Los Sentidos y La Razón
Los Sentidos y La Razón
Los Sentidos y La Razón
Para Platón el punto más elevado del saber es el conocimiento porque se basa en
la razón, no en la experiencia. Cuando la razón se utiliza correctamente conduce a
ideas que son ciertas, por tanto, los objetos que se derivan de estas ideas racionales
son universales y verdaderosy constitutivos del mundo real. Platón (2001a) en el diálogo
Carmides o de la templanza habla también de la sabiduría y dice que ésta reside en el
interior del hombre y que, quien la posee, es capaz de formarse juicios sobre ella: ... sólo el
sabio se conocerá a sí mismo, y estará en posición de juzgar de lo que sabe y de lo que no
sabe. En igual forma, sólo el sabio es capaz de reconocer, respecto a los demás, lo que
cada uno sabe creyendo saberlo, como igualmente lo que cada uno cree saber, no
sabiéndolo. Ningún otro puede hacer otro tanto. En una palabra, ser sabio, la sabiduría, el
conocimiento de sí mismo, todo se reduce a saber lo que se sabe y lo que no se sabe
(Platón, 2001a: 119).
La sabiduría es el uso de la razón, lo cual significa que, cuando la razón se apodera del
alma se llega a la sabiduría. En el diálogo La República, a través de la Alegoría de la línea
dividida, Platón explica su teoría del conocimiento, describiendo una línea dividida en partes
y en la que representa los distintos tipos de realidades y de conocimiento.
En la segunda sección representa los objetos que no pueden percibirse por los sentidos,
sólo por el alma; en una primera subdivisión, representa los seres inteligibles inferiores
donde se encuentran los principios matemáticos y geométricos que son aprehendidos por
el entendimiento; en la segunda subdivisión se representan los seres inteligibles superiores
donde se encuentran las ideas como justicia, virtud, valor, etc. que son aprehendidos por la
inteligencia. En el diálogo La República o de lo justo, Platón dice que en el alma se
contemplan …cuatro clases de objetos sensibles e inteligibles, cuatro diferentes
operaciones del alma, a saber; a la primera clase, la pura inteligencia; a la segunda, el
conocimiento razonado; a la tercera, la fe; a la cuarta, la conjetura; y da a cada una de estas
maneras de conocer más o menos evidencia, según que sus objetos participen en mayor o
menor grado de la verdad (2001b: 154).
Trasladado a la teoría pedagógica y a la didáctica implicada en ella, resulta que, aun cuando
la teoría se sustente epistemológicamente, la formación de los sujetos no trascenderá a la
episteme si la práctica se realiza solamente en la opinión, es decir, si la enseñanza-
aprendizaje se mantiene en la apariencia. Tanto el profesor como los alumnos se apoyan
sólo en los sentidos, por lo que la información que los primeros le brindan a los segundos
es tomada como verdadera, a pesar de tratarse de imaginación o de creencias colocadas
en el nivel de simple opinión. En cambio, si la práctica se apoya en el entendimiento y en la
inteligencia se llega al conocimiento, por lo que es relevante que los profesores conozcan
cuáles son las operaciones que lo generan. Según Platón los principios matemáticos y
geométricos son aprehendidos por el entendimiento, en cambio la justicia, la virtud, el valor,
etc. son aprehendidos por la inteligencia. No se trata de formar sujetos cuya conciencia se
destine al registro en la memoria de datos provenientes de los sentidos, sino de individuos
capaces de reflexionar, de razonar, lo cual puede ser impedido por la existencia de grandes
volúmenes de información.
¿Cómo se van a formar sujetos críticos y reflexivos si las prácticas en las que se forman y
viven no están fundadas en la episteme? Si los sujetos 146 Revista Interinstitucional de
Investigación Educativa no actúan con los objetos sensibles, no experimentan la sensación
que estos producen, porque es la sensación generada en los sujetos la que conduce al
conocimiento al relacionarse la memoria sensitiva con la imaginación. Son las experiencias
generadas por las sensaciones las que se guardan en la memoria, pero este tipo de
conocimiento, aunque es importante en la vida del ser humano, no llega nunca a la razón
ya que no accede a las causas y el porqué de los objetos sensibles. La sensación requiere
de la presencia del objeto sensible, ya que los sentidos sólo captan las formas sensibles de
las substancias concretas, individuales, en cambio, el pensamiento capta la esencia para
llegar a la razón. Según Platón la ciencia no reside en las sensaciones, sino en el
razonamiento sobre las sensaciones. Trasladado al campo de la pedagogía y de la
educación, esto implica que el conocimiento generado por la memoria y por la imaginación,
requiere elevarse al plano de la razón para llegar a la esencia de los objetos, lo cual sólo
se alcanza con el pensamiento y el entendimiento, ascendiendo dialécticamente de lo
sensible a lo inteligible.
