La Nic3b1ez Prostituida

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La niñez prostituida

Estudio sobre explotación sexual comercial


infantil en la Argentina
La niñez prostituida
Estudio sobre explotación sexual comercial
infantil en la Argentina
Este libro se basa en el Informe de investigación “La explotación sexual comer-
cial de niñas, niños y adolescentes” realizada por UNICEF-Oficina de Argentina,
con la coordinación técnica del Centro de Encuentros Cultura y Mujer ( CECYM)
y el apoyo financiero de la Embajada de los Países Bajos.

Dirección de la investigación y autoría del texto: Lic. Silvia Chejter .


Responsable técnica por UNICEF: Irene Konterllnik.
Revisión de textos: Marta Vassallo.
Equipos de investigación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
y de las provincias de Córdoba, Chaco, Chubut, Misiones y Neuquén.

© Unicef. Oficina de Argentina


Buenos Aires, octubre de 2001

ISBN 987-9286-06-5

Diseño de cubierta: as-estudio


Diseño de interiores: Silvana Ferraro

UNICEF
Maipú 942, piso 14
1340 - Buenos Aires
Argentina
Índice

Prólogo.................................................................................. 7
Presentación .......................................................................... 9

La investigación

1. Introducción: una realidad oculta y encubierta.................. 15

Parte I
2. La realidad de la explotación sexual comercial infantil....... 33

Parte II
3. Niñas en prostíbulos.......................................................... 45
4. La prostitución de lujo ...................................................... 73
5. La prostitución en la calle.................................................. 91
6. La prostitución masculina.................................................. 117
7. Travestis prostituidas. Palermo y Constitución................... 127

Parte III
8. Reclutamiento ................................................................... 141
9. Los clientes........................................................................ 165

Parte IV
10. Los contextos. Poder sexual, económico y generacional .... 175

5
Parte V
11. Las respuestas estatales. La justicia................................... 193
12. Las respuestas institucionales ........................................... 217

Seminario: La explotación sexual comercial


de niñas, niños y adolescentes

Hacia la formulación de políticas públicas para la


protección integral de sus derechos........................................ 237

Apertura. Palabras de Edward Madinger, Representante


Delegado de UNICEF, Oficina de la Argentina ........................ 239

Palabras del doctor Nicolás E. Becerra, Procurador


General de la Nación............................................................. 242

Panel de propuestas, integrado por Carmen Storani,


María Orsenigo, Patricia Bullrich, Maximiliano Rusconi
y Gladys Acosta ..................................................................... 247

Plan de acción en favor de los derechos


de la infancia explotada sexualmente

Meta...................................................................................... 269
Objetivos generales................................................................ 269
Áreas de acción...................................................................... 271

Anexos
Anexo A................................................................................. 273
Anexo B................................................................................. 278

Bibliografía consultada ......................................................... 281


Equipos de investigación ....................................................... 285

6
Prólogo

Con esta publicación, UNICEF difunde tres documentos surgidos de


iniciativas llevadas a cabo en los últimos años.
Por un lado, una investigación sobre explotación sexual comer-
cial de niñas y niños realizada en distintos puntos del país, en la que
se examinan sus alcances y dinámica. Si bien este fenómeno repre-
senta una clara violación de derechos, el perfil de la investigación es
básicamente sociológico y no se propone identificar culpables de la
comisión de esos delitos. Por el carácter clandestino que tiene esta
actividad, no fue posible cuantificarla con rigor científico y su estu-
dio ha seguido un diseño exploratorio de tipo cualitativo mediante
entrevistas con los niños y niñas así como con distintos actores.
El propósito del trabajo que se refleja en estas páginas fue enten-
der cuáles eran los grupos de niños y niñas más vulnerables a esta
situación y las omisiones por parte de los actores institucionales,
tanto estatales como privados, que habilitan la continuidad del pro-
blema. El objetivo final de esta iniciativa era acercar información a
los decisores políticos de los diferentes ámbitos del Estado, de ma-
nera de promover su compromiso con acciones concretas que posi-
biliten la erradicación de estas violaciones extremas a los derechos
humanos de niñas y niños.

7
El segundo documento que presentamos está constituido por las
disertaciones de los representantes del Consejo Nacional de la Mujer,
el Consejo Nacional del Menor y Familia, la Secretaría de Política
Criminal del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y la Fisca-
lía General de Política Criminal, instituciones con quienes UNICEF or-
ganizó un Seminario Nacional para difundir públicamente los resul-
tados de la investigación.
Finalmente, el tercer documento es el Plan de acción elaborado
con los organismos mencionados, a partir de los compromisos
enunciados en el Seminario.
Con el objeto de ampliar y renovar la convocatoria, solicitamos
al Dr. Mariano Ciafardini, actual Secretario de Política Criminal del
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que acompañara la
presentación de este informe y el Plan de acción.
Estamos convencidos de que esta convocatoria debe ampliarse a
otros actores institucionales: legisladores, ONGs, gobernadores, in-
tendentes, periodistas, universidades y a todos aquellos convencidos
sobre la urgencia de un trabajo en común, para luchar contra la vio-
lación de los derechos de niños y niñas y avanzar en el pleno cum-
plimiento de la Convención sobre los Derechos del Niño.

Edward Madinger
Representante Delegado
UNICEF. Oficina de Argentina

8
Presentación

Al escuchar –desde no hace tanto tiempo– la creciente preocupa-


ción que en el nivel internacional existe sobre la explotación sexual
de niños y adolescentes, parecieran no existir dudas en cuanto a lo
que estas palabras encierran y significan.
El haber logrado que este tema se inscriba entre las preocupaciones
a debatir en una sociedad representa un avance pero, por sí mismo, es-
to no garantiza que haya un interés real en brindar soluciones válidas.
Además, tanto en este como en otros fenómenos que involucran
a niños, se observa cómo, cuando llega el momento de diseñar una
planificación e implementar estrategias, necesariamente se produ-
cen conflictos respecto de la manera de responder y de accionar y se
generan contradicciones entre los enunciados discursivos y la reali-
dad que se presenta, silenciosa pero cargada de violencias.
Por otro lado, la complejidad del problema impone pensar en el
desarrollo de una mirada integral donde la intervención por parte
del Estado se lleve a cabo a partir de la diagramación de políticas
públicas apropiadas, eficaces, para lo cual debe comprometerse res-
ponsablemente a operar sobre el horror y su magnitud. Para ello, no
alcanza con haber identificado el fenómeno sino que, sobre todo, el
Estado debe conocerlo, profundizar seriamente en sus entramados

9
y obtener buena información empírica mediante un diagnóstico ve-
raz. A partir de entonces, podrá vehiculizar, con el acompañamien-
to de distintos sectores sociales e instituciones comprometidos, las
estrategias a concretar.
Es un verdadero desafío procurar hacer visible esta problemáti-
ca, que denuncia hechos tan crueles como denigrantes y, más aún,
mostrarlos como síntomas de un malestar encarnado en lo social,
que ubica a niños y adolescentes no como sujetos consumidores si-
no como objetos consumidos vorazmente.
Emprender entonces un estudio de investigación en este “mercado
social” es un esfuerzo encomiable que nos introduce en facetas intrin-
cadas, donde seres humanos son explotados perseverantemente, don-
de el abandono, indefensión y degradación moral de las víctimas coe-
xisten con la perversión y la profunda indignidad de los abusadores.
El trabajo asumido en la investigación realizada por UNICEF-Ofi-
cina de Argentina permite visualizar, por sustentarse en “el decir” de
los sujetos a los que interroga, esa complejidad del fenómeno en la
medida que hace referencia a seres que enfrentan violencias distin-
tas, ya sea por el tipo de explotación que sufren, por las formas de
reclutamiento, por los procedimientos de retención, por las zonas
donde ofrecen sus cuerpos, etc.
Los investigadores los sorprenden, pues les ofrecen la palabra de
un modo al que no están acostumbrados, los invitan a hablar, po-
nen en movimiento la fijeza de un lenguaje que, en lo visible, sólo
muestra, describe y contabiliza hechos pero que, en lo invisible, de-
vela, entre otras cuestiones, la permanencia de una ideología pa-
triarcal y sexista que, a través de sus relaciones de poder, naturaliza
prácticas de violencia, oculta la victimización de quienes han sido
captados y protege a la población “usuaria”, es decir, a los clientes.
¿Habrán resonado las preguntas de alguna manera en ellos? ¿Vol-
verán sobre ellas? ¿Les facilitará el hablarse a sí mismos y romperán
el acallamiento?

10
La investigación espeja la multiplicidad de dimensiones y actores
involucrados y una gran deuda de sinceramiento social capaz de que-
brar la negación y la indiferencia. Asimismo, la gravedad del cuadro
que describe reclama lo imperioso de concentrar esfuerzos con el fin
de apropiarnos del problema, sumar capacidades y voluntades e in-
volucrarnos en acciones preventivas que apunten al cumplimiento
de los derechos de la niñez y reduzcan el mercado de consumidores.
Hay un largo camino de lucha por la defensa de estas víctimas, aun
así, la revelación siempre es más aceptable que el silencio y significa
que nuestra sociedad tiene la oportunidad de hacer posible el cambio.
La apuesta nos remite a cada niña o niño y su silencioso reclamo
es el de protegerlos integralmente de cada acto que los denigre en el
aniquilamiento de su autoestima y de sus perspectivas de vida.

Dr. Mariano Ciafardini


Secretario de Política Criminal
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos

11
La investigación
1. Introducción:
una realidad oculta y encubierta

Sobre la realidad de la explotación sexual de niñas, niños y adoles-


centes* poco se sabe, más allá de la información, poco confiable e
incompleta, que difunden los medios de comunicación, y los esca-
sos estudios existentes. El tema comienza a ser incluido en la agen-
da de los estados a partir de la década de 1990, dando lugar a algu-
nas iniciativas, muy limitadas por cierto, y a algunas propuestas de
reformas legislativas. Sin embargo, los avances son insuficientes. En
amplios sectores hay todavía, al menos en la Argentina, una cierta
ambigüedad en cuanto al reconocimiento claro y preciso de la ex-
plotación sexual comercial como diferenciada de otras formas de la
explotación infantil: el abuso sexual –tanto intrafamiliar como de
otros adultos– y la explotación laboral.
La resistencia de la mayoría de la sociedad a reconocer la impor-
tancia, la magnitud y la gravedad de la problemática es por ahora
grande: por un lado se relativizan los casos de explotación calificán-
dolos de aislados y propios de subculturas de la marginalidad, por

* Se ha intentado explicitar los géneros masculino y femenino en las genera-


lizaciones. Sin embargo, la forma (masculina) de la lengua española para desig-
nar genéricos hace difícil el registro no sexista en todos los casos.

15
otro –dada la persistencia de valores sexistas y patriarcales– la pros-
titución de mujeres, no importa de qué edad, se considera una “ne-
cesidad para el funcionamiento equilibrado de la sexualidad” (mas-
culina). Son estos valores los que facilitan y naturalizan la
explotación sexual de adolescentes, niñas y niños. A pesar de que es-
ta explotación es objeto de reprobación, cuando se trata de niñas se
la ve como una consecuencia lógica de su condición de “mujeres”;
si ya han pasado la pubertad, se minimiza la gravedad del abuso, ig-
norando las relaciones de poder de género y el autoritarismo y la
violencia que los adultos ejercen sobre las niñas y los niños. Esta
ideología contribuye a negar, justificar y ocultar estos abusos, cuan-
do no a lucrar con o proteger a quienes lucran con la explotación
sexual infantil.

La investigación: punto de partida


hacia una política integral

En 1998 y en el marco de los mandatos de UNICEF por promover la


defensa y protección de los derechos de los niños, se llevó a cabo
una investigación que tuvo por objetivos:
• profundizar en la dimensión cuantitativa y cualitativa de la
explotación sexual de niñas, niños y adolescentes para contar
con los insumos necesarios para la adecuación de la normati-
va jurídica a la Convención sobre los Derechos del Niño
(CDN) y la Convención contra todas las Formas de Discrimi-
nación de la Mujer ( CEDAW);
• diseñar estrategias comunicacionales;
• contribuir a la formulación de políticas públicas;
• estimular la creación de redes intersectoriales e interinstitu-
cionales que agrupen a organismos gubernamentales, orga-
nismos no gubernamentales y distintos sectores sociales para

16
prevenir y sancionar la explotación sexual así como otras for-
mas de victimización a fin de restituir sus derechos a niñas,
niños y adolescentes.

Aunque las limitaciones 1 de esta investigación hacen que los resul-


tados no sean completos y terminantes –sin duda queda mucho pa-
ra ampliar y profundizar–, es posible a partir de los datos recogidos
hacer un diagnóstico confiable sobre las prácticas, y definir orienta-
ciones generales para futuras investigaciones, para sugerir interven-
ciones deseables y también para no agravar la victimización de las
niñas, niños y adolescentes, desde una perspectiva que se base en el
respeto de sus derechos.
El diagnóstico obtenido contiene determinaciones de distinto
nivel y calidad, que contribuyen a dar un panorama amplio y per-
miten realizar algunas afirmaciones que podrían ser un buen punto
de partida para acciones e intervenciones institucionales.
La complejidad del tema y las múltiples dimensiones involucra-
das demandan el desarrollo de una política integral que se enmar-
que en la concepción de las niñas y niños como sujetos de derecho
acordada por la CDN.
Una política integral debe ser desarrollada principalmente desde el
Estado, lo cual significa que el Estado debería priorizar políticas, pro-
gramas y acciones para garantizar los derechos de los niños, y para ser
más eficaz en la prevención de las situaciones que promueven y faci-
litan la acción de las organizaciones así como una mayor efectividad
en la represión de las organizaciones y acciones delictivas. Al mismo
tiempo, el Estado debería alentar y promover las iniciativas de todos
los sectores sociales en estrategias y acciones articuladas para la pre-
vención así como la rehabilitación y apoyo de situaciones existentes.
1 En relación con el tiempo, los alcances geográficos, los recursos disponibles,
el encuadre de la investigación, así como de las posibilidades de acceso a infor-
mación relativa a prostitución organizada, a los clientes, etcétera.

17
Es decir, una política integral es responsabilidad del Estado, pero no
exclusivamente. También es responsabilidad de las instituciones, de
todos los sectores sociales y de todas y cada una de las personas.
El diagnóstico realizado podría ser un punto de partida para pro-
poner políticas y estrategias específicas y generales para actuar, y es-
tablecer a partir de la realidad de esas prácticas los ejes y objetivos
sobre los cuales centrar las intervenciones de largo y corto plazo. Es-
tas intervenciones deben evitar que, con el pretexto de proteger a los
niños, se incremente la violencia que la sociedad ya ejerce sobre
ellos al producir y consentir su prostitución.
Algunos de los hallazgos, sobre todo aquellos que surgen de las
entrevistas a niñas y niños prostituidos, cuestionan muchos de los
prejuicios y creencias que circulan y están fuertemente arraigados en
el imaginario colectivo. Muestran que la prostitución infantil no es
un ejercicio de libertad, sino una de las manifestaciones más crudas
de la violencia y el sometimiento, uno de los ejercicios más dramá-
ticos del poder abusivo, de los adultos y particularmente de los varo-
nes sobre las niñas en primer lugar, aunque también sobre niños.
Los puntos de partida para la discusión acerca de posibles inter-
venciones son los hallazgos y observaciones, que pueden agruparse
bajo varios temas:
En primera instancia
• la existencia de la prostitución infantil (aunque sin precisio-
nes estadísticas);
• sus modalidades;
• su presencia en todos y cada uno de los espacios o ámbitos
prostibularios y sobre todo en los circuitos organizados;
• el carácter estructural del fenómeno, irreductible a situacio-
nes excepcionales y aisladas.

Las obser vaciones anteriores permiten redefinir lo que hasta ahora


ha sido el segmento de la población que se ha constituido como ob-

18
jetivo del debate y la investigación: el de las niñas y los niños de la
calle, dado que hay muchas niñas y niños prostituidos que jamás
pasaron por la calle. De modo que a partir de estas observaciones se
amplían los campos de intevrención posible.s
Otro conjunto de temas es:
• la índole de las diferentes modalidades de prostitución;
• las situaciones de desamparo que crean condiciones para que
sean prostituidos y “protegidos” por sus prostituyentes;
• las técnicas de reclutamiento.
Pueden reconocerse también
• las condiciones estructurales –las relaciones sociales de poder
sexual, adulto y masculino– que generan la explotación sexual;
• la insuficiencia de las alternativas que el Estado y la sociedad
toda ofrecen a los niños, tanto para evitar que sean prostitui-
dos, como para que dejen de serlo.

Por último, se ha observado la resistencia de las niñas y niños a la si-


tuación de explotación y los procesos de adaptación a las prácticas
sexuales y a los ambientes prostibularios, así como las relaciones de
dependencia y sometimiento que se establecen con quienes los ex-
plotan y las razones que dificultan la salida de esas dependencias. Es-
te aspecto requiere una mayor profundización, dado su carácter cla-
ve para definir acciones dirigidas a la recuperación de los niños.
Sería deseable que algunos de los aportes de esta investigación
permitieran revisar las orientaciones, prioridades o decisiones de
posibles y futuras intervenciones.

