Separata Evaluación y Diagnóstico
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PSICOLOGÍA
ESCUELA PROFESIONAL PSICOLOGÍA
INDICE
1910 Kent y Rosanoff establecen una incipiente validación del “Test de asociación de
palabras” de Jung.
1912 Rossolimo publica el método de perfiles a través del cual cuantificar los aspectos
diferenciales entre componentes innatos y adquiridos.
1914 Woodworth construye el primer test colectivo de medida del ajuste personal, el
Personal Data Sheet, que se aplicará a miles de soldados con fines de selección
durante la Primera Guerra Mundial.
1915 Aparece el “Test de laberintos” de Porteus, con el que se pretende la evaluación
de las capacidades mentales libre de influencias culturales.
1916 Primera adaptación norteamericana de las escalas de Binet que adopta el
nombre de “Escala de Stanford-Binet para la medición de la inteligencia”.
1918 Se emprende la evaluación de la inteligencia de miles de soldados aliados en la
Primera Guerra Mundial mediante los tests Army Alpha y Army Beta.
1919 Gesell edita la primera “Escala de desarrollo” para la evaluación de las primeras
edades de la vida.
1921 Rorschach publica su Psychodiagnostik, en el que se presenta su técnica de
evaluación de la personalidad mediante la interpretación de manchas de tinga.
1926 Hartshorne y May realizan la primera crítica de los rasgos y tests de personalidad
a través de sus estudios sobre la honestidad.
1926 Goodenough edita el “Test de dibujo de la figura humana”, el cual supone el
primer antecedente de las técnicas de dibujo en la Evaluación psicológica.
1934 Jacob L. Moreno publica su obra Who Shall Survive, en la que sienta las bases
de los tests sociométricos y situaciones.
1935 Von Lennep publica la primera técnica temática proyectiva, su “Test de cuatro
cuadros”.
1935 Vygotsky formula el concepto de “zona de desarrollo próximo”, antecedente de la
importancia de la evaluación de estrategias cognitivas frente a productos intelectuales.
1936 Se publica la primera escala de medida del desarrollo social, la Vineland Social
Madurity Scale de Doll.
1938 Murray presenta, junto a su teoría de la personalidad (elaborada con Morgan), la
técnica proyectiva “Test de Apercepción Temática” (TAT). La importancia de este hecho
reside no sólo en la elaboración de una nueva técnica proyectivo de relato sino,
también en que mediante esta técnica se propone la evaluación de las interacciones
ambiente-conducta.
1939 David Wechsler publicar la primera edición de su “Medida de la Inteligencia del
Adulto”.
1942 Hathaway y McKinley presentan el primer inventario clínico de evaluación de
entidades nosológicas psiquiátricas, el Minnesota Multiphasic Personality Inventory.
1947 Halstead con su Brain and Intelligence y Luria con su Restauración de la función
tras una lesión cerebral sientan las bases de la evaluación neuro-sicológica.
1950 Shapiro presenta en la Reunión Anual de la Sociedad Británica de Psicología el
trabajo Un enfoque experimental al diagnóstico mediante tests psicológicos, en el que
se sienta las bases para una evaluación experimental, siendo también un importante
antecedente de la evaluación conductual.
1950 Tyler, en su Basic Principle in Currículum and Instruction, sienta las bases para la
valoración de programas e intervenciones.
1957 Edwards presenta sus trabajos sobre la “deseabilidad social”, a través de los
cuales se va a poner de manifiesto la importancia de los “estilos de respuesta” en los
cuestionarios de personalidad.
1957 Cronbach y Gleser publican Psychological Test and Personnel Decisión, donde
se propone una teoría formalizada a aplicar en el proceso de evaluación.
1963 Staats publica su Complex Human Behavior, donde se sientan las bases para su
evaluación conductual integradora.
1965 Kanfer y Saslow, con la publicación de su trabajo Behavioral Analysis.
desarrollan un nuevo modelo de la evaluación conductual.
1967 Anastasi, en su trabajo Psychology, Psychologists and Psychological Testing,
denuncia la enorme separación entre la Evaluación psicológica y la Psicología.
1972 Feuerstein edita su The Dinamic Assessment of Retarded Performers, que
supone el inicio de un modelo cognitivo en la evaluación del funcionamiento
intelectual.
1974 Moos publica The Social Climate Scales: An Overview, que representa un
consolidado esfuerzo en la evaluación del ambiente.
METODOS DE EVALUACIÓN
¿Cómo Obtiene el clínico la información necesaria para tomar decisiones inteligentes?
