Veiled Innocence - Ella Frank PDF
Veiled Innocence - Ella Frank PDF
Veiled Innocence - Ella Frank PDF
mod. de Traducción
ENI
Staff
ANDREA MORENO
3LIK@
ENI
♥
Corrección
MEW RINCONE & ENI
EVARG7
JANE
LORELLERENA Recopilación y
MAIS020291
MEW RINCONE Revisión
MICHELLE♡ ENI
PIDGETRAVIS
RUFIARP
Diseño
LUCIITAMY
ÍNDICE
SINOPSIS
Tic, tic, tac.
Tiempo.
Ahora eso es todo lo que tengo.
Una pequeña habitación, una fotografía, y tiempo.
Quieren que confíe en ellos y confiese mis pecados.
Me dijeron que no me juzgarían, me mintieron.
Pensé que podríamos convencer al mundo de que esto no era un
crimen.
Estábamos equivocados.
El tiempo no se detiene.
El reloj sigue haciendo tictac, el mundo es escéptico, y ahora…
Ahora él se ha ido.
A veces realmente no sabes a quién va dirigido un libro hasta que está
completo. Este libro me sorprendió constantemente, y esta dedicación no es
diferente.
Veiled Innocence está dedicado a alguien que es brutalmente honesta,
trabajadora, y dedicada al oficio de escribir. Ella me recuerda
constantemente porqué amo hacer lo que hago, y este libro no hubiera visto
la luz del día sin ella.
Candace Wood, eres irreemplazable.
Gracias desde el fondo de mi corazón.
Xx Ella
Siempre hay un poco de locura en el amor, pero siempre hay un poco
de razón en la locura.
Friedrich Nietzsche
Lo oigo. Lo memorizo.
Cuando doy un paso adelante, una brisa roza mi mejilla, haciendo que
el vello de mis brazos se levante como si alguien hubiera pisado mi tumba.
Sólo toma un segundo para que nuestra conexión se corte. Me giro hacia
él, y sé que tiene razón. Su tiempo se ha detenido. No es mi tumba la que ha
sido pisada.
Antes que pueda alcanzarlo, las flores que nos rodean se marchitan,
encogiéndose en el suelo, y cuando él desaparece con ellas, todo ante mí se
vuelve negro.
Presente…
Tic, tic, tac. Tic, tic…
—¿Addison?
Tac.
Tic, tic…
Tac.
Eso no es verdad.
¡Mierda!
Pasado…
Miré el reloj atado a mi muñeca antes de voltear la cabeza hacia
Brandon.
Brandon gimió mientras se movía una vez más, y miré mi reloj, mala
costumbre…tic, tic, tac.
****
Llegué tarde…grandioso, como si no estuviera lo suficientemente
ansiosa. Esto era justo lo que necesitaba en el primer día de mi último
año. Aunque en realidad, no era como si alguno de mis profesores fuera a
mencionarlo. A ellos no les importaría.
****
Primer día de trabajo y ya me quería ir.
Siempre hacía eso cuando comenzaba una nueva clase, sobre todo en
una escuela nueva. Observaba. Era interesante ver como los estudiantes
interactuaban antes de saber que estaba allí. Antes de que hicieran un
buen espectáculo y se comportaran como se esperaba que lo hicieran.
La miré, me miró.
****
Odiaba llegar tarde, corrí a través de la puerta del salón y me
sorprendí al encontrarme de frente con un hombre en lugar de la Sra.
Ross.
Él era el profesor con que cada chica soñaba. Del que todas nos
flechábamos en el segundo que lo veíamos. Con un cabello castaño
veteado de dorado por el sol, en una corta cola de caballo desordenada en
la nuca, él era diferente a cualquier profesor que había visto antes, y mi
reacción hacía él fue inmediata y potente.
—¿Señorita?
Vaya, hubo cierto tipo de autoridad allí. Una mirada suya, y mis
compañeros rebeldes se callaron…se volvieron respetuosos, y no
llevábamos ni diez minutos de clase.
Una vez más, sus ojos volvieron a los míos y ya no sólo expresaban su
irritación, sino también algo más. Algo que ansiaba al instante.
Sr. McKendrick.
Él era fascinante y definitivamente diferente.
****
Me observaba desde su asiento, tercera fila del fondo, segundo pasillo,
con esos ojos tan azules que podía verlos desde donde estaba de pie. Se
clavaron en mí en el segundo en que se acomodó, y seguía
escudriñándome.
Presente...
Tic, tic, tac.
—¿O es que crees que es más… —se detiene, estoy segura para un
efecto dramático—, subconsciente?
Sabe que soy consciente de que no tengo que contestar, así que ¿qué
es lo que obtiene de mí? Silencio. Silencio total y absoluto.
No todos.
Todos son codiciosos. Codiciando una razón para hacer esto su culpa.
Si él piensa que esto va a ser fácil como solía ser, es mejor que
reevalué.
Sólo tengo que pensar en mí ahora. En este lugar, con nada más que
tiempo. Tiempo para recordar o, como todos están esperando, tiempo para
olvidar.
Levanto mi pulgar y muerdo la uña, notando que sus ojos caen en ella
antes de que él niegue con la cabeza.
****
Pasado...
Una vez más, ella estaba retrasada. Este era el tipo de conducta que
no podía tolerar. Flagrante falta de respeto a mi autoridad, eso es lo
que esto era. Cerré la puerta de mi salón de clases con mano firme y la
bloqueé.
Ella iba a ser esa estudiante. Con la que lucharía todo el puto año.
—Está bien, chicos. Por favor, abran sus libros de texto en la página
treinta y siete. Como ustedes saben, este trimestre estaremos aprendiendo
todo sobre el reinado del rey Enrique VIII. Así que vamos a empezar por el
principio, ¿de acuerdo?
—Siento llegar tarde. Me… retrasé. Pero fue por una buena razón. —
Trataba de explicar, mientras entraba al salón.
—Fuera. Ahora.
****
—Realmente fui reteni…
—Deje de hablar.
—¿Discúlpame?
****
Seguí en silencio a Addison de nuevo al salón de clases y me di cuenta
de las marcas de dedos en su hombro cuando su bolsa cayó. Ella
rápidamente se encogió de hombros y se acomodó la chaqueta en su lugar
y se fue a tomar su asiento. Cuando apuntó sus ojos a mi lugar, sabía que
estaba en serios problemas de mierda. La expresión en ellos
definitivamente no era la de un estudiante que enfrenta a su profesor.
¿Por qué estaba permitiéndole llegar bajo mi piel? ¿Y qué quería decir
sobre mí no vistiendo como un profesor? Tal vez necesitaba cambiar algo,
¿tener una apariencia diferente?
O tal vez, tenía que dejar de permitir que jugara conmigo porque eso
era lo que estaba haciendo... o tratando de hacer. Jugar conmigo como un
maldito juego.
****
Presente...
Los recuerdos son lo único que me mantienen cuerda.
—¿Debería?
—Sí. Hay una razón por la que le dijeron a Psique que no abriera el
frasco.
Esto estaba mal. Me había dicho eso tantas veces. Pero yo lo quería, y
no iba a ninguna parte.
Pasado…
¿Cuándo se convierte una obsesión en algo poco saludable?
Sabía que este comportamiento era loco, pero cuando se trataba de él,
las reglas no parecían aplicarse. Desde ese primer día de escuela, no había
sido capaz de pensar en otra cosa que acercarme a él, y cada clase sólo
intensificaba mi determinación.
No…no había manera de que supiera que estaba allí. Estaba lloviendo,
muy fuerte. Mi respiración se aceleró cuando su sombra cayó sobre el lado
del conductor, y salté en mi asiento cuando sus nudillos golpearon la
ventana.
Atrapada…estoy atrapada.
Tomé un respiro profundo mientras él me indicaba que bajara el vidrio
salpicado de lluvia. Tragando con fuerza, presioné la flecha hacia abajo en
la puerta y oí el lento zumbido de la ventana mientras se abría. Se inclinó
hacia abajo por lo que fue capaz de mirar dentro del auto, y podía ver sus
labios brillantes y mojados por la lluvia.
—No, señor.
—Estaba esperando.
—¿Qué? —gritó mientras la lluvia caía con más fuerza contra el techo
del auto—. No puedo escucharte, Addison. Levanta la voz.
****
¿De qué está hablando? Pensé mientras la lluvia caía sobre mí y
traspasaba mi camisa. El agua pronto pasó desapercibida cuando bajó
más la ventana, y su perfecto rostro quedó a la vista.
Tenía que decirle algo para que regresara al auto porque la forma en
que me miraba no estaba ayudando a recordarme quien era ella y quien se
suponía que era yo.
—Bueno, no hay razón para estar de pie aquí. Te vas a resfriar. Entra
a tu auto, ve a casa y toma una ducha caliente.
Escaneó el área, así como lo hice hace segundos, y se movió más cerca
de mí. En ese momento, debí haberla detenido, pero el destino debió haber
tenido algo más para mí porque no hice absolutamente nada.
—¿Sí? Señor.
Pero lo cuestionó.
—¿Detener qué?
****
Esa noche cuando entré a la ducha, pensé en mi profesor. Me lo
imaginé así como había estado de pie bajo la lluvia, empapado hasta los
huesos, con el agua colgando de sus mejillas.
Me deseó esta tarde y estuvo tentado, de eso estaba segura. Sólo era
cuestión de tiempo.
****
Presente…
—Buenos días, Addison.
—Me gustaría hablar de algo diferente hoy. Tal vez un poco sobre
Helene.
—¿Addison?
No respondo, creyendo que eso hará que todo esto desaparezca. Sigo
esperando que todo esto sea una especie de sueño demente, pero incluso
en mis sueños, no puedo escapar de lo que pasó. Me hace recordar la
fuente más improbable, Daniel.
****
Pasado…
A la mañana siguiente, la lluvia había cesado. Entré en el
estacionamiento y le eché un vistazo a mi reloj.
Lástima, no se cayó.
—Es genial que haya estado en todos esos lugares ¿no? me refiero lo
irreal que sería pararse en el Partenón, oh y el Coliseo, me moriría.
Estaba molesta de que él pensara que valía la pena hablar con ella y
no conmigo. Escucharla hablar de él no ayudaba al problema en absoluto.
—Buenas tardes, Sr. McKendrick —me saludó, igual que los demás
estudiantes, pero la mirada y la forma de caminar que acompañaban sus
palabras no eran parecidas a la de los demás.
—¡Addy!
—Sí, señor.
****
—Addy, ¿vas a ir a mi casa en el viernes en la noche? —preguntó
Brandon, mientras observaba al Sr. McKendrick tomar asiento en frente
del salón.
—¿Sí, señor?
—Date prisa, mis padres no estarán en casa durante dos horas —me
dijo, y no pude evitar sonreír con suficiencia cuando la atención de mi
profesor se centró en mí.
—Srta. Lancaster.
—Sr. McKendrick.
—¿Estás casado?
—Estabas hablando.
—Presto atención.
—Un día no prueba nada. Tienes que dejar de distraer a los demás a
tu alrededor.
—Como a Brandon.
—¿Celoso?
****
Cuando Addison salió del salón, me senté y ajusté la erección que
ahora palpitaba como un duro recordatorio entre mis piernas.
Me sentí derrotado.
Addison era una distracción peligrosa para un hombre cuya vida era
un caos. Era promesa de juventud, de no tener miedo…de estar vivo. Era
todo lo que no podía tener y no debía querer, pero cuanto más me
provocaba, más se derrumbaba mi determinación.
¿Sí? Yo también.
Ahora eran las cuatro y media. Había estado esperando una hora y
media, y el Sr. McKendrick no se había aparecido. Probablemente estaba
mirándome, esperando que me fuera.
A mitad del camino, abandoné la carretera por una calle lateral. Saqué
mi automóvil en un giro en U ilegal y me detuve al lado de la acera.
Con el motor todavía inactivo, tamborileé mis dedos en el volante y
apreté mis ojos —uno, dos, tres, uno, dos, tres— y cuando los abrí, vi su
camión negro, mientras pasaba.
Nadie sabía que estaba allí, así que, ¿a quién iba a lastimar?
****
No podía creer que me hubiera seguido a casa.
A propósito, esperé salir hasta que ella se hubiera ido a casa. Esperé
mucho, pero no podía permitirme el lujo de ponerme en cuartos cercanos
con esta chica.
Era indisciplinada y claramente nunca había oído la palabra no en su
vida. Ella quería cosas que no podía tener, y yo tenía que ponerlo mucho
más claro que en nuestras conversaciones anteriores.
Una vez más, golpeé la ventana, esta vez más fuerte, y cuando
escuché las cerraduras desbloquearse, tiré de la puerta del auto.
