.
Cuando veamos a una persona dominada por la ira, de beremos considerarla como
gravemente enferma -pues la ira es una grave enfermedad del alma- y nuestra reacción no
deberá ser de enojo ni de rechazo, sino de amorosa compasión, procurando ayudarle -con
nuestros buenos deseos y nuestros buenos pensamientos - a dominar esa enfermedad del
alma y liberarse de ella.
En esa forma estaremos obrando de acuerdo con la Divina Ley del Amor.

Evolución y Progreso.

La Vida -en nosotros y en cuanto nos rodea- manifiesto en todo momento Su


Perfección, yeso Perfección significa la Acción de Leyes Superiores que Rigen por igual al
átomo y al Universo entero. Ya conocemos la Ley del Amor, la Ley Máxima, "Madre de
todas las Leyes de la Vida. Ahora nos referiremos a otra Ley, la Ley de EVOLUCIÓN Y
PROGRESO.
En la Creación entera todo está en constante proceso de Evolución, es decir que en
todo lo que existe se está ope rando, constantemente, un cambio progresivo, por lo cual
podemos decir que nada, en el Universo entero, permanece estático.

Siendo la Evolución algo que s e realiza en todo el Universo, significa que la


Evolución es Ley Universal y, por lo tanto, Ley Divina, Ley dentro de la cual vive todo lo
que existe. Todas las Leyes que Rigen el Universo, o sea, todas las Leyes Divinas, obran
siempre en sentido positivo; por lo tanto, la Evolución, o sea el cambio que por Ley Divina
se realiza en todo, constantemente, es un cambio positivo, un cambio que significa
Progreso. En consecuencia, todo lo que existe Evoluciona para Progresar, para
perfeccionarse.

Nuestro mundo, como todos los mundos del Universo, nuestra Humanidad y todo lo
que existe en nuestro planeta, viven también, lógicamente, dentro de la necesidad de Pro -
gresar y de perfeccionarse y, por lo tanto, en una constante Evolución, que les
proporciona el Progreso que necesitan.
Podemos comprobar cuánto ha evolucionado y progre sado el hombre desde que comenzó
su vida en la Tierra. Todo en él ha ido, poco a poco, evolucionando y progresando -su
fisico, su alma y su mente -o Ese progreso evolutivo ha determinado nuevas formas de vida
para los hombres, nuevas y mejores aspiraciones y costumbres nuevas y más avanzadas
ideas. A través de los milenios, todo ello ha ido conformando las diferentes civilizaciones
que se desarrollaron en diferentes lugares de la Tierra, trayendo, progresivamente, a los
hombres, lo,', adelantos sociales, artlsticos y científicos que hoy disfruta la Humanidad.
En el planeta todo debe evolucionar y progresar conjuntamente, para que su
evolución y progreso se realice en forma armónica y beneficiosa para el conjunto, pues,
cuando algo se retrasa desarmoniza con los demás y, entonces, se hace necesario "forzar
"-o sea acelerar- el ritmo de su progreso, para que alcance el mismo "punto" de progreso
logrado ya por los demás.

Es como si, por ejemplo, un grupo de niños debiera lle gar a un lugar determinado en
un tiempo también determinado y, guiados amorosamente por un maestro, avanzaran ca-
minando todos a un mismo paso; todo el grupo llegaría así a la meta a un mismo tiempo,
pero, si alguno o algunos de esos niños se demoraran por no seguir el paso de los demás,
lógicamente habrían de retrasarse y ello haría necesario que el maestro les llamara la
atención urgiéndolos a apresurarse, porque los demás niños no pueden detenerse a
esperarlos.
Si, a pesar de ello, esos niños insistieran en su lentitud, el amoroso maestro -que
desea que ellos también lleguen a la me ta- debería empujarlos para forzarlos así a
acelerar el paso, y esto requerirá de ellos un mayor esfuerzo.
En la Tierra, la Humanidad está demorada a causa de su lento progreso moral. Por falta
del esfuerzo necesario, el alma de los hombres no ha alcanzado todavía la pureza nece saria
para que el progreso científico sea base segura de ini ciación de una nueva y maravillosa
etapa en la Civilización; por lo tanto, el hombre necesita urgentemente acelerar su
progreso moral.
La "Meta" que nuestra alma persigue es la Perfección, y cada vida humana debe
proporcionarnos un adelanto que nos coloque en un "punto" más avanzado en el Camino
hacia la Perfeccion que anhelamos.

Encarnar reiteradamente para Progresar.

Sabemos que todos tenemos un "cuerpo Espiritual". de origen Divino, al que


llamamos Alma, y un "cuerpo físico", de origen humano, al cual podemos denominar
materia.
El Alma posee Vida eterna; en cambio, la vida de la materia es limitada. El Alma -
eterna- pertenece al Espacio Infínito y la materia pertenece al mundo físico. En el mundo,
el Alma se encuentra fuera de su ambiente y, en consecuencia, necesita una materia -o sea
un "cuerpo fisico”- que le sirva de instrumento y le permita manifestarse y actuar.
Siendo el Espacio Infinito la Patria de las almas, ¿por qué vienen estas al mundo a
encerrarse en el "estuche carnal" de una materia? Es decir, ¿por qué "encarnan"? Por-
que las almas, para lograr perfeccionarse más y más, necesitan practicar la Ley Divina,
que es Amor, en un mundo como el nuestro, viviendo en él como humanos, y para ello
deben, lógicamente, "encarnar".
Cuando el Alma está en el Espacio aprende fácilmente a vivir de acuerdo con la Ley
Divina y lo hace sin ningún esfuerzo; luego, aunque vivir en la Tierra significa para ella
un sacrificio, debe hacerlo porque esa es la forma de poner en práctica lo que ha
aprendido en el Espacio.
Es como un estudiante que, aun cuando haya aprendido lo que ha estudiado, necesita
rendir exámenes a fin de poder pasar a un curso superior.
Del mismo modo, para poder Progresar, el Alma debe rá pasar el severo "examen"
que significa vivir en la Tierra sin apartarse de la Ley Divina, que es Amor.
Por lo tanto, es imprescindible para los hombres practicar el Amor y recordar
siempre que la vida humana es sólo un momento de la Vida Espiritual eterna, que es la
Verdadera Vida de nuestra Alma. Alcanzar la Perfección es la "Meta" de las almas, y la
evolución y el progreso constituyen el único Camino para llegar a Ella. Aprovechemos
nuestra vida humana para obtener el máximo de Progreso Espiritual posible,
esforzándonos en no apartarnos jamás del camino que nos señala la Divina Ley del Amo r.
Comparando la inteligencia y la capacidad mental que demuestra un hombre de ciencia -
por ejemplo- con la inteligencia y la capacidad mental de un hombre de la selva, debe -
remos reconocer que existe entre la inteligencia y la capacidad mental de ambos una gran
diferencia Cada uno está en un "punto" mental diferente y ambos "puntos" están separa-
dos por una distancia enorme.
¿ Como sabemos explicarnos esa diferencia entre uno y otro si ambos son seres
humanos y ambos son, por igual, hijos de Dios? No podemos suponer que Dios ha creado
al uno muy inteligente y al otro con tan escasa inteligencia, porque ello implicaría una
injusticia imposible en Quien Es la Perfección.
Entonces, ¿a qué se debe? El científico y el hombre de la selva están en . 'puntos "
muy distantes uno del otro, en lo que respecta a inteligencia; pero, si observamos a
nuestro alrededor, podremos comprobar que cada persona es diferente en lo que a
inteligencia y capacidad mental se refiere; es calonando todos esos "puntos" podremos
llenar el espacio -o distancia- que existe entre la inteligencia y capacidad mental de un
hombre de la selva y la inteligencia y capacidad mental de un hombre de ciencia.
Dios es absolutamente Justo y Amoroso, y debemos tener la seguridad de que Él ha
creado a todos con las mismas posibilidades de progresar; por lo tanto, la diferencia que
existe entre unos y otros se debe, solamente, a que los más inteligentes son almas,
encarnadas, que han alcanzado mayor progreso que las almas de las personas menos
inteligentes.
Cada uno -desde el hombre más primitivo hasta el hombre más sabio- está
Espiritualmente en un "punto" dife rente de Progreso, porque cada uno está en el "punto”
que ha logrado alcanzar mediante el esfuerzo para progresar que ha realizado en el
tiempo.

La vida humana es muy breve; el Progreso Espiritual que cada persona evidencia -
sea poco o sea mucho- ha sido obtenido mediante reiteradas vidas humanas realizadas por
el Alma, o sea, mediante muchas encarnaciones sucesivas. Cada una de esas vidas
humanas, o encarnaciones, ha proporcionado al Alma Progreso, acorde siempre con el
esfuerzo que el Alma ha realizado para no apartarse del sendero del bien, durante el
tiempo en que vivió como humano, o sea, durante el tiempo en que estuvo encarnada en el
mundo.
Significa esto que la diferencia entre el cientifico, o cualquier otra persona de su
mismo nivel intelectual, y el hombre de la selva, se debe sólo a que el Alma del primero es
más "vieja" que el Alma del segundo, es decir, que el Alma del sabio "nació" y comenzó
sus encarnaciones mucho antes.
Por lo tanto, el científico de hoy fue, hace miles de años, un hombre tan atrasado
como lo es hoy el hombre de la selva, y éste -dentro de miles de años - podrá ser un
hombre tan inteligente como lo es hoy el científico.
Como el Alma necesita y desea Evolucionar y Progre sar, encarna reiteradamente a
fin de aprender y practicar en la Tierra su Lección de Amor, o sea, aprender a vivir de
acuerdo con la Voluntad Divina.
Cada hombre es un Alma que ha encarnado en la Tierra para trabajar a fin de
Progresar y Perfeccionarse. Dios es la Perfección; en consecuencia, cuanto más se
Perfecciona el Alma más avanza en su Camino hacia Él.
Acercarse a Dios es necesidad permanente en todas las almas, y respondiendo a esa
necesidad, las almas trabajan -tanto en su Patria del Espacio como en el mundo- procu-
rando Progresar cada vez más.
un Alma, durante el período en que está encarnada -o sea en el transcurso de una
vida humana- obra en contra de la Ley Divina, que es Amor; e s decir, si conscientemente
daña a otro ser, se perjudica a sí misma, porque absolutamente todo cuanto hacemos o
deseamos hacer a los demás se refleja siempre en nuestra Alma.
Cuando el Alma desencarna, es decir, cuando deia el "cuerpo fisico" que utilizó y
retorna a su Patria del Espacio, toma conciencia exacta del daño que, perjudicando o
deseando perjudicar a otros, se ha hecho a sí misma; entonces sufre intensamente, porque
sabe que con ello ha contraído una deuda con la Ley del Amor y que no podrá continuar
su Camino hacia Dios hasta tanto haya pagado esa deuda.
¿ Cómo hace el Alma para saldar las deudas que contrae con la Ley? ¿Podemos
creer que las oraciones de quie nes están en la Tierra, de quienes fueron sus amigos o sus
familiares, pueden pagarlas? No, porque si eso fuera posible no habría verdadera Justicia,
ya que aquellas almas que no tienen en la Tierra ningún pariente o amigo ni nadie que ore
por ellas, no tendrían las mismas posibilidades y, por otra parte, aquellos que dispusieran
de dinero podrían pagar con él oraciones para cuando su Alma hubiera desencarnado, lo
cual equivaldría a poder comprar el Progreso del Alma.

Suponer que el Progreso Espiritual pudiera ser comprado con dinero o adquirido
con oraciones sería completamente ilógico, porque cada Alma es responsable de sus actos
ante la Ley Divina, y la Ley Divina, que es Amor y Justicia, da a cada uno
EXACTAMENTE LO QUE CADA UNO HA MERECIDO.

Las oraciones efectuadas con amor -al igual que los pensamientos y deseos de bien- para
las almas que han desencarnado, pueden fortalecerlas y ayudarlas, pero nunca podrán
evitarles el esfuerzo, imprescindible para obtener el Progreso, ni la necesidad de
responder ante la Ley Divina por el daño que hayan realizado.

En consecuencia, el Alma que en su vida humana proporcionó dolor a otros deberá,


al volver a la Tierra -es decir, al encarnar nuevamente- experimentar el mismo dolor que
antes proporcionó a los demás. Quien pudiendo aliviar el dolor o la miseria de alguien, no
lo hizo, deberá experimentar los mismos dolores o miseria que pudo aliviar pero que, por
desamor, no alivió.
En cambio, quien haya obrado el bien -por ejemplo, aliviando la miseria o el dolor
de los otros- cuando en una nueva vida humana deba realizar la experiencia de la pobreza
para que el Alma pase ese "examen "- encontrará quie nes le ayudarán amorosamente a
pasar esa dificil experiencia.
Las "tentaciones" se presentan bajo muy diferentes formas en la vida humana, y las
Almas deben superarlas. Las Almas que encarnan como personas hermosas, sanas, ricas,
deben superar la tentación del orgullo, la vanidad, la ambición. Las Almas que encarnan
como personas pobres, enfermas o deformes, deben superar la tentación de la envidia, los
celos, la rebeldía; Y TODOS DEBEN SUPERAR EL AMOR PROPIO Y EL EGOISMO.
Todas las "tentaciones" son obstáculos que la vida humana nos presenta y que las
Almas necesitan superar en sus períodos de encarnación; esas "tentaciones ", o necesida-
des de superación, adoptan diversas formas, acordes con la Experiencia que el Alma está
realizando en esa vida; es decir que se adaptan a la vida humana que el Alma está
realizando.
Tomemos como ejemplo la superación de la ambición.
Para un Alma que está viviendo humanamente como un actor, la ambición se manifiesta
bajo aspecto diferente a la ambición que debe superar un Alma que vive como un
comerciante, como un científico o como un político. El actor sentirá la ambición del
aplauso, el comerciante tendrá ambición de dinero, el científico ambicionará la gloria y el
político el poder. Si analizamos todos estos aspectos diferentes de ambición,
comprobaremos que son, en realidad, amor propio, porque es amor propio la fuerza que
los impulsa y los alimenta.
Vemos cuántas Experiencias diferentes necesitan realizar las Almas y cuántas veces
necesita un Alma encarnar en el mundo para poder superar las diversas formas del amor
propio. El amor propio se manifiesta como vanidad, orgullo, egoísmo, celos, envidia, odio.
rencor, y como el Alma necesita ineludiblemente superarlo en todas sus formas, por lógica
deberá encamar reiteradamente, para Experimentar y Superar todas esas "tentaciones ".
a fin de poder Progresar.
Como el Alma realiza todas sus Experiencias en la Tie rra tomando "cuerpo fisico" -
es decir, encarnando una y otra vez- y como todo ello se realiza de acuerdo con la Ley
Divina, podemos llamar "Ley de Experiencias" a la Ley que Rige las reiteradas
encarnaciones.
Las Experiencias que el Alma realiza en la Tierra, superando todos los obstáculos -o
tentaciones humanas- le proporcionan Sabiduría y Poder.
Cuando el Alma ha adquirido ya la Sabiduría y el Poder que le proporcionaron las
Experiencias y Superaciones que realizó en la Tierra, es ya un Alma Evolucionada, que no
necesita volver a encarnar en este mundo; pero, como por la Evolución alcanzada siente
ya intensísimo Amor hacia todos, por Amor hacia las otras Almas que aún están pasando
sus "exámenes" y Experiencias en la Tierra, esa Alma Evolucionada encama nuevamente
para ayudarles -con su Sabiduría y su Poder- a realizar más fácilmente las Superaciones
que les corresponden.
Cuando encarnan en la Tierra Almas Evolucionadas lo hacen con una Misión de
bien, y durante su vida humana dan a los hombres, con sus palabras, hechos y ejemplos,
Enseñanzas que les ayudan a superar las tentaciones humanas y no demorarse en su
Progreso Evolutivo.
Vemos, así, que el Amor de esas Almas no solamente evita dolores a las Almas
hermanas, sino que acrecienta su felicidad, porque el Alma es intensamente feliz cuando,
superando los obstáculos que le presenta la vida humana, pue de avanzar en el Camino
hacia Dios, o sea, cuando logra Progresar.
Las Almas Evolucionadas que vienen a la Tierra a Trabajar ayudando a Progresar
a las otras Almas, también obtienen Progreso para sí mismas, porque la Ley Divina -que
es Amor y Justicia- proporciona siempre a cada ser tanto bien como bien ha hecho ese ser
a los demás.
El Alma encarnada -es decir, el ser humano- que logra comprender que la
Fraternidad es Ley de Vida, porque todos los seres del Universo son hermanos desde el
momento de "nacer ", que reconoce como hermanas a todas las Almas que se encuentran
encarnadas en la Tierra, o sea que reconoce que son sus hermanos todos los hombres del
mundo, se sentirá sumamente feliz expresando amor a todos y procurando que los demás
también comprendan esa Verdad y puedan asi sentirse felices.
La Fraternidad proporciona siempre Felicidad a las Almas, estén en el Espacio o en
el mundo. El Alma es hija del Amor Divino y, por lo tanto, sólo puede sentirse realmente
Feliz Amando.
Sin embargo, cuando el Alma está encarnada se encuentra sometida a la influencia
material del mundo y, como al encarnar ella no recuerda su vida en el Espacio, frecuen-
temente la influencia material llega a dominarla y la lleva por caminos de desamor y hasta
de odio.
Viviendo sin amor el Alma no puede sentirse Feliz, y viviendo con odio el Alma se
siente inmensamente desdichada. Quien vive en amor disfruta al máximo de todo lo bello y
de todo lo agradable que brinda la vida, y cuando debe sufrir nunca se desespera, porque
el amor de los demás le rodea y le consuela. En cambio, quien vive sin amor se siente
siempre solo en sus dolores y nada le proporciona satisfacción ni alegría verdadera.

Todos deseamos vivir felices, vivir libres de temores y de preocupaciones, pero la


inmensa mayoría de los hombres vive en forma completamente opuesta; no logran sentirse
felices, ni siquiera tranquilos: viven -y no sin razon- temero sos de ser atacados. de ser
robados o de carecer de apoyo o ayuda en un momento de necesidad.
Separados en razón de diferencias de ideas. de religiones. de razas. de países. los
humanos se vuelven. fácilmente. unos contra otros y llegan a odiarse y sentirse enemigos.
¡;A qué se debe eso si todos desean vivir felices? Se debe a que el hombre ha
equivocado el camino y en vez de vivir en fraternidad que es amor verdadero, Lo cual no
solamente le aleja de sus hermanos, sino que despierta en él ambiciones que le impulsan a
las más bajas acciones hacia los demás. Por eso. todos se desconflan y todos temen ser
engañados o atacados.
El hombre supone -muy erroneamente- que el amor es un mero sentimiento humano
que él no está obligado a sentir. y que para ser feliz le bastará con lograr todo lo que
ambiciona. En consecuencia, sólo se preocupa por obtener bienestar material. poder.
riquezas, y cuando llega a obtenerlos comprueba. con intenso dolor, que nada de eso
satisface el íntimo deseo de su Alma.
El Alma necesita Amar y ser Amada, porque el Alma. hija de Dios, debe vivir en Su
Ley, y la Ley Divina es Amor. Por lo tanto, sólo viviendo en amor, sólo amándose unos a
otros podrán los hombres -que son Almas encarnadas - alcanzar la felicidad.
Cuando los hombres viven separados, cuando viven unos en contra de otros, no
viven dentro de la maravillosa Acción de la Fraternidad; han "cerrado contacto" y, en
consecuencia, viven privados de las satisfacciones, beneficios que significa poder confiar
en los demás, y también privados del goce espiritual de sentirse apoyados y ayudados en
los momentos de necesidad.
Cuán diferente sería la vida humana si la relación entre los hombres fuera realmente
fraternal Existiría armonía, comprensión, respeto, tolerancia mutua y permanente ayuda
del uno hacia el otro. Desaparecerían el engaño, la envidia y el egoísmo, podrían confiar y
confraternizar entre sí los hombres de cualquier país, de cualquier raza, ideal o religión.

¿Es esto imposible de lograr? No; sólo es necesario que cada uno trate de cambiar en
lo íntimo de su sentir y de su pensar, y rápidamente se produciría el cambio en toda la
Humanidad. La gran mayoría de los hombres ignora que amando podrá sentirse feliz;
ignora que la Fraternidad es Ley de Vida y, en consecuencia, debe y necesita vivir en ella.

Por lo tanto, es no sólo necesario sino apremiante que el conocimiento de esta


Verdad llegue a todos -hombres, mujeres, niños- para que todos sepan cómo deben y cómo
necesitan vivir.

Quienes conocemos esta Verdad tenemos el deber de difundirla al máximo, para que
los hombres, reconociendo el error en que hasta ahora han vivido, puedan liberarse de
odios y temores y comenzar una vida de paz y de armonía, una vida feliz, en verdadera
FRATERNIDAD.

