Tercer Viaje Misionero de Pablo
Tercer Viaje Misionero de Pablo
Tercer Viaje Misionero de Pablo
Hechos 18:23. Pablo da inicio a su tercer viaje misionero con una gira por
las regiones de Galacia y Frigia. La primera parte del viaje no fue fundar
nuevas iglesias, sino fortalecer a “todos los discípulos” (v. 23). Luego llegó
a Éfeso, donde permaneció por casi tres años. A Pablo lo acompañaba
Timoteo, Erasto, Gayo, Aristarco (19:22, 29), y posiblemente Tito (2 Cor.
2:12 y13). Es posible que durante su periodo en Éfeso el evangelio se
extendiera hasta las ciudades cercanas de Esmirna, Filadelfia, Colosas, Laodicea, Hierápolis y Mileto.
Lucas informa que, mientras Pablo recorría Galacia y Frigia (19:1), Apolo (natural de Alejandría,
hombre elocuente y poderoso en las Escrituras (v. 24)) predicaba en Éfeso y Corinto, su nombre es
una forma abreviada de Apolonio. Apolos había sido instruido en el Camino del Señor, era fervoroso,
hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente a Jesús, aunque solamente conocía el bautismo
de Juan (v. 25). Al parecer Apolos, un judío de Alejandría, llegó a Éfeso siendo cristiano pero sin
conocer todo lo relacionado con el evangelio. Debe notarse que Apolos y los doce hombres de Éfeso
eran discípulos de Juan el Bautista (19:1– 7). Probablemente solo conocía las enseñanzas de Juan el
Bautista y no conocían de Jesús sino unos cuantos hechos de su vida. No comprendían que el
Mesías debía sufrir, ser crucificado y resucitar, para que pudiera cumplirse la promesa divina del reino
eterno (Romanos 6:1–11). Priscila y Aquila, luego de oír sus predicaciones en la sinagoga de Éfeso, le
tomaron aparte y le expusieron con mayor exactitud el Camino de Dios (v. 26). No se menciona si
Apolos recibió o no el Espíritu Santo, y fue bautizado después de recibir más instrucción. Apolos era
nativo de Alejandría, un centro del helenismo y decidió irse a Acaya, otro centro del helenismo, para
trabajar en la iglesia en Corinto. Los discípulos en Éfeso lo animaron y le escribieron una carta de
recomendación a la iglesia en Corinto. Lucas comenta que Apolos fue de “gran provecho a los que por
la gracia habían creído”, debido a su habilidad para refutar a los judíos, usando las Escrituras del AT
para demostrar que Jesús era en verdad el Cristo (v. 28). Pablo se refiere a Apolos en varias
oportunidades en sus cartas, siendo tenido por él en alta estima (1 Cor. 1:12; 3:4–6, 22; 4:6; 16:12;
Tito 3:13).
Los “discípulos” (v. 1) eran personas que eran convertidos pero que aún no habían recibido el
bautismo cristiano ni sabían nada del envío del Espíritu Santo por obra de Cristo. Eran cristianos, es
decir, discípulos de Jesús, pero al estilo de Apolos. Ellos habían recibido el bautismo de Juan, tal vez
de manos del Bautista mismo. Al parecer, hasta la última década del primer siglo, existía un grupo
compacto de discípulos de Juan que, en la persona del Bautista, ejecutado por Herodes, estaba
viendo al Mesías. El Espíritu Santo puede producir en una persona la convicción del pecado y otras
experiencias espirituales sin que esa persona sepa que es el Espíritu quien está obrando en su vida.
