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El Puer Aeternus

Este documento discute el concepto de "puer" en la psicología junguiana. Explica que la comunidad junguiana a veces lo relaciona demasiado con el complejo materno, cuando en realidad se refiere a hombres que nunca dejan de ser niños internamente a pesar de crecer. Luego distingue entre dos tipos de "puer": aquellos atrapados en su infancia o adolescencia, y aquellos que siguen creciendo espiritualmente a través de regresiones al mundo interno guiadas por el inconsciente. Finalmente,

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El Puer Aeternus

Este documento discute el concepto de "puer" en la psicología junguiana. Explica que la comunidad junguiana a veces lo relaciona demasiado con el complejo materno, cuando en realidad se refiere a hombres que nunca dejan de ser niños internamente a pesar de crecer. Luego distingue entre dos tipos de "puer": aquellos atrapados en su infancia o adolescencia, y aquellos que siguen creciendo espiritualmente a través de regresiones al mundo interno guiadas por el inconsciente. Finalmente,

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EXTRACTO DEL CAPÍTULO

PUER AETERNUS DEL ENSAYO "LUNA INVICTA"


Raúl Ortega

La comunidad junguiana, en general, aún no está segura qué quiere decir cuando
habla del problema del puer. A veces lo remite al complejo materno, de manera muy
amplia y vaga, y entonces todo se hace el primer lío, porque en general, la inmensa
mayoría de los hombres y mujeres de este planeta viven inmersos en el complejo
materno. Es decir, sólo unos pocos hombres han logrado convertir su anima de Eva
(que está atrapada en el complejo materno y en la forma infantil de comprender lo
femenino y el inconsciente) en Helena. Y no digamos en María o Sofía. Y ellas, en
muy raras ocasiones han escapado de la identidad con la madre. Estos hombres y
mujeres se casan, tienen hijos y trabajos estables, y mueren como perfectos
ciudadanos, maduros y adultos. Pero con respecto a la individuación, nunca han
dejado de ser niños.
Así que la comunidad junguiana afina más y busca remitir al puer a una forma activa
de complejo materno, a una forma de complejo materno que se niega a soltar a su hijo
para que se integre verdaderamente en el mundo social adulto de una forma normal.
Entonces llama pueres a unos introvertidos que son como niños cuya fantasía e
imaginación, y cuya intención de vivir volando, en los aires extramundanos, no les deja
bajar y adaptarse verdaderamente a la prosaica vida del hombre social común, o bien
hombres niños en permanente dependencia de la madre o de una mujer que haga
para ellos de tal. Son hombres que nunca dejan de tener la edad que tiene su
imaginación, de infinita inocencia, candidez, soñadores, débiles y dependientes la
mayor parte del tiempo, al mismo tiempo que un poco solitarios. El mundo les hace
daño, los hiere con mucha facilidad. O bien son hombres que nunca dejan de ser
adolescentes rebeldes, que protestan por el mundo, inadaptados, y que son también
reacios a integrarse del todo en él y a sentir que sirven a un "sistema equivocado". En
realidad, presienten la individuación, que se opone a los sistemas, pero no lo saben.
Como son extravertidos, necesitan drogas a menudo para estimular la imaginación
que al introvertido le sobra, su hermanito, supuestamente llamado también puer.
Buscan a la madre que los comprenda y que les ofrezca el éxtasis extramundano en
toda mujer a la que persiguen. A menudo acaban colgándose del sistema por un
margen, a la manera de un parásito, como un niño enganchado a la teta de una madre
que no lo quiere reconocer. Ambos están fascinados por el poder de la madre, del
inconsciente, por el anima y por la imaginación. Pero no son capaces de ir más allá.
Se quedan siempre como adultos que giran alrededor de su infancia y adolescencia,
pero que no acaban de encontrar el camino hacia el auténtico niño, el Niño Interior,
que empezaría a decirles qué es lo que están buscando, qué es lo que deben hacer
en realidad.
No es fácil juzgar a estos pueres. Los primeros de los que hablé, al principio, los
pueres ocultos de los que está lleno el mundo, que no crecen nunca, sino que juegan
a crecer, ven a estos hombres niño-adolescentes como algo erróneo, incómodo,
quizás enfermo. Pero la mayoría de las veces, al lado de los defectos e
