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Fantasma

El documento habla sobre la creencia en fantasmas a través de diferentes culturas y épocas históricas. Explica que los fantasmas se consideran almas o espíritus de personas fallecidas que se manifiestan a los vivos. También describe diferentes tipos de fantasmas según las mitologías y creencias religiosas de distintas partes del mundo.
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Fantasma

El documento habla sobre la creencia en fantasmas a través de diferentes culturas y épocas históricas. Explica que los fantasmas se consideran almas o espíritus de personas fallecidas que se manifiestan a los vivos. También describe diferentes tipos de fantasmas según las mitologías y creencias religiosas de distintas partes del mundo.
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Fantasma

Los fantasmas (del griego φάντασμα, "aparición"), en el folclore


de muchas culturas, son supuestos espíritus o almas errantes de
seres muertos (más raramente aún vivos) que se manifiestan entre
los vivos de forma perceptible (por ejemplo; visual, a través de
sonidos, aromas o desplazando objetos —poltergeist—),
principalmente en lugares que frecuentaban en vida, o en
asociación con sus personas cercanas.

Índice
Mitología
Creencias a través de la historia Dante y Beatriz en el Paraíso; de
Gustave Doré, ilustración de la
Clases de fantasmas
Divina Comedia, Paraíso, Canto
Fantasmas, sociedad y economía XXXI.
Fantasmas y parapsicología
Fantasmas y espiritismo
Fantasmas y la fe cristiana
Fantasmas y psicología
Fantasmas en la literatura
Comunicación con fantasmas
Existencia de fantasmas
Investigaciones científicas
Véase también
Notas y referencias
Bibliografía
Enlaces externos

Mitología
La creencia en aparecidos (muertos que vuelven a aparecer
para encomendar alguna misión) o revenants (lo mismo, en Pintura del espectro de Okiku por
francés), espectros, ánimas del Purgatorio, almas en pena, o Yoshitoshi Tsukioka. La historia de
fantasmas es muy propia de la naturaleza humana, tanto que fantasmas Banchō Sarayashiki es una de
tiene visos de ser o constituir un ente antropológico abstracto las más famosas del folklore Edo japonés.
que pervive, como otros tipos de superstición, a través de
numerosos factoides concretos. Ha generado y genera una
amplia literatura (novela gótica o de terror), inspira la cinematografía y el teatro y ha creado
innumerables leyendas y mitos, si es que estos, inversamente, no han creado este bulo; la ciencia
considera creer en fantasmas un tipo de superstición muy asentado en la psicología del ser humano,
porque se alimenta de la necesidad de vida eterna, como la religión, y sublima una muerte inaceptable y
aborrecible por medio del acto apotropaico de creer que la conciencia pervive más allá del fin de la
misma, de forma que la fantasmogénesis resulta ser un fenómeno o concepto antropológicamente
paralelo a la hierofanía. Estudios recientes indican que muchos occidentales creen en fantasmas; en
sociedades donde la religión tiene mucho predicamento, como los Estados Unidos, una encuesta
demostró que el 32% de sus habitantes cree en fantasmas y en la vida luego de la muerte o más allá,
siempre en forma paralela a la religión o de forma menos regulada por un sistema escatológico como han
hecho las religiones más frecuentes, que se aprovechan de este meme antropológico para crear
estructuras económico-culturales de creencias.

Desde antiguo la mitología, la religión y otras manifestaciones de folklore o literatura han creído, o
pretendido creer, en la existencia de entidades sobrenaturales, manifestaciones vitales o númenes más o
menos inmateriales de varios tipos:

1. Abstractos, más o menos alegóricos.


2. Naturales o no humanos: inanimados sin movimiento o cosas, e inanimados con
movimiento o semovientes, como el aire, el agua, el fuego, las plantas, los astros.
3. Naturales animados: animales o animalizados.
4. Antropomórficos.
5. Humanos.
Desde el más primitivo animismo, que otorga vida a todo lo semoviente o dotado de movimiento y
evolución, así como a las fuerzas de la naturaleza (el aire, el agua, el fuego, la vegetación, los astros),
muchas de estas categorías pueden asociarse, formar criaturas mixtas y recibir denominación o nombre,
como el ángel o los dioses medio animales o animalizados de los egipcios y los japoneses. El fantasma
vendría a ser una entidad entre el cuarto y quinto tipo por su origen humano, bien diferenciada de
duendes, diaños, demonios, tulpas, yōkai, genios, elfos, silfos, hadas y longaevi, restos de religiones
desaparecidas a los que Heinrich Heine llamaba "dioses en el exilio". Para la mentalidad moderna, que ha
desvitalizado el cosmos transformándolo en una cosa o un mecanicismo muerto y absorbiendo toda su
vida en el yo y el antropocentrismo desde el Renacimiento, es más fácil creer por eso en fantasmas que
en esos otros tipos de criaturas, cuyo predicamento estaba más extendido por el mundo politeísta antiguo
y la Edad Media. El pensamiento prelógico y primitivo no distingue niveles entre lo real y lo imaginario,
se revela contra la idea inaceptable y abstracta de la muerte y considera que lo aparecido en sueños es
indistinto y posee existencia real, justificando sus temores y concretándolos desde el mundo onírico o del
sueño e identificando la imagen de un ser desaparecido por la muerte que aparece en este con un ser real
no afectado por la conclusión, la desaparición y la muerte. Se cree así en otros grados de existencia,
menos patentes pero considerados reales; es más, se calma así la inquietud existencial que provocan los
sentimientos de culpa, de finitud y de muerte...

Creencias a través de la historia


Una vez que que se cree en la existencia de un ente o numen disociado que habita dentro del cuerpo
humano, es fácil concebir su existencia separada y autónoma fuera de él como genio o espíritu.

