Libreto Siberia

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Siberia+

de David Olguín

©Vicerrectorado de Relaciones Universidad y Sociedad de la Universidad de La Laguna,

2007 por la primera edición.

+
Siberia recibió en España, Tenerife, el X Premio Internacional de Teatro de Autor Domingo Pérez Minik
2007.
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“Estoy en la edad en que uno envejece diez años en


un año, donde una hora no vale más que unos minutos,
donde uno no puede ya registrar los cuartos de hora.
Y, sin embargo, corro todavía tras la vida con la
esperanza de alcanzarla en el último momento, como
uno salta sobre las escalerillas de un vagón
del tren que parte. (…) No sé a partir de qué instante
se instaló un pasado. No hubiera debido moverme,
fui arrastrado a la rueda, preso en el movimiento,
en el torbellino. Correr tras el presente,
eso es existir en el tiempo. Se corre tras las cosas,
se corre con las cosas, se hunde uno”. Ionesco

“Mi espíritu se inclina a escribir las metamorfosis


de los cuerpos en otros nuevos”. Ovidio
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Personajes:

Juan, W, el ebrio melancólico

Rodrigo, X, el asesino

Mariana, Y, la prostituta vip

Laura, Z, el demonio interior

Notas:
El nombre de los personajes, amén de su atributo, debe ser el de los actores que
encarnen este viaje.
De color negro, como la melancolía, los vestuarios del ebrio y del asesino son
idénticos; los del demonio interior –a pesar de las variaciones- también conservan el aire de
familia.
El espacio, si bien es una imagen mental, debe evocar un rincón del D.F. y sus calles
tapizadas de anuncios espectaculares, “vallas a donde vayas” con luz propia, paisajes,
ventanas, umbrales que pueden encerrar imperios de subjetividad.
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1. Table Dance/ parada de autobús: el asesinato.

El ebrio melancólico bebe un vodka. Está sentado ante la barra-pasarela de un Table-dance

que, a su vez, construye la calle del crimen -ahí destaca un anuncio de vodka Stolichnaya

con paisaje ártico.

El asesino -visiblemente golpeado- sigue a la prostituta. Cierta desesperación asoma al

rostro de ella hasta que encuentra los ojos de él. Se miran.

W (ebrio, se pierde ante un vaso) - Ciudad de México. Serían… ¿doce de la noche? Ella

espera un taxi. Él se acerca despacio, se la bebe con los ojos. Extrañamente, en esta ciudad

donde todo sobra, no hay nadie más. Ella sonríe: coquetería de moribundos. “¿No volveré a

verte hasta la eternidad…?” Y a un metro de distancia, cuando lo invade ese olor a mujer

desconocida, su perfume intenso...

Con cautela, ella se aproxima, pero el asesino saca un revólver y le dispara.

Jodido de por vida. “Tú a quien hubiera amado, tú que lo comprendiste”…

El asesino saca un bisturí y procede con maestría.

Luego la oscura noche de la mente: ritual ilegible. Ya no es él quien acciona. Él es su arma:

un frío instrumento de cirujano experto a pesar de los pocos años de estudio. El bisturí corta

un dedo… largo, fino... Sangre fría para evaluar el daño: hueso temporal perforado, el

proyectil interesa masa encefálica y sale por el occipital, extraña escaldación del cuero
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cabelludo… ¿Pero el dedo? ¿por qué el dedo? ¿por qué…? Clash, clash, charquito rojo,

laguna, un sueño breve. La última caricia, qué piel… Moja las yemas de los dedos en la

sangre, deja huellas en cada palmo de esa piel. ¿Tu firma?... El minuto exacto, ¿pero por qué

a ella…?

Tras guardar el dedo en un frasco con formol, el joven de negro se pierde en la


contemplación del anuncio de vodka con paisaje ártico.

Un tiro, en plena ciudad, crispa, como un aullido, pero nadie acude a ese rincón olvidado de

Dios, Dios con D de dedo, de Distrito, D. F., G de gélido, H de hielo, I J K L M de miedo.

¿De dónde un rubicundo ángel inspira miedo? Pero ningún hijo de puta en este D.F. inmenso

te detuvo. ¿Cómo huir ahogado en vodka? A sangre fría y eres inocente, un cordero. Salud…

Paladear labios, lengua, a sorbos apuras la piel de Stolichnaya, trago frío que te hace hervir,

pero tú sólo la miras, lo tuyo es tocar con los ojos, mirar, envejecer, hundirme… Préndela,

papi, enciende tu maquinaria, el aparato quebrantahuesos de la ley, destroza mi carne,

cachazo y patrulla, interrogatorios, esquimosis general, tortura, castigo, palabrería

incomprensible y legajos en jerga jurídica… Siempre, uno siempre se hunde… ¡Sirve igual!

Stolichnaya con hielo de paisaje blanco…. ¡¿Quién atiende aquí?!... ¿Cómo escapar ahogado

en vodka? Sólo se fuga el tiempo, como el camión que cruzó lentamente esa parada sin

detenerse. Testigos de la sangre en el asfalto, de la exótica despatarrada y el angelito del

maletín. Ventanas: ojos azorados, testigos mudos que colgarán ese cuadro en quién sabe que

rincón de su memoria... Al menos, siete pasajeros anónimos saben que tú fuiste…

El ebrio melancólico, completamente extraviado, duerme sobre la barra.

2. Paisaje ártico: la huida.


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Z, el más frío de los demonios, irrumpe de pronto rompiendo el anuncio de vodka. Por el
hueco se cuela una ventisca de nieve y escarcha; es un paso abierto hacia quiénsabedónde.
El asesino, sorprendido, se desploma.

Z (se arroja sobre el cadáver con un largo lamento) - ¡Liejlinít sadú dashes soroyí!

¡Koshka, krolík, krolík! 1… (Con fuerte acento en español.) Lástima, qué desperdicio... La

pregunta, ante algo así, es la de siempre: ¿por qué, doctor? ¿Qué oscuro instinto te hizo jalar

el gatillo?

X - ...¿Quién es usted?

Z - Qué más da. Nombre eslavo, impronunciable. Llámame Paco.

X - ¿Paco?

Z - ¿Te sorprende mi atuendo? De donde vengo hace un frío de los mil diablos. Apenas la

piel de oso para detener un poco ese frío infernal… Raro tú, corazón, espadachín matasanos;

la fileteada que le propinaste a la muñeca da que pensar. Eso es raro y no tu servidora que

viene desde el círculo polar ártico. ¿No bastaba con el plomazo? ¿Por qué cortar el dedo?

X - ...

Z - ¡Ey, despierta! (Ríe.) Planeta tierra, continente americano, México D. F. y no sueñas, ese

cadáver que se empieza a mosquear es real... Habla. Confesar alivia.

X - Nada qué decir.

Z - ¿Tu enamorada…? ¿Hermana, amiga… mami?

X-…

Z - ¿La conocías?

X - No.

1
Rusada que viene de la canción “Noches en Moscú” y remata con las palabras gata y conejo.
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Z - ¿Te cruzaste con ella y al diablo? ¿Ni una palabra de por medio o un pequeñito forcejeo?

X - Nada.

Z - ¿Ni siquiera un intento de agarrarle las nalgas, una teta o forzarla a satisfacer una

primitiva ansiedad de tu carne?

X - Ya, cierra el hocico.

Z - ¿Nada de nada?... Vaya… mejor aún. ¿Cuántas llevas?

X - ¿Qué?

Z - Mujeres, ¿cuántas?

X (distraído, mirando el hueco abierto en el anuncio) - …Ninguna...

Z - Y esta nocherita qué, ¿no cuenta?

X - Una, una...

Z - ¿Y hombres, niños, ancianos…?

X - Una mujer: ella…

Z - Primerizo, qué honor… ¿Y por qué? Suelta la sopa.

X - No sé...

Z - Paco…

X - ¿Qué?

Z - Llámame Paco, ¿okay? Paco Stolichnaya si quieres un apellido común y corriente, pero

eslavo… ¿Y esos golpes?

X - ¿Qué golpes?

Z - Tu cara, tu cuerpo.

X - Me caí.