Probablemente esto sucedió con Apolos y los 12. Pablo completó la enseñanza de los doce hombres,
diciendo que el bautismo de Juan era de provisional, con el propósito de preparar al pueblo para
recibir a Jesús y el nuevo bautismo cristiano. Una vez instruidos, los discípulos se bautizaron;
después Pablo impuso las manos sobre los ya bautizados y descendió el Espíritu Santo sobre ellos,
con la consiguiente manifestación de hablar en lenguas y profetizar Se deduce que el evangelio había
llegado a Éfeso antes que Pablo, Lucas no explica cómo el evangelio llegó allí por primera vez. El
propósito es mostrar que la enseñanza de la muerte y resurrección de Cristo era necesaria para
corregir los conceptos equivocados o incompletos en cuanto a Cristo. Es tan importancia corregir las
enseñanzas erróneas o incompletas del cristianismo (interno) como desafiar el error de fuera
(externo). Pablo estuvo 3 meses hablando de Cristo en la sinagoga, pero algunos judíos no creyeron
que Jesús era el Mesías, por esta razón Pablo decidió separarse de la sinagoga. Al parecer hubo una
división dentro la sinagoga misma, ya que sólo “algunos” judíos hablaban mal del Camino delante de
la multitud (v. 9, el Camino = Cristianismo). Probablemente, la multitud se refería a los gentiles
temerosos de Dios. Finalmente Pablo se fue con estos gentiles antes de que se confundieran con los
argumentos de los judíos. No es que Pablo tenía menos afecto para los judíos; solamente parecía ser
el único camino para alcanzar tanto a judíos como a griegos (v. 10). Parece que el término “griegos”
aquí se usaba para incluir a todos los griegos y no solamente a los temerosos de Dios. Se ve en este
episodio otro paso hacia la separación completa entre la sinagoga y la iglesia antes del fin del primer
siglo.El mensaje de Pablo a Éfeso se reitera en la epístola de Pablo a Éfeso, escrita más tarde a la
misma congregación cuando estaba prisionero en Roma. El propósito de la carta es presentar el plan
de Dios para unir toda la humanidad en Cristo Jesús (Ef. 3:11), derribando la barrera de división entre
judíos y griegos (Ef. 2:14), y creando de los dos un solo hombre nuevo (Ef. 2:15). En Efesios el
término para esta humanidad nueva es iglesia. Se deduce que el significado primario de la palabra
reino es señorío o soberanía, pero este reino de Dios en Cristo es sobre toda la humanidad; Dios no
es un rey nacional.
3. - Alboroto de los plateros en Éfeso, 19:23–41.
Un platero llamado Demetrio (v. 24), que al parecer era el dueño o jefe de una
gran empresa donde se fabricaban templos de Diana (lit. Artemisa) de plata
(miniaturas del templo y pequeñas estatuas de la diosa), lideró a un grupo de
artesanos y obreros del mismo rubro para sacar a Pablo y a los del Camino de
la ciudad. La controversia con Demetrio demuestra el poder y la influencia de la
iglesia. Demetrio les hace ver a los obreros que trabajan la plata que está
gravemente amenazada su fuente de ingresos debido a la predicación de Pablo, el cual le dice a la
gente que los ídolos hechos por mano de hombre no son verdaderos dioses. Pero Demetrio no
pensaba solamente en el aspecto económico sino también en las emociones religiosas. Si Pablo
seguía predicando la gran diosa Diana perdería su valor; y su templo, meta de muchas
peregrinaciones, correría el riesgo de caer en el desprecio y hasta la reputación de la misma diosa se
vería seriamente afectada. Como era de esperar, mucha gente respondió ante esta amenaza a su
religión, y comenzaron a gritar, y los gritos duraban por casi dos horas (v. 34): ¡Grande es Diana de
los efesios! (v. 28). En medio del alboroto los obreros plateros arrastraron a 2 compañeros de Pablo,
los dos de Macedonia, Gayo y Aristarco; es probable que los hubieran secuestrado por la calle. Quizá
la gente no pudo encontrar a Pablo debido a que los hermanos lo retenían. También fue advertido por
algunas de las autoridades de Asia, que eran sus amigos y le rogaban que no se presentara en el
teatro (v. 31). El hecho de que algunas de las autoridades fueran amigos de Pablo es indicio de su
gran fama y del prestigio que gozaba (vv. 10, 17, 26). Aunque Asia estaba gobernada por un
procónsul, Éfeso era una ciudad libre, y muchos asuntos continuaban manejándose por el pueblo. La
multitud estaba tan desorganizada que la mayor parte de la concurrencia ni sabía por qué se había
reunido.