Para los pueblos primitivos los fantasmas tenían una vida infinitesimal y miserable, insuficiente para
animar y mover un cuerpo, hacer latir su corazón y darle aliento o respiración, pero vida al fin y al cabo,
ya que tenían bastante o la suficiente fuerza para manifestarse en los sueños para atormentar o avisar a
los vivos o como sombras y apenas necesitaban alimento (en las culturas antiguas con culto a los manes y
antepasados había un día anual designado para alimentarlos con ofrendas de alimentos o sacrificios, que
los cristianos han sustituido por flores en el Día de difuntos o de Todos los Santos). Así se calmaba a los
antepasados y se aseguraba su benéfica influencia. La creencia en fantasmas se testimonia desde los
primeros textos escritos sumerios y egipcios: el fantasma de Enkidú se apareció a Gilgamesh en la
llamada Epopeya de Gilgamesh. También se encuentra extendida en las epopeyas de otras civilizaciones
de muy distinto desarrollo cultural. La Odisea del griego Homero y la Eneida del latino Virgilio acogen
viajes de ultratumba, las llamadas nekyias. Los romanos ponían un puñado de tierra sobre el cadáver
porque si no el alma erraría por toda la eternidad en la ribera de la Estigia, y era preciso poner una
moneda en la boca para pagar al barquero o el alma no tendría descanso. Por eso aterraba a los romanos
navegar por el mar, ya que los náufragos no recibirían honras funerarias, y los marineros solían tener un
pendiente de oro para pagar su funeral en caso de que su cuerpo ahogado arribara a la playa. A los
suicidas romanos se los enterraba con la mano cortada y separada del cuerpo, con el fin de desarmar a su
espíritu, que hipotéticamente atormentaría a los vivos. Los fantasmas buenos para los romanos eran los
manes o espíritus de los antepasados; los malvados eran las larvae, almas de hombres malvados que
vagan errantes por las noche y atormentan a los vivos. Plutarco, en el siglo I, describe unos baños
encantados en su Queronea natal donde aparecía el fantasma de un hombre asesinado. Otro celebrado
fantasma fue descrito en una de las epístolas del historiador romano Plinio el Joven (VII, 27, 5-11), quien
describe una casa encantada en Atenas donde aparecía un espectro que arrastraba cadenas; los sucesos
cesaron cuando el filósofo Atenodoro alquiló la casa y fue guiado por el fantasma hasta un esqueleto
enterrado y fue vuelto a sepultar con las debidas ceremonias. El texto está dirigido a un tal Licinio Sura:

La falta de ocupaciones a mí me brinda la oportunidad de aprender y a ti la de


enseñarme. De esta forma, me gustaría muchísimo saber si crees que los fantasmas
existen y tienen forma propia, así como algún tipo de voluntad, o, al contrario, son
sombras vacías e irreales que toman imagen por efecto de nuestro propio miedo...1

Otros escritores, como el romano Plauto (en su comedia Mostellaria) o el sirio Luciano de Samosata (en
su relato Cuentistas o El descreído) también escribieron sobre fantasmas, aunque el precedente que más
cabe citar es la compilación Sobre los hechos maravillosos de Flegón, liberto del emperador Adriano,
origen de la leyenda de la esposa cadáver que reaparece en Proclo y sirvió de inspiración a Goethe para
su Novia de Corinto y a Washington Irving para El estudiante alemán. En el siglo XVI, el tratado más
influyente y difundido sobre los fantasmas fue el racionalista del protestante Ludwig Lavater De spectris,
lemuribus et magnis atque insolitis fragoribus (Leiden, 1569) en tres libros, que se sumó a la lucha de
Jean Wier contra la creencia en brujas, encantamientos y otras supersticiones. El exegeta benedictino
Dom Calmet reseñó en el siglo XVIII en su Traité sur les apparitions (1746) la lista de narraciones de
casas encantadas desde la antigüedad grecolatina a su época.

Una de las teorías que intentan explicar la religión los derivaría de la tendencia del pensamiento
primitivo y prelógico a considerar que el mundo de los sueños forma también parte del real; por tanto,
ver en sueños a personas fallecidas indica que no han muerto y que pueden interferir en la vida real. El
origen de los fantasmas, pues, no sería distinto al de la religión en general.

En las civilizaciones orientales (como la china e india), muchos creen en la reencarnación o


transmigración de las almas. Agregada a esta visión y dentro del Budismo, los fantasmas son almas que
rehúsan ser recicladas en el curso del Samsara (ciclo de la reencarnación), porque han dejado alguna
tarea por terminar. Los metafísicos y exorcistas de diversas religiones pueden ayudar al fantasma a
reencarnarse o hacerlo desaparecer orientándolos o mandándolos a otra dimensión de existencia. En la
creencia china e india, además de reencarnar, un fantasma puede también optar a la inmortalidad
transformándose en semidiós y puede a través de su elevación espiritual trascender diversos planos o
servir a los seres humanos, o bien puede bajar al infierno y sufrir ciclos karmáticos. En Japón, la religión
shintoísta reconoce la existencia de espíritus de todo tipo y acepta la creencia en fantasmas como parte de
la vida cotidiana. En la cultura malaya son prácticamente innumerables las leyendas y clases de
fantasmas.

En Occidente la creencia en fantasmas se fue difuminando desde la creencia irracional en ellos de la


Edad Media al escepticismo de la Ilustración en el siglo XVIII, cuando el padre Feijoo, embutido en una
lucha sin cuartel contra las supersticiones, llegó a decir que "no hay fantasma ni espectro que no
desaparezca al conjuro de una buena tranca". En ese mismo siglo, el doctor Samuel Johnson llegó a la
conclusión de que el fantasma de Cock Lane en Londres era una filfa.

En el siglo XIX la creencia en fantasmas resurgió poderosamente merced a la tendencia irracionalista del
Romanticismo y el desarrollo del Espiritismo, la Teosofía y pseudociencias como la Parapsicología.