Universalismo.

Fácilmente, el ser humano adopta posiciones en las cuales, llevado unas veces por un
entusiasmo idealista y otras por la propia conveniencia, se encasilla en ismos que le
conducen rápidamente al fanatismo, con toda su secuela de intransigencias, odios y
separaciones, a cuyo empuje se des moronan amistades y afectos, rompiéndose vínculos
que se mantuvieron firmes a través de los años.

Ese no es, lógicamente, el camino para lograr una convivencia feliz, sino, por el
contrario, una forma eficacísima de obstaculizarla. Sin embargo, existe un "ismo" que no
es índice de separación y de desamor, un "ismo" que, por el contrario, es unificador: el
"UNIVERSALISMO".

"UNIVERSALISMO" no significa abdicación del propio ideal, sino el enfoque


universal de todos los aspectos positivos de la actividad humana, sea ésta Cultural,
Artística, Científica, Religiosa, o Social; es decir, que la relación de los hombres, grupos y
países entre sí reconoce como finalidad el mismo bien común, sin barreras ni obstáculos,
para que los hombres de los diferentes grupos y países puedan llegar a conocerse,
comprenderse y amarse, lo cual les permitirá progresar unidos en verdadera fraternidad,
basada en el respeto mutuo.

El egoísmo y el amor propio hacen de cada "ismo " un elemento de agresión, y los
ambiciosos fustigan a los hombres exaltando esos aspectos negativos del alma humana a
fin de lograr la fuerza de lucha que necesitan para procurar el triunfo de sus ambiciones
personales.
Detrás de cada "ismo " defendido con exaltación fanática, detrás de cada "ismo"
que lucha enconada me nte por imponerse, está siempre la ambición de un hombre o la
ambición de un grupo, que fomenta el fanatismo, utilizándolo para sus propios fines.
Debemos tener la seguridad de que el Bien no lleva al hombre contra el hombre sino que,
por el contrario, trata de acercarlo, esforzándose en suavizar las asperezas y procurando
sea reparado el error alli donde el error esté.

La falta de Conocimiento de la Vida ha hecho y hace que el hombre considere como


progreso la tendencia al separatismo en todos los aspectos, cuando en realidad el
verdadero Progreso está en la unificación, que permitirá universalizar todos los aspectos
de la actividad humana beneficiando a toda la Humanidad. La Humanidad debe
comprender que es un todo de múltiples facetas, pero con una única finalidad: el Progreso,
y ese Progreso sólo podrá ser positivo si los hombres logran unirse.

Es indudable que el hombre ha alcanzado tal punto de progreso que ya resulta


imposible vivir aislados. Nada de lo que ocurra en un país ni nada de lo que ocurra en un
grupo de la Humanidad, puede dejar indiferente ni ser ajeno al resto de la Humanidad;
por otra parte, todos -como individuos, como grupos o como países- somos "algo" siempre
en relación con los demás.
Nuestros ideales y aspiraciones de Bien deben universalizarse. La Ciencia y el Arte
son universales en su Esencia y, por lo tanto, deben universalizarse en su acción. Para el
verdadero cientifico y el verdadero artista, sólo puede existir la Ciencia y sólo puede
existir el Arte, por sí mismos, sin formas posesivas de ninguna especie que traten de
limitarlo a un sector humano, porque tanto la Ciencia como el Arte son expresiones de la
Vida Superior, de la Vida con mayúscula, de la Vida Universal Perfecta que, dentro de las
enormes limitaciones que impone la materia, se manifiesta a través de ciertas mentes y
algunas almas humanas capacitadas para interpretarlas y traducirlas, a fin de beneficiar,
no a un grupo sino a toda la Humanidad.
Podemos deducir, pues, el enorme error de quienes P'"' egoísmo, mantienen en
estricta reserva los adelantos científicos logrados, y también la temeridad con que
transgreden la Ley de la Vida quienes utilizan la Ciencia para atemorizar, someter,
sojuzgar y destruir a los demás.
El separatismo en que ha vivido y vive aún e l hombre no ha podido darle felicidad,
porque el separatismo es desamor, es ausencia de verdadera Fraternidad, y la Fraternidad
es Ley de Vida.
Es evidente que en la Humanidad existen grupos muy diferentes entre sí y que a
algunos corresponde, con respecto a otros, una posición jerárquica; pero no de jerarquía
obtenida y ejercida en desmedro de los demás, sino Jerarquía que impone deberes y
responsabilidad. Y es de acuerdo con esa Jerarquía -que se evidencia sin proclamarse y se
manifiesta siempre en el Bien y el absoluto desinterés- que estará, sin duda, constituida la
sociedad del mundo cuando el Amor, con sentido de verdadera Fraternidad, haya unido a
los hombres y cuando, derribando barreras, el Universalismo pueda reinar en nuestro
mundo.

Necesidad del Conocimiento Espiritual.

Si analizamos la vida de los hombres en general, veremos que todos -unos más y
otros menos- viven angustiados, ansiosos, insatisfechos, sin poder disfrutar, como
deberían, de todo lo hermoso que la vida les brinda. Pocas son las personas que tienen
tiempo y voluntad para extasiarse contemplando las maravillas de la Naturaleza. las
estrellas, los pájaros, las flores, y tantas cosas hermosas que están cerca de nosotros sin
que nosotros les demos importancia, porque nuestra mente está siempre cargada de
preocupaciones, provenientes, en su mayoría, de las necesidades que nos impone el diario
vivir, necesidades que se multiplican y nos absorben más a medida que les dedicamos
mayor esfuerzo restándolo al que deberíamos dedicar al aspecto espiritual de nuestra vida.
En su gran mayoría las personas lo ignoran todo con respecto a sí mismas, es decir,
ignoran por qué y para qué están viviendo en la Tierra. Ignoran que son Almas
encarnadas que se encuentran en el mundo como seres humanos, para tratar de obtener
Progreso, y que para poder lograrlo necesitan vivir de acuerdo con las Leyes Divinas, que
determinan la necesidad ineludible de amar a todos y a todo.

Como casi todos viven amándose a sí mismos muchísimo más de lo que aman a los
demás, atraen así a su vida una serie de dolores, preocupaciones, temores, dudas y
resentimientos que les restan energía y tiempo y no les permiten disfrutar la felicidad que
proporcionan el amor y la armonía, es decir, la vida en fraternidad. Todo ello se debe a
que los hombres carecen de Verdadero Conocimiento Espiritual.

Siendo el Conocimiento Espiritual una necesidad inelu¬dible para que los hombres
puedan vivir realmente felices, no podemos dudar que nuestro Padre Divino habrá
proporcionado a sus hijos la forma y los medios para que pudieran recibirlo. Y así es:
varias veces llegaron a la Tierra Almas Superiores, Enviados Divinos que tomaron forma
humana -es decir que nacieron y vivieron entre los hombres - para darles, con Sus
Patabras y con Sus Hechos , el Conocimiento de la Verdad; es decir, el Conocimiento
Espiritual Verdadero que los hombres necesitan.
Cada vez que llegaron a la Tierra esas Almas Superiores, esos Enviados Divinos,
tuvieron a su alrededor un grupo de hombres puros que fueron Sus disc ípulos y que
retuvieron Sus Enseñanzas para que todos pudieran luego conocerlas, practicarlas y
beneficiarse con ellas.

Después, esas Enseñanzas originaron Doctrinas y las Doctrinas dieron lugar a la


formación de Iglesias (la palabra Iglesia significa congregación de hombres) que se
constituían en depositarias e intérpretes de la Doctrina, transmitiendo a los hombres, no
ya la Enseñanza original traída y dejada por los Enviados Divinos, sino la interpretación
que su Iglesia daba a esa Enseñanza. interpretación que a través del tiempo fue deformada
y adaptada a la conveniencia de los hombres que representaban la Iglesia y trataban de
adquirir poder a través de ella. Esos hombres no tenían la pureza de alma de aquellos
otros hombres que rodearon y acompañaron a los Enviados cuando Ellos vivieron en la
Tierra. pues eran hombres comunes.

Esto se repitió a través de los siglos y milenios; en cada oportunidad en que el Amor
Divino enviaba a la Tierra Su Palabra y la Enseñanza de Su Ley, por intermedio de una de
esas Almas Superiores, se produjo el mismo proceso de parte de los hombres, quienes
congregándose, se constituían -como Iglesias- en dueños y únicos poseedores de la Verdad,
sin tener en cuenta que la Verdad es solamente Una, que fue revelada a los hombre s
muchas veces y que, además, pertenece a todos.

Suponer que la Verdad pudiera haber sido Revelada a los hombres una sola vez, en
el transcurso de los innumerables milenios que la Humanidad habita la Tierra, sería
suponer que hasta el momento de la Revelación nuestro Padre Divino no prestaba
atención a la necesidad de Progreso Espiritual de Sus hijos de este mundo, lo cual
implicaría desamor, imposible en la Perfección Divina.

Por eso, aunque aparentemente las Doctrinas Verdaderas de las diferentes Igle sias
puedan ser distintas entre sí, en su Esencia son exactamente iguales, porque todas las
Doctrinas Verdaderas han sido originadas en la Palabra y en los Hechos de Almas
Superiores, que vivieron como hombres en la Tierra para traer a la Humanidad el
Conocimiento de la Verdad y de la Ley Divina, a fin de que los hombres, viviendo de
acuerdo con ese Conocimiento Espiritual Verdadero, pudieran ser felices y Progresar
Espiritualmente.
Esto nos demuestra que la separación religiosa es obra exclusiva de los ho mbres,
quienes, con sus erróneas interpretaciones de las Enseñanzas traídas, crearon barreras
que desvirtuaron la finalidad del Trabajo realizado por cada Enviado Divino. Así, a pesar
de que la Humanidad recibió varias veces el Verdadero Conocimiento Espiritual, que
tanto necesita, hasta ahora no ha podido beneficiarse realmente con él, porque ese
Conocimiento le ha llegado deformado o mal interpretado. Además, le fue dado como una
doctrina religiosa y no como Enseñanza de Amor y de Universalismo, que le induciría a
vivir en armonía y unión amorosa con todos, según era la finalidad de la Revelación.

Recibir el Conocimiento Espiritual es una responsabilidad que nos obliga a


practicarlo y difundirlo al máximo, no solamente con nuestras palabras sino, muy
especialmente, con nuestras acciones. El Conocimiento Espiritual Verdadero nos señala el
camino del amor hacia todos y hacia todo; si quien lo ha recihido y se dice poseedor del
Conocimiento Verdadero, habla de amor pero muestra desamor y egoísmo en sus
acciones, no solamente se perjudicará a sí mismo, sino que con ello perjudicará también a
quienes le rodean, porque así no podrán creer en la Verdad de ese Conocimiento.

Siempre, a través del tiempo, los hombres recibieron la Ayuda Divina para no
desviarse del camino que debían seguir; pero, seguir el camino del amor y la Verdad
obliga a superar las tentaciones de la ambición, el orgullo y el amor propio, y los hombres
-congregados o no- prefirieron desentenderse de la necesidad de renunciar a sus
ambiciones egoístas y a su amor propio, y adaptaron las Enseñanzas a sus conveniencias,
privando así a la Humanidad del Verdadero Conocimiento Espiritual.
Esta es la causa por la cual los hombres no han podido aún lograr la felicidad,
porque la felicidad sólo podrá llegarles a través del Conocimiento Espiritual Verdadero
practicado como norma constante, en su vida íntima y en su vida de relación.

La Fe.
La fe es una fuerza espiritual poderosísima que nos alienta para creer, para esperar
y para lograr aún las cosas más dificiles. La fe nos sostiene en aquellos momentos en que
parecería que toda esperanza es ya inútil.
Muchas veces, en la vida humana se producen hechos o circunstancias que nos dan
la sensación de que se desvaneciera todo aquello que hemos deseado alcanzar y por lo cual
hemos trabajado empeñosamente con sacrificios y desvelos. Si bien esos momentos son
muy tristes, cuando nuestra alma tiene fe esa tristeza deja pronto lugar a la esperanza,
porque la fe nos da la fuerza que necesitamos para no desmoralizarnos e insistir en
nuestro esfuerzo.
En esa forma, mediante nuestra fe, los inconvenientes -y aun los fracasos- no
debilitan nuestro empeño sino que nos sirven de experiencia valiosa que nos ayuda a
salvar los obstáculos y obtener el éxito.
La fe es tan necesaria a nuestra alma como es necesario el alimento a nuestro
cuerpo. La fe nos permite comprender la Realidad Espiritual de nuestra vida, pues sin fe
no aceptaríamos la existencia de esa Realidad que no podemos ver ni palpar, pero que
impulsados por nuestra fe aceptamos como Verdad, condición imprescindible para poder
comprenderla y lograr conocerla cada vez mejor. Comprender y conocer la Realidad
Espiritual de nuestra Vida nos acerca a Dios, Creador de la Vida; por lo tanto, podemos
decir que la fe acerca al hombre a Dios.
La fe es, como dijimos antes, una poderosa fuerza espiritual, es decir, una poderosa
fuerza de nuestra alma, y aun cuando el hombre algunas veces alardee de que "no tiene fe
en nada ". ello no es exacto, porque si analizamos los actos de la vida humana
comprobamos que hasta el menor de ellos es una expresión de fe. Por ejemplo: comemos
talo cual alimento porque tenemos fe en que nos beneficiará: estudiamos porque tenemos
fe en que aprenderemos y en que el saber nos capacitará para trabajar, para nosotros y
para los demás; [ormamos una [amilia porque tenemos fe en que podremos hacer frente a
la responsabilidad moral y material; cualquier empresa que acometemos es siempre sobre
la base de nuestra fe en el éxito.

La fe es la Fuerza que ha permitido e impulsado el progreso de la Humanidad. Los


grandes descubrimientos e inventos que forman la base de nuestra civilización actual han
sido posibles, casi siempre, sólo por la fe de los descubridores e inventores y la fe de
quienes los han apoyado y ayudado.

En los momentos actuales, en que los hombres se hallan tan divididos, en que, ante el
sombrío panorama mundial, el temor hace presa de muchas almas, debemos tener fe en el
Amor Divino, que jamás abandona a Sus hijos; debemos tener fe en Su Poder, que,
mediante el esfuerzo de todos aquellos que aman a sus hermanos, logrará que todos los
hombres lleguen a comprenderse, unirse y amarse.

Si los hombres tuvieran fe los unos en los otros no habría ya peligros de guerras y,
así, todo ese enorme esfuerzo bélico que los países realizan actualmente -para poder atacar
o para poder defenderse en caso de ser atacados -podría transformarse en esfuerzo de paz,
en esfuerzo constructivo, que llevaría la civilización a tantos países demorados en su
progreso y haría del nuestro un mundo mejor.

Mediante la fe los hombres podrían comprenderse mejor y así amarse, logrando que
la vida sea hermosa y digna.
Si todos comprendiéramos la necesidad de la fe y lográramos sentirla, la Humanidad
del futuro sería realmente feliz.

La Oración.
En cualquier momento de nuestra vida; ruando sentimos que nuestras débiles
fuerzas humanas flaquean o cuando comprendemos la necesidad de ser Ayudados para
poder lograr lo que deseamos, para los demás o para nosotros mismos, nuestra mente
trata de elevarse hacia lo Superior en un pedido de Ayuda o de Protección.

Si nuestro pedido obedece a un sentimiento puro, si pedimos sin egoísmo ni


ambiciones, sin duda alguna nuestra oración obtendrá una Respuesta desde lo Superior,
Respuesta que será siempre aquello que realmente nos conviene, aun cuando algunas
veces pueda no ser exactamente lo que nosotros pedimos.

Nuestro Padre Divino conoce perfectamente las necesidades de Sus hijos y jamás los
desamparará; pero, si vivimos envueltos en pensamientos y sentimientos negativos, tales
como odios, rencores, ambiciones y orgullo, no podemos establecer "contacto" con lo
Superior y, por lo tanto, no podemos tampoco recibir Sus beneficios.

Cuando oramos pidiendo algo dictado por esos sentimientos negativos, nuestra
oración no puede elevarse sino que es recibida por lo que llamamos el Mal, desde donde se
nos enviará la "respuesta ". que muchas veces podrá ser satisfactoria para nuestro pedido,
en el sentido humano, pero que será intensamente perjudicial para nuestra Alma, pues la
desviará cada vez más del camino del bien, que necesita transitar para lograr su Progreso.

Si oramos positivamente, es decir, pidiendo el bien, y lo hacemos con fe absoluta en


el Amor y el Poder de Dios, siempre recibiremos Su maravillosa Respuesta. Sin embargo,
como nosotros somos humanos no podemos saber con exactitud qué es lo que, en realidad,
nos conviene o conviene a aquellos por quienes pedimos, y suponemos que lo mejor es
aquello que, a nuestro juicio, habrá de procurar mayor beneficio.

No debemos olvidar que en este mundo, los hombres -o sea, las almas encarnadas
vienen a Experimentar y a purificarse, casi siempre mediante el dolor; por lo tanto
no sería beneficioso para un Alma evitarle el dolor porque se impediría así su purificación.
Al orar debemos siempre pedir el bien, para nosotros y para los demás, pero sin señalar el
camino por el cual deba llegarnos ese bien, pues la Sabiduría y el Amor Divinos nos
proporcionan el bien que pedimos por el camino más conveniente para nuestra Alma.

Muchas veces, una oración elevada con intensa fe ha obtenido Respuestas que
pudieron ser calificadas de "milagrosas"; otras, en cambio, la Respuesta pareciera que no
llegara. En ambos casos, si se ha orado con fe ha llegado la Respuesta desde lo Superior;
pero, en los casos de Respuestas "milagrosas", los dolores que se evitaron no eran ya
necesarios para esa Alma. Al mismo tiempo, esas Respuestas "milagrosas" constituyen
una Ayuda que el Amor Divino envía a todos los hombres para despertar o fortalecer la fe
que tanto necesitan.

No debemos pensar que ora mejor quien dice frases más hermosas, porque el
verdadero valor y la eficacia de la oración están en la fe y el deseo de bien del que ora.

Tengamos también presente que no debemos orar siempre para pedir, sino que
debemos orar también para agradecer a Dios los bienes recibidos. Si nos preocupamos por
ob¬servar todos los hechos de nuestra vida diaria desde el punto de vista Espiritual,
comprobaremos a cada momento cuánta Protección y Ayuda recibimos constantemente
del Amor Divino; en esa forma, nuestro pensamiento se elevará, no ya para pedir, sino
para agradecer todo el bien que nuestro Padre nos prodiga. Así, en vez de ser un pedido,
nuestra oración será una Acción de Gracias.

El fanatismo.

¿Qué es el fanatismo? El fanatismo es un apasionamiento exagerado que impide al


hombre utilizar con equilibrio su mente, oscureciendo impidiendole discernir.

El hombre suele fanatizarse por personas, a quienes endiosa revistiéndolas de


imaginarias virtudes, cualidades o poderes; por cosas, a las que atribuye un valor del cual
carecen, y por ideas, políticas o religiosas.

El fanatismo es un estado enfermizo del alma humana que, a menudo, es explotado


en beneficio propio por personas ambiciosas, que hacen del fanático un instrumento dócil
para lograr sus fines egoístas. El fanático no ve ni comprende ni acepta nada que
contradiga su propia idea, y siente y considera su enemigo a todo aquel que no está de
acuerdo con él.

Vemos con suma frecuencia personas fanáticas en religión y política. Los fanáticos
establecen, por la ceguera de su apasionamiento, separaciones y antagonismos que
conducen a consecuencias muy graves y hasta a luchas sangrientas con quienes no piensan
como ellos.

La historia nos muestra largas y sangrientas luchas, horribles y enconadas


persecuciones, provocadas y sustentadas por la terrible fuerza del fanatismo que, al
exaltarse, pareciera borrar del alma del fanático afectos y sentimientos, abrasándola en
odio y permanente deseo de exterminio hacia todo aquel que pretenda oponérsele o
disentir con sus ideas.
Inhibido en su capacidad de discernir y casi siempre explotado por ambiciosos, que
hábilmente transforman la masa humana en grey, el fanático obedece sin detenerse a
analizar, toda orden o sugerencia por inhumana que sea, si proviene de quien él ha
endiosado, máxime cuando debe obrar unido a otros que, fanatizados como él, obedecen al
mismo amo.

Los episodios y casos de exaltación fanática, política o ide ológica. conmueven por la
injusticia y deshumanización que entrañan, pero los casos de fanatismo religioso son más
lamentables aún. El fanático religioso cree que él está defendiendo a la Divinidad y, en
consecuencia, supone que todo lo que haga en contra y desmedro de quienes no son de su
misma idea religiosa, incluso torturas y hasta la muerte, serán galardones que su Alma
recibirá.