—Yo…
—¿Me seguiste?
Sus ojos azules se posaron sobre mi cara, pero esta vez el movimiento
parecía más nervioso que coqueto.
—¿Pero si no lo fuera?
—Vete a casa.
Así de fácil, fui testigo de sus nervios desaparecer antes de que ella
exigiera—: ¡Contéstame!
Tan pronto como su suave observación golpeó mis oídos, le dije otra
vez—: Vete. A casa.
—¿Y qué les dirías? Hola, señora Lancaster, estoy llamando para
hacerle saber que su hija se ha aparecido en mi casa y masturbado en su
auto. Ah, y ¿podría mantenerla alejada de mí, porque me provoca una
erección?
****
Oh mierda, pensé mientras me quedé donde me había dejado, pegada
a la puerta de mi auto. Mis piernas apenas me estaban sosteniendo
mientras todo mi cuerpo temblaba. Mi coño palpitaba con tanta fuerza,
literalmente, podía sentir cada pervertido pulso.
****
Presente...
—¿Addison? Addison. Es hora de tus medicamentos.
—¿Addison?
Ya no.
He estado esperando toda la tarde por las noticias, sólo para ver si va
a ser mencionado. Por lo general, me escoltan afuera para este
momento. Generalmente, me envían de vuelta a mi habitación, o a ver a
Doc, pero alguien debe haberlo olvidado porque todavía estoy sentada aquí
y es...
Tiempo.
Oh Dios. Se siente como una eternidad desde que he visto esa cara.
Dejo caer las píldoras y me deslizo del sofá para arrastrarme hacia el
televisor. Me arrodillo y pongo mis dedos sobre la pantalla. Tratando de
tocar, tratando de llegar a él. Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas
mientras el hombre en la TV sigue hablando del “maestro desaparecido”.
Cuando soy arrastrada de la sala, todo lo que puedo oír es: “Hasta
esta noche, aún no hay información sobre su paradero”.
Pasado…
A diferencia de la mayoría de los deportes, la Srta. Shrieve
programaba nuestras prácticas de carrera de vallas en las mañanas. De
esa forma, evitábamos el calor y, más específicamente, a los chicos.
—Así que, pensé que querrías saber que Sam me mensajeó anoche.
Dijo que Brandon estaba súper enfadado porque no apareciste ayer.
—¡Addy!
Me doblé para tocar los dedos de mis pies, las otras chicas a mi
alrededor dijeron al unísono—: ¡Sí!
****
Esta mañana había pedido tener libre la primera hora de mi día.
Quería ir a visitar a mi padre.
—Hola.
—No. Ya he estado ahí fuera esta mañana. Mis chicas van a hacerlos
polvo mañana… es por eso que estoy aquí.
****
Celos.
—No.
—Lo olvidé, ¿de acuerdo? Mierda, relájate, ¿sí? Sólo fui a casa.
—¡Muy bien, Sr. Williams! —La voz del Sr. McKendrick irrumpió en el
aula—. Ha sido suficiente.
****
Deseo, lujuria y una mujer. Ésos siempre eran los ingredientes para la
máxima traición del hombre. Tanto si era de corazón, mente o alma.
—Es hora de irse —le dije tan profesionalmente como fui capaz.
—Sí, lo entiendes.
La sonrisa que curvó sus labios debió haber sido… no, era ilegal. No la
sonrisa en sí misma, sino lo que me hacía querer hacer.
—Sí, pero ella no es rigurosa con el manejo del horario como tú. ¿Y?
¿Me hablarás?
—Hablaré contigo sobre cualquier cosa que tenga que ver con el
trabajo escolar. Nada más.
—Sí, lo está. Ambos son mis profesores. ¿Te pidió una cita? —
persistió.
—Eso no te incumbe.
—Addison.
—¿Sí?
—Lo sabía.
El aula cayó en completo silencio y todo lo que podía oír era el tic, tic,
tac del reloj mientras cada pizca de sentido común que tenía me
abandonaba.
—Quiero.
—Ahora vete.
Presente…
—Vamos a hablar de la fotografía en la pared.
—Así pues, Psique era la hija más joven y la más hermosa del rey y la
reina. Fue venerada como una diosa por los lugareños en el pueblo del que
provenía. Esto haría a cualquier mujer... —Hace una pausa y golpea
ligeramente su labio superior con su dedo índice—uno, dos, tres—.
Sentirse especial. Importante.
Pasado...
La tarde del viernes pasó antes de que me diera cuenta. Pensé que iba
a tardar una eternidad en llegar, pero no fue así. Me obligué a
comportarme en la clase de hoy, a pesar de que había pasado todo el
tiempo queriendo besar a mi profesor.
Ah, y la falacia popular era que sólo los chicos eran los que estaban
cachondos a nuestra edad, bueno, a las personas que se le ocurrió aquello
no habían tenido que sentarse en una clase con el Sr. McKendrick
caminando por la parte delantera de la misma.
—¿Addison… Addison?
No tuve mucho tiempo para pensar acerca de por qué él estaba allí
debido a que mi calor subió primero, y estábamos siendo llamadas a los
bloques de arranque.
Me quité los pantalones y los puse a un lado, así que me quedé de pie
en unos pantalones cortos de malla apretados, y por el rabillo de mi ojo,
estaba segura de que el Sr. McKendrick se removió en su asiento.
Sintiendo una sonrisa golpear mis labios, llegué hasta mi larga cola de
caballo y la apreté, sabiendo que con esto mi blusa de lycra se subiría por
encima de mi obligo.
—Sé que puedes hacer esto, Addison. Tus tiempos han sido
sobresalientes durante las prácticas —dijo la Srta. Shrieve mientras
caminábamos hacia mi carril.
Carril cuatro. Ahí era donde estaría corriendo el día de hoy. Hubiera
preferido el tres—uno, dos, tres— pero tenía el cuatro. Lo haría.
Esperé a que ella tomara un paso atrás justo detrás de los bloques de
inicio, en los que podía temporizarme. Llegué a mi posición y a la altura de
las otras chicas contra las que estaría compitiendo.
****
¿Cómo diablos podía un hombre de sangre roja mirar lejos de
aquello? Pensé mientras Addison—carril cuatro, con cintas de los colores
de la escuela en su pelo— bailaba de arriba debajo de pie en pie.
Sería bastante malo si eso fuera todo lo que estuviera haciendo, pero
agrega a eso el traje, un par de pantalones cortos, una camiseta sin
mangas que moldeaba cada curva que tenía, y la descarada sonrisa que
sin duda estaba apuntando en mi dirección, sí, estaba jodido. Con una
maldita J mayúscula.
Venir aquí esta noche fue una terrible idea, y ahora que estaba
sentado en las gradas tentado por mi propia versión personal de Eva,
sabía, que si se ofrecía, yo estaría mordiendo esa maldita manzana.
Ni uno poco.
****
Con los pies en el bloque de salida, me enfoqué en el carril de cien
metros por delante de mí y bloqueé todo lo demás. Todo el ruido que me
rodeaba cesó, y escuché, en su lugar, algo constante.
Tictictic—!BANG!
¡Sí! Esto era para lo que vivía. Podía sentir el aire golpeando mis
mejillas mientras me potenciaba.
Nada se sentía tan bien o me hacía sentir tan libre. Cuando salté
sobre los cuatro siguientes, me di cuenta de que estaba a más de medio
camino y según mi estimación, a nueve segundos de terminar la pista.
****
Estuvo magnífica. Al igual que un leopardo entra en acción, Addison
salió con el pistoletazo de salida y en quince segundos, fue a toda
velocidad por la pista como si su vida dependiera de ello.
Me olvidé por completo de las fotos y no pude resistirme a ponerme de
pie como todos los demás. La multitud comenzó a cantar su nombre
porque ella era increíble. Estaba claro que era la estrella de la escuela y
cuando terminó esa carrera, era obvio porqué.
Eran las cinco y media pasadas y pensé que también podría conseguir
los papeles de la clase para llevarlos a casa y calificar. Necesitaba una
distracción para sacar mi mente de su fijación actual.
Caminando hacia ella, estaba feliz de ver que por lo menos había
añadido su chaqueta deportiva de nuevo al conjunto. Por desgracia, se
dejó los pantalones de pista y aún estaba llevando esos putos pantalones
cortos.
Me llevé los papeles contra mi pecho y los sostuve allí. Eran una
excusa patética como escudo, pero cualquier cosa era mejor que nada. —
No, no he venido a verte a ti específicamente. Vine a tomar fotografías del
evento y a apoyar a la escuela.
—Addison.
—¿Sí?
—¿No? ¿Qué pasa si no tocas? No hay nada malo con... mirar, ¿no?
Olía a pecado.
Esta era una mala idea. Una idea jodidamente mala, pero mientras me
dirigía a la puerta de la clase, supe que estaba a punto de morder la
manzana.
Capítulo 7 Traducido por 3lik@
Corregido por Eni
Bajó los papeles, luego presionó sus diez dedos encima de la madera
tan fuerte que éstos se volvieron blancos.
Bien.
¿Cuál es tu nombre?
Oh nodijo arrastrando las palabras, y por primera vez desde que
nos conocimos, se rió, y el sonido hizo cosquillas en mi espina dorsal. No
te lo diré.
—Jesús.
Oblígame desafié.
****
No podía obligarla porque no quería que se detuviera.
¿Estaba bromeando? Esto era lo más demente que jamás había hecho.
No iba a agravar la situación dándole instrucciones de cómo quitarse sus
pantalones para que pudiera ver más.
¿Sr. M?
¿Qué?
Sí gimió, y asumí que sus dedos ahora estaban dentro de ella.
¿Sí? suspiró, tan cerca de mis labios que pude saborear su dulce,
cálido aliento al entrar en mi boca.
Bésame rogó.
Presente...
Hablar está sobrevalorado. Ahora lo sé. Ojalá lo hubiera sabido
entonces.
Por desgracia, eso es todo lo que hay en la agenda en Pine Groves para
mí. Hablar sobre el pasado. O debería decir, Doc... habla y yo escucho.
—Está bien que estés molesta. Lo que él hizo fue... —Su voz
disminuye, invitándome a divulgar lo que sé.
La chica indefensa que fue seducida por el gran lobo feroz.
Puedo decir que tengo razón. Él no tiene nada que decir, y una vez
más, yo tampoco.
Pasado…
El fin de semana.
Para mí, estos dos días eran de comunicación forzada con mis padres,
quienes caminaban alrededor de la misma casa y nunca interactuaban
entre sí. Extraños virtuales.
Eso no siempre fue así, y cada día, de alguna manera, recordaba que
era por mi culpa.
—¡Addison!
—¡Addison!
Sin dejar de mirar sus ojos azules como los míos, sabiendo sin lugar a
dudas, que esperaba el campeonato estatal. También sabía en mi corazón,
que no se conformaría con menos.
—Esta noche. Iremos a Franco’s. Tienes que estar lista a las siete.
—Pero…
Ahí estaba, las pregunta que siempre hacía. La única a la que ella no
necesita una respuesta pero la hacía en cada conversación que tenía
conmigo.
Ella veía eso como una buena crianza. Esa pregunta demostraba que
se preocupaba, ¿no?
****
Era sábado por la tarde, y estaba de pie junto a la cama de mi padre.
Tratando de recordar una vez que él no estuviera sufriendo, un momento
cuando estaba fuerte y sano —completo.
—Gray.
—Hola, papá.
—Vamos, papá.
—Sí, lo hice.
Descansé los codos sobre mis rodillas y junté las manos entre ellas.
—No, sólo lo usual. Oh y mi padre está enfermo, tal vez lo has oído.
Sólo una palabra y mis manos estaban sudando. Chica. Sí, era
definitivamente una chica.
Supongo que eso era fácil de decir cuando no sabía cuál corazón
quería tomar.
****
Llegaron las siete y media y nosotros también. Tres pilares de la
comunidad, todos impecablemente vestidos y todos sin nada que decir.
—Hola, Addy.
—Hola.
Esa fue la primera vez que el Sr. McKendrick se encontró con mis
padres.
****
Presente….
Doc captura mi atención otra vez con un chasquido de sus dedos.
Ahí está.
Solamente cuatro letras, sin embargo es una palabra tan grande que
puede arruinar una carrera, empañar la reputación y destruir una vida.
Para siempre.
Su edad.
Mi edad.
Tengo tiempo. Él no. Doc necesita que hable. Para confiarle todos
mis secretos y los suyos, porque sin esas palabras, ellos no tienen nada.
Miro a este adulto a los ojos, y él lo sabe. No va a obtener nada de mí.