El filósofo Arthur Schopenhauer consideró teorías como la de


Dietrich Georg Kieser,2 quien explicaba a los fantasmas en 1822
como formas de un magnetismo terrestre que Schopenhauer
identificaba con la voluntad de la Naturaleza. Sin embargo se inclina
por creerlos algo enteramente subjetivo, intermedio entre el sueño y
la vigilia: "La aparición de un fantasma no es más que una visión en
el cerebro del visionario". Pero para probar su causa interior da por
hecho que es un resultado del sueño, una capacidad que se debe a
una forma de intuición de lo que denomina "órgano de los sueños"
que "puede abrirse en la vigilia":

La visión alcanza el grado más elevado de verdad


objetiva y real, revelando así una forma de nuestra El escéptico ilusionista James
relación con el mundo exterior totalmente diferente de la Randi prometió una alta suma de
manera física ordinaria. Es realmente un perfecto sueño dinero a quien demostrase una
en la vigilia (A. Shopenhauer, Ensayo sobre las visiones evidencia creíble de la existencia
de fantasmas, Madrid: Valdemar, 1998) de lo paranormal; nadie pudo
conseguirla.
Todavía en el siglo XX y XXI se sigue considerando a los fantasmas
como almas en pena que no pueden encontrar descanso tras su
muerte y quedan atrapados entre este mundo y el otro, a pesar del desarrollo de una corriente positivista,
escéptica y científica, que intenta desacreditar esta superstición y cuyos representantes más conocidos
son ilusionistas como Harry Houdini o James Randi. La creencia general común supone que el alma de
un fallecido no encuentra descanso por una tarea que el difunto ha dejado pendiente o inconclusa
("promesa"): así, puede tratarse de una víctima que reclama venganza o un criminal que, por alguna
causa, (haber sido enterrado con símbolos sagrados, por ejemplo) ve diferido su ingreso en el purgatorio
o infierno. En la mayoría de las culturas contemporáneas, las apariciones de fantasmas están asociadas a
una sensación de miedo y son fuente importante de estudio de recién nacidas pseudociencias, como la
parapsicología. Aún es también importante dentro del estudio de ciertas religiones, como el Islam, el
Budismo, Jainismo, Hinduismo, Shintoismo, Espiritualismo y Cristianismo, aunque cada una lo estudia
de modo diferente. En las creencias de la Nueva Era, se intenta racionalizar la creencia tradicional
afirmando que los fantasmas son cúmulos de energía negativa o que se trata de imágenes holográficas de
personas que han dejado impregnado el ambiente con su imagen y sus actividades.

Clases de fantasmas
G. N. M. Tyrrell, autor de un clásico libro sobre el tema, Apparitions (Apariciones), publicado en 1943,
identificaba cuatro grupos principales sobre la base de la conducta adoptada por los presuntos espíritus,
más conocida que su propia naturaleza:

Apariciones que frecuentan habitualmente un lugar determinado. Generalmente no


suscitan miedo, son inofensivos y a veces llegan a ser tratados como un miembro más de
la familia.
Apariciones post-mortem. Suelen tener lugar muy poco tiempo después de la muerte de
la persona reaparecida, y no acostumbran a estar relacionadas con un lugar o
acontecimiento concreto; parecen ser como despedidas.
Apariciones en casos críticos. El aparecido es alguien que está viviendo una experiencia
importante (a menudo desconocida por el testigo de la aparición), como un accidente, una
enfermedad o, por supuesto, la muerte, y se muestra ante una persona o personas
simultáneamente a esa experiencia, no después de la misma.
Aparición inducida. En estos casos, el fantasma es citado a aparecer o puede ser no el
de una persona muerta o moribunda, sino el de alguien vivo que intenta con deliberación
hacer que su imagen se haga visible a otra persona; se habla entonces de bilocación, si se
trata de santos, o en el folclor alemán de doppelganger (en el irlandés, fetch).
En este tipo de apariciones parecen haberse excluido aquellas en las que la aparición adopta una actitud
comunicativa e interactiva con aquel a quien se muestra, pudiendo hablar o comunicarse con él, mucho
tiempo después de su fallecimiento.

Fantasmas, sociedad y economía


Como fuente prístina de curiosidad la creencia en fantasmas es tema goloso que ha suscitado mucho
negocio editorial, teatral, cinematográfico, radiofónico, televisivo y periodístico, porque se genera
habitualmente como un factoide o una leyenda urbana, y por eso supone con frecuencia una atracción
turística notable para lugares históricos desconocidos. Eso provoca la aparición de grandes intereses
creados en torno a las apariciones de fantasmas y, por tanto, la aparición, también, de distintos grados de
fraude y negocio o ambos y, por consiguiente, del rechazo y oscurecimiento interesados a toda
explicación puramente racional o científica de este tipo de fenómenos; de ahí la explotación y fomento
del miedo y del ambiente morboso y el lenguaje interminablemente elíptico y oscuro que los rodea, así
como la asfixia consciente de toda verdad que pueda existir en el fondo del asunto, que se hace terreno de
cultivo, mina y asidero de todo tipo de factoides y leyendas urbanas. La verdad se deja siempre encerrada
una ignorancia que, además, favorece la estafa, la riqueza, el lucro, el crecimiento económico.

De ahí que la desconfianza, el método científico, el empirismo y el escepticismo sean requisitos


imprescindibles para abordar con seriedad un fenómeno como este, rodeado de engaños y la mayor parte
de las veces, si no todas, engaño él mismo.

Fantasmas y parapsicología
Para no ser pseudociencia, la parapsicología moderna, antaño denominada metapsíquica, investiga la
psicología del engaño y del sesgo cognitivo, procura documentar físicamente cualquier testimonio de los
llamados fantasmas y controlar rigurosamente las circunstancias en que se producen (fantasmogénesis),
incluyendo los observadores, alejándose de cualquier prejuicio cognitivo. Frederic W. H. Myers, uno de
los fundadores de la Society for Psychical Research (SPR), definió un fantasma como:

La manifestación de una persistente energía personal, o como una indicación de que


alguna clase de fuerza es ejercida después de la muerte, la cual está de alguna forma
conectada con la persona previamente conocida en
vida (Human Personality and Its Survival of Bodily
Death, 1903).