Z - Típico. Te vas por las ramas como todos los de tu especie. Uno los pesca con el cadáver

a sus pies, arma en mano y aún así inventan artimañas para esquivar la ley.
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X - Aquí no hay ley. En este país no existe la ley.

Z - Eres un mierda jactancioso, ¡cínico!... Aparte de bueno para el bisturí, te descubro

habilidades para matar el tiempo. Miras caer minutos como fiambres y no respondes a una

simple pregunta: ¿por qué diablos la mataste?

X - Ya le dije: no sé.

Z - Mientes...

X - No sé mentir.

Z - ¿Dinero, amor, venganza, odio? ¿A sangre fría? ¿Por tus güevos tan azules que se caen

de morados? ¿Un antojo y va?

X - Ya cierra el hocico.

Z - ¿Se te metió el peor demonio de tu especie? ¡Responde!

X - Cállate o…

Z - ¿O qué? ¿Volverías a jalar el gatillo?

X - No quería nada, fue por nada, ¡a cambio de nada!

Z - Eso es. (El joven se aparta; lo asaltan arcadas.) Tranquilo, respira… Queda un largo

camino por recorrer... Calma, machito cabrío, ¡respira!... Mira esas piernas, qué cuerpo. Una

lástima que ni siquiera preguntaras su nombre… ¿Era dulce, alegre? ¿Oíste el tono de su

voz? ¿Era tipluda, gangosa, grave? Tantos rasgos únicos que tendría esta linda mujer. Los

de tu especie matan en abstracto, fulminan ideas, dicen “prostituta” y la palabra arrastra mil

prejuicios.

X - ¿A qué se refiere con eso de “los de mi especie”?

Z - ¿Por qué privar al mundo de placeres?

X - Ni siquiera sabe quién soy.

Z - Eres un moralino mataputas. La despachaste para darnos una leccioncita.


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X - No…

Z - ¿Se lo buscó por su ropita vaporosa?

X - Por supuesto que no...

Z - Qué jodido pensamiento, cuánta mierda supura el hocico de los limpios de alma. ¿O eres

un simple misógino que quiso tirarse a su mami y, como no pudo, se cobra con cualquiera

del sexo opuesto? Canta tu prosapia. Para empezar, controla tu temblorina.

X - No puedo...

Z - Me parece perfecto… Escúchame bien, medicucho: ella te seguirá en sueños, la verás en

otras mujeres, sentirás su carne, su respiración, dormirá a tu lado -en tu misma cama-

interminables noches de insomnio, vivirá en ti y cargarás con su sombra, su cara y la sonrisa

que te esbozó antes de jalar el gatillo, por siempre… Pobre nochera… (Prende una veladora

que dejará junto a la mujer.) ¿Crees que alguien la querría de verdad y llorará su pérdida?...

Acaso un escolar enamorado que dio con ella en la puerca página de masajes del Aviso

Oportuno… Tal vez alguien aún recuerda sus primeros pasos y la mira agitando una sonaja.

Mala suerte mujer muy mala... ¿Lloras? ¿Tú, bestia infecta? Pero qué ternura... Ayayay, por

lo menos un pez dejará de tragar porque su dueña espichó…

X - No me torture…

Z (tras un falso mutis por el hueco del anuncio) - ¿Qué?

X - Me atormenta.

Z - Si te hubiera dicho: “me llamo Pepe”, aceptaría tu reclamo. A cualquiera lo enerva pensar

en la palabrita conciencia, LA CONCIENCIA. Pero no, doctor, te pedí que me llamaras

Paco, no Pepe. ¿Entiendes por dónde me muevo? Yo no soy Pepito Grillo levantando el

dedito y corriendo tras tu silbidito para salvarte del mal. Aborrezco a Pepe Grillo y más a
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Pinocho, inútil pedazo de madera que grita: “¡Pepito, Pepito!”, cada vez que se mete en

problemas. No, corazón, yo me muevo en otros fangos… pero dame pistas para entender.

X - ¿Entender qué?

Z - Esto, este crimen...

X - …Siento...

Z - Eso, tú quieres hablar.

X - … Tristeza infinita… Miro a cualquiera en la calle y me asalta una extraña… no sé, algo

así como piedad, inmensa piedad.

Z - Curiosa tu manera de expresarla…

X - Melancolía por lo que le pasa a la gente…

Z - Peculiar, rarito, por decir lo menos. ¿Sientes piedad y le vuelas la tapa de los sesos a una

pobre diabla? Bueno, ni tan pobre, mira la ropita, de exótica cara.

X - Hice mal…

Z (canta) - “Si lo estás haciendo bien/ y pronto sale el mal/ dame un silbidito, fiu fiu,/ dame

un silbidito, fiu fiu,/ y siempre tu conciencia acudirá”... ¡Al diablo tu jerga de Pepito Grillo!

Me importa un pedo algo tan abstracto como el bien y el mal. ¿Qué es el mal? ¿Una idea?

No, doctor, tiene nombre, cara, voz. Podría llamarse Hugo… o Paco o Luis. Paco Donald

Stolichnaya, ¿por qué no? Manda al caño las ideas generales, chiquito. El mal anida en la

mano de alguien, habita palabras, el corazón… Yo busco otra cosa, bucear en tu sangre, la

causa primera, algo así como iniciar una investigación metafísica. ¿Entiendes? Pinocho

sobra en mi fiesta... Venga, canta tus porqués. La pistola, por ejemplo, ¿por qué? Es más

interesante el bisturí, cuchillero de quirófano. Directo a la yugular. Un cuadrito fílmico con

borbotones de sangre y embarradero inolvidable, esa típica basura.

X - Pensaba pegarme un tiro.


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Z - ¿Cómo? ¿Y el viento desvió el disparo? Fuiste afortunado.

X - Quise huir…

Z - ¿De qué?

X - De ella precisamente-

Z - Sale de un Table-dance y la sigues…

X - Una atracción, un llamado lejano, me pedía a gritos hacerlo...

Z - Te la bebes con la mirada…

X - Una salida a mi existencia vulgar...

Z - No la ronda su padrote ni la pastorea un taxi…

X - Matar por matar...

Z - Por hastío…

X - Arrasar con todo…

Z - ¿Incluido tú mismo?

X - Por un cansancio insufrible, porque el sol salió de nuevo y total, aquí no hay ley…

Z - Porque no hay gatos verdes pues. Qué pedazo de mierda. Tú traes dentro la más atroz de

las criaturas: el demonio de la crueldad gratuita. Pero es inadmisible matar por nada. La ley

EXIGE codificar el origen del enigma…

X - No entiendo.

Z - El fondo oscuro del corazón, papi. Eso sí da pavor. Por eso hay que encontrar el primer

motor, estructurar de manera clara y distinta: “Lo hizo por tal o cual motivo”. De otra manera

el pánico sentaría sus reales, ¿entiendes? Se propagaría el miedo a la degollina general, que

es lo que mayoría merece, por cierto.

X - Caminé tras ella, muchas cuadras. Iba angustiada, presenció cuando me dieron un

botellazo...
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Z - Muy merecido, papi.

X - La seguí de cerca. No sabía bien a dónde ir.

Z - Perdida, como tú pues.

X - Como yo.

Z - ¿Pero acaso uno sabe, de verdad, con certidumbre, a dónde va?

X - …Yo no…

Z - Cómo se vanaglorian de su propio laberinto los extraviados de alma... El caso es que

saboreabas esas curvas y corvas cuando te descubres carente de moral…

X - Una bestia, algo, algo se desató.

Z - Estudiante de medicina, leído, instruido, dinero no te falta… Inexplicable.

X - Atroz.

Z - Pero tras muchos días de aparente normalidad, te asalta un arrebato de angustia, terror a

ti mismo, al minuto exacto en que el universo entero se confabula y suelta a una bestia

iracunda que sabe cuándo y dónde: ¡eres un tigre al acecho! ¡eso eres! ¿Has visto un tigre

blanco?

X - Una vez.

Z - Qué afortunado. Son de mi tundra, de allá arriba, de Siberia.

X - Me miró a los ojos…

Z - Pam, pam, pam… Y se abrió paso el Señor de los ejércitos y anhelaste el parricidio,

destruir la raíz de tu llegada a este mundo. ¿Es por ahí, chiquito?