El psicólogo clínico recurre a uno o a una combinación de varios métodos de
evaluación entre los cuales figuran las entrevistas, las pruebas estructuradas por
escrito, las pruebas no estructuradas y las evaluaciones de la conducta. En seguida
hay una exposición detallada de la entrevista y una breve descripción de los otros
métodos de evaluación. En capítulos posteriores se analizan con más detalle estos
últimos métodos.
La entrevista
Diversos profesionales recurren a la entrevista como método de evaluación. Si bien la
entrevista es a veces el único método empleado por el clínico, con más frecuencia se
aplica junto con varios de los otros métodos. Las metas de las entrevistas varían de
acuerdo con el contexto. Por ejemplo, al cliente se le puede entrevistar para una
evaluación anterior a la terapia, para evaluar sus aptitudes vocacionales, para
determinar jurídicamente su cordura o para tomar decisiones respecto a su salida de
una institución de salud mental. Un punto importante; puesto que muchas de las otras
pruebas y observaciones se efectúan en el curso de una entrevista, se puede decir
que esta última constituye el contexto básico de casi todas las evaluaciones. Sullivan
(1954) describe la entrevista como:
Una situación de comunicación fundamentalmente verbal en un grupo de dos
personas, integrado más o menos voluntariamente, que se desarrolla progresivamente
entre el experto y el cliente, a fin de dilucidar los patrones de vida característicos del
sujeto, paciente o cliente, cuyos patrones percibe como particularmente problemáticas
o especialmente valiosos y de cuya revelación espera obtener beneficio.
La entrevista no es un contrainterrogatorio. Más bien es un proceso durante el cual el
entrevistador debe estar atento al torno de voz del cliente, de la rapidez de su discurso
y de la sensibilidad de que da muestras al ser interrogado y mirado directamente a los
ojos. La entrevista es fundamentalmente verbal, pero el entrevistador debe estar alerta
también a los mensajes no verbales (como postura, mímica, expresiones faciales). En
una entrevista adecuada, las dos personas que participan intercambiarán libremente
información. Sullivan sugiere que el entrevistador no debe preocuparse demasiado
por la buena o mal disposición inicial del cliente a ofrecer información, sino que debe
tratar de adaptarse a esa actitud inicial y avanzar hacia un intercambio más tranquilo.
El aspecto experto-cliente de la entrevista pone de manifiesto la esperanza del cliente
de que el entrevistador manejará en forma sensata la información que se trata y no la
usará para acrecentar su satisfacción personal a costa del cliente. La meta esencial
de la entrevista consiste en obtener conocimiento de los patrones de vida
característicos del cliente. Esto exige respuesta a varias preguntas. ¿Cómo es el
cliente, como persona? ¿Hay síntomas dignos de notarse? ¿En qué piensa el cliente y
cómo explica los acontecimientos de la vida? ¿Cómo consideran los demás al cliente y
qué piensan de él sus amigos y familiares?. ¿En qué forma se describiría el contexto
interpersonal del cliente? ¿Cuáles son sus humores y emociones predominantes y
cuándo y de qué modo varían? ¿Cómo encara el éxito y el fracaso?.
Sullivan añade que la entrevista debe transcurrir en tal forma que el cliente perciba
algún beneficio potencial derivado de esa experiencia. Si el entrevistador se da cuenta
que el cliente no se siente en esa manera, deberá disponer las cosas de modo que el
cliente aprenda algo de importancia personal en la entrevista.
A lo largo de la entrevista, pero especialmente en la parte inicial, es importante
establecer una buena relación con el cliente. Se trata de una relación positiva y cálida
basada en los intereses que comparten las personas participantes. El entrevistador
puede preparar el escenario, para que el cliente se sienta en libertad de comunicarse
abiertamente, garantizando confidencialidad e intimidad. Además, la actitud del
clínico puede indicar interés y preocupación sinceros por los problemas del cliente. El
hecho de abstenerse de manifestar desaprobación o de juzgar las respuestas del
cliente da lugar también a una entrevista franca. Se han establecido diversas maneras
específicas de llevar a cabo la entrevista: entrevista para determinar el estado mental,
entrevista socioclínica, “entrevista fraccionada” y entrevistas estructuradas. La
entrevista para determinar el estado mental. En las áreas de la psiquiatría y la
psicología se recurre ampliamente a los exámenes del estado mental como medio de
obtener información sobre el funcionamiento actual de los clientes. El examen incluye
una descripción de la apariencia de la persona, su comportamiento general, su
actividad motora, estado de alerta, humor, flujo y contenido de sus ideas, orientación
en cuanto a tiempo, lugar y persona, memoria, concentración, pensamiento abstracto,
juicios, sueños, conocimiento y valores. Según Detre y Kupfer (1975), la mayor parte
de la información esencial para evaluar el estado mental del paciente se puede
obtener mediante la conversación directa con el cliente y la observación de su
comportamiento durante la entrevista. Por ejemplo, su orientación en cuanto a tiempo,
lugar y persona se puede conocer haciéndole tres preguntas: ¿Cómo se llama? ¿En
qué fecha estamos hoy? ¿Dónde se encuentra usted en este momento? Si el sujeto
responde correctamente a estas preguntas, se puede decir que está orientado. Se
observan también la capacidad verbal y la libertad con que el cliente se expresa. Sus
respuestas pueden variar desde las que son espontáneas y sinceras hasta las
evasivas y que no comprometen a nada. El examinador del estado mental pone
atención también en las ideas predominantes del cliente durante la entrevista. Pedir al
cliente que “reste de 7 en 7 a partir de 100”, que diga “en qué se parecen una casa y
un granero” y que “describa lo que haría si se encontrase solo en la casa y las cortinas
de la ventana se incendiasen” son métodos que usa el examinador del estado mental
para evaluar, respectivamente, la memoria y la atención, la comprensión y el juicio.