inconvenientes que tiene ser un hombre atrapado en un niño, o en un adolescente,
hay virtudes que el resto de la gente ni soñaría tener. Peter Pan hace, dice y cuenta
cosas que están muy por encima de la mediocridad. Arte, filosofía, aventuras, son los
productos muy a menudo de los más maduros dentro de estos puer, de los pueres que
ya han empezado a encontrar qué les dice el Niño Interior. Si el carácter, sin embargo,
de niño o adolescente pesa más que su creatividad, si el haber conservado los rasgos
de su niñez y de su adolescencia pesa más que el camino posterior de su propia
adultez (que en estos hombres siempre será diferente que la del colectivo, pues estará
preñada de individuación, si continúan por el camino de integración correcto), si son
más dependientes de una mujer madre que filósofos o artistas, o más donjuanes que
creadores y emprendedores, entonces la comunidad junguiana se pone de acuerdo y
ya sabe a qué se refiere exactamente cuando dice "el problema del puer". Pero sigue
sin hablar del Puer de verdad, el más puro representante del arquetipo; está hablando
de lo que cualquier psicólogo entiende como hombre con complejo materno. El epíteto
eterno se entiende en su sentido literal en estos caracteres, como de duración
indefinida, y no en el sentido del puer mítico, que es por conexión arquetípica con una
inherente sabiduría perenne. Pero ¿no estarán referidos mejor al complejo paterno?
porque quizás debiera plantearse la cuestión de que los pueres, lo son igual, o quizás
más, en referencia al padre que a la madre. La madre es su ilusión y su refugio;
inesperadamente, su dragón y su tumba. El padre es su reto, saturno, el Hook de cada
uno, así como, también inesperadamente, su luz, su madurez y su guía.
Hay otros hombres, que no se han quedado atrapados ni en el carácter de su infancia
ni en su adolescencia. Hombres que nunca han dejado de crecer, y que jamás pueden
mirar atrás. Sin embargo, no pueden crecer meramente hacia el mundo y en el
mundo, como un óptimo ciudadano adulto, sin más. Podrían hacerlo, pues no carecen
de la suficiente responsabilidad, tesón y autonomía, pero la adultez que les llama es
diferente a la de lo colectivo y social. Ellos quisieran meramente avanzar, pero el peso
de la Madre los empuja una y otra vez hacia atrás. Ese atrás es en realidad un hacia
dentro, donde no regresan a la indolencia, pasividad o ternura de su infancia, o a las
correrías de su juventud, sino a menudo a las fauces de un dragón donde su adulto es
disuelto, hasta que nazca nuevamente como Niño Interior. Este Niño es una
conciencia nueva que no yace aletargada en las faldas de una madre, sino que ha
sido instruída por la conciencia solar y el destino nuevo que les da el Padre, el Senex
interior. ¿Una misión?. Regresan de vez en cuando a un pasado, que está preñado de
futuro, un futuro que los transforma en un adulto más viejo que aquél que eran antes
de caer hacia atrás. Pues ese es el sentido propio de una regresión. Hillman fué muy
perspicaz, al darse cuenta por fin de que detrás del auténtico arquetipo del puer, el
Puer Aeternus, no estaba sólo la madre, que significa hacia atrás y hacia el
inconsciente, sino el padre, que significa hacia adelante y hacia la consciencia.
Estos hombres están compelidos a adaptarse tanto al mundo interno como al mundo
exterior. Su vida va dando círculos, en forma de espiral. Cuando regresan a su
infancia, de alguna forma, como por ejemplo cuando vuelven a jugar con las
piedrecitas de un río, no podrían meramente volver a ser niños dependientes de una
mujer que les cuida, les protege y alimenta, aunque durante ese período vuelven a
quedarse indefensos e inadaptados. Han vuelto al espacio de juego que decía
Winnicot, y que acota mucho mejor DS Bond, pero no para jugar indolentemente, pues
ellos deben ser capaces de encontrar detrás de las faldas de la madre y del pasado,
los contenidos del mundo interior, que no son jamás ninguna puerilidad. Cuando
vuelven a perseguir a las mujeres, fascinados por el brillo de los amores apasionados
de la juventud, siempre se encuentran que tarde o temprano el anima los atrapa y les
dice un poco más sobre quiénes son y qué deben hacer.
Estos hombres no están atrapados por el complejo materno. Están atrapados por el
arquetipo de la Madre, que los succiona hasta hacerlos ver qué hay en el Cielo
inmenso que está en el Inconsciente. Y están atrapados por la fuerza persuasiva y
