Wrong Number. Right Guy PDF
Wrong Number. Right Guy PDF
Wrong Number. Right Guy PDF
Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por la cual no tiene costo alguno.
No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales,
recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una reseña en
tu blog o foro.
Índice
Sinopsis Capítulo 19 Capítulo 28
Capítulo 1 Capítulo 20 Capítulo 29
Capítulo 2 Capítulo 21 Capítulo 40
Capítulo 3 Capítulo 22 Capítulo 41
Capítulo 4 Capítulo 23 Capítulo 42
Capítulo 5 Capítulo 24 Capítulo 43
Capítulo 6 Capítulo 25 Capítulo 44
Capítulo 7 Capítulo 26 Capítulo 45
Capítulo 8 Capítulo 27 Capítulo 46
Capítulo 9 Capítulo 28 Capítulo 47
Capítulo 10 Capítulo 29 Capítulo 48 3
Capítulo 11 Capítulo 30 Capítulo 49
Capítulo 12 Capítulo 31 Capítulo 50
Capítulo 13 Capítulo 32 Capítulo 51
Capítulo 14 Capítulo 33 Capítulo 52
Capítulo 15 Capítulo 34 Capítulo 53
Capítulo 16 Capítulo 35 Capítulo 54
Capítulo 17 Capítulo 36 Próximo libro
Capítulo 18 Capítulo 37 Sobre la autora
Sinopsis
C
uando un mensaje de texto misterioso convoca a May Wexler a un
bar de motociclistas en el centro de Nueva Orleans, sabe que algo
está muy mal. Su hermana ha enviado un mensaje de socorro, pero
cuando May llega allí, no la ve por ninguna parte y ahora es ella la que está en
problemas: lleva puesto alpargatas rosas, tiene un Chihuahua en el bolso, y está en
medio de un tiroteo.
Después que el alto y musculoso Ozzie viene a su rescate, May no tiene más
remedio que seguirlo a la seguridad. En la sede de su empresa de seguridad privada,
los Bourbon Street Boys, ella encuentra un refugio para pasar la noche… y una oferta
de trabajo. Pero no pasa tiempo suficiente antes de que un acosador armado hasta
los dientes no sea la única complicación en la vida de May: cuanto más tiempo pasa 4
con Ozzie, menos puede negar que tienen una gran química juntos. Un número
equivocado la metió en este lío… ¿será que también le consiguió a la persona
correcta?
Hermana: Necesito un maldito descanso. Voy a llevar a las cuerdas del culo al centro
comercial.
Frunzo el ceño. ¿Desde cuándo está llamando a sus hijos cuerdas del culo? Es
decir, están todo el tiempo tras su culo, pero aun así…
Hermana: ¡Argh! ¡No sujeta pechos! Voy a matar al idiota que se caga en mi culo
porque es todo gelatina.
Hermana (de nuevo): ¡Tormenta de mierda! ¡Épica tormenta de mierda del loco
corrector! Voy a llevar a los CABEZA de culos al centro comercial y voy a matar al perro que
caga en mi césped porque se está volviendo todo amarillo. Por favor, sólo cágame vaca.
Apenas puedo pulsar las teclas correctas, estoy riendo tan fuerte.
Yo: Llama a su papá y toma una pastilla. Estaré allí más tarde.
Yo: Esa debería ser una transacción interesante. ¿Acepta tarjetas de crédito?
Demonios, sabía que necesitaba exorcizar mis demonios hace sólo un par de
años después de graduarme, por lo que me mudé de vuelta al sur y me instalé a
unos pocos kilómetros de mi hermana mayor en Nueva Orleans, el lugar en el que
ella aterrizó después de la universidad.
7
Jenny es mi roca. El hombro en el que siempre me puedo apoyar. Pero hacer
el movimiento de venir aquí para estar cerca de ella no envió mágicamente el
equipaje que he estado acarreando hasta el ático. Los espectros del pasado de mi
familia todavía me siguen, todavía me persiguen, todavía influyen en la forma en
que me siento sobre mí misma, mi vida, y cada tipo con el que entro en contacto de
un modo romántico. Es realmente muy lamentable, en realidad.
Así que sí. Voy a hacerme una idea. Este es mi gran plan. Olvida el hecho de
que no tengo ni absoluta idea de cómo hacer esto por mí misma. Estoy esperando
que varias botellas de vino me ayuden a poner en marcha el proceso.
Voy a decidir de una vez por todas quién quiero ser cuando crezca, y luego
de algún modo me voy a convertir en esa persona, incluso si esto significa que ya no
voy a estar tomando fotos de parejas felizmente casadas y familias llevando
camisetas blancas y pantalones de mezclilla a juego. No es que ese fuera mi objetivo
en la vida cuando acabé la universidad; es sólo en lo que me metí cuando no pude
encontrar un trabajo haciendo cualquier otra cosa. Sin embargo, no debería
quejarme. Hasta que la economía cayó en el vertedero hace un par de años, lo estaba
haciendo muy bien.
Sonrío para mí misma. Mi hermana me va a culpar por algo que pasó cuando
estaba durmiendo. Al parecer, tiene un nuevo teléfono y un número temporal hasta
que cambie al viejo, y su primer texto es para quejarse de mí. Excelente.
8
Yo: ¿Quién lo dice?
Jen: A la mierda eso. Ven aquí o voy a ir allí y no iré solo. Eres mi respaldo,
¿recuerdas?
Yo: Tráelo. Puedo manejar lo que sea que tus cuerdas del culo tiren sobre mí.
Jen: ¿Vas en serio? ¿Cuerdas del culo? ¡Saca tu culo fuera! ¡Lo digo en serio, cretino!
Yo: ¿Me acabas de llamar un pene1? Eso es duro.
Me río de nuevo.
Acerco más mi teléfono para ver si estoy leyendo bien. Efectivamente, dice lo
de Frankie.
Yo: ¿Ese no es un bar de motociclistas? ¿Estás segura que debes llevar a los niños
allí?
9
Jen: Si los llamas mis niños de nuevo te pegaré un tiro.
—Creo que quiere que te lleve, Félix. —Agarro mi bolso grande del perchero
en la puerta y meto mi cartera, llaves y la Taser en éste. Incluso si no fuera a ir a un
bar de motociclistas, añadiría este último elemento a mi bolso; fui asaltada una vez
en la universidad, y nunca voy a caer tan fácilmente de nuevo. Y si caigo, voy a
electrocutar al tipo malo por el camino—. Vamos, pequeño… arriba.
11
2
E
stoy estacionada en un estacionamiento lleno en su mayoría de
motociclistas de la vieja escuela y enormes sedanes que
probablemente deberían haber sido desechados hace mucho tiempo.
Hay dos camionetas, una de ellas nueva. Además de mi auto, es el único vehículo
aquí en el cual no me importaría morir, y es una camioneta, por el amor de Dios.
Odio las camionetas. Son tan… grandes y pueblerinas.
Esta tiene que ser la peor decisión que mi hermana ha tomado nunca. ¿Qué le
sucedió? No puede ser simplemente el auto corrector en su teléfono. Su ex marido
Miles debe haberla presionado demasiado lejos esta vez.
Hablando de estar fuera de elemento. Bajo la mirada hacia mis pies. Tal vez
las alpargatas rosas fueron una mala idea. Las miradas entrecerradas que estoy
recibiendo de la gente en cuero no están ayudando a mi problema de palmas
sudorosas ni un poco.
Hay un arco cruzando la habitación desde donde estoy que me conduce hasta
otro espacio público cuyas características físicas no puedo percibir desde aquí. Ya
que no veo a los miembros de mi familia en esta sala principal, supongo que ahí es
donde deben estar. Sólo puedo imaginar lo que hay allí atrás. Probablemente drogas.
Probablemente más cuero y más carteras encadenadas. Ahora mis axilas se han
unido a la fiesta de sudor. Fantástico.
No estoy segura, pero creo que puedo interpretar la intervención de una sola
mujer sin hacerles saber a todos en el lugar que pienso que no son la mejor compañía
para mi hermana—mi pobre y equivocada hermana mayor quien va a pagar por
arrastrarme a este lugar.
Mis pies están literalmente pegados al suelo. Con el fin de moverme hacia
adelante, tengo que quitarlos de… ¿qué es…? ¿Alfombra? ¿Linóleo? Es imposible
saberlo. Me estremezco con el pensamiento de cuántas bacterias estoy recolectando
en mi persona ahora mismo. Voy a dejar mis zapatos afuera de la puerta principal
después de este viaje. Probablemente debería quemarlos para evitar que se
propague el contagio. Eso me pone triste porque amo mis alpargatas rosas.
Félix jadea excitado. Tomo eso como un tal vez para mi pregunta sobre la
cerveza.
Jen: ¿Dónde? Todo lo que veo es una barbie con un bolso de perro.
Jen: Considérate hombre muerto. Te advertí sobre esa cosa de las tetas.
Resoplo. Debe estar ebria. Cancelo mis planes de pedir una cerveza y giro mi
cabeza hacia la habitación del fondo en su lugar. El nerviosismo ha tomado un
asiento trasero en mi indignación. Mi adorada hermana acaba de llamarme una
barbie y un hombre muerto. Obviamente está ebria frente a sus hijos, así que olvida
las intervenciones agradables de hermana menor. La mierda acaba de volverse seria.
Trueno mis nudillos, preparándome para ese golpe en la teta que le prometí.
La habitación del fondo está más oscura que el frente del bar. No hay pista de
baile, no hay parejas, y nada parecido a una decoración a menos que consideres
carteles de cervezas rotas y paredes manchadas de nicotina como diseño interior. El
lugar está totalmente vacío, pero veo que podrían estar las puertas de los baños cerca
de la esquina más alejada de la habitación. Ellos deben estar allí dentro.
Entro en el hueco entre la parte delantera del bar y la habitación del fondo
cuando un fuerte estruendo suena detrás de mí. No tengo tiempo ni siquiera para
darme la vuelta antes de que sea empujada por la espalda.
15
Huelo humo. La adrenalina aumenta en mis venas mientras alzo mis pies
debajo de mí. Félix está ladrando como un medio Chihuahua muy molesto y poseído
por el diablo. Siento que voy a tener un ataque al corazón.
Pierdo unos cuantos centímetros de terreno antes de que pueda clavar mis
talones.
—No hay niños aquí adentro… ¿estás loca? —No está aceptando un no como
respuesta. Estoy a medio camino dentro de la habitación posterior antes de que
pueda siquiera procesar lo que ha dicho. Me rindo en buscar mi Taser bajo el trasero
16
peludo de Félix a favor de tratar de controlar cualquier avance más.
Me agarro del borde de una mesa que afortunadamente está clavada al suelo,
deteniendo nuestro avance.
—No me voy a ninguna parte —gruño, doblándome por la mitad cuando él
trata de cogerme por la cintura—. Necesito encontrar a mi hermana. —Lo pateo,
dándole en la espinilla.
Más crujidos y un par de sonidos metálicos nos siguen, haciendo volar trozos
de madera y golpeando un costado de mi rostro. Inmediatamente comienzan a
escocer como unos malditos.
—¡He sido disparada! —Mi mano libre vuela hasta mi rostro, encontrando
algo húmedo y pegajoso. Cuando aparto la mano y la miro, veo algo oscuro
manchado allí. Jodida mierda, ¿esa es sangre?—. ¡Oh Dios mío ¿Estoy sangrando?!
Félix está ladrando a todos y a todo, real o imaginario. Todo su cuerpo está
rebotando de arriba a abajo con energía molesta.
—¡Ven aquí, Félix! ¡Tenemos que irnos! —Cuando finalmente pongo mis
manos en él, casi estoy impresionada con lo mucho que su furia lo está poseyendo
por completo; está zumbando como una cuerda de guitarra recién hecha vibrar. Ya
me estoy moviendo, incluso antes de que Félix se haya acomodado. El tipo de la
barba tiene razón, mi hermana no está en ese bar. ¿Por qué creí que lo estaba? Tal
vez ha estado bebiendo en casa y me envió mensajes de texto ebria. Voy a matarla.
¿Dónde estás?
¿Estás a salvo?
La gran camioneta elegante del mismo lugar donde estacioné antes se detiene
en la acera, y las luces de la cabina se encienden, revelando a la bestia con barba
adentro. Me sorprende un poco que el tipo más desagradable del lugar tenga el auto
más caro. Mi teléfono suena, alertándome de un mensaje recibido. Mientras me
inclino apara recuperar a Félix, lo leo.
—Entra —dice él. Baja la mirada a su teléfono mientras espera que obedezca.
—No puedes quedarte aquí afuera donde podrías ser vista por alguien que
pase conduciendo.
Él sisea, molesto. 21
—No soy traficante ni gánster. Vamos, deja de jugar. No quiero ser visto aquí.
—Probaré mi suerte —le digo, sosteniendo a Félix con más fuerza bajo mi
brazo.
—Está bien, señor Bourbon Street, acabo de enviar un correo electrónico con
su dirección comercial a mi hermana y a mí misma, así que si me pasa algo, usted
será responsable.
—Estupendo. Entra.
Sé que mi plan no es infalible, pero es lo mejor que tengo. Todavía puedo ver
claramente la cara del sujeto disparando en mi mente, y se vuelve más amenazante
con cada segundo.
Me rio a la vez que tiemblo. Creo que tal vez es la tensión acumulada o algo
como eso, pero sea lo que sea, es algo muy poderoso. No puedo parar. Estoy a punto
de hacerme pis en los pantalones. Al parecer, cuando me enfrento a la muerte
inminente, pierdo completamente la cordura.
—Lo que digas. —Él cambia de carril para poder girar hacia el
estacionamiento. La sensación de alivio que me llena es abrumadora. Es como estar
al final de una montaña rusa realmente salvaje, realmente horrible a medida que te
acercas al puesto para bajar. En realidad, es un poco vertiginoso.
Hermana: Hola, bombón. ¿Te parece una copa de vino? Finalmente he metido a los
cabezas de chorlito en la cama.
Miro fijamente la pantalla durante un tiempo muy largo. El ruido del motor
de la camioneta me pone en algún tipo de trance mientras trato de averiguar qué
demonios está mal con mi hermana. ¿Ahora tiene una personalidad dividida? ¿El
estrés de ser madre soltera finalmente ha agrietado su cerebro? ¿Debería llamarla
Sybil2? ¿Por qué su teléfono ahora muestra el nombre “Hermana”? ¿Se ha transferido
el número al final?
—¿Por qué dirías eso? —Aparto mi mirada del teléfono para mirarlo.
—Porque tu cara parece que se está derritiendo, estás frunciendo el ceño muy
fuerte.
Algo está pasando en serio con este sujeto, pero no estoy lo suficientemente
interesada como para saber qué es. Sólo quiero llegar a casa de mi hermana y
2Sybil: película estadounidense que narra la vida real de una mujer con trastorno de personalidad
múltiple
colapsar en su sofá. Una vez que descubra qué demonios pasó, decidiré si voy a
gritarle por unos sólidos diez minutos por casi conseguir que me mataran.
—¿Por qué?
Resoplo de nuevo. Esta noche soy en parte humana, en parte cerdo, al parecer.
—Lo que sea. Ten una linda vida. —Me alejo, dirigiéndome hacia el
iluminado restaurante que puedo ver tiene tartas exhibiéndose justo dentro de la
26
puerta principal.
No. Sin policías. No ahora de todos modos. Tengo que ir a ver a mi hermana.
Tengo que hablar con ella y resolver todo en mi cabeza antes de siquiera tratar de
explicárselo a un detective.
Mi conciencia me regaña sobre mi plan, las palabras del hombre oso
resonando alrededor de mi cerebro diciéndome que no vuelva por el auto.
—Así es, Fee. Soy una mujer adulta. Tú eres un medio-Chihuahua adulto.
Podemos cuidar de nosotros mismos. No necesitamos a algún extraño Wookie
diciéndonos qué hacer y cuándo hacerlo, ¿verdad? —Cualquier mala persona que
estaba en Frankie’s ya se habría ido para el momento en que hubiéramos terminado
con el pastel. Los tiradores no se quedarían alrededor después de eso, ¿verdad? Eso
sería un suicidio, y por lo que había notado del mundo, las personas malas vivían
para siempre.
—Gamberro. —Esto en cuanto a la lealtad del mejor amigo del hombre. Entro 27
en la cafetería e inhalo el olor del tocino recientemente frito—. Mmm, ¿hueles eso,
Félix? Eso es tocino. Qué lástima que no puedas tomar nada, a causa de tus
problemas de digestión. —Sonrío ante mis pensamientos vengativos. Eso le
enseñará a la pequeña mierda a cubrir mi espalda.
Él gruñe. Y luego se hace pis. Puedo oírle darle a la pequeña alfombra que
mantengo allí para esa eventualidad.
Está bien, así que mi corazón se calienta un poco ante la idea de que mi
rescatador en realidad hizo un muy buen trabajo rescatándome a mí y a Félix. Él
podría simplemente haberse alejado y habernos dejado colgados, pero no lo hizo.
Nos llamó un taxi. Otra sorpresa del hombre oso que huele como un sueño.
—Sí, esa soy yo. —Camino por la acera y me paro en la puerta de atrás,
parando para poner mi bolsa dentro antes de subirme por mí misma.
—¿Dirección?
—El Bar de Frankie —le digo—, sólo a un kilómetro y medio o tres por allí.
—Le señalo con la mano en la dirección general por la que recuerdo haber venido.
28
—Lo siento, señora, no podemos. Me dijeron que la llevara a casa, no que la
llevara al bar.
—Él ya pagó la tarifa. Añadió una propina también. —El tipo me sonríe por
el espejo retrovisor.
—Él imaginó que era algún lugar en la parte alta de la ciudad, en función de
cómo estaba vestida. Me dio la tarifa para cubrir toda la ruta de ida y de vuelta. —
Él se vuelve hacia mí—. ¿Estaba equivocado?
Ruedo los ojos, muy enfadada de ser tan fácil de leer. Siento que tal vez
debería mudarme al centro sólo para mantener las cosas interesantes. Entonces me
molesto conmigo misma por preocuparme incluso un poco sobre lo que piensa ese
estúpido oso barbudo sobre mi vida.
—No, él no se equivocaba. Pero si piensas que voy a dejar que te quedes con
esa tarifa por no hacer lo que te pida, mejor piénsatelo de nuevo. Ya puedes llevarme
a Frankie’s o perder la tarifa. Ese es el trato. —Lo fulmino con la mirada.
El taxista sonríe.
—¡Oiga! ¡Oiga! ¡Está bien! Voy a llevarla a su auto, ¿está bien? Y luego sólo…
sólo la seguiré a casa o lo que sea, y me aseguraré de que llegue allí, ¿está bien? Eso
funcionará, ¿verdad? —Él se da la vuelta y apoya su brazo sobre el respaldo del
asiento delantero—. ¿Vale? Eso funcionará para mí. Puedo hacer eso.
Asiento, dejando salir unos pocos sollozos más para que no sospeche que no
estoy completamente devastada con la idea de mi perro cagando en mi bolso. Sí, eso
sería una tragedia, pero no una por la que lloraría. Tengo otros bolsos. Además, las
cacas de Félix son del tamaño de los lápices Ikea. 30
Salimos del estacionamiento del restaurante, y hago un gran espectáculo
secándome las lágrimas y los mocos. No paro hasta que llegamos al bar Frankie’s.
Hay autos de policía estacionados junto la acera, pero no puedo ver uniformes
afuera.
—Sí, vale. La veo luego. —Él suena estresado. No estoy segura si es por mi
actuación digna de Oscar o por el hecho de que no va a cumplir por lo que ha sido
pagado, pero no me importa; tengo mi auto y me voy a casa.
—Voy a matar a Jen cuando la vea. —Vaso de vino, mi culo. Voy a conducir
hacia allí y darle un bocado de mi sándwich de nudillo.
31
4
E
stoy a mitad de camino hacia la casa de mi hermana antes de dar la
vuelta a la derecha y en cambio dirigirme hacia mi casa. Estoy
cansada, Félix huele mal y tengo una gran familia viniendo mañana
para tomarles retratos y mi estudio todavía no está arreglado para ellos. Necesito
irme a la cama temprano. Este es el único trabajo que tengo reservado para todo el
mes, por lo que no puedo fallar y no aparecerme.
Estoy tan feliz que podría llorar. Esto es mucho mejor que tenerla
comprometida y llevando a sus hijos lejos de ella.
Entonces me golpea.
Oh Dios mío. Oh Dios mío, oh Dios mío, oh Dios mío. No puede… no hizo…
no… Oh Dios.
—Santo cielo, Félix. —Miro hacia mi pequeño amigo, que me mira desde el
33
asiento del pasajero con su cabeza inclinada. Está tan confundido como yo estoy al
parecer—. Creo que he estado enviándole mensajes de texto a un completo extraño
todo este tiempo.
Estoy casi aliviada. Esto tiene muuuucho más sentido que mi hermana
llevando a sus hijos a un bar de motociclistas. Sin embargo, no hace que mi situación
mejore.
—Eh. —Me encojo de hombros, casi convencida que estoy imaginando algo
siniestro en la situación—. Oh bien. No es mi vecindario. No tengo que estar
preocupada por extraños pasando el rato en autos estacionados, ¿cierto? —Hablarle
en voz alta a Félix me hace sentir mejor, como si no tuviera nada en absoluto sobre
qué preocuparme. Sólo soy una chica normal, conduciendo en un oscuro vecindario
con su perrito faldero por diversión. No hay nada que ver aquí, gente, sigan
caminando.
—No hay manera que alguien me seguiría a cualquier lugar, Fee. No seas
tonto. —Por lo menos, estoy bastante segura que ese es el caso. Seamos realistas: no
soy nadie para el noventa y nueve punto nueve por ciento del mundo. Totalmente
no soy digna de ser acosada. Lo más valioso que tengo es mi Canon Rebel, que ni
siquiera la tengo conmigo esta noche.
Mis esfuerzos para tranquilizarme están teniendo poco efecto. La paranoia va
a toda marcha, y rápidamente me convenzo de que estoy, de hecho, siendo acosada.
Puedo decir que el auto siguiéndome no es esa gran camioneta en la que me subí
más temprano, así que no es el Señor Pantalones Pardos aquí para regañarme por
no escuchar a sus órdenes. ¿Y quién más podría ser si no es él?
Nadie.
Dejo salir un largo suspiro, dejando que un poco de mi estrés salga con él. Por
supuesto, no es nadie. Ja, ja, ¡esto es una locura! Sólo soy una fotógrafa con una
mezcla de Chihuahua dentro de un bolso con pis. Por qué alguien querría seguirme,
¿cierto? Es decir, todos mis ex novios están saliendo felizmente con otras mujeres y
ningún tipo acosador se ha dado a conocer conmigo antes de esto. Toda la idea es
absurda. Estoy completamente segura conduciendo alrededor en mi Chevy Sonic
rojo cereza.
Un extraño escalofrío se mueve hacia arriba por todo mi cuerpo desde mis
pies hasta mi coronilla, haciendo que mi vello se levante en mi nuca. Entonces
comienzo a sudar por todas partes. Me estremezco con el repentino cambio de
temperatura que estoy bastante segura que estoy imaginando. Resisto la tentación
de encender la calefacción.
Las luces del jardín en una de las entradas hacen que parezca el final de una
pasarela, pero yo no pienso aterrizar. ¡Es una trampa, es una trampa, es una trampa! Mi
cerebro corre, regañándome por ser tan idiota. ¿Por qué doblé en una calle sin salida?
¿Estoy loca? ¿Quiero ser violada y asesinada? Jesús, cuando esto acabe necesito ser
examinada. Sólo espero poder tener mi cabeza aún en mi cuerpo para mañana.
Mis luces se mueven, y finalmente veo al hombre detrás del volante a través
de su parabrisas. Y el arma que sostiene junto a su hombro.
—¡Oh, por Dios, me está disparando! ¡El imbécil realmente me disparó con su
arma!
Tengo que enderezarme para poder ver mientras conduzco, pero me agacho
lo más posible, rezando que mi apoyacabezas detendrá una bala que quiera entrar
en mi cerebro. Parezco Cuasimodo conduciendo el auto de escape en un robo de
banco que salió muy mal.
Mis llantas chillan mientras doblo para salir de este vecindario y tan lejos de
mi casa como se puede. Las garras de Félix intentan aferrarse a algo. Cuando oigo
su cuerpecito golpear el piso del asiento trasero, sé que ha perdido esa batalla. Me
alegra que esté fuera de la línea de fuego, por lo que sigo avanzando, arrojando el
37
auto a cuarta al llegar a un camino recto.
Cuando compré mi Chevy Sonic hace unos meses, pensé que era algo práctico
y responsable, pero ahora, al verlo doblar a toda velocidad en segunda, agradezco a
los dioses de General Motors que le pusieron tantos caballos de fuerza a esta cosa.
—Eres el chico de Bourbon Street, ¿verdad? Bueno, soy la barbie con el perro
del bar, quien por cierto no es una barbie. Necesito tu ayuda. De nuevo.
—¿Dónde estás?
—No lo sé. Estaba yendo a casa, pero luego lo noté siguiéndome, así que no
fui a casa. Como que me perdí en este otro vecindario.
Entre pasar de un cambio al otro y después otro más, miro mi teléfono un par
de veces. No sé qué carajo acaba de pasar con La Barba, pero estoy bastante segura 38
de que ahora estoy jodida. Estúpida yo, no añadí un GPS al comprar mi auto, y ahora
no puedo salir de este laberinto suburbano. Y el tipo que pensé que podría ayudarme
acaba de colgarme.
—¡Hola! —grito.
—¿Cómo supiste que tenía que doblar? —Apenas puedo ver, estoy jadeando
tanto. Mi respiración frenética me está mareando. Miro en el retrovisor pero sólo veo
oscuridad. Mis oídos están pitando. Creo que es mi presión sanguínea a punto de
estallar mis venas.
—¿Adónde me guías? —No estoy cien por ciento segura de que seguir sus
indicaciones sea mi mejor opción, pero es la única que se me presenta claramente 39
ahora. Mi mente está en un ataque de pánico enceguecedor.
Cuando lo dice con su voz cansada pero reconfortante, casi le creo, a pesar de
la barba.
5
V
einte minutos después estoy conduciendo hasta un edificio en una
parte algo cuestionable de la ciudad, en el Puerto de Nueva Orleans
en el Río Mississippi. ¿Por qué no estoy en una estación de policía?
Bueno, porque no sé dónde se encuentra una. Y obviamente estoy loca. Sigo
pensando que, si continúo conduciendo por ahí sin rumbo fijo, voy a dirigirme
directamente a los brazos de ese asesino. Necesito encontrar un refugio seguro. Por
qué creo que este hombre con barba es mi respuesta, no puedo decirlo con
seguridad. Simplemente se siente correcto. Mejor que ir a casa, mejor que llamar a
la policía, y definitivamente mejor que ir a casa de mi hermana.
Mientras dice eso, una enorme puerta unida al almacén frente a mí comienza
a abrirse. No creo que una persona lo esté moviendo de manera manual, porque se
desliza demasiado suavemente y hay un chirrido eléctrico procediendo de algún
lugar y haciendo su camino dentro de mi auto a través de la rendija de la ventana.
—No tienes que entrar si no quieres —dice—, pero yo lo haría si fuera tú.
—¿Por qué?
—Como si alguien pudiera encontrarme aquí. Dejé a ese hombre detrás en los
suburbios hace veinte minutos. —Miro en el espejo retrovisor sólo para estar segura.
—Este tipo no trabaja solo. Tiene socios por toda la ciudad. Todo lo que tiene
que hacer es correr la voz para buscar tu auto, y serás encontrada. Ese rojo brillante
es un poco difícil de pasar desapercibido.
Mi corazón se hunde y mi voz no parece querer trabajar muy bien. Sale como
un chillido.
Félix gimotea.
Estoy a punto de presionar el botón “enviar”, pero luego dudo. Pienso en ella,
en los niños y en el hecho de que en realidad no tiene un respaldo para fines de
cuidado de niños, y cómo apenas mantiene su cordura de un hilo a veces. Lo último
que necesita en su vida es a mí descarrilándome.
Yo: No puedo ir por el vino. Estoy con alguien en el puerto de Nueva Orleans. Te
llamaré mañana alrededor de las 8 a.m.
Félix salta sobre mi regazo, pone sus patas delanteras sobre mi pecho, y
comienza a lamer mi barbilla como un loco. 43
—Oh, Dios, tu aliento es horrible, Fee… détente. —Lo aparto para que así
pueda tomar la correa que guardo en la guantera y atarla a su collar. Juntos,
esperamos a que El Barba llegue desde donde sea que estaba enviando sus
instrucciones. Ruego que no vaya a aparecer con un arma en su mano y el asesinato
en sus ojos.
6
E
spero por diez minutos completos antes de finalmente desabrochar
mi cinturón de seguridad.
Un profundo suspiro sale por su propia cuenta. Estoy tan cansada del juego
de intriga y misterio. Quiero decir, de verdad. ¿No podemos actuar como gente
normal ahora?
—Hola, allí —dice antes de lanzarme una sonrisa. Dientes perfectos. Por
supuesto. ¿Por qué los tipos como él tienen que tener los dientes perfectos de todos
modos? ¿No deberían tener algo malo, como manchas de café o incisivos torcidos?
Ok, así que si este tipo me va a matar, no estoy segura de cómo voy a manejar
la situación. Siempre imaginé a los asesinos como personas grandes, peludas y
brutas. Algo así como El Barba. ¿Pero este tipo? De ninguna manera. Podría ser un
modelo de pasarela. Si trata de matarme, estaré resentida. Haber estado tan
equivocada toda mi vida me volverá loca. Los chicos con este buen aspecto no
deberían ser criminales. Sacudirá el equilibrio del universo o algo así.
—Hola —digo, no segura de cuáles son las reglas cuando se trata de saludar
a hombres extraños en almacenes después de huir de disparos de armas en un bar
de motociclistas.
Observo mientras da largas zancadas a través del espacio hacia las escaleras
y monta los escalones de a tres a la vez. Sus pantalones cortos de camuflaje resaltan
sus pantorrillas musculosas y su trasero, dándome una pista de cómo el resto de su
cuerpo podría verse por debajo de su camiseta. Él debe ser el que usa el equipo de
levantamiento de pesas.
46
Félix me gimotea otra vez.
—Bien. Te dejaré salir. —Si hace caca, tengo bolsitas. Seguramente hay un
contenedor de basura por aquí en alguna parte. Abro la puerta hasta la mitad y bajo
a Félix al suelo, esperando que se contente con sólo investigar el espacio.
Está mucho más fresco aquí en el almacén de lo que está en mi sofocante auto.
Uso los pocos momentos que tengo en el aire semi-fresco para apartar mi camisa de
mi pecho y agitarla un poco. El olor que me golpea en la cara no es agradable.
Estupendo.
—Ningún dulce, Félix. Ningún dulce por una semana. No estoy bromeando.
—Me quedo mirando en el rincón sombrío de la habitación, con la esperanza de
echar un vistazo a su pequeño trasero apenado.
Retiro eso. Hace lo segundo que un perro con peores modales puede hacer.
Félix está ahora en cuclillas al lado del lugar que orinó. ¡Un dos por uno! ¡Bravo por
Félix! Voy a matarlo tan pronto como tenga mis manos sobre él.