X - Quisiera huir.

Z - ¿De la policía?

X - Mch, en este país no hay ley.

Z - De facto, pero la ley es la ley…


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X - Escapar…

Z - ¿De qué?

X - …De mí mismo.

Z - “Dame un silbidito, fiu, fiu…”

X - No se burle.

Z - Trata de huir pues.

X - Ni moverme puedo.

Z - El anonimato. Nadie te ha visto.

X - Yo me vi...

Z - ¿Y qué? Líbrate a punta de cinismo.

X - Ojalá pudiera cambiar de piel, otro pellejo.

Z - Seguiría la misma serpiente en el fondo.

X - Otro en otro lugar y con otra gente. Largarme. Desaparecer.

Z - Podrías regresar.

X - ¿A dónde?

Z - A la morada del tigre, allá arriba, y no es el cielo precisamente. Sólo paga tu cuota.

X - ¿Qué cuota?

Z - Gota, dije gota.

X - ¿De qué habla?

Z - “Una gota de tu sangre bastará para sanar mi alma…” “Cordero de Dios que quitas el

pecado del mundo, atiende (mi) súplica”… De vuelta a casa. ¿Vamos?… A Siberia.

X - ¿Siberia?

Z - Ojos de tigre, fauces de bestia en flor… Un largo penar. ¿Vienes?

X - ¿Por ahí?
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Z - Paisaje blanco interminable: el infierno frío. Entra.

Desaparecen tras el umbral que se abrió en el anuncio de vodka.

3. Table-Dance: pescados moscovitas.

El ebrio melancólico murmura en sueños:

W - Mirar, envejecer, hundirme sin fin... quién soy, quién eres. No dejes mis ojos.

Música. La prostituta se levanta de entre los muertos e inicia una rutina de baile sobre la
pasarela. Saca una peluca amarilla de su bolso, se la ajusta. El ebrio despierta y mira a la
exótica caer y levantarse y caer. Tras la rutina, ella se acerca.

Y - ¿Te sientes mejor?

W - Algo.

Y - Hasta se te bajó la borrachera.

W - No cantemos victoria. Salud.

Y - Como que te hace bien mirarme.

W - Me despierta al menos.

Y - Te sentirías mejor si me dejaras ponerme cerca de ti.

W - ¿Tú crees?

Y - ¿Te bailo de cerquita?

W - No.

Y - ¿Te gusto? ¿Por qué nunca quieres que te baile?


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W - Hasta ahí. Quédate ahí.

Y - Tú eres muy raro.

W - Soy raro.

Y - ¿Por qué no me dices cómo te llamas?

W - Ni un paso más.

Y - Podríamos coger...

W - Podríamos… potencia, posibilidad, probabilidad…

Y - ¿Entonces por qué me regalas tantos boletos…?

W - Yo sólo te quiero mirar, y en la pasarela.

Y - Igual que Arnulfo.

W - ¿Quién?

Y - Que eres como mi Arnulfo… un pescado; vive tras una ventana.

W - ¿Ventana?

Y - Su pecera, pero yo le digo ventana.

W - ¿Cómo?

Y - Por el paisaje, un paisaje marino con todo y pescado vivo.

W - …En fin, ¿qué con Arnulfo?

Y - Le platico, hasta le canto y él ni pela los ojos. Ojazos gigantes, como canicas. Mirada

rara, como la tuya. Y abre y cierra la boca tras el vidrio como si hablara. Veo su boquita

moverse bajo el agua, pero no oigo su voz. Como tú que parloteas hasta por los codos, pero

solo.

W - ¿Arnulfo se llama?

Y - ¿Por qué hablas solo?

W - ¿Yo?
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Y - Murmuras cosas.

W - ¿Como qué?

Y - Estás muy triste, ¿verdad?

W - Bebo y se me agita la memoria.

Y - Yo por eso no tomo.

W - Bebes con los clientes.

Y - Cocteles falsos, el trabajo pues... ¿Qué te duele?

W - Cosas.

Y - ¿Que hiciste o que te hicieron?

W - Que hice.

Y - Yo me duelo por lo que me hicieron.

W - Así se divide el mundo: unos hacen, otros sufren.

Y - No creo.

W - ¿Qué?

Y - Los que me han hecho sufrir, nunca sufren por lo que me hicieron.

W - Eres muy enredada, confusa...

Y - En cambio, si tú sufres por lo que hiciste, algo de bueno debes tener.

W - La bondad del tigre: bendice con una muerte rápida, pero igual te hace añicos.

Y - No entiendo.

W - Jamás de los jamases, nunca entenderías.

Y - ¿Y por qué me hablas así?

W - Ahí tienes. Por eso no te debes acercar. Pinta tu raya de tigre.

Y - Tú bebes un chorro.

W - ¿Y no le conviene a tu patrón? Anda, otros clientes te esperan.


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Y - Hoy fue el desierto, ni un alma.

W - …Ten... Sólo pude comprar dos boletos. Ando bajo de fondos.

Y - Gracias... ¿Te bailo?

W - Ya vete.

Y - Sí, ya me tendría que ir…

W - Circula.

Y - Qué lástima… se enojan si no estoy en acción.

W - ¿Y qué esperas?

Y - ¿De veras no quieres coger?

W - Habla fuerte.

Y - Era un secreto.

W - Pues no te oí.

Y - Coger: tú y yo. No muerdo. Parece pero no…

W - Yo sí muerdo. Dientes de tigre blanco, salvaje.

Y - Sería afuera. Aquí es deprimente.

W - De la tundra.

Y - ¿Qué es eso?

W - ¿Qué es qué?

Y - ¿Atún-dra?

W - Dije tundra. Es un paisaje… la bestia blanca.

Y - ¡Estás más orate que yo, nos entenderíamos! ¿Tal vez?

W - ¿Qué?

Y - De día, en mi casa, piénsalo, te presentaría a Arnulfo.

W - Luego.
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Y - Dicen que hay más tiempo que vida. ¿Será?

W - Tal vez algún día, pero ahora vete… ¿Y por qué no te vas?

Y - Les gustó mi nuevo el nombre.

W - ¿Stolichnaya?

Y - En tu honor.

W - Salud.

Y - ¿Te da gusto?

W - Me gusta el vodka.

Y - Se te nota.

W - …¿Qué más, Stolichnaya?

Y - Sólo sácame de una duda: ¿los pescados hablan entre ellos?

W - Por supuesto.

Y - Entonces debería comprarle una pescada y meterla en su pecera, ¿no crees?

W - Imposible, tontita.

Y - ¿Por qué?

W - Los peces hablan idiomas distintos.

Y - ¿Como nosotros?

W - Igualito. ¿Cómo sabrías qué idioma habla la pescada de Arnulfo?

Y - Ése sí es un problema, ¿verdad?

W - Qué tal que le habla en ruso y Arnulfo sólo pone cara de idiota.

Y - No lo había pensado... Porque Arnulfo habla en español, ¿no?

W - ¿Y cómo lo sabes?

Y - Porque se llama Arnulfo.

W - Más claro ni el agua.


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Y - Pero aunque hablaran idiomas distintos...

W - Ya, parale. Circula y confórmate con tener a tu pez en tu ventana.

Y (avanza y regresa) - …Pienso…

W - Y vuelve la burra al trigo... ¿Qué piensas?

Y - Que se entenderían.

W - ¿Quiénes?

Y - Los pescados.

W - ¿Hablando? Imposible.

Y - No es lo mismo hablar que hacer.

W - ¿Cómo?

Y - Hay cosas que se hacen y para las que no se necesita hablar. O qué, ¿en Moscú cogen

como los marcianos? ¿Diferente y por otro lado?

W - ¿Y cómo cogen los marcianos, Stolichnaya?

Y - A lo mejor con los ojos, sin tocarse nunca y hablando solos. También escuché decir que

se la meten a una botella mientras se miran al espejo sin más compañía que su sombra...

Sería afuera. De día. Piénsalo… Te veo luego.

4. Table Dance: el azar o el destino.

Z, un demonio interior cálido y chocarrero, bajo la guisa de un mesero cojo, llega a la barra.

Z (canturreando) - Más vodkita para el patrón.


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W - Venga.