Myers creía, en línea con su teoría del yo subliminal, muy


parecida a la del inconsciente colectivo de Carl Gustav Jung, en
quien, por demás, influyó, que los fantasmas no tenían
inteligencia o conciencia propia y que son fragmentos de energía
sin significado alguno que persisten después de la muerte.3 Es
una teoría emparejable a las más discutibles del registro akásico
de la teosofía o de los campos mórficos de la biología, teorías
tenidas por pseudocientíficas por su infalsabilidad y multiplicidad
de sesgos cognitivos. Sin embargo, el neurólogo inglés Henrik
Ehrsson y el suizo Olaf Blanke reportaron en Nature cómo habían
podido inducir la creación de fantasmas usando un electrodo
implantado que enviaba corriente a la región del cerebro conocida
como gyrus cingulate y las experiencias del científico canadiense Cuadro basado en la descripción del
Michael Persinger confirman estos extremos y añaden una investigador sir William Crookes: la
médium Florence Cook se encuentra
posible explicación conjeturando una posible reflexión de
en el piso, y Crookes ilumina el
plasmones desde materiales dieléctricos subterráneos, ectoplasma de la fallecida Katie
reactualizando en cierto modo la teoría decimonónica de Kieser. King.
Richard Wiseman y Susan Clancy han explicado, por otra parte,
cómo los factores ambientales pueden influir decisivamente para
sesgar la mayor parte de este tipo de experiencias, y magos profesionales como Harry Houdini (A
magician among the spirits, 1924) o James Randi han explicado cuán frecuentemente las apariciones se
pueden replicar como simples trucos de ilusionismo.

El curso histórico de la parapsicología obliga a distinguir, por una parte, las apariciones de ectoplasmas
obtenidas con ciertas medium espiritistas fraudulentas a comienzos del siglo XX (Eusépia Palladino,
Daniel Dunglas Home, Rudi Schneider, Franek Kluski) de las apariciones investigadas por científicos
serios (Charles Richet, Schrenk-Notzing, Gustave Geley, etc.) que acreditaron los fenómenos con los
instrumentos y condiciones de observación de que podían disponer en su época para analizar también,
por otra parte, fenómenos asociados como el encantamiento o el poltergeist.

La parapsicología asocia los fantasmas a la percepción de personas y animales vivos o muertos de forma
visual o auditiva (las mal llamadas psicofonías y teleplastias), e investiga a determinadas personas, los
llamados dotados o mediums, quienes, imbuidos al parecer de una cierta percepción extrasensorial, hacen
una o varias de estas cosas:

1) Notar, sentir, registrar o percibir la presencia de seres ausentes fallecidos (o no) fuera de
los márgenes de una observación discriminable y cuantificable como normal (clarisintiente
o empático)
2) Observarlos (clarividente).
3) Escucharlos (clariaudiente).
4) Obtener información desconocida verificable y cuantificable, a priori o a posteriori, por lo
general falsa en cierto grado, pero también verdadera a veces, supuestamente de los
mismos, e interactuar con ellos (médium).
En cuanto al punto 1, muchos médiums pueden percibir tan sólo sentimientos o percepciones de los
espíritus (empatía), no pensamientos más elaborados y complejos, distinguen auras de colores de
personas vivas o señalan áreas concretas donde los espíritus se sitúan. Por otra parte, en los puntos 1, 2 y
3 estas percepciones difieren según el individuo y pueden presentarse de forma más o menos intensa,
continua o discontinua (al parecer en forma de rápidos e incompletos flashes de información). Respecto
al cuarto punto, algunos médiums han conseguido recabar un alto porcentaje cierto y verificable de
información, algunas veces por procedimientos como la escritura automática o la psicometría. Estos
mediums han logrado recabar información útil para esclarecer desapariciones y crímenes y ayudar a
arqueólogos o a personas desesperadas por dramas familiares, como atestiguan los casos de John
Edward, Chip Coffey, Anne Germain, Rosemarie Kerr, Sally Headding o Nancy Orlen Weber, entre
otros. Curiosamente, unas pocas personas parecen poseer el don contrario de impedir o desfigurar
cualquier inferencia mediúmnica. Este hecho parece apoyar el argumento de que la mediumnidad es un
tipo de talento telepático que manipula información inconsciente de los cerebros de los sujetos sometidos
a ella para reforzar convicciones que los individuos ya poseen. Muchos médiums dicen nacer ya con el
don, manifiesto desde su infancia, y se ven asediados por espíritus buenos y malos; algunos de ellos,
según interpretan, son los llamados espíritus guía, que los protegen, informan, acompañan y asesoran
durante toda o gran parte de su vida. El médium no se ve afectado por la distancia ni el tiempo, sino por
la presencia de signos o vestigios de aquello con lo que se comunica, y es un don innato, se posee (desde
la infancia) o no se posee.

Los fantasmas más frecuentes poseen una tipología escindida en cuatro clases:

Fantasmas residuales, o visiones que realizan actos repetitivos y carecen de actitud


comunicativa o interacción con los observadores.
Fantasmas conscientes, que pueden comunicarse e interactuar con los observadores.
Encantamientos duraderos de lugares concretos donde se manifiesta uno o más fantasmas
desde hace mucho tiempo.
Poltergeist o "espíritus burlones", fenómenos de duración más reducida ligados a una
persona, por lo general adolescente o joven (aunque no siempre), en la que se mueven
objetos solos, se escuchan golpes repetitivos o ruidos y se encienden o apagan luces.