Obstáculos de la investigación

Emprender esta investigación no fue tarea sencilla. La clandestini-


dad de las prácticas sexuales pagas en las que están involucrados

19
adultos con niños, así como la diversidad de modalidades y circui-
tos planteaban dificultades de distinto carácter.
1. Carencia de estimaciones cuantitativas ciertas. Como es sabi-
do, la calidad, característica de los datos (estadísticas, registros,
etc.), es una consecuencia de la receptividad institucional o del
reconocimiento social que tiene una práctica. En este caso la
carencia de registros públicos es obvia.
2. Obstáculos ideológicos, relacionados en parte con la ideolo-
gía sexista y las concepciones predominantes sobre la niñez.
3. Cuestiones simbólicas y culturales que encubren la explota-
ción sexual comercial bajo otras formas de abuso.
4. Complicidades directas.

Cabe adelantarse a la crítica de quienes dicen que dadas las dificul-


tades no es posible avanzar en el conocimiento de estas realidades. Si
bien seguramente hay otras estrategias, en esta investigación se optó
por un acercamiento directo a través de entrevistas, conversaciones
con niñas y niños prostituidos, y con personas adultas prostituidas,
y observaciones directas.2 Aunque sin aproximaciones numéricas
precisas, la investigación da cuenta de modo indirecto de la exten-
sión y magnitud de la explotación sexual comercial de niñas y niños.
Se describen a continuación las circunstancias que confluyen pa-
ra que sea imposible cuantificar los hechos.

Por parte de las niñas y los niños:


• el temor a la represión y al encierro; la experiencia misma de
la represión; el encierro en institutos, donde se suman a veces
maltratos y violaciones;
• el silencio, la negación, el disimulo, la desmentida de las ni-
ñas y los niños;
2 Véase Anexo B sobre las técnicas utilizadas para la recolección de la infor-
m a c i ó n.

20
• la “naturalización”: “ser prostituido” es presentado como una
“alternativa” posible de superviviencia en el marco de las op-
ciones reales de sus vidas;
• las relaciones afectivas, de dependencia y sometimiento con
“cafishios” y “proxenetas”;
• el tráfico y la esclavitud, sostenidos en el tiempo bajo presio-
nes, con chantajes, etcétera;
• otras situaciones de amenazas o desamparos que convierten a
niñas, niños y adolescentes en “presas fáciles” de adultos de la
más diversa condición.

Por parte de las instituciones:


• el silencio, la negación y la desmentida tienen, a veces, otras
razones: el respeto a la “vida privada” de cada niña o niño, la
intención de evitar exponerlos a la mirada no confiable de
“terceros”;
• la propia dificultad de hablar de sexo abiertamente y más aún
de sexo prostituido;
• la dificultad para admitir un problema que descalifica a la
propia sociedad;
• la impotencia: saber, preguntar, saca a luz la inexistencia de
recursos para actuar e implementar respuestas y soluciones;
• la ineficacia de la represión penal que pesa sobre estas prácticas.

Puede haber razones válidas para el silencio, en unos y otros. Para


las niñas y niños prostituidos la reclusión suele ser una solución
peor que su situación de prostituidos. Muchos de quienes trabajan
en instituciones asistenciales con criterios opuestos a los de las ins-
tituciones represoras no preguntan mucho, para no saber, para no
culpabilizar a los niños, o callan para no involucrarse en un proce-
der represivo.

21
La noción de explotación sexual comercial

El 12 de marzo de 1998 la Cumbre Internacional de Jóvenes Vícti-


mas de la Explotación Sexual, que tuvo lugar en Canadá, declaró:

no se debe usar el término “niña, niño o joven prostituta”. Los niños y jó-
venes son víctimas de la explotación sexual y cualquier término de refe-
rencia debe reflejar ese hecho.

Esta declaración implica un cambio de concepción que debe ser re-


cogido. Sin embargo, la expresión “explotación sexual” no es todavía
de uso corriente en los discursos sociales locales –institucionales,
profesionales o cotidianos–, donde se sigue utilizando el concepto de
prostitución.
Más aún, muchas veces en el uso cotidiano no se establecen claras
diferencias entre las distintas formas de explotación infantil. Importa
señalar que es necesario diferenciar esta forma de la explotación se-
xual de los abusos sexuales sin connotación comercial, así como de la
explotación laboral y aun de la esclavitud sin connotaciones sexuales.
A los fines de esta investigación se utiliza la definición que esta-
blece la Declaración del Congreso Mundial sobre la Explotación Se-
xual de Niños realizado en Estocolmo en 1996:

La explotación sexual comercial de los niños es una violación fundamen-


tal de los derechos del niño. Esto comprende el abuso sexual por adultos
y la remuneración en metálico o en especie al niño o niña y a una tercera
persona o varias. El niño es tratado como un objeto sexual y una mercan-
cía. La explotación sexual comercial de los niños constituye una forma de
coerción y violencia contra los niños, que puede implicar el trabajo forzo-
so y formas contemporáneas de esclavitud.3

3 Informe del Congreso Mundial contra la Explotación Sexual de Menores cion- F


nes Comerciale,s Estocolmo, 1997, parte I, página 10.

22
Breve descripción general del pr oyecto

La investigación se realizó en la ciudad de Buenos Aires;4 Posadas y


otras localidades de Misiones; Resistencia y otras localidades del
Chaco; la ciudad de Córdoba y otras localidades de esa provincia;
Neuquén y Puerto Madryn (Chubut).
Cada una de las ciudades elegidas presenta características socio-
económicas muy diversas. La elección fue realizada buscando justa-
mente la heterogeneidad, con la intención de determinar similitudes
y diferencias entre regiones con características tan disímiles.
Buenos Aires, junto con el Gran Buenos Aires, reúne la mayor
concentración poblacional, un tercio del total del país (Buenos Ai-
res: 2.965.403 habitantes,5 GBA: 7.969.324). Córdoba es la segunda
ciudad en número de habitantes (1.208.713), y una de las más in-
dustrializadas. En esta provincia la investigación abarcó también dos
ciudades del interior de la provincia: Villa María ( 78.520 habitan-
tes) y San Francisco (64.673 habitantes). Resistencia (292.350 habi-
tantes) es la capital del Chaco, una región algodonera, con un alto
porcentaje de población rural. Chaco es una de las provincias más
pobres del país, la población que tiene sus necesidades básicas insa-
tisfechas es del 38,3% y si a esto se le suma la población que está por
debajo de la línea de pobreza el número asciende al 54,2%. La inves-
tigación se llevó a cabo también en el interior de la provincia en una
ciudad de aproximadamente 30.000 habitantes, y otra de 60.000
aproximadamente. Posadas es la capital política y administrativa de
la provincia de Misiones; se trata de una ciudad fronteriza con

4 Si bien el trabajo de campo se realizó en la ciudad de Buenos Aires, muchas


de las personas entrevistadas viven en localidades del Gran Buenos Aires.
5 Los datos sobre población y demás indicadores de este punto fueron extraí-

dos de: INDEC, Censo Nacional de Población y Vivienda 1991.

23
210.155 habitantes, que ha presentado un gran crecimiento demo-
gráfico en los últimos años. Su tasa de NBI es del 30%.
Neuquén, capital de la provincia del mismo nombre, tiene una
población de 243.803 habitantes y una tasa de NBI del 19,1%. Puer-
to Madryn es una ciudad portuaria cuya población creció notable-
mente en los últimos 30 años, en que pasó de tener 5.000 habitan-
tes (1970) a 65.531 en la actualidad. La radicación de una industria
muy importante en 1970, el hecho de ser un puerto de mucho trán-
sito, la existencia de un número muy alto de trabajadores golondri-
na de la industria de la construcción, hacen de esta ciudad un lugar
con una población con un alto porcentaje de varones solos. Además
es una zona de turismo nacional e internacional. Las diferencias
económicas, demográficas, sociales, entre todas las regiones las con-
vierten en contextos con perfiles propios.

El corpus

Se realizaron un total de 326 entrevistas, tomando todas las regio-


nes. Aproximadamente una mitad de las entrevistas corresponden a
personas que pertenecen a instituciones gubernamentales y organi-
zaciones comunitarias y la otra mitad corresponde a personas invo-
lucradas en la prostitución (51% y 49%). Del total de personas in-
volucradas, más de la mitad (26%) son niñas y niños prostituidos y
el resto son adultas o adultos prostituidos. Hay algunas entrevistas a
niñas y niños que comparten espacios –como por ejemplo la calle–,
o que realizan actividades auxiliares en prostíbulos, y que son por
tanto testigos e informantes.
Las entrevistas institucionales engloban un conjunto heterogé-
neo de instituciones: funcionarios de distinto rango en el área de
minoridad provincial y nacional, integrantes del poder judicial y la
policía, profesionales de hospitales y servicios de salud (pediatría,

24
ginecología y obstetricia, que trabajan fundamentalmente en progra-
mas para niñas); en el sector educación, maestras, psicopedagogas,
asistentes sociales de distintos ámbitos institucionales y profesiona-
les de institutos, hogares o servicios para niños. Fueron entrevistadas
también personas que integran organizaciones comunitarias que tra-
bajan con niñas y niños, entre ellas integrantes de ONGs y de congre-
gaciones religiosas. (Véase Anexo A, cuadros 1, 2, 3 y 4.)

Observaciones

Las lectoras y lectores deben tener en cuenta que las observaciones,


descripciones, análisis, hallazgos y conclusiones tienen sesgos y li-
mitaciones determinados por la “accesibilidad” a las poblaciones es-
tudiadas y por el carácter sociológico de la investigación.
1. Ciertas formas de la explotación sexual comercial infantil y ju-
venil son más visibles, y, por ende, más accesibles a quien in-
vestiga. La prostitución callejera, pobre y en lugares de fácil ac-
ceso, permitió acercamientos que no fueron posibles, en la
misma medida, en la prostitución en lugares cerrados –prostí-
bulos, saunas, departamentos privados, hoteles, agencias, ca-
barets, clubes, etcétera.– No debe inferirse, sin embargo, que
esas formas sean más importantes, o más frecuentes que otras.
2. La “privacidad” de la prostitución de lujo –tanto por el ori-
gen social de quienes son prostituidas o prostituidos, la “no-
toriedad” de los clientes, la interconexión con otros negocios
clandestinos, sobre todo el tráfico de drogas, tráfico interna-
cional de personas– ha hecho casi imposible el acceso directo
a estos circuitos.
3. Resultó difícil la aproximación a la población “usuaria”, es de-
cir a “los clientes”, así como a proxenetas y empresarios.
4. Las entrevistas con proxenetas plantearon otro tipo de dificul-

25
tades: no reconocen su actividad, y, más frecuentemente,
cuando algunas personas del equipo de investigación se “en-
frentaban” con ellos, las amenazaban en forma directa.
5. La organización merece una observación específica. En el tra-
bajo de campo surgieron evidencias acerca de la existencia de
organizaciones, de sus modos de operar y de las articulaciones
entre los distintos circuitos y niveles en todas las modalidades
y localizaciones. Sin embargo, la detección de estas organiza-
ciones no fue un objetivo prefijado de esta investigación y la
información recogida es fragmentaria. Este tipo de informa-
ción fue objeto de muchísima reticencia y muchas veces de ne-
gación. A pesar de ello, es posible establecer la existencia de or-
ganizaciones al menos en dos niveles:
• Un nivel más formal: burdeles, saunas, discos, boliches,
cabarets, agencias, proxenetas profesionales, etcétera.
• Un nivel más informal e inorgánico: padres, familia, no-
vios y proxenetas informales que inician en la prostitución
y terminan por proveer a los anteriores de “materia prima”,
ya sea directamente al convertirse en “pasadores”, o indi-
rectamente al perder el control de sus “protegidos”.

En el primer nivel hay un mayor cuidado en evitar la presencia ex-


clusiva de niñas y adolescentes. De modo que se disimula su exis-
tencia entremezclándola con la de adultos.

Marco legal. La Convención sobre los Derechos


del Niño ( CDN) y el Convenio núm. 182
sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil

Si bien varias son las normas que garantizan los derechos de la ni-
ñez, se presentan algunos de los artículos más relevantes de la CDN
y del Convenio sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil de la

26
OIT, la primera con rango constitucional y la segunda recientemen-
te ratificada por el gobierno argentino.
La CDN es la principal referencia legal en la preservación de los
derechos de los niños a no ser explotados sexualmente.
El artículo 1 de la CDN define al niño como todo ser humano
menor de 18 años.
Los artículos que más específicamente se aplican a tal efecto son:

Artículo 34. Los estados partes se comprometen a proteger al niño contra


todas las formas de explotación y abusos sexuales. Con este fin, los esta-
dos partes tomarán, en particular, todas las medidas apropiadas, de carác-
ter nacional, bilateral o multilateral que sean necesarias para impedir:
a) la incitación o la coacción para que un niño se dedique a cualquier ac-
tividad sexual ilegal;
b) la explotación de los niños en la prostitución u otras prácticas sexua-
les ilegales;
c) la explotación en espectáculos o materiales pornográficos.

Artículo 35. Los estados partes tomarán todas las medidas, de carácter na-
cional, bilateral o multilateral que sean necesarias para impedir el secues-
tro, la venta o la trata de niños para cualquier fin o en cualquier forma.

Artículo 36. Los estados partes protegerán al niño contra todas las formas
de explotación que sean perjudiciales para cualquier aspecto de su bienestar.

Artículo 37. Los estados partes velarán por que:


a) ningún niño sea sometido a torturas ni a otros tratos o penas crueles,
inhumanos o degradantes, no se impondrá la pena capital ni la de pri-
sión perpetua sin posibilidad de excarcelación por delitos cometidos
por menores de 18 años;
b) ningún niño sea privado de su libertad ilegal o arbitrariamente;
c) todo niño privado de libertad sea tratado con la humanidad y el res-
peto que merece la dignidad inherente a la persona humana;
d) todo niño privado de libertad tenga derecho a un pronto acceso a la
asistencia jurídica y otra asistencia adecuada, así como derecho a im-
pugnar la legalidad de la privación de su libertad.

27
Artículo 19. Los estados partes adoptarán todas las medidas legislativas,
administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño
contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato
negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras
el niño se encuentre bajo la custodia de sus padres, de un representante
legal o de cualquier otra persona que lo tanga a su cargo.

Además, los artículos 43, 44 y 45 establecen las modalidades espe-


cíficas para controlar la aplicación de la convención.
El Convenio sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil es tam-
bién un instrumento fundamental para la protección de la niñez
adoptado por la OIT el 17 de junio de 1999, en especial los artícu-
los que se citan a continuación:

Artículo 1: Todo miembro que ratifique el presente convenio deberá adop-


tar medidas inmediatas y eficaces para conseguir la prohibición y la elimi-
nación de las peores formas de trabajo infantil con carácter de urgencia.

Artículo 2: A los efectos del presente convenio, el término niño designa a


toda persona menor de 18 años.

Artículo 3: A los efectos del presente convenio, la expresión las peores for-
mas de trabajo infantil abarca:
b) la utilización, el reclutamiento o la oferta de niños para la prostitución,
la producción de pornografía o actuaciones pornográficas;
d) el trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva
a cabo, es probable que dañe la salud, la seguridad o la moralidad de los
niños.

Artículo 6:
1. Todo miembro deberá elaborar y poner en práctica programas de ac-
ción para eliminar, como medida prioritaria, las peores formas de trabajo
infantil.
2. Todo miembro deberá adoptar, teniendo en cuenta la importancia de
la educación para la eliminación del trabajo infantil, medidas efectivas y
en un plazo determinado con el fin de:

28
a) impedir la ocupación de niños en las peores formas de trabajo infantil;
b) prestar la asistencia directa necesaria y adecuada para librar a los niños
de las peores formas de trabajo infantil y asegurar su rehabilitación e in-
serción social;
c) asegurar a todos los niños que hayan sido librados de las peores formas
de trabajo infantil el acceso a la enseñanza básica gratuita y, cuando sea
posible y adecuado, a la formación profesional;
d) identificar a los niños que están particularmente expuestos a riesgos y
entrar en contacto directo con ellos, y
e) tener en cuenta la situación particular de las niñas.

29
Parte I
2. La realidad de la explotación
sexual comercial infantil

La presencia de niñas, niños y adolescentes en circuitos de oferta


sexual no puede calificarse ni de aislada ni de poco significativa, si-
no de habitual.
En todas las ciudades, localidades, grandes o pequeñas, de dis-
tintas regiones del país en las que se realizó el trabajo de campo, se
ha constatado la presencia de niñas prostituidas y niños prostitui-
dos directamente a través de entrevistas a ellos mismos, a informan-
tes, y también a través de la existencia de casos judiciales.
Es probable que si esta investigación se hubiera realizado en otras lo-
calidades, de otras regiones, se habrían hecho las mismas constatacio-
nes, dado que en muchas de las entrevistas realizadas se obtuvo infor-
mación acerca de un intenso movimiento y circulación –sobre todo de
adolescentes– entre distintas provincias y ciudades. Se trata, por tanto,
no de un problema regional, local, sino de una cuestión generalizada.

