Memorias Granada

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 346

Granada

Memorias de guerra, resistencia y reconstrucción


Granada:
Memorias de guerra, resistencia y reconstrucción

Marta Inés Villa Martínez


Investigadora principal (Relatora)

Laura Cartagena Benítez


Fernando Valencia Rivera
Coinvestigación (Correlatores)

Ana Fernanda Marulanda Taborda


Asistencia de investigación

Asovida
Investigación local

CENTRO NACIONAL DE MEMORIA HISTÓRICA

Gonzalo Sánchez Gómez


Director General

Camila Medina Arbeláez


Dirección para la Construcción de la Memoria Histórica

COLCIENCIAS

Yaneth Giha
Directora General

Oscar Gualdrón González


Director de Fomento a la Investigación

Ingrid Rueda Sabogal


Gestora Programa Nacional de CTeI en Ciencias Humanas, Sociales y Educación

CORPORACIÓN REGIÓN

Marta Inés Villa Martínez


Directora

Max Yuri Gil


Sergio Valencia
Lina Correa
Marta Inés Villa
Karin Rodríguez
Ramón Moncada
Sandra González
Lucía Mercedes Ossa
Junta Directiva

Alcaldía de medellín (2013-2015)


Alcaldía de granada (2013-2015)
Granada:
Memorias de guerra, resistencia y reconstrucción

isbn: 978-958-8944-35-7

Primera edición: noviembre de 2016

Número de páginas: 380


Formato: 15 x 23 cm

Coordinación Grupo de Comunicaciones:


Adriana Correa Mazuera
Coordinación editorial:
Tatiana Peláez Acevedo

Edición y corrección de estilo:


María del Pilar Osorio Vélez

Diseño y diagramación:
Andrea Leal Villarreal
Leidy Sánchez Jiménez

Georreferenciación:
Julio E. Cortés y Alejandro Vélez Pérez.

Fotografías:
Portada: Granada Territorio de Paz. Marcha de los granadinos el 9 de diciembre de 2000.
Movilización incentivada por el Comité Interinstitucional en contra de la incursión paramilitar el 3 de
noviembre y la toma armada de las FARC el 6 y 7 de diciembre del mismo año. Fuente: Archivo
local de ASOVIDA. Fotografía: © Jesús Abad Colorado López.

Internas: @ Semillero de fotografía, Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia,


CNMH, Asovida y Jesús Abad Colorado López.

Impresión:
Imprenta Nacional de Colombia

© Centro Nacional de Memoria Histórica


Carrera 6 Nº 35 – 29
PBX: (571) 796 5060
[email protected]
www.centrodememoriahistorica.gov.co
Bogotá D.C. – Colombia

Impreso en Colombia. Printed in Colombia


Queda hecho el depósito legal.

Cómo citar:
Centro Nacional de Memoria Histórica (2016), Granada: memorias de guerra, resistencia y
reconstrucción, Bogotá, CNMH − Colciencias − Corporación Región.

Este informe es de carácter público. Puede ser reproducido, copiado, distribuido y divulgado
siempre y cuando no se altere su contenido, se cite la fuente y/o en cualquier caso, se disponga la
autorización del Centro Nacional de Memoria Histórica como titular de los derechos morales y
patrimoniales de esta publicación.
Granada : memorias de guerra, resistencia y reconstrucción /

Centro Nacional de Memoria Histórica y otros ; fotografía Jesús Abad Colorado López. -- Bogotá : Centro
Nacional de Memoria Histórica, 2016.

380 páginas ; 23 cm.-- (Informes de investigación)

ISBN 978-958-8944-35-7

1. Violencia - Granada (Antioquia, Colombia) 2. Resistencia civil - Granada (Antioquia, Colombia) 3. Memoria
colectiva - Granada (Antioquia, Colombia) 4. Granada (Antioquia, Colombia) - Historia I. Abad Colorado, Jesús,
1967- , fotógrafo II. Centro Nacional de Memoria Histórica, autor III. Serie.

303.60986126 cd 21 ed.

A1551381

CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango


Este informe está dedicado a María Dolores Giraldo Aristizábal, “Lolita”, una mujer
que con sus acciones y su palabra aportó hasta el final de sus días para hacer de
Granada un territorio de paz. Su mirada y su sentimiento están en el corazón de
este relato.
Contenido

Agradecimientos ....................................................................................................... 13

Introducción .............................................................................................................. 17

¿Cómo se hizo este ejercicio de memoria? ......................................................... 24

¿Quiénes participaron? ........................................................................................ 25

¿Qué hicimos? ...................................................................................................... 25

1 El escenario ¿por qué Granada? .......................................................................... 30

1.1. ¿Qué caracteriza a Granada? ....................................................................... 34

Un municipio con vocación agrícola y altos índices de pobreza ..................... 34

Las dinámicas políticas: la hegemonía conservadora coexiste con un


movimiento político independiente ................................................................... 37

Un fuerte tejido social ....................................................................................... 39

Granada como epicentro regional de la paz y de la guerra ............................. 40

1) Granada como sede de los campamentos guerrilleros ...................................... 40


2) La posición estratégica en relación con la autopista Medellín-Bogotá y las
hidroeléctricas ............................................................................................................................. 42
3) La guerra fue librada en buena medida con gente de la propia zona........... 43
4) Granada se ganó la reputación de ser un “nido de la guerrilla”...................... 44
4) “Quitar el agua al pez” ..................................................................................................... 45
5) Las FARC-EP y el ELN chocaron por su táctica militar ....................................... 47
6) La presión por resultados en la protección de la infraestructura degeneró
en crímenes contra la población ........................................................................................... 48
7) La guerrilla acorralada eleva la represión contra los habitantes .................. 48
8) La salida política versus la salida militar ................................................................. 49
9) El Comité Interinstitucional como estrategia social y política del conflicto
armado ............................................................................................................................................ 53
2 De la violencia a la guerra de verdad ................................................................... 56
2.1. Antes de la guerra (1980-1996): la hegemonía guerrillera .......................... 57

2.1.1. Inserción y consolidación de poder de “Los Elenos” ............................. 59

2.1.2. La llegada de las FARC y el contraste con el ELN ................................ 63

2.1.3. Año 1988: primera incursión de la CNG (Coordinadora Nacional


Guerrillera): “ahí comenzó el sufrimiento” ........................................................ 65

2.1.4. Consolidación y amenaza del “poder soberano” ................................... 66

2.2. 1997-2004: la guerra de verdad .................................................................... 69

2.2.1. ¡Contra la democracia local! ................................................................... 71

2.2.2. Llegan las ACCU y ponen la mira en Santa Ana ................................... 76

2.2.3. La confrontación: “esto sí es guerra de verdad” .................................... 81

2.2.4. La autopista Medellín-Bogotá: símbolo de la disputa ............................ 85

2.2.5. La voladura de torres, otro detonante de la guerra ............................... 88

2.2.6. La lógica de la retaliación: masacre paramilitar y ataque de las FARC 90

2.2.7. Los retenes y las listas como símbolos de la disputa............................ 97

2.2.8. Los bloqueos de alimentos, un ataque frontal a la población .............. 99

2.2.9. La posesión paramilitar con un nuevo actor: Bloque Cacique Nutibara


......................................................................................................................... 101

2.2.10. Se agudiza confrontación entre el ELN y las FARC .......................... 104

2.2.11. Una población civil asfixiada .............................................................. 105

2.2.12. La retoma. Operaciones militares y ejecuciones extrajudiciales: las


estrategias del accionar institucional .............................................................. 108

2.2.13. Deserción y cambio de bandos: una estrategia con consecuencias


fatales para la población ................................................................................. 113

2.3. Después de la guerra: 2005 en adelante, entre el fin de la confrontación y


un nuevo comienzo ............................................................................................. 117

2.4. A manera de conclusión .............................................................................. 122


3 Granada entera se manchó de sangre Modalidades de violencia y tipologías de
victimización ........................................................................................................... 124

3.1. El desplazamiento forzado: despejar y controlar el territorio ..................... 127

“Nos llevaban para la curva de Rodas, pero quedamos en el Coliseo como


gallinas”. Responsable: FARC (1998) ............................................................ 131

El poder desplazador del miedo. Santa Ana. Presunto responsable: Ejército -


guerrillas (1999) .............................................................................................. 136

Huyendo de la muerte. Desplazamiento masivo de Minitas. Presunto


responsable: Paramilitares (2000).................................................................. 137

O se unen o se van. Presunto responsable: FARC (2002) ........................... 138

“Lárguense que no los queremos ver”. Ejército (2005) ................................. 141

3.2. Asesinar: doblegar y dominar a la población para debilitar al enemigo .... 143

3.2.1. Asesinatos selectivos e indiscriminados .............................................. 145

Asesinato de mujeres ............................................................................................................. 152


Familias enteras perseguidas y diezmadas ................................................................... 155
Los conductores y ayudantes .............................................................................................. 158
3.2.2. Masacres ............................................................................................... 161

“Todas esas calles se llenaron de sangre”: Incursión paramilitar al casco


urbano, 3 de noviembre de 2000 ...................................................................................... 164
La masacre del horror: El Vergel, 20 de abril de 2001 ............................................. 168
La masacre que desplaza: “Los muertos se quedaron solos”. Minitas, 4 de abril
de 2001 ........................................................................................................................................ 170
Las masacres de la guerrilla ................................................................................................ 171
3.2.3. Ejecuciones extrajudiciales .................................................................. 172

3.3. La desaparición forzada... la muerte lenta de los que quedan .................. 179

3.4. Coartar la libertad ........................................................................................ 183

3.5. Amenazar, saquear, humillar y aterrorizar la población: una forma efectiva


de control ............................................................................................................ 186

3.6. La violencia sexual ...................................................................................... 193


3.7. A modo de conclusión ................................................................................. 196

4 Granada: un territorio herido ............................................................................... 198

4.1. Una población lesionada en su dignidad .................................................... 199

4.2. Menoscabo de la economía local y las prácticas de subsistencia ............. 201

4.3. Deterioro de la calidad de vida y el bienestar material, psíquico y emocional


de la población .................................................................................................... 207

Limitaciones en el derecho a la salud ............................................................ 208

Limitaciones en el acceso al derecho a la educación .................................... 210

Afectaciones en la prestación de servicios públicos. Energía, acueducto y


transporte ........................................................................................................ 214

Bienestar psíquico y emocional ...................................................................... 218

4.4. Fragilidad de la institucionalidad local y la participación política electoral 223

El déficit fiscal estaba llevando a la bancarrota a Granada........................... 224

El constreñimiento del derecho a elegir y ser elegido ................................... 226

4.5. Debilitamiento de las dinámicas sociales, comunitarias y culturales......... 228

Un tejido social fracturado .............................................................................. 231

Espacios de encuentro devastados................................................................ 234

4.6. Se interrumpieron los proyectos de vida individuales y comunitarios ....... 236

4.7. Afectó de manera diferencial las subjetividades y los roles de hombres,


mujeres y jóvenes ............................................................................................... 238

En los niños, niñas y jóvenes ......................................................................... 238

En las mujeres................................................................................................. 242

En los hombres ............................................................................................... 245

4.8. A modo de conclusión ................................................................................. 248

5 Memorias de la dignidad: acciones para sobrevivir, resistir y sobreponerse a los


impactos de la guerra ............................................................................................. 250
5.1. Acción colectiva y participación ciudadana antes de la guerra.................. 253

Movilización y protesta social ......................................................................... 253

Juntas de Acción Comunal y participación campesina.................................. 255

Cooperativismo y economía solidaria ............................................................ 256

5.2. Acciones para sobrevivir y resistir a la guerra ............................................ 259

5.2.1. Estar juntos… “para no dejarse morir de miedo y de soledad” ........... 259

5.2.2. Vencer el miedo y confrontarlo ............................................................. 261

5.2.3. “Aquí nos quedamos” ........................................................................... 265

5.3. Denuncia y movilización contra la guerra ................................................... 268

5.3.1. La voz incesante del Comité Interinstitucional..................................... 268

5.3.2. La Iglesia y su papel de denuncia en el conflicto armado ................... 274

5.4. Atención humanitaria ................................................................................... 276

5.5. Entre el acomodo, la colaboración y el uso pragmático de los recursos de la


guerra. ................................................................................................................. 279

5.6. La reconstrucción: construir sobre las ruinas ............................................. 283

5.7. La voz de las víctimas: por la memoria y la reconciliación ........................ 288

5.7.1. Organizaciones de víctimas que reclaman derechos y reconocimiento


......................................................................................................................... 289

5.7.2. Movilización por la memoria ................................................................. 292

5.8. A manera de conclusión .............................................................................. 301

Recomendaciones .................................................................................................. 303

Recomendaciones para reparar los daños morales ...................................... 304

Recomendaciones para reparar los daños emocionales y psicológicos ...... 305

Recomendaciones para reparar los daños físicos o sobre el cuerpo ........... 306

Recomendaciones para reparar los daños socioculturales ........................... 307

Recomendaciones para reparar los daños materiales y ambientales .......... 308


Recomendaciones para reparar los daños políticos...................................... 310

Recomendaciones en relación con la verdad y la justicia ............................. 311

Siglas y abreviaturas .............................................................................................. 313

Referencias............................................................................................................. 320
Agradecimientos
Agradecemos sinceramente a la población granadina por habernos permitido
escuchar sus testimonios, compartir con el equipo de investigación sus dolores y
sufrimientos, muchas veces sus secretos, sus miedos e incertidumbres, así como
sus deseos de continuar. En muchos casos, esto significó lágrimas, corazones
arrugados, abrazos; en otros, se tomó la decisión de permanecer en silencio,
permitir que los recuerdos siguieran madurando hasta que las palabras justas
aparecieran… cuando lo hicieron. Nuestras acciones estuvieron guiadas por el
respeto que estos recuerdos y estos silencios se merecen.
Hoy contamos con la convicción de que estos testimonios, más allá del costo
invaluable que representan para cada quien, son un aporte importante para la
comprensión cabal de las honduras de esta guerra. Al mismo tiempo, palpamos
las capacidades que tiene la sociedad para superar este tramo de la historia. Por
tener esta oportunidad y por el valor que se requiere para contar a otros –sin la
certeza de ser escuchados–, muchas gracias.
Las alianzas con Asovida, la Alcaldía de Granada y la Alcaldía de Medellín,
entidades que soportaron este proyecto, fue un acierto enorme. Asovida es una
organización pionera en el país en su valoración de la memoria como pieza
fundamental de la reparación, la justicia y la verdad, y el Salón del Nunca Más se
ha convertido en un referente en la región, no solo para dignificar la memoria de
las víctimas, sino para ayudar a sus familias a hacer el duelo. En el marco de esta
investigación fueron una fuente de información, así como parte activa de la
reconstrucción de los datos y de la construcción de hipótesis e ideas fuerza que
orientaran la elaboración del informe final. Gracias especiales a Gloria Ramírez
Gómez, Jaime Montoya García, Gloria Quintero Giraldo, Francis García Hoyos,
Nohra Ossa y Melissa Robledo Benjumea, quienes actuaron unas veces como
investigadores locales, y otras, apoyaron en la realización de las diferentes
actividades del proceso.
La administración local, en cabeza de su alcalde Freddy Castaño Aristizábal; la
secretaria de Gobierno, Claudia Milena Giraldo Gómez; el personero municipal
Mauricio Correa Arroyave, la inspectora Laura Henao Alcaráz, representaron un
apoyo invaluable para este trabajo. Además de facilitarnos el acceso a los
valiosos archivos institucionales que poseen, no ahorraron esfuerzos en apoyar
la convocatoria a la población y facilitar todo el apoyo logístico que necesitamos.
Según lo relata este Informe, esto hace parte de un aprendizaje, adquirido
durante años, el cual valora el trabajo cooperativo y considera la reconstrucción
de la memoria, más que una amenaza (como ocurre en muchos casos desde
instancias oficiales), una posibilidad para comprender lo que pasó y los grandes
retos que conlleva la reparación colectiva del territorio.
La Alcaldía de Medellín en la administración de Aníbal Gaviria, a través de la
Unidad de Víctimas y del Programa de Retorno, que viene impulsando y
acompañando desde hace varios años el proceso de retorno de personas
desplazadas y asentadas en Medellín fue también un valioso aliado de este
proceso. La financiación de los talleres de memoria estuvo a su cargo, así como
la elaboración de un documento sobre las formas de victimización en el
municipio; además participaron en los diversos espacios que construimos para
socializar avances del proceso. Esto quiere decir que, además de un apoyo
económico, encontramos también un interlocutor calificado y consecuente con
todo aquello que implica el “deber de la Memoria”. A Luz Patricia Correa
Madrigal, directora de la Unidad Municipal de Atención y Reparación a Víctimas
del Conflicto Armado, María Carmenza Posada Acevedo, del programa de
Retorno, y Juan Esteban Lopera Morales, responsable de la elaboración del
documento que aportaron, muchas gracias.
Los borradores finales tuvieron la lectura y revisión juiciosa de María del Socorro
Zuluaga Zuluaga, Mario Gómez Aristizábal, Didier Giraldo Hernández, Claudia
Milena Giraldo Gómez, María Carmenza Posada Acevedo, Laura Henao Alcaráz y
Nohra Ossa; sus comentarios y aportes fueron fundamentales en la realización de
esta versión del Informe. Reconocimiento muy especial a la colega Ana María
Jaramillo por la lectura comprometida y aguda que hizo a la última versión de este
Informe.
Por su parte, la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia
participó con un respaldo muy valioso para este proyecto: el registro fotográfico del
proceso metodológico. Bajo la dirección de la profesora y fotógrafa Natalia Botero
Oliver, los jóvenes estudiantes del Grupo de Investigación Focus Narrativos,
integrado por Sara Castillejo Ditta, Jennifer Martínez y Alejandro Buriticá Alzate,
hicieron un registro paso a paso de los diversos momentos metodológicos del
proceso. La exposición fotográfica y el video Encuentros son una forma maravillosa
de contar con imágenes la riqueza de este proceso.
A Leonor Marina Restrepo Cadavid, psicóloga y conocedora profunda de las
dinámicas de guerra y sus impactos en la población, nuestro agradecimiento por
su asesoría en el diseño de los talleres de memoria y por el apoyo psicosocial
brindado a la población que lo requirió.
A Pilar Riaño, antropóloga e investigadora de la UBC (Canadá), de quien hemos
obtenido gran parte de los aprendizajes metodológicos puestos en práctica en este
proyecto. Este informe está antecedido y se nutre de manera directa de un
proyecto de investigación bajo su dirección sobre el caso de Santa Ana.
Al periódico El Colombiano, que nos permitió acceder a su archivo digital de prensa,
fuente fundamental de la documentación que sustenta este trabajo.
Agradecimientos a Colciencias y al Centro Nacional de Memoria Histórica por
apoyar este tipo de convocatorias, una forma de ir abriendo un espacio necesario
para estas temáticas en la comunidad académica.
Al equipo de investigación, Laura Cartagena Benítez, Ana Fernanda Marulanda
Taborda y Fernando Valencia Rivera por su compromiso y dedicación, por su
disposición intelectual y humana para dejar tocar sus vidas con estos relatos, por el
respeto y el afecto sincero con los que se relacionaron con la población. A Ramiro
Osorio Campuzano, que participó en un trayecto de este trabajo, a Alejandro Vélez
Pérez, joven estudiante quien a través de su práctica de Historia, realizó un trabajo
creativo y sugerente de mapificación del trabajo de campo.
Finalmente, agradecimientos a la Corporación Región por su compromiso y
coherencia al disponer de todos sus recursos institucionales para que estos
trabajos, que siempre demandan más tiempo y recursos que los previstos
inicialmente, culminen satisfactoriamente. En esta oportunidad se logró que tanto
la calidad del trabajo como el cumplimiento de los compromisos adquiridos con las
comunidades fuera su sello institucional.

Marta Inés Villa Martínez


Investigadora principal
Introducción
Granada es un municipio emblemático de la guerra y de la paz. Fue escenario de
una cruenta guerra por el control de un territorio estratégico para la expansión
militar (corredor que permite conexión entre el Magdalena Medio y Medellín) y
también el control de dos puntos neurálgicos de la economía regional; de la puja
por la humanización del conflicto armado y la realización de diálogos de paz
regional promovidos por diversos actores regionales; asimismo, el despliegue
militar que acompañó la política de Seguridad Democrática bajo la consigna de
recuperar para el Estado la soberanía sobre un territorio que había estado durante
décadas bajo el poder hegemónico de las guerrillas. Gracias a estas dinámicas
Granada fue un territorio, casi literalmente, devastado por la guerra. Sin embargo,
¡no sucumbió! y no lo hizo gracias a la capacidad de su gente y sus instituciones
quienes después de sortear la guerra debieron emprender rápidamente un
proceso de reconstrucción física y social que hoy tiene como eje el reconocimiento
de las víctimas y la memoria colectiva. Esto convierte a Granada en un caso
emblemático acerca de las dinámicas de la guerra y, al mismo tiempo, de
resistencia y dignidad.
Desde principios de los años ochenta tomó asiento allí el Ejército de Liberación
Nacional (ELN), proveniente del Magdalena Medio; en las cercanías con San Luis
conformó el Frente Carlos Alirio Buitrago, punto nodal del conflicto armado en la
región. En 1987 llegan a Granada los frentes 9° y 47 de las FARC, planteando al
ELN una clara disputa por el control del territorio y la población. La primera toma
del casco urbano, en 1988, se da a manos de este grupo armado y en diciembre
del 2000 protagoniza uno de los episodios más dolorosos recordado hoy por su
población: la explosión de un carro con 400 kilogramos de dinamita, seguida por
18 horas de combates y cilindros bombas. Este hecho causó la muerte de 20
personas, 4 policías entre ellos; pérdidas económicas estimadas en más de 5.000
millones de pesos; 124 viviendas y 82 locales comerciales quedaron
completamente destruidos y 120 viviendas parcialmente destruidas, también el
hospital y una institución educativa (Alcaldía de Granada, 17 de agosto de 2003).
En 1997 irrumpen los paramilitares en la escena. En Granada tuvieron presencia
el Bloque Metro de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU), el
Bloque Héroes de Granada, un apéndice del Bloque Cacique Nutibara que
operaba en Medellín y tomó su nombre luego de la masacre cometida por varios
de sus combatientes en el casco urbano del municipio en noviembre de 2000, un
ataque indiscriminado en el que se asesinaron a 19 personas. Esta es otra de las
heridas imborrables en la historia y la memoria de la población granadina.
Por otro lado, la Cuarta Brigada del Ejército Nacional de Colombia hizo de este
municipio un escenario privilegiado de confrontación con la implementación de la
estrategia de contraguerrilla; allí se llevaron a cabo numerosas operaciones
militares –al menos diez entre 2000 y 2005– con múltiples impactos sobre la
población civil.
La confluencia de todos estos actores y la disputa abierta por el control del
territorio, dio lugar a lo que la poblacion describe como “la guerra total” o la
“guerra de verdad” en el periodo entre 1997 y 2005. Pero la guerra de Granada
no fue, como se señala en el informe general del Centro Nacional de Memoria
Histórica, (2012, página 108), “una guerra de combatientes, una guerra limpia,
o al menos, regulada”; esta fue una guerra contra la población. Granada fue
escenario de una intensa confrontación armada en la que se emplearon
estrategias bélicas como combates, ataques, tomas, emboscadas y
bombardeos. Sin embargo, fueron los asesinatos selectivos, el desplazamiento,
las desapariciones y el confinamiento, los que generaron, no solo un
escalamiento de la guerra, sino una verdadera crisis humanitaria en esta
localidad.
A pesar de que no existe un dato preciso sobre el número total de víctimas 1, la
informacion oficial disponible ofrece una radiografía importante de la magnitud de
la afectación de la población en el marco del conflicto armado en relación con los

1 El Registro Único de Víctimas reporta, a junio de 2016, discriminados por hechos victimizantes, 35.782
víctimas directas e indirectas. No obstante, este dato no es preciso dado que, como el mismo sistema afirma
“El reporte muestra el número de personas por hecho victimizante. La suma de los valores de la tabla no refleja
el total de víctimas únicas debido a que una persona puede reportar varios hechos victimizantes” (Ver:
http://rni.unidadvictimas.gov.co/RUV).
hechos victimizantes: el Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto del CNMH
(con fecha de corte de 14 de marzo de 2016) reporta 460 personas víctimas de
asesinato selectivo, 2.992 de desaparición forzada, 59 asesinadas en 10
masacres, 98 víctimas de secuestro y 50 de violencia sexual; en cuanto al
desplazamiento forzado, según el Registro Único de Víctimas (RUV), a junio de
2016, se registraron 33.719 denuncias de personas por este hecho victimizante 2.
Finalmente, como consecuencia del conflicto armado, según el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar, quedaron huérfanos, al menos, 128 niñas y
niños (El Colombiano, 27 de febrero de 2013, página 5A).
Además de estos índices, en Granada los grupos armados fueron artífices de
acciones especialmente siniestras que, sin ser significativas en términos
numéricos, si lo son con respecto a la huella que dejaron en la memoria
colectiva de la población: prepararon “casas bombas” con material explosivo
que se detonaba cuando alguien abría la puerta; emplearon inyecciones letales
(con cianuro, gasolina o agua) para asesinar de manera silenciosa a las
víctimas; utilizaron las personas como “mulas humanas” para transportar de
una vereda a otra a sus propios vecinos o familiares asesinados; asesinaron
personas en situación de discapacidad, madres delante de sus hijos, violaron
mujeres en presencia de sus esposos e hijos; prohibieron bajo amenaza de
muerte, recoger a sus muertos exhibidos como trofeo en lugares públicos;
familias enteras fueron perseguidas y asesinadas; los conductores y ayudantes
de buses fueron obligados a transportar combatientes y material bélico, fueron
además extorsionados y asesinados; el personal médico fue agredido y
amenazado en su principio de neutralidad; las escuelas y centros médicos
fueron convertidos en centro de operaciones, saqueados y minados.

2 Igual que el caso de número total de víctimas, esta cifra de desplazamiento sirve para ilustrar la magnitud del
fenómeno pero no es preciso dado que, según se aclara en la misma fuente. “El reporte muestra el número de
personas por año, lugar de expulsión, recepción y declaración. La suma no refleja el número total de
desplazados, teniendo en cuenta que una sola persona pudo ser desplazada en varios años”. Ver:
http://rni.unidadvictimas.gov.co/RUV). Por otro lado, este número supera el total de la población existente en
Granada que no alcanzó las veintiún mil personas antes del conflicto armado.
De otra parte, los paros armados, las tomas del pueblo, los bloqueos de vías, los
retenes, las detenciones arbitrarias, los hostigamientos, entre otros, generaron no
solo enormes restricciones en la vida cotidiana de la población, en sus
posibilidades de circulación y desarrollo de la vida productiva, sino también, en
varias oportunidades, situaciones de confinamiento y crisis alimentaria.
La propagación y uso del estigma de Granada como “santuario guerrillero” tiene
un enorme peso en las dinámicas de la guerra y en los daños causados a la
población y al territorio. La población de Granada fue perseguida, controlada y
humillada por el solo hecho de ser de allí, asunto que se torna superlativo cuando
se trata de los habitantes de la Cuenca de Santa Ana, lugar de asiento de la
guerrilla, convertido en eje de la disputa y representativo de lo que la población
denominó “la guerra total”. Allí, en razón del conflicto armado, la población bajó de
aproximadamente 3.000 a 320 personas; en el casco urbano del corregimiento
llegó a estar habitado por tan solo nueve personas.
Si bien todos los actores hicieron uso de diversos recursos, no se trata de un
accionar homogéneo: la guerrilla centró su estrategia en los ataques contra la
infraestructura vial y energética, en asesinatos selectivos, en la masificación del
secuestro, siembra de minas antipersonal y el ataque a comandos de Policía; el
paramilitarismo privilegió las masacres, el asesinato selectivo, el bloqueo
alimentario y, especialmente, el uso de múltiples métodos para generar terror y
degradar a la población. A la fuerza pública se la relaciona con ejecuciones
extrajudiciales, bloqueo al ingreso de alimentos y gasolina, saqueos y tortura.
Aunque hubo una alta mortalidad de civiles en las acciones bélicas de predominio
de las guerrillas, las acciones paramilitares y del Ejército tuvieron mayor letalidad y
propagación del terror, como consta a lo largo de este informe.
Si bien en Granada la valoración predominante es la de que todos los actores
hicieron daño y son responsables, la valoración sobre el papel de cada uno de
ellos, no es igual: según sus relatos, la guerrilla atacó y traicionó a una
población que les creyó y acogió; les dejó solos e inermes cuando fueron
atacados por los paramilitares y el Ejército. Los paramilitares se sintonizaron
con el descontento de un sector de la población sometida a la extorsión de las
guerrillas y sobre todo, con el dolor causado por la destrucción del pueblo
debido al ataque cometido por las FARC en el año 2000; pero los engañaron, y
demostraron con sus acciones que no era a la guerrilla, s ino a la población
inerme e indefensa a la que decidieron acabar. Y el Ejército, con su accionar,
reveló la tremenda contradicción entre el deber constitucional de proteger a la
población y convertirla, como lo hicieron, en la personificación del enemigo –
aduciendo que eran base social de la guerrilla– y actuando de manera
evidente al menos un sector de él, de la mano con grupos paramilitares.
Los daños y pérdidas ocasionados en el contexto de esta guerra son
invaluables. La población granadina fue estigmatizada, diezmada, desterrada,
saqueada y humillada. Las acciones bélicas hicieron que se perdieran
propiedades, fincas, cosechas, animales. El empobrecimiento de la población
es evidente. La dinámica social y política también tuvo impactos enormes: el
asesinato o amenaza de líderes y organizaciones, sumados al despoblamiento,
generaron desactivación de muchas organizaciones pero, sobre todo, un
enorme miedo a la participación y al liderazgo. Con la prohibición del desarrollo
de las elecciones a finales de los noventa, la amenaza a los candidatos, el
secuestro de tres de los alcaldes y el asesinato del exalcalde Jorge Alberto
Gómez (el único de los alcaldes elegidos por un movimiento independiente
llamado Unión por Granada), hechos que se atribuyeron a las FARC, fue
afectada gravemente la democracia local. Las vivencias de la guerra han
dejado secuelas a nivel mental y emocional que hoy moldean también la vida
granadina: sentimientos de miedo, pánico, culpa, desconfianza y rabia están
presentes en la población adulta y, de manera preponderante, en quienes
nombran como “los hijos de la guerra”, una generación de jóvenes, niños y
niñas a quienes les fueron asesinados sus padres, que tienen recuerdos
remotos de ataques y persecución, que también han vivido el destierro y sufren
las consecuencias de un proyecto de vida familiar y colectivo interrumpido por
la guerra.
Pero al lado de la magnitud de la guerra, el municipio de Granada también
resalta por la respuesta de la sociedad y de las víctimas. El tejido organizativo
fue el que evitó que el municipio no fuera totalmente devastado. Sobre la
desesperanza de un pueblo en ruinas y una población que cada día se veía
diezmada tanto por el desplazamiento como por los asesinatos selectivos y otros
hechos victimizantes, la población civil echó mano de la fuerza de los
argumentos y de la identidad colectiva, y con el firme propósito de hacer de
Granada un “Territorio de paz”, desarrolló un repertorio de acciones colectivas e
individuales que les permitió sobrevivir, resistir y reconstruir sobre las ruinas
dejadas por la confrontación armada.
Las Juntas de Acción Comunal, las cooperativas, las asociaciones productivas, la
organización de víctimas y de desplazados, las colonias, entre otros, en una
acción colaborativa y solidaria con las instituciones locales, hacen parte del capital
social con el que cuenta hoy Granada y su accionar ocupa un lugar importante en
las memorias de la resistencia y la dignidad de la población. El papel que jugaron,
entre otros, las cooperativas, las colonias y el Comité Interinstitucional en la
reconstrucción física del municipio luego del ataque guerrillero del 6 de diciembre
de 2000, la campaña “Todos Unidos por Granada”, una recolecta para recoger
fondos y pagar la deuda fiscal del municipio y dar cumplimiento a la Ley 617 para
poder acceder a créditos y proyectos del Gobierno nacional, fueron determinantes.
Además, las acciones promovidas desde las organizaciones de víctimas por el
reconocimiento de sus derechos y, de manera particular, las acciones de memoria
como memoriales, marchas y especialmente el Salón del Nunca Más, un espacio
museográfico para la memoria de los pobladores y la dignificación de las víctimas.
Todo esto es demostrativo de la enorme capacidad de resiliencia de este
municipio.
Por último, parte de este tejido social y del proceso de reconstrucción lo aporta la
institucionalidad local. Se destaca el papel del Comité Interinstitucional de
Granada como principal soporte de la población para sortear los desmanes de la
guerra, la respuesta conjunta de las instituciones civiles, eclesiales y públicas, el
acompañamiento de la Diócesis Sonsón-Rionegro, de la Gobernación de Antioquia
y la gestión de los alcaldes en el proceso regional por la humanización del
conflicto.
Granada también ejemplifica los grandes retos de lo que significa la
reconstrucción, la reparación y la reconciliación. A pesar del nivel de
intervención institucional, de la sintonía del Plan de Gobierno Nacional actual
con las demandas de las víctimas, de la importancia de las acciones de
memoria en comparación con otros lugares de Colombia, la reparación
colectiva del municipio que reclaman las organizaciones sociales y la propia
administración, avanza muy poco. Además de medidas que posibiliten no solo
la reparación integral de las víctimas y los territorios, se requieren medidas
que permitan dar a conocer el paradero de las víctimas, avanzar jurídicamente
en establecer los hechos y sus responsables, y establecer medidas de orden
institucional, social y cultural que garanticen la no repetición de los hechos. El
horizonte que hoy se vislumbra en el país con la realización de los diálogos
para la terminación del conflicto armado a través de la negociación, configura
un escenario en el que procesos locales de reparación integral, ofrecen
enormes aprendizajes sobre el sentido y los retos de la paz desde los
territorios. Granada ha sido y puede ser un verdadero laboratorio de paz.
Este informe se estructura en cinco capítulos:
El primer capítulo, El escenario ¿Por qué Granada? presenta el contexto
explicativo, esto es, aquellos factores que permiten entender no solo la
emergencia del conflicto armado sino la manera como las características y
dinámicas locales lo han moldeado.
El segundo capítulo, Memorias de la guerra describe las dinámicas de la guerra a
través del tiempo, las acciones y estrategias bélicas y la manera como se trenzan
los hilos de la confrontación en el territorio.
El tercer capítulo, Y Granada entera se manchó de sangre describe las modalidades y
tipologías de victimización empleadas por los diferentes grupos armados contra la
población civil para controlarla y subyugarla, despejar territorios estratégicos y
debilitar a quien se consideraba el enemigo.
El cuarto capítulo, Un territorio herido. Hace referencia a los daños, las pérdidas y
las transformaciones sufridas por la población y el territorio en razón del conflicto
armado: daños a la dignidad, a los modos y medios de vida, al tejido social, a las
maneras de ser y estar en el territorio.
El quinto capítulo, Memorias de la dignidad describe las respuestas que desde la
población civil y la institucionalidad local se gestaron para sortear y enfrentar la
guerra y para reconstruir. Acciones de cuidado y autoprotección durante la guerra,
acciones de resistencia, de confrontación, de denuncia y rechazo, de colaboración
y uso estratégico de la memoria para la reconstrucción y la reparación.
Las recomendaciones, desde donde retomamos de manera explícita la propuesta de
reparación colectiva que presentó el municipio y la organización de víctimas,
Asovida, a la Unidad Nacional de Víctimas y las propuestas realizadas por la
población participante en las diferentes actividades realizadas en el transcurso de la
investigación. Son la contraparte de las pérdidas y los daños identificados.

¿Cómo se hizo este ejercicio de memoria?


El diseño metodológico implementado en el proceso de reconstrucción de la
memoria del conflicto armado se propuso ir tras las narrativas que la población
granadina tiene sobre su experiencia en el marco de las acciones bélicas en su
territorio y desde ellas entender lo que pasó (la guerra: actores, dinámicas,
estrategias), sus posibles explicaciones (los contextos explicativos), los impactos
para la población y el territorio (los daños y las pérdidas), lo que hizo la gente para
sobrevivir y sobreponerse (respuestas) y sus demandas de reparación actuales
(propuestas).
La forma de evocar las memorias se hizo a partir de las contribuciones que ha
realizado el Centro Nacional de Memoria Histórica para Recordar y narrar el conflicto
(CNMH, 2009) donde se otorga importancia al encuentro de testigos diversos de
una experiencia marcada por el dolor, la tragedia, el miedo, pero también su valor
para avanzar a otros escenarios posibles de no violencia y repetición. Los
encuentros con mujeres y hombres que sobrevivieron al horror del conflicto
armado en Granada permitieron recabar un número importante de testimonios que
tejieron pausada y selectivamente sus narrativas sobre lo sucedido en su
municipio entre 1985-2014; allí las voces que tímidamente empezaban
manifestando su vivencia personal iban una a una hilando la biografía colectiva
acerca de las dinámicas, prácticas, impactos y marcas que los actores del conflicto
armado trajeron sobre sus vidas a nivel individual, familiar y comunitaria.
De esta manera, en la narrativa que teje este relato se privilegia el testimonio
como unidad empírica de análisis; cada una de las herramientas metodológicas
implementadas buscaron dar significado al “acto de testimoniar” (Blair, 2008,
página 89) sobre el conflicto armado como un espacio de reconocimiento de
hombres y mujeres que a través de este acto lograron ser escuchados.

¿Quiénes participaron?
Los encuentros de memoria realizados tuvieron la participación de mujeres y
hombres jóvenes, entre los 17 y 26 años de edad, además de adultos y adultos
mayores que viven en el municipio de Granada y de población granadina que se
encuentra en Medellín debido al conflicto armado.
Los talleres de memoria fueron espacios propicios no solo para tener voces y
versiones diversas desde distintos grupos de edad sino también desde los
quehaceres, por ejemplo, quien araba la tierra, quien estaba en un salón de clase
como docente, el personal de salud, los representantes de la administración local,
comerciantes, líderes y lideresas que aunque tienen un relato común como
población, también tienen testimonios diversos según los roles que
desempeñaban durante esa época.

¿Qué hicimos?
Cada una de las acciones implementadas se orientaron alrededor de preguntas
generadoras que buscaban compilar información acerca de qué pasó, por qué
pasó, cuándo y dónde pasó, quiénes fueron los responsables, qué daños
ocasionaron en la población y el territorio, qué hizo la población y qué necesita
ahora para ser reparada; por tanto, lo que se hizo se enmarcó en tres momentos:
1) Aproximación al contexto desde fuentes secundarias:
Se hizo un rastreo a través de unidades documentales y de información
sobre el municipio de Medellín y de la subregión del oriente antioqueño
con el fin de recuperar cómo se nombraba y qué se decía sobre el
municipio de Granada de acuerdo con la delimitación temporal
establecida. La información recogida se resume en la figura 1:

Figura 1. Revisión documental y de prensa

Fuente: elaboración propia a partir de la información consultada, 2015.

2) Trabajo de campo:
La puesta en escena del “acto de testimoniar” se hizo visible a través del
uso de técnicas como talleres, grupos focales, entrevistas a profundidad
y recorrido territorial.
Los talleres de memoria: el taller como espacio para construir
colectivamente se convirtió en un proceso reflexivo que desde el
encuentro cara a cara promovió “el habla, la escucha, la recuperación de
la memoria y el análisis” y logró hacer visibles “las relaciones, saberes,
comprensiones y la construcción de otros sentidos” (García, Gonzáles,
Quiroz y Velásquez, 2002, página 110). Para ello se contó con una serie
de dispositivos como: colchas de recuerdos, mapas mentales, líneas de
tiempo, río de la vida. Dado el interés de hacer una lectura de las
diferentes dinámicas territoriales, estos talleres se convocaron de
acuerdo con las cinco cuencas definidas3: Calderas y Tafetanes, San
Matías, Santa Ana, Zona urbana y Zona Fría 4, además se hizo un taller
con población residente ahora en Medellín que fue víctima de
desplazamiento forzado.
Grupos focales: se realizaron cinco encuentros cuya intención era tener
una conversación profunda e íntima con grupos pequeños de
personas, además buscaba aprehender las experiencias e impresiones
que se tuvieron a partir del conflicto a nivel sectorial –salud, educación,
comercio, transporte y el Comité Interinstitucional–. En cada uno de
estos se ahondó en especificidades, se generaron controversias y se
construyeron explicaciones ampliadas sobre lo sucedido.
Entrevistas a profundidad: se hicieron entrevistas con personas que
tuvieron un significado relevante en función de su oficio, su rol o su
experiencia5 durante el periodo más álgido del conflicto armado; la

3
El término “cuenca” no debe ser entendido como una cuenca hidrográfica, se refiere a una unidad territorial
conformada por varias veredas y un punto estratégico donde convergen las mismas, representados por la
cabecera municipal, el corregimiento de Santa Ana, y los tres centros poblados (Los Medios, Galilea y La
Quiebra). (Esquema de Ordenamiento Territorial [EOT], 2000).
4 Se contó con la participación de mujeres y hombres que representaron a 35 de las 52 veredas del municipio.
Estas fueron: Bella María, Buenavista, Calderas, El Chuscal, El Jardín, El Libertador, El Oso, El Tablazo, El
Tabor, El Vergel, Galilea, La Aguada, La Arenosa, La Aurora, La Cascada, La Estrella, La Honda, La Linda, La
María, La María, Santa Ana, La Merced, La mesa, La Quiebra, Las Faldas, Las Vegas, Los Medios, Malpaso,
Quebradona Abajo, Quebradona Arriba, San Esteban, San Matías, Tafetanes y Vahitos.
5 Se hicieron entrevistas a exfuncionarios públicos que en su momento se desempeñaban como alcaldes o
secretarios de despacho, representantes de la iglesia católica, representantes de organismos internacionales,
funcionarios durante el periodo 2012- 2015, líderes y comerciantes.
conversación buscaba crear un ambiente tranquilo y de confianza para
abordar temas de la identificación de hechos, situaciones, actores y
acciones, asuntos que develaran desde sus emociones cómo vivieron y
sintieron esos momentos de confrontación armada. Por último, estos
encuentros fueron el escenario perfecto para llenar vacíos que quedaron
luego de los talleres6.
Recorrido territorial: después de tener los insumos de los talleres e
identificar los lugares de memoria que fueron significativos en el marco
de la confrontación armada, se invitó a un grupo amplio de personas
para hacer un reconocimiento de esos espacios: “la particularidad de
este método es que el reconocimiento de estos lugares así como la
construcción de las memorias se hace ‘en movimiento’ dado que el
grupo hace un recorrido y se dirige a estos lugares mientras se
comparten recuerdos y relatos” (CNRR, Grupo de Memoria Histórica,
2009, página 75). Podría decirse que este ejercicio fue un caminar por
la memoria viva que pusieron las emociones de quienes participaron
con su sentimiento.
Registro, organización, categorización y análisis de la información: cada uno
de los momentos anteriores contó con instrumentos de registro que
permitieron transcripciones detalladas para identificar los vacíos en la
información, las relevancias y las narrativas comunes que se usaron en
los Talleres de Memoria, las entrevistas y los grupos focales.
3) Sistematización:
Seguidamente se construyó un sistema categorial o libro de códigos para
clasificar la información de acuerdo con los ejes orientadores del Informe,
para ello se utilizó un software de análisis de datos cualitativos (Atlas.ti)

6 Las entrevistas correspondientes al año 2013 se realizaron en el marco del proyecto de investigación sobre
iniciativas de memoria dirigido por Pilar Riaño (UBC). Uno de los estudios de caso es el de Granada - Santa
Ana y ha sido desarrollado por la Corporación Región.
que permitió la generación de informes por cada temática con el fin de
facilitar el proceso de lectura y análisis de la información.
Esperamos que este Informe, construido desde los relatos y las memorias de la
población, sea una contribución a la comprensión de lo sucedido en Granada y
sirva para la visibilización de los profundos impactos dejados por el conflicto
armado. Se espera que sea una oportunidad para reconocer y celebrar la fuerza y
la fe profunda de la sociedad granadina en las bondades del trabajo colectivo, en
la solidaridad y en el valor de la vida, además de su persistencia en la búsqueda
de la paz desde el territorio.
1 El escenario ¿por qué
Granada?
El municipio de Granada hace parte de la zona de embalses en la subregión de
oriente antioqueño7, ubicado a 77 km de distancia de Medellín; posee pisos
térmicos que van desde los 25 °C hasta los 13 °C con alturas de hasta de 2.600
msnm, lo que propicia el desarrollo de una amplia cultura agropecuaria. Sus
recursos hídricos son abundantes y lo atraviesan los ríos Calderas, Tafetanes y
San Matías, que aportan sus aguas a las hidroeléctricas de Calderas y El Peñol. El
relieve del municipio pertenece al sistema montañoso de la Cordillera Central.
Limita con los municipios de Guatapé, San Carlos y el Peñol al norte; Santuario y
Cocorná al occidente y San Luis al sur.

Mapa 1. Ubicación del municipio de Granada

7 El oriente antioqueño se divide en cuatro subregiones: altiplano, embalses, bosques y páramos, está
conformado por veintitrés municipios. En el altiplano se encuentran los municipios de Carmen de Viboral, El
Retiro, Santuario, Guarne, La Ceja, La Unión, Marinilla, Rionegro, San Vicente. En los embalses están
Alejandría, Concepción, El Peñol, Granada, Guatapé, San Carlos, San Rafael. Al páramo pertenecen Sonsón,
Nariño, Argelia, Abejorral y bosques está conformado por Cocorná, San Francisco, San Luis.
Fuente: elaboración propia con base en información de la página web de la Administración Municipal de Granada.

La población de Granada es en su mayoría rural, aunque en términos generales


se ha reducido casi a la mitad de los habitantes que tenía en 1985 como
consecuencia del desplazamiento masivo de la población por causa del conflicto
armado. Según el Anuario Estadístico de Antioquia (2015) hay 9.859 habitantes de
los cuales 3.656 están en la zona urbana y 6.203 en la zona rural.

Gráfica 1. Población de Granada en los últimos 30 años


20.000

18.000

16.000

14.000

12.000
Población

10.000
Total
8.000
Rural
6.000
Urbano
4.000

2.000

0
1985 1988 1991 1994 1997 2000 2003 2006 2009 2012 2014

Fuente: elaboración propia con datos DANE, 2011.

Su extensión territorial aproximada es de 195 Km2 divididos en 52 veredas, un


corregimiento (Santa Ana) y tres centros poblados: Los Medios, Galilea y la
Quiebra8; la cabecera urbana posee una extensión de 0,67 Km2 y está distribuida
en 12 sectores. El corregimiento de Santa Ana está ubicado a 22 km de la
cabecera y está integrado por 12 veredas.

Mapa 2. Ubicación de veredas en Granada

8 El EOT del municipio de Granada define estos centros poblados rurales con base en la Ley 388 de 1997.
Todos fueron gravemente afectados por el conflicto y reducidos en su funcionalidad y ocupación.
Fuente: elaboración propia con base en información de la página web de la Administración Municipal de Granada.

En 1935 se inauguró la carretera a Medellín y desde el municipio se accede por


vías sin pavimentar a las localidades de Cocorná, San Carlos, San Luis y El Peñol.
Los caminos veredales continúan siendo muy importantes en la comunicación
interna de la zona rural, y existe una completa red de carreteras terciarias, además
de 7 km de vías urbanas. Sin embargo, su estado es precario, lo que genera
aumento en los tiempos de desplazamiento y deterioro vehicular9; su

9 Ver: http://granada-antioquia.gov.co/index.php?option=com_content&view=article&id=82&Itemid=70
mantenimiento sigue haciéndose básicamente a través del trabajo colaborativo de
los campesinos.

1.1. ¿Qué caracteriza a Granada?


Granada es un municipio esencialmente rural, de economía agrícola, tradición
política conservadora y una activa dinámica social y organizativa. A continuación
se presentan los factores que caracterizan al municipio y contextualizan el
escenario en el cual se desarrolla el conflicto armado en Granada:

Un municipio con vocación agrícola y altos índices de pobreza


Granada vive grandes paradojas desde el punto de vista económico:
históricamente es reconocida como una despensa agrícola y hace parte de la zona
en la que se ubica uno de los complejos hidroeléctricos más grande del país y, sin
embargo, su población muestra altos niveles de pobreza y tiene indicadores muy
bajos de acceso a derechos básicos. Estas condiciones, el potencial económico y
la pobreza, fueron dos grandes argumentos de las guerrillas del ELN y las FARC
para asentarse en la región.

Granada hace parte de lo que se ha conocido como “oriente lejano”10. A diferencia


del “oriente cercano”11 caracterizado por una integración al desarrollo económico y
cultural de la región desde el siglo XIX, el oriente lejano solo empieza a adquirir
importancia económica a partir de la década de 1960 con la construcción de las
hidroeléctricas de Guatapé, San Carlos, de Jaguas y Calderas, la extensión de las
líneas de energía y la construcción de la autopista Medellín-Bogotá (PNUD, 2010,
página 5). Por tanto, Granada fue integrado parcialmente al proyecto de
industrialización de mediados del siglo XX, lo que determinó que durante mucho

10 Conformado por la zona de embalses (San Carlos, San Rafael, El Peñol, Guatapé, Granada, Concepción y
Alejandría), zona de páramo (Sonsón, Abejorral, Argelia y Nariño) y zona de bosques (San Francisco, Cocorná
y San Luis).
11 Correspondiente a la zona del altiplano (Marinilla, El Carmen de Viboral, El Retiro, El Santuario, La Ceja,
San Vicente, La Unión y Guarne).
tiempo estuviese alejado geográficamente de las principales rutas comerciales.
Tan solo se benefició de la proximidad con la vía Medellín-Bogotá, que le permitió
mejorar su conexión con la capital de departamento y con la del país y le
representó nuevas opciones de mercado y disminución en los costos de transporte
y, más tarde, convertirse en un centro de comercialización de excedentes
agrícolas (INER, 1990).
La economía municipal basada en el sector agropecuario ha tenido significativos
rezagos generados por prácticas tradicionales y por condiciones del mercado: el
primer factor es la prevalencia del minifundio –entre 0 y 3 hectáreas–, debido a
que las familias parcelan sus tierras como herencia, una condición a la que se
suma la informalidad en la tenencia de los predios ya que algunas veces no se
legalizan las transacciones12; en segundo lugar, la fuerza laboral en el campo es
ejercida esencialmente por el núcleo familiar, incluidos los menores y ancianos; y
por último, la actividad agropecuaria no ha contado con significativos niveles de
tecnificación, lo que genera detrimento en la calidad y cantidad de la producción,
además del encarecimiento y la baja rentabilidad de la misma, que tiene como
principales actividades en el área agrícola, la producción de café, caña de azúcar,
mora de castilla y frijol.
A pesar de su importancia natural, de la productividad agrícola y su participación,
así sea marginal, en las transferencias energéticas 13, Granada posee altos
índices de pobreza. Según estudio del PNUD, para 2002, Granada tenía el 80
por ciento de su población en los niveles 1 y 2 del Sisbén 14, haciendo parte de un
preocupante panorama subregional de pobreza en el que 12 de los 23

12
Pese a que la UAF –Unidades Agrícolas Familiares– en la zona es de 6-8 hectáreas para uso agrícola,
de 15 a 20 para mixto y de 52 a 71 para ganadero, en el municipio solo se registr an ocho predios de
extensión superior a 100 hectáreas, mientras que 3.479 predios, equivalentes al 64,09 por ciento de las
unidades catastrales son inferiores a 3 hectáreas (Anuario Estadístico de Antioquia, 2012).
13 En total el municipio de Granada recibió 2.834 millones de pesos entre 1994 y 2008 por concepto de
transferencias; con incrementos importantes en 1996 y 2006, cuando entra en funcionamiento la central
de Calderas luego de estar fuera de servicio por daños ocasionados por una tormenta y un at entado
guerrillero.
14 El Sisbén es el sistema de información colombiano que permite identificar a la población pobre potencial
beneficiaria de programas sociales. Es un instrumento de focalización individual que identifica los hogares, las
familias o los individuos más pobres y vulnerables, siendo el I y II los de mayor pobreza.
municipios tenían tasas iguales o superiores a esta. En el vecindario de esta
localidad, San Francisco y Cocorná alcanzaban el 90 por ciento al tiempo que
San Carlos y San Luis tenía el 80 por ciento de población en los niveles
inferiores de clasificación socioeconómica (PNUD, 2010, página 24).
En la encuesta Sisbén 2012 se aprecia una mejora en el promedio regional y en
el porcentaje local, aunque puede advertirse que en lo rural el 62,1 por ciento de
los encuestados continúa en los niveles inferiores de pobreza. En Granada este
porcentaje es de 70,1 por ciento en lo rural y 72,9 por ciento a nivel de toda la
población.

Tabla 1. Encuesta Sisbén 2012

%
Total Total Total % Población Rural Rural
Territorio Niveles
población Nivel I Nivel II Niveles rural Nivel l Nivel II
Rural

4.786.524 2.525.088 590.806 65,1% 1.397.932 851.362 138.705 70,8


Antioquia

477.177 198.946 64.653 55,2% 219.039 109.820 26.287 62,1


Oriente

8.496 4.636 1.556 72,9% 4.482 2.360 782 70,1


Granada

Fuente: elaboración propia a partir de información de Anuario Estadístico 2012.

Este dato es importante no solo porque es una evidencia de la poca importancia


que, en términos de calidad de la población, ha tenido la ubicación en una zona de
desarrollo estratégico, sino de los impactos que, como veremos, ha tenido el
conflicto armado en la población y su territorio.
Las dinámicas políticas: la hegemonía conservadora coexiste con un movimiento
político independiente
Desde la elección popular de alcaldes, el Partido Conservador ha sido la principal
fuerza política de oriente con 120 alcaldías ganadas de las 207 disputadas15;
seguido de lejos por el Partido Liberal con 41. Los movimientos cívicos, (aunque
es difícil establecer los casos en que se trata de una figura transitoria adoptada
por el mismo bipartidismo) o, incluso, los verdaderos movimientos ciudadanos
avalados por un partido tradicional, ocupan el tercer lugar con 19 alcaldías.

Gráfica 2. Alcaldías por partido político en el oriente antioqueño

Fuente: elaboración propia con datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

Granada no ha sido ajena a esta dinámica regional, configurándose como uno de


los fortines del conservatismo en todas sus versiones; sin embargo, este legado
político no lo hizo partícipe de la violencia partidista de los años 50, de la misma
forma en que sus vecinos regionales, –también de raigambre conservadora–,

15 Comprende el periodo 1988-2011 en el cual se desarrolla la elección popular de alcaldes en el país.


estuvieron involucrados (Secretariado Nacional de Pastoral Social e Instituto de
Estudios Políticos, 2001).
En su historia cuenta tan solo con un alcalde liberal, designado desde el Gobierno
nacional en 1987. Además de esto, en los 25 años de historia constitucional de
elección popular solo ha tenido una variación: la de Jorge Alberto Gómez en 1995,
quien logró su ascenso a la alcaldía por el movimiento cívico Unión por Granada; y
Freddy Castaño Aristizábal (2012-2015) que, aunque avalado por Cambio Radical,
su soporte político estuvo en sectores del Partido Conservador. Jorge Alberto
Gómez, que fue el único alcalde independiente de su historia, fue asesinado por
las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en 2001. 16 17

Tabla 2. Alcaldes de Granada 1987-2015

PERIODO ALCALDE PARTIDO

1987 JAVIER HERNÁN QUINTERO Liberal

1988-1990
RODRIGO MEJÍA SALAZAR Conservador Villeguista15
(junio)

1990 – 1992
ARTURO ZULUAGA GIRALDO Conservador Villeguista
(junio)

1992-1993
ÁNGEL GUILLERMO GÓMEZ Conservador Coraje
(19-09)

Visitador administrativo de Ramiro


1993 – 1994 HUMBERTO GIRALDO
Valencia Cossio16

1995 – 1997 JORGE ALBERTO GÓMEZ Unión por Granada

1998 – 2000 CARLOS MARIO ZULUAGA Conservador

2001 – 2003 IVÁN DARÍO CASTAÑO Conservador

2004 – 2007 DIEGO IVÁN ARISTIZÁBAL Conservador Alas Equipo Colombia

2008 – 2011 NELSON GARCÍA AMAYA Conservador

2012 – 2015 FREDDY CASTAÑO ARISTIZÁBAL Cambio Radical

16 Villeguismo: agrupación que respondía a las orientaciones de Álvaro Villegas Moreno, reconocido dirigente
del Partido Conservador en Antioquia con trayectoria en el desempeño de cargos públicos: gerente del IDEA,
diputado, alcalde y concejal de Medellín, senador y embajador plenipotenciario ante la ONU durante el gobierno
de Julio César Turbay Ayala.
17 Ramiro Valencia Cossio, exgobernador de Antioquia, representante de la corriente conservadora “Fuerza
Progresista del Coraje” presidida por su hermano el jefe político conservador Fabio Valencia Cossio.
Fuente: elaboración propia con datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil.

Los alcaldes que asumieron este cargo a partir de 1997 fueron elegidos con
bajísimos porcentajes de votación; actuaron, como veremos en los capítulos
siguientes, bajo la presión de los diferentes actores armados y desplegaron una
serie de iniciativas para sortear los graves impactos de la guerra en la población.
Fueron partícipes del movimiento de Alcaldes de Oriente que propugnó por la
negociación y la humanización del conflicto armado.

Un fuerte tejido social


El tejido social granadino es un factor que caracteriza a Granada y es además
fundamental para entender los impactos y la capacidad de respuesta de la
sociedad local a los estragos de la guerra. Esto comprende la existencia de un
amplio y variado tipo de organizaciones (Juntas de Acción Comunal,
organizaciones productivas, religiosas, culturales y artísticas, deportivas, de
víctimas, entre otras) y prácticas solidarias desde el convite comunitario hasta el
cooperativismo –Coogranada y Creafam– e incluso, la alianza de instituciones
público-privadas como el Comité Interinstitucional que procuraban ser escenarios
no solo de participación sino también de cohesión social y cultural.
Además de que en el municipio se ha construido una amplia base de
organizaciones de participación comunitaria, tanto campesina como urbana (EOT,
2000), desde 1984 se ha contado con el Comité Interinstitucional de Granada,
conformado por diferentes instituciones públicas del municipio, la Iglesia, el
hospital y los diferentes organismos que hacen presencia en la localidad 18. Como
veremos más adelante, además de ser una experiencia inédita de trabajo
interinstitucional, se convirtió en el principal bastión de apoyo para la población y
para la administración local.

18 Como se verá en el capítulo 4, entidades como el PNUD, La Cruz Roja, la Gobernación de Antioquia, el
Sena, por ejemplo, hicieron parte de este espacio en momentos diferentes.
Granada como epicentro regional de la paz y de la guerra
Dos frentes guerrilleros, el Carlos Alirio Buitrago del ELN y el Noveno de las
FARC-EP, apoyados por otras estructuras militares19, tuvieron fuerte presencia en
el municipio durante dos décadas, en el periodo comprendido entre los años 1988
y 2008, aunque su incursión en el territorio inició a mediados de los ochenta. En
los primeros años su poder fue hegemónico y por tanto de baja intensidad bélica y
de escasas afectaciones directas a la población, pero a partir de 1997, el territorio
se convierte en un escenario de confrontación abierta, cuando las guerrillas
elevaron los ataques armados presionando una negociación de paz con el
Gobierno, entonces inicia la penetración paramilitar y se fortalece la presencia del
Ejército con miras a una derrota militar de los grupos guerrilleros.
Los elementos que se conjugaron en el tiempo y en el espacio de Granada para
posibilitar el asentamiento de los actores armados y el desarrollo de una
confrontación de tan profundo impacto humanitario fueron de carácter variado. Lo
ocurrido en este municipio y en cuya descripción nos detendremos en los
siguientes capítulos, se explica a partir de los siguientes factores:

1) Granada como sede de los campamentos guerrilleros


La cuenca del río Calderas, en la cual se asentaron los principales
campamentos guerrilleros, posibilitó las condiciones físicas, económicas
y sociales para la instalación y el fortalecimiento de los frentes
guerrilleros de las FARC y del ELN. Sus amplios bosques, la facilidad de
acceso, la confluencia de cuatro municipios de la subregión de oriente,
la ocupación en minifundio y la amplia oferta de alimentos se sumaron a
la existencia de un corregimiento (Santa Ana) y centros poblados como
Los Medios y La Quiebra, de considerable importancia para la vida
económica de la zona.

19 En la zona también operaron el Frente 47 y el Bloque José María Córdoba de las FARC-EP; así como el
Frente Bernardo López Arroyave del ELN.
Desde allí las guerrillas controlaban buena parte de la zona rural de los
municipios de San Carlos, San Luis, Granada y Cocorná; además de
tener la facilidad de llegar a la autopista Medellín-Bogotá, incluso a
través de carreteras terciarias de las tres últimas localidades, su
ubicación facilitó la logística de estos frentes.
El que Granada no fuera zona de paso para las guerrillas sino de
asiento permanente tuvo dos consecuencias sobre las dinámicas del
conflicto: la primera, el incremento de las hostilidades a medida que la
estrategia contrainsurgente se cerraba sobre los campamentos, toda vez
que la guerrilla se concentró en su retaguardia; y la segunda, el recurso
masivo de las minas antipersonal por parte de las FARC y del ELN para
la protección de sus bases militares.
Si bien la penetración paramilitar, orientada desde Urabá con las ACCU,
se inició con la estructura de las Autodefensas Campesinas del
Magdalena Medio (ACMM), la cual propició la “expansión hacia el
oriente desde el Magdalena Medio, con el desplazamiento del grupo
bajo el mando de Ramón Isaza”20 (Jaramillo, 2007, página 115), el
Bloque Metro (BM), que hacía presencia en el nordeste y occidente de
Antioquia así como en Medellín, fue el que tuvo predominio en la zona
hasta 2003, año en que sufrió el extermino por parte del Bloque Cacique
Nutibara.
Estas estructuras paramilitares aplicaron un cerco sobre la zona: las
ACMM desde San Luis y por la autopista, hasta el río Calderas; los
bloques Metro y Cacique Nutibara desde San Carlos, El Santuario,
Cocorná y la autopista, hasta el río Calderas. Una vez instaladas en las
cabeceras de estas localidades, la presión se concentró sobre la zona
rural –sede de los campamentos de la guerrilla– en acción combinada
con los operativos militares ejecutados por la fuerza pública.

20 En los municipios de San Carlos y San Rafael y en la zona del altiplano adelantan acciones de limpieza
contra líderes cívicos y delincuentes comunes.
2) La posición estratégica en relación con la autopista Medellín-Bogotá y las
hidroeléctricas
La construcción de la hidroeléctrica de Calderas y de las líneas de alta
tensión del sistema de interconexión eléctrica que atraviesan el territorio
desde San Carlos, junto con la apertura de la autopista Medellín-Bogotá,
constituyeron un aliciente para que las guerrillas se instalaran justo allí,
donde podían atentar con gran facilidad contra estos servicios y rentarse
de prácticas como el secuestro, la extorsión y el hurto de víveres y
mercancías en tránsito.

Mapa 3. Identificación de la posición estratégica del municipio de Granada

Fuente: elaboración propia con base en información de la página web de la Administración Municipal de Granada.
Según el CNMH (2014), en el tramo de la autopista comprendido entre
los municipios de Cocorná y San Luis se perpetraron buena parte de los
ataques a la infraestructura de transporte y vehículos, así como de los
secuestros atribuibles a la guerrilla en la zona durante el periodo 1970-
2010. Muchas de las víctimas fueron conducidas a Santa Ana y sus
alrededores en esta cuenca de Calderas gracias a la compleja red de
caminos y carreteras terciarias que la comunican con la autopista, y
justo allí también se concentraban las gestiones humanitarias o de
negociación para la liberación de personas o la devolución de bienes.
De acuerdo con el mandato de la Octava Conferencia de las FARC,
efectuada en 1993, el Bloque José María Córdoba tenía la tarea de
bloquear las vías de acceso a Medellín (CNMH, 2014), por lo tanto, uno
de sus principales objetivos era el control de la autopista.

3) La guerra fue librada en buena medida con gente de la propia zona


Para desarrollar su capacidad militar, los bandos acudieron a diversas
estrategias de vinculación a sus filas; mientras que las FARC y el
Ejército Nacional priorizaron el reclutamiento forzado, el ELN
implementó una relación de cercanía con la población, de forma tal que
la incorporación a sus filas pasaba por un conocimiento de la familia y
del entorno del militante, y buena parte de los combatientes era de la
propia región (García de la Torre y Aramburu, 2011, página 66).
Las FARC, pero sobre todo el ELN, le apostaron a mantener a algunos
de sus militantes como milicianos en su propia zona de residencia, al
tiempo que el Ejército decidió reclutar jóvenes campesinos bajo la
misma lógica, en lo que se llamó los “soldados de mi pueblo” o
“soldados campesinos”. La política de Seguridad Democrática agudizó el
involucramiento de la población a partir de estrategias como la
conformación de redes de informantes, el reclutamiento de soldados
campesinos y la extensión del servicio militar a sectores en condiciones
de vulnerabilidad (Medina, 2010, página 961).
Esta práctica posibilitó que los bandos tuvieran acceso a la identidad y ubicación,
no solo de los combatientes, sino también de su grupo familiar, con lo que la
presión se trasladó a este último, ocasionando un sinnúmero de homicidios
selectivos, desplazamientos y otras violaciones a la dignidad humana, motivados
por los vínculos de sangre o de afecto. Situación que también facilitó la estrategia
de contraguerrilla basada en promover la deserción, mediante la amenaza a las
familias, parientes o amigos más cercanos, se obligó a algunos guerrilleros a
abandonar las filas insurgentes y a servir en las del Ejército o con los
paramilitares como informantes.
Por su parte, la guerrilla convirtió en blanco de sus amenazas y ataques a las
familias de los soldados campesinos, algunas de las cuales fueron víctimas de
desplazamiento o de confinamiento por parte de este actor armado.

4) Granada se ganó la reputación de ser un “nido de la guerrilla”


El municipio de Granada, y en particular su corregimiento, llegaron a ser
reconocidos públicamente como fortines guerrilleros. Desde Santa Ana,
el ELN y las FARC anunciaban sus estrategias, allí se produjeron varios
dispositivos de liberación de policías y militares retenidos, así como el de
los funcionarios de la OEA y de la Gobernación de Antioquia,
secuestrados por el ELN en 1997.
La guerrilla del ELN había alcanzado una posición de legitimidad
construida a lo largo de una década, a partir de ejercer como autoridad
reguladora de las relaciones sociales (especialmente en asuntos
relacionados con la tramitación de conflictos familiares o vecinales y
fiscalización del uso de recursos comunitarios), lo que le permitió
consolidar su presencia en buena parte de los espacios de la vida
comunitaria y familiar.
A través de los medios masivos de comunicación se mostró un territorio
en el que la guerrilla operaba abiertamente, por lo que la estrategia
militar y paramilitar se concentró en desalojarla y en tomar posesión
como símbolo de victoria. La amenaza paramilitar de tomarse a Santa
Ana como parte de la estrategia fijada por Carlos Castaño para derrotar
a la guerrilla fue anunciada públicamente en septiembre de 1998
mediante volantes que se arrojaron desde un helicóptero que sobrevoló
la Cuenca Calderas y, secundada desde la Gobernación de Antioquia,
con el anuncio del aumento de pie de fuerza militar en octubre de ese
mismo año (El Colombiano, 28 de octubre de 1998, página 2A).
En entrevista a los medios de comunicación el jefe de las AUC, Carlos
Castaño, explicó con detalles la intención de quitarle espacios a la
guerrilla en esta zona, donde ejercía un efecto desestabilizador por las
acciones de sabotaje que desarrollaba en la vía Medellín-Bogotá y los
ataques a la infraestructura eléctrica. Explicó que con dicha finalidad fue
enviada una gran cantidad de combatientes procedentes del Urabá y
Medellín, además de los que se reclutaron oriundos de la región (Tribunal
Superior, julio 2012). Como se describe en el capítulo siguiente, para la
población este constituyó un hecho determinante y es entendido como “el
inicio de la guerra de verdad”.
Desde la Gobernación de Antioquia se reforzaba permanentemente el
estigma de Granada como pueblo guerrillero, no solo a través de las
declaraciones públicas sino también desde las medidas de fuerza
propuestas, que incluyeron el anuncio de la designación de un alcalde
militar cuando los candidatos a la alcaldía, amenazados por las FARC,
decidieron renunciar a su postulación (El Colombiano, 3 de septiembre de
1997, página 12).
4) “Quitar el agua al pez”
La fuerza pública y los grupos paramilitares implementaron sus
operativos bajo la premisa de que la población campesina era la base
guerrillera, por lo que sus métodos propiciaron la sustracción de aquella
del territorio, ya fuera por eliminación o por desplazamiento.
Este juicio fue mutando y generando fractura en la población y en los
territorios a medida que avanzaba la confrontación armada. Para el
momento de la masacre ejecutada en noviembre del 2000, se
consideraba a toda la población de Granada como guerrillera; pero
cuando los paramilitares tomaron posesión de la cabecera municipal
esta imputación se diversificó: mientras los habitantes del casco
urbano fueron señalados por las guerrillas de ser afectos a los
paramilitares, los campesinos siguieron siendo tildados por Ejército y
paramilitares de ser las bases sociales de la guerrilla.
La estrategia contrainsurgente, así basada en “quitarle el agua al pez”,
se profundizó con el bloqueo de alimentos y medicamentos impuesto a
la zona rural, adicional a la agresión permanente a los campesinos para
obligarlos a abandonar sus tierras; al tiempo que la guerrilla, decidida a
castigar la connivencia de fuerza pública y paramilitares en la cabecera,
alcanzó su mayor nivel de afectación a la población con la incursión y el
ataque al comando de Policía, que terminó en la destrucción de buena
parte de la zona urbana.
El método de presionar a la población fue asimilado también por la
guerrilla que en muchas ocasiones acudió a la amenaza y agresión
contra los pobladores que podrían ser afectos o cercanos a los
paramilitares o el Ejército. Los bandos en contienda en el oriente fueron
acentuando su presión sobre la población a tal punto que puede
afirmarse que buena parte de sus acciones se dirigieron contra civiles,
quienes finalmente son la mayoría de las víctimas. En efecto, según el
PNUD (2010, página 34), entre 2000 y 2004 en el oriente antiqueño “se
cometieron 46 masacres en las que murieron 248 personas. Se
registraron 56 desapariciones y 33 casos de torturas. La mayoría de las
víctimas fueron de la población campesina: 651 fueron asesinados, 18
sufrieron ejecuciones extrajudiciales y 85 murieron en masacres, casi
todos estos hechos realizados en zonas rurales de los municipios de la
región”.
5) Las FARC-EP y el ELN chocaron por su táctica militar
Mientras que para las FARC-EP la zona era de concentración de tropas,
lo que demanda baja confrontación, para el ELN el momento era de
guerra de guerrillas, modalidad en la que se priorizan las acciones
ofensivas permanentes con pequeños comandos que se camuflan con la
población. “La expansión geográfica y el crecimiento militar de las FARC
se hicieron evidentes en la segunda mitad de los noventa, en la que
incluso intentaron pasar de una guerra de guerrillas a una de
movimientos” (CNMH, 2014).
Esta diferencia hizo que las FARC debieran soportar los operativos de
contraguerrilla que se desataban en persecución de alguna pequeña
comisión “Elena” que atacaba la autopista o derribaba torres eléctricas, y
produjo choques armados entre las organizaciones guerrilleras, que no
solo agravaron el escenario de guerra sino que también produjeron
graves afectaciones a civiles. La presión sobre las juntas comunales y
espacios comunitarios para alinearse en favor de alguna de las fuerzas
contribuyó innegablemente a la diáspora que dejó como resultado el
despoblamiento de gran parte de la zona rural del municipio.
En este choque de propósitos militares también se configura una
diferencia en la relación con los habitantes del territorio. En la guerra de
posiciones21 el crecimiento militar es imperativo, con lo que el
reclutamiento y el aprovisionamiento de los ejércitos se convierten en
una prioridad, que gravita nuevamente sobre la población campesina y
explica la mayor presión de las FARC para que las familias rurales
participaran de una u otra manera como militantes guerrilleros.

21 Guerra de posiciones: término utilizado para caracterizar una fase avanzada de la confrontación armada
basada en un despliegue de fuerza militar en capacidad de realizar operaciones de envergadura destinadas a
infligir una derrota estratégica al enemigo.
6) La presión por resultados en la protección de la infraestructura degeneró en
crímenes contra la población
La presión para garantizar la seguridad de la infraestructura eléctrica
llevó a una estrategia combinada militar-paramilitar de enorme impacto
humanitario. Al tiempo que los bloques ilegales asesinaban a indefensos
pobladores por cada torre derribada, el batallón destacado para esta
zona, el de artillería “Coronel Jorge Eduardo Sánchez” BAJES 4, de la IV
Brigada, terminó siendo uno de los más comprometidos en las
ejecuciones extrajudiciales atribuidas a la fuerza pública en la zona
(HRW, 2015).
Al igual que en otros componentes de la contrainsurgencia, el afán de
protección de la infraestructura hidroeléctrica también coincidió con los
propósitos paramilitares, quienes sentenciaron que “por cada torre de
energía que derribe la guerrilla, serán asesinados diez campesinos en el
oriente antioqueño” (Noche y Niebla, 22 de diciembre de 1999) amenaza
que, como lo narran los pobladores en los ejercicios de memoria
realizados, se concretó con la ejecución de unos jóvenes recicladores de
cable de las torres de energía derribadas y en torno al cual se desarrolló
toda un actividad comercial; y, de ahí en adelante, a través de una serie
de homicidios selectivos asociados con la voladura de torres.
7) La guerrilla acorralada eleva la represión contra los habitantes
La retoma militar-paramilitar del oriente antioqueño empezó en la zona
de altiplano y se fue cerrando sobre las zonas de retaguardia de la
guerrilla, dentro de las cuales estaba Granada. La presión militar sobre
la autopista Medellín-Bogotá posibilitó la penetración paramilitar desde
El Santuario y Cocorná, con retenes fijos que inician en Santuario y se
desplazan por la vía a Granada, en el Alto de El Palmar, El Cebadero,
en las partidas a Cocorná con Granada y, finalmente la cabecera
municipal. Es decir, cuando la guerra llega a Granada ya ha avanzado
en otros municipios y parajes del vecindario, por lo que la combinación
de Fuerzas Militares–paramilitares tiene más capacidad de presión
sobre los campamentos y concentraciones guerrilleras.
Esta situación obliga a los insurgentes a defender sus posiciones, por lo
que se concentran en la imposición de medidas represivas contra la
población, tales como reclutamiento, homicidios y desplazamientos. Esto
marca una sustancial diferencia en las relaciones guerrilla-población y
acentúa la dinámica de afectación generalizada a la vida cotidiana por
parte de todos los actores armados.

8) La salida política versus la salida militar


La posibilidad de que en Granada y sus alrededores se definiera un
despeje para los diálogos con el ELN, hacia finales de los noventa, lo
convirtió en laboratorio para confrontar dos modelos de salida al conflicto
armado: el de los diálogos regionales, los acuerdos humanitarios y la
Convención Nacional, versus el de las Convivir, los alcaldes militares y
la “seguridad democrática”.
En efecto, teniendo como antecedente el convenio para humanizar la
guerra pactado en julio de 1994 con el gobierno de Ernesto Samper “en
el cual se propugnaba un acuerdo de humanización de la guerra entre
el Estado y la insurgencia que preservara a la población no involucrada
en las hostilidades” (Medina, s.f., página 603), el ELN propugnó por
acuerdos humanitarios y una zona desmilitarizada para implementar la
Convención Nacional, como una gran concertación social sobre los
principales problemas del Estado.
Siendo el Frente Carlos Alirio Buitrago una de las estructuras más fuertes
del ELN y ante el contundente rechazo manifestado en el sur de Bolívar a
la posibilidad de un despeje allí, se contempló el oriente antioqueño como
tentativo escenario regional de paz. La propuesta tuvo eco entre los
alcaldes de la subregión, en la Gobernación de Antioquia y en la Diócesis
de Sonsón-Rionegro, quienes en conjunto y con apoyo de sectores
sociales lideraron un amplio movimiento por la humanización y la salida
negociada del conflicto armado.
En medio de una importante gestión de la sociedad civil por la paz y
teniendo como fondo el proceso de negociaciones con las FARC-EP en
El Caguán22, la región se convirtió en epicentro de la acción en favor de
los diálogos regionales y los acercamientos humanitarios. Ante el
incremento de las hostilidades y luego de soportar varios secuestros por
la guerrilla y la amenaza para impedir el ejercicio de sus funciones, los
mandatarios locales decidieron gestionar directamente la humanización
del conflicto y entrar en contacto con el ELN y las FARC-EP. De ahí que,
en 2001, los 23 alcaldes del oriente conformaran el Consejo Subregional
de Alcaldes y, acompañados por la Gobernación de Antioquia, lideraron
un movimiento encaminado a pedir a los actores armados ilegales que
cesaran sus ataques a la población (PNUD, 2010, página 20).
En el marco de los acercamientos humanitarios de estos alcaldes con
los grupos armados, se impulsó un pacto político territorial por la
humanización de la guerra, una propuesta que fue apoyada por el
gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria Echeverry, en su “Plan
Congruente de Paz”, y en la que se manifestaba la responsabilidad de
los mandatarios del oriente en la protección de los derechos humanos
de la población, buscando mediante ello “la recuperación de la
gobernabilidad y la construcción de una agenda regional para el
desarrollo y la paz” (PRODEPAZ).
En los municipios del oriente se consolidaron las Asambleas
Constituyentes23, que dieron base a la Asamblea Provincial, como

22 Entre junio de 1998 y febrero de 2002 el Gobierno nacional y las FARC-EP sostuvieron negociaciones de
paz en San Vicente de El Caguán (Meta).
23 El conocimiento de las experiencias de asambleas constituyentes realizadas en los municipios de Mogotes,
y de Tarso sirvió de referencia para el impulso a un proceso constituyente en el oriente antioqueño. El 14 de
septiembre de 2002, en Marinilla, se llevó a cabo una Asamblea Regional Constituyente. Luego se realizaron
otras ocho asambleas más, en las que congregaron diversas organizaciones sociales, gremiales, de género,
políticas, cívicas y territoriales, a los representantes de la comunidad ante los organismos de concertación, y a
los ciudadanos y ciudadanas independientes pero interesados en la buena marcha de los asuntos públicos del
municipio, a la construcción de un consenso en torno a los acercamientos humanitarios, hacia una cultura de
escenario participativo de amplia representación para la gestión del
desarrollo y la superación del conflicto armado. Esta estructura sirvió de
base al Plan Congruente de Paz y a la Asamblea Constituyente de
Antioquia, del gobernador Guillermo Gaviria Correa, al tiempo que fue un
importante escenario en el tratamiento de algunas situaciones de crisis
humanitaria e institucional. Desde estos espacios se propiciaron
acercamientos con los actores armados y se acompañó a los alcaldes en
su gestión por la humanización.
En parte como resultado de esta iniciativa, se dio un “proceso amplio de
participación ciudadana en favor de la superación del conflicto en el cual
se destacó el papel activo y las respuestas organizadas de sectores
sociales e institucionales para lograr la humanización del mismo y la
configuración de un ‘Laboratorio de paz’ mediante el desarrollo
sostenible” (Prodepaz y otros, 2003). Por ser justamente epicentro del
conflicto armado, Granada fue sede de los principales eventos de
encuentro con el Gobierno central y la comunidad internacional en la
ruta de implementación de esta estrategia de paz.
Lo ocurrido en este municipio no se explica solo desde la acción de los
actores armados sino también desde la organización y la iniciativa de su
población, dispuesta a gestionar la terminación pacífica del conflicto
armado y la superación de los impactos de la guerra. Actuando hacia
afuera, en la perspectiva regional a partir de su liderazgo en la gestión
del Segundo Laboratorio de Paz de la Unión Europea; y hacia adentro,
en la articulación institucional y sectorial de su Comité Interinstitucional,
los líderes y la población de Granada implementaron alternativas
sociales y políticas que contribuyeron a aminorar los impactos de la
crisis humanitaria. Acciones como la reconstrucción después de las
tomas armadas por parte de las FARC, la realización de jornadas por la

paz y convivencia, la planeación participativa y la autonomía de la región como camino para una solución integral
a la guerra que azotaba al oriente (Jaramillo, 2007).
vida y contra la guerra, la asistencia humanitaria a las víctimas de
desplazamientos o masacres, entre otras, fueron un soporte
fundamental para la población durante y después del conflicto armado.
Pero la gestión en favor de la salida negociada no fue aprobada por el
Gobierno nacional y recibió un contundente rechazo por parte de los
paramilitares. Los alcaldes fueron judicializados y sometidos a procesos
disciplinarios; entraron en acción siete batallones y un comando aéreo, y
los paramilitares llegaron a romper toda la dinámica de acercamientos
humanitarios y movimiento por la paz, con amenazas a líderes y
funcionarios, el secuestro de los alcaldes y la negativa a cualquier
acuerdo de distensión o diálogos regionales.
Las guerrillas incrementaron su accionar militar, las FARC para mejorar
sus condiciones en El Caguán y el ELN para demostrar la fuerza que le
haría acreedora a un despeje; con lo que en la zona se instaló la acción
radical de todas las partes en contienda, asfixiando progresivamente los
esfuerzos por la paz que desde la sociedad y algunos sectores de la
institucionalidad pública se hacían en la región, teniendo como epicentro
al municipio de Granada, ya que su corregimiento se había convertido
en el eje para los contactos con las guerrillas y para acuerdos
humanitarios tan importantes como la liberación de uniformados24.
La presión sobre los alcaldes hizo que finalmente desistieran de su gestión
humanitaria y el escenario de guerra se consolidó en este territorio en
2002 con el fin del proceso con las FARC y la llegada de Álvaro Uribe
Vélez a la presidencia, que con su modelo de “seguridad democrática” no
dejaba espacio al movimiento por la paz. La acción alternativa a la guerra
se concentró en el Laboratorio de Paz de la Unión Europea, pero ya no
como acción política por la paz sino como plan humanitario para mitigar
los impactos de la confrontación. Los mandatarios locales siguieron

24 En junio de 2001 la región fue escenario de los acuerdos humanitarios con las FARC, en virtud de los cuales
se devolvió la libertad a 363 uniformados: 26 policías fueron entregados en Santa Ana (El Mundo, 1° de julio de
2001, página 12).
actuando como Consejo Subregional de Alcaldes pero reducidos cada vez
más a la discusión sobre la ejecución de los proyectos del Laboratorio de
Paz bajo el liderazgo de Prodepaz, al tiempo que las asambleas
constituyentes entraron en crisis luego del declive sufrido por el proyecto
departamental de desarrollo ante el secuestro del gobernador Guillermo
Gaviria Correa y su asesor de paz Gilberto Echeverry Mejía, en abril de
2002, por parte de las FARC.