Fantasmas y espiritismo
Según el espiritismo o "doctrina espírita", como se decía en el siglo XIX desde que este movimiento fue
configurado por Allan Kardec y la teósofa Helena Petrovna Blavatsky, el alma sobrevive a la muerte del
cuerpo material y asciende a un nivel superior de existencia. Sin embargo algunas almas se desvían de
ese camino; no parecen tener una autoconsciencia completa de su ser; la tienen, pero sólo hasta cierto
punto, porque no han logrado todavía resolver sus dudas existenciales. Se trata de fantasmas: entidades
desencarnadas que se torturan y fustigan cruelmente con asuntos no resueltos en su vida anterior. Puede,
por ejemplo,

Que no acepten su propia muerte, que no quieran reconocer que han desencarnado.
Que se sientan culpables por no haber concluido correctamente algún asunto durante su
vida humana.
Que se sientan atados o ligados afectivamente a alguna persona o lugar cuando estaban
con vida.
Que sientan odio o rencor consigo mismos o con alguien de su entorno como humanos.
Que sientan que no merecen estar en ninguna parte y que ya no les queda esperanza.
Un fantasma se construye con algunas de las actitudes no resueltas de un humano mientras vivía
encarnado en su cuerpo físico: padece carencias, obsesiones, sentimientos de culpabilidad, apegos,
miedos o desesperanzas irresistibles. Por no cuidar esas actitudes, según el Espìritismo, uno se puede
transformar en un posible candidato a fantasma el día de mañana. La labor del médium ha de consistir en
orientar y aconsejar para poder cambiar esas actitudes. Debe ser capaz de sentir que está a tiempo de
rectificar o de perdonar o ser perdonado, ser capaz de sentir que tiene una segunda oportunidad en la que
podrá aprender de sus errores del pasado y convertirlos en un valioso conocimiento para el futuro. Este
cambio de actitud para el fantasma, que no sería sino una entidad mendiga que pide afecto, comprensión,
y oportunidad para un cambio, debe proporcionárselo el médium. Una vez el fantasma ha comprendido,
espontáneamente sucede aquello largamente ignorado o no esperado por él, sabe que puede sentirse libre
y continuar su camino de evolución en niveles superiores de conciencia y puede seguir su camino en paz
creciendo existencialmente hacia otros planos, bien en una forma encarnada o bien en una forma
espiritual. Ha comprendido que la capacidad de ordenar sus experiencias le permiten ser su mejor
maestro y enseñar a otras entidades a no repetir su mismo error.4

En el vocabulario espiritista no se utiliza la palabra fantasma, sino eidolon, espíritu, ente o entidad.
Algunas almas no habrían pasado a otro nivel de existencia por miedo a quemarse eternamente, por
simple obstinación o por poseer demasiado apego a este nivel de existencia o a algunas cosas y personas
de este nivel de existencia. Otra explicación a este fenómeno, que permite una leve unificación entre la
física contemporánea y esta creencia sobrenatural, y que se funda en presuntos experimentos llevados a
cabo con equipo técnico en varias partes del mundo a partir de 1945, sugiere que al momento de morir,
subsiste de algún modo la "información cuántica", el modelo molecular del ser vivo, la cual, mediante la
combinación de factores adecuados, de espacio, tiempo y energìa, (sitios con apropiados niveles de
energía del tipo iones positivos), se manifiesta como si tuviera un cuerpo (forma material difusa
popularmente denominada "ectoplasma" o "periespíritu"), pudiendo realizar acciones (ruidos,
movimiento de objetos, apariciones), lo cual depende en gran medida del voltaje e intensidad del campo
de iones positivos presente en dicho lugar. El fundamento principal de esta teoría se basa en que toda
acción realizada en el espacio requiere una fuente de energía que es recargada por el espectro en estos
lugares electromágneticamente saturados de cargas electrónicas libres (electrones sueltos en el aire u
otras substancias). Dicho cuerpo difuso le proporcionarìa al espectro sensaciones similares a las de la
persona viva, obviamente con sus limitaciones, pero sensaciones al fin y al cabo, lo que explicarìa
también los casos en los cuales las psicofonìas y otras anomalías captadas en sesiones de espiritismo
reproducen frases inconclusas o absurdas como "siento frìo" o "yo, qué estoy haciendo aquí". De
cualquier forma, esto no seria más que un reflejo hologràfico-electrònico de un personaje muerto tiempo
atrás.

Fantasmas y la fe cristiana
En el catolicismo no existe documento magisterial, de los Concilios Ecuménicos o de los Obispos de
Roma que hable o mencione a los fantasmas. Según el Concilio Vaticano II la revelación acabó con el
Mesías y no se debe esperar ninguna otra manifestación.

En el Protestantismo no se cree en fantasmas ya que no acepta la existencia del Purgatorio; para esta
forma de Cristianismo se trata de fenómenos demoníacos. En el último Catecismo de la Iglesia Católica
no se admite la existencia del limbo, aunque algunos teólogos la postulan, pero sí la del Purgatorio donde
las almas deben ser purificadas para pasar al mas allá.
El uso de la necromancia, la Ouija, el Tarot, y cualquier ceremonia o procedimiento no religioso de
adivinación con el cual se obtenga comunicación con el más allá puede ser usado por demonios para
conectarse con este mundo; según exorcistas y demonólogos como el padre José Antonio Fortea, recurrir
a estos rituales es extremadamente peligroso desde un punto de vista psicológico, supone dejar puerta
abierta para que entre sin invitación uno cualquiera de la numerosa jerarquía de espíritus no humanos o
demonios que mienten y se disfrazan de fantasmas o almas del Purgatorio. Por otra parte, según la
escatología existe un limbo que literalmente significa "limite" del infierno al que van las almas. En
cuanto a la consulta de mediums, en Deuteronomio XVIII, 12-14, no se niega la existencia de estas
personas, pero se dice que no se debe recurrir a ellos:

Cuando entres a la tierra que Yahveh tu Dios te da, no aprenderás a hacer según las
abominaciones de aquellas naciones. No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su
hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni
encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para
con Yahveh cualquiera que hace estas cosas, y por estas abominaciones Yahveh tu Dios echa
estas naciones de delante de ti.