Los espacios de prostitución. Localizaciones, zonas

En el imaginario colectivo las prácticas prostituyentes están asocia-


das con ciertos espacios, localizaciones, escenarios: calles, terminales

33
de trenes y de colectivos, algunas plazas, algunos bares, etc. Los tér-
minos “zona”, “zona roja”, o “zona de fuego”, términos propios de la
policía que se han extendido al lenguaje corriente, designan espacios
claramente delimitados donde se concentra la oferta sexual. Aunque
ese concepto está más marcadamente asociado con los espacios calle-
jeros, incluye también prostíbulos, bares con habitaciones traseras,
departamentos, etc., donde esta oferta es menos ostensible. En el ca-
so de los espacios cerrados la visibilidad depende, a veces, del cono-
cimiento de ciertos códigos. En las ciudades del interior, estas loca-
lizaciones pueden estar asociadas con características propias: zonas
portuarias, lugares de diversión, accesos a rutas o estaciones.
En las distintas ciudades en las que se realizó la investigación se
ha podido detectar con claridad “zonas” de concentración de oferta
sexual, con características diferenciadas: zonas de prostitución de
mujeres, zonas de prostitución masculina, zonas de travestis, donde
conviven personas de todas las edades. Hay también zonas que se
diferencian por otros rasgos, relacionados con el nivel económico
(por ejemplo, las “tarifas” son diferenciales por zonas, para las dis-
tintas prácticas).
Los lugares cerrados están distribuidos más irregularmente. Exis-
ten, según los datos recogidos, casas de masajes, saunas, cabarets,
departamentos privados, etc., en zonas céntricas, en barrios residen-
ciales; también existen prostíbulos bajo distinta fachada en barrios
populares y villas de emergencia.
Si bien existen localizaciones diferenciadas para “prostitución de
mujeres”, “prostitución de travestis” y “prostitución masculina” no
se han detectado “lugares exclusivos” de niños, niñas y jóvenes.6 Sí

6 En el informe final para el Brasil de la investigación “A explotação sexual de


meninos e meninas na America Latina e no Caribe”, realizado por Maria Lúcia
Pinto Leal en diciembre de 1998, se constata a través de los datos obtenidos en
varias investigaciones en diversos lugares del Brasil que la presencia de niños, niñas

34
se han detectado –directa e indirectamente– niñas y niños de dife-
rentes edades en los espacios de la prostitución callejera –calles, ru-
tas, plazas, estaciones de servicio, etc.–; en lugares cerrados –prostí-
bulos, saunas, whiskerías, casas de masajes, etc.–, de todas las
ciudades y localidades que han sido incluidas en esta investigación.
La coexistencia o convivencia de las niñas y niños y adolescentes
con los adultos en los distintos espacios parece diluir la comproba-
ción de su existencia, insinuando que esa presencia es excepcional y
aislada. En la calle, y para quienes no conocen los códigos, es difícil
detectar esta presencia, ya que no se trata, en muchos casos, de la
imagen estereotipada y tradicional de la “prostituta” o del “taxi boy”.
Excepto los travestis, cuya presencia es notoria y llamativa, muchas
otras formas quedan disimuladas; quien no sabe que hay ciertos lu-
gares de la ciudad que a determinadas horas se convierten en esce-
narios de la “oferta de sexo pago” no diferenciará a jóvenes prosti-
tuidas y prostituidos de quienes no lo son.
En los lugares cerrados, se toman medidas extremas para evitar
que se detecte que hay niñas o niños: documentación falsa, espacios
“reservadísimos”, maquillajes y vestimentas, son algunos de los ar-
dides utilizados. En caso de intervención de la justicia, las redes de
complicidad y protección se ponen en funcionamiento y es muy di-
fícil encontrar a las o los “menores”.
La mayoría de las niñas y los niños entrevistados en el curso de
esta investigación son prostituidos en la calle o en las modalidades
que cabe denominar de nivel bajo o medio. Sin embargo, no debe
interpretarse que la mayoría de la población prostituida se encuen-

y adolescentes prostituidos es notable en todos los ambientes donde hay prosti-


tución. Así, en lugares como Salvador, Belo Horizonte, Distrito Federal, algunos
municipios de los Estados de Pará y de Mato Grosso, se ha verificado la existen-
cia de prostitución infantil en prostíbulos, casas de masaje, estaciones de servicio,
hoteles, boites, terminales, anuncios en diarios, turismo.

35
tra en esos espacios y modalidades. Ya que, como se verá, surge su-
ficiente evidencia de niñas, niños y adolescentes en espacios cerra-
dos, y también en el nivel de prostitución de lujo.
Se trata de un sesgo que resulta de la mayor facilidad de estable-
cer contactos directos en la calle. Pero en todas las regiones se pudo
detectar, de modo directo e indirecto (entrevistas directas, entrevis-
tas a informantes, documentación judicial, referencias periodísticas),
la existencia de prostitución en sectores medios y altos en las más
diversas localizaciones: urbanas y rurales, barrios céntricos y perifé-
ricos, residenciales y comerciales; en niveles medios y pobres; en vi-
llas y barrios ricos, en zonas fronterizas y en zonas mediterráneas.
Este sesgo se contrarresta con entrevistas a niñas y niños que es-
tán o estuvieron en prostíbulos y agencias, a informantes adultos
que están prostituidos o prostituidas, a clientes, en expedientes ju-
diciales, etc., que permiten ampliar la información sobre las distin-
tas modalidades de la prostitución en la que están involucrados ni-
ñas y niños.

Edades
“… me puse a mirar, no sabía que había tanta prostitución infan -
til, los chicos todos agarran y las chicas también, lo que no sabía
es que hay demanda/ no me daba cuenta, ahora empecé a mirar...
son tan chiquitos/ mi primera vez... tenía 11 años/ yo empecé a
trabajar a los 15 años/ yo empecé a los 12/ hay un montón de
prostitutas, tienen 12, 13/ arriba hay habitaciones y ahí hay mu-
chos pibes/ cuando yo estaba en la calle había pibitas de 10 que
iban por unas monedas/ nadie pregunta nada en esos lugares... yo
empecé a trabajar a los 13/ eso de los 18 no es para los pobres, los
pobres pasan de chicos a grandes/ a mí me decían la nena, pero las
otras no eran muy grandes tampoco... había una más chica, de 13
años/ gano más que las otras, porque las otras son viejas, hay dos
o tres más jóvenes, hay otra chica de 14 años, una de 16, y después
de 18 y de todas las edades nomás/ nadie se mete, no va a ir un

36
juez a preguntarles cuántos años tienen... el juez va por ahí, pero
para que le hagan el servicio/ cuando cumpla 16 les voy a decir
que tengo 20/ hay chicos en la joda desde los 13/ la plaza está lle-
na de pendejas... hay muchos chicos que son putitos/ hay un mon-
tón de prostitutas... tienen 12, 13 / un lugar lindo, discreto, con
un bar, arriba hay habitaciones, y ahí hay muchos pibes.”

Collage de frases de las entrevistas. 7

La investigación realizada, a pesar de la imposibilidad de un registro


cuantitativo exacto o siquiera aproximado, confirma la presencia de
niños y jóvenes prostituidos de ambos sexos tanto en lugares cerra-
dos (burdeles, saunas, clubes, etc.) como abiertos (discos, pubs,
agencias, etc.) o en la calle.
La edad no es el criterio que diferencia tipos o modalidades de
prostitución. Son otros los criterios que marcan esas diferencias.
Las principales tendencias en relación con la edad que se han po-
dido identificar indican que:
• Tanto las mujeres como los varones son iniciadas e iniciados
en la prostitución entre los 12 o 13 años y los 15 o 16 años.
Ésta es la tendencia mayoritaria en todas las regiones.
• Se encuentran sin embargo inicios más tempranos: a los 8, a
los 10 y 11 años. Si bien en las edades tempranas pueden ser
situaciones aisladas, éstos suelen ser los comienzos de lo que
luego se transforma en situaciones permanentes.

La existencia de explotación sexual comercial infantil surge no sólo


de las entrevistas a niñas y niños, sino también de las entrevistas a
adultas y adultos prostituidos (cuando relatan sus propias historias),

7 Las frases corresponden a entrevistas realizadas durante el trabajo de campo


a niñas y niños prostituidos, a clientes y a otros informantes. La elocuencia de es-
tas afirmaciones convierte en una obviedad cualquier comentario.

37
en las que ubican los 12 o 13 años como edades más frecuentes de
entrada en prostíbulos o en otras modalidades de prostitución.
No hay variaciones significativas en cuanto a la edad de inicio en
las distintas regiones.
Las niñas y niños entrevistados en el marco de esta investigación,
si bien no constituyen una muestra representativa en sentido esta-
dístico, dan cuenta de tendencias cuya verosimilitud es corrobora-
da por la repetición de situaciones semejantes y por otras fuentes de
información. La metodología utilizada valoró más los aspectos cua-
litativos que los cuantitativos y permite alentar certezas que los nú-
meros no suelen aportar.

Edad actual y edad de inicio

La mayoría de las niñas entrevistadas y de los niños entrevistados


tiene más de 15 años. Sin embargo, su ingreso al mundo prostibu-
lario es más precoz. La mayoría ha sido iniciada antes de los 15
años.8 Ha sido una constante en todas las regiones la dificultad de
entrevistar directamente a niñas y niños de menos de 15 años.9 Sin
duda la penalidad que tiene el proxenetismo cuando se trata de
“menores” lleva a extremos cuidados por parte de las organizaciones
y los proxenetas. (Véase Anexo A, cuadros núm. 6 y 7.)

8 El inicio temprano es un dato que se ha constatado en diversos países de


América Latina. En una investigación realizada en República Dominicana se ve
que la edad de inicio es alrededor de los 11 o 12 años (La neoprostitución infan-
til en República Dominicana, UNICEF, 1994). Otra investigación realizada en Pa-
raguay encontró que el 72% de las niñas se iniciaron antes de los 15 años y el
28% a partir de los 15 (Explotación sexual de niñas y adolescen,teAsunción
s del
Paraguay, UNICEF, 1997).
9 Dificultad que se acrecentaba al disminuir la edad.

38
Las modalidades

No hay un único criterio sino varios para diferenciar las modalida-


des de la prostitución infantil, relacionados con el espacio, las for-
mas de contratación, los precios o nivel económico, las prácticas
(pautadas, no pautadas, tipos de prácticas sexuales), el sexo de quie-
nes son prostituidos: mujeres, varones y travestis.10 Si bien no se
han podido determinar en el curso de esta investigación técnicas de
medición, múltiples son las razones e indicios que permiten afirmar
la presencia abrumadoramente mayoritaria de mujeres de todas las
edades en las más diversas localizaciones y modalidades. Son las ten-
dencias que marca el modelo heterosexual dominante, y que se de-
tectan en las ofertas publicitarias, los contenidos de los “objetos
pornográficos”, los casos que salen a luz (judiciales y en los medios),
pero fundamentalmente a través de la observación directa.
Teniendo en cuenta los espacios, es posible discriminar:

• Espacios cerrados: saunas, prostíbulos, boliches con trastienda,


etc. El encuentro, el pago y el “servicio” sexual ocurre en el mis-
mo lugar. En algunos de estos espacios las personas prostitui-
das –menores y adultas– viven y conviven en ese lugar bajo la
supervisión o control de alguna “madama”, “rufiana” o “encar-
gada o cuidador”. En otros cumplen horarios, y viven fuera.
• Espacios abiertos: muchas agencias o intermediarios e interme-
diarias responden a la demanda a través de avisos publicitarios,
discos, pubs, cafés, bares de hoteles, teléfonos, que sirven para
establecer el contacto inicial. En estos casos, el contacto o la
contratación se realiza en un local o por teléfono, y el “servi-

10 En el curso de esta investigación no se ha detectado la presencia de transe-


xuales, ni de mujeres travestidas prostituidas.

39
cio” sexual ocurre en otro espacio: en hoteles, departamentos,
autos, etcétera.
• La calle: en ciudades y poblados de distinto tamaño existen
espacios físicos que son localizaciones de “oferta sexual”.
• Las terminales de ferrocarril, de ómnibus.
• Zonas de cosech,aalrededor de complejos industriale,setcétera.

Según el nivel se pueden diferenciar tres modalidades:


• de lujo,
• media,
• pobre.

Esta diferenciación, aunque se basa en el nivel económico y el costo


de los “servicios”, puede estar asociada con rituales y modos de re-
presentación que preceden y acompañan el “servicio sexual”, esce-
narios, escenas y guiones narrativos que pueden identificar a las tres
categorías mencionadas.

Niveles medio y pobr e

“Yo no sabía hablar, ahora estoy en este lugar, es otra cosa/ cobra-
ban y te daban tu parte/ me explicó cómo eran las reglas de la ca-
sa/ había que atender bien/ hay un portero eléctrico, los tipos pa-
san al bar/ arreglan con la señora/ dormíamos de a varias/ los
jueves atendíamos 6, 8, los domingos menos/ yo atendía 3 y a ve-
ces 5 tipos/ cobraba 40 la cama, 30 la francesa/ cobra la encarga-
da y te da la mitad/ la verdad son todos iguales, tenés el lugar de
espera con las chicas y después las habitaciones/ antes me vestía
mal, andaba en zapatillas, ahora estoy siempre vestida, me compro
jabones ricos y perfumes, es otra cosa, otra cosa, nada que ver.”

Collage de frases de las entrevistas.

40
Nivel medio

La denominación “nivel medio” se vincula no tanto con la extrac-


ción social de los clientes o de quienes son prostituidas y prostitui-
dos como con el espíritu que impregna las transacciones sexuales.
La transacción monetaria es explícita y previa al comercio sexual, y
las prestaciones son a menudo rápidas y al paso. Los términos del
intercambio y de las prestaciones se explicitan claramente y está per-
fectamente tarifado en dinero y tiempo en relación con tipos de ser-
vicios bien definidos. Puede ser callejera, en saunas, boliches, bur-
deles, agencias de acompañantes, bares y hoteles y personalizado a
través del teléfono.
Los clientes pertenecen a un amplio espectro social; prefieren el
perfil bajo. Todo es más anónimo y despersonalizado. En esta mo-
dalidad es posible encontrar el estereotipo de “prostituta”, de ropas
llamativas, ajustadas, muy sexy, tacones altos, muy pintadas –que en
el caso de las niñas las hace aparecer con unos años más–, aunque
también esas jóvenes con apariencia de estudiantes, “colegiales”,
“barbies”, “tontitas”, “bebotas”, etc., taxi boys, travestis, homose-
xuales, etc., que se anuncian en los avisos publicitarios.
Esta categoría incluye las localizaciones y espacios más diversos
–calles, prostíbulos, moteles, whiskerías, cabarets, departamentos,
saunas–. Abarca tanto la prostitución de mujeres como la masculi-
na y la travesti. Una parte importante de los testimonios recogidos
pertenece a esta categoría.

Nivel pobre

“Yo era nada, era de la calle/ le pregunté si era para limpiar, me di-
jo que no me haga la boluda/ cuidámela que es mi sobrina/ las que
trabajan son reputas, cogen con los viejos y ellas les sacan la plata/
si no me hago 100 no vuelvo/ mi mamá me dijo que vaya, que si

41
no iba a tener que trabajar por horas/ yo pido 15, por menos no
voy/ si no te gusta la cara decís son 100 pesos y sale arando.”

Collage de frases de las entrevistas.

El término pobre no se refiere tanto a los montos pactados, aunque


a menudo coincide con ellos, como a la forma explícita y directa de
las transacciones sexuales y el aspecto visual, el tipo de locales y ca-
lles en las que se producen, etc., desde los baños de las estaciones, ci-
nes porno, rincones oscuros de la ciudad, cocinas de restaurantes,
pasillos, etc. Se refiere también a niveles de precariedad e improvisa-
ción, que implican a menudo una explotación cruenta. Son a veces
ocasionales, oportunistas y transitorias. Ciertos aspectos sórdidos
presentes en las modalidades precedentes están exacerbados, como lo
muestran los melodramas del cineasta mexicano Arturo Ripstein o la
perspectiva del cineasta Ettore Scola en Feos, Sucios y M alos.
Por otra parte, esta sordidez no hace otra cosa que exponer de
modo más crudo y evidente y por contraste las relaciones sociales
que se exteriorizan también en los niveles de lujo o medio.

42
Parte II
Los puntos 3, 4, 5, 6 y 7 se basan en una selección de entrevistas a
niñas, niños y adolescentes (con excepción de una cuya informante
es hoy adulta), que permiten dar cuenta de las distintas prácticas y
modalidades prostituyentes.
3. Niñas en prostíbulos 11

Se presentan en historias que muestran la realidad de la


prostitución infantil dentro de prostíbulos. No son hi-sto
rias excepcionales. Permiten un acercamiento a la vida c-o
tidiana de niñas de variada condición social, que, por di-s
tintas razones, fueron reclutadas y prostituidas (tres de las
historias están conectadas).
A través de las historias queda desnudada la falsedad de
innumerables preconceptos e ideas que circulan como v- er
dades y se repiten como frases hechas en los discursos so- cia
les sobre la prostitución infantil: la “libre elección”, con-ce
bir la prostitución como un trabajo, la supuesta relación
afirmativa entre sexualidad y prostitución, el rol del recl-u
tamiento, las trayectorias, el rol de la familia, la pobreza,
la relación entre abuso sexual y prostitución, y también las
formas de adaptación y resistenciaT. ambién dan cuenta

11 Las historias de estas chicas muestran el permanente pasaje de un espacio


a otro, ya que Marta en el momento de la entrevista está en la calle, luego de ha -
ber estado más de un año en un prostíbulo, y Sharon, en cambio, que fue pros-
tituida durante casi cuatro años en la calle, ahora lo es en un prostíbulo.

45
de la convivencia de adultas con niñas y de la “norma-li
dad” de su presencia.