Z - ¿Podría, el patrón, permitirme una preguntita?

W - No.

Z - Es que usted me intriga, patrón, y mire que aquí uno ve y oye cada caso…

W - Deja de decirme patrón.

Z - Sólo una preguntita…

W - Esfúmate.

Z - Antes, dígame, ¿por qué venir tan seguido, gastar tanto y para nada? ¿Por qué no la

toca? Lo he visto llorar mientras la mira. ¿Fue su esposa? ¿O es su hermana y llora al verla

en tan malos pasos?

W - Deja la botella y no estés chingando.

Z - Mire, patrón, si alguien está chingando, por algo será que nos chinga. Nadie chinga sólo

por chingar. Nos chingamos unos a otros porque está escrito que tenemos que chingarnos.

¿Azar o destino? ¿Qué lo hace estar aquí y no en otra parte, patrón?

W - Deja de patronearme, pendejo.

Z - Hay quien dice: “Tenemos un destino, es necesario llegar a un punto, en línea recta

aunque no quieras, un tiro y plaf... chingue su madre y directito al cielo, bien arriba, polo

norte…” ¿Más pegue, patrón?

W - Sirve, con mano amiga…

Z - Y otros te dicen: “Nada está escrito, la vida es un asombro, deja que te lleve el viento”.

¿Para dónde arrimarse? ¿Usted cómo la ve?

W - Yo veo mi botella.

Z - ¿Y qué ve?

W - ¿Cómo?
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Z - Dentro.

W - Miro cosas.

Z - ¿El terruño de su infancia? ¿Una isla donde revientan las olas? ¿Una plancha de

quirófano?

W - …Siento… cómo decirte…

Z - ¿Qué recónditos parajes visita cuando pierde la mirada en ese horizonte sin fin?

W - …Tristeza… una tristeza inmensa…

Z - Cuente, de eso se trata.

W - Vergüenza por lo que somos, por lo que hacemos… Miro…

Z - Perfecto, platicar alivia.

W - Miro a cualquiera en la calle y me asalta una inmensa piedad.

Z - ¿Pero qué ve…? Específicamente.

W - A una mujer: Stolichnaya.

Z - Vodka Stolichnaya, de grano, sí.

W - ¡No hablo del alcohol! Me pediste decir qué veo dentro de la botella.

Z - Exacto.

W - La llamo Stolichnaya.

Z - ¿A la mujer?

W - Nunca supe su nombre. Así la llamo en mi recuerdo, aquí dentro.

Z - Como el traguito de importación.

W - Había un anuncio: bloques de hielo, blanco del ártico, una botella… y disparé.

Z - ¿Disparó?

W - A quemarropa.

Z - ¿Y?
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W - El infierno.

Z - …Caray, agradezco la confianza. A cambio, no sé, me gustaría ayudarlo.

W - ¿Cómo?

Z - Yo puedo leerle el futuro.

W - ¿Lees las cartas?

Z - Los hielos.

W - ¿Hielos? ¿Lees los hielos? ¿Me crees idiota? ¿Por qué te burlas de mí?

Z - De ninguna manera, no se enoje, patroncito doctor.

W - ¿Cuándo se ha oído hablar que los hielos descifren tu suerte?

Z - Trabajé en la marina. Iba y venía de todas partes. En Vladivostok me enseñaron el

sortilegio de los hielos y descifraron, de paso, mi futuro. “Muerte por agua. Ahogado”. Ése

era mi vaticinio. Así que me alejé del mar y aquí estoy, marinero en tierra. No tengo tina,

nunca entro a albercas ni me paseo cerca de lagos o presas. Así me las prevengo, patrón. Con

tal de que el vaticinio no sea metafórico…

W - ¿A qué te refieres?

Z - Muerte por alcohol… Ahogado en trago…

W - ¿Qué me quieres decir?

Z - Congestión, le dicen, ¿no?

W - ¿Quiénes?

Z - Ustedes, los médicos…

W - Yo ya no soy médico.

Z - Glugluteo no es lo mismo que glúteo, patrón, de acuerdo. Mejor debería agarrar esas

nalgas y bajarle a los Gay-Lussac.

W - Vete a la mierda.
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Z - Allá cada quién con sus mañas, pero yo me mantengo seco… Hombre abstemio vale por

dos. Escuche a los hielos, por favor; atienda las señales del vaticinio.

W - …¿Los echas como dados?

Z - No, usted elije uno. Yo lo observo, miro dentro e interpreto.

W - ¿Miras dentro e interpretas?... Venga.

El mesero prepara el ritual. Agita los hielos.

Z (grita al interior del vaso) - Ayuda… ayuda… (Arroja los hielos sobre la barra.) Escoja

al azar.

W (ríe) - Ten.

Z - Veo veo ¿qué veo…? Un viaje… un largo viaje, largo penar.

W - ¿A dónde?

Z - Veo un barco: reos, criminales, pero también corderos, muchos, miles de inocentes

enviados a trabajos forzados… Arrancados de su gente y su terruño. Quezque enemigos del

pueblo, pero no, son corderos. Disidencia deportada en masa… ¡Válgame! Millones… y en

los huesos… soportan un frío inclemente, los devoran piojos y el hambre misma se ceba con

el resto de sus magras carnes. (Sube a la pasarela donde arroja más hielos y los persigue

por toda la extensión.) ¿Veo qué veo? Tu barco ya navega lejos de las islas aleutianas. Surca

olas costeando la península de Kamchatka y enfila, hecho un demonio, hacia el mar de

Ojotsk. ¿Destino? ¿Existe el destino? (Los arroja otra vez.) Tu barco navega hacia…

Magadán, ¡Magadán!, ¡el cementerio blanco, el infierno frío!... ¿Se siente bien? ¿Qué mira

en la botella, patrón? ¡Cuidado, patroncito! ¡Su barco se hunde!

W - ¿Se hunde?
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Z - ¡Entra vodka a las entrañas del buque!

W - Siempre, uno siempre se hunde.

Z - ¡El capitán logra maniobrar y encalla pero el vodka ha inundado las cámaras a una

temperatura de 60 grados bajo cero!

W - ¿Y los corderos?

Z - Cubitos de hielo, una buena muerte, preferible al trabajo bestial en las minas de oro y al

sacrificio en los campos de exterminio. ¿Pero qué tanto mira en esa botella, patrón?

La exótica reaparece en la pasarela.

Y (canta) - “Bésame, bésame mucho/

como si fuera esta noche/

la última vez…/

Bésame, bésame mucho/

que tengo miedo a perderte/

perderte después…”

El Ebrio se incorpora trabajosamente. Se acerca a la mujer que canta.

Z - Llegaste, por fin llegaste a tu destino.

W - ¿Acaso sabe uno a dónde va…?

Z - Paco…

W - ¿Cómo?

Z - Llámame Paco…
25

W - ¿Paco?

Z - Paco Stolichnaya.

La exótica se desploma al tiempo que suena un balazo implacable.

5. Estación de policía: interrogatorio con isla tropical de por medio.

Inesperadamente, la prostituta se incorpora y, contra el muro de las confesiones, declara:

Y - ¿Metamorfosis? ¿Y eso?... Mire, señor, los muertos no declaran, pero el mundo está lleno

de cosas raras. Eso lo tengo más que claro... Sé que mi mente es enrevesada y pienso un poco

sin pensar que pienso. Él mismo me lo dice, y sí, mi cabeza está llena de ventanas con chorros

de imágenes que me asaltan a la vez… Yo voy a un café internet donde a una compu le

aprietas el ratón y aparecen paisajes de playas tropicales. Parece que una se acerca a la isla

o al arrecife o a los pescados de colores, ojotes enormes, de canicas, como los de Arnulfo,

mi pescado pues, pero no, ellos son los que se te acercan y cuando sientes que los puedes

tocar, zaz, órale, otra imagen y luego otra y otra más... Yo sólo voy al internet a ver las

playas. A la trabajadora social le molesta que pierda tiempo en eso, pero a mí me encantan

las ventanas, peceras, escaparates, pantallas de cine, tele o computadora. Son escapes,

salidas... aire, traen un poco de aire. Como un ilusionista, un mago que abriera una pared de

concreto para regalar paisajes... Mi trabajo me late, no sé, gano buena lana pero igual es

pinche. Por eso las ventanas. Para soportar. A veces las encuentro en una cama, flotar junto

a alguien, eso se me antojaría… Ventanas en el cine, en los ojos de un muchacho que te

gusta, viajar en otros ojos, ventanas, no tengo otra palabra para explicar mi sensación… en
26

una foto, en la telecita del metrobus mientras Shakira baila y menea sus caderas en el baile

de Barranquilla, y yo me siento como si fuera ella, pero en jodido, claro... Soy una bruta,

nunca me doy a entender… “A las cosas por su nombre: lo que son. No hay ventanas. No

exite lo imposible”, te dicen… Pero los muertos no declaran, señor, y yo aquí estoy. Usted

afirma que esa mujer era igualita a mí, pero él no se parece al joven de la foto. Son

absolutamente diferentes. ¿A poco envejeció a la velocidad de un disparo? En todo caso

como que se convirtió en otra gente, ¿no? ¿A eso se refiere con metamorfosis? Pues entonces

yo también metamorfosié: desde anoche soy Stolichnaya. Rarito nombre, ¿no? Como a mi

amigo le gusta todo lo ruso; por el vodka, de seguro… Pero sí, yo me siento distinta… Otra

alma, otro cuerpo… Y si mi novio hizo algo malo y cambió a tal punto, bien por él, ¿no cree?

Un borracho, sí, pero nunca me haría daño. De seguro piensa que me estoy inventando otra

ventana… pero creo, y tal vez me enredo pero, pues sí, creo que él me ama. ¿O qué, yo no

tengo derecho de abrir otra ventana y fugarme?

Suena un plomazo y cae fulminada.

6. Magadán: productos congelados.

Un frío infernal. La veladora sigue prendida en la calle donde ella está despatarrada. El

ebrio murmura en sueños, duerme sobre la barra-pasarela del Table.

W - Mirar, envejecer, hundirme sin fin… quién soy, quién eres. No dejes mis ojos.
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Golpes en el piso. El ebrio despierta, se hace a un lado y se abre la puerta de un congelador


de carnes por donde surge el asesino que, pala en mano, acosa al melancólico.

X - Abotargado, infecto alcohólico, aquí sanarás hasta quedar más erguido que un iceberg.

Nada hay más despreciable que un reo gordo y repuesto. Tú te cebas con carne de cordero.

W - ¿De qué carajos hablas?

X - ¿Cuántos te has tragado?

W - ¿Quién eres?

X - Es asqueroso. Peor que matar.

W - ¡¿Qué hice?!

X - ¡Comes cordero!

W - No sé ni quién eres, ni qué hago aquí.

X - Aquí nadie podría estar como tú sin tragar carroña.

W - ¿Pero de qué diablos hablas?

X (señala a la mujer) - De esto, carroñero. Esto… Acabamos en el mismo hoyo, cebadero

de bestias inmundas como tú. Pero tigre no traga tigre, tú prefieres la carne blanda del

cordero.

- …Yo te conozco…

- Basura. Toma tu pala y trabaja.

Pausa.

W - ¿Cómo te llamas?

X - Muévete o acabarás congelado. El jefe quiere enterrar vivos a los moribundos.


28

W (mira alrededor) - …¿Qué lugar es éste?…

X - Magadán, el cementerio blanco.

W - Tengo náuseas. Me siento morir.

X - Beodo infecto, confórtate, vamos a morir.

W - …¿Tu barco cruzó un estrecho cuando entró al golfo?

X - Nogaiév se llama... El golfo.

W - ¿Viste lo que yo vi? Aguas grises… marronáceas. Como un lago estancado. Sin oleaje.

Las colinas de un gris plomizo cercano al negro… como carbón deslavado… desechos

industriales... Ni un pájaro, ni una hoja verde.

X - La naturaleza retrata el espíritu de los criminales. Eso se aprende aquí.

W - Niebla y más niebla sobre nubes de niebla que te acosan como perros a ras del hielo

interminable… ¿Fue real? ¿Viste ese paisaje?

X - ¿Dónde?

W - Al desembarcar.

X - ¿Cuántos venían contigo?

W - …Cientos, creo.

X - ¿Muertos?

W - No… Corrimos medio desnudos.

X - Para entrar en calor, obvio. Actos de piedad. Los guardias entienden, como nadie, la

piedad.

W - Correr y correr como bestias en estampida.

X - Muertos vivos entonces.

W - Al campo central. Desinfección. Los débiles no llegan o los rematan a puntapiés y

culatazos.
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X - ¿Y qué esperabas? ¿el paraíso?

W - Banderas. Un inmenso retrato nos dio la bienvenida.

X - ¿Sigue colgado en la entrada?

W - ¿Quién es?

X - El asesino mayor, el espadón. ¿Viste sus ojos?

W - Mirada de tigre.

X - “El trabajo es cuestión de honor, gloria y heroísmo”. Sádicos de mierda. Perfeccionan la

crueldad. Bienvenido a su reino: Siberia nororiental, de aquí nadie sale. Sobreviven los

tigres… y los carroñeros…

W - Tu voz, recuerdo esa voz…

X - Infecto borracho…

W - ¿Cómo te llamas?

X - Me dan asco tus carnes opulentas...

W - ¿Cómo te llamas?

X - ¡Soy nadie, imbécil, nadie! Pregunta una vez más y te mato… aquí somos nadie.

W - Dios mío, ayúdame....

X - ¿Qué dijiste?

W - ¿De qué?

X - ¿Dios? ¿Invocaste a Dios? Hace siglos no oía esa palabra... Como hermano, alegría,

juego, justicia… palabras bajo siete puertas de hielo. Aquí bastan piojo, tabaco, chinche,

hambre, locura, blanco, absurdo, liendre, crimen, castigo. ¿Pero te interesaría ver a Dios?

W - Déjame en paz.
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X - ¿Quieres verlo?... Es increíble cómo el frío conserva los cuerpos, las expresiones de la

cara. Mira: el terror… (Obliga al ebrio a mirar la cara de la mujer.) ¿Qué hizo para llegar

aquí? ¿cuál fue su culpa? ¿existir? Ojos abiertos, azorados… carne de cordero.

W - …Si tu ojo peca, sácalo… si tus manos no curan, córtalas… si un médico mata, mátalo…

X - Si no hay Dios ni estructura moral, y puedes matar, y el mundo es esto, una masacre,

entonces no hay límites, todo es posible y, por tanto, cualquiera puede matar… Pero no

carroñero, ése es un lugar común del pensamiento siberiano y es una trampa de lógica

típicamente racionalista. Yo te ofrecí ver a Dios… Existe… Abajo de ti... (Señala el cristal

del refrigerador de carne.) “Producción, producción, producción”, la única palabra del señor

omnipotente. “Lo vi de cerca, como ahora te miro a ti… La jefatura, nerviosa, se agita como

pez en la red. Un susurro: ya viene, ya viene. La puerta del paraíso se abre de par en par y

Dios entra con su corte de ángeles. Todos con máuser y perros negros ladrando a las

formaciones. Viste abrigo de piel de oso. Airado, mirada borracha y pesada como plomo.

¡Comandante de la USVITLag del NKVD, listos para la inspección!, grita nuestro

supervisor. ¿Hay presos que huyen del trabajo? ¡Los hay, comandante! Que los hijos de

puta den un paso al frente. ¡Ya oyeron, hijos de puta de la primera fila! Dios blande su

pistola. Conque no trabajan, ¿eh? ¡Zaz, zaz, zaz, zaz…! OPQRSTUSSK. Interminable… Si

a la primera no morían, la corte o los perros los remataban. Un ángel entrega a Dios otra

pistola. ¿Y hay obreros de vanguardia? ¿Rompen marcas por su férreo tesón? ¡Un paso al

frente! Rostros alegres, sueñan con una escudilla de papas. Conque obreros de vanguardia,

¿eh? ¡Zaz, zaz, tenga miserable, enemigo del pueblo, eso es lo que son, pequeños hijos de

puta que se creen superiores a la mayoría”.2 ¡Zazazazazazazazaz! ABHGKRDFG… Pero

en esa absurda maquinaria de muerte, como en todas cuando el demonio anda suelto, igual

2
Paráfrasis demasiado libre a un relato de Anatoli Zhigulin en Las piedras negras.
31

podían caer el supervisor, un ángel de la corte… o Dios mismo, ¿por qué no?… Y sí, un día

lo acusaron de espionaje. Claro que ese Dios analfabeta, incapaz de ver más allá de su

minúsculo imperio, no sabía de la existencia de otros dioses por encima de él. Sabía activar

la maquinaria y punto, pero en una carnicería siempre hay manos dispuestas a prender el

mecanismo de la muerte… (Acaricia el rostro de la prostituta.) Como ella, las víctimas

llevan impresa la misma pregunta en los ojos: ¿por qué? ¿se puede salir de aquí?