9) El Comité Interinstitucional como estrategia social y política del conflicto


armado
Granada también fue escenario de una experiencia inédita de
organización de instancias civiles e institucionalidad pública que tuvo
participación activa e incesante durante el conflicto armado, logrando
convertirse en referente de respuesta conjunta y como llamado a la
opinión pública y al Gobierno sobre la situación de la violencia en el
municipio.
El Comité Interinstitucional surge desde antes del conflicto armado para
trabajar en temas relacionados con el desarrollo local como el suministro
de agua potable, la realización de proyectos productivos, entre otros.
Años después, cuando los actos de guerra golpearon a la población civil,
el Comité Interinstitucional vuelca su actividad para enfrentar los efectos
del conflicto armado a manera de resistencia ciudadana: realizan
llamados a todos los actores amados para detener la confrontación
armada, reivindican la neutralidad de las instituciones locales y la
vulnerabilidad de la población civil; convocan jornadas para afrontar el
miedo y acompañar a la población; exigen presencia del gobierno
departamental, municipal y de organismos de internacionales para la
defensa del territorio y su población. Posteriormente comienza a
congregarse en una lógica de política pública, específicamente para la
atención a las víctimas, y finalmente, retoma sus actividades centrando
su accionar en iniciativas de desarrollo para el municipio, pero ahora con
enfoque de reparación y reconstrucción.
Allí confluyen diversidad de instituciones, públicas del nivel local, como la
alcaldía municipal y sus secretarías y otras del nivel departamental y
nacional con presencia en el municipio; también instituciones de la
sociedad civil, por ejemplo, la Iglesia Católica a través de sus sacerdotes
(pero a nivel institucional muy especialmente a través de Pastoral Social),
organizaciones de mujeres, y de sectores privados como las cooperativas,
los comerciantes, entre otros (PNUD, 2010).
Hay diversos proyectos que han marcado de manera significativa la vida
del Comité Interinstitucional en el municipio, el primero fue la
construcción del acueducto en la zona urbana, con dicha iniciativa se
crea el Comité Interinstitucional para mediados de los años ochenta. Sin
embargo, la acción emblemática del mismo es la reconstrucción física de
la cabecera municipal luego de la toma armada por parte de las FARC en
diciembre de 2000, con la cual obtuvo un reconocimiento por parte de la
Fundación Corona, el Banco Mundial, el Departamento para el Desarrollo
Internacional del Reino Unido, Universidades y Centros Regionales de
Investigación, como la segunda experiencia más exitosa del país dentro
de 73 iniciativas participantes (Jaramillo, O., 2003).
Pero fueron los años de mayor intensidad del conflicto en los cuales la
labor del Comité Interinstitucional fue persistente, relevante e incesante
para denunciar las acciones de guerra y los abusos por parte de todos
los actores armados: mediante la utilización de comunicados públicos el
Comité exigió respeto a la población granadina y respuestas de
instancias nacionales, y pidió a los grupos armados cesar con los
ataques y vulneraciones en contra de la población civil; demandó la
humanización del conflicto armado y la ayuda para contrarrestar los
efectos de la guerra sobre la población25.

25 En el capítulo 4 se detalla el conjunto de acciones realizadas por esta instancia.


Los diez factores enunciados explican en buena medida las características del
contexto local que influyeron en el conflicto armado, en sus modalidades y lógicas.
Como fue evidente en los resultados trágicos sobre la población, la
institucionalidad y el territorio de Granada, el trámite del conflicto se determinó por
la confrontación armada pese a los esfuerzos hechos desde su gente para evitar
el previsible impacto. La estrategia paramilitar y de Seguridad Democrática logró
efectivamente desalojar a las guerrillas del territorio y tomar el control por parte del
Estado. Pero el mayor costo lo pagó la sociedad civil. En el siguiente capítulo
describiremos, en detalle, las dinámicas del conflicto armado a través del tiempo,
las acciones estratégicas de los diferentes grupos armados y sus impactos en la
población y el territorio.
2 De la violencia a la guerra de
verdad
La memoria de la guerra en Granada remite por lo menos a tres décadas atrás,
desde mediados de los ochenta hasta el primer quinquenio del 2000. Las
narraciones de la población y los datos históricos tejen una línea de tiempo que
permite, de entrada, varias comprensiones:
1. que no siempre hubo guerra; que hubo un tiempo en el que, a pesar de que
había presencia de grupos armados (1985-1996) eso no significó
confrontación armada, aunque sí, una violencia silenciosa que laceró día
tras día la libertad y la autonomía de la población;
2. que a través del tiempo, los actores armados que la alentaron no siempre
fueron los mismos, hubo relevos en el protagonismo y mutaciones en todos
ellos: al comienzo las guerrillas, luego los paramilitares, después el Ejército;
3. que si bien hay prácticas que caracterizan más a unos que a otros, todos
acudieron al exterminio, control y vejación a la población;
4. también, que aunque se trata de una larga guerra, hay un periodo más
álgido (1997-2002) y picos más altos (1998, 2002) donde esta situación
dejó sin respiro a la población, como también momentos donde la
confrontación abierta y su impacto comenzó a atenuarse (2005 en
adelante);
5. que lo que sucedió en Granada se relaciona de manera directa, tanto en
términos del contexto explicativo, como vimos en el capítulo anterior, como
de las dinámicas de la guerra, con lo que pasa en la región del oriente
antioqueño pero también con dinámicas nacionales: la decisión estratégica
de expansión de las guerrillas hacia zonas integradas de la economía, el
impacto del devenir de los diálogos para la negociación del conflicto armado
entre las guerrillas y los gobiernos desde 1984 hasta el rompimiento de los
diálogos de las FARC en El Caguán en 2000; la negociación y
desmovilización de los grupos paramilitares en 2005, y la implementación
de la política nacional de Seguridad Democrática a partir de 2002
(González, 2014).
Teniendo en cuenta estas consideraciones, este apartado presenta las dinámicas
del conflicto armado en Granada a través de una línea de tiempo en la que pueden
advertirse por lo menos tres periodos marcados por el tipo de actores, las
estrategias de confrontación armada, por la relación establecida con la población y
por el impacto en el territorio. El primero, antes de la guerra, entre 1980 y 1996,
caracterizado por la hegemonía guerrillera. El segundo, “la guerra de verdad”,
entre 1997 y 2004, de abierta disputa entre los grupos guerrilleros, la fuerza
pública y los grupos paramilitares por el control total del territorio, es el periodo
sobre el que más información hay y es el eje de este capítulo. El tercero, después
de la guerra, de 2005 en adelante, periodo que se caracteriza por un progresivo
desescalamiento del conflicto armado, control del territorio por parte del Ejército y
avances en el proceso de reconstrucción y visibilización de los impactos del
conflicto armado en la población y el territorio.

2.1. Antes de la guerra (1980-1996): la hegemonía


guerrillera
El inicio de este periodo lo marca la llegada y el arraigo del ELN al sector rural,
principalmente en el corregimiento Santa Ana y el apoyo y poderío que adquirieron
gracias, entre otras cosas, a la precaria presencia del Estado en el territorio. El
contrapeso a este poder lo ponen las FARC con su llegada en 1987 con un estilo
más fuerte y militarista; una guerrilla que, en contraste con el ELN, no se arraigó
en el territorio que ocupó y controló.
El momento más fuerte de este periodo según la población, fue en 1988, tras la
incursión armada que realizaron miembros del ELN y las FARC en nombre de
la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, una acción que dejó devastado al
pueblo y evidenció su capacidad para ejercer violencia en múltiples formas. El
desenlace del periodo está marcado por la consolidación del dominio territorial
por parte de los grupos guerrilleros. Aunque hubo quienes simpatizaron con
estos actores, sus prácticas, especialmente la extorsión y el secuestro, se
convirtieron en la razón de distanciamiento y oposición y fue el motivo para que
una parte de la población viera con simpatía la llegada de las AUC, presencia
que empezó a advertirse también a mediados de los noventa. Como se observa
en la gráfica 3, el desplazamiento y el asesinato son las modalidades de
violencia características de este periodo:

Gráfica 3. Hechos victimizantes en el municipio de Granada en el periodo 1985-1996

Fuente: elaboración propia con datos del RUV (Registro Único de Víctimas). Actualizado al 1° de junio de 2016 26

26 Como se planteó en la introducción, las cifras de la UARIV no pueden leerse en relación con el total de
personas victimizadas. No obstante, se acude a ellas puesto que permite apreciar las tendencias de hechos
victimizantes en relación con los periodos analizados.
2.1.1. Inserción y consolidación de poder de “Los Elenos”
Los ochenta son los años de mayor expansión del dominio guerrillero en
Colombia27. Las FARC, el ELN, el M-19, el EPL, el Quintín Lame, hacen presencia
bajo diferentes modalidades en diversos territorios y crecen de manera
exponencial tanto en número de frentes como en ocupación de territorios28. La
creación en principio de la CNG (Coordinadora Nacional Guerrillera) (1985), y
luego, la CGSB (Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar) (1987) fueron expresión
de este fortalecimiento.
La ubicación de centrales hidroeléctricas en la subregión de embalses del oriente
antioqueño –como se explicó en el capítulo anterior– subyace al conflicto armado
que se dio en este periodo en esta región, aunque con algunos matices según la
subregión. En las localidades en las que estos megaproyectos se asentaron hubo
un rechazo casi generalizado, primero por la consecuencia inmediata de desalojo
forzado para un sector importante de la población; segundo, por el bajo nivel de
consulta y participación que tuvieron; y tercero, por los pocos beneficios
económicos y sociales que esto representó para las localidades, caracterizadas
por altos niveles de pobreza.
Como consecuencia, en Marinilla, El Peñol, Guatapé, San Carlos y municipios
aledaños, se conformó el Movimiento Cívico del Oriente, una de las principales
expresiones de movilización social y política en el país hasta mediados de los
ochenta (García, 1994; Novoa, 2009). Como lo han señalado otros estudios, este
Movimiento se convirtió en un factor de atracción para las guerrillas que vieron allí
una oportunidad para avanzar en la ocupación de territorios clave en la economía
del país con la meta de capturar los recursos derivados de la explotación de sus
riquezas naturales, así como de canalizar el descontento popular y apropiar
algunas de sus reivindicaciones (Grupo de Memoria Histórica, 2011, página 45).

27 Dicho auge estuvo precedido en el caso de las FARC por una primera fase de expansión que abarca los
años 1977 y 1982 y en la cual se dieron los primeros pasos para el tránsito de una guerrilla partisana y a la
defensiva hacia una guerrilla ofensiva (González, Bolívar y Vásquez, 2002, página 54).
28 Este crecimiento en buena medida se da en relación con las negociaciones propuestas por Belisario
Betancur en 1984. Se calcula que entre 1981 y 1986 los dos frentes del EPL se convirtieron en doce, el ELN
aumentó de tres a diez y las FARC de diez a 31 (Echandía, 2006, citado por González, 2014, página 391;
Pécaut, 2008, páginas 46-50).
Sumado a esto, la quebrada topografía de espesos bosques, la nutrida
disponibilidad de alimentos, la existencia de gran número de organizaciones
sociales activas y afines a reivindicaciones sociales y su ubicación en un corredor
estratégico para los distintos frentes entre el Eje Cafetero, el Magdalena Medio y
el nordeste antioqueño, constituyeron el escenario más propicio para que, a
inicios de los años ochenta, incursionara el ELN y luego las FARC.
El ELN tuvo en el oriente antioqueño uno de sus nichos estratégicos. Su
principal foco de interés estuvo en el corredor formado por la zona de la
autopista Medellín-Bogotá (zona centro-oriental), la zona de los embalses
(nororiente de la región) y los municipios de “frontera” entre estas subregiones
periféricas y el “altiplano” cercano a Medellín, tales como San Vicente, El
Santuario, El Carmen de Viboral y La Unión 29. Con la puesta en marcha de sus
frentes guerrilleros, el Carlos Alirio Buitrago y el Bernardo López Arroyave30, el
ELN logró consolidarse de forma tal que cuando se fundó la Coordinadora
Guerrillera Simón Bolívar, en 1987, sirvió de soporte para la avanzada de las
FARC en la región.
El Frente Carlos Alirio Buitrago del ELN en principio adoptó una presencia discreta
en Granada, en veredas de la cuenca Calderas, pero sobre todo en el
corregimiento de Santa Ana que sirvió como centro de operaciones. Su ubicación
geofísica y boscosa, sumado a una precaria presencia de Fuerzas Militares que se
agudiza con la retirada de la estación de Policía del corregimiento en 1983, más la
existencia de un sistema vial que se había construido durante el proceso de
colonización y expansión que comunicaba el municipio con San Carlos, San Luis y
Cocorná fueron factores que facilitaron este asiento (Arboleda, 2012; Grisales,
2012).

29 La presencia del ELN es también el resultado de la Conferencia nacional “Héroes de Anorí” realizada en
1983 y en la que se declara superada la crisis que casi lleva a la extinción de este grupo hacia finales de los
años ochenta. En esta se propone ampliar y profundizar el trabajo de masas, estrechar las relaciones campo-
ciudad y de manera especial, la guerra de guerrillas como la estrategia que permitiría materializar el modelo de
revolución por el que se optaba: La Guerra Popular Prolongada. Ver: Medina, 2010, páginas 257-358.
30 Sobre la historia de los hermanos Alirio Buitrago y Bernardo López Arroyave que dan origen al nombre de
estos frentes, ver: Gómez, Juan Alberto, 2012, Entre tarde y noche.
La estrategia del ELN estuvo enfocada, en primer lugar, en permear las
dinámicas sociales y políticas. Esto les permitió, como se describe en el
siguiente relato de un campesino de la Cuenca de Calderas, pasar de ser
externos a ser percibidos como parte de la comunidad, de sus dinámicas y vida
cotidiana.

Al comienzo empezó a llegar gente extraña a la vereda, llegaron unos muchachos, decían
que venían de allá abajo de San Carlos y primero llegaron supuestamente a trabajar en
una finca al otro lado del río [Calderas], ellos llegaron y ellos no molestaban a nadie, sino
que al cabo del tiempo ellos empezaron a hacer amigos en la vereda, a entrevistarse con los
jóvenes y a enterarse de todo, ellos iban enterándose de todo lo que pasaba… Vivían
dentro de la comunidad, dialogaban con la gente, pero la gente no imaginaba quiénes eran.
Llegaron supuestamente a trabajar por la vereda, llegaban y ocupaban una casa,
empezaban a trabajar en la finca, eran normales, como jornaleros (CNMH, mujer, Cuenca
de Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).

Desde su llegada al corregimiento de Santa Ana, esta agrupación utilizó


estrategias para ganar adeptos en la población: “empezaron a conquistar a las
personas siendo muy amables, regalando mercados y plata para suplir las
necesidades básicas de salud y otras”. Era tal el grado de compenetración que
ellos, los miembros del ELN:

(...) iban a la discoteca y allá nos emparrandábamos con ellos y ellos con uniforme,
pasábamos rico. A ellos se les pedía, por ejemplo, que vamos a hacer una actividad con
la gente, con los jóvenes, nos daban marrano. Campeonatos, una vez hicimos uno de
voleibol relámpago, también los metíamos, ellos se integraban con la comunidad,
participaban de las actividades (CNMH, mujer, entrevista, agosto de 2013).

Al mismo tiempo comenzaron a realizar acciones de intermediación en la solución


de conflictos cotidianos con lo que adquirieron aceptación y reconocimiento social.
Esto favoreció un ambiente de permisividad frente a acciones militares que, como
el asalto de carros distribuidores de alimentos, no tuvieron ninguna sanción y, por
el contrario, reforzaron la idea de que se trataba de una guerrilla cuya presencia
favorecía a la población, tal y como relata este poblador:
ellos disponían de todo, a la larga ellos tenían el control absoluto de todo y fuera de
eso el control territorial, político, religioso, ellos resolvían problemas de matrimonios, de
gallinas, todo, problemas de familia, si usted era mujer y recibía una pela del marido se
quejaba con ellos y ellos sancionaban esas cosas, ellos asumieron un control total de la
vida de la gente. Este es un sitio muy estratégico para ellos, de aquí controlan la autopista
Medellín-Bogotá, ellos cuando querían cerrar la autopista la cerraban y por ahí entraron
carros, cosas y se mantenían equipados con muchos vehículos públicos, taxis,
camionetas, salían a la autopista y por ahí por esa zona las entraban y por ahí entraban
comida, salían a la carretera y paraban una jaula con arroz y la subían y en Santa Ana lo
repartían y por aquí también, pero aquí la cosa se puso más difícil porque cuando esas
cosas se presentaban, cuando atacaban esos carros, el del chocolate, el del café, de las
pastas, de la gaseosa y esos camiones de empresas distribuidoras los cogían allí y los
subían, eso se lo repartían a todo el mundo y los carros que se llevaban a veces los
tiraban a las quebradas (CNMH, hombre, entrevista, agosto 2013).

Es importante señalar que esto se daba especialmente en el sector rural. Los


campesinos durante muchos años dieron reportes de tranquilidad y comodidad
con su presencia pues claramente ellos llenaban un vacío de orden y control. La
oferta de seguridad y su capacidad de intervención en la solución de conflictos
cotidianos fue por muchos años el eje de su legitimidad. Aun cuando esto
representaba en muchos casos asesinatos selectivos u órdenes de destierro
contra sus propios paisanos:

Los domingos que salían los campesinos al pueblo uno les preguntaba que si era
verdad que se había metido la guerrilla y ellos decían que sí, que estaban muy contentos
porque estaban haciendo perder los ladrones y que no le estaban haciendo daño a nadie.
Los campesinos venían tranquilos para el pueblo porque no les robaban sus cositas,
podían dejar su cafecito, todo lo producido porque no les robaban, no se perdía nada y
anteriormente todo se lo robaban. Antes de que llegara la guerrilla, en todas las veredas
había muchos ladrones y a los campesinos les daba miedo dejar la casa sola porque les
robaban el radiecito, la grabadorcita, todo lo que fuera, café… y cuando comenzaron los
grupos subversivos lo primero que hacían era terminar con los ladrones, les daban un
ultimátum para que se fueran (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 2
de julio de 2014).
En los relatos de la población es claro que la hegemonía guerrillera fue posible
porque no hubo contradictor alguno, se trataba, como algunos dicen de “un
territorio virgen” que aprovechó la débil presencia de las instituciones estatales –
policiales, civiles y judiciales– para copar un espacio de regulación y ordenamiento
social que otorgó legitimidad a su accionar; durante varios años fue un poder real,
sin disputas.

[la guerrilla del ELN entró] como salvador, es decir, el Estado no sabía cumplir con sus
funciones, lo que digo es: en una cuestión tan sencilla como un lindero, violencia
intrafamiliar, todas esas cosas, como el Estado no lo hacía, llegó como salvadora, llegaron
a una tierra virgen donde no tienen contradictores entonces la labor podía ser muy
relajada, tan relajada que tenían tiempo, primero lo militar era tan relajado, ¿cuánto hace
que en Santa Ana no había Policía? muchos años; en Granada la Policía cada vez se fue
recogiendo más en el comando de Policía, entonces ellos llegan donde no hay
contradictor, no hay quien responda desde el punto de vista militar porque el Ejército no
se veía, no hay quien responda desde el punto de vista de la justicia, porque la justicia no
opera[ba] entonces llegan como salvadores porque llegan a organizar desde el problema
de los linderos, hasta el señor que coge las muchachitas, llegan a organizar todo ese tipo
de cosas y la gente empezó a verlo bien, que es la otra parte y la gente no pensaba en
cierto modo que era una forma de meterse al conflicto, ellos llegaban como redentores
(CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 24 de septiembre de 2014).

Como lo demuestran los delitos registrados desde 1985 (Gráfica 3) no es que en


esta época no hubiese violencia contra la población, es que esta se ejercía no solo
sin contradictores sino, incluso, con una alto grado de complacencia de sus
paisanos. Como diría Kalyvas (2001): violencia en tiempos de paz.

2.1.2. La llegada de las FARC y el contraste con el ELN


Posterior a la llegada y posicionamiento del ELN a Granada, en 1987 hacen
presencia las -FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército
del Pueblo) con los frentes 9o y 47o ubicados estratégicamente en las zonas de
embalses y de bosques. La avanzada de las FARC estuvo proyectada desde la VII
Conferencia del grupo guerrillero realizada en mayo de 1982 en el Meta, donde se
trazó como lineamiento estratégico de la organización la conformación de un
ejército popular (desde cuando se denomina FARC- EP) y una mayor expansión
territorial, lo que contemplaba la región del oriente antioqueño, hasta ahora tenida
como retaguardia de las FARC en Urabá. Su presencia también responde a los
acuerdos de cooperación y alianza realizados en al marco de la CGSB, en este
caso con el ELN, después del rompimiento de los diálogos iniciados con Belisario
Betancur en 1984, hecho que refuerza su enfoque militar (González, 2014,
páginas 380-391).
Las FARC implementaron una estrategia militar dirigida a afectar la infraestructura
de producción eléctrica con ataques a centrales hidroeléctricas y voladuras de
torres de energía y a ganar terreno con la población con pequeñas contribuciones
a obras comunitarias a apoyos económicos a familias específicas (para mercados,
asistencia a enfermos, entre otros). Pero las estrategias que utilizaron para llegar
al territorio no se mantuvieron siempre, las FARC tenían una mayor capacidad
militar y rápidamente se puso en tensión su estrategia de consolidación territorial
con la del ELN, evidenciándose diferencias respecto a la vocación política y las
tácticas militares de ambas guerrillas.
Mientras el ELN contaba con un fuerte raigambre regional al integrar a sus dos
frentes con combatientes “hijos de esta tierra”, esto es, una buena parte
campesinos y líderes cívicos en la región (García de la Torre y Aramburu, 2011,
página 66), las FARC llegó con combatientes, muchos de ellos traídos de la región
de Urabá, operando como “un ejército de ocupación” que sospechaba de toda
actividad que no contara con su aprobación previa (García de la Torre y Aramburu,
2011, página 67). De este modo, la consolidación de las guerrillas del ELN y las
FARC en Granada fue un proceso diferenciado no solo desde el punto de vista
militar, sino sobre todo, desde el tipo de relación que establecieron con la
población. En efecto, las FARC se proyectaron como una guerrilla más autoritaria
y cruel en sus acciones con la población, lo que con el tiempo va a explicar la
resistencia de la población a engrosar sus filas. Las diferencias tempranas entre
FARC y el ELN hacen parte de las narraciones y de las explicaciones que la gente
encuentra al posterior desenlace de la confrontación armada:

Las FARC más militar y beligerante, una línea de mando más radical, más vertical y el
ELN en su estructura era más colegiado, más de concertación, un órgano más consultivo
y más de privilegiar el tema de base, ahí se ven dos proyectos de izquierda totalmente
distintos, el del ELN de hacer un trabajo de acercamiento, de base, de convencimiento
desde los argumentos a la comunidad, frente al proyecto de las FARC que es de
imposición, de autoridad y más de adoctrinamiento desde la fuerza de un fusil o de un
arma más que del argumento (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19
de septiembre de 2014).

Llega el momento en que las diferencias entre estas dos guerrillas eran mucho
más amplias y tenían que ver con la interpretación del tipo de lucha armada, con la
estrategia militar, con la postura frente a los diálogo de paz (Medina, 2010;
González, 2014). No obstante, a la luz de la estrategia de unidad en torno a la
Coordinadora Guerrillera, estas diferencias pasaron a segundo plano. Años más
tarde, sin embargo, llevarán incluso a una abierta confrontación militar.

2.1.3. Año 1988: primera incursión de la CNG (Coordinadora Nacional Guerrillera):


“ahí comenzó el sufrimiento”
Hasta 1988 la violencia ejercida por el ELN y las FARC había sido discreta,
ejercida contra sectores sociales definidos (ladrones, abigeatos, etc.) y usada para
ganarse el beneplácito de la población civil, logrando afianzar el control
hegemónico en las zonas rurales. La situación cambia cuando el 11 de junio de
1988, en una acción conjunta del ELN y las FARC a través de la Coordinadora
Guerrillera Simón Bolívar, deciden llevar a cabo una incursión armada en el casco
urbano. Alrededor de 80 hombres, con armas de corto y largo alcance atacaron la
Caja Agraria, la administración de Rentas Departamentales, una cooperativa
campesina y una agencia de compra de café. En medio de la conflagración,
agentes de Policía dieron de baja a cuatro guerrilleros; y el propietario de la
agencia de compra de café, quien estaba con su esposa y sus dos hijas, fue
herido por la guerrilla al negarse a abrir el local. Entre tanto, otro grupo de
guerrilleros asaltó el hospital y obligaron a sus funcionarios a extraer equipos y
medicamentos del lugar y se llevaron secuestrados al médico director del hospital
San Roque y a la enfermera. La detonación de cargas explosivas y la balacera se
extendieron hasta la madrugada cuando la guerrilla emprendió la huida y llegaron
tropas adscritas a la IV Brigada del Ejército en Medellín a hacer patrullajes en el
casco urbano y rural. Y aunque aquella escena se repetiría constantemente años
después, ciertamente este momento marcaba un quiebre en lo que significaba la
presencia de grupos armados en el territorio.
En la memoria de la población este hecho marca un momento trágico:

desde el año 1988 que fue la primera toma o el primer daño que hicieron, hubo una
bomba debajo del Palacio Municipal, esa fue la primera entrada de los subversivos a
nuestro pueblo, de ahí comenzamos el sufrimiento, más aún, de ahí en adelante seguimos
en expectativa, constantemente amenazas, constantemente una cosa y la otra (CNMH,
hombre, Grupo Focal Comerciantes, 4 de septiembre de 2014).

A partir de ese momento, la gente comenzó a saber que “esto era una guerra” y
que lo peor estaba por venir. De aquí en adelante esta sería la relación del ELN y
las FARC con el casco urbano, no de asentamiento, sino de incursión y retaliación.

2.1.4. Consolidación y amenaza del “poder soberano”


Los años noventa son en todo el país el tiempo de mayor incremento de eventos
relativos al conflicto armado. Durante las administraciones de Ernesto Samper
Pizano y César Gaviria Trujillo, la expansión de las guerrillas hacia zonas más
integradas económicamente y hacia cascos urbanos, fue evidente. La VIII
Conferencia de las FARC en 1993 había declarado avanzar en este sentido
mediante la adopción de un plan con metas concretas para la toma del poder
(González, 2014, páginas 399-416; Pécaut, 2008, páginas 55-62). Lo que ocurre
en Granada en este periodo responde a esta nueva dinámica del conflicto armado
nacional y a las condiciones específicas del territorio.
Posterior a la incursión de 1988, las guerrillas acentúan acciones de control y
vigilancia de la población, de las organizaciones y de las instituciones públicas, a
quienes obligaban a rendirles cuentas. Para ese momento, si bien no existía una
injerencia directa de la guerrilla en el casco urbano de Granada, su alcance
llegaba hasta las entradas del municipio, y desde allí coordinaban las citaciones a
las personas por fuera del casco urbano, con el interés de regular todas las
acciones y actores en el territorio.
En 1990 los guerrilleros del ELN y las FARC eran hegemónicos en una buena
parte del sector rural de Granada. Además de asesinatos selectivos, de la presión
a entidades públicas y privadas para la rendición de cuentas, incrementaron los
secuestros, los enfrentamientos con la Policía, realizaron nuevos ataques a la
Caja Agraria –que es cerrada en 1992 por cerca de cinco meses–. Se trata de un
periodo de consolidación del dominio del territorio granadino mediante la
ampliación de redes de apoyo y la búsqueda de fuentes de financiación para el
fortalecimiento de sus frentes guerrilleros. A estas operaciones, en algunos casos
coordinadas en el marco de la Coordinadora Nacional Guerrillera y, en otros,
operadas de manera independiente por cada grupo, se sumó, a inicio de los
noventa, la extorsión a comerciantes y habitantes del municipio con el fin de
obtener recursos para financiar su expansión territorial. Según cuentan, en un
principio una parte de la población asumió esta exigencia como un aporte
voluntario para una causa con la que incluso, algunos dicen haber simpatizado.
Años después, sin embargo, esto se va a convertir en otra más de las razones de
distanciamiento y oposición a este tipo de prácticas y en uno de los argumentos
para que, un sector de la población, viera con simpatía la llegada de las AUC.
Hacia mediados de la década de los noventa se incrementan exponencialmente
las acciones guerrilleras, las emboscadas al Ejército, la detonación de cargas
explosivas, acciones bélicas en los ejes viales de la autopista Medellín-Bogotá y El
Santuario-Granada, y en general, la disputa entre guerrillas y Ejército por el control
de este importante eje vial.
“Guerrilla destruyó puente de la autopista Medellín-Bogotá”. Fuente: El Colombiano (1994, 6 de agosto), página 8B.

En 1996 se realizó en esta vía un paro armado con atentados a vehículos y a


torres de energía y obstrucción total de la circulación. Con esta acción el ELN
buscaba lanzar la propuesta de una Convención Nacional31. Como reacción, el
Ejército incrementó operativos militares hacia la zona y en especial hacia el
corregimiento de Santa Ana en donde encontró y desmanteló varios campamentos
guerrilleros32.
En este contexto empieza a advertirse la presencia paramilitar que algunos
interpretan como reacción al derribamiento de 23 torres de energía en San Luis
entre octubre y diciembre de 1996. Los asesinatos selectivos33 y patrullajes

31 Para el ELN esta era la alternativa que se planteaba ante la profunda crisis que vivía en el país en cabeza
del presidente Samper acusado de recibir dineros del narcotráfico, el ya explícito avance del paramilitarismo y
el narcotráfico (Medina, s.f., página 660).
32 Esta operación estuvo bajo el mando de la IV Brigada y el Batallón contraguerrilla Barbacoas. En la operación
mueren dos guerrilleros, dos personas sin identificar y hay una detención. Según el testimonios del comandante
“El campamento descubierto en Granada tenía área de entrenamiento, cocina y una fábrica rudimentaria para la
producción de uniformes, y una nueva modalidad de minas “quiebrapatas”, con tubos de PVC, que son activadas
mediante una carga eléctrica” (El Tiempo, 8 de junio de 1996). (El tema de los campamentos con conexión a casas
del casco urbano va a ser referido en varios de los testimonios).
33 Según el portal Verdad Abierta, en Marinilla, sacaron a tres campesinos de sus casas y nunca más se supo de
ellos. Tres meses después las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio asesinaban a tres labriegos en San
Luis, otro grupo asesinaba a un estudiante en La Ceja, al que le dejaron un letrero colgado del cuerpo: “Fuera
terroristas de la Universidad de Antioquia responsables de ataques en fincas del oriente”.
constantes en lujosas camionetas, sin control por parte del Ejército, que para esta
época contaba con varias bases militares y realizaba operativos constantes sobre
la autopista, fueron las señales de la presencia de este nuevo actor: las
Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio al mando de Ramón Isaza y
alias McGiver.
Pese a que el ministro de Defensa del gobierno de Ernesto Samper, Juan Carlos
Esguerra, a fines de 1996 puso de presente la decisión de combatir de manera
frontal a los grupos paramilitares que operaban en el país, estos continuaron su
avanzada. En particular, las ACCU manifestaron “jamás abandonaremos la lucha
contrainsurgente mientras que la guerrilla continúe empeñada en la toma del
poder por medio de las armas” (González, Bolívar y Vásquez, 2002, páginas 147-
148) y continuaron su avanzada. En el caso de Granada comenzaron su aparición
en el casco urbano en 1996, cuando con lista en mano asesinaron a dos personas
en el sector de la bomba y generaron el desplazamiento de los comerciantes
conocidos como Los Urreas. Aún la población no tenía plena identificación de este
actor, pero intuía que había disputa, que la guerrilla ya no estaba sola.

2.2. 1997-2004: la guerra de verdad


En este periodo los distintos actores armados, incluida la fuerza pública,
intensificaron sus acciones. Los grupos guerrilleros ejercieron mayor presión sobre
la población para que tomara posición y contribuyera con la causa, para ello
pusieron en marcha acciones de retaliación contra la fuerza pública y los
paramilitares; ocasionaron daños en la infraestructura y obstaculizaron procesos
electorales locales. Paramilitares y fuerza pública también desplegaron sus
estrategias: los paramilitares mostraron su poderío a través de los asesinatos
selectivos y las masacres y la fuerza pública, particularmente el Ejército, pusieron
en marcha 12 operaciones militares, algunas de las cuales incluyeron bombardeos
y ataques contra la población. Los retenes aumentaron a lo largo y ancho del
territorio convirtiéndose en una forma expedita de control territorial. La población
fue sometida al bloqueo de alimentos, saqueo y estigmatización y todas las formas
de victimización aumentan de manera exponencial: el desplazamiento, el
asesinato, la desaparición, las amenazas, las ejecuciones extrajudiciales, entre
otras, como se observa en la gráfica 4:

Gráfica 4. Hechos victimizantes en el municipio de Granada durante el periodo 1997-2004

Fuente: elaboración propia con datos del RUV (Registro Único de Víctimas). Actualizado al 1° de junio de 2016.

Durante este periodo, las acciones que en principio se concentraron en el


corregimiento de Santa Ana y en las cuencas de los ríos Calderas y Tafetanes,
empezaron a expandirse afectando fuertemente el casco urbano y las veredas de
otras cuencas como San Matías y Zona fría.
El año 1997 figura como antesala de la confrontación abierta entre los grupos
guerrilleros, el Ejército y los grupos paramilitares por el control total del territorio.
Mientras la guerrilla continuó en su “Plan Avispa” con secuestros, ataques,
emboscadas y hostigamientos a la fuerza pública en la cabecera urbana,
hostigamientos en la zona rural y en la autopista Medellín-Bogotá, “pescas
milagrosas”34 en las principales vías de la zona y ataques a la infraestructura

34 Se llamaba así a los secuestros que se hacían en un retén ubicado en una vía pública. Se trata de retenes
donde la guerrilla cogía al que cayera y luego averiguaba quiénes eran y cuánto valían. Esta práctica hizo del
hidroeléctrica; los paramilitares anunciaron su llegada “oficial” y las fuerzas
armadas intensificaron las operaciones militares de confrontación con la
guerrilla. En este panorama sobresalen varios acontecimientos.

2.2.1. ¡Contra la democracia local!


Después de una fuerte arremetida militar en el sur del país, en 1997, las FARC
decidieron boicotear las elecciones locales en las regiones bajo su influencia lo
cual, según González (2014, página 428) esto marcó un cambio en las relaciones
con los poderes existentes en las localidades, lo mismo que con las agrupaciones
sociales formales e informales.
El oriente antioqueño y Granada hacen parte de este escenario. En medio de la
celebración del Día del Campesino en la vereda Los Medios en la Cuenca
Calderas, los guerrilleros manifestaron que “no iban a permitir que se realizaran
votaciones para concejos y alcaldías en los municipios de su zona de influencia”
(El Colombiano, 22 de agosto de 1997, página 16A). Los candidatos a la alcaldía
popular María Dolores Giraldo Aristizábal y Carlos Mario Zuluaga Gómez, del
Partido Conservador y Rodrigo Mejía Salazar, del Movimiento Fuerza Progresista
del conservatismo, y una lista de aspirantes al Concejo Municipal de Granada,
renunciaron a sus pretensiones. Días después, el gobernador de Antioquia,
Álvaro Uribe Vélez, manifestó públicamente su negativa de suspender las
elecciones aduciendo que las renuncias de los candidatos no se habían hecho
ante el Concejo Nacional Electoral y que si se suspendían habría alcaldes
militares.
Como parte de esta estrategia de impedimento de las elecciones locales y de la
dinámica electoral, también se llevó a cabo el secuestro y el asesinato de
candidatos, entre ellos, el de Ricardo Jiménez Zuluaga, candidato a la Alcaldía
de San Carlos, además del secuestro del alcalde de Granada Jorge Alberto
Gómez y los alcaldes de San Francisco, San Luis y Cocorná perpetrado por las
FARC en septiembre del mismo año en el sector de El Ramal, en la vía

secuestro una modalidad de violencia indiscriminada.


Santuario-Granada. A los tres días del secuestro, ante la ausencia de estas
autoridades locales, el gobernador de Antioquia, en efecto, nombró alcaldes
militares para aquellos municipios, cuatro capitanes, dos del Ejército y dos de la
Policía. Sin embargo, finalmente no se posesionaron gracias a la liberación de
los burgomaestres un día después del nombramiento (El Colombiano, 4 de
septiembre de 1997, página 10A).
El panorama continuó agravándose aún más con el secuestro de una comisión
de la OEA (Organización de los Estados Americanos). El 24 de octubre, tres
días antes de elecciones y cuando se desplazaban por la vía que comunica las
poblaciones de Granada y San Carlos, en la vereda La Quiebra (Cuenca
Tafetanes), miembros del Frente Carlos Alirio Buitrago del ELN, retuvieron un
carro en el que se desplazaban Manfredo Marroquín y Raúl Martínez, dos
veedores internacionales de la OEA, y Juan Diego Ardila, funcionario de la
Gobernación de Antioquia (El Colombiano, 24 de octubre de 1997, página 8D).
Este hecho traspasó las fronteras locales y adquirió una dimensión nacional e
internacional tal que obligó a la Gobernación a adelantar una gestión de
mediación con la intervención de la Iglesia, la Defensoría del Pueblo, la
Comisión de Conciliación en Antioquia, para lograr la liberación de todos los
funcionarios secuestrados, acontecimiento que finalmente se produjo el 1° de
noviembre, diez días después del plagio. Este evento, realizado en la plaza
principal del corregimiento de Santa Ana, se convirtió, por el despliegue
mediático que tuvo, en un verdadero hito para el corregimiento y Granada. Sus
pobladores lo recuerdan como un “hecho inolvidable”: Santa Ana fue centro de
todas las miradas. El amplio despliegue mediático y la presencia militar que
exhibió el ELN dieron la vuelta al mundo. Cámaras, helicópteros, extranjeros ,
uniformes militares, banderas, fueron algunas de las piezas de este día, sin
duda, memorable para la población: “Santa Ana se volvió importante de la
noche a la mañana”, decían.

Lo único que recuerdo es que el otro niño que yo tengo, él sintió ese helicóptero y él
vivía loco de ganas de montar en avión y me decía: ¡vamos mamá para que me den una
vueltecita! Cuando eso yo vivía en el campo. Para uno miedoso no era, era una cosa que
significaba mucho, eso era muy bonito y muy organizado, a ellos los trajeron en desfile y
todo muy bonito en el atrio, aquí había unos lazos que no dejaban pasar, pero como
estábamos en el balcón veíamos todo y nosotros nos volvimos para el campo, entonces
no nos daba miedo (CNMH, mujer, entrevista, 11 de julio de 2013).

“¿La guerra elige?”, Fuente: El Colombiano, 30 de agosto de 1997.

En efecto, la guerrilla del ELN hizo de este un escenario para mostrar su poderío,
presentar su propuesta política de Convención Nacional y sentar las bases para
un diálogo con el Gobierno nacional35. Aun después de este hecho, las elecciones
populares se llevaron a cabo, pero contando con una participación marginal del
potencial electoral de la población. En ese año se registraron los comicios
electorales más atípicos del municipio, se obtuvo la participación electoral más
baja; el nuevo alcalde se escogió con apenas 8,4 por ciento de la votación total,
equivalente a 980 votos, de los cuales tan solo 433 fueron por el candidato
vencedor, Carlos Mario Zuluaga. Algo similar ocurrió en la región en donde apenas

35 Justo en este evento, el ELN establece contacto con el entonces asesor de paz, Víctor G. Ricardo. Las
conversaciones avanzan hasta lograr el traslado a Wurzburg (Alemania), donde se suscribió el Acuerdo de Puerta
del Cielo el 15 de julio de 1998.
se logró un 31 por ciento respecto al censo electoral y municipios como Alejandría
y San Francisco no alcanzaron el 1 por ciento.

Tabla 3. Participación electoral

Año de elecciones Participación Granada % Participación regional %

1988 66,9 69

1990 41,7 63

1992 36 50

1994 42,1 48

1997 8,4 31

2000 25,7 51

2003 26,1 54

2007 31,1 59

2011 47,1 73,5

Fuente: elaboración propia con datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil, 2014.

Durante estas mismas elecciones, en octubre de 1997, se depositaron


aproximadamente 10 millones de votos en favor de una salida negociada del
conflicto armado por convocatoria hecha por el Mandato Ciudadano por la Paz. El
tema de la negociación del conflicto armado tomó relevancia nacional.
En el oriente antioqueño, no obstante, la tensión y la puja militar continuaron.
Tan solo tres meses después, el Frente José María Córdoba de las FARC llevó a
cabo los secuestros de los alcaldes electos de San Rafael, San Francisco,
Cocorná, Granada y San Luis. Una semana después fueron liberados en
acompañamiento de una comisión presidida por el obispo de la Diócesis de
Sonsón-Rionegro, Flavio Calle Zapata (El Colombiano, 20 de diciembre de 1997,
página 8A). El objetivo principal de esta acción fue denunciar la presencia de
grupos paramilitares en la región y su relación con las Fuerzas Militares, tal y
como relata uno de los alcaldes secuestrados:

Para ese entonces las FARC empezaron a hablar de presencia paramilitar en el oriente
antioqueño. La condición para liberarnos era que los periódicos nacionales difundieran un
comunicado de prensa que lo mandaron a través de los periodistas que estaban con
nosotros, en ese comunicado denunciaban la presencia paramilitar en el oriente
antioqueño y era la primera vez que denunciaban a Rito Alejo del Río en Urabá, como
propiciador de las autodefensas (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista,
22 de abril de 2015).

“Secuestrados, de nuevo con los suyos”. Fuente: El Colombiano, 20 de diciembre de 1997, página 8A.

Al año siguiente, en 1998, Carlos Mario Zuluaga, ya como alcalde en ejercicio, fue
nuevamente secuestrado y junto con él otros alcaldes del oriente. Este secuestro
hizo parte de la estrategia del ELN para presionar un diálogo regional, la
reubicación de las bases militares en los cascos urbanos y la realización de un
foro energético regional. La reivindicación de la democracia local y el impulso de
diálogos regionales encaminados a humanizar la guerra a través del movimiento
de alcaldes del oriente y del Movimiento Regional de Paz, como vimos en el
capítulo anterior, fueron, en parte, la respuesta a esta situación.
2.2.2. Llegan las ACCU y ponen la mira en Santa Ana
El hallazgo de campamentos guerrilleros en Santa Ana y Calderas, fuertemente
dotados36 y el secuestro en 1997 de los miembros veedores de la OEA reforzaron
a nivel nacional e internacional la mirada de Santa Ana como asiento guerrillero.
Con este acto, el ELN desafió al Estado y este respondió con una fuerte acción
militar.
Desde ese momento, el gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, inició una
campaña de señalamiento sobre localidades, organizaciones y líderes del
territorio, acusándolos públicamente de tener una posición de sometimiento o de
connivencia con la guerrilla. El Gobierno central a la vez que propugnaba por una
salida negociada reforzaba la respuesta militar negando la existencia del
paramilitarismo37.
Desde las Autodefensas Unidas de Colombia se sentenció la recuperación militar
del oriente “a sangre y fuego”, poniendo en la mira a la población de Granada, no
solo por la histórica presencia subversiva, sino básicamente porque su
corregimiento Santa Ana era considerado, como ya se dijo, “un pequeño Caguán”
o “un santuario del ELN”. El anuncio de esta ofensiva se hizo en el marco de una
fase de fortalecimiento y expansión del paramilitarismo evidenciado en la
conformación de cinco bloques de combate: Bloque Occidental que comprendía la
región suroccidental departamentos de Antioquia, Córdoba, Chocó, Caldas y
Risaralda; Bloque Norte que agrupaba los frentes de la costa Caribe; Bloque
Llanero, con los frentes Ariari y Guaviare y del Piedemonte llanero y el Bloque

36 Al respecto, una noticia publicada en el periódico El Tiempo dice: “El batallón de contraguerrillas No. 42
Héroes de Barbacoas dio un golpe a la infraestructura logística del Frente Carlos Alirio Buitrago, al desmantelar
un campamento en Granada, oriente antioqueño, donde operaba una fábrica de uniformes y de minas
‘quiebrapatas’. El campamento descubierto en Granada tenía áreas de entrenamiento, cocina y una fábrica
rudimentaria para la producción de uniformes, y una nueva modalidad de minas quiebrapatas, con tubos de
PVC, que son activadas mediante una carga eléctrica. Según el Ejército, estas personas estaban
comprometidas en tareas proselitistas, secuestro, extorsión e intimidación a la población civil”.
37 Fernán González ha llamado la atención sobre la división del Gobierno nacional presidido por Ernesto
Samper Pizano frente al conflicto armado: mientras un sector abanderado por el ministro de Defensa,
Fernando Botero, abogaba por el fortalecimiento de la acción militar y negaba vínculos del establecimiento
con el paramilitarismo, otro, en cabeza del Comisionado de Paz, Carlos Holmes Trujillo, consideraba que el
cese al fuego no era condición necesaria para iniciar el proceso de paz; el superintendente para la Vigilancia
y Seguridad, se mostraba favorable a las Convivir y negaba la existencia del paramilitarismo (González,
2014, página 422).
Metro que integraba los frentes del sureste, occidente y nordeste de Antioquia
todos bajo la comandancia del Estado Mayor asentado en el Nudo de Paramillo
(González, Bolívar y Vásquez, 2002, página 81).
Fue entonces cuando hombres armados del Bloque Metro y el Bloque José Luis
Zuluaga de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio, incursionaron en
los municipios del altiplano, embalses y la autopista Medellín-Bogotá
estableciendo como centro de operaciones el corregimiento San José (La Ceja),
corregimiento La Danta (Sonsón), corregimiento El Jordán (San Carlos) y el
corregimiento El Prodigio (San Luis). Con esta arremetida de los paramilitares en
la región, se desafiaba la presencia guerrillera en la zona de embalses y se
rompían los corredores utilizados por las FARC y el ELN para conectar esta región
con Medellín (García de la Torre y Aramburu, 2011, página 76).
Ese año anunciaron de manera explícita su intento de disputarse el control del
territorio: desde un helicóptero que sobrevoló por cinco municipios del oriente, se
lanzaron volantes en los que se advertía a la guerrilla y a sus colaboradores el
inicio de “una guerra sin cuartel”:
Comunicado de las AUC. Fuente: Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada, 1998.

El hecho prendió todas las alertas y, de manera particular, movilizó el Comité


Interinstitucional de Granada que inmediatamente redactó un comunicado
rechazando este anuncio:
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada. Fuente: Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de
Granada, 1998.

El interés, según lo explicó el jefe de las AUC, Carlos Castaño en los medios, era
quitarle espacios a la guerrilla en esta zona, donde ejercía un efecto
desestabilizador por las acciones de sabotaje que desarrollaba en la vía Medellín-
Bogotá y los ataques a la infraestructura eléctrica. Explicó que con dicha finalidad
fue enviada una gran cantidad de combatientes procedentes del Urabá y Medellín,
además de los que se reclutaron oriundos de la región38.
Rodrigo García alias Doblecero fue designado por Carlos Castaño como el líder de
esta estrategia y para ello contó con el Bloque Metro BM39 que incialmente trajo
personas de Medellín y Urabá y luego fue nutriéndose con la gente de la región. El
BM tuvo su centro de operaciones en el corregimiento de El Jordán en el municipio
de San Carlos. Sin embargo, Doblecero ubicaba gente en pueblos y en puntos
clave para su organización. Alias Arboleda40 fue su hombre de confianza en
Granada con quien diseñó la estrategia de inserción. Llegar a Santa Ana era
el máximo objetivo.
Posterior a este anuncio, y a raíz de los ataques a torres de energía y a la
Central Hidroeléctrica Calderas, ubicada entre Granada y San Carlos, el
gobernador de Antioquia decidió un aumento considerable en el pie de fuerza
pública en el oriente con el ingreso de más soldados del Batallón Mecanizado
Juan del Corral (El Colombiano, 28 de octubre de 1998, página 2A). Para este
momento, la nueva estrategia ofensiva del Ejército empezaba a dar resultados

38 Según Ricardo López, alias Rober o Marrano, las ACCU de Urabá llegaron con 20 o 30 urbanos, dos meses
después llegó el grupo rural de 40 hombres. Tenían la base de operaciones en La Ceja (Antioquia). Sobre el modus
operandi, dice: los urbanos operaban de civil, la patrulla tenía uniforme militar y fusilería. Uniformes iguales a los
regulares del Ejército. La inteligencia la hacían en motocicletas. Siempre contaron con la colaboración del Ejército
(Colombia, Fiscalía General de la Nación, Fiscalía 47 Dirección Especializada de Justicia Transicional, entrevista a
postulado de Justicia y Paz del 12 de marzo de 2015, Fiscal delegado: Carlos Alberto Camargo Hernández, Técnico
Investigador: Willians Darío Guzmán Osorio (Consecutivo 80005 Entrevista FPJ-14).
39 El Bloque Metro, comandado por alias Doblecero era una estructura que, aunque orgánica de las AUC, no era

autónoma sino que hacía parte del dispositivo en expansión de las ACCU (Autodefensas Campesinas de Córdoba
y Urabá). En su composición se combinaba la presencia de personas oriundas de San Carlos, Urabá y Medellín.
Algunos de ellos tenían experiencia en bandas y organizaciones criminales, otros se vincularon a los paramilitares
bajo amenaza de muerte y otros manifestaron que lo hicieron por no tener otras fuentes de ingresos o como una
manera de negociar el no pago de las cuotas que se cobraban a los comerciantes (CNMH, 2011, página 75).

40 Jorge Iván Arboleda Garcés, alias Arboleda, la mayor parte de su accionar militar estuvo centrada en varios
municipios del oriente antioqueño, “tenía instrucción militar pues fue soldado [profesional], y tras su salida del
Ejército ingresó al Bloque Metro de las AUC comandado en ese entonces por alias Doblecero. Cuando se desató
la guerra de varios bloques contra el Bloque Metro, Arboleda se le entregó al Bloque Central Bolívar con unos 100
paramilitares”. Algunas personas desmovilizadas lo señalaban de ser “sanguinario” y de participar en varias
masacres con los paramilitares, una de ellas en Yolombó (El Colombiano, 24 de marzo de 2012). Además se le
acusa de participar en asesinatos selectivos en Granada, Guatapé y San Rafael. Luego de su desmovilización con
el Bloque Central Bolívar se unió a las filas de Los Urabeños desde allí se le imputaron cargos por homicidio,
homicidio agravado y desplazamiento, entre otros múltiples delitos, su muerte se produjo en marzo de 2012 luego
de una operación conjunta entre la Dijín y Comandos Jungla de la Policía Nacional en el municipio de Segovia
(Caracol Radio, 26 de marzo de 2012).
con la incursión en zonas que le conferían una ventaja táctica a las FARC, como
el cañón de La Llorona en la vía Dabeiba-Medellín y el uso de helicópteros y
aviones de combate gracias a los recursos del Plan Colombia (González, Bolívar
y Vásquez, 2002, página 78).
Los operativos militares y los enfrentamientos con la guerrilla empezaron a ser una
escena cotidiana en la zona rural de Granada, según lo relata este campesino de
la Cuenca de San Matías:

Ya en el año de 1998 yo estaba en la finca, trabajando, recolectando café, pasaban


los helicópteros de para arriba muy cerca de uno, tanto que uno alcanzaba a leerle las
matrículas, ver las gentes que iban adentro ¿cierto? y más arriba, como a los 10 minutos
descargaban las ráfagas pues de ametrallamiento (Taller de Memoria, hombre, Cuenca
San Matías, 1 y 2 de agosto de 2014).

Ante esta arremetida la guerrilla acentuó de manera evidente el componente


militar de su accionar: amenazas generalizadas y muertes selectivas, agresión a
políticos y candidatos, secuestros masivos, ataques a la infraestructura vial y
energética y paros armados fueron parte de su nuevo repertorio. Sin embargo, el
sentido de esas acciones en el marco de la estrategia militar tenía matices:
mientras que las FARC veían una oportunidad para fortalecer sus ejércitos y
desarrollar la guerra de posiciones, para el ELN significaban un mecanismo para
alentar un levantamiento social que obligara al Estado a negociar su modelo
económico y político en una Convención Nacional 41.
2.2.3. La confrontación: “esto sí es guerra de verdad”
Entre 1998 y 1999 la confrontación aumentó. Guerrilla, Ejército y paramilitares se
disputaron los principales corredores viales de la región y en particular del
municipio de Granada, como ocurrió con la vía entre El Santuario-Granada que
conduce a la autopista Medellín-Bogotá. Después de más de diez años de

41 “Desde octubre de 1998, miembros de la sociedad civil y el COCE (Comando Central del ELN), en un sitio
no identificado de la zona rural del oriente, preparaban la Convención Nacional, pactada en los acuerdos de
Maguncia, Alemania, el pasado julio del mismo año” (El Colombiano, 12 de octubre de 1998, página 2A).
hegemonía guerrillera, la llegada de los paramilitares se interpreta como el intento
de usurpar un territorio que, en todo caso, ya no le pertenecía a la población:

para mí entre 98-99 se empezó a agudizar la guerra, cuando empezaron los


paramilitares a usurpar el territorio que tenía ocupado la guerrilla, empezó la pugna entre
el uno por defender su territorio y el otro por ocupar el territorio ajeno, empezaron las
masacres, los retenes, desapariciones, bloqueo de alimentos, el bloqueo para la venta de
la gasolina (CNMH, mujer, exfuncionaria de la alcaldía, entrevista, 13 de agosto de 2014).

Muchos de los testimonios recogidos en este proceso de memoria histórica,


coinciden en señalar que el año de 1998 representa el momento en que se
fractura la historia de la región y del conflicto, abriendo un ciclo de confrontación
armada cruenta, ¡la época del miedo! en medio de la cual ocurren los
acontecimientos más traumáticos para la población granadina.

Línea de tiempo corregimiento Santa Ana. Los habitantes de la cuenca Santa Ana identifican en una línea de tiempo los
principales hechos de violencia en su territorio, allí evidencian, entre otros hechos, cómo desde 1997 con la entrega de los
funcionarios de la OEA se hace visible Santa Ana como lugar de terror, a partir de allí inician operativos del Ejército y la
población empieza a desplazarse. Fuente: CNMH, Taller de Memoria, Cuenca Santa Ana 19 y 20 de julio de 2014.

En esa época se incrementaron en el oriente antioqueño los ataques a las


poblaciones, los grupos guerrilleros demostraron una mayor maniobra y
despliegue militar con la incursión y uso de armas no convencionales como
cilindros y carros bomba que elevaron significativamente el potencial destructivo,
acrecentando la exposición de la población civil42. A mediados de 1999, el Ejército
arremetió contra lo que consideraba “la cuna de la guerrilla”, con el despliegue de
la Operación Lusitania 43 dirigida al oriente antioqueño, y sobre todo, a debilitar el
corazón del ELN en Santa Ana.
Imágenes de bombardeos y combates son frecuentes en la memoria de la población
santaneña durante esta época, cuando señalan este periodo en que “la guerra de
verdad” llegó: “De la operación Lusitania recuerdo que casi por primera vez en
Granada uno escuchaba un helicóptero artillado, lanzando granadas desde el aire,
para nosotros esto sí es guerra de verdad” (CNMH, mujer, exfuncionaria de la alcaldía,
entrevista, 13 de agosto de 2014).
Según la información de prensa, en esta operación el Ejército desmanteló seis
campamentos guerrilleros e incautó cuantioso material bélico del Frente Carlos Alirio
Buitrago, además, descubrió una casa con 36 camarotes, refugios antiaéreos y
túneles que aparentemente comunicaban campamentos con algunas de las casas
de los campesinos del corregimiento. El general al mando de las tropas de la IV
Brigada, Eduardo Herrera Verbel, dijo que “esta es una prueba de la forma como la
insurgencia está comprometiendo a miembros de la población civil” (El Tiempo, 19 de
mayo de 1999).

42Entre 1998 y 2012 las guerrillas perpetraron 854 ataques a poblaciones que dejaron 391 civiles muertos en 417
municipios del país (GMH, Basta Ya, 2013, página 90).

43 Dicha operación comprometió a cuatro batallones adscritos a la IV Brigada con sede en Medellín y obligó a
los frentes Carlos Alirio Buitrago y Bernardo López a un repliegue en más de once municipios de la región del
oriente (González, Bolívar y Vásquez, 2002, página 84).
“Terror en Santa Ana por operación militar”. Fuente: El Colombiano, 8 de mayo de 1999, página 8A.

En medio de los bombardeos aéreos y los ametrallamientos, el Ejército atemorizó


a la población con expresiones como que “la fiesta apenas estaba empezando y
que lo peor estaba por venir y algo les podía pasar” y “acusándoles de alcahuetas
y auxiliadores de la guerrilla” (CNMH, Taller de Memoria, Cuenca Santa Ana, 19 y
20 de julio de 2014). Bajo el señalamiento a la población de “auxiliadora de la
guerrilla”, el Ejército destruyó un trapiche panelero y saqueó varias viviendas,
obligando a cerca de 80 familias a desplazarse hacia el casco urbano de Granada.
La población civil fue víctima directa de aquella operación militar y exigió la
presencia de la Defensoría del Pueblo y de las autoridades civiles en el
corregimiento.
“Población civil, víctima de bombardeos”. Fuente: El Colombiano, 29 de mayo de 1999, página 3.

Estas acciones generaron un relativo repliegue del ELN hacia la zona de bosques.
No obstante, para demostrar que aún tenían el poder, deciden como acto
simbólico, en 1999, izar su bandera roja y negra en la antena repetidora del casco
urbano, minando el lugar para protegerla. Así lo recuerda uno de los pobladores:

yo creo que fue en el 99, no tengo el dato preciso, se puso la bandera de Los Elenos
en la repetidora, roja y negra y minaron eso ahí (CNMH, Taller de Memoria, hombre, zona
urbana, 12 y 13 de julio de 2014).

2.2.4. La autopista Medellín-Bogotá: símbolo de la disputa


La autopista Medellín-Bogotá fue el otro escenario de la confrontación entre los
grupos armados: “Era la joya de la Corona”, guerrilleros, paramilitares y Ejército
enfocaron hacia allí buena parte de sus efectivos y desplegaron un conjunto de
tácticas para lograr su control total.
En enero de 1999 se instaló la mesa de diálogo y negociación entre el gobierno de
Andrés Pastrana Arango y las FARC en San Vicente del Caguán. El ELN
entretanto siguió forcejeando también por avanzar en un proceso paralelo a partir
del acuerdo de Puerta del Cielo firmado en Mainz (Alemania) en julio de 1998.
Diversos analistas coinciden en señalar que en el tiempo en el que se realizaron
estos diálogos, [tanto] guerrillas y los paramilitares los aprovecharon para su
fortalecimiento (Giraldo, 2015; González, 2014; Pécaut, 2008). El oriente
antioqueño no es la excepción. El Frente Carlos Alirio Buitrago del ELN llegó a
contar con tres compañías militares integradas por 300 guerrilleros, a los que se le
atribuyen un centenar de secuestros, “pescas milagrosas”, hostigamientos y
combates sobre la autopista Medellín-Bogotá. Su capacidad militar quedó
demostrada con el bloqueo militar, durante seis días, de la autopista Medellín-
Bogotá. En una declaración a los medios, alias Timoleón, comandante del Frente
Carlos Alirio Buitrago, manifestó que el objetivo de esto era presionar al Gobierno
para que desmilitarizara una zona del país en la cual se pudiera realizar la
Convención Nacional y, además, para denunciar los atropellos del Ejército en la
región.
No obstante, ya en febrero de 1999 el fracaso de acercamientos con el ELN se
hizo evidente al no haber logrado la suscripción de un documento conjunto. Esta
situación agudizó las tensiones al interior del ELN representada en una línea dura
abanderada por el Frente Domingo Laín que actuaba en Arauca y los frentes
Carlos Alirio Buitrago y Bernardo López en el oriente, cada vez más alejados de la
tendencia al diálogo que tenía como voceros a Felipe Torres y Francisco Galán
desde la cárcel de Itagüí (González, Bolívar y Vásquez, 2002, página 83).
En respuesta a la situación, unos 1.600 hombres del Ejército pertenecientes al
Batallón de Artillería Cornelio Borda, a la Fuerza de Tarea Cóndor y al Grupo de
Caballería Mecanizado No. 4 Juan del Corral, fueron dedicados a la custodia de la
autopista Medellín-Bogotá. El despliegue incluyó fuerzas especiales del Ejército,
batallones contraguerrilla y el apoyo de helicópteros artillados (El Colombiano, 11
de febrero de 2000, página 8A).
“Sigue avanzada en la Medellín- Bogotá”. Fuente: El Colombiano, 12 de febrero de 2000, página 8A.

Aunque un mes después el Gobierno nacional anunció la reapertura de la vía, esta


seguiría siendo un eje de disputa; los bloqueos y hostigamientos de la guerrilla en
ella se volvieron “cosa de todos los días”. Las Autodefensas Campesinas del
Magdalena Medio también anunciaron ofensivas, para controlarla ubicaron un
retén entre la entrada al corregimiento de Aquitania del municipio de San
Francisco hasta el alto de El Santuario. El Alto de El Palmar ubicado en la vía que
une El Santuario con Granada se convirtió en un punto estratégico de esta
disputa:

Cuando empezaron los retenes en el Alto del Palmar, empezaron a entrar los
paramilitares en la zona, fue una manera de hacer presencia, entrando por el Santuario,
empezaron a retener vehículos, a bajar personas, a ajusticiar a las personas, empezó a
sembrarse el terror. Este grupo empezó a arremeter fuertemente hasta que llegó a la zona
urbana del municipio (CNMH, mujer, exfuncionaria de la alcaldía, entrevista, 13 de agosto
de 2014).
En aquella la época, la Defensoría del Pueblo informó que solo en el primer
semestre de 2000 habían muerto más de 50 personas en asesinatos selectivos
entre El Santuario y Granada (El Colombiano, 3 de septiembre de 2000).

2.2.5. La voladura de torres, otro detonante de la guerra


Desde los años ochenta, como plantea Giraldo (2015), las guerrillas empezaron a
utilizar las voladuras de la infraestructura como una fuente de extorsión a las
compañías petroleras y eléctricas y, para esta época, las usaron como forma de
presión política al Estado y como táctica militar para distraer las operaciones de la
fuerza pública. En efecto, la voladura de torres de energía se convirtió en una
práctica nacional de los grupos guerrilleros y en el periodo 1999-2004 se habían
derribado 1.913 torres de conducción de energía en todo el país, según reporte de
ISA (Interconexión Eléctrica S.A.) 44. Solo entre enero y agosto de 2001 fueron
afectadas 203 torres de energía en el departamento de Antioquia, 113 de estas se
encontraban en oriente, y a su vez, 51 de ellas en Granada.

Tabla 4. Reporte de torres de energía derribadas en el oriente antioqueño

TORRES DERRIBADAS Y AVERIADAS EN ALGUNOS MUNICIPIOS PERIODO ENERO 1


AGOSTO 31 DE 2001

MUNICIPIOS Y ENTIDAD
CANTIDAD GRUPOS
SUBREGIONES AFECTADA

ORIENTE 113

Abejorral 1 ELN ISA

Cocorná 4 ELN ISA

El Peñol 1 FARC EEPP

3 ELN ISA

El Retiro 2 ELN ISA

Granada 51 ELN ISA

44 Programa presidencial de DDHH y DIH. Boletín estadístico, número 7, febrero de 2005.


Guatapé 25 FARC EEPP

San Luis 1 ELN EDATEL

San Carlos 6 FARC ISA

8 ELN ISA

San Rafael 4 FARC ISA

San Vicente 4 FARC EEPP

Fuente: Programa presidencial de DDHH y DIH. Boletín estadístico, número 7, febrero de 2005.

En torno a esta acción, además, se generan otras dinámicas en la confrontación


armada. La advertencia de los grupos paramilitares, según la cual “por cada torre
de energía que derribe la guerrilla, serán asesinados diez campesinos en el
oriente antioqueño” (Noche y Niebla, 22 de diciembre, 1999) comenzó a hacerse
realidad. Además, se conformó toda una red comercial de los que recogían y
vendían el cableado de las torres derribadas cuyos integrantes muy pronto fueron
declarados también objetivo militar:

Hubo un factor que generó mucha desestabilización y mató mucha gente: las voladuras
de torres de energía. La voladura de las torres de energía se terminó volviendo no solo
una presión para las empresas generadoras de energía sino una oportunidad económica
por la venta del cable, en torno a la venta del cable de redes se conformó toda una cadena
comercial. Entonces tumbaban la torre y no solo era presión política sino el cable, es
aluminio, comercialmente muy rentable para ese momento y los campesinos decían”
estoy cortando cable”, todo el mundo lo hacía, se volvió una actividad comercial durante
un tiempo en las zonas rurales de Granada. Había unos que se volvieron expertos en
cortar, otros en transportar y había unos que venían a Medellín y lo vendían, no sé dónde
ni cómo. La primera muerte fueron los tres que comercializaban el cable, los mataron
llegando de Medellín un sábado en el Alto del Palmar. En mi mente todos los que tenían
relación con el cable fueron los primeros que se fueron muriendo (CNMH, hombre,
exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 22 de abril de 2015).

A pesar de mantener las acciones por la disputa del control de la autopista,


rápidamente guerrilla y paramilitares desplazan su interés y disputa por el control
sobre algunos sitios estratégicos para el control vial y del territorio granadino como
El Ramal, El Concilio, Vahitos y Minitas, ubicados en la cuenca Zona Fría,
cercanos al casco urbano del municipio.
A estas interacciones violentas entre guerrillas, Estado y paramilitares se suma
la confrontación entre grupos guerrilleros en el oriente antioqueño entre el
Frente Carlos Alirio Buitrago y el Frente 9 de las FARC, la cual se había hecho
evidente en diciembre de 1999 cuando miembros del Frente 9 y 47 de las FARC
le dieron muerte a cinco integrantes del Carlos Alirio, lo que motivó un
pronunciamiento de los comandantes anunciando que tomarían medidas contra
las comisiones de los guerrilleros que se movilizaban por sus áreas de
injerencia y control (González, Bolívar y Vásquez, 2002, página 87).

2.2.6. La lógica de la retaliación: masacre paramilitar y ataque de las FARC


El 3 de noviembre de 2000 ocurre la más recordada de las acciones paramilitares
contra la población. Según testimonios de varios habitantes, paramilitares
incursionaron en las horas del mediodía al casco urbano simultáneamente desde
tres sectores: La Bomba, Los Tanques y La María asesinando en el recorrido a 19
personas en el casco urbano y veredas aledañas de Granada.

“Una hora de terror por las calles de Granada”. Fuente: El Colombiano, 5 de noviembre de 2000, página 3A.
Aunque ya había anuncios y acciones que constataban la presencia paramilitar,
este hecho ofrece evidencias del tipo de accionar que los caracterizaba y de los
impactos que generaría en la población. Días después de la masacre, en un
comunicado el 11 de noviembre, el Bloque Metro reconoció su autoría según su
versión, “once de las diecinueve víctimas eran su objetivo militar, milicianos,
mientras que el restante eran personas inocentes ajenas al conflicto” (El
Colombiano, 12 de noviembre de 2000, página 9A). La comunidad y las
instituciones expresaron su indignación y rechazo a esta versión y a la difundida
por el comandante de la Policía de Antioquia, coronel Guillermo Aranda Leal
según la cual “los asesinos se disfrazaron de guerrilleros y comenzaron a disparar
contra la gente cuanto esta salió a aplaudirlos” (El Colombiano, 5 de noviembre de
2000, página 3A).
La comunidad granadina rechazó de manera enérgica esta versión la cual
constituía no solo una afrenta contra las víctimas y la población, sino una
justificación de un acto atroz. Pero además, de nuevo, la oficialización de un
estigma que jugó de manera clara en el devenir de la guerra. Según varios
testimonios, por el contrario, tras escuchar las primeras explosiones y disparos,
la gente con miedo, corrió a esconderse a sus casas. El Comité Interinstitucional
emitió un comunicado justamente desmintiendo esta versión y haciendo un
llamado a los medios para que buscaran objetividad en la noticia y no
contribuyeran a la estigmatización de la población.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada. Fuente: Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada, archivo
documental, 2000.

Miembros del Bloque Metro reconocieron que, en efecto, esta masacre fue
ordenada por su máximo comandante Mauricio García Fernández, alias Rodrigo
Doblecero, que en ella habían usado brazaletes del ELN para confundir a la
población y que asesinaron personas consideradas auxiliares de la guerrilla 45.
Un mes después (el 6 y 7 de diciembre del año 2000), los frentes 9°, 34° y 47°
de las FARC, supuestamente como retaliación a la masacre paramilitar,
efectuaron un ataque que dejó parcialmente destruido el casco u rbano de
Granada. La toma armada, comandada por alias Karina y Jhon Darío Jaramillo
alias Santiago, duró 18 horas, tiempo en el cual el municipio fue víctima de
bombardeos, inicialmente con la detonación de un carro bomba, luego el

45 Jader Armando Cuesta alias Medellín fue condenado por esta acción a 27 años de cárcel. Ver: “Condenado
paramilitar por ataque a Granada (Antioquia)” En: http://www.fiscalia.gov.co/colombia/noticias/condenado-
paramilitar-por-ataque-a-granada-antioquia/
enfrentamiento y el lanzamiento de decenas de pipetas, que dejaron destruida
la parte céntrica del pueblo. Esta toma que hizo parte a nivel nacional de una
cadena de acciones violentas en rechazo al Plan Colombia puso en evidencia
la dificultad para seguir negociando en medio de la confrontación y se dio el
debate acerca de la conveniencia de un cese al fuego bilateral.

“Con las uñas los granadinos rescataron a sus muertos”. Fuente: El Colombiano, 8 de diciembre de 2000, página 7A.

Al igual que la masacre paramilitar, la toma de la guerrilla fue una sentencia de


muerte anunciada; los pobladores sabían que la guerrilla iba a actuar como
retaliación a la masacre paramilitar y en las calles del municipio se estaba
alimentando el rumor de la incursión armada.

Era tan inminente la toma, que días antes los pobladores cercanos al comando
abandonaron sus casas, la Policía Nacional reforzó el comando con 15 hombres
especializados en contraguerrilla, y por más que desde la Policía y las instituciones del
Estado buscamos que el Ejército prestara algún apoyo, algún acompañamiento al
municipio por la situación que se estaba viviendo, nunca se vio (testimonio del exalcalde
Carlos Mario Zuluaga. Video de Conmemoración 10 años, Granada de la alegría al dolor, del
dolor a la esperanza).
En efecto, según un informe judicial, entre el 3 de noviembre y el 6 de diciembre
las amenazas contra la población se incrementaron especialmente por parte de las
FARC; a algunos vecinos del comando les habían llegado panfletos para que
desalojaran el sitio porque las FARC, en lo que llamaban una retaliación contra la
Policía, se iban a tomar el pueblo. Dichas amenazas fueron de conocimiento
público y en particular de las autoridades de Policía y del Ejército. Solicitaron al
ministro de Defensa, Fuerzas Militares y Policía Nacional mantener la presencia
en esa localidad hasta que cesara el peligro, pese a esta advertencia, el ataque se
llevó a cabo, sin que se recibiera el apoyo eficiente, suficiente y oportuno de las
autoridades.

Reforzaron el comando [de la Policía], al pueblo no lo protegieron, proteger el pueblo


era con Ejército por los alrededores, la guerrilla estaba cagada de la risa en El Cebadero,
escuchando como estaban acabando con el pueblo. La mejor muestra de que la guerrilla
entró como le dio la gana es que estaban en El Cebadero y las pipetas las trajeron de San
Carlos en ese bus, eso estaba programado (…) uno veía a los guerrilleros pasar con esas
pipetas oxidadas, es decir, que hacía mucho tiempo que tenían organizado el baile…. Era
una cosa preparada, organizada, no tuvieron absolutamente ningún contratiempo para
llegar toda la gente que llegó, porque guerrilla era lo que había, cuánta guerrilla entró por
la cañada, por la vía San Carlos, es decir, ellos sabían que tenían que enfrentar al
enemigo en un sitio muy preciso que era el comando y la casa del frente, ellos sabían que
en el camino no tenían ningún problema, es decir, el refuerzo fue de la Policía y no del
Ejército. El Ejército llegó al otro día y por ninguna parte vio ningún problema, entraron por
la carretera a San Carlos como Pedro por su casa, subieron por el lado de Las Vegas que
comunica con la Cascada, Galilea, no tuvieron problema, entraron por la vía de Santa
Ana, El Cebadero, por la entrada Medellín-Granada, no tuvieron problema, ¿por dónde?
no sé si bajaron fue por donde estaban los paramilitares y con los paramilitares no se
vieron tampoco, sabiendo que ellos estaban haciendo presencia, entre ellos tampoco
hubo enfrentamientos (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 24 de
septiembre de 2014).

Según versión de un excombatiente de las FARC, esta acción se hizo en


retaliación no solo por la masacre paramilitar sino como protesta por la acción de
las Fuerzas Militares, a los megaproyectos que se estaban implementando en la
región y a las denuncias que la población venía haciendo sobre su atropello a
causa de la confrontación entre ellos o de los grupos armados. Según su versión,
el ataque iba dirigido al comando de Policía pero personas de civil fueron puestas
como “escudos humanos”46.
A las 11 y 20 de la mañana del 6 de diciembre del 2000, luego de una improvisada
y quizá tímida ráfaga de balas, explotó un carro bomba cargado con 400 kilos de
dinamita, el segundo carro bomba más potente utilizado en Colombia después del
carro bomba del DAS (Departamento Administrativo de Seguridad) en 1989, con
500 kilos de explosivos:

Nosotros sentimos una balacera, más o menos 11 o 11:10, inmediatamente ya


sabíamos, cerramos la puerta del Hospital y todos corrimos hacía el puesto de enfermería;
cuando… para subir al puesto de enfermería hay una ramplita así, recuerdo que delante
de mí iba la vacunadora que estaba en embarazo, a un lado iba la sicóloga que nos estaba
acompañando y yo iba detrás. De pronto yo sentí que algo me empujó y miré hacia atrás
y vi como el techo del hospital se levantaba y se bajaba… era que en ese momento había
estallado el carro bomba. Ya después de eso, ya la balacera por todos lados y bombas
(CNMH, hombre, exfuncionario del hospital, entrevista, 24 marzo de 2015).

Solo hasta la madrugada del 7 de diciembre los pobladores pudieron salir de sus
casas y sus negocios, y vislumbrar con horror como la parte céntrica del pueblo
quedó destruida. Aquella incursión armada dejó cuatro cuadras del pueblo
completamente destruidas y otras tres más semidestruidas, además de las vidas
cegadas de 23 personas, 18 de ellos civiles y 5 policías:

46 Según carta enviada por Tulio Ávila Villa, alias Alonso, a la Fiscalía, (sin fecha) “Por ese tipo de actuaciones
en toda la región y después de recibir reiteradas peticiones de más de 27 veredas que estaban siendo
afectadas, para que interviniéramos, porque ya había decenas de muertos y desaparecidos y torturados fue
cuando el Estado Mayor del Noveno Frente y otras unidades del Bloque José María Córdova, toma la decisión
político – militar de tomar por asalto las instalaciones del cuartel de Policía y destruirlo. Tarea que nos ocupó
varias horas de combate, que se prolongó al repeler los refuerzos que venían desde el Batallón Mecanizado
Juan del Corral y Fuerzas Especiales de Contra Guerrilla de la IV Brigada, así como el combate con la
aviación que jamás dejó de apoyar a los Policías y paramilitares. Este combate se presentó inicialmente en
el centro del pueblo, en medio de esa población civil que habían puesto como escudo humano para q ue no
los fuéramos a atacar.
Tabla 5. Víctimas mortales de la toma armada por parte de las FARC

Nombres

Alirio Adolfo Blando Escobar José Abad Salazar Zuluaga

Claudia Milena Aristizábal Lida María Pareja Cañola

Delio Alonso Gómez Yepes Manuel Salvador Botero

Domingo Enrique Ortega E. María Margarita Duque D.

Fabián Alonso Gómez A. María Oliva Noreña Noreña

Héctor Emilio Quinceno Marta Inés Benjumea Salazar

Herminia Rosa Aristizábal Ómar Mauricio Salazar H.

Ivaldi Peñalosa Gómez Rodrigo Giraldo Quintero

John Alexander Ríos Sánchez Ulises Velásquez García

Jorge Andrés Agudelo Marín Yeison Javier Rueda Ramírez

Fuente: Acta Comité Interinstitucional de Granada, 2001.