En primer lugar hay que destacar que las entrevistas a Marta, Sharon,
Patri, Lorena y Carmen dan cuenta de la presencia de niñas en pros-
tíbulos: tres de ellas ingresadas a los 13 años, las otras dos a los 14. La
historia de Mercedes revela a una niña que a sus 12 años sale y entra
de un prostíbulo en alternancia con su casa. Todas ellas se refieren a
la existencia de otras, algunas más chicas aún. La historia de Patri per-
mite establecer que la existencia de niñas de 13 años en prostíbulos
no es un fenómeno nuevo, ni “extraordinario”. Permite también co-
nocer las circunstancias que culminan con el ingreso a los prostíbu-
los, que se presenta como la salida de una situación insoportable, hu-
millante; son soluciones obligadas a situaciones sin salida (Marta,
Sharon, y Lorena), o son parte de la vida ya conocida, del ambiente
de su infancia (Carmen), o son la alternativa transitoria a duras situa-
ciones familiares (Mercedes). Las entrevistas permiten conocer las re-
laciones internas del mundo prostibulario, las reglas, los códigos, la
rutina, las jerarquías, las obligaciones, los espacios de libertad y de en-
cierro. También aportan información sobre quiénes son los clientes,
los “amigos”, los protectores. Cada una de las entrevistadas ha expre-
sado vivencias, sentimientos, experiencias. Las grabaciones han sido
transcriptas profusamente, porque permiten un acercamiento más
amplio y profundo a la realidad de estas prácticas, como asimismo
otras lecturas o interpretaciones que las que se hacen en este informe.

Historia 1. En torno de una casa de inquilinato:


Marta, Sharon, Patr i

Patri: 33 años, 3 hijos varones que conviven con ella; cuando no está
o cuando duerme los cuida una vecina del inquilinato. Es origina-

46
ria de una familia de clase media de un pueblo catamarqueño. Ini-
ciada sexualmente por un novio a los 11 o 12 años, éste “la ofrece”
a sus amigos. El padre se entera, la castiga físicamente, y la recluye.
Entonces un tío abusa de ella en secreto. La embaraza a los 12 años.
Intenta abortar sola, corre peligro de muerte. Una “abortera” la sal-
va y luego la “ayuda”: como Patri ya no se atreve a volver a su casa,
la introduce en un prostíbulo regenteado por una hermana de la
abortera. Patri se va del pueblo unos años más tarde. Comienza un
peregrinaje por prostíbulos hasta llegar a Buenos Aires. Actualmen-
te es prostituida en un sauna, donde realiza también tareas de con-
trol de las otras mujeres y niñas y de reclutamiento de niñas para dis-
tintos prostíbulos que conoce. Antes vivió en Córdoba donde
conoció a su marido, padre de dos de sus hijos y que la hacía “traba-
jar”. Del tercer hijo, en cambio, dice: “lo hice trabajando”.

Marta: 15 años, embarazada. Una vez se escapó al campo, a la casa


de su abuela, y la fueron a buscar. Desde que el padrastro se fue es
prostituida. Antes lo era en un sauna, ahora en la calle.
Su novio, de 17 años, sobrino de su padrastro, la inició sexual-
mente. Después de que su padrastro se va, y dado que era el sostén
económico de su madre, Elsa, y de ella, y puesto que ellas no tienen
otros recursos, Patri lleva a Elsa al prostíbulo y más tarde a Marta.
En el momento de la entrevista Marta estaba en su séptimo mes de
embarazo. Con bastante probabilidad podemos afirmar que los hi-
jos que su madre y ella esperan son hermanos. Elsa tiene 39 años y
6 hijos de los cuales sólo Marta, la menor, vive con ella. Está nue-
vamente embarazada de su segunda pareja, un albañil al que echó
hace poco del inquilinato donde vive. Procede de una zona rural de
la provincia de Buenos Aires, donde vivía con su marido en la cha-
cra de su suegra.
Al morir su marido alcoholizado en una riña, hace nueva pareja
con el albañil, y al poco tiempo se pelea con su suegra y se va a Bue-

47
nos Aires con Marta. Las dos se instalan en el inquilinato. El alba-
ñil mantiene el hogar hasta que la abandona porque establece una
relación con una adolescente. Tras amenazar con denunciarlo por
estupro, logra que vuelva. Finalmente lo echa por una situación gra-
ve que suponemos con mucho fundamento es haber abusado de su
hijastra, Marta. En el momento de la entrevista, Elsa estaba en el
octavo mes de embarazo.

Sharon: 17 años. Patri la presentó al dueño de un cabaret-prostíbu-


lo hace unos meses, donde es prostituida actualmente. Hasta los tre-
ce vivió en un barrio del conurbano de Buenos Aires. Su padre,
peón de la construcción, se accidentó y no pudo trabajar más. Salía
con una bandita de chicos a mendigar. Su novio de 17 años la obli-
gó a prostituirse a los 13. pero cuando cayó preso, a los 19, ella se
independizó. Siguió viendo a la abuela de su novio que vivía en el
inquilinato, hasta que murió al poco tiempo. De ahí su relación con
las anteriores. Sin su novio vivía a los saltos, hasta que Patri la des-
piojó, la maquilló y la conectó con el dueño de un boliche, ya que
el sauna estaba completo.

El inquilinato

El inquilinato es el punto de encuentro de 3 historias, el lugar don-


de se desarrolla este drama. Allí confluyen todas, se conectan, y em-
piezan a pivotear en torno de Patri.
Patri, Marta y su madre viven ahí y allí iba Sharon cuando la ca-
lle se ponía demasiado hostil o cuando se enfermaba, para refugiar-
se en lo de la abuela de su novio.
Patri las acerca a todas al mundo prostibulario. Marta y Elsa eran
ajenas a ese mundo. Cuando quedan solas, y desamparadas, Patri le
propone a Elsa ir al prostíbulo, pero Elsa no lo aguanta o no sirve y

48
entonces Patri se lo propone a Marta. Cuando Sharon queda sola,
sin su novio-proxeneta, Patri hace lo mismo que con las otras. El
mundo del prostíbulo es el de Patri, el único mundo que conoce,
en el que está hace casi 20 años, desde que era una niña y “dejó de
serlo de un día para otro”.
Patri recibe algo a cambio de estas “presentaciones”. Considera
que les está dando una mano, la misma mano que le dieron a ella
cuando tenía 13 años y la introdujeron en el prostíbulo dos muje-
res a las que todavía dice estar agradecida.
Las historias de Marta, Sharon y Patri permiten responder a mu-
chos de los interrogantes planteados en la investigación.
El relato de sus vidas cotidianas, de sus relaciones con la fami-
lia, de las características de sus familias de origen, de cómo ingre-
saron al mundo prostibulario, de cómo son los prostíbulos, de las
rutinas, de la violencia, va delinenando las realidades del mundo de
la prostitución, tanto callejera como en el marco de prostíbulos en
sus distintas variantes. Los relatos aportan elementos fundamenta-
les para conocer los distintos aspectos (clásicos en los estudios re-
cientes sobre el tema) tales como las relaciones entre abuso sexual,
situación social y explotación sexual comercial, mostrando que
nunca se trata de relaciones mecánicas de causa-efecto, y que es ne-
cesario un abordaje amplio e integrado. Sólo así se puede dar cuen-
ta del carácter profundamente estructural de las prácticas prostitu-
yentes, que se organizan sobre un tipo de relaciones sociales que
posibilitan un uso (abuso) del sexo del “otro” (casi siempre “otra”),
un tipo de relaciones sociales de sexo, donde éste es el eje de una
relación de dominio y sometimiento al que además se le adjudica
un valor de uso, y por lo tanto mercantil. Presenta formas primiti-
vas de explotación sexual donde no necesariamente existe el dine-
ro (el novio que exige y logra que “se deje” por todos sus amigos),
donde se cambia “sexo por un sándwich” o “una porción de pizza
“o “un papelito de poxi-ran”.

49
“Eso de los 18 no es para los pobres... Los pobres pasan
de chicos a grandes...”

Marta, Sharon y Patri comenzaron a ser prostituidas a los 13 años. Mar-


ta y Sharon tienen actualmente 15 y 17 años respectivamente. Patri
tiene 33. Es decir, es prostituida desde hace exactamente 20 años. Al
contar sus propias historias al mismo tiempo, cuentan o dan testimo-
nio de otras niñas de corta edad que igual que ellas fueron prostitui-
das, hace 20 años o ahora. Hay muchas semejanzas. En primer lugar
tienen de común haber sido prostituidas a la misma edad: sus 13 años.
Con su testimonio van perfilando una respuesta afirmativa a una
de las preguntas básicas de esta investigación: ¿hay niñas prostituidas?

Están las chicas y están las viejas [dice Marta cuando se le pregunta si ha-
bía otras chicas de la misma edad que ella o más chicas].

¿Y dónde no hay chicas? Nadie pregunta nada en estos lugaresYo . empecé


a trabajar a los 13... en mi provincia es otra cosa pero es lo mismo, vos
vas, trabajás, no te metés con nadie... Yo no te digo... no vas a tener una
nena de 10 años, pero Marta es una chica grande. Eso de los 18… no es
para los pobres. Los pobres pasan de chicos a grandes.
Patri

Las nenitas van, el tipo se hace el bueno y les da unas monedas o les da mor-
fi, el morfi es un enganche... [...] están también los que le dan a los pibes po-
xi-ran y bueno con eso los arreglan... y no les pagan por el servicio. A las pi-
bitas de 10, 11 si no se apiolan las pasan, las repasan. Lo que pasa que una
piba de esa edad nadie le dice la posta, no entiende nada... Cuando estaba en
la calle... yo tenía 13, pero había pibitas de 10, que iban por unas monedas.
Sharon

La iniciación sexual

Hay ignorancia inicial. “No sabía nada”, “era una boba”, es lo que di-
cen en sus relatos con gran énfasis. Tener novio –son niñas de 11, 12

50
años– es dejar de ser niñas, es ser diferentes de las que aún no tienen
novio. Ellos, “los novios”, plantean la iniciación en términos simila-
res. Es una táctica calcada. Si quieren ser sus novias tienen que acos-
tarse con ellos. Y ellas acceden. No por amor ni por deseo sexual. Ni
siquiera, al menos en estos relatos, hay curiosidad, o algún tipo de ini-
ciativa. En Marta y Sharon tener relaciones sexuales es una situación
impuesta. En Marta con una reacción de mayor sometimiento o pa-
sividad, en Sharon con cierta resistencia pero como un recurso de
protección frente al medio hostil en el que vivía: “Cuando yo era la
novia, nadie se metía conmigo, pero nadie, te digo nadie”.
Cabe plantearse algunas preguntas. Este tipo de iniciación, en la
que el sexo está vinculado con una relación de uso y protección, y no
con el afecto o el placer, ¿acaso define la posibilidad de una sexuali-
dad prostituida, anulando las posibles resistencias a esas prácticas?

No, lo que yo te decía era que yo era una nena ¿no? En Catamarca, yo
en los barrios, bueno yo tenía un novio, yo vivía con mis padres, mi tío
y mis hermanos, somos once. Mi mamá no me dejaba tener novio pero
yo igual tenía. Entonces yo no sabía y lo m ismo que a M arta [...] Mi no-
vio me decía hay que hacer esto, vos dejate, y yo, me dejaba. Y también
me dejaba con los amigos, él me decía que me deje, que eran los amigos
de él, que él sabía y bueno... yo era una nena, no sabía nada. [...] Yo pa-
sé de nena a que me quede embarazada sin saber cómo ni cuándo...me
quedé preñada, me escapé, me lo saqué con una mujer que me llevó a
trabajar en un lugar de su hermana, en un prostíbulo que para mí, que
no sabía nada, era de lujo.
Patri

Mi novio se quedaba a dormir en la pieza conmigo, un día se pasó a mi


cama, no sé… Él se quedaba cuando venía a trabajar con mi padrastro.
Primero me parecía raro, pero él me dijo: “Si somos novios tenés que ha-
cer esto . Si no, no somos novios”Al
. principio me dolía, además no sabía
qué hacer, me asusté, pensé que me había lastimado por la sangre... Él me
dijo que no se lo cuente a nadie... Pero yo no sabía. Qué tonta que era...

51
¡qué tonta! ¡No sabía nada! ¡Nada![...] [y con relación al sauna] Yo no en-
tendía, al final la Patri me dijo que tenía que hacer lo mismo que con mi
novio, que me deje llevar y que después el dueño del local me pagaba y
me decía que no me preocupe por nada que ella estaba ahí.
Marta

[...] al principio sólo tenía relaciones con él, pero sólo con él, un día él me
dijo “vamos a hacer el amor”, yo le dije “ni loca” pero entonces él me dijo
que si no hacíamos el amor no era más mi novio. Yo le dije que se vaya a la
mierda que me importaba un carajo. Pero entonces él me dijo que si no ha-
cíamos el amor él no era más mi novio. Yo le dije que se vaya a la remierda
que a mí no me importaba un carajo... pero lo que tenía era miedo... mie-
do no... una piba que yo conocía había cogido con el novio y ella tenía 12
años, era la más chica, pero yo también era chica, y bueno era así, chica y
se murió, el tipo la cagaba a palos cada tanto, para poder cogerla, pero pa-
rece que fue tanto que la piba se murió y todas las pibas decían que si te ca-
gan a palos y después te cogían morías y yo me lo creí porque era chica ¿vis-
te? Y me decía “bueno, si éste se raya y me quiere pegar y después me coge
me mata”. La Patri lo sabe, el pibe era rejodido. Ahí me dijo “ahora sacate
la ropa, que vamos a hacer el amor” y yo le dije bueno, pero que no me pe-
gue y él se cagaba de risa, me decía que me porte bien, siempre me lo decía
eso que me porte bien que no me iba a pasar nada... Pero me la banqué por-
que no me pegó... me abrió las piernas y bueno vos sabés la primera vez due-
le y querés que pare un poquito, un poquito para que no duela tanto... yo
no sabía lo que pasaba, me parecía que le pasaba algo, que él se sentía mal, que
le había agarrado un ataque como tenía un pibe que yo conoc1í2a.
Yo le hablaba y él no escuchaba nada ¿viste? estaba como enloquecidoo, y
no sabía que los hombres se ponen así, que no pueden parar, que empiezan y
no paran con nada, con nada paran.

La clase media imagina que la iniciación sexual en las clases bajas es


temprana debido a la falta de convenciones burguesas; se suele su-
poner que debido al contacto con la sexualidad adulta desde peque-

12 Probablemente se refiere a un ataque epiléptico.

52
ñas, a la falta de pudor, etc., las niñas son precoces sexualmente. Las
entrevistas demuestran que no es así. No es por saber más que la ini-
ciación es temprana, sino paradójicamente por no saber nada. Las
niñas no se inician temprano porque son precoces, sino porque su
indefensión es mayor, por falta de información y porque la mala co-
municación con familias autoritarias las hace presa fácil de abusos
diversos por parte de familiares y novios.

El abuso sexual

El abuso sexual está presente en los tres relatos pero no desencade-


na ni aparece como antecedente directo de la iniciación prostibula-
ria. En Patri surge cuando el padre la recluye en el hogar al enterar-
se de que su novio la prostituía. De esta relación de abuso queda
embarazada, el autoaborto culmina con la intervención de dos her-
manas, una que se ocupaba de hacer abortos y la otra que era la due-
ña o regenta de un prostíbulo.
En la historia de Patri, el hecho de ser prostituida por su novio
y los amigos antecede a la situación de abuso sexual que sufre por
parte de su tío. Claro que ambas situaciones –la del abuso y la
prostitución– también se retroalimentan, ya que como resultado
del abuso queda embarazada y termina en un prostíbulo. Esta
“circularidad” da cuenta de la dificultad de establecer relaciones
causales. Abuso y prostitución del sexo infantil tienen la misma ma-
triz. Una y otra marcaron la vida de Patri para siempre, haciendo
seguramente que el ingreso al prostíbulo fuera una experiencia
menos extraña.
En el caso de Sharon el abuso inicial por parte de un medio her-
mano mayor no tiene una relación directa con su prostitución, for-
zada por su novio. Más aún, esta experiencia de abuso, sin penetra-
ción, ni siquiera sirve de experiencia para el primer coito de Sharon

53
con su novio, cuyo comportamiento sexual le resulta imprevisto e
incomprensible.
En cuanto a su inicio en la vida prostibularia, la diferencia con
lo conocido es que al ser prostituida se le exige ser parte activa y ha-
cer cosas, cuando antes sólo se dejaba hacer –por su novio o por su
hermanastro–.
El relato del abuso aparece totalmente secundarizado y minimi-
zado por parte de Sharon, para quien la situación de forzamiento a
la prostitución es tan fuerte que no tiene punto de comparación:

Era mi hermano más grande... Bah, no es mi hermano, es el hijo de mi


mamá que es mucho más grande y no es hijo de mi papá... que me toca-
ba siempre la cola, se ponía arriba mío y me apretaba y me ponía la ma-
no mía en la pija, y me tocaba y se mojaba arriba mío, pero se animaba
sólo a hacerse la paja conmigo, me quería coger pero no se animaba...
Sharon

En la historia de Marta, el abuso por parte del padrastro es el de-


sencadenante del drama familiar en su etapa decisiva y final. Al in-
gresarla al prostíbulo, cuando tenía 13 años, Patri le dice que haga
lo mismo que con su novio. Cuando el padrastro después de unos
meses de haberla abandonado a ella y a su madre se entera de que
Marta va al sauna, entonces abusa de ella:

Cuando se enteró que yo iba al sauna con Patri, le gritó y le pegó a mi ma-
má y le dijo que si era tarada, si no sabía que la hija estaba haciendo de
puta y no sé cuantas cosas más.
Marta

Cuando lo puso en su lugar lo echó... lo que la hizo saltar es que se meta


con la hija...
Patri refiriéndose a Elsa y su marido

54
El inicio en la prostitución

Estas historias dan cuenta de dos modos de ser prostituidas, que en


otros relatos se reiterarán con algunas variantes, pero en los que se
mantienen los roles de quienes tienen una acción decisiva en el ini-
cio de la niña en relaciones de prostitución.

a) La madre como prostituyente

¿Cómo aparece en el relato de Marta esta parte de su historia? Cuan-


do habla del prostíbulo dice primero en relación con su madre:

[como] ahora ella no podía, entonces iba yo [...] Patri le dijo [a mi mamá] que
se vaya con ella al lugar donde trabaja y que se haga unos pesos, pero mi ma-
má no está para eso, con las várices y todo, entonces la Patri tuvo la idea de
que yo podía ir [...] Mi mamá me dijo que vaya, que si no iba a tener que tra-
bajar por horas y que si a ella le costaba conseguir, fijate a mí lo que me iba...
Marta

La madre de Marta:

Yo quería otra cosa, pero otra cosa no hay y sólo por horas, pero con lo
floja que es... por horas no aguanta.

