Los Jesuitas en El Ecuador Por La CNPCC PDF
Los Jesuitas en El Ecuador Por La CNPCC PDF
Los Jesuitas en El Ecuador Por La CNPCC PDF
ECUADOR
400° Aniversario
de su llegada
al Ecuador
La Comisión Nacional
Permanente de Conmemo -
raciones Cívicas y la Casa
de
la Cultura Ecuatoriana
Presentan:
LOS JESUITAS EN EL
ECUADOR
con textos de
Alejandro Carrión, Jorge Salvador Lara, Julio
Terán Dutari S. J. y
Jorge Villalva S. J.
y un apéndice conteniendo el Mensaje del Padre
General Peter-Hans Kolvenbach
CNPCC, 1987.
2.000 ejemplares
Presidente de la Comisión
Permanente de Conmemoraciones Cívicas,
Miembro de la Academia
Ecuatoriana de la Lengua
Discurso inicial de la Sesión Solemne
Conmemorativa realizada en la
Pontificia Universidad Católica
de Quito el 26 de febrero de 1987
I
9
ñía de Jesús... para que quienes por vocación
divina en ella entraren entendieran que no habían
sido llamados a la Orden de Ignacio, sino a la
Compañía de Jesús y bajo tan gran Caudillo
siguieran su estandarte... Y para que no se
cansaran ni desmayaran en su sagrada milicia,
tuviesen por cierto que su Capitán estaría con
ellos y les sería siempre propicio y favorable”.
Conviene no olvidar que el término “Compañía”
no está en este caso empleado en el sentido de
“efecto y acción de acompañarse”, ni en el de
“sociedad o junta de varias personas”, sino en el
estricto sentido militar: “cierto número de
soldados que militan bajo las órdenes y disciplina
de un Capitán”. Tal fue la inspiración de San
Ignacio: fundar la milicia de Cristo, que marche a
la vanguardia de la Iglesia, evangelizando y
educando, con la disciplina del buen ejército, que
crea un cuerpo indivisible y adopta un solo norte,
meta posible gracias a una sabia estrategia y a una
decisión indesanimable, seguro de que su Gran
Capitán le será siempre propicio y favorable.
El Papa Paulo III no quería más órdenes
religiosas. Con ser tan grande la Iglesia, ya en ella
no cabían. Pero al leer las “constituciones” for.
muladas por San Ignacio, el Pastor abandonó su
convicción y las aprobó exclamando: “Digitus
Dei est hic”, “el dedo de Dios está aquí”. Gran
verdad: las generaciones han reconocido en ellas
10
las normas de una sociedad monolítica, que siendo
rígida como una máquina de acero es, sin embargo,
capaz de adaptarse a todos los cambios que el mudable
curso de los tiempos trae consigo.
11
el mundo valerosamente, desde su primer día. No
esperó crecer para presentar combate; nuevo
Hércules, peleó junto a su cuna: El P. Francisco
Xavier salió a la India en fecha tan temprana
como 1542, trazando una trayectoria luminosa en
territorios tan flenos de misterio como el Japón lo
era entonces. Al mismo tiempo se fundó en
Coimbra el primer colegio, y luego el de Padua y
enseguida él de Alcalá, el primero en España.
Adviértase que la Compañía nace universal, no se
refugia en naciones fáciles por amigas, acomete
empresas temerarias: tras la jornada del Japón el
P. Juan Nuñez va a Etiopía y, en ambiente típico
de novela de caballerías, el Padre Luís González
de Cámara parte para el mítico Reino de
Monicongo.
Esto ocurre por 1548. Y luego, la hueste de San
Ignacio marcha a las nuevas tierras, cruzando el
Gran Océano, casi virgen aún. El rey don Juan los
envía al Brasil, “una provincia muy extendida,
fértil y alegre... mas también terrible y espantosa,
por ser habitada de gente tan fiera que hace de los
hombres pública carnicería, y los tienen por su
ordinario manjar”. El P. Pedro de Ribadeneyra se
estremece de horror, pero no hay razón para ello,
porque el buen soldado no teme el peligro, más
aún cuando su gran Capitán lo acompaña y le será
siempre propicio y favorable.
12
II
13
des y gramática latina, compañero de S. Ignacio en la
fundación, misionero celoso, predicador excelso.
Vienen después los grandes nombres de los
misioneros, que encabeza el P. Onofre Esteban, que
logró estar en todas partes y ser amado filialmente por
los indios. Tan temprano, y sigue ya brillando el
rosario de los Apóstoles: el P. Ferrer, apóstol de los
cofanes, el P. Gómez, apóstol de la Costa...
14
tirio del 2 de agosto, de manera que nacemos a la
Independencia huérfanos de la indispensable élite
directiva, entregados a una oscura soldadesca de la que
ni siquiera Olmedo y Rocafuerte nos pudieron rescatar.
La tarea que la Compañía aceptó entre nosotros fue
inmensa y la supo cumplir. Nos trajo la imprenta. Hizo
nacer con el P. Velasco, nuestra historia y con el P.
Fritz al estudio científico de nuestra geografía. En
arquitectura nos dio la flor de los templos y en
santidad la Azucena de Quito. EDn pintura la corte
solemne y grandiosa de los profetas de Goríbar y en
escultura los ensangrentados penitentes del P. Carlos.
La poesía nació en su seno con el P. Bastidas y llegó a
alturas inmarcesibles con el P. Aguirre. La
Universidad fue parte de esa tarea y junto a agustinos y
dominicos, la Compañía la hizo realidad. En la
Colonia que González Suárez, exagerando sin
necesidad, llamó oscura y miserable, supo formar la
mejor biblioteca de América que, desintegrada cuando
el extrañamiento, ha vuelto a reunir erigiendo esa
potencia de la cultura que es la que lleva el nombre
ilustre del P. Aurelio Espinosa Pólit y regenta con
mano sabia el P. Julián Bravo. Esta Universidad en la
que estamos rindiéndole tributo, cuyo aporte a la vida
del país es sobresaliente, constituye su obra principal
en estos días difíciles y en ella retorna la Compañía sus
tareas de los días coloniales, que fueron difíciles
también.
15
Obra maestra de la historia, la Compañía es, sin duda,
una organización en la que se puede ver el dedo de
Dios. Pero este discurso sería una ciega apología, que
ella no necesita, si dejara de reconocer que ha tenido
aquí y en el resto del mundo graves defectos que la
muestran obra de seres humanos; tal es nuestra
naturaleza: aun cuando seguimos el dedo de Dios,
cometemos imperfección. Pero su dirección, su
impulso, el balance de su obra la declaran, sin duda,
inmortal: su renacer victorioso de las cenizas, su
perpetua fuerza de rectificación constante, su valentía
para explorar nuevas rutas, su confianza en las
ciencias, las letras y las artes que son la luz de las
almas, muestran que ayer como hoy, su Gran Capitán
le ha sido propicio y favorable.
16
CUARTO CENTENARIO DE LA
COMPAÑIA DE JESUS EN EL
ECUADOR
19
III, mediante la Bula “Regimini militantes Eclesiae”,
aprobó la Compañía de Jesús como nueva orden
religiosa al servicio directo de la Iglesia Católica y del
Sumo Pontífice, Vicario de Cristo.
Iñigo López de Loyola y Oñaz supo imprimir algunos
rasgos de su recio carácter al nuevo instituto,
constituido como un organismo militar bien preparado,
con férrea disciplina y rigurosos estudios humanístico-
filosófico-teológicos, adiestrado con singulares
prácticas anímicas conocidas con el nombre de
“Ejercicios espirituales”, de sabia hondura sicológica.
Les manda un General, elegido democráticamente pero
con plenos poderes vitalicios, altamente centralizados,
siempre a órdenes del Papa, a quien prometen
obediencia especial con un voto estricto. Aquella
milicia está compuesta por religiosos vinculados a la
Orden con diversos grados: novicios, hermanos
coadjutores, escolares, profesos de cuatro votos y
coadjutores espirituales y temporales. Su fin es “la
mayor gloria de Dios” por medio de la evangelización,
particularmente entre la juventud, a través de colegios
y universidades, y entre los no creyentes, a través de
misiones. Aplican en su preparación, más profunda y
extensa que la de los conventuales ordinarios, un
novedoso método creado por el fundador, denominado
“ratio studiorum”, cuya práctica fue perfeccionándose
y dio pronto a los jesuitas esa fama con que hasta hoy
se aureolan de hombres sabios, eruditos, de fácil
palabra, colosal memoria, acerada voluntad y
tenacidad a toda prueba.
