El documento discute la necesidad de una nueva perspectiva del derecho administrativo en México que se adapte mejor a las realidades actuales. Propone un modelo más horizontal y participativo de gobernanza que involucre a la sociedad y actores no gubernamentales, en lugar del modelo vertical tradicional. También argumenta que el derecho administrativo necesita evolucionar para regular esta nueva forma de gestión pública basada en principios de eficiencia, eficacia y coordinación entre diferentes actores.
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El documento discute la necesidad de una nueva perspectiva del derecho administrativo en México que se adapte mejor a las realidades actuales. Propone un modelo más horizontal y participativo de gobernanza que involucre a la sociedad y actores no gubernamentales, en lugar del modelo vertical tradicional. También argumenta que el derecho administrativo necesita evolucionar para regular esta nueva forma de gestión pública basada en principios de eficiencia, eficacia y coordinación entre diferentes actores.
El documento discute la necesidad de una nueva perspectiva del derecho administrativo en México que se adapte mejor a las realidades actuales. Propone un modelo más horizontal y participativo de gobernanza que involucre a la sociedad y actores no gubernamentales, en lugar del modelo vertical tradicional. También argumenta que el derecho administrativo necesita evolucionar para regular esta nueva forma de gestión pública basada en principios de eficiencia, eficacia y coordinación entre diferentes actores.
El documento discute la necesidad de una nueva perspectiva del derecho administrativo en México que se adapte mejor a las realidades actuales. Propone un modelo más horizontal y participativo de gobernanza que involucre a la sociedad y actores no gubernamentales, en lugar del modelo vertical tradicional. También argumenta que el derecho administrativo necesita evolucionar para regular esta nueva forma de gestión pública basada en principios de eficiencia, eficacia y coordinación entre diferentes actores.
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OBJETIVO
El objetivo del presente ensayo es tener una nueva y mejor perspectiva
sobre el derecho administrativo desde el punto de vista teórico y conforme la realidad de nuestro país. El derecho administrativo surge de la necesidad de regular las actividades del Estado y su relación con la administración pública y los gobernados. Por décadas la administración ha mantenido un modelo vertical de gestión, donde existe una delimitación específica por área, donde la comunicación debe ser por escrito y la tramitación administrativa debe ser rigurosa. Para las necesidades actuales, es necesario que los ciudadanos participen activamente en las decisiones que tomaran en pro de la sociedad, en conjunto con los organismos gubernamentales y la iniciativa privada.
DESARROLLO
Durante los años de 1980 a 1990, se estableció una distinción entre
gobernación y gobierno, esto fue causado por la situación caótica que atravesaba la sociedad y ante la cual los gobiernos se vieron incapaces de dar solución a diversas problemáticas sociales. Fue necesario el reordenamiento político y administrativo puesto que el gobierno no tuvo la eficacia para enfrentar un periodo de transición. La legitimación del gobierno mexicano era insuficiente para llevar a cabo los asuntos cotidianos de la sociedad. Como respuesta, la sociedad empezó a cuestionar el estado de derecho, temiendo una crisis que tendría su cúspide en 1994. El gobierno trató de remediar el aclamo social por medio del discurso basado en la transición democrática y económica a las puertas de la globalización. Más allá del discurso, las medidas de gobernación adoptadas por el estado mexicano fueron ineficaces ya que la crisis comenzaba por el mismo gobierno, afectando consecutivamente a la sociedad.
El concepto de gobernación fue postulado como una necesidad-omitiendo
ser una obligación del estado per se- social de dirección y coordinación, ya que no se lograba llegar al objetivo social de valor, generando entre los gobernados una sensación de requerimiento de más actores que el gobierno, actores que pudieran crear más acción que la de los organismos públicos. Esto implico la necesidad de la participación activa de la sociedad dentro y para la gobernación, tratando de eliminar las formas verticales de gobernación, generando una forma más horizontal, consensuada y. por supuesto, menos impositiva. Producto de ello, surgió una propagación de órganos públicos estatales. En este sentido, nace un nuevo modo de gobernar, más horizontal, descentralizado, incluyente, el cual incorpora varias formas de deliberación/participación de los ciudadanos y se despliega mediante formas asociativas entre gobierno y sociedad, además de facultar a otros actores no gubernamentales.
Dado el supuesto que el modo de gobernar tuvo un cambio fundamental,
esta nueva gobernación implica un conjunto de instituciones y actores dentro y fuera del gobierno. En la actualidad, con base en las necesidades sociales, las responsabilidades de lo público y lo privado se van emulsionando; se reconoce la existencia de redes sociales de actores que tienen la capacidad de autogobierno. La estructura gubernamental del estado deja de ser protagonista y pasa a ser un coordinador y catalizador de para dar respuesta a los nuevos retos de la sociedad. A este nuevo modo de gobernanza se le llama nueva gestión pública o nueva gerencia pública. La gestión pública ha estado funcionando conforme al modelo burocrático propuesto mor Max Weber, cuyas características generales se centran en la especialización de funciones, la jerarquía, la delimitación de competencias, la existencia de procedimientos administrativos estrictos, una comunicación vertical-preferentemente por escrito y la seguridad laboral. Dicho modelo se encuentra hoy sometido a la crítica y a deslegitimación debido a que tiende a la alienación y a la desresposabilidad del servidor público.