Ambos hechos marcaron profundamente la historia del municipio, dejaron


cicatrices y la irrefutable evidencia de la disputa abierta por el control del mismo;
sin embargo, esto solo fue la antesala de la cruenta guerra que se gestó en el
territorio, en adelante, los señalamientos, los bloqueos y los asesinatos selectivos
fueron acciones permanentes. La acusación de los pobladores como pro guerrilla
o pro paramilitares fue un arma efectiva empleada por todos los grupos para
diezmar y fragmentar la población.
Línea de tiempo corregimiento Santa Ana. Los pobladores del casco urbano identifican en una línea de tiempo los hechos más
representativos del municipio; allí están hechos como la creación y cierre posterior de la emisora comunitaria Granada Estéreo
(1998), otras acciones de guerra que marcaron su historia: la masacre paramilitar y la toma armada por parte de las FARC. Es
igualmente significativo el seguimiento que le hacen a las elecciones locales y la posesión de los diferentes alcaldes.
Fuente: CNMH, Taller de Memoria con población del Casco Urbano, 12 y 13 de junio de 2014.

2.2.7. Los retenes y las listas como símbolos de la disputa


Durante este periodo el control de la circulación de la población a través de los
retenes se intensificó hasta convertir algunos lugares de la vía en verdaderos
lugares de terror. En el corto trayecto de la carretera que conduce de El Santuario
y la autopista Medellín-Bogotá a Granada, podían encontrarse hasta tres y cuatro
retenes:

A mí me pareció eterno ese tiempo del año 2000 que fue lo más fuerte, al 2003, 2004,
porque estábamos solos completamente y uno no sabía quién era quién, por ejemplo, el
trayecto entre Granada y Santuario es muy corto, casi 13 kilómetros y en ocasiones
habían retenes de todos los grupos armados, empezaba ahí en El Cebadero la guerrilla,
en El Ramal; el Che, en el Palmar los paramilitares y la Policía ahí en La Mayoría mejor
dicho, eran cuatro, uno no se explica cómo no se encontraban ellos si a todos nos estaban
haciendo lo que nos estaban haciendo, eso era demasiado duro, uno no sabía quién era
quién (CNMH, mujer, Taller de Memoria Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

En el Alto de El Palmar, por ejemplo, se instaló desde mediados de 2000 un retén


paramilitar permanente que se mantuvo por varios años, y en el que perecieron
muchas personas. También El Cebadero, El Carmelo, La María y El Ramal, el Alto
de La Cruz, La Aurora, La Piedra, Tafetanes, La Quiebra y Santa Ana fueron
lugares de retención. Sin embargo, esta estrategia presentó variaciones según el
actor y el territorio: los retenes de las guerrillas del ELN y las FARC que tuvieron
como foco las vías de Granada-San Carlos, Granada-Cocorná, El Santuario-
Granada, estuvieron asociados principalmente a los secuestros, las “pescas
milagrosas” y los bloqueos producto de los paros armados en los distintos parajes
entre El Santuario y San Luis en la Autopista Medellín-Bogotá. En contraposición,
los retenes del Ejército, paralelos a combates y avanzadas contra la guerrilla,
estuvieron instalados principalmente en puntos estratégicos de la autopista
Medellín-Bogotá, de la vía El Santuario-Granada, y solo al final del conflicto, en la
vía Granada-San Carlos. En el caso de los retenes paramilitares, estuvieron
fuertemente asociados con los asesinatos selectivos, desapariciones, amenazas y
tratos degradantes contra la población civil. En casi todos ellos, se hacía uso ya
sea de las listas o de informantes que iban señalando a la población, tal y como
cuenta esta mujer de la Cuenca Zona Fría:

El 4 de junio, el día de mi cumpleaños, –por eso no se me olvida– del 2001, íbamos


hacia San Carlos y nos pararon en el Alto, en el Alto desde el que se ve el pueblo, allá
nos pararon las Autodefensas y nos preguntaron qué porqué llevábamos colchonetas,
nos esculcaron, nos preguntaron que si llevábamos medicamentos… y no, solo
llevábamos unas colchonetas que había dado el mismo Ejército como para una
inundación o algo así, entonces a mí me dijeron, me pidieron la cédula y dijeron, ah,
[nombre de la persona], entonces sacaron un cuaderno y yo me paré ahí, yo estaba ahí
paradita con mi cédula, yo no me pude mover los pies se me volvieron una barra y la
lengua se me puso pesada, yo no podía hablar y empezaron a pasar listas de Aguirres,
Aguirres, Aguirres, Alzates todos los apellidos, sobre todo mucho Aguirre, todos los
Aguirres estaban ahí y Alzates y entre todos esos Aguirres y todos esos Alzates, estaban
buscando un Alzate que nunca encontraron… —No esa vieja está limpia— y me
entregaron la cédula. Entonces, ellos si tenían un cuaderno, las autodefensas si tenían
un cuaderno y tenían ahí anotada la gente (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca
Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

De acuerdo con lo que manifiesta la población, en los retenes paramilitares


usualmente: “Recogían las cédulas y la metían en un computador y mantenían
unas 5 o 6 páginas de hojas con nombres, también tenían un listado a mano y en
el computador otro, eso buscaban ahí y al que encontraban le tocaba” (CNMH,
Taller de Memoria, hombre, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014). Las
listas fueron el arma de la que hicieron uso los paramilitares, donde previamente
tenían reseñada e identificadas a sus víctimas. En los retenes, estas fueron el
mecanismo para activación de los señalamientos y se constituyeron en sentencias
de muerte anunciadas para desplazar y atemorizar, en algunos casos, y en otros,
para filtrar y asesinar selectivamente a personas que intentaran cruzar territorios.
Con estas listas, en la mayoría de los casos grupos paramilitares, y en otros, la
fuerza pública, seleccionaron las víctimas no solo por el cotejo de patrulleros o
comandantes, sino muchas veces por rumores, chismes, y venganzas de
personas acusando a “otros” de guerrilleros, informantes o colaboradores. Las
listas fueron construidas en cooperación con milicianos y con información lograda
con torturas y labores de inteligencia de militantes e informantes.
El control de la zona urbana y la presión sobre la población de la zona rural
mediante los retenes y los bloqueos alimentarios fueron producto, en parte, del
trabajo mancomunado de los paramilitares y tropas del Ejército que fue reforzado
con el ingreso a las filas paramilitares de desertores guerrilleros que se hizo
continuo a medida que se producía la avanzada paramilitar y el repliegue de la
guerrilla. El intercambio de combatientes entre bandos encontró su máxima
efectividad en los retenes viales y en las incursiones armadas que terminaban con
asesinatos y masacres de la población señalada por “desertores” y
“encapuchados”, quienes al ser oriundos de la zona tenían un amplio conocimiento
de la población y el territorio.

2.2.8. Los bloqueos de alimentos, un ataque frontal a la población


Imposibilitar, limitar o prohibir la movilidad de los pobladores y de sus productos en
un contexto rural y de economía campesina, es tal vez una de las maneras más
atroces de socavar su libertad, su autonomía y dignidad. Después de la masacre
paramilitar, las autodefensas presionaron a la población granadina con un bloqueo
en el que ordenaron a los dueños de la estación de servicio de gasolina no vender
combustible para los transportadores y amenazaron a la flota de buses Flota
Granada en términos de “que no responderían por vehículos que fueran
despachados” (El Colombiano, 24 de mayo de 2001, página 11A). Con el supuesto
fin de cortarle los suministros a la guerrilla, los paramilitares efectuaron el bloqueo,
presionando fuertemente a la población campesina, sometiéndola a desplazarse, o
en otros casos, a emplazarse en sus territorios por miedo a movilizarse entre los
retenes de paramilitares y el Ejército. Así fue la experiencia vivida por la población:

En Granada fuimos bloqueados por alimentos, no dejaban los grupos al margen de la


ley el acceso de los víveres de Medellín ni de las veredas, algunos campesinos se
arriesgaban a traer la comida en animales, caballos y en mulas, con tan mala suerte que
después de pasar el mercado mataban a los labriegos. Para traer el gas había que traerlo
camuflado entre los bultos de abono, también aquí en la parte trasera; cuento el bloqueo
que nos hicieron también con la gasolina, el Ejército no dejaba entrar la gasolina para el
transporte (CNMH, Taller de Memoria, hombre, casco urbano, 12 y 13 de junio de 2014).

“Bloqueo a paso de alimentos no deja respirar a Granada”. Fuente: El Colombiano, 24 de mayo de 2001, página 11A.

Estos hechos determinaron el curso de la cotidianidad de los pobladores de la


zona urbana y de la zona rural: alrededor de lo que se consideraba como un
momento crítico de la guerra, el Comité Interinstitucional llamó la atención sobre
los efectos perversos que una estrategia aparentemente orientada a debilitar a los
grupos armados, afectara de este modo a la sociedad civil:

Es ilógico, que para evitar que los grupos en conflicto se surtan de víveres, todos
resultemos perjudicados de manera indiscriminada. Esperamos, que para la
normalización de la ya decaída economía y nuestro grave estado de ánimo, se permita la
libre circulación de las mercancías, gas e insumos que requerimos para el normal
desenvolvimiento de nuestras actividades diarias (Comité Interinstitucional de Granada,
2001).

Como retaliación al bloqueo paramilitar, el ELN efectuó bloqueos en la autopista


Medellín-Bogotá. Si bien estos repercutían a nivel nacional, la toma de vías de
comunicación entre la cabecera municipal de Granada y los corregimientos
deterioraron la vida de los habitantes a nivel local, no solo por la restricción
alimentaria sino por la disminución de ingresos dada la imposibilidad de
comercializar sus productos.

2.2.9. La posesión paramilitar con un nuevo actor: Bloque Cacique Nutibara


El ingreso del Bloque paramilitar Cacique Nutibara a Granada se dio por las
veredas limítrofes a El Santuario y a partir de allí desplegaron sus estrategias
bélicas que se enfocaban específicamente a quitarle el apoyo social a la guerrilla
mediante el señalamiento y declaración de objetivo militar a los pobladores que
estaban en zonas de influencia guerrillera.

lo cierto es que en el 2001 fue la cosa más brava porque ya los que quedamos en el
pueblo que no nos volamos o nos fuimos, los paracos nos decían guerrilleros y la guerrilla
nos decía paramilitares, yo fui uno que estuvo en esos momentos ya estuve fue sufriendo,
porque ya la guerrilla en El Cebadero y los paracos bregando a meterse en el pueblo, a
bregar a meterse… a meterse hasta que se metieron (CNMH, Taller de Memoria, hombre,
zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014).

La población y las autoridades locales cuestionaron la inacción de miembros de la


fuerza pública y su connivencia con los paramilitares ante las sucesivas
retenciones y muertes selectivas a pocos metros del comando de Policía y de una
base militar del Ejército.
En los ejercicios de memoria realizados encontramos que, entre la población
granadina, no hay recelo en repetir en voz alta lo que todos sabían: que “en ese
tiempo llegaba cantidad de Ejército revuelto con paracos”; desde el sentido común,
todos jugaron un rol de alistamiento de la estrategia contrainsurgente que
adelantaron de forma conjunta y complementaria, “los primos”, como
popularmente se explicaba el confuso hermanamiento entre soldados y
paramilitares. Según relatos de la población, de las instituciones e, incluso, de
organizaciones sociales nacionales e internacionales que estuvieron en este
momento apoyando la población, lo que marca este periodo, del año 2000 en
adelante, es una evidente y estrecha relación:

Lo que sentimos cuando ellos llegaron [paramilitares] no se puede describir, porque


fue que ellos llegaron con el Ejército. Al campo ellos entraron con el Ejército, era gente
muy mala. Es que para nosotros el Ejército y ellos eran los mismos. Nosotros les tuvimos
mucho pánico y tuvimos que correrles (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca
Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).

Los paramilitares pasaban por el frente del Comando, pasaban por todas las calles,
estando en el mismo pueblo, para arriba para abajo y la Policía no hacía nada con ellos
(CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

Es indiscutible que parte de los actores de la fuerza pública han sido proclives o
condescendientes con el proyecto de [las] autodefensas, parte de la fuerza pública sintió
que las autodefensas eran un apoyo o respaldo a la guerra que ellos libraban, eso no es
un secreto (CNMH, exfuncionario de la alcaldía, hombre, entrevista, 19 de septiembre de
2014).

Esta relación de connivencia, cooperación y coordinación es corroborada por un


excombatiente paramilitar quien afirma que el modus operandi era el siguiente:

Los urbanos recibían colaboración del Ejército, entre ellos del mayor Jesús María
Clavijo Clavijo del Batallón Granaderos ubicado en el municipio de la Unión. La
colaboración consistía en patrullaje conjunto lo que implicaba estar unidos en operaciones
militares en contra de la subversión. Además el mayor del Ejército coordinaba en los
pueblos para que el grupo urbano tuviera libertad de ejecutar los homicidios de los
objetivos militares. Los vehículos eran compartidos en algunas operaciones militares con
el Ejército y la Policía para desplazamiento. La Policía y el Ejército también otorgaban
información sobre presencia guerrillera a través de listas de las personas a asesinar, las
cuales eran enviadas directamente a Carlos y Vicente Castaño a través del comandante
Merchán, hombre de confianza de Vicente Castaño47.

A raíz de las masacres y los asesinatos selectivos sistemáticos, los paramilitares


lograron consolidarse en el casco urbano y sus alrededores infundiendo miedo y
terror entre la población. No obstante y a pesar de que habitaron varias casas en
el casco urbano, no se trató como en San Carlos o Santuario, de centros de
operación claramente establecidos.
En los inicios de 2002, cuando la población del municipio contaba con alrededor
de 6.000 personas –más de la mitad de la población desplazada, si se tiene en
cuenta que para el año 2000 se registraba un censo de 19.444 habitantes (EOT,
2000)–, los paramilitares lograron consolidarse en la cabecera municipal. El 17
de enero de 2002 izaron su bandera con franjas roja y negra en el sitio
denominado El Cabezón, cerca al asilo, dispararon al aire y pintaron consignas
en las paredes de varias casas en las afueras del casco urbano (El Colombiano,
17 de enero de 2002, página 13A).
La izada de la bandera estuvo acompañada de una presentación formal de los
paramilitares, ahora bajo la línea de mando del Bloque Cacique Nutibara que,
igual que en otras regiones de Antioquia había doblegado al Bloque Metro 48.

47
Colombia, Fiscalía General de la Nación, Fiscalía 47 Dirección Especializada de Justicia Transicional,
entrevista a postulado de Justicia y Paz del 12 de marzo de 2015. Fiscal Delegado: Carlos Alberto Camargo
Hernández. Técnico Investigador: Williams Darío Guzmán Osorio (Consecutivo 80005 Entrevista FPJ-14).
48 Desde 2000 se venía desatando una guerra interna en las AUC debido a las diferencias políticas entre
Doblecero comandante del Bloque Metro y Don Berna del Bloque Cacique Nutibara, que termina en 2002 cuando
es exterminado en buena parte el Bloque Metro, mientras que la otra fue absorbida por el Bloque Cacique
Nutibara. Con este cambio de estructura armada, se potenciaron las estrategias en un empadronamiento en los
territorios, dando la orden de cerrar a horas determinadas los establecimientos de comercio, controlar la entrada
y salida de las personas de los municipios, desaparecer, torturar y asesinar. (Sentencia Edison Giraldo Paniagua
alias Pitufo, Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala de Justicia y Paz, 30 de julio de 2012, páginas
42- 45).
Después de varios años de estar aproximándose y además cercando la población,
hacen su presentación formal:

Cuando ellos ya llegaron (…) ellos se repartieron los diferentes negocios y llegaron y
se presentaron, de civil, todos con una pinta muy similar: blue jean, camisa y gorra y
entraron a cada uno de los negocios y se presentaron: “somos de las autodefensas del
bloque no sé qué y estamos aquí, ya somos vecinos de ustedes, nos vamos a quedar” y
todos quedamos petrificados (…). Pero el caso es que ellos estaban era asentando su
presencia en ese momento, después de que ya habían avanzado palmo a palmo la
carretera desde la autopista hasta aquí y ya estaban dejándolo claro (CNMH, Grupo Focal
Comité Interinstitucional, mujer, 8 de noviembre de 2014).

En este momento de expansión paramilitar, existía al interior de los bloques, una


diferenciación entre funciones y acciones de las estructuras. Las que se situaban
en las cabeceras de centros poblados se encargaban de influenciar la población a
su favor, creaban redes de inteligencia e informantes a la par que cobraban a los
comerciantes bajo la presunta noción de brindarles protección contra las acciones
de la guerrilla, que en últimas terminaban siendo extorsiones a quienes no
deseaban pagar por esta seguridad privada. Las estructuras militares en los
cascos urbanos también colaboraban con las rurales cuando se realizaban retenes
en la autopista Medellín-Bogotá; para ello, se uniformaban, ya que la mayoría del
tiempo permanecía de civil para mimetizarse con la población49.
Contando ya con dominio del casco urbano, los paramilitares sostuvieron los
retenes permanentes en la vía entre El Santuario-Granada que conduce a la
autopista Medellín-Bogotá, en puntos estratégicos, anteriormente disputados con
la guerrilla, El Alto del Palmar, El Cebadero y la vía al corregimiento de Santa Ana.

2.2.10. Se agudiza confrontación entre el ELN y las FARC


La confrontación entre el ELN y las FARC también creó condiciones para el
asentamiento paramilitar. Si bien desde sus orígenes las diferencias de estas dos

49 Sentencia Edison Giraldo Paniagua alias Pitufo. Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala de
Justicia y Paz, 30 de julio de 2012, página 46.
guerrillas fueron latentes en relación con la interpretación de las coyunturas del
país y del enfoque político y militar, y en los años ochenta estas se habían
acentuado en relación con la participación en los diálogos de paz propuestos por
Belisario Betancur, estas diferencias se habían logrado tramitar gracias a la
confluencia en la CNG y después en la CNGSB50.
Sin embargo, esta confrontación se había hecho evidente en diciembre de 1999
cuando miembros de los frentes 9 y 47 de las FARC le dieron muerte a cinco
integrantes del Carlos Alirio, lo que motivó un pronunciamiento de los
comandantes anunciando que tomarían medidas contra las comisiones de los
guerrilleros que se movilizaban por sus áreas de injerencia y control (González,
2002, página 87).
Durante el primer quinquenio del 2000 estas diferencias se acentúan hasta llegar a
constituir un factor de confrontación armada entre ellos, con lo que sumaban a la
intensa confrontación que ya se vivía en el territorio. La postura frente a los
diálogos regionales y las autoridades locales, las disputas por el manejo de
recursos que eran producto de extorsiones y secuestros y las diferencias en
relación con el tipo de estrategia militar, eran la base de esta disputa, de la que el
ELN resultó siendo el más afectado: los territorios en los que eran hegemónicos
fueron ocupados primero por las FARC y después, con la ayuda de los grupos
paramilitares, por el Ejército (García de la Torre y Aramburu, 2011; Restrepo,
2011).

2.2.11. Una población civil asfixiada


En el año 2002 se rompe de manera definitiva el proceso de paz que venía
adelantando el gobierno de Pastrana con las FARC, y el presidente ordena la
recuperación de la zona de despeje (González, 2014, página 431). También el
proceso que se adelantaba con el ELN desde 1998 se declara suspendido por
parte de la fuerza pública (Medina, s.f., página 668). La crisis que deviene
enmarca la posesión del presidente, Álvaro Uribe Vélez, quien llega con la

50 Ver al respecto: Medina, 2010; Pécaut, 2008; González, 2014.


promesa de una derrota militar de las guerrillas a través de la política de
Seguridad Democrática.
En Granada, este es también el año de mayor presión de los grupos armados
sobre la población. A través del bloqueo de alimentos y el dominio vial entre
Granada-El Santuario y los asesinatos selectivos, entre guerrillas, paramilitares y
Ejército cercaron a la población casi hasta asfixiarla.
La guerrilla, acorralada por el control que ejercían los operativos militares y las
acciones paramilitares, acrecentó las medidas de control y coerción contra la
población: las FARC profirieron amenazas colectivas contra varias poblaciones en
las que tenían presencia (Santa Ana, Galilea, Los Medios, Las Faldas y El Edén) a
las que “dieron un plazo de 15 días a los campesinos para que se desplacen de
sus parcelas o se unan a sus filas” (Noche y Niebla, 2002, No. 23, página 126). Al
igual que el ELN, hicieron uso de minas antipersonal y otros artefactos ubicados
en lugares estratégicos como caminos, bases militares y zonas de campamentos,
con los que se pretendía contener la ventaja cada vez mayor de la fuerza pública.
Las presiones del Ejército a la guerrilla se transformaron en acciones de
cercamiento de territorio por parte de los últimos. Las zonas en su posesión se
convirtieron en campos de combate silenciosos en los cuales se pretendía frenar
al enemigo. Los campos minados trastocaron profundamente la cotidianidad y la
movilidad de los campesinos, generando en variadas ocasiones, sino el
desplazamiento forzado, sí el emplazamiento en un territorio cercado por minas.

Y cuando llegó la invasión paramilitar, la guerrilla apretó a la gente, apretó las medidas
de seguridad entonces pusieron avisos en Galilea, antes de entrar a Santa Ana que la
carretera de seis de la tarde a seis de la mañana estaba minada y no se podía transitar,
entonces pusieron esos avisos en la carretera, uno miraba el papelito siempre ahí y no
dejaban pasar (CNMH, entrevista, mujer, Santa Ana, 2013).

Ahora bien, en medio de la presión que todos los actores ejercieron sobre la
población, lo que ellos no soportaron fue que la mayoría de los habitantes no
tomara partido: prohibieron la neutralidad. Esto fue lo que produjo el mayor éxodo
de granadinos:
los grupos armados dijeron que no iban a permitir a nadie neutral que todos tenían que
comprometerse, entonces la gente por no comprometernos dejamos el pueblo, eso era
toda la semana los carros llenos de gallos, gallinas, perros, a salir la gente del pueblo eso
fue en el 2002 y ya ellos quedaron solos, quedaron desprotegidos (CNMH, Taller de
Memoria, Cuenca Santa Ana, hombre, 19 y 20 de julio de 2014).

Pero como se señala en este relato, no solo la población se desplazó, los propios
grupos armados quedaron solos, lo que de alguna manera también les generó
vulnerabilidad. De otro lado, el asesinato selectivo tomó un ritmo dramático, su
número aumentó de modo considerable en el casco urbano, y a las afueras de
este, principalmente en la cuenca de Santa Ana, Zona Fría, San Matías y
Calderas. Así se reportó en la prensa:

Desde el 2002 se desató en Granada una cadena de muertes selectivas, provocadas


por hombres armados que, con capucha o sin ellas, recorren las 52 veredas en busca de
presuntos auxiliadores de la guerrilla. Campesinos con oficios conocidos y con familia son
sacados de sus casas y después aparecen muertos. Son bajados de los buses escalera
o colectivos en los que se desplazan al casco urbano y también son asesinados (El
Colombiano, 20 de octubre de 2002, página 11A).

“Granada carga la cruz de los muertos”. Fuente: El Colombiano, 20 de octubre de 2002, página 11A.
Los paramilitares evitaron hacer evidente la connivencia con miembros de la
fuerza pública; por ello, para no involucrar a la Policía y aunque hacían presencia
permanente en el municipio, perpetraron los asesinatos por fuera del casco
urbano, utilizando lugares vecinos como el Alto del Palmar, La María, El Carmelo y
El Cebadero (Cuenca Zona Fría).

El tema es que no sacaban la gente. Mire es que hay un detalle, el paramilitarismo


utilizó la estrategia de no matar ni uno solo dentro del casco urbano, mientras que la
guerrilla si podía hacer las propias ejecuciones en el propio casco urbano, el
paramilitarismo tenía por norma sacarlos, sacar cualquiera que pudiera ser… (CNMH,
Taller de Memoria, casco urbano, hombre, 12 y 13 de junio de 2014).

Al panorama ya cruento de miedo y terror, se sumaron las masacres, solo en el


2002, se registraron tres masacres que dejaron un total de 13 víctimas. Fue tal el
número de asesinatos que el sepulturero del pueblo expresó en un reportaje que,
de enero a octubre de 2002, le había tocado hacer 88 levantamientos de
cadáveres, lo cual “es mucho muerto para un pueblo tan chiquito” (El Colombiano,
20 de octubre de 2002, página 11A, sepulturero del municipio).

2.2.12. La retoma. Operaciones militares y ejecuciones extrajudiciales: las


estrategias del accionar institucional
Si bien, como ya hemos visto, desde 1999 se venían realizando operaciones
militares por parte del Ejército orientadas a obtener el control del territorio hasta
ahora en manos de la guerrilla, estas operaciones se acentúan a partir de 2002
como parte de la estrategia nacional de Seguridad Democrática. En esta
investigación y a partir de la información de prensa, se logró establecer que, entre
1999 y 2006, la IV Brigada ejecutó cerca de diez operaciones militares con
diversas misiones tácticas contra distintos frentes de las guerrillas del ELN y
FARC. Estas son:
• Operación militar Lusitania (1999)
• Operación militar Junco (2001)
• Operación militar Audaz (2001)
• Operación militar Neutrón (2002)
• Operación militar Emperador (2003)
• Operación militar Élite (2003)
• Operación militar Martillo (2003)
• Operación militar Marcial (2003)
• Operación militar Espartaco - Misión Táctica “Japón”, “Jaque” “Sagaz”
“Sable” (2004)
• Operación Ejemplar (2005)

Para el desarrollo de estas operaciones privilegiaron las tácticas de bombardeos y


retenes. El Ejército dispuso de varios frentes de guerra, de los cuales tuvo mayor
accionar el GMJCO (Grupo de Caballería Mecanizado N° 4 Juan del Corral)
creado en abril de 1990 con jurisdicción en los municipios de las subregiones de
altiplano y páramo51, el Batallón de Plan Especial Energético y Vial N° 4 Jaime
Polaina Puyo que se originó en el 2000 con el propósito de proteger la
infraestructura energética, permaneció acantonado en San Rafael y,
posteriormente, llegó a la zona de Granada a comienzos de abril de 2005 para
custodiar los trabajos de reparación de la central hidroeléctrica de Calderas. Otras
tropas militares estuvieron agrupadas en el Batallón de Contraguerrilla N° 4,
Granaderos, una unidad que tuvo acciones temporales en los embalses, la cual
coincidió con la llegada de los paramilitares a la región, y en el Batallón de
Ingenieros Pedro Nel Ospina que apoyó de manera ocasional operativos y fue sede
del Batallón Granaderos. Más tarde, las operaciones militares contra los frentes
guerrilleros se vieron reforzadas con el BAJES (Batallón de Artillería N° 4 “Jorge
Eduardo Sánchez 4”), con jurisdicción en las zonas de embalses en los municipios
de Cocorná, San Carlos, San Rafael, San Luis, San Vicente, Santo Domingo,
Concepción, Alejandría, Granada, El Peñol y Guatapé, y cuya misión, fue proteger

51 La subregión del altiplano también es conocida como Valle de San Nicolás o Rionegro, está integrada por
nueve municipios Guarne, El Carmen de Viboral, El Retiro, El Santuario, Marinilla, La Ceja, La Unión, Rionegro
y San Vicente; mientras que los municipios que integran la subregión del páramo son: Abejorral, Argelia, Nariño
y Sonsón.
475 torres de energía en la zona de embalses de Guatapé, San Rafael y San
Carlos, y 30 kilómetros de la autopista Medellín-Bogotá, entre el Puente Calderas
y el río Samaná; además de penetrar las zonas de control guerrillero en el
corregimiento Santa Ana y otras zonas rurales de Granada y San Carlos.
La finalidad del Ejército en esta región estuvo dirigida principalmente a garantizar
el cuidado de la infraestructura energética y vial (autopista Medellín-Bogotá), y
aunque esto se logró a partir del cercamiento y ofensiva a los grupos insurgentes,
el costo más alto lo pagó la población civil. En efecto, estas acciones ofensivas del
Ejército fueron percibidas por la población como un nuevo ataque contra ella; el
señalamiento a través de informantes, las amenazas e incluso saqueos a las
casas de los pobladores y los asesinatos de personas que luego eran reportados
como subversivas, hicieron parte de su repertorio. Las personas de Santa Ana
recuerdan cómo, cuando el Batallón Bajes 4 llegó a la zona dejaron las paredes
con la inscripción: “Dios concede la victoria. Bajes 4”. A partir de allí, cuentan los
pobladores, empieza el régimen de terror de este Batallón con las ejecuciones
extrajudiciales que tendrían su apogeo con el despliegue agresivo de las
operaciones militares a partir de 2002.
En efecto, según informe de Human Rights Watch (2015) sobre ejecuciones
extrajudiciales, el Batallón Bajes tenía como misión “adelantar operaciones
ofensivas de registro y destrucción en el área de Granada, San Carlos, San Luis y
Cocorná. Estaba al mando de la Cuarta Brigada (con sede en el departamento de
Antioquia), cuyos miembros están siendo investigados en relación con por lo menos
412 presuntas ejecuciones extrajudiciales ocurridas entre 2002 y 2008. La Unidad
de Derechos Humanos investiga 95 presuntas ejecuciones extrajudiciales
cometidas por el Batallón Bajes entre 2002 y 2007. Funcionarios judiciales que
investigan estos casos señalaron que la Unidad cometió ejecuciones de falsos
positivos en forma sistemática y que ejecutaba a campesinos de zonas rurales
donde tenían presencia, e informaba que se trataba de guerrilleros muertos en
combate” (Human Rights Watch, 2015, página 53).
A esta fase de la confrontación armada corresponden los constantes combates
entre el Ejército, las guerrillas de las FARC, y en menor medida el ELN, que
debilitado al final, se repliega y apoya a las FARC con pequeños grupos de
guerrilla.
El paramilitarismo entre tanto sufre transformaciones: el Bloque Cacique Nutibara
se desmovilizó en 200352 al mismo tiempo tuvo presencia el Bloque Héroes de
Granada que se conformó en el año 2003. Algunas fuentes atribuyen su nombre
justamente al propósito de derrotar la guerrilla en este municipio considerado un
ícono del poder del guerrillero, particularmente después de la toma llevada a cabo
en el año 200053. Contrario al Bloque Metro y a otras estructuras rurales de
autodefensas, el Bloque Héroes de Granada no desarrolló grandes operaciones
militares en la zona del oriente antioqueño54.
A pesar de la realización de varios paros armados, la reducción de la iniciativa
armada del ELN en la región fue significativa, pues pasó de registrar 69 acciones
en 2000 a 43 en 2001, 33 en 2002 y 3 en 2003, contrario a la fuerza pública, que
fue incrementando los combates: pasó de 25 en 2001, a 30 en 2002 y 52 en 2003
(Observatorio del Programa Presidencial de DH y DIH, 2010).
Durante el acto de entrega de la reconstrucción física de Granada, en 2003, que
contó con la presencia del entonces presidente de la república Álvaro Uribe Vélez,
hubo un fuerte hostigamiento al casco urbano de Granada55; como respuesta, el
presidente anunció el aumento de la militarización del municipio. Pero a medida
que el pie de fuerza militar aumentaba en la zona, el grado de inseguridad de la

52 El Bloque Cacique Nutibara se desmovilizó a finales de 2003, con 868 excombatientes y 467 armas
entregadas. Este bloque, que era el primer grupo paramilitar que se desmovilizaba en Colombia, se ubicó en el
municipio de La Ceja, su zona de concentración (Área de paz, desarrollo y reconciliación, 2010, página 16).
53 Se calcula que al momento de su fundación su estructura alcanzaba unos 2.200 hombres ubicados en los
municipios del oriente antioqueño. Se conformó en ocho compañías, una de las cuales estaba comandada por
alias King Kong, quien tuvo a su cargo 350 hombres, divididos en seis contraguerrillas que delinquían en El
Santuario, Marinilla, Cocorná, Granada, Guatapé y El Peñol, dirigidas por los cabecillas con los alias de Piolín,
Vicente, Jaime, El Indio, Gurre y El Diablo, este último a cargo del municipio de Granada.

54 En el Sistema de información de Justicia y Paz se registran 3.430 hechos reportados, atribuibles al Bloque
Héroes de Granada de los cuales 1.489 se cometieron en el oriente antioqueño.
55 En medio de un hostigamiento por parte de las FARC, el presidente Uribe arribó a Granada para cumplir
con la entrega de la reconstrucción del casco urbano del municipio (El Colombiano, 18 de agosto de 2003, página
3A).
población también iba en aumento como resultado del tipo de presencia que tuvo
el Ejército:

Cuando llegó el Ejército, nosotros le tuvimos mucho pánico al Ejército y tuvimos que
correrle, apareció a hacer masacres, nos dio miedo porque apareció para empezar a
matar la gente y a los guerrilleros, empezaron también a abusar de las muchachas y a
comerse lo que no se había comido la guerrilla (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca
de Calderas, 22 y 23 de agosto 2014).

Mientras las tropas del Ejército daban partes de victoria por la ejecución de sus
operaciones, la población granadina acompañada por organismos defensores de
derechos humanos, empezó a denunciar los abusos a los que se vieron sometidos
mujeres y hombres campesinos, quienes indefensos fueron retenidos, asesinados
e identificados como guerrilleros muertos en combate; una lista de abusos y
atropellos, a los que se le sumaban además, casos de violación sexual, hurto y
destrucción de bienes y tratos denigrantes por la sola condición de vivir en el área
rural donde hacían presencia los grupos insurgentes.
Con la presión de la guerrilla y los paramilitares, los campesinos simplemente
quedaron en medio del fuego cruzado; todos los bandos se arrogaron el poder de
disponer de las vidas de los habitantes, los asesinatos ocurrían en las mismas
veredas, muchas veces, los sacaban de sus casas y asesinaban a varios miembros
de una misma familia. En la Cuenca Calderas, por ejemplo, recuerdan cómo el
Ejército simuló enfrentamientos para poder justificar el asesinato de civiles y
presentarlos como guerrilleros muertos en combate:

En 2002 comenzaron las muertes violentas en La Estrella que comenzaron con los
hijos de [nombre], los dos estaban juntos esperando el carro el sábado y el Ejército subió
y se los llevó y los mató aquí en la carretera y como a los dos meses, la guerrilla mató al
cuñado mío en la propia vereda, a los otros los sacaron de la vereda, los sacaron de la
molienda estaban trabajando y lo mataron ahí cerquita por ahí a 2 o 3 minutos (CNMH,
Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

En este sentido, el mapa de las operaciones militares ejecutadas a partir de los


años 2002 y 2003 en las cuencas de Santa Ana, Calderas, además de los centros
poblados de Los Medios y Galilea, coincide con numerosas muertes, que en su
momento se reportaron como bajas guerrilleras y que, posteriormente, mediante
investigaciones y denuncias, se comprobaron que en su mayoría fueron
ejecuciones extrajudiciales 56.

2.2.13. Deserción y cambio de bandos: una estrategia con consecuencias fatales


para la población
Junto con el cerco militar instalado en las cuencas de Santa Ana y Calderas, el
Ejército emprendió campañas radiales para promover la desmovilización en los
frentes guerrilleros que, como se ha dicho, eran en buena parte oriundos de la
región. Complementario con esto, la estrategia de conformar grupos de
informantes y de soldados campesinos, como parte de la implementación de la
estrategia de Seguridad Democrática contribuyó a este propósito.

También hay que hacer claridad que estos soldados campesinos eran quienes
‘sapiaban’ a sus antiguos compañeros de lucha, esos muchachos que estaban en la
guerrilla eran ‘sapiados’ por estos soldados campesinos y por eso la guerra fue tan cruel,
tan cruda; esa fue estrategia de Uribe Vélez para atacar directamente la subversión
(CNMH, Taller de Memoria, hombre, zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014).

Pero sin duda, la descomposición y degradación de la misma guerrilla, la


confrontación a muerte entre las FARC y el ELN, también abonaron al fenómeno
de la deserción y generaron una situación que es relatada por la población como
uno de los pasajes más perversos de esta guerra: la deserción y el paso de
guerrilleros a las filas del paramilitarismo para servir como informantes del Ejército.

Empecé a oír: —imagínate que se pasó Marulanda, que ya no es del ELN que ya es
del Bloque Metro— Marulanda era un comandante que todo el mundo conocía. —Que
Caliche que era de las FARC ya lo vieron en un retén, ¿usted se imagina lo que es eso

56 Es el caso, por ejemplo, de la destitución que sentenció la Procuraduría General de la Nación en junio de
2002, en pleno auge de operaciones militares contraguerrilla, de un oficial, dos suboficiales y 27 soldados tras
comprobarse su responsabilidad en la retención, tortura y asesinato de dos jóvenes campesinos que fueron
interceptados por una patrulla militar de la IV Brigada en la vía entre Santa Ana y Galilea.
para la gente? y eran muertos, muertos, muertos de todos los grupos. La historia que
siguió de Granada es caos, zozobra (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía,
entrevista, 22 de abril de 2015).

El Ejército utilizó de manera sistemática a informantes desmovilizados de la


guerrilla muchos de los cuales eran oriundos del mismo corregimiento, para
señalar las personas que le habían colaborado de una u otra forma a la guerrilla.
En los relatos de la población granadina, la figura del desertor ocupa un lugar
central en la degradación de la guerra y está estrechamente ligada con la
estrategia de los retenes y bloqueos. Un informe del Observatorio de Paz describe
así esta situación:

En el municipio de Granada, corregimiento Santa Ana, la comunidad comunica


situaciones que los afectan y los dejan en situación de riesgo, y es la utilización de
desertores de la guerrilla por parte del Ejército para realizar señalamientos e intimidación
en contra de civiles. Para ello, se han valido de la presencia de los desertores alias Caliche,
Maicol y su compañera. En una ocasión el Ejército realizó un retén en la vereda La
Quiebra, donde se encontraba Maicol uniformado y portando armas de uso privativo de la
fuerza pública, quien se encargó de arengar a los pasajeros aconsejándoles que no
colaboraran con la guerrilla. Luego bajó a un joven del automotor y lo trató de guerrillero.
En varias oportunidades este desertor llega en compañía del Ejército a Santa Ana e
intimida a la población. El desertor conocido como Caliche (recordado como “el alcalde de
Santa Ana”), en un retén del Ejército en el sitio El Cebadero bajó a seis campesinos del
automotor de servicio público en que se movilizaban intentando despojar a uno de ellos
de un dinero que poseía. Estos campesinos ante los señalamientos realizados por el
desertor fueron retenidos sin que mediara orden escrita de captura, trasladados hasta
Granada en donde fueron puestos en libertad en las horas de la noche del día de la
retención. En el corregimiento de Santa Ana durante el mes de marzo dos personas se
vieron obligadas a abandonar la zona ante una serie de rumores y señalamientos
infundados de ser informantes o colaboradores del Ejército (OPROA, 2008c, página 27).

En otros casos, la deserción y desmovilización de comandantes de alto perfil como


el comandante Ploter del Frente 9° de las FARC57 fueron muestra evidente de los

57 Según versión periodística este se desmovilizó por diferencias internas con respecto al manejo del componente
resultados de la acción del Ejército en la búsqueda de desarticulación de las
guerrillas.
En el periodo más intenso y prolongado de la escalada armada en Granada y la
región se produjeron dos picos, uno en 2000 con 184 eventos armados y otro más
alto en 2004, con 214, representando una de las más complejas épocas del
conflicto armado en la región, cuando, al tiempo que disminuyeron las acciones del
ELN y los paramilitares, aumentaron de manera frontal las de las FARC y las del
Ejército. De alguna manera, en este periodo en el que el conflicto entre todos los
actores llegó a su máxima expresión, en la región se produjo un relevo de los
frentes guerrilleros del ELN y los frentes de las FARC, y a su vez, de los
paramilitares –dada la recomposición de sus bloques– y las Fuerzas Armadas
(García de la Torre y Aramburu, 2011). A partir de 2004, en medio de la
confrontación armada, las acciones bélicas propias de la guerrilla como secuestros,
tomas, hostigamientos y ataques a infraestructura vial y energética comenzaron a
disminuir drásticamente. En este contexto, “el ELN se vio seriamente debilitado, solo
las FARC continuaron con algún poder de acción sobre todo en los municipios de
Granada y San Luis –en su mayoría actos de sabotaje– y en proceso de repliegue
hacia las zonas de bosques y páramo” (IPC, 2006).
Para la población, el año 2004, marca el fin de la confrontación y el inicio de una nueva
hegemonía. En este sentido, como dice un profesional que acompañó durante años
los procesos sociales:

Ese cambio para Granada [empezó] por ahí en el 2004, ya estaban no más los
paramilitares allá, incluso en las veredas y el casco urbano, entonces en Granada hay un
cambio, hay lugares donde se demora más, hay cada vez más Ejército, más bases,
entonces empieza a calmarse esa parte del conflicto (CNMH, hombre, funcionario del
PNUD, entrevista, 9 de septiembre de 2014).

militar y después de acciones con alto costo político para esa guerrilla como la masacre de Dos Quebradas en San
Carlos y el asesinato del gobernador Guillermo Gaviria (revista Semana, 11 de diciembre de 2003).
En uno de los últimos esfuerzos de las FARC por hostigar a la fuerza pública y a
los paramilitares, hicieron un atentado con lanzagranadas en el casco urbano58
que causó solo daños materiales. Los paramilitares, en respuesta, decretaron el
bloqueo alimentario asfixiando a la población, restringiendo al máximo el acceso a
los alimentos, así como la comercialización de productos agrícolas entre la zona
rural y urbana del municipio. La amenaza contra mujeres que trataban de hacer
mercado se hizo extensiva a los niños y ancianos. En declaraciones a la prensa,
un líder de Laboratorio de Paz, asegura que en todo el oriente antioqueño, el caso
más crítico del emplazamiento generado con los bloqueos lo vivió la población de
Santa Ana.

En el casco urbano del corregimiento solo hay nueve familias. En las veredas, entre
200 y 300 familias están encerradas por presión de las FARC y las autodefensas. La
guerrilla no les permite salir porque temen que den información sobre sus movimientos
en la zona. Cuando lo hacen, les exigen entregar parte de los alimentos que compran.
Pero la gente decidió pasar necesidades porque cuando salían a mercar, los mataban las
autodefensas, acusándolos de ser guerrilleros. Lo triste de todo esto es que de Santa Ana
ya nadie habla (El Colombiano, 25 de julio de 2004, página 6A, asesor del Laboratorio de
Paz).

El periodo termina con un fuerte debilitamiento del ELN, la disminución de las


acciones por parte de las FARC y de los paramilitares y un amplio poderío del
Ejército; así mismo, con las cifras más altas de asesinatos, secuestros,
ejecuciones extrajudiciales, masacres y buena parte de los territorios desolados
pues cerca de tres cuartos de la población se vio conminada al desplazamiento
forzado, las cifras más altas que en el transcurso de los años se haya registrado
en Granada.

58 Detonación de una granada lanzada desde las afueras del Municipio al techo de una casa en el casco
urbano, no causó grandes traumatismos (El Colombiano, 22 de febrero de 2004, página 3A).
2.3. Después de la guerra: 2005 en adelante, entre el
fin de la confrontación y un nuevo comienzo
El periodo 2005-2014 está marcado en un inicio, hasta 2007, por el repliegue de
los frentes guerrilleros del ELN y las FARC ante la arremetida militar del Ejército,
el desmonte de los grupos paramilitares con la desmovilización del Bloque
Cacique Nutibara y la continuidad de operaciones militares contra reductos de la
guerrilla. Todo esto permite hablar del fin del conflicto armado aun cuando
persisten acciones de violencia contra la población y sus impactos comienzan a
ser más visibles y evidentes. La gráfica 5 permite apreciar el descenso radical de
todas las formas de victimización en este periodo:

Gráfica 5. Hechos victimizantes en el municipio de Granada en el periodo 2005-2015

Fuente: elaboración propia con datos del RUV (Registro Único de Víctimas) actualizado al 1° de marzo de 2016.

De 2008 en adelante se puede hablar entonces del fin del conflicto armado y del
avance en la reconstrucción del municipio.
Después de la desmovilización en 2003 del Bloque Cacique Nutibara, tiene lugar
la del Bloque Héroes de Granada, que se desmovilizó el 1° de agosto de 2005, en
la finca La Mariana, paraje Palo Negro en el corregimiento de Cristales, con 2.033
integrantes y 1.120 armas. Para el municipio de Granada, esta desmovilización
hace más visible el accionar de las fuerzas militares, comprometidas, entre otras,
con las ejecuciones extrajudiciales.
Las Fuerzas Militares que habían aumentado de manera considerable su
presencia en el territorio realizan en 2005 la última operación militar, Operación
Ejemplar, con la que logran la captura de algunos jefes guerrilleros, el
desmantelamiento de caletas de armas, explosivos y campamentos. Estas
acciones tienen continuidad hasta 2007 cuando logran reducir a su mínima
expresión a las guerrillas: desmantelan 9 caletas de las FARC en Santa Ana (El
Colombiano, 30 de marzo de 2007, página 5D) y capturan en Medellín a alias
Familia, que fuera el jefe político del Frente 9° de las FARC y el responsable del
abastecimiento de la guerrilla en el corregimiento de Santa Ana (El Colombiano, 6
de mayo de 2007, página 3A), además de alias Nodier, quien también fue
responsable de la toma guerrillera el 6 de diciembre de 2000 (El Colombiano, 23
de agosto de 2007, página 6B).
No obstante, igual que en el periodo anterior, persisten las acciones de presión
contra la población, ya que se le sigue estigmatizando como simpatizante de la
guerrilla, al igual que las ejecuciones extrajudiciales. Para 2007 se reportan al
menos tres casos de ejecuciones extrajudiciales en el Morro, La Gaviota y La
Linda (veredas de la Cuenca Calderas) atribuidas al Batallón Bajes 4.
En este contexto las FARC realiza sus últimas acciones militares: en 2006, el
ataque a un bus de la empresa Cotransoriente que se dirigía hacia San Carlos,
causando la muerte de la líder de la Junta de Acción Comunal de la vereda La
Quiebra, Celina Naranjo y su hija Berenice, además de dejar heridas a tres
personas más. Y en 2007, la detonación de dos cargas explosivas en el casco
urbano, una seguida de la otra, la primera en la discoteca El Saturno y otra en el
depósito de materiales El Diamante, las cuales no dejaron víctimas fatales.
Un hecho relevante en diciembre de 2007 fue la apertura de la autopista
Medellín-Bogotá las 24 horas, cerrada por varios años para el tránsito vehicular
nocturno como respuesta al constante accionar de la guerrilla en este eje vial.
Esta medida rápidamente reactivó la dinámica social y económica de los
municipios del altiplano, bosques y embalses e instala una “sensación de
seguridad” entre los habitantes. La población desplazada que en algunos
lugares ya había comenzado a retornar de manera individual, silenciosa, y sin
apoyo institucional, comienza a hacerse más visible y a demandar
acompañamiento institucional 59. Así, a pesar de que las acciones armadas
continuaban en el territorio hacia finales de 2005, concentradas en la zona de
Calderas y Santa Ana, en los inicios de 2006, eran las veredas ubicadas en la
parte baja de estas cuencas las que registraban importantes retornos de su
población, especialmente en veredas como Las Palmas, San Francisco, el
Roblal y Los Medios, en donde para febrero de ese año, fueron 296 personas
las que habían regresado (OPROA, 2006b).
Como respuesta a ello, en años posteriores, territorios del oriente antiqueño que
también estaban viviendo retornos como el de Granada, el Gobierno nacional y
departamental implementaron una serie de proyectos y programas para atender a
la población que estaba regresando, considerando a estos municipios como
ejemplo en materia de retorno a nivel nacional60.

59 Desde el año 2003 cuando en el casco urbano se concentraba un importante número de campesinos
que habían tenido que desplazarse al casco urbano, el municipio desarrolló el primer proyecto de retorno
y apoyo a la población desplazada denominado Tierra Viva. Esta fue una finca comprada por la
administración municipal en las inmediaciones del casco urbano que tuvo como objetivo la promoción del
retorno al municipio a través de la generación de condiciones favorables de empleo, alimentación,
educación, salud, el trabajo en la parcela para el autoconsumo y para comercializar (Alcaldía de Granada,
2012).

60 Uno de los primeros programas por parte de la institucionalidad nacional fue el de “Retornar es vivir”, una
estrategia de acompañamiento a las familias que habían retornado voluntariamente a sus territorios, pero bajo
condiciones poco sostenibles para enfrentar el mismo, por tanto se buscaba el fortalecimiento de las condiciones
económicas de las familias y el afianzamiento de estos procesos de retorno para lograr su sostenibilidad (Acción
Social, 2010).
”Granada vive un nuevo amanecer”. Fuente: El Colombiano, 22 de enero de 2007, página 1D.

Con la sensación de seguridad se intensifican las jornadas simbólicas de retorno,


aumentan las capturas de militares y guerrilleros, la incautación de material de
guerra y se da inicio al proceso de desminado. En este periodo se pone en marcha
la reconstrucción del pueblo, se inician y consolidan los procesos de reparación
para víctimas del conflicto armado interno.
En el año 2008, en Granada, se realizan jornadas simbólicas de retorno masivo
de población desplazada a Santa Ana, y comienzan a juzgarse mandos medios
y altos militares, en su mayoría del Batallón Bajes 4, seriamente implicados en
ejecuciones extrajudiciales cometidas durante las operaciones militares
llevadas a cabo entre 2001-2005 y durante los patrullajes del Ejército de la IV
Brigada entre 2006-2008 en las cuencas bajas de Granada. En abril de 2008,
se inicia el juicio contra diez militares implicados en la ejecución extrajudicial de
Jésica Marcela Quintero Giraldo y Nelson Abad Ceballos (El Colombiano, 10 de
abril de 2008, página 8A), y dos meses después, en junio, detienen a 3
militares de la IV Brigada implicados también por “falsos positivos” en zona
rural de Granada (El Mundo, 11 de junio de 2008, página 6). En medio de estas
acciones militares que empiezan a consolidar la seguridad en el territorio y a
generar una “sensación de calma” entre la población, en el casco urbano se
registra el último evento el 15 de junio de 2008, cuando estallan dos petardos
en La Variante, puestos presuntamente por reductos de las FARC, los cuales
por fortuna, en un momento de recuperación de la población, no generaron
víctimas ni daños materiales.
Al siguiente año, en 2009, el Ejército continúa con las incautaciones de caletas y
municiones vinculadas a las guerrillas de ELN y las FARC, localizadas en las
veredas Las Palmas, La María, Los Medios y La Mesa (El Colombiano, 7 de mayo
de 2009, página 11A). El Ejército también incauta 17 fusiles encontrados en una
caleta del ELN en la vereda Tafetanes (El Colombiano, 9 de junio de 2009, página
11A) y en Santa Ana hallan otras dos caletas con importante cantidad de
explosivos de las FARC. La continuidad de las acciones militares, planeadas en
algunos casos a partir de la información brindada por guerrilleros desmovilizados
hace posible la captura en la vereda Las Palmas de Rubén Darío Ortiz Giraldo
alias Moncholo, jefe del Frente 47 de las FARC (El Colombiano, 21 de marzo de
2010, página 15A). En adelante, entre 2012 y 2013, se incautan armamento y
caletas en las veredas de Los Medios, La María y Las Palmas.
Para 2010 continúan los retornos de población desplazada a las veredas de la
zona baja de Granada. En agosto con la llegada de 60 hombres del Batallón de
Ingenieros, se inician trabajos de desminado en Santa Ana, a medida que la
Fiscalía y el CTI (Cuerpo Técnico de Investigación) adelantaron la exhumación de
restos de personas asesinadas en el corregimiento. Entre 2010 y 2013, las
acciones de debilitamiento de los remanentes de los grupos guerrilleros y las
acciones de desminado permiten que se consolide el retorno de la población
desplazada.
Finalmente, en 2011, en un contexto nacional favorable por el proceso de
discusión y aprobación de la Ley 1448 de 2011 (Ley de víctimas y restitución de
tierras) continúan los retornos de población, se fortalece la actividad
organizativa, se posicionan las víctimas como actor social relevante, se ponen
en marcha manifestaciones simbólicas como “Reconstruyendo Caminos” en el
año 2013 en las que participan las asociaciones y organizaciones de víctimas
que desde entonces han liderado procesos de memoria. Además, empiezan a
llegar múltiples programas de asistencia y acompañamiento orientados a la
titulación de predios baldíos, la reconstrucción de memoria, la reparación
administrativa, los proyectos de incentivo a retornos, todos programas que
buscan contribuir con el restablecimiento y reparación de los derechos de las
víctimas.
Desde 2012, a través de distintos frentes de inversión social, con recursos
públicos y privados, se ha celebrado el día del campesino, las fiestas del retorno,
se inició el proceso de remodelación, habilitación y dotación del puesto de salud
de Santa Ana, la remodelación de la escuela El Edén, entre otras, acciones que
han buscado la recuperación, por lo menos parcial, de los territorios y la población
más golpeada por la guerra en Granada. Según el análisis de la información de
caracterización realizada en el municipio en el periodo 2012-2015 han retornado
aproximadamente 7.484 personas (familias 2.138) y reubicado61 a 3.561 personas
(familias 1.017) para un total de caracterizados en el municipio de Granada de
11.045 personas (3.155 familias).
Sin duda alguna, Granada ya no es más escenario del conflicto armado. La
desestructuración y desmovilización de guerrillas y paramilitares, la presencia del
Ejército, el retorno de población, la construcción y remodelación de
infraestructuras y espacios públicos ha propiciado el resurgimiento de actividades
y dinámicas colectivas que habían sido lesionadas por la guerra. No obstante, el
proceso de reparación integral de los daños y las pérdidas ocasionados por la
violencia es un proceso aún pendiente.

2.4. A manera de conclusión


La descripción anterior permite leer las vicisitudes de la guerra en Granada, la
manera como esta se fue fraguando a tono con las dinámicas nacionales pero
también en relación con los procesos regionales y locales y, sobre todo, la manera
como este trasegar tiene un lugar en las narrativas y la memoria de la población.

61 Los procesos de reubicación son una medida de reparación en la ruta integral de atención, asistencia y
reparación a las víctimas de desplazamiento forzado en Colombia, hacen referencia al traslado y asentamiento
de población en municipios distintos al de origen del desplazamiento, cuando no sea posible su retorno.
De ahí el privilegio que en este relato ha tenido la descripción de las dinámicas de
la guerra desde la voz de la población, porque como se ha visto, esta no solo vive
y cuenta lo que pasó sino que interpreta el porqué.
La degradación del conflicto armado en una localidad que hace parte de una
región cuya historia ha estado relacionada con la expansión del proyecto
hegemónico de la antioqueñidad agenciado por partidos políticos tradicionales, en
particular, el Partido Conservador y la Iglesia Católica, aunque con notorias
falencias en la presencia del Estado, pone en evidencia el modo como esto
favoreció la inserción de las guerrilla y su reconocimiento como un referente de
autoridad y de orden.
De acuerdo con los relatos de la población, la guerra no se inicia por la presencia
o el dominio de un actor armado, sino por la disputa entre varios de ellos, esto es,
en palabras de Kalyvas, cuando existe una soberanía escindida (2001, página 6).
La población lo tiene claro: cuando solo había guerrilla había violencia pero no
guerra; la guerra se da cuando ese poder hegemónico que ostentaba fue
disputado por los paramilitares y el Ejército, y con ellos, el ejercicio de múltiples
violencias; luego, cuando el Estado logra diezmar las guerrillas y los paramilitares
se desmovilizan, queda si se quiere un poder soberano (el Ejército) pero la
violencia no desaparece, se transforma y concentra en manos del Estado. El alto
número de ejecuciones extrajudiciales y de saqueos son expresión de este
cambio.
En medio de esta dinámica, otra de las características de una guerra irregular, la
mayor afectación de la población civil no combatiente, es evidente. ¿Qué pasó a la
población?, ¿Cómo fue sometida y victimizada? A esto nos referiremos en el
siguiente capítulo.
3 Granada entera se manchó de
sangre Modalidades de violencia
y tipologías de victimización
La magnitud y el impacto devastador del conflicto armado en Granada puede
leerse a través del amplio repertorio de modalidades de violencia, algunas de ellas
desafortunadamente comunes a otros territorios de Colombia, como el
desplazamiento forzado, los asesinatos, la violencia sexual, las masacres, las
amenazas, el secuestro, la desaparición forzada, las ejecuciones extrajudiciales, el
reclutamiento forzado62 y otras menos usuales, muy propias de las dinámicas del
conflicto en este municipio del oriente antioqueño entre las que encontramos el
saqueo, la detonación de casas bombas, el empleo de personas como “mulas
humanas” y el uso de inyecciones letales. En principio, la confluencia de todas
ellas permite constatar una hipótesis planteada por el Centro Nacional de Memoria
Histórica (2012, página 108) según la cual la guerra colombiana no es una guerra
de combatientes, en tanto afecta principalmente a la población civil y tampoco es
una guerra regulada. Esta afectación y esta desregulación es captada por la
población cuando dicen “Esto fue la guerra total”, “Aquí nadie se salvó”, o
“Granada entera se manchó de sangre” para señalar el nivel de impacto y
afectación que esta generó.
¿De cuáles hechos? Como puede leerse en la tabla 6 correspondiente a la
caracterización de víctimas en el municipio de Granada,63 estos hechos son en
orden de magnitud: desplazamiento forzado, homicidio, pérdida de bienes,

62 Estas modalidades han sido ampliamente documentadas en los diversos informes del Grupo de
Memoria Histórica y, de manera particular a la fecha, en el informe general: Colombia Basta Ya. Memorias
de la guerra y la dignidad (GMH, 2013).

63 Esta ofrece el dato de las personas cuya ubicación que en febrero de 2016, se encuentran en el municipio
de Granada que son: 12.539 (RUV, 2016).
desaparición forzada, amenazas, acto terrorista, secuestro, minas antipersonal,
delitos contra la libertad y la integridad, tortura y vinculación de niños y niñas al
conflicto armado.

Tabla 6. Víctimas en el municipio de Granada por hecho victimizante y presunto autor

Fuente: UARIV (Registro Único de Víctimas), Caracterización de Granada, 1° de febrero de 2016.


Ahora bien, ¿quiénes fueron los perpetradores de estos delitos? Según la
información estadística disponible y los relatos de la población, podría decirse que
todos los actores armados presentes en el territorio hicieron uso de este amplio
repertorio de victimización. Si bien el subregistro y el dato sobre autores no
identificados son bastante altos, la tabla anterior deja ver inicialmente alguna
tendencia:
De acuerdo con este reporte, las guerrillas figuran como principales responsables
especialmente del desplazamiento forzado, amenazas y homicidio; le siguen
personas no identificadas y aquí igualmente el principal hecho es el
desplazamiento seguido de pérdida de bienes y desaparición forzada; en tercer
lugar están los paramilitares, responsables de desplazamiento, homicidio y
amenaza; en cuarto lugar la fuerza pública, principalmente de desplazamiento y
amenaza, y finalmente las bacrim, quienes ejecutaron desplazamiento, amenazas
y homicidio.
De estas modalidades, sus impactos y sentidos para la población nos ocuparemos
en este capítulo. Aunque para efectos descriptivos y analíticos se presentan de
forma separada, es claro que en la cotidianidad de la población granadina las
tipologías de la victimización se presentaron amalgamadas, yuxtapuestas y es esto
justamente lo que crea en mucho casos una vivencia superlativa del terror, por
ejemplo, casi en todo momento el desplazamiento, el reclutamiento, el despojo, el
secuestro, estuvo precedido por una amenaza, en otros casos, el riesgo de
reclutamiento llevó al desplazamiento, o el confinamiento al desplazamiento, etc. La
realidad es más compleja, pero el tratamiento separado de las modalidades, ayuda
a la comprensión del hecho violento y la identificación de responsables, periodos de
auge y disminución permitiendo un acercamiento quizá más claro a la población
afectada (Wood, 2012).
3.1. El desplazamiento forzado: despejar y controlar el
territorio
El desplazamiento forzado es una manifestación dramática del conflicto armado en
Colombia: más de seis millones de personas han sido desplazadas, la expulsión
de población ha crecido de manera constante desde mediados de los años
ochenta y se ha expandido a lo largo del territorio nacional. Según el informe
reciente Una nación desplazada (CNMH, 2015), se calcula que por lo menos 99 por
ciento de los municipios en Colombia han sido expulsores, que el 87 por ciento de
la población desplazada vivía en el campo y que, al menos 3,8 millones de
hectáreas han sido despojadas o abandonadas por la fuerza.
Granada no ha sido la excepción. El desplazamiento forzado fue una de las
principales estrategias privilegiadas en el marco del conflicto armado por
guerrillas, paramilitares y Ejército: bajo el mecanismo del destierro para
“limpiar” el territorio de quienes se consideran opositores o amenazantes; con
órdenes de desalojo como una forma de despejar corredores estratégicos o de
apropiarse de los bienes abandonados. Desde la población, –como hemos
señalado en otros estudios–, también fue una respuesta, ya sea para prevenir
el reclutamiento forzado o la muerte (Jaramillo, Villa y Sánchez, 2004; CNMH,
2011). En ese sentido, el desplazamiento pudo ser reactivo, cuando se produjo
tras una amenaza o un ataque directo de grupos armados; y preventivo, cuando
ocurrió para evitar una posible victimización futura.
De todas las modalidades de violencia, el desplazamiento forzado es el que
mayor número de personas ha afectado en Granada: el 86 por ciento del total
de las víctimas son por desplazamiento forzado.

Tabla 7. Personas desplazadas en el municipio de Granada según el año de desplazamiento

PERSONAS PERSONAS PERSONAS


VIGENCIA
EXPULSADAS RECIBIDAS DECLARADAS

Antes de 1985 466 2 0

1985 30 0 0
1986 35 1 0

1987 61 2 0

1988 148 12 0

1989 286 5 0

1990 271 21 0

1991 221 7 0

1992 297 16 0

1993 290 3 0

1994 272 19 0

1995 399 13 0

1996 407 32 0

1997 488 41 0

1998 1.250 358 1

1999 1.159 108 12

2000 6.959 851 40

2001 6.319 1.234 636

2002 8.577 4.205 3.250

2003 2.869 726 458

2004 2.164 431 225

2005 1.141 213 151

2006 650 223 200

2007 387 181 40

2008 336 214 2.395

2009 82 50 1.293

2010 20 76 469

2011 26 51 301

2012 41 63 431

2013 17 34 940

2014 34 66 7.125

2015 14 22 1.965

2016 0 0 3

Fuente: Registro Único de Víctimas. Captura: 1° de junio de 2016.


Según esta información, desde los años ochenta, cuando solo se registraba la
presencia de la guerrilla, se señala el desplazamiento por debajo de una centena
de casos. A medida que pasa el tiempo, esta cifra comienza a aumentar hasta
llegar en 1999 a más de mil casos, año en el que ocurre la primera operación
militar, Operación Lusitania y llegan los paramilitares.
Entre 2000 y 2002, el periodo más duro de la confrontación armada entre
guerrillas, paramilitares y Ejército, esta cifra llega hasta su punto más alto: 8.487
registros en 2002. Los paramilitares realizaron masacres, torturas, amenazas,
muertes selectivas que generaron terror, incitando al abandono de zonas
estigmatizadas como insurgentes. Los grupos guerrilleros también profirieron
señalamientos contra los pobladores, asesinaron, confinaron y presionaron a la
población para que aportara a la causa; la negativa de la población hizo que los
grupos guerrilleros los conminaran al desplazamiento forzado, al desarraigo. Por
su parte, el Ejército puso en marcha operaciones militares que estuvieron
acompañadas por ejecuciones extrajudiciales, saqueos y confinamientos,
también ellas llevaron al desplazamiento de la población.
A partir de 2003 y, sobre todo, desde 2005, esta cifra se reduce de manera
drástica: baja de 8.577 en 2002 a 1.141 en 2005. Es el tiempo de la
desmovilización de los paramilitares y repliegue total de las guerrillas de las FARC
y el ELN.
En cuanto al tipo de desplazamiento, la mayoría de personas (entre el 85 por
ciento y el 86 por ciento) que se han desplazado en Granada lo han hecho en
desplazamientos denominados individuales, que por lo general corresponden en
realidad a desplazamientos familiares. El 14 por ciento restante lo han hecho a
través de desplazamientos masivos.

Gráfica 6. Tipo de desplazamiento


Fuente: elaboración propia con datos del SIPOD (2014) y RUV (2014).

Según el PIU (Plan Integral Único de Granada, 2012), los eventos de


desplazamiento más significativos por las circunstancias en que se presentaron o
por la magnitud del desplazamiento, comienzan a finales de la década de los
noventa hasta el 2005 cuando este fenómeno empieza claramente a descender:

Tabla 8. Eventos de desplazamiento en el municipio

Municipio y N° N°
Municipio I [Individual]
Fecha veredas Personas Familias
receptor /M [Masivo]
expulsoras desplazadas desplazadas

1998 Santa Ana Granada M 29

2000 M 927

Total familias
Diferentes
expulsadas en el Granada M 2693 586
municipios
2001

Veredas del
Total familias
municipio y
recibidas en el Granada 9 3
demás
2001
municipios

Total familias
Diferentes
expulsadas en el Granada I/M 2166 529
municipio
2002

Veredas del
Total familias
municipio y
recibidas en el Granada I/M 151 38
demás
2001
municipios
Total familias
Diferentes
expulsadas en el Granada I/M 1467 356
municipios
2003

Fuente: PIU, Granada, 2012.

El momento en que se produce el desplazamiento, el responsable de la acción y la


modalidad como se ejecuta, condicionan la experiencia del desarraigo y explican
en cierta medida el lugar que estos eventos tienen en la memoria individual y
colectiva para quien el desplazamiento constituye uno de los pasajes más
dolorosos y la muestra de que, a pesar de la resistencia y del forcejeo para
quedarse, el destierro se hizo inevitable.

Colcha de recuerdos, Taller de memoria Santa Ana. En esta imagen una asistente al Taller de memoria dibuja el momento en
que se tuvo que desplazar desde su hogar en el corregimiento de Santa Ana hasta el río Calderas, un trayecto que hizo con su
familia a pie buscando resguardar sus vidas de las amenazas de reclutamiento de las FARC. Fuente: CNMH, Taller de Memoria,
Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014.

En la narración de la población aparecen de modo reiterativo cinco casos de


desplazamiento que ilustran las lógicas y dinámicas con las que este se relaciona

“Nos llevaban para la curva de Rodas, pero quedamos en el Coliseo como gallinas”.
Responsable: FARC (1998)
El primer gran desplazamiento masivo tuvo lugar en la Cuenca de Santa Ana en
1998. Para algunas personas este fue un desplazamiento preventivo ante las
amenazas y los rumores que en ese entonces comenzaron a escucharse sobre
una posible incursión paramilitar en el corregimiento de Santa Ana. Fue entonces
cuando acciones de la guerrilla como el secuestro de alcaldes o de miembros de
la OEA y el impedimento de las elecciones locales trascendieron las fronteras del
municipio. El anuncio de la inminente llegada paramilitar, sobre lo que ya se tenía
evidencias en la región, fue para algunos lo que motivó este desplazamiento
masivo. Así lo recuerda este hombre, funcionario en ese entonces de la Alcaldía y
a quien le tocó atender esta situación:

Había una amenaza por presencia paramilitar, les dijeron: vamos a manifestarnos para
que nos paren bolas, para que venga Derechos Humanos; y la población estuvo casi ocho
días en el municipio. Fue difícil porque uno decía ¿qué hago con la gente?, fueron casi
3000 personas que llegaron de un momento a otro de Santa Ana, pero no fue un
desplazamiento por un hecho puntual de guerra, no fue por una masacre o porque a la gente
la amenazaron de un grupo y otro como cuando en la autopista Medellín-Bogotá que las
autodefensas dijeron “todo el mundo se va de la vía”, no, allá fue un desplazamiento, desde
mi percepción, por un llamado de alerta: mírennos que la cosa es en serio, eso fue lo que yo
conocí. Tanto es que cuando la gente retornó no buscaban garantías de seguridad, la
gente retornó con unas condiciones mínimas con una búsqueda de apoyo internacional,
de la Defensoría del Pueblo, en ese momento estaba la doctora Girlesa, que nos
acompañó mucho (CNMH, hombre, exfuncionario de la Alcaldía, entrevista, 22 de abril de
2015).

Otros relatos ponen su acento en que fue un desplazamiento presionado por las
FARC. El plan era desplazarse hacia la Curva de Rodas, un lugar ubicado en la
autopista Medellín-Bogotá, en el que en ese momento se realizaba una protesta
de parte de los desplazados que vivían en la ciudad de Medellín, los cuales
exigían que se les garantizara sus derechos como desplazados.
Después de haber sido advertidos por la guerrilla sobre la obligatoriedad de la
movilización, salieron de las veredas en buses escaleras y se dirigieron hacia el
casco urbano por la vía de Galilea; sin embargo, la fuerza pública impidió su paso
hacia la Curva de Rodas que era su destino final y esta se vio obligada a regresar
y permanecer por varios días en el Coliseo municipal, tiempo durante el cual
recibieron asistencia humanitaria por parte de la administración local de los
mismos vecinos que se movilizaron para llevarles alimentos y frazadas. Aun así,
estuvieron en condiciones de hacinamiento, padecieron hambre, frío y
comenzaron algunos brotes de enfermedades. En estas condiciones, los
campesinos conformaron un comité y establecieron un diálogo con las autoridades
locales para intentar poner fin a este desplazamiento. Estas fueron sus peticiones:

Granada, agosto 7 de 1998

Señores:

Autoridades Municipales y departamentales Organismos humanitarios

Miembros de la Iglesia

Medios de comunicación

Respetados(as) Señores(as):

La comunidad campesina del Corregimiento de Santa Ana, Municipio de Granada,


albergada en el coliseo municipal de esta localidad desde el 4 de agosto, a donde hemos
llegado por temor de que se atente contra nuestras vidas, solicitamos de las diferentes
autoridades municipales, departamentales y nacionales, garantías para el retorno a
nuestras veredas, las cuales consisten en:

1. Que los actores armados en conflicto respeten las normas del Derecho
Internacional Humanitario:

- Que no se retenga arbitrariamente a los campesinos, ni se les utilice como guías o


escudos humanos.

- Que no se establezcan bases en escuelas, centros de salud o sitios poblados.

- Que no se moleste al campesino en su movimiento, en su mercado o en los


medicamentos.

2. Que no se realicen bombardeos o ametrallamientos en sitios poblados o


sobre nuestros cultivos o ganados.

3. Que se investiguen las amenazas contra nuestra comunidad y se persiga y


castigue a los grupos paramilitares.

4. Que en todo caso se prohíba la creación o funcionamiento de asociaciones


Convivir en el municipio.

5. Que se entregue a las juntas de acción comunal de las diferentes veredas,


mecanismos de comunicación, consistentes en radioteléfonos o teléfonos, que permitan
mantener contacto entre la comunidad y con organismos humanitarios y autoridades
encargadas de atender cualquier situación anormal o de peligro.

5. Que se garantice respeto por nuestro derecho a la vida y se nos deje trabajar
con la tranquilidad que ha caracterizado a nuestra comunidad campesina.

6. Que se garantice respeto y apoyo para el trabajo comunitario y sus líderes.

7. Que se suministre el apoyo necesario para el retorno de la población.

8. Que se garantice el reemplazo oportuno de los profesores que deban


abandonar sus labores como consecuencia de esta situación de amenaza.

9. Que se adopte un programa de capacitación en Derechos Humanos para los


líderes y comunidad del corregimiento.

Para la verificación en el cumplimiento de estas garantías, solicitamos la creación


de una comisión de seguimiento y acompañamiento, conformada por representantes
de la comunidad, Defensoría del Pueblo, Procuraduría Provincial de Rionegro, Alcaldía
y Personería Municipal de Granada, Consejería para los desplazados, Diócesis de
Sonsón- Rionegro, Comité Internacional de la Cruz Roja y organismos de Derechos
Humanos.

Proponemos que esta comisión acompañe a la comunidad en su retorno y que se


reúna cada mes para revisar las condiciones en que se encuentra la comunidad.
Solicitamos que los diferentes miembros de la Comisión realicen visitas frecuentes a
nuestra comunidad para su acompañamiento.
Manifestamos nuestra profunda gratitud a todas las personas, organizaciones e
instituciones que nos han brindado la solidaridad y acogida que han sido muy grandes y
desinteresadas.

Atentamente,

COMITÉ COMUNITARIO.

Comunicado del Comité Comunitario. Fuente: Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada, 2014.

Como producto de la negociación, se conformó una comisión verificadora de los


acuerdos conformada por la Defensoría del Pueblo, DAPARD (Departamento
Administrativo de Prevención de Desastres), la Cruz Roja, el Procurador
Provincial, entre otros. En este momento se trataba de una actuación algo
inusitada pues solo desde 1997 el desplazamiento forzado empezó a ser tratado
como un problema público, como una modalidad de violencia de la que eran
responsables los múltiples actores armados en el marco del conflicto armado
interno y frente a él debía intervenir el Estado para proteger y garantizar los
derechos vulnerados.
La inexperiencia para enfrentar este primer desplazamiento masivo por parte
de las autoridades locales, el sufrimiento padecido, ligado a la incertidumbre
de lo que podría pasar, y la incomprensión de lo que se pretendía con esta
movilización, hacen de este desplazamiento un momento significativo en la
memoria colectiva. La conversación en el Taller de Memoria da cuenta de esto:

[Hombre 1] pero entonces yo digo una cosa: ¿por qué no fueron al coliseo e hicieron
lo mismo que en El Cebadero?, ¿Por qué nos dejaron montar al carro así?, ¿Por qué no
prestaron atención las autoridades?

[Mujer 2] la respuesta es: porque nosotros estábamos solos... (Con la voz quebrada
por el llanto)… porque nunca la Policía, el Ejército hacía nada (CNMH, Taller de memoria,
mujer, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).
Este sentimiento de soledad y desprotección es reiterativo y dejará una de las
heridas más profundas en las vivencias de la guerra por parte de la población. En
efecto, nadie evitó el desplazamiento.

El poder desplazador del miedo. Santa Ana. Presunto responsable: Ejército -


guerrillas (1999)
En 1999 la situación de desplazamiento continúa en aumento y registra 1.116
casos en el municipio de Granada. Con la acción desplegada por el Ejército a
través de la denominada Operación Lusitania, se logra el desmonte de varios
campamentos guerrilleros64. Al mismo tiempo, organismos de derechos humanos
denuncian que esta Operación estuvo acompañada de bombardeos y generó un
desplazamiento masivo de las familias del corregimiento de Santa Ana 65.
Esto generó una crítica situación y obligó a que la población hiciera un llamado
urgente a las autoridades locales, para que les dieran una pronta solución y así
poder disminuir el miedo y la zozobra en que les estaba sumiendo el Ejército con
sus acciones, lo que estaba forzando al desplazamiento de la población.

Debido a la situación que se está presentando en Santa Ana y nuestras veredas, que
se está viniendo la gente porque el Ejército los está obligando a salir de ahí. Las familias
se están viniendo y sufriendo en las veredas o donde quieran recibirlos y sufriendo el
flagelo del terror con los niños y demás. Pedimos por favor una pronta solución ya que no
sabemos qué ira a pasar con nosotros. Es urgente la solución a esto (Archivo documental,

64El comandante de la IV Brigada, general Eduardo Herrera Verbel, dirige personalmente las operaciones
que le han permitido desmantelar cinco campamentos provisionales con capacidad para unos 150 hombres
cada uno. Allí se encontró material de guerra, documentos y panfletos publicitarios. Se trata de tropas del
Batallón de Contraguerrilla Granaderos y de la Operación Lusitania (El Tiempo, 1999, 14 de mayo), “Ejército
destruyó ayer cinco campamentos del ELN y FARC”.
65 “Un menor de 13 años murió al manipular un artefacto explosivo que encontró en un cafetal ubicado en la
vereda Las Faldas, corregimiento Santa Ana. El hecho ocurrió luego de que la zona fuera bombardeada y
ametrallada de manera indiscriminada por tropas del Ejército nacional, en el marco de la Operación Lusitania,
lo que ha ocasionado el desplazamiento de 80 familias y daño a cultivos de los campesinos, quienes están
atemorizados porque en la zona hay una serie de artefactos explosivos que no han detonado y permanecen
activados en áreas donde están asentadas numerosas personas de la comunidad. Las víctimas han denunciado
que: “en algunas veredas los soldados se han metido a las casas sin ningún permiso y han violentado a quienes
las habitan, acusándolos de auxiliar a los guerrilleros”, igualmente que: “los mismos soldados vienen usando
pasamontañas en las veredas lo que ha ocasionado temor entre los moradores” (Noche y Niebla, No. 12, abril-
junio 1999, página 82).
Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada, 2014).

En respuesta, la administración municipal realizó una reunión con la comunidad en


la que se constató el miedo de la población, incluso querían desplazarse hacia la
cabecera y el grave riesgo de una situación de crisis alimentaria que podrían
enfrentar. La Administración ofreció acompañamiento e insistió en que la
población evitara el desplazamiento por fuera del corregimiento.

Huyendo de la muerte. Desplazamiento masivo de Minitas. Presunto responsable:


Paramilitares (2000)
En el año 2000 se registra el aumento más significativo del desplazamiento en el
municipio de Granada: pasó de 1116 en 1999 a 6787, es decir, se sextuplicó. El
desplazamiento masivo ocurrido en la vereda Minitas contribuye de manera
significativa a esta cifra.
A diferencia de los desplazamientos ocurridos por una orden de desalojo explícita,
este sucede después del asesinato de dos personas (Wilmar Nicolás y Conrado
Antonio Zuluaga) y la desaparición y posterior asesinato del educador Luis Ángel
Ramos Mesa, a manos de un grupo de paramilitares. La ocurrencia de estos
asesinatos en la escuela de la vereda, el encierro de la maestra y de por lo menos
20 niños por largas horas, generó terror en la población y el desplazamiento de la
totalidad de quienes habitaban la vereda, “huyendo de la muerte”. El relato de la
maestra sobre este evento es bastante ilustrativo de su significado en la historia del
conflicto armado en Granada: “ese es el punto clave de todo lo que ha pasado”, dice:

Llegaron a la escuela más de 40 paracos, entraron por todos los lados de la escuela,
nos pusieron escopetas en la frente, estábamos sentados en pleno descanso, nos dijeron
–al piso, boca abajo con las manos atrás’… Él [maestro] se tiró al piso y cuando yo me iba a
tirar alguien atrás dijo, —La profesora no—. Yo asustada porque no había forma de escapar, y me
dijo: —Se me abre de aquí pero ya, ¡la vi, la vi!— ...Yo cogí… y me fui despacio y le dije: —gracias—
y me entré al salón con los muchachos y me dijeron —Y cierra esa puerta y no la abre hasta nueva
orden—, cerramos y esos muchachos me decían `—Profe: ¿eso es la guerrilla?, ¿Son las
autodefensas?—, nadie sabía quién era. Cuando a Lucho [el maestro] se lo llevaron, lo amarraron,
lo amordazaron, yo creí que lo habían matado ahí con silenciador. Antes de haber cogido a Lucho
la gente de la vereda ya sabía que eso estaba invadido de paracos, pero no sabían por quién iban.
Cuando se lo llevaron, pelaos que encontraban por el camino los mataban, porque creían que eran
compañeros de él y no era así; la vereda más afectada del municipio era Minitas y no tenían nada
que ver, solo porque él trabajaba allá... La gente de la vereda creyó que nos habían matado a
todos juntos porque el silencio era… —éramos encerrados y agachados, no había forma de abrir
la puerta porque yo sentía que ahí había una bomba, además la casita que había enseguida la
tumbaron, le dieron pata, con las escopetas porque iban a matar a todos los de esa casa, después
de lo que pasó con Lucho mataron a cuatro de esa casa, eran veinte y punta de niños. Los de la
vereda creyeron que nos habían matado, como a la 1 p.m. se decidieron y tocaron la puerta, —
Profe, somos los papás—, cuando abrimos esa puerta, ¡qué almuerzo ni qué nada!, eso fue una
desolación… Cuando yo abrí la puerta para salir ya iba la gente bajando, fue la primera
vereda de Granada desplazada, desde el 25 de octubre de 2000 comenzó la violencia
crítica y todo comenzó ese día. Todo en Granada, todo proviene de ese día, ese es el
punto clave de todo lo que ha pasado (CNMH, mujer, Grupo Focal Educación, 26 de septiembre
de 2014) [Resaltado nuestro].

