La Nic3b1ez Prostituida
La Nic3b1ez Prostituida
La Nic3b1ez Prostituida
ISBN 987-9286-06-5
UNICEF
Maipú 942, piso 14
1340 - Buenos Aires
Argentina
Índice
Prólogo.................................................................................. 7
Presentación .......................................................................... 9
La investigación
Parte I
2. La realidad de la explotación sexual comercial infantil....... 33
Parte II
3. Niñas en prostíbulos.......................................................... 45
4. La prostitución de lujo ...................................................... 73
5. La prostitución en la calle.................................................. 91
6. La prostitución masculina.................................................. 117
7. Travestis prostituidas. Palermo y Constitución................... 127
Parte III
8. Reclutamiento ................................................................... 141
9. Los clientes........................................................................ 165
Parte IV
10. Los contextos. Poder sexual, económico y generacional .... 175
5
Parte V
11. Las respuestas estatales. La justicia................................... 193
12. Las respuestas institucionales ........................................... 217
Meta...................................................................................... 269
Objetivos generales................................................................ 269
Áreas de acción...................................................................... 271
Anexos
Anexo A................................................................................. 273
Anexo B................................................................................. 278
6
Prólogo
7
El segundo documento que presentamos está constituido por las
disertaciones de los representantes del Consejo Nacional de la Mujer,
el Consejo Nacional del Menor y Familia, la Secretaría de Política
Criminal del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y la Fisca-
lía General de Política Criminal, instituciones con quienes UNICEF or-
ganizó un Seminario Nacional para difundir públicamente los resul-
tados de la investigación.
Finalmente, el tercer documento es el Plan de acción elaborado
con los organismos mencionados, a partir de los compromisos
enunciados en el Seminario.
Con el objeto de ampliar y renovar la convocatoria, solicitamos
al Dr. Mariano Ciafardini, actual Secretario de Política Criminal del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que acompañara la
presentación de este informe y el Plan de acción.
Estamos convencidos de que esta convocatoria debe ampliarse a
otros actores institucionales: legisladores, ONGs, gobernadores, in-
tendentes, periodistas, universidades y a todos aquellos convencidos
sobre la urgencia de un trabajo en común, para luchar contra la vio-
lación de los derechos de niños y niñas y avanzar en el pleno cum-
plimiento de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Edward Madinger
Representante Delegado
UNICEF. Oficina de Argentina
8
Presentación
9
y obtener buena información empírica mediante un diagnóstico ve-
raz. A partir de entonces, podrá vehiculizar, con el acompañamien-
to de distintos sectores sociales e instituciones comprometidos, las
estrategias a concretar.
Es un verdadero desafío procurar hacer visible esta problemáti-
ca, que denuncia hechos tan crueles como denigrantes y, más aún,
mostrarlos como síntomas de un malestar encarnado en lo social,
que ubica a niños y adolescentes no como sujetos consumidores si-
no como objetos consumidos vorazmente.
Emprender entonces un estudio de investigación en este “mercado
social” es un esfuerzo encomiable que nos introduce en facetas intrin-
cadas, donde seres humanos son explotados perseverantemente, don-
de el abandono, indefensión y degradación moral de las víctimas coe-
xisten con la perversión y la profunda indignidad de los abusadores.
El trabajo asumido en la investigación realizada por UNICEF-Ofi-
cina de Argentina permite visualizar, por sustentarse en “el decir” de
los sujetos a los que interroga, esa complejidad del fenómeno en la
medida que hace referencia a seres que enfrentan violencias distin-
tas, ya sea por el tipo de explotación que sufren, por las formas de
reclutamiento, por los procedimientos de retención, por las zonas
donde ofrecen sus cuerpos, etc.
Los investigadores los sorprenden, pues les ofrecen la palabra de
un modo al que no están acostumbrados, los invitan a hablar, po-
nen en movimiento la fijeza de un lenguaje que, en lo visible, sólo
muestra, describe y contabiliza hechos pero que, en lo invisible, de-
vela, entre otras cuestiones, la permanencia de una ideología pa-
triarcal y sexista que, a través de sus relaciones de poder, naturaliza
prácticas de violencia, oculta la victimización de quienes han sido
captados y protege a la población “usuaria”, es decir, a los clientes.
¿Habrán resonado las preguntas de alguna manera en ellos? ¿Vol-
verán sobre ellas? ¿Les facilitará el hablarse a sí mismos y romperán
el acallamiento?
10
La investigación espeja la multiplicidad de dimensiones y actores
involucrados y una gran deuda de sinceramiento social capaz de que-
brar la negación y la indiferencia. Asimismo, la gravedad del cuadro
que describe reclama lo imperioso de concentrar esfuerzos con el fin
de apropiarnos del problema, sumar capacidades y voluntades e in-
volucrarnos en acciones preventivas que apunten al cumplimiento
de los derechos de la niñez y reduzcan el mercado de consumidores.
Hay un largo camino de lucha por la defensa de estas víctimas, aun
así, la revelación siempre es más aceptable que el silencio y significa
que nuestra sociedad tiene la oportunidad de hacer posible el cambio.
La apuesta nos remite a cada niña o niño y su silencioso reclamo
es el de protegerlos integralmente de cada acto que los denigre en el
aniquilamiento de su autoestima y de sus perspectivas de vida.
11
La investigación
1. Introducción:
una realidad oculta y encubierta
15
otro –dada la persistencia de valores sexistas y patriarcales– la pros-
titución de mujeres, no importa de qué edad, se considera una “ne-
cesidad para el funcionamiento equilibrado de la sexualidad” (mas-
culina). Son estos valores los que facilitan y naturalizan la
explotación sexual de adolescentes, niñas y niños. A pesar de que es-
ta explotación es objeto de reprobación, cuando se trata de niñas se
la ve como una consecuencia lógica de su condición de “mujeres”;
si ya han pasado la pubertad, se minimiza la gravedad del abuso, ig-
norando las relaciones de poder de género y el autoritarismo y la
violencia que los adultos ejercen sobre las niñas y los niños. Esta
ideología contribuye a negar, justificar y ocultar estos abusos, cuan-
do no a lucrar con o proteger a quienes lucran con la explotación
sexual infantil.
16
prevenir y sancionar la explotación sexual así como otras for-
mas de victimización a fin de restituir sus derechos a niñas,
niños y adolescentes.
17
Es decir, una política integral es responsabilidad del Estado, pero no
exclusivamente. También es responsabilidad de las instituciones, de
todos los sectores sociales y de todas y cada una de las personas.
El diagnóstico realizado podría ser un punto de partida para pro-
poner políticas y estrategias específicas y generales para actuar, y es-
tablecer a partir de la realidad de esas prácticas los ejes y objetivos
sobre los cuales centrar las intervenciones de largo y corto plazo. Es-
tas intervenciones deben evitar que, con el pretexto de proteger a los
niños, se incremente la violencia que la sociedad ya ejerce sobre
ellos al producir y consentir su prostitución.
Algunos de los hallazgos, sobre todo aquellos que surgen de las
entrevistas a niñas y niños prostituidos, cuestionan muchos de los
prejuicios y creencias que circulan y están fuertemente arraigados en
el imaginario colectivo. Muestran que la prostitución infantil no es
un ejercicio de libertad, sino una de las manifestaciones más crudas
de la violencia y el sometimiento, uno de los ejercicios más dramá-
ticos del poder abusivo, de los adultos y particularmente de los varo-
nes sobre las niñas en primer lugar, aunque también sobre niños.
Los puntos de partida para la discusión acerca de posibles inter-
venciones son los hallazgos y observaciones, que pueden agruparse
bajo varios temas:
En primera instancia
• la existencia de la prostitución infantil (aunque sin precisio-
nes estadísticas);
• sus modalidades;
• su presencia en todos y cada uno de los espacios o ámbitos
prostibularios y sobre todo en los circuitos organizados;
• el carácter estructural del fenómeno, irreductible a situacio-
nes excepcionales y aisladas.
18
jetivo del debate y la investigación: el de las niñas y los niños de la
calle, dado que hay muchas niñas y niños prostituidos que jamás
pasaron por la calle. De modo que a partir de estas observaciones se
amplían los campos de intevrención posible.s
Otro conjunto de temas es:
• la índole de las diferentes modalidades de prostitución;
• las situaciones de desamparo que crean condiciones para que
sean prostituidos y “protegidos” por sus prostituyentes;
• las técnicas de reclutamiento.
Pueden reconocerse también
• las condiciones estructurales –las relaciones sociales de poder
sexual, adulto y masculino– que generan la explotación sexual;
• la insuficiencia de las alternativas que el Estado y la sociedad
toda ofrecen a los niños, tanto para evitar que sean prostitui-
dos, como para que dejen de serlo.
Obstáculos de la investigación
19
adultos con niños, así como la diversidad de modalidades y circui-
tos planteaban dificultades de distinto carácter.
1. Carencia de estimaciones cuantitativas ciertas. Como es sabi-
do, la calidad, característica de los datos (estadísticas, registros,
etc.), es una consecuencia de la receptividad institucional o del
reconocimiento social que tiene una práctica. En este caso la
carencia de registros públicos es obvia.
2. Obstáculos ideológicos, relacionados en parte con la ideolo-
gía sexista y las concepciones predominantes sobre la niñez.
3. Cuestiones simbólicas y culturales que encubren la explota-
ción sexual comercial bajo otras formas de abuso.
4. Complicidades directas.
20
• la “naturalización”: “ser prostituido” es presentado como una
“alternativa” posible de superviviencia en el marco de las op-
ciones reales de sus vidas;
• las relaciones afectivas, de dependencia y sometimiento con
“cafishios” y “proxenetas”;
• el tráfico y la esclavitud, sostenidos en el tiempo bajo presio-
nes, con chantajes, etcétera;
• otras situaciones de amenazas o desamparos que convierten a
niñas, niños y adolescentes en “presas fáciles” de adultos de la
más diversa condición.
21
La noción de explotación sexual comercial
no se debe usar el término “niña, niño o joven prostituta”. Los niños y jó-
venes son víctimas de la explotación sexual y cualquier término de refe-
rencia debe reflejar ese hecho.
22
Breve descripción general del pr oyecto
23
210.155 habitantes, que ha presentado un gran crecimiento demo-
gráfico en los últimos años. Su tasa de NBI es del 30%.
Neuquén, capital de la provincia del mismo nombre, tiene una
población de 243.803 habitantes y una tasa de NBI del 19,1%. Puer-
to Madryn es una ciudad portuaria cuya población creció notable-
mente en los últimos 30 años, en que pasó de tener 5.000 habitan-
tes (1970) a 65.531 en la actualidad. La radicación de una industria
muy importante en 1970, el hecho de ser un puerto de mucho trán-
sito, la existencia de un número muy alto de trabajadores golondri-
na de la industria de la construcción, hacen de esta ciudad un lugar
con una población con un alto porcentaje de varones solos. Además
es una zona de turismo nacional e internacional. Las diferencias
económicas, demográficas, sociales, entre todas las regiones las con-
vierten en contextos con perfiles propios.
El corpus
24
ginecología y obstetricia, que trabajan fundamentalmente en progra-
mas para niñas); en el sector educación, maestras, psicopedagogas,
asistentes sociales de distintos ámbitos institucionales y profesiona-
les de institutos, hogares o servicios para niños. Fueron entrevistadas
también personas que integran organizaciones comunitarias que tra-
bajan con niñas y niños, entre ellas integrantes de ONGs y de congre-
gaciones religiosas. (Véase Anexo A, cuadros 1, 2, 3 y 4.)
Observaciones
25
tades: no reconocen su actividad, y, más frecuentemente,
cuando algunas personas del equipo de investigación se “en-
frentaban” con ellos, las amenazaban en forma directa.
5. La organización merece una observación específica. En el tra-
bajo de campo surgieron evidencias acerca de la existencia de
organizaciones, de sus modos de operar y de las articulaciones
entre los distintos circuitos y niveles en todas las modalidades
y localizaciones. Sin embargo, la detección de estas organiza-
ciones no fue un objetivo prefijado de esta investigación y la
información recogida es fragmentaria. Este tipo de informa-
ción fue objeto de muchísima reticencia y muchas veces de ne-
gación. A pesar de ello, es posible establecer la existencia de or-
ganizaciones al menos en dos niveles:
• Un nivel más formal: burdeles, saunas, discos, boliches,
cabarets, agencias, proxenetas profesionales, etcétera.
• Un nivel más informal e inorgánico: padres, familia, no-
vios y proxenetas informales que inician en la prostitución
y terminan por proveer a los anteriores de “materia prima”,
ya sea directamente al convertirse en “pasadores”, o indi-
rectamente al perder el control de sus “protegidos”.
Si bien varias son las normas que garantizan los derechos de la ni-
ñez, se presentan algunos de los artículos más relevantes de la CDN
y del Convenio sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil de la
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OIT, la primera con rango constitucional y la segunda recientemen-
te ratificada por el gobierno argentino.
La CDN es la principal referencia legal en la preservación de los
derechos de los niños a no ser explotados sexualmente.
El artículo 1 de la CDN define al niño como todo ser humano
menor de 18 años.
Los artículos que más específicamente se aplican a tal efecto son:
Artículo 35. Los estados partes tomarán todas las medidas, de carácter na-
cional, bilateral o multilateral que sean necesarias para impedir el secues-
tro, la venta o la trata de niños para cualquier fin o en cualquier forma.
Artículo 36. Los estados partes protegerán al niño contra todas las formas
de explotación que sean perjudiciales para cualquier aspecto de su bienestar.
27
Artículo 19. Los estados partes adoptarán todas las medidas legislativas,
administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño
contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato
negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras
el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un representante
legal o de cualquier otra persona que lo tanga a su cargo.
Artículo 3: A los efectos del presente convenio, la expresión las peores for-
mas de trabajo infantil abarca:
b) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución,
la producción de pornografía o actuaciones pornográficas;
d) el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva
a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los
niños.
Artículo 6:
1. Todo miembro deberá elaborar y poner en práctica programas de ac-
ción para eliminar, como medida prioritaria, las peores formas de trabajo
infantil.
2. Todo miembro deberá adoptar, teniendo en cuenta la importancia de
la educación para la eliminación del trabajo infantil, medidas efectivas y
en un plazo determinado con el fin de:
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a) impedir la ocupación de niños en las peores formas de trabajo infantil;
b) prestar la asistencia directa necesaria y adecuada para librar a los niños
de las peores formas de trabajo infantil y asegurar su rehabilitación e in-
serción social;
c) asegurar a todos los niños que hayan sido librados de las peores formas
de trabajo infantil el acceso a la enseñanza básica gratuita y, cuando sea
posible y adecuado, a la formación profesional;
d) identificar a los niños que están particularmente expuestos a riesgos y
entrar en contacto directo con ellos, y
e) tener en cuenta la situación particular de las niñas.
29
Parte I
2. La realidad de la explotación
sexual comercial infantil
33
de trenes y de colectivos, algunas plazas, algunos bares, etc. Los tér-
minos “zona”, “zona roja”, o “zona de fuego”, términos propios de la
policía que se han extendido al lenguaje corriente, designan espacios
claramente delimitados donde se concentra la oferta sexual. Aunque
ese concepto está más marcadamente asociado con los espacios calle-
jeros, incluye también prostíbulos, bares con habitaciones traseras,
departamentos, etc., donde esta oferta es menos ostensible. En el ca-
so de los espacios cerrados la visibilidad depende, a veces, del cono-
cimiento de ciertos códigos. En las ciudades del interior, estas loca-
lizaciones pueden estar asociadas con características propias: zonas
portuarias, lugares de diversión, accesos a rutas o estaciones.
En las distintas ciudades en las que se realizó la investigación se
ha podido detectar con claridad “zonas” de concentración de oferta
sexual, con características diferenciadas: zonas de prostitución de
mujeres, zonas de prostitución masculina, zonas de travestis, donde
conviven personas de todas las edades. Hay también zonas que se
diferencian por otros rasgos, relacionados con el nivel económico
(por ejemplo, las “tarifas” son diferenciales por zonas, para las dis-
tintas prácticas).
Los lugares cerrados están distribuidos más irregularmente. Exis-
ten, según los datos recogidos, casas de masajes, saunas, cabarets,
departamentos privados, etc., en zonas céntricas, en barrios residen-
ciales; también existen prostíbulos bajo distinta fachada en barrios
populares y villas de emergencia.
Si bien existen localizaciones diferenciadas para “prostitución de
mujeres”, “prostitución de travestis” y “prostitución masculina” no
se han detectado “lugares exclusivos” de niños, niñas y jóvenes.6 Sí
34
se han detectado –directa e indirectamente– niñas y niños de dife-
rentes edades en los espacios de la prostitución callejera –calles, ru-
tas, plazas, estaciones de servicio, etc.–; en lugares cerrados –prostí-
bulos, saunas, whiskerías, casas de masajes, etc.–, de todas las
ciudades y localidades que han sido incluidas en esta investigación.
La coexistencia o convivencia de las niñas y niños y adolescentes
con los adultos en los distintos espacios parece diluir la comproba-
ción de su existencia, insinuando que esa presencia es excepcional y
aislada. En la calle, y para quienes no conocen los códigos, es difícil
detectar esta presencia, ya que no se trata, en muchos casos, de la
imagen estereotipada y tradicional de la “prostituta” o del “taxi boy”.
Excepto los travestis, cuya presencia es notoria y llamativa, muchas
otras formas quedan disimuladas; quien no sabe que hay ciertos lu-
gares de la ciudad que a determinadas horas se convierten en esce-
narios de la “oferta de sexo pago” no diferenciará a jóvenes prosti-
tuidas y prostituidos de quienes no lo son.
En los lugares cerrados, se toman medidas extremas para evitar
que se detecte que hay niñas o niños: documentación falsa, espacios
“reservadísimos”, maquillajes y vestimentas, son algunos de los ar-
dides utilizados. En caso de intervención de la justicia, las redes de
complicidad y protección se ponen en funcionamiento y es muy di-
fícil encontrar a las o los “menores”.
La mayoría de las niñas y los niños entrevistados en el curso de
esta investigación son prostituidos en la calle o en las modalidades
que cabe denominar de nivel bajo o medio. Sin embargo, no debe
interpretarse que la mayoría de la población prostituida se encuen-
35
tra en esos espacios y modalidades. Ya que, como se verá, surge su-
ficiente evidencia de niñas, niños y adolescentes en espacios cerra-
dos, y también en el nivel de prostitución de lujo.
Se trata de un sesgo que resulta de la mayor facilidad de estable-
cer contactos directos en la calle. Pero en todas las regiones se pudo
detectar, de modo directo e indirecto (entrevistas directas, entrevis-
tas a informantes, documentación judicial, referencias periodísticas),
la existencia de prostitución en sectores medios y altos en las más
diversas localizaciones: urbanas y rurales, barrios céntricos y perifé-
ricos, residenciales y comerciales; en niveles medios y pobres; en vi-
llas y barrios ricos, en zonas fronterizas y en zonas mediterráneas.
Este sesgo se contrarresta con entrevistas a niñas y niños que es-
tán o estuvieron en prostíbulos y agencias, a informantes adultos
que están prostituidos o prostituidas, a clientes, en expedientes ju-
diciales, etc., que permiten ampliar la información sobre las distin-
tas modalidades de la prostitución en la que están involucrados ni-
ñas y niños.
Edades
“… me puse a mirar, no sabía que había tanta prostitución infan -
til, los chicos todos agarran y las chicas también, lo que no sabía
es que hay demanda/ no me daba cuenta, ahora empecé a mirar...
son tan chiquitos/ mi primera vez... tenía 11 años/ yo empecé a
trabajar a los 15 años/ yo empecé a los 12/ hay un montón de
prostitutas, tienen 12, 13/ arriba hay habitaciones y ahí hay mu-
chos pibes/ cuando yo estaba en la calle había pibitas de 10 que
iban por unas monedas/ nadie pregunta nada en esos lugares... yo
empecé a trabajar a los 13/ eso de los 18 no es para los pobres, los
pobres pasan de chicos a grandes/ a mí me decían la nena, pero las
otras no eran muy grandes tampoco... había una más chica, de 13
años/ gano más que las otras, porque las otras son viejas, hay dos
o tres más jóvenes, hay otra chica de 14 años, una de 16, y después
de 18 y de todas las edades nomás/ nadie se mete, no va a ir un
36
juez a preguntarles cuántos años tienen... el juez va por ahí, pero
para que le hagan el servicio/ cuando cumpla 16 les voy a decir
que tengo 20/ hay chicos en la joda desde los 13/ la plaza está lle-
na de pendejas... hay muchos chicos que son putitos/ hay un mon-
tón de prostitutas... tienen 12, 13 / un lugar lindo, discreto, con
un bar, arriba hay habitaciones, y ahí hay muchos pibes.”
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en las que ubican los 12 o 13 años como edades más frecuentes de
entrada en prostíbulos o en otras modalidades de prostitución.
No hay variaciones significativas en cuanto a la edad de inicio en
las distintas regiones.
Las niñas y niños entrevistados en el marco de esta investigación,
si bien no constituyen una muestra representativa en sentido esta-
dístico, dan cuenta de tendencias cuya verosimilitud es corrobora-
da por la repetición de situaciones semejantes y por otras fuentes de
información. La metodología utilizada valoró más los aspectos cua-
litativos que los cuantitativos y permite alentar certezas que los nú-
meros no suelen aportar.
38
Las modalidades
39
cio” sexual ocurre en otro espacio: en hoteles, departamentos,
autos, etcétera.
• La calle: en ciudades y poblados de distinto tamaño existen
espacios físicos que son localizaciones de “oferta sexual”.
• Las terminales de ferrocarril, de ómnibus.
• Zonas de cosech,aalrededor de complejos industriale,setcétera.
“Yo no sabía hablar, ahora estoy en este lugar, es otra cosa/ cobra-
ban y te daban tu parte/ me explicó cómo eran las reglas de la ca-
sa/ había que atender bien/ hay un portero eléctrico, los tipos pa-
san al bar/ arreglan con la señora/ dormíamos de a varias/ los
jueves atendíamos 6, 8, los domingos menos/ yo atendía 3 y a ve-
ces 5 tipos/ cobraba 40 la cama, 30 la francesa/ cobra la encarga-
da y te da la mitad/ la verdad son todos iguales, tenés el lugar de
espera con las chicas y después las habitaciones/ antes me vestía
mal, andaba en zapatillas, ahora estoy siempre vestida, me compro
jabones ricos y perfumes, es otra cosa, otra cosa, nada que ver.”
40
Nivel medio
Nivel pobre
“Yo era nada, era de la calle/ le pregunté si era para limpiar, me di-
jo que no me haga la boluda/ cuidámela que es mi sobrina/ las que
trabajan son reputas, cogen con los viejos y ellas les sacan la plata/
si no me hago 100 no vuelvo/ mi mamá me dijo que vaya, que si
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no iba a tener que trabajar por horas/ yo pido 15, por menos no
voy/ si no te gusta la cara decís son 100 pesos y sale arando.”
42
Parte II
Los puntos 3, 4, 5, 6 y 7 se basan en una selección de entrevistas a
niñas, niños y adolescentes (con excepción de una cuya informante
es hoy adulta), que permiten dar cuenta de las distintas prácticas y
modalidades prostituyentes.
3. Niñas en prostíbulos 11
45
de la convivencia de adultas con niñas y de la “norma-li
dad” de su presencia.
En primer lugar hay que destacar que las entrevistas a Marta, Sharon,
Patri, Lorena y Carmen dan cuenta de la presencia de niñas en pros-
tíbulos: tres de ellas ingresadas a los 13 años, las otras dos a los 14. La
historia de Mercedes revela a una niña que a sus 12 años sale y entra
de un prostíbulo en alternancia con su casa. Todas ellas se refieren a
la existencia de otras, algunas más chicas aún. La historia de Patri per-
mite establecer que la existencia de niñas de 13 años en prostíbulos
no es un fenómeno nuevo, ni “extraordinario”. Permite también co-
nocer las circunstancias que culminan con el ingreso a los prostíbu-
los, que se presenta como la salida de una situación insoportable, hu-
millante; son soluciones obligadas a situaciones sin salida (Marta,
Sharon, y Lorena), o son parte de la vida ya conocida, del ambiente
de su infancia (Carmen), o son la alternativa transitoria a duras situa-
ciones familiares (Mercedes). Las entrevistas permiten conocer las re-
laciones internas del mundo prostibulario, las reglas, los códigos, la
rutina, las jerarquías, las obligaciones, los espacios de libertad y de en-
cierro. También aportan información sobre quiénes son los clientes,
los “amigos”, los protectores. Cada una de las entrevistadas ha expre-
sado vivencias, sentimientos, experiencias. Las grabaciones han sido
transcriptas profusamente, porque permiten un acercamiento más
amplio y profundo a la realidad de estas prácticas, como asimismo
otras lecturas o interpretaciones que las que se hacen en este informe.
Patri: 33 años, 3 hijos varones que conviven con ella; cuando no está
o cuando duerme los cuida una vecina del inquilinato. Es origina-
46
ria de una familia de clase media de un pueblo catamarqueño. Ini-
ciada sexualmente por un novio a los 11 o 12 años, éste “la ofrece”
a sus amigos. El padre se entera, la castiga físicamente, y la recluye.
Entonces un tío abusa de ella en secreto. La embaraza a los 12 años.
Intenta abortar sola, corre peligro de muerte. Una “abortera” la sal-
va y luego la “ayuda”: como Patri ya no se atreve a volver a su casa,
la introduce en un prostíbulo regenteado por una hermana de la
abortera. Patri se va del pueblo unos años más tarde. Comienza un
peregrinaje por prostíbulos hasta llegar a Buenos Aires. Actualmen-
te es prostituida en un sauna, donde realiza también tareas de con-
trol de las otras mujeres y niñas y de reclutamiento de niñas para dis-
tintos prostíbulos que conoce. Antes vivió en Córdoba donde
conoció a su marido, padre de dos de sus hijos y que la hacía “traba-
jar”. Del tercer hijo, en cambio, dice: “lo hice trabajando”.
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nos Aires con Marta. Las dos se instalan en el inquilinato. El alba-
ñil mantiene el hogar hasta que la abandona porque establece una
relación con una adolescente. Tras amenazar con denunciarlo por
estupro, logra que vuelva. Finalmente lo echa por una situación gra-
ve que suponemos con mucho fundamento es haber abusado de su
hijastra, Marta. En el momento de la entrevista, Elsa estaba en el
octavo mes de embarazo.
El inquilinato
48
entonces Patri se lo propone a Marta. Cuando Sharon queda sola,
sin su novio-proxeneta, Patri hace lo mismo que con las otras. El
mundo del prostíbulo es el de Patri, el único mundo que conoce,
en el que está hace casi 20 años, desde que era una niña y “dejó de
serlo de un día para otro”.
Patri recibe algo a cambio de estas “presentaciones”. Considera
que les está dando una mano, la misma mano que le dieron a ella
cuando tenía 13 años y la introdujeron en el prostíbulo dos muje-
res a las que todavía dice estar agradecida.
Las historias de Marta, Sharon y Patri permiten responder a mu-
chos de los interrogantes planteados en la investigación.
El relato de sus vidas cotidianas, de sus relaciones con la fami-
lia, de las características de sus familias de origen, de cómo ingre-
saron al mundo prostibulario, de cómo son los prostíbulos, de las
rutinas, de la violencia, va delinenando las realidades del mundo de
la prostitución, tanto callejera como en el marco de prostíbulos en
sus distintas variantes. Los relatos aportan elementos fundamenta-
les para conocer los distintos aspectos (clásicos en los estudios re-
cientes sobre el tema) tales como las relaciones entre abuso sexual,
situación social y explotación sexual comercial, mostrando que
nunca se trata de relaciones mecánicas de causa-efecto, y que es ne-
cesario un abordaje amplio e integrado. Sólo así se puede dar cuen-
ta del carácter profundamente estructural de las prácticas prostitu-
yentes, que se organizan sobre un tipo de relaciones sociales que
posibilitan un uso (abuso) del sexo del “otro” (casi siempre “otra”),
un tipo de relaciones sociales de sexo, donde éste es el eje de una
relación de dominio y sometimiento al que además se le adjudica
un valor de uso, y por lo tanto mercantil. Presenta formas primiti-
vas de explotación sexual donde no necesariamente existe el dine-
ro (el novio que exige y logra que “se deje” por todos sus amigos),
donde se cambia “sexo por un sándwich” o “una porción de pizza
“o “un papelito de poxi-ran”.
49
“Eso de los 18 no es para los pobres... Los pobres pasan
de chicos a grandes...”
Están las chicas y están las viejas [dice Marta cuando se le pregunta si ha-
bía otras chicas de la misma edad que ella o más chicas].
Las nenitas van, el tipo se hace el bueno y les da unas monedas o les da mor-
fi, el morfi es un enganche... [...] están también los que le dan a los pibes po-
xi-ran y bueno con eso los arreglan... y no les pagan por el servicio. A las pi-
bitas de 10, 11 si no se apiolan las pasan, las repasan. Lo que pasa que una
piba de esa edad nadie le dice la posta, no entiende nada... Cuando estaba en
la calle... yo tenía 13, pero había pibitas de 10, que iban por unas monedas.
Sharon
La iniciación sexual
Hay ignorancia inicial. “No sabía nada”, “era una boba”, es lo que di-
cen en sus relatos con gran énfasis. Tener novio –son niñas de 11, 12
50
años– es dejar de ser niñas, es ser diferentes de las que aún no tienen
novio. Ellos, “los novios”, plantean la iniciación en términos simila-
res. Es una táctica calcada. Si quieren ser sus novias tienen que acos-
tarse con ellos. Y ellas acceden. No por amor ni por deseo sexual. Ni
siquiera, al menos en estos relatos, hay curiosidad, o algún tipo de ini-
ciativa. En Marta y Sharon tener relaciones sexuales es una situación
impuesta. En Marta con una reacción de mayor sometimiento o pa-
sividad, en Sharon con cierta resistencia pero como un recurso de
protección frente al medio hostil en el que vivía: “Cuando yo era la
novia, nadie se metía conmigo, pero nadie, te digo nadie”.
Cabe plantearse algunas preguntas. Este tipo de iniciación, en la
que el sexo está vinculado con una relación de uso y protección, y no
con el afecto o el placer, ¿acaso define la posibilidad de una sexuali-
dad prostituida, anulando las posibles resistencias a esas prácticas?
No, lo que yo te decía era que yo era una nena ¿no? En Catamarca, yo
en los barrios, bueno yo tenía un novio, yo vivía con mis padres, mi tío
y mis hermanos, somos once. Mi mamá no me dejaba tener novio pero
yo igual tenía. Entonces yo no sabía y lo m ismo que a M arta [...] Mi no-
vio me decía hay que hacer esto, vos dejate, y yo, me dejaba. Y también
me dejaba con los amigos, él me decía que me deje, que eran los amigos
de él, que él sabía y bueno... yo era una nena, no sabía nada. [...] Yo pa-
sé de nena a que me quede embarazada sin saber cómo ni cuándo...me
quedé preñada, me escapé, me lo saqué con una mujer que me llevó a
trabajar en un lugar de su hermana, en un prostíbulo que para mí, que
no sabía nada, era de lujo.
Patri
51
¡qué tonta! ¡No sabía nada! ¡Nada![...] [y con relación al sauna] Yo no en-
tendía, al final la Patri me dijo que tenía que hacer lo mismo que con mi
novio, que me deje llevar y que después el dueño del local me pagaba y
me decía que no me preocupe por nada que ella estaba ahí.