Corro de nuevo a mi auto y tomo mi bolso. Hurgando en él, encuentro una
bolsa pequeña y algunas toallitas de bebé. Félix está a punto de acabar su asunto
cuando llego a la escena del crimen.
Maldita sea. ¿Dónde ponen su basura por aquí? Camino rápidamente hacia la
puerta automática y dejo la bolsita de plástico cerca del borde de la misma, mi bolso
sujeto bajo mi brazo. Cuando salga, me llevaré la bolsa de evidencia conmigo, pero
no hay forma de que lo almacene en mi auto antes de eso.
—No más escapes de Houdini esta noche, Fee, ¿me oyes? Te quedas conmigo.
Quédate. Quédate. —Lo miro furiosa.
Él sonríe y trata de lamerme. Odio cuando hace eso. Nunca puedo estar
enojada con un Chihuahua sonriendo.
Mi reloj dice que se está haciendo cerca de las once. Mis clientes están
llegando a las nueve de la mañana a mi estudio, y voy a necesitar una hora para
acomodar todo. Eso me da siete horas para dormir, una hora para llegar a casa y
ducharme, y luego tiempo para llegar al trabajo. ¿Qué diablos voy a hacer por siete
horas? Porque en este momento, estoy empezando a sentirme cómoda con la idea
de que no voy a morir aquí, pero que el tipo que me disparó todavía podría estar
deambulando por el barrio cerca de mi casa. Sin duda, El Barba y Hollywood ya
habrían cometido el crimen si esa fuera su intención, ¿verdad? Probablemente estoy
segura. Estoy sesenta y cinco por ciento segura de que lo estoy.
La puerta grande del almacén comienza a abrirse de nuevo, y de inmediato
me agacho, usando el lado de mi auto como un punto de escondite. ¿Quién diablos
está entrando ahora? ¿Otro tipo caliente? ¿Otra bestia motociclista? ¿Otro asesino u
otro salvador?
49
7
E
s un SUV esta vez, negro, con las ventanas tintadas. Me recuerda a
una camioneta del FBI como las que tienen en las películas. La mitad
del tiempo llevan por ahí los chicos buenos, pero la otra mitad… no
tanto. Me asomo sobre el borde de la puerta de mi auto para ver a través de su
ventana. El SUV estaciona al otro lado de la camioneta. Tendré que esperar hasta
que la gente salga y se mueva antes de que sea capaz de ver nada.
—No me importa lo que diga. No estoy a bordo con eso —dice la voz
masculina.
La mujer ríe.
—Sí, está bien. Es bueno que mi teléfono esté todo cargado. Grabaré un video
para la posteridad.
Ambos se ríen.
—Sí, tú. ¿Con quién más podría estar hablando? —Se ríe de buen humor. Juro
que puedo ver sus ojos centelleando desde aquí. Debe sonreír mucho.
—No tienes ni idea de quiénes son. Podrían ser criminales. Este podría ser un
lugar de reunión de la mafia. Si voy arriba y veo demasiado, me tendré que unir.
Entonces me nombrarán como May “La Albóndiga” Wexler. O me obligarán a usar
alguna arma loca en mi iniciación, y luego lo pondrán en mi nombre como May
“Hacha” Wexler o May “El Machete” Wexler. Sabes que no puedo soportar la vista
de sangre. Nunca funcionará. Voy a fallar sus pruebas, y me lanzarán en los
húmedos cimientos de un nuevo edificio, ahogándome en cemento nuevo. Mi
cuerpo nunca será encontrado. Jenny morirá con el corazón roto. Mis sobrinos no
tendrán a dónde ir cuando quieran huir de adolescentes. 52
Félix inclina la cabeza y me mira fijamente durante unos segundos.
—No me mires así. Podría ocurrir. Y no creas que no estarás acostado justo a
mi lado en ese cemento también, compañero.
Un vehículo antiguo que debería haber sido dejado en los años setenta entra,
deslizándose a una lenta parada junto a la SUV. Es de un color anaranjado-oro con
unos neumáticos de banda blanca. El hombre conduciendo tiene un brazo fuera,
apoyado en el alféizar de su ventana. Él la mueve hacia mí una vez antes de
desaparecer de la vista.
Y entonces el hombre más alto que he visto alguna vez en toda mi vida da la
vuelta alrededor del SUV, dirigiéndose hacia mí.
Doy un paso atrás, pero no hace ningún bien. Todo lo que él necesita son tres
pasos con esos zancos de piernas, y está justo enfrente de mí.
—¿Grupo?
—Oh chico.
Dev está en la cima de las escaleras. Pulsa algunos números del teclado y abre
la puerta.
—¿No es un fan? ¿De Félix? —Estoy de pie en el rellano junto a Dev. Miro
hacia mi pequeño perro y me pregunto cómo alguien puede no amarle a primera
vista.
55
8
—G
uau. Lindo machete —digo, entrando a lo que creo que
es una sala de estar de algún tipo. Hay sofás, una
alfombra, una mesa de café, pero ahí es donde todo el
parecido con el interior de una casa se detiene. Las pesadas puertas de metal se
cierran detrás de mí.
Las armas están exhibidas en todas partes, algunas de ellas montadas como
artefactos y otras más que parecen ser de uso diario. Me cuesta tragar saliva mientras
mi miedo se apodera de mí de nuevo. ¿Quién usa armas como éstas? ¿Los ninjas?
No los chicos buenos, eso lo sé. De ninguna manera. No he visto ningún arma
asiática alrededor, sin embargo, así que ésta tiene que ser una guarida de la mafia.
Mirando detrás de mí, veo que la puerta que acabo de atravesar tiene un teclado 56
digital en la pared interior. Estoy encerrada. ¡Atrapada!
Estoy en una mierda profunda ahora, ni siquiera es gracioso. Tal vez seré
capaz de excusarme al baño y enviarle un mensaje de texto de emergencia a Jenny,
a la policía o a la Guardia Nacional.
—Oh, mierda —dice Dev. Entonces acuna sus manos alrededor de su boca y
grita—: ¡Alerta! ¡Chihuahua suelto!
—¡Félix, noooooo!
Hay un perro más grande que cualquier animal doméstico que haya visto, de
pie en medio de una enorme cocina estilo comercial, inmóvil, con su cola erguida y
apuntando directamente hacia arriba. Las personas que vi entrar antes están quietas
cerca, mirando a los perros. Hay un hombre en el fregadero que tiene sus manos
extendidas en un gesto de calma, un paño de cocina sobre el hombro.
Ella es hermosa, al igual que casi todos los demás aquí, haciéndome desear
que por lo menos hubiera cepillado mi cabello antes de que hubiera salido de la casa
esta noche. Sólo puedo imaginar lo que estas personas están pensando de mí ahora
mismo de pie aquí en mis alpargatas.
—Gracias. —Vuelvo mi atención de nuevo hacia los perros—. Ven aquí, Félix.
Deja de ser una peste. —Mi pulso está más tranquilo, ahora que puedo ver que mi
perro no va a morir hoy.
El enorme perro se deja caer sobre sus codos y rueda sobre su costado.
Entonces me doy cuenta de que no es un él, sino una ella. No sé por qué mi cerebro
me decía que un perro grande significa un perro macho cuando tengo uno de tres
kilos que llevo por ahí en mi bolso y quien definitivamente no es una chica.
Ella ladea la cabeza hacia arriba pera mirarlo, pero luego la baja de nuevo y
gimotea fuerte y largo. Parpadea un par de veces, pero no se mueve de otra manera.
Es como si quisiera que Félix esté cómodo y está dispuesta a ser torturada como
parte del trato.
—Lo tengo. El pan está en el horno. —Arroja la toalla hacia la encimera y sale
de la cocina, dejando la habitación yendo hacia una parte desconocida.
—La sopa está lista. Bueno provecho —dice el pequeño cajún con una sonrisa.
Veo mientras cada persona llena un tazón, agarra una rebanada o dos de pan
del horno, en una bandeja, y luego se sientan en una larga mesa de metal al otro
extremo de la cocina.
Cuando todos están sentados, alguien dice una oración rápida, y después
empiezan a comer. Es posible que no hayan comido en un tiempo; decir que están
entusiasmados con la sopa es un eufemismo.
—Mmmm, mmmm, tan bueno —dice Dev, con la boca llena de algo. Aparto
la mirada, así no puedo ver los detalles.
—El que llega primero, se sirve primero —dice el chico cajún—, y la amiga de
Ozzie no ha comido todavía.
—Lo es. El mejor. —Dev está ocupado metiendo la sopa a su boca, así que sus
palabras salen un poco más jugosas de lo que pretendía.
—Tienen estas cosas llamadas servilletas —dice la chica, lanzando una hacia
el rostro de Dev.
Él la agarra justo antes de que ésta golpee su frente, sin siquiera romper el
contacto visual con su cuchara.
Lentamente camino hacia los tazones, con mi mente dando vueltas por la
confusión. ¿Quiénes son estas personas? ¿Viven aquí juntas? ¿Cómo este Ozzie es
tanto el cocinero como el tipo de la barba? ¿Y quién era el tipo ardiente en el
fregadero, sino Ozzie? Obviamente la sopa no está envenenada, porque todos están
comiéndola. ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué no me están haciendo preguntas? ¿Por
qué Félix está durmiendo sobre una loba?
Nada de esto tiene un poco de sentido, así que sigo adelante y me sirvo un
poco de sopa en mi tazón. Confundida y hambrienta no es una buena combinación.
Sin embargo, dejo el pan en paz. Realmente quiero un pedazo, pero sigo imaginando
a alguien atacándome cuando estoy de espaldas, y meter la mano en el horno me
hace demasiado vulnerable. Desearía que Félix dejara de actuar tan tranquilo. Ésta
sigue siendo una situación de semi-emergencia en lo que a mí respecta. 61
Me acerco a la mesa con mi tazón de sopa y una cabeza llena de precaución.
Hay cuatro asientos vacíos, pero sólo uno me proporciona un buen escape, estando
cercano a la puerta. Empiezo a sentarme y luego casi tengo un ataque al corazón
cuando todos en la mesa gritan al mismo tiempo.
—¡No ahí!
—Ese es el asiento de Ozzie. Toma éste. —Lucky palmea el asiento junto a él.
Eso me pondrá precisamente entre él y la chica. A ella probablemente puedo
soportarla. A él, no estoy tan segura.
—No seas tan perra, Toni. Ella está un poco conmocionada. ¿No lo estarías
tú? —Él sacude la cabeza, tal vez con decepción, y regresa a su sopa. Un largo
sorbido ruidoso sigue mientras el líquido es drenado de su cuchara hacia su boca.
Mi primer bocado deja perfectamente claro por qué Lucky estaría dispuesto
a liquidar a su abuela por otro tazón de la misma.
—Oh Là Là, voy a hacer una petición para la próxima semana… puedes
contar con eso. —Me guiña el ojo—. Es mi cumpleaños.
Asiento, volviendo a mi sopa. Tres bocados más y estoy aún más enamorada
del hombre que cocinó esta comida.
—Huh. —No tengo nada que decir a eso. Todo lo que sé es que, es un gran
cocinero. Sin embargo, espero que no haya nada de vellos de barba aquí.
Dev deja caer un trozo de pan tostado de ajo sobre la mesa cerca de mi tazón.
Levanto la mirada para ver al hombre que lanzó la toalla de la cocina de pie
en la entrada de la habitación.
—Oh, vamos, Oz, no seas duro —dice el cajún—. Ella se puede quedar por
un tiempo. Tú mismo dijiste que podría estar en riesgo.
Es entonces cuando todo encaja. Este magnífico trozo de carne de pie allí
mostrando sus músculos ante todos nosotros no es el hermano de Ozzie. Él es Ozzie.
Él es El Barba. Él es el tipo que me dijo que dejara mi auto solo y luego me guio aquí
cuando no hice caso. Y él es el que luce más caliente de lo que un hombre debería
tener permitido verse, con músculos sobresaliendo de su camisa y su mandíbula
contorsionándose con molestia mientras me mira. Se ve total y completamente
diferente.
E
l cajún se ríe pero no dice nada, mirando su sopa mientras gira su
cuchara.
—Todos las tenemos, Dev. Todos. Es sólo que las tuyas se interponen con tu
trabajo más a menudo de lo que deberían.
—Quiero decir, vi tu tarjeta de trabajo, así que sé que no son asesinos. O eso
espero. Quiero decir, ¿me alimentarían si lo fueran?
—No son mafiosos, espero. No que yo sea una amenaza, ¿de acuerdo? No diré
nada a nadie sobre su guarida.
Miro alrededor.
—De verdad, ¿alguno podría simplemente decirme, por favor, qué es este
lugar? ¿Quiénes son? Porque mi imaginación vuela, y no es algo bueno.
—Bueno, veo un grupo de gente que parecen una familia pero no lo son.
Excepto quizás ustedes dos. —Señalo a Toni y el cajún (supongo que se llama
Thibault). Asiente, confirmando mi sospecha—. Claramente son… eh… un grupo
saludable. Supongo que si están metidos en asuntos de seguridad, eso es importante.
—Miro al perro—. Tienen un perro guardián que debería ser intimidante pero no lo
es. Parece un bebé. —Félix se estira, y ella no mueve no mueve un solo pelo de su
cuerpo más que para parpadear.
Un par se ríe disimuladamente, pero cuando alzo la mirada para ver quiénes,
están todos serios. Ozzie parece a punto de explotar, de lo rojo que está.
—Hay cámaras por todos lados, aquí y abajo, así que o tienen algo valioso aquí
o les preocupa que alguien venga por ustedes. Vi unos casilleros que podrían
contener algo valioso. Quizás armas, dado que uno parecía un almacén de armas, y
también parecen tener una colección aquí arriba. —Noto que estoy describiendo o 67
una compañía de seguridad o la guarida de una banda narco, ambas encajarían.
Noto que he dicho demasiado cuando Dev alza una ceja. No tiene cabello,
pero su ceja sube hasta lo que podría ser la línea del cabello de alguien que no sufre
alopecia.
—Y, eh… tienen espadas por todo el lugar, así que imagino que alguno tiene
un fetiche ninja.
—Oh por Dios, no puedo más. —Se pone de pie y va hacia la mesa, para dejar
su tazón en el fregadero.
—Bueno, soy una fotógrafa, así que suelo enfocarme en ese tipo de cosas.
Me sonrojo.
—Sí, chiste accidental. —Apoyo mis manos en mi regazo—. Así que, Ozzie,
¿vas a contarme qué le pasó a ese desastre peludo que tenías en el rostro, o qué?
Miro alrededor.
—¿Qué? ¿Dije algo malo? —A él no puede haberle gustado esa cosa, ¿verdad?
—Esa barba me estaba ayudando a quedarme en ese lugar con esas personas.
Sonrío.
—Oh. —Mi sonrisa cae—. ¿Así que perder la barba y a esas personas es algo
malo? —Miro hacia Toni. Ella asiente. Esto, no lo entiendo, porque cualquier mujer
en todo el mundo habría mirado ese desastre de vello y pensado de la misma forma
en la que yo lo hice: asqueroso, antihigiénico, y, bueno… asqueroso. Y esas personas
que estaban en el bar, bueno, una de ellas nos disparó, así que no puedo ver
realmente cómo perder su amistad es un gran problema.
—Perder la barba significa perder mi identidad encubierta y meses de trabajo.
Ahora estamos de vuelta al punto de partida con el Sexto Distrito.
—¿El Sexto Distrito? ¿Cómo el Sexto Distrito del Bloque-D? ¿No es esa una
pandilla? —Mi voz se va apagando al final. Claramente recuerdo leer sobre una serie
de asesinatos de los que ellos habían sido acusados no hace mucho tiempo.
—Sólo la más viciosa en Nueva Orleans —dice Dev, poniéndose de pie con
su tazón en la mano. Sonando muy orgulloso de ese hecho.
—Oh, mierda. Sabía que esto era una guarida. —Espero a que mi sentencia
sea dictada. Mirar mi sopa hace que un pensamiento flote a través de mi mente: Al
menos tuve una última comida decente.
Me enderezo en el asiento.
—Lo encuentro difícil de creer —dice Ozzie, sin darme incluso la oportunidad
de responder.
Mis cejas se fruncen una contra la otra mientras miro con furia al cocinero.
—De hecho, fui capaz de tomarle las fotos justo en frente de su cara. —Mi
pecho se infla con orgullo—. Pretendí estarle tomando fotos a las flores cercanas a
donde ellos se estaban sentando. Él no sospechó nada.
—¿A dónde se va ella? Dijiste que estaba atrapada aquí por un tiempo.
4Little Bo Peep: Personaje de cuento. También aparece en Toy Story como la pastorcita de la que se
enamora Woody
10
—N
o necesitamos votar porque yo digo que ella se va. —
Ozzie vuelve a la cabecera de la mesa, pero sigue de
pie.
—Amigo, debes haber estado más encariñado con tu vello facial de lo que nos
decías —dice Toni, con una sonrisa juguetona.
—Sabes tan bien como los demás cuánto tiempo trabajé para cultivar esas
conexiones. Ahora fueron destrozadas, gracias a la Pequeña Bo Peep aquí presente,
y volvimos al principio. ¿Quieres decirme cómo vamos a lograr obtener su lista 72
ahora?
—No importa de quién sea —dice Ozzie, dándome una mirada asesina.
No sé por qué, pero cuando hace eso, me hace sonreír. En lugar de contenerlo,
simplemente dejo que mis perlados dientes reflejen la luz. Me recuerda a su perro:
todo rudo y tenebroso, pero en realidad un enorme panecillo cuando es la hora de
la verdad. Apuesto que su estómago sería una almohada perfecta durante una
película.
Debo estar perdiendo la cabeza. Debe ser la falta de calorías. Tomó una gran
cucharada de sopa, por las dudas.
—Una lista de los miembros de la pandilla, con su información de contacto y
sus estadísticas —dice Dev.
El cuarto está en silencio total. Levanto la mirada a tiempo para ver a Thibault
y Lucky intercambiando una mirada significativa.
—¿Qué? —pregunto.
73
Dev me señala.
—¡Es cualquier cosa menos común… mírenla! —Me señala Ozzie, haciendo
un espectáculo de los dos—. Ella podría tener puesto un letrero de neón que dijera
“Mírenme” en el cuello.
Todas las cabezas giran hacia mí. Luego se miran entre sí, obviamente
confundidos.
Está demasiado cerca y me incomoda. Me inclino lo más lejos que puedo sin
caerme de la silla ni aterrizar en el regazo de Toni.
Dev sonríe y señala el pecho de Ozzie, hablando tan bajo que solo yo lo oigo.
Me pongo pálida.
75
—Eh. No. No quiero eso.
—Eso pensé. —Mira alrededor—. Se queda aquí, ¿los que estén a favor? —
Alza la mano.
Miro alrededor de la mesa mientras todos alzan las manos; todos menos
Ozzie, claro. Y Toni. Ella simplemente mira la mesa como si no supiera lo que está
sucediendo a su alrededor.
Su expresión cambia.
O quizás le herí los sentimientos por su barba. Mi sonrisa cae. Supongo que
si me quedaré en su casa, debería disculparme por eso.
—Oh, por Dios… Los que estén a favor de darle a la Pequeña Bo Peep un
periodo de prueba, digan sí —Sigue sonriendo.
—Sí. —Lo oigo tres veces. Luego un silencio. Ignoro a Toni y me giro hacia
Ozzie, sonriendo antes de decir—: Sí.
Parece querer decir algo, pero no lo hace. En cambio, se va del cuarto furioso,
gritando:
—¡Sahara! —La perra gigante lentamente se pone de pie y se va de la cocina,
con Félix siguiéndole los talones.
77
11
M
e dan un catre para campamento, un saco de dormir, y la esquina
de la cocina para mí. Es esto o arriesgarme a ir a casa y ser
descubierta por ese tipo que me estaba siguiendo en el vecindario
demasiado cerca mío para sentirme cómoda. Fijo la mirada en mi arreglo,
preguntándome si voy a conseguir al menos un solo minuto de sueño esta noche.
Las cosas no se ven muy prometedoras. Nunca me llamaría del tipo que le gusta
acampar. En realidad, soy más como del tipo de alquilar una habitación de hotel y
quedarme junto a la piscina. Tengo ganas de llamar a mi hermana, pero sé que eso
la enviará a entrar en pánico si lo hago. Nunca estará satisfecha con medias
explicaciones y excusas. Tengo que esperar hasta que pueda sentarme y decirle hasta
el último detalle.
78
—¿Vas a estar bien? —pregunta Lucky. No luce muy preocupado. Más bien
como divertido.
Miro hacia la entrada del pasillo donde Ozzie duerme. Félix no ha salido
todavía, y estoy empezando a preocuparme. ¿Debería preocuparme? Sí, debería.
Félix podría orinar en cualquier momento. Su vejiga es del tamaño de una uva.
Tengo que tenerlo cerca de mí así puedo leer las señales de que necesita salir antes
que sea demasiado tarde.
Nada.
—¡Maldición, Félix! ¡Ven aquí! —Mi voz es más fuerte de lo que planeo que
sea.
—Ups. —Me siento en el borde del catre y espero a que el gran lobo feroz
Ozzie salga y me regañe por despertarlo de su sueño de belleza.
Resoplo en voz alta sobre esa idea. Antes, cuando estaba llevando ese horrible
vello facial, habría dicho que necesitaba unos seis meses de sueño de belleza para
arreglar las cosas, pero ahora diría que probablemente debería permanecer
despierto durante unas cuantas semanas. Meses, tal vez. Es más apuesto de lo que
un hombre debería permitirse ser con ese cuerpo suyo. Su rostro, tan duro y enojado
como lucía esta noche, es suficiente para tenerme pensando cosas que no debería.
Siempre he sido una fanática de los pómulos altos y una mandíbula cincelada.
Incluso la cicatriz que tiene en la mejilla derecha no es suficiente para hacerlo menos
que severamente guapo. Maldita sea. Sólo el recuerdo de él es suficiente para
calentar la habitación.
—¿Quién es Félix?
Sacudo mi cabeza.
Cruza sus brazos sobre su pecho. En absoluto intimidante, por cierto. Niños.
Casi me río.
—Díselo a Félix. Confía en mí, siempre encuentra una manera. —Me di por
vencida en echarlo de la cama hace mucho tiempo. Además, es impresionante en el
invierno como un calentador de pies, prefiriendo dormir bajo las sábanas en la parte
inferior de la cama que estar en otro sitio. No tengo idea de cómo el pequeño
individuo recibe suficiente oxígeno para sobrevivir, pero se despierta muy bien cada
mañana, con nada de desgaste.
—Oh, tienes que estar bromeando… ¡Oye! ¡Señora! Ven aquí, ¡¿quieres?!
Supongo que esa sería yo. Señora. May “la Señora” Wexler. Suspiro.
Llego a una habitación que tiene una puerta abierta y luz saliendo de ella. Dos
pasos más me tienen en la entrada, donde puedo ver el interior de la habitación de
Ozzie. Es lo que uno esperaría de un tipo como él: fría, estéril, un montón de metal
y un televisor de pantalla plana en la pared, junto con algunos grandes altavoces,
una computadora en un escritorio de vidrio, y un puerto que contiene un teléfono.
Las sábanas en su cama son de color negro. El hecho que sean de seda me tiene
excitándome un poco. No lo esperaba en absoluto. Esto me hace preguntarme
cuántas mujeres las han disfrutado con él. Entonces mi cara se enrojece al
comprender que la siguiente escena en esta película de fantasía lo incluye a él
estando desnudo.
—¿Y? —Me encojo de hombros. Tan tranquila. Nada afectada por todo esa
seda—. Sácalo.
82
—Lo intenté. —Me mira por un segundo antes de moverse hacia la cama.
Una gran cabeza de color naranja se levanta desde el suelo junto al colchón.
Sáhara. Gruñe, y cuando hace eso, realmente luce como uno de esos perros del
infierno. Uff.
Pobre Ozzie. Sólo podría imaginar lo que sería tener a mi pequeño Félix
vuelto en mi contra. Y es en parte mi culpa que esto esté sucediendo. O es culpa de
Félix por ser tan adorable, así que soy su cómplice por traerlo aquí en primer lugar.
—Basta ya. —Uso un tono firme, apenas dando al gran perro la hora del día—
. Félix, saca tu peludo culo de esa cama en este instante. —Félix sumerge su cabeza
hacia abajo y me mira con sus pequeños ojos marrones, sabiendo que está haciendo
mal y usando su maniobra de soy-demasiado-lindo-para-comportarme.
—Te dije que le gusta dormir en la cama. Deberías escucharme con más
frecuencia. Normalmente tengo la razón, sabes. —Me interrumpo cuando me doy
cuenta que estoy sonando como lo que Jenny llama “fastidiosa”. Por alguna razón,
tener a Ozzie considerándome un fastidio me pone triste, y eso sólo me confunde.
¿Por qué me importa lo que piense de mí? Es momento de abandonar el barco.
Muerdo un lugar seco en mi labio y considero los hechos. Estos tipos trabajan
84
con la policía, así que son los buenos. Están de mi lado. Si tienen armas aquí, son
solo para hacer su trabajo. Yo sería un objetivo ideal si se dedicaran a matar mujeres
inocentes, pero en lugar de dispararme, congelar mi cuerpo, y meterlo en la
trituradora de carne, me dieron sopa. Y no cualquier sopa… La mejor de mi vida.
¿Y qué hay con eso? ¿Ozzie es un gran chef? Ja. Nunca lo hubiera imaginado.
Sonrío ante todas las cosas de ese hombre que no tienen sentido. Es una bestia
gigante, pero nadie le teme, ni siquiera cuando grita. Tiene su respeto, pero no por
miedo. Ahora que lo pienso, supongo que tiene el mío también. Aunque claramente
no quiere nada que ver conmigo, me salvó. No una, sino dos veces. Y ahora me ha
dado un lugar donde quedarme, para que pueda volver a casa a la luz del día sin
tener que preocuparme por acosadores siguiéndome en su auto. Los tipos malos
permanecen ocultos durante el día, ¿cierto? Es mucho más arriesgado que vengan
por mí cuando la gente puede verlos. Quizás sea ingenuo de mi parte, pero es a la
oscuridad y a la cubierta que les ofrece lo que temo.
Diablos, quizá podría pedirle a alguno de los Bourbon Street Boys que vayan
y revisen mi casa antes de que entre mañana, para asegurarme de que sea seguro.
La idea me hace sentir cálida y cansada. Segura. Grandes hombres musculosos para
protegerme. Sí. Debe ser más de medianoche, y el cuarto es sorprendentemente
cómodo. Tienen un gran aire acondicionado, lo suficientemente fresco para librarse
de la humedad, pero no tanto como para que no pueda dormir como un bebé siendo
sostenido en los brazos de su madre…
—Santa mierda, Sahara, ¿tu dueño no tiene máscaras de gas por aquí? Porque
debería. Maldición. —Me cubro la cara con la bolsa de dormir para poder respirar.
Oigo otro ruido y giro la cabeza hacia la puerta. La tenue luz de algo en la
cocina ilumina la cabeza y hombros de Ozzie.
Él suspira pesadamente.
—Ven a mi cama.
—Quise decir que tomes mi cama. No puedo dormir sabiendo que estás aquí
acostada en ese catre.
—Emm, no gracias. —De ninguna manera. No soy una ninfómana, pero hay
un límite a lo que me puedo resistir. Estar en su cama, con sus sábanas, con él de pie
al lado con ese pecho y esos brazos. No. Simplemente… no.
Se dirige a la cocina.
—No lo entiendo.
Suspiro, sabiendo que, por mucho que cueste darla, una dosis de honestidad
será efectiva para que este tipo se aleje. Estoy comenzando a sentir que Ozzie es una
persona muy sincera, así que aquí vamos…
Santa mierda. No puedo creer lo que acabo de decir. Mis oídos duelen.
¡Aléjate, sinceridad!
—¿Ah no? —Bostezo con fuerza, mis ojos cerrándose por cuenta propia. Ya
es pasada mi hora de dormir, y ahora Ozzie está siendo amable. Me hace dar ganas
de acurrucarme en su cama y dormir. Mañana tendré la energía para escucharlo—.
Probablemente porque soy una Pequeña Bo Peep. Siempre encajo.
Mi mente vaga hacia el día en que tomé fotos de ese tipo coqueto en el parque,
y sonrío medio dormida. Tan atrapado. Le tomé como cincuenta fotos con su brazo
alrededor de la chica de la mitad de su edad, besándole el cuello, dándole un regalo
envuelto alrededor de una caja de joyería. Quizás él fue quien le disparó a mi auto
hoy. Frunzo el ceño mientras mi mente deambula hacia esa pesadilla en potencia.
—Supongo que quizás sí puedes mezclarte con la multitud —dice una voz
profunda a mi derecha.
Alguien se ríe.
—H
ola, Jenny. —Mi celular está frío contra mi
mejilla.
Bostezo, tratando de estirar mi espalda un poco. Ese catre fue una mala idea.
Tengo doloridos los lugares más incómodos.
—No me creerías si te dijera. ¿Qué hora es? —Entorno los ojos hacia la cocina
pero no puedo leer el reloj digital desde donde estoy sentada.
—Son las ocho cuarenta y cinco. ¿No tienes hoy una sesión de fotos? ¿Dónde
estás? ¿En casa?
89
—¡Santa mierda! No, no estoy en casa. Ni siquiera cerca. —Me pongo de pie
de un salto, dando vueltas alrededor, tratando de encontrar mis zapatos. Los
encuentro bien al fondo, bajo el catre.
—¡Sí! ¡Ve ahora! Estaré allí… no lo sé. Pronto. —Estoy intentando de ubicar
exactamente dónde estoy. El Puerto. Bien. Ahora lo recuerdo—. Estaré allí en veinte
minutos.
Mi hermana se ríe.
—No lo sé, dales a entender que su cabello está hecho un desastre o algo.
Llévales al vestidor y diles que estoy recogiendo unos nuevos lentes y que estaré allí
para las nueve y treinta.
—Nos vemos.
Nada.
Mis pies se mueven sin intención consciente por mi parte. En un minuto estoy
junto a mi catre, y al siguiente estoy de pie en la entrada de su dormitorio, y no hay
desnudez por ninguna parte. Maldita sea. La cama está hecha lo suficientemente
tensa que podría, probablemente, rebotar una moneda de veinticinco en ella, y no
hay señal ni de perros ni de humanos.
Miro al reloj de la cocina. Son casi las nueve ya. Nunca conseguiré llegar al
estudio a tiempo si tengo que esperar a Félix, y no puedo permitirme perder este
trabajo.
—¡Maldición!
—¡Doble maldición!
Tuve que irme, clientes esperando, mi estudio está en 1001 Vet. Mem. Blvd.,
apreciaría que trajeras a Félix, pero puedo volver y recogerlo hoy más tarde si es necesario.
Gracias por tu hospitalidad. Intenté enviarte un mensaje, pero dejaste tu teléfono aquí.
91
Esperaba que Ozzie volviera mientras estaba escribiendo el mensaje, pero no
tuve esa suerte. Estoy a punto de irme, pero entonces algo me hace volver a mi nota.
No quiero que tenga algún resentimiento sobre lo que dije anoche, no mientras está
cuidando de mi peludo bebé Félix.
Lamento lo de la barba. No era tan horrible, pero estás mucho más guapo sin ella.