Las observaciones efectuadas durante la entrevista para determinar el estado mental
aportan información sobre la apariencia física del cliente, su estado emocional y su
manera de relatar. El entrevistador observa y anota el aparente estado de salud del
cliente, su forma de vestir, el cuidado de su persona. El estado emocional se puede
colegir de las expresiones faciales y de las afirmaciones directas e indirectas que hace
el cliente. Por ejemplo, si un cliente dice “no valgo nada para nadie” indica un humor
más deprimido que si dijiste “hoy tuve un mal día”. La variedad y la propiedad de las
emociones expresadas por el cliente durante la entrevista se anotan, lo mismo que sus
actitudes y sentimientos hacia otras personas (que se pueden ver por el modo en que
se relaciona con el entrevistador). Así pues, las interacciones que constituyen la
entrevista se pueden considerar como una muestra de la forma típica en que el cliente
se relaciona con las personas. Un cliente puede solicitar ayuda de modo agradable, o
puede permanecer distante y “frío”. Algunos pueden ser agradables y cálidos o
apáticos e indiferentes, mientras que otros pueden ser zalameros y seductores.
Aunque estos son sólo unos pocos ejemplos, ilustran las formas de relación que el
examinador puede observar durante los intercambios personales.
La entrevista socioclínica. Peterson (1968) propuso para la entrevista un método que
es de más alcance porque identifica a la vez los problemas específicos y los factores
determinantes. En la entrevista socioclínica, el clínico trata de determinar la naturaleza
y severidad del o los problemas definidos por el cliente. El clínico hace preguntas
como éstas: ¿Cuál es el problema, tal como usted lo ve? ¿Qué tan grave le parece el
problema?, ¿Con qué frecuencia se presenta el problema y en qué circunstancia?. La
entrevista socioclínica trata también de que el clínico conozca los factores
determinantes del problema o problemas. Pregunta por ejemplo. “qué condiciones
intensifican el problema” y “qué condiciones lo alivian”. El clínico querrá también
indagar qué fue, en opinión del cliente, lo que causó el problema “qué estaba
sucediendo la primera vez que se presentó” y cuáles fueron sus consecuencias, “qué
ocurrió después de eso” y “cómo le hizo sentirse”. Asimismo, es probable que el
cliente haya pensado mucho en el problema y tratado de aliviarlo por su cuenta. El
conocimiento de las distintas estrategias aplicadas por el cliente en sus intentos de
modificar el problema proporciona al clínico información valiosa sobre la capacidad del
cliente para enfrentarse a las situaciones y sobre intervenciones que duplicarían
acciones pasadas que no tuvieron éxito y que por tanto serían tal vez ineficaces.
Peterson (1968) recomienda que el entrevistador clínico trate de descubrir algunos
motivos para indagar más haciendo esta pregunta: ¿Qué otra cosa le parece que
debería saber yo, para poder ayudarle con este problema?. La entrevista fraccionada.