En el año 2000 el poder paramilitar lo ejercía el Bloque Metro. El asesinato de este


maestro, sentenciado como miliciano del ELN marca un nuevo momento de la
confrontación armada. Como señala la maestra, todos sabían que los paras
habían entrado a la población pero no conocían su modus operandi: se trataba de
asesinatos ejemplarizantes con los que se pretendía además de eliminar a un
sujeto etiquetado como enemigo, sembrar el terror. De otro lado, ingresar a un
territorio solo dominado por la guerrilla y, en ese sentido, ajeno al conflicto armado
como tal. Como lo expresó el Comité Interinstitucional de Granada, que venía
desde 1998 atendiendo desplazamientos masivos, “De todos los desplazamientos,
este es el que realmente ha tenido una razón de ser, pues los demás han sido o
por presión o por miedo, además porque ahora tomaron una zona que siempre ha
sido ajena al conflicto” (Acta del Comité Interinstitucional, 25 de octubre de 2000).

O se unen o se van. Presunto responsable: FARC (2002)


El otro gran desplazamiento masivo relacionado con amenaza colectiva fue en
2002, año en el que se registró el mayor número de desplazamientos en la historia
de Granada: 8.487. A lo largo del año se denunciaron varios eventos de
desplazamientos masivos con la misma lógica: conminación por parte de las
FARC a la gente que, o se unía a ellos o se desplazaba. Estos son algunos de los
eventos registrados en el PIU (2012, páginas 46-56):
• 6 de abril de 2002: a la cabecera llegaron menos de 300 personas
desplazadas víctimas de las amenazas de las FARC, que les exigían tomar
partido en el conflicto (El Colombiano, 6 de abril de 2002; El Mundo, 10 de
abril de 2002).
• 11 de abril de 2002: en el municipio se presenta desplazamiento por lo
menos de 410 familias. En la actualidad son atendidas por el Comité
Departamental de Atención de la Población Desplazada y el CICR (EL
Colombiano, 11 de abril de 2002, El Mundo, 11 de abril de 2002).
• 12 de abril de 2002: la CICR ayuda a 1600 desplazados que huyeron luego
de amenazas de las FARC (El Colombiano, 12 de abril de 2002).
• Alrededor de 150 familias campesinas fueron desplazadas del
corregimiento de Santa Ana por el Frente 9 de las FARC-EP (Noche y
Niebla, 2002, No. 25, página 5).
• Guerrilleros de las FARC - EP amenazaron a los pobladores de Granada.
Según la denuncia: “...dieron un plazo de 15 días a los campesinos que
habitan una vasta zona rural para que se desplacen de sus parcelas o se
unan a sus filas” (Noche y Niebla, 2002, No. 23, página 126).

Efectivamente, la población de las cuencas de Santa Ana y Calderas recuerdan


este como uno de los momentos más difíciles, en los que muchos pobladores que
se habían resistido a desplazarse finalmente lo hicieron ante la inminencia de la
amenaza: “O están con nosotros o se van”.

En la vereda El Morro en Granada… el grupo armado al margen de la ley de entonces,


nos dijo “o con nosotros o con ellos”, entonces nosotros tuvimos en la sin-salida, si nos
vamos con ellos peligramos con los de ahí, si nos vamos con los de allí (...) entonces la
única alternativa fue salir y venirnos de la finca pa´l pueblo (CNMH, Taller de Memoria,
hombre, zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014).
La presión que las FARC ejerció sobre la población fue la respuesta a la presión
ejercida por paramilitares y Ejército, lo que ponía a la guerrilla en una situación de
repliegue. Como señala Kalyvas (2001, página 10), una de las características
definitorias de la guerra civil es la soberanía escindida y cuando la soberanía está
fragmentada, existe la probabilidad de que todos los actores hagan mayor uso de
la violencia. El 2002 representa el año de mayor uso de la violencia por parte de
todos los actores armados en Granada. Pero para las FARC en particular,
representó un punto de inflexión pues comenzó a perder definitivamente, el apoyo
de la población con medidas como esta. El testimonio de un hombre granadino
describe así este giro:

Y cuando llegó la invasión paramilitar la guerrilla apretó a la gente. Y a los campesinos les
decían que tenían que turnarse, que no podían acostarse todos a dormir sino que alguien
tenía que vigilar, y que el que quisiera lo hacía voluntariamente y el que no, se fuera.
Mucha gente se fue, el que tenía modo de irse se fue, porque la gente no quería
comprometerse con esa vaina. En esos momentos es cuando el desplazamiento se hace más
intenso porque al campesino lo obligan a cuidar y eso es contraproducente para ellos porque
los dejaron solos, la gente se salió, los dejaron solos en la zona, sin base social, esos son
errores de cálculo político y eso les costó que el Gobierno los acabara de esa manera.
Porque ahí sí que los paramilitares los acosaron, pero ellos acosaban era a la sociedad civil, al
campesino, a la base social, entonces ellos decían “o colaboran o se van” entonces se fueron.
Por eso toda la gente que tenía posibilidad de irse o aunque no tuvieran, se fueron
(CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 14 de agosto de 2014).
[Resaltado nuestro].

El desplazamiento forzado desde 2003 ya había empezado a reducirse, de ahí en


adelante siguió disminuyendo ostensiblemente el número de víctimas, pero aún en
el 2005 el desplazamiento se siguió presentando, aunque ya no tanto por la
presión directa de los grupos guerrilleros o los paramilitares, sino por la
conminación del Ejército.
Para las instituciones locales y la población que residía en la zona urbana las
imágenes de poblaciones enteras que llegaron allí buscando refugio, muchas de
ellas solo con la ropa que llevaban encima, son imborrables. Este éxodo masivo fue
para muchos, la muestra de que la guerra se había ensañado con los más
vulnerables: la población civil no combatiente. El sacerdote del municipio recuerda
este como uno de los eventos más dolorosos y de mayor impotencia para quienes
como él, quisieron acompañar a la población.

Para mí hubo muchos momentos difíciles pero uno que me marcó mucho fue cuando
en el 2002 (creo), se dio un desplazamiento de las veredas ya que la situación era que si no se
unían a un grupo se tenían que ir, entonces hubo un momento en el que ver las escaleras
en las que llegaban llenas de gente sin saber qué hacer, pobres, angustiados y uno sabía
que tenían que quedarse allí, era complicado y verlos y entonces para uno era muy duro
ver esa gente y no tener como una respuesta para ellos, una tristeza (…) Yo trataba de
reunirlos por veredas como para no perder el contacto con ellos ya que veníamos
visitándolos en las veredas semanalmente y que ellos tampoco perdieran el contacto;
hacíamos encuentros, convivencias para irlos motivando. Pero ese momento para mí fue
uno de los más duros, más duros, porque me sentía como impotente para dar respuesta
a la situación y problemática que estaban viviendo, y yo trataba de animarlos, motivarlos
pero uno sabía internamente que no era fácil, que para ellos no era fácil (…) (CNMH,
hombre, expárroco de la iglesia de Granada, entrevista, 19 de septiembre de 2014).
[Resaltado nuestro].

“Lárguense que no los queremos ver”. Ejército (2005)


Como hemos visto, las órdenes de desalojo proferidas a individuos, familias o
comunidades enteras, fueron la forma más directa de provocar el desplazamiento.
A diferencia de otras regiones donde hubo despojo y apropiación de tierras, en el
caso del oriente antioqueño y de Granada en particular, el desplazamiento forzado
está más relacionado con el despeje de corredores estratégicos para la
confrontación armada.
En el periodo de 2002 a 2006, la implementación de la política de Seguridad
Democrática y de operaciones militares tendientes a derrotar la guerrilla y
asegurar el control del territorio, estas órdenes, por parte del Ejército, son
frecuentemente relatadas. Santa Ana fue, –como hemos dicho–, centro
privilegiado de estas operaciones militares, del estigma y la persecución a la
población por el solo hecho de habitar este territorio. El desplazamiento en ese
caso fue el último recurso con el que contó la población ya escasa y
extremadamente agobiada, tal y como narra esta mujer:

El Ejército nos la montó a nosotros, que nosotros teníamos que saber todo, que el marido
mío era guerrillero, porque él tenía una finquita por ahí abajo donde atacaron con pipeta,
él caminaba por ahí todos los días, iba a dar vuelta, a desyerbar un rato, a distraerse
entonces le achacaron que era él. Eso fue un jueves que atacaron a Santa Ana a la 1:00
a.m. eso fue en el 2005, nosotros nos desplazamos el 9. A él lo cogieron al sábado, yo
me vine para Granada con las dos niñas y lo dejamos a él solo, él se fue como a las 7:00
a.m. a hacer aseo en el quiosco y lo cogieron, lo encerraron por allá donde era la Casa
de la Cultura y lo tuvieron todo el día secuestrado, hasta las 4:00 p.m. que calcularon que
yo volvía a bajar, lo golpearon, lo rompieron por acá, mejor dicho y le dieron 24 horas para
que desocupara. Eso fue muy duro, tener que dejar todo tirado de la noche a la mañana,
fue algo muy drástico (CNMH, Taller de Memoria, Cuenca Santa Ana, mujer, 19 y 20 de
julio de 2014). [Resaltado nuestro].

El maltrato verbal y físico acompañan siempre estos relatos. La estigmatización de


ser un pueblo guerrillero que se había construido a lo largo de años sobre
Granada y su población, generaron la desconfianza, la sospecha y el miedo
permanente a la infiltración, terminaron por convertir a la población en el principal
enemigo de todos. En la época de mayor confrontación entre Ejército,
paramilitares y guerrillas esta situación se hizo cada vez más difícil y ahí sí,
muchos de quienes se habían resistido, ya no pudieron seguir haciéndolo. A
diferencia de otros momentos, ya no se trata de órdenes de desalojo masivas sino
de órdenes perentorias, antecedidas siempre por maltrato y humillación en sitios
públicos, lo que tenía un efecto amplificador de la amenaza. El testimonio de este
hombre explica esto:

Salimos del trabajadero y nos fuimos a mi casa, cuando llegamos a este filo salieron
gente de la maleza, esos hombres armados, nos hicieron detener y nos dijeron que para
dónde íbamos, les dijimos que íbamos a almorzar y nos trataron que cuáles, que íbamos
a sapiar, a informar a la guerrilla, nos hicieron quitar la ropa, tirar al suelo. Nosotros nos
tratábamos de defender diciendo que por qué nos hacían eso y nos respondían con
patadas o con las cachas de los fusiles nos daban donde cayera, y el que tenía el radio
se comunicaba y decía que tenían dos guerrilleros, que si les daban de baja, y les dijeron
que los bajaran para el pueblo. Ahí nos retuvieron alrededor de 40 minutos. Entonces
donde el vecino se fue un gato a avisarle a mi papá, y fueron donde las señoras de
nosotros y ellas hablaron por nosotros para que nos dejaran libres y de aquí nos dejaron
poner el pantalón y ya, nos amarraron como animales y nos llevaron al pueblo y éramos
dos y por aquí tenían otros dos y ahí nos separaron unos para arriba y otros para abajo
(…) nos llevaron a un sótano donde había gasolina y nos amenazaban con prendernos
sino cantábamos y nosotros decíamos nosotros no tenemos nada que decir. Y ahí en el
sótano nos dijeron que describiéramos a la mujer y a las familias y nos dijeron: —Se
salvaron por esta vez, lárguense que no los queremos ver—. A los 20 días nos desplazamos
(CNMH, Taller de Memoria, Cuenca Santa Ana, hombre, 19 y 20 de julio de 2014).
[Resaltado nuestro].

3.2. Asesinar: doblegar y dominar a la población para


debilitar al enemigo

Fue una situación muy dura porque había momentos en que los que tenían que recoger
los muertos, se sentían tan amedrentados que eran incapaces de salir. Fue muy duro,
todavía tengo las imágenes de los muertos que recogí, como dice la Escritura, sin rostro,
desfigurados. A mí no se me borra el rostro de la niña, de Liliana, no se me borra el rostro
del exalcalde, no se me borra el rostro de esta Aristizábal, o sea, yo tengo en mente el
rostro de mucha gente y he tenido que elaborar mucho el duelo para no entrar en shock,
ha sido muy duro porque yo ir a recoger y saber que yo había sido amenazada por muchachos
que eduqué y que los tuve en el grupo juvenil y que eran tan llaves míos, que estos
muchachos estén en esto, a veces obligados por las dificultades económicas, a veces por
la situación social, porque no veían otra salida como proyecto de vida; y ver también todas
esas políticas nacionales con los falsos positivos, que muchos caían inocentes y los vestían
como guerrilleros o paramilitares y por eso tienen que morir, y mucha gente inocente cayó
aquí, sangre derramada con gente inocente, simplemente porque había que dar resultados
y había que poner los muertos. Fue una guerra fría, dura, inhumana (CNMH, Grupo Focal
de Educación, mujer, 26 de septiembre de 2014). [Resaltado nuestro].

El testimonio de esta mujer, educadora y directiva de una institución por muchos


años, deja ver de manera clara la preponderancia y los múltiples rostros que tuvo
la muerte en Granada: la muerte selectiva, aquella con nombre propio, de la que
fueron objeto cientos de personas que tenían una historia; la de los sin rostro, los
llamados NN, no solo por falta de identidad sino por la sevicia que acompañó la
práctica del asesinato, incluyendo la desfiguración de los cuerpos; la muerte como
mercancía, atada a políticas institucionales, en este caso, referidas a la
recompensa a miembros de la fuerza pública por el reporte de guerrilleros
asesinados o, a civiles, por la entrega de información; la muerte fratricida,
ocasionada por los propios paisanos, algunos involucrados en la filas de los
grupos armados, muchas veces por motivos que nada tenían que ver con el
conflicto armado. Todos estos sentidos ubican el asesinato en un lugar
preponderante de la trama de la guerra en Granada.

Colcha de recuerdos taller cuenca San Matías. Una joven, asistente al Taller de memoria, ilustró el momento en que un par de
encapuchados le exigieron el documento de identidad a su padre, que no lo portaba y su hija fue la que dijo el número de identidad;
los encapuchados luego de insultos y maltratos los dejaron ir bajo la sentencia “por hoy se salvó”. Fuente: CNMH, Taller de Memoria,
Cuenca San Matías, 1 y 2 de agosto de 2014.

En Granada todos los actores armados utilizaron los asesinatos como modalidad
de violencia. A través de diversas prácticas, guerrillas, paramilitares y Ejército
segaron la vida de cientos de personas; las guerrillas cometieron asesinatos
selectivos; las masacres fueron una modalidad característica de los grupos
paramilitares y con ellas, estos actores buscaron expandir el terror; las
ejecuciones judiciales se atribuyen directamente al Ejército, a la necesidad de
mostrar resultados de su accionar. Cada una de estas modalidades de violencia
tuvo expresión en momentos específicos del conflicto en Granada y se llevaron a
cabo en territorios particulares.
3.2.1. Asesinatos selectivos e indiscriminados
Después del desplazamiento, el asesinato ocupa el segundo lugar en modalidades de
violencia con mayor impacto en la población. Según el Observatorio Nacional de Memoria y
Conflicto del CNMH al menos 460 personas fueron víctimas directas de asesinato selectivo 66.

Gráfica 7. Número de asesinatos por año en el municipio de Granada 1985-2016

Fuente: CNMH, Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto. Fecha de corte: 14 de marzo de 2016.

Como puede observarse en la gráfica, los asesinatos inician desde antes de 1985,
pero el número más alto de asesinatos en la historia del municipio se registró en el
2002. Desde el 2003 la tendencia fue a disminuir, evidenciándose así, el
desescalamiento del conflicto armado en el territorio.
Por otra parte, según información de prensa y la obtenida en el trabajo de campo,
si bien estos asesinatos ocurren en todo el territorio de Granada, hay algunos
lugares de mayor concentración: el casco urbano y la Cuenca de Calderas.

66 Según el RUV (reporte de febrero de 2016) el número de víctimas de asesinato es de 1.322, siendo que en
este reporte aparecen todas las víctimas. En el reporte del Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto
Armado se tienen en cuenta solo a las víctimas directas, es decir, a las personas sobre las que recae el hecho.
Mapa 4. Ubicación de asesinatos por cuencas

Fuente: elaboración propia con base en El Colombiano, El Tiempo, El Espectador, Semana, El Mundo, Noche y Niebla y Verdad
Abierta. Talleres: Río de la Vida, línea de tiempo y mapa mental -Paicma.

La información también permite afirmar que el asesinato afectó directamente a


líderes, familias, conductores y ayudantes del servicio de transporte público e
indirectamente a la población civil de las veredas de Granada quienes perdieron a
sus familiares, amigos y cercanos y también, en algún momento, percibieron el
riesgo de la victimización.
Podría afirmarse que los grupos armados asesinan a quien es considerado como
enemigo o portador de amenaza, ya sea porque es base social del bando contrario o
porque es representado como combatiente (Suárez, 2008, página 65). Ahora bien,
esta construcción del sujeto que es eliminable y, especialmente, de la forma como
esta práctica se lleva a cabo, se transforma en el tiempo. Desde mediados de los
ochenta, cuando personas acusadas por mala conducta fueron dadas de baja por las
guerrillas, en lo que se denominaron labores de “limpieza social”, hasta 2005, cuando
campesinos asesinados fueron reportados como guerrilleros en combate, el significado
del homicidio como modalidad de violencia asociada con estrategias de guerra y
dinámicas específicas del conflicto armado, sufre transformaciones que son percibidas
claramente en los relatos de la población.
Una de las prácticas principales de la presencia guerrillera en el territorio fue el
asesinato de las personas asociadas con conductas consideradas “desviadas” esto
es, aquellas que se relacionaban con robo de ganado o de otras pertenencias,
quienes consumían sustancias psicoactivas o eran acusados de maltrato, ya sea con
los vecinos o las familias. Como recuerda la población, esos asesinatos
normalmente eran antecedidos por advertencias o amenazas de destierro. Esta fue
la explicación que la gente encontró al asesinato por parte de la guerrilla, en 1993,
de personas asociadas con el robo: “La guerrilla entró a la cárcel a medianoche sacó
a todos esos presos y los dejó tirados en la trayectoria de la roca al puente del
Ramal, los mató a todos seis por ladrones de ganado, muertos, sí”67 (CNMH, Taller
de Memoria, hombre, zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014). En este sentido, la
guerrilla le otorgó al asesinato la función de lo que se conoció como “limpieza social”,
y en cierta forma, gracias a ello, obtuvieron el beneplácito de una parte de la
población.
Hasta finales de los noventa se sabe del asesinato de personas “graniaditas”.
Según el testimonio de un campesino, “en ese tiempo a mí me parece que

67 Por este hecho el municipio de Granada fue demandado por alrededor de 300 millones pesos. En 2012 el
Consejo de Estado profirió una sentencia a favor de la demanda de reparación directa a unas de las víctimas del
hecho. Ver: Colombia, Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera. Sentencia
20.230 del 23 de febrero de 2012. Consejera Ponente: Ruth Stella Correa Palacio.
murieron las personas que no estaban muy de acuerdo con ellos, eran
contradictores de ellos, no era como después, que era porque los sapiaban o
desconfiaban” (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de
julio de 2014). Se trataba entonces de asesinatos selectivos, poco visibles, pero
sistemáticos y permanentes, y sobre todo, ligados a un propósito: eliminar a
quienes consideraban “enemigos de la causa”.

No se notaba mucho porque los muertos eran… por ejemplo, en una noche mataban
tres, es decir, pasaron de vereda a vereda entonces no se nota tanto como usted coger y
hacer una masacre de cuatro personas juntas sino que en la misma noche ellos mataron
una señora tempranito, más tarde otro por otro lado y más tarde, otro por otro lado (CNMH,
hombre, exfuncionario de la Alcaldía, entrevista, 24 de septiembre de 2014).

Sin embargo, tanto en el marco del enfrentamiento que libraron el ELN y las FARC
durante los años noventa por el control del territorio, como el posterior
enfrentamiento de estos con los grupos paramilitares y el Ejército; se fue
ampliando no solo el espectro de quienes consideraban peligrosos sino los
métodos y la intención de hacerlas “muertes ejemplificantes”. En este caso, lo que
interesaba ya no era que fueran muertes silenciosas, por el contrario, la exhibición
de las personas amenazadas primero y de los cuerpos asesinados después,
hacían parte de la estrategia. Como plantea Blair (1998, página 47), las diferentes
formas de matar, las diferentes armas, la eficacia o la sevicia de los crímenes,
tienen distintos significados. Los asesinatos cometidos especialmente por la
guerrilla de la FARC contaron, según los relatos, con un alto componente
divulgativo que va desde el escarnio público hasta el asesinato de varias personas
de una misma familia, lo cual aumenta su impacto:

Caliche68 sacó amarrada la hermana de él, estaba en la misa y fue donde un señor a
una tienda y estaba comprando las cositas y la sacaron de ahí amarrada y la llevaron por
todas partes de la calle y la llevaron por allá y la mataron. Una señora que no hacía sino servir

68Caliche fue una de las figuras más emblemáticas de las FARC en Santa Ana. La gente lo recuerda de manera
especial por su maldad, por el maltrato, por la sevicia de sus acciones. Posteriormente, hizo parte de los grupos
paramilitares.
a la gente; y el hermano de ella venía en una escalera de Granada, ese mismo día, a ella
la mataron por arriba y a él lo bajaron de esa escalera y lo mataron también por allá. Y el
cuñado vino a Santa Ana el lunes por la mañanita a averiguar qué había pasado con ellos,
porque habían comentado que los habían amarrado y él pensaba que los tenían por ahí
detenidos. Cuando llegó a Santa Ana le comentaron que los habían matado y él se fue para
misa y después salió y lo cogió Caliche y lo mató también (CNMH, mujer, entrevista, julio
de 2013). [Resaltado nuestro].

La selectividad de finales de los noventa fue otra: ya no iba dirigida al control de


las que se consideraban conductas inapropiadas o desviadas sino a eliminar
cualquier señal de resistencia o traición. En términos de la dinámica del conflicto
armado, esto se corresponde con el aumento de la competencia por el control
entre guerrillas, paramilitares y Ejército. El tema de la información es, como
plantea Kalyvas (2001, página 12), esencial en esta selectividad: “La violencia
selectiva exige información. Y para adquirir información se requiere,
necesariamente, colaboración”.
Hacia finales de los noventa comienza a saberse de “las listas” como
mecanismo para operar esta selectividad: “del año 1998 en adelante era con
lista en mano y si uno no colaboraba le iban anotando ahí a uno como
pendienticas a ver si alguna vez eso fallaba” (CNMH, Taller de Memoria,
Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014). “Las listas”, como se ha
documentado en otros informes de memoria histórica 69, cumplieron un papel
central en las estrategias de control y sojuzgamiento de la población civil.
Fueron usadas tanto por guerrillas como por paramilitares para la identificación
de sospechosos y asesinatos premeditados. Pero incluso, dicen, muchas
personas que no estaban en ellas, pero fueron asesinadas solo por tener el
mismo nombre de la persona sindicada. En el caso de los paramilitares el papel
de los desertores de la guerrilla que pasaron a engrosar las filas de estos

69 En el caso de San Carlos, apoyado en las consideraciones realizadas por la Fiscalía 20 de la Unidad de Justicia
y Paz que documentó el caso del Bloque Héroes de Granada en San Carlos, se desarrolla ampliamente la hipótesis
de las listas como estrategia de guerra para sojuzgar a la población civil. Ver: CNMH, 2011, páginas 170-180.
grupos es una pieza fundamental de esta estrategia: ellos fueron la principal
fuente de información para su elaboración.
El asesinato de líderes, hombres y mujeres o personas representativas de la
comunidad ocupa un lugar importante en la memoria de la población y ejemplifica
el sentido de esta selectividad. En todos los talleres de memoria salieron a relucir
los nombres de personas que fueron asesinadas de manera premeditada por el
alto impacto en la comunidad.

Colcha de recuerdos. Taller de Memoria Cuenca San Matías. Un líder de la JAC (Junta de Acción Comunal) cuenta que la
guerrilla los citaba a reuniones, su inasistencia los convertía en objetivo militar. Un día, luego de una de esas reuniones, el
Ejército llegó al lugar y se inició un enfrentamiento: los líderes lograron salir ilesos. Fuente: CNMH, Taller de Memoria, cuenca
San Matías 1 y 2 de agosto de 2014.

Según uno de los testimonios, uno de los factores que influyó especialmente en el
asesinato de presidentes de JAC fue su oposición a que las organizaciones fueran
usadas por los grupos armados: “que hayan empezado a asesinar líderes de las
JAC, a lo que se dieron cuenta que eran líderes que no veían muy bien que ellos
(la guerrilla) fueran a las JAC a hacer reuniones” (CNMH, Taller de Memoria,
hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

Tabla 9. Líderes asesinados

Nombre Año Vereda/

Marco Tulio Quintero 1988 Presidente de la JAC de Bellavista

Ómar Castaño 2000


Fabio Giraldo Expresidente de la JAC de Las Piedras

Jorge Alberto Gómez 2001 Exalcalde y coordinador del proceso de


Gómez reconstrucción física del municipio

Humberto Ramírez 2001 Vereda El Vergel

Pablo Galeano 2002 Presidente de la JAC de Bellavista

Bernardo Castaño 2002

Jesús María Guarín 2004 Presidente de la JAC de El libertador

Celina Naranjo 2005 Presidenta de la JAC de La Quiebra

Fuente: elaboración propia con datos de trabajo de campo, 2015.

El asesinato de doña Celina, presidenta de la Junta de Acción Comunal de la


vereda La Quiebra es uno de ellos:

Yo sé que ellas iban en un bus de Granada, iban como a las tres de la tarde y antecitos,
por ahí a unos quince minutos antes de llegar a la casa cogieron a bala el bus y ahí mismo
mataron a doña Celina y entonces la hija quedó ahí también agonizando, ahí mismo
pararon y los bajaron, el bus también quedo ahí, un montón de gente herida y eso siempre
se demoró bastante ahí, tuvieron la vía cerrada como tres horas… Doña Celina era la
presidenta de la Junta de Acción Comunal. Nos duele todavía porque ella era una líder,
era muy buena gente y esa señora no se metía nunca con nadie (CNMH, Taller de
Memoria, mujer, Cuenca Calderas 22 y 23 de agosto de 2014).

El asesinato del exalcalde Jorge Alberto Gómez presuntamente por parte de las
FARC, constituye un hito en la memoria colectiva. Jorge Alberto fue alcalde de
Granada entre 1995 y 1997 y gracias a su gestión obtuvo el premio de mejor
alcalde de Colombia durante el periodo. La gente lo recuerda como un hombre
cercano, afable, comprometido con los intereses de la comunidad. Después de
dejar la alcaldía llegó a liderar el proyecto de reconstrucción del pueblo luego del
ataque de las FARC en diciembre de 2000, estando en este cargo lo asesinaron el
13 de julio de 2001, en plena plaza principal. Su asesinato fue un duro golpe para
la comunidad granadina y para el movimiento político, Unión por Granada, que
avaló su alcaldía. Su muerte no era una más: Jorge Alberto representaba para
muchos un nuevo sentido de la política y la esperanza de que desde lo
institucional era posible beneficiar el desarrollo social y comunitario, su asesinato
fue, de algún modo, el cegamiento de esta esperanza.
Con el aumento de la confrontación armada, la percepción de la población es que
la práctica del asesinato se hizo más frecuente y presente en todo el territorio:
“Este se convirtió en pan de cada día”. La razón parecía simple: desde el punto de
vista de paramilitares y el Ejército, la población granadina en general y de algunos
territorios en particular eran claramente base de la guerrilla. Eso justificó, desde
ellos, una acción dirigida contra la población: “Ellos llegaron fue a combatir a la
guerrilla y habían muchos combates, pero para ellos todos éramos guerrilleros”
(CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).
Desde la perspectiva de las guerrillas, el asedio y la presión del Ejército lo llevó a
desconfiar de todos. Luego de que los paramilitares tomaron el control sobre el
territorio, cooptando adeptos e informantes y reclutando guerrilleros para sus filas,
tuvieron una información más específica aunque más extensa también sobre la
presunta base de apoyo a la guerrilla. Las listas se hicieron cada vez más largas.
De este modo, la selectividad se combinó con la generalización de la amenaza y
percepción de vulnerabilidad extrema de toda la población.

Asesinato de mujeres

Aquí en El Cebadero, mataban muchas muchachas, las muchachas que miraban los
soldados, que miraban los policías, las muchachas que eran novias de los guerrilleros,
eran sacrificadas aquí; aquí mataron a doña Stella, una señora que le lavaba la ropa a los
soldados y le mocharon las manos, aquí mataron a Eliana, era del pueblo, una profesora
embarazada de un policía y a Lucelly que la mató las autodefensas porque tenía una
tiendecita donde como que iba la guerrilla a tomar fresco. Entonces la mujer en este
conflicto puso una cuota muy alta de sangre, la mujer granadina (CNMH, Taller de
Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

Según la Corte Constitucional (2008), es claro que la violencia ejercida en el


conflicto armado interno colombiano victimiza de manera diferencial a las mujeres,
“porque por causa de su condición de género, las mujeres están expuestas a
riesgos particulares y vulnerabilidades específicas dentro del conflicto armado, que
a su vez son causas de desplazamiento, y por lo mismo explican en su conjunto el
impacto desproporcionado del desplazamiento forzado sobre las mujeres”,
además “como víctimas sobrevivientes de actos violentos que se ven forzadas a
asumir roles familiares, económicos y sociales distintos a los acostumbrados, las
mujeres deben sobrellevar cargas materiales y psicológicas de naturaleza extrema
y abrupta, que no afectan de igual manera a los hombres” (Corte Constitucional,
Auto 092 de 2008).
Desde el relato de la población, el asesinato de mujeres marcó un punto de
quiebre en las dinámicas de la confrontación armada y en el tipo de victimización
al que fue sometida la población civil; reveló un grado de vulnerabilidad extrema y
de manera clara el desdibujamiento de fronteras entre los actores armados; todos,
guerrillas, Ejército y paramilitares, dejaron ver sin recato el interés por las mujeres
como objeto de sus acciones.
Las mujeres fueron miradas con desconfianza, se decía que eran mensajeras de
paramilitares y guerrilleros, que usaban la seducción para infiltrarse y hacer
labores de inteligencia, que encubrían a sus esposos e hijos, que se vendían al
mejor postor, que “llevaban y traían”; por ello, fueron declaradas, de manera
explícita, objetivo militar de la guerrilla.

A Eliana sí la mató la guerrilla, porque aquí en Granada ninguna muchacha podía mirar
un policía o un soldado, la muchacha que miraba esos uniformes tenía la lápida pegada al
rabo (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014)
[Resaltado nuestro].

La situación era muy delicada porque si veían una mujer hablando con un policía o
un soldado decían que le estaba dando información. Un Domingo Salcedo mató cuatro
mujeres porque estaban haciendo contrainteligencia. Ese sábado yo vi que un soldado
saludó a la pelaita le dijo —Mi amor usted está muy linda— y ya los milicianos la hicieron
matar porque dizque le estaba dando información y mataron esas cuatro mujeres y a
los meses dijeron que había sido un error. Ellos buscaban una justificación para matar
a alguien por mera desconfianza (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa
Ana, 19 y 20 de julio de 2014). [Resaltado nuestro].
El asesinato de mujeres embarazadas también se hace parte de los relatos y
acentúan la mirada sobre el sentido de esta práctica: ya no era solo asesinar las
personas sino elevar el mensaje de que eran dueños de las vidas que estaban por
venir:

Muy triste también donde no se respetó la vida cuando mataban mujeres


embarazadas, por ejemplo, la esposa del hermano de Mónica, que es primo mío, estaba
embarazada y otras mujeres que nos dimos cuenta también, con bastantes meses de
gestación fueron asesinadas, eso lo pone a uno demasiado mal porque es otra vida que
uno tiene adentro, inocente y suceder eso pues queda mucha afectación
psicológicamente (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio
de 2014).

El caso del asesinato de Lady Quiceno, también es de bastante recordación,


porque estaba embarazada, por la crueldad de su asesinato, porque fue
asesinada con su esposo, una tragedia que siguió en cadena familiar, su padre
murió de un infarto luego de la noticia:

La tiraron al río, la pelada tenía dos meses de embarazo, entonces contaban los que
fueron a buscarla, que los sacaron a los dos de la casa y como la ramada quedaba en
una falda a ella la arrastraron, a ellos los sacaron miércoles, a los tres días los encontraron
y se fueron por las señales, en toda mata de caña había… como ella era monita, de pelo
largo, en las matas de caña había manojos de pelo, y se fueron yendo por los rastros y
donde la encontraron ya estaba desfigurada. Al esposo lo encontraron al domingo y fueron
como tres entierros: ella, el esposo y al papá que le dio un [paro] cardiaco. Ella se llamaba
Lady Quiceno (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Santa Ana 19 y 20 de julio de
2014).

El asesinato de Eliana Vergara por ser la compañera sentimental de un agente de


la Policía:

Otra cuota de sangre muy triste que puso la mujer, aquí en plena entrada a Granada,
mataron a Eliana Vergara, una profesora que estaba embarazada, era compañera de un
cabo, el cabo la voltió por todas partes, la exhibió, apenas la embarazó lo trasladaron y la
dejaron sola y la guerrilla vino y la mató estando embarazada, eso fue una tragedia
(CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

Como plantea Elizabeth Wood (2012, página 115), la guerra transforma los roles
de género mediante una variedad de mecanismos. En el caso de Granada,
durante la guerra, las mujeres fueron en determinados momentos el soporte de la
familia y el cuidado de los hombres, lo cual confronta el imaginario predominante
sobre los hombres como la única fuente de protección. Por eso, cuando
comenzaron a asesinarlas esto significó un punto de quiebre: con esto la guerra
había llegado a su nivel máximo de degradación y la población, al máximo de
vulnerabilidad.

Cuando la violencia fue muy dura, uno pensaba mucho en los hombres, que en los
jóvenes, pero cuando empezaron a matar mujeres ya decíamos: no hay escapatoria.
Hubo un domingo que mataron cinco mujeres, yo dije: mejor dicho, no sabemos qué
vamos a hacer porque si primero éramos las que dábamos la cara, la salvación era que
uno era mujer pero cuando comenzó la violencia contra las mujeres ahí si no. Las únicas
que dábamos la cara y estábamos pendientes del hogar y de los hombres porque uno
tenía que vivir pendiente que no se los fueran a llevar, no soltarlos porque si usted los
dejaba eran como lobos hambrientos a ver qué agarraban, entonces cuando comenzaron
con mujeres ¡bendito sea mi Dios! (CNMH, Taller de memoria, mujer, Cuenca Santa Ana,
19 y 20 de julio de 2014).

Familias enteras perseguidas y diezmadas


Tanto en el marco de las políticas de persecución y debilitamiento de las guerrillas
como en las de desmovilización, se ha hablado, desde instancias
gubernamentales de la noción de “familias guerrilleras”, “familias farianas”,
“familias elenas”. Si bien como plantea el CNMH (2015, página 140), esta
denominación va en contravía del principio de distinción de combatientes y no
combatientes en el derecho humanitario y ha sido empleada por familias de
combatientes desmovilizados como mecanismo de protección, se trata de un
estigma basado en el señalamiento persistente en ciertos sectores de la población
de ser “sustento” de los grupos armados, especialmente de la guerrilla. Esta
construcción puso en riesgo latente efectivamente a familias enteras que fueron
señaladas y perseguidas por esta asociación.
La gráfica 8 ilustra los apellidos de las familias que registraron denuncias en la
Inspección de Granada por hechos victimizantes. El tamaño de la imagen
representa la cantidad de hechos victimizantes denunciados por personas con ese
apellido. Las familias Giraldo, López, Gómez, Aristizábal, Hoyos, Salazar, Noreña,
Quintero, Zuluaga, aparecen como las más relevantes.

Gráfica 8. Nube de apellidos de familias victimizadas en Granada 1985-2013

Fuente: elaboración propia con datos de la Inspección municipal 1985-2013.

Esta imagen nos sirve para introducir la siguiente hipótesis: como se describió en
el primer capítulo, una buena parte de la estrategia guerrillera estuvo basada en la
cooptación y reclutamiento de población oriunda del territorio, debido a ello, la
base miliciana de los frentes guerrilleros se alimentaron de personas de la propia
población. Como consecuencia, la estrategia de golpear la base guerrillera por
parte del Ejército y paramilitares apuntó a su unidad más básica: las familias. Esto
explica la relevancia que en la memoria de la población tiene la descripción de
cómo, en el transcurso de la guerra, familias enteras fueron diezmadas. Y así
mismo, el significado que determinados apellidos tenían, el estigma que
soportaban, al punto que, como dicen algunos, “parecía que cargaban de una vez
con la lápida”.

Colcha de recuerdos, Taller de memoria casco urbano. Una joven ilustra el asesinato de su padre y sus dos hermanos en la
vereda El Roble; pocas veces los pobladores lograron identificar al victimario. Fuente: CNMH, Taller de Memoria, casco urbano,
12 y 13 de junio de 2014.

En los talleres de memoria realizados para la elaboración de este informe,


emergieron relatos de uno y otro caso, en el que varios miembros de una familia
fueron víctimas de asesinatos:

Yo soy casada, tuve cinco hijos y de los cinco ya tengo dos porque los otros tres en la
violencia me los mataron, dos matados y uno desaparecido y ese es el motivo por el que
me tocó irme para Medellín (…). Yo nací aquí en Santa Ana y mis papás también eran de
aquí. Nací aquí, me casé, me fui a vivir a la vereda La Estrella parte baja, y el motivo de
desplazamiento mío es por tanta violencia; cuando mataron a mi familia, me fui. Un hijo
mayor de veintiún años, el otro de dieciocho años y el otro de quince años, el
desaparecido se llamaba Diego Elías, el segundo hijo, de dieciocho años se llamaba
Andrés Fabio y el niño de quince años se llamaba Juan Fernando (CNMH, mujer,
entrevista, julio de 2013).

A la señora mía le mataron cuatro hermanos, a mí me mataron un hermano y el marido


de otra hermana mía. A la señora mía le mataron un hermano el 20 de septiembre y a los
20 días le mataron otros dos y este fue el último, que lo mataron al borde de todos
nosotros, un miércoles de Semana Santa como a las 6 de la tarde. En la guerra mataron
mucha gente inocente, todos esos muchachos eran trabajadores, entonces eso no se le
olvida a uno. Uno trata de olvidar, pero como estamos en una charla muy buena, yo
recuerdo eso. Los mataron que porque dizque eran guerrilleros, así fue la cosa (CNMH,
Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

En vivencias como estas, las líneas de tiempo de los trayectos personales se


construyen sobre la base de una sucesión de muertes en las que poco a poco
muchas familias fueron diezmadas. Hoy esos relatos hacen parte de una historia
colectiva. El asesinato de familias, más que un resultado inesperado hace parte
del repertorio de violencias. Bastaba con que uno solo de sus miembros fuera
acusado de ser colaborador del bando contrario para que la familia toda estuviera
amenazada. En los talleres de memoria estos pasajes salen a relucir para
describir la manera como los grupos armados se ensañaron con la población, para
ejemplificar el profundo sufrimiento vivido e, incluso, el valor que significa haber
sobrevivido en estas circunstancias.

A mí la guerra me golpeó muy duro empezando porque cuando mataron la cuñada y


un hermano los tiraron al río, luego nos tocó buscarlos, a ella la sacaron un viernes a las
4:00 p.m. y al sábado lo encontramos a él. A él lo encontraron desnudo. A mi papá le tocó
vestirlo, a mi papá le dio un infarto [por la impresión], eso fue en el 2002. Ya en el 2003
llegaron un 12 de mayo y tocaron la puerta y eran dos hombres y mataron a mi mamá. A
mí me tocó irme para Santuario, arrimada por ahí, muy horrible (CNMH, Taller de
Memoria, mujer, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

Los conductores y ayudantes


El sector de los transportadores fue especialmente vulnerable, en muchos relatos
aparecen los conductores y ayudantes como las personas que más de cerca les
tocó vivir la muerte, fueron testigos de cómo los pasajeros que transportaban
fueron bajados de las escaleras o buses y posteriormente asesinados; les tocó
recoger los muertos de las vías y llevarlos hasta la cabecera municipal; y también
ser víctimas, ellos mismos, de asesinatos. Esto sucedió, por ejemplo, a un
conductor de una escalera hacia Calderas a quien le tocó ver asesinar y después
recoger a sus dos ayudantes: “ese día mataron a mucha gente. A ese chofer de
ese carro se enloqueció, lo tuvieron que llevar, tuvo que dejar el trabajo, porque
cuando los mataron, a él mismo le tocó subirlos al carro” (CNMH, Taller de
Memoria, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).
Los conductores fueron un grupo poblacional que, en razón de su oficio, se
convirtieron en blanco de amenazas y de asesinatos selectivos. Los buses y las
escaleras se volvieron en un medio expedito no solo para el control de la población
sino para el envío de mensajes, el transporte de mercancías y la retaliación entre los
grupos armados. Los conductores fueron obligados a transportar grupos guerrilleros,
a veces uniformados, a veces de civiles, a llevar mercancías y armamento poniendo
en peligro la vida de los pasajeros y de ellos mismos. Guerrilla, paramilitares y
Ejército, les convirtieron en fichas indispensables de sus tácticas de guerra, de ahí
que fueron estrictamente vigilados y, muchos de ellos, castigados con la muerte.

El carro subía por ahí a las siete de la noche, más arribita de donde yo me subí, bajaron
los ayudantes del carro y ahí en presencia de todo el mundo, ese carro venía así,
llenísimo, los cogieron y los mataron... (Llanto)… después le dijeron al chofer que era
hermano de uno de los ayudantes, recoja esos hijueputas y llévelos para el pueblo y
dígales que los que los mataron fueron los de las FARC. El primero que mataron, lo
mataron los paramilitares y ya en la noche a los ayudantes los mató las FARC (CNMH,
Taller de Memoria, mujer, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).

De este modo, asesinatos selectivos e indiscriminados fueron las expresiones más


visibles de la guerra y, sobre todo, de cómo la población civil quedó atrapada en
medio de ella. El Comité Interinstitucional hizo eco en múltiples ocasiones de esta
situación y levantó su voz de protesta y hasta de súplica a los actores del conflicto
armado para que cesaran de acabar con la vida de la población.

El Comité Interinstitucional como vocero de la comunidad de Granada, ante los hechos


luctuosos que se siguen presentando en nuestro muy querido pueblo como son los
asesinatos de personas civiles de gran significación por su enorme calidad humana y
social: educadores, campesinos y trabajadores honrados, quienes han regado con su
sangre los surcos de sus parcelas y colmado de dolor a toda la comunidad granadina:
manifiesta su tristeza y pesar ante tan lamentables hechos.

Por enésima vez e invocando la asistencia Divina, rogamos a los actores del conflicto
armado que se respete a la población civil y su autonomía, pues acciones tan crueles y
reprochables como las matanzas de: El Ramal, Minitas, El Vergel y del educador Frank
Elías Pérez Martínez; solo crean desánimo, tristeza y generan desplazamientos, pobreza
y miseria en estas comunidades tan queridas, en una palabra, frustran las esperanzas de
quienes aún creemos en Granada y en las posibilidades de resurgir de las tragedias.

Granada, abril 28 de 2001.

Comunicado Interinstitucional de Granada. Fuente: comunicado del Comité Interinstitucional, 28 de abril de 2001.

Y tres años más tarde:

En el municipio de Granada y como es conocido en casi todos los municipios del


oriente de Antioquia, vienen operando grupos de autodefensas quienes tienen su campo
de acción, tanto en el área urbana como en la rural, llevando a cabo muertes selectivas
en donde la comunidad campesina es la más afectada, pues de una u otra forma deben
desplazarse hacia la cabecera municipal para conseguir sus alimentos y cuando no son
bajados en el camino de los carros que los transportan, son esperados en el parque
principal o en zonas aledañas y son abordados por integrantes de estos grupos armados
al margen de la ley, siendo desaparecidos en forma forzosa en unos casos o causándoles
la muerte en otros, o siendo amarrados y paseados por las calles del pueblo atemorizando
a la comunidad como pasó el día 24 de diciembre sin que las autoridades intervinieran
ante esta situación.

Carta del Comité Interinstitucional a la Defensoría del Pueblo. Fuente: carta del Comité Interinstitucional a la Defensoría del
Pueblo, 22 de enero de 2003.

Desde 2000, los asesinatos individuales marcaron la cotidianidad de la población


en Granada, pero la dimensión y degradación que fue adquiriendo el conflicto, se
evidenció con la puesta en práctica de otra forma de asesinato: las masacres. Un
asesinato que afecta a varias personas a la vez y que en el marco del conflicto
armado en Granada ha tenido como principales responsables a los grupos
paramilitares.
3.2.2. Masacres
En la definición aportada por el CNMH (2012, página 36) una masacre es “un
homicidio intencional de cuatro o más personas en estado de indefensión y en
iguales circunstancias de modo, tiempo y lugar, que se distingue por la exposición
pública de la violencia, perpetrada en presencia de otros o se visibiliza ante otros
como espectáculo de horror”. Las masacres, según este Informe, han jugado un
papel central “por su capacidad para generar terror, desterrar y destruir las
comunidades”.
Se calcula que en Colombia, entre 1980 y 2012, se perpetraron alrededor de 1.982
masacres que dejaron como saldo 11.751 muertes (CNMH, 2012, página 48). De
estas, el 58,9 por ciento fueron cometidas por paramilitares, el 17,3 por ciento por
guerrillas, el 7,9 por ciento fuerza pública en acciones conjuntas y 0,4 por ciento
otros grupos (CNMH, 2012, página 47). Según el Banco de datos de Cinep (2003)
en la subregión del oriente antioqueño hubo 58 masacres entre 1988 y 2005; cada
uno de estos eventos dejó más de 4 víctimas y en 7 de ellos más de diez; en total
arrojaron un saldo de 366 homicidios.
El Observatorio del Centro Nacional de Memoria Histórica registró diez masacres
en Granada entre los años 2000 y 2004, con un total de 59 víctimas. En
información de prensa y relatos de la población se reportaron tres más, una de
ellas en 1993 con 6 víctimas, y otra en el 2000 en Altos del Palmar con 4
personas asesinadas. Adicionalmente, mientras el CNMH registra 17 víctimas en
la masacre del 2000, los medios locales reportan 19, lo cual arroja un reporte de
al menos 71 víctimas de masacres en el municipio de Granada.

Tabla 10. Masacres en el municipio de Granada

Fecha Lugar Presunto responsable Víctimas

/--/--1993 Cabecera municipal3 Guerrilla 6

--/06/ 2000 Altos del Palmar4 Paramilitares 4

Paramilitares/AUC/
3/11/2000 Cabecera municipal 17**
Bloque Metro
5/04/2001 Minitas Paramilitares 4

20/04/2001 El Vergel, El Tablazo y Aurora Paramilitares/ AUC 9

16/07/2001 El Cebadero No Identificado - ELN* 4

22/04/2002 La Quebrada Paramilitares 4

Paramilitares / AUC /
4/06/2002 El Edén 5
Bloque Metro

31/08/2002 Santa Ana Ejército Nacional 4

Grupo Armado No
--/ 11/ 2002 Santa Ana 4
identificado

18/04/2003 Las Faldas y La Selva Paramilitares 4

3/04/2004 Tafetanes FARC / Frente 9 4

TOTAL 13 Masacres 71

Fuente: CNMH, Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto. Fecha de corte: 14 de marzo de 2016 y trabajo de campo de la
presente investigación.
*Tanto en los relatos de la población como en el Banco de datos de Cinep señalan al ELN como autor.
** El CNMH reporta 17 víctimas; sin embargo la prensa local reporta 19 (periódico Granada, diciembre de 2000, página 2).

Como se observa en la tabla 10 y en el mapa 5, los paramilitares figuran como


principal responsable, con 8 casos, seguidos por la guerrilla en 3, y el Ejército en
1. Solo una de ellas supera las 10 víctimas, es decir, la mayoría correspondería a
lo que se ha conocido como pequeñas masacres, por ello, más silenciosas y
menos visibles en los medios de comunicación.

Mapa 5. Ubicación de masacres por cuencas


Fuente: elaboración propia con base en El Colombiano, El Tiempo, El Espectador, Semana, El Mundo, Noche y Niebla y Verdad
Abierta. Talleres: Río de la Vida, línea de tiempo y mapa mental -Paicma.

Las masacres que se describen a continuación ocurridas en el 2000 y 2001, hacen


parte de la densa descripción que la población hace de la experiencia de la guerra,
de los asesinatos frecuentes y la violencia a la que fue sometida. Entre ellas
encontramos diversas modalidades: realizadas en lugares públicos, a la vista de
todos; aquellas que hacen parte de un recorrido por dos o más lugares y otras
relacionadas con retenes militares70. Desde la lógica de los actores armados estas
muestran el uso del terror como recurso estratégico para la disputa del control de
los territorios (Suárez, 2008).

“Todas esas calles se llenaron de sangre”: Incursión paramilitar al casco urbano, 3 de


noviembre de 2000
El 3 de noviembre de 2000, 19 personas fueron asesinadas en la primera
incursión paramilitar al casco urbano, un hecho que constituye para la población
granadina, una verdadera herida en la historia y en la memoria del municipio.
Según algunos relatos este operativo fue realizado por hombres encapuchados,
sin ningún tipo de insignia, que ingresaron al casco urbano por tres lados
diferentes:

Un grupo se bajó por La María y mataron el muchacho que cuidaba las zanahorias, la
mamá, la señora de apellido Sora que la mataron en la esquina, el que estaba recogiendo
reciclaje enseguida. Después el otro que bajó por la planta de tratamiento de aguas
residuales, que mató un mono ahí cerca cogiendo papa, el otro que estaba con él, bajaron
y mataron a Jesús María y más abajo [me contaba una muchacha que estaba en el
balcón], vio que venían dos camuflados y pensó que era el Ejército (…) había unas bancas
que se llamaban las Bancas de Pablito, son unas banquitas del viejito Pablito que uno las
veía y tenían su sello sabía que las había hecho Pablito, y el uno le dijo al otro, —Ve dale
a ese viejito— y el tipo sacó el fusil y le dio al viejito sin pensarlo dos veces. La esposa
salió a mirar y la mataron a ella, una Herminia Noreña; habían matado a Jesús María
arriba, es el segundo bloque que había llegado casi hasta el comando; y el tercer grupo
se bajó por el lado de La Cruz que llegó a la bomba, que fue el que mató a Juan Hoyos,
a Ratón, a otro muchacho que estaba en la Defensa Civil, a otro muchacho que tenía
cierta discapacidad mental, Wilder, son tres grupos muy definidos, ellos hicieron ese daño
y se fueron (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 24 de septiembre de
2014). [Resaltado nuestro].

70 Estas modalidades de masacre son descritas bajo estas tipologías en el Informe de Memoria Histórica de
San Carlos. Ver: CNMH, 2011, página 115.
Las masacres cometidas con sevicia ocurren, como dice Suárez, cuando las
coordenadas de tiempo y espacio son propicias: “El espacio debe ser aislado o
bloqueado para que no haya conocimiento de la anomalía y que el enemigo no
pueda interrumpir el desarrollo del acontecimiento” (2008, página 67). Con estas
condiciones contó el grupo de paramilitares que la ejecutaron, y esto es lo que,
justamente recuerda la población; que no tuvieron ningún impedimento para
actuar: “Ellos llegaron, hicieron lo que hicieron, no hubo quien los enfrentara y se
fueron, a ellos no hubo quien les hiciera un solo disparo, la Policía haría unos tiros
al aire pero para que no llegaran donde ellos, pero no” (CNMH, hombre,
exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 24 de septiembre de 2014).
Los testimonios alrededor de esta masacre abundan, en ellos, se resalta el perfil
de las víctimas, la relación que tenían con los sobrevivientes y de manera
especial, el carácter imprevisto, la imposibilidad de encontrar una lógica a lo
sucedido; en otras palabras, el que fueran cosas del azar las que hicieron que
fueran estas y no otras las personas asesinadas: “Ellos dentraron y ya cuando
estaban llegando al pueblo lo que se veía mover lo mataban” (CNMH, Taller de
Memoria, hombre, Medellín, 7 de septiembre de 2014).

Tabla 11. Personas asesinadas en masacre paramilitar, 3 de noviembre de 2000

1. Jesús María Gómez Aristizábal: hijo de Pedro Agustín y María Mercedes,


63 años, casado

2. Juan Manuel Hoyos García: hijo de Luis Arturo y María Lucía, 42 años, casado

3. Jairo de Jesús Giraldo Quiceno: hijo de Álvaro y Rosa, 40 años, casado

4. Francisco Javier García Builes: hijo de Víctor Hernán y Alba, 24 años, soltero

5. Germán de Jesús Alzate Buriticá: hijo de Jesús María y María Dolores,


26 años, soltero

6. María Edelmira Gómez Zuluaga: hija de José Ignacio y María Esther,


45 años, casada
7. Pablo Emilio Yepes Yepes: hijo de Miguel y Margarita, 60 años, casado

8. María Leonor Noreña Aristizábal: hija de Valerio y Mercedes, esposa de Pablo Emilio, 60
años, casada

9. Andrés Arturo Jaramillo Villegas: hijo de Óscar y Martha Elena, 21 años, soltero

10. Salomé Giraldo Giraldo: hija de Manuel y Margarita, 50 años, casada

11. Conrado de Jesús López Giraldo: hijo de Nicanor y Salomé, 28 años

12. Óscar Aníbal López Naranjo: hijo de Marco Emilio y Rosa Oliva, 15 años

13. John Ferney Hoyos Giraldo: hijo José Iván y Gloria Amparo, 15 años

14. Mario de Jesús Giraldo López: hijo de Luis Enrique y Cándida Rosa,
51 años, casado

15. Jesús Heliodoro García Giraldo: esposo de Teresita, 71 años

16. Luis Fernando Alzate Arias: sacristán, 19 años hijo de policía jubilado, residente en el
municipio

17. Jenaro de Jesús Galeano Quintero: hijo de Juan de Dios y Blanca, 31 años, casado

18. Socorro Vergara

19. Nicanor de Jesús López

Fuente: periódico Granada, diciembre de 2000, página 2.

En esta masacre fueron usadas armas de fuego y armas blancas con las cuales
varias de las víctimas fueron degolladas. Las imágenes y el sentimiento que
perdura en la memoria tienen que ver entonces no solo con la magnitud de la
masacre sino con la manera como las personas fueron asesinadas:

Mi dibujo es este, eso fue cuando la primera toma de las autodefensas en Granada,
muy triste, yo venía de la vereda La Aurora (…) entonces yo seguí caminando hasta que
llegué al pueblo, cuando encontraba estos regueros de sangre por todas las calles de lo
que ellos habían dejado, de las muertes que habían producido y yo sentía esa melancolía,
esa tristeza, ese dolor (…) terrible, de ver —porque no había ninguno de mi familia ahí—
, pero eran mis vecinos, era mi gente, ¿cierto?; esos regueros de sangre, ese olor que yo
sentía como a degolladura de novillos y esa tristeza que uno siente (CNMH, Taller de
Memoria, hombre, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014). [Resaltado nuestro].

El símil que se establece en este relato con la degolladura de animales da cuenta


de la eficacia del terror empleado: no solo se eliminan personas, se comunica a
otras su degradación al tratárseles como animales (Uribe, 1990). Tampoco se trata
solo del asesinato. Luego viene lo que Blair (2004) denomina la ‘ritualización’, esto
es, la manera como los muertos son acompañados y despedidos. En este caso, lo
que se resalta es el sentimiento de profunda soledad, la imagen de cuerpos
inermes tirados en las calles, el pánico de la población a la hora de los funerales
por el rumor de una nueva incursión. Excepto la Defensoría del Pueblo y la Iglesia
–que siempre estuvieron con la gente–, ninguna institución se hizo presente hasta
el día siguiente en el que, en pleno velorio, el Ejército arribó. El expersonero relata
así la situación:

Me pareció horrible porque eran las 9 p.m. y nosotros recogiendo cuerpos y como la
gente era tan religiosa eran los cuerpos tapados, con las cuatro velas en la calle y los
chorros de sangre y la gente en la calle yendo a rezarle a este, a aquel, eso fue todo el
día, —Dígame el ambiente de un pueblo cómo puede ser—. Se recogen esos cuerpos y
la gente desesperada —Entréguenme el mío—, eso fue una cosa muy espantosa. Al otro
día los cuerpos se organizan, a algunos se los traen [para Medellín], otros los velamos
allá y los velamos todos enseguida de la iglesia en un salón parroquial. La tensión era tan
tremenda y la cosa tan aterradora que era la gente sentada y casi uno ni rezaba, alguien
llegaba y la gente era así porque para nosotros eran las 7 de la noche y era como si fueran
las 2 de la mañana, con esa tensión de toda esa situación. La única que nos acompañó
en todo fue la Iglesia. Al otro día fue la misa y cuando estaban en la misa llegó el Ejército
y bajó por esa calle súper pendiente que llega a la iglesia arriba, cuando estaban en la
misa se regó el rumor que eran otra vez los paramilitares, esa iglesia se volvió una cosa,
todo el mundo tiró para el altar donde el obispo, para que el obispo los cuidara, una señora
se fracturó, una fractura abierta, la tensión misma que traíamos y siguió después de esa toma,
usted si veía una persona en la calle, es decir, yo salía de la oficina a las 6 p.m. y subía
por las calles principales, eso era como si fueran las 3:00 a.m. uno solo veía los policías
(CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 24 de septiembre de 2014).
[Resaltado nuestro].

El anuncio de la llegada de los paramilitares desde por lo menos dos años antes,
las muertes selectivas, y de manera especial, la estigmatización que había recaído
sobre Granada fue una de las explicaciones que la gente encuentra a esta
masacre. Con ella, los paramilitares cumplieron la promesa de ingresar a Granada
y demostraron la existencia de un nuevo poder.

La masacre del horror: El Vergel, 20 de abril de 2001


Para los habitantes de la cuenca de Zona Fría, la masacre del Vergel ocupa un
triste lugar en su memoria.

Representación masacre del Vergel. Una mujer ilustra la masacre en la vereda El Vergel, según describe ese hecho se le quedara
“grabaito”; el terror generado por esta acción que llevó al desplazamiento de toda la población de la vereda. Fuente: CNMH,
Taller de Memoria, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014.

Yo soy del Vergel. Allá el 20 de abril de 2001 hubo una masacre de siete personas
buenas, buenas; porque mi vereda era una belleza. Llegaron los paramilitares, yo vivía
más retiradito de ahí, pero ni mis hermanitos ni mi papá cayeron ahí, como la vereda es
muy grande y limita con El Santuario (…) fue un día viernes de Pascua a las 10:00 a.m.,
llegaron por ese lado, a las mujeres que estaban trabajando que ayudan mucho con los
esposos en el arado y a los que eran de Santuario, los mandaron que se fueran a
esconder, los pobrecitos de Granada a todos los mataron (…) y en una forma que no, es
que eso no tiene palabra. Lo único que les dejaron fue la carita bien, de resto los volvieron
nada, con pura arma blanca, los volvieron nada, hubo que amarrarlos para que no se
volvieran a desintegrar (…) y les echaron sal (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca
Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

La alusión a la separación de las personas de Santuario de las de Granada,


corresponde al estigma propagado por los propios grupos armados según el cual,
los de Santuario eran paramilitares y los de Granada guerrilleros. De este modo, la
masacre se realiza en un territorio “etiquetado como enemigo” (Suárez, 2008), en
este caso, etiquetado por los paramilitares como territorio guerrillero.

Tabla 12. Personas asesinadas en la masacre de El Vergel, 20 de abril de 2001

José Joaquín Ramírez Giraldo

Humberto de Jesús Duque Arias

Gustavo Duque Arias

Iván Darío Aristizábal

Humberto Ramírez

José Efraín Giraldo

Vicente Giraldo

Fuente: Noche y Niebla-CINEP N° 20, página 69.

Lo característico de esta masacre y lo que sus testigos recuerdan, es la crueldad y


la sevicia con la que se realizó. El uso de armas blancas, los cuerpos
descuartizados y desfigurados otorgan a la memoria de este evento un
sentimiento adicional: el del terror y la humillación de haber sido asesinados como
animales.

Mujer [1]: uno diría que muerto es muerto sin importar como fue el deceso, pero esta
fue a arma blanca, a machete, no es lo mismo a machete que con un tiro, entonces eso
duele en esta vereda. O sea, de pronto el dolor de la muerte no (…) pero es que fue a
machete, eso es importante, si hubiera sido bala pues los cuerpos no hubieran quedado así
tan horribles y la población no tan marcada, aunque el dolor es el mismo.

Hombre [1]: uno los encontraba muertos y les levantaba la camisa y los veía llenos
de puñaladas y con un muchacho fue muy duro pues le abrieron el estómago como a
un cerdo, eso traumatiza mucho ver esos muertos así (CNMH, Taller de Memoria,
Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014) [Resaltado nuestro].

En estos casos, el uso de este tipo de armas hace que el sufrimiento sea
intencional y sustentado con representaciones “deshumanizantes”, como lo
manifiesta Eric Lair (2003) “Lo que abre la puerta a las sevicias corporales-
psicológicas y a la tortura en una relación de frente a frente (…) No se trata
únicamente de eliminarlo, sino de posesionar y destruirlo moralmente”.
Esta masacre fue atribuida a los grupos paramilitares de las AUC. Después del
evento en El Vergel, donde ejecutaron siete personas, entre ellas a cuatro
hermanos, se dirigieron a la vereda El Tablazo, donde nuevamente este grupo
se llevó por la fuerza a una mujer, cuyo cadáver fue hallado posteriormente en
la vereda El Vergel, y por último, en la vereda La Aurora ejecutaron a un
campesino (Noche y Niebla-CINEP 2000, N° 20, página 69; El Colombiano, 21 de
abril de 2001, página 12A). A pesar de que ya había pasado la incursión en el
casco urbano, esta nueva masacre parecía dejar en su población un mensaje
claro: “ya estamos aquí, somos extremadamente malos” (CNMH, Taller de
Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

La masacre que desplaza: “Los muertos se quedaron solos”. Minitas, 4 de abril de 2001
El 4 de abril de 2001, en una nueva incursión paramilitar son asesinadas cuatro
personas que se encontraban en la Inspección de Policía: Juan Rafael Ramírez
Clavijo, Alberto Ramírez Ocampo, Henry Alfredo Giraldo Cano y Argemiro de
Jesús Arias Murillo (Noche y Niebla-CINEP, No. 20, página 46).
Los relatos obtenidos dan relevancia a un factor que constituye un elemento
esencial: la soledad y el abandono en la que quedaron las personas asesinadas.
Los cuerpos inermes fueron los últimos habitantes de la localidad. El inspector de
Policía y el cura párroco fueron los únicos que se atrevieron a ir al lugar a
recoger los cadáveres:

Yo recuerdo cuando fui a recoger los muertos de la masacre de Minitas, que nadie iba
a recogerlos y le dije al padre, —Acompáñeme—porque a todo mundo le daba terror irse
porque los que se fueron los mataron, cuatro y los mataron e hicieron desplazar toda la
gente entonces los muertos quedaron solos. Yo nunca había escuchado un silencio tan
ensordecedor como ese, como uno escuchaba en el campo los radios estaban prendidos
y todo eso, nosotros fuimos a esa zona y yo lo que siento es que mataron el primero y él
cayó al piso, mataron el segundo y cayó encima y el otro así y el otro así, esa noche llovió
mucho y los cuerpos estaban llenos de arenita, entonces le dije al padre ayúdeme a
recoger estos cuerpos, un curita que me ayudaba mucho. Yo tengo una cosa clara: ellos
cometieron el acto y se fueron, por allá no hay nadie, fuera de los muertos no hay nadie.
Recuerdo que yo dije: - voy a recoger los muertos y la gente me decía vaya a mi casa y
mire cómo está la vaca, las gallinas, cómo está todo eso (CNMH, hombre, exfuncionario
de la alcaldía, entrevista, 24 de septiembre de 2014). [Resaltado nuestro].

Esta masacre generó un desplazamiento total e inmediato en la vereda. Sus


habitantes hacen parte de los 6.239 registros de personas que también huyeron
de Granada en 2001.

Las masacres de la guerrilla


El Cebadero, 2001. El 16 de julio de 2001, en sitio El Cebadero, entre la vía
Granada-Medellín y que permite el desvío hacia el corregimiento de Santa Ana,
integrantes del ELN asesinaron a tres mujeres y un hombre, según reportes de
prensa, esta masacre dio cuenta del anuncio de la guerrilla a los pobladores del
municipio “a los que se relacionen con agentes o soldados, se le cobra” (El
Colombiano, 19 de julio de 2001). En el hecho fueron asesinadas las hermanas
Claudia Nancy Salazar Montes y Adriana Patricia Salazar Montes, además de
Carmen Lucía Quintero Giraldo y Álvaro de Jesús Barrientos Londoño, una de las
mujeres tenía una peluquería frente a la Inspección de Policía y las otras le
lavaban ropa a los agentes. En una época en la que la presión del Ejército y
paramilitares contra la guerrilla se hizo más fuerte, también el asedio y la presión
de esta hacia la población se intensificaban. En este caso, el vínculo de personas
con la fuerza pública les significó sentencia de muerte.
Tafetanes, 2004. En abril de este año, en un retén realizado por las FARC a la altura
de la vereda Tafetanes, las FARC asesinaron a cuatro conductores: Jorge
Jiménez Granada, Raúl Rivera, Luis Enrique Cubillos, Edgar Mauricio Pantano y
secuestraron a uno más sin identificar. Posteriormente los vehículos fueron
quemados (Noche y Niebla, 2004, No. 29, página 147; El Colombiano, 3 de abril de
2004, página 12A; El Tiempo, 6 de abril de 2004). Esto ocurre en un momento en el
que disminuyó ostensiblemente la circulación de las personas por el territorio y la
acción de vigilancia y control sobre corredores se había acentuado.
Se puede observar que las masacres ocuparon un lugar importante como
estrategia de guerra y constituyeron uno de los métodos más contundentes no
solo para diezmar la población, sino sobre todo, para controlarla, sembrando el
terror. Pero, mientras la guerrilla las realizó especialmente en vías de circulación y
contra personas acusadas de ser informantes de los paramilitares o del Ejército,
los paramilitares incursionaron en territorios etiquetados como de dominio
guerrillero y sus víctimas fueron más indiscriminadas. Entre tanto, miembros del
Ejército no solo pusieron en condición de enemigos a quienes consideraban
guerrilleros o brindaban apoyo a la guerrilla, sino que, con el ánimo de mostrar
resultados exitosos en la lucha contra el terrorismo, en el marco de la política de
Seguridad Democrática, masificaron la práctica de las ejecuciones extrajudiciales.

3.2.3. Ejecuciones extrajudiciales


En 2002 inicia en el país una fuerte ofensiva militar liderada por el entonces
presidente Álvaro Uribe Vélez, tendiente a recuperar el control sobre vastas zonas
del territorio nacional que habían sido ocupadas por las guerrillas. El oriente
antiqueño fue el laboratorio de esta política. A partir del 2002 –como pudo verse
en el capítulo anterior–, comienza a ser el escenario de una serie de acciones
militares dirigidas por la IV Brigada que tuvieron como fin erradicar la presencia
guerrillera y su base social.
Fueron en total diez operaciones militares que según la Consejería Presidencial
para los Derechos Humanos estuvieron acompañadas de combates, de bajas en
las filas de la subversión, capturas, entregas voluntarias, campos minados
desactivados y campamentos desmantelados (Vicepresidencia de la República,
Observatorio del Programa Presidencial para los Derechos Humanos y el Derecho
Internacional Humanitario, página 3, citado por CCEEU, 2007, página 28).
Según este Informe, durante el primer periodo del presidente Uribe Vélez, las
ejecuciones extrajudiciales en el oriente antioqueño se incrementaron
alarmantemente, llegando a la cifra de 74 casos reportados y a un total de 110
víctimas, entre las que se cuentan menores de edad y personas con discapacidad
física (CCEEU, 2007, página 10). De los casos reportados, el eje Cocorná-
Granada-San Luis, soporta el 74 por ciento con 55 casos y 84 víctimas; el 44 por
ciento del total de casos registrados ocurrieron en Granada (33 casos y 49
víctimas) (página 31). Santa Ana y Calderas resultaron ser las zonas más
afectadas, con 30 casos y 44 víctimas, lo que representa el 40 por ciento del total
de casos reportados. Las veredas más afectadas fueron La Gaviota, La Estrella y
Los Medios (CCEEU, 2007, página 31).

Gráfica 9. Víctimas de ejecución extrajudicial por veredas


Fuente: Banco Derechos Humanos Noche y Niebla, CINEP. Coordinación CEEU
(Colombia-Europa-Estados Unidos), 2007.

El estudio en cuestión reveló que entre agosto de 2002 y junio de 2006 la IV


Brigada del Ejército reportó 272 combates y la muerte de 558 miembros de los
grupos guerrilleros en el oriente antioqueño; 118 de esas confrontaciones se
produjeron en la Cuenca Calderas con un saldo de 219 guerrilleros dados de baja.
Sin embargo, tras las denuncias recibidas en la Cuenca Calderas, la Coordinación
Colombia-Europa-Estados Unidos concluye que el 40 por ciento de los combates
reportados fueron en realidad, ataques del Ejército contra la población civil y 38
por ciento de las muertes en combate reportadas por la fuerza pública,
corresponden a ejecuciones extrajudiciales (CCEEU, 2007, página 33).
Tal como se aprecia en la tabla 13, la mayoría de las ejecuciones se atribuyen al
Batallón BAJES 4 71 y su frecuencia aumenta desde 2004, cuando ya se ha
efectuado la desmovilización del Bloque Cacique Nutibara, y Héroes de Granada

71
Al respecto dice el informe de la CCEEU: la mayoría de las denuncias sobre ejecuciones extrajudiciales en
el oriente antioqueño son atribuidas al Batallón de Artillería n° 4 “Jorge Eduardo Sánchez” (Batallón Bajes 4).
Durante el año 2003, el Batallón fue comandado por el teniente coronel Iván Darío Pineda; durante el 2004, por
el teniente coronel Juan Carlos Barrera, y durante el 2005, por el teniente coronel Luis Javier Pérez Orellanos.
El 62 por ciento del total de los casos reportados en el oriente antioqueño fueron atribuidos a esa unidad militar
(41 víctimas). Le sigue el Batallón de Caballería Mecanizada n° 4 “Juan del Corral” (GMJCO) con 21 casos
reportados. A la Unidad Bombarda 1 al mando del subteniente Andrés Mauricio Rosero Bravo se le imputan 4
de los 35 casos judicializados por la justicia ordinaria y la justicia castrense. Estos batallones realizan operativos
en la zona de Granada, San Luis y Cocorná, lo que explica el alto nivel de violaciones al derecho a la vida en
esos municipios (página 33).
se prepara para entrar al proceso de paz y no tiene presencia permanente en esta
localidad.

Tabla 13. Casos de ejecuciones extrajudiciales: Granada

Fecha Vereda Responsable

16/06/2004 La Gaviota Bajes 4

13/01/2003 La Estrella Bajes 4

13/01/2003 Santa Ana Bajes 4

15/06/2004 Santa Ana Bajes 4

14/09/2004 El Roblal Calderas Bajes 4

5/09/2004 La Arenosa Bajes 4

El Libertador Bajes 4

3/08/2004 La Estrella Bajes 4

5/05/2005 El Morro Bajes 4

13/07/2003 Los Medios Bajes 4

19/09/2003 La Linda Bajes 4

27/02/2004 Galilea Bajes 4

19/04/2004 La Linda Bajes 4

21/05/2004 El Tablazo y La María Bajes 4

3/07/2004 La Mesa Bajes 4


11/08/2004 La Mesa Bajes 4

21/09/2004 San Francisco Bajes 4

15/05/2005 El Morro Bajes 4

29/05/2005 La Quiebra Bajes 4

13/09/2005 La Gaviota Bajes 4

31/08/2002 La María Bajes 4

30/08/2002 Bajes 4

14/03/2003 El Tablazo

2/05/2003 La Arenosa

7/08/2003 La Gaviota

31/12/2003 La María

31/12/2003 La Quiebra

8/02/2004 Santa Ana

19/02/2004 Los Medios Bajes 4

19/02/2004 La Merced Bajes 4

15/04/2004 Santa Ana

20/10/2004 La Linda

14/05/2005 La Linda

Fuente: Banco Derechos Humanos Noche y Niebla, CINEP. Coordinación CEEU (Colombia-Europa-Estados Unidos) (2007).
En el transcurso de esta investigación documentamos 19 casos de ejecuciones
extrajudiciales con un marcado acento territorial: ocurren fundamentalmente en las
cuencas de Santa Ana y Calderas, lugares en los que a su vez, se desarrollaron
de manera importante las grandes operaciones militares a partir de 2000 y, de
manera significativa, en el 2002.

Mapa 6. Ubicación de ejecuciones extrajudiciales por cuencas


Fuente: elaboración propia con base en El Colombiano, El Tiempo, El Espectador, Semana, El Mundo, Noche y Niebla y Verdad
Abierta. Talleres: Río de la Vida, línea de tiempo y mapa mental -Paicma.

En los relatos de la población, la llegada del Ejército estuvo de la mano con las
recompensas, ese fue el principal incentivo para atacar a la población.

Entonces ellos entraron y mejor dicho y eso mataban, como el dicho, todo el mundo era
su enemigo y el que se moviera, para el suelo y ya, camuflado y listo. Ellos recibían sus
recompensas, supuestamente sus vacaciones, era lo que decían y uno ¿qué recibía? la
pérdida del ser querido, el hijo, lo que fuera, quedaba con el dolor para toda la vida
(CNMH, hombre, entrevista, julio de 2013). [Resaltado nuestro].

Como menciona la población, estos asesinatos cometidos por miembros de la


fuerza pública revisten una diferencia sustantiva con respecto a los asesinatos
selectivos, en estos asesinaban “el primero que se encuentre en el camino”, eran
asesinatos indiscriminados a razón de la recompensa que recibían por ello. Como
se sabe la noción de “falsos positivos” hace referencia al reporte de caídos en
combate como logros de la confrontación armada (positivos en la guerra) cuando
en realidad se trataba de personas civiles que eran camufladas y reportadas como
guerrilleros. Esta situación, reconocida en el país especialmente a partir del caso
de los jóvenes de Soacha (Cundinamarca) ya era vox populi en Granada, “¡Por
Dios! descubrieron el agua tibia” dice cuando escuchan sobre esta comparación.
Para la población, estas ejecuciones pasaban por la alteración de la identidad de
la víctima, convertirla de un momento a otra en guerrillero, es decir, por borrar los
rasgos que les hacía campesinos o resaltar aquellos que se ajustaban al estigma:

En la escuela de para abajo mataron el esposo de una hermana mía, salió corriendo y
no alcanzó a llegar, y venía un combo en la escuela y otro por el otro lado y a él lo cogieron
en la escuela y lo mataron… Orlando Idarraga. Lo enterraron con machete, botas, estaba
envuelto en cobijas, que para que no reconocieran que era un campesino (CNMH, Taller
de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana 19 y 20 de julio de 2014).

Lo mismo pasaba en El Cebadero, allá en El Cebadero al que lograban cambiarle de


ropa lo cambiaban, les cambiaban la ropa delante de la misma gente, de la misma
comunidad y los mataban y ahí mismo decían que eran guerrilleros, falsos positivos
(CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

Es importante hacer notar que, como se señala en este testimonio, no se trataba


en muchos casos de una práctica oculta; tanto el asesinato como el camuflaje en
presencia de otras personas da cuenta, en primer lugar, de que se trataba de una
advertencia para los otros (cualquiera podría estar en su lugar) y, segundo, de la
confianza en que este accionar contaba no solo con una protección institucional
(nadie en realidad temía ser acusado o descubierto), sino con el silencio de la
población, por el miedo: reinaba la ley del silencio.
En efecto, la ley del silencio fue la mejor aliada no solo de las ejecuciones
extrajudiciales sino de la guerra. Los grupos armados la impusieron para que
nadie denunciara, ni protestara, ni siquiera se enterara de lo que sucedía a
otros, por eso, “nadie se atrevía a contar los hechos de la guerra, casi ni a la
misma mamá. Llegó el tiempo en que mataban gente y uno ni se enteraba. Y
uno no se daba cuenta de lo que estaba pasando” (CNMH, hombre,
exfuncionario de la alcaldía, entrevista 2 de julio de 2014).

3.3. La desaparición forzada... la muerte lenta de los


que quedan
Según el Observatorio del Centro Nacional de Memoria Histórica, Granada
reporta, entre 1985 y 2016, un total de 299 casos de desaparición forzada. Las
cifras más altas se presentan entre 2001 y 2004 siendo 2002 el año con mayor
número: 58.

Gráfica 10. Víctimas de desaparición forzada en Granada 1985-2016


Fuente: CNMH, Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto, 2016. Fecha de corte: 14 de marzo de 2016.

De acuerdo con el reporte del RUV (Registro Único de Víctimas), más del 85 por
ciento de los casos de desaparición forzada documentados en el país no
identifican actor o responsable (CNMH, 2012, página 64). Sin embargo, estudios
de caso permiten identificar que se trata de una práctica empleada principalmente
por miembros de la fuerza pública y grupos paramilitares pero, como se
documenta en el caso de Granada, también incurrió la guerrilla.
La Personería municipal, por su parte, dice tener conocimiento de fosas comunes
en las veredas La Quiebra, parte alta de Los Medios y la vereda San Francisco
(PIU, 2012, página 39). En el marco de esta investigación, se mencionan
especialmente desapariciones en el casco urbano y Santa Ana y en los corredores
viales en los que los diferentes grupos hacían retenes, bajaban a la población, los
retenían y jamás volvían a aparecer tal y como se relata en el siguiente testimonio:

Los campesinos que subían de la zona de influencia de la guerrilla eran tildados como
tales y luego llevados a las veredas donde tenían su dominio, concretamente las veredas
de Minitas, Vahitos y San Matías; mientras que las FARC abordaban a sus víctimas en el
trayecto entre las veredas La Quiebra, La Aguada y los Medios de Granada y Calderas,
La Hondita y el Chocó del municipio de San Carlos; detenían los vehículos, bajaban sus
ocupantes y las personas desaparecían. Las FARC argumentaban que eran paramilitares
haciendo inteligencia en su zona (PIU, 2012, página 39).