Respecto a Alejandro (vv. 33 s.), fue sacado (empujado) entre la multitud por los judíos y quiso hacer
una defensa ante el pueblo pero tan pronto como los gentiles reconocieron que Alejandro era judío,
rompieron a gritar locamente durante dos horas: ¡Grande es Diana delos efesios! (v. 28). Parece que
la multitud era antisemita y anticristiana. A veces la gente protesta sin usar la razón. Cuando el orden
fue restaurado el oficial habló a la multitud reprendiéndole por su irracionalidad emocional. Les
recordó que no era necesario defender a Artemisa ni informar a ningún ciudadano que Éfeso era
guardiana del templo (título honorífico) de Diana. Artemisa estaba protegida por una roca sagrada
que, según la tradición, había caído del cielo (es decir, enviada por Zeus, dios principal de los
griegos); tal vez fuera un meteorito que la gente comenzó a adorar como piedra sagrada. El oficial
aconsejó a Demetrio y sus comerciantes que llevaran sus quejas a los procónsules, cuyos tribunales
estaban reuniéndose en esos días. Y si no estaban satisfechos con la decisión de los procónsules, el
tema sería tratado en una asamblea regular. El escribano amonestó a la multitud sobre la seriedad de
sus acciones. El temía que la revuelta de la turba fuera interpretada como una insurrección contra
Roma y, como resultado, perdieran su libertad. No consideraba las acusaciones lo suficientemente
serias como para citar a una asamblea extraordinaria. Habiendo reprendido al pueblo, el oficial
despidió la concurrencia (la ekklesía).
4.- Recorrido de Macedonia y Grecia, 20:1–6.
Carecemos de datos exactos en relación con esta conjura. Puede ser que los judíos tuvieran el plan
de acabar con él de una vez, asesinándolo en el momento de embarcarse, o bien durante el viaje,
arrojando el cuerpo al mar; dado que en la misma nave harían el viaje muchos peregrinos con rumbo
a Jerusalén para la fiesta de Pentecostés. Algunos hermanos acompañaron a Pablo, evidentemente
eran representantes de las diversas iglesias elegidos para llevar las colectas pertinentes a la iglesia
en Jerusalén (1 Cor. 16:3): Sópater (tal vez el Sosípater de Rom. 16:21), era de Berea. Dos
hermanos de Tesalónica: Aristarco (19:29) y Segundo. Gayo de Derbe, probablemente amigo de
Timoteo que vivía en la cercana Listra. De Asia, representando a Éfeso, estaban Tíquico y Trófimo.
Estos hombres habían venido de Asia y estaban esperando a Pablo en Troas (16:8–12). En el v. 6
comienza de nuevo la segunda narración con la primera persona del plural, nosotros (16:10), lo que
significa que de Filipos en adelante, Lucas, autor de Los Hechos, vuelve a formar parte del equipo que
acompañaba a Pablo. Pablo había dejado a Lucas en Filipos tan pronto como se fundó la iglesia en
ese lugar (en el segundo viaje misionero); y probablemente Lucas funcionó como pastor en los años
subsecuentes. Mientras los siete compañeros de Pablo nombrados en 20:4 se le adelantaron hasta
Troas, el Apóstol se quedó durante la pascua judía (los siete días de los panes sin levadura, es decir,
en marzo o abril como nuestra pascua de hoy día), en su comunidad predilecta de Filipos. Su viaje a
Troas les llevó cinco días, y se quedaron en esa ciudad durante siete días (v. 6).
5.- Pablo visita Troas, 20:7–12.