La técnica de la entrevista clínica varía sustancialmente, dependiendo del estilo teórico
y personal del entrevistador. Uno de esos estilos, la entrevista fraccionada descrita por
Storrow (1967), divide el periodo destinado a la entrevista en secciones dedicadas al
gambilo de apertura, al estudio preliminar, al seguimiento de indicios, al llenado de
huecos y a las explicaciones y recomendaciones. El gambito de apertura se refiere a
los comentarios típicos de presentación intercambiados entre las personas y a la
indagación de las razones que indujeron al cliente a venir: “Quisiera hablar con usted
acerca de sus deseos y de por qué se encuentra aquí hoy”. Quizás se tiene ya alguna
información sobre la causa de la cita; pero es importante conocer las razones que tuvo
el cliente para venir. El gambito de apertura representa por lo general
aproximadamente el 10 por ciento de la entrevista. Durante el estudio preliminar, el
entrevistador se limita a escuchar dejando que el cliente relate su historia. Deberá
aplicar buenas técnicas: alentar con expresiones mínimas de validación (“aja”, “eso
tiene sentido”) y hacer aclaraciones o resúmenes breves. Este estudio representa un
20 por ciento de la entrevista. El entrevistador dedica luego más o menos el 30 por
ciento del tiempo o según indicios: “¿Podría decirme algo más al respecto”. Por
diversas razones (por ejemplo, escasa locuacidad, actitud defensiva), el cliente puede
no hacer una descripción tan completa como sería de desear de manera que el
entrevistador extrae información adicional sin emitir juicios.
Durante el 20 o 30 por ciento siguiente de la entrevista se abordan nuevos temas y,
como ocurre con frecuencia, tal vez haya que repasar los ya tratados para hacer que
surjan cuestiones que se hayan pasado por alto. El entrevistador trata de llenar los
huecos de la información que ha recibido. A medida que se esclarezca la información
importante acerca del cliente, el entrevistador comienza a poner a prueba algunas
hipótesis en forma más detallada. Cuando sienta que se ha soslayado algún punto
delicado, talvez valga la pena traerlo a colocación. Los entrevistadores sin experiencia
pueden eludir puntos delicados y, sin darse cuenta, dar a entender que esos puntos se
pueden o se deben dejar de lado (Siegman, 1977). En cambio, un ataque más directo
es muchas veces revelador y hasta reconfortante. El último 10 o 20 por ciento de la
entrevista fraccionada de Storrow se dedica a exponer al cliente una descripción
preliminar de lo percibido por el entrevistador, con un resumen de sus planes y
recomendaciones y con el establecimiento de un programa de contactos futuros.
Entrevistas estructuradas. Para lograr una mayor uniformidad de los procedimientos
de entrevista, los investigadores han desarrollado entrevistas estructuradas. Una
entrevista estructurada requiere que el entrevistador haga una serie de preguntas
determinadas de antemano, empleando una fraseología común y haciendo las
preguntas en el mismo orden cada vez. Hay varias entrevistas estructuradas
diferentes, pero el llamado Programa para Trastornos Afectivos y Esquizofrenia
(SADS) y su versión Vida (SADS-L) (desarrollados por Spitzer y Endicott, 1978) son un
ejemplo. En ambas versiones del SADS, el entrevistador explica primero que la
entrevista versará sobre las dificultades del cliente y que se hacen las mismas
preguntas a todos los entrevistados. Luego obtiene información demográfica básica,
como edad, estado civil e historia ocupacional. Al llevar a cabo la entrevista estructura
SADS, el psicólogo clínico trata de obtener información sobre los antecedentes del
cliente, una idea general del trastorno severo, para luego confrontar los datos de la
entrevista con los criterios para diagnosticar los diferentes trastornos. Los
procedimientos de la entrevista estructurada indican tanto las preguntas que se le
harán al cliente como las categorías de respuesta que el entrevistador marcará. El
SADS-L proporciona material similar de entrevista para clasificar diversos trastornos
psicológicos tales como los trastornos afectivos y la esquizofrenia. La entrevista
estructurada representa un esfuerzo para mejorar la utilidad y la confiabilidad clínicas
de la clasificación de diagnóstico obtenida de los procedimientos de entrevista,
logrando que las respuestas del cliente sean fáciles de calificar en forma numérica
usual. No debe sorprender en esta era de las computadoras, que los procedimientos
de entrevista hayan sido computarizados para crear lo último en entrevista
estructurada. Griest, Klein y Van Cura (1973) desarrollaron un sistema en que los
sujetos se sientan frente a una terminal de computadora que tiene una pequeña
pantalla de TV y un teclado. La pantalla describe las tareas del cliente y éste usa el
teclado para contestar las preguntas. Se debe señalar que, si bien el sistema
computarizado es directo y le ahorra tiempo al profesional, a algunos sujetos no les
agradó la máquina impersonal, las preguntas de elección múltiple ni la duración de la
entrevista. Pero incluso si los sujetos disfrutan de la entrevista con la computadora, es
necesaria la presencia de un clínico para que observe las comunicaciones no verbales
del cliente tales como los movimientos corporales y el tono de voz.
Consideraciones generales. Los procedimientos exactos de una entrevista difieren
de un clínico a otro, dependiendo de la finalidad de dicha entrevista. No obstante,
existen varios puntos de interés para todos los entrevistadores.