En el casco urbano, la calle del Zacatín, frecuentemente referida como “el camino
de la muerte”, es recordada como el lugar donde por última vez se vieron
personas que eran después asesinadas y desaparecidas, en este caso por el
Ejército y los paramilitares:

Ahí en ese punto, o sea en esa entradita como para subir para el Zacatín para tierra
fría, ese era el corredor, yo trabajaba en la esquina donde es hoy día don Nelson
Regueros, ahí era el almacén de la reconstrucción, yo era la almacenista y me tocaba ver
cuando el Ejército traía los encapuchados y los encapuchados señalaban gente de las
escaleras y ya los paramilitares a los que señalaban los recogían, entonces para mí era
muy traumático la gente como dando el último adiós… hagan algo ¡sálvenme! esa… y era
en medio de cada uno… y muchos de esos quedaban desaparecidos y los llevaban a
tierra Fría porque allá había mucha zona boscosa (CNMH, Taller de Memoria, hombre,
Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

Es muy importante señalar cómo en los relatos de la población, la desaparición


forzada tiene que ver con un cambio en las dinámicas de la guerra: contrario a lo
que sucedió con los asesinatos selectivos o las masacres, ya no interesa dejar
evidencia de la acción: “Al principio los mataban y muertos y enterrar gente y
todas esas cosas y después cambiaron de estrategia y ya desaparecen, los muertos no
se ven pero la gente se pierde y no se sabe dónde está, más duro todavía, es muy
cruel” (CNMH, hombre, entrevista, julio de 2013).
Mapa mental Cuenca San Matías. La población de la cuenca San Matías identificó en su territorio los lugares marcados por el
conflicto armado; para ellos el Alto del Palmar, El Cebadero y El Carmelo eran lugares de retenes y asesinatos. Las veredas El
Edén, La Cascada y Los Planes fueron lugares marcados por múltiples asesinatos y presencia de actores armados. Fuente:
CNMH, Taller de Memoria, Cuenca San Matías, 1 y 2 de agosto de 2014.

El Salón del Nunca Más se ha convertido en un espacio para darle un lugar y un reconocimiento a
“la gente que se pierde”. De las 277 bitácoras que se albergan allí, al menos 61 corresponden a
personas dadas por desaparecidas. De este modo, además de visibilizar este delito se propicia un
espacio para el ritual que justamente queda suspendido cuando hay desaparición. Quienes acuden
al Salón del Nunca Más establecen una relación con la víctima, construyen un relato en este caso
referido a la experiencia de la desaparición, a la eterna espera, a la nostalgia y a la manera como
la vida sigue transcurriendo.

Antonio López (desaparecido)

Don Antonio López: soy su primo Mauricio López y [debo] escribir algo en este cuaderno
sin saber si estás vivo o muerto. Lo único que puedo decir es que me estremeció al ver su
foto y pido paz y tranquilidad donde quiera que estés.

Hermanito querido no sabes las tristezas que sentimos al no saber nada de ti, el no
saber si te encuentras con vida o no. Aunque yo me resisto a creer que no estás con vida,
siempre te llevo en mi corazón y en mi alma, también en mis pensamientos. No me he
olvidado de ti ni un minuto, siempre sueño que tu estas vivo. Cuando me dieron la noticia
de tu desaparición me resistí a creerlo, algo en mi me dice que tu estas en este mundo,
solo necesitamos que si es así des una señal de vida. Tus hijos te han buscado
constantemente pero sin obtener ninguna señal. Cada uno tiene su hijo: Harvey tiene dos
hermosas niñas de las cuales alcanzaste a conocer una. Daniel tiene una niña que se
llama Daniela. Isaías tiene un niño que se llama Santiago. Ruego a dios por ti para que
estés vivo y aparezcas, sino es así te dé descanso para tu alma. Te quiero mucho. Tu
hermana Claudia López.

Hermanito cuanto diera por saber si estás vivo. Te extraño mucho (Bitácora, Salón del
Nunca Más, Granada-Antioquia).

3.4. Coartar la libertad


El secuestro es una modalidad de violencia que han puesto en práctica
históricamente las guerrillas. Este método despiadado terminó convirtiéndose en
un camino eficaz y rentable para financiar las actividades de los grupos armados
ilegales. Según el GMH (2013), en Colombia entre 1970 y 2010 fueron
secuestradas 39.058 personas. Este delito se ha cometido en todos los
departamentos del país, en gran parte de las subregiones y el oriente no ha
estado exento.
En Granada por su parte, según el Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto del
Centro Nacional de Memoria Histórica, con fecha de corte del 14 de marzo de 2014,
se reportaron 98 secuestros.

Grafica 11. Víctimas de secuestro. Granada 1985-2016


Fuente: CNMH, Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto, 2016. Fecha de corte: 14 de marzo de 2016

Los casos reseñados permiten evidenciar que el principal lugar de ocurrencia de


los secuestros fue en la cabecera municipal. Se hace alusión al secuestro de
integrantes de la fuerza pública (comandantes, soldados, policías); familiares de
ellos (hermano); trabajadores de empresas energéticas, candidatos a la alcaldía o
funcionarios con cargos públicos (alcalde, inspector); trabajadores de
organizaciones internacionales, personajes públicos (médicos, cantantes),
comerciantes reconocidos en el territorio y, en general, personas por quienes
pudieran exigir una suma de dinero. Algunos de los casos más reseñados por la
prensa son los siguientes:
• En junio de 1991 es secuestrado el comandante de Policía de San Carlos
en zona rural de Granada.
• En septiembre de 1995 el ELN libera ingenieros secuestrados en San
Carlos desde agosto del mismo año.
• En julio de 1997 el ELN secuestra a un soldado del Batallón Contraguerrilla
Granaderos en Santa Ana. En septiembre del mismo año es secuestrado el
alcalde Jorge Alberto Gómez en El Ramal en la vía Granada-Cocorná.
• A finales de octubre e inicios de noviembre de 1997 es secuestrada la
Comisión electoral de la OEA y posteriormente liberada por el Frente Carlos
Alirio Buitrago del ELN en Santa Ana. En diciembre del mismo año, de
nuevo son secuestrados los alcaldes de Granada y de otros municipios de
la región por el Frente 9° de las FARC, quienes son liberados luego de una
semana de retención.
• En enero de 1998 el ELN secuestra a un ganadero en la vía Granada-El
Santuario.
• En agosto de 1998 es secuestrado el recién electo alcalde Carlos Mario
Zuluaga en Santa Ana por las FARC, y liberado un mes después.
• En marzo de 2001 el ELN incursiona en el sitio La Capilla secuestrando el
hermano de un policía.
• En junio de 2001 el ELN libera en Santa Ana a 26 policías secuestrados
producto de un acuerdo humanitario.
• En julio el de 2001 ELN secuestra el inspector de Policía de San Carlos en
la vía Granada-San Carlos. En julio del mismo año el ELN bloquea y hace
retenes en El Cebadero en la vía Granada-El Santuario.
• En septiembre de 2002 el Ejército en una operación rescata tres personas
secuestradas en Santa Ana.
• En julio de 2003 guerrilleros de las FARC secuestran a tres personas en
Tafetanes.
En los ejercicios de memoria se recordaron especialmente tres eventos: el del
doctor Gerardo Alzate, durante la primera toma guerrillera; el del cantante Wilmar
Gómez por el ELN en 1999, en el marco de la celebración del día del campesino;
el de los alcaldes Jorge Alberto Gómez, Carlos Mario Zuluaga e Iván Darío Cataño
y el de los miembros de la OEA, descritos ya en otros apartes de este informe,
como parte de la estrategia de impedimento de las elecciones locales. En todos
estos eventos hubo pronunciamientos del Comité Interinstitucional pidiendo la
libertad de las personas. Si bien se trataba de una acción selectiva y, en muchos
casos, se trataba de personas que no eran de Granada, su impacto –en términos
de las represalias militares que recaían sobre la población por la búsqueda de
estas personas secuestradas– eran latentes.
3.5. Amenazar, saquear, humillar y aterrorizar la
población: una forma efectiva de control
Una de las estrategias más eficaces para el control y la subyugación de la
población por parte de los grupos armados fue generar miedo y terror entre la
población. Las amenazas, el uso de métodos atroces en la ejecución de
asesinatos individuales o colectivos, el asesinato de personas en alto grado de
vulnerabilidad o el empleo de personas como “mulas humanas” hicieron parte del
repertorio a través de los cuales los grupos armados en Granada aterrorizaron y
humillaron a la población.
La amenaza consiste en que un actor armado le hace el anuncio a su víctima, de
un posible mal en el futuro, que tiene la finalidad de causar inquietud o miedo. Es
la posibilidad de que ocurra cualquier tipo de evento o acción que pueda producir
un daño. De los 38.087 registros de hechos victimizantes de la Red Nacional de
Información, 765 corresponden a amenazas, ocupando el quinto lugar de las
denuncias.
En los ejercicios de memoria realizados, los relatos sobre amenazas abundan, ya
sea como caso en sí o como práctica que subyace a delitos como el
desplazamiento, el asesinato o la extorsión. Además, sectores poblacionales
específicos como los funcionarios públicos, los maestros, los funcionarios del
sector salud y los conductores fueron constantemente amenazados en función de
su oficio. Muchos de estos profesionales levantaron la bandera de la neutralidad
como una manera de defender su resistencia a adherirse a cualquiera de los
grupos armados y colocarse en defensa de la población. Sin embargo, negarse a
colaborar significaba de inmediato, convertirse en objeto de amenazas de muerte.
En este caso, el desplazamiento se convirtió, también para ellos, en el único
recurso que les quedaba para proteger sus vidas.
En el siguiente testimonio, por ejemplo, una enfermera con largos años de servicio
reconoce cómo en diferentes momentos se vio obligada a prestar sus servicios
profesionales a guerrilleros y paramilitares o a atender a la comunidad bajo la
vigilancia rigurosa de los armados, hasta que fue presionada para entregar la lista
del nombre de las personas de su vereda. Ahí, lo que ella denomina, el criterio de
neutralidad, fue violentado. Negarse a dar esta información, significó el final de su
carrera:

Yo trabajaba en ese entonces en las veredas El Edén, El Roble, San Esteban, La


Cristalina, El Cebadero. Para mí fue algo demasiado, demasiado duro, porque yo decía,
yo me estoy en mi trabajo mientras a mí me respeten mi neutralidad (…) pero entonces
llegó un punto en que, un alto mando de las FARC en una reunión de junta, me dijeron
que tenía que hablar con él, yo hablé con él le dije que qué pasaba, entonces me pidió
una lista de todos los de la vereda, especificando los mayores de 18 años con números
de cédula, que le pasara esa lista que si yo tenía la posibilidad, yo sinceramente me quedé
estática, porque yo dije: ¿yo qué hago en este momento?, yo no puedo entregar mi gente,
de ninguna manera pude entregar a mi gente (…) en ese momento me di cuenta yo que
mis sueños y todas mis ilusiones se habían cristalizado y se habían roto en mil pedazos
porque yo sabía que eso era el detonante, porque yo sabía que yo ya no iba a poder
seguir trabajando porque en esa reunión de junta dijeron “ya no vamos a respetar
neutralidad ya, o cogen para un lado o cogen para otro”, yo no puedo, yo tenía que ser
neutral (CNMH, Grupo Focal de Salud, mujer, 3 de septiembre de 2014).

Situación similar vivieron maestros, asistentes técnicos agropecuarios,


funcionarios públicos, para quienes, en un contexto caracterizado por la alta
competencia de los actores armados era imposible no relacionare con ellos. La
neutralidad posible en este caso, más que el no establecer vínculos, era
relacionarse con todos. En este sentido y a medida que la presión y la
competencia entre los diferentes grupo aumenta, como lo señala Kalyvas (2001),
lo que se vuelve predominante es la supervivencia y es en función de ella que
estas proximidades a uno u otro cambian. En el caso de Granada, el aumento de
la confrontación va estrechando cada vez más el margen de maniobra y la
advertencia “o cogen para un lado o cogen para otro” marca de manera específica
este momento. La advertencia se convierte de inmediato en amenaza.
Además del daño a personas concretas, la generalización de la amenaza cumple
un papel importante en el debilitamiento de los soportes de protección y cuidado
con los que mínimamente contaba la población. Su rol de servidores y agentes
comunitarios les hizo sospechosos y, por tanto, sujetos también de diversas
acciones violentas mediadas todas por la amenaza.

A mí papá muchas veces lo buscaron para matarlo, sino es por la misma gente que lo
ayudó a muchas veces a refugiarse, otros a hablar por él, porque digamos a la oficina de
él iba todo tipo de personas, entonces muchas veces lo buscaron paramilitares para
matarlo que porque él era guerrillero y muchos guerrilleros que porque él era paramilitar,
entonces mi papá dijo: “¿entonces yo que voy a hacer?, yo soy servidor público a mi
oficina llega todo tipo de personas, yo no le voy a preguntar usted: ¿qué es guerrillero,
paramilitar o ninguno de los dos?, llega una persona y yo simplemente lo tengo que
atender que necesita y ya” (CNMH, hombre, Taller de Memoria, Medellín, 7 de septiembre
de 2014).

La amenaza se convirtió en una poderosa herramienta para intimidar a aquellos


que consideraban ponían en riesgo sus intereses, que violaban sus reglas, o a los
que acusaban de colaborar con sus enemigos, estas hicieron parte del panorama
de miedo durante el conflicto que reconfiguró y afectó la vida de la población
granadina.
Pero muchas veces, estas advertencias y estos cuidados no funcionaron y
derivaron en asesinatos. Como se dijo antes, estos no solo se justificaban con
la asociación de personas con el bando contrario sino que cumplían con el
propósito de generar terror entre los sobrevivientes, resaltar la extrema
vulnerabilidad y, por tanto, el poder que tenían los armados sobre la vida de
las personas. No se trataba –como señalan otros estudios–, solo de matar sino
de humillar a los muertos y a los vivos; no solo de acabar con su vida, sino de
hacerlo con sevicia 72, lacerar su dignidad y su humanidad, y con ella la de sus
familiares (Blair, 2005; Suárez, 2008; Uribe, 1990). Los relatos de asesinatos
en Granada y particularmente en el corregimiento de Santa Ana son
recurrentes en relatar algunos casos que hacen parte hoy de la memoria
colectiva.

72 Sevicia se define como la causación de daño más allá del necesario para matar (Suárez, 2008, página 61).
Hombre: también hay otro caso el de Gloria Guarín que la guerrilla la amarró, la tuvo
en un camión en la plaza, como tres horas e iba el papá a arrimarse a echarle la bendición
y no le permitían que se le arrimara y al otro día la encontraron por la vía San Carlos
muerta. Mujer: lo impactante es por lo humillante, que la tenían amarrada, como tener una
bestia en un camión. Eso fue en el dos mil y pico (CNMH, Taller de Memoria, Cuenca Santa
Ana, 19 y 20 de junio de 2014) [Resaltado nuestro].

A una sobrina mía también la mataron allá, la sacaron esposada a la plaza, estaba en
el atrio, estaba cargando una niña, de pronto una monita le dijo Lucía présteme la monita,
porque la quería mucho, era muy bonita, “deje, yo la cargo” y en ese momento, se
arrimaron tres guerrilleros y le dijeron ¿usted se llama Lucía?, ella dijo “sí” y le dijeron
“síganos” y la torturaron, le arrancaron el cabello, parece que fueron Los Elenos, entiendo
yo. La guerra es horrible (CNMH, mujer, entrevista, julio 2013).

La exhibición de la víctima, la tortura, el impedimento del acercamiento de los


familiares, y el posterior asesinato y abandono del cuerpo en vías públicas, fueron
prácticas frecuentes. Por eso, como se dice en el anterior relato, más allá de la
muerte, lo impactante, lo que queda en la memoria, es la humillación.
La inculpación y posterior asesinato de personas con discapacidad mental o física,
ancianos, mujeres embarazadas, fue otra de las prácticas orientadas a generar
terror entre la población y a profundizar el sentimiento de extrema vulnerabilidad.
Este es el caso de esta mujer asesinada por la guerrilla en la cuenca de Santa
Ana, en presencia de sus hijos:

Caliche mató la mamá, la mató delante de los tres, él tenía seis añitos, él recuerda que
Caliche la mató, él dice que quiere ver a Caliche y preguntarle por qué la mató, él tiene ese
dolor en el alma, quedaron huérfanos y están en Bienestar Familiar. Él ya tiene como
dieciséis años, está trabajando en no sé qué entidad y que le están ayudando. Una mujer
que realmente no era normal, era medio atravesadita, una mujer así, ¡qué va a trabajar
con los paramilitares! y matarla delante de sus hijos. Al papá lo mataron antes y a ella
después (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana 19 y 20 de julio de 2014)
[Resaltado nuestro].

La pregunta que este joven se hace (¿por qué la mató?) es parte del drama que
viven las víctimas. Porque la mayoría de las veces no hay una respuesta que,
desde el punto de vista de la población, justifique ni el asesinato ni los métodos
que fueron empleados. Esto es lo que sucede también con las inyecciones letales,
un método empleado por la guerrilla de las FARC en esta población y del que se
habló en los talleres de memoria para ejemplificar los niveles de degradación a los
que había llegado la guerrilla:

A mi papá lo esperaron que iba de una molienda y lo esperaron tres señores y le dijeron
que lo iban a matar y él sacó el machete para no dejarse y le dijeron —lo vamos a matar
de manera que usted no sufra— y lo amarraron a un guayabo y le inyectaron un veneno
en las venas, dizque cianuro, cuando fuimos a buscarlo a lo que no llegó a la casa, fuimos
a buscarlo a las 4:00 a.m. lo encontramos sentado en una piedra, normalito, con su
sombrerito, con la linterna en la mano y a un lado dos pares de panela y al otro el perro,
no se encontró una gota de sangre, ni signos de tortura, en ese tiempo los muertos los
recogía uno mismo y cuando mandamos la información a Santa Ana, había paro, no se
podía ir a Granada por ataúdes, no había, entonces nosotros lo recogimos y lo llevamos
a la casa, con los vecinos y lo acostamos en una banquita que para organizarlo. Cuando
empezamos a descubrirlo, a quitarle la ropa, le estiramos la manos para recortarle las
uñas, nos encontramos que se le vieron acá unos moretones muy grandes, como entre
morado y la mano magullada, entonces dije: —a mi papá lo mataron— y me recosté sobre
él a llorar, entonces un señor (…) me dijo: —No se ponga a contar que a su papá lo
mataron, que su mamá se pone a hacer escándalo y le pasa algo a ella o a ustedes—
entonces en el momento los que nos dimos cuenta nos quedamos callados, cuando llegó
un señor y nos dijo: —es que a su papá lo mataron envenenado—. Nosotros después
escuchamos decir por los mismos que lo mataron que le habían inyectado cianuro y que
casi no se muere y que cogieron un poquito de veneno que les quedó y le echaron agua
y le inyectaron en el otro lado, entonces por eso los dos morados (CNMH, Taller de
Memoria, mujer, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

Estas personas atribuyen este hecho a integrantes del 9° Frente de las FARC. Así
se lo confirmó uno de sus comandantes a la hija de la víctima: “Su papá tuvo una
muerte muy bonita porque no murió desangrado” (CNMH, Taller de Memoria,
mujer, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014). Según este testimonio se
había sabido por lo menos de cinco personas asesinadas con este método en
Granada. “Era que estaban usando esa modalidad para hacerle entender a la
gente que cuando encontraban un muerto así, era infarto” (CNMH, Taller de
Memoria, mujer, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).
En términos de la lógica de la guerra, parecieran contradictorios el propósito de
publicitar y amplificar el terror a través de la exhibición de las víctimas y los
cuerpos inermes y el empleo de un método que, como estos, pareciera buscar
la invisibilización. No obstante, estos casos logran en la población un efecto
igualmente devastador: saber que se trataba de una guerra que no tenía límites
y, en ese sentido, cualquiera podría ser la próxima víctima.
Con igual propósito, el de humillar y degradar a los vivos y a los muertos, fue el
uso de lo que denominaron “mulas humanas”, esto es, personas que eran
obligadas a transportar sobre sí, el cadáver de vecinos, amigos o parientes recién
asesinados.

Aquí los paramilitares utilizaron a las personas como mulas de carga. Les cargaban
los muertos encima, asesinaban las personas delante de ellos, inclusive los llevaban —
Vamos allí que voy a matar a alguien para que usted lo cargue— entonces se lo llevaban
amenazado de una vereda hasta la otra, mataban las personas se los montaban al
hombro y los arreaban con zurriago por caminos veredales hasta que los sacaran a la vía
principal, los montaban a las escaleras y les decían —Lleve ese muerto hasta Granada y
lo entrega al inspector de Policía y se va de una vez—. Entonces llegaba la persona y de
una vez se iba para Cali o Medellín (CNMH, mujer, entrevista, agosto de 2013).

Servir como mula humana les convertía en testigos y, por tanto, posterior al
evento, en objetivo militar. De ahí que muchas de estas personas hayan terminado
también como desplazadas.
Finalmente, Granada también fue un pueblo saqueado. Esto contribuye de manera
importante al sentimiento profundo de humillación que aún hoy acompaña a la
población. El saqueo de propiedades privadas y el despojo de bienes durante el
desplazamiento es otro de los delitos cometidos por los grupos armados durante la
guerra en Granada: al menos 362 personas se declaran víctimas de este delito, el
tercero en magnitud después del desplazamiento y el homicidio.
La descripción de casas tomadas y apropiadas por los grupos armados, del hurto
de utensilios de las casas o de las fincas, el aprovechamiento de cultivos,
especialmente el café, la caña y los entables paneleros, fue frecuente. Más allá
del valor material lo que toma peso es el sentimiento de humillación y
vulnerabilidad que se profundizó y propagó con esta práctica. Y esto tiene que
ver mucho con que sea el Ejército el actor identificado con esta situación. Son
múltiples los relatos que encontramos de personas que especialmente en
espacios rurales hacen estas imputaciones; esto es lo que ocurre por ejemplo en
la zona de Santa Ana, cuando el Ejército se asienta allí como parte de los
operativos de lo que denominaron “la retoma del territorio”. Desde las primeras
operaciones contraguerrilla que se desarrollaron en el municipio, la población
registra hechos de saqueo por parte del Ejército, pero a partir del 2002, los
hechos son más persistentes e identifican claramente al Batallón Bajes 4 como el
responsable de los hechos que tienen como punto de partida la acusación de
que “todos éramos guerrilleros”:

Cogieron gallinas, terneros, revisaron la casa, en la casa de papá movieron toda la


ropa, revolcaron el chifonier y se sacaron una plata que teníamos, la ropa de los niños
míos se la robaron y en la pared del baño de la casa escribieron “Dios conceda la victoria
Bajes N°4”, eso lo escribieron en la pared del baño con un carbón … nosotros del miedo
compramos cal y blanquiamos esa pared porque diga usted que lleguen a la casa y un
escrito de esos y decían que sí hubiéramos estado todos nos hubieran matado (CNMH,
Taller de Memoria, mujer, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

En el caso de Santa Ana, las personas identifican claramente la alianza entre


Ejército y paramilitares para la realización de estas acciones, el saqueo de
negocios y lugares públicos hicieron parte de esta modalidad. Pero además de las
pérdidas materiales, los pobladores resaltan cómo estos eventos siempre
estuvieron acompañados de maltrato verbal y físico, por ello, lo que saquearon no
fue solo las viviendas, los negocios, los cultivos, también la integridad y la dignidad
de las personas de la población granadina:

Un día cualesquiera se aparecieron un poco de Ejército, se apoderaron de las casas


de Santa Ana, llegaron los dueños de los campos a entrar a cambiarse la ropa para ir a
misa y ellos no los dejaban entrar. Ellos se tenían que volver con un agua de panela que
traían, entrar así a misa como llegaran. Antes de irse los campesinos dejaban mercaditos
en las casas, dejaban las vasijas para cocinar, pero llegaban y encontraban el mercado
rociado por las estancias, las ollas y cuando ya hubo mano dura de los dueños, pues que
se plantaron que se iban a quejar, lo que hicieron fue que yo no sé de donde consiguieron
ollas y las llenaron de caca de ellos, les dejaron fiambre a los campesinos cuando
llegaran, eso hicieron esos cochinos (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Santa
Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

La descripción que hace esta mujer es lo bastante ilustrativa de los múltiples


métodos y dimensiones del maltrato y la vejación a la que esta población fue
sistemáticamente sometida.
Finalmente, es necesario señalar también que esta situación de caos y abandono
fue aprovechada incluso por los pobladores quienes, según los relatos, también se
apropiaron de los bienes abandonados por las personas que tuvieron que
desplazarse abruptamente:

Entonces mire, el saqueo de las casas, todo eso genera problemas entonces es en las
fincas ustedes saben que en las fincas se robaban hasta los perros, las cobijas, las ollas,
salían con todo y lo más triste [es] que a veces no eran ni los mismos grupos armados
sino la misma gente de la vereda que no cuidaba sino que se le llevaban a uno las cosas
(CNMH, Taller de Memoria, mujer, Medellín, 7 de septiembre de 2014).

De este modo, hay que decirlo, personas que hacían parte de la población no solo
colaboraron con los armados sino que ejercieron violencia contras sus paisanos.
Como dice Theidon (2004, página 20), entender esta violencia fratricida hace parte
de la comprensión de las dinámicas profundas del conflicto armado 73.

3.6. La violencia sexual


La lógica de la guerra exacerba el control y la dominación patriarcal sobre la vida y
los cuerpos de las mujeres y lo hace no solo en los escenarios propios del

73 Sobre este punto ver en el capítulo 5, el aparte 5.5. Entre el acomodo, la colaboración y el uso pragmático
de los recursos de la guerra.
conflicto, sino en todos los espacios donde las mujeres viven y se movilizan
(Comisión de Verdad y Memoria de Mujeres Colombianas, 2013). Como se sabe,
este es un delito de difícil reconocimiento tanto social como jurídico. El
Observatorio Nacional de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria
Histórica reporta 50 casos de violencia sexual en Granada en reporte con fecha de
corte del 14 de marzo de 2016. No obstante, en el ejercicio de memoria realizado
aparecieron varios relatos que dan cuenta de esta modalidad de violencia,
específicamente contra las mujeres. Pero la percepción más o menos
generalizada es que pueden ser mucho más y que de esto apenas comienza a
hablarse.
La violencia sexual fue empleada como una forma de humillar y de infringir terror a
la población. Más allá del acceso carnal violento, su ocurrencia en lugares
públicos o en presencia de familiares cumplía la función de comunicar a otros y de
ratificar el poder que se tenía ya no solo de controlar el territorio, las vías de
acceso, el movimiento de las personas, sino sus cuerpos. En el Taller de memoria
de la Cuenca de Zona fría, por ejemplo, salieron a relucir una serie de relatos de
niñas que fueron violadas delante de sus padres; de padres que se vieron
obligados a entregar a sus hijas a militares baja la amenaza de muerte, y de
familias que, por esta razón y como forma de proteger a sus hijas, emprendieron la
huida.

Llegaban por la noche y al papá y la mamá los amarraban por allá lejos de la casa y
mientras, violaban las niñas. Otra vez en el día, ellos (los militares) vieron que en esa
casa habían niñas y fueron por la noche y no encontraron nada; al hombre que
encontraron lo torturaron hasta que las entregó, esas niñas (después de que fueron
violadas) se fueron a vivir a Granada y después a Medellín; y el papá las dejó por ahí
solas porque a él le daba miedo, ya que le dijeron que si esas niñas resultaban por ahí
diciendo cosas pues que lo mataban a él. Esas violaciones las hacía el Ejército (CNMH,
Taller de Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).
Colcha de recuerdos, Taller de memoria cuenca Zona Fría. Una mujer ilustra el abuso sexual al que fue sometida por parte de
dos hombres armados. Ella se negó a revelar el paradero de su hija, a quien buscaban, por lo cual abusaron de ella. Fuente:
CNMH, Taller de Memoria, cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014.

Conocimos también el caso de una mujer que fue sistemáticamente violada por los
actores armados como retaliación por no haber entregado a sus hijas. Como se ve
en el siguiente relato, a la violencia en sí que esto representa se suma la condena
social a la que son sometidas las mujeres:

este es mi dibujo, para mí, ustedes notarán que acá dibujé unos hombres armados y
de verdes, yo no sabía quiénes eran, esta soy yo, tengo minifalda porque era más joven
y tengo un bebé en mis brazos, es mi nieta, una nietecita de escasos meses, 4 ó 5 meses
y yo le estaba dando alimento. Llegaron simplemente, abran, entraron, yo tenía mis hijas,
dos hijas, yo soy madre de tres hijos, dos mujeres y un hombre... como ellos sabían que
mi hija estaba ahí, ya empezaron que querían que ella se fuera con ellos… ahí fue cuando
llegaron estos hombres preguntando por mi hija, pero mi hija no estaba, yo me había
quedado con la niña y ellos querían a fuerza de pistola, a fuerza de golpes que les dijera
dónde estaba mi hija, pero yo no les iba a decir por nada del mundo así me mataran, ellos
querían saber dónde estaba mi hija, y si yo no les decía dónde estaba pues ellos me
dijeron que lo que le iban a hacer a mi hija, me lo iban a hacer a mí entonces… [Ahí fue
la violación]. Para mí fue muy duro todo esto, mi esposo, yo estaba casada primero, pero
mi esposo por ese hecho me rechazó (...) porque él sencillamente no creía que lo que a
mí me había pasado era porque yo no lo había buscado, pero el machismo es mucho y
en Granada más, entonces: —Usted tiene la culpa, ¿usted porque entonces se dejó hacer
eso?—. Yo vivo en un altico donde era la visibilidad muy buena para ellos, y entonces
ellos iban cuando querían y me hacían lo que querían, esto era lo que yo no le decía a
nadie, es algo que aun duele… yo sufrí, yo lloré días, noches enteras, que yo me
despertaba llorando llena de impotencia porque no supe defenderme (CNMH, Taller de
Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

Según este testimonio, además de la violencia sexual estas mujeres son


revictimizadas por el rechazo de los esposos, familiares y vecinos, que las miran
como culpables.
Como lo plantea el Informe Comisión de Verdad y Memoria de Mujeres Colombianas
(2013, páginas 467-468), la violencia sexual ha sido un arma de guerra utilizada
contra las mujeres convertidas en objetivo militar. El cuerpo de las mujeres ha
sido así mismo botín de guerra y territorio en disputa entre los actores armados.
Esta práctica lesiva y denigrante de la sexualidad obligada a la fuerza ha sido
un ejercicio de poder de los actores armados en cualquier tiempo y lugar
durante el conflicto. Aunque en muchos casos las mujeres no nombran los
autores de las violaciones, en otros, es claramente identificado el Ejército y los
paramilitares principalmente.

3.7. A modo de conclusión


Granada fue escenario de una intensa confrontación armada por el control del
territorio en la que acciones bélicas como los combates, ataques y tomas,
emboscadas, ametrallamientos y bombardeos, generaron una alta exposición y
victimización de la población civil. Pero fueron el desplazamiento, los asesinatos
selectivos, las masacres, las desapariciones, los que generaron no solo un
escalamiento de la guerra sino una verdadera crisis humanitaria en esta localidad.
Como se ha visto, el repertorio de formas de victimización perpetradas por los
diferentes grupos armados contra la población civil en Granada es bastante
amplio. Siguiendo a Wood (2012, 2010) estas modalidades no solo tuvieron
impactos sino sentidos diferenciados según fue el perpetrador, la población
afectada, el espacio o el tiempo de su ocurrencia. Además de las diferencias, en
términos de los mecanismos y las estrategias, también las hubo en relación con el
patrón de victimización: mientras la guerrilla centró su operación en los ataques
contra la infraestructura vial y energética, el desplazamiento forzado, los
asesinatos selectivos, el secuestro y el ataque a comandos de Policía como
mecanismos para mantener el control de un territorio considerado estratégico para
el interés de su expansión militar y la obtención de recursos económicos; los
paramilitares y el Ejército centraron su interés en quebrar la hegemonía y
arrebatar el control de un territorio considerado de dominio guerrillero y estratégico
en el desarrollo económico de la región y el país. Para ello, los paramilitares
privilegiaron las masacres, el asesinato selectivo, el bloqueo alimentario y,
especialmente, el uso de múltiples métodos para generar terror y degradar a la
población. Y miembros del Ejército, hicieron hincapié en ejecuciones
extrajudiciales, bloqueo al ingreso de insumos, saqueos y tortura.
Las FARC y el ELN fueron diezmados como producto de la presión de los
paramilitares y el Ejército. Los grupos paramilitares se desmovilizaron. Y hoy hay
una presencia de la fuerza pública que poco a poco ha ido modificando el miedo,
la desconfianza e, incluso, el odio gestado durante años cuando la población
granadina fue perseguida, asesinada y humillada por ser señalada como “asiento
guerrillero”. Una buena parte de la población que se desplazó está comenzando a
regresar. Las secuelas de esta crisis humanitaria, no obstante, siguen presentes,
sus huellas están en el territorio, las mentes y los corazones de las y los
granadinos. De esto nos ocuparemos en el siguiente capítulo.
4 Granada: un territorio herido
La guerra en Colombia ha tenido repercusiones devastadoras en la vida de la
población y en los territorios en donde esta ha sucedido. Millares de personas
muertas, desaparecidas, desplazadas, familias separadas, tierras arrasadas,
despojadas y deshabitadas, en fin, han causado una lesión profunda a la dignidad
humana de quienes perecieron pero también de quienes sobrevivieron, resistieron,
reconstruyeron.
En este aparte se describen los daños y pérdidas ocasionadas en el marco del
conflicto armado en Granada 74 teniendo en cuenta el contexto en el que estas
acciones se producen, la población afectada y las dimensiones del daño tal y
como ha propuesto el CNMH (2014) 75. Como se ha dicho, la guerra en Granada
causó una crisis humanitaria con hondas repercusiones en la calidad de vida de
la población. Los grupos armados no solo diezmaron su población, asesinándola,
desplazándola y despareciéndola, sino que coartaron su libertad y redujeron
cada vez más sus posibilidades de decidir sobre sus proyectos de vida, sobre su
cotidianidad, decidir por donde caminar, con quién relacionarse, qué comer;
ocasionaron múltiples daños materiales, sociales y culturales representados en
pérdidas de bienes y enseres, casas, fincas, cosechas, negocios, animales; así
como la pérdida del vínculo con sus seres queridos, sus vecinos y su tierra, es
decir, todo aquello que representa un modo de vida ligado a la tierra y al
“nosotros”. La población y la localidad fueron además lastimadas en su buen
nombre, los granadinos fueron estigmatizados y humillados por el solo hecho de
ser oriundos de allí.

74 En este sentido, apelamos al concepto de daño desde su acepción más sencilla: como una acción que causa
“detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia” (RAE, 2012).
75 Los daños y las pérdidas aquí referidas tienen una estrecha relación con la propuesta metodológica
del Centro Nacional de Memoria Histórica (2014), en tanto, el contexto en el que se producen, la población
afectada y las dimensiones del daño.
4.1. Una población lesionada en su dignidad
De acuerdo con la Corte Constitucional colombiana (2002), la dignidad humana
supone tres condiciones fundamentales: vivir como se quiera, es decir tener
autonomía en el diseño del plan vital; vivir bien, en tanto las condiciones materiales
concretas de existencia; y vivir sin humillaciones, entender la dignidad humana como
intangibilidad de los bienes no patrimoniales, integridad física e integridad moral.
Estos daños inmateriales, incuantificables hacen referencia según la Corte
Interamericana de Derechos Humanos (2011, página 111) a “los sufrimientos y las
acciones, el menoscabo de valores muy significativos para las personas y las
alteraciones, de carácter no pecuniario, en las condiciones de existencia de la
víctima”.
La población granadina nombró, como parte de los ejercicios de memoria, un
conjunto de afectaciones a la integridad personal, la tranquilidad, la libertad, el
buen nombre y la dignidad de las comunidades, daños que, según el CNMH
(2014) pueden agruparse en lo que se ha denominado como “daños morales”76.
La mayoría de quienes participaron de los ejercicios de memoria, reconocieron el daño
al buen nombre como el daño más representativo en el conjunto de las vulneraciones
sufridas. Las acusaciones, los señalamientos y las imputaciones realizadas a hombres
y mujeres de ser guerrilleros por los grupos armados fueron permanentes. Sus
cuerpos fueron escudriñados buscando señales que, a la luz de la representación
construida por paramilitares y Ejército sobre la guerrilla, parecían irrefutables, como
relató un hombre campesino quien contaba que, en los retenes paramilitares, lo
primero que revisaban eran las manos: “sí usted no tenía callos en las manos,
marcaba calavera con los paracos, porque no era campesino, sino guerrillero” (CNMH,
Taller de Memoria, hombre, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014). Las marcas
de los morrales en la espalda, de las botas de caucho en las piernas, de los brazos

76 (…) toda modificación dolorosa del espíritu, consistente en profundas preocupaciones, o en estados de aguda
irritación que afectan el honor, la reputación y el equilibrio anímico de las personas que inciden en la aptitud del
pensar, de querer o de sentir. El daño moral corresponde, por lo tanto a la órbita subjetiva, íntima o interna del
individuo (CNMH, 2014, página 31).
quemados por el sol, eran leídas también como pruebas de vínculo. Sin embargo,
para los campesinos no eran más que huellas que la vida del campo iba dejando en el
cuerpo. Como plantea Castillejo (2001, página 136), “los estigmatizados, llevan
tatuado sobre su piel los signos indelebles de su diferencia que no es más que una
invención del mundo que habitamos”.

Línea de tiempo, Taller de Memoria con población granadina en Medellín. Granadinos residentes en la ciudad de Medellín
revisan las líneas de tiempo de hechos de conflicto armado realizadas en los talleres de las diferentes cuencas del municipio de
Granada. Fuente: CNMH, Taller de Memoria, Medellín, 7 de agosto de 2014.

Estos tratos no solo ponían en riesgo a la población sino que humillaban y


generaban un profundo sentimiento de impotencia. En el periodo del año 2000 en
adelante, son relevantes los relatos sobre cómo el inicio de las operaciones
militares del Ejército Nacional para recuperar el control del territorio hasta ahora en
manos de la guerrilla, estuvo acompañado además de la fuerza y accionar militar,
por el maltrato sistemático, verbal y físico a la población de quien se decía, sin
amagues, era lo mismo a decir “guerrilleros”.

(…) ya después comenzó a llegar el Ejército a la vereda, pero el Ejército llegó bravo,
bravo, bravo, a revisar, revisar casas, mejor dicho a tratar la gente con lo que se les
atravesaba, de muchas cosas, entonces eso fue muy duro porque (…) nos dijeron que
nosotros éramos unos guerrilleros y que les estábamos guardando armas y que les
estábamos acolitando a la guerrilla y que no sé qué y que nos iba a matar (CNMH, mujer,
habitante vereda La Aguada. Tomado de Arboleda, 2012).
Esta misma imputación fue la que justificó el número de operaciones militares
realizadas por el Ejército y, como hemos dicho, la que estuvo en la base de la
masacre paramilitar realizada en noviembre de 200077. De ahí el llamado del
Comité Interinstitucional, para que los medios de comunicación “busquen la
objetividad de la noticia y no sirvan para estigmatizar más aún, a un pueblo que ha
sufrido demasiado los fragores de la guerra” (Comité Interinstitucional, 4 de
noviembre de 2000).
Estos señalamientos que iban dirigidos ya no a unas pocas personas sino a la
población granadina en general, hizo que ser oriundo de Granada fuera sinónimo
de ser guerrillero los cual les mantenía en un estado extremo de vulnerabilidad:

Salía uno de Granada y llegaba a Santuario y allí se encontraba con la Policía, ahí no
era uno un ciudadano común y corriente, ahí era uno un guerrillero, era señalado, a veces
nos tocaba devolvernos nuevamente para Granada porque no podíamos quedarnos allá
porque éramos guerrilleros, nos atacaban, nos señalaban, sufríamos muchas cosas
malucas (CNMH, Taller de Memoria, Cuenca Zona fría, 27 y 28 de junio de 2014).

Para quienes fueron más lejos, por ejemplo a Medellín o Cali, ciudades donde
están las colonias más grandes de población granadina, ante lo peligroso que
resultaba decir que se era de Granada decidieron ocultar ese origen que hasta
ahora había sido parte del Ser: “no diga que es de Granada” fue, en muchos
casos, la primera recomendación de los paisanos ya aventajados en la vida
urbana, como una estrategia de protección.

4.2. Menoscabo de la economía local y las prácticas


de subsistencia
La territorialidad y la identidad campesina, esto es, los modos de vida de su
población ligados a su relación con la tierra y con el “nosotros”, el desarrollo y la
economía local, las prácticas de subsistencia, las dinámicas comunitarias y los

77 La versión del general de la Policía y de la prensa aseguraba que a la llegada de los hombres armados la
gente aplaudía pensando que era guerrilla. Ver: capítulo 2.
proyectos de vida colectivos también se vieron vulnerados con el conflicto armado
en Granada.

Colcha de recuerdos, Taller de memoria en Cuenca Santa Ana. Una habitante del corregimiento de Santa Ana ilustró los
recuerdos de aquel lugar cuando era niña, según su relato las diferencias entre el antes y el ahora son abismales: en Santa Ana
había mucha gente, la producción y los mercados eran abundantes; había fiestas y prosperidad. Fuente: CNMH, Taller de
Memoria, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014.

Al indagar por el antes del conflicto armado, la población coincide en nombrar el


dinamismo que acompañaba el municipio hasta mediados de los años noventa:
“Granada era un municipio muy dinámico (…), era muy productivo, había
prosperidad y abundancia en la actividad económica lo que se reflejaba en la
riqueza de las tierras, la diversidad de suelos y la multiplicidad de sus cultivos
(frutas, hortalizas, caña)”. La imagen de buses escaleras que iban desde el campo
al casco urbano cargados de todo lo que allí se cosechaba, sintetiza esta noción
de lo que se tenía y permite entender también la magnitud de lo que se perdió.

Cuando yo compré esa finca, eso era mucho voleo de escaleras y con ese café en el
capacete: dos o tres viajes de carga con solo café. Lo que hace que se dio la guerra las
producciones, sobre todo el café, ya no se ven, yo nunca he visto una escalera como
subía de Los Medios, de La Aguada, de La Merced, por allá del Chocó, yo nunca he visto
una abundancia sobre todo de cultivos de café. Eso sí era sacar café (CNMH, Taller de
Memoria, hombre, Cuenca Calderas 22 y 23 de agosto de 2014).

La agricultura en Granada era el principal renglón de la economía local, también


era un modo de vida atado a una territorialidad78 campesina que da cuenta, como

78 De acuerdo con Edward Soja citado por García de la Torre y Aramburo (2011, página 273), la territorialidad
afirman García de la Torre y Aramburo (2011) de una “relación directa entre el
arraigo y la pertenencia territorial y el hecho de compartir una misma cultura”. La
intensificación del conflicto armado a partir de 1998 produjo, según los relatos, un
sinnúmero de secuelas que se vieron reflejadas en el empobrecimiento, la
disminución del desarrollo y bienestar de la población granadina.
La pérdida de cosechas es descrita como uno de los principales y más evidentes
impactos del conflicto armado en general y del desplazamiento forzado, en
particular, con impactos latentes en la economía familiar y comunitaria, pero
además, en los usos del suelo.

Pérdida de cosecha, yuca, plátano, árboles, o sea, se perdieron la mayor parte. En ese
tiempo, la cuenca sobrevivía por estos productos, más que todo por el café, el café era
como el producto más fijo ahí para uno sobrevivir. Y sí, mucha tristeza por los cambios
que uno tuvo por el desplazamiento, porque cuando uno estaba en la finca trabajaba y
trabajaba, y teníamos muy buena panela, y en eso [el conflicto] tocó desplazarse, ya uno
tuvo muchos cambios y también hubo muchas pérdidas, pérdidas pues así como
trapiches, la mayoría de los trapiches aquí de esta zona que nos tocó a nosotros se
perdieron porque los desvalijaban, no encontraban sino los meros techos (CNMH, Taller
de Memoria, mujer, Cuenca San Matías, 1 y 2 de agosto de 2014).

Los años de desplazamiento son narrados muchas veces por los campesinos
según el número de cosechas perdidas. Y una cosecha, si era buena, permitía no
solo subsistir sino invertir en el mejoramiento de las casas, de los entables, así
que cuando se habla de la pérdida de una cosecha, esta trasciende su valor
monetario y se relaciona de manera directa con los proyectos que este ingreso
hacía posible.
Además de las cosechas, se nombran pérdidas de herramientas, de insumos y de
infraestructuras que, como en el caso de los trapiches, eran también parte del
equipamiento colectivo. Como se describió en el capítulo anterior, el saqueo a

es “(…) específicamente humana [y] tiene tres elementos: el sentido de la identidad espacial, el sentido de la
exclusividad y la compartimentación de la interacción humana en el espacio. Proporciona, entonces no solo un
sentimiento de pertenencia a una porción particular de tierra sobre la que se tienen derechos exclusivos, sino
que implica un modo de comportamiento en el interior de esa entidad”.
propiedades y destrucción de bienes hizo parte de las estrategias empleadas por los
diferentes grupos armados y, de manera especial, por tropas del Ejército.
Con la pérdida de producción agrícola, que para el caso de Granada se enfocaba
especialmente en las plantaciones de café y caña, hubo menoscabo del estatus y
las condiciones laborales, esto es, pequeños agricultores que se desempañaban
como patrones y generaban fuentes de empleo, dejaron de serlo; se vieron de
pronto, en el mejor de los casos, trabajando solos o simplemente buscando, como
la gran mayoría, un mínimo de subsistencia. Pero más allá del medio de sustento lo
que se puso en cuestión y llegó a debilitarse de manera radical también fue el
sentido de este quehacer. Las amenazas, los riesgos que suponían el trabajo en el
campo o simplemente la inminencia de la muerte hacían que muchos coincidieran
en un sentido profundo de desesperanza:

La gente decía: ¡para qué vamos a trabajar allá!, ¿para morirnos? ¿para qué vamos a
trabajar?, porque uno salía y ya tenía el riesgo en la cabeza, entonces muchos cultivos
se perdieron porque la gente no tenía moral para trabajar y era ese [el] miedo que no los
dejaba y se perdieron las fincas también, a pesar de que muchos no salieron, las fincas
eran puro rastrojo, porque no querían trabajar. ¡Para qué sí ya nos vamos a morir! (CNMH,
Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

A los problemas en la producción se suma que, lo poco que se podía sacar era
difícilmente negociable y al final las cosechas terminaban vendiéndose a cualquier
precio e, incluso, regalándose o botándose.
La depreciación o descapitalización del valor de la tierra fue otro de los daños
identificados. Las diversas manifestaciones, y en muchas ocasiones, la
superposición de diferentes estrategias bélicas de los actores armados legales e
ilegales hizo que familias y comunidades abandonaran forzadamente sus lugares
de vida y en medio de la presión al no poseer un capital financiero para solventar
los gastos del desplazamiento se vieron en la imperiosa necesidad de vender sus
posesiones a muy bajos precios, “el todo es que le dieran cualquier cosita para
poderse ir”. El abandono o venta de los predios por un valor muy por debajo de lo
real representó, en muchos casos, desde lo material y sin la cuantificación de lo
que significa el “apego”, el arraigo, la pertenencia a la tierra, una de las principales
afectaciones en tanto el patrimonio familiar, si se pone de presente que muchas de
las familias desplazadas al llegar a los centros urbanos tuvieron que acudir al
arriendo como estrategia para permanecer y sobrevivir en ellos.
Si bien la principal afectación económica está asociada con la agricultura, también la
actividad comercial se vio impactada: pérdida de locales a raíz del ataque en el casco
urbano, bajas ventas, dificultades para el abastecimiento fueron algunas de las
dificultades señaladas.

Yo cogí el negocio en el año 2001, o sea que estábamos en plena [guerra] pues,
estábamos pues en pleno candeleo, sí en pleno candeleo. Recuerdo que es que yo
comencé en el negocio, comencé muy bien, trabajando muy bien, pero ya a raíz de la
guerra, la situación fue poniéndose muy difícil ¿en qué sentido?, en el sentido que a uno
no lo surtían, cierto, entonces digamos, no llegaban los proveedores a venderle a uno
nada, como ellos decían, a veces venía la mercancía y se la trasteaban a ellos79, entonces
se quedaba uno sin productos quince, veinte días, se vencían, pues y uno era sin qué
vender y a la vez, sin a quién venderle, porque uno fue condenado casi a la subsistencia
en esos días, porque uno al día con una venta de $2.500, imagínese usted para sostener
un local y sostener todo un negocio, entonces eso fue una de las cosas pues que recuerdo
yo, fue muy dura de esa época ¿cierto?, el tema de uno surtir y toda esa cosa. (CNMH,
Grupo Focal Comerciantes, hombre, septiembre 2014).

La destrucción de locales comerciales por la detonación de artefactos explosivos,


especialmente en la zona urbana, llevó a que varios de estos establecimientos
clausuraran sus servicios a la comunidad, disminuyendo con ello, no solo los
ingresos percibidos por su actividad, sino también la dinámica económica del
municipio. Un ejemplo que muestra el alcance del daño al comercio, está asociado
con los hechos del 6 y 7 de diciembre del 2000, cuando 82 locales quedaron
totalmente destruidos; antes de esta fecha, según datos de la Alcaldía municipal,
Granada contaba en el casco urbano con 180 establecimientos bajando a solo 80
negocios en 2006 prestando servicio al público (ASOVIDA, 2012d), esto significa
una disminución del 44,4 por ciento en solo seis años.

79 Esta expresión significa que los que surtían los negocios eran frecuentemente asaltados.
Destrucción del casco urbano luego de la toma de las FARC el 6 y 7 de diciembre de 2000. Fuente: archivo local ASOVIDA.

Esta situación sumada con otros factores ocasionó el debilitamiento del tejido
productivo, es decir, hubo una reducción de los asociados de las diferentes iniciativas de
desarrollo agroindustrial presentes en el municipio, por ejemplo, la panela, la leche, la
agricultura, el ganado. Uno de ellos fue el PADEMER (Proyecto al Desarrollo de la
Microempresa Rural) financiado por el Ministerio de Agricultura y desarrollado en el
municipio entre 1999 y el 2001, cuyos fines fueron brindar herramientas de formación,
acompañamiento técnico y comercialización a quienes estuvieran vinculados con estas
iniciativas; sin embargo, aunque el Proyecto tuvo una gran acogida por los habitantes
principalmente de la zona rural, las acciones de los grupos armados tuvieron resonancia al
interior de las organizaciones con asesinatos, como el de William Mario Upegui Tobón 80 en
2001 por el Bloque Metro de las AUC y quien se desempeñaba como funcionario del
Proyecto y se destacó en el trabajo comunitario del municipio, en especial, en la
comercializadora de productos lácteos; y el desplazamiento forzado de quienes estaban
vinculados con estas iniciativas.
por ejemplo ASOAGRICULTORES, una de las organizaciones más fuertes del
municipio, antes de la violencia éramos 260 socios, con la violencia bajamos a 37
socios, más sin embargo, nos sostuvimos y no desapareció y en este momento
estamos muy fortalecidos, a muchos socios los asesinaron, otros se fueron
desplazados (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de
junio de 2014).
A propósito, en 2001, el Comité Interinstitucional puso en discusión el tema del impacto
del conflicto armado en las distintas agremiaciones, según un diagnóstico llevado a cabo

80 Este asesinato fue cometido por el Bloque Metro de las AUC bajo el mando del comandante Ramiro de
Jesús Henao Aguilar, alias Simón, quien se responsabilizó de los hechos según determina la decisión de la
sentencia anticipada del Juzgado 56 Penal del Circuito.
por esta instancia, estas tuvieron una disminución de socios en un 44 por ciento 81,
siendo el sector lácteo el más perjudicado de todos. Otro de los ejemplos de la
repercusión del conflicto puede ser leído en el programa FOAGRO de la Cooperativa
Creafam cuya función fue financiar los proyectos de desarrollo agrícola de los
campesinos del municipio: “debido al desplazamiento ocasionado por amenazas y
muertes selectivas, muchos campesinos dejaron sus tierras con animales, cu ltivos y
enseres, lo que condujo al no pago de las deudas” (Zuluaga, 2013, página 25).
Por último, la ausencia de una de las instituciones públicas financieras más importantes en el
desarrollo económico del municipio de Granada como lo era Banco Agrario, varias veces
asaltado y destruido por los grupos insurgentes (recuérdese la toma de 1988, la de 1992 que fue
cerrada por varios meses y, luego de la toma del 6 y 7 de noviembre del 2000, su sede fue
trasladada al Santuario). Su ausencia damnificó principalmente a la población campesina y la
productividad de la zona rural que se beneficiaba de los servicios de financiación para llevar a
cabo sus actividades agrícolas.
La sumatoria de estos daños refleja un enorme impacto negativo sobre el crecimiento
económico del municipio, la pérdida del capital humano para desarrollar actividades agrícolas
y comerciales, la disminución del flujo en el tejido productivo, así como también, el
empobrecimiento de la población afectada resultado de la pérdida directa de la capacidad
productiva de las personas y las familias a causa de la guerra.

4.3. Deterioro de la calidad de vida y el bienestar


material, psíquico y emocional de la población
Otro conjunto de daños en relación con lo colectivo y el territorio son aquellos que
se asocian con la infraestructura comunitaria y a los servicios básicos. El deterioro
o destrucción de los bienes colectivos representados en la infraestructura de
servicios (salud, educación, energía y transporte) llevó a que se afectaran
drásticamente las condiciones de vida y de bienestar de la población, en tanto, sus

81 Véase acta del Comité Interinstitucional del 29 de marzo de 2001.


posibilidades de acceso y de disfrute se vieron disminuidas, o en algunos casos,
hasta negadas.

Limitaciones en el derecho a la salud


La salud como sector de servicios y como derecho de la población también se vio
gravemente afectado por el conflicto armado. Las retenciones y amenazas que
sufrieron enfermeras, médicos, promotores de salud y el conductor de la
ambulancia mientras cumplían sus funciones, la retención de los vehículos en los
que se transportaban, el saqueo de medicamentos y suministros, la ocupación
militar de las instalaciones hospitalarias, entre otros, fueron hechos que
repercutieron fuertemente en la libertad de tránsito de la misión médica y en el
acceso de la población a la atención básica en salud.
Según los relatos obtenidos en el trascurso de esta investigación, son múltiples los
eventos en los que el principio de neutralidad82 que ostentaba el personal de salud
fue puesto en entredicho por los actores armados, cuando estos les impugnaban
señalamientos de estar con uno u otro actor o le presionaban para usar el servicio
para encubrir acciones bélicas. A esto se suma el hecho de que en el momento de
atender una urgencia en alguna de las 52 veredas del municipio, cuando la
confrontación armada estaba más crítica, la misión médica debía llevar siempre un
permiso que describiera lo que iba hacer el personal, con el fin de mostrarlo a los
distintos actores armados que estuvieran en el camino, quienes además advertían o
amenazaban en caso de traer miembros del grupo opositor.
Si bien el Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra, insta a los actores
armados a no involucrar ni ejecutar ataques al personal médico, ni a las
instalaciones sanitarias (hospitales y ambulancias)83, en el caso de Granada,
como en otros municipios del oriente antioqueño y de Colombia, este principio fue

82 Este hace referencia a “el deber de abstenerse de todo acto que en cualquier situación conflictiva pueda
interpretarse a favor de los intereses de una de las partes en conflicto o en detrimento de los intereses de otra”
CICR (1996).
83 Véase los Artículos 9, 10 y 11 del Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949
relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional (Protocolo II).
transgredido, afectando con ello tanto el acceso y la atención de la población así
como en el personal de la misión médica. Testimonios del personal médico,
conductores de ambulancia, auxiliares de enfermería, profesionales de brigadas
de salud, narraron cómo fueron presionados a transportar material de guerra u
obligados a desplazarse hasta campamentos para atender combatientes; la
presión constante a la que fue sometido el personal de salud llevó a algunos de
ellos a renunciar, mientras que la población veía cómo paulatinamente, las
posibilidades de recibir una asistencia médica oportuna, se iban restringiendo.
En varias oportunidades los puestos de salud del área rural de Malpaso, Galilea,
La Quiebra, Santa Ana y Los Medios, además del hospital en la cabecera
municipal fueron objeto de saqueo de los insumos hospitalarios, situación que
acarreó en algunos momentos el desabastecimiento de medicamentos e
implementos necesarios para atender los procedimientos médicos de la población
que acudía a una consulta o se encontraba hospitalizada. Y debido al temor y el
miedo que generaba movilizarse por los caminos y las vías que comunicaban el
área rural con la urbana o del área urbana con los otros municipios cercanos, la
población que no se desplazó quedó confinada y no pudo acceder a los servicios de salud
ya fueran de atención básica o especializada: A la gente que les daban cita
médica en Medellín u otros municipio “la perdían o la cancelaban por el miedo a
coger este tramo de la carretera Granada y el Santuario porque se encontraba uno
con esa gente armada” (CNMH, Taller de Memoria, hombre, zona urbana, 12 y 13
de junio de 2014).
De otro lado, asuntos como la disminución de la población, de los servicios de
salud en el área rural y no menos importante, el incremento de la cartera morosa
por las entidades que no pagaban oportunamente, trajeron consigo una crisis
financiera que obligó la disminución drástica del personal de salud. Figuras como
las promotoras de salud, que por mucho tiempo fueron uno de los pocos apoyos
con los que contó la población, fueron suprimidas.

Aquí en Granada éramos 19.000 habitantes y llegamos a estar acá luego de toda la
guerra que nos tocó vivir, más o menos, sí mucho 6.000, ahora [2014] según el censo nos
encontramos en Granada 11.000, entonces hubo la necesidad de hacer la
reestructuración donde éramos 70 empleados [en el hospital], luego 42 ó 43 y luego
somos hoy 27 en el hospital, actualmente somos 27. Yo soy una víctima de la
reestructuración (…) ¿por qué hubo la reestructuración? Porque se disminuyó la
población, y las entidades tuvieron la obligación de disminuir personal, pero quién fue el
que se perjudicó, quién es el perjudicado, la comunidad y el funcionario (CNMH, Grupo
Focal Salud, hombre, 3 de septiembre de 2014).

Según cuenta un gerente del hospital, a finales de la década del noventa, la


Empresa Social del Estado Hospital Padre Clemente Giraldo contaba con
aproximadamente 100 funcionarios y atención médica y hospitalaria las 24 horas
del día. En el 2012, el número de funcionarios descendió hasta llegar a 28
personas.
Esta sumatoria de situaciones permite vislumbrar cómo la asistencia y el acceso a
la salud fue una problemática grave para la población granadina en medio del
conflicto armado, una situación que aún hoy persiste por el número de personal
para atender la capacidad poblacional y las limitaciones en el acceso a salud de la
población del área rural.

Limitaciones en el acceso al derecho a la educación


Desde su fundación, el municipio ha dado un importante impulso a la educación, y
en él la Iglesia ha sido la promotora de varios de los proyectos a partir de la
construcción de escuelas e internados en la zona urbana que posibilitaron la
enseñanza a la población; además, este proceso se convirtió en un referente para
la región y otras áreas de Colombia84.
En 1993 la Iglesia emprendió un proyecto de educación no formal, el Instituto
Monseñor Pedro Antonio Gómez, en el que impartieron cursos, especialmente
dirigidos a la población campesina, en: culinaria, modistería, belleza,

84 Granada era un lugar muy privilegiado en la educación, muy buena calidad de docentes y además tenía un
centro de educación que además era internado entonces se iba mucha gente de San Carlos e, incluso de la
Costa a estudiar a Granada, que en ese entonces, recibió el apelativo de la Atenas de la Educación (CNMH,
Corporación Granada Siempre Nuestra, mujer, entrevista, 24 de febrero de 2015).
mecanografía y computadores; luego se crearía el ICEB (Instituto Campesino de
Educación Básica) que atendía educación campesina, y hasta 1999 la escuela
artesanal CAYCO brindó capacitaciones en talleres ocupacionales para adultos.
Frente a la educación formal, el municipio de Granada en 1999 tenía 50 centros
educativos, 46 de los cuales estaban ubicados en la zona rural; había una planta
de 184 maestros y maestras, se registraban 4.284 estudiantes de los cuales 2.292
estaban en la zona urbana y 1992 en la zona rural. Además de la educación
formal y no formal, el municipio contaba en 1999 con instituciones de educación
superior que ofrecían programas en: tecnología de sistematización de datos,
licenciatura en educación física y licenciatura en educación preescolar, a través de
convenios tripartitos entre la administración municipal, las instituciones educativas
–como el Politécnico Jaime Isaza Cadavid, la Corporación Universitaria Lasallista
y la Fundación Universitaria del Oriente (Alcaldía de Granada, 2000).
Sin embargo, desde finales de los noventa, el conflicto armado ocasionó diversas
afectaciones al sector educativo, entre ellas, la presencia de los actores armados
en las instituciones de enseñanza, la deserción de estudiantes y la renuncia de
docentes a sus plazas, situaciones que además de generar temor y miedo, llevó a
modificar los ritmos y las dinámicas de trabajo en el aula. Los actores armados
hicieron uso de las instalaciones educativas, allí convocaron y reunieron la
población para actividades proselitistas pero también para amenazarla, retener
personas o reclutar menores. Estas situaciones generaron en los maestros y
maestras un profundo sentimiento de vulnerabilidad e impotencia frente a la
protección de sus estudiantes.

Allá en la vereda también ellos llegaban y hacían las reuniones, yo no opinaba pero
tenía que participar, [los] muchachitos mientras tanto se quedan en el patio y los adultos
debían venir a la reunión, la profe debía estar pero siempre supe a qué había ido y lo
manifesté: vine a enseñar. Ni les dije váyanse o quédense, solamente vine a transmitir un
conocimiento. Por ser la representante del Gobierno en la vereda siempre querían dar
informaciones (CNMH, Grupo Focal Educación, mujer, 26 de septiembre de 2014).

La infraestructura de los centros educativos también se vio afectada por el impacto


de las acciones armadas, ejemplo de ello, fueron los daños en la Escuela Urbana
Jesús María Yepes durante la toma guerrillera del 6 y 7 de diciembre; y la
instalación de minas antipersonal en los alrededores o en las vías de acceso que
comunican con las instituciones educativas en la zona rural, como la ocurrida en la
vereda La Linda donde el Tercer Pelotón de Desminado Humanitario encontró en
los alrededores de la escuela varias minas sembradas o la denuncia hecha por la
comunidad de la vereda La María y la profesora de la vereda de Las Palmas
acerca de la sospecha de minas en los alrededores de sus centros educativos,
situación que puso en constante peligro no solo la vida de quienes asistían o
asisten aún hoy en día a estos espacios, sino a la comunidad en general. En este
caso, el daño ocasionado está relacionado con la imposibilidad de disfrutar no solo
de los espacios de socialización como es la escuela, sino que privó a niños, niñas
y jóvenes de la única posibilidad que tenían de recibir educación.
Estas circunstancias rompieron con la cotidianidad de la escuela y produjeron,
tanto la deserción de estudiantes por el desplazamiento que decidieron sus
familias –muchas veces como forma justamente de evitar el reclutamiento de los
hijos e hijas--, como de los maestros, algunos de los cuales también se vieron
obligados a desplazarse o a abandonar definitivamente su oficio ante las
amenazas, las presiones o el “abandono” de la escuela por parte de los
estudiantes, tal y como lo narra esta maestra.85

Del colegio se fue más del 50 por ciento de los estudiantes, eso era cada rato. (…) Eso
fue impresionante todo el 2000, 2001, 2002 y parte del 2003. (…) Dentro de esas
situaciones que como maestro uno vive en medio del conflicto está el dolor de los
estudiantes, cuando una estudiante le dice a uno ‘profesora me voy a tener que ir del
municipio, del colegio, ¿qué tengo qué hacer para retirarme del colegio?’, uno sabía que
era en son del conflicto porque la familia no resistió tanto hostigamiento y violencia
compleja y más bien trataba de emigrar rapidito antes de que se cerraran las fronteras
para poder salir y sacar al muchachito, uno daba las orientaciones mínimas (…). Entonces

85 En Colombia, en el 2004, existían cerca de quinientos mil niños en edad escolar que no estaban incluidos
en el sistema educativo, y las autoridades señalan que uno de los determinantes del descenso de la cobertura
educativa son los efectos disruptivos del conflicto armado (los otros son la pobre calidad de la educación y las
malas condiciones económicas) Rodríguez Sánchez, Antonio; Vega Flórez, Edwin José; Alvis Estrada, Luis y
Castro Ávila, Róbinson (2011). Efectos del conflicto armado en Colombia en la cobertura educativa del departamento
de Bolívar en el período 1995-2008, Universidad de Medellín.
cuando los muchachos preguntaban qué tenían que hacer uno iba viendo que uno tenía
que borrar de la lista y cada día eran menos los estudiantes dentro del salón de clase, y
eso preocupa porque uno sabe que el muchacho se tiene que ir desplazado a la ciudad y
uno sabe que tendrían que llegar a engrosar los cordones de miseria de las ciudades y a
enfrentar situaciones complejas y les tocó salir sin norte, sin meta sino partir de cero para
empezar a buscar (CNMH, Grupo Focal Educación, 26 de septiembre de 2014).

La disminución paulatina de establecimientos educativos, maestros y plazas


docentes es una muestra de ello. Los 50 centros educativos con los que se
contaba en 1990 el municipio quedaron reducidos a 40 en 2011; de 4.284
estudiantes se pasó a 2.260; y de una planta educativa de 184 maestros y
maestras, se pasó a 62 (Alcaldía de Granada, 2000; ASOVIDA, 2012d).

Tabla 14. Impacto del conflicto en la educación

Variable 2000 2011

No. de instituciones
49 40
educativas oficiales

Estudiantes primaria 2.781 1.300

Estudiantes secundaria 1.821 960

Docentes 175 113

Fuente: municipio de Granada, ASOVIDA, propuesta de reparación colectiva.

Estas situaciones citadas generó uno de los impactos más sentidos hoy en
Granada: dejar las aulas de clase sin la comunidad educativa, esto es, sin
estudiantes, personal docente, familias e, incluso, los vecinos cercanos de estos
espacios de aprendizaje.

si estuviera en manos del Gobierno, mi deseo es que retornen los estudiantes porque
ahora soy una de las que estoy casi sobrando, por falta de personal [estudiantes] y esto
lo ocasionó la violencia, los que eran los niños de esa época se fueron, y lo que está
viviendo Granada es que en muchas escuelas tenemos solo 4 o 5 muchachitos (CNMH,
Grupo Focal Educación, mujer, 26 de septiembre de 2014).
Los testimonios demuestran que las instituciones educativas y la comunidad
académica no estuvieron al margen del conflicto armado en Granada, por el
contario, hacen explícito la incidencia directa sobre el disfrute y la garantía del
derecho a la educación de niñas, niños y jóvenes.

Afectaciones en la prestación de servicios públicos. Energía, acueducto y


transporte

Colcha de recuerdos, Taller de Memoria, Cuenca Zona Fría. Una asistente al Taller de Memoria ilustra el derribamiento de
torres de energía por parte de la guerrilla. La sucesión de estos hechos en la vereda originan el desplazamiento de los
pobladores; ella fue de las últimas personas en abandonar la vereda y a partir de allí inició una cadena de desplazamientos p ara
ella y su familia. Fuente: CNMH, Taller de Memoria, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014.

Otros daños identificados tienen relación con los servicios básicos principalmente
de energía, acueducto y transporte. Como se ha descrito en los capítulos
anteriores, el ataque a la infraestructura eléctrica fue uno de los principales
objetivos del accionar de los grupos insurgentes en el oriente antioqueño; sin
embargo, en el municipio de Granada esta práctica, entre 2000 y 2004, tuvo el
número más alto en ataques a torres de energía y antenas repetidoras de
telecomunicaciones. Según el PIU (2012), solo en el primer semestre del 2001, el
ELN derribó 35 torres de energía pertenecientes a ISA, hecho que tendría como
consecuencia directa la afectación del suministro de energía tanto en la zona
urbana como en la rural. Si bien la cobertura de energía eléctrica en el área rural
aún hoy no llega al 100 por ciento, estos hechos y la desconexión del servicio
afectaron no solo a las empresas del sector, sino también a los hogares en su
derecho al acceso a la energía como servicio básico y a los proyectos productivos
que necesitaban de ella para la generación de sus productos, por ejemplo, los
entables paneleros, el sector lechero y caficultor.
Pero el sector energético no fue el único afectado de los servicios básicos, el
conflicto armado también perjudicó la prestación de los servicios de acueducto y
alcantarillado. De acuerdo con la Propuesta de Reparación Colectiva a mediados
del año 2000, Granada contaba con 2.376 suscriptores, de los cuales se
inactivaron 167 a raíz de la toma guerrillera, además de lo anterior, 400 personas
solicitaron inactivación del servicio por tener sus viviendas deshabitadas;
igualmente se generó una cartera de alrededor de $20 millones de pesos por el no
pago del servicio de muchos suscriptores que dejaron abandonadas sus viviendas
(ASOVIDA, 2012).
Así mismo, en el área rural se contaba para la fecha con 136 acueductos rurales
funcionando con “un total de 3.370 derechos o conexiones domiciliarias, con una
cobertura del 93 por ciento. Se incluyen además de las viviendas, lotes o parcelas,
potreros, trapiches y otros establecimientos, abastecidos por los acueductos”
(Alcaldía de Granada, 2000, página 152). No obstante, para el 2012, ninguno de
ellos estaba en condiciones óptimas de funcionamiento. Un caso particular es el
del corregimiento de Santa Ana que además de contar con un sistema de
alcantarillado tenía un sistema de aguas residuales; a causa del conflicto ninguno
pudo seguir operando.
Transporte rural. Fuente: CNMH, Taller de Memoria con población de la Cuenca San Matías 1 y 2 de agosto de 2014.

Otro componente de afectaciones a derechos y servicios colectivos es el transporte y la


movilidad. Como ya se ha dicho, la población vio condicionada su movilidad por los
caminos que habitualmente transitaba ya fuese por las restricciones horarias
impuestas por los actores armados o por la suspensión del servicio de transporte,
circunstancia que en muchas ocasiones impidió llevar a cabo las actividades
diarias de subsistencia como el abastecimiento de alimentos, insumos,
medicamentos o el ingreso de programas de atención y acompañamiento, pero
como consecuencia mayor, generó el confinamiento o aislamiento de la población
de las veredas al casco urbano y de este con los municipios cercanos.

No poder hacer uso de los caminos, carreteras en las noches por la restricción desde
las 6 de la tarde hasta las seis de la mañana. A muchos nos tocó que si nos cogía las seis
de la tarde en una casa no nos podíamos ir para la de nosotros porque ya el camino
estaba minado o sí salíamos por la noche usted sabía que le tiraban a lo que se moviera.
No podíamos salir porque después de las seis minaban las carreteras entonces está
dispuesto a que lo vuele una mina (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa
Ana, 19 y 20 de julio 2014).

En este caso, son varios los relatos que apelan no solo a las restricciones horarias
impuestas para poder transitar, sino también el peligro por las minas antipersonal
que estaban en los caminos y las carreteras del municipio instaladas. 86A esto se
suma la tensa situación que vivía Granada con los retenes, amenazas y
desplazamiento masivo de la población que condujeron a la disminución en la
circulación de vehículos de transporte público a nivel rural, urbano e
intermunicipal.

El transporte se acabó, teníamos luego de eso [la guerra], una escalera cada ocho
días. De veinticuatro escaleras quedaron cinco, por ejemplo, de Granada a Santa Ana
bajaban cuatro escaleras el mismo día, bajaban y después quedo solo una a la semana,
cuando no era a pie. En la vía Granada–San Carlos pasaban doce buses subiendo y doce
bajando, fuera de camiones, particulares lo que usted se imaginara, pero después quedó
solo una chiva que bajaba hasta la Merced y recogía, si puede acomódese sino quédese
(CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).

El flujo del transporte era entre los granadinos un signo del dinamismo y progreso
de sus comunidades, el transporte veredal era prestado por la Flota Granada con
vehículos tipo escalera con un promedio de 13 rutas que cubrían las diferentes
veredas87. Pero esta circulación permanente estaba determinada tanto por el
número de vehículos que había para cubrir la demanda de la población como por
la producción agrícola, sin embargo, esta frecuencia también cambió de manera
radical con las dinámicas del conflicto armado después del 2000, como se
describió en el capítulo anterior, el sector transportador puso una alta cuota de
conductores y ayudantes asesinados, las múltiples amenazas recibidas, el

86 Entre los bienes materiales colectivos afectados por mina antipersona tenemos: vía La María– Santa Ana,
caminos interveredales La Linda-San Francisco. Caminos que comunican a las veredas: El Oso, La Estrella, La
Florida, San Francisco, El Roblal, Las Palmas, La Mesa y el corregimiento de Santa Ana. Además caminos de
desecho que desde Santa Ana conduce a las veredas Buena vista, El Libertador, Bella María y La Estrella.
Camino de herradura que comunica la vereda El Tablazo con El Libertador y Galilea. Camino que comunica las
veredas La Quiebra, El Morro, La Linda, La Merced y el municipio de San Luis. Camino que comunica el casco
urbano con las veredas El Concilio, San Miguel, La Aguada, La Quiebra y los municipios de San Carlos y El
Peñol (ASOVIDA, 2012a, página 10).
87 Las escaleras hacían los domingos y en semana un promedio de tres viajes Granada-Santa Ana y viceversa,
mientras que los sábados se hacían seis viajes; la ruta hacía Galilea era la que más demanda tenía hasta nueve
viajes el día domingo y con rutas diarias; las rutas a Las Playas y Las Faldas, y la ruta a la vereda Los Medios
presentaban una periodicidad diaria de entre dos y cuatro viajes, mientras que las demás rutas solo prestaban
sus servicios en algunos días a la semana.
señalamiento como auxiliadores de los grupos armados y el desplazamiento
forzado de la población.
En el caso del corregimiento de Santa Ana, por ejemplo, debieron pasar trece
años (2000- 2013) para que se volviera a contar con una ruta al día de servicio de
transporte que comunicara el área rural con la urbana.
El derecho a moverse, transitar o circular libremente por el territorio granadino bajo
estas circunstancias fue altamente vulnerado, se limitaron las posibilidades de
encuentro, trabajar el campo, de hacer las rutinas por los caminos, de
abastecimiento de víveres, de comercializar lo poco que quedaba o hasta de huir
porque escaseaban los medios para hacerlo.

Bienestar psíquico y emocional

uno en medio de la guerra ¿qué siente?: sentimientos de impotencia, dolor, depresión,


nervios, miedo, delirio de persecución, angustias, todo eso lo siente uno porque uno sale,
pues uno salía a la calle y era esperando que ya llegara un volador por ahí y le cayera a
uno encima, muchas veces, uno salía del trabajo y en el trabajo cuando menos piensa un
hostigamiento, pues muerto de miedo, todo esto genera lo que es la guerra (CNMH, Taller
de Memoria, mujer, Medellín, 7 de septiembre de 2014).

La imagen que tiene la población sobre Granada antes del conflicto es la de un


espacio tranquilo, en paz; abundante tanto en relación a las dinámicas productivas
como en las sociales y comunitarias. Con el pasar de los años, la presencia de los
grupos armados y la abierta confrontación por el control del territorio, esta imagen
fue perturbada: miedo, angustia, culpa, impotencia, nostalgia, frustración,
humillación, incertidumbre, rabia, odio, soledad o vergüenza afloraron en este
ejercicio como sentimientos que han tomado asiento en el territorio y, como dicen
López y Rodríguez (2012, página 270), “afectan el sentido de la existencia”.
Mujer en Taller de Memoria en Cuenca San Matías. Fuente: Taller de Memoria, Cuenca San Matías, 1 y 2 de agosto de 2014.

La intranquilidad, la incertidumbre y la zozobra se instalaron como parte de un


sentimiento colectivo que aún hoy persiste.

la guerra dejó muchas secuelas a la gente. Uno no podía trabajar tranquilo, si se iba
para el trabajadero era uno tensionado por la señora y los hijos, qué les iría a pasar, si
uno oía el helicóptero corría para la casa a esconderse muerto de miedo, uno yendo al
baño cada ratico pero nada, uno era reventado pero de miedo. Son cosas muy duras que
le tocó a la gente (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio
de 2014).

Como lo indican este y otros testimonios, no es una vivencia que haya quedado en
el pasado, estos sentimientos acompañan y moldean la vida que sigue, incluyendo
el desplazamiento para quienes lo sufrieron e, incluso, el retorno. El miedo y la
intranquilidad, la zozobra persistentes, disminuyeron la capacidad de reacción
frente a la adversidad y la proyección de un futuro cercano, es decir, profundizaron
en la población un sentimiento de derrota que todavía hoy afecta a muchos y
muchas de ellas el espíritu y mengua la fuerza para reconstruirse.

Después de la guerra se perdió la ilusión, la esperanza, las ganas de vivir, se perdió


mucha cosa y no sabíamos qué hacer. Porque no es lo mismo estar bien tranquilo en su
finca, trabajando, generando recursos y de un momento a otro llegar al estado de
impotencia por la guerra, eso le da decaimiento (CNMH, Taller de Memoria, hombre,
Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).
El asedio al que estuvieron sometidas mujeres y hombres durante las acciones
armadas llevadas a cabo en Granada y la experiencia misma de ser testigos de
una variedad de hechos victimizantes y temibles, hizo que el equilibrio psíquico de
muchas de estas personas se fracturara. Es recurrente en los testimonios de las
mujeres y los hombres que hablen acerca de sentimientos depresivos,
padecimiento de enfermedades mentales, alteración del sueño, sensación de
inseguridad, desinterés por lo que pasa alrededor, angustia permanente y una
continua percepción de crisis nerviosas, estados profundos de silencio y de querer
estar encerrado, descuido físico, adicciones, entre otros. La guerra, al romper el
equilibrio de la vida de las personas y de las comunidades, hizo que sus
conductas o formas de actuación con la vida y con los otros cambiaran.

Hubo consecuencias en el cambio de comportamiento, en la manera de ser, uno se


siente solo, se vuelve mala clase, la violencia lo vuelve a uno grosero, no le importa la
gente y lo que pase, se siente zozobra, incertidumbre, a veces, uno llora mucho por
acordarse [de] esas cosas (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y
20 de julio de 2014).

Para hombres y mujeres, sus vivencias de la guerra constituyen a menudo una


marca indeleble en sus vidas que es imposible de borrar. Varios testimonios
coinciden en señalar cómo el dolor, el sufrimiento, el horror vivido se han quedado
en sus vidas y se hacen presentes en forma de insomnios y las pesadillas que
reviven el acontecimiento traumático vivido.

psicológicamente uno queda de por vida marcado, uno despierta en medio de la noche
desvariando; sueño que estoy en medio de los muertos, haciendo el levantamiento; otras
noches que lo tiene a uno la guerrilla, rodándose por unos abismos corriendo de esa puta
guerrilla…, la señora me tiene que despertar. A uno eso lo deja marcado de por vida
(CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 2 de julio de 2014).

Como plantea Lira (2010, página 23) cuando hay experiencias extremas de
violencia, por lo general, el recuerdo se impone, invade la vida del sujeto e impide
cerrar su experiencia. Por eso la población habla con frecuencia de una herida
abierta que jamás podrá cerrarse, que se aviva no solo en los sueños, sino con
cada ruido, con cada olor tal y como cuenta esta mujer:

Yo llegué al extremo de que no podía escuchar moverse una lata por ahí, a mí los
nervios me estaban manejando de tal manera que ya ni comía, ni dormía, tuve que quitarle
las pilas al reloj, ese ruidito me estaba traumatizando, yo sentía que daba la hora y me
asustaba. Yo no soportaba nada, una cuñada mía que vivía en los bajos, en el primer
piso, cuando tocaban la puerta yo decía: —No me toquen la puerta—. Cuando tocaban
yo pensaba que venían a sacarnos, que venían por él (su esposo). Yo le decía a la familia
o a las amigas —Cuando vayan a hacerme visita me llaman por el nombre, para saber si
abro la puerta o no—, yo mantenía tan asustada que cualquier bolsita de papel que se
movía en la calle yo pensaba que se habían metido, eso era una tensión permanente
(CNMH, mujer, esposa de exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 2 de julio de 2014).

