"Un Viejo Recuerdo Respira" en Los Solitarios Amamos Las Ciudades de Susana Reyes - Esp
"Un Viejo Recuerdo Respira" en Los Solitarios Amamos Las Ciudades de Susana Reyes - Esp
"Un Viejo Recuerdo Respira" en Los Solitarios Amamos Las Ciudades de Susana Reyes - Esp
19
“Un viejo recuerdo respira” en Los solitarios amamos las ciudades de Susana Reyes
Una niña en la terraza y junto a ella un hombre con su altura, con su lengua de dioses, diciendo lo
incomprensible, lo que ella ha olvidado. Por el río que corre y dialoga con ambos nos quedan la distancia, el
silencio entre ellos y su soledad. Esta imagen, síntesis del poema “Con él Il”, es reflejo de la esencia de Los
solitarios amamos las ciudades (2010, 2012), poemario a través del cual la salvadoreña Susana Reyes (San
Salvador, 1971) nos abre una ventana a la memoria. “La ventana/ mira la ventana” nos dice, y a medida que
leemos el poemario recibimos el vacío a través del cual podemos mirar, el mismo que ha sido provocado por
el despojo y el abandono.
la ciudad abandonada
la claridad colándose por las puertas
el torrente de pasos
la continuidad de los sonidos
el silencio luchando contra ellos
Así como el vacío es resultado y no simple naturaleza, el silencio –tan presente en la poesía de Reyes– no se
muestra como espontaneidad de un ambiente armonioso, de albas y ocasos o de gentes tranquilas, por el
contrario se trata de voces acalladas, de miedos, de expectativa, de espera.
El hijo se ha marchado
ella sabe dónde y lo calla
De nuevo la partida (los pasos de quien se dispone a abandonar, dejar atrás). ¿Pero quién es ese hijo que se
va, y porque su marcha, su despedida no es igual a la de cualquier otro hijo? El poemario nos lo cuenta en
cada verso. Los hijos, los padres, los vecinos, el marido, las amigas; personajes divididos en dos grandes
grupos, los que se van y los que se quedan. Y asimismo hay un “país lejano” y una “ciudad diezmada por el
tiempo”. En una entrevista de 2011, realizada por el Centro Cultural de España en El Salvador, la poeta dice:
“mi generación es esa generación del abandono, somos los niños, casi adolescentes de la guerra, que ven
irse a sus amigos, que ven irse a sus hermanos, que ven irse a sus vecinos, que no entienden por qué...” 1
Debemos resaltar que minutos después, y en la misma entrevista, Reyes afirma que no ha sentido nunca su
pertenencia a ninguna generación o grupo literario específico de su país, sin embargo esto no significa que,
dentro de la historia literaria de la nación, sus textos representen un cuerpo anómalo. A pesar de que su
Es necesario destacar la figura del 'otro', porque en los textos de Susana Reyes, la madre, la abuela, el
hermano, no son solo los suyos, son la historia, el recuerdo de todos.
No durará mucho
...
el paseo nocturno
es un manjar prohibido
un sendero roto
una amargura diluida en las calles
“Esa amargura diluida en las calles” no está reservada para una clase social, es la amargura que toca a todos
porque ha invadido todos los espacios.
2 Pleitez Vela, Tania, “Incertidumbre, desencanto, renovación”, Análisis de situación de la expresión artística en El Salvaor,
Fundación Accesarte, San Salvador, 2012, p. 62.
3 Ibidem., p. 110.
Carla García Citerio, 21.11.19
Los personajes están allí a veces hablando en voz baja, dando a veces mensajes que ninguno recuerda, casi
siempre callados, soportando, con su reserva, con su soledad. Sin embargo, esta soledad se construye a
través de figuras paralelas, y así como “La ventana/ mira a la ventana” –quedándose en una extraña
compañía–, sabemos de la soledad de la protagonista por la forma en que menciona a los otros, siempre
presentes en una “cercana lejanía”.
Dos clases de emociones dibujan la soledad: por un lado se presenta en el recuerdo o el sueño del otro, en el
hastío y la tristeza de quien se ha quedado y ha visto la partida de 'todos'; otra forma es aquella en la que por
el silencio de los personajes reunidos en un mismo espacio, nos llegan sus temores y reservas, su resistencia
y su cansancio ante la espera.
Ella frente a la madre y la abuela, ella frente a la amiga que ha partido, ella en diálogo distante con el
hermano, ella junto al padre, y estos separados por el río; no solo los sujetos se presentan en modo paralelo,
no solo ellos se dibujan por el eco de la expresividad del otro, si llegamos a saberlo es porque también lo
hacen las palabras:
Dentro
ella cocinaba la suavidad de los sueños añejados
el simple sabor de las cosas que no serán
Carla García Citerio, 21.11.19
Dentro y fuera una mujer y una niña durante el ritual de la comida cocinan la suavidad de las hojas y los
sueños añejados.
Ser frente al otro, ser con el otro, ser el otro. Desde la memoria y con la propia soledad, el sujeto lírico
generará una franca identificación entre los diversos personajes.
Yo era ella
Muy a mi pesar
Y me vestía con sus ojos
y padecía la carga de un adiós ajeno
Susana escribe “yo sueño las voces en silencio”, y estas voces son el recuerdo insistente, expresado por
medio de palabras que se repiten y que conjugan o combinan las dos nostalgias: aquella de los personajes
que se han marchado y la de los que se quedan. Se trata de palabras y versos que nos hablan de sujetos
apartados pero inmersos en un ambiente empático, lleno de historia individual y simultáneamente colectiva.
Carla García Citerio, 21.11.19
La abuela se desvela
acariciando con su mano
el ruido que avanza
Sabe callar
cuando el corazón cruje
y se abalanza en un llanto atávico sobre ella
Las cartas
la espera
el abrazo la cercana lejanía
la eternidad de la tarde
Ella
la ciudad en domingo
el corazón solitario
el laberinto
yo
una pregunta constante
un sobresalto unas ganas del abrazo a medianoche
la abuela y su coraje
la madre y un rumor a las cinco de la tarde
yo y mi perro con su cola inquieta
ambas (ellas y yo)
los silencios y la espera
los caminos paralelos
el nudo en las palabras
Carla García Citerio, 21.11.19