0% encontró este documento útil (1 voto)
3K vistas376 páginas

Wrong Number. Right Guy PDF

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 376

1

Esta traducción fue realizada sin fines de lucro por la cual no tiene costo alguno.

Es una traducción hecha por fans y para fans.


2
Si el libro logra llegar a tu país, te animamos a adquirirlo.

No olvides que también puedes apoyar a la autora siguiéndola en sus redes sociales,
recomendándola a tus amigos, promocionando sus libros e incluso haciendo una reseña en
tu blog o foro.
Índice
Sinopsis Capítulo 19 Capítulo 28
Capítulo 1 Capítulo 20 Capítulo 29
Capítulo 2 Capítulo 21 Capítulo 40
Capítulo 3 Capítulo 22 Capítulo 41
Capítulo 4 Capítulo 23 Capítulo 42
Capítulo 5 Capítulo 24 Capítulo 43
Capítulo 6 Capítulo 25 Capítulo 44
Capítulo 7 Capítulo 26 Capítulo 45
Capítulo 8 Capítulo 27 Capítulo 46
Capítulo 9 Capítulo 28 Capítulo 47
Capítulo 10 Capítulo 29 Capítulo 48 3
Capítulo 11 Capítulo 30 Capítulo 49
Capítulo 12 Capítulo 31 Capítulo 50
Capítulo 13 Capítulo 32 Capítulo 51
Capítulo 14 Capítulo 33 Capítulo 52
Capítulo 15 Capítulo 34 Capítulo 53
Capítulo 16 Capítulo 35 Capítulo 54
Capítulo 17 Capítulo 36 Próximo libro
Capítulo 18 Capítulo 37 Sobre la autora
Sinopsis
C
uando un mensaje de texto misterioso convoca a May Wexler a un
bar de motociclistas en el centro de Nueva Orleans, sabe que algo
está muy mal. Su hermana ha enviado un mensaje de socorro, pero
cuando May llega allí, no la ve por ninguna parte y ahora es ella la que está en
problemas: lleva puesto alpargatas rosas, tiene un Chihuahua en el bolso, y está en
medio de un tiroteo.

Después que el alto y musculoso Ozzie viene a su rescate, May no tiene más
remedio que seguirlo a la seguridad. En la sede de su empresa de seguridad privada,
los Bourbon Street Boys, ella encuentra un refugio para pasar la noche… y una oferta
de trabajo. Pero no pasa tiempo suficiente antes de que un acosador armado hasta
los dientes no sea la única complicación en la vida de May: cuanto más tiempo pasa 4
con Ozzie, menos puede negar que tienen una gran química juntos. Un número
equivocado la metió en este lío… ¿será que también le consiguió a la persona
correcta?

The Bourbon Street Boys #1


1
M
i hermana está desesperada, pero eso no es nada nuevo. Sus tres
hijos siempre la están volviendo loca. Sujeto el teléfono para echar
un vistazo a su último mensaje.

Hermana: Necesito un maldito descanso. Voy a llevar a las cuerdas del culo al centro
comercial.

Frunzo el ceño. ¿Desde cuándo está llamando a sus hijos cuerdas del culo? Es
decir, están todo el tiempo tras su culo, pero aun así…

Yo: ¿Cuerdas del culo?

Unos segundos más tarde llega su respuesta.


5
Hermana: Quería decir los sujeta pechos. Maldito autocorrector.

Entonces dos segundos más tarde llega:

Hermana: ¡Argh! ¡No sujeta pechos! Voy a matar al idiota que se caga en mi culo
porque es todo gelatina.

Me estoy riendo demasiado fuerte para parar en este punto.

Hermana (de nuevo): ¡Tormenta de mierda! ¡Épica tormenta de mierda del loco
corrector! Voy a llevar a los CABEZA de culos al centro comercial y voy a matar al perro que
caga en mi césped porque se está volviendo todo amarillo. Por favor, sólo cágame vaca.

Hermana (una vez más): DISPÁRAME AHORA, NO CÁGAME VACA.


¿¿¿QUÉ VA MAL CONTIGO AUTOCORRECTOR??? ¿POR QUÉ ESTÁS TAN
SUCIO?

Apenas puedo pulsar las teclas correctas, estoy riendo tan fuerte.
Yo: Llama a su papá y toma una pastilla. Estaré allí más tarde.

Hermana: Necesito un teléfono nuevo. Voy a la zorra a comprar uno.

Yo: Esa debería ser una transacción interesante. ¿Acepta tarjetas de crédito?

Hermana: TIENDA NO ZORRA. Y voy a montar el autocorrector también.

Yo: LOL. Monta esa madre, hermana mayor. Móntala fuerte.

Hermana: Cállate. Voy a apagarlo, no montarlo. Malditos automóviles.

Se debe haber rendido, porque eso es lo último que oigo de ella o de su


automóvil fuera de control… eh, autocorrector.

Me río regresando a mi pantalla de inicio, haciendo clic para salir de los


mensajes de texto mientras me recuesto en mi sofá, disfrutando mi soltería sin hijos.

Mi hermana Jenny empezó pronto en la vida; como yo ella estaba apurada


para salir de casa, ansiosa por dejar el lío infeliz que mi padre había creado con sus
mentiras y su infidelidad hacia nuestra madre. Jenny tuvo su primer hijo a los
veintidós y terminó con el tercero cuando tenía veintiocho. Ahora, a los treinta y dos,
6
está divorciada y mayormente loca, tratando de jugar el rol de ambos padres
mientras mantiene un trabajo a tiempo completo, todo mientras su ex finge tener
dieciocho de nuevo con mujeres demasiado jóvenes para estar haciendo algo más
que ir a la universidad. Es lamentable.

De ninguna manera en un millón de años voy a ir por ese camino. He visto el


desastre que deja tras de sí. Whoo-hoo, no gracias. Comprometerse es genial cuando
es con el tipo correcto; he visto eso con amigos. Algunas personas tienen suerte. Pero
hasta ahora ni siquiera estoy segura de que haya un tipo ahí fuera para mí. Cuando
tengo algún indicio de una mentira o incluso sólo una verdad sombría, me voy de
allí. Adiós, tanto tiempo, no dejes que la puerta golpee tu trasero cuando salgas.
Mentiroso, mentiroso, cara de oso.

Soy soltera, y lo adoro, veintinueve años, trabajando como una fotógrafa


independiente de bodas y retratos, y absolutamente no en el mercado para una
relación. Acabo de terminar una relación a largo plazo que debería haber sido a corto
plazo y he renunciado a salir por un tiempo. En lo que a mí respecta, es mejor no
haber amado que haber amado y haber sido engañada. Necesito un poco de tiempo
para mí, y ya que mi agenda está bastante vacía, va a funcionar a la perfección. Mi
plan consiste en estar en el estudio o en el local siempre que me pueda reservar algo
de trabajo, siesta, jardinería, ir al río en las gloriosas noches, paseos relajantes y beber
cantidades copiosas de vino en medio de todas estas cosas. Nada se va a interponer
en mi camino disfrutando el último año de mis veintes. Nada, ni siquiera los
pequeños cuerdas del culo y su loca mamá.

He estado planeando este autoimpuesto programa de volver a la real May


Wexler por un rato. Desde que me gradué de la Universidad de Nueva York en la
especialidad de fotografía, he estado centrándome en superar las cosas que me
alejaron de mi familia y me hicieron cruzar el país para obtener mi título. Sin
embargo, a pesar de que han pasado más de cinco años, no estoy mucho más cerca
de alcanzar ese difícil objetivo.

Demonios, sabía que necesitaba exorcizar mis demonios hace sólo un par de
años después de graduarme, por lo que me mudé de vuelta al sur y me instalé a
unos pocos kilómetros de mi hermana mayor en Nueva Orleans, el lugar en el que
ella aterrizó después de la universidad.
7
Jenny es mi roca. El hombro en el que siempre me puedo apoyar. Pero hacer
el movimiento de venir aquí para estar cerca de ella no envió mágicamente el
equipaje que he estado acarreando hasta el ático. Los espectros del pasado de mi
familia todavía me siguen, todavía me persiguen, todavía influyen en la forma en
que me siento sobre mí misma, mi vida, y cada tipo con el que entro en contacto de
un modo romántico. Es realmente muy lamentable, en realidad.

Jenny lo está haciendo mucho mejor que yo en el departamento de autoayuda.


Después de tratar con su propia fallida relación, destruida por la falta de fidelidad
por parte de su ex, ha llegado a un punto en el que puede ser honesta consigo misma
sobre lo que sucedió y aceptar responsabilidades de su propia felicidad sin hacer
excusas cuando se equivoca. Yo, todavía estoy trabajando en esa parte. Culpo a mi
padre por todo; no estoy lista para perdonar y dejarlo ir.

Así que sí. Voy a hacerme una idea. Este es mi gran plan. Olvida el hecho de
que no tengo ni absoluta idea de cómo hacer esto por mí misma. Estoy esperando
que varias botellas de vino me ayuden a poner en marcha el proceso.
Voy a decidir de una vez por todas quién quiero ser cuando crezca, y luego
de algún modo me voy a convertir en esa persona, incluso si esto significa que ya no
voy a estar tomando fotos de parejas felizmente casadas y familias llevando
camisetas blancas y pantalones de mezclilla a juego. No es que ese fuera mi objetivo
en la vida cuando acabé la universidad; es sólo en lo que me metí cuando no pude
encontrar un trabajo haciendo cualquier otra cosa. Sin embargo, no debería
quejarme. Hasta que la economía cayó en el vertedero hace un par de años, lo estaba
haciendo muy bien.

Otro mensaje llega e ilumina mi pantalla. Parpadeo un par de veces para


borrar el sueño de mis ojos. Debo haberme dormido, porque mi reloj dice que es una
hora más tarde.

Número desconocido: Vas a caer.

Yo: ¿Oh, en serio?

Sonrío para mí misma. Mi hermana me va a culpar por algo que pasó cuando
estaba durmiendo. Al parecer, tiene un nuevo teléfono y un número temporal hasta
que cambie al viejo, y su primer texto es para quejarse de mí. Excelente.
8
Yo: ¿Quién lo dice?

Me tomo un momento para guardar su número.

Jen: Lo digo yo, eso es quién. Tienes que salir de allí.

Yo: No. Estoy durmiendo. ¿Puedes oír los ronquidos? Zzzzzzz

Jen: A la mierda eso. Ven aquí o voy a ir allí y no iré solo. Eres mi respaldo,
¿recuerdas?

Me imagino a los pequeños monstruos corriendo por todo mi piso recién


limpiado, poniendo sustancias pegajosas sobre todo, y sonrío ante su amenaza vacía.
Perdonaría a esas bestias casi cualquier cosa. Puede que sean salvajes, pero seguro
que son lindos. Puedo decir esto porque sólo los tengo unas pocas horas a la vez.

Yo: Tráelo. Puedo manejar lo que sea que tus cuerdas del culo tiren sobre mí.

Jen: ¿Vas en serio? ¿Cuerdas del culo? ¡Saca tu culo fuera! ¡Lo digo en serio, cretino!
Yo: ¿Me acabas de llamar un pene1? Eso es duro.

Me río de nuevo.

Jen: Digo lo que veo. Llegué aquí ayer.

Me siento en el sofá y suspiro. Suena como si realmente necesitara un


descanso. Es tentador enviar otro mensaje, pero decido no hacerlo. No más liarlo.
Está a punto de estallarle un tornillo, y la última vez que sucedió, estuve atrapada
con los niños durante toda una semana mientras ella iba a nuestra cabaña familiar
para encontrarse de nuevo. Tengo que cortarle el paso a este.

Yo: Bien. ¿Dónde estás exactamente?

Jen: El bar de Frankie. Hacia el centro de Lexington.

Acerco más mi teléfono para ver si estoy leyendo bien. Efectivamente, dice lo
de Frankie.

Yo: ¿Ese no es un bar de motociclistas? ¿Estás segura que debes llevar a los niños
allí?
9
Jen: Si los llamas mis niños de nuevo te pegaré un tiro.

Me quedo mirando la pantalla por un rato y luego decido ir en contra de mi


respuesta de sabelotodo. Si mi hermana ha llegado al punto de renegar de sus hijos,
la tía May tiene que lanzarse en picado y salvar el día, una vez más.

Me pongo de pie y suspiro por el terrible peso de ser tan impresionante,


escribiendo mi respuesta mientras atravieso el cuarto hacia la puerta principal.

Yo: Bien. Nos vemos en unos 20’.

Jen: Trae a Phoenix.

Me paro con mis dedos en el picaporte de la puerta. ¿Phoenix?

Como si pudiera sentirlo, mi medio Chihuahua/medio Pomerania peludo


salta arriba y se levanta de su cama de perro para unirse a mí en el vestíbulo. Sus

1 Dick: cretino como pene en inglés.


pequeñas garras hacen clic sobre el suelo de baldosas. Félix es bueno para mantener
a los niños ocupados para que así Jenny y yo podamos hablar. A menudo solicita su
presencia cuando necesita dejar salir algo de vapor y no quiere que los niños lo
escuchen.

—Creo que quiere que te lleve, Félix. —Agarro mi bolso grande del perchero
en la puerta y meto mi cartera, llaves y la Taser en éste. Incluso si no fuera a ir a un
bar de motociclistas, añadiría este último elemento a mi bolso; fui asaltada una vez
en la universidad, y nunca voy a caer tan fácilmente de nuevo. Y si caigo, voy a
electrocutar al tipo malo por el camino—. Vamos, pequeño… arriba.

Él espera pacientemente a que lo tome y lo ponga en la bolsa, las patas traseras


en primer lugar. Una vez instalado, asoma la cabeza por la parte superior y su lengua
sale jadeando contento.

—No te hagas pipí en mi bolso, Félix. No estoy bromeando esta vez.

Mientras deslizo mis pies en mis alpargatas rosas, compruebo mi look en el


reflejo del espejo, alisando mi cabello castaño hasta mis hombros, asegurándome
que está perfectamente escondido detrás de la banda azul de plástico que se había
movido ligeramente mientras dormía. Mi blusa a rayas azules entallada y mis
10
pantalones beige todavía están limpios y almidonados, no peor por el desgaste de
mi pequeña siesta y un día de trabajo. Hoy ha sido trabajo de estudio, así que no
había necesidad de llevar un traje o un vestido, pero nunca utilizo pantalones
vaqueros para trabajar. No quiero que mis clientes piensen que soy una chapucera.
Me tomo mi trabajo muy en serio, aunque sea tan aburrido como mirar la pintura
secarse a veces, así que tengo que vestirme apropiadamente para el papel. No
necesito más maquillaje del que ya estoy usando; un poco de brillo de labios, un
poco de delineador y rímel para remarcar mis ojos azules claros, y estoy lista para
irme. Me aseguraré de que nada se embadurnó durante mi siesta en el auto, antes
de que alguien, aparte de Félix, me vea.

Salimos por la puerta y entramos en mi adorable Chevy Sonic de color cereza,


dirigiéndonos a un bar del que estoy absolutamente segura que mi hermana no
debería haber ido con sus hijos. Con suerte, no voy a resaltar demasiado con mi traje
casual de la zona alta. Nunca he estado en Frankie, pero tengo que asumir que no es
el tipo de lugar al que me gustaría ir regularmente. Se menciona en las noticias de
vez en cuando, y nunca porque haya algo bueno sucediendo allí.

Yo: Estamos de camino. Aguanta. No mates a nadie hasta que llegue.

Jen: No prometo nada.

11
2
E
stoy estacionada en un estacionamiento lleno en su mayoría de
motociclistas de la vieja escuela y enormes sedanes que
probablemente deberían haber sido desechados hace mucho tiempo.
Hay dos camionetas, una de ellas nueva. Además de mi auto, es el único vehículo
aquí en el cual no me importaría morir, y es una camioneta, por el amor de Dios.
Odio las camionetas. Son tan… grandes y pueblerinas.

Esta tiene que ser la peor decisión que mi hermana ha tomado nunca. ¿Qué le
sucedió? No puede ser simplemente el auto corrector en su teléfono. Su ex marido
Miles debe haberla presionado demasiado lejos esta vez.

Félix y yo entramos al bar y nos detenemos justo dentro de la puerta,


tanteando el terreno. Estoy tratando de decirme a mí misma que deje de estar
12
nerviosa— después de todo, soy una mujer adulta que ha estado en muchos bares,
y no tengo ninguna razón para temerle a nadie aquí—pero no está funcionando. Mis
palmas están sudando en un segundo. Mi mirada vaga por la habitación, buscando
la figura de una mujer desesperada con el cabello en su mayoría recogido y tres
niños pequeños columpiándose de artefactos de iluminación.

En su lugar, veo taburetes con enormes culos masculinos en ellos, con


billeteras con cadenas sujetas a sus bolsillos; mesas de billar con grupos de hombres
de pie alrededor sosteniendo tacos de billar, todos ellos usando chalecos de cuero y
chaparreras; y un par de mujeres quienes estoy bastante segura que se les paga por
hora por ejercer la profesión más antigua del mundo, sentadas a horcadas sobre
taburetes en la esquina.

Me pregunto por un breve instante si alguna de ellas necesita un fotógrafo de


bodas. Esa es mi desesperación hablando, la parte de mí que siempre está pensando
en mi cuenta bancaria y en cuán poco dinero tengo allí. Entonces mi cerebro racional
se hace cargo de nuevo, y me doy cuenta de que, si alguna de estas personas se fuera
a casar, lo más probable es que lo harían en un ayuntamiento, seguido de tragos de
whisky para sellar el trato. Las personas que celebran acontecimientos de la vida de
esa manera por lo general no reservan sesiones fotográficas que involucren
individuos vestidos.

Hablando de estar fuera de elemento. Bajo la mirada hacia mis pies. Tal vez
las alpargatas rosas fueron una mala idea. Las miradas entrecerradas que estoy
recibiendo de la gente en cuero no están ayudando a mi problema de palmas
sudorosas ni un poco.

Hay un arco cruzando la habitación desde donde estoy que me conduce hasta
otro espacio público cuyas características físicas no puedo percibir desde aquí. Ya
que no veo a los miembros de mi familia en esta sala principal, supongo que ahí es
donde deben estar. Sólo puedo imaginar lo que hay allí atrás. Probablemente drogas.
Probablemente más cuero y más carteras encadenadas. Ahora mis axilas se han
unido a la fiesta de sudor. Fantástico.

¿Qué estaba pensando mi hermana? ¿Vino a este bar y entró en la habitación


del fondo? Nada bueno podría estar sucediendo allí. ¿En el mejor de los casos? Juego 13
de póquer. Su ex tendría un día de campo con eso. Él siempre está más que feliz de
señalar sus defectos como madre. Añadir apostadora a la lista sería malo. Ahora me
siento muy mal por haberme estado metiendo con ella por teléfono. Ella claramente
estaba caminando en una línea fina entre mamá estresada y mamá loca, y ahora sé
que ha cruzado esa línea hacia un lugar muy oscuro. Mi pobre hermana. ¡Sus pobres
hijos!

Nunca he tenido que confrontar a Jenny sobre sus cuestionables elecciones de


crianza antes. Ella se ha estresado, claro, pero nunca se ha descarrilado tanto como
esto. Cuando se puso realmente mal con su divorcio, se tomó un tiempo fuera, pero
arregló todo conmigo y los niños antes de tiempo y se aseguró de que todos
estábamos bien antes de que se fuera durante una semana.

No estoy segura, pero creo que puedo interpretar la intervención de una sola
mujer sin hacerles saber a todos en el lugar que pienso que no son la mejor compañía
para mi hermana—mi pobre y equivocada hermana mayor quien va a pagar por
arrastrarme a este lugar.
Mis pies están literalmente pegados al suelo. Con el fin de moverme hacia
adelante, tengo que quitarlos de… ¿qué es…? ¿Alfombra? ¿Linóleo? Es imposible
saberlo. Me estremezco con el pensamiento de cuántas bacterias estoy recolectando
en mi persona ahora mismo. Voy a dejar mis zapatos afuera de la puerta principal
después de este viaje. Probablemente debería quemarlos para evitar que se
propague el contagio. Eso me pone triste porque amo mis alpargatas rosas.

Varias cabezas se giran para mirarme mientras comienzo a caminar de nuevo.

Cuando subo el bolso de Félix más arriba en mi hombro, su cabeza se asoma


y da una mirada alrededor.

—¿Qué opinas, Fee? —pregunto lentamente, con mi voz un poco demasiado


alta—. ¿Te sientes con ánimos de tomar una cerveza? —En vez de entrar en la
habitación del fondo exigiendo que mi hermana se marche de una vez, decido que
comportarme relajada es la mejor manera de manejar esto. A veces puede ser terca.
La he visto saltar de la sartén al fuego en más de una ocasión, y no quiero que esto
se vuelva en mi contra y termine siendo una de esas situaciones en las que alguien-
llama-a-la-policía-porque-otro-divorcio-se-ha-revelado. Me quedaré aquí en la
barra durante uno o dos minutos y reuniré valor para enfrentar lo que seguro está 14
por venir.

Félix jadea excitado. Tomo eso como un tal vez para mi pregunta sobre la
cerveza.

Mi teléfono zumba mientras me dirijo hacia la barra, indicándome que tengo


un mensaje de texto esperando.

Jen: ¿Dónde diablos estás?

Yo: Conserva tu sujetador. Estoy aquí.

Jen: ¿Dónde? Todo lo que veo es una barbie con un bolso de perro.

Mi mandíbula cae abierta mientras bajo la mirada hacia su mensaje. Ahora


realmente ha perdido la razón. ¿Barbie? ¿Desde cuándo soy una barbie? Ella sabe
que me gradué con honores. Mis dedos vuelan sobre el teclado.
Yo: Mejor te relajas o la fiesta de rescate va a empezar con alguna perforación de teta
y las tuyas definitivamente están en la lista de objetivos.

Jen: Considérate hombre muerto. Te advertí sobre esa cosa de las tetas.

Resoplo. Debe estar ebria. Cancelo mis planes de pedir una cerveza y giro mi
cabeza hacia la habitación del fondo en su lugar. El nerviosismo ha tomado un
asiento trasero en mi indignación. Mi adorada hermana acaba de llamarme una
barbie y un hombre muerto. Obviamente está ebria frente a sus hijos, así que olvida
las intervenciones agradables de hermana menor. La mierda acaba de volverse seria.
Trueno mis nudillos, preparándome para ese golpe en la teta que le prometí.

La habitación del fondo está más oscura que el frente del bar. No hay pista de
baile, no hay parejas, y nada parecido a una decoración a menos que consideres
carteles de cervezas rotas y paredes manchadas de nicotina como diseño interior. El
lugar está totalmente vacío, pero veo que podrían estar las puertas de los baños cerca
de la esquina más alejada de la habitación. Ellos deben estar allí dentro.

Entro en el hueco entre la parte delantera del bar y la habitación del fondo
cuando un fuerte estruendo suena detrás de mí. No tengo tiempo ni siquiera para
darme la vuelta antes de que sea empujada por la espalda.
15

—¡¿Qué demonios?! —Las palabras salen de mí cuando doy un ligero salto


mortal hacia atrás y tropiezo, cayendo hacia adelante.

Huelo humo. La adrenalina aumenta en mis venas mientras alzo mis pies
debajo de mí. Félix está ladrando como un medio Chihuahua muy molesto y poseído
por el diablo. Siento que voy a tener un ataque al corazón.

La persona que me empujó me agarra por la parte superior de los brazos y


prácticamente me levanta, obligándome a entrar a la habitación del fondo, ya sea
que me guste o no.

—¡¿Qué estás haciendo?! —grito, retorciéndome para conseguir liberarme de


su agarre. Ahora estoy asustada y molesta. No tengo idea de lo que está sucediendo,
pero no me gusta ser maltratada. Me recuerda demasiado ese atraco que me dejó
con un ojo negro, una rodilla raspada, y un monedero robado.
Cuando finalmente puedo darme la vuelta, veo una montaña de hombre
parado detrás de mí, luciendo una enorme barba negra y una pila de cabello
encrespado a juego rodeado por un pañuelo doblado de color azul. Podría estar en
cualquier edad desde los treinta a los sesenta años; es imposible saberlo con todo eso
en su rostro y su cabeza oculta en… ugh… piel de oso pardo.

—Sacándote de aquí —gruñe, empujándome hacia los lados.

Pierdo unos cuantos centímetros de terreno antes de que pueda clavar mis
talones.

—¡Tengo que encontrar a mi hermana y a sus hijos! —Lucho contra su agarre,


tratando de meter la mano en mi bolso, así puedo agarrar mi Taser y enseñarle a este
hombre-bestia una cosa o dos sobre cómo tratar a una dama. Olvida lo de tener
miedo. Mi hermana está aquí en algún lugar y me necesita. Las sustancias químicas
en mi loco cerebro me han convertido en algún tipo de superhéroe. Incluso tengo un
secuaz llamado Félix. Deberíamos tener capas que combinen.

—No hay niños aquí adentro… ¿estás loca? —No está aceptando un no como
respuesta. Estoy a medio camino dentro de la habitación posterior antes de que
pueda siquiera procesar lo que ha dicho. Me rindo en buscar mi Taser bajo el trasero
16
peludo de Félix a favor de tratar de controlar cualquier avance más.

Él tiene razón. No he visto a mi hermana todavía, pero eso no quiere decir


que no esté aquí. Ella podría estar en el baño o en otra parte del bar que no puedo
ver desde aquí. Me envió un mensaje de texto, y vine, y no me voy a ir de aquí sin
ella y esos bebés.

—¡¿Por qué me estás empujando?! —Trato de agarrar el respaldo de una silla


alta al pasar por ahí, pero pierdo mi agarre sobre esta y cae con un estruendo a
nuestro paso. Los sonidos de gente gritando en la otra habitación se vuelven cada
vez más fuertes. Los gritos de la parte del frente del bar se unen a la mezcla, y no
todos son femeninos.

—Sal —dice—. Tienes que irte.

Me agarro del borde de una mesa que afortunadamente está clavada al suelo,
deteniendo nuestro avance.
—No me voy a ninguna parte —gruño, doblándome por la mitad cuando él
trata de cogerme por la cintura—. Necesito encontrar a mi hermana. —Lo pateo,
dándole en la espinilla.

—¡Oooph! —Se inclina, sorprendido por el dolor, soltándome.

Escucho un crujido y un sonido metálico. Mis ojos se abren completamente


cuando noto un enorme hoyo en la madera junto a mí donde solía estar una
superficie lisa en su mayoría. Cuando levanto la mirada, veo a un hombre de pie en
la entrada de la habitación posterior con un arma levantada en nuestra dirección. Mi
cabeza deja de latir durante un segundo o dos, y se siente como si mi pecho estuviera
cediendo al miedo.

No estoy avergonzada de decir que chillo bastante fuerte en ese momento, y


que no es uno de esos gritos de dama realmente lindos tampoco. Más como un pollo
loco siendo estrangulado sin éxito.

La montaña de hombre que ha estado tratando de sacarme del bar me agarra


del bolso y tira de mí hacia el suelo. Caigo de rodillas, temblando
incontrolablemente.
17
Félix se lo agradece mordiéndole la mano.

—¡Hijo de pu…! —El hombre mete la mano en su boca por un segundo y


luego la saca—. ¡Vámonos! —En cuclillas, me toma de la mano y me arrastra fuera
de la habitación, usando las mesas y las sillas como protección. Estoy medio
tropezando, medio corriendo, tratando de poner más distancia entre yo y el loco
quien en realidad tuvo las agallas de dispararme.

Más crujidos y un par de sonidos metálicos nos siguen, haciendo volar trozos
de madera y golpeando un costado de mi rostro. Inmediatamente comienzan a
escocer como unos malditos.

—¡He sido disparada! —Mi mano libre vuela hasta mi rostro, encontrando
algo húmedo y pegajoso. Cuando aparto la mano y la miro, veo algo oscuro
manchado allí. Jodida mierda, ¿esa es sangre?—. ¡Oh Dios mío ¿Estoy sangrando?!

Hay un zumbido en mis oídos ahora, pero no viene de fuera de mi cuerpo.


Creo que mi corazón está a punto de estallar. ¡Es el peor rescate de hermana!
—¡Sólo sigue corriendo! —grita mi rescatador, empujándome por una puerta.

Caigo de manos y rodillas en un callejón maloliente, fangoso y sucio, y mi


bolso aterriza junto a mí. Félix resbala fuera y luego se pone de pie, ladrando como
si estuviera poseído por el mismísimo diablo. Sé exactamente cómo se siente. Creo
que voy a vomitar.

La puerta se cierra detrás de mí.

—Calla a ese perro —grita el hombre.

—¡¿Sigues aquí?! —Estoy gritando. No estoy feliz porque sé que es un hecho


que esas balas eran para él, no para Félix y para mí. Nunca he inspirado a nadie a
ese nivel de odio. Tal vez un par de palabras fuertes por pequeñas heces de perro
dejadas en el césped de un vecino, claro, ¿pero balas? Nunca. Este hombre es
peligroso. Cualquiera puede ver que es un gánster motociclista o un traficante de
drogas, y no lo quiero en ningún lugar cerca de mí.

En un segundo estoy oliendo lo que estoy bastante segura que es el contenido


del estómago de alguien más en el suelo, y al siguiente, estoy volando por el aire.
Sólo estoy un poco desorientada cuando mis pies golpean el suelo y estoy de pie. 18
—¿Qué acaba de pasar? —susurro, mi tono demasiado alto para ser de un ser
humano normal. Medio segundo después me doy cuenta de que estoy de pie porque
él me levanto tan fácilmente como si sólo fuera un pedazo de papel.

—Agarra a tu perro y vámonos. —Tiene su mano en la puerta trasera bajo


una brillante señal de salida, manteniéndola cerrada. Si no estuviera tan asustada
por mi vida, estaría impresionada por su caballerosidad. Él probablemente podría
haber estado a un kilómetro y medio de aquí sí sólo hubiera estado preocupado por
su propio pellejo.

Todo mi cuerpo, incluyendo mi voz, está temblando.

—Ven aquí, Félix. Entra en el bolso.

Félix está ladrando a todos y a todo, real o imaginario. Todo su cuerpo está
rebotando de arriba a abajo con energía molesta.
—¡Ven aquí, Félix! ¡Tenemos que irnos! —Cuando finalmente pongo mis
manos en él, casi estoy impresionada con lo mucho que su furia lo está poseyendo
por completo; está zumbando como una cuerda de guitarra recién hecha vibrar. Ya
me estoy moviendo, incluso antes de que Félix se haya acomodado. El tipo de la
barba tiene razón, mi hermana no está en ese bar. ¿Por qué creí que lo estaba? Tal
vez ha estado bebiendo en casa y me envió mensajes de texto ebria. Voy a matarla.

—Vamos, Fee, entra. Deja de juguetear. —Meto a Félix de cabeza en mi bolso


y lo cierro con mi brazo contra mis costillas—. Hora de salir disparando de aquí. —
Y dejar a este gánster detrás. Mientras comienzo a caminar rápido hacia el final del
callejón, una vez más soy agarrada por el codo.

—¡¿Qué?! —grito, dándome la vuelta para enfrentar al hombre-bestia quien


obviamente no cree en la higiene personal o en los modales básicos—. ¡¿Ahora qué?!
—Mi corazón está martilleando en mi pecho mientras mi mirada se mueve
rápidamente entre la puerta y mi captor. Sé que el lunático con el arma va a alcanzar
la puerta en cualquier momento, y no quiero estar andando por aquí en el callejón
cuando él salga.

—No puedes ir en esa dirección… ellos estarán esperándote. Sígueme. 19


Siento sólo la más pequeña lástima de que estuviera teniendo malos
pensamientos sobre él, ya que obviamente está tratando de ayudarme a salir. Pero
cuando sale corriendo, dejándome parada allí, mi culpa desaparece. Esto en cuanto
a lo caballeroso. Ni siquiera mira hacia atrás para ver si lo estoy siguiendo, el imbécil.

Mis pies empiezan a moverse por voluntad propia.

—¿Quiénes son ellos? ¿Por qué me están esperando?

Él no responde. En cambio, gira en una esquina a varios metros más adelante,


dejándome sola en el callejón lleno de vómito y de basura. Cuando miro en la
dirección opuesta hacia la calle donde mi auto está esperando, juro que puedo ver
el contorno de un hombre malo con una pistola, así que salgo corriendo detrás del
tipo con la horrible barba, rogando que no vaya a lamentar esta decisión tanto como
me arrepiento de venir a un rescate que nunca fue necesario en primer lugar.
3
D
espués de que alcanzo al gánster de barba, me deja temblando en
las sombras de un contenedor a cuatro calles, prometiendo volver.
Félix ya no está preocupado. Ronda alrededor de mis pies, dejando
un mensaje para cualquier perro que quisiera acercarse en los próximos días,
mientras yo le escribo a la idiota ebria de mi hermana y trato de calmar mi
respiración. Sólo puedo imaginar lo que sus mensajes de pis dicen. Algo como:
“¡Amigo, no creerías lo que me pasó hoy!“ Sé que yo estoy bastante impactada por
todo el asunto y ni siquiera soy una mezcla de Chihuahua. Me agacho donde nadie
me verá y mantengo el oído alerta por el sonido de pasos. Lo único que oigo por un
tiempo es el latido de mi corazón, como loco, pero luego también oigo sirenas, y es
como música para mis oídos cuando noto que vienen del área alrededor del bar.
20
Rezo porque mi hermana esté bien. No la vi a ella ni a los niños, y eso me da
una relativa tranquilidad. Pero no ha respondido ninguno de mis últimos mensajes.
Reviso la pantalla de nuevo para asegurarme. Todos los mensajes que aparecen son
míos. No llegaron más de sus dementes mensajes. Debe haberse desmayado en el
sofá. Es muy raro que ella haga algo así. Necesito llegar a su casa lo antes posible y
asegurarme de que todos están bien.

¿Dónde estás?

¿Estás a salvo?

Espero que no estés en ese bar.

Te mataré por arrastrarme hacia aquí.

Por favor responde. Me estás preocupando.

La gran camioneta elegante del mismo lugar donde estacioné antes se detiene
en la acera, y las luces de la cabina se encienden, revelando a la bestia con barba
adentro. Me sorprende un poco que el tipo más desagradable del lugar tenga el auto
más caro. Mi teléfono suena, alertándome de un mensaje recibido. Mientras me
inclino apara recuperar a Félix, lo leo.

Jen: Nos han emboscado. No vuelvas. Nos encontramos en el próximo punto de


entrega en treinta.

Estoy mirando la pantalla cuando me detengo ante la puerta del pasajero. Se


abre desde adentro, y miro el rostro de mi salvador.

—Entra —dice él. Baja la mirada a su teléfono mientras espera que obedezca.

—Em, no gracias. —Miro sobre mi hombro. La oscura esquina del contenedor


se ve muy bien ahora.

—No puedes quedarte aquí afuera donde podrías ser vista por alguien que
pase conduciendo.

—¿Pero debería subirme a un auto con un gánster traficante de drogas que


probablemente me mate y arroje mi cuerpo al Mississippi?

Él sisea, molesto. 21
—No soy traficante ni gánster. Vamos, deja de jugar. No quiero ser visto aquí.

—Porque eres traficante de drogas.

Su voz lleva paciencia exagerada.

—No, porque los traficantes me verán en su territorio y no les gustará mucho.

Miro alrededor, un nuevo miedo precipitándose a través de mi cuerpo,


haciéndome sentir como si algo estuviera tratando de sofocarme.

—¿Este es el territorio de un traficante?

Señala por la ventana.

—Mira alrededor. ¿Tú que crees?

Personas casuales en las esquinas de las calles, bebiendo de bolsas de papel.


Grupos de hombres de pie mirándonos. Seh. Nada bueno. Muerdo mi labio mientras
considero mis opciones. Podría llamar a la policía y esperar quién sabe cuánto para
que me recojan —horas si mi experiencia pasada dice algo— y mientras tanto estar
expuesta. Podría subir al auto de este tipo y quizás ser violada y asesinada. ¿Qué
otras opciones me quedan? No hay negocios que consideraría seguros cerca, y de
ninguna manera quiero comenzar a caminar por la calle. Esto sí que es una
encrucijada.

—Probaré mi suerte —le digo, sosteniendo a Félix con más fuerza bajo mi
brazo.

El tipo levanta una nalga.

—Aquí. Mira esto.

Retrocedo, segura de que estoy por ver un arma.

En cambio, saca una billetera. De ella saca una tarjeta y me la pasa.

Leo la escritura al frente de la tarjeta de negocios. Simplemente es el nombre


de una compañía y una dirección en ella, sin nombre: “Seguridad Bourbon Street
Boys”. Alzando la mirada, entrecierro los ojos.
22
—¿Estás intentando mostrarme que eres un buen tipo?

—Exacto. Ahora entra.

Sosteniendo la tarjeta en alto, le saco una foto y me escribo un correo


electrónico, adjuntando la foto.

—Está bien, señor Bourbon Street, acabo de enviar un correo electrónico con
su dirección comercial a mi hermana y a mí misma, así que si me pasa algo, usted
será responsable.

—Estupendo. Entra.

Sé que mi plan no es infalible, pero es lo mejor que tengo. Todavía puedo ver
claramente la cara del sujeto disparando en mi mente, y se vuelve más amenazante
con cada segundo.

Primero saco mi Taser y lo deslizo a escondidas en mi cinturilla. Luego coloco


mi bolso y a Félix en la cabina de la camioneta, y con la ayuda de la propia puerta y
un mango en el interior, también me subo. Una vez que me acomodo, abrocho mi
cinturón y rápidamente envío una respuesta al mensaje de mi hermana. Pensé que
me había calmado, pero mi pulso aún late con mucha fuerza. Puedo sentirlo
literalmente martillando en mi cuello.

Yo: Tienes que estar ebria. ¿Dónde están los niños?

Escucho un pitido a mi lado, una pausa de dos segundos mientras el hombre


con la espesa barba comprueba su teléfono, y luego ruge y da un puñetazo al
volante.

Me estremezco, apretujándome en la esquina de la cabina, cuando me doy


cuenta que la tarjeta empresarial que me dio no significa nada. He saltado de la
sartén para aterrizar justo en el fuego. ¿Está loco? Tiene que estarlo. ¿Quién golpea
a su auto cuando recibe un mensaje? Y, ¿con quién está tan enojado? Debe ser una
novia o algo así, aunque no puedo imaginar qué clase de mujer saldría con un tipo
como este. Tal vez una de esas chicas levantadoras de pesas con un cuello inmenso
y una barba muy espesa de todos los esteroides que pone en sus batidos de
proteínas. Saco poco a poco mi Taser de mis pantalones y la sostengo hacia abajo
junto a mi pierna. Si hace tan un solo un movimiento para lastimarme, lo voy a 23
prender como a un árbol de Navidad.

Él lanza su teléfono en el tablero y sisea al dejar escapar un largo suspiro,


cambiando la velocidad al mismo tiempo.

—¿Dónde vives? —pregunta él—. Te llevaré a casa.

Me rio a la vez que tiemblo. Creo que tal vez es la tensión acumulada o algo
como eso, pero sea lo que sea, es algo muy poderoso. No puedo parar. Estoy a punto
de hacerme pis en los pantalones. Al parecer, cuando me enfrento a la muerte
inminente, pierdo completamente la cordura.

Él se detiene en un semáforo en rojo.

—No veo qué tiene de gracioso preguntar tu dirección. —Su barba se


balancea con cada palabra, y eso sólo empeora las cosas. O mejoran. De cualquier
forma, por fin puedo dejar de temblar.

Hago una pausa para tratar de respirar normalmente.


—Lo gracioso es que pienses que realmente te voy a dar esa información. —
Un resoplido escapa de mi nariz—. Sí. Claro. Vamos, Señor Enorme Bestia Lunática,
¿por qué no vamos a mi casa y me asesina en mi sala de estar? Suena divertido. —
Pongo los ojos en blanco por la ridiculez mientras observo a través del parabrisas—
. Debe pensar que soy la mujer más tonta del mundo para caer en esa basura. —
Olviden la parte en la que, en realidad, estoy montada en su camioneta gracias a una
tarjeta empresarial que probablemente ni siquiera es suya. Demonios, por lo que sé,
¡podría pertenecer a la última persona que mató! Necesito hacer que me examinen.
Estar perdida y confundida en cuanto a mi vida me ha hecho completamente
estúpida. Gracias a Dios, tengo mi Taser.

La luz se pone verde y él pisa el acelerador. El motor ruge, pero


permanecemos en el límite de velocidad. Supongo que es una especie de Boy Scout.
O tal vez es un asesino que no quiere ser detenido por la policía. Ese es
probablemente el escenario más probable.

—¿Me habría tomado la molestia de rescatarte del bar si tuviera planeado


matarte?

—¿Cómo se supone que voy a saber? No soy una loca. 24


—Ni yo.

—Podrías haberme engañado —murmuro en voz baja. Señalo a un


restaurante abierto toda la noche en la calle—. Sólo déjame por allí. Buscaré como
regresar al bar y recuperaré mi auto de ahí.

—Lo que digas. —Él cambia de carril para poder girar hacia el
estacionamiento. La sensación de alivio que me llena es abrumadora. Es como estar
al final de una montaña rusa realmente salvaje, realmente horrible a medida que te
acercas al puesto para bajar. En realidad, es un poco vertiginoso.

Mi teléfono suena a medida que nos detenemos en un espacio.

Hermana: Hola, bombón. ¿Te parece una copa de vino? Finalmente he metido a los
cabezas de chorlito en la cama.

Miro fijamente la pantalla durante un tiempo muy largo. El ruido del motor
de la camioneta me pone en algún tipo de trance mientras trato de averiguar qué
demonios está mal con mi hermana. ¿Ahora tiene una personalidad dividida? ¿El
estrés de ser madre soltera finalmente ha agrietado su cerebro? ¿Debería llamarla
Sybil2? ¿Por qué su teléfono ahora muestra el nombre “Hermana”? ¿Se ha transferido
el número al final?

—¿Cuál es el problema? —pregunta él—. ¿Obtuviste alguna mala noticia?

—¿Por qué dirías eso? —Aparto mi mirada del teléfono para mirarlo.

—Porque tu cara parece que se está derritiendo, estás frunciendo el ceño muy
fuerte.

Vuelvo a mirar a pantalla.

—No es nada. Sólo mi hermana perdiendo su maldita cabeza. —O yo


perdiendo la mía. Nada de eso tiene sentido. Pienso que todo el estrés de ser
disparada debe haber dejado mi cerebro desconectado. No puedo pensar con
claridad. ¿Qué demonios está pasando aquí?

Félix sale de mi bolsa lo suficiente para alcanzar y lamer mi barbilla.

—Gracias, amigo. —Suspiro—. Venga. Vámonos. —Pongo mi mano en la 25


puerta y busco el mango. Supongo que no soy lo suficientemente rápida, ya que el
hombre montaña se estira por encima de ambos y abre la puerta para mí.

Salto por la sorpresa, pensando por un segundo que me va a golpear.


Entonces, tan pronto como me doy cuenta de que sólo estaba siendo amable, espero
ser repelida por su cercanía, pero en su lugar me encuentro inhalando
profundamente, con el olor de su colonia profundamente en mi cerebro. Guau. Eso
fue delicioso.

Esto no tiene ningún sentido en absoluto, por supuesto. Él se ve como un


chiflado de Duck Dynasty fuera de alcance desde hace un largo tiempo, pero huele
como un metrosexual a punto de ir a bailar. ¿Qué?

Algo está pasando en serio con este sujeto, pero no estoy lo suficientemente
interesada como para saber qué es. Sólo quiero llegar a casa de mi hermana y

2Sybil: película estadounidense que narra la vida real de una mujer con trastorno de personalidad
múltiple
colapsar en su sofá. Una vez que descubra qué demonios pasó, decidiré si voy a
gritarle por unos sólidos diez minutos por casi conseguir que me mataran.

—Gracias —digo, deslizándome por el asiento hasta el estacionamiento,


arrastrando a Félix y mi bolso conmigo.

—No hay de qué.

Cierro la puerta de un golpe detrás de mí y subo a Félix más arriba en mi


hombro. La ventana del pasajero se baja con un zumbido eléctrico. Cuando miro
hacia dentro de la camioneta, todo lo que puedo ver es oscuridad.

—Toma un taxi a casa. No regreses por tu auto hasta mañana.

—¿Por qué?

—Porque lo digo yo, ese es el por qué.

Resoplo de nuevo. Esta noche soy en parte humana, en parte cerdo, al parecer.

—Lo que sea. Ten una linda vida. —Me alejo, dirigiéndome hacia el
iluminado restaurante que puedo ver tiene tartas exhibiéndose justo dentro de la
26
puerta principal.

Mi rescatador no dice nada. Su camioneta desaparece en una nube de polvo


y grava, y me quedo sola en el estacionamiento con Félix, que una vez más está
ladrando con su pequeña cabeza fuera.

—Vamos, Fee. Vamos a tomar un poco de pastel y luego conseguiremos el


auto. —Mis pies crujen sobre el asfalto de grava. Probablemente debería llamar a la
policía y reportar todo lo que acaba de pasar, pero sé que ya están allí en el bar. Oí
las sirenas. Además, puedo decirles todo por la mañana, ¿verdad? Después de todo
lo que he pasado, sentarme en la estación de policía durante toda la noche es lo
último que quiero hacer. Sé cómo funciona el sistema. Después de que fui asaltada,
fui ignorada, atada durante horas de entrevistas e informes, y al final nunca
encontraron al tipo. Fue una completa pérdida de tiempo.

No. Sin policías. No ahora de todos modos. Tengo que ir a ver a mi hermana.
Tengo que hablar con ella y resolver todo en mi cabeza antes de siquiera tratar de
explicárselo a un detective.
Mi conciencia me regaña sobre mi plan, las palabras del hombre oso
resonando alrededor de mi cerebro diciéndome que no vuelva por el auto.

—Ese tipo no es mi jefe —digo en un susurro mientras nos acercamos a las


puertas. Puedo tomar mi auto siempre que quiera; no tengo que esperar hasta
mañana. Eso es demasiado inadecuado.

Félix suelta un ladrido de entendimiento. Lo tomo como su acuerdo de que


tenemos que coger nuestro auto e ir a casa. Olvidar lo que ese tipo dijo.

—Así es, Fee. Soy una mujer adulta. Tú eres un medio-Chihuahua adulto.
Podemos cuidar de nosotros mismos. No necesitamos a algún extraño Wookie
diciéndonos qué hacer y cuándo hacerlo, ¿verdad? —Cualquier mala persona que
estaba en Frankie’s ya se habría ido para el momento en que hubiéramos terminado
con el pastel. Los tiradores no se quedarían alrededor después de eso, ¿verdad? Eso
sería un suicidio, y por lo que había notado del mundo, las personas malas vivían
para siempre.

Félix se queja y desaparece dentro de mi bolsa.

—Gamberro. —Esto en cuanto a la lealtad del mejor amigo del hombre. Entro 27
en la cafetería e inhalo el olor del tocino recientemente frito—. Mmm, ¿hueles eso,
Félix? Eso es tocino. Qué lástima que no puedas tomar nada, a causa de tus
problemas de digestión. —Sonrío ante mis pensamientos vengativos. Eso le
enseñará a la pequeña mierda a cubrir mi espalda.

Puedo sentirlo escarbar en mi bolsa.

Mi voz se reduce a un susurro gutural.

—Félix, si te haces pis en mi bolsa, eres perro muerto, ¿me escuchas?

Él gruñe. Y luego se hace pis. Puedo oírle darle a la pequeña alfombra que
mantengo allí para esa eventualidad.

Suficiente de pastel y el tocino. Me tomo cinco minutos para usar el baño y


luego doy un paso fuera de las puertas delanteras, sacando mi teléfono y marcando
a Información. Antes de que pueda terminar de preguntar por el número del servicio
de taxis, un taxi se detiene en la acera detrás de mí. Estoy un poco aturdida por la
extraña coincidencia hasta que el conductor se baja y grita por encima del techo de
su auto.

—¿Eres la mujer con el perro que necesita un aventón a casa?

Está bien, así que mi corazón se calienta un poco ante la idea de que mi
rescatador en realidad hizo un muy buen trabajo rescatándome a mí y a Félix. Él
podría simplemente haberse alejado y habernos dejado colgados, pero no lo hizo.
Nos llamó un taxi. Otra sorpresa del hombre oso que huele como un sueño.

¿Qué? ¿Acabo de pensar eso? Basta.

—Sí, esa soy yo. —Camino por la acera y me paro en la puerta de atrás,
parando para poner mi bolsa dentro antes de subirme por mí misma.

El conductor entra y se pone el cinturón de seguridad.

—¿Dirección?

—El Bar de Frankie —le digo—, sólo a un kilómetro y medio o tres por allí.
—Le señalo con la mano en la dirección general por la que recuerdo haber venido.
28
—Lo siento, señora, no podemos. Me dijeron que la llevara a casa, no que la
llevara al bar.

Mis oídos empiezan a quemar lentamente. Este taxista probablemente piensa


que soy una borracha a quien le han cerrado el grifo. Maldita sea. Espero durante
unos preciosos segundos antes de hablar, para asegurarme que no voy a dejar volar
algunas palabrotas.

—No me importa lo que ese Neanderthal le dijo… Tengo que conseguir mi


auto, y está en Frankie’s. Lléveme a Frankie’s.

El conductor se rasca la cabeza con nerviosismo.

—Sin embargo, él fue realmente específico.

—No me importa lo específico que fue. Si quieres mi pago, me llevarás a


Frankie’s.

—Él ya pagó la tarifa. Añadió una propina también. —El tipo me sonríe por
el espejo retrovisor.

—¿Cómo puede haber pagado la tarifa si no sabe dónde vivo?

Él tipo se ríe, mirando a través del parabrisas de nuevo.

—Él imaginó que era algún lugar en la parte alta de la ciudad, en función de
cómo estaba vestida. Me dio la tarifa para cubrir toda la ruta de ida y de vuelta. —
Él se vuelve hacia mí—. ¿Estaba equivocado?

Ruedo los ojos, muy enfadada de ser tan fácil de leer. Siento que tal vez
debería mudarme al centro sólo para mantener las cosas interesantes. Entonces me
molesto conmigo misma por preocuparme incluso un poco sobre lo que piensa ese
estúpido oso barbudo sobre mi vida.

—No, él no se equivocaba. Pero si piensas que voy a dejar que te quedes con
esa tarifa por no hacer lo que te pida, mejor piénsatelo de nuevo. Ya puedes llevarme
a Frankie’s o perder la tarifa. Ese es el trato. —Lo fulmino con la mirada.

El taxista sonríe.

—Él me advirtió que podría darme problemas. 29


—¿¡Cómo podría haber hecho eso!? —Estoy gritando, pero no me importa—
. ¡Él no sabe ni una mierda de mí!

El tipo tiene el descaro de reírse.

—¿Está segura de eso? —Él se da la vuelta y dirige el auto hacia la carretera—


. ¿Va a darme la dirección o qué? —Me mira a través del espejo retrovisor de nuevo.

Quiero acercarme al asiento delantero y romperlo, pero en vez de eso, decido


jugar sucio. Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas. Él me ha
obligado a esto. No tengo otra opción. Es hora de las lágrimas de cocodrilo.

Espectaculares, grandes y ruidosos sollozos salen desde lo más profundo


dentro de mí mientras mis hombros se sacuden y mi pecho se levanta. Estoy
fingiendo llorar como si hubiera visto el Titanic en persona. Pienso en cada cosa o
sentimiento triste que he tenido y me los apropio completamente. Podría ganar un
Oscar ahora mismo si los dieran por actuaciones en los asientos traseros de los taxis.
—¡Ah, no, no llore! —Él suena tan angustiado como yo estoy fingiendo estar.
Tengo que luchar por no sonreír triunfante de alegría—. ¡No me gusta cuando las
damas lloran! Vamos, sólo relájese, ¿sí? Es por su propio bien. Él dijo que ese sitio
no era seguro para usted en este momento.

—¡Pero necesito mi auto para trabajar! —lloro—. Voy a perder mi trabajo, y


luego me voy a tener que mudar, y no tengo ningún lugar donde ir, y nadie me
ayudará, y sólo me quedan mis últimos veinte dólares, por lo que no podré tomar
un taxi por la mañana, y mi perro está enfermo, y probablemente tendrá un
accidente en mi bolso porque comió algo de tocino, y el tocino no va bien en él, y…

—¡Oiga! ¡Oiga! ¡Está bien! Voy a llevarla a su auto, ¿está bien? Y luego sólo…
sólo la seguiré a casa o lo que sea, y me aseguraré de que llegue allí, ¿está bien? Eso
funcionará, ¿verdad? —Él se da la vuelta y apoya su brazo sobre el respaldo del
asiento delantero—. ¿Vale? Eso funcionará para mí. Puedo hacer eso.

Asiento, dejando salir unos pocos sollozos más para que no sospeche que no
estoy completamente devastada con la idea de mi perro cagando en mi bolso. Sí, eso
sería una tragedia, pero no una por la que lloraría. Tengo otros bolsos. Además, las
cacas de Félix son del tamaño de los lápices Ikea. 30
Salimos del estacionamiento del restaurante, y hago un gran espectáculo
secándome las lágrimas y los mocos. No paro hasta que llegamos al bar Frankie’s.
Hay autos de policía estacionados junto la acera, pero no puedo ver uniformes
afuera.

—Gracias —le digo, palmeando el hombro del taxista mientras me deslizo


por el asiento para salir—. No hay necesidad de que me siga a casa. Estoy segura de
que estaré bien. ¿Ve? —Señalo por la ventana—. Los policías están aquí.

—Sí, vale. La veo luego. —Él suena estresado. No estoy segura si es por mi
actuación digna de Oscar o por el hecho de que no va a cumplir por lo que ha sido
pagado, pero no me importa; tengo mi auto y me voy a casa.

Cierro la puerta detrás de mí y abro el bolso para buscar las llaves. El


característico olor de orina de perro me golpea en la cara.

—Oh, por Dios, Félix. ¿Tenías que hacerlo?


Lame mi mano.

Suspiro, envolviendo mis dedos alrededor de las llaves.

—Voy a matar a Jen cuando la vea. —Vaso de vino, mi culo. Voy a conducir
hacia allí y darle un bocado de mi sándwich de nudillo.

31
4
E
stoy a mitad de camino hacia la casa de mi hermana antes de dar la
vuelta a la derecha y en cambio dirigirme hacia mi casa. Estoy
cansada, Félix huele mal y tengo una gran familia viniendo mañana
para tomarles retratos y mi estudio todavía no está arreglado para ellos. Necesito
irme a la cama temprano. Este es el único trabajo que tengo reservado para todo el
mes, por lo que no puedo fallar y no aparecerme.

Mi mente va a la deriva mientras hago mi camino a través de las calles del


vecindario. Aquellos textos de Jenny que recibí no tienen sentido. Cómo podría
haber pasado de estar completamente fuera de contacto a decir: “¿Vienes a casa a
tomar una copa de vino conmigo?” Es como si hoy fuera dos personas diferentes. O
alguien robó su teléfono. 32
Entonces me golpea. ¡Sí! ¡Un robo! Esa es la única explicación que tiene
sentido. Mi hermana no es una alcohólica loca. Nunca pone en peligro a sus hijos, y
no sería encontrada muerta en un lugar como Frankie’s. Otra persona debe tener su
teléfono, o las líneas se cruzaron cuando ella consiguió ese nuevo teléfono hoy.

Estoy tan feliz que podría llorar. Esto es mucho mejor que tenerla
comprometida y llevando a sus hijos lejos de ella.

Hablando del demonio… mi teléfono suena de nuevo. Inclino la pantalla


hacia mí, ya que está sobre la consola de mi radio.

Jen: Te dije que dejaras tu auto en el estacionamiento.

Una fracción de segundo después de leer esas palabras, es como si hubiera


fuegos artificiales en mi cerebro, explosiones de luz y sonido, un revoltijo de
pensamientos, palabras e imágenes. Nada tiene sentido. Este mensaje tiene que ser
de La Barba, pero ¿cómo está usando el nuevo teléfono de mi hermana para
mandarme mensajes?

Entonces me golpea.

No está usando el nuevo teléfono de mi hermana para mandarme mensajes.

Está usando su teléfono.

Siempre ha estado usando su teléfono.

Oh Dios mío. Oh Dios mío, oh Dios mío, oh Dios mío. No puede… no hizo…
no… Oh Dios.

¡Número equivocado! ¡Catástrofe de número equivocado! ¡Ack!

Los neumáticos de mi auto chillan hasta detenerse mientras me orillo con


prisa. Agarrando mi teléfono, me desplazo rápidamente a través de los mensajes de
texto de principio a fin. La comprensión hundiéndose claramente por primera vez
en todo el día.

—Santo cielo, Félix. —Miro hacia mi pequeño amigo, que me mira desde el
33
asiento del pasajero con su cabeza inclinada. Está tan confundido como yo estoy al
parecer—. Creo que he estado enviándole mensajes de texto a un completo extraño
todo este tiempo.

Estoy casi aliviada. Esto tiene muuuucho más sentido que mi hermana
llevando a sus hijos a un bar de motociclistas. Sin embargo, no hace que mi situación
mejore.

Tal como está, no escapé ilesa. Echando un vistazo al espejo, lo confirma;


tengo cortes en mi rostro que van a hacerme parecer como si hubiera sido atacada
por una manada de gatos muy pequeños. Voy a tener que inventar un infierno de
excusa para estos clientes mañana. Mi reflejo en el espejo retrovisor me dice que
ninguna cantidad de base va a borrar mi encuentro con la muerte.

Luces llenan el interior de mi auto, interrumpiendo mis pensamientos.


Frunzo el ceño en mi espejo, tratando de ver lo que está pasando detrás de mí. Estoy
en medio de una zona tranquila, pero tal vez estoy bloqueando la entrada de alguien
o algo.
Cuando los faros que iluminaban el interior de mi auto se apagan, puedo ver
un auto estacionado a media cuadra detrás de mí. Espero, pero nadie sale. Sé que el
auto está ocupado porque está la silueta de una persona en su interior. Parece un
hombre, basada en su tamaño.

—Eh. —Me encojo de hombros, casi convencida que estoy imaginando algo
siniestro en la situación—. Oh bien. No es mi vecindario. No tengo que estar
preocupada por extraños pasando el rato en autos estacionados, ¿cierto? —Hablarle
en voz alta a Félix me hace sentir mejor, como si no tuviera nada en absoluto sobre
qué preocuparme. Sólo soy una chica normal, conduciendo en un oscuro vecindario
con su perrito faldero por diversión. No hay nada que ver aquí, gente, sigan
caminando.

Pongo el auto en primera marcha y regreso hacia la carretera. Asumo que


todo está bien hasta que una mirada en mi espejo retrovisor tiene a mi corazón
deteniéndose con miedo. El auto detrás de mí también se ha movido, pero el
conductor no prende sus faros de nuevo.

Vaya. Literalmente duele la forma en que el músculo de mi corazón tiene


espasmos en este momento. Golpea realmente fuerte unas cuantas veces y luego 34
retoma su ritmo. Mis oídos están ardiendo con el miedo que está tomando el control.
¿Debo llamar a la policía? ¿Qué diré? ¿Que hay una persona que tal vez me sigue en
un auto? Probablemente sólo me colgaran. El departamento de policía de Nueva
Orleans tiene asesinatos y robos con que lidiar diariamente, y ¿van a preocuparse
por una mujer que es paranoica mientras conduce a casa desde un bar al que nunca
debería haber ido? Sí, correcto. No voy a perder mi tiempo ni el de ellos. Puedo
manejar este no-evento. Sólo voy a conducir y dejar de pensar que todos tienen algo
en mi contra. Sólo porque un tipo dio un par de disparos a alguien de pie junto a mí,
no significa que ahora sea un objetivo, ¿cierto?

Trato de calmarme hablando con Félix.

—No hay manera que alguien me seguiría a cualquier lugar, Fee. No seas
tonto. —Por lo menos, estoy bastante segura que ese es el caso. Seamos realistas: no
soy nadie para el noventa y nueve punto nueve por ciento del mundo. Totalmente
no soy digna de ser acosada. Lo más valioso que tengo es mi Canon Rebel, que ni
siquiera la tengo conmigo esta noche.
Mis esfuerzos para tranquilizarme están teniendo poco efecto. La paranoia va
a toda marcha, y rápidamente me convenzo de que estoy, de hecho, siendo acosada.
Puedo decir que el auto siguiéndome no es esa gran camioneta en la que me subí
más temprano, así que no es el Señor Pantalones Pardos aquí para regañarme por
no escuchar a sus órdenes. ¿Y quién más podría ser si no es él?

Nadie.

Dejo salir un largo suspiro, dejando que un poco de mi estrés salga con él. Por
supuesto, no es nadie. Ja, ja, ¡esto es una locura! Sólo soy una fotógrafa con una
mezcla de Chihuahua dentro de un bolso con pis. Por qué alguien querría seguirme,
¿cierto? Es decir, todos mis ex novios están saliendo felizmente con otras mujeres y
ningún tipo acosador se ha dado a conocer conmigo antes de esto. Toda la idea es
absurda. Estoy completamente segura conduciendo alrededor en mi Chevy Sonic
rojo cereza.

Sigo en mi camino, mis globos oculares compartiendo tiempo entre el camino


y el espejo. En lugar de ir directamente a mi dirección, sin embargo, giro a la
izquierda a cuatro cuadras de distancia. Por si acaso. No se pierde nada con tener
cuidado, ¿cierto? A pesar que no tengo nada en absoluto de qué preocuparme. Mi 35
vida es aburrida. Persecuciones de autos sólo pasan en las películas. Los asesinos
vas tras presidentes y capos del cartel de drogas, y estoy tan lejos de ser uno de ellos
tanto como una chica puede estarlo.

El auto detrás de mí enciende sus luces y también da la vuelta.

Un extraño escalofrío se mueve hacia arriba por todo mi cuerpo desde mis
pies hasta mi coronilla, haciendo que mi vello se levante en mi nuca. Entonces
comienzo a sudar por todas partes. Me estremezco con el repentino cambio de
temperatura que estoy bastante segura que estoy imaginando. Resisto la tentación
de encender la calefacción.

—Félix, me temo que nos están siguiendo. ¿Es eso lo suficientemente


paranoico para ti? —Trato de reírme de ello, pero Félix no se está riendo conmigo.
Salta en el asiento de atrás y hacia arriba en la plataforma sobre la cajuela. Varios
ladridos agudos me dicen que está de acuerdo en que algo está pasando con este
tipo detrás de nosotros.
—Sólo hay una manera de salir de dudas. —Sintiéndome ridícula, como si
estuviera actuando en una muy mala película de espías, doy vuelta a la derecha en
una calle que sé que termina en un callejón sin salida.

Mis manos están sudorosas y estoy teniendo dificultades para agarrar el


volante. Me seco una mano en mis pantalones y luego la otra. Realmente no ayuda
mucho. Puedo ver el final de la calle viniendo y siento que voy a vomitar. Esta idea
parecía muy buena cuando di la vuelta, pero ahora se ve como una trampa de mi
propia creación. ¿Cuán estúpida puedo ser esta noche?

Al parecer, bastante estúpida.

Las luces del jardín en una de las entradas hacen que parezca el final de una
pasarela, pero yo no pienso aterrizar. ¡Es una trampa, es una trampa, es una trampa! Mi
cerebro corre, regañándome por ser tan idiota. ¿Por qué doblé en una calle sin salida?
¿Estoy loca? ¿Quiero ser violada y asesinada? Jesús, cuando esto acabe necesito ser
examinada. Sólo espero poder tener mi cabeza aún en mi cuerpo para mañana.

Al llegar a la primera parte de la rotonda, bajo la velocidad, dándole tiempo


al auto de atrás para acercarse, esperando poder verlo cuando voy hacia el otro lado.
Esta vez deja sus luces encendidas.
36

Despacio, despacio, doy la vuelta a la rotonda, rezando porque estacione en


una de las casas, apague el auto, salga, y entre por la puerta frontal. Me reiré todo el
camino a casa y me iré a dormir después de un largo baño lleno de burbujas si eso
sucede. Incluso quizás toque la bocina al pasar, agradeciéndole por el paseo por su
increíble vecindario.

El otro auto se acerca. No se detiene en ninguna casa, sólo sigue avanzando.

Mis luces se mueven, y finalmente veo al hombre detrás del volante a través
de su parabrisas. Y el arma que sostiene junto a su hombro.

Grito y me agacho debajo del tablero, apretando el acelerador hasta el fondo


y saliendo como una bala del infierno. El motor se queja al subir las revoluciones,
por lo que subo el cambio a tercera, dándole al auto otros varios caballos para usar
mientras acelero por la calle en la dirección opuesta. Rezo por estar yendo derecho
y no hacia el jardín delantero de alguien.
Un fuerte crujido suena en mis oídos y luego oigo un golpe en mi puerta.
Tardo un segundo en entenderlo. Feliz comienza a ladrar al mismo tiempo que yo
grito.

—¡Oh, por Dios, me está disparando! ¡El imbécil realmente me disparó con su
arma!

Tengo que enderezarme para poder ver mientras conduzco, pero me agacho
lo más posible, rezando que mi apoyacabezas detendrá una bala que quiera entrar
en mi cerebro. Parezco Cuasimodo conduciendo el auto de escape en un robo de
banco que salió muy mal.

—¡Si le disparas a mi perro, te destrozaré! —grito, frenando al doblar


demasiado rápido una curva. Obviamente toda la situación me quitó de mi
balance—. ¡Félix, baja de esa ventana, ahora mismo! ¡Ven aquí! ¡Ven, tú mutación
horrenda!

Mis llantas chillan mientras doblo para salir de este vecindario y tan lejos de
mi casa como se puede. Las garras de Félix intentan aferrarse a algo. Cuando oigo
su cuerpecito golpear el piso del asiento trasero, sé que ha perdido esa batalla. Me
alegra que esté fuera de la línea de fuego, por lo que sigo avanzando, arrojando el
37
auto a cuarta al llegar a un camino recto.

Cuando compré mi Chevy Sonic hace unos meses, pensé que era algo práctico
y responsable, pero ahora, al verlo doblar a toda velocidad en segunda, agradezco a
los dioses de General Motors que le pusieron tantos caballos de fuerza a esta cosa.

La distancia entre yo y el maníaco sigue aumentando. Después de otras tres


vueltas y de que yo condujera como si estuviera en el circuito de Fórmula Uno, siento
que tengo suficiente tiempo para sacar mi celular y apretar el botón verde. No son
los policías, pero en la locura de mi mente asustada, era la segunda mejor opción.

Una voz ronca responde.

—Más vale que sea bueno.

—¿Eres el hombre de la barba horrible? —pregunto, sin aliento y con la voz


muy aguda. Félix gime. Probablemente estoy hiriendo sus sensibles orejas.
—¿Disculpa?

Bien. Suena confundido. Me alegra saber que no soy la única idiota en el


cuarto.

—Eres el chico de Bourbon Street, ¿verdad? Bueno, soy la barbie con el perro
del bar, quien por cierto no es una barbie. Necesito tu ayuda. De nuevo.

—¿Qué sucede? —Ahora es pura seriedad.

—Un tipo me siguió en su auto y me disparó. Con un arma.

—¿Dónde estás?

—No lo sé. Estaba yendo a casa, pero luego lo noté siguiéndome, así que no
fui a casa. Como que me perdí en este otro vecindario.

—Buena chica. Cuelga. Te llamo enseguida.

Y así como así, colgó. Qué gran equipo de rescate.

Entre pasar de un cambio al otro y después otro más, miro mi teléfono un par
de veces. No sé qué carajo acaba de pasar con La Barba, pero estoy bastante segura 38
de que ahora estoy jodida. Estúpida yo, no añadí un GPS al comprar mi auto, y ahora
no puedo salir de este laberinto suburbano. Y el tipo que pensé que podría ayudarme
acaba de colgarme.

¡Demonios! ¡¿Por qué me sucede esto a mí?!

Mi teléfono suena, atravesando mi pánico. Respondo, casi dejándolo caer por


el apuro de llevarlo a mi oreja.

—¡Hola! —grito.

—Gira a la izquierda en la próxima calle principal. —Suena mucho más


tranquilo que yo.

—¿A la izquierda…? —Alejo el celular y lo miro un segundo antes de volver


a ponerlo en mi oreja—. ¿De qué demonios estás hablando?

—¡Gira a la izquierda! —gruñe.


Tomo el volante con ambas manos, el celular atrapado contra el cuero, y giro
a la izquierda. Un descenso rápido me tiene yendo a mucha más velocidad, ahora
en dirección norte, si la brújula digital es sincera.

—¿Cómo supiste que tenía que doblar? —Apenas puedo ver, estoy jadeando
tanto. Mi respiración frenética me está mareando. Miro en el retrovisor pero sólo veo
oscuridad. Mis oídos están pitando. Creo que es mi presión sanguínea a punto de
estallar mis venas.

—Estoy rastreando tu celular —dice la voz débil en mi teléfono—. Gira a la


izquierda en Wilson Avenue. —El ruido en mis oídos baja un poco.

Las letras blancas brillantes en un fondo verde aparecen en un letrero encima


de mí. Apenas puedo bajar la velocidad antes de doblar. Mis neumáticos dejan una
marca negra.

—Sigue por un kilómetro hasta que llegues a Lincoln —dice mi salvador—.


Ahí dobla a la izquierda.

—¿Adónde me guías? —No estoy cien por ciento segura de que seguir sus
indicaciones sea mi mejor opción, pero es la única que se me presenta claramente 39
ahora. Mi mente está en un ataque de pánico enceguecedor.

—A mi casa. Ahí estarás a salvo.

Cuando lo dice con su voz cansada pero reconfortante, casi le creo, a pesar de
la barba.
5
V
einte minutos después estoy conduciendo hasta un edificio en una
parte algo cuestionable de la ciudad, en el Puerto de Nueva Orleans
en el Río Mississippi. ¿Por qué no estoy en una estación de policía?
Bueno, porque no sé dónde se encuentra una. Y obviamente estoy loca. Sigo
pensando que, si continúo conduciendo por ahí sin rumbo fijo, voy a dirigirme
directamente a los brazos de ese asesino. Necesito encontrar un refugio seguro. Por
qué creo que este hombre con barba es mi respuesta, no puedo decirlo con
seguridad. Simplemente se siente correcto. Mejor que ir a casa, mejor que llamar a
la policía, y definitivamente mejor que ir a casa de mi hermana.

—Esto no puede estar bien —digo en voz alta.

Estaba hablando conmigo misma, pero El Barba responde.


40

—Está bien. Puedo verte fuera de la ventana. Conduce hacia el interior.

Mientras dice eso, una enorme puerta unida al almacén frente a mí comienza
a abrirse. No creo que una persona lo esté moviendo de manera manual, porque se
desliza demasiado suavemente y hay un chirrido eléctrico procediendo de algún
lugar y haciendo su camino dentro de mi auto a través de la rendija de la ventana.

Está húmedo esta noche, y normalmente estaría utilizando mi aire


acondicionado, pero necesitaba ser capaz de escuchar las instrucciones que me
estaban dando a través del altavoz de mi celular, así que lo dejé apagado. Ahora
deseo que simplemente hubiera subido el volumen en su lugar, porque estoy segura
de que hay manchas de sudor en mis axilas y probablemente en cualquier otro sitio
también.

Mientras espero a que la puerta se abra lo suficientemente ancha para


admitirnos a Félix y a mí, me limpio el sudor de mi sien. Probablemente he perdido
cerca de un kilo y medio de peso con todo el enloquecimiento que he hecho durante
la última media hora. Todavía ni siquiera estoy segura de lo que está pasando,
aunque tengo mis sospechas. Supongo que me vi envuelta en un negocio de drogas
que salió mal o algo por el estilo. Simplemente ruego que este hombre con la barba
no sea el distribuidor. No creo que lo sea.

En realidad, no estoy segura de por qué me he permitido creer que él es uno


de los chicos buenos. Probablemente debería ser más cautelosa y simplemente no
conducir hacia su Baticueva y dejar que la puerta se cierre detrás de mí. Pero él trató
de salvarme cuando las balas empezaron a volar. Probablemente podría haberme
dejado allí para ser llenada de agujeros. Eso tiene que significar algo, ¿verdad?

—No creo que vaya a conducir dentro —digo, mirando a mi izquierda y


derecha, tratando de decidir si simplemente debería salir disparada y encontrar mi
camino a casa. O podría ir a un hotel. Eso sería seguro. Más seguro que este lugar,
probablemente. Este parece como un buen lugar para matar a alguien. No hay gente
alrededor, está relativamente tranquilo. Mi asesino podría poner en marcha un
motor ruidoso para cubrir el sonido de mis gritos. O tal vez no tendría tiempo de
gritar. Quizás todo terminaría en un instante.
41
Comienzo a enloquecer de nuevo. Juro que puedo oler el olor corporal ahora
también. Ugh.

—No tienes que entrar si no quieres —dice—, pero yo lo haría si fuera tú.

—¿Por qué?

—Porque tu automóvil es fácil de detectar para cualquiera que pudiera estar


buscándolo.

Rujo una rápida risa. Esto se está volviendo ridículo.

—Como si alguien pudiera encontrarme aquí. Dejé a ese hombre detrás en los
suburbios hace veinte minutos. —Miro en el espejo retrovisor sólo para estar segura.

—Este tipo no trabaja solo. Tiene socios por toda la ciudad. Todo lo que tiene
que hacer es correr la voz para buscar tu auto, y serás encontrada. Ese rojo brillante
es un poco difícil de pasar desapercibido.
Mi corazón se hunde y mi voz no parece querer trabajar muy bien. Sale como
un chillido.

—¿Hablas en serio? ¿Quién es él? ¿Y por qué quiere encontrarme? No soy


nadie. Ni siquiera fumo marihuana. Ni siquiera fumo nada, por el amor de Dios.

—Conduce hacia el interior —dice la voz, como si hubiera perdido la


paciencia conmigo.

Félix gimotea.

Me acerco y lo rasco debajo de su pequeña barbilla.

—Simplemente relájate, amigo. Todo va a estar bien.

—¿Me estás diciendo que me relaje? —Él suena un poco incrédulo.

—No, le estoy diciendo a Félix que se relaje.

—¿Quién es Félix? Pensé que estabas sola.

—Félix es mi perro. Voy a entrar. —Decido hacerlo por Fee. Él no se merece


ser cazado como un perro, incluso si es un pequeño ángel llevando un traje canino. 42
Poniendo el auto en primera, me desplazo lentamente más allá de la enorme
puerta que finalmente ha terminado de abrirse. Tan pronto como el parachoques ha
pasado, ésta comienza a cerrarse. A medida que la observo deslizarse en su lugar
detrás de mí, trato de mantener mis respiraciones en un nivel normal, pero es difícil.
Me temo que acabo de sellar mi destino al entrar en este lugar. Un rápido vistazo
alrededor de mi automóvil confirma que no tengo ningún arma a mi disposición. Lo
mejor que puedo esperar es que Félix morderá el tobillo de mi atacante antes de que
sea enviado al cielo junto conmigo.

Rápidamente le envío un mensaje a mi hermana.