contundente de un Viejo sabio del que son hijos y al que no tienen más remedio que
entender.
La comunidad junguiana confunde muy a menudo la intuición diferenciada con la
rebeldía adolescente del puer con complejo materno, el pseudopuer, o puer más
niño que eterno, porque los intuitivos siempre están creando mundo en los márgenes
de la sociedad. Pero el joven rebelde y de vida disipada no es creador, no es
constructor. Persigue faldas, no habla con el anima. La intuición es una conexión con
el inconsciente, que está hecha para que el hombre capte el sentido de su destino,
y acuda hacia él. La intuición arrastra al hombre, a golpes, fracasos y vueltas a
empezar, hasta ese destino, que los junguianos llaman Individuación. La individuación
es siempre algo nuevo, algo que nace a la luz. Es creación pura. La intuición por eso
siempre conduce al hombre a lo que está por llegar, a las nuevas semillas, al retoño
del mundo que será, a lo joven. Conduce al hombre a sus contenidos inconscientes,
pero no meramente a su infancia o adolescencia, sino a ese Inconsciente que es el
agua primordial, el dragón, y es de la conciencia la madre y el padre. No es la rebeldía
de la juventud. Son los reyes magos que persiguen la estrella de Belén, hasta el Puer
Aeternus. El verdadero Puer Aeternus. El Principito, el Nuevo Principio.
También se confunde a veces la introversión auténtica y diferenciada, otra vez con la
mera inadaptación provocada por la asfixia regresiva del complejo materno personal.
Pero cuando la introversión logra encontrar una imagen arquetípica real, una idea de
Dios o de Diosa, el introvertido se encuentra con algo que acaba de nacer, con un
Puer Aeternus que acaba de parirse al mundo. Lo que ha encontrado es, de nuevo, un
Niño Jesús, y el carácter de ese introvertido no puede confundirse con el de un niño
inadaptado a las responsabilidades de lo social. Sencillamente, aún no hay lugar para
ese Dios en lo social, y el pobre introvertido tiene que partir de cero para encontrarlo.
Estos hombres no son niños grandes. Son Parsifal, que nunca perdió la inocencia
que dá estar en contacto con el mundo interior, siempre agreste y salvaje, aunque él
abandonara a su madre sin piedad siendo un adolescente, para recorrer el mundo y la
corte. Cargan con el peso y la responsabilidad de renovar un trono, no de adaptarse a
él.
Estos hombres ven a menudo como una y otra vez todo lo que construyen se les
hunde. Son befa y escarnio de la comunidad, constantemente. Pierden la fé, pues
nadie les apoya. Pero es que el héroe sólo puede encontrar un tesoro, sólo uno, el que
le corresponde a él, y ya pasa mucho hasta enterarse de cuál es. Difícil es hallar la
materia prima, difícil los instrumentos, difícil es el Arte.
Es un error muy común presuponer y no diferenciar que es lo mismo tener complejo
materno, que ser portavoz de una nueva revelación, recién nacida del útero de la Gran
Madre.
Hay dos cosas que la comunidad junguiana entiende como antídoto del puer, aunque
no sepa bien a cuáles de todos estos pueres y pseudopueres se está refiriendo. El
trabajo y el sufrimiento. Para mi entender, el sufrimiento es el paso necesario para
conectar con los contenidos inconscientes, paso necesario para el puer que es niño
o adolescente y aún no ha entrado verdaderamente en su interior, donde la madre
se transforme en Diosa, y las faldas en Anima y Guía espiritual. Pero ésto vale para
cualquiera, sea cual sea su grado de madurez. De esta necesidad hablaba Hillman, la
del sufrimiento.
Del trabajo hablaba Jung. Él hablaba de él mismo. Cuando encontró su revelación, se
transformó en Puer Aeternus. Algo nuevo acababa de nacer, algo aún que no tenía
conexión apenas con el mundo de abajo, aunque quería crecer hacia él, encarnarse.
Lo que había encontrado eran ideas e intuiciones y Dioses de un nuevo panteón,
recién nacidos para esta era. Así que el gran viejo, Saturno, el dios del trabajo y el
esfuerzo, el dios del mundo, le reclamó grabar en piedra, elaborar, justificar y mostrar
estas ideas y hacerlas copartícipes del mundo de su época. Eso lo convirtió en Senex,
un nuevo "rex".
Para comprender mitológicamente este significado, tenemos a Prometeo, Adán,
Krishna, Buda, Cristo, y en general todo héroe, dios o semidiós después de haber
pasado por una muerte, en el momento de su revelación y renacimiento.
Raúl Ortega Librero
Analista Junguiano