Este estado de nerviosismo permanente llevó a situaciones de afectación mucho


más graves, como la locura. En varios de los talleres, los participantes relataron
casos de personas que no resistieron, que no fueron capaces de sobreponerse a
situaciones no solo de violencia explícita (ser testigos de asesinatos, torturas,
maltratos) sino del conjunto de impactos que genera la violencia como el
empobrecimiento y el deterioro progresivo en la calidad y los modos de vida.
De otro lado, el sentirse desvalido o desprotegido llevó en algunas ocasiones a
que la población sintiera no solo que sus realidades próximas fuesen poco
esperanzadoras, confiables e inciertas, sino que también su vida tuviera un
sinsentido.

hubo gente que se enloqueció. A eso llega uno, porque en un momento usted está
demasiadamente bien, y con la guerra llega uno a no tener con qué comprar un tinto, con
qué compartir con su familia, cuando a usted no le faltaban $2 ó 3 millones de pesos y
llegar a decirle a un compañero préstame tan siquiera $1.000, porque a mí me tocó decirle
a un compañero necesito que me prestes $3.000, eso son cosas que demeritan mucho el
ser (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

Al lado de la locura y como un ejemplo extremo del daño causado y de la


imposibilidad de superarlo, está la muerte. Algunos pobladores reconocieron que
si bien la guerra trajo consigo muchas muertes durante la presencia de los actores
armados legales e ilegales, también se produjeron luego de las acciones armadas,
“después fue mucha la gente que se murió del dolor”, “pasados unos añitos, no
pudo con la muerte de sus familiares y también se murió”, “estando aquí [Medellín]
se enfermó y se murió (…) eso fue de tristeza”. Otros tantos relatos revelan cómo
el suicidio se sumó a aquellas muertes que acaecieron por profundo dolor y por no
soportar no solo el sometimiento de los grupos armados sobre la población, sino
también, los efectos de la violencia en lo individual, familiar y colectivo.

la oposición que hizo mi papá para no salir [desplazado], eso fue muy traumático para
él, antes de morir él recordaba eso que les hizo la guerrilla, primero las FARC, después
ELN y después el Ejército, entonces toda esa situación hace que las personas se
enfermen psicológicamente y lleguen al punto de suicidarse como fue el caso de él
(CNMH, Taller de Memoria con gestoras, mujer, 12 y 13 de junio de 2014).

También el cuerpo se enfermó. Hombres y mujeres manifestaron el padecimiento


de dolores físicos luego de la ocurrencia de un hecho victimizante y aseguraron
que muchas enfermedades aparecieron luego de la violencia. En este caso, podría
decirse que lo que pasa en el cuerpo es la somatización de la experiencia del
conflicto.

A uno le da tristeza y nostalgia, porque en el caso mío perdí una vista, soy casi ciego,
porque la intranquilidad, la zozobra, la impotencia y todo eso se me fue acumulando;
donde yo estaba tenía mi pensamiento metido aquí en Santa Ana en la finca, ¿qué estará
pasando con mis cosas?, pensaba; y eso me fue cogiendo ventaja en el cuerpo (CNMH,
Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

Otras personas hicieron referencia a casos de cáncer “generado por la guerra”,


para muchos granadinos y granadinas, las dolencias o afecciones que no fueron
atendidas se convirtieron en graves quebrantos de salud. Y esto, a pesar de la
magnitud y el impacto de las pérdidas materiales se vuelve superlativo a la hora
de evaluar los daños y las transformaciones ocurridas como consecuencia de la
guerra.
Así entonces, las huellas del conflicto en Granada produjeron en las víctimas una
serie de afectaciones que van desde lo emocional-mental hasta la salud física, con
una particularidad, y es que estas no tienen límite temporal de ocurrencia, es decir,
la enfermedad puede manifestarse durante o hasta mucho después de sucedidos
los eventos traumáticos. El cuerpo en este caso es el territorio en el que quedan
esas huellas, en forma de heridas y cicatrices, como Luna, Ospina y Echavarría
(2012, página 7), lo expresan: “La herida se entiende como el dolor inscrito en el
cuerpo; es el cuerpo abierto, derrotado. Por su parte, la cicatriz es otro tipo de
escritura; es la marca de la herida cerrada, la cicatriz es la memoria del cuerpo
herido”. En este caso como hasta ahora se ha narrado, las acciones armadas
hicieron del cuerpo un objeto de dolor, una marca que se hace visible tanto en la
corporeidad física como en la subjetividad de quien experimentó los vejámenes de
una guerra que no se pidió.

4.4. Fragilidad de la institucionalidad local y la


participación política electoral
En este mismo contexto del conflicto armado en Granada fue posible identificar
varios tipos de afectaciones a la institucionalidad local y en la democracia política
local: la pérdida de autonomía de las autoridades locales, el aumento de la deuda
fiscal, la desvalorización del rol del funcionario público y el declive en los
resultados de los procesos de elección popular, son algunos de ellos.
Como se ha dicho, desde finales de la década de los noventa hasta algunos
años después de 2000, algunos de los alcaldes de los municipios del oriente
antioqueño, entre ellos, el de Granada y miembros de su Consejo municipal
fueron amenazados, secuestrados y asesinados, lo que les impidió llevar a
cabo las funciones adquiridas como primeras autoridades locales. En varias
ocasiones, por las represalias de los grupos armados, especialmente de la
guerrilla, los funcionarios de la administración municipal tuvieron que
despachar a puerta cerrada o desde la ciudad de Medellín.

Yo dentro del ejercicio de la administración estuve tres meses por fuera, desplazado,
en mitad del 2002 varios alcaldes estábamos amenazados para atender en el municipio
y las administraciones municipales fueron cerradas y nosotros nos reuníamos desde
Medellín y hacíamos ejercicios de planeación desde allá. Tuvimos un tiempo en el que
nos asignaron escoltas e íbamos al municipio, entrabamos y salíamos en helicóptero, la
Gobernación de Antioquia facilitó el helicóptero, estábamos en los municipios una semana
o dos semanas con los escoltas, volvía y pasaba el helicóptero nos recogía y salíamos y
a los 15 días volvíamos (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19 de
septiembre de 2014).

En este caso, la amenaza proferida por los actores armados contra las
autoridades locales fue la estrategia más utilizada para enviar mensajes que
alentaban, o por el contrario, impedían el desarrollo de los diálogos regionales que
en ese momento se adelantaban en esa parte del departamento. Esto, sumado a
la crisis humanitaria que se vivía, hizo que la acción de estos mandatarios tuviera
que centrarse más en la respuesta a la atención humanitaria por las
consecuencias del conflicto que en los asuntos dispuestos en el plan de Gobierno
en relación con el desarrollo social, económico, educativo, cultural y de
infraestructura a los cuales se veía avocada la política municipal. Pero además,
esto puso en evidencia que por muchos años, fueron los grupos armados el poder
real, la autoridad de facto en estas comunidades.

El déficit fiscal estaba llevando a la bancarrota a Granada


Debido al conflicto armado se aumentó de modo considerable el déficit fiscal, en
varias vigencias el municipio incumplió los requerimientos de la ley 617 88, en tanto,
la mayoría de sus ingresos eran causados a gastos de funcionamiento, reduciendo
por ello los recursos destinados para la inversión social. La mayor fuente de
ingresos de Granada y de otros municipios del departamento afectados por el
conflicto armado proviene del Sistema General de Participaciones que
corresponde a los dineros que gira la Nación para destinación específica en
educación, salud, saneamiento básico y agua potable; y en muy poca medida, de

88 Véase: El Mundo, 26 de julio 2009; El Tiempo, 6 de febrero de 2010; El Mundo, 10 de junio de 2011; El
Colombiano, 17 julio de 2011.
los recursos propios que provienen básicamente del impuesto de catastro, de
industria y de comercio. Sin embargo, estos últimos, se vieron seriamente
afectados por la reducción de la población a causa del desplazamiento forzado,
situación que impactó directamente las finanzas municipales en el recaudo de
estos impuestos.

si hablamos del impuesto predial [a 2012] encontramos que de 7.949 predios que
figuran registrados en el municipio, solo se encuentran al día 2.405, lo que equivale a un
30 por ciento del total de los predios, los cuales representan una deuda para con el
municipio de $1.200 millones de pesos, donde los valores más significativos se visualizan
en las veredas con mayor impacto del conflicto que generó desplazamiento y la parálisis
de la productividad de estos sitios, agravándose esta situación con la medida de alivio de
pasivos por impuesto predial, tasas o contribuciones del orden municipal requeridos en la
Ley 1448 que afecta directamente las finanzas del municipio, sin esperanza de aplicación
del principio de subsidiaridad y complementariedad por parte del Estado en cuanto a este
tema (ASOVIDA, 2012, página 6).

El resultado de esta crisis financiera condujo a que el municipio tuviera una


parálisis en la inversión pública por la disminución de los recursos provenientes de
la transferencia de la Nación que se hizo visible a nivel municipal en el detrimento
de la política social en relación con la salud, la educación, la economía local
(agricultura, ganadería, comercio), la vivienda, la infraestructura y demás asuntos
de inversión social.

Tabla 15. Deuda por impuesto predial

Zona Valor %

Urbano 252.808.593 21

Rural 953.284.710 79

Total 1.206.093.303 100

Fuente: ASOVIDA, 2012.


De acuerdo con el informe del Departamento Nacional de Planeación y la
evaluación de la Contraloría General de la República, Granada tuvo una
calificación de “riesgo” en su desempeño fiscal que afectaría, —de no encontrar
una salida rápida—, en que perdiera su calidad municipal y pasara a ser un
corregimiento de otras localidades vecinas. No obstante, en 2012, la
administración municipal comenzó la campaña “Todos unidos por Granada” para
sanear este déficit obteniendo en 2013 una notificación favorable para la
vigencia89.
Esta situación llevó a identificar dos asuntos que muestran las limitaciones que
enfrenta el municipio de Granada en materia fiscal: 1) ante una baja capacidad
fiscal hay una menor autonomía municipal respecto de las condiciones que
impone la Nación a cambio de las transferencias; y 2) poseer una alta
dependencia de los recursos allegados por las transferencias refleja una baja
capacidad de actuación local para generar recursos propios y responder a la
demanda social.

El constreñimiento del derecho a elegir y ser elegido

Ese año, 1997, el ELN y las FARC declararon el proceso electoral como objetivo militar.
(…) Nadie votó en Santa Ana porque la guerrilla no admitió instalar mesas de votación
(CNMH, Observatorio de Paz y Reconciliación del oriente antioqueño, 2008b).

El accionar de los grupos armados también se enfocó en el constreñimiento de los


electores para manifestarse a través del voto y en las amenazas a quienes se
candidatizaban para ejercer cargos públicos en calidad de alcaldes o ediles del
Consejo municipal; ambas situaciones afectaron de manera directa las
posibilidades del ejercicio de la democracia electoral.
Entre 1997 y 2006 se hizo evidente la estrategia principalmente de la guerrilla,
de boicotear los comicios electorales, primero con la solicitud de que los

89 Esta campaña que le permitió al municipio sanar su deuda fiscal será abordada con profundidad en el
capítulo de respuestas institucionales.
candidatos a las diferentes instancias renunciaran masivamente a sus
pretensiones; y segundo, impidiendo la instalación de las mesas de votación y la
presencia de delegaciones de observación de la jornada electoral, asuntos que
incidieron en el altísimo nivel de abstención, debido al miedo y las amenazas de
los grupos armados la población se contuvo de ejercer el derecho de elegir 90.
Esta situación marcó el inicio del declive de los resultados de votación en el
municipio durante varias jornadas electorales. De acuerdo con los boletines del
Observatorio de Paz y Reconciliación del oriente antioqueño (2007, 2008), la
abstención en Granada en el periodo 1998-2000 registró el pico más alto, el 31 por
ciento sobre el promedio regional que para ese periodo observó eventos bastante
cuestionables para la democracia representativa, tales como la elección de 10
alcaldes con menos de 10 por ciento de participación ciudadana, incluidos algunos
casos extremos como los de Alejandría y San Francisco, donde sus mandatarios
se escogieron con una votación de 10 y 28 sufragantes respectivamente (2008,
página 3). Luego, en el periodo 2003-2007, Granada obtuvo el 68,8 por ciento,
cifra que junto con la de San Francisco (80,41 por ciento) presentaron el valor más
alto de esta subregión en abstención electoral.
A raíz del conflicto armado se vio afectado el derecho a elegir y ser elegido. Como ya
hemos descrito, las elecciones realizadas durante la guerra estuvieron
acompañadas de amenazas y coacción directa sobre quienes asumían el reto de
postularse como candidatos, situación que a su vez generaba miedo y temor en
quien decidía enfrentar ese desafío.

en 1997 que estábamos de candidatos a la alcaldía nos obligaron a renunciar las


FARC. Yo recuerdo que fuimos a un sitio, antes de que llegara la notificación, fui a Santa
Ana a una reunión con la Junta de Acción Comunal de La María y cuando iba llegando al
casco urbano del corregimiento un guerrillero y una guerrillera me dijeron que qué estaba
haciendo por allá, que no iban a permitir elecciones, que no querían saber nada de

90 Recuérdese en octubre de 1997 el secuestro llevado a cabo por el ELN de dos delegados de la Organización
de Estados Americanos (OEA), el chileno Raúl Martínez y el guatemalteco Manfredo Marroquín quienes se
trasladaban junto con Diego Arella, coordinador del Programa de Derechos Humanos de la Secretaría de
Gobierno departamental para ser observadores de las elecciones de alcaldes, concejales y gobernadores del
26 de octubre.
campañas y propuestas políticas y simplemente me dijeron eso y me regresé para acá y
renunciamos con mucho miedo (CNMH, mujer, funcionaria pública, entrevista, 5 de junio
de 2014).

La sumatoria de estas afectaciones en el plano de lo político, muestra finalmente


cómo las dinámicas del conflicto generaron un cerramiento del espacio político a
partir de la implementación de estrategias de control que ejercieron los actores
armados sobre los mecanismos institucionales de representación y participación
electoral local.

4.5. Debilitamiento de las dinámicas sociales,


comunitarias y culturales

Colcha de recuerdos. Taller de Memoria en Cuenca Santa Ana. Un habitante de Santa Ana ilustra el tiempo de guerra en el
corregimiento, siempre con presencias y bajo la vigilancia de hombres armados. Fuente: CNMH, Taller de Memoria, Cuenca
Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014.

En los modos de vida de una sociedad coexisten, interactúan y se superponen un


sinnúmero de relaciones, prácticas y creencias sociales, culturales, políticas y
económicas que dotan de sentido las experiencias vividas día a día en relación
con las personas, los espacios y los tiempos; y que imprimen con ellas, a nivel
individual y colectivo, un sello de identidad y pertenencia. Como afirma Bello
(2014, página 36) nombrar los daños socioculturales, en este caso, es aludir a la
afectación que se produce, en el marco del conflicto armado, a las creencias,
prácticas sociales y modos de vivir de las comunidades.
En esta dimensión, los testimonios revelan cómo los espacios de socialización de
la población rural y urbana eran –hasta antes del conflicto– una especie de rituales
que acompañaban sus cotidianidades, estos eran la excusa para reunirse,
interactuar, compartir e ir tejiendo confianzas y vínculos que fueron el acervo de su
memoria social como granadinos.
La organización de la comunidad campesina vio seriamente afectada su
autonomía y debilitado su tejido social como producto de diversas acciones de los
grupos armados: la cooptación de organizaciones, el señalamiento, las amenazas,
los asesinatos de líderes y lideresas y el desplazamiento forzado lesionaron la
posibilidad de desarrollar tareas conjuntas de acción, solidaridad y ayuda mutua
en procura de un proceso de autogestión para el desarrollo colectivo de los
territorios y desestimularon de manera clara el rol del liderazgo social.
Los grupos armados irrumpieron en las organizaciones, hicieron presencia en los
espacios de deliberación y toma de decisiones, coartando gradualmente sus
posibilidades de autonomía y deliberación, asunto que produjo en la población y
las instituciones cierto temor y desconfianza en las dinámicas organizativas

… mataron a más de un presidente de [la] Acción Comunal y las Acciones Comunales


estaban inundadas por la guerrilla, entonces la gente ya no iba. O sea, esto llevó a que
en las juntas se dañara la participación porque era obvio ¿quién participaba con esa gente
encima? (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014).

Según los testimonios, la pérdida de la libertad para deliberar y decidir y el


sometimiento explícito de las organizaciones a los poderes armados no solo
pusieron en riesgo a los líderes y a quienes participaban de estas dinámicas sino
que vació de sentido estos espacios. ¿Para qué participan si ellos eran los que
decidían?
El asesinato de líderes reconocidos se convirtió en factor de desplazamientos
masivos en varias de las veredas del municipio. La razón era manifiesta: si habían
matado a los líderes legitimados y reconocidos por la comunidad, no había otra
salida sino huir.

Cuando mataron a este señor, la gente dijo “no, no, no, no, empaque maleta y vámonos
que si mataron a Humbertico nosotros estamos de matar hacer rato”, y mucha gente se
desplazó por consecuencia de eso, porque ya a esa gente [los paramilitares] simplemente
se les ocurría matar porque sí (Robledo, 2012, página 50).

De acuerdo con esto, ser líder implicaba un alto grado de vulnerabilidad al


convertirse en centro de las miradas y el control de los grupos armados. Las
Juntas de Acción Comunal fueron en Granada un medio de cohesión social al que
la población le imputa gran parte del auge que tuvo el municipio antes del conflicto
armado. Las 52 veredas, el corregimiento y el casco urbano del municipio
contaban con JAC, un espacio precursor de innumerables obras en pro del
bienestar y desarrollo de las comunidades. De ahí que el asesinato y persecución
de sus líderes y lideresas haya tenido un impacto tan determinante en la
desestructuración del tejido social.

El asesinato de dos presidentes y varios líderes repercutió fuertemente en la vereda y


en la Junta de Acción Comunal. A causa de esto, los cargos directivos no querían ser
asumidos por nadie y se generó un creciente temor a ser víctimas de los actores armados
por la condición de ser integrantes o directivos de la Junta de Acción Comunal (CNMH,
mujer, habitante vereda La Quiebra, tomado de Arboleda, 2012).

Las organizaciones sociales se vieron sustancialmente disminuidas por el


desplazamiento de los habitantes de la vereda en tanto no había hacia quién ni
con quién hacer el trabajo colectivo (Arboleda, 2012). Pero además, las dinámicas
bélicas de los actores armados generaron una profunda desconfianza en los
procesos colectivos:

La desconfianza de las organizaciones para el trabajo comunitario. Ya no son los


mismos participantes, ya no son los mismos que hacían convites y hacían una casa en
una semana, no son los mismos que hacían las carreteras, no son los mismos que
echaban la luz, no son los mismos que participaban, porque en La Aguada, La Quiebra,
en esa veredas la participación de la comunidad es casi nula, o sino que lo digan para
buscar un presidente en La Aguada o para buscar un presidente en La Quiebra o buscar
alguien en La Merced que diga “Venga es que yo los represento o tal cosa”, es muy difícil
por la desconfianza a las instituciones y a los grupos armados que hubieron; dejaron esas
marcas en el trabajo comunitario, entonces es muy difícil volver a tener esa participación
que tenían (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de
2014).

Desde estas narrativas, se observa que el conflicto armado en Granada incidió en


la esfera de lo político, es decir, en los procesos de decisión sobre los asuntos que
emergen en la vida en sociedad y que están estrechamente relacionados con el
ejercicio de la ciudadanía, la convivencia política y la democracia.

Un tejido social fracturado

Socialización colcha de recuerdos. Los pobladores de la cuenca Tafetanes entrelazan sus recuerdos hechos dibujos, una forma
de evidenciar cómo la memoria personal se convierte en memoria colectiva. Fuente: CNMH, taller con población de la Cuenca
Tafetanes, 22 y 23 de agosto de 2014.

Una mención especial y recurrente en las narrativas fue el reconocimiento a la


identidad solidaria de la población granadina “el granadino era solidario”, “aquí
antes éramos muy solidarios entre conocidos y extraños”, “Granada se ha
destacado por ser solidario, aquí prevalece la solidaridad y el servicio”, de hecho
para muchos, no es gratuito que Granada fuera el municipio donde se gestaron las
cooperativas. Sin embargo, como producto de la guerra, la población evitó seguir
esos proyectos comunes o construir vínculos vecinales porque la desconfianza, el
miedo y el temor se enfundaron e hicieron que se dieran cambios en las relaciones
sociales históricamente entretejidas.

Con lo que estaba pasando ya no podíamos ir a hablar con la vecina, ya no podía


después de la misa pararme en el atrio a conversar sino que ya tenía que irme a mi casa
y encerrarme y no hablar con nadie, “Oír y callar”, mucho miedo, presión constante
(CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, junio 27 y 28 de junio 2014).

Como ya lo hemos planteado, no solo los grupos armados controlaron y usaron la


población para sus propósitos. También la población usó a los grupos armados
para dirimir su conflictos, acudieron a los actores armados, muchas veces con
falsas acusaciones, por rumores o temores infundados, para resolver asuntos de
orden familiar o vecinal.

La confianza se perdió, porque mucha gente allegada a la familia hizo matar a los
mismos amigos y vecinos y hasta cuñados. Hubo cuñados que pusieron a los otros como
chivos expiatorios para que les dieran [información], ¡cómo va a confiar uno en un familiar
así! Se pierde la comunicación porque uno no puede decir nada, porque piensa que lo va
a sapear la gente o le va a aumentar algo más de lo que uno habla, entonces a uno no le
provoca ni hablar. Yo cuando eso salía agachadita, no me provocaba ni hablar, era muda
(CNMH, Taller de Memoria, mujer, Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

La desconfianza, el dolor y el resentimiento por acciones cometidas contra


personas de una misma familia o una comunidad, por personas que se hicieron
militantes de los grupos armados o que acudieron a sus servicios es una de las
heridas más profundas de la guerra en Granada. Como lo ha planteado Pécaut
(2015) y como se detallará en el siguiente capítulo, las motivaciones para la
participación de los civiles en un conflicto armado de este tipo, pasan por el
sometimiento y la supervivencia, pero también por el aprovechamiento de los
recursos disponibles para dirimir asuntos personales. En el caso de Granada,
según algunos comentarios dados en los talleres de memoria y en la bibliografía
consultada (Arboleda, 2012; Posada, Pabón y Bahamón, 2013), esta motivación
también estuvo presente y hoy se aduce como una de las razones de la
desconfianza existente entre la población.

¿Por qué las mujeres entraron a los grupos armados? uno podía ser porque se
aburrían en la casa, había mujeres jovencitas que se podían aburrir en la casa por la
pobreza de los padres (…) [pero también] por muchas situaciones. Por la pobreza,
entonces buscaban una opción por lo que escuchaban de los grupos armados que allá
era muy bueno, que les daban plata, que tenían comida, que podían apretar un arma,
entonces ellas se fueron engañadas por los grupos que las fueron conquistando, entonces
atraídas por los grupos armados o aburridas en la casa o porque se enamoraban del
bacancito y luego a esas familias se las montaban por eso (CNMH, Taller de Memoria,
mujer, Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

Al tiempo, otra conclusión dramática en términos de lo que significa vivir en


sociedad y construir tejido social emerge: “A la final, aquí nos pasó lo que nos
pasó por confiados”, dijeron en repetidas oportunidades.

Como la gente era tan hospitalaria y atenta fueron llegando los grupos armados
guerrilleros y fueron comprometiendo la gente lentamente y llegó el conflicto, la violencia,
poniendo las normas, exigiendo y a la fuerza haciéndole hacer a la gente cosas que no
quería y que no quería tener. Antes eran muy tranquilos, muy buenos y después llegaron
personas extrañas y se generó zozobra, miedo y obligaban a la gente a que actuara de la
forma que ellos querían y poniéndonos a la fuerza cosas que no queríamos hacer (CNMH,
Taller de Memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

Con esto aluden a uno de los valores constitutivos más fuertes de la cultura
campesina y a prácticas cotidianas relacionadas con lo que hacían cuando llegaba
una persona conocida o forastera pidiendo posada, alimentación o cualquier tipo
de asistencia. Una condición que cambió gracias a la tensión que produjo la
confrontación entre los actores armados haciendo que la población se abstuviera
de estar prestos a estas solicitudes por el riesgo y la amenaza que ello otorgaba.

El riesgo que tenían los campesinos y la gente del pueblo de ofrecerle comida a alguien
[que] te pedía y no era conocido, ¿le doy o no le doy? y sí no le doy ¿qué me pasa? A
cuántos mataron porque le ofrecieron un plato de comida a un grupo contrario, entonces
eso es muy complicado y a raíz de todo eso uno sabe que murió mucha gente por esa
situación, que porque le dio comida por miedo o porque le dio hospedaje por miedo,
porque le prestó la olla para hacer el sancocho en el parque por miedo; más presionado
que por querer hacer el favor (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Medellín, 7 de septiembre
de 2014).

Como consecuencia de esta situación, los lazos de solidaridad y confianza se


transformaron en la indiferencia y la desconfianza colectiva de los pobladores
frente a los otros, pero además, en muchos casos también, en estrategia de
sobrevivencia: “Pa´ cuidarse, uno no volvió a confiar en nadie”.

Espacios de encuentro devastados


La presencia y acciones de los grupos armados afectaron los espacios de
encuentro (ferias, fiestas, torneos, celebraciones, grupos juveniles, grupos de
oración, momentos de recreación) que niños, niñas, jóvenes y adultos hacían en la
calle, la plaza, la cancha, el río o salones de la parroquia o comunales, como
prácticas de tradición cultural atadas a la historia del municipio. Las ferias
agrícolas y de ganado, por ejemplo, que se llevaban a cabo en el municipio y eran
un espacio no solo para la comercialización de los productos del campo sino de
socialización, se vieron fuertemente afectadas: “cuando llegaron los grupos
armados no hubo ferias, pero era porque la gente tenía miedo de salir” (CNMH,
hombre, funcionario público, entrevista, 14 de agosto de 2014).
Encuentro con población Taller de memoria en Cuenca Zona Fría. Fuente: Taller de Memoria Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio
de 2014.

Las acciones de control y sometimiento de la población cometidas por diferentes


grupos amados, las amenazas, los toques de queda y el reclutamiento forzado,
fueron las circunstancias que más incidieron en que hombres y mujeres dejaran de
hacer muchas de las cosas que disfrutaban llevar a cabo con familiares, amigos y
en comunidad:

..y no solo que perdimos la libertad para salir, sino que como antes hacían torneos en
todas las veredas, eso se acabó porque no podíamos bajar a las veredas. Se acabaron
los encuentros comunitarios, los convites, los festivales, ir al charco, es una parte social
muy gruesa (CNMH, Taller de Memoria, hombre joven, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de
julio de 2014).

También las prácticas religiosas que se llevaban a cabo tanto en la zona urbana
como en la rural se vieron afectadas. Si bien, como se verá más adelante, la
Iglesia y figuras como el padre Óscar Orlando, ayudaron y fueron una de las
tantas respuestas de confrontación a las dinámicas bélicas impuestas por los
armados, también sus prácticas de recogimiento en la fe fueron limitadas en razón
del conflicto armado, ya fuera por la huida permanente de la población o por el
temor a salir a las calles.
4.6. Se interrumpieron los proyectos de vida
individuales y comunitarios

Hay tantos daños existenciales, que no da gana de vivir a largo plazo, entonces uno
no tiene un plan de vida definido (CNMH, Taller de Memoria, hombre, zona urbana, 12 y
13 de junio de 2014).

El CNMH considera el daño en el proyecto de vida, como aquel que “se refiere al
perjuicio de los hechos violentos sobre la realización integral de la persona
afectada. Dado que, de acuerdo con su vocación, aptitudes, circunstancias,
potencialidades y aspiraciones, la víctima se había fijado razonablemente
determinadas expectativas y estaba en condición de acceder a ellas hasta que
dicho proceso fue truncado” (Bello, 2014, página 18).
El sufrimiento de las personas y las comunidades por los daños generados no solo
por las acciones bélicas de los grupos armados, sino también por la impunidad, por
sus vivencias fuera de sus lugares de origen y la desatención institucional, lleva a
que esos sueños construidos en lo que sería el futuro cercano se cercenaran, y
abruptamente se transformaran o quedaran suspendidos por las condiciones
externas que han transgredido la capacidad de decisión de las personas, en su
libertad, para proyectar sus vidas y las de sus comunidades en lo que podría ser un
proyecto de vida colectivo.
Los ejercicios de memoria realizados permitieron reconocer experiencias y
sufrimientos en relación con las ganas de vivir, la ruptura de los ciclos de vida, la
dificultad de sobrevivir en un espacio ajeno “a la tierrita de uno”, la libertad para
tomar decisiones y continuar con eso que se pensaba: “sacar la familia y la finquita
adelante”, un bienestar –que aunque precario, en algunas ocasiones– respondía a
sus modos de vida, el vivir en relación con otros desde la solidaridad, hizo que en
últimas, se menoscabara la existencia misma de mujeres, hombres, niñas, niños,
jóvenes y adultos mayores.
En los relatos, el primer proyecto truncado que sale a relucir es el de la vida en
familia. Las amenazas, los asesinatos, los enfrentamientos armados, las
desapariciones forzadas, el reclutamiento de menores, el desplazamiento y la
inserción en un mundo urbano impactaron en su proyecto de vida familiar.

[Por la guerra] la familia se disolvió, estamos muy lejos, vive uno pues con respecto a
su familia, en mucha soledad. Quedan muchas heridas, quedan muchas heridas por las
pérdidas, porque te matan, porque te asesinan un hermano, un hijo, una mamá, un tío, un
abuelo, por todo, quedan muchas heridas por las pérdidas sociales, económicas, tiene
uno que dejar el pedacito de tierra y sus cultivos, la casita donde vivía, la familia junta y
unida pa ´salir adelante ya no está (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Medellín, 7 de
septiembre de 2014).

En este caso, la idea de proyecto aunaba esfuerzos en “garantizar” una forma de


vida que daba cuenta de una unidad familiar, desde los afectos, pero también,
desde posibilidades de sostenimiento social y económico que facilitaban unos
mínimos vitales que, luego por efectos de la guerra y su expresión más directa,
como el desplazamiento forzado, se hicieron difíciles de sostener.
Otra de las dimensiones en las que los proyectos de vida cobran sentido es en lo
comunitario, y en el caso de Granada, su puesta en escena estaba dado en las
Juntas de Acción Comunal y las organizaciones productivas, desde allí se
trazaban planes en beneficio de la población, hacer convites para reparar
caminos, recolectar fondos para inversión libre o específica, bazares y fiestas para
aunar y fortalecer los lazos vecinales e identitarios, por mencionar solo algunas,
constituían acciones que respondían una visión a futuro que propendía por el
bienestar colectivo. Sin embargo, el conflicto armado, el miedo y la desconfianza
desatados interrumpieron, en la mayoría de casos, la posibilidad no solo de estar
sino de hacer juntos y, especialmente, de planear juntos hacia el futuro:

con lo que pasó la gente sentía miedo y temor de hablar, sabían las cosas y se
quedaban calladas, era un nudo en el pecho que los afligía y no podían contar nada, ya
no participaban, los convites eran solo de los líderes, la gente tenía miedo de ir, se dañó
la unión, se dañó la solidaridad entre las personas para hacer lo que se tenía planeado
(CNMH, Taller de Memoria, testimonio, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).
El miedo que produjo el sinnúmero de acciones armadas contra la población y el
territorio, llevó a que en muchas ocasiones esta misma población sintiera que
seguir adelante con los sueños o perspectivas que se tenían, era un asunto que
los ponía en peligro o que por el contrario, ya no tenían posibilidad de ser llevados
a cabo. Una muestra de ello, quedó registrado en una de las actas del Comité
Interinstitucional luego de la explosión del carro bomba que tuvo lugar el 6 de
diciembre de 2000 en el casco urbano del municipio: “(…) La guerrilla destruyó no
solo La Variante… las esperanzas, los sueños, la confianza, las ilusiones se
fueron al piso como los muros (...)” (Jaramillo, O., 2003).

4.7. Afectó de manera diferencial las subjetividades y


los roles de hombres, mujeres y jóvenes
El conflicto armado también afectó de manera diferenciada a hombres, mujeres y
jóvenes, que es importante resaltar.

En los niños, niñas y jóvenes


Las niñas, niños y jóvenes en Granada fueron testigos de la presencia y accionar
atroz de los grupos armados legales e ilegales, en sus recuerdos aún prevalecen
instantáneas de los enfrentamientos, los retenes por los caminos, los helicópteros
negros, el reclutamiento y el desplazamiento forzado, los asesinatos selectivos, las
masacres y demás experiencias violentas que impactaron su estado psicosocial y
emocional hasta el punto de que algunos manifestaron tener miedo a crecer,
porque ello implicaba que estos hechos posiblemente se reprodujeran en ellos y
ellas a medida que pasaran los años.
En 2102, el PIU de Granada identificó las afectaciones que produjo la guerra en
los niños y las niñas así:

La niñez tanto en la zona urbana como rural presenta problemas comportamentales,


de atención y concentración agudizados por el conflicto y las vivencias de los menores en
el mismo (maltrato intrafamiliar, masacres, atentados terroristas, maltrato infantil, violencia
intrafamiliar, etc.). Niños y niñas tuvieron que asumir roles de adultos por la ausencia
paterna y materna, abuso sexual y madre-solterismo, además, se transgredieron las
relaciones de autoridad en la familia y la desescolarización se constituyó en una situación
ampliamente generalizada (página 41).

La incidencia de los traumas es tan profunda que muchos y muchas aún hoy, tejen
sus relatos solo desde la guerra, o en otros casos, está presente en la cotidianidad
de sus vidas como huellas indelebles que van y vienen en sus recuerdos, pero que
también se manifiestan en un sinnúmero de síntomas como llorar súbitamente, no
conciliar el sueño o tener pesadillas, silencios prolongados, miedo a la gente o a
estar solos.

en una vereda salió una dificultad muy grande, un niño que solo hablaba de guerra, un
niño contando [su] historia. Le dije: — ¿Por qué hablas de guerra? y me decía: “— ¿Cómo
así?—, es que a mi papá me lo mató un señor, a mi hermanita la violó un señor y el camino
[por] donde ando está en la mitad de minas— (CNMH, Taller de Memoria de gestores,
hombre, 6 de junio de 2014).

Desde estas realidades, los jóvenes reconocen que uno de los impactos más
profundos que dejó la guerra en sus vidas fue la negación o aceleramiento en sus
ciclos de vida y en las relaciones afectivas. Sus relatos recogen esa nostalgia de
no haber vivido la niñez y la juventud en la tranquilidad que ello amerita, de no
poder construir con otros y otras el espacio colectivo, eso que contribuye a
cimentar el sentido de vida. Los juegos, los amigos, la escuela, el disfrute del
espacio público quedaron en el limbo, literalmente “por el miedo de salir a la calle”.
Además, desde temprana edad, tanto niñas, niños como jóvenes tuvieron que
asumir comportamientos y responsabilidades propias de hombres y mujeres
adultas. Muchas y muchos tuvieron que dejar sus estudios para colaborar con los
ingresos familiares a fin de mejorar las condiciones de subsistencia.

Las hijas menores y jóvenes no tuvieron niñez y no pudieron terminar sus estudios
porque tenían que trabajar, esto nos parece muy triste porque niñas de 14, 15, 16 años y
tenían que parar los estudios porque tenían que ayudarle a la madre a trabajar ya que el
padre se había vuelto para la finca y la madre no tenía cómo ella sola responder por cinco,
seis hijos, era muy difícil, entonces les tocaba a las niñas más jovencitas dejar los estudios
y empezar a trabajar (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca San Matías, 1 y 2 de
agosto de 2015).

A la par que el ciclo de vida de las y los jóvenes se trastocó, hay una afectación
directa y es que esta población manifiesta miedo y apatía a las dinámicas
colectivas de participación comunitaria como grupos juveniles o Juntas de Acción
Comunal. Dado que durante el conflicto fueron espacios amenazados y
estigmatizados por los grupos armados, hoy madres y padres de familia infunden
temor o restringen la asistencia a las actividades propias de la vida social juvenil,
pues temen que la historia vuelva a repetirse. El recuerdo de los líderes
asesinados y jóvenes reclutados sigue estando presente.

Los jóvenes o los papases que levantaron esos niños, que ya hoy son jóvenes, ya no
los dejan participar, el papá que vivió todo eso le dice: —Usted no se me va para allá,
porque yo sé lo que le pasa—. Es muy grande el temor, —Váyase y verá que le pasa lo
que le pasó a fulanito—. En las veredas Quebradona, Las Faldas y todo, hay muchachos,
hay más de treinta y seis muchachos que pueden organizar un grupo juvenil, pero los
mismo papases dicen: “¿Sí, para que después queden como quedaron los otros?”, pues
expresiones así, pues es el miedo de volver a soltar los muchachos a dejarlos que sean
como lo que eran, aves libres, todavía eso es lo que dejó el conflicto (CNMH, Taller de
Memoria, hombre joven, Cuenca Calderas, 22 y 23 agosto de 2014).

A estas situaciones se suma el hecho de que las familias, las instituciones


educativas y la administración municipal identifiquen en la actualidad
problemáticas como el embarazo a temprana edad y el consumo de sustancias
psicoactivas, asociados en la gran mayoría de los casos a las situaciones vividas
por la población infantil y juvenil que generan inestabilidad emocional que son
producto de situaciones como la de haber quedado huérfanos por la muerte del
padre o madre (o ambos), de sus hermanos o familiares; o por la desintegración
del núcleo familiar por el desplazamiento forzado. En este caso, los referentes
más importantes para su desarrollo vital quedaron desdibujados y desprovistos del
cuidado, protección y bienestar emocional que puede brindar una familia. La
situación de niños y niñas fue un tema reiterativo al evaluar los impactos del
conflicto armado en la población granadina; como se planteó en el taller de Santa
Ana.

Quedaron los niños sin padre, los huerfanitos sin papá ni mamá a la vez; los niños
quedaron de arrimados y dicen: —Es que me mataron a mi mamá y a mi papá y ahora yo
estoy donde mi tía y estoy como arrimado—; eso escucha uno decir de los niños. Muchos
quedaron enfrentándose solos a la vida (CNMH, Taller de Memoria, hombre, Santa Ana,
19 y 20 de julio de 2014).

Respecto a esta situación, el ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) ha


identificado en Granada 128 menores de edad, huérfanos por los efectos del
conflicto, registrados a través del proyecto piloto en el oriente antioqueño de
reconocimiento de niños y niñas huérfanas como víctimas según lo dispuesto en la
Ley 1448 de 2011, no obstante, algunos piensan que pueden ser mucho más. “Si
hubo más de 1.200 muertos, y de esos muchos eran padres, haga cuentas” dice al
respecto la secretaria de Gobierno (El Colombiano, 27 de febrero de 2013, página
5A).
Las niñas y los niños en este contexto de guerra y los que nacieron después de su
expresión más álgida, se convirtieron en víctimas silenciosas o invisibles con
profundas huellas que afectaron progresivamente su desarrollo cognitivo, físico,
social, afectivo y emocional llevándoles a que su experiencia de vida se teja a
partir del miedo, la zozobra y la incertidumbre de lo que significa crecer y
enfrentarse a una realidad privada de un ambiente familiar, pero además, muchos
de estos infantes tienen una alta probabilidad de convertirse en habitantes en
situación de calle o víctimas de abuso y explotación sexual.
Estas realidades dan cuenta de algunos factores que incidieron de manera
abrupta en la integridad y el bienestar de las y los jóvenes granadinos, llevándoles
a que en muchas ocasiones perdieran el sentido de la vida y la proyección que
tenían antes del conflicto armado. Sus relatos están llenos de vivencias que
aluden al dolor, la muerte, la destrucción, el miedo y el desplazamiento y que
atravesaron sus cotidianidades sin derecho a eludirlos.
En las mujeres
En el caso de las mujeres los relatos continuamente apelan a nombrar sus
pérdidas como “con la guerra lo perdimos todo”; “no quedamos con nada, todo lo
perdimos”; “mataron a mi papá, mis hermanos y mi esposo; me quedé sin los
animalitos y sin la casa, levantando los hijos sola, eso es mucha pérdida”; “todo se
perdió y todo se acabó con el desplazamiento de toda mi familia”; “pasamos de
tenerlo todo a no tener nada, ni motivos para vivir”; “tuve que irme y perder tierra,
cultivos, animales... todo”; “pérdidas, dejamos las fincas tiradas, dejamos todo
tirado, en el completo abandono”; en fin, una serie de testimonios que señalan que
el conflicto armado incidió de manera directa en la vida, los roles y los proyectos
de ellas como mujeres.

Identificación de daños en las mujeres de la Cuenca San Matías. Las mujeres enuncian las transformaciones a razón del conflicto
armado, ellas identifican cambios que fueron negativos para sus vidas, pero también enuncian unos hechos que fueron
positivos para ellas, evidenciando capacidad de resiliencia. Fuente: CNMH, Taller de Memoria con población de la Cuenca San
Matías, 1 y 2 de agosto de 2014.

Uno de los primeros impactos identificados está asociado con el aspecto


psicológico y emocional: estados de silencio prolongado y aislamiento. Cuando las
mujeres hacen referencia al silencio que les tocó guardar en medio de la guerra,
aluden a que no pudieron denunciar o compartir la experiencia que significaba ser
testigos de lo que ocurría; escuchar, ver y hablar era un riesgo que se sentía en
todo momento. Ser testigos de lo que ocurría generó temor de salir a la calle
convirtiendo la casa en un espacio de refugio que procuró, en algunas ocasiones,
que ellas sintieran un nivel de protección.

Quedarse callada, hermetismo total; eso es muy cierto porque acuérdese que no
podíamos abrir la boca, las paredes tienen oídos, —No hable tan duro, usted no sabe con
quién está hablando, es mejor que no diga nada [decían]; entonces todo eso, todo mundo
se lo tenía que tragar y tragar y comer en silencio, porque si hablaba sentía temor que de
pronto este lo iba a traicionar o que aquel le iba a contar o qué razón iba a llevar porque
uno no sabía con quién estaba hablando, al fin y al cabo. Entonces mire que todo eso
pues a raíz de esto de estar callada y no poder hablar genera todo eso de las afectaciones
sicológicas, los sentimientos de impotencia, dolor, depresión, todo eso se genera porque
como no puedes hablar, no puedes decir nada (CNMH, Taller de Memoria, mujer,
Medellín, 7 de septiembre de 2014).

Un segundo impacto se refiere a la desintegración o transformación de su núcleo


familiar, vivir sin sus padres, compañeros o esposos, hijos e hijas, ya fuera porque
ellos habían sido amenazados, asesinados, desaparecidos o desplazados. En
este sentido, la principal pérdida enunciada en las narrativas de las mujeres
granadinas, fue enfrentarse a la pérdida de sus seres queridos, un asunto que
además de los impactos emocionales y psíquicos hizo que ellas experimentaran
una sensación de “vacío” en sus vidas y cotidianidades “quedan muchas heridas y
uno se siente sin guardar nada”, dijeron.
Muchas de estas pérdidas humanas en el núcleo familiar llevaron a que las
familias se fracturaran, es decir, se perdió el tejido de la familia nuclear o extensa
pues al morir uno o varios miembros de la familia, algunos decidieron desplazarse,
mientras otros, se quedaron sorteando las dificultades en el territorio.

La tristeza más grande [es la] desintegración familiar, pues en mi familia no se murió
nadie, pero sí tuvieron que irse ¿por qué quién se quedaba? Y esos tiempos uno los
añora, por ejemplo, diciembre era un tiempo en que nos encontrábamos todos, todos los
hermanitos, los hijos, todos y ya eso no lo volvimos a hacer porque estamos separados o
ya por los trabajos no pueden estar en el mismo tiempo todos, entonces eso se perdió,
uno añora por eso la familia (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y
28 de junio de 2014).

Bajo estas circunstancias, muchas mujeres además de encarar el duelo de esas


victimizaciones, tuvieron que hacer frente a las responsabilidades de
sostenimiento de la economía familiar. Las mujeres debieron asumir la jefatura
femenina, no solo porque quedaron viudas sino porque con el desplazamiento
algunos hombres tuvieron dificultades para acceder a fuentes de trabajo, en este
caso, las mujeres debieron asumir la mayor responsabilidad económica para el
sostenimiento del hogar.

Antes de la guerra los hombres no dejaban trabajar a las mujeres, de ninguna manera,
y después de la guerra hay igualdad de género porque a la mujer le tocó coger el rol del
esposo que le mataron, entonces se puso más fuerte, desgraciadamente fue por la guerra
pero es la manera como la mujer volvió a salir a flote, lo digo por todas las mujeres que
en este momento son cabeza de familia y tienen que cuidar a sus hijos y darles la
manutención (CNMH, Taller con gestoras y gestores de memoria, mujer, 6 de junio de
2014).

Como lo señalan estos testimonios, por lo menos para alguna mujeres, puede
hablarse de un impacto paradójico: su salida para enfrentarse a trabajos fuera del
ámbito privado les permitió en este caso reconocerse como generadoras de sus
propios recursos e independientes de las relaciones de dominio y control que
ejercían los hombres sobre ellas en su anterior contexto, ya fuesen sus padres,
compañeros e hijos. A alguna de ellas esto les posibilitó además emprender una
acción por la reivindicación de sus derechos. En efecto, la mayoría de los casos,
son las mujeres las que se ocupan de las denuncias, trámites y procedimientos
para ser reconocidas como víctimas, pero también en el reconocimiento de sus
derechos como mujeres. Entonces, al lado del sufrimiento, las múltiples pérdidas,
la humillación, también encontramos, en el caso de las mujeres, que el conflicto
armado significó, para algunas de ellas, un cambio: “descubrir otras cosas que
antes no podían visibilizar porque estaban sometidas, las esposas y las mamás y
se dedicaban solo a eso, se nota el liderazgo de las mujeres” (CNMH, Taller de
Memoria, mujer, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).
Finalmente, como señalamos en el capítulo anterior, las mujeres en Granada
también fueron víctimas de violencia sexual. Además de violentar el cuerpo
también deja huellas profundas en el alma y en la psiquis. Las mujeres que han
sido víctimas de este delito, por lo general, arrastran a lo largo de sus vidas con
sentimientos de culpa que son profundizados, ya sea por el frecuente rechazo que
sufren de sus esposos o compañeros o, en muchos casos también, cuando
deciden denunciarlos, en los mismos procedimientos judiciales. Las dificultades
para reconocer y nombrar este tipo de victimización son una prolongación del
daño.
En los hombres
En el caso de los hombres, los relatos acerca de sus daños y pérdidas en el plano
emocional y psicológico nombraron continuamente su inestabilidad anímica,
depresiones recurrentes y situaciones de estrés por no poder hacer nada, no solo
en el campo productivo, sino también, por los efectos de la guerra en su vida
cotidiana.

Identificación de daños en los hombres. Los hombres de la Cuenca Zona Fría identificaron las trasformaciones que tuvieron a
razón del conflicto armado, muchas de ellas fueron asociadas con su labor como trabajadores del campo. Fuente: CNMH, Taller
de Memoria, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio 2014.

Durante la presencia y accionar de los grupos armados en Granada, el primer


impacto que tuvieron los hombres en sus vidas fue la limitación para moverse
libremente por el área rural y urbana del municipio por la vigilancia y los
señalamientos de los grupos armados:

…usted salía pongamos del municipio de Granada o para cualquier pueblo del
suroeste o aquí mismo en el oriente antioqueño, usted llegaba a un pueblo y ahí mismo
le caían — ¿Usted qué? ¿Usted qué viene a hacer? ¿Usted qué vino a hacer?— Ahí
mismo empezaban a investigar usted qué viene a hacer, si no iba a hacer una vuelta,
venga para acá, y ahí mismo lo quebraban a uno… (CNMH, Taller de Memoria, hombre,
Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).

Ellos aludieron a que, estar en medio de la guerra, ver familiares y vecinos morir
sin razón alguna, no poder salir tranquilos a trabajar o llevar a cabo sus
actividades cotidianas hizo que su estado de ánimo “se fuera al piso”, pero
además, se generara en muchos impotencia en tanto sentían que no cumplían su
papel de protectores y no eran capaces de resistir o enfrentar a quienes
detentaban las armas.

Tanta destrucción y abandono de los bienes, maltrato y humillación, eso es muy fuerte,
yo creo que se genera una situación que uno como hombre no es capaz de resistir, es
decir, uno como hombre cumple un papel protector del hogar, a uno le toca reaccionar,
proteger la familia, repeler agresiones y cosas y a vos te llegan este tipo de personajes
frente a los que vos no podés hacer nada, se te meten a la casa, a la cocina, vos estas
trabajando y se te meten a la casa, si fuera otro campesino lo saco a planazos, ¡respeta
hijuetantas y te vas de aquí!, pero con un sujeto armado de esos, el hombre queda
maniatado, vos no tenés posibilidad de repeler esa agresión que hay ahí, entonces ahí
hay un asunto de impotencia y de que ya no podés (CNMH, Taller de Memoria, hombre,
Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014).

Esta situación erosionaba la confianza en ellos mismos y produjo en los hombres


una profunda duda sobre sus capacidades de acción ante las situaciones vividas,
generando en algunas ocasiones estados depresivos que pusieron a prueba su
estabilidad personal y capacidad de afrontamiento “¿Y entonces qué pasa? que
llega la depresión que todavía nos acompaña, y nos deja como sin ganas de hacer
las cosas” (CNMH, hombre, Taller de Memoria, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de
julio de 2014).
Otro de los impactos mencionados está relacionado con los cambios en sus
relaciones de pareja. De manera casi unánime reconocieron que su vida de pareja
se vio fuertemente afectada, que las expresiones de cuidado y afecto, así como el
deseo sexual disminuyeron o desparecieron hasta generar en muchos casos
ruptura de la relación: “Nos dio mal genio por la guerra, a uno le agarra un estrés
que no le provoca hacer nada, como un desánimo, uno se encierra y no le provoca
hacer nada, hasta a veces se olvida uno de la mujer”, dijeron.
Pero además de los daños psicológicos, los relatos de los hombres de la zona
rural –especialmente– señalaron cómo por el conflicto y –las estrategias bélicas
implementadas por los actores armados– perdieron “el trabajadero”, este contexto
fue el culpable de acabar con sus espacios de trabajo y, posteriormente, de que
los campos quedaran vacíos, sin que nadie los trabajara.

Con amenazas, así no provocaba trabajar. No, es que nadie trabajaba así las fincas
estuvieran, así la gente estuviera en las fincas no las trabajaban de miedo (CNMH, Taller
de Memoria, hombre, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014).

Así entonces, el trabajadero además de ser un bien material, es un espacio que


funda relaciones sociales y que incide además en los procesos de construcción de
la identidad individual y social, en este caso de la población granadina, y
particularmente de los hombres. De hecho, algunos manifestaron que luego de
estar expuestos a los eventos que produjo el conflicto en Granada, en la ciudad se
les profundizó el sentimiento de impotencia y la sensación de amenaza que ya
traían:

Pérdida sicológica más que todo, un estrés ni el verraco, o sea, yo no perdí nada [ni]
familiares afortunadamente, pero sí me tocó irme para una ciudad donde no conocía nadie
a esperar lo que hicieran conmigo, esperar lo que hicieran conmigo. Perdí la confianza
porque usted se levanta en el pueblo y conoce todas las redes; pero usted llega a una
ciudad ciego, como que pierde uno la identidad, ya no hay campo para trabajar, ni dinero
pa´ pagar lo que es vivir allá [en la ciudad] (CNMH, Taller de Memoria, hombre, zona
urbana, 12 y 13 de junio de 2014).

En este caso, el impacto más fuerte para ellos, al llegar luego del desplazamiento
a entornos urbanos, estuvo en el marco de su desempeño laboral y el suministro
de recursos económicos para asumir los costos de supervivencia personal y
familiar. Esta vivencia señala una “conmoción” profunda en el rol históricamente
determinado en ellos de ser autoridad y proveedores económicos. Muchos de
ellos, asocian asuntos como el alcohol, la adicción a los juegos de azar o la
violencia intrafamiliar, con esta situación de impotencia y humillación que les dejan
los impactos del conflicto armado:

O sea que por el rol que adquiere la mujer en la ciudad es mucho más fácil para una
mujer ser ama de casa y hacer ejercicios domésticos y ese tipo de cosas que un pobre
analfabeta [se refiere a los hombres] poderse rebuscar el empleo, eso hacía que el
hombre quedara un inútil, el hombre que era el que aportaba en la casa era un inútil [en
la ciudad] entonces lo echaban y entonces a él le tocaba volver a arrancar pa´ la finca.
Además de la depresión que implicaba eso, muchos se reubicaban en el alcohol, el juego.
[Eso] cambió en las relaciones económicas, ya es la mujer la que trae el ingreso,
generando problemas emocionales en los hombres (CNMH, Taller de Memoria, hombre,
zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014).

Estas circunstancias, muestran cómo el hecho de “dejar de trabajar la tierra”, “de


labrarla”, genera en los hombres una ruptura con su identidad campesina y de su
actividad agrícola como su profesión que daba cuenta de unas destrezas y
habilidades propias, y que luego, al enfrentarse a otros entornos como el urbano,
estas capacidades quedan desdibujadas, suspendidas y los lleva a que además
de afrontar los impactos emocionales que ello produce, buscar otras prácticas de
subsistencia que en nada se compara con las anteriores.

4.8. A modo de conclusión


Se puede observar entonces que la guerra ha generado en la población y el
territorio granadino hondas heridas: en la economía local, en el territorio, en los
cuerpos, en las subjetividades, en las maneras de relacionarse, en los proyectos
de vida; en fin, en las maneras de ser y estar. La descripción realizada es una
demostración fehaciente de una verdad que pareciera de Perogrullo pero que es
necesario seguir reiterando: que las principales afectaciones del conflicto armado
las ha sufrido la población civil no combatiente. El conflicto armado cambió a
Granada para siempre.
Sin embargo, como hemos relatado, no todas estas heridas son las mismas para
todos y todas. El reconocimiento de estos impactos diferenciales es fundamental
para entender los retos de la reparación; la identificación de los mismos, es una
oportunidad para que en contextos de garantías de no repetición se procure hacer
procesos de acompañamiento, especialmente desde la institucionalidad pública,
que no estén determinados por planes de Gobierno coyunturales sino que
respondan a procesos a corto, mediano y largo plazo. Y también para entender
que muchos de ellos son daños irreparables, que dejaron heridas y cicatrices que
no se pueden sanar, pero que sí pueden ser nombrados sin miedo o vergüenza.
Como señala Fernández (1996, página 28), la frustración del proyecto de vida
genera consecuencias devastadoras: incide en el sentido mismo de la vida del ser
humano. Es la humanidad y no solo la población granadina la que ha quedado
herida.
5 Memorias de la dignidad:
acciones para sobrevivir, resistir
y sobreponerse a los impactos
de la guerra
Nos empezamos a organizar desde el mismo día de la primera de nuestras muertes,
desde el primer desplazamiento, la primera violación, y el primer desaparecido; desde la
última y la primera masacre, desde el primero y el último acto de terror. Nos daba miedo,
es verdad, solo nos mirábamos, porque no se podía comunicar, pero estábamos unidos.
Siempre estábamos unidos; y desde la debilidad de nuestros brazos vino después la
fortaleza de nuestros derechos; y en eterno compromiso con nuestras víctimas, la vereda
se moviliza, la región se moviliza, el país se moviliza, nuestro corazón se paraliza, nuestro
amor lo vitaliza, y caminando dibujamos el sendero de un nuevo país.

(Salón del Nunca Más, Granada, Antioquia).

¿Cómo es que ante semejantes niveles de violencias y coerción por parte de los
grupos armados esta población no sucumbió?, ¿Cómo hizo para sobrevivir?,
¿Cómo ha hecho para sobreponerse a la guerra y emprender un camino de
reconstrucción? Como plantea Wood (2010, página 105), el repertorio de
violencias da forma a procesos sociales específicos91 a través de los cuales las
sociedades responden, se adaptan o resisten a esas dinámicas de violencia. Esto
supone que hay, de hecho, una relación entre actores armados y población que

91 La autora analiza de manera específica: procesos de movilización política, de transformación de las


identidades y polarización, de militarización del gobierno local y de transformación de los roles de género (Wood,
2010).
varía de acuerdo con las mismas dinámicas del conflicto armado y que moldea
este tipo de respuestas. Sin embargo, no son pura reacción al hecho violento en
sí. Tal y como lo proponen García y otros (2014), estas respuestas se construyen
además desde la agencia, esto es, con los recursos con los que las localidades
cuentan echando mano del pasado, el presente y el futuro, de las memorias, los
contextos de oportunidad y la capacidad de innovar.
Desde los ejercicios de memoria realizados para este Informe, podemos afirmar
que las acciones colectivas de la población ancladas en estrechos lazos
comunales y un fuerte sentido de pertenencia al territorio, las respuestas de la
institucionalidad local a través del Comité Interinstitucional y la movilización de
las víctimas por el reconocimiento de sus derechos y su memoria permitieron
que Granada no solo no sucumbiera al efecto devastador de la guerra sino que
emprendiera, desde diferentes lugares y sentidos, el camino de la
reconstrucción. En efecto, antes del conflicto armado existían múltiples
organizaciones sociales y cívicas que tenían como principio vocacional
impulsar el desarrollo del municipio: pobladores, organizaciones comunales,
proyectos productivos, colonias, Iglesia e institucionalidad pública han
trabajado desde el alcance de sus posibilidades en generar condiciones de
desarrollo y mejorar las realidades de sus coterráneos. En épocas de guerra
estas organizaciones viraron sus objetivos, pasando de pensar en el desarrollo
del municipio a la reivindicación más básica y fundamental: el derecho a la vida.
Terminada la confrontación armada, la acción colectiva se orienta a las
demandas de reparación de las víctimas y del territorio.
Granada Territorio de Paz. Marcha de los granadinos el 9 de diciembre de 2000. Movilización incentivada por el Comité
Interinstitucional en contra de la incursión paramilitar el 3 de noviembre y la toma armada de las FARC el 6 y 7 de diciembre del
mismo año. Fuente: Archivo local de ASOVIDA. Fotografía: © Jesús Abad Colorado.

En este capítulo se da cuenta de este viraje. Como veremos, se trata de un


repertorio que cobija acciones que van desde el acomodamiento que, según lo
afirma María Teresa Utibe (2006), implica a su vez, una suerte de rechazo pasivo
o silencio hostil en contra de los diferentes órdenes armados; la colaboración
directa o indirecta a los grupos armados en confrontación, lo cual constituye no
solo una característica de las guerras civiles sino un recurso para la sobrevivencia
(Pécaut, 2015; Kalyvas, 2001); la movilización en contra de la guerra, por el
respeto de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario y a favor
de la reivindicación de la neutralidad de los civiles, articuladas casi siempre con el
escenario regional de paz impulsado desde la Asamblea Provincial del Oriente y el
Laboratorio de Paz en los que se buscó una salida negociada al conflicto amado;
hasta un conjunto de acciones de resistencia en la vida cotidiana basadas en lo
que Scott denomina “infrapolítica”, esto es, “formas de resistencia muy discretas
que recurren a formas indirectas de expresión” (2000, página 44) que en este
caso, comprenden acciones más sutiles e individuales como la confrontación, el
reclamo, la desobediencia; o acciones de solidaridad y asistencia humanitaria
desplegadas tanto por pobladores como por instituciones. Finalmente, un conjunto
de acciones que apuntan a la reconstrucción y la reparación colectiva del territorio
que igualmente acuden al tejido social existente.
5.1. Acción colectiva y participación ciudadana antes
de la guerra
Para entender la capacidad de agencia de la población granadina es preciso
reconocer la dinámica social antes del conflicto armado. Desde comienzos de la
década de los ochenta, Granada contaba con un conjunto de organizaciones
sociales que, aunque atendían a diversas composiciones sociales, buscaban un
mismo fin: impulsar el desarrollo del municipio a través de obras de infraestructura,
mejoramiento de servicio públicos, especialmente dotación de acueducto y
alcantarillado o implementación de proyectos agrícolas productivos.

Movilización y protesta social


Dos eventos aparecen como hitos en la historia de la movilización social en
Granada antes de la guerra: la protesta contra las hidroeléctricas y la movilización
para la destitución de un alcalde.
La construcción de cinco centrales hidroeléctricas requirió la inundación de
importantes extensiones de tierras, que según afirman sus pobladores, eran
altamente productivas, generando entonces el desplazamiento de la población,
alteraciones climáticas y cambios en las dinámicas productivas (Quintero, 2007).
Granada, sin ser el epicentro de este megaproyecto, tuvo impactos con la
construcción de la hidroeléctrica Calderas operada por ISAGÉN en la zona baja
del municipio en límites con San Carlos. Las aguas del río Tafetanes fueron
desviadas para alimentar la corriente del río Calderas y represarlas en el embalse
que lleva su nombre. Los territorios altamente productivos fueron fuertemente
golpeados, no solo por la pérdida de aguas del río Tafetanes, sino por la
inundación de tierras en veredas como Los Medios, en la cual, la quebrada que
lleva su nombre sirvió de canal para conducir las aguas del río Tafetanes al río
Calderas.
La población del oriente se organizó en contra de aquel proyecto, demandando
indemnizaciones a las empresas por los perjuicios generados en sus territorios. En
Granada, los habitantes de base campesina esencialmente, bloquearon las vías
impidiendo el paso de los vehículos de las empresas constructoras logrando
concertar con las empresas de las hidroeléctricas el pago de las franjas de tierras
ocupadas y proyectos de impacto social como una escuela y canchas deportivas
(INER, 1990). Estos acuerdos fueron incumplidos; en cambio, el cobro de
valorización a sus predios y la alta facturación del servicio de energía sí se
hicieron efectivos.
Esta respuesta generó una fuerza política en la región y la configuración de un
Movimiento Cívico regional que congregaba campesinos, comerciantes,
estudiantes y maestros y la emergencia de líderes como Ramón Emilio Arcila de
Marinilla, Froilán Díaz de la Unión, William Conrado de San Carlos, quienes fueron
más tarde asesinados. En el caso de Granada, se recuerda a José Aroldo Arcila
Echeverry92, como uno de los principales líderes locales que participó en el paro
cívico de 1984 en contra de la Electrificadora de Antioquia, él fue el coordinador
del Comité Cívico en el municipio.

En el 83 en el oriente hubo un paro cívico, todas esas situaciones iban creando cosas.
Ya eran tres paros especialmente contra la Electrificadora de Antioquia y ese paro cívico
fue muy importante en Granada porque, política y socialmente, logró mover a toda la
sociedad. A la larga eso era un paro cívico realmente, no como los de ahora, eran creados
por la gente y hechos por la misma gente. En esa época había una pelea con lo que se
llamaba el Circuito Eléctrico del Oriente y estaban contra las tarifas de energía, eso fue
importante porque logró mover a todo el oriente (CNMH, hombre, funcionario de la
alcaldía, entrevista, 14 de agosto de 2014).

Las condiciones estructurales de la población en el oriente antioqueño habían


cambiado, la movilización social de la población evidenció una postura política en
los pobladores de la región y la organización de formas de movilización ciudadana
con base campesina y obrera en las que Granada hizo parte de este movimiento.

92 Para una referencia más profunda de José Aroldo Arcila Echeverry, líder del municipio ver
http://www.desdegranada.com/index.php?option=com_content&view=article&id=923:un-hombre-una-
epoca-a-la-memoria-del-doctor-arnoldo&catid=46:noticia-principal&Itemid=1
De otro lado, se recuerda el paro cívico de 1993 con el que se pidió la renuncia del
alcalde Ángel Guillermo Gómez Duque, el tercer alcalde elegido por voto popular. La
gestión pública del alcalde fue centro de cuestionamientos sociales ya que se le
consideraba corrupto y amplios sectores de la población estaban en desacuerdo con
su función; por ello, mediante un trabajo político y de control fiscal realizado por los
funcionarios locales y divulgado a través del periódico local Amanecer Granadino, la
población alimentó el descontento frente a la labor administrativa del funcionario y se
movilizó frente a ello. Fue así que el 16 de septiembre de 1993 se reunieron en la
plaza principal cerca de dos mil personas, las cuales además paralizaron la vía que
de Granada conduce a San Carlos, con la exigencia de la renuncia inmediata del
alcalde. Frente a la presión popular el alcalde presentó su renuncia y el entonces
gobernador de Antioquia, Ramiro Valencia Cossio nombró como encargado a
Humberto Giraldo Muñoz, quien también debió salir antes de finalizar el periodo, en
octubre de 1994, acusado de corrupción.

Juntas de Acción Comunal y participación campesina


Las Juntas de Acción Comunal fueron la mejor expresión de compromiso de la
población campesina con sus veredas y el espacio expedito para la formación de
liderazgos comunitarios. Esa fuerza viva que representaban los campesinos y sus
líderes posibilitaron la organización de una asociación que aglutina esas Juntas de
Acción Comunal y permite una coordinación entre ellas para la ejecución de
mayores y mejores iniciativas sociales. La ASOCOMUNAL (Asociación Municipal
de Juntas de Acción Comunal), constituida desde 1979, propició espacios de
acción social no solo con influencia en las veredas, sino en el municipio. Estas
constituían la principal fuerza social organizada del municipio.
Los convites eran y aún continúan siendo una actividad característica de las
Juntas de Acción Comunal, en torno a la cual se congrega a los vecinos para
actividades de bien común como el mejoramiento de una vía, pintar o reparar la
escuela, el acueducto veredal, incluso arreglos en la casa de algún vecino. Esta
acción hace parte importante de la memoria colectiva y del tejido social
granadino:
Recuerdo que en El Vergel se decidió reconstruir la escuela, porque era muy viejita,
entonces todo el mundo se comprometió, fuera o no de la junta, a subir el material,
entonces uno veía esa parte de que no solo era la situación familiar sino que era mirar más allá
de lo familiar. Es un aprendizaje muy bueno, porque eso no tiene una retribución
económica sino que uno ve que la gente está feliz (CNMH, mujer, funcionaria de la
alcaldía, entrevista, 5 de junio de 2014) [subrayado nuestro].

A través del convite se impulsaban obras no solo locales sino de trascendencia


para la región como la carretera a San Carlos, una vía a la cual las instituciones
poco cuidado prestaron y los campesinos, mediante el trabajo organizado y la
donación de jornales, sacaron adelante a través del trabajo comunitario con la
donación total de 1000 jornales y, por parte de los ganaderos, de las franjas
requeridas para la construcción de la carretera.
Para finales de la década de los noventa en cada una de las veredas del municipio
existía una Junta de Acción Comunal que en total sumaba 2.620 afiliados (Alcaldía de
Granada, 2000). Estas juntas tenían una organización en función de unos objetivos
específicos, para ello, se constituían de acuerdo con unos comités de trabajo tales
como educación, salud, obras públicas, vivienda y cultura en los que organizaban
actividades lúdicas, además, algunas de ellas tenían tienda comunal e, incluso, una
caseta comunitaria que les permitía almacenar sus insumos agropecuarios. Como
vimos en el capítulo anterior, gran parte de este capital fue destruido por la guerra, no
obstante, hoy siguen siendo casi el único referente organizativo en las veredas y un eje
central en la reconstrucción en los procesos de retorno.

Cooperativismo y economía solidaria


El municipio de Granada se caracteriza por una importante historia de
cooperativismo que es referente identitario para la comunidad granadina. La
historia del cooperativismo en Granada se remonta a 1963 cuando se funda la
Cooperativa San Pío X que más tarde tomará el nombre de Coogranada. A partir
de allí, se empieza a expandir no solo en sedes, sino en apoyo social a la
comunidad granadina. Más tarde en 1993, se suma a la idea de cooperativismo
Creafam, impulsada por un grupo de mujeres que buscaban crear un espacio de
recreación en el municipio secundado por la idea de una cooperativa. Y
finalmente, bajo la iniciativa de estas dos cooperativas se crea una tercera dirigida
a una población menor, buscando impulsar aquellos valores de ahorro y
cooperativismo en niños y jóvenes; Coingra surge así en 200293.
Con más de medio siglo de presencia institucional en el municipio, las
cooperativas son identificadas como actores centrales en su desarrollo y, a su vez,
como entidades de identificación de los granadinos en el país. A pesar de que las
condiciones de violencia afectaron también su funcionamiento e, incluso, llevó al
cierre de la sede de la cooperativa Coogranada en el corregimiento de Santa Ana
por falta de condiciones de seguridad y por el éxodo masivo de su población, su
oferta se dirigió a los paisanos que se habían desplazado y habían encontrado
punto de encuentro en otros lugares del país94. Pero, como veremos, a pesar de
las restricciones para el ahorro y la generación de ingresos, las cooperativas
jugaron un papel fundamental en el acompañamiento durante y después del
conflicto. De ahí que, para la población de Granada, ellas hagan parte del capital
social con el que contó la localidad para sortear la debacle: “el tema del
cooperativismo en Granada fue fundamental para que Granada no se hundiera en
el olvido”, dice una mujer al respecto (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Zona Fría,
27 y 28 de junio de 2014).
Además del cooperativismo, también se ha contado con organizaciones que,
desde lo local y veredal le han apostado desde antes, o como respuesta a la
guerra, a la sostenibilidad económica y al fortalecimiento del tejido social,
proyectos agrícolas facilitados en gran medida por las asociaciones agrarias y
las redes de comercialización a pequeña escala que se han desarrollado en el
municipio (Cardona y Grisales, 2011). Una de ellas es ASOPROA (Asociación
de Campesinos y Productores de Oriente Antioqueño), una organización que,
como dicen, “nace en medio de la guerra”, como respuesta al desplazamiento

93 Ver http://coogranada.com/sitio/; http://www.creafam.com.co/. Fecha de consulta: 18 de abril de 2016.


94 Las sedes de Cali, Barranquilla y Bogotá se suman a la existente en la ciudad de Medellín. Sobre la historia
de Coogranada ver: http://coogranada.coop/coogranada/nuestra-historia
masivo y al confinamiento y con la que se buscaba “fortalecer a la comunidad
campesina; potenciar el liderazgo y la participación de los distintos asociados en
procesos y movimientos sociales del oriente; establecer y desarrollar programas
de capacitación para elevar el nivel organizacional y político de la población
beneficiaria” (PNUD, 2010).
Impulsada en el oriente antioqueño y en Granada, particularmente en las veredas
La Gaviota, La Linda, El Morro, San Francisco, Las Palmas, La Quiebra, La
Aguada, Calderas, Los Medios y el corregimiento de Santa Ana, ASOPROA se
fundamenta en la producción y comercialización de alimentos y productos
agropecuarios. Para esta organización, la guerra se convirtió en una oportunidad
de acoger y congregar un grupo de campesinos en torno al desarrollo rural, lo que
a su vez permitió la protección de los pobladores y de sus territorios (PNUD,
2010).
En el momento en que inició el retorno de los pobladores a sus veredas, muchos
de ellos sin acompañamiento institucional, empezaron a buscar por sí mismos
nuevas formas de producción y de levantar nuevamente sus parcelas, cultivos que
fueran productivos y les permitiera el autosostenimiento 95. Lo que interesa resaltar
en este punto es cómo estos proyectos productivos además del tema de
sostenibilidad económica, representaron y representan aún hoy, una posibilidad de
hacer frente a los daños producidos por la guerra, a la economía, al tejido social y
a la dignidad en una de sus acepciones: la posibilidad de valerse por sí mismo.
Como dice un hombre líder al respecto, sin estos soportes “Granada no estaría
contando la historia” (CNMH, Taller de Memoria, hombre, casco urbano, 12 y 13
de junio de 2014).

95Uno de estos proyectos que surgió como nueva alternativa de producción en el municipio fue el del cultivo
de mora. Un proyecto apoyado por el Banco Agrario mediante créditos de $5.700.000 pesos, los cuales son
administrados por la Corporación Granada Siempre Nuestra logrando maximizar las ganancias mediante la
comercialización y la capacitación “En este momento se está desarrollando el componente de capacitación
empresarial con la idea de soltarlos y que se concienticen que tienen que trabajar como empresa porque ya
se están moviendo 45 millones quincenales” (El Colombiano, 5 diciembre de 2008, página 7B).
5.2. Acciones para sobrevivir y resistir a la guerra
En contextos de confrontación armada, a medida que esta se acentúa y hay más
competencia entre los actores por el control de la población y el territorio,
salvaguardar la vida, sobrevivir, se convierte en la prioridad individual esencial
(Kalyvas, 2001, página 9). En función de este propósito se transforman las
relaciones con los mismos grupos armados (por ejemplo, el respaldo hacia unos u
otros), con los paisanos (la desconfianza o la delación) y, consigo mismo
(aislamiento y silencio) como forma de protección. Pero, al mismo tiempo, es el
sentido de sobrevivencia el que motiva acciones colectivas que pretenden, por el
contrario, generar confianzas, vencer el aislamiento, el silencio y el sentido de
pertenencia a una comunidad. Ya no se trata solo de subsistir sino de formas
sutiles de resistencia. Veamos:

5.2.1. Estar juntos… “para no dejarse morir de miedo y de soledad”


Las incursiones y hostigamientos en el casco urbano fueron algunas de las
acciones que más desataban el miedo colectivo en la comunidad. Ante la
imprevisibilidad de estos hechos, los pobladores desarrollaron estrategias de
huida y resguardo para responder ante los eventuales ataques armados,
mecanismos de emergencia con códigos y rutas de salida utilizados para
salvaguardar la vida y protegerse colectivamente.

En el barrio donde vivíamos teníamos las llaves de una casa que era un sótano, aquí
las casas se construyen en el subsuelo, suelo y arriba, por eso fue que se cayeron tantas
casas, el territorio es pequeño pero esa es la construcción. Entonces esa casa tenía
sótano y nosotros sabíamos que se iban a entrar la guerrilla o los paramilitares y todos
corríamos con colchonetas, termos con agua panela, paquetes con galletas Saltinas y
todos nos metíamos por un solar, todos nos sabíamos el camino, hágase de cuenta un
gheto como en la Segunda Guerra Mundial, estábamos ahí y hasta que pasaba el
hostigamiento no nos volvíamos a mover de ahí. Eran las trincheras, para uno
tranquilizarse, uno veía a los vecinos asustados, con sus niños, pero otro les decía “esto
va a pasar” (CNMH, Grupo Focal Educadores, mujer, 26 de septiembre de 2014).
Como lo señala el testimonio, se trataba de una especie de refugios en medio de
la guerra, en los que el miedo y la zozobra se tramitaban justamente estando
juntos.
Además de estos recursos usados en situaciones extremas, cotidianamente lo que
se buscaba eran muchas maneras y motivos para el encuentro: “Nos reuníamos,
conversábamos, compartíamos, celebrábamos los cumpleaños, teníamos que
buscar algo para entretenernos un poquitito y dejar de vivir el dolor” (CNMH, Taller
de Memoria Medellín, mujer, 7 de septiembre 2014). No obstante, los momentos y
escenas de dolor eran frecuentes y allí, de nuevo, el estar juntos, fue la fuerza que
encontraron para tramitar los momentos más duros, como aquel noviembre del
2000 en el que, en una incursión paramilitar, fueron asesinadas 19 personas. El
velorio y entierro colectivo es recordado hoy como un momento emblemático de lo
que significa estar juntos en el dolor: “Eso lloró todo mundo, muy triste y muy bonito,
los poquitos que nos quedamos no nos quedamos en la casa, fuimos a esos entierros
colectivos y a esa misa, y sacamos fuerzas pa´ venir” [Resaltado nuestro]. (CNMH,
Taller de Memoria, hombre, zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014). No quedarse
en la casa, salir a estar con los vivos y los muertos era, en estas circunstancias, un
profundo acto no solo de solidaridad sino de resistencia, contra el confinamiento que
ocasiona el miedo.
Entre el 2002 y el 2004, cuando los paramilitares tenían el control del casco
urbano, Granada se convirtió, después de las cinco o seis de la tarde, en un
pueblo fantasma. La calle y los espacios de encuentro fueron férreamente
controlados y la gente se vio explícitamente conminada al encierro. Por ello, con la
intención de arrebatar este espacio a los guerreros y generar otros referentes de
sociabilidad, diversas entidades gubernamentales y el Comité Interinstitucional
fomentaron los espacios de encuentro nocturno con las llamadas Lunadas:

Desde lo social se hicieron cosas que ahora es común verlas, en ese entonces no, las
llamábamos las lunadas y era encontrarnos en una casa, en un espacio amplio muchas
personas a hablar o a ver una película, lo que se conoce ahora como pijamadas, con los
psicólogos hacíamos unos trabajos grupales, y hasta de amanecernos una noche todos
juntos viendo una película o haciendo actividades, tratando de rescatar la importancia de
la noche y cogernos confianza en ese espacio, en esas horas, hacíamos ejercicios lúdicos
(CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19 de septiembre de 2014).

Lo que comenzó siendo una iniciativa puntual, algunos dicen inspirada en el


Festival de la Luna Verde de San Andrés, se convirtió en una potente estrategia
para resistir y contrarrestar los efectos de la guerra en la vida privada y pública. El
Comité Interinstitucional promovió y convocó a toda la población a estos espacios,
se hicieron “lunadas” en los colegios y en los barrios y la iglesia contribuyó
también con la promoción de canelazos o chocolatadas con las que buscaba
igualmente que la población volviera a salir y realizar los encuentros comunales
tanto en la zona urbana como en las veredas, como lo recuerda este sacerdote:

Por decir algo, decíamos, bueno, vamos a hacer programas culturales por sectores,
que en Asunción, que en San José, para que la gente volviera a recuperar digamos la
salida nocturna (…) el consejo de pastoral desde el sacerdote era el que convocaba para
esas cosa, entonces hacíamos locuras en los barrios. Una vez, en el Carmelo, invitamos
para que vieran jugar futbol al padre, para que vieran a los médicos jugar fútbol o
disfrazarse, o sea, es otra dinámica como desde la cultura, desde la fe, las salidas, las
misas allí, es como otro componente digamos que se puede mencionar acá como
institucionalidad para recuperar la confianza y la esperanza (CNMH, Grupo Focal Comité
Interinstitucional, hombre, 8 de noviembre de 2014).

Estas iniciativas permitieron poco a poco que, las personas que quedaban,
volvieran a salir a la calle, recuperar la noche, estar juntas, esto es, contrarrestar
una de las armas más poderosas de la guerra: el miedo y el encierro.