20
San Ignacio comprendió, desde el comienzo de su
obra, la necesidad de conciliar la divulgación del
Evangelio con el desarrollo de las ciencias y la
tecnología, en acciones coherentes, bien planificadas,
perseverantes y dinamizadas por una estricta sujeción
a las verdades contenidas en las Escrituras y
desarrolladas por el Magisterio de la Iglesia, las
directrices pontificias y la luz permanente del Espíritu
Santo que obra sobre sus apóstoles.
21
ble consorcio”. (Miguel Gascón, “Los Jesuitas en
Menéndez y Pelayo”, pp. 36 y 38).
22
hitos imperecederos que ellos levantaron A.M. D.G.
(“ad majoren Dei Gloriam”). Como se ve por estas
iniciales —y por las otras, 5.1., “Societatis lesu”—,
los jesuitas parecen haber sido —y más concretamente
su genial fundador— los primeros en utilizar las siglas
como medio de simplificación y fijación conceptual.
¡Hoy, cuatro siglos y medio después, vivimos en el
siglo de las siglas! ¡Simplificación, por una parte;
complejificación, por otra; signos de los tiempos, señal
de progreso humano!.
23
bios del enigmático Padre Carlos, “ese desconocido”,
según suelo llamarle utilizando para él el epíteto que
Alexis Carrel asignaba a todo ser humano. Nada se
sabe del P. Carlos sino que era quiteño, mestizo y el
mayor de los escultores del siglo XVII. Era además,
según parece, un jesuita secularizado, cuya traza
documental se ha perdido, Chacón de apellido a juzgar
por varios indicios, que consagró su vida a honrar a
Dios y a los santos con sus prodigiosas tallas,
conservadas en varias iglesias y monasterios, a veces
sedentes, a veces aureoladas de taumaturgos carismas
que hasta ahora atraen la devoción popular, por
ejemplo el Jesús del Gran Poder, que se venera en la
iglesia de San Francisco, o el Señor de la Buena
Esperanza, cuyo culto ya secular se mantiene en San
Agustín. ¡Cuánto se podría decir sobre la Iglesia de la
Compañía de Jesús, en Quito: arte e historia se
conjugan en ella; admiración de los turistas, sigue
siendo, sobre todo, imán que atrae a los creyentes! Con
sus tres naves, su crucero, sus múltiples retablos, su
altar mayor, su sacristía, su gran cúpula y cupulines, su
torre del reloj y el muñón de la torre mayor
—destruida por el terremoto de 1858 y que debiera
reconstruirse, pues hay felizmente un grabado de esa
época que reproduce su silueta y detalles exactos—, y
con su hermosa fachada, plena de columnas
salomónicas, gloria del barroco americano, ella forma
parte de un enorme complejo de edificios que
albergaban el Colegio Seminario de San Luís, la Real
y Pontificia Univer-
24
sidad de San Gregorio Magno, y la gran biblioteca de
ese alto centro de estudios, pacientemente enriquecida
durante siglos.
25
cha de cobre dorado donde se grabó fue esculpida en
Quito en 1707, con este título: “El gran río Marañón o
Amazonas, con la Misión de la Compañía de Jesús,
geográficamente delineado por el Padre Samuel Fritz,
misionero continuo en este rí o”; y esta dedicatoria: “A
la Católica y Real Majestad del Rey nuestro Señor
Don Felipe V, la Provincia de Quito de la Compañía
de Jesús, ofrece y dedica en eterno reconocimiento
este Mapa del Gran Río Marañón con su misión
apostólica, como su soberano patrono y mantenedor
por mano de su Real Audiencia de Quito”. Vese allí el
gran río, casi paralelo a la Línea Equinoccial, desde
Quito, a cuyos pies nace el Napo, hasta Macapá y
Para, las dos ciudades situadas a ambos lados del delta
con que desemboca en el Atlántico. Las etnias
aborígenes de la inmensa hoya amazónica —que a
veces cobraban tributos de mártires— recibían con la
semilla de la fe los beneficios de la civilización en las
célebres “reducciones”, gobiernos comunales similares
a los del Paraguay, especie de realización del gobierno
de Utopía en el corazón mismo de la América del Sur.
Otra demostración significativa de la obra cultural de
los jesuitas en el Reino de Quito fue la Universidad de
San Gregorio Magno, que iluminó los siglos
hispánicos desde su erección, por Bula del Papa
Gregorio XV, de 8 de agosto de 1621, y Cédula Real
de 2 de febrero de 1622. En ella, no obstante la
distancia que nos separa
26
ba de Europa, se conocían las enseñanzas de los
grandes sabios que allá innovaban en las ciencias. Su
biblioteca, que asombró a los Académicos Franceses
en 1736, cuando vinieron para la mensura de un arco
de meridiano terrestre, podía exhibirse con orgullo en
cualquier universidad europea. Las Tesis doctorales de
sus alumnos son hasta hoy motivo de entusiasmo para
los eruditos. La revolución copernicana llegó a Quito
tempranamente, así como los “Principiae” de Newton.
El P. Juan Bautista Aguirre rechazaba la generación
espontánea un siglo antes que Pasteur. El P. Velasco,
enciclopedia viviente, era la conciencia histórica del
Quito del XVIII, como el P. Mercado lo había sido
del siglo XVII. La “Academia Pichinchense”, cenáculo
del saber, dinamizada por los jesuitas y adjunta a la
Universidad, se anticipó en cincuenta años a la
Sociedad Patriótica de Amigos del País, del Dr.
Eugenio Espejo, precursor de la independencia,
alumno de los jesuitas; en cien años a la “Academia
Nacional” de García Moreno, y en casi ciii- cuenta a
nuestras actuales Academias Ecuatorianas de la
Lengua y Nacional de Historia.
27
española, el hecho de traerla fue hazaña cultural que la
historia señala con miliaria piedra blanca. Mil
dificultades debieron vencer los jesuitas empeñados en
dotar a nuestra ciudad de la revolucionaria invención
de Guttenberg. Datan de 1740 las primeras gestiones
realizadas por los Padres Tomás Nieto Polo y José
María Maugeri. Fue éste, en especial, el gran artífice
del formidable avance y fue también el introductor y
difusor de la devoción a los Corazones de Jesús y
María, cuya representación simbólica hizo tallar en
piedra de Tolóntag para la fachada de la iglesia de la
Compañía, sobre los portones, donde puede vérselas.
Al fin logró el P. Maugeri que la imprenta llegase a
estas tierras: fue desembarcada en Guayaquil el 25 de
octubre de 1754 e instalada a comienzos de 1755 en
Ambato, donde aquel Padre residía como superior, y
confiada al Hermano Coadjutor Adán Schwartz,
nuestro primer tipógrafo-impresor. Este era natural de
Hamburgo, de Silesia. El primer criollo en aprender el
oficio fue Raimundo ¿e Salazar y Ramos. Cuando en
1759 fue trasladado a Quito el P. Maugeri, con él se
trajo también la primera imprenta a esta capital, y tras
ella vino el Maestro Raimundo, quien quedó como
regente cuando la expulsión de los jesuitas. En esa
misma imprenta editó el Dr. Espejo nuestro periódico
inicial, las “Primicias de la Cultura de Quito”.
Este múltiple florecer de ciencias, artes y
evangelización requería cuantiosos recursos. Se
28
obtenían éstos con la racionalizada y técnica
explotación de las haciendas que la Compañía de Jesús
había llegado a poseer, donaciones por lo general, pero
también administración celosa, ahorrativa y visionaria,
animada de los altos ideales de servicio característicos
de la Orden. Esos bienes despertaron la codicia de la
burocracia borbónica, dinastía que transformó en
empresa de lucro colonialista lo que antes fue,
predominantemente, bajo los Hapsburgo, obra de
evangelización misionera y difusión cultural y
civilizadora. La expulsión de los jesuitas de los
dominios españoles se explica en parte por la ambición
de apoderarse de los bienes de la Compañía de Jesús,
como antes había ocurrido con los del Temple, en la
Francia medieval. No comprendió el monarca
napolitano-español que, al expulsar a los jesuitas, se
deshacía de la tecnología, supervigilancia y celo que
ellos, por motivaciones más altas de carácter espiritual,
ponían en sus empresas, y que sin ellos moriría, como
ocurrió, la supuesta “gallina de los huevos de oro” y
todos sus empeños de fe y cultura.
