De Lo Trascendentala Lo Fantastico
De Lo Trascendentala Lo Fantastico
De Lo Trascendentala Lo Fantastico
Abstract: The theoretical works of Nathaniel Dorsky, Paul Schrader and Ángel
Faretta study the representation of the Holy, the Transcendental, and Miraculous,
as well as those who profess these beliefs in the cinematic production of
filmmakers as Yazujiro Ozu (Japan, 1903-1963), Carl Theodore Dreyer
(Denmark, 1889-1968) and Robert Bresson (France, 1901-1999). This article
intertwines Rosemary Jacsons’s definitions of Fantasy with David Bordwell’s
Parametric Narrating in order to examine the Transcendental Style and the
Devotional Subject in Latin American films such as Stellet Licht (Carlos
Raygadas, 2007) and The Holy Girl (La niña Santa, Lucrecia Martel, 2004).
1 “Entrevista con Robert Bresson, por Serge Daney y Serge Toubiana”, en Cahiers du Cinema,
junio-julio de 1983. Viene de:
-Cahiers du Cinema: Sin embargo, todo el mundo hace cine.
-Robert Bresson: El cine brilla. Pero el público no podría ir siempre al cine para ver el triunfo de
un actor o escuchar las modulaciones de una voz. Alguien me decía: “En el cine, está todo
hecho”. El cine es inmenso. No hemos hecho nada.
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2 En este sentido, Faretta hace referencia a lo numinoso como lo que pertenece a los dioses, a
diferencia de lo santo, que no puede definirse. Tiene que ver con las experiencias de aniquilación,
fascinación y temor. Lo numinoso hace sentido, ilumina y, de alguna forma, sobrecoge.
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Dorsky y Schrader coinciden en trabajar con Ozu, Dreyer y Bresson. Faretta, con
el melodrama argentino y el tango. Los tres autores coinciden en considerar lo
sagrado como algo abstracto, superior al alma humana, algo por momentos
indefinible y que contiene todas las cosas. Como un estilo definido, aparece en
los tres la idea de ciertos elementos que habitan en las particularidades de
distintos cineastas, casi una iluminación. La referencia obligada parece ser la
última escena de Diario de un cura rural de Bresson (Journal d'un curé de
champagne, 1951), en la que el cura de Ambricourt está a punto de morir frente
a un amigo que lo cuida en sus últimos momentos y sus últimas palabras
audibles son “¿Qué más da? Todo es gracia”. La gracia como algo que rodea
todo, como fuente de calma perplejidad para ese sujeto que frente a una
experiencia reveladora no posee las herramientas para definirla, pero a la vez,
no le hacen falta. La gracia de lo sagrado como lo absolutamente otro.
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Habría que preguntarse si La niña santa no es una película religiosa. Si bien ese
no es el centro, la religiosidad de Amalia se presenta algo sobrenatural. La forma
en la que se mueve por el hotel como un fantasma, apareciendo en los reflejos
de los espejos del Doctor Jano sin hacer ruido, sin señales aparentes de haber
entrado por la puerta, su presencia en los lugares importantes en los momentos
importantes y su silencio (Jackson, 1981: 12). La distancia de la película con
aquello que es religioso se materializa en los roces que ésta tiene con lo
fantástico, oscilando entre las categorías que plantea Rosemary Jackson en su
libro Fantasy: literatura y subversión: lo sobrenatural (maravilloso), no natural
(fantasy) y natural (extraño). Las capacidades de movimiento ilimitado de Amelia
van de lo extraño a lo fantástico por procedimientos de extrañamiento sobre
movimientos normales. Amelia “resucita” a su madre cada vez que la levanta de
la siesta, poniendo su mano sobre su espalda sin tocarla, como una imposición
de manos. La expresividad de las manos y la idea de que poseen una inteligencia
propia es algo profundamente bresoniano (Bresson, 2014:63), María Alché (la
actriz que representa a Amalia) bien podría ser una Anne Wiazemsky de nuestro
tiempo o una Mouchette menos sufrida.3 También Marianne logra tapar el Sol
con una mano, un gesto de una extrañeza menor que anticipa el milagro.
3Anne Wiazemsky es la actriz protagonista de Al azar Balthazar (Au hasard Balthazar, Robert
Bresson, 1966) y la segunda refiere al nombre de la protagonista de Mouchette (Robert Bresson,
1967).
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Aquello que Arlindo Machado llama Ubicuidad (2009: 24), la forma de inscribir al
sujeto espectador en la escena a través de la determinación del espacio según
su posición, de organizar los saberes alrededor de la percepción de un espacio
según un punto de vista y la posibilidad de adoptar diferentes posiciones y
acceder a diferentes espacios, de entrar a lugares que son vedados para algunos
personajes, es lo que hace que pueda completarse un (ligero) entendimiento de
la experiencia religiosa de los personajes. La posibilidad de entrar con Amalia a
los lugares a los que ingresa con misterioso sigilo, de ver como duerme su
madre, de ver la pileta desde su espacio fragmentado, a los huéspedes y a sus
amigos, nos acerca a su experiencia religiosa. La percepción de la naturaleza
sagrada en la que los personajes se encuentran en un punto indeterminado
(Johan y Marianne se cruzan en el medio del campo para besarse, solos frente
al Sol), la necesidad de estar cerca de ella para concretar una muerte (Esther
tiene un colapso bajo un árbol durante una tormenta que la acompaña), la
presencia casi invisible de la cámara ante un grupo de gente que se baña,
compartir una intimidad y un espacio natural ayuda a acercarse a ese sujeto
extraño. Más aun, compartir la evidencia de un milagro. Todo eso que es
inmaterial (lo sagrado, la devoción, la Fe) se vuelve material en personajes, en
espacios, en el clima, en una forma de ser de la luz, en el plano, en el resultado
del uso de un determinado lente.
