Guatemala Historia de La Iglesia

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Guatemala (país) IV. Historia de la Iglesia.

Evangelización. El cristianismo penetró en G. con la expedición de Pedro de Alvarado (v.),


que a pesar de sus andanzas por el norte y por el sur del continente, quedó especialmente
ligado a G. desde que fundó la villa, que a los pocos días fue ciudad, de Santiago de los
Caballeros de G. en el lugar de Panchoy. Quedó de párroco Juan Godínez, capellán, que
celebró misa aquel día y luego de ordinario, como se ve en varios documentos
fundacionales de los primeros años. El 5 nov. 1529, habiendo ya 150 vecinos, sólo tenían
aún como clérigo a D. Juan Godínez, y como había que salir mucho en cosas de paz y de
guerra, se solicitaba que hubiera en la ciudad al menos otro clérigo. Se construyó una
primera iglesia, pero la definitiva se comenzó en 1533, cuando acababa de llegar el
licenciado D. Francisco Marroquín, que no tardaría en ser el primer obispo de G. Pronto
hubo un hospital y varias ermitas, y se fomentó la vida cristiana, celebrando con pompa sus
solemnidades religiosas. Lentamente iba aumentando el número de españoles. VIno
también el dominico de Betanzos a fundar un convento de su orden en G. y como visitador
del obispo electo de México, Fr. Juan de Zumárraga (v.). El 3 jun. 1530 destituyó de
párroco a Godínez y puso a Marroquín para administrar los sacramentos y convertir a los
indios, resoluciones que Zumárraga aprobó, haciéndole también su provisor y vicario en las
partes de G. El otro sacerdote encargado de la ciudad de G. sería el bachiller García Díaz. A
fines de 1533 se eligió para obispo de G. a Marroquín. El papa Paulo III (v.) despachó su
bula el 18 dic. 1534.
Así comienza la evangelización, que al establecerse los conventos y casas de los
religiosos, y luego sus provincias, pudo obtener seguridades de perpetuidad en el trabajo
apostólico y solidez en sus resultados. Los mercedarios llegaron en 1537-38 y tomaron
varios partidos de indios para su conversión y evangelización. Poco después, en 1541,
llegaron los franciscanos. La provincia de San Vicente de Chiapa y G., de los dominicos, se
creó en 1550-51 y la del Nombre de Jesús de G., de los franciscanos, en 1565. Los
agustinos fundaron en 1610 y los jesuitas por el mismo tiempo más o menos. Entre los
grandes misioneros franciscanos del s. XVI hay que citar a Fr. Pedro de Betanzos. La obra
misionera de esta orden dio origen a una bibl. bastante considerable en el s. XVII. En un
informe de 1661, del obispo Fr. Payo Enríquez de Ribera, agustino, a petición de la Corte,
se da un detallado cuadro de la situación misional franciscana, con los nombres de cada
convento, las doctrinas que administraba, y el número de indios a su cuidado. Son las
fuentes más útiles para trazar los principales jalones de la evangelización y el modo de
realizarse. Durante los primeros años de la cristianización fue personaje importante en G.,
lo mismo que en todas las Antillas y México, Fr. Bartolomé de Las Casas (v.) tanto por su
actuación pastoral como por sus escritos y su participación en juntas eclesiásticas y
reuniones jurídicas. Misioneros religiosos y sacerdotes diocesanos, aprendiendo las lenguas
de los indios y publicando gramáticas y diccionarios, pudieron llevar adelante la
cristianización de los indios. Las interrupciones de este trabajo a lo largo del s. XIX y gran
parte del XX explican en parte sus deficiencias y lagunas actuales.
Como personajes notables, además de los citados y de la mayoría de los obispos, hay
que mencionar a los franciscanos de los colegios de Propaganda Fide, los Padres Antonio
Llinás y Antonio Margil de Jesús; éste fundó el colegio de Jesús Crucificado en G., raíz de
los cuatro que había en Centroamérica en el momento de la independencia. También hay
que citar a Fr. Melchor López de Jesús, colaborador suyo. Logró gran fama de santidad en
G. el canario Pedro de San José de Betencourt, que fundó los Betlemitas en G., religiosos
hospitalarios. Murió el 2 mayo 1667 en aquella ciudad, donde perdura su memoria con gran
veneración. Podemos citar también como nacido en G. al cardenal de Toledo D. Juan de la
Cruz Moreno y Maissonave (1817-24). Gracias a la Audiencia, a la Universidad, a la
Capitanía General, al obispado que desde 1743 se convierte en arzobispado y a sus
numerosas casas religiosas y parroquias, G. jugó un papel preponderante en el conjunto de
la vida religiosa centroamericana.
