La Participación de Los Fieles en La Liturgia

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La participación de los fieles en la liturgia según la constitución

Sacrosanctum Concilium

El artículo pretende comentar la constitución dogmática sobre la sagrada liturgia que se ha


expuesto en el Concilio Vaticano II y comienza por el número 14 en el que se trata de la
formación litúrgica y la participación de los fieles en la liturgia, ya que se podría pensar que
es cuestión sólo del clero, o que está reservado a un círculo cerrado de personas, cosa que es
falso.
El número 14 insiste en que los fieles deben tener una participación plena, consciente y activa
en las celebraciones litúrgicas, la liturgia definida por el mismo concilio es el ejercicio del
sacerdocio de Cristo que es continuado por la Iglesia, y por el bautismo todos nos hacemos
partícipes del único sacerdocio de Jesucristo al transformarnos en Sacerdotes, profetas y
reyes, no debemos dejar de lado el sacerdocio ministerial de algunos que “son tomados de
entre los hombres para el servicio de los hombres”, pero este sacerdocio ministerial, no debe,
en absoluto, hacer a un lado el sacerdocio común del que participa todo fiel bautizado.
Así podemos hablar de algunas cualidades que debe tener nuestra participación en la liturgia,
como que sea activa y consciente; se ha de evitar toda pasividad, es necesario para esto que
en las celebraciones haya conciencia personal de lo que se está celebrando, que los fieles,
pues, no participen de la celebración como extraños y mudos espectadores, sino que sean
verdaderos actores de la celebración, conociendo bien el rol que les toca desempeñar.
También se busca que la participación sea interior y exterior, precisamente de lo que habla
el número 19, en el cual se nos advierte de los peligros de buscar sólo una participación
interior o exterior, es necesaria una armoniosa síntesis entre participación interior y exterior,
las dos en conjunto. Ha de buscarse un espacio para la interioridad, que favorezca el
encuentro con el Señor, y el fortalecimiento de las virtudes teologales y morales; la
participación exterior se busca en la Iglesia con las aclamaciones, los responsos, el canto de
los salmos, los cánticos y las acciones y gestos corporales, aun el silencio sagrado es un
momento de expresión exterior, siempre y cuando no sea un silencio de vida, sino un silencio
que conduzca a la contemplación. La participación se hace más plena si a la contemplación
interior se unen las manifestaciones exteriores. La participación externa es la manifestación
espontánea de la interior. La participación en la misa se vuelve más perfecta cuando se
participa del Cuerpo del Señor en la Eucaristía, los fieles participan mejor no sólo con una
participación espiritual sino también con la participación sacramental, esta participación más
perfecta viene explicada de mejor manera en el número 55 de la constitución.
Otro signo de una participación externa es en la celebración comunitaria, que trata el número
21, 99 y 100. Rezar el oficio, aunque sea en las horas más importantes (como las vísperas)
pone de relieve este carácter comunitario; para una adecuada participación es necesario, pues,
que los ritos sean reformados para que los fieles puedan participar de una manera fácil, activa
piadosa y eficaz, y sobre todo que esta participación se vea reflejada en su propia vida.

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