Sé donde yacen mis responsabilidades, y no es ninguna parte cerca
de él.
Capítulo 9 Traducido por Mew Rincone
Corregido por Eni
Pasado...
Podía decir, por la forma en que él miraba hacia la puerta, que el
primer pensamiento de Grayson era correr. Supongo que no podía
culparlo. Ese había sido mi primer pensamiento también. Pero mientras
que él quería correr hacia la salida, yo sentía el impulso irresistible de
correr hacia él.
Iba vestido con unos jeans oscuros y una camisa roja con el pelo
recogido y atado en la nuca. Todo en él me atraía—incluyendo ese destello
de paranoia que cruzó su rostro, tan sutil que sólo yo me di cuenta.
Mi padre, supongo que todavía podía llamarlo así a pesar de que había
estado inactivo en nuestras vidas poco más de dos años, me miró. —No me
hables de ese modo, Addison.
—Sí, lo que sea. —Me detuve y miré de nuevo hacia donde Grayson
estaba pagando por una pizza—. Me voy.
Sus rizos colgaban sobre sus hombros, y su boca estaba pintada del
mismo color que el rubor tiñendo sus mejillas.
Mientras estaba de pie junto a ella con sus padres dirigiéndose hacia
nosotros, me aseguré de que mi enfoque permaneciera en su rostro.
—Hola, Addison. Veo que estás aquí con tus padres. Hola, soy el Sr.
McKendrick, el profesor de historia de Addison.
Por lo general, podía hacer una lista de las ciudades en orden de cada
visita, pero con la Sra. Lancaster aún tocándome, estaba sin habla. Di un
paso atrás, más que listo para escapar de este pequeño extraño encuentro,
y me golpeé contra la barra mientras buscaba una salida.
Joder.
Lamiéndome los labios, los que de repente sentí secos, puse una mano
en el lado de la puerta. —Encuéntrate conmigo más tarde.
—Eso no es un no.
Agarrando el volante con fuerza, desvió la mirada y dijo—: Bueno, no
es un maldito sí.
Así como sospechaba, respondió, hablando en una voz tan baja que
tuve que esforzarme para escucharlo.
****
Nada me preparó para esto. Nada podría. Este era un momento que no
se suponía que debía ocurrir. No era permitido que ocurriera.
—Esa es mi dirección.
La sonrisa que inclinó sus labios hasta las esquinas era traviesa, casi
linda. Era el brillo en sus ojos lo que era sexo puro.
—Me voy —dije, por fin diciendo algo jodidamente sensato. Encendí la
camioneta y alcancé la manija de la puerta.
—¿Grayson?
—Disfruta tu pizza.
Eso fue antes de que girara por su calle y pasara por delante de la
gran casa de dos pisos de su padre. Era cerca de la medianoche, cuando
levanté la vista a la ventana del fondo en la parte izquierda y viera con
incredulidad como una luz iluminaba la habitación.
Sígueme —murmuró.
****
Me lancé por el lado de mi casa y luego miré de nuevo a la carretera,
donde estaba su camión. Él no se había quedado quieto. Los faros estaban
encendidos de nuevo.
Te tengo, pensé y abrí una pequeña puerta de madera que conducía a
un callejón entre la casas. Con una última mirada hacia el hombre que de
alguna manera supe que me miraba, desaparecí al otro lado.
Él me estaba siguiendo.
Presente…
Tic, tic, tac.
Aquí vamos otra vez, pero hoy no puedo tener el valor de entrar en su
oficina. Veo que Doc está sentado en su silla usual y paso mis manos por
mis muslos con ansiedad.
Por supuesto que sé qué día es. Es el día en que Daniel… ni siquiera
puedo pensar en ello.
—¿Addison?
****
Pasado…
Miré a Addison mientras me miraba desde el otro lado de la carretera
y luego inclinó su cabeza.
Con las calles desiertas, conduje por el carril central y luego continué
para entrar en el camino hacia… el Cementerio Oakland.
Al salir, cerré la puerta con fuerza y rodeé el frente del lado del
copiloto. No había focos en este lado, sólo una verja perimetral y
oscuridad.
Mi corazón latía tan fuerte que conté cada pulsación que hacía
mientras esperaba algo… cualquier cosa. Cuando no tuve respuesta, lo
intenté otra vez, sintiendo que el pánico empezaba a aferrarse a mí.
—Addison.
—¿Sí, Grayson?
Y así como así, con esas dos palabras, Addison selló nuestro destino y
no hice nada para cambiar su curso.
****
Esperé hasta que salió del camión antes de acercarme. No quería que
su escapada fuera tan fácil como irse conduciendo. Me quedé en el
pequeño nicho de piedra, sabía que era mejor esperar hasta que se alejara
de la zona iluminada. De esa forma, cualquier auto que condujera por aquí
no sería capaz de vernos.
—De acuerdo.
—¿Addison?
—No —me dijo, y su voz era tan rígida que probablemente debí haber
prestado atención a la advertencia… pero no lo hice.
—¿No?
—¿Por qué estás tú aquí? Ésa es una mejor pregunta, ¿no crees?
—No soy tan tonto como para hacer esto.
Eso fue todo lo que hizo falta. Me dio la vuelta, me hizo retroceder
hasta el camión y tenía mis brazos levantados sobre mi cabeza tan rápido
que perdí el aliento. Apoyándose junto a mí hasta que su boca estaba al
lado de mi oreja, dijo en tono áspero e inestable—: No puedo.
—Entonces no te vayas.
La vida está llena de ironías, porque, con él, nunca me había sentido
más viva.
****
Mientras me quedé ahí, pude sentir las pulsaciones de sus muñecas
latiendo debajo de mis dedos.
Una vez es un error, puedo enfrentar eso. Pero dos veces… ¿realmente
puedo dejar que esto pase?
****
Tratando de mantener la conexión, pasé las puntas de mis dedos
sobre la línea dura de su mandíbula y luego puse su pelo detrás de sus
orejas.
Él dejó salir una risa de burla hacia sí mismo y luego negó con la
cabeza.
—Pero lo hicimos.
—¿A tu hermano?
—Sí —confirmé mientras pasaba junto a él—. Estoy aquí para ver a
Daniel.
****
Presente…
Abre.
Ojos… abre.
Estoy recostada entre las flores y espero escuchar eso, pero no está
ahí… no hay un tic, tic, tac. No hay nada.
—Te encontré.
Pasado...
—¿Tu hermano? —pregunté.
—No entiendo.
Asentí. —No deberías caminar tan tarde. Cualquier cosa puede pasar.
—¿Cualquier cosa?
—Por aquí.
Me condujo por varias hileras de lápidas con flores altas que brotaban
alrededor, casi como si el cementerio hubiera sido construido en un campo
de…
—¿Qué son estas flores? —le pregunté, tirando de ella para que se
detuviera.
Había oído hablar de ellas. Eran raras, pero por lo general en forma de
hierba, no como flor. —Sí, Wolf's Bane. Sabes lo venenosas que son,
¿verdad?
—¿Qué clase de juego estás jugando? —exigí, sin darme cuenta hasta
entonces que estaba participando.
—Te lo dije.
—¿Tu hermano?
****
El agarre que Grayson tenía en mi cintura era tan fuerte que seguro
dejaría un moretón, y la forma en que su boca se abrió ante mi admisión
me hizo preguntarme qué pasaba por su mente.
No contestó, pero sus dedos tomaron los míos y lo llevé más lejos a
través de la hierba húmeda de rocío. Cuando llegamos a la esquina más
alejada, me detuve frente a la lápida que tenía el nombre de Daniel inscrito
en ella.
Grayson era alto. Sabía que lo era, pero en ese momento, realmente
me fijé. Sus hombros eran anchos y representaban fuerza. Para mí, él era
seguridad, y todo el tiempo que estuve con él, no había escuchado —
levanté mi muñeca y la llevé a mi oído.
****
Presente...
—Dime, Addison, ¿qué significa esta imagen para ti?
Me quedo en silencio.
—¿Nada?
Mis ojos se desplazan hacia los suyos. ¿El juego de la espera? Oh,
puedo esperar.
—Es una foto de una flor de acónito —dice, pero sabe que yo ya estoy
al tanto de eso—. Es muy bonita, ¿no te parece?
No necesito protección.
—No. Akoviton.
—No entiendo.
—Sin lucha.
¿O lo había hecho?
****
Salté dentro de su camión y lo miré caminar alrededor por el frente.
—Lo siento —ofrecí, pensando que necesitaba decir algo para hacerle
entender que mi intención no era ser rara —simplemente lo era.
—¿Mal hábito?
—Y uno nervioso.
—Debería.
—¿Por qué?
Sus estaban flexionados, pero antes de que los quitara, puse los míos
encima.
—¿Y?
No estaba lista para liberar mi contacto con él, usé mi otra mano
para desabotonar mi abrigo. Cuando me lo quité, escuché que dejaba
escapar un sonido estrangulado.
—Addison…
—Dime.
—Más.
—¿Por qué?
Su tibio aliento tocó mis labios mientras las puntas de sus dedos
finalmente rozaron mis bragas mojadas.
Se rió suavemente.
—¿Cómo te sientes?
—Caliente, mojada…
—¿Y?
—Lista.
Malditamente lista.
Empujé mis caderas así el peso completo de sus dedos estaría contra
mi mojada braga de algodón—. No le diré a una sola alma.
****
Tan pronto como las palabras dejaron su boca, la tomé.
—¿Si, Addison?
—En mí.
Con esas dos palabras mi polla se puso tan dolorosamente dura que
casi pierdo el poco control que me quedaba.
—Pensé en ellos dentro de mí. Follándome.
****
Tenía un firme control de su pelo cuando sus labios se cerraron
alrededor de mi pezón.
Pasado…
Esa noche conduje a casa de Addison en completo silencio. No sabía
que decir. ¿En qué demonios había estado pensando cuando la toqué?
Por suerte, parece que Addison entendió que eso no iba a ayudarme
en esta situación. En su lugar, siguió a su novio hacia donde usualmente
se sentaban.
****
No podía dejar de verlo. Estaba haciendo mi mayor esfuerzo por
escuchar a Brandon, pero en todo lo que me podía concentrar era en
Grayson. Llevaba vaqueros que me recordaban a los vaqueros desgastados
de la noche del sábado…
—La semana pasada, les dije que empezaríamos con el período de las
esposas del Rey Henry, y leeríamos sobre Catherine de Aragón. Lo curioso
es, que lo que la mayoría de la gente recuerda de su matrimonio es que el
Rey Henry se divorció de ella.
—A Anna Bolena.
****
Moviéndome de un lado a otro, así no me fijaría en la forma en que los
ojos de Addison me estaban desnudando, volví de nuevo al tema.
—Idiota.
—Estúpido.
La voz de Addison me llegó desde la parte de atrás del salón, pero evité
el contacto visual.
****
Presente…
—Sabes, solías hablar conmigo Addison. ¿Cuándo cambió eso?
Abro lo ojos y me enfrento a Doc. Les puedo decir que está esperando
a que diga más, por primera vez—quiero decirle.
—¿Addison?
—Addison, dime.
¿Decirle qué?
Él me salvó de mi misma.
****
Pasado…
Mis primeras tres clases acabaron, y tan pronto como sonó la
campana del almuerzo, me dirigí de regreso por los pasillos, para atrapar
al Sr… —Grayson—antes de que se fuera para el almuerzo. Prácticamente
iba corriendo hacia la puerta al final. Estaba cerrada.
—Necesitaba verte.
—No, no es así.
—Este no es el lugar.
—No, aquí. —Su agitación era evidente por cómo se paseaba por el
suelo.
—¿Para qué?
Rodé mis caderas contra el rígido muslo debajo de mí. Apretó sus
dedos en mi trasero, las puntas rozando la tira de satín de mi tanga,
empujé mis caderas más cerca.
—¿Para qué, Addison? —preguntó otra vez. —¿Por qué quieres verme?
****
La fricción y el calor entre las piernas de Addison estaban penetrando
mis vaqueros. Podía sentir como sus dedos apretaban mi muñeca mientras
sus muslos se apretaban alrededor de la mía. Su culo, redondo apretado
en mi mano, se apretaba cada vez que balanceaba las caderas en mi
pierna. Los ruidos que salían de su garganta me lo ponían jodidamente
difícil, estaba seguro de que mi polla se vería perjudicada si no hacía algo
pronto.
Ella era la cosa más sexy que jamás había visto, mientras tomaba con
avidez su placer, no podía encontrar en mi algo que lamentara lo que
estábamos haciendo. Sabía que estaba mal, pero con cada suspiro feliz
que salía de sus labios, mi control resbalaba más lejos de mi alcance.