Ahí. Eso debería calmar cualquier resquemor que tenga sobre esto. Sonrío
mientras corro a través de la habitación ninja, y continúo sonriendo cuando veo que
ha dejado la puerta lo suficientemente entreabierta para salir. Ahora no hay código
digital que me retenga. La puerta del garaje está también ampliamente abierta.
Escatimo solo una ojeada al agujero de bala en mi puerta del lado del conductor,
antes de meterme en mi Sonic y salir a toda velocidad del Puerto, como si hubiera
un traficante de drogas detrás de mí.
14
L
a muy feliz y bien fotografiada familia no lleva ni treinta segundos
fuera antes que Jenny salte sobre mí a por detalles.
Bajo mi voz, sabiendo que cualquier cosa que oiga puede ser repetido delante
de su padre.
Lo mira.
—Te envié un mensaje.
—Lo sé. Pero también lo hizo alguien más. —Saco mi teléfono de mi bolsillo
y se lo enseño—. ¿Ves? Mira.
—No lo entiendo.
—Creí que esa persona eras tú. Creí que tenías un teléfono temporal, y que
ese era tu número temporal. Así que cuando pensé que me pedías ir a Frankie’s, fui.
Creí que estabas allí con los niños, perdiendo la cabeza o algo.
—Oh. Guau.
—Sí.
—¿Y qué pasó? Fuiste a Frankie´s y no estaba allí, obviamente. Y por cierto,
no puedo creer que realmente pienses que iría a Frankie’s con los niños. Ese lugar es 93
un antro.
—Oh, Dios. —Mi hermana cierra los ojos e inhala profundamente, dejando
salir el aire realmente despacio mientras relaja su cuerpo. Está haciendo esa
meditación calmante que la aleja de perder la cabeza. Solía hacerlo una vez al día.
Ahora lo hace al menos una vez por hora.
Pone los ojos en blanco cuando Sammy se pone de pie de un salto y comienza
a correr alrededor del estudio.
—No importa. Puede esperar. Además, no puedo ir a ninguna parte hasta que
me traigan a Félix.
—¿Por qué acabo de darme cuenta que no está aquí? —Alza la cabeza de
golpe—. ¿Dónde está?
Me escapo de su agarre.
—Estoy bien, como puedes ver. —Intento alisar algunas arrugas de mi camisa
mientras termino mi historia—. Bueno, intenté ir a casa, pero entonces, me di cuenta
de que alguien me estaba siguiendo desde el bar, tomé un desvío y le perdí. Y el tipo
con el que me mensajeaba me dio indicaciones hasta la dirección de esta compañía
de seguridad, y pasé la noche allí.
—¿Y por qué tengo la impresión de que solo estoy teniendo una pequeña
parte de esta historia?
Sonrío.
—¿Porque lo estás?
Me golpea en el brazo.
—No, está bien. —No sé por qué pienso que va a creerme. En realidad ni
siquiera yo me creo. No es que este tirador vaya a desaparecer. Supongo que soy
afortunada, al menos no sabe mi dirección.
95
—Por supuesto que no está bien. —Me inspecciona más cuidadosamente—.
¿Te hirieron?
—No, ni un arañazo.
Apunta a mi cara.
—Veo arañazos.
—Tan solo dímelo. —Suspira pesadamente—. Sabes que no tengo vida. Sabes
que si te pasa algo, seré yo quien recoja los trozos.
—Esas son dos razones muy convincentes para no decirte nada, en realidad.
—Bien. ¿Quieres jugar duro? Puedo jugar duro. Qué tal esto… si no me lo
dices, me iré durante una semana a una cabaña y te dejaré con mis hijos.
Sonríe a sabiendas.
—Aceptado.
—Bien, así que fui al bar, corrí fuera hacia un callejón después que un disparo
astillara una mesa que estaba a mi lado…
—¡¿Un disparo?! —Mi hermana agarra mi brazo, sus uñas hincándose en mí. 96
Alzo mi mano libre para evitar que pierda los estribos.
—Oh Dios mío, May, ¿te dispararon? ¿Cómo puedes esperar que no reaccione
a eso?
—Hola —dice Ozzie, con sus ojos escaneando todo el espacio mientras su
cuerpo llena por completo la entrada.
97
5Holy macaroni: Expresión de sorpresa y confusión dicha por Homero Simpson cuando viaja dentro
de la tercera dimensión y no sabe qué decir. Traducida como “me lleva la cachetada” en su emisión
en Latinoamérica.
15
J
enny se detiene apresurada junto a mí.
—En realidad, paseé a su perro por ella, y ella se fue antes de que yo regresara.
—Lo siento realmente por eso. Tenía una sesión programada, y no podía
perdérmela. No sabía a dónde fuiste.
—¡Oh, Dios mío! —grita Jenny, su rostro una máscara de horror, cuando
retrocede unos pasos, mientras mira hacia las ventanas de nuevo.
Una gran cabeza de color naranja y una mancha de baba están en mi puerta
delantera.
—¡Oye! ¡Bájame, mamá! ¡Quiero dirme! —Se estira hacia el suelo, pero ella lo
sostiene con un agarre de hierro.
—Oh Dios mío. Eso es de alguna forma lindo, en realidad. —Jenny desliza
lentamente a Sammy por su pierna—. ¿Es seguro? —Mira a Ozzie—. ¿Es adecuado
para los niños?
Agarro mi cámara y camino hacia el lugar donde los perros están. Son
demasiado lindos para no tomar un par de fotos mientras tengo la oportunidad.
Félix está dando círculos en el lugar justo al lado de la barriga de Sahara, tratando
de hacer la cama perfecta de perrito en la sábana. Una vez que está acomodado,
comienzo a apretar el botón, haciendo que el obturador se accione varias veces.
—Sólo tomará un segundo —dice Jenny en voz baja—. Sólo espera y mira. Mi
hermana es un genio con la cámara.
—Me gusta cómo limitaste eso con la palabra cámara. —Un resoplido se me
escapa.
—Bueno, lo hiciste bastante mal en física. Creo que para obtener una
calificación sólida de genio, tienes que hacer más que eso.
Miro hacia abajo a mi pantalla y me muevo por las últimas fotos que tomé.
Guau. Podría poner esto en un calendario. Ellas definitivamente van a mi sitio web.
Ozzie se para a discutir, y lo capturo con la luz perfecta y consigo unos pocos
disparos antes de que salga del marco.
101
Aparto la cámara de mi cara.
—¿Qué pasa?
—¡No vine aquí para ser fotografiado, vine aquí para darte a tu perro de
nuevo y acompañarte a casa!
Los dos fruncimos el ceño hacia ella. Yo, porque está haciendo que parezca
que le estoy haciendo ojitos a él o algo así, y él, no sé. Tal vez está enojado porque
todavía está atascado conmigo.
—De todos modos, diviértanse, chicos. Tengo que conseguirle a Sammy algo
de almorzar antes de que se ponga todo hipoglucémico sobre mí. —Lo levanta,
vestido, tacones, y todo, y se dirige a la puerta. Agarra su bolso en su salida.
—Será mejor que tu escolta te lleve. Tengo recados que hacer. ¡Ciao!
—Oh, Dios mío. —Agarrando una camisa cercana que Sammy sacó del
estante de ropa, la empujo sobre mi nariz.
—Si tuviera que adivinar, diría que salchicha. —Le guiño un ojo a Ozzie por
encima de la camisa.
Es sólo cuando inclina su cabeza hacia atrás y deja escapar una risa enorme
que por fin puedo respirar de nuevo.
16
—A
sí que esta es tu casa. —Ozzie atraviesa el vestíbulo
apenas al pasar por la puerta de mi hogar hacia la sala
con un ojo crítico. No sé si le gusta o no lo que ve, su
expresión se mantiene neutral. Su oferta de asegurarse de que todo fuera seguro en
mi casa era demasiado tentadora para rechazar. Voy a fingir que dije que sí porque
me preocupaba mi seguridad y no porque quería verlo estirando su camiseta un rato
más con esos músculos suyos.
—Sí. Hogar dulce hogar. —Paso por la sala hacia la cocina, sacando comida
para perro de una alacena superior y llenando dos platos, uno enorme y uno
diminuto. Sahara se traga su plato en cinco segundos y eructa estruendosamente
antes de colapsar en el suelo. Félix toma unos granitos con la boca, los lleva al otro 103
lado de la cocina, y los come en un rincón antes de volver por más.
—Lo llamamos comida para llevar de perrito. Félix nunca come en su plato.
Lo considera sólo un envoltorio.
—¿Qué? ¿Por qué lo estaría? —Cuando antes estaba hipnotizada por nuestros
adorables perros, ahora tengo miedo. Los eventos de anoche vuelven de repente a
mi mente.
Se encoge de hombros.
—No, claro que no. Mira todo lo que quieras. —Mi mente está corriendo. No
vine a casa anoche, ¿cómo sabría el que me disparó en dónde vivo? No podría,
¿verdad? No tengo nada de publicidad sobre mi negocio en mi auto. Iba a ponerle
algo, pero no quería cubrir su brillante pintura roja. Me imaginé que cuando me
cansara un poco del auto, le pondría un letrero. Ahora me alegro de no haberlo
hecho. El anonimato tiene sus beneficios, especialmente al escapar de asesinos.
104
Oigo pasos sobre mi cabeza.
—¡Jaja! —Eso no fue para nada gracioso. Debería ser más sensato que hacer
chistes sobre gente atacándome. ¿Qué clase de experto en seguridad es, de todas
formas?
Frunce el ceño.
—¿Tú no lo estarías?
105
Él se encoge de hombros.
—Thibault. Quizá Toni. Ellos te instalarán algo básico para dejarte más
tranquila. —Mira a la cocina cuando llega al final de la escalera—. ¡Sahara! ¡Nos
vamos!
Ozzie y yo estamos de pie en el vestíbulo. Decir que la situación es incómoda
no alcanza a describirla. Vio mi cuarto. Vio mis sábanas. Fue a mi baño, y estoy
segura de que había una caja de tampones a la vista. Va a enviar a alguien para que
me instale cosas. Es tan sexy que me hace sentir calor en lugares oscuros. ¡Agh!
—¿Hay algo más que necesites? —pregunta Ozzie, y por primera vez me está
mirando fijo a los ojos esperando mi respuesta. El tiempo se detiene mientras caigo
en el trance que sus brillantes ojos verdes me causan. Mi sangre hierve, pero no con
un calor furioso; es algo completamente diferente.
Sí, Ozzie, pienso para mí misma, necesito una cosa. Algo que no he tenido en
mucho tiempo. Sexo, y mucho.
—¿Estás bien?
Upsi. Error.
Puedo sentir su calor allí y los músculos moviéndose bajo su piel. Tengo que
aclararme la garganta para hablar con normalidad. Sólo sirve un poco.
—Gracias por todo, Ozzie. De verdad. Eres como un príncipe entre los
hombres.
—A eso me dedico.
Río y sonrío.
Auch. Hablando de una ducha de agua fría. Guau, ¿acaso leí mal el momento
o qué?
—No, no, no quise decir que fueras una molestia. —Sacude la cabeza—.
Maldición, estoy arruinando esto. —Suspira pesadamente y vuelve a empezar—. Lo
que quiero decir es que asegurarme de que llegaras a casa a salvo era lo correcto. Y
aunque tengo otras diez cosas que debería estar haciendo ahora mismo, me alegro
de estar aquí revisando que tu casa sea segura.
Entro en pánico, pensando que es la última vez que lo veré. ¡Rápido, cerebro!
¡Piensa en algo encantador e inteligente para decir!
No tengo idea de por qué esas palabras salen de mis labios. Falta de sueño.
Es algo terrible. Terrible, terrible, horrendo.
—¿Sábanas floreadas?
—¿Por eso es que te vas corriendo? ¿Porque mis sábanas floreadas son
horrendas?
¡Sí! ¡Esa soy yo! Sigo hablando cuando debería meterme un zapato por la
garganta. Mi rostro arde al entender que no puedo escapar de esta. Es como si nunca
hubiera estado cerca de un hombre antes. ¿Hace cuánto que no tengo sexo, de todas
maneras?
Baja los escalones hasta el empedrado hacia la entrada, sin decir más. Sahara
casi me tumba cuando pasa a mi lado para alcanzarlo.
108
17
E
stoy haciendo palomitas cuando suena el timbre.
—Sí, soy yo. ¿A quién esperabas? ¿A Ozzie? —Ríe de su propia broma, pero
no sé si está implicando que me gusta Ozzie y estaba esperando que viniera o si
quiero apuñalarlo a él. Vuelvo a guardar mi cuchillo antes de responder.
—Sin dudas. Pero después del trabajo. Trabajo antes que placer. —Mira
alrededor de la cocina—. ¿Te molesta si miro alrededor?
—Sólo voy a contar todos los puntos de entrada y veré lo que necesitamos
para asegurarlos y conectarlos a la red.
—¿La red? —Me muerdo el labio, preguntándome cuánto va a costar eso. No
tengo muchos ahorros. Mi última mala racha ha sido muy larga.
Cuando pasa de largo, suelto el aliento. Gracias al cielo hoy metí el auto en el
garaje. Suelo dejarlo en la entrada, pero me preocupaba que los que vinieran a
ayudarme con la seguridad no tuvieran donde estacionar si no lo desocupaba.
Comienzo a creer que nunca más me sentiré segura dejando el auto ahí afuera.
—Saltarina. —Se queda de pie a mi lado y mira por la ventana—. ¿Ves algo
allí afuera?
—No estoy segura. —Me acerco a él—. Creí haber visto al auto que me siguió
anoche, pero quizá no sea.
—¿Marca y modelo?
—¿Grande? ¿Ford? ¿Cadillac? ¿Buick? —Lo miro—. Lo siento. Apesto con los 111
modelos viejos. Si me preguntas sobre modelos económicos del 2014, te podría decir
todo.
—No, me compré el auto hace unos meses. Para ello tuve que investigar
mucho antes de decidirme.
—Más una entusiasta del presupuesto. Quería obtener el mejor auto con lo
que podía pagar. —Me vuelvo a sentar con mi computadora. La forma relajada de
expresarse de Thibault me ha relajado un poco. Además, el auto que merodeaba ha
desaparecido y la calle vuelve a estar vacía.
Lo miro y sonrío.
Me encojo de hombros.
—Hasta cierto punto. Puedo aclarar u oscurecer, quitar cosas, añadir cosas.
Pero no puedo arreglar todo. Si no tomas las imágenes en el lugar indicado, no se
puede hacer mucho.
—Esa es la cosa. Nos falta ese talento. Tenemos casi todas las bases cubiertas,
112
sólo no esa.
Thibault agarra una silla de la mesa del comedir y la arrastra para sentarse
cerca de mí. Comienza a contar con sus dedos.
—Bueno, veamos… tenemos a Dev con artes marciales. Hace todo nuestro
entrenamiento físico, con ayuda de Toni. Lucky es el chico de los números. Se mete
en las finanzas y encuentra lo que sea que traten de ocultarle. Tampoco es mal
tirador. Yo me encargo de seguridad, y Ozzie es el cerebro detrás de todo. También
es la cara visible del negocio. Trabaja con la policía o quien sea que nos contrate para
saber la idea del trabajo y unir todas las piezas. También escribe los reportes finales.
Odia esa parte, pero como nadie más la quiere, le toca.
—No lo sé. Supongo que sí. Pero no me da tanto miedo como creo que quiere. 113
—La mayoría de las personas creen que es el bastardo más desagradable que
han conocido.
Bufo.
Me inclino para ver lo que ha anotado, pero su letra es ilegible. Espero a que
lo traduzca.
—Tienes cinco ventanas arriba, dos en cada cuarto y una en el baño. Hay tres
abajo y dos accesos, uno en el frente y otro en la parte trasera, además del que hay
del garaje. En total son once puntos de entrada que deben ser preparados.
—¿Preparados?
—¿Qué es eso?
—Guau. Eso es… generoso. Supongo. —No recuerdo haber dicho que
trabajaría para ellos, aunque sí que hice un buen caso de mis cualidades. ¿Por qué
demonios lo hice?
Mi expresión cae.
—Esa no es la mejor forma de convencerme para trabajar con ustedes, sabes.
Se rasca la cabeza.
—Quizás no. Pero oye, ¿tomar fotos? No es nada. Prácticamente cero riesgos.
Ninguna de las personas con quienes lidiamos te verá. Serás como el hombre
invisible.
—Se pagan trescientos dólares la hora, más gastos. La mayoría de los trabajos
tienen una carga de vigilancia mínima de cinco horas, saca o agrégale, y hacemos en
promedio cinco trabajos al mes. Al menos eso dice Lucky.
—¿Disculpa?
115
Sonríe.
—¿Y debo creer que no hay riesgos? —Mi presión sanguínea va a estallar.
Realmente me vendrían bien trescientos la hora, incluso si es una hora al mes, pero
no si me matarán haciéndolo.
—No para el equipo de vigilancia. Pero su papel es crítico. Sin ellos, entramos
en las situaciones a ciegas y sordos. Cobramos mucho si el trabajo requiere
vigilancia. —Comienza a dirigirse a la puerta—. Deberías venir a ver nuestro equipo.
Ver si necesitarías ordenar alguna otra cosa.
—Ozzie quiere que todo el equipo que usemos sea propiedad de la empresa,
por lo que si no tenemos aún lo que necesitas, lo compraremos.
Corro a ayudarlo.
116
18
U
n texto hace que mi teléfono suene. Estoy de pie en el panel de la
alarma cerca de mi puerta, tratando de recordar todas las
instrucciones que Thibault me dio hace una hora. Si alguien entra
por la puerta e insiste que desconecte la alarma para que pueda asesinarme o
robarme, ¿se supone que debo ingresar los cuatro números?
Supongo que planea hacerme esa oferta que no puedo rechazar esta noche.
Ya he decidido, sin embargo. No voy a trabajar con ellos. No soy una chica de
espionaje; sólo soy una fotógrafa con un talento especial para capturar un momento
en película. Además no estoy tan emocionada de estar en peligro. Una noche de ser
perseguida y dormir en un almacén es suficiente para mí.
117
No se dio por aludido. Suspiro. Miro alrededor y decido que si va a venir, bien
podría recoger algunas cosas. Como los calcetines que dejé en el suelo junto a mi
escritorio, por ejemplo. Probablemente también debería conseguir una botella de
vino. No es que vayamos a comer y beber o lo que sea, pero sería grosero no tener
bebidas, ¿verdad? Camino rápidamente hacia la puerta, deslizo mis pies en mis
sandalias, y agarro mi bolso del suelo en el vestíbulo.
Pulso los cuatro números que creo recordar y salgo de casa, cerrando la
puerta detrás de mí. Esperando unos segundos, no escucho nada, así que supongo
que es seguro salir.
Comienzo con una botella de Merlot y luego decido que debería comprar dos,
por si acaso. ¿Por si acaso qué? No tengo idea. Sólo en caso de que él traiga un amigo,
tal vez. No es que espero que se quede por las dos botellas. Eso sugeriría que estoy
pensando en emborracharlo y posiblemente un poco de manoseo. Y no estoy
haciendo eso, claro. De ninguna manera. Sólo la idea me hace sentir inquieta de una
manera sexy.
—¿Cuál era ese código? —digo entre dientes, mirando el teclado. El pitido
estridente es demasiado molesto. ¡No puedo recordar! Saco de un tirón mi teléfono
118
de mi bolso, pulsando en el botón de calendario—. ¡¿Cuándo es tu cumpleaños,
Thibault?! —Fijo la mirada en los días de la semana, pero no puedo recordar si es
sábado o domingo. Tomo una conjetura salvaje y presiono los números.
—¡Maldita sea!
Mi teléfono suena.
—¡Hola! —Estoy gritando para hacerme oír por encima de las sirenas.
—Esta es May. Soy May. Soy la dueña de esta casa. —Presiono unos cuantos
botones más en el teclado, probando otra fecha, pero no pasa nada. Mis tímpanos
están doliendo por las sirenas y la locura de Félix.
—¿Estás bien?
—¡Estoy bien! ¡No puedo recordar el estúpido código para poner en esta cosa,
maldita sea!
Ríe.
—Hola.
—Hola —dice, con los brazos envueltos alrededor de dos bolsas de papel.
Sahara se abre paso entre ambos y entra en la sala de estar, moviendo su cola. Félix
comienza su danza de bienvenida-a-mi-casa-de-soltero mientras ella gira en
120
pequeños círculos, tratando de meter su nariz en el trasero de él.
Eh. No estoy segura cómo me siento por esta cosa de la cena improvisada.
¿Lo mencionó en el mensaje de texto? Verifico que no lo hizo.
—¿Cuál era?
Estoy algo sorprendida no sólo con lo bien que controla a nuestros perros,
sino también con la cantidad de comida que ha traído. ¿El resto del equipo se nos
está uniendo, o qué?
—Escoge cuatro números que puedas recordar, y los programaré para ti esta
noche.
—Sí, claro. —Se escapa de mi boca antes de que pueda detenerlo. Estaba
imaginando su mano tocando mi cuerpo y cómo perdería por completo todo mi
autocontrol si eso ocurriera, pero gracias a Dios, él no sabe eso.
Me encojo de hombros.
—Nada. —De hecho, me refiero a que es una amenaza potencial para mi buen
juicio, pero si quiere interpretarlo que significa que lo encuentro aterrador, no voy a
desengañarlo de esa idea. Tal vez le dará un empuje agradable a su ego. Además no
hay manera en el infierno que vaya a admitir que tengo un flechazo por él cuando
no está interesado para nada de esa manera en mí.
Se vuelve hacia mí, y parece que está teniendo problemas para elegir las
palabras adecuadas. Abre la boca, pero no sale nada. Mira a su alrededor un
momento y lo intenta de nuevo.
—Yo… eh… eh… Quise decir que… eh… —Agarro una botella de vino de la
encimera y la alzo entre nosotros—. ¿Algo de vino?
122
—Sí, seguro. Una copa. —Suena aliviado.
—No puedo prometer que sea bueno, pero tiene alcohol. —Le tiendo un vaso
y alcanzo el mío.
—Salud.
No puedo pensar en nada más prosaico que decir, así que en cambio hago lo
que se espera de mí.
Abro un armario y saco dos. Luego hago una pausa antes de cerrar la puerta.
¿Por qué trajo la cena? ¿Es una cita, o sólo me está adulando para que tome el
trabajo? No voy a tomar ese trabajo, no importa la cantidad de adulación que esté
involucrada.
—¡Qué demonios, hombre! —Lanzo los últimos cubiertos sobre la mesa con
un sonido metálico y un estrépito.
Da un paso atrás lejos de la comida, con los brazos cayendo a los costados. De
hecho, me lo puedo imaginar en un uniforme militar preparándose para saludar.
—Estás enojada.
Hago pucheros un poco. Esa langosta me está llamando con toda su rica y
gloriosa manteca.
—¿Puesta en jaque?
Se ríe.
—Creo que esta es la primera vez que he molestado a una mujer por
comprarle langosta. —Mezcla un poco de arroz pilaf antes de sacar un par de
porciones, una para cada plato.
—No estoy segura de por qué eso te hace tan feliz —me quejo. 124
—Yo tampoco.
Sale una enorme langosta que flota hacia mi plato. Su caparazón de color
grosella sigue brillando del que sea el vapor en que se lo hizo. Félix deja su lugar
junto a Sahara y se instala a mis pies. La pequeña bestia me conoce bien; terminará
teniendo una probada de todo lo que está en mi plato, pero no porque le dé de comer
porciones a propósito. Tengo una tendencia a dejar caer las cosas.
—Los consigo por avión de vez en cuando desde Maine. Tengo un amigo allí
arriba.
—Guau. Qué buen amigo. —Tomo otro sorbo de mi copa de vino. Está casi
vacía, así que me sirvo un poco más.
—Me lo debe.
Me pregunto lo que me exigiría si yo le debiera un favor. Sólo la idea me hace
volverme toda ansiosa de nuevo. Sé lo que a mí me gustaría ofrecer.
125
19
C
omemos en un amistoso silencio por unos pocos minutos, suficiente
tiempo para que sumerja un trozo de langosta en algo de mantequilla
y cierre mis ojos, suspirando de felicidad. No he tenido este tipo de
comida en un laaaaargo tiempo. Creo que la última vez que tuve langosta fue
cuando estaba saliendo con este abogado llamado Alfred. Era un estúpido, pero hizo
que amara los restaurantes de lujo. Sin embargo, rompí con él cuando se negó a
comer mi ziti al horno. La comida esnobista no es tolerada en mi casa. Sólo
pregúntale a Félix.
—Thibault dice que ustedes dos hablaron hoy. Algo acerca del trabajo.
126
El último bocado de langosta se pega en mi garganta. Tengo que engullir el
resto de mi vino para tragarlo.
—Sí —digo, mi voz forzada. Estoy sudando ahora. Maldita sea de nuevo.
Demasiado nerviosa para decirle directamente que no estoy interesada.
Ozzie rellena mi copa con más vino rojo oscuro. Estoy mareada, viendo el
líquido derramarse. Quizá si bebo más, será más fácil rechazarlo. Para nunca verlo
otra vez. Ugh. ¿A quién estoy tratando de engañar? Sé que nunca será fácil hacerlo.
—Sí. Mucho. No quisiera morir antes de que tenga al menos ochenta si puedo
evitarlo. Especialmente no con balas involucradas.
—Decir que hay algo en mi cara. —Limpio mi barbilla varias veces, haciendo
que arda en el proceso. Qué embarazoso. ¿Cuánto tiempo he estado sentada aquí
con una barbilla brillante? Vaya bicho raro.
Se alza de hombros.
—Bien.
—¿Bien qué? —Su asentimiento incondicional me vuelve loca. No creo que 127
sea una reacción normal de él. ¿Está burlándose de mí?
—¡¿Arroz también?! —¡Ah! Limpio toda mi mandíbula, rezando para que los
granos no estén en ningún lugar más arriba de la cara. ¿Qué? ¿Tiré comida dentro de
mis cejas también?
Está riéndose.
Me deleito en los pastelillos de maíz que descubro en otra caja. Tan dulces,
tan… cursis.
—Escucha —dice un par de minutos después—, sé que era muy firme antes
con que no te quería a ti a bordo, pero cambié de opinión. Quiero que vengas a
trabajar para nosotros. —Se detiene—. Puedo garantizar tu seguridad.
—¿Por qué yo? —¿Y por qué el cambio de idea? Le doy una mordida al
pastelillo y mastico mientras lo veo, buscando en su cara alguna decepción. Sin
embargo, inmediatamente me distraigo cuando un nuevo sabor golpea mi lengua.
Dios mío, alguien puso cebollinos en estas cosas. ¡Un genio! Guau. Mastico dos veces
con rapidez, buscando adelantarme a mi siguiente mordida. También podría estar
tarareando un poco.
—Tu físico.
—¿Qué tiene que ver mi físico? —Puedo sentir mis orejas comenzando a
arder. Alargo la mano y arreglo mi cabello, de inmediato me detengo. Él no está
evaluando mi peinado, por el amor de Dios. ¿Qué está mal conmigo? ¿Cuándo me
volví tan insegura?
—No sólo vas a estar sentada en un auto. —Baja su tenedor, limpia su cara y
luego suelta su servilleta sobre la mesa—. El trabajo viene con beneficios completos:
seguro, jubilación, una casa con seguridad, auto de la compañía, todo el equipo que
necesitarás y referencias si quieres irte a otro lado a trabajar.
—Podemos negociarlo.
—Contrólate, May Wexler. —Salpico algo de agua sobre mi cara y luego 130
enloquezco cuando veo a mi rímel dejando un camino negro hacia mis mejillas—.
¡Ah! ¡Detente!
¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! ¡Él cree que necesito un rescate en el baño!
—¡Estoy bien! —digo con toda la falsedad y alegría que puedo reunir—. ¡En
realidad, no podría estar mejor! —¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate, idiota!—. ¡Quédate
afuera!
Hago pipi realmente rápido, lavo mis manos y remuevo cualquier rastro de
rímel de mi cara antes de dejar el baño. Encuentro a Ozzie en la sala, mirando
algunas fotos familiares que tomé antes de que mi abuela muriera.
—Quizá.
—Oh. —Tengo que apartar la mirada así puedo dejar de meter la pata. Allí
voy de nuevo, asumiendo que esta es una atracción en doble sentido. Idiota—. En
ese caso, la respuesta es no. Vivo sola. —Me volteo de frente a la ventana así él no
verá mi expresión, cuya mejor descripción sería “humillada”.
—Bien. —Ahora puedo decir, por su voz, que está cerca de la puerta de
enfrente—. Eso lo hace más fácil.
Giro mi rostro hacia él, por poco sin perder mi balance, pero acercándome.
—Más fácil para hacer demandas de tu tiempo. Trabajamos hasta muy tarde
algunas veces.
132
Él y Sahara están atravesando la entrada y bajan las escaleras del porche
delantero antes que me pueda dar cuenta de lo que está pasando.
¡Él se estaba marchando! ¡¿Por qué tan pronto?! ¡Todavía estoy agitada! ¡Esta
fiesta solo está empezando, eh!
—¡Oye! ¡Tú! No puedes solo darme vino y alimentarme y no… y no… —¡Oh
Dios mío! ¡Casi digo “hacerme sexo oral”! ¡Ack! ¡Alerta, alerta! ¡Envíen a los
bomberos! ¡Estoy en llamas!
Los cojines del sofá son los siguientes, esos hijos de puta. Los volteo boca
abajo y hacia los lados. Uf, no es tan satisfactorio desordenar un cojín del sofá.
Quiero romper algo, pero no me gusta romper cosas, porque luego tengo que
limpiarlas, así que en su lugar desordeno mi cabello. Cuando he terminado, estoy
segura de que mi pelo parece que quedó atrapado en una licuadora. Uf. Usar toda
esa energía para destruir mi peinado y mi entorno realmente me ha ayudado a
calmarme un poco.
Ozzie está de pie allí, una montaña gigante de músculos y calma. Una de sus
cejas sube cuando se fija en mi apariencia.
—Adiós —susurra contra mi boca, justo antes de presionar sus labios contra
los míos.
Él, por otra parte, es tan sólido como una roca. Por todos lados.
Mis manos están temblando cuando las tiendo para empujar mi pelo detrás
de mi cara. Puedo mostrarme calmada. Puedo manejar esto… lo que sea que es. Tal
vez él besa a todos sus nuevos empleados. No voy a ser la primera en hacer una gran 134
cosa de esto, si ese es el caso.
Él camina hacia atrás dos pasos antes de que se dé la vuelta y camine hacia su
camioneta.
Espero hasta que esté fuera de vista antes de cerrar la puerta y caer al suelo
en un charco de baba.
Cuando me detengo en el almacén, Thibault hace señas para que lleve el auto
135
dentro. Todos los demás han estacionado fuera.
—Sólo que no como cualquier profesor de educación física, que hayas tenido
antes. 136
—Y que lo digas —murmura Toni.
—Veamos qué sabes hacer. —Hace un gesto para que me acerque—. Ven aquí
y golpéame.
Río por un segundo antes de darme cuenta que está hablando en serio. Al
igual que todos los demás.
Frunzo el ceño.
—¿Por qué no? —Se dobla un poco por la cintura, dejando su cabeza más
nivelada con la mía.
—¿Y qué pasa con la gente que se prepara para golpearte a ti? —Levanta los
brazos y agarra un palo de la mesa de al lado y lo sostiene—. ¿Te gusta golpearles?