Cuán equivocado está! La Divinidad no requiere ser defendida, porque nadie puede
dañarla en absoluto; por lo tanto, en tales casos, el fanático, que lógicamente no puede
ignorar eso, engañándose a sí mismo, pretendiendo ser adalid de la Verdad, sólo procura
defender su idea religiosa; es decir que egoístamente, batalla por imponer sus ideas.

Por otra parte ¿ Cómo puede pretenderse defender la propia Fuente de Amor
olvidando y pisoteando el mandato principalísimo de "Amaos los unos a los otros ", que es
Esen¬cia de Verdad en todas las religiones y Ley de Vida a cuyo amparo, solamente,
podrá el hombre vivir en paz y felicidad?

En consecuencia, jamás le podría ser grato a Dios el odio o desprecio que el fanático
religioso siente por quienes no están de acuerdo con sus ideas, ni tampoco pudieron ser
gratas a Dios las torturas desatadas -en el pasado y aún en el presente - por motivos
religiosos.
El fanatismo hace presa fácil en quienes padecen de orgullo y de egoísmo; en
cambio, jamás podrá fanatizarse una persona de alma humilde y Amorosa, que se siente
hermana de todos, sean cuales fueren sus ideas, su raza o su religión.

El Libre Albedrío.

Todos ansiamos ser libres, sentirnos libres, gozar ple namente de nuestra voluntad
de acción, física y mentalmente. Sin embargo, la libertad -que la Voluntad Divina otorga
al hombre- ha sido restringida o suprimida por el hombre mis mo, quien, abusando del
poder, ha esclavizado a los más débiles y a los vencidos.

La imposibilidad material de rebelarse mantuvo en el mundo, durante siglos, la


esclavitud del hombre por el hombre.
Sin embargo las palabras impregnadas de la Poderosísima Fuerza del Amor que el
mundo recibió hace dos mil años, marcaron un despertar de las almas al sentido de la
fraternidad, lo cual inició una nueva Era para los hombres que, paulatinamente,
comenzaron a interpretar el nuevo concepto sobre el Amor. Ese nuevo concepto sobre el
Amor logró que muchos hombres reconocieran la tremenda injusticia que constituye la
esclavitud y dieran libertad a sus esclavos, hasta que poco a poco la esclavitud fue abolida
y repudiada por la mayoría de los pueblos.

La esclavitud física es considerada como una ignominia para el hombre que la


practica y para el hombre que la soporta, pero más ignominiosa aún es la esclavitud
moral, la esclavitud practicada por hombres y grupos que, mediante sistemas y métodos
de convicción, pretenden obligar a los hombres a pensar y sentir de acuerdo con sus ideas,
propósitos y fines, siempre ambiciosos y egoístas, transgrediendo la Ley de la Vida, que
hace al hombre libre en cuerpo y Alma.
El Libre Albedrío, facultad inherente al aspecto Supe rior de nuestra Vida, al
reflejarse en nuestro aspecto humano le infunde un ansia vehemente de libertad y, por
ello, el hombre siente tan intensamente el deseo de ser libre, que no se detiene ante ningún
obstáculo ni sacrificio para recuperar su libertad cuando ha sido privado de ella. El
hombre es -por Ley de Vida- libre en mente, Alma y cuerpo y, por lo tanto, posee el
derecho de utilizar de acuerdo a su propia voluntad, su mente, su alma y su cuerpo,
aunque, lógicamente. siempre en el sentido positivo que marca la Lev. que es Amor hacia
todos y hacia todo.

La libertad para pensar, sentir y obrar, es lo que denominamos libre albedrío


humano y constituye el reflejo del Libre Albedrío Espiritual otorgado por Dios, mediante
el cual las Almas eligen el medio humano en el que realizarán, en el mundo, las
Experiencias necesarias para su Progreso. Debemos saber que antes de encarnar, las
almas eligieron por sí mismas la forma de vida -a veces tan dolorosa- que habrían de
llevar, aunque después, como humanos, no lo recuerdan, y hasta se quejan amargamente
de sus dolores.

Es necesario tener siempre presente que el libre albedrío humano jamás debe ser
ejercido para actuar, pensar o sentir en perjuicio de nadie ni de nada; ello sería utilizarlo
en contra de la propia Alma, pues, como sabemos, todo el mal que hagamos o intentemos
hacer a los demás volverá siempre a nosotros, obligando a nuestra Alma a sufrir, en una
nueva vida humana, tanto dolor como hayamos ocasionado o deseado ocasionar.

Así como tenemos el deber de defender nuestra libertad de acción positiva, también
tenemos el deber de defender nuestra libertad de pensamiento y de sentimiento, no
permitiendo jamás que se nos impongan ideas ni se nos obligue a separaciones que, bien
sabemos, no están de acuerdo con la Divina Ley del Amor.

Ley de Jerarquía.

Las Leyes Divinas proyectan Su Acción en toda la Creación, pero en nuestro


mundo, los hombres sólo pueden interpretarlas hasta el punto que les permite su
capacidad mental y su deficiente estado moral.
El nuestro es un mundo inferior, y en él son muy pocas las mentes y las almas
realmente puras; en consecuencia, la interpretación que las almas y las mentes humanas,
carentes del Conocimiento Espiritual, pudieron dar a las Leyes Divinas cuando crearon
las leyes humanas fue, lógicamente, inexacta.

De ahí que la Ley de Jerarquía, Ley principalísima que, como todas las Leyes
Espirituales, Actúa dentro de la Ley del Amor, que es la Ley Madre, haya sido también
interpretada erróneamente por los humanos. La Jerarquía Espiritual impone el deber y
la responsabilidad de ayudar al progreso de los seres menos evolucionados; pero el
hombre ha interpretado la jerarquía como cualidad personal y como derecho de
mandato, siendo que la jerarquía sólo da deberes y no derechos.

El derecho sólo puede adquirirse a través del deber plenamente cumplido; en


consecuencia, no debemos sentirnos con derecho por el simple hecho de estar ubicados en
una posición de jerarquía humana, sino que ello debe darnos, en cambio, el sentido de
nuestra responsabilidad de proteger, guiar y ayudar a quienes ocupan posiciones
inferiores o de dependencia con respecto a nosotros.

No debemos menospreciar a un enfermo porque el sea inferior fisica o mentalmente:


por el contrario, el sabernos superiores a el, mental o fisicamente, debe darnos la
sensación de nuestra responsabilidad de proteger y ayudar en todo lo posible.

En esa forma interpretaremos debidamente la Ley de Jerarquía, que


desafortunadamente el hombre siempre ha malinterpretado, transformando la jerarquía
en mandato, imposición de su voluntad y exigencia de acatamiento. El acatamiento debe
brotar espontáneamente del alma, como una forma de agradecimiento y reconocimiento
de la bondad y capacidad de alguien que se evidencia superior por sus hechos de bien, por
su acción de guía y de protección absolutamente desinteresada hacia los inferiores, es
decir, una persona que comprende y practica la verdadera Jerarquía.

En el aspecto Espiritual, la Jerarquía es Trabajo y Orden; en el aspecto humano, la


jerarquía debe imponernos, también, el deber de trabajar para el bien de los demás. A la
vez, mediante la jerarquía se establece el orden imprescindi¬ble para el desarrollo
normal y beneficioso de cualquier actividad. La jerarquía, el orden y el trabajo deben ser
insepa¬rables para poder lograr el éxito.

Nuestro Espíritu.

En todo el Universo y. por lo tanto tamhién en nuestro mundo, la Vida


está Regida por Leyes que se manifiestan y actúan permanentemente.
La vida humana -que manifiesta y refleja la Vida Espiritual- también
necesita, para su desenvolvimiento, leyes que la rijan, y es por ello que
el hombre ha creado sus leyes, las cuales -con deformaciones y hasta
invirtiendo los valores- reflejan, en cierto modo, las Leyes
Espirituales, es decir, las Leyes Divinas.

Nuestro Espíritu es una "Chispa" brotada de Dios, cuyo Amor da


Vida de Sí Mismo; es, pues. una "Chispa" Divina y, como tal, posee
cualidades Divinas que van aflorando y desarrollándose mediante el
proceso de Evolución que debe efectuar a través de miles y miles de
años.
En el mismo instante de "nacer" la "Chispa" Divina, comienzan a
actuar en ella las Leyes que Rigen la Vida; así, Seres ya Evolucionados
-es decir, Seres Superiores que constituyen la Jerarquía Espiritual- la
toman Amorosamente bajo su Guía y Protección, procurándole todos
los medios para que la "Chispa" Divina pueda comenzar y desarrollar
su proceso de Evolución y realizar todas las Experiencias necesarias
que le permitan, luego, adquirir Conciencia de bien y mal y hacer uso
de su Libre Albedrío.

Así, Guiada en todo momento por la Jerarquía Espiritual, la


"Chispa" Divina inicia una larguisima serie de Experiencias.
Primeramente en mundos muy sutiles -mundos que podríamos llamar
Espirituales- y luego, progresivamente, en mundos cada vez menos
sutiles, hasta llegar a mundos fisicos como el nuestro.

Cuando la "Chispa" Divina va a Experimentar a un mundo, para


poder hacerlo debe "envolverse" en las sustancias que forman el
"medio" de ese mundo, a cuvas sustancias se va adaptando, lo cual le
permite realizar después otras Experiencias en mundos algo
inferiores, hasta llegar a los mundos fisicos.

Cuando le corresponde experimentar en un mundo como el nuestro,


por ejemplo, la "Chispa" Divina debe vivir repetidas veces en el Reino
Mineral, luego en el Reino Vegetal, y después en el Reino Animal.
Cada vez que termina una de sus Experiencias en el mundo, la
"Chispa" Divina retorna al Espacio donde Viven en conjunto, en
grandes Grupos, "Chispas" Divinas que están realizando sus
Experiencias en el mismo Reino de la Naturaleza.

Existen diferentes Grupos: unos, formados por "Chispas " Divinas


que están Experimentanao en el Reino Mineral, otros, por "Chispas"
Divinas que ya están realizando sus Experiencias en el Reino Vegetal,
y otros, por "Chispas" Divinas -ya más Evolucionadas- que están
Experimentando en el Reino Animal.

En todos esos Grupos, la Fuerza Espiritual de todas las "Chispas"


Divinas que lo integran se une, y las Experiencias realizadas por unas
"Chispas" ayudan a las otras cuando esas otras "Chispas" deben, a su
vez, ir a Experimentar en el mundo, pues, mientras una "Chispas"
Divinas de ese Grupo Experimentan, las otras permanecen en el
Espacio.
Como vemos, aunque viven todavía en forma incons¬ciente, existe en
las "Chispas" Divinas la verdadera Fraternidad, porque -como ya
sabemos- la Fraternidad es Ley de Vida.

A medida que realizan sus Experiencias -para lo cual en todo


momento son Amorosamente Guiadas y Protegidas por la Jerarquía
Espiritual- las "Chispas" Divinas van Evolucionando y adquiriendo
mayor Fuerza y capacidad de acción individual, hasta que llega el
momento en que, habiendo ya realizado todas las Experiencias
necesarias en los tres Reinos de la Naturaleza, esas "Chispas" Divinas
han logrado un cierto "punto" de Evolución y, también, han
adquirido algún sentido sobre bien y mal, lo cual constituye el
comienzo de su futura Conciencia.

Realizadas todas las Experiencias necesarias en los tres Reinos de la


Naturaleza, corresponde a la "Chispa" Divina Experimentar en el
Reino Humano; pero, antes de iniciar sus Experiencias como hombre
debe permanecer por mucho tiempo en el Espacio, trabajando en la
perfecta asimilación de todas las Experiencias realizadas. Para este
trabajo reciben, también, Ayuda Amorosa de la Jerarquía Espiritual.

Durante el Largo período que permanece en el Espacio antes de


encarnar como ser humano, la "Chispa" Divina se transforma en
Espíritu, al nacer su conciencia mediante la "recapitulación" y
asimilación de todas las Experiencias realizadas, lo cual forma en ella
una base de Sabiduría y de capacidad para discernir entre bien y mal,
que le permite comenzar a utilizar su Voluntad y Libre Albedrío.
Libre Albedrío y Voluntad son Facultades que la
"Chispa" Divina recibe al "nacer" a la Vida, pero que no puede
utilizar hasta que, habiendo realizado todas las Experiencias
necesarias que marca la Ley de Evolución, ha adquirido Conciencia, y
por lo tanto, se ha transformado en Espíritu, pudiendo entonces
comenzar a Experimentar en el Reino Humano, es decir, iniciar sus
encarnaciones como hombre.

En el comienzo, las nuevas Experiencias que realiza la "Chispa"


Divina transformada en Espíritu -con Conciencia y Libre Albedrío-
son todavía Guiadas por la Jerarquía Espiritual; pero, a medida que
el Espíritu afirma y fortalece su Conciencia y ejerce su Voluntad y su
Libre Albedrío, va adquiriendo Responsabilidad por sus actos,
pensamientos y sentimientos. Responsabilidad que va aumentando
progresivamente a medida que el Espíritu Evoluciona.

La Evolución adquirida por el Espíritu se manifiesta en j. el hombre a


través de su inteligencia; por lo tanto, una persona inteligente tiene,
ante la Ley Divina, mayor Responsabi lidad por sus actos,
pensamientos y sentimientos que una persona de menor inteligencia.

Esto significa que todos somos exactamente iguales y que la única


diferencia que existe entre unos hombres y otros, y entre el hombre y
los animales, los vegetales y los minerales, es el "punto" de Evolución
Espiritual que unos ya han alcanzado v otros deben aún alcanzar. La
diferencia consiste, solamente: en que los hombres más inteligentes
son "Chispas" Divinas que nacieron a la Vida antes que los hombres
menos inteligentes, o que hicieron, voluntariamente, mayor esfuerzo
por progresar.

Mediante esta enseñanza podemos comprender también que el


hombre no es, en realidad, superior a los animales, a los vegetales ni a
los minerales, sino que es, sencillamente, un Hermano mayor de todos
ellos, a los cuales debe amar como él fue y es amado por sus Hermanos
Mayores de la Jerarquía Espiritual.

Vibración
- Vibraciones Sutiles y vibraciones densas –

Tojo el Universo entero; vibra, porque Vibracton es fu Esencia Espiritual de todo lo que
existe.

Vibración no significa el movimiento trémulo que estamos acostumbrados a ver, sentir o


comprobar físicamente, sino la Energía Espiritual que, en forma infinitamente variada,
conforma todo cuanto existe.
Esa Energía Espiritual Vida; por lo tanto, podemos
decir que Vida es Vibración y que la Vibración -o sea la Vida- se Manifiesta bajo infinitos
aspectos diferentes para conformar todo, absolutamente todo lo que existe en el Universo.
Si todo lo que existe -en nosotros y fuera de nosotros, en nuestro mundo y más allá de
nuestro mundo- es Vibración, porque es Vida Manifestada bajo los innúmeros aspectos
que requieren la necesidad de Evolución de los mundos y de la Naturaleza y de las
humanidades que pueblan esos mundos, lógicamente existen infinitas "ciases" de
Vibración, desde la Vibración Espiritual más Sutil. más Pura y más Poderosa -que es la
Vibración Divina- hasta la vibración densa de la materia que conforma todo lo fisico y
material que tiene forma en mundos como el nuestro.

Las Vibraciones Espirituales son Vibraciones muy sutiles; las vibraciones densas son
también Espirituales en Esen¬cia, pero "condensadas ", es decir que al adoptar
consistencia material y aspecto físico, han debido transformarse.

Nuestros sentidos físicos nos permiten captar sólo vibraciones densas o en un punto bajo
de sutileza; las vibraciones de sutileza más elevada resultan imperceptibles para nuestros
sentidos físicos. Por eso, nuestros ojos no pueden ver ciertos colores ni nuestros oídos
pueden percibir ciertos sonidos que, sin embargo, la Ciencia demuestran que existen.
Esto significa que hay vibraciones que, siendo físicas -pues corresponden a nuestro mundo
fisico- son más sutiles que otras, y también significa que ciertas vibraciones físicas pueden
ser captadas por nuestros sentidos humanos y, en cambio, nuestros sentidos humanos no
pueden captar otras vibraciones que también son físicas.

Decimos que la vibración física material es Vibración Espiritual transformada porque,


como ya sabemos, todo lo que existe en nuestro mundo -al igual que todo lo que existe en el
Universo entero-- es Vibración emanada de Dios, pues Dios es el Único Creador, la Única
Fuente de Vida y, al Crear, Dios da Vida de Sí Mismo.

En consecuencia, nada existe que no haya emanado de Dios; pero, Dios es Espíritu Puro,
Crea en Espíritu, que es Vibración Sutilísima, de modo que las vibraciones materiales y
físicas que correspondan a los mundos físicos son Vibración sutil transformada, Vibración
Sutil densificada y "condensada".

Al transformarse, densificándose o "condensándose ", la Vibración Sutil pierde las


cualidades y propiedades inherentes a su "punto" de sutileza y adquiere, en cambio, las
cualidades y propiedades que corresponden a la materia, a lo físico, es decir, las cualidades
y propiedades inherentes a un "punto" de sutileza muy inferior. Esas cualidades y
propie¬dades de la vibración varían de acuerdo con el grado de la densificación.
Para mejor comprender tomemos, por ejemplo, el agua.

El agua puede encontrarse en diferentes grados de densidad. Como líquido tiene una
densidad determinada y propiedades que responden a ese grado de densidad; como sólido
tiene diferente densidad y diferentes propiedades, y como vapor tiene otro grado de
densidad y distintas propiedades. Sin embargo, en todos esos grados diferentes de
densidad, el agua conserva siempre la misma composición esencial.

Así, también, la vibración sutil, al densificarse en mayor o menor grado, cambia


completamente sus cualidades y propiedades, su Esencia Espritual original.
La Vibración -emanada de Dios- que luego se densifica y adquiere forma, es de "Calidad'
diferente a la Vibración de las "Chispas" Divinas --que tambié; emanan de Dios-. Es decir
que Dios Uno, Creador, da Vida a los Seres Espirituales y da Vida, también, a los Mundos
y Sistemas y a todas las materias físicas. Como vemos, todo es Vida, es decir, todo es
Vibración, tanto en lo Espiritual Sutil invisible como en lo Espiritual "condensado" -que
nos es posible ver y sentirque conforma todo lo que es flsico v material.

Por lo tanto, entre lo Espiritual y lo flsico sólo hay dife¬rencia de "estado vibratorio ",
como ha podido comprobarlo la Ciencia al liberar la energía atómica. o sea, al obtener que
se transforme nuevamente en “Vibración Sutil”. la vibración "condensada" o física.
Esto comprueba que todo es Vibración e n su Esencia, y como sabemos que en su Esencia
todo es Espiritual, por ser de origen Divino, podemos decir que Vibración es la Esencia
Espiritual de todo lo que existe.

- Vibraciones positivas y vibraciones negativas. –


-
La Vibración o sea la Vida- se manifiesta bajo todos los infinitos aspectos que constituyen
el Universo; por lo tanto, es tal la diversidad de vibraciones que existe que nuestra mente
no puede siquiera concebirla.

En la Tierra -por ejemplo- son vibraciones todos los diferentes estados de la materia, es
decir, de las sustancias fisicas que conforman todo lo que existe en el planeta. Son
vibraciones los sentimientos, las sensaciones, los pensamientos y, también, son vibraciones
los cuerpos, las almas, las mentes y las palabras.
Las Ciencias y las Artes son vibraciones, así como los colores, los sonidos, el calor, la
energía, la electricidad y la luz.

Todas esas innumerables vibraciones que existen en nuestro mundo y, además, las
Vibraciones de los seres espirituales que viven en él, Experimentando como humanos o
Experimentando en los Reinos de la Naturaleza- constituyen la manifestación, en la
Tierra, de la Vibración- Vida, que adopta todos los aspectos y formas necesarios al
planeta, a la Naturaleza y a los hombres.

Siendo todo manifestación de Vibración- Vida Emanada de Dios, todas las vibraciones que
existen en el mundo deberían -lógicamente- ser vibraciones positivas, o sea de bien; sin
embargo, no todas las vibraciones que existen en nuestro mundo son vibraciones positivas,
sino que, desafortunadamente, hay en la Tierra una enorme proporción de vibracio¬nes
negativas.

Esto se debe a que la falta de amor entre los hombres, el egoísmo, la ambición y demás
consecuencias del desamor, fueron transformando en negativas -o de mal- vibraciones
originalmente positivas -o de bien-; de esa forma, con sus pensamientos y sus sentimientos
han ido "impregnando" de vibraciones negativas el planeta.

Esos pensamientos y sentimientos negativos fueron causa de hechos negativos, los cuales, a
su vez, originaron otros pensamientos, sentimientos y hechos también negativos. Esto, que
ha ocurrido permanentemente desde hace miles y miles de años, ha formado en la tierra
una intensísima fuerza negativa.