—Vas a arruinarme.
Puso su mano sobre mi corazón y golpeteó —Uno, dos, tres. Uno, dos,
tres—antes de susurrar—: Tú vas a salvarme.
—Pero… —farfulló.
—¿Si?
—¿Vas a dejarme, así?
—Bueno, yo podría…
—¿Así que esta era un tipo de jodida lección? Bueno, gracias Sr.
McKendrick.
La miré de una manera que le dejaría saber que esto era mucho más
que una lección, pero no me iba a convencer de ir más allá de eso. No en
este momento.
Pasado…
No tenía idea porqué estaba tan nerviosa. Estaba sentada en mi auto
cerca de la casa de Grayson, tamborileando los dedos en el volante —Uno,
dos, tres, uno, dos, tres.
Una vez que estuve satisfecha, salí del auto, bloqueé la puerta y me
dirigí a la entrada. Entre más cerca estaba, más se aceleraba mi corazón.
—Me invitaste.
Joder, si, lo hice. Movió sus caderas contra mí, y sabía que había
abandonado todas mis estructuradas reglas.
—Definitivamente eres persistente una vez que te pones algo en
mente.
Sabía lo que iba a hacer después, porque ella había hecho lo mismo
en mi camioneta. Empujó el material debajo de sus duros pezones como el
infierno, y no podía mantener mi boca fuera.
Bajé la cabeza para lamer uno de los duros picos de color rosa, antes
de succionarlos dentro de mi boca, y el sonido gutural que salió de ella fue
satisfactorio. Llevé una de mis manos entre nosotros donde ella estaba
frotando su coño mojado y desnudo por todos mis vaqueros y rocé su
clítoris con mi dedo.
—¡Joder!
****
Cuando mi cuerpo se estremeció y mi orgasmo me golpeó, no pude
evitar gritar “Grayson” dentro de la casa vacía.
Me sentí traviesa ante su comentario y fui dando vueltas ante él. Fue
entonces cuando me detuve y lo vi.
Antes de que pudiera decir nada, se paró a mi lado y puso sus largas
manos en mis caderas con sus dedos apuntando hacia abajo.
—¿Y ahora? —Lo miré con lánguidos ojos cuando ahueco mis pechos
desnudos.
—Todavía estoy decidiendo —Frotó mis pezones y luego instruyó—,
pon tus brazos alrededor de mi cuello.
Quería más.
—Déjame verte.
Lo quería.
—Puedes verme.
—¿Y si no?
Santa mierda.
Desapareció de mi vista quitándose los pantalones, y me lamí labios
en anticipación, esperando por lo siguiente.
Tan pronto como término, tomó mis muñecas y colocó mis manos
detrás de su cuello. Presionó su erección contra mi culo, y dejé escapar un
suspiro de satisfacción.
—Tú —jadeé.
—Quiero verte. No puedo verte —casi lloré, con ganas de mirarlo con
todo dentro de mí.
—¿Viste suficiente?
Lo acaricié con la palma su longitud rígida, me cogió del pelo así que
estaba obligada a mirarlo. Se veía como un hombre al borde. No sabía que
esperar, esperaba con ganas todo lo que me iba a dar.
Inclinándose hacia abajo hasta que sus labios rozaron los míos,
dijo—: Date la vuelta.
—Ponte de rodillas.
Alineó sus caderas con las mías, y su polla se rozó entre mis piernas.
Podía sentir su gruesa longitud deslizándose entre mis labios hinchados.
Me miré en el espejo y sentí mi excitación intensificándose por como de
grande era en comparación conmigo.
****
Fue una combinación de sus ojos, sus palabras, y cuando se
balanceó hacia atrás sobre mí —su cuerpo, eso finalmente lo hizo. Con un
empuje firme, conduje mi polla profundamente dentro de ella,
deleitándome en el erótico sonido que hizo, mientras empujaba su culo
redondo contra mis caderas.
Alguien iba a tener que recibir el placer visual aquí, y desde que yo
no podía admitir que jodidos estaba haciendo, bien podría ser ella. Estaba
más que feliz de estudiar las curvas cremosas de su voluptuoso cuerpo
pero entonces en voz baja dijo—: Míranos.
¿Quién era yo para ignorar tales plegarias?
Estaba con esta mujer —esta hermosa, sensual mujer cuyo cuerpo
estaba hecho para tomar el mío— era espectacular. Mientras sus manos
acariciaban sus pechos y ella nos veía juntos, nada podría haberme
convencido de que esto estaba mal.
—Addison —susurré.
Presente...
Los cuentos de hadas no existen. No sé por qué se nos cuentan
historias sobre ellos cuando somos niñas.
Aquí hay un reloj en la pared. Doc les ordenó que pusieran uno para
mí. Sabe que me gusta venir aquí a pensar. Lo que me lleva a creer que
probablemente puso este libro en el estante también. The Other Boleyn Girl
—bueno, ¿a quién le importa ella de todos modos? A nadie le importa la
otra niña cuando la más importante se ha ido.
No son más que historias para engañar y nos defrauda al pensar que
podemos tener lo que queremos.
****
Pasado...
Pude ver a Grayson desde donde estaba, acostada en su cama de gran
tamaño. Él estaba en silencio observándome desde una silla de cuero en la
esquina de su habitación detrás de un escritorio de madera oscura.
Pasé mi dedo por las ruinas del Coliseo antes de girarme hacia él.
Tenía un pie apoyado en su rodilla y los dedos juntos por encima de su
abdomen desnudo.
¿Sí?
Ese es Cupido.
Esa es Psique.
¿Cuál es su historia?
La silla crujió detrás de mí, y miré hacia atrás para ver a Grayson
sentado con los brazos descansando sobre la mesa.
—¿Por qué?
—¿Cupido lo hizo?
—Es cierto. No importaba que le dijeran que no. Psique quería saber...
Deslicé una de las mangas por mi brazo y dejé caer la camisa al suelo,
quedándome completamente desnuda.
—El primer día que nos conocimos, me dijiste que fuera curiosa. Esta
soy yo siendo curiosa. ¿Qué había en el frasco, señor?
Grayson arqueó una ceja mientras abría sus jeans y liberaba su polla.
Él estaba duro, yo estaba húmeda, y lo quería todo de nuevo.
—¿Debería?
—Sí. Hay una razón por la que se le dijo a Psique que no abriera el
frasco.
Esto estaba mal. Él me había dicho eso tantas veces. Pero lo quería, y
no iría a ninguna parte.
—¿Cuál era?
—Muerte. Excepto que ella fue revivida por Cupido, quien la tocó con
su flecha. Esa escultura representa el momento en que él la encuentra y
teme que sea demasiado tarde. Llegó a ella tanto como ella llegó a él, y su
tacto la hizo inmortal.
Sus manos apretaron mis hombros desnudos antes de pasarla por mis
brazosentonces su boca estaba en mi oído. ¿No lo hacemos todos?
Aquí, en casa de Grayson, puedo dejar de lado todas las cosas que
hacen que me rompa. Podría aferrarme a la ilusión que estaba creando.
Una donde él me completaría, y viviríamos felices para siempre.
No tengo idea de por qué me permito estar contigo, mucho menos
cómo parar.
****
Presente...
¿Addison?
—Cuentos de hadas...
No me quejo—. Tengo que olvidar. Olvidar que lo conocí. Olvidar
que alguna vez existió...
—¿Addison?
—¿Qué?
Lo que pasó fue culpa mía, pero como todo buen cuento de hadas,
todo el mundo elige creer la mentira.
Pasado…
Señorita Shrieve.
—¿Addison?
Eso era verdad. Odio estar en casa, pero no he estado ahí, ¿cierto?
Las horas intermedias, las había pasado contando —uno, dos tres— y
mirando el reloj. Tic, tic, tac.
—¿Addison?
—¿De verdad? ¿No quieres “lidiar” con el chico más popular del
colegio? Estoy bastante segura de que hay muchas que sí lo harían.
Nunca fui de las que reculan ante una confrontación directa, y Jessica
estaba prácticamente desafiando a Addy para que salga y juegue.
****
Presente…
—Hablemos de los hombres de tu vida.
Me mira con los ojos entrecerrados. Doc tiene una forma asombrosa
de decir mucho sin decir nada en absoluto.
—Esos hombres…
—Sí, lo tuvieron.
—¿Y Grayson?
Mis ojos conectan con los ojos curiosos de Doc mientras espera para
que finalmente me rompa… para que pida perdón y diga todos mis
secretos. Todos nuestros secretos. Aunque eso no pasará, porque no siento
arrepentimiento.
—Lejos.
****
Pasado…
¿Soy una buena actriz? Cuando crucé por las puertas de la biblioteca
hacia clase y vi al Sr. McKendrick hablando con Brandon junto al
escritorio de salida, pensé que merecía un Premio de la Academia.
—Hola, Addy —me saludó Brandon con una sonrisa mientras venía
hacia mí. Besó mi frente y me abrazó con fuerza mientras yo continuaba
observando al Sr. McKendrick.
—Bien, chicos, usen su hora de hoy para investigar sobre Ana Bolena.
Espero su reseña al final de la semana.
Me reí, como él esperaba, pero todo en lo que pensaba era: No, quiero
juguetear con nuestro profesor.
—Vale, entonces pónganse con ello. —La voz del Sr. McKendrick
interrumpió mis pensamientos.
Él se apoyó contra los libros y sus ojos marrones brillaban con malicia
cuando me agarró mi trasero vestido con vaqueros.
—Eso es porque estoy muy caliente. Vamos, Addy, han pasado días.
Quizá por eso estaba atraída por él, porque no me dejaba salirme con
la mía en nada. Él era el que llevaba la batuta, no yo.
—Pero…
—Exactamente.
Ni se lo imaginaba.
—Pensé que lo había dejado claro anteriormente —La voz del Sr.
McKendrick viajó por la distancia que nos separaba.
Pude ver a Brandon ponerse de pie con el rabillo del ojo mientras
nuestro profesor empezaba a caminar por las filas.
—¿En serio?
—¿De? —desafié.
—De mí.
—Es una buena tapadera, para esconder la verdad —Lo miré batiendo
mis pestañas—. ¿No cree, señor?
—No jugaré, Addison. Si quieres mis dedos, lengua y pene dentro de ti,
le dejarás muy claro al chico maravilla que las cosas se acabaron.
¿Entendido?
Sabía que mi sonrisa era evidente, casi tan evidente como la forma en
que bajé las palmas de mis manos por mis vaqueros para ahuecar entre
mis piernas.
—No quiero —Me reí débilmente cuando sus ojos bajaron hacia donde
me estaba frotando—. Tú tampoco quieres que lo haga.
—No.
—No toques.
Pasado…
Mientras sonaba la campana para el almuerzo, caminé a través de los
pasillos bulliciosos hacia la sala de los profesores.
—Hola, Grayson.
Excepto por mí queriendo follar con una de mis estudiantes contra los
estantes de la biblioteca. Oh, y esa sería la misma estudiante que me follé
ayer en la tarde en mi casa.
Jalé una silla y me senté, haciendo lo mejor para hacerla sentir que
también la quería —atraer. Sí, era oficial. Era un idiota.
No, mierda.
—Pero estoy contenta que estés aquí. Por la razón que sea.
—Sobre eso…
—¿Sí?
—De hecho estoy aquí para que me des respuestas sobre una de mis
estudiantes.
Sí, lo era, y ahí tenía mi respuesta. Estaba deseando hacer lo que sea
por saber más sobre esta chica que había movido todo mi mundo.
Noté que Helene nos había llevado hacia mi salón de clases, así que
abrí la puerta y esperé mientras ella entraba. Siguiéndola hacia el espacio
vacío, naturalmente me moví detrás de mi escritorio mientras ella se
dirigía hacia la parte trasera de la clase. Se veía incómoda, y no estaba
seguro si era debido a lo que estaba por decirme o porque yo no había
dicho nada aún.
—Solía ser una chica dulce y feliz. Brillante y tan inteligente, pero
silenciosa, casi introvertida. Se quedaba consigo misma.
—¿Qué sucedió?
—La campana final del día sonó. Todos los chicos corrían hacia la
puerta y hacia las líneas de los buses, nada inusual. Addy caminaría,
cruzaría la calle, y encontraría a su hermano en el andén, así podían
tomar juntos el bus e ir a casa.
—Ella iba tarde y corrió para cruzar la pista. Daniel debió haberla
visto, no lo sé. —Colocando sus manos en sus caderas, Helene se detuvo,
intentando recomponerse—. Hasta hoy, no sé por qué él se apartó del
andén. Hay tantas teorías de gente que vio lo que sucedió, pero a todo lo
que se ha llegado es que Daniel caminó hacia la pista sin ver si todo
estaba despejado. Un par de segundos después, él estaba tirado en el
suelo, en frente de su hermana y todo el colegio —nunca tuvo
oportunidad.
