Berenstein Cap. 6
Berenstein Cap. 6
Berenstein Cap. 6
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F tte 'S c 'n c u /i- /
Capítulo 6. Transferencia: hecho nuevo y/o repetición, producción vincular e/o individual^).
I. Presentación. La transferencia es un tema clásico al día de hoy y aún pleno de cuestiones a dilucidar. Concepto intermedio entre
la metapsicología y la clínica, "comparable a la capa de crecimiento celular situada entre la corteza y la pulpa del árbol, de la que
surgen la nueva formación de tejidos y el espesamiento del tronco" (Freud, 1916), permite plantear varias de nuestras
concepciones en psicoanálisis y sus diferencias que siendo bastante fundamentales pueden pasar desapercibidas.
La transferencia analítica se da en el marco de la sesión entre ese paciente y ese terapeuta dado en lo que podemos llamar un
situación vincular e intersubjetiva. Ha sido generalmente considerada como el despliegue del paciente con la persona del analista y
cuyo significado corresponde al mundo interno del primero, a los objetos parciales o totales que lo habitan y remiten a una
experiencia con personajes del pasado que ahora son una ausencia que se actualiza mediante su proyección en el terapeuta siendo
éste, para el paciente, una presencia que está allí.
La transferencia fue vista como reedición facsimilar en el epílogo del caso Dora (Freud, 1905), como reedición mejorada y aún
revisada 'o' como una creación dependiente de la situación analítica, según el mismo Freud. De esta manera quedó planteada la
contradicción entre ser 'dependiente de la situación analítica', por lo tanto actual y nueva o una reedición de algo anterior y pasado.
Se puede sustituir 'o' por 'y' pero ello en si mismo no despeja el problema.
Hay en Freud una vacilación no resuelta y que nos fue transmitida a los psicoanalistas. No es una oscilación sino una vacilación por
la cual lo nuevo de la creación freudiana, lo inconsciente, resultará aprisionado en la ya producida experiencia sexual infantil.
La transferencia es un hecho nuevo (de lo que se ocupa bastante en la conferencia 27, [1916]) porque la sesión en sí misma lo es
pero el conflicto reside en los que llama "motivos viejos", los que impusieron la represión y la contfainvestidura. Los "motivos
nuevos" son los que "decidirán el conflicto a favor nuestro". Pero Freud dice también:
"Hemos logrado renovar el viejo conflicto de la represión, hacer que se revise el proceso tramitado entonces".
"Viejo" caracteriza el momento de producción del conflicto, cuando el yo era débil, infantil. "Nuevo" denomina al hoy cuando el yo
se supone "fuerte y experimentado" y cuenta con la ayuda del médico.
El psicoanálisis es una teoría que ha desplegado enormemente el lugar de la representación, la rememoración, lo inscripto desde la
experiencia infantil, que lleva luego al despliegue de lo ya registrado:
"Llamamos transferencia a este hecho nuevo que tan a regañadientes admitimos. Creemos que se trata de una transferencia
de sentimientos sobre la persona del médico, pues no nos parece que la situación de la cura avale el nacimiento de estos
últimos. Mas bien conjeturamos que toda esta proclividad del afecto viene de otra parte, estaba ya preparado en la enferma y
con oportunidad del tratamiento analítico se transfirió sobre la persona del médico" (Freud, 1916, pág.402)
"...sus sentimientos no provienen de la situación presente y no valen para la persona del médico, sino que repiten lo que a él
le ocurrió una vez, con anterioridad." (Freud, 1916, pág. 403,)
En el pensamiento de Freud no habría inscripción de algo nuevo que no haya estado antes, proveniente del pasado infantil y parece
lógico porque el punto de partida del desarrollo psíquico es el estado de desamparo inicial, la hilsflosigkait motora y psíquica, y el
amparo, significación y marcas que le otorga la madre como sujeto amparador. Esto lo llevó a pensar casi naturalmente que la
experiencia analítica permitiría elaborar o reelaborar (Freud, 1914) esas experiencias que impusieron la fijación y la represión.
La relación analítica constituye un vínculo entre las dos personas, o los dos polos de la relación terapéutica (Berenstein, I. y Puget,
J. 1997): el paciente y el terapéuta. Cuando en el análisis individual decimos que el segundo representa o contiene un objeto del
mundo interno o del mundo infantil del primero en general se está hablando implícitamente de un origen, una direccionalidad y una
temporalidad. Lo considerado como origen se refiere a marcar como comienzo exclusivo a la enorme variedad de experiencias
infantiles o tempranas del paciente, hecho registrados en la memoria de los cuales produjo distintas reinscripciones (ver en este
Capítulo el punto 4). Dice Viñar (1999):
"En ese horizonte asintótico de buscar siempre mas lejos, sumergiéndonos en eso que la memoria corriente llama la noche
de los tiempos, los datos van perdiendo precisión y certeza y cuanto más primarios o tempranos sean los "recuerdos" que
desenterramos, menos nítida su valoración discriminativa y mayor su propuesta enigmática. Como si siguiendo el esquema
, de la Interpretación de los Sueños, el acceso a la idea latente y al capital infantil del desear, lo interpretable dejara un espacio
vacante que es ocupado por el ombligo (lo no accesible a la significación)".
Respecto a la direccionalidad diremos que abarca dos dimensiones: a) espacial; la que va del paciente al analista, más
específicamente desde el interior del primero al interior del segundo; b) temporal, la que va desde al 'ahora' expresado como
resignificación oaprés-coup (Nachtragliclikeit) al 'antes' de la experiencia infantil, o de la regresión que plantea el 'ahora' de la
sesión como una reedición corregida y mejorada del 'antes'. El aprés-coup da sentido a lo inscripto en la experiencia de seducción
infantil en Erna, como dice Freud en el Proyecto parte 2, cuando su desarrollo puberal le otorga un cuerpo apropiado para ese
Este trabajo es un desarrollo del que fuera presentado, bajo el título "Transferencia y su impacto en la educación" en la Ia
(Conferencia Interregional. Asociación Psicoanalítica Internacional. Viena. 6 de Noviembre de 1998.