Yo: No puedo ir por el vino. Estoy en un edificio en el puerto. Si no oyes de mí mañana


por la mañana, llama a la policía.

Estoy a punto de presionar el botón “enviar”, pero luego dudo. Pienso en ella,
en los niños y en el hecho de que en realidad no tiene un respaldo para fines de
cuidado de niños, y cómo apenas mantiene su cordura de un hilo a veces. Lo último
que necesita en su vida es a mí descarrilándome.

Leo mi mensaje de nuevo, preguntándome si debería enviarlo.

No. No puedo hacerlo. Ella leerá este mensaje y enloquecerá, garantizado. De


ninguna manera puedo lanzarlo así. Golpeo la tecla de retroceder un espacio y lo
intento de nuevo, pensando en qué puedo decir que no la alertará a nada saliendo
mal, pero que también garantizará que alguien vendrá a buscarme más pronto que
tarde si fallo en volver al mundo real dentro de un tiempo razonable.

Yo: No puedo ir por el vino. Estoy con alguien en el puerto de Nueva Orleans. Te
llamaré mañana alrededor de las 8 a.m.

Ahí. Eso parece lo suficientemente inocuo. Y si no llamo, sabrá dónde decirle


a la policía que comience a buscar. Lo envío y giro la llave de encendido hacia atrás.
Mi motor se apaga de inmediato, y me quedo con el tic-tac de mi reloj Swatch. Es
alrededor de la mitad de rápido de mis latidos.

Félix salta sobre mi regazo, pone sus patas delanteras sobre mi pecho, y
comienza a lamer mi barbilla como un loco. 43
—Oh, Dios, tu aliento es horrible, Fee… détente. —Lo aparto para que así
pueda tomar la correa que guardo en la guantera y atarla a su collar. Juntos,
esperamos a que El Barba llegue desde donde sea que estaba enviando sus
instrucciones. Ruego que no vaya a aparecer con un arma en su mano y el asesinato
en sus ojos.
6
E
spero por diez minutos completos antes de finalmente desabrochar
mi cinturón de seguridad.

—¿Vas a venir aquí, o qué? —Miro hacia mi teléfono y


recuerdo que la llamada entre nosotros fue desconectada hace tiempo.

Bueno, así que estoy hablando conmigo misma ahora. Excelente.

Pulso el botón de “Casa” y mi última llamada no aparece. Golpeo el botón


verde para marcar de nuevo.

—¿Sí? —dice El Barba. Creo que es él, de todos modos.

—Entonces, ¿qué sigue? ¿Voy a dormir esta noche en mi auto o qué? 44


—Si tú quieres.

Un profundo suspiro sale por su propia cuenta. Estoy tan cansada del juego
de intriga y misterio. Quiero decir, de verdad. ¿No podemos actuar como gente
normal ahora?

—En realidad, lo que quiero es ir a casa y dormir en mi cama, pero al parecer


tu pequeño negocio de drogas o lo que sea que era en Frankie´s se arruinó, y estoy
metida en el medio, por lo que ahora estoy atascada un el maloliente puerto en un
almacén sucio, y mi perro tiene que ir al baño.

Él no contesta. Miro mi teléfono y veo que la llamada ha sido desconectada


de nuevo.

—¡Maldita sea! —Mirando por el parabrisas no distingo nada. La habitación


está iluminada, pero está prácticamente vacía, salvo por una mesa de madera con
rayones y sillas alrededor, un saco de boxeo en la esquina que está colgando de una
viga superior, un poco de equipo de levantamiento de pesas, una fila de armarios, y
un conjunto de escaleras metálicas. Hay espacio para quizás seis autos aquí dentro,
pero el mío es el único alrededor. ¿Este tipo vive aquí? Podría explicar la barba, pero
no mucho más.

Mientras estoy contemplando mis opciones, la gran puerta detrás de mí


comienza a abrirse de nuevo. Pongo mi mano en el encendido, lista para poner en
marcha mi Sonic y largarme de aquí si es necesario.

La camioneta grande negra en la que di un paseo más temprano estaciona en


el espacio junto a mí. No puedo ver al conductor debido a los cristales tintados.

Ahora estoy completamente confundida. El Barba dijo que me podía ver


desde la ventana, y supuse que quería decir desde el almacén. ¿Él estuvo afuera todo
el tiempo? ¿Y por qué iba a esperar por ahí y no estar aquí dentro? ¿Y por qué ahora
está aquí? ¿Y qué ha estado haciendo todo este tiempo, simplemente sentado en su
auto? Tal vez me tiene miedo. Tal vez por eso le tomó tanto tiempo decidir entrar.
Tal vez piensa que soy la mala de la película.

El motor estruendoso se corta y la puerta se abre. Rebota un par de veces y


luego se balancea hacia fuera del todo. Mi cerebro no puede cuadrar lo que veo salir.
45

En primer lugar, no hay barba. Y le está faltando cerca de diez centímetros de


altura. Y quince centímetros de hombro a hombro. Éste definitivamente no es mi
rescatador.

El tipo se inclina y mira en mi ventana del pasajero.

—Hola, allí —dice antes de lanzarme una sonrisa. Dientes perfectos. Por
supuesto. ¿Por qué los tipos como él tienen que tener los dientes perfectos de todos
modos? ¿No deberían tener algo malo, como manchas de café o incisivos torcidos?

Ok, así que si este tipo me va a matar, no estoy segura de cómo voy a manejar
la situación. Siempre imaginé a los asesinos como personas grandes, peludas y
brutas. Algo así como El Barba. ¿Pero este tipo? De ninguna manera. Podría ser un
modelo de pasarela. Si trata de matarme, estaré resentida. Haber estado tan
equivocada toda mi vida me volverá loca. Los chicos con este buen aspecto no
deberían ser criminales. Sacudirá el equilibrio del universo o algo así.
—Hola —digo, no segura de cuáles son las reglas cuando se trata de saludar
a hombres extraños en almacenes después de huir de disparos de armas en un bar
de motociclistas.

—¿Vas a pasar? —pregunta, señalando hacia las escaleras.

Miro donde él señala y frunzo el ceño. ¿Quiere que pase a su guarida y me


ofrezca para matarme? No, no lo creo.

—No, está bien. Creo que simplemente me quedaré aquí.

Se encoge de hombros, tirando de una bolsa de lo que parece ser comestibles


fuera del auto detrás de él.

—Haz lo que quieras.

Observo mientras da largas zancadas a través del espacio hacia las escaleras
y monta los escalones de a tres a la vez. Sus pantalones cortos de camuflaje resaltan
sus pantorrillas musculosas y su trasero, dándome una pista de cómo el resto de su
cuerpo podría verse por debajo de su camiseta. Él debe ser el que usa el equipo de
levantamiento de pesas.
46
Félix me gimotea otra vez.

—Bien. Te dejaré salir. —Si hace caca, tengo bolsitas. Seguramente hay un
contenedor de basura por aquí en alguna parte. Abro la puerta hasta la mitad y bajo
a Félix al suelo, esperando que se contente con sólo investigar el espacio.

No le estoy prestando atención y sólo me doy cuenta de que se me ha


escabullido cuando tiro de la correa y vuela fácilmente y aterriza en mi regazo.

—¿Qué dem…? ¡Félix! —Estoy susurrando-gritando—. ¡Vuelve aquí,


pequeño vándalo! —Veo una pequeña sombra que revolotea por el suelo cerca del
saco de boxeo.

—¡Félix! —Hago una pausa, esperando por el sonido de pequeños pasos


corriendo a mi lado—. ¡Félix! —Todo lo que escucho es un Chihuahua investigando
un nuevo lugar. Se ha vuelto un perrito aventurero en el peor momento posible. Mi
pequeño chico puede ser muy curioso y metiche cuando él pone su cerebro del
tamaño de una castaña en ello.
Maldita sea. Ahora tengo que salir del auto. Si tienen líquido de radiador por
ahí en los charcos, Félix pensará que es Gatorade y lamerá hasta la última gota. Mi
hermana lo llama una mini-Aspiradora. No va a tener una oportunidad.

Está mucho más fresco aquí en el almacén de lo que está en mi sofocante auto.
Uso los pocos momentos que tengo en el aire semi-fresco para apartar mi camisa de
mi pecho y agitarla un poco. El olor que me golpea en la cara no es agradable.
Estupendo.

—Félix, vamos, deja de perder el tiempo con tonterías.

Me ignora, por supuesto. Es un Chihuahua en una misión, y yo soy sólo la


mujer que lo alimenta, baña, abraza, y lo mima veinticuatro horas al día.

—Ningún dulce, Félix. Ningún dulce por una semana. No estoy bromeando.
—Me quedo mirando en el rincón sombrío de la habitación, con la esperanza de
echar un vistazo a su pequeño trasero apenado.

Veo un destello de su pelaje marrón y crema cerca de una de las máquinas de


pesas y cambio de trayectoria para interceptar su siguiente movimiento. Está
trabajando su camino hacia la puerta que atravesamos antes. Si él sale y empieza a 47
correr alrededor del puerto, chillaré. Juro por Dios, que chillaré como un gran bebé
llorón. Él acabará aplastado por un montacargas o algo igualmente mortal aquí. El
puerto no es lugar para tres kilos de perro Chihuahua.

Está ocupado olfateando la parte de la máquina en que las pesas de metal


negra se apilan, y sé exactamente lo que está pensando.

—¡No, Félix! ¡No! ¡No te atrevas!

Levanta su pierna trasera y hace pis en el metal.

Miro por encima de mi hombro en estado de pánico, segura de que alguien


va a descender de las escaleras y reventar a mi perro por tener los peores modales
que un perro callejero posiblemente puede tener.

Retiro eso. Hace lo segundo que un perro con peores modales puede hacer.
Félix está ahora en cuclillas al lado del lugar que orinó. ¡Un dos por uno! ¡Bravo por
Félix! Voy a matarlo tan pronto como tenga mis manos sobre él.
Corro de nuevo a mi auto y tomo mi bolso. Hurgando en él, encuentro una
bolsa pequeña y algunas toallitas de bebé. Félix está a punto de acabar su asunto
cuando llego a la escena del crimen.

Lo agarro antes de que pueda escaparse, y lo empujo en mi bolso. Lo atrapo


entre mis tobillos mientras me encargo del otro desastre que dejó atrás. Cuando he
terminado, miro alrededor por un cubo de basura.

Maldita sea. ¿Dónde ponen su basura por aquí? Camino rápidamente hacia la
puerta automática y dejo la bolsita de plástico cerca del borde de la misma, mi bolso
sujeto bajo mi brazo. Cuando salga, me llevaré la bolsa de evidencia conmigo, pero
no hay forma de que lo almacene en mi auto antes de eso.

Abro mi bolso mientras camino de vuelta al auto.

—No más escapes de Houdini esta noche, Fee, ¿me oyes? Te quedas conmigo.
Quédate. Quédate. —Lo miro furiosa.

Él sonríe y trata de lamerme. Odio cuando hace eso. Nunca puedo estar
enojada con un Chihuahua sonriendo.

Me detengo fuera de la puerta de mi auto. Está tan malditamente caluroso allí


48
dentro, realmente no quiero volver a entrar. Pero, ¿qué otra cosa se supone que debo
hacer? ¿Llamar a la policía? Eso parece un poco tonto en este punto. ¿Dormir en el
suelo de cemento? Miro los equipos de levantamiento de pesas. No creo que pueda
dormir en el banco de pesas. Rodaría y caería, probablemente rompiéndome algo en
el proceso, como mi nariz. Y estoy particularmente apegada a mi nariz manteniendo
la misma, pequeña, forma recta que ha tenido toda mi vida.

Mi reloj dice que se está haciendo cerca de las once. Mis clientes están
llegando a las nueve de la mañana a mi estudio, y voy a necesitar una hora para
acomodar todo. Eso me da siete horas para dormir, una hora para llegar a casa y
ducharme, y luego tiempo para llegar al trabajo. ¿Qué diablos voy a hacer por siete
horas? Porque en este momento, estoy empezando a sentirme cómoda con la idea
de que no voy a morir aquí, pero que el tipo que me disparó todavía podría estar
deambulando por el barrio cerca de mi casa. Sin duda, El Barba y Hollywood ya
habrían cometido el crimen si esa fuera su intención, ¿verdad? Probablemente estoy
segura. Estoy sesenta y cinco por ciento segura de que lo estoy.
La puerta grande del almacén comienza a abrirse de nuevo, y de inmediato
me agacho, usando el lado de mi auto como un punto de escondite. ¿Quién diablos
está entrando ahora? ¿Otro tipo caliente? ¿Otra bestia motociclista? ¿Otro asesino u
otro salvador?

49
7
E
s un SUV esta vez, negro, con las ventanas tintadas. Me recuerda a
una camioneta del FBI como las que tienen en las películas. La mitad
del tiempo llevan por ahí los chicos buenos, pero la otra mitad… no
tanto. Me asomo sobre el borde de la puerta de mi auto para ver a través de su
ventana. El SUV estaciona al otro lado de la camioneta. Tendré que esperar hasta
que la gente salga y se mueva antes de que sea capaz de ver nada.

Oigo voces, una es masculina y una femenina.

—No me importa lo que diga. No estoy a bordo con eso —dice la voz
masculina.

—Me encantaría verte decirle que no —dice la femenina. 50


—Sólo observa, entonces. Mira, y aprende, pequeña saltamontes.

La mujer ríe.

—Sí, está bien. Es bueno que mi teléfono esté todo cargado. Grabaré un video
para la posteridad.

—Vete al infierno —dice en respuesta.

—He ido y vuelto, conseguí la camiseta —dice—. No voy a volver. No esta


noche, al menos.

Ambos se ríen.

Y entonces ella aparece en mi vista. Es pequeña, delgada y tiene un largo pelo


negro azabache. No puedo decir si sus pantalones son de mezclilla o de cuero, pero
hombre, son apretados. A la par con la aireada blusa blanca de tirantes y las botas
de tacón alto, la hacen ver de diecinueve años. Supongo que si tuviera un cuerpo
como ese llevaría esa ropa apretada también. No puedo odiarla por sacar el máximo
partido de sus bienes. Ella hace que me sienta un poco anticuada sin embargo,
agachada aquí en mi conjunto de Ann Taylor.

El hombre está detrás de ella. Es de baja estatura también, el mismo color de


cabello, tal vez un poco más claro, y compacto. Lleva unos vaqueros y una camisa
negra, las mangas enrolladas hasta los codos. Sus zapatos son negros, algo que
esperaría ver en un tipo que sale de fiesta. Ambos tienen acentos cajún, una de mis
cosas favoritas del mundo. Es parte de lo que me atrajo aquí a Nueva Orleans desde
Nueva York hace dos años. Eso y mi hermana. Nuestra casa familiar en Florida no
me interesó mucho después de que me fui a los dieciocho.

Me levanto un poco mientras ellos suben las escaleras, tratando de obtener


una mejor vista y parar la circulación de la parte trasera hasta mis rodillas.

—¿Vienes arriba? —me pregunta el hombre mientras se vuelve hacia mí.

Miro detrás de mí.

Nop. Nadie allí. Sólo estamos yo y Félix, apestando el antro.

—¿Quién, yo? —pregunto, por si acaso.


51

—Sí, tú. ¿Con quién más podría estar hablando? —Se ríe de buen humor. Juro
que puedo ver sus ojos centelleando desde aquí. Debe sonreír mucho.

Me encojo de hombros, sintiéndome colosalmente estúpida. El tipo barbudo


debe haberles llamado y contado todo sobre mí.

Hace un gesto, invitándome a unirme a ellos.

—Ven. La cena está en marcha.

Frunzo el ceño. ¿Cena? Mi estómago gruñe en respuesta, recordándome que


no he comido desde el almuerzo.

La mujer ha llegado a la puerta en la parte superior de las escaleras y la ha


abierto. El hombre está esperando mi respuesta.

—No, gracias —digo, todavía insegura de si soy o no el menú de esta noche,


aunque me doy cuenta de que la probabilidad de que eso pase se vuelve cada vez
menor y menor a medida que más personas se unen a la fiesta. Los planes de
asesinato en grupo pasaron de moda en los setenta, ¿verdad?

—Si cambias de opinión, simplemente golpea la puerta. —Desaparece detrás


de la mujer, y la puerta pesada se cierra de golpe detrás de él.

Félix se queja hacia mí otra vez.

—¿Qué? —le pregunto—. ¿Quieres ir hasta allí?

Félix jadea, sus ojos brillantes y emocionados.

—No tienes ni idea de quiénes son. Podrían ser criminales. Este podría ser un
lugar de reunión de la mafia. Si voy arriba y veo demasiado, me tendré que unir.
Entonces me nombrarán como May “La Albóndiga” Wexler. O me obligarán a usar
alguna arma loca en mi iniciación, y luego lo pondrán en mi nombre como May
“Hacha” Wexler o May “El Machete” Wexler. Sabes que no puedo soportar la vista
de sangre. Nunca funcionará. Voy a fallar sus pruebas, y me lanzarán en los
húmedos cimientos de un nuevo edificio, ahogándome en cemento nuevo. Mi
cuerpo nunca será encontrado. Jenny morirá con el corazón roto. Mis sobrinos no
tendrán a dónde ir cuando quieran huir de adolescentes. 52
Félix inclina la cabeza y me mira fijamente durante unos segundos.

—No me mires así. Podría ocurrir. Y no creas que no estarás acostado justo a
mi lado en ese cemento también, compañero.

La puerta detrás de nosotros se había empezado a cerrar, pero ahora se


detiene y va en la otra dirección. Unos faros me dicen que alguien está a punto de
unirse a la fiesta. No puede ser una fiesta de asesinato, ¿verdad? ¿Verdad?

Ni siquiera me agacho esta vez. Miro a través de la apertura de la puerta de


mi auto. Podría salir bastante rápido desde esta posición. Todavía estoy
relativamente a salvo de un daño inmediato.

Un vehículo antiguo que debería haber sido dejado en los años setenta entra,
deslizándose a una lenta parada junto a la SUV. Es de un color anaranjado-oro con
unos neumáticos de banda blanca. El hombre conduciendo tiene un brazo fuera,
apoyado en el alféizar de su ventana. Él la mueve hacia mí una vez antes de
desaparecer de la vista.

Los frenos chirrían mientras frena. Estoy conteniendo la respiración mientras


espero a ver qué ocurrirá a continuación. ¿Me ignorará también, subiendo las
escaleras y dejándome preguntándome qué hay para cenar? ¿O va a pasar al ataque,
apresurándome detrás del SUV? Echo un vistazo, sólo para estar segura. No hay
nadie allí.

Una puerta de auto se cierra.

Pasos rechinan en la arena del suelo de cemento.

Y entonces el hombre más alto que he visto alguna vez en toda mi vida da la
vuelta alrededor del SUV, dirigiéndose hacia mí.

Doy un paso atrás, pero no hace ningún bien. Todo lo que él necesita son tres
pasos con esos zancos de piernas, y está justo enfrente de mí.

—Hola —dice, extendiendo la mano para estrechar la mía—. Soy Devon.


Puedes llamarme Dev.
53
Miro por primera vez su gigante mano del tamaño de un plato y luego su
cara. Quiero decir algo, pero las palabras no vienen a mi mente. Él carece de pelo.
Como que ningún pelo. Sin cejas, sin pestañas, sin barba, sin la sombra de las cinco
siquiera. ¿Es parte de un culto religioso? ¿Estoy a punto de iniciarme en el
movimiento de Hare Krishna?

Él sonríe y señala su cabeza.

—Alopecia. Sin pelo. No me afeito o lo saco, si eso es lo que te preguntas.

Sacudo mi cabeza, ni siquiera estoy segura en este momento de lo que estaba


pensando. Sigo adelante y tomo su mano extendida, sólo porque no hacerlo parece
grosero ahora que ha compartido su historial médico conmigo.

—¿Vienes a cenar? Es noche de gachas. También conocida como Sopa


Rundown. No quieres perdértelo, confía en mí. Ozzie es el mejor cocinero, y es su
noche en la cocina.
—No estoy segura de entenderlo. —Se siente tan bien confesar esto a un
completo desconocido.

Él suelta mi mano y hace gestos para que lo siga.

—Vamos. Te voy a presentar el grupo.

—¿Grupo?

—Sí, el grupo. —Vacila en la parte inferior de la escalera, volviéndose para


mirarme—. Ya has conocido a Ozzie, ¿verdad?

—Si te refieres a la bestia gigante con barba, entonces sí.

Los ojos de Dev se amplían.

—Oh chico.

Estoy preocupada ahora.

—¿Oh chico? ¿Qué significa eso?

Se ríe, su sonrisa de vuelta en su lugar.


54
—Nada. Nada de nada. Vamos. No me quiero perder la oportunidad de una
segunda ración. —Toma las escaleras de dos en dos, obviamente esperando que le
siga.

—¿Qué hay de Félix?

—¿Quién es Félix? —pregunta, sin siquiera mirarnos.

—Mi perro. —Tomo a Félix de mi bolso y lo sostengo para que lo vea.

Dev está en la cima de las escaleras. Pulsa algunos números del teclado y abre
la puerta.

—Tráelo. ¿Le gusta la salchicha?

Me acerco y pongo un pie en el primer escalón.

—A él le gusta la salchicha, pero no estoy segura de que a la salchicha le guste


él.
—Ya se nos ocurrirá algo —me asegura Dev—. Su estómago no puede ser tan
grande.

—Oh, te sorprendería —digo, a mitad de las escaleras—. Se comió todo un


zapato para correr una vez.

—Sólo mantenlo lejos de Oz. No es un fan.

—¿No es un fan? ¿De Félix? —Estoy de pie en el rellano junto a Dev. Miro
hacia mi pequeño perro y me pregunto cómo alguien puede no amarle a primera
vista.

—De perros pequeños. Es más un tipo de perros grandes. Ya verás lo que


quiero decir.

Sigo a Dev dentro, preguntándome en qué tipo de problemas estoy a punto


de entrar. Realmente no quiero ser llamada May “la Albóndiga” Wexler, y no hay
manera de que esté tocando un machete.

55
8
—G
uau. Lindo machete —digo, entrando a lo que creo que
es una sala de estar de algún tipo. Hay sofás, una
alfombra, una mesa de café, pero ahí es donde todo el
parecido con el interior de una casa se detiene. Las pesadas puertas de metal se
cierran detrás de mí.

Las armas están exhibidas en todas partes, algunas de ellas montadas como
artefactos y otras más que parecen ser de uso diario. Me cuesta tragar saliva mientras
mi miedo se apodera de mí de nuevo. ¿Quién usa armas como éstas? ¿Los ninjas?
No los chicos buenos, eso lo sé. De ninguna manera. No he visto ningún arma
asiática alrededor, sin embargo, así que ésta tiene que ser una guarida de la mafia.
Mirando detrás de mí, veo que la puerta que acabo de atravesar tiene un teclado 56
digital en la pared interior. Estoy encerrada. ¡Atrapada!

Estoy en una mierda profunda ahora, ni siquiera es gracioso. Tal vez seré
capaz de excusarme al baño y enviarle un mensaje de texto de emergencia a Jenny,
a la policía o a la Guardia Nacional.

—No es un machete —aclara Dev—. Es una espada samurái.

May “el Samurái” Wexler. Hmmm… No. Todavía no me gusta la idea de


unirme a su banda de mafiosos o lo que esto sea. ¿Puedo irme a casa ahora? Dudo
en la entrada de la habitación, tratando de decidir cuál debería ser mi siguiente
movimiento. Nada me viene a la mente. Todo me está asustando hasta la mierda,
con excepción de este tipo. Él hace que quiera comprar una caja de palomitas de
maíz y ver una película, más como el tipo de chico hermano-amigo, no un asesino.
Ese pensamiento me ayuda a poner mi respiración bajo control.
Félix al parecer se cansa de esperar a que tome una decisión acerca de qué
hacer, y la toma por mí. Se lanza fuera de mi bolso y sale corriendo, desapareciendo
alrededor de una esquina en lo que sólo puedo suponer que es otra habitación.

—¡Félix! —grito, temiendo por su pequeña vida.

—Oh, mierda —dice Dev. Entonces acuna sus manos alrededor de su boca y
grita—: ¡Alerta! ¡Chihuahua suelto!

Escucho el rayar de muebles, pequeños ladridos, y luego algo que


posiblemente podrían ser los perros del infierno siendo desatados para llevar su
furia asesina sobre nuestras cabezas. Paso corriendo a Dev, empujándolo fuera del
camino, ignorando mi propia seguridad mientras me apresuro para salvar la vida
de mi bebé.

—¡Félix, noooooo!

Doy vuelta en la esquina, rezando para que no vaya a ver a mi perro


despedazado en partes por todo el suelo. No estoy segura de qué va más rápido, mis
piernas o los latidos de mi corazón.

Sin embargo, lo que veo cuando entro a la habitación contigua me detiene en


57
seco. Creo que todos están tan aturdidos como yo.

Hay un perro más grande que cualquier animal doméstico que haya visto, de
pie en medio de una enorme cocina estilo comercial, inmóvil, con su cola erguida y
apuntando directamente hacia arriba. Las personas que vi entrar antes están quietas
cerca, mirando a los perros. Hay un hombre en el fregadero que tiene sus manos
extendidas en un gesto de calma, un paño de cocina sobre el hombro.

WOW, él es increíblemente caliente. Nunca he visto este tipo de buenos


músculos fuera de una revista de salud. Voy a tener que comprobarlos mejor
después. Después de que rescate a mi perro de cierto peligro.

A Félix no podría importarle menos el físico de este tipo. Él está danzando


alrededor del enorme perro, tratando de lamer su cara, sus costillas, su trasero;
cualquier cosa sobre la que pueda poner su lengua. No puede alcanzar nada más
que los tobillos del perro, sin embargo, así que decide que eso es lo suficientemente
bueno para él.
La cola del perro-bestia cae a una posición más natural, e inclina su cabeza
hacia abajo, hacia Félix, lamiéndolo lo suficientemente fuerte como para enviar a mi
pequeño perro hacia un lado. Félix salta hacia arriba, por supuesto, y va sobre las
patas del perro de nuevo. Lame, lame, lamelamelame. Él es un maniaco lamedor
ahora mismo. Nunca lo he visto tan entusiasmado con limpiar tobillos antes.

—Jodida mierda, hombre —dice el pequeño hombre que conducía el SUV al


hombre de pie en el fregadero—. Tu perro es un completo cobarde.

El hombre lanza el paño de la cocina a la velocidad de un rayo, golpeándolo


directamente en el rostro.

—Di eso de nuevo y ve lo que sucede.

Mi corazón da un vuelco cuando reconozco la voz.

Lo miro, olvidando todo lo demás a mí alrededor. Él debe estar emparentado


con mi salvador. La misma voz, los mismos ojos, el mismo cuerpo gigante, pero todo
lo demás es diferente. El cabello es corto, rapado en un estilo militar. Su rostro está
bien afeitado, sus cejas están cuidadosamente recortadas, y no hay un pañuelo o una
chaqueta de cuero a la vista. Está usando vaqueros y una camiseta negra al igual que 58
su amigo al otro lado de la habitación, y sus bíceps están estirando tanto las mangas
que estoy preocupada por sus costuras. Hay un pequeño emblema impreso sobre su
pecho izquierdo y algunas palabras: “BSB Especialistas en Seguridad”.

—Lindo perro —dice la mujer, levantando la mirada hacia mí.

Ella es hermosa, al igual que casi todos los demás aquí, haciéndome desear
que por lo menos hubiera cepillado mi cabello antes de que hubiera salido de la casa
esta noche. Sólo puedo imaginar lo que estas personas están pensando de mí ahora
mismo de pie aquí en mis alpargatas.

—Gracias. —Vuelvo mi atención de nuevo hacia los perros—. Ven aquí, Félix.
Deja de ser una peste. —Mi pulso está más tranquilo, ahora que puedo ver que mi
perro no va a morir hoy.

El enorme perro se deja caer sobre sus codos y rueda sobre su costado.
Entonces me doy cuenta de que no es un él, sino una ella. No sé por qué mi cerebro
me decía que un perro grande significa un perro macho cuando tengo uno de tres
kilos que llevo por ahí en mi bolso y quien definitivamente no es una chica.

Félix se sube encima de la caja torácica de la ella-bestia, se da la vuelta varias


veces, y luego se acuesta, apoyando la cabeza sobre sus patas. Al parecer, ha
confundido a una loba gigante devoradora-de-hombres con un cojín del sofá.

—Tienes que estar bromeando —dice el cocinero, sonando realmente


ofendido—. Sahara, Ten un poco de orgullo, ¿quieres?

Ella ladea la cabeza hacia arriba pera mirarlo, pero luego la baja de nuevo y
gimotea fuerte y largo. Parpadea un par de veces, pero no se mueve de otra manera.
Es como si quisiera que Félix esté cómodo y está dispuesta a ser torturada como
parte del trato.

Mi corazón se derrite simplemente mirándola. Obviamente ella es una perra


bastante sorprendente, incluso si sus heces son probablemente tan grandes como el
propio Félix.

—¡Vamos a comer! —dice Dev con entusiasmo.

El cocinero señala hacia la estufa con otra toalla.


59

—Lo tengo. El pan está en el horno. —Arroja la toalla hacia la encimera y sale
de la cocina, dejando la habitación yendo hacia una parte desconocida.

Todos se mueven al mismo tiempo, caminando hacia el fregadero para


agarrar un tazón de la encimera y luego se acercan a la olla en la estufa. Una fila se
forma rápidamente.

—¿Qué sucede? —pregunto a cualquiera que pudiera responder.

—La sopa está lista. Bueno provecho —dice el pequeño cajún con una sonrisa.

Veo mientras cada persona llena un tazón, agarra una rebanada o dos de pan
del horno, en una bandeja, y luego se sientan en una larga mesa de metal al otro
extremo de la cocina.
Cuando todos están sentados, alguien dice una oración rápida, y después
empiezan a comer. Es posible que no hayan comido en un tiempo; decir que están
entusiasmados con la sopa es un eufemismo.

—Mmmm, mmmm, tan bueno —dice Dev, con la boca llena de algo. Aparto
la mirada, así no puedo ver los detalles.

—Nunca falla —dice la mujer.

—Quiero un segundo tazón —dice el chico guapo de Hollywood—. Estuve


en servicio todo el día.

—El que llega primero, se sirve primero —dice el chico cajún—, y la amiga de
Ozzie no ha comido todavía.

Creo que están hablando de mí.

—¿Ozzie es el que tiene la horrible barba? —pregunto antes de pensar en


llegar a otro adjetivo para su vello facial. Ups.

—Sí —dice la mujer—. Él mismo.


60
—Pensé que Ozzie era el cocinero —digo, ahora completamente confundida.

—Lo es. El mejor. —Dev está ocupado metiendo la sopa a su boca, así que sus
palabras salen un poco más jugosas de lo que pretendía.

—Tienen estas cosas llamadas servilletas —dice la chica, lanzando una hacia
el rostro de Dev.

Él la agarra justo antes de que ésta golpee su frente, sin siquiera romper el
contacto visual con su cuchara.

—Me gusta saborear mi sopa y servilletear mi barbilla al final.

Nunca he escuchado la palabra servilletear ser usada como un verbo antes,


pero puedo ver lo que quiere decir. Él va a necesitar una servilleteada en serio
cuando termine. Ni siquiera estoy segura de que haya respirado entre bocados.
¿Cómo es que no se está ahogando? Creo que veo una gota de sopa en su mejilla,
justo debajo de su ojo.
—Mejor consigue un tazón antes de que te lo pierdas —dice el cajún,
señalando con su cuchara hacia el fregadero—. Lucky eliminaría a su abuela por el
último bocado.

Supongo que Lucky es el nombre de Hollywood. Él no parece estar en


desacuerdo con la evaluación de su carácter.

Lentamente camino hacia los tazones, con mi mente dando vueltas por la
confusión. ¿Quiénes son estas personas? ¿Viven aquí juntas? ¿Cómo este Ozzie es
tanto el cocinero como el tipo de la barba? ¿Y quién era el tipo ardiente en el
fregadero, sino Ozzie? Obviamente la sopa no está envenenada, porque todos están
comiéndola. ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué no me están haciendo preguntas? ¿Por
qué Félix está durmiendo sobre una loba?

Nada de esto tiene un poco de sentido, así que sigo adelante y me sirvo un
poco de sopa en mi tazón. Confundida y hambrienta no es una buena combinación.
Sin embargo, dejo el pan en paz. Realmente quiero un pedazo, pero sigo imaginando
a alguien atacándome cuando estoy de espaldas, y meter la mano en el horno me
hace demasiado vulnerable. Desearía que Félix dejara de actuar tan tranquilo. Ésta
sigue siendo una situación de semi-emergencia en lo que a mí respecta. 61
Me acerco a la mesa con mi tazón de sopa y una cabeza llena de precaución.
Hay cuatro asientos vacíos, pero sólo uno me proporciona un buen escape, estando
cercano a la puerta. Empiezo a sentarme y luego casi tengo un ataque al corazón
cuando todos en la mesa gritan al mismo tiempo.

—¡No ahí!

Me pongo de pie y salto hacia atrás.

—Ese es el asiento de Ozzie. Toma éste. —Lucky palmea el asiento junto a él.
Eso me pondrá precisamente entre él y la chica. A ella probablemente puedo
soportarla. A él, no estoy tan segura.

—Te prometo que no mordemos —dice ella.

—Mucho —dice Lucky.

Ella resopla, pero no está en desacuerdo.


Mi estómago toma la decisión por mí, gruñendo como un oso enojado. Bajo
mi tazón primero y luego suelto el bolso de mi hombro.

La chica arruga la nariz mientras mi bolso es bajado al suelo.

—Huelo orina de perro. —Se da la vuelta y mira a los perros—. Se supone


que estás entrenada, Sahara.

—No es ella… soy yo —digo.

Todos dejan de comer al mismo tiempo y me miran fijamente.

Mi rostro flamea de color rojo.

—En realidad, es mi bolso, no yo. Félix lo orinó antes.

La chica me mira fijamente durante un par de segundos, con una expresión


de disgusto.

—Oh. Eso es mucho mejor que siendo tú.

Mi mandíbula cae abierta. No estoy segura de sí está intentando ser graciosa


o completamente grosera. 62
El tipo cajún resuelve el misterio por mí.

—No seas tan perra, Toni. Ella está un poco conmocionada. ¿No lo estarías
tú? —Él sacude la cabeza, tal vez con decepción, y regresa a su sopa. Un largo
sorbido ruidoso sigue mientras el líquido es drenado de su cuchara hacia su boca.

Toni no dice nada. Simplemente muerde su pan como si no acabara de


suplicarme que la golpeara con mi bolso orinado.

Ya que estoy en inferioridad numérica por la fuerza muscular alrededor de la


mesa, sólo puedo suponer que ella es cuasi-familiar, así que decido al menos
disfrutar de mi comida. ¿Quién sabe? Podría ser la última.

Mi primer bocado deja perfectamente claro por qué Lucky estaría dispuesto
a liquidar a su abuela por otro tazón de la misma.

—Guau —digo, saboreando un trozo de salchicha picante—. Esta sopa está


increíble.
—Te lo dije. —Dev me sonríe—. Espera hasta que pruebes su jambalaya3.
Fuera de este mundo.

El cajún rueda sus ojos hacia el cielo.

—Oh Là Là, voy a hacer una petición para la próxima semana… puedes
contar con eso. —Me guiña el ojo—. Es mi cumpleaños.

Asiento, volviendo a mi sopa. Tres bocados más y estoy aún más enamorada
del hombre que cocinó esta comida.

—Entonces, ¿dónde está Ozzie, de todos modos? —pregunto—. ¿No va a


comer? —No estoy ansiosa por ver esa barba de nuevo en ningún momento pronto,
pero me gustaría darle las gracias. Hasta ahora no me ha matado, y hasta ahora me
ha salvado de un acosador y me dio de comer. Eso merece un poco de gratitud por
lo menos.

—Probablemente ya lo hizo. No come mucho con el grupo —dice Lucky.

—¿Por qué? —Sigo mirando su pan, preguntándome si él va a comérselo.


Debería haber tomado una pieza del horno cuando tuve la oportunidad.
63
Dev se levanta y se acerca a la estufa. Puedo escucharlo sirviéndose más sopa
detrás de mí.

—Tiene un montón de cosas administrativas que hacer —dice Lucky.

—Es un solitario —dice Toni—. A más no poder.

—Huh. —No tengo nada que decir a eso. Todo lo que sé es que, es un gran
cocinero. Sin embargo, espero que no haya nada de vellos de barba aquí.

Dev deja caer un trozo de pan tostado de ajo sobre la mesa cerca de mi tazón.

—Te vi mirando la pieza de Lucky. No quería que te mordieran los dedos.

3Jambalaya: Es un plato típico de la gastronomía cajún. Su base es el arroz y sus principales


ingredientes son pollo, jamón crudo, langostinos y mucha pimienta.
—Cállate, imbécil, estoy hambriento. Tú también lo estarías, siguiendo a ese
hijo de puta durante doce horas. —Dev abre la boca para responder, pero es
detenido por una voz enfadada desde la puerta.

—Ni una palabra —dice él—. Ella no se va a quedar.

Levanto la mirada para ver al hombre que lanzó la toalla de la cocina de pie
en la entrada de la habitación.

—Oh, vamos, Oz, no seas duro —dice el cajún—. Ella se puede quedar por
un tiempo. Tú mismo dijiste que podría estar en riesgo.

Es entonces cuando todo encaja. Este magnífico trozo de carne de pie allí
mostrando sus músculos ante todos nosotros no es el hermano de Ozzie. Él es Ozzie.
Él es El Barba. Él es el tipo que me dijo que dejara mi auto solo y luego me guio aquí
cuando no hice caso. Y él es el que luce más caliente de lo que un hombre debería
tener permitido verse, con músculos sobresaliendo de su camisa y su mandíbula
contorsionándose con molestia mientras me mira. Se ve total y completamente
diferente.

—¿Qué pasó con tu horrible barba? —pregunto, antes de pensar en 64


contenerme.
9

E
l cajún se ríe pero no dice nada, mirando su sopa mientras gira su
cuchara.

Ozzie no me responde. En cambio, cruza el cuarto, toma un


tazón y lo llena. Miro alrededor de la mesa mientras vuelve a
sentarse. Nadie parece muy ansioso por explicar este completo
cambio corporal que Ozzie ha logrado en menos de una hora.

—Está bueno, Oz —dice Lucky, sobre la comida—. Volviste a superarte.

Ozzie gruñe, comiendo un poco de pan. No mira a nadie.

—Escucha, hombre, respecto a lo de hoy… —dice Dev.


65
Ozzie deja caer la cuchara con ruido.

—Lo dejaremos pasar por ahora. —Está mirando el centro de la mesa,


claramente intentando controlar su temperamento.

—Sólo quería decirte que quería estar allí.

—Claro que sí —dice Lucky. No sé si está molesto o divertido—. Igual que


quisiste estar en lo de Roscoe la semana pasada y en Beat Street antes de eso.

—Oigan, chicos, saben que tengo responsabilidades.

Ozzie finalmente levanta la mirada.

—Todos las tenemos, Dev. Todos. Es sólo que las tuyas se interponen con tu
trabajo más a menudo de lo que deberían.

La tensión que hay flotando en la mesa es demasiada. No la soporto.


—¿Y cuál es exactamente su trabajo, de todas formas? —Intento sonar casual,
pero no lo termino de lograr. Mi voz es demasiado alta, muy tensa.

Todos me miran, incluso Ozzie, presionando para que me explique.

—Quiero decir, vi tu tarjeta de trabajo, así que sé que no son asesinos. O eso
espero. Quiero decir, ¿me alimentarían si lo fueran?

Nadie responde. Simplemente me miran.

—No son mafiosos, espero. No que yo sea una amenaza, ¿de acuerdo? No diré
nada a nadie sobre su guarida.

—¿Nuestra guarida? —pregunta Toni.

Miro alrededor.

—Sí. La Baticueva o como sea que llamen a este lugar.

El cajún ríe en voz baja.

—Cállate, Thibault. —Ozzie está molesto de nuevo, supongo.


66
Suspiro.

—De verdad, ¿alguno podría simplemente decirme, por favor, qué es este
lugar? ¿Quiénes son? Porque mi imaginación vuela, y no es algo bueno.

—¿Qué crees que somos? —pregunta Lucky, dejando su cuchara y


reclinándose para centrar su mirada en mí.

Miro alrededor de la mesa. El logo en la camiseta de Ozzie vuelve a llamar mi


atención.

—Supongo, si descarto la posibilidad de que sean un grupo de asesinos


seriales, son alguna especie de compañía de seguridad privada, o son fanáticos de
una. —O son traficantes y usan esas camisetas y tarjetas para despistar a la gente. Pero no
iba a decir eso en voz alta.

Lucky me guiña el ojo.

—Buen ojo. —Alza un poco la barbilla—. ¿Qué más ves?


Siento que he entrado a un programa de concursos. Bajando la cuchara, miro
alrededor, usando mi ojo de fotógrafa para registrar los detalles. Ahora que no me
siento amenazada es más sencillo. Hasta ahora, nadie me ha apuntado con un arma
ni un cuchillo, y parece que tienen muchos disponibles.

—Bueno, veo un grupo de gente que parecen una familia pero no lo son.
Excepto quizás ustedes dos. —Señalo a Toni y el cajún (supongo que se llama
Thibault). Asiente, confirmando mi sospecha—. Claramente son… eh… un grupo
saludable. Supongo que si están metidos en asuntos de seguridad, eso es importante.
—Miro al perro—. Tienen un perro guardián que debería ser intimidante pero no lo
es. Parece un bebé. —Félix se estira, y ella no mueve no mueve un solo pelo de su
cuerpo más que para parpadear.

Un par se ríe disimuladamente, pero cuando alzo la mirada para ver quiénes,
están todos serios. Ozzie parece a punto de explotar, de lo rojo que está.

—Hay cámaras por todos lados, aquí y abajo, así que o tienen algo valioso aquí
o les preocupa que alguien venga por ustedes. Vi unos casilleros que podrían
contener algo valioso. Quizás armas, dado que uno parecía un almacén de armas, y
también parecen tener una colección aquí arriba. —Noto que estoy describiendo o 67
una compañía de seguridad o la guarida de una banda narco, ambas encajarían.

Noto que he dicho demasiado cuando Dev alza una ceja. No tiene cabello,
pero su ceja sube hasta lo que podría ser la línea del cabello de alguien que no sufre
alopecia.

—Y, eh… tienen espadas por todo el lugar, así que imagino que alguno tiene
un fetiche ninja.

Thibault comienza a reír, apoyando una mano en su estómago.

—Oh por Dios, no puedo más. —Se pone de pie y va hacia la mesa, para dejar
su tazón en el fregadero.

—¿Qué? —pregunto, mirando alrededor—. ¿Qué dije?

—Es muy observadora —dice Lucky, encogiéndose de hombros—. Todos


pasan por alto las cámaras.
Sonrío.

—Bueno, soy una fotógrafa, así que suelo enfocarme en ese tipo de cosas.

—Enfocarse, ¿eh? ¿Fue un chiste accidental? —pregunta Toni. Su expresión


es algo ilegible, pero creo que es una sonrisa. Decido ahí mismo que pensaré dos
veces antes de golpearla con mi bolso de orina.

Me sonrojo.

—Sí, chiste accidental. —Apoyo mis manos en mi regazo—. Así que, Ozzie,
¿vas a contarme qué le pasó a ese desastre peludo que tenías en el rostro, o qué?

Alguien deja salir un silbido bajo… Lucky, creo.

Miro alrededor.

—¿Qué? ¿Dije algo malo? —A él no puede haberle gustado esa cosa, ¿verdad?

Las no-cejas de Dev todavía están en su cuero cabelludo.

Frunzo el ceño, preocupada por haber molestado al jefe de la organización.


68
—Oh, ¿es sensible sobre su vello facial? —Miro a Ozzie, su expresión es
ilegible—. ¿Estabas muy apegado a ello? Lo siento. No quise ofenderte. Aunque, era
un poco grande, ¿cierto? Y… ¿abultada?

—Esa barba me estaba ayudando a quedarme en ese lugar con esas personas.

Sonrío.

—Oh, está bien. Bueno, entonces, de nada.

—No, no es algo bueno para mí. —Me mira fijamente.

—Oh. —Mi sonrisa cae—. ¿Así que perder la barba y a esas personas es algo
malo? —Miro hacia Toni. Ella asiente. Esto, no lo entiendo, porque cualquier mujer
en todo el mundo habría mirado ese desastre de vello y pensado de la misma forma
en la que yo lo hice: asqueroso, antihigiénico, y, bueno… asqueroso. Y esas personas
que estaban en el bar, bueno, una de ellas nos disparó, así que no puedo ver
realmente cómo perder su amistad es un gran problema.
—Perder la barba significa perder mi identidad encubierta y meses de trabajo.
Ahora estamos de vuelta al punto de partida con el Sexto Distrito.

De nuevo entro en pánico, justo con eso.

—¿El Sexto Distrito? ¿Cómo el Sexto Distrito del Bloque-D? ¿No es esa una
pandilla? —Mi voz se va apagando al final. Claramente recuerdo leer sobre una serie
de asesinatos de los que ellos habían sido acusados no hace mucho tiempo.

—Sólo la más viciosa en Nueva Orleans —dice Dev, poniéndose de pie con
su tazón en la mano. Sonando muy orgulloso de ese hecho.

Me hundo lentamente en mi silla.

—Oh, mierda. Sabía que esto era una guarida. —Espero a que mi sentencia
sea dictada. Mirar mi sopa hace que un pensamiento flote a través de mi mente: Al
menos tuve una última comida decente.

—Esta no es una guarida —dice Ozzie, tomando su pan—. Es nuestro lugar


de negocios. Y no somos miembros de una pandilla; somos una firma de seguridad
privada. Eso es todo lo que necesitas saber. —Muerde su comida, tomando más pan
de lo que yo habría imaginado posible.
69

—¿Nunca has hecho un trabajo independiente? —me pregunta Thibault,


sentándose de nuevo en la mesa.

—Eso es todo lo que hago —digo—. Soy mi propia empleada.

—Hmmm. —Él asiente, mirando por un segundo a Ozzie antes de


continuar—. ¿Alguna vez haces trabajo de vigilancia?

Abro mi boca para responder, pero Ozzie me interrumpe.

—No. Ella nunca ha hecho trabajo de vigilancia, y no va a empezar.

Me enderezo en el asiento.

—Discúlpame, pero te hago saber que he hecho algunos trabajos de


vigilancia. —Está bien, estoy exagerando mi historia un poco, pero ellos nunca lo
sabrán.
—¿En serio? —dice Thibault—. ¿De qué clase? —Ahora todos en la mesa me
están mirando.

Mi rostro se torna rosa de nuevo.

—Yo… uh… tomé algunas fotos de un hombre que estaba engañando a su


esposa. —Me apresuro a añadir—. En el parque. —Así ellos no pensarán que estaba
haciendo algo pervertido en el closet de la habitación de alguien o algo igual de
desagradable.

—¿Lo atrapaste? —pregunta Toni, como si ella tuviera un interés personal en


mi respuesta.

—Si, en realidad, lo hice. Conseguí unas buenas tomas. Atrapado in fraganti,


como ellos dicen. —Sonrío con orgullo. Si, fue un trabajo embarazoso, pero algunas
veces cuando los libros de bodas y los retratos familiares se hacen más y más lejanos
entre sí, tengo que ser menos quisquillosa con el trabajo que hago. No les contaré
sobre las tomas ardientes de una ama de casa el invierno pasado. Ellos
probablemente no se emocionarían tanto con eso, y yo todavía no puedo sacar esas
imágenes fuera mi cabeza. Lo último que quiero hacer es sacar a luz esas imágenes.
70
—¿No fuiste atrapada? —pregunta Lucky.

—Lo encuentro difícil de creer —dice Ozzie, sin darme incluso la oportunidad
de responder.

Mis cejas se fruncen una contra la otra mientras miro con furia al cocinero.

—De hecho, fui capaz de tomarle las fotos justo en frente de su cara. —Mi
pecho se infla con orgullo—. Pretendí estarle tomando fotos a las flores cercanas a
donde ellos se estaban sentando. Él no sospechó nada.

Lucky hace gestos hacia mí con su pan.


—Si ella estuviera vistiendo ese conjunto de la Pequeña Bo Peep4, yo no
sospecharía nada tampoco. Sabes que ese es nuestro principal problema con el
reclutamiento, Ozzie. No tenemos ni una sola Bo Peep en el grupo.

Él me está sonriendo, pero no le devuelvo la sonrisa.

—¿Qué se supone que significa eso?

Ozzie se pone de pie, su voz haciendo estruendo a través de la mesa.

—Significa que no perteneces aquí. Es hora de irse.

Todo el mundo lo mira. Dev lo ve especialmente confundido.

—¿A dónde se va ella? Dijiste que estaba atrapada aquí por un tiempo.

—Cambie de opinión. —Ozzie se lleva su tazón medio lleno al fregadero y


mira a todos alrededor de la mesa—. Ella no se puede quedar.

—¿Qué está pasando? —Mi voz se vuelve casi un susurro. Nadie me


responde. Todos ellos están mirando a Thibault.

—Es momento de votar —dice Thibault, sonando resignado. 71


—¿Por qué exactamente vamos a votar? —pregunta Toni, mirándome
fijamente antes de regresar su atención de nuevo al hombre que luce como su
hermano.

Él hace un gesto hacia mí con su mentón.

—Lo que hacemos con ella. ¿Si ella se va o se queda?

Tengo dificultad al pasar saliva cuando me doy cuenta que posiblemente


podría estar presenciando mi propia sentencia de muerte.

4Little Bo Peep: Personaje de cuento. También aparece en Toy Story como la pastorcita de la que se
enamora Woody
10
—N
o necesitamos votar porque yo digo que ella se va. —
Ozzie vuelve a la cabecera de la mesa, pero sigue de
pie.

—Amigo, debes haber estado más encariñado con tu vello facial de lo que nos
decías —dice Toni, con una sonrisa juguetona.

Su hermano la fulmina con la mirada, pero ella actúa como si no le importara,


encogiéndose de hombros y volviéndole la espalda para mirar a Ozzie.

—Sabes tan bien como los demás cuánto tiempo trabajé para cultivar esas
conexiones. Ahora fueron destrozadas, gracias a la Pequeña Bo Peep aquí presente,
y volvimos al principio. ¿Quieres decirme cómo vamos a lograr obtener su lista 72
ahora?

—¿La lista de quién? —pregunto. Cuanto más hablan, más interesante se


pone la cosa. Así que no son tipos malos, ¿pero de todas formas intentan meterse en
una pandilla? ¿Qué hay con eso?

—No importa de quién sea —dice Ozzie, dándome una mirada asesina.

No sé por qué, pero cuando hace eso, me hace sonreír. En lugar de contenerlo,
simplemente dejo que mis perlados dientes reflejen la luz. Me recuerda a su perro:
todo rudo y tenebroso, pero en realidad un enorme panecillo cuando es la hora de
la verdad. Apuesto que su estómago sería una almohada perfecta durante una
película.

¿Que qué? ¿Realmente acabo de pensar eso?

Debo estar perdiendo la cabeza. Debe ser la falta de calorías. Tomó una gran
cucharada de sopa, por las dudas.
—Una lista de los miembros de la pandilla, con su información de contacto y
sus estadísticas —dice Dev.

—¿Estadísticas? —Miro alrededor, intentando recibir algún mensaje


subliminal que explique ese trocito de información. Pero nadie me ayuda, sin
embargo. Todos siguen lanzándose miradas, pero ninguno me mira. Lo único que
se me ocurre cuando alguien dice que buscan “estadísticas” es los puntajes de
béisbol y los promedios de bateadas. ¿Acaso los pandilleros se puntúan entre ellos?

—Sí, estadísticas —dice Lucky—. Asesinatos, kilos trasladados, números en


la calle moviendo productos, y cosas así.

Sacudo la cabeza, sintiéndome algo perdida con la jerga.

—No tengo idea de lo que estás hablando. —Un escalofrío atraviesa mi


cuerpo—. Espero que no te refieras a verdaderos asesinatos, de personas reales o lo
que sea. —Vuelvo a beber mi sopa—. ¿Quién tendría estadísticas de eso?

El cuarto está en silencio total. Levanto la mirada a tiempo para ver a Thibault
y Lucky intercambiando una mirada significativa.

—¿Qué? —pregunto.
73

—¿Estás buscando trabajo? —pregunta Thibault.

—¡No! —grita Ozzie antes de que yo pueda abrir la boca.

—Ella tiene experiencia —dice Lucky, apelando al hombre que simplemente


asumo que es el jefe, ahora que veo que intenta recuperar el control—. No es mucha
experiencia, es cierto, pero es una fotógrafa profesional, y puede hacerse pasar por
cualquier cosa. —Me señala—. Solo mírala.

—Tomar fotografías una vez de un holgazán siendo infiel en el parque no


equivale a tener experiencia en vigilancia. —La cabeza de Ozzie parece a punto de
estallar.

No que me interese la vigilancia, pero es algo ofensivo la forma en que me


descarta en mi cara. Es demasiado mandón para su propio bien. Probablemente yo
sería genial haciendo vigilancias. Soy discreta, soy una gran fotógrafa, y tengo el
equipo, al menos para fotografía y filmar. Aprieto la mandíbula un poco mientras la
expresión en el rostro de Ozzie se ensombrece.

Dev me señala.

—Ella se mezclaría con la multitud. No como Toni.

—¡Oye! —Toni le lanza una cuchara.

Él la atrapa en el aire sin mirar, salvándose de un golpe a la frente.

—¿Me estás llamando común? —pregunto, segura de que debería ofenderme.


Sé que no soy una modelo, pero tampoco me llamaría fea.

—¡Es cualquier cosa menos común… mírenla! —Me señala Ozzie, haciendo
un espectáculo de los dos—. Ella podría tener puesto un letrero de neón que dijera
“Mírenme” en el cuello.

Todas las cabezas giran hacia mí. Luego se miran entre sí, obviamente
confundidos.

—Disculpa, Oz, pero no lo veo —dice Lucky. Se inclina y apoya el brazo en el


respaldo de mi silla mientras me habla al oído—. ¿Te gustaría ganar algo de dinero
74
tomando fotos? Pagamos al recibir el producto.

Está demasiado cerca y me incomoda. Me inclino lo más lejos que puedo sin
caerme de la silla ni aterrizar en el regazo de Toni.

—Eso depende de qué fotos quieran.

Lucky ríe, enderezándose y devolviéndome mi espacio personal.

—Me gusta tu estilo.

Me enderezo, no muy segura de que fuera un cumplido.

—Bueno, a mí no, y se hace lo que yo digo. —Ozzie se cruza de brazos,


forzando a sus músculos a destacarse aún más. Literalmente parece que tiene senos
que necesitan un sostén, apoyados en sus brazos.

Dev sonríe y señala el pecho de Ozzie, hablando tan bajo que solo yo lo oigo.

—Mira. Los niños.


Lucky intenta no sonreír, mirando al techo en lugar de a Ozzie.

Creo que hablan de los pectorales de Ozzie. Son impresionantes. Entonces


nuestra charla por mensajes vuelve a mí y tiene sentido. Cuando yo decía niños,
hablaba de dos sobrinas y un sobrino; él pensó que hablaba de sus tetas. Ahora
entiendo su mal humor. Intento no sonreír por eso.

—Esta no es una dictadura —dice Thibault, con el tono llano—. Vamos a


votar. Ese fue el trato al comenzar hace cinco años, y sigue siéndolo hoy. —
Suavemente apoya el puño en la mesa—. Primero lo primero… ¿Qué hacemos con
ella? —Señala un dedo hacia mí—. ¿La dejamos quedarse o que se vaya?

—Creo que quizás deberían preguntarme primero a mí qué quiero hacer. —


Me cuesta que mi molestia no se note.

Thibault alza las cejas.

—¿Quieres volver a tu casa a esperar que un traficante vaya allí a dispararte


en la cabeza?

Me pongo pálida.
75
—Eh. No. No quiero eso.

—Eso pensé. —Mira alrededor—. Se queda aquí, ¿los que estén a favor? —
Alza la mano.

Miro alrededor de la mesa mientras todos alzan las manos; todos menos
Ozzie, claro. Y Toni. Ella simplemente mira la mesa como si no supiera lo que está
sucediendo a su alrededor.

La reacción de Ozzie me molesta.

—¿Quieres que me disparen en la cabeza? —Realmente duele que Ozzie vote


para echarme de la isla. Pensé que habíamos tenido un momento en ese callejón. Me
rescató… Fui rescatada… Significa algo, ¿cierto? Maldición, incluso me llamó un taxi
y lo pagó, ¿por qué ahora me echa a la calle?

Su expresión cambia.

—Claro que no quiero que te disparen en la cabeza…


Dev lo interrumpe.

—¡Excelente! Entonces se queda. Ahora, votemos sobre darle algo de trabajo.

Ozzie y yo ambos alzamos las manos como señales de alto.

—Ahora, esperen un minuto… —dice él.

—Alto ahí —digo yo.

Ambos nos frenamos y nos miramos. Él me fulmina con la mirada. Yo


entrecierro los ojos.

—Claro. Sigan y voten —digo, sacudiendo las manos como si estuviera


completamente de acuerdo con lo que sucede en este momento—. Me vendría bien
el trabajo extra. No hay muchas bodas ahora mismo. —Hablo medio en serio y
medio para molestar a Ozzie. El dinero extra vendría bien, pero no sé si fotografiar
a traficantes sea el mejor movimiento para mi carrera.

Ozzie me mira, apretando y aflojando la mandíbula. Por algún motivo, me


alegra verlo molesto por la idea de tenerme aquí. ¿Me tiene miedo? ¡Ja! Debe ser eso.
Me fue bastante bien al evadir al tipo que quería matarme, incluso antes de la ayuda 76
de Ozzie. Algunos incluso me dirían valiente. Realmente lo llevé a una calle sin
salida.

O quizás le herí los sentimientos por su barba. Mi sonrisa cae. Supongo que
si me quedaré en su casa, debería disculparme por eso.

—Escucha, Ozzie, lamento los feos comentarios de la barba. Simplemente


era… mucho más grande de lo que tiene derecho a ser. No pude evitarlo.

Thibault habla mientras se ríe.

—Oh, por Dios… Los que estén a favor de darle a la Pequeña Bo Peep un
periodo de prueba, digan sí —Sigue sonriendo.

—Sí. —Lo oigo tres veces. Luego un silencio. Ignoro a Toni y me giro hacia
Ozzie, sonriendo antes de decir—: Sí.

Parece querer decir algo, pero no lo hace. En cambio, se va del cuarto furioso,
gritando:
—¡Sahara! —La perra gigante lentamente se pone de pie y se va de la cocina,
con Félix siguiéndole los talones.

77
11
M
e dan un catre para campamento, un saco de dormir, y la esquina
de la cocina para mí. Es esto o arriesgarme a ir a casa y ser
descubierta por ese tipo que me estaba siguiendo en el vecindario
demasiado cerca mío para sentirme cómoda. Fijo la mirada en mi arreglo,
preguntándome si voy a conseguir al menos un solo minuto de sueño esta noche.
Las cosas no se ven muy prometedoras. Nunca me llamaría del tipo que le gusta
acampar. En realidad, soy más como del tipo de alquilar una habitación de hotel y
quedarme junto a la piscina. Tengo ganas de llamar a mi hermana, pero sé que eso
la enviará a entrar en pánico si lo hago. Nunca estará satisfecha con medias
explicaciones y excusas. Tengo que esperar hasta que pueda sentarme y decirle hasta
el último detalle.
78
—¿Vas a estar bien? —pregunta Lucky. No luce muy preocupado. Más bien
como divertido.

—Supongo. —Miro alrededor de la habitación. Además de Ozzie, que todavía


no ha dado la cara desde que se fue intempestivamente, Lucky es el único que queda
aquí conmigo, pero ahora se dirige hacia la salida—. ¿No te quedarás? —No puedo
evitar la necesidad de mi voz. Este lugar está lleno de espadas samurái. ¿Qué pasa
si me tropiezo con una en el medio de la noche y me corto una extremidad? Necesito
absolutamente todos y cada uno de mis miembros.

—Nah. Tengo que ir alimentar a mi pez de colores. Te veré mañana. —


Camina hacia la puerta que conduce a la sala ninja.

—¿Alguien se va a quedar aquí esta noche, o estaré aquí sola?

—Oz estará aquí. Nunca se va excepto para ir a trabajar. Su dormitorio está


al final de ese pasillo de allí. —Señala hacia el lugar hacia donde Ozzie salió
corriendo una media hora más temprano—. Si necesitas algo, sólo grita.
Levanto el saco de dormir y lo sostengo contra mí, suspirando.

—Está bien. Gracias.

—No hay problema. Bienvenida a cama y desayuno de los Bourbon Street


Boys. —Guiña y sale de la habitación, apagando la luz principal a su salida. Escucho
su risa y los sonidos digitales del bloqueo, seguido por el sonido de una pesada
puerta de metal cerrándose.

—Bourbon Street Boys —murmuro para mí mientras trato de extender el saco


de dormir sobre el catre, usando la luz sobre la estufa para guiarme—. ¿Qué clase
de nombre es ese para una empresa de seguridad? Ni siquiera estamos en la Calle
Bourbon. Está a kilómetros de aquí.

Miro hacia la entrada del pasillo donde Ozzie duerme. Félix no ha salido
todavía, y estoy empezando a preocuparme. ¿Debería preocuparme? Sí, debería.
Félix podría orinar en cualquier momento. Su vejiga es del tamaño de una uva.
Tengo que tenerlo cerca de mí así puedo leer las señales de que necesita salir antes
que sea demasiado tarde.

—Félix —susurro tan fuerte como puedo. 79


Sin respuesta. Ni un solo clic de una garra en el azulejo viene a mis oídos.

—¡Félix! —susurro en voz más alta, ladeando mi oreja y concentrando todo


lo que tengo sobre los posibles sonidos de un Chihuahua en movimiento.

Nada.

—¡Maldición, Félix! ¡Ven aquí! —Mi voz es más fuerte de lo que planeo que
sea.

Al principio no hay respuesta, pero entonces escucho algo de maldiciones.

—Ups. —Me siento en el borde del catre y espero a que el gran lobo feroz
Ozzie salga y me regañe por despertarlo de su sueño de belleza.

Resoplo en voz alta sobre esa idea. Antes, cuando estaba llevando ese horrible
vello facial, habría dicho que necesitaba unos seis meses de sueño de belleza para
arreglar las cosas, pero ahora diría que probablemente debería permanecer
despierto durante unas cuantas semanas. Meses, tal vez. Es más apuesto de lo que
un hombre debería permitirse ser con ese cuerpo suyo. Su rostro, tan duro y enojado
como lucía esta noche, es suficiente para tenerme pensando cosas que no debería.
Siempre he sido una fanática de los pómulos altos y una mandíbula cincelada.
Incluso la cicatriz que tiene en la mejilla derecha no es suficiente para hacerlo menos
que severamente guapo. Maldita sea. Sólo el recuerdo de él es suficiente para
calentar la habitación.

Nunca, jamás habría pensado que el hombre–bestia que conocí en Frankie’s


podría haberse revelado para ser el verdadero Ozzie que yacía debajo. Esa era una
muy buena cubierta. Puedo ver por qué estaba tan molesto porque tuviera que
deshacerse de ella, porque realmente destaca ahora. Antes era solo otro tipo
motociclista grande y peludo; hoy es un sueño hecho realidad. Uno de estos días
voy a preguntarle si era una barba colocada a presión o si en realidad crecía de esa
manera y la afeitaba.

De repente, está en la entrada de la cocina, frunciendo el ceño hacia mí.

—¿Me estás llamando?

—No, a menos que tú nombre sea Félix.


80

—¿Quién es Félix?

Sacudo mi cabeza.

—Para un profesional de la seguridad, seguro que no eres muy observador.


Por tercera vez, Félix es mi perro. Ya sabes… ¿la mezcla de Chihuahua, que
probablemente está durmiendo en tu cama ahora mismo?

Cruza sus brazos sobre su pecho. En absoluto intimidante, por cierto. Niños.
Casi me río.

—Los perros no duermen en mi cama —dice.

—Díselo a Félix. Confía en mí, siempre encuentra una manera. —Me di por
vencida en echarlo de la cama hace mucho tiempo. Además, es impresionante en el
invierno como un calentador de pies, prefiriendo dormir bajo las sábanas en la parte
inferior de la cama que estar en otro sitio. No tengo idea de cómo el pequeño
individuo recibe suficiente oxígeno para sobrevivir, pero se despierta muy bien cada
mañana, con nada de desgaste.

Ozzie se va, y unos segundos más tarde hay un grito.

—¡Hijo de puta! ¡Sal de mi cama, mutante!

Luego hay un rugido bajo y horrible, que yo sepa no vino de mi pequeño


bebé.

Ozzie está claramente ofendido.

—Oh, tienes que estar bromeando… ¡Oye! ¡Señora! Ven aquí, ¡¿quieres?!

Supongo que esa sería yo. Señora. May “la Señora” Wexler. Suspiro.

—¡Pequeña Bo Peep! ¡Te necesito aquí por un segundo!

Creo que prefiero “Señora” a este apodo.

Me levanto y voy por el pasillo, pasando fotografías enmarcadas de las


personas con las que cené y algunas cartas detrás del vidrio también. Me detengo
cerca de una para echarle un vistazo. Es un agradecimiento del jefe de la policía de 81
Nueva Orleans, dando las gracias a Bourbon Street Boys por ayudar a atrapar a un
criminal.

Hmmmm. Más evidencia de que realmente estoy en la guarida de los chicos


buenos. Genial. Esta es una total Baticueva. Me siento mucho mejor acerca de cerrar
mis ojos y tratar de dormir un poco esta noche. Tal vez no tendré enormes bolsas
azules debajo de ellos durante mi sesión de mañana, después de todo. Una chica
puede soñar.

Llego a una habitación que tiene una puerta abierta y luz saliendo de ella. Dos
pasos más me tienen en la entrada, donde puedo ver el interior de la habitación de
Ozzie. Es lo que uno esperaría de un tipo como él: fría, estéril, un montón de metal
y un televisor de pantalla plana en la pared, junto con algunos grandes altavoces,
una computadora en un escritorio de vidrio, y un puerto que contiene un teléfono.
Las sábanas en su cama son de color negro. El hecho que sean de seda me tiene
excitándome un poco. No lo esperaba en absoluto. Esto me hace preguntarme
cuántas mujeres las han disfrutado con él. Entonces mi cara se enrojece al
comprender que la siguiente escena en esta película de fantasía lo incluye a él
estando desnudo.

Whoa. Alto ahí, cerebro. No des un paso más.

—¿Qué pasa? —pregunto, apoyada en el marco de la puerta fingiendo que


estoy completamente tranquila y para nada nerviosa sobre la idea de estar en su
dormitorio de negras sábanas de seda. Oy, esos músculos… ¡lo que me hacen!

Ozzie apunta hacia el colchón.

—Tu perro está en mi cama.

Me encojo de hombros. Félix es tan audaz. En realidad, estoy un poco celosa


de él en este momento. Quiero estar en esas sábanas de seda, rodando, deslizándome
a lo largo de la parte superior de esa cama…

¡Ack! ¡Detén eso, cerebro! ¡Deja de hacer eso ahora mismo!

—¿Y? —Me encojo de hombros. Tan tranquila. Nada afectada por todo esa
seda—. Sácalo.
82
—Lo intenté. —Me mira por un segundo antes de moverse hacia la cama.

Una gran cabeza de color naranja se levanta desde el suelo junto al colchón.
Sáhara. Gruñe, y cuando hace eso, realmente luce como uno de esos perros del
infierno. Uff.

—¿Me estás jodiendo? —Ozzie suena deshecho.

Pobre Ozzie. Sólo podría imaginar lo que sería tener a mi pequeño Félix
vuelto en mi contra. Y es en parte mi culpa que esto esté sucediendo. O es culpa de
Félix por ser tan adorable, así que soy su cómplice por traerlo aquí en primer lugar.

Esto nunca sucederá. No puedo ser responsable de interponerme entre un


hombre y su perro. Los sentimientos de indignación se acumulan dentro de mí y se
apoderan de mi buen sentido.

Sacudo mi cabeza y avanzo dentro de la habitación.

—Basta ya. —Uso un tono firme, apenas dando al gran perro la hora del día—
. Félix, saca tu peludo culo de esa cama en este instante. —Félix sumerge su cabeza
hacia abajo y me mira con sus pequeños ojos marrones, sabiendo que está haciendo
mal y usando su maniobra de soy-demasiado-lindo-para-comportarme.

Sáhara sigue gruñendo.

—¡Cállate! —le grito.

Se queda en silencio instantáneamente y baja su cabeza. Vaya. Voy a tener


dificultades para disciplinarla también a ella. Es linda cuando se siente culpable.

—Si estaré maldito —dice Ozzie en un tono bajo.

Arrastro a Félix por la parte superior de la cama y lo meto debajo de mi brazo.

—Te dije que le gusta dormir en la cama. Deberías escucharme con más
frecuencia. Normalmente tengo la razón, sabes. —Me interrumpo cuando me doy
cuenta que estoy sonando como lo que Jenny llama “fastidiosa”. Por alguna razón,
tener a Ozzie considerándome un fastidio me pone triste, y eso sólo me confunde.
¿Por qué me importa lo que piense de mí? Es momento de abandonar el barco.

Asiento una vez, poniendo fin al momento. 83


—Ten una buena noche. —Salgo de la habitación sin mirar atrás, negándome
a ceder ante el instinto de correr.
12
D
epositando a Félix en el fondo del catre, hago lo que puedo para
ponerme cómoda. Mis zapatos van debajo de la cama, y mi banda
para el cabello debajo de la pequeña almohada que me dieron. Me
acuesto sobre mi espalda, colocando la bolsa de dormir encima de mí, y miro el
techo, considerando mi situación.

Probablemente debería estar más asustada de lo que estoy, pero no puedo


sacar la adrenalina ni el pavor de ningún lado. Quizás mi sistema está roto. Estuve
bastante asustada por una sólida hora o dos está noche. Probablemente usé todo mi
jugo de miedo antes. Ahora lo único que me queda es la fuerza para analizar, así que
analizar es lo que voy a hacer.

Muerdo un lugar seco en mi labio y considero los hechos. Estos tipos trabajan
84
con la policía, así que son los buenos. Están de mi lado. Si tienen armas aquí, son
solo para hacer su trabajo. Yo sería un objetivo ideal si se dedicaran a matar mujeres
inocentes, pero en lugar de dispararme, congelar mi cuerpo, y meterlo en la
trituradora de carne, me dieron sopa. Y no cualquier sopa… La mejor de mi vida.

¿Y qué hay con eso? ¿Ozzie es un gran chef? Ja. Nunca lo hubiera imaginado.
Sonrío ante todas las cosas de ese hombre que no tienen sentido. Es una bestia
gigante, pero nadie le teme, ni siquiera cuando grita. Tiene su respeto, pero no por
miedo. Ahora que lo pienso, supongo que tiene el mío también. Aunque claramente
no quiere nada que ver conmigo, me salvó. No una, sino dos veces. Y ahora me ha
dado un lugar donde quedarme, para que pueda volver a casa a la luz del día sin
tener que preocuparme por acosadores siguiéndome en su auto. Los tipos malos
permanecen ocultos durante el día, ¿cierto? Es mucho más arriesgado que vengan
por mí cuando la gente puede verlos. Quizás sea ingenuo de mi parte, pero es a la
oscuridad y a la cubierta que les ofrece lo que temo.
Diablos, quizá podría pedirle a alguno de los Bourbon Street Boys que vayan
y revisen mi casa antes de que entre mañana, para asegurarme de que sea seguro.
La idea me hace sentir cálida y cansada. Segura. Grandes hombres musculosos para
protegerme. Sí. Debe ser más de medianoche, y el cuarto es sorprendentemente
cómodo. Tienen un gran aire acondicionado, lo suficientemente fresco para librarse
de la humedad, pero no tanto como para que no pueda dormir como un bebé siendo
sostenido en los brazos de su madre…

Estoy comenzando a dormirme cuando el olor me golpea.

—Oh por Dios —susurro, inspirando para asegurarme de que no es una


pesadilla—. ¿Félix, ese fuiste tú? —Abro los ojos.

Cuando oigo un gruñido, algo deslizándose por el suelo, y un gemido,


entiendo que Félix y yo no somos los únicos en el cuarto. Girando la cabeza, veo a la
enorme bestia, la novia de Félix, acostada al lado de mi catre.

—Santa mierda, Sahara, ¿tu dueño no tiene máscaras de gas por aquí? Porque
debería. Maldición. —Me cubro la cara con la bolsa de dormir para poder respirar.

Olvídense de cómodamente calentita y cansada. Ahora estoy totalmente 85


despierta, viviendo la pesadilla que es el gas intestinal de un sabueso.

—¿Jesús, con qué te alimentan de todas formas?

Oigo otro ruido y giro la cabeza hacia la puerta. La tenue luz de algo en la
cocina ilumina la cabeza y hombros de Ozzie.

—¿Necesitas algo? —pregunto desde debajo de la bolsa de dormir que está


haciendo de una máscara de gas no muy buena. Realmente espero que no piense
que el olor lo generé yo.

Él suspira pesadamente.

—Ven a mi cama.

Parpadeo un par de veces, insegura de haber escuchado bien. El hedor podría


haberse metido en mis orejas, así de fuerte es. Creo que oí una invitación al cielo salir
de sus labios, pero no puede ser cierto.
—¿Disculpa?

—Quise decir que tomes mi cama. No puedo dormir sabiendo que estás aquí
acostada en ese catre.

Las imágenes de esas sábanas de seda me hacen estallar en un sudor frío.

—Emm, no gracias. —De ninguna manera. No soy una ninfómana, pero hay
un límite a lo que me puedo resistir. Estar en su cama, con sus sábanas, con él de pie
al lado con ese pecho y esos brazos. No. Simplemente… no.

—Yo dormiré aquí —dice, como el caballero persistente que es.

Alzo la voz para intentar sonar más despreocupada.

—No, estoy bien. Me encanta acampar. El catre es increíble. En serio. Quédate


la cama. Estaré bien.

Se dirige a la cocina.

—Thibault me va a volver loco si se entera que te dejé dormir aquí. Ven,


prometo que no te molestaré. Sólo usa la cama. Las sábanas están limpias, las cambié
86
hoy.

Trago con dificultad. Puedo ver su cuerpo desnudo tan claramente en mi


cabeza. El hecho de que tenga esa camiseta ajustada no ayuda a mi imaginación. A
veces odio ser fotógrafa. Sólo necesito un contorno muscular, y mi mente llenará el
resto.

—Le diré a Thibault que yo me negué. No te preocupes. —Espero a que Ozzie


se vaya. Prácticamente he impreso una invitación para que él salga de aquí en este
punto.

Inclina la cabeza, muy parecido a como lo haría un cachorro confundido.

—No lo entiendo.

—¿No entiendes qué? —Dejo que la bolsa de dormir se resbale de mi rostro.