Marta
[...] al principio sólo tenía relaciones con él, pero sólo con él, un día él me
dijo “vamos a hacer el amor”, yo le dije “ni loca” pero entonces él me dijo
que si no hacíamos el amor no era más mi novio. Yo le dije que se vaya a la
mierda que me importaba un carajo. Pero entonces él me dijo que si no ha-
cíamos el amor él no era más mi novio. Yo le dije que se vaya a la remierda
que a mí no me importaba un carajo... pero lo que tenía era miedo... mie-
do no... una piba que yo conocía había cogido con el novio y ella tenía 12
años, era la más chica, pero yo también era chica, y bueno era así, chica y
se murió, el tipo la cagaba a palos cada tanto, para poder cogerla, pero pa-
rece que fue tanto que la piba se murió y todas las pibas decían que si te ca-
gan a palos y después te cogían morías y yo me lo creí porque era chica ¿vis-
te? Y me decía “bueno, si éste se raya y me quiere pegar y después me coge
me mata”. La Patri lo sabe, el pibe era rejodido. Ahí me dijo “ahora sacate
la ropa, que vamos a hacer el amor” y yo le dije bueno, pero que no me pe-
gue y él se cagaba de risa, me decía que me porte bien, siempre me lo decía
eso que me porte bien que no me iba a pasar nada... Pero me la banqué por-
que no me pegó... me abrió las piernas y bueno vos sabés la primera vez due-
le y querés que pare un poquito, un poquito para que no duela tanto... yo
no sabía lo que pasaba, me parecía que le pasaba algo, que él se sentía mal, que
le había agarrado un ataque como tenía un pibe que yo conoc1í2a.
Yo le hablaba y él no escuchaba nada ¿viste? estaba como enloquecidoo, y
no sabía que los hombres se ponen así, que no pueden parar, que empiezan y
no paran con nada, con nada paran.
52
ñas, a la falta de pudor, etc., las niñas son precoces sexualmente. Las
entrevistas demuestran que no es así. No es por saber más que la ini-
ciación es temprana, sino paradójicamente por no saber nada. Las
niñas no se inician temprano porque son precoces, sino porque su
indefensión es mayor, por falta de información y porque la mala co-
municación con familias autoritarias las hace presa fácil de abusos
diversos por parte de familiares y novios.
El abuso sexual
53
con su novio, cuyo comportamiento sexual le resulta imprevisto e
incomprensible.
En cuanto a su inicio en la vida prostibularia, la diferencia con
lo conocido es que al ser prostituida se le exige ser parte activa y ha-
cer cosas, cuando antes sólo se dejaba hacer –por su novio o por su
hermanastro–.
El relato del abuso aparece totalmente secundarizado y minimi-
zado por parte de Sharon, para quien la situación de forzamiento a
la prostitución es tan fuerte que no tiene punto de comparación:
Cuando se enteró que yo iba al sauna con Patri, le gritó y le pegó a mi ma-
má y le dijo que si era tarada, si no sabía que la hija estaba haciendo de
puta y no sé cuantas cosas más.
Marta
54
El inicio en la prostitución
[como] ahora ella no podía, entonces iba yo [...] Patri le dijo [a mi mamá] que
se vaya con ella al lugar donde trabaja y que se haga unos pesos, pero mi ma-
má no está para eso, con las várices y todo, entonces la Patri tuvo la idea de
que yo podía ir [...] Mi mamá me dijo que vaya, que si no iba a tener que tra-
bajar por horas y que si a ella le costaba conseguir, fijate a mí lo que me iba...
Marta
La madre de Marta:
Yo quería otra cosa, pero otra cosa no hay y sólo por horas, pero con lo
floja que es... por horas no aguanta.
55
Mi novio me decía “hay que hacer esto, vos dejate” y yo me dejaba, y tam-
bién me dejaba con sus amigos, él me decía que me deje, que eran los ami-
gos de él.
En la historia de Sharon:
Relaciones familiares
56
dijo que si iba con todos tenía que ir con él y me violó, todas las tardes me
hacía ir con él y que no diga nada porque el papá se iba a enojar conmigo
[...] Un día llega el papá a la casa, re-mamado, la agarra a la mamá del bra-
zo, la tira al piso, la caga a palos, pero le pega que no sabés cómo todos gri-
taban, yo estaba escondida en la pieza... al final entendí que le gritaba que
la hija era una puta, que se la pasaban todos y que la culpa era de ella que
no la cuidaba. Después me agarró a mí y no me mató por poco.
Patri
Me decía hija, me defendía, me decía que me cuide, era una persona bue-
nísima, no sé si hay otras personas así, yo nunca vi en toda mi vida alguien
tan bueno... le decía [a él] que no me moleste, que me deje tranquila...
Me dio muchísima pena cuando se murió, nunca me dio pena, así tanta
pena nada... porque era muy buena y a mí me quería un montón.
Sharon
¡Libertad! ¡Libertad!
Ella quiso, yo no la llevé por la fuerza... yo lo que hice fue hablar con la
encargada, le dije que le llevaba a una chica joven, linda y bueno, la llevé.
Patri, en relación a Marta
Mi mamá me dijo que vaya, que si no, iba a tener que trabajar por horas,
y que si a ella le costaba conseguir...
57
Marta no tiene alternativas. La madre y Patri deciden por ella. An-
tes, tener relaciones sexuales había sido decidido por su novio.
La coacción (abuso) por parte del padrastro no aparece directa-
mente en el relato de Marta. Pero es otra de las tantas coacciones a
su libertad que debe vivir. Ya en el prostíbulo, Marta es “acosada”
por el dueño del mismo. Para Patri eso está dentro de las reglas del
ju ego:
Ella tenía que hacer un servicio gratis, a él le gustaba la chica, siempre que
venía se la llevaba a la pieza.
Por eso me gusta más la calle, si en la calle cobrás 30 y 15, yo pido 30, 15,
por menos no voy, entonces vos pedís eso te lo dan y bueno, te lo guar-
dás, si querés ir por menos vas, es cosa tuya, si no te gusta la cara les de-
cís: “¡son cien pesos!” y salen arando, entonces hacés lo que querés hacés tu
vida, no es lo mismo, si querés, si te cansás vas a tu casa y listo, te vas
cuando querés, no te complicás, ahí [en el prostíbulo] si te querés ir es un
drama, no podés, te tenés que quedar hasta que cierra...
Marta
58
Me decía que me porte bien, siempre me lo decía, eso, que me porte bien
que no me iba a pasar nada... nada si me portaba bien, pero portarme bien
era hacer lo que él quería, lo que me decía que tenía que ha,ceeso r era. Es-
taba recagada [...] Eh... si lo quería... sí, sí... él era un pibe, no sé... es un
pibe para querer, si estabas con él no te podías... así, no te podías... no se
le podía decir que no a nada.
[…]
Entones me pegó en la cara, pero me pegó re-fuerte y me dijo que vaya y
que no lo haga quedar mal que él ya le había cobrado al tipo y que yo te-
nía que ir... Yo fui porque no sabía qué hacer...
[…]
Me lo hizo una vez que yo no le di la guita, cuando empecé a trabajar por
la mía yo me negué a darle la plata, la Patri me decía la plata es tuya ne-
na... y yo la sentía mía.
Sharon
A pesar de que Sharon expresa que “no podía decir que no” afirma
simultáneamente que lo que hace es por propia decisión:
59
No, ni ahí... en la calle tenés la libertad de trabajar o no, pero la libertad
de no hacer plata, es esa libertad. Y si no hacés plata no vivís... ¿Cómo pa-
gás las cuentas si no tenés plata? ¿Cómo vivís?... y te toca cualquiera, te
coimea la cana, o te lleva, y te la tenés que bancar, llueve, hace frío...
Patri
Y la primera vez que me quedé con toda la plata casi me muero, no en-
tendía nada. Era bárbaro, me gustó, no era lo mismo que trabajar sin ver
un mango [...] Yo lo dejaba que me toque, después me agarró la mano y
me la puso en el pantalón, me dijo: mirá como me ponés, entonces yo di-
je ésta es la mía... Le saqué la mano y le dije son veinte pesos... Ah.. el ti-
po se puso blanco, me miró, no entendía nada... La mano me la sacó y
me dice “¿cómo? ¿qué? ¿cobrás?...” “Claro”, le digo, “si querés yo te hago
lo que quieras pero te cobro veinte pesos”. El viejo creía que con un po-
co de morfi me arreglaba, pero no... yo esperé que esté bien caliente y le
dije “son veinte pesos...” se la hice bárbaro, aunque no me dé la guita me
gustó verle la cara... la cara del tipo caliente y que yo le diga “me tenés que
pagar...” no sabés [se ríe]... Al final me pagó 10 pesos, no 20 como yo le
pedí... me dijo “te doy die z” y yo dije... bueno. Yo pensé... ¿viste? Nunca
tuve diez pesos para mí, entonces era mejor que cualquier otra vez...yo me
quedaba con diez para mí sola, yo... me los llevé y bueno eso era otra co. sa
Sharon
60
Quise tener novio, pero si sabe lo que hacés cagaste porque te pasa como
les pasa a todas, ¿no? Se quiere quedar con la guita, te quiere mandar, yo
ahora ya sé manejarme sola, y eso se lo tengo que agradecer a Patri, ella
me enseñó a manejarme sola. Una vez yo me puse a pensar, no… cuan-
do... así... la verdad es que no sabía... Patri ofreció ubicarme, me dijo “yo
te ubico”, y me llevó y yo le pagué y ella arregló con el dueño, pero bue-
no ya está, yo no le debo nada a nadie, nadie.
Sharon
Para Sharon que su novio fuera preso fue su salvación, porque pudo,
en realidad tuvo, que trabajar por su cuenta, y por primera vez dispu-
so de su dinero. Se siente liberada, aunque no hizo nada por liberarse.
El boliche es lindo, éste que estoy ahora es muy lindo. [...] La Patri me
dio ropa, me arregló, me enseñó a cuidarme, a perfumarme, yo era nada,
61
era de la calle, así como las chicas que ves pedir en las boleterías... Donde
estoy yo ahora es mucho mejor es más grande, no va cualquiera, yo no sa-
bía hablar, y ahora estoy en este lugar, es otra cosa.
Sharon
62
La entrevista se realiza en su casa: una habitación del mismo inqui-
linato de la infancia, mientras amamanta a su hijita de 6 meses y
prepara la comida para el marido. Refiriéndose a su hijita, dice:
“Ella es mi única amiga, yo le hablo, no sé si entiende, pero igual le
hablo, cuando sea más grande ya veré, pero por ahora es así”.
La familia autoritaria
Me vigilaba n, me volvían l oca. Estaba pedr ida sin mi novio, sin la escue-
la, mi mamá me amenazaba, me llevaba a la Iglesia. Decía que allí me
iban a sacar el diablo del cuerpo. Yo no tenía ningún diablo, pero me-
dio me lo creía, tenía pesadillas... [...] En esa época empecé a trabajar...
Horrible, en la casa de una vieja de la Iglesia que conocía a mi mamá...
no tenía tele porque era pecado, ni música, sólo la de la iglesia y... yo no
veía un mango... [...] le daba la plata a mi mamá, porque decía que yo
era menor.
63
Se escapa cuando encuentra a una amiga que le dice que ella la pue-
de ayudar. Cuando llega, se encuentra con que ésta vive en una pen-
sión y es prostituida. Cuando se le acaba el dinero y no puede pagar
la pensión, su amiga le dice que puede arreglar con el encargado.
El prostíbulo
Yo era la menor, después no, había una más chica. A mí me decían la ne-
na, pero las otras no eran muy grandes tampoco.
Desde el primer día la señora [la encargada del prostíbulo] me explicó có-
mo eran las reglas de la casa: no se podía recibir plata, no se podía elegir...
ellos cobraban y te daban tu parte [...] descontaban la casa, el jabón, y
otras cosas... [...] había varios policías y un comisario que venían siempre,
eran amigos, a esos no se les cobraba, eran amigos... [...] había que aten-
der bien, se podía salir, pero había que avisar dónde y no se podía tener
novio, ni pelearse con las compañeras, ni chuparse... [...] la que se va, no
64
vuelve, es una regla, tampoco nos podemos ver. Y el teléfono sólo para ha-
blar con los clientes o alguna vez las que tienen familia. No se sale mu-
cho. A mí cuando quise estudiar medio me miró mal la dueña, pero co-
mo le prometí que no le iba a fallar en nada nada y nunca le fallé, al final
me decían la escritora, me cargaban un poco...
Era una casa con varias piezas y un bar adelante... es sólo para los que co-
nocen... hay un portero eléctrico... los tipos pasan al bar, arreglan con la
señora, la chica, el precio... Nosotras estábamos arregladas, bien vestidas...
65
Para todos los demás estaba mal. A mí me gustaba. Me parecía divertido.
Lo que pasa es que ahí yo me descargaba, me divertía, bailaba, y si hay al -
go que a mí siempre me gustó fue sobresadonde
li r iba, ahí sobresalía, podía
bailar, que nadie me iba a mirar con cara, entonces ahí podía sacar todo
lo que tenía adentro y sentirme... me sentía bien, yo no quería irme, por -
que me gustaba, me sentía bien.
Carmen
Y conocí a una piba que le decíamos, que le decíamos B., tenía 18 años,
pero parecía de 20 o 21. Y ella trabajaba en... [un cabaret-prostíbulo],
que estaba al lado de mi casa. Una noche me pasó a buscar, pasa, y esto
que el otro nos ponemos a hablar. Mi madrina la miró, sabía que traba-
jaba al lado, todo el mundo sabía que trabajaba al lado. Nos pusimos a
hablar y me dice: “¿no me acompañás a [nombre del prostíbulo] a bus-
car algo?” [El prostíbulo] quedaba a la vuelta de mi casa. Le digo “¿no
trabajás aquí al lado?” Me dice “no, ahora trabajo en” [...]. Cuando fui,
vino B. y me dijo:
–Pregunta el señor si no querés trabajar acá…
66
–¿Estás loca? Mirá si yo voy a querer trabajar acá. A mí me cuelgan si yo
vengo a trabajar acá.
–¿Quién se va a enterar si es de noche? –dice B.
–Mirá si vienen amigos de mi mamá... Dejáme pensarlo. Cuando mucho
me ponés una mesa de truco y yo juego.
Se empezaron a reír [...] [Otra] noche me fui a X, y estuvimos hablando
un rato y se me acerca B. y me dice:
–¿Lo pensaste?
Y le digo:
–Si llega a venir algún pibe lindo puede ser que me siente y lo acompañe.
Pero “pases” no voy a hacer.
Casi los tres primeros meses pases no hacía. No me gustaba. Iba todas las
noches y hacía copas, copas, copas, copas, copas... Y una tarde llega un pi-
be, y llega con otro pibe. A ese chabón yo lo había visto 20 mil veces. A
veces me sentaba y tomaba con él y jodíamos.
–Me tenés que hacer un favor.
–¿Qué?...
–¿Lo ves al pibe de allá? Es mi hermanito.
–¿Tu hermanito? Tremendo grandulote.
–Pero es medio taradito.
Y resulta que el chavo era primerizo, que nunca había pasado nada, en-
tonces quería que yo me encargara.
–¿Qué? ¿yo? ¿Cómo yo? Bueno pero no sé…
–Dale, tiene novia y es medio tontón.
–Bueno, está bien. Dame la plata. Andá pagale a R. y llamá a tu hermano.
Con él fue el primero con el que me hizo trabajar. Y ahí empecé a traba-
jar. Comencé con el pibe y después seguí.
Esa misma noche hice dos pases más.
67
Un mes más tarde inicia una relación con el dueño. Carmen no da
importancia a esta nueva situación, porque desde el principio para
ella todo es un juego, ha sido un juego, y no ha hecho más que in-
gresar a un nuevo nivel de juego, más adulto pero no más riesgoso,
ni más terrible. Es un juego que siempre controla y que ella siente
que maneja a su antojo del mismo modo que sabe o cree saber con-
trolar a sus novios bastante mayores que ella.
Dice que su amante el proxeneta no quería que fuera prostitui-
da, pero es evidente que teniendo el poder absoluto de impedírse-
lo, no hace nada por impedirlo. Hasta hoy le está agradecida:
Él... cuando estábamos así solos me decía... [...] aprendí mucho, aparte me
fue enseñando mucho, todo lo que yo necesitaba saber, para no meterme en
ningún quilombo, por lo menos ahí adentro para no caer en nada malo me
lo fue enseñando, sabía cómo defenderme ahí adentro, y afuera yo conocía
todos los cafishios, sabía con quién me tenía que meter y con quién no.
Además no es que están todas desnudas y viene el chabón y te dice “vení vos
conmigo...” No, si un chabón no te cabe, lo apurás. [...] Te fijás en la facha
del chabón, si puede tener plata o no, si te parece que el chabón tiene plata,
lo único que hacés es decirle “me pagás una copa”. Si te dice que no, le das
cinco minutos más y le decís “voy al baño” y te perdés. Siempre cuando te
parece que es estar al pedo con un chabón porque no tiene plata, te lo sacás
de encima. [...] Yo me fijaba si estaban pasables, si eran más o menos lindos...
[Cuando se le pregunta si podía elegir] Sí... Comúnmente no es que vie-
nen los chabones, a veces vienen, pero cuando los ves entrar y te parás y
empezás a caminar, si fichaste alguno... pero no es que vienen y vamos, si
68
no hablás, tomás algo, te conviene más a vos [...] no era que vos trabaja-
bas con un sólo chabón cada noche, sino que trabajabas con un montón
de chabones. Tanto acostarte como hacer copas. Podías estar con 5 o 6
chabones en una noche.
De los cafishios habla hasta con cierta ternura. Son sus amigos:
69
pesados y de cómo otras jóvenes sin el backgroundde Carmen pue-
den quedar entrampadas sin posibilidad de escape.
Historia 4. Mercedes
70
acá y pasé toda la noche tomando cerveza y después estaba bien mareada
entonces me dieron un lugar y yo fui y me acosté y dormí... [...] Una vez
me quedé con un hombre... me dio 30 pesos...
71
no le hacía caso. Y ahí él me dio 5 pesos primero pero para mí nomás, pe-
ro no para hacer nada. Después me dio 15 pesos, y ahí él quería salir con-
migo. Y ahí yo dije que no, que no, que no; y él dijo dale... y ahí me fui
con él, en la pieza de él.
[Refiriéndose a otro cliente]
Una vez yo estaba sentada y él me dijo: “¿Me puedo sentar?” y le dije:
“sentáte”, y ahí se sentó. Yo ni le conocía y trajo helado...
[Cuando se le pregunta si era un hombre grande o un muchacho]
No, no era grande, tiene 21 años por ahí, y ahí se sentó y pagó helado y
todo y me dijo: “Podemos comer helado”. “Y bueno”, le dije. Y me habló.
Fuimos a dar una vuelta en el auto y vinimos de vuelta, eran las 4 y has-
ta las 6, después él me trajo hasta ahí abajo en mi casa; y ahí de vuelta yo
me encontré y paró y me quiso llevar a un motel y yo me fui con él...
[Se le pregunta si él le ofreció algo]
“Sí, pero dame algo.” Y él me dijo: “¿Qué vos querés?” Y yo le dije: “Sos
vos el que me está ofreciendo así que dame”. Y me dijo si yo quería salir
con él y pagó el motel y cuando yo quería mirar la tele y no me dijo más
nada.
[Las otras veces] no, una vez no más y después de eso yo nunca más le vi.
72
4. La prostitución de lujo
73
tarjeta de crédito, cuentas abiertas en casas de ropa, regalos costo-
sos, viajes.
Existen canales de intermediación explícitos, tales como agencias
para turistas o ejecutivos, saunas de lujo, hoteles 4 y 5 estrellas, clu-
bes privados, cabarets y discos de moda, o bien personalizados me-
diante contactos13 telefónicos, celulares, o avisos clasificados, y a ve-
ces directo entre el cliente consumidor y las personas prostituidas.
Lo que define esta modalidad no es sólo el precio, sino sobre to-
do la discreción, la protección institucional o el camouflage.
En esta modalidad la droga y las gratificaciones de tipo personal,
ascenso e inserción en círculos sociales aparentemente brillantes, son
a menudo ingredientes que determinan su éxito y aceptación por par-
te de quienes son prostituidos, que se pueden sentir atraídos por un
modo y nivel de vida alto, o por ciertos consumos suntuarios. Cier-
tos “servicios sexuales” orgiásticos, en grupo, parejas hetero u homo-
sexuales, etc., prácticas sadomasoquistas, distinguen en ciertos casos
también este tipo de ámbitos. (Se podría pensar que en este tipo de
prácticas no están incluidas niñas o niños. Sin embargo, se han reco-
gido en esta investigación testimonios de su presencia.)
El precio suele ser global (por la noche, la fiesta, la salida) y no
tanto por el tipo de “servicio” ofrecido, que muchas veces es “todo
servicio”.
Éste es el nivel de más difícil acceso, debido a la exigencia de
asegurar la privacidad y la identidad de las personas involucradas
como clientes (“ricos y famosos”) y de los proxenetas, y también
debido al prurito de no “difamar” lugares prestigiosos –hoteles 5
estrellas, discos de moda, agencias de modelos, etc.–. Se compro-
bó que existen adolescentes que son prostituidas cuyo origen so-
74
cial es de clase media y alta (como Marcela o Sandra). Aunque por
supuesto también en los círculos de lujo hay adolescentes proce-
dentes de sectores pobres, así como también jovencitas traficadas.
En relación con la prostitución masculina, no se ha podido cons-
tatar la presencia de adolescentes o niños provenientes de sectores
altos, pero sí de sectores medios y pobres, o “villeros”, como dicen
algunos clientes entrevistados. Los costos suelen ser altos. En al-
gunos lugares el piso es de 500 pesos. Tarifa que no incluye otros
consumos: drogas, shows, u otros servicios “extra”. El arreglo entre
el “empresario” y las personas prostituidas, cualquiera sea su edad,
o sus “propios proxenetas” varía, desde acuerdos porcentuales has-
ta sumas fijas.
Sandra
75
• el hermetismo de ambientes con códigos y reglas que garan-
tizan la privacidad de los lugares y las personas que se mue-
ven en ellos:
Hay que conocerlo por denotr[se refiere al ambiente] tiene sus formas, su
propia filosofía... [...] Vos podés adaptarte y estar bien, pasarla bien... [...]
la discreciónes fundamental.
Si estás [...] en un lugar, sabés cosas de ese lugar. Y eso que se sabe no de-
be ser dicho, nadie tiene que hablar, no se puede, es peligroso... nadie que
se meta con los grandes dealers sale bien parado y yo sé cuidarme.
Esas pibas se quemaron [las del caso Coppola], porque cualquiera que sal-
ga con ellas aparece escrachado [...] y una vez que te quemaste, moristqe ue-
mada. Fuiste. [...] Además hablaron de cosas de las que realmente no se
habla... de con quién se acostaban, de drogas...
No hay secretos para esconder, si todos saben todo [...], pero por eso mis-
mo... hay que ser discreta. No podés trabajar un día para uno y otro día...
para otro.
76
este nivel no existen las estrategias de protección para las personas
prostituidas que en cambio existen en niveles más bajos, porque los
clientes en este nivel son dueños del espacio y del tiempo. “Muchos
clientes quieren joda”, lo cual significa droga, y “no límites”. Ade-
más, estas situaciones requieren la privacidad de una casa, quinta u
otros espacios donde no es posible diseñar medidas protectoras. No
hay ni siquiera límites de tiempo.
Un caso judicial
77
Varios personajes fueron encontrados en el local allanado. Entre ellos un
agente inmobiliario... que venía a cobrar el alquiler correspondiente a seis
departamentos en “el que viven las señoritas que trabajan o concurren al
local Play Women” [...] una enfermera que manifiesta que concurrió al lugar
para […] tomar muestras de exudado vaginal y sangre a las chica[...]
s luce
[sic] la declaración de un inspector de la Municipalidadquien concurre al
efecto de disponer la clausura del local por infracción a las normas habi-
litantes, sin que lo hubiera hecho al momento de allanarse el local.15
Marcela
15 Ibid.
16 Sentencia sobre recurso de casaciónob.
, cit.
78
La información con la que se elaboró este apartadoopvrie -
ne de la lectura del expediente, de entrevistas a funcion- a
rias y funcionarios que intervinieron en el caso y testigos e
involucrados directos.
79
chicas eran reclutadas por un preceptor de un colegio secundario,
que era además el encargado de la actividad de promoción y difu-
sión de la disco. Del propio testimonio judicial del preceptor-reclu-
tador (que a la sazón tenía 45 años), surge que la joven suicida “fue
elegida para una promoción...” La modalidad de reclutamiento se
daba bajo la oferta de trabajar en “repartir tarjetas”. Hay también
actuaciones (órdenes de allanamiento) para buscar videos y fotos
pornográficas, pero no se lograron pruebas.
Se deduce también que se consumían drogas, como se evidencia
en declaraciones de médicos de una clínica del lugar que atendieron
en varias oportunidades a adolescentes que las habrían consumido.
Incluso la noche del suicidio hubo una adolescente internada por
“insuficiencia respiratoria aguda; según los acompañantes, se trata
del susodicho preceptor y otro empleado de la disco, producida por
una broncoaspiración de cerveza”. Según una nota del director mé-
dico que consta en las actuaciones, “por lo menos cuatro menores
fueron atendidas por patologías tales como insuficiencias respirato-
rias, crisis histéricas, heridas”, y siempre traídas por los menciona-
dos empleados de la disco. Cabe señalar que en esos casos, la disco
se hacía cargo de los gastos médicos. Estos datos sumados a la de-
claración de otro testimoniante, que dice “en una oportunidad mi
hermano comentó que le dieron una cerveza empezada en el boli-
che, que tomó un trago y escupió porque tenía un gusto raro, y vio
que en el fondo había un polvo blanco”.
Hay 10 testimonios de adolescentes, llamadas a declarar en esta
causa: varias de ellas reconocen que “[el preceptor] actúa como in-
termediario entre las chicas y algunos señores”. En un testimonio,
una de ellas afirma:
Por una suma de dinero que oscila entre los 300 y 400 dólares, los seño-
res pueden acceder a algunas chicas, y el que actúa de intermediario, se-
gún los comentarios es... [el ya nombrado preceptor].
80
En estos últimos testimonios describen las características del pre-
ceptor:
El contexto
Los hechos tienen por escenario una ciudad del interior del país, de
unos pocos miles de habitantes. “Es una sociedad pueblerina. Los ri-
cos viven en el centro [zona del asfalto] los pobres, del otro lado [del
81
otro lado del asfalto, del otro lado de la vía].” La pertenencia social,
el origen familiar, marcan status claramente diferenciados, reconoci-
dos y valorados. Alrededor de la plaza, que es el centro de encuentro
de jóvenes, y del resto de la población, hay confiterías, bares. La dis-
co es el lugar de diversión y reunión de grupos de jóvenes de clase
media y alta, y el lugar que el pueblo entero relaciona con el suicidio
de Marcela y con una red de prostitución y de venta de drogas.
El suicidio
82
Varias de las personas entrevistadas señalan que hubo una voluntad
de no profundizar ni indagar, más aún, que hubo amenazas, presio-
nes sobre los testigos que declararon en el proceso. La investigación
estuvo centrada en el suicidio. Y a pesar de que el mismo expedien-
te hace referencias “a comentarios que son vox populi”, nunca se ex-
plicita a qué se refieren ni se indaga directamente. Lo que es vox po -
puli es la sospecha de que el suicidio tenía relación con la red de
prostitución.
Entre los factores que se señala entorpecieron la acción judicial,
sólo citaremos algunos ejemplos:
A muchas chicas les taparon los ojos, porque les convenía, te digo más,
francamente, se los taparon con billetes. […] Nadie se quiere jugar… to-
dos te dicen, y no se pudo... esto fue turbio... Incluso a mí me costó pro-
blemas familiares, porque te imaginás el temor, el “ojo con lo que decís”,
“fijáte que es una mafia”... pero yo no me aparté [...] yo había aportado
muchos datos por trabajar en el colegio... pero me di cuenta de que [en el
juzgado] me doraron la píldora, porque nada de lo que me dijo el juez,
pasó. Es decir, a los sujetos de los que hablamos [los dueños de la disco, los
proxenetas] ni siquiera los llamaron a declara.r [...] Las situaciones aquí no
fueron para nada discretas, todo el mundo sabía a quiénes se citaba [a de-
clarar] y a estos tipos [algunos empleados de la disco, algún que otro clien-
te] me los encontraba en todas las esquinas... A partir de que se enteraron
que yo iba a declarar se aparecían en todas las esquinas.
Profesora de la escuela
83
Los propios padres tampoco querían que la justicia avanzara más.
De hecho, en el caso de Marcela sus padres no permitieron la au-
topsia. Y en los casos en que hubo padres que quisieron seguir in-
dagando, la justicia no los tomó en cuenta:
Hay tres niveles, unas que están en [...] que están un poco mejor, en las
terminales, que es mucho más bajo todavía, y alrededor de la plaza... Ahí
se animan también uno o dos homosexuales. Y después están estas otras
que no tienen drama, que todavía no es prostitució,nque se reservan el de-
recho de admisión, digamos, no van con cualquiera [claro que reconoce
que] lo hacen por plata. Y son muy bonitas y muy jovencitas [...] son es-
tudiantes, de 4º y 5º año del secundario. Tienen un cliente por vez y no
84
como las otras que [...] uno tras otro, y cuanto más mejor, pobrecitas [...].
Yo creo que no se sienten ejerciendo la prostitución, porque tienen posi-
bilidades de rechazo [...] Ésta no es una prostitución por necesidad... se
llama o no prostitución, no sé, porque eso, en definitiva [...] es saber lo
que valen. Son chicas que tienen ambiciones particulares [...] saben que
son deseables, porque son muy bonitas, muy lindas [...] que no te dicen
como estas otras [las que son prostituidas en la calle] que te dicen “dame
cinco, cuesto diez, veinte la francesa” qué sé yo, sino que directamente te
dicen “me vas a hacer un regalito” [...] Un grupito, divinas son.
Médico forense
Esas chicas que cobran 100 pesos, si quieren cobran y si no, no cobran, lo
hacen por otras razones [el no cobrar podría estar indicando que lo hacen
por gusto].
Son distintas a las otras, ésas no cobran más de 10 pesos por noche...
[que aumentan en número al mismo tiempo que disminuyen las edades
de inicio]: Hasta el año pasado no había criaturas, y estoy hablando de la
prostitución de bajo nivel, no había chicas lindas, y mucho menos homo-
sexuales, ahora recién hay uno o dos. Ahora hay chicas muy jovencitas,
12, 15 años. El 50 % o más son chicas menores de edad.
Médico forense
La disco
Esto era una sociedad que después pasó a manos de las personas que están
ahora [...], era como una empresa que existía y atrás de eso estaba lo otro.
Profesora de la escuela
85
Los clientes identifican a la adolescente que les interesa, hacen la
oferta y concretan el intercambio. De las entrevistas fue imposible
obtener información acerca de si las adolescentes percibían una su-
ma fija, si la compartían, qué porcentaje dejaban a la disco, etc. A
lo largo de otras entrevistas surgen múltiples evidencias de que se
trata de prostitución organizada:
Vos llegabas, te contactaban con la pendeja esa y vos decías... con quiénes,
bueno, yo la tengo a fulana, a fulana, y a fulana. O ellos te decían, te gus-
ta fulana y era medio garantido la fulana.