W - ¿Y es posible? ¿se puede?

X - No tiene caso. Siberia es un laberinto. Entras por ese hoyo: un largo penar, sin fin. Polo

sur, ciudades en llamas –invadidas-, trópicos salobres… Planificación de la muerte. Jungla

africana, desiertos. MNP-RDFK-ZLX. Habituación al crimen. Todo un infierno

interconectado. Atraviesa corazones, cerebros, manos, respiraderos y crees ver la salida, el

final del túnel pero siempre desembocas a otro refrigerador de carnes. Y cada uno tiene su

Dios. En este yacen millones de corderos y míralo: arbitrario dueño de vidas, señor de las

furias… No es carne de cordero que quita el pecado del mundo… es carne podrida…

Reyezuelo de un frágil día, en el hoyo, fiambre tieso, hasta pareces un pobre diablo, pero no,

carroñero, no, fíjate bien, apártalo de los corderos. Nuestra misión es separar… Cordero,

cordera, corderito… tigre…

La prostituta, entre la niebla, canta:

Y- “Bésame, bésame mucho/

como si fuera esta noche/

la última vez…”

X - Cordera, cordero, corderito… tigre…


32

Y- “Bésame, bésame mucho/

que tengo miedo a perderte/

perderte después…”

X - ¡Toma tu pala y muévete! Hay que sepultarla.

W - Por hambre, odio, en defensa propia, a sueldo, por amor, ambición, locura, por los

demonios de la pasión o la miseria…

X - Te vas a congelar. ¡Cava!

W - ¡¿Pero matar por nada, por capricho?!

X - Para eso no hay más que un círculo del infierno donde penar: éste.

W - ¿Me reconoces?

X - La niebla nubla mi memoria... Muévete.

W - ¿Mi voz, mi cara, algo?

X (queda tendido) - Maldita sea, me estoy congelando. Ayúdame a sepultarla. Cordera,

corderito, tigre.

W - ¿Me recuerdas?

X - Recuerdo una canción, no sé si la cantaba mi madre mientras mecía mi cuna…Tal vez

tuve una madre que me miró, no sé, al menos una vez debió mirarme con amor, quizás… no

sé… tal vez no… nunca.

W - ¡¿Me recuerdas?!

X - Siberia es un espejo.

El ebrio toma la veladora que custodia a la mujer.


33

W - Jesús es condenado y cae, sueña que lo ayuda su madre, le limpia el rostro y cae y vuelve

a caer y lo crucifican y muere y muerto sueña que lo abraza su madre y en el sepulcro resucita

y su madre encuentra un muerto que está vivo y por eso yo sólo pido: “Señor, lávame… sólo

así quedaré más limpio que la blanca nieve…” Aquí, en el cementerio blanco, los tigres

duermen con sus víctimas. (Deja la veladora y batalla por incorporar a la mujer como si

quisiera desesperadamente verla en pie.) Que mi penitencia sujete a Satanás. Sácame de

aquí. ¿Por qué dejar entre los muertos al que está vivo?

El asesino muere de frío. La leve llama ilumina el rostro del melancólico. Carga a la mujer,

su cruz, y se la echa al hombro.

7. Estación de policía: interrogatorio con abrigo de oso polar.

La veladora, prendida. Z, un demonio interior excéntrico, ruso apócrifo, declara, apretado

contra el muro de las confesiones:

Z - ¿Rara?, obvio que soy rara. Como raro es decir, desde esta latitud, “ruleta rusa”, “montaña

rusa” o “ruso blanco”… la bebida, ésa que embriaga con dulzura a las damas... ¿Pero es un

pecado mortal que un raro camine por las calles de esta ciudad infinita? ¿Raro mi abrigo,

mis gogles, mi sombrero moscovita? Muéstrenme su código penal. ¿Tienen derecho a

detener a un diferente por la simple razón de serlo? Más raras son otras cosas que aquí se

miran. La primera plana de El Informante, por ejemplo… Cada maldito día, en este terruño

católico, El Informante registra carnicerías. Qué humor el mexicano, gente risueña que

festina las fotos y encabezados del periodicucho: Destazadero, Sin decir agua va, Plomo a
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polis cacos, La miró y pum, Ay mamita, Castrado express, Cabecitas rodantes, ¿Violentitos

a mí?, Mole y más mole… Oh, Ciudad inasible, imperio de la arbitrariedad, gentío, turba,

caterva sin ley, ciudad irreal, D.F… g, h, i, j, k de kalashnikov o “cuerno de chivo” como le

dicen la tira y los narcos… ¡Tatatatatatatá! Cuánto le deben sus balaceras al ingenio ruso.

Qué manera de aguantar bala. Ay México, país de estoicos, deglutidores... Bala, sangre,

muertos, muertas y más muertas... Eso es raro, y no esta pobre diabla que se enfunda en un

oso contra el frío… Seré clara: extravagante sí, pero nada sé del asunto. ¿Cambio de piel,

como las víboras? ¿Ese par, la misma persona? ¿La cirugía plástica lo puede todo?

¿Metamorfosis? Conozco el alma humana y no me vengan con cuentos. “Más sabe el diablo

por viejo que por diablo”… Muy pocos, realmente, se redimen. La grandeza interior no

sobra, pero sí el sufrimiento. Matar por nada es la corona de espinas del espíritu

contemporáneo, absurdo en su más depurada expresión. Y como la sufridera es nuestra

morraya, yo prefiero el fango de la contemplación melancólica. Dios me libre de la carroña

humana. Diablo no traga diablo... ¿Y en cuanto a qué hacía yo por ahí a la hora del crimen,

señor? Lo confieso con cinismo: rondar, como siempre, escrutar mentes, adivinar

intenciones, esa mano indecisa ya madura la acción, arrepentimientos en falso –ah, cómo los

disfruto- y, de pronto, sangre fría y pum… Sonrío, sonreír es mi pecado, pero comparado

con los de su estirpe, soy un cordero… Eso de que se le metió el enemigo malo, es decir, un

servilleta, no es más que una pésima fama que justifica al irresponsable. “Soy un corderito,

inocente y pequeñito”, te dicen los violentos, pero yo no soy lobo ni bestia en flor. Soy la

que soy y como aquí a cualquiera le echan el guante, lo tupen de leña y sus inmaculadas

leyes casi siempre dejan suelto al tigre y refunden al cordero, mejor doy la nota para El

Informante: “Declaró el mismísimo diablo y… ¡fum!”


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Se esfuma. Patina recorriendo los hielos infinitos de nuestra gran ciudad.

8. Table-Dance: mirar no cuesta.

El joven de negro, enfundado por única vez en su bata blanca de doctor, murmura en sueños

recostado sobre la barra:

X - Mirar, envejecer, hundirme sin fin… quién soy, quién eres. Siberia es un espejo.

Música. Ella regresa de entre los muertos.

Y- “Bésame, bésame mucho/

como si fuera esta noche/

la última vez…”

Se acerca al joven y lo despierta.

Y - Ya, ya vete, doctorcito. Esto se acabó, ya es muy tarde.

X - Me dormí.

Y - ¿Primera vez que vienes?

X - Ajá.

Y - ¿Y la pasaste bien?

X - Me dormí… profundamente…

Y - ¿Pero te gustó lo que alcanzaste a ver?


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X - Me dio igual.

Y - Tal vez porque no me viste a mí.

X - ¿Bailas mejor que otras?

Y (da giros en el tubo de la pasarela) - La mejor, doctorcito.