Por eso nuestro mundo es un mundo de dolores y de pruebas; pero, como vemos, no es un
mundo de pruebas y dolores porque así nos lo haya impuesto el Padre Divino, que es
amor, sino porque los hombres mismos lo han transformado en lo que es.
Los Seres con conciencia -como es el hombre- pueden transformar vibraciones positivas en
negativas en virtud del libre albedrío que poseen, el cual les otorga libertad de acción -
lógicamente bajo su exclusiva responsabilidad.

Por ello es que el hombre debe superar en su vida tantos males y tantos dolores.
Las vibraciones originales son siempre positivas, es decir, de bien; pero el hombre, al
utilizarlas conscientemente en forma egoísta y ambiciosa o en perjuicio de alguien o de
algo, las transforma en vibraciones negativas, porque las utili¬za transgrediendo la Ley
Divina, que es Amor.

Al obrar de esa manera, el hombre contrae una deuda con la Ley Divina y necesita luego -
como ya hemos dicho anteriormente- sufrir tanto dolor como causó, a fin de purificar su
Alma y aprender que obrar negativamente es suma¬mente perjudicial.

Al pensar, al sentir, al hablar, emitimos Vibraciones, y esas vibraciones llegan a los demás.
Si nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras intenciones al hablar, son
positivos, esas vibraciones nuestras, que llegan a los demás, son vibraciones positivas o de
bien; pero si nuestros pensamientos, sentimientos o intenciones al hablar, son negativos,
los demás recibirán de nosotros vibraciones negativas o de mal.

Por lo tanto, deberemos tener cierto cuidado con nuestros pensamientos, con nuestros
sentimientos y con nuestras reacciones, especialmente en aquellos casos en que nos
encontremos ante hechos que nos mortifiquen, nos hieran o nos desagraden, a fin de no
caer en el peligro de reaccionar, pensar o hablar negativamente, pues, además de l
perjuicio que con ello ocasionaríamos a otros, nos perjudicaríamos a nosotros mismo.
En cambio, si en esos casos respondemos con vibraciones positivas en nuestros
pensamientos, sentimientos o palabras, no sólo contrarrestamos la fuerza de las
vibraciones negativas que trataron de mortificarnos, herirnos o desagradarnos, sino que,
así, habremos fortalecido en el bien nuestra propia Alma, lo cual nos proporcionará una
intensa felicidad.

Si los hombres hubieran procurado actuar siempre en esa forma, la Humanidad no se


habría visto amenazada y herida tan frecuentemente por guerras y catástrofes. Las
guerras, las catástrofes y todos los males que afectan a la Humanidad son producto de las
vibraciones negativas con que los hombres han impregnado nuestro mundo.
La falta de conocimiento sobre la verdad de la vida, ha llevado a los hombres, siglo tras
siglo, milenio tras milenio, a obrar negativamente, generando así, en el mundo, una
poderosa fuerza negativa, cuyas consecuencias la Humanidad ha debido y debe sufrir.

- Armonía vibratoria.

Sabemos que todo lo que existe es Vibración. En consecuencia, todas las sustancias de que
están compuestos los minerales, y todas las sustancias de que están formados los vegetales
y los animales son vibraciones, como también son vibraciones todos los elementos que
constituyen y conforman el ser humano.

Las "Chispas" Divinas que Experimentan en los minerales, en los vegetales y en los
animales no tienen aún Conciencia; por lo tanto, sus múltiples y diversas vibraciones son
positivas, ya que, como todavía no poseen el uso de su Volun tad ni del libre albedrío, no
existe para los Reinos de la Naturaleza posibilidad de transformar en negativas sus
vibraciones.

Cada Reino de la Naturaleza tiene su Vibración propia.

Así, la Vibración del Reino Mineral está formada por las vibraciones de todos y cada uno
de los minerales que existen en el mundo; la Vibración del Reino Vegetal está formada por
las vibraciones de todos y cada uno de los vegetales del mundo, y la Vibración del Reino
Animal está formada por las vibraciones de todos y cada uno de los anima/es de la Tierra.

Como ya sabemos, los Reinos de la Naturaleza son, en su parte fisica, elementos de


Experiencias para las "Chispas" Divinas, las cuales realizan esas Experiencias bajo la
Guía y Protección permanente de los Seres Superiores. Por lo tanto, cada mineral, cada
vegetal y cada animal tiene sus propias vibraciones fisicas y Espirituales, es decir, sus
propias vibraciones densas y sutiles -siempre positivas- que armonizan perfectamente
entre sí.
.
Ese conjunto individual de vibraciones, unido a las Vibraciones similares de los demás
integrantes del Reino, conforman la Vibración propia de ese Reino. La Vibración, cada
uno de los tres Reinos es también perfectamente armonica con la de los otros dos,
formando en conjunto la Vibración de la Naturaleza en el mundo, la cual es Vibración
armónica y positiva.

También el ser humano tiene sus propzas vibraciones Espirituales -sutiles- y fisicas -
densas-; pero el hombre, ejerciendo su voluntad y su libre albedrío, ha transformado en
negativas muchísimas vibraciones de su mente, de su Alma y de su cuerpo, y, en
consecuencia, la Vibración de la Humanidad -que está formada por la vibración de todos y
cada uno de los hombres- tiene en sí una desoladora proporción de vibraciones negativas.
Por ello, la Vibración propia de la Humanidad es desarmónica y negativa.

La vibración del hombre es desarmónica debido a que, siendo las Vibraciones de su


Espíritu -que viene a la Tierra a Experimentar y Trabajar para poder Progresar y
Evolucionar- puras y positivas, como el hombre ha transformado en negativas casi todas
las vibraciones que corresponden a su vida humana, en él se ha producido una gran
desarmonía entre las Vibraciones puras y positivas de su Espíritu y las vibraciones
negativas de sus pensamientos, sus sentimientos y su cuerpo fisico. En consecuencia, la
Vibración propia de la Humanidad, formada por la vibración de todos los hombres -que,
como ya dijimos, es desarmónica y negativa- desarmoniza con la Vibración propia de la
Naturaleza, que es armónica y positiva.

La vibración de la Humanidad y la Vibración de la Naturaleza, unidas, forman la


Vibración propia de nuestro mundo; en consecuencia, la Vibración de nuestro mundo es,
también, Vibración desarmónica. Por ello, su "tono" vibratorio no es el "tono" que debe
tener nuestro mundo para poder conservar la Armonía con los otros mundos del Universo,
a los cuales está -como ya sabemos- unido espiritualmente.

Como la Ley Divina, que Rige el Universo, señala Armonía entre los mundos para la
perfecta Realización de la Vida en ellos, cuando un mundo vibra negativamente y, por lo
tanto, desarmoniza con los demás, está transgrediendo la Ley; como consecuencia, la
Humanidad de ese mundo -que es la única causante de esa desarmonía- deberá purificarse
para poder obtener la Armonía necesaria, y para purificarse deberá sufrir hasta que
comprenda su necesidad de cambiar y cambie.

Por eso es imprescindible, para el hombre, el Conocimiento Espiritual, que le permitirá,


no sólo comprender la verdadera causa de todos sus males y donde sino tamhién aprender
a vivir de acuerdo con la Ley Divina.

Podrá, así, lograr la armonía necesaria en su propia vibración y también en la Vibración


de la Humanidad y, como consecuencia, se obtendrá en la Vibración de nuestro mundo la
Armonía debida.

En esa forma, la Vibración de la Tierra adquirirá el "tono" que señala la Ley y


Armonizará con la Vibración de los otros mundos del Universo.

No debemos olvidar que la Humanidad está compuesta por todos los hombres que viven
en la Tierra; por lo tanto, todos y cada uno de los hombres que viven en la Tierra tienen el
deber y la responsabilidad de esforzase al máximo para que la "Vibración" de nuestro
mundo adquiera el "tono" debido. Para obtenerlo es necesario comenzar a purificar
nuestros pensamientos y nuestros sentimientos, sin olvidar que quienes han recibido el
Conocimiento Espiritual tienen, además, el deber de enseñar a los otros la necesidad de
purificarse.

Si la purificación de los pensamientos y sentimientos fuera practicada por una gran


mayoría, rápidamente podría cambiar el "tono" de la Vibración propia del mundo y,
como consecuencia, el oscuro y desolador panorama actual de guerras y desastres se
transformaría e n un luminoso panorama de esperanza y felicidad.

Ley de Afinidad.

Como hemos visto anteriormente. todo lo malo que existe en nuestro mundo se debe a la
transformación del Bien en mat que tos hombres han realizado en la Tierra -desde hace
miles de años- con sus pensamientos y sentimientos negativos.

Esto demuestra la poderosisima fuerza que poseen nuestra alma y nuestra mente, fuerza
que cada uno puede utilizar en bien o en mal, según su propia voluntad. Sin embargo
como también sabemos- cada uno es re sponsable de sus acciones realizadas en forma
voluntaria, y deberá -ineludiblemente- responder por ellas ante la Ley Divina. "Responder
ante la Ley Divina" significa que, como respuesta a nuestros hechos. pensamientos y
sentimientos, habremos de recibir, indefectiblemente, tanto bien o tanto dolor como
hayamos producido o deseado producir a otros. Esto responde a la Ley de Causa y Efecto.

Todas las Leyes que Rigen la Vida en todo el Universo son Expresiones del Amor Divino, o
sea Expresiones de Su Ley de Amor Universal. Una de esas Leyes es la Ley de Afinidad.
Mediante la Ley de Afinidad, las vibraciones se atraen y unen de acuerdo con su propia
"calidad", formando de este modo una fuerza con poder de acción muy superior al poder
de acción de cada vibración aislada, porque la fuerza de las vibraciones que se unen no se
suma sino que se multiplica.

Por lo tanto, los pensamientos de varias personas unidas en un mismo deseo forman una
fuerza que puede obtener realizaciones con mayor facilidad que cada una de esas personas
individualmente.

Al unirse las vibraciones de varias mentes conforman una especie de "foco" de vibraciones
cuya fuerza está en relación con la cantidad y la "calidad" de las mentes que se han unido.
La "calidad" de la mente depende de su "punto" de evolución, y cuanto más evolucionada
es una mente, mayor fuerza posee y, en consecuencia, más fuerza podrá aportar al
conjunto, o sea al "foco" que está integrando.

Como es logico, ese foco de vibraciones está también bajo la acción de la Ley de Afinidad;
en consecuencia, sus vibraciones atraen del Espacio vibraciones similares, en in¬tensidad
acorde con su propia fuerza, y la fuerza de las vibraciones atraídas se suma a la fuerza del
"foco" formado, ayudando así a la obtención de las realizaciones perseguidas por quienes
han unido sus mentes para tratar de lograrlas.

Cuando las mentes unidas vibran positivamente atraen fuerzas positivas, y cuando las
mentes unidas vibran negativamente atraen fuerzas negativas.
Lo Superior, lo Puro, lo Verdadero, es siempre positivo; por lo tanto, cuando deseamos
algo con pureza y sin ningún egoísmo y lo expresamos a través de nuestra mente, por Ley
de Afinidad la fuerza de nuestra mente atrae Vibraciones desde lo Superior, y cuando las
mentes que se han unido deseando esa realización de bien son varias o son muchas, la
Fuerza que se atrae de lo Superior es mucho más poderosa.

Exactamente lo mismo, pero en sentido inverso, ocurre cuando la mente o las mentes
unidas expresan deseos negativos, o sea de mal.

Transformemos el mal en Bien.


Todo lo Creado es y ha sido siempre positivo; pero, como ya sabemos, lo positivo se
transforma en negativo cuando los seres, en virtud del libre albedrío que todos poseemos,
utilizan sus vibraciones positivas para el logro de fines egoístas.

De acuerdo con la Ley Divina -que siempre es Amor todo poder debe ser utilizado sólo
para el bien de los demás; no deberá utilizarse exclusivamente para el propio beneficio y
menos aún para perjudicar a otros.

Cuando un ser se aparta del camino del amor, que la Ley Divina señala a todos; cuando
utiliza un poder, sea Espiritual, mental o humano, para perjudicar a otros o para
bene¬ficio propio exclusivamente, ese ser está obrando en completa oposición a la Ley del
Amor, o sea la Ley Divina. Entonces, sus vibraciones, que eran acordes con la Ley -y por
lo tanto positivas- se transforman en opuestas a la Ley -y por lo tanto negativas.

Sabemos que por Ley de Afinidad las vibraciones positivas atraen otras vibraciones
positivas y las vibraciones negativas atraen otras vibraciones negativas.

Sabemos, también, que todo lo Superior, lo Puro, lo Verdadero, es positivo, y que, por lo
tanto, es desde lo Superior que nuestras vibraciones positivas -o de bien- reciben apoyo y
ayuda; pero, ¿desde dónde reciben apoyo y ayuda las vibraciones negativas o de mal- que
producen las mentes y las almas humanas?

Debemos presumir que en algún "momento ", algún Ser poderoso y positivo -quien por
Ley de Jerarquía debía usar su poder para el bien de muchos otros seres- obró en
oposición a la Ley del Amor al permitir que se formaran en su Mente poderosa,
pensamientos egoístas y ambiciosos que, paulatinamente, fueron adquiriendo más y más
fuerza. Se habría formado así, en el propio Ser, un foco de vibraciones opuestas a la Lev,
y cuando esas vibraciones opuestas a la Ley llegaron a adquirir una fuerza determinada,
produjeron una especie de "conmoción interna" en el Ser, quien, por la fuerza y acción de
esa "conmoción interna ", se vio "proyectado" a un "punto" del Espacio que podríamos
calificar de "opuesto" a aquel en que antes se encontraba, y privado del contacto con las
Fuerzas Superiores que hasta ese momento le rodeaban.

El Poder Espiritual permanece siempre en los Seres, de modo que ese Ser continuó siendo
poderoso, pero, su gran poder positivo se transformó en poder negativo. Su Mente,
transformada en Mente negativa, desde aquel "momento" proyecta sus vibraciones
poderosas procurando influir en las almas y en las mentes de otros seres, para infiltrarles
sus vibraciones negativas, atraerlos a su órbita de acción y someterlos a su voluntad. Es
decir que desde aquel "momento" obra permanentemente en oposición a las Leyes
Divinas.

No es dificil comprobar que la acción negativa ha tenido éxito en nuestro mundo, pues
suman millones los seres que han aceptado y aceptan, obedeciendo voluntariamente, las
sugerencias del mal.

Eso es lo que ha ido fomentando el "clima" espiritual tan negativo que existe en nuestro
mundo, en el cual los hombres viven en oposición a la Divina Ley del Amor, envueltos en
vibraciones de ambición, egoísmo, orgullo, vanidad, odios y rencores, que alejaron de los
hombres la felicidad -que sólo puede obtenerse viviendo de acuerdo con el Amor- y
originaron en ellos necesidades Espirituales de purificación dolorosa.

Sin embargo, el Amor Divino, que nunca abandona a Sus hijos, proporcionó una y otra
vez a la Humanidad los medios para encauzarse por el Sendero del bien, para lo cual
llegaron a la Tierra Sus Enviados, quienes enseñaron a Los hombres el Camino. En
consecuencia, no podemos suponer que algún ser, por mucho que se haya desviado hacia el
mal, ha perdido definitivamente la Protección Amorosa del Padre, pues no habría en ello
la Justicia Perfecta con que el Padre Expresa Su Amor.

Sabiendo que el Divino Amor y el Divino Poder nos Protegen en todo momento, no
debemos sentir temor y menos sentir odio por aquellos pobres seres intensamente
desviados a quienes solemos dar diferentes nombres, pero que, en general, podríamos
denominar "seres de mal" -pues consciente¬mente sirven al mal obrando en oposición al
bien- porque el temor y el odio son vibraciones negativas que nosotros proyectamos, así,
sobre ellos. Esas vibraciones negativas, proyectadas sobre ellos por las mentes y las almas
humanas, se unen por Ley de Afinidad a las propias vibraciones negativas de esos seres,
aumentando su poder de acción y dificultando más y más su redención.

Debemos tener la seguridad de que aquello que, debido a una intensa fuerza opuesta al
Amor, una vez se transformó de positivo en negativo, bien podrá -en algún "momento ",
en el tiempo- volver a transformarse de negativo en positivo, mediante la maravillosa y
todopoderosa fuerza del Amor.

Todos los seres desviados, aun los más negativos, son también Hermanos Universales
nuestros; por lo tanto, tenemos el deber de proyectar sobre ellos nuestro amor, pues ese es
el camino por el cual podrán llegar de lo Superior, hasta ellos, la Luz y la Fuerza
Espiritual que habrán de iluminarlos y fortalecerlos para que puedan iniciar la nueva
transformación y redimirse. Ellos son "enfermos" espirituales.y el Amor es la única
"medicina" que podrá sanarlos.

Si los hombres, que son víctimas constantes de las asechanzas del mal, responden a sus
ataques con su amor, la fuerza del amor de los hombres hacia esos Hermanos tan
desviados les ayudara a iograr su redencion.

Por lo tanto, no debemos temer ni odiar a los seres que vibran negativamente. Por el
contrario, debemos sentir por ellos un profundo amor compasivo y ayudar, co n la fuerza
positiva de nuestra mente y de nuestra alma, a que en algún
"momento" logren transformar nuevamente en positivas sus vibraciones actualmente
negativas.
Las civilizaciones y la Ley del Amor.
No pocas veces nos enteramos de descubrimientos arqueológicos que demuestran
claramente que algunos lugares de la Tierra, que en la actualidad se hallan deshabitados,
en épocas remotas estuvieron poblados por hombres que habían alcanzado una
civilización que, en algunos casos y en ciertos aspectos, era más avanzada que la
civilización actual. La Historia nos habla de muchos pueblos -que vivieron en el pasado-
cuya civilización, después de haber logrado un gran florecimiento, entró en decadencia
hasta desaparecer. ¿Quiénes impulsaron esas civilizaciones, y por qué esas civilizaciones
desaparecieron, quedando de ellas solamente ruinas?

Siempre existieron -y aún existen- grandes diferencias en el progreso logrado por los
diversos grupos humanos, porque en nuestro mundo -como en todo el Universo- Actúan
las Leyes, y la Ley de Jerarquía impone a la Humanidad una escala jerárquica de valores
en la cual corresponde, a los grupos humanos que están en peldaños superiores, impulsar
y ayudar al Progreso Espiritual, flsico y material de los grupos que, en esa escala de
valores, se encuentran aún en peldaños inferiores.

A medida que un Espíritu Progresa y Evoluciona va adquiriendo mayor Sabiduría. La


Sabiduría del Espíritu es la que permite a ciertas personas -Espiritus de Evolución
Superior, que por un determinado lapso se encuentran en la Tierra viviendo como
humanos- manifestar una inteligencia muy superior al común de los hombres de su época,
que les impulsa a estudiar e investigar las Ciencias. Esto les permite realiar
descubrimientos e inventos que marcan nuevos rumbos en la vida humana y señalan
caminos por los cuales otros hombres podrán traer, luego, adelantos insospechados que
beneficiarán a toda la Humanidad, como ha ocurrido, por ejemplo, con el descubrimiento
de la electricidad, de las ondas hertzianas y de la energía nuclear que, bien podemos decir,
han transformado y mejorado -y podrán transformar y mejorar aún más - la vida de los
hombres.

El progreso de los grupos humanos no se refiere solamente al aspecto científico, sino


también al aspecto artístico y al aspecto social, es decir, a la convivencia de los seres
humanos, todo lo cual debe evolucionar y perfeccionarse ininterrumpidamente.

Mediante el estudio de la historia antigua y también por los hallazgos arqueológicos


realizados, ha sido posible comprobar que durante largos períodos, diferentes grupos
humanos, que con el correr de los milenios poblaron la Tierra, vivieron en un ritmo de
constante perfeccionamiento, alcanzando un gran progreso en las Ciencias, en las Artes y
en la forma social de la vida.

La Ley Divina -que es siempre Amor- Rige todo cuanto existe en el Universo. Cuando en
un mundo la vida se desarrolla en armonía con la Ley, es decir, con el Amor, el Progreso
Evolutivo que le corresponde va obteniéndose progresivamente, proporcionando a los
grupos humanos felicidad, armonía y bienestar, porque mediante el cumplimiento de la
Ley Divina el hombre vive en perfecta relación con Dios y en perfecta relación con sus
hermanos. En cambio, cuando el hombre se aparta del cumplimiento de la Ley Divina,
transformándose en ambicioso, egoísta y desamorado, y sus sentimientos negativos le
llevan a pensar, sentir y obrar en contra de sus hermanos, su relación con Dios se
entorpece enormemente, lo cual le aleja por completo de! sendero de la felicidad.

En esas circunstancias, aún cuando el progreso material continúe, la Ciencia, el Arte, y la


convivencia humana se transforman en instrumentos al servicio del egoísmo y de la
ambicion, como la finalidad de la Ciencia, el Arte y la Convivencia humana es el bien
común. la Ciencia, el Arte y la vida de relación se desarrollan, así, en forma opuesta a su
verdadera finalidad, lo cual sólo puede traer a los hombres dolor en vez de felicidad, y,
además, demora en e! progreso evolutivo.