Médico forense
Los clientes no eran sólo de esa localidad, se los buscaba en otras pequeñas
ciudades cercanas, para lo cual las chicas eran vestidas con ropas de moda
y llevadas en combis para “promocionar” las fiestas que se realizaban en la
disco: te llevás la minita, bien vestidita... y esto pasaba [...] se partía de [la
disco] y se volvía a la disco; aparte, si eran promotoras, imagináte, tienen
que estar bien vestidas, porque si no, no te podés explicar el hecho de que
los tipos paguen pilcha para las chicas [...] algunos eran socios de acá [...]
sí, las llevaban por ahí [...] y en el camino andá a saber lo que pasaba, de
ahí surgía el tema de las fotos y de los videos y de los desnudos y toda esa
serie de cosas [...] algo había porque conmigo lo hablaban las chicas.
Profesora de la escuela
El reclutamiento
En el caso que estamos hablando para mí este buen hombre que tenía ac-
ceso a tratar con los chicos era un proxeneta y es hasta hoy un proxeneta.
86
A veces cuando no teníamos para la entrada nos dejaban pasar gratis.
Amiga de Marcela
Iban tomando, yo creo que era bebida y algo más, entonces la cosa era
darles de tomar, darles algo y bueno después hacían cualquier cosa.
Profesora de la escuela
Lo que el novio le pedía era que se dejara de jorobar, que no quería verla
más ahí [en la disco], que se saliera de esas promociones y esas cosas. Pa-
rece ser que esa noche había discutido con el novio. Ella tenía pánico, y
se fue a la casa, porque le habían dicho que le iban a mostrar al novio unas
fotos que tenían de ella, en las que estaba desnuda, con tipos... Ella esta-
ba presionada.
Profesora de la escuela
87
Otra modalidad de prostitución de lujo
Si viene alguien [se trata del preceptor-reclutador] y les dice “fulano anda
caliente por vos, le vas a poder sacar cien pesos si querés”, no es la típica
prostitución... el trueque no es directo, es decir “si culeamos pago y si no
culeamos no pago”. No es un contrato bien claro como la otra [la prostitu-
ción de nivel pobre] acá es cuánto cobrás, tanto por tanto, tanto por tan-
to, no hay alternativa. Acá no, viene el fulano que hizo el gancho, mirá, tal
quiere salir con vos, y después lo otro queda librado a las circunstancias...
Médico forense
88
dispositivos de control se ejercen sobre las prim.erNi
as siquiera el sui-
cidio de una joven a la que los habitantes del lugar vinculan con una
red de prostitución, droga y pornografía, alcanza para iniciar una
investigación sobre esta prostitución de lujo.
En palabras de uno de los entrevistados:
[Los homosexuales] te sacan de la lógica... yo los veía, pero creía que eran
amigos de las chicas, que las cuidaban.
[…]
89
Yo no creo que haya que aflojar ideológicamenteno , se puede cambiar la
prohibición de la prostitución [...] porque si no se creerían que lo pueden
hacer mucho más fáci,l y habría una invasión de las costumbres que es una
cosa que uno tiene que cuidar. Estas chicas, por lo menos están en la osc-uri
dad, en la noche, ocultas, donde todos somos pecadores, pero por lo menos no
aparentamos.
Médico forense
90
5. La prostitución en la calle
Introducción
91
Las condiciones en que se realizaron las entrevistas, en parques o
plazas, en bares ruidosos, con la permanente interferencia de otras
chicas y chicos que se acercaban, se alejaban, se iban, volvían, así co-
mo las limitaciones en la capacidad de concentración, las dificulta-
des para poner en discurso sus historias de vida o el modo en que
lo hacen saltando de un tema a otro, hace que muchos de los datos
obtenidos sean fragmentarios y aparentemente incoherentes.
El mayor número de entrevistas realizadas en este espacio18 obe-
dece a la mayor visibilidad y facilidad de contacto y a la correlativa
mayor dificultad de contactar a quienes están en lugares cerrados: la
calle no es la localización donde se encuentran la mayoría de quie-
nes son prostituidos ni tampoco el espacio más importante donde
son reclutadas y reclutados. Es tan sólo uno de los espacios y sin du-
da su visibilidad está vinculada con un imaginario que asocia la con-
dición de ser explotada o explotado sexualmente con situaciones de
extrema pobreza o marginalidad.
Entrevistas
92
calle. No soportaba el maltrato y el que su madre la mandara a traba-
jar como empleada doméstica. Prostituida desde los 14 años.
Sonia: 13 años. Vende golosinas en distintos bares. Si bien no ha
sido prostituida describe con lucidez la presencia constante de adul-
tos que rondan a los chicos y los prostituyen.
Estrella: dice tener 18 años, pero no aparenta más de 16 años.
Tiene los brazos cubiertos de quemaduras de cigarrillo y una cica-
triz en la mano. Fue prostituida a los 14 años, cuando se escapó de
su casa y se fue a otra provincia.
Fer: tiene 11 años. Proviene de una familia muy humilde que vi-
ve en una villa de emergencia. Actualmente vive en una estación fe-
rroviaria. Es prostituido ocasionalmente.
Fernando: tiene 16 años y está viviendo en la calle desde unos
meses antes de que se hiciera la entrevista, cuando la madre lo ex-
pulsó de la casa, debido a que él consume drogas. Prostituido a los
14 años.
Pablo: tiene 15 años. Se fue de la casa a los 8 años, abandonan-
do su ciudad, tomó un tren que lo llevó a otra ciudad porque no
quería vivir con el padre, un hombre alcohólico y muy violento.
Prostituido desde los 8 años.
Otras niñas y niños: que venden, limpian vidrios, etcétera.
Hay mucha gente atrevida en la calle... que te quiere llevar por mal cami-
no... esos hombres que te dicen vamos... ya sabés ya... [...] a ellos no les
importa que seas chiquita o grande... te dicen vamos te doy 50 pesos...
nosotras le decimos que no somos prosti, para eso están las prosti, allá
en... [nombre de calle]... Son tipos con plata, bien vestidos, todos medios
viejones, porque viste a los viejos les gustan las pendejas, no les gustan esas
viejas de la edad de ellos [...] [En los bares] te empiezan a decir cosas, em-
piezan a parlar, a hablar y nosotras nos borramos nomás... te dicen vamos
93
allá, te quieren primero entrar con chamullos pero nosotras les conoce-
mos las mañas. La mayoría que nos joden son viejuchos, viejuchos con
plata, pero por ahí son más ratas que yo... algunos dicen vamos por 20 o
alguno, fijate... yo me muero de vergüenza... nos dicen eh... te doy 5 pe-
sos y hacemos un pete copado... vamos y hacemos una chusita... por 5 pe-
sos y yo le empiezo a decir un montón de cosas y me borro... viejo de
mierda... yo puedo ser su hija... usted no tiene hija de mi edad. ¿de cuán-
tos años es su hija? Y ellos piensan que yo tengo más de 13 años, aparen-
to 15 o 16.
[Cuando se le pregunta por otras niñas]
Sí, a mi... prima a ella también ella tiene 14 pero aparenta 12 o 10 y la jo-
den... [...] unas nenas que vendían en la calle conmigo ahora son prosti...
bueno ya no son más nenas... [...]
Una vez íbamos por la avenida... y un remisero nos empezó a seguir... a
seguir... corrimos dimos toda la vuelta pero el remisero sabés... bajó del
auto y nos quería correr... empezamos a correr y pedíamos auxilio y nos
perdimos del remisero y después un día le vemos y yo salgo a correr... hay
quien nos querían llevar a toda costaH . ay algunos que te empiezan a chis-
tar así, del auto, así en cada esquina... te sigue y así te hacen... vamos.
La calle es ese espacio donde “hay que pelear siempre, más vale, si
no todos te tratan de gil”... (Fernando), donde “no hay amigos […]
Son todos enemigos” (Pablo), pero donde pasan muchas horas del
día o de la noche, o donde algunos viven, porque la familia los ha
“expulsado”, porque frente al maltrato, las violaciones, el incesto,
éste es un espacio menos hostil.
94
En la villa... viste ahí... ahí está mi casa... yo voy ahí cuando quiero por-
que a mí nadie me agarra si yo no quiero... si quiero voy... y me quedo...
o no vivo con nadie, yo estoy solo, me quedo acá en la estación.
Fer, 11 años
Un hombre pasa todos los días en un Ford... estamos todos los chicos ahí
y la llama a mi hermana [...] ellas van y dicen vamos y le dan plata y se
van [...] tiene 13, 15 [...] y le dice vamos a dar una vuelta y ellas dicen va-
mos [...] cuando para, el hombre le dice qué es lo que sabe hacer, y ellas
le dicen... Agarran siempre y después suben al auto y de ahí no sé más na-
da [...] a mí me saben decir: vamos... no andá vos les sé decir yo porque
no sé hacer esas cosas. Aparte a mí me enseñaron que esas cosas todavía
no se deben hacer, todavía soy menor.
Niña que limpia vidrios en la calle, 14 años
95
A algunos les gusta los chicos, chiquitas, entonces yo me paro, me quedo
parada como las chicas, si no estoy sentada. Me hablan, me preguntan
cuánto y salgo.
Beatriz
[El viejo] le decía a mi prima [de 11 años] “vamos a hacer el amor” des-
pués me lo dijo a mí, me decía “te doy monedas si venís”, cuando lo veía-
mos nos perseguía.
Niña que mendiga en la calle, 9 años
Una vez un pasajero, de ése me acuerdo porque pensé: “no puede haber
un tipo tan, tan hijo de puta...” yo lo levanté en la calle a la madrugada...
se pone a hablar, a hacerse el amigo... sabés lo que estoy buscando me di-
ce, tengo ganas de cogerme una nenita... yo pensé en alguien que conocía
de 15 años. Le pregunté: “¿te cabe?” Si querés te llevo... y el muy hijo de
puta me dice “no, yo quiero chiquita en serio, más chiquita, de 4 o 5
años...” [...] Después me enteré que los tacheros hacen esas transas, y se
las consiguen porque en la calle está lleno de chicos, nenas y nenes, y los
suben al auto y después andá a reclamarle a Magoya... si tenés la mente
podrida es un negocio, como me lo pidió a mí se lo pide a otro...
Taxista
El inicio sexual suele ser parte de un rito iniciático que afirma las
relaciones de protección que se establecen entre un niño y una ni-
ña o entre un varón de más edad y otro más pequeño. ¿Protección
de qué? De la violencia de otros niños, de violaciones, de que no les
quiten un espacio o algún objeto.
En las formas de inicio, ser mujer o varón marca diferencias. Las
niñas son forzadas por su amigo-novio-protector a ser prostituidas.
96
Los varones en cambio parecen tener mayores márgenes de inde-
pendencia.
Para niñas y niños, hasta cierta edad, 12 o 13 años como máxi-
mo, es más fácil mendigar. O robar, o al menos robar sin temor a
caer presos. Llegada cierta edad, ser prostituida o prostituido es una
de las alternativas que se les ofrece: es claro que de modo más ine-
ludible para las mujeres. Muchos varones se convierten en “proxe-
netas”20 de sus pares mujeres:
20 Qué es lo que hace que unos sean prostituidos ellos mismos y otros some-
tan y prostituyan a otras niñas u otros niños es un tema que merecería ser inda-
gado con mayor profundidad en futuras investigaciones.
21 Vany actualmente está en un prostíbulo.
97
Beatriz también es iniciada por su “novio”. Pero aun si en la eta-
pa inicial no hubo coacción o violencia, es evidente que sí la hubo
posteriormente. Es un tema que no está explícito en esta entrevista.
Luego cuenta que se fue a vivir a un hotel con un hombre de 46
años, teniendo ella 12. Tampoco Beatriz dice que ésta es una rela-
ción de amor ni le da otro nombre. Simplemente dice:
98
Situaciones familiares
Del interior soy... [cuando llegó a Buenos Aires] tenía 8 años, yo... mi vie-
jo se peleó con mi vieja cuando yo tenía 7 años, y ella se fue, nos dejó a
mí y a mi hermanito. Nos crió mi papá, pero mi papá me reventaba... y
yo me fui... (me vine solo) cuando estaba el tren [...] ahora nos llevamos
a las mil maravillas [pero] yo no quiero irme con él. Antes chupaba, le pe-
gaba a la mujer, pero ahora se hizo evangélico, no pega a nadie ahora...
Pablo, 15 años
No, lo que pasa es que yo tenía problemas con mi mamá, con mi papá y
con todos mis hermanos. Mi mamá no entendía por qué yo me escapaba
de mi casa. Yo me escapaba, yo me escapaba.
Beatriz, 15 años
99
Relación con las instituciones: la escuela, la policía
No, ésa es la suerte que tuve yo, desde que estoy en la calle, dos veces caí,
nada más. Pero esas dos veces una fue tres meses y otra más. Hace poco.
Pablo, 15 años
La cana viene y te echa, la gente se queja. Muchas caí, lo máximo que es-
tuve fue tres días, pero caí por robo. Tenía 11 años, robé 7 estéreos... [...]
no se puede andar por afuera, te llevan los milicos, cada vez que voy a la
plaza me llevan en cana. Los milicos ya me conocen todos ya saben que
soy de la calle y me pegan...
Fernando, 16 años
¿La policía? Nada, no pasa nada. Por ejemplo, viene por acá y me voy pa-
ra el otro lado.
Beatriz, 15 años
Drogas, alcohol
100
[Refiriéndose a un grupo de chicas que mendigan en la calle] Aparte és-
tas se dan... Pegamento seguro, pero coca también, si tiene unos mangos...
nunca las vi con coca... pero seguro...
Pablo,15 años
[Probé drogas] una sola vez... coca... me la dieron... [...] Tomo cerveza, lo
que venga... cuando no hay trabajo, o cuando alguna tiene ganas de invitar.
Beatriz, 15 años
Pegamento usan los nenitos, pero qué querés que te diga ¿qué es lo más
rico? ¿Dónde compran, qué consumen? ¿Vos qué querés? que me maten
[...] Bueno lo más rico es la cocaína, la compramos por ahí, a dos cuadras,
en la estación, los pibes a veces pasan. Cuesta 10 pesos el papelito, pero
hay que tener plata porque el pegamento vale 2 pesos pero te mata, te ma-
ta, por eso los pibes toman, cuando pueden toman, la gente, eh, yo no...
Fernando
El caso Gitano
101
Este caso trascendió a la opinión pública a partir de la difusión de los
medios gráficos y de otros medios de comunicación. Dado que fue
una denuncia que involucraba a niñas pequeñas y adolescentes, y que
había generado reacciones en distintas instancias, se consideró un ca-
so interesante para analizar qué pasaba con las respuestas de las distin-
tas instituciones cuando se producía una denuncia. Más aún cuando
se sospechaba que esta denuncia involucraba a un número considera-
ble de damnificadas, y daba cuenta de la existencia de una red con pre-
sencia en distintas localizaciones de la ciudad de Buenos Aires.
102
3. Un día después (22 de diciembre de 1992) el juez de menores
Marcelo Arias recibe a la denunciante, que ratifica y amplía la de-
nuncia. Ésta testimonia que otra religiosa había concurrido junto a
la madre en el mes de octubre a una casa donde ubicaron a la hija,
A., la cual estaba encerrada bajo llave, llevándose a la niña al hogar.
Días más tarde la menor fue a un baile y no regresó. Volvieron a
la casa del Gitano y la encontraron. La niña dijo que aguardaran y
hablaran con el “Gitano”. Al llegar éste lo amenazaron con denun-
ciarlo y de este modo permitió que la niña se fuera con ellas. Vie-
ron a otras niñas en igual situación en ese lugar. Pocos días después
A. vuelve a escaparse. La denunciante dice no conocer al Gitano
personalmente, pero lo conocen en cambio dos hermanas de la con-
gregación, que no pueden testimoniar, porque una de ellas está en-
ferma y la otra está de viaje. Declara que actualmente desconoce
dónde se encuentra la niña.
103
sario declara en la sede judicial que no ha encontrado al apodado
“Gitano”, que se llamaría Juan José Vila, porque ya no trabaja en el
lugar donde había estado trabajando antes. Al día siguiente vuelve
a informar el mismo comisario acerca de que tampoco pudo ser en-
contrado en su domicilio. Tampoco estaba en la vivienda su hijo, ni
otras niñas que fueran prostituidas Sólo halló a un transexual, un
matrimonio y dos hermanas.
104
En consecuencia, solicita protección legal y un lugar de refugio para
estas niñas y jóvenes, hasta que se arreste al Gitano.
105
junto a un sobrino de un amigo (C. B.) y que se fue con su madre
las dos veces cuando ésta la buscó, regresando voluntariamente en
ambas oportunidades. Dice asimismo no explotar a niñas y niega
relación con algunas de ellas que le son mencionadas.
106
sus contactos con C. B., V., y la hermana de la niña que murió. Di-
ce que intentará contactar a estas personas para que atestiguen.
107
le gustaban las niñas. Que fue cinco veces, pero sólo a pasar la no-
che. Que vio siempre niñas en su cama y el Gitano andaba en slip
por toda la casa. Que las niñas andaban con una bolsa de Poxi-ran.
Que el gitano le mostró fotos en las que estaba desnudo con chicas
desnudas. Que les chupaba los senos en esas fotos. Que una chica,
V., vivía con un hijo del Gitano.
108
22. Diciembre de 1993: el tribunal de apelación rechaza, con fecha 20
de enero de 1993, el pedido contenido en el alegato del defensor
oficial.
109
sin que mediaran causas atendibles, cuando pudo realizarse diligen-
cias que eran de ejecución inmediata, demora que incidió en la ca-
lidad de los testimonios”.
Instituciones involucradas:
• Justicia.
• Policía.
• Congregación de las Religiosas Adoratrices Esclavas del Altí-
simo y de la Caridad.
• Producción del programa “Edición Plus” de televisión.
• Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.
Policía Federal
110
Aquí concluye el esfuerzo policial por encontrar a un individuo
fácilmente hallable e identificable.
En el programa “Edición Plus” así como en algunas declaraciones
testimoniales ante el juez se registran denuncias o referencias al en-
cubrimiento policial de las actividades del encausado, así como tam-
bién de golpizas a una niña que declaró en el programa de televisión.
Justicia
111
Por el juzgado sólo pasaron dos de las niñas que estuvieron en la
casa del Gitano, aunque se denunció la presencia de al menos 15.
No hay informes de institutos de menores o de la policía sobre esas
niñas, siendo que muchos de ellos pasaron por esas instituciones.
No hay investigación sobre las actividades del Gitano, aunque eran
ampliamente conocidas en ciertos barrios de la ciudad donde se
concentraba su actividad y seguramente en el vecindario de la casa
donde ocurrieron los hechos.
La negligencia del juez, y la escasa colaboración policial, cre-
an las condiciones por las cuales la sentencia absolutoria es con-
forme a derecho, teniendo en cuenta que luego de dos años de
transcurridos los hechos es muy difícil reconstruirlos, y sólo se
cuenta con unos pocos testimonios que pueden ser considerados
parciales mientras no hayan sido confirmados por otros testimo-
nios coincidentes.
La lectura del expediente permite prever la absolución a pesar de
que surge de modo espontáneo la convicción de la culpabilidad del
Gitano.
Es notoria la falta de decisión por parte de la justicia y de la po-
licía de allegar con celeridad y eficiencia las pruebas que hubieran
sido necesarias para condenar al Gitano con una suma de delitos
que el Código Penal reprime con suma severidad y la sociedad toda
condena de modo igual.
112
• se origina en la fuga aparentemente voluntaria de una niña
rescatada de la vivienda del Gitano y posteriormente asistida
en la sede de la congregación.
113
ducción del programa denuncia estos hechos ante la Asamblea Per-
manente de Derechos Humanos, quien los denuncia ante el juez de
la causa.
9. El juez, presionado por la repercusión del caso cita al Gitano
–ahora sí lo encuentra–, y luego de indagarlo y comunicarle los car-
gos en su contra, le dicta la prisión preventiva el 27 de noviembre
de 1993 (11 meses después de la primera denuncia).
10. En relación con el sumario que le está instruyendo al Gita-
no, el juez cita a diversos testigos involucrados en los hechos denun-
ciados. Estas declaraciones que a veces son coincidentes pero tam-
bién se contradicen en algunos temas serán las únicas pruebas con
las que contará el tribunal para dictar sentencia definitiva. No hay
ningún aporte policial
11. Se entabla una contienda entre la fiscalía y la defensa acerca
de si hay elementos suficientes para elevar la causa a sentencia por
parte del Tribunal Superior.
12. Diecinueve meses después del dictado de prisión preventiva,
el Gitano es absuelto ante el hecho que es reprochado al juez de ins-
trucción de modo explícito: “que no realizó las diligencias que eran
de ejecución inmediata, demora que incidió en la calidad de los tes-
timonios”. Es decir, comparte el alegato de la defensa sobre la ine-
xistencia de pruebas suficientes para una condena. Esta sentencia se
ajusta a derecho e incluso, a pesar de los reproches que el tribunal
hace al juez de menores, su actuación también se ajusta a derecho
en lo formal.
La sentencia, que consagra la impunidad del Gitano y la inefica-
cia y negligencia del juez de instrucción, no hace Justicia pero se
ajusta a derecho.
Por lo que es vox populi, el Gitano regresó a su hábitat natural y
a sus actividades de siempre.
114
Conclusiones
115
6. La prostitución masculina
La homosexualidad masculina
117
mo de los varones prostituidos en relación con las mujeres, pero el
escaso número de entrevistas no permite hacer afirmaciones ciertas
al respecto. Por otra parte, muchas entrevistas dan cuenta de rela-
ciones de sometimiento y dependencia de muchos varones prosti-
tuidos a cargo de parejas-proxenetas, al igual que en el caso de las
mujeres, mientras que la existencia de prostitución organizada hace
pensar también en otras formas más “empresariales” de proxenetis-
mo en la prostitución masculina.
En las prácticas de prostitución masculina son factores impor-
tantes la división activo-pasivo y la identidad sexual del varón pros-
tituido.
En este capítulo se analizan:
• entrevistas a taxi boys,
• entrevistas a niños de la calle,
• entrevista a clientes,
• expedientes judiciales.
Edades
118
En el capítulo 5 se presentan ejemplos de niños prostituidos en eda-
des muy tempranas en la calle: Fer de 11 años es prostituido; Pablo,
que ahora tiene 15, es prostituido desde los 10; igualmente muchas
travestis han sido prostituidas a esas mismas edades. Pero también
hay niños en lugares cerrados, más o menos costosos, o entornos de
mayor o menor lujo.
De la entrevista a Miguel, que recurre a sexo prostituido desde su
adolescencia (como cliente) y ha recorrido los más variados lugares y
zonas, los siguientes fragmentos acerca de los lugares a los que con-
curre un gay a quien le gustan los chicos son muy significativos:
Hay gente que se ocupa, son los mismos del diario, pero si vos llamás te
dicen que no tienen, tenés que caer por un conocido... con contactos
conseguís cualquier cosa, cualquiera en serio, pero si vas por el diario es
sólo lo estándar. De 18 para arriba. [...] Lo que te consiguen son pibes
de 14... pero nenes, nenitos, eso es más difícil [...] [Aunque] en un boli-
che al que voy, un club, otros le dirán prostíbulo, un lugar al que no en-
trás así nomás, hay que ser socio, sólo se paga con tarjeta, no aceptan
efectivo... [...] Un lugar lindo, discreto, con un bar, arriba unas habita-
ciones; ahí había muchos pibes... Ahí nadie se mete... pibes hay, pero no
va a ir un juez a preguntarles cuántos años tienen. El juez va pero para
que le hagan el servicio. Nenitos no hay, hay chicos grandes... Pero un
chico que laburaba ahí, un día medio en joda le dije “te estás poniendo
viejo”, debía tener 17 años... [...] ¿sabés lo que me dijo…? “¿Querés un
pibito? Yo te consigo, vos me llamás a mi casa y yo te traigo uno de 8 o
de 7. Lo que quieras...”
Cliente
119
te” homosexual. Y esta coexistencia está también presente en los en-
trevistados:
Los clientes son todos viejos chotos, putos que no ligan... porque los de-
más ligan gratis.
Adrián
120
Tengo enamorados un montón... pero no les doy bola, disculpáme que
me exprese así.. No voy si no me pagan, no me gusta que me jodan [...]
Los hombres me dan asco, lo hago por plata, si no yo no haría [...] el se-
xo entre hombres es un asco, es feo, para mí es un asco, pero da buena
guita... trabajo hay.
Hernán
Son todos iguales, a ellos lo único que les importa es que vos vayas, hagas
lo que tenés que hacer, mientras ellos paguen... no quiero saber mucho,
no me gusta que me busquen siempre los mismos, no quiero saber nada...
a veces viene el mismo después de dos semanas.
Hernán
Inicio
En estos casos parecieran tener muy claro que se trata de ganar dine-
ro, que ésta es la manera que les resulta más accesible o posible aun-
que no les gusta demasiado. Tampoco quieren hacerlo durante mu-
cho tiempo. El inicio en Hernán es a través de un amigo que ya estaba
en eso, modalidad observada tanto en mujeres como en varones:
121
tarde, una noche de verano, hace como 5 años” y un tipo lo llamó
y le pagó 20 pesos ; él no sabía para qué y lo llevó a su casa.
Se reitera la idea de que pueden dejar de ser taxi boys cuando
quieran: “dentro de poco me salgo...” porque lo que hacen no les
gusta.
Pero al mismo tiempo es la única manera que encontraron de
hacer dinero.
En una noche a veces yo hago uno, hago uno y hago bastante y no quiero
trabajar más... [...] Hay noches que digo que no, me paran y digo que no.
Hernán
No, dejá de mirar películas... Porque te imaginás una mafia, pero es difí-
cil que yo tenga problemas con alguien; no, aquí no funciona así, cada
uno hace la suya.
Hernán
122
daban detalles acerca de la prostitución homosexual de lujo en Bue-
nos Aires y de la presencia de adolescentes; pero además mostraban
que a estos prostíbulos concurrían figuras conocidas en el mundo
político, artístico, etcétera.
Según declaraciones de testigos en la causa que se le sigue –por
cohecho reiterado– desde 1991, época en que el juez involucrado
era secretario de un juzgado correccional, recibía dinero a cambio
de protección a los prostíbulos.
Este caso fue muy difundido por sus conexiones políticas, pero es-
to no quiere decir que sea una situación excepcional, destacable, ni
siquiera particularmente escandalosa. Como aparece en el testimo-
nio mencionado, prostíbulos de este tipo hay muchos, y en ningu-
no les piden los documentos a los chicos para “trabajar”.
Los testimonios dan cuenta de que en Buenos Aires y alrededo-
res hay numerosos prostíbulos y boliches de lujo, tanto heterosexua-
les como homosexuales, que reciben clientes con un alto poder ad-
quisitivo, con vinculaciones con el poder y que además valoran
sobre todo la discreción.
123
Sí, un poco más, más exclusivo, saunas de lujo hay gay y no... tenés por
todos lados los de 10 pesos... Después tenés los de lujo de todo tipo, de
lujo y no de tan lujo, pero que son de lujo al lado de los otros [...] No,
claro, no cobran 10, cobran 100, 200, por ahí... yo esos no los conozco.
[...] Para ir yo voy a un lugar que esté bien, en serio de lujo, que me dan
lo que pido, que me los muestran en bolas, que no sé como decirte, lujo
en serio... [...] Para entrar, tomar lo que quieras y estar con un pibe, si
querés varias horas incluso se cobran 500...
Cliente
124
La prostitución masculina de nivel pobr e
La tetera
125
7. Travestis prostituidas.
Palermo y Constitución
127
pectáculo. Su familia supone que trabaja en lugares nocturnos. Les
envía regularmente dinero.
Cecilia, 17 años, fue iniciada en la prostitución a los 15 años en
Villa María, Córdoba. Señala que lo hizo porque lo que más le in-
teresaba en la vida era estar vestida de mujer y de esta manera no
conseguía otro trabajo. Tiene una pésima relación con la familia, que
no acepta su condición; con la única que se comunica es con la ma-
dre a la cual le manda dinero.
Laly, 16 años, nació en un pueblo del interior, proviene de una fa-
milia de clase media urbana, su padre tiene un taller mecánico y su
madre es ama de casa. Se fue de su ciudad natal a los 13 años porque
la familia no aceptaba sus inclinaciones homosexuales. Desde ese mo-
mento no tuvo más contacto con la familia y no asistió más a la es-
cuela. Su inicio sexual fue a los 8 años con un varón adulto miembro
de su familia. Con respecto a su identidad señaló que es única: “no
soy como las demás, yo tomo hormonas, pero no fui al quirófano,
¿no ves?, esto es todo mío, acá no hay plástico... yo hago citas, no tra-
bajo en la calle, estoy en un book de una agencia, soy lo que soy, no
parezco ni un macho disfrazado ni Moria Casán. Yo soy así...”
Andrea, 28 años, está prostituida desde los 18 años, momento en
que decidió asumir definitivamente su identidad de travesti y ya no
consiguió otro tipo de trabajo: “me hice amiga de una travesti que
era tucumana y bueno yo no tenía trabajo cuatro meses, tanto tiem-
po sin trabajo y me dijo que venga a trabajar y yo no quería, pero
trabajo no conseguía y empecé a trabajar y no me gusta la calle”. La
familia no acepta su actividad a excepción de la madre, que terminó
conformándose y aceptando que viva con ella y la mantenga.
Mariana, 38 años, es de Córdoba y está prostituida desde los 16
años. Fue prostituida a los 14 años. Estuvo en prostíbulos en varias
provincias del interior, hasta que finalmente llegó a Buenos Aires,
ahora está en la calle. Su familia conoce y acepta esta forma de vi-
da, ella los ayuda económicamente.
128
Situaciones familiares
Nací en Lima, nací con un hermano gemelo... Cuatro hombres y una mu-
jer, mi papá que después de seis años me cagó a golpes vestida de mujer...
[...] Mi papá (hasta ese momento)... no me dijo ni a ni e... porque él sabía,
no decía nada pero sabía, yo los mantenía, yo trabajaba siempre. De chi-
quita vendía caramelos... vendía, vendía galletas, pedía, hasta por la tele sa-
lí para que me paguen... mi mamá sabía, le daba dinero para pagar la luz,
el agua, con ella me llevo bien, con todos [...] Le mando dinero, a mi fa-
milia, allá me criticaban mucho los parientes, le decían ay su hijo es así ¡ay,
ay! Y ahora mi familia se tiene que callar, porque mi mamá compró los la-
drillos y todo y se están haciendo la casa y todo lo estoy haciendo yo, con
lo que yo les mando. Yo me compro mi ropa y como y el resto lo mando.
Valeria, 17 años
Con la única que me llevo bien es con mi mamá, con mis hermanos está
todo mal, con mi papá también, de todos mi mamá es la única... mi ma-
má no quería saber nada, le daba vergüenza, lloraba, vivía llorando... vivo
sola y le mando plata a mi mamá.
Cecilia, 17 años
129
Vivo con mi papá y mi mamá y ayudo en mi casa... piensan que trabajo
en un boliche, pero se la deben imaginar...
Bárbara, 17 años
Nosotras que somos las más indefensas, las peruanas, brasileras, y además
muchas de las de aquí no nos quieren, les sacamos el trabajo, pero noso-
tras somos discriminadas aquí, discriminadas escuchaste, porque con las
peruanas está bien que les digan sucias porque lo son, pero nosotras so-
mos las reinas, somos las que inventamos esto, somos travestis de corazón,
entonces no está bien esto... [...] Por eso muchas chicas prefieren trabajar
no en la calle. Mirá, el destino de las extranjeras es ir a lugares cerrados,
aquí nos vienen a reclutar, pero se llevan a las más chicas: a las peruanas y
a nosotras no nos quieren, ni las compañeras.
Jésica, 18 años
Inicio
130
aprendizaje de los cuidados y producción de la imagen, así como de
las modalidades, precios, códigos, etc., necesarios para la práctica de
la prostitución.