X - No me llames doctorcito.

Y - Te ves lindo y bueno con tu batita blanca.

X - ¡No soy doctorcito!

Y - Uy, qué enojón…

X (se quita la bata y la tira al piso) - Simplemente no me digas así.

Y - Está bien, tranquilo. (Pausa.) ¿Cuántas viste?

X - ¿Qué?

Y - Bailarinas.

X - Una, dos, qué sé yo, me dormí.

Y - Eres muy joven. Ten cuidado. Antes no te quitaron tu maletín.

X - ¿Roban?

Y - Es un antro, niño.

X - ¿Y tú robas?

Y - Si no hay clientela y ves un bebé dormido, borracho…

X - No tomé ni una gota.

Y - No te enojes.

X - Yo no bebo.

Y - Tranquilo, qué bárbaro, te prendes por cualquier cosa.

X - Vete.

Y - Te pensaba bolsear. Hoy fue el desierto. Ni un alma.


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X - ¿Y a mí qué?

Y - Invítame un ruso blanco, ¿no?

X - ¿Qué es eso?

Y - Un trago: licor de café, leche carnation….

X - No tengo dinero.

Y - ¿Y con qué pagarás tu cuenta?

X - Ya veré.

Y - ¿En serio quieres que me vaya? Ultima chance de hacer negocio… ¿No te gusto?

X - Me gustas pero no traigo ni un peso encima.

Y - Agarra pronto, se va tu oportunidad. Esto se cierra en diez minutos, ¿eh?

X - Ya te dije que no tengo dinero. Lárgate. Ni para el cover.

Y - Aquí son muy ojetes con eso.

X - ¿Y?

Y - Te van a tupir.

X - Ya veremos.

Y - Son unos culeros.

X - Llévate mi trago, si quieres, y vete.

Y - Ni siquiera lo probaste.

X - No bebo.

Y - ¿Y a qué viniste?

X - No sé. Anda, llévatelo.

Y - ¿Qué es?

X - Stolichnaya.

Y - ¿Stolisqué?
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X - Vodka... Una mierda rusa. Esa me ofrecieron, eso pedí.

Y - ¿Puedo?

X - Que te aproveche.

Y - …Oye, en serio… Te van a madrear.

X - Me da igual.

Y - Paga el cover, y yo diré que pedí el trago. Se ensañan con clientes que…

X - Eso quiero. Que me den hasta la muerte, pedazos, añicos, eso quiero…

Y - …Eres raro.

X - Soy raro.

Y - ¿Estás triste?

X - ¿Te importa?

Y - Igual que Arnulfo.

X - ¿Quién?

Y - Mi Arnulfo… un pescado.

X - ¿Qué con Arnulfo?

Y - No hablas. Él y su sombra y punto.

X - Yo no me llamo Arnulfo.

Y - Es mi pescado. Ya sé que tú no te llamas Arnulfo…

X - No entiendo…

Y - Pero eres tan engreído como él.

X - ¿Y a mí qué con los pescados?

Y - No, lo que yo quiero decir…

X - ¿De qué diablos hablas?

Y - Tranquilo…
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X - Me importan un pito los peces…

Y - Ya lo sé, pero…

X - ¿Yo qué con Arnulfo? Ni siquiera me gusta el pescado. Te estoy hablando, putita,

responde. ¿Me viste cara, boca, ojos de pescado? ¿Eh, imbécil? Aborrezco, odio el pescado,

¿me oyes?

Y - Vete al diablo.

X (la prende del cuello e intenta ahorcarla) - Apeste de pescado, escamas frías y rosas, ojos

inertes, de muerto. ¿A mí qué con un pescado tieso y frío? ¿Me viste cara de pescado de

frigorífico? ¿Congelado, empaquetado, sellado con plástico y la mirada acuosa y fija en el

infinito bajo siete puertas de hielo? Maldita condición la del pescado muerto. Jamás vuelvas

a mencionarme algo así o te mato, ¿entiendes? Te arranco las vísceras y las desmenuzo y

machaco y las pongo a freír al sol.

La suelta. Agarra una silla, está a punto de golpearla pero se detiene. La exótica huye.

X - Pescado frito bajo un sol incandescente, sol negro, carbonizado, pescado muerto bajo los

rayos muertos del sol.

Entra el demonio interior, en la guisa del mesero cojo, y le da un certero botellazo en la


cabeza. El joven de negro queda inconsciente. El mesero lo esculca buscando dinero sin
resultados. Hurga en el maletín: encuentra el frasco con un dedo en formol. Lo abre, saca
el dedo y, tras mirarlo con la mayor extrañeza, lo usa como agitador para el vodka.

Z - Salud.

Bebe.
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9. Estación de policía: interrogatorio donde nadie oye.

El ebrio melancólico, contra el muro de las confesiones, declara con el joven de negro,

inconsciente, a sus pies:

W - Me llamo Juan. Estoy perfectamente sobrio, además de que un borracho, como un niño,

siempre dice la verdad. Traigo a cuento la conseja por si en algo ayuda a que me crean… Un

crimen no prescribe. ¿Cómo pueden pedirme que me vaya en paz? Imposible eso de que lo

pescaron hace siglos. Pescaron otro pez. Yo lo hice. Yo no soy otro. Suéltenlo. Libre, ¿qué

hago yo conmigo?… Era una mujer de unos 27 años, cayó boca arriba. Pistola calibre 22.

Un solo tiro. Conozco el lenguaje pericial porque estudié medicina. La bala penetra la pared

del hueso temporal izquierdo. Quema, interesa la masa cerebral en un ángulo de 30 grados

y sale por el occipital. Muerte instantánea. Cuero extrañamente escalpado y negruzco, papilla

de materia cerebral. Yo mismo podría firmar el parte médico. No me apropio, como dicen,

del pecado de otro. Hay gente así pero no es mi caso... Yo me lo propuse. Premeditación.

Yo, el homicida, usé un bisturí de cirujano para seccionar el dedo cordial de la mano derecha.

A nivel metacarpofalangiano… Un recordatorio para el resto de mi vida… decisión estúpida,

locura, pues cargo con ella, la veo… El cadáver no presenta señas de violencia sexual. Acaso

aroma rancio a sexo con otro u otros hombres, pero no con el homicida. Como los perros,

creo que olfateé su cuerpo. Luego, no sé… blackout… Un solo pensamiento empezó a

invadirme: si pudiera verla levantarse del piso, cargaría con todo el suplicio habido y por

haber. Pero no… ojos acuosos, inertes, de pescado... Nadie me salió al paso. El anonimato.
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Caminar, caminar, sólo así podía conmigo. Pero en cada mujer veía su cara. Cansancio,

hambre, vagar sin rumbo kilómetros y kilómetros, miles de paisajes, siglos, tiempo y más

tiempo en un abrir y cerrar de ojos... Insoportable cargar el crimen... Aullé, grité días

enteros… hasta que una madrugada, ojos secos, me vi al espejo: vejez bajo siete puertas de

hielo. No sé cómo dejé mi tumba y… ¿a vivir?... Dicen que uno siempre vuelve. Así que

regresé a ese table exclusivo. ¿A perdonarme? Alguien, en el fondo, siempre me dice:

“¿perdonarte de qué?, aquí no hay ley, tú sigue y punto”. Pero no, señor, yo no soy un

cordero. Yo soy otro. Yo lo hice. Yo fui.

10. Estación de policía: interrogatorio con una ventana por única salida.

El asesino murmura en sueños:

X - Mirar, envejecer, hundirme sin fin…

El demonio interior, bajo la facha de un judicial, se apresta al interrogatorio y careo. El

ebrio mira la escena.

Z (canta) - “Bésame, bésame mucho/ como si fuera esta noche/ la última vez… Bésame…”

Despierta, Rodrigo, hay que seguir el interrogatorio… ¿Te acuerdas de mí?... ¿Cómo, ya no

te acuerdas de mí? Te dije mi nombre al oído. Muy suave lo pronuncié ahí donde se cuelan

las palabras más dulces, en el caracol de tu oreja… ¿Cómo me llamo, mi niño?

