Clasificación de Las Fracturas de Rodilla
Clasificación de Las Fracturas de Rodilla
Clasificación de Las Fracturas de Rodilla
INDICE DE CONTENIDOS
Cuando se habla de fracturas de la rodilla (1), vamos a incluir las fracturas que se producen desde la parte más distal del
fémur, hasta las fracturas que se han generado en la parte más proximal de la tibia y el peroné. Como ocurren
habitualmente las fracturas que van a presentar más complicaciones, son aquellas que se sitúan dentro de la
articulación o aquellas que se acompañan de la lesión de partes blandas.
La fractura, es la pérdida de la continuidad de una estructura ósea, que genera un dolor intensidad y limitación de la
funcionalidad de la zona afectada. Según sea el grado de afectación que alcance una fractura, esta puede requerir
intervención quirúrgica o no.
hematoma
inflamación
Incluso se puede presentar fiebre como consecuencia del hematoma o por infección de la zona.
traumatismos directos
traumatismos indirectos
estado de salud de las estructuras óseas (en caso de presentar osteoporosis se es más propenso a sufrir
fracturas)
Intraarticulares, epifisarias o condíleas: Se producen por un mecanismo de cizallamiento, dos fuerzas que
actúan en sentidos opuestos. Son raros los hundimientos que afectan al cartílago de crecimiento en los niños.
Distinguimos:
1. Completas.
2. Incompletas:
Unicondíleas en el plano sagital: Afectan a una sola de las mesetas articulares. Puede romperse el ligamento
cruzado del mismo lado.
Fractura de Hoffa: Unicondílea (solo afecta a un cóndilo articular) en el plano frontal, en donde el casquete
condíleo se gira, traccionado por el gemelo.
Epifisiolisis: Afectan el cartílago de crecimiento. Son producidas por accidentes de tráfico en niños y por
accidentes deportivos en adolescentes. Se clasifican según los grados I a V de Salter y Harris.
Fracturas de Rótula.
Fracturas que no interrumpen el aparato extensor: Son las menos graves, ya que al permanecer íntegro el aparato
extensor, no hay desplazamiento de los fragmentos. Fracturas que interrumpen el aparato extensor. Puede existir o no
desplazamiento de los fragmentos. Si se mantienen los alerones rotulianos, no habrá desplazamiento de los fragmentos.
Se dividen en:
Polares superior e inferior: Son más frecuentes las de polo inferior. Suelen cursar sin desplazamiento.
Transversales complejas: Alguno de los fragmentos grandes se divide a su vez en otros más pequeños.
Conminutas.
Osteocondrales: Producidas por un traumatismo tangencial que empotra a la rótula contra los cóndilos,
desprendiéndose el fragmento cartilaginoso tanto rotuliano como condíleo.
Fracturas de la Extremidad Proximal de la Tibia
Fracturas del platillo tibial externo: Son las más frecuentes. Según el trazo de fractura se dividen en:
o Fracturas de Hulten o por hundimiento. Se hunde la superficie articular, pero la cortical externa está
conservada. En las formas más graves el menisco se introduce en la depresión.
o Fracturas mixtas. Son las más graves. Se asocian a la rotura del ligamento lateral externo, y a veces, la
superficie articular se hunde en bloque y se rompe en múltiples fragmentos, lo que empeora mucho el
pronóstico de recuperación funcional.
Fracturas del platillo tibial interno: Son menos frecuentes que las anteriores. Se dividen en:
o Lineales en el plano sagital: serán de mejor pronóstico las que el trazo de fractura vaya por debajo de la
inserción del ligamento lateral interno, dado que se podrán reducir por maniobras ortopédicas.
Fracturas espino-tuberositarias
Son fracturas-luxación. El trazo de fractura se inicia en un platillo tibial, cruza la base de la espina y acaba en la cortical
del lado opuesto. Pueden llevar asociada la rotura del ligamento lateral ipsilateral. Son más frecuentes las internas que
las externas.
Bituberositarias
Grado II: Se independizan las espinas tibiales de las superficies articulares, la diáfisis se desvía y son frecuentes
las lesiones ligamentosas.
Prevención
Es importante tomar en cuenta ciertos aspectos para lograr prevenir o evitar, presentar fracturas, dentro de estos
aspectos resaltamos:
Utilizar el calzado adecuado a la hora de realizar prácticas deportivas, además se debemos prestar atención y
tener mucho cuidado dependiendo de las superficies en las que nos desenvolvemos.
Realizar actividades físicas de manera frecuente para contribuir con la salud de nuestro cuerpo en general,
incluyendo la salud de nuestras estructuras óseas.
En caso de presentar osteoporosis, es sumamente importante que el área en el cual nos desenvolvemos, esté
libre de obstáculos u objetos que puedan representar un peligro para nuestra integridad o ser factor de riesgo
para las caídas.
¿Qué es una fractura y una fisura y cuáles son sus fases de curación?