Haciendo una prueba noto que el aire es respirable otra vez, lo que es genial ya que
me estaba sofocando bajo esa cosa.
—Te ofrezco una cama de verdad en un cuarto con una puerta que puedes
cerrar, ¿y me dices que prefieres dormir en el piso de la cocina? —Alza la nariz hacia
el aire—. Aquí huele a salchichas.

Suspiro, sabiendo que, por mucho que cueste darla, una dosis de honestidad
será efectiva para que este tipo se aleje. Estoy comenzando a sentir que Ozzie es una
persona muy sincera, así que aquí vamos…

—Escucha, Ozzie, aprecio tu hospitalidad, pero no dormiré en tu cama. No se


trata de que las sábanas estén sucias o el hecho de que el catre sea cómodo lo que me
hace decir que no, ¿de acuerdo? Es que son de seda. Y son tuyas. Así que sólo ve a
la cama, ¿sí? Y llévate a tu apestosa perra contigo, porque no son salchichas las que
hueles; tiene gases.

Se queda ahí parado mirándome. El calor de sus ojos comienza a sentirse en


mis huesos. El momento de la verdad se ha ido, ido, ido. Ahora sólo tengo que
mentir para espantarlo.

—Sinceramente, Ozzie, estás comenzando a asustarme un poco.

—¿Es por la barba? 87


Suena tan vulnerable, que no puedo evitar reír. Creo que realmente le toqué
un nervio con ese insulto. Ups.

—No, no es la barba, ¿de acuerdo? Era horrenda, pero no daba miedo. No me


mantendría fuera de tu cama.

Santa mierda. No puedo creer lo que acabo de decir. Mis oídos duelen.
¡Aléjate, sinceridad!

—Lamento si soné grosero antes.

Gracias al cielo que no captó la insinuación que había cargado en el último


comentario. Puedo volver a respirar con normalidad. Casi normalmente.

—No fuiste grosero. Bueno, quizás sí, un poco, pero no me molestó.

—¿Por qué no?

Me encojo de hombros, tampoco segura del por qué.


—No lo sé. Pero no lo hizo.

Otra larga pausa antes de que él hable.

—No eres como esperaba que fueras.

—¿Ah no? —Bostezo con fuerza, mis ojos cerrándose por cuenta propia. Ya
es pasada mi hora de dormir, y ahora Ozzie está siendo amable. Me hace dar ganas
de acurrucarme en su cama y dormir. Mañana tendré la energía para escucharlo—.
Probablemente porque soy una Pequeña Bo Peep. Siempre encajo.

Mi mente vaga hacia el día en que tomé fotos de ese tipo coqueto en el parque,
y sonrío medio dormida. Tan atrapado. Le tomé como cincuenta fotos con su brazo
alrededor de la chica de la mitad de su edad, besándole el cuello, dándole un regalo
envuelto alrededor de una caja de joyería. Quizás él fue quien le disparó a mi auto
hoy. Frunzo el ceño mientras mi mente deambula hacia esa pesadilla en potencia.

—Supongo que quizás sí puedes mezclarte con la multitud —dice una voz
profunda a mi derecha.

Estoy muy cansada para distinguirla.


88
—Ve a contar tus ovejas entonces, Pequeña Bo Peep —dice la voz, relajando
su timbre y tono—. Te veré en la mañana.

Me imagino un grupo de esponjosas ovejas saltando una valla. Boing, boing,


boing. Tan pacífico. Tan lindo. Tan agotador. Pero luego una gigantesca oveja negra
con cuernos en la cabeza se acerca a la valla y se me queda mirando.

—¿Bien? —murmuro, molesta de que no me deje dormir—. Hazlo. Salta ya,


bestia peluda.

Alguien se ríe.

Y eso es lo último que recuerdo antes de despertarme en la cocina de alguien,


completamente confundida y mirando el mensaje de mi hermana que me despertó
de un buen sueño.

Hermana: Si no me llamas en diez minutos, llamaré a la policía. No bromeo.


Llámame. Ahora.
13

—H
ola, Jenny. —Mi celular está frío contra mi
mejilla.

—Hola, a ti. ¿Dónde has estado? Te


he estado llamando toda la mañana.

Bostezo, tratando de estirar mi espalda un poco. Ese catre fue una mala idea.
Tengo doloridos los lugares más incómodos.

—No me creerías si te dijera. ¿Qué hora es? —Entorno los ojos hacia la cocina
pero no puedo leer el reloj digital desde donde estoy sentada.

—Son las ocho cuarenta y cinco. ¿No tienes hoy una sesión de fotos? ¿Dónde
estás? ¿En casa?
89

—¡Santa mierda! No, no estoy en casa. Ni siquiera cerca. —Me pongo de pie
de un salto, dando vueltas alrededor, tratando de encontrar mis zapatos. Los
encuentro bien al fondo, bajo el catre.

—Oh, mierda. ¿Necesitas que vaya allí y te cubra?

—¡Sí! ¡Ve ahora! Estaré allí… no lo sé. Pronto. —Estoy intentando de ubicar
exactamente dónde estoy. El Puerto. Bien. Ahora lo recuerdo—. Estaré allí en veinte
minutos.

Mi hermana se ríe.

—El sexo ocasional es una putada, ¿eh?

—Esto no es eso. —Tropiezo al levantarme intentando ponerme mis zapatos.


Mis palabras salen como gruñidos—. De todas formas, ¿por qué no estás hoy en el
trabajo, codificando programas de ordenador hasta que se te caigan los dedos?
—Son aplicaciones, May, aplicaciones. Y tengo este fin de semana libre.
Además, Sammy está enfermo. No podría enviarle a la guardería aunque quisiera.

Me siento en el catre para no lastimarme, deslizando mis pies en mis zapatos


y usando mi dedo en los talones, haciéndoles cooperar.

—Bien, ve al estudio y dales largas.

—Darles largas. De acuerdo. Y, ¿cómo voy a hacer eso exactamente?

—No lo sé, dales a entender que su cabello está hecho un desastre o algo.
Llévales al vestidor y diles que estoy recogiendo unos nuevos lentes y que estaré allí
para las nueve y treinta.

—Entendido. Y esperaré una explicación completa de tu noche cuando hayas


terminado por hoy.

—Lo haré. Todos los detalles obscenos, te lo prometo. Te veo en treinta.

—Nos vemos.

Cuelga, y lanzo el teléfono al catre.


90
—¡Félix! —Siento despertarte, Ozzie, pero tengo que irme, vamos.

Tengo mis zapatos y mi cabello atado y el saco de dormir plegado y colocado


en el catre antes de darme cuenta que nadie responde a mi grito.

—¡Félix! Vamos, nene, ¡es hora de irse!

Nada.

Observo el pasillo que dirige hacia la habitación de Ozzie. ¿Debería entrar


ahí? ¿Y si está desnudo?

Mis pies se mueven sin intención consciente por mi parte. En un minuto estoy
junto a mi catre, y al siguiente estoy de pie en la entrada de su dormitorio, y no hay
desnudez por ninguna parte. Maldita sea. La cama está hecha lo suficientemente
tensa que podría, probablemente, rebotar una moneda de veinticinco en ella, y no
hay señal ni de perros ni de humanos.

Tras una rápida excursión al cuarto de baño, estoy de vuelta en la cocina,


donde encuentro una nota en la encimera.

Llevé a los chuchos de paseo. Volveré pronto. Te escoltaré a casa.

Miro al reloj de la cocina. Son casi las nueve ya. Nunca conseguiré llegar al
estudio a tiempo si tengo que esperar a Félix, y no puedo permitirme perder este
trabajo.

—¡Maldición!

Corro de vuelta a mi teléfono y le envío un mensaje a Ozzie, pero el bip de


recibido llega desde su habitación, diciéndome que se fue sin su teléfono.

—¡Doble maldición!

Agarro el bolígrafo usado para dejarme la nota y garabateo una respuesta en


el reverso del papel.

Tuve que irme, clientes esperando, mi estudio está en 1001 Vet. Mem. Blvd.,
apreciaría que trajeras a Félix, pero puedo volver y recogerlo hoy más tarde si es necesario.
Gracias por tu hospitalidad. Intenté enviarte un mensaje, pero dejaste tu teléfono aquí.
91
Esperaba que Ozzie volviera mientras estaba escribiendo el mensaje, pero no
tuve esa suerte. Estoy a punto de irme, pero entonces algo me hace volver a mi nota.
No quiero que tenga algún resentimiento sobre lo que dije anoche, no mientras está
cuidando de mi peludo bebé Félix.

Lamento lo de la barba. No era tan horrible, pero estás mucho más guapo sin ella.

Ahí. Eso debería calmar cualquier resquemor que tenga sobre esto. Sonrío
mientras corro a través de la habitación ninja, y continúo sonriendo cuando veo que
ha dejado la puerta lo suficientemente entreabierta para salir. Ahora no hay código
digital que me retenga. La puerta del garaje está también ampliamente abierta.
Escatimo solo una ojeada al agujero de bala en mi puerta del lado del conductor,
antes de meterme en mi Sonic y salir a toda velocidad del Puerto, como si hubiera
un traficante de drogas detrás de mí.
14
L
a muy feliz y bien fotografiada familia no lleva ni treinta segundos
fuera antes que Jenny salte sobre mí a por detalles.

—Bien, escúpelo, hermana. Quiero saberlo todo de principio a


fin. No te dejes nada.

Me siento en mi taburete y agarro una botella de agua de la neverita que


mantengo cerca. Abriendo el tapón, suspiro.

—Fue de locos. Total y completamente una locura. —Trago la mitad de la


botella mientras mi hermana absorbe mi introducción.

Mi sobrino Sammy se manifiesta desde la zona de juego en la esquina.


92
—Tota-mete locula.

Sus hermanas están en una fiesta de cumpleaños, gracias a Dios. Él es


suficientemente difícil por sí solo. Afortunadamente, su hora de la siesta tocó
durante la sesión de fotos, o Jenny y yo estaríamos ahora mismo rotas.

Bajo mi voz, sabiendo que cualquier cosa que oiga puede ser repetido delante
de su padre.

—¿Recuerdas ayer que saliste a por un teléfono nuevo?

—Sí. —Me lo enseña y contonea—. ¿Te gusta?

—Sí. —Pongo los ojos en blanco al ver la carcasa morada brillante. Mi


hermana es una fanática de ese color, lo ha sido durante toda su vida—. Bueno, recibí
un mensaje de texto ayer por la noche, y pensé que era de tu teléfono nuevo.

Lo mira.
—Te envié un mensaje.

—Lo sé. Pero también lo hizo alguien más. —Saco mi teléfono de mi bolsillo
y se lo enseño—. ¿Ves? Mira.

Frunce el ceño mientras lee los mensajes.

—No lo entiendo.

—Creí que esa persona eras tú. Creí que tenías un teléfono temporal, y que
ese era tu número temporal. Así que cuando pensé que me pedías ir a Frankie’s, fui.
Creí que estabas allí con los niños, perdiendo la cabeza o algo.

Espero a que capte eso mientras continúa leyendo.

—Oh. Guau.

—Sí.

Mira hacia mí.

—¿Y qué pasó? Fuiste a Frankie´s y no estaba allí, obviamente. Y por cierto,
no puedo creer que realmente pienses que iría a Frankie’s con los niños. Ese lugar es 93
un antro.

—¡Quiero ir a Flankies! —chilla Sammy. Está demasiado ocupado arrancando


la cabeza a una Barbie para mirarnos, pero eso no significa que sus orejas no estén
completamente afinadas.

—Oh, Dios. —Mi hermana cierra los ojos e inhala profundamente, dejando
salir el aire realmente despacio mientras relaja su cuerpo. Está haciendo esa
meditación calmante que la aleja de perder la cabeza. Solía hacerlo una vez al día.
Ahora lo hace al menos una vez por hora.

—No dijimos Frankie´s; dijimos McDonald’s —digo en voz alta, guiñándole


un ojo a Jenny.

Pone los ojos en blanco cuando Sammy se pone de pie de un salto y comienza
a correr alrededor del estudio.

—¡McDonal’s, McDonal’s, iju-jú, iju-jú, po McDonal’s!


—Genial. —Se rinde por completo—. Vayamos a inflar al niño de grasas trans
y sodio. Un plan excelente, May. —Cierra los ojos y niega cabizbaja.

Le doy una palmada en la pierda.

—No importa. Puede esperar. Además, no puedo ir a ninguna parte hasta que
me traigan a Félix.

Jenny mira alrededor por el suelo.

—¿Por qué acabo de darme cuenta que no está aquí? —Alza la cabeza de
golpe—. ¿Dónde está?

—Está donde yo estuve anoche.

El brillo vuelve a los ojos de Jenny.

—Y, ¿dónde podría ser eso?

Apunto a los mensajes de texto en mi teléfono.

—Fui a ese lugar mencionado ahí, que no es McDonald’s, y mientras te estaba


buscando en la habitación de atrás, algo ocurrió. Un disparo estalló o lo que sea, y 94
este tipo, este motociclista grande y peludo me sacó a empujones de la habitación
hacia un callejón.

—¡¡Queeé!! —Jenny me agarra por los brazos y me sacude—. ¡¡¿¿Estás bien??!!


—Su cara está a dos centímetros de la mía, sus ojos llenos de preocupación de
hermana.

Me escapo de su agarre.

—Estoy bien, como puedes ver. —Intento alisar algunas arrugas de mi camisa
mientras termino mi historia—. Bueno, intenté ir a casa, pero entonces, me di cuenta
de que alguien me estaba siguiendo desde el bar, tomé un desvío y le perdí. Y el tipo
con el que me mensajeaba me dio indicaciones hasta la dirección de esta compañía
de seguridad, y pasé la noche allí.

Entrecierra sus ojos.

—¿Y por qué tengo la impresión de que solo estoy teniendo una pequeña
parte de esta historia?

Sonrío.

—¿Porque lo estás?

Me golpea en el brazo.

—¡Dime! Sabes cómo de aburrida es mi vida. —Mira de reojo a su hijo, quien


está ahora en apuros poniéndose un vestido. Tiene ya puestos unos tacones rosas.
Mi estudio es genial para jugar a disfrazarse.

—Supongo que tropecé con una especie de operación de infiltración policial


o alguna cosa encubierta, y quién quiera que estaba allí disparando cosas, supongo
que pensó que merecía la pena seguirme.

—¡Oh Dios mío, es horrible! —Sus ojos se llenan de lágrimas.

—No, está bien. —No sé por qué pienso que va a creerme. En realidad ni
siquiera yo me creo. No es que este tirador vaya a desaparecer. Supongo que soy
afortunada, al menos no sabe mi dirección.
95
—Por supuesto que no está bien. —Me inspecciona más cuidadosamente—.
¿Te hirieron?

—No, ni un arañazo.

Apunta a mi cara.

—Veo arañazos.

—Bien, algunos pequeños arañazos. Esos son de algunas astillas de madera.

Espera a que siga, pero no digo nada.

—Astillas de madera —dice sin expresión en el rostro.

—Sí, astillas de madera. Volaron por los aires y me golpearon en la cara. No


es para tanto.

—No entiendo cómo estuviste en un bar y terminaste con eso en tu cara.


Ahora se está poniendo histérica. Tengo que decirle todo o volverme loca en
respuesta como táctica de escape.

—Tan solo dímelo. —Suspira pesadamente—. Sabes que no tengo vida. Sabes
que si te pasa algo, seré yo quien recoja los trozos.

—Esas son dos razones muy convincentes para no decirte nada, en realidad.

—Bien. ¿Quieres jugar duro? Puedo jugar duro. Qué tal esto… si no me lo
dices, me iré durante una semana a una cabaña y te dejaré con mis hijos.

Miedo atraviesa mi corazón.

—De acuerdo, bien. Te lo diré. Pero no porque no quiera a mis sobrinos.

Sonríe a sabiendas.

—Aceptado.

—Bien, así que fui al bar, corrí fuera hacia un callejón después que un disparo
astillara una mesa que estaba a mi lado…

—¡¿Un disparo?! —Mi hermana agarra mi brazo, sus uñas hincándose en mí. 96
Alzo mi mano libre para evitar que pierda los estribos.

—Espera, tan sólo guarda tus preguntas para el final.

—Oh Dios mío, May, ¿te dispararon? ¿Cómo puedes esperar que no reaccione
a eso?

Con cuidado despego su mano de mi brazo.

—Sólo… dame la oportunidad de contarte toda la historia, y entonces puedes


reaccionar como tú quieras.

—Bien, pero me reservo el derecho a volverme completamente loca cuando


hayas terminado.

Cuando he terminado de entretenerla con detalles, Jenny simplemente me


observa atentamente. Permanezco callada, dándole tiempo para procesar. Entonces
su mirada se mueve y se posa en algún lugar por encima de mi hombro.
—Me lleva la cachetada5 —dice al fin, su voz un poco jadeante. Tiene la
mirada fija fuera, en las ventanas de vidrio de la fachada de mi estudio.

—Me leva la ca-etada —repite Sammy—. Me leva la ca-etada.

La campana de la puerta de mi estudio suena mientras la empujan hacia


dentro. Me pongo de pie, nerviosa de repente, cuando me doy cuenta de quién está
ahí. Tiro hacia abajo mi camisa, intentando estirar las arrugas en el algodón.

—Hola —dice Ozzie, con sus ojos escaneando todo el espacio mientras su
cuerpo llena por completo la entrada.

97

5Holy macaroni: Expresión de sorpresa y confusión dicha por Homero Simpson cuando viaja dentro
de la tercera dimensión y no sabe qué decir. Traducida como “me lleva la cachetada” en su emisión
en Latinoamérica.
15
J
enny se detiene apresurada junto a mí.

—Hola —dice antes de que yo pueda responder. Jala su camisa


hacia abajo sobre sus rollitos y luego con nerviosismo quita sus manos
de su trasero—. ¿Y tú quién puedes ser? ¿El cuidador de perros?

Él le frunce el ceño brevemente a mi hermana antes de volver su atención a


mí.

—Traje a tu perro de nuevo.

—¿Cuál es su nombre? —pregunto, burlándome de él para conseguir pasar


el momento incómodo.
98
—Chucho. —Ozzie mantiene una cara seria, pero podría jurar que veo un
indicio de un brillo en sus ojos. Pone a Félix en el suelo y se para. Félix sale corriendo
hacia Sammy.

—¡Fee-Fee! —grita Sammy, inclinándose para abrazar al perro. Sabe que no


se supone que lo recoja, pero esa regla no prohíbe abrazos asfixiantes. Félix cumple
con su deber y acepta el afecto sin morder.

—Su nombre no es Chucho; es Félix. —Hago un gesto hacia Jenny—. Y esta


es mi hermana, Jennifer, y su hijo, Sammy. Jenny, este es Ozzie.

Todos miramos a tiempo para ver a Sammy metiendo a Félix en un bolso


brillante y colgándolo por encima de su brazo. El rabo de Félix y las patas traseras
están colgando sobre el borde, su cabeza por ningún lado.

Corro a intervenir mientras mi hermana toma el control de la conversación.

—Así que déjame adivinar… tú eres el tipo que rescató a mi pequeña


hermana anoche, ¿verdad?

—Le di un lugar para quedarse.

Ella cruza los brazos sobre el pecho y asiente lentamente.

—Yyyy cuidaste a su perro por ella.

—En realidad, paseé a su perro por ella, y ella se fue antes de que yo regresara.

Me vuelvo hacia los adultos.

—Lo siento realmente por eso. Tenía una sesión programada, y no podía
perdérmela. No sabía a dónde fuiste.

—¡Oh, Dios mío! —grita Jenny, su rostro una máscara de horror, cuando
retrocede unos pasos, mientras mira hacia las ventanas de nuevo.

Una gran cabeza de color naranja y una mancha de baba están en mi puerta
delantera.

—¡Sahara! —grita Ozzie—. ¡Se suponía que permanecerías en la camioneta!


99
Jenny corre y agarra a Sammy, levantándolo en alto en sus brazos.

—¡Oye! ¡Bájame, mamá! ¡Quiero dirme! —Se estira hacia el suelo, pero ella lo
sostiene con un agarre de hierro.

—¿Qué es esa cosa? —pregunta, claramente aterrorizada.

Me acerco a la puerta y la abro.

—Esa cosa es Sahara, la nueva novia de Félix.

El perro gigante entra casualmente en el estudio, mirando a su alrededor


hasta que localiza a Félix lamiendo sus partes privadas en frente del fondo de prado
que he tenido para la familia que acababa de estar aquí haciéndose retratos. Sahara
se acerca y se deja caer en la sábana en la que Félix está acostado, descansando su
cabeza sobre sus patas.

—Oh Dios mío. Eso es de alguna forma lindo, en realidad. —Jenny desliza
lentamente a Sammy por su pierna—. ¿Es seguro? —Mira a Ozzie—. ¿Es adecuado
para los niños?

—No es un este, es un ella —digo—. Y yo supondría que lo es. —Miro a Ozzie


por confirmación.

Él está demasiado ocupado frunciendo el ceño para confirmarlo o negarlo.


Me da la impresión que le gustaría decir que es un monstruo come-niños, pero
Sahara probablemente sólo se echaría un gas y se quedaría dormida en respuesta, y
lo haría parecer tonto, por lo que no dice nada. Hombre inteligente.

Suspira por la derrota.

—Vamos, Sahara… hora de irse.

Agarro mi cámara y camino hacia el lugar donde los perros están. Son
demasiado lindos para no tomar un par de fotos mientras tengo la oportunidad.
Félix está dando círculos en el lugar justo al lado de la barriga de Sahara, tratando
de hacer la cama perfecta de perrito en la sábana. Una vez que está acomodado,
comienzo a apretar el botón, haciendo que el obturador se accione varias veces.

—¿Quieres que encienda las luces? —pregunta Jenny.


100
—Sí. —Me estoy moviendo para conseguir un mejor ángulo. La expresión en
el rostro del Sahara no tiene precio. Ella está enamorada.

—No. Tenemos que irnos —dice Ozzie.

—Sólo tomará un segundo —dice Jenny en voz baja—. Sólo espera y mira. Mi
hermana es un genio con la cámara.

Mi mejilla y nariz están presionadas a la parte de atrás de mi Canon.

—Me gusta cómo limitaste eso con la palabra cámara. —Un resoplido se me
escapa.

—Bueno, lo hiciste bastante mal en física. Creo que para obtener una
calificación sólida de genio, tienes que hacer más que eso.

—Eso fue en la escuela secundaria, y me dieron una C, no una F. —Aparto la


cámara y cambio a otro ajuste antes de colocar el visor en mis ojos de nuevo—. Me
dieron una A en la universidad, así que dejémoslo ya. —Nunca va a dejarme vivir
por mi única calificación mala.

Miro hacia abajo a mi pantalla y me muevo por las últimas fotos que tomé.
Guau. Podría poner esto en un calendario. Ellas definitivamente van a mi sitio web.

—No te importa si uso estas para el trabajo de anuncios, ¿verdad, Ozzie?

No responde, pero yo sigo disparando. Las luces se encienden, y es aún mejor.

—Oh hombre. Estoy en el cielo en este momento.

De repente una gran cosa negra entra en el cuadro, y luego mi enfoque


automático entra en acción, y me doy cuenta que es un trasero. Un trasero muy
bueno, en realidad. Tomo un par de fotos sólo por el gusto de hacerlo. Ozzie está
inclinado, tratando de convencer a su perra de que es el momento de irse.

—Arriba, Sahara, arriba. —Tira de su collar, pero ella no está cediendo.

—Date la vuelta por un segundo, ¿sí?

Ozzie se para a discutir, y lo capturo con la luz perfecta y consigo unos pocos
disparos antes de que salga del marco.
101
Aparto la cámara de mi cara.

—¿Qué pasa?

—¡No vine aquí para ser fotografiado, vine aquí para darte a tu perro de
nuevo y acompañarte a casa!

La habitación se queda en silencio.

—El reacio caballero de brillante armadura. Me gusta. —Jenny está sonriendo


de oreja a oreja.

Los dos fruncimos el ceño hacia ella. Yo, porque está haciendo que parezca
que le estoy haciendo ojitos a él o algo así, y él, no sé. Tal vez está enojado porque
todavía está atascado conmigo.

Jenny se mueve primero.

—De todos modos, diviértanse, chicos. Tengo que conseguirle a Sammy algo
de almorzar antes de que se ponga todo hipoglucémico sobre mí. —Lo levanta,
vestido, tacones, y todo, y se dirige a la puerta. Agarra su bolso en su salida.

—Pensé que íbamos a almorzar juntas —le grito mientras sale.

—Será mejor que tu escolta te lleve. Tengo recados que hacer. ¡Ciao!

Estoy a punto de abrir la boca para responder ante el evidente descontento de


Ozzie por tener que rescatarme de nuevo, pero la cierro a toda prisa cuando el olor
me golpea.

—Oh, Dios mío. —Agarrando una camisa cercana que Sammy sacó del
estante de ropa, la empujo sobre mi nariz.

La nariz de Ozzie se arruga al darse cuenta de lo que ha pasado.

—¡Oh, por amor de Dios, Sahara! ¿Qué se te ha metido?

—Si tuviera que adivinar, diría que salchicha. —Le guiño un ojo a Ozzie por
encima de la camisa.

Trata de estar enojado, pero no puede. Su rostro se ruboriza sólo lo más


102
mínimo, y su expresión se relaja.

—Es imposible mantenerse tranquilo cuando ella hace eso.

Lo golpeo juguetonamente en el brazo.

—No te preocupes por mantenerte tranquilo a mí alrededor. Va a tomar


mucho más que un pedo de perro para asustarme.

Todo mi cuerpo se congela cuando me doy cuenta de lo que acabo de decir.


A Ozzie. Con todos sus músculos. Y su camisa negra y vaqueros ajustados. Oh. Dios
mío.

Es sólo cuando inclina su cabeza hacia atrás y deja escapar una risa enorme
que por fin puedo respirar de nuevo.
16
—A
sí que esta es tu casa. —Ozzie atraviesa el vestíbulo
apenas al pasar por la puerta de mi hogar hacia la sala
con un ojo crítico. No sé si le gusta o no lo que ve, su
expresión se mantiene neutral. Su oferta de asegurarse de que todo fuera seguro en
mi casa era demasiado tentadora para rechazar. Voy a fingir que dije que sí porque
me preocupaba mi seguridad y no porque quería verlo estirando su camiseta un rato
más con esos músculos suyos.

—Sí. Hogar dulce hogar. —Paso por la sala hacia la cocina, sacando comida
para perro de una alacena superior y llenando dos platos, uno enorme y uno
diminuto. Sahara se traga su plato en cinco segundos y eructa estruendosamente
antes de colapsar en el suelo. Félix toma unos granitos con la boca, los lleva al otro 103
lado de la cocina, y los come en un rincón antes de volver por más.

—¿Qué está haciendo? —pregunta Ozzie divertido mirándolo.

Miro con él, encantada por la idiosincrasia de mi bebé.

—Lo llamamos comida para llevar de perrito. Félix nunca come en su plato.
Lo considera sólo un envoltorio.

Sahara se sienta erguida y mira a Félix ir y venir, ir y venir. Es casi cómica la


forma en que su cabeza se mueve, como si mirara un partido de tenis en cámara
lenta.

Ozzie escanea el cuarto detrás de sí.

—¿Algo que parezca fuera de lugar?

Me toma unos segundos comprenderlo.

—¿Qué? ¿Por qué lo estaría? —Cuando antes estaba hipnotizada por nuestros
adorables perros, ahora tengo miedo. Los eventos de anoche vuelven de repente a
mi mente.

Se encoge de hombros.

— Nunca se sabe. Sólo estaba asegurándome.

Apoyo mi mano en la mesada para no caer. Me siento algo mareada.

—¿Estás sugiriendo que quien intentó matarme podría haber venido?

Ozzie deja la cocina y va a las escaleras.

—Sólo voy a mirar alrededor si no te molesta.

—No, claro que no. Mira todo lo que quieras. —Mi mente está corriendo. No
vine a casa anoche, ¿cómo sabría el que me disparó en dónde vivo? No podría,
¿verdad? No tengo nada de publicidad sobre mi negocio en mi auto. Iba a ponerle
algo, pero no quería cubrir su brillante pintura roja. Me imaginé que cuando me
cansara un poco del auto, le pondría un letrero. Ahora me alegro de no haberlo
hecho. El anonimato tiene sus beneficios, especialmente al escapar de asesinos.
104
Oigo pasos sobre mi cabeza.

—¿Todo bien arriba? —grito.

—Supongo. No hay hombres extraños rondando.

—¡Jaja! —Eso no fue para nada gracioso. Debería ser más sensato que hacer
chistes sobre gente atacándome. ¿Qué clase de experto en seguridad es, de todas
formas?

Subo las escaleras apresurada, preguntando si recordé hacer la cama o no.

Aunque no lo crean, el miedo de que descubra lo mala que soy ordenando mi


casa está superando a mi miedo de ser acosada por un asesino, especialmente
después de ver lo impecable que estaba la casa de Ozzie. Sí, tengo problemas,
claramente. Voy a culpar a los músculos de Ozzie. Tiene puesta una de sus camisetas
ajustadas de Seguridad BSB de nuevo. ¿No las hacen de su tamaño?

Cuando llego a mi cuarto, me decepciono. Por supuesto que no hice la cama.


Ahora sabe que soy desordenada, y que duermo con sábanas con estampado de
flores. Probablemente las odie, dado que es del tipo de sabanas de seda negra. Por
algún motivo, eso me molesta. La realidad me golpea como un bus; quiero que le
guste todo sobre mí, incluso mis sábanas. Estoy loca, o como mínimo, tan necesitada
de sexo para haberme vuelto completamente irracional.

Sale del baño de mi cuarto y se detiene en la entrada.

—Dejaste unos aretes de diamante encima de la mesada aquí, y en mi


experiencia, incluso alguien que normalmente no es ladrón, pero viene con malas
intenciones, se llevaría algo así. Así que creo que estás bien.

El aliento que estaba conteniendo sale en un suspiro largo.

—Oh, gracias a Dios.

Frunce el ceño.

—¿De verdad estás tan preocupada?

—¿Tú no lo estarías?
105
Él se encoge de hombros.

—No, pero yo vivo en un almacén seguro. —Él mira alrededor de mi


habitación—. No tienes ningún tipo de seguridad aquí, ¿verdad?

Sacudo la cabeza. Mi decisión de ahorrar ese dinero ahora me parece muy


estúpida.

—Enviaré a alguien. —Deja mi cuarto sin otra palabra.

Corro tras de él, sin querer verlo desaparecer tan pronto.

—¿Alguien? ¿Quién? ¿Por qué?

Prácticamente baja corriendo las escaleras.

—Thibault. Quizá Toni. Ellos te instalarán algo básico para dejarte más
tranquila. —Mira a la cocina cuando llega al final de la escalera—. ¡Sahara! ¡Nos
vamos!
Ozzie y yo estamos de pie en el vestíbulo. Decir que la situación es incómoda
no alcanza a describirla. Vio mi cuarto. Vio mis sábanas. Fue a mi baño, y estoy
segura de que había una caja de tampones a la vista. Va a enviar a alguien para que
me instale cosas. Es tan sexy que me hace sentir calor en lugares oscuros. ¡Agh!

El perro sale de la cocina hacia la sala, para encontrarse con su dueño en la


puerta.

—¿Hay algo más que necesites? —pregunta Ozzie, y por primera vez me está
mirando fijo a los ojos esperando mi respuesta. El tiempo se detiene mientras caigo
en el trance que sus brillantes ojos verdes me causan. Mi sangre hierve, pero no con
un calor furioso; es algo completamente diferente.

Sí, Ozzie, pienso para mí misma, necesito una cosa. Algo que no he tenido en
mucho tiempo. Sexo, y mucho.

Ozzie inclina la cabeza.

—¿Estás bien?

Sacudo la cabeza, intentando bajar de las nubes.


106
—Oh, sí, estoy bien. De verdad. —Apoyo una mano en su brazo en un
esfuerzo por calmarme y distraerlo de mi reacción neurótica a una simple pregunta.

Upsi. Error.

Puedo sentir su calor allí y los músculos moviéndose bajo su piel. Tengo que
aclararme la garganta para hablar con normalidad. Sólo sirve un poco.

—Gracias por todo, Ozzie. De verdad. Eres como un príncipe entre los
hombres.

No se aleja de mi toque. Debería, pero no lo hace. El calor aumenta entre los


dos en el lugar donde nuestra piel se toca.

—A eso me dedico.

Río y sonrío.

—¿Rescatas damiselas en peligro?


—No, hago lo correcto. Siempre, aunque a veces me cueste.

Auch. Hablando de una ducha de agua fría. Guau, ¿acaso leí mal el momento
o qué?

Mi mano cae de su brazo mientras sufro el ardor de la vergüenza.

—Lamento haber sido una molestia.

Se ve confundido por un segundo, y luego se estira por mi mano, tomándola


en la suya enorme. La calidez me vuelve a golpear, el doble. ¡Me está sosteniendo la
mano! ¡Vuelvo a tener dieciséis!

—No, no, no quise decir que fueras una molestia. —Sacude la cabeza—.
Maldición, estoy arruinando esto. —Suspira pesadamente y vuelve a empezar—. Lo
que quiero decir es que asegurarme de que llegaras a casa a salvo era lo correcto. Y
aunque tengo otras diez cosas que debería estar haciendo ahora mismo, me alegro
de estar aquí revisando que tu casa sea segura.

Sonrío. No es una propuesta de casamiento, pero de todas formas no quiero


una.
107
—Guau, Ozzie. Eso casi fue dulce.

Deja caer mi mano y frunce el ceño.

—Llámame si tienes algún problema. —Se da la vuelta y abre la puerta sin


decir otra palabra.

Entro en pánico, pensando que es la última vez que lo veré. ¡Rápido, cerebro!
¡Piensa en algo encantador e inteligente para decir!

—¿Fueron las sábanas floreadas?

No tengo idea de por qué esas palabras salen de mis labios. Falta de sueño.
Es algo terrible. Terrible, terrible, horrendo.

Hace una pausa y lentamente gira la cabeza.

—¿Sábanas floreadas?

—¿Por eso es que te vas corriendo? ¿Porque mis sábanas floreadas son
horrendas?

¡Sí! ¡Esa soy yo! Sigo hablando cuando debería meterme un zapato por la
garganta. Mi rostro arde al entender que no puedo escapar de esta. Es como si nunca
hubiera estado cerca de un hombre antes. ¿Hace cuánto que no tengo sexo, de todas
maneras?

—En realidad me gustaron las sábanas. —Él sonríe incómodamente, como si


lo confundiera tanto como a mí eso. Como si no me hubiera encantado de los pies a
la nariz que no mencionara lo idiota que soy.

Baja los escalones hasta el empedrado hacia la entrada, sin decir más. Sahara
casi me tumba cuando pasa a mi lado para alcanzarlo.

Lo veo subir en su camioneta y salir en reversa de mi entrada una vez Sahara


estuvo segura en la cama trasera, y me pregunto si alguna vez volveré a verlo,
esperando que sí.

108
17

E
stoy haciendo palomitas cuando suena el timbre.

—¡Está abierto! —grito sobre el ruido de las palomitas


explotando.

La puerta se cierra y oigo pasos. Sólo cuando noto que son


apresurados y pesados comprendo que no debería dejar la puerta abierta y decirle a
la gente que pasen cuando podría ser un asesino suelto. Tomo un cuchillo del cajón
y me giro para enfrentar a mi visitante.

—Huele bien aquí. —Cuando Thibault aparece y ve mi cuchillo, baja la


velocidad—. Guau. —Levanta las manos en rendición—. Vengo en paz.

Mi corazón comienza a calmarse en cuestión de segundos.


109

—Oh, hola. Eres tú. —Bajo el cuchillo.

—Sí, soy yo. ¿A quién esperabas? ¿A Ozzie? —Ríe de su propia broma, pero
no sé si está implicando que me gusta Ozzie y estaba esperando que viniera o si
quiero apuñalarlo a él. Vuelvo a guardar mi cuchillo antes de responder.

—No sabía a quién esperar. ¿Quieres palomitas?

—Sin dudas. Pero después del trabajo. Trabajo antes que placer. —Mira
alrededor de la cocina—. ¿Te molesta si miro alrededor?

—No, sin problemas. Estoy usando la computadora en la sala, trabajando con


unas fotografías. Sólo grita si me necesitas. —Esta vez el escrutinio no me molesta;
me aseguré de armar la cama y limpiar el baño después de que Ozzie se fuera.

—Sólo voy a contar todos los puntos de entrada y veré lo que necesitamos
para asegurarlos y conectarlos a la red.
—¿La red? —Me muerdo el labio, preguntándome cuánto va a costar eso. No
tengo muchos ahorros. Mi última mala racha ha sido muy larga.

—Es un sistema monitoreado. Si se activa, alguien estará en la línea para ti en


veinte segundos. Es última tecnología. Inalámbrico. Puedes monitorearlo con tu
celular y cambiar la configuración cuando quieras.

—Genial. —No sueno tan entusiasmada como debería, pero Thibault no lo


nota. Deja la sala para ir a ver las escaleras, y yo lleno un plato de palomitas. Cuando
entro en pánico, como palomitas. Meto un puñado lleno en mi boca de una sola vez.
Las migas vuelan por todos lados.

Estoy de nuevo en la computadora, intentando concentrarme en


photoshopear cabellos sueltos y granitos de los retratos familiares que hice más
temprano, pero no puedo. Mi mente vuelve a pensar en el sistema de alarmas que
me instalarán pronto. Ni siquiera sé si lo quiero. ¿Lo necesito? El asesino ha tenido
mucho tiempo para venir por mí, y he pasado toda la tarde a salvo.

Tan racional como suena, el pensamiento no me hace sentir más tranquila. En


las películas, los asesinos suelen ser muy pacientes acosando a sus presas.
110
Me reclino en mi silla, girando los ojos para mirar al techo. Dinero, dinero,
dinero. Necesito más. Cuando la economía cae un poco, los fotógrafos son los
primeros en sentirlo. A la gente no le importa capturar momentos preciados cuando
esos momentos apestan. ¡Miren! ¡Aquí está papá con el cabello grisáceo por haber
perdido su trabajo! ¡Y esta es mamá con unos diez kilos de más porque ha estado
comiendo por el estrés!

No. El negocio de los retratos muere en los recesos económicos, y le lleva un


buen tiempo recuperarse. Mientras tanto, tengo que ponerme creativa. Hasta ahora,
no he hallado mucho para cubrir esos huecos en mi ingreso. Incluso mis bodas son
más escasas.

Un movimiento afuera me llama la atención. Inclinando la cabeza, veo a un


auto avanzar calle abajo, y pasar frente a mi casa. Me enderezo. ¿Será el tipo que me
siguió anoche?

El pánico me invade. Me pongo de pie y me alejo de la ventana. El conductor


avanza, pero sin dudas está buscando algo, su cabeza gira a todos lados. Hace una
pausa cuando mira en mi dirección, y contengo el aliento. ¡No, no, no, no, no! ¡No le
dispares a mi casa!

Cuando pasa de largo, suelto el aliento. Gracias al cielo hoy metí el auto en el
garaje. Suelo dejarlo en la entrada, pero me preocupaba que los que vinieran a
ayudarme con la seguridad no tuvieran donde estacionar si no lo desocupaba.
Comienzo a creer que nunca más me sentiré segura dejando el auto ahí afuera.

Thibault baja las escaleras, y me sorprende.

—Saltarina. —Se queda de pie a mi lado y mira por la ventana—. ¿Ves algo
allí afuera?

—No estoy segura. —Me acerco a él—. Creí haber visto al auto que me siguió
anoche, pero quizá no sea.

—¿Marca y modelo?

Frunzo el rostro intentando recordar.

—¿Grande? ¿Ford? ¿Cadillac? ¿Buick? —Lo miro—. Lo siento. Apesto con los 111
modelos viejos. Si me preguntas sobre modelos económicos del 2014, te podría decir
todo.

—¿Es un pasatiempo tuyo? —Sonríe.

—No, me compré el auto hace unos meses. Para ello tuve que investigar
mucho antes de decidirme.

—Ah, una entusiasta de los autos.

—Más una entusiasta del presupuesto. Quería obtener el mejor auto con lo
que podía pagar. —Me vuelvo a sentar con mi computadora. La forma relajada de
expresarse de Thibault me ha relajado un poco. Además, el auto que merodeaba ha
desaparecido y la calle vuelve a estar vacía.

—Realmente podríamos aprovechar tu ayuda si quieres tomar un poco de


trabajo. —Viene y se para a mi lado, viéndome manipular una foto en la
computadora—. Soy bueno preparando todo, pero pésimo a la hora de mirar a través
de una lente.

Lo miro y sonrío.

—No imagino que la vigilancia requiera mucho ojo artístico.

—Te sorprenderías. —Señala mi pantalla—. ¿Estás usando un programa para


mejorar las fotos?

—Sí, uso Photoshop. —Rápidamente elimino un cabello que sobresalía de la


cabeza de la madre.

—No puedes imaginarte cuántas veces grabamos a alguien y la iluminación


es tan mala, que la grabación no sirve. ¿Puedes arreglar eso, cierto?

Me encojo de hombros.

—Hasta cierto punto. Puedo aclarar u oscurecer, quitar cosas, añadir cosas.
Pero no puedo arreglar todo. Si no tomas las imágenes en el lugar indicado, no se
puede hacer mucho.

—Esa es la cosa. Nos falta ese talento. Tenemos casi todas las bases cubiertas,
112
sólo no esa.

Mi mano deja el ratón, y giro la silla para enfrentarlo.

—¿De qué bases estás hablando?

Thibault agarra una silla de la mesa del comedir y la arrastra para sentarse
cerca de mí. Comienza a contar con sus dedos.

—Bueno, veamos… tenemos a Dev con artes marciales. Hace todo nuestro
entrenamiento físico, con ayuda de Toni. Lucky es el chico de los números. Se mete
en las finanzas y encuentra lo que sea que traten de ocultarle. Tampoco es mal
tirador. Yo me encargo de seguridad, y Ozzie es el cerebro detrás de todo. También
es la cara visible del negocio. Trabaja con la policía o quien sea que nos contrate para
saber la idea del trabajo y unir todas las piezas. También escribe los reportes finales.
Odia esa parte, pero como nadie más la quiere, le toca.

Tengo en la punta de la lengua el decir que me encanta hacer reportes y


ensayos y todo eso, pero me lo guardo. No le importa eso. En cambio, decido
preguntarle sobre algo que noté anoche y acabo de recordar.

—Me da la sensación de que ustedes se conocen de otro lado. —Rodeo con


mi brazo el respaldo de mi silla y me apoyo en mi mano, esperando su respuesta.

—Crecimos juntos. Nos metíamos en problemas juntos en Bourbon Street de


vez en cuando al ser jóvenes. —Sonríe—. Después Ozzie entró en el ejército, y al
salir, nos juntó a todos y nos hizo una oferta que no pudimos rechazar.

—¿Y la oferta fue…?

—O se suman o les pateo el trasero. Nos lo hizo fácil.

Sonrío, imaginando a Ozzie diciendo esas palabras exactas.

—Intenta ser tan rudo.

—¿Intenta? ¿Crees que no le sale? —Thibault alza las cejas.

Me encojo de hombros, imaginando a Ozzie en mi mente, intentando


mantenerse serio, pero sonriendo cuando su perro hace alguna tontería.

—No lo sé. Supongo que sí. Pero no me da tanto miedo como creo que quiere. 113
—La mayoría de las personas creen que es el bastardo más desagradable que
han conocido.

Bufo.

—Sí, claro. Como si pudiera.

Thibault me mira, sonriendo levemente.

—¿Qué? —Tengo miedo de tener palomitas en la cara o algo.

—Nada. —Inmediatamente pasa su atención a la hoja de papel que dejó


encima de mi mesita después de revisar mi casa—. Entonces, aquí vamos… mi
evaluación de tus necesidades de seguridad.

Me inclino para ver lo que ha anotado, pero su letra es ilegible. Espero a que
lo traduzca.
—Tienes cinco ventanas arriba, dos en cada cuarto y una en el baño. Hay tres
abajo y dos accesos, uno en el frente y otro en la parte trasera, además del que hay
del garaje. En total son once puntos de entrada que deben ser preparados.

—¿Preparados?

—Con elementos de seguridad. También sugiero un sensor de vidrios rotos


en esas ventanas del frente y las corredizas del patio trasero, detectores de
movimiento en este cuarto y el pasillo, y también necesitarás inmunidad para
mascotas. —Hace unas anotaciones.

—¿Qué es eso?

—Es un aparato que se asegura de que tu perro no active los sensores. —


Levanta la mirada y atrapa mi expresión—. ¿Qué va mal?

Bajo la mirada al suelo, intentando ocultar mi vergüenza.

—Sólo me preocupa cuánto me costará esto.

Me da una palmada en la espalda, que me impulsa un poco hacia adelante.


114
—¡Ni un centavo! —Se para y toma su silla, para dejarla en su lugar
correspondiente.

—¿Qué? —Me pongo de pie, sin entenderlo.

—No te costará nada. Es un beneficio.

—¿Un beneficio? ¿Beneficio de qué?

—Cualquiera que trabaje para Seguridad Bourbon Street Boys recibe un


sistema de seguridad en su casa como parte del trato.

—Guau. Eso es… generoso. Supongo. —No recuerdo haber dicho que
trabajaría para ellos, aunque sí que hice un buen caso de mis cualidades. ¿Por qué
demonios lo hice?

—Nop, no es generoso. Es lo inteligente. En nuestro tipo de trabajo, nunca se


es demasiado cuidadoso.

Mi expresión cae.
—Esa no es la mejor forma de convencerme para trabajar con ustedes, sabes.

Se rasca la cabeza.

—Quizás no. Pero oye, ¿tomar fotos? No es nada. Prácticamente cero riesgos.
Ninguna de las personas con quienes lidiamos te verá. Serás como el hombre
invisible.

—El hombre invisible…

Estoy pensando en cuántos riesgos puede haber para el hombre invisible


cuando Thibault interrumpe mis pensamientos.

—Se pagan trescientos dólares la hora, más gastos. La mayoría de los trabajos
tienen una carga de vigilancia mínima de cinco horas, saca o agrégale, y hacemos en
promedio cinco trabajos al mes. Al menos eso dice Lucky.

Casi se me caen los ojos. Sigo pensando en la primera parte de su explicación.


Debo haber oído mal la paga.

—¿Disculpa?
115
Sonríe.

—Trescientos más gastos.

—¿Y debo creer que no hay riesgos? —Mi presión sanguínea va a estallar.
Realmente me vendrían bien trescientos la hora, incluso si es una hora al mes, pero
no si me matarán haciéndolo.

—No para el equipo de vigilancia. Pero su papel es crítico. Sin ellos, entramos
en las situaciones a ciegas y sordos. Cobramos mucho si el trabajo requiere
vigilancia. —Comienza a dirigirse a la puerta—. Deberías venir a ver nuestro equipo.
Ver si necesitarías ordenar alguna otra cosa.

—¿Ordenar? ¿A qué te refieres?

—Si vas a hacer el trabajo, necesitarás el equipamiento adecuado, ¿verdad?

—Tengo mis cámaras.

—Ozzie quiere que todo el equipo que usemos sea propiedad de la empresa,
por lo que si no tenemos aún lo que necesitas, lo compraremos.

Me quedo de pie ante la puerta mientras Thibault se dirige a su SUV.

—¿Está esperando que lo llame o algo?

—Quizá. —Thibault abre la puerta trasera y saca un enorme maletín. Le sigue


otro idéntico con su otra mano. Los deja en el suelo y vuelve a sacar del auto, esta
vez una caja de cartón.

Corro a ayudarlo.

—¿Qué es todo esto? —pregunto, levantando un maletín enorme y muy


pesado.

—Todo lo que necesito para instalar tu sistema.

—Pero aún ni siquiera he accedido a hacer el trabajo.

—Lo harás. Confía en mí. Nadie le dice que no a Ozzie.

116
18
U
n texto hace que mi teléfono suene. Estoy de pie en el panel de la
alarma cerca de mi puerta, tratando de recordar todas las
instrucciones que Thibault me dio hace una hora. Si alguien entra
por la puerta e insiste que desconecte la alarma para que pueda asesinarme o
robarme, ¿se supone que debo ingresar los cuatro números?

Ozzie: ¿Te importa si paso alrededor de las siete?

Supongo que planea hacerme esa oferta que no puedo rechazar esta noche.
Ya he decidido, sin embargo. No voy a trabajar con ellos. No soy una chica de
espionaje; sólo soy una fotógrafa con un talento especial para capturar un momento
en película. Además no estoy tan emocionada de estar en peligro. Una noche de ser
perseguida y dormir en un almacén es suficiente para mí.
117

Yo: Si quieres. No quiero q malgastes tu tiempo, sin embargo.

Ozzie: Nos vemos a las 7.

No se dio por aludido. Suspiro. Miro alrededor y decido que si va a venir, bien
podría recoger algunas cosas. Como los calcetines que dejé en el suelo junto a mi
escritorio, por ejemplo. Probablemente también debería conseguir una botella de
vino. No es que vayamos a comer y beber o lo que sea, pero sería grosero no tener
bebidas, ¿verdad? Camino rápidamente hacia la puerta, deslizo mis pies en mis
sandalias, y agarro mi bolso del suelo en el vestíbulo.

La puerta suena, recordándome que tengo que poner la alarma. Cierro la


puerta de nuevo y me quedo mirando el teclado. Thibault utilizó su propio
cumpleaños como mi código para que no me olvidara ninguno de ellos. Es tan sólo
una semana de distancia, dijo.

Pulso los cuatro números que creo recordar y salgo de casa, cerrando la
puerta detrás de mí. Esperando unos segundos, no escucho nada, así que supongo
que es seguro salir.

La tienda de la esquina no tiene la mejor selección de vinos en el mundo, pero


es para todo lo que tengo tiempo. El almacén grande estará demasiado concurrido
para permitirme entrar y salir en menos de quince minutos.

Comienzo con una botella de Merlot y luego decido que debería comprar dos,
por si acaso. ¿Por si acaso qué? No tengo idea. Sólo en caso de que él traiga un amigo,
tal vez. No es que espero que se quede por las dos botellas. Eso sugeriría que estoy
pensando en emborracharlo y posiblemente un poco de manoseo. Y no estoy
haciendo eso, claro. De ninguna manera. Sólo la idea me hace sentir inquieta de una
manera sexy.

Estaciono mi auto en el garaje y entro en la casa por la puerta interior. La


alarma empieza a sonar inmediatamente. Sé que tengo un par de segundos para
apagarla, pero ¿eso me impide entrar en pánico? No. Me siento como si hubiera
irrumpido y entrado en mi propia casa.

—¿Cuál era ese código? —digo entre dientes, mirando el teclado. El pitido
estridente es demasiado molesto. ¡No puedo recordar! Saco de un tirón mi teléfono
118
de mi bolso, pulsando en el botón de calendario—. ¡¿Cuándo es tu cumpleaños,
Thibault?! —Fijo la mirada en los días de la semana, pero no puedo recordar si es
sábado o domingo. Tomo una conjetura salvaje y presiono los números.

Sirenas comienzan a sonar.

—¡Maldita sea!

Félix llega corriendo rodeando la esquina, ladrando enloquecido. Mejor tarde


que nunca, supongo.

Una voz sale a través un altavoz en alguna parte.

—Seguridad BSB. Por favor, introduzca su código de acceso.

—¡No recuerdo mi código de acceso! —le grito.

Mi teléfono suena.
—¡Hola! —Estoy gritando para hacerme oír por encima de las sirenas.

—Hola, esta es Amy del Servicio de Monitoreo de Seguridad Bourbon Street


Boys para el Hogar. ¿Con quién estoy hablando?

—Esta es May. Soy May. Soy la dueña de esta casa. —Presiono unos cuantos
botones más en el teclado, probando otra fecha, pero no pasa nada. Mis tímpanos
están doliendo por las sirenas y la locura de Félix.

—¿Estás bien?

—¡Estoy bien! ¡No puedo recordar el estúpido código para poner en esta cosa,
maldita sea!

—¿Recuerdas tu contraseña secreta para decirme por teléfono?

Mi mente corre. Thibault me dijo que no utilice el nombre del perro.


Demasiado fácil de adivinar, dijo. Una antigua mascota estaba bien y el nombre de
un amigo estaba bien también. Un personaje de Disney era una opción popular.
¿Cuál elegí? Pensé en tantas opciones cuando él estuvo aquí, pero no puedo recordar
por cuál finalmente me decidí…
119
—¡Sahara! —grito—. ¡Sahara es el código secreto!

—Estupendo. Voy a apagar la sirena y cancelar la llamada que salió a la


policía.

La sirena queda en silencio y me inclino sobre la pared por apoyo.

—¿Hay algo más que necesites? —pregunta Amy.

—Sí. Un trago de tequila.

Ríe.

—Tal vez un poco de té podría ser una mejor elección.

—Si tú lo dices. Gracias.

—De nada. Que tengas una gran noche.

—Igualmente. Adiós. —Cuelgo y deslizo mi teléfono en mi bolso antes de


agacharme para agarrar a Félix y calmarlo. Él está vibrando con energía.

Besar su cabeza hace que gire para tratar de lamerme.

—Tranquilo, hombrecito. Todo está bien. No hay malos entrando a la casa


hoy. —Ahora que he visto el sistema en acción, estoy un poco impresionada. No es
que realmente crea que todavía hay un asesino en busca de mí, pero aun así… mejor
prevenir que curar, ¿verdad? Por lo menos, esa sirena lo volvería sordo.

Mi timbre suena, enviando a Félix en espasmos indignados. Lo bajo de modo


que pueda correr hacia la puerta y darle un susto de muerte a quien esté allí.
Compruebo mi reloj. Probablemente es Ozzie, a pesar de que todavía faltan diez
minutos para las siete.

Pongo las botellas de vino en el mostrador y voy hacia la puerta. La mirilla


confirma que mi visitante llega temprano. Desbloqueo la puerta y la abro.

—Hola.

—Hola —dice, con los brazos envueltos alrededor de dos bolsas de papel.
Sahara se abre paso entre ambos y entra en la sala de estar, moviendo su cola. Félix
comienza su danza de bienvenida-a-mi-casa-de-soltero mientras ella gira en
120
pequeños círculos, tratando de meter su nariz en el trasero de él.

—Trajiste regalos —digo, tratando de mirar en la bolsa más cercana.

—Traje la cena. Espero que tengas hambre.

Mantengo la puerta abierta hasta que él la atraviesa y luego la cierro. Él


avanza a través de la sala y entra en la cocina como dueño del lugar.

Eh. No estoy segura cómo me siento por esta cosa de la cena improvisada.
¿Lo mencionó en el mensaje de texto? Verifico que no lo hizo.

—¿Cómo te está funcionando el sistema de seguridad? —pregunta,


descargando las bolsas de papel. Cajas blancas de diferentes tamaños salen y quedan
apiladas en el mostrador.

Ambos perros están a nuestros pies, esperando que algo caiga.

—Genial. Ya tuve mi primer incidente.


Hace una pausa para mirarme.

—¿Incidente? ¿Tuviste un robo?

Me río un poco tímida.

—No, a menos que me cuentes a mí tratando de entrar en mi propia casa y


olvidando el código como un robo.

Su expresión se vuelve un poco oscura.

—Se suponía que eligieras un código que fuera fácil de recordar.

—Era fácil. Más o menos.

—¿Cuál era?

—El cumpleaños de Thibault.

Ozzie suspira disgustado.

—Ya veo. —Continúa con su desembalaje. Por un momento se queda


mirando a Sahara y sus movimientos hacia la esquina de la habitación—. Ve a
121
acostarte. —Ella se mueve inmediatamente a hacer su voluntad. Félix la sigue y se
acurruca junto a ella.

Estoy algo sorprendida no sólo con lo bien que controla a nuestros perros,
sino también con la cantidad de comida que ha traído. ¿El resto del equipo se nos
está uniendo, o qué?

—Escoge cuatro números que puedas recordar, y los programaré para ti esta
noche.

Me siento un poco descarada o algo así, porque respondo con:

—¿Qué te hace pensar que quiero que tú sepas mi código secreto?

Él sólo sigue moviendo cajas, sin ni siquiera parpadear.

—No soy una amenaza para ti.

—Sí, claro. —Se escapa de mi boca antes de que pueda detenerlo. Estaba
imaginando su mano tocando mi cuerpo y cómo perdería por completo todo mi
autocontrol si eso ocurriera, pero gracias a Dios, él no sabe eso.

Saca la última caja y aplasta la bolsa.

—¿Que se supone que significa eso?

Me encojo de hombros.

—Nada. —De hecho, me refiero a que es una amenaza potencial para mi buen
juicio, pero si quiere interpretarlo que significa que lo encuentro aterrador, no voy a
desengañarlo de esa idea. Tal vez le dará un empuje agradable a su ego. Además no
hay manera en el infierno que vaya a admitir que tengo un flechazo por él cuando
no está interesado para nada de esa manera en mí.

Se vuelve hacia mí, y parece que está teniendo problemas para elegir las
palabras adecuadas. Abre la boca, pero no sale nada. Mira a su alrededor un
momento y lo intenta de nuevo.

—Yo… eh… eh… Quise decir que… eh… —Agarro una botella de vino de la
encimera y la alzo entre nosotros—. ¿Algo de vino?
122
—Sí, seguro. Una copa. —Suena aliviado.

Ahora, ¿quién es el superhéroe? Sonrío mientras abro la botella, tomo dos


vasos, y los lleno hasta la mitad.

—No puedo prometer que sea bueno, pero tiene alcohol. —Le tiendo un vaso
y alcanzo el mío.

Hace una pausa, mirándome. Luego alza su vaso y toca el mío.

—Salud.

No puedo pensar en nada más prosaico que decir, así que en cambio hago lo
que se espera de mí.

—Salud. —Tomo un serio trago, drenando la mitad de mi vaso de una sola


vez. Me vuelvo así no se dará cuenta que mis ojos sobresalen de mi cabeza mientras
sufro el ardor del alcohol en mi garganta.
—¿Platos? —pregunta.

Abro un armario y saco dos. Luego hago una pausa antes de cerrar la puerta.

—¿Cuántos se unirán a nosotros?

—Nadie. Sólo somos nosotros dos. —Su voz es ronca.

Mi corazón está saltando desbocado. De alguna manera me las arreglo para


sacar la cantidad correcta de cubiertos y servilletas, a pesar de que mi mente está en
otra parte. Pongo la mesa en mi pequeña cocina en piloto automático.

¿Por qué trajo la cena? ¿Es una cita, o sólo me está adulando para que tome el
trabajo? No voy a tomar ese trabajo, no importa la cantidad de adulación que esté
involucrada.

—Espero que te guste la langosta —dice.

—¡Qué demonios, hombre! —Lanzo los últimos cubiertos sobre la mesa con
un sonido metálico y un estrépito.

Su mano se congela sobre una de las cajas.


123
—¿Eres alérgica?

—No, no soy alérgica. Estoy enfadada.

Da un paso atrás lejos de la comida, con los brazos cayendo a los costados. De
hecho, me lo puedo imaginar en un uniforme militar preparándose para saludar.

—Estás enojada.

Hago pucheros un poco. Esa langosta me está llamando con toda su rica y
gloriosa manteca.

—No, no enojada. Frustrada. He sido puesta en jaque.

—¿Puesta en jaque?

—Sí. Puesta en jaque. Como en el juego de ajedrez. Me has rodeado.

Su máscara se desliza un poco.


—Te gusta la langosta, asumo.

—No me gusta la langosta, tonto… me encanta la langosta. Comería langosta


todos los días si tuviera el dinero. —Me dejo caer sobre mi silla—. Sin embargo, no
voy a trabajar para ti. No importa la cantidad de mantequilla clarificada que tengas
en esas pequeñas tazas. —Hay varias de ellas. Maldita sea. Pero, ¿qué demonios?
¿Espera que sólo trabaje para él, porque me compra langosta? Podría ser un trabajo
peligroso. Eso es para lo que el sistema de seguridad está, ¿verdad?

Trae las cajas a la mesa y comienza a abrirlas.

—Tengo limón fresco también.

—Por supuesto que sí. Imbécil.

Se ríe.

—Creo que esta es la primera vez que he molestado a una mujer por
comprarle langosta. —Mezcla un poco de arroz pilaf antes de sacar un par de
porciones, una para cada plato.

—No estoy segura de por qué eso te hace tan feliz —me quejo. 124
—Yo tampoco.

Sale una enorme langosta que flota hacia mi plato. Su caparazón de color
grosella sigue brillando del que sea el vapor en que se lo hizo. Félix deja su lugar
junto a Sahara y se instala a mis pies. La pequeña bestia me conoce bien; terminará
teniendo una probada de todo lo que está en mi plato, pero no porque le dé de comer
porciones a propósito. Tengo una tendencia a dejar caer las cosas.

—¿Dónde conseguiste estos monstruos? —pregunto cuando la segunda sale


y aterriza en su plato.

—Los consigo por avión de vez en cuando desde Maine. Tengo un amigo allí
arriba.

—Guau. Qué buen amigo. —Tomo otro sorbo de mi copa de vino. Está casi
vacía, así que me sirvo un poco más.

—Me lo debe.
Me pregunto lo que me exigiría si yo le debiera un favor. Sólo la idea me hace
volverme toda ansiosa de nuevo. Sé lo que a mí me gustaría ofrecer.

¡Guau! ¡Reduce la velocidad, ninfómana! Él acaba de entrar por la puerta. Jesús.

Ozzie se sienta y empuja su silla.

—Buen provecho. —Arranca una tenaza antes de que yo pueda levantar un


tenedor.

125
19
C
omemos en un amistoso silencio por unos pocos minutos, suficiente
tiempo para que sumerja un trozo de langosta en algo de mantequilla
y cierre mis ojos, suspirando de felicidad. No he tenido este tipo de
comida en un laaaaargo tiempo. Creo que la última vez que tuve langosta fue
cuando estaba saliendo con este abogado llamado Alfred. Era un estúpido, pero hizo
que amara los restaurantes de lujo. Sin embargo, rompí con él cuando se negó a
comer mi ziti al horno. La comida esnobista no es tolerada en mi casa. Sólo
pregúntale a Félix.

La voz de Ozzie rompe mis pensamientos, cortándolos en seco.

—Thibault dice que ustedes dos hablaron hoy. Algo acerca del trabajo.
126
El último bocado de langosta se pega en mi garganta. Tengo que engullir el
resto de mi vino para tragarlo.

—Sí —digo, mi voz forzada. Estoy sudando ahora. Maldita sea de nuevo.
Demasiado nerviosa para decirle directamente que no estoy interesada.

Ozzie rellena mi copa con más vino rojo oscuro. Estoy mareada, viendo el
líquido derramarse. Quizá si bebo más, será más fácil rechazarlo. Para nunca verlo
otra vez. Ugh. ¿A quién estoy tratando de engañar? Sé que nunca será fácil hacerlo.

—Él dice que estás preocupada por tu seguridad personal.

Asiento. Esto es fácil. Cualquiera estaría preocupado en mis zapatos. Es


totalmente normal.

—Sí. Mucho. No quisiera morir antes de que tenga al menos ochenta si puedo
evitarlo. Especialmente no con balas involucradas.

Bebe su vino y me observa bajo tras gafas.


—¿Qué? —Estoy poniéndome paranoica otra vez—. ¿Tengo algo en mi cara?

Se acerca con una servilleta.

—Sólo algo de mantequilla en tu barbilla. —Se desliza hacia mí antes de que


pueda alejarme. Incluso aunque hay una pieza de tela entre su mano y mi cara,
todavía siento su calor allí. ¿Cuán patética soy?

Un poco de indignación se hace cargo. Aunque podría ser el vino hablando.

—¡Oye! No se supone que hagas eso.

—¿Hacer qué? —pregunta.

—Decir que hay algo en mi cara. —Limpio mi barbilla varias veces, haciendo
que arda en el proceso. Qué embarazoso. ¿Cuánto tiempo he estado sentada aquí
con una barbilla brillante? Vaya bicho raro.

Se alza de hombros.

—Bien.

—¿Bien qué? —Su asentimiento incondicional me vuelve loca. No creo que 127
sea una reacción normal de él. ¿Está burlándose de mí?

—Bien, no te voy a decir cuando tengas algo, como arroz, en tu cara.

—¡¿Arroz también?! —¡Ah! Limpio toda mi mandíbula, rezando para que los
granos no estén en ningún lugar más arriba de la cara. ¿Qué? ¿Tiré comida dentro de
mis cejas también?

Está riéndose.

—Eres un idiota. —Le lanzo mi servilleta. Luego el cangrejo atrapa mi ojo, y


decido comérmelo en lugar de preocuparme por un poco de arroz en mi labio. Si
voy a ser un bicho raro alrededor de él, entonces eso seré. No es como si vaya a venir
aquí otra vez, y esta langosta está malditamente buena para irse a la basura.

Vuelve a comer su carne, todavía sonriendo.

Me deleito en los pastelillos de maíz que descubro en otra caja. Tan dulces,
tan… cursis.
—Escucha —dice un par de minutos después—, sé que era muy firme antes
con que no te quería a ti a bordo, pero cambié de opinión. Quiero que vengas a
trabajar para nosotros. —Se detiene—. Puedo garantizar tu seguridad.

—¿Por qué yo? —¿Y por qué el cambio de idea? Le doy una mordida al
pastelillo y mastico mientras lo veo, buscando en su cara alguna decepción. Sin
embargo, inmediatamente me distraigo cuando un nuevo sabor golpea mi lengua.
Dios mío, alguien puso cebollinos en estas cosas. ¡Un genio! Guau. Mastico dos veces
con rapidez, buscando adelantarme a mi siguiente mordida. También podría estar
tarareando un poco.

—Revisé tu trabajo online. Hice algunas averiguaciones, verificación de


antecedentes y etcétera. Después, hablé con Thibault, en cuya opinión confío más
que en la de nadie, y creo que está en lo correcto. Tú serías buena para el equipo.
Tendría que ponerte en un periodo de prueba, pero no debería ser un problema.
Creo que podrías apañártelas.

Mi pastelillo comido a la mitad cae de mi mano y aterriza con un sonido seco


sobre mi tenedor y el plato.

—¿Apañármelas? —Unas pocas migas vuelan de mi boca, exigiendo una


128
masticada rápida y un trago, antes de que pueda continuar—. Por supuesto que
podría apañármelas. La cuestión es si quiero apañármelas. —Hay un poco de harina
de maíz dentro de mi boca. Trato de no parecer como una total psicópata juntando
todo esto con mi lengua.

—Bien, necesitarías algo de formación primero. No es como si sólo pudieras


llegar mañana y estar lista, pero podrías llegar allí. —Me mira de arriba y abajo,
inclinándose para ver la mitad inferior de mi cuerpo debajo de la mesa.

Me recuesto y pongo mis manos en mi regazo, de repente nerviosa.

—¿Qué estás mirando?

—Tu físico.

—¿Qué tiene que ver mi físico? —Puedo sentir mis orejas comenzando a
arder. Alargo la mano y arreglo mi cabello, de inmediato me detengo. Él no está
evaluando mi peinado, por el amor de Dios. ¿Qué está mal conmigo? ¿Cuándo me
volví tan insegura?

—Todo el mundo en el equipo está listo para el trabajo, siempre. Nosotros no


tomamos ningún haragán.

Limpio mis manos sobre el plato para quitar las migas.

—¿Y listo para el trabajo significa…?

—Significa que serás entrenada por Dev, como el resto de nosotros.

—Porque sentarme en un auto tomando fotografías es tan físicamente


demandante. —No le admito que ya es difícil quedarse todo el día tomando
fotografías de personas a las que algunas veces quieres bofetear. No quiero que
piense que soy suave.

—No sólo vas a estar sentada en un auto. —Baja su tenedor, limpia su cara y
luego suelta su servilleta sobre la mesa—. El trabajo viene con beneficios completos:
seguro, jubilación, una casa con seguridad, auto de la compañía, todo el equipo que
necesitarás y referencias si quieres irte a otro lado a trabajar.

Trago con dificultad. Él ya dijo la palabra mágica, pero no ha terminado. 129


—Pagamos por un examen físico completo una vez al año, tres semanas de
vacaciones, pago del viaje cuando hay trabajo fuera del área, cuenta de gastos de
viaje, y una guardería para los niños.

—¿Qué con los perros?

Eleva una ceja.

—Podemos negociarlo.

Muerdo mi labio como si contemplara la oferta. Lo que es realmente tonto


para un puesto como éste porque ya sé lo que voy a decir.

—Así que, ¿qué piensas? —dice—. ¿Quieres trabajar con nosotros en


Seguridad Bourbon Street Boys?

Elevo mi copa hacía él y sonrío.

—Me tuviste con lo del seguro.


20
P
ara el momento en que la cena y el postre están terminados, he
consumido el doble de demasiados vasos de vino. Cuando me
levanto, la habitación se ladea. Por suerte, Ozzie está en el fregadero,
lavando los platos, así que no me atrapa siendo una borracha ebria.

—Voy a ir a refrescarme —digo, intentando como el infierno de caminar en


línea recta al baño. Félix está en mis talones, asegurándose de escurrirse y pasar la
puerta antes de que la cierre de un portazo.

Me quedo mirando mi reflejo en el espejo y apoyo mis manos sobre la


encimera.

—Contrólate, May Wexler. —Salpico algo de agua sobre mi cara y luego 130
enloquezco cuando veo a mi rímel dejando un camino negro hacia mis mejillas—.
¡Ah! ¡Detente!

Félix gimotea, poniendo sus pies sobre mi pierna.

Hay un golpeteo en la puerta.

—¿Estás bien allí?

¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! ¡Él cree que necesito un rescate en el baño!

—¡Estoy bien! —digo con toda la falsedad y alegría que puedo reunir—. ¡En
realidad, no podría estar mejor! —¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate, idiota!—. ¡Quédate
afuera!

Félix ladra. Me agacho y acaricio su pequeña cabeza, orejas y cuello. Él entra


a un trance feliz mientras intento hacer que mi cerebro se vuelva conectar. Tengo
que hacer pis antes de dejar el baño y volver a enfrentar a Ozzie.
—Respira, May. Sólo respira. Ahora él es tu empleador, así que tienes que
parar de pensar en dejar caer tus pantis cada vez que lo veas. Esto hará al trabajo de
vigilancia realmente complicado.

Me levanto de prisa susurrando:

—¿El trabajo de vigilancia? —Creo que es un susurro de cualquier forma—.


¿Estaremos haciendo el trabajo de vigilancia juntos?

Hago pipi realmente rápido, lavo mis manos y remuevo cualquier rastro de
rímel de mi cara antes de dejar el baño. Encuentro a Ozzie en la sala, mirando
algunas fotos familiares que tomé antes de que mi abuela muriera.

—¿Estaré haciendo trabajo de vigilancia? —pregunto.

—Quizá.

—Genial. ¿Con quién? —Espero impresionarlo con mi asombroso dominio de


la lengua inglesa. Aunque la habitación está dando vueltas, aún puedo controlarme
para conservar mis sujetos y predicados correctos. Bam. Toma esa, Chica Gramática.
Intenta no envidiarme demasiado.
131
—Depende. Todos tomamos turnos.

Asiento, como si supiera de qué estamos hablando. No lo sé. En verdad, en


verdad, no lo sé. Ahora no puedo recordar por qué acepté su propuesta de trabajo.
Creo que fue por sus músculos.

—¿Vives sola? —pregunta.

Me ruborizo como una jovencita.

—Si me estás preguntando si estoy viendo a alguien, la respuesta es no.

Se gira para mirarme.

—Estaba preguntándote si tenías un compañero de piso.

—Oh. —Tengo que apartar la mirada así puedo dejar de meter la pata. Allí
voy de nuevo, asumiendo que esta es una atracción en doble sentido. Idiota—. En
ese caso, la respuesta es no. Vivo sola. —Me volteo de frente a la ventana así él no
verá mi expresión, cuya mejor descripción sería “humillada”.

Su voz de repente es cercana.

—¿Estás viendo a alguien?

Me congelo, de espaldas a él. ¿Está detrás de mí? ¿Me va a tocar? ¿A besar?


¿A forzar mi cuerpo?

—No. —Mi voz es apenas un susurro.

—Bien. —Ahora puedo decir, por su voz, que está cerca de la puerta de
enfrente—. Eso lo hace más fácil.

Giro mi rostro hacia él, por poco sin perder mi balance, pero acercándome.

—¿Más fácil qué?

Abre la puerta, haciendo tintinear las llaves en su mano.

—Más fácil para hacer demandas de tu tiempo. Trabajamos hasta muy tarde
algunas veces.
132
Él y Sahara están atravesando la entrada y bajan las escaleras del porche
delantero antes que me pueda dar cuenta de lo que está pasando.

¡Él se estaba marchando! ¡¿Por qué tan pronto?! ¡Todavía estoy agitada! ¡Esta
fiesta solo está empezando, eh!

Me echo a correr hacia la puerta y la abro ampliamente.

—¡Oye! ¡Tú! No puedes solo darme vino y alimentarme y no… y no… —¡Oh
Dios mío! ¡Casi digo “hacerme sexo oral”! ¡Ack! ¡Alerta, alerta! ¡Envíen a los
bomberos! ¡Estoy en llamas!

—¿Y no qué? —Él está de pie en su puerta, sonriéndome. Sahara ya está en la


cama de la camioneta.

—¡Decir adiós! —grito antes de cerrar la puerta de golpe. Mierda.

Corro de nuevo a mi sala de estar y agarro mi pelo en ambos lados.


—¡Oh, Dios mío! ¡¿Qué acabo de hacer?! —Agarrando un cojín del sofá
cercano, lo arrojo al otro lado de la habitación. Pero uno solo no va a funcionar; estoy
demasiado avergonzada. Agarro otro y otro, haciéndolos volar tan lejos y tan rápido
como puedo. Félix corre a cubrirse, escondiéndose debajo de la mesa de café.

Los cojines del sofá son los siguientes, esos hijos de puta. Los volteo boca
abajo y hacia los lados. Uf, no es tan satisfactorio desordenar un cojín del sofá.
Quiero romper algo, pero no me gusta romper cosas, porque luego tengo que
limpiarlas, así que en su lugar desordeno mi cabello. Cuando he terminado, estoy
segura de que mi pelo parece que quedó atrapado en una licuadora. Uf. Usar toda
esa energía para destruir mi peinado y mi entorno realmente me ha ayudado a
calmarme un poco.

—Bueno. Está bien. —Estoy tratando de convencerme a mí misma mientras


respiro como un toro furioso—. No dije, “hacerme sexo oral”. Dije, “decir adiós”.
Totalmente razonable. Totalmente normal, ¿verdad? La gente debe decir adiós
cuando se va después de compartir langosta y vino. Beberme, cenarme, decirme
adiós. Esa es la cosa educada por hacer.

El timbre me distrae de mi racionalización. Camino hacia el vestíbulo, 133


tropezando con uno de mis cojines en el camino. Aterrizo en la puerta y apenas
consigo abrirla. Estoy medio inclinada, resoplando como si acabara de correr un
kilómetro o diez. Cuando veo quién es, jalo la puerta para abrirla más.