Relaciones entre la Iglesia y el Estado. El territorio de la actual república de G. no
puede considerarse por separado de otros territorios vecinos durante el periodo español ni
en lo civil ni en lo religioso, pero formaba más o menos la provincia del mismo nombre,
que era la principal de las cinco de Centroamérica, origen de los primeros cinco Estados
independientes del istmo. Contaba además con la Univ. de S. Carlos Borromeo, y con
varios colegios, más algunas academias y sociedades culturales. A través de estas
instituciones habían penetrado las ideas filosóficas y político-sociales de la Revolución
francesa, como se vio en las instrucciones del ayuntamiento de G. a los diputados enviados
a las Cortes de Cádiz (v.) redactadas en 1810, donde por una parte se propugnaba la religión
católica, pero por otra se cargaban las tintas en el cuadro que se pintaba de la situación de
los diversos países de la monarquía. Llegada pocos años después la independencia, los
primeros decenios fueron de luchas interminables entre conservadores y liberales, con
medidas de opresión para la Iglesia católica. Con el fin de la Federación Centroamericana,
G. ha seguido su propio camino en las cuestiones eclesiásticas. En el periodo español, el
régimen fue el derivado del Patronato Real de Indias. Con la independencia vinieron pronto
los conflictos serios, especialmente con Morazán, que expulsó al arzobispo Ramón Casáus
en 1829 con muchos sacerdotes y religiosos y confiscó bienes eclesiásticos. Hubo
momentos de tregua y mejoría hasta 1871, especialmente bajo el mando de Rafael Carreras,
pero desde la presidencia de Justo Rufino Barrios se fomentó una política anticatólica, con
nuevas expulsiones de religiosos, matrimonio y escuelas laicas, etc. Mejoró la situación con
el presidente Jorge Ubico (1935-43), pero de 1945 a 1954 se dio una situación filomarxista
con los presidentes José Arévalo y Jacobo Arbenz. Desde la presidencia de Castillo Armas
(1953-57) cambió la actitud oficial con la Iglesia, reflejada en las nuevas Constituciones,
concediendo a la Iglesia la libertad de que carecía en muchos órdenes de la vida
eclesiástica, enseñanza, etc. Con ello han vuelto las órdenes religiosas o entrado otras
nuevas Congregaciones e Institutos.
Situación actual. Ya hemos indicado la mejoría de relaciones entre la Iglesia y el
Estado, pero subsisten serios peligros de dentro y de fuera. Aguda cuestión social, mucho
analfabetismo y abandono en las regiones indias con malas condiciones sanitarias. Se
advierte una propa. ganda intensa de los protestantes, masones y marxistas. También la
Iglesia ha mejorado y ampliado su personal y sus obras benéficas, de educación, de
instrucción y fomento social. Aspira a aumentar el clero indígena, muy insuficiente. Hay
actividad católica en la prensa, en la radio, en congregaciones universitarias (el 10 oct.
1961 se inauguró la Univ. Católica Manuel Landívar). Funciona un Secretariado nacional
de enseñanza de la doctrina cristiana, con variadas actividades, lo mismo que el apostolado
seglar. .
En cuanto a los no católicos, hay aún algunos paganos en las selvas, algunos judíos y
diversos grupos protestantes, que en anteriores épocas fueron muy favorecidos. Calculaban
tener 33.241 adeptos y un total de 140.081 simpatizantes con más de 300 ministros
ordenados en 1962.
Organización y datos estadísticos. Al erigirse la diócesis de G. el 18 dic. 1534 por Paulo
III, abarcaba los límites que Carlos V le señaló en la «provincia de G.». Se incluyeron
territorios de la actual república de El Salvador y de México, hasta que el 19 dic. 1539 se
erigió la diócesis de Chiapas en Nueva España. Durante el periodo español no hubo más
cambio de límites que los debidos a la cesión de la diócesis de Vera Paz, de escasa
duración. Felipe II intentó elevar a metropolitana la sede episcopal de G., al morir su
segundo obispo Bernardino de Villalpando (agosto de 1569), cosa que no se obtuvo, hasta
casi dos siglos después, por Felipe V, el 16 dic. 1743, con las sufragáneas de Nicaragua,
Comayagua y Chiapas. Declarada la independencia, tuvo algún tiempo como sufragáneas
las nuevas diócesis de San Salvador y San José de Costa Rica, hasta que estas sedes fueron
a su vez declaradas metropolitanas.
Entonces G. quedó sin sufragáneas, abarcando el territorio de la República hasta el 27
jul. 1921 en que se erigió la nueva sede de Quezaltenango, y el 19 en. 1935 la de Vera Paz.
El 10 mar. 1951 hubo una gran creación de nuevos obispados en G.: se establecieron los de
Jalapa, San Marcos, Sololá, Zacapa y la administración apostólica de El Petén. Se erigió en
1956 la prelatura del Santo Cristo de Esquipulas, el 22 jul. 1961 la de Huehuetenango,
elevada a diócesis a fines de 1967, el 27 abr. 1967 la diócesis de Santa Cruz del Quiché, el
30 abr. 1968 la administración apostólica de Izabal y el 9 mayo 1969 la prelatura de
Escuintla. En 1972 hay, por tanto, en G. una archidiócesis (Guatemala), ocho diócesis
(Huehuetenango, Jalapa de Guatemala, Quezaltenango, San Marcos, Santa Cruz del
Quiché, Sololá, Vera Paz y Zacapa), dos prelaturas (Escuintla y Santo Cristo de Esquipulas)
y dos administraciones apostólicas (El Petén e Izabal), cuyos datos estadísticos (según Ann.