A los 10 me fui a vivir con travestis, ellas me enseñaron todo, a tomar hor-
monas... yo quería plata para operarme, entonces empecé a trabajar en la
calle con eso me hice los pechos...
Daiana, 16 años
No ahí yo bailaba [en un boliche], lo que pasa es que cuando sos travesti
te quedan pocas por hacer [empecé a venir por] falta de plata... con unas
amigas, claro, y bueno así empecé...
Bárbara, travesti, 17 años
Violencia policial
Solamente los milicos [piden plata] para no llevarte, a veces sobre todo
cuando nos ven tomando licor o cerveza en la calle, nos piden plata y le
damos. Ellos vienen y te dicen –para una cerveza– y le damos 20 o 30.
[...] Y sí, como no tenemos documentos tenemos que pagarles algo, pa-
ra el cafecito te dicen... Una vez me detuvieron, acá a la vuelta, me lleva-
ron a la 18. Me revisaron, querían ver si tenía antecedentes, y como no
131
tenía nada me botaron, pero recién a las 11 de la mañana, toda la noche
me tuvieron.
Valeria, 17 años
132
pero yo no decía nada, porque él me decía que no diga. Vos suponéte que
la persona que más querés te dice callate y te callás, hacés lo que te diga,
yo hacía lo que me diga, no había otra.
[Acerca de la edad de inicio sexual]
Nueve años. El día de la primera comunión, yo no sabía nada, pero aho-
ra te puedo decir que ese día empezamos... Él [tenía] 20... mirá... yo ten-
go 8 hermanos, bah, somos 8, mi vieja no me daba bola, era buena pero
estaba siempre cansada... entonces mi primo siempre se ocupaba de mí,
de todos los nenes, de las nenas no, pero a los varones nos daba bola, a mí
más, pero a todos nos hacía los deberes, compraba cosas, todo... Él me ha-
cía estudiar y bueno también me ayudó a prepararme para la primera co-
munión... yo tuve el traje porque él me compró, no y ese día le dijo a mi
mamá “yo lo cambio” y me llevó a su casa... ahí nomás empezó a acari-
ciarme y a decirme que era re-lindo, me sentaba en brazos y me apretaba
y yo sentía una cosa, no sé, y me mostró su pija, me dijo que le muestre
el mío y me mostró que un día el mío iba a ser como el de él y me dijo si
quería verlo crecer y me chupó para que crezca y bueno así empezamos...
de a poquito, siempre me decía que no cuente nada, era nuestro secreto...
no pensaba en otra cosa, mí mamá me decía que no lo cargosee pero yo
lo quería ver siempre a él, me trataba re-bien... siempre nos veíamos y él
me enseñaba cosas... yo le quise enseñar lo mismo a otros pibes, en la es-
cuela, pero uno me cagó a trompadas, después me echaron de la escuela
porque siempre molestaba a los pibes, decían, uno me cagó a trompadas,
pero a otro se la puse.
[Cuando se le pregunta si lo penetraban a los 9 años]
¡No, al principio no! Después, al principio él quería que yo se la ponga a
él, pero yo no sabía, pero después sí, yo no sabía nada, lo que era la leche
y todo, también él me dijo que yo era más como una nena, y que me vis-
ta de mujer, me prestaba ropa en su casa, siempre me decía que mejor mi
papá no me vea de mujer.
Laly, 16 años
133
Nomadías
Y mirá salí de Córdoba y estuve dando vueltas por Mendoza y por el Sur
en bares y boliches, todos estos años, ahora estoy aquí porque es muy có-
modo, por eso lo hago. Acá tengo el hotel a media cuadra y si no quieren
ir a ese hotel, voy al de la otra cuadra.
Mariana, 38 años, prostituida desde los 16
Tengo seis meses aquí [en el país]. De hombre entré. No, pero digo, sien-
do menor. [En relación con el documento de identidad] No, no sabían
que era menor, la fecha no la miraron, miraron la foto y listo.
Valeria, 17 años
134
Yo me ocupé de buscarme un trabajo, me quería ir a Italia, trabajar en es-
pectáculos, me gusta la noche, yo solita me busqué la forma de empezar...
pero la calle ahora no es lo mismo... yo soy bailarina, siempre trabajé en
espectáculos, yo ando viajando, de aquí para allá, me fui a Italia, a veces
vengo acá... yo vivo en Blumenau... pero siempre estoy de viaje, nunca pa-
ro, adoro viajar.
Jésica, 18 años
Drogas, alcohol
¿Drogas? No, drogas no hay, los clientes sí, pero nosotras no, yo no co-
nozco nadie que se drogue, sólo tomamos cerveza o licor, algunas vino, de
madrugada en invierno, siempre alguna trae y tomamos, pero drogas no.
Valeria, 17 años
Tomo... Un papelito cada tanto, con los clientes más, sola no.
Laly, 16 años
Sí, por aquí hay mucha droga, casi todas usan, Daiana es una, pero qué
sé yo, casi todas. Sí, aquí se vende, vienen a comprar, pero la que quiere
lo hace y la que no quiere no se droga, hay de todo. Mirá si me tapás te
muestro, no te des vuelta ahora, pero ese tipo que está enfrente vende...
Bárbara, 17 años
Laly
135
¿qué me va a dejar tanta plata? A mí me gusta ser así, tener plata pa-
ra decir, bueno, me quiero comprar esto, y me lo compro...”.
Pero la vida cuyo relato anuncia desde la primera frase: “Yo soy
así... Tendría que contarte mi vida” es una vida que permanente-
mente ha sido puesta en situaciones sin salida, de una violencia ab-
soluta.
En relación con su familia, sobre todo en relación con el padre:
Les di pena [a las travestis] porque la primera vez que fui sola me agarró
la cana, me llevó... me pegaron, me violaron.
136
sa... me cagaba a palos mi viejo... te imaginás si me mandan a un institu-
to de menores…
137
Parte III
8. Reclutamiento
Me dijo que yo no era una persona para arreglármelas sola y me dio la di-
rección de una casa/ “¿Vos estás levantando?”, me dice un chabón... “¿Le-
vantando qué?” “Para hacer plata”, me dice. Y yo le digo: “sí claro”. Me lle-
vó a su casa... tenía 10 años/ Un chabón me empezó a romper las bolas y
bueno agarro, vamos y listo/ los pibes te dicen “andá que no pasa nada” y
de última fui, por la plata/ entonces a nosotras nos obligan a... como no te-
nemos documentos a hacer esto, no es porque nos gusta ni nada/ no te creas
que la llevé a la fuerza, le dije lo que tenía que hacer, le expliqué.../ lo que
hice fue hablar con la encargada [del prostíbulo] le dije que le llevaba a una
chica joven, linda, y la llevé/ me arregló, me dio ropa, me enseñó a cuidar-
me, a perfumarme, y me llevó [al prostíbulo]/ ofreció ubicarme, me dijo yo
te ubico, y me llevó, yo le pagué y ella arregló con el dueño/ conocí a un pi-
be, amigo de mi hermana, él trabajaba y un día me llevó a casa de un cha-
bón y así empecé/ Mi novio me decía, hay que hacer esto, vos dejáte y yo
me dejaba. Y también me dejaba con los amigos/ me dijo que tenía que ha-
cer lo mismo que con mi novio, que me deje llevar, que después el dueño
del local me pagaba/ vino y me dijo, te voy a enseñar a conseguir plata... me
dijo tenés que ir con este hombre, te lleva al hotel y vos te dejás hacer lo que
él quiera/ cuando sos travesti te quedan pocas por hacer... con unas amigas,
así empecé/ la Natalia es enfermita... no sabe contar moneda ni nada... en-
tonces un tipo la agarró, la levantó y le cobraba a los hombres y se la cogie-
ron, no sé cuántos se la cogieron y el tipo ese cobraba la plata.
Collage de frases de las entrevistas
141
Los procesos de reclutamiento son uno de los aspectos más invisi-
bilizados por los discursos sobre prostitución infantil, y también en
el discurso de quienes son prostituidos. Sin embargo, su conoci-
miento es fundamental para dar cuenta de la explotación sexual co-
mercial organizada, tanto en sus formas más desarrolladas como en
las formas incipientes y para diseñar e implementar políticas de in-
tervención.
La mayoría de los niños y niñas, y de las adultas o adultos entre-
vistados que están o han estado prostituidos, describen procesos de
reclutamiento cuando relatan sus experiencias iniciales y posterio-
res. El reclutamiento incluye todas las formas de seducción, incita-
ción o coacción. Por otra parte, hay información muy amplia acer-
ca de una intensa movilidad espacial, interna e internacional tanto
de países limítrofes como de países más lejanos, a través de redes de
reclutadoras y reclutadores de las más diversas características y que
utilizan las artes y técnicas más variadas: enamoramientos, seduc-
ción, ofertas de ganancias o trabajos, secuestros, raptos, forzamien-
tos, etcétera.
Esto permite suponer que hay organizaciones que regulan ambos
tráficos o una intensa movilidad y transacciones entre organizacio-
nes que realizan los distintos tráficos.
Tanto en el reclutamiento inicial como en los posteriores, en el
paso de una localización a otra, de un espacio a otro, hay diferentes
grados de coerción. Esta coerción puede ser percibida como violen-
ta en algunas historias y pasar desapercibida en otras, cuando está
presente la seducción y se brinda el afecto, contención, protección,
etc., que no encuentra el niño o la niña en su propia familia o en
otros ámbitos (véanse las historias de Carmen, Patri, Lorena, Laly).
Si la coerción no se ve, tanto quienes son prostituidos como otros -acto
res sociales pueden percibir el hecho de prostituirse como una elección
autónoma, sin coerción: un acto de liberta. dSe ignora el hecho de que
siempre o casi siempre existen personas que inducen e intervienen,
142
no desinteresadamente, “facilitando o promoviendo” la prostitu-
ción, y luego ejercen presión para que las personas reclutadas se
mantengan dentro de ella (la historia de Marcela, que al sentirse
muy presionada termina suicidándose). Claro que también se dan
condiciones socioeconómicas, generacionales, de género y persona-
les, que son caldo de cultivo para esas inducciones. La presunta “li-
bre elección” de una niña o niño prostituido debe pasar por un aná-
lisis de las condiciones que rodean y determinan esa “libre elección”.
Las corrientes neorreglamentaristas se fundan en el principio del de-
recho a la libertad de las personas adultas respecto de prostituirse.
Cabe impugnar la noción de libre elección para una actividad que
de acuerdo con abrumadora cantidad de información se inicia en la
pubertad y por obra de reclutadores.
De hecho, los relatos muestran que la mayoría de los niños han si-
do prostituidos en situaciones en las que prostituirse podía significar
alcanzar una “situación mejor” que la que tenían; por ejemplo, fren-
te a situaciones de total desamparo, de abuso y violencia, vividas co-
mo “sin salida”; de ruptura de la cohesión afectiva en sus familias de
origen desencadenadas por diversas causas, entre ellas, el descenso del
status social y económico familiar, o situaciones de cambio (separacio-
nes, rupturas) que generan violencia, negligencia, autoritarismo y que
culminan en situaciones de abandono y desamparo de la niñez.
En muchas de las entrevistas puede verse con nitidez cómo mu-
chos de estos niños más que “elegir” han sido “elegidos” a través de
procesos de seducción diversa, en esos contextos de desamparo que
acentúan su dependencia de los adultos; y esto no sólo cuando los
reclutadores o proxenetas son personas ligadas afectivamente con
ellos (desde madres, padres, novios, hermanas, tías o tíos, etc.) sino
también cuando son extraños que asumen un rol “protector”, o ha-
cen de “maestros”, de introductores a las artes y técnicas del juego
de la prostitución, o bien ofrecen vivienda, comida o efectivo a
cambio de sexo.
143
Un niño o niña prostituida entabla relaciones y juega “juegos”
con reglas a las que puede someterse en mayor o menor medida, lo
que le permite recomponer una idea de un ejercicio de su libertad
ignorando a menudo cuán condicionada está.
Las entrevistas son reveladoras de que salvo escasas excepciones,
el inicio en la prostitución no es espontáneo. Aun en casos de niñas
y niños que “pertenecen” al “ambiente”, es decir, se han criado en
un prostíbulo o en familias donde madres o hermanas eran prosti-
tuidas, donde ser prostituido es una salida naturalmente introyecta-
da, aun en estos casos siempre existe la intervención de un recluta-
dor o proxeneta. Una historia muy ilustrativa en este sentido es la
de Carmen, una niña de 14 años, hija de una mujer que es dueña
de un cabaret-prostíbulo. Es muy notorio que su madre no quiere
que su hija sea prostituida, sin embargo, a Carmen la atrae y le re-
sulta divertido entrar de copera en un prostíbulo. Cuando Carmen
relata su historia se ve que hay todo un trabajo de seducción por
parte del propietario de un prostíbulo que le envía una “emisaria”,
la invita a divertirse y luego le propone ser copera (véase capítulo 3).
La necesidad de reclutamiento emana de las personas, institucio-
nes, empresas, organizaciones, algunas con proyección internacional,
que viven de explotar a niñas, niños, mujeres, varones. Esas organi-
zaciones cubren una amplia gama, son más o menos encubiertas,
unas precarias y otras empresariales.
En el nivel de las organizaciones la inclusión de “nueva oferta”
puede obedecer a diversas políticas de reposición e incremento de
“planteles”.
En distintas entrevistas se repiten historias de “reclutamiento
forzoso” de niñas de 13 o 14 años. Tal vez una de las más crueles es
la historia de Nelly, que tiene actualmente 55 años. Cuando tenía
13 años y luego de quedar huérfana fue contactada por una mujer
que le propuso un trabajo. Ese mismo día la llevó a un prostíbulo
de otra ciudad donde se quedó varios años.
144
En uno de los expedientes judiciales sobre un prostíbulo de un
pequeño pueblo del sur del país, surge el modo en que son recluta-
das jóvenes, muchas de ellas menores de 18 años, provenientes de
Mendoza y de Córdoba, que luego son “internadas” en prostíbulos
de los cuales no pueden salir. Justamente este expediente se inicia
cuando una muchacha logra huir del hospital adonde las llevaban a
hacerse un análisis mensual: la chica toma un taxi, llega a la comi-
saría y hace la denuncia. Referencias sobre situaciones que podrían
describirse como de rapto o secuestro, se repiten en muchas entre-
vistas en todas las regiones. De tanto en tanto alguna situación es-
talla como escándalo en los medios de comunicación. Todos estos
casos ponen en evidencia la complicidad de médicos y equipos hos-
pitalarios que se limitan a hacer el chequeo sanitario; de vecinos,
proveedores, y por supuesto de los clientes, que hacen caso omiso
de las condiciones de vida de las personas prostituidas.
Los reclutadores más frecuentes son:
• Personas prostituidasdurante muchos años que, llegada cierta
edad, ganaron la confianza de sus proxenetas, y quedan a car-
go del control del prostíbulo o local. Esta modalidad se ha
observado en prostíbulos de mujeres y de varones. En los pri-
meros, es frecuente que las encargadas de locales (la mayoría
mujeres, que se prostituían y que “son confiables”), tengan la
doble función de controlar, hacer que se respeten las reglas y
también contribuir a mantener un plantel permanente. En
locales de prostitución masculina, esta función la cumplen
varones. Presentar una “nueva candidata” o un “nuevo candi-
dato” es una tarea que suele representar un ingreso extra.
• Cafishios: se trata de novios. Reclutan por “enamoramiento”
u ofrecen “protección”. Muy a menudo son los que interme-
dian con los dueños de prostíbulos, saunas, etc., ofreciendo
“su mercancía”.
• Modalidades más capitalista:s oficinas de reclutamiento (con
145
avisos más o menos encubiertos en diarios, etc.), agencias de
artistas, modelos, gimnasios, restaurantes, salas de juego.
• Grandes organizaciones con acción en el nivel internacional (trá -
fico internacional): ofertas más o menos encubiertas de trabajo
en otros países, combinadas con métodos coercitivos explícitos.
• Proxenetas: en la calle, y siempre que no sea parte del “gran
negocio” que es ese sector de la prostitución callejera que se
alimenta de mujeres traficadas, sino cuando se trata de peque-
ñas redes o de independientes, la forma más frecuente es el re-
clutamiento directo por parte del proxeneta. Ofrece vivienda,
“trabajo”, seguridad, incluso afecto y pertenencia social.
• Familia : madres, padres, hermanos u otros familiares pueden
funcionar como proxenetas.
• Boliches, discos, lugares de diversi:ónson lugares donde la
atracción es el ambiente, la calidad de vida, el alternar con el
lujo, el dinero, el baile, la “gente linda”, etc. Aquí también los
dueños de los lugares utilizan técnicas de seducción para con-
formar planteles de chicas o chicos que atraigan a la cliente-
la. Muy a menudo los jóvenes captados por proxenetas y “em-
presarios” de este “negocio” que en algunos casos está ligado
a otros se convierten también en pasadores de droga. El trato
no es necesariamente violento –aunque hay indicios de que
puede serlo– siempre que no se transgredan ciertas reglas.
• Amigas o amigos:que ya están prostituidos. Se ha detectado
un reclutamiento activo por parte de amistades que ya están
prostituidas, y que de maneras más o menos abiertas invitan,
alientan, intermedian con clientes y proxenetas.
• Clientes: que inducen a niñas y niños, muy pequeños. Se tra-
ta en muchos casos de niñas y niños que están en la calle ven-
diendo flores o limpiando vidrios, que reciben ofertas explí-
citas o son engañados.
146
Como complemento de este punto, y para ilustrar las afirmaciones
anteriores, adjuntamos fragmentos de entrevistas a niñas, niños y
adolescentes, así como también a algunas otras personas involucra-
das en prostitución, sobre las diferentes formas de reclutamiento y
los distintos tipos de reclutadores.
Unos hombres... [...] dicen vamos a dar una vuelta [...] no, andá vos, le sé
decir yo, porque no sé hacer esas cosas... aparte a mí me han enseñado que
esas cosas no se deben hacer todavía.
Sonia, 13 años
147
Me encontraba caminando solo por la peatonal (16 años tenía) y se me
acercó una persona y me dijo “¿querés ir a tomar un café a mi casa?” Inoc-en
temente fui a la casa y me pusieron videos... yo no entendía bien qué era
esto de cobrar, me daban lo que querían.
Tin, 20 años
s… con
Sí, los viejos te regalan fichas y te dicen vení y vos si querés vavoy
ellos, por diez pesos voy... Ahí a la plaza.
Fernando, 11 años
La primera vez fue en San Juan, queríamos salir y no teníamos plata [...]
el chico amigo mío los conoce a los hombres de la plaza. Paró el auto, su-
bimos, conversamos, muy buena onda el hombre [...] Y bueno, pasó [...]
a mí la amistad me llevó a esto.
Jorge, 18 años
Necesitaba plata una vez, yo andaba llorando por la calle y decía cómo
consigo plata, me van a matar en mi casa, entonces ella [mi amiga] me di-
jo: “si querés conseguir plata tenés que hacer una cosa, pero yo te digo”,
me dijo ella, “si querés hacerla, hacéla, te van a pagar”, que salga con un
señor, pero tampoco ella me obligó, sólo me dijo que si quería salir con
ese señor que me iba a dar plata.
Natalia, 14 años
148
Desde los 14 años... empecé a salir a trabajar así... o sea... yo me paraba
con las pibas pero yo no quería trabajar me hacía la boluda y no trabaja-
ba porque tenía miedo... no miedo sino que no me animaba y después sa-
lí con uno que era cliente de ellas.
Andrea, 15 años
149
nía que trabajar porque él quería comprar pala para vender. Que tenía-
mos que hacer una inversión, los dos teníamos que invertir, él se ocupa-
ba de conseguir la merca, de hacer la transa y de venderla... pero... es-
te... a mí me tocaba la parte... este... de conseguir la plata [...] vino un
día y me dijo “mirá, tenés que ir con ese hombre, te lleva al hotel, vos
le hacés lo que él quiera, te dejás que te haga... así”. Y yo le dije: “¡ni lo-
ca! ¡Andá a trabajar vos si querés plata!” Yo nunca pensaba que era en
serio que él quería que yo haga esto... Entonces me pegó en la cara pe-
ro me pegó refuerte y me dijo que vaya y que no lo haga quedar mal que
él ya le había cobrado al tipo y que yo tenía que ir... Yo fui porque no
sabía qué hacer con... le decía que no, vos suponete, le decía que no, pe-
ro después yo tenía que estar con él, si no qué hacía así en la calle, sola
no me iba a quedar.
Sharon, 17 años
Acá había hombres que venían a buscarme para trabajar, llevarme a traba-
jar... que me querían hacer el documento trucho, todo eso, pero no, por-
que para darle la mitad a ellos. Prefiero laburar acá sola y llevar plata a mi
casa. [...] Después vinieron más hombres:
–Sos mayor
–No –les digo y dice:
–Si sos mayor podés trabajar en una whiskería. –Y dice: –Mejor para vos.
Y le digo yo:
–¿Y cuánto me van a pagar?
Dice:
–La mitad para mí la mitad para vos.
Y no, yo no quería, no.
Jenny, 17 años
150
Bueno llegó un pendejo a la plaza me conoció, yo sabía que estaba en una
agencia, y que era socio de la dueña [...] me ofrecieron trabajar, no me
preguntaron la edad.
Eduardo, 16 años
Se me acercó un tipo muy bien vestido, que me preguntó: “¿Sos del inte-
rior?”, y si buscaba trabajo. Terminamos en un café y ahí me di cuenta de
que lo que me estaba ofreciendo era un trabajo de puta.
Susana, operadora de un Programa del Consejo
Nacional del Menor y la Familia
Me dijo que yo no era como para arreglármelas sola, y vino con la nove-
dad de una casa en Avellaneda, y bueno me fui a ofrecerme, tenía 14 años.
Lorena, 19 años
151
conmigo es denigrante [...] qué pasa, si nosotras queremos trabajar en otra
parte, nos tiene que llevar un hombre, sea amigo o lo que sea, se tiene que
hacer pasar como marido para llevarnos a trabajar a otra parte.
Dueña de prostíbulo, 28 años
El tráfico de personas
152
de 1979, los pactos de Derechos Humanos, la Convención contra
la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, La Convención sobre los
Derechos de los Niños y la Convención sobre la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer, marcan importantes avances en la rede-
finición del concepto mismo de explotación sexual. De modo que
en esta última convención (ratificada por la Argentina) la prostitu-
ción es definida como una de las formas de violencia hacia las mu-
jeres. Aunque su definición mantiene la distinción señalada entre
prostitución forzada y no forzada.
Las denuncias periodísticas de tráfico son el resultado no tanto
de la magnitud que tiene este tráfico, sin duda enorme, sino de la
trascendencia que alcanzan en los medios algunos procesos judicia-
les. Procesos que son comunicados a la opinión pública en sus inicios
con gran espectacularidad, pero que suelen culminar con algunas re-
patriaciones y sin pruebas suficientes para condenar el proxenetis-
mo y el tráfico.
En los allanamientos de prostíbulos, cabarets, departamentos,
whiskerías, etc., en los que se ha constatado la presencia de extran-
jeras indocumentadas, siempre se ha encontrado un porcentaje de
menores de 18 años. Y por cierto, esto que es un dato que “compli-
ca” la situación de los empresarios-proxenetas-traficantes, no se sue-
le destacar en ninguna noticia como relevante, y cuando lo es no se
traduce necesariamente en condena judicial.
A continuación, se incluye información muy fragmentaria sobre
tráfico de manera separada. Aunque puede ser también una de las
formas de reclutamiento, lo trasciende…
El tráfico interno
153
ción, pero no necesariamente un traficante. Un novio o cafishio,
una amiga, incluso una madre, un padre, una hermana, etc., pue-
den ser quienes inician a una niña que luego es incorporada a cir-
cuitos más organizados. Estos reclutadores (iniciales) no son gene-
ralmente traficantes.
Traficante es quien provee, intermedia y lucra al proveer mujeres
y niñas a prostíbulos y organizaciones más complejas, organizando
sus traslados de un lugar a otro, intermediando entre distintas orga-
nizaciones –cabarets, prostíbulos, saunas, etc.– de distintas localida-
des o provincias.
El traficante puede traficar niñas o mujeres que han sido prosti-
tuidas o bien ser un reclutador que con engaño o seducción intro-
duce en la prostitución a niñas o adultas.
El ejemplo más difundido, pero no el único, es el traficante in-
ternacional, ya sea que trafique personas de países limítrofes o de
países lejanos.
En el trabajo de campo, en noticias periodísticas, en expedientes
judiciales, se encuentran numerosos testimonios de este permanen-
te tráfico de zonas rurales a urbanas y viceversa, del norte al sur, de
una localidad a otra, bajo “sistema de plazas”24 u otras modalidades.
La rotación de mujeres y niñas prostituidas contribuye a la diná-
mica del negocio de la prostitución, al ampliar la masa de personas
explotadas, incorporar chicas “nuevas y frescas”, o con característi-
cas distintas.
Es evidente que el tráfico se mueve al compás de una demanda
incesante, continuada. Factores tales como el envejecimiento y las
enfermedades y otras defecciones de las mujeres prostituidas, la ne-
cesidad de renovar planteles y ofrecer lo mejor, justifican una movi-
154
lidad constante y fuera de las fronteras del país e incluye a niñas y
adolescentes.
A continuación transcribimos fragmentos de entrevistas, fragmen-
tos de noticias aparecidas en distintos medios gráficos y fragmentos
de expedientes judiciales de distintos lugares del país que dan cuen-
ta de la existencia de circuitos de tráfico interno.
Fragmentos de entrevistas
Ellos vienen ahí donde estamos y nos preguntan si queremos ir a... Río
Negro, el otro día vino un auto negro y nos preguntó si queríamos ir a
Río Negro a laburar allá, entonces nosotros le dijimos que no, que de acá
no queríamos salir, entonces nos preguntó adonde podía encontrar chicas,
nosotros los mandamos al centro, es la única forma que podían encontrar
chicas como ellos quieren. Aparte ellos buscaban chicas que sean solas,
que no tengan familia, y que estén en buen estado su cuerpo.
Adulta prostituida
Una señora rubia que ahora no sé dónde está, el otro día llegó y nos
ofreció venir a buscarnos. Ella sacaba un tanto por ciento y un tanto
por ciento nos daba a nosotros... Esta señora está trayendo chicas de
Córdoba, hay chicas de Córdoba, de Formosa y de Buenos Aires. Tres
chicas y tenían que venir tres chicas más, una de Jujuy, de Mendoza y
de otra parte, no sé de dónde. Vino exclusivamente, paró ahí y nos es-
taba explicando.
Adulta prostituida
155
Chicas del norte que van al sur, que trafican con chicas... sin ir más lejos...
se escaparon... la llevaron a La Rioja, estaban listas para llevarlas a Panamá.
Adulta prostituida
La semana que viene vienen dos chicas de Santa Fe, van a vivir acá, son las
que hacen plaza, están 15 días acá, 15 días en otro lado y se van para otro
lado, la plaza son quince días... aunque a veces están 20 días, o un mes.
Informante, cuidador de prostíbulo
Pero parece que todo estaba escrito. [Cuando tenía 13 años] una señora
conocida me pidió que la acompañara a la casa de una cuñada y caminan-
do por la calle una chica que conocía me llama y me dice que estaba tra-
bajando en el barrio... donde estaban las casas de tolerancia, que le llama-
ban.[...] Esa chica me presentó a una señora, que me dijo que tenía una
pensión en el interior de la provincia y me ofrecía trabajo. Como yo me
quería ir, pensé que era la oportunidad. Viajamos enseguida, nos queda-
mos en… [mención de ciudad cercana] un par de días, porque no tenía-
mos combinación. Después me di cuenta de que el apuro de la señora por
sacarme era porque con todo lo que me pasaba tenía que agarrarme en ese
momento para que no me arrepintiera.
Bueno, a los dos o tres días llegamos al pueblo y caminamos hacia la pen-
sión. Pero, fijate las casualidades, cuando estábamos llegando me encuentro
con un gendarme que había sido vecino de mis padres. Nos saludamos y le
conté lo que me había pasado y que estaba allí por trabajo. Pero él sabía que
eso no era una pensión. Me lo dijo y me pidió que pensara bien lo que es-
taba haciendo. Pero yo ya estaba decidida, además no tenía otra salida. Nos
despedimos llorando y me instalé en el lugar. Entonces me dijeron cómo era
el trabajo y comprendí que estaba en un prostíbulo. Ya me dieron docu-
mentos falsos, que me sacaron de apuro, así empezó esta nueva vida. Muy
dura, durísima, imposible de aguantarla si no estás preparada. A mí no me
quedaba otra. Era solamente una salida para mi situación de huérfana.
Nelly, 55 años
Notas de diarios
Los fiolos se contactaban con muchachas de la zona [con referencia a lo-
calidades de la provincia] a quienes traían a esta capital engañadas con
156
propuestas laborales atractivas. Una vez bajo el control de la banda, las
muchachas eran encerradas en cuartuchos mugrientos y con amenazas de
muerte eran obligadas a ejercer la prostitución.
Diario Río Negro, 6-2-1996
Confirman en Santa Cruz que chicas del Chaco fueron llevadas para ejer-
cer la prostitución, dice el titular del diario Norte de Resistencia, del jue-
ves 28 de mayo de 1995. En esa noticia se informa sobre varias situacio-
nes, entre ellas, el caso de dos hermanitas menores de edad que habrían
llegado a Río Gallegos [...] engañadas y dedicadas a la prostitución. Dos
menores de 17 y 14 años fueron víctimas de una red de prostitución. Las
jóvenes residentes en Barranqueras fueron engañadas y trasladadas al sur
del país para trabajar en el negocio del sexo. Un acto riesgoso de una de
ellas permitió poner al descubierto la maniobra.
El Diario, Resistencia, 8-6-1998
157
igual que las otras chicas que trabajan allí a realizar pases, es decir mante-
ner relaciones sexuales por dinero.
Expediente judicial, provincia de Neuquén, 1994
El tráfico internacional
158
Sus expresiones de miedo se completaban con la cercanía de quie-
nes las “controlan”, que en algunas ocasiones se acercaron en forma
amenazante. Es ilustrativo el siguiente fragmento de las “Notas del
trabajo de campo” de Buenos Aires, diciembre de 1998:
159
los que van cambiando son los circuitos. Tampoco son un fenómeno
reciente las dificultades para desarmar las redes. Algunas denuncias
judiciales abren larguísimos procesos, cuyo resultado muchas veces
queda en aguas de borraja.
Diálogo 1
Diálogo 2
160
te quieren pagar... Entonces a nosotras nos obligan a... como no tenemos
documentos, a hacer esto, no es porque nos gusta ni nada. Yo digo, cuan-
do tenga mi plata que pague mis compromisos que hice para venir acá, y
tenga mi pasaje, me voy. No me voy a quedar esclava yo acá...
–Y ¿cómo te va? ¿Se gana plata?
–No se hace nada, está mal.
–¿Cuánto cobrás por cliente?
–Treinta, depende, pero más o menos treinta.
–¿Cuántos clientes tenés por noche?
–A veces ninguno.
–¿Vos pediste plata prestada para venirte?
–Sí.
Con la voz muy angustiada:
–Para comprar el pasaje y la visa y el pasaporte le pedí plata al banco, le
di mi casa al banco y me dio la plata.
–Contános de dónde sos.
–Yo soy dominicana.
–¿Cómo viniste para acá?
–Vine en avión, buscando un porvenir, pero me ha tratado muy mal la
Argentina. Fíjate que hemos tenido que tener un trabajo que verdadera-
mente no es considerado para nada, por nada.