En Platón la dialéctica tiene varios significados; tres de ellos son los siguientes: arte del
discurso, arte de discusión y filosofía o sabiduría. Como arte del discurso, la dialéctica no
debe confundirse con la retórica sofística que tiene como fin conmover y no convencer.
Contrariamente a los grandes discursos que los sofistas pronunciaban, Sócrates basó su
práctica en el diálogo, dando peculiar importancia al lenguaje por considerar que el
crecimiento intelectual se da en el proceso de hablar y de pensar, dada la unidad existente
entre ellos. No dio importancia a la escritura porque consideró que la verdad no se alcanza
con grandes discursos escritos, sino mediante el diálogo. El lenguaje es el lugar de la
verdad, por tanto, la verdad se alcanza mediante el lenguaje y no a través de la escritura.
Sócrates mediante el diálogo, guiaba a su interlocutor para que por medio de la reflexión
sacara de su interior el conocimiento que tenía guardado en su alma de manera confusa y
oscura. Sócrates hizo fuertes críticas a los sofistas quienes fueron constructores de
extensos discursos orales, él, en cambio, dialogaba con otros para ayudarles a descubrir la
verdad, pero no la verdad de Sócrates o de otros, sino la del dialogante. Mientras que los
sofistas se consideraban sabios por tener respuestas para todo, Sócrates decía no saber
nada. Como arte de discusión, la dialéctica se refiere al arte de preguntar y de responder
para llegar a la verdad y puede apreciarse en la magistral manera de interrogar de Sócrates,
en la que por medio del interrogatorio y el ejercicio de la razón se busca la verdad (Moreau,
1999: 27). La dialéctica tiene dos partes importantes de un mismo proceso que son la ironía
y la mayéutica. La primera, dice Sócrates, sirve para purificar todo lo negativo que existe
en la mente de los hombres y, la segunda, sirve para sacar del alma los conocimientos que
están guardados en ella. La ironía es el proceso mediante el cual el interlocutor expone lo
que considera saber acerca de algo, mientras que el maestro escucha atentamente para
en seguida plantear una serie de preguntas con las que su interlocutor empieza a percatarse
de sus errores y de su ignorancia acerca de lo que él creía saber. A decir de Hegel, la ironía
socrática. …no es sino un modo especial de comportarse en el trato de persona a persona,
decir, una forma subjetiva de la dialéctica únicamente, en tanto que la verdadera dialéctica
versa siempre sobre los fundamentos de la cosa misma.
Lo que con ello se propone Sócrates es, sencillamente, que los demás, al exponer sus
principios, le den pie para ir desarrollando a la luz de cada tesis sentada por ellos la tesis
contraria, como consecuencia implícita en aquella o como una conclusión a que puede
llegarse, partiendo de la propia conciencia y sin pronunciarse directamente contra la tesis
en cuestión (2002: 52-53). La ironía socrática es un proceso dialéctico por medio del cual
el interrogado hace concretas las representaciones abstractas, con el propósito de
transformarlas en concepto. En la didáctica socrática se pretende colocar al interlocutor en
una situación tal que reconozca que no sabe nada, al igual que su guía. Sólo cuando el
interlocutor reconoce su ignorancia, entonces está preparado para pasar a la etapa
siguiente que es la mayéutica. Como lo que existe en el alma es más real que lo que existe
en el cuerpo, las preguntas se le dirigen a ella ya que al
Son muchas y diversas las teorías del conocimiento que han generado, luego de
postuladas, una revolución en el mundo del pensamiento. Una de ellas ha sido la Teoría
de las ideas o Teoría de las formas del famoso filósofo griego Platón, que postula
una dualidad en la realidad separada entre el Mundo sensible y Mundo inteligible.
La Teoría de las ideas es uno de los conceptos mejor alcanzados de toda la filosofía
platónica. A través de los escritos en forma de diálogos y las enseñanzas aprendidas
por los discípulos de filósofo, esta idea pudo trascender a través de los tiempos y
convertirse en una de las bases del pensamiento más relevante a la hora de intentar
explicar ese fenómeno que llamamos realidad.