^ Este trabajo es un desarrollo del que fuera presentado, bajo el título "Transferencia y su impacto en la educación" en la Ia
Conferencia Interregional. Asociación Psicoanalítica Internacional. Viena. 6 de Noviembre de 1998.
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sentido, que un adulto inscribió en el cuerpo infantil. Es la teoría de los dos tiempos: el de la resignificación y el de la inscripcuz
es el cuerpo apropiado a la primera lo que liga ambos momentos.
Respecto de la temporalidad, la sesión analítica puede considerarse como produciendo un 'antes' del 'antes', determinante de 1$
regresión y no su producto, esto es que la sesión contiene la determinación de ese ordenamiento temporal que agrupa lo ocurrido
asignándolo a un antes. La temporalidad se relaciona con la historia y, alrededor de como ésta se trasforma en un conjunto de
relaciones tuvieron lugar dos polémicas: una sobre estructura e historia, activada desde la década del '50 por los escritos de Lévi-
Strauss; otra que abarca la concepción misma de la historia, serie cronológica de hechos dados o relato, siempre desde ahora en base
a las representaciones de ese pasado.
Acerca de la primera dice Lévi-Strauss (1958):
"Si bien el etnólogo consagra principalmente su análisis a los elementos inconscientes de la vida social, sería absurdo
suponer que el historiador los ignora. Sin duda, éste pretende antes que nada dar cuenta de los fenómenos sociales en función
a los acontecimientos en los cuales se encaman y de la manera como los individuos los han pensado y vivido. Pero en su
avance progresivo para alcanzar y explicar aquello que ha aparecido a los hombres como consecuencia de sus propias
representaciones y actos (o de las representaciones y actos de algunos de ellos), el historiador sabe bien, e inclusive cada vez
mejor, que debe echar mano de todo el aparato de elaboraciones inconscientes. Hemos dejado atrás la época de la historia
política que se contentaba con enhebrar cronológicamente las dinastías y las guerras al hilo de las racionalizaciones
secundarias y las reinterpretaciones".
Respecto de la historia cabría decir que a la descripción que pretendía ser pura de los hechos como por fuera del relato que los
agrupa, previo o independiente de su narración y periodización, como una crónica de hechos en sí, se opuso una historia de las ideas
que estructuraba la vida de los pueblos, o una historia de las mentalidades como conjunto de las operaciones prácticas en la vida de
un pueblo (Lewcowicz, 1996). Estas consideraciones son pertinentes a la transferencia, que puede considerarse desde una
reproducción de la situación infantil del paciente a lo que sería su historia, la de sus operaciones mentales prácticas con el analista
lo que lleva a una producción de la relación entre dos sujetos, el analista y el paciente, las operaciones puestas en juego en el
desarrollo de su relación. Toda descripción basada en el criterio 're'(-), diciendo que habla de la relación, considera en general que
resulta de uno de ellos, el paciente, en tanto que del otro, el analista, decimos que resuena a aquel, vuelve a 'sonar' como en la
experiencia primera con sus correspondientes transformaciones. Implica que como sujeto, éste último, permanece en la penumbra.
Sale de ella a través de la repercusión de lo transferido y decimos que lo hace mediante otro proceso inconsciente, la
contratransferencia, especie de transferencia- repuesta a la del paciente, especie de eco a lo producido por el paciente.
En el contexto de este libro, caracterizaremos la transferencia como un 'vínculo' una estructura donde se relacionan dos o mas, pero
aquí dos, sujetos de deseo que proponen uno al otro, dos trabajos a realizar simultánea y sucesivamente: a) uno que hace al
despliegue de las experiencias infantiles del paciente y a la puesta en juego de las relaciones de objeto con sus experiencias
emocionales, que involucra una fina y sutil tarea de conocer y articular una serie de determinaciones tempranas ded semejanzas y
diferencias en el suceder temporal entre presente y pasado, en el funcionamiento mental entre percepción de nuevas experiencias y
la estructura de aquellas ocurridas en la infancia; b) otro trabajo es el que se dará entre ambos sujetos cuando se topen en el otro de
la relación con una ajenidad imposible de remitir a alguna experiencia infantil, inaugurando ello un campo de novedad, que luego
llamaré novedad radical. Se verá que a pesar del intento (en especial del analista con la colaboración de su paciente) de reunirlos en
uno. el segundo no recubre el campo de la relación de objeto. Tendremos dos tipos de relación: a) relación de objeto y con el otro
como objeto y b) relación con el otro propiamente dicho. Así considerada la transferencia nos pone sobre la situación de la cura y
de la práctica analítica.
2. La pareja analítica. Algunos autores (Baranger W. y M., 1961/1962) hablaron del paciente y el analista en términos de "pareja
analítica", en el sentido de dos sujetos puestos a realizar una tarea común. Esta pareja analítica puede producir un hecho nuevo o
puede reproducir algo anterior aunque se diga que es restringidamente nuevo para esa situación. Lo nuevo puede ser entendido
como producción de un vínculo y caracterizarlo metafóricamente como un bebé que es el análisis, como nuevo producto del
vínculo, algo que nunca hubd antes en esa pareja. Pero para muchos analistas el hecho nuevo o lo nuevo es encontrar un lugar para
el bebé del paciente, en ese caso creado ya y probablemente enfermo o dañado, el cual se desplegará en la relación analítica para ser
tratado en mejores condiciones, ser reparado y reintroyectado en el paciente ya que a él pertenece y corresponde. Parecería ser
suficiente pero a mi criterio algo falta. Dicen los autores antes mencionados que
"la fantasía básica de una sesión no es el mero entendimiento de la fantasía del analizando por el analista, sino algo que se
construye (3) en una relación de pareja." (Baranger y Baranger, 1961/1962)
Dicen que el término "fantasía inconsciente" definido en términos unipersonales es expresión de una fuente pulsional a realizarse
con un objeto. No es abarcativo de:
"algo que se crea, dentro de la unidad que constituyen en el momento de la sesión, algo radicalmente distinto de lo que son
separadamente cada uno de ellos" (Ibidem).