Cuando el grupo humano -o la Humanidad toda- demora su Progreso Evolutivo debido a


la degeneración de los valores morales que determinan ese Progreso, la convivencia se
transforma en sojuzgamiento del más débil por el más fuerte, a causa de la falsa
interpretación y arbitraria acción de la jerarquía. El arte se desvirtúa como expresión de
Realidad y Armonía, y los descubrimientos científicos se transforman en elementos de
destrucción al servicio de la ambición y el egoísmo, como ocurrió con la pólvora, la
dinamita, los gases tóxicos, las bacterias mortiferas empleadas con fines bélicos y la
energía nuclear, que como arma mortífera podría, en cualquier momento, destruir a casi
toda la Humanidad.

Basándonos en lo que la historia nos relata, podemos comprobar que todas las grandes
civilizaciones que florecieron en el mundo, decayeron y finalmente desaparecieron debido
al empleo ambicioso y egoísta del poder y el progreso obtenidos, es decir, debido a la falta
de amor.

En consecuencia, y resumiendo, podemos decir que las civilizaciones fueron -y son-


impulsadas por el Amor de Seres de Evolución Superior que, interpretando debidamente
la Ley de Jerarquía, actúan en la Tierra como humanos extraordinariamente dotados,
para señalar e iniciar caminos de progreso que los hombres deben seguir, y que las
civilizacio¬nes desaparecieron -y podrán aún desaparecer- debido al desamor, al egoísmo
y la ambición de los hombres, que les llevan a odiarse y exterminarse mutuamente.

La Ley siempre se cumple: el amor proporciona felicidad; en cambio, el desamor conduce


al dolor y a la destrucción.

La Mente Espiritual y el Alma Espiritual y la mente humana y el alma


humana.
Nuestro Espíritu, como ya sabemos, es una "Chispa" Divina Purísima que, en el proceso
de su Evolución, debe realizar infinitas Experiencias, en diferentes mundos, para lo cual
necesita "revestirse ", en cada mundo, de las sustancias que forman el "medio" en el cual
deberá actuar.

Cuando una "Chispa" Divina se ha transformado en Espíritu consciente, es decir cuando


ha formado ya su Conciencia y ha aflorado su Voluntad y su Libre Albedrío, adquiere la
facultad de pensar y de sentir por sí misma, lo cual determina en el Espíritu dos aspectos
perfectamente armonizados entre sí: el aspecto Mental, o Mente Espiritual, y el aspecto
Sensorial, o Alma Espiritual.

Estos dos aspectos del Espíritu actúan en todo momento y, lógicamente, también actúan
durante los períodos en que el Espíritu vive encarnado en un mundo a fin de
Experimentar en él. Para actuar en mundos físicos, como por ejemplo el nuestro, el
Espíritu necesita elementos físicos que le permitan manifestarse; en consecuencia, la
Mente Espiritual se mani¬fiesta a través de la mente humana, y el Alma Espiritual se
manifiesta a través del alma humana.

La Mente Espiritual y el Alma Espiritual, que están constituidas por Vibraciones


Espirituales Purísimas, para poder actuar en la Tierra necesitan "envolverse" en
vibraciones afines densas, aunque invisibles, que toman de nuestro mundo, formando así
la mente humana -que responde a la Mente Espiritual- y el alma humana -que responde al
Alma Espiritual-. Todo ello se manifiesta fisicamente a través del cuerpo fisico.

La Idea es facultad de nuestra Mente espiritual, y la Mente Espiritual la expresa en


pensamiento por medio de nuestra me nte humana, la que, a su vez, utiliza como
instrumento de acción a nuestro cuerpo fisico. El Alma Espiritual posee la facultad de
sentir y amar, la que manifiesta, en la tierra, a traves de nuestra alma humana que, a su
vez, utiliza también nuestro cuerpo fisico como instrumento de acción.

Como la mente humana y el alma humana están constituidas -como dijimos-por


vibraciones densas, todo lo que deben manifestar, en pensamientos, en sensaciones o en
sentimientos, originados en las Vibraciones Sutilísimas de la Mente Espiritual y del Alma
Espiritual, lo manifiestan deformado y, además, casi siempre influido por las vibraciones
negativas de nuestro mundo, que tanto presionan las mentes y las almas de los hombres, y
que también las penetran si el hombre no opone a ello su firme voluntad de pensar y de
sentir sólo positivamente.

Casi siempre, las vibraciones negativas logran penetrar en la mente y en el alma humanas,
y así las ideas, las sensaciones y los sentimientos no sólo son deformados, sino que son
también transformados en ideas, sensaciones y sentimientos negativos.

No obstante, en muchas oportunidades, la sensación de nuestra Alma Espiritual es tan


poderosa que conmueve intensamente nuestra alma humana, como suele ocurrirnos al
contemplar ciertas manifestaciones de la Naturaleza, al contemplar bellezas pictóricas o
plásticas, al escuchar la interpretación de hermosas composiciones musicales.

También sentimos la acción de nuestra Mente Espiritual y de nuestra Alma Espiritual


cuando, por ejemplo, nos conmovemos intensamente ante la necesidad de un hermano
desvalido y deseamos -con absoluto desinterés- prestarle el máximo apoyo, traduciendo así
nuestro deseo espiritual de obrar de acuerdo con la Ley de Jerarquía que -como todas las
Leyes Espirituales- es Amor en su Esencia.

La Belleza pura y la Armonía perfecta son vibraciones sutilisimas, afines con la vibración
de nuestro espíritu; por eso es que, cuando nos encontramos ante panoramas, esce¬nas,
seres o expresiones artísticas que expresan verdadera be lleza o verdadera armonía,
sentimos profunda emoción, pues nuestra Alma Espiritual capta esa vibración de belleza o
de armonía y "responde" a ella.

No obstante, en algunas ocasiones esto no nos ocurre debido a que nuestra alma o nuestra
mente humanas están muy presionadas por las vibraciones densas y negativas del mundo,
lo cual le impide reflejar y expresar debidamente la vibración sutilísima de nuestra Mente
Espiritual y de nuestra Alma Espiritual.

Las sensaciones y sentimientos que responden exclusivamente a nuestro carácter de


humanos tienen su asiento en nuestra alma humana. Los placeres, que tan fácilmente se
transforman en vicios, los deseos, sentimientos y pensamientos ambiciosos y egoístas,
nacen en nuestra alma humana y en nuestra mente humana; eso ocurre debido a que ellas
transforman en negativas las vibraciones sutiles que reciben del Alma Espiritual y de la
Mente Espiritual, porque el hombre no se esfuerza en vivir de acuerdo con la Ley Divina,
que es Amor.

Es, pues, nuestro deber, esforzarnos al máximo en procurar la purificación de nuestra


mente y de nuestra alma humanas, a fin de que su vibración -aunque densa- pueda
manifestar y expresar, lo más fielmente que nuestro mundo permite, las purísimas
vibraciones de nuestra Mente Espiritual y de nuestra Alma Espiritual.

Los celos.
El amor propio es un foco de vibraciones negativas que se forma en el alma humana al
transformar el hombre -de positivo a negativo- el verdadero Amor en uno mismo. El
Amor debe proyectarse hacia todos y hacia todo, y cuando el Amor no se irradia ni se
proyecta sino que se retiene para sí, cuando el ser se ama solamente a sí mismo,
transforma el Amor convirtiéndolo en amor propio.

Podríamos considerar el amor propio como el punto central de una rueda cuyos múltiples
rayos serían: odio, fanatismo, vanidad, orgullo, envidia, egoísmo, desamor, ambi¬ción,
celos, y que, al girar, lleva el alma de los hombres por los senderos más tortuosos y
desviados.
Podemos comprender así, claramente, que el amor propio es la causa de todas esa graves
enfermedades de que adolece el alma humana, y los celos son una de esas graves
enfermedades del alma.
Cuando el celoso siente afecto hacia otro ser, considera que esa persona tiene el deber de
corresponderle y, a su vez, él se siente con derecho a exigirle esa reciprocidad.
No debemos olvidar que, con la Vida, Dios ha otorgado a todos y a cada uno de los
hombres Libre Albedrío; en consecuencia, todos y cada uno de los hombres son dueños
absolutos de sus pensamientos y sentimientos.

Por lo tanto, nadie puede tener derecho a poseer los pensamientos o sentimientos de otra
persona, ni aún tratándose de personas unidas por lazos familiares o de amistad, pues no
existe lazo alguno que pueda otorgar derecho a la posesión del pensamiento o sentimiento
de otro ser. El amor humano es verdadero sólo cuando se obtiene libremente y se prodiga
sin esperar reciprocidad ni sentirse con derechos adquiridos; cuando no exige ni espera
absolutamente nada como retribución.

El amor que exige o desea alguna retribución no es amor verdadero, es solamente


proyección -hacia otra persona- del amor que el ser se profesa a sí mismo, lo cual le da la
sensación de tener derecho a exigir de ella reciprocidad.
Cuando el amor propio se manifiesta bajo el aspecto de celos, perturba tan intensamente
al ser que impide a la mente discernir, a la par que cierra el alma a todo lo que no sea
satisfacer su amor propio "herido ", impulsándolo a los pensamientos, sentimientos y
acciones más negativos.

En tales condiciones el ser vibra negativamente y, por Ley de Afinidad, atrae otras
vibraciones negativas que también influyen en su mente y en su alma, agravando su
perturbación e intensificando su malestar. Una persona dominada por los celos es una
persona realmente enferma que evidencia desequilibrio en su mente y en sus actos; los
celos intoxican tan tremendamente el alma, que pueden originar los más graves hechos.
Debemos analizarnos permanentemente, cuidándonos de no adquirir esa peligrosa
enfermedad del alma. Para poder evitarla es menester pensar, sentir, y obrar siempre de
acuerdo con la Divina Ley del Amor, fuente inagotable de paz y felicidad para quien ama
y para aquellos que son amados.

El análisis de sí mismo.
A medida que se avanza en el Conocimiento Espiritual -o sea, el Conocimiento de la Vida-
la vida humana se nos muestra bajo aspectos que nos eran desconocidos; así es como nos
capacitamos para juzgarnos a nosotros mismos con mayor exactitud y, a la par,
comprendemos nuestra incapacidad para juzgar a los demás sin equivocarnos.

El Conocimiento Espiritual nos demuestra que, humanamente, carecemos de elementos de


juicio para poder juzgar a los demás, por cuanto las causas que originan los hechos
radican no sólo en la mente y en el alma de los hombres, que nos es imposible analizar con
la seguridad de no equivocarnos, sino también en hechos, situaciones y sentimientos
experimentados en vidas humanas anteriores.

Como ya sabemos, nuestra Vida verdadera es Una y eterna, y para completar las
Experiencias necesarias al Progreso que nuestra Vida verdadera debe obtener en este
mundo, realizamos en él una sucesión de encarnaciones, o sea, numerosas vidas humanas
sucesivas.

Por lo tanto, las circunstancias de la presente vida humana están íntimamente


relacionadas con nuestros pensamientos, sentimientos y hechos de vidas humanas pasadas;
del mismo modo, nuestros pensamientos, sentimientos y hechos de la vida presente
originarán las circunstancias de nuestras vidas futuras.

De modo que es menester cuidarse permanentemente de no pensar, sentir y obrar en


contra de las Leyes Divinas, que pueden sintetizarse en la Ley del Amor; para ello es
necesario practicar el constante análisis de sí mismo. El análisis de sí mismo, practicado a
la Luz del verdadero Conocimiento Espiritual, permite al hombre conocerse en su
realidad moral y, también, esforzarse al máximo por corregir sus defectos y acentuar sus
cualidades de bien.

Muchas fallas que se censuran en los demás pasan desapercibidas en sí mismo para quien
no se analiza o lo hace con perjudicial tolerancia. Por lo general, el hombre, es
excesivamente severo al juzgar a los demás, y excesivamente tolerante al juzgarse a sí
mismo. Para Progresar Espiritualmente es necesario obrar en forma contraria, es decir,
ser tolerante al juzgar a los demás -pues, como antes dijimos, nadie posee elementos de
juicio que le permitan juzgar sin error a otro- y, en cambio, ser un severo juez de sí
mismo.

Debemos examinar diariamente todos los hechos que hemos realizado analizando los
sentimientos y pensamientos que nos impulsaron a ello, a fin de hallar su verdadera causa
y comprobar si nuestra alma vibraba en amor hacia los demás o vibraba en amor propio,
origen de los sentimientos negativos que tanto nos perjudican.

El perfecto análisis de sí mismo requiere de nosotros humildad y el sincero deseo de


eliminar nuestros defectos morales. Ese análisis nunca debe practicarse buscando la
excusa que convenza a nuestra conciencia de que circunstancias ajenas a nuestra voluntad
nos obligaron a proceder negativamente.

Nuestro Libre Albedrío se expresa a través de nuestra voluntad, y solo nuestra voluntad
puede permitirnos pensar, sentir u obrar en forma negativa, máxime cuando, mediante el
Conocimiento Espiritual, se está en condiciones de discernir ente lo positivo y lo negativo
en nosotros mismo.

Las personas que carecen Conocimiento Espiritual viven, por lo general, cegadas por el
amor propio, y ello las incapacita para analizarse debidamente a sí mismas. En
consecuencia, frecuentemente se sienten impulsadas a resentimientos por el trato que
reciben de los demás, sin detenerse a analizar si ese trato es lógica respuesta a su sentir o
proceder. Debe preocuparnos mas analizarnos, a nosotros mismos que analizar a los
demás, porque casi siempre el trato que recibimos de los otros tiene su causa en nosotros
mismos; en nuestros pensamientos, en nuestros sentimientos y en nuestras reacciones.

Los pensamientos y los sentimientos son vibraciones que pueden ser perfectamente
captadas por otras mentes y por otras almas humanas, produciendo en las personas
reacciones que podrán ser afectuosas u hostiles hacia nosotros, según sea la "calidad" de
nuestros pensamientos y de nuestros sentimientos.

Es necesario hacer del análisis de sí mismo un hábito en nuestra vida. Debemos eliminar
todo pensamiento de censura hacia los demás y ser tolerantes y comprensivos con todos,
pues, a poco que nos interesemos por ellos, encontraremos que las relaciones
desagradables y otros aspectos de su vida, que suelen molestarnos, casi siempre tienen su
origen en intensos dolores o males fisicos o morales y en su incapacidad para resignarse o
para reaccionar positivamente ante el dolor, porque carecen de verdadero Conocimiento
Espiritual.

Un ser en tales condiciones es un hermano que necesita ayuda; por lo tanto, debemos
tratarlo amorosamente, pensar en él con amor y procurar que reciba la luz del verdadero
Conocimiento Espiritual.

El Conocimiento Espiritual le permitirá comprender que sus dolores y sus males no son
injusticias sino consecuencias de sus propios errores -cometidos en su vida presente o en
sus vidas del pasado- y que deberá procurar mediante el permanente análisis de sí mismo,
descubrir sus fallas a fin de corregirlas y poder, así, evitarse nuevos males y dolores en el
futuro.
El dolor.
El dolor está consubstanciado con la vida humana en forma tal, que los hombres creen que
la vida humana debe, ineludiblemente, ser dolorosa. Creer esto significa ignorar el Amor y
la Justicia de nuestro Divino Padre, pues la vida humana es un medio que Él proporciona
a Sus criaturas para poder obtener el Progreso Espiritual que necesitan, y el dolor es, en
cambio, producto de la acción realizada por los humanos en oposición a la Ley Divina.

Sin embargo, no debemos interpretar por esto que el dolor es castigo; muy por el
contrario, el dolor, por intenso que fuere, será siempre Expresión del Amor que Dios
Manifiesta a través de Sus Leyes, Justas y Exactas.

El dolor puede ser, en el hombre, moral o físico, pero en ambos casos es un síntoma, un
"llamado de atención" que él recibe, a jin de que atienda su amenazada salud, física o
espiritual. Si el hombre desatiende ese llamado, si no procura descubrir la causa del dolor
que le aqueja, el mal se agrava y el dolor, necesariamente se intensifica, porque la
.finalidad del dolor no es castigar sino señalar un mal, sea éste un mal físico o un mal
espiritual.

Si el hombre hubiera vivido siempre en armonía con la Ley Divina, tanto en el aspecto
físico como en el aspecto moral, la vida humana no estaría -como está- acosada por toda la
gama del dolor; pero, el hombre desoyó la voz de su conciencia y no quiso detenerse a
discernir sobre lo que debía o no debía hacer; en cambio, prestó oídos y obediencia a
sugerencias e impulsos negativos, que lo llevaron por caminos de engaños y falsedades,
caminos de aparentes placeres, en los cuales el amor -que es Ley de Vida- fue olvidado o
menospreciado.

El hombre no se preocupó por el dolor que ocasionaba a otros buscando satisfacer sus
ambiciones, ni pensó en el mal que se hacía a sí mismo transformando en aparentes
placeres sus necesidades de vida, placeres que pronto se transformaron en vicios que le
dominaron, debilitando su cuerpo y su Alma.

Así, por ejemplo, desde tiempo inmemorial el hombre ha comido por placer mucho más
que por necesidad. Buscando satisfacer ese placer, el hombre no vaciló -ni vacila- en
ingerir alimentos perjudiciales, que van agotando sus energías, creando hábitos y formas
de alimentación que le ocasionaron enfermedades, restando así posibilidades de acción al
Espíritu, que, a través de su materia, debe Trabajar y Experimentar en la Tierra. Todo lo
cual ha creado dolores, y, a la par, obstáculos al progreso de la Humanidad.

La Ley de la Vida recoge hasta la mínima vibración del bien y del dolor del hombre -ser
consciente- causa o desea causar a otros, y esas vibraciones retornan -antes o después¬a su
punto de origen, es decir, al hombre mismo.

Transitando por los caminos de engaños y falsedades que ha preferido, el hombre siempre
hace sufrir a sus hermanos. Pero, como el hombre debe aprender a vivir de acuerdo con la
Divina Ley del Amor, la Ley le devuelve el dolor que ha ocasionado o deseado ocasionar a
los demás, y ese dolor golpeará en el Alma del hombre hasta que él comprenda su
necesidad de vivir en el bien y, abandonando la senda equivocada, logre encauzarse en el
sendero del amor.

El dolor jamás es injusticia o castigo, sino amor. Noso¬tros mismos hemos creado -en
nuestra vida presente o en encarnaciones pasadas - las circunstancias felices o doloro¬sas
que estamos viviendo.

Sabiendo que el dolor es siempre efecto de una causa que nos pertenece, no nos resultará
difícil, mediante el permanente análisis de sí mismo. llegar a conocer la causa de nuestros
dolores. morales, y esforzarnos en remediarla, sin olvidar nunca que las Leyes Divinas -o
sea las Leyes de fa Vida - son Exactas y Perfectas y no nos premian ni nos castigan; el bien
l el dolor que llegan a nuestra vida son un bien y un dolor que, habiendo en algún
momento emanado de nosotros, retornan ahora a nosotros.
Vemos, así, cuán necesario es al hombre el Conocimiento de la Vida, es decir, el verdadero
Conocimiento Espiritual, que le ayudará no solamente a conocerse a sí mismo, sino
también a evitarse futuras experiencias dolorosas.

Si los hombres no se hubieran apartado del camino del bien, o sea, si hubieran vivido
siempre de acuerdo con la Ley Divina, la Humanidad jamás habría sufrido guerra,
temores, enfermedades y miseria, y la vida de relación, organizada con verdadero sentido
fraterno, no privaría a nadie de lo necesario ni permitiría el despilfarro de lo que otros
podrían necesitar.

No existiendo el egoísmo ni la ambición y viviendo en verdadero amor fraterno, nadie


pretendería acaparar bienes ni enriquecerse a expensas del sacrificio o la miseria de otros;
toda necesidad recibiría inmediata ayuda y la prosperidad sería común a todos y no
privilegio de algunos.

Tengamos siempre presente que viviendo en el amor se recibe felicidad; perviviendo en el


desamor el egoísmo, ineludiblemente se recibirá dolor.

Jamás se muere.

Nuestra Vida verdadera es Emanación Divina; por lo tanto, es Espiruual, es


indestructible, es eterna.
A nuestra vida verdadera la denominamos Espíritu.

Cuando nuestro Espíritu necesita encarnar en mundos físicos -como, por ejemplo, el
planeta Tierra- utiliza como instrumento, para realizar las Tareas y Experiencias
imprescindibles para su Progreso, un cuerpo físico adaptado al Trabajo que deberá
efectuar, al cual abandona una ve z que, terminado ese período de Trabajo y Experiencias,
el Espíritu retorna a la Patria Espiritual, que es el Espacio Infinito.