Ozzie está de pie allí, una montaña gigante de músculos y calma. Una de sus
cejas sube cuando se fija en mi apariencia.

Me enderezo y levanto mi barbilla. Tengo que tratar de salvar el poco orgullo


que me queda con alguna bravuconada falsa.

—¿Te olvidaste de algo?

Él mira por primera vez mi pelo y luego mi boca.

—Sí. Me olvidé de decir adiós.

Y entonces sucede algo loco.

Se acerca y me toma por la cintura, atrayéndome fácilmente hacia él.


Mis labios se separan mientras su rostro se acerca cada vez más. No puedo
respirar. No puedo hablar. Ni siquiera puedo pensar con claridad.

—Adiós —susurra contra mi boca, justo antes de presionar sus labios contra
los míos.

Derritiendo. Me estoy derritiendo, al igual que la mantequilla de langosta, en


sus brazos, dentro de mi cuerpo. Todo se está volviendo caliente y flácido.

Él, por otra parte, es tan sólido como una roca. Por todos lados.

¡¿Que está pasando?!

Apenas he probado algo de él, y se está apartando de nuevo.

Cuando me doy cuenta de que me estoy viendo un poco demasiado


devastada, consigo controlarme y me paro por mi cuenta. Su mano cae, y quiero
llorar por la soledad. La chica borracha pasando por aquí.

Mis manos están temblando cuando las tiendo para empujar mi pelo detrás
de mi cara. Puedo mostrarme calmada. Puedo manejar esto… lo que sea que es. Tal
vez él besa a todos sus nuevos empleados. No voy a ser la primera en hacer una gran 134
cosa de esto, si ese es el caso.

—Bien… adiós entonces —digo, mirando a su hombro. No puedo llevar mi


mirada más arriba.

Él camina hacia atrás dos pasos antes de que se dé la vuelta y camine hacia su
camioneta.

—Hasta luego, Pequeña Bo Peep. —Se sube al vehículo y cierra la puerta,


saliendo en reversa de la entrada en cuestión de segundos.

Espero hasta que esté fuera de vista antes de cerrar la puerta y caer al suelo
en un charco de baba.

—¡¡Oh, Dios mío, me besó!!


21
D
espués de recibir instrucciones de Ozzie otra vez por mensaje de
texto, aparezco dos días más tarde en el almacén para mi primer día
de trabajo, dejando a Félix defenderse por sí mismo en casa. Está
acostumbrado. He tenido muchas jornadas completas en el estudio. Estoy bastante
segura que duerme todo el tiempo que estoy fuera.

Estoy un poco sorprendida de ser capaz de encontrar el almacén, aun cuando


no hace tanto que estuve aquí. Parece como si todo pasó como un borrón. Ya he
superado completamente que Ozzie me besara. No fue nada más que un montón de
vino. Ni siquiera voy a mirarlo raro cuando lo vea de nuevo. Ahora es mi jefe, y
porque es mi jefe, nunca volveré a tocar sus labios o su maravilloso cuerpo otra vez.

Cuando me detengo en el almacén, Thibault hace señas para que lleve el auto
135
dentro. Todos los demás han estacionado fuera.

—¿Ocurre algo malo? —pregunto después de bajar mi ventanilla.

—Solo ayudándote a mantener el perfil bajo. Estaciónalo ahí. —Hace un gesto


a una esquina oscura al extremo derecho del edificio. Ni siquiera me había dado
cuenta de que existía cuando estuve antes aquí. Este lugar es enorme.

Cuando salgo de mi auto, todos excepto Ozzie están alrededor en medio de


un gran espacio. No se le ve por ninguna parte. La luz del sol entra a raudales por
el muro abierto del almacén, pero lentamente desaparece a medida que la puerta va
cerrándose.

—Bienvenidos a todos —dice Thibault—. Hoy es el primer día de May con


nosotros, así que pensé que deberíamos darle un pequeño adelanto de lo que
hacemos antes de nuestra reunión matutina.

Saludo a todos con la cabeza, recibiendo gestos en respuesta. Dev me sonríe,


Lucky también. Toni está más seria. En cierto modo la respeto por eso. Se le ve toda
profesional, y por lo que puedo ver, se las arregla bien en un mundo un tanto de
hombres. Me pregunto cómo de alto podrá patear con esas botas de cuero negro que
lleva.

—¿Quién va primero? —pregunta Dev.

—Tú. —Thibault asiente hacia él—. Simplemente enséñale lo esencial.

Dev frota sus manos una con la otra.

—Bien, golpea. —Hace una rápida reverencia—. Considérame tu profesor de


educación física.

Sonrío, recordando al hombre regordete y medio calvo de mi instituto, que


siempre vestía pantalones de deporte anchos y llevaba un balón debajo de su brazo.
El señor Pritchard era muy amable.

La expresión de Dev se ensombrece.

—Sólo que no como cualquier profesor de educación física, que hayas tenido
antes. 136
—Y que lo digas —murmura Toni.

—Veamos qué sabes hacer. —Hace un gesto para que me acerque—. Ven aquí
y golpéame.

Río por un segundo antes de darme cuenta que está hablando en serio. Al
igual que todos los demás.

—¿Golpearte? —Abrazo mi bolso a mi costado, alegrándome de haber dejado


a Félix hoy en casa. A Félix no le gusta la violencia de ningún tipo, y no puedo decir
que lo culpo.

—Sí. Golpéame. —Señala su torso—. Saca lo mejor de ti.

Frunzo el ceño.

—No voy a golpearte.

—¿Por qué no? —Se dobla un poco por la cintura, dejando su cabeza más
nivelada con la mía.

—Porque… no me gusta golpear a la gente.

—¿Y qué pasa con la gente que se prepara para golpearte a ti? —Levanta los
brazos y agarra un palo de la mesa de al lado y lo sostiene—. ¿Te gusta golpearles?

—Si me golpeas con ese palo, vas a lamentarlo mucho. —Mi mano se desliza
despacio dentro de mi bolso. Ahora mismo no estoy aterrorizada exactamente,
porque estoy segura de que Dev es un tipo amable y que solamente está haciendo el
tonto, pero eso no significa que no usaré el Taser con su estúpido trasero si me
golpea con esa arma. De todas formas, ¿qué clase de comité de bienvenida es este?
Estaba esperando algo como cafés y donas, no golpes con un palo.

Sonríe.

—Bien. Tiene actitud. Me gusta. —Se mueve hacia delante.

—No bromeo, Dev —Doy un paso atrás. Parece ir en serio, pero no puede
estarlo, ¿verdad? Miro alrededor a todos los demás, y nos están mirando
atentamente. Ninguno de ellos parece angustiado o divertido. Esto es trabajo para
ellos.
137

Se mueve más rápido de lo que esperaba; dos zancadas le tienen frente a mí.
El palo asciende.

Me cubro mientras desciende, cerrando mis ojos y preparándome para el


impacto. Por favor, no me golpees, por favor, no me golpees, por favor, no me golpees.

Se detiene justo junto a mi brazo, y abro un ojo primero para asegurarme que
está bien.

—No te estás moviendo —dice. Parece frustrado.

Ahora mis dos ojos están abiertos, y estoy enderezada.

—No, no lo estoy. Estoy esperando que todo esto vaya a parar muy pronto.

Toni resopla.

Capto la expresión burlona en su cara, e instantáneamente me enardece.


Olvida esta actuación de león cobarde. Qué demonios, amigo. No vine aquí
para ser golpeada con un palo. ¿Quién se cree que es, ahí de pie asustándome de
esta manera? ¿Sabe que tomé langosta con el jefe hace sólo dos días y compartimos
un sexy beso en el umbral de mi puerta?

Dev se mueve más cerca.

—Esto no va a parar hasta que veas como de en serio voy.

—De acuerdoooo. —Le miro a los ojos, mi dedo quita el seguro de mi Taser
dentro de mi bolso. Desgraciado. Haciéndome usar mi Taser. Estos cartuchos son
caros. Lo sé porque tuve que reemplazar uno cuando una vez me dispare a mí misma
en el pie, accidentalmente. Que te den una descarga de Taser es tan doloroso como
el infierno, así que definitivamente después no va a estar contento conmigo.

—Ahora escúchame, Pequeña Pastorcilla… Voy a golpearte con este palo a


menos que hagas algo para defenderte. —Está mirándome con pena en sus ojos.
Todos los demás en absoluto silencio—. Esto no es un juego. Jugamos a vivir. Así es
como funciona. Los haraganes acaban heridos, y no voy a dejar que eso pase estando
a cargo.
138
—Deseo de veras que no hagas esto —digo, sonando tan débil como sea
posible. Parte de esto es una actuación, y otra parte es como realmente me siento.
Ser una chica dura no ha sido nunca parte de mi repertorio. Odio ser presionada a
hacer esto. ¿Por qué pasa esto en mi primer día de trabajo? Este es el peor día de
introducción que he tenido nunca.

—Intentaré no dejarte un moratón demasiado grande. —Levanta el palo, casi


por encima de su cabeza y comienza a caer. Esta vez estoy segura de que no va a
parar.

Saco mi mano fuera del bolso de un tirón y empujo el Taser hacia su torso.
Algún tipo de grito loco de guerra abandona mis labios mientras me encojo y espero
el dolor que provocará el palo.

—¡Paaaaaaraaaaa!

Todo mi cuerpo se contrae y mi dedo aprieta el gatillo del Taser. Las puntas
se disparan hasta llegar a su final, y todo el infierno se abre paso.
Los ojos de Dev se salen de sus cuencas.

Deja caer el palo y éste retumba en el suelo cerca de nuestros pies.

El ra-ta-ta-ta-ta-ta de muchos cientos de voltios de electricidad crea un ritmo


agradable para las convulsiones que comienzan unos segundos después a doblar su
cuerpo de dolor.

—¿Qué diablos está pasando aquí abajo? —grita Ozzie desde lo alto de las
escaleras.

—¡Maldición, le ha disparado con un Taser! —Lucky está inmóvil aturdido


por la confusión.

Dev gruñe, sus ojos se ponen en blanco, y comienza a desmayarse.

Salto hacia un lado para impedir ser aplastada. Los cables que salen del final
de mi Taser se estiran tensos conmigo.

Lucky se agacha y agarra del brazo a Dev para frenar su caída.

Ambos caen apilados al suelo, Dev encima de su estúpido palo, Lucky encima
139
de Dev, quien está gimiendo como un elefante herido, y mis cables se enredan entre
los dos.

Abrazo mi bolso en mi pecho, mi Taser en una mano, mis llaves en la otra.

—¡Oh Dios mío, no puedo creerlo! ¡Lo ha electrocutado de verdad! —Toni


comienza a reírse.

—No tiene gracia, hombre. —Thibault está sacudiendo su cabeza, primero


mirando a Dev y después a mí.

—Lo siento, lo siento de verdad. —Casi no puedo hacer salir las palabras,
estoy tan avergonzada. Me siento fatal—. El gatillo era mucho más sensible de lo
que esperaba. —Probablemente debería llevarlo a que lo revisen. Dos accidentes con
el Taser no pueden ser bueno. Prometo que en realidad no iba a dispararle. Estaba
planeando simplemente asustarle para que no me golpeara. Joder.

Lucky se levanta y lanza a Dev sobre su espalda. Los cables están aún
conectándolo a mi arma. Sí, definitivamente las púas están en su piel, no sólo en su
ropa. Ups.

—¿Por qué diablos está Dev tirado en el suelo con púas de Taser en el pecho?
—Ozzie está de pie a unos pocos metros con sus manos en sus caderas.

—Estábamos dándole una introducción —dice Toni—, justo como nos dijiste.

—Estoy bastante seguro que no le dije a ninguno que la asustaran tanto como
para que disparara a Dev. —Se rasca la nuca—. ¿Estás bien, hombre?

Dev intenta contestar, pero lo único que salen son gruñidos y gemidos. Sus
ojos se ponen en blanco.

—Ozzie, lo siento. —Puedo mirar a su barbilla. No a sus ojos, pero sí a su


barbilla. Está tan cerca que probablemente nadie se dará cuenta que soy una
gallina—. No quería hacerle daño.

Sus palabras salen como un gruñido.

—No te disculpes. —Mira con furia a Thibault—. Ahora mismo tú eres el que
debería estar hablando.
140
—De acuerdo, bien, bien. Tomo toda la responsabilidad. —Thibault alza sus
manos en señal de rendición—. Hablamos sobre esto antes de que ella llegara y
decidimos que simplemente veríamos si tiene algún instinto de autodefensa.

—¿Y qué han decidido tras su pequeño experimento? —Ozzie mira a cada
uno individualmente.

Toni se encoge de hombros.

—Diría que ha aprobado. —Se da la vuelta para que Ozzie no la vea


sonriendo.

—Creo que probablemente deberíamos haber llegado a esto desde otro


ángulo —dice Lucky.

—Oh, ¿tú crees? —Ozzie hace un gesto a Dev—. Llévalo arriba, y sácale esas
malditas púas del pecho. Y si lloriquea, abofetéale en la cabeza.

—Estoy en ello, jefe. —Lucky agarra sus piernas para ayudar a Dev a
mantenerse en sus pies. Después de varios tropiezos, los dos se mantienen de pie,
Lucky con su brazo bajo el hombro de Dev para darle soporte. Tras retirar el
cartucho de mi Taser y dárselo a Lucky, comienzan a irse, pero deteniéndose
después de algunos pasos. Dev gira su cabeza y habla sobre su hombro. Sus palabras
son un poco farfulladas.

—Quiero revancha. Me ha engañado.

Ozzie gruñe.

—Y una mierda te ha engañado. Esta la ha ganado ella. Gran diferencia.

Podría jurar que oigo orgullo en la voz de Ozzie, pero no voy a dejar que se
me suba a la cabeza. Me siento fatal. No puedo pensar en una peor forma de
comenzar mi nuevo empleo. Dev nunca va a perdonarme.

Ozzie apunta su pulgar hacia las escaleras.

—Cuando acaben de hacer el tonto aquí, tenemos una reunión arriba que
necesita hacerse.

—No hay mejor momento que este. —Toni mantiene arriba su mano mientras 141
camina hacia mí—. Choca esos cinco, hermana. Bien jugado.

Levanto la mano y choco su mano delicadamente. No quiero parecer


demasiado entusiasta por agujerear el pecho de Dev, disparándole todos esos
voltios.

Thibault se acerca y se detiene frente a mí.

—¿Te importa si me quedo con eso? —Me tiende su mano y mira hacia abajo
a mi arma sin cartucho.

Pongo el Taser en su palma.

—Claro. Siento haber disparado a tu amigo.

Thibault sonríe.

—No te disculpes. Tuvo lo que se merecía. La próxima vez se pensará dos


veces sobre levantarte un palo.
—Espero que no haya una próxima vez.

—Oh, la habrá… puedes confiar en eso. —Se vuelve para subir las escaleras.

¿Qué demonios? ¿Va a intentar golpearme otra vez? Voy a necesitar que me
devuelvan el Taser. Me pregunto si los cartuchos contarán como gastos de empresa.
No creo que deba pagar de mi sueldo por protegerme contra compañeros chiflados.

Ozzie y yo nos hemos quedado juntos en la planta baja, de pie separados por
pocos metros.

—Supongo que ahora es cuando te doy la bienvenida a Bourbon Street Boys


y te digo dónde puedes colgar tu abrigo.

Río un poco.

—Y creo que ahora es cuando se supone que digo que estoy encantada de
estar aquí y que no puedo esperar a comenzar.

Sonríe.

—¿Qué tal si empezamos de nuevo y lo hacemos correctamente esta vez?


142
—Me suena bien.

Apunta a las máquinas de ejercicios.

—Puedes colgar tu abrigo en cualquier lado, por ahí puedes encontrar un


gancho. Bienvenida a Bourbon Street Boys. Sígueme. Tenemos una reunión en cinco
minutos.

Camino detrás de él, mi cara en llamas. Está siendo amable, y no está molesto
por electrocutar a su empleado. Hoy quizás no apeste después de todo.

—De verdad estoy encantada de estar aquí. No puedo esperar a comenzar.

Se ríe por lo bajo pero no dice nada en respuesta. Subimos las escaleras juntos
y entramos en la habitación llena de espadas ninja.
22
T
odo el mundo tiene un lugar alrededor de la mesa donde nosotros
tuvimos sopa la otra noche. Hay unas pocas carpetas en frente de cada
persona y una jarra de agua con hielo en el centro de todo esto. Mi
vaso ya está lleno, cortesía de Dev.

—Una ofrenda de paz —dice, colocándolo frente a mí y dándome un guiño.

—Ofrenda de paz aceptada —digo, tomando un sorbo y guiñando de regreso.


Mi nivel de estrés baja unos pocos niveles. Quizá no va a tener resentimiento contra
mí después de todo.

—Bien, así que echémosle un vistazo al archivo Harley —dice Ozzie, girando
la tapa de la carpeta frente a él. 143
Abro mi copia y veo el memorándum allí. Un rápido escaneo de los papeles
me dice que el departamento de policía de Nueva Orleans ha contratado a estos
consultores, de la firma Seguridad Bourbon Street Boys, para ayudarlos a infiltrarse
a una pandilla local y tratar de reunir datos que podrían encaminar a algunos
arrestos. La operación se llama la Harley Op porque era el apodo de Ozzie cuando
llevaba la barba y el cuero.

Tengo morder mi labio para evitar reírme. La barba era tan horrible. Robo
una rápida mirada a él para ver si puedo imaginármelo llevándola otra vez, pero no
puedo. Es demasiado lindo ahora para ser ese feo hombre que me salvó la vida la
semana pasada.

—Como saben, debido a las circunstancias imprevistas… —todo el mundo


menos Ozzie me mira—, tuvimos que sacarme de escena. Thibault y yo estuvimos
hablando de abandonar enteramente, pero decidimos que podría no ser necesario.
—Alza la mirada—. Si podemos salvar este proyecto, lo que me gustaría hacer.
Tenemos mucho invertido.

Hago una nota mental para preguntarle a alguien exactamente cómo fue que
arruiné las cosas. ¿Sólo por estar en ese bar todo se fue a la mierda? Lo dudo. Fue
probablemente la barba. Incluso los criminales saben que algo feo no puede terminar
bien.

Lucky habla.

—Sin embargo, no tenemos a nadie dentro. ¿Cómo vamos a conseguir


cualquier información?

Ozzie cierra su carpeta y mira hacia mí, poniendo sus manos en la mesa en
frente de él.

—Estaba esperando que pudiéramos otra vez tratar de reunir algo de


información mediante la vigilancia. Sé que los detectives del caso trataron antes,
pero creo que nosotros podríamos asignar algo de nuestro propio equipo de trabajo
a esta área.

Oh, mierda. Creo que aquí es donde entro yo. ¿Esto será mi penitencia por
burlarme de su tonto disfraz de barba? Me retuerzo en mi silla, con toda la atención
144
sobre mí.

—Es posible —dice Lucky—. ¿Qué tienes en mente?

—La noche que supuestamente ibas a aparecer y ser mi refuerzo… —Ozzie


fulmina con la mirada a Dev—, aprendí la ubicación de uno de sus grandes
corredores. Está fuera de Burgundy. Pasé este fin de semana. Tiene posibilidades.

—¿Piensas en fotografías o en video? —pregunta Thibault.

—Ambos. Y quizá algunos oídos también. Ya veremos. Necesito la opinión


de Toni.

Ella asiente.

—Los tienes. ¿Para cuándo?

—Tú y Pequeña Bo Peep pueden dirigirse allí hoy si puedes manejarlo. —Está
mirando a Toni, no a mí.
Alzo mi mano.

Todo el mundo me mira como si estuviera loca.

—¿Tienes algo que quieras añadir? —pregunta Ozzie.

—En realidad, tengo una pregunta. Y siéntete libre de llamarme May, para el
caso. —Sonrío—. Sólo estoy preguntándome, si fuera a ir con Toni hoy,
¿exactamente qué estaríamos haciendo? —Dibujo una invisible letra M sobre la mesa
en frente de mí, tratando de actuar tan calma como sea posible. Si se requiere que
lleve un arma, no voy a estar haciendo esta cosa de la que está hablando, sea lo que
sea.

—Es sólo un rápido viaje en auto —dice Toni—. No es un gran problema. Es


sólo conseguir la configuración del terreno, ver qué tipo de propiedad es, ver los
mejores lugares para establecerse y ver las cosas suceder, cosas como esas.

—Y por cosas sucediendo, ¿te refieres a…? —Dibujo una A y una Y invisibles
sobre lo alto de la mesa para completar mi pequeña distracción. No me voy a asustar.
No dejaré que mi cara arda en rojo brillante.

Ella se alza de hombros.


145

—Lo que sea. Si tienen personas pasando, negocios sucediendo, fiestas de


cumpleaños… lo que sea.

Asiento, preguntándome si ella cotillea a propósito sobre las más peligrosas


situaciones o si sólo no hay ningún peligro. Suena suficientemente inocente. Viajar
en auto. ¿Cuánto tiempo podría tomar? ¿Cinco segundos?

—Probablemente pueda manejarlo —digo, asintiendo con confianza.

Ozzie saca un segundo folder del interior del primero.

—Bien. Continuemos. Conseguimos un nuevo proyecto de una fiesta privada.


Es la Operación Marina Azul en la carpeta allí frente a ustedes. Lucky, voy a ponerte
a cargo por ahora. Déjame saber si necesitamos contratar más personas ajenas.

—¿Ajenas? —pregunto.

—Personas que tienen habilidades que nosotros no —explica Thibault.


—¿Cómo cuáles?

—Principalmente expertos en computadora —dice Lucky—. Puedo manejar


las finanzas, pero cuando se trata de… hacer cosas desde su interior… —él menea
sus cejas—, todavía estoy en el nivel básico.

Asiento. Mi hermana es un gurú de la computadora, pero está demasiado


ocupada con el trabajo, nunca tiene tiempo para otros encargos. Está siempre
tratando de dejarlo e ir por lo independiente, pero está demasiado asustada de no
hacer suficiente dinero para mantener a los niños. Su ex no siempre puede ser
contado con su parte del dinero. No porque no esté en la ciudad, sino más bien
porque es una escoria que preferiría gastarse el dinero en su nueva novia que en su
antigua novia e hijos.

—¿Cuál es el trabajo? —pregunta Dev.

—Malversación corporativa. Compañía de accesorios de marina. No hay


mucho dinero en juego desde el aspecto inicial de las cosas, pero nunca sabes.

Todos asienten, como si hubiera algo dentro de la historia que fuera con ese
comentario. 146
—¿Algo más? —pregunta Thibault, levantándose de su silla.

—Sólo Pequeña Bo Peep. Todos saben quién es ella. Está en un periodo de


prueba de noventa días, asegúrense de que tan pronto como sea posible puedan
conseguir que se integre.

—Le voy a mostrar el equipo —dice Toni, asintiendo a mí.

Asiento de regreso, dejando el comentario sobre Pequeña Bo Peep en la mesa


para más tarde. Creo que me gusta más May “la Albóndiga” Wexler. Es menos
insultante. Algo así.

Todo el mundo se levanta. Rápidamente los sigo.

Ozzie habla otra vez.

—May, quédate por un minuto más.

—Bien. Seguro. —No, no voy a enloquecer por estar sola con él aquí mientras
todo el mundo nos deja y va hacia las escaleras.

Actúo como si fuera críticamente importante que todas mis carpetas estén
bien alineadas por los cuatro lados mientras el equipo sale. Thibault es el último en
irse, y cierra la puerta de la cocina detrás de él.

Ozzie se aclara la garganta, así que miro hacia arriba.

—Escucha, no quiero entretenerte, pero yo sólo necesito… uh… disculparme.

Se arrepiente de lo que hizo. Sé que lo hace. Un dolor agudo me apuñala en


el corazón. Auch.

—¿Disculparte? —Mi tono es completamente casual—. ¿Por qué?

—Por lo de la otra noche. —Su expresión es más oscura de lo que me gustaría.


Diablos, eso duele.

—No seas tonto; no hay nada de qué disculparse. —Agito mi mano entre
nosotros y arrugo mi cara, actuando como si estuviera loco.

—Estuve fuera de los límites, y no debería haber hecho lo que hice.


147
—La langosta fue demasiado, pero te perdono. ¿Puedo irme ahora? Estoy
ansiosa de hacer la cosa del viaje con Toni. Creo que ella y yo nos vamos a llevar
bien. —Dejo mis carpetas sobre la mesa y comienzo a caminar hacia la puerta. Voy
a guardar mis lágrimas de arrepentimiento para más más tarde esta noche cuando
esté bebiendo vino, sola.

—No estoy hablando de la langosta.

—Langosta, el vino, un beso de buenas noches… lo que sea. Es todo lo mismo


para mí. —Salgo por la puerta y la cierro detrás de mí antes de que pueda ver mi
cara arrugarse.

Para el momento en que estoy en la puerta con el código digital, soy casi capaz
de sostenerme. He pasado a través de esto antes, donde un chico se mete conmigo y
luego se arrepiente. Supongo que puedo ser irresistible algunas veces, y este es el
precio que tengo que pagar. Maldición. Como que realmente me gustaba.

La puerta se abre antes de que comience a entrar en pánico por el código que
no sé.

Dev está parado allí, sorprendido de verme.

—No vas a dispararme de nuevo, ¿o sí?

—No a menos que estés cerca de pegarme con un palo. —Hago un gesto a la
puerta cerrada—. ¿Se me permite saber el código?

—Oh, sí, perdón por eso. Supongo que necesitas este y también el de afuera.
Además necesitarás el que abre la enorme puerta de fuera, el de la caja fuerte de
armas y el del armario de cámaras.

Excavo dentro de mi bolso, buscando una pluma.

—No puedo escribírtelos. Tienes que memorizarlos. —Apunta al sistema de


seguridad—. Esta es mi puerta, porque soy el que colecciona las espadas que tú ves
en el cuarto. Así que el código para esta puerta es Dev 1. Las letras están en las teclas
numéricas. —Él cierra la puerta y hace un gesto al pad dónde están los números del
código—. Adelante y haz el intento.

Aprieto las teclas y la puerta se abre. 148


Me da una palmada en la espalda, lanzándome hacia adelante.

—Bien hecho, Bo Peep. El otro lado de la puerta es el dominio de Thibault. El


código para el cuarto principal del almacén es T-B-O-1. ¿Lo tienes?

Asiento. Vamos fuera y cerramos la puerta detrás de nosotros.

—Inténtalo —ordena Dev.

Tecleo el T-B-O-1, y la puerta se abre.

—Estás de racha, bebé. —Dev abre la puerta pero la deja cerrar. Apunta de
donde nosotros estamos al teclado cerca de la gran puerta por donde entran los
autos—. El teclado allí pertenece a Toni. ¿Por qué? No lo sé. El código es T-O-N-1.
Puedes cerrar cuando te vayas. El resto de nosotros tenemos abridores automáticos.
No puedes conseguir uno hasta que salgas del período de prueba.

—¿Qué hay sobre la caja fuerte de armas y esos otros lugares? —pregunto
cuando nosotros bajamos las escaleras.

—Toni puede darte esos. Yo tengo que salir de aquí.

—¿Alguien está esperando con un palo allí afuera? —Me río de mi propia
triste broma.

—Sí, mi hijo. Mi mamá sólo podía cuidarlo por dos horas hoy, así que tengo
que ir allá y llevármelo.

Me detengo, sorprendida por su respuesta.

—¿Tienes un hijo? ¿De qué edad?

—Tiene cuatro, y puñado y medio. —Sonríe con orgullo—. Pero no lo haría


de ninguna otra manera.

Una bombilla se enciende en mi cabeza. Así que a esto se refería cuando


estaba quejándose con Ozzie de qué él tiene responsabilidades. Como lo recuerdo,
Ozzie no estaba muy de acuerdo con esa excusa. Seguramente sabe que Dev se
refería a su hijo…
149
—Mucha suerte allí afuera. —Dev levanta una mano, y trato de darle los
cinco, pero fracaso.

Me golpea ligeramente sobre la parte superior de mi brazo dos veces.

—Dos por haber fallado. Trata otra vez.

Lo hago mucho mejor esta vez, y él guiña un ojo.

—Lo conseguirás. —Está trotando a través del piso antes de que pueda
responder.

—¡No me hagas electrocutarte otra vez!

Ríe cuando se sube a su auto y sonrío todo el camino a través del cuarto en
donde Toni está esperando con un ceño fruncido en su cara.
23
—E
n el momento en que termines de hacer el tonto, puedo
mostrarte los casilleros a los que necesitarás acceso.

Estoy demasiado aturdida para responder. Pensé


que íbamos a ser amigas. Supongo que pensé mal. Mierda. No me gusta el drama de
chicas, especialmente en el trabajo.

Ella apunta hacia la caja fuerte de armas que noté en mi último viaje hasta
aquí.

—Estas son las armas que utilizamos de vez en cuando. No siempre llevo,
pero cuando lo hago, obtengo mi pieza de aquí. El código es C-O-L-T-4-5.

—Original. —Estoy de muy mal humor para jugar agradable en este


150
momento. ¿Por qué estaba siendo tan grosera conmigo? ¿Sólo estaba siendo
agradable antes porque todos estaban viendo? Eso va a apestar si es el caso. Estoy a
punto de estar metida en un auto con ella por no sé cuánto tiempo. Demasiado
tiempo, probablemente.

Tira de la puerta para revelar más armas de las que nunca he visto en un solo
lugar, fuera de una película de acción.

—Guau. Eso es una gran cantidad de poder de disparo.

Señala, dándome un recorrido.

—Las armas allí; rifles y escopetas, allí. Esa no es exactamente legal, así que
no puedes tener uno sin hablar con Ozzie primero.

—Oh, no te preocupes, no tomaré cualquiera de éstas nunca.

—Seguro que lo harás. Aquí todo el mundo tiene un entrenamiento de armas


de fuego. Hacemos repaso de disparos una vez al mes después que estamos
certificados.

—¿Certificados?

—Tiradores certificados. Ozzie insiste en ello. No quiere que ninguno de


nosotros dispare a la persona equivocada.

La mayor parte de la energía le falta a mi voz.

—Eso es bueno. Supongo.

—Las granadas allí… no viven hasta que el pasador es retirado, pero no


recomiendo que las toques.

—No te preocupe, no lo haré. —Mis ojos ruedan en mi cabeza. Estas personas


están locas. ¿Por qué estoy aquí de nuevo? Oh, sí. El dinero.

—Las balas allí. Las cajas están etiquetadas, así que asegúrate de agarrar la
caja correcta para el arma correcta.

—Sí, está bien. —Se trata de una broma completa. Como si me gustaría saber
151
cuál sería la bala correcta para un arma. Ja. No va a pasar. La única cosa que estaré
disparando será una cámara.

—Cuchillos, garrotes, palos allí, manoplas de metal en ese pequeño cajón. —


Se vuelve parcialmente hacia mí—. ¿Alguna pregunta?

—Sí. ¿Dónde están los lanzadores de cohetes?

—Los guardamos en un lugar separado.

Me deja ahí parada con la boca abierta como una idiota, hablando mientras
camina. No tengo idea de si era en serio o no.

—Otro equipo en estos casilleros de por aquí. —Abre las puertas de a uno—.
Máscaras de gas, chalecos Kevlar, guantes, cascos, botas. —Cierra la puerta y abre
otra—. Equipo de acampar para operaciones de vigilancia que no están en la ciudad.
—Esa puerta se cierra, y se mueve hacia un armario cerrado con llave—. Y aquí
dentro es tu dominio. Lucky ya cambió el código en él. —Hace un gesto hacia la
cerradura y sonríe maliciosamente—. Adivinas cuál es.
Me acerco lentamente, mirando la estúpida cerradura, preguntándome cuál
es la gran broma.

—¿Cuántos dígitos?

—Cuatro.

Suspiro pesadamente. Su rostro está haciéndolo obvio. Presiono las teclas


alfabéticas, una a la vez: P-E-E-P. La cerradura se abre, y la sonrisa de Toni cae.

—Ja, ja, muy divertido. —Abro la puerta, jadeando cuando veo los
contenidos.

—¿Te gusta? —pregunta. Ha vuelto a sonreír de nuevo.

—Me gusta mucho. —Meto la mano y levanto una cámara que he querido
durante los últimos cinco años, pero que no he sido capaz de pagar—. Santa madre
de los dioses de las cámaras…

—Sí. Ozzie no escatima. Dice que sólo somos tan eficaces como nuestras
herramientas.
152
Sonrío, pensando en Dev.

—¿Qué pasa con el auto de Dev, entonces?

—¿El Phoenix? —Sonríe—. Puedes poner como diez cadáveres en el maletero.


Lo hemos usado un montón desde que lo compró el año pasado.

Casi dejo caer la cámara.

Me la quita suavemente y la pone de nuevo en el estante.

—Tranquila, Bo Peep, sólo estaba bromeando. Más o menos. —Cierra la


puerta y se asegura que el bloqueo esté activado—. Te dejaré jugar allí más tarde.
Ahora tenemos que irnos antes que despierten todos los tipos malos.

Me deja de pie en el casillero.

—¿Tipos malos?

Se está subiendo en la SUV de Thibault, esperándome a que diera la vuelta


hasta el lado del pasajero. El motor ya está en marcha.

—¿No deberíamos llevar una cámara o algo?

—Nop. —Me responde a través de su ventana abierta—. Sólo es


reconocimiento visual, nada más.

Me sostengo de la manija por encima de la puerta para entrar. El SUV es más


alto en tierra de lo que parece.

—Reconocimiento visual. Reconocimiento visual. —Estoy repitiendo la


expresión para poder utilizarla más adelante en la conversación. Estoy empezando
a odiar el hecho que sea una estúpida Bo Peep en este grupo. Al ver todo ese equipo
de cámaras y vídeo me hace querer darle a este asunto un giro serio.

—Abrocha tu cinturón —dice ella, ajustando el espejo retrovisor.

Justo acababa de poner el cinturón en su lugar cuando lanza el auto en reversa


y rápidamente fuera del almacén. Agarrar la manija es la única cosa que me impide
caer en su regazo.

—Santa mierda, ¿dónde está el fuego? 153


Los neumáticos chirrían un poco mientras desliza el auto para ir hacia
adelante.

—No hay fuego. Sólo no veo la necesidad de conducir como una abuela.

Frunzo el ceño mientras me hundo abajo de mi asiento. Estupendo. Soy una


abuela Bo Peep. ¿Cuánto más lejos fuera de mi elemento puedo ir?
24
R
esulta ser bastante lejos. Puedo conseguir estar muy, muy lejos de mi
elemento, pasando el rato con Toni durante medio día.

Empezamos en una zona realmente aterradora de la ciudad a


la que nunca quiero volver y terminamos en algo peor. ¿Cómo llamas a un lugar
donde ves gente realmente vendiendo drogas a plena luz del día? ¿Infierno?

Este es el lugar, lo creas o no, donde se supone que debo establecer algún tipo
de vigilancia, con ayuda de Toni, para que podamos tratar de reunir cierta
información de los cabrones que viven aquí. O venden su crack aquí o lo que sea que
estén haciendo. ¡Ja! ¡Ciudad loca! Todo lo que sé es que he visto demasiados
pantalones colgando bajo, más allá de los traseros el día de hoy. ¿Ninguno de estos
chicos posee cinturones?
154

—Entonces, ¿qué te parece? —pregunta Toni cuando nos dirigimos de


regreso a la guarida BSB, haciendo su camino a través del puerto, a través del
laberinto de edificios comerciales y almacenes—. ¿Realizable?

Me encojo de hombros.

—Supongo. Realmente no vi lo que tienen por equipo, pero en teoría, seguro.


—Cualquier lugar puede ser fotografiado, mirado, espiado. Si puedes hacerlo sin
perder la vida es la cuestión. Tengo mis dudas acerca de los lugares que exploramos
hoy, pero Ozzie garantizó mi seguridad, así que voy a centrarme en eso y no en las
armas que vi en las pretinas de las personas.

—Espera hasta que veas nuestra furgoneta. —Ella está sonriendo y apretando
el volante. Dos segundos más tarde lo jala hacia la derecha, y tomamos una curva
demasiado rápido. Los neumáticos se quejan. De nuevo. Debe de tener que comprar
un nuevo conjunto cada par de meses, la forma en que deja goma detrás de donde
quiera que va.

—¿Qué furgoneta? —pregunto.

—Ojos sobre ruedas. Es donde monitoreamos todo cuando no tenemos los


pies en el suelo.

—¿Los pies en el suelo?

Se detiene en la puerta del almacén y coge un pequeño control remoto negro


en el que presiona un número.

—Cuando vamos a pie y no en la furgoneta. —Suspira, como si estuviera


cansada de tratar con la señora de lento procesamiento.

Es muy desalentador saber que soy una decepción. Estoy bastante segura que
reprobé mi prueba de hoy con ella. Debería estar diciendo que gané un punto
electrocutando a su amigo y perdí un punto por no ser una conductora loca con un
deseo de muerte. Probablemente no debería pasar demasiado tiempo con ella.

—¿Quién hace eso? —pregunto, tratando de mantener la conversación—.


¿Las cosas a pie? —No veo a nadie en el almacén, y me temo que vamos a estar 155
atrapadas juntas por otras dos horas. Tengo que mantener las cosas fluyendo.

—A veces Thibault, a veces yo. Tal vez tú algún día.

—¿Yo? —No puedo evitar el pánico en mi voz.

—No ahora. No hasta que tengas un entrenamiento serio. —Conduce dentro


de la bodega, cambia a estacionar, y apaga el motor—. Tal vez después de seis meses
estarás lista. —Abre su puerta y sale.

—¿Seis meses? —También salgo, un poco ofendida—. No estoy tan fuera de


forma. —Pellizco mi costado sólo para estar segura. No puede haber más de unos
centímetros extras allí. Tres o cuatro tal vez, si recientemente he estado en un
derroche de Ben & Jerry’s6.

6Ben & Jerry's: empresa europea que fabrica helados, yogures congelados, sorbetes y productos de
innovadores de helados.
Está subiendo por las escaleras.

—No sabrás cuán fuera de forma estás hasta que comiences a trabajar con
Dev. Créeme. Ninguno de nosotros lo hizo.

Doblo mi bíceps y sonrío con orgullo ante el pequeño bulto que se levanta
para saludar. Toni no tiene ni idea de lo que está hablando. Levanto cámaras durante
todo el día sin quejarme. Permanezco de pie durante horas. Tres meses. Eso es todo
lo que me llevará a ser del tipo duro. Ka-chow7, nena, ¡cuidado!

¿Tipo duro? ¿De dónde vino esa idea? No quiero ser del tipo duro, ¿cierto?
Dejo caer mi brazo de regreso a mi costado mientras imagino a ese hombre viniendo
por mí en su auto y disparándome otra vez, y asiento. Sí. Quiero ser del tipo duro.
Quiero ser alguien que no tenga miedo cuando sale por la puerta principal de su
casa, cuando ve a alguien sólo conduciendo frente a su casa lentamente, por el amor
de Dios. Quiero ser la clase de tipo duro que Ozzie encuentre atractivo.

—Oh, Dios mío —me digo en voz alta—. En serio, May, necesitas echar un
polvo.

—¿Qué es eso? —dice una voz a mi derecha. 156


Miro a la izquierda en cambio. Nop. Ni siquiera voy a reconocer a esta
persona que simplemente me podría haber escuchado. Esto no está sucediendo.

—¿Estabas hablando conmigo? —Ozzie sale de las sombras oscuras y camina


en mi dirección.

Tiro mi cabeza para verlo.

—¿Quién, yo? No, no he dicho nada. Sólo recordándome algunas tareas que
tengo que hacer más tarde. —Es decir, hablar con un terapeuta, porque estoy loca.

—Me pareció escucharte decir que necesitas tener un pago.

Lo señalo a toda prisa.

—¡Lo hice! Dije eso. Vaya, tienes una gran audición. —¡Gracias, Dios!

7 Ka chaw: Eslogan de Rayo McQueen en la última película animada de Pixar, Cars.


—Sólo necesito que rellenes un formulario con todos tus datos, y luego Lucky
puede ponerte en la nómina. Recuerda guardar todos tus recibos. Él te mostrará el
formato para entregarlos al final del mes.

Asiento, usando mi expresión muy seria. Manteniendo esto todos negocios,


borrará todos esos pensamientos sexys que continúan tratando de aparecer en mi
cabeza cuando él está alrededor. Mi poeta interior toma el control:

Músculos, músculos, duros traseros y pectorales,

¿Por qué debo mantener mi libido bajo control?

¡Ack! ¡Desaparezcan, pensamientos sexys!

—¿Cómo ha ido tu primer día? —pregunta.

Esto es bueno. Centrarse en el trabajo.

—Bien, supongo. ¿Terminé? —Sólo he estado aquí un total de tres horas. No


me puedo imaginar que él considera eso tiempo completo.

—Sólo tienes que hacer una cosa más, y entonces puedes irte.
157
Engancho mi bolso sobre mi hombro.

—Genial. ¿Qué es?

—Un entrenamiento.

—Un entrenamiento como en… ¿cómo en gimnasio?

Ozzie asiente hacia el equipo en el otro lado de la habitación.

—Nuestro gimnasio, sí.

—Está bien. —Froto mis manos y miro alrededor—. ¿Dónde está Dev? Él es
mi entrenador, ¿cierto?

—Normalmente lo sería, pero hoy se está recuperando de un golpe de pistola


eléctrica.

—Oh. —Yyyy la culpa está de vuelta.


—Así que en cambio me tendrás a mí como tu entrenador.

Yyyy lo sexy está de vuelta.

Se quita su sudadera para revelar debajo una muy apretada camiseta sin
mangas. Va demasiado perfectamente con sus muy reveladores pantalones cortos
para gimnasio.

¡Rápido! ¡Tácticas de evasión, actívense!

—Yo, eh, no traje mi ropa de entrenamiento.

—Está bien. Tenemos algunas para ti. —Apunta hacia un casillero—. Ahí
dentro. Cámbiate. Estaré de regreso en cinco.

Y con eso, me deja sola en el almacén para ponerme a mí misma en un pánico


inmediato. No sé cómo voy a ver sus músculos abultarse y no arrojarme hacia él.
Ésta va a ser una total prueba de fuerza de voluntad.

158
25
R
esulta, que mantener mis manos lejos de Ozzie mientras entrenamos
juntos no es una prueba tan dura para mi fuerza de voluntad. En el
momento en el que empieza a hacer que me esfuerce y gruña al
presionar cosas con mis piernas y levantar por los aires alguna estúpida pesa, todas
sus atractivas cualidades quedan en segundo plano frente a su poco atractiva
terquedad militar. Estoy un pelín sorprendida que no haya intercambiado su barba
por un bigote diminuto y cuadrado.

—¡Dame una más! —grita—. ¡Vamos! ¡Sácalo!

—¡Arrrrrggggg! —Sé de alguien que no va a estar invitado al nacimiento de


mi primer hijo. Sácalo, ¡y una mierda!
159
—Una más. Vamos, puedes hacerlo. ¡Empuja!

—¡Ya hice una más! —Jadeo y resoplo mientras las pesas cuelgan de mis
brazos flácidos. Todo duele. Todo. Incluso los músculos de mi culo arden.

—No has llegado al tope. Vamos, veo una más en tus ojos. Levanta.

—Lo que ves en mis ojos es una amenaza de muerte. —Intento levantar las
pesas de todas formas. Principalmente porque la puerta en lo alto de las escaleras se
acaba de abrir, y Dev está bajando. Temo que si ve cualquier debilidad en mí, vendrá
a por mí el doble de duro una vez se haya recuperado, lo que se rumorea que será
mañana. Ahora mismo ya tiene el paso decidido como un resorte.

—¡Vamos, levanta! —grita Ozzie en mi cara.

—¡Aléjate de mí! —le grito/gruño mientras mis brazos comienzan a


levantarse. Le golpearía si pudiera, pero necesito enfocar toda mi energía potencial
en mis bíceps. Mi cuerpo está lentamente doblándose hacia atrás, intentando
compensar mi falta de fuerza en los brazos.

—¡Mala postura! ¡Mantente erguida!

Más gotitas de sudor aparecen por mi cara al dejar de doblarme e intentar


usar solo mis brazos para levantar los nueve kilos por encima de mi ombligo.

—No puedo… no puedo…

Pone un único dedo debajo de cada pesa.

—Aquí, ayudaré.

Quiero gritar ante su ridículo ofrecimiento al que llama ayuda, pero no


puedo. No tengo energía extra para nada. Estoy muy asustada por tirarme un pedo;
tengo los cachetes de mi trasero estrujados, tan apretados como es posible, y eso deja
muy poca fuerza extra para levantar esas pesas de nueve kilos por encima de mis
hombros, por décimo segunda vez.

—¡Aaaarrrrr!
160
—¡Eso es! —grita—. ¡Lo tienes!

Dev se detiene cuando está junto a Ozzie y asiente.

—Puedes con esto. Tú puedes.

Mis músculos están gritando, suplicándome que pare, pero sigo de todas
formas, forzándolos a cumplir, porque si no lo hago, me iré de aquí con la cabeza
caída por la vergüenza. Sé que todos en BSB dan todo lo que tienen en sus
entrenamientos, y no puedo ser Bo Peep por siempre. Mis brazos están temblando
por el esfuerzo. Por favor, no me dejes tirarme un pedo, por favor, no me dejes tirarme un
pedo.

Las pesas obedecen al fin a mi orden y alcanzan lo más alto de la polea. Ozzie
las toma de mis manos y las lleva lejos de mí como si estuvieran hechas de plumas,
liberándome de la prisión que es su entrenamiento. Siento como si mis brazos fueran
a salir volando hacia la atmosfera, ahora que todo el peso se ha ido. Después cuando
los dejo caer a mis costados, los siento como si tuvieran pesas de veinte kilos atadas
a las muñecas.

—Está bien por tu primer día —dice, poniendo las pesas en un estante con
muchas más de varios pesos.

Gracias a Dios, al fin puedo relajar mis cachetes ahora que la amenaza de
tirarme un pedo accidentalmente ha pasado. Doblándome hacia delante, descanso
mis manos sobre mis rodillas. El sudor sigue la ley de la gravedad y gotea por mi
cara y se mete en mis ojos. Guau, eso escuece. Me pongo de pie e intento parpadear
para quitarme el dolor. Seguro que parece que estoy llorando, pero estoy demasiado
cansada para limpiarme el sudor.

—¿Entrenamiento duro? —pregunta Dev. Se ve como si aguantara la risa con


dificultad.

—Bastante duro. —Me encojo de hombros, dándome cuenta cuánto esfuerzo


requiere levantar los hombros, que ya no tienen ninguna fuerza por sí mismos. Miro
mi auto, preguntándome si ahora voy a ser capaz de conducir. Esa palanca de
cambios va a ser un problema. Quizás puedo llamar a un taxi sin que nadie se dé
cuenta. Ojalá no me hubiera comprado un auto pintado de un color tan vivo. De
161
ninguna manera van a pasarlo desapercibido siendo dejado toda la noche en la
esquina de su almacén.

Ozzie me da una palmada en el hombro.

—Te daremos un día libre y volveremos a empezar el miércoles.

Golpeo algo de sudor fuera de mi sien con un tembloroso dedo.

—No necesito esperar. Puedo volver mañana. —Todo este rollo de tipo duro
sale de lo más hondo dentro de mi yo más primitivo. Estoy bastante segura de que
hay un cubo cargado de adrenalina corriendo por mis venas, liberado de las
sensaciones que tuve hace unos minutos de estar muriendo por levantamiento de
peso.

—Veremos cómo te encuentras mañana. —Dev me da unas palmadas en la


espalda y luego aparta la mano con asco al darse cuenta de lo húmeda que está
ahora.
Ozzie está de nuevo todo profesional.

—Mañana necesito que vayas en la furgoneta con Toni y Thibault y veas lo


que puedes hacer para instalarte ahí.

—¿Operación Barba Fea? —pregunto.

Dev ríe y entonces se detiene inmediatamente cuando Ozzie le lanza una


mirada furiosa.

—Harley —dice Ozzie—. Es Harley, no barba fea.

Hablo entre dientes mientras recojo mi toalla sudada.

—No lo habría dicho nunca.

—Oh Dios. —Dev está sonriendo, frotando sus manos entre sí—. No puedo
esperar para nuestro próximo entrenamiento.

Su felicidad es contagiosa.

—Oh, ¿sí? —Limpio mi cara y cuello con la toalla, intentando no


estremecerme por cómo de asquerosa está. Huele a metal—. ¿Y eso por qué? 162
—Porque estás llena de energía. Creo que voy a disfrutar rompiéndote.

Resoplo.

—Sí, de acuerdo, lo que tú digas. —Estoy haciéndome la dura, pero en


realidad estoy al borde de llorar. ¿Por qué estoy metiéndome en la trampa
desafiando al entrenador personal del equipo? Nunca antes me había visto a mí
misma como una masoquista del castigo, pero ahora estoy comenzando a
preguntarme cómo de bien me conozco a mí misma. Este lugar o bien ha revelado
mi verdadero yo o me ha convertido totalmente en otra persona. En un día. Qué
demonios.

Mi teléfono suena y lo recojo del banco de pesas para ver quién es. Jenny. Me
ha dejado un mensaje que no puedo ignorar.

Hermana: Por favor llama lo antes posible. Sammy está enfermo y yo atascada.
Atascada puede significar cualquier cosa; conociendo a mi hermana podría
estar sin niñera o encerrada en el baño.

—¿He terminado aquí, o hay algo más que quieres que haga? —pregunto a
Ozzie.

—Nop, está bien. Solo vuelve mañana sobre las siete si puedes. Necesitas
tiempo para preparar el equipo antes de que ustedes vayan a hacer el trabajo.

Asiento, esperando que si llego tan temprano, significará también que me iré
antes. No es que me vaya a quejar si no puedo. Este lugar no es como ningún otro
empleo que haya tenido antes. Es mucho más… diferente. Informal. De alguna
manera es como pasar el rato con una loca familia. Una familia a la que le gusta
entrenar y echar pulsos. Gente loca. Creo que en cierto modo me gusta lo loco.

—¿Puedo hablar contigo un minuto? —me pregunta Dev mientras todos


comenzamos a caminar hacia las escaleras.

—Claro, ¿qué ocurre?

Se detiene y espera que Ozzie se adelante. Girando su cara hacia mí, baja su
volumen.
163

—Escucha, sé que hoy lo has dado todo, así que si no estás para otro
entrenamiento durante unos días, todo lo que tienes que hacer es decir la palabra.
No perderás ninguna credibilidad con ninguno de nosotros. Podemos ver lo duro
que lo estás intentando.

Frunzo el ceño, preguntándome si esto es un truco.

—De acuerdo.

—Mañana vas a estar dolorida. Asegúrate ahora de hacer estiramientos, otros


más esta noche, y otros más también mañana por la mañana. ¿Haces yoga?

Sacudo mi cabeza.

—Eso es dominio de mi hermana, no mío.

—Deberías empezar. Te ayudará con tu flexibilidad. Quizás ella pueda


mostrarte algunas posturas.
—De acuerdo, anotado. Estirar y yoga.

Dev se para en la mesa de madera y reorganiza algunas de las armas restantes


sobre ella. Ni siquiera estoy preocupada de que pueda usar una de ellas conmigo. Si
lo hace, tan solo me tomaré una agradable siesta en el suelo y estaré agradecida. Solo
estar aquí de pie está minando hasta la última pizca de energía que me queda.

Nunca antes fui una persona muy de gimnasios, así que tener a alguien que
me fuerce a ello es probablemente bueno. Supongo que podría acostumbrarme a ser
un poquito más flexible. Cumpliré treinta pronto, y mi hermana ya me dijo unos
cientos de veces que a los treinta fue cuando su cuerpo comenzó a caerse.

Pensamientos sobre ella me recuerdan su mensaje de texto. Rápidamente le


escribo una respuesta.

Yo: De camino.

—¿Te veo mañana? —pregunta Dev, sosteniendo una mano.

Le choco esos cinco sólidamente. Nada de recibir dos golpes esta vez.

—Sí, mañana. 164


—Bienvenida al equipo —dice, caminado hacia las escaleras, agarrando la
barandilla y lanzándose a sí mismo por los tres primeros peldaños.

—Gracias. Es genial estar aquí.

Cuando está entrando por la puerta del piso de arriba, Ozzie sale. Camino
realmente despacio hacia mi auto por si acaso quiere despedirse. Estoy sentándome
dentro, pretendiendo que tengo que organizar mi guantera, cuando oigo su voz en
mi ventanilla.

Se apoya un poco y sonríe.

—¿Un buen primer día?

Sonrío también, nerviosa de repente. El militar cabeza de chorlito ha


desaparecido, y en su lugar está el encantador Ozzie, solo a centímetros de mi
cuerpo sudado. El tipo que me salvó la vida y me dio un trabajo bastante genial. Mi
corazón se calienta con los acontecimientos que me trajeron aquí. Quizás que me
dispararan no fuera lo peor que me ha pasado.

—No vas a renunciar, ¿verdad? —pregunta.

—¿Estás de broma? ¿Justo cuando las cosas se ponen interesantes? —No


pretendí que mis palabras tuvieran un doble sentido, pero el leve levantamiento de
su ceja derecha me hace completamente consciente de que lo hacen.

—¿Tienes planes esta noche? —pregunta, con su tono informal que no revela
nada.

—De hecho, creo que sí. —Miro a mi teléfono, qué triste que mi hermana este
teniendo una crisis. Quizás Ozzie estaba pensando en pedirme salir.

—Bien por ti. Ten cuidado. —Golpea con su mano en la repisa de mi


ventanilla dos veces y se aleja.

Veo cómo se va, preguntándome si debería decirle cuáles son mis planes.
¿Parecería eso muy desesperado? Ozzie, ¡no te preocupes! ¡Mis planes no son con un
tipo! Oh Dios mío, sí. Totalmente desesperado. Quizás es mejor dejarlo creer lo que
sea que quiera. Es mejor hacerse la difícil, ¿verdad? ¿Y desde cuando eso importa?
165
¡Es mi jefe! No voy a dormir con él, ¡mierda!

Meto la llave en el contacto con más fuerza de la que pretendía, rompiéndome


la uña en el proceso. La chupo durante unos segundos antes de meter la primera
marcha. Odio ser tan esclava de mi fácil libido.

Ozzie está mirándome como un halcón mientras doy la vuelta dentro del gran
almacén y encaro mi auto hacia la puerta abierta.

—Hasta mañana —digo mientras me deslizo por delante, tan fría como puedo
ser.

—Hasta mañana. —Camina al lado de mi auto a medida que este está


avanzando y me pasa mi Taser—. Esta noche estaciona el auto en el garaje.

Meto el Taser en mi bolso y lo saludo mientras salgo conduciendo por las


puertas. Mi auto da sacudidas y se menea cuando accidentalmente suelto demasiado
el embrague. Rápidamente golpeo el pedal y tomo la palanca de cambios, intentando
meter segunda. Todo se une un par de segundos después, pero no antes de haber
hecho completamente el ridículo justo delante de la única persona que quiero que
piense que soy genial. Típico. Ni siquiera sé por qué me molesto intentando.

Dejo salir un largo suspiro al meter otra marcha pasando afuera de la gran
puerta delantera. Adiós, Bourbon Street Boys y hola, noche de Nueva Orleans.

166
26
O
igo los gritos antes de entrar a la casa, lo que me hace preguntarme
si debería haber venido directamente aquí en lugar de detenerme
para buscar a Félix. Frunzo el ceño cuando la puerta de mi hermana
se abre sin necesitar la llave que tengo en mi llavero. Debería ser más cuidadosa con
la seguridad en su casa. Hago una nota mental de chequear cuántas entradas tiene.
Quizás pueda pagarle un sistema de seguridad un día de estos. Quizás BSB tenga
algún descuento familiar.

Félix corre hacia el patio trasero mientras la voz de mi hermana retumba en


mis oídos.

—¡Mete tu trasero de vuelta en ese retrete, y no te levantes hasta que hayas


hecho popó! ¡No bromeo! ¡Tengo trabajo que hacer y una cena que cocinar!
167

Un gemido le sigue. No sé si es una de las chicas o Sammy. Apuesto a que es


el niño. Dado que es el más pequeño y el único varón en la casa es como que tiene
permiso para quejarse todo el tiempo. Ya he aprendido a ignorarlo, pero a mi
hermana le está sacando canas.

Me inclino en el baño de abajo, notando con un escaneo rápido que de hecho


está Sammy en el retrete y las niñas juntas en la tina. Hay montones de burbujas de
colores por todas partes, tapando cada juguete flotando.

Jenny está de pie con las manos en sus bolsillos traseros y el cabello
desordenado. Su blusa está mal abotonada, dejando una mitad colgando más largo
adelante. Tiene manchas de agua en ambas piernas y sólo está usando un calcetín.
El otro pie tiene las uñas pintadas con pintura que debe haberse puesto hace seis
meses.
—Te tomaste tu tiempo —dice, soplándose el flequillo lejos de los ojos al
mirarme.

Lo peor que se puede hacer en una situación así es responder a su actitud con
la mía propia. Lo sé de previas experiencias, así que mantengo el tono alegre.

—Estaba trabajando. ¿Qué sucede?

—¿Trabajo? ¿Qué trabajo? Llamé a tu estudio, y no atendiste.

—Mi nuevo trabajo. —Me deslizo a su lado, y me arrodillo para jugar con las
niñas en el agua. Hundo la cabeza mientras espero que los gritos regresen.

Sophie y Melody me miran con los ojos como platos. También saben qué
viene.

—¿Trabajo nuevo? ¿Cuál trabajo nuevo? ¿Qué demonios, May? ¿Acaso ahora
tienes una vida secreta de la que no me cuentas?

Yyyy ahora sabemos por qué esperé para decir algo. Giro la cabeza y la miro,
usando mi voz de terapeuta.
168
—Has tenido un mal día, Jenny- Boo. Ve a servirte una copa de vino y siéntate
en el sofá. Yo bañaré a las niñas, convenceré a Sammy de que se rinda a los dioses
del popó, y luego, una vez les haya dado de cenar con comida que cocinaré yo, te
acompañaré. Considera que esta es tu noche libre.

Me mira por sólo medio segundo antes de arrugar el rostro.

—De acuerdo —dice débilmente, dejando el baño antes de que puedan verla
llorar.

Odio verla arrastrando los pies de esa forma, apenas alzándolos del suelo. Ya
está arruinada, y ni siquiera ha probado alcohol. Amo a mis sobrinas y sobrino más
que a nada en el mundo, pero son el método anticonceptivo más efectivo que he
conocido. Las adolescentes deberían estar obligadas a ser sus niñeras antes de salir
en sus primeras citas.
—¿Qué le pasa a mami? —pregunta Melody, la del medio, cuando ella se ha
ido. La llamamos la Melody del medio a veces. Aún es suficientemente joven para
no odiarlo.

—Shhh —interrumpe Sophie, de ocho, antes de que yo pueda responder—.


Está estresada. Sólo portémonos bien hasta que se sienta mejor. Y luego puedes
volver a portarte mal.

Melody salpica a su hermana.

—¡No me porto mal!

—¡Oigan! —Hago la señal de tiempo muerto, incapaz de mantenerla sólo dos


segundos porque mis brazos de fideos ya no quieren funcionar—. Relájense las dos.
¿No ven que Sammy está en una crisis?

Lo miramos a él y a su expresión de tristeza.

—¿Constipado de nuevo? —pregunto.

Asiente.
169
—Contapado de nuevo. Mi pancita y colita duelen.

—No te tenses. Sólo relájate.

—Sí, sólo relájate —dice Melody, riéndose.

—Oye —la señalo—, no te burles de tu hermano. Estar constipado apesta.

—Sí, estar contapado apeta. —Samy toma un cepillo de dientes y se lo arroja


a su hermana.

Me pongo de pie tan rápido como puedo en un esfuerzo de distraer a Melody


para evitar una más que segura represalia.

—¡De acuerdo, personitas pequeñas, escúchenme!

Todos inclinan sus cabezas para mirarme. El baño se queda en silencio lo


suficiente para que oigamos un vino siendo descorchado en la cocina.

Hago un gesto con mis brazos.


—¡La tía May está aquí! —Bajo los brazos para poder contar con los dedos. Y
esto es mucho mejor para mis músculos—. Y eso significa que nadie arrojará nada,
escupirá, hablará del popó, se tirará pedos, eructará, no se dirán apodos, y no se
quejarán de lo que cocine, ¿entendido? —Los miro a los tres por turnos, y vuelvo a
sentarme porque los músculos de mis piernas tampoco están felices.

Intercambian miradas en silencio entre sí.

Un sonido llega del retrete. Sammy intenta no reír cuando le lanzo una
mirada asesina.

—Upp. Un pedo. Pedón.

Todos ríen.

Melody señala a su hermano.

—¡Rompió la regla de los pedos! —Se sujeta el torso, hace fuerza, y logra sacar
tres burbujitas al agua.

Sophie la mira asqueada.


170
—¡Tú también te tiraste un pedo! ¡Iugh! ¡No en la bañera! —Salta e intenta
salir de la tina, pero está demasiado cubierta de burbujas para lograrlo. Se vuelve a
caer en un revuelo de extremidades. El agua salpica por todos lados.

Para cuando puedo volver a mirarlos, los tres se están riendo histéricamente.

—¡Tía May, tienes burbujas en la cabeza! —grita Melody.

—¡Auch! Yo tengo un moretón en la rodilla —se queja Sophie.

—¡Oye! ¿Adivinen qué? —grita Sammy.

Todas lo miramos, esperando las buenas nuevas.

—¡Hice popó!
27
L
os niños están comiendo su espagueti en la mesa de la cocina, con
Félix debajo, listo para las cosas que caigan. Se están comportando
muy tranquilos, a cambio de helado de postre, y yo estoy sirviéndome
una copa de vino de la botella que ya mi hermana ha medio terminado.

Cuando me dejo caer en el sillón junto a su sofá, me mira por encima de su


copa.

Miro de vuelta mientras tomo un sorbo.

—¿Así que? ¿Vas a decirme acerca de este nuevo trabajo o qué?

Considero cruzar mis piernas debajo de mí, pero cuando lo intento, me duele
demasiado, por lo que sólo las dejó caer al suelo en su lugar.
171

—No es la gran cosa, la verdad. Sólo voy a tomar algunas fotos para estas
personas.

—¿Por qué tengo la impresión de que es mucho más que sólo tomar algunas
fotos? ¿Es una especie de cosa porno? —Mira por encima de su hombro a la cocina
y luego baja la voz—. Sabes que no puedes participar en la industria del porno. ¡Ellos
te reclutarán en la parte de actuación!

Me río. Es tan bueno estar aquí sentada en su sala de estar con ella. Amo a mi
hermana y su loca mente.

—Estás loca. Y puedes relajarte, porque no tiene nada que ver con la industria
porno. Es una empresa de seguridad. —Suena mucho más seguro cuando lo digo de
esa manera. Sin riesgo. Es mejor para mi hermana escucharlo de esta manera; de lo
contrario, va a volverse toda mamá gallina conmigo y me va a hacer empezar a
dudar de mí misma.
Parpadea un par de veces mientras lo evalúa en su cabeza.

—¿Recuerdas a ese tipo que me ayudó a salir cuando accidentalmente


terminé en el bar Frankie’s?

—¿Ese con todos los músculos? —Sonríe por primera vez desde que llegué.

—Sí, ese. Me ofreció un trabajo. —Trato de no sonreír, pero es difícil.

—¿Así que él trabaja en una empresa de seguridad, y te ofreció un trabajo


para tomar fotos? ¿De qué?

Me encojo de hombros, tratando de pensar en una forma de minimizar el


peligro. Jenny siempre ha sido mi protectora auto-asignada.

—No lo sé. Gente. Lugares. Cosas.

—Un trabajo de sustantivos. —Entrecierra sus ojos hacia mí—. No juegues,


hermanita. ¿Que no me estás diciendo?

Juego con un hilo suelto de mis nuevos pantalones cortos de entrenamiento.

—No mucho. Sólo que es básicamente una especie de… un poco de este tipo 172
de cosas que es un poco difícil de explicar.

Toma un largo sorbo de vino, casi vaciando su copa.

Salto para agarrar la botella, esperando que la vaya a distraer de mis horribles
intentos de restar importancia a los puntos negativos de mi trabajo.

—Eres la peor mentirosa que pisó el planeta Tierra —dice, riendo en su copa
mientras se la termina.

—Mejor que ser el mejor mentiroso, ¿verdad? —Me inclino y lleno su copa,
rellenando la mía mientras estoy en ello, antes de colocar la botella sobre la mesa de
café.

—Tal vez. Entonces, ¿cuál es el problema? Sin tapujos. Sólo dime. No voy a
molestarme.

—¿Sin tapujos? Bien. Es un programa de vigilancia. Tomo fotos de tipos


malos haciendo cosas malas.
Ella voltea los ojos hacia el techo y deja escapar un largo y fuerte gruñido.

—¡Eeeeeerrrrrhhhhh! —Entonces ella me mira—. ¡May, ¿cómo pudiste?!

—¿Cómo pude qué? —Estoy jugando a la inocente—. ¿Obtener un trabajo así


con el que puedo pagar mis cuentas?

—¿Cuántas veces te he pedido que te mudes conmigo? Podríamos ahorrarnos


mucho dinero —Sus ojos se ponen llorosos.

—Ay, nena… —Me levanto y me siento a su lado en el sofá, dejando mi vino


en la mesa—, sabes que no puedo hacer eso. Necesito mi espacio. Ustedes necesitan
su espacio para ser una familia. No quiero que los niños se enojen conmigo porque
estoy de mal humor todo el tiempo.

—No estás de mal humor todo el tiempo. —Está llorando ahora—. Tú


siempre estás feliz.

—Eso es porque tengo mi propio lugar.

—¿Estás diciendo que estar en mi casa o que vivir conmigo te haría infeliz?
173
Es una pregunta justa. He estado de algún modo diciendo eso desde el año
pasado.

—No, estoy diciendo que soy una chica joven y sola a quien le gusta caminar
alrededor de su casa desnuda, algunas veces, y tomar largos baños con un vaso de
vino de vez en cuando.

Jenny suspira, apoyando su cabeza sobre la mía.

—Eso suena bien, en realidad.

—Cada vez que necesites eso, solo llámame. O escríbeme como lo hiciste hoy,
y voy a venir corriendo. Estoy aquí para ti; lo sabes.

—Lo sé. —Me da una palmada en la pierna y bebe más vino—. Estoy
sintiendo lástima por mí misma. Ignórame.

—¿Qué pasó? ¿Fue Miles? —El ex. El idiota arrogante que se niega a dar un
paso adelante y ser un verdadero padre para estos niños.
—Por supuesto que es Miles, ¿quién más sería? El cheque de manutención de
los niños que me dio rebotó, una vez más, así que varios pagos que hice a otros
lugares no van a hacerse efectivos ahora.

Muerdo mi labio, sabiendo que estoy pisando en terreno peligroso. Mudarme


con ella podría salvarla de una gran cantidad de estos problemas, pero también me
preocupa que si lo hago, Miles dejaría de hacer lo poco que hace. Me vería como el
padre sustituto de sus hijos y desaparecería para siempre. Olvidando los problemas
de cheques rebotando; estaríamos entrando en trescientos sesenta y cinco días de
cuidado infantil continuo de parte de mi hermana, en lugar de ella consiguiendo las
dos semanas de vacaciones cuando él se los lleva por algún tiempo el verano, y el
fin de semana al mes que se las arregla para ponerlos en su agenda.

Nop. No puedo vivir con Jenny. Por mucho que aliviaría algunos problemas,
estoy segura de que crearía otros peores. Lo último que quiero es algo que se
interponga entre nosotros. La quiero y a sus bebés demasiado para eso.

—Me pagan bastante bien en este nuevo lugar. Tal vez pueda ayudar con
algunas cuentas.

—Eso no es justo para ti. —Sorbe y me sonríe—. ¿Cómo vas a ser capaz de
174
pagar todo ese baño de burbujas?

La empujo con el codo.

—Puedo hacer el mío. Solo voy a correr el agua del baño sobre una barra de
jabón.

Ella resopla.

—Claro que lo harás. —Se mueve un poco alejándose de mí, así puede
verme—. Así que háblame acerca de este tipo.

—¿Qué tipo? —Estoy tratando de actuar como si realmente no tuviera ni idea


de lo que está hablando, pero puedo decir por su expresión que ella no lo está
comprando.

—Claro que sí. Vamos, tú sabes de quién estoy hablando. Alto, moreno y
construido como un tanque.
—¿Quién, Ozzie?

—No me hagas estrangularte. Estoy lo suficientemente enojada con Miles


para tomarlo con un espectador inocente.

—Bien. Ozzie es el tipo que me salvó la vida, básicamente. —Recojo el hilo de


mis pantalones cortos de nuevo—. Y, como puedes recordar, cuidó a Félix ese único
día y me lo trajo de regreso, lo que fue muy agradable. —Tomo un sorbo de mi vino
cuando recuerdo ese beso—. De todos modos, no hay nada pasando con nosotros.
Solo es mi nuevo jefe, eso es todo.

—Mmm-hmmm. —Jenny bebe más vino—. Y tu cara poniéndose toda roja


ahora y tú tirando de tus pantalones cortos es todo sólo… ¿Qué? ¿La gripe? ¿Te
enfermaste con algo?

Cierro los ojos e inclino mi cabeza hacia atrás en el sofá.

—Nos besamos, ¿de acuerdo? Nos besamos.

Ella me golpea en el hombro.

—¡¿Cuando?! —Suena de repente muy feliz. 175


—El sábado en la noche. En mi casa. Cuando trajo la cena.

—¡Oh Dios mío! ¡¿Todo esto ocurrió, y no dijiste nada?! Ahora entiendo por
qué no quieres mudarte.

—Cállate. —La miro, manteniendo la cabeza en el sofá—. Nada más puede


suceder. Trabajamos juntos ahora. Él es mi jefe. Se disculpó.

—Ay.

—Sí. Ay. Así que no es nada, ¿de acuerdo? Sólo… déjalo pasar.

—¿Es difícil trabajar con él?

Suspiro, pensando en mi día.

—Realmente no. Claro, estoy pasándolo difícil con él todo el tiempo, pero no
creo que pueda darse cuenta.
—Oh, sí —dice ella en su tono de burla—, siempre eres tan buena con ese tipo
de cosas.

Tengo que sonreír. Me conoce demasiado bien.

—Estoy tratando de ser agradable, ¿de acuerdo? Y hoy fue mucho más fácil
cuando él estuvo a cargo de mi estúpido entrenamiento.

—¿Entrenamiento? ¿Ese es el código para algo?

—No. Como en el gimnasio, un entrenamiento. Levanté pesas con todos los


músculos de mi cuerpo durante una hora hoy.

Ella se acerca y aprieta mi bíceps.

—Ay. —Me estremezco de dolor, pero parece que no puedo moverme muy
bien. Cuanto más tiempo me siento en el sofá, más rígida me pongo.

—Tienes que estirarte.

—Eso es lo que dijo Dev.

—¿Dev? 176
—Un compañero de trabajo. El entrenador.

—Pensé que dijiste que Ozzie te entrenó.

—Él lo hizo. Pero la próxima vez será Dev.

—Así que te estás poniendo toda sudada en el trabajo con un grupo de chicos.
¿Dev es tan caliente como lo es Ozzie?

Me río.

—Pervertida. No es así.

—Sólo déjame soñar. ¿Cómo es él?

—Si te gustan los chicos que tienen uno noventa y cinco de alto y totalmente
calvos, entonces seguro. Él es lindo.

—Estás bromeando.
—No, confía en mí, no lo estoy.

—Hmmm. —Frota el borde de su copa—. Tal vez llegaré a conocerlo algún


día.

—Tal vez lo harás. —Me siento y gimo cuando mis músculos se quejan.

—¿Estás bien? —pregunta Jenny, apoyando su mano en mi espalda.

—Músculos adoloridos —digo en voz baja a través del dolor.

—Mejor que llegues a casa y tomes uno de esos baños de los que estabas
hablando.

Me giro un poco para mirarla.

—¿Vas a estar bien? —Echo un vistazo a la cocina donde puedo oír a los niños
susurrando. Planeando una toma hostil o un golpe, probablemente.

—Sí, vamos a estar bien. El vino ayudó.

—Les prometí helado.


177
—Escuché eso. No te preocupes. Voy a cubrirte. —Se para y levanta una mano
para ayudarme a pararme.

La tomo y me pongo de pie con dificultad.

—Gracias por venir y salvarme de volverme loca.

La abrazo fuerte y beso su mejilla.

—En cualquier momento, en cualquier lugar. Estoy allí.

—Lo mismo para ti, lo sabes. —Me da una palmada en la espalda—. Si alguna
vez me necesitas, estoy allí también.

—Lo sé. —Me aparto y camino con cuidado alrededor de los muebles. Un
movimiento en falso y podría tropezar, y si termino en el suelo, probablemente voy
a tener que permanecer allí durante la noche. Me ha quedado suficiente fuerza en
mi cuerpo para llegar a casa, y eso es todo.
—Llámame mañana después del trabajo, así puedes decirme todos los
detalles. —Jenny abre la puerta delantera para mí.

—Lo haré. —Levanto mi barbilla y hablo más alto—. ¡Nos vemos después,
niños!

—¡Adiós, tía May! —Llega un coro de pequeñas voces.

—¡Gacias por el hedado! —añade Sammy.

—¡Gracias a tu madre! —le grito de vuelta antes de salir. Recojo a Félix y lo


sostengo bajo mi brazo. La noche es tranquila, con suficiente humedad para hacer
que mi camisa comience a pegarse a mí otra vez.

—Me encanta este clima de N'Orleans —dice Jenny, haciendo un gesto con su
copa como si estuviera haciéndole vítores a la noche.

—No hay ningún lugar en donde preferiría estar. —Lanzándole un beso, me


meto en mi auto, poniendo a Félix en el asiento del pasajero antes de poner la marcha
atrás suavemente y dejarla, y a sus locos niños, detrás. Estoy agotada, pero feliz. Más
feliz de lo que recuerdo estar en mucho tiempo. He conseguido un nuevo trabajo,
una gran familia, un perro adorable, y un grupo de personas que se llaman a sí
178
mismos un equipo, que me han acogido en su redil. La vida es buena.
28
M
i vida apesta completamente. Mi cuerpo está roto. Es martes por
la mañana y mi alarma ha sonado, así que debería estar
metiéndome en la ducha. Pero en cambio estoy acostada en mi
cama, paralizada. Félix lame mi mejilla y no tengo la energía para detenerlo.

Gimo mientras trato de girarme hacia mi teléfono. Me sigue, sabiendo que no


tengo pelea en mí, lamiendo ahora mi oreja.

—Oooooooooh Dios mío, qué demoniossssssss. —Cada músculo en mi


cuerpo duele. Creo que los desgarré todos. Esto no puede solo ser dolor muscular
normal; es demasiado severo.

Lo único que no me duele es mi pulgar. Después de ahuyentar a Félix, lo uso 179


para escribir un mensaje de texto, apoyando el teléfono en mi colchón así no tendré
que usar ningún músculo de mi brazo para sostenerlo.

Yo: Ozzie, estoy muriendo.