Por otra parte, los jesuitas habíanse concitado, por su
firme defensa de los valores sustanciales del
Cristianismo, la enemistad de todos los enemigos de la
Iglesia y la Fe: portaestandartes de la verdadera
Reforma, tenían en su contra todas las sectas
protestantes: luteranos, calvinistas, hugonotes,
anglicanos; sostenedores de la conciliación entre
ciencia y fe y partidarios del recto
29
uso de la razón, recibían los embates del
Racionalismo, la Ilustración y la Enciclopedia:
Voltaire, Rousseau, Diderot y D’Alembert y sus
seguidores eran sus mortales enemigos, que no
vacilaban en utilizar contra los jesuitas todos los
medios de que disponían, por vedados que fuesen, sin
escrúpulo alguno; por ser firmes defensores del
Papado, gonfalonieros de los derechos de la Iglesia, los
enemigos de ésta asechaban contra ellos, y al fin
triunfaron coaligándose, regalistas y jansenistas, de
una parte, y de otra los corifeos de la Francmasonería,
por entonces empeñada en guerra sin cuartel contra los
Pontífices y el clero; en fin, como partidarios de una
moral rigurosa, se echaron encima el odio vengativo
de la corrupción de las Cortes, cuyos Pactos de Familia
sirvieron para generalizar en buena porción de Europa
la expulsión de los jesuitas.
30
Crespo, precursores de nuestra emancipación política.
Menos de dos años estuvieron de nuevo los jesuitas en
el Ecuador a mediados del siglo pasado, traídos por
García Moreno, cuando gobernaba Noboa, y otra vez
fueron extrañados por Urbina, quien, llevado del
sectarismo que importara de la Nueva Granada, cedió
a las presiones foráneas del General Mosquera y
expulsé de nuevo a los jesuitas. Ardua lucha se libré en
torno a este asunto, y salieron al palenque de la
discusión, contra los agentes de Mosquera y los
propósitos, conculcadores del derecho, del gobierno
urbanista, las plumas de los mejores hombres del
Ecuador, entre ellos el P. Solano, el Dr. Agustín
Yerovi y, sobre todo, García Moreno. Este, al ser
elegido Presidente, corrigió esa quiebra de la soberanía
nacional y trajo definitivamente a los jesuitas al
Ecuador. Los que Regaron procedían, en buena parte,
del grupo de perseguidos y expulsados de Alemania
por el “Kulturkampf” de Bismarck, el Canciller de
Hierro, uno de los más extremistas bonzos de la
masonería europea. Acoger a sus perseguidos resultó
un valiente desafío del vigoroso jefe de un pequeño
estado sudamericano: eso y su firme adhesión al Papa
Pío IX, prisionero en el Vaticano, significaron al fin,
para García Moreno, el inicuo asesinato del 6 de
agosto de 1875.
31
sioneras y de apostolado. Otra vez surcaron los
evangelizadores los ríos del Oriente, por el Napo hasta
Mazán, cerca de Iquitos, aunque el general don Eloy
Alfaro suprimió después esas avanzadillas de nuestra
jurisdicción nacional, lo que aprovechó el Perú para
avanzar y arrebatarnos las riberas del Amazonas,
privándonos de una salida propia y soberana al gran
río, injusticia que lacera nuestra América. Otra vez
brillaron los estudios superiores con la Politécnica (P.
Wolf, Geografía; P. Sodiro, Flora y Jardín Botánico; P.
Menten, Observatorio Astronómico, etc.), pero la 1
Politécnica murió en tiempos del Presidente Borrero:
el Dr. Velasco Ibarra, hijo de un ex- alumno de la
Politécnica, la refundo medio siglo después.
Bajo la acertada y acerada conducción del Presidente
García Moreno recobró su prioridad el espíritu y el
Ecuador fue consagrado, el primero, al Corazón de
Jesús, obra en parte del P. Manuel José Proaño,
propulsor también del Neo- tomismo, y en parte de
otros dos apóstoles:
32
los Oblatos— del 1 Congreso Eucarístico Nacional en
1886. Por aquellos años Dios concedió a los jesuitas,
encargados de la dirección de almas santas, una nueva
flor: la Rosa del Guayas, Sor Mercedes de Jesús
Molina, beatificada por Juan Pablo II en Guayaquil
durante su visita al Ecuador en 1985.
Y se fundó el Colegio San Gabriel, que tiene ya más
de un siglo de fecunda labor en formación de
juventudes. Ante sus alumnos se produjo el 20 de abril
de 1906 el prodigio de la Virgen Dolorosa del Colegio,
cuyo cuadro venerando atrae hasta ahora el fervor de
las multitudes, ha recorrido toda la República y fue
solemnemente coronado en 1956, en impresionante
acto que congregó a todos los poderes públicos. Otros
colegios fueron también abiertos en la República.
Cuatro ex-alumnos han alcanzado el solio presidencial:
los Drs. Velasco Ibarra y Ponce Enríquez, del San
Gabriel de Quito; don Clemente Yerovi y el Dr.
Osvaldo Hurtado Larrea, del San Felipe de Riobamba.
Y brotó el periodismo católico, primero con “El
Mensajero del Corazón de Jesús”, que hasta hoy
subsiste, aunque amputado en su nombre, ha cumplido
68 años y ha superado los 700 números mensuales, y
luego con el P. Luís Mancero, que hizo célebre su
seudónimo de “Armando Guerra” en semanarios como
“Dios y Patria”, de Quito, y “Catolicismo”, de
Guayaquil, lamentablemente desaparecidos. Y
nacieron la librería “La Prensa Católi-
33
ca”, con su imprenta, que sirvió muchas décadas, y la
radiodifusión, “Radio Xavier de Quito”, con ese gran
apóstol navarro, el P. José Urarte.
34
tinoamericano y de la Pontificia Universidad
Gregoriana de Roma, Consultor del Concilio Vaticano
II y Presidente del Sínodo Mundial de Obispos.
Terminemos diciendo que, como culminación de esta
trayectoria gloriosa, dos Superiores Generales de la
Compañía de Jesús nos han visitado: los Padres Pedro
Arrupe y PeterHans Kolvenbach, y que desde la áurea
Iglesia jesuita de Quito, el propio Papa Juan Pablo II
dirigió su voz y su mensaje de fe y esperanza a los
hombres de cultura del Ecuador.
35
LA TRADICCION JESUITICA DE
ENSEÑANZA SUPERIOR EN LA
CULTURA ECUATORIANA
39
Bajo la dirección del Primado de la Iglesia
ecuatoriana, el Cardenal Arzobispo de Quito, prestaron
su aporte los profesores fundadores, las damas
bienhechoras, y no menos los estudiantes, para poner
en marcha con pie firme una institución de la magnitud
que ha desarrollado nuestra Universidad Católica,
hasta mostrarse digna de parangonarse con las
restantes instituciones de educación superior católica
en el mundo; y hasta merecer que se la escogiera por
Sede de la reunión anual del Consejo de la FIUC, que
acaba de tener lugar en estas mismas aulas.
40
ción con doctos sacerdotes —de los que han salido varios
Obispos— y con otros religiosos y seglares, se han esforzado
por mantener y llevar a- delante, si bien con sus
características propias cada vez, la estabilidad institucional,
la identidad católica, la excelencia académica, el clima
humano privilegiado, y la preocupación vigilante por las
necesidades de nuestro pueblo.
41
1.— La Real y Pontificia Universidad de San Gregorio
Magno, desde el Siglo XVII.
42
un clérigo de altos méritos y profunda ilustración, se
había graduado en San Gregorio de Valladolid y había
ejercido el magisterio en la ciudad de Méjico. En
Quito intentó formar un seminario para clérigos; su
convento de San Pedro Mártir impartía enseñanza,
como los otros conventos y monasterios quiteños, a
grupos de jóvenes. Pero nada de esto le satisfacía:
quería Institutos que sistemáticamente proporcionaran
la mejor educación de la época.
43
igual que en Europa y que deseaban recibir cursos de
Filosofía.