- re' denota 'e re ::::: r. o reintegración como en representación: volver a presentar aquello ocurrido incialmente. recuerdo:
evocación ¿e ¿ g : rasado, represión, reproducción, etc.
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"Es realmente paradógico sacar de la situación bipersonal una reconstrucción teórica del caso en términos, por definición
unipersonales, y pensar después regular la situación bipersonal en virtud de este esquema reducido y empobrecido."(Ibidem).
Si lo decimos en términos, para nosotros mas actuales, la sesión, y aquí la relación analítica sería un lugar donde es posible que elv
acontecimiento acontezca, pero la construcción teórica se opone a él. Modalidad de resistencia a lo vincular, que es decir resistencia
a lo novedoso, producido entre los sujetos de esta relación.
Nó'óbstante esos avances los Baranger recaen en lo mismo que Freud (Ibidem):
" Todos pensamos que la situación analítica es repetitiva. El uso, favorecido por la regla fundamental, de la identificación
proyectiva de parte del analizando, le permite la reactualización de patrones de reacción que provienen de situaciones no
superadas de su pasado, cristalizadas en forma de esquemas dé vivencia y conducta estereotipados!"
No es indistinto usar los términos 'construye1que como producción de algo nuevo implica no haber estado antes o 'despliegue' que
involucra algo preformado en un momento previo, un pasado 'plegado' ocurrido en un momento cronológicamente anterior y
resignificado previo y durante la sesión, lugar donde se abre. Además de esta temporalidad de la que se ocupa el psicoanálisis,
debería incluirse la que es propia del vínculo analítico.
3. La transferencia, hecho nuevo o/y repetición. La transferencia es un hecho nuevo, dice Freud ostensiblemente en 1916. Pero
dice también que no lo es, pues es una actualización de viejos motivos, aquellos que impusieron la represión. En 1915 dice en su
artículo sobre el amor de transferencia que el de la paciente es impuesto por la situación analítica y no por las excelencias de su
propia persona y luego se explaya sobre las raíces infantiles de ese amor, como de todo amor, agrega. Freud no dice que el amor ha
sido impuesto por la situación infantil sino que éste ha aprovechado la circunstancia del tratamiento. ¿Pero qué o quién lo impone
desde el análisis? ¿La situación terapéutica? ¿El encuadre? ¿El analista como un sujeto otro? ¿El sexo del analista que se relaciona
con el amor de transferencia? ¿La regresión del paciente? La imposición se relaciona con el poder de imprimir una marca de origen
a los sujetos relacionados, por el hecho de pertenecer al vínculo y si éste otorga significación, genera en ambos una nueva
iVÉti*
subjetividad dada por la pertenencia establecida por el encuadre. Y si impone nuevas marcas nunca podrá ser repetición de algo
anterior. Los tres términos se intrincan: 'marca de origen', 'pertenencia al vínculo' y 'nueva subjetividad'.
La situación psicoanalítica propone una escena que aunque pueda contener y desplegar la fantasía inconsciente, en realidad tiene la
condición de nunca haberse dado antes. Sin embargo aunque el amor de transferencia surge como algo nuevo entre los dos sujetos
del análisis, y no de la misma manera en uno y otro, cuando los analistas tratan de explicarlo dicen que el paciente realiza el
despliegue de un escenario fantasmático donde el analista es objeto de representación, de cierta reedición,o de una reimpresión
mejorada. Es curiosa esta concepción resistencial del amor como acción de uno solo, pero está ubicado en el marco de una
persistente modalidad de pensamiento producida por la mentalidad burguesa cuya culminación es la manera de pensar el amor en la
m odernidad^).
El amor de transferencia es impuesto por la situación analítica, no solo por la situación infantil que se despliega en ella y dependerá
de
El pensamiento clásico acerca del amor quizá esté presente desde el mismo origen del psicoanálisis. Breuer no supo como participó
y creyó no haberlo hecho en el enamoramiento de Anna O. por lo que se alarmó lo suficiente como para interrumpir ese
tratamiento. Freud intuyó algo y no era hombre de asustarse, siguió elaborando la teoría psicoanalítica y especialmente esa novedad
que fue la transferencia. Pero la vacilación se produjo al no incluir como colabora el analista en la producción de ese hecho nuevo
que aparece en la sesión, "el incendio que irrumpe en la función teatral" (también tomado por Laplanche, 1992). Uno se olvida
frecuentemente que un incendio requiere de la conjunción de sustancias inflamables y de una chispa o de un fósforo aunque una
represión de la relación entre ambos podría decir que la causa está en uno de ellos y no en ese vínculo particular.
Freud (1915) en su escrito prqduce un corrimiento ya que comienza hablando de amor de transferencia, de amor erótico y luego en
el mismo trabajo habla de enamoramiento, e incluye las bases pulsionales como motor irreductible de este último con lo cual
reduce al otro al lugar del objeto. Al igual que en Introducción del Narcisismo donde el enamoramiento resulta de la proyección
del Ideal sobre el otro lo cual lleva a no considerarlo como tal.