El Puer de Marie-Louise Von Franz


Extractado de: Espejos del Yo
Biblioteca de la Nueva Conciencia Editorial Kairós.

Puer Aeternus es el nombre de un dios de la antigüedad. Estas palabras proceden


de las Metamorfosis de Ovidio y allí se aplican al niño dios de los misterios eleusinos.
Ovidio habla del niño dios Iacchus, llamándole puer aeternus y alabando su papel en
aquellos misterios. En épocas posteriores, el niño dios fue identificado con Dionisos
y con el dios Eros. Es el joven divino que nace de noche en este típico misterio del
culto materno de Eleusis, y es un personaje redentor. Es un dios de la vida, la muerte
y la resurrección –el dios de la divina juventud, correspondiente a dioses orientales
como Tammuz, Attis y Adonis. Así, el rótulo puer aeternus significa "joven eterno",
pero también lo empleamos para designar cierto tipo de hombre joven que tiene un
destacado complejo materno y por tanto una serie de comportamientos característicos,
que intentaré describir seguidamente.
En general, el hombre que se identifica con el arquetipo del puer aeternus permanece
demasiado tiempo en la psicología adolescente; es decir, todas las características
que son normales en un joven de dieciséis o diecisiete años se prolongan en la vida
posterior, acompañadas en muchos casos de una dependencia excesiva de la madre.
Las dos perturbaciones típicas de un hombre con un destacado complejo materno
son, como señala Jung, la homosexualidad y el donjuanismo. En éste último caso, o
la imagen de la madre –la imagen de una mujer perfecta que le dará todo al hombre y
que carece del menor defecto- se busca en cada mujer. Él busca a una diosa madre,
de modo que siempre que se ve fascinado por una mujer acaba luego descubriendo
que se trata de un simple ser humano. Tras haberla conocido sexualmente todo el
encanto se desvanece, y él se va decepcionado para seguir proyectando de nuevo
la imagen sobre una mujer tras otra. Anhela eternamente la mujer maternal que
le rodeará con sus brazos y satisfará todas sus necesidades. Ello a menudo va
acompañado de la actitud romántica del adolescente.
Generalmente experimenta grandes dificultades para adaptarse a la situación social.
En algunos casos hay una especie de individualismo asocial: siendo alguien especial,
uno no tiene por qué adaptarse, pues eso sería imposible para un genio así, etc.
Además, surge una actitud arrogante hacia otras personas, debido tanto a un complejo
de inferioridad como a falsos sentimientos de superioridad. Tales personas suelen
tener grandes dificultades para encontrar el tipo adecuado de trabajo, pues todo lo
que encuentran nunca acaba de ser adecuado o no es exactamente lo que andaban
buscando. Siempre hay "un pelo en la sopa". La mujer nunca es la mujer adecuada; es
agradable como compañera, pero...Siempre hay un "pero" que impide el matrimonio o
cualquier otro tipo de compromiso.
Todo ello conduce a una forma de neurosis de H.G. Baynes ha descrito como "vida
provisional"; es decir, la extraña actitud y sensación de que la mujer todavía no es lo
que uno quiere, existiendo siempre la fantasía de que en algún momento futuro llegará
lo que se busca. Si esta actitud se prolonga, implica un constante rechazo interior a
comprometerse con el momento presente. A menudo esta neurosis va acompañada,
en mayor o menor grado, de un complejo de salvador o mesías, con el pensamiento
secreto de que algún día uno será capaz de salvar al mundo, de que hallará la última
palabra en filosofía, religión, política, arte o cualquier otro campo. Esto puede llevar
a una típica megalomanía patológica; o puede haber trazas de ella en la idea de que
el momento de uno "todavía no ha llegado". La situación que este tipo de persona
siempre teme es el estar atado a algo. Hay un miedo terrorífico de estar atrapado,
de entrar completamente en el espacio y el tiempo y ser el ser humano concreto
que uno es. Siempre hay miedo de verse cogido en una situación de la que podría
ser imposible escapar. Toda situación así es un infierno. Al mismo tiempo, hay algo