44
de los dominios españoles de ultramar que distasen
mucho de universidades ya constituidas, pudieran
otorgar todos los grados académicos. Así se estableció
en 1622 en la ciudad de Quito, la que se llamó
Universidad de San Gregorio, en honor del Sumo
Pontífice que la fundaba. En sus aulas se preparaban
los estudiantes y el obispo autorizaba y refrendaba los
grados. Igual cosa sucedió, por virtud de la misma
Bula y Cédula Real, en ciudades como Santa Fe de
Bogotá, Córdoba junto al Río de la Plata, y en las
lejanas islas Filipinas.
45
acató y, en virtud de ellas, expidió cédula refrendada
con el sello real:
46
quiteños y americanos ilustres (venían regularmente
estudiantes de Panamá, pero también de otras lejanas
regiones), entre ellos a Pedro Vicente Maldonado y a
Eugenio de Santa Cruz y Espejo.
47
les con el personal de la Universidad y Colegio
Máximo de Quito. La Condamine refiere que en la
terraza construyó con ladrillos la línea del meridiano
de Quito y un gnomo o reloj de sol de tres metros de
alto. Ha servido, añade, para hacer dar las once y
media del día al reloj del colegio, que regulaba la vida
de la ciudad, en el instante en que el sol llegaba al
cenit. Sabemos que en la torre de la iglesia, ahora
destruida, existió un reloj público desde comienzos del
siglo XVII, que daba las horas con sonido potente en
servicio de toda la población.
48
diantes e invitados argüirle y pedirle explicaciones.
Exposición y discusión, todo ello se hacía en idioma
latino. En esa ocasión fue seleccionado el joven
estudiante Carlos Arboleda, payanés de 23 años. El
tema elegido no fue de ciencias sino de filosofía y
teología, pues versaba sobre la libertad de Dios y la
libertad del hombre, y las relaciones metafísicas entre
el Criador y la criatura. No importaba eso, porque los
Académicos hablaban latín y porque ellos también
habían estudiado esas asignaturas y se interesaban por
tales problemas; de suerte que Luís Godin intervino en
la discusión que estaba presidida por el profesor
Francisco Sanna, el catedrático más eminente de la
Universidad.
49
tra de matemáticas y física, a quien Francia dio
nacimiento y favor, y Europa aplausos, América
dedica este humilde homenaje, por medio de Carlos
Arboleda de la Compañía de Jesús, en un certamen de
sagrada Teología. Lo preside el R.P. Francisco Sanna,
dignísimo profesor de prima en la Universidad
Gregoriana de Quito. lo. de mayo de
1742.
50
discutible de haber transmitido a la sociedad
hispanoamericana lo mejor de los conocimientos
europeos de su tiempo. Lo demuestran los catálogos de
sus bibliotecas, que aún se conservan; los libros de
Grados y los 400 textos manuscritos de preelecciones,
que guarda el Archivo Nacional de Quito.
Pero con igual empeño se dedicaron al cultivo de lo
que llamaríamos “ciencia americana”, esto es, al
estudio de la historia, geografía, antropología,
lingüística, cartografía y ciencias naturales quiteñas. Y
este estudio del mundo americano es lo que había que
pedir específicamente a esas universidades de la
América española, según los reproches de los actuales
críticos a esa que sólo entienden como “época
colonial”, sin darse cuenta de lo mucho en que ya
habían cumplido este programa suyo nuestros ilustres
antepasados.
51
ninguna doy la primacía. Vi las de Alcalá y de
Salamanca, y aunque la una le excede en
selección y cantidad de libros; y la otra también
en ornato y grandeza de la pieza; mas en la de
Quito admiré un complejo que ni se halla en las
dos mencionadas, ni pienso que en ninguna parte
se hallará tal cabal.
52
en 1786, hace dos siglos justos, y dejó la más profunda
huella en los ambientes académicos y eclesiásticos de
Italia, particularmente en su a- migo y admirador, el
futuro Papa Pío VII, quien había de restablecer para
toda la Iglesia esa misma Compañía de Jesús por la
que trabajaron y sufrieron los jesuitas de la Provincia
de Quito hasta el destierro, la desautorización y la
muerte en el ostracismo.
53
cía los méritos del Reino de Quito, escribía a su amigo
don Santiago Arroyo:
54
al General de la Orden, la primera Escuela Politécnica
del Ecuador. Se reanudaba así, después de un siglo de
violenta ruptura, ].a presencia oficial de la Compañía
de Jesús en la educación superior de nuestra Patria.
Fue este un esfuerzo académico gigantesco, y sin
paralelo en el Continente austral, destinado a
desarrollar los estudios científicos entre la juventud
ecuatoriana, y a despertar las potencialidades de la
industria, que se hallaba tan retrasada en el país.
Estaba la Politécnica constituida ante todo por una
Facultad de Ciencias, que otorgaba doctoradas en
ciencias exactas; había además carreras intermedias de
mecánica, Ingeniería, topografía, agrimensura,
tecnología, química industrial, y otras más. Por fin, se
adjuntaba una institución docente de Artes y Oficios,
llamada el Protectorado Católico, a cargo de Hermanas
de La Salle, norteamericanos.
55
ron entre nosotros los tres más ilustres Profesores que
ella tuvo: Juan Bautista Menten, Teodoro Wolf, Luís
Sodiro.
56
pasado. Solo recordaremos brevemente que en octubre
de 1869 el señor doctor Mariano Cueva, Rector de la
Corporación Universitaria del Azuay, creyó oportuno
entregar el rectorado de esa Universidad al Padre
Miguel Franco, S.J., que ya era rector del Seminario y
del Colegio de la ciudad que se llamaría Benigno
Malo.
57
turosamente los jesuitas contamos ahora para este
propósito con el concurso de numerosos maestros y
maestras, de alta calificación, y con los miembros de
todo un compacto equipo administrativo, unidos con la
Compañía de Jesús en este patriótico esfuerzo y en una
misma inspiración fundamental.
58
AGRADECIMIENTO DEL
PROVINCIAL DE LA COMPAÑIA
DE JESUS
61
mos en los hospitales, y el ejercicio de las demás
obras de misericordia, según pareciere conveniente
para la gloria de Dios y el bien común”.
62
Tenemos un juez, el definitivo, que sabrá juzgarnos
con toda su infinita bondad de Padre. El ha seguido
con amor todos los pasos de sus elegidos, pero no hay
duda de que entre las realidades históricas
mencionadas con tanta brillantez por los oradores que
me han precedido, se ha puesto de relieve el influjo
singular que la acción de la Compañía de Jesús ha
tenido en el desarrollo y acrecentamiento de la fe y de
la cultura ecuatorianas.
63
so, la convocación multitudinaria y hasta la
organización misma de las comunidades...”
64
“La valentía y el denuedo sobrenatural
—nos advertía en su Visita el P. Peter Hans
Ko!venbach, General de la Compañía— que nuestros
hermanos demostraron en la obra colosal de las
misiones del Marañón, en el cuidado pastoral de las
doctrinas desperdigadas por el altiplano ecuatoriano,
en el trabajo silencioso pero fecundo de Universidades
y Colegios, en los templos y creaciones artísticas, debe
encontrar un eco profundo hoy, en todos Ustedes”.
65
nuestro carisma, a nuestras misión, que traducida al
lenguaje de nuestros días afirma:
66
EL CUARTO CENTENARIO DE
LA LLEGADA DE LA COMPAÑIA
DE JESUS AL ECUADOR,
1586 1986 —
69
centro centenario de la ciudad capital, prescindiendo de las
torres, campanarios y domos de los egregios templos
conventuales.
70
Llegó por fin a los jesuitas de Lima petición
oficial del obispo de Quito, el dominico Pedro de la Peña, y
de la Real Audiencia. Respondiendo a esta invitación, en la
reunión consultiva de 1579, el visitador del Perú, P. Juan de
la Plaza y el provincial José de Acosta acordaron que
71
de Acosta y de doña Ana de Paz, él era encomendero y
abogado de la audiencia; ella rica dama emparentada con la
aristocracia de la ciudad. Los dos se vieron envueltos en
dolorosos disturbios familiares, y sus muertes causaron
consternación, como lo refiere el ilmo. Federico González
Suárez; su hijo mientras tanto renunciaba a la herencia
paterna para vestir la sotana religiosa4.
72
la provincia limeña con 133 religiosos, 55 sacerdotes
entre ellos. El provincial Juan de Atienza destinó a
cuatro religiosos para que bajaran a fundar casa en el
Reino de Quito: eran los Padres:
Baltazar Piñas, superior, Diego González de Holguín,
Juan de Hinojosa, y el hermano coadjutor Juan de
Santiago, partieron el 11 de abril de 1586, y llegaron a
la capital de la Audiencia al atardecer del 19 de julio.
