Cuando-No-Deseo-A-Dios-Cap-6 John Piper PDF
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La batalla por el
gozo como un pecador
justificado
Aprender el secreto de la
culpabilidad audaz
Jesucristo vino al mundo como el divino Hijo de Dios para morir por
nuestros pecados y librarnos de la ira de Dios, la carga de nuestra
culpa, la condenación de la justicia, la atadura del pecado, el tormento
del infierno y la pérdida de todo lo que es bueno, especialmente la
pérdida de Dios. Nuestro problema no es sencillamente nuestra propia
corrupción sino, mucho más serio, la condenación de Dios. Sin duda,
estamos corrompidos o, como dijeron los antiguos teólogos, somos
depravados. La manera de Pablo de decirlo es que "todos están bajo
pecado ... No hay justo, ni aun uno" (Ro. 3:9-10).
Esta corrupción es un obstáculo gigantesco para el gozo eterno.
Deseamos las cosas incorrectas, pero también deseamos las cosas
correctas de manera incorrecta. Y ambas cosas son fatales como
ingerir un agradable veneno. Pero nuestra corrupción no es nuestro
principal obstáculo para el gozo. La ira de Dios es mayor. Dios es
alguien de infinito valor, y le hemos ofendido enormemente al valorar
otras cosas por encima de Él. Hemos " [cambiado] la gloria del Dios
incorruptible" (Ro. 1:23). O como dice Pablo en Romanos 3:23,
estamos "destituidos de la gloria de Dios".
Por lo tanto, la santidad y la justicia de Dios lo llevarán a ajustar
cuentas con nosotros en su ira. "El que rehúsa creer en el Hijo no verá
la vida, sino que la ira de Dios está sobre él" (Jn. 3:36). "Maldito todo
aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de
la ley, para hacerlas" (Gá. 3:10). La consecuencia de esta maldición
e ira es miseria eterna apartados de la gloria de Dios. Los que no
"obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo ... sufrirán pena de
eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de
su poder" (2 Ts. 1:8-9). El témpano que está muy cerca no es felicidad
eterna, solo miseria.
Estamos en un Titanic condenado, por causa de nuestro pecado,
La batalla por el gozo como un pecador justificado e:----..- 81
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados (Ro. 8:28).
¿Hemos perdido todas las cosas buenas que Dios planeó para sus
hijos?
Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo
por los injustos, para llevarnos a Dios (1 P. 3:18).
Así que la cruz debe ser esencial en la batalla por el gozo. Nosotros
mismos debemos ponernos bajo su predicación en el día del Señor,
y debemos predicarla a nosotros mismos todos los días. No deje de
escuchar en grupo la predicación de la palabra de la cruz. Destaco la
predicación, porque creo que Dios ha encomendado que la palabra de
la cruz -y todas las cosas relacionadas con la cruz- sea predicada y
no simplemente enseñada o analizada.
Esto pudiera no significar mucho para algunos de ustedes, ya que
es probable que no hayan tenido muchas experiencias de verdaderos
mensajes. Esta era la experiencia de J. l. Packer, según él dijo, hasta que
escuchó a Martyn Lloyd-Jones en la Abadía de Westminster en el año
escolar de 1948-1949, cuando tenía veintidós años de edad. Packer
escuchaba a Lloyd-Jones predicar cada domingo a la noche. Dijo que
"nunca había escuchado una predicación como esa". Su predicación
llegaba a él "con la fuerza de una descarga eléctrica, llevando al menos
a uno de sus oyentes a una mayor percepción de Dios que ningún otro
hombre". Packer dijo que fue a través de su predicación que aprendió
acerca de "la grandeza de Dios y la grandeza del alma". "Escuchar a
Martyn Lloyd-Jones", dijo, "era como escuchar a toda una orquesta
tocar despues' de un so1o de ptano
. " .3
No quiero decir que usted deba encontrar un Martyn Lloyd-Jones
para escucharlo cada domingo en el culto. Solo hubo un Lloyd-Jones. El
asunto no es la personalidad; el asunto es la profundidad y la seriedad,
y una percepción del peso de la gloria. El asunto es de un rigor sincero
en la revelación de las Escrituras, que son anunciadas (no simplemente
86 ~ cuando no deseo a Dios
forma Cristo vino a ser tanto el castigo sustituto por nuestros pecados
(Mt. 26:28; 1 Co. 15:3; 1 P. 3:18) y la persona sustituta de nuestra
justicia (Ro. 5:19; 10:4; 2 Co. 5:21; Fil. 3:9). Por lo tanto, en el tribunal
de Dios, mi culpa por el pecado es quitada por la sangre de Cristo ("en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados" [Ef.
1:7]); y mi título para el cielo es provisto por la obediencia de Cristo
("por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos" [Ro.