Unos segundos después mi teléfono suena.

—¿Hola? —gruño, poniendo el teléfono en mi oreja mojada lamida por mi


perro.

—¿Qué está pasando? Háblame. —Ozzie es todo negocios. ¿No sabe que sólo
son las seis de la mañana?

—Estoy adolorida. Creo que estoy muriendo.

Un largo siseo de aliento golpea mi oreja antes que él hable de nuevo.

—¿Estás muriendo debido a tu entrenamiento o porque te han disparado?


Alejo el teléfono y lo miro. Supongo que las seis de la mañana es la hora de
hablar locuras.

—No, no seas tonto. ¿Quién me dispararía en mi propia casa?

—¡¿Cómo se supone que sepa dónde estás?! —Está gritando como si estuviera
verdaderamente enojado conmigo.

—¡Perdóname, Señor Pantalones Enojados, pero pensé que tenías una cosita
que rastreaba teléfonos! —Ahora también estoy enojada. Estaba esperando lástima
de su parte y ¿estoy siendo regañada? ¿Por qué pasa eso?

—¡El que no prendo a menos que crea que alguien está en problemas, May!

Parpadeo unas cuantas veces, dejando que eso se procese. Tiene sentido ahora
que he estado despierta por más de tres minutos.

—Está bien, bien. Lo siento si te causé alguna preocupación por decirte que
estaba muriendo.

No dice nada por un momento.


180
—¿Ozzie? ¿Todavía estás ahí?

—Sí, solo dame un minuto.

A medida que los segundos pasan, me convenzo más y más que nunca
debería haber levantado mi teléfono está mañana. Él no es mi novio; es mi jefe. No
quiere escuchar sobre mis músculos adoloridos; solo quiere que entre al trabajo a las
siete y continúe con mi asignación. ¿Por qué sigo colocándole este rol de novio? ¿Qué
está mal con mi cerebro?

—Escucha, ¿quieres el día libre? ¿Estás así de adolorida?

Me enderezo con esfuerzo.

—No. —Las palabras salen sonando como si fuera dichas por una mujer de
ochenta años—. No. —La segunda vez es mejor. Me siento más fuerte. La
humillación dándome alas—. No quiero el día libre; no seas ridículo. Solo es mi
segundo día. —Félix se sube a mi regazo y ausentemente juego con sus orejas.
—Pero si estás demasiado adolorida…

—No lo estoy. Realmente no lo estoy. Estoy bien. Te veré en una hora.


Lamento llamarte. No lo haré de nuevo.

No dice nada.

—Está bien, entonces nos vemos más tarde. Adiós.

—Nos vemos más tarde… —hace una pausa—, Bo Peep.

Presiono el botón rojo y aviento mi teléfono hacia las mantas.

—Bo Peep. Bo Peep. Te daré tu Bo Beep. —Levanto a Félix para quitarlo de


encima de mí y saco mis piernas de la cama, gruñendo todo el camino. Nunca antes
supe cuántos de mis músculos abdominales, músculos de la espalda, músculos de
los brazos y músculos del cuello son necesarios para completar ese pequeño
movimiento. Vaya.

Una ducha de diez minutos y una liberadora cobertura de mi cuerpo con


crema para facilitar un rápido auto masaje ayudan mucho en volverme más móvil.
Ahora puedo de hecho caminar solo con una ligera cojera. Pero cada escalón de mis 181
escaleras que bajo trae un sollozo a mis labios. Para el momento que llego al pie de
la escalera, básicamente estoy sólo dejándome caer. Agarro el barandal al final para
evitar caer al suelo. Félix corre junto a mí, creo que preocupado por mi bienestar.
Sigue mirando hacia mí y lloriqueando.

—No te preocupes, Fee. No voy a morir hoy.

Lo dejo salir a mi pequeño patio a hacer sus asuntos, lleno su tazón con
croquetas y lo dejo aquí para que juegue.

Cuatro antiinflamatorios me tienen cantando sobre caminar a la luz del sol


cuando llego al almacén, media hora después. Pierdo algo de mi buen humor
cuando veo a Dev parado en la mitad del suelo con un palo en su mano. Cuando sus
ojos se fijan en mí, sonríe de una manera verdaderamente malvada y golpea su mano
con el arma.
Bien. ¿Quiere jugar de esta manera? Bien. Más que bien. Me orillo hacia la
esquina del almacén y me estaciono, agarro mi pistola eléctrica de mi bolso y salgo
de mi auto. Me dirijo en su dirección antes que incluso esté cerrada la puerta.

—Piensa siquiera en tocarme con ese palo y te dispararé con tanta


electricidad, que serás capaz de prender toda la manzana con tu dedo en un
contacto. —La levanto frente a mí con dos manos, dado que un brazo es demasiado
débil para hacer el trabajo por sí solo. Posiblemente podría lucir como un chico malo
del FBI.

Todos empiezan a reírse, incluyendo a Dev.

Pone el palo sobre la mesa y abre sus brazos.

—Ven con papá, Bo Peep. Sabía que lo tenías en ti.

Suspiro con alivio y bajo mi arma, cojeando para reunirme con mi equipo.

182
29
—T
engo que darte mérito —dice Toni, girando el volante de
la furgoneta poco a poco para que podamos estacionar en
el lado de la calle a media cuadra de nuestro objetivo de
vigilancia—. Ese fue un gran acercamiento con Dev esta mañana.

—No es como que me dio ninguna opción. —Meto mi pelo detrás de mi oreja
y giro en mi asiento para verla mientras se mueve en la parte trasera de la furgoneta.
Es un pequeño centro de mando, con dos taburetes cortos colocados frente a un
banco de pantallas y dos computadoras portátiles en un estante muy estrecho
integrado en el lateral de la furgoneta. Estuve aliviada al saber que toda la cosa es a
prueba de balas.

—Había un montón de opciones. Había apostado a que te dabas la vuelta y


183
marchabas.

Mi sonrisa cae.

—Oh.

—Peeero estarás feliz al saber que todos los demás pensaban que aguantarías.
—Está jugando con los cables debajo del estante, frunciendo el ceño cuando algo no
está haciendo lo que quiere que haga.

No quiero hacer hincapié en su falta de fe en mí, así que cambio de tema.

—¿Qué estás haciendo ahí?

—Tratando… —hace una mueca—… de encontrar… —jala algunos cables


realmente fuerte—… la fuente de alimentación… —un cable sale volando y le golpea
en la cabeza—, para las computadoras. —Se sienta y le sonríe—. Allá vamos. Puedes
correr, pero no te puedes ocultar, pequeño bastardo. —Conecta los ordenadores
portátiles y abre el que está frente a ella.

—Entonces, ¿qué estamos haciendo hoy aquí? —Me muevo en mi asiento


para que los músculos de mis piernas no se me acalambren. Sin embargo, casi
cualquier posición que escoja no va a funcionar. Mi cuerpo está en completo modo
vencido.

—Primero tenemos que evaluar qué tipo de vigilancia va a funcionar con lo


que tenemos aquí en esta calle, y luego tenemos que conseguir disponerla. La fecha
límite para finalizar está a díiiias. —Mira a través del parabrisas—. Debes venir aquí
atrás conmigo y correr esa cortina. —Hace un gesto en un punto detrás de los
asientos delanteros.

Me muevo a la parte trasera de la furgoneta y desengancho la cortina negra


de su abrazadera detrás del asiento del pasajero. Corre de derecha a izquierda a
través de una vía de metal incrustada en el techo. Una vez que está en su lugar, el
cuarto de atrás se oscurece excepto por la pantalla de la computadora portátil. Toni
se inclina hacia delante y presiona un botón en el panel de delante de ella, y una luz
tenue sale del techo. 184
—Esto es tan súper espía —digo en un susurro.

—Si tú lo dices. —Está demasiado ocupada tocando en su teclado para


mirarme.

Me giro y arrastro el estuche de plástico duro del equipo completo más cerca
de mí.

—Creo que voy a examinar estas cosas.

—Buena idea. Prueba un par de objetivos fuera. A ver si alguno de ellos puede
llegar a la casa. —Hace una pausa y tiende su mano sobre mí para llegar a la
cortina—. Puedes tirar hacia abajo esta pequeña solapa y poner la lente allí arriba.
Trata de no bajarla hasta que estés lista para llenar el agujero con la lente.

La cortina negra tiene un agujero de cámara espía. Genial.


La primera lente que selecciono hace el truco, tanto como cualquier lente de
cámara puede, de todos modos; cuando la coloco en el agujero en la cortina, puedo
captar el pequeño buzón de correo justo al lado de la puerta principal. La placa de
identificación desvanecida dice “Juárez”. Parece que nuestros objetivos no han
hecho ninguna limpieza desde que la casa fue construida en los años sesenta,
aunque, por lo visto en ninguna parte del interior probablemente tampoco vaya a
suceder.

—No estoy segura de cuánto voy a ver a través de esas ventanas marrones —
digo—. Me recuerda a Mi Primo Vinny.

Ella me sorprende cuando salta de cabeza.

—Me encanta esa película. Una de mis favoritas. Los dos “júvenes”8. —Se ríe,
moviendo la cabeza con un suspiro.

Trato de no emocionarme demasiado sobre el hecho de que compartimos el


mismo gusto por el cine. Cada vez que me pongo a pensar que ella y yo podemos
ser amigas, me lanza una bola curva. Como apostar en contra de mí esta mañana.
Me pregunto qué va a tomar ganar su respeto. Espero que no vaya a involucrar a mí
recibiendo un disparo.
185

La puerta principal de la casa se abre.

—¡Alguien está saliendo! —Mi pulso comienza a latir con fuerza, y de repente
es difícil respirar. Estoy entusiasmada y muerta de miedo. ¿Y si nos ven? ¿Qué si
saben exactamente lo que estamos haciendo? ¿La camioneta a prueba de balas
también es a prueba de bombas?

—¡Toma algunas fotos!

—Oh, está bien. —Mi dedo presiona el botón de disparo. Rápidamente me


concentro en el asunto y hago lo mejor para capturarlo de perfil y de lleno. Él se
vuelve en nuestra dirección para llegar a su auto, estacionado a pocos vehículos más
abajo de donde estamos.

8Original “Yoots”. En la película “Mi primo Vinny”, el personaje de Vicent Gambini dice “yoots” en
vez de “youth” (joven/juventud) debido a su fuerte acento neoyorquino.
—Oh, Dios mío, estoy consiguiendo algunas grandes tomas en este momento.

—Sigue adelante. Nunca puedes tener demasiadas.

—Gracias a Dios por lo digital, ¿verdad?

—Sí. —Toni está moviéndose detrás de mí, pero no puedo parar para
averiguar lo que está haciendo.

—Escucha, si él se acerca, debes apartar la cortina y cerrarla.

—¿Qué tan cerca? —Todavía estoy tomando fotos.

—A menos de tres metros.

Tomo unas cuantas fotos más y retrocedo, sacando la cámara del agujero y
cerrando la solapa.

Toda la furgoneta está muy oscura en el interior. Toni debió apagar la luz
cuando estaba ocupada tomando un centenar de imágenes en diez segundos.

—La próxima vez, me adviertes cuando vayas a hacer eso —dice Toni.
186
—¿Por qué?

—Porque es mejor si está oscuro aquí dentro cuando te retiras, así no ven un
cuadrado de luz en la cortina.

—Oh. Lo siento.

—No te preocupes. Supuse que estabas a punto de hacerlo, así que apagué la
luz. La próxima vez, sólo dame una señal primero.

—¿Cuál es la señal?

—Luces.

—Oh. Eso es fácil.

—Tratamos de mantener todo tan simple como sea posible, así en el calor del
momento no olvidamos.
—Buen plan. —Puedo imaginarme olvidando una palabra clave más
complicada que luces. Estoy agradecida secretamente del genio a cargo de las
contraseñas y señales, quien sea esa persona. ¿Es Ozzie? Parece como que lo sería.
Él me da la impresión de ser tanto una persona reflexiva como práctica.

—¿Conseguiste algo bueno? —pregunta.

Enciendo la cámara en modo de reproducción y paso a través de las


fotografías.

—Sí. Varias. —Sostengo la cámara hacia ella—. ¿Conoces a este tipo?

—No. Pero eso no quiere decir nada. Lo correremos a través de nuestro


programa de reconocimiento facial y veremos con lo que nos encontramos.

—¿Tienes eso? ¿Ese programa, quiero decir?

—Sí. —Suena a la defensiva.

—Lo siento, es sólo… un poco difícil de creer que tendrían algo tan sofisticado
en una empresa de seguridad. No es como si fueran la policía o algo.
187
—En primer lugar, no somos sólo cualquier empresa de seguridad. Ozzie sólo
ejecuta operaciones de primera línea. Y en segundo lugar, trabajamos con el
departamento de policía. Nos dan acceso a todo tipo de bases de datos. No podemos
hacer nuestro trabajo muy bien sin él.

Asiento, pensando en eso.

—Eso tiene sentido. —Estoy aún más impresionada con Ozzie de lo que
estaba antes. Si no tengo cuidado, muy pronto estaré babeando cada vez que él entre
en la habitación.

—Esto es interesante —dice Toni, mirando su pantalla.

—¿Qué?

Se inclina un poco hacia la derecha para que pueda mirar a la pantalla de su


ordenador portátil. Hay una fotografía aérea de un barrio, mostrando casas,
caminos, e incluso autos.
—¿Qué es eso?

—Estamos aquí —dice, señalando a un punto en el mapa.

—No veo nuestra camioneta.

—Esta imagen fue tomada hace un tiempo. No es una transmisión en vivo.


De todos modos, ¿ves eso? —Apunta a una casa en la calle detrás de la que hemos
estado viendo.

—Sí.

—¿Se veía vacía para ti ayer cuando la pasamos?

—No lo sé. No puedo recordar.

—Se supone que tienes que recordar estas cosas. —Cierra su computadora
portátil y comienza a subir por encima de mí.

—Estoy confundida. —Me temo que he fallado otra prueba con ella.

Toni se asoma por la esquina de la cortina durante unos segundos antes de


empujarla hacia atrás lo suficiente para tomar el asiento del conductor. 188
—Vamos a echar un vistazo.

—¿Puedo acercarme allí contigo?

—Si quieres. —Enciende el motor y se retira de nuestro lugar de


estacionamiento.

Me subo a la parte delantera con ella y me abrocho el cinturón.

—¿Qué quisiste decir con que se supone que debo recordar esa otra casa?

—Tu trabajo cuando estamos afuera vigilando es registrar los detalles y


archivarlos en tu cerebro para su uso futuro.

—Oh. ¿Y qué detalles archivo y cuáles ignoro?

—No ignoras nada.


No contesto a eso con la respuesta obvia, la que es, Oh, entonces sólo procuraré
iniciar mi memoria fotográfica.

—Si no tienes una buena memoria para los detalles, es mejor que tomes una
gran cantidad de imágenes —añade.

Me inclino hacia la parte trasera y saco una cámara más pequeña con una
lente más manejable fuera de la caja fuerte que contiene todo el equipo que se supone
que estoy usando.

—Bien. Puedo tomar fotografías. —No es la gran cosa. Eso no parecerá


sospechoso en absoluto, una mujer conduciendo por la calle tomando fotos de cada
simple detalle.

—Aprenderás con el tiempo qué cosas son importantes y cuáles no lo son. —


Gira en la carretera que pasa por detrás de la casa objetivo—. Debes tomar fotos de
la calle aquí desde este punto de vista, las casas que se conectan a la casa objetivo,
las cosas inusuales que parecen fuera de lugar…

—¿Cómo qué, por ejemplo?

—Como una mujer que está sentada en una silla en su porche. No ves eso
189
mucho por aquí, pero cuando lo haces, bien puede significar que tienes una abuela
de la vieja escuela que le gusta mantener un ojo en su barrio o tienes a alguien
empleado por un distribuidor para estar pendiente de la policía.

—¿Las abuelitas hacen eso?

—Las abuelitas tienen que comer. —Toni desacelera cuando llega cerca de la
casa que señaló en la imagen satelital—. Eso es lo que pensé —dice, sonriendo.

Tomo algunas fotos, aunque no estoy segura de por qué.

—¿Qué está pasando? —pregunto, inclinándome para ver mejor la casa


mientras ella pasa.

—Está vacía, estoy bastante segura. Y parte de la valla conecta a la cerca de


nuestro objetivo. Podríamos conseguir ojos en la parte posterior del objetivo si
podemos entrar en ese patio trasero.
—¿Vale la pena el riesgo?

—Estoy apostando que sí. Vamos, vayamos a ver.

Ahora nuestros overoles azules desteñidos están empezando a tener sentido.

—¿Te refieres a que vamos a salir de la camioneta?

—Sí. Recoge tu cabello y ponte tu gorra. Las gafas de sol son opcionales.

Estoy demasiado sorprendida para discutir. Mis manos se mueven a mi pelo


y siguen sus instrucciones, usando una banda de goma que tenía en mi muñeca.
Tengo miedo, pero puedo hacer esto. No quiero disgustar a Toni con mi cobardía,
aunque sé que esa emoción está en su lugar para evitarme tener problemas con el
tipo equivocado de personas.

Ego. Es una cosa terrible a veces.

Me deslizo la gorra de béisbol en mi cabeza mientras Toni está saliendo.


Tengo que contar hasta diez antes de que pueda hacer que mis dedos tomen la
manija de la puerta y tire de ella. Mis músculos gritan de dolor cuando caigo al suelo
desde el asiento del pasajero elevado. 190
—Trae tu cámara, pero mantenla oculta.

Tomo el equipo y lo pongo dentro de los compartimentos amplios de la


pierna de mi overol, fijándola en el interior con los bordes con velcro.

—Aquí, toma esto. —Toni me entrega una caja de herramientas.

—¿Qué hay en ella?

—Nada de lo que tengas que preocuparte. Sólo actúa como que se supone que
debes estar aquí, y todo estará bien.

Ya estoy sudando. No es que afuera haga calor aún, ¿pero eso importa? No.
Porque este overol, convirtiéndose en una sauna diseñado para hervir mi cuerpo, no
es caliente debido a la temperatura exterior; hace calor porque estoy entrando en
pánico. ¡No soy a prueba de balas!

—Iremos por la parte de atrás. Somos lectoras de medidores.


—Oh. Está bien. Somos lectoras de medidores. —De ninguna manera nada
sospechoso sobre dos muñecas lectoras de medidores. ¡Ja!

Sigo a Toni por el lado de la casa, dándome cuenta que las ventanas aquí están
rotas o al menos agrietadas. El olor a moho es fuerte. Me pregunto si esta es una de
esas casas que nunca se recuperaron después del huracán Katrina. Había oído que
había todavía algunas alrededor.

Toni camina directo al medidor. Yo sigo de cerca. La caja que llevo roza contra
mi pierna, y algo pesado y metálico suena en el interior.

—Ser muy silenciosa es una buena idea en este momento —dice Toni en voz
baja.

Mi corazón se detiene. Trato de ir en puntillas por la hierba, en su mayoría


sin éxito.

Ella se detiene en la esquina izquierda del patio trasero. Me doy cuenta


cuando paso a su lado que estamos también en la valla trasera de la casa objetivo.
Me temo que voy a hacerme pis en mis pantalones.
191
30
T
oni se inclina y abre la caja de herramientas que tenía bajo el brazo.
Adentro hay un taladro, puntas adaptables del taladro y otras varias
herramientas.

—Abre la tuya —dice, sacando el taladro. Le saca la punta y pone una broca
dentro, atornillándola con fuerza de nuevo cuando la ha ajustado a su gusto.

Abro mi caja de herramientas, y se me viene el corazón a la garganta cuando


veo un arma.

—Oh por Dios —murmuro.

Toni se estira y saca el arma, apoyándola en las plantas a sus pies. Lo próximo
que sale de la caja es otra cajita negra más pequeña.
192

—¿Qué es eso? —susurro.

—Mira y aprende, Bo Peep.

Hace un agujero al final de la cerca que separa las propiedades. Aunque el


taladro es completamente silencioso, porque tiene algún loco silenciador, y lo hace
suficientemente despacio que la madera apenas hace un susurro, el sudor cae por
mi rostro en pequeños ríos. Intento decidir si debería tomar el arma y tenerla lista
para Toni por si la necesita. De ninguna manera usaré la estúpida cosa yo misma.

La caja negra se une a la cerca de madera con cuatro diminutos tornillos. Esos
los pone manualmente. Presiona un botón, y una luz verde se enciende.

—Encuentra unas ramas.

Parpadeo unas pocas veces, preguntándome de qué demonios está hablando.

—O algo de basura o lo que sea. Necesito cubrir esto.


La luz encima de mi cabeza se enciende y rápidamente me pongo de pie para
tomar pedazos de basura y ramas caídas. Toni me las quita y las añade a lo que ya
ha armado, cubriendo la cámara para que no se vea la caja ni su luz verde.

—Genial. —Toni se pone de pie y sonríe—. ¿Lista para irnos?

—Claro. —Estoy orgullosa de mí misma por haber mantenido el control. Lo


que realmente quiero hacer es correr a la furgoneta, pero sigo el ritmo tranquilo de
Toni y hago una mueca al sentir el sudor bajando por mi espalda.

Cuando estamos de regreso en la furgoneta, Toni se ubica atrás, y abre su


portátil. Cliquea un par de veces y gira la pantalla hacia mí.

—Mira, mira. —Está sonriendo.

La cámara de la caja negra tiene una lente de ojo de pez, que le permite
registrar casi toda la parte trasera de la casa y el patio. Lo único que no podemos ver
es el jardín del lado norte y la esquina trasera, que está en paralelo con la cámara.

—Nada mal. —Asiento—. ¿Cuánta batería tiene esa cámara?

—Cuarenta y ocho horas, más o menos. 193


—Guau. Impresionante.

—Ion de Litio. También es a prueba de agua. Me encanta la electrónica. —


Cierra la portátil y va al frente de la furgoneta. Me giro para que no salte sobre mis
piernas.

—¿Ahora a dónde? —pregunto.

—La última parte. Y por cierto, mi parte favorita.

—Casi tengo miedo de preguntar.

Se ríe.

—Vas a amarla. Lo prometo. —Sale de la entrada de la casa abandonada y


vuelve a la calle donde estábamos antes. Se detiene en la esquina y estaciona al
costado de la calle detrás de otro auto.
Una vez termina, y apaga el motor, vuelve a la parte trasera. Está bien al fondo
de la furgoneta, así que no puedo ver lo que está haciendo.

Su voz suena ahogada.

—Ven a jugar, Polly. ¿Polly quiere una galleta?

—Por favor, dime que no tienes un loro ahí atrás. —Me giro más para ver
mejor.

—Oh, pero sí tengo un loro aquí atrás. —Se ríe como un científico loco.

Vuelve al frente de la furgoneta y sostiene algo negro frente a sí misma.

—Contempla: Polly.

—¿Qué es eso? —Parece una X pequeña con aspas de helicóptero en sus


esquinas.

—Esto es un dron. Es mi loro. —Ríe con alegría—. Y hoy ella se sentará en un


poste y espiará por nosotras.

Me estiro para tocarlo, pero Toni me detiene con un duro manotazo. 194
—¡Ay!

—No toques. Es mía.

Alzo una ceja.

—Tiene una cámara en ella. Creo que hace que también sea mía.

Toni entrecierra los ojos.

—Mantén tus garras lejos o verás.

Abro la boca por la sorpresa. ¿Me está amenazando?

Luego su expresión cambia y sonríe.

—Te atrapé. —Me indica que la acompañe—. Ven aquí atrás y ayúdame a
volar a esta perra.
Me siento como un niño en una juguetería. Estoy tan emocionada. Nunca
superé el recibir tecnología para navidad y cumpleaños, y esta es una tecnología de
puta madre. Nunca he visto algo así. Pensé que todas las historias sobre drones en
las noticias eran ciencia ficción.

Toni abre un programa en la computadora, y se abre una ventana negra.


Presiona un botón en el dron, y en unos segundos, la ventana de la computadora
cambia. Apenas puedo reconocer el interior de la furgoneta, adonde el dron apunta.

—Vaya.

Me lo extiende.

—Toma. Ten cuidado con ella. En un minuto te enviaré afuera.

Mi entusiasmo disminuye por la realidad de nuestra situación.

—¿Te refieres a afuera de la furgoneta?

Se detiene sobre el teclado para mirarme.

—¿A qué otro lugar me referiría? —Sacude la cabeza decepcionada y vuelve


195
a cliquear en su computadora—. Tan pronto tenga listo esto, vas a salir de la van y
pondrás a Polly en el suelo. La haré levantar vuelo, y luego el objetivo es ponerla
sobre el poste de la luz justo detrás de la furgoneta.

—¿Para qué haces eso?

—Porque. La visión de ave es genial para obtener actividad diaria y vehículos


y a veces también a personas. —Frunce el ceño—. No siempre es genial obteniendo
rostros, pero de todas formas, es información que vale la pena obtener.

Se inclina y recoge una caja grande negra. Cuenta con controles de mano,
palancas y botones. Sube un interruptor y se enciende.

—Muy bien, entonces, sostén a Polly desde abajo y lejos de tu cara. Voy a
comprobar sus accesorios.

Hago lo que me dice y mantengo presionada la cosa tan lejos de mí como me


es posible. Los músculos de mis brazos duelen por el esfuerzo, a pesar de que no
pesa mucho más que una pluma.
Vibra cuando las hélices empiezan a zumbar. Van tan rápido, que apenas se
ven como un borrón.

—Bueno. Estamos listas. Sal a la calle y ponlo en la acera detrás de la


camioneta. Lleva esto contigo. —Me entrega un walkie-talkie—. Quiero que me
hagas saber de cualquier problema que veas.

—¿Problemas? —Me estoy imaginando a tipos malos con armas de fuego.

—Sí, como las líneas de energía que podría no ver en el monitor o lo que sea.

—Ah. Bueno. Puedo hacer eso. —Creo. Estando casi a toda una cuadra de la
casa de destino me hace sentir un poco más segura que en el patio trasero detrás de
ella, pero no mucho.

—Adelante. Tenemos que volver pronto.

Al dar un vistazo a mi reloj, me doy cuenta que el tiempo vuela cuando estás
completamente asustada al ser descubierta en un recorrido de vigilancia. No estoy
contenta con eso. De seguro supera el tiempo arrastrándome.

Doy un paso fuera de la furgoneta con el dron en una mano y mi walkie-talkie 196
en la otra. Pongo el dron en la acera detrás del vehículo en cuestión de dos segundos.

Una voz emerge de la radio de dos vías, tan baja que casi no puedo oírla.

—¿Estamos bien? —pregunta Toni.

Miro a lo largo del dispositivo en busca de un botón, presionando uno de


forma experimental. La estática que estaba allí se ha ido.

—Um, sí. Estamos muy bien. —Suelto el botón.

—Bien. Ahora retrocede un poco. No quiero golpearte con esta cosa.

Retrocedo un par de pasos, pero no es suficiente. El dron despega


directamente hacia arriba casi cerca de treinta centímetros y luego se desvía hacia
un lado, chocando contra mi muslo.

—Ay, mierda, hijo de pu… —Salto en círculos en una pierna, tratando de


contener el grito en mis pulmones.
—¿Qué pasó? —Viene una voz por el parlante.

Lo agarro y presiono el botón.

—¡Lanzaste la cosa contra mi pierna! —Va a dejarme un hematoma, lo sé.

—Oh. Lo siento. Vamos a intentar esto de nuevo.

¡¿De nuevo?! ¿Qué soy yo, el maniquí a prueba de choque?

Gruño mientras levanto el dron que ha caído de lado en la calle. Lo coloco en


la acera de nuevo y rodeo la parte trasera de la furgoneta hasta que estoy en su
costado. De esta manera puedo mirar por la esquina y ver desde una distancia
segura.

Las hélices se encienden otra vez, y el dispositivo se balancea de ida y vuelta.


Se eleva lentamente desde el suelo y se cierne cerca de la parte trasera de la
furgoneta. Me muevo más lejos hacia el lado del vehículo. Ahora lo puedo escuchar,
pero no puedo verlo. El zumbido de las aspas es como un suave susurro. Estoy
segura que ninguno de los vecinos se dará cuenta de nada.

De repente, aparece por el lado de la camioneta. 197


—¡Ack! —Corro hacia atrás, pero me sigue.

Busco a tientas mi walkie-talkie.

—¡Deja de perseguirme con esa cosa!

Se abalanza hacia adelante contra mí y luego en el último segundo va hacia


atrás y hacia los lados, golpeando con el costado de la furgoneta antes de golpear la
calle.

Estoy casi sin aliento con el pánico ante el fallido golpe. Pulso el botón de mi
radio.

—¿Qué diablos, Toni, esto es una especie de iniciación rara?

Su voz sale como un gruñido.

—Sólo busca la maldita cosa y vuelve adentro.


Me acerco con cuidado, empujándolo con el dedo de mi pie en primer lugar.
No se mueve. Dándole la vuelta sobre su espalda, me agacho para recuperarlo.
Zumba una vez, pero lo agito con mucha fuerza, y se detiene.

—No esta vez, Polly, pedazo de mierda.

Me meto en la camioneta lo más rápido que puedo, sosteniendo el dron con


los brazos lo más extendidos que puedo.

Toni está furiosa en el asiento del conductor, mirando a través del parabrisas.
Espero su explicación. Sin embargo, al parecer no siente la necesidad de darme una.
En cambio, gira la llave y comienza a avanzar en reversa fuera de nuestro espacio
de estacionamiento en paralelo.

—¿Qué diablos, Toni?

—¿Qué demonios, qué? —Cambia la marcha.

—Pensé que íbamos a poner esto en el poste.

—Sí, igual yo, pero no funcionó, ¿verdad? —Me mira enojada por un segundo
antes de volver a su cambio de marchas. 198
Coloco mi mano sobre la suya para detenerla. Hay una vulnerabilidad en ella
que nunca antes he notado.

—¿Qué está pasando?

Respira hondo y luego lo deja salir por completo.

—Soy un completo asco volando esa cosa.

Lo veo en mi mano y frunzo el ceño.

—No fuiste un completo asco. Lograste despegar.

—Despegar está muy lejos de la implantación.

—Tal vez deberíamos practicar en otro lugar y regresar.

Sale a la calle.
—Ozzie quiere que volvamos de inmediato para una reunión informativa.

—Probablemente no tardará más de treinta minutos. —Reviso mi reloj—.


Tenemos tiempo.

Se muerde el labio mientras conduce a la siguiente cuadra.

—¿Dónde?

Señalo a un lote de aspecto abandonado, uno que, evidentemente, ha sido


utilizado como basurero por la población local si todas las botellas vacías y las bolsas
de plástico esparcidas alrededor es cualquier indicador.

—Ahí.

Se detiene en la acera, toda la furgoneta rebotando de lado a lado cuando


vuelve a la calle.

—Gran trabajo estacionando.

—Cállate. —Pone la furgoneta en neutral y apaga el motor. Me echa un


vistazo, extrañamente inexpresiva—. ¿Estás segura de que quieres hacer esto? Casi
199
te corto la pierna antes.

Sonrío.

—Ni siquiera cerca. Tengo reflejos de ninja.

Resopla.

—Ten —digo, y le entregó el dron—. Tú acomoda a Polly, y voy a tratar de


hacer que vuele.

Se queda mirando al dron sostenido en su mano.

—¿Crees que puedes volarlo?

—He tenido juguetes controlados por radio antes. No puede ser demasiado
difícil, ¿verdad?

—Dile eso a tu pierna. —Apunta hacia mi mono. Hay un punto de color rojo
sobre él, donde el dron golpeó mi pierna.
—¡Oh, Dios mío! ¡Me cortaste!

Sonríe, pero no hay ni una pizca de arrepentimiento en el gesto.

—Te dije que soy muy mala en esto.

Abro la puerta.

—Ven. Trae el controlador. Voy a hacer que esto pase.

Me sigue al exterior, y nos detenemos juntas al borde del lote.

200
31
—A
pestas completamente, ¿sabes eso? —Toni me está
observando con sus brazos cruzados sobre su pecho.

Maniobro el dron para que quede al nivel con


sus ojos, a varios centímetros de distancia.

—Dilo otra vez y ve lo que sucede. —Río con alegría maniaca.

—¿Cómo puedes controlar esa cosa después de diez minutos intentándolo y


yo no pude conseguir hacer nada más que cortar personas después de horas de
práctica?

—Soy una piloto ninja. Vive con eso. —Bajo el dron con un suave aterrizaje a
sus pies—. ¿Podemos movernos ahora? Estoy muriéndome de hambre. —Son casi
201
las tres de la tarde y no he comido nada desde el baguete con queso crema provista
por nuestro empleador esta mañana.

—Sí, podemos irnos después de que coloques en su lugar al dron.

Mi bravuconería hierve a fuego lento con un rugido sordo.

—¿Colocarlo? ¿Realmente piensas que puedo hacer eso?

—Bien, o lo logras o harás que se estrelle y arda una de nuestras mejores


piezas de equipo de vigilancia. —Ella bufa.

—Sin presión.

—Escucha, si quieres que Thibault salga y haga nuestro trabajo, bien. Lo


llamaré. —Levanta su teléfono.

—¡No! No lo llames. Podemos hacer esto. —Subo a la furgoneta a su lado—.


Poder femenino, ¿verdad?
—Seguro —dice, encendiendo el motor y manejando fuera a la calle—. Lo que
sea que digas.

Hay una definitiva frialdad en su tono. Muerdo mi labio mientras volvemos


al objetivo, preguntándome si debería decir algo. Mi recelo sobre cuál podría ser su
reacción dura tres segundos.

—Así que, ¿cuál es el asunto, Toni? ¿Hice algo para enfadarte o sólo es que
no te gusté desde el principio?

No me responde en seguida. Espera un largo tiempo para replicar, estoy


convencida que ignorará mi pregunta. No es extraño del todo. Cuando estoy por
disculparme, ella responde.

—No me caes mal del todo. Sólo no soy… una persona afectuosa y cariñosa.

—Oh.

—No paso mucho tiempo con mujeres.

Considero eso por unos pocos segundos.


202
—¿No tienes hermanas?

—No. Tres hermanos. Thibault es uno de ellos.

—¿Primas?

—Nop. Trece primos.

—Guau. Esa es mucha testosterona.

Se encoge de hombros.

—Estoy acostumbrada. Nunca jugué con muñecas; jugué con soldados.


Prefiero las botas a las sandalias.

La miro y sonrío. Ella es pequeña, con pequeños rasgos que podrían verse
bien en una casa de muñecas china.

—¿Qué? —Me mira antes de mirar de regreso a la carretera—. ¿Qué estás


mirando?
—Estoy viendo a una marimacho que parece una chica femenina.

Ella bufa.

—Sí, bien. Chica femenina. Me gustaría verlo.

—Usas tacones. Esas botas que te vi el primer día que te conocí tenían tacón.

—Son buenos para hacer agujeros en los tipos malos.

Me encojo incómodamente.

—Oh. Asqueroso.

—Y hacen que mis piernas se vean más largas. Odio ser pequeña.

Con un metro setenta y tres no puedo compadecerme de eso.

—En nuestro negocio tienes que ser dura para tener respeto.

Frunzo el ceño. Eso no suena tan bien para mí en estos momentos.

Me mira y me guiña un ojo.


203
—No te preocupes, Bo Peep. No necesitas comenzar a ponerte botas pronto.

Mi barbilla se eleva.

—Tengo botas. —No menciono la parte de los brillos.

Ella no dice nada, y sigue manejando. Mi corazón comienza a latir más rápido
cuando llegamos a nuestro destino. A la casa objetivo. Todos esos movimientos
complicados que estuve haciendo con el dron toman un nuevo significado aquí.

—¿Lista? —pregunta. Se sienta muy quieta en su asiento, esperando mi


respuesta.

—Tan lista como podría estarlo.

Abre su boca para hablar, pero luego sacude su cabeza y comienza a abrir la
puerta.

—¿Qué? —Pongo mi mano sobre su brazo para detenerla—. Ibas a decir algo.
Suspira, sin mirarme cuando habla.

—Sólo iba a decir que lo harás bien. Y que estoy feliz de que estés aquí
conmigo. En el equipo.

Golpeo su brazo, sabiendo lo mucho que le costó decir eso y también que algo
más cariñoso, como un abrazo, podría enloquecerla.

—Yo también —digo, y realmente lo creo—. Vamos. Pongamos esta madre


sobre ese poste.

Ella se desliza hasta el suelo, pero la veo sonreír en el espejo retrovisor. Mi


corazón se eleva con la idea de que podría haber ganado una nueva amiga con mi
loca habilidad de vuelo de dron.

Me muevo de nuevo al asiento trasero y tomo una posición frente a la


computadora, con el control sobre mi regazo.

—Bien —dice, hablando a través del walkie-talkie—. Fácil de hacerlo. ¿Puedes


ver a través de la cámara del dron?

—Sí. —Pongo la radio abajo para poder usar ambas manos. Estoy viendo por 204
la pantalla de la computadora frente a mí. El dron tiene una cámara en el frente que
visualiza toda el paisaje a su alrededor, casi en un radio de trescientos sesenta
grados. Esto es impresionante.

—Tenemos que despegar —dice cuando llevo al dron sobre la camioneta.

—Despacio, despacio —murmuro para mí misma.

El poste está a la vista.

—Mira el cable de alta tensión a tu izquierda.

Sólo puedo imaginarme lo enojado que Ozzie podría estar si electrocuto su


dron. Sería por siempre conocida como La Ejecutora, estoy segura de eso. Y tanto
como me gustaría eliminar el apodo de Bo Peep, preferiría tener algo menos… duro.
Algo que pudiera ser mitad un personaje de cuento de hadas y mitad un asesino.
—Bien, a la derecha, ¿ves esa pequeña plataforma? Puedes aterrizar allí y
desplegar el gancho. —Este pequeño dron viene equipado con un gancho para cosas
como este poste, porque evita que sea derribado por el viento.

Consigo poner el dron sobre la plataforma, usando una maniobra que


demuestra ser un poco difícil con el poco espacio disponible. Busco el botón para
conseguir al gancho en su lugar, cuando la voz de Toni entra a la línea.

—Uh-oh.

—¿Qué es uh-oh? —pregunto dentro de la furgoneta. No puedo voltearme y


responderle porque estoy enfocada en usar ambas manos para el dron.

—Un potencial tipo malo a las doce en punto. Mantente tranquila.

Presiono el botón del gancho del dron al poste y luego me siento,


escondiéndome detrás del asiento delantero, no que necesite la seguridad, porque la
cortina está puesta. ¿A qué se está refiriendo?

Luego miro a la pantalla de la computadora, y el dron me deja ver


exactamente a lo que ella se refiere. Un chico está caminando por la acera hacia
nosotras, un pit bull con una fluida correa frente a él. ¿Acaso vino de la casa objetivo?
205
Trato de tragar, pero es duro hacerlo considerando el nudo en mi garganta.

Puedo escuchar sus voces a través de la puerta trasera de la furgoneta.

—Hola, ¿qué pasa? —dice el chico.

—No mucho. ¿Qué contigo? Bonito perro.

—Gracias. Estamos dando un paseo. ¿Qué estás haciendo aquí? —Hace un


gesto hacia el poste—. ¿Es la compañía eléctrica?

Nuestra furgoneta no tiene marcas que sean permanentes, pero hay una señal
magnética que me dijeron que se utiliza por contratistas quienes trabajan para la
compañía telefónica.

—Nah. De teléfonos. —Toni hace un gesto hacia una caja de conexiones que
no está demasiado lejos—. Estoy conectando algunas nuevas líneas. La economía
recuperándose.
—Buenas noticias.

—Sí. Bien, me voy de aquí. Ten un buen paseo. —Ella saluda con la mano
mientras rodea el costado de la furgoneta y entra.

—Sólo quédate así —dice en voz baja.

Veo por la pantalla mientras nos alejamos. El hombre se ha dado la vuelta


para observarnos manejar y alejarnos de la calle.

—Creo que no nos creyó —dice.

Veo como él se voltea y continúa su camino lejos de la casa objetivo.

—No lo creo. Él todavía está caminando con su perro y no está buscando al


dron.

Toni deja salir una larga respiración.

—Gracias a Jesús.

Mi corazón se llena de orgullo.


206
—Lo hicimos.

—Sí, lo hicimos.

Estamos en el séptimo cielo todo el camino de regreso al almacén. Cuando


llegamos, Thibault está esperando con sus manos en sus caderas.

—¿Bien? —pregunta antes de que el motor incluso esté apagado.

Toni y yo salimos de la camioneta y ella camina hacia él para chocar sus


manos.

—El trabajo está hecho, gracias a Bo Peep aquí.

Me aproximo, sintiéndome tímida por tomar todo el crédito.

—No hice todo, realmente. Toni puso la cámara en el lugar para toda la parte
trasera de la casa.

—Y ella voló el dron sobre el poste y lo aseguró —añade Toni.


—¿Lo hizo? —Thibault me mira con una expresión de duda—. ¿Cómo es que
lo hiciste?

—Yo, uh… —Miro hacia Toni. Ella está mirando al piso—. Quise intentarlo.
Me gustan los autos a radio control, así que me imaginé que el dron podría ser
divertido.

—¿Qué le sucedió a tu pierna? —pregunta, apuntando al lugar de la sangre


sobre mi rodilla.

Miro abajo.

—Uh. ¿No sé? —Incluso yo no me lo creo. Obviamente necesito practicar mis


habilidades para mentir.

Thibault sonríe.

—Por casualidad no tuviste un encuentro con un dron, ¿o sí?

—Oh, por el amor de dios, Thibault… ¡¿Otra vez?! —Toni luce molesta,
gritando lo suficientemente fuerte para que todos en el puerto la escuchen—. Una
vez, ¿bien? ¡Una vez te golpeé! 207
No puedo dejar de reír cuando él levanta su pierna y me enseña una pequeña
cicatriz sobre su pantorrilla.

—Me lo clavó. Es una jodida maniática con esa cosa.

Levanto mi pierna también, revelando una pequeña cortada en mi muslo.

—Dímelo a mí.

Thibault inclina su cabeza y ríe a carcajadas.


32
—¿Q
ué es tan gracioso? —pregunta Ozzie, saliendo de las
sombras cerca del equipo de pesas. Él está sudando. ¡Oh,
cielos! Sahara está caminando detrás de él, y ella se ve tan
aniquilada como me siento. ¿Él la ha estado haciendo ejercitarse también? No me
sorprendería.

—Toni trató de eliminarla con el dron. —Thibault señala hacia mi pierna


mientras yo dejo caer los pantalones en su lugar.

—¿Otra vez? —Ozzie sacude la cabeza—. Hombre, ella es peligrosa.

—Bo Peep se plantó ante el dron, sin embargo. La chica tiene habilidades, no
se puede negar. 208
Ozzie me da una mirada evaluativa que tiene a mi cara volviéndose de color
rosa.

—Déjame echar un vistazo al corte antes de irte arriba —dice.

—Oh, no es gran cosa, la verdad. Apenas me tocó.

—De todas formas… ve a la mesa de allí. Me reuniré contigo en un minuto.

Cojeo hacia la silla, no a causa de mi accidente con el dron, sino porque ahora
que toda la adrenalina se está desvaneciendo de mi sistema, siento mis músculos
doloridos de nuevo. Mierda, ¿cuándo mi cuerpo va a volver a la normalidad?

Sahara y Thibault suben las escaleras juntos y desaparecen en la habitación


samurái. Aprovecho el tiempo a solas para dar a mis brazos y piernas un masaje
mientras espero que Ozzie venga y evalúe la herida o lo que sea que vaya a hacer.
Estoy tratando de impedirle a mi cerebro imaginar que su preocupación por
mi cuerpo está por encima y más allá de la de un jefe por un empleado, pero pierdo
esa batalla cuando él regresa a la planta baja, se sienta junto a mí, y tira lentamente
de la pernera de mi pantalón, poniendo su mano caliente debajo de mi pantorrilla y
levantando mi pierna para apoyarla en su muslo.

—¿Duele?

Está preocupado, eso es evidente en la gravedad de su expresión, por no


hablar de su tono. Toca la piel alrededor de la herida muy suavemente. Realmente
desearía que deje de perder el tiempo y ponga esas grandes manos en mi pecho en
cambio.

Oh, Dios mío, ¡¿acabo de pensar eso?!

—No tanto como el resto de mí —digo en broma, tratando de actuar con una
naturalidad que no siento.

Me mira, confundido. Es la primera vez que noto las manchas de color ámbar
en sus ojos verdes. Trato de no mirar fijamente como una loca, pero son hermosos.

—Todavía estoy adolorida por nuestro entrenamiento.


209

—Ah. Lo siento. —Desenrosca algún desinfectante y pone un poco en una


bola de algodón—. Tal vez me excedí un poco.

—No, está bien. No quiero que hagas nada especial por mí. Solo trátame como
a todos los demás.

Frota la herida de la pierna con el algodón.

—Sabes que no va a ser posible, ¿verdad?

No me está mirando, ¿pero eso detiene que mi presión arterial se dispare


hasta las estrellas? No, claro que no. Todo mi cuerpo se calienta con solo esa única
oración.

Sin embardo, probablemente no debería asumir que significa algo especial


por ello. Estoy segura de que él está diciendo que soy más débil que cualquiera de
sus otros reclutas, así que voy a necesitar un programa especial, más relajado para
ponerme en forma.

—¿Por qué no puedes tratarme igual? —pregunto—. Lo prometo, voy a


trabajar tan duro como necesite con el fin de volverme del equipo. —Después de hoy
estoy segura de que quiero estar aquí. Quiero ser parte de la familia de Bourbon
Street Boys. Ésta es la mayor diversión que he tenido en el trabajo nunca. Además,
está Ozzie. Lograr verlo en el trabajo es como recibir un bono de Navidad todos los
días.

—No tengo ninguna duda de que lo harás. Ya has dado un ciento diez por
ciento. No puedo pedir nada más que eso.

—¿Cuál es el problema entonces?—Aguanto la respiración mientras espero


su respuesta.

Se queda mirando mi pierna, pasando una mano de mi tobillo hasta mi rodilla


mientras se inclina hacia abajo para examinar el corte más de cerca.

Con solo ese único movimiento, sus dedos arrastrándose a lo largo de mi piel
sensible de esa manera, me prende fuego. Está inclinando mi pierna de izquierda a 210
derecha, mirando mi herida, pero la suavidad de su tacto no es normal para alguien
simplemente haciendo del empleador preocupado. No puedo estar imaginando
todo esto, ¿verdad?

Me mira, sus ojos más oscuros que antes.

—No puedo tratarte como a todos los demás porque no eres como todos los
demás.

¿Quiere decir…? No. Claro que no. Lo que quiere decir es que soy una
debilucha. Y seamos sinceros: en comparación con Toni, lo soy.

—Estás diciendo que soy débil, ¿verdad? Bo Peep. Una chica que camina por
ahí con un gancho corriendo detrás de ovejas durante todo el día. —Estoy
disgustada conmigo misma. ¿Por qué no he ido al gimnasio? ¿Por qué como mucho
pastel de queso?

Su sonrisa es débil, pero está ahí.


—No, eso no es lo que estoy diciendo. —Extiende su mano hacia arriba y me
aprieta el bíceps.

Trato de no estremecerme, pero solo tengo éxito parcial. Vaya, esos músculos
están tan doloridos.

—Tienes la fuerza. Solo vamos a basarnos en lo que ya tienes. Sé que puedes


arreglártelas. De lo contrario, nunca te habría contratado.

—¿En serio? —Tantos significados alternativos a nuestras palabras están


volando alrededor de mi cabeza. ¿Estamos hablando de mí siendo una empleada
adecuada o una mujer por la que él siente algo? Porque sé que tengo sentimientos
por él. Ya no hay forma de negarlo. Cada vez que estoy en su compañía, me siento
más cerca de él. Quiero llegar a conocerlo mejor. Me pregunto si eso es posible; él
parece una persona reservada.

Se encoge de hombros y se sienta.

—No lo sé.

—¿No sabes?
211
¿Qué? ¿Qué acaba de suceder? Era todo dulce antes, y ahora ha vuelto a ser
el Ozzie regular. ¿Está arrepentido de pedirme que trabaje con él?

—No, no lo sé. —Toma mi pierna por el tobillo y poco a poco la baja al suelo.
Cuando se sienta de nuevo, suspira, se inclina hacia atrás, y apoya sus manos sobre
sus muslos—. Admito estar un poco confuso cuando de ti se trata.

Sonrío. Ahora por fin siento que estamos en terreno de juego parejo. Tal vez.

—Pareces feliz por eso. —Frunce el ceño.

—Lo estoy, porque ahora no me siento como la única.

—¿Estás confundida acerca de mí?

—Podrías decir eso. —De ninguna manera voy a ser la primera en admitir
que podría haber alguna química entre nosotros. Por lo que sé, él podría estar
hablando de algo completamente diferente.
—Por lo tanto, estamos mutuamente confusos —dice. Una sonrisa comienza
a elevar las comisuras de su boca.

Lo empujo con mi pie.

—Detente.

—¿Detener qué?

—Sonreír.

Sus cejas suben.

—¿Dejar de sonreír?

Mi cara se pone caliente.

—Sí. Me estás poniendo nerviosa.

Su sonrisa se vuelve decididamente astuta.

—¿Nerviosa? ¿Nerviosa por qué?

Lo pateo otra vez en su bota, esta vez más fuerte. 212


—En serio, para. —Estoy de pie, incapaz de soportar más la presión.

Toma una de mis manos y me mira.

—¿A dónde vas? —Sus dedos son tan cálidos. Muy cálidos. Oh Dios mío.

—Me tengo que… ir. No puedo manejar esto… lo que sea que es.

Espera a que me explique.

¡Argh! ¡No puedo soportarlo! Nunca fui buena jugando el juego. Es hora de
un poco de honestidad. Alguien tiene que romper el hielo, ¿verdad?

—Es sólo… ha pasado un tiempo para mí, y nunca fui tan experimentada
antes de todos modos, así que… —Me encojo de hombros y clavo la vista en el suelo.

Él no responde de inmediato, así que lo miro.

Está frunciendo el ceño.


—¿De qué estás hablando exactamente?

Dejo escapar un gran suspiro de frustración y luego dejo que las palabras
simplemente salgan volando de mi boca. No pueden ser contenidas por más tiempo.

—Sexo, duh. ¿De qué estás hablando?

Se pone de pie, todavía sosteniendo mi mano.

—Estaba hablando de tus entrenamientos.

Mi rostro palidece y de repente es muy difícil respirar. Mi voz sale como un


graznido.

—Oh Dios mío. Estoy tan avergonzada. Me tengo que ir. —Trato de jalar mi
mano de la suya y moverme a su alrededor, pero no me va a dejar ir.

Él sonríe de nuevo.

¡¿Qué demonios?! ¡¿Por qué me está sonriendo de esa manera?!

—¡¿Dejarías eso?!
213
Su sonrisa se convierte en risas.

Lo miro fijamente y me doy cuenta entonces de que él ha estado jugando


conmigo. Todo este tiempo. Tal vez desde el momento en que lo conocí.

—Oh, Dios mío, eres tan increíblemente malo. —Puedo sentir el rojo
regresando a mi cara, se arrastra por encima de mi pecho, mi cuello, todo el camino
hasta mi frente. Ningún hombre ha hecho que me ruborice nunca como lo ha hecho
él.

—¿Lo soy? —Se mueve más cerca de mí.

—Has estado jugando totalmente conmigo. Todo este tiempo. —No puedo
decidir si deseo cantar de alegría o darle una patada en la entrepierna. Todavía no
sé lo que está pasando, pero ahora sé que hay química entre nosotros, por ambas
partes. No puedo estar posiblemente imaginando todo.

—No te enojes. —Está tratando de ser adorable ahora.


—¿Enojada? ¿Yo? Por favor. —Doy un paso lejos de él para poner un poco de
distancia entre nosotros. Sobre todo porque pienso mejor cuando él no está tan
cerca—. Va a tomar mucho más que un chico tomándome el pelo para molestarme.
—Empiezo a alejarme.

—¿A dónde vas? —pregunta, dejando que mi mano se deslice de la suya.

—Voy a ir a comer algo de almuerzo tardío.

Se inclina, toma mi mano, y me da un tirón hacia atrás, capturándome con la


guardia baja. Me tropiezo y caigo sobre él. Me toma en sus brazos como si solo
estuviéramos realizando un movimiento de balanceo de baile.

—Se te olvidó decir adiós. —Está inclinado sobre mí, un brillo en sus ojos.

214
33
L
os recuerdos de nuestra cena de langosta y él en mi puerta diciendo
adiós con un beso volvieron apresuradamente. ¡Le gustó también! ¡Él
quiere una repetición de la cita al igual que yo! ¡Voy a tener un ataque
al corazón aquí en el trabajo!

Una puerta se abre por encima de nosotros. Me entra el pánico, parándome


rápidamente y apartándome de su agarre. Robar un beso de vez en cuando es una
cosa; dejar que los otros empleados sepan que algo está pasando es otra. De ninguna
manera, José. Voy a perder hasta la última gota de credibilidad que tengo con mis
compañeros de trabajo, y cuando ese respeto sólo se presenta en medias onzas a la
vez, cada gota cuenta.

—Adiós, Ozzie. Ten una tarde agradable. —Me alejo con mi barbilla en alto y
215
las mejillas encendidas de color rojo, moviendo mi pelo por encima de mi hombro a
medida que avanzo. Puedo hacer esto. Puedo estar completamente tranquila cuando
mi interior se está derritiendo como una barra de chocolate dejada en el caliente sol
del verano de Luisiana.

Lucky está bajando las escaleras en mi dirección, cuando alcanzo el primer


peldaño. Él tiene un bastón en su mano derecha.

—Escuché que estás en la lista de lesionados —dice, haciendo una pausa


cuando estamos al mismo nivel. El arma cuelga a su costado. Ni siquiera actúa como
que está ahí, como si fuese sólo una parte de su equipo, como un cinturón o un reloj.

Hmmm, extraño. ¿Utilizan esas arriba? ¿Deben o por qué estarían allí? No digo
nada, porque tal vez eso es normal para ellos. Tal vez sólo andan con armas sin
ninguna razón.
—No, no hay lista de lesionados para mí —digo, ignorando el dolor que
todavía tortura cada uno de mis músculos—. Estoy bien.

—¿Prepararon el equipo de vigilancia?

—Sí, lo hicimos. —Sonrío con orgullo, contenta de tener algo de qué hablar
aparte de mis lesiones, o la falta de sexo y el deseo de tener un montón de eso con
Ozzie.

—Bien hecho. —Me da un choque de puño. Creo que es el primero que he


ejecutado en mi vida—. ¿Te veo mañana?

—¿Has terminado por el día?

—Me tengo que ir a la estación de policía y hablar con algunos detectives, así
que voy a perderme la emocionante tarde.

Echo un vistazo por encima de mi hombro. Ozzie nos está mirando.

—¿Emocionante? —Encaro a Lucky de nuevo, sin estar segura de entender.


Yo pensaba que iba arriba para una reunión. La último fue interesante, pero no sé si
la llamaría emocionante, porque sí. 216
Lucky mira a Ozzie y frunce el ceño por un segundo antes de volver su
atención hacia mí.

—Sí. La reunión de progreso. Por lo general, las tenemos cada par de días.

Asiento.

—Oh. Está bien. Bueno, supongo que te veré mañana, entonces.

—Oye, ¿te importa? —Sostiene el bastón.

—¿Me importa…?

—Llevar esto arriba por mí. Quería dejarlo ahí, pero supongo que estaba
distraído y lo mantuve en la mano en su lugar.

Sonrío.

—Oh, por supuesto. No hay problema. ¿Dónde quieres que lo ponga?


Él empieza a sonreír y luego se detiene inmediatamente.

—Dáselo a Dev.

—Está bieeeeen. —Entrecierro los ojos hacia él, tratando de averiguar por qué
está tratando muy duro de parecer serio cuando claramente quiere sonreír.
Examinar el bastón no me dice nada; parece como siempre lo hace,
aproximadamente de noventa centímetros de largo y tres centímetros de diámetro,
más grueso en el extremo donde Lucky lo estaba sosteniendo. Encuentro el
equilibrio mejor si lo sostengo en ese extremo más ancho, también. Es un poco
pesado, pero no tanto que no pueda manejarlo. Tal vez más tarde le voy a preguntar
a Ozzie cómo usarlo en realidad.

Él salta los últimos peldaños.

—Te veo más tarde.

—Sí, está bien. Más tarde.

Sigo subiendo por las escaleras, deteniéndome en el teclado digital junto a la


puerta. ¿De quién era el nombre que estaba en este lado de la puerta para el código?
¿Era Toni? Presiono T-O-N-1, pero no pasa nada. Está bien, así que no es la puerta
217
de Toni. Eso hace que sea… ¿la puerta de Thibault? Presiono T-B-O-1 y escucho un
clic. Aunque sé que Ozzie está ahí abajo viéndome equivocarme, sonrío. Finalmente
conseguí hacerlo, ¿verdad? No soy una imbécil completa cuando se trata de este
asunto de la seguridad.

Tiro de la puerta abriéndola, y un destello de movimiento me llama la


atención.

—¡Al ataaqueeeeeee! —grita una voz, un grito de guerra definido.

Algo plateado destella en frente de mi cara, y una bestia gigante y blanca


carga hacia mí.

Grito increíblemente alto y salto hacia atrás, cerrando los ojos y moviendo el
bastón delante de mí con todas mis asustadas fuerzas, y condenados músculos
adoloridos. Hago contacto con algo sólido.

—¡Aaay! —dice una voz fuerte cuando el bastón golpea su posición.


Abro los ojos y veo a Dev inclinado, agarrándose por la cintura. En su otra
mano está agarrando una gran espada que ahora cuelga hacia abajo por su pierna.

—¿Tú…? ¿Tú…? —Ni siquiera puedo procesar lo que estoy viendo de forma
inmediata. Entonces puedo y estoy enojada—. ¡¿Acabas de venir hacia mí con una
espada samurái?!

—Lo intenté —dice él, gruñendo las palabras.

Levanto el bastón y lo golpeo en la parte posterior de su hombro con este.

—¡Aaaayyyy, mierda! —grita—. ¡¿Por qué fue eso?! —Su espalda está
arqueada e inclinándose de lado mientras se tuerce del dolor.

—¡Eso fue por asustarme tanto, idiota! —Dejo caer el bastón a sus pies con
estrépito y lo empujo, pasando—. Aquí está tu estúpido bastón, tonto. ¡No vuelvas
a hacerme eso otra vez!

Cae a la derecha cuando lo empujo, aterrizando contra el marco de la puerta


y arrastrándose hacia el suelo sobre su costado.

—Tus reflejos son mucho mejores de lo que pensé que serían —gruñe, el dolor 218
tejido en su voz.

Estoy casi atravesando la habitación y en la cocina cuando le contesto.

—Acabas de conseguir tu culo pateado por alguien que te gusta llamar Bo


Peep. Si yo fuera tú, empezaría a cuestionar mi capacidad de leer a la gente.

Toni y Thibault están sentados en la mesa, sonriendo de oreja a oreja, cuando


entro en la cocina.

—Lo noqueaste, ¿verdad? —pregunta Toni. Ella aún está sonriendo mientras
muerde un emparedado.

—No. Sólo le di un golpecito.

—Sonaba mucho más que un golpecito.

Dev viene cojeando a la cocina, sin camisa. Hay una roncha roja en su
estómago.
—¿Tengo un moretón? —pregunta, dando la espalda a la mesa.

Tomo asiento, tratando de no sentirme mal por la roncha que está allí
también. Definitivamente, va a doler por un tiempo.

—Todavía no, pero lo tendrás —dice Thibault—. Te advertí que no le llegaras


sigilosamente.

El orgullo llena mi alma. ¿Thibault cree que no puedo ser derribada con un
ataque furtivo con una espada samurái? Genial. Tal vez soy una tipa dura después
de todo. Tomo una servilleta de la pila y selecciono un sándwich de una bandeja de
ellos en el centro de la mesa. No tengo idea de lo que es, pero me lo voy a comer de
todos modos. Estoy así de hambrienta. Algo acerca de tener a alguien viniendo hacia
mí con una espada, y sin embargo salir viva de eso, me pone especialmente
hambrienta.

—Ella necesita entrenamiento —dice Dev.

—Te sugiero que hagas algún otro tipo de entrenamiento —digo, masticando
un bocado de lo que he determinado es un sándwich de pavo—. No ataques furtivos.

—Tengo que mantener tus reflejos afilados. —Dev se sienta y se sirve seis
219
sándwiches. Ninguno bate una pestaña por su apetito.

—Parece que tus propios reflejos podrían estar poniéndose un poco oxidados
—dice Thibault.

—No. Yo tenía una espada. No quería usarla en ella. No está lista.

Me trago un pedazo de sándwich que más o menos se volvió aserrín en mi


boca ante sus palabras.

—¿Lista? ¿En realidad crees que estaré algún día lista para ser atacada por
alguien con una espada?

—Si estoy haciendo bien mi trabajo, sí. —Dev me guiña el ojo, su boca llena
de comida—. Vas a estar bien. Confía en el proceso.

Sacudo mi cabeza mientras tomo otro bocado.


—Estás loco. —Estoy hablando muy groseramente con la boca llena de
tomate, pero no me importa. Cualquiera que me ataque furtivamente pierde el
derecho a disfrutar de mis buenos modales. Tengo que admitir, sin embargo, que
estoy de alguna forma emocionada con la idea de ser tan altamente entrenada, pero
no hay nada en mí que quiera hacer frente a una espada siendo utilizada contra mí
de verdad. Me uní a este equipo para tomar fotos, no para luchar contra ninjas, por
el amor de Dios.

Ozzie entra en la habitación y toma su asiento en la cabecera de la mesa.

—¿Cómo fue hoy? —Está mirando a Toni, por lo que mantengo mi boca
cerrada. Me alegro de que ella esté en su foco, porque estoy un poco preocupada
porque él se dirija a mí directamente. No me fío de mí misma de que no me ponga a
hacerle ojitos.

—Bien —dice ella, ajena a mi incomodidad—. Conseguiste ojos en la parte


posterior de la casa. Vamos a tener que cambiar la batería en un par de días en esa.
El Loro está en el poste, así que tenemos vista de pájaro. Bo Peep consiguió algunas
fotos de alguien que salió fuera mientras estábamos allí.

Hago una pausa en mi masticado. Probablemente debería haber traído esa


220
cámara al piso de arriba, a la reunión para que pudieran revisar las fotos que tomé.
Maldita sea. Error de principiante. Grrr, odio eso.

—Puedo mostrarte las fotos si lo deseas. Sólo tengo que ir abajo…

Ozzie agita una mano hacia mí.

—Luego. ¿Qué pasó con el tipo?

Toni se encoge de hombros.

—Estaba caminando con su perro.

—¿A quién vio? ¿A las dos?

—No, sólo a mí.

—Está bien, no quiero que regreses allí por el momento.

Toni deja caer su sándwich en la servilleta.


—¿Que rayos, hombre? Él no me descubrió.

Ozzie se pone rígido.

—Perdimos a Harley. No tenemos ninguna confirmación sólida de que ellos


me vieran, pero si lo hicieron, no podemos tenerlos viendo a la misma persona dos
veces en el barrio, ¿lo entiendes?

Ella frunce el ceño, pero asiente de todos modos.

—Sí, lo entiendo.

—Puedes revisar las imágenes una vez que entren y ver lo que hay allí para
ver.

Ella asiente una vez y vuelve a su sándwich. Definitivamente no está feliz.

—¿Qué piensas? —pregunta él, mirándome.

Exploro las caras expectantes esperando mi respuesta, esperando recoger una


posible indicación de ellas, pero no me dan nada. Suspiro por la derrota. La novata
en el banquillo. Ya odio estar en esta cosa, y sólo ha sido mi lugar por dos días.
221
34
—¿Q
ué pienso sobre qué? —pregunto. Odio ser puesta en el
foco. No estaba preparada. ¿Y si sueno estúpida? Aún no
he tenido ninguna preparación de espía. Incluso no sé la
jerga correcta.

—¿Qué piensas acerca del trabajo que hiciste hoy? —expone Ozzie—.
¿Cualquier pensamiento?

—Bien… —Pienso sobre eso por unos pocos segundos antes de continuar—.
Estuvo bien, supongo. Una persona nos vio, pero pensó que estábamos con la
compañía eléctrica. Toni dijo que estábamos con la compañía de teléfono. Lo
vigilamos, él no miró hacía el dron en todo ese tiempo.
222
—Bien. ¿Algo más?

—Mmmm… bien, sólo estaba preguntándome… no tiene nada que ver con lo
que hicimos hoy, pero ¿cómo descubrieron tu identidad Harley? Allá en el bar,
cuando estaba allí con Félix. Dijiste que fue mi error.

—El tipo que nos disparó era parte de su grupo. Si me disparó, significa que
sabía que algo estaba pasando. Asumo que hubo algo contigo caminando con tu
perro en esa bolsa, porque antes de que eso pasara, todo parecía ir bien. Quizá estoy
equivocado sobre esto, pero estaba mirándote y cuando él se dio cuenta, comenzó a
sospechar. Cuando fui a ayudarte, sólo le confirmé que no era quien se suponía que
tenía que ser. No eres exactamente del tipo de Harley.

—Él se refiere a que estuvo actuando como un buen chico y no como un tipo
malo —dice Toni, probablemente dándose cuenta de la confusión en mi cara.

—Sí. —Ozzie asiente—. Bien. Salí de mi personaje. Mala idea en una multitud
como esa. Tienden a ser muy paranoicos.
Estoy tratando de imaginarme la escena. No puedo recordar al tipo con el que
Harley estaba. ¿Era el hombre que nos disparó?

—¿Estás hablando del tipo calvo con el bigote y el lunar gigante en su mejilla?

—¿Viste todo eso? —Ozzie se pone todo intenso hacia mí otra vez. Hombre,
sus estados de ánimo cambian como el viento.

—Seguro. Él estaba mirando hacia mí después de que disparó esa arma.


Estabas tratando de alejarme de la mesa, pero creía que mi hermana estaba allí, así
que me estaba aferrando muy fuerte. Estuve frente a él todo el tiempo.

Thibault deja salir una larga corriente de aire.

—¿Qué? —Miro alrededor a todos intercambiando miradas. Están


obviamente preocupados.

—Dijiste que ella fue seguida a su casa —le dice Thibault a Ozzie—. Eso no
es bueno.

—Tengo mi sistema de seguridad ahora y nadie está molestándome en


absoluto. —No estoy segura de porqué estoy discutiendo, pero claramente están 223
haciendo algún tipo de plan entre ellos. Todo el mundo lo conoce menos yo.

—Ella podría quedarse aquí —dice Thibault. Luego sorpresivamente salta y


vuelve la mirada a su hermana.

La miro, tratando de imaginarme porqué ella lo patearía bajo la mesa. ¿No


quiere que esté aquí? ¿Está preocupada sobre mí y Ozzie? ¿Le gusta él? Oh, Dios,
sería terrible. Apenas que Toni y yo comenzábamos a ser amigas, ¡estoy segura de
eso!

Triángulo amoroso. Maldición.

Decido observarlos más detenidamente. Lo último que quiero hacer es


meterme en el territorio de otra mujer, incluso si se trata de Ozzie.

—Estás en lo correcto. —Ozzie me mira, una muy determinada expresión


haciéndose cargo—. Te llevaré a tu casa lo más rápido posible para que empaques
un bolso.
—¿Quieres ayuda? —pregunta Toni, su barbilla un poco más alta de lo
normal.

—No, nosotros podemos.

Elevo un dedo.

Ozzie levanta una ceja.

—¿Sí? ¿Tienes una pregunta?

Sonrío educadamente, bajando mi brazo.

—Más como un comentario. No quiero dormir aquí.

—A ella no le gusta el catre —dice Thibault—. Podrías darle tu cama.

—No es el catre. —Las palabras salen apresuradas en un esfuerzo de detener


esta conversación tan rápidamente como sea posible. Sólo la idea de estar en la cama
de Ozzie me hace llenarme de un sudor frio—. Es sólo que tengo a Félix y no puedo
dejarlo atrás, y es mi casa, así que tiene todas mis cosas dentro. —Las excusas suenan
lamentables incluso para mis propios oídos.
224
—Es como si fueras de vacaciones —dice Toni sin sonar muy impresionada—
. Tu casa puede sobrevivir sin ti por unos pocos días hasta que nosotros evaluemos
la amenaza. ¿Sobre qué estás preocupada allí? ¿Plantas?

—Tengo plantas, como factor importante. —No es que me extrañen. Sólo


necesitan ser regadas una vez a la semana porque todas son de sombra. Estoy
preocupada sobre las cosas estúpidas que diré y estar tentada al vivir en el espacio
de Ozzie con él por varios días. Mi fuerza de voluntad no puede con tanto.

—Bien, me ocuparé de las plantas si es necesario. —Ozzie hace un ademán a


Thibault para que le entregue algo. Thibault le da una carpeta.

—Pero…

Ozzie mira al archivo abierto.


—Eres una empleada de esta compañía. No puedo enviarte de regreso a casa
si es un lugar peligroso. Lo siento. Con suerte, neutralizaremos cualquier problema
en unos pocos días, así tus plantas no tendrán tiempo de secarse.

Mi mandíbula se abre. Estoy siendo una tonta sobre esto, y mientras la idea
de vivir con Ozzie no es enteramente desagradable, no me gusta el sentimiento de
que no tengo una elección en el asunto.

—Aprecio lo que dices y te agradezco por tu preocupación, pero me temo que


voy a declinar tu oferta. —Asiento para que vean lo seria que soy. Dormiré con mi
puerta bloqueada y un gran cuchillo de cocina bajo mi almohada. Estaré bien. Quizá
Dev me prestará ese bastón. Me parece que tengo una habilidad con él.

Thibault y Toni miran a Ozzie. Quien asiente a ellos. Se levantan y dejan la


mesa, yendo al cuarto de espadas por las escaleras exteriores. Escucho la puerta
principal cerrarse detrás de ellos. Supongo que el asentimiento de Ozzie fue un
código para váyanse, así puedo razonar con ella.

—No voy a quedarme aquí, Ozzie, y es definitivo.

Sus ojos están rabiosos pero su expresión permanece pasiva. 225


—Me quedaré en otro lugar si estar alrededor de mí te hace sentir incómoda.

—No es eso. —Succiono mi labio después de que la mentira deja mi boca. No


puedo pensar en ninguna excusa que tenga algún sentido. ¿Me gusta mi propio
baño? ¿Tu perro tiene gases? ¿Extrañaré mi arbusto de hibiscos?

—Lo que sea, estoy seguro de que puedes manejarlo.

—¡Bien, bien! —digo demasiado alto—. ¡Tú ganas! ¿Estás feliz ahora?

—No.

No estoy segura, pero por la mirada en su cara, parece como que herí sus
sentimientos. Trato de suplicar en lugar de estar frustrada.

—Ozzie, vamos, deberías ser capaz de entender lo que esto es para mí.

—No, en realidad no. Explícate.


—Te conozco hace ni siquiera una semana atrás, y llevabas la barba más
horrible que nunca ha estado sobre la cara de un hombre.

—No era tan mala.

—Sí, era mala, créeme. Probablemente había pequeños pájaros viviendo allí.
Pero luego me salvaste, después te afeitaste y cocinaste una comida asombrosa ¡y
me besaste! No soy inmune a esos encantos, ¿bien? Sólo no lo soy. Y aunque estaré
avergonzada de admitírtelo más adelante, ha pasado un tiempo para mí, así que
como que salto ante la más mínima provocación cuando se trata de ti, y no es un
buen lugar para estar cuando estás durmiendo al final del pasillo de mí.

Se sienta allí simplemente mirándome por un largo tiempo. Está volviéndome


loca, pero me niego a decir otra palabra hasta que él lo haga. Nadie es tan obstinado
como yo cuando pongo mi mente en eso. Además, ya me humillé suficiente por un
día.

—Así que, si te entendí correctamente, lo que estás diciendo es que… soy


irresistible. —Su expresión no cambia.

—Tus palabras, no las mías. 226


—Si prometo darte tu propio espacio, donde puedas cerrar la puerta contra
mí y hacer tus cosas, ¿estarás bien con esto?

—No, nunca he dicho eso. Lo que digo es que quiero dormir en mi propia
cama, en mi propia casa.

—¿Y arriesgarte a tener a alguien yendo allí para asegurarse de que no puedas
describirlo a la policía?

Cuando lo pone de esa manera, me cuesta contestar. Pero lo hago de todos


modos.

—Sí. Puedo manejarlo.

Se alza de hombros.

—Bien. Tienes dos habitaciones. Iré a quedarme contigo en la segunda


habitación.
—¡No!

—Bien, Thibault se quedará contigo.

—No, ¡no Thibault! —Se vuelve peor, no mejor. ¿Desde cuándo me convertí
en tan horrible negociadora?

—¿Lucky? Él podría llevar su pez de colores a tu casa sin mucho problema.

—No, absolutamente no. —No puedo incomodar a mis colegas así. ¡Qué
embarazoso! Mi apodo nunca cambiará si necesito una niñera en mi primera
semana. Además, realmente no creo que esté en tantos problemas. Si ese tipo fuera
a venir por mí, ya lo hubiera hecho.

—Dev no puede hacerlo —explica Ozzie—, y estoy muy seguro de que Toni
sería un dolor en el trasero con esto, así que eso te deja conmigo.

Elevo mi barbilla.

—Tomaré a Toni. —Podría manejarlo si fuera una mujer y no uno de los


chicos. No sé por qué. No tiene sentido, una niñera es una niñera. Pero al menos con
una mujer me sentiría como si fuera más un compañero de habitación temporal que 227
algún tipo de niñera.

—¿Escoges a Toni para vigilarte antes que a mí?

¿Es mi imaginación o suena herido por eso? Quizá solamente esté ofendido.
Ella es bastante enclenque.

—No, no es así. Solamente es que con Toni puedo ser yo misma. Quiero ser
capaz de ser yo misma cuando estoy en casa. —Mi tono pasa a un modo defensivo—
. Puedes entender eso, ¿verdad? —Creo que casi lo he convencido. Está contra las
cuerdas. Puedo verlo ceder…

—No —dice—. Eso no tiene sentido en absoluto. Me voy a quedar contigo


esta noche y en el futuro próximo hasta que juzgue el peligro y determine que no
existe ninguno o lo haya eliminado.

Me levanto.

—¿Qué si digo que no?


—Sé el código de tu alarma. —Me mira como si estuviera a punto de sonreír,
pero por suerte para él, es lo suficientemente inteligente como para contenerla.

—No, no la sabes. —Nunca lo cambió para mí cuando estuvo en mi casa.

—Es el cumpleaños de Thibault.

La pérdida de mi casi victoria me desinfla como un balón.

—Maldición.

Él pierde algo de su bravura también.

—¿Sería realmente tan malo tenerme cerca algunas horas?

Cruzo mis brazos sobre mi pecho.

—No lo sé. ¿Puedes mantener tus manos para ti mismo?

Se alza de hombros.

—Puedo si tú puedes.