El acto mediante el cual el Espíritu se separa de la materia que utilizó para Trabajar y
Experimentar en el mundo, durante el tiempo necesario, se denomina "desencanacion ". A
través de ese acto, el Espíritu cambia su estado de encarnación, en la materia, por el
estado de libertad, en el Espacio.

Esto significa que el período de Vida que transcurre en nuestro mundo, que conocemos
como vida humana, tiene un acto inicial denominado encarnación y un acto final
denominado "desencanacián " a estos dos actos, los hombres los denominan, por lo
común, "nacimiento" y "muerte ", respectivamente.

Si bien podemos llamar "nacimiento" al acto de la encarnación del Espíritu, por cuanto
ello significa la iniciación de un período de experiencias humanas, no debemos de ningún
modo, llamar "muerte" al acto de la "desencanacián ", ya que "muerte" significa cesación
de vida, y en nuestro Espíritu -que es lo verdadero- jamás cesaremos de Vivir.

Es bien evidente la diferencia que existe entre un cuerpo al cual anima el Espíritu y ese
mismo cuerpo cuando ya ha sido abandonado por Él. El Espíritu suministra al cuerpo
humano, que utiliza como instrumento, energía, inteligencia, capacidad para los
sentimientos y las sensaciones y todas las características que definen su personalidad.

Cuando el Espíritu abandona el cuerpo que utilizó como instrumento, éste carece de Iodo
ello, y no teniendo ya razón de e xistir -puesto que el Espíritu no lo necesita- el cuerpo
físico comienza a desintegrarse.

Al producirse la "desencarnacion ", el Espíritu retorna a su patria del Espacio Infinito y


el cuerpo físico, a través de un proceso natural, se desintegra. Esto significa que no hay
cesación de Vida, es decir que no hay "muerte ", ya que en el aspecto Espiritual la Vida
continúa por siempre -pues al dejar el cuerpo físico solamente cambia de estado- y en el
aspecto físico, al desintegrarse el cuerpo en múltiples elemen¬tos, tampoco "muere ", sino
que se transforma en esos elementos.

Por lo tanto la "muerte" no existe, pues todo continúa viviendo; en otro estado o bajo otro
aspecto, pero continúa viviendo, aunque nuestros sentidos físicos no pueden com¬probarlo
debido a que su capacidad de percepción es sumamente limitada. La vida humana es sólo
un reflejo de la Vida del Espíritu; cuando el Espíritu abandona el cuerpo humano y, en
consecuencia, éste no puede ya reflejarla, la vida humana desaparece.

Debemos, pues, desechar la idea de la "muerte ", porque ésta no existe, y considerar la
"desencarnación " como un acto natural que nuestro Espíritu ha realizado ya
innumerables veces y que deberá continuar realizando hasta que haya cumplido todas las
Experiencias y Trabajos que debe realizar en un mundo físico, en el cual es preciso tomar
cuerpo material-es decir, encarnar- para Trabajar Experimentar, y luego desencarnar
para liberarse de la materia una vez realizada la labor.

El Conocimiento de la Vida nos muestra el nacimiento " y la "muerte" -a los cuales los
hombres le asignan tanta importancia- como meras circunstancias lógicas que se su¬ceden
constantemente a lo largo de nuestro proceso de Evolución Espiruual, además, nos
demuestra que el hombre debería invertir el valor emocional de uno y otro suceso, ya que
el "nacimiento" -que por lo general produce alegría a los hombres- significa para el
Espíritu el comienzo de un período de "prisión" y limitaciones, y la desencarnacion, que
para los humanos es motivo de sufrimientos profundos, representa en cambio, para el
Espíritu, su liberación.

Para aquellos que carecen de Conocimiento Espiritual, la vida y la muerte constituyen


misterios insondables, cuya profundidad les conmueve o les aterra. No debemos limitar el
concepto de la Vida sólo a la expresión de nuestro humano vivir.

Vida es la Energía que sustenta el Universo infinito y Eterno; esa Energía, conforma cada
átomo v cada célula de la materia, la que, en consecuencia, vive y es Regida por las mismas
Leyes que la Vida en Expresión individual, en cuya Expresión la Vida desarrolla
facultades inherentes a la individualidad, facultades que, en consecuencia, son comunes al
estado de individualidad donde quiera que se manifieste.

Siendo Una, la Vida tiene muy diversas Expresiones en nuestro planeta y también más allá
de nuestro planeta, según lo que desde este pequeño mundo nuestro podemos ver y su-
poner, y también aceptar por lógica innegable J,.

Aun cuando lo infinito y eterno no admite "inferioridad" ni "superioridad", para mejor


comprender y determinar los dos aspectos de la Vida que se expresan en el hombre,
llamaremos Vida Superior, Vida Verdadera, a la Vida que en cada ser cohesiona y
organiza las células del cuerpo físico, y vida de "forma" o vida aparente -por cuanto la
"forma" es sólo momentánea- a la vida humana.

Tenemos así dos Expresiones diferentes de la Vida que aparentemente son opuestas: la
Expresión visible o humana y la Expresión Invisible o Superior, y dentro de la perfección
que es común a todas las Expresiones de la Vida, tanto la Vida visible como la Vida
invisible tienen sus propios reque¬rimientos, inherentes a su Expresión, los cuales son
opuestos, aun cuando obedecen a la misma necesidad, la necesidad de conservar su propio
estado; estado físico en todo lo que respecta al aspecto humano y estado Sutil en lo que
respecta a la Vida Superior.

Como vemos, estas dos Expresiones de la Vida, que se unen en un "momento"


determinado por la Ley de "Evolución y Progreso ". No son antagónicas, como e n general
creemos, sino que sus necesidades, en ese "momento ". son opuestas, pero perfectamente
armonizables cuando la Vida Superior, o sea la Vida Sutil, mantiene el timón en ese
conjunto que constituye el hombre.
Nuestro Espíritu -que es Vida Sutil- necesita utilizar "formas" humanas, o sea cuerpos
humanos, para poder rea¬lizar, en un mundo físico como es la Tierra, el Trabajo
nece¬sario para Progresar, pero no "nacemos" ni "morimos ", porque nuestro Espíritu ya
vivía antes del "nacimiento "y continúa viviendo después de lo que los hombres
denominan "muerte ".

No se muere jamás, porque Dios, al Crear, da Vida de Sí Mismo, y, Siendo Eterno, al


darnos Vida, Dios nos dio Vida Eterna.

El poder de la palabra.
La palabra es uno de los dones con que el Amor Divino ha dotado al hombre, y como todos
los dones -tales como el don de pensar y el don de sentir- constituye un poder que el
hombre debe utilizar exclusivamente para el bien.

Ya sabemos que los pensamientos y los sentimientos tienen gran fuerza, y sabemos
también que los hombres pueden, con esa fuerza, hacer bien si la utilizan en sentido
positivo o hacer mal si la utilizan en sentido negativo. La palabra expresa nuestros
pensamientos y sentimientos dándoles forma y acción, de modo que en la palabra están
unidos el poder del pensamiento y el poder del sentimiento con la fuerza de la propia
voluntad, que utiliza esos poderes con un fin determinado.

Por lo tanto, la palabra -sea hablada o escrita- constituye un conjunto de vibraciones que
tiene, por Ley de Afinidad, intensa acción en las mentes y en las almas de quienes la
escuchan o la leen. Además, actúa sobre la voluntad de quienes reciben esas vibraciones,
pudiendo en muchos casos llegar a dominarla, si quien habla o escribe lo hace con esa
finalidad.

En todo obran permanentemente las Leyes y nosotros tenemos la responsabilidad de


utilizar el poder -que por Ley recibimos- sólo y exclusivamente con amor.

Si empleamos amorosamente el poder maravilloso de la palabra -hablada o escrita-


podemos por Ley de Afinidad transmitir, mediante ella, a las mentes y a las almas de
quienes escuchan o leen esas palabras, las vibraciones de bien que las palabras llevarán
como "contenido espiritual ".

Si, por el contrario, pretendiendo ignorar la gran responsabilidad que significa poseer el
poder de la palabra, la utilizamos con fines egoístas y ambiciosos. con rencor, con
desamor, ese poder maravilloso se transformará en una poderosa arma al servicio del mal.
Las palabras pueden acariciar o herir, ser bálsamo o corrosivo, alentar o deprimir,
despertar los sentimientos más puros o fas mas bajos, impulsar al heroísmo o a la
degradación; las palabras pueden unir o dividir, pueden construir o destruir. Todo ello
podemos comprobarlo a diario.

El poder de la palabra utilizado positivamente, es decir, con amor, es un maravilloso


instrumento de bien, pero, utilizado negativamente, es decir, con egoísmo y desamor, es un
terrible instrumento de mal.
Cuidemos, pues, nuestra palabra en todo momento; procuremos que jamás perjudique ni
cause dolor a los demás, sino que, por el contrario, sea siempre expresión de nuestro amor
y de nuestros fraternales pensamientos y sentimientos de bien.

La Ley de Causa y Efecto.


La vida fisica es sólo instrumento de la Vida Verdadera -la Vida Espiritual a la cual
manifiesta- y está Regida por las mismas Leyes que RIgen la Vidu reraaaera en todo el
Universo. La Ley del Amor es la Ley "Madre ", porque todas las otras Leyes emanan y se
apoyan en ella; por lo tanto, la Ley de Causa y Efecto -Ley principalisima cuya acción
surge clara y precisa en todos los hechos de la vida diaria- es ex¬presión de Amor aun en
aquellos casos en que nos proporcionan dolor.

El dolor fisico es el medio de que se vale el organismo para manifestar, alertándonos , una
deficiencia o enfermedad, y en virtud de él nos preocupamos por descubrir y curar ese
mal. Si no sintiéramos dolor alguno, en esos casos el mal avanzaría hasta destruirnos, sin
que hubiésemos podido detenerlo porque lo ignorábamos. En consecuencia, el dolor fisica
es para el hombre un bien, porque, alertándolo sobre la necesidad de examinarse, le
permite curar o detener un mal fisico.

En lo que respecta a los dolores morales ocurre exactamente lo mismo. El dolor moral nos
advierte de males y enfermedades de nuestra alma, causados por nuestros pensamientos,
nuestros sentimientos y nuestros hechos contrarios a la Ley del Amor, en esta vida
presente o en anteriores vidas humanas.

Debemos considerar, pues, todo dolor, fisico o moral, como el Efecto de un mal, fisico o
moral, que es la Causa que lo origina. Vale decir que, tanto en el dolor fisico como en el
dolor moral, está actuando la Ley de Causa y Efecto.

En la misma forma obra, también, la Ley de Causa y Efecto cuando disfrutamos de lo que
nosotros llamamos "suerte" y pareciera no existir obstáculos para la feliz realización de
nuestras aspiraciones. Esa facilidad para la cristalización de nuestras aspiraciones es, sin
duda alguna, Efecto de Causas formados, en esta vida presente o en anteriores v idas
humanas, por nuestros fraternos pensamientos, deseos y hechos de bien para los demás.
Como nuestra vida humana es sólo un "momento" de nuestra Vida Espiritual, que
Vivimos desde hace miles y miles de años, es lógico que los hechos, dolorosos o felices, de lo
que llamamos nuestro "destino" humano, sean Efectos de Causas que radican en nuestro
Espíritu y que nosotros mismos hemos formado con nuestro comportamiento actual o en
"momentos" -o vidas humanas- anteriores.

La acción de la Ley de Causa y Efecto es tan evidente que, aun careciendo del
conocimiento de la Vida, los hombres la han reconocido, como lo demuestran ciertos
dichos populares como: "quien las hace las paga ", o el enunciado de leyes fisiológicas
como: "toda acción trae reacción " Que llevan implícito el reconocimiento de que toda
causa produce un efecto acorde con ella.

Así como nuestro actual estado fisico es producto de la mayor o menor atención que hemos
prestado a las necesidades de nuestro organismo, viviendo o no de acuerdo con las leyes
fisiológicas, y es producto, también, de la atención que han prestado a las necesidades de
su organismo nuestros antecesores de varias generaciones -quienes pueden habernos
legado deficiencias orgánicas- también nuestro actual "estado espiritual" e s producto de la
atención que hemos prestado a las necesidades de nuestro Espíritu, en esta presente vida
yen vidas anteriores. viviendo o no de acuerdo con las Leyes que Rigen la Vida.

En consecuencia, nunca debemos quejarnos por los dolores o contratiempos que nos
veamos precisados a soportar, ni deberemos tampoco jactarnos de nuestra "buena suerte
", pues en uno y otro caso solo estaremos viviendo los Efectos de Causas que nosotros
mismos hemos formado y que radican en nuestro propio Espíritu.

Sin embargo, como ya se dijo. la Ley de Causa y Efecto emana de la Ley del Amor, en
consecuencia, aunque su acción nos resulte dolorosa, ese dolor es expresión de Amor, por
cuanto, mediante él nos es posible comprender y reparar los errores que hemos cometido,
lo cual nos permitirá aliviar en mucho nuestros sufrimientos y, a la vez, prepararnos, para
el futuro, vidas más felices.

No debemos olvidar que la Ley de Causa y Efecto nos proporcionará tanto bien o tanto
dolor como nosotros hayamos proporcionado o deseado a los demás. En consecuencia, en
nuestro propio beneficio procuremos no dañar ni desear mal jamás a nadie y hacer el
máximo bien posible.

En esa forma nos veremos liberados, en el futuro, de vidas humanas dolorosas; además, si
vibramos siempre positivamente, por Ley de Afinidad atraeremos vibraciones positivas
que nos fortalecerán espiritual y fisicamente y nos ayudarán a obtener el Progreso
Espiritual que todos anhelamos y necesitamos lograr.
Ley de Trabajo o Ley de Karma.

El Trabajo es Ley que Actúa en el Universo como (actor ineludible e imprescindible para
lograr el Progreso. En el aspecto Espiritual, sólo mediante el Amor puede un Ser obtener
el Progreso Evolutivo que necesita adquirir, y sabemos que también en el aspecto humano
el trabajo es indispensable para progresar. Por eso, quienes pretenden progresar
eludiendo el trabajo, indefectiblemente se internan por caminos desviados que les llevan a
la degradación.

Todas las Leyes que Rigen la Vida Verdadera se complementan entre sí, y todas,
absolutamente todas, emanan de la Ley "Madre ", es decir, de la Ley del Amor. El
Trabajo que -por Ley- deben realizar los Espíritus para poder Progresar y, así,
Evolucionar, está íntimamente relacionado con las otras Leyes, pues se efectúa acorde con
la Ley de Jerarquía y siempre dentro de la Vibración del Amor.

El trabajo Espiritual es Acción de Bien, de Protección y de Guía hacia otros Seres de


menor Evolución; por lo tanto, nos une -por nuestra tarea amorosa hacia ellos- con
quienes, en la escala Evolutiva, se encuentran en peldaños inferiores al nuestro, y también
nos une -por su Acción Amorosa y Pro¬tectora hacia nosotros- con quienes se encuentran
en pelda¬ños superiores al nuestro. En esa forma, todos los Seres del Universo están
unidos por el Amor, a través de la Ley de Jerarquía y de la Ley de Trabajo.

En las Enseñanzas Espirituales, la Ley de Trabajo se denomina también Ley de Karma,


porque la palabra "karma" significa "trabajo" en una antigua lengua hindú en la cual se
escribieron, hace siglos muchas y profundas Enseñanzas Espirituales. Sin embargo, como
en nuestro mundo -en el que los hombres han transgredido tanto la Ley del Amor- el
Trabajo Espiritual, que es imprescindible e ineludible, debe efectuarse con esfuerzo y
frecuentemente con dolor, el con¬cepto sobre la Ley de Karma ha sido deformado,
interpretán¬dose erróneamente "Karma" corno si nonirnn de "dolar ineludible ".

La Ley de Causa y Efecto Actúa a través de la Ley de Karma -o sea, de la Ley de Trabajo-
y así, quienes in evitablemnte deben recibir en sí mismos el dolor que a otros
proporctonaron, cumplen su trabajo en forma dolorosa; pero, quienes no tienen deudas
con la Ley, porque no la han transgredido o ya han saldado sus deudas con Ella, cumplen
su Trabajo sin necesidad de vivir aspectos dolorosos.

Como ya dijimos, nuestro mundo es un mundo inferior, en el cual los seres olvidan fácil y
frecuentemente su necesidad Espiritual de amar, internándose por senderos de odio
ambiciones y egoísmo, contrayendo así, con la Ley del Amo:' deudas que sólo pueden ser
saldadas mediante el dolor purificador. Los seres encarnan impulsados por su necesidad
de Trabajar a fin de poder Progresar y Evolucionar, pero, en nuestro mundo, ese Trabajo
debe efectuarse, casi siempre, en forma dolorosa; sin embargo, repetimos, "Karma"
significa
"Trabajo ", no dolor.

Por eso, nunca debemos lamentarnos de nuestros inconvenientes y dolores ni compararlos


con las facilidades o la felicidad de otras personas, porque somos únicos responsables de
los pensamientos, sentimientos y actos realizados en nuestras vidas humanas del pasado y
del presente, y es en relación con sus actos, pensamientos y sentimientos que cada uno
debe, después -en esa vida o en vidas futuras - realizar dolorosamente, o no, su trabajo, o
sea su karma.

De esto puede deducirse que todo dolor humano es además de perfectamente justo y
necesario, un medio que el Amor Divino nos proporciona para eliminar de nuestro
Espíritu el "lastre" que dificulta su Progreso, y también se deduce que a nadie, ni siquiera
a los niños, puede considerárselo sin culpa sus dolores, parque el dolor que deban sufrir
será siempre un dolor que ellos mismos se han atraído en sus anteriores vidas humanas.
Cuando los hechos de mal son realizados por un conjunto de seres reunidos humanamente
en familias, pueblos, países, razas o cualquier otro grupo, la necesidad de Trabajar
dolorosamente, o sea la "necesidad kármica dolorosa" incluye a todo el grupo, y cuando
llega el momento, el dolor purificador recae sobre la familia, el pueblo, el país o la raza
que realizó o aprobó plenamente la realización de hechos que transgredían la Ley del
Amor. Así, en los momentos en que el grupo debe saldar -mediante el dolor- su deuda con
la Ley, se encontrarán reunidos nuevamente, como humanos, los seres que realizaron el
mal y quienes lo apoyaron o aprobaron. Por eso, en la historia de la Humanidad
encontramos grupos humanos que unas veces actuaron como victimarios y otras veces
actuaron como víctimas.

En consecuencia, no sólo es imprescindible , sino también urgente, que el Conocimiento de


la Vida se difunda en el mundo entero, a fin de que los hombres se esfuercen al máximo
por vivir de acuerdo con la Divina Ley del Amor. Con ello, no sólo irá desapareciendo el
dolor de nuestro mundo, sino que los hombres podrán Progresar más rápidamente en el
aspecto moral y Espiritual.

El "Yo" Superior y el 'yo" inferior.

Como el nuestro es un mundo de vibraciones densas, en el la Vibración sutilísima del


Espiritu se ve obligada a expresarse a través de elementos densos, los cuales, solamente
deforman la Vibración Espiritual, sino que la "oprimen ", dificultando su expresión,
Nuestra Mente Espiritual y nuestra Alma Espiritual constituyen nuestro "Yo" Superior, y
nuestra mente humana y nuestra alma humana constituyen nuestro 'yo" inferior, Co¬mo
el 'yo" inferior vibra en la misma tónica densa de nues¬tro mundo, siente la atracción de
todo lo que significa placeres y satisfacciones humanas y ofrece resistencia para su
adaptación a la Vibración sutil del "Yo" Superior que, por estar encarnado, necesita de él
para poder expresarse y trabajar.

El "Yo" Superior debe adaptar a su Vibración sutil la vibración más densa del 'yo"
inferior, a fin de que la mente humana y el alma humana no constituyan un obstáculo para
la realización plena de las Superaciones, las Experiencias y el Trabajo que ha venido a
efectuar en el período de su encarnación en la Tierra,' pero como, por lo general, la mente
y el alma se impregnan de vibraciones negativas, el 'yo" inferior procura, por el contrario,
utilizar la Energía que recibe del "Yo" Superior para fortalecer su propia acción humana,
que frecuentemente es, además, negativa.

Todo lo noble y puro que puede manifestar una persona en pensamientos, ideas y
sentimientos proviene de su "Yo" Superior, que, por ser Vibración Espiritual pura, sólo
puede expresar el Bien, Esto le resulta fácil cuando el alma y la mente humana -o sea el
”yo" inferior- vibran positivamente; pero, cuando el 'yo" inferior vibra negativamente,
todo lo que de su "Yo" Superior lo transforma en material y negativo. Por ejemplo: la
inteligencia es expresión de la Mente Espiritual, que pertenece al "Yo" Superior; pero, si
la mente humana vibra negativamente, el 'yo" inferior aplicará las Ideas que la Mente
Espiritual le proporcione con finalidad-: negativa satisfacer sus deseos de poder, riquezas,
gloria, venganza y demás). Por otra parte, al actuar negativamente el “yo" inferior atrae,
por afinidad, hacia sí, más y mas vibraciones negativas, y éstas --que son opuestas a las
Vibraciones positivas del "Yo" Superior- lo "oprimen ", dificultando y hasta impidiendo
que el "Yo" Superior Actúe como debiera hacerlo.

