Sociedad Pueril

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¿Disciplina?… ¡Horror! ¡Alarma!

Parece ser lo primero que viene a la mente de algunos al escuchar la susodicha palabra,
como si se tratase del mismísimo mal o de un atentado contra la libertad. Y NO se trata de
eso, os lo garantizo.

Sé que muuuuchos Scouters , especialmente a aquellos que huyen de ese término y


prefieren el de educadores, responsables, o monitores (cualquier cosa que no vaya a sonar a
escultismo “arcaico”, ¿verdad?), están convencidos de que en el pasado este invento del
escultismo tenía unas claras connotaciones militaristas, con desfiles, formaciones y
disciplina por doquier, y que a pesar de que se hiciese con buena voluntad, sólo en tiempos
recientes se ha conseguido implantar un modelo educativo adecuado en el Gran Juego.
Pero ya os he contado más veces que eso es una gran falacia y que parte del
desconocimiento de la historia del escultismo, especialmente de sus fuentes originales
británicas. Si el juego no se jugó adecuadamente en algún momento o lugar, fue
simplemente por desconocimiento del método. Sin más.

El principal objetivo del escultismo fue SIEMPRE educar a los chavales para que fuesen
personas de carácter, con fuertes valores y espíritu de servicio y de acción. La idea era
mejorar la sociedad mediante el cambio de mentalidad y de actitud de las nuevas
generaciones de jóvenes.

Y dentro de ese CARÁCTER nos encontramos precisamente con esa “fatídica palabra”: la
disciplina.

Digo “fatídica” porque enseguida pensamos en actitudes autoritarias, de mando firme y


obligatoriedad de obedecer en contra de la voluntad, o incluso de la razón. Sin embargo ese
nunca fue el enfoque del escultismo.

El viejo Jefe nos habló multitud de veces de ello (aunque ahora se preste poca atención a
sus palabras más allá de algunas frases archi-repetidas) y lo aclaró por activa y por pasiva.
En el Movimiento Scout la disciplina se entiende como una característica del individuo
educado, la capacidad de hacer lo que es mejor para todos en lugar de dar rienda suelta a
la satisfacción personal. Además es una disciplina que ha de provenir del interior de
cada chico, de su convencimiento de que hace lo correcto, en lugar de una imposición
desde el exterior. Esta última es la disciplina por temor al castigo o la reprimenda.
B-P insistía mucho en que se confiara en los
muchachos, en que se les otorgase responsabilidad para que ellos mismos tomasen el
camino adecuado, basándose en la Ley y la Promesa scout, y descubriesen la GRAN
SATISFACCIÓN que produce cumplir con ese deber de servicio al prójimo, aunque sea a
expensas de renunciar a un placer personal.

Esa era la clave. Ponerse a uno VOLUNTARIAMENTE en un segundo lugar, anteponiendo


al prójimo y al bien mayor, llevando felicidad a las vidas de otros, como la llave a una
felicidad personal más completa y duradera.

¿Y por qué digo lo de la “sociedad pueril”?

Pues porque parece que hoy en día, más allá de palabras y gestos bonitos, todo gira
exactamente en la dirección opuesta: en busca del placer personal. En torno al EGOÍSMO.

Y esa es precisamente una característica PUERIL. De niños pequeños.

Porque me gusta decir que los niños pequeños se caracterizan por tres cosas: YO, MÍO
Y AHORA. Creen que el mundo gira en torno a ellos, quieren poseerlo todo y
son incapaces de demorar las recompensas. Necesitan las cosas enseguida y les cuesta
comprender que algo sea consecuencia de alguna otra acción realizada tiempo atrás.

¿Y no os parece que la sociedad de hoy es exactamente así?


Lo importante parece ser el YO. Nos
pasamos horas del día mirándonos al espejo, arreglándonos, tratando de ofrecer una imagen
perfecta de nosotros mismos. En el mundo de hoy la moda y la forma física tienen más
importancia que nunca. Necesitamos auto-afirmarnos y buscamos sensaciones por doquier,
estímulos que satisfagan nuestros sentidos y nuestro ego por todas partes (de hecho me
parece que estamos contribuyendo a desensibilizar a los chicos con tanto estímulo.

Ya nada les llama la atención porque viven en un mundo virtual de grandes explosiones de
sonido e imagen…y aunque a algunos parezca no importarles a mí me parece un crimen,
porque les condena a una búsqueda sin fin de ellos. Hemos convertido a los chicos en
super-demandantes y en nuestra bendita inocencia pensamos que eso es lo que conllevan
los tiempos y que no pasará factura).

Ya pocos se emocionan de verdad con las pequeñas


cosas o con la Naturaleza…las tablets y los juegos digitales mandan.

Y también impera el MÍO. Lo queremos tener todo. Especialmente en los países más
desarrollados nos hemos acostumbrado a acaparar. Y no sólo objetos… también imágenes,
música, viajes… todo lo queremos guardar. Tenemos “tropencientos TERAS” de datos en
nuestros dispositivos con fotos y más fotos, vídeos y más vídeos, que jamás volveremos a
ver. Simplemente por imposibilidad de tiempo.

Igual nos ocurre con los libros digitales, la música y las películas: colecciones inmensas
bajadas de la red almacenadas por el mero placer de TENERLAS.

Y aún voy más lejos. Hacemos fotos con las cámaras de nuestros teléfonos inteligentes a
cualquier cosa animada o inanimada que se cruce en nuestro camino, como si así la
poseyésemos. Mío, mío, mío.

Luego tenemos el tema de la INMEDIATEZ, del AHORA de los niños. No admitimos


demoras en el tiempo. Llamamos por teléfono a los demás en cualquier momento y casi le
exigimos que nos responda. Si no nos coge o tarda en devolvernos la llamada nos
contrariamos. El ‘Whatsapp’ ha venido a incrementar este problema. Todo lo compartimos
en tiempo real pero por vía virtual, haciendo que las relaciones personales de siempre
pasen a un segundo plano. ¿Para qué voy a quedar con ‘fulanito’ SI YA NO TENGO
NADA QUE CONTARLE, si ya lo sabe todo de mí y yo de él a cada segundo?

El despropósito me resulta insoportable cuando, y por desgracia ocurre con frecuencia, la


cosa se lleva al extremo, como con esos amigos que se dedican a echar la foto de rigor a
todo plato que prueban y a todo sitio al que van, y lo comparten con todo el mundo. ¡Qué
me importará a mí si te has comido una paella o una fabada!
Ante esta actitud pueril se precisa una formación sensata y adulta. Educando a los chicos a
saber posponer las recompensas. Enseñando que el trabajo y el esfuerzo de hoy se
transforma en mejores resultados mañana. Que esa recompensa sabe mejor que el placer
inmediato. Que no todo es hacer lo que a uno le gusta.

Pero para saberlo tienen que probarlo desde el convencimiento. Convencimiento que
proviene del ejemplo de sus mayores, de los valores que comparte con su grupo scout, de
los pequeños sorbos que saborea en las tareas propias del Gran Juego.

Ese auto-control, ese saber demorar la recompensa inmediata por algo futuro mejor, ese
espíritu de búsqueda del bien común como fuente de la propia felicidad es lo que se busca
con la auto-disciplina.

¿Y vosotros? ¿Tenéis esto en mente u os dejáis llevar por la corriente de una sociedad
pueril?

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