5.2.2. Vencer el miedo y confrontarlo


Aunque la relación hacia los actores armados supuso por lo general una actitud
pasiva o sumisa, en el transcurso de esta investigación se recogieron un conjunto
de relatos que permiten reconocer que, en muchos casos, las personas
encontraron pequeños resquicios para resistir, oponerse e, incluso, subvertir el
orden impuesto. Además, estos episodios sirven para resaltar una suerte de
heroicidad que le permite a la población sentir que, a pesar del dolor y el
sufrimiento, nunca fue totalmente doblegada. Es lo que resalta este campesino
cuando en un Taller de Memoria resaltaba como un momento memorable el día
que fue no solo fue capaz de confrontar a un jefe guerrillero sino hacerle cambiar
de opinión:

Yo salía de la finca a la carretera a poner el agua, porque el agua de nosotros sale de


un nacimiento y ya me devolví, y ahí mismo me pararon, el comandante me dijo: —Oiga,
¿usted qué?—, nada, yo voy para la casa, para la finca; — ¿Qué estaba haciendo por allá?—,
¡ah! yo estaba poniendo el agua. —venga que tenemos que conversar —me dijo el
comandante- vea, es que ustedes nos tienen que colaborar—, yo le dije: ¿en qué sentido
quiere que nosotros los campesinos le colaboremos?, entonces me dijo: “en esto y en esto
y en esto”, yo le dije: “bueno, a la mano de Dios me voy a resolver a decirle tres cositas a ustedes
y a los que sean: primero, en este momento yo me los llevo a ustedes ocho para la casa y
allá pueden dormir y si hay agua panela o panela se hace agua panela y todos tomamos,
bueno, usted llega mañana allá a la finca, ustedes duermen allá lo que sea y ya al otro
día se salen y se desplazan para donde van, ya al otro día, llegan pongamos los otros -
de los mismos de ustedes, que se pueden torcer- “ah sí, este señor nos dio comida ayer o
antier”; en la vida habemos muchos torcidos que somos muy débiles y ya se pasan para
el otro lado, se pasaban de los unos a los otros, y ya ¿qué pasa?: “Ah sí, en esta finca, este
señor me dio comida, hay que matarlo por colaborador.” Entonces yo le dije: vea, a mí la comida
me la dan los hijos, yo económicamente no tengo con qué colaborarles y si por eso me tengo
que ir de la finca, me voy, pero yo no tengo absolutamente con que colaborarles, ni
económicamente, ni de ninguna manera, yo no puedo colaborarle, porque para esa gracia
si a mí me hubiera gustado esa carrera hacia muchos años yo estaba en esas filas —así
les dije-, (…) ¿Entonces quién tiene la razón?, ¿ustedes o yo tengo la razón? uno por
reclamar un derecho tampoco lo pueden ir matando así porque uno reclama sus derechos
¿no?; reclama uno sus derechos en buena forma, con educación y eso. Entonces se
quedó mirándome de arriba abajo y me dijo: —Hombre Cucho, usted tiene la razón—
(CNMH, Taller de Memoria, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014). [Resaltado es
nuestro].

Para la población que ha vivido en contextos como el de Granada, es claro que


con la guerra el sentido de la colaboración se distorsionó, no se trataba de una
decisión voluntaria la de contribuir sino del cumplimiento de una orden, de ahí el
valor de haber sido capaz de controvertirles. El otro tema importante es el de
quienes fueron informantes: torcidos que se pasan para el otro lado. Como se explicó
en capítulos anteriores la promoción de la deserción y la incorporación a las filas
del bando contrario (especialmente de guerrilla a paramilitares) fue una de las
estrategias más devastadoras en la dinámica de la guerra; si a esto se suma que
muchos de estos eran personas oriundas del mismo pueblo, se entiende la
magnitud del desastre. Evidenciar esto ante los propios actores significaba
cuestionar su autoridad moral y su presunta rectitud.
De otro lado, también fue evidente para la población que en esta confrontación
ellos son quienes llevan la peor parte; según sus relatos, los diferentes grupos
cometieron atrocidades y desmanes en contra de la población civil justificando sus
muertes como actos de guerra; por eso para algunos, esos momentos en que
pudieron confrontar y fueron escuchados, es muestra fehaciente de la fuerza y el
valor que, a pesar de todo, podían tener:

Cuando estaban matando tanta gente en los Medios, me tocó ir con otras personas y
[les] hicimos un llamado y fuimos a poner la queja al comandante, me tocó hablar con ellos y
les dije ‘eso no es así’ porque mataron un tipo ahí en los Medios, un tipo que no era ladrón,
era trabajador, lo mataron ahí ‘guevonamente´, le quitaron el reloj, le sacaron la plata y
[le dije] ‘nosotros los campesinos no estamos de acuerdo con eso’, nos aventamos
resueltos a que nos dieran también. Les dijimos que no estábamos de acuerdo con la muerte
de gente así y que la organización de las FARC quién era, que mataban un tipo así que
porque era paraco, ladrón, o sapo y lo despojaban de las pertenencias teniendo familia,
que no lo veíamos viable porque habían matado ese señor delante de una niña de 14
años, que eso no era justo, les dijimos clarito. Creímos que nos iban a matar por eso y
no. Ellos nos dijeron: “nos satisface que ustedes estén denunciando ante nosotros eso,
que no les dé miedo de nosotros, nosotros tenemos mala fama de que somos muy
drásticos pero eso no es así, esos señores que están haciendo eso, esos señores los
vamos a recoger y les vamos a poner una sanción” (CNMH, hombre, habitante de vereda
del municipio, entrevista, 4 de septiembre de 2014) [Resaltado nuestro].

Otras narrativas resaltan episodios en los que buscaron directamente a los grupos
armados y exigieron la entrega de familiares o vecinos retenidos, muchas veces
poniendo en riesgo su vida. Por esta acción, dicen, pudieron evitar que asesinatos
o reclutamientos pudieran llevarse a cabo y muchas vidas se salvaran. Fue esto lo
que sucedió en Santa Ana cuando un domingo en el que se celebraba el día de
las madres, hombres civiles armados que se transportaban en un bus escalera
entraron disparando y reteniendo algunos pobladores. Este hecho se conoce
como la primera incursión paramilitar en Santa Ana y como el acto de resistencia y
confrontación más relevante en la historia colectiva de esta población. En este
caso fue la acción del sacerdote la que impidió lo que algunos piensan hubiera
podido ser una gran tragedia:

Un domingo 9 de mayo estaban todas las personas centradas en la celebración del


día de las madres, todas las mamás después de celebrar la eucaristía en homenaje,
estaban reunidas en la casa cural recibiendo el agasajo por parte del párroco y los papás
con los hijos y demás pobladores se encontraban afuera. De repente, se siente unas
ráfagas, instantáneamente se ve el carro [escalera] que hacía la línea el sábado, pero
“ese día no era de transporte público” [pensamos]. No se entiende nada, se pierde el
control, el desespero y la intranquilidad se apodera de las mamás pensando en sus hijos
y esposos, se sienten muchas ráfagas, fueron escasos 30 minutos de angustia, se
imaginaba allá afuera muchas cosas. En esas el párroco sale afuera y encuentra que en
el carro han subido muchas personas, él se arma de valor, se enfrenta a estos personajes
y defiende a sus fieles, argumentando que no tenían por qué hacerles daño, fue así como
no permitió que se llevaran a nadie. Ese día solo perecieron dos hombres que se
encontraban en el carro, los habían recogido en el cementerio, estaban limpiando la lápida
de la mamá, esa tarde había eucaristía por las madres muertas y estaban allí esperando
por ella, el padre no se dio cuenta y por eso no les pudo salvar la vida, a pesar de sentir
que afuera había una catástrofe ninguna otra persona perdió la vida. Para la comunidad
eran los paracos, años más tarde los miembros del Ejército se reían recordando la historia
y decían que habían sido ellos (CNMH, Taller de Memoria, mujer, Cuenca de Santa Ana,
19 y 20 de julio de 2014).

Así, aunque la población granadina permaneció bajo el influjo de uno o más


actores armados por un espacio prolongado de tiempo, en su biografías
individuales y colectivas sobresalen, justo por lo hegemónico y absoluto que
parecía ser este dominio, aquellos gestos que, por pequeños que parecieran, eran
la muestra de que aún tenían un margen de maniobra para decidir y actuar, no
solo para salvar sus vidas sino sobre todo su dignidad.

5.2.3. “Aquí nos quedamos”


Si bien el desplazamiento fue una realidad apabullante y, en muchos casos, como
hemos dicho, debe interpretarse como un recurso –el último quizás– empleado
para la protección de la vida, también hubo familias y personas que resistieron a
marcharse. El que no tuviesen un lugar a donde ir, familiares desaparecidos que
optaban por esperar y, de manera especial, un enorme apego al territorio y su
comunidad, son algunas de las razones que se aducen para explicar esta
resistencia.
Quedarse, aún en las precarias condiciones de subsistencia y de seguridad, fue
una manera de resistir al poder de los armados y reivindicar su derecho al
territorio. En algunos casos esta fue una decisión promovida por líderes
reconocidos, quienes sabían muy bien que, si ellos se iban, la comunidad salía
después, porque era una señal de alarma y un mensaje implícito de “hasta aquí
llegamos”. En el caso de la vereda Las Vegas por ejemplo, quien fuera el maestro
y presidente de la JAC reconoce que, “cuando eso estaba tan horrible no me fui
porque pensaba que si me iba ahí mismo la otra gente se iba también”. Esto hizo
que, al menos 14 familias, decidieran quedarse en el territorio.
La decisión de permanecer en el municipio implicó vivir en medio de la adversidad.
Las condiciones económicas para gran parte de la población habían empeorado;
la agricultura ya no era el bastión en la economía del municipio, el comercio había
decaído y las ventas diarias no representaban el ingreso necesario para sobrevivir
o mantener el funcionamiento. Aun así varios comerciantes se negaron a cerrar
sus negocios, una acción que es vista hoy por ellos mismos y por sus vecinos
como un acto de resistencia con un enorme significado simbólico para la
población:

Yo nunca cerré las puertas a mi negocio, así no vendiera nada. Eh pero le doy gracias
al Señor que esta resistencia y este, ¿cómo es que se dice?, este como el estar ahí, el
estar ahí me dio muy buenos resultados porque hoy por hoy, mejor dicho estoy muy bien,
estoy muy bien pues ya tengo mi negocio muy bien. Haber pasado esos tiempos tan duros
que nos tocó, la mejor solución fue esta que seguimos en la constancia, en la constancia,
en la constancia (CNMH, Taller de Memoria, mujer, zona urbana, 12 y 13 de junio de
2014).

Otro caso ejemplar de resistencia fue el de la vereda La Cascada. En 2000 las


FARC conminaron a sus habitantes a ingresar a sus filas. De manera colectiva
decidieron permanecer en el territorio exigiendo respeto por su neutralidad, de lo
contrario, todos abandonarían su vereda. Las FARC, que no esperaban esta
respuesta y a quien no convenía estratégicamente estar sin población, aceptó la
decisión de la comunidad. Y aunque la presión de este y los demás grupos
armados no desapareció, los pobladores de La Cascada pudieron permanecer en
el territorio. La fortaleza y la protección que significa estar juntos y tomar
decisiones en colectivo fue en este caso la clave de la resistencia.
Este proceso de la vereda La Cascada fue reconocido por las instancias
municipales y regionales, apoyando a sus pobladores en la implementación de
un proyecto productivo comunitario. Es así como en el 2002 surge la Asociación
de Paneleros el Tesoro Comunitario con la participación de 22 familias en la
producción de panela. Esta asociación busca la sustentabilidad económica de las
familias que participan en él y un alto nivel de producción panelera por medio de
la utilización de nuevas herramientas de trabajo que vayan en beneficio de su
labor (PNUD, 2010). Además del impacto en la economía local, el uso de nuevas
tecnologías, el aliciente para el trabajo colectivo y el reconocimiento de la labor
que realizan las mujeres, este proyecto representa para Granada, la muestra de
la fortaleza que, tuvo la población en un momento y en unas condiciones difíciles
para resistir al mandato de los grupos armados.
Profesoras y profesores fueron otro apoyo importante para permanecer en el
territorio. Aunque el desplazamiento masivo condicionó el cierre de gran cantidad
de instituciones educativas, las pocas que quedaron contaron con la presencia de
educadores que se resistieron a salir de los territorios; así lo manifiesta una
maestra: “Yo les decía mientras no [se metan ] conmigo yo aguanto y los
acompaño porque a uno le da pesar de los muchachos ir despidiendo maestros y
compañeros de estudio, se empieza a sentir una soledad en el aula de clase
bastante fuerte (CNMH, mujer, Grupo Focal Educación, 26 de septiembre de
2014).
Son múltiples los relatos de maestros y maestras que desplegaron un conjunto de
acciones para proteger a sus estudiantes y evitar la huida: desde encerrarles en el
salón de clase hasta que menguaban los hostigamientos, llevar uno por uno hasta
sus casas después de la clase para protegerles, poner música y hacer actividades
recreativas para centrar su atención en un registro distinto al de la guerra hasta
borrar del carné estudiantil un apellido que se consideraba “peligroso”, como
cuenta esta maestra:

Vea les cuento como anécdota: hubo hasta que cambiarle el apellido (en al carné) a
varios estudiantes por tener el apellido Marulanda porque los maltrataban que porque
eran “Marulandas”, imagínese usted, ¿qué tenían que hacer? negociar con los padres de
familia para que me dejaran ponerle en su carné los apellidos solo de la mamá porque si
aparecían con el apellido Marulanda no se podía (…) Porque Marulanda era significativo,
ustedes saben que la cabeza de la guerrilla era Marulanda y aquí dentro del municipio
había de apellido Marulanda que también pertenecían a la guerrilla y que otro que
pertenecía a las AUC también (…) entonces ¿qué hacían las niñas?, venían llorando a
buscarlo a uno, mire lo que me pasó, mire lo que me dijeron, que soy guerrillera porque
soy Marulanda, entonces uno dice Dios, ¿entonces aquí, qué hacer?, mi Dios que lo
ilumina a uno, yo la verdad ¿qué iba a hacer?, entonces hacerle el carné con los apellidos
de la mamá, ¿qué más iba a hacer? (CNMH, mujer, Grupo Focal Comité Interinstitucional,
8 de noviembre de 2014).

Como vimos en un capítulo anterior el asesinato de familias enteras por portar uno
u otro apellido fue una práctica empleada especialmente por paramilitares y
Ejército como parte de la estrategia para debilitar las bases guerrilleras 96. Así que
distorsionar o al menos esconder este dato de la identidad fue para esta maestra
un recurso para proteger y evitar la deserción definitiva de la escuela. Al tiempo,
cumplieron una labor de apoyo y consejería a sus estudiantes, presionados

96 Sobre este punto, ver el numeral 3.2.1. del capítulo 3.


fuertemente por el reclutamiento, el asesinato y la decisión de las familias de
desplazarse. Así aunque la guerra impuso unas dinámicas, los maestros y
maestras procuraban de subvertirlas. La escuela y sus docentes, como otras
instituciones, intentaron a toda costa disputarles los espacios sociales sometidos
al control de los actores armados.
Finalmente, también el personal médico y las entidades prestadoras de salud
resistieron a marcharse y a dejar de prestar el servicio a la población. A pesar de
que, como se ha dicho, no hubo respeto por la misión médica y continuamente
tuvieron que trabajar en medio de los retenes de los grupos armados, las
presiones, amenazas e, incluso, el señalamiento y la fiscalización de las personas
que atendían, ellos permanecieron en los territorios. Los relatos de la población
destacan de manera especial la importancia de haber podido contar con servicios
de ambulancia aun en las épocas más duras del conflicto armado y aun cuando
esto puso en muchas ocasiones en riesgo la vida de su conductor.
Resistir al conflicto y permanecer en el territorio fue pues una acción de voluntad y
solidaridad, también de valentía y compromiso que compartieron pobladores,
instituciones, las escuelas y la red hospitalaria. Por esta razón, por la importancia de
haberse quedado, pero también por los vejámenes que sufrieron al hacerlo, hoy
reclaman no solo reconocimiento sino acciones de reparación.

5.3. Denuncia y movilización contra la guerra


Además de quedarse en el territorio, la población granadina realizó un conjunto de
acciones encaminadas a confrontar, denunciar o intentar detener incluso las
acciones de los armados. Se trata de una resistencia explícita a la guerra
fuertemente vinculada a las expresiones regionales que abogaban por la
humanización de la guerra, el respeto a la neutralidad de la población civil y la
negociación del conflicto armado.

5.3.1. La voz incesante del Comité Interinstitucional


Quizá el escenario de acción institucional más importante de Granada, vital en los
tiempos de mayor conflicto, fue el Comité Interinstitucional. Nació en 1985 ante la
necesidad de articular esfuerzos institucionales para solucionar problemáticas
sociales del municipio, pero cobró especial relevancia a la hora de tomar
decisiones y actuar frente a situaciones coyunturales asociadas con el conflicto
armado, tanto en la zona urbana como en la zona rural de Granada. Allí confluyen
diversidad de instituciones, tanto estatales del nivel local, como la Alcaldía
municipal y sus secretarías, como otras del nivel departamental y nacional con
presencia en el municipio; también la Iglesia Católica y sectores sociales como el
cooperativismo, los comerciantes, las mujeres, entre otros (PNUD, 2010). En los
momentos más difíciles del conflicto armado en Granada, este espacio permitió
articular acciones, de hecho ninguna institución tomaba decisiones por sí sola, sino
que se hacía de manera colectiva, no solo como mecanismo democrático sino como
estrategia para protegerse. El Comité Interinstitucional es visto hoy como uno de los
principales bastiones con los que contó la población para no sucumbir:

Fue muy importante, fue importante porque en ese Comité están representadas todas
las fuerzas vivas de la comunidad, las diferentes instituciones, entonces era un grupo por
ahí de treinta o cuarenta personas, en fin, entonces allí todas las decisiones se tomaban a
nivel institucional, es decir no aparecían personas, entonces siempre cuando se hacía algún
comunicado para un determinado grupo porque vimos que se estaban vulnerando los
derechos, lo hacíamos a nivel del Comité Interinstitucional y yo creo que eso salvó muchas
vidas, porque donde lo haga una sola persona a un grupo pues ahí mismo lo eliminan (…)
no se puede hacer personal (CNMH, hombre, expárroco iglesia de Granada, entrevista,
16 de septiembre de 2014) [subrayado nuestro].

El Comité Interinstitucional fue un espacio para la denuncia, el autocuidado y la


actuación conjunta de cara a la opinión pública y la propia población. Eso llevó a
definir internamente unas “reglas de juego” claras para sus integrantes,
consistentes en: no hablar de política partidista, asistir voluntariamente a las
reuniones, pronunciarse ante los actos violentos, ser prudentes y discretos frente a
algunos temas sensibles que podrían poner en riesgo la vida y/o la integridad
física (como los acercamientos y acuerdos con los actores armados con fines
humanitarios), así como emitir las denuncias necesarias para reflejar el sentir de la
comunidad97.
Desde 1985 hasta 1996, aproximadamente, el Comité Interinstitucional funciona
aunque con altibajos, en algunos años más visible que en otros, convocando y
participando en actividades institucionales, culturales y sociales del municipio.
Pero es en 1997, ante el incremento de hechos violentos y victimizantes que su
papel fue fundamental en la denuncia de las violaciones de los derechos humanos
a la población civil, en llamar la atención de organismos no gubernamentales y
comunidad internacional sobre las acciones de guerra y los atropellos que estaban
cometiendo los actores armados, en hacer público su rechazo a la guerra y la
denuncia de los desmanes de los actores armados. En ese año participó, con
otros actores locales y regionales, de acciones en pro de una autonomía territorial
y de soberanía popular en el marco de la Asamblea Provincial de Paz y las
posteriores Asambleas Provinciales Constituyentes98 (Calle, 2011).
En 1998, luego de que las Autodefensas Unidas de Colombia anunciaran su
llegada al territorio, el Comité rechazó los señalamientos realizados hacia la
población civil e hizo un llamado a la opinión pública y a las autoridades
departamentales para prevenir este peligro latente. Inicialmente el llamado fue
atendido y respondido por la Gobernación de Antioquia quien tramitó la denuncia a
la IV Brigada del Ejército, a la Policía de Antioquia y a la dirección de Fiscalías,
además se dotó al municipio de un protocolo de Sistema de Alertas Tempranas
para el caso de violaciones a los derechos humanos prevenibles el cual tendría
que cumplir el municipio en los episodios que pudieran avecinarse.
En los años siguientes el Comité trabajó incesantemente en la denuncia pública, el
rechazo y el llamado a otras autoridades para prevenir situaciones de violación de

97 Estos aspectos son señalados por varias de las personas entrevistadas que hicieron parte del Comité
Interinstitucional y se recogen en una sistematización realizada por el INER, auspiciada por el Banco Mundial,
Fundación Corona y otras entidades. Ver: Jaramillo, 2003.
98 Las Asambleas Provinciales son una respuesta de los 23 municipios del oriente antioqueño a los hechos de
violencia de los grupos armados. Se origina en 1997 en el municipio de San Luis en contra de los atentados del
ELN a la infraestructura eléctrica logrando acercamientos humanitarios y la reactivación del servicio. En 2002
luego de la amenaza a los alcaldes del oriente la Asamblea se proclamó Constituyente en razón de la soberanía
popular y respaldo a los alcaldes.
derechos humanos en el municipio. En el 2000, luego de la masacre llevada a
cabo por las AUC, el Comité Interinstitucional expidió un comunicado en rechazo a
las muertes de las 19 personas, además de reiterar el carácter neutral de la
comunidad granadina frente al conflicto armado99. El 23 de noviembre de ese
mismo año, como respuesta, promovió la Jornada por la Vida para rechazar las
acciones violentas de los actores armados y reclamar el respeto a los derechos
humanos de la población civil:

A través de este evento queremos manifestar que la comunidad granadina, en su


mayoría, permanece neutral ante el conflicto armado y exige respeto por los derechos
humanos; el derecho a la vida es el cimiento de todos los demás, porque donde no hay
vida no existe ningún derecho (Comunicado Comité Interinstitucional, 24 de noviembre de
2000).

Frente al ataque de las FARC, ocurrido un mes después, de nuevo se dirigieron a


la opinión pública exigiendo el respeto por la neutralidad y los derechos de la
población civil en el marco del conflicto armado. Es de anotar que, por lo general,
estos comunicados iban acompañados de una invitación a la movilización y a la
solidaridad desde la misma población. La Ruta Pacífica de Mujeres 100 se unió a
esta llamada y, en solidaridad con las viudas dejadas por el conflicto armado,
portando vestidos negros y una flor amarilla en sus manos, recorrieron un pueblo
semidestruido gritando una y otra vez, “Las mujeres no queremos parir hijos para
la guerra”.
En adelante, el Comité Interinstitucional expidió una gran cantidad de
comunicados por diferentes motivos asociados con las consecuencias del conflicto

99 Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada (Granada, 4 de noviembre de 2000).


100 La Ruta Pacífica de Mujeres, como lo definen sus integrantes, es una propuesta femenina y feminista de
participación política, la cual busca visibilizar las violencias en contra de las mujeres en el marco del conflicto
armado. La organización nace en 1996, cuando alrededor de 2000 mujeres de todo el país se movilizaron hacía
el municipio de Mutatá (Antioquia) para denunciar los abusos de los actores armados en contra de las mujeres
en aquella región, esto como una forma de solidaridad con las mismas. En 2004 la Ruta Pacífica de Mujeres
gana el Premio Nacional de Paz, por su trabajo en la defensa de los derechos de las mujeres y la generación
de propuestas para alcanzar una salida negociada al conflicto armado en el país. Para mayor información ver:
http://www.rutapacifica.org.co/
armado en el municipio101: la mayoría de estos iban dirigidos a la opinión pública,
aunque en algunos casos se trataba de denuncias ante organismos de derechos
humanos y, en otros, llamados directos a los actores armados para persuadirlos
de llevar a cabo acciones que ponían en peligro la vida y la integridad de los
habitantes de Granada, como los paros armados, las amenazas al comercio o a
las instituciones. En este sentido, uno de ellos fue dirigido en 2002 a las FARC
quienes, después del romper los diálogos del Caguán, recrudecieron fuertemente
sus acciones militares y de presión política. Como parte de esta estrategia,
conminaron a la renuncia de todos los alcaldes del oriente antioqueño. Este fue el
llamado del Comité Interinstitucional:

El Comité Interinstitucional, como máxima expresión del sentir de la población, hace


un llamado a los Señores de las FARC, para que replanteen la decisión de hacer renunciar
a los Alcaldes; pues si bien es cierto que el pueblo los eligió, debe ser el mismo pueblo
quien decida sobre el actuar de cada mandatario local (…). Reiteramos el llamado tanto
al Gobierno nacional, como a las FARC, para que retomen la vía del diálogo y la
concertación en bien de las comunidades, quienes son las directamente afectadas con
las posiciones asumidas (Comunicado Comité Interinstitucional, 20 de julio de 2002).

Un hecho adicional que conmovió al país, al departamento de Antioquia y al


municipio de Granada, fue el secuestro del exgobernador de Antioquia, Guillermo
Gaviria Correa y de su comisionado de paz, Gilberto Echeverri Mejía. Esta
situación no fue ajena al Comité Interinstitucional, sobre todo porque veían a estas
dos figuras públicas como aliados en el tema de la resolución no violenta del
conflicto armado en Colombia y un acuerdo humanitario para el oriente
específicamente en momentos difíciles de la guerra en el municipio. En un
comunicado del 25 de abril del 2002, el Comité expresó: “Creemos que la
retención del gobernador es injusta y admiramos su posición no violenta que nos

101 Sobre el desabastecimiento de combustible y alimentos (19 de enero), en rechazo a homicidios (2 de abril),
en agradecimiento a la labor de pastoral social (2 de abril), en rechazo asesinatos y sobre el desabastecimiento
de combustible (17 de mayo), agradecimientos a instituciones comprometidas con Granada y aclaraciones
sobre tergiversaciones de los medios de comunicación (26 de mayo), carta de denuncia ante organismos
nacionales e internacionales de DDHH y DIH (13 de julio), rechazo a asesinatos (13 de julio), exigiendo la
liberación del concejal Alcides de Jesús Herrera Amaya (27 de julio).
da nuevas luces, para buscar una salida al conflicto” (Comunicado Comité
Interinstitucional, 25 de abril de 2002).
El Comité Interinstitucional hizo parte del Movimiento Regional por la Paz que
abogó por una salida negociada del conflicto armado. En ese sentido, llamó a
todos los actores a detener las acciones contra la sociedad civil, celebró la
suspensión de acciones militares, y llamó al Estado colombiano a tomar su papel
como garante de los derechos de la ciudadanía. El siguiente pronunciamiento
suscrito en el marco de una Asamblea por la Vida, ilustra bastante bien esta
postura:

La Asamblea saluda la suspensión indefinida de bloqueos a las poblaciones por parte


del ELN, como también su decisión política de acercamientos humanitarios con sectores
de la población civil; y expresar su disposición a participar en procesos de este tipo en el
nivel provincial (…). De igual forma, saludamos la actitud y disposición por parte de las
FARC queriendo hacer un mayor énfasis en lo político más que en lo militar,
disponiéndose para adelantar acercamientos humanitarios dentro del proceso de
Laboratorio de Paz del oriente (…) Reclama del Estado transparencia en la protección de
la vida, la libertad y los bienes de la ciudadanía, que retome efectivamente sus funciones
allí donde, según las Autodefensas, lo han reemplazado de facto. Este debe ser un
componente importante de su política de compromiso con el Laboratorio de Paz del
Oriente (…) Invita a las FARC y al Gobierno nacional que encuentren urgentemente los
términos para un Intercambio humanitario que libere a nuestro gobernador Guillermo
Gaviria Correa, su Comisionado de Paz Gilberto Echeverri Mejía y a todas las personas
secuestradas o privadas de la libertad (…). Demanda, además, que las FARC levanten
públicamente sus amenazas a las Administraciones Municipales, que tan gravemente han
afectado la gobernabilidad dificultando la prestación de los servicios básicos a la
población y alejando aún más a la ciudadanía del control social sobre la gestión pública
(Comunicado Comité Interinstitucional, enero de 2003).

En 2004 impulsó las asambleas comunitarias que en Granada tuvieron el nombre


de “Dialogando por la Vida” y fueron insumo para la construcción del Consejo
Provincial de Paz102 en el oriente y un espacio vital para la construcción de una

102 El Consejo Provincial de Paz es el soporte legal de la Asamblea Provincial Constituyente del oriente
antioqueño, que a través de la Corporación Consejo Provincial de Paz con Personería Jurídica No. 6316 del 23
postura a favor de la paz desde los procesos comunitarios alrededor del derecho a
la vida y el respeto a la neutralidad. Sin embargo, este tipo de pronunciamientos y
movilizaciones no tuvieron el efecto esperado: el gobernador Guillermo Gaviria
Correa y Gilberto Echeverri Mejía fueron asesinados en una operación de rescate
militar, el 5 de mayo de 2003 en el municipio de Urrao en el suroeste del
departamento de Antioquia. La confrontación armada continuó con un alto costo
para la sociedad civil. Pero la voz del Comité Institucional se mantuvo como una
muestra fehaciente de la capacidad de la sociedad granadina para resistir y
sobreponerse al poder avasallador de los actores y las dinámicas de la guerra.

5.3.2. La Iglesia y su papel de denuncia en el conflicto armado


La Diócesis Sonsón-Rionegro estuvo muy de cerca de la situación que estaban
viviendo los municipios del oriente antioqueño impulsando continuamente
campañas y acciones de acompañamiento a las instancias locales.
Particularmente, en 1994, cuando las guerrillas del ELN y las FARC tenían
importantes estrategias de avanzada en la región, el entonces monseñor Flavio
Calle Zapata convocó a un encuentro de dirigentes del oriente antiqueño a más de
200 personas entre empresarios, organizaciones y líderes de las comunidades con
el objetivo de trabajar en las regiones en la humanización del conflicto y el
acompañamiento a procesos sociales, con este fin se crearon varias comisiones,
una de ellas la Comisión Vida, Justicia y Paz, que más tarde y por iniciativa de
varias instituciones locales y la misma Iglesia, se convierte en una institución
legalmente definida: la Comisión Vida, Justicia y Paz103.
A través de esta Comisión se viabilizaron acuerdos con los actores armados
jugando un papel de facilitadora e intermediadora para lograr avances en la
humanización del conflicto; se impulsaron programas de formación y
capacitación en derechos humanos y derecho internacional humanitario para la

de septiembre de 2004, busca “promover en la región del oriente antioqueño la democracia participativa, la
búsqueda de la paz y propender por el desarrollo integral, sostenible, equitativo y pacífico de la población que
habita este territorio”.
103 Ver http://corporacionvidajusticiaypaz.blogspot.com.co/p/resena-historica.html
población, a la vez que desde una campaña más grande que se venía gestando
con los alcaldes del oriente, se iniciaron conversaciones con los voceros del ELN
que estaban recluidos en la cárcel de Itagüí (PNUD, 2010).
La Iglesia jugó un papel fundamental en la denuncia pública y el apoyo
humanitario de la población. En los diferentes medios de comunicación se
registra la voz de la Iglesia clamando por los pobladores del oriente y
denunciando los desplazamientos masivos, bloqueos, amenazas, el
reclutamiento de menores. Con motivo de los bloqueos alimentarios a los que
estuvieron sometidos los campesinos de Santa Ana y otras veredas de Granada
y del oriente antioqueño en el año 2002, el obispo de la Diócesis Sonsón-
Rionegro denunció:

Los campesinos no tienen aceite, panela, arroz. Uno de los mecanismos de la guerra
es impedir la circulación de los alimentos para minar al adversario por hambre. Pero
quienes sufren son los campesinos. Pedimos que dejen circular la gente con el mercado
suficiente para alimentar a su familia, exigió monseñor Calle (El Tiempo, 4 de diciembre
de 2002).

Su posición de protección de la vida y los derechos humanos permitió que, ante la


opinión pública y las agendas locales, se visibilizaran los abusos de los actores
armados y los continuos actos de victimización a los que eran sometidos los
pobladores y fue fundamental en la labor de mediación estando presente en
procesos directos de negociación con los grupos armados. Procesos como la
liberación de los veedores de la OEA, secuestrados por el ELN en 1997, o las
liberaciones de los seis alcaldes del oriente, entre ellos el de Granada, Carlos
Mario Zuluaga, en agosto de 1998; incluso, intermediaciones por la población en
momentos en que se registraban desplazamientos masivos de las veredas por
presiones de los grupos armados, posibilitando diálogo y acuerdos para que los
pobladores pudieran regresar a sus veredas, como el caso de la vereda Galilea en
el año 2002 (Posada, Pabón y Bahamón, 2013).
Además del Comité Interinstitucional, la Iglesia fue el principal aliado de la
población que, cuando estaba sumida en el miedo y perdiendo la esperanza,
encontró allí apoyo y una voz de aliento. Particularmente, el trabajo emprendido
por el padre Óscar Orlando desde su llegada al municipio en 2000, marcó un
importante punto de referencia en los pobladores por su compromiso con el
pueblo y por impulsar ese camino de resistencia al conflicto: “Granada no se
puede quedar así, hay que pararnos, hay que pararnos de nuevo y salir
adelante” decía una y otra vez. Por esto la población reconoce en esta figura la
fuerza y la protección: “por eso estamos vivos y por la fe que tenemos, gracias al
padre que llegó allá” (Mujer, Taller de Memoria, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de
junio de 2014).

Congregación de la población luego del atentado de las FARC. Congregación eucarística días después de la toma armada por
parte de las FARC el 6 y 7 de diciembre de 2000. Fuente: archivo local de ASOVIDA. Fotógrafo: © Jesús Abad Colorado López.

Más que la religiosidad en sí, lo que se destaca en este punto es la


institucionalidad de la Iglesia, como un agente clave no solo en proteger y generar
acciones de hecho para sobreponerse a los impactos de la guerra, sino en contar
a otros, por fuera del territorio, sobre el terrible desangre que sufrió para ese
entonces la población del oriente antioqueño, Granada entre ellos.

5.4. Atención humanitaria


Todas estas acciones de denuncia, protesta y movilización social contribuyeron a
sostener la esperanza y la dignidad de la población, no obstante el conflicto
armado continuó afectando cotidianamente sus vidas. En ese sentido, el
despliegue de acciones humanitarias concretas que tenían como fin, ya sea
prevenir o simplemente servir de paliativo, son también parte de la respuesta a la
hora de entender por qué y cómo la gente sobrevivió en medio de situaciones tan
adversas.
La población campesina vivió una fuerte crisis humanitaria por el confinamiento en
el que estuvieron por causa de las presiones y amenazas de los grupos armados,
las personas ya no podían salir de sus veredas, no había transporte público y
habían obligado a cerrar las tiendas comunitarias, por lo tanto, la población civil se
vio reducida a comer lo poco que ahora podían cultivar. Las instituciones locales
gestionaron apoyos con organismos no gubernamentales para llegar a las veredas
y acompañar a las poblaciones que se encontraban confinadas, la Iglesia intervino
para enfrentar el encierro y convocar la fuerza de poder estar juntos.

Yo ahí aprovechaba para motivar a la gente, era un programa de pura motivación


porque la situación era complicada, hubo un momento en que para uno era muy difícil
pues animar a la gente y ellos le decían a uno y uno sabía que de algunas manera pues
tenían razón —No padre, ¿nosotros para qué vamos a trabajar, si en algún momentos
nos toca desplazarnos y nos toca dejar todo tirado?— y estaban totalmente desmotivados
y no querían trabajar… es decir, el recuperar esa esperanza, esa confianza no fue fácil,
fue un trabajo duro, porque el problema era que a veces estábamos bien y venía otra
situación difícil, una situación de violencia fuerte y la gente se volvía a desanimar y era
empezar nuevamente de cero (CNMH, hombre, párroco del municipio, entrevista, 16 de
septiembre de 2014).

De igual manera, los pobladores de Santa Ana también reconocen esta labor;
cuando en el poblado quedaron menos de 10 personas, el párroco ocupó un lugar
entre ellas acompañando a las pocas personas que se resistieron a salir de sus
veredas y generando en ellas un sentimiento de confianza “Más bien (nosotros)
dejamos el pueblo solo al sacerdote, que el sacerdote a nosotros. El sacerdote
nunca ha dejado este pueblo. El más armado le teme a la Iglesia” (CNMH, Taller
de Memoria, mujer, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de agosto de 2014).
El Comité Interinstitucional dedicó gran parte de su trabajo a atender la
emergencia de abastecimiento de alimentos e, incluso, el desabastecimiento de
combustible en el municipio. Inicialmente entabló una denuncia a instancias
internacionales por el bloqueo que estuvo mediado por la fuerza pública, pero
también actuó para asegurar la llegada de carro-tanques con gasolina y tomar
mayores medidas en las vías para asegurar el desplazamiento del transporte y la
entrada y salida de alimentos y otros productos104.
También en los casos de desplazamiento se desplegó una acción humanitaria. El
desplazamiento que se produjo por ejemplo en el corregimiento de Santa Ana en
el marco de la Operación Lusitania, fue una de las primeras emergencias aunque
sin mayores referentes de actuación. Aun así se conformaron comisiones por
funcionarios públicos y personas de la comunidad para acompañar a los
habitantes del corregimiento, tanto mediante el acompañamiento emocional como
llevando a cabo acciones concretas, como tomar declaraciones de la población
sobre la situación en el corregimiento y veredas aledañas, sobre desplazamientos
forzados masivos internos en el mismo corregimiento o hacia el casco urbano,
envío de mercados a la población afectada en conjunto con el DAPARD
(Departamento Administrativo de Prevención de Desastres), comunicaciones con
la fuerza pública para informar sobre los daños y perjuicios ocasionados por ellos
en las parcelas, prestando servicios de salud, censo de las casas afectadas, entre
otras acciones. En otros momentos, ante estas situaciones violatorias de los
derechos de la población rural de Granada, el Comité conformó brigadas para
llevar alimentos a los pobladores de las veredas, buscó el acompañamiento de la
Cruz Roja Colombiana e insistió en la necesidad de respaldar procesos de retorno
(Acta Comité Interinstitucional, 6 de septiembre de 2003).
Otra de las situaciones más dolorosas fue cuando la gente no pudo, por las
dinámicas del conflicto armado y los riesgos que esto suponía, recoger y enterrar
a sus muertos. La escena de cadáveres tirados y abandonados en las carreteras o

104 Ver Acta 05 del Comité Interinstitucional de Granada (Granada, 17 de mayo de 2001), Acta 06 del Comité
Interinstitucional de Granada (Granada, 24 de mayo de 2001) y Acta 07 del Comité Interinstitucional de
Granada (Granada, 26 de mayo de 2001).
de masacres que provocaban la huida de la población “dejando solos a los
muertos” es recurrente. Por eso mismo, en el relato de lo que hicieron para
sobrevivir está el papel de quienes ya fuera en función de su oficio o de una
decisión personal tomaron la labor de “recoger a los muertos”. Personajes como el
sacerdote, la religiosa, el inspector de Policía, el conductor de la ambulancia, el
líder de la acción comunal, son evocados por su papel humanitario en esta acción
que era la que permitía, finalmente, llevar a cabo el ritual de la muerte. Una
religiosa que justo cumplió este papel, recuerda:

Teníamos que recoger el muerto porque no había quién más, éramos de todo y de
pronto a mí en la Comunidad [religiosa] me decían “la van a matar por imprudente” y dije
—no es imprudente yo soy incapaz de que un muchacho me diga —mamá está tirada allá
y se la van a comer los gallinazos y yo por guardar este pellejo…—. Yo no tengo familia,
me dará miedo morir en el momento pero no tengo dolor atrás…o la señora de abajo que
decía —a mi niña la mataron por ser amiga de un policía, ayúdeme a recogerla hermana—
. Es muy difícil decir que no, porque sencillamente quiere salvar su pellejo (CNMH, Grupo
Focal de Educadores, mujer, 26 de septiembre de 2014).

En otras ocasiones, como en las masacres de La Minita, fue el inspector de Policía


quien después de varios días y ante la súplica de su familiares va a recoger los
cuerpos de las personas asesinadas, ya casi en estado de descomposición. Esta
acción tiene un alto sentido simbólico para las personas y familiares de los
muertos, pues esto les permitió no solo realizar el ritual funerario y hacer el duelo,
sino, en muchos casos, seguir viviendo.

5.5. Entre el acomodo, la colaboración y el uso


pragmático de los recursos de la guerra.
Las guerras irregulares tienen entre sus características, la fuerte interacción entre
los grupos armados y la población civil (Kalyvas, 2001, 2004; Wood, 2010;
Theidon, 2004; Pécaut, 2015) de donde es posible identificar la emergencia de un
“universo gris”105 que rebasa la oposición víctimas/victimarios y da cuenta de otras
realidades.
Para la población de Granada es claro que la dimensión y magnitud que tomó la
guerra obedeció también a estas relaciones. En la cotidianidad tuvieron que
convivir con los grupos armados, inicialmente, bajo la autoridad de un solo poder
que fue la guerrilla del ELN, una relación en la cual las personas se acomodaron,
sin mayores reparos, al orden autoritario que establecieron. La vida en este caso,
continuó sin mayores trastrocamientos; sin embargo, a medida que nuevos
actores bélicos hicieron presencia, aquellos órdenes iban cambiando y a la
población le tocaba sumirse y acomodarse a ellos: “Nos tocaba convivir con el que
llegara, si era con el Ejército, atender al Ejército, si eran los de la guerrilla
atenderlos, muy difícil la situación de verdad” (CNMH, Grupo Focal, mujer,
Comerciantes, 4 de septiembre de 2014). En este caso, como se ha descrito, las
acciones de violencia tienden a aumentar y también las prácticas de coerción de la
población, de donde se desprende una relación predominante de subyugación y
dominio.
Sin embargo, desde los ejercicios de memoria, los pobladores reconocen que
hubo relaciones de colaboración, ya sea por identificación ideológica o por creer
que un actor determinado podía protegerle o representaba sus intereses.
Inicialmente, la guerrilla con su trabajo político logró reconocimiento e incluso
aceptación por parte de algunos pobladores, una relación que finalmente involucró
a la población y la hizo eje del conflicto armado. Esto es lo que algunos interpretan
sobre lo que pasó:

En principio la población los veía con recelo, pero empezaron a hacer un trabajo de
acercamiento a la comunidad que se ve reflejado en cuanto a las inequidades y la
exclusión histórica por parte del Estado y encuentran caldo de cultivo, la guerrilla, en
cuanto a las carencias que se tenían en estos municipios; entonces, si un grupo de

105 Dicho término a su vez alude a la conceptualización realizada por Brownyn Leebaw (2011) sobre la zona
gris como “un espacio entre víctimas y victimarios, poblado con ‘personas grises, ambiguas’ que existen en
cada sociedad, pero que pueden llegar a constituirse en ‘vectores e instrumentos’ de un sistema criminal”.
(GMH, 2013, página 342).
guerrilla llega con un discurso amigable y corresponde a la realidad con lo que la gente
vivía, la gente termina encontrando eco con la guerrilla, encuentra que ellos están
interpretando su sentir y su pensar y se sienten reconocidos en ese proyecto de izquierda.
La guerrilla hace un trabajo de base, un trabajo social, comunitario, de organización, de
decirles ustedes pueden organizarse, reclamar y defender sus derechos y como
comunidad organizada reclaman unos derechos frente al Estado, frente al Gobierno, pues
pueden acceder más fácilmente a ellos, eso es bien visto (CNMH, hombre, exfuncionario
de la alcaldía, entrevista, 19 de septiembre de 2014).

En efecto, una parte de la comunidad, especialmente del sector rural, se involucró


con la guerrilla, algunos incluso asumieron directamente una militancia armada
enlistándose en sus filas. Cumplieron en un inicio labores de apoyo,
aprovisionamiento y vigilancia de las instituciones y de sus propios paisanos.
En otro sector de la población, aunque en menor medida, funcionó una relación
similar con los grupos paramilitares y con lo que ellos representaban. Esto sucede en
al marco de lo que Uribe, M.T. (1997) denominó, para los años noventa, el “giro civil
de la confrontación armada”, en el que la sociedad depositó en civiles armados la
tarea de derrota militar de las guerrillas y copamiento de sus espacios106. Algunos
comerciantes y medianos ganaderos, muchos de los cuales hicieron parte de una
primera oleada de migrantes económicos que para esta época ya vivían en Medellín,
pero conservaban lazos familiares, propiedades y negocios en Granada, agobiados
por la extorsión y el secuestro principalmente y por no poder volver a sus tierras,
vieron con simpatía la incursión paramilitar. Como señala el siguiente testimonio, este
fue visto por ellos, como “un mal menor”

Lo que ha sido muy común escuchar “de dos males, el menos peor” que era la
justificación del desarrollo del proyecto paramilitar, ese fue el argumento de los
granadinos que inicialmente se mostraron afectos a que el proyecto de autodefensas se
desarrollara como tal (…). Entonces primero empieza a darse participación de los

106 Según María Teresa Uribe (1997, página 127) este giro consiste en que, “los civiles armados perecen ser
los principales enemigos de la guerrilla, los encargados de enfrentar sus avances, recuperar sus viejos y nuevos
territorios de influencia y de llevar la iniciativa en la conducción de la guerra, mientras que los aparatos armados
del Estado mantienen sus acciones en los marcos tradicionales de los últimos treinta años y su eficiencia pasa
a ser cuestionada por actores sociales que tradicionalmente les han brindado apoyo incondicional”.
granadinos por intimidación, por presión, por lo que sea en términos de estrategias de
guerra, empiezan a facilitar información de quienes podían ser colaboradores, y es posible
que quienes tienen tierras, intereses económicos, vieron amenazados esos intereses,
quienes sintieron que no pueden volver al municipio por la inseguridad y [el] conflicto, se
muestran interesados en financiar económicamente el desarrollo de un proyecto armado
para sentir que pueden volver al territorio y recuperar sus tierras o sus fincas, entonces
quienes han logrado prosperar económicamente se muestran proclives al desarrollo del
proyecto de las autodefensas y económicamente pueden haber aportado (CNMH,
hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19 de septiembre de 2014).

Estos relatos reconocen que en efecto hubo una compleja relación de apoyo y
colaboración con los grupos armados, con fuertes implicaciones sobre el territorio
y la guerra que entonces se libró.
De las dinámicas del conflicto armado y la lucha por la sobrevivencia, también
hace parte el uso pragmático que la población hizo del repertorio de violencias.
Acudió a los grupos armados para dirimir conflictos de linderos, familiares, pero
también hizo acusaciones falsas sobre sus vecinos como una forma de venganza
o retaliación. En ese sentido, algunos coinciden en señalar el papel perverso que
jugaron el rumor y las falsas imputaciones, ya no provenientes de los armados,
sino de la misma población. Según los pobladores, muchas muertes fueron
gestadas por sus mismos paisanos, falsas acusaciones que hacían que los grupos
armados, sin la menor comprobación, realizaran acciones contra la población;
“Empezó un tema que fue grave: el cuento del rumor y ¡cuántos mataron por el
rumor!”; “En ese ´corre, ve y dile´ mucha gente murió”; “A uno en la guerra lo
mataban por sí o por no, es lo más delicado que pudo haber tenido la guerra: la
lengua”; “Muchas personas se vieron obligadas a abandonar la zona ante una
serie de rumores y señalamientos infundados” son algunas de las expresiones que
dan cuenta de esta interpretación. También encontramos relatos en los que la
gente admite que viejas rencillas entre familias, de años atrás, “terminaron
disfrazadas de conflicto armado”; esta vez, el alineamiento en un grupo armado u
otro respondió más que a adscripciones ideológicas o políticas a una oportunidad
de venganza, lo que genera, como ha señalado Wood (2010), unos efectos
profundamente contraproducentes.
En otros casos, el uso de estos recursos de la guerra por parte de la población fue
directo, como algunos ejemplos que encontramos en los relatos sobre cómo se
usaron las minas antipersonal para protegerse de los mismos grupos armados.
Como menciona María Teresa Uribe (2006), los pobladores que viven en un
contexto de violencia prolongada, se valen de acciones que se mueven entre la
legalidad y la ilegalidad accediendo a las prácticas burocráticas o legalistas
cuando es necesario, pero en la misma medida, se valen de las prácticas ilegales
que impuso el actor armado cuando las primeras no les son útiles.

5.6. La reconstrucción: construir sobre las ruinas


Como una reacción casi espontánea, luego de la toma armada por parte de las
FARC, el 6 y 7 de diciembre de 2000, los granadinos se propusieron reconstruir su
territorio. Aunque múltiples esfuerzos se aunaron para la consecución de este
objetivo, el Comité Interinstitucional fue la organización que se apropió del proceso
de reconstrucción y logró coordinar los recursos y las organizaciones para
recomponer en tres años, que a su vez, fueron tres de los años más álgidos del
conflicto, las edificaciones destruidas por el ataque armado.
Comunicado a la opinión pública del Comité interinstitucional por la reconstrucción. Fuente: Archivo local ASOVIDA, 2002.

Aún con el eco de la incursión armada y las ruinas de los edificios terminando de
caer, el 8 de diciembre de 2000 se organizaron dos iniciativas paralelas para dar
respuesta a esta situación promovida por la colonia granadina y por el Comité
Interinstitucional. Inicialmente la colonia granadina residente en Medellín acordó
desplazarse al municipio para brindar apoyo y fuerza a los pobladores. Pero la
respuesta más importante por parte de las colonias fue la “Granadatón”, una
colecta benéfica en pro de la reconstrucción física llevada a cabo en las ciudades
donde había presencia de colonias granadinas (Castaño, 2012). La Granadatón se
realizó diez días después de la toma, el 16 de diciembre de ese mismo año en el
Coliseo Yesid Santos en Medellín, posteriormente las colonias en Barranquilla,
Cali y Bogotá recolectarían fondos para sumarse a la iniciativa. El resultado
evidencia el apoyo mostrado por los granadinos y el compromiso hacia su
territorio: una suma total de $457.000.000 aportados por individuos e instituciones,
se convirtió en uno de los primeros capitales de la reconstrucción y una base
importante para empezar con el proceso.
De otro lado, el Comité Interinstitucional, un día después de la toma armada, realizó
una reunión extraordinaria en las instalaciones del hospital para crear comisiones de
atención a la emergencia, pero también le apostaron a un proceso de reconstrucción,
a partir de allí nació una nueva organización social que se apersonaría de la causa:
la Alianza para la Reconstrucción de Granada. Esta nueva alianza emprendió una
labor que sabían no solamente se iba a concentrar en la parte física y la construcción
de edificios, Granada debía ser rehabilitado de manera integral y la población civil
sería el principal sujeto de atención, por ello, se consolidarían estructuras sociales e
institucionales para construir un proyecto de paz como nuevo sinónimo de desarrollo
en la región:

Frente a eso tocaba vestirse de valor y convocar las fuerzas vivas del municipio como
la ocasión lo ameritaba. Hay un tema que han planteado en distintos documentos y es
que el dolor nos une pero es la solidaridad la que nos mueve, todo ese dolor lleva a que se
despierte la solidaridad de los granadinos y a que nos movamos y convoquemos las
fuerzas vivas del municipio alrededor de un proyecto de Gobierno donde quien gobierna
los destinos no es el alcalde sino las fuerzas vivas del municipio. Y empieza a cobrar
fuerza en términos de administración el ente institucional de Granada que históricamente
había sido importante, pero no se la había dado el peso que pudiera tener como tal y
desde el Comité Interinstitucional emprendimos el proyecto bandera de la reconstrucción
física pero también social del municipio de Granada, era el reto que se nos imponía y se
empiezan a conseguir todos los recursos necesarios para la reconstrucción y se empiezan
a sentar las bases de lo que podía ser la reconstrucción social por todas las afectaciones
psicológicas que se pueden generar (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía,
entrevista, 19 de septiembre de 2014).

Teniendo entonces como lema “la reconstrucción física y sicosocial de Granada,


un proyecto de paz” (Castaño, 2012), se involucraron una serie de organizaciones
públicas y privadas, asociaciones civiles e Iglesia, las cuales de diferente manera
y con acciones específicas lograron superar los avatares de reconstruir el
municipio, aun en medio del fuego cruzado. El proyecto de reconstrucción fue
coordinado inicialmente por el exalcalde del municipio Jorge Alberto Gómez
Gómez, un personaje reconocido y apreciado por los pobladores por cumplir una
función, que según la Cámara Junior del Congreso, fue la mejor de los municipios
para el periodo 1995-1997 (El Colombiano, 17 febrero de 1997). Una labor que
inició, pero que no pudo concluir pues, sin cumplir el año trabajando en la
reconstrucción de Granada, el 13 de julio de 2001 fue asesinado en el parque
principal, un duro golpe emocional para los pobladores y para la reconstrucción.
Esta acción, que en principio fue interpretada como una oposición de las FARC a
la reconstrucción, implicó una confrontación directa y una negociación para poder
dar continuidad al proceso.

Una vez que asesinan a Jorge Alberto, lo primero que hice fue buscar un acercamiento
con la guerrilla y preguntarles a los jefes que tenían presencia en la región, si realmente
era que no había un interés de que el municipio se reconstruyera que si lo que se quería
era dejar un mensaje de barbarie y de valentía de un actor armado como un mensaje de
una retaliación, o si ellos respetaban que avanzáramos en el proceso de reconstrucción.
Ellos dijeron que entendían que dentro de las dinámicas del conflicto hay daños
colaterales, como lo llaman ellos, pero que no se oponían a que avanzáramos en el
proyecto de reconstrucción, entonces, cuando encontramos que no había impedimentos
de los actores armados que hacían presencia allí, avanzamos en la convocatoria del
Comité Interinstitucional y en la consecución de los recursos para desarrollar este proceso
(…) (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19 de septiembre de 2014).

A partir de ese momento la reconstrucción pasó a ser liderada por el alca lde
de ese entonces Iván Darío Castaño Gómez 107, bajo la coordinación de la
Secretaría de Planeación Gloria Cecilia Montoya, quien coordinó la alianza y fijó
las metas de reconstrucción física y sicosocial. Aunque el proceso de
reconstrucción ya tenía su primera gran pérdida, continuó y se realizó la
oficialización del mismo con la “Marcha del adobe” el 14 de octubre de 2001,
cuando los pobladores, las colonias y el entonces gobernador de Antioquia,
Guillermo Gaviria Correa, –quien fue un apoyo importante en el proceso de
reconstrucción como el de humanización del conflicto–, marcharon por La
Variante, una de las calles principales del municipio, con un adobe en la mano
simbolizando el granito de arena que cada poblador ponía para la reconstrucción.

107 El proceso de construcción se dividió en dos fases, la primera de ellas fue coordinada por La Sociedad Colombiana
de Arquitectos (Capítulo Oriente), quienes realizaron la propuesta arquitectónica para el diseño de la obra, donando
el 40 por ciento de los honorarios a través del programa Arquisocial (Castaño, 2012). Etapa que inicia el 14 de octubre
de 2001 y termina el 17 de mayo de 2002 con la construcción de las Torres gemelas, nombre que se le dio en analogía
a los hechos ocurridos el 11 de septiembre en Estados Unidos, “Mientras las americanas caen, las de Granada se
levantan” (discurso Inaugural de la Alcaldía de la Reconstrucción, 17 de agosto de 2013). La segunda etapa inicia el
7 de octubre de 2002 con diseños del arquitecto Germán Hernández con la construcción de 99 apartamentos y 50
locales comerciales.
Marcha del adobe, 14 de octubre de 2001. Fuente: archivo local ASOVIDA. Fotógrafo: © Jesús Abad Colorado López.

Después de diversos obstáculos relacionados con la consecución de recursos


suficientes, la obra se logró concluir y el 17 de agosto de 2003, tres años luego de
la toma armada, fecha en la que se hizo entrega oficial de la reconstrucción, un
acto público presidido por el entonces presidente de la república Álvaro Uribe
Vélez y en el que el helicóptero que volaba fue atacado por las guerrillas. Esta era
la mejor señal de que se trataba de una reconstrucción en medio del conflicto.

Esa reconstrucción fue hecha en medio todavía de la violencia en todo su furor de


balas, en medio de los inviernos; con contratistas que les daba miedo entrar a Granada a
entrar material porque la cosa era de retenes en todas partes y de acciones, de
hostigamientos, ejecuciones y así en medio de todo eso, yo creo que el alcalde Iván Darío
Castaño fue muy valiente en asumir ese reto él recibió un pueblo en completa (…), en
una situación bastante crítica y lo llevó a término, terminando la reconstrucción (CNMH,
hombre, integrante de ASOVIDA, entrevista, 2013).

Para los pobladores las nuevas manzanas ubicadas en La Variante son una
muestra de aquella violencia que azotó a su territorio, pero a la vez, de la
capacidad de resiliencia de la población y de la forma como en comunidad
lograron rehabilitar las estructuras físicas –y poco a poco las sociales– que fueron
minadas por la guerra:

Un lugar que me llena también de alegría, por La Variante, cuando empiezo a mirar las
construcciones desde la reconstrucción me recuerda cómo la solidaridad del pueblo,
como decimos, la verraquera, en tres años construir después de eso tan doloroso, me
parece que a mí la reconstrucción me da alegría (CNMH, Taller de Memoria, hombre,
zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014).

La construcción de esas dos nuevas manzanas en la parte céntrica del municipio


representaban en sí un acto de memoria: edificaciones nuevas y diferentes al
resto que había su alrededor representarían la magnitud de la guerra que vivieron
los granadinos y las cicatrices dejadas por los grupos armados en su territorio.
Por eso la reconstrucción contempló un espacio para promover de manera
explícita una reflexión sobre los sentidos de la vida y la muerte: el Parque
Guillermo Gaviria Correa a la memoria del entonces gobernador, como
agradecimiento colectivo de los granadinos al apoyo prestado por él al proceso de
reconstrucción y, en general, a la situación de violencia vivida allí. Y el Parque de
la Vida, que alberga uno de los mayores monumentos a la memoria, el
monumento a los desaparecidos, con un total de 120 piedras con nombres
grabados representa cada granadino que fue víctima de la violencia y que su
familia aún no ha podido recuperar su cuerpo. Un tributo a la memoria y un acto de
honor a las víctimas que sienten en aquel espacio un lugar de encuentro con sus
seres queridos a quienes no pudieron sepultar.

5.7. La voz de las víctimas: por la memoria y la


reconciliación
Otro de los aspectos que caracterizan a Granada se relaciona con las respuestas
de las víctimas, su proceso organizativo, su lucha por el reconocimiento de sus
derechos y por la dignificación de la memoria de las víctimas. El perfil de las
organizaciones, el tipo de acciones y movilización por la memoria que fomentan y
el contar con un espacio como el Salón del Nunca Más, hacen parte de la
explicación de porqué Granada no sucumbió y ejemplifican el tremendo potencial y
la fuerza que significa el horizonte de la reconstrucción desde el reconocimiento
del horror de lo que ha pasado.
5.7.1. Organizaciones de víctimas que reclaman derechos y reconocimiento
En 2003, como respuesta y ante la necesidad de lograr unos mínimos
humanitarios en la confrontación armada que se llevaba a cabo en la región, los
alcaldes del oriente antioqueño se reunieron en una asamblea regional por
acercamientos humanitarios, con el apoyo de la Diócesis de Sonsón-Rionegro a
través de la Corporación Vida, Justicia y Paz. Dicha iniciativa impulsó una
importante movilización social regional a favor de la verdad, la justicia y la
reparación de las víctimas del conflicto armado en el oriente antioqueño,
generando la conformación de AMOR (Asociación de Mujeres del Oriente
Antioqueño), así como otras organizaciones locales movilizadas por mujeres
(ASOVIDA, 2012a).
Conciudadanía y el CINEP (Centro de Investigación y Educación Popular)
recogieron este capital social en un proceso de sensibilización y capacitación en el
oriente antioqueño sobre la no violencia, la reconciliación y la memoria.
Capacitaron a 350 personas de los 23 municipios del oriente antioqueño quienes a
su vez buscaron conformar en cada uno de esos municipios un comité de
reconciliación que, apoyado en la idea de humanización del conflicto, impulsara
localmente movilizaciones sociales que tendrían como eje nodal la reconciliación y
la construcción de una memoria colectiva como herramienta para la dignificación
de las víctimas y para la transformación del dolor (Robledo, 2012).
Paralelo a ello y teniendo como meta el horizonte de la reconciliación, se realizó
un proceso de sensibilización y capacitación a víctimas de la violencia que
también habían participado en otros procesos sociales y organizativos, entre ellos,
los comités de reconciliación y AMOR, las cuales fueron diplomadas por la
Universidad Javeriana como PROVISAME (Promotoras de Vida y Salud Mental)
logrando que este proceso se transmitiera en cada comunidad brindando apoyo
social, afectivo y emocional a su comunidad más inmediata. Como resultado de
esa iniciativa nacen las “Abrazadas”, una propuesta que tenía como objetivo
brindar apoyo emocional y sicoafectivo a las víctimas del conflicto mediante un
trabajo con su comunidad de base, las promotoras de salud mental apoyaban a
las víctimas en elaboraciones de duelos y en la reconstrucción del tejido social, un
proceso que además propende por la reivindicación de los derechos de las
víctimas y la dignificación de las mismas.
Las PROVISAME iniciaron el proceso de apoyo sicosocial en Granada
fundamentado en acciones de memoria con la comunidad. Mediante una
estrategia denominada “amigos de la memoria”, adelantaron acciones que
posibilitaron la restauración de los lazos de confianza y la solidaridad en las
comunidades (Robledo, 2012), allí los participantes empezaron a colectivizar su
dolor, haciendo pública su memoria y reconociendo la de los demás, lo cual
también significó el reconocimiento y por supuesto la dignificación de sus víctimas:

Cuando empezó ASOVIDA todo el mundo llegaba y todos eran con lo mismo porque
se encerraban en lo de ellos y no querían ver lo de los demás, que recuerdo que hicieron
el dramatizado que precisamente se llamó el olvido y eso ayudó mucho, y es aprender a
olvidar, es de cierta manera recordar eso, no es olvidar, es recordar, pero recordar sin
dolor (CNMH, Taller de Memoria, zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014).

Este fue el capital inicial con el cual se constituyó la Asociación de Víctimas


Unidas por la Vida, ASOVIDA, una organización que involucró a la población en
general, aquellas personas que se reconocían como víctimas y no víctimas del
conflicto. Este proyecto se consolidó en la búsqueda de la verdad, justicia y
reparación construyendo propuestas para la consolidación local de una cultura no
violenta (Villegas y Zuleta, 2011). En función de esto, se ha promovido una política
de la memoria, esto es, trabajar con las víctimas en la construcción de un presente
a partir de la dignificación de la memoria de las víctimas de la violencia.

Este es un proyecto contra el olvido, se alza este espacio, para decirle a la sociedad
entera, que no es permisible que se repitan estos hechos. Es un reclamo de
responsabilidad histórica contra la indiferencia, un espacio afectivo, que se renueva
recordando que nuestros seres queridos no son los números fríos en la estadística de las
guerras, si no seres humanos que forman parte de nuestra historia (Asovida)108.

108 Tomado de http://www.salondelnuncamas.org/index.php/asovida. Fecha de consulta, 7 de marzo de 2016.


Asovida ha logrado la aceptación y reconocimiento, manifestándose en el
crecimiento del número de asociados que, para inicios de 2016 cuenta con más de
300 personas. Regionalmente la organización se ha consolidado como una de las
más importantes y a través de su participación en la APROVIACI (Asociación
Provincial de Víctimas a Ciudadanas y Ciudadanos) –que agrupa las
organizaciones de víctimas del oriente antioqueño–, ha asesorado varias
organizaciones de víctimas en procesos locales de construcción de memoria. Así,
gracias a su trabajo local en la recuperación de la memoria y la reconstrucción del
tejido social fracturado por la guerra, en el 2010, ASOVIDA recibe el Premio
Nacional de Paz.
También la Asociación de Desplazados hace parte de esta dinámica de
visibilización y reconocimiento de las víctimas. Como se ha descrito, Granada sufrió
un desplazamiento que redujo a menos de la mitad de la población y que dejó
completamente deshabitadas varias veredas. Por esta razón, y como una forma de
visibilizar el fenómeno y dejar de ser una estadística, se crea en 2006 esta
Asociación en el municipio, Asodesplazados, como una forma de evidenciar aquel
drama social que requería acción e intervención. La Asociación ha liderado desde
entonces múltiples iniciativas con la intención de mejorar las condiciones del campo
y con ello facilitar las condiciones de retorno de la población campesina a sus
tierras:

Desde el año 2010 venimos gestionando un proyecto de mejoramiento de las


condiciones de vida para 60 familias del municipio de Granada. Esta ha sido una meta a
conseguir, pero también queremos acceder a muchos otros proyectos, sobre todo para el
campo, porque estamos convencidos [de] que serán las comunidades autónomas,
organizadas y empoderadas quienes harán posible la recomposición y repoblamiento del
territorio con proyectos construidos desde sus propias realidades y necesidades (Asovida,
2012).

En los últimos años Asodesplazados ha trabajado en alianza con ASOVIDA en


una acción unificada con el objetivo de formar a las víctimas en la defensa de sus
derechos y lograr un empoderamiento político por parte de las mismas. Ambas
organizaciones han liderado en espacios interinstitucionales como el Comité
Interinstitucional, el Comité Local para la Atención a la Población Desplazada o el
Comité de Justicia Transicional, una postura crítica y la vez propositiva frente al
sentido de políticas gubernamentales con las cuales se han ganado un
reconocimiento como actores fundamentales de la dinámica social y política
local109.

5.7.2. Movilización por la memoria

Desde que iniciamos en el 2004 hasta el sol de hoy no se ha descansado un solo


momento.

Con actos de resistencia hemos podido evitar la repetición de los hechos violentos y
hemos puesto a pensar a toda una sociedad que nuestros miedos unidos se han vuelto
fortaleza
(Asovida, 2012b).

Los “trabajos de la memoria”, parafraseando a Jelin (2002), han ocupado un lugar


central en el proceso de reconstrucción de Granada. Desde mediados del 2000, se
han impulsado un conjunto de acciones puntuales y otras de más largo aliento,
con las que se ha pretendido reconocer el dolor y el sufrimiento que han padecido
miles de personas y, sobre todo, plantear la necesidad de su reparación y de la
reparación colectiva del territorio. En Granada, y como eje central de la acción de
Asovida, la lucha por la memoria y la reconciliación ha sido incesante.
Dentro de las acciones emprendidas por las PROVISAME y AMOR entre julio de
2004 y julio de 2006 (Conciudadanía, CINEP, AMOR, 2007, página 11), se
desarrollaron varias movilizaciones sociales en cada uno de los 23 municipios del

109 Vale destacar en este sentido, la crítica exhaustiva y documentada que hacen con respecto a los programas
de retorno impulsados en el municipio por Acción Social, Retornar es Vivir y Familias en su Tierra (IRR,
programa de Incentivos para la Reubicación y el Retorno). Los representantes de ambas organizaciones emiten
un derecho de petición en el 2001 (septiembre 23) en el que denuncian que estos no se están efectuando ni
con el enfoque ni con los procedimientos que contempla la ley en términos de voluntariedad, dignidad y
seguridad (Carta Derecho de Petición. Archivo Asovida).
oriente antioqueño que buscaban reapropiarse de los territorios y hacer visible la
voz de las víctimas en un contexto de guerra aún latente. Estas iniciativas fueron
apropiadas luego por cada municipio y en Granada en particular, ASOVIDA las
introdujo dentro de su repertorio de movilizaciones y acciones de memoria.

Jornada de la luz, monumento a los desaparecidos. Fuente: Archivo local ASOVIDA.

Una de estas acciones son las Jornadas de la luz, realizadas con regularidad
todos los primeros viernes entre 2004 y 2010: inicialmente las personas encendían
una vela en las puertas o balcones de su casa en memoria de las víctimas, luego
la iniciativa fue tomando fuerza y las personas empezaron a vencer el miedo y a
transitar con esa luz hasta el atrio de la iglesia, convirtiéndose en un acto de
resistencia al efectuarse en aquellos años en los cuales aún existía presencia de
actores armados y tenían el control del territorio. Posteriormente, las marchas
fueron cediendo sus espacios a otros actos de encuentro como conversatorios o
charlas convocados por ASOVIDA.

Es por ello que todos y todas, el primer viernes de cada mes vamos a encender una
vela, para devolver la luz en medio de tanta oscuridad. Y una bandera, con este lema: No
más, ni una más nunca más, otro oriente es posible. Lo haremos hasta que esta guerra
se acabe, hasta que cesen las muertes violentas, hasta que logremos nuestro sueño, con
paciencia y persistencia (Asovida, 2012b).

Bajo este sentido se construyó otra iniciativa “Abriendo trochas por la vida” que
tenía por objetivo resignificar aquellos caminos teñidos con la sangre de sus
víctimas y confinados al olvido por el miedo y el dolor que generaban. Así, se
recorrieron aquellos parajes que eran símbolo de muerte como el Alto el Palmar y
se les intentó dar un nuevo sentido de vida: ahora se debían reescribir sobre la
libertad y el derecho a vivir, permitiendo una reapropiación de los espacios y con
ello un posterior retorno de la población campesina a sus tierras (Asovida, 2012b).
Con el mismo propósito, el de resignificar los espacios marcados por la violencia,
el 5 de octubre de 2007, se realizó el Vía Crucis, desde el casco urbano hasta la
vereda San Matías, un recorrido que, como se señala en el siguiente testimonio de
uno de sus promotores, fue marcado por la muerte y la desaparición de muchos
granadinos; con este acto buscaban devolverles un lugar en la tierra, darles un
nombre y un lugar en la memoria colectiva:

En Granada, más o menos a 4 km, se llevaron mucha gente y la mataron; encontramos


mucha gente, en San Matías arriba, son puras víctimas de las autodefensas. Yo dije, hay
que hacer algo, ese camino hay que desandarlo. Con muchachos del colegio fuimos a la
quebrada de Las Vegas y cogimos piedras (…). Los muchachos fueron por piedras al río
y las pintamos de colores vivos y cada una de las piedras les pusimos el nombre de los
128 desaparecidos que hay en Granada, luego hicimos unas cruces, porque Granada es
muy religiosa, uno tiene que trabajar con lo que hay en el municipio, entonces, calcule
cuánto hay desde salir de Granada hasta donde exhumamos todos esos cuerpos y me
devolví y pegamos las 14 estaciones y a cada estación las piedras de colores que
teníamos con los nombres las colocábamos alrededor del Vía Crucis. Entonces primera
estación fue condenado a muerte y el familiar del desaparecido cogía la piedra y la
cargaba el resto del camino, la llevaba hasta arriba y así en cada estación (…). Cuando
estábamos en el Vía Crucis llegamos a una estación y estaba el nombre del muchacho:
Edis Norbey y casualmente tocó en una piedra muy grande huy, la señora usted la mira y
es una señora muy tierna que no es capaz de cargar eso y algo espontáneo, cuando ella
iba a coger la piedra para cargarla, doña Alicia le ayudó a llevar la piedra y ella le dijo —
No, los hijos no pesan—, entonces mire que esas cosas simbólicas sí le llegan al alma a
la gente, porque era una piedra pero para ella en ese momento de ir a la cruz significaba
su hijo, le tocaba un trayecto muy largo y cargó la piedra (CNMH, hombre, exfuncionario
de la alcaldía, entrevista, 19 de septiembre de 2014).

Como consecuencia de esta acción se generó el primero y uno de los más


significativos monumentos a la memoria que tiene el municipio de Granada: “El
monumento a los desaparecidos”. Allí fueron sembradas las piedras recogidas en
este trayecto, marcadas con los nombres de las víctimas con las que los
marchantes conmemoraron a sus desaparecidos.
Otra de las acciones fue la realización de un “monumento de memoria a las
víctimas”, esta vez, en homenaje a las víctimas de la primera incursión de las
autodefensas al municipio, el 3 de noviembre de 2000. Sobre una plataforma de
cemento ubicada a la entrada del municipio donde fueron asesinadas las primeras
siete personas, fueron puestas siete conchas de caracol huecas que simbolizaban
la vida y la memoria de estas personas asesinadas:

Organizamos un evento de memoria regional donde le hicimos homenaje a todos los


muertos que hubo en todas las entradas y salidas del pueblo entonces allí hicimos unos
monumenticos con unos caracoles, porque el caracol significa pues… el caracol es como
la memoria de la babosita que estaba adentro, porque la babosa muere, desaparece y ahí
queda el caracol, como haciendo presencia (CNMH, hombre, integrante ASOVIDA,
entrevista, 2013).

Este monumento, erigido en septiembre de 2008, fue la antesala de una


movilización social que reunió a más de 200 víctimas de 14 municipios del oriente
que marcharon en contra del olvido y en la cual las múltiples voces replicaban una
sola consigna que hizo eco por las calles de Granada: “No más víctimas, no más
desaparecidos, no más desplazados”.
Estos procesos de memoria buscaban rememorar las víctimas, crear con sus
nombres un sitio en la historia de la violencia, pero sobre todo que estas personas no
pasaran desapercibidas. Por ello, en el 2004 en el marco de las Semana por la Paz
se construyó un telón con el nombre de las víctimas: “nosotros empezamos a hacer
memoria con telones donde la gente escribía los nombres de las víctimas, una tela
grandísima y al momentico se llenaba porque en Granada hay muchas víctimas”
(CNMH, hombre, integrante ASOVIDA, entrevista, 2013).
Todas estas acciones han permitido establecer, como menciona Fabri (2010)
vínculos con el territorio a partir de los significados que los sujetos le atribuyen, en
este caso, fuertemente marcados por las dinámicas de las violencias y por la
conmemoración de la memoria de las víctimas, generando así una lugarización que
articula la memoria colectiva a un espacio territorial determinado.

5.7.3. El Salón del Nunca Más: un espacio para la dignificación de la memoria

Salón del Nunca Más. Fuente: archivo local ASOVIDA.

Pero quizás el espacio más emblemático de esta lucha por la memoria es el Salón
del Nunca Más, abierto al público el 3 de julio de 2009, “Una acción de memoria
colectiva, que reconoce que los rostros en este Salón, fueron historias cortadas
por la violencia, y son seres humanos, con sueños inconclusos” (Asovida, 2012c).
Un proyecto que identifica a cada granadino y representa el mayor acto de
resistencia en contra de la guerra y sobre todo en contra del olvido. Una estrategia
que permite, como menciona María Teresa Uribe, refiriéndose a la importancia de
que las víctimas y su voz sea reconocida, “conjurar los miedos, para exorcizar el
olvido, ahogar el silencio y darle salidas diferentes a la indignación, al dolor y al
sufrimiento” (2003, página 21).
Este fue el resultado de un arduo camino. Mientras que las víctimas reconocían su
papel en la construcción de una nueva historia en el municipio, pero sobre todo en
la superación de la guerra mediante la reconciliación, otros sectores de la
sociedad hablaban de la insignificancia de la memoria o la insensatez de invertir
recursos en ella en un municipio con grandes déficits presupuestales. Por eso,
dicen sus impulsores, en un momento de este proceso, “Quedamos como unos
locos y se notaba claramente que nadie nos iba a apoyar. Quedamos un poco
preocupados pues ya mucha parte de la población víctima apoyaba nuestra idea,
pero la institucionalidad nos creía locos. A nuestra gente sin embargo le gustaba la
idea, y no realizar este sueño sería duro” (Asovida, 2012b).
El 17 de diciembre de 2005 se llevó a cabo la Marcha por la Vida, una movilización
realizada en conmemoración de los cinco años de la toma armada del municipio.
La marcha acompañada por el entonces gobernador del departamento Aníbal
Gaviria Correa, se desplazó por las principales vías del municipio con un gran telar
blanco de 600 metros de longitud símbolo de paz en el cual estaba impresa la
frase El respeto a la vida es cuestión de humanidad y se sembró un árbol en el
parque principal como símbolo de compromiso con la paz y la vida.
En esta marcha, las organizaciones que convocaban como el Comité de
Reconciliación, el Comité Interinstitucional, la Personería Municipal y Coogranada
les pidieron a los marchantes llevar las fotos de sus víctimas, de sus muertos y
desaparecidos; a partir de ahí se evidenció la magnitud de la destrucción familiar
que tuvo la guerra: “habían señoras que podían tener 4 o 5 fotos ahí” (CNMH,
hombre, integrante de ASOVIDA, entrevista, 2013).

La gente estaba muy desesperada de empezar a sacar su dolor, porque era una época
de empezar a restablecer derechos, de limpiar el nombre de sus víctimas. Cuando
empezaron a llegar las fotos y nosotros sin mucha plata para esas cosas pero en hojas
tamaño carta, sacamos eso e hicimos el acto en la plaza, yo le vi al gobernador unas
lágrimas grandísimas cuando una señora estaba hablando sobre sus muertos y después
la gente decía que quería enmarcar las fotos. Para la gente un simple papel pintado, para
la gente ese papel adquiría una identidad, es que lo mostré, lo saqué a la calle… son
cosas muy verracas (CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19 de
septiembre de 2014).

Fue cuando este hecho empezó a trascender y lograr que esas manifestaciones
públicas con las fotos de cada víctima tuviesen un lugar, un sitio en el cual se
congregaran y poder dignificar a sus muertos, explicar que fue una guerra que
cobró vidas inocentes y que cada rostro que enmarca una foto es una vida que se
apagó:

Se pensó que era simplemente de un acto de dignidad, generar un espacio primero,


crear espacios de organización, de resistencia y de memoria, porque el Salón quiere
mostrar lo físico, sobre todo las vidas humanas que se perdieron en todo el conflicto que
fueron muchas y de muchas edades, niños, muchos jóvenes, adultos, ancianos. Un
conflicto en donde bastaba con estar en el momento, en el sitio y a la hora equivocada
para ser víctima de cualquiera de estos actos violentos, porque la guerra no escoge, sino
que indiscriminadamente va afectando toda la población. Entonces la idea de nosotros
era reunir otra vez a la gente que faltó en un sitio para hacer notar de que fue parte de
una comunidad, de una familia, de una vereda, de un barrio y como tal como cifra no son
importantes para nadie; entonces en la guerra uno simplemente dice mil, mil doscientos
muertos pero como personas y como rostros entonces ya uno se empieza a impactar. Así
no conozcas tu a alguna de las víctimas que hay allí pero cuando miras hay niños
sonrientes que pudieron seguir viviendo y estar con nosotros, cuando ves ancianos y
señoras y una cantidad de personas que de alguna manera convivieron con alguien en
un núcleo familiar, en un núcleo veredal, tuvo sus amistades y en realidad, casi que es un
punto de referencia también para después de una victimización tan masiva, uno
asombrarse de ir y ver personas como creía que podía estar vivas y resulta que faltan…
entonces eso lleva a un punto de examen y en la sociedad y debe llevar a eso (CNMH,
hombre, integrante de ASOVIDA, entrevista, 2013).

Después de esto, el primer reto para los integrantes de Asovida fue la consecución
de aquel espacio que se prestara como albergue para las cientos de fotos y para
la historia que querían construir. En un acto que los integrantes de Asovida
denominaron un “golpe de suerte” (Asovida, 2012b), en medio del proceso de
búsqueda del Salón se adelantaban las campañas electorales para la alcaldía en
el municipio; una iniciativa colectiva y de presión ciudadana permitiría que la
alcaldía se involucrara en el proceso de memoria.
La Asociación de Víctimas convocó a los candidatos a la alcaldía para el periodo
2008-2009 Nelson Armando García Amaya, Guillermo Gómez Duque y Yancelly
Aristizábal para que se comprometieran mediante la firma de un documento
público a brindar un espacio físico para construir el Salón y además de ser
incluidos en el Plan de Desarrollo para aquel periodo; el compromiso fue sellado
por los tres candidatos y así en caso tal de que se posesionara como alcalde
debería cumplir con la asignación del lugar físico para el Salón. Al quedar electo
Nelson García Amaya y luego de su posesión como alcalde del municipio, se inició
un nuevo proceso para hacer cumplir aquel compromiso preelectoral que tras la
presión comunitaria logró hacerse efectivo, el Salón de la Memoria ahora tenía
lugar, ubicado en el primer piso de la Casa de la Cultura, obtenido en comodato
por cuatro años y luego ampliado a ocho años.
Se realizaron los talleres y ejercicios de memoria en las diferentes veredas del
municipio, en los cuales se hacía conciencia a la población sobre el valor de la
memoria y la necesidad que tenía un municipio como Granada de construir
memoria para levantarse de sus ruinas; de cómo al consolidar este proceso, se
lograría reconocer la dignidad de las víctimas y dotar de sentido colectivo la nueva
historia de la comunidad granadina y su territorio:

Emprendimos un trabajo grande con un ciclo de talleres, sobre el olvido y [la] memoria.
Sin memoria, las personas y comunidades quedamos vacías de contenido, y sacrificando
la memoria, nos vamos quedando sin historia, y vacíos de historia quedamos vacíos de
dignidad. Dimos a entender con estos talleres de memoria a los participantes que sin esta
se perdería la historia de un pueblo ¿qué le contamos a las nuevas generaciones para
[que] no se repitan los hechos? (Asovida, 2012b).