Todos eran peninsulares: Baltazar de Piñas, natural de
Urgel (1530-1611) vino a América en 1575, luego de
haber fundado y regido colegios en España y Cerdeña;
en el Perú fue rector del colegio de Lima y Provincial,
distinguiéndose por su actividad apostólica y
amabilidad de trato.
73
Juan de Hinojosa fue profesor en Lima de Artes o
filosofía; desempeñó igual cargo en Quito, hasta que
falleció santamente en 1589.
74
tros canonistas, teólogos, cuatro bachilleres y treinta
clérigos y seis religiosos, tan prudentes y doctos, que
más parece congregación e sínodo de Cartilla que
hecho en las Indias; todos unánimes y conformes para
la doctrina destos naturales’.6
75
76
los naturales. Y los jesuitas habían dado muestras de
saberlo hacer.
77
Para lograrlo, para que su palabra fuera eficaz había
que abrir las puertas a la gracia divina con dos medios:
la pericia en las lenguas indígenas, y luego el uso de
un catecismo en idiomas aborígenes, elaborado con
todo arte y acierto.
78
de las religiones aborígenes elaborado por el antropólogo
Polo de Ondegardo. La traducción empero a los idiomas
quechua y aymara se encomendó a los jesuitas mestizos Blas
de Valera y Bartolomé Santiago, que los habían aprendido a
los pechos de sus madres.
79
EL CATECISMO TRILINGUE, 1585
80
Lo compuso el Padre José de Acosta, S.J., y lo
tradujeron al quechua y aymara los jesuitas
indoamericanos Blas Valera y Bartolomé de Santiago.
81
mente en castellano. Aquí se ve la ventaja de los
Catecismos que traían consigo, elaborados en idioma y
palabras adecuadas a sus mentes y corazones.
SE FUNDA EL COLEGIO DE LA
COMPAÑIA DE JESUS
82
año se echa mano del sistema que se volverá normal
para la fundación de colegios;, consistente en donarles
una o más haciendas, para que los religiosos las
volvieran productivas mediante sus hábiles hermanos
coadjutores; y de su producto vivieran, sustentaran el
colegio y compraran bibliotecas y alhajaran sus
iglesias.
83
dios. Se congregan animosos y de su propia voluntad
acuden a la instrucción religiosa, cuando antes no
había fuerza humana que los convocara; les gusta la
afabilidad con que se les habla y el cariño que se les
muestra; serán más de 7.000 los que asisten a las
pláticas de la mañana y de la tarde y no se ha llevado
cuenta de las confesiones.
84
de Quito, con clases de latinidad y de cultura clásica,
base de todos los restantes conocimientos. Nada menos
que cien jovencitos acudieron a sus aulas, llegando a
150 poco después. Demostraban vivo ingenio, dando
promesas de halagadora cosecha intelectual. Se añadió
una cátedra de lengua quechua, a cargo del erudito
padre González Holguín.
85
Lo firmaron a 16 de marzo de 1587 los Regidores Don
Lorenzo de Cepeda, sobrino de Santa Teresa de Jesús,
el Dr. Luís de Acosta, cuyo hijo ingresó en la
Compañía de Jesús (Arch. S.J., Quito, 1, 2).
86
once del día cesó la ominosa lluvia gris, y se aclaró el
cielo. Atribuyeron ambos Cabildos a la intercesión de
la Virgen María la Salvación de la ciudad; en
agradecimiento hicieron voto de celebrar el
acontecimiento cada año, para siempre jamás, con ritos
sacros y procesión al templo de la Merced, 15 de
septiembre de 1575 1
87
causó extraordinaria admiración, así por ser nunca
vista en esta ciudad, como por la terribilidad dól; y en
general digo que en mi vida nunca he visto tan
espantosa cosa, y los Padres que acá están dicen lo
mismo. Fue a los 30 de agosto, a las ocho de la noche,
1587. Estábamos todos juntos, y en sintiéndolo
salimos todos al patio donde nos hincamos de rodillas,
esperando sin duda el fin de nuestros días, porque en
saliendo al patio y puestas las rodillas en el suelo,
dimos todos en tierra, que no me parecía la tierra y el
suelo sino mar con unas olas, y altos y bajos, que
quedamos desvanecidos como quien da vueltas a la
redonda. Con el movimiento de las torres se tañían las
campanas; pensamos que se abría la tierra, como se
hizo en otros pueblos cerca de aquí. No vino el
temblor avisándonos, sino de golpe, sin ruido, duró
obra de dos o tres credos; que si más durara, no
quedara casa ni pared enhiesta. Pero fue Nuestro Señor
servido que no duró más, con aquella fuerza, y aunque
hasta ahora hay temblores, no es cosa que da pena.
88
alguna, que causó admiración por ser el edificio flaco
y no con mucho fundamento, y muy antiguo, de más
de 40 años, que dicen fueron las primeras casas que en
esta ciudad se edificaron, y que ahora 14 años
estuvieron los moradores de ellas por deriballas por
este respecto.
89
nuestra casa, y hubo hartas confesiones, en que se vio
no pequeño fruto.
90
Todas las casas se cayeron desde los cimientos, y una iglesia
que estaba allí muy principal, con mucha cantería y muchas
celdas de frailes franciscos se asolaron y destruyeron. Dicen
que apenas hallaban el Santísimo Sacramento.
91
ninguna, y tan generalizada, porque provino de Cartagena en
el Nuevo Reino y cundió violentamente hasta Chile;
transmonté los Andes y azotó a las tribus de las vertientes
orientales; se cebó más cruelmente en los indígenas, de los
cuales, dicen, perecieron más de 4.000 en la zona quiteña; y
apenas se salvé una de cada centenar de niños contagiados.
92
cientes a dilacerarse los rostros, las manos, el cuerpo entero,
que era una llaga viva, hasta convertirse en espectros
inhumanos, que sin embargo aún podían hablar.
El que advertía en silos primeros síntomas del contagio
suspiraba por una muerte rápida; porque la convalecencia era
inalcanzable.
93
EL COLEGIO SE ESTABLECE EN LA
PLAZA MAYOR
94
en la misma plaza mayor. Luís Cabrera en dueño de la
que fuera del Capitán Rodrigo Núñez de Bonilla, uno
de los fundadores de Quito; situada en el sitio que
ocupó luego la casa episcopal. La de Gutiérrez estaba
al lado, hacia el norte.
95
y la Audiencia; apoyó el deán Bartolomé Hernández de Soto
a los jesuitas; la Audiencia, presidida por el Presidente Dr.
Manuel Barros estuvo indecisa; dando la razón y prestando
poderosa ayuda unas veces a los unos, otras al contrario. Al
fin se llegó a un empate o arreglo. Los jesuitas mantuvieron
la propiedad, pero no se les permitió edificar allí su
convento.
1.- AGI, Quito. Canas y Expedientes, Vacas Galindo, Vol. II. 599.
96
LA COMPAÑIA TOMA A SU CARGO
EL SEMINARIO DE SAN LUÍS REY
DE FRANCIA
97
de la Compañía de Jesús, a quien lo encomendé. Hay
al presente más de 50 colegiales, de dos géneros: el
uno se sustenta, como pobres, a costa del colegio; el
otro, como ricos, con el estipendio que pagan. Son
hijos de lo más noble de la tierra; y salen tan buenos
sujetos, que son de los que más me ayudo para la
predicación, mayormente en tierras ásperas y de
montaña”.
98
con celo admirable a la evangelización de los indios en
la ciudad y en las montafias de los Andes
Occidentales.
99
Las ciudades y villas solicitan con insistencia colegios:
Ibarra, Latacunga, Loja, Riobamba, Cuenca,
Guayaquil, multiplicaban solicitudes de los
procuradores de sus cabildos, dirigidos a los superiores
religiosos y a las autoridades civiles, ya desde
comienzos del 1600. Sin embargo largos lustros de
espera se interpusieron: solo en 1637 se funda el de
Cuenca, en 1685 el de Ibarra, en 1705 el de Guayaquil.
100
Al fin venció la constancia de los vecinos y de los
jesuitas. Quedan en los archivos, en las cartas de
agradecimiento que enviaba el General desde Roma, la
lista de los bienhechores de la Compañía de Jesús, y de
la instrucción pública en el siglo XVII.