altamente simbólico –una fascinación por deportes peligrosos, especialmente el vuelo
y el alpinismo- dirigido a alcanzar lo más alto posible; ello simboliza el escapar de la
madre: de la tierra, de la vida ordinaria. Cuando el complejo está muy pronunciado,
muchos de estos hombres mueren a temprana edad en accidentes de aviación o de
escalada. Lo que se expresa de este modo es un anhelo espiritual exteriorizado.
Una representación dramática de lo que el vuelo significa realmente para el puer la
encontramos en un poema de John Magee. Poco después de haber escrito el poema,
Magee murió en un accidente aéreo:
Altos vuelos
¡Oh! Me he escabullido de las hoscas ataduras de la Tierra
y he danzado en los cielos con alas aureoladas de risas;
he trepado hasta el sol, y me he unido al agitado regocijo
de las nubes que el sol separa –y he hecho cien cosas
que nunca soñaste-, revoloteando y remontando y bamboleando
allí en el alto silencio que el sol ilumina. Cernido ahí,
he cazado el viento clamoroso, y he lanzado
mi impaciente nave por los caprichosos palacios del aire...
Arriba, arriba en el alto, delirante, ardiente azul
He coronado grácilmente las alturas barridas por el viento
Donde nunca voló una alondra, ni tan siguiera un águila.
Y, cuando con mente silenciosa y elevada, he hollado
La alta e inmaculada santidad del espacio,
He sacado la mano y tocado el rostro de Dios."
A los pueri no les suelen gustar los deportes que exigen paciencia o un largo
aprendizaje, ya que el puer aeternus –en el sentido negativo del término- suele ser de
naturaleza muy impaciente. Conozco a un joven, un ejemplo clásico de puer aeternus,
que practicó montañismo durante períodos tremendamente largos, pero odiaba
tanto cargar con una mochila que prefería entrenarse para ser capaz de dormir a la
intemperie incluso bajo la lluvia o la nieve. Hacía un agujero en la nieve, se encerraba
en un impermeable y, con una especie de respiración yóguica, era capaz de dormir
a la intemperie. También aprendió a ir prácticamente sin comida, simplemente para
no tener que cargar peso. Anduvo durante años por las montañas de Europa y de
otros continentes, durmiendo bajo árboles o en la nieve. En cierto modo, llevó a cabo
una existencia muy heroica, sólo para librarse de tener que ir a un refugio o cargar
con una mochila. Podríamos decir que esto era simbólico, ya que un joven así en
la vida real no quiere estar agobiado por ningún tipo de carga; lo único que rechaza
absolutamente es asumir responsabilidad por algo o tener que cargar con el peso de
una situación.
En general, la cualidad positiva de estos jóvenes es cierta espiritualidad que procede
de un contacto relativamente directo con el inconsciente colectivo. Muchos tienen el
encanto de la juventud y el efecto seductor de un trago de champán. Por lo común,
es muy agradable conversar con los pueri aeterni; suelen tener interesantes temas
de conversación, y producen un efecto estimulante sobre el oyente; no les gustan
las situaciones convencionales; formulan preguntas y van directamente en pos de la
verdad; generalmente buscan una religión genuina, búsqueda que es típica de quienes
se acercan a los veinte años de edad. El encanto juvenil del puer suele prolongarse a
las etapas posteriores de la vida.
Sin embargo, hay otro tipo de puer en el que no se aprecia el encanto de la eterna
juventud y a través del cual no brilla el arquetipo de la juventud divina. Por el contrario,
vive en un continuo aturdimiento soñoliento, lo cual también es una característica
adolescente: el muchacho somñoliento, indisciplinado y pataslargas que se limita a ir
vagando por ahí, con su mente deambulando de un lado a otro, de modo que a veces
una tiene ganas de echarle un cubo de agua fría por la cabeza. Pero el aturdimiento
soñoliento es sólo un aspecto externo, y si conseguimos atravesarlo encontraremos
una prolífica fantasía que guarda en su interior.
Hasta aquí he dado un breve resumen de las principales características de algunos
jóvenes atrapados en el complejo materno y que se identifican con el arquetipo del