El fin de la reorganización es que el estado disminuya su intervención, a
través de un redimensionamiento, reduciendo el tamaño del aparato gubernamental, el recorte del gasto, la privatización de activos y la prestación de servicios públicos, la liberalización de mercados y de reorganizar las formas administrativas jerárquicas para llevarlas a un terreno de coordinación y coadyuvancia, orientadas siempre a la eficiencia burocrática. Un ejemplo de lo anterior son las ONG’s, colegios de profesionistas, cámaras de comercio e industriales. El objetivo es lograr una nueva gobernanza no por medio del control y el mando, sino por la coordinación y planeación en conjunto.
La administración comienza a tener legitimidad por parte de los ciudadanos
cada vez más alfabetizados, mayo bienestar social y mayor poder adquisitivo, cuyas demandas tienen como directrices la salud, la educación y la protección social. No es suficiente con legitimar la Administración Pública mediante la elección popular o mecanismos de participación ciudadana, es pertinente hacer un uso racional de los recursos a disposición de la Administración.
En este tenor, la nueva Administración exige mejorar la gestión pública,
adoptar avances tecnológicos, simplificando las inercias burocráticas de los procedimientos administrativos y la optimización de los medios disponibles. El ciudadano, entonces, debe ser el sujeto crítico y no el objeto de la nueva gestión, basado en la autonomía, la eficacia y eficiencia, debiendo integrarse por elementos de respuesta inmediata y positiva a las demandas de la ciudadanía. La nueva gestión es el proceso mediante el cual la sociedad, exponencialmente participativa y demandante toma sus decisiones sin reducirse a la decisión del gobierno. La nueva gerencia se refiere al modo de gobierno de cumplir sus funciones, políticas y programas, basado en la economía, eficiencia, eficacia y calidad.
La gestión pública ha experimentado cambios diversos conforme a su
función. La gestión funcional ahora trata de ser gestión de procesos, suprimiendo la especialización funcional, la gestión de productos se ha convertido en gestión de servicios y la gestión pública pasa a ser gestión de actua a gestión de competencia-conocimiento, dándole suma importancia a los crecientes sistemas y tecnologías de la información. En relación con esto, la doctrina del Derecho administrativo debe, de la misma manera, evolucionar al panorama actual.
El Derecho administrativo hasta la década de 1980 se mostró incapaz de
responder ante las nuevas realidades con sus instrumentos y marcos conceptuales tan trabajosamente construidos. La modernización no debe implicar una extensa producción de reglas jurídicas, las normas deben adaptarse a la flexibilidad que supone el estado moderno. El Derecho no puede solo limitarse al deber ser, esto no es óbice para que se actúe dentro de un marco normativo, sino que debe ser proveedor de seguridad y no garantizar medianamente la certidumbre jurídica.
Dicho esto, el Estado, cuya concepción es la de un ente jurídico ficticio, una
abstracción de todo lo político, en el cual se conjugan sus elementos; territorio, población, gobierno, soberanía y poder. Dentro de esta conjugación, el Derecho Administrativo es el instrumento de la acción pública del estado. Desde el origen del Estado con el devenir del capitalismo surge un derecho administrativo primitivo, el cual tiene la premisa que la autoridad, para ser efectiva, necesita establecer un orden y disponer de recursos previamente organizados para obtener un fin. El derecho Administrativo enfrenta una realidad en crisis del Estado benefactor, cuyos principales síntomas se hacen presentes desde la crisis del petróleo en 1970. La desestabilidad económica y el estancamiento derriban la manera de gobierno vertical, a razón de que el Estado está incapacitado de resolver todas las problemáticas sociales y garantizar el bien común temporal. La doctrina del Derecho administrativo cambia ya que el pragmatismo social depende de las necesidades de los ciudadanos, por lo que es necesario que más allá de la Administración como tal se conoce, se opte por un management o gerencia.
PROSPECTIVA
Puesto que la necesidad de la ciudadanía va evolucionando conforme a la
alfabetización de la sociedad, es necesario reformular la postura del Derecho administrativo teórico, es pertinente considerar que, en consecuencia a la ambivalencia de esta área del conocimiento jurídico (ya que en diversos supuestos puede ser parte del derecho público y parte del derecho privado según el actuar del Estado) necesite su propia rama, regulando la actividad del Derecho administrativo mediante las directrices de la nueva administración, considerando tomar modelos propios de la gerencia para lograr una coordinación en armonía con la ciudadanía. El derecho administrativo tiene aristas indefinibles y su universo es significativamente mayor por la esencia del mismo.
Es importante considerar que no debe existir una amalgama de
legislaciones al respecto, debe considerarse el fondo de la situación y el alcance actual del Derecho Administrativo, el cual es ineficaz para la actualidad mexicana.