La vacilación encuentra su base en la falta de determinación del lugar del otro y siempre que éste sea visto como un objeto
proyectado por el yo, su lugar será impreciso. Aunque el objeto sea el elemento más variable de la pulsión y un enamoramiento
puede cesar y repetirse con otro objeto, uno no se enamora de cualquiera sino, como luego se verá, de alguien bien preciso con
quien se produce como sujeto y bajo la determinación del vínculo amoroso. Además de que el otro se presta a ser receptivo de la
relación de objeto se halla en su fundamento el hecho de ser un encuentro nuevo y a esta cualidad se le concedió demasiada poca
atención. ¿El otro, el analista tiene que ver o no con el amor de transferencia surgido en la relación con el paciente? ¿Si es reedición
infantil, de cual? ¿De una donde solo hay un yo marcado por la madre, inconsciente de las marcas que realiza, o de una madre que
interviene como otro con sus propios deseos y pulsiones y acepta los suyos de parte del infans? O quizá debamos postular una
reedición infantil donde el propio yo tiene una marca o un registro correspondiente al otro y una marca diferenciada del vínculo
entre ambos, correspondiente a la inicial disposición a vincularse.
U) Dice Romero (1987): " La concepción burguesa estuvo desde su origen unida a la concepción individualista, a la idea del
individuo con una mente que, como decía Goethe, era un microcosmos".
3
La transferencia es vista al principio como un instrumento para dominar la compulsión de repetición del paciente. Dice Fre.
(1914):
"...le abrimos la transferencia como una palestra donde tiene permitido desplegarse con una libertad casi total, y donde se'le
ordena que escenifique para nosotros todo pulsionar patógeno que permanezca escondido en la vida del analizado."
La idea de escenificar "para" nosotros un "pulsionar patógeno" inscripto, a repetirse, a recordar, marca una diferencia con lo que
sería la idea de vivir el hecho "con" nosotros o mejor "entre" nosotros en tanto sea no solo reproducir esa relación pasada sino eso
propio, la novedad con la singularidad de considerar la neurosis de transferencia como una producción de la situación analítica. Al
igual que el enamoramiento, impregna por lo general a ambos sujetos y se genera un clima en el cual ambos yoes no serán los
mismos antes que después de producirse. Es la represión del vínculo lo que hará ver el enam oram iento como solo de uno
dirigido al otro. También la repetición vista de esta m anera, como de uno solo, es producto de una represión y deberá
ser considerada como una emergencia de (apelación entre los dos en tanto se incluya el vínculo "entre".
Paciente y analista asisten a dos procesos: I) la representación del m undo interno del paciente donde la posibilidad de
proyección se basa en una ausencia de la cual se hace cargo el analista; II) la presentación de una situación que no tuvo
lugar antes, la relación de dos alteridades, es decir presencias que se instituyen como sujetos a partir del vínculo. Son
dos experiencias bien diferentes.
A los efectos de la emergencia de lo nuevo y sus distintas m odalidades podem os pensar en las versiones de las obras
clásicas, por ejemploH am let. En cine, contam os con la de Lawrence Oliver, la versión rusa, la nueva versión inglesa de
Keneth Branagah, etc. Cada interpretación ofrecerá algún detalle que la anterior no tenía. Pero a pesar de las diferencias
en todas aparecerá el espectro del padre, Ofelia m orirá, y H am let vengará a su padre. Sería irrisorio que cam biara el
destino de esos personajes y produciría un escándalo en la sala que se m odificara la tram a de la historia. Aquí
hablaríam os de una nueva versión. Dice Pirandello en Seis personajes en busca de autor que el personaje es indestructible,
no así los actores que son variables.
Otra m odalidad de lo nuevo la podem os ejemplificar en el film El placer de estar contigo de J. J. A nnaud. Un hom bre
m ayor, que había escrito sus memorias, contrata a una secretaria joven para pasarlas en limpio. En el proceso de
transcripción lo comentan entre ambos, a la vez que establecen u n vínculo afectuoso-amoroso. La joven secretaria
sugiere algunas modificaciones y las m em orias son reescritas, no quedan como antes, y lo son como obra de esa
relación. Esta introduce modificaciones en el texto del autor. En el prim er caso lo nuevo es una interpretación de un
texto inmutable, en el segundo lo nuevo es una modificación de un texto aportado por uno de ellos. H asta aquí dos
m aneras de pensar 'lo nuevo'. La fidelidad a lo anterior no puede ni debe alterarse. Sin embargo acepta algunas
modificaciones. Una tercer m odalidad de 'lo nuevo' es la que se produce al generar un texto nunca producido antes. A
esto podem os llamarlo 'radicalmente nuevo’. En lo referido a la relación analítica puede ser productora de las tres
calidades de 'lo nuevo'. Ciertam ente que una resistencia puede em erger en el paciente y en el analista ante la amenaza
de desestructuración de lo preexistente: las creencias del paciente, su estructuración subjetiva, la del analista, sus
concepciones previas o las obtenidas de su experiencia con los otros pacientes, etc. Entonces aceptarán solo la prim era o
a lo mas la segunda m odalidad de novedad. La tercera esta fuertem ente condicionada por la resistencia a lo vincular.
Aquella vacilación freu diana puede tam bién verse en el texto arriba citado de Baranger (1961/62) quien señala algo
avanzado para su tiempo como es considerar la sesión analítica como una producción de pareja, pero se verá un avance
hacia la relación y un retorno hacia el analizando. O como reiteraron m ás adelante:
" Es un presente como situación nueva, como relación con una persona que adopta una actitud escencialmente
distinta a la de los objetos de la historia del analizando, pero al m ism o tiempo pasada ya que está adm inistrada
para perm itir al analizando la libre repetición de todas las situaciones conflictuales de su historia"
' El campo de la situación analítica es la oportunidad m ediante la repetición en un contexto nuevo de las
situaciones originales que m otivaron el clivaje, de rom per el proceso defensivo y reintegrar los sectores clivados
de la experiencia al conjunto de la vida del analizando.... "
"Si la situación analítica es radicalm ente nueva y distinta de los dem ás campos de pareja..." (Pág. 153)
Esta vacilación entre "radicalmente nueva" y "repetición en un contexto nuevo" recorre todo el campo del psicoanálisis
sin poder resolverse así como ocurre entre el punto de vista solipsista que apoyaría la segunda form ulación y el punto
de vista intersubjetivo, base de la prim era. Y es aquí donde el psicoanálisis de los vínculos tiene la oportunidad de tener
una palabra realmente distinta para resolver esa ya clásica y tradicional vacilación. A propósito de lo nuevo, Galvez
dice (1999):
"Me parece que es en estos momentos cuando se constituye la 'novedad radical' que ha implicado a ambos participantes del
vinculo que han 'desprendido un pasado' del paciente; al analista también se le desprende un pasado, aunque por lo general
de modo distinto.