Os comparto este vídeo en donde se explicará de que se tratan las fracturas y las fisuras y además se abordarán sus
fases de curación.
En este vídeo mostraremos unos importantes, útiles y eficaces consejos para tomar en cuenta luego de una
inmovilización.
Finalmente quiero dejarte un vídeo acerca de la luxación de la rodilla que considero importante que conozcas.
Luxación rodilla
La rodilla se encuentra estabilizada por los ligamentos laterales, ligamentos cruzados, otros ligamentos más pequeños y
la capsula articular. Cuando ocurre una luxación de la rodilla significa que múltiples ligamentos se lesionaron y dejaron
de cumplir su función.
Esta lesión ocurre por lesiones de alta energía, accidentes deportivos y accidentes de tráfico. Su tratamiento es
complejo, debido a que nunca hay dos luxaciones iguales, la cantidad de ligamentos lesionados siempre varia (pueden
ser tres, cuatro…). Lo único que sí es seguro es que en más de un 90% de los casos se va a requerir de una intervención
quirúrgica para su recuperación. En este vídeo te daremos mas detalles acerca de la luxación de rodilla:
Referencias Bibliográficas
1. https://www.journal-cot.com/article/S0976-5662(17)30429-0/fulltext
2. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2214687318300128
3. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S235234411830133X
Cuando el traumatólogo nos dice que tenemos un derrame articular pensamos en esto:
También pensamos que es algo irreversible, una especie de líquido sagrado que perdimos y no vamos a
recuperar más.
Se habla de derrame articular cuando hay una acumulación de líquido excesiva en la articulación, sea
de líquido sinovial o sangre. El término derrame confunde, ya que si buscamos el significado de esta palabra,
vemos que se refiere a la pérdida de líquido por una rotura del envase. En el derrame articular, lo que
sucede es que hay un aumento en la producción del mismo.
Se ve con más frecuencia en rodilla, tobillo y hombro.
El derrame articular como tal es un diagnóstico muy general, las causas pueden ser muchas.
La rótula es el hueso sesamoideo de mayor tamaño del cuerpo; está integrada en la articulación
femorotibial de la rodilla, actuando como fulcro entre el tendón del cuádriceps y el tendón rotuliano.
Las fracturas de rótula son muy frecuentes y pueden producirse tanto por un mecanismo indirecto
como por uno directo, ya que además de desempeñar un papel importante como parte del aparato
extensor de la rodilla, es un verdadero “para choque” de la articulación femorotibial.
El aumento en la incidencia de este tipo de fracturas respecto a hace algunos años es debido al
incremento de la práctica deportiva, sobretodo en pacientes con edades cada vez más avanzadas.
Por su frecuencia y síntomas invalidantes, se hace necesario tratarlas rápidamente con un
diagnóstico certero. Deportes de contacto frecuentes como el fútbol o el rugby, junto con el esquí y el
motociclismo son los deportes de más riesgo para sufrir fracturas de rótula.
– Entre los mecanismos de lesión, encontramos los siguientes:
Mecanismo directo: El más frecuente, siendo por un traumatismo en la región anterior de la rodilla
(golpe directo sobre la rótula), por ejemplo en fútbol sala, esquí y en accidentes de tráfico es muy
común, además en este último suele asociarse con otras lesiones (fractura de meseta tibial, fractura
de la extremidad distal o diáfisis femoral o luxación posterior de cadera).
Mecanismo indirecto: Es menos frecuente, producido por la intensa tracción ejercida de los
cuádriceps sobre el polo superior de la rótula (avulsión por tracción violenta), que la llega a fracturar.
Las lesiones indirectas causan un mayor daño del retináculo extensor que las lesiones directas.
1. Transversal:
La más frecuente.
Normalmente por un traumatismo indirecto.
Se produce un importante desgarro lateral de los alerones rotulianos, separándose los fragmentos
fracturados por la contracción de los cuádriceps.
2. Vertical ó Longitudinal:
La menos frecuente.
Pueden producirse en el medio de la rótula o como fracturas marginales.
3. Marginal.
4. Osteocondral.
5. Conminuta:
Obedece a un traumatismo directo.
Produce un estallido de la rótula que causa su fragmentación.
Puede combinarse con una fuerte contracción de los cuádriceps que llega a separar los fragmentos.
– En cuanto a la clínica; cursa con dolor agudo localizado en la cara anterior de la rodilla,
tumefacción y limitación funcional variable. A la exploración física encontramos una rodilla
aumentada de volumen por la hemartrosis, si los fragmentos están separados se palpará una brecha
entre ambos. Como hay una discontinuidad del aparato extensor, el paciente presentará impotencia
funcional. La presencia de flictenas, así como contusiones o abrasiones,
proporciona información acerca de la intensidad del traumatismo y del grado de afectación de los
tejidos. Cuando existe desplazamiento suficiente, el foco de fractura suele palparse en la zona
lesionada.