Era obvio que Helene estaba triste, así que me acerqué a ella y me
estiré. Con la intención de ofrecerle un apretón de consolación en su
hombro, fui sorprendido cuando ella envolvió sus brazos alrededor de mi
cintura.
Con mis manos cerniéndose en el aire, no tenía otra opción más que
palmearle suavemente la espalda. Mientras tocaba su chaqueta escuché
que la puerta de mi salón de clases se abría. Mirando detrás de mí, mis
ojos colisionaron con unos azul cobalto y las emociones dando vueltas en
ellos me destrozaron más que la mujer emocional en mis brazos.
****
Corrí por el pasillo vacío y me detuve al final de los casilleros,
presionando mi espalda contra el frío metal. Tomé varias respiraciones y
cerré mis ojos.
No quería pensar sobre lo que había visto cuando entré al salón. Ella
con él —la rigidez de ese momento.
No era estúpida. Sabía que ella era quien se suponía que debía de
estar con él, no yo. Pero no importaba. No podía dejarla tenerlo; yo lo
necesitaba. Él detenía el caos.
—¿Addison?
—¿Addison?
Encontrada.
Grayson se detuvo en frente de mí. Su rostro se veía preocupado, y
sus ojos sostenían algo nuevo, algo que no había visto antes…compasión.
Grayson colocó sus manos en sus caderas mientras una de sus cejas
se alzaba. —¿Discúlpame?
—Muévete de mi camino.
—¿Eso es todo lo que quieres, verdad? ¿Un sexo rápido? Podrías haber
obtenido eso de Brandon. Pero quieres más de mí, así como yo quiero más
de ti.
—No.
—No. No aquí.
—¿Sí?
—Sígueme… mi camión.
****
Tres y treinta y sonó la última campana del día. Cogí mi bolso y seguí
al último alumno hacia la puerta, apagando las luces mientras salía.
Cerré con llave y me dirigí al estacionamiento, sabiendo que lo que
estaba por hacer estaba mal. También lo había sabido ayer, pero mientras
hacía mi camino hacia mi camioneta, vi a Addison inclinada hacia atrás
contra su auto, y no pude evitar que me importara.
Estaba riendo ante algo que Brandon debió haber dicho. Su cabeza
inclinada hacia atrás, el sol brillaba en su rostro, y la sonrisa en sus labios
me hizo querer golpearlo por ponerla ahí.
—Esa.
****
Me aseguré de dejar salir varios autos delante de mí antes de voltear y
seguirlo.
El hombre era más caliente que el infierno, y por ningún lado estaba
mi profesor de historia.
—¿Estacionarlo?
—Sí.
Retiré las llaves del encendido. Trayéndola entre nosotros, las colgué
en mi dedo y cuando él las tomó, el lado de mi boca se curvó.
—No las quiero de vuelta hasta que esté tan satisfecha que apenas
pueda caminar.
—Joder, sí.
Pasado…
Mientras abría la puerta del auto, capturé la forma del pecho de
Addison con cada respiración que daba, y mi polla se movió. Estaba
enfermo y cansado de preocuparme por cada puto movimiento que hacía, y
me ordené a mí mismo detenerme.
Sus ojos fijos en los míos y la pregunta que gritaban era, ¿Por qué?
En lugar de contestar, porque no tenía sentido hacerlo, me abalancé
dentro del auto, puse mi mano en el volante y tomé su boca en la mía.
Introduje mi lengua entre sus labios, y cuando gimió dentro de mi boca,
sentí como su cuerpo entero se arqueo hacia adelante.
Sin embargo, no fue hasta que ella susurró—: Quiero probar —que
me moví como un rayo, para desabrocharla.
Toqué su cara, pasando mis dedos por sus mejillas. —Esto no tiene
que terminar en absoluto. Nunca te haría daño.
—¿Entonces quién?
Pasó los dedos por su cabello con frustración, y cuando las palabras
—A veces no tengo idea—dejaron su boca, la ira me cegó.
No tenía idea de a dónde iba, pero cuando corrí más allá de la puerta
de su camioneta que estaba aparcada al frente, todo lo que sabía era que
necesitaba alejarme.
Corrí hacia el campo y me abrí paso entre las flores silvestres que
llegaban hasta mi cintura. Millas de ellas se extendían y me rodeaban
mientras seguía a través de la pradera. Podía sentir mis músculos
golpeando como si estuviera en la pista, y mi respiración encontrando un
ritmo.
Grayson.
—Addison, cálmate.
—Suéltame.
—No lo haré.
****
Ella era la imagen perfecta.
****
Grayson dejó mi culo y plantó ambas manos al lado de mi cabeza.
Esa fue la única advertencia que tuve. Después de eso, me tomó —y me
follo duro.
Grayson siempre me había visto, pero esta era la primera vez que yo
alguna vez realmente lo había visto.
Capítulo 18 Traducido por RufiArp
Corregido por Eni
Presente...
Correcto o incorrecto.
Dos palabras, compuestas por ocho y diez letras cada una, con dos
significados muy diferentes y resultados muy diferentes.
—Nada bueno.
—¿Addison?
—¿Sí?
****
Pasado...
—Oye, habla conmigo.
—¿Addison?
—Espero.
—Hay que señalar, que no eres muy paciente—puntualicé.
—Ves más.
—¿Más?
Tragué y sentí una lágrima correr por mi mejilla cuando bajó la cabeza
y presionó sus labios al lado de mi cuello. Sus dedos se apretaron
alrededor de los míos y los sostuvo así mientras dejamos que el silencio
fuera sólo eso—silencio.
—Tengo miedo por lo mucho que ya te necesito —admití.
—Dime.
—No importa lo que es. Nada de lo que hago. Puse todo mi tiempo libre
en entrenarme y asegurarse de ser la mejor, porque si soy menos que
eso…
—Nadie.
Lo había visto en este modo antes. Era el modo profesor, y sabía que
no iba a dejarlo ir, pero ahora él estaba detrás del...más.
Bajé los ojos a mis manos y las moví nerviosamente mientras las
lágrimas caían. Tratando de sostenerme a mí misma y fallando, volví a
mirar el hombre me estudiaba con preocupación.
—Oh, Addison. Oye, está bien. No tienes que decir nada más.
Pasé las manos por detrás de su cuello y lo abracé más cerca de mí,
descubriendo que una vez que había empezado a hablar, no era capaz de
parar. Era algo así como las lágrimas que no podía tener bajo control.
—La Srta. Shrieve. Ella me llevó lejos de él... me obligó a dejarlo ir.
—Uno, dos, tres. Uno, dos, tres. El pitido de la señal de peatones era
todo lo que podía oír después de eso, una y otra vez. Empecé a contar,
tratando de concentrarme en otra cosa que no fuera lo que estaba delante
de mí.
—Sí y no.
—Doc me dice que es una obsesión... es algo que hago sin ni siquiera
darme cuenta, probablemente porque se me hizo tarde ese día. Ves, eso es
lo que era tan divertido el primer día en tu clase. No podía creer que
estaba retrasada. Estoy obsesionada con el tiempo. Todo el mundo sabe
eso. Siempre tengo que verlo o escucharlo... y ahora sueno como una loca.
—Me reí, pero sonaba fuera de lugar en vista del actual tema…diablos, tal
vez estaba loca—. Mierda.
—Addison, nadie podía pasar por todo eso y seguir siendo el mismo.
¿Quién te está pidiendo ser esa chica? Chica o adulta, no te hace loca. Te
hace humana.
Grayson tomó mis manos y las apretó suavemente. —Creo que para la
mayoría, es la emoción más fácil de sentir cuando alguien está…
—¿Dañado?
—¿Honestamente?
—Te lo dije. Cuando me miras, ves más. —Acuné su cara entre mis
manos y dejé que mis ojos vagaran sobre él—. Y cuando te miro, veo por
primera vez la posibilidad de todo
—No. Pero la ley dice lo contrario. Mi posición como profesor hace esto
imposible. ¿Bueno o malo? Ya no sé lo que es.
—Esto está bien. Justo aquí. Sólo tú y yo. En cualquier otro lugar, eso
no importaría.
—Sí. Todavía estoy aquí. Eso debería mostrar lo mucho que estoy
dispuesto a correr el riesgo.
Grayson cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás hacia el sol, y no
pude evitar inclinarme y colocar mis labios contra su garganta, tratando
de calmar su evidente agitación.
—Nunca supe. —Tomó mis labios en un beso que fue tan tierno como
apasionado antes de hablar de nuevo en un estado de asombro—. Nunca
supe que arriesgaría todo, hasta mi libertad, sólo para tocar a alguien.
Sólo para tocarte.
****
Un año.
Si la hubiera conocido sólo un año después o esperado un puto año—
nada de esto sería un problema. Pero ese no era el caso.
—No. Yo no. Estoy desnudo en medio del campo con una estudiante.
Mi estudiante. Necesito pensar por un maldito minuto. Me siento como si
estuviera tres pasos detrás porque nunca pensé que estaría aquí para
empezar. Dios, ¿cuándo esto se convirtió en mi vida?
Una bella sonrisa, una que nunca había visto, apareció en sus labios.
Parecía una persona completamente diferente. —Iría contigo.
Parpadeé al mirarla y recordé que ante la ley todavía era una niña y,
en última instancia...
Antes de que supiera lo que estaba diciendo. “Quiero que termines con
Brando” estaba fuera de mi boca y se cernía entre nosotros.
—Eso es fácil.
Pasado
—¡Addy! ¡Oye! ¿Espera, quieres?
Brandon.
—Cállate.
Mis cejas se alzaron con sorpresa y puse mis manos en mis caderas.
—¿Discúlpame?
—Deja de mentir.
Tenía razón. Pero él no lo sabía, y no tenía pruebas. No me gustaba su
humor, así que cuando dio un paso hacia adelante, retrocedí.
—Te seguí.
—¡Ayer, Addy!
—¡Brandon!
La voz que retumbó por el pasillo era tan familiar que la hubiese
reconocido en cualquier parte.
Los ojos de Brandon nunca dejaron los míos mientras retrocedía hacia
el otro lado del pasillo, donde su culo golpeó los casilleros.
—¿Estás bien?
—Rompimos, se enojó.
—¿Algo más?
—¿Cómo?
Sí, pensé, pero el problema era que él era “esto” en esa particular
oración.
****
—No realmente.
—Claramente, pero ¿por qué pensarías que está bien tratar así a una
chica?
—¿Así cómo? A ella le gusta rudo, sólo tienes que preguntar a quién
sea con el que ella haya follado.
Di dos pasos hacia adelante hasta que él estuvo contra los casilleros.
Con una voz apenas reconocible, dije con voz dura—: Necesitas cerrar la
boca, ahora mismo. No quiero escuchar otra palabra hasta que estemos en
la oficina principal, y cuando tu suspensión termine, vas a mantenerte
alejado de Addison Lancaster.
—Sí. Señor.
—Bien.
****
Presente…
—¿Puedo ver las noticias esta noche? —pregunté, pasando más allá
del Doctor hacia el área común.
—¿Yo qué?
—¿Sabes algo?
Camino más allá en la habitación, pero antes de estar lejos del alcance
del oído, miro hacia atrás al hombre con el que paso la mayoría de días
dando vueltas. Le doy la sonrisa con hoyuelos que he perfeccionado,
mientras estoy aquí. Es mi nueva a prueba de fallos y no deja nada de lado
mientras finalmente le digo la verdad.
—No, no sé nada.
Presente…
Quince días.
—Sé que estás ahí afuera, Addison. —La voz de Doc me grita desde el
otro lado de la puerta.
—Entra, entra. —Me hace señas con la mano para que me adelante.
No tengo idea del porqué pidió que me reuniera aquí hoy, pero
mientras me acerco, veo dos grandes libros abiertos frente a él, y mi
curiosidad llega al máximo. Voy hacia el asiento vacío y me siento.
—Uva lupina.
—¿Sabías que los cazadores la usaban para paralizar a los lobos? Así
es cómo se llegó al nombre del veneno lupino. Es rápido, casi inmediato,
dependiendo de la dosis. —Me mira en silencio mientras empuja el libro
hacia mí—. Pero, a veces, puede tomar un par de horas, como ya sabes.
Mis ojos caen hacia la segunda imagen y puedo oír el siempre presente
tic, tic, tac mientras miro fijamente a la escultura en blanco y negro en el
libro de historia del arte.