Debido a que ahora Lucas estaba con Pablo se puede seguir su viaje día
tras día y paso a paso (ver un mapa de la ruta elegida). Asón estaba unos
30 km. de Troas por tierra y a 45 km. por mar. Pablo y sus compañeros se
separaron, y mientras ellos hicieron el viaje a Asón por barco, Pablo lo hizo
por tierra. No se declaran las razones por qué él escogió el camino por
tierra; bien puede ser que quisiera estar solo estos días para preparar su espíritu para los días que
vendrían. Una vez en Asón, juntos ahora todo el equipo, navegaron hacia Mitilene. Al día siguiente
navegaron en frente de la isla de Quío, luego la de Samos, y finalmente a Mileto, a unos 45 km. de
Éfeso. Pablo pasó de largo a Éfeso no queriendo detenerse allí, pues quería llegar a Jerusalén para el
día de Pentecostés.
7.- Despedida de los ancianos de Éfeso, 20:17–38.
Sintiendo Pablo que no tenía el tiempo necesario para visitar a toda la iglesia,
hizo llamar a los ancianos. Tenía un mensaje importante de despedida que
darles, que incluía advertencias e instrucciones. Cuando llegaron los
ancianos, Pablo les abrió su corazón en el único mensaje para líderes de la
iglesia que tenemos registrado, aunque hay muchos paralelos en las cartas
que escribió a las iglesias que fundó. Pablo comienza (vv. 18–27) defendiendo
su ministerio al recordarles cómo se había comportado todo el tiempo desde
el primer día que llegó a Asia (Éfeso). El Apóstol siempre estuvo cuando se le necesitó, tanto en
momentos buenos como en los momentos difíciles. Sus epístolas a los gálatas y a los corintios
implican que había sido acusado por los judaizantes de predicar por dinero, por prestigio y por poder
personal. Pablo afirmó a los ancianos que servía al Señor con humildad, por su interés en la gente (v.
19). Era un buen pastor. Pablo entonces pasó a describir su ministerio en Éfeso (vv. 20, 21). Los
ancianos sabían que no “había rehuido anunciarles nada que les fuese útil”. El verbo griego se refiere
a “envolver una cosa para sacarla de la vista o derrumbarla”, es decir, Pablo no ajustó su enseñanza
para adaptarla al gusto de la gente, sino que les dio lo que necesitaban. El predicó el evangelio
completo (ver v. 27). Dio su mensaje a los judíos aunque sabía que podían reaccionar con violencia.
Pablo informó tanto a judíos como a gentiles que la relación correcta con Dios se establecería
mediante la fe en Jesucristo y no por guardar las costumbres de Moisés. A continuación Pablo
comenta sobre su viaje a Jerusalén (vv. 22–24). La decisión de ir no fue un capricho sino un acto de
obediencia al Espíritu (19:21). No conoce el futuro pero su alma está llena de presentimientos. El
estaba interesado en lo que viviría en Jerusalén porque el Espíritu Santo le daba testimonio por los
cristianos de todas las ciudades (es decir, Corinto, Filipos, Troas) que allí lo esperaban cadenas y
tribulaciones. Pablo estaba dispuesto a dar su vida con tal de cumplir la misión recibida del Señor, la
de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios a todos los hombres (v. 24), en este caso debía
hacerlo en Jerusalén. Por su carta a los romanos se sabe que sentía una carga especial por su propio
pueblo (Rom. 10:1). El Apóstol tenía la certeza de que sus oyentes nunca volverían a ver su rostro (v.
25). La declaración no implica que Pablo pensara morir en Jerusalén, sino que podría irse a otro lugar
después de haber estado allí. A la luz de su convicción de que esa era la última vez que hablaría a los
efesios, Pablo dijo ante ellos: soy limpio de la sangre de todos (v. 26). Había usado su ministerio con
eficiencia al anunciar todo el consejo de Dios (v. 27). Este consejo de Dios significa no sólo la doctrina
de arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Señor Jesús (v. 21), sino también la regeneración
y la entera santificación (1 Tes. 5:23). Además, declaró que la voluntad de Dios incluía a los gentiles
en el reino de Dios, aunque esto le ocasionara el rechazo de su propia gente. El propósito completo
de Dios incluía la unidad de judíos y griegos en la iglesia (Ef. 2:14).
8.- Rumbo a Jerusalén, 21:1–17.