Lo mismo ocurre con el alma humana, la cual utiliza la energía que recibe del Alma
Espiritual -que pertenece al "Yo" superior- para disfrutar de placeres y pasiones
humanas, dificultando y hasta impidiendo al "Yo" Superior expresar, a través del alma
humana, sensaciones de Placer Espiritual.

Como vemos, en un mundo atrasado como es el nuestro resulta muy difícil al "Yo"
Superior realizar las Superacio¬nes, las Experiencias y el Trabajo que debe efectuar.

Cuando el hombre tiene Conocimiento Espiritual le es mas fácil vivir de acuerdo con la
necesidad de su "Yo" Superior, porque purificando el 'yo" inferior -es decir, purificando
su mente y su alma humanas- éste podrá adaptarse más fácilmente a la Vibración
Espiritual del "Yo" Superior y transformarse en instrumento perfecto, lo cual acelerará el
Progreso Espiritual del hombre.

El hombre y la Naturaleza.
La Fraternidad Verdadera entre todos los seres que viven en nuestro mundo no se refiere
a las 'formas" físicas -sean éstas "(armas" humanas, animales, vegetales o minerales- sino
a la "Chispa" Divina Espiritual que anima a esas 'formas" y que en el hombre puede ya
denominarse Espíritu.

La "Chispa" Divina (Espíritu) que Experimenta encarnada en un hombre es, en su


Esencia, exactamente igual a las "Chispas" Divinas que Experimentan en animales, en
vegetales y en minerales; las "Chispas" Divinas se diferencian entre sí sólo por la
Evolución que han podido obtener, hasta ese momento, a través de las Experiencias
realizadas, lo cual les ha permitido lograr un mayor o menor desarrollo de sus propias
Facultades.

Por lo tanto, y siendo todo Vibración -como ya sabemos- podemos decir que no solamente
el Espíritu del hombre posee Vibraciones Mentales y Vibraciones Sensoriales, sino que
también las poseen las "Chispas" Espirituales que viven en los animales, en los vegetales y
en los minerales, aunque, lógicamente, en "puntos" inferiores de desarrollo.

En consecuencia, la Mente Espiritual del hombre puede establecer "contacto" con las
Vibraciones Mentales de animales, de vegetales y hasta de minerales, así como el Alma
Espiritual puede establecer "contacto" con las Vibraciones Sensoriales de animales, de
vegetales y de minerales, y todos ellos pueden también, en un cierto modo, establecer
"contacto" con los humanos. Esos "contactos" sólo pueden lograrse a través de la
Vibración "Madre ", es decir de la Vibración del Amor, en la cual viven los seres de los
tres Reinos de la Naturaleza, aunque sus "formas" fisicas puedan, en algunos casos,
aparentar lo contrario.

Cuando en el hombre, el "yo" inferior O sea la mente y el alma humanas - libre de todo
egoísmo y de cualquie r vibración negativa, vibra armónicamente con su "Yo" Superior
puro. el ser humano puede, no solamente transmitir pensamientos a sus hermanos
menores que Experimentan en la Naturaleza, sino también recibir "respuesta" a esos
pensamientos. Para "responder ", los Seres de la Naturaleza no necesitan palabras
concretas. sino que sus Vibraciones Mentales y sus Vibraciones Sensoriales. Espirituales,
al establecer "contacto" con las Vibraciones Mentales y Sensoriales Espirituales del ser
humano, les transmiten la Esencia del "pensamiento" a través de Sensaciones.

En el caso de algunos animales nos resulta fácil comprenderlos, y también sin dificultad
ellos interpretan nuestros deseos; pero, para lograr "comunicarnos" con otros animales,
con vegetales y con minerales, es imprescindible sentir por ellos amor verdadero y,
además, no albergar pensamientos y sentimientos egoístas o negativos de cualquier índole,
así como tener fe en esta posibilidad, que el Conocimiento Espiritual nos demuestra con
lógica y claridad.

Cuando los hombres hayan logrado más Evolución Espiritual, podrán comunicarse
fácilmente con sus Hermanos menores que Experimentan en la Naturaleza. Entre tanto,
proyectemos siempre sobre ellos pensamientos amorosos, en la seguridad de que ellos los
recibirán y nos "responderán" con amor aunque no nos sea posible interpretar sus
"respuestas ".
La Vida.

La Fraternidad Verdadera entre todos los seres que viven en nuestro mundo no se refiere
a las 'formas" físicas -sean éstas "(armas" humanas, animales, vegetales o minerales- sino
a la "Chispa" Divina Espiritual que anima a esas 'formas" y que en el hombre puede ya
denominarse Espíritu.

La "Chispa" Divina (Espíritu) que Experimenta encarnada en un hombre es, en su


Esencia, exactamente igual a las "Chispas" Divinas que Experimentan en animales, en
vegetales y en minerales; las "Chispas" Divinas se diferencian entre sí sólo por la
Evolución que han podido obtener, hasta ese momento, a través de las Experiencias
realizadas, lo cual les ha permitido lograr un mayor o menor desarrollo de sus propias
Facultades.

Por lo tanto, y siendo todo Vibración -como ya sabemos- podemos decir que no solamente
el Espíritu del hombre posee Vibraciones Mentales y Vibraciones Sensoriales, sino que
también las poseen las "Chispas" Espirituales que viven en los animales, en los vegetales y
en los minerales, aunque, lógicamente, en "puntos" inferiores de desarrollo.

En consecuencia, la Mente Espiritual del hombre puede establecer "contacto" con las
Vibraciones Mentales de animales, de vegetales y hasta de minerales, así como el Alma
Espiritual puede establecer "contacto" con las Vibraciones Sensoriales de animales, de
vegetales y de minerales, y todos ellos pueden también, en un cierto modo, establecer
"contacto" con los humanos. Esos "contactos" sólo pueden lograrse a través de la
Vibración "Madre ", es decir de la Vibración del Amor, en la cual viven los seres de los
tres Reinos de la Naturaleza, aunque sus "formas" fisicas puedan, en algunos casos,
aparentar lo contrario.

Cuando en el hombre, el "yo" inferior O sea la mente y el alma humanas - libre de todo
egoísmo y de cualquier vibración negativa, vibra armónicamente con su "Yo" Superior
puro. el ser humano puede, no solamente transmitir pensamientos a sus hermanos
menores que Experimentan en la Naturaleza, sino también recibir "respuesta" a esos
pensamientos. Para "responder ", los Seres de la Naturaleza no necesitan palabras
concretas. sino que sus Vibraciones Mentales y sus Vibraciones Sensoriales. Espirituales,
al establecer "contacto" con las Vibraciones Mentales y Sensoriales Espirituales del ser
humano, les transmiten la Esencia del "pensamiento" a través de Sensaciones.

En el caso de algunos animales nos resulta fácil comprenderlos, y también sin dificultad
ellos interpretan nuestros deseos; pero, para lograr "comunicarnos" con otros animales,
con vegetales y con minerales, es imprescindible sentir por ellos amor verdadero y,
además, no albergar pensamientos y sentimientos egoístas o negativos de cualquier índo le,
así como tener fe en esta posibilidad, que el Conocimiento Espiritual nos demuestra con
lógica y claridad.

Cuando los hombres hayan logrado más Evolución Espiritual, podrán comunicarse
fácilmente con sus Hermanos menores que Experimentan en la Naturaleza. Entre tanto,
proyectemos siempre sobre ellos pensamientos amorosos, en la seguridad de que ellos los
recibirán y nos "responderán" con amor aunque no nos sea posible interpretar sus
"respuestas ".

Muchas veces el hombre se ha preguntado y se pregunta: ¿qué es la Vida", viéndose


precisado a reconocer que es incapaz de hallar una respuesta que aclare este interrogante
que le apasiona: así. para quienes carecen del verdadero Conocimiento, el "misterio"
sobre la Realidad de la Vida continúa.

La Vida no puede ser definida, pero Ella nos rodea y nos penetra; está en nosotros y está
afuera de nosotros. En nuestro mundo, la Vida se encuentra manifestada en el hombre y
en la Naturaleza, y más allá de nuestro mundo, en los astros y en todo el Universo.
Podríamos suponer que la piedra, por ejemplo, carece de Vida, porque nuestros ojos no
pueden ver en ella movimiento alguno; pero la Ciencia ha demostrado el movimiento
constante y la enorme energía que existe en los átomos de los elementos que constituyen las
piedras. Así, pues, no solamen¬te el hombre es Vida manifestada, sino que también son
Vida manifestada los animales, los vegetales y los minerales.

Todo es Vida y, por ello, todo está íntimamente unido entre sí. La Vida en nuestro
Espíritu, para Evolucionar, ha debido Experimentar antes en 'formas" minerales, en
'for¬mas" vegetales y en 'formas" animales, y para continuar Evolucionando debe
Experimentar ahora en 'formas" humanas.

La Vida es indestructible; puede cambiar de 'forma ". puede cambiar de "lugar ", pero
jamás deja de ser. Cuando se produce lo que el hombre llama "muerte ", es decir la
desencarnación, la Vida -en ese Espíritu- deja la 'forma" fisica y cambia de "lugar", pues
al dejar el mundo fisico entra nuevamente en el Espacio, así como antes, para encarnar,
debió dejar el Espacio y venir a la Tierra.

Como vemos, en ese proceso de encarnación y desen¬carnación, la Vida -en Espíritu-


cambió de "lugar"; tomó y luego dejó -en la Tierra- una "forma" fisica, pero continuó
siendo siempre el mismo Espíritu, porque, como dijimos, la Vida es indestructible y jamás
deja de Ser.

Ignorando la Verdad, los hombres limitaron la Vida a lo físico y, en consecuencia, sólo se


esforzaron por obtener progreso material y disfrutar de placeres materiales. Ello hizo a
los hombres ambiciosos y egoístas y, además, les creó necesidades artificiales, necesidades
provenientes de vicios o de costumbres que en nada los benefician, sino que, por el
contrario, han llegado a esclavizarlos en forma tal que, por satisfacerlos, no titubean en
luchar, engañar y hasta delinquir.

Los hombres se han alejado del Camino de la Verdad y no pueden disfrutar su verdadera
Vida porque, desestimando el amor -que es Ley de Vida- impregnaron su alma de
egoísmo, ambición y odio que, envenenando su alma, impiden a los hombres sentirse
felices.

El Conocimiento de la Vida es imprescindible, porque demuestra claramente el error en


que vive y ha vivido siempre el hombre. A la vez, ese Conocimiento nos enseña que
debemos dar, al aspecto humano y al aspecto Espiritual de nuestra Vida, el valor exacto
que cada uno tiene, viviendo menos para la "forma" humana, que ineludiblemente
deberemos en algún momento abandonar, y más para la Vida Verdadera -la Vida del
Espíritu- en la que siempre Viviremos, porque Ella jamás dejará de ser.

Vivir para la Vida del Espíritu no significa olvidar los deberes y los afectos humanos ni
significa retirarse del mundo, sino encauzar nuestra vida humana, en todos sus aspectos
familiar, social y demás- en el Camino Verdadero, el Cami¬no del Amor que nos señala la
Ley de la Vida.

Mediante el Conocimiento de la Vida resulta sumamente fácil comprender lo que la Vida -


a través de Sus Leyesreclama de nosotros; pero, sin duda por carecer de ese
Conocimiento, el hombre ha vivido siempre sin preocuparse por saber cuál es, realmente,
la finalidad de su vida humana ni en qué forma debe vivirla para poder obtener de ella el
máximo beneficio; no el beneficio material, que pronto desaparece, sino el beneficio
Espiritual, que perdurará por siempre.

Así como la vida humana tiene sus leyes y los hombres reconocen que deben vivir de
acuerdo con ellas, la Vida Espiritual tiene también sus Leyes y los hombres deben
reconocer que necesitan, ineludiblemente, vivir de acuerdo con Ellas para pode r lograr
armonía, paz y felicidad y, por sobre todo, para poder obtener el propio Progreso
Espiritual, causa y finalidad de la vida humana.
La Vida del futuro en nuestro planeta.

El Conocimiento que va hemos adquirido nos permite comprender que todo lo que Vive en
nuestro mundo, al igual de todo lo que Vive en el Universo entero, está en constante
proceso de Evolución y de Progreso.

La Evolución a través del Progreso es Ley que Actúa en la Vida que se manifiesta en toda
la Creación; por lo tanto, también en la Tierra todo está -y ha estado siempre-
Progresando y Evolucionando, aunque el ritmo de ese Progreso Evolutivo se haya
demorado muchísimo debido a la falta de Amor en los hombres.
Si recorremos los diferentes períodos geológicos, podremos comprobar fácilmente que la
Tierra ha ido Progresando y Evolucionando. En el comienzo, nuestro mundo fue un
conjunto de gases en estado incandescente; luego se formó el agua y más tarde la corteza
terrestre. La vida física se desarrolló primeramente en el agua y luego también en la
tierra.

Muchos de los animales que vivieron en aquellos tiempos, en que nuestro planeta sufría
frecuentes e intensas conmociones, poseían "formas" fortísimas que les proporciona¬ban
gran resistencia a la hostilidad del medio en que vivían. Luego, a medida que la corteza se
hizo más firme y segura, es decir, a medida que el planeta fue evolucionando, también
evolucionaron las especies animales y vegetales que en él vivían.

También el hombre, en los comienzos de su vida en la Tierra, tenía características físicas y


mentales diferentes a las del hombre actual, porque su materia debía estar capacitada
para resistir el clima y las condiciones de vida que le imponía el "punto" de Evolución en
que se encontraba la Tierra, y su mente se limitaba a proporcionarle las ideas necesarias
para poder lograr su alimento y defenderse de los animales y de las inclemencias del clima.
Los Espíritus que encarnaban en aquellos hombres primitivos eran Espíritus de escasa
Evolución.

Paulatinamente, en el transcurso de los milenios, nuestro mundo -sujeto como todo en el


Universo a la Ley de Evolución y Progreso- fue Progresando y Evolucionando en to¬do, y
el hombre también progresó y evoluciono, físicamente y mentalmente. Así, fueron
encarnando en la Tierra Espíritus más adelantados, es decir, Espíritus de mayor
Evolución, que impulsaron el progreso de la Humanidad en todos los aspectos, aunque,
como dijimos, el ritmo de ese progreso se ha demorado debido a que el hombre se alejó del
Camino del bien, del Camino del amor que la Vida señala.

El Conocimiento de la Vida es imprescindible para el hombre porque le hará comprender


su ineludible necesidad de vivir de acuerdo con la Ley del Amor, a fin de que el pro¬greso
científico -que la constante evolución y el progreso de la mente humana le permitirá
obtener- le proporcione felicidad y bienestar y no sea, por el contrario, origen de
destrucción.

Cuanto antes comprenda y reconozca el hombre su necesidad de vivir de acuerdo con las
Leyes Divinas, más rápidamente podrá lograr la Humanidad una vida de paz y armonía,
que le permitirá acelerar el ritmo demorado de su Progreso y obtener en breve tiempo
adelantos realmente maravillosos.

Hasta hace relativamente poco tiempo, el hombre desconocía ciertas energías que, aunque
siempre estuvieron a su alrededor, él no había podido descubrir, tales como el vapor, la
electricidad y las ondas hertzianas, que revolucionaron e hicieron progresar enormemente
las actividades humanas y abrieron perspectivas insospechadas de progreso.

Refiriéndonos al hombre diremos que ha Evolucionado y Progresado, no solamente en el


aspecto físico, sino también en el aspecto Espiritual. La evolución y el progreso físicos del
hombre permitieron que, progresivamente, encarnaran en la Tierra Espíritus más
adelantados, en decir, más Evolucionados. Estos Espíritus, como humanos, expusieron
nuevas ideas, señalaron caminos y realizaron descubrimientos que hicieron -y continúan
haciendo- evolucionar la vida humana en un proceso de progreso que no podrá detenerse
y que, si el hombre no lo utiliza destructivamente, irá acelerando su ritmo hasta alcanzar
el "punto" que permitirá que comiencen a encarnar en nuestro mundo Espíritus de mayor
Evolución que la actual.

A través del tiempo y mediante el permanente Progreso Evolutivo, todo irá cambiando,
tendiendo a sutilizarse, en este planeta. Los Espíritus que encarnarán en la Tierra, en ese
futuro lejano, serán más Evolucionados y, por lo tanto, sus vibraciones serán más sutiles,
es decir, menos densificadas; en consecuencia, para poder actuar necesitarán materias -o
sea "formas" físicas- también más sutiles, es decir, menos densas que las "formas" o
materias físicas actuales.

Esas materias más sutiles tendrán, lógicamente, características diferentes de las materias
actuales, y el humano poseerá distinta capacidad de movimiento, pudiendo trasladarse en
forma mucho más rápida y con menos esfuerzo.

En el futuro lejano, en que los hombres tendrán materias más sutiles, la alimentación
también habrá cambiado porque la materia tendrá necesidad de alimentos más sutiles, los
cuales podrá el hombre obtener, entonces, de la Naturaleza, que, como todo en este
planeta, también se sutilizará.

La mente y el alma humanas también están más sutiles y proporcionarán a los hombres
facultades de las que ahora carecen, permitiéndoles entenderse entre sí de mente a mente,
sin necesidad de expresar sus pensamientos en pala breas, y, también, disfrutar de
sensaciones mucho más hermosas, hasta ahora desconocidas para el hombre.

El "punto" de evolución al que poco a poco llegará el mundo, su Humanidad y su


Naturaleza, ya ha sido logrado por otros mundos más adelantados que el nuestro, porque
es el proceso lógico de la evolución en los mundos físicos, como es la Tierra.

En ese proceso de evolución, la capacidad artística del hombre también progresará y se


hará más sutil, llevándole por nuevos caminos artísticos en los cuales obtendrá otras
concepciones artísticas, nuevos y más bellos colores, y también nuevos y más hermosos
sonidos, que el hombre logrará con instrumentos musicales, diferentes a los actuales, que
él mismo construirá.

Sin embargo, para alcanzar tan maravilloso futuro es imprescindible que el hombre
comprenda y sienta que, en Espíritu, todos somos Hermanos y que no venimos a la Tierra
una y otra vez para elevarnos y progresar humanamente, acumulando bienes y escalando
posiciones, sino para Progresar y elevarnos Espiritualmente, Purificándonos y
Perfeccionándonos más y más, lo cual sólo es posible lograr cuando se vive en armonía con
la Ley del Amor.

Viviendo de acuerdo con la Ley Universal del Amor, en el mundo del futuro el trabajo
será, sin duda, organizado en forma tal que las necesidades de todos serán atendidas sin
fines de lucro, formándose, por afinidad, grupos que se dedicarán a las tareas que más
concuerdan con sus propias inclinaciones, realizando y produciendo, entre todos los
grupos, todo lo necesario para la vida del conjunto.

El hombre estará más capacitado para comprender mejor la Verdad y concentrará su


devoción en la Divinidad Una. Dedicará gran parte de su tiempo al estudio y la práctica
del Arte, y en la Ciencia estudiará y trabajará en beneficio de todos, sin rivalidades,
ambiciones ni egoísmos, porque el Amor eliminará toda influencia negativa del 'yo"
inferior, que también será más sutil y, en consecuencia, será instrumento mucho más útil y
eficaz del "Yo" Superior.
Necesidad de una Religión Universal.
Desde tiempo inmemorial, el hombre adora a Dios como Padre Amoroso y Justo, Dador de
todos los bienes. Los pueblos primitivos adoraban a Dios Manifestado en los Astros y en la
Naturaleza, considerando dioses al sol, a la luna, al mar, a los volcanes y demás, y también
a ciertos animales, ya fuere por características propias, por su fuerza, por el temor que les
inspiraban o por los beneficios que de ellos podían obtener.

Cuando el hombre Evolucionó y su mente se capacitó para comprender mejor la Verdad


Divina, comenzaron a encarnar en la Tierra Seres Superiores -Enviados del amor Divino-
Quienes, con sus Palabras y sus Hechos de Enseñanza Espiritual, procuraron encauzar a
la Humanidad hacia el Sendero Verdadero, es decir, el Sendero que lleva hacia Dios en el
cual deben los hombres transitar unidos en real Fraternidad, reconociendo que Dios es
Uno para el Universo todo y es Padre de todos lo hombres por igual.

