Sociedad Pueril
Sociedad Pueril
Sociedad Pueril
Parece ser lo primero que viene a la mente de algunos al escuchar la susodicha palabra,
como si se tratase del mismísimo mal o de un atentado contra la libertad. Y NO se trata de
eso, os lo garantizo.
El principal objetivo del escultismo fue SIEMPRE educar a los chavales para que fuesen
personas de carácter, con fuertes valores y espíritu de servicio y de acción. La idea era
mejorar la sociedad mediante el cambio de mentalidad y de actitud de las nuevas
generaciones de jóvenes.
Y dentro de ese CARÁCTER nos encontramos precisamente con esa “fatídica palabra”: la
disciplina.
El viejo Jefe nos habló multitud de veces de ello (aunque ahora se preste poca atención a
sus palabras más allá de algunas frases archi-repetidas) y lo aclaró por activa y por pasiva.
En el Movimiento Scout la disciplina se entiende como una característica del individuo
educado, la capacidad de hacer lo que es mejor para todos en lugar de dar rienda suelta a
la satisfacción personal. Además es una disciplina que ha de provenir del interior de
cada chico, de su convencimiento de que hace lo correcto, en lugar de una imposición
desde el exterior. Esta última es la disciplina por temor al castigo o la reprimenda.
B-P insistía mucho en que se confiara en los
muchachos, en que se les otorgase responsabilidad para que ellos mismos tomasen el
camino adecuado, basándose en la Ley y la Promesa scout, y descubriesen la GRAN
SATISFACCIÓN que produce cumplir con ese deber de servicio al prójimo, aunque sea a
expensas de renunciar a un placer personal.
Pues porque parece que hoy en día, más allá de palabras y gestos bonitos, todo gira
exactamente en la dirección opuesta: en busca del placer personal. En torno al EGOÍSMO.
Porque me gusta decir que los niños pequeños se caracterizan por tres cosas: YO, MÍO
Y AHORA. Creen que el mundo gira en torno a ellos, quieren poseerlo todo y
son incapaces de demorar las recompensas. Necesitan las cosas enseguida y les cuesta
comprender que algo sea consecuencia de alguna otra acción realizada tiempo atrás.
Ya nada les llama la atención porque viven en un mundo virtual de grandes explosiones de
sonido e imagen…y aunque a algunos parezca no importarles a mí me parece un crimen,
porque les condena a una búsqueda sin fin de ellos. Hemos convertido a los chicos en
super-demandantes y en nuestra bendita inocencia pensamos que eso es lo que conllevan
los tiempos y que no pasará factura).
Y también impera el MÍO. Lo queremos tener todo. Especialmente en los países más
desarrollados nos hemos acostumbrado a acaparar. Y no sólo objetos… también imágenes,
música, viajes… todo lo queremos guardar. Tenemos “tropencientos TERAS” de datos en
nuestros dispositivos con fotos y más fotos, vídeos y más vídeos, que jamás volveremos a
ver. Simplemente por imposibilidad de tiempo.
Igual nos ocurre con los libros digitales, la música y las películas: colecciones inmensas
bajadas de la red almacenadas por el mero placer de TENERLAS.
Y aún voy más lejos. Hacemos fotos con las cámaras de nuestros teléfonos inteligentes a
cualquier cosa animada o inanimada que se cruce en nuestro camino, como si así la
poseyésemos. Mío, mío, mío.
Pero para saberlo tienen que probarlo desde el convencimiento. Convencimiento que
proviene del ejemplo de sus mayores, de los valores que comparte con su grupo scout, de
los pequeños sorbos que saborea en las tareas propias del Gran Juego.
Ese auto-control, ese saber demorar la recompensa inmediata por algo futuro mejor, ese
espíritu de búsqueda del bien común como fuente de la propia felicidad es lo que se busca
con la auto-disciplina.
¿Y vosotros? ¿Tenéis esto en mente u os dejáis llevar por la corriente de una sociedad
pueril?