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Luz silenciosa y La niña santa son películas que se aproximan al ser religioso
que transita experiencias místicas desde herramientas puramente
cinematográficas. La creencia de Martel en la fragmentación de los cuerpos, en
las posibilidades del sonido de traspasar lo puramente referencial la presencia
constante de susurros, en el acercamiento audiovisual a sensaciones distintas
a la vista y el oído (la particular atención al tacto y al olfato del personaje) en el
tránsito indeterminado por el espacio hasta alcanzar lo fantástico, lo sobrenatural
y casi terrorífico son equiparables a la devoción de sus personajes. Reygadas
se manifiesta por las posibilidades de los lentes angulares de poder ampliar un
espacio, por las relaciones entre los cuerpos con la cámara y los cuerpos entre
ellos (acercarse y alejarse lentamente), por la expresividad que puede tener la
figura humana en el centro de un plano extremadamente ancho, por el tránsito
sereno del tiempo natural de los momentos del día (el amanecer y el atardecer
como cambios muy graduales de luz en un tiempo prolongado), por el sonido de
agua como forma de serenidad.
Puede que Martel y Raygadas no crean en Dios, pero creen en el Cine. Esa
creencia por momentos tiene una condición mística, en tanto y en cuanto al
enfrentarse con sus procedimientos que son siempre nuevos y particulares
haya un momento de fascinación ante lo complejo e inexplicable, con una
primera respuesta indefinida y balbuceante, que luego permita un conocimiento
mayor. Una compenetración que desemboca en un entendimiento.
Las infinitas posibilidades formales y expresivas del cine son llevadas hacia
extremos más evidentes cuando sus personajes o temas rozan el terreno de lo
religioso, lo sagrado o lo trascendental. La posibilidad del montaje de generar un
efecto especial sencillo (el corte que permite la presencia de algo nuevo en un
espacio, con la simple operación de introducir una elipsis ya sea por una
operación temporal o un fuera de campo, por ejemplo) acercan el estudio de lo
devocional al análisis de la imagen y sonido. Esa especie de gracia en la que
Faretta, Schrader y Dorsky parecen coincidir, ese estilo que parece trascender
las particularidades del cineasta para formar parte de algo mayor (una especie
de misterio del cine) deja de existir como algo abstracto y sobrecogedor cuando
se lo analiza como parte de un género. Lo fantástico aquí no es solo aquello que
oscila temáticamente entre lo maravilloso y lo extraño, sino también aquello que
se sirve de procedimientos formales específicos para existir entre estas dos
categorías, con un imaginario convencional que lo acompaña. En los casos de
La niña santa y Luz Silenciosa, es su voluntad jansenista lo que las acerca tanto
a lo numinoso como a lo indefinido. La modestia formal, o sea la concentración
en pocos dispositivos formales (el uso de un tipo de lente poco frecuente, de un
salto temporal o espacial ligeramente anti naturalista, el vapor) es lo que otorga
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4 Ese modo de representación que, según explica Bordwell (1996), parece centrarse en la
construcción o enunciación de un estilo, en una particular atención a las formas por sobre la
transparencia o la eficacia formal del modo de representación clásico.
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Bibliografía
Bresson, Robert (2014). Bresson por Bresson. Entrevistas (1943-1983). Buenos Aires: El cuenco
de plata.
Bordwell, David (1996). La narración en el cine de ficción, Barcelona: Paidós Ibérica.
Dorsky, Nathaniel (2003). Devotional Cinema, California: Tumba Press.
Faretta, Ángel (2009). La pasión manda. De la condición y la representación melodramáticas,
Buenos Aires: Djaen.
Jackson, Rosemary (1986). Fantasy: literatura y subversión, Buenos Aires: Catálogos.
Koza, Roger Alan (2010). “Las variaciones de la experiencia religiosa”. La voz del interior,
28/10/2010. Disponible en: http://vos.lavoz.com.ar/content/las-variaciones-de-la-experiencia-
religiosa.
Machado, Arlindo (2009). El sujeto en la pantalla. La aventura del espectador, del deseo a la
acción, Barcelona: Gedisa
Nelepo, Boris (2012). “Opening the gates of night” en Cinema-Scope, nº53, Diciembre de 2012.
Disponible en: http://cinema-scope.com/features/opening-the-gates-of-night-jean-claude-
brisseaus-la-fille-du-nulle-part/
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Schrader, Paul (1972). Trascendental style in film. Ozu, Bresson & Dreyer, California: Da Capo
Press.
*Diseñadora de Imagen y Sonido (UBA), es crítica de cine en Las Pistas, Cinéfilo y Grupokane.
Docente de cine en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de las Artes.
Trabajó en los festivales de cine BAFICI, Festival Internacional de Cine de Mar del Plata y
Transcinema Buenos Aires. Dirigió junto con LaSiberia Cine y El círculo rojo varios cortometrajes.
Implantación (LaSiberia Cine, 2016) es su primer largometraje. E-mail:
[email protected]