Patri en relación con el mismo tema:

Y bueno le dije a la chica, primero le dije todo. No te creas que la llevé a


la fuerza, le dije lo que tenía que hacer, a Elsa le expliqué...

b) El novio como prostituyente

En la historia de Patri el novio la prostituye con sus amigos. No es-


tá claro si hay dinero, o el valor de cambio es otro, pero sin duda se
trata de una forma de prostitución:

55
Mi novio me decía “hay que hacer esto, vos dejate” y yo me dejaba, y tam-
bién me dejaba con sus amigos, él me decía que me deje, que eran los ami-
gos de él.

En la historia de Sharon:

[refiriéndose también al novio] Él vino y me dijo: “te voy a enseñar a con-


seguir plata más que ver con tu edad, no de nenita pidiendo monedas o
abriendo puertas, te voy a enseñar...” [...] y vino un día y me dijo “mirá,
tenés que ir con este hombre, te lleva al hotel y vos te dejás hacer lo que
él quiera, te dejás que te haga...”

Relaciones familiares

Ingresada en el mundo prostibulario, Marta es la única que mantie-


ne la relación con su madre, sigue viviendo con ella y la mantiene.
Ambas han roto con el resto de la familia (hermanos, abuela). En
un momento Marta había regresado a la chacra, con ellos: “me es-
capé porque no quería estar más, pero mi mamá me fue a buscar”.
Su madre y su padrastro, que entonces aún convivían, la fueron a
buscar. A partir de ahí no se escapó más.
Sharon pasó mucho tiempo sin ver a su familia. Todos los años
que estuvo en la calle. Recién ahora, que se ha “independizado” de
su novio-proxeneta, y que está en un prostíbulo, restableció cierta
relación con su familia: a veces va de visita pero no se queda nunca
mucho tiempo.
Patri, en cambio, ha cortado totalmente con su familia. No hace
falta más que leer el párrafo siguiente para entender por qué no qui-
so volver más:

Después me agarró a mí y no me mató por poco... me dijo que yo no salía


más, bueno, un tiempo no salí. No salía nunca y el papá me pegaba por las
dudas. Un día vino el tío, un día que estaba en la bomba lavando ropa y me

56
dijo que si iba con todos tenía que ir con él y me violó, todas las tardes me
hacía ir con él y que no diga nada porque el papá se iba a enojar conmigo
[...] Un día llega el papá a la casa, re-mamado, la agarra a la mamá del bra-
zo, la tira al piso, la caga a palos, pero le pega que no sabés cómo todos gri-
taban, yo estaba escondida en la pieza... al final entendí que le gritaba que
la hija era una puta, que se la pasaban todos y que la culpa era de ella que
no la cuidaba. Después me agarró a mí y no me mató por poco.
Patri

Para las tres, el prostíbulo, la compañera con la que comparte el


cuarto donde vive y el inquilinato son espacios de afectividad. Sha-
ron encuentra en la abuela del novio-proxeneta el afecto que no le
brindó su familia:

Me decía hija, me defendía, me decía que me cuide, era una persona bue-
nísima, no sé si hay otras personas así, yo nunca vi en toda mi vida alguien
tan bueno... le decía [a él] que no me moleste, que me deje tranquila...
Me dio muchísima pena cuando se murió, nunca me dio pena, así tanta
pena nada... porque era muy buena y a mí me quería un montón.
Sharon

¡Libertad! ¡Libertad!

En los relatos hablan de libertad y de coacción. Uno y otro tema se


alternan.

Ella quiso, yo no la llevé por la fuerza... yo lo que hice fue hablar con la
encargada, le dije que le llevaba a una chica joven, linda y bueno, la llevé.
Patri, en relación a Marta

Es cierto, pero a la vez sabemos que Marta dice:

Mi mamá me dijo que vaya, que si no, iba a tener que trabajar por horas,
y que si a ella le costaba conseguir...

57
Marta no tiene alternativas. La madre y Patri deciden por ella. An-
tes, tener relaciones sexuales había sido decidido por su novio.
La coacción (abuso) por parte del padrastro no aparece directa-
mente en el relato de Marta. Pero es otra de las tantas coacciones a
su libertad que debe vivir. Ya en el prostíbulo, Marta es “acosada”
por el dueño del mismo. Para Patri eso está dentro de las reglas del
ju ego:

Ella tenía que hacer un servicio gratis, a él le gustaba la chica, siempre que
venía se la llevaba a la pieza.

Y Marta hasta debería estar agradecida de haber sido elegida por el


patrón, puesto que eso además implicaba privilegios. Pero a Marta
eso no le gusta y decide salir de allí. Su ejercicio de libertad es no
aceptar el acoso del patrón y el horario de 12 horas de lunes a lu-
nes, su “elección” es ir a la calle a ser prostituida. La calle implica no
cumplir horarios, no compartir ganancias, elegir los clientes. Ésa es
la libertad que Marta puede permitirse.

Por eso me gusta más la calle, si en la calle cobrás 30 y 15, yo pido 30, 15,
por menos no voy, entonces vos pedís eso te lo dan y bueno, te lo guar-
dás, si querés ir por menos vas, es cosa tuya, si no te gusta la cara les de-
cís: “¡son cien pesos!” y salen arando, entonces hacés lo que querés hacés tu
vida, no es lo mismo, si querés, si te cansás vas a tu casa y listo, te vas
cuando querés, no te complicás, ahí [en el prostíbulo] si te querés ir es un
drama, no podés, te tenés que quedar hasta que cierra...
Marta

Hasta que logró independizarse Sharon tuvo que hacer siempre lo


que su novio quería. Entonces la libertad es no volver a la casa de
su familia y quedarse en la calle o en el prostíbulo. Es no tener no-
vio, es decir no tener proxeneta. Claro que se lo debe a la justicia
que encarceló a su novio.

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Me decía que me porte bien, siempre me lo decía, eso, que me porte bien
que no me iba a pasar nada... nada si me portaba bien, pero portarme bien
era hacer lo que él quería, lo que me decía que tenía que ha,ceeso r era. Es-
taba recagada [...] Eh... si lo quería... sí, sí... él era un pibe, no sé... es un
pibe para querer, si estabas con él no te podías... así, no te podías... no se
le podía decir que no a nada.
[…]
Entones me pegó en la cara, pero me pegó re-fuerte y me dijo que vaya y
que no lo haga quedar mal que él ya le había cobrado al tipo y que yo te-
nía que ir... Yo fui porque no sabía qué hacer...
[…]
Me lo hizo una vez que yo no le di la guita, cuando empecé a trabajar por
la mía yo me negué a darle la plata, la Patri me decía la plata es tuya ne-
na... y yo la sentía mía.
Sharon

A pesar de que Sharon expresa que “no podía decir que no” afirma
simultáneamente que lo que hace es por propia decisión:

Y me quedé [en la calle]... a mí nadie me obligó a nada, nadie me puso el


revólver en la cabeza, me dijo quedáte porque te mato, me quedé y no los
vi más a ellos [la familia], ahora a veces los veo, pero antes no iba a mi ca-
sa, nunca iba [...] Volver no, no vuelvo ni ahí...
[…]
Ella me presentó, pero hay pibas que tienen marido que es el que arregla,
a ellos les pagan y eso, a veces hay problemas por los maridos. [...] El ma-
rido le dice, pero sí, es como el Ariel... ¿viste? Él es mi novio ¿no? Pero qué
novio, es el fiolo, los pibes, los tipos son el fiolo y... bueno muchas se ma-
nejan así... otras solas...
Sharon

Para Patri, cuando niña, el prostíbulo es mejor que su propia casa.


Ya de grande y habiendo probado diferentes alternativas, elige el
prostíbulo en lugar de la calle.

59
No, ni ahí... en la calle tenés la libertad de trabajar o no, pero la libertad
de no hacer plata, es esa libertad. Y si no hacés plata no vivís... ¿Cómo pa-
gás las cuentas si no tenés plata? ¿Cómo vivís?... y te toca cualquiera, te
coimea la cana, o te lleva, y te la tenés que bancar, llueve, hace frío...
Patri

La libertad se ejerce también cuando las y los prostituidos ponen lí-


mites. Cuando ponen condiciones tales como cobrar por adelanta-
do, exigir preservativos, no aceptar ciertas prácticas. Como esa li-
bertad se da en la aceptación de ciertas reglas y luego de haber
claudicado, se trata siempre de una libertad en el sometimiento, de
la aceptación de reglas y de “vender” el cuerpo. Para Sharon la liber-
tad es, por ejemplo, quedarse con el dinero que antes tenía que en-
tregar a su novio proxeneta:

Y la primera vez que me quedé con toda la plata casi me muero, no en-
tendía nada. Era bárbaro, me gustó, no era lo mismo que trabajar sin ver
un mango [...] Yo lo dejaba que me toque, después me agarró la mano y
me la puso en el pantalón, me dijo: mirá como me ponés, entonces yo di-
je ésta es la mía... Le saqué la mano y le dije son veinte pesos... Ah.. el ti-
po se puso blanco, me miró, no entendía nada... La mano me la sacó y
me dice “¿cómo? ¿qué? ¿cobrás?...” “Claro”, le digo, “si querés yo te hago
lo que quieras pero te cobro veinte pesos”. El viejo creía que con un po-
co de morfi me arreglaba, pero no... yo esperé que esté bien caliente y le
dije “son veinte pesos...” se la hice bárbaro, aunque no me dé la guita me
gustó verle la cara... la cara del tipo caliente y que yo le diga “me tenés que
pagar...” no sabés [se ríe]... Al final me pagó 10 pesos, no 20 como yo le
pedí... me dijo “te doy die z” y yo dije... bueno. Yo pensé... ¿viste? Nunca
tuve diez pesos para mí, entonces era mejor que cualquier otra vez...yo me
quedaba con diez para mí sola, yo... me los llevé y bueno eso era otra co. sa
Sharon

La habilidad y la capacidad de manejar al cliente le producen orgu-


llo y satisfacción, y le permiten olvidar que está siendo prostituida.
Sharon elige no tener novio:

60
Quise tener novio, pero si sabe lo que hacés cagaste porque te pasa como
les pasa a todas, ¿no? Se quiere quedar con la guita, te quiere mandar, yo
ahora ya sé manejarme sola, y eso se lo tengo que agradecer a Patri, ella
me enseñó a manejarme sola. Una vez yo me puse a pensar, no… cuan-
do... así... la verdad es que no sabía... Patri ofreció ubicarme, me dijo “yo
te ubico”, y me llevó y yo le pagué y ella arregló con el dueño, pero bue-
no ya está, yo no le debo nada a nadie, nadie.
Sharon

Para Sharon que su novio fuera preso fue su salvación, porque pudo,
en realidad tuvo, que trabajar por su cuenta, y por primera vez dispu-
so de su dinero. Se siente liberada, aunque no hizo nada por liberarse.

La solución prostibularia. P rogresar y prosperar

Una vez logrado el aborto, el retorno al hogar y el abuso sexual de


su tío le resultan a Patri insoportables y acepta como una salvación
el ingreso al prostíbulo, donde establece relaciones afectivas. “Eran
dos mujeres buenísimas, las dos me ayudaron... eran las dos dere-
chas”, dice Patri refiriéndose a la mujer que la atendió cuando esta-
ba muy grave después de su intento de autoaborto y a la hermana
de ésta, que regenteaba el prostíbulo al que ingresó inmediatamen-
te después, a la edad de 13 años, “un prostíbulo que para mí... era
un lujo”. Actualmente, además de ser prostituida cumple otras fun-
ciones de control “de la calidad del servicio” en el propio prostíbu-
lo y de reclutamiento en el mismo y para otros prostíbulos donde
tiene amigos y conocidos.
Para Sharon, luego de una vida azarosa en la calle, el boliche es
un oasis:

El boliche es lindo, éste que estoy ahora es muy lindo. [...] La Patri me
dio ropa, me arregló, me enseñó a cuidarme, a perfumarme, yo era nada,

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era de la calle, así como las chicas que ves pedir en las boleterías... Donde
estoy yo ahora es mucho mejor es más grande, no va cualquiera, yo no sa-
bía hablar, y ahora estoy en este lugar, es otra cosa.
Sharon

Marta está contenta de estar en la calle sin horario ni tener que


compartir lo que cobra. No comenta que el patrón del sauna la aco-
saba, lo que sabemos por Patri. Para Patri y Sharon, en cambio, la
calle es más insegura, imprevisible y peligrosa.

Historia 2. La historia de Lorena

Lorena estuvo desde los 14 a los 18 años en un prostíbulo en Ave-


llaneda. Su madre, devota de un culto evangélico, no la dejaba salir
de la casa, ni tener novio, la empleó en una casa de familia y no le
permitía cobrar su sueldo. Lo cobraba ella. Por esa razón terminó
fugándose y después de un breve peregrinaje fue a dar a un prostí-
bulo. Su familia es del Gran Buenos Aires, vinieron a vivir a la ca-
pital cuando el padre falleció siendo ella muy pequeña, desde en-
tonces viven en un inquilinato.
Tiene una hija de un cliente del prostíbulo, con el cual convive
actualmente y a quien conocía desde la infancia, ya que también vi-
vía en el mismo inquilinato. Terminó la primaria, le gustaba la es-
cuela, y tiene facilidad para el estudio. En relación con la escuela di-
ce que le gustaría continuar estudiando y que incluso lo intentó en
la época en que estuvo fugada de la casa:

A mí la cabeza me da, yo sé que soy mejor para estudiar que la mayoría...


El secundario lo empecé... [pero] me pidieron la firma de mi mamá, cer-
tificado de nacimiento, no tenía nada... [...] Me acostumbré tanto a hacer
lo que dicen los otros que me parece que siempre voy a seguir así.

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La entrevista se realiza en su casa: una habitación del mismo inqui-
linato de la infancia, mientras amamanta a su hijita de 6 meses y
prepara la comida para el marido. Refiriéndose a su hijita, dice:
“Ella es mi única amiga, yo le hablo, no sé si entiende, pero igual le
hablo, cuando sea más grande ya veré, pero por ahora es así”.

La familia autoritaria

La primera frase de la entrevista dice: “Hasta los trece años todo


bien. Cuando empecé a crecer, a ser señorita, todo mal”. Lo malo
comienza cuando la familia reprime su relación sexual con su novio
cuando tenía 13 años. Su novio desaparece después de ser sorpren-
dido con ella.

M. [el noviecito] se escapó... no era para tanto ¿no? Yo no pude escapar.


Me tuvieron encerrada una semana.

Su madre y su padrastro son muy religiosos y muy severos en la de-


fensa de sus principios confesionales y morales, inspirados en los de
una secta, y la madre la lleva a la iglesia para que le saquen el dia-
blo del cuerpo. Lorena no soporta la convivencia y al poco tiempo
va a trabajar como empleada doméstica:

Me vigilaba n, me volvían l oca. Estaba pedr ida sin mi novio, sin la escue-
la, mi mamá me amenazaba, me llevaba a la Iglesia. Decía que allí me
iban a sacar el diablo del cuerpo. Yo no tenía ningún diablo, pero me-
dio me lo creía, tenía pesadillas... [...] En esa época empecé a trabajar...
Horrible, en la casa de una vieja de la Iglesia que conocía a mi mamá...
no tenía tele porque era pecado, ni música, sólo la de la iglesia y... yo no
veía un mango... [...] le daba la plata a mi mamá, porque decía que yo
era menor.

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Se escapa cuando encuentra a una amiga que le dice que ella la pue-
de ayudar. Cuando llega, se encuentra con que ésta vive en una pen-
sión y es prostituida. Cuando se le acaba el dinero y no puede pagar
la pensión, su amiga le dice que puede arreglar con el encargado.

Le pregunté si era para limpiar... y me dijo que no me haga la boluda...


[...] ella lo que hacía era acostarse con el encargado y con eso le daba pa-
ra una semana o tres días de alquiler y así le pagaba. Al principio medio
no me gustó, pero después era mejor que ir a la calle y bueno, un día al
final me acosté con él nomás.