101
jaba la primera imprenta. Cada una de estas entidades
disponían de su biblioteca.
102
selva, la vocación de internarse por los bosques
tropicales, al oriente de los Andes, por donde se habían
aventurado el capitán Gonzalo Pizarro y Francisco de
Orellana y otros exploradores.
103
butanos sujetos a la mita, dependientes de
encomenderos y corregidores blancos. Estas
instituciones eran, al fin, una herencia muy arraigada
del sistema incaico.
104
Los hijos de la selva al sur y al norte pertenecían a cultura
similar, si bien los guaraníes se mostraban más dóciles y
pacíficos que los amazónicos. Si en el Paraguay se podían
topar con las cataratas del Iguassú, en Mamas tenían que
entrar por los sobrecogedores rápidos y cascadas imponentes
del Amazonas en el Pongo de Manseriche. Ambas misiones
colindaban con tierras del Brasil; de donde, por los ríos,
llegaban canoas con hombres armados de carabinas, en
cacería de esclavos y de más tierras para su imperio.
Ambas se enfrentaban a peligros parecidos y temían a los
mismos enemigos, al comerciante, al aventurero sin
conciencia, a los políticos que las usaron para sus fines, y
que al fin terminaron por destrozarlas.
105
ciones paraguayas escribió don Marcelino Menéndez y
Pelayo: “Ellas constituyeron el imperio colonial
pacífico, el más extraordinario de que la historia
conserva el recuerdo”. (Antología, BAC. 1956, p.
586).
106
“FI Pongo es un puesto por el cual rompe el Marañón
una gran cordillera, estrechándose tanto el que antes
y después parece un mar, que pone admiración y duda
el ver tantas aguas por una pequeña abertura. Tiene
de largo tres leguas; navéganse con indecible
velocidad, con el Jesús y el Credo en la boca, porque
el riesgo de la vida está siempre ante los ojos. En esta
distancia, que toda es con riesgo continuado, hay tres
pasos que son de mayor peligro: el paso del
Gobernador, porque en él se volcó el que lo era de
Mamas, perdiendo la hacienda y vida de los indios.
107
dados padecían la misma necesidad y plaga por la
codicia de unas pocas camisetas?”.
“Confieso de mi que me consume más esta
consideración que la misma hambre
‘
108
cas había que probar otro sistema: entraría en su territorio el
misionero solo, acompañado únicamente de indios
intérpretes. Sin soldados, sin ningún español. Los invitaría a
formar pueblos, porque en ellos hallarían muchas ventajas de
civilización europea: seguridad, medicinas, instrumentos de
hierro, educación, alimentación segura. Seguirían mandando
los caciques, y manteniendo las costumbres tribales, pero
bajo la dirección paternal del misionero.
Se logró el portento de que estos hijos de la selva,
acostumbrados por siglos a vivir en rancherías
desperdigadas, entregados a una libertad ilimitada y viciosa,
aceptaran la invitación del misionero, y se congregaran en
pueblos con casas ordenadas en hilera, al rededor de la plaza
y de la iglesia. Que se sujetaran a cambiar de hábitos: en vez
de cazadores de fieras y de las cabezas de sus enemigos, se
tornaran agricultores estables, que fielmente, cuando sonaba
la campana, salían a trabajar a las huertas comunales y en sus
chacras particulares o a aprender oficios o instrumentos
musicales. Ni más ni menos que en las Reducciones del
Paraguay.
109
cea de los indios; y una carpintería además de escuela para
niños. Lo notable es que Bahamonde entró en Mamas en
calidad de catequista, los padres le indujeron al sacerdocio, e
hizo su noviciado en un pueblo de la selva.
Un misionero.
110
CUGIA Y DE LA CUEVA RECHAZAN
TODA PROTECCION MILITAR
111
escrito y la firmó; los misioneros lo hicieron a nombre
del indio.
112
“Hijos míos, si vosotros os huís de los españoles,
yo también quiero huirme de ellos.
¡ Vamos, a prisa!: llevadme a vuestra retirada,
que allá os enseñará”.7
113
en formato pequeño en Quito en 1707 y copiado
después en 1 717, en la Colección de Cartas
edificantes y curiosas. Este mapa es una pieza
preciosa y única; prueba la habilidad de su autor,
tenidas en cuenta la falta de instrumento, su debilidad
y las circunstancias molestas de su travesía. El
original del P. Fritz en el que los grados del gran
círculo tienen casi una pulgada, me llegó felizmente a
las manos, cuando estaba por ser destruida por el
tiempo, la humedad y los insectos que arruinan todo
en un país cálido; soy deudor del R. P. Nicolás
Sindlher, jesuita bávaro, Superior de las Misiones de
Mamas, que ha acortado su vida a causa de su celo y
de sus fatigas; tengo decidido depositarlo en la
Biblioteca del Rey, cuando haya publicado mi mapa
grande”.
115
“Y, si algún misionero peligrare en esta demanda. .
116
El más insigne defensor de nuestros límites
en 1700 fue sin duda el Padre Samuel Fritz, de
Bohemia, que obtuvo venir al Reino de Quito en
1685, hace cabalmente 300 años,; fue destinado
a Mamas y perseveró en esas misiones por 18 años,
hasta morir entre sus queridos indios.
117
más allá, más al oriente del río Negro. Lo envió con
una carta al virrey de Lima, conde de la Moncloa, para
que la remitiera al rey de España.
118
Comprendía sin embargo el P. Fritz que los portugueses del
delta del Marañón no respetarían los límites señalados por
los tratados. Concibió entonces una solución radical,
verdaderamente genial: y era que el rey (le España cornprara
al de Portugal la desembocadura del Amazonas y lo
entregara a la Audiencia de Quito. He aquí sus palabras:
119
El mismo refiere que una partida de esclavistas
portugueses habían cogido por la fuerza y maniatado a
un indio cristiano de su misión. Al saberlo el padre
Samuel abordó la canoa pirata; puso un pie en ella,
cortó las ligaduras y salvó al indio con sus poderosas
manos. Al advertir que un portugués alargaba la mano
a su escopeta, Fritz descubrió el pecho,
enfrentándosele y diciéndole: ¡Dispare!9
EXPLORADORES DE CAMINOS AL
ORIENTE
120
navegables, en grandes canoas, con soldados y numerosos
indios remeros, Quito, en cambio, estaba a un mes de penoso
camino, separado por barreras de difícil penetración. La
Audiencia se sentía impotente para defender el Amazonas de
las incursiones de los molestos vecinos orienta-
La narración de los proyectos, intentos, de las expediciones
exitosas o fracasadas de los misioneros descubridores de
caminos llenarían varios capítulos de aventuras honrosas.
Más de un expedicionario rindió la vida en este empeño: el
padre Lucas de la Cueva varias veces citado en el presente
estudio, comprendió que el camino que él siguió por Jaén y
el Pongo no era el mejor; e intentó abrir camino por el
Pastaza. Mas los indios que le guiaban lo desampararon una
noche, dejándole solo, con pocos acompañantes en la
enmarañada selva. Dice que en tan penosa ocasión estuvo a
punto de morir de hambre.
121
RESUMEN
1) La aceptación de la fe cristiana y de su
representante, el misionero, es libre y voluntaria, de
parte de las tribus amazónicas.
122
educación, los animales de corral; pero también las
leyes, mediante las cuales imperará la paz; formarán
una nación inmensa de amigos; de suerte que podrán
viajar por bosques y ríos sin temor.
123
confusamente, quizá sin encontrar palabras que
expresaran su deseo.
124
de los primeros jesuitas en la enseñanza a la juventud de la
capital y de las provincias o corregimientos del Reino de
Quito.
125
universalidad de otras universidades de estudios generales,
como se las denominaba. Pero ya en 1630 mereció este
juicio del obispo Fray Diego de Oviedo:
126
Segundo, porque sus profesores entraron en el
movimiento intelectual de la Ilustración Católica que
renovó el sistema de estudios.
127
El Dr. Pablo Herrera, en los Anales de la Universidad de
Quito,1 enumera a los profesores sobresalientes de ambas
universidades; y cita a 45 de la Gregoriana. Mas debemos
confesar que aún no conocemos en detalle en qué consistió la
prestancia de la mayoría de ellos; sin embargo, hemos tenido
en recientes años la buena oportunidad de descubrir con
profundidad los quilates de uno de sus mejores exponentes,
el Padre JUAN BAUTISTA AGUIRRE, natural de Daule
(1725-1786), cabalmente a los 200 años de su fallecimiento.