—Si me golpeas con ese palo, vas a lamentarlo mucho. —Mi mano se desliza
despacio dentro de mi bolso. Ahora mismo no estoy aterrorizada exactamente,
porque estoy segura de que Dev es un tipo amable y que solamente está haciendo el
tonto, pero eso no significa que no usaré el Taser con su estúpido trasero si me
golpea con esa arma. De todas formas, ¿qué clase de comité de bienvenida es este?
Estaba esperando algo como cafés y donas, no golpes con un palo.
Sonríe.
—No bromeo, Dev —Doy un paso atrás. Parece ir en serio, pero no puede
estarlo, ¿verdad? Miro alrededor a todos los demás, y nos están mirando
atentamente. Ninguno de ellos parece angustiado o divertido. Esto es trabajo para
ellos.
137
Se mueve más rápido de lo que esperaba; dos zancadas le tienen frente a mí.
El palo asciende.
Se detiene justo junto a mi brazo, y abro un ojo primero para asegurarme que
está bien.
—No, no lo estoy. Estoy esperando que todo esto vaya a parar muy pronto.
Toni resopla.
—De acuerdoooo. —Le miro a los ojos, mi dedo quita el seguro de mi Taser
dentro de mi bolso. Desgraciado. Haciéndome usar mi Taser. Estos cartuchos son
caros. Lo sé porque tuve que reemplazar uno cuando una vez me dispare a mí misma
en el pie, accidentalmente. Que te den una descarga de Taser es tan doloroso como
el infierno, así que definitivamente después no va a estar contento conmigo.
Saco mi mano fuera del bolso de un tirón y empujo el Taser hacia su torso.
Algún tipo de grito loco de guerra abandona mis labios mientras me encojo y espero
el dolor que provocará el palo.
—¡Paaaaaaraaaaa!
Todo mi cuerpo se contrae y mi dedo aprieta el gatillo del Taser. Las puntas
se disparan hasta llegar a su final, y todo el infierno se abre paso.
Los ojos de Dev se salen de sus cuencas.
—¿Qué diablos está pasando aquí abajo? —grita Ozzie desde lo alto de las
escaleras.
Salto hacia un lado para impedir ser aplastada. Los cables que salen del final
de mi Taser se estiran tensos conmigo.
Ambos caen apilados al suelo, Dev encima de su estúpido palo, Lucky encima
139
de Dev, quien está gimiendo como un elefante herido, y mis cables se enredan entre
los dos.
—Lo siento, lo siento de verdad. —Casi no puedo hacer salir las palabras,
estoy tan avergonzada. Me siento fatal—. El gatillo era mucho más sensible de lo
que esperaba. —Probablemente debería llevarlo a que lo revisen. Dos accidentes con
el Taser no pueden ser bueno. Prometo que en realidad no iba a dispararle. Estaba
planeando simplemente asustarle para que no me golpeara. Joder.
Lucky se levanta y lanza a Dev sobre su espalda. Los cables están aún
conectándolo a mi arma. Sí, definitivamente las púas están en su piel, no sólo en su
ropa. Ups.
—¿Por qué diablos está Dev tirado en el suelo con púas de Taser en el pecho?
—Ozzie está de pie a unos pocos metros con sus manos en sus caderas.
—Estábamos dándole una introducción —dice Toni—, justo como nos dijiste.
—Estoy bastante seguro que no le dije a ninguno que la asustaran tanto como
para que disparara a Dev. —Se rasca la nuca—. ¿Estás bien, hombre?
Dev intenta contestar, pero lo único que salen son gruñidos y gemidos. Sus
ojos se ponen en blanco.
—No te disculpes. —Mira con furia a Thibault—. Ahora mismo tú eres el que
debería estar hablando.
140
—De acuerdo, bien, bien. Tomo toda la responsabilidad. —Thibault alza sus
manos en señal de rendición—. Hablamos sobre esto antes de que ella llegara y
decidimos que simplemente veríamos si tiene algún instinto de autodefensa.
—¿Y qué han decidido tras su pequeño experimento? —Ozzie mira a cada
uno individualmente.
—Oh, ¿tú crees? —Ozzie hace un gesto a Dev—. Llévalo arriba, y sácale esas
malditas púas del pecho. Y si lloriquea, abofetéale en la cabeza.
—Estoy en ello, jefe. —Lucky agarra sus piernas para ayudar a Dev a
mantenerse en sus pies. Después de varios tropiezos, los dos se mantienen de pie,
Lucky con su brazo bajo el hombro de Dev para darle soporte. Tras retirar el
cartucho de mi Taser y dárselo a Lucky, comienzan a irse, pero deteniéndose
después de algunos pasos. Dev gira su cabeza y habla sobre su hombro. Sus palabras
son un poco farfulladas.
Ozzie gruñe.
Podría jurar que oigo orgullo en la voz de Ozzie, pero no voy a dejar que se
me suba a la cabeza. Me siento fatal. No puedo pensar en una peor forma de
comenzar mi nuevo empleo. Dev nunca va a perdonarme.
—Cuando acaben de hacer el tonto aquí, tenemos una reunión arriba que
necesita hacerse.
—No hay mejor momento que este. —Toni mantiene arriba su mano mientras 141
camina hacia mí—. Choca esos cinco, hermana. Bien jugado.
—¿Te importa si me quedo con eso? —Me tiende su mano y mira hacia abajo
a mi arma sin cartucho.
Thibault sonríe.
—Oh, la habrá… puedes confiar en eso. —Se vuelve para subir las escaleras.
¿Qué demonios? ¿Va a intentar golpearme otra vez? Voy a necesitar que me
devuelvan el Taser. Me pregunto si los cartuchos contarán como gastos de empresa.
No creo que deba pagar de mi sueldo por protegerme contra compañeros chiflados.
Ozzie y yo nos hemos quedado juntos en la planta baja, de pie separados por
pocos metros.
Río un poco.
—Y creo que ahora es cuando se supone que digo que estoy encantada de
estar aquí y que no puedo esperar a comenzar.
Sonríe.
Camino detrás de él, mi cara en llamas. Está siendo amable, y no está molesto
por electrocutar a su empleado. Hoy quizás no apeste después de todo.
Se ríe por lo bajo pero no dice nada en respuesta. Subimos las escaleras juntos
y entramos en la habitación llena de espadas ninja.
22
T
odo el mundo tiene un lugar alrededor de la mesa donde nosotros
tuvimos sopa la otra noche. Hay unas pocas carpetas en frente de cada
persona y una jarra de agua con hielo en el centro de todo esto. Mi
vaso ya está lleno, cortesía de Dev.
—Bien, así que echémosle un vistazo al archivo Harley —dice Ozzie, girando
la tapa de la carpeta frente a él. 143
Abro mi copia y veo el memorándum allí. Un rápido escaneo de los papeles
me dice que el departamento de policía de Nueva Orleans ha contratado a estos
consultores, de la firma Seguridad Bourbon Street Boys, para ayudarlos a infiltrarse
a una pandilla local y tratar de reunir datos que podrían encaminar a algunos
arrestos. La operación se llama la Harley Op porque era el apodo de Ozzie cuando
llevaba la barba y el cuero.
Tengo morder mi labio para evitar reírme. La barba era tan horrible. Robo
una rápida mirada a él para ver si puedo imaginármelo llevándola otra vez, pero no
puedo. Es demasiado lindo ahora para ser ese feo hombre que me salvó la vida la
semana pasada.
Hago una nota mental para preguntarle a alguien exactamente cómo fue que
arruiné las cosas. ¿Sólo por estar en ese bar todo se fue a la mierda? Lo dudo. Fue
probablemente la barba. Incluso los criminales saben que algo feo no puede terminar
bien.
Lucky habla.
Ozzie cierra su carpeta y mira hacia mí, poniendo sus manos en la mesa en
frente de él.
Oh, mierda. Creo que aquí es donde entro yo. ¿Esto será mi penitencia por
burlarme de su tonto disfraz de barba? Me retuerzo en mi silla, con toda la atención
144
sobre mí.
Ella asiente.
—Tú y Pequeña Bo Peep pueden dirigirse allí hoy si puedes manejarlo. —Está
mirando a Toni, no a mí.
Alzo mi mano.
—En realidad, tengo una pregunta. Y siéntete libre de llamarme May, para el
caso. —Sonrío—. Sólo estoy preguntándome, si fuera a ir con Toni hoy,
¿exactamente qué estaríamos haciendo? —Dibujo una invisible letra M sobre la mesa
en frente de mí, tratando de actuar tan calma como sea posible. Si se requiere que
lleve un arma, no voy a estar haciendo esta cosa de la que está hablando, sea lo que
sea.
—Y por cosas sucediendo, ¿te refieres a…? —Dibujo una A y una Y invisibles
sobre lo alto de la mesa para completar mi pequeña distracción. No me voy a asustar.
No dejaré que mi cara arda en rojo brillante.
—¿Ajenas? —pregunto.
Todos asienten, como si hubiera algo dentro de la historia que fuera con ese
comentario. 146
—¿Algo más? —pregunta Thibault, levantándose de su silla.
—Bien. Seguro. —No, no voy a enloquecer por estar sola con él aquí mientras
todo el mundo nos deja y va hacia las escaleras.
Actúo como si fuera críticamente importante que todas mis carpetas estén
bien alineadas por los cuatro lados mientras el equipo sale. Thibault es el último en
irse, y cierra la puerta de la cocina detrás de él.
—No seas tonto; no hay nada de qué disculparse. —Agito mi mano entre
nosotros y arrugo mi cara, actuando como si estuviera loco.
Para el momento en que estoy en la puerta con el código digital, soy casi capaz
de sostenerme. He pasado a través de esto antes, donde un chico se mete conmigo y
luego se arrepiente. Supongo que puedo ser irresistible algunas veces, y este es el
precio que tengo que pagar. Maldición. Como que realmente me gustaba.
La puerta se abre antes de que comience a entrar en pánico por el código que
no sé.
—No a menos que estés cerca de pegarme con un palo. —Hago un gesto a la
puerta cerrada—. ¿Se me permite saber el código?
—Oh, sí, perdón por eso. Supongo que necesitas este y también el de afuera.
Además necesitarás el que abre la enorme puerta de fuera, el de la caja fuerte de
armas y el del armario de cámaras.
—Estás de racha, bebé. —Dev abre la puerta pero la deja cerrar. Apunta de
donde nosotros estamos al teclado cerca de la gran puerta por donde entran los
autos—. El teclado allí pertenece a Toni. ¿Por qué? No lo sé. El código es T-O-N-1.
Puedes cerrar cuando te vayas. El resto de nosotros tenemos abridores automáticos.
No puedes conseguir uno hasta que salgas del período de prueba.
—¿Qué hay sobre la caja fuerte de armas y esos otros lugares? —pregunto
cuando nosotros bajamos las escaleras.
—¿Alguien está esperando con un palo allí afuera? —Me río de mi propia
triste broma.
—Sí, mi hijo. Mi mamá sólo podía cuidarlo por dos horas hoy, así que tengo
que ir allá y llevármelo.
—Lo conseguirás. —Está trotando a través del piso antes de que pueda
responder.
Ríe cuando se sube a su auto y sonrío todo el camino a través del cuarto en
donde Toni está esperando con un ceño fruncido en su cara.
23
—E
n el momento en que termines de hacer el tonto, puedo
mostrarte los casilleros a los que necesitarás acceso.
Ella apunta hacia la caja fuerte de armas que noté en mi último viaje hasta
aquí.
—Estas son las armas que utilizamos de vez en cuando. No siempre llevo,
pero cuando lo hago, obtengo mi pieza de aquí. El código es C-O-L-T-4-5.
Tira de la puerta para revelar más armas de las que nunca he visto en un solo
lugar, fuera de una película de acción.
—Las armas allí; rifles y escopetas, allí. Esa no es exactamente legal, así que
no puedes tener uno sin hablar con Ozzie primero.
—¿Certificados?
—Las balas allí. Las cajas están etiquetadas, así que asegúrate de agarrar la
caja correcta para el arma correcta.
—Sí, está bien. —Se trata de una broma completa. Como si me gustaría saber
151
cuál sería la bala correcta para un arma. Ja. No va a pasar. La única cosa que estaré
disparando será una cámara.
Me deja ahí parada con la boca abierta como una idiota, hablando mientras
camina. No tengo idea de si era en serio o no.
—Otro equipo en estos casilleros de por aquí. —Abre las puertas de a uno—.
Máscaras de gas, chalecos Kevlar, guantes, cascos, botas. —Cierra la puerta y abre
otra—. Equipo de acampar para operaciones de vigilancia que no están en la ciudad.
—Esa puerta se cierra, y se mueve hacia un armario cerrado con llave—. Y aquí
dentro es tu dominio. Lucky ya cambió el código en él. —Hace un gesto hacia la
cerradura y sonríe maliciosamente—. Adivinas cuál es.
Me acerco lentamente, mirando la estúpida cerradura, preguntándome cuál
es la gran broma.
—¿Cuántos dígitos?
—Cuatro.
—Ja, ja, muy divertido. —Abro la puerta, jadeando cuando veo los
contenidos.
—Me gusta mucho. —Meto la mano y levanto una cámara que he querido
durante los últimos cinco años, pero que no he sido capaz de pagar—. Santa madre
de los dioses de las cámaras…
—Sí. Ozzie no escatima. Dice que sólo somos tan eficaces como nuestras
herramientas.
152
Sonrío, pensando en Dev.
—¿Tipos malos?
—No hay fuego. Sólo no veo la necesidad de conducir como una abuela.
Este es el lugar, lo creas o no, donde se supone que debo establecer algún tipo
de vigilancia, con ayuda de Toni, para que podamos tratar de reunir cierta
información de los cabrones que viven aquí. O venden su crack aquí o lo que sea que
estén haciendo. ¡Ja! ¡Ciudad loca! Todo lo que sé es que he visto demasiados
pantalones colgando bajo, más allá de los traseros el día de hoy. ¿Ninguno de estos
chicos posee cinturones?
154
Me encojo de hombros.
—Espera hasta que veas nuestra furgoneta. —Ella está sonriendo y apretando
el volante. Dos segundos más tarde lo jala hacia la derecha, y tomamos una curva
demasiado rápido. Los neumáticos se quejan. De nuevo. Debe de tener que comprar
un nuevo conjunto cada par de meses, la forma en que deja goma detrás de donde
quiera que va.
Es muy desalentador saber que soy una decepción. Estoy bastante segura que
reprobé mi prueba de hoy con ella. Debería estar diciendo que gané un punto
electrocutando a su amigo y perdí un punto por no ser una conductora loca con un
deseo de muerte. Probablemente no debería pasar demasiado tiempo con ella.
6Ben & Jerry's: empresa europea que fabrica helados, yogures congelados, sorbetes y productos de
innovadores de helados.
Está subiendo por las escaleras.
—No sabrás cuán fuera de forma estás hasta que comiences a trabajar con
Dev. Créeme. Ninguno de nosotros lo hizo.
Doblo mi bíceps y sonrío con orgullo ante el pequeño bulto que se levanta
para saludar. Toni no tiene ni idea de lo que está hablando. Levanto cámaras durante
todo el día sin quejarme. Permanezco de pie durante horas. Tres meses. Eso es todo
lo que me llevará a ser del tipo duro. Ka-chow7, nena, ¡cuidado!
¿Tipo duro? ¿De dónde vino esa idea? No quiero ser del tipo duro, ¿cierto?
Dejo caer mi brazo de regreso a mi costado mientras imagino a ese hombre viniendo
por mí en su auto y disparándome otra vez, y asiento. Sí. Quiero ser del tipo duro.
Quiero ser alguien que no tenga miedo cuando sale por la puerta principal de su
casa, cuando ve a alguien sólo conduciendo frente a su casa lentamente, por el amor
de Dios. Quiero ser la clase de tipo duro que Ozzie encuentre atractivo.
—Oh, Dios mío —me digo en voz alta—. En serio, May, necesitas echar un
polvo.
—¿Quién, yo? No, no he dicho nada. Sólo recordándome algunas tareas que
tengo que hacer más tarde. —Es decir, hablar con un terapeuta, porque estoy loca.
—¡Lo hice! Dije eso. Vaya, tienes una gran audición. —¡Gracias, Dios!
—Sólo tienes que hacer una cosa más, y entonces puedes irte.
157
Engancho mi bolso sobre mi hombro.
—Un entrenamiento.
—Está bien. —Froto mis manos y miro alrededor—. ¿Dónde está Dev? Él es
mi entrenador, ¿cierto?
Se quita su sudadera para revelar debajo una muy apretada camiseta sin
mangas. Va demasiado perfectamente con sus muy reveladores pantalones cortos
para gimnasio.
—Está bien. Tenemos algunas para ti. —Apunta hacia un casillero—. Ahí
dentro. Cámbiate. Estaré de regreso en cinco.
158
25
R
esulta, que mantener mis manos lejos de Ozzie mientras entrenamos
juntos no es una prueba tan dura para mi fuerza de voluntad. En el
momento en el que empieza a hacer que me esfuerce y gruña al
presionar cosas con mis piernas y levantar por los aires alguna estúpida pesa, todas
sus atractivas cualidades quedan en segundo plano frente a su poco atractiva
terquedad militar. Estoy un pelín sorprendida que no haya intercambiado su barba
por un bigote diminuto y cuadrado.
—¡Ya hice una más! —Jadeo y resoplo mientras las pesas cuelgan de mis
brazos flácidos. Todo duele. Todo. Incluso los músculos de mi culo arden.
—No has llegado al tope. Vamos, veo una más en tus ojos. Levanta.
—Lo que ves en mis ojos es una amenaza de muerte. —Intento levantar las
pesas de todas formas. Principalmente porque la puerta en lo alto de las escaleras se
acaba de abrir, y Dev está bajando. Temo que si ve cualquier debilidad en mí, vendrá
a por mí el doble de duro una vez se haya recuperado, lo que se rumorea que será
mañana. Ahora mismo ya tiene el paso decidido como un resorte.
—Aquí, ayudaré.
—¡Aaaarrrrr!
160
—¡Eso es! —grita—. ¡Lo tienes!
Mis músculos están gritando, suplicándome que pare, pero sigo de todas
formas, forzándolos a cumplir, porque si no lo hago, me iré de aquí con la cabeza
caída por la vergüenza. Sé que todos en BSB dan todo lo que tienen en sus
entrenamientos, y no puedo ser Bo Peep por siempre. Mis brazos están temblando
por el esfuerzo. Por favor, no me dejes tirarme un pedo, por favor, no me dejes tirarme un
pedo.
Las pesas obedecen al fin a mi orden y alcanzan lo más alto de la polea. Ozzie
las toma de mis manos y las lleva lejos de mí como si estuvieran hechas de plumas,
liberándome de la prisión que es su entrenamiento. Siento como si mis brazos fueran
a salir volando hacia la atmosfera, ahora que todo el peso se ha ido. Después cuando
los dejo caer a mis costados, los siento como si tuvieran pesas de veinte kilos atadas
a las muñecas.
—Está bien por tu primer día —dice, poniendo las pesas en un estante con
muchas más de varios pesos.
Gracias a Dios, al fin puedo relajar mis cachetes ahora que la amenaza de
tirarme un pedo accidentalmente ha pasado. Doblándome hacia delante, descanso
mis manos sobre mis rodillas. El sudor sigue la ley de la gravedad y gotea por mi
cara y se mete en mis ojos. Guau, eso escuece. Me pongo de pie e intento parpadear
para quitarme el dolor. Seguro que parece que estoy llorando, pero estoy demasiado
cansada para limpiarme el sudor.
—No necesito esperar. Puedo volver mañana. —Todo este rollo de tipo duro
sale de lo más hondo dentro de mi yo más primitivo. Estoy bastante segura de que
hay un cubo cargado de adrenalina corriendo por mis venas, liberado de las
sensaciones que tuve hace unos minutos de estar muriendo por levantamiento de
peso.
—Oh Dios. —Dev está sonriendo, frotando sus manos entre sí—. No puedo
esperar para nuestro próximo entrenamiento.
Su felicidad es contagiosa.
Resoplo.
Mi teléfono suena y lo recojo del banco de pesas para ver quién es. Jenny. Me
ha dejado un mensaje que no puedo ignorar.
Hermana: Por favor llama lo antes posible. Sammy está enfermo y yo atascada.
Atascada puede significar cualquier cosa; conociendo a mi hermana podría
estar sin niñera o encerrada en el baño.
—¿He terminado aquí, o hay algo más que quieres que haga? —pregunto a
Ozzie.
—Nop, está bien. Solo vuelve mañana sobre las siete si puedes. Necesitas
tiempo para preparar el equipo antes de que ustedes vayan a hacer el trabajo.
Asiento, esperando que si llego tan temprano, significará también que me iré
antes. No es que me vaya a quejar si no puedo. Este lugar no es como ningún otro
empleo que haya tenido antes. Es mucho más… diferente. Informal. De alguna
manera es como pasar el rato con una loca familia. Una familia a la que le gusta
entrenar y echar pulsos. Gente loca. Creo que en cierto modo me gusta lo loco.
Se detiene y espera que Ozzie se adelante. Girando su cara hacia mí, baja su
volumen.
163
—Escucha, sé que hoy lo has dado todo, así que si no estás para otro
entrenamiento durante unos días, todo lo que tienes que hacer es decir la palabra.
No perderás ninguna credibilidad con ninguno de nosotros. Podemos ver lo duro
que lo estás intentando.
—De acuerdo.
Sacudo mi cabeza.
Nunca antes fui una persona muy de gimnasios, así que tener a alguien que
me fuerce a ello es probablemente bueno. Supongo que podría acostumbrarme a ser
un poquito más flexible. Cumpliré treinta pronto, y mi hermana ya me dijo unos
cientos de veces que a los treinta fue cuando su cuerpo comenzó a caerse.
Yo: De camino.
Le choco esos cinco sólidamente. Nada de recibir dos golpes esta vez.
Cuando está entrando por la puerta del piso de arriba, Ozzie sale. Camino
realmente despacio hacia mi auto por si acaso quiere despedirse. Estoy sentándome
dentro, pretendiendo que tengo que organizar mi guantera, cuando oigo su voz en
mi ventanilla.
—¿Tienes planes esta noche? —pregunta, con su tono informal que no revela
nada.
—De hecho, creo que sí. —Miro a mi teléfono, qué triste que mi hermana este
teniendo una crisis. Quizás Ozzie estaba pensando en pedirme salir.
Veo cómo se va, preguntándome si debería decirle cuáles son mis planes.
¿Parecería eso muy desesperado? Ozzie, ¡no te preocupes! ¡Mis planes no son con un
tipo! Oh Dios mío, sí. Totalmente desesperado. Quizás es mejor dejarlo creer lo que
sea que quiera. Es mejor hacerse la difícil, ¿verdad? ¿Y desde cuando eso importa?
165
¡Es mi jefe! No voy a dormir con él, ¡mierda!
Ozzie está mirándome como un halcón mientras doy la vuelta dentro del gran
almacén y encaro mi auto hacia la puerta abierta.
—Hasta mañana —digo mientras me deslizo por delante, tan fría como puedo
ser.
Dejo salir un largo suspiro al meter otra marcha pasando afuera de la gran
puerta delantera. Adiós, Bourbon Street Boys y hola, noche de Nueva Orleans.
166
26
O
igo los gritos antes de entrar a la casa, lo que me hace preguntarme
si debería haber venido directamente aquí en lugar de detenerme
para buscar a Félix. Frunzo el ceño cuando la puerta de mi hermana
se abre sin necesitar la llave que tengo en mi llavero. Debería ser más cuidadosa con
la seguridad en su casa. Hago una nota mental de chequear cuántas entradas tiene.
Quizás pueda pagarle un sistema de seguridad un día de estos. Quizás BSB tenga
algún descuento familiar.
Jenny está de pie con las manos en sus bolsillos traseros y el cabello
desordenado. Su blusa está mal abotonada, dejando una mitad colgando más largo
adelante. Tiene manchas de agua en ambas piernas y sólo está usando un calcetín.
El otro pie tiene las uñas pintadas con pintura que debe haberse puesto hace seis
meses.
—Te tomaste tu tiempo —dice, soplándose el flequillo lejos de los ojos al
mirarme.
Lo peor que se puede hacer en una situación así es responder a su actitud con
la mía propia. Lo sé de previas experiencias, así que mantengo el tono alegre.
—Mi nuevo trabajo. —Me deslizo a su lado, y me arrodillo para jugar con las
niñas en el agua. Hundo la cabeza mientras espero que los gritos regresen.
Sophie y Melody me miran con los ojos como platos. También saben qué
viene.
—¿Trabajo nuevo? ¿Cuál trabajo nuevo? ¿Qué demonios, May? ¿Acaso ahora
tienes una vida secreta de la que no me cuentas?
Yyyy ahora sabemos por qué esperé para decir algo. Giro la cabeza y la miro,
usando mi voz de terapeuta.
168
—Has tenido un mal día, Jenny- Boo. Ve a servirte una copa de vino y siéntate
en el sofá. Yo bañaré a las niñas, convenceré a Sammy de que se rinda a los dioses
del popó, y luego, una vez les haya dado de cenar con comida que cocinaré yo, te
acompañaré. Considera que esta es tu noche libre.
—De acuerdo —dice débilmente, dejando el baño antes de que puedan verla
llorar.
Odio verla arrastrando los pies de esa forma, apenas alzándolos del suelo. Ya
está arruinada, y ni siquiera ha probado alcohol. Amo a mis sobrinas y sobrino más
que a nada en el mundo, pero son el método anticonceptivo más efectivo que he
conocido. Las adolescentes deberían estar obligadas a ser sus niñeras antes de salir
en sus primeras citas.
—¿Qué le pasa a mami? —pregunta Melody, la del medio, cuando ella se ha
ido. La llamamos la Melody del medio a veces. Aún es suficientemente joven para
no odiarlo.
Asiente.
169
—Contapado de nuevo. Mi pancita y colita duelen.
Un sonido llega del retrete. Sammy intenta no reír cuando le lanzo una
mirada asesina.
Todos ríen.
—¡Rompió la regla de los pedos! —Se sujeta el torso, hace fuerza, y logra sacar
tres burbujitas al agua.
Para cuando puedo volver a mirarlos, los tres se están riendo histéricamente.
—¡Hice popó!
27
L
os niños están comiendo su espagueti en la mesa de la cocina, con
Félix debajo, listo para las cosas que caigan. Se están comportando
muy tranquilos, a cambio de helado de postre, y yo estoy sirviéndome
una copa de vino de la botella que ya mi hermana ha medio terminado.
Considero cruzar mis piernas debajo de mí, pero cuando lo intento, me duele
demasiado, por lo que sólo las dejó caer al suelo en su lugar.
171
—No es la gran cosa, la verdad. Sólo voy a tomar algunas fotos para estas
personas.
—¿Por qué tengo la impresión de que es mucho más que sólo tomar algunas
fotos? ¿Es una especie de cosa porno? —Mira por encima de su hombro a la cocina
y luego baja la voz—. Sabes que no puedes participar en la industria del porno. ¡Ellos
te reclutarán en la parte de actuación!
Me río. Es tan bueno estar aquí sentada en su sala de estar con ella. Amo a mi
hermana y su loca mente.
—Estás loca. Y puedes relajarte, porque no tiene nada que ver con la industria
porno. Es una empresa de seguridad. —Suena mucho más seguro cuando lo digo de
esa manera. Sin riesgo. Es mejor para mi hermana escucharlo de esta manera; de lo
contrario, va a volverse toda mamá gallina conmigo y me va a hacer empezar a
dudar de mí misma.
Parpadea un par de veces mientras lo evalúa en su cabeza.
—¿Ese con todos los músculos? —Sonríe por primera vez desde que llegué.
—No mucho. Sólo que es básicamente una especie de… un poco de este tipo 172
de cosas que es un poco difícil de explicar.
Salto para agarrar la botella, esperando que la vaya a distraer de mis horribles
intentos de restar importancia a los puntos negativos de mi trabajo.
—Eres la peor mentirosa que pisó el planeta Tierra —dice, riendo en su copa
mientras se la termina.
—Mejor que ser el mejor mentiroso, ¿verdad? —Me inclino y lleno su copa,
rellenando la mía mientras estoy en ello, antes de colocar la botella sobre la mesa de
café.
—Tal vez. Entonces, ¿cuál es el problema? Sin tapujos. Sólo dime. No voy a
molestarme.
—¿Estás diciendo que estar en mi casa o que vivir conmigo te haría infeliz?
173
Es una pregunta justa. He estado de algún modo diciendo eso desde el año
pasado.
—No, estoy diciendo que soy una chica joven y sola a quien le gusta caminar
alrededor de su casa desnuda, algunas veces, y tomar largos baños con un vaso de
vino de vez en cuando.
—Cada vez que necesites eso, solo llámame. O escríbeme como lo hiciste hoy,
y voy a venir corriendo. Estoy aquí para ti; lo sabes.
—Lo sé. —Me da una palmada en la pierna y bebe más vino—. Estoy
sintiendo lástima por mí misma. Ignórame.
—¿Qué pasó? ¿Fue Miles? —El ex. El idiota arrogante que se niega a dar un
paso adelante y ser un verdadero padre para estos niños.
—Por supuesto que es Miles, ¿quién más sería? El cheque de manutención de
los niños que me dio rebotó, una vez más, así que varios pagos que hice a otros
lugares no van a hacerse efectivos ahora.
Nop. No puedo vivir con Jenny. Por mucho que aliviaría algunos problemas,
estoy segura de que crearía otros peores. Lo último que quiero es algo que se
interponga entre nosotros. La quiero y a sus bebés demasiado para eso.
—Me pagan bastante bien en este nuevo lugar. Tal vez pueda ayudar con
algunas cuentas.
—Eso no es justo para ti. —Sorbe y me sonríe—. ¿Cómo vas a ser capaz de
174
pagar todo ese baño de burbujas?
—Puedo hacer el mío. Solo voy a correr el agua del baño sobre una barra de
jabón.
Ella resopla.
—Claro que lo harás. —Se mueve un poco alejándose de mí, así puede
verme—. Así que háblame acerca de este tipo.
—Claro que sí. Vamos, tú sabes de quién estoy hablando. Alto, moreno y
construido como un tanque.
—¿Quién, Ozzie?
—¡Oh Dios mío! ¡¿Todo esto ocurrió, y no dijiste nada?! Ahora entiendo por
qué no quieres mudarte.
—Ay.
—Sí. Ay. Así que no es nada, ¿de acuerdo? Sólo… déjalo pasar.
—Realmente no. Claro, estoy pasándolo difícil con él todo el tiempo, pero no
creo que pueda darse cuenta.
—Oh, sí —dice ella en su tono de burla—, siempre eres tan buena con ese tipo
de cosas.
—Estoy tratando de ser agradable, ¿de acuerdo? Y hoy fue mucho más fácil
cuando él estuvo a cargo de mi estúpido entrenamiento.
—Ay. —Me estremezco de dolor, pero parece que no puedo moverme muy
bien. Cuanto más tiempo me siento en el sofá, más rígida me pongo.
—¿Dev? 176
—Un compañero de trabajo. El entrenador.
—Así que te estás poniendo toda sudada en el trabajo con un grupo de chicos.
¿Dev es tan caliente como lo es Ozzie?
Me río.
—Pervertida. No es así.
—Si te gustan los chicos que tienen uno noventa y cinco de alto y totalmente
calvos, entonces seguro. Él es lindo.