—¿Addison?
Luego, con una voz que dista de la mía respondo—: No, pero ella lo
trajo a él de todos modos.
****
Pasado…
Las 3:30 y la campana del final y sonó la campana final del día.
Levanté mi bolso y salí hacia mi auto. Necesitaba hablar con Grayson y no
tuve oportunidad de hacerlo en todo el día.
—Sí, eso es obvio —resoplé y el sonido fue feo incluso para mis
propios oídos—. Si quieres a Brandon, es todo tuyo. No me importa.
—¿Qué. Quieres?
—Addison, mírame.
—¿Qué pasó?
—¿Por favor?
Suspiró, frustrado.
—¿Dónde?
—Estaré con Daniel.
—Sí.
—¿Estás segura?
—Sí.
—Entiendo.
****
Mierda. El día de hoy no mejoraba.
Joder.
—Grayson.
—De acuerdo.
—Por supuesto. Imaginé que sería más fácil para todos lidiar con eso
en la mañana —¿Cuándo me convertí en un jodido mentiroso?—. Sobre
todo después del incidente con Brandon. Le hice saber a Addison que
lidiaríamos con esto mañana.
—Oh, bueno. Conoce las reglas. No significa que no deseo que pudiera
flexibilizarlas. ¿Sabes?
—Gracias. Lo aprecio.
—¡Perfecto!
Pasado...
Me estacioné en el estacionamiento del hospital para enfermos
terminales y me quedé en silencio, viendo como una enfermera empujaba a
una señora mayor en su silla de ruedas por la puerta principal.
La gente viene aquí por una cosa: dejar el mundo atrás. ¿Es por eso
que estoy aquí ahora? ¿Para dejar mi mundo actual atrás?
Oh reconoció.
Cuando me tocó el brazo, sus ojos transmitían una simpatía que sólo
nacería de la muerte. Mi estómago se anudó, y lo sabíaél se había ido.
—¿Cuándo?
—Lo siento. Me doy cuenta de que esto debe ser un shock cuando
pensaba que iba a venir aquí para visitar.
Sí me las arreglé para pronunciar. Todavía sin poder ajustar mi
cerebro a lo que ella estaba diciéndome.
Tranquilo.
La única cosa que podía hacer era... ¿deshacerlas? ¿Era eso posible?
Nietzsche.
Mi padre siempre fue un admirador de su trabajo y me transmitió el
amor a la escritura. Agarré la nota y toqué las palabras que había escrito.
Gray,
«Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal»
Lo entiendo.
Papá
****
Presente...
Tic, tic, tac.
—¿Lo estoy?
—Sí.
—Sólo lo sé.
—¿Cómo?
—¿Addison?
¿Qué? respondo, ansiosa por saber si esto es lo que creo es y más
importante, ¿por qué Doc lo tiene?
Por primera vez desde que he estado aquí, el fuerte sonido del tictac
del reloj se detiene. Con cautela, levanto el bolígrafo y le doy la vuelta para
ver las letras G.M. grabadas a lo largo, de repente, el sonido más fuerte en
la habitación es el de mi corazón.
****
Pasado...
El sol se había puesto finalmente cuando pasé a través de las puertas
del cementerio y di un paso sobre la hierba verde. En un día, todo se había
vuelto extremadamente complicado.
¿Por qué crees que estoy aquí? preguntó, su voz llena de disgusto
cuando miró hacia otro lado y enfrentó a la piedra que marcaba el lugar de
descanso de su hijo.
—Entonces, me alejo.
No me desalentó. Quédate. Debes pedirle perdón todos los días.
Me di la vuelta para irme y había tomado sólo dos pasos cuando fui
forzada a detenerme por una mano que agarró mi muñeca. Él me dio la
vuelta y me dio un tirón antes de empujar su cara cerca de la mía.
****
Presente...
Mi padre me las arreglé para decir, mientras arrastraba mis ojos
lejos del grabado del bolígrafo.
—Es un monstruo.
****
Pasado...
Corrí tan rápido como pude, abriéndome camino a través de la hierba
y la carretera. Corrí por el estacionamiento y estaba a punto de hacerlo
más allá de las puertas cuando una camioneta salió de la carretera. Los
faros me iluminaron como la estrella de mi propio jodido reality show.
Grayson.
—¿Addison?
Caminé por las puertas para abrirme paso a casa cuando vi algo en el
camino.
Pasado…
A la mañana siguiente de pie frente al espejo era una lamentable
excusa de mi yo habitual. Mi cabello era un desastre, y mi labio estaba
partido y magullado.
Tal vez si fuera extra silenciosa podría evitarla y salir sin tener que
mentir sobre lo que realmente sucedió. No creería la verdad de todos
modos; la negación era una poderosa emoción.
****
Presente…
A la mañana siguiente de pie frente a la oficina de Doc, me doy cuenta
que llegué temprano para mi cita programada.
—¿Sí? Entra.
—¿Addy?
—No me detuve.
—Exacto.
****
Pasado…
Estuve en la escuela en tiempo record. Llegué temprano.
Interrupción.
Traición.
¿Por qué él me haría esto? ¿Por qué me dejo hacer frente a esto sola?
****
Presente…
—¿Qué quieres decir con que Grayson te lo dio?
—No.
—¿Lo sabes?
—¡Sí! —grité, frustrada por no tener las respuestas que creo que tiene.
Pero ¿cuenta como una promesa rota cuando esa persona se ha ido, y
estoy sola?
****
Pasado…
Suspendida por cinco días.
Jessica.
****
El trabajo simplemente no estaba en el menú de hoy.
Papá lo había escrito, entendí, pero de alguna forma dudaba que esto
fuera lo que tenía en mente cuando lo escribió. Probablemente había
estado pensando del amor en gran escala, no en la escala que podría poner
potencialmente a su hijo tras las rejas.
****
Conduciendo a casa, había estado decidida a olvidarme de Grayson, o
el Sr. McKendrick como pensaba en él hoy.
—¿Esta mañana?
—¿Tu padre hizo esto? ¿Cuándo? ¿Ayer por la noche? —Hizo una
pausa y colocó la botella en el mostrador. Caminando hacia mí, rozó
suavemente mi labio inferior con el pulgar y dijo—: Hay que denunciarlo,
Addison. O lo haré yo. ¿Qué ironía de mierda, no?
—¿Quieres…?
—Lo siento…
—Está bien.
—¿Tú?
—No puedo.
—Necesito...
La palabra viva era tan extraño para mí, sobre todo desde los últimos
años que había sentido todo lo contrario. Sin embargo, aquí con este
hombre, nunca me sentí más que cuando continuó contando el latido de
mi corazón al igual que hice con el suyo.
—Necesito todo.
Presente…
Doc me mira implacablemente mientras estoy sentada en mi silla y
finalmente hablo.
—Lo seguí.
—La primera vez que lo vi fue la primera vez en años que me sentí...en
paz.
—Recuerdo.
—¿Lo haces?
—No. No recuerdo.
****
Pasado…
Levanté la camisa de Addison para revelar el sujetador de encaje de
color rosa debajo y sentí mis rodillas amenazándome con ceder. Sí, a la
mierda alejarme. Lo mejor que podía hacer era dar un paso atrás por un
momento y recuperar el aliento.
—Quítatela.
—¿Mi camisa?
Cuando estaba de espaldas a mí, dejé que mi mirada vagara hasta las
bragas de color rosa cubriendo su culo. No podía esperar a sentir el encaje
en mis palmas, pero quería que me hiciera sentir de nuevo, y qué mejor
manera de hacerlo que tomar todo el poder.
Viniendo detrás de ella, me di cuenta que estaba a punto de volverse
atrás hacia mí, así que me aseguré de que supiera exactamente lo que iba
a suceder. Envolví un brazo alrededor de su cintura desnuda y puse mi
boca en su oído.
Joder, nada había estado alguna vez tan tentador en toda mi vida.
****
Presente…
—¿Has soñado con Daniel últimamente?
—No.
—Hmm.
—¿Qué?
—¿El hmm?
Sintiendo una risa, una risa real, burbujeando dentro de mí, mi boca
se tuerce en una pequeña sonrisa. —No lo creo.
—Tus sueños pararon cuando Grayson llegó. ¿Te diste cuenta de eso?
Lo anoté aquí mismo. —Recoge el diario en la que había estado
escribiendo—. Segunda semana de clases y Addison parece preocupada. No
hay sueños esta semana. ¿Qué ha cambiado?
—El agitado conteo, mirar el reloj —se detuvo también. ¿Por qué, qué
piensas?
—No lo sé —admito.
—¿Segura?
—Sí.
—¿Addy?
—¿Sí?
—¿Cómo en qué?
—Como en Grayson.
—Tal vez, sí. Pero no creo que alguna vez fui realmente feliz.
—No.
—Fascinada.
Pasado…
Mientras estuve con mis manos en el mostrador frente a mí, cerré los
ojos y escuché el sonido del roce de la ropa. Grayson se quitaba los
pantalones vaqueros.
No entendí muy bien lo que quería decir, pero cuando se movió detrás
de mí y sus dedos se clavaron en mis caderas, decidí que no importaba. Su
dura polla se presionaba entre mis nalgas, y cuando sus dedos se cerraron
alrededor del borde de mi ropa interior, no pude evitar la humedad que las
inundó.
Estaba palpitando con anticipación y el apenas había empezado.
—Date vuelta.
Con las piernas temblorosas, me volví hasta que estaba frente a él, y
se levantó. Apoyándome en el mostrador, esperé mientras él me miraba, y
me permití el mismo placer.
—Nunca dije que era perfecta. Pero vamos, entonces. Todo el mundo
ha tomado un turno en eso —destrúyeme.
Entonces movió sus dedos hacia abajo y los empujó dentro de mí, y
gemía de puro éxtasis.
****
La excitación de Addison hizo que sus jugos gotearan por mis dedos,
recubriendo la palma de mi mano aún más con cada golpe que hice dentro
de ella. Estaba tan mojada que me dieron ganas de agarrar mi polla y
masturbarme hasta que me corriera. Sus ojos nunca me dejaron, y cuando
metí mi lengua hacia abajo para saborearla de nuevo, Abrió los labios y
gimió de una manera que me hizo querer hacerla gritar.
Ella tenía un control sobre mí tan poderoso que una sola mirada de
ella y me gustaría tomar un cuchillo y acabar con mi vida si ella me lo
pidiera.
Sus ojos encontraron los míos mientras inclinaba sus piernas y sus
pies eran planos en la superficie de madera y luego los separó. Puso las
manos detrás de la cabeza y dejó escapar un suspiro libre, y eso fue todo
lo que pude tomar.
—Dijiste que querías. Ahora tienes una razón. Así que fóllame hazme
gritar.
Ni siquiera recuerdo haber dicho eso en voz alta, y cuando ella se echó
a reír, sentí mi cordura romperse y empujé mis caderas hacia delante a
entrar con un solo duro golpe.
Mi boca cayó sobre la de ella, y sabía que tenía que estar haciéndole
daño a su labio, porque el mío ahora palpitaba tan fuerte como mi polla.
Se sentía como la habitación daba vueltas mientras comenzaba a moverme
dentro de ella. Sus manos se deslizaron por mi espalda mientras sus dedos
se clavaron en mi piel, y estaba convencido de que estaba extrayendo
sangre con cada rastrillo de sus uñas.
La tomé por la mejilla, girando su rostro, así que ya no tenía que dar
testimonio de mi debilidad. Me encontré estudiando la larga línea de su
cuello, y por primera vez —sentí el impulso de realmente lastimarla. Para
partirla por la mitad.
—¿Por qué iba a querer destruir lo que me mantiene con vivo? —le
pregunté cuando mi boca encontró la de ella y nuestros cuerpos
comenzaron a moverse como uno solo.
****
Mi corazón estaba latiendo con tanta fuerza que estaba segura de que
Grayson podía sentirlo con su cuerpo pegado al mío. Con mis piernas
envueltas firmemente a su alrededor y mis dedos arañando su espalda, lo
hice mi prisionero tanto como yo era la suya.
¿Embriagador o perturbador?
No podría decidir. Pero ni una vez me pregunte qué pasaría.
Presente…
La sesión de hoy fue agotadora.
Quizá hubiera sido más fácil ser atrapada por el monstruo a la larga.
Quieren que cierre el libro y que termine con este capítulo de mi vida,
y, mientras estoy de acuerdo en que necesito olvidar… es para proteger, no
para desvanecer.
El dolor nunca se va. Lo meto en una parte de mí, la parte donde
Daniel se esconde y que espero nunca perder. Pero si me quedo aquí, si me
quedo rota, al final lo olvidaré. Ellos me obligarán.