–¿Cómo se te ocurrió venir?
–Y... me habían comentado que acá se podía vivir mejor, una porque es
liberal esto acá, a nadie lo prohíben nada y eso es muy importante porque
mi país tiene más muertos que vivos por hablar... y eso...
–Y ¿viniste sola?
–No, un montón venimos.
–¿Cuántas?
–No, no tengo idea. Cuando vine, fui a Rosario, empecé a buscar trabajo
y no encontré, porque no tengo documentos, y porque no hay, ni para los
argentinos hay trabajo, te imaginas para una que no es argentina.
–¿Y no tuviste problema para entrar al país?
–No, yo entré como turista, con la visa, el pasaporte, todo.
–¿Cómo se te ocurrió venir a trabajar a la calle?
–Para mí... qué sé yo... no sé, no, no sé.
–¿Te trajo alguna amiga?
–No, no sé.
161
–¿Siempre trabajaste en la calle?
–Sí.
–¿Y? ¿cómo te va?
–No es ni bueno ni malo [...]
–¿Y en tu país trabajabas?
–No, de esto no, trabajaba de otras cosas. Porque en mi país trabajo hay,
pero lo que pasa es que la plata no rinde, se gana poco.
–¿Hay otras chicas, así o más chicas?
–Sí, si vos caminás hay varias chicas en cada esquina ¿no ves? Nosotras no
sabemos ni la edad ni siquiera el nombre verdadero, bueno nos vamos...
R., dominicana
162
Un centenar de mujeres extranjeras que eran obligadas a ejercer la prosti -
tución fueron liberadas por la Policía Bonaerense, en dos procedimientos
contra las organizaciones de tratantes de blancas, realizados en Necochea
y Tandil (dos ciudades de la Provincia de Buenos Aires) en el que fueron
detenidas 9 personas. En los operativos, realizados en la madrugada del sá-
bado en 22 locales nocturnos, se secuestraron, además, armas de guerra y
drogas, según informaron fuentes policiales.
En Necochea, a 150 km de Mar del Plata, fueron detenidas 3 personas
que tenían en su poder 200 gramos de cocaína, otras dos acusadas de fa-
cilitación de la prostitución y dos más de portación de armas. En los ca-
barets y whiskerías allanados se detectó la presencia de 60 mujeres domi-
nicanas que se encontraban ilegalmente en la Argentina y que eran
obligadas a ejercer la prostitución. También se encontraban siete argenti-
nas, tres uruguayas, una brasileña y un travesti chileno.
En forma paralela, se realizó un procedimiento en Tandil, donde fue-
ron detenidos dos hombres que tenían en su poder 250 gramos de mari-
huana, tres armas de guerra. En uno de los locales fue descubierta una
adolescente que trabajaba como mesera, por lo que se inició una causa por
corrupción de menores. En este procedimiento también se rescataron 38
mujeres, oriundas de Puerto Rico, Venezuela y Colombia, a las que tam-
bién se obligaba a ejercer la prostitución. Las mujeres indocumentadas
fueron puestas a disposición de Migraciones para devolverlas a su país de
origen.
163
en este caso, sino también de los miles de clientes que circulan por
esos prostíbulos.25
Tanto en el caso del tráfico nacional como del internacional, es
evidente que existen articulaciones entre redes –probablemente
muy diversas–, pero que dan cuenta del nivel de organización, que
requiere métodos muy específicos de captación y reclutamiento. Al
mismo tiempo que el volumen de personas que son traficadas indi-
ca múltiples complicidades ya que se deben sortear muchas trabas
formales (en el caso de menores de edad, trabas inmigratorias, au-
torizaciones, etcétera).
Aunque muchas de las mujeres y jóvenes traficadas sepan que
vienen a prostituirse, en el caso de “menores de edad”, se trata de
un tráfico doblemente ilegal. El hecho de que algunas personas,
adultas y menores, hayan venido sabiendo que se trataba de prosti-
tución no invalida la existencia de los delitos: proxenetismo y trata
de personas. Y por otra parte hay también suficiente evidencia acer-
ca de que muchas de ellas no sabían a qué venían.
164
9. Los clientes
Son tipos comunes, como cualquiera, hay de todo, de 20, de 30 de 50/ hay
tipos que les gusta atarte, pegarte, que les pegues/ los que no pueden aca-
bar, los que se drogan mucho/ tipos casados, abuelos/ hoy de 10 clientes, 8
se drogan/ algunos les gusta los chicos, las chiquitas/ yo sé de tipos que se
van a las villas y se hacen traer pibitos de 5, de 6/ tienen guita, se les nota.
Autos más o menos nuevos, ropa buena, no son unos tirados/ cuando ves
un guachito que está bueno, te acercás, le ofreces unas fichas, y si las agarra,
ya está, está en la transa/ yo los elijo por el culo, que tengan buen culito/ a
mí me gustan de 11, 12, ni muy, muy, ni tan tan/ van milicos, van viejos,
casi siempre gente de plata, una vez fue un diputado/ clientes son todos vie-
jos, putos que no ligan/ si ves un tipo grande de saco y corbata con un pen-
dejo hay guita de por medio, seguro/había un tipo que era muy bruto, muy
bruto, te pegaba, te agarraba del cogote, a una de las chicas casi la ahoga/
además estaban los amigos, porque no se les cobraba, el comisario...
Collage de frases de las entrevistas
165
lectaron en el desarrollo de esta investigación, sólo dos se refieren
especifícamente a los clientes. Una de El Diario de Madryn, del 11
de marzo de 1999, firmada por Nadia Güizo titulada “Hay que de-
nunciar a los clientes adultos”, en la que la Subsecretaría de Desa-
rrollo Humano y Familia dice que “se necesita poner atención en los
clientes adultos que si no fueran a buscar sus servicios [de las niñas
y niños] no estaríamos hablando de prostitución”. La segunda, del
diario del Chaco, Norte, del 20 de diciembre de 1998, es un artícu-
lo firmado por Teresita Benítez, titulado “Los clientes”, que hace
apreciaciones acerca de la sexualidad masculina y la prostitución.
Las mismas características se reiteran en las entrevistas realizadas
a integrantes de instituciones, e incluso entre quienes son prostitui-
dos. Como si los clientes sólo fueran receptores pasivos, un produc-
to de la “oferta”. Se invierte de este modo y se oculta así el rol fund- a
mental, protagónico, de la demanda.
Por otra parte, la información recogida no permite trazar un per-
fil de “cliente”, al menos desde un punto de vista sociológico: hay
jóvenes, no tan jóvenes, personas mayores, heterosexuales, homo-
sexuales, médicos, dentistas, arquitectos, psicólogos, abogados, jue-
ces, policías, obreros, estudiantes, patrones, empleados, artistas, em-
presarios, solteros, casados, solitarios o en grupos, etcétera.
En las escasas entrevistas (seis) que se han podido realizar a clien-
tes, éstos reprochan a quienes son prostituidos interesarse sólo por
el dinero, ser insensibles e inconmovibles, no sentir nada, o por el
contrario gozar y además cobrar por ello. (Ya en Quevedo y Mora-
tín, entre otros autores españoles de hace unos siglos, se encuentran
esos reproches a las mujeres prostituidas, y ninguno a los clientes,
quienes, como dice Sor Juana Inés de la Cruz, son la causa de aque-
llo que reprochan.)
Se transcribe a continuación información procedente de las en-
trevistas a chicas y chicos de todas las regiones que dan cuenta del
papel de reclutador inicial que puede tener el cliente.
166
El cliente como reclutador
,
Uno no puede tener la caradurezporque yo vi la primera vez que vine a la
plaza... tener la caradurez de sacar un menor, sobornarlo, para que tenga er -
laciones con él.
Edgardo, 15 años
¿Quiénes son?
167
son eternos son siempre... siempre llega alguien... siempre llegan nuevos,
sabés qué pasa, quieren probar y bueno... eso como que va disminuyendo
y va aumentando... me entendés.
Corcho, 29 años
Algunos son muy asquerosos, algunos son buenos, hay de todo, viejos, jó-
venes, de toda edad, viene en el auto [...] algunos van caminando, algu-
nos parecen señores, pero no lo son, pero no son todos mariquitas, pero
te das cuenta por cómo caminan por la calle, por la forma de mirar a la
gente, camina muy despacio, cuando están buscando un chico caminan
más despacio.
Hernán, 16 años
Yo no sabía que a los tipos les gustan así... pibitas. Pero les gusta porque
no les pagan nada, se las llevan y les dan unas monedas lo mismo que pa-
ra abrir la puerta o para comprarles una pavadita, los tipos que venden co-
mida y así son los peores, porque le dan a las pibitas comida, no te creas
que una comida especial, nada, lo que les sobra pero en vez de dársela así
nomás como hacen algunos, no, hay unos que se aprovechan y se llevan a
los pibitos y a las nenitas... [...] Un tipo que trabajaba en la panchería que
salía conmigo, me llevaba atrás al negocio y me decía que yo le salía muy
caro porque tenía que pagarle al Ariel... en cambio él podía tener a cual-
quiera de las pibitas por un pancho, pero a mí me tenía que pagar [...] lo
que más se hace así con estos tipos en la calle, lo que más hacen con las
pibitas es que les chupen, es lo que más sale, lo que más se hace, es lo más
rápido y lo más barato... lo tipos quieren eso [...].. Lo que pasa que una
piba a esa edad si nadie le dice la posta no entiende nada... la piba tiene
diez, es rechiquita [...] el tipo se calienta con la pendejita, no me pregun-
tes por qué pero se calienta, no con un minón, se calienta con la pendeji-
ta, el tipo le da unas monedas, la piba le agarra el pito, por ahí se lo chu-
pa, le hace la paja, así el tipo se arregla, ¿entendés? No se hace problema
con nada, él no le puso la mano encima, ¿quién va a decir que le puso la
mano? ¿Eh? No le arranca un pedazo... la cosa queda así, un día una, otro
día un pibe y el chabón piensa que le da una mano ¿entendés? Es el bue-
no que le ayuda a los pibitos de la calle.
Sharon, 17 años
168
Muchos trabajan en casa de gobierno, en la cámara de diputados, son in-
genieros, empresarios, son electricistas... hay miles de cosas... [...] todos en
auto... y son todos los que pisan fuerte, vamos a decir... [...] hombres de
edad... [...] sí, hasta hay de 60 años, hasta hay de 71. [...] Jóvenes no pa-
san tanto... hasta ahora... más los viejos. Los hombres de edad, de 40, 50
y ahí la llevamos, jóvenes no hay casi.
Marisa
Los clientes que yo tengo son todos del interior, uno es de Saénz Peña,
otro es de Plaza y de La Escondida, y un hombre es de acá. [...] Uno es
empresario, el otro trabaja en vialidad, el hombre de acá es viajante, bah,
levanta pedido, el otro hombre que sabe venir y me paga bien es de la em-
presa de acá de Sancor y otros dos son viajantes. O de Formosa, los car-
niceros de Formosa también.
Karina
Fijos, fieles, buscan a esa misma persona, y si esa persona no está, bueno,
se va o viene más tarde o vienen otro día, ¿viste? Pero suelen ser fijos los
clientes.
Gustavo
En la calle hay mucha gente atrevida... esos hombres [...] A los viejos les
gustan las pendejas... te empiezan a decir cosas, te empiezan a parlar...
ellos dicen... la más grande no, la más chica.
Sonia, 13 años
Yo tengo un par de personas que conozco, y hace como cuatro, cinco años
que los conozco, ellos son casados y gente con mucha plata [...] por ejem-
plo él se ha hecho amigo de todas las amigas que yo tengo y todas van ahí
y él sale con ellas, porque son chiquitas, porque él dice que no están tan
pasadas como las mujeres grandes. Tienen 13, 16, 14, 15.
Nora, 16 años
169
Viejos con plata [...] 50 para arriba, 60, gente que no puede ¿cómo te pue-
do decir…? Levantarse una mina.
17 años
El perfil del cliente varía, puede ser un cliente joven, puede ser un clien-
te viejo.
Tin, 20 años
Ellos todos tipos que... sabiendo que pueden tener mujeres para ellos so-
los, las que quieran, cómo pueden ir a buscar una chica de 13, 14 años,
15, eso es lo que me impresionó, ver a [...] ver a mucha gente, como ser
[...] una vez vi al doctor [...], también lo vi a [...], también lo vi a todos
ellos, me impresionó bastante, una gente así... Porque viste esos jueces,
que están ahí con las menores, que esto que el otro, como pueden ir a bus-
car... Yo a [...] lo conozco mucho [...] Yo cuando lo vi, me dijo:
–Qué hacés vos acá.
–Usted qué hace acá.
–Vos qué hacés acá.
–Yo soy cocinera –le digo, –y usted qué hace acá.
–No, vengo a acompañar a mis amigos a tomar un trago.
–Ah, bueno, le digo, que lo disfrute, bueno, bueno.
Agarró y llamó a una de las chicas, o las chicas fueron se presentaron se
las llevó en el auto. Le digo:
–Adónde van.
Me dicen las chicas:
–No, vamos a comprar cigarrillos.
–Vení en veinte minutos –le digo.
–Bueno –me dice. O sea que... se las llevaba.
Paula, 13 años
170
que trabajan con minas, con mujeres grandes... le gustan más las meno-
res, son más pervertidos, digamos. [...] El jefe de... este... ¿cómo se llama?
Siempre me olvido el apellido... los... los dos hermanos, este [...] quién
más... nunca dejó, por más que hayan dicho que se le cayó el negocio,
nunca dejó de trabajar... adentro de la cárcel tenía un teléfono, estaba el
socio. [...], la mujer y [...] los dos, los dos... el ex comisario... que también
trabaja para uno que no sé... para quién es que trabaja... después este...
quién más, no sé, son muchos... o sea son muchos, digamos los capos.
Vany, 17 años
Sí, lo que pasa... bueno, a mí ese hombre [se refiere al juez] siempre me
gustó, fue una de las personas que yo salí que más me gustó estar con él,
a pesar de que me daba miedo por saber lo que era. [...] Pero, fuera de eso
para mí él fue siempre una excelente persona.
Valeria, 16 años
171
Parte IV
10. Los contextos. Poder sexual,
económico y generacional
A ella [refiriéndose a una niña que ella misma llevó a un prostíbulo cuan-
do tenía 13 años] le pasó casi lo mismo que a mí, no lo mismo, es distin-
to, pero casi igual. La vida es una mierda para las mujeres, es una mierda.
175
Siempre digo que suerte que tengo varones, van a sufrir menos, los hom-
bres sufren menos.
Patri, 33 años
Sexualidad-prostitución
176
implica por otra parte para los niños adquirir un “saber” sobre la se-
xualidad, sino apenas un conocimiento fragmentario sobre prácti-
cas sexuales que les pueden ser exigidas. En esas prácticas el asco, la
rutina y la indiferencia se contraponen a menudo a pequeños goces,
ninguno de ellos vinculado con el goce sexual sino con micropode-
res que se ejercen sobre los clientes, como por ejemplo la posibili-
dad de comprarse cosas, etcétera.
A esta situación debe agregarse que a veces estas niñas y niños
pueden haber vivido situaciones de abuso sexual. La frecuencia de
estos relatos podría hacer pensar en una relación de causa y efecto
entre abuso y prostitución. Se ha encontrado sin embargo que a ve-
ces los abusos fueron posteriores a la iniciación en la prostitución. Y que
en casos en que fueron anteriores, quienes los padecieron no relacionan
esa experiencia con la ulterior de prostitución.
Estas constataciones no excluyen la presencia del abuso, sino que le
otorgan otro valor(no el de causa o determinante o factor necesario).
Y pareciera más pertinente afirmar a partir de los relatos una rela-
ción entre el abuso y el proceso de exclusión familiar, lo que impli-
ca aceptar una relación indirecta. En efecto, el abuso a veces produce
la situación que lleva al alejamiento de la niña o niño de su familiaY.
esto genera las condiciones que favorecen su captación por parte de los
proxenetas o reclutadores.
Hay diferencias según el sexo. En los varones entrevistados hay re-
latos de abuso sexual temprano por parte de adultos de la familia (pri-
mos, hermanos) y en general son relatados como situaciones “consen-
tidas”. Laly, de 16 años, y que es prostituido desde los 13, describe el
abuso al que estuvo sometido por un familiar desde los 8 a los 13 co-
mo una relación de amor (véase capítulo 7). En estos relatos no es po -
sible, tampoco, establecer una relación directa entre abuso yosptritución,
sino entre abuso y homosexualidade, crhazo familiar de la homosexuali -
dad, expulsión o alejamiento de la familia, que produce una situación de
vulnerabilidad facilitando la captación para los circuitos de porstitución.
177
Dado que en las mujeres tampoco se ha encontrado una relación
directa entre abuso sexual infantil y prostitución, podría concluirse
que el abuso suele ser parte de una situación familiar que puede ser inso -
portable, la que produce el alejamiento o la expulsión de la niña, y la con -
siguiente situación de vulnerabilidad que facilita la captación por ptaer
de los proxenetas yerclutadores, o de los clientes de modo decirto. Por otra
parte, no siempre aparece en las historias como lo más relevante para
determinar el alejamiento el malestar con relación a la familia.
En el caso de las niñas el embarazo puede ser el signo o lo que
hace pública la relación incestuosa o abusiva por parte de un adul-
to (de la familia o no). Tampoco se ha encontrado una relación di-
recta entre embarazo precoz y prostitución. Es una situación media-
da nuevamente por el tipo de relación familiar, que puede llevar a
una mayor dependencia de la familia, como ser el hecho que favo-
rece la ruptura de la dominación del abusador y el inicio de un pro-
ceso de distanciamiento. De todos modos el abuso incestuoso, o
abuso por parte de otro adulto, sumado al embarazo, no puede si-
no dejar marcas en la subjetividad de una nena.
No todos los embarazos resultan de relaciones abusivas intrafa-
miliares. Pero pueden dar lugar a situaciones de violencia y maltra-
to familiar, a la exigencia de asumir responsabilidades económicas
para mantener al hijo, exigencias que la niña sólo podría satisfacer
prostituyéndose.
En el caso de que el embarazo resulte de las relaciones con un
cliente o con el proxeneta, suele agravar la dependencia respecto del
proxeneta. Los burdeles suelen obligar a abortar a las embarazadas
o bien las excluyen.
Pobreza
178
imágenes firmemente establecidas en el imaginario social, funda-
mentalmente la que establece una asociación única de la prostitu-
ción infantil con la pobreza. Si éste es el punto de partida, es lógi-
co que al salir al campo a investigar se encuentre lo que se busca. Si
bien es probable que numéricamente haya más niñas y niños pros-
tituidos que provienen de los sectores más empobrecidos (lo que pue-
de deberse simplemente a que los pobres son más numerosos) la di-
námica que se establece entre prostitución y pobreza es más
compleja y como ya se ha dicho está sobreimpresa en otras estruc-
turas y también en otros aspectos o dimensiones –entre ellas el pa-
pel de la familia–, y otras instituciones intermedias.
En primer lugar, priorizar el determinante económico sobrede-
termina qué y cómo se investiga, impidiendo el conocimiento de
otras formas y modalidades de la prostitución infantil y juvenil en
otros sectores sociales. Un importante número de investigaciones
realizadas recientemente en la Argentina y distintos países de Amé-
rica Latina26 se han focalizado en la prostitución de los sectores más
empobrecidos y marginales de esas sociedades, tanto de prostitu-
ción callejera como de prostíbulos (véase bibliografía).
Está muy claro que la prostitución tiene una dimensión econó-
mica, y que en casi todos los casos es considerada un “trabajo” por
los involucrados. Pero aun en el caso de considerar sólo ese conjun-
to heterogéneo que son “los niños de la calle” (grupo frecuentemen-
te escogido para estudiar esta problemática de manera primordial)
cuyo número está creciendo indudablemente,27 no puede reducirse
mes anuales, Buenos Aires, mimeo, 1997 y 1998. Los registros de esta institución
y las apreciaciones que realizan los profesionales que trabajan en este Centro, así
179
el reclutamiento de niñas y niños para la prostitución sólo a ese sec-
tor, como tampoco a los niños sometidos a condiciones de pobreza.
Tal como se puede advertir en las entrevistas, el desamparo de las ni -
ñas y niños no siempre está asociado con la pobreza, y cuando lo está, no
siempre es un emergente de ellaE. l propio desamparo, las situaciones
“sin salida” que viven las niñas y los niños están más relacionados con
la imposibilidad de obtener ayuda de quienes deberían darla: la fami-
lia, el Estado, la comunidad, que con un desamparo económico, que
en realidad es sólo una de las consecuencias de su abandono. La exclu-
sión social a la que las familias están sometidas no necesariamente de-
termina una exclusión de las niñas y niños por parte de sus padres.
El “mercado sexual” requiere cuerpos que no se limitan a los de
alguna clase social en particular y además implanta una mayor dife-
renciación y selectividad de la demanda y de la oferta. Los cuerpos
infantiles y adolescentes se encuentran entre los requeridos. Aunque
en todas las regiones se pudo acceder con más facilidad a los circui-
tos de prostitución callejera o de prostíbulos pobres, los datos son
concordantes en que el origen socioeconómico no es homogéneo.
Aun en los circuitos de prostitución callejera, y en niveles pobres es
posible observar que hay niñas, niños y adolescentes que provienen
de familias de clase media o asalariadas, con ingresos estables, si
bien en decadencia. Más claramente en circuitos de prostitución de
lujo o media fue posible detectar casos en los que las niñas28 y ado-
como las obervaciones directas permiten pensar que hay un número creciente de
niños de la calle, así como también un número creciente de niños pobres (aumen-
tan correlativamente con las cifras de incremento de la pobreza) pero de esto no
se puede inferir que la población prostituida se haya incrementado (porque no
hay datos de los cuales partir como base) ni tampoco, si así fuera, que provengan
de los sectores pobres.
28 Nos referimos sólo a niñas, porque esto es lo que se ha podido observar.
180
lescentes provienen de familias de clase media y clase alta. Además,
se tomó conocimiento de la existencia de estudiantes universitarias
en circuitos de prostitución media y de lujo. El límite de edad (18
años) que se estableció para esta investigación determinó que no se
incluyera este grupo. Pero se trata de jóvenes que entraron en circui-
tos de prostitución más tempranamente de una forma más casual,
informal y esporádica, pero que para sostener un ingreso regular tie-
nen que establecer contactos con organizaciones que les derivan, ya
que una estrategia para establecer contactos a través de amigos, co-
nocidos, circuitos boca a boca, es poco eficaz.
Rol de la familia
181
ción directa o causal ni tampoco definir un tipo de familia como
más determinante que otra. Situaciones diversas generan la expul-
sión o abandono de las niñas y niños. Las situaciones más típicas
que se han encontrado pueden resumirse en la siguiente tipología:
182
chos casos, el hogar suele presentarse como el lugar del mal-
trato o el de una vida indeseable, un espacio inhabitable.
• Familias negligentes:se desentienden de las niñas y niños, los
dejan librados a su suerte. Desinterés y abandono por parte
de la familia. En algunas ocasiones puede ser la consecuencia
de la muerte o ausencia de la madre o del padre.
• Familias explotadoras: familias prostituyentes. Pueden ser
prostituidos directamente por los adultos: madres, padres o
hermanos.
• Familias en la que madres o hermanas están prostituidases: han
encontrado en la población estudiada niñas que crecieron en
un ambiente prostibulario: hijas de madres prostitutas, inclu-
so madamas y aunque no son prostituidas por ellas (más aún
en algunos casos las madres no quieren que se las prostituya),
estas niñas se sienten atraídas por ese mundo al que se inte-
gran, y que ha sido o es el ambiente en el que se han desarro-
llado (véase la historia de Carmen).
183
han sido expulsados del núcleo familiar y están en situación de de-
samparo.
En ambos casos se dan relaciones afectivas entre el niño y el am-
biente familiar o el grupo en el que se ha incluido. Esas relaciones
afectivas se dan incluso en situaciones de mucho sometimiento para
los niños y con escasas alternativas de autonomía para poder cam-
biar la situación y el modo de vida. Es importante al respecto dis-
tinguir los diversos grados de coerción a los que están sometidos los
niños para determinar su nivel de sufrimiento, disgusto, rechazo,
conformidad o no cuestionamiento de la situación en la que viven.
Respecto de las niñas o niños que relatan situaciones expulsivas
o de negligencia, es muy difícil determinar a partir de los relatos
hasta qué punto estas situaciones no se han conjugado con otras
que no son explicitadas, dado que se trata en muchos casos de rela-
tos muy fragmentarios.
Las niñas y niños entrevistados de las distintas regiones provie-
nen de familias muy variadas en cuanto a características psicosocia-
les y de estructura: hay quienes provienen de familias numerosas
(Patri, Sharon, Fernando, etc.) pero también de familias reducidas
(Marta, Carmen), con ambos padres o monoparentales; donde ha
habido cambios –separaciones, divorcios, etc., pero también de fa-
milias donde no hubo rupturas–, de distintos sectores sociales.
La escuela
184
go aparecen en las estadísticas de “deserción escolar”, deserción que
se explica automáticamente por la pobreza, sin tomar en cuenta
otros factores. La noción de deserción escolar debe ser revisada. No
hay deserción sino exclusiónen la medida en que la escuela no res-
ponde a las necesidades de los niños. Aun cuando no abandonen la
escuela, una intervención eficaz es difícil porque las soluciones ex-
ceden el encuadre escolar. En la escuela es notoria la adecuación de
prácticas educativas a cierta clase de niños considerados “normales”,
y por lo tanto discriminatorias para los llamados “chicos con pro-
blemas”, cualquiera sea su clase social.
Por otra parte, cuando la iniciación a la prostitución coincide
con la pubertad y la adolescencia, edad en que se produce el proce-
so de reclutamiento más importante, la escuela media podría cum-
plir un rol importante de prevención en primer lugar y también de
detección de casos concretos. La prevención debería referirse no só-
lo a potenciales prostituidas o prostituidos sino también a potencia-
les prostituyentes –clientes y explotadores–.
En los últimos años, en los que comenzó a visibilizarse más el abu-
so sexual infantil, la escuela recurre más frecuentemente a la justicia.
Sin embargo, dada la forma en que la justicia interviene, muchas do-
centes o las autoridades escolares dudan en hacer la denuncia (teóri-
camente obligatoria). Por otro lado, no se diferencia claramente la si-
tuación de abuso sexual de situaciones de prostitución. Finalmente,
la inexistencia de recursos eficaces en otras instancias institucionales
suele terminar en la no intervención.
El contexto social
Cuando los niños no son contenidos por sus familias intentarán or-
ganizar su vida en otros espacios. Muchas veces son sus pares los que
se convierten en el grupo básico de pertenencia. Cualquiera sea el
185
nuevo ambiente que los contenga terminarán por reconstruir en ese
ámbito nuevas relaciones de afecto-desafecto y nuevas relaciones de
dominio y dependencia. Se establecen entre los jóvenes relaciones
de protección, de dominio y sometimiento, y a veces relaciones de
proxenetismo. Es en estos ámbitos donde proxenetas profesionales
suelen reclutar, muchas veces contrariando la voluntad familiar. A
veces se suma la dependencia de la droga, en los niveles de consu-
mo y de tráfico.
Frente a situaciones de maltrato y dependencia que se establecen
en estos nuevos espacios de interacción, cabe la pregunta de por qué
lo soportan. No hay una respuesta fácil. Por un lado la dependen-
cia y el dominio no son fáciles de sortear y, por otro, podría pensar-
se que estas niñas y niños establecen un paralelo entre la vida familiar
que han dejado atrás y la que la reemplaza. Entre su sometimiento
anterior y el nuevo, entre su situación de dependencia familiar y la
libertad –relativa– de que gozan en sus nuevas situaciones; entre el
trabajo al que pueden acceder (para muchas adolescentes el trabajo
doméstico mal pago y esclavizante) y las “luces” de la noche, la vi-
da nocturna, “bolichear”, la calle, el prostíbulo, etc., “escogen” ¿el
mal menor? o lo que algunos discursos denominan “vida fácil”, “di-
nero fácil”, diversión...
Algunos niños prostituidos rechazan el retorno al modelo bur-
gués y normalizado (familia, escuela, etc.) aunque no sea imposible
para ellos (Sandra). Lo que en verdad rechazan no es el retorno a
una vida ordenada y segura, es el regreso bajo ciertas condiciones
que son para ellos de sometimiento, de sufrimiento y que ya fueron
sustituidas por nuevas relaciones y una sensación de libertad, de ha-
ber elegido, y de familiaridad con su hábitat actual. En esta nueva
situación, la vida en familias sustitutas, en institutos, representa el
sometimiento a otras normas, al trabajo y a valores que no son pa-
ra ellos fácilmente aceptables (para las niñas cocinar, lavar, ordenar,
ocuparse de los niños, hacer las compras, atender a los hombres, ir
186
a la escuela, para los varones aprender un oficio, someterse a hora-
rios, no poder moverse libremente, etc.) Muchas situaciones son si-
milares para ambos sexos. Sin embargo, algunas situaciones marcan
diferencias: embarazo, homosexualidad, división sexual del trabajo,
entre otras.
La adaptación
187
No le doy mucha bola. Cuando alguien me hace recordar y bueno, me
pongo a llorar por un rato, pero después no, empiezo a chupar de nue-
vo y se me termina. Si no así sola ni me gusta tocar el tema porque no
tiene sentido, para qué te vas a hacer problema por lo que sufriste: de-
jálo atrás, viví la vida, tomáte una buena cerveza y andá a jugar al pool.
Ya está.
188
Por eso, a pesar de haber sido prostituidos –y la desmemoria es una
necesidad para que el autorrespeto sea posible– creen que lo que los
condiciona y los limita debe ser aceptado con resignación, y que den-
tro de esos límites gozan de un espacio de ejercicio de poder que les
permite ser libres y conseguir dinero para satisfacer necesidades, man-
tener a un hijo o hacerse respetar y recuperar el afecto de sus familias.
La idea de que “trabajan” aun sabiendo que no es un trabajo co-
mo otros facilita su integración social, reforzada por el hecho de
que, como todo trabajo, este “trabajo” también tiene sus técnicas
que se aprenden y se perfeccionan para poder hacer carrera, lograr
más beneficios, prosperar, y además implica “contactos” afectivos
con patrones, proxenetas, amigos, clientes, etcétera.
Expulsados o descuidados de sus familias, desamparados, a la de-
riva, pueden establecer relaciones de afecto con cualquier “protec-
tor” ocasional, aun en un contexto no exento de crueldad. Es que el
“protector” se presenta como una suerte de benefactor, que cobija,
provee de techo y alimento, y enseña lo que hay que saber, el oficio;
es quien proporciona un cierto grado de estabilidad, seguridad, el
que “dicta la ley” en el mundo prostibulario, con quien es posible
compartir “jergas”, “ambientes”, “prácticas”.
189
Pero ese círculo de inclusión ocupa desde nuestra perspectiva el
lugar de la exclusión social, de la estigmatización, que la compasión,
la simpatía que a veces les brindamos, no alcanza para remover.
También nosotros, convertidos en potenciales protectores al rescate,
en sensibles benefactores, podemos agravar la condición de niños y
adolescentes prostituidos con reclusiones ineptas, con intervencio-
nes desgraciadas, cuando no además obscenas y corruptas, para sa-
tisfacer nuestras conciencias.
También en esto hay mercado, oferta y demanda, y réditos co-
merciales.
Por último, no olvidemos algo que es fundamental. Que de este
lado, el nuestro, fuera del círculo de exclusión que hemos trazado al-
rededor de las prácticas de prostitución, junto a nosotros, social-
mente integrados, están los clientes, los compradores de “servicios
sexuales”, los demandantes de cuerpos de todas las edades y de to-
das las prácticas imaginables.