Platón fue uno de los más grandes filósofos de la historia, considerado por muchos
como un pensador revolucionario por animarse a ir en contra del sistema establecido
y generar pautas y teorías para ordenar las cuestiones más esenciales del hombre.
Su más grande influencia fue Sócrates, conocido filósofo que combatió hasta la
muerte por defender sus ideas. A él dedicó gran parte de su obra y sus formulaciones,
pero también fue fuertemente influenciado por Heráclito y su idea del Mundo sensible;
Parménides y su concepción del “Ser” y por Pitágoras y su mirada dual.
Gran parte de la obra de Platón fue creada con el fin de generar un sistema filosófico
valido para cambiar el sistema político de su tiempo, que estaba siendo vulnerado
por la influencia de los sofistas y pluralistas.
Su obra, su legado
La mayoría de las obras de Platón fueron elaboradas en forma de diálogos. Uno de sus
más famosos textos, “Apología de Sócrates” tiene este estilo, donde Sócrates da un
discurso de defensa ante los tribunales atenienses. Sus obras contienen una figura
encargada de desarrollar un debate filosófico sobre una temática, mediante
recursos como el monólogo y el comentario indirecto.
Diálogos críticos: es una etapa marcada por la Teoría de las ideas, donde
desarrolla textos como “El Banquete”, “Fedón” y “La República”.
Textos de la vejez: hace una revisión de sus ideas interiores y las reelabora.
Además comienza a explorar temas relacionados con la naturaleza y la medicina.
La filosofía platónica es reconocida por ser una de las primeras que divide la materia
del espíritu, además de que comienza a reflexionar sobre cuestiones humanas tan
complejas como la pureza del conocimiento, la inmortalidad y la importancia del
aprendizaje y el desarrollo integral en los hombres.
En esta teoría se divide la realidad en dos mundos, por un lado el Mundo sensible o
Mundo visible, que contiene formas y entidades que se captan a través de los sentidos
y están sometidas al cambio constante y por otro lado el Mundo Inteligible o Mundo
de las ideas, donde conviven las cosas universales, eternas y que están más allá del
tiempo y el espacio.
A través del Mundo sensible percibimos las cosas, pero en realidad esas cosas no
son más que una copia del original. El original reside en el Mundo de las ideas, donde
todo es perfecto e inmutable.
El Mundo de las ideas aloja “las esencias” que existen aunque no sean percibidas
por las personas. Las esencias son parte del conocimiento abstracto y no pueden ser
objeto del conocimiento sensible, no pueden materializarse, solo se puede acceder a
ellas a través de la razón. Por su naturaleza, son entidades independientes y puras.
En cambio el Mundo sensible se caracteriza por ser cambiante e inestable. Es el
mundo material y tangible al que los hombres pueden acceder y percibir a simple vista,
aunque en realidad este mundo no sea más que una ilusión, una “copia del mundo real”,
que es el de las ideas.
A través de esta dualidad, la Teoría de las ideas intenta explicar que la única forma de
acceder a la realidad y a la verdad es a través de la razón. No podemos dejarnos
llevar por las apariencias, debemos percibir el mundo y desconfiar de nuestros propios
sentidos si queremos interpretarlo correctamente.
En ese sentido, la filosofía se debe encargar de hacer pensar a los hombres para
que tengan la capacidad de transitar desde un mundo al otro, para contemplar
finalmente la “Idea de Bien” que habita en el mundo de las ideas.
La alegoría de la caverna
Esta metáfora es considerada una de las más relevantes de la filosofía, dada sus
implicaciones pedagógicas y culturales. Esta alegoría fue incluida por Platón en su
texto “La República”, en referencia a la situación en la que los hombres se hallan en
relación con el conocimiento.
Los hombres pasan sus días en esa caverna, jurando que la única realidad posible es
la que ven. Sin embargo, si uno de los hombres se liberara y pudiera ver el fuego, se
negaría a verlo, o incluso si pudiera salir de la caverna, seguramente sentiría miedo y
preferiría quedarse.
Este ejemplo es una clara muestra de que la realidad que conocemos es muy
acotada y lleva tiempo y esfuerzo poder captarla sin sentirse aturdido. Estos
hombres encadenados pueden ser cualquiera de nosotros, limitados a entender el
mundo de determinada manera, por nuestros propios contextos y prejuicios.
La clave para alcanzar el verdadero conocimiento está en poder soltarse las cadenas y
animarse a salir de la caverna, para poder ver más allá.