Dios. Qué no daría por un minuto, sólo uno más, con él.
Siempre era el que me mantenía con los pies en la tierra, el que hacía
que todo pareciera… bien. ¿Cómo podría volver a pasar?
No estaba mal.
****
Pasado…
—¿En qué piensas? —pregunté mientras estudiaba al hombre
recostado a mi lado.
—Debería quererlo.
Con una risa sin gracia, puso su otro brazo sobre sus ojos.
—Sí, lo sabes. Pero deberías pasar por esa puerta, ponerte la ropa y
salir rápidamente de aquí. Deberías haber hecho eso la primera vez.
—¿Por qué haría eso cuando todo lo que he hecho ha sido para
acercarme más a ti?
—¿Sí?
—Quizás es por eso que ella se aferra con tanta fuerza, porque sabe
más de lo que él piensa.
No iba a ponérselo fácil. Si quería terminar con esto, tendría que ser él
el que lo terminase. Tendría que decir las palabras.
—Sí que tengo una cámara digital. Sencillamente tengo también una
cámara de carrete.
—No —dijo él con una voz que era suave pero firme. Su expresión
afligida me recordó que yo no era la fuerza calmante en su vida.
—No, ¿…?
****
Presente…
—Entonces, Addy, ¿de qué vamos a hablar hoy?
—¿Elijo yo?
—Y yo —le recuerdo.
Me encojo de hombros.
—Van.
El minuto en que había sido dejada aquí, en Pine Groves, como una
cosa indeseada, juré que nunca dejaría que alguien se deshiciera de mí
otra vez. Además, incluso cuando parece ser hace una vida, una vez hice
la promesa de graduarme. Esto es lo más cerca que podría llegar a cumplir
esa promesa.
—¿Cómo quién?
—Helene.
—¿Por qué tengo que pensar en ella? —Puedo oír mi petulante tono de
niña malcriada, y lo detesto de forma instantánea. Recobrando la
compostura, pregunto—: ¿Qué hay de ella?
—Dímelo tú.
—Pero…
—Pero nada.
—¿Qué?
—En mi habitación.
****
Pasado…
Después de varios momentos de tenso silencio, finalmente rompí el
hielo.
—Siento lo de tu padre.
—Y yo también.
—¿Eran cercanos?
—Sí.
—Doc lo sabe.
—¿Doc?
—¿Hacer el qué?
Pasado…
Dejé la casa de Grayson hace una hora, no me sentía mucho mejor
que cuando llegué. Al abrir la puerta principal, esperé entrar en una casa
vacía. Eso no fue lo que me dio la bienvenida.
―Caminé…
―Caminé a casa.
―Estás mintiendo
Estrechando los ojos, hablé con una voz que casi no reconocí, estaba
llena de repugnancia y malevolencia. —¿No quieres saber sobre mi labio?
La Srta. Shrieve preguntará sobre eso.
Alejándome de ella, subí las escaleras y pensé volver a una hora antes
cuando había estado algo contenta.
¿Cómo podría ser que lo único parecido a la paz para mí era con una
persona que no se me permitía tener?
****
Presente…
―Pensé que podría encontrarte aquí ―dijo Doc, dirigiéndose al espacio
silencioso que lo siento un poco propio.
―Él fue maestro de historia. A ellos usualmente les gustan los libros.
—Sí.
―Entonces estaba ciego. Estoy segura de que hay otras maneras que
la muerte.
Pasado…
―¡Vamos, Addison!
―¿Addison?
Aun riendo, entré por la puerta y me dirigí hacia el cómodo sofá junto
a la ventana. ―¿En serio?
―Siempre. Tú sabes eso.
―Es alguna clase de insulto. Si estoy aquí para verte, eso quiere decir
que estoy loca. ¿No es así?
―No últimamente.
No pude recordar la última vez que fui feliz. No estoy segura de que a
alguien le interesaba lo suficiente como para preguntar ―excepto Doc y a
él le pagaban.
―Hmm.
―Exactamente.
―Lo sé.
―¿Cómo lo sabes?
―Así que… ―Doc hizo una pausa, y supe que era lo siguiente―.
¿Quieres decirme adónde fuiste?
―Otra vez tomaré tu silencio como un no. En otro momento, ¿tal vez?
Grayson también tenía fotos, unas que tomó el mismo. Sin embargo,
eran de lugares, no personas, y ahora que su padre se fue, tuve la
sensación de que estaba tan solo como yo.
―Está bien.
―Nada.
―En la vida.
Me detuve y le rogué con los ojos que no presionara más.
―Segura.
No, Grayson nunca se impuso ante mí, pero en cambio no podía decir
lo mismo.
―Entonces no vez el problema. De hecho iría tan lejos como para decir
a quienquiera que sea que te ha cambiado de una manera positiva. Me he
dado de cuenta yo misma.
―¿Podrías sentarte?
Pasado…
Seis días.
Han pasado seis días desde la última vez que vi a Addison. Pensé que
me sentiría más centrado, menos fuera de balance, pero todo lo que pienso
es en ella.
Se parecía a la chica que había conocido, por primera vez, sólo unas
semanas atrás, pero esta vez sus ojos no estaban llenos de picardía o
rebelión eran planos y desapasionados.
Buenos días Addison dirigí con una voz que sonaba tensa incluso
para mí.
Llegas temprano.
¿Hablaba en serio?
No por ella, sino por Brandon, quien también fue incapaz de recuperar
los créditos, sería completamente injusto. Ella tenía que saber eso.
Ella colocó sus manos encima del escritorio, entrelazando sus dedos
No importa de todos modos.
Hmm.
****
Presente…
Doc me dijo que hoy me reuniera con él en el patio.
Entonces con su mejor voz de “chica”, Doc imita a quien puede asumir
que es una de sus hijas. ¿En serio?
¿Ves?
La última vez que estuvimos aquí, lloraste ese día, ¿te acuerdas?
Pienso que tengo que volver varios días y recuerdo estar aquí con Doc.
La memoria es clara. El sol era el mismo, pero tenía razón hoy me di
cuenta de que era un hermoso día, hoy…
Hoy sonríes.
****
Pasado…
La clase de historia pasó lo suficientemente rápido, y tan pronto como
sonó la campana, salté para salir. Tengo una reunión con la señorita
Shrieve a las diez y no quiero llegar tarde. Además no quiero darle a
Grayson la oportunidad de terminar las cosas antes de que esté lista.
Después de mi sesión del lunes con Doc, entendí que necesitaba que
pasara, sólo era más difícil de lo que imaginé. Simplemente unas pocas
palabras y todo esto se termina. La vida regresaría a la normalidad ¿no?
¿Y qué era lo normal? ¿La vida antes de él? Eso no suena como el final
que tanto quería, pero ¿Qué otra opción había? Doc estaba haciéndome
darme cuenta que no estaba ayudando a Grayson de la forma en la que él
me ayudó.
Estoy bien.
¿Y tú?
Asentí con mi cabeza y traté de ser más convincente. Sí, estoy bien.
Pensé en eso y entonces, por primera vez en días oí el tic, tic, tac
de su reloj. Fue entonces cuando pregunté con un poco más de malicia de
lo que esperaba. ¿Y por qué habría de hacerlo?
¿Hemos terminado?
****
Presente…
¿Qué hay en el sobre?
Empiezo a abrirlo, pero él pone sus manos sobre las mías. No.
Todavía no.
¿Todavía no?
No.
¿Por qué?
Hmm…
Sabes que lo hizo. Ellos ya te dijeron qué paso cuando fui admitida
aquí.
Pasado...
¡Addison!
Me rehusaba a prolongar esto por más tiempo, pero sabía que este no
era el momento ni el lugar para hacerlo, le dije:
Los ojos de Grayson se abrieron mientras frotaba los dedos sobre sus
labios. —¿Le has dicho sobre nosotros?
—No quiero ser algo que mires y odies. No puedo ser eso para ti, no
cuando eres lo opuesto para mí. Soy mala para ti. Veneno — le dije por fin.
No, no podía ser más honesta que eso. Él comenzó a caminar y luego
volvió a parar en frente de mí. —No, no lo eres.
—No quiero hacer esto, pero estoy tratando de hacer lo correcto por
un cambio, ¿no puedes ver eso?
Podía sentir las lágrimas en mis ojos cuando el impacto total de ese
pequeño gesto aquí, donde él podría salir lastimado, mostraba la
profundidad de sus emociones.
—¿Cómo quién?
—Brandon.
—¿Para qué?
—Sí.
Me aparté de la pared.
—¿Ibas a decirme?
—¿Adónde vas?
—Voy a pelear.
Le sonrío.
—Voy a ganar.
****
Pasado...
—¡Amigo, quítale las manos de encima!
—No, tengo que informar tu trasero. ¿Por qué rayos estás tocándola de
todos modos?
—¿Qué? Ningún maestro se supone que puede poner una mano sobre
un estudiante. Y ciertamente ellos no deben estar agarrando a uno. ¿No
fue por eso que me suspendieron? —preguntó, reconociéndolo en mi cara.
Claro, agravar el problema por ser un idiota —mi padre estaría muy
orgulloso.
—Bueno, tiene que admitir, no se ve tan bien lo que hace, ¿señor? ¿Le
gusta tocar a todos sus estudiantes?
—¡Brandon Williams!
Quería llegar a ella y consolarla, pero eso era lo que nos metió en esta
situación en primer lugar. Quería gritarle a Helene por hacer lo que no
podía hacer en lo absoluto.
Ella puso una mano en el hombro de Addison y nunca había visto una
reacción tan violenta por parte de ella. Addison se apartó como si Helene
pudiera infectarla y dirigió una mirada gélida en su camino.
Addison se giró hacia mí, y sus ojos adquirieron una expresión que no
había visto desde la noche junto a la tumba de su hermano.
Habíamos terminado.
Pasado…
Dios, ¿Cuánto tiempo tomará esto?
Como la grava suelta crujió bajo mis zapatos, se giró para verme
caminar hacia ella. Tenía sus rodillas dobladas sobre su pecho con sus
brazos envueltos alrededor.
Su cabello era un lío, probablemente por pasar sus manos, podía ver
sus dedos golpeando sobre su rodilla uno, dos, tres. Uno, dos, tres.
—Addison.
—¿Qué? —su voz era débil cuando por fin hablo. Sus ojos me
mantuvieron en mi lugar y por una vez, sentí que me quedaba sin
palabras—. ¿Qué es lo que piensas?
¿Cómo podría alguna vez pensar que era algo malo en mi vida? Ella
era lo único que tenía sentido, y cuando estaba rota y dolida, yo también lo
estaba.
—Addison.
—Te amo.
—No deberías.
Sabía que ella tenía razón, esto no tenía ningún sentido. No debería
amarla. Esto no podía terminar bien, y no estaba listo para perder a la
única persona que significaba algo para mí. Esto sólo me ponía a mí
mismo en el desamor. Pero cuando tomé esta chica rota en mis brazos y
ella se arrastró en mi regazo, no había forma de negar que ella tenia mi
corazón firmemente en sus manos.
****
Presente…
—Pensé que te encontraría aquí.
—Es Ruso.
****
Pasado…
Arrastrándome al regazo de Grayson, tocó su cabello y siento que el
dolor en mi pecho se intensifica. Sabía que este era un adiós. Tenía que
romper con él aquí.
—No debí haber empezado esto. No sabía —confesé, y rocé sus labios
con mis dedos—. No sabía que iba a ser así. Que te enamorarías… eso…
necesitas alejarte ahora. Olvidarme.
1Adiós
Me sentí aliviada de que pareciera entender lo que estaba tratando
de hacer —hasta que sus labios encontraron la esquina de los míos y
susurro—: Pero no voy a ninguna parte.
—¿Grayson?
—Helene.
Capítulo 30 Traducido por LoreLlerena
Corregido por Eni
Presente…
Regresemos a la foto que tienes en tu pared de Cupido y Psique.
Está bien.
Supongo que sí, sí Curiosa da a dónde quiere llegar Doc con esto,
asiento.
¿Por qué Doc está haciendo que suene como que Venus le había hecho
un favor a esos dos? Fue el destino, no Venus, que los llevó juntos de
nuevo. Lo considero cuidadosamente, tratando de entender su lógica.
Supongo que está en lo cierto, pero mientras recuerdo lo que pasó ese
día y los días que le siguieron, niego con la cabeza.
****
Pasado…
¿Grayson? ¿Qué estás haciendo?
Hizo un gesto hacia mí con los ojos muy abiertos mientras me ponía
de pie. Era como si todo el mundo se estuviera cerrando. Sentí el aire ser
succionado de nuestro alrededor hasta que todo lo que quedaba eran
preguntas tensas.