Quizás haya llegado con el siglo XXI el momento de replantear
nuestra complicidad con este estado de situación y particularmente
con los clientes.
Y por lo tanto complicidad también con la victimización de
nuestros niños y niñas y la de nuestros adolescentes.
Porque sociedad y Estado brindan pocas oportunidades de inser-
ción. Fuera de los circuitos de explotación sexual de esos niños, es-
tamos nosotros y entre nosotros los clientes, que hacen posible esa
explotación.
190
Parte V
Porque cada vez que vemos un caso así, a nosotros nos muerde la
impotencia [...] entonces hacemos lo que hace la sociedad, baja-
mos la cabeza y hacemos como que no hemos visto.
Religioso, Chaco
11. Las respuestas estatales.
La justicia
193
Los chicos no denuncian a los mayores...
Fiscal de menores
Acá es muy raro... No llegan, denuncias... las que hay son poquitas.
Defensora de pobres, menores y ausentes
Yo diría que tenemos casos... no podemos negar, hay una evidente activi-
dad de prostitución infantil.
Juez
Lo que nunca aparece son las redes o el turismo sexual, que dicen que ha
llegado a la Argentina. A nosotros no nos llegan.
Jueza de menores
Nosotros acá tenemos trabajando [sic] sin mentirle entre 120 y 150 mu-
jeres, aproximadamente. Ésa es la cantidad que están trabajando... en el
Gran Resistencia... y no hablemos del micro o macro centro, hablemos
del Gran Resistencia [...] Mayores de 18 habrá entre 70 y 80 y las otras
son menores de 18.
Comisario
194
comunidad, ni mucho menos de la policía, esto existe. Y de la observación
diaria también se nota que hay chicas y chicos en la calle prostituyéndose.
Comisario
195
Estos delitos son de acción privada y nunca vienen solos. Nos llegan, son
denuncias de violación o vienen acompañados de relaciones prematuras y
ahí salta el tema de la prostitución [...] En general viene con el delito de
violación.
Fiscal de menores
Nunca ha entrado una causa por prostitución, entra por maltrato, por
abuso sexual, por abandono.
Secretario de juzgado
El sistema es muy precario para tratar estos temas. Sólo tenemos un artículo.
Fiscal de menores
Yo digo que la ley no es tan mala. Puede y debe ser mejorada, pero no es
tan mala. Lo que falla es encontrar los autores de estos delitos.
Jueza de menores
Pero unos y otros coinciden en que la Justicia cuenta con poca infor-
mación, que hay una “cifra negra” muy grande, que “se puede pre-
196
sumir” lo que está sucediendo, pero que los jueces no pueden inves-
tigar ya que necesitan que el fiscal haga un requerimiento y a partir
de esto se inicie una investigación. Pero que en los casos en que se
han iniciado investigaciones, la acción judicial se ve entorpecida:
Mutuas acusaciones
En ese caso [cita una causa] yo sé que fue la policía la que quemó la casa
[de una testigo] pero en la mayoría de los casos no podemos probar nada.
Fiscal de menores
Es muy difícil probar ese delito. La única forma es que en los procedi-
mientos intervenga la policía y muchas veces se ha sospechado que la po-
licía puede tener algún tipo de protección sobre esos lugares.
Fiscal
197
Mientras la investigación esté en manos de la policía, poco se puede espe-
rar, va a seguir llegando lo que ellos quieran.
Jueza
No llegan a buen término los casos, ha habido, pero es difícil para la jus-
ticia probar que ha habido alguien que se opone a la investigació.n
Juez
198
En la policía por el cambio de información, el famoso buchón, se hacen los
burros, porque el fiolo les hace de buchón y les da datos sobre otros delitos.
Juez
Las chicas dijeron que las obligaban pero nunca dijeron el nombre de un
cliente, sino que dijeron que las obligaban y que tenían que llevar cierta
suma de dinero y entregársela a este personaje, pero después se desdijeron
porque él las encontró a las chicas, secuestró a una, a la otra le mandó a
decir que sabía dónde estaba.
Fiscal de menores
Ellos niegan... si uno los agarra haciendo algo por ahí... porque salen por
ahí en un auto... y lo niegan; “yo estoy acá caminando, paseando”, o “es-
toy con un amigo...” con algún mayor... lo niegan [...] ya es una conduc -
ta sexual.
Comisario
Lo cierto es que son cómplices hasta los que hacen las publicaciones, el
rubro 59 de Clarín y Ámbito Financiero... hay toda una cadena de encu-
brimientos y de participaciones evidentes.
Secretario de juzgado
199
Hay como una esfera de silencio y complicidad muy difícil de romper.
Secretario de juzgado.
200
5. Se acusa a la sociedad de no colaborar, de no denunciar y de
no atestiguar cuando es necesario para incriminar a los explotado-
res. Pero no se admite que los jueces no están en condiciones de
brindar la seguridad necesaria a menores y mayores que atestiguan.
Muchas veces, los funcionarios judiciales ni siquiera pueden garan-
tizarse la seguridad a sí mismos.
6. Existe también un fuerte sexismo en muchos funcionarios y
una ideología sexual así como una ideología con relación a la niñez
que contribuye a que cuando se enfrentan con casos concretos los
minimicen: lo que aparece en estas declaraciones es por una parte
una admisión franca de las propias imposibilidades e imperfeccio-
nes del sistema, pero a la vez una reacción corporativa,en la que las
culpas son adjudicadas a los demás, sin reconocer en cada caso la
parte propia.
Valeria
Para com pletar este pu nto sobre la inter vención del siste -
ma d e justicia se presenta un caso judicial, de granepr er -
cusión en los m edios, ya que culminó con un homicidio.
Aunque para quienes no tienen una form ación jurídica,
la lectura pued e no ser sencill a, describir en forma minu -
ciosa los pasos procesales y las acciones y decisiones d e los
funcionarios de justicia puede ser m ucho más il uasttirv o
que una crítica jurídica. Este caso ha sido elaborado a
partir de:
• dos expedientes judiciales, un primer expediente abtioer
en 1995 en relación con la “situación” dVealeria, y un
expediente iniciado en 1997, por homicidio;
• entrevistas a funcionarios judiciales involucrados;
• artículos periodísticos.
201
Se hicieron contactos con los familiares para acceder a
una entrevista con la propia Valeria, pero esto no pudo
concretarse.
202
Se realiza un informe médico que indica maltrato físico con pre-
sencia de lesiones leves generalizadas.
La vecina acepta hacerse cargo de la niña. Se dispone no innovar
y dejar a la niña a su cuidado. También se ordenan pericias médica,
psicológica y ambiental.
A partir de ese momento se suceden una serie de hechos que se
podrían resumir de esta manera:
11 de febrero de 1993. El informe psicológico indica que Valeria
ha sufrido maltrato físico y emocional por parte de su progenitora.
Se trata de una joven de 14 años, de buen nivel intelectual, que
finalizó sus estudios primarios y que está atravesando una situación
crónica de maltrato con secuelas emocionales a la cual no desea re-
gresar. Se aconseja que la niña permanezca con la guardadora actual.
19 de febrero de 1993. Informe social: familia típicamente ex-
pulsora con situaciones cotidianas de violencia.
22 de febrero de 1993. Declara la madre, Olga Idiarte, que acep-
ta someterse a un tratamiento psicológico.
24 de febrero de 1993. A partir del informe psicológico se le in-
dica a Olga que inicie un tratamiento psicológico. Ella reconoce
que maltrata a los hijos.
10 de marzo de 1993. Olga acude regularmente al “Centro de
Salud Nueva Esperanza” para su tratamiento.
11 de mayo de 1993. Informe psicológico de Valeria: la niña me-
jora su situación emocional, la madre debe continuar el tratamien-
to, se aconseja que continúe viviendo con la guardadora.
4 de junio de 1993. A partir de la declaración de la guardadora
y de la niña se decide que ella vuelva a la casa de la madre.
8 de noviembre de 1993. Se presenta la madre en el juzgado y
dice que la chica se fue nuevamente de la casa y que falta mucho al
colegio.
18 de noviembre de 1993. Se presenta en el juzgado la señora
Luisa, madre de una compañera del colegio de Valeria y declara que
203
está viviendo con ella, que la madre lo sabe y lo acepta. Se decide
que la chica puede permanecer en la casa de la señora Luisa.
20 de diciembre de 1993. Se fuga de la casa de la guardadora.
22 de enero de 1994. La policía la encuentra en la calle, ella se
niega a dar sus datos filiatorios por lo cual la recogen y la albergan
en el hogar “Malen Maihue”. Esto es comunicado al Juzgado de
Menores y ese mismo día unas horas más tarde la chica se fuga del
hogar.
La foja siguiente del expediente judicial tiene fecha 15 de agos-
to de 1995, lo cual quiere decir que a partir de este episodio y du-
rante el período que va del mes de enero de 1994 a agosto de 1995
no hay en la justicia ningún tipo de información acerca de la situa-
ción de Valeria.
15 de agosto de 1995. Hay un informe del servicio social del
Hospital Boquet Roldan donde se informa que Valeria ingresó a la
guardia del hospital con un intento de aborto provocado por ella
misma. El feto tenía 20 semanas de gestación. A pesar de las manio-
bras abortivas el embarazo continúa. En ese momento Valeria dice
vivir con un tal Roberto Carlos Ceballos de 36 años. (Es probable
que se refiera a quien aparece posteriormente en el expediente bajo
el nombre de Arce.)
16 de agosto de 1995. La asistente social del hospital avisa que
Valeria se fugó del mismo y que aparentemente estaría en la casa del
concubino Oscar Arce.
28 de agosto de 1995. Valeria se presenta nuevamente en el hos-
pital con pérdidas y esta vez se completa el aborto. El hospital in-
forma al juzgado y éste la cita para cuando tenga el alta. La niña no
espera el alta médica, huye nuevamente, pero sí comparece ante el
juzgado.
29 de agosto de 1995.Valeria comparece ante el doctor Gallardo
en compañía de Arce y declara que si bien no quería tener el hijo
no intentó abortar. Señala que desde hace cinco meses está vivien-
204
do con Arce y solicita que se permita seguir viviendo con él, ya que
con él está bien, no quiere volver a la casa porque el padrastro la tra-
ta muy mal. Pretende volver al colegio que abandonó al quedar em-
barazada y que Arce la apoya para que continúe con sus estudios.
1 de septiembre de 1995. Oscar Arce comparece ante el doctor
Gallardo y señala que efectivamente convive desde hace varios me-
ses con Valeria y que quiere hacerse responsable de la chica, ya que
si la internan ella se fugaría y que tampoco quiere volver con la fa-
milia. También dice que de ser necesario hablaría con la madre de
Valeria ya que lo que ambos quieren es vivir juntos.
El juez resuelve “no innovar la situación de autos, debiendo per-
manecer la menor bajo la responsabilidad y cuidado del compare-
ciente” (foja 61).31
15 de octubre de 1995. Olga Idiarte, madre de Valeria, se pre-
senta espontáneamente ante el doctor Gallardo y declara que su hi-
ja Valeria se fue de la casa de Arce hace una semana porque él la
maltrataba y la obligaba a ejercer la prostitución. Que Arce la está
buscando y que se presentó en la casa de la familia de Valeria enfu-
recido, destrozó toda la casa, robó un televisor y amenazó a la ma-
dre y al hermano de Valeria. Olga no sabe dónde se encuentra en
ese momento Valeria pero afirma que en la casa donde ella trabaja
le dejó un mensaje que indica que está bien. El juez resuelve orde-
nar la ubicación del paradero de Valeria con la orden de que sea
trasladada hasta el tribunal.
20 de noviembre de 1995. Informe psicológico, con fecha 1 de
septiembre de 1995 pero recibido el 20 de noviembre (foja 70) so-
bre la relación afectiva entre Valeria y Arce, comerciante de autos,
donde se señala que la chica presenta “inestabilidad emocional y un
205
proyecto de mantener su convivencia actual” [...] “está alejada des-
de hace varios años de su familia de origen...” “solamente cuenta
con la relación afectiva de convivencia”, “la diferencia de edad con
su concubino no le significa conflicto o perturbación a la adolescen-
te”. En la entrevista realizada al doctor Gallardo, éste señala que la
resolución de que Valeria permanezca con Arce está basada por un
lado en los testimonios de ambos, pero además en este informe, que
no le había sido entregado, pero del cual tenía “noticia verbal”, co-
mo él mismo se encarga de aclarar. Sin embargo, el informe no sólo
es incorporado a la causa con posterioridad, sino que además en la
resolución no aparece ninguna mención ni formal ni informal a es-
te informe, ni a ninguno de los elementos que allí se aluden.
30 de enero de 1996. Hay una certificación de la secretaría tute-
lar asistencial sobre una comunicación telefónica de la Comisaría
7ma. donde se señala que “junto al ciudadano Arce, que presentaba
averiguación de antecedentes, se encontraba Valeria... agregando
que la menor es conocida por estar parada en los lugares donde se
ejerce la prostitución”.
27 de mayo de 1996. Citación para que Valeria y Arce se presen-
ten el 6 de noviembre para un audiencia de control psicosocial.
23 de octubre de 1996. Se los cita a través de la Comisaría 2da.
para que comparezcan a la audiencia del 6 de noviembre.
6 de noviembre de 1996. Hay un informe policial que indica
que Arce y Valeria se mudaron hace varios meses y que nadie sabe
su paradero.
El expediente de situación de Valeria termina aquí.
Vistos de esta manera los datos relevados parecen un rompeca-
bezas incompleto: no se sabe prácticamente nada de lo que sucedió
desde el mes de octubre de 1995, cuando la madre de Valeria de-
nuncia a Arce por proxenetismo. A partir de ese momento sólo hay
una citación para que ambos comparezcan al juzgado, con fecha del
mes de mayo de 1996, para el mes de noviembre de 1996; y un in-
206
forme policial que corrobora la denuncia de Olga. Pero a partir del
expediente de Valeria no se sabe nada de lo que sucedió en la vida
de la chica en esos meses, lo cual hace posible afirmar que el juez,
la justicia son los que no saben nada más de lo que sucedió con la
chica. En definitiva, lo que se desprende del expediente es que con
la denuncia de la madre y la posterior confirmación policial la úni-
ca medida que se tomó tuvo que esperar 7 meses y lo que se hizo
fue citar a una audiencia que se realizaría 6 meses más tarde. O sea
que entre la denuncia de la madre y la audiencia transcurrirían 13
meses, esto considerando que no hubiera ningún contratiempo, co-
mo de hecho hubo: no se pudo concretar la cita porque habían
cambiado de domicilio.
El otro gran interrogante que surge a partir de la lectura del ex-
pediente es qué sucedió con Valeria entre enero de 1994 y agosto de
1995.
Se hace necesario, entonces, reconstruir los huecos en la historia
de Valeria, en otras palabras, preguntarse acerca de eso que la justi-
cia de menores “no sabe”, lo que no figura en el expediente, o sea
qué sucedió entre enero de 1994 y agosto de 1995 y entre el 15 de
octubre de 1995 y el 2 de febrero de 1997. Para esto se recurrirá a
otros expedientes judiciales: aquellos donde la madre, el padrastro y
el hermano de Valeria son acusados del homicidio de Arce. En am-
bos casos la carátula es: sobre Homicidio y lesiones graves en con-
curso real con exceso en la legítima defensa.
De los testimonios de Faustino Llanos, Miguel Ángel Llanos,
Olga Idiarte –padrastro, hermano y madre respectivamente de Va-
leria–, de la misma Valeria y de otros testigos se desprende un rela-
to bastante uniforme de lo que sucedió en la vida de Valeria duran-
te el tiempo en el cual vivió con Arce y además se deducen dos
versiones diferentes acerca del crimen.
Valeria conoce a Arce en 1994, precisamente para la época en
que se fuga de la casa de la compañera de la escuela; se va de esa ca-
207
sa para vivir con él. Según su testimonio “los primeros meses fue
bueno, fuimos a pasear a Mendoza y cuando volvimos me empezó
a tratar mal, más mal que antes porque siempre me golpeó. Después
acá en Neuquén me hizo trabajar en la calle ejerciendo la prostitu-
ción. Yo no quería pero él bajo amenazas de muerte hacia mí y ha-
cia mi familia me hacía ejercer la prostitución. Mi familia nunca su-
po nada hasta que se dieron cuenta...” (foja 105)
En el mes de agosto de 1994, Valeria le presenta a su madre a Ar-
ce. Coincidentemente se produce una fuerte tensión familiar (no
está claro si es por la situación con Valeria) que motiva a Olga a
abandonar la casa de su esposo junto con su hijo Miguel Ángel. Se
van a vivir con Valeria y Arce a un conventillo donde vivían muje-
res “que trabajaban en la calle”. De este modo se enteró que Arce vi-
vía de la explotación de esas mujeres y de la venta de drogas. Inten-
tó hablar con Valeria del tema pero ella le restó importancia.
También la vio salir con “una pollerita corta, corpiño y botas”, y en
varias ocasiones la escuchó llorar y luego aparecer golpeada. Fue en-
tonces cuando Valeria le confesó a su madre que “trabajaba” y que
todo lo que ganaba se lo entregaba a Arce y que además éste la ha-
bía iniciado a la fuerza en las drogas.
En una ocasión, mientras Olga y Miguel vivían en ese lugar, Ar-
ce estuvo preso y se realizó un allanamiento a la casa; sin embargo,
a pesar de que en el lugar había numerosos objetos robados (desde
neumáticos y pasacasetes hasta un gabinete odontológico) y droga,
al día siguiente Arce estaba en libertad.
Unos meses después Olga y Miguel se van de la casa de Arce y
alquilan una pieza, para esta época Valeria tiene su primer embara-
zo y aborta. Olga intenta ayudar a Valeria, le da dinero para que se
vaya de Neuquén, mientras tanto Arce los persigue y amenaza en re-
petidas ocasiones, ella hace varias denuncias en la Comisaría 2da. y
en el centro de atención a la víctima, acudió al juzgado de menores
del doctor Gallardo, denunció, pidió, trató por todos los medios de
208
que disponía de sacar a la hija de la convivencia con Arce. Ya se sabe
que la respuesta del juzgado tuvo que esperar 7 meses y fue apenas
una citación para 6 meses después. Tampoco fueron más efectivas
las otras instancias, lo cual no ayudaba a que Valeria pudiera tomar
la decisión de no ver más a Arce. La chica que un año antes se ha-
bía acercado “voluntariamente” a este hombre veinte años mayor
que ella, ahora por miedo no se animaba a alejarse, a pesar de los
golpes, a pesar de que él la obligaba a ejercer la prostitución; y las
veces que intentó irse éste lograba traerla de vuelta a la fuerza.
Después de intentar todas las vías legales –el juzgado, la policía,
el centro de atención a la víctima– Olga le dio el dinero a Valeria
para que ésta se fuera de Neuquén. Arce enloqueció, la esperaba a
la salida del trabajo, intentó atropellarla con su automóvil, baleó la
casa donde vivía junto con Miguel. Aparentemente Valeria estaba a
salvo, por eso la reacción todavía más violenta de Arce, razón por la
cual Olga tomó la decisión de irse a vivir a Buenos Aires.
Volvieron a los pocos meses y durante algún tiempo no tuvieron
noticias de Valeria. Hasta que en noviembre de 1996 supieron que
ella estaba de nuevo en Neuquén, viviendo con Arce, trabajando en
la calle, adicta a todo tipo de drogas y embarazada. A partir de ese
momento Olga empezó a buscar a su hija, hasta que en enero de
1997 la encontró. Entonces Valeria ya había dado a luz a una niña.
Arce había viajado a San Juan a cambiar un automóvil por cocaína;
Valeria, aprovechando su ausencia, volvió a vivir en la casa de la ma-
dre. Estaban todos muy asustados ya que se imaginaban la reacción
que tendría Arce.
Unas dos semanas después Arce volvió a Neuquén y comenzó a
buscar a Valeria. Rápidamente supo donde estaba y mandó a varias
personas a buscarla a la casa de la madre, reclamando que volviera
a vivir con él. Entre otras, envió a Patricia, una amiga de Valeria,
novia de un tal Marcelo de la Cruz, también prostituida y que será
una testigo importante de los sucesos del 2 de febrero. Las personas
209
que fueron a buscar a Valeria en nombre de Arce señalan que en to-
das las ocasiones la familia Llanos-Idiarte les señaló que si “el Grin-
go [tal es el alias de Arce] quiere ver a Valeria que venga aquí a ha-
blar”. Por otra parte, tanto Valeria como su familia señalan que el 2
de febrero, cuando la fueron a buscar Patricia y otras dos personas
enviadas por Arce, repitieron las amenazas de éste: Valeria tiene que
volver con Arce si no “se arma la cagada”.
El homicidio
210
La otra versión es la que relatan Valeria, Miguel, Faustino y Ol-
ga. Todos cuentan más o menos lo mismo con ligeras variaciones,
propias de la confusión del momento. Lo que sigue es el relato de
los hechos tal como los narran ellos.
Cuando Arce va a la casa, la familia Llanos-Idiarte lo recibe por-
que querían conversar, querían dejar claro que ellos no estaban re-
teniendo a Valeria contra su voluntad y que ella podía decidir si
efectivamente quería permanecer con la familia, porque de ser así,
ellos no permitirían que él se la llevara por la fuerza.
Cuando se sientan a conversar, entra Valeria a la cocina comedor
–que es el ambiente donde se desarrollan los hechos– con su hija de
tres meses en brazos. Al verla Arce se levanta, saca un arma de en-
tre sus ropas, se acerca a ella y le apunta a la cabeza, gritando “o me
la llevo a Valeria o dejo la cagada”. En ese momento Faustino tomó
un cuchillo y lo hirió en el cuello, forcejearon y Arce le disparó en
la pierna; es entonces cuando Faustino saca un arma que estaba en-
cima de la heladera y comienza a disparar, mientras que Miguel
también se involucra en la pelea y logra sacarle el arma a Arce. En
algún momento se acerca de la Cruz para defenderlo y él también
recibe un tiro. Después Arce, que probablemente ya estaba herido,
se escuda detrás de Olga, tomándola del cuello. En ese momento,
Miguel, según su testimonio en la instrucción, dice: “tenía agarrada
a mi mamá por el cuello. Cuando yo vi eso me enloquecí, él había
venido, apuntó con el revolver a mi hermana, le pegó un tiro a mi
papá, ahora tenía del cuello a mi mamá, y me acerco, no sé si le dis-
paré o no a él, pero él suelta a mi mamá... Yo agarré y cuando mi
mamá se fue le disparé a Arce”.
En el incidente se usaron tres armas: dos revólveres y una cara-
bina.
Según la versión de Patricia las tres armas estaban en la cocina de
la casa de Valeria y las dispararon Faustino y Miguel (los dos revól-
veres) y Olga (la carabina). Según la otra versión uno de los revólve-
211
res lo traía Arce y el otro estaba en la casa porque el barrio era inse-
guro, ellos habían sido asaltados y en consecuencia estaban armados
para protegerse. La carabina era de propiedad del hermano de Faus-
tino y éste se la había pedido prestada para cazar, también estaba
guardada en la cocina porque no tenían otro lugar para hacerlo. En
esta versión no se menciona quién disparó la carabina.
Además de estos testimonios, en la instrucción declararon varios
conocidos de Olga quienes señalaron que tanto ella como el resto
de su familia estaban desde hacía mucho tiempo preocupados y con
miedo por la situación con Arce. Hay, además, varios comentarios
acerca de que Arce era un proxeneta conocido. Aparentemente, en la
ciudad de Neuquén “todos” sabían que este hombre era un vende-
dor de drogas conocido y que tenía múltiples antecedentes. Hasta
el punto de que, en el pedido de elevación a juicio por parte del fis-
cal y en la argumentación sobre la calificación legal de los hechos
que formula el juez de instrucción, se parte de la evidencia de que
Arce era un delincuente conocido. En la argumentación del juez se
lee que “los sucesos del 2 de febrero son la culminación de un cli-
ma... donde primaba el temor, las amenazas, la violencia, en el mar-
co de la marginalidad, la droga y la prostitución”.
Actualmente la situación de la familia Llanos-Idiarte es la si-
guiente:
Miguel Ángel (que tenía 16 años) fue juzgado por “homicidio
simple y lesiones graves en concurso real con exceso en la legítima
defensa”; fue hallado culpable pero no deberá cumplir condena, es-
tá en libertad.
Faustino y Olga enfrentaron un juicio por la misma causa. El fis-
cal pidió que se los juzgue por “homicidio agravado por haberse co-
metido con el concurso premeditado de dos personas en concurso
real con lesiones graves” y el abogado –se trata de un defensor ofi-
cial– pidió el sobreseimiento para ambos. En el caso de Olga, por
no haber efectuado ningún disparo y en el de Faustino por haber
212
obrado en “legítima defensa de un tercero”. El juez de instrucción
utilizó gran parte de los argumentos de la defensa para desestimar
la hipótesis de “premeditación” que elaboró el fiscal; además, consi-
deró que la agresión la inició Arce. Sin embargo, mantuvo la hipó-
tesis del exceso en la legítima defensa, razón por la cual ambos fue-
ron juzgados.
El 9 de junio de 1999 la Cámara en lo Criminal núm. 1 de Neu-
quén absolvió a Olga Idiarte y a Faustino Llanos por el asesinato de
Oscar Arce ocurrido en 1997.
Información complementaria
Las entrevistas
Información periodística
213
El doctor Gallardo señala que él decidió en un primer momento
No innovar, porque esta chica tenía como único referente adulto a Arce
[...] el hombre se presenta y dice que desde septiembre está viviendo con
la menor de autos, que su intención es seguir conviviendo con ella... Yo
ahí resuelvo no innovar.
Esto del proxenetismo es algo que se sabe a posteriori [...] podrán decir
que Arce era proxeneta, nosotros no lo sabemos.
Más allá de que el doctor Gallardo insiste en repetir una y otra vez
que no tenía elementos para suponer que Arce no era un honesto
comerciante,32 sin embargo, la secretaria del otro juzgado de meno-
32 Cabe recordar que en el momento en que el juez toma esta decisión, la ciu-
dad estaba conmovida por el escándalo que estallara entre marzo y abril de 1995,
214
res del lugar, quien tuvo a su cargo la causa donde el hermano de
Valeria fue juzgado por el asesinato de Arce, no duda en señalar que
215
padres decidió [...] Es indudable que, como luego se comprobó [el proxe-
neta], había engañado a quienes hicieron las evaluaciones que manejó el
juez al momento de otorgarles la guarda a la menor.
Tomás Gavernet, defensor oficial del Tribunal Superior de Justicia,
declaraciones al diario Río Negro del 11 de junio de 1999.
216
12. Las respuestas institucionales
217
xual realizado en Estocolmo, se enmarcó en el Programa de Explo-
tación de Niños, creado en 1993. Este programa es la única aproxi-
mación específica que se pudo constatar, desde el Estado, en rela-
ción con el tema que nos ocupa, ya que la explotación sexual de los
niños no había sido considerada hasta entonces en su especificidad.
En la década de 1990 el consejo, además de hacerse cargo de los
menores en situación de desamparo que la justicia le derivaba en
los casos en que ni los padres ni los familiares podían atenderlos,
se vio enfrentado a una nueva problemática, creciente en número
y visibilidad, la de los niños de la calle.
Tal como fue enfocada por el consejo, la explotación sexual de
niños aparece como una modalidad más de la explotación laborque al
soportan las niñas y los niños o de otras formas de explotación eco-
nómica por parte de adultos-padres o familiares incluidos, situacio-
nes tales como la mendicidad, la venta callejera, la drogadicción, el
monopolio de paradas y la prostitución. Desde el punto de vista de
la especificidad que tiene la prostitución infantil, esta manera de en-
focarla minimiza la realidad de estas práctica.s
El programa tuvo existencia efímera, ya que en 1998 el consejo
fue intervenido y el programa interrumpido; sus hallazgos y logros
son tan pobres que no aportan prácticamente nada sobre el tema.
Sin embargo, se lo incluye en este informe porque ha sido el único
programa específico sobre explotación sexual de niños en el nivel es-
tatal nacional y sirve para caracterizar esas intervenciones, más de-
clamatorias que reales, así como los lineamientos ideológicos y po-
líticos de esta intervención.
El programa de investigación tuvo el propósito de recoger infor-
mación a la cual pudimos tener acceso. La lectura del informe de
avance –único producto del programa– permitió corroborar lo pre-
cario de los recursos puestos en juego para alcanzar los objetivos que
se habían trazado.
La investigación se propuso:
218
Trazar perfiles tipológicos de las víctimas, de los productores, distribuido-
res y usuarios [...] analizar los aspectos psicológicos [...]; detectar zonas,
modalidades, posibles usuarios [analizar el] contenido de ofertas de servi-
cio sexual en medios gráficos [...] analizar mensajes en los medios audio-
visuales [buscar] en Internet. 34
34 Ibídem.
219
mentar ciertos riesgos para los explotadores y por lo tanto a encare-
cer los costos de protección de la explotación sexual, pero de nin-
gún modo a reducirla.
Otras actividades del consejo fueron la instalación de una línea
telefónica para atención de denuncias y contención de las víctimas.
A partir de allí se inició un registro de denuncias (teléfono 102),35
que en su mayoría no eran específicas de prostitución.
En las áreas, consejos de secretarías, direcciones de menores de
las provincias donde se ha realizado la investigación, no se han de-
tectado programas específicos.
220
aun en los casos en que las personas entrevistadas sospechan o creen
que tal o cual niña o niño están siendo prostituidas/os, mantienen
en el mejor de los casos una actitud reticente y ambigua o incluso
de negación, por una parte porque las instituciones no tienen res-
puestas para dar, y, por otra, por una actitud de desconfianza hacia
la intervención judicial inevitable cuando un caso sale a luz. La ma-
yoría de las entrevistadas y entrevistados señalan que a sus institu-
ciones no llegan casos de niñas y niños prostituidos o bien que lle-
gan muy pocos.
Las organizaciones gubenr amentales en muchos casos no registran:
La prostitución acá yo no la veo, como veo la droga [...] a nosotros nos lle-
gan por ejemplo denuncias cuando hay un corruptor a la salida de una es-
cuela [...] pero prostitución infantil no tenemo. s
Directora de una biblioteca de escuela
O dicen que estas situaciones son negadas por las niñas, los niños o
los adolescentes:
221
El tema de la prostitución es tabú [...] no es un tema abierto, se sabe de
pasillo, pero ella nunca lo ha dichoante sus compañeras.
Directora de Hogar de Adolescentes Embarazadas
Las historias de ellos hacían agua cuando tenían que ver con historias de
violencia, de abuso, de prostitución.
Psicóloga del Hogar de Niñas
Los pocos casos que yo he conversado, que yo intuyo que están en la pros-
titución son cerradas no te quieren contar[...] te cortan no te hablan.
Responsable de un comedor comunitario
222
En el análisis de las entrevistas es posible ver que cuando las niñas
o niños hablan de prostitución lo que sucede es que no existe una
escucha capacitada y suficientemente atenta para dar lugar a lo que
están diciendo. De hecho esta investigación desmiente que no quie-
ran hablar, simplemente se trata de que sólo hablan en determinadas
condiciones, es decir, si tienen confianza o conocimiento y saben que no
van a ser denunciados,o si sale casualmente, en medio de otra con-
versación. Y esto es válido tanto para integrantes de organismos gu-
bernamentales como no gubernamentales.