Poco después el dueño de la pensión le trae clientes, y se queda con


el dinero. Hasta que su amiga le dice que “no era [una persona] pa-
ra arreglárselas sola” y la recomienda a un prostíbulo donde Lorena
pasa cuatro años, desde los 14 hasta los 18.

El prostíbulo

Lorena entra al prostíbulo a los 14 años:

Yo era la menor, después no, había una más chica. A mí me decían la ne-
na, pero las otras no eran muy grandes tampoco.

Lorena narra con detalles la vida cotidiana en el prostíbulo, un de-


partamento en el Gran Buenos Aires:

Desde el primer día la señora [la encargada del prostíbulo] me explicó có-
mo eran las reglas de la casa: no se podía recibir plata, no se podía elegir...
ellos cobraban y te daban tu parte [...] descontaban la casa, el jabón, y
otras cosas... [...] había varios policías y un comisario que venían siempre,
eran amigos, a esos no se les cobraba, eran amigos... [...] había que aten-
der bien, se podía salir, pero había que avisar dónde y no se podía tener
novio, ni pelearse con las compañeras, ni chuparse... [...] la que se va, no

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vuelve, es una regla, tampoco nos podemos ver. Y el teléfono sólo para ha-
blar con los clientes o alguna vez las que tienen familia. No se sale mu-
cho. A mí cuando quise estudiar medio me miró mal la dueña, pero co-
mo le prometí que no le iba a fallar en nada nada y nunca le fallé, al final
me decían la escritora, me cargaban un poco...

Se trabajaba desde las 5 o 6 de la tarde, hasta las 5 o 6 de la madru-


gada. De día sólo excepcionalmente, pero los clientes tenían que
avisar. Se trata de un prostíbulo donde las chicas viven de modo
permanente.

Era una casa con varias piezas y un bar adelante... es sólo para los que co-
nocen... hay un portero eléctrico... los tipos pasan al bar, arreglan con la
señora, la chica, el precio... Nosotras estábamos arregladas, bien vestidas...

En su actual condición de ama de casa, Lorena siente su libertad


más restringida que cuando vivía en el prostíbulo y había consegui-
do hacer cursos de escritura.

Historia 3. La historia de Carmen

Carmen fue entrevistada en un hogar de religiosas al que fue deri-


vada por orden judicial luego de que su madre denunciara que era
prostituida. Su madre, con quien ella vivía, tenía un pequeño boli-
che al que concurrían clientes y proxenetas. El proxeneta que final-
mente reclutó a Carmen solía concurrir a jugar a las cartas allí, y
Carmen participaba de los juegos. Criada en ese ambiente, habla
con mucha naturalidad y conoce los códigos prostibularios. Su ma-
dre, sin embargo, rechaza la idea de que su hija sea prostituida y to-
ma la decisión de denunciar y alejarla así del mundo en el que Car-
men se movía con mucha comodidad.

65
Para todos los demás estaba mal. A mí me gustaba. Me parecía divertido.
Lo que pasa es que ahí yo me descargaba, me divertía, bailaba, y si hay al -
go que a mí siempre me gustó fue sobresadonde
li r iba, ahí sobresalía, podía
bailar, que nadie me iba a mirar con cara, entonces ahí podía sacar todo
lo que tenía adentro y sentirme... me sentía bien, yo no quería irme, por -
que me gustaba, me sentía bien.
Carmen

Carmen es sin duda el ejemplo más patente de que la prostitución,


a veces, puede ser un ejercicio voluntario, gozoso incluso, de la pro-
pia libertad y una adopción de un modus vivendimás apasionante y
divertido que el de la vida socialmente admitida. Siempre vivió en
un ambiente prostibulario. Éste es su ámbito aun antes de ingresar
a un prostíbulo. Crece en el entorno al que pertenece su madre,
dueña de un cabaret, donde convive diariamente con mujeres pros-
tituidas, proxenetas y clientes. Su madre, si bien la vigila para que
no la prostituyan, le permite alternar desde siempre, le permite ju-
gar al truco, y a otros juegos de cartas, con los clientes adultos. Es
un atractivo más para esta clientela.
Sin embargo, cabe advertir que también en su caso funcionan las
técnicas de reclutamiento de la vida prostibular. Precisamente lo
que Carmen no puede hacer en el boliche de su madre, al menos en
lo inmediato, termina por serle ofrecido en un boliche cercano:

Y conocí a una piba que le decíamos, que le decíamos B., tenía 18 años,
pero parecía de 20 o 21. Y ella trabajaba en... [un cabaret-prostíbulo],
que estaba al lado de mi casa. Una noche me pasó a buscar, pasa, y esto
que el otro nos ponemos a hablar. Mi madrina la miró, sabía que traba-
jaba al lado, todo el mundo sabía que trabajaba al lado. Nos pusimos a
hablar y me dice: “¿no me acompañás a [nombre del prostíbulo] a bus-
car algo?” [El prostíbulo] quedaba a la vuelta de mi casa. Le digo “¿no
trabajás aquí al lado?” Me dice “no, ahora trabajo en” [...]. Cuando fui,
vino B. y me dijo:
–Pregunta el señor si no querés trabajar acá…

66
–¿Estás loca? Mirá si yo voy a querer trabajar acá. A mí me cuelgan si yo
vengo a trabajar acá.
–¿Quién se va a enterar si es de noche? –dice B.
–Mirá si vienen amigos de mi mamá... Dejáme pensarlo. Cuando mucho
me ponés una mesa de truco y yo juego.
Se empezaron a reír [...] [Otra] noche me fui a X, y estuvimos hablando
un rato y se me acerca B. y me dice:
–¿Lo pensaste?
Y le digo:
–Si llega a venir algún pibe lindo puede ser que me siente y lo acompañe.
Pero “pases” no voy a hacer.

Finalmente es por propia decisión que un día acepta el pedido de un


cliente de hacer un “pase” con su hermanito tímido y ese mismo día
hace otros “pases”. Todo como sin darle mayor importancia, y a sa-
biendas de que esta nueva actividad la hace más adulta y por supues-
to más independiente en varios sentidos, que incluyen el económico,
pero de modo accesorio, ya que no tiene problemas de ese tipo:

Casi los tres primeros meses pases no hacía. No me gustaba. Iba todas las
noches y hacía copas, copas, copas, copas, copas... Y una tarde llega un pi-
be, y llega con otro pibe. A ese chabón yo lo había visto 20 mil veces. A
veces me sentaba y tomaba con él y jodíamos.
–Me tenés que hacer un favor.
–¿Qué?...
–¿Lo ves al pibe de allá? Es mi hermanito.
–¿Tu hermanito? Tremendo grandulote.
–Pero es medio taradito.
Y resulta que el chavo era primerizo, que nunca había pasado nada, en-
tonces quería que yo me encargara.
–¿Qué? ¿yo? ¿Cómo yo? Bueno pero no sé…
–Dale, tiene novia y es medio tontón.
–Bueno, está bien. Dame la plata. Andá pagale a R. y llamá a tu hermano.
Con él fue el primero con el que me hizo trabajar. Y ahí empecé a traba-
jar. Comencé con el pibe y después seguí.
Esa misma noche hice dos pases más.

67
Un mes más tarde inicia una relación con el dueño. Carmen no da
importancia a esta nueva situación, porque desde el principio para
ella todo es un juego, ha sido un juego, y no ha hecho más que in-
gresar a un nuevo nivel de juego, más adulto pero no más riesgoso,
ni más terrible. Es un juego que siempre controla y que ella siente
que maneja a su antojo del mismo modo que sabe o cree saber con-
trolar a sus novios bastante mayores que ella.
Dice que su amante el proxeneta no quería que fuera prostitui-
da, pero es evidente que teniendo el poder absoluto de impedírse-
lo, no hace nada por impedirlo. Hasta hoy le está agradecida:

Él... cuando estábamos así solos me decía... [...] aprendí mucho, aparte me
fue enseñando mucho, todo lo que yo necesitaba saber, para no meterme en
ningún quilombo, por lo menos ahí adentro para no caer en nada malo me
lo fue enseñando, sabía cómo defenderme ahí adentro, y afuera yo conocía
todos los cafishios, sabía con quién me tenía que meter y con quién no.

No se sabe si su madre la denuncia porque se prostituye o para ale-


jarla de un competidor, ya que ha escapado a su control.
La imagen de prostitución que Carmen ofrece es similar a la que
surge de esos relatos o descripciones literarias o del cine, sobre pros-
tíbulos en los que se mezcla la picaresca, cierta ternura y algo de ci-
nismo:

Además no es que están todas desnudas y viene el chabón y te dice “vení vos
conmigo...” No, si un chabón no te cabe, lo apurás. [...] Te fijás en la facha
del chabón, si puede tener plata o no, si te parece que el chabón tiene plata,
lo único que hacés es decirle “me pagás una copa”. Si te dice que no, le das
cinco minutos más y le decís “voy al baño” y te perdés. Siempre cuando te
parece que es estar al pedo con un chabón porque no tiene plata, te lo sacás
de encima. [...] Yo me fijaba si estaban pasables, si eran más o menos lindos...
[Cuando se le pregunta si podía elegir] Sí... Comúnmente no es que vie-
nen los chabones, a veces vienen, pero cuando los ves entrar y te parás y
empezás a caminar, si fichaste alguno... pero no es que vienen y vamos, si

68
no hablás, tomás algo, te conviene más a vos [...] no era que vos trabaja-
bas con un sólo chabón cada noche, sino que trabajabas con un montón
de chabones. Tanto acostarte como hacer copas. Podías estar con 5 o 6
chabones en una noche.

De los cafishios habla hasta con cierta ternura. Son sus amigos:

Los cafishios... pienso, que son unos mantenidos los cafishios.


[Cuando se le pregunta qué piensa de un cafishio conocido]
Es un amigo mío y es difícil pensar mal de un amigo.
[Acerca de quienes no son amigos]
Son unos mantenidos. Lo que me molestaba a mí era que las que trabaja-
ban eran las minas y ellos le terminaban sacando la plata. Por qué no van
y se acuestan con todos los tipos que quieran y se quedan con su plata.
Eso es lo que siempre pensé. Pero es como que tienen una regla, viste.
Después entre los cafishios está la ley del más fuerte. Un cafishio se mete
con la mina de otro cafishio, pueden llegar hasta matarse, porque no es
que éste te va a decir, ésta es mi chica, no te metas. No podés tocarle una
mina a un cafishio.

Cuando la madre consigue alejarla de su ciudad y recluirla en un


instituto, Carmen no se conmueve demasiado, extraña a su amante
pero no le sorprende que éste no haya reaccionado frente a su ma-
dre, y en consonancia con esta actitud entabla nuevas relaciones en
su nuevo hogar y con un nuevo novio mostrando que está íntegra y
segura de lo que hace y quiere hacer de su vida.
En sus reclutadores hay una clara percepción del encanto, la fres-
cura y cierta inocencia desprejuiciada que tiene Carmen; en los am-
bientes prostibularios ella resulta un toque diferente que es muy
apreciado. La jugadora de truco precoz, la alternadora que se divier-
te en ambientes que suelen ser pesados y es apreciada por todos, lo-
gra que todos crean que ella está jugando un juego diferente al que
en realidad está jugando. Sólo cuando Carmen habla de reglas que
rigen en esos ambientes se percibe la existencia de otros juegos más

69
pesados y de cómo otras jóvenes sin el backgroundde Carmen pue-
den quedar entrampadas sin posibilidad de escape.

Historia 4. Mercedes

En el relato de Mercedes, de 12 años, el prostíbulo aparece como la


prolongación de su casa. Va y viene con absoluta naturalidad. Vive
con su madre y su padrastro, y no le gusta el prostíbulo, donde vi-
ve su hermana de 18 años, pero cuando en su casa hay pelea, lo pre-
fiere. La entrevista se realiza en el bar del prostíbulo, una tarde tem-
prano, a la hora de la siesta:

Vivo con mi mamá y mi padrastro... él toma y a mí no me gusta... bueno


yo tomo también pero no así como él que después quiere pelear con mi
mamá... [...] Le pega, sí... una vez yo no podía sacarle a mi mamá de aba-
jo de mi padrastro... y ahora yo soy la única que está en mi casa porque
mi hermana está aquí...
No me gusta [se refiere al prostíbulo]... puro hombre, dale gritar, borra-
chos... entonces me quedo en mi casa, pero a veces en mi casa es peor que
acá, quilomberío, radio fuerte, gritando, peleando, llorando... los perros
ladran, porque uno grita y ellos ladran.

Va a mirar televisión, o escuchar música:

No, yo no soy de acá... yo vengo de noche a mirar tele y de día a veces


vengo... y a veces tomo cerveza... pero escondida de mi mamá porque si
ella ve.. Yo vengo acá, juego pool y me gustan las músicas, en casa no te-
nemos cassettes.

Pero se queda a veces a dormir:

Anoche dormí acá y si no duermo en mi casa... entonces yo vine acá por -


que tenía unas mudas de ropa... pero vivo ahí abajo... [...] una vez estuve

70
acá y pasé toda la noche tomando cerveza y después estaba bien mareada
entonces me dieron un lugar y yo fui y me acosté y dormí... [...] Una vez
me quedé con un hombre... me dio 30 pesos...

Ante la pregunta de si había sido la única vez, responde que no.


Con la misma naturalidad que va y viene del prostíbulo a su casa y
viceversa, habla de las relaciones con los clientes:

allá en el [km] 12 montón de muchachos quieren conseguir chicas, pero


a ninguno le di importancia. Sólo a uno que se llama Luis, tiene ojos ce-
lestes y cabellito por acá, yo tenía el hermano de él era mi novio y él se
cortó el cabello y vive ahí, yo le guampeé a él y él se enojó conmigo y me
dijo: “¿Al final cuántos somos?” Y yo le dije “somos cinco, ¿por qué?” Y
ahí él se enojó, y yo le dije: “si querés terminar vamos a terminar acá”. Ahí
me di vuelta y me fui, y él quedó y no me dio más pelota. [...] Ahora es-
toy con el hermano. [...] Sí... él era bien buenito, lo que yo le pedía él me
daba. Nosotros nos veíamos, yo le pedía ropa, calzado todo él me traía.
Pero a mí me agarró la loca, peleé, él me dio una carta y yo la rompí fren-
te a él.
[Cuando se le pregunta si es el único hombre con el que estuvo]
No, un hombre también estaba acá, un ex, después de ese hombre nunca
más estuve con nadie. Él me dio 15 pesos. Todo buenito. Él fue el últi-
mo... ¡ah! Y otro allá de... [lugar]. Ése fue acá, cuando yo vengo a veces a
la noche y ahí yo me peleé también con él y ahora él anda con aquélla. Yo
le vi a ella adentro del auto de él y le dije: “¿No era que vos ibas a andar
con una sola chica? Sos un mentiroso, ni me hables, ni me saludes”. Em-
pezó a llorar, yo me reía nomás. “No llores, que tengas suerte con ella.” Y
donde me ve él, me llama. Él me sigue buscando y yo no le hago caso.
[Ante la pregunta por el lugar al que fueron cada vez]
Y con el de [...] fue en el motel. Con el otro, él me venía a buscar acá. A
los otros dos muchachos yo les conocí en los bailes. Él me ofreció para pa-
garme. Él me dijo: “Quiero ser tu novio”. Y yo no le dije ni sí ni no, que-
damos así nomás. Ahí bailamos, tomamos cerveza, masita, sidra, baila-
mos. Ahí el segundo sábado no, me tenía hablado todavía. El tercer
sábado él me dijo que él quería ser mi novio, que él me iba a dar lo que
yo quería. Yo no le dije nada tampoco y ahí él me abrazó qué sé yo y yo

71
no le hacía caso. Y ahí él me dio 5 pesos primero pero para mí nomás, pe-
ro no para hacer nada. Después me dio 15 pesos, y ahí él quería salir con-
migo. Y ahí yo dije que no, que no, que no; y él dijo dale... y ahí me fui
con él, en la pieza de él.
[Refiriéndose a otro cliente]
Una vez yo estaba sentada y él me dijo: “¿Me puedo sentar?” y le dije:
“sentáte”, y ahí se sentó. Yo ni le conocía y trajo helado...
[Cuando se le pregunta si era un hombre grande o un muchacho]
No, no era grande, tiene 21 años por ahí, y ahí se sentó y pagó helado y
todo y me dijo: “Podemos comer helado”. “Y bueno”, le dije. Y me habló.
Fuimos a dar una vuelta en el auto y vinimos de vuelta, eran las 4 y has-
ta las 6, después él me trajo hasta ahí abajo en mi casa; y ahí de vuelta yo
me encontré y paró y me quiso llevar a un motel y yo me fui con él...
[Se le pregunta si él le ofreció algo]
“Sí, pero dame algo.” Y él me dijo: “¿Qué vos querés?” Y yo le dije: “Sos
vos el que me está ofreciendo así que dame”. Y me dijo si yo quería salir
con él y pagó el motel y cuando yo quería mirar la tele y no me dijo más
nada.
[Las otras veces] no, una vez no más y después de eso yo nunca más le vi.

72
4. La prostitución de lujo

La entrevista a Sandra, prostituida en un boliche elegan-


te, un expediente judicial y un “estudio de caso”, y a M-ar
cela –que incluye un expediente judicial y entrevistas a t-es
tigos y personas involucradas con el expediente–, permiten
describir algunos rasgos de una modalidad de prostitución,
más mediatizada y oculta, de más difícil acceso por la p-ri
vacidad, reserva y protecciones que la rodean. En este ám -
bito los códigos y reglas son muy rígidos y su transgresión,
muy peligrosa.