La entrevista y la ansiedad del cliente. No es raro que los clínicos realicen
entrevistas que, deliberadamente, no ponen nervioso al cliente. Estos clínicos
procuran tranquilizar al cliente y establecer un ambiente cómodo para que tenga lugar
la interacción entre el terapeuta y el sujeto. En cambio, algunos psicólogos clínicos
tratan de producir ansiedad en el cliente con la esperanza de obtener un cuadro
exacto del mismo cuando se encuentra en estado de tensión.
Sullivan (1954), por ejemplo, sugiere que el entrevistador trate algunas veces de
obtener información que provoque ansiedad en el cliente. Este estilo “centrado en la
ansiedad” no pretende romper las defensas de cliente, sino más bien mantenerlo al
borde de la ansiedad: la línea divisoria crítica entre la ansiedad que indica aspectos de
la vida cruciales para el cliente y la ansiedad potencialmente debilitadora. Con
cautela, las respuestas dadas por el cliente durante un periodo de la entrevista que
evoca ansiedad pueden ser exploradas más tranquilamente en entrevistas posteriores.
Otros psicólogos no tratan de suprimir ni de inducir la ansiedad. Simplemente
mantienen los ojos y los oídos abiertos para detectar indicios de ansiedad y usar las
señales de tensión para mejorar sus impresiones de diagnóstico. Por ejemplo, las
preguntas sobre sexualidad pueden poner nervioso al cliente. El entrevistador no
debe eludir ni insistir en esas preguntas que causan tensión, pero si reconocer que
despiertan ansiedad. Es importante tener presente que el resultado que se busca en
una entrevista clínica es obtener tanta información útil como sea posible, respetando al
mismo tiempo los derechos y sentimientos del cliente. El objetivo se alcanza
mostrándose flexible pero orientado hacia la tarea y anotando con cuidado la
información que el cliente proporciona.
La entrevista y el registro de la información. Al concluir una entrevista de 50 o 60
minutos, el clínico habrá obtenido gran cantidad de información. ¿Cómo se registran y
se presentan esos datos?. En casi todos los casos, los datos se anotan o se graban
(audio o videocinta).
Los informes por escrito se pueden hacer a medida que se obtiene la información
durante la entrevista, o bien, confiando en la memoria, cuando aquélla ha terminado.
Sin embargo, el resumir una entrevista posteriormente da al entrevistador muchas
oportunidades de olvidar, distorsionar u omitir ciertos puntos. Muchas veces se
recomienda que se graben los datos necesarios durante la entrevista, ya que por lo
general esto no molesta al cliente. Con la práctica, el entrevistador aprende un patrón
tranquilo de pregunta y registró que a los clientes les parece perfectamente natural.
Cuando es preciso ver con más detenimiento ciertos detalles de la entrevista (por
ejemplo, el tono de voz, las vacilaciones, los signos no verbales), como puede
suceder cuando se enseña a los alumnos a entrevistar, la audiocinta sirve bien a este
propósito. Ya que los sujetos deben dar su consentimiento para que una entrevista sea
grabada, no es correcto usar micrófonos o cámaras ocultos. Casi no hay necesidad
de hacerlo, porque la presencia de un micrófono intimida a muy pocas personas.
El registro es un problema mucho menor con entrevistas estructuradas e incluso con
las semiestructuradas, en que las respuestas específica se pueden marcar con
facilidad en una hoja preparada. En general, conviene tener un formato de registro
que el entrevistador puede llevar consigo y usar para consignar la información.
La entrevista y el cuidado científico. Los problemas científicos y metodológicos
relacionados con la entrevista se centran en la desventaja que implica depender del
informe del propio cliente como prueba del comportamiento real (Kanfer y Phillips,
1970). Durante la entrevista, el cliente describe acontecimientos, experiencias y
estados emocionales anteriores; pero esas descripciones no son independientes del
comportamiento del entrevistador, del historial de la persona entrevistada, de los
prejuicios del cliente o de su deseo de parecer socialmente aceptable, ni de lo que
tiene lugar en el transcurso de la entrevista. Se ha demostrado repetidas veces que
las variaciones del comportamiento verbal del entrevistador producen efecto en las
características de la exposición del entrevistado. Por ejemplo, Kanfer, Phillips,
Matarazzo y Saslow (1960) examinaron los efectos de diferentes estilos de expresión
del entrevistador; neutral o interpretativo. En una parte de las entrevistas con
estudiantes de enfermería, el entrevistador conservaba un estilo neutral, sin juicios,
abierto y no directivo. En la otra parte de la entrevista (contrapesada con fines de
control), el entrevistador hacia comentarios interpretativos. Los resultados indicaron
una disminución significativa de la duración medida de la exposición del entrevistador
en este último caso. Lo anterior sugiere que las interpretaciones hechas en el curso
de una entrevista reducen la amplitud de las respuestas del entrevistado. El
entrevistador trata de obtener tanta información como sea posible, a fin de que las
interpretaciones sean mínimas.