Los demonios, espíritus no humanos, por el contrario, pueden poseer lugares (la llamada infestación) o
personas (la posesión demoniaca) y, si están ocultos, se manifiestan al cabo de intensas, prolongadas y
duraderas sesiones de oración. Los demonios sólo poseen el poder de tentar y atacan el lado más débil de
la persona tras un paciente y profundo estudio de la misma. Una vez que uno distingue bien entre
posesión e infestación5 Santo Tomás de Aquino dice en el Comentario al libro de las Sentencias (IV,
distinción 21, artículo 1 B/Corpus):

Lo más concorde con los dichos de los santos y la revelación privada hecha a muchos es que el
lugar del Purgatorio es doble. Uno según la ley común (unum secundum legem comunem). Y
el otro es el lugar del Purgatorio según la dispensación (alias est locus secundum
dispensationem) y así se lee de algunos que fueron castigados en diversos lugares (diversis
locis) bien para enseñanza de los vivos al dar a conocer la pena de esas almas o bien para
ayuda de los muertos.

Fantasmas y psicología
La creencia en fantasmas puede ser inducida como alucinación por trastornos como la parálisis del sueño,
el efialtes y otras diversas parasomnias, así como por síntomas como la disociación y enfermedades
mentales como los diversos tipos de esquizofrenia (oír voces, ver alucinaciones, sufrir delirios) o las
distintas afecciones del lóbulo temporal del cerebro, por ejemplo la Epilepsia; por otra parte el escotoma
obliga a veces al cerebro a crear delirios inconscientes: fantasea creando imágenes fantasmas en los
huecos donde percibe falta de información visual, como han demostrado en otros casos experimentos
empíricos sobre percepción; a veces también engaña el cerebro creando historias mediante el síndrome
de Korsakov o en condiciones de hipnosis o, más corrientemente, el sueño, fabulando sobre bases reales
(en condiciones de hipnosis, se produce un sensible aumento de memoria, se decuplica, o más, por lo
cual se pueden recuperar datos que hacen la historia más verosímil). Igualmente, muchas drogas, los
llamados alucinógenos, producen fantasías fantasmagóricas, como el LSD. La Comunicación después de
la muerte inducida (CDMI en español, IADC en inglés) es una técnica terapéutica basada en la EMDR
que ayuda a los deudos a procesar y superar el sufrimiento por la muerte de un ser querido por medio de
la evocación de fantasmas. La CDMI fue descubierta y desarrollada en 1995 por el psicólogo
estadounidense Allan Botkin, durante su trabajo con veteranos de la guerra de Vietnam. Se fundamenta
en el demostrado valor curativo de las Experiencias cercanas a la muerte.
Fantasmas en la literatura
Son muchos los escritores que han tratado este tema. Ya se han mencionado ejemplos antiguos en el
apartado "Historia", pero cabe insistir en Sobre los hechos maravillosos de Flegón, liberto del emperador
Adriano, porque fue origen de la leyenda sobre la esposa difunta que reaparece en Proclo y sirvió de
inspiración a Goethe para su Novia de Corinto y a Washington Irving para El estudiante alemán. En el
siglo XVI Gonzalo Fernández de Oviedo narra un caso real de fantasmas en sus Batallas y quincuagenas
y Antonio de Torquemada menciona muchos casos demasiado crédulamente en un Jardín de flores
curiosas (1570) que irritó tanto como sedujo al propio Cervantes, quien parece evocar a la estantigua en
el episodio del cuerpo muerto. Hay, por otra parte, leyendas hispánicas de muertos que vuelven a la vida
como vampiros bastante anteriores a las rumanas, como la del Conde Estruch (siglo XII) en el Ampurdán
o la Guajona en Cantabria. En el teatro del siglo XVII aparecen obras donde los fantasmas tienen un
papel destacado: Hamlet, de Shakespeare; El caballero de Olmedo y El duque de Viseo de Lope de Vega
o El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, quien se inspira a su vez en la leyenda de El convidado de
piedra. El tema se desarrolla generalmente dentro del género de la novela gótica o cuento de terror, un
género que empezó con el Romanticismo a finales del siglo XVIII, aun cuando fue en el XIX cuando
encontró su verdadero desarrollo y máximo apogego con autores como E.T.A. Hoffmann, Edgar Allan
Poe, Jean-Charles Emmanuel Nodier y Sheridan Le Fanu. Escribieron novelas góticas con relatos de
fantasmas Horace Walpole (El castillo de Otranto, 1764), Matthew G. Lewis (El monje, 1794) y Charles
Maturin (Melmoth el errabundo). En 1887 Oscar Wilde escribe El fantasma de Canterville.
Posrománticos son Gustavo Adolfo Bécquer, Guy de Maupassant, M. R. James, R. L. Stevenson,
Lafcadio Hearn, Henry James, Edith Wharton, Algernon Blackwood, Arthur Machen, M. P. Shiel etc...
Se acercaron al género con mayor o menor fortuna Emilia Pardo Bazán, Richmal Crompton, E. F.
Benson, William F. Harvey, Richard Middleton, W. Somerset Maugham, Elizabeth Bowen, Robert
Aickman, May Sinclair, Walter de La Mare, Thomas Burke, A. E. Coppard, Charles Williams, Herbert
Russell Wakefield, Alfred McClelland Burrage, A. N. L. Munby, Arthur Gray, Barry Pain, Christopher
Woodforde, E. G. Swain, Hugh Walpole, John Buchan, L. T. C. Rolt, Simon Raven, Terence H. White, V.
S. Pritchett, Omar Pérez Santiago (Allende, el retorno, 2013) y L. P. Hartley.