Pongo mis ojos en blanco. 228


—Por favor. Comprueba tu ego en la puerta, Oswald, porque no voy a caer
en ninguno de esos encantos tuyos que te gusta dispensar como mantequilla de
maní.

Él se ríe.

—Como mantequilla de maní, ¿huh?

Aviento un lápiz hacia él.

—Oh, cállate. —Sabiendo que todo lo que diga de aquí en adelante va a ser
sólo defensivo y estúpido, dejo la habitación. Su voz me sigue afuera.

—¡No te vayas sin mí!

—Me voy en cinco minutos, ¡así que mejor que estés listo! —Lo dije muy en
serio. Voy a irme con él o sin él. No puede hacerme esperar. Estúpido, egocéntrico,
mandón… jefe.
Mi caminata se ralentiza, incluso si estoy diciéndome que necesito apurarme
e irme. Toma una eternidad llegar a mi auto. Odio cuando mi cuerpo desafía a mi
cerebro así. Parece ser un gran problema para mí cuando Ozzie está cerca. ¿Cómo
diablos voy a escuchar a mi cerebro diciéndome que permanezca lejos de él cuando
mi cuerpo está constantemente queriendo estirarse y tocar sus gloriosos músculos?

Ugh, es un error. Esto será espantoso.

229
35
D
e acuerdo, no es tan malo como pensé que sería. Ozzie me sigue en
su camioneta, con Sahara atada atrás, pero me llama al móvil y me
dice que gire en una plaza durante el camino. Cuando estacionamos
uno junto al otro, explica que aquí hay un gran almacén orgánico con los
ingredientes que necesita para hacernos un curry de pollo. Cuando le dije más
temprano que no quería que se quedara conmigo, había olvidado lo bien que cocina.

Noventa minutos más tarde estoy comiendo lo último de la comida más


deliciosa que jamás he probado. Gimo por la presión de mi estómago estirándose,
pero no me arrepiento de ninguna caloría.

—¿Estaba bueno? –-pregunta, bebiendo cerveza. Es su segunda. Yo me he


mantenido con el agua, porque no confío en mí misma en su presencia. La sobriedad
230
es mi única esperanza.

—¿Bueno? No. Para nada bueno. Excelente. Increíble. Delicioso. —Me froto
el estómago—. Puedes volver a cocinarme cuando quieras.

—¿Así que no te molesta que esté aquí contigo?

Su pregunta es un desafío. Me pongo de pie y junto los platos,


preguntándome si debería seguirle el juego o ser sincera. Voto a favor de ser sincera.
Jugar con Ozzie puede ser peligroso. Me da la sensación de que siempre perderé.

—Supongo que nunca me molestó que estuvieras aquí. Esa no es la forma


correcta de expresarlo. Es que no me gusta que me consideren débil.

—Pero que alguien esté tras de ti no te hace débil. En tu caso fue que estabas
en el momento incorrecto en el lugar equivocado. No refleja quién eres o si eres o no
fuerte.
Dejo que el agua del grifo enjuague los platos mientras contemplo sus
palabras.

—No lo sé… —A veces las cosas me parecen muy claras, y otras las veo
turbias. Esta es una de esas últimas situaciones. Cuando El Destino parece intervenir
en mi vida, me pregunto cuánto control tengo de la misma—. Um, supongo que me
está costando racionalizar esas palabras con lo que ha pasado. —Se siente como una
confesión decirle eso.

—¿En qué sentido?

—Bueno, comenzamos a hablar porque eras un número equivocado.

—Otra de esas cosas de momento incorrecto y lugar equivocado —dice.

—No, realmente no.

Toma unos platos de la mesa y se me une en la cocina. Se para junto al


lavaplatos y me quita las cosas de las manos, llenando el aparato cuidadosamente.

—Estaba pensando que aunque pareció un error al principio, y tú parecías el


equivocado al principio con la horrible barba y todo, las cosas han salido bastante 231
bien en retrospectiva.

—Quieres decir que te alegras de que tuviera el número equivocado.

—Sí. Número equivocado, hombre adecuado. —Sonrío—. Eres un buen jefe.

Gruñe, inclinándose sobre el lavaplatos mientras acomoda un plato al fondo.

—No me digas.

—Sí, te lo digo. Tienes un buen ambiente para tus empleados, das muchos
beneficios, y te importa su seguridad. Estás aquí en mi casa, de hecho, para
asegurarte de que esté bien. No muchos jefes harían eso.

Se pone de pie y me quita el siguiente plato. Pero no se inclina para meterlo.

—Tienes razón. No muchos lo harían.

Sonrío.
—¿Ves? El mejor jefe.

Me mira.

—Pero debo ser sincero. No estoy seguro si lo haría por Lucky y su pez
dorado.

Obligo a las mariposas a desvanecerse y no hacer su residencia en mi pecho


o estómago. Simplemente está haciendo una broma.

—Bueno, él es un hombre. Y está muy bien entrenado. —Le quito el plato de


las manos y lo pongo en el lavaplatos yo misma. No voy a dejar que esto se vuelva
un coqueteo. Podemos ser adultos que comparten vivienda sin ponernos tontos.

—Tampoco estoy seguro que lo haría por Toni —dice.

Ahora estoy comenzando a dudar de que no está diciendo nada sobre


nosotros. Pero de todas formas intento restarle importancia riendo.

—Ella también está más que capacitada.

—Sí, lo está. —Pone el siguiente plato en el lavaplatos. Luego se inclina, toma


232
la esponja en el borde del fregadero y deja la cocina para limpiar la mesa. Su olor
permanece, y yo lo respiro en silencio.

Me da pena que se haya ido de la charla, pero me alegra tener un momento


para recomponerme. Guau. Dice que soy especial. No ha llegado tan lejos para decir
que le gusto, pero sí que me ha dado esa impresión.

¿Y qué hago? ¿Lo ignoro? ¿Hago como si no fuera nada? ¿Le envío señales de
que no estoy interesada? ¿O de que sí lo estoy? Debo hablar con mi hermana. Ella
sabrá qué hacer.

—¿Te molesta si subo a hacer una llamada? —pregunto, secándome las


manos con una toalla—. Mi hermana enloquece cuando no la llamo en la noche.

—Sí, claro. Terminaré de limpiar aquí. Luego pondré mi computadora en la


sala, si no te molesta.

Sacudo la mano.
—Claro, no hay problema. La contraseña está pegada al frente de mi
computadora junto a la ventana. Haz lo que quieras.

Dejo la toalla e intento caminar casualmente hacia la escalera. Lo que en


realidad quiero hacer es correr, subir los escalones rápido mientras marco el número
de mi hermana y le doy un resumen paso a paso de todo el día, hablando
efusivamente como una adolescente. Pero necesito actuar como la adulta que soy y
tener algo de control. No es gran cosa si Ozzie quiere dormir conmigo. Ambos somos
adultos conscientes. No es como si me fuera a enamorar de él.

Me encierro en mi cuarto y pongo algo de música, sólo por si se le ocurre subir


a escuchar. Mi hermana contesta al tercer tono.

233
36

—S
e suponía que me llamarías más temprano —dice
en tono de regaño.

—Lo sé, he estado muy ocupada con el


trabajo. —Félix salta sobre la cama y se acurruca en
mi regazo. Acaricio distraídamente su pequeña
cabeza y orejas mientras me concentro en mi hermana.

—Supongo que esa es una buena noticia. Estás hablando de tu nuevo trabajo,
¿verdad?

—Sí. ¿Cómo están los niños? —Necesito tiempo para encontrar la manera de
abordar el tema con Jenny sobre Ozzie estando aquí. Voy a distraerla con hablar de 234
los niños mientras hago eso.

—Bien. —Suspira—. Miles está viniendo a recogerlos el próximo fin de


semana, o al menos eso dijo.

—Eso va a ser bueno para ti.

—Si se aparece.

—¿Qué harás esos dos días enteros para ti?

—Oh, no lo sé. Tomar un baño con una botella de vino. Ver una película.
Hacerme las uñas. Dormir durante doce horas seguidas.

—Llámame si quieres compañía para cualquiera de esos. Excepto el baño. He


terminado de tomar baños contigo.

—Podrías sentarte en el inodoro y mantener mi copa de vino llena.


—Sí, supongo que podría hacer eso. —Sonrío. Sería sin oponerme la que
rellenara el vino en la hora de baño de mi hermana. Es lo mínimo que puedo hacer
por la chica que me enseñó a montar en bicicleta y atarme los zapatos.

—Entonces, ¿qué pasa contigo? —pregunta—. ¿Cómo está yendo el nuevo


trabajo?

—Bastante bien, estoy recibiendo algo de capacitación. —Decido no decirle


sobre la cosa de vigilancia en detalle. Se preocuparía demasiado—. Tomé algunas
fotos. Hice un pequeño combate mano a mano. —Oops. Probablemente debería
haber retenido eso también.

—¿Qué, qué? ¿Dijiste combate?

Me rio, pensando en Dev desplomado en el suelo. Espero que no me convierta


en una sádica que me parezca tan divertido.

—Sí, hay un tipo, Dev, del que te había hablado antes, el realmente alto…
trató de atacarme a hurtadillas hoy, pero tenía un arma lista, por lo que perdió.

Hay un largo silencio antes de que Jenny responda.


235
—Bebé, estoy preocupada.

Mi estado de ánimo se tambalea.

—¿Por qué?

—En realidad, no estoy segura si estar más preocupada del hecho de que tus
colegas te estén atacando o de que tú pienses que no es una gran cosa. Las dos son
situaciones muy preocupantes para cualquier persona normal. Solías ser muy
normal. ¿Qué te ha hecho ese lugar?

Una imagen de Ozzie de pie ahí con sus brazos cruzados sobre su pecho surge
en mi cabeza. Ozzie me pasó, hermana. Fue Ozzie.

—Estoy totalmente bien, de verdad… lo prometo. En realidad, sin embargo,


necesito tu consejo sobre algo.

—¿Se relaciona con éste loco lugar de trabajo?


Ahora estaba nerviosa. Tal vez fue un error llamarla. Ya está siendo un tipo
de juez.

—Ssssíííí.

—Estoy escuchando.

Es demasiado tarde para hacer otra cosa que confesar. Trato de mantener mi
tono ligero así no se asustará demasiado.

—Ozzie se está quedando en mi casa temporalmente. —Hurra, buen plan,


hurra por mí. Saltar directamente a la parte más profunda sin ningún calentamiento.

—¡Oh Dios mío! ¡¿En serio?! —Al menos no suena demasiado enojada.

—Es un poco complicado.

—¿Te gusta? ¿Le gustas? ¿Han tenido sexo ya?

—Ack, ¡no! ¡Detente! Sólo escucha.

—Está bien, estoy escuchando. Sin embargo, sólo recuerda, no tengo vida, así
que cualquier cosa que haya pasado va a parecer más emocionante para mí de lo 236
que probablemente es.

Me río.

—Está bien, bien. Gracias por la advertencia para no tomar a pecho tu


entusiasmo.

—Eso no es lo que quería decir, pero adelante. No puedo esperar para


escuchar los detalles.

—¿Recuerdas esa noche que me estaba mensajeando con él, y pensé que te
estaba mensajeando a ti?

—Sí.

—Bueno, ese tipo quien estaba disparando un arma esa noche en el bar…
puedo identificarlo. Ozzie está preocupado de que ese tipo pueda ser capaz de
averiguar quién soy, así que se trasladó aquí solamente hasta que puedan evaluar la
amenaza.
—Amenaza.

—No lo digas así, Jen. En serio, no es gran cosa.

—Estoy baaaastante segura de que esto es verdaderamente una gran cosa en


realidad.

—No, no lo es. Lo prometo. Tengo un gran sistema de seguridad, tengo a


Ozzie y su perro gigante aquí, tengo a Félix…

—Quien sería realmente bueno en tal vez perforar la piel alrededor de los
tobillos de un asesino. Suponiendo que no va a ser lanzado hacia la pared primero.

—Ahora estás siendo malvada.

—Esto no es maldad, May; se llama preocupación de hermana. Y como he


dicho antes, creo que este nuevo trabajo ha retorcido tu sentido de la realidad.
Cuando un hombre armado viene detrás de ti para encontrarte, te mata. Usa balas.
No camina hasta la puerta, toca el timbre y tiene una conversación contigo primero.
Puede llegar a través de la ventana o una pared, incluso. Esto es cierto. Lo he visto
en crimen real en la tele.
237
Su voz me recuerda a mi conciencia. El mismo tono y todo.

—Bueno, esta es mi vida, Jenny. Vi lo que vi cuando estaba rescatándote y a


los niños. No puedo deshacer eso.

—¡Eso es totalmente injusto, culparme a mí de esto!

—Yo no, no lo estoy. —Tomo aire para calmarme—. O no pretendía.


Simplemente estoy diciendo que es el destino. Ese mensaje viniendo de un número
equivocado a mi teléfono cuando tú estabas comprando un nuevo teléfono, yo
yendo a Frankie’s donde Ozzie estaba trabajando encubierto, yo siendo un fotógrafo
cuando ellos necesitan un fotógrafo… todo es el destino. Esto está destinado a ser.

—¿Y crees que Ozzie estando en tu casa ahora mismo en una pijamada es el
destino también?

—No lo sé, eso es por lo que te llamé.

—¿Quieres que te diga si Ozzie estando ahí es el destino?


—Algo así.

—Estás pensando sobre dormir con él, ¿verdad? —Su tono pierde parte de su
borde enojado—. Pequeña zorra.

—Detente. Esto no es divertido.

—No, tienes razón. No lo es. Es tu jefe. Está ahí para asegurarse de que nadie
te hace daño.

—Así que, estás diciendo que no debería dormir con él entonces.

—No, no estoy diciendo eso. Sólo estoy diciendo lo que estoy diciendo.

—Estás diciendo lo que estás diciendo. Eso no tiene nada de sentido.

—Estoy diciendo que esto es complicado.

Mi mano vuela hacia arriba y abarca la habitación.

—¡De ahí que te llamara!

Félix mira hacia mí, preocupado. Le palmeo en la espalda y regresa a la siesta,


238
con su cabeza apoyada en mi muslo.

—Está bien, bien. Analicemos.

—Sí. —Estoy llena de alivio—. Hagámoslo.

—Es tu jefe.

Mis ojos ruedan al techo.

—Ya hemos cubierto eso.

—Es caliente.

—Mucho. —Es tan, tan, tan, tan lindo. Si tuviera dieciséis de nuevo escribiría
su nombre sobre todos mis cuadernos.

—Está dispuesto, ¿supongo?

—Ya me ha besado dos veces. O una vez y casi lo hizo una segunda vez.
—¿Quién detuvo el segundo intento?

—Yo lo hice.

—Bien.

—¿Por qué eso está bien?

—Te da la ventaja en su mente. De acuerdo. Entonces, ¿qué más?

—No lo sé. —Estoy deprimida ahora. Esto es un completo desastre—. No


puedo pensar con claridad respecto a él. Sí, es mi jefe, y sí, está aquí por motivos
profesionales, y no, no quiero tener mi corazón roto. Eso es todo lo que puedo
pensar.

—¿Qué sobre el sexo? ¿Has pensado sobre eso?

—No realmente. —Mi cara se ruboriza por la idea—. Quiero decir, estoy
completamente atraída por él, pero cada vez que me le acerco, me siento tan nerviosa
que digo cosas estúpidas y luego tengo que escaparme así puedo pensar con
claridad.
239
—Guau. Caray. Lo tienes mal.

—¡Lo sé! —lloriqueo, colapsando de nuevo en mi cama. Me quedo mirando


el techo, mientras Félix sube a acostarse en mi pecho—. Es inteligente, fuerte,
caliente, sexy y cocina como un chef profesional y…

—Y es tu jefe.

Caigo a la tierra, colapsando desde mi gran altura a una muy baja.

—Sí. Y es mi jefe.

—Entonces, ¿qué es lo peor que puede pasar? Quiero decir, si te cuestas con
él.

Pienso sobre eso por algunos segundos.

—Supongo que podríamos terminar no funcionando, y entonces sería muy


incómodo y tendría que dejar mi nuevo trabajo.
—Y estarías de nuevo justo donde estabas antes: no hay daño, no hay falta.

—Pero me gusta mi nuevo trabajo.

—Seguro, pero estoy diciendo, el peor de los casos no te deja peor de lo que
estabas antes de que lo conocieras.

—Excepto por la parte del corazón roto.

—Mmm, los corazones se curan. Créeme.

—Podría perder también el respeto de mis compañeros de trabajo.

—Quienes ni siquiera te conocen y una vez que te conozcan, ellos te


perdonarán. Además, tal vez les gustaría ver a su jefe en una relación.

—¿Qué quieres decir?

—Todo el mundo sabe que los jefes que están echando un polvo con
regularidad son mucho más razonables.

—¿Todo el mundo sabe eso?


240
—Sí.

—Yo no.

—Bueno, eres joven.

—¡Tú sólo tienes treinta y dos!

—Soy sabia más allá de mis años.

—Bueno, así que estás diciéndome que debería tener sexo con él, ¿entonces?

—Estoy diciendo que deberías seguir a tu corazón. Porque si no funciona, vas


a estar bien, y si funciona, vas a estar mejor.

Sonrió de oreja a oreja.

—Te amo, Jenny. Eres tan inteligente.

Suspira.
—Ibas a dormir con él de todos modos, sin importar lo que dijera.

—Eso no es cierto. Valoro tu opinión.

—Sí, pero tú estás caliente por él. Ninguna cantidad de sentido común
detendrá ese tren en marcha por la sexy pista. Solamente ve y acaba de una vez.
Predigo que te encantara si lo haces.

De repente estoy llena con urgencia de ver a Ozzie.

—Bueno, me tengo que ir.

Ríe.

—¿Tan deprisa? ¿No quieres hablar del nuevo programa de computadora en


el que estoy trabajando? Es muy emocionante.

—Seguro lo es. —Trabaja para una compañía que hace aplicaciones de conteo
de calorías para celular—. Voy a escuchar sobre ello este fin de semana.

—¿Te estaremos viendo este fin de semana? ¿Segura que no estarás


demasiado ocupada teniendo todo tipo de sexo sucio con tu nuevo novio?
241
—No es mi novio.

—Todavía no.

—¡Detente, Jen! ¡Estás poniendo presión sobre esto ahora!

—Bueno, bien. Voy a parar. Te quiero. No hagas nada que yo no haría.

—Pero tú eres una total zorra.

—¡Hace mucho tiempo, lo era! ¡Diviértete! —suelta antes de cortar la llamada.

Suspiro de felicidad mientras dejo caer el teléfono a mi lado. Mi hermana dio


luz verde a este asunto. Mi hermana y el Destino han hablado. Es hora de decirle a
Ozzie cómo me siento.
37
E
ncuentro a Ozzie en mi sala, revisando su computadora. Él ha puesto
una manta que solía estar en la parte trasera de mi sofá sobre las
ventanas. Sahara está durmiendo en el pasillo. Félix se le une allí,
tomando residencia en sus patas. Ella hace espacio para que él se acomode, y mi
corazón se derrite solo un poco más hacia ella. Ella ahora tiene permitido tirarse
peditos en mi sala.

—¿Qué sucede? —pregunto, tomando un asiento al lado de Ozzie. Levanto


una revista para mostrar lo calmada y relajada que estoy. Él nunca sabrá que me
estoy quemando por dentro, imaginándome que le digo que quiero su cuerpo contra
el mío. Odio que Britney Spears esté cantando en mi cabeza en este momento.

Para distraer a mi excesivamente ocupado cerebro, practico frases casuales en


242
mi cabeza mientras espero su respuesta:

Te ves caliente en esa camisa. Tal vez deberías quitártela.

¿Tienes novia? ¿Me deseas?

Estaba equivocada, Ozzie. Tan equivocada. Llévame a la cama.

¿Vienes aquí a menudo?

Sexo. Quiero algo de eso. Rawr.

—No mucho —dice él, ignorante de mi manía—, solo revisando varias


cámaras que colocamos alrededor de la ciudad. —Él mueve el portátil en mi
dirección. Hay varias ventanas abiertas en la pantalla. Cuando reconozco las casas
en una de ellas, le apunto.

—¡Oye! ¡Ese es nuestro blanco de hoy!


—Sí. —Él hace la pantalla más grande—. Parece que estamos teniendo algo
de actividad.

Hay dos autos estacionados afuera y uno que justo está llegando. Las
imágenes no son de una gran calidad, los individuos caminando alrededor solo son
alumbrados por las luces de la calle, pero son lo suficientemente buenos para una
cosa.

—¡Ese es el hombre! —digo, levantándome para poder inclinarme en la


computadora—. Justo allí. Ese es el calvo. —Apunto a la pantalla.

—Sí, es él —dice Ozzie, escribiendo algo muy rápido en su teclado. La imagen


se agranda, como si la cámara en el dron se está enfocando.

—Vaya —digo—. Eso es en serio genial.

—No tan genial como lo que estás por ver. —Él comparte una mirada traviesa
conmigo y luego se pasa a otra pantalla. A su derecha en mi escritorio está una
palanca de mando que no había notado antes, conectado a un puente USB a su
computadora.

Los dedos de su mano izquierda presionan el teclado. Su mano derecha está


243
en la palanca de mando. De repente, estamos viendo otra vista de la casa, pero esta
se está moviendo, y va más rápido que el Loro que tuve en mis manos hoy.

Me siento un poco mareada, mirando desde esta perspectiva

—¿Qué está pasando? —Es como si él tomó el dron del poste y lo movió.

—Es otro insecto que tenemos.

—¿Insecto?

—Insectos. Electrónicos usados para escuchar conversaciones o algo así. —Su


tono es distraído mientras se concentra en lo que está haciendo. El insecto que se
estaba dirigiendo hacia la casa ahora vuela a un lado de esta.

—¿A dónde va?

—Solo mira y verás. —Cuando alcanza la dilapidada cerca de madera que da


al patio trasero, se detiene. Hay varias personas, disfrutando lo que parece ser una
barbacoa. Ozzie presiona una de las teclas F de su laptop, y de repente sonidos salen
de su computadora. Sonidos de fiesta.

—¡Oh mi Dios! ¡Es un insecto! ¡Como en las películas! —Aplaudo como una
niña pequeña. Cuando me doy cuenta que me veo como Sammy felicitándose a sí
mismo en el excusado, me detengo.

—Sí, excepto que este es real. —Él presiona otro botón—. Así que ahora
grabamos todo y analizamos la información después.

—¿Puedo ayudar con esa parte?

—Estoy contando con ello.

Me pongo un poco caliente por dentro. Él está contando conmigo. Genial. Con
suerte, este insecto va a recoger algo bueno. Asumiendo que no sea descubierto, por
supuesto. No estoy segura como alguien puede perdérselo. Me refiero, puedo
escucharlos hacer esa fiesta, pero eso no los hace ciegos.

—¿No van a notar ellos al dron sentado en la cerca?

—No este. Es del tamaño de una libélula y se ve muy parecido a una. 244
—Guau. Eso es un poco espeluznante, en verdad. —Miro alrededor de mí
habitación, preguntándome si hay algún insecto alrededor.

Él gira su cabeza para verme, removiendo sus manos de la palanca de mando


y de la computadora al mismo tiempo.

—¿Querías hablarme de algo hace un minuto?

De repente la conversación con mi hermana viene flotando de regreso, y paso


de estar fascinada e impresionada a nerviosa de nuevo.

—Uhhh, heh-he… —¡Ack! ¡Mi cerebro y mi boca se han desconectado!

—¿Estás bien? —pregunta Ozzie, frunciendo el ceño con mi expresión.

—Sí, estoy segura, estoy bien. —Phew, gracias a Dios, mi cerebro está de
nuevo conectado. Ahora solo si pudiera conseguir que mi presión sanguínea se
calme, sería excelente.
Me pongo de pie y alejo de él, deteniéndome cuando mis talones golpean la
orilla de una silla. Me hundo en ella, esperando no parecer tan nerviosa como me
siento.

—Acabo de tener una plática con mi hermana. Y pensé en venir a ver qué
estabas haciendo. —Miro el reloj—. Normalmente no me voy a la cama hasta
después de las diez.

—Yo tampoco. —Él se inclina en mi silla de oficina, haciéndola sonar al


mismo tiempo que sus leves movimientos de mecerse—. Supongo que podemos
matar un par de horas. —Me mira de arriba abajo. La forma en la que se está
meciendo parece como si estuviera asintiendo con aprobación.

Guau. Cosa poderosa.

No puedo mantener su mirada. Mis ojos viajan por la habitación.

—Sí, un par de horas o algo así. Podríamos ver TV. —Me encojo de hombros.
Estoy calmada. Soy casual. Puedo ver televisión con un tipo caliente por dos horas
y mantener mis manos para mí misma. Mejor hago algo de palomitas. Para mantener
mis manos ocupadas. 245
—Podríamos. —Él asiente lentamente. La silla ha dejado de moverse, por lo
que sé que él lo está haciendo a propósito esta vez. Creo que podría estar
conteniendo una sonrisa, es difícil de decir.

—Podríamos… jugar cartas —ofrezco.

Él deja de asentir.

—Podríamos hacer eso, o…

Me encojo de hombros y mi boca se abre, con palabras derramándose.

—O podríamos solo dormir juntos. Y acabar con eso.

¡Oh por Dios! ¡Lo dije en voz alta! ¡Auxilio! ¡Me estoy cayendo como un payaso en
ciudad locura!

—Esa siempre es una opción —dice él tan calmadamente como si dijera que
podemos jugar cartas.
¡Qué demonios!

Giro mi mirada hacia él y lo encuentro sonriendo.

—Deja de verme de esa forma —digo, un poco sin respiración por mis
nervios. Estoy sudando también, por supuesto. Con suerte no lo suficiente para que
se note.

—¿Cómo se supone que debería estar mirándote en este momento? Te me


acabas de proponer.

—No, no lo hice. —Frunzo el ceño como si fuera que estuviera loco y no yo.
Dudo que sea muy convincente dado que estoy prácticamente usando una etiqueta
que dice: “Hola, mi nombre es LOCA”. Miro a un lado, convencida de que hay algo
muy interesante que necesita mi atención en los estantes.

—Puede que esté un poco oxidado en esta área, pero estoy muy seguro de
que lo hiciste.

—¿Qué área? —Él tiene mi atención total en este momento. ¿Está confesando
que no ha tenido sexo en mucho tiempo también? ¿Igual que yo? ¿Estamos los dos
viniendo de un tiempo largo y seco?
246

—El área de tener a una mujer arrojándoseme.

Me levanto, indignación saliendo por cada uno de mis poros.

—¡No hice tal cosa! ¡Cómo te atreves! —¡Estoy tan avergonzada! ¡Humillada!
¡Es terrible! ¡Mi peor escenario no era para nada así de desastroso! ¡Huye!

Él salta y se lanza sobre mí, tomándome en un abrazo de oso antes de que


pueda escapar. Se está riendo, él bastardo.

—¡Solo estoy bromeando! —Entierra su rostro en mi cuello mientras lucho


por alejarme—. Cálmate, Bo Peep, antes de que lastimes a alguien.

—Voy a hacerte daño en cuanto me sueltes. —El dolor de su broma anterior


está aliviándose, rápidamente siendo reemplazado por la calidez de su toque.
Nuestros cuerpos están conectados desde los dedos de los pies hasta la nariz. Aun
voy a golpearlo, por supuesto, pero quizás haga algo más luego.
—Aw, no quieres hacer eso, ¿o sí?

Mi lucha mayormente se reduce.

—Algo así.

Besa la piel delicada de mi cuello, terminando con mi resistencia por


completo.

—¿Estás segura de eso? —pregunta en un susurro.

Suspiro con gusto y me rindo.

—No estoy segura de nada cuando te concierne a ti, Ozzie. En serio. Me estás
confundiendo mucho. —Él es un completo extraño, pero no lo es. Un gran hombre
del tamaño de una montaña con una horrible barba, pero no lo es. Peligroso, pero
no. ¡Ack! Algo empieza a tener sentido por aquí…

—Bueno. Me gustas confundida. —Gruñe y muerde mi cuello.

—¡Ow! Cuidado. —Empujo su pecho, pretendiendo que me quiero alejar.

Él sabe que es todo un acto. Ambos lo sabemos. Además, no voy a alejarme 247
de esta celda hecha de puro músculo hasta que él quiera que me vaya. Espero que
eso no suceda en un buen tiempo. La palabra para siempre se cuela a través de mi
mente.

Él me besa de nuevo, lentamente succionando el lugar en donde ha mordido.


Escalofríos suben y bajan por mi columna y todo se siente como si se estuviera
incendiando. Mi sistema se está electrocutando. Sus besos continúan por mi cuello,
donde lame la piel cerca de mi oreja, antes de cambiar de dirección e ir hacia mi
hombro. Mi pulso está corriendo y mi respiración es más rápida. Mis pezones se
endurecen bajo mi sostén y otras partes de mí más abajo comienzan a arder.

Él gime.

—Mmmm, sabes bien. Me pregunto… ¿Sabes así de bien en todos lados?

Ahora mi coño está en llamas también. Genial. ¿Cómo le voy a decir que no
ahora?
Su mano izquierda se desliza por mi espalda y toma mi trasero, apretándolo
y usándolo para jalarme hacia él. Él está duro como roca. Puedo sentir su erección a
través de las capas de ropa, y es tan grande como lo es por todos lados. Oh Dios mío.

Un sonido extraño que no he escuchado antes se escucha en mi pórtico.

Ozzie se congela en su lugar por dos segundos, y luego sus manos se alejan
de mi cuerpo. Da un paso atrás, cada fibra de su cuerpo grita que él está en alerta.

Me quedo allí de pie como un maniquí en una ventana de una tienda de sexo.
Mis ojos permanecen medio cerrados por unos segundos antes de darme cuenta que
él se está alejando.

—¿Qué… ?

—Shhh. —Él sostiene un dedo contra sus labios antes de caminar hacia mi
pórtico.

Dejo el acto de maniquí sexual y lo sigo hacia el panel de control en mi puerta


delantera. El numero 8 está iluminado con una luz roja. Es amenazante, tan loco
como se escucha. Creo que mi impresión es ayudada por el hecho de que Ozzie ha
pasado de ser un sexy amante a ser un comando de la armada listo para atacar.
248
Ambos son horribles y calientes como el infierno verlos en acción.

—Quédate justo allí —dice Ozzie, jalándome de la cintura hacia el baño que
está junto a la puerta delantera—. Entra, cierra la puerta, no salgas a menos que te
lo diga.

—¿Pero…? —Está bien, no es sexy. Me da miedo. No quiero jugar más.

—Hazlo. Dime que entiendes. —Me toma por el mentón y sostiene mi rostro.
Él me está viendo tan intensamente, que no tengo más opción que asentir.

—Te escuché y te entendí —le digo como mejor puedo cuando su agarre aún
controla mi mandíbula—. ¿Qué significa la luz en el panel?

—Es una posible alerta de intruso.

Mi corazón se contrae en mi pecho. ¿Me van a disparar? Espero que no. Ozzie
y yo apenas y estábamos empezando.
—¿Por qué no sonó la sirena? —susurré con un chillido.

—Porque no han alcanzado ninguna de las entradas de la casa aún. Está


marcando que alguien ha cruzado en tu propiedad.

Noto que por primera vez hay una luz exterior en el patio delantero. ¿Cuándo
se instaló eso? No recuerdo tener una de esas antes.

—¿Cuándo…? ¿Desde cuándo yo tengo…?

—Fue instalada esta tarde. Le pedí a Thibault que viniera aquí y pusiera el
sistema. —Él se inclina y me besa en la boca antes de soltar mi mentón y dejarme
sola en el baño.

Me inclino fuera de la puerta cuando él se ha marchado.

—¡Félix! —susurro —. ¡Entra aquí!

Félix llega obedientemente y entra en el baño, sus pequeñas uñas sonando en


el piso como pequeños zapatos de tap. Una vez que cierro la puerta, encerrándonos
a ambos en el baño, me hundo en la alfombra y comienzo a entrar en pánico a nivel
diez. 249
38
P
arece que por una eternidad no oímos nada. Entonces la alarma suena,
y casi mato a Félix de un estrujón en un sobresalto sorprendido. Gime
de dolor y me muerde en el brazo.

—¡Auch, pequeño vándalo! —Lo levanto y subo a la bañera, cerrando la


cortina de la ducha detrás de nosotros. Félix se siente mal por haberme mordido, por
lo que ahora está tratando de compensármelo dándome un baño de lengua en el
brazo. Estupendo. Acurrucándome en el humano más pequeño que puedo, por
encima de los grifos, rezo para que Ozzie no salga herido tratando de mantenernos
a mí y a mi pequeña bola de pelos a salvo. Puedo escuchar cada uno de los latidos
de mi corazón. Félix también.

Los profundos y amenazantes ladridos de Sahara entran por la puerta a


250
continuación. Félix se levanta y empieza a ladrar también. Le cierro la boca, y su ira
llega amortiguada.

—¡Berf! ¡Erf! ¡Eerf, berf, berf!

El pequeño hombre está enfadado, pero no hay manera en el infierno que lo


deje salir allí para ser pateado contra la pared. Jenny tenía razón; Félix iría a por los
tobillos y pagaría un alto precio por ello.

Después de lo que parece ser mucho tiempo, lo suficientemente largo como


para que me haga sudar a través de la camisa, la voz de Ozzie ahora se puede oír
por encima del ruido de descontento de Sahara. Le está diciendo a alguien de la
compañía de alarmas que todo está bien. Entonces él está en la puerta del baño.

—¿Cuál es tu contraseña? —pregunta.


—¡¿Quién está ahí?! —Quiero que Ozzie sepa que al menos me aseguraría
antes de confiar sólo en una voz. Soy prácticamente una especialista en seguridad
ya.

—Soy yo, Ozzie. Necesito el código, o enviarán a la policía.

—¿Estás solo o estás siendo retenido a punta de pistola?

—Abre la puerta y míralo por ti misma.

Ozzie nunca me diría que hiciera eso si hubiera un tipo malo de verdad ahí
fuera. No lo conozco muy bien, pero sé esto. Sinceramente, podría imaginármelo
recibiendo una bala por cualquiera de su equipo, yo incluida. Salgo de la bañera y
abro la puerta en una grieta.

—Es Sahara —digo tan silenciosamente como puedo y todavía siendo oída
sobre las sirenas.

Ozzie está hablando por mi teléfono.

—Sahara. —Baja la mirada hacia mí, con los ojos llenos de significado, pero
una que no puedo discernir. Podría ser el estrés de tratar con lo que sea que sucedió 251
o alguna otra cosa. No lo conozco lo suficientemente bien como para leerlo, y ahora
no estoy segura de que alguna vez lo pueda conocer así de bien.

No es como ningún hombre que haya conocido antes. Justo ahora, cuando
pensaba que había un intruso aquí, no vaciló; me lanzó al baño y salió fuera para
encargarse de ello. Nunca me había sentido tan segura en toda mi vida, tan bien
cuidada. Pensaba que antes tenía el nivel de enamoramiento por él al máximo, pero
estaba equivocada. Tendría sexo con él en el piso del baño en este mismo segundo
si lo pidiera.

—Está bien, gracias —dice a la persona en el teléfono—. Voy a restaurarla


ahora. No asuman que no es una llamada real si les llega otra esta noche. —Él asiente
un par de veces—. Gracias. Hasta luego.

Cuelga la llamada y me entrega mi teléfono.


—¿Qué demonios fue eso? —Salgo de mi escondite con las piernas
temblorosas. Félix quiere bajar, pero no le dejo hacerlo aún. Sahara está allí a mis
pies, oliéndole las piernas desde abajo.

—Alguien vino a tu propiedad, pero la alarma que activé los asustó.

—¿Viste a alguien?

—No, pero voy a suponer que era el hombre que te vio en el bar.

—¿Por qué harías eso? Podría haber sido un gato o un perro o un mapache.
—No quiero que sea un tipo malo; quiero que sea una falsa alarma. Estoy segura de
que hay una buena explicación para que esa estúpida alarma se encendiera.

—¿Tienes mapaches que midan un metro de pie en este barrio? Porque esa es
la altura mínima que hará sonar el dispositivo.

Estamos de pie en medio de la sala de estar ahora. Mi indignación se ha


convertido en miedo.

—No.
252
—La alarma sólo se activa cuando un objeto del tamaño de una persona cruza
por encima del borde de tu propiedad. Por desgracia, lo que quiera que fuese,
suponiendo que no saben nada sobre sistemas de seguridad, ahora sabe que tienes
un sistema de alarma en el perímetro establecido.

—¿Y eso es malo porque…?

—Debido a que ahora pueden desactivarla, y ya no te ayudará.

—Pero pensé que este sistema es tecnología de punta. —Estoy lloriqueando.


No puedo evitarlo.

—Nada es tecnología de punta para alguien con conocimientos y lo


suficientemente determinado.

Mi rostro se ensombrece.

—Oh. Eso apesta.

—Realmente me gustaría que vinieras a quedarte en mi casa.


Me muerdo el labio, considerando mis opciones.

Plan A: Quedarme aquí y temer por mi vida y, posiblemente, poner la vida


de Ozzie en peligro también… o

Plan B: Ir a su casa y tener ese almacén gigante rodeándonos de protección. Y


las armas. Y las espadas. Y los bastones. Y esa cama con las sábanas de seda negra…

—Está bien. Me quedaré en tu casa. —Sí, eso fue fácil.

—Gracias. —Da un paso más cerca y pone sus brazos alrededor de mi cintura.

—Con una condición —digo, poniendo un dedo en su pecho para detenerlo


de acercarse más.

—¿Cuál?

Ni siquiera puedo pensar en una condición. Quiero decir que no me puede


engañar para acostarme con él, pero entonces estaría poniéndome en el purgatorio
sexual. Ver a Ozzie todos los días, pero ¿no ser capaz de tocarlo? No, gracias.
Además, no es como si tuviera que engañarme para que me acueste con él. Ya se lo
había propuesto, como ya había señalado él con tan poca delicadeza anteriormente. 253
—Tú tienes que cocinar —digo, rápidamente rescatándome a mí misma de
ser una tonta total—. No puedo cocinar nada que valga la pena, y tú eres bueno en
ello.

—Hecho.

—¡Y…! —Levanto el dedo cerca de su barbilla.

Sus ojos están brillando.

—¿Y?

—Y… tienes que enseñarme a usar ese bastón.

—Dev podría enseñarte.

—Pero quiero que tú lo hagas.

—De acuerdo, está bien. Te enseñaré a usar el bastón.


—¡Y…! —Pongo mi mano suavemente en su mejilla.

Su voz es apenas un susurro.

—¿Y? —Está sonriendo.

—Y no quiero que te hagas ilusiones. —Ahí. Lo dije. Mi peor temor ahora está
ahí fuera en el aire entre nosotros. Soy muy mala en la cama. Me lo han dicho tres
tipos diferentes, así que me lo creo. Y nunca me dan esas sensaciones que las mujeres
describen en las revistas y en los blogs de sexo, así que tengo toda la auto-
confirmación que necesito. Algunas mujeres son tigres en la cama, pero yo soy más
como un débil, pequeño gatito. No es que no lo intente; es sólo que fallo
independientemente.

La verdad es que lo más aterrador en mi vida no es un asesino potencial que


podría estar por ahí buscando acabar conmigo; lo es que esté condenada a tener sexo
mediocre por el resto de mi vida, y tendré que encontrar un hombre que esté de
acuerdo con eso por el resto de su vida. Sí, es posible que pueda tener mis
prioridades un poco jodidas, pero ser mala en el sexo puede ser bastante devastador.

Sigo con mi confesión. 254


—No soy buena en la cama, y no quiero que estés decepcionado conmigo más
tarde, así que te lo digo ahora. Revelación completa.

Él sigue sonriendo.

—No es una broma, Ozzie. Lo digo en serio. Soy muy mala en la cama.

—Eso es bueno.

Mi cara se pone caliente cuando asimilo el doble sentido9.

—No quiero decir que chupe, literalmente…

Él hace pucheros.

9
En inglés en este contexto suck puede significar tanto “ser malo en algo o apestar” como “chupar”,
de ahí el doble sentido.
Me río y parece loco dejando mis labios, así que paro inmediatamente.

—Por supuesto que hago eso… chupo literalmente… —Tan pronto como las
palabras están fuera, me odio a mí misma. ¡¿Demasiado estúpida, May?!

¡Arréglalo! ¡Rápido!

—¡Ja ja! Es decir, que en la cama, no tengo talento. Experiencia. Soy patética
en la cama. Pero lo intento. Lo intento. —Mi cara se ensombrece al darme cuenta de
que prácticamente me he garantizado a mí misma una cama vacía cada vez que él
esté en la ciudad. De ninguna manera querrá estar con alguien tan torpe como yo.

Se inclina hacia abajo sin decir nada y me besa.

Lentamente al principio, y luego con más urgencia, sus labios se mueven


contra los míos. De alguna manera nos ajustamos a la perfección. Cuando se mueve
hacia la derecha para profundizar la conexión, inclino la cabeza hacia la izquierda,
y funciona como magia. Su lengua sale para tocar la mía. Es grande, al igual que el
resto de su cuerpo. Caliente. Húmeda. Resbaladiza. Oh…

Pequeños estremecimientos zumban dentro de mí como si estuvieran


electrificados. De alguna manera me fundo en él, queriendo estar más cerca. Me tira
255
contra él, y me encanta la forma en la que sus músculos duros se presionan contra
mis partes más suaves. Esto estaba destinado a pasar. Tiene que ser así. Se siente
demasiado bien para ser otra cosa.

Sus manos caen a mi cintura y descansan allí durante unos momentos


mientras jugamos con la lengua del otro. Él agarra la mía suavemente con los dientes
y yo me río, recuperándola. Luego presiona sus caderas contra las mías, y puedo
sentir su dura longitud de nuevo. Aparta la cabeza y me sonríe.

—Cualquiera que pueda besar como tú no puede posiblemente ser malo en la


cama. Y cuando digo ser malo, me refiero a no ser bueno.

Sonrío con timidez, ahogándome prácticamente en la bondad y promesas que


veo en sus ojos.

—Sólo estás siendo amable.


—No, sólo estoy siendo excitado como el demonio y con muchas ganas de
estar dentro de ti. —Él me golpea duro en el trasero y se aleja—. No ahora, sin
embargo. Negocios antes que placer.

Me quedo en medio de mi sala de estar, aturdida. Mis bragas están húmedas,


mi cuerpo está sonando con pasión no utilizada, y mi cerebro está girando en
círculos alrededor de sí mismo. ¿Qué acaba de suceder? ¿Él quiere estar dentro de
mí? Aleluya, cariño, ¡voy a echar un polvo esta noche!

Sólo la idea me tiene entrando en pánico de nuevo.

Él, por supuesto, es ajeno a mi angustia mental, probablemente nunca ha


sufrido un solo nanosegundo de dudas en su vida.

Su voz sale como un sargento de instrucción.

—¡Venga! ¡Andando! ¡Date prisa! ¡Tenemos algo de embalaje que hacer! —Ya
está a mitad de camino de mi escalera.

Miro a los perros. Ambos están dormidos. Ninguno de los dos sabe que mi
mundo acaba de ser puesto al revés por un tipo que solía tener la barba más horrible
del planeta, pero que ahora parece haber salido de mi sueño más caliente, sexy y
256
húmedo que haya tenido.

En mi próxima vida, quiero volver como un perro. Creo que todo va a ser
mucho más simple que la cosas que están pasando en este mundo loco en el que
estoy viviendo en este momento.

Suspiro y sigo la pista a Ozzie. Incluso antes de llegar a mi habitación, puedo


oírlo abriendo cajones. Siento que he perdido el control de todo cuando veo una
maleta abierta sobre la cama y ya está media llena con mi ropa.

—¿Estás seguro de que esto es lo correcto? —pregunto, apoyada en el marco


de la puerta. Ahora que no estoy en sus brazos, tengo una mejor perspectiva de
dónde me estoy metiendo. Esto podría terminar muy mal para los dos. Cuando me
besó esta vez, lo sentí en mi corazón. Y mientras que Jenny tiene razón, los corazones
se curan, seguro que duele como el infierno cuando se rompen.
—Estoy seguro. Saca lo que necesites del baño. Me pondré con el armario
luego. Nos iremos después de que deje a los perros salir para una rápida carrera en
el patio.

Entro al baño, esperando que el Destino tenga todo bajo control, porque
seguro que yo no.

257
39
E
l puerto está tranquilo, o tan tranquilo como el puerto de Nueva
Orleans puede estar nunca. Incluso en la oscuridad de la noche, hay
cosas pasando, con gente moviéndose alrededor, envíos llegando o
saliendo, negocios siendo atendidos. Nos detenemos en el almacén, y no salgo de mi
auto hasta que la puerta se cierra detrás de nosotros con un sólido boom.

Ozzie configura la alarma en el teclado cerca de la puerta principal antes de


venir a mi auto y descargar las maletas. Hay tres, incluyendo una bolsa pequeña
para juguetes y cuencos de Félix. Mi bebé peludo salta fuera de mi auto y se une a
Sahara. Suben las escaleras hasta la casa de Ozzie por delante de nosotros.

—Tomarás mi habitación y montaré el catre para mí en la cocina.


258
Suspiro, luchando en mi cabeza durante todo el plan. Tener que quedarme
aquí realmente complica una situación ya demasiado complicada. No me gusta que
sea mi culpa.

—Debes tomar tu cama. No me importa el catre.

—Lo siento, no puedo hacerlo. Me salgo con la mía esta vez.

—¿Esta vez? ¿Estamos tomando turnos? —Llegamos a la parte superior de


las escaleras y presiono el código que Ozzie me da para entrar. La puerta hace clic y
la abro. Félix y Sahara entran primero. La mantengo en su lugar para Ozzie, que está
cargado con todas mis maletas. Esos músculos son realmente muy útiles a veces. Es
bastante impresionante, en realidad, ver que no son sólo para mostrar. Creo que
podría hacer pesas con mi cuerpo. Tengo una especie de fascinación por ver si hace
alguna diferencia en el dormitorio. El último tipo con el que estaba pesaba casi lo
mismo que yo. Jenny le llamaba La Ramita.
—No, no estamos tomando turnos —dice Ozzie, moviéndose a través de la
habitación de espadas—. Puedes salirte con la tuya todo el tiempo a menos que
decida que necesito hacerlo a mi manera.

Sonrío.

—Creo que puedo manejar eso. Mientras no decidas que necesitas salirte con
la tuya más de la mitad del tiempo.

Su respuesta es un gruñido.

Descendiendo por el pasillo, siento mis pasos desacelerarse. Este es su


dominio, no el mío. Su negocio, su casa, su cocina, incluso. ¿Qué estoy haciendo
aquí? ¿Va a odiarme cuando se despierte de ese catre con un dolor de espalda?
¿Estoy tomando ventaja de su hospitalidad, de su necesidad de cuidar a sus
empleados?

Pone mis maletas en el suelo junto a la cama.

—Puedo limpiar un par de cajones para ti aquí así no tienes que vivir atada a
tus maletas. —Se mueve a una cómoda—. Sé que dos no son suficientes, pero puedo
mover una repisa aquí adentro para colgar tus cosas.
259

Me acerco y pongo mi mano en su brazo.

—Ozzie, para. —Miro hacia él, suplicando con mis ojos.

Sus manos caen a sus costados.

—¿Parar qué?

—Para de… hacer todo esto. Cuidar de mí mientras te lanzas a ti mismo fuera
de tu propia habitación.

Su voz se vuelve muy suave, muy tranquila.

—No voy a parar, May, lo siento. No es quien soy.

Estampo mi pie, frustrada con nuestra situación.

—¿Por qué? —Esto va a condenar nuestra relación o cualquier oportunidad


de una relación que podríamos haber tenido. ¡Es tan injusto!
Toma una de mis manos por los dedos y los mueve un poco.

—En realidad te estás exaltando por nada. He dormido más noches en el suelo
de las que puedo recordar. Ese catre es una gran mejora. —Mira sobre su hombro a
la cama—. Ese colchón es demasiado blando, de todos modos. Me estarás haciendo
un favor.

—Sólo dices eso para que duerma allí.

Se acerca y me tira en un abrazo, apoyando su barbilla en mi cabeza. Trato de


envolver mis brazos alrededor de su espalda superior, pero no puedo. Él es
demasiado grande. Me conformo con su cintura, que es mucho más estrecha. Ahora
puedo alcanzar mis manos alrededor del otro lado de él de la manera correcta.
Aprieto con la mayor cantidad de apreciación que tengo en mí.

—Eres demasiado bueno —digo, tristeza tiñendo mi voz—. Me temo que se


va a arruinar todo.

—Nada va a arruinarse por mí tratándote como mereces ser tratada. —


Retrocede y me mira—. ¿Eres una de esas mujeres que han sido tratadas mal, que se
les dijo que es inútil o algo? 260
Niego con la cabeza.

—No. He tenido pocos novios, y fueron lo suficientemente agradables. Sólo…


—me encojo de hombros—… no lo más adecuado para mí.

Me abraza de nuevo, como si estuviera disfrutando estar sólo allí de pie en


medio de su habitación sin hacer nada, más que tratar de hacerme sentir mejor. Me
encanta la fuerza de él que puedo sentir, no sólo a través de sus músculos, sino en la
forma en que su mente y su corazón trabajan. Ozzie estando a cargo de la seguridad
tiene todo el sentido del mundo. No me puedo sentirme nada menos que totalmente
segura en sus brazos. Protegida. Cuidada, incluso.

—No puedo prometer nada, excepto decir que voy a mantenerte a salvo —
dice, con la voz ronca.

Asume que mi único temor es el hombre que trató de dispararnos aquel


entonces en Frankie´s. Tiene razón en eso parcialmente; tengo miedo de ese hombre.
Pero eso no es lo único que me preocupa. Jenny me llama compasiva, y no estaría de
acuerdo con ella en eso.

—¿Pero qué si el peligro está viniendo de ti? —le susurro en respuesta. Mi


corazón se retuerce dentro de mi pecho mientras me imagino enamorarme de él y
luego ser dejada de lado. Comprometerse a una relación real es bastante difícil, ¿pero
tomar el riesgo y luego quemarte por ello? Tendría que vivir con mi hermana para
que ella pudiera cuidar de mí por el resto de mi vida; estaría así de devastada.

—No tienes nada que temer de mí, lo prometo.

—No temo ser herida —digo en voz baja—. Temo ser destrozada.

Él me deja ir. El dolor comienza a venir de lo que supongo que es su rechazo,


pero luego es arrastrado cuando me recoge en sus brazos como un bebé.

—¿Qué tal si vamos a la cama ahora mismo y nos preocupamos de todas las
cosas que nunca podrían suceder, mañana?

Usa su codo para apagar la luz. Una lámpara permanece encendida junto a la
cama, lanzando un débil resplandor alrededor en la habitación. Es el tipo atractivo
de iluminación que me hace ver muy bien desnuda, o tan bien como puedo verme
261
sin la ropa puesta. Anotación.

Me estiro para deslizar mi mano sobre su pecho.

—Eso suena bien para mí. —Mi cabeza se eleva cuando la suya cae para poder
encontrarnos en el medio para un beso.

Es mucho más rápido de lo que anticipé, sin embargo. No tengo tiempo de


averiguar por qué es eso antes que esté perdida y confundida, volando por el aire
cuando me lanza directo fuera de sus brazos y hacia la cama.

¡Estoy en el aire! ¡Oh Dios mío! ¡¿Voy a morir?!

¡Boof! Aterrizo en el colchón sobre mi espalda y reboto alto una vez antes de
llegar al fin en medio de las mantas. Clavo mi vista en el techo mientras mi cerebro
procesa lo que acaba de ocurrir.

Oh Dios mío… ¡realmente me tiró!


—Espérame aquí. Estaré de vuelta. —Me sonríe y se va corriendo de la
habitación.

—¡Ozzie! —chillo, tratando de recuperar el aliento de esa experiencia cercana


a la muerte. Mi cabeza se gira a la derecha y luego a la izquierda. Todavía estoy viva.
No hay nada roto. Mi respiración me fue robada un poco, pero está de regreso.
Literalmente volé un metro en el aire en el primer rebote fuera de esa cama
demasiado blanda. ¡Qué demonios!

—¡Voy a matarte por eso! —Escaneo la habitación por un arma. Juro que la
usaré también. Él está entrenado. Puede luchar. Si él decide dejarme ganar, bueno,
ese es su problema.

Sus cálidas risas vienen del pasillo de la cocina, y en lugar de hacer planes
para un castigo justo, me arrastro un poco hacia atrás y me reclino contras las
almohadas, preguntándome lo que se trae entre manos ahora. Tengo la sensación de
que me va a gustar mucho, y no puedo evitar sonreír al respecto. Estar con él es
como estar en un loco parque de atracciones. Nunca sé lo que va a ocurrir a
continuación, pero siempre es divertido.
262
40
E
scucho un tintineo de cristal antes de que él rodee la esquina. Tiene
una botella en una mano y dos copas altas de champagne en la otra.

—Estaba guardando esto para el próximo cumpleaños pero


pensé que podríamos tomar algo ahora.

Me incorporo lentamente, un poco aturdida por lo que estoy viendo. Ozzie es


por lo general tan reservado. Esta persona entusiasta, feliz no es alguien que haya
conocido antes. Se me hace difícil creer que cualquier otra persona en el equipo la
haya visto. Y pensar que él sólo puede actuar de esta manera en mi presencia me
hace calentar por dentro. Creo que realmente le gusto. Una sonrisa tonta se apodera
de mi cara.
263
Pone las copas sobre su mesita de noche y tuerce la jaula de alambre de la
parte superior del corcho.

—Espero que te guste el champagne.

Deslizo mis piernas al otro lado hasta que están colgando de un lado de la
cama.

—Me gusta el champagne. No lo bebo muy a menudo.

—Tengo un amigo con un viñedo en Francia. Él me envía unas pocas cajas


cada año.

—Que buen amigo.

—Hemos hecho un trabajo para él.

—¿Qué tipo de trabajo hace que el dueño de un viñedo necesite de una


empresa de seguridad?
—Oh, tenían algunas mercancías de vinos raros que eran enviadas al
presidente. Nos aseguramos de que llegaran a donde se suponía que debían ir en la
condición en que se suponía debían llevarse.

—¿El presidente? ¿Al igual que en el presidente de los Estados Unidos?

—El único.

—Guau. Eso es sólo… loco.

El corcho sale volando y atraviesa volando la habitación, distrayéndome de


la impresionante lista de clientes de Ozzie. Sólo lo veo de nuevo cuando rebota en
la pared y se posa en el suelo. Félix asoma la cabeza por la esquina de la puerta, y en
cuestión de segundos sus ojos se fijan en ese corcho. Lo agarra y desaparece de
nuevo. Esto significa que habrá tapón de champaña triturado en algún lugar de la
casa de Ozzie para limpiar después. Suspiro. Por lo menos el pequeño desgraciado
estará feliz y ocupado por un tiempo.

Ozzie vierte una copa llena y me la pasa cuando la espuma ha disminuido


hasta la mitad. Cuando la segunda copa está llena, pone la botella en la mesa auxiliar
y levanta la suya. 264
—Brindemos por los nuevos comienzos.

Alzo mi copa, preguntándome si estamos brindando por mi nuevo empleo o


mi condición como su compañera de habitación.

—Por los nuevos comienzos —digo en voz baja, asegurándome de no golpear


la copa demasiado fuerte. Con mis nervios estando como están justo ahora, podría
fácilmente romper ambas.

Mi primer sorbo envía burbujas a mi nariz. Estornudo, y no muy


delicadamente.

Él sonríe.

—Te gusta.

—Me gusta, me gusta. —Limpio mi nariz para evitar más del cosquilleo. Mis
ojos están goteando tratando de mantener dentro el próximo estornudo.
—Éste no es muy dulce.

Tomo otro sorbo y asiento.

—No, es seco, pero me gusta. —Ahora que ya no estoy estornudando, puedo


apreciar el sabor—. Es como beber firecracker —digo, sonriendo.

—Nunca lo pensé de esa manera. —Apura su copa, sosteniendo el líquido en


su boca durante unos segundos. Inclina su cabeza de izquierda a derecha, traga, y
asiente con la cabeza—. Tienes razón. Igual que el cóctel firecracker.

Continuamos con otra copa cada uno, todo el tiempo mirando alrededor.
Cuanto más tiempo pasa, más incomodidad se interpone entre nosotros.

—Entonces —dice, poniendo la copa sobre la mesa auxiliar—. ¿Te sientes


como para ver un poco de televisión?

La forma en que lo dice me dice que realmente no me está preguntando si


quiero ver televisión. Me está preguntando si quiero hacer esa otra cosa que
discutimos antes de que ese intruso activara la alarma del patio.

Bajo mi copa con cuidado, con la esperanza de que el temblor en mi mano no 265
se note demasiado.

—No lo sé. Tal vez. ¿Dan algo bueno?

Mueve su cabeza muy lentamente.

—No. No dan nada bueno.

—Podríamos alquilar una película —digo, en broma. Quiero ver lo que va a


decir a eso.

—Podríamos. Pero no hay buenas películas en este momento.

—¿No hay? —Estoy tratando de no sonreír.

—No. Ninguna. —Da un paso atrás un par de centímetros y deshace


lentamente su cinturón.

Pánico se levanta en mi pecho, en mi garganta, cortando mi aire.


—¿Qué estás haciendo? —digo en un susurro ahogado. Es todo lo que soy
capaz de hacer en este momento.

—Sacando mi cinturón.

—Oh. —Asiento con la cabeza. Por supuesto, eso es lo que está haciendo.
Tonta de mí.

Después de que él deja caer su cinturón en el suelo, tira de la parte inferior de


su camisa fuera de su cintura.

Trago el nudo en mi garganta.

—¿Qué estás haciendo ahora?

—Quitando mi camisa. —La levanta sobre su cabeza y baja un brazo con


soltura, dejándola caer al suelo para unirse a su cinturón.

Suspiro de admiración ante todos los músculos que veo allí. Mierda, esa
camisa estaba cubriendo muuucho más de lo que creía posible. Su cuerpo está
demasiado esculpido. Es como un cuerpo de entrenamiento Sr. Cara de Papa10.
Abdominales que se enganchan, pectorales que se enganchan, músculos en forma 266
de triángulo recortados que descienden en la parte delantera de sus pantalones que
se enganchan.

Oh mi Dios, ¡él se está quitando esos pantalones!

—¡Alto! —grito, extendiendo una mano como una señal de alto.

Sus manos se detienen en su botón.

—¿Quieres que me detenga? —Su ceja derecha sube, y la mitad de su boca se


mueve hacia arriba en una sonrisa astuta.

—Sí. Detente. Detente justo ahí.

10Mr. Potato Head o Mr. Potato (conocido también en España como Señor Patata y en Latinoamérica
como Señor Cara de Papa) es un juguete para niños. Consiste en una figura de plástico con forma de
papa, que puede ser adornada con numerosas piezas de plástico insertables para formar una cara,
como un bigote, sombrero, nariz y otros complementos.
Sus manos se alejan de sus pantalones y cuelgan a sus costados. Su sonrisa
cae poco a poco también.

Doblo mis manos en mi regazo y aprieto mis labios. Tengo que asegurarme
de no decir las cosas mal. Tengo que conseguir organizarlas todas en mi cabeza antes
de empezar. No es que no quiera verlo desnudo; es sólo que no estoy segura de que
estoy lista para hacer otra cosa que verlo desnudo. Y no parece justo para él comerlo
con los ojos y luego no ofrecerle el desenlace.

—¿Me estoy moviendo demasiado rápido para ti? —pregunta.

—Podrías decir eso.

—¿Quieres que me ponga mi camisa de nuevo?

—No, no realmente. —Me encojo ante mi propia honestidad. Cuan


espeluznante soy. Soy una mirona.

Sonríe.

—Pero quieres que mantenga mis pantalones.


267
—Por ahora, creo que sería una buena idea.

Asiente.

—Bueno. Puedo manejarlo. —Se acerca a su escritorio.

—¿Qué estás haciendo ahora? —Mis nervios están deshechos. Lo quiero, pero
tengo miedo de dormir con él. El hit más famoso de Madonna corre a través de mi
cabeza, un poco fuera de sintonía. “Like a virgin…”11 Sí. Así es como me siento. Una
virgen. Cómo puede suceder eso cuando he tenido relaciones sexuales al menos
veinte veces, probablemente más, no sé. Pero lo es. “Tocada por primera veeez…”

Abre un cajón del escritorio y saca algo lo suficientemente pequeño como


para caber en su mano.

11 “Like a virgin…”: “Como una virgen…”


Tiene que ser un condón. ¿Cómo el que estaría trayendo aquí a la cama donde
yo estoy esperando como una virgen no-virgen?

—Como no puedes ver televisión, no puedes tener relaciones sexuales, bien


puedes jugar a las cartas —dice, subiendo a la cama a gatas, parando cuando llega
al centro. Se sienta, arrastrando sus piernas hacia arriba, dobladas por las rodillas.

Miro mientras abre una baraja de cartas y comienza a barajarlas en su pierna.

No puedo dejar de reír.

—No puedes hablar en serio.

—¿Por qué no? —Me mira y me guiña un ojo—. ¿Tienes miedo?

—¿Quién, yo? ¿May “Tiburón de las Cartas” Wexler? No lo creo. —Me doy
la vuelta y llego al centro de la cama cerca de las almohadas. Cruzo las piernas y
meto mis pies debajo de ellas. Esto, lo puedo manejar—. ¿Cuál es tu veneno? ¿Póker?
¿Blackjack?

—Empezaremos con póker.


268
—Excelente. —Me froto las manos, agradecida que la presión temporal ha
sido eliminada. Tal vez después de jugar por un tiempo y bromear de todo un poco,
me sentiré más cómoda sobre dormir con él.

Su sonrisa es decididamente maliciosa.

—Siete cartas de empate, comodines al azar. Pierdes, te quitas una prenda de


vestir.

Ooooo tal vez no voy a sentirme más cómoda. Supongo que vamos a
averiguarlo.
41
P
ierdo la primera mano y mis zapatos. Él pierde las próximas tres
manos, cosa que lo deja en calzoncillos. Lleva calzoncillos bóxer, en
negro, por supuesto. Sus brazos descansan sobre las rodillas, y su
mano de póquer asoma entre ellas. Él está mirándome.

—¿Qué va a ser, May “Tiburón de las Cartas” Wexler? ¿Quieres alguna carta?

Estoy sosteniendo un par de tres. Eso es todo. También estoy sudando,


porque si pierdo ésta, me tocará quitar mi camiseta o pantalones. Él ya mandó al
traste mi oferta de quitar mis pendientes. Sólo prendas de vestir, esa es la regla.

—Hmmm, sí. Voy a tomar cuatro.

Se ríe entre dientes mientras saca cuatro cartas de la parte superior de la


269
baraja.

—Oh, May. Creo que estás en un pequeño problema.

Miro las cartas que ha seleccionado para mí y sonrío.

—Tal vez. Tal vez no. —Estoy definitivamente tratando de engañarlo. Sé que
este par de tres con un diez alto no va a hacer absolutamente nada por mí. Mi única
esperanza es hacer que se retire. Retirarse implica perder pero sin quitarse la ropa.

—Yo voy a tomar una carta —dice, sacando una de sus manos y tomando una
nueva de la baraja.

Una carta. Oh mierda.

—¿Qué va a ser? —pregunta—. ¿Estás lista para perder?

Mi cara se calienta. ¿Perder? No del todo todavía.


—No voy a retirarme, ya lo sé. Aunque, tal vez tú deberías. Vas a estar en
cueros si pierdes otra mano.

—Tal vez quiero estar en cueros. —Él me guiña el ojo.

Frunzo el ceño.

—¿Has estado perdiendo a propósito?

—¿Quién, yo? —Frunce el ceño un poco demasiado duro—. No seas ridícula.


Soy demasiado competitivo para perder a propósito.

O demasiado caballeroso. Trato de reproducir nuestras manos anteriores de


vuelta en mi cabeza. ¿Descartó buenas cartas a propósito? No estaba prestando
atención entonces, y es demasiado tarde ahora para averiguarlo. Maldita sea. Y yo
que pensaba que estaba siendo un tiburón de las cartas de verdad cuando lo que
probablemente estaba siendo era una virgen no-virgen aspirante a tiburón de cartas.
Doblemente maldición.

Él pone sus cartas sobre la cama.

—Mira y llora. —Tiene un full. 270


Coloco poco a poco las cartas sobre la cama delante de mí.

—Par de tres, también conocido como un asco total.

Se inclina adelante y toma el botón de mi camiseta en sus dedos.

—¿Qué estás haciendo?

—Ayudándote. —Desabrocha el primero.

Le doy una palmada en la mano.

—¡Oye! ¿Qué pasa si estaba pensando en quitar primero mis pantalones? —


Siento que voy a tener un ataque al corazón aquí mismo sobre esta estúpida baraja
de cartas. ¡Vamos a estar juntos y desnudos, y no estoy lista!

Él se inclina hacia atrás.


—Entonces quítate los pantalones, si lo prefieres. —Él se inclina hacia atrás
sobre sus manos y sonríe—. Simplemente voy a esperar aquí. Es tu turno de lidiar
con eso, ya sabes.

—Lo sé. —Lo digo con mi voz molesta. Poniéndome de pie, primero abotono
de nuevo mi camiseta, todo el camino hasta el cuello, y luego deshago el botón de la
parte superior de mis pantalones.

—¿Estás nerviosa? —pregunta. Él ya no está sonriendo.

—No.

—Mentirosa.

Suspiro.

—Sí, estoy mintiendo. Estoy nerviosa. —De todos modos empujo mis
pantalones hasta mis tobillos. Lo justo es justo; perdí la mano.

—Podemos dejarlo así cuando quieras. —Se recuesta sobre su espalda y


conversa hacia el techo—. De cualquier forma, estoy un poco cansado de las cartas.
271
Salgo de mi pantalón, ahora preguntándome si todavía está siendo un
caballero o si realmente no le importa si me ve desnuda. Ese pensamiento debería
traerme alivio, pero en lugar de eso me deja un poco triste. Espero no haberlo
arruinado con él.

—¿Qué quieres hacer en su lugar? —pregunto.

—Podríamos ver la televisión.

—¡Dijiste que no había nada bueno en ella! —Actúo indignada cuando, en


realidad, estoy feliz. Me alegré que quisiera jugar al strip póker conmigo. Ese es un
cumplido, ¿verdad? Y él está sonriendo, así que no puede ser tan malo entre
nosotros.

—Mentí. Vamos. —Él hace un salto mortal hacia atrás del extremo de la cama
y sale de la habitación.

—¡Espérame! —Salgo corriendo de la habitación tan sólo en mi camisa y ropa


interior.
Él está esperándome en el sofá, la televisión ya encendida. Los perros están
acurrucados juntos en una cama gigante para perros en el suelo junto al otro lado
del sofá. Sahara está roncando. Félix está despatarrado de espaldas, con las patas en
el aire. Estoy tentada a ir a recogerlo, pero no lo hago. Va a dormir toda la noche de
esa forma, y de todos modos, quiero estar con Ozzie en este momento.

—Modern Family. Me encanta. —Señala el control remoto al televisor montado


en la pared, y cambia el canal. Veo los rostros familiares de Claire y Phil.

—No pareces ser el tipo al que le gusta Modern Family —digo, sentándome en
el sofá sobre uno de los cojines lejos de él. Estoy cerca del extremo, él está en el
medio. La cosa es lo suficientemente grande para seis personas, probablemente.

Él se gira y se acuesta en el sofá, poniendo su cabeza en mi regazo como si


fuera la cosa más normal del mundo, los dos viendo una comedia en la televisión,
medios desnudos, en la sala. Obviamente estoy viviendo en Crazy Town.

En lugar de seguir analizando algo que desafía el análisis, me siento y veo el


programa. Mis manos se abren paso hacia su cabeza, donde masajeo su cuero
cabelludo, arrastrando ligeramente las manos sobre su sien y mejilla, y juego con sus
orejas. Son suaves, donde otras partes de él son decididamente duras. Cuando se ríe,
272
todo el sofá se mueve. Es adorable y encantador cuando está viendo este tonto
programa. Es, definitivamente, mi nuevo programa favorito.

En algún momento durante la primera mitad del programa, una de sus manos
pasa por debajo de mi muslo. Y entonces, un poco más tarde, la otra se alza y va
detrás de mi espalda. No se ve muy cómodo, pero cuando un comercial aparece, veo
lo bien que puede funcionar para los dos. Se da la vuelta sobre su espalda y el brazo
que estaba debajo de mi muslo sale. Su mano flota hasta el botón de mi camisa, aquel
que cerré hasta la parte superior de mi cuello.

Pretendo estar cautivada con las excelentes características de limpieza de Tide


Stick que están anunciando en el comercial, mientras él desabrocha tres botones,
dejando al descubierto los bordes de mi sujetador. Me rio de un comercial que tiene
un pequeño perro persiguiendo a un gato que tomó su juguete, pero no puedo seguir
con la farsa cuando sus dedos se permiten bajar la parte superior de mi sujetador y
acunar mi pecho.
Inclino mi cabeza hacia abajo y lo miro a los ojos. Él es ahora pura seriedad.

—Me gustas en mi sofá —dice.

—¿No te preocupa que alguien del equipo entre?

—No. Tengo seguridad, ¿recuerdas? —Lanza una mirada por encima al


pasillo que conduce a la puerta exterior—. Desactivé el bloqueo. Nadie puede entrar.

—¿Incluso con el código?

—Incluso con el código. Podrías correr por aquí desnuda, y nadie nunca lo
sabría.

La idea hace que mis orejas ardan.

—Tú lo sabrías.

—Pero nunca lo diría. —Él me empuja hacia abajo y me besa en la boca, su


lengua saliendo y buscando la mía. No es la posición más cómoda del mundo, pero
es caliente. Se las ha arreglado para medio desnudarme sin darme cuenta de ello.
Puedo ver su erección en sus calzoncillos bóxer, de modo que sé que si digo la
273
palabra, estará por todo mi cuerpo. Pero en cambio, me deja ir y simplemente me
mira. Me observa en busca de una reacción.

—Ya no estoy tan nerviosa como antes —digo. Necesito que sepa que aprecio
lo que está haciendo.

—Bien. ¿Quieres un poco de palomitas de maíz? —Él se sienta.

Frunzo la frente.

—¿Tú sí?

Se encoge de hombros.

—En realidad no. Pero si quieres algo, lo haré.

Niego con la cabeza.

—No, ya es tarde. Creo que paso.


Se sienta con la espalda contra los cojines y me empuja contra él. La piel de
su muslo se siente cálida contra la mía. Estoy tan contenta de haberme afeitado hoy.
El vello oscuro y curvo de sus piernas hace cosquillas en mi delicada piel. Me hace
pensar en él y yo juntos en la cama, tocándonos en todas partes, sin ropa en el
camino…

Me aprieta fuerte y me da un beso en la coronilla cuando el programa vuelve


a comenzar.

—Espera a que veas esta parte —dice, su estado de ánimo aligerando un poco
mientras cambia al modo espectador de televisión.

Tanto para una furiosa erección. Le echo algunos vistazos a medida que se
encoge a un tamaño regular, que, para que conste, es todavía lo suficientemente
grande como para decirme que debe tener problemas encontrando pantalones que
se ajusten adecuadamente. Dios mío.

Cuanto más tiempo me siento con él mientras acaricia suavemente mi brazo


con sus dedos, toca mi cabello, me aprieta contra él, más cómoda me siento. Y con
esta comodidad viene la frustración. Estamos tan cerca de llegar a la parte sexual,
pero simplemente no lo estamos haciendo. Está siendo un caballero total y me está
274
volviendo loca.

Hay que hacer algo al respecto. Hay que hacer algo al respecto ahora mismo.
42

A
garro el mando a distancia y apago la televisión.

La mano de Ozzie se congela en mitad de acariciarme el


brazo.

Espero a que haga el siguiente movimiento.

—Quitaste el programa.

—Sí, lo hice. —Mi corazón se está volviendo loco.

—¿Eso quiere decir que estás lista para ir la cama?

Tranquila, May, tranquila. Puedes hacerlo.


275
—No exactamente.

Él deja escapar una larga respiración. Por un segundo, creo que está enojado.
Pero entonces habla.

—Levántate, May.

—¿Levantarme? —Estoy confundida.

—Sí, levántate. Aquí, delante de mí. —Él se inclina hacia atrás con más fuerza
contra los cojines y mueve su trasero un poco hacia delante, hundiéndose en el sofá.

No sé lo que va a ocurrir a continuación, pero me levanto de todos modos.

—Dame la cara.

Me giro.
Toma mi mano izquierda y me tira hacia la izquierda hasta que estoy de pie
entre sus rodillas.

—Quítate la camisa.

Trago saliva con dificultad. Estamos yendo totalmente hacia esto. Vamos a
tener sexo ahora mismo. En esta habitación. En este sofá. Mierda.

Levanto las manos con dedos temblorosos y deshago los botones restantes.
Es todo para lo que tengo fuerzas, sin embargo. Cuando he terminado, mis manos
caen a mis lados. Estoy acobardándome y ni siquiera estoy desnuda todavía. ¡Me
odio a mí misma! Mi cabeza cae a mi pecho.

Ozzie se levanta y tira de mi manga, haciendo que la blusa caiga hacia un


lado.

—Sácatela —dice con una voz tranquila. El hecho de que no esté sonando
enojado o aterrador me está asustando. Es como si fuera mi jefe de nuevo, haciendo
algún tipo de ejercicio de entrenamiento—. Quítate la camisa, May. No me hagas
decirlo de nuevo.

Un escalofrío corre por mi espina dorsal y termina justo en el punto entre mis
276
piernas, ¡ka-zow!

Hago lo que dice porque no soy idiota.

—Buena chica —dice, en voz baja, casi sonando peligroso.

Estoy ahí en mi sujetador y bragas a juego, un conjunto por el que despilfarré


el año pasado cuando las reservas de bodas eran un montón. Me alegro de
habérmelo puesto hoy. ¿Sabía que iba a desvestirme frente a Ozzie? Tal vez.
Supongo que lo esperaba. Dios, soy tan fácil.

—Quítate el sujetador. —Está inclinado hacia atrás sobre el sillón de nuevo,


sus ojos corriendo por mi cuerpo. La televisión está encendida de nuevo, pero el
sonido está apagado. Luz parpadea detrás de mí. Espero que me esté haciendo ver
misteriosa y sexy y no gorda.

Me bajo los tirantes de los hombros primero, encantada de ver su bulto


moverse en sus bóxer. Levanta la mano y lo aprieta mientras su pelvis se mueve
hacia arriba. Eso envía una descarga a través de mi cuerpo. Nunca pensé que un tipo
tocándose a sí mismo me encendería, pero estaba equivocada. Equivocada,
equivocada, equivocada-equivocada-equivocada.

Cuando los tirantes caen sueltos sobre mis brazos, llevo mis manos detrás de
mí y deshago el cierre. Cruzando mis brazos sobre mi pecho, sostengo el material
suelto contra mí. Revelar la parte superior de mi cuerpo en su total desnudez
mientras él está ahí sentado debajo de mí es demasiado. Va a tomar mucha más
confianza de la que tengo en este momento para lograr eso.

—Suéltalo, May.