¿Estás loco?
Déjame. Ir demandó.
Ella puso sus ojos en mí, quedándose donde estaba, antes de estar en
desacuerdo. No, Addison. Él debió saberlo mejor —Tiró de su brazo
nuevamente. Ahora aléjate de mí.
Ella tiene razón me dijo en voz baja, y fue como si alguien hubiera
llegado y arrancado mi corazón.
¡Por supuesto que la tengo! silbó la Srta. Shrieve, como si sintiera
que tenía que hablar en voz baja o se metería en problemas por
conspiración.
Oh, ya veo. Esto ha estado sucediendo por más tiempo que eso
Hizo una pausa por unos minutos y luego aspiró en una rápida
respiración. Te ha… se interrumpió y entonces lo intentó
nuevamente. Addison…tu labio…
Lo hice.
****
Esto no está bien. Joder.
Podía sentir ambos pares de ojos en mí, y todo lo que podía pensar era
esto es, es todo.
Helene sólo estaba viendo esto de una manera, y era la forma en qué
yo debería haber visto blanco y negro. Para ella, no estaba la inmoral
sombra de gris.
Un día.
¿Por qué?
No hagas esto, no para protegerme. No hiciste nada malo me dijo,
sus ojos azules llenos de lágrimas.
Ese era el problema. Había hecho todo mal. Mientras ella se movía
lejos de mí, no había nada que pudiera decir para consolarla porque no
importaba lo que ella quisiera, las ruedas estaban en movimiento. Nada
podía detener que lo inevitable sucediera.
****
Presente…
Ella no me escucharía.
¿Quién, Helene?
Sí.
No lo hago. No con certeza. Pero ¿por qué un hombre uno sensato,
aparentemente buen hombre hace lo que hizo, a menos que quisiera?
¡Sí!
No te alejaste.
Capítulo 31 Traducido por PidgeTravis
Corregido por Eni
Pasado...
Tic, tic, tac.
—Addy, me puedo…
Bajé la mirada para evitar su juicio, empecé a juguetear con mis uñas.
Un día.
—¡No! —le grité—. Él no hizo nada malo. ¡No le puede hacer esto!
—¿Addison?
****
¡Joder! Golpeé mi mano contra el volante mientras aceleraba de
camino a casa.
Culpable.
No.
—Salud, viejo.
¿Qué mierda voy a hacer ahora? Mañana a las tres, todo el mundo
sabría lo que había hecho y eso sería todo.
Terminado. Finalizado.
****
Presente...
—Tienes un gran día mañana —dice Doc con una sonrisa.
—Siete horas más o menos —le digo, doy vuelta la página de mi libro
de texto.
—Sí, creo que sí —le digo antes de volver al libro en frente de mí.
—¿Addy?
—¿Hmm? —respondo, pensando que Doc va a seguir hablando como
siempre. Cuando no lo hace, me detengo de leer el párrafo en el que estoy
y levanto la vista—. ¿Sí?
Miro al bolígrafo situado al lado del libro de texto sobre la mesa y toco
el brillante borde dorado. La llevo conmigo desde entonces.
—¿Addy?
—¿Sí?
Me dieron a Doc.
****
Pasado...
Me senté con la Srta. Shrieve mientras marcaba el número de mi
mamá y presionaba el teléfono en la oreja, y antes de incluso pensarlo, me
levanté y llegué hasta la puerta.
No tenía idea de lo que estaba haciendo cuando salté dentro del auto y
encendí el motor. Al salir del estacionamiento, vi a mi entrenadora
viniendo por la puerta en mi espejo retrovisor.
—Sí, los dos podemos. Podemos conducir lejos. Puedo teñirme el pelo.
Tú podrías afeitarte el tuyo. Entonces podemos abandonar la camioneta en
algún lugar y…
Me mordí el labio para evitar el grito que amenazaba con soltarse. Sus
palabras eran duras y cortaban más profundo de lo que cualquier cuchillo
jamás podría.
—No.
—Deberías irte.
Tenía los ojos vidriosos mientras hizo lo que le pedí, y ver la emoción
en ellos hizo que mis propias lágrimas fluyeran libremente por mi rostro.
—Lo siento —lloré, sin saber qué más decir—. Lo siento mucho.
****
Dulce, ella era tan malditamente dulce mientras tocaba mis labios con
los de ella, saboreando su sabor.
Buscando sus ojos, sacudí la cabeza y ella trajo un dedo a mis labios.
—Por favor, no dejes esto. Yo no puedo hacerlo. Nos vemos donde está
Daniel. Voy a esperar, Grayson —voy a esperarte.
Pasado…
Esa tarde demostró ser una lección de tortura.
Mis ojos encontraron los suyos de golpe, y otra vez, no dije nada.
****
Presente…
Mañana es el día de mi examen.
Todo esto proviene de las decisiones que ella falló en hacer, como
proteger a su hija de un padre con problemas de alcoholismo y un brazo
fuerte.
Pasado…
Moví la camioneta dentro del estacionamiento del cementerio y miré
la hora. En diez minutos sería media noche.
La decepción que sentí sólo fue superada por el hecho de que creía
que mis acciones estaban justificadas.
¿Esto era lo que se suponía que fuera el amor? ¿Una emoción que te
hacía querer de buena gana dar todo por otro —y cuanto estabas
dispuesto a dar?
****
Mi madre continúo tratando de justificar porque hice lo que hice.
Que debí haber sido seducida, coaccionada, habló de la caída de este
hombre mayor —ese depredador sexual.
****
Él no estaba aquí.
Él estaría aquí.
****
Presente…
Hoy es el día.
Puedo hacer esto. Sólo tengo que caminar dentro, sentarme y hacer
la prueba.
Deslizo la mano dentro de mi bolsillo, me tranquilizo al sentir el
bolígrafo ahí. Mi amuleto de la buena suerte.
Desde que Doc me la dio, las cosas han estado mejor. Me siento más
fuerte, como si pudiera realmente seguir adelante. Aún sabiendo la verdad
de mi pasado.
Giro la manija y camino dentro para ver a Doc de pie junto a la mesa
con una sonrisa.
—Buenos días.
Nueve en punto.
—Es hora.
****
Pasado…
Revisé mi reloj otra vez, sólo han pasado quince minutos desde lo
que lo revisé la última vez y se me han hecho una eternidad.
5:45 a.m.
Tal vez sólo estaba esperando el momento adecuado. O tal vez algo le
pasó, y él estaba detenido en la estación de policía.
No estaba segura, pero tenía que haber una buena explicación del
porqué no estaba esperándome.
Addison,
Lo siento por muchas cosas. Sobre todo, por no estar contigo ahora. Lo
siento por romper mi promesa y dejarte.
Sabes por qué no me quedo y por qué esto no puede funcionar. Aún así,
mientras estoy aquí sentado escribiendo esto, sé que lo haría todo de nuevo
sólo por un beso más contigo.
Nunca nadie me dijo que amar a alguien se sentiría como si estuvieras
dando hasta la última parte de ti mismo, pero así es como se siente,
Addison. Desde el segundo en que te vi, ya estaba hecho. Lo di todo por ti.
Te pido una cosa antes de irme. Por favor entiende que tú nunca fuiste
mi monstruo.
Se fue…
Él se fue…
Presente...
Tic, tic, tac.
Lo hice.
Siento una sonrisa cruzando mis labios cuando me doy cuenta de que
he cumplido mi promesa, provista pasarla por supuesto, estoy segura de
que lo hice. Las respuestas parecían venir fácilmente mientras las había
estado escribiendo.
****
Pasado...
Luces.
Brillantes luces blancas eran lo único que podía ver cuando mis
párpados se abrieron.
—Hola, Addison.
Doc.
¿Más tarde?
****
—¿Addison Addison…?
Podía oír la voz de mi madre mientras abría una vez más los ojos.
Cuando la vi de pie junto a mi cama, me pregunté cuánto tiempo había
pasado desde la última vez que desperté.
—¿Cuándo fue la última vez que usted vio o tuvo algún contacto con
Grayson McKendrick?
—Sé que ha sido paciente por un poco más de una semana, pero
tenemos que hablar con él, y no está en ninguna parte. Estoy seguro de
que usted puede entender por qué estamos aquí, señorita Lancaster.
Tal vez... pero nada acerca de lo que quería hablar con ellos.
¿Qué quiso decir Grayson cuando escribió eso? ¿Qué había hecho?
¿Pensar en ello?
¿Qué quiso decir, con que había probado la Reina de los Venenos?
****
Presente...
Sentada en la pequeña biblioteca, todo lo que podía oír era el zumbido
en mis oídos mientras la sangre se elevaba en mi cabeza. Aquí, en la palma
de mi mano está un pequeño negativo cuadrado.
Cierro los dedos en un puño flojo sabiendo que lo que sea que esto
sea... cuales sean los secretos que estaban dentro de este bolígrafo —su
bolígrafo —eran para mí.
¿Cuál es la imagen?
Hay una cosa de la que ahora estoy segura. Él no me dejó ese día.
Me liberó.
****
Pasado...
—Sé que estás despierta, Addison.
Doc.
Malditamente genial.
Oh, ahí va la señora Lancaster. ¿Has oído que su hija dormía con ese
profesor y luego trató de suicidarse? No es de extrañar que la llevaran
lejos.
—Vamos, Addison.
****
Presente...
—¿Todo hecho?
—¿Sí, Addy?
—¿Cuándo?
Él me dio esto hace muy poco, hace poco más de una semana.
No tiene sentido negarlo más, y estoy más allá de ser evasiva. Sólo
quiero saber... —¿De dónde vino? El sobre, ¿había allí una dirección de
remitente?
Le sonrío a Doc.
El Aquí y Ahora…
Día de salida. Finalmente está aquí.
—Psique.
—Sí —murmuro. Mi amor por esta foto y los recuerdos que van con
ella son algunos de mis más preciados tesoros.
La carta de Grayson.
Doc sabía desde el principio sobre Grayson. Sobre mí. Sobre nosotros.
Miro a Doc, incrédula. ¿Me está diciendo lo que creo que es?
—Sabía que Daniel estaba enterrado ahí, Addy. Sabía que esa llamada
se refería a ti, y cuando llegué allí y te encontré en el suelo…
—Fue como ver a una de mis hijas acostada allí. Estabas tan
inmóvil…pensé que era demasiado tarde. Pero cuando vi tus manos
moverse al igual que tu pecho tomando una respiración, y…ahí fue cuando
llamé a la ambulancia.
Abro el sobre y saco la carta arrugada. Otra hoja de papel cae con ella
—la nota que Doc dijo que vino con el bolígrafo. Ambas cartas tienen la
misma letra cursiva. Así fue como Doc estuvo seguro de quien venían.
****
Me siento en frente de la SUV negra de Doc y me pongo el cinturón de
seguridad a medida que nos alejamos de Pine Groves. Una sensación de
libertada me invade cuando el aire entra por la ventana.
Asiente hacía mí, y aunque odio engañarlo, necesito saber que hay en
ese negativo. Abro la puerta y me dirijo a la recepción del frente. Una
mujer con el cabello negro azabache y delineador de ojos que combina con
su cabello se acerca y me sonríe.
—¿Verdad?
¿Hábito nervioso?
No era bueno, y no era malo —era simplemente amor. Ella merece amor.
Hazla entender. Cuídala, Doc.
—Hola.
—Claro.
—¿Lo conseguiste?
Asiento y saco la copia para mostrársela. Todo el tiempo los seis
números están rondando en mi cabeza.
—¿Doc?
—¿Sí, Addy?
¿Francia?
****
Una vez de vuelta en casa, corro a mi habitación y enciendo mi
ordenador. Mientras espero, saco la foto y paso mis dedos por la sombra —
Grayson.
Cojo la foto, leo los seis números otra vez y siento mi pulso acelerarse.
Abro internet y lo primero que escribo es, Psique Revivida por el Beso
de Cupido. Doy enter, y me siento, esperando.
****
No puedo creer que esté de pie aquí.
La gente pasa a mi lado desde todas las direcciones, agarro la manija
de mi maleta con manos temblorosas. Mis ojos buscan la información que
necesito y entonces parpadea en la pantalla.
—¿Señorita?
Tres horas desde que las puertas delanteras se abrieron, y tres horas
que llevo esperando.
Levantando una mano, paso mis dedos por mi cabello que finalmente
está empezando a crecer y entonces la veo.
Apenas puedo creer lo que mis ojos ven, ella está aquí.
—Addison.
Gracias a ti, Jess por acelerar el ritmo hasta el último minuto y por tus
hermosas creaciones.
Xx Ella
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