Comunicación con fantasmas


A medida que el hombre moderno ha ido desarrollando nuevas tecnologías de comunicación, los
interesados en obtener información de fantasmas las han usado y así se habla de psicofonías o
grabaciones sonoras en las que supuestamente se oye la voz o los movimientos de algún difunto, o de
psicoimágenes, imágenes estáticas o en movimiento en las que presuntamente puede distinguirse alguna
presencia fantasmal.

Sin embargo, quienes pretenden justificar la existencia de otro mundo y la posible comunicación con el
mismo deben justificar primero por qué casi todas las manifestaciones espirituales suelen reducirse a
manifestaciones psicológicas de engaño o autoengaño, o fraudes, como con devastadora frecuencia han
demostrado ilusionistas expertos como Harry Houdini, James Randi o Criss Angel, quienes saben desde
luego que lo que ocurre en nuestra mente es de factura mucho más simple que lo que ocurre en la
realidad fuera de ella. Algunos tipos de alucinación, como la hipnopómpica o la hipnagógica, la parálisis
del sueño, los síntomas de una esquizofrenia o determinados tipos de epilepsia no diagnosticadas, el
fenómeno del sueño lúcido o falso despertar, la pareidolia, la apofenia, el uso de drogas enteógenas y
sustancias psicotrópicas que creen falsos recuerdos, los fuegos fatuos pueden explicar la mayoría de los
casos, por no hablar del espíritu lúdico de las bromas y los citados, groseros y mezquinos intereses
económicos, que pueden apoyar, magnificar y converger sobre las anteriores explicaciones, que se
acumulan sobre la necesidad de religión y de fe ultraterrena, un
meme antropológico desarrollado en el ser humano por la
selección natural como ventaja para la supervivencia gregaria.

Esto no basta para desanimar, sin embargo, a quienes creen en


alguna manifestación divina o macabra que es una liberación de
energía del cuerpo, esto es, una "evolución" de esta vida terrenal
hacia otra en un mundo ultraterreno, y hay caos desconcertantes
de clarividencia y percepción extrasensorial que aún aguardan
explicación satisfactoria.

Houdini demuestra cómo un Algunos intentos no escépticos de resolver racionalmente estos


fotógrafo puede producir fenómenos han sido formulados por físicos como Roger Penrose,
fraudulentamente "fotografías de quienes creen posible la transmisión de información nerviosa
espíritus" que documenten la mediante corrientes cuánticas a nivel subatómico que pueden ser
aparición e interacción social con
amplificadas mediante los microtúbulos existentes en las
individuos fallecidos6
neuronas; además, la insólita lógica cuántica permite distorsiones
temporales que pueden causar la duplicación del presente o
bilocación, y esto explicaría muchos de los fenómenos paranormales de transmisión de información,
como expone en su Las sombras de la mente: hacia una compresión científica de la consciencia
(Barcelona: Editorial Crítica, 1996). Explicaciones científicas concurrentes han sido formuladas por
Stuart Hameroff o recogidas empíricamente por Raymond Moody.

Existencia de fantasmas
En 2003, el psicólogo británico Richard Wiseman (n. 1966) y sus colaboradores investigaron casas
encantadas con sujetos bajo condiciones controladas, y concluyeron que la reputación de esos lugares
juega un papel relevante en la producción de las experiencias y la existencia de ciertos tipos de campos
electromagnéticos podría influir sobre algunas variables psicológicas, como también el paso de estancias
bien iluminadas a otras oscuras puede provocar percepciones habituales en situación de privación
sensorial. Sin embargo la hipótesis de los efectos de campos electromagnéticos sobre la generación de
fantasmas es puesta en duda por científicos como Steven Novella por no haber evidencia suficiente.7 En
general, las casas no prueban la existencia de fantasmas, sino cómo cierta gente responde a situaciones
triviales bajo el influjo de la publicidad y la predisposición.8

El ojo humano está formado por humor vítreo el cual es un líquido y como tal, puede ser sensible a las
ondas del infrasonido. Este líquido puede generar imágenes falsas (como las miodesopsias). El ser
humano puede oír sonidos de entre 20 y 20 000 hercios. Los sonidos de menos de 20 Hz se llaman
infrasonidos y pueden atravesar partes sólidas. Así, en 1998, Vic Tandy (investigador de la Universidad
de Coventry) explicó cómo los infrasonidos podrían producir la impresión concreta de "sitios
embrujados". Demostró que los infrasonidos provocaban una percepción de movimientos a los costados
del campo visual. Esta falsa percepción podía ser provocada por un ventilador. Los ventiladores giran a
300 RPM (revoluciones por minuto), lo que equivale a 5 revoluciones por segundo o 5 Hz.
Incidentalmente, el extractor de la sala en la cual Tandy notó esos fenómenos era rapidísimo, de
1139 RPM (o 18,98 Hz).9 Además, la longitud de la sala en la cual Tandy notó esos fenómenos era una
fracción unitaria de la longitud de onda que provocaba el ventilador, por lo que provocaría una onda
estacionaria y tal onda, al resonar en el humor vítreo de los ojos humanos, induciría ilusiones ópticas
consideradas por algunos como "fantasmas".10
Investigaciones científicas
En el año 2014, investigadores de la Escuela Politécnica de Lausana, Suiza, obtuvieron evidencia
científica que sustenta una explicación biológica para la "sensación de una presencia sobrenatural", a la
vez que lograron replicarla en un laboratorio, al utilizar un robot para interferir con las entradas
sensoriomotoras del cerebro de varios voluntarios. Algunos participantes, al ser confrontados con
sensaciones sensoriomotrices contradictorias, reportaron "sentir la presencia hasta de cuatro fantasmas".
Cubriendo los ojos de los participantes, se les pidió que realizaran movimientos con sus manos frente al
cuerpo, mientras un robot reproducía sus movimientos y al mismo tiempo tocaba sus espaldas. Al
introducir un retraso entre el movimiento y el toque del robot, se creó una percepción espacial
distorsionada, que fue percibida como una presencia fantasmal. Mediante una resonancia magnética
nuclear, se pudo determinar que los cerebros de los sujetos estaban experimentando una interferencia en
regiones asociadas a la autoconsciencia y la posición espacial. Los investigadores demostraron que la
sensación de una presencia fantasmal es causada por lesiones en tres regiones ubicadas en el cerebro a
nivel de la corteza frontoparietal, las cuales se pueden observar en pacientes esquizofrénicos, o en
pacientes sanos expuestos a situaciones extraordinarias. De igual forma, el estudio explicó que la ilusión
de percibir una presencia fantasmal es provocada por una propiocepción distorsionada, percibiendo al
propio cuerpo como un "otro" en lugar de "sí mismo".11