Pont. 1972) se resumen en el cuadro de pág. siguiente.
Prelados ilustres de Guatemala. Fueron obispos destacados D. Gómez Fernández de
Córdoba (1574-98), de la Orden de los Jerónimos, nieto del Gran Capitán (v.
FERNÁNDEZ DE CÓRDOBA, GONZALO), que asistió al famoso tercer Conc. de
México (1585), fundó iglesias, combatió abusos y dejó fama de limosnero y penitente. Fr.
Juan Ramírez de Arellano; primer obispo de G. que visitó Roma (1600); propulsor de la
acción misionera, m. el 24 mar. 1609. Algo más tarde gobernó la diócesis Fr. Juan de
Zapata y Sandoval, mexicano, primer obispo americano de G. (1621-30); el primer prelado
de G. nacido en el mismo país fue Juan Bautista Álvarez de Toledo (1713-25). Hasta la
elevación a metropolitana de la sede de G. hubo en ella 16 obispos. Entre los arzobispos
ilustres hay que citar el primero de ellos, Fr. Pedro Pardo de Figueroa (1737-51). D.
Cayetano Francos y Monroy (1779-92), que lo era cuando la traslación de la capital a su
nueva sede; impulsó la construcción de la catedral, parroquias, iglesias de religiosos, etc.,
realizando un trabajo ímprobo. Su inmediato antecesor. D. Pedro Cortés y Larraz (1767-79)
hizo una descripción geográfico-moral de la diócesis de Guatemala (publicada en 1958 en
Madrid por el embajador de aquella República en España, D. Adrián Recinos. El último
arzobispo del periodo español y primero del independiente fue Don Ramón Casáus y Torres
(1815-29), luego administrador apostólico de La Habana (v.) hasta 1845; al principio
reconoció la independencia, pero cuando la Federación Centroamericana comenzó a
hostilizar a la Iglesia, tuvo que oponerse a algunas de sus medidas, y fue expulsado con
muchos sacerdotes y religiosos. D. Francisco de Paula, García Peláez fue consagrado en
1844 en San Salvador, como obispo de Bostra y con derecho de sucesión en G. que se
formalizó al año siguiente. Este ejemplar obispo m. el 25 en. 1867 y quedó gobernando su
auxiliar D. Manuel F. Barrutia. Poco después triunfaron los liberales y comenzó otra vez la
expulsión de los religiosos y la hostilidad hacia la Iglesia, especialmente desde 1871. En
1921 fue elegido arzobispo el P. Luis Muñoz, que se había dado a conocer en Colombia,
pero al año siguiente fue obligado a salir del país.
Lugares eclesiásticos. El triple cambio de emplazamiento de la ciudad de G. ha
impedido reunir en la actual capital los monumentos religiosos que fue creando su fe y su
arte. Los terremotos que provocaron esos cambios causaron muchas ruinas, aún
perceptibles aquí como en pocos lugares de América. Sin embargo, cabe destacar en la
archidiócesis diversos monumentos de la actual capital y de la segunda o La Antigua, que
resurge trabajosamente de sus ruinas. En la capital se halla la nueva catedral, empezada a
construir a fines del s. XVIII; la nueva Universidad y diversas parroquias o iglesias de
religiosos. En La Antigua se creó un estilo eclesiásticocolonial único, distinto de sus
similares de México, Ecuador o Perú, a base de mezcla y de ladrillo. Templos en general de
una sola nave, y varios de ellos con un convento agregado. Abunda el estuco pintado. A
pesar de ciertos logros efectistas, no alcanza monumentalidad fuera de la catedral, pero es
fiel reflejo de la sociedad a la que se destinaba, En la prelatura del Santo Cristo de
Esquipulas, se halla el célebre santuario de ese nombre, de estilo barroco herreriano. Desde
finales del s. XVI el Cristo se hallaba en una ermita y a fines del XVII se construyó el
templo, continuado en el XVIII, obra de Diego y Felipe Porres.
V. t.: AMÉRICA CENTRAL III.
L. LOPETEGUI OTEGUI.
BIBL.: P. CHAMORRO, Historia de la Federación de la América Central, Madrid 1951;
A. REMESAL, Historia General de las Indias Occidentales y particular de la gobernación
de Chiapa y Guatemala, Madrid 1619 (reed. con importante estudio preliminar por C.
SÁENZ DE SANTAMARÍA, 2 vol., Madrid 1964-66); F. A. FUENTES Y GUZMÁN,
Historia de Guatemala o Recordación florida, 2 vol., Madrid 1882-83; A. YBOT Y LEÓN,
La Iglesia y los eclesiásticos españoles en la empresa de Indias, en A. BALLESTEROS,
Historia de América, vol. XVI y XVII, BarcelonaMadrid 1954 y 1963; C. SÁENZ DE
SANTAMARÍA, El Licenciado D. Francisco Marroquín, primer obispo de Guatemala,
Madrid 1964.

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