—No puedo. —Estoy temblando de nuevo. No estoy segura si es miedo o


anticipación la que está al mando.

—Puedes y lo harás.

Niego con la cabeza pero no puedo hablar. El miedo y los nervios tienen mi
lengua, y no la están dejando ir.

Se inclina hacia delante y levanta las manos para ponerlas sobre mis muslos.
Sus dedos están calientes en mi piel fría por el aire. Poco a poco suben por mis
277
caderas y cintura hasta mis codos.

—Entrégate a mí, May.

Las lágrimas hacen que me brillen los ojos.

—No puedo.

—Por supuesto que sí. —Toma el borde de mi sujetador y suavemente tira de


él sacándolo de debajo de mis brazos.

Lo suelto porque la parte más grande de mí quiere hacer esto, quiere estar
desnuda con él. La parte más pequeña de mí que es consciente de sí misma y me
encuentra carente quiere correr hacia las colinas y nunca mirar hacia atrás. Una caída
desde esa altura va a ser muy, muy dolorosa, y ni siquiera hemos tenido sexo
todavía.
Ahora lo único que cubre mi pecho son mis brazos. ¿Por qué tienen que ser
tan delgados? Mis pechos están cayendo por todas partes.

Se recuesta en el sillón de nuevo, llevándose el sujetador sobre su cara. Cierra


los ojos mientras inhala.

—Huele a tu piel. —Sus ojos se abren y él sonríe.

Casi me río.

—Escalofriante.

Lanza el sujetador a un lado y se incorpora de nuevo. Sus manos comienzan


a subir por mis pantorrillas y lentamente se van arrastrando hacia arriba, tanto
haciéndome cosquillas como prendiéndome fuego. Me pone los vellos de punta por
todas partes.

—Me encanta cómo hueles, la forma en que tu piel se siente, la forma en que
me miras con esa arruga entre los ojos.

—¿Arruga? ¿Qué arruga?


278
Estoy demasiado distraída para darme cuenta de lo que se trae entre manos
hasta que sus dedos están en el borde de mis bragas, cerca de la parte superior.

Agarro mi pecho con un brazo, mientras que la otra parte se va sobre mis
bragas.

—¿Qué estás haciendo?

—¿Quieres mantenerlas puestas? —Se encoge de hombros—. Está bien por


mí. —Se inclina y pone su cara en mi parte delantera, sobre mis bragas.

Mierda, ¿qué está haciendo…? Oh, Dios mío, eso es… agraaadable.

Mi mano está en el camino, pero él mueve su rostro alrededor hasta que


puede poner su boca entre mis dedos. Su aliento caliente llega a través del ligero,
sedoso material, calentando mi área más sensible. Creo que eso es lo más sexy que
esto se puede llegar a poner, y entonces él comienza a mover su boca y me doy
cuenta de que estaba muuuuy equivocada sobre eso.
Gimo cuando los sentimientos empiezan a salirse de control. ¿Cómo me está
haciendo esto? Él también está gimiendo, y moviendo la boca y respirando aire
caliente por todas partes, y me está haciendo sentir como si fuera a tener un orgasmo
con mi ropa interior puesta. ¿Qué demonios? Ni siquiera tengo orgasmos. Mi
máquina de orgasmos está rota o algo así. Me di cuenta de eso hace mucho tiempo,
y ha sido confirmado por cada novio que he tenido. Sólo soy una de esas mujeres
que nunca los tienen.

La mano que estaba tratando de evitar su invasión vuelve hacia mi pecho.


Fingir que no quiero que haga lo que está haciendo es ridículo. No engaño a nadie.

Se aprovecha de mi rendición tirando de mis bragas hacia abajo y enterrando


su cara en mi montículo. No estaba esperando eso para nada.

Jadeo y dejo caer mis manos, poniéndolas primero sobre su cabeza y luego
sus hombros. Tengo que aferrarme a algo para no colapsar. Su lengua se está
deslizando en mis calientes, húmedos pliegues y grito de placer. Tal vez debería
estar avergonzada por estar tan libre y abierta para él, pero estoy demasiado
excitada para preocuparme de nada ahora mismo.

Lo siento moverse mientras continúa lamiéndome, pero no me doy cuenta


279
hasta que sus manos están en mi cintura y está apartándose que se estaba quitando
su bóxer y poniéndose protección.

Bajo la mirada y veo su erección en ángulo hacia mí. Mis bragas están en mis
muslos. Él está mirando hacia mí con una boca cubierta en mi humedad. Dejo que
mis bragas caigan al suelo y salgo de ellas.

—Ven aquí —dice él, guiándome para sentarme sobre él.

Pongo una rodilla al lado de su muslo izquierdo y la otra en su derecho.

—Métela —dice, esta vez con algo más que un gruñido en su tono.

Mi corazón está acelerado, pero necesito sentirlo dentro de mí. Esa lengua
suya realmente me excitó. Olvídate de sentir vergüenza, olvídate de estar desnuda
en el trabajo. Necesito esto, y lo necesito ahora.
Cuando nuestros cuerpos entran en contacto por primera vez, no estoy segura
de que vaya a funcionar. Él es demasiado grande y yo estoy demasiada hinchada
por lo que ha hecho para excitarme ya. Pero cuando empuja hacia arriba dentro de
mí, él me demuestra que estoy equivocada, equivocada, equivocada. De nuevo. Él
encaja, pero apenas. Me bajo a mí misma sobre él, gimiendo todo el camino mientras
me estiro al máximo.

—Mmmmm… —Obviamente, él lo disfruta también. Sonrío al ver la


expresión de su rostro cuando me levanto y desciendo para otra caricia—. May, eres
increíble…

Me inclino hacia delante y descanso las manos en el sofá, haciendo más fácil
moverme como lo necesito.

Mis pechos tocan su rostro.

Los toma en sus manos y chupa primero uno y luego el otro pezón. La
sensación de sentirlo dentro de mí, y también sus manos y boca acariciando mis
pechos, es irreal. Me muevo más rápido para mantenerme con la necesidad
construyéndose. Él aprieta y amasa. Mis pezones se ponen más duros de lo que
nunca han estado antes.
280

—Bésame —dice en un susurro.

Me inclino hacia abajo lo mejor que puedo, pero no es fácil llegar a él. Estoy a
punto de darme por vencida cuando me agarra por la cintura y me da la vuelta sobre
mi espalda. Está encima de mí, colocando una rodilla en el cojín del sofá y la otra
pierna en el suelo.

—¿Qué estás haciendo? —pregunto sin aliento.

Se hunde hasta el fondo dentro de mí, incluso más lejos de lo que había estado
antes.

—Te estoy follando, May.

Las palabras duras y la mirada peligrosa en su rostro envían un torrente de


energía sexual a través de mí. Mis músculos dan espasmos y lo agarran desde el
interior. Sus ojos se abren cuando lo siente y luego se muerde el labio inferior,
empujando dentro de mí hasta que no puede ir más allá.

—Oh, Dios mío… —Levanto mis piernas y las envuelvo alrededor de él—.
Ozzie… —Es una plegaria. No estoy segura de lo que estoy pidiendo, pero espero
que me lo dé pronto.

Sus embestidas comienzan lentas y relajadas. Nos besamos, lenguas


enredándose, labios machacándose, su barba de la tarde rasguñándome la barbilla.
Puedo sentir los músculos moverse debajo de la piel de su espalda. Músculos
enormes, tensos y apretados, ondulándose con el dentro y fuera de los golpes que
están construyendo poco a poco una tensión en mí que pide ser liberada. Mis manos
se deslizan hacia abajo a sus caderas y su trasero donde lo puedo empujar con más
fuerza contra mí. Él lee mis señales perfectamente, desacelerando en la parte más
profunda, frotando, alejándose sólo para hundirse de nuevo.

Puedo sentirlo cuando él comienza a perder el control. Su sudor comienza a


gotear sobre mi vientre, donde se mezcla con el mío. Sus respiraciones vienen en
jadeos. Su cara es una expresión tanto de dolor como de placer.

—Oh, Ozzie —grito, sintiendo como si estuviera a punto de explotar. No


281
estoy segura de a dónde iremos desde aquí; sólo sé que no quiero que esto se detenga
jamás.

—Vamos, nena —dice, instándome hacia algo.

Tengo que moverme más rápido. Mi cuerpo me lo exige. Mi núcleo me insiste.


Es la única forma. La única manera de poner fin a esta dulce tortura.

Y luego simplemente se detiene. Se congela. Enterrado al máximo, se detiene


y respira con dificultad por encima de mí.

—¿Qué estás haciendo?

—Tú te mueves ahora. Es tu turno —dice.

Me quedo allí acostada, confundida.

—¿Cómo puedo moverme cuando tú estás encima?


Se encoge de hombros a medias.

—No lo sé. A ver si puedes averiguarlo.

Si esto lo hará feliz, voy a hacerlo. Además, la sensación de su enorme


longitud dura dentro de mí me está volviendo loca. No podría quedarme quieta
aunque lo quisiera. Mis caderas ya se están moviendo.

Tenso mi pelvis hacia él. Con ese pequeño movimiento, siento una sensación
aguda pero increíble en mi centro. Apartándome y haciéndolo de nuevo hace que
suceda una segunda vez. Separo más las piernas.

—Eso es, nena…

No necesito su estímulo, pero cuando me habla mientras me empujo en contra


de él, me siento salvaje. Feroz. Un poco violenta. Me muevo contra él con más
urgencia, respondiendo a la demanda que viene de mi más primitivo ser. Con cada
empuje hacia él, lo llevo dentro de mí más plenamente, hasta que la parte más
sensible de mí se está frotando sobre su cuerpo, mientras que su pene me estira al
máximo.

—Oh, Dios mío —digo mientras un fuego lento comienza a construirse.


282

—Oh, sí. Vamos, hermosa, vamos. —Él empuja contra mí cuando yo voy
hacia él. Juntos nos encontramos en el medio y lo siento hacerse incluso más grande
dentro de mí.

Y entonces me siento como si me estuviera ahogando. Un intenso fuego hace


estragos entre mis piernas. Él lo siente y comienza a empujar más duro, más rápido.
Me encuentro con él golpe con golpe, cada embestida enviándome más cerca del
borde.

—¡Ozzie! ¡Ozzie! —Me aferro a él, asustada de perderme para siempre si lo


suelto.

—¡Córrete para mí, nena, córrete! —grita.

Empuja en mí hasta el límite, y luego su cuerpo comienza a sacudirse dentro


de mí. No puedo aguantar más. Grito y me aferro a él como si me fuera la vida en
ello. Estoy cayendo sobre el borde de un acantilado muy oscuro y no me puedo
contener. Finalmente ha llegado a por mí: el orgasmo que nunca había tenido antes
pero del que siempre leo en las novelas románticas.

283
43

C
uando Ozzie termina y he dejado de gritar como una persona
loca, colapsa sobre mí.

—Urph. —Es todo lo que puedo decir. Mi garganta me


arde. Creo que me dañé una cuerda vocal o algo.

Nos rueda a ambos del sofá y aterrizamos en el suelo sobre su espalda.

—Ow. —Suena tan cansado como me siento.

Me río.

—¿Estás bien?
284
—Sobreviviré. Mientras no intentes hacerme eso de nuevo pronto.

Me inclino y lo palmeo con mis dedos.

—Tú lo hiciste, no yo.

Alcanza y toma mis dedos y los besa.

—Hora de la cama, Bo Peep. Tenemos trabajo en la mañana.

—¿Qué hora es? —Me muevo hacia un lado y miro el reloj.

—Media noche.

Suspiro y miro al techo. Suelta mi mano y yo la deslizo para que descanse en


mi pecho.

—¿Feliz? —me pregunta.

Sonrío y asiento.
—Feliz.

—¿Cansada?

Sacudo mi cabeza.

—Ni lo más mínimo. Siento que puedo volar en este momento.

—Eres peligrosa.

Amo ser peligrosa.

—Tú eres el que engaña a la perfección a las chicas buenas en quitarse la ropa
y tener sexo loco en el sofá del trabajo.

—Yo no te engañé. Tú me engañaste.

Ruedo y lo miro.

—¿Cómo así? —Pretendo estar indignada por sus acusaciones.

—Entraste a ese bar la semana pasada viéndote toda sensual en esos


pantalones y esa camisa, con tu perrito, haciéndome pensar que eras una aburrida
285
ama de casa buscando un poco de acción… y me encuentro con que eres ruda,
portadora de Taser, y maestra de los bastones con un gusto por ex-gruñones con
barbas.

No puedo dejar de reír. Su caracterización de mi persona no puede ser más


ridícula.

—¿Por qué te estás riendo? Sabes que digo la verdad.

—Sé que hablas locuras.

—Nombra una cosa que no sea cierta.

—Odio las barbas.

Salta del suelo y antes de saber lo que está planeando, he sido levantada en
sus brazos.
—¡¿Qué estás haciendo?! —grito. Sueno demasiado feliz para que lo
confunda con una reacción de enojo.

—Voy a llevarte a la cama para darte unos azotes.

—¡Ohhh, unos azotes! Me gustaría verte intentarlo. —Dejé mi Taser en mi


cartera en su habitación. Si siquiera piensa nalguearme el trasero, lo voy a encender
hasta que arda en llamas.

Volamos fuera de la habitación y por el pasillo, conmigo riéndome todo el


camino. Siento como que he sido electrocutada o algo porque no me puedo
controlar. Es como si toda mi vida el interruptor de luz que es el verdadero yo ha
estado apagado, y Ozzie de alguna manera encontró cómo encenderlo. Esta soy yo,
la real May Wexler, corriendo a través de la casa desnuda con Ozzie. Así que, Crazy
Town ahora. Soy May “La reina del orgasmo” Wexler.

No estoy ni un poco sorprendida cuando me lanza en el aire hacia la cama.


Lo estoy, por otro lado, cuando me gira y me golpea en el trasero.

—¡Tú…! —grito—. ¡Vas a pagar por eso! —Giro mi cuerpo e intento tomar su
brazo, pero está demasiado sudado para aferrarme a él. 286
Me empuja hacia abajo en la cama, el rostro primero.

—Tú quédate allí, niña. Voy a enseñarte una lección en modales. Decir que
mi barba es horrible. Cómo te atreves.

Estoy levantando mi rostro para desafiarlo, cuando su mano llega a mi


cintura y levanta mis caderas.

—¿Qué estás…?

De repente él está allí, detrás de mí.

—Sorpresa —dice, con una sonrisa traviesa en su rostro. Está presionando su


dureza contra mí. Se desliza fácilmente en la humedad entre mis piernas.

—¿Otra vez? —pregunto, mi voz casi no sale—. ¿Ya?

Golpea mi trasero, pero más suave esta vez.


—Aquí voy, nena. Estés lista o no.

Oh, estoy tan lista para él. Se coloca un condón y yo levanto mi trasero tan
alto como puedo, suspirando con placer cuando él me llena una vez más.

Va despacio esta vez, construyendo la pasión, consciente de mi sensibilidad.


Sus dedos encuentran su camino hacia mi parte delantera, acariciándome al tiempo
con su ritmo.

—¿Te gusta eso? —pregunta, jalándome contra él tan duro como sus caderas
se mueven contra mí.

—Mmmm… —Mis ojos están cerrados, pero estoy sonriendo. Estiro mis
brazos a los lados y me aferro de las sabanas. Su ritmo aumenta, empujándome
contra el colchón.

»Eso es —digo, animándolo—. Más duro.

Y él va más duro, metiéndose dentro y fuera, más y más rápido. Me empujo


contra él, dejándole saber que yo necesito más.

Se inclina hacia delante, poniendo sus dedos en mí de nuevo. 287


—Vamos, nena.

—Fóllame, Ozzie. —Las palabras se escapan, pero no las lamento.

—Dilo de nuevo —gruñe.

—Fóllame… —Tomo una pausa para tomar una respiración—… Ozzie.

Gruñe como un león herido, y empuja dentro de mí tan fuerte que ambos
colapsamos. Su cuerpo se mueve sobre mí como si estuviera siendo electrocutado y
puedo sentirlo correrse dentro de mí.

Su mano aún está debajo de mí y se mueve una vez más. Saber que lo he
llevado al límite con mi cuerpo y con mis palabras es todo lo que necesito. Grito y
lucho con el orgasmo que empieza a apoderarse de mi cuerpo. He perdido el
completo control de mí, y no me importa.
Cuando finalmente termina, lo que parece ser varios minutos después, siento
como que he muerto, o por lo menos, corrido una maratón. No puedo moverme.

—Me alegra que hayas decidido venir —dice en mi oído.

Me río como una colegiala y luego resoplo perezosamente.

—Yo también.

Rueda fuera de mí y se acuesta sobre su espalda a mi lado. Giro mi cabeza


para mirarlo.

—¿Feliz? —pregunta.

Sonrío tanto como puedo. Mi rostro no muestra exactamente lo que yo quiero.

—Feliz.

—Bien. —Se inclina y me besa antes de levantarse.

—¿Qué haces? —pregunto.

—Baño.
288
—Bien. —Me acomodo en la cama, metiéndome bajo las sábanas y
descansando mi cabeza en la almohada. Esta cama es tan cómoda. Me estoy
relajando cuando él está de regreso. Quizás quiera hablar o algo. Probablemente
deberíamos discutir cómo vamos a manejar el trabajo al día siguiente. No quiero que
las cosas sean incómodas, estoy segura de que él tampoco.

Ése es el último pensamiento que recuerdo antes de escuchar que la alarma


está sonando a un lado de mi cabeza y veo el reloj que lee las siete treinta de la
mañana.
44
¡O
h Dios mío! ¡Dormí aquí! ¡Con él! ¡En su cama! ¡Y tengo que
levantarme para el trabajo! ¡Y Félix tiene que ir fuera! ¡Ack!

El espacio a mi lado parece arrugado. ¿Estuvo Ozzie ahí toda


la noche y ni siquiera lo noté? Aquel sexo realmente me noqueó o algo.

Lanzo mis piernas por el costado de la cama y miro alrededor. Con suerte,
Ozzie ha sacado a Félix con Sahara. De lo contrario voy a tener que hacer algo de
limpieza.

Hay una puerta delante de mí que no es la que conduce al pasillo. Más vale
que sea la puerta del baño, porque no hay forma de que quiera caminar al área de
cocina y tener a mis compañeros atrapándome con cara de haber rodado en el heno. 289
Dos veces.

Sonrío mientras recojo un poco de ropa de los cajones que me dio y atravieso
esa puerta y entro al baño.

Whoa. Ahora ese es un baño. Mármol, vidrio y metal trabajan juntos en el gran
espacio para crear un oasis de estilo spa. Primero cepillo mis dientes solo en caso de
que Ozzie venga y se acerque a mí. No quiero que me deje por tener aliento de
dragón.

La ducha, lo suficientemente grande para varias personas, tiene tres boquillas


separadas con diferentes patrones de chorros. Uso los productos de Ozzie para mi
cuerpo y cabello, saltando el acondicionador, ya que supongo que él no lo usa en las
púas que él llama cabello. Me sorprende que no tenga ningún sobrante de cuando él
tenía esa barba. ¿Seguramente acondicionaba ese lío?
Un sonido detrás de mí me distrae de mis recuerdos del nido de pájaros que
usaba para decorar su cara. Me giro y lo encuentro allí mismo de pie, vestido y listo
para el trabajo. Él incluso ya está llevando sus botas de combate.

Cruzo los brazos sobre mi pecho con timidez. Por supuesto voy a usar este
escenario para una fantasía cuando esté aburrida y sola una noche. Yo, desnuda y
mojada. Él siendo mi jefe de pie ahí todo músculos. Hablando sexy.

—Buenos días —dice.

—Buenos días. —Soy tímida, lo cual es ridículo, considerando lo que hicimos


anoche, pero no puedo controlar cómo me siento. ¿Por qué se fue a dormir anoche
sin despertarme? ¿Durmió siquiera conmigo en la cama? Tal vez durmió en el catre.
Esa idea me pone triste. Se siente como rechazo.

—Reunión en quince minutos.

—¿Quince? —Me muevo para enjuagar mi pelo—. Está bien. —Supongo que
no espera que esté esplendida. No soy exactamente de requerir mucho tiempo y
trabajo, pero quince minutos no es suficiente tiempo para hacer un milagro.

—¿Félix está bien? Debería haberlo sacado ya.


290

—Está bien. Él fue fuera con su novia.

Sonrío pero no digo nada. No quiero a Ozzie pensando que lo estoy


presionando para que me llame su novia, incluso aunque nada me haría más feliz.
Cierro el agua y salgo del área de la ducha. Ozzie me entrega una toalla, caliente tras
estar en un estante térmico.

La sostengo en contra de mi cuerpo y parpadeo el agua en mis ojos. El calor


de la toalla se filtra en mi piel, relajándome. No tengo nada por lo que estar nerviosa,
¿verdad? Puede que no seamos una pareja, pero hemos estado intimando. Y soy una
adulta. Tengo la suficiente confianza para moverme más allá de esto, lo que sea que
esto sea, ya sea para bien o para mal.

¡Ack! ¡¿Por qué están los votos de boda nadando alrededor de mi cerebro?! ¡¿He
perdido la cabeza completamente?!
—¿Hay algo más? —cuestiono, preguntando por qué está allí de pie
mirándome. Dios me ayude si él puede leer mentes.

Se inclina hacia mí y me besa en la mejilla.

—Nop. —Gira y empieza a caminar fuera del baño.

Mi cuerpo se calienta y no solamente por la toalla, su toque también, incluso


aunque fue tan casto como un beso después de una ducha puede serlo.

—¿Ozzie?

Se detiene con su mano en la puerta.

—¿Sí?

No tenía idea de qué decir, pero sentía que debía decir algo. Cualquier cosa.

—Gracias, por todo.

Gira solamente su cabeza para mirarme.

—¿Todo?
291
No pude detener la sonrisa que se apodera de mí. Soy esa virgen no-virgen
otra vez. Ridículo, ya que tuvimos sexo no solamente una vez, sino dos anoche.

—Sí, todo. Por dejar que me quede aquí, por preocuparte por mí, por Félix,
por… el programa de televisión. Todas esas cosas.

Deja ir la puerta y se vuelve para pararse enfrente de mí.

Miro arriba hacia él, enloqueciendo porque está tan cerca y completamente
vestido mientras estoy desnuda y mojada. ¿Vamos a tener sexo de nuevo? ¿Hacer
que todos esperen por la reunión mientras suspiramos, gemimos y gritamos en
éxtasis?

Me jala contra él, atrapando mis brazos contra mi pecho, la toalla ahí entre
nosotros evitando que las cosas se vuelvan demasiado reales.

—De nada por todo. —Sonríe por un segundo—. Por todas esas cosas.
—¿Esto va a ser raro? —pregunto, el primer asomo de duda entrometiéndose.
¿Qué va a pensar el equipo? ¿Me odiarán en principio porque me acosté con el jefe
en mi primera semana de trabajo?

Mueve la cabeza lentamente.

—No tiene que serlo. —Sus ojos verdes son claros y amables. Parece muy
seguro de sí mismo.

—¿Qué crees que van a decir los demás?

—No creo que ellos vayan a decir algo. ¿Por qué lo harían? Tú te quedaste en
la noche por razones de seguridad. Thibault lo sugirió.

—Oh, bueno. —Lo que quiere decir que no va a actuar diferente a mí


alrededor delante de los demás, incluso aunque hayamos dormido juntos. No
debería de estar infeliz porque es mejor que nadie sepa lo que estamos haciendo
fuera de horario. Solo tengo que suprimir a la colegiala tonta dentro de mí que quiere
caminar de la mano por los pasillos—. Bueno.

—No te preocupes —dice, su rostro inexpresivo.


292
—No estoy preocupada.

—Luces preocupada.

—No lo estoy.

—Suenas preocupada.

Arrugo la frente.

—No, no lo creo. Sueno bien.

—Te hice un omelet.

—¿Lo hiciste? —Me estoy poniendo caliente de nuevo—. ¿Hiciste uno para
todos?

—No, solo para ti.


Se queda ahí, dejando que sus palabras calen. La manera en la que está
mirándome, juro que puedo decir que se preocupa por mí. ¿Por qué más me haría
mi propio omelet? Algo que se siente muy parecido al amor se precipita dentro de
mi corazón y apodera de mí.

Se inclina, y suelto la toalla así puedo envolver mis brazos alrededor de su


cuello y darle el beso que se merece.

Su lengua y la mía comienzan el baile de nuevo, el que comenzamos y


perfeccionamos anoche. Sus grandes manos calientes atraviesan mi espalda baja y
media. Se calienta entre nosotros en un par de segundos. Gimo cuando los
sentimientos empiezan a hacerse cargo. Estoy imaginando que me inclina sobre el
lavabo y hace lo que quiera conmigo cuando se retira.

—Reunión, me tengo que ir. —Me deja ahí de pie casi en esa pose de maniquí
sexual de nuevo. Él está en la puerta antes de que pueda hablar de nuevo.

—¿Ozzie?

—¿Sí?

—Me gustas.
293

Mi barbilla cae a mi pecho y recojo la toalla del piso para sostenerla contra
mí. Total y completamente me odio a mí misma por ser tan boba. ¿Qué demonios?
¿Por qué simplemente no puedo mantener algunos de mis pensamientos para mí
misma? Sus besos aflojan mi fuerza de voluntad y mi lengua demasiado rápido.

—También me gustas, Bo Peep. Pero no creas ni por un segundo que eso te


hará ganar un entrenamiento más fácil hoy.

Sonrío realmente fuerte en la toalla, rezando para que no estuviera mirando


en este momento. De ninguna manera puedo comprobarlo. Cuando tengo control
de mi misma, muevo la toalla de mi boca y seco mi vientre con ella. Tengo miedo de
moverla desde mi pecho y exponerme. Idiota virgen no virgen que soy.

—¿Vamos a entrenar hoy? —pregunto, aspirando ligero y casual.

—Será mejor que lo creas.


Destellos de Dev con una espada vienen a mi mente.

—¿Dev está ahí afuera esperando para atacarme?

—Supongo que estás apunto de averiguarlo. —Abre la puerta y camina fuera,


dejándome sola en el baño.

Mi corazón salta. ¡También le gusto! Y aun así va a entrenarme y ¡dejarme


estar en la compañía! Lanzo mis brazos hacia los lados y doy vueltas. Eso fue un
error ya que mis pies todavía estaban húmedos y el piso es de mármol. Me resbalo
y apenas me agarro. Ahora, la adrenalina está fluyendo también. Casi espero que
Dev esté ahí fuera haciendo otro de sus estúpidos ataques furtivos. Totalmente voy
a estar lista para él. ¡Ka-chow! ¡Manotazo de Judo!

Termino de prepararme en tiempo record, me deslizo por la puerta de su


habitación exactamente quince minutos después de mi llamada de atención en el
baño. Si, bebé. Estoy manejando esta nueva vida mía como una campeona.

294
45
M
e deslizo por el pasillo, esperando el ataque. Cuando llego a la
entrada de la cocina, tanteo el terreno. Tengo que encontrar a Dev
antes de delatarme.

Todo el mundo está sentado en la mesa menos yo, entre ellos el Sr. Ataque
Furtivo. La tortilla está en un plato junto a la estufa, pero la dejo ahí. De ninguna
manera voy a sentarme y devorar mi desayuno especialmente preparado delante de
mis compañeros de trabajo. Mis miradas no tan disimuladas en Ozzie ya son lo
suficientemente sospechosas.

—Buenos días, Bo Peep —dice Lucky, sonriéndome mientras avanzo para


unirme a ellos en la mesa. Se ve demasiado relajado y alegre tan temprano en la
mañana. ¿Se va para hacer un comercial de pasta dental después de la reunión? ¿Es
295
eso una sonrisa de complicidad en su rostro? Creo que lo es. Intento actuar natural.

—Buenos días, Lucky. ¿Cómo está tu pez?

—Sunny está muy bien, gracias por preguntar.

Saco mi silla y me siento, empujando los archivos de un lado frente a mí,


tratando de parecer ocupada. No puedo mirar a Ozzie. Por supuesto que seré toda
ojitos con él, y luego Toni va a querer darme un puñetazo en la cara. Tengo que
averiguar qué hacer con ella. Necesito saber si a ella le gusta o si su problema era
conmigo pasando la noche con él. No pareció que le gustara mucho la idea ayer.

—Buenos días, todo el mundo —dice Ozzie—. Vamos a empezar con la Op


Harley. Hasta anoche, tenemos oídos en el objetivo. Por ahora en el patio trasero,
pero me gustaría intentar adentro.

—Deberías darle a Bo Peep una oportunidad con eso —dice Toni, sonando
un poco amargada—. Se encargó del Loro muy bien.
—¿Qué opinas, May? ¿Estás dispuesta a darle una oportunidad? ¿Quieres
intentar volar el insecto en la casa? Podemos practicar con otro que tenemos.

Miro a mi jefe, todo negocios.

—Claro, Ozzie. Estaría feliz de hacerlo. —Sonrío con entusiasmo, pero me


doy cuenta que es demasiado cuando todo el mundo me mira fijamente. Mi sonrisa
cae para ser sustituida por vergüenza. Maldita sea. ¿Es el hecho de que tengo escrito
por toda la cara que Ozzy y yo estuvimos seriamente desnudos anoche o qué?

—Anoche añadimos otra muesca a la Op —dice Ozzie.

No puedo respirar. ¿Está a punto de decirles a todos que tuvimos relaciones


sexuales? ¡Ufff!

—Hubo un intruso en casa de May alrededor de las nueve. Activó la alarma


perimetral.

Suelto la gran bocanada de aire que había estado conteniendo, muy


lentamente, de modo que nadie lo escuchara.

—Eso no es bueno —dice Thibault, mirándome—. ¿Todos están bien? 296


Asiento. Estoy demasiado mareada por la falta de oxígeno para confiar en mi
voz.

—Sí —responde Ozzie—, pero nos recolocamos aquí por la noche.

Realmente envidio su capacidad para hacer que suene de manera tan casual.
Si yo lo hubiera dicho, me habría reído como una colegiala y me pondría roja. Tal
como es, estoy teniendo un momento difícil para mantener una expresión seria. En
serio, tengo que controlarme. Creo que una llamada telefónica a Jenny es sin duda
necesaria. Tal vez puedo hacer una rápida en el baño antes de empezar el trabajo.

—Es mejor que te quedes aquí hasta que sepamos lo que está pasando —dice
Dev. Él mira a través del cuarto y frunce el ceño—. ¿Alguno se va a comer esa
omelet?

Abro la boca para contestar, pero Ozzie me interrumpe.

—No lo toques. No es tuyo.


Dev frunce el ceño.

—Está bien, vaya, sólo preguntaba.

Thibault niega con la cabeza.

—Hombre, eres un pozo sin fondo.

Dev lo empuja con el codo.

—Cállate. No he tenido tiempo para el desayuno esta mañana.

—Hay cereales en la despensa —dice Ozzie antes de abrir una carpeta delante
de él—. Hemos reunido alrededor de veinticuatro horas de datos. Supongo que
tenemos alrededor de una hora de cosas que valen la pena mirar. ¿Algún voluntario?

Levanto la mano.

—No me importa hacerlo —dice Toni, encogiéndose de hombros—, ya que


de todos modos me han prohibido acercarme al sitio.

—Bien. Toni y May, es de ustedes. Armen un informe en conjunto de algo


interesante, y me lo entregan al final del día. 297
—Hecho. —Toni asiente hacia mí y yo le asiento en respuesta.

—Dev, ¿programaste el entrenamiento?

—Tengo a May esta mañana —responde Dev—. El resto de ustedes están en


el circuito.

Múltiples quejas provienen de alrededor de la mesa.

—Nada de lloriqueos. Lo cambié esta mañana antes de la reunión. Creo que


les gustará lo que he hecho. Miren el portapapeles antes de empezar. Utilicen los
temporizadores. Sin trucos. Si los atrapo haciendo trampa, pagarán por eso.

No tengo idea de qué se trata este circuito, pero no se ve como algo muy
popular.
—Voy a encargarme de los entrenamientos de May por el momento —dice
Ozzie. Su voz suena un poco brusca para mí. Miro alrededor de la mesa, pero no
puedo decir si nadie más lo notó o no.

—¿Por qué? —dice Dev claramente no muy contento—. ¿Crees que no estoy
a la altura?

—No, eres más que apto. Sólo quiero que te concentres en el entrenamiento
de combate. Me encargaré de su cardio donde más lo necesita. Después de eso
vamos a trabajar en fortalecer los músculos.

Me centro en los papeles que tengo delante de mí. Mi instinto es mirar a Ozzie
y compartir sonrisas tontas con él, pero incluso yo sé que es una mala idea. No quiero
avergonzarlo y hacer que me odie incluso antes de que tenga la oportunidad de
gustarle durante más de veinticuatro horas. Eso sería una tragedia, teniendo en
cuenta el sexo increíble que tuvimos anoche. ¡Dos veces!

—Bueno. Vamos a empezar con el bastón.

No voy a recordar a Ozzie que prometió enseñarme usar esa arma. Está
encargándose de mis entrenamientos. Esa es suficiente atención especial. No quiero 298
que todos piensen que soy una especie de prima donna.

—¿Qué más? —pregunta Thibault.

—Necesito que alguien persiga al intruso de anoche —dice Ozzie. Suena


enojado.

—Yo me encargo —dice Thibault—. No estoy seguro de lo que voy a ser capaz
de encontrar, pero voy a darle una oportunidad.

—Podríamos encontrar algo en las cintas —ofrece Toni.

—Mantén tus oídos abiertos ante cualquier cosa —dice Ozzie. Vuelve su
atención a Lucky—. ¿Qué está pasando con la Op Marina Azul?

—En realidad, no sé. —Lucky está frustrado—. Me senté ahí y repasé a través
de sus finanzas, y parecen bien… pero algo parece fuera de lugar. Tenían razón al
llamarnos.
—¿Qué quieres decir? —Ozzie deja de jugar con las carpetas y se queda
mirando a Lucky.

—No estoy seguro. Tengo que ir al lugar y averiguar algunas cosas.

—Adelante, ve. Eso sí, no hables con ningún empleado sin hablar con nuestro
contacto en primer lugar. Y, obviamente, no te identifiques a nadie allí en el lugar,
aunque sea nuestro contacto.

—No, claro que no. Sólo voy a comprar algunas cosas de pesca.

—Me pregunto, ¿y qué pensará Sunny de eso? —Dev sonríe maliciosamente


a Lucky.

—Lo que Sunny no sabe no le hará daño. —Lucky lanza sus carpetas en medio
de la mesa—. ¿Ya terminamos aquí? Tengo que ponerme en marcha.

—¿Una cita caliente? —pregunta Thibault, sonriendo.

—Si quieres saberlo, tengo una cita con el médico. Pero gracias por
preocuparte por mi vida personal.
299
Thibault apoya una mano en la mesa.

—Hablando de eso, necesito las hojas de horarios de todo el mundo para el


final del día. La nómina es el viernes, no lo olviden. Si quieren que les paguen, me
tienen que dar sus hojas de horarios. Sin excusas.

Los gemidos vienen de alrededor de la mesa. Me estoy preocupando un poco,


ya que no sabía nada de las hojas de horarios. ¿También tengo que tener una, o estar
en período de prueba de alguna manera me exime de eso?

Thibault pone los ojos en blanco.

—Voy a decirlo de nuevo, ya que tenemos un nuevo empleado en la mesa…


llenen sus hojas todos los días, así como reservan las horas. De esa manera, no es una
gran tarea al final de la semana. —Él me señala—. Voy a hacer la tuya por ahora,
pero después de esta semana, estás por tu cuenta.

Asiento.
—Booo —dice Dev con el pulgar apuntando hacia abajo.

Thibault niega con la cabeza.

—Jesús, gente, maduren. Es una hoja de horarios, no es un examen de cálculo.

Ozzie se pone de pie.

—Una cosa más antes de que todos se vayan.

El pánico me golpea. Sé que es irracional y completamente contrario a la


forma en que me ha tratado hasta ahora, pero todo lo que puedo pensar es que va a
decirles. Me va a exponer por la puta que soy, revelando que me acosté con él solo
pocos días después de conocerlo por primera vez.

—Necesitamos un vehículo de la empresa para May. Estoy abierto a


sugerencias sobre la marca y el modelo.

Estoy demasiado aturdida para hablar. ¿Me van a dar un auto de la empresa?
¿Eso quiere decir que ya no estoy a prueba? ¿Soy la única que se da cuenta de lo loco
que es esto?
300
—¿Qué tal una minivan? —dice Toni, resoplando de su propia broma.

Le echo un vistazo, mis recelos volando por la ventana.

—¿Qué… estás diciendo que parezco una mujer de minivan? ¿Una madre con
un montón de niños? No, gracias.

Se encoge de hombros.

—Eres Bo Peep. Bien podrías trabajar con la tapadera que tienes de forma
natural.

—No es una mala idea —dice Ozzie.

¡Traidor! Me giro hacia él.

—Por supuesto que es una mala idea. Es una idea horrible. ¡No puedo
conducir una minivan! Las minivans son para las madres. Son para las mujeres
casadas, y no las solteras.
No me veo como una conductora de minivan, ¿verdad? Eso me hace querer
llorar. Sé que tienen un montón de espacio delante y espacio de almacenamiento,
además de espacio para ocho pasajeros, pero vamos… ¡estoy soltera, por amor de
Dios!

—¿Estás preocupada que va a interponerse en el camino de tu vida amorosa?


—Ozzie espera impasible mi respuesta.

Mi cara se contorsiona en sí a través de varias expresiones. Frustración.


Vergüenza. Tristeza. Celos.

—¿Cómo es que Toni puede conducir un SUV?

Sí, estoy siendo infantil, pero qué diablos. Ella sí puede andar con pantalones
ajustados y botas de tacón de aguja. Mientras yo estoy en alpargatas y una minivan.
Me las voy a cobrar por eso. Esto me hace preguntarme por qué Ozzie durmió
conmigo en primer lugar. ¿Es una especie de bicho raro con un complejo de Edipo?

—Conduzco un SUV, porque se adapta a mí. —Ella me sonríe, y detecto más


de un toque de suficiencia allí. Argh, está pidiendo tanto una descarga con mi Taser
en este momento, o por lo menos un garrotazo con mi bolso con orina. 301
Le entrecierro los ojos.

—Una minivan no me conviene en absoluto.

—¿Qué tal si la llevo a comprar un auto? —dice Dev—. Hoy tengo tiempo
más tarde.

—Haz eso. —Asiente Ozzie—. Terminaré con ella alrededor de las nueve.

—Y yo terminaré con ella como a las dos —añade Toni. Creo que le gusta
hablar de mi horario un poco demasiado. Ella y yo vamos a tener que compartir
algunas palabras en cuanto a eso. No puedo salir corriendo a Ozzie sobre temas
como este, sobre todo ahora que estamos durmiendo juntos. No quiero ningún
tratamiento especial. Sí, Toni y yo vamos a tener una pequeña conversación más
tarde esta mañana, de modo que podamos aclarar las cosas.

—¿Quieres que nos encontremos aquí a las dos y media? —me pregunta Dev.
—Por supuesto. Mientras no tengas un arma que planees utilizar en mi
contra.

Él sonríe.

—No prometo nada.

Me encojo de hombros.

—Bien. Sin embargo, lo mismo va para mí.

—Ooooh, nena, ¡eso suena como una amenaza! —Thibault se ríe—. Abriste la
caja de pandora con ella, Dev. Creo que será mejor que te retractes.

—Retractarme no está en mi vocabulario —dice él, poniéndose de pie con sus


casi dos metros.

Tengo que admitirlo, es bastante impresionante. Pero no voy a dejar que


nadie sepa que me afecta. Me encojo de hombros.

—No te preocupes, Thibault. Ya sabes lo que dicen de los tipos como él. —
Hago un gesto a Dev con mi barbilla.
302
Los ojos de Thibault están prácticamente brillando de alegría.

—No, ¿qué dicen?

—Cuanto más grandes son, más duro caen.

Incluso Ozzie se ríe cuando Dev responde.

—Oh, es así, Bo Peep. Es definitivamente así en este momento.


46
D
espués de cambiarme a mi ropa de entrenamiento, me encuentro
con Ozzie en el gimnasio de la compañía. Él está usando su atuendo
de entrenamiento también, y tengo que apartar los ojos de su
entrepierna que juro que está más grande a cada segundo. No ayuda a calmarme,
sin embargo. Su pecho es enorme a la luz del día, y todavía recuerdo cómo se sentía
bajo mis manos y cómo se veía desnudo, cerniéndose sobre mí.

—Voy a mostrarte hoy el circuito de Dev, para que puedas hacerlo sin mí en
el futuro.

Mi cara cae. Todos los pensamientos sexys dejan mi mente inmediatamente.


¿El circuito? A nadie le gusta el circuito. Ni siquiera sé lo que es, y no me gusta.
303
—¿Cuál es el problema? —pregunta, acercándose más.

Retrocedo.

—Nada. —Miro a mi alrededor al equipo, actuando como si no estuviese


herida porque ya está tratando de salir de su promesa de trabajar conmigo—.
¿Dónde empezamos?

—No estamos comenzando nada hasta que me digas lo que hice mal. —Está
mirándome con una expresión que me dice que va en serio.

—No es nada. Estoy siendo una niña. Tonterías. Vamos, vamos a hacer
ejercicio. —Realmente tengo que dejar de ser una idiota. Estoy empezando a
cansarme.

Se queda inmóvil durante unos segundos, pero luego se mueve a mi derecha.


—Por aquí está el famoso portapapeles. —Lo recoge de una mesa y lo sostiene
en alto para que lo vea. Sus músculos se flexionan incluso con sólo ese pequeño
movimiento. Delicioso.

—Dev tiene aquí una lista de ejercicios que deben ser ejecutados en algunas
máquinas. Cada uno está hecho para un total de minutos, tantas repeticiones como
te puede salir bien con buena forma, con unos quince segundos de descanso entre
cada uno de ellos. No puedes descansar durante más de eso o él se enoja.

—¿Cómo sabe si seguiste el plan o no?

—Porque es un bicho raro. Confía en mí, él puede decir al mirarte si has


estado haciendo trampa. No sé si él secretamente cuenta los segundos para atravesar
la habitación o qué, pero él sabe. Hacer trampa en el circuito es engañarte a ti misma,
y engañarte a ti misma es engañar al equipo. Así que simplemente no hagas trampa.
Sigue las reglas del portapapeles.

—Suena amenazador —digo, tratando de bromear sobre el hecho de que


tengo un general de guerra nazi a cargo de mis ejercicios. No estoy tan segura ahora
como estaba antes de querer ponerme en forma.
304
—Nah. Te acostumbrarás. Además… da resultados. —Me muestra el
portapapeles—. Aquí está el primer ejercicio. Dev numeró las máquinas. Este primer
ejercicio se realiza en la número ocho. Ejercicio de jalones, detrás de la cabeza.
Imágenes de cómo hacer el ejercicio están en las máquinas, así puedes seguirlos
mientras te ejercitas. —Señala el papel y luego va a la máquina—. Toma asiento.

Me siento en el mini-banco negro acolchado y espero a que Ozzie haga lo


suyo. Pone una clavija en algunas pesas que estaré movimiento. Frente a mí, noto la
imagen que mencionó que describe cómo hacer el ejercicio. Es un dibujo de una
persona tirando de la barra hacia abajo hasta la parte posterior de su cuello, tal como
dijo. Asiento. Parece bastante fácil.

—Agarra esa barra sobre tu cabeza y tira de ella hacia abajo detrás de tu
cuello. Realiza movimientos lentos y controlados, haz todos los que puedas con las
manos extendidas bien separadas. —Se inclina y presiona un botón en un contador
de tiempo que ha sido pegado a la máquina con cinta adhesiva—. El contador de
tiempo está puesto. —Aprieta otro botón—. Adelante. —Los segundos van bajando
desde sesenta.

Tiro de la barra hacia abajo y sonrío cuando veo que el peso que ha
seleccionado para mí es manejable. Puedo hacer esto. Ni siquiera voy a necesitar
hacer trampa en los segundos.

Ozzie se queda mirando la barra que baja. Entonces él me mira, centrándose


en mi cara.

—No comiste tu omelet —dice en voz baja, destinada para no llegar a todo el
almacén.

—Lo sé. —Espero mientras tiro de la barra hacia abajo de nuevo antes de
continuar—. No quería que todos vieran. —Aire sale en silbidos de mí mientras trato
de evitar que la barra suba volando hacia atrás por encima de mi cabeza. Está bien,
así que no es tan fácil como pensaba.

—¿Te avergoncé al hacértelo?

Las pesas hacen ruido a la vez cuando accidentalmente pierdo el control de


la barra.
305

—Con calma —dice.

Sostengo mejor la barra y voy por otra repetición.

—No, no me avergonzaste en absoluto. Me gustó que lo hicieras. Yo solo…


no quiero que nadie sepa nada que tú no quieres que sepan.

—¿Y qué sería eso? —pregunta.

Me esfuerzo para dejar que la barra vuelva a subir lentamente. Creo que las
pesas son cada vez más pesadas de alguna manera, a pesar de que puedo ver que
Ozzie no las ha tocado.

—Tú sabes. —Mi cara se pone roja, en parte a causa del esfuerzo, pero
también por sus preguntas—. No me hagas decirlo.

—No quieres que nadie sepa que dormimos juntos.


Dejo que la barra retroceda de nuevo hasta su posición por encima de mí. Las
pesas hacen ruido a la vez.

—No dije eso. —Tengo que frotar mis manos en mis pantalones cortos para
secarlas. Ya estoy sudando. No estoy segura si es el entrenamiento o la conversación
la raíz de ello.

—Si quieres mantener todo en secreto, podemos hacer eso. —Ozzie se encoge
de hombros.

—Sólo creo que si la gente sabe, pensarán mal de mí.

—Y entonces tendrían que tratar conmigo —dice. No estoy segura que se dé


cuenta, pero su pecho se hincha un poco cuando dice eso.

Sonrío, al ver que el instinto de protección sale a relucir de nuevo. Realmente


es una de sus cualidades más atractivas.

—Puedo luchar mis propias batallas, si no te importa.

—Bien. Pero dime si alguien te molesta.


306
Niego con la cabeza.

—No, no voy a hacer eso.

—¡Trampa! —grita una voz desde el otro lado del almacén, haciéndome
saltar.

Ozzie agita el portapapeles hacia mí.

—Vamos, próximo ejercicio. —Se acerca a otra máquina y señala el asiento—


. Ajusta el temporizador. Un minuto. Luego descansa durante quince segundos
antes de ponerla en marcha.

Pulso los botones de este nuevo temporizador como Ozzie lo hizo en el


anterior y luego descanso mis manos en mis piernas. En realidad, ya estoy un poco
sin aliento. Qué vergonzoso.

—Pon tus pesas en veintisiete kilos.


—¿Hago eso en todas ellas? —Me inclino hacia delante y tiro de una varilla
metálica de la pila de pesas, deslizándola en el número veintisiete.

—No. Dev nos da una lista de lo que debemos levantar. Aquí está la tuya. —
Ozzie apunta a una tabla en la parte superior de la página, donde se enumeran los
pesos para cada una de las máquinas. Los de Ozzie son números grandes, por
supuesto. Enormes en comparación con los míos. Él se supone que debe trabajar
ochenta kilos en ésta. ¿Es eso posible? Miro hacia abajo y veo que los pesos sólo van
hasta setenta.

—Guau. ¿Él es quisquilloso sobre sus entrenamientos o qué?

Ozzie habla en un susurro.

—Digamos que se toma muy en serio su trabajo.

—¡Veo que estás haciendo trampa por allí! —grita Dev—. ¡Períodos de
descanso de quince segundos! ¡No quince minutos!

Presiono el botón del temporizador y empiezo el ejercicio, careciendo de la


mitad de la fuerza que necesito porque estoy tratando tan duro de no reírme.
307
Ozzie tiene que alejarse de mí para no reír también.

—Entonces, ¿cuál es el asunto con Toni? —pregunto, sintiéndome más fuerte


ahora que mi mente está enfocada en ella siendo molesta conmigo por alguna razón
misteriosa. Las pesas prácticamente vuelan fuera de la pila.

—¿Acerca de?

—Acerca de ti. ¿Durmieron juntos?

La cara de Ozzie se arruga.

—¿Toni? ¿Y yo?

—Sí. —Pretendo que no me importa, mirando las pesas lentamente subir y


bajar por mi mandato.

—No. Nunca.
—Entonces, ¿por qué está molesta conmigo por estar contigo durante toda la
noche?

—No sé. —Niega con la cabeza—. Tal vez es sobreprotectora.

—¿De verdad? —Resoplo—. Eso es gracioso.

—Toni es leal. Ella lo toma personalmente cuando un extraño se mete con su


familia.

—Y yo soy la intrusa. —Me pone triste escuchar referirme a mí misma en ese


sentido. Quiero pertenecer aquí más que nada. No he pensado en retratos de boda,
como, en cuarenta y ocho horas, cuando durante los últimos siete años es todo lo
que siempre pensaba. ¡Libertad!… No quiero que me la quiten cuando por fin la he
experimentado. Puedo admitirme ahora que odiaba lo que hacía antes. Tomó que
Bourbon Street Boys me mostrara eso, hacerme ser honesta conmigo misma.

—No diría que eres una intrusa, exactamente. Estás en período de prueba en
su mente. No te preocupes, sin embargo. Te aceptará con el tiempo.

—Si estoy a la altura.


308
—Lo harás.

Empujo las asas delante de mí por décima vez cuando el pitido se apaga en
el temporizador. Gruño, empujando las pesas que se sienten ahora cuatro veces más
pesadas que lo hacían cuando empecé.

—¡Eeerrrgh!

—¡Lo conseguiste, chica! —grita Dev desde el otro lado de la habitación.

Me río y suelto las asas antes de que el repertorio esté terminado.

Ozzie descansa su mano en mi hombro.

—Quince segundos. Descansa. Vas a necesitarlo.

Miro hacia él, sudor corriendo por mi cara.

—¿La siguiente es más difícil?


Sonríe y deja caer su voz a un susurro.

—No, pero tengo planes para ti esta noche.

Ya no puedo por mi vida recordar más de los ejercicios que hice durante ese
entrenamiento. Estuve demasiado distraída, pensando en lo que él iba a hacerme y
cuántos orgasmos iba a implicar.

309
47
—S
e llama extracción de datos —dice Toni, arrancando un
ordenador que no me había dado cuenta antes de que
existía, que se encontraba en una serie de cubículos en otra
parte del almacén al que llegamos después de pasar por un laberinto de puertas y
pasillos—. Metemos la grabación original dentro, colocamos en carpetas, y lo
examinamos cuidadosamente cuando podemos. A veces utilizamos programas
informáticos para ayudarnos, y a veces es sólo cuestión de ver las imágenes en
avance rápido hasta que algo interesante aparece.

Ella abre una carpeta y hace clic en un archivo.

—Esto es lo que obtuvimos del Loro ayer. Este archivo de alimentación emite
desde las nueve de esta mañana. —Se levanta y se mueve a un cubículo junto al que
310
yo estoy sentada—. Voy a empezar con la libélula; tú empiezas con el Loro.
Buscaremos la acción Go-Pro que nos llegó después. —Ella se sienta en un segundo
ordenador y hace clic en otra carpeta, agarrando unos auriculares de la mesa y
deslizándoselos sobre la cabeza.

Le doy un golpecito en el hombro, y ella me mira.

—Entooonces, ¿qué se supone que debo hacer?

Ella agarra sus auriculares y se los saca con un suspiro.

—Mira el vídeo. Anota la marca de tiempo de cualquier cosa interesante.


Captura imágenes de la pantalla si ves cualquier rostro.

Está a punto de ponerse los auriculares de nuevo, pero la detengo con otra
pregunta.

—Háblame sobre interesante.


Pone los ojos en blanco.

—Jesús, Bo Peep, ¿también quieres que te dé de comer con cuchara?

Me recuesto en mi silla y cruzo los brazos. Estoy muy cansada por mi


entrenamiento para tener paciencia para esto. Levantar pesas drena mi cuerpo y mi
cerebro, supongo.

—Tal vez antes de que hagas eso, podrías decirme qué maldito problema
tienes conmigo.

Su expresión es rebelde.

—No tengo ningún problema contigo.

—Por supuesto que sí.

Se encoge de hombros, aparentando ser fría.

—¿Demasiado paranoica? Jesús, Bo Peep. Relájate. Tendrás tu minivan hoy


más tarde.

Extiendo la mano y le quito los auriculares de las manos cuando está a punto 311
de ponérselos de nuevo. Minivan, mi trasero. No voy a conducir una estúpida
minivan a ninguna parte.

Ella se da la vuelta y me mira.

—Será mejor que tengas cuidado, Bo Peep. Nadie está aquí para protegerte
de esa boca inteligente tuya.

Alzo una ceja.

—¿Y se supone que eso tiene que asustarme? —Tal vez ayer me habría
asustado, pero hoy, sabiendo que Ozzie me cubre las espaldas, no tanto. Obviamente
ella tiene problemas, y si voy a trabajar aquí de forma permanente, siento que vamos
a tener que ponerlos sobre la mesa. También es posible que mi entrenamiento haya
utilizado todo mi jugo de factor miedo y no me queda nada de ese químico para
responder adecuadamente a la amenaza de Toni. Probablemente debería estar
acobardada, pero en su lugar estoy confrontándome con ella.
—Si fueras inteligente, lo haría.

Descanso mis manos en los brazos de la silla.

—Digamos que no soy inteligente. ¿Qué vas a hacer? ¿Pegarme? ¿Enfrentarte


a mí aquí en la sala de ordenadores? ¿Darme una lección?

Me frunce el ceño como si estuviera loca.

—No.

—Entonces, ¿qué? —Me encojo de hombros—. ¿Cuál es tu problema? ¿Por


qué eres amable conmigo un segundo y al siguiente le das una patada debajo de la
mesa a Thibault?

Ahí. Está ahí en el aire entre nosotras. Rezo para que no sea un error traerlo a
colación.

—¿De qué estás hablando?

—Le diste una patada a Thibault en la pierna debajo de la mesa cuando él


sugirió que me quedara toda la noche con Ozzie.
312
—No lo hice.

—Sí, lo hiciste. Yo lo vi.

—Mi pie se resbaló. Fue un accidente.

—Por favor. Termina con esa mierda, y dime por qué lo hiciste. ¿Estás
enamorada de Ozzie o algo? ¿Estás celosa?

Su mandíbula cae abierta.

—Nadie te culparía, sabes. Es guapo, fuerte, soltero, jefe de su propio exitoso


negocio. Es un gran partido.

—Él no es mi tipo. —Toni vuelve la cabeza y agarra los auriculares.

—No te creo.

Se encoge de hombros, poniéndose los auriculares en las mejillas.


—Cree lo que quieras. No me importa de cualquier manera. —Ella empuja las
almohadillas de los auriculares sobre sus orejas y presiona un botón en su
ordenador.

Está en la punta de mi lengua llamarla con la palabra p, pero me contengo.


En su lugar, tomo el bolígrafo sobre el escritorio y deslizo el bloc hacia el lado
izquierdo de la mesa de trabajo para tomar notas.

Toni no quiere hablar de su enamoramiento por Ozzie, y yo tampoco. Ella


sólo va a tener que aceptar el hecho de que él es mío. Mío, todo mío, todo mío. Me
siento como un pato Lucas codicioso, acaparando una enorme pila de oro y
volviéndome loca pensando en que alguien va a robarla. Hombre, estoy muy mal
por ese hombre.

Suspiro y pulso el botón “Inicio” en el vídeo, viendo cómo los árboles


alrededor de la casa comienzan a moverse con el viento. Nada ni nadie está haciendo
nada en esta película excepto el follaje

Después de los primeros diez minutos de ver absolutamente nada, me doy


cuenta de lo mierda que es este trabajo de extracción de datos. No me extraña que
todo el mundo pareciera feliz cuando nos ofrecimos. Tiro el bolígrafo sobre la mesa
313
y me inclino hacia atrás en la silla, balanceándome hacia adelante y atrás, adelante
y atrás, adelante y atrás…

—¿Puedes parar de hacer eso? —dice Toni, quitándose sus auriculares.

—¿Hacer qué? —Sigo balanceándome.

—Moverte. —Ella agarra el brazo de la silla y trata de detenerme.

La alejo con mi codo y me balanceo con más fuerza.

—Puedo balancearme si quiero. Es un país libre. —¿Ella no quiere hablar


conmigo sobre nada real, pero va a quejarse cuando trato de estar cómoda en esta
silla dura? No. No lo creo. Rechazo esa tontería.

Me quedo mirando la pantalla del ordenador, fingiendo que necesita toda mi


concentración. La adrenalina bombea en mi torrente sanguíneo. Tengo una fuerte
sospecha de que Toni va a saltar sobre mí en cualquier segundo. Si tuviera mi Taser
encima, la seguridad sería lo de menos. Tal y como es, estoy pensando en nuestra
pequeña zona aquí y en cualquier cosa que pudiera funcionar como un tipo de arma
defensiva. Dev estaría orgulloso, a pesar de que la única cosa que me viene a la
mente son sus auriculares. ¿Qué voy a hacer con ellos? ¿Golpearle la cabeza y los
hombros con las almohadillas de los auriculares?

—¿Siquiera te oyes a ti misma? —pregunta—. ¿Es un país libre? En serio, ¿qué


edad tienes? ¿Diez años?

—Lo suficientemente mayor para reconocer los celos cuando los veo. —
Pongo los ojos en blanco, a propósito burlándome de ella. Tal vez si ella se enoja lo
suficiente admitirá cuál es su problema.

—¿Celosa? ¿Yo? ¿Crees que estoy celosa de ti?

—Por supuesto que lo estás. ¿Por qué otra cosa actuarías como una perra
conmigo todo el tiempo sino?

No tengo tiempo para prepararme. Un segundo ella está sentada en la silla


junto a mí, y al siguiente, está saltando encima de mí.

Me tiene en una llave de cabeza un segundo y medio más tarde, y mi silla ha


314
volado de debajo de mí. Estoy a mitad de camino de estar de cuclillas debajo de ella
y la mayor parte del camino de estar de rodillas en el suelo.

—¡Cómo te atreves a llamarme perra! —grita.

Mis manos están tratando de llegar a algo… cualquier cosa que la haga parar.

—¡Me haces daño! —le grito, agarrando su pierna.

Ella me aprieta con más fuerza.

—¡Suéltame la pierna, Bo Jodida Peep!

—¡Deja de llamarme Bo Peep!

—¡Oblígame!

—¡Ahora quién tiene diez años!

—¡Cállate!
Mis dedos escarban por el cable de los auriculares y me agarro a él, tirando
con todas mis fuerzas. La golpeo en la espinilla justo mientras estoy poniendo mis
piernas debajo de mí.

Ella no me deja ir, sin embargo. Levanto la mano tan alto como puedo con mi
mano libre y encuentro algunos de sus cabellos. Me lanzo hacia él y tiro con fuerza.

—¡Ayyyyy! —grita ella—. ¡Suéltame el pelo!

—Suéltame el cuello —gruño. Mi visión está desvaneciéndose.

—Tú primero. —Ella está respirando como un toro furioso.

Que le den a eso. Ella comenzó esta cosa, así que yo voy a terminarlo.
Cerrando el cable en mi puño, le doy un puñetazo en el muslo.

Su pierna colapsa cuando grita de dolor.

Si, permíteme presentarte un calambre, perra. Tengo una hermana mayor y


se cómo detener una llave de cabeza como nadie.

Su agarre sobre mí se desvanece y me pongo de pie, empujándola tan duro


315
como puedo. La adrenalina dándome súper poderes, lo que combinado con su
estado de peso pluma, la envía volando. Cae en su espalda sobre el lado de la silla.
Esta se cae de lado y la arroja en el suelo.

Aterrizo junto a sus costillas sobre mis rodillas, agarrando una de sus manos
y envolviendo el cable a su alrededor súper rápido. Ella es como un ternero en uno
de esos rodeos. Antes de que pueda recuperarse de los dolores del calambre, agarro
su otra mano y la ato también. Los auriculares golpean mi mano cuando llegan al
límite de sus fuerzas.

—¿Qué estás haciendo? —grita, jadeando después. Creo que la golpeé un


poco demasiado fuerte o algo. Suena como si estuviera muy adolorida.

—Atándote hasta que puedas calmarte.

—Sera mejor que corras —gruñe, luchando contra mi poco convincente


trabajo de atadura. No tengo forma de anudar el cable, así que es solo cuestión de
tiempo antes de que ella escape e intente matarme.
Examino el área inmediata por una solución. La única cosa que hay son las
dos sillas.

Agarro una y la doy vuelta, dejándola caer sobre ella, el respaldo de la silla
en su lado derecho los brazos sobre su lado izquierdo. Esto hace un puente sobre sus
manos atadas. Inclinándolo, usando mi peso para mantenerla allí, cuelgo sobre su
cara de remolacha roja.

—Ríndete y te dejaré ir.

—Voy a rendirme cuando tenga un cuchillo en tu garganta, no antes. —


Prácticamente está escupiendo, está tan furiosa.

Parpadeo un par de veces, tratando de averiguar si ella habla en serio. Desde


luego parece que sí lo es.

—¿Usarías un cuchillo en mí? —Estoy algo dolida por la idea. Me siento


bastante segura de que ella no le haría eso a ninguno de los chicos, incluso si
estuviera enojada con ellos.

No contesta. Sólo me fulmina con la mirada mientras continúa luchando. Está


probablemente bastante cerca de quitarse el cordón, pero conmigo sobre la parte
316
superior de esta silla, no va a llegar muy lejos.

—Déjame salir —dice, con la voz más tranquila. Es una especie de calma
mortal, sin embargo, por lo tanto no me fío de ella en absoluto.

—No puedo. No quiero morir hoy. —Sonrío abiertamente. Todo esto es


demasiado ridículo. Somos dos mujeres adultas y estamos peleando como niños. ¡En
el trabajo! Ruego para que ninguno de los chicos regrese aquí y nos atrape.

—Entonces no deberías haberme atacado.

Arrugo la frente.

—Oye, eso no es justo. Te moviste primero. Solamente me defendí.

—Te lo buscaste.

Niego con la cabeza.


—Huh-uh. Te pedí que explicaras por qué estabas actuando celosa sobre mí
estando aquí con Ozzie. Era una pregunta justa.

Me mira fijamente por tanto tiempo que estoy empezando a pensar que ella
está sufriendo falta de oxígeno o algo así.

—¿No vas a decir nada? —pregunto finalmente.

—No sé si debería. —Su barbilla sube una fracción.

—¿Por qué no?

—Porque, probablemente ni siquiera estarás aquí la próxima semana.

—¿Quién dice?

—Lo digo yo.

—Vaya, gracias por la falta de confianza.

—No perteneces aquí.

—Ow. —Froto mi pecho con una mano—. Eso realmente dolió.


317
—Cállate.

—No, hablo en serio.

—¿Vez? Eres demasiado sensible. No perteneces aquí. ¿Por qué no nos haces
a todos un favor y simplemente te retiras con dignidad?

—¿Es eso lo que tú harías?

—No, por supuesto que no.

—Entonces no voy a hacerlo tampoco.

—Tú no eres yo, no nos parecemos en nada.

Obviamente la insulté básicamente diciéndole que la admiro. ¿Cómo es eso


de jodido?
—Tal vez quiero ser más como tú —digo, experimentando con la verdad—.
Tal vez quiero ser más fuerte, más autosuficiente.

Examina mi cara, quizá buscando evidencia de que no estoy bromeando. Ella


está obviamente en conflicto. Le he pagado con un muy alto elogio, pero ¿eso será
suficiente para acabar con su enojo hacia mí? Estoy empezando a pensar que se dé
dónde está viniendo su emoción.

—Somos demasiado diferentes —dice finalmente.

—Oh, no sé nada de eso. —Aligero un poco mi peso de la silla—. Soy nueva


en el equipo, pero me preocupo por cada uno aquí. Los respeto mucho a todos
ustedes. Sé lo duro que trabajan, lo leales que son el uno con el otro. Sé que todos
ustedes quieren hacer orgulloso a Ozzie y que es un gran jefe. Sé que hasta que llegué
aquí, eras la única mujer en el equipo y ahora las cosas van a cambiar con dos
mujeres aquí.

Cuando aparta la mirada, sé que lo he resuelto, o al menos me he acercado.

—Pero esto no tiene que quitarte nada. De tus logros. De tus habilidades.

—Vuelas el Loro mejor que yo —susurra. Lagrimas se acumulan en los


318
rabillos de sus ojos. Puedo decir que la pone furiosa mostrar esa pequeña debilidad.
Su expresión se vuelve rebelde de nuevo.

—¿Y qué? Pateas el culo mejor que yo. —Traro de sonreír pero me fulmina
con su mirada de todos modos.

—Lo dice la chica sentada sobre mí en una silla. Me ataste con mis propios
auriculares, May.

—Me llamaste “May”. —Me agacho y le doy un toque en su nariz. Ella es tan
linda cuando está enojada. Me hace feliz que dejó esa cosa de Bo Peep atrás.

—Lapsus linguae12. —Está intentando aferrarse a su ira. Pero no la voy a dejar.

12
Lapsus que se comete al hablar, especialmente al decir mal una palabra o decirla
en lugar de otra.
—¿Qué tal si hacemos un trato? —propongo.

—¿Qué trato?

—Prometo mostrarte cómo volar esa estúpida cosa y tú me das la


oportunidad de demostrarte que soy digna de tu respeto.

Mira a todas partes, excepto a mí. Una lágrima se desliza de su ojo derecho y
se desplaza hacia abajo en su cabello.

—No necesito otro amigo —dice finalmente. Sus ojos se mueven para
encontrar los míos y está fulminándome de nuevo.

—No estoy pidiendo tu amistad. Estoy pidiendo tu respeto. —Me entristece


decir eso, pero es cierto. Si no quiere ser mi amiga, no puedo forzarla. Aunque, no
estoy segura pero nunca había sido tan claramente rechazada. No estaba bromeando
antes, duele.

—Gánatelo y lo tendrás —dice, dejando escapar un largo silbido de aire


después.

—Solamente dame una oportunidad. 319


—Hecho. Ahora deja que me levante.

El diablo toma el control de mi boca de nuevo.

—No hasta que te rindas.

Me fulmina con la mirada, pero solamente continúo sonriendo.

Su voz sale baja y amenazante.

—Si alguna vez dices a alguien que me rendí, voy a apuñalarte mientras
duermes.

Río.

—Dilo, u Ozzie va a estar sirviendo tu cena bajo esta silla.

Sus dientes rechinan juntos durante unos segundos antes de que finalmente
hable.
—Me rindo. Ahora quítate de mí.

Empujo la silla y doy un paso atrás, esperando el lío enojado de una no-amiga
al levantarse e intente matarme.

Pero no me hace nada. Simplemente se levanta, endereza la silla, y desenreda


sus auriculares de sus muñecas. Cuando termina, se sienta, pone el equipo y
empieza la grabación de nuevo.

Tomo cautelosamente mi asiento y presiono el botón en el video, mirándola


por el rabillo de mi ojo mientras vuelvo a trabajar. El furtivo ataque ninja que estoy
esperando por las próximas tres horas no llega nunca.

320
48
—¿E
stás lista? —pregunta Dev, viniendo a través del
almacén y frotando sus manos.

Pongo mi mano en mi cartera y envuelvo


mis dedos alrededor del Taser dentro.

—¿Lista para qué?

—Comprar autos. —Se ve confundido—. ¿No es eso lo que vamos a hacer


ahora?

Saco mi mano de mi cartera.

—Sí, sí, por supuesto. ¿De qué crees que estaba hablando? 321
Me señala y me da un guiño.

—Juegos mentales. Bien. Me gusta tu estilo.

Pongo mis ojos en blanco mientras camino hacia su auto.

—No tengo un estilo.

—Oh, sí lo tienes, Bo Peep. Confía en mí en esto. —Él está sonriendo mientras


dobla su cuerpo dentro del gran y viejo auto.

Entro detrás de él y me estremezco al ver lo pesada que está la puerta. El


circuito de entrenamiento me mató. Voy a estar adolorida sobre mis ya adoloridas
partes. En este punto, se siente como si nunca me voy a recuperar. Todo… cada
músculo, cada hueso, cada célula de mi cuerpo duele.

Sale en reversa del almacén, y pienso en lo que dijo, en lo que dijo Toni y
cómo todos parecen actuar cuando estoy alrededor. Incluso Ozzie.
—Ustedes siguen llamándome Bo Peep y tengo que decirte, no se siente como
un cumplido.

Dev le da la vuelta al volante haciéndolo girar alrededor de las palmas de sus


manos. Toma como cinco revoluciones dar vuelta al auto tan solo noventa grados.

—Es un cumplido. O quizás es más como una observación de una buena


cubierta.

—¿A qué te refieres?

Él frunce sus labios.

—Hmmmm, cómo ponerlo de una forma en que lo aprecies…

—No tienes que preocuparte por ofenderme —digo—. Toni ya fue por allí.

—No, sólo estoy tratando de encontrar una forma de mostrarte… ya sabes. —


Apunta al aire—. ¿Qué piensas cuando ves a Ozzie? —Me mira, esperando mi
respuesta.

Mis ojos se agrandan en mi cabeza. ¿Esta es una pregunta capciosa? ¿Una


322
forma de abrir la conversación de cómo dormí con el jefe? ¡Ack!

—¿A qué te refieres? —Finjo algo de despreocupación que no siento.

—Él está de pie en su camisa y vaqueros, botas, corte de cabello estilo


militar… ¿qué viene a tu mente cuando ves eso?

Está bien, no puedo decir totalmente caliente en esta situación, aún si es la


verdad. Dev quiere guiarme a otro lugar.

—¿Ummm, comando? —Mi rostro comienza a arder—. Me refiero, un


hombre militar, no… chico sin ropa interior.

Dev se ríe.

—Excelente. —Me mira y me sonríe antes de poner sus ojos de regreso en la


carretera—. Exactamente. Eso es lo que todos ven cuando lo miran. Él no pega ni con
cola. Se ve amenazador, como alguien a quien debes mantenerlo vigilado. Él no
puede meterse en una situación y ser invisible. Simplemente es imposible.
Veo las piernas larguiruchas de Dev.

—Es probable que sea difícil para ti también, ¿eh?

—Exxaccto. Él no pega ni con cola y yo no pego ni con pegamento. No hay


forma de que pueda ir a algún lugar encubierto. Solo soy bueno cuando los cuerpos
necesitan ser llevados a lugares en mi cajuela o para manejar un auto de escape. Y
de vez en cuando para proveer una distracción.

—¿Estás diciendo que puedo ir de encubierto?

Él se ríe.

—Infiernos, sí, puedes.

Suspiro derrotada.

—¿Estás diciendo que luzco como una mamá de minivan que no le pasa
nada?

Frunce el ceño.

—Uhhhh, no. No exactamente. 323


Miro por la ventana, intentando no estar herida por eso. Sé que ser mamá es
mejor que ser llamada tipa ruda, pero eso no significa que quiero estar allí tan
pronto.

—Lo que yo quise decir es que puedes mezclarte. Si quieres ser una mamá de
minivan, puedes ser una, con el peinado y la ropa adecuada. Pero si quieres ser una
femme fatale, puedes ser eso también.

Lo miro para ver si él está jugando conmigo, pero parece serio.

Él continúa.

—Algunos pantalones de cuero, tacones altos, diferente cabello… fácil.


Hecho. Y aun así, nadie te vería como una amenaza.

—¿Porque soy mujer?


—Porque tienes una naturaleza encantadora en ti. —Sonríe y alcanza a
palmear mi brazo—. No suenes tan triste por ello. Es un gran atributo en este
negocio.

Me encojo de hombros, un tanto mortificada.

Supongo que si es un atributo no es tan horrible.

—No, confía en mí… ser un atributo es todo. La única cubierta que tenía Ozzie
con este grupo era la cosa Harley. Demasiadas personas andan en esta ciudad para
intentar salir de nuevo. Él está fuera del juego ahora, por un largo tiempo. Y yo
nunca estuve dentro. Solo teníamos a Thibault, Toni y Lucky antes. Ahora te
tenemos también.

Un poco de miedo hace cosquillas en mi estómago.

—¿Para ir encubierto?

Él se encoge de hombros.

—Más que nada para ir por ahí y no ser obvio en ello. —Dev conduce hacia
la carretera principal que nos llevará hacia el área de la ciudad que se conoce por 324
tener muchas ventas de autos todas juntas.

Asiento.

—Está bien. Supongo que puedo aceptar eso.

—La minivan es genial porque puedes cargar todo el equipo de vigilancia, los
perros y por supuesto, si necesitamos mezclarnos, nada se mezcla más que una
mujer en una camioneta de mamá.

Suspiro pesadamente.

—Yyyy ahora estamos de regreso a ser la niñera del perro y la mamá del
equipo de fútbol.

Él se ríe pero no responde.


Después de que unos minutos pasan en silencio, me doy cuenta que este es el
mejor momento para sacar información de una víctima que no lo espera. Él está
atrapado en este auto por lo menos otros quince minutos.

—Así que… ¿Qué pasa con Toni, de todas formas? —pregunto.

—¿A qué te refieres? —Apoya sus muñecas sobre el volante. Él otro brazo
está en la ventana abierta.

—¿Ella está enamorada de Ozzie? ¿Por qué ella está en contra de que yo esté
cerca?

—¿Ozzie? —Bufa —. Difícilmente. Él no es su tipo.

Frunzo el ceño.

—Eso es lo que ella dijo, pero…

Puedo ver que él me observa por el rabillo de su ojo.

—¿Qué? —pregunto.

—No lo entiendes, ¿no es así? 325


—¿Entender qué? —Odio cuando todos saben un secreto y yo no.

—¿Por qué Ozzie no es su tipo?

Luego me golpea.

—Oh. Ella es… ella es… ummm… —No puedo decirlo, me hace sentir muy
estúpida ahora.

—¿Qué? —Obviamente está disfrutando mi incomodidad.

Las palabras apenas salen. Me siento como una tonta.

—¿Una lesbiana?

Él se ríe. Muy duro y fuerte.

—¿Qué? —Estoy apenada ahora.


—Puedo notar que eso fue difícil para ti.

—Cállate. —Miro por la ventana de mi lado, mi rostro está en llamas—. Te


diré que conozco a mucha gente gay. Tengo muchos amigos que son gays.

—Claro que sí.

—Los tengo. —Lo miro. ¿Cómo es que él sabe que solo tengo exactamente un
amigo gay? ¿Me ha estado espiando?

—Bueno, eso fue bonito, pero Toni no es lesbiana. No hasta donde yo sé, de
cualquier forma.

Lo golpeo en el costado.

—¿Por qué me hiciste decir eso si ella no es una lesbiana, idiota?

Él aún se está riendo mientras sostiene sus costillas donde lo he golpeado.


Cuando termina suspira con placer.

—Oh, hombre, eso fue maravilloso. —Me echa un vistazo—. Es como verte
retorcer.
326
—Eres un rarito. —Estoy casi sonriendo pero intento detenerlo.

Espera a terminar de reír para intentar volver a hablar de nuevo.