5:19]). Soy declarado justo, libre del castigo del pecado y ahora poseo
un título para el cielo. Esto es lo que queremos decir al hablar de
justificación.
Y la piedra que sella esta gloria que produce gozo es que la justificación
es solo por la fe sin contar las obras de la ley. Pablo dijo: "concluimos,
pues, que el hombre es justificado por la fe sin las obras de la ley" (Ro.
3:28). Después, contrasta dos formas en que los pecadores tratan de
estar bien con Dios. Una es realizando obras para merecer aceptación;
la otra es confiando en la gracia totalmente gratuita que da aceptación
a los que sencillamente la reciben como un regalo precioso. "Pero al
que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda;
mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es
contada por justicia" (Ro. 4:4-5).
Para "los impíos" -que saben que están viajando en el Titanic
hacia la destrucción-, la mejor noticia en todo el mundo es la noticia
de que Dios, solamente por la fe, los contará como justos por causa
de Cristo. Este es un gran motivo de gozo en la palabra de la cruz: La
justificación es solo por gracia (no combinada con nuestros méritos),
solo por fe (no combinada con nuestras obras), solo según Cristo
(no combinando su justicia con la nuestra), para la gloria de Dios
solamente (no la nuestra).
haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver
si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús"
(Fil. 3:12). "Yo mismo con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la
carne a la ley del pecado" (Ro. 7:25). Pero el principio es claro: Luche
por el gozo, no haciendo cosas que establezcan su identidad con Dios,
sino llegando a ser lo que su identidad ya es con Dios en Cristo. Llegue
a ser lo que usted es.
Somos justificados por gracia, solo por fe, debido a nuestra unión
con Cristo, cuya justicia es contada como nuestra. Debido a esta unión
con Cristo, ya estamos muertos, resucitados, santos y llenos de luz. El
secreto de un gozo inquebrantable en la batalla contra el pecado es
luchar para llegar a ser lo que somos en Cristo. Usted ya ha muerto con
Cristo (Ro. 6:5-6); por eso, "también vosotros consideraos muertos
al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro" (Ro.
6:11). Ya se les ha dado vida juntamente con Cristo (Ef. 2:5); por eso:
"buscad las cosas de arriba" (Col. 3:1). Ya son santos en Cristo (Col.
3:12); por eso, "sed también vosotros santos en toda vuestra manera de
vivir" (1 P. 1:15). Ustedes ya son la luz del mundo en Cristo (Mt. 5:14);
por eso, "así alumbre vuestra luz delante de los hombres" (Mt. 5:16).
Todo esto es otra manera de decir, viva como un pecador
justificado. No haga las paces con el pecado en su vida. Si hace las paces
con el pecado y se resigna a él como un acompañante continuo, usted
muestra que no está unido con Cristo. En unión con Cristo suceden
dos cosas: Su justicia nos es imputada y, debido a esto, se nos da un
nuevo impulso para llegar a ser lo que somos. El arma poderosa del
evangelio en la batalla por el gozo es la sólida realidad de que somos
tenidos por justos en Cristo solo por fe. Esta justicia imputada se debe
solo a la obra de Él, no a nuestras obras. Por nuestro comportamiento
llegamos a ser gradualmente lo que somos en Él y por Él.
Esta arma del evangelio es poderosa siempre y cuando sigamos
manteniendo nuestra justificación libre de nuestras obras. Dios nos
acepta según la justicia de Cristo, no la nuestra. Sin duda, nuestra
santificación progresiva -nuestro crecimiento demasiado lento hacia
la semejanza de Cristo- es algo importante. Es la necesaria evidencia
de que nuestra fe es real. 9 Pero, oh, cómo cambia las cosas estar
seguros, en las desalentadoras tinieblas de nuestra imperfección, de
que tenemos una justicia perfecta, a saber, la de Cristo.
La batalla por el gozo como un pecador justificado ~ 9 5
¿De dónde sacan los misioneros (que son pecadores como todos
nosotros) el valor para enfrentar los lanzazos de aquellos que aman
y no usar las armas de fuego que poseen, sino más bien, morir? Lo
obtienen de la satisfacción superior que tienen en Cristo por encima
de todo lo que este mundo puede ofrecer. "No es necio aquel que da
lo que no puede conservar, para ganar lo que no puede perder" .16 Sí,
especialmente si lo que no podemos perder es la gloria de Cristo que
nos da plena satisfacción.
Y bajo esta satisfacción superior en Cristo está el evangelio
de la justificación solo por fe. Cristo era su justicia. Cristo era su
fundamento seguro. Por eso, el gozo de ellos era invencible. Y su amor
por las personas fue mayor que su amor por la vida. Oh, que podamos
aprender el secreto de la culpabilidad audaz y cómo batallar por el
gozo como pecadores justificados. Cuando el evangelio de Cristo
tenga ese efecto, nuestro gozo será pleno y su gloria brillará.