4
Entonces, lo que está enjuego no son exclusivamente representaciones sino movimientos afectivos interactuando con ellas y
por momentos solo el afecto como movimiento en busca de una forma (Green). Forma que solo le puede dar la interacción
con otro sujeto humano". v
Es cada vez más urgente preguntarse por la participación del analista en el proceso analítico. A m i criterio es
sum am ente ventajoso dialogar con autores que teniendo similares preocupaciones y ofreciendo críticas parecidas lo
hacen tan detallada y m inuciosam ente que es posible m arcar las diferencias y hasta intuir porque diferimos. Uno de
estos autores es Laplanche. En (1992. 1) describe lo que llama el extravío, la falsa vía (5) adoptada por Freud frente a su
propio descubrimiento, el inconsciente y la seducción, esto es lo sexual, que lo pone sobre la huella del niño y ese otro
que es el adulto en su extranjería .
Se refiere a la reducción de la ajenidad por parte del psicoanálisis adem ás y distinto del que viene de la psiquiatría.
Toma una frase de Freud:
"El psicoanálisis em prende la tarea de elucidar esos casos de enferm edad extrañam ente inquietante (umheimlich )
II
"Nada ajeno ha entrado en transferencia. Es una parte de tu propia vida psíquica la que se ha sustraído a tu
conocimiento".
Luego agrega:
"Así el movim iento mismo del psicoanálisis consistiría en negar la ajenidad del inconsciente, proponiendo su
reducción, a la vez en la teoría y en la práctica de la cura". (Laplanche, 1992)
"Sería interminable m ostrar que la domesticación del inconsciente no cesa de producirse en el pensam iento
freudiano, y esto a propósito de cada uno de los aspectos de ajenidad que distinguim os antes ". (Ibidem)
No quisiera abundar en las citas, que pueden ser muchas. Pero no dejaré de señalar como se reintroduce la vacilación
en la m ism a original form ulación de Laplanche. Pienso que la noción de asim etría en el encuadre analítico tam bién
propone una tram pa que im pide pensar la intersubjetividad de la que el autor francés dice no estar seguro de poder
rem ediar, lo solipsista que se inflitra en el mismo criterio de asimetría.
Estamos de acuerdo en que:
"... hay que ir mas lejos, hacia algo difícil de pensar, tan difícil de pensar como la prioridad del otro en la
constitución del sujeto sexual". (Ibidem)
En el marco de una crítica a la noción de neutralidad del analista y a la concepción solipsista que está en su base, al uso
excesivo de la proyección en la relación con el paciente que remite todo o casi al interior del mismo, dice:
"Es la conservación de la dim ensión de la alteridad interior lo que perm ite la instauración de la alteridad en la
transferencia". (Ibidem)
Remite a una situación originaria que Laplanche recupera para el psicoanálisis en su teoría de la seducción
generalizada que reabre en la transferencia la situación originaria por la cual un adulto ofrece un enigm a a u n niño, el
otro es primero con relación al sujeto . Es consonante en él con la idea de que:
"Más allá de todos los desdoblam ientos que podam os describir en el seno de la transferencia, presente-pasado,
desreal-real, inadaptado-adaptado, existe un desdoblam iento prim ordial, aquel que hace que sim plem ente el otro
es otro, pero con esta paradoja o esta anfibología: es otro que yo porque es otro que si mismo. La alteridad externa
reenvía a la alteridad interna". (Ibidem, pág. 174)
Finalmente lo original de su form ulación es m andada nuevam ente al interior del sujeto y es allí donde habría que
buscarla. Laplanche enuncia cuatro insatisfacciones relacionadas a la transferencia cuya dim ensión fundam ental en
contacto con el enigma del otro es situado fuera de la cura para enunciarlo en relación con la cultura: 1. Lo central es la
cura y lo que se transporta fuera de ella, lo que llama "extramuros", una aplicación, por lo tanto un lugar segundo . 2. La
relación del psicoanálisis con la cultura ha obtenido una de sus dimensiones más fecundas y sin embargo aparecen
(5) Tomo los términos textuales de la traducción castellana del texto de Laplanche.
como aplicación. 3. La relación entre dos falacias: una deriva de pensar la relación analítica sin antecedentes en
historia hum ana y otra dirección inversa lleva a pensar que la repetición y la transferencia son u n ejemplo
mecanismos generales de la psicología, por lo tanto, con pérdida de su especificidad. 4. La transferencia no es si
traslación entre dos puntos en el tiempo. '
Como dije anteriorm ente esa v acilación acompafta el concepto de transferencia en la obra de Freud y se_prolonga hasta
hoy. Pienso que el tránsito en este camino u n poco sin salida pu ed e deberse a varios obstáculos, tres de los cuales
pueden ser: I) el psicoanálisis como m étodo com prende para la m ayor parte de los psicoanalistas solo la sesión
bipersonal y los otros encuadres son desestim ados y considerados fuera de la cura, en tanto se considere ésta como la
desplegada con el paciente individual ;TI)jes considerada experiencia originaria la relación siem pre asimétrica entre la
m adre (o un adulto), ya constituido su inconsciente y el niño en vías de hacerlo. Es desechada o no pudo ser pensada la
producción de inconsciente entre dos sujetos adultos ligados en una experiencia significativa nueva, por lo tanto
originaria; III) en consecuencia, el inconsciente tiene u n solo m om ento originario y debería ser rem itir a él.