Los clientes de este nivel de prostitución tienen más dinero, ya que


los precios son altos. Pertenecen a los más variados sectores sociales:
industriales, políticos, funcionarios judiciales, profesionales, depor-
tistas, etc. La mediación del dinero suele estar disfrazada y poco ex-
plícita, como si el contrato sexual fuera accesorio a otros factores de
mayor trascendencia que tienen que ver con el prestigio, el status y
la exclusividad de los ambientes en que tiene lugar. El dinero con-
tante hasta puede quedar totalmente fuera de la escena cuando hay
intermediación, agencias o incluso cheques a domicilio y pago con

73
tarjeta de crédito, cuentas abiertas en casas de ropa, regalos costo-
sos, viajes.
Existen canales de intermediación explícitos, tales como agencias
para turistas o ejecutivos, saunas de lujo, hoteles 4 y 5 estrellas, clu-
bes privados, cabarets y discos de moda, o bien personalizados me-
diante contactos13 telefónicos, celulares, o avisos clasificados, y a ve-
ces directo entre el cliente consumidor y las personas prostituidas.
Lo que define esta modalidad no es sólo el precio, sino sobre to-
do la discreción, la protección institucional o el camouflage.
En esta modalidad la droga y las gratificaciones de tipo personal,
ascenso e inserción en círculos sociales aparentemente brillantes, son
a menudo ingredientes que determinan su éxito y aceptación por par-
te de quienes son prostituidos, que se pueden sentir atraídos por un
modo y nivel de vida alto, o por ciertos consumos suntuarios. Cier-
tos “servicios sexuales” orgiásticos, en grupo, parejas hetero u homo-
sexuales, etc., prácticas sadomasoquistas, distinguen en ciertos casos
también este tipo de ámbitos. (Se podría pensar que en este tipo de
prácticas no están incluidas niñas o niños. Sin embargo, se han reco-
gido en esta investigación testimonios de su presencia.)
El precio suele ser global (por la noche, la fiesta, la salida) y no
tanto por el tipo de “servicio” ofrecido, que muchas veces es “todo
servicio”.
Éste es el nivel de más difícil acceso, debido a la exigencia de
asegurar la privacidad y la identidad de las personas involucradas
como clientes (“ricos y famosos”) y de los proxenetas, y también
debido al prurito de no “difamar” lugares prestigiosos –hoteles 5
estrellas, discos de moda, agencias de modelos, etc.–. Se compro-
bó que existen adolescentes que son prostituidas cuyo origen so-

13 En algunas entrevistas a clientes se mencionó que a ciertos lugares sólo se


accede a través de “amistades”, de gente que conoce el lugar.

74
cial es de clase media y alta (como Marcela o Sandra). Aunque por
supuesto también en los círculos de lujo hay adolescentes proce-
dentes de sectores pobres, así como también jovencitas traficadas.
En relación con la prostitución masculina, no se ha podido cons-
tatar la presencia de adolescentes o niños provenientes de sectores
altos, pero sí de sectores medios y pobres, o “villeros”, como dicen
algunos clientes entrevistados. Los costos suelen ser altos. En al-
gunos lugares el piso es de 500 pesos. Tarifa que no incluye otros
consumos: drogas, shows, u otros servicios “extra”. El arreglo entre
el “empresario” y las personas prostituidas, cualquiera sea su edad,
o sus “propios proxenetas” varía, desde acuerdos porcentuales has-
ta sumas fijas.

Sandra

Sandra tiene 20 años. Su familia es de clase media alta. Su padre es


gerente de una empresa, la madre es ama de casa. Viven en un ba-
rrio residencial de la ciudad. Ella se fue de su casa antes de los 16
años, sin que la familia hiciera mucho para que volviera. Desde esa
edad fue prostituida. No terminó la escuela secundaria, porque “no
sirve para nada”.
La entrevista a Sandra, a pesar de su reticencia y su temor a propor-
cionar datos precisos, es paradigmáctica de este tipo de prostitución.
Si bien por su edad esta entrevista quedaría fuera de la población que
es objeto de esta investigación, Sandra es iniciada en estas prácticas
a partir de los 15 años.
El relato es testimonio de:
• la presencia de jóvenes mujeres (menores de 18 años) en es-
tos ámbitos (además de ella misma, las amigas con las que vi-
ve, y comentarios acerca de la edad de sus compañeras);
• la procedencia de sectores sociales medios y altos;

75
• el hermetismo de ambientes con códigos y reglas que garan-
tizan la privacidad de los lugares y las personas que se mue-
ven en ellos:

Hay que conocerlo por denotr[se refiere al ambiente] tiene sus formas, su
propia filosofía... [...] Vos podés adaptarte y estar bien, pasarla bien... [...]
la discreciónes fundamental.

Son ámbitos donde circula la droga:

Si estás [...] en un lugar, sabés cosas de ese lugar. Y eso que se sabe no de-
be ser dicho, nadie tiene que hablar, no se puede, es peligroso... nadie que
se meta con los grandes dealers sale bien parado y yo sé cuidarme.

Y donde la privacidad de los clientes es sagrada:

Esas pibas se quemaron [las del caso Coppola], porque cualquiera que sal-
ga con ellas aparece escrachado [...] y una vez que te quemaste, moristqe ue-
mada. Fuiste. [...] Además hablaron de cosas de las que realmente no se
habla... de con quién se acostaban, de drogas...

Claro que Sandra reconoce que:

No hay secretos para esconder, si todos saben todo [...], pero por eso mis-
mo... hay que ser discreta. No podés trabajar un día para uno y otro día...
para otro.

En éstos ámbitos la exposición a la violencia es aún mayor:

Yo sé de varias que las violaron... y en otra oportunidad una compañera


terminó tan golpeada luego de una salida que tuvo conmoción cerebral.

Pero la política de preservación de la clientela hizo que esa joven no


volviera a su lugar de trabajo “sino que la pasaron a otro lugar”. En

76
este nivel no existen las estrategias de protección para las personas
prostituidas que en cambio existen en niveles más bajos, porque los
clientes en este nivel son dueños del espacio y del tiempo. “Muchos
clientes quieren joda”, lo cual significa droga, y “no límites”. Ade-
más, estas situaciones requieren la privacidad de una casa, quinta u
otros espacios donde no es posible diseñar medidas protectoras. No
hay ni siquiera límites de tiempo.

Un caso judicial

Algunos casos salen a luz cuando existe algún procedimiento judi-


cial que trasciende a la opinión pública. En esos procedimientos
siempre se encuentran “menores”. Sólo para dar cuenta de su exis-
tencia se citan dos ejemplos:
El primero corresponde a un proceso que se abre en marzo de 1995,
en el que se allana el local Play Women forYou, con carteles publici-
tarios en varios puntos importantes de la ciudad. En él se encuen-
tran mujeres de diversa condición social, muchas de ellas menores:

En dicha actuación constatóse la presencia de al menos, cuarenta mujeres


que refirieron ejercer los más diversos oficios, el de artistas, coperas, baila -
rinas, comerciantes, amas de casa, profesoras, estudiantes y prostit.utEasstas
mujeres, menoresy mayores de edad, declaran en la prevención, recono-
ciendo varias de ellas ejercer la prostitución... Las señoritas menores de 22
años explican sus condiciones laborales en Play women.14

El procedimiento también da cuenta de otros concurrentes.

14 Sentencia sobre recurso de casació, nCámara Nacional de Casación Penal, del


7 de noviembre de 1995, en relación con la Causa núm. 254, de la Sala IV.

77
Varios personajes fueron encontrados en el local allanado. Entre ellos un
agente inmobiliario... que venía a cobrar el alquiler correspondiente a seis
departamentos en “el que viven las señoritas que trabajan o concurren al
local Play Women” [...] una enfermera que manifiesta que concurrió al lugar
para […] tomar muestras de exudado vaginal y sangre a las chica[...]
s luce
[sic] la declaración de un inspector de la Municipalidadquien concurre al
efecto de disponer la clausura del local por infracción a las normas habi-
litantes, sin que lo hubiera hecho al momento de allanarse el local.15

No se trata aquí de analizar el proceso judicial sino simplemente de


ilustrar una serie de hechos que se han repetido en varios casos da-
dos a publicidad:
• que entre las mujeres prostituidas se encuentran “menores”;
• que pertenecen a sectores sociales muy diversos;
• que en estos locales, que aparecen como cabarets y no como
prostíbulos, existe una organización que incluye los departa-
mentos que son parte del negocio, que hay sistemas de con-
trol sanitario por parte de la organización, que existen proce-
sos de reclutamiento:

Estas mujeres, menores y mayores, reconocen varias de ellas ser pros-


s trabajar.16
tituidas y dan detalles acerca de cómo eran seleccionadapara

Marcela

Hay un montón de ciegos, es decir... esto depende de con qué gasa lo


quieras ver. Si vos lo querés ver claro, es así, y si no te hacés el sota, te po-
nés los lentes, lo más negros posible, cosa que no ves nada.
Profesora de escuela secundaria, testigo

15 Ibid.
16 Sentencia sobre recurso de casaciónob.
, cit.

78
La información con la que se elaboró este apartadoopvrie -
ne de la lectura del expediente, de entrevistas a funcion- a
rias y funcionarios que intervinieron en el caso y testigos e
involucrados directos.

Este expediente expone una modalidad de prostitución organizada


en torno de una disco de moda, para sectores de clase media y alta,
que recluta y prostituye a chicas de entre 15 y 17 años, pertenecien-
tes también a sectores medios y altos.
Si bien el expediente tiene por objetivo esclarecer el suicidio de
una estudiante de 17 años, a lo largo de las actuaciones surgen evi-
dencias sobre la prostitución organizada.
Llama la atención, ya en la apertura del caso, el hecho de que el
fiscal solicite un conjunto de medidas judiciales. Fundamenta su so-
licitud en “comentarios que son vox populi en esta ciudad, que de-
ben esclarecerse”. Sin embargo, en ningún momento de esas actua-
ciones se aclara a qué se refiere el fiscal con la expresión “comentarios
que son vox popul”i . Más aún, las actuaciones judiciales reafirman la
idea de que la ceguera de la justicia es tal que “no ve nada”.
En el expediente –entre líneas–, hay suficiente información como
para pensar que se trata de un caso de drogas y prostitución. Justa-
mente para esclarecer estas asociaciones que eran expresadas a media
voz, entre amigos, o conocidos confiables, es que se realizaron las en-
trevistas a testigos cuyo análisis se presenta en el punto que sigue.
Todo se organiza en torno de las actividades de la disco en cues-
tión. El defensor oficial actuante en la causa solicita se investigue
lo que sucede en la disco, en relación con la presencia de menores,
consumo de alcohol y utilización de menores en promociones.
Aunque nunca menciona de manera explícita las drogas ni la pros-
t i t u c i ó n.
La lectura muestra que bajo la fachada de “desfiles de modas”,
promoción y venta de tarjetas para la disco, bailes de disfraces, las

79
chicas eran reclutadas por un preceptor de un colegio secundario,
que era además el encargado de la actividad de promoción y difu-
sión de la disco. Del propio testimonio judicial del preceptor-reclu-
tador (que a la sazón tenía 45 años), surge que la joven suicida “fue
elegida para una promoción...” La modalidad de reclutamiento se
daba bajo la oferta de trabajar en “repartir tarjetas”. Hay también
actuaciones (órdenes de allanamiento) para buscar videos y fotos
pornográficas, pero no se lograron pruebas.
Se deduce también que se consumían drogas, como se evidencia
en declaraciones de médicos de una clínica del lugar que atendieron
en varias oportunidades a adolescentes que las habrían consumido.
Incluso la noche del suicidio hubo una adolescente internada por
“insuficiencia respiratoria aguda; según los acompañantes, se trata
del susodicho preceptor y otro empleado de la disco, producida por
una broncoaspiración de cerveza”. Según una nota del director mé-
dico que consta en las actuaciones, “por lo menos cuatro menores
fueron atendidas por patologías tales como insuficiencias respirato-
rias, crisis histéricas, heridas”, y siempre traídas por los menciona-
dos empleados de la disco. Cabe señalar que en esos casos, la disco
se hacía cargo de los gastos médicos. Estos datos sumados a la de-
claración de otro testimoniante, que dice “en una oportunidad mi
hermano comentó que le dieron una cerveza empezada en el boli-
che, que tomó un trago y escupió porque tenía un gusto raro, y vio
que en el fondo había un polvo blanco”.
Hay 10 testimonios de adolescentes, llamadas a declarar en esta
causa: varias de ellas reconocen que “[el preceptor] actúa como in-
termediario entre las chicas y algunos señores”. En un testimonio,
una de ellas afirma:

Por una suma de dinero que oscila entre los 300 y 400 dólares, los seño-
res pueden acceder a algunas chicas, y el que actúa de intermediario, se-
gún los comentarios es... [el ya nombrado preceptor].

80
En estos últimos testimonios describen las características del pre-
ceptor:

Siempre está dispuesto a levantarnos el ánimo cuando nos ve medio tris-


tes... siempre tiene tiempo para escucharnos... es como un amigo con más
experiencia... [Su poder sobre las chicas salta cuando por ejemplo una de
ellas dice de él]: “me dijo que cuando viniera a declarar dijera la verdad”.

Estos fragmentos de los testimonios judiciales exponen un método


de reclutamiento que juega con necesidades típicas de las adolescen-
tes, de diversión, de pertenecer a un grupo, ganas de entrar en un
boliche, para el cual a veces no tenían el dinero. El reclutador las
atrae, dejándolas entrar gratis, escuchándolas en sus pesares, y tam-
bién les ofrece trabajo de promoción. De este modo las conoce más
personalmente, información que luego utiliza para ofrecerlas a
“clientes” que actúan ya sobre un terreno fértil.

Entrevistas a testigos y protagonistas relacionados


con el expediente de Marcela

Las personas entrevistadas son: amigas de Marcela, funcionarias y


funcionarios judiciales –fiscal, secretaria del juzgado, asistentes so-
ciales judiciales, médico forense, todos ellos intervinientes en la
causa–, profesoras del colegio al que asistía y otros testigos que tu-
vieron alguna relación con la adolescente.

El contexto

Los hechos tienen por escenario una ciudad del interior del país, de
unos pocos miles de habitantes. “Es una sociedad pueblerina. Los ri-
cos viven en el centro [zona del asfalto] los pobres, del otro lado [del

81
otro lado del asfalto, del otro lado de la vía].” La pertenencia social,
el origen familiar, marcan status claramente diferenciados, reconoci-
dos y valorados. Alrededor de la plaza, que es el centro de encuentro
de jóvenes, y del resto de la población, hay confiterías, bares. La dis-
co es el lugar de diversión y reunión de grupos de jóvenes de clase
media y alta, y el lugar que el pueblo entero relaciona con el suicidio
de Marcela y con una red de prostitución y de venta de drogas.

El suicidio

El pueblo se despierta una mañana con la noticia del suicidio de


una adolescente de 17 años. La sorpresa invadió el lugar ya que na-
die parecía entender por qué una joven –excelente alumna y com-
pañera, catequista, activa partícipe de la comunidad, buena hija,
buena hermana y que tenía un buen vínculo con sus padres– toma
tal determinación.
El caso es caratulado inmediatamente como tentativa de suicidio
y esta carátula nunca fue alterada. Sin embargo, los rumores y co-
mentarios vinculan este suicidio con la disco del lugar, y con la
prostitución, la filmación de videos pornográficos, fotografías por-
nográficas y la droga.
No se trata aquí de analizar el suicidio, ni tampoco de indagar
en la historia de Marcela para determinar su vinculación o no con
esta organización de prostitución. Por un lado, a partir del expe-
diente y de las entrevistas realizadas en torno del mismo, es posible
profundizar algunas de las características de la prostitución de lujo
y analizar con detenimiento la intervención judicial. Está absoluta-
mente claro que la investigación judicial tuvo serias falencias:

¿Qué es lo que hizo que se quitara la vida? Eso no se investigó.


Funcionaria judicial

82
Varias de las personas entrevistadas señalan que hubo una voluntad
de no profundizar ni indagar, más aún, que hubo amenazas, presio-
nes sobre los testigos que declararon en el proceso. La investigación
estuvo centrada en el suicidio. Y a pesar de que el mismo expedien-
te hace referencias “a comentarios que son vox populi”, nunca se ex-
plicita a qué se refieren ni se indaga directamente. Lo que es vox po -
puli es la sospecha de que el suicidio tenía relación con la red de
prostitución.
Entre los factores que se señala entorpecieron la acción judicial,
sólo citaremos algunos ejemplos:

A mí me dio mucha impotencia, haber estado horas con chicas, acá en el


juzgado, que contaban [...] y después llegaba al otro día la declaración...
no había nada [...]. Las chicas eran amenazadas, se les decía que eran par-
tícipes de los delitos [...] en el momento que estaban esperando para de-
clarar, aparecía alguien que les transmitía las amenaza.s
Secretaria de juzgado

En el mismo sentido se encuentran otras referencias:

A muchas chicas les taparon los ojos, porque les convenía, te digo más,
francamente, se los taparon con billetes. […] Nadie se quiere jugar… to-
dos te dicen, y no se pudo... esto fue turbio... Incluso a mí me costó pro-
blemas familiares, porque te imaginás el temor, el “ojo con lo que decís”,
“fijáte que es una mafia”... pero yo no me aparté [...] yo había aportado
muchos datos por trabajar en el colegio... pero me di cuenta de que [en el
juzgado] me doraron la píldora, porque nada de lo que me dijo el juez,
pasó. Es decir, a los sujetos de los que hablamos [los dueños de la disco, los
proxenetas] ni siquiera los llamaron a declara.r [...] Las situaciones aquí no
fueron para nada discretas, todo el mundo sabía a quiénes se citaba [a de-
clarar] y a estos tipos [algunos empleados de la disco, algún que otro clien-
te] me los encontraba en todas las esquinas... A partir de que se enteraron
que yo iba a declarar se aparecían en todas las esquinas.
Profesora de la escuela

83
Los propios padres tampoco querían que la justicia avanzara más.
De hecho, en el caso de Marcela sus padres no permitieron la au-
topsia. Y en los casos en que hubo padres que quisieron seguir in-
dagando, la justicia no los tomó en cuenta:

Hubo una mamá que pidió ser citada, pero no la llamaron.