puer. He ofrecido una descripción básicamente negativa de ellos porque ésa es su
apariencia superficial, pero, como veremos, no hemos explicado la clave del asunto.
La cuestión es por qué el problema de este tipo psicológico, el joven atado a la madre,
se ha vuelto tan prominente en nuestro tiempo. Como sabemos, la homosexualidad –
creo que el donjuanismo no tanto- se incrementa más y más; incluso afecta a menores
de edad, y me parece que el problema del puer aeternus, cada vez tiene mayor
actualidad. Sin duda, las madres siempre han intentado mantener a sus hijos en el
nido, y algunos hijos siempre han tenido dificultades para liberarse y han preferido
continuar disfrutando los placeres del nido; pero no vemos claramente por qué esto,
en sí un problema natural, ha tenido que convertirse en un problema clave de nuestra
época. Creo que es la cuestión más profunda e importante que hemos de plantearnos,
porque el resto es más o menos evidente. Un hombre con un complejo materno
siempre tendrá que habérselas con su tendencia a volverse puer aeternus. ¿Qué
solución hay?, se podría preguntar. ¿Si un hombre descubre que tiene un complejo
materno, que es algo que le ha llegado –no algo que él mismo haya provocado-, qué
puede hacer con ello? En Símbolos de Transformación, el doctor Jung habló de una
solución –trabajar- y habiendo dicho esto, dudó un minuto y pensó "¿Es realmente
tan simple? ¿Es la única cura? ¿Puedo expresarlo así?". Pero el trabajo es la única
palabra desagradable que ningún puer aeternus quiere oír, y el doctor Jung llegó a la
conclusión de que era la respuesta correcta. Mi experiencia también me indica que
a través del trabajo es como un hombre puede liberarse de esta especie de neurosis
juvenil.
Aquí hay, sin embargo, algunos malentendidos, ya que el puer aeternus puede
trabajar, como pueden hacerlo todos los primitivos o la gente con un débil complejo
egoico, cuando está fascinado o entusiasmado. Entonces puede trabajar veinticuatro
horas seguidas o incluso más, hasta que caiga. Pero lo que no puede hacer es
trabajar en una mañana triste o lluviosa cuando hay tareas aburridas y uno tiene
que ponerse a la fuerza; esa es la única cosa que habitualmente el puer aeternus
no aguanta y que intentará evitar con cualquier excusa. El análisis de un puer
aeternus llega tarde o temprano a este problema. Sólo cuando el ego se ha fortalecido
suficientemente puedo superarse el problema y se da la posibilidad de empeñarse
en el trabajo. Naturalmente, aunque una conozca el objetivo, cada caso individual
es distinto. Personalmente he comprobado que no sirve de mucho ir predicando a la
gente que deberían trabajar, porque acaban enfadándose y marchándose.
Por lo que he visto, el inconsciente generalmente intenta crear un compromiso: indicar
la dirección en la que puede brotar el entusiasmo o en la que la energía psicológica
fluirá con naturalidad, pues naturalmente es más fácil ponerse a trabajar en lo que
a uno le atrae. No es tan duro como trabajar cuesta arriba en contra del propio flujo
de energía. Por tanto, suele ser aconsejable esperar un poco, ver hacia dónde va el
flujo natural de interés y energía y entonces intentar que la persona trabaje ahí. Pero
en toda área laboral, siempre llega el momento en que toca afrontar la rutina. Todo
trabajo, incluso el trabajo creativo, contiene cierta cantidad de rutina aburrida, que es
donde el puer aeternus huye y llega de nuevo a la conclusión de que "¡no es esto!".
En tales momentos, si uno recibe apoyo del inconsciente, se producen sueños que
muestran que debería perseverar y superar el obstáculo. Si tiene éxito, la batalla está
ganada.
En una carta Jung dice del puer: "Creo que la actitud del puer aeternus es un mal
inevitable. La identidad con el puer implica una puerilidad psicológica que más vale
dejar de lado. Siempre lleva a golpes externos que muestran la necesidad de otra
actitud. Pero la razón no consigue nada, pues el puer aeternus siempre es un agente
del destino".

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