Los varones a veces te dicen cuánto cobran por una sacada de leche, ellos
van contando, no lo cuentan muy directamente, pero entre dos o tres,
riéndose lo cuentan.
Directora de una organización gubernamental
223
Por ahí si nosotros entramos a través de algo, es que teníamos ya la sufi-
ciente confianza con el chico y le empezamos, después de mucho tiempo
a preguntar alguna cosa.
Maestra
La escucha comunitaria
Un tema que tenía... es que al hacer las entrevistas de admisión, este tema
[violación, prostitución, etc.] no lo podemos perguntar. ¿Cómo se pregunta?
Directora de una organización gubernamental
224
¿Qué se escucha de lo que un chico dice? [...] Nadie escucha sin prejuicios
lo que un chico dice, lograr escuchar lo que el chico está diciendo es ya
un tema, siempre pensás que a lo mejor miente, a lo mejor fabula, a lo
mejor esconde. Muchas de las historias de estos chicos son tan terribles
que a una le parece que deben estar fabulando, no puede ser todo cierto
[...] Habría que poder escuchar algo de lo que dicen, por lo menos afinar
el estilo de escucha, pero creo que estamos muy lejos de eso.
Directora de Hogar de Niñas
¿Qué hacer?
Los adultos se ponen muy mal, no saben cómo contener a los chico¿De s. s-
de dónde se aborda? Por ejemplo a un chico que ha sido explotado por
su sexo, no se le pueden aplicar las categorías de un desarrollo normal...
[...] Estos chicos, como una forma de llamar la atención del adulto,
cuentan con lujo de detalles, entonces lo que pasa es que cuando te
cuentan ¿cómo te sentís? ¿Hay que trabajar con estos puntos para con-
tener al chico?
Directora de programa, Consejo Nacional del Menor y la Familia
225
Fito Paéz, pero no se los imagina en una situación sexual. A uno le cuesta
pensar eso. Cuando después de años de trabajo, una cae en eso, porque la
realidad lo muestra, ahí nos cuesta hablarlo, porque nos faltan herramientas.
Asistente social de organización gubernamental
226
Una excepción la constituye el Programa para Asistencia de Muje-
res y Niñas Prostituidas de la Congregación de las Hermanas Ado-
ratrices y la Congregación de Oblatas.
Lo que sigue es un fragmento de la presentación de la Hermana
Marta Trejo:36
227
Creo que requiere después mucha atención, dedicación, amor, mucha pa-
ciencia. En la convivencia, en el contacto diario se requiere mucha pacien-
cia. Recuerden que en este momento el programa está dedicado al traba-
jo con las niñas de la calle. Las niñas en situación de calle. Entonces esto
agrava más la problemática de la prostitución. El duro camino que ellas
empiezan para su recuperación es largo. No les resulta fácil. Muchas veces
retroceden, se van, vuelven, otras, tenemos que decir, salen mal. A veces
reaccionan, nos dicen dónde están. Tratamos de seguirlas cuando egresan
por lo menos un año. En otras se nos van de las manos antes de tiempo:
pero consideramos con nuestra fundadora que todo es poco. No miramos
esfuerzos, sacrificios, pensamos que por una sola que pueda salir todo va-
le la pena.
La escuela
228
En las chicas... tanto en las chicas como en los chicos se da [la prostitu-
ción] en una edad que se hace muy difícil actuar. El primario es muy con-
tenedor para ellos.
Maestro
Mi objetivo mayor es que la escuela sirva de lazo social, que los contenga
[...] es difícil porque ellos saben que son marginados [...] es difícil desde
la escuela darles una salida laboral [...] pero bueno, yo estoy como en ce-
ro se me abre recién ahora esto, mi idea es transformar primero la institu-
ción, que no discrimine.
Docente
229
po, necesidades básicas insatisfechas. Cuando éramos chicas en la escuela
nos decían “flaca escopeta”, “cuatro ojos”; nosotras solíamos decir “a pala-
bras electrizantes, oídos desenchufados”. Y ¿por qué traemos esta frase? Es
lo que vemos en la institución escolar en general. Cuando las palabras que
circulan son electrizantes, la escuela, la institución, las personas, nos de-
senchufamos, no escuchamos.
Nosotras tuvimos la oportunidad de trabajar juntas en un nivel de
compromiso personal, y escuchamos historias muy duras y serias como
por ejemplo la de Ángela, Daniela y Verónica, de quienes sospechamos
que estaban siendo iniciadas en la prostitución.
Ángela es una nena que ingresa a nuestro establecimiento a los ocho
años, en lugar de a los seis. Ángela no tenía documentos, había estado
boyando por distintas instituciones escolares sin que hubiera podido
concretar su ingreso. Finalmente ingresa a nuestra escuela, porque se
puede hacer con un acta de compromiso por parte de los padres de que
van a tramitar en el transcurso del año su documento. Ángela es una ne-
na muy dulce, inteligente, tal es así que con el apoyo de Silvia en el gra-
do recuperador enseguida se nivela con el grupo de sus pares y logra ha-
cer una vida escolar absolutamente normal. Un día, después de la
actividad que la maestra había dado, que le podía haber resultado dispa-
radora, Ángela se acerca a ella –evidentemente tenía un buen vínculo– y
le confiesa que había sido violada por su tío. Este tipo de revelaciones
moviliza mucho a los adultos. La docente se puso muy mal y podía ha-
ber dicho: “tomá un caramelo, no pasa nada”; o comprometerse e invo-
lucrarse. Afortunadamente nuestra compañera hizo esto último, se acer-
có a nuestro equipo de orientación escolar y nos comentó muy
angustiada lo que estaba pasando. Inmediatamente tomamos el caso: yo
como asistente social fui a la casa y conversé con la madre, que es la adul-
ta responsable de esta niña, y que en un primer momento se mostró de-
masiado angustiada. Luego sigo la investigación y me doy cuenta de que
había habido otros episodios de violación en la misma familia. Ángela te-
nía otras hermanas que también habían sido violadas. En charlas con Án-
gela, en las que le decía que su mamá se tenía que enterar de lo que ha-
bía pasado, Ángela se angustiaba mucho. Decía: “ahora mi tío [el
violador] no nos va a traer más comida y mercaderías”. A mi modo de
ver esto es una forma de prostitución. Observamos a veces que las ma-
más tienen cierta complacencia con estas cosas.
230
Paralelamente a esto nosotras hacemos la denuncia al juzgado de me-
nores de la zona.
Cuando las escuelas hacemos las denuncias a los juzgados, observamos
que hay una inmediata respuesta. Pero lamentablemente después no la
pueden sostener en el tiempo y se diluye. Nos dicen que están abarrota-
dos de trabajo. La escuela tiene que insistir periódicamente en que se vuel-
va a citar a la familia, en que haya una intervención. Esto es grave, desde
dos puntos de vista. Primero porque con una denuncia de por medio, el
niño o niña está más expuesto que antes. Segundo, la comunidad donde
está inserta la escuela, que es donde viven nuestros chicos, observa muy
atenta los pasos que damos las instituciones. En este caso: justicia, escue-
la. Evidentemente al no haber una resolución justa, el mensaje es: con los
niños no pasa nada. Finalmente Ángela desertó de la escuela, el tío viola-
dor se fue por un tiempo, pero pronto pudo volver a su lugar. Vemos que
Ángela pidió auxilio, como lo pidió Daniela en una oportunidad. Danie-
la era una nena de siete años que empezó a hacer pequeños robos en el sa-
lón. Un día una goma a alguien, un dinero a la maestra, pequeñas cositas.
Éstas son señales que nos dan los chicos. Nosotras siempre cuando habla-
mos con las mamás decimos: son luces rojas que se encienden. Daniela
nos quería decir algo, pero se ve que nosotras no interpretábamos hasta
que un día robó 200 pesos a una docente y ahí nos preguntamos qué pa-
saba con Daniela. A partir de este robo Daniela dejó de asistir a la escue-
la y cuando empezamos a investigar y concurrimos al juzgado para que re-
tomara su escolaridad, descubrimos que había una causa iniciada en el
juzgado por un abuso de un familiar, con intermediación de dinero. La
mamá es la que inicia ese juicio, pero al mismo tiempo es la que la expo-
ne a Daniela: los fines de semana cuando se iba a visitar a una pareja que
tenía en una localidad cercana, dejaba a Daniela con una hermanita que
sufría de enanismo y una hermana mayor que era dogradependiente. Lue-
go de la intervención de la escuela, recuperamos a Daniela. Ahora está en
sexto grado, es una buena alumna. Este caso fue positivo, porque la insti-
tución judicial nos respondió.
Otro de los casos que nosotras trabajamos fue el de Verónica. Lo ele-
gimos porque ejemplifica la falta de respuesta de algunas instituciones. En
este caso la maestra de 5º grado, muy observadora, veía que Verónica ve-
nía muy cansada, con los ojos irritados. Se acercó a nuestro equipo para
ver qué podíamos hacer. Empezamos a investigar y supimos que Veróni-
231
ca desde primer grado hacía una doble vida. De noche vendía flores en un
boliche de Buenos Aires y luego volvía a su casa, dormía un poquito y des-
pués venía a la escuela. Llamamos a la mamá y le explicamos que se tra-
taba de una situación de riesgo. A lo que la mamá nos responde que ella
era sostén de familia y que a ella no le compraban flores, a Verónica sí.
Ante esta situación, pedimos ayuda al Consejo del Menor y la Familia,
una beca para Verónica o un subsidio para la mamá para algún micro em-
prendimiento. La respuesta fue que no podían hacer nada porque el do-
micilio de Verónica era en provincia de Buenos Aires y el consejo trabaja
en Capital Federal. Se había creado en zona sur una Secretaría del Menor
y la Familia, adonde nos dirigimos. La respuesta fue que si bien Verónica
vivía en provincia, trabajaba en Capital Federal, y que no podían meterse
en una jurisdicción que no les competía. En medio de todo este lío de ju-
risdicciones y competencias, Verónica quedó embarazada. Afortunada-
mente vuelve a la escuela. Ahora está en 9º grado.
Claro que hay una fantasía según la cual retener a una chica en la es-
cuela es contenerla. Y hay una diferencia muy grande. Porque los chicos
están retenidos en la escuela dos años más, según la reforma, pero eso no
quiere decir que están contenidos.
Lo que se ve muy claro en estas historias y en el trabajo que hemos
desarrollado es que hubo un compromiso personal, pero esto no es la ge-
neralidad. La escuela es una institución verticalista, y burocrática. Si al
directivo no le interesa el tema, se tapó los oídos. No hay programas se-
rios que contemplen estas situaciones. Hay contenidos curriculares de
educación sexual. A veces las escuelas con buena voluntad llaman a un
médico o a un psicólogo, que da una charla a 150 chicos amontonados
en un gimnasio. Hay buena voluntad pero no alcanza. El maestro está to-
dos los días con esas personitas y el profesional que viene y da una char-
la no. Nosotras después de un fin de semana largo observamos que los
chicos vienen distintos, con una carga mayor de violencia, porque per-
manecieron dos o tres días en sus casas y no siempre en las mejores con-
diciones. La mirada del docente es muy importante. Incluso hemos de-
tectado que alrededor de noviembre muchos chicos tienen crisis, crisis de
llanto, angustia, se portan mal y no es el calor, es que la escuela se termi-
na, se termina un lugar muy importante para ellos. La escuela es una ca-
ja de resonancia tan importante. Y además es la cara del Estado todos los
días. Si cumpliéramos cada uno de nosotros con nuestro rol, si hubiese
232
las intenciones de hacer lo que corresponde, no estaríamos usando nues-
tro tiempo en repartir zapatillas. A la sociedad a veces le importa el tema
de la violencia callejera. Los robos. Pero hay una violencia silenciosa que
es la que padecen las nenas en este caso y que no se escucha, silenciosa,
y es la que tal vez origina esa violencia callejera. Verónica tal vez sea una
madraza pero con 14 años tiene que hacer de mamá, trabajar e ir a la es-
cuela. Es demasiado difícil.
233
• dos chicos que estuvieron internados en un hogar realizan
una denuncia contra el celador, acusación corroborada por
otros niños; sólo a partir de la intervención personal de una
trabajadora social de la institución se lo trasladó, pero sin me-
diar ninguna sanción.
234
Seminario:
La explotación sexual comercial
de niñas, niños y adolescentes
Hacia la formulación de políticas
públicas para la protección integral
de sus derechos
237
Apertura
239
promiso de los estados a tomar medidas para impedir la explotación
de niños y niñas en la prostitución u otras prácticas sexuales ilegales.
En 1996 la Argentina firmó la declaración emanada del Congre-
so Mundial de Estocolmo contra la Explotación Sexual Comercial
de Niños y Niñas y se comprometió a la implementación del plan
de acción que se produjo en ese foro internacional. Uno de los pun-
tos de la declaración del congreso urge a los estados miembros a
promover la coordinación y cooperación tanto en el nivel nacional
como internacional para eliminar las causas de la explotación co-
mercial de niños, niñas y adolescentes. Este seminario es una mues-
tra de la voluntad política por comenzar a trabajar en este sentido.
Se trata de un fenómeno que se conoce poco. Su aparición co-
mo tema público se presenta generalmente teñida de escándalo, con
grandes titulares, y las noticias, con el paso de los días, se van dilu-
yendo en los medios y en la conciencia social. De este modo, la fal-
ta de información fundada sobre los alcances de la explotación se-
xual y la dinámica social e institucional que favorecen su aparición
y permanencia atentan contra una toma de posición y una lucha se-
ria contra esta grave violación a los derechos humanos de los niños
y las niñas.
UNICEF, en su calidad de agencia de cooperación internacional
con los gobiernos y la sociedad civil para la plena implementación
de la CDN, ha comprendido la urgencia de avanzar en el conoci-
miento de este tema. Así, con la cooperación financiera del gobier-
no de Holanda y la coordinación técnica del Centro de Encuentro
Cultura y Mujer pudimos comenzar la investigación que hoy pre-
sentamos. La investigación no fue pensada como un ejercicio aca-
démico o de producción de información para difusión periodística,
sino como un aporte que permita la reflexión sobre políticas públi-
cas en este campo.
Nos referimos a políticas públicas en plural porque la explota-
ción sexual comercial de niños y niñas es un fenómeno social com-
240
plejo que no se reduce a alternativas puntuales de salvación de los
niños. Las alternativas salvadoras generalmente se han traducido en
medidas de protección de personas que la mayoría de las veces han
conducido a la internación de niños y niñas en instituciones de pro-
tección, donde se vulneran otros derechos: a la libertad, a la convi-
vencia familiar y comunitaria y se dejan intactas las condiciones de
reproducción del fenómeno.
La presencia de las instituciones coorganizadoras refleja la com-
plejidad que merece el abordaje de este tema: una política criminal
para la persecución del delito, políticas sociales de apoyo y fortale-
cimiento de las familias, promoción de servicios de consulta para
niños, niñas y adolescentes y el enfoque de género debido a la ma-
yor presión sobre las niñas en este tema.
Sin embargo, para que este entramado institucional sea realmen-
te efectivo debe avanzar e incluir las políticas educativas y de salud
que, junto con las familias y la comunidad, son los ámbitos básicos
por los que transitan cotidianamente los niños y niñas. La mayor
cobertura y calidad de la escuela y el acceso de todos los niños y ni-
ñas a controles periódicos de salud son factores fundamentales para
permitir su desarrollo. Representan bases sólidas para contrarrestar
situaciones de vulnerabilidad social, propicias para la aparición de
violaciones a sus derechos. Ello a su vez deberá estar acompañado
por un profundo conocimiento de parte de todos los agentes socia-
les (maestros, médicos y promotores de salud) de los derechos de los
cuales niños y niñas son sujetos.
Las organizaciones de la sociedad civil también deberán ser par-
te activa en la garantía de los derechos de los niños, niñas y adoles-
centes. Su práctica concreta es un factor fundamental en la denun-
cia de violaciones y en la lucha por la inclusión de los niños y niñas
en las políticas sociales básicas y la vida familiar y comunitaria.
Es nuestro deseo que este seminario sea el comienzo de una gran
alianza social que contagie la indignación en la sociedad y en el Es-
241
tado frente a las violaciones de la que son objeto miles de niños y
niñas y permita un trabajo concertado en favor de la defensa y pro-
moción de sus derechos.
242
nal frente a aquellos conflictos sociales que ponen más a prueba
nuestra dignidad individual, nuestra responsabilidad institucional y
nuestra ética comunitaria.
En este sentido, la problemática que hoy nos reúne abarca mu-
chas facetas y no podía dejar de ser una de nuestras preocupaciones
fundamentales; por ello, como resultado del convenio de coopera-
ción que hemos firmado con UNICEF en el marco del Programa de
Acercamiento a la Comunidad organizado por la Fiscalía General de
Política Criminal, esta Procuración decidió aceptar el compromiso
de analizar en profundidad esta temática, comprometiendo de este
modo a todos los integrantes del Ministerio Público, que son en de-
finitiva, los operadores del sistema que deben velar por la defensa de
los intereses generales de la sociedad, dentro de los cuales, la protec-
ción de la integridad de nuestros niños debe ocupar un rol trascen-
dente. En este sentido no debe haber muchas cuestiones de mayor
gravedad que la explotación sexual de esos niños que la sociedad de-
be cuidar sin paternalismos hipócritas o proteccionismos autoritarios
sino con compromiso ético indeclinable. Por otra parte, es un orgu-
llo para mí, ver concretado en este seminario aquel objetivo que le-
janamente definimos cuando pensamos el Programa de Acercamien-
to a la Comunidad, puesto que este seminario es el resultado del
empeño de una organización no gubernamental que desde su primer
contacto con nuestro organismo nos demostró su preocupación por
una realidad que pocos quieren aceptar. En este sentido, es de vital
importancia considerar el aporte científico realizado por el grupo de
investigación que hoy nos acerca sus resultados.
Este tipo de intercambio es parte fundamental del juego demo-
crático que las instituciones comprometidas con la realidad social
deben respetar y ahora nosotros somos los que tenemos que dar res-
puestas.
Cada vez que un conflicto social involucra a un niño o a un ado-
lescente, la sensación de que desde la justicia es poco lo que se pue-
243
de hacer se potencia porque queda patente la posibilidad de que ha-
yamos fracasado a la hora de sentar las bases de una sociedad que
ofrezca alternativas de futuro para quienes dan sus primeros pasos
en la vida de relación.
Y esta sensación tiene un fondo de verdad; sabemos que a través
del sistema de justicia sólo podemos acercar parte de la solución a
este problema, y también sabemos que los resultados obtenidos has-
ta el momento son poco satisfactorios. Por ello ésta es una buena
oportunidad para sentar las bases de un modelo más eficiente de ac-
tuación de este Ministerio Público para de algún modo compensar
la indiferencia institucional que existe. Ello no es sólo un mero ob-
jetivo sino que es un desafío institucional que debemos asumir. Te-
nemos las herramientas legales para hacerlo, pero hace falta profun-
dizar el compromiso de cada uno de nosotros para dar respuesta a
esta demanda social. Como sabemos que la respuesta judicial es im-
portante sólo desde una perspectiva del problema, es indispensable
contar con la actividad coordinada de los distintos organismos esta-
tales que nos permita la formulación de políticas públicas que tien-
dan a la protección integral de los derechos de niños, niñas y ado-
lescentes.
Sobre esta base considero que las líneas de política criminal y de
gestión que ha impulsado este Ministerio Público en los últimos
tiempos, sirven como una primera respuesta a las demandas que
aquí trataremos.
Por ejemplo, desde el Ministerio Público estamos impulsando la
implementación de un modelo de fiscalías que se ubicarían en los
distintos barrios de la ciudad a efectos de nutrir a nuestra institu-
ción de las vivencias cotidianas de la comunidad, conocer con ma-
yor profundidad las zonas de delincuencia y brindar soluciones in-
mediatas a los problemas de los vecinos. Para ello, incluso estamos
desarrollando un plan piloto en el barrio de Saavedra que hoy se en-
cuentra en plena ejecución con resultados muy favorables. De este
244
modo entendemos que el acercamiento del Ministerio Público a la
comunidad ofrece un nuevo canal de acceso a la investigación de
delitos tan complejos que generalmente se presentan como organi-
zaciones delictivas de difícil investigación, y en muchos casos pro-
tegidas por el propio sistema. Por ello creemos que este acercamien-
to ofrecerá también la posibilidad de aumentar el control sobre el
sistema policial. Pero por sobre todas las cosas, estoy convencido de
que este modelo reducirá el temor de los ciudadanos a comprome-
terse en la denuncia de este tipo de hechos.
Por último y desde otra perspectiva, debemos desmitificar la
creencia de que esta problemática se da sólo en los estratos más po-
bres de la sociedad; ello no es así, la investigación que hoy se pre-
senta nos demuestra que es un problema que involucra a todos los
estratos sociales, es un problema de todos, que debemos resolver en-
tre todos.
El eje convocante para el futuro podría ser el siguiente: cuando
una temática es oscura, compleja y de difícil planteamiento es im-
prescindible, más allá de las dificultades, exponerla a la luz de todos.
Luz y publicidad son condimentos que nutren los actos republica-
nos, cuando ya no haya más oscuridad no habrá más arbitrariedades.
245
Panel de propuestas, integrado por
Carmen Storani, María Orsenigo,
Patricia Bullrich, Maximiliano Rusconi
y Gladys Acosta
247
do lugar, es tarea impostergable el diseño de políticas específicas,
tanto para prevenir como para dar respuestas de apoyo, contención
y protección a niñas y niños en situaciones de riesgo y a quienes es-
tán siendo explotados.
Podemos decir con autoridad, desde el punto de vista legal que
la Argentina tiene un marco legal extraordinario. Contamos con la
Constitución Nacional del año 1994, que incorporó la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, que incorporó con ran-
go constitucional también la convención contra todas las formas de
discriminación contra la mujer, así como tratados y pactos interna-
cionales. Recordaremos que el artículo 34 de la CDN dice: “Los esta-
dos partes se comprometen a proteger al niño contra las formas de
explotación y abusos sexuales, tomando las medidas apropiadas de
carácter nacional, bilateral o multilateral que sean necesarias para
impedir: a) la incitación o coacción para que un niño se dedique a
cualquier actividad sexual ilegal, b) la explotación de los niños en la
prostitución u otras prácticas sexuales ilegales c) la explotación en
espectáculos o materiales pornográficos”. El artículo 6 de la Con-
vención Contra Todas las Formas de Discriminación Contra la Mu-
jer (CEDAW), dice: “Los estados partes tomarán todas las medidas
pertinentes, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las
formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la
mujer”. Por supuesto que en la Plataforma de acción mundial de
Beijing se trata muy especialmente esta situación de la mujer, en
particular cuando afecta a las niñas.
Por otro lado quiero compartir con ustedes la Declaración de Pa-
namá que recientemente hemos firmado los organismos públicos de
la mujer en reunión preparatoria para el 6to Encuentro Iberoameri-
cano de Ministros y Responsables de las Políticas de la Mujer, en
preparatoria de la Cumbre Iberoamericana de presidentes que se
realizó en noviembre de 2000 y cuyo tema es niñez y adolescencia.
Y esta declaración que hace 10 días hemos firmado, en su punto 10
248
insta a los jefes de Estado a “Adoptar medidas tendientes a prevenir,
sancionar, y erradicar la violencia sexual y sus distintas manifesta-
ciones, la trata de las mujeres, niñas y niños para el comercio sexual,
así como los temas de la prostitución forzada, la violación, el abuso
sexual, el incesto y el hostigamiento sexual”. Y por último tenemos
la Convención de Belem do Pará, no incorporada a la Constitución
Nacional pero ratificada por nuestro país, que define como violen-
cia contra la mujer todas aquellas manifestaciones “que tengan lu-
gar en la comunidad y sean perpetradas por cualquier persona, que
comprende entre otras violación, abuso sexual, trata de personas,
prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de traba-
jo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud
u otros lugares”. Esto simplemente para analizar cuál es el marco le-
gal. Tenemos normas suficientes. La cuestión es cómo empezamos
a aplicar a partir de medidas positivas, concretas, acciones que tien-
dan a prevenir esta situación. Esto no puede ser obra de un solo or-
ganismo, tiene que integrar a todos los organismos públicos. De he-
cho hay ya un compromiso por parte de quienes estamos en esta
mesa de ver de qué manera vamos a continuar con el diseño de es-
trategias de intervención. Hay que hacer visible esta realidad, con-
cientizar a las instituciones públicas, a las organizaciones comunita-
rias, a toda la sociedad para atreverse a hacer algo; sobreponernos a
la idea de que nada se puede hacer. Es importante diseñar estrate-
gias. Otro de los objetivos del CNM es la transversalidad, es decir, in-
corporar la perspectiva de género en los distintos ministerios. Por
eso quiero proponer algunas líneas de acción.
En primer lugar, así como ya estamos implementando políticas
públicas en salud, en educación, en desarrollo social, justicia, etc.,
dirigidas a varias cuestiones que no se relacionan con este encuen-
tro, yo me comprometo como presidenta del CNM a incorporar es-
ta documentación al Ministerio de Educación, para que el ministro
pueda trabajar con el Consejo Federal de Ministros de Educación.
249
Ya estamos trabajando en otros planes tendientes a la prevención;
por ejemplo, en salud, la mortalidad materno-infantil. Específica-
mente voy a invitar al ministro de Educación para que lo trabaje con
el Consejo Federal de Ministros de Educación, al ministro de Salud
para que lo trabaje con el Consejo Federal de Ministros de Salud.
Porque sabemos perfectamente que se puede trabajar desde las es-
cuelas, con los docentes y con las personas que están en contacto
con las niñas y niños para poder lograr una detección temprana y
también podemos intentar reforzar los planes de publicidad o de los
derechos de los niños y la discriminación de género. Porque la difu-
sión de los derechos de los niños también tiene que incluir el dere-
cho que les asiste en relación con su sexualidad y con sus cuerpos.
Éste es un tema que por prejuicios sociales resulta difícil de encarar.
Es decisivo también el trabajo con el Ministerio y las instituciones
de salud porque cumplen un rol muy importante. El embarazo y la
maternidad precoz son situaciones de riesgo en las que autoridades
sanitarias y médicos pueden intervenir favorablemente para preve-
nir situaciones de abuso e indefensión de niños y adolescentes. Jus-
tamente, el embarazo temprano suele ser un alerta roja de una si-
tuación de abuso sexual, de un abuso incestuoso o de una situación
de explotación sexual. Por tanto debe haber capacitación del perso-
nal, en cada hospital y centro de salud, para detectar los embarazos
producto de explotación sexual comercial.
En relación con la intervención judicial, en estos momentos es-
tamos encarando desde el CNM de qué manera podemos lograr pa-
trocinio jurídico gratuito para prevención de violencia hacia la mu-
jer y por supuesto hacia niñas y niños. Estamos a punto de firmar
un convenio con la Federación Argentina de Colegios de Abogados.
Por último me parece importante interesar a las legisladoras y le-
gisladores. Yo me comprometo a difundir, pero sobre todo a crear,
o recrear, una suerte de trabajo conjunto de quienes estamos en es-
ta mesa, para ver qué medidas, qué acciones podemos ir tomando
250
paulatinamente. Insisto en la necesidad de pensar a priori el trata-
miento del tema con la mayor seriedad posible. Instalar estos temas
en la agenda pública significa también tratar de ir demostrando que
hay posibles salidas, para superar la sensación de impotencia tan
propia de la sociedad argentina en momentos en que hay una críti-
ca feroz hacia el Estado. El hecho de estar hoy acá significa que hay
un compromiso, a pesar de que eventualmente se diga que no hay
políticas oficiales. De hecho estamos coorganizando este seminario.
Estoy muy contenta de haber sido invitada; es importante demos-
trar a la sociedad que en definitiva, si acá hay un trabajo de investi-
gación, en donde se nos ha interesado a los decisores políticos, esta-
mos iniciando una etapa nueva, de elaboración de posibles acciones
en común.
251
ciones de los hechos, a incluir esta problemática en la capacitación
sistemática de los trabajadores de infancia y adolescencia y de las
políticas sociales; el objetivo es generar indicadores de riesgo que
adviertan cuándo los chicos están entrando en esta situación, y ela-
borar estrategias de prevención.
Recuerdo conversaciones con Julieta Pojomosky, directora del
CAINA,45 sobre el estado en que llegan las chicas al CAINA y cuánto
preocupaba a los equipos. Y también el alerta de que esto no sólo
pasa con chicas de la calle, sino que puede pasar con chicas de cual-
quier sector, ligado a procesos de deculturación y desvalorización,
ligado al facilismo, a la ilusión del éxito rápido por ciertas vías. Me
parece importante lo que dice Carmen Storani: incorporar la cues-
tión a los planes de los equipos de educación, de salud, porque es-
to no es solamente un indicador para trabajadores de políticas so-
ciales, sino que implica múltiples exclusiones y postergaciones;
cuanto más universal sea el tratamiento de este tema dentro de las
políticas públicas, mejores van a ser los resultados. Me parecía im-
portante señalarlo, porque si podemos incluir la problemática de la
explotación sexual comercial como indicador de riesgo, tanto desde
la salud como desde la educación, vamos a poder incorporarlo a
nuestra vida cotidiana como trabajadores del área de infancia y ado-
lescencia.
Otra de las cuestiones a destacar que se desprende muy clara-
mente de la investigación es el rol que han cumplido las institucio-
nes del Estado, sobre todo la institución más difícil, la que presi-
do, el Consejo Nacional del Menor y la Familia. Es responsable de
responder a la victimización con más victimización, de revictimi-
zar a chicos víctimas. El consejo se compromete a reconvertir ese
252
rol, transformándose en una institución federal que, en primer lu-
gar, trabaje en todo el país, y que, en segundo, lugar proteja los de-
rechos de niños y adolescentes generando todas las garantías desde
el Estado.
Así el consejo nacional estará en mejores condiciones para cum-
plir con el objetivo para el que fue creado: difundir, promover y de-
fender los derechos del niño y su aplicación a través de políticas pú-
blicas en toda la República Argentina. Todavía hoy tenemos que
convencer a los jueces de que los chicos víctimas no sean enviados
a institutos de seguridad, cuando se trata de protegerlos y separar-
los de su ámbito familiar, porque lo único que hacemos es multipli-
car los riesgos.
Estamos trabajando otras temáticas, como la protección de los
discapacitados, el tratamiento de chicos tratados como locos cuan-
do solamente han sido víctimas del sistema, la situación de chicos
secuestrados, recluidos en instituciones inadecuadas. Estamos tra-
bajando para devolverles los derechos y el tratamiento adecuado.
Las tres funcionarias del gobierno que estamos reunidas aquí,
Carmen Storani, Patricia Bullrich y yo, asumimos firmemente el
compromiso de encarar la cuestión de la explotación sexual co-
mercial de niñas, niños y adolescentes, de ponerla en agenda, de
generar políticas, de sistematizar información, de promover inves-
tigaciones, de capacitar a los equipos técnicos para que este tema
sea tomado como indicador, de no eludir esta cuestión porque
asuste, sino incluirla en el Plan Nacional de Aplicación de la CDN,
que el consejo está llevando adelante con las provincias; darle tra-
tamiento en el COFERESO, que es el organismo donde confluyen
todos los ministros del área social, y presentar un programa que
empiece a devolver sus derechos a estos chicos, en su mayoría ni-
ñas y jóvenes.
253
Palabras de Maximiliano Rusconi, fiscal general
de la Fiscalía General de Política C riminal de la
Procuración General de la Nación
254
vo. Constructivo y, obviamente, con algunos límites. De modo que
la imagen de un fiscal esperando el caso es una imagen que hay que
revisar con bastante profundidad.