A esta concepción podem os oponer otra que se sintetizaría así: cada encuentro significativo instituye u n m om ento
originario, así como marcas que generan u n inconsciente y el fundam ento que subyace al vínculo entre dos adultos o
un adulto y un niño es que la relación imposible con lo ajeno del sujeto instituye esas m arcas en el otro. Y u n lugar
privilegiado donde abrir esta dim ensión para la cura es la transferencia psicoanalítica.
Leivi (1999) señala en su comentario a este trabajo:
"Al tratar de fundamentar lo totalmente nuevo en la experiencia analítica, el modelo en este trabajo es el de la relación
amorosa. Lo cual crea varios problemas. No es radicalmente nuevo si tiene un modelo previo. En segundo lugar instituye
marcas. ¿Qué diferenciaría la situación analítica de cualquier otra en lo que tiene que ver con lo originario? Si la relación
analítica establece un nuevo vínculo ¿a qué viene el paciente? ¿A establecer un nuevo vínculo? Me parece que esto plantea
un problema. Freud era bastante claro en poner a la relación amorosa en el plano de dimensión resistencial. Tomar el modelo
de la relación analítica sobre la base de la relación amorosa, creo que invierte los términos. Para Freud, lo vincular, entendido
como la dimensión del amor y el odio, es resistencial al develamiento del inconsciente. En este trabajo parece al revés, él
develamiento del inconsciente, la alteridad del inconsciente que está contenida en el vo. es resistencial a la alteridad del otro.
La novedad aparecería como lo vincular, la resistencia es a lo novedoso que es lo vincular___
La polémica es con el punto de vista solipsista. Berenstein dice que la noción de neutralidad del analista, corresponde a la
concepción solipsista que está en su base. Creo que eso no es cierto, si hubiera una concepción solipsista no habría necesidad
de la prescripción de neutralidad del analista. Me parece lo contrario. La prescripción de neutralidad del analista es una
postura ética, que justamente prescribe no responder en el plano vincular, o sea en el plano del amor y del odio, que es el
plano resistencial, para hacer emerger no la alteridad del otro sino la alteridad radical del inconsciente."
Respecto de lo que Leivi plantea como problem as diré que la situación analítica se diferencia de aquella en que un
sujeto adulto contribuye con u n recién nacido a instituir sus inscripciones inconscientes y constituir su aparato
psíquico. También se diferencia de lo originario de la subjetividad propia de la institución de un vínculo significativo
en base a la pulsión sexual. Se asemeja a ambas pero obtiene su nota original en cuanto a instituir relaciones de poder,
en tanto las relaciones de poder instituyen sujetos. Pero este aspecto está aún a la espera de desarrollo. (Ver Capítulo
1 .6 .)
Ciertamente el paciente no viene a establecer u n nuevo vínculo pero diría que tam poco viene a develar su inconsciente.
Estas acciones se producen sin saberlo el sujeto que conscientem ente desea dejar de tener síntom as o conflictos con
otros. Pero el analista trabaja en esa dirección y tam poco sabe qué es lo que ayudará a develar y ni sabe en qué vínculo
ha de ingresar ni cómo se fundará en tanto analista a partir de esa relación transferencial.
Coincido con la aserción de Leivi de que para Freud lo vincular es resistencial al develamiento del inconsciente. Pero
ocurre que Freud trató de llevar al m ínim o la presencia del otro. Precisamente, para fundar el cam po de lo inconsciente,
esa presencia le resultaba inconveniente. La novedad de nuestras form ulaciones es que al incluir la alteridad del otro se
reubica la alteridad del inconsciente de una m anera ni superpuesta ni contradictoria sino diferenciada.
Acerca de la postura ética derivada de la prescripción de neutralidad del analista sostiene no influir sugestivam ente ni
aprovecharse del amor de transferencia para sus fines personales. Pero lo vincular fu nda otra ética: la que se deriva de
I la consideración por lo ajeno del otro, desechando quererlo y aceptarlo solo por ser un semejante, proponiendo al sujeto
la tarea de aceptarlo (diferente de amarlo) en tanto otro, ajeno y por lo tanto no inscripto en el yo. En este últim o siglo
del segundo milenio, hemos visto m ucho m al por haber desconsiderado esta ética vincular.
4j Acerca, del origen. Otra vacilación surge de considerar si la situación analítica tiene carácter de origen, o si su
significado debe rem itir siem pre y necesariam ente a la situación infantil o si ésta es solo uno de los orígenes de la
constitución subjetiva. En el sentido freudiano, origen refiere a la constitución de una m arca donde antes no la había y a
partir de la cual se lo reconoce en ja s situaciones que le siguen. Como la m arca en el orillo que perm ite reconocer una
tela desde el comienzo al final de la pieza como de esa procedencia o calidad y no de otra marca. ¿Porqué se postuló
que siem pre y necesariamente rem itirían a un origen común, las experiencias infantiles? Porque inauguraba una nueva
linea de pensam iento en el lugar de las explicaciones ya caducadas del origen basado en las degeneraciones heredadas.
£1 modelo biológico del nacimiento del infante se constituyó en la m anera de pensar el origen de lo inconsciente en b a se ./
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la experiencia de satisfacción desde el comienzo del psicoanálisis. Herencia que nos legó Freud: el paciente viene
transportando y transfiriendo las marcas originarias de lo inconsciente, la triple inscripción de la vivencia de
satisfacción en relación a la m adre, que se van reordenando con distintas lógicas (Freud, 1895) (Berenstein,1978) en el'
marco de lo que luego llamaremos el Edipo infantil o tem prano. Es inherente a los efectos de esas marcas la capacidad
de transferencia a cada persona relevante que encuentra en su camino, la m aestra, un com pañero adolescente, un
amigo, su analista. La transferencia psicoanalítica tiene un carácter de especificidad del cual se han ocupado otros
autores. D em asiada poca atención se prestó a lo originario de cada encuentro significativo en la institución de
subjetividad.