—Estás bromeando.
—No, confía en mí, no lo estoy.
—Tal vez lo harás. —Me siento y gimo cuando mis músculos se quejan.
—Mejor que llegues a casa y tomes uno de esos baños de los que estabas
hablando.
—¿Vas a estar bien? —Echo un vistazo a la cocina donde puedo oír a los niños
susurrando. Planeando una toma hostil o un golpe, probablemente.
—Lo mismo para ti, lo sabes. —Me da una palmada en la espalda—. Si alguna
vez me necesitas, estoy allí también.
—Lo sé. —Me aparto y camino con cuidado alrededor de los muebles. Un
movimiento en falso y podría tropezar, y si termino en el suelo, probablemente voy
a tener que permanecer allí durante la noche. Me ha quedado suficiente fuerza en
mi cuerpo para llegar a casa, y eso es todo.
—Llámame mañana después del trabajo, así puedes decirme todos los
detalles. —Jenny abre la puerta delantera para mí.
—Lo haré. —Levanto mi barbilla y hablo más alto—. ¡Nos vemos después,
niños!
—Me encanta este clima de N'Orleans —dice Jenny, haciendo un gesto con su
copa como si estuviera haciéndole vítores a la noche.
—¿Qué está pasando? Háblame. —Ozzie es todo negocios. ¿No sabe que sólo
son las seis de la mañana?
—¡¿Cómo se supone que sepa dónde estás?! —Está gritando como si estuviera
verdaderamente enojado conmigo.
—¡Perdóname, Señor Pantalones Enojados, pero pensé que tenías una cosita
que rastreaba teléfonos! —Ahora también estoy enojada. Estaba esperando lástima
de su parte y ¿estoy siendo regañada? ¿Por qué pasa eso?
—¡El que no prendo a menos que crea que alguien está en problemas, May!
Parpadeo unas cuantas veces, dejando que eso se procese. Tiene sentido ahora
que he estado despierta por más de tres minutos.
—Está bien, bien. Lo siento si te causé alguna preocupación por decirte que
estaba muriendo.
A medida que los segundos pasan, me convenzo más y más que nunca
debería haber levantado mi teléfono está mañana. Él no es mi novio; es mi jefe. No
quiere escuchar sobre mis músculos adoloridos; solo quiere que entre al trabajo a las
siete y continúe con mi asignación. ¿Por qué sigo colocándole este rol de novio? ¿Qué
está mal con mi cerebro?
—No. —Las palabras salen sonando como si fuera dichas por una mujer de
ochenta años—. No. —La segunda vez es mejor. Me siento más fuerte. La
humillación dándome alas—. No quiero el día libre; no seas ridículo. Solo es mi
segundo día. —Félix se sube a mi regazo y ausentemente juego con sus orejas.
—Pero si estás demasiado adolorida…
No dice nada.
Lo dejo salir a mi pequeño patio a hacer sus asuntos, lleno su tazón con
croquetas y lo dejo aquí para que juegue.
Suspiro con alivio y bajo mi arma, cojeando para reunirme con mi equipo.
182
29
—T
engo que darte mérito —dice Toni, girando el volante de
la furgoneta poco a poco para que podamos estacionar en
el lado de la calle a media cuadra de nuestro objetivo de
vigilancia—. Ese fue un gran acercamiento con Dev esta mañana.
—No es como que me dio ninguna opción. —Meto mi pelo detrás de mi oreja
y giro en mi asiento para verla mientras se mueve en la parte trasera de la furgoneta.
Es un pequeño centro de mando, con dos taburetes cortos colocados frente a un
banco de pantallas y dos computadoras portátiles en un estante muy estrecho
integrado en el lateral de la furgoneta. Estuve aliviada al saber que toda la cosa es a
prueba de balas.
Mi sonrisa cae.
—Oh.
—Peeero estarás feliz al saber que todos los demás pensaban que aguantarías.
—Está jugando con los cables debajo del estante, frunciendo el ceño cuando algo no
está haciendo lo que quiere que haga.
Me giro y arrastro el estuche de plástico duro del equipo completo más cerca
de mí.
—Buena idea. Prueba un par de objetivos fuera. A ver si alguno de ellos puede
llegar a la casa. —Hace una pausa y tiende su mano sobre mí para llegar a la
cortina—. Puedes tirar hacia abajo esta pequeña solapa y poner la lente allí arriba.
Trata de no bajarla hasta que estés lista para llenar el agujero con la lente.
—No estoy segura de cuánto voy a ver a través de esas ventanas marrones —
digo—. Me recuerda a Mi Primo Vinny.
—Me encanta esa película. Una de mis favoritas. Los dos “júvenes”8. —Se ríe,
moviendo la cabeza con un suspiro.
—¡Alguien está saliendo! —Mi pulso comienza a latir con fuerza, y de repente
es difícil respirar. Estoy entusiasmada y muerta de miedo. ¿Y si nos ven? ¿Qué si
saben exactamente lo que estamos haciendo? ¿La camioneta a prueba de balas
también es a prueba de bombas?
8Original “Yoots”. En la película “Mi primo Vinny”, el personaje de Vicent Gambini dice “yoots” en
vez de “youth” (joven/juventud) debido a su fuerte acento neoyorquino.
—Oh, Dios mío, estoy consiguiendo algunas grandes tomas en este momento.
—Sí. —Toni está moviéndose detrás de mí, pero no puedo parar para
averiguar lo que está haciendo.
Tomo unas cuantas fotos más y retrocedo, sacando la cámara del agujero y
cerrando la solapa.
Toda la furgoneta está muy oscura en el interior. Toni debió apagar la luz
cuando estaba ocupada tomando un centenar de imágenes en diez segundos.
—La próxima vez, me adviertes cuando vayas a hacer eso —dice Toni.
186
—¿Por qué?
—Porque es mejor si está oscuro aquí dentro cuando te retiras, así no ven un
cuadrado de luz en la cortina.
—Oh. Lo siento.
—No te preocupes. Supuse que estabas a punto de hacerlo, así que apagué la
luz. La próxima vez, sólo dame una señal primero.
—¿Cuál es la señal?
—Luces.
—Tratamos de mantener todo tan simple como sea posible, así en el calor del
momento no olvidamos.
—Buen plan. —Puedo imaginarme olvidando una palabra clave más
complicada que luces. Estoy agradecida secretamente del genio a cargo de las
contraseñas y señales, quien sea esa persona. ¿Es Ozzie? Parece como que lo sería.
Él me da la impresión de ser tanto una persona reflexiva como práctica.
—Lo siento, es sólo… un poco difícil de creer que tendrían algo tan sofisticado
en una empresa de seguridad. No es como si fueran la policía o algo.
187
—En primer lugar, no somos sólo cualquier empresa de seguridad. Ozzie sólo
ejecuta operaciones de primera línea. Y en segundo lugar, trabajamos con el
departamento de policía. Nos dan acceso a todo tipo de bases de datos. No podemos
hacer nuestro trabajo muy bien sin él.
—Eso tiene sentido. —Estoy aún más impresionada con Ozzie de lo que
estaba antes. Si no tengo cuidado, muy pronto estaré babeando cada vez que él entre
en la habitación.
—¿Qué?
—Sí.
—Se supone que tienes que recordar estas cosas. —Cierra su computadora
portátil y comienza a subir por encima de mí.
—Estoy confundida. —Me temo que he fallado otra prueba con ella.
—¿Qué quisiste decir con que se supone que debo recordar esa otra casa?
—Si no tienes una buena memoria para los detalles, es mejor que tomes una
gran cantidad de imágenes —añade.
Me inclino hacia la parte trasera y saco una cámara más pequeña con una
lente más manejable fuera de la caja fuerte que contiene todo el equipo que se supone
que estoy usando.
—Como una mujer que está sentada en una silla en su porche. No ves eso
189
mucho por aquí, pero cuando lo haces, bien puede significar que tienes una abuela
de la vieja escuela que le gusta mantener un ojo en su barrio o tienes a alguien
empleado por un distribuidor para estar pendiente de la policía.
—Las abuelitas tienen que comer. —Toni desacelera cuando llega cerca de la
casa que señaló en la imagen satelital—. Eso es lo que pensé —dice, sonriendo.
—Sí. Recoge tu cabello y ponte tu gorra. Las gafas de sol son opcionales.
—Nada de lo que tengas que preocuparte. Sólo actúa como que se supone que
debes estar aquí, y todo estará bien.
Ya estoy sudando. No es que afuera haga calor aún, ¿pero eso importa? No.
Porque este overol, convirtiéndose en una sauna diseñado para hervir mi cuerpo, no
es caliente debido a la temperatura exterior; hace calor porque estoy entrando en
pánico. ¡No soy a prueba de balas!
Sigo a Toni por el lado de la casa, dándome cuenta que las ventanas aquí están
rotas o al menos agrietadas. El olor a moho es fuerte. Me pregunto si esta es una de
esas casas que nunca se recuperaron después del huracán Katrina. Había oído que
había todavía algunas alrededor.
Toni camina directo al medidor. Yo sigo de cerca. La caja que llevo roza contra
mi pierna, y algo pesado y metálico suena en el interior.
—Ser muy silenciosa es una buena idea en este momento —dice Toni en voz
baja.
—Abre la tuya —dice, sacando el taladro. Le saca la punta y pone una broca
dentro, atornillándola con fuerza de nuevo cuando la ha ajustado a su gusto.
Toni se estira y saca el arma, apoyándola en las plantas a sus pies. Lo próximo
que sale de la caja es otra cajita negra más pequeña.
192
La caja negra se une a la cerca de madera con cuatro diminutos tornillos. Esos
los pone manualmente. Presiona un botón, y una luz verde se enciende.
La cámara de la caja negra tiene una lente de ojo de pez, que le permite
registrar casi toda la parte trasera de la casa y el patio. Lo único que no podemos ver
es el jardín del lado norte y la esquina trasera, que está en paralelo con la cámara.
Se ríe.
—Por favor, dime que no tienes un loro ahí atrás. —Me giro más para ver
mejor.
—Oh, pero sí tengo un loro aquí atrás. —Se ríe como un científico loco.
—Contempla: Polly.
Me estiro para tocarlo, pero Toni me detiene con un duro manotazo. 194
—¡Ay!
—Tiene una cámara en ella. Creo que hace que también sea mía.
—Te atrapé. —Me indica que la acompañe—. Ven aquí atrás y ayúdame a
volar a esta perra.
Me siento como un niño en una juguetería. Estoy tan emocionada. Nunca
superé el recibir tecnología para navidad y cumpleaños, y esta es una tecnología de
puta madre. Nunca he visto algo así. Pensé que todas las historias sobre drones en
las noticias eran ciencia ficción.
—Vaya.
Me lo extiende.
Se inclina y recoge una caja grande negra. Cuenta con controles de mano,
palancas y botones. Sube un interruptor y se enciende.
—Muy bien, entonces, sostén a Polly desde abajo y lejos de tu cara. Voy a
comprobar sus accesorios.
—Sí, como las líneas de energía que podría no ver en el monitor o lo que sea.
—Ah. Bueno. Puedo hacer eso. —Creo. Estando casi a toda una cuadra de la
casa de destino me hace sentir un poco más segura que en el patio trasero detrás de
ella, pero no mucho.
Al dar un vistazo a mi reloj, me doy cuenta que el tiempo vuela cuando estás
completamente asustada al ser descubierta en un recorrido de vigilancia. No estoy
contenta con eso. De seguro supera el tiempo arrastrándome.
Doy un paso fuera de la furgoneta con el dron en una mano y mi walkie-talkie 196
en la otra. Pongo el dron en la acera detrás del vehículo en cuestión de dos segundos.
Una voz emerge de la radio de dos vías, tan baja que casi no puedo oírla.
Estoy casi sin aliento con el pánico ante el fallido golpe. Pulso el botón de mi
radio.
Toni está furiosa en el asiento del conductor, mirando a través del parabrisas.
Espero su explicación. Sin embargo, al parecer no siente la necesidad de darme una.
En cambio, gira la llave y comienza a avanzar en reversa fuera de nuestro espacio
de estacionamiento en paralelo.
—Sí, igual yo, pero no funcionó, ¿verdad? —Me mira enojada por un segundo
antes de volver a su cambio de marchas. 198
Coloco mi mano sobre la suya para detenerla. Hay una vulnerabilidad en ella
que nunca antes he notado.
Sale a la calle.
—Ozzie quiere que volvamos de inmediato para una reunión informativa.
—¿Dónde?
—Ahí.
Sonrío.
Resopla.
—He tenido juguetes controlados por radio antes. No puede ser demasiado
difícil, ¿verdad?
—Dile eso a tu pierna. —Apunta hacia mi mono. Hay un punto de color rojo
sobre él, donde el dron golpeó mi pierna.
—¡Oh, Dios mío! ¡Me cortaste!
Abro la puerta.
200
31
—A
pestas completamente, ¿sabes eso? —Toni me está
observando con sus brazos cruzados sobre su pecho.
—Soy una piloto ninja. Vive con eso. —Bajo el dron con un suave aterrizaje a
sus pies—. ¿Podemos movernos ahora? Estoy muriéndome de hambre. —Son casi
201
las tres de la tarde y no he comido nada desde el baguete con queso crema provista
por nuestro empleador esta mañana.
—Sin presión.
—Así que, ¿cuál es el asunto, Toni? ¿Hice algo para enfadarte o sólo es que
no te gusté desde el principio?
—No me caes mal del todo. Sólo no soy… una persona afectuosa y cariñosa.
—Oh.
—¿Primas?
Se encoge de hombros.
La miro y sonrío. Ella es pequeña, con pequeños rasgos que podrían verse
bien en una casa de muñecas china.
Ella bufa.
—Usas tacones. Esas botas que te vi el primer día que te conocí tenían tacón.
Me encojo incómodamente.
—Oh. Asqueroso.
—Y hacen que mis piernas se vean más largas. Odio ser pequeña.
—En nuestro negocio tienes que ser dura para tener respeto.
Mi barbilla se eleva.
Ella no dice nada, y sigue manejando. Mi corazón comienza a latir más rápido
cuando llegamos a nuestro destino. A la casa objetivo. Todos esos movimientos
complicados que estuve haciendo con el dron toman un nuevo significado aquí.
Abre su boca para hablar, pero luego sacude su cabeza y comienza a abrir la
puerta.
—¿Qué? —Pongo mi mano sobre su brazo para detenerla—. Ibas a decir algo.
Suspira, sin mirarme cuando habla.
—Sólo iba a decir que lo harás bien. Y que estoy feliz de que estés aquí
conmigo. En el equipo.
Golpeo su brazo, sabiendo lo mucho que le costó decir eso y también que algo
más cariñoso, como un abrazo, podría enloquecerla.
—Sí. —Pongo la radio abajo para poder usar ambas manos. Estoy viendo por 204
la pantalla de la computadora frente a mí. El dron tiene una cámara en el frente que
visualiza toda el paisaje a su alrededor, casi en un radio de trescientos sesenta
grados. Esto es impresionante.
—Uh-oh.
Nuestra furgoneta no tiene marcas que sean permanentes, pero hay una señal
magnética que me dijeron que se utiliza por contratistas quienes trabajan para la
compañía telefónica.
—Nah. De teléfonos. —Toni hace un gesto hacia una caja de conexiones que
no está demasiado lejos—. Estoy conectando algunas nuevas líneas. La economía
recuperándose.
—Buenas noticias.
—Sí. Bien, me voy de aquí. Ten un buen paseo. —Ella saluda con la mano
mientras rodea el costado de la furgoneta y entra.
—Gracias a Jesús.
—Sí, lo hicimos.
—No hice todo, realmente. Toni puso la cámara en el lugar para toda la parte
trasera de la casa.
—Yo, uh… —Miro hacia Toni. Ella está mirando al piso—. Quise intentarlo.
Me gustan los autos a radio control, así que me imaginé que el dron podría ser
divertido.
Miro abajo.
Thibault sonríe.
—Oh, por el amor de dios, Thibault… ¡¿Otra vez?! —Toni luce molesta,
gritando lo suficientemente fuerte para que todos en el puerto la escuchen—. Una
vez, ¿bien? ¡Una vez te golpeé! 207
No puedo dejar de reír cuando él levanta su pierna y me enseña una pequeña
cicatriz sobre su pantorrilla.
—Dímelo a mí.
—Bo Peep se plantó ante el dron, sin embargo. La chica tiene habilidades, no
se puede negar. 208
Ozzie me da una mirada evaluativa que tiene a mi cara volviéndose de color
rosa.
Cojeo hacia la silla, no a causa de mi accidente con el dron, sino porque ahora
que toda la adrenalina se está desvaneciendo de mi sistema, siento mis músculos
doloridos de nuevo. Mierda, ¿cuándo mi cuerpo va a volver a la normalidad?
—¿Duele?
—No tanto como el resto de mí —digo en broma, tratando de actuar con una
naturalidad que no siento.
Me mira, confundido. Es la primera vez que noto las manchas de color ámbar
en sus ojos verdes. Trato de no mirar fijamente como una loca, pero son hermosos.
—No, está bien. No quiero que hagas nada especial por mí. Solo trátame como
a todos los demás.
—No tengo ninguna duda de que lo harás. Ya has dado un ciento diez por
ciento. No puedo pedir nada más que eso.
Con solo ese único movimiento, sus dedos arrastrándose a lo largo de mi piel
sensible de esa manera, me prende fuego. Está inclinando mi pierna de izquierda a 210
derecha, mirando mi herida, pero la suavidad de su tacto no es normal para alguien
simplemente haciendo del empleador preocupado. No puedo estar imaginando
todo esto, ¿verdad?
—No puedo tratarte como a todos los demás porque no eres como todos los
demás.
¿Quiere decir…? No. Claro que no. Lo que quiere decir es que soy una
debilucha. Y seamos sinceros: en comparación con Toni, lo soy.
—Estás diciendo que soy débil, ¿verdad? Bo Peep. Una chica que camina por
ahí con un gancho corriendo detrás de ovejas durante todo el día. —Estoy
disgustada conmigo misma. ¿Por qué no he ido al gimnasio? ¿Por qué como mucho
pastel de queso?
Trato de no estremecerme, pero solo tengo éxito parcial. Vaya, esos músculos
están tan doloridos.
—No lo sé.
—¿No sabes?
211
¿Qué? ¿Qué acaba de suceder? Era todo dulce antes, y ahora ha vuelto a ser
el Ozzie regular. ¿Está arrepentido de pedirme que trabaje con él?
—No, no lo sé. —Toma mi pierna por el tobillo y poco a poco la baja al suelo.
Cuando se sienta de nuevo, suspira, se inclina hacia atrás, y apoya sus manos sobre
sus muslos—. Admito estar un poco confuso cuando de ti se trata.
Sonrío. Ahora por fin siento que estamos en terreno de juego parejo. Tal vez.
—Podrías decir eso. —De ninguna manera voy a ser la primera en admitir
que podría haber alguna química entre nosotros. Por lo que sé, él podría estar
hablando de algo completamente diferente.
—Por lo tanto, estamos mutuamente confusos —dice. Una sonrisa comienza
a elevar las comisuras de su boca.
—Detente.
—¿Detener qué?
—Sonreír.
—¿Dejar de sonreír?
—¿A dónde vas? —Sus dedos son tan cálidos. Muy cálidos. Oh Dios mío.
—Me tengo que… ir. No puedo manejar esto… lo que sea que es.
¡Argh! ¡No puedo soportarlo! Nunca fui buena jugando el juego. Es hora de
un poco de honestidad. Alguien tiene que romper el hielo, ¿verdad?
—Es sólo… ha pasado un tiempo para mí, y nunca fui tan experimentada
antes de todos modos, así que… —Me encojo de hombros y clavo la vista en el suelo.
Dejo escapar un gran suspiro de frustración y luego dejo que las palabras
simplemente salgan volando de mi boca. No pueden ser contenidas por más tiempo.
—Oh Dios mío. Estoy tan avergonzada. Me tengo que ir. —Trato de jalar mi
mano de la suya y moverme a su alrededor, pero no me va a dejar ir.
Él sonríe de nuevo.
—¡¿Dejarías eso?!
213
Su sonrisa se convierte en risas.
—Oh, Dios mío, eres tan increíblemente malo. —Puedo sentir el rojo
regresando a mi cara, se arrastra por encima de mi pecho, mi cuello, todo el camino
hasta mi frente. Ningún hombre ha hecho que me ruborice nunca como lo ha hecho
él.
—Has estado jugando totalmente conmigo. Todo este tiempo. —No puedo
decidir si deseo cantar de alegría o darle una patada en la entrepierna. Todavía no
sé lo que está pasando, pero ahora sé que hay química entre nosotros, por ambas
partes. No puedo estar posiblemente imaginando todo.
—Se te olvidó decir adiós. —Está inclinado sobre mí, un brillo en sus ojos.
214
33
L
os recuerdos de nuestra cena de langosta y él en mi puerta diciendo
adiós con un beso volvieron apresuradamente. ¡Le gustó también! ¡Él
quiere una repetición de la cita al igual que yo! ¡Voy a tener un ataque
al corazón aquí en el trabajo!
—Adiós, Ozzie. Ten una tarde agradable. —Me alejo con mi barbilla en alto y
215
las mejillas encendidas de color rojo, moviendo mi pelo por encima de mi hombro a
medida que avanzo. Puedo hacer esto. Puedo estar completamente tranquila cuando
mi interior se está derritiendo como una barra de chocolate dejada en el caliente sol
del verano de Luisiana.
Hmmm, extraño. ¿Utilizan esas arriba? ¿Deben o por qué estarían allí? No digo
nada, porque tal vez eso es normal para ellos. Tal vez sólo andan con armas sin
ninguna razón.
—No, no hay lista de lesionados para mí —digo, ignorando el dolor que
todavía tortura cada uno de mis músculos—. Estoy bien.
—Sí, lo hicimos. —Sonrío con orgullo, contenta de tener algo de qué hablar
aparte de mis lesiones, o la falta de sexo y el deseo de tener un montón de eso con
Ozzie.
—Me tengo que ir a la estación de policía y hablar con algunos detectives, así
que voy a perderme la emocionante tarde.
—Sí. La reunión de progreso. Por lo general, las tenemos cada par de días.
Asiento.
—¿Me importa…?
—Llevar esto arriba por mí. Quería dejarlo ahí, pero supongo que estaba
distraído y lo mantuve en la mano en su lugar.
Sonrío.
—Dáselo a Dev.
—Está bieeeeen. —Entrecierro los ojos hacia él, tratando de averiguar por qué
está tratando muy duro de parecer serio cuando claramente quiere sonreír.
Examinar el bastón no me dice nada; parece como siempre lo hace,
aproximadamente de noventa centímetros de largo y tres centímetros de diámetro,
más grueso en el extremo donde Lucky lo estaba sosteniendo. Encuentro el
equilibrio mejor si lo sostengo en ese extremo más ancho, también. Es un poco
pesado, pero no tanto que no pueda manejarlo. Tal vez más tarde le voy a preguntar
a Ozzie cómo usarlo en realidad.
Grito increíblemente alto y salto hacia atrás, cerrando los ojos y moviendo el
bastón delante de mí con todas mis asustadas fuerzas, y condenados músculos
adoloridos. Hago contacto con algo sólido.
—¿Tú…? ¿Tú…? —Ni siquiera puedo procesar lo que estoy viendo de forma
inmediata. Entonces puedo y estoy enojada—. ¡¿Acabas de venir hacia mí con una
espada samurái?!
—¡Aaaayyyy, mierda! —grita—. ¡¿Por qué fue eso?! —Su espalda está
arqueada e inclinándose de lado mientras se tuerce del dolor.
—¡Eso fue por asustarme tanto, idiota! —Dejo caer el bastón a sus pies con
estrépito y lo empujo, pasando—. Aquí está tu estúpido bastón, tonto. ¡No vuelvas
a hacerme eso otra vez!
—Tus reflejos son mucho mejores de lo que pensé que serían —gruñe, el dolor 218
tejido en su voz.
—Lo noqueaste, ¿verdad? —pregunta Toni. Ella aún está sonriendo mientras
muerde un emparedado.
Dev viene cojeando a la cocina, sin camisa. Hay una roncha roja en su
estómago.
—¿Tengo un moretón? —pregunta, dando la espalda a la mesa.
Tomo asiento, tratando de no sentirme mal por la roncha que está allí
también. Definitivamente, va a doler por un tiempo.
El orgullo llena mi alma. ¿Thibault cree que no puedo ser derribada con un
ataque furtivo con una espada samurái? Genial. Tal vez soy una tipa dura después
de todo. Tomo una servilleta de la pila y selecciono un sándwich de una bandeja de
ellos en el centro de la mesa. No tengo idea de lo que es, pero me lo voy a comer de
todos modos. Estoy así de hambrienta. Algo acerca de tener a alguien viniendo hacia
mí con una espada, y sin embargo salir viva de eso, me pone especialmente
hambrienta.
—Te sugiero que hagas algún otro tipo de entrenamiento —digo, masticando
un bocado de lo que he determinado es un sándwich de pavo—. No ataques furtivos.
—Tengo que mantener tus reflejos afilados. —Dev se sienta y se sirve seis
219
sándwiches. Ninguno bate una pestaña por su apetito.
—Parece que tus propios reflejos podrían estar poniéndose un poco oxidados
—dice Thibault.
—¿Lista? ¿En realidad crees que estaré algún día lista para ser atacada por
alguien con una espada?
—Si estoy haciendo bien mi trabajo, sí. —Dev me guiña el ojo, su boca llena
de comida—. Vas a estar bien. Confía en el proceso.
—¿Cómo fue hoy? —Está mirando a Toni, por lo que mantengo mi boca
cerrada. Me alegro de que ella esté en su foco, porque estoy un poco preocupada
porque él se dirija a mí directamente. No me fío de mí misma de que no me ponga a
hacerle ojitos.
—Sí, lo entiendo.
—Puedes revisar las imágenes una vez que entren y ver lo que hay allí para
ver.
—¿Qué piensas acerca del trabajo que hiciste hoy? —expone Ozzie—.
¿Cualquier pensamiento?
—Bien… —Pienso sobre eso por unos pocos segundos antes de continuar—.
Estuvo bien, supongo. Una persona nos vio, pero pensó que estábamos con la
compañía eléctrica. Toni dijo que estábamos con la compañía de teléfono. Lo
vigilamos, él no miró hacía el dron en todo ese tiempo.
222
—Bien. ¿Algo más?
—Mmmm… bien, sólo estaba preguntándome… no tiene nada que ver con lo
que hicimos hoy, pero ¿cómo descubrieron tu identidad Harley? Allá en el bar,
cuando estaba allí con Félix. Dijiste que fue mi error.
—El tipo que nos disparó era parte de su grupo. Si me disparó, significa que
sabía que algo estaba pasando. Asumo que hubo algo contigo caminando con tu
perro en esa bolsa, porque antes de que eso pasara, todo parecía ir bien. Quizá estoy
equivocado sobre esto, pero estaba mirándote y cuando él se dio cuenta, comenzó a
sospechar. Cuando fui a ayudarte, sólo le confirmé que no era quien se suponía que
tenía que ser. No eres exactamente del tipo de Harley.
—Él se refiere a que estuvo actuando como un buen chico y no como un tipo
malo —dice Toni, probablemente dándose cuenta de la confusión en mi cara.
—Sí. —Ozzie asiente—. Bien. Salí de mi personaje. Mala idea en una multitud
como esa. Tienden a ser muy paranoicos.
Estoy tratando de imaginarme la escena. No puedo recordar al tipo con el que
Harley estaba. ¿Era el hombre que nos disparó?
—¿Estás hablando del tipo calvo con el bigote y el lunar gigante en su mejilla?
—¿Viste todo eso? —Ozzie se pone todo intenso hacia mí otra vez. Hombre,
sus estados de ánimo cambian como el viento.
—Dijiste que ella fue seguida a su casa —le dice Thibault a Ozzie—. Eso no
es bueno.
Elevo un dedo.
—Pero…
Mi mandíbula se abre. Estoy siendo una tonta sobre esto, y mientras la idea
de vivir con Ozzie no es enteramente desagradable, no me gusta el sentimiento de
que no tengo una elección en el asunto.
—¡Bien, bien! —digo demasiado alto—. ¡Tú ganas! ¿Estás feliz ahora?
—No.
No estoy segura, pero por la mirada en su cara, parece como que herí sus
sentimientos. Trato de suplicar en lugar de estar frustrada.
—Ozzie, vamos, deberías ser capaz de entender lo que esto es para mí.
—Sí, era mala, créeme. Probablemente había pequeños pájaros viviendo allí.
Pero luego me salvaste, después te afeitaste y cocinaste una comida asombrosa ¡y
me besaste! No soy inmune a esos encantos, ¿bien? Sólo no lo soy. Y aunque estaré
avergonzada de admitírtelo más adelante, ha pasado un tiempo para mí, así que
como que salto ante la más mínima provocación cuando se trata de ti, y no es un
buen lugar para estar cuando estás durmiendo al final del pasillo de mí.
—No, nunca he dicho eso. Lo que digo es que quiero dormir en mi propia
cama, en mi propia casa.
—¿Y arriesgarte a tener a alguien yendo allí para asegurarse de que no puedas
describirlo a la policía?
Se alza de hombros.
—No, ¡no Thibault! —Se vuelve peor, no mejor. ¿Desde cuándo me convertí
en tan horrible negociadora?
—No, absolutamente no. —No puedo incomodar a mis colegas así. ¡Qué
embarazoso! Mi apodo nunca cambiará si necesito una niñera en mi primera
semana. Además, realmente no creo que esté en tantos problemas. Si ese tipo fuera
a venir por mí, ya lo hubiera hecho.
—Dev no puede hacerlo —explica Ozzie—, y estoy muy seguro de que Toni
sería un dolor en el trasero con esto, así que eso te deja conmigo.
Elevo mi barbilla.
¿Es mi imaginación o suena herido por eso? Quizá solamente esté ofendido.
Ella es bastante enclenque.
—No, no es así. Solamente es que con Toni puedo ser yo misma. Quiero ser
capaz de ser yo misma cuando estoy en casa. —Mi tono pasa a un modo defensivo—
. Puedes entender eso, ¿verdad? —Creo que casi lo he convencido. Está contra las
cuerdas. Puedo verlo ceder…
Me levanto.
—Maldición.
Se alza de hombros.
—Puedo si tú puedes.
Él se ríe.
—Oh, cállate. —Sabiendo que todo lo que diga de aquí en adelante va a ser
sólo defensivo y estúpido, dejo la habitación. Su voz me sigue afuera.
—Me voy en cinco minutos, ¡así que mejor que estés listo! —Lo dije muy en
serio. Voy a irme con él o sin él. No puede hacerme esperar. Estúpido, egocéntrico,
mandón… jefe.
Mi caminata se ralentiza, incluso si estoy diciéndome que necesito apurarme
e irme. Toma una eternidad llegar a mi auto. Odio cuando mi cuerpo desafía a mi
cerebro así. Parece ser un gran problema para mí cuando Ozzie está cerca. ¿Cómo
diablos voy a escuchar a mi cerebro diciéndome que permanezca lejos de él cuando
mi cuerpo está constantemente queriendo estirarse y tocar sus gloriosos músculos?