Esta investigación nos indica también que estamos ante un pro-
blema nacional que asume diferentes formas según las regiones. Bue-
nos Aires no es lo mismo que Posadas ni Posadas es lo mismo que
Resistencia. Y, sin embargo, ante realidades tan distintas el Ministe-
rio Público y el sistema judicial en general, reaccionan con estrate-
gias muy burdas, de acuerdo con un modelo organizacional que tie-
ne además 500 años de historia, que es el modelo inquisitivo.
Es evidente que éste es un problema que tiene aristas innumera-
bles que exceden al sistema penal, y éste tiene, lamentablemente, la
tendencia a fracasar por defecto y por exceso. No se ocupa de las co-
sas de las que debería ocuparse y se ocupa –de más– de las que no
debería. Es importante que el Ministerio Público reflexione sobre
cuáles son los límites del funcionamiento del derecho penal, porque
este puede provocar mucho daño. Puede provocar deficiencias por
no intervenir, pero si interviene de modo desmedido y sin una sen-
sibilidad especial respecto de los casos que ingresan al sistema pue-
de provocar uno de los daños expuestos históricamente y que surge
con claridad de esta investigación, es decir, la revictimización de la
víctima. El sistema penal puede distribuir mucho dolor.
Otro punto importante es que las normas son un instrumento
con muchos límites para ofrecer respuestas más o menos saludables
y es un límite que hay que reconocer. No puede esperarse tanto de
lo normativo, a riesgo de caer en lo que se llama falacia normativis-
ta, esto es, pensar que si uno legisla las realidades cambian.
Un aspecto muy interesante de la investigación que se vincula
sólo parcialmente con el funcionamiento del Ministerio Público pe-
ro que debe concentrar nuestra atención, es su señalamiento de la
demanda como el hecho determinante del fenómeno de la prostitu-
ción, y que sin embargo nunca ha sido estudiado. La necesidad de
255
estudiar la demanda me conmovió: es totalmente cierto que hay
que pensar en el tejido social en el que se inserta este fenómeno.
Así, desde el Ministerio Público es preciso comenzar a pensar en
algún tipo de respuesta institucional a este fenómeno. Tenemos la
ventaja de estar casi en una etapa fundacional del Ministerio Públi-
co, al ser una institución nueva que en la Argentina, por ejemplo,
ha adquirido un rol más o menos definido a partir de la última re-
forma constitucional.
La primera respuesta tiene que ver con la idea que mencioné an-
teriormente sobre la necesidad de ir a buscar los casos, sobre todo
aquellos que nunca llegan. Por supuesto, esto tiene consecuencias
en la organización del Ministerio Público, en sus facultades, en có-
mo se moviliza. En este sentido, la investigación nos muestra que
en el futuro el trabajo de los fiscales tiene que vincularse con las in-
vestigaciones de campo. Estas investigaciones no pueden sólo ocu-
par lugares en las bibliotecas. Tienen que condicionar el funciona-
miento de los fiscales.
En segundo lugar, el Ministerio Público debe definir cómo se re-
laciona con la víctima. Éste es un eje de política criminal absoluta-
mente trascendente. Un Ministerio Público que no sea sensible al
problema de la víctima es un Ministerio Público básicamente inefi-
caz. Todos los demás símbolos que incorpore son símbolos de poca
trascendencia si no ofrece respuestas a la víctima y respuestas un po-
co más completas que la sensación de que se está cumpliendo con
su demanda punitiva. No se trata sólo de esto. Se trata como míni-
mo de que la víctima no sea un convidado de piedra o un enemigo
del sistema de justicia. La víctima es molesta, porque incorpora in-
formación que no se sabe cómo clasificar, porque tiene demandas
sobre el avance de su caso, porque ha sido afectada de un modo que
no comprendemos y no sabemos qué respuestas dar. Por eso debe-
mos definir muy claramente el rol de la víctima y cómo hacemos,
como mínimo, que el sistema de justicia sea amigable, que la incor-
256
pore como un sujeto al cual tiene que brindarle no sólo un espacio
procesal sino también un espacio institucional comprometido con
los problemas que ha generado el ilícito.
El otro eje tiene que ver a mi juicio con la imperiosa necesidad de
que los operadores del Ministerio Público, los fiscales, los integran-
tes de una fiscalía, incorporen conocimientos no jurídicos. Con esto
no se pretende que se transforme a los integrantes de una fiscalía en
especialistas en un conjunto de conocimientos que no son parte de
la formación básica de los integrantes del sistema de justicia. Signi-
fica capacitar para sensibilizar. O sea, que puedan comprender dón-
de está el problema, y a su vez, que ese problema no puede recibir
una respuesta punitiva o procesal tradicional. Uno se sensibiliza
cuando conoce. En ese sentido, me parece que la relación con los or-
ganismos no gubernamentales puede ayudar, es posible que sea a
ellos a quienes el Ministerio Público les puede pedir ayuda.
Por otra parte, esta investigación ha demostrado cómo el sistema
penal puede ir por la vida descomprometido del contexto social.
Cómo el sistema de justicia ha hecho un culto del alejarse del con-
texto social. Jueces y fiscales han creído que la independencia judi-
cial pasaba por independizarse de la gente. Nos hemos alejado de la
gente y nos hemos hecho más dependientes del poder político. Pe-
ro justamente de la gente no hay que independizarse. Los organis-
mos que no fabrican poder autónomamente se legitiman en el con-
tacto con la comunidad. Este alejamiento ha hecho que el sistema
penal haya desarrollado sistemas arquitectónicos y lenguajes inen-
tendibles, sistemas procesales inquisitivos que nadie comprende,
sistemas que no tienen contacto con las víctimas ni con la comuni-
dad, definiciones de víctimas muy estrechas que no permiten que
los organismos no gubernamentales participen en los procesos pe-
nales. Si ustedes ven la arquitectura del Palacio de Justicia se dan
cuenta de que nadie ha pensado en la gente, a nadie importa cómo
llega el ciudadano a su caso. Esto me parece que debe cambiar y es
257
un problema absolutamente cultural. Al mismo tiempo me parece
que esta investigación demuestra también por qué hay desconfian-
za en el sistema penal. Hay que reconstruir esta relación de confian-
za entre el sistema policial, el sistema de justicia y la comunidad.
Hay que hacer un sistema de justicia más amigable. Acceso a la jus-
ticia significa ofrecer a la gente espacios para que ingrese en el siste-
ma de justicia.
Claramente también, me parece que la investigación demuestra
la necesidad de mejorar los compromisos de la institución, el Minis-
terio Público sobre todo, pero también la institución judicial en ge-
neral, el compromiso con el modo en que definimos el daño de la
víctima. Daño es algo mucho más complejo que la mera afirmación
de “afectación a un bien jurídico”, debe ser tomado como un fenó-
meno más integral, con aristas mucho más complejas. Me parece
que hay algunas respuestas procesales que podemos dar. Casos sen-
sibles y complejos determinan la necesidad de darle al sistema de
justicia la posibilidad de disponer de la acción penal incorporando
objetivos distintos al de la sanción, por ejemplo el reparador. Esta
discusión se desarrolla alrededor del concepto del principio de
oportunidad. Es decir, la posibilidad de que el fiscal advierta que en
ciertos casos es mucho más importante la reparación que la sanción,
más allá de los objetivos de descomprimir la cantidad de casos que
entran al sistema. Y sobre todo pensar cuál es la mejor respuesta a
la víctima, que a veces no es la búsqueda a ultranza de la sanción al
autor, sino una respuesta más integral. Esto requiere una modifica-
ción del régimen de la acción penal. Asimismo, muestra la necesi-
dad de que la investigación penal esté a cargo de un fiscal. Por su
propia organización, el Ministerio Público tiene más posibilidades
de contactarse con los organismos no gubernamentales, de funcio-
nar en forma descentralizada, de tener más capacidad de desplaza-
miento. Al mismo tiempo esta investigación demuestra la necesidad
de acercarse a la instancia policial. En este sentido la descentraliza-
258
ción del Ministerio Público podría posibilitar generar en el terreno,
o sea en la calle, un sistema de frenos y contrapesos. La institución
policial tiene el monopolio del contacto con la comunidad y esto es
un problema. Mucho poder, monopólico y con poca capacidad de
control es una fórmula que permite, ya por la propia organización,
casos de corrupción. Y este sistema de pesos y contrapesos es un sis-
tema que no es novedoso para nosotros, está en la constitución.
Para terminar con estas ideas me parece que hay tres verbos que
nos tendrían que guiar. Un verbo es “conocer”, el otro “difundir” y
el otro “coordinar”. Y recién estamos en el primero.
259
El trabajo que hoy se acerca a ustedes permite partir de la premi-
sa de que la oferta sexual de niñas, niños y adolescentes no es una
cuestión aislada y poco significativa, y que de ninguna manera se cir-
cunscribe al mundo de las chicas y chicos de la calle; sino que se tra-
ta de un fenómeno que involucra a muchos otros actores sociales.
El fiscal Maximiliano Rusconi aludió a la “clandestinidad sisté-
mica” de este tipo de explotación. A esta afirmación cabe agregarle
que, al mismo tiempo, ello sale a luz de modo descarado a través de
los medios de comunicación. Y para ello sólo basta mirar los diarios.
Ofertas de chicas y chicos que salen cotidianamente en diarios de
importante circulación, para no hablar de las ofertas que circulan en
Internet.
Entonces podemos decir que este fenómeno es clandestino en la
conciencia colectiva de los argentinos, pero no en los medios de co-
municación. Está al alcance de todos, todos los días, en distintos
medios. Nadie puede argumentar que lo ignora. Estamos en presen-
cia entonces de un replanteo profundísimo respecto del conocimien-
to del problema y de la falta de medidas adecuadas con respecto a có-
mo sale a la superficie. Este tema urge tratamiento.
Un factor que involucra directamente a una política de seguri-
dad, a una política criminal, es que la incorporación de niñas, ni-
ños y adolescentes a los circuitos de prostitución tiene que ver con
sistemas organizados de reclutamiento y de tráfico que manejan
grandes sumas de dinero. En la incorporación de una niña a estos
circuitos pueden jugar circunstancias de esa niña que busca salir de
una determinada situación (de coacción, de violencia, de desampa-
ro), pero fundamentalmente hay organizaciones de amplio alcance
que compete al Estado y a la sociedad civil desmantelar.
Uno de los datos más graves que se desprenden de la investiga-
ción es la vinculación de estos intermediarios, estos proxenetas, con
los organismos de seguridad que debieran actuar para neutralizarlos.
Es fundamental desmantelar esas connivencias. La reconstrucción
260
de las relaciones entre la comunidad y la justicia, la comunidad y la
policía, resulta imposible en la medida en que la comunidad no per-
ciba una transparencia en el funcionamiento del aparato policial.
Éste es un elemento estratégico para trabajar en el seno de las orga-
nizaciones de seguridad. Desde el gobierno debemos trabajar de
modo que esas organizaciones se depuren, que respondan a un mo-
delo cultural, educativo y de gestión distintos, liberado tanto de las
prácticas tradicionales de coima como de la vinculación con las or-
ganizaciones criminales mismas. No puede haber eficacia en la in-
tervención policial cuando no están claras las fronteras con el mun-
do del delito.
Es de destacar la ausencia total de un tratamiento coherente de
esta problemática en el marco del Poder Ejecutivo. Por eso es im-
portante que ahora podamos trabajar y que este tipo de investiga-
ciones y de reuniones sean el verdadero motor para la elaboración
de programas concretos con objetivos mensurables.
Otra cuestión fundamental es el proceso de naturalización de
esta problemática en el imaginario social: el proceso de naturaliza-
ción de la demanda. No podemos limitarnos a tratar estos hechos
desde la perspectiva de desarmar las organizaciones o trabajar so-
bre sus víctimas cuando hay una demanda que va generando espa-
cios para su activación. Esa demanda no ha sido en ningún mo-
mento estigmatizada, no ha sido objeto de ninguna campaña que
desenmascare a esos hombres casados, profesionales, que vuelven a
su casa después de haberse acostado con una niña en cualquier lu-
gar de la ciudad. Debemos plantearnos la difícil tarea de ver cómo
desarmar este modelo social y sexual hipócrita. El modelo que ge-
nera además un tráfico con niñas traídas de otros países indocu-
mentadas. A partir de esta situación, lo primero que creo que tene-
mos que plantear es trabajar, como decía Carmen Storani, sobre
programas concretos sobre la base de la legislación y las normas
que ya existen. Porque si bien puede haber un mejoramiento nor-
261
mativo la base normativa está. Entonces, por un lado, debemos tra-
bajar en los mecanismos de protección integral de niñas y niños.
Ya estamos trabajando con el Consejo del Menor y la Familia so-
bre la elaboración de una legislación que termine con el modelo tu-
telar del patronato que hasta hoy existe en la Argentina, un mode-
lo retrógrado, fuente de los famosos institutos de encierro de
menores que hoy María Orsenigo tiene la responsabilidad de ad-
ministrar. María Orsenigo estará elaborando las estadísticas sobre
la cantidad de niñas que comienzan en este mercado prostituido y
terminan en un instituto de menores. Todo esto va conformando
un sistema que hay que revertir. Este sistema continúa en el siste-
ma carcelario que hoy me toca administrar a mí, porque pasan de
los institutos de menores a las cárceles de jóvenes, que por supues-
to siguen teniendo esta concepción de encierro. Una realidad cuya
transformación es difícil y muy lenta. Son lugares en donde ade-
más se vuelven a reproducir los mismos mecanismos de uso de los
cuerpos, en las relaciones violentas y de servidumbre que se repro-
ducen en esta convivencia en el encierro.
Por un lado necesitamos plantear la articulación de una red in-
terinstitucional que proponga un programa específico de gobierno,
por otro crear los dispositivos de protección integral de los niños
que no implique formas de encierro y coerción, un tema que ya es-
tamos analizando con María Orsenigo y que trataremos de llevar lo
antes posible al Parlamento de la nación, para terminar con este
concepto de la chica o el chico como objeto de protección o tutela
y de represión. Y por supuesto es fundamental lo que se planteó en
cuanto a la detección temprana, para la cual tanto pueden aportar
el sistema de educación, el sistema de salud, el trabajo en conjunto
con las agencias gubernamentales. Por el momento, no tenemos
ninguna política real de prevención.
A partir de estas políticas de articulación en red, a partir de este
modelo integral de protección, a partir de esta relación intersinsti-
262
tucional, a partir de los cambios en el modo de operar del Ministe-
rio Público, tal como anticipó Rusconi, sobre realidades sociales y
no sobre casos concretos, podemos impulsar esas políticas de pre-
vención, y en general un programa dirigido a transformar la reali-
dad que con tanta calidad científica ha analizado UNICEF.
263
esto sea así, no será posible enfrentar con firmeza fenómenos como
la explotación sexual.
La presente investigación sobre explotación sexual tiene la virtud
de despojarse de una mirada moralista, a partir de la cual sólo po-
drían surgir soluciones moralistas, soluciones tendientes a “resca-
tar”, no sólo a niñas y adolescentes, sino también a la mujer adulta,
de la prostitución, la misma que es vista, desde ciertas perspectivas,
exclusivamente en términos de degradación moral, dejando muchas
veces de lado la violación de los derechos fundamentales que repre-
senta. Por el contrario, esta investigación ha planteado la cuestión
en términos de derechos. Esta mirada nueva nos permite ver que en
la prostitución entra en juego, por encima de todo, la vulneración
de derechos humanos. UNICEF también está en esa transición hacia
el desarrollo de la perspectiva de derechos en todos sus programas,
lo que en concreto quiere decir priorizar el respeto de los derechos
en toda circunstancia y descubrir cuándo se ve afectada la dignidad
de la persona. Lo primero que tenemos que hacer es volver a mirar
la realidad. Uno construye la realidad a partir de la mirada. La CDN
significó un cambio radical en la política, no sólo para UNICEF sino
para todos los estados Parte de la Convención. Ya no se trata de re-
solver con criterio asistencial los problemas de los niños. Estamos
empeñados en la búsqueda de formas de colaboración con los esta-
dos para que los mandatos de la CDN se hagan realidad.
En el siglo XX se ha dado un proceso de universalización de los
derechos, para todas las personas independientemente de sus con-
diciones particulares. Existen muchos debates abiertos. Las polémi-
cas a propósito de la prostitución adulta, si la prostitución es o no
un trabajo, si corresponde hacer diferencias entre la prostitución
forzada y no forzada, si hay una libre elección de la prostitución,
son discusiones que no caben cuando se trata de niñas, niños y ado-
lescentes, cuya libertad de elección está limitada por su nivel de ma-
durez o desarrollo. Las leyes referidas a las personas que aún no han
264
cumplido 18 añostienen que ser protectoras por excelencia. El Esta-
do debe ser el principal protector. Por esa razón, el artículo 34 de la
CDN dice: Los estados partes se comprometen a proteger al niño
contra todas las formas de explotación y abusos sexuales.
Es cierto que las estadísticas sobre SIDA están aumentando en las
edades más tempranas, en parte porque la demanda de servicios se-
xuales se concentra en los más jóvenes bajo el supuesto de que, apa-
rentemente, presentan menos riesgo de haber contraído la enferme-
dad. Para enfrentar este grave problema, la sociedad ha de tomar
conciencia de la relación de dominio que se establece entre adultos
y niños, también en el terreno sexual, con el agravante de que al tra-
tarse de un tema tabú se lo omite en el debate amplio y, por ende,
se lo deja en la oscuridad. De manera similar, algunas estadísticas
muestran que en Chile, por ejemplo, de los embarazos de adoles-
centes, sólo el 20 % de los padres son adolescentes también. El res-
to son adultos. Una sociedad que pretende evolucionar tiene que
darles a los niños y adolescentes su lugar. Y darles su lugar es tam-
bién escucharlos; si no permitimos que su mirada fresca nos abra
nuevos espacios, estamos bloqueando la capacidad de cambio de
nuestra propia sociedad. Tenemos que tener claro que hay un con -
tinuum en la sociedad entre la discriminación, la coacción y la vio-
lencia y es en ese continuumque se instala la explotación sexual.
El Estado tiene una responsabilidad de garante en el cumpli-
miento de los derechos humanos dentro de un territorio, pero tam-
bién tiene que trabajar de manera coordinada con una sociedad ci-
vil muy activa. Los países de la región han sufrido un enorme
deterioro de sus políticas universales de salud, educación, lo que ha
provocado marginalidad de grandes sectores de la población.
Acabamos de terminar una encuesta que se hizo en 20 países,
que se llama “La voz de los niños, niñas y adolescentes” y es impre-
sionante cómo ellos están sufriendo el dislocamiento de una escue-
la que los expulsa, y la presión que sufren al no ver con claridad cuál
265
va a ser su futuro de trabajo. La crisis de las políticas universales tie-
ne que ser superada, para lo cual existen claros mandatos interna-
cionales. Hay un proceso de adaptación legislativa que tenemos que
continuar. Y se impone una política dirigida hacia las familias como
entornos fundamentales de acompañamiento a los niños y adoles-
centes, lo cual implica políticas transversales, así como nuevos y ma-
yores compromisos con la comunidad internacional. Sólo un con-
texto social protector y respetuoso de los derechos de los niños,
niñas y adolescentes podrá revertir de manera definitiva el grave
problema de la explotación sexual de quienes aún no han alcanza-
do la madurez y el desarrollo requeridos para autoprotegerse ade-
cuadamente.
266
Plan de acción en favor
de los derechos de la infancia
explotada sexualmente
En favor de los derechos
de la infancia explotada sexualmente
Meta
Objetivos generales
269
2. Fortalecer a niñas, niños y adolescentes, facilitando su acceso a
información pertinente –reconocer situaciones de riesgo, con-
ciencia sobre sus derechos y sobre qué hacer cuando son vulne-
rados– desde una perspectiva que incluya sus voces y sus intere-
ses de las niñas y los niños.
3. Problematizar las contradicciones que existen en nuestra socie-
dad, en la que por un lado en el nivel de los discursos formales (y
legales) se proclaman los derechos de la niñez, pero en las prácti-
cas concretas muchas veces los ignoran, desprotegen o permiten
su explotación.
4. Impulsar políticas públicas de niñez que contribuyan a superar
las situaciones de vulnerabilidad infantil, garantizando proce-
sos de inclusión de las niñas y niños en redes comunitarias pre-
viniendo las situaciones de desamparo y las relaciones de explo-
t a c i ó n.
5. Fortalecer la capacidad del Estado para responder a las situacio-
nes de violación de los derechos de los niños.
6. Implementar instancias de control del cumplimiento de la legis-
lación vigente que garanticen a las niñas y niños una vida sin vio-
lencia ni explotación.
7. Coordinar e intercambiar información con los organismos en-
cargados del cumplimiento de la ley, los sistemas judiciales de
otros países, los organismos gubernamentales y organizaciones
de la sociedad civil a fin de promover la investigación, el enjui-
ciamiento y la condena y fundamentalmente la protección de
las víctimas.
8. Promover la investigación sobre las distintas dimensiones de la
problemática de la explotación sexual infantil.
9. Visibilizar la demanda y sus efectos sobre el sostenimiento de la
oferta, es decir, la organización.
270
Áreas de acción
271
Anexos
Anexo A
Subtotal 45 24 24 14 33 24 164
instituciones (59%) (52%) (55%) (56%) (43%) (41%) (50%)
Niños, niñas 15 10 8 7 28 15 83
y adolescentes (20%) (22%) (18%) (28%) (37%) (25%) (26%)
Subtotal otros 16 12 12 4 15 20 79
involucrados (21%) (26%) (27%) (16%) (20%) (34%) (24%)
Total 76 46 44 25 76 59 326
(100) (100) (100) (100) (100) (100) (100)
273
Cuadro 2. Número de entrevistas realizadas según tipo de entrevista, por regiones.
Otras fuentes de datos y expedientes judiciales
Funcionarios policiales 2 2 2 3 1 4 14
Funcionarios de
instituciones públicas 16 12 5 3 10 9 55
Funcionarios del poder
judicial 9 7 12 4 11 5 48
Organizaciones comunes
y religiosas 18 3 5 4 11 6 47
Subtotal instituciones 45 24 24 14 33 24 164
Niños, niñas y adolescentes 15 10 8 7 28 15 83
Subtotal niños 15 10 8 7 28 15 83
Personas adultas prostituidas 6 4 5 1 5 11 32
Clientes 3 4 5 12
Proxenetas 1 1 3 5
Informantes del ambiente* 6 8 6 2 5 2 29
Madama 1 1 2
Subtotal adultos involucrados 16 12 12 4 15 20 79
Subtotal involucrados 31 22 20 11 43 35 162
Total entrevistas 76 46 44 25 76 59 326
Expedientes judiciales estudiados 1 2 3 2 2 10
Noticias periodísticas 450
* Incluye taxistas, remiseros y otros habitués de bares donde hay adolescentes, niñas y niños prosti-
tuidos.
Nota: Se han analizado un total de 10 expedientes judiciales, que son ejemplos tanto de la acción de
la justicia como de las distintas modalidades de prostitución y formas de acción. Sólo dos de ellos se
presentan en este informe.
Se han reunido además aproximadamente 450 noticias aparecidas en medios gráficos nacionales
y provinciales. Algunas de ellas constituyen noticias únicas, es decir dan cuenta de un hecho y ahí se
cierra la información. Otras en cambio se constituyen en verdaderos acontecimientos noticiosos, dan-
do cuenta en general de los avatares de determinados procesos judiciales que por alguna razón toma-
ron notoriedad. Estos materiales han sido considerados en el análisis de las modalidades pertinentes.
274
Cuadro 3. Número de entrevistas realizadas a niñas y niños prostituidos
por sexo por pr ovincia
Mujeres 8 8 7 6 17 8 541
Varones
y travestis 7 2 1 1 11 7 292
Total 15 10 8 7 28 15 83
Nota: El mayor número de entrevistas corresponde a niñas, un 65%. Aunque estas pro-
porciones varían de una región a otra. En Córdoba por ejemplo es proporcional el núme-
ro de entrevistas de ambos sexos, en Puerto Madryn predominan las mujeres. En otras re-
giones las proporciones varían. De estos valores no debe extraerse ninguna conclusión
respecto de la proporción real de mujeres y varones prostituidos, porque no se trata de un
muestreo con criterios de representatividad mensurables.
Buenos Aires 18 10 1 3 2 3 28
Córdoba 13 2 1 1 15
Chaco 9 1 1 10
Puerto Madryn 3 4 3 1 7
Neuquén 8 8
Posadas 13 2 1 1 15
Total 64 19 2 6 6 4 83
275
Cuadro 5. Edad actual de las niñas, niños y adolescentes entrevistados
Buenos Aires 3 5 20 28
Córdoba - 2 13 15
Chaco 1 3 6 10
Puerto Madryn 1 2 4 7
Posadas 7 2 6 15
Neuquén - 2 6 8
Total 12 16 55 83
Cuadro 6. Edad de inicio de las niñas, los niños y los adolescentes entrevistados
Buenos Aires 7 14 4 3 28
Córdoba 3 10 1 1 15
Chaco 3 5 2 10
Puerto Madryn 2 5 - 7
Neuquén 1 6 1 8
Posadas 9 4 2 15
Total 25 44 10 4 83
276
Cuadro 7. Entrevistas institucionales por región
Funcionarios policiales 2 2 2 3 1 4 14
Funcionarios judiciales 9 7 12 4 11 5 48
Subtotal 11 9 14 7 12 9 62
Funcionarios de programas
estatales de menores1 7 6 3 2 4 6 28
Integrantes de instituciones
de salud2 5 4 2 1 4 3 19
Integrantes de la institución
educativa3 4 2 - - 2 - 8
Subtotal funcionarios
de instituciones públicas 16 12 5 3 10 9 55
Organizaciones comunitarias 4 10 1 3 4 6 4 28
Organizaciones religiosas5 8 2 2 - 5 2 19
Subtotal organizaciones
comunes y religiosas 18 3 5 4 11 6 47
Total 45 24 24 14 33 24 164
salud.
3 Esta categoría incluye maestras y maestros, psicopedagogas y psicopedagogos, directoras y di-
277
Anexo B
Técnicas. La recolección de datos
Observaciones
Se realizaron recorridos por calles, bares, y en algunos se pudo in-
gresar a prostíbulos con el objetivo de obtener información y de ob-
servar el movimiento, la circulación, y hacer entrevistas. En estas re-
corridas se recogieron descripciones, impresiones y escenas que
fueron registradas de la manera más minuciosa posible.
Contactos informales
Entrevistas
278
peraron momentos de la vida personal de mucha trascendencia en
las propias historias.
Siempre que fue posible, se utilizó un grabador. En otros casos só-
lo pudieron tomarse notas, durante las entrevistas o posteriormente.
Se trató siempre de reproducir lo más aproximadamente posible los
diálogos que tuvieron lugar. Muchas de las limitaciones de las entre-
vistas obedecen a las condiciones poco favorables a un diálogo de los
lugares en que fueron realizadas: la calle, bares, con testigos varios,
ruidos, etc., condiciones poco favorables a un clima de intimidad.
A pesar de ello, algunas de las entrevistas realizadas en la calle o
en bares han aportado elementos muy valiosos, porque dan cuenta
de aspectos de manera única y permiten comprender situaciones
inaccesibles desde otros abordajes.
En algunos casos estas entrevistas son fruto de un contacto un
poco más prolongado: empezaron como contactos informales y ter-
minaron con el grabador prendido y muchas explicaciones por parte
de las y los entrevistadores acerca de los porqués del interrogatorio.
Otras fueron conseguidas a partir de contactos con los informantes
y se realizaron fuera de los circuitos y de los horarios de “trabajo”,
lo cual facilitó mucho la concentración y la posibilidad de sostener
diálogos largos y profundos con las entrevistadas y entrevistados. En
todos los casos en que se usó grabador hubo necesidad de dar mu-
chas explicaciones extra acerca de por qué se grababa, incluso algu-
nas personas al ver el grabador se negaron a continuar conversando.
Las entrevistas brindaron la posibilidad de aproximarse a la vida
de quienes fueron entrevistados, como un modo de “testimoniar”
acerca de sus vidas y sus prácticas. Testimoniar significó en este ca-
so colocarse en el rol de testigo, aceptando el desafío de involucrar-
se en un mundo de personas con nombre, con vida, cuyo relato no
está encasillado de antemano. Significó además abstenerse de toda
interpretación del material mientras se lo recibía y abstenerse de in-
tervenciones.
279
Los relatos cobran vida, valen por lo que dicen y es por eso que
están incluidos, aunque en forma fragmentaria por su extensión.
Esos relatos son sin duda el resultado de la interacción con las per-
sonas que realizaron las entrevistas, pero estas narraciones constitu-
yen la materia básica de una investigación que no quiere transfor-
mar el conocimiento de la realidad social en categorías abstractas o
numéricas.
280
Bibliografía consultada
Argentina
281
CONGREGACIÓN ADORATRICES DE COLOMBIA, Hacia el rescate de la
menor afectada por la prostitución.rPograma de promoción integral
de la Mujer, Bogotá, UNICEF - Congregación Adoratrices, 1991.
GONZÁLEZ, Mariana, La explotación sexual comercial de niñas y n-i
ños en América latina y el Caribe. El caso de rUuguay, mimeo,
Montevideo, Instituto Interamericano del Niño, 1998.
LAURNAGA, María Elena, Uruguay adolescente. rPostitución de adoles-
centes y niños. Aporximación a un diagnóstico, Montevideo, Insti-
tuto nacional de la Familia y la Mujer, UNICEF y Ediciones Tril-
ce, 1995.
MANSILLA, María Eugenia, La prostitución infantil: una forma de
maltrato. Análisis de situación y propuestas de atención en P,erLi-
ú
ma, BICE, 1991.
PINTO LEAL, Maria Lúcia, A explotação sexual de meninos e meninas
na America latina e no Caribe,mimeo, San Pablo, 1999.
SILVESTRE, Emanuel, Jaime Rijo y Huberto Bogaert, La neoprostitu-
ción infantil en República DominicanaSanto
, Domingo, UNICEF-
ONAPLAN, 1997.
Bibliografía general
282
VÁZQUEZ, Francisco, Mal menor. Políticas y representaciones de la
prostitución sigloXs VI-XIX, Cádiz, Publicaciones de la Universidad
de Cádiz, 1998.
Documentos
283
Equipos de investigación
Misiones
Coordinadora en Posadas: Lidia Schiavoni.
Equipo de investigación: Matilde Pereda, Rosa López, Estela Bárbaro, Gladys
González, Sandra Montiel.
Colaboración institucional: Programa Estudios sobre la Mujer, Facultad de Hu-
manidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones, Funda-
ción Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de
Misiones.
285
Chaco
Coordinadora en Chaco: Ana Rosa Pratesi.
Equipo de investigación: Andrea Rizzoti, Graciela Varela, Jorge Próspero Rozé.
Colaboraron: Andrea Galeano, Juan Méndez.
Colaboración institucional: Colegio de Psicólogos del Chaco.
Córdoba
Coordinadora en Córdoba: Liliana Fedullo.
Equipo de investigación: Cecilia Cortés, Patricia Mazzini, Darío Tosorini.
Asesora académica: Patricia Morey.
Colaboración institucional: Programa de Estudios Interdisciplinarios de Género
y Mujer, Fundación de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad
Nacional de Córdoba.
Neuquén
Coordinadora en Neuquén: Malena López Dorigoni.
Equipo de investigación: Marina López Dorigoni, Miriam Liliana Rivas, Silvana
Amalia Sánchez, Lucía Verónica Valdés, Laura Mombello.
Colaboración institucional: Colegio Profesional de Servicio Social de Neuquén.
286