El Ser Humano para Sentirse Vivo Necesita Sentirse Amado
El Ser Humano para Sentirse Vivo Necesita Sentirse Amado
El Ser Humano para Sentirse Vivo Necesita Sentirse Amado
Todo acto
que realiza esta encumbrado en una emoción, ya que las emociones rigen nuestra existencia, desde la
supervivencia hasta la satisfacción. El desarrollo afectivo puede entenderse como la vía a través de la cual las
personas establecen afectos y entienden los mismos.
El aprendizaje como construcción implica a toda la persona, en todas sus dimensiones bio-psico-socio-
emocional. La dimensión afectiva-emocional debe ser el eje en el desarrollo integral del ser, siendo el amor la
fuente emotiva que lo moviliza.
De esta manera, se pude afirmar que la emoción está implicada íntimamente en el acto de aprender. La persona
que está aprendiendo incluye en ese acto la satisfacción por la incorporación de un aprendizaje
nuevo generando mayor autoconfianza y auto-eficiencia que podría ser trasladado a otras experiencias de vida.
Para esto, es necesario que el docente se presente ante todo como una persona no como sujeto de saber sino
como una parte más del todo en esa construcción de aprendizaje. Esto quiere decir que el docente expresa en su
enseñanza sus propios aspectos emocionales, sociales, etc, favoreciendo en ese acto un aprendizaje colaborativo
y social.
El aula y/o institución es el lugar donde se despliegan las actividades académicas, cognitivas, conjuntamente
con lo afectivo. Una construcción de conocimiento y sociabilización mediada por vínculos afectivos necesarios
y en desarrollo en las diferentes edades. Crea espacios donde circule la afectividad, crea condiciones favorables
de aprendizaje, las cuales desarrollan capacidades, competencias, estrategias y valores.
Allí se unifica el ambiente como condición edilicia infaltable y las acciones, experiencias y vivencias que se dan
en conjugación para dar sentido a la propuesta educativa. El espacio educativo debe ser un ambiente de
comunicación y encuentro mediados por vínculos afectivos que dé lugar al intercambio de conocimientos
compartidos entre alumnos y docentes.
La integración de lo afectivo y lo intelectual debe ser eje de todo proyecto educativo dado que el desarrollo
intelectual sin su paralelo emocional crea un desequilibrio y consecuencias para el éxito.
Motivar a los alumnos con la palabra y el afecto pone en funcionamiento motivacional las propias capacidades;
se busca descubrir, desafiarse, aprehender, apropiarse de saberes compartidos con otros. Cuando un docente y
también sus padres, ponen en palabras y gestos la confianza en que el alumno y sus capacidades, el estudiante
desarrolla conciencia de su propia capacidad frente a la actividad.
Si sucede lo contrario, puede darse un bloqueo o inseguridad que hay que trabajar mucho. La predisposición del
alumno y la disponibilidad de docentes y padres generan espacios de intercambios sanos y propicios de
aprendizajes significativos.