229
35
D
e acuerdo, no es tan malo como pensé que sería. Ozzie me sigue en
su camioneta, con Sahara atada atrás, pero me llama al móvil y me
dice que gire en una plaza durante el camino. Cuando estacionamos
uno junto al otro, explica que aquí hay un gran almacén orgánico con los
ingredientes que necesita para hacernos un curry de pollo. Cuando le dije más
temprano que no quería que se quedara conmigo, había olvidado lo bien que cocina.
—¿Bueno? No. Para nada bueno. Excelente. Increíble. Delicioso. —Me froto
el estómago—. Puedes volver a cocinarme cuando quieras.
—Pero que alguien esté tras de ti no te hace débil. En tu caso fue que estabas
en el momento incorrecto en el lugar equivocado. No refleja quién eres o si eres o no
fuerte.
Dejo que el agua del grifo enjuague los platos mientras contemplo sus
palabras.
—No lo sé… —A veces las cosas me parecen muy claras, y otras las veo
turbias. Esta es una de esas últimas situaciones. Cuando El Destino parece intervenir
en mi vida, me pregunto cuánto control tengo de la misma—. Um, supongo que me
está costando racionalizar esas palabras con lo que ha pasado. —Se siente como una
confesión decirle eso.
—No me digas.
—Sí, te lo digo. Tienes un buen ambiente para tus empleados, das muchos
beneficios, y te importa su seguridad. Estás aquí en mi casa, de hecho, para
asegurarte de que esté bien. No muchos jefes harían eso.
Sonrío.
—¿Ves? El mejor jefe.
Me mira.
—Pero debo ser sincero. No estoy seguro si lo haría por Lucky y su pez
dorado.
¿Y qué hago? ¿Lo ignoro? ¿Hago como si no fuera nada? ¿Le envío señales de
que no estoy interesada? ¿O de que sí lo estoy? Debo hablar con mi hermana. Ella
sabrá qué hacer.
Sacudo la mano.
—Claro, no hay problema. La contraseña está pegada al frente de mi
computadora junto a la ventana. Haz lo que quieras.
233
36
—S
e suponía que me llamarías más temprano —dice
en tono de regaño.
—Supongo que esa es una buena noticia. Estás hablando de tu nuevo trabajo,
¿verdad?
—Sí. ¿Cómo están los niños? —Necesito tiempo para encontrar la manera de
abordar el tema con Jenny sobre Ozzie estando aquí. Voy a distraerla con hablar de 234
los niños mientras hago eso.
—Si se aparece.
—Oh, no lo sé. Tomar un baño con una botella de vino. Ver una película.
Hacerme las uñas. Dormir durante doce horas seguidas.
—Sí, hay un tipo, Dev, del que te había hablado antes, el realmente alto…
trató de atacarme a hurtadillas hoy, pero tenía un arma lista, por lo que perdió.
—¿Por qué?
—En realidad, no estoy segura si estar más preocupada del hecho de que tus
colegas te estén atacando o de que tú pienses que no es una gran cosa. Las dos son
situaciones muy preocupantes para cualquier persona normal. Solías ser muy
normal. ¿Qué te ha hecho ese lugar?
Una imagen de Ozzie de pie ahí con sus brazos cruzados sobre su pecho surge
en mi cabeza. Ozzie me pasó, hermana. Fue Ozzie.
—Ssssíííí.
—Estoy escuchando.
Es demasiado tarde para hacer otra cosa que confesar. Trato de mantener mi
tono ligero así no se asustará demasiado.
—¡Oh Dios mío! ¡¿En serio?! —Al menos no suena demasiado enojada.
—Está bien, estoy escuchando. Sin embargo, sólo recuerda, no tengo vida, así
que cualquier cosa que haya pasado va a parecer más emocionante para mí de lo 236
que probablemente es.
Me río.
—¿Recuerdas esa noche que me estaba mensajeando con él, y pensé que te
estaba mensajeando a ti?
—Sí.
—Bueno, ese tipo quien estaba disparando un arma esa noche en el bar…
puedo identificarlo. Ozzie está preocupado de que ese tipo pueda ser capaz de
averiguar quién soy, así que se trasladó aquí solamente hasta que puedan evaluar la
amenaza.
—Amenaza.
—Quien sería realmente bueno en tal vez perforar la piel alrededor de los
tobillos de un asesino. Suponiendo que no va a ser lanzado hacia la pared primero.
—¿Y crees que Ozzie estando en tu casa ahora mismo en una pijamada es el
destino también?
—Estás pensando sobre dormir con él, ¿verdad? —Su tono pierde parte de su
borde enojado—. Pequeña zorra.
—No, tienes razón. No lo es. Es tu jefe. Está ahí para asegurarse de que nadie
te hace daño.
—No, no estoy diciendo eso. Sólo estoy diciendo lo que estoy diciendo.
—Es tu jefe.
—Es caliente.
—Mucho. —Es tan, tan, tan, tan lindo. Si tuviera dieciséis de nuevo escribiría
su nombre sobre todos mis cuadernos.
—Ya me ha besado dos veces. O una vez y casi lo hizo una segunda vez.
—¿Quién detuvo el segundo intento?
—Yo lo hice.
—Bien.
—No realmente. —Mi cara se ruboriza por la idea—. Quiero decir, estoy
completamente atraída por él, pero cada vez que me le acerco, me siento tan nerviosa
que digo cosas estúpidas y luego tengo que escaparme así puedo pensar con
claridad.
239
—Guau. Caray. Lo tienes mal.
—Y es tu jefe.
—Sí. Y es mi jefe.
—Entonces, ¿qué es lo peor que puede pasar? Quiero decir, si te cuestas con
él.
—Seguro, pero estoy diciendo, el peor de los casos no te deja peor de lo que
estabas antes de que lo conocieras.
—Todo el mundo sabe que los jefes que están echando un polvo con
regularidad son mucho más razonables.
—Yo no.
—Bueno, así que estás diciéndome que debería tener sexo con él, ¿entonces?
Suspira.
—Ibas a dormir con él de todos modos, sin importar lo que dijera.
—Sí, pero tú estás caliente por él. Ninguna cantidad de sentido común
detendrá ese tren en marcha por la sexy pista. Solamente ve y acaba de una vez.
Predigo que te encantara si lo haces.
Ríe.
—Seguro lo es. —Trabaja para una compañía que hace aplicaciones de conteo
de calorías para celular—. Voy a escuchar sobre ello este fin de semana.
—Todavía no.
Hay dos autos estacionados afuera y uno que justo está llegando. Las
imágenes no son de una gran calidad, los individuos caminando alrededor solo son
alumbrados por las luces de la calle, pero son lo suficientemente buenos para una
cosa.
—No tan genial como lo que estás por ver. —Él comparte una mirada traviesa
conmigo y luego se pasa a otra pantalla. A su derecha en mi escritorio está una
palanca de mando que no había notado antes, conectado a un puente USB a su
computadora.
—¿Qué está pasando? —Es como si él tomó el dron del poste y lo movió.
—¿Insecto?
—¡Oh mi Dios! ¡Es un insecto! ¡Como en las películas! —Aplaudo como una
niña pequeña. Cuando me doy cuenta que me veo como Sammy felicitándose a sí
mismo en el excusado, me detengo.
—Sí, excepto que este es real. —Él presiona otro botón—. Así que ahora
grabamos todo y analizamos la información después.
Me pongo un poco caliente por dentro. Él está contando conmigo. Genial. Con
suerte, este insecto va a recoger algo bueno. Asumiendo que no sea descubierto, por
supuesto. No estoy segura como alguien puede perdérselo. Me refiero, puedo
escucharlos hacer esa fiesta, pero eso no los hace ciegos.
—No este. Es del tamaño de una libélula y se ve muy parecido a una. 244
—Guau. Eso es un poco espeluznante, en verdad. —Miro alrededor de mí
habitación, preguntándome si hay algún insecto alrededor.
—Sí, estoy segura, estoy bien. —Phew, gracias a Dios, mi cerebro está de
nuevo conectado. Ahora solo si pudiera conseguir que mi presión sanguínea se
calme, sería excelente.
Me pongo de pie y alejo de él, deteniéndome cuando mis talones golpean la
orilla de una silla. Me hundo en ella, esperando no parecer tan nerviosa como me
siento.
—Acabo de tener una plática con mi hermana. Y pensé en venir a ver qué
estabas haciendo. —Miro el reloj—. Normalmente no me voy a la cama hasta
después de las diez.
—Sí, un par de horas o algo así. Podríamos ver TV. —Me encojo de hombros.
Estoy calmada. Soy casual. Puedo ver televisión con un tipo caliente por dos horas
y mantener mis manos para mí misma. Mejor hago algo de palomitas. Para mantener
mis manos ocupadas. 245
—Podríamos. —Él asiente lentamente. La silla ha dejado de moverse, por lo
que sé que él lo está haciendo a propósito esta vez. Creo que podría estar
conteniendo una sonrisa, es difícil de decir.
Él deja de asentir.
¡Oh por Dios! ¡Lo dije en voz alta! ¡Auxilio! ¡Me estoy cayendo como un payaso en
ciudad locura!
—Esa siempre es una opción —dice él tan calmadamente como si dijera que
podemos jugar cartas.
¡Qué demonios!
—Deja de verme de esa forma —digo, un poco sin respiración por mis
nervios. Estoy sudando también, por supuesto. Con suerte no lo suficiente para que
se note.
—No, no lo hice. —Frunzo el ceño como si fuera que estuviera loco y no yo.
Dudo que sea muy convincente dado que estoy prácticamente usando una etiqueta
que dice: “Hola, mi nombre es LOCA”. Miro a un lado, convencida de que hay algo
muy interesante que necesita mi atención en los estantes.
—Puede que esté un poco oxidado en esta área, pero estoy muy seguro de
que lo hiciste.
—¿Qué área? —Él tiene mi atención total en este momento. ¿Está confesando
que no ha tenido sexo en mucho tiempo también? ¿Igual que yo? ¿Estamos los dos
viniendo de un tiempo largo y seco?
246
—¡No hice tal cosa! ¡Cómo te atreves! —¡Estoy tan avergonzada! ¡Humillada!
¡Es terrible! ¡Mi peor escenario no era para nada así de desastroso! ¡Huye!
—Algo así.
—No estoy segura de nada cuando te concierne a ti, Ozzie. En serio. Me estás
confundiendo mucho. —Él es un completo extraño, pero no lo es. Un gran hombre
del tamaño de una montaña con una horrible barba, pero no lo es. Peligroso, pero
no. ¡Ack! Algo empieza a tener sentido por aquí…
Él sabe que es todo un acto. Ambos lo sabemos. Además, no voy a alejarme 247
de esta celda hecha de puro músculo hasta que él quiera que me vaya. Espero que
eso no suceda en un buen tiempo. La palabra para siempre se cuela a través de mi
mente.
Él gime.
Ahora mi coño está en llamas también. Genial. ¿Cómo le voy a decir que no
ahora?
Su mano izquierda se desliza por mi espalda y toma mi trasero, apretándolo
y usándolo para jalarme hacia él. Él está duro como roca. Puedo sentir su erección a
través de las capas de ropa, y es tan grande como lo es por todos lados. Oh Dios mío.
Ozzie se congela en su lugar por dos segundos, y luego sus manos se alejan
de mi cuerpo. Da un paso atrás, cada fibra de su cuerpo grita que él está en alerta.
Me quedo allí de pie como un maniquí en una ventana de una tienda de sexo.
Mis ojos permanecen medio cerrados por unos segundos antes de darme cuenta que
él se está alejando.
—¿Qué… ?
—Shhh. —Él sostiene un dedo contra sus labios antes de caminar hacia mi
pórtico.
—Quédate justo allí —dice Ozzie, jalándome de la cintura hacia el baño que
está junto a la puerta delantera—. Entra, cierra la puerta, no salgas a menos que te
lo diga.
—Hazlo. Dime que entiendes. —Me toma por el mentón y sostiene mi rostro.
Él me está viendo tan intensamente, que no tengo más opción que asentir.
—Te escuché y te entendí —le digo como mejor puedo cuando su agarre aún
controla mi mandíbula—. ¿Qué significa la luz en el panel?
Mi corazón se contrae en mi pecho. ¿Me van a disparar? Espero que no. Ozzie
y yo apenas y estábamos empezando.
—¿Por qué no sonó la sirena? —susurré con un chillido.
Noto que por primera vez hay una luz exterior en el patio delantero. ¿Cuándo
se instaló eso? No recuerdo tener una de esas antes.
—Fue instalada esta tarde. Le pedí a Thibault que viniera aquí y pusiera el
sistema. —Él se inclina y me besa en la boca antes de soltar mi mentón y dejarme
sola en el baño.
Ozzie nunca me diría que hiciera eso si hubiera un tipo malo de verdad ahí
fuera. No lo conozco muy bien, pero sé esto. Sinceramente, podría imaginármelo
recibiendo una bala por cualquiera de su equipo, yo incluida. Salgo de la bañera y
abro la puerta en una grieta.
—Es Sahara —digo tan silenciosamente como puedo y todavía siendo oída
sobre las sirenas.
—Sahara. —Baja la mirada hacia mí, con los ojos llenos de significado, pero
una que no puedo discernir. Podría ser el estrés de tratar con lo que sea que sucedió 251
o alguna otra cosa. No lo conozco lo suficientemente bien como para leerlo, y ahora
no estoy segura de que alguna vez lo pueda conocer así de bien.
No es como ningún hombre que haya conocido antes. Justo ahora, cuando
pensaba que había un intruso aquí, no vaciló; me lanzó al baño y salió fuera para
encargarse de ello. Nunca me había sentido tan segura en toda mi vida, tan bien
cuidada. Pensaba que antes tenía el nivel de enamoramiento por él al máximo, pero
estaba equivocada. Tendría sexo con él en el piso del baño en este mismo segundo
si lo pidiera.
—¿Viste a alguien?
—No, pero voy a suponer que era el hombre que te vio en el bar.
—¿Por qué harías eso? Podría haber sido un gato o un perro o un mapache.
—No quiero que sea un tipo malo; quiero que sea una falsa alarma. Estoy segura de
que hay una buena explicación para que esa estúpida alarma se encendiera.
—¿Tienes mapaches que midan un metro de pie en este barrio? Porque esa es
la altura mínima que hará sonar el dispositivo.
—No.
252
—La alarma sólo se activa cuando un objeto del tamaño de una persona cruza
por encima del borde de tu propiedad. Por desgracia, lo que quiera que fuese,
suponiendo que no saben nada sobre sistemas de seguridad, ahora sabe que tienes
un sistema de alarma en el perímetro establecido.
Mi rostro se ensombrece.
—Gracias. —Da un paso más cerca y pone sus brazos alrededor de mi cintura.
—¿Cuál?
—Hecho.
—¿Y?
—Y no quiero que te hagas ilusiones. —Ahí. Lo dije. Mi peor temor ahora está
ahí fuera en el aire entre nosotros. Soy muy mala en la cama. Me lo han dicho tres
tipos diferentes, así que me lo creo. Y nunca me dan esas sensaciones que las mujeres
describen en las revistas y en los blogs de sexo, así que tengo toda la auto-
confirmación que necesito. Algunas mujeres son tigres en la cama, pero yo soy más
como un débil, pequeño gatito. No es que no lo intente; es sólo que fallo
independientemente.
Él sigue sonriendo.
—No es una broma, Ozzie. Lo digo en serio. Soy muy mala en la cama.
—Eso es bueno.
Él hace pucheros.
9
En inglés en este contexto suck puede significar tanto “ser malo en algo o apestar” como “chupar”,
de ahí el doble sentido.
Me río y parece loco dejando mis labios, así que paro inmediatamente.
—Por supuesto que hago eso… chupo literalmente… —Tan pronto como las
palabras están fuera, me odio a mí misma. ¡¿Demasiado estúpida, May?!
¡Arréglalo! ¡Rápido!
—¡Ja ja! Es decir, que en la cama, no tengo talento. Experiencia. Soy patética
en la cama. Pero lo intento. Lo intento. —Mi cara se ensombrece al darme cuenta de
que prácticamente me he garantizado a mí misma una cama vacía cada vez que él
esté en la ciudad. De ninguna manera querrá estar con alguien tan torpe como yo.
—¡Venga! ¡Andando! ¡Date prisa! ¡Tenemos algo de embalaje que hacer! —Ya
está a mitad de camino de mi escalera.
Miro a los perros. Ambos están dormidos. Ninguno de los dos sabe que mi
mundo acaba de ser puesto al revés por un tipo que solía tener la barba más horrible
del planeta, pero que ahora parece haber salido de mi sueño más caliente, sexy y
256
húmedo que haya tenido.
En mi próxima vida, quiero volver como un perro. Creo que todo va a ser
mucho más simple que la cosas que están pasando en este mundo loco en el que
estoy viviendo en este momento.
Entro al baño, esperando que el Destino tenga todo bajo control, porque
seguro que yo no.
257
39
E
l puerto está tranquilo, o tan tranquilo como el puerto de Nueva
Orleans puede estar nunca. Incluso en la oscuridad de la noche, hay
cosas pasando, con gente moviéndose alrededor, envíos llegando o
saliendo, negocios siendo atendidos. Nos detenemos en el almacén, y no salgo de mi
auto hasta que la puerta se cierra detrás de nosotros con un sólido boom.
Sonrío.
—Creo que puedo manejar eso. Mientras no decidas que necesitas salirte con
la tuya más de la mitad del tiempo.
Su respuesta es un gruñido.
—Puedo limpiar un par de cajones para ti aquí así no tienes que vivir atada a
tus maletas. —Se mueve a una cómoda—. Sé que dos no son suficientes, pero puedo
mover una repisa aquí adentro para colgar tus cosas.
259
—¿Parar qué?
—Para de… hacer todo esto. Cuidar de mí mientras te lanzas a ti mismo fuera
de tu propia habitación.
—En realidad te estás exaltando por nada. He dormido más noches en el suelo
de las que puedo recordar. Ese catre es una gran mejora. —Mira sobre su hombro a
la cama—. Ese colchón es demasiado blando, de todos modos. Me estarás haciendo
un favor.
—No puedo prometer nada, excepto decir que voy a mantenerte a salvo —
dice, con la voz ronca.
—No temo ser herida —digo en voz baja—. Temo ser destrozada.
—¿Qué tal si vamos a la cama ahora mismo y nos preocupamos de todas las
cosas que nunca podrían suceder, mañana?
Usa su codo para apagar la luz. Una lámpara permanece encendida junto a la
cama, lanzando un débil resplandor alrededor en la habitación. Es el tipo atractivo
de iluminación que me hace ver muy bien desnuda, o tan bien como puedo verme
261
sin la ropa puesta. Anotación.
—Eso suena bien para mí. —Mi cabeza se eleva cuando la suya cae para poder
encontrarnos en el medio para un beso.
¡Boof! Aterrizo en el colchón sobre mi espalda y reboto alto una vez antes de
llegar al fin en medio de las mantas. Clavo mi vista en el techo mientras mi cerebro
procesa lo que acaba de ocurrir.
—¡Voy a matarte por eso! —Escaneo la habitación por un arma. Juro que la
usaré también. Él está entrenado. Puede luchar. Si él decide dejarme ganar, bueno,
ese es su problema.
Sus cálidas risas vienen del pasillo de la cocina, y en lugar de hacer planes
para un castigo justo, me arrastro un poco hacia atrás y me reclino contras las
almohadas, preguntándome lo que se trae entre manos ahora. Tengo la sensación de
que me va a gustar mucho, y no puedo evitar sonreír al respecto. Estar con él es
como estar en un loco parque de atracciones. Nunca sé lo que va a ocurrir a
continuación, pero siempre es divertido.
262
40
E
scucho un tintineo de cristal antes de que él rodee la esquina. Tiene
una botella en una mano y dos copas altas de champagne en la otra.
Deslizo mis piernas al otro lado hasta que están colgando de un lado de la
cama.
—El único.
Él sonríe.
—Te gusta.
—Me gusta, me gusta. —Limpio mi nariz para evitar más del cosquilleo. Mis
ojos están goteando tratando de mantener dentro el próximo estornudo.
—Éste no es muy dulce.
Continuamos con otra copa cada uno, todo el tiempo mirando alrededor.
Cuanto más tiempo pasa, más incomodidad se interpone entre nosotros.
Bajo mi copa con cuidado, con la esperanza de que el temblor en mi mano no 265
se note demasiado.
—Sacando mi cinturón.
—Oh. —Asiento con la cabeza. Por supuesto, eso es lo que está haciendo.
Tonta de mí.
Suspiro de admiración ante todos los músculos que veo allí. Mierda, esa
camisa estaba cubriendo muuucho más de lo que creía posible. Su cuerpo está
demasiado esculpido. Es como un cuerpo de entrenamiento Sr. Cara de Papa10.
Abdominales que se enganchan, pectorales que se enganchan, músculos en forma 266
de triángulo recortados que descienden en la parte delantera de sus pantalones que
se enganchan.
10Mr. Potato Head o Mr. Potato (conocido también en España como Señor Patata y en Latinoamérica
como Señor Cara de Papa) es un juguete para niños. Consiste en una figura de plástico con forma de
papa, que puede ser adornada con numerosas piezas de plástico insertables para formar una cara,
como un bigote, sombrero, nariz y otros complementos.
Sus manos se alejan de sus pantalones y cuelgan a sus costados. Su sonrisa
cae poco a poco también.
Doblo mis manos en mi regazo y aprieto mis labios. Tengo que asegurarme
de no decir las cosas mal. Tengo que conseguir organizarlas todas en mi cabeza antes
de empezar. No es que no quiera verlo desnudo; es sólo que no estoy segura de que
estoy lista para hacer otra cosa que verlo desnudo. Y no parece justo para él comerlo
con los ojos y luego no ofrecerle el desenlace.
Sonríe.
Asiente.
—¿Qué estás haciendo ahora? —Mis nervios están deshechos. Lo quiero, pero
tengo miedo de dormir con él. El hit más famoso de Madonna corre a través de mi
cabeza, un poco fuera de sintonía. “Like a virgin…”11 Sí. Así es como me siento. Una
virgen. Cómo puede suceder eso cuando he tenido relaciones sexuales al menos
veinte veces, probablemente más, no sé. Pero lo es. “Tocada por primera veeez…”
—¿Quién, yo? ¿May “Tiburón de las Cartas” Wexler? No lo creo. —Me doy
la vuelta y llego al centro de la cama cerca de las almohadas. Cruzo las piernas y
meto mis pies debajo de ellas. Esto, lo puedo manejar—. ¿Cuál es tu veneno? ¿Póker?
¿Blackjack?
Ooooo tal vez no voy a sentirme más cómoda. Supongo que vamos a
averiguarlo.
41
P
ierdo la primera mano y mis zapatos. Él pierde las próximas tres
manos, cosa que lo deja en calzoncillos. Lleva calzoncillos bóxer, en
negro, por supuesto. Sus brazos descansan sobre las rodillas, y su
mano de póquer asoma entre ellas. Él está mirándome.
—¿Qué va a ser, May “Tiburón de las Cartas” Wexler? ¿Quieres alguna carta?
—Tal vez. Tal vez no. —Estoy definitivamente tratando de engañarlo. Sé que
este par de tres con un diez alto no va a hacer absolutamente nada por mí. Mi única
esperanza es hacer que se retire. Retirarse implica perder pero sin quitarse la ropa.
—Yo voy a tomar una carta —dice, sacando una de sus manos y tomando una
nueva de la baraja.
Frunzo el ceño.
—Lo sé. —Lo digo con mi voz molesta. Poniéndome de pie, primero abotono
de nuevo mi camiseta, todo el camino hasta el cuello, y luego deshago el botón de la
parte superior de mis pantalones.
—No.
—Mentirosa.
Suspiro.
—Sí, estoy mintiendo. Estoy nerviosa. —De todos modos empujo mis
pantalones hasta mis tobillos. Lo justo es justo; perdí la mano.
—Mentí. Vamos. —Él hace un salto mortal hacia atrás del extremo de la cama
y sale de la habitación.
—No pareces ser el tipo al que le gusta Modern Family —digo, sentándome en
el sofá sobre uno de los cojines lejos de él. Estoy cerca del extremo, él está en el
medio. La cosa es lo suficientemente grande para seis personas, probablemente.
En algún momento durante la primera mitad del programa, una de sus manos
pasa por debajo de mi muslo. Y entonces, un poco más tarde, la otra se alza y va
detrás de mi espalda. No se ve muy cómodo, pero cuando un comercial aparece, veo
lo bien que puede funcionar para los dos. Se da la vuelta sobre su espalda y el brazo
que estaba debajo de mi muslo sale. Su mano flota hasta el botón de mi camisa, aquel
que cerré hasta la parte superior de mi cuello.
—Incluso con el código. Podrías correr por aquí desnuda, y nadie nunca lo
sabría.
—Tú lo sabrías.
—Ya no estoy tan nerviosa como antes —digo. Necesito que sepa que aprecio
lo que está haciendo.
Frunzo la frente.
—¿Tú sí?
Se encoge de hombros.
—Espera a que veas esta parte —dice, su estado de ánimo aligerando un poco
mientras cambia al modo espectador de televisión.
Tanto para una furiosa erección. Le echo algunos vistazos a medida que se
encoge a un tamaño regular, que, para que conste, es todavía lo suficientemente
grande como para decirme que debe tener problemas encontrando pantalones que
se ajusten adecuadamente. Dios mío.
Hay que hacer algo al respecto. Hay que hacer algo al respecto ahora mismo.
42
A
garro el mando a distancia y apago la televisión.
—Quitaste el programa.
Él deja escapar una larga respiración. Por un segundo, creo que está enojado.
Pero entonces habla.
—Levántate, May.
—Sí, levántate. Aquí, delante de mí. —Él se inclina hacia atrás con más fuerza
contra los cojines y mueve su trasero un poco hacia delante, hundiéndose en el sofá.
—Dame la cara.
Me giro.
Toma mi mano izquierda y me tira hacia la izquierda hasta que estoy de pie
entre sus rodillas.
—Quítate la camisa.
Trago saliva con dificultad. Estamos yendo totalmente hacia esto. Vamos a
tener sexo ahora mismo. En esta habitación. En este sofá. Mierda.
Levanto las manos con dedos temblorosos y deshago los botones restantes.
Es todo para lo que tengo fuerzas, sin embargo. Cuando he terminado, mis manos
caen a mis lados. Estoy acobardándome y ni siquiera estoy desnuda todavía. ¡Me
odio a mí misma! Mi cabeza cae a mi pecho.
—Sácatela —dice con una voz tranquila. El hecho de que no esté sonando
enojado o aterrador me está asustando. Es como si fuera mi jefe de nuevo, haciendo
algún tipo de ejercicio de entrenamiento—. Quítate la camisa, May. No me hagas
decirlo de nuevo.
Un escalofrío corre por mi espina dorsal y termina justo en el punto entre mis
276
piernas, ¡ka-zow!
Cuando los tirantes caen sueltos sobre mis brazos, llevo mis manos detrás de
mí y deshago el cierre. Cruzando mis brazos sobre mi pecho, sostengo el material
suelto contra mí. Revelar la parte superior de mi cuerpo en su total desnudez
mientras él está ahí sentado debajo de mí es demasiado. Va a tomar mucha más
confianza de la que tengo en este momento para lograr eso.
—Suéltalo, May.
—Puedes y lo harás.
Niego con la cabeza pero no puedo hablar. El miedo y los nervios tienen mi
lengua, y no la están dejando ir.
Se inclina hacia delante y levanta las manos para ponerlas sobre mis muslos.
Sus dedos están calientes en mi piel fría por el aire. Poco a poco suben por mis
277
caderas y cintura hasta mis codos.
—No puedo.
Lo suelto porque la parte más grande de mí quiere hacer esto, quiere estar
desnuda con él. La parte más pequeña de mí que es consciente de sí misma y me
encuentra carente quiere correr hacia las colinas y nunca mirar hacia atrás. Una caída
desde esa altura va a ser muy, muy dolorosa, y ni siquiera hemos tenido sexo
todavía.
Ahora lo único que cubre mi pecho son mis brazos. ¿Por qué tienen que ser
tan delgados? Mis pechos están cayendo por todas partes.
Casi me río.
—Escalofriante.
—Me encanta cómo hueles, la forma en que tu piel se siente, la forma en que
me miras con esa arruga entre los ojos.
Agarro mi pecho con un brazo, mientras que la otra parte se va sobre mis
bragas.
Mierda, ¿qué está haciendo…? Oh, Dios mío, eso es… agraaadable.
Jadeo y dejo caer mis manos, poniéndolas primero sobre su cabeza y luego
sus hombros. Tengo que aferrarme a algo para no colapsar. Su lengua se está
deslizando en mis calientes, húmedos pliegues y grito de placer. Tal vez debería
estar avergonzada por estar tan libre y abierta para él, pero estoy demasiado
excitada para preocuparme de nada ahora mismo.
Bajo la mirada y veo su erección en ángulo hacia mí. Mis bragas están en mis
muslos. Él está mirando hacia mí con una boca cubierta en mi humedad. Dejo que
mis bragas caigan al suelo y salgo de ellas.
—Métela —dice, esta vez con algo más que un gruñido en su tono.
Mi corazón está acelerado, pero necesito sentirlo dentro de mí. Esa lengua
suya realmente me excitó. Olvídate de sentir vergüenza, olvídate de estar desnuda
en el trabajo. Necesito esto, y lo necesito ahora.
Cuando nuestros cuerpos entran en contacto por primera vez, no estoy segura
de que vaya a funcionar. Él es demasiado grande y yo estoy demasiada hinchada
por lo que ha hecho para excitarme ya. Pero cuando empuja hacia arriba dentro de
mí, él me demuestra que estoy equivocada, equivocada, equivocada. De nuevo. Él
encaja, pero apenas. Me bajo a mí misma sobre él, gimiendo todo el camino mientras
me estiro al máximo.
Me inclino hacia delante y descanso las manos en el sofá, haciendo más fácil
moverme como lo necesito.
Los toma en sus manos y chupa primero uno y luego el otro pezón. La
sensación de sentirlo dentro de mí, y también sus manos y boca acariciando mis
pechos, es irreal. Me muevo más rápido para mantenerme con la necesidad
construyéndose. Él aprieta y amasa. Mis pezones se ponen más duros de lo que
nunca han estado antes.
280
Me inclino hacia abajo lo mejor que puedo, pero no es fácil llegar a él. Estoy a
punto de darme por vencida cuando me agarra por la cintura y me da la vuelta sobre
mi espalda. Está encima de mí, colocando una rodilla en el cojín del sofá y la otra
pierna en el suelo.
Se hunde hasta el fondo dentro de mí, incluso más lejos de lo que había estado
antes.
—Oh, Dios mío… —Levanto mis piernas y las envuelvo alrededor de él—.
Ozzie… —Es una plegaria. No estoy segura de lo que estoy pidiendo, pero espero
que me lo dé pronto.
Tenso mi pelvis hacia él. Con ese pequeño movimiento, siento una sensación
aguda pero increíble en mi centro. Apartándome y haciéndolo de nuevo hace que
suceda una segunda vez. Separo más las piernas.
—Oh, sí. Vamos, hermosa, vamos. —Él empuja contra mí cuando yo voy
hacia él. Juntos nos encontramos en el medio y lo siento hacerse incluso más grande
dentro de mí.
283
43
C
uando Ozzie termina y he dejado de gritar como una persona
loca, colapsa sobre mí.