En los estudios de la exactitud de los datos de la entrevista (si un cliente dice que tiene
42 años de edad, ¿los tiene en realidad?), se ha informado que lo que dicen los
sujetos puede diferir sustancialmente de los hechos verdaderos (Maccoby y Maccoby,
1954). Los sujetos pueden ser inexactos también al describir su comportamiento típico
y sus motivaciones para realizar ciertos actos. Cuando el tema de la entrevista es
personal (como la sexualidad), la exactitud del sujeto se puede poner en duda todavía
más. Estas cuestiones ponen de manifiesto el carácter falible de la entrevista. No
obstante, como lo señala Wiens (1976), esa desventaja no implica que el método de
entrevista deba abandonarse. En realidad, como ocurre con otros procedimientos de
medición, la entrevista tiene ventajas especiales debido a las cuales es un
componente importante de la evaluación. Incluso si el cliente es inexacto, las formas
en que tiene lugar esa inexactitud constituye por si mismas información importante que
con frecuencia sugiere factores cognoscitivos en los trastornos del cliente.
Pruebas estructuradas
Las pruebas estructuradas método de evaluación clínica empleado con frecuencia
además de la entrevista, requieren que los sujetos respondan a preguntas no
ambiguas y cuyo significado es uniforme, y que respondan de manera un tanto
restringida. Por ejemplo, una prueba estructurada por escrito puede pedir a los sujetos
que lean una serie de frases tales como “me gustan las revistas que hablan de
mecánica” y contesten cierto o falso (como, por ejemplo, el Inventario Multifásico de la
Personalidad de Minnesota.) En otras pruebas estructuradas se puede pedir a los
sujetos que lean una serie de respuestas alternativas y elijan una de ellas, o que lean
una afirmación descriptiva, como “tengo confianza en mi mismo”, y se califiquen en
una escala continua (por ejemplo desde “mucha” hasta “ninguna de absoluto”).
Algunas de las pruebas estructuradas más empleadas que se explican con más detalle
en capítulos posteriores son el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota
(MMPI), el Inventario Psicológico de California (CPI), la escala de Punto de control y el
Inventario de Estados y Rasgos de Ansiedad (STAI). A las pruebas estructuradas
escritas se les denomina a menudo automediciones, ya que los sujetos leen las
preguntas y dan ellos mismos las respuestas.
No todas las pruebas estructuradas son por escrito. Muchas de las pruebas de
inteligencia que aplican los psicólogos clínicos, por ejemplo, son estructuradas, pero
exigen respuestas verbales y actuación conductual real más bien que autoinformes por
escrito. Tanto las escalas de inteligencia de Wechsler como las pruebas de stanford-
Binet son ejemplos, porque piden a los sujetos que realicen actos tales como armar un
rompecabezas o resolver problemas de aritmética. Las pruebas estructuradas se
desarrollan considerando en particular la comprensibilidad y la representatividad de los
puntos de la prueba real. La calificación se basa normalmente en la simple suma
aritmética de todas las respuestas en un total. También la interpretación se basa
primordialmente, por lo general, en las puntuaciones totales más bien que en un
análisis subjetivo. Se requiere asimismo una normalización cuidadosa y normas
representativas.
Normalización. Para que sean útiles, la mayoría de los instrumentos de evaluación
están diseñados de modo que sean aplicados a los sujetos en una forma usual. Los
procedimientos normativos de prueba ayudan a reducir los efectos de factores
extraños indeseables, como son las diferencias en la forma en que dos examinadores
formulan una pregunta. Esto aumenta las probabilidades de obtener datos precisos y
válidos. Todos los aspectos de la evaluación se pueden normalizar. Las formas de
aplicar las pruebas deben ser uniformes de un sujeto al siguiente. El conceder a un
sujeto más tiempo que a otro para que termine una tarea, por ejemplo, impide una
comparación válida de su desempeño. Las instrucciones que acompañan a la prueba
deben ser idénticas, a fin de asegurarse, hasta donde sea posible, de que los sujetos
entienden por igual lo que se espera de ellos. Con frecuencia, las instrucciones están
impresas directamente en el instrumento de evaluación. Los puntos de la prueba,
desde luego, deben ser los mismos. La puntuación y la interpretación de los
instrumentos de evaluación se pueden normalizar también, con malas normas de
interpretación. Por último, la actitud del examinador y el estilo interpersonal deben ser
uniformes. El clínico como asesor, al igual que como investigador, debe cuidar de no
influir en los datos. Los examinadores apresurados a impacientes presionan a los
sujetos: los poco amigables los limitan. En cambio, los asesores pacientes y
amistosos, sin dejar de ser formales, obtienen datos más precisos y menos
prejuiciados.