—Ella tiene un pasado. Ozzie la está ayudando. A pesar de eso, ella no iría
por un hombre como él en mil años.

—¿Un pasado? ¿Qué tipo de pasado?

—No estoy seguro de que ella quiera que lo comparta. Pero puedes
preguntarle. —Suena demasiado feliz con esa idea.

—¿Y entregar mi trasero en un plato? No, gracias.

—Dicen en las calles que puedes manejarlo. —Hay un aire de misterio que
rodea su tono.

—¿Qué se supone que significa eso?


—Oh, un pequeño pajarito me dijo que pudiste haber atado a alguien en la
mañana durante la sesión de extracción de datos.

Me siento enferma.

—¿Qué? ¿Quién te dijo eso?

Él sonríe.

—No Toni, te diré eso.

—¿Así que alguien estaba observándonos esta mañana? Qué maleducados.

—Oigan, hicieron un escándalo, y las personas van a ir a investigar. —Se


encoge de hombros.

Pongo mi cabeza en mis manos y la dejo allí.

—Oh Dios mío, Toni va a matarme.

—Oh, no te preocupes por Toni. Sólo asegúrate de que siempre tengas un par
de audífonos contigo, y estarás bien.
327
Mi mente le da vueltas y vueltas a ese incidente mientras Dev continúa
conduciendo. ¿Ahora qué en el infierno voy a hacer? Ella nunca va a perdonarme
por atraparla bajo esa silla si sabe que el equipo vio lo que sucedió.

Dev palmea mi hombro.

—No te preocupes por ella. Nadie le dirá una palabra.

—Me va a odiar para siempre. —Levanto mi rostro de mis manos—. Ya estoy


en la lista de mierda con ella.

—No te preocupes. Sólo continúa trabajando duro y ella va a entender.

Suelto un bufido.

—Sí, claro.

—Ella es dura, pero no estúpida. Verá que eres una buena adición al equipo
y se ablandará.
—¿Por qué estás tan seguro de ello? ¿Una buena adición?

—Me derribaste dos veces. A Toni una vez. Nadie te ha derribado a ti aun. —
Él se encoge de hombros—. Y cómo dije antes, tienes la cubierta perfecta. Eres un
camaleón.

Mis palabras salen murmuradas.

—Prefiero el apodo estúpido de Bo Peep.

Se ríe, sonriendo todo el camino hasta el lote de autos usados donde diez
minivans están estacionadas justo en el frente.

328
49
D
os horas más tarde, después de la consulta, la prueba de manejo y
regatear los precios, me estaciono en el almacén en mi vehículo de
trabajo apenas usado: un Toyota Sienna dorado. Uff. No me gusta
esta cosa. Me siento al instante diez años mayor cuando estoy sentada detrás del
volante. Probablemente debería intercambiar a Félix por un golden retriever y
completar el look.

Cuando lo veo corriendo a través del almacén hacia mí, tan emocionado que
se curva en forma de una coma, decido que es una idea estúpida. Félix es mi
hombrecito. Tal vez puedo conseguirle un pequeño asiento de perrito para anclar en
la parte posterior. Si voy a parecer una mamá, bien podría tener un asiento de bebé
también, ¿verdad? 329
Ozzie baja las escaleras y cierra la puerta del lado del conductor por mí
cuando me agacho para levantar a Félix en mis brazos. Me deleito con el feliz amor
de cachorro durante unos segundos, utilizándolo para calmar mi acelerado corazón.
Ozzie está tratando de no sonreír a mi llegada, sé que lo hace. Su boca está
temblando.

—Me gusta tu nuevo auto —dice.

—Lo odio.

Cuando capto la expresión de su cara, me apresuro a modificar mi


declaración.

—Quiero decir, no lo odio. Es sólo que no me gusta. —Vaya. El tipo me da un


vehículo, y le digo que es un asco. Bien hecho.

Levanta una ceja hacia mí.


Yo suspiro.

—Odio verme como una mamá de fútbol cuando no lo soy. Nunca me


imaginé como esa clase de persona, supongo. —El puchero que surge no es falso.

Me da una palmada en la espalda y toma a Félix de mis manos, jugando con


sus pequeñas orejas mientras el perro intenta lamerlo hasta la muerte. Ni siquiera
creo que se dé cuenta que lo está haciendo. Mi corazón se calma y comienza a
ablandarse. Está perdonado por hacerme conducir una minivan.

—Es sólo un vehículo de trabajo. Si no quieres conducirlo después del trabajo,


eso depende de ti. Pero prefiero que te conformes con la camioneta por ahora, sólo
hasta que estemos seguros que todo está bien en tu casa.

Dev sale de su auto y se acerca.

—¿Lista para la sesión de entrenamiento, Bo Peep?

—Supongo. Sólo tengo que pasear a Félix primero. —Alcanzo al perro,


ignorando la idea de que conducir mi auto rojo podría ser peligroso. No quiero creer
eso.
330
—Yo me encargo —dice Ozzie, girando de modo que no se lo puedo quitar—
. Ve a entrenar. Me uniré a ustedes en un momento.

Avanzo lentamente hacia la zona donde Dev tiene colchonetas en el suelo


mientras Ozzie se aleja y pone a Félix junto a su novia. Los dos caninos trotan a otra
parte del almacén, dejándonos a nosotros atrás.

Mi cuerpo protesta con vehemencia en cuanto a la actividad que mi cerebro


nos imagina a Dev y a mí a punto de iniciar. Ya es suficiente, me está diciendo. No
más peleas por hoy. Pero Ozzie está observando, así que no puedo escabullirme de
esto. Además, si alguna vez quiero que Toni confíe en mí y deje de ser un dolor en
el trasero en lo que a mí respecta, tengo que hacer esto. Tengo que hacer lo que sea
que ella haría en mi situación, y estoy bastante segura que Toni lucharía hasta que
se derrumbe por el agotamiento.

Dev recoge algunas almohadillas para los brazos.

—Ponte estos.
Estoy agradecida por la protección.

—¿Y tú? —Él simplemente está allí de pie sin hacer nada.

—No los necesito.

Resoplo. Ya lo veremos.

Se vuelve a una mesa detrás de él y toma dos bastones de la parte superior,


entregándome uno.

—Está bien, así que, lo primero que tienes que saber es que lo sostienes aquí,
en este extremo, detrás de la empuñadura de cuero.

Pongo los ojos en blanco.

—Sí, bueno, como si no podía descubrirlo por mi cuenta.

—¿Eres zurda? Bien, de acuerdo. Pon tu mano derecha hacia atrás. Apóyala
en tu espalda baja.

Copio sus movimientos, sintiéndome más vulnerable con un sólo brazo.


331
—¿Por qué así? —pregunto.

—Te ayuda a fortalecer los músculos utilizados para mantener el equilibrio,


y evita que tu otro brazo se rompa con el bastón.

—Ah. —¿Se rompa? ¿Está loco?—. Creo que simplemente voy a dejar de hacer
preguntas a partir de ahora.

—¿Asustada? —pregunta con un brillo en sus ojos.

Levanto la barbilla.

—No. ¿Y tú? —Lo empujo con mi bastón un par de veces. Incluso para mi ojo
inexperto, se ve tan simple.

Se ríe.

—Apenas.

Sostengo el palo por delante de mi cara.


—Mueve tu mano hacia arriba un poco más lejos. Querrás que una parte del
bastón quede expuesto en el extremo para que así puedas usarlo para golpear a
quien quiera que se acerque demasiado.

—Pensé que iba a golpear a alguien que se acerque demasiado con el extremo
largo.

—No siempre es tan fácil —dice irónicamente.

Muevo mi mano con el bastón hacia arriba un poco más.

—No lo sostengas demasiado apretado. Tu mano se va acalambrar.

—Está bien, no demasiado apretado. —La estúpida cosa se hunde en mi


mano.

—Aunque más apretado que eso. Lo suficiente para que puedas sostenerlo
firme. Demasiado apretado y vas a telegrafiarme tus movimientos, y no quieres
hacer eso.

—No, definitivamente no.


332
—Bien, primera regla: Mantén tu bastón en movimiento. —Comienza a
balancear el suyo alrededor de su cara, hombros, y luego su cuerpo más bajo.

Mis movimientos son decididamente menos elegante.

—¿Por qué?

—Porque. Es mejor. No quieres ser atrapado con la guardia baja. Además tus
ataques vendrán más rápido. —Mueve un poco los pies—. También debes mantener
ese cuerpo en movimiento. No quiero que te caigas dormida. —Se acerca y golpea
mi bastón con fuerza suficiente para casi derribarlo de mi mano.

—¡Oye! ¡No estaba lista!

—Siempre tienes que estarlo.

Está prácticamente abriendo agujeros en mí en este momento, y me alegra


demasiado tener los protectores de brazos puestos.

—Recuerda el acrónimo B-E-D-A —dice, dando algunos pasos hacia un lado.


Contrarresto sus movimientos en la dirección opuesta.

—¿Beda?

—Sí. BEDA. Esas son tus opciones defensivas. Bloquear. Evadir. Desviar. Y
Atacar.

Los digo un par de veces en mi cabeza.

—Bien. Lo tengo. Beda.

—Lisssstaaa… ¡bloquea! —Viene a mí con su bastón en alto.

—¡Ack! —Me agacho y sostengo mi bastón horizontalmente sin pensarlo


conscientemente. Su bastón golpea justo sobre él, haciendo vibrar los huesos de mi
brazo.

—¡Bien! ¡Hazlo otra vez! ¡Bloquea! —Su bastón se abalanza sobre mí una vez
más.

Lo bloqueo de nuevo, sólo que sin gritar esta vez.

—¡Excelente! ¡Evade! —Balancea el bastón hacia mi costado y salto fuera del 333
camino. Se está moviendo demasiado rápido para pensar y decidir qué hacer a
continuación. Sólo estoy funcionando por instinto ahora mismo.

—¡Perfecto! ¡Aquí voy otra vez!

Salto de nuevo, pero también bajo el bastón. Su arma le pega duro.

—¡Oye! ¡Eso habría dolido! —le grito, enojándome al ver que está jugando tan
en serio.

—Entonces mejor que no te golpee. —Está merodeando alrededor de la


colchoneta, en busca de una oportunidad para venir tras mí.

Mi corazón está latiendo como loco a medida que ondeo mi arma alrededor.
Sigue moviéndote, sigue moviéndote, sigue moviéndote. Una parte de mí quiere salir
corriendo del almacén gritando, pero el resto de mí quiere darle una lección. ¿Cómo
se atreve a enseñarme de esta forma? ¿Qué pasó con el método de pulir y encerar?
El karate kid no comenzó a patear a las personas en su primer día.
—¿Cómo es desviar? —le grito, tratando de distraerlo y evitar que me mate.

—Una mezcla de evadir y bloquear. Cuando los bastones se encuentren lo


envías hacia fuera en una dirección no letal con tu propia fuerza.

No tengo ni idea de lo que está hablando. El pánico se está levantando en mí.


Estoy segura que está a punto de atacar de nuevo. Si vomito en mi oponente, ¿gano?

—¿Y lo último? —pregunto, mi respiración entrecortada—. ¿Atacar?

—Ese se explica por sí mismo —gruñe. Y entonces viene a por mí, bastón
levantado.

Doy un paso a un lado y me encuentro con su bastón cuando baja, tratando


de hacerlo resbalar hacia un lado. En su lugar, viene del otro lado y me golpea el
hombro.

—¡Ayyy! ¡Eso duele, maldición! —Estoy a punto de tropezar conmigo misma


tratando de alejarme de él. Mi brazo golpeado ahora se siente muerto. Apenas puedo
levantar mi arma.

—Di buenas noches —dice Dev, dando vueltas alrededor y dando un paso 334
hacia mí.

Levanto mi arma hasta el nivel del muslo y pongo mi otra mano en la parte
superior de la misma, haciendo una gran letra T.

—¡Tiempo muerto!

—¡No hay tiempos muertos! ¡Sólo está la muerte para el perdedor! —Deja
escapar un grito de guerra muy fuerte y viene hacia mí.

Dejo caer mi brazo derecho y tiro el bastón hacia esa mano.

El brazo de Dev está por encima de él mientras se prepara para tomar un


movimiento diseñado para derribarme.

Muevo el bastón ahora en mi mano derecha hacia sus costillas tan fuerte como
puedo.

La expresión de su cara cuando hago contacto es cómica.


Conmoción. Dolor. Enfado. Otra vez dolor.

Salto fuera del camino cuando se tropieza con sus propios pies y cae en la
colchoneta. El bastón cae de su mano y tamborilea a través del suelo de cemento
mientras él se enrosca en una bola.

—Ohhh, mierda —se queja—. Creo que me has roto la costilla.

Me apoyo en mi bastón, inclinándome para tratar de recuperar el aliento. No


sé qué parte de mi incapacidad para respirar es de la sesión de ejercicios y cuánto es
de estar asustada hasta la muerte. No puedo creer que acabe de hacer eso.

—Lo siento. —Suelto en un jadeo entre respiraciones.

—No te disculpes. —Se queja un par de veces—. Maldita sea, ¿te vi cambiar
de manos?

—Sí.

—Qué demonios… ¿eres ambidiestra?

Me estremezco.
335
—¿Un poco?

Gime y luego se echa a reír. Luego, se queja un poco más.

—Oh, mierda, eso duele.

La puerta por encima de la escalera se abre, y Ozzie baja con Thibault. Cuando
nos ven abajo, aceleran el paso, trotando por el suelo hasta donde estamos.

—¿Qué pasó? —pregunta Thibault.

—Dice que le he roto una de las costillas.

Thibault tiene que darse la vuelta para que Dev no lo vea sonriendo.

Ozzie se agacha y pone su mano sobre el hombro de Dev.

—¿Puedes levantarte?
—Con un poco de ayuda de mis amigos —dice. Su voz expresa su dolor con
mucha claridad, haciéndome sentir aún peor.

—Lo siento mucho, Dev. De verdad. No tendría que haberte golpeado tan
fuerte.

Se inclina hacia arriba con la ayuda de Ozzie.

—No te disculpes. —Se lleva una mano a sus costillas—. Eso fue asombroso.
Te lo dije… cubierta perfecta. —Hace una mueca mientras trata de moverse.

—¿Hospital? —le pregunta Thibault a Ozzie.

—Lo subimos primero. Déjame echarle un vistazo. —Juntos consiguen poner


a Dev en pie. No es una tarea fácil ya que es al menos treinta centímetros más alto
que Thibault. Ozzie hace la mayor parte del trabajo. Pasa las manos suavemente
sobre la caja torácica de Dev.

Dev está de pie ligeramente encorvado, todavía haciendo muecas.

—¿Qué pasó, hombre? —le pregunta Thibault.


336
—Ella me engañó.

Mi mandíbula se abre.

—¿Te engañé? No hice tal cosa. —Lo señalo con mi bastón—. ¡Él simplemente
saltó hacia el entrenamiento! Sin encerar, pulir, nada… ¡sólo pum, pum, pum!
Bloquea, evade, defiende…

—Desviar, no defender —dice Dev.

—¡Lo que sea! ¡Viniste hacia mí demasiado rápido! No tenía otra opción. —
Mi mirada cae a la colchoneta. Me siento culpable. Por qué, no lo sé, ya que sólo me
estaba defendiendo. Me alegro de no haber tenido una Taser a mano. Le habría
electrocutado y golpeado con el bastón.

—¿Qué está pasando? —pregunta Toni desde lo alto de la escalera.

—Bo Peep consiguió hacer caer a Dev —explica Thibault.


Toni mueve la cabeza con disgusto y vuelve a entrar en la habitación de
arriba.

Estupendo. Justo lo que necesitaba, Toni enojada conmigo por esto también.

—No necesito ir al hospital. Estoy bien. Creo que sólo está magullada. —Se
pone de pie con la espalda recta y luego se dobla de inmediato un poco de nuevo—
. Tal vez.

Ozzie apunta a la puerta del almacén.

—Hazle una radiografía.

Dev se va arrastrando los pies, pero mira sobre su hombro lo mejor que puede
cuando está a unos pocos pies de distancia.

—Quédate con el bastón. Practica. No tendrás tanta suerte la segunda vez.

—Yo lo llevaré —dice Thibault. Se acerca a mí y pone su mano en la parte


superior de mi brazo—. Bien hecho. No te castigues por ello. Ganaste limpiamente.

Trato de sonreír, pero sale más como si tuviera dolores de estómago.


337
—Gracias, Thibault.

Me guiña el ojo.

—No hay de qué. No es frecuente que veamos al gigante caer sobre sus
rodillas.

Trato de no sentirme orgullosa de ser la que lo hizo, pero es un poco difícil


cuando llama a Dev gigante. Es bastante grande. Nuestra pelea probablemente se
vio como el legendario combate a muerte entre David y Goliat.

Atrapo a Ozzie mirándome cuando Thibault se está metiendo en el auto con


Dev.

—¿Qué? —pregunto.

Mueve la cabeza, su expresión un misterio.

—Nada.
—¿Puedo ir a casa ahora? —digo, casi suplicante. Miro a mi Sonic—. Necesito
una ducha, necesito cambiarme de ropa, y estoy cansada de toda esta cosa de luchar.

Se acerca y pone su mano en mi nuca, inclinándose para mirarme a los ojos.

—Tu casa está aquí ahora, ¿recuerdas?

Parpadeo un par de veces pero no contesto. Una mezcla de emociones me


abruma. Estoy feliz, asustada, y triste, todo al mismo tiempo. Creo que es posible
que esté con síndrome pre-menstrual.

—Oh, sí. Lo olvidé.

—Sube. Haz lo que tengas que hacer. La conferencia de la tarde comienza en


una hora.

Asiento. Probablemente va a querer revisar lo que he visto en las cintas de


hoy, así que supongo que mi día no ha terminado todavía. Me acerco a mi auto, pero
sólo para poner el bastón en el interior. Practicaré más tarde cuando me haya ido de
aquí. Tal vez tenga tiempo para ir a ver a Jenny. Conseguirá probar el arma
primitiva, y sé a ciencia cierta que Sammy querrá algunos árboles o muebles de
jardín con él.
338

Subir las escaleras es una aventura. Tengo que usar la barandilla para tirar de
mí misma. Definitivamente, me he pasado. Nada de sexo para mí esta noche.

¿Cómo se va a sentir Ozzie sobre eso? ¿Espera sexo de mi parte ahora? ¿Está
pensando en ello también, de la forma en la que he estado haciéndolo yo todo el día?
Probablemente esté mucho más sereno sobre ello que yo. Estoy segura de que puede
manejar trabajar y vivir conmigo sin perder la cabeza, a diferencia de mí.

Las emociones se levantan y comienzan a abrumarme. ¿Qué diablos estoy


haciendo aquí? ¡No puedo vivir con Ozzie! ¡No puedo meterme en peleas de
bastones con compañeros de trabajo! ¡Esto es ridículo! ¡Soy una fotógrafa de bodas,
por amor de Dios!

Saco mi teléfono de mi bolsillo cuando llego a la parte superior de las


escaleras y abro la puerta. Necesito un poco de terapia de hermana, inmediatamente.

Jenny atiende al segundo timbre, gracias a Dios.


—¡Hola, hermanita! ¿Qué pasa?

Camino por la cocina sin decirle nada a Toni.

—Sólo llamaba para charlar. —Espero hasta que estoy en la habitación con la
puerta cerrada antes de empezar a llorar.

339
50
—O
ye, oye, oye, ¿qué pasa con las lágrimas? —pregunta,
haciéndome llorar con más fuerza. Cada vez que actúa
como mi mamá, esto es lo que sucede. Totalmente un
bebé sollozante, cada vez.

Hablo a través del llanto.

—No lo sé. Sólo necesitaba escuchar tu voz y que me dijeras que no estoy
siendo una estúpida idiota por aquí.

—¿Por dónde, cielo?

Ella no sabe lo que pasó anoche y estoy bastante segura de que no debería
decírselo. Ella me hará mudar a su casa, y no puedo hacer eso. Si hay una amenaza
340
en mi contra, lo cual dudo mucho que haya, no puedo llevarla a su casa. Ella
realmente es una mamá de fútbol. O lo será cuando uno de sus hijos decida empezar
a jugar ese deporte.

—Estoy en el trabajo —explico.

—¿Por qué lloras en el trabajo? ¿Fueron malos contigo?

Me río a través de las lágrimas.

—No, no fueron malos. Son muy agradables. —Excepto Toni, pero no voy a
hablar de ella.

—Entonces, ¿cuál es el problema? ¿Estás en tu periodo?

—No. —Me limpio la nariz con mi mano y luego miro alrededor en busca de
un pañuelo de papel. Saco uno de una caja en la mesita de noche—. Me quedé la
noche aquí y tuve relaciones sexuales masivas con Ozzie.
—Whoa. ¿Sexo masivo? ¿Ese es diferente al sexo regular?

—Duh. Obviamente. —Ella ya me tiene sonriendo. Las lágrimas siguen


llegando, pero al menos ya no estoy sollozando.

—Está bien, ¿por qué eso te está haciendo llorar?

Suspiro, tratando de presionar a través del dolor.

—¿Puedo ser honesta contigo?

—Uhhhh, ¿sí?

—Quiero decir, sin que te vuelvas loca conmigo.

Hay una pausa de tres segundos antes de que ella me responda.

—¿Tuviste sexo anal? ¿Se trata de eso?

—¡Jennifer Alexandria Wexler! ¡No! ¡Eso no es de lo que se trata! —Cuando


se me pasa la sorpresa, me río de nuevo. Ella está chiflada.

—Está bien, ¿entonces qué es? Caray. —Ella se ríe también.


341
No puedo explicarle por qué estoy molesta si no sabe toda la historia. Odio
tener que decirle algo que puede hacer que se preocupe, pero no tengo otra opción.
Necesito consejo porque no me fío de mí misma para tomar la decisión correcta por
mí misma. Mi corazón se inclina a favor de Ozzie.

—Anoche se activó la alarma de mi casa. Había un intruso en la propiedad.

—Oh no. —Su risa se detiene, reemplazada con preocupación.

—Ozzie estaba conmigo. Él manejó la llamada a la compañía de la alarma


después de asegurarse de que no había nadie, pero me dijo que tenía que ir a su casa
y quedarme hasta que pudiera averiguar qué estaba pasando.

—Por supuesto que lo hizo. —Puedo oír la sonrisa en su voz.

—No es una broma, Jen.


—No, por supuesto que no. Me alegro que no hubiera nadie tratando de
entrar y que Ozzie estuviera allí para ti. Continúa.

—Una cosa llevó a la otra y tuvimos sexo. Dos veces.

—Hmmm…

—Y fue realmente muy bueno.

—No anal, sin embargo, ¿eh?

—¡Para! —Me río de nuevo. No puedo evitarlo. Es mucho mejor que llorar,
de todos modos.

—Lo siento, no pude evitarlo.

—De todas formas… hoy sólo fue mi segundo día de trabajo. Así que aquí
estoy, trabajando con él, todo el tiempo pensando en lo que hicimos anoche.

—Estoy segura que al igual que él.

—¿Cómo sabes eso?


342
—¿Cómo no podría? Los hombres piensan en sexo más de cien veces al día.
¿O eran mil? No puedo recordarlo. De todos modos, es mucho. ¿Y tú no crees que él
estuviera reviviendo esos momentos contigo? Por favor. El tipo probablemente tuvo
una furiosa erección durante todo el día.

—No lo sé.

—Bueno, yo sí. La tuvo. Créeme. Probablemente está imaginándote inclinarte


sobre el inodoro en este momento.

—Guau. Eso es sexy.

—No tienes ni idea de lo que es sexy para un hombre. Son cachorros


enfermos.

—Estoy empezando a preocuparme sobre cómo sabes todo esto.

—¿Qué puedo decir? Miles habla demasiado.


—Ew. No todos los hombres son como Miles.

—Sí, lo son. Todos lo son. Así que, ¿qué más? ¿Por qué estás llorando?

Me encojo de hombros.

—No estoy segura.

—Es tu periodo. Tiene que serlo.

—No, no lo es. Creo que es sólo… abrumador. Cambié de trabajo hace apenas
unos días, empecé a trabajar con un equipo de gente muy agradable pero un poco
loco, estoy durmiendo con mi nuevo jefe, viviendo en su casa, por el amor de Dios.
Mi perro está enamorado de su perra… ¡Es loco! ¡Mierda! ¡¿Quién hace este tipo de
cosas?!

—Eso suena mucho más interesante que mi vida. ¿Sabes lo que hice hoy?

—No. ¿Qué hiciste hoy? —Me limpio la nariz de nuevo y dejo escapar un gran
suspiro. Ya me siento mejor.

—Quité una bola de pelo de mi desagüe de la ducha que era del tamaño de
343
una pelota de béisbol.

—Ew. —Puedo imaginármelo completamente. Mi hermana tiene el pelo muy


largo y grueso—. Eso es repugnante, Jen. Estoy tan poco contenta de que me dijeras
eso.

—Pensé en enviárselo por correo a Miles, pero luego no lo hice.

—Probablemente un buen movimiento. No queremos tenerle declarándote


legalmente demente.

—Si él no viene a buscar a los niños este fin de semana, va a aprender todo
sobre ser legalmente demente, confía en mí.

—Si él no se presenta, yo lo haré. —Tengo todos pensamientos cálidos sobre


mi hermana y sus hijos. Al menos algunas cosas nunca cambian. Siempre puedo
contar con ellos por amor envuelto en una gran cantidad de ruido.

—¿Y qué piensa ese hombre en tu vida de todo esto? —pregunta Jenny.
—¿El hombre en mi vida? ¿Qué hombre?

—Félix.

—Oh. —Me lo imagino a él y a Sahara durmiendo juntos—. Está enamorado


del perro de Ozzie. Ni siquiera duerme conmigo.

—Guau. Eso es serio.

—Lo sé.

—Creo que deberías confiar en el juicio de Félix.

—¿En serio? —Es un poco loco, pero tiene mucho sentido para mí. Félix nunca
me ha defraudado.

—No lo sé. ¿Los perros no tienen un sexto sentido para la gente?

Me lo pienso por un segundo.

—Él tiene sus preferencias.

—Él odiaba ese novio tuyo, ¿recuerdas?


344
Resoplo.

—¿Cómo puedo olvidarlo? El tipo era un delincuente, un hecho que no


mencionó cuando lo conocí por primera vez.

—Es bueno que tu hermana sea un genio del ordenador y puede verificar
antecedentes.

Sonrío.

—Salvando mi culo de nuevo.

—Sí, bueno, estoy aquí para ti. Siempre.

—Gracias, hermana.

—¿Así que seguirás adelante? —pregunta.


Asiento, sintiéndome mucho más segura de esto de lo que estaba hace diez
minutos.

—Sí. Me preocupa quedar con mi corazón destruido cuando él se dé cuenta


de que realmente no somos para nada compatibles, pero hasta entonces, supongo
que sólo voy a disfrutar.

—Sí, haz eso. Gran idea. No puedes vivir la vida siempre preocupada por lo
que puede ocurrir mañana.

—Eso es más o menos lo que él dijo.

—¿Ves? Obviamente es muy inteligente. ¿Cuándo lo traerás para conocer a


los niños?

—¿Puedo? ¿Debería? ¿No es demasiado pronto?

—No veo cómo puede ser demasiado pronto si estás durmiendo con él.
Supongo que significa que vas en serio con él, y eso es lo que importa.

—Tal vez sólo estoy durmiendo con él porque soy salvaje, libre y vivo la vida
improvisando sobre la marcha. 345
—Sí, cierto. ¿Cuánto tiempo le tomó a tu último novio meterse en tus
pantalones?

—Cuatro meses.

—Exactamente. Obviamente este tipo, Ozzie, es diferente. Tráelo mañana si


quieres. Tengo la lasaña ya hecha.

Muerdo mi labio, considerando la oferta.

—Te lo haré saber.

—Está bien. Escucha, Sammy ha estado tranquilo por demasiado tiempo, así
que mejor voy. Probablemente esté decapitando todas las muñecas de su hermana
de nuevo.

—Vaya. Eso no es raro en absoluto.

—Es un niño. —Ella suspira—. Los niños son tan diferentes de las niñas.
—Está bien, mejor ve a vigilarlo. Gracias, Jenny. Realmente aprecio ponerte
al día con mi manía.

—No es manía. Sólo estás siendo una chica, y se te permite actuar como tal.

—Te amo.

—¡Te amo más! ¡Adiós! —Cuelga antes de que pueda responder.

Maldita sea. Odio cuando ella gana con el juego de te-amo-más tan fácilmente.

Envío un rápido texto antes de apagar mi teléfono.

Yo: ¡Te amo más! ¡Ha!

346
51
U
so un pañuelo húmedo para borrar los signos de mi crisis, y
entonces vuelvo a la cocina con renovado rigor y determinación,
uniéndome a Ozzie y a Toni en la mesa.

Lucky entra cuando Ozzie comienza a hablar y se sienta junto a mí.

—¿Alguno de los dos consiguió alguna información hoy que valga la pena
discutir? —abordó Ozzie a Toni.

—No estoy segura. Escribí algunas cosas abajo. —Saca un bloc de notas de
una carpeta y pasa su dedo hasta el final de la página—. Creo que alguien debe haber
abierto una ventana en algún momento, porque comencé a captar conversaciones
dentro de la casa también, creo. 347
—Bien. —Ozzie asintió.

—He escuchado mucho sonido de fondo normal, gente charlando sin parar y
bromeando, pero entonces había unos hablando sobre un problema que estaban
teniendo que no había sido resuelto aún.

—¿Han dicho lo qué era?

—No, simplemente se mantuvieron hablando de Petit Rouge. Quién sea o lo


que sea es un problema. Hablaron sobre acabarlo.

Ozzie asintió lentamente. Sus ojos distantes.

—¿Qué significa eso? —pregunté, desconcertada.

—Las pandillas usan códigos todo el tiempo para casi todo, Petit Rouge
podría ser un cargamento de drogas, importaciones ilegales, una pandilla rival, una
operación sin pagar dinero por protección, una simple persona… hasta que
podamos ponerlo en contexto, no sabremos lo que es. —Ozzie regresó su atención a
Toni—. ¿Hubo suerte con eso?

Sacude la cabeza.

—No, sin embargo, puedo decirte que la mayor parte de la charla vino de un
tipo. Creo que llegó tarde a la fiesta. Tengo la impresión que era un miembro de la
pandilla rival o negocios sobre los que estaban hablando.

Los ojos de Ozzie se estrecharon.

—¿Qué hora fue la primera vez que escuchaste su voz?

Toni escanea las hojas frente a ella. Se detiene en la cuarta página.

—Once treinta y tres p.m. o alrededor de entonces.

Ozzie me mira.

—Busca esa hora en tus notas. ¿Ves a alguien entrando justo antes de eso?

Por el aspecto de nuestras notas, mi trabajo era más fácil que el de Toni. Tengo
menos de la mitad como mucho. 348
—Solo siete personas entraron, y salieron cuatro. —Miro abajo a la página,
tratando de encontrar una hora que coincida con las observaciones de Toni—. Hubo
dos personas que entraron antes que ella escuchara la conversación. —Me arrastro
a través de mi pila y encuentro a las dos personas de las que tomé captura de
pantalla—. No puedes ver sus caras, solo sus cabezas y cuerpos. Estaba muy oscuro.

Se lo entrego a Ozzie, quien lo estudia cuidadosamente. Cuando llega a la


segunda, frunce el ceño y le da la vuelta, levantándola en el aire para que yo pueda
verla.

—¿Reconoces a este?

Todo lo que puedo ver es una figura encorvada en un abrigo oscuro con una
cabeza brillante. Su cráneo está reflejando la luz procedente de la farola cercana.

—No realmente. —Me encojo de hombros, sintiendo como si tuviera que


disculparme. No me había dado cuenta que iba a ser un examen.
Ozzie lo voltea y se queda mirando un par de segundos más.

—Creo que ese es Doucet.

Toni alarga su mano por ello, y Ozzie lo desliza sobre la mesa hacia ella.

—¿Quién es Doucet? —pregunto.

—Estoy de acuerdo. Hay varios puntos de semejanza. La anchura de los


hombros. Estatura. Cabeza calva, por supuesto.

Ozzie suspira, mirándome con lo que parece ser pesar.

—David Doucet es el hombre que tiró del arma contra nosotros en el bar.

Un escalofrió pasa a través de mi cuerpo y mi boca se seca de repente.

—¿David Doucet es el tirador? —Su mismo nombre envía temor dentro de


mi corazón.

—Sí, es el hermano de Guy Doucet, el que lleva la voz cantante en esta parte
de la ciudad.
349
—¿Entonces tú crees que él es el que estaba hablando sobre Petit Rouge? —
pregunta Toni.

—Podría ser. —Ozzie hace un ademán a Toni—. ¿Qué más tienes de él?

Se encoge de hombros.

—Podría ir a escuchar de nuevo. Tal vez ahora que sé a quién pertenece la


voz, algunas de las cosas que dijo tendrán más sentido.

—Sí, por qué no haces eso. Mañana. —Me mira— ¿Qué más tienes de las
entradas y salidas?

—Déjame ver… Tengo a todos esos tipos entrando. —Paso sobre las capturas
de pantalla—, pero solo los primeros cuatro volvieron a salir. Los últimos en llegar
se quedaron durante el tiempo que la cinta se ejecutó.

—¿Y cuándo se detuvo la grabación?


Miro mi última página de notas.

—Dos catorce en la mañana.

Ozzie gira su atención a Toni.

—Tira más de la cinta del Loro. Quiero ver hasta las seis de la mañana.

—Lo tienes. —Se pone de pie.

—Mañana. Has hecho suficiente hoy.

—Claro, no hay problema. —Toni vuelve a sentarse.

—¿Algo más que debería saber? —Mira alrededor de la mesa.

—Obtuve algunas cosas hoy—dice Lucky.

—¿Y?

—Y las cosas no cuadran. Literal y figuradamente.

—¿Cómo es eso?
350
Lucky rasca su cabeza.

—No estoy exactamente seguro. —Su expresión es afligida mientras cruza sus
brazos frente a su pecho—. Tienen los gastos típicos de una empresa minorista, de
modo que también tiene el aspecto de los servicios que ellos hacen. —Se encoge de
hombros—. Se venden productos y también reparan motores marinos, por lo general
fuera de las instalaciones. Tienen contratistas que realizan algunos trabajos para
ellos, tanto dentro como fuera de las instalaciones. También pagan por los servicios
realizados dentro y fuera por otros vendedores, como resultado del trabajo realizado
por los contratistas. Pero si pasas a través de sus informes financieros ves que tienen
una excesiva cantidad de gastos en áreas en las que debería ser un menor porcentaje
de los gastos totales del negocio.

—¿Por ejemplo? —Ozzie tiene toda su atención en Lucky. Al igual que Toni
y yo.

—Bueno, tenemos, por ejemplo, la eliminación de residuos peligrosos. Han


utilizado el aceite del que tienen que deshacerse cuando lo drenan de motores
marinos. En la mayoría de los lugares pagan para que sea recogido y tratado. No es
gran cosa. Lo mismo ocurre con Marina Azul. El problema es que el servicio debería
ser menos del uno por ciento de sus gastos totales. ¿Para Marina Azul? Es casi el
diez por ciento.

—Eso es ridículo. —Ozzie se ve molesto.

—Lo sé, y hay más. El servicio de limpieza que se supone que vale, ¿otro diez
por ciento? Fui a la tienda. Hay motas de polvo por todas partes. Los baños no han
sido tocados por semanas. Los empleados que trabajan en la tienda dicen que la
basura es vaciada y ven a alguien allí por las noches de vez en cuando, pero para lo
que están pagando todo debería estar brillante. Prácticamente podrían pagar a una
persona para estar ahí por tiempo completo con lo que han gastado este año.

—¿Qué más?

—La lista sigue y sigue. Re-mecanizado de piezas, devoluciones, los servicios


de una sola vez, lo que sea, sus números son una locura.

—Entonces, ¿cuál es nuestro siguiente paso? —Ozzie se recarga en la silla.

Lucky despliega sus brazos y pone sus manos sobre la mesa, con las palmas
351
hacia abajo.

—Necesito ponerme en contacto con esos proveedores y ver lo que pasa. Si es


solo una cuestión de un gerente de compras que no sabe cómo hacer compras,
entonces está bien. Podemos arreglarlo. Pero me temo que es algo más. —Mueve la
cabeza con decepción—. Sabes lo difícil que es demostrar la malversación de fondos
sin una confesión.

—Bueno, Marina Azul está preocupado de que sea algo más también. Es por
eso que nos contrataron. Habla con los proveedores de servicios y quiero saber lo
que descubres. Si necesitamos una confesión después de todo lo dicho y hecho,
conseguiremos una. Solo consígueme las evidencias para traerlo a la conversación.

—Lo tienes. ¿Me necesitas en este momento?


—No, mañana. Todo el mundo ha acabado por el día. —Ozzie se pone de
pie—. Pueden irse. Estoy seguro de que Dev y Thibault estarán en el hospital por lo
menos un par de horas. Retomaremos esto mañana a las ocho.

Todas las sillas se arrastran hacia atrás al mismo tiempo que nos ponemos de
pie.

—Estás aquí conmigo esta noche —dice, mirándome. Está hablando como mi
jefe, pero la mirada en sus ojos está viniendo de mi amante. Creo que Jenny tenía
razón; ha estado pensando acerca de tener sexo conmigo. Todo tipo de escalofríos
están corriendo a través de mí ahora.

—¿Te importa si hablo contigo en privado por un momento? —le pregunta


Toni, me da la impresión de que específicamente no me mira, incluso aunque quiere.
Estoy inmediatamente desconfiada.

—Seguro, te acompañaré afuera.

Pretendo estar ocupada con el papeleo, mientras todos salen de la cocina


juntos.

Félix viene corriendo a través de la cocina y salta en mi regazo, tratando de


352
alcanzar mi barbilla en un ataque de lamidas.

—¿Dónde has estado, pequeño bribón?

Sahara viene caminando dentro de la habitación detrás de él, deambulando


sentándose al lado de mi silla. Le rasco detrás de las orejas un poco antes de
levantarme y pongo a Félix en el suelo.

—Entonces, ¿qué pasa, perros? —Me río de mi misma. El humor patético es


mi especialidad—. ¿Tuvieron un día de diversión oliendo la cola el uno al otro y
comiendo la misma comida que comen todos los días?

Ambos miran hacia mí con estrellas en los ojos.

—No les voy a dar ninguna golosina. No me miren así.

Félix gimotea.
—Está bien, tal vez un pequeño regalo. —Me acerco a la despensa y doy un
paso dentro, buscando en los estantes. Es algo fascinante ver dentro del corazón de
la cocina de Ozzie. Todo está alineado con las etiquetas señalándolo. Los alimentos
enlatados están en una sección, artículos en cajas en otra, organizadas de modo que
los alimentos de la cena y los cereales no están juntos.

Escucho ruidos fuera de la puerta de la despensa así que supongo que los
perros están haciendo travesuras, pero luego me congelo cuando las voces se acercan
demasiado, entrando a la cocina desde la sala de espadas.

—Solo déjame agarrar esta carpeta y te acompaño afuera—dice Ozzie.

—Podríamos hablar aquí —dice Toni, sonando frustrada—. El almacén tiene


demasiados oídos.

—Entonces habla. ¿Qué tienes en mente?

—Es solo que no la quiero en mis asuntos.

Adivino que soy la ella que no quiere cerca.

—Entiendo, pero quiero asegurarte que no tienes nada de qué preocuparte. 353
Resopla incrédula.

—Escucha, sé que quieres pensar que estás siendo un neutral apartado y todo
eso, pero no lo eres. Todos saben que estás con ella.

—¿Qué te hace decir eso?

—Por favor, es obvio. Le estableciste un período de prueba de noventa días,


¿y al siguiente día le compras un auto? ¿La mudas a tu departamento? Jesús, Oz,
¿por qué no vas y le compras un anillo de mierda y le pides que se casen ya?

—Eso está fuera de lugar. —Ozzy suena enojado.

Doy un pequeño paso más profundo en la despensa. La puerta esta


entreabierta y ruego que no puedan ver en su interior desde donde están parados.
Van a pensar que fisgoneé apropósito.

—¿Qué? ¿No estoy autorizada de decir lo que siento aquí nunca más?
—Puedes decir lo que piensas; sólo no aprecio que te metas en mi vida
personal. O lo que piensas que es mi vida personal.

—Si no es tu vida personal, ¿por qué no puedes explicar el trato especial que
está teniendo?

Odio esas palabras. Trato especial. Sabía que la enfurecería que todo el mundo
estaba consintiéndome tanto. ¡Maldita sea!

—No tengo que explicarte nada. En caso de que se te haya olvidado, soy el
jefe aquí.

—Hubo un momento cuando compartías todo conmigo, Ozzie. ¿Qué le pasó


a eso? ¿Qué nos pasó? Estuvo tan bien entre nosotros durante tanto tiempo.

Mi corazón colapsa sobre sí mismo. Él dijo que nunca habían tenido sexo.
¡Mintió! ¿Sobre qué otra cosa podría posiblemente estar hablando?

Lágrimas brotan de mis ojos. Horribles recuerdos de mi padre se precipitan


dentro de mi cerebro. Visiones de mi madre llorando, bebiendo, tratando de borrar
el dolor que él causó. Sus historias que se suponía eran creíbles. El sufrimiento que
nos trajo a todos. Nunca seré capaz de olvidar esa parte de mi vida, y ahora se siente
354
como si estuviera reviviéndolo, solo que esta vez yo soy mi madre y Ozzie es el
mentiroso.

Por supuesto Ozzie mintió. Era demasiado bueno para ser verdad. Lo
imaginé para ser un espécimen perfecto de un hombre, un superhéroe no menos,
pero lo debería haber sabido mejor, ningún hombre es perfecto, incluyendo a Ozzie.
Él es igual al resto de ellos.

Estoy devastada. Destrozada, justo como esperaba que sería. Por supuesto
que pensé que tomaría un par de semanas para que la realidad me golpeara como
una tonelada de ladrillos, pero como sea. Está aquí ahora. Muchas gracias, imbécil,
por elevar mis esperanzas y luego aplastarlas. ¡Maldita sea, él era tan lindo! ¡Y
divertido! Y hemos tenido relaciones sexuales impresionantes. Mi corazón
literalmente duele.

Puedo aguantar un montón de basura, pero mentir no es una de esas cosas.


No solo mi padre era un infiel mentiroso, si no también lo era el esposo de Jenny,
Miles, por lo que su trasero recibió una patada a la acera el año pasado. Odio
haberme acostado con Ozzie ya. Dos veces. No me puedo quedar aquí esta noche…
de ninguna manera. Estoy ocupada planeando mi excusa de por qué tengo que salir
cuando él responde.

—Seguiste adelante, Toni. No me necesitas de esa manera.

—¿Quién dice?

—Lo digo yo. Y tú. Tú eres la que se apartó, no yo. Y creo que era lo correcto
por hacer.

—Porque ella está aquí.

—No, porque simplemente lo es. Es hora de dejar atrás el pasado. Mirar hacia
el futuro.

—Mi pasado es mi futuro. —Sus palabras suenan crueles, incluso hasta aquí
en el fondo de la despensa. Las botas que lleva puestas golpean el suelo con fuerza
mientras se aleja.

—¡Solo si quieres que lo sea! —grita tras ella. 355


La puerta del almacén se cierra de un portazo.

—¡Maldita sea! —Ozzie suena totalmente derrotado. Los pasos moviéndose


por el pasillo hacia su dormitorio se desvanecen mientras voy de puntitas hasta la
puerta de la despensa. Tengo que salir de aquí lo antes posible, antes de que tenga
tiempo de averiguar que no estoy en su habitación y que estuve escondida en la
despensa todo el tiempo.
52
G
racias a Dios, dejé mi cartera en el casillero de abajo. Corro por las
escaleras y me lanzo sobre ella, arrancándola del espacio de metal.
Félix está luchando por salir de mis brazos, probablemente porque
dejé a Sahara en el piso de arriba.

—Detente, Fee. Tenemos que irnos. Lo siento por tu novia. —Las lágrimas
quieren derramarse de mi cabeza, pero no las dejaré. No aquí. Voy a colapsar en la
autocompasión luego, cuando esté en casa y bebiendo cantidades copiosas de vino.

Busco en mi cartera las llaves y las encuentro justo cuando llego a mi Sonic.
Menos de un minuto después, estoy saliendo del almacén, agradecida de que Toni
haya dejado la puerta abierta. No me había dado cuenta de cuánto la casa de Ozzie
podría parecer una prisión hasta que recordé que no tengo una llave para entrar y
356
salir por la gran puerta. Podía haberme ido por la pequeña puerta, pero eso
significaba que me estaría marchando dejando atrás mi auto, y no había forma en
que me estuviera llevando esa estúpida minivan. Tengo que decidir si voy a regresar
a este lugar.

Mientras manejo por la autopista, tomando la vía más rápida a casa, mi mente
divaga. ¿Puedo trabajar en Bourbon Street Boys si Ozzie y yo ya no tenemos una
relación de una forma sexual? ¿Podemos volver un paso atrás a una relación de jefe-
empleado? Creo que yo puedo. Quiero hacerlo, de todas formas. Tendré que pasar
por la pérdida de una casi-relación primero, pero no va a tomar mucho, ¿correcto?
¿Un par de meses, máximo? Pensar en regresar a ser fotógrafa de bodas es
positivamente deprimente. En Bourbon Street Boys, sentí como si tuviera una vida
excitante, por una vez. Las personas me admiraban por cosas que llegaban
naturalmente en mí. Cada minuto del día, había algo nuevo sucediendo. Mis
músculos están más adoloridos que el dolor mismo, pero pronto serán fuertes y
entonces sabré como protegerme allí afuera en el mundo donde las cosas se pueden
poner muy malditamente locas.

Asiento. Ozzie y yo podemos hacer esto. Podemos decidir ser adultos al


respecto y darnos cuenta de que estaremos mejor si no estamos involucrados. Luego
él y Toni pueden regresar juntos, y yo puedo mantener mi trabajo. Ella dejará de
odiarme y cuando vea que estoy feliz por dejarlo, y podemos quizás aprender a ser
amigas.

Rompo en sollozos caóticos. ¿Por qué me mintió? ¿Por qué simplemente no


me dijo la verdad? Me gustaba taaaaaaaanto. Probablemente ya lo amo. Oh, cómo
me odio a mí misma en este momento. ¿Por qué tengo que ser tan ingenua? Me pone
tan furiosa que las lágrimas se detienen.

¿Abandonar a Ozzie? ¿Cómo voy a hacer eso? ¿Puedo pretender que nunca
escuché sobre su mentira y hacer la que no me importa que lo hiciera? Cuando
intento imaginar diciendo las palabras Adiós para siempre o escuchar las palabras Lo
siento, no va a funcionar, quiero chillar como bebé de nuevo. ¿Por qué? ¿Por qué,
maldición? ¿Por qué tenía que ser tan asombroso y mentiroso también? ¿Por qué el
interior de un hombre no puede igualar el exterior, como, siempre? 357
Me aferro al volante y lo sacudo. Es en realidad mi cuerpo yendo hacia
adelante y hacia atrás, pero se siente bien sacar mi rabia contra la cubierta falsa de
cuero. Giro el volante con fuerza hacia la derecha, manejando en la autopista
demasiado rápido.

Tengo que frenar para evitar chocar contra la puerta de mi garaje. Estoy
segura que dejé marcas en el suelo. Bien. Voy a necesitar algo que me mantenga
ocupada por el resto del día. Me pondré de rodillas y voy a limpiar el caucho hasta
la próxima semana. Voy a tener la entrada más limpia de Nueva Orleans.

Mi cabello se balancea hacia mi rostro con fuerza cuando me detengo, y Félix


vuela del asiento y aterriza en el suelo. Cuando se pone sobre sus patas, me mira y
juro que puedo ver decepción allí.

—Lo siento, bebé. Solo estoy molesta. Sabes que manejo horrible cuando estoy
de mal humor.
Él aún está mirando.

—No te preocupes. Verás a Sahara de nuevo. Lo voy a arreglar… —mi voz se


atraganta con la última palabra—, de alguna manera.

Caminando por la acera principal con Félix bajo mi brazo, mis pies están
prácticamente arrastrándose. No quiero estar allí sola, pero no quiero estar en el
trabajo. No puedo ver a Ozzie en este momento. Necesito calmarme antes de que
empiece a mentirme a la cara. Y no puedo ir a la casa de mi hermana. Ella se esforzará
en animarme y no estoy de humor. Necesito tragarme mi dolor por un tiempo. Por
mi cuenta. Vivir en él cómo una segunda piel para que cuando Ozzie me implore
que lo perdone, no vaya a rendirme. No lo hago tan fácilmente. Necesito
endurecerme. Algo me dice que Ozzie tiene unos asombrosos poderes de
persuasión.

Camino por la puerta y arrojo mis cosas en el suelo: mi cartera, el bastón que
Dev me dijo que conservara y que practicara con él y las carpetas que tenía en la
mesa. Bajo a Félix gentilmente al suelo, por supuesto. Él no hizo nada malo; él es
culpable del mismo crimen que yo; amar demasiado, muy rápido, muy fácil.

No sé por qué tomé todas esas cosas del trabajo. Supongo que mi corazón aun
358
quiere pretender que trabajo en Bourbon Street Boys, aun si mi cerebro me está
diciendo que renuncie. Estúpido corazón. Tratando de dejar que lo pisoteen y no
simplemente enormemente herido.

Saco el vino afuera y tengo la copa a mitad del camino de mis labios cuando
Félix comienza a ladrar como un tonto loco.

Y entonces me doy cuenta.

La alarma de la casa nunca se disparó cuando entré. ¿Qué pasó con el beeep,
beeep, beeep?

Bajo mi copa muy lentamente en la encimera, tratando de captar con mis


oídos algo que pueda explicar la agitación de Félix. No escucho nada, pero él está
molesto es seguro. Si no lo conociera mejor, asumiría que está viendo por las
ventanas de la puerta, que se extienden desde el techo al suelo. Usualmente se
detiene en la entrada, por lo que ladrarle a la grama que se mueve o a los autos
pasando no es de gran importancia. Sólo que esta vez está siendo muy entusiasta.
Suena enojado y Félix nunca suena enojado. Y usualmente se rinde después de tres
o cuatro ladridos.

De repente, grita muy fuerte y luego se detiene. Un quejido le sigue. Solo he


escuchado ese ruido una vez de mi chico, cuando se lastimó un músculo saltando
del sofá cuando era un cachorro.

Mi corazón deja de latir. Estoy segura de que alguien acaba de patear a mi


perro y el único que puede patear a una adorable mezcla de chihuahua como Félix
tiene que tener un corazón negro y un caparazón vacío donde debería de estar su
alma. Quiero llamar al perro a mi lado y meterlo en una gaveta donde él no pueda
lastimarse, pero no voy a alertar al hijo de puta que abusa animales de en donde
estoy.

Lentamente remuevo un cuchillo del bloque sobre mi encimera y camino


hacia la puerta de entrada que dirige hacia el comedor por el otro lado. Con suerte,
quien sea que esté allí afuera va a ir por el pasillo y voy a ser capaz de correr por la
puerta con Félix en mis brazos antes de que él siquiera me vea.

Por favor, Dios, que Félix esté bien y que aún esté en el pasillo junto a la puerta
359
principal.

Félix comienza a gruñir, y aligera mi corazón solo un poco. Si él está tan loco
como para estar enojado, eso tiene que significar algo bueno. Sigo los sonidos que
vienen de su pequeña garganta. Está en una parte en la sala y con suerte está solo.
53
M
e estoy inclinando para recoger a Félix de la alfombra de la sala
de estar cuando la voz llega.

—Bueno, bueno, bueno… si no es Petite Rouge —dice con


un acento de Luisiana.

Mi cerebro hace una traducción rápida.

Petite Rouge. Pequeña Roja.

Entonces me doy cuenta.

¡La pequeña Caperucita Roja! ¡Soy yo! ¡Yo soy la Caperucita Roja!
360
Entonces, me doy cuenta de otra cosa.

¡Hay un maldito asesino en mi casa, y me va a matar!

Y entonces me doy cuenta del tercer y final hecho.

¿Qué hay con todas las malditas canciones de cuna relacionadas a mi persona,
de todos modos?

Asiento una vez hacia él, mi lenguaje corporal expresando una calma que no
poseo nada más que superficialmente.

—David. —El cuchillo está por encima de mi hombro, temblando porque


todo mi cuerpo se siente como si estuviera en un terremoto. No estoy lista para
morir. ¡Tengo tantos problemas sin resolver a los que hacer frente! ¿Qué hará Jenny
sin mí, y los niños? ¿Qué hay de Ozzie? ¿Qué sobre Fee?

Si este idiota siquiera da un paso hacia mí, voy a enterrar este cuchillo en la
parte más cercana de su cuerpo. Él tiene un arma en su mano, sin embargo, así que
sé que no es probable que se acerque lo suficiente como para usar mi arma. Debería
haberle pedido a Ozzie que me enseñara esa arma primero. Maldita sea. Ahora es
demasiado tarde. Es demasiado tarde para todo. Nunca quise que mi vida terminara
con tanto pesar.

—Y sabes mi nombre —dice—. Qué bien. —La expresión de su cara no es


complacida.

—¿Por qué estás aquí? —pregunto, esperando que si lo mantengo hablando,


tal vez alguien vendrá a buscarme, a rescatarme antes de que él haga su movimiento.

—Pensaría que sería obvio. He estado esperando aquí por un tiempo, en


realidad. ¿Dónde has estado todo el día, me pregunto?

Me encojo de hombros.

—Soy una fotógrafa. Estoy por todas partes.

Me mira por un largo tiempo.

Tengo que cambiar mi peso hacia el otro pie. Mi pierna se está entumeciendo
por el estrés. Casi no tengo nada de fuerza en mi cuerpo, gracias a mi entrenamiento 361
de hoy. No me gusta enfrentarme a este tipo con la fuerza de un niño de tres años
de edad. Sammy me podría vencer con un brazo en un concurso de lucha libre.

—Ahora, ¿qué está haciendo una fotógrafa en el pub de Frankie con Harley,
me pregunto?

—¿Harley? —Me veo tan confusa como puedo—. No tengo ni idea de quién
es Harley. Estaba allí para encontrarme con mi hermana.

Probablemente voy a morir aquí esta noche, pero si puedo dejar este mundo
restaurando la tapadera de Ozzie, tal vez él pueda llegar al fondo de lo que ellos
están haciendo y ayudar a ponerles en prisión. No es mucho como una venganza,
pero es mejor que nada. Tal vez pondrán una placa en el pasillo de Bourbon Street
Boys con mi foto en ella, junto a la carta del jefe de policía.

Trato de sonreír.
—El barman me dijo tu nombre cuando mencioné que eras lindo. —Mi
sonrisa cae ante la escandalosa mentira. Él nunca va a creer eso. ¿Puede ser tan ajeno
a cuán horrible puede ser?

El tipo devuelve la sonrisa, levantando las cejas un par de veces por si fuera
poco.

Bleh, ¿a quién estoy engañando? Probablemente piensa que es un regalo de


Dios para las mujeres con esa cabeza calva llena de bultos.

—Por lo tanto, ¿tu hermana, eh? ¿Y quién puede ser esa? Puede que la
conozca.

—No es asunto tuyo quién es mi hermana. —Cierto. Como si le fuera a decir


esa información a un asesino. Debe pensar que soy una pequeña Bo Peep o algo.

Pierde su sonrisa y se mueve lentamente hacia mí. Me muevo en círculo,


tratando de acercarme a la puerta principal. Mi bolso, mi Taser y mi bastón me
esperan allí. Sólo a tres metros de distancia…

—Me viste en el bar —dice, su mano va alrededor de su espalda, llevando el


arma con ésta—. No se suponía que estarías allí. Frankie’s no es tu tipo de lugar,
362
¿tengo razón? Tenía un montón de amigos allí esa noche, pero tú no eras una de
ellos.

—Fue un poco difícil no verte, considerando que disparaste una bala en mi


cara.

—Estabas con Harley. No trates de mentir y decir que no lo estabas. Vi la


forma en que te estaba mirando. Enviándote mensajes de texto. Sin embargo, yo le
estaba disparando a él, no a ti.

Actúo disgustada.

—Por última vez, no estaba con esta persona Harley. Estaba allí para
encontrarme con mi hermana. Un tipo de Wookie grande y peludo me agarró y trató
de atacarme cuando estuve allí en el cuarto trasero. Me imaginé que era un amigo
tuyo.

Sus cejas se suben.


—Le di con mi Taser en el callejón cuando me persiguió.

—Yo estaba en el callejón. No te vi hacer eso.

—No fue en el callejón justo al lado del bar. Fue unos bloques más allá, y sé
que de hecho estábamos solos. Ese idiota corrió tras de mí, si puedes creer eso. Idiota.
—Finjo una falsa risa satisfecha de mí misma—. Probablemente pensó que me
agotaría y sería capaz de agarrarme y tener suerte conmigo, pero le enseñé. Le di
con el Taser en su culo. Cayó como una gran roca peluda justo en su estúpida y
gorda cara.

Puede que siguiera enojada con Ozzie por mentirme. Eso podría explicar por
qué mis habilidades de actuación habían mejorado repentinamente.

—Apuesto a que lo hizo —dice David distraído, mirándome con fuerza. Sus
manos salen de detrás de su espalda sin el arma en ellas. Es extraño, pero tengo aún
más miedo ahora que cuando él sostenía el arma dónde la podía ver. ¿Por qué la está
apartando? ¿Está dejando que me vaya? ¿Cree mi lamentable historia?

Da un paso hacia mí.

—Te ves tan inocente. —Su voz se ha vuelto más suave—. Así que… estás
363
hermosa en esa camiseta rosa.

Miro abajo a mi pecho. Estoy usando una camiseta polo que compré el año
pasado para mi cumpleaños. Me recordó a la forma del glaseado del pastel.

—Uh, gracias —le digo, dando otro paso a la derecha—. Creo.

—Por qué no bajas ese cuchillo, y nosotros simplemente… hablamos. —Él


extiende sus manos como si fuera inocente—. Alejé mi arma, ¿ves? Sin daño, no hay
falta. —Está sonriendo hacia mí como si de verdad fuera la Caperucita Roja, y me
está aterrando como el infierno. Qué dientes más grandes tienes, abuelo. Él tiene unos
incisivos afilados como los de un vampiro. Casi puedo creer que esos monstruos son
reales con él de pie allí en sus vaqueros negros. Pero en esta historia ellos serían
demonios, porque no hay nada atractivo en este vampiro con una pistola en su
cintura. Ugh.
—Sí, está bien. —Echo un vistazo a la puerta y luego a los estantes junto a la
entrada de la habitación—. Supongo que podría poner el cuchillo en los estantes de
allí. —Le doy una sonrisa de disculpa—. He pagado un montón de dinero por estos,
así que si está bien contigo prefiero no dejarlos en el suelo.

Él hace un gesto hacia la estantería.

—Adelante. Haz como quieras. —Sonríe de nuevo, más grande esta vez.

Vuelvo mi postura en una que no parece tan cautelosa, y camino lentamente


a lo largo de los estantes, actuando como si no estuviera mirándolo por el rabillo del
ojo. Sólo mantén tus ojos en mi camiseta rosa, psicópata. Camiseeeta Roosa…

Se pone recto y se mueve a una posición detrás de mí. Se encuentra a unos


pocos pasos de distancia cuando veo a Félix tumbado en el pasillo donde se está
arrastrando. Está sobre su lado, jadeando, con su cabeza inclinada para mirarme. Se
queja cuando me ve mirándolo.

—¡Félix! —grito, poniendo el cuchillo en el estante y luego corriendo para


agacharme junto a él. Sí, estoy preocupada por la vida de mi perrito, pero también
estoy tratando de acercarme más a mis armas para que así pueda servir una buena 364
dosis de venganza contra el hombre que dañó a mi bebé.

—Él está bien. Sólo tropecé con él cuando estaba caminando por el pasillo.

Aprieto los dientes para evitar responder del modo en que quiero. Toco la
pequeña cabeza de Félix con cautela, calculando qué tan rápido puedo saltar a un
lado y agarrar una de mis armas antes de que David se dé cuenta de lo que estoy
haciendo y que consiga dispararme con su arma.

¿Taser o el bastón? ¿Él bastón o una patada en los testículos? Decisiones,


decisiones…

—Levántate. —David está a sólo sesenta centímetros de distancia, su tono de


voz me dice que tiene planes para mí. Estoy absolutamente segura de que no quiero
saber cuáles son esos planes.

—Mi perro está herido —dijo, presa del pánico. No llegaré a mi bolso a
tiempo. Eso deja el bastón, ¡pero eso no es rival contra un arma!
—Él estará bien. Levántate.

Señalo a mi bolso.

—¿Te importa si llamo a mi veterinario muy rápido? Mi teléfono está en mi


bolso.

Él ser ríe.

—Como también tu spray de pimienta, estoy seguro. Levántate. Esta es la


última vez que voy a decirlo.

Poco a poco me pongo de pie, dando un paso hacia la puerta principal


mientras lo hago, cojeando un poco y agachándome para tocar mi rodilla.

—Ay, caramba. Un calambre en la pierna.

Finjo tener dificultades para poner presión sobre mi pierna. Tomo dos pasos
medio cojos a un lado. El bastón me llama.

—Oh, mierda, tengo un calambre.

Sonríe ante mi elección de palabras. Imbécil. Él realmente piensa que soy una 365
pequeña Bo Peep en una camiseta rosa. Eso me hace enojar aún más que esa estúpida
arma que tiene en sus pantalones. No soy una chica con la cabeza hueca que está en
un campo sin nada mejor que hacer que observar a un montón de ovejas comer
hierba, ¡maldita sea!

—Sabes, si tan sólo nos hubiéramos conocido en un lugar diferente, en un


momento distinto… —dice—, creo que podríamos haber congeniado. —Baja su
brazo y agarra su entrepierna, apretándola.

Es entonces cuando me doy cuenta de que está excitado.

Oh, Dios. Creo que me voy a enfermar. Él va a violarme, ¿verdad?

Sonrío de vuelta, tratando como el infierno de esconder el miedo y el asco que


siento hacia él.

—¿De verdad? Eso es tan dulce.

¡No! ¡Realmente no lo es! ¡Es realmente, muy, muy horrible, idiota!


Mis ojos se abren y jadeo con todo el drama que puedo reunir.

—¡Oh! ¡Mi pierna! —Me caigo en el suelo y aterrizo en el bastón. Disney


totalmente me reclutaría para uno de sus programas para niños si me pudieran ver
ahora. Soy tan poco creíble en absoluto.

Él gruñe y me alcanza.

—¡Es suficiente de joder por aquí! ¡Ven aquí! —Él me coge por la pernera de
mi pantalón, y me está arrastrando hacia él.

El bastón se siente increíble en mi mano, como si hubiera nacido para hacerlo


girar. Tiro de él del suelo y lo tomo con toda la fuerza que queda en mí.

—¡Rreeeaahh! —grito, saboreando el fuerte golpe seco que escucho cuando este
entra en contacto con su pierna.

Grita de dolor mientras su rodilla se dobla.

Sigue moviéndote, sigue moviéndote, sigue moviéndote. Las instrucciones de Dev


corren por mi cabeza.
366
Levanto el palo y lo golpeo en su cabeza cuando él se inclina para agarrarme
de nuevo.

—¡Eeerph! —Cae hacia adelante sobre mi regazo.

Hago hincapié en cada palabra que sale de mi boca con otro golpe de la vara,
golpeándolo en la cabeza, los hombros, la espalda y los brazos.

—¡Sal! —¡Whack!

—¡De! —¡Whack!

—¡Encima! —¡Whack!

—¡Tú horrible! —¡Whack!

—¡Cabrón! —¡Whack!

Finalmente deja de moverse, y hago una pausa para zafarme de debajo de él.
Poniéndome de rodillas, me arrastro hacia mi sistema de alarma, usando la
manija de la puerta para ponerme de pie. Todas las luces del teclado están apagadas.

—¡Por supuesto! —grito, mirando de vuelta hacia David—. ¡Has destruido


mi sistema de seguridad, imbécil!

Él está muy quieto.

—Oh, Dios, por favor no dejes que esté muerto. —Me acerco de puntillas y
tomo la pistola de su espalda, donde estaba metida en su cinturón. Es mucho más
pesada de lo que esperaba que fuera. Abriendo la puerta principal, la arrojo fuera
sobre el césped delantero.

Justo cuando estoy a punto de cerrar la puerta, la camioneta de Ozzie se


detiene en mi entrada. Doy un paso hacia él, pero en su lugar me derrumbo, mis
piernas haciéndome caer en verdad esta vez. Aterrizo en el porche en un charco de
lágrimas.

—¡Ozzie! —Suelto un chillido, extendiendo una mano hacia él. Una vez más,
muy dramática, pero mucho más creíble, así que por supuesto Disney no me querría
ahora. 367
Salta de su puerta y corre hacia mí, su cara al rojo vivo y su cuerpo viéndose
dos veces su tamaño normal. Sahara está justo detrás de él, gruñendo, ladrando, y
babeando como un perro rabioso del infierno.

Mis héroes.

Lloro de alivio. Han venido para salvarnos a Fee y a mí. Nunca he estado tan
feliz de ver a alguien en toda mi vida. No me importa si ama a Toni. Le perdonaría
cualquier cosa ahora mismo.
54

R
esulta que, no hay nada que perdonar. Tonta de mí.

—Sólo te estoy diciendo esto porque no quiero que pienses


que te mentí —dice Ozzie, sosteniéndome en sus brazos
acostados en su cama. Estamos completamente vestidos,
simplemente superando la locura que fue estar en la estación de
policía, siendo interrogada durante horas sobre lo que pasó y luego estando en el
veterinario para encontrar que Félix acababa de salir de una cirugía para reparar una
fractura en su pata. Volverá a casa en un par de días cuando estén seguros que puede
caminar con su extremidad entablada.

—Si quieres mentirme, puedes hacerlo —digo, acariciando su enorme


pecho—. Hoy me salvaste. —Miro el reloj—. O técnicamente, ayer.
368

—En primer lugar, no quiero mentirte. Jamás. —Toma mis dedos y los besa—
. Las mentiras no son una buena base para una relación sólida.

Sonrío como el gato de Cheshire, pero no digo nada. Está hablando


efusivamente y no quiero interrumpirlo. ¡Una relación! ¡Yeeyyyy!

—En segundo lugar, le pregunté a Toni si podía hablar de algo que se


relaciona con ella, y me dio su bendición.

—¿Entonces no tienes una relación con ella?

—No es como estás pensando, no. Estaba siendo su empleador mientras


estaba en libertad condicional. Terminó la libertad condicional hace unos meses.
Ahora está por su cuenta.

—¿Libertad condicional? —Casi me siento ante eso, pero los fuertes brazos
de Ozzie me sostienen donde estoy.
—Sí, libertad condicional. Es una criminal condenada.

—Vaya. —Probablemente debería haber sabido eso antes de llevarle tan


seguido la contraria—. ¿Qué hizo?

—Mató a alguien. Un hombre.

—Yo… ehhh… —Me está resultando difícil decir lo que pienso—. No puedo
verla haciendo eso. Quiero decir, es ruda y difícil, pero nunca me pareció que sea
tan sangre fría.

—No lo es. Fue víctima de violencia doméstica bastante grave que comenzó
cuando tenía quince años. Mató a su agresor durante uno de sus ataques. Fue en
defensa propia, pero fue declarada culpable de homicidio.

—¿Por qué?

—Porque ella… bueno… hizo un muy buen trabajo al matarlo, vamos a


ponerlo de esa manera.

—Guau. —Por supuesto que estoy absolutamente curiosa por los detalles,
pero no voy a presionar por conseguirlos. Sé lo mucho que se esfuerza por mantener 369
la intimidad en cuanto a esto en primer lugar. Además, no importa. La respeto por
defenderse. También me alegra que lo matara.

Al mismo tiempo, me alegra no haber matado a David Doucet. Darle una


conmoción cerebral es bastante malo. No creo que pudiera acabar con la vida de una
persona sin sentirme torturada por eso durante el resto de mi vida. Tal vez por eso
Toni parece tan enojada. Tal vez también está pasando por un momento difícil con
eso. Renuevo mi dedicación de convertirme en su amiga, ahora que sé que
definitivamente voy a quedarme aquí en Bourbon Street Boys y que no durmió con
mi novio.

—¿Eres mi novio, Ozzie? —Me siento tonta por decirlo, pero necesito saber.

—¿Quieres que lo sea?

—Sí. Pero no importa sólo lo que yo quiero. Los dos tenemos que estar a
bordo.
Se ríe.

—Estoy a bordo.

—Pero no quiero que la gente en el trabajo lo sepa.

—Me parece bien. De cualquier manera.

—Porque no sería profesional.

—¿Qué es lo que no sería profesional? —pregunta, rodando hasta quedar


encima de mí.

—Nosotros intimando. En el trabajo. —No puedo dejar de sonreír frente a su


hermoso rostro.

Se inclina y me besa muy suavemente en los labios.

—Estoy de acuerdo al cien por ciento.

Deslizo mis manos por su espalda y disfruto de todos los músculos que siento
al hacerlo.
370
—Bueno, entonces probablemente deberías dejar de besarme.

Me besa en los labios de nuevo.

—No estamos en el trabajo. Esta es mi casa.

Echo un vistazo a la puerta.

—Estoy bastante segura que Dev y Thibault están justo afuera de la puerta.

—Están en la cocina, que está a unos nueve metros de esa puerta. Y no tienen
permitido pasar más allá de la cocina.

—¿Ese es el límite? —pregunto, bromeando.

—A decir verdad, lo es. Nadie más que tú alguna vez ha llegado más allá de
la cocina.

—¿Ni siquiera Toni? —Me siento tonta preguntando, pero lo hago de todos
modos. Todavía estoy en la secundaria, al parecer.
—Ni siquiera Toni.

Lo abrazo con fuerza, empujándolo contra mí.

—Te amo, Oswald.

—¿Qué pasa si dejo crecer mi barba de nuevo?

Mi cara se contrae mientras trato de contener la risa.

—No vamos a probar mi amor tan pronto, ¿de acuerdo?

Él gruñe y entierra su cara en mi cuello.

—Ahora estás en problemas, señorita.

Me río mientras trato de escapar.

—¡No! ¡No la quemadura por la barba incipiente!

Frota su cara contra mí hasta que empiezo a gritar.

—Shhhh, la gente va a pensar que estamos intimando en el trabajo —dice en


un susurro. 371
Lo agarro a cada lado de su cabeza y trato de mirarlo enojada.

—Te estás burlando. Ya basta. —La mirada enojada resbala y sonrío en su


lugar. Me encanta que sea tan juguetón, pero sólo conmigo. Todo el mundo lo ve
como este gran y malo soldado que nunca bromea, pero sé cómo es realmente: un
gran oso de peluche que hará cualquier cosa para proteger a los que ama.

—¿Me amas? —le pregunto, mirándolo profundamente a los ojos.

—¿Tú qué crees? —Me sonríe, inclinándose para besarme otra vez.

Giro la cabeza hacia un lado para que así no pueda llegar a mí.

—Creo que será mejor que me digas si no quieres llevarme a casa esta noche.

Se ríe muy fuerte y se voltea sobre su espalda, arrastrándome con él. Ahora
estoy a horcajadas sobre él.
—Te amo, pequeña Bo Peep. Espero que puedas manejar la situación.

Me agacho y presiono un dedo en el hoyuelo de su barbilla.

—Deja de llamarme con ese estúpido apodo. —No puedo estar realmente
enojada con él. Acaba de confesarme su amor. Un amor que ya sabía estaba allí en
el momento en que lo vi corriendo por mi calzada para salvar mi vida.

—¿Qué tal Caperucita Roja? —pregunta—. ¿Te gusta más ese nombre?

Me agacho y agarro uno de sus pezones, preparándome para retorcerlos.

—¿Tú qué crees?

Él alza sus manos a los lados de su cabeza.

—¡Misericordia! Ruego por misericordia. Te llamaré cómo quieras que te


llame, simplemente no lo retuerzas.

Aflojo mi agarre y me enderezo satisfecha.

—Creo que me gustaría que me llames…


372
Se sienta de repente y entonces me voltea sobre mi espalda una vez más. Se
cierne sobre mí con esa mirada sexy en sus ojos que recuerdo de la otra noche. La
electricidad estalla a través de mi cuerpo a medida que espero sus siguientes
palabras.

—Voy a llamarte mía. May “Mía” Wexler.

—No creo que eso vaya a funcionar muy bien con el equipo.

—Triste. Eres mía y siempre consigo lo que quiero.

Le doy una de mis miradas astutas.

—Y ¿qué es lo que quieres, jefe?

Se baja de mí y se acuesta en su costado, apoyando su cabeza en la mano.

—Quiero… que te quites toda la ropa.

—¿Y si estoy demasiado dolorida para tener relaciones sexuales?


—Seré gentil.

—¿Y si estoy demasiado asustada?

—Te tranquilizaré.

—¿Y si me preocupa que rompas mi corazón?

—Te mostraré que es una locura pensar eso. —Él se acerca y pone su mano
en mi mejilla—. No le digo a cualquiera que los amo, sabes.

—¿No?

—No. Sólo las chicas que quiero que se queden. Ahora levántate de la cama
y quítate la ropa antes de que ocurra algo malo.

Tengo que morderme los labios para no sonreír con demasiada fuerza.

—¿Algo malo? ¿Cómo qué?

Él gruñe y se arroja encima de mí. Grito con una risa que proviene de lo más
profundo de mí y envuelvo mis brazos alrededor de él. Me abalanzo a lo que sea
que me ofrezca esta noche y al despertar mañana en sus brazos. He tomado una 373
decisión. Podría haber llegado a mí como un número equivocado, pero es sin duda
el hombre adecuado.

Fin
Siguiente libro
La vida de madre soltera de Jenny gira en
torno a sus hijos y trabajo, lo que significa que
horas de Animal Planet y cadenas de códigos de
computadora son prácticamente para todo lo
que tiene tiempo. No es que Jenny esté buscando
aventura o romance; ella es el tipo de mujer que
cree en ir sobre seguro.

Cuando Jenny es requerida para hacer


una consulta para los Bourbon Street Boys, una
firma de seguridad privada de Nueva Orleans,
sabe que debería mantenerse alejada. Ellos 374
llevan a cabo vigilancia de delincuentes
conocidos y se ponen en peligro prácticamente todos los días, por lo que No es la
respuesta obvia… el problema es que hay un sujeto en el equipo con un cuerpo que
es para morir y un hoyuelo que no deja de tentar a Jenny, provocándola a arrojar
toda la precaución al aire.

¿Jenny se arriesgará o hará lo que siempre ha hecho: ir sobre seguro y esperar


al momento adecuado?

The Bourbon Street Boys #2


Sobre la autora

375
Elle Casey, una ex fiscal y maestra, es una exitosa autora estadounidense de
New York Times y USA Today, que vive en el sur de Francia con su esposo, tres
hijos y una cantidad de amigos peludos. Ha escrito libros de varios géneros y publica
un promedio de una novela por mes.
376

También podría gustarte