Me río.
—¿Estás bien?
284
—Sobreviviré. Mientras no intentes hacerme eso de nuevo pronto.
—Media noche.
Sonrío y asiento.
—Feliz.
—¿Cansada?
Sacudo mi cabeza.
—Eres peligrosa.
—Tú eres el que engaña a la perfección a las chicas buenas en quitarse la ropa
y tener sexo loco en el sofá del trabajo.
Ruedo y lo miro.
Salta del suelo y antes de saber lo que está planeando, he sido levantada en
sus brazos.
—¡¿Qué estás haciendo?! —grito. Sueno demasiado feliz para que lo
confunda con una reacción de enojo.
—¡Tú…! —grito—. ¡Vas a pagar por eso! —Giro mi cuerpo e intento tomar su
brazo, pero está demasiado sudado para aferrarme a él. 286
Me empuja hacia abajo en la cama, el rostro primero.
—Tú quédate allí, niña. Voy a enseñarte una lección en modales. Decir que
mi barba es horrible. Cómo te atreves.
—¿Qué estás…?
Oh, estoy tan lista para él. Se coloca un condón y yo levanto mi trasero tan
alto como puedo, suspirando con placer cuando él me llena una vez más.
—¿Te gusta eso? —pregunta, jalándome contra él tan duro como sus caderas
se mueven contra mí.
—Mmmm… —Mis ojos están cerrados, pero estoy sonriendo. Estiro mis
brazos a los lados y me aferro de las sabanas. Su ritmo aumenta, empujándome
contra el colchón.
Gruñe como un león herido, y empuja dentro de mí tan fuerte que ambos
colapsamos. Su cuerpo se mueve sobre mí como si estuviera siendo electrocutado y
puedo sentirlo correrse dentro de mí.
Su mano aún está debajo de mí y se mueve una vez más. Saber que lo he
llevado al límite con mi cuerpo y con mis palabras es todo lo que necesito. Grito y
lucho con el orgasmo que empieza a apoderarse de mi cuerpo. He perdido el
completo control de mí, y no me importa.
Cuando finalmente termina, lo que parece ser varios minutos después, siento
como que he muerto, o por lo menos, corrido una maratón. No puedo moverme.
—Yo también.
—¿Feliz? —pregunta.
—Feliz.
—Baño.
288
—Bien. —Me acomodo en la cama, metiéndome bajo las sábanas y
descansando mi cabeza en la almohada. Esta cama es tan cómoda. Me estoy
relajando cuando él está de regreso. Quizás quiera hablar o algo. Probablemente
deberíamos discutir cómo vamos a manejar el trabajo al día siguiente. No quiero que
las cosas sean incómodas, estoy segura de que él tampoco.
Lanzo mis piernas por el costado de la cama y miro alrededor. Con suerte,
Ozzie ha sacado a Félix con Sahara. De lo contrario voy a tener que hacer algo de
limpieza.
Hay una puerta delante de mí que no es la que conduce al pasillo. Más vale
que sea la puerta del baño, porque no hay forma de que quiera caminar al área de
cocina y tener a mis compañeros atrapándome con cara de haber rodado en el heno. 289
Dos veces.
Sonrío mientras recojo un poco de ropa de los cajones que me dio y atravieso
esa puerta y entro al baño.
Whoa. Ahora ese es un baño. Mármol, vidrio y metal trabajan juntos en el gran
espacio para crear un oasis de estilo spa. Primero cepillo mis dientes solo en caso de
que Ozzie venga y se acerque a mí. No quiero que me deje por tener aliento de
dragón.
Cruzo los brazos sobre mi pecho con timidez. Por supuesto voy a usar este
escenario para una fantasía cuando esté aburrida y sola una noche. Yo, desnuda y
mojada. Él siendo mi jefe de pie ahí todo músculos. Hablando sexy.
—¿Quince? —Me muevo para enjuagar mi pelo—. Está bien. —Supongo que
no espera que esté esplendida. No soy exactamente de requerir mucho tiempo y
trabajo, pero quince minutos no es suficiente tiempo para hacer un milagro.
¡Ack! ¡¿Por qué están los votos de boda nadando alrededor de mi cerebro?! ¡¿He
perdido la cabeza completamente?!
—¿Hay algo más? —cuestiono, preguntando por qué está allí de pie
mirándome. Dios me ayude si él puede leer mentes.
—¿Ozzie?
—¿Sí?
No tenía idea de qué decir, pero sentía que debía decir algo. Cualquier cosa.
—¿Todo?
291
No pude detener la sonrisa que se apodera de mí. Soy esa virgen no-virgen
otra vez. Ridículo, ya que tuvimos sexo no solamente una vez, sino dos anoche.
—Sí, todo. Por dejar que me quede aquí, por preocuparte por mí, por Félix,
por… el programa de televisión. Todas esas cosas.
Miro arriba hacia él, enloqueciendo porque está tan cerca y completamente
vestido mientras estoy desnuda y mojada. ¿Vamos a tener sexo de nuevo? ¿Hacer
que todos esperen por la reunión mientras suspiramos, gemimos y gritamos en
éxtasis?
Me jala contra él, atrapando mis brazos contra mi pecho, la toalla ahí entre
nosotros evitando que las cosas se vuelvan demasiado reales.
—De nada por todo. —Sonríe por un segundo—. Por todas esas cosas.
—¿Esto va a ser raro? —pregunto, el primer asomo de duda entrometiéndose.
¿Qué va a pensar el equipo? ¿Me odiarán en principio porque me acosté con el jefe
en mi primera semana de trabajo?
—No tiene que serlo. —Sus ojos verdes son claros y amables. Parece muy
seguro de sí mismo.
—No creo que ellos vayan a decir algo. ¿Por qué lo harían? Tú te quedaste en
la noche por razones de seguridad. Thibault lo sugirió.
—Luces preocupada.
—No lo estoy.
—Suenas preocupada.
Arrugo la frente.
—¿Lo hiciste? —Me estoy poniendo caliente de nuevo—. ¿Hiciste uno para
todos?
—Reunión, me tengo que ir. —Me deja ahí de pie casi en esa pose de maniquí
sexual de nuevo. Él está en la puerta antes de que pueda hablar de nuevo.
—¿Ozzie?
—¿Sí?
—Me gustas.
293
Mi barbilla cae a mi pecho y recojo la toalla del piso para sostenerla contra
mí. Total y completamente me odio a mí misma por ser tan boba. ¿Qué demonios?
¿Por qué simplemente no puedo mantener algunos de mis pensamientos para mí
misma? Sus besos aflojan mi fuerza de voluntad y mi lengua demasiado rápido.
294
45
M
e deslizo por el pasillo, esperando el ataque. Cuando llego a la
entrada de la cocina, tanteo el terreno. Tengo que encontrar a Dev
antes de delatarme.
Todo el mundo está sentado en la mesa menos yo, entre ellos el Sr. Ataque
Furtivo. La tortilla está en un plato junto a la estufa, pero la dejo ahí. De ninguna
manera voy a sentarme y devorar mi desayuno especialmente preparado delante de
mis compañeros de trabajo. Mis miradas no tan disimuladas en Ozzie ya son lo
suficientemente sospechosas.
—Deberías darle a Bo Peep una oportunidad con eso —dice Toni, sonando
un poco amargada—. Se encargó del Loro muy bien.
—¿Qué opinas, May? ¿Estás dispuesta a darle una oportunidad? ¿Quieres
intentar volar el insecto en la casa? Podemos practicar con otro que tenemos.
Realmente envidio su capacidad para hacer que suene de manera tan casual.
Si yo lo hubiera dicho, me habría reído como una colegiala y me pondría roja. Tal
como es, estoy teniendo un momento difícil para mantener una expresión seria. En
serio, tengo que controlarme. Creo que una llamada telefónica a Jenny es sin duda
necesaria. Tal vez puedo hacer una rápida en el baño antes de empezar el trabajo.
—Es mejor que te quedes aquí hasta que sepamos lo que está pasando —dice
Dev. Él mira a través del cuarto y frunce el ceño—. ¿Alguno se va a comer esa
omelet?
—Hay cereales en la despensa —dice Ozzie antes de abrir una carpeta delante
de él—. Hemos reunido alrededor de veinticuatro horas de datos. Supongo que
tenemos alrededor de una hora de cosas que valen la pena mirar. ¿Algún voluntario?
Levanto la mano.
No tengo idea de qué se trata este circuito, pero no se ve como algo muy
popular.
—Voy a encargarme de los entrenamientos de May por el momento —dice
Ozzie. Su voz suena un poco brusca para mí. Miro alrededor de la mesa, pero no
puedo decir si nadie más lo notó o no.
—¿Por qué? —dice Dev claramente no muy contento—. ¿Crees que no estoy
a la altura?
—No, eres más que apto. Sólo quiero que te concentres en el entrenamiento
de combate. Me encargaré de su cardio donde más lo necesita. Después de eso
vamos a trabajar en fortalecer los músculos.
Me centro en los papeles que tengo delante de mí. Mi instinto es mirar a Ozzie
y compartir sonrisas tontas con él, pero incluso yo sé que es una mala idea. No quiero
avergonzarlo y hacer que me odie incluso antes de que tenga la oportunidad de
gustarle durante más de veinticuatro horas. Eso sería una tragedia, teniendo en
cuenta el sexo increíble que tuvimos anoche. ¡Dos veces!
No voy a recordar a Ozzie que prometió enseñarme usar esa arma. Está
encargándose de mis entrenamientos. Esa es suficiente atención especial. No quiero 298
que todos piensen que soy una especie de prima donna.
—Yo me encargo —dice Thibault—. No estoy seguro de lo que voy a ser capaz
de encontrar, pero voy a darle una oportunidad.
—Mantén tus oídos abiertos ante cualquier cosa —dice Ozzie. Vuelve su
atención a Lucky—. ¿Qué está pasando con la Op Marina Azul?
—En realidad, no sé. —Lucky está frustrado—. Me senté ahí y repasé a través
de sus finanzas, y parecen bien… pero algo parece fuera de lugar. Tenían razón al
llamarnos.
—¿Qué quieres decir? —Ozzie deja de jugar con las carpetas y se queda
mirando a Lucky.
—Adelante, ve. Eso sí, no hables con ningún empleado sin hablar con nuestro
contacto en primer lugar. Y, obviamente, no te identifiques a nadie allí en el lugar,
aunque sea nuestro contacto.
—No, claro que no. Sólo voy a comprar algunas cosas de pesca.
—Lo que Sunny no sabe no le hará daño. —Lucky lanza sus carpetas en medio
de la mesa—. ¿Ya terminamos aquí? Tengo que ponerme en marcha.
—Si quieres saberlo, tengo una cita con el médico. Pero gracias por
preocuparte por mi vida personal.
299
Thibault apoya una mano en la mesa.
Asiento.
—Booo —dice Dev con el pulgar apuntando hacia abajo.
Estoy demasiado aturdida para hablar. ¿Me van a dar un auto de la empresa?
¿Eso quiere decir que ya no estoy a prueba? ¿Soy la única que se da cuenta de lo loco
que es esto?
300
—¿Qué tal una minivan? —dice Toni, resoplando de su propia broma.
—¿Qué… estás diciendo que parezco una mujer de minivan? ¿Una madre con
un montón de niños? No, gracias.
Se encoge de hombros.
—Eres Bo Peep. Bien podrías trabajar con la tapadera que tienes de forma
natural.
—Por supuesto que es una mala idea. Es una idea horrible. ¡No puedo
conducir una minivan! Las minivans son para las madres. Son para las mujeres
casadas, y no las solteras.
No me veo como una conductora de minivan, ¿verdad? Eso me hace querer
llorar. Sé que tienen un montón de espacio delante y espacio de almacenamiento,
además de espacio para ocho pasajeros, pero vamos… ¡estoy soltera, por amor de
Dios!
Sí, estoy siendo infantil, pero qué diablos. Ella sí puede andar con pantalones
ajustados y botas de tacón de aguja. Mientras yo estoy en alpargatas y una minivan.
Me las voy a cobrar por eso. Esto me hace preguntarme por qué Ozzie durmió
conmigo en primer lugar. ¿Es una especie de bicho raro con un complejo de Edipo?
—¿Qué tal si la llevo a comprar un auto? —dice Dev—. Hoy tengo tiempo
más tarde.
—Haz eso. —Asiente Ozzie—. Terminaré con ella alrededor de las nueve.
—Y yo terminaré con ella como a las dos —añade Toni. Creo que le gusta
hablar de mi horario un poco demasiado. Ella y yo vamos a tener que compartir
algunas palabras en cuanto a eso. No puedo salir corriendo a Ozzie sobre temas
como este, sobre todo ahora que estamos durmiendo juntos. No quiero ningún
tratamiento especial. Sí, Toni y yo vamos a tener una pequeña conversación más
tarde esta mañana, de modo que podamos aclarar las cosas.
—¿Quieres que nos encontremos aquí a las dos y media? —me pregunta Dev.
—Por supuesto. Mientras no tengas un arma que planees utilizar en mi
contra.
Él sonríe.
Me encojo de hombros.
—Ooooh, nena, ¡eso suena como una amenaza! —Thibault se ríe—. Abriste la
caja de pandora con ella, Dev. Creo que será mejor que te retractes.
—No te preocupes, Thibault. Ya sabes lo que dicen de los tipos como él. —
Hago un gesto a Dev con mi barbilla.
302
Los ojos de Thibault están prácticamente brillando de alegría.
—Voy a mostrarte hoy el circuito de Dev, para que puedas hacerlo sin mí en
el futuro.
Retrocedo.
—No estamos comenzando nada hasta que me digas lo que hice mal. —Está
mirándome con una expresión que me dice que va en serio.
—No es nada. Estoy siendo una niña. Tonterías. Vamos, vamos a hacer
ejercicio. —Realmente tengo que dejar de ser una idiota. Estoy empezando a
cansarme.
—Dev tiene aquí una lista de ejercicios que deben ser ejecutados en algunas
máquinas. Cada uno está hecho para un total de minutos, tantas repeticiones como
te puede salir bien con buena forma, con unos quince segundos de descanso entre
cada uno de ellos. No puedes descansar durante más de eso o él se enoja.
—Agarra esa barra sobre tu cabeza y tira de ella hacia abajo detrás de tu
cuello. Realiza movimientos lentos y controlados, haz todos los que puedas con las
manos extendidas bien separadas. —Se inclina y presiona un botón en un contador
de tiempo que ha sido pegado a la máquina con cinta adhesiva—. El contador de
tiempo está puesto. —Aprieta otro botón—. Adelante. —Los segundos van bajando
desde sesenta.
Tiro de la barra hacia abajo y sonrío cuando veo que el peso que ha
seleccionado para mí es manejable. Puedo hacer esto. Ni siquiera voy a necesitar
hacer trampa en los segundos.
—No comiste tu omelet —dice en voz baja, destinada para no llegar a todo el
almacén.
—Lo sé. —Espero mientras tiro de la barra hacia abajo de nuevo antes de
continuar—. No quería que todos vieran. —Aire sale en silbidos de mí mientras trato
de evitar que la barra suba volando hacia atrás por encima de mi cabeza. Está bien,
así que no es tan fácil como pensaba.
Me esfuerzo para dejar que la barra vuelva a subir lentamente. Creo que las
pesas son cada vez más pesadas de alguna manera, a pesar de que puedo ver que
Ozzie no las ha tocado.
—Tú sabes. —Mi cara se pone roja, en parte a causa del esfuerzo, pero
también por sus preguntas—. No me hagas decirlo.
—No dije eso. —Tengo que frotar mis manos en mis pantalones cortos para
secarlas. Ya estoy sudando. No estoy segura si es el entrenamiento o la conversación
la raíz de ello.
—Si quieres mantener todo en secreto, podemos hacer eso. —Ozzie se encoge
de hombros.
—¡Trampa! —grita una voz desde el otro lado del almacén, haciéndome
saltar.
—No. Dev nos da una lista de lo que debemos levantar. Aquí está la tuya. —
Ozzie apunta a una tabla en la parte superior de la página, donde se enumeran los
pesos para cada una de las máquinas. Los de Ozzie son números grandes, por
supuesto. Enormes en comparación con los míos. Él se supone que debe trabajar
ochenta kilos en ésta. ¿Es eso posible? Miro hacia abajo y veo que los pesos sólo van
hasta setenta.
—¡Veo que estás haciendo trampa por allí! —grita Dev—. ¡Períodos de
descanso de quince segundos! ¡No quince minutos!
—¿Acerca de?
—¿Toni? ¿Y yo?
—No. Nunca.
—Entonces, ¿por qué está molesta conmigo por estar contigo durante toda la
noche?
—No diría que eres una intrusa, exactamente. Estás en período de prueba en
su mente. No te preocupes, sin embargo. Te aceptará con el tiempo.
Empujo las asas delante de mí por décima vez cuando el pitido se apaga en
el temporizador. Gruño, empujando las pesas que se sienten ahora cuatro veces más
pesadas que lo hacían cuando empecé.
—¡Eeerrrgh!
Ya no puedo por mi vida recordar más de los ejercicios que hice durante ese
entrenamiento. Estuve demasiado distraída, pensando en lo que él iba a hacerme y
cuántos orgasmos iba a implicar.
309
47
—S
e llama extracción de datos —dice Toni, arrancando un
ordenador que no me había dado cuenta antes de que
existía, que se encontraba en una serie de cubículos en otra
parte del almacén al que llegamos después de pasar por un laberinto de puertas y
pasillos—. Metemos la grabación original dentro, colocamos en carpetas, y lo
examinamos cuidadosamente cuando podemos. A veces utilizamos programas
informáticos para ayudarnos, y a veces es sólo cuestión de ver las imágenes en
avance rápido hasta que algo interesante aparece.
—Esto es lo que obtuvimos del Loro ayer. Este archivo de alimentación emite
desde las nueve de esta mañana. —Se levanta y se mueve a un cubículo junto al que
310
yo estoy sentada—. Voy a empezar con la libélula; tú empiezas con el Loro.
Buscaremos la acción Go-Pro que nos llegó después. —Ella se sienta en un segundo
ordenador y hace clic en otra carpeta, agarrando unos auriculares de la mesa y
deslizándoselos sobre la cabeza.
Está a punto de ponerse los auriculares de nuevo, pero la detengo con otra
pregunta.
—Tal vez antes de que hagas eso, podrías decirme qué maldito problema
tienes conmigo.
Su expresión es rebelde.
Extiendo la mano y le quito los auriculares de las manos cuando está a punto 311
de ponérselos de nuevo. Minivan, mi trasero. No voy a conducir una estúpida
minivan a ninguna parte.
—Será mejor que tengas cuidado, Bo Peep. Nadie está aquí para protegerte
de esa boca inteligente tuya.
—¿Y se supone que eso tiene que asustarme? —Tal vez ayer me habría
asustado, pero hoy, sabiendo que Ozzie me cubre las espaldas, no tanto. Obviamente
ella tiene problemas, y si voy a trabajar aquí de forma permanente, siento que vamos
a tener que ponerlos sobre la mesa. También es posible que mi entrenamiento haya
utilizado todo mi jugo de factor miedo y no me queda nada de ese químico para
responder adecuadamente a la amenaza de Toni. Probablemente debería estar
acobardada, pero en su lugar estoy confrontándome con ella.
—Si fueras inteligente, lo haría.
—No.
Ahí. Está ahí en el aire entre nosotras. Rezo para que no sea un error traerlo a
colación.
—Por favor. Termina con esa mierda, y dime por qué lo hiciste. ¿Estás
enamorada de Ozzie o algo? ¿Estás celosa?
—No te creo.
—Lo suficientemente mayor para reconocer los celos cuando los veo. —
Pongo los ojos en blanco, a propósito burlándome de ella. Tal vez si ella se enoja lo
suficiente admitirá cuál es su problema.
—Por supuesto que lo estás. ¿Por qué otra cosa actuarías como una perra
conmigo todo el tiempo sino?
Mis manos están tratando de llegar a algo… cualquier cosa que la haga parar.
—¡Oblígame!
—¡Cállate!
Mis dedos escarban por el cable de los auriculares y me agarro a él, tirando
con todas mis fuerzas. La golpeo en la espinilla justo mientras estoy poniendo mis
piernas debajo de mí.
Ella no me deja ir, sin embargo. Levanto la mano tan alto como puedo con mi
mano libre y encuentro algunos de sus cabellos. Me lanzo hacia él y tiro con fuerza.
Que le den a eso. Ella comenzó esta cosa, así que yo voy a terminarlo.
Cerrando el cable en mi puño, le doy un puñetazo en el muslo.
Aterrizo junto a sus costillas sobre mis rodillas, agarrando una de sus manos
y envolviendo el cable a su alrededor súper rápido. Ella es como un ternero en uno
de esos rodeos. Antes de que pueda recuperarse de los dolores del calambre, agarro
su otra mano y la ato también. Los auriculares golpean mi mano cuando llegan al
límite de sus fuerzas.
Agarro una y la doy vuelta, dejándola caer sobre ella, el respaldo de la silla
en su lado derecho los brazos sobre su lado izquierdo. Esto hace un puente sobre sus
manos atadas. Inclinándolo, usando mi peso para mantenerla allí, cuelgo sobre su
cara de remolacha roja.
—Déjame salir —dice, con la voz más tranquila. Es una especie de calma
mortal, sin embargo, por lo tanto no me fío de ella en absoluto.
Arrugo la frente.
—Te lo buscaste.
Me mira fijamente por tanto tiempo que estoy empezando a pensar que ella
está sufriendo falta de oxígeno o algo así.
—¿Quién dice?
—¿Vez? Eres demasiado sensible. No perteneces aquí. ¿Por qué no nos haces
a todos un favor y simplemente te retiras con dignidad?
—Pero esto no tiene que quitarte nada. De tus logros. De tus habilidades.
—¿Y qué? Pateas el culo mejor que yo. —Traro de sonreír pero me fulmina
con su mirada de todos modos.
—Lo dice la chica sentada sobre mí en una silla. Me ataste con mis propios
auriculares, May.
—Me llamaste “May”. —Me agacho y le doy un toque en su nariz. Ella es tan
linda cuando está enojada. Me hace feliz que dejó esa cosa de Bo Peep atrás.
12
Lapsus que se comete al hablar, especialmente al decir mal una palabra o decirla
en lugar de otra.
—¿Qué tal si hacemos un trato? —propongo.
—¿Qué trato?
Mira a todas partes, excepto a mí. Una lágrima se desliza de su ojo derecho y
se desplaza hacia abajo en su cabello.
—No necesito otro amigo —dice finalmente. Sus ojos se mueven para
encontrar los míos y está fulminándome de nuevo.
—Si alguna vez dices a alguien que me rendí, voy a apuñalarte mientras
duermes.
Río.
Sus dientes rechinan juntos durante unos segundos antes de que finalmente
hable.
—Me rindo. Ahora quítate de mí.
Empujo la silla y doy un paso atrás, esperando el lío enojado de una no-amiga
al levantarse e intente matarme.
320
48
—¿E
stás lista? —pregunta Dev, viniendo a través del
almacén y frotando sus manos.
—Sí, sí, por supuesto. ¿De qué crees que estaba hablando? 321
Me señala y me da un guiño.
Sale en reversa del almacén, y pienso en lo que dijo, en lo que dijo Toni y
cómo todos parecen actuar cuando estoy alrededor. Incluso Ozzie.
—Ustedes siguen llamándome Bo Peep y tengo que decirte, no se siente como
un cumplido.
—No tienes que preocuparte por ofenderme —digo—. Toni ya fue por allí.
Dev se ríe.
Él se ríe.
Suspiro derrotada.
—¿Estás diciendo que luzco como una mamá de minivan que no le pasa
nada?
Frunce el ceño.
—Lo que yo quise decir es que puedes mezclarte. Si quieres ser una mamá de
minivan, puedes ser una, con el peinado y la ropa adecuada. Pero si quieres ser una
femme fatale, puedes ser eso también.
Él continúa.
—No, confía en mí… ser un atributo es todo. La única cubierta que tenía Ozzie
con este grupo era la cosa Harley. Demasiadas personas andan en esta ciudad para
intentar salir de nuevo. Él está fuera del juego ahora, por un largo tiempo. Y yo
nunca estuve dentro. Solo teníamos a Thibault, Toni y Lucky antes. Ahora te
tenemos también.
—¿Para ir encubierto?
Él se encoge de hombros.
—Más que nada para ir por ahí y no ser obvio en ello. —Dev conduce hacia
la carretera principal que nos llevará hacia el área de la ciudad que se conoce por 324
tener muchas ventas de autos todas juntas.
Asiento.
—La minivan es genial porque puedes cargar todo el equipo de vigilancia, los
perros y por supuesto, si necesitamos mezclarnos, nada se mezcla más que una
mujer en una camioneta de mamá.
Suspiro pesadamente.
—Yyyy ahora estamos de regreso a ser la niñera del perro y la mamá del
equipo de fútbol.
—¿A qué te refieres? —Apoya sus muñecas sobre el volante. Él otro brazo
está en la ventana abierta.
—¿Ella está enamorada de Ozzie? ¿Por qué ella está en contra de que yo esté
cerca?
Frunzo el ceño.
—¿Qué? —pregunto.
Luego me golpea.
—Oh. Ella es… ella es… ummm… —No puedo decirlo, me hace sentir muy
estúpida ahora.
—¿Una lesbiana?
—Los tengo. —Lo miro. ¿Cómo es que él sabe que solo tengo exactamente un
amigo gay? ¿Me ha estado espiando?
—Bueno, eso fue bonito, pero Toni no es lesbiana. No hasta donde yo sé, de
cualquier forma.
Lo golpeo en el costado.
—Oh, hombre, eso fue maravilloso. —Me echa un vistazo—. Es como verte
retorcer.
326
—Eres un rarito. —Estoy casi sonriendo pero intento detenerlo.
—Ella tiene un pasado. Ozzie la está ayudando. A pesar de eso, ella no iría
por un hombre como él en mil años.
—No estoy seguro de que ella quiera que lo comparta. Pero puedes
preguntarle. —Suena demasiado feliz con esa idea.
—Dicen en las calles que puedes manejarlo. —Hay un aire de misterio que
rodea su tono.
Me siento enferma.
Él sonríe.
—Oh, no te preocupes por Toni. Sólo asegúrate de que siempre tengas un par
de audífonos contigo, y estarás bien.
327
Mi mente le da vueltas y vueltas a ese incidente mientras Dev continúa
conduciendo. ¿Ahora qué en el infierno voy a hacer? Ella nunca va a perdonarme
por atraparla bajo esa silla si sabe que el equipo vio lo que sucedió.
Suelto un bufido.
—Sí, claro.
—Ella es dura, pero no estúpida. Verá que eres una buena adición al equipo
y se ablandará.
—¿Por qué estás tan seguro de ello? ¿Una buena adición?
—Me derribaste dos veces. A Toni una vez. Nadie te ha derribado a ti aun. —
Él se encoge de hombros—. Y cómo dije antes, tienes la cubierta perfecta. Eres un
camaleón.
Se ríe, sonriendo todo el camino hasta el lote de autos usados donde diez
minivans están estacionadas justo en el frente.
328
49
D
os horas más tarde, después de la consulta, la prueba de manejo y
regatear los precios, me estaciono en el almacén en mi vehículo de
trabajo apenas usado: un Toyota Sienna dorado. Uff. No me gusta
esta cosa. Me siento al instante diez años mayor cuando estoy sentada detrás del
volante. Probablemente debería intercambiar a Félix por un golden retriever y
completar el look.
Cuando lo veo corriendo a través del almacén hacia mí, tan emocionado que
se curva en forma de una coma, decido que es una idea estúpida. Félix es mi
hombrecito. Tal vez puedo conseguirle un pequeño asiento de perrito para anclar en
la parte posterior. Si voy a parecer una mamá, bien podría tener un asiento de bebé
también, ¿verdad? 329
Ozzie baja las escaleras y cierra la puerta del lado del conductor por mí
cuando me agacho para levantar a Félix en mis brazos. Me deleito con el feliz amor
de cachorro durante unos segundos, utilizándolo para calmar mi acelerado corazón.
Ozzie está tratando de no sonreír a mi llegada, sé que lo hace. Su boca está
temblando.
—Lo odio.
—Ponte estos.
Estoy agradecida por la protección.
—¿Y tú? —Él simplemente está allí de pie sin hacer nada.
Resoplo. Ya lo veremos.
—Está bien, así que, lo primero que tienes que saber es que lo sostienes aquí,
en este extremo, detrás de la empuñadura de cuero.
—¿Eres zurda? Bien, de acuerdo. Pon tu mano derecha hacia atrás. Apóyala
en tu espalda baja.
—Ah. —¿Se rompa? ¿Está loco?—. Creo que simplemente voy a dejar de hacer
preguntas a partir de ahora.
Levanto la barbilla.
—No. ¿Y tú? —Lo empujo con mi bastón un par de veces. Incluso para mi ojo
inexperto, se ve tan simple.
Se ríe.
—Apenas.
—Pensé que iba a golpear a alguien que se acerque demasiado con el extremo
largo.
—Aunque más apretado que eso. Lo suficiente para que puedas sostenerlo
firme. Demasiado apretado y vas a telegrafiarme tus movimientos, y no quieres
hacer eso.
—¿Por qué?
—Porque. Es mejor. No quieres ser atrapado con la guardia baja. Además tus
ataques vendrán más rápido. —Mueve un poco los pies—. También debes mantener
ese cuerpo en movimiento. No quiero que te caigas dormida. —Se acerca y golpea
mi bastón con fuerza suficiente para casi derribarlo de mi mano.
—¿Beda?
—Sí. BEDA. Esas son tus opciones defensivas. Bloquear. Evadir. Desviar. Y
Atacar.
—¡Bien! ¡Hazlo otra vez! ¡Bloquea! —Su bastón se abalanza sobre mí una vez
más.
—¡Excelente! ¡Evade! —Balancea el bastón hacia mi costado y salto fuera del 333
camino. Se está moviendo demasiado rápido para pensar y decidir qué hacer a
continuación. Sólo estoy funcionando por instinto ahora mismo.
—¡Oye! ¡Eso habría dolido! —le grito, enojándome al ver que está jugando tan
en serio.
Mi corazón está latiendo como loco a medida que ondeo mi arma alrededor.
Sigue moviéndote, sigue moviéndote, sigue moviéndote. Una parte de mí quiere salir
corriendo del almacén gritando, pero el resto de mí quiere darle una lección. ¿Cómo
se atreve a enseñarme de esta forma? ¿Qué pasó con el método de pulir y encerar?
El karate kid no comenzó a patear a las personas en su primer día.
—¿Cómo es desviar? —le grito, tratando de distraerlo y evitar que me mate.
—Ese se explica por sí mismo —gruñe. Y entonces viene a por mí, bastón
levantado.
—Di buenas noches —dice Dev, dando vueltas alrededor y dando un paso 334
hacia mí.
Levanto mi arma hasta el nivel del muslo y pongo mi otra mano en la parte
superior de la misma, haciendo una gran letra T.
—¡Tiempo muerto!
—¡No hay tiempos muertos! ¡Sólo está la muerte para el perdedor! —Deja
escapar un grito de guerra muy fuerte y viene hacia mí.
Muevo el bastón ahora en mi mano derecha hacia sus costillas tan fuerte como
puedo.