Normas. Una norma es un conjunto de puntuación obtenidas de un grupo de
personas que se han sometido a una prueba. Con frecuencia, las interpretaciones de
la actuación en la prueba se refieren a la norma; es decir, la interpretación de la
puntuación de un sujeto en particular se lleva a cabo comparándola con las
puntuaciones del grupo normativo. Para que esta comparación tenga sentido, el grupo
normativo debe ser representativo de la población de la cual proviene el sujeto. La
Asociación Norteamericana de Psicología (1974) considera esencial que los creadores
de Pruebas publiquen normas obtenidas de una muestra que represente tan
exactamente como sea posible a la población correspondiente. En el área de la
evaluación intelectual, por ejemplo, la puntuación de una persona se compara con las
puntuaciones de centenares de otras personas similares que se sometieron con
anterioridad a la prueba. El grupo normativo se compone muchas veces de varones y
mujeres de todas las edades, razas y antecedentes socioeconómicos y geográficos.
Se emplean por tanto expresiones tales como “promedio”, “superior” e “inferior” para
describir la puntuación de la persona con relación a las normas.
Pruebas no estructuradas
En vez de hacerle al sujeto preguntas que le obliguen a elegir entre un conjunto de
respuestas específicas, el clínico puede darle más libertad presentándole estímulos no
estructurados para que responda. Por ejemplo, en una prueba no estructurada se le
podría presentar al sujeto una imagen y pedirle que elabore una historia acerca de la
misma, como se hace en la Prueba de Apercepción Temática (TAT). (En la figura 8-2
aparece un cuadro del tipo TAT). O bien, el clínico podría mostrarle una mancha de
tinta y pedirle que diga a qué se parece. La prueba de Rorschach es un ejemplo de
este tipo de prueba no estructurada. Las pruebas no estructuradas ponen menos
atención que las estructuradas en los puntos que contiene la prueba y más a la
manera en que el sujeto responde al material ambiguo. Como consecuencia, la
puntuación y el análisis exigen mayor esfuerzo: el clínico tiene que interpretar muchas
veces el significado de las respuestas de los clientes, en vez de compararlas con las
normas. Las pruebas no estructuradas tienen menos probabilidades de ser
normalizadas totalmente, aunque los puntos que contiene la prueba y algunos
procedimientos de puntuación puede adoptar cierto carácter de normalización. En
realidad, las pruebas no estructuradas tienen alguna estructura (se dan instrucciones),
pero dan más flexibilidad en las respuestas del sujeto al no indicar respuestas ya
hechas.
Evaluaciones conductuales
En los enfoques conductuales de la evaluación se trata de obtener muestras directas
del comportamiento que se investiga. En vez de recurrir a las pruebas para tener una
idea de los rasgos de personalidad o la psicodinámica, los métodos conductuales
tienen como finalidad describir los patrones de comportamiento de la persona en la
vida real, así como los efectos del medio en esos patrones. Por ejemplo, si una
persona tiene miedo a las alturas, una medición conductual podría ser el número de
pisos que puede subir por una escalera de incendios. Este método no explica los
procesos mentales o emocionales de la persona, pero ofrece información conductual
específica acercad del temor a las alturas, que se puede relacionar con el tratamiento
y con la evaluación del tratamiento. Por ejemplo, será importante saber si la persona
es capaz en realidad de subir a lugares altos después de haber terminado el
tratamiento de acrofobia. Considérese un cliente que confiesa su incapacidad para
imponerse en las discusiones interpersonales. El clínico podría seleccionar a tres o
cuatro colegas y, junto con el cliente, formar un pequeño grupo. Las verdaderas
interacciones del cliente pueden ser observadas y evaluadas, en cuanto a su grado de
seguridad en esa situación de grupo. ¿Expresa el cliente sus opiniones y
sentimientos? ¿Tiembla o se sonroja? Esas preguntas se pueden contestar en la
evaluación conductual. Una característica determinante de muchas evaluaciones
conductuales es la observación del comportamiento en el medio natural en el cual
ocurre (“observación naturalista”). Típicamente, se fija un número limitado de
comportamientos significativos para evaluarlos. Esos comportamientos se definen
luego esclarecidamente, se enseña a un observador a registrar la incidencia de los
mismos y, por último, el observador se incorpora al ambiente real observa el
comportamiento de interés. Si bien la evaluación proporciona al clínico una muestra
del comportamiento real, no todos los problemas de los clientes se evalúan con
facilidad en forma tan directa (por ejemplo los sentimientos de insuficiencia o las
creencias irracionales).