La situación analítica genera una nueva situación que instituye marcas. Las anteriores, las del pasado, aquellas con las
que vienen tanto el paciente como el analista, susceptibles de transferencia, en tran en relación con las nuevas marcas,
éstas las exceden e imponen un nuevo orden en el cual no habrá lugar para la pura repetición. Ello obliga al analista, en
lo técnico, a ser m uy cuidadoso con la supuesta semejanza de las representaciones pasadas con las situaciones actuales
que serían la m anera de realizarlas. Nos lleva a observar y examinar distintam ente cada situación psíquica. La sim ilitud
frecuentemente opera al servicio de la defensa que prefiere aunar las distintas determ inaciones y hacerlas depender de
un solo origen y no de varios.
Volviendo a Freud (1912), veremos que caracteriza el lugar de la paciente como de enam oram iento y el del analista
como quien ha de cum plir con varios requerim ientos éticos, como el deber de no aprovecharse de la situación. Vimos
esto antes. Si se entendiera que la transferencia constituye u n vínculo y como venim os haciendo lo caracterizamos como
un conjunto producido por dos sujetos con una fuerte marca de ajenidad, cuya subjetividad es instituida desde la
relación, debería señalarse entonces que es la situación analítica la que genera una paciente seducida y enam orada y un
médico que puede no saber que es seductor y atractivo para esa situación y no otra. Es en ese sentido que no depende
de. una sola de las personas sino de la situación. Aquí hay lugar para esa fuerte proposición de Bateson: "la relación es
primero" con lo cual señala que la relación determ ina lo que se da entre los sujetos relacionados. En este sentido es que
el origen es la relación y la relación instituye u n origen.
De esta m anera la transferencia de amor es tanto "no real", al decir de Freud, porque rem ite a los orígenes inconscientes
e infantiles de la paciente como es enérgicam ente "real" porque su origen es propio de esta relación y en ella se origina,
remite a y es im puesto por la situación analítica. Pero esta relación puede despertar otro tipo de resistencia, al vínculo
con otro, m ás específicamente con lo aieno del otro, aquello que excede absolutam ente la proyección del objeto.
Recuérdese las cinco resistencias descriptas por Freud: la del inconsciente o del ello, ligada a la com pulsión de
repetición; la del superyo bajo la form a de culpa inconsciente y necesidad de castigo y las tres correspondientes al yo: la
represión, la resistencia de transferencia y el beneficio secundario. Si lo intersubjetivo tiene algún sentido como
producción de sujeto y marca u n origen puede haber una seria y maciza resistencia a lo que es vincular porque hace
depender la subjetividad de la relación con el otro y tanto su pérdida como instituir un nuevo vínculo despierta en el
sujeto la ansiedad a dejar de ser, a desestructurarse, a perder la fuente actual de su propia subjetividad y por lo tanto
lo expone a perder un origen. Lo que llamamos 'forma de ser' incluye tanto el sentimiento de identidad como el de
pertenencia a un lugar y a un vinculo que determ ina quién uno es en esa relación con otro. No se ha tenido en cuenta la
relación entre sentim iento de pertenencia y esa vivencia surgida en una relación con otro que lleva a devenir sujeto
como u n suceder que suplem enta al sujeto que era hasta entonces y que no había tenido lugar hasta ahora y no es
repetición de algo sucedido. La pregnancia de las marcas del pasado puede hacer que se de significación anticipada al
devenir, convirtiéndolo en repetición por la ansiedad abrum adora que invade al yo ante lo que sin ser pasado no puede
saber que será. Lo nuevo obliga al sujeto a devenir otro sin saber de antemano que ha de ser, en ese sentido es que tiene
carácter de im pensable.
La am enaza es que con otro nuevo algo que se daba no ha de darse mas. Si algo distinto, pero nunca m ás el vínculo
anterior y. perdido. Tampoco ha de ser el sujeto que era, nunca mas. Si otro variado, pero nunca repetición del anterior..
Incluiré aquí lo que M oreno (1999) dice con m ucha claridad de este difícil tema:
"Hay cosas que suceden que perturban la concepción neurótica que tenemos acerca de nosotros mismos. Si hasta ahí
llegamos, me parece que el trabajo de Berenstein pretende decir otra cosa más. Esas perturbaciones, esos encuentros difíciles
de tener en cuenta por la estructura neurótica, se presentan en la relación analítica, son momentos claves del análisis y los
factores de cambio del análisis no son fundamentalmente las revisiones del pasado a la luz de la develación nueva, sino que
estos momentos generan una nueva clave para entender el pasado y una exigencia de entender el pasado en una nueva clave.
En ese sentido estoy de acuerdo con algunos que dijeron que lo fundamentalmente nuevo no anula lo enseñado por Freud
acerca de hacer consciente lo inconsciente. Este hacer consciente lo inconsciente en un paciente que entra en análisis, es muy
distinto al de un paciente que está en análisis y ha sido tocado por una producción de ese análisis, que ha generado una clave
desde la cual se ha de revisar todo.
Parece fundamental que la tendencia de la inercia natural del analista y del paciente es entender esas novedades como
despliegue de lo que estaba antes y desconocer que pueda haber nuevos elementos que suijan y sean difíciles de aprehender.
Si analizamos nuestra historia veremos que está llena de situaciones que antes no se tenían en cuenta. Me parece que cuando
una persona en análisis cambia, algo sucedió y todo coincidimos que sucedió en el análisis. Lo que se está diciendo acá es
que eso no se debe a la repetición del pasado sino a cierto trabajo que favoreció la aparición de una clave nueva".