X - No sé, señor.
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Z - Empieza con P… P de pico, poco, puerco, puro… ¿Pepe, Piña, Pedro, Paredes, Pancho,

Ponce, Poncho, Pérez, Pablo, Plutarco? Recuerda… con p de puto… pavo, papa… ¡el Papa,

soy el Papa!

X - No recuerdo su nombre.

Z - Con p de pontífice.

X - Creo que nunca antes lo había visto.

Z - ¿Me dejas ver, de nuevo, tu pistolita?

X - La tiré en un desagüe.

Z - No, chiquito, falso… “yo no sé mentir”, dices, y la nariz te crece. (Al ebrio.) He oído la

confesión de una puta, un orate dizque ruso, un borracho, y todos mienten, salvo un noble y

simpático mesero. Ojetito, pero honesto, y él afirma que sí hablaste con la víctima por lo

menos una vez.

X - ¿Sí?

Z (tras hacer sonar el hueco tinglado) - Escapes, engaños, palabrería ambigüa, sin anécdota

ni trama clara, ni mensaje, no digamos edificante, ¿eh?, simple mensaje, estructuración lineal

de la lengua, cartesianismo del pensamiento, confesión clara y estructurada de una culpa,

¿entiendes? No, no entiendes. Tus palabras te ocultan como al pulpo su tinta.

X - No, señor…

Z - ¿NO QUÉ, PENDEJITO?

X - No entiendo.

Z - ¿Pensaste que podías escabullirte? La fuga ya quedó atrás.

X - No quise huir.

Z - P de pensaste, p de podías, de pendejo, pinche, puto, padrote, pito, pinga, policía…

¿Sabes qué soy? Eso: macana tiesa quebrantahuesos. Policía… y judicial. ¿Tiemblas? P, p…
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No me llamo Pepe. Pa… Pac… Ya recordarás… ¿Pánico? ¿Papá? Con P de policía,

acuérdate… Cruzas un umbral y extrañamente regresas a la misma habitación que dejaste.

El universo es circular y yo lo vigilo, ¿sabes? ¿Nunca has probado un ruso blanco?

X - ¿Qué es eso?

Z - Ruso blanco… Me quedan exquisitos. Alguna vez trabajé en un bar. ¿Quieres uno?

X - No bebo.

Z - Confiesa y te lo preparo… p de preparar, de prepa, ponzoña, pócima, putrefacción,

pesadilla… Recuerda mi nombre… También podría llamarme Putrefacción Paz… Policía de

primera, pericial, escuela superior en las artes del miedo, un judicialísimo judas pues…

Putrefacto como pez tendido al sol… Ijtis, en griego… ¿Entiendes? Ijtis, Cristo, pez

putrefacto tendido al sol, con p de pez… ¿Por qué lo hiciste?

W - Salí del table… cuando ella se fue, la seguí…

Z - Así me gusta. ¿Y la pistolita con p?

X - La tiré en una alcantarilla…

Z - ¿Antes o después…?

W - Después…

Z - Después del crimen, te refieres.

X - Creo que sí.

Z - Mientes con todos los dientes. Y te lo voy a demostrar.

El judas saca la pistola del maletín.

Z - P de pistola, de pánico…

W - De purificación también…
44

Z - ¿Qué dijiste?

W - Purificación... con p.

Z - Vaya… juegas… Lo que tú quieres es un ruso blanco, ¿verdad?

X - No bebo.

Z - No hay cosa que yo desprecie más que la mentira. Eres un beodo, pero yo entiendo tus

cálculos: debes pensar que yo soy el poli malo y que en cuanto me vaya a prepararte tu ruso

blanco entrará el bueno y con él podrás cantar “Bésame mucho” hasta el amanecer… Los

polis buenos sacan la sopa entre caricias, ¿sabes? Pero no, jovencito, te equivocas. Error de

cálculo. Yo soy el cordero. El poli malo es mi gemelo y está allá afuera esperando… Viste

como hombre, pero se llama Laura y es un demonio, un travesti feroz, matón con placa.. Así

que más te vale cantar de una vez por todas ¿por qué lo hiciste? Cuento hasta tres y si no

cantas, cruzaré el umbral y no volverás a verme, pues entrará mi pareja y él, como el lugar

común indica, no habla, él hace y punto, es el verdadero enemigo malo, ¿entiendes? Judicial,

Judas Iscariote, no Tadeito… Pero antes de que te vuelva a preguntar la misma y eterna

pregunta, respóndeme otra cosa: te gustan las ventanas, ¿verdad? (Dibuja una con un plumón

sobre el muro de las confesiones.) ¿Miras algo en esa ventana? ¿Algo más que un muro ciego

cuando miras esa ventana? ¿Sueñas, te fugas, huyes como la puta, como el orate ruso o como

el borracho? ¿Qué tanto miras en esa ventana? ¿Por qué fijas tus ojos en esa maldita ventana?

X - Veo un paisaje. Con p de paisaje y ahí, suspendido, me habla un pez, un pez en el aire.

¿Lo ve?

Z - ¿Cristo?

W - No, Arnulfo. Un pez… Con p de purificación.

Z - Vaya… juegas y vuelves a jugar… por tanto, creo que ya te acordaste.

X - ¿Paco?
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Z - …Ahora dime, ¿por qué lo hiciste?

X (destrozado) - No sé.

Z - Mientes con todos los dientes.

El policía prende brutalmente al joven y lo arroja por la ventana. Luego le regresa al ebrio
melancólico su pistola.

11. Una parada de autobús: tu mirada es sembradora.

La calle donde destaca el anuncio de vodka Stolichnaya con paisaje ártico. Entra la
prostituta. Repiten exactamente los mismos movimientos del primer encuentro. El demonio
interior contempla.

W - Stolichnaya...

Y - Me espantaste... ¿Qué quieres?

W - …Lo estuve pensando… Quiero ver a Arnulfo.

Y - ... Ven...

Él se detiene ante el anuncio con paisaje ártico como si esperara la irrupción de alguien.

Y - ¿Qué miras?

W - Vodka Stolichnaya.

Y - ¿Sabes cómo me llamo de verdad?

W - No.

Y - Mariana.
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W - Bonito nombre.

Y - ¿Vamos a conseguir un trago?

W - No, ahora no.

Y - En casa no tengo alcohol… ¿Pero qué tanto miras?

W - Rusia.

Y - Debe ser padre, ¿no? Un frío de la chingada pero se ve bien suave... ¿Qué te intriga de

ese anuncio?

W-…

Y - ¿Allá hay pingüinos?

W - Siberia nororiental.

Y - Lejos, ¿no?

W - Frío, un frío aterrador…

Y - …Ven, pescadote gordo… No hay mejor remedio contra el frío que un buen abrazo, un

beso, un faje… un anticipo de lo que vendrá.

La luz se cierra sobre el paisaje ártico.

12. Un epílogo, a la manera del siglo aureo, pero dicho con tal Tristessa que el

demonio interior a todas luces piensa en el buen de Jack Kerouac mientras toma la

veladora y mira al público desde la calle del crimen:

Z - “Contabiliza todos estos sufrimientos de aquí al final del cielo infinito, y ve qué cantidad

puedes agregar para impresionar al Jefe de las Almas Muertas de la Fábrica de Carne de la

ciudad, Ciudad, CIUDAD”3.

3
Tristessa de Jack Kerouac.
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Al tiempo que sopla y apaga la veladora, el melancólico abraza a la prostituta. En la

oscuridad suena Bésame mucho con la ciega fe de los amantes.

Fin.

Siberia se estrenó el 25 de abril de 2008 en el Teatro El Milagro de la ciudad de México con

el siguiente reparto:

Laura Almela, el demonio interior

Rodrigo Espinosa, el asesino

Mariana Giménez, la prostituta vip

Juan Carlos Vives, el ebrio melancólico


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Dirección: David Olguín


Escenografía e iluminación: Gabriel Pascal
Diseño sonoro: Rodrigo Espinosa
Vestuario: Edyta RzewskaCoreografía:
Rafael Rosales
Asistentes de dirección: Patricia Ortiz
y Daniela Flores
Diseño gráfico: Pablo Moya
Fotografía: Carlos Somonte

Asistente de escenografía
y producción: Ximena Mendoza
Producción ejecutiva: El Milagro

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