Salto fuera del camino cuando se tropieza con sus propios pies y cae en la
colchoneta. El bastón cae de su mano y tamborilea a través del suelo de cemento
mientras él se enrosca en una bola.
—No te disculpes. —Se queja un par de veces—. Maldita sea, ¿te vi cambiar
de manos?
—Sí.
Me estremezco.
335
—¿Un poco?
La puerta por encima de la escalera se abre, y Ozzie baja con Thibault. Cuando
nos ven abajo, aceleran el paso, trotando por el suelo hasta donde estamos.
Thibault tiene que darse la vuelta para que Dev no lo vea sonriendo.
—¿Puedes levantarte?
—Con un poco de ayuda de mis amigos —dice. Su voz expresa su dolor con
mucha claridad, haciéndome sentir aún peor.
—Lo siento mucho, Dev. De verdad. No tendría que haberte golpeado tan
fuerte.
—No te disculpes. —Se lleva una mano a sus costillas—. Eso fue asombroso.
Te lo dije… cubierta perfecta. —Hace una mueca mientras trata de moverse.
Mi mandíbula se abre.
—¿Te engañé? No hice tal cosa. —Lo señalo con mi bastón—. ¡Él simplemente
saltó hacia el entrenamiento! Sin encerar, pulir, nada… ¡sólo pum, pum, pum!
Bloquea, evade, defiende…
—¡Lo que sea! ¡Viniste hacia mí demasiado rápido! No tenía otra opción. —
Mi mirada cae a la colchoneta. Me siento culpable. Por qué, no lo sé, ya que sólo me
estaba defendiendo. Me alegro de no haber tenido una Taser a mano. Le habría
electrocutado y golpeado con el bastón.
Estupendo. Justo lo que necesitaba, Toni enojada conmigo por esto también.
—No necesito ir al hospital. Estoy bien. Creo que sólo está magullada. —Se
pone de pie con la espalda recta y luego se dobla de inmediato un poco de nuevo—
. Tal vez.
Dev se va arrastrando los pies, pero mira sobre su hombro lo mejor que puede
cuando está a unos pocos pies de distancia.
Me guiña el ojo.
—No hay de qué. No es frecuente que veamos al gigante caer sobre sus
rodillas.
—¿Qué? —pregunto.
—Nada.
—¿Puedo ir a casa ahora? —digo, casi suplicante. Miro a mi Sonic—. Necesito
una ducha, necesito cambiarme de ropa, y estoy cansada de toda esta cosa de luchar.
Subir las escaleras es una aventura. Tengo que usar la barandilla para tirar de
mí misma. Definitivamente, me he pasado. Nada de sexo para mí esta noche.
¿Cómo se va a sentir Ozzie sobre eso? ¿Espera sexo de mi parte ahora? ¿Está
pensando en ello también, de la forma en la que he estado haciéndolo yo todo el día?
Probablemente esté mucho más sereno sobre ello que yo. Estoy segura de que puede
manejar trabajar y vivir conmigo sin perder la cabeza, a diferencia de mí.
—Sólo llamaba para charlar. —Espero hasta que estoy en la habitación con la
puerta cerrada antes de empezar a llorar.
339
50
—O
ye, oye, oye, ¿qué pasa con las lágrimas? —pregunta,
haciéndome llorar con más fuerza. Cada vez que actúa
como mi mamá, esto es lo que sucede. Totalmente un
bebé sollozante, cada vez.
—No lo sé. Sólo necesitaba escuchar tu voz y que me dijeras que no estoy
siendo una estúpida idiota por aquí.
Ella no sabe lo que pasó anoche y estoy bastante segura de que no debería
decírselo. Ella me hará mudar a su casa, y no puedo hacer eso. Si hay una amenaza
340
en mi contra, lo cual dudo mucho que haya, no puedo llevarla a su casa. Ella
realmente es una mamá de fútbol. O lo será cuando uno de sus hijos decida empezar
a jugar ese deporte.
—No, no fueron malos. Son muy agradables. —Excepto Toni, pero no voy a
hablar de ella.
—No. —Me limpio la nariz con mi mano y luego miro alrededor en busca de
un pañuelo de papel. Saco uno de una caja en la mesita de noche—. Me quedé la
noche aquí y tuve relaciones sexuales masivas con Ozzie.
—Whoa. ¿Sexo masivo? ¿Ese es diferente al sexo regular?
—Uhhhh, ¿sí?
—Hmmm…
—¡Para! —Me río de nuevo. No puedo evitarlo. Es mucho mejor que llorar,
de todos modos.
—De todas formas… hoy sólo fue mi segundo día de trabajo. Así que aquí
estoy, trabajando con él, todo el tiempo pensando en lo que hicimos anoche.
—No lo sé.
—Sí, lo son. Todos lo son. Así que, ¿qué más? ¿Por qué estás llorando?
Me encojo de hombros.
—No, no lo es. Creo que es sólo… abrumador. Cambié de trabajo hace apenas
unos días, empecé a trabajar con un equipo de gente muy agradable pero un poco
loco, estoy durmiendo con mi nuevo jefe, viviendo en su casa, por el amor de Dios.
Mi perro está enamorado de su perra… ¡Es loco! ¡Mierda! ¡¿Quién hace este tipo de
cosas?!
—Eso suena mucho más interesante que mi vida. ¿Sabes lo que hice hoy?
—No. ¿Qué hiciste hoy? —Me limpio la nariz de nuevo y dejo escapar un gran
suspiro. Ya me siento mejor.
—Quité una bola de pelo de mi desagüe de la ducha que era del tamaño de
343
una pelota de béisbol.
—Si él no viene a buscar a los niños este fin de semana, va a aprender todo
sobre ser legalmente demente, confía en mí.
—¿Y qué piensa ese hombre en tu vida de todo esto? —pregunta Jenny.
—¿El hombre en mi vida? ¿Qué hombre?
—Félix.
—Lo sé.
—¿En serio? —Es un poco loco, pero tiene mucho sentido para mí. Félix nunca
me ha defraudado.
—Es bueno que tu hermana sea un genio del ordenador y puede verificar
antecedentes.
Sonrío.
—Gracias, hermana.
—Sí, haz eso. Gran idea. No puedes vivir la vida siempre preocupada por lo
que puede ocurrir mañana.
—No veo cómo puede ser demasiado pronto si estás durmiendo con él.
Supongo que significa que vas en serio con él, y eso es lo que importa.
—Tal vez sólo estoy durmiendo con él porque soy salvaje, libre y vivo la vida
improvisando sobre la marcha. 345
—Sí, cierto. ¿Cuánto tiempo le tomó a tu último novio meterse en tus
pantalones?
—Cuatro meses.
—Está bien. Escucha, Sammy ha estado tranquilo por demasiado tiempo, así
que mejor voy. Probablemente esté decapitando todas las muñecas de su hermana
de nuevo.
—Es un niño. —Ella suspira—. Los niños son tan diferentes de las niñas.
—Está bien, mejor ve a vigilarlo. Gracias, Jenny. Realmente aprecio ponerte
al día con mi manía.
—No es manía. Sólo estás siendo una chica, y se te permite actuar como tal.
—Te amo.
Maldita sea. Odio cuando ella gana con el juego de te-amo-más tan fácilmente.
346
51
U
so un pañuelo húmedo para borrar los signos de mi crisis, y
entonces vuelvo a la cocina con renovado rigor y determinación,
uniéndome a Ozzie y a Toni en la mesa.
—¿Alguno de los dos consiguió alguna información hoy que valga la pena
discutir? —abordó Ozzie a Toni.
—No estoy segura. Escribí algunas cosas abajo. —Saca un bloc de notas de
una carpeta y pasa su dedo hasta el final de la página—. Creo que alguien debe haber
abierto una ventana en algún momento, porque comencé a captar conversaciones
dentro de la casa también, creo. 347
—Bien. —Ozzie asintió.
—He escuchado mucho sonido de fondo normal, gente charlando sin parar y
bromeando, pero entonces había unos hablando sobre un problema que estaban
teniendo que no había sido resuelto aún.
—Las pandillas usan códigos todo el tiempo para casi todo, Petit Rouge
podría ser un cargamento de drogas, importaciones ilegales, una pandilla rival, una
operación sin pagar dinero por protección, una simple persona… hasta que
podamos ponerlo en contexto, no sabremos lo que es. —Ozzie regresó su atención a
Toni—. ¿Hubo suerte con eso?
Sacude la cabeza.
—No, sin embargo, puedo decirte que la mayor parte de la charla vino de un
tipo. Creo que llegó tarde a la fiesta. Tengo la impresión que era un miembro de la
pandilla rival o negocios sobre los que estaban hablando.
Ozzie me mira.
—Busca esa hora en tus notas. ¿Ves a alguien entrando justo antes de eso?
Por el aspecto de nuestras notas, mi trabajo era más fácil que el de Toni. Tengo
menos de la mitad como mucho. 348
—Solo siete personas entraron, y salieron cuatro. —Miro abajo a la página,
tratando de encontrar una hora que coincida con las observaciones de Toni—. Hubo
dos personas que entraron antes que ella escuchara la conversación. —Me arrastro
a través de mi pila y encuentro a las dos personas de las que tomé captura de
pantalla—. No puedes ver sus caras, solo sus cabezas y cuerpos. Estaba muy oscuro.
—¿Reconoces a este?
Todo lo que puedo ver es una figura encorvada en un abrigo oscuro con una
cabeza brillante. Su cráneo está reflejando la luz procedente de la farola cercana.
Toni alarga su mano por ello, y Ozzie lo desliza sobre la mesa hacia ella.
—David Doucet es el hombre que tiró del arma contra nosotros en el bar.
—Sí, es el hermano de Guy Doucet, el que lleva la voz cantante en esta parte
de la ciudad.
349
—¿Entonces tú crees que él es el que estaba hablando sobre Petit Rouge? —
pregunta Toni.
—Podría ser. —Ozzie hace un ademán a Toni—. ¿Qué más tienes de él?
Se encoge de hombros.
—Sí, por qué no haces eso. Mañana. —Me mira— ¿Qué más tienes de las
entradas y salidas?
—Déjame ver… Tengo a todos esos tipos entrando. —Paso sobre las capturas
de pantalla—, pero solo los primeros cuatro volvieron a salir. Los últimos en llegar
se quedaron durante el tiempo que la cinta se ejecutó.
—Tira más de la cinta del Loro. Quiero ver hasta las seis de la mañana.
—¿Y?
—¿Cómo es eso?
350
Lucky rasca su cabeza.
—No estoy exactamente seguro. —Su expresión es afligida mientras cruza sus
brazos frente a su pecho—. Tienen los gastos típicos de una empresa minorista, de
modo que también tiene el aspecto de los servicios que ellos hacen. —Se encoge de
hombros—. Se venden productos y también reparan motores marinos, por lo general
fuera de las instalaciones. Tienen contratistas que realizan algunos trabajos para
ellos, tanto dentro como fuera de las instalaciones. También pagan por los servicios
realizados dentro y fuera por otros vendedores, como resultado del trabajo realizado
por los contratistas. Pero si pasas a través de sus informes financieros ves que tienen
una excesiva cantidad de gastos en áreas en las que debería ser un menor porcentaje
de los gastos totales del negocio.
—¿Por ejemplo? —Ozzie tiene toda su atención en Lucky. Al igual que Toni
y yo.
—Lo sé, y hay más. El servicio de limpieza que se supone que vale, ¿otro diez
por ciento? Fui a la tienda. Hay motas de polvo por todas partes. Los baños no han
sido tocados por semanas. Los empleados que trabajan en la tienda dicen que la
basura es vaciada y ven a alguien allí por las noches de vez en cuando, pero para lo
que están pagando todo debería estar brillante. Prácticamente podrían pagar a una
persona para estar ahí por tiempo completo con lo que han gastado este año.
—¿Qué más?
Lucky despliega sus brazos y pone sus manos sobre la mesa, con las palmas
351
hacia abajo.
—Bueno, Marina Azul está preocupado de que sea algo más también. Es por
eso que nos contrataron. Habla con los proveedores de servicios y quiero saber lo
que descubres. Si necesitamos una confesión después de todo lo dicho y hecho,
conseguiremos una. Solo consígueme las evidencias para traerlo a la conversación.
Todas las sillas se arrastran hacia atrás al mismo tiempo que nos ponemos de
pie.
—Estás aquí conmigo esta noche —dice, mirándome. Está hablando como mi
jefe, pero la mirada en sus ojos está viniendo de mi amante. Creo que Jenny tenía
razón; ha estado pensando acerca de tener sexo conmigo. Todo tipo de escalofríos
están corriendo a través de mí ahora.
Félix gimotea.
—Está bien, tal vez un pequeño regalo. —Me acerco a la despensa y doy un
paso dentro, buscando en los estantes. Es algo fascinante ver dentro del corazón de
la cocina de Ozzie. Todo está alineado con las etiquetas señalándolo. Los alimentos
enlatados están en una sección, artículos en cajas en otra, organizadas de modo que
los alimentos de la cena y los cereales no están juntos.
Escucho ruidos fuera de la puerta de la despensa así que supongo que los
perros están haciendo travesuras, pero luego me congelo cuando las voces se acercan
demasiado, entrando a la cocina desde la sala de espadas.
—Entiendo, pero quiero asegurarte que no tienes nada de qué preocuparte. 353
Resopla incrédula.
—Escucha, sé que quieres pensar que estás siendo un neutral apartado y todo
eso, pero no lo eres. Todos saben que estás con ella.
—¿Qué? ¿No estoy autorizada de decir lo que siento aquí nunca más?
—Puedes decir lo que piensas; sólo no aprecio que te metas en mi vida
personal. O lo que piensas que es mi vida personal.
—Si no es tu vida personal, ¿por qué no puedes explicar el trato especial que
está teniendo?
Odio esas palabras. Trato especial. Sabía que la enfurecería que todo el mundo
estaba consintiéndome tanto. ¡Maldita sea!
—No tengo que explicarte nada. En caso de que se te haya olvidado, soy el
jefe aquí.
Mi corazón colapsa sobre sí mismo. Él dijo que nunca habían tenido sexo.
¡Mintió! ¿Sobre qué otra cosa podría posiblemente estar hablando?
Por supuesto Ozzie mintió. Era demasiado bueno para ser verdad. Lo
imaginé para ser un espécimen perfecto de un hombre, un superhéroe no menos,
pero lo debería haber sabido mejor, ningún hombre es perfecto, incluyendo a Ozzie.
Él es igual al resto de ellos.
Estoy devastada. Destrozada, justo como esperaba que sería. Por supuesto
que pensé que tomaría un par de semanas para que la realidad me golpeara como
una tonelada de ladrillos, pero como sea. Está aquí ahora. Muchas gracias, imbécil,
por elevar mis esperanzas y luego aplastarlas. ¡Maldita sea, él era tan lindo! ¡Y
divertido! Y hemos tenido relaciones sexuales impresionantes. Mi corazón
literalmente duele.
—¿Quién dice?
—Lo digo yo. Y tú. Tú eres la que se apartó, no yo. Y creo que era lo correcto
por hacer.
—No, porque simplemente lo es. Es hora de dejar atrás el pasado. Mirar hacia
el futuro.
—Mi pasado es mi futuro. —Sus palabras suenan crueles, incluso hasta aquí
en el fondo de la despensa. Las botas que lleva puestas golpean el suelo con fuerza
mientras se aleja.
—Detente, Fee. Tenemos que irnos. Lo siento por tu novia. —Las lágrimas
quieren derramarse de mi cabeza, pero no las dejaré. No aquí. Voy a colapsar en la
autocompasión luego, cuando esté en casa y bebiendo cantidades copiosas de vino.
Busco en mi cartera las llaves y las encuentro justo cuando llego a mi Sonic.
Menos de un minuto después, estoy saliendo del almacén, agradecida de que Toni
haya dejado la puerta abierta. No me había dado cuenta de cuánto la casa de Ozzie
podría parecer una prisión hasta que recordé que no tengo una llave para entrar y
356
salir por la gran puerta. Podía haberme ido por la pequeña puerta, pero eso
significaba que me estaría marchando dejando atrás mi auto, y no había forma en
que me estuviera llevando esa estúpida minivan. Tengo que decidir si voy a regresar
a este lugar.
Mientras manejo por la autopista, tomando la vía más rápida a casa, mi mente
divaga. ¿Puedo trabajar en Bourbon Street Boys si Ozzie y yo ya no tenemos una
relación de una forma sexual? ¿Podemos volver un paso atrás a una relación de jefe-
empleado? Creo que yo puedo. Quiero hacerlo, de todas formas. Tendré que pasar
por la pérdida de una casi-relación primero, pero no va a tomar mucho, ¿correcto?
¿Un par de meses, máximo? Pensar en regresar a ser fotógrafa de bodas es
positivamente deprimente. En Bourbon Street Boys, sentí como si tuviera una vida
excitante, por una vez. Las personas me admiraban por cosas que llegaban
naturalmente en mí. Cada minuto del día, había algo nuevo sucediendo. Mis
músculos están más adoloridos que el dolor mismo, pero pronto serán fuertes y
entonces sabré como protegerme allí afuera en el mundo donde las cosas se pueden
poner muy malditamente locas.
¿Abandonar a Ozzie? ¿Cómo voy a hacer eso? ¿Puedo pretender que nunca
escuché sobre su mentira y hacer la que no me importa que lo hiciera? Cuando
intento imaginar diciendo las palabras Adiós para siempre o escuchar las palabras Lo
siento, no va a funcionar, quiero chillar como bebé de nuevo. ¿Por qué? ¿Por qué,
maldición? ¿Por qué tenía que ser tan asombroso y mentiroso también? ¿Por qué el
interior de un hombre no puede igualar el exterior, como, siempre? 357
Me aferro al volante y lo sacudo. Es en realidad mi cuerpo yendo hacia
adelante y hacia atrás, pero se siente bien sacar mi rabia contra la cubierta falsa de
cuero. Giro el volante con fuerza hacia la derecha, manejando en la autopista
demasiado rápido.
Tengo que frenar para evitar chocar contra la puerta de mi garaje. Estoy
segura que dejé marcas en el suelo. Bien. Voy a necesitar algo que me mantenga
ocupada por el resto del día. Me pondré de rodillas y voy a limpiar el caucho hasta
la próxima semana. Voy a tener la entrada más limpia de Nueva Orleans.
—Lo siento, bebé. Solo estoy molesta. Sabes que manejo horrible cuando estoy
de mal humor.
Él aún está mirando.
Caminando por la acera principal con Félix bajo mi brazo, mis pies están
prácticamente arrastrándose. No quiero estar allí sola, pero no quiero estar en el
trabajo. No puedo ver a Ozzie en este momento. Necesito calmarme antes de que
empiece a mentirme a la cara. Y no puedo ir a la casa de mi hermana. Ella se esforzará
en animarme y no estoy de humor. Necesito tragarme mi dolor por un tiempo. Por
mi cuenta. Vivir en él cómo una segunda piel para que cuando Ozzie me implore
que lo perdone, no vaya a rendirme. No lo hago tan fácilmente. Necesito
endurecerme. Algo me dice que Ozzie tiene unos asombrosos poderes de
persuasión.
Camino por la puerta y arrojo mis cosas en el suelo: mi cartera, el bastón que
Dev me dijo que conservara y que practicara con él y las carpetas que tenía en la
mesa. Bajo a Félix gentilmente al suelo, por supuesto. Él no hizo nada malo; él es
culpable del mismo crimen que yo; amar demasiado, muy rápido, muy fácil.
No sé por qué tomé todas esas cosas del trabajo. Supongo que mi corazón aun
358
quiere pretender que trabajo en Bourbon Street Boys, aun si mi cerebro me está
diciendo que renuncie. Estúpido corazón. Tratando de dejar que lo pisoteen y no
simplemente enormemente herido.
Saco el vino afuera y tengo la copa a mitad del camino de mis labios cuando
Félix comienza a ladrar como un tonto loco.
La alarma de la casa nunca se disparó cuando entré. ¿Qué pasó con el beeep,
beeep, beeep?
Por favor, Dios, que Félix esté bien y que aún esté en el pasillo junto a la puerta
359
principal.
Félix comienza a gruñir, y aligera mi corazón solo un poco. Si él está tan loco
como para estar enojado, eso tiene que significar algo bueno. Sigo los sonidos que
vienen de su pequeña garganta. Está en una parte en la sala y con suerte está solo.
53
M
e estoy inclinando para recoger a Félix de la alfombra de la sala
de estar cuando la voz llega.
¡La pequeña Caperucita Roja! ¡Soy yo! ¡Yo soy la Caperucita Roja!
360
Entonces, me doy cuenta de otra cosa.
¿Qué hay con todas las malditas canciones de cuna relacionadas a mi persona,
de todos modos?
Asiento una vez hacia él, mi lenguaje corporal expresando una calma que no
poseo nada más que superficialmente.
Si este idiota siquiera da un paso hacia mí, voy a enterrar este cuchillo en la
parte más cercana de su cuerpo. Él tiene un arma en su mano, sin embargo, así que
sé que no es probable que se acerque lo suficiente como para usar mi arma. Debería
haberle pedido a Ozzie que me enseñara esa arma primero. Maldita sea. Ahora es
demasiado tarde. Es demasiado tarde para todo. Nunca quise que mi vida terminara
con tanto pesar.
Me encojo de hombros.
Tengo que cambiar mi peso hacia el otro pie. Mi pierna se está entumeciendo
por el estrés. Casi no tengo nada de fuerza en mi cuerpo, gracias a mi entrenamiento 361
de hoy. No me gusta enfrentarme a este tipo con la fuerza de un niño de tres años
de edad. Sammy me podría vencer con un brazo en un concurso de lucha libre.
—Ahora, ¿qué está haciendo una fotógrafa en el pub de Frankie con Harley,
me pregunto?
—¿Harley? —Me veo tan confusa como puedo—. No tengo ni idea de quién
es Harley. Estaba allí para encontrarme con mi hermana.
Probablemente voy a morir aquí esta noche, pero si puedo dejar este mundo
restaurando la tapadera de Ozzie, tal vez él pueda llegar al fondo de lo que ellos
están haciendo y ayudar a ponerles en prisión. No es mucho como una venganza,
pero es mejor que nada. Tal vez pondrán una placa en el pasillo de Bourbon Street
Boys con mi foto en ella, junto a la carta del jefe de policía.
Trato de sonreír.
—El barman me dijo tu nombre cuando mencioné que eras lindo. —Mi
sonrisa cae ante la escandalosa mentira. Él nunca va a creer eso. ¿Puede ser tan ajeno
a cuán horrible puede ser?
El tipo devuelve la sonrisa, levantando las cejas un par de veces por si fuera
poco.
—Por lo tanto, ¿tu hermana, eh? ¿Y quién puede ser esa? Puede que la
conozca.
Actúo disgustada.
—Por última vez, no estaba con esta persona Harley. Estaba allí para
encontrarme con mi hermana. Un tipo de Wookie grande y peludo me agarró y trató
de atacarme cuando estuve allí en el cuarto trasero. Me imaginé que era un amigo
tuyo.
—No fue en el callejón justo al lado del bar. Fue unos bloques más allá, y sé
que de hecho estábamos solos. Ese idiota corrió tras de mí, si puedes creer eso. Idiota.
—Finjo una falsa risa satisfecha de mí misma—. Probablemente pensó que me
agotaría y sería capaz de agarrarme y tener suerte conmigo, pero le enseñé. Le di
con el Taser en su culo. Cayó como una gran roca peluda justo en su estúpida y
gorda cara.
Puede que siguiera enojada con Ozzie por mentirme. Eso podría explicar por
qué mis habilidades de actuación habían mejorado repentinamente.
—Apuesto a que lo hizo —dice David distraído, mirándome con fuerza. Sus
manos salen de detrás de su espalda sin el arma en ellas. Es extraño, pero tengo aún
más miedo ahora que cuando él sostenía el arma dónde la podía ver. ¿Por qué la está
apartando? ¿Está dejando que me vaya? ¿Cree mi lamentable historia?
—Te ves tan inocente. —Su voz se ha vuelto más suave—. Así que… estás
363
hermosa en esa camiseta rosa.
Miro abajo a mi pecho. Estoy usando una camiseta polo que compré el año
pasado para mi cumpleaños. Me recordó a la forma del glaseado del pastel.
—Adelante. Haz como quieras. —Sonríe de nuevo, más grande esta vez.
—Él está bien. Sólo tropecé con él cuando estaba caminando por el pasillo.
Aprieto los dientes para evitar responder del modo en que quiero. Toco la
pequeña cabeza de Félix con cautela, calculando qué tan rápido puedo saltar a un
lado y agarrar una de mis armas antes de que David se dé cuenta de lo que estoy
haciendo y que consiga dispararme con su arma.
—Mi perro está herido —dijo, presa del pánico. No llegaré a mi bolso a
tiempo. Eso deja el bastón, ¡pero eso no es rival contra un arma!
—Él estará bien. Levántate.
Señalo a mi bolso.
Él ser ríe.
Finjo tener dificultades para poner presión sobre mi pierna. Tomo dos pasos
medio cojos a un lado. El bastón me llama.
Sonríe ante mi elección de palabras. Imbécil. Él realmente piensa que soy una 365
pequeña Bo Peep en una camiseta rosa. Eso me hace enojar aún más que esa estúpida
arma que tiene en sus pantalones. No soy una chica con la cabeza hueca que está en
un campo sin nada mejor que hacer que observar a un montón de ovejas comer
hierba, ¡maldita sea!
Él gruñe y me alcanza.
—¡Es suficiente de joder por aquí! ¡Ven aquí! —Él me coge por la pernera de
mi pantalón, y me está arrastrando hacia él.
—¡Rreeeaahh! —grito, saboreando el fuerte golpe seco que escucho cuando este
entra en contacto con su pierna.
Hago hincapié en cada palabra que sale de mi boca con otro golpe de la vara,
golpeándolo en la cabeza, los hombros, la espalda y los brazos.
—¡Sal! —¡Whack!
—¡De! —¡Whack!
—¡Encima! —¡Whack!
—¡Cabrón! —¡Whack!
Finalmente deja de moverse, y hago una pausa para zafarme de debajo de él.
Poniéndome de rodillas, me arrastro hacia mi sistema de alarma, usando la
manija de la puerta para ponerme de pie. Todas las luces del teclado están apagadas.
—Oh, Dios, por favor no dejes que esté muerto. —Me acerco de puntillas y
tomo la pistola de su espalda, donde estaba metida en su cinturón. Es mucho más
pesada de lo que esperaba que fuera. Abriendo la puerta principal, la arrojo fuera
sobre el césped delantero.
—¡Ozzie! —Suelto un chillido, extendiendo una mano hacia él. Una vez más,
muy dramática, pero mucho más creíble, así que por supuesto Disney no me querría
ahora. 367
Salta de su puerta y corre hacia mí, su cara al rojo vivo y su cuerpo viéndose
dos veces su tamaño normal. Sahara está justo detrás de él, gruñendo, ladrando, y
babeando como un perro rabioso del infierno.
Mis héroes.
Lloro de alivio. Han venido para salvarnos a Fee y a mí. Nunca he estado tan
feliz de ver a alguien en toda mi vida. No me importa si ama a Toni. Le perdonaría
cualquier cosa ahora mismo.
54
R
esulta que, no hay nada que perdonar. Tonta de mí.
—En primer lugar, no quiero mentirte. Jamás. —Toma mis dedos y los besa—
. Las mentiras no son una buena base para una relación sólida.
—¿Libertad condicional? —Casi me siento ante eso, pero los fuertes brazos
de Ozzie me sostienen donde estoy.
—Sí, libertad condicional. Es una criminal condenada.
—Yo… ehhh… —Me está resultando difícil decir lo que pienso—. No puedo
verla haciendo eso. Quiero decir, es ruda y difícil, pero nunca me pareció que sea
tan sangre fría.
—No lo es. Fue víctima de violencia doméstica bastante grave que comenzó
cuando tenía quince años. Mató a su agresor durante uno de sus ataques. Fue en
defensa propia, pero fue declarada culpable de homicidio.
—¿Por qué?
—Guau. —Por supuesto que estoy absolutamente curiosa por los detalles,
pero no voy a presionar por conseguirlos. Sé lo mucho que se esfuerza por mantener 369
la intimidad en cuanto a esto en primer lugar. Además, no importa. La respeto por
defenderse. También me alegra que lo matara.
—¿Eres mi novio, Ozzie? —Me siento tonta por decirlo, pero necesito saber.
—Sí. Pero no importa sólo lo que yo quiero. Los dos tenemos que estar a
bordo.
Se ríe.
—Estoy a bordo.
Deslizo mis manos por su espalda y disfruto de todos los músculos que siento
al hacerlo.
370
—Bueno, entonces probablemente deberías dejar de besarme.
—Estoy bastante segura que Dev y Thibault están justo afuera de la puerta.
—Están en la cocina, que está a unos nueve metros de esa puerta. Y no tienen
permitido pasar más allá de la cocina.
—A decir verdad, lo es. Nadie más que tú alguna vez ha llegado más allá de
la cocina.
—¿Ni siquiera Toni? —Me siento tonta preguntando, pero lo hago de todos
modos. Todavía estoy en la secundaria, al parecer.
—Ni siquiera Toni.
—¿Tú qué crees? —Me sonríe, inclinándose para besarme otra vez.
Giro la cabeza hacia un lado para que así no pueda llegar a mí.
—Creo que será mejor que me digas si no quieres llevarme a casa esta noche.
Se ríe muy fuerte y se voltea sobre su espalda, arrastrándome con él. Ahora
estoy a horcajadas sobre él.
—Te amo, pequeña Bo Peep. Espero que puedas manejar la situación.
—Deja de llamarme con ese estúpido apodo. —No puedo estar realmente
enojada con él. Acaba de confesarme su amor. Un amor que ya sabía estaba allí en
el momento en que lo vi corriendo por mi calzada para salvar mi vida.
—¿Qué tal Caperucita Roja? —pregunta—. ¿Te gusta más ese nombre?
—No creo que eso vaya a funcionar muy bien con el equipo.
—Te tranquilizaré.
—Te mostraré que es una locura pensar eso. —Él se acerca y pone su mano
en mi mejilla—. No le digo a cualquiera que los amo, sabes.
—¿No?
—No. Sólo las chicas que quiero que se queden. Ahora levántate de la cama
y quítate la ropa antes de que ocurra algo malo.
Tengo que morderme los labios para no sonreír con demasiada fuerza.
Él gruñe y se arroja encima de mí. Grito con una risa que proviene de lo más
profundo de mí y envuelvo mis brazos alrededor de él. Me abalanzo a lo que sea
que me ofrezca esta noche y al despertar mañana en sus brazos. He tomado una 373
decisión. Podría haber llegado a mí como un número equivocado, pero es sin duda
el hombre adecuado.
Fin
Siguiente libro
La vida de madre soltera de Jenny gira en
torno a sus hijos y trabajo, lo que significa que
horas de Animal Planet y cadenas de códigos de
computadora son prácticamente para todo lo
que tiene tiempo. No es que Jenny esté buscando
aventura o romance; ella es el tipo de mujer que
cree en ir sobre seguro.
375
Elle Casey, una ex fiscal y maestra, es una exitosa autora estadounidense de
New York Times y USA Today, que vive en el sur de Francia con su esposo, tres
hijos y una cantidad de amigos peludos. Ha escrito libros de varios géneros y publica
un promedio de una novela por mes.
376