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Estaríamos hablando a propósito de transferencia de dos m odos de concebir los orígenes en el am or y en las relaciones
con los otros y ello presupone a su vez una distinta m anera de pensar la noción de origen. Uno de esos m odos diría que
el am or es un m ovim iento de base pulsional orientado hacia u n objeto, basado en cierta estructura de repetición^y de
m alestar, con necesidad de u n escenario para desplegarse y con la posibihdad de lograr a través de otro m ayor
representabilidad, no posible de satisfacer y que im pulsa una búsqueda perm anente. Esta basado en el principio de
displacer - placer. Es el am or de base infantil, el que no tiene en cuenta al otro como tal. Q ue el otro pueda hacer lo
mismo con el yo establece una reciprocidad pero no modifica la concepción unilateral de base.
Otro m odo de concebirlo es el que establece que cada yo se constituye, aunque nunca del todo, en relación con el otro
con quien funda una nueva experiencia que si es significativa instituye una novedad radical, esto es que no tuvo lugar
antes. Estaríamos planteando que la relación de alteridad es m otor del am or y tam bién de transferencia. Si fuera amor
es lo que Freud en sus térm inos llam a "amor genuino", por contraposición con el am or infantil.
5. El lugar del otro en la relación transferencia!. Como queda dicho, en la sesión analítica algo ocurre por prim era vez
en la relación entre el paciente y el analista y de esa experiencia, se producen marcas que instituyen un origen. También
se re-producen las experiencias anteriores fundantes de la represión. Estas a su vez pueden ser de dos tipos: I) las de la
constitución del aparato psíquico y sus m arcas iniciales cuyos efectos pueden volver a darse en el análisis, y II) las de la
constitución de un aparato vincular que se origina en y perm ite la relación con los otros. El prim ero tiene que ver con
una experiencia inicial de satisfacción y el hecho psíquico de una ausencia. Las inscripciones van por el camino de la
sim bolización y llevan a la constitución de un objeto inahallable en la realidad, por lo tanto perm anentem ente buscado
y proyectado pero nunca coincidente con los llam ados objetos externos. Freud (1927) dice que la escritura es la m ajca
de la ausencia. Coincido con él, es como escribir una carta (ver capítulo 3 ), requiere inexorablem ente de un ausente a
quien necesariam ente irá dirigida. Es la extensión de un diálogo estrictam ente interno, con u n tiempo y u n espacio
propios del sujeto. Una parte de la sesión transcurre en un hablar que es como escribir una carta a un ausente ubicado
en el analista. El paciente suele decir: "Había pensado en el fin de semana...." (antes de esta sesión y solo, es decir con el
analista como objeto ausente) o "Pensé después de la sesión anterior..."(cuando usted no estaba) o "Ayer tuve un sueño
y lo voy a contar...".
-El segundo, el aparato v in rn larr se abre cada vez en esa experiencia cuyo requerim iento.es la presencia p ro d u ctora de
marcas, obliga a hablar y está en función del otro. El hablar en la sesión se acerca a la asociación Ubre cuanto el sujeto
acepta en si mismo un ajeno posible de tener lapsus, sueños y otras producciones inconscientes, y cuando acepta que el
analista es un otro ajeno que obedece al requerim iento de presencia. Aquí planteo una diferencia con Laplanche (1992)
como vimos m ás arriba. La alteridad del inconsciente se aloja como lo ajeno en el sujeto, en él se origina a través de la
peculiar construcción que hará, y en esto concuerdo con el autor francés, con los significantes enigmáticos provenientes
del otro, la m adre, el adulto que asim étricamente se relaciona con el bebé. En cambio otra es la alteridad del otro que
propone al sujeto una paradoja: no tiene lugar para ese otro y perm anentem ente deberá hacérselo, constituyendo un
lugar del no lugar. Es la presencia de la ajenidad del otro lo que hace pulsionar el deseo, lo cual aleja al otro y
superpone en su lugar donde no lo hay. Un juego de palabras que no debería llevarnos a un equívoco es hablar de la
presencia de una ausencia, que no es lo mismo que hablar de la presencia de una presencia.
La presencia del otro constituye tanto una posibilidad de placer como de dolor y debería ser considerada como
instituyente de marcas inevitables en toda relación entre dos o mas. Ellas resultan de la imposición y este es un
mecanismo determ inado por la pertenencia a un vínculo, analítico en este caso. Una cosa es la imposición de una marca
en una relación y otra el dom inio y control del otro en base a una posición de privilegio dado por la seducción del
paciente y el narcisismo del analista, tan presente y tan esquivo por otra parte. La resistencia de transferencia lo es
tam bién al sureim iento de lo nuevo, Así hem os de considerar que la transferencia es fuente de despliegue de lo infantil
y tam bién de producción de nuevas inscripciones. El analista que interpreta la transferencia solo en el prim er sentido
comete un doble error: tom a como origen total lo que es solo parcial y adem as obstruye la em ergencia de la novedad. Si
la experiencia emocional en u n vínculo la interpreta solo desde lo infantil, el otro pierde su cualidad de tal y solo es
significado como soporte de la proyección de un objeto tem prano o infantil. Pero ha de considerarse que esta suerte de
regresión está creada por el m arco de la situación analítica, o sea por el hecho nuevo. H ay una pérdida de límites entre
el objeto de la fantasía y el otro con presencia que en la sesión es el analista quien desencadena precisam ente la
disposición a ubicar el objeto infantil. Pero el otro ofrece un sector no superponible o como dije antes que lo excede. Es
la ajenidad del analista que estim ula o prom ueve el desencadenam iento de la regresión v del despliegue del amor
infantil con lo cual espera anular esa ajenidad. La posibilidad de darle un lugar h aría de la transferencia u n instrum ento
para construir una intersubjetividad entendida como relación entre dos sujetos cuya ajenidad daría sentido al origen y
al poder del vínculo y produciendo u n a situación inaugural, establece m arcas que no tenían registro previo. Es un
nuevo camino que produce nueva subjetividad.