128
que enseñaba el padre Aguirre, de los conocimientos
que poseía sobre autores antiguos y recientes; de los
métodos analíticos que usó; y especialmente de su
capacidad para enjuiciar las teorías y sintetizar los
conceptos. Las apreciaciones del Padre Terán Dutari,
que iré citando, constituyen también la apología más
cumplida sobre la importancia y originalidad del
profesor dauleño.
129
brújulas, máquina neumática, reloj astronómico,
telescopio, binóculos, barómetro, especialmente un
microscopio.
130
mil que llegaran por mar en balsas o canoas,
careciendo de medios de orientarse en alta mar.
Dedujo que debieron venir por algún puente natural;
sospeché que en alguna parte América se juntaba con
Asia. Y así mismo, añadía debieron llegar los animales
mayores; en cuanto a los pequeños no había dificultad:
ellos brotaban sin progenitores, de la podredumbre: así
aprecian desde siempre las ranas y los ratones y los
mosquitos. 3
131
los insectos, mediante el perfectísimo microscopio de
Kuff; e invita a sus discípulos y adversarios a
comprobarlo.
¿Fué éste el primer microscopio llegado a Quito? ¿Lo
dejaron acaso en la Gregoriana los Académicos
franceses, como donaron otros recuerdos científicos?
Sencillos quizá se dirá que eran los experimentos de
Aguirre; no eran mucho mejores los de sus maestros
europeos. Pero ya contienen en germen los que
realizaba en Itaha el abate Spalanzani; o los que un
siglo más tarde, con mejores instrumentos realizaría
Pasteur.
132
debió de escucharlas cuando ingresó en la Universidad
de San Gregorio; en ella recibió el bachillerato, y el 8
de junio de 1762 se presentó para el grado de Maestro
en Filosofía, según lo podemos ver en el Libro de
Grados de la Universidad Real y Pontificia de San
Gregorio.
133
siglos después, me refieron a la tercera edición del
sabio polaco de 1854.
134
135
137
Y lo hacía no con retraso a los acontecimientos, sino
poniéndose a la vanguardia de la intelectualidad, hasta
parecer a veces exploradora temeraria de las teorías y
de las hipótesis más recientes.
139
transporte, hubieran penetrado, a tiempo, los inventos
de las máquinas y el vapor; es indudable que habrían
transformado la decadente economía del país, habría
vuelto el vigor, el progreso que distinguieron al Reino
de Quito en sus mejores días.
140
E PI L O G O
******* *****
143
grafía escrita a base de documentos auténticos de la
misma época, como son los procesos con los
testimonios de los testigos; mediante ellos estampa el
Padre Morán un retrato fidedigno y lleno de vida de
nuestra Santa, la Azucena de Quito”. (Aurelio
Espinosa Pólit, S.J.).
144
TEMPLO DE LA COMPAÑIA DE JESUS EN
QUITO
145
Las dimensiones son de 58 metros, por 26,52; cubre la
nave central una bóveda artesonada de 15,18 metros de
altura; corona el ábside la cúpula que asciende a 26
metros; una linterna ilumina la decoración de ángeles y
de los cardenales de la Orden.
146
Me refiero a las 63 haciendas, y en ellas a los telares e
ingenios de azúcar, en ordenada labor de colmenas, como
base económica de la empresa misional y educativa. El juicio
o apreciación que se dio en Méjico sobre el aspecto agrario
en las fincas de los jesuitas, por la Fundación Alemana para
la Investigación Científica, en 1976, puede con igual razón
aplicarse a sus hermanos del Reino de Quito. Dice Ursula
Ewald:
147
moniosa de nuestra Patria y de los Jesuitas de los
siglos coloniales: el TEMPLO DE LA COMPAÑIA
DE JESUS DE QUITO, santuario en que se conjuga la
fe y el arte de europeos y americanos; donde se juntan
el cielo y la tierra: porque ese templo fue elegido por
relicario de la Mirada de la MADRE DOLOROSA, y
para guardar el perfume de azucena de MARIANA DE
JESUS.
148
Mensaje del
P. Peter-Hans Kolvenbach,
General de la Compañía de Jesús,
a la Pontificia Universidad Católica,
con ocasión de su visita a Quito
Versión oficial
Como superior General de la Compañía de Jesús,
deseo ante todo, dar las gracias al Padre Rector y a
todos Vosotros por la oportunidad que me habéis
brindado de conoceros y de saludaros con profunda
gratitud y aprecio.
151
res de la actual obra universitaria. La Pontificia y Real
Universidad de San Gregorio, de la antigua Provincia
de Quito, en la época colonial, y la Escuela Politécnica
del Ecuador, constituida por el Presidente García
Moreno, con jesuitas europeos del siglo pasado.
152
La Compañía de Jesús tiene conciencia de estar
cumpliendo una importante misión educativa integral,
tal como la Iglesia (le! Vaticano Segundo y de Puebla
lo quieren. Es la misión de evangelizar la cultura en el
campo académico y universitario, según lo recalcó
ante Vosotros el Sumo Pontífice Juan Pablo Segundo,
aquí en Quito. Se trata de seguir evangelizando una
cultura muy propia, con grandes tesoros tradicionales y
con una fuerte raigambre cristiana. Cultura que, sin
embargo, afronta hoy los más duros desafíos de
ideologías y de intereses particulares. Cultura que, al
mismo tiempo, está llamada a mostrar su fuerza de
vitalidad y cristianismo a través de la liberación
auténtica y del rescate de los valores que salvarán al
pueblo. Para ello, y a nivel académico, habéis de saber
integrar en ese esfuerzo en favor de la cultura, e.[
nuevo espíritu técnico, racional y administrativo en
forma socialmente eficaz.
153
te, encontrar la respuesta de los problemas de la
humanidad y de vuestro pueblo, en un mero desarrollo
económico. Es en la totalidad del ser humano,
entendido como criatura de Dios, orientado hacia una
vocación filial y fraterna, donde hallaréis la clave de
vuestro quehacer universitario.
154
Católica quiere decir que la Universidad, según su verdadera
vocación científica y su misión educativa, no se detiene en la
docencia, considerada como mera transmisión de un saber, o
como si fuese posible enseñar una materia, aun la más
científica, en el estado puro. Por el contrario, la Universidad
Católica ha de tener en cuenta el conjunto del universo
humano en el cual las diferentes disciplinas se articulan.
155
para el mundo universitario, un gran desnivel entre los
fantásticos avances de la investigación en ciencias exactas, y
una muy débil evolución de los cuestionamientos étnicos e
intelectuales del hombre acerca del hombre. Es preciso que
una Universidad Católica se empeñe en descubrir las leyes
del mundo físico, biológico, económico. Pero es una
exigencia de su vocación católica, académicamente
responsable, el tener muy presente la madurez del hombre en
Jesucristo. Por eso busca integrar todas las ciencias —las del
hombre y las del universo— - mediante la inspiración que
recibe de la fe católica.
156
propios recursos humanos. Lo hace renunciando a
aspiraciones materiales, y buscando más bien
compartir algunos medios con miembros necesitados
de la comunidad universitaria. En el momento actual,
los recursos humanos de los jesuitas ecuatorianos están
mucho más restringidos, no obstante la valiosísima
colaboración de jesuitas de otros países de América y
Europa.
157
lizaciones, dentro de este auténtico “ministerio de la
enseñanza”. Por eso, no puedo dejar de enaltecer aquí,
a nuestros colaboradores seglares: Directores
Generales, Decanos, miembros de Consejos,
Directores de otras unidades académicas y
administrativas, Secretarios, Asesores y demás
dignatarios y funcionarios de la Universidad, y de
agradecer muy sinceramente su generosa entrega al
ideal común y su lealtad con la Compañía de Jesús.
Asimismo, quiero manifestar mi aprecio profundo a
los Profesores y Trabajadores, por su aporte abnegado
e insustituible.
158
por la confianza que nos han brindado y, todavía más,
por el ejemplo de valor y de alegría con que asumen su
papel de futuro. Gracias por último, y de manera
especial, a la Iglesia que ha creído en nosotros y a la
cual queremos servir. Ella, junto con innumerables
personas en la vida pública y en la privada, han
acompañado el camino no siempre fácil de esta
Universidad durante cuatro décadas. Que el Señor nos
ayude a agradecer y a corresponder a tantos esfuerzos
e ilusiones y a convertirlos en realidad.