Sin embargo, el proyecto necesitó que otras organizaciones se involucraran y le


apostaran también por la visibilización de la guerra en el municipio a partir de la
memoria, se continuó entonces con el proceso de acompañamiento que adelantó
el CINEP y se unieron organizaciones como el PNUD que permitieron asesoría
museológica y la consecución de los recursos para su funcionamiento.
En la parte principal del Salón se ubican 254 fotografías, 254 historias de
asesinados y desaparecidos del conflicto que representan una tercera parte de las
víctimas totales que dejó el conflicto en el municipio y aunque es una mínima
parte, logra evidenciar la magnitud de la violencia en el rostro de las víctimas.
Como menciona uno de los documentos de Asovida “Poner en exposición pública
los rostros de nuestras víctimas, es una apuesta por la dignificación, y valoración
de sus historias, de sus sueños y de sus vidas. Es una acción fuerte y contundente
en defensa de la vida” (Asovida, 2012b).

Lo que yo siento es que la gente sigue necesitando mucho cuestiones simbólicas,


usted lee esas bitácoras y la gente le dice a uno el único espacio donde siento que mi
desaparecido está es aquí, es como el cementerio del desaparecido, porque aquí es donde
se puede poner un poquito de piso al desaparecido. Aunque el Salón del Nunca Más me
parece muy simbólico y me parece que son cosas que tienen que seguirse dando y
necesidades que se tienen que seguir dando pero desde la gente (CNMH, hombre,
exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19 de septiembre de 2014).

El Salón del Nunca Más es un acto de resistencia y de rechazo manifiesto a la


guerra, un lugar que permite visibilizar no solo las víctimas sino las consecuencias
de la guerra en una sociedad, a la par que pretende renunciar al olvido, al
señalamiento y pensar en la no repetición.
A la fecha, ASOVIDA continúa su lucha por el reconocimiento y por hacer que la
memoria de las víctimas y de su municipio trascienda las fronteras del mismo. El
espacio del Salón ha crecido y ahora cuentan con dos exposiciones, la
permanente en la cual están las fotografías de las víctimas que murieron en el
conflicto y otra temporal, en la cual se exponen temas referidos a la memoria, los
derechos humanos o la paz. Como organización, Asovida ha procurado
mantenerse viva y seguir siendo un actor de importancia en el municipio;
mensualmente la asamblea se reúne para mantener la cohesión de la
organización y trabajar temas de paz y derechos humanos. Hoy ASOVIDA es un
actor innegable del acontecer del municipio e interlocutor de las instancias
gubernamentales de orden local, regional y nacional relacionadas con temas de
atención y reparación de las víctimas.

5.8. A manera de conclusión


Las memorias los granadinos evocan claramente el sufrimiento por más de 30
años de guerra, al mismo tiempo que las acciones y el forcejeo por hacer de este
un territorio en paz. Granada fue escenario de guerra y también de resistencia y
de reconstrucción, el tejido social. Las organizaciones civiles, la institucionalidad
local, las organizaciones de víctimas, las colonias granadinas, y en general la
población, hicieron frente a la situación de miedo generalizado y trataron de
mantener encendida la llama de vida que aún quedaba en el territorio.
Apelaron a un amplio repertorio de estrategias para sobrevivir y permanecer en
el territorio, que van desde el acomodamiento hasta la colaboración directa o
indirecta a los grupos armados en confrontación, la resistencia a los órdenes
impuestos por estos, pasando por la movilización y el rechazo a la guerra, la
reivindicación de la neutralidad de los civiles y del derecho a la vida, un conjunto
de acciones de solidaridad y asistencia humanitaria y la movilización por la
memorias y los derechos de las víctimas. Todo esto le permitió sortear la guerra,
enfrentarla y ahora, contar con uno de los capitales más significativos de la
región para enfrentar, desde la sociedad misma, los enormes restos de la
reconstrucción y la reparación.
Hoy Granada, su organización de víctimas y el Salón del Nunca Más son
reconocidas a nivel nacional por su lucha por la memoria y la reparación de las
víctimas. La memoria en el municipio es hoy un eje central de la reconstrucción y
los reclamos por la verdad, la justicia y la reparación. Esto les ha permitido a las
víctimas movilizar y hacer presencia en espacios públicos, demandar derechos y
hacerse escuchar de una sociedad que estuvo ausente o indiferente ante la
guerra que se libraba en su territorio y, además, emprender una tarea nada fácil
y que aún no concluye, de elaboración y tramitación de los duelos y el
sufrimiento acumulados.
Ese proceso no ha concluido. Las organizaciones de víctimas, el Comité
Interinstitucional y diversas organizaciones locales siguen trabajando por la
reparación del territorio, que se conozca y reconozca lo que sucedió en el
municipio y, sobre todo, que se aprendan las lecciones y emprendan las acciones
para garantizar que Nunca Más la guerra retornará a este territorio.
Recomendaciones
Este Informe ha sido un encuentro con la diversidad de memorias que las víctimas
y las comunidades tienen sobre la forma como el conflicto armado colombiano se
vivió en Granada (Antioquia). Sus narrativas han permitido hacer un relato
relacionado con los asuntos referidos al contexto antes de la guerra, los actores
armados, sus dinámicas y modalidades de victimización, los daños, las pérdidas y
las respuestas institucionales y de la población, pero también, sus demandas
tendientes a orientar y contribuir a la superación del conflicto armado desde los
territorios en materia de políticas públicas del orden local, departamental y
nacional.
Estas recomendaciones retoman a su vez lo que la población, las organizaciones
y la Administración local han construido desde 2012 como Propuesta de
Reparación Colectiva para la Población y el Municipio de Granada, y en ese
sentido, plantea como principal recomendación que esta propuesta sea retomada
por la Unidad municipal y nacional de víctimas según su competencia y se
garantice su implementación en términos presupuestales e institucionales.
No obstante, quienes participaron en los talleres de memoria identificaron otra
serie de demandas de reparación (individuales y colectivas) aso ciadas con la
tipología de daños identificados y relacionados, tal como lo ha propuesto el
Centro Nacional de Memoria Histórica en la dimensión moral, emocional y
psicológica, sociocultural, material, ambiental y política que a continuación se
reseñan. Frente a estas dimensiones de reparación, estas recomendaciones
consideran además a los actores sobre los que recaen las solicitudes en
procura de que la restitución de los derechos y la reparación de las
afectaciones que el conflicto armado causó a mujeres y hombres, y al territorio
mismo, no es una responsabilidad única, pero sí principalmente de las
entidades del Estado colombiano aunque también son un compromiso de la
sociedad, en tanto, ambos deben sumar esfuerzos que permitan implementar
acciones que garanticen los derechos a la verdad, la justicia, la reparación y la
no repetición con el fin de transformar las realidades que ha dejado la guerra.
En este sentido, la población granadina considera necesario reconocer y
comprender el conflicto armado en su municipio, y para ello, es ineludible saber
qué pasó, porqué pasó lo que pasó, quiénes fueron los responsables y qué
hicieron, además, los daños diferenciales que causaron, para que lo sucedido no
se vuelva a repetir. Para ello, son indispensables medidas que posibiliten no solo
la reparación integral de las víctimas y los territorios sino medidas de orden
institucional, social y cultural que garanticen la no repetición de los hechos.
El horizonte que hoy se vislumbra en el país con la realización de los diálogos
para la terminación del conflicto armado a través de la negociación configura un
escenario en el que procesos locales de reparación integral, ofrecen enormes
aprendizajes sobre el sentido y los retos de la paz desde los territorios. Granada
puede ser un verdadero laboratorio de paz.

Recomendaciones para reparar los daños morales


Frente al dolor y el sufrimiento que padecieron los habitantes granadinos por el
menoscabo que los actores armados hicieron de sus valores, al humillar y
estigmatizar las comunidades y sus territorios, las recomendaciones identificadas
se exponen en el orden de:

Gobierno local, departamental y nacional


1) Reconocimiento público de la responsabilidad del Estado colombiano
por omisión o participación en la violación de los derechos humanos. El
Estado colombiano debe pedir perdón a la comunidad granadina por lo
que pasó.
2) Reconocimiento público y financiamiento del Salón del Nunca Más como
una experiencia emblemática para los procesos de construcción de paz
en los territorios.

Actores armados
3) Identificar y reconocer públicamente los hechos victimizantes que
tuvieron lugar en la población y el territorio granadino por causa de
su accionar y pedir perdón por los mismos.
4) Las personas desmovilizadas de estos grupos deberán suministrar
información necesaria para la identificación y ubicación de fosas con
personas desaparecidas y la ubicación de campos minados.

Población y comunidades
5) Reconocer y posicionar el valor de la primacía de la vida como centro de
procesos sociales y culturales.
6) Realización de nuevos proceso de memoria veredales y sectoriales
que les permita comprender cada vez mejor lo que pasó, superar el
sentimiento de culpa que se atribuyen las víctimas por lo que
hicieron o dejaron de hacer en medio del conflicto armado y
dignificar la memoria de las víctimas.
7) Establecer mecanismos de interacción e integración entre el área rural
y el casco urbano con el propósito de superar los estigmas y
señalamientos que se produjeron en medio del conflicto armado a las
poblaciones y sus territorios.

Recomendaciones para reparar los daños emocionales y psicológicos


Los traumas y el profundo sufrimiento que tuvieron mujeres y hombres granadinos
por los efectos de las acciones violentas que los actores armados legales e
ilegales produjeron en las vidas de estas personas, obstaculizaron el devenir de
sus proyectos de vida –individuales y colectivos–, así como sus relaciones y
conductas cotidianas. En este sentido, la población considera necesario:

Gobierno local, departamental y nacional


8) Implementar acciones de atención y acompañamiento psicológico a
niñas y niños huérfanos para el manejo de las consecuencias de las
acciones devastadoras del conflicto armado con el fin de lograr la
reconstrucción de los proyectos de vida de esta población.
9) Garantizar la continuidad y el seguimiento de la atención psicológica
individual de hombres y mujeres según su ciclo vital (niños y niñas,
jóvenes, adultos y adultos mayores).
10) Brindar acompañamiento psicosocial continuo a las familias y
comunidades, reconociendo las acciones previas implementadas por la
diversidad de instituciones y programas que han estado en el municipio.
11) Implementar estrategias para el apoyo, es decir, que los empleados
públicos y demás personas que acompañen a las víctimas, como el
personal de salud, educación y de la Administración municipal reciban el
apoyo, acompañamiento y asesoría para abordar las problemáticas que
enfrentan diariamente en la atención de la población víctima con el fin de
evitar procesos de revictimización.

Población y comunidades
12) Impulsar diversas estrategias que permitan a la comunidad misma y a
las víctimas, escucharse, reconocerse y comprender los dolores y
sufrimientos así como sus experiencias de afrontamiento y capacidad de
superación.

Recomendaciones para reparar los daños físicos o


sobre el cuerpo
Las acciones directas o como consecuencia de las estrategias bélicas
implementadas por los actores armados en el cuerpo de hombres y mujeres,
además de cicatrices y huellas emocionales, así como las afectaciones físicas y
también enfermedades psicosomáticas que menoscabaron las relaciones sociales
y, en muchos casos, redujeron la capacidad laboral de las personas afectadas. En
este sentido, la población pone en consideración las siguientes recomendaciones:
Gobierno local, departamental y nacional
13) Garantizar a la población víctima el acceso y atención integral en el
sistema de salud, la atención de especialistas y el acceso a
medicamentos y tratamientos orientados a atender las afectaciones
de salud generadas por el conflicto armado.
14) Diseñar e implementar estrategias de inclusión laboral a personas en
situación de discapacidad.
15) Ejecutar programas de rehabilitación que potencien las capacidades de
la población en situación de discapacidad.

Población y comunidades
16) Acciones de encuentro de la población que permitan el reconocimiento e
inclusión de las víctimas en situación de discapacidad por efectos del
conflicto armado.

Recomendaciones para reparar los daños


socioculturales
Como se ha podido observar a lo largo del texto, los actores armados y sus
estrategias bélicas interrumpieron las cotidianidades de la población afectando
directamente sus prácticas sociales, modos de vida e identidades colectivas.
Desde la identificación de estos daños, la población sugiere las siguientes
acciones:
Gobierno local, departamental y nacional
17) Garantizar el acceso a la educación y permanencia de los docentes
especialmente en el área rural.
18) Fortalecer la capacidad de los centros educativos para afrontar los impactos
del conflicto armado tanto en aspectos emocionales como cognitivos:
psicoorientadores, maestros de apoyo y personas capacitadas en
dificultades de aprendizaje.
19) Implementar contenidos curriculares pertinentes según los contextos y
garantizar la calidad, como también diseñar estrategias pedagógicas de
la memoria sobre el conflicto armado en Granada y la inclusión de
enfoques que reconozcan los contextos campesinos.
20) Acompañamiento y continuidad de los procesos sociales, comunitarios y
productivos con miras al restablecimiento de los vínculos, relaciones y
capacidades en los territorios rurales y urbanos.
21) Incentivar el retorno de la población granadina cumpliendo las
condiciones básicas de voluntad, seguridad, dignidad y sostenibilidad.

A todos los actores


22) Promover estrategias que involucren todos los actores y sectores de la
comunidad granadina que permitan la reconstrucción del tejido social y
la confianza entre la población resistente, retornada y reubicada.
23) Desarrollar acciones de reivindicación acerca del valor de la tierra y la
identidad campesina en tanto sus saberes, prácticas y usos en el
territorio.

Recomendaciones para reparar los daños materiales y


ambientales
Los relatos de la población son reiterativos en identificar los daños directos e
indirectos que el conflicto armado ocasionó a los bienes materiales, medibles no
solo en su valor económico sino también en el significado que estos tenían para
las personas, las familias y las comunidades. Estas afectaciones incluyen además
el impacto en la economía local, los proyectos familiares y comunitarios de
desarrollo agrícola, así también como los daños a la infraestructura pública.
Así entonces, la población granadina sugiere en esta materia:

Gobierno local, departamental y nacional


24) Construir de manera participativa un Plan de Desarrollo Local que dé
prioridad a la reparación colectiva del territorio y a la transformación de
las condiciones de inequidad, pobreza y marginalidad que antecedieron
y se profundizaron con el conflicto armado. Este Plan de Desarrollo debe
servir además como carta de navegación para las instituciones del
gobierno departamental y nacional así como para los organismos
internacionales y organismos privados que actúan en el territorio.
25) Generar iniciativas productivas con un enfoque territorial basado en el
reconocimiento de las particularidades e identidades territoriales
(recursos físicos, humanos y culturales) que permitan la generación de
empleo y procesos de reactivación de las dinámicas campesinas.
26) Implementar estrategias que estimulen la producción agrícola campesina
y la comercialización de productos a precios justos y estables, de tal
modo que permitan además garantizar la seguridad alimentaria de la
población y activar la economía local.
27) Reparación de los bienes públicos (especialmente escuelas, centros de
salud y centros sociales y comunitarios) y mejoramiento de casas,
entables y proyectos productivos de las familias y comunidades
abandonados en el conflicto armado en Granada.
28) Asignación presupuestal para el mantenimiento de las vías terciarias del
municipio con el fin de dinamizar la movilidad intermunicipal en el
territorio, promover la economía y el turismo.
29) Garantizar el acceso al servicio de transporte en el área rural que permita la
movilidad de la población y de la producción.
30) Desarrollar mecanismos de control a la minería ilegal, especialmente en
la Cuenca Calderas y Santa Ana, no solo por su implicación en la
depredación de recursos naturales sino por la activación de dinámicas
de violencia organizada que impactan la población.
31) Implementar programas comunitarios de protección del medio ambiente
y de las reservas naturales.
32) Levantar el castigo fiscal que pesa sobre el municipio a raíz de la
imposibilidad de recaudo, situación que lo afecta para acceder a
recursos de cofinanciación de proyectos de inversión social en el
territorio.
33) Apoyar económicamente a las empresas prestadoras de los servicios de
transporte para que retomen de nuevo las rutas que prestaban
anteriormente, en caso de que las empresas que prestan este servicio
en el municipio no hayan autorizado a otras empresas para ello.
34) Financiar proyectos para el proceso de hacer potable el agua en la
zona rural, lo mismo que la construcción de pozos sépticos.
35) Ampliar la cobertura de energía eléctrica en el 100 por ciento de las
viviendas en la zona rural.

Población y comunidades
36) Elaborar proyectos y encadenamientos comunitarios que permitan el
intercambio de la producción agrícola, el autosostenimiento familiar y el
sostenimiento en los territorios.
37) Fomentar estrategias de cooperativismo y comercio justo.
38) Realizar encuentros y convites que permitan desarrollar acciones de
cuidado y protección de los recursos naturales.

Recomendaciones para reparar los daños políticos


El conflicto armado menoscabó también los principios “sobre los cuales se define y
construye la ciudadanía, la convivencia política y la democracia” (Bello, 2014,
página 43), por eso, hoy la población insta al conjunto de la sociedad en la
recuperación del tejido colectivo, la emergencia de liderazgos y la participación en
los escenarios de decisión pública a través de:

Gobierno local, departamental y nacional


39) Garantizar la presencia permanente y activa del conjunto de
institucionalidad estatal.
40) Garantizar la seguridad en los territorios y el monopolio de la fuerza por
parte del Estado.
41) Diseñar e implementar estrategias que permitan formar a la fuerza
pública en el respeto a los derechos humanos, el respeto y el buen trato
a la población, como base para generar nuevamente la confianza de las
comunidades en la fuerza pública.
42) Implementar mecanismos de protección a los líderes y lideresas para el
ejercicio de sus funciones.
43) Realizar estrategias de formación política en las comunidades de la
cabecera municipal y del área rural que consulte con demandas
diferenciales de la población, por ejemplo, de las mujeres, los hombres,
los y las jóvenes.

Población y comunidades
44) Reactivar el trabajo comunitario (JAC, grupos culturales, juveniles)
que permitan construir tejidos de confianza y solidaridad.
45) Hacer veeduría en la implementación de las acciones de reparación en
el marco del conflicto armado.
46) Renovar los liderazgos e incentivar la participación de jóvenes, mujeres
y hombres en los procesos de fortalecimiento comunitario.

Recomendaciones en relación con la verdad y la


justicia
La población granadina sabe que todo lo anterior sería parcial si no se avanza en
procesos de verdad y justicia, esto es, en el establecimiento de responsabilidades
y los consecuentes procesos de judicialización. Las responsabilidades de estos
procesos transcienden, en su mayoría, las posibilidades del ámbito local y
convocan de manera explícita la acción de las instancias del orden nacional como
la Fiscalía General de la Nacional y sus dependencias a nivel regional.
47) Dado el peso que en los relatos de la población tiene la imputación de
responsabilidades a la fuerza pública, Ejército y Policía, en la violación
de derechos humanos, ocurridas en el marco de las operaciones
militares y las relaciones de connivencia con los grupos paramilitares, es
menester que se establezcan los mecanismos para investigar y
establecer, si las hubiese, las responsabilidades necesarias.
48) Establecer la coincidencia existente entre las denuncias o declaraciones
hechas con el objeto de obtener certificaciones o acceder a beneficios
administrativos, con las consecuentes investigaciones judiciales o
disciplinarias que necesariamente deben desprenderse de allí por
impulso de la víctima o de oficio por las autoridades que las recibieron.
49) Emprender jornadas de formulación judicial de denuncias con personal
capacitado para la escucha y el respeto a los relatos de la población.
50) Instruir a la población sobre la ruta de acceso a la justicia y sobre la
implicación penal o disciplinaria de conductas como el saqueo, la
destrucción y la ocupación de bienes civiles; el confinamiento o el
desplazamiento; la tortura, la perfidia; el bloqueo de alimentos y otros
bienes esenciales; y en general, todas aquellas prácticas recurrentes de
los actores armados.
51) Especial atención merece, por su silenciamiento y por los obstáculos
culturales para su reconocimiento, el reconocimiento de la violencia
sexual practicada por los diversos actores y sus múltiples expresiones.
52) Brindar un amplio servicio de asesoría y representación legal a las
víctimas en procesos penales, administrativos y disciplinarios, para ello
se debe proveer al municipio del personal suficiente.
53) Habilitar un servicio de rastreo e información del estado de los casos
denunciados por la población; especialmente la residente en zonas
rurales.
54) Difundir por diversos medios las sentencias proferidas, haciendo énfasis
en la ruta utilizada, la identidad de los victimarios y en las condiciones
del contexto que puedan ser comunes a otras víctimas en el territorio.
55) Realizar un censo actualizado con la estadística por vereda y barrio que
refleje la relación entre los hechos denunciados, judicializados y fallados;
de forma tal que sirva como indicador de avance en los temas de
justicia. Este instrumento en ningún caso publicará la identidad de los
denunciantes para preservar su integridad.

Siglas y abreviaturas
Sigla Equivalencia

Autodefensas Campesinas de Córdoba y


ACCU
Urabá

Autodefensas Campesinas del Magdalena


ACMM
Medio

Alto Comisionado de las Naciones Unidas


ACNUR
para los Refugiados

Programa de Acción Integral contra Minas


AICMA
Antipersona

AICO Autoridades Indígenas de Colombia

Asociación de Mujeres del Oriente


AMOR
Antioqueño

Asociación de Mujeres Unidas y Cabezas de


AMUCAFA
Familia de Santa Ana

Asociación Provincial de Víctimas a


APROVIACI
Ciudadanas y Ciudadanos
Asociación de Familiares de Detenidos
ASFADES
Desaparecidos

ASÍ Alianza Social Independiente

ASOCOMUNA
Asociación de Juntas Comunales
L

ASODESPLAZ
Asociación de Desplazados
ADOS

ASOGANADE
Asociación de Ganaderos
ROS

Asociación de Campesinos y Productores de


ASOPROA
Oriente Antioqueño

ASOPROVIAC Asociación de Víctimas del Oriente


I antioqueño

ASOVIDA Asociación de Víctimas de Granada

AUC Autodefensas Unidas de Colombia

BACRIM Bandas Criminales Emergentes

Batallón de Artillería N° 4 “Jorge Eduardo


BAJES 4
Sánchez”

CAPSA Corporación Amigos por Santa Ana

CGSM Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar

CICR Comité Internacional de la Cruz Roja

CINEP Centro de Investigación y Educación Popular


CISP Comité para el Desarrollo de los Pueblos

Coordinación Colombia Europa Estados


CCEEU
Unidos

Comité Local para la Atención Integral a la


CLAIPD
Población Desplazada

CNG Coordinadora Nacional Guerrillera

Comisión Nacional de Reparación y


CNRR-
Reconciliación

CNMH Centro Nacional de Memoria Histórica

Colectivo de Derechos Humanos Semillas de


CODEHSEL
Libertad

CONCIUDADA
Corporación para la Participación Ciudadana
NÍA

COOGRANAD
Cooperativa de Granada
A

Corporación Autónoma Regional de las


CORNARE
Cuencas de los Ríos Negro y Nare

Cooperativa de Crédito, Recreación y Ahorro


CREAFAM
Familiar

CTI Cuerpo Técnico de Investigación

DANE Departamento Nacional de Estadística


Departamento Administrativo de Prevención
DAPARD
de Desastres

DAS Departamento Administrativo de Seguridad

DDHH Derechos Humanos

Departamento para el Desarrollo


DFID
Internacional, Reino Unido

DIH Derecho Internacional Humanitario

DNP Departamento Nacional de Planeación

DPS Departamento para la Prosperidad Social

EDA Empresas Departamentales de Antioquia

EDATEL Empresa Antioqueña de Telecomunicaciones

ELN Ejército de Liberación Nacional

EMGEA Empresa de Generación de Energía

EOT Esquema de Ordenamiento Territorial

EPL Ejército de Popular de Liberación

Fuerzas Armadas Revolucionarias de


FARC
Colombia

FCAB Frente Carlos Alirio Buitrago

FUPAD Fundación Panamericana para el Desarrollo


Grupo de Caballería Mecanizado N° 4 “Juan
GMJCO
del Corral”

HRW Human Rights Watch

ICBF Instituto Colombiano de Bienestar Familiar

ICEB Instituto Campesino de Educación Básica

IEP Instituto de Estudios Políticos

ISA- Interconexión Eléctrica S.A.

Information Management System for Mine


IMSMA
Action

INER Instituto de Estudios Regionales

Instituto Nacional de Vivienda de Interés


INURBE
Social y Reforma Urbana

Instituto Nacional de Vigilancia de


INVIMA
Medicamentos y Alimentos

IPC Instituto Popular de Capacitación

Instituto Social de Vivienda y Hábitat de


ISVIMED
Medellín

JAC Juntas de Acción Comunal

Lineamientos de Ordenamiento Territorial de


LOTA
Antioquia

NBI Necesidades Básicas Insatisfechas


OEA Organización de Estados Americanos

Organización Internacional para las


OIM
Migraciones

ONG Organización No Gubernamental

Observatorio de Paz y Reconciliación del


OPROA
Oriente Antioqueño

P&D Proyectos y Diseños

Proyecto al Desarrollo de la Microempresa


PADEMER
Rural

Programa Presidencial para la Acción Integral


PAICMA
contra Minas Antipersonal

PBI Peace Brigades International

PCH Pequeñas Centrales Hidroeléctricas

PIU Plan Integral Único

Plan Estratégico para un Pacto Social para el


PLANEO
Oriente de Antioquia

Programa de las Naciones Unidas para el


PNUD
Desarrollo

El Programa de Desarrollo para la Paz del


PRODEPAZ
Oriente Antioqueño

PROVISAME Promotoras de Vida y Salud Mental


RAE Real Academia Española

RNI Red Nacional de Información

RUV Registro único de Víctimas

SENA Servicio Nacional de Aprendizaje

SGP Sistema General de Participación

Sistema de información geográfica para la


SIGOT
planeación y el ordenamiento territorial

Sistema de Información de Población


SIPOD
Desplazada

Sistema de Potenciales Beneficiarios para


SISBÉN
programas sociales

Sistema Nacional para la Atención Integral a


SNAIPD
la Población Desplazada

Sistema Nacional de Atención y Reparación


SNARIV
Integral a las Víctimas

UAF Unidades Agrícolas Familiares

UMATA Unidades Municipales de Asistencia Técnica

Unidad para la Atención y Reparación


UARIV
Integral a las Víctimas

United State Agency for International


USAID
Development
Referencias
Libros, revistas y tesis
Aguilera, L. (2012), El drama de las mujeres desplazadas en Colombia, Altus, vol. 7, No. 13,
1-2, recuperado de http://www.usergioarboleda.edu.co/altus/mujeres-
desplazadas.htm
Alcaldía de Granada, (2004), Plan de desarrollo 2004-2007.
Alcaldía de Granada, (2008), Plan de desarrollo 2008-2011.
Alcaldía de Granada, (2012), Plan único para la población víctima del conflicto armado en el
municipio de Granada, PIU, recuperado de http://www.granada-
antioquia.gov.co/attachments/article/637/PIU%202012.pdf
Alcaldía de Granada, (2012), Propuesta: centro de producción, educación y desarrollo
agroambiental “tierra viva”, Granada-Antioquia, Archivo Alcaldía de Granada.
Alcaldía de Granada, (2000), Esquema de Ordenamiento Territorial Granada Antioquia
2000, recuperado de
http://cdim.esap.edu.co/BancoMedios/Documentos%20PDF/eot_esquema%20de%20
ordenamiento%20territorial%20parte%20ii_granada_antioquia.pdf
Alzate, M. (2010), “Interpretaciones y aportes recientes sobre las acciones colectivas frente
a la violencia y el conflicto armado en Colombia”, en Estudios Sociales, vol. 18, No. 36,
páginas 34-55.
Arboleda, J. (2012), La incidencia del conflicto armado en las juntas de acción comunal. Estudio de
caso en las veredas la aguada y la quiebra del municipio de Granada, Antioquia [Tesis inédita
de pregrado], Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
Arias, L. y otros (2008). Permanencias y rupturas en el hacer y el ser de mujeres madres que
viven en zonas de conflicto armado en Medellín y el oriente antioqueño [Informe de
investigación], Corporación Vamos Mujer, Conciudadanía, Medellín.
Asovida, (2012a), Asociación de desplazados del municipio de Granada-Antioquia [Inédito].
Asovida, (2012b), “Salón del Nunca Más: Concepción, creación, construcción y divulgación”,
Premio Nacional de Paz [Inédito].
Asovida, (2012c), Historia de Asovida, jornada de la luz y Salón del Nunca Más [Inédito].
Asovida, (2012d), Proyección propuesta de reparación colectiva, Antioquia, Granada
[Inédito].
Banco Mundial, Fundación Corona, Departamento para el Desarrollo Internacional (DFID),
Universidad y Centros Regionales de Investigación, (2003), El Comité Interinstitucional
la alianza para la reconstrucción integral de Granada, Instituto de Estudios Regionales,
Universidad de Antioquia.
Bello, M. (2014), Aportes teóricos y metodológicos para la valoración de los daños causados
por la violencia, Bogotá, Centro Nacional de Memoria Histórica.
Blair, E. (1998). “Violencia e identidad”, en Estudios Políticos, No. 13, páginas 137- 153.
Blair, E. (2005), Muertes violentas. La teatralización del exceso, Medellín, Universidad de
Antioquia.
Blair, E. (2010). “La política punitiva del cuerpo: “economía del castigo” o mecánica del
sufrimiento en Colombia”, en Estudios Políticos, No. 36, páginas 39-66.
Blair, E. (enero-junio de 2008), “Los testimonios o las narrativas de la(s) memoria(s)”,
en Estudios Políticos, No. 32, páginas 83-113.
Britto, D. (2010), “El desplazamiento forzado tiene rostro de mujer. La manzana de la
discordia”, vol. 5, No. 1, páginas 165- 78, recuperado de
http://manzanadiscordia.univalle.edu.co/volumenes/articulos/Vol5N1/art6.pdf
Caicedo, N. (2010), Incidencia del desplazamiento forzado por la violencia en la viabilidad fiscal
del municipio expulsor antioqueño, [Tesis inédita de maestría], Universidad Nacional,
Medellín, Colombia.
Calle, L. (2011), Incidencia de las acciones colectivas de las organizaciones sociales en el
oriente antioqueño en el periodo 2002-2008. Un estudio de caso comparativo, [Tesis
inédita de pregrado], Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
Cardona, J. y Grisales, M. (2011), “La recuperación de la memoria y el camino hacia la
dignidad humana en escenarios de conflicto armado. El caso del Salón del Nunca Más,
en Granada, Antioquia”, en Euphorion, vol. 6, páginas 53- 63.
Carrizosa, C. (2011), “El trabajo de la memoria como vehículo de empoderamiento político:
La experiencia del Salón del Nunca Más”, en Boletín de Antropología, vol. 25, No. 42,
páginas36-56.
Castaño, I. (2012), Articulación de esfuerzos para la reconfiguración del territorio y del
tejido social en el municipio de Granada- Antioquia, (Tesis inédita de maestría),
Universidad EAFIT, Medellín, Colombia.
Castillejo, A. (2001), Poética de lo Otro: Antropología de la guerra, la soledad, y el exilio
interno en Colombia, Bogotá, Instituto Colombiano de Antropología e Historia
(Ministerio de la Cultura).
Castro, D. (2013), El conflicto armado y la tierra en el oriente antioqueño entre 1997-2004,
[Tesis inédita de pregrado], Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
Centro de Memoria Histórica – CNRR, (2009), Recordar y narrar el conflicto: Herramientas
para reconstruir su memoria histórica, Bogotá, CNRR.
Grupo de Memoria Histórica, (2013), ¡Basta Ya! Colombia: Memoria de Guerra y Dignidad,
Bogotá, Pro-Off Set.
Centro Nacional de Memoria Histórica, (2014), Guerrilla y población civil. Trayectoria de las FARC
1949-2013, 3ª. Edición, Bogotá, CNMH.
Centro Nacional de Memoria Histórica, (2015), Desmovilización y reintegración paramilitar
panorama posacuerdos con las AUC, Bogotá, CNMH.
Centro Nacional de Memoria Histórica, (2016), Observatorio Nacional de Memoria y
Conflicto, Bogotá.
Comunicado del Colectivo de Derechos Humanos Semillas de Libertad (CODEHSEL), (4 de
noviembre del 2000).
Consejería DDHH, (febrero de 2005), Boletín Estadístico número 7.
Coordinación Colombia Europa Estados Unidos CEEU (CODEHSEL) (2007), Ejecuciones
extrajudiciales: el caso del oriente antioqueño, Bogotá.
Díaz, F. (2009), “El daño psicológico y la violencia política desde una perspectiva
psicojurídica, en Revista de Sicología Científica”, recuperado de
http://www.psicologiacientifica.com/dano-psicologico-y-violencia-politica/
Dirección de Planeación Departamental, Gobernación de Antioquia, (s.f.), Anuario
Estadístico de Antioquia, 2000, recuperado de
http://antioquia.gov.co/index.php/planeacion/6865-antioquia-estadisticas-e-
indicadores-
Dirección de Planeación Departamental, Gobernación de Antioquia. (s.f.). Anuario Estadístico de
Antioquia, 2012, recuperado de
http://www.antioquia.gov.co/images/pdf/anuario_2012/index.html
Espinosa, N. (2012), “Impactos del paramilitarismo en la Región Urabá-Choco 1998- 2006.
Claves para la lectura de las afectaciones colectivas”, en Revista Ágora U.S.B., vol. 12
No. 2, páginas 287-327.
Fabri, S. (2010), “Reflexionar sobre los lugares de memoria: Los emplazamientos de
memoria como marcas territoriales”, en Geograficando, vol. 6, No. 6, recuperado de
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.4745/pr.4745.pdf
Fernández, C. (1996), “Daños al proyecto de vida”, en Derecho PUC, No. 50, recuperado de
http://dike.pucp.edu.pe/bibliotecadeautor_carlos_fernandez_cesareo/articulos/ba_fs
_7.PDF
García, B., Gonzáles, S., Quiroz, A., y Velásquez, Á. (2002), “Técnicas interactivas para la
investigación social cualitativa”, en A. Ghiso (Ed.), Medellín, Fundación Universitaria
Luis Amigó.
García de la Torre, C. y Aramburo, C. (2011), Geografías de la guerra, el poder y la resistencia
oriente y Urabá antioqueños 1990-2008, Bogotá, CINEP, INER.
García, C. (1994). Movimientos cívicos y regiones, Medellín, Instituto de Estudios
Regionales.
García, C. I., Guzmán, A., Aramburo, C. I., Rodríguez, A.N. y Domínguez, J.C., (2014),
“Órdenes locales y conflicto armado. Una metodología comparada” en Revista Análisis
Político nº 81, Bogotá, mayo-agosto, páginas 3-18.
Giraldo, M., Gómez, J., Cadavid, B. y González, M. (2011), Estudios sobre la memoria
colectiva del conflicto. Colombia, 2000-2010, Medellín, Editorial Universidad de
Antioquia.
Giraldo, J. (2015), “Política y guerra sin compasión”, en Comisión Histórica del Conflicto y
sus Víctimas (CHCV), Contribución al entendimiento del conflicto armado en Colombia
(páginas 471- 521), Bogotá, Ed. Desde Abajo.
Gómez J. A., (2012), “Entre Tarde y Noche”, en Historias de Asfalto, recuperado de
http://www.historiasdeasfalto.com/…/C…/Entretardeynoche.aspx
González, F., Bolívar, I. y Vásquez, T. (2004), Violencia política en Colombia. De la nación
fragmentada a la construcción de Estado, Bogotá, Centro de Investigación y Educación
Popular (Cinep).
González, A. (2006), “Acción colectiva en contextos de violencia prolongada”, en Estudios
Políticos, No. 29, páginas 9-60.
González. A. (2012), “Mujeres, conflicto y desplazamiento forzoso: acción, resistencia y
lucha por el reconocimiento y la inclusión”, en Dilemata, 10, páginas 119-148.
González, F. (2014), Poder y violencia en Colombia, Bogotá, Odecofi-Cinep-Colciencias.
González, et al. (2002), De la nación fragmentada a la construcción de Estado. Bogotá:
Cinep.
Granada, J. (2008), Desplazamiento forzado y acción colectiva. La mesa de organizaciones
de población desplazada en Medellín, Medellín, Instituto de Estudios Políticos.
Granada, J. (2012), Acción colectiva y oportunidades políticas en escenarios de políticas
públicas: el caso del desplazamiento forzado en Medellín, en Estudios Políticos, 40,
páginas 76-97.
Granada, J., y González, S. (2009), Acción colectiva de las organizaciones de población
desplazada en Medellín. Ciclos, contextos, repertorios y perspectivas, en Estudios
políticos, páginas 107-130.
Grisales, M. (2012), El espacio roto. Entre la violencia y el retorno. (Tesis inédita de maestría).
Universidad de los Andes, Bogotá, Colombia.
Grupo de Memoria Histórica. (2011), San Carlos. Memorias del éxodo en la guerra. Bogotá:
Ediciones Semana.
Ibáñez, A., y Moya, A. (2007), La población desplazada en Colombia: examen de sus
condiciones socioeconómicas y análisis de las políticas actuales, Bogotá, DNP.
Ibarra, M. (2007), Acciones colectivas de las mujeres en contra de la guerra y por la paz en
Colombia, en Sociedad y Economía, No. 13, páginas 66-86.
Instituto de Estudios Regionales (INER), (1990), Granada. Colección de Estudios de
Localidades. Medellín, CORNARE.
Instituto Interamericano de Derechos Humanos (IIDH) (2006), Verdad, justicia y reparación:
Colombia ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Costa Rica.
Instituto Popular de Capacitación (IPC) (2006), Píldoras para la memoria: violaciones de
derechos humanos y crímenes de lesa humanidad en el Valle de Aburrá y el oriente
antioqueño (2000-2004), Medellín, IPC.
Jaramillo, A., Villa, M. y Sánchez, L. (2004), Miedo y desplazamiento: experiencias y
percepciones. Medellín, Corporación Región.
Jaramillo, A. (2007), “El oriente antioqueño”, en Riaño, P. y Villa, M. (Edits.), La migración
forzada de colombianos: Colombia (páginas 113- 148), Medellín, Región, FLACSO, UBC.
Kalyvas, S. (2001), “La violencia en medio de la guerra civil, esbozo de una teoría”, en Revista
Análisis Político, No. 42 (enero-abril).
Lair, E. (2000), “Colombia: una guerra contra los civiles”, en Colombia Internacional, Nos.
49-50, páginas 135-147.
Lira, E. (2010), “Trauma, duelo, reparación y memoria”, en Revista de Estudios Sociales, No.
36, páginas 14- 28.
López, A. G. M., y Rodríguez, B. A. (2012), “Vínculos. Reconfiguración de identidades en el
marco del conflicto armado colombiano”, en Revista Colombiana de Ciencias Sociales,
vol. 3, No. 2, páginas 270- 289.
López, L. (2007), “Un nuevo enfoque para abordar el desplazamiento en Colombia”, en
Trabajo social, páginas 21-32.
Losada, R., y Casas, A. (2008), Enfoques para el análisis político, Bogotá, Pontificia
Universidad Javeriana.
Lozano, C. (2009), “La distribución de ayuda humanitaria por muerte y lesiones
personales: el caso de las víctimas del municipio de Granada (oriente antioqueño)”,
en: C. Díaz; N. Sánchez y R. Uprimny (eds.), Reparar en Colombia: los dilemas en
contextos de conflicto, pobreza y exclusión (páginas 293-345), Bogotá, Centro
Internacional para la Justicia Transicional (CIJT) y Centro de Estudios de Derecho,
Justicia y Sociedad (DeJusticia).
Luna, M. T., Ospina, C. M., y Echavarría, M. I. (2012), Narrando el cuerpo: Una alternativa
para resignificar las experiencias de niños y niñas en el contexto del conflicto armado
colombiano, [Informe técnico de investigación], Centro Internacional de Educación y
Desarrollo Humano, CINDE, Medellín.
Medina, C. (s.f), ELN, Ejército de Liberación Nacional. Notas para una historia de las ideas
políticas (1958- 2007). [Tesis inédita de doctorado en Historia], Universidad Nacional de
Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Bogotá, Colombia.
Medina, C. (2010), Farc-EP y ELN. Una historia política comparada (1958 – 2006), Bogotá,
Universidad Nacional de Colombia.
Meertens, D. (2000), “El futuro nostálgico: desplazamiento, terror y género”, en Revista
Colombiana de Antropología, No. 36, páginas 112-135, recuperado de
http://icanh.gov.co/recursos_user/RCA_Vol_36/v36a05.pdf
Mesa, M., y Mayorga, M. (2013, julio), “La memoria en el cuerpo. Relación entre la memoria
y el cuerpo en el marco del conflicto armado colombiano”, en ponencia presentada en
X Jornadas de Sociología, Buenos Aires, Argentina.
Ministerio de Comunicaciones de Colombia, Embajada de Canadá y UNICEF, (2000),
Sembrando minas cosechando muertes, recuperado de
http://www.unicef.org/colombia/pdf/minas.pdf
Ministerio del Interior, (1999), Plan de acción para la prevención y atención del
desplazamiento forzado, Bogotá.
Montoya, V. (2007), “Espacios e identidad: sobre el sentido de lugar y la idea de la
territorialidad”, en Cátedra abierta: Universidad, cultura y sociedad, páginas 77-90.
Murcia, J. (2011), Población desplazada en Medellín: acción colectiva y reivindicación del
derecho a la ciudad [Tesis inédita de pregrado], Universidad de Antioquia, Medellín,
Colombia.
Nieto, J. (2009), “Resistencia civil no armada en Medellín. La voz y la fuga de las
comunidades urbanas”, en Análisis Político, No. 67, páginas 38-59.
Noche y Niebla, (1999), Boletín No. 12.
Noche y Niebla, (2000), Boletín No. 20.
Noche y Niebla, (2002), Boletín No. 23.
Noche y Niebla, (2002), Boletín No. 25.
Noche y Niebla, (2004), Boletín No. 29.
Noguera, H. (2010), “Consejo de Estado vs. Corte Interamericana de Derechos Humanos en
materia de reparaciones” en Verbas Iuris, páginas 99-120, recuperado de
http://www.unilibre.edu.co/verbaiuris/24/consejo-de-estado-vs-corte-
interamericana-de-derechos-humanos-en-materia-de-reparaciones.pdf
Novoa, E. (2009), Trayectorias geopolíticas en Colombia. Movimiento Cívico del Oriente
Antioqueño, Movimiento Popular Los Inconformes, Comité de Integración del Macizo
Colombiano, Bogotá, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales.
Observatorio de Paz y Reconciliación del Oriente Antioqueño, (2006b), Estudio de
diagnóstico y contextualización de los 23 municipios del oriente antioqueño sobre la
situación del conflicto armado, los derechos humanos, el derecho internacional
humanitario, las organizaciones sociales y la gobernabilidad democrática, Rionegro.
Observatorio de Paz y Reconciliación del Oriente Antioqueño, (2006c), Estudio de diagnóstico
y contextualización de los 23 municipios del oriente antioqueño sobre la situación del
conflicto político armado, los derechos humanos, el derecho internacional humanitario,
las organizaciones sociales y la gobernabilidad democrática, Medellín.
Observatorio de Paz y Reconciliación del Oriente Antioqueño, (2007), “La nueva
configuración política del oriente antioqueño”, en Boletín No. 3.
Observatorio de Paz y Reconciliación del Oriente Antioqueño, (2007b), Estudio de diagnóstico
y contextualización de los 23 municipios del Oriente Antioqueño sobre la situación del
conflicto político armado, los derechos humanos, el Derecho internacional humanitario,
las organizaciones sociales y la gobernabilidad democrática, Medellín.
Observatorio de Paz y Reconciliación del Oriente Antioqueño, (2008), “Informe 2007: Mesa
de derechos humanos y protección Humanitaria del Oriente Antioqueño”, en Boletín
No. 4.
Observatorio de Paz y Reconciliación del Oriente Antioqueño, (2008b), “Mapa político en el
Oriente antioqueño 1988-2008”, en Boletín No. 6.
Observatorio de Paz y Reconciliación del oriente antioqueño, (2008c), Serie Crónicas de
Corregimientos, Rionegro.
Osorio, E. (2001), “Entre la supervivencia y la resistencia. Acciones colectivas de población rural
en medio del conflicto armado colombiano”, en Cuadernos de Desarrollo Rural, No.47,
páginas 41- 80.
Pécaut, D. (2008), Las FARC ¿Una guerrilla sin fin o sin fines?, Bogotá, Editorial Norma.
Pécaut, D. (2015), “Una lucha armada al servicio del statu quo social y político”, en Comisión
Histórica del conflicto y sus víctimas. Contribución al entendimiento del conflicto armado,
Bogotá, Ed. DesdeAbajo.
Personería de Medellín, (2011), Informe de Derechos Humanos, Medellín.
Personería de Medellín, (2012), Informe de Derechos Humanos, Medellín.
PIU (2012), Plan Integral Único para la población víctima del conflicto armado en el
municipio de Granada “Tejiendo Territorio para Vivir en Comunidad”, Municipio de
Granada, Antioquia.
Posada, D., Pabón, N., y Bahamón, M. (2013), Representaciones sociales sobre el territorio
de los retornados de las veredas Galilea y El Roble del municipio de Granada (Tesis
inédita de pregrado), Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2010), Capacidades locales de paz
del Oriente Antioqueño, CD Multimedia.
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2010b), Oriente Antioqueño:
análisis de conflictividad, recuperado de
https://info.undp.org/docs/pdc/Documents/COL/00058220_Analisis%20conflictividad%20
Oriente%20Antioque%C3%B1o.pdf
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2006), “Un imperativo: el
respecto a la misión médica”, en Hechos del Callejón, No. 18, páginas 6- 8.
Quintero, J. (2007), “Efectos de las políticas públicas del sector eléctrico en la participación
de las organizaciones comunitarias del oriente antioqueño. Estudio de caso Asociación
Campesina del Oriente Antioqueño-ACOA”, en Cuadernos de Desarrollo Rural, No. 58,
páginas 101–127.
Real Academia Española, (2012), Diccionario de la Lengua Española, recuperado de
http://lema.rae.es/drae/?val=da%C3%B1o
Restrepo, G. (2011), “El Oriente Antioqueño: movilización social a pesar de la violencia”, en
S. Peñaranda, D. Ricardo (Ed.). Contra viento y marea: acciones colectivas de alto riesgo
en las zonas rurales colombianas 1985-2005 (páginas 127- 147), Bogotá, La Carreta
editores.
Riaño, P., y Villa, M. (2008), Poniendo tierra de por medio. Migración forzada de
colombianos en Colombia, Ecuador y Canadá, Medellín, Corporación Región.
Robledo, M. (2012), La memoria colectiva de las víctimas del conflicto armado como
potenciador de su accionar político. Una revisión al caso de Granada, Antioquia (Tesis
inédita de posgrado), Medellín, Universidad de Antioquia.
Rucht, D. (1999), “El impacto de los contextos nacionales sobre la estructura de los
movimientos sociales: un estudio comparado transnacional y entre movimientos”, en
D. McAdam, J. McCarthy, y M. Zald (eds.), Movimientos sociales: perspectivas
comparadas (páginas 262-287), Madrid, Istmo.
Ruiz, S. (2011), Desplazamiento forzado en Granada-Antioquia (2008-2009). Retorno de la
población desplazada [Tesis inédita de pregrado], Medellín, Universidad de Antioquia.
Ruta pacífica de Mujeres, (2013), Comisión de Verdad y Memoria de Mujeres Colombianas.
La verdad de las mujeres. Víctimas del conflicto armado en Colombia, Bogotá, G2
Editores.
Sánchez, G. (2008), Las violencias contra las mujeres en una sociedad en guerra, Bogotá, Ruta
Pacífica de las Mujeres, recuperado de
http://rutapacifica.org.co/descargas/publicaciones/lasviolencias.pdf
Scott, J. (2000), Los dominados y el arte de la resistencia, Colección Problemas de México,
México D.F.
Secretariado Nacional de Pastoral Social e Instituto de Estudios Políticos, (2001),
Desplazamiento Forzado en Antioquia 1985-1998, Medellín.
Solano, Y. (2004), “Procesos de resistencia y reconstrucción colectiva emprendidos por
mujeres desplazadas por la violencia en Colombia”, en Polis, vol. 3, No. 9, recuperado
de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=30500909
Suárez, A. (2008), “La sevicia en las masacres de la guerra colombiana”, en Análisis Político,
vol. 21, No. 63, páginas 59-77.
Tarrow, S. (1999), “Estado y oportunidades: la estructura política de los movimientos
sociales, en D. McAdam; J. McCarthy, y M. Zald (eds.), Movimientos sociales:
perspectivas comparadas (páginas 71- 99), Madrid, Istmo.
Tarrow, S. (2004), El poder en movimiento: los movimientos sociales, la acción colectiva y la
política, Madrid, Alianza.
Theidon, K. (2004), Entre Prójimos. El conflicto armado interno y la política de la reconciliación en
el Perú, Perú, Instituto de Estudios Peruanos.
Uribe, M. V. (1990), “Matar, rematar y contramatar. Las masacres en el Tolima 1948-1953”,
en Controversia, páginas 159-160.
Uribe, M. (1997), “Antioquia, entre la guerra y la paz”, en Estudios Políticos, No. 10, páginas
126-137.
Uribe, M. T. (2000), «Notas para la conceptualización del desplazamiento forzado en
Colombia» en Estudios Políticos, No. 17, julio-diciembre, 2000, Medellín, páginas 47-
72.
Uribe, M. (2003), “Estado y sociedad frente a las víctimas del conflicto armado”, en Estudios
Políticos, No. 23, páginas 9-25.
Uribe, M. (2004), “Emancipación social en un contexto de guerra prolongada. El caso de la
comunidad de paz de San José de Apartadó”, en Boaventura de Sousa Santos y Mauricio
García (eds.), Emancipación social y violencia en Colombia, (páginas 75-119), Bogotá,
Norma.
Uribe, M. (2006), “Notas preliminares sobre resistencias de la sociedad civil en un contexto
de guerras y transacciones”, en Estudios Políticos, No. 29, páginas 63-78.
Vélez, J. (2004), “Prácticas hegemónicas y resistencias cotidianas. Una perspectiva para
estudiar la formación del Estado en Colombia”, en Estudios Políticos, No. 35, páginas
89- 111.
Verdad Abierta, (5 de agosto de 2010), Salón del Nunca Más, dolorosamente hermoso
para recordar la guerra, recuperado de http://www.verdadabierta.com/victimas-
seccion/los-resistentes/2624-salon-del-nunca-mas-dolorosamente-hermoso-
para-recordar-la-guerra
Verdad Abierta, (8 de febrero de 2014), Las Farc cosecharon odios en el oriente antioqueño,
recuperado de http://www.verdadabierta.com/procesos-de-paz/farc/5236-las-farc-
cosecharon-odios-en-el-oriente-antioqueno
Verdad Abierta, (8 de febrero de 2014), Las Farc cosecharon odios en el oriente antioqueño,
recuperado de http://www.verdadabierta.com/procesos-de-paz/farc/5236-las-farc-
cosecharon-odios-en-el-oriente-antioqueno
Verdad Abierta, (s.f.), Bloque Metro, recuperado de
http://www.verdadabierta.com/victimarios/418-bloque-metro
Verdad Abierta, (s.f.), Bloque Héroes de Granada, recuperado de
http://www.verdadabierta.com/victimarios/417-bloque-heroes-de-granada-
Villegas, Y, Zuleta, E. (2011), La construcción de la memoria como proceso de transformación
simbólica y reconfiguración de la identidad individual y colectiva de las granadinas y
granadinos víctimas del conflicto armado en Colombia, [Tesis de pregrado], Medellín,
Universidad de Antioquia, Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Trabajo Social.
Vos, R. (2013), “Desplazamiento forzoso, género y derechos humanos”, en Razón y Palabra,
81, 1-12, recuperado de
http://www.razonypalabra.org.mx/N/N81/M81/20_VOS_M81.pdf
Wood, E. (2010), “Los procesos sociales de la guerra civil: la transformación de redes
sociales en tiempos de guerra”, en Análisis Político, vol. 23, No. 68, páginas 100-124.
Wood, E. (2012), “Variación de la violencia sexual en tiempos de guerra: la violación en la
guerra no es inevitable”, en Estudios Socio-Jurídicos, vol. 14, No. 1, páginas 19-57.
Zuluaga, R. (2013), Corporación Granada Siempre Nuestra 20 años: una apuesta por el
desarrollo local, [Tesis inédita de maestría], Universidad EAFIT, Medellín, Colombia.
Fuentes periodísticas
El Colombiano, (12 de junio de 1988), “Cruenta toma guerrillera en Granada, página 6D.
El Colombiano, (1° de mayo de 1994), “Atentado guerrillero aísla a 26 municipios”, página
2A.
El Colombiano, (27 de noviembre de 1994), “El paramilitarismo golpea en el oriente
antioqueño”, página 10B.
El Colombiano, (7 de enero de 1996), “Paramilitares en Antioquia”, página 6B.
El Colombiano (5 noviembre de 199), “Incautan material de guerra al ELN”, página 7A.
El Colombiano, (17 de febrero de 1997), “El mejor alcalde”, página 6A.
El Colombiano, (26 de marzo de 1997),” Ejército gana terreno en Granada”, página 7B.
El Colombiano, (22 de agosto de 1997), “Renuncian candidatos a la alcaldía de Granada”,
página 16A.
El Colombiano, (28 de agosto de 1997), “Renuncia de candidatos no es válida”, página 11A.
El Colombiano, (2 de septiembre de 1997), “Guerrilla secuestra a alcaldes”, página 6B.
El Colombiano, (3 de septiembre de 1997), “Nombran cuatro alcaldes militares”, página 12.
El Colombiano, (4 de septiembre de 1997), “Liberan alcaldes secuestrados”, página 10A.
El Colombiano, (4 de septiembre de 1997), “Los Alcaldes militares”, página 5A.
El Colombiano, (24 de octubre de 1997), “ELN secuestro dos delegados de la OEA”, página
8D.
El Colombiano, (28 de octubre de 1997), “Alcaldes de Antioquia”, página 16A.
El Colombiano, (20 de diciembre de 1997), “Secuestrados de nuevo con los suyos”, página
8A.
El Colombiano, (12 de octubre de 1998), “Diálogo con ELN, reina la expectativa”, página 2A.
El Colombiano, (28 de octubre de 1998,), “Atentado en muro de hidroeléctrica Calderas”,
página 2A.
El Colombiano, (14 de mayo de 1999), por Restrepo, J. “Terror en Santa Ana por operación
militar”, página 8A.
El Colombiano, (29 de mayo de 1999), por Restrepo, J. “Población civil víctima de
bombardeos”, página 3.
El Colombiano, (11 de febrero de 2000), “La vía está controlada”, dice el general Tapias,
página 8A.
El Colombiano, (12 de febrero de 200), “Sigue avanzada en la Medellín- Bogotá”, página 8A.
El Colombiano, (2 de agosto de 2000), “Temor por juicios sumarios en oriente”, página 7A.
El Colombiano, (3 de septiembre de 2000), “Volver la mirada al oriente”, página 6A.
El Colombiano, (3 de septiembre de 2000), por Arboleda, J., “En oriente mientras esté la
guerrilla: ACCU”, páginas 8A- 9A.
El Colombiano, (05 de noviembre de 2000), “Una hora de terror por las calles de Granada”,
página 3A.
El Colombiano, (12 de noviembre de 2000), “AUC aceptan autoría de muertes en Granada”,
página 9A.
El Colombiano, (8 de diciembre de 2000), “Con uñas los granadinos rescataron sus
muertos”, página 7A.
El Colombiano, (5 de noviembre de 2000), por Arboleda, J. “Una hora de terror por las calles
de Granada”, página 3A.
El Colombiano, (21 de abril de 2001), “Masacre de nueve personas en Granada”, página
12A.
El Colombiano, (1° de mayo de 2001), “Habría bloqueos en la autopista, página 10A.
El Colombiano, (24 de mayo de 2001), por Baena, A., “Bloqueo a paso de alimentos no deja
respirar a Granada”, p. 11A.
El Mundo, (1° de julio de 2001), “En Antioquia, devueltos 62 uniformados. Finalizan las
liberaciones”, página 12.
El Colombiano, (19 de julio de 2001), por Giraldo, C, “Armados «motilan» a Granada”,
página 11A.
El Colombiano, (1° de septiembre de 2001), “Atentado dejó 8 municipios sin teléfono”,
página 10A.
El Colombiano, (4 de septiembre de 2001), por Vélez, C., “ELN anunció nuevo cierre de la
Medellín-Bogotá”, página 12A.
El Colombiano, (20 de noviembre de 2001), por Giraldo, C, “Rechazan retención de seis alcaldes
por autodefensas”, página 11A.
El Colombiano, (17 de enero de 2002), Olimpo, C., “Grupos ilegales arremeten en pueblos
de Antioquia y Chocó”, página 13A.
El Colombiano, (6 de abril de 2002), “300 desplazados más en Granada”, página 12A.
El Colombiano, (11 de abril de 2002), “Campesinos abandonan tierras en Granada”, página
12A.
El Colombiano, (12 de abril de 2002), “CRIC entregó ayuda humanitaria a desplazados de
Granada”, Antioquia, página 9A.
El Colombiano, (20 de octubre de 2002), por Yarce, E., “Granada carga la cruz de los
muertos”, página 11A.
El Colombiano, (27 de mayo de 2003), “Un jefe del Frente 9 de las Farc se entregó a la
Policía”, página 12A.
El Colombiano, (18 de agosto de 2003), “En medio del fuego Uribe cumplió cita con
Granada”, página 3A.
El Colombiano, (22 de febrero de 2004), “Granada no causó daños graves”, página 3A.
El Colombiano, (3 de abril de 2004), “Granada: Farc asesinó conductores”, página 12A.
El Colombiano, (27 de abril de 2004), “Conflicto golpea la escuela en Granada”, página 2D.
El Colombiano, (25 de julio de 2004), por Vélez, C., “Coca, minas y desarraigo no son casos
aislados”, página 6A.
El Colombiano, (25 de julio de 2004), por Vélez, C., “Dos años de encierro”, página 6A.
El Colombiano, (20 de octubre de 2004), “Comité de Granada llama a la sensatez”, página
3D.
El Colombiano, (22 de enero de 2007), por González, R., “Granada vive un nuevo amanecer”,
página 1D.
El Colombiano, (30 de marzo de 2007), “En Granada hallan 9 caletas de las Farc”, página 5D.
El Colombiano, (6 de mayo de 2007), “Capturado jefe político del frente 9 de las Farc”,
página 3A.
El Colombiano, (23 de agosto de 2007), “Asegurado por ataque a Gradada”, página 6B.
El Colombiano, (10 de abril de 2008), “A juicio 10 militares acusados de un doble homicidio
en Granada”, página 8A.
El Colombiano, (7 de septiembre de 2008), por López, P., “Las huellas de minas también
quedan en la mente”, página 16A.
El Colombiano, (5 de diciembre de 2008), por Duque, J., “Jugoso retorno a casa”, página
7B.
El Colombiano, (7 de mayo de 2009), por Monroy, J., “Frente 9 perdió armas y munición”,
página 11A.
El Colombiano, (9 de junio de 2009), “Ejército incautó 17 fusiles en caleta de guerrilleros del
ELN”, página 11A.
El Colombiano, (4 de julio de 2009), por Eusse, J., “Granada le abrió las puertas al Nunca
Más”, página 11A.
El Colombiano, (22 de marzo de 2010), “Alias Moncholo del Frente 47 de las Farc, era
buscado por la Interpol”, página 15A.
El Colombiano, (1° de julio de 2010), por Macías, J., “No cesa tarea de desminado”, página
11A.
El Colombiano, (5 de agosto de 2010), por Monroy, J., “Granada se limpia de trampas
explosivas”, página 12A.
El Colombiano, (27 de febrero de 2013),” ICBF ha encontrado a 951 huérfanos del conflicto”,
página 5A.
El Espectador (nacional), (7 de enero de 2011), por López, F., “Santa Ana: drama
humanitario”.
El Mundo, (11 de junio de 2008), “Detenidos tres militares”, página 6A.
El Mundo, (10 de abril de 2002), “Más desplazados llegan a Granada”, página 6.
El Tiempo, (1996, 08 junio), “Muere líder del ELN en Antioquia”, recuperado de
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-311949
El Tiempo, (1998, 20 de junio), “Habrá más masacres en Antioquia: Paras, recuperado de
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-792196
El Tiempo, (1999, 7 de mayo), “Paz, una inversión forzosa”, recuperado
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-863174,%2014.05.1999
El Tiempo, (1999, 19 de mayo), “Ejército destruyó ayer cinco campamentos del ELN y FARC”,
recuperado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-863174
El Tiempo, (1999, 19 de mayo), “ELN pierde opción de despeje”, recuperado de
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-871136
El Tiempo, (2014, 14 de mayo de 2014), Tabares María Luisa, “Colombia es el segundo país
con más desplazados tras Siria” recuperado de
http://www.eltiempo.com/mundo/latinoamerica/desplazamiento-en-colombia-
segun-consejo-noruego-para-los-refugiados-/13989688
El Tiempo, (2002, 4 de diciembre), “Oriente destapa sus cartas”, recuperado de:
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1335663
El Tiempo, (2004, 4 de septiembre), “Instalan comisión humanitaria”, recuperado de
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-1537682
El Tiempo, (10 de febrero de 2010), por Rojas, J., “22 municipios incumplen la 617 en
finanzas: planeación, déficit fiscal, el cáncer de municipios en Antioquia”, Sección
Colombia.
Actas del Comité Interinstitucional de Granada
Manifiesto del Comité Interinstitucional, (28 de abril de 2001), Archivo documental,
Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta (s.f.) del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 15 de mayo de 1999), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta (s.f.) del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 25 de octubre de 2000),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta 14 del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 07 de noviembre de 2000),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta (s.d.) del Comité Interinstitucional de Granada, (24 de noviembre de 2000), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta 02 del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 04 de febrero de 2001), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta 03 del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 15 de marzo de 2001), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta (s.d.) del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 29 de marzo de 2001),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta 05 del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 17 de mayo de 2001), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta 06 del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 24 de mayo de 2001), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta 07 del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 26 de mayo de 2001), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta del Comité Interinstitucional de Granada, (10 de agosto de 2001). Archivo documental,
Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta (s.d.) del Comité Interinstitucional de Granada (Granada, 24 de mayo de 2002), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta (s.d.) del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 22 de abril de 2002), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Acta (s.d.) del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 06 de septiembre de 2002),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Carta del Comité Interinstitucional a la Defensoría del Pueblo, (22 de enero de 2003),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 19 de enero de 2001), Carta abierta a
todos los actores armados, Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la
Alcaldía de Granada.
Comité Interinstitucional, (20 de julio de 2002). Comunicado a la opinión pública y a los
organismos defensores de derechos humanos. Granada, Colombia. Archivo documental,
Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comité Interinstitucional, (enero de 2003), Comunicado a la opinión pública, Granada,
Colombia, Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comité Interinstitucional de Granada, (18 de agosto de 2003), Alianza para la
Reconstrucción, Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado de la Asamblea Dialogando por la Vida, (Granada, 7 de septiembre de 2001),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 24 de noviembre de
2000), Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 10 de enero de 2001),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 20 de julio de 2002),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 4 de noviembre de 2000),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 24 de septiembre de
1998), Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 4 de noviembre de 2000),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 8 de diciembre de 2000),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada (Granada, 9 de diciembre de 2000),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 26 de mayo de 2001),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 25 de abril de 2002,
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, enero de 2003), Archivo
documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Comunicado del Comité Interinstitucional de Granada, (Granada, 3 de junio de 2003),
Archivo documental, Secretaría de Gobierno de la Alcaldía de Granada.
Documentos legales
Acta del 28 de agosto de 2014 (28 de agosto), para la Reparación de perjuicios inmateriales,
recuperado de http://www.eltiempo.com/contenido/politica/ARCHIVO/ARCHIVO-
14485135-0.pdf
Auto 092 de 2008. (14 de abril de 2008). Corte Constitucional de Colombia. Magistrado
Ponente: Manuel José Cepeda, recuperado de
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/autos/2008/a092-08.htm
Ley 1448 de 2011 (10 de junio), Por la cual se dictan medidas de atención, asistencia y
reparación integral a las víctimas del conflicto armado interno y se dictan otras
disposiciones, Diario Oficial, No. 48.096.
Ley 387 de 1997 (18 de julio), Por la cual se adoptan medidas para la prevención del
desplazamiento forzado; la atención, protección, consolidación y estabilización
socioeconómica de los desplazados internos por la violencia en la República de
Colombia, Diario Oficial, No. 43.091.
Ley 617, (6 de octubre), Por la cual se reforma parcialmente la Ley 136 de 1994, Diario
Oficial No. 44.188.
Ley 975 de 2005, (25 de julio), Por la cual se dictan disposiciones para la reincorporación de
miembros de grupos armados organizados al margen de la Ley, que contribuyan de
manera efectiva a la consecución de la paz nacional y se dictan otras disposiciones para
acuerdos humanitarios, Diario Oficial, No. 45.980, recuperado de
http://www.alcaldiabogota.gov.co/sisjur/normas/Norma1.jsp?i=17161
Sentencia C-052-12, (8 de febrero de 2012), Definición de víctima para efectos de atención,
asistencia y reparación integral, recuperado de
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2012/C-052-12.htm
Sentencia Edison Giraldo Paniagua alias Pitufo, Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Bogotá, Sala de Justicia y Paz, 30 de julio de 2012.
Sentencia Jesús Ignacio Roldán Pérez. Tribunal Superior del Distrito, Sala de Justicia y
Paz, (9 de diciembre de 2014), recuperado de http://www.fiscalia.gov.co/jyp/wp-
content/uploads/2015/04/09-12-2014-Sentencia-Jesus-Ignacio-Roldan-Perez.pdf
Sentencia T-025 -04, (10 de diciembre de 2004), Asociaciones de desplazados, Condiciones
para que las asociaciones de desplazados interpongan la acción, recuperado de
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2004/t-025-04.htm
Sentencia T-045-10, (02 de febrero de 2010), Víctima de conflicto armado interno que ostenta
la calidad de desplazado, recuperado de
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2010/t-045-10.htm#_ftnref25
Sentencia T-881-02, (17 de octubre de 2002), Principio de dignidad humana. Recuperado
de http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2002/t-881-02.htm
Documentos en la web
Acción Social, (2010), Megaproyecto “Retornar es vivir”, Subdirección de Atención a
Población Desplazada, Prevención, Emergencias y Retornos, recuperado el 30 de
septiembre de 2011 de
http://www.accionsocial.gov.co/contenido/contenido.aspx?catID=295&conID=1934&
pagID=3175
Alcaldía de Granada, (2000), Esquema de Ordenamiento Territorial, Granada Antioquia
2000, recuperado de
http://cdim.esap.edu.co/BancoMedios/Documentos%20PDF/eot_esquema%20de%
20ordenamiento%20territorial%20parte%20ii_granada_antioquia.pdf
Álvarez, B. (10 de junio de 2011), De municipios a corregimientos, en El Mundo, recuperado
de
http://www.elmundo.com/portal/noticias/antioquia/de_municipios_a_corregimiento
s.php
Amat, Y. (28 de diciembre de 2014), “Víctimas del conflicto en el país son más de 6,8
millones”, en El Tiempo, recuperado de
http://www.eltiempo.com/politica/justicia/victimas-del-conflicto-armado-en-
colombia/15026796
Banco de Datos – CINEP, (s.f.), Deuda con la humanidad. Paramilitarismo de Estado en
Colombia 1988-2003, recuperado de
http://www.nocheyniebla.org/files/u1/casotipo/deuda/html/pdf/01entrada.pdf
Barreto, R. (2008), Asamblea Provincial Constituyente del oriente antioqueño, una
aproximación a la participación ciudadana. Instituto de Investigación y debate sobre la
gobernanza, recuperado de http://www.institut-gouvernance.org/es/analyse/fiche-
analyse-397.html#h1.3.1.2
Centro de Memoria Histórica, (s.f.), Tipología de daños desde la perspectiva de memoria
histórica, recuperado de
http://centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/CatedraBY/presentaciones/Sesion
-9/CatedraBastaYaDanos.pdf
Cinep, (s.f.), Banco de datos Derechos Humanos y Violencia Política, ejecuciones
extrajudiciales en Granada, recuperado de
https://www.nocheyniebla.org/consulta_web.php
CODHES, (2012), Estadísticas históricas del desplazamiento, recuperado de
http://www.codhes.org/index.php?option=com_si&type=1
Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), (1996), “La neutralidad del CICR y la neutralidad de la
asistencia humanitaria”. En Revista Internacional de Cruz Roja, recuperado de
https://www.icrc.org/spa/resources/documents/misc/5tdlsy.htm en marzo de 2016.
Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), (2007), Una mirada a la población desplazada
en ocho ciudades de Colombia: respuesta institucional local, condiciones de vida y
recomendaciones para su atención, recuperado de
http://reliefweb.int/sites/reliefweb.int/files/resources/286A0FD67CBB8C41C125740A
004EBDA3-Reporte_completo.pdf
Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), (2002), Caso Bámaca
Velásquez Vs. Guatemala. Sentencia de 22 de febrero de 2002 (Reparaciones y Costas),
recuperado de: http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/Seriec_70_esp.pdf
Desde Granada, (4 de marzo de 2013), Trece años después se reactiva transporte diario al
corregimiento Santa Ana de Granada, recuperado de
https://noticiasorienteantioqueno.wordpress.com/2013/03/04/trece-anos-despues-
se-reactiva-transporte-diario-al-corregimiento-santa-ana-de-granada/
Desde Granada, (23 de enero de 2013), I.E. Jorge Alberto Gómez de, Granada pasó de tener
45 docentes a 38, hubo pérdida de 7 plazas, recuperado de
http://www.desdegranada.com/index.php?option=com_k2&view=item&id=937:i-e-
jorge-alberto-gomez-de-granada-paso-de-tener-45-docentes-a-38-hubo-perdida-de-7-
plazas
Duque, J. (17 de julio de 2011), Municipios incumplen Ley 617, pero sanean el déficit, en El
Colombiano, recuperado de
http://www.elcolombiano.com/municipios_incumplen_ley_617_pero_sanean_el_defi
cit-JAEC_141787
El Colombiano, (24 de marzo de 2012), Abatido alias «Arboleda», cabecilla de los
«Urabeños», recuperado de
http://www.elcolombiano.com/historico/alias_arboleda_de_los_urabenos_fue_abati
do_por_las_autoridades-EBEC_174981
El Colombiano, (2013, 13 de junio), Antioquia recibe el mayor número de desplazados en
Colombia, recuperado de
http://www.elcolombiano.com/antioquia_con_las_cifras_mas_altas_de_desplazamie
nto_en_colombia-DBEC_246489
El Mundo, (2009, 26 de julio), En peligro de ser corregimientos, recuperado de
http://www.elmundo.com/portal/resultados/detalles/?idx=122945&anterior=1&p
aramdsdia=5&paramdsmes=06&paramdsanio=&cantidad=25&pag=2620#.VXpOj_l
_Oko
Giraldo, D. (27 de octubre de 2012), Granada afronta dura situación en materia financiera,
recuperado de http://www.inforiente.info/component/content/article/68-
granada/27570-granada-afronta-dura-situacion-en-materia-financiera.html
Giraldo, J. (23 de noviembre de 2004), Crimen de Lesa Humanidad - Aspectos filosóficos
jurídicos. Desde los márgenes, recuperado de
http://www.javiergiraldo.org/spip.php?article81
Gómez, E. (16 de marzo de 2015), Elkin Gómez pide más oportunidades para las víctimas de
minas antipersonal. En Noticias Telemedellín, recuperado de
http://noticias.telemedellin.tv/elkin-gomez-pide-mas-oportunidades-para-las-victimas-
de-minas-antipersonal/
Gómez, M. (2 de noviembre de 1997), Júbilo por libertad de miembros de la OEA, en El
Tiempo, recuperado de http://www.eltiempo.com/archivo/documento/MAM-700394
Human Rights Watch (WHR), (2015), El rol de los altos mandos en falsos positivos,
recuperado de https://www.hrw.org/es/report/2015/06/23/el-rol-de-los-altos-
mandos-en-falsos-positivos/evidencias-de-responsabilidad-de
López, F. (25 de julio de 2011), Condenados al nunca más, En Inforiente, recuperado de
http://inforiente.info/component/content/article/68-granada/22594-condenados-al-
nunca-mas.html
Médicos sin fronteras, (2013), Las heridas menos visibles: salud mental, violencia y conflicto
armado en el sur de Colombia, recuperado de http://psiquiatria.org.co/web/wp-
content/uploads/2013/06/Las-Heridas-Menos-Visibles-Reporte-MSF-2013.pdf
Noche y Niebla, (22 de diciembre, 1999), Banco de datos derechos humanos y violencia
política, recuperado de https://www.nocheyniebla.org/consulta_web.php
Noche y Niebla, (14 de mayo de 2001), Banco de datos derechos humanos y violencia
política, recuperado de https://www.nocheyniebla.org/consulta_web.php
Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y DIH, (2010), Panorama
actual del oriente antioqueño [derechos humanos], recuperado de
http://www.derechoshumanos.gov.co/Observatorio/Publicaciones/Documents/2010/
Estu_Regionales/orienteantioqueno.pdf el 17 de marzo de 2013.
Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Naciones Unidas, (16 de
diciembre de 2005), Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de
violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de
violaciones graves del derecho internacional humanitario a interponer recursos y
obtener reparaciones, recuperado de
http://www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/RemedyAndReparation.aspx
Ospina, A. y López, M. (2012), Acción pública de la Mesa de derechos humanos y protección
humanitaria del oriente antioqueño, Prodepaz, 2012, recuperado de
file:///C:/Users/user/Downloads/SISTEMATIZACIONMESADEDDHH.pdf
Pedraza, N. (2005), Género, desplazamiento y refugio frontera Colombia y Venezuela. Fondo de
Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, recuperado de
http://www.pnud.org.co/img_upload/36353463616361636163616361636163/G%C3%A9n
ero__desplazamiento_y_refugio._Frontera_Colombia_y_Venezuela.pdf
Prodepaz, (s.f.), ¿Cuáles son los momentos determinantes del Programa Desarrollo para la Paz
en el oriente antioqueño?, recuperado de
https://programadesarrolloparalapaz.org/momentos-determinantes
Prodepaz y otros, (2003), Segundo laboratorio de paz en Colombia. Principales resultados y
aprendizajes, Bogotá, Acción Social, Unión Europea, Prodepaz, Asopatía, Consornoc,
recuperado de
http://eeas.europa.eu/delegations/colombia/documents/projects/20110909_es.pdf
Registro Único de Víctimas (RUV)- (2016), Caracterización víctimas del conflicto armado.
Municipio de Granada, recuperado de
http://rni.unidadvictimas.gov.co/caracterizacion-municipal, Consultado: marzo de
2016.
Restrepo, G. (2000), Cátedra de desplazamiento forzado. La perspectiva histórica del
desplazamiento forzado en Colombia. Programa de iniciativas universitarias para la paz y la
convivencia (PIUPC), recuperado de
http://www.piupc.unal.edu.co/catedra01/n_modulo2.html
Springer, N. (2012), Como corderos entre lobos. Del uso y reclutamiento de niñas, niños y
adolescentes en el marco del conflicto armado y la criminalidad en Colombia,
recuperado de
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informe_comoCorderosEntr
eLobos.pdf
Zuluaga, C. (16 de febrero de 2014), 1.094 víctimas serán indemnizadas en Granada, El
Mundo. Recuperado de:
http://www.elmundo.com/portal/noticias/derechos_humanos/indemnizacion_a_victi
mas_en_granada_antioquia.php
Entrevistas y Talleres de Memoria de CNMH
CNMH, mujer, entrevista, Cuenca Santa Ana, agosto de 2013
CNMH, mujer, entrevista, Cuenca de Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 2 de julio de 2014
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 24 de septiembre de 2014
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19 de septiembre de 2014).
CNMH, hombre, Grupo Focal Comerciantes, 4 de septiembre de 2014
CNMH, mujer, entrevista, 11 de julio de 2013
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 22 de abril de 2015
CNMH, mujer, exfuncionaria de la alcaldía, entrevista, 13 de agosto de 2014
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 22 de abril de 2015
CNMH, hombre, exfuncionario del hospital, entrevista, 24 marzo de 2015
CNMH, Grupo Focal Comité Interinstitucional, mujer, 8 de noviembre de 2014
CNMH, entrevista, mujer, Santa Ana, 2013
CNMH, hombre, funcionario del PNUD, entrevista, 9 de septiembre de 2014
CNMH, mujer, Grupo Focal Educación, 26 de septiembre de 2014
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 14 de agosto de 2014
CNMH, hombre, expárroco de la iglesia de Granada, entrevista, 19 de septiembre de 2014
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 24 de septiembre de 2014
CNMH, mujer, entrevista, julio de 2013
CNMH, hombre, entrevista, julio de 2013
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista 2 de julio de 2014
CNMH, Grupo Focal de Salud, mujer, 3 de septiembre de 2014
CNMH, Grupo Focal Comerciantes, hombre, septiembre 2014
CNMH, Grupo Focal Salud, hombre, 03 de septiembre de 2014
CNMH, Grupo Focal Educación, mujer, 26 de septiembre de 2014
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 2 de julio de 2014
CNMH, hombre, exfuncionario de la alcaldía, entrevista, 19 de septiembre de 2014
CNMH, Observatorio de Paz y Reconciliación del oriente antioqueño, 2008b
CNMH, mujer, funcionaria pública, entrevista, 5 de junio de 2014
CNMH, hombre, funcionario público, entrevista, 14 de agosto de 2014
CNMH, Grupo Focal Educadores, mujer, 26 de septiembre de 2014
CNMH, Grupo Focal Comité Interinstitucional, hombre, 8 de noviembre de 2014
CNMH, hombre, habitante de vereda del municipio, entrevista, 4 de septiembre de 2014
CNMH, mujer, Grupo Focal Comité Interinstitucional, 8 de noviembre de 2014
CNMH, hombre, expárroco iglesia de Granada, entrevista, 16 de septiembre de 2014
CNMH, hombre, integrante ASOVIDA, entrevista, 2013
CNMH Taller de memoria, hombre, Cuenca San Matías, 1 y 2 de agosto de 2014
CNMH, Taller de memoria, Cuenca Santa Ana 19 y 20 de julio de 2014
CNMH, Taller de memoria, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014
CNMH, Taller de memoria, hombre, zona urbana, 12 y 13 de julio de 2014
CNMH, Taller de memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, hombre, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, hombre, casco urbano 12 y 13 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, hombre, zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, mujer, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014
CNMH, Taller de memoria, mujer, Cuenca de Calderas, 22 y 23 de agosto 2014
CNMH, Taller de memoria, hombre, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de julio de 2014
CNMH, Taller de memoria, hombre, zona urbana, 12 y 13 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, Cuenca San Matías, 1 y 2 de agosto de 2014
CNMH, Taller de memoria, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, hombre, Medellín, 7 de septiembre de 2014
CNMH, Taller de memoria, hombre, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, Cuenca Santa Ana, 19 y 20 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, mujer, Cuenca Zona Fría, 27 y 28 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, mujer, Medellín, 7 de agosto de 2014
CNMH, Taller de memoria con gestoras, mujer, 12 y 13 de junio de 2014
CNMH, Taller de memoria, hombre, Cuenca Calderas, 22 y 23 de agosto de 2014
CNMH, Taller de memoria de gestores, hombre, 6 de junio de 2014
CNMH, mujer, entrevista, agosto de 2013

También podría gustarte