Cada vez que "descendió" a nuestro mundo uno de esos Mensajeros de la Verdad,
encarnaron también -para acompañarle y ayudarle en su Tarea de amor hacia los
hombres¬otros Seres Evolucionados, quienes transmitieron a los demás las Enseñanzas
del Enviado. Esas Enseñanzas debieron ser expresadas en forma diferente en cada
oportunidad, a fin de adaptarlas a la comprensión humana, en la época y el lugar del
mundo donde el Enviado había encarnado.

Sin embargo, como la Verdad es sólo Una, las Enceñanzas que todos esos Seres trajeron a
los hombres tuvieron siempre la misma Esencia, aunque su forma de expresion hubo de
ser diferente para que pudiera ser bien comprendida por los hombres que las recibían,
quienes, a su vez, debían transmitirlas a los demás y éstos a quienes luego les sucederían.

Esas Enseñanzas tenían por finalidad ayudar al hombre a adquirir el Conocimiento de las
Leyes Divinas, In cual le permitiría discernir mejor entre lo bue no y lo "malo ". a fin de
que, esforzándose por vivir de acuerdo con la Voluntad Divina, Expresada a través de Sus
Leyes, pudieran los humanos entrar en el Verdadero Sendero.

No obstante, quienes recibieron esas Enseñanzas no siempre sintieron la responsabilidad


de divulgarlas al máximo, procurando que sus beneficios alcanzaran al mayor número
posible de seres, sino que, por el contrario, frecuentemente las Enseñanzas fueron
retenidas en grupos limitados, pues en cada oportunidad se formaron congregaciones de
hombres que, suponiéndose con derechos exclusivos sobre las Enseñanzas traídas por el
Enviado para toda la Humanidad, procuraron imponer su propia interpretación, que
frecuente¬mente había sido adaptada a la conveniencia de ese grupo.

Las Enseñanzas Espirituales dejadas por cada Enviado fueron, paulatinamente,


materializadas y utilizadas más para jerarquizar a determinados grupos humanos que
para perfeccionar espiritualmente al hombre mismo, como era su finalidad. Las diferentes
interpretaciones de la Verdad Única -traida una y otra vez por esos Seres Superiores- no
con¬cuerdan entre sí, y cada Iglesia asegura que su interpretación es la única verdadera.
Las Enseñanzas traídas a los hombres por esos Mensajeros del Amor Divino constituyen
las Religiones Verdaderas, y todas esas Religiones son Caminos que llevan al Sendero de la
Perfección. En esos Caminos, el hombre puede progresar moralmente mediante la
comprensión de la Verdad contenida en esas Enseñanzas y su aplicación en la propia vida.

En cada Religión se formaron varias Iglesias, que se sintieron separadas y hasta


antagónicas entre sí, además de menospreciar a las otras Religiones. Todo esto demuestra
claramente que a las doctrinas elaboradas por los hombres con las sublimes Enseñanzas
dejadas por fas Enviados, se las ha contaminado con pasiones humanas.

Debemos tener siempre presente que el Camino hacia Dios lo señalan las Enseñanzas, que
debemos vivirlas, interpretándolas en su Realidad Espiritual de Amor hacia todos y hacia
todo, y no en las doctrinas que separan a los hombres, llevándolos a despreciarse u odiarse
entre sí.
El Camino de la Verdad es el Camino del Conocimiento Espiritual y del Amor; Camino
Universal, accesible a todos los hombres del mundo. Quienes lleguen a él se sentirán
unidos entre sí por verdadera Fraternidad e interpretarán en Esencia Espiritual -que es
Amor- las Enseñanzas que, una y otra vez, trajeron para la Humanidad Aquellos que
"descen¬dieron" a la Tierra para despertar a los hombres al sentido de su necesidad
Espiritual de Progresar y Evolucionar, señalándoles el Camino del Amor como el único
Camino por el cual podrían lograrlo.

La unión de todos los hombres que, deseando acercase a Dios, elijan el Camino del Amor y
el verdadero Conocimiento -es decir, el Conocimiento Espiritual, el Conocimiento de la
Vida- constituirá la RELIGIÓN UNIVERSAL, que unirá en vez de separar, y en la que
todos podrán sentirse incluidos y Progresar Espiritualmente, lográndolo cada uno ~ en la
medida del esfuerzo que realice.

La Religión Universal, basada en el Amor, facilitará la armonía y la unión entre todos los
hombres, porque el Amor es fuente inagotable de felicidad y de progreso.

Conceptos humanos que deben cambiar.


- El Bien y el mal. -

El hombre tiene, libre albedrío y e l mal, un concepto equivocado, pues supone que el mal
existe, que es "algo" esencialmente negativo cuya única finalidad es tentarlo, atacarlo y
perjudicarlo Si tomamos en cuenta que todo cuanto existe ha sido Creado por Dios -pues
nada hay que se haya creado a sí mismo ni existe otra Fuente de Vida- y que Dios sólo
Crea Bien, podremos comprender que lo que llamamos mal es sólo la inversión del Bien,
que lo ha transformado en su opuesto.

Muchos son los aspectos de la Verdad cuya comprensión escapa a las posibilidades
actuales de la mente humana; pero, para mejor comprender, podemos "ubicar" el
comienzo del mal en Seres que, en el arcano de los Tiempos ignotos, transformaron su
Vibración Espiritual Positiva en vibración espiritual negativa debido a la invers ión del
propio Bien Esencial, es decir, debido a la inversión de la Vibración de su Espíritu -por
causas que, como dijimos, escapan a nuestra actual capacidad de comprensión-
originándose así el opuesto al Bien, al cual denominamos mal.

En virtud de nuestro Libre Albedrío, todos podemos realizar en nosotros mismos la


inversión del Bien en mal, transformando lo bueno en malo. Desde tiempo inmemorial el
hombre ha venido haciéndolo; ha trasformado el Amor que recibe de la Vida Superior -
que, lógicamente es Bien- en su opuesto, el egoísmo -que es mal- y el egoísmo ha generado
intensas vibraciones negativas que, influyendo en la mente y el alma de los hombres,
generaron en ellos pensamientos, sentimientos y hechos negativos de toda índole, que los
separaron y los mantienen separados por ambiciones, odios y rencores.

Por Ley de Afinidad, las vibraciones negativas de las almas humanas atraen vibraciones
negativas procedentes de otras mentes y almas humanas o de seres que están en el Espacio,
lo cual da más fuerza a las vibraciones negativas en las mentes y en las almas sin embargo,
debemos tener siempre presente que las fuerzas del mal ajenas a nosotros mismos, nada
pueden hacernos si no encuentran afinidad en nuestra mente y en nuestra alma, es decir, si
con nuestra mente y nuestra alma nos oponemos a ellas y las rechazamos.

En consecuencia, el mal que realmente puede perjudicarnos está en nosotros; no fuera de


nosotros. Por ello, nuestro empeño constante debe ser mantener siempre en positivo
nuestros pensamientos y sentimientos, lo cual nos será fácil lograr si vivimos en amor
hacia todos y hacia todo.

Es indudable que la fuerza negativa de otros seres puede llegar hasta nosotros
incitándonos a pensar, sentir u obrar mal pero nuestra Divina Fuerza Espiritual siempre
prevalecerá sobre esas incitaciones si ponemos a su servicio nuestra voluntad de no
apartarnos del bien.
En nuestro mundo, la presión negativa es sumamente intensa debido a la enorme fuerza
negativa atraída, desde hace milenios, por las mentes y las almas de los hombres que,
carentes del verdadero conocimiento de la Vida, ignoraban el enorme daño que con sus
pensamientos, sentimientos y hechos contrarios a la Ley del Amor, se hacían a sí mismos y
también a las generaciones que habrían de seguirles, a las cuales correspondió, debido a
ello, desarrollar su vida en "un clima" moral cada vez más negativo.

Sin embargo, como por Ley de Evolución progresivamente encarnan en la Tierra


Espíritus con mayor Evolución, la Fuerza Espiritual de los hombres de la actualidad y del
futuro, unida al Conocimiento Verdadero que ahora el hombre ha comenzado a recibir,
permitirá que la voluntad humana, al servicio del Bien, rechace y elimine la influencia
npgativa; así purificadas las mentes y las almas, podrá lograrse el "clima" moral propicio
a la convivencia armónica entre los hombres y a las maravillosas realizaciones que la Vida
prodiga como "respuesta" a todo esfuerzo de bien.

Debemos tener siempre presente que el bien y el mal están en nosotros mismos y que, así
como no podemos pretender recibir bien si no vibramos armónicamente con él, tampoco
debemos temer al mal si nuestra vibración es, en todo momento, positiva y, en
consecuencia, no tiene afinidad alguna con lo negativo.

-El dinero.-
Desde que fue creado el dine ro, que permite a quie nes
lo poseen adqu irir todo lo que desean, la aspiración
ambicios a de los hombres fue conce ntrándose en él,
erigié ndolo en meta tenazme nte perseguida, a cuyo
logro dedicaron sus mayores esfuerzos , sin reparar en
indignidades en su obsesiona nte afán de obte ne rlo.
Ello hizo del dine ro inútil instrume nto de todo lo
negativo, pues, por poseerlo, el hombre ha claudicado
en todos los aspectos morales y ha come tido o
conse ntido las mayores injus tic ias. El dine ro ha
comprado las concie ncias y ha bastarde ado el sentido
moral en homb res y en grupos . Como consecue ncia, es
ahora sumame nte dificil armon izar el bien con el
dine ro, porque su sola menció n despie rta ambición o
desconfianza.
Sin embargo, el dine ro debe ría ser conside rado una
"conde ns ación de pode r" que -como todo los pode res -
debe ser utilizad o siempre positivame nte . Si la
posesión de dine ro fuera acompañada por el sentido
de la respons ab ilidad de bien que su posesión
significa, quie nes lo poseen en abundancia -en
ocasiones , pernicios a por lo excesiva- realizarían sin
duda alguna -individualme nte o en conjunto- obras de
bien común que podrían resolve r muchos de los
graves y agobiad ores proble m as sociales de la
Humanidad.
El dine ro tiene un valor mate rial, que significa la
posibilidad de adquirir todo aque llo que la vida
humana nos reclam a como necesidad, y un valor
imponde rable , expres ado en todo el bien que con él es
posible hace r a los demás.
Hasta ahora, el conce pto human o sobre el dine ro se ha
limitado, casi exclus ivame nte , a su valor mate rial, y el
esfuerzo del hombre por obte ne rlo ha sido impuls ado
sólo por el deseo de satisface r aspectos mate riales de
su vida.
Debe mos cambiar el conce pto mate rialis ta que
actualme nte tene mos del dine ro, conce pto que es el
refle jo de la ambición que los hombres han
conce ntrado en él a través de los siglos y que nos hace
retice ntes cuando nos vemos obliga¬dos a solicitarlo,
aunque sea con justicia o para obras de bien, porque
sentimos clarame nte la desconfianza de aqué l a quie n
le es solicitado.
Es necesario asimilar y difundir, con la palab ra y con
los hechos, el conce pto del valor moral, imponde rable ,
del dine ro; del pode r de bien que el dine ro represe nta
y de nuestra respons abilidad de darle siempre uso
positivo y bene ficiar con él tamb ié n a los demás.
La Vida -Perfe ct a y Unive rs al- no nos da nada que
tenga capacidad de bien común para nuestro uso
exclus ivo, sino que, al otorgarnos bienes, nos "elige "
como instrume ntos para extende r el beneficio a los
demás .
Obrar en esa forma nos ayudar á a sentirnos felices
humaname nte y a Progres ar Espiritualme nte .
Cuando, retenie ndo los bienes sólo para sí mis m o, el
hombre impide que esa acción benéfica se cumpla a
través de él como debie ra, la acción se invie rte,
perjudicando a quie n, con su egoís mo, la ha
obstaculizado.
En quie nes care ce n de amor, la posesión de dine ro o
de bienes mate r iales que lo represe ntan suele
despe rtar avaricia y, como conse cue ncia, un egoís mo
enferm izo que, en muchos casos, incluye en sus efectos
hasta al propio poseedor, quie n llega, así, a
trans form arse en un indige nte , aun poseye ndo una
enorme fortuna.
Recorde m os siempre que debe m os sentirnos
adminis tradores y no poseedores del dine ro, porque el
dine ro consti¬tuye una "conde ns ación de pode r" que
la Vida nos otorga para que, por nuestro inte rme dio,
llegue a otros la ayuda y el prog res o que necesitan.
Hay en el mundo muchos pobres ricos que, aunque
con su dine ro pue de n satisface r hasta sus menores
caprichos , no pue de n, sin embargo, comprar con él la
felicidad de sentirse en paz con su concie ncia y
satisfechos de sí mis mos .

- Renunciar y Superar. –
-
La Vida human a es una perm ane nte sucesión de
obstáculos que dificultan, en mayor o menor grado, la
obte nción de nues tros fines, y sea cual fuere la meta
que nos propon gam os alcanza r, sólo podre m os
lograrla mediante el esfuerzo constante sostenido por
nuestra firme voluntad de vence r.
Es que la vida humana es para nuestra Alma fuente
de Expe rie ncias , a través de las cuales adquirim os el
Conocim ie nto que nos permite disce rnir y elegir, con
plena Concie ncia, nuestro camino. Con suma
frecue ncia nos vemos ante la necesidad de elegir entre
el sí y el no, en el aspecto moral de los hechos que nos
salen al paso, y, aun con la me jor inte nción, algunas
veces nos equiv ocam os en la elección.
No obstante, esa equivocación, con todos los
inconve nie ntes y hasta los dolores que pue da
ocasionarnos , es una Expe rie ncia que nuestra Alma
asimila, trans fo rm ándola en Conocim ie nto que nos
alerta y en fuerza moral que nos sostiene cuand o
volve mos a encontrarnos frente a una elección similar,
pues los errore s come tidos pue de n beneficiarnos si
logram os extrae r de ellos la enseñanza que encie rran.
Mediante las Expe rie ncias acum uladas por las
humanidades que nos prece die ron, el hombre ha
logrado el progres o mental y el "punto" moral en que
actualme nte se encue ntra, y como el progres o moral
requie re un esfue rzo ante el cual el hombre ha
claudicado con suma frecue ncia, existe hoy un
evide nte y peligros o desequilib rio entre el prog res o
mental y el progres o moral de la Humanidad.
Los innúme ros reque rim ie ntos que en el "clim a"
moral de nuestr o mundo nos asedian constan te me nte,
invitándonos a elegir el camino más fácil y más breve
para el logro de nuestras aspira ciones o la satisfacción
de nuestros deseos y necesidades , constituye n,
precis ame nte , los obstáculos que debe mos vence r y
supe rar con nues tra voluntad y nuestro esfue rzo,
asignándole así, a la vida humana, su verdade ra
función de instrume nto y medio para el
perfe ccionam ie n to del Alma, que, como sabe mos ,
estando en la Tierra debe actua r a través del alma
humana.
Sin embargo, en muchos casos quie nes se afanan por
seguir el camino del bien supone n que es necesario
renunciar a todo para no verse expues tos al peligro
que implican los reque rim ie nt os humanos .
El conce pto del renunciam ie nt o es, tambié n, un
conce pto que debe cambiar, porque el
renunciam ie nto, si bien pue de libe rarnos
mome ntáne ame n te del peli¬gro de cede r a esos
reque rim ie ntos , no elimina del alma humana la
posibilidad de hace rlo. por lo tanto, el peligro no
desapare ce sino que permane ce latente y presto a
surgir en el prime r mome nto de debilidad, y esa vida
humana durante la cual no se enfre ntó sino que se
soslayó el peligr o, no ha proporcionado al Alma los
medios de Expe rime ntar para Perfe ccionarse
mediante el esfue rzo de Supe ración, como ella
necesita.
Nuestra necesidad no es renunciar, sino Supe rar. No
debe mos eludir la tentación, sino resistirla,
fortale cié ndonos en los conce ptos de bien y no
apartándonos , en ningún mome nto, del camino que
nuestra concie ncia nos señala.
Los reque rim ie ntos negativos, que prete nde n
desviarnos hacia el desamor, la ambición, la vanidad,
el egoís mo y su vasta y funes ta secuela, son
"peque ñe ces de la vida humana" a las que en ningún
mome nto debe mos permitir que logre n apartarnos del
camino de bie n y de amor que debe mos y necesitam os
seguir para cumplir plename n te la finalidad Supe rior
de nuestra vida humana.
En esa forma, no eludie ndo las tentaciones sino
restándoles valor, analizándolas fríame nte ,
compre nde re m os y comprobare m os que nada valen
ante nuestra Fue rza Espiritual, que crece con cada
reque rim ie nto negativo resistido; entonces, dejare m os
de teme rlas y ellas dejarán de asediarnos porque ya
las habre m os supe rado.
Los obstáculos morales y mate riales de los cuales esta;
sembrado el camino de nuestra vida humana, no son
nuestros enemigos sino nuestros amigos , porq ue sin
ellos no realizar íam os el esfuerzo de supe ración que,
tmpres cindible me nte, necesitam os realizar para pode r
lograr Progres o Espiritual y mere ce r progres o
humano.
-El pode r.-
Todos los aspectos de la Verdad -o sea de la Vida Superior- que se manifiestan en
nuestro mundo, fueron siempre interpretados por los hombres de acuerdo con las
limitaciones de su mente y su alma. La mente y el alma de los hombres ha evolucionado y
progresado a través del tiempo y, como consecuencia, también a través del tiempo ha
evolucionado y cambiado la interpretación humana de los diferentes aspectos de la Verdad
manifestados en nuestro mundo.

La interpretación humana de la Verdad ha originado los conceptos que los hombres


se han formado y han sustentado en diferentes aspectos de la vida humana. Dichos con-
ceptos son interpretaciones, no sólo deficientes o erróneas, sino frecuentemente inversas a
la Verdad, porque la mente y el alma de los hombres, además de ser incapaces de
interpretarla fielmente, están impregnadas de egoísmo, ambición, orgullo, envidia y demás
aspectos de su desamor, que presionan negativamente el concepto verdadero,
deformándolo y hasta invirtiéndolo, para mejor adaptarlo a la propia conve niencia.

Es por ello que, aun cuando los conceptos han cambiado a medida que el hombre ha
avanzado en civilización muchos de ellos, que son básicos para la feliz conviv~ncia
humana, se mantienen todavía en el error y hasta en oposición a la Verdad.
Por ejemplo: el deseo de progresar, que normalmente siente el hombre, es reflejo de la
necesidad de constante Progreso que tiene nuestra Vida verdadera; pero el hombre, por
lo general, deriva ese deseo hacia la obtención de bienes que le permztan escalar
posiciones y lograr poder.
El poder es positivo solo cuando es interpretado y ejercido con amor y responsabilidad, es
decir, de acuerdo con la Ley de Jerarquía; pero el hombre, mal interpre tando la Verdad,
lo transforma en fuerza personal en derecho de mandato, que exige le sea reconocido. En
cambio. la Verdad es que el poder significa, para quien lo asume, la responsabilidad de
emplearlo para proteger y guiar positivamente y procurar el bienestar y el progreso de
aquellos a quienes gobierna.

Debido al concepto equivocado de los hombres, el poder se ha transformado en


meta de ambiciones, y la lucha por iograrlo ha originado traiciones, crímenes y
guerras, degenerando su mal uso en tiranías, con las cuales, los ambiciosos que lograron
el poder, transformados en ególatras, sordos y ciegos a las necesidades y a los derechos
de los demás, procuran perpetuarse en él, suprimiendo el uso de los derechos naturales
del hombre.
La sensación del poder ejercido sin el control y la guía de la propia conciencia
orientada al bien es un tóxico que embriaga y reclama un siempre creciente e
indiscutido acatamiento. Así, el intoxicado de poder cree ser amo cuando, en realidad,
es esclavo del poder logrado, que ha anulado todo lo bueno y verdaderamente hermoso
en su vida, reemplazándolo con el temor a caer de su pedestal, con la desconfianza hacia
quienes le rodean y con un total desequilibrio en sus emociones.

El poder -de acuerdo con el concepto verdadero, que el hombre debería aplicar-
significa una gran responsabilidad y sólo debería ser aceptado -nunca perseguid~ cuando
se tiene la seguridad absoluta de poseer las condiciones morales imprescindibles para
utilizarlo exclusivamente para el bien.

Quienes ejercen poder deben tener siempre presente que con él no han recibido ni
adquirido propiedad sobre nada, sino, solamente, la responsabilidad de administrar con
absoluta honestidad y justicia los bienes materiales y morales de quienes, al elegirlo s, han
depositado en ellos su fe, juzgándolos capaces de desempeñarse eficazmente en esa dificil
y delicada tarea de bien común.

Desafortunadamente, el poder se ha constituido en un grave peligro, para los grupos


y para la Humanidad toda, precisamente por el desconocimiento de la Verdad en que ha
vivido y todavía vive el hombre, en casi todos los aspectos de la vida humana.

Madú Jess

Un disipulo. Te Amo! Y soy en ti..!

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