Véase también
Tulpa Doppelgänger
Anexo:Lugares encantados Ouija
Parapsicología Supernatural
Espiritismo Parálisis del sueño
Exorcista
Ser espiritual

Notas y referencias
1. Texto original: Et mihi discendi et tibi docendi facultatem otium praebet. igitur perquam velim
scire, esse phantasmata et habere propriam figuram numenque aliquod putes an inania et
vana ex metu nostro imaginem accipere... (Plin. Ep. VII, 27, 1)
2. Dietrich Georg Kieser, System des Tellurismus oder thierischen Magnetismus, ein
Handbuch für Naturforscher und Aerzte, Leipzig: F. S. Herbig, 1822.
3. http://drarknillion.foroactivos.net/t51-teoria-sobre-fantasmas
4. Cf. Rossana, "Fantasmas de los muertos III", en
http://www.profesorarossana.com/fantasmas-III-parte.php
Archivado (https://web.archive.org/web/20110915110908/http://www.profesorarossana.c
om/fantasmas-III-parte.php) el 15 de septiembre de 2011 en la Wayback Machine.
consultado el 3 de septiembre de 2001, 21:54.
5. Cf. José Antonio Fortea, Summa daemoniaca, México: Imprenta Gama, 2003, p. 316,
cuestión 138.
6. En Houdini and the ghost of Abraham Lincoln, Biblioteca del Congreso de Washington (htt
p://memory.loc.gov/cgi-bin/query/r?ammem/varstg:@FIELD(NUMBER(3a27314))); último
acceso 3 de octubre de 2007.
7. Ben, Radford (junio de 2017). «Los campos electromagnéticos ¿pueden crear fantasmas?»
(http://www.csicop.org/si/show/los_campos_electromagneticos_pueden_crear_fantasmas).
Skeptical Inquirer. Consultado el 3 de junio.
8. Richard Wiseman y otros (2003): «An investigation into alleged hauntings», artículo
publicado en la revista British Journal of Psychology, 94, págs. 195-211; 2003.
9. La frecuencia de resonancia que afecta al ojo humano es aproximadamente de 18 Hz
según el informe 19770013810 de la NASA.[cita requerida]
10. «The ghost in the machine» (http://skepdic.com/infrasound.html,) (enlace roto disponible en
Internet Archive; véase el historial (https://web.archive.org/web/*/http://skepdic.com/infrasound.html,) y la
última versión (https://web.archive.org/web/2/http://skepdic.com/infrasound.html,)). (‘el fantasma en la
máquina’), artículo en inglés publicado en el sitio web Skeptic Dictionary (‘diccionario
escéptico’).
11. Blanke, Olaf, et al (17 de noviembre de 2014). «Neurological and Robot-Controlled
Induction of an Apparition» (http://www.cell.com/current-biology/abstract/S0960-9822(14)01
212-3). Current Biology 24 (22): 2681-2686. ISSN 0960-9822 (https://issn.org/resource/issn/0960-982
2). Consultado el 1 de mayo de 2016.

Bibliografía
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Prometheus Press, 1997.
Richard Wiseman, & C. Watt, Parapsychology. London, UK: Ashgate International Library of
Psychology, 2005.
G. N. M. Tyrrell, Apariciones, Buenos Aires: Editorial Paidós,1965.
Rainer W. Klein, Espíritus fantasmas y otras apariciones. Buenos Aires: Imaginador, 2004.
Paloma Gómez Borrero, Los fantasmas de Roma, Barcelona: Plaza & Janés.
Arthur Schopenhauer, Ensayo sobre las visiones de fantasmas, Madrid: Valdemar
Ediciones, 1998.
VV.AA. "Fantasmas y Poltergeist", Barcelona: Plaza & Janés Editores.
María Isabel Gea Ortigas, Los fantasmas del Palacio de Linares, La Librería.
Rafael Casares y Juan Arcos, 13 historias de fantasmas, casas encantadas y poltergeist:
casos reales de Granada, Granada, Editorial Comares.
Carlos Ros, Los fantasmas del Alcázar de Sevilla, Editorial Castillejo.
VV.AA., Brujas, demonios y fantasmas en la literatura fantástica hispánica. Lleida: Edicions
Universitat de Lleida, 1999.
Claude Lecouteux, Fantasmas y aparecidos en la Edad Media, Editorial José J. de Olañeta.
Pierre Le Loyer, Quatre livres des spectres ou Apparitions et visions d'esprits, anges et
démons se montrant sensiblement aux hommes; París, 1605 ó 1608.
Francisco Contreras Gil, "Fantasmas ¿Hay alguien al otro lado?" (Edaf) y "Casas
Encantadas. Cuando el misterio cobra forma" (Edaf)
Alejandra Guzmán Almagro, Fantasmas, apariciones y regresados del más allá. Vitoria-
Gasteiz / Buenos aires: Sans Soleil Ediciones, 2017.

Enlaces externos
Wikcionario tiene definiciones y otra información sobre fantasma.
Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Fantasma.
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