PROCESO DE EVALUACIÓN
El punto de vista que se tenga del mundo determina cuáles son las variables
humanas importantes.
Esa diversidad de recursos constituye una gran parte del reto de la evaluación
clínica: nunca podemos conocer todo.
“La Amplitud y Fidelidad (f) con las Metas”
Las estrategias del clínico también se ven influidas por sus preferencias
personales y experiencias específicas de entrenamiento.
PROCESAMIENTO DE LA INFORMACIÓN
Las preguntas que la orientan están en relación con los tipos de inferencias que
se harán, la manera como la formulan los clínicos, la precisión que tienen y como
se puede minimizar el error.
Históricos
Debe ser claro, pertinente con el objetivo de la evaluación, y útil para quien se le
dirige.
“La idea acerca de que los clínicos tienen o pueden desarrollar algunos tipos
especiales de antenas con las que pueden detectar estímulos interpersonales
subliminales o leer a partir de éstos la condición intrapsiquica de la otra persona
es un mito que debería ser destruido (Peterson, 1968)
1. Fase Previa
d) Supervisión clínica del caso por un juez independiente: control del sesgo.
Informe psicológico debe ser entendido como una etapa en la que clínico y
evaluado perfilan las líneas directrices de la intervención posterior. Comprende la
preparación de la devolución o informe; formulación del informe escrito; entrevista
específica de devolución; encuadre terapéutico.
a) Problema actual
b) Situación actual de su vida
c) Historia de desarrollo
d) Experiencias traumáticas
e) Historia psiquiátrica
f) Estado Mental
g) Objetivos del examinado para la terapia.
h) Preguntas y preocupaciones del examinado.
Muchos estudiosos de este enfoque concluyen que el esquema que debe guiar la
evaluación cognitivo conductual es el siguiente:
a) Datos de Filiación
b) Observación del paciente durante la entrevista: Apariencia, conducta verbal y no
verbal.
c) Motivo de consulta: determinación de síntomas principales y secundarios,
desarrollo cronológico de los síntomas, tratamientos psicológicos y/o psiquiátricos
recibidos anteriormente, opinión del paciente sobre su problema actual.
d) Historia Personal: desarrollo inicial, desarrollo psicomotor, conductas inadecuadas
de la infancia, actitudes de la familia frente al niño, educación, historia del trabajo,
información sobre el sexo, historia sexual, educación y actitudes religiosas,
relaciones interpersonales desde la infancia hasta la actualidad, amistades y
relaciones con el sexo opuesto, historia marital, datos de cónyuges, hijos,
enfermedades y accidentes.
e) Historia Familiar: Padres, hermanos, antecedentes psiquiátricos de la familia, otras
personas integradas al grupo familiar
f) Evaluaciones realizadas: cuestionarios, escalas, etc.
g) Análisis Funcional de Conductas:
h) Programa de tratamiento:
El Clínico debe poseer experiencia y habilidad suficiente para integrar sus datos de
manera tal que el resultado sea una visión completa y comprehensiva del sujeto
estudiado, y no un reporte abstracto compuesto por puntajes de test interpretados
estereotipadamente.
Es una técnica: Es una conversación que tiene un propósito o meta; hace énfasis
en el aquí y ahora.
Son flexibles, de bajo costo, fáciles de manejar y pueden dar muestras simultáneas
de la conducta verbal y no verbal: allí radica su utilidad.
Etapas de la Entrevista
1° Principio de la entrevista
Crear un ambiente confortable y cálido (Rapport) y una relación que anime al
examinado a hablar libre y honestamente de cualquier tópico que sea relevante
para la entrevista.
Los clínicos hábiles logran establecer el rapport para las siguientes etapas y los
subsiguientes contactos.
La transición a ella debe ser lo más suave y fácil que sea posible. El conseguir
dicho objetivo y él como se maneje esta segunda etapa va a estar en función de
determinadas tácticas:
3° Cierre de la Entrevista
Calidad de la entrevista
Puede depender del clínico, examinado y las circunstancias en las que se lleva a
cabo la misma. Aún se desconoce la manera exacta como estos factores afectan la
validez y confiabilidad, de tal forma que solo se puede proporcionar una idea
general acerca del valor de la entrevista como fuente de datos.
b) Es planificada sistemáticamente.
Ventajas
Limitaciones
Ocurrencia espontánea de sucesos: no permite la precisión necesaria.
Validez
Confiabilidad
Las observaciones son estables siempre que se den las mismas condiciones de
producción de los fenómenos.
Constancia de todos los determinantes que de una u otra manera pueden influir en
la conducta: Grado de control de otros factores.