159
AL MUNDO DE LA CULTURA
Quito,
Iglesia de la Compañía:
30 de Enero de 1985
Excelentísimos e Ilustrísimos Señores,
Señoras y Señores:
163
presentáis en el campo de la cultura ecuatoriana; una cultura
que posee hoy un panorama muy variado, una intensa
actividad intelectual y artística, reconocida en el ámbito
internacional y que expresa la creatividad de una nación que
quiere salvaguardar su dignidad y su paz, en armonía y
colaboración fraterna con los países limítrofes y con todas
las otras naciones.
* Improvisación.
164
cial, privada y pública. Una sabiduría profunda de
vuestra gente, una memoria histórica de luchas y
triunfos, una común aspiración de patria, están
simbolizadas en los mismos grandes temas
religiosos que viven en el pueblo como focos de
actividad cultural, y que inspiran la instrucción, el arte,
las artesanías, la fiesta y el descanso, la
convocación multitudinaria y hasta la organización
misma de las comunidades.
165
de la Peña; la primera Carta Fundamental del Ecuador
republicano, redactado por sacerdotes del cabildo
eclesiástico quiteño en 1812, la vigorosa orientación
social y científica en las cátedras de jesuitas de la
Universidad nacional y su primera Escuela Politécnica,
son hitos luminosos, entre otros, de esta tarea de
modelación y servicio.
166
Todos vosotros, Señoras y Señores, conocéis mi
preocupación por el tema de la cultura en la Iglesia y
de su irradiación como diálogo con la sociedad actual.
En mi visita a la UNESCO quise poner los
fundamentos de una nueva evangelización del mundo
cultural; y con la creación del Pontificio Instituto para
la Cultura he querido establecer las bases de un
diálogo permanente entre fe y cultura, entre la Iglesia y
la sociedad en sus altos representantes que son, como
vosotros, los interlocutores en una tarea común, de
importancia decisiva para la humanidad.
167
Dios. A tal fin, pone en el horizonte de la cultura la
palabra, la gracia y la persona del Hombre nuevo,
Jesucristo, que “manifiesta plenamente el hombre al
propio hombre y le descubre la sublimidad de su
vocación” (cf. Gaudium et spes, 22; Redemptor
hominis, 8, 15).
168
glesia quiere reflejar también en su contacto con las
culturas de las minorías, dignas de todo respeto y
promoción.
169
hombre, del culto insobornable a la moralidad, del
respeto a la conciencia sincera; en una palabra, la
civilización del amor, asumiendo con responsabilidad
las tareas de fidelidad a la propia condición y al propio
futuro. Nuestro encuentro es ya un signo y
compromiso de colaboración entre la Iglesia y las
Instituciones culturales del Ecuador, para servir al
hombre de esta nación, especialmente al más
necesitado, al que más pone su esperanza de progreso
y libertad en la misión de la Iglesia y en la rectitud de
la inteligencia de los hombres influyentes de su Patria.
170
Ante las nuevas exigencias de la sociedad actual, que
reclama juntamente metas de mayor dignidad para las
personas, se impone un gran esfuerzo en favor de la
justicia, del cambio de estructuras injustas y de la
liberación del hombre de todas las esclavitudes que le
amenazan. Sin que podamos olvidar, ante la tarea que
nos incumbe, que fuerzas sociales alimentadas bajo el
signo de cualesquiera materialismos, teóricas o
prácticos, quieren instrumentalizar, a servicio de sus
propias finalidades, los dirigidos análisis de la realidad
social; mientras elaboran estructuras políticas y
económicas en las que el hombre, desposeído de su ser
íntimo y trascendente, pasa a ser una pieza más del
mecanismo que le priva de su libertad y dignidad
interiores, de su creatividad como ser libre ante la
cultura sin fronteras.
171
ficazmente al robustecimiento de la nacionalidad,
desde sus raíces de moralidad evangélica vivida y
alimentada por la doctrina de la Iglesia. Que el sabio
humanismo de este pueblo extienda su eficacia a los
nuevos campos conflictivos en los que hoy se está
debatiendo ya su mañana. Quiera Dios que la síntesis
entre fe y cultura conduzca hacia una nueva era de paz,
de progreso, de elevación de los más pobres, de
enriquecedora convivencia dentro y fuera de las
fronteras de este querido país.
172
la justa participación en los recursos, de la ordenada
colaboración dentro de la libertad. La cultura tiene que
ayudar a esta noble tarea política, sin dejar que nadie
se apropie indebidamente de la cultura y que la
instrumentalice para sus propias miras de poder.
Es necesario también que vuestro pueblo, iluminado
por los grandes principios de la doctrina social de la
Iglesia, encuentre el camino de la paz y de la justicia
social en el amor y el mutuo respeto. No se trata de
elegir simplemente entre la alternativa de los sistemas
que se disputan la hegemonía del poder. Desde la
originalidad cristiana, y desde la sabiduría de vuestro
pueblo, hay que encontrar ese camino transitable que
conduzca a la elevación y la paz social entre todos los
hijos de vuestra patria.
173
ción de los espíritus. En ese campo tiene un lugar
privilegiado la universidad.
Vuestra patria, que tiene una tradición universitaria
sería y reconocida, debe favorecer los centros
universitarios, politécnicos, y otras instituciones de
enseñanza, como sedes imprescindibles de la cultura,
evitando con una política cultural adecuada que se
transformen en lugares de lucha y de frustración para
los más jóvenes. Antes bien, deben ser santuarios de la
verdad, de la rectitud, del sentido solidario, talleres de
laboriosidad intelectual, comunidades vivas donde se
experimenten y vivan las formas pacíficas de una
mayor participación y colaboración, palestras de los
bienes del espíritu.
174
identidad y su dependencia de la Iglesia, están
llamadas por título especial a desarrollar el programa
de evangelización de la cultura al que he aludido antes.
No puedo olvidar, por último, la Pontificia
Universidad Católica del Ecuador, con sus diversas
sedes. (Pontificia como se decía al comienzo)t. Es para
mí motivo de gozo y ha de ser compromiso de
fidelidad ese título de “pontificia”. Que el esfuerzo de
todos mantenga alto ese nombre, tanto por la seriedad
y autenticidad de su obra cultural como por la plena
participación de cuantos en ella colaboran: sacerdotes,
religiosos y laicos, así, fiel a su estructura original,
podrá favorecer un fecundo diálogo con las otras
instituciones culturales del país.
175
ra todos la pieza clave del universo; y que para el
cristiano es un ser de inmensa dignidad, porque lleva
en sí un soplo de vida de Aquel que se reveló en la
historia, a través del Hijo del Hombre, Camino,
Verdad y Vida. He dicho.
(Aclamaciones)
(Aclamaciones)
* improvisación.
176
INDICE
Pág.
PRESIDENTE:
Lic, don Alejandro Carrión Aguirre, Miembro de la
Academia Ecuatoriana de la Lengua, Representante
del Presidente Constitucional de la República.
VICEPRESIDENTE EJECUTIVO:
Lic, don Byron Morejón,
Ministro Director General de Relaciones Culturales de
la Cancillería, Representante del Ministro de
Relaciones Exteriores.
VOCALES:
Profesora Licenciada doña Teresa León de Noboa,
Directora Nacional de Cultura, Representante del
Ministro de Educación Nacional.
General de Brigada don Gonzalo Orellana, Director de
los Museos Militares, Representante del Ministro de
Defensa Nacional.
Doctor don Pedro Barreiro,
Secretario General de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana y su representante.
ASESORES
R.P. doctor don José María Vargas O.P_ Premio
Nacional “Eugenio Espejo” 1984, Miembro de la
Academia Ecuatoriana de la Lengua.
Doctor don Jorge Salvador Lara,
Ex-Ministro de Relaciones Exteriores,
Director de la Academia Nacional de
Historia.
SECRETARIO:
Licenciado don Eugenio Vásquez Galarza, De la
Dirección General de Relaciones Culturales de la
Cancillería.
LOS JESUITAS EN EL ECUADOR se terminó
de imprimir el día 4 de diciembre de 1987, en la
NUEVA EDITORIAL de la Casa de la Cultura
Ecuatoriana ‘Benjamín Carrión”, siendo su
Presidente el Profesor Edmundo Ribadeneira M.
y su Asesor Técnico de la Nueva Editorial el
señor César Viteri H.