– Funcionalmente, el paciente puede mantener la extensión activa si los retináculos no se
encuentran lesionados. En caso contrario, se evidencia impotencia para la extensión activa contra la
gravedad y flexión limitada y dolorosa.
Para determinar la presencia de fractura, así como su trazo, emplearemos la radiografía simple; las
proyecciones estándar anteroposterior y lateral demostrarán el diagnóstico de la fractura.
Ocasionalmente pueden ser necesarias proyecciones oblicuas o axiales, para demostrar fracturas
longitudinales, marginales u Osteocondrales.
– El diagnóstico se hace atendiendo al antecedente de un traumatismo directo o indirecto. Se suele
presentar incapacidad funcional con dolor muy agudo. Al examinar se observa inflamación, limitación
del movimiento articular, excoriaciones o heridas. Algunas veces se puede palpar movilidad anormal,
crepitación o incluso un surco de separación entre los fragmentos fracturados.
– Durante el examen físico se debe evaluar la capacidad a la extensión activa de la pierna (al menos
contra gravedad), ya que de no poder efectuar ese movimiento tendrá una indicación de cirugía.
En mecanismos combinados es necesario evaluar la presencia de otras lesiones asociadas
(Ligamento cruzado, meniscos, fragmentos condrales, etc.).
– Para el tratamiento de este tipo de lesión, tendremos en cuenta si se ha realizado un tratamiento
conservador o una intervención quirúrgica previa:
a. Tratamiento conservador:
Está indicado en fracturas no desplazadas que conservan el mecanismo de extensión o en aquellos
pacientes cuyo estado general desaconseje la cirugía. Se inmovilizará con yeso al paciente con la
rodilla en extensión de 4 a 6 semanas. En cada etapa orientaremos el tratamiento según la evolución
del paciente y seguiremos algunas pautas generales:
– Durante el período de inmovilización:
Movilidad activa de pié y cadera.
Deambulación con 2 bastones y apoyo parcial cuando nos lo permita la consolidación de la fractura.
Aplicación de Magnetoterapia para favorecer la regeneración ósea.
Contracción isométrica suave en la fase final de la inmovilización.
– Tras la retirada del yeso:
Movilizaciones analíticas de todo el complejo femorotibial y especialmente de la rótula.
Ejercicios de contracción isométrica e isotónica en todo el miembro inferior.
Movilización activo-asistida de rodilla.
Permitir la carga total sobre el miembro afecto en fracturas de trazo longitudinal.
Reservar la carga parcial en fracturas transversas con la intención de evitar desplazamientos
secundarios.
Ejercicios de propiocepción en descarga.
– Durante el período final de readaptación trabajaremos:
Potenciación muscular de cuádriceps e isquiotibiales mediante activos-resistidos con cargas bajas.
Incidir en la movilidad completa de rodilla, sobre todo adquirir una extensión completa en cuanto la
consolidación nos lo permita.
Reeducación de la marcha sin apoyo.
Ejercicios de propiocepción en carga progresiva.
Readaptación al esfuerzo en la fase final.
b. Tratamiento post-operatorio:
El tratamiento quirúrgico tiene por objetivo obtener una reducción anatómica, restaurar la
congruencia de la superficie articular y la integridad del mecanismo extensor. Para las cirugías de
reconstrucción rotuliana existe una gran variedad de técnicas que por lo general
emplean agujas, tornillos o una combinación de ambos, recurriendo a la patelectomía parcial o total
en aquellas fracturas donde la reconstrucción y osteosíntesis no sea posible.
Se debe inmovilizar en extensión por el menor tiempo posible por un periodo de tres semanas y
luego comenzar una rehabilitación de acuerdo a la consolidación del hueso.
Ya sea tratamiento conservador o quirúrgico estas fracturas consolidarán en un período de 6 a 12
semanas. Es importante que desde el inicio del tratamiento el paciente ya cuente con un programa
de rehabilitación para que la readaptación funcional sea correcta y la atrofia muscular asociada sea
mínima.
Dentro del proceso rehabilitador en pacientes post-quirurgos se hace esencial el tratamiento de las
cicatrices causadas en la intervención por la posibilidad de producir adherencias y limitaciones en el
tejido blando que compliquen la buena evolución del paciente, siguiendo el proceso rehabilitador
descrito anteriormente con las particularidades derivadas de la intervención que se haya realizado.
En el centro médico y de rehabilitación Premium Madrid contamos con un amplio equipo de
profesionales que atenderán este y otro tipo de lesiones, ayudándole a conseguir una óptima
recuperación y una correcta readaptación. Cuéntanos tu caso.
BILBIOGRAFÍA:
Xhardez Y., Vademecum de Kinesioterapia y Reeducación Funcional, Ed. El ateneo. Argentina,
1997.
Miralles Marrero R.C. y Puig Cunillera M. Biomecánica Clínica del Aparato Locomotor. Masson.
Barcelona 1998.