Profesora de la escuela

Las autoridades del colegio, tampoco:

Las autoridades del colegio no querían problemas adentro de la escuela.


Profesora de la escuela

Las entrevistas a personas que estuvieron involucradas en este c,aso


ya sea como profesionales o como protagonistas

En torno de este expediente fueron entrevistadas personas que par-


ticiparon en la causa judicial. Las entrevistas no buscaron recons-
truir el proceso ni lo realmente sucedido, sino hacer hablar sobre la
modalidad de prácticas prostituyentes que, en voz baja, se decía te-
nía por escenario la disco y también otros ámbitos de la ciudad. De
las mismas surge como dato central que desde la disco se recluta, re-
gentea y organiza una red de prostitución “de lujo”. Sin embargo,
no todos reconocen esas prácticas como prácticas de prostitución:

Hay tres niveles, unas que están en [...] que están un poco mejor, en las
terminales, que es mucho más bajo todavía, y alrededor de la plaza... Ahí
se animan también uno o dos homosexuales. Y después están estas otras
que no tienen drama, que todavía no es prostitució,nque se reservan el de-
recho de admisión, digamos, no van con cualquiera [claro que reconoce
que] lo hacen por plata. Y son muy bonitas y muy jovencitas [...] son es-
tudiantes, de 4º y 5º año del secundario. Tienen un cliente por vez y no

84
como las otras que [...] uno tras otro, y cuanto más mejor, pobrecitas [...].
Yo creo que no se sienten ejerciendo la prostitución, porque tienen posi-
bilidades de rechazo [...] Ésta no es una prostitución por necesidad... se
llama o no prostitución, no sé, porque eso, en definitiva [...] es saber lo
que valen. Son chicas que tienen ambiciones particulares [...] saben que
son deseables, porque son muy bonitas, muy lindas [...] que no te dicen
como estas otras [las que son prostituidas en la calle] que te dicen “dame
cinco, cuesto diez, veinte la francesa” qué sé yo, sino que directamente te
dicen “me vas a hacer un regalito” [...] Un grupito, divinas son.
Médico forense

La idea subyacente es que hay prostitución sólo si hay necesidad ex-


trema, y que en este caso:

Esas chicas que cobran 100 pesos, si quieren cobran y si no, no cobran, lo
hacen por otras razones [el no cobrar podría estar indicando que lo hacen
por gusto].
Son distintas a las otras, ésas no cobran más de 10 pesos por noche...
[que aumentan en número al mismo tiempo que disminuyen las edades
de inicio]: Hasta el año pasado no había criaturas, y estoy hablando de la
prostitución de bajo nivel, no había chicas lindas, y mucho menos homo-
sexuales, ahora recién hay uno o dos. Ahora hay chicas muy jovencitas,
12, 15 años. El 50 % o más son chicas menores de edad.
Médico forense

La disco

El análisis de los datos revela la existencia de una organización. Tie-


ne su sistema de reclutamiento, modos de establecer contactos, sus
códigos y probablemente sus protecciones. El contacto se realiza en
la misma disco:

Esto era una sociedad que después pasó a manos de las personas que están
ahora [...], era como una empresa que existía y atrás de eso estaba lo otro.
Profesora de la escuela

85
Los clientes identifican a la adolescente que les interesa, hacen la
oferta y concretan el intercambio. De las entrevistas fue imposible
obtener información acerca de si las adolescentes percibían una su-
ma fija, si la compartían, qué porcentaje dejaban a la disco, etc. A
lo largo de otras entrevistas surgen múltiples evidencias de que se
trata de prostitución organizada:

Vos llegabas, te contactaban con la pendeja esa y vos decías... con quiénes,
bueno, yo la tengo a fulana, a fulana, y a fulana. O ellos te decían, te gus-
ta fulana y era medio garantido la fulana.
Médico forense

Los clientes no eran sólo de esa localidad, se los buscaba en otras pequeñas
ciudades cercanas, para lo cual las chicas eran vestidas con ropas de moda
y llevadas en combis para “promocionar” las fiestas que se realizaban en la
disco: te llevás la minita, bien vestidita... y esto pasaba [...] se partía de [la
disco] y se volvía a la disco; aparte, si eran promotoras, imagináte, tienen
que estar bien vestidas, porque si no, no te podés explicar el hecho de que
los tipos paguen pilcha para las chicas [...] algunos eran socios de acá [...]
sí, las llevaban por ahí [...] y en el camino andá a saber lo que pasaba, de
ahí surgía el tema de las fotos y de los videos y de los desnudos y toda esa
serie de cosas [...] algo había porque conmigo lo hablaban las chicas.
Profesora de la escuela

El reclutamiento

La secretaria de un juzgado identifica a un preceptor del colegio se-


cundario como proxeneta, cuya función es:

En el caso que estamos hablando para mí este buen hombre que tenía ac-
ceso a tratar con los chicos era un proxeneta y es hasta hoy un proxeneta.

Siempre aparecen personas dedicadas al reclutamiento que se acer-


can de diversos modos a las adolescentes.

86
A veces cuando no teníamos para la entrada nos dejaban pasar gratis.
Amiga de Marcela

Sin embargo, los modos en que se recluta a las adolescentes no es-


tán exentos de presiones; además del chantaje ya mencionado, las
drogas eran otra forma de ejercer control y presión sobre ellas:

Iban tomando, yo creo que era bebida y algo más, entonces la cosa era
darles de tomar, darles algo y bueno después hacían cualquier cosa.
Profesora de la escuela

Por otra parte, lo que en un inicio (en el momento del reclutamien-


to) es seducción, se transforma en chantajes y amenazas cuando una
de las chicas quiere evadirse del círculo. Parece ser la situación de
Marcela poco antes de su “suicidio”:

Marcela, estaba designada o elegida para trabajar en lo que nosotros deno-


minamos Shopping [promociones], pero hace aproximadamente un mes y
medio desistió, se hizo la ropa para el trabajo, pero dijo que no lo haría.
Declaración de uno de los empleados
de la disco (proxeneta) en sede judicial

Esto se confirma en el testimonio del preceptor, quien señala que


“fue elegida para una promoción en la rural, pero renunció y desco-
nozco los motivos”. Según una de las testimoniantes:

Lo que el novio le pedía era que se dejara de jorobar, que no quería verla
más ahí [en la disco], que se saliera de esas promociones y esas cosas. Pa-
rece ser que esa noche había discutido con el novio. Ella tenía pánico, y
se fue a la casa, porque le habían dicho que le iban a mostrar al novio unas
fotos que tenían de ella, en las que estaba desnuda, con tipos... Ella esta-
ba presionada.
Profesora de la escuela

87
Otra modalidad de prostitución de lujo

Otra modalidad más informal es la que tiene lugar en otros espa-


cios, entre ellos los bares de la zona céntrica:

No se trata de la prostitución típica. Se me hace que si yo la parara a al-


guna, y le dijera “vos cobrás 100 pesos, vení”, me sacarían recagando... la
forma del enganche es otra... y te diría que ni siquiera ellas te levantan.
[...] Los dos o tres vagos que se dice manejan los contactos, no sé si llegan
a cobrar, yo no creo que le cobren a las pendejas... [...] [tampoco], por ahí
manguean a... [los clientes] con algún tipo de regalo.
Médico forense

Es el reclutador quien hace el contacto, fija el precio e intermedia:

Si viene alguien [se trata del preceptor-reclutador] y les dice “fulano anda
caliente por vos, le vas a poder sacar cien pesos si querés”, no es la típica
prostitución... el trueque no es directo, es decir “si culeamos pago y si no
culeamos no pago”. No es un contrato bien claro como la otra [la prostitu-
ción de nivel pobre] acá es cuánto cobrás, tanto por tanto, tanto por tan-
to, no hay alternativa. Acá no, viene el fulano que hizo el gancho, mirá, tal
quiere salir con vos, y después lo otro queda librado a las circunstancias...
Médico forense

En otras entrevistas realizadas surge también la diferencia entre di-


ferentes tipos de prostitución:

Hay por lo menos dos prostituciones: la de las minas que se prostituyen


para el plato de comida y que para mí ésa no está vinculada con la droga;
y la de las minitas estas del centro. Ésa sí para mí está relacionada.
Abogado

Si bien surge una clara diferenciación entre prostitución de nivel


pobre y la de lujo, lo que no se reconoce explícitamente es que los

88
dispositivos de control se ejercen sobre las prim.erNi
as siquiera el sui-
cidio de una joven a la que los habitantes del lugar vinculan con una
red de prostitución, droga y pornografía, alcanza para iniciar una
investigación sobre esta prostitución de lujo.
En palabras de uno de los entrevistados:

Es un círculo, cuando joden mucho alrededor de la plaza, el cura jode a


la policía, la policía le avisa al juez, el juez ordena, se arma el quilombo y
terminan todos adentro.
[…]
El juez nunca aplicó la ley, nunca aplicó... es imposible comprobar... Lo
único que se aplica es la ley de profilaxis.
Médico forense

Otros comercios anexos

Es muy delicado el tema de la prostitución... Hay chicas que han venido


y me han dado los bebés... yo les he atendido los embarazos, se los dimos
al juzgado, se hizo como una suerte de entrega, y estaban las proveedoras
de los chicos. En definitiva se transforman en pacientes, en amigas, gente
de confianza, queridas.
[…]
Cuando en el hospital aparecen muchos abortos incompletos, así uno
atrás del otro [...] se escarba un poco y se sabe de dónde vienen [...] hay
dos circuitos... el ilegal científico médico y el otro ilegal que lo hace cual-
quier partera por ahí [...] parteras que no son parteras [...] los abortos no
existen para los pobres digamos [...] te digo lo que alguna vez me dijo un
médico.
Médico forense

Algunas perlas ideológicas:

[Los homosexuales] te sacan de la lógica... yo los veía, pero creía que eran
amigos de las chicas, que las cuidaban.
[…]

89
Yo no creo que haya que aflojar ideológicamenteno , se puede cambiar la
prohibición de la prostitución [...] porque si no se creerían que lo pueden
hacer mucho más fáci,l y habría una invasión de las costumbres que es una
cosa que uno tiene que cuidar. Estas chicas, por lo menos están en la osc-uri
dad, en la noche, ocultas, donde todos somos pecadores, pero por lo menos no
aparentamos.
Médico forense

90
5. La prostitución en la calle

Introducción

En este capítulo no se trata de presentar las distintas modalidades


de la prostitución callejera17 sino más precisamente de dar cuenta de
las particularidades que asume esta problemática en ese sector de las
niñas y niños, de mayor desamparo y vulnerabilidad, que fueron
contactados en calles y plazas, y que en algunos casos son “niños de
la calle”. Conforman un grupo heterogéneo: hay chicas y chicos
que todas las noches vuelven a su casa, otros que sólo lo hacen es-
porádicamente, mendigan o venden en la calle a solas o acompa-
ñados por sus madres o padres u otros adultos, y otros que han ro-
to los lazos que los unen a las familias de origen y viven en la calle.
Se trata de una población infantil que por distintas razones fue ex-
pulsada de sus hogares, en algunos casos perteneciente a sectores
muy marginales de la sociedad argentina, aunque se han encontra-
do también quienes provienen de otros sectores sociales, altos y
m ed ios.

17 Véanse puntos 3, 6 y 7; en todos ellos hay referencias a esta modalidad.

91
Las condiciones en que se realizaron las entrevistas, en parques o
plazas, en bares ruidosos, con la permanente interferencia de otras
chicas y chicos que se acercaban, se alejaban, se iban, volvían, así co-
mo las limitaciones en la capacidad de concentración, las dificulta-
des para poner en discurso sus historias de vida o el modo en que
lo hacen saltando de un tema a otro, hace que muchos de los datos
obtenidos sean fragmentarios y aparentemente incoherentes.
El mayor número de entrevistas realizadas en este espacio18 obe-
dece a la mayor visibilidad y facilidad de contacto y a la correlativa
mayor dificultad de contactar a quienes están en lugares cerrados: la
calle no es la localización donde se encuentran la mayoría de quie-
nes son prostituidos ni tampoco el espacio más importante donde
son reclutadas y reclutados. Es tan sólo uno de los espacios y sin du-
da su visibilidad está vinculada con un imaginario que asocia la con-
dición de ser explotada o explotado sexualmente con situaciones de
extrema pobreza o marginalidad.

Entrevistas

Beatriz: tiene 15 años, su familia vive en una localidad cercana a


una ciudad. Desde pequeña mendiga y vende golosinas. Su inicia-
ción sexual es muy temprana, aunque no fue posible precisar la
edad. A los 12 fue prostituida y a los 14 tuvo una hija, que actual-
mente vive con su familia.
Valeria: 17 años. Se escapó de su casa a los 10 años, trabajó de em-
pleada doméstica, estuvo un par de años en un hogar de religiosas, se
escapaba y volvía a su casa, pero el padre la golpeaba y se quedó en la

18 De las 83 entrevistas a niñas y niños prostituidos, 63 han sido contactados


en espacios callejeros. Véase cuadro 4 en el Anexo A.

92
calle. No soportaba el maltrato y el que su madre la mandara a traba-
jar como empleada doméstica. Prostituida desde los 14 años.
Sonia: 13 años. Vende golosinas en distintos bares. Si bien no ha
sido prostituida describe con lucidez la presencia constante de adul-
tos que rondan a los chicos y los prostituyen.
Estrella: dice tener 18 años, pero no aparenta más de 16 años.
Tiene los brazos cubiertos de quemaduras de cigarrillo y una cica-
triz en la mano. Fue prostituida a los 14 años, cuando se escapó de
su casa y se fue a otra provincia.
Fer: tiene 11 años. Proviene de una familia muy humilde que vi-
ve en una villa de emergencia. Actualmente vive en una estación fe-
rroviaria. Es prostituido ocasionalmente.
Fernando: tiene 16 años y está viviendo en la calle desde unos
meses antes de que se hiciera la entrevista, cuando la madre lo ex-
pulsó de la casa, debido a que él consume drogas. Prostituido a los
14 años.
Pablo: tiene 15 años. Se fue de la casa a los 8 años, abandonan-
do su ciudad, tomó un tren que lo llevó a otra ciudad porque no
quería vivir con el padre, un hombre alcohólico y muy violento.
Prostituido desde los 8 años.
Otras niñas y niños: que venden, limpian vidrios, etcétera.

Fragmentos de la entrevista a Sonia (que desde muy pequeñita, se-


gún ella desde hace 8 años, vende flores en la calle):

Hay mucha gente atrevida en la calle... que te quiere llevar por mal cami-
no... esos hombres que te dicen vamos... ya sabés ya... [...] a ellos no les
importa que seas chiquita o grande... te dicen vamos te doy 50 pesos...
nosotras le decimos que no somos prosti, para eso están las prosti, allá
en... [nombre de calle]... Son tipos con plata, bien vestidos, todos medios
viejones, porque viste a los viejos les gustan las pendejas, no les gustan esas
viejas de la edad de ellos [...] [En los bares] te empiezan a decir cosas, em-
piezan a parlar, a hablar y nosotras nos borramos nomás... te dicen vamos

93
allá, te quieren primero entrar con chamullos pero nosotras les conoce-
mos las mañas. La mayoría que nos joden son viejuchos, viejuchos con
plata, pero por ahí son más ratas que yo... algunos dicen vamos por 20 o
alguno, fijate... yo me muero de vergüenza... nos dicen eh... te doy 5 pe-
sos y hacemos un pete copado... vamos y hacemos una chusita... por 5 pe-
sos y yo le empiezo a decir un montón de cosas y me borro... viejo de
mierda... yo puedo ser su hija... usted no tiene hija de mi edad. ¿de cuán-
tos años es su hija? Y ellos piensan que yo tengo más de 13 años, aparen-
to 15 o 16.
[Cuando se le pregunta por otras niñas]
Sí, a mi... prima a ella también ella tiene 14 pero aparenta 12 o 10 y la jo-
den... [...] unas nenas que vendían en la calle conmigo ahora son prosti...
bueno ya no son más nenas... [...]
Una vez íbamos por la avenida... y un remisero nos empezó a seguir... a
seguir... corrimos dimos toda la vuelta pero el remisero sabés... bajó del
auto y nos quería correr... empezamos a correr y pedíamos auxilio y nos
perdimos del remisero y después un día le vemos y yo salgo a correr... hay
quien nos querían llevar a toda costaH . ay algunos que te empiezan a chis-
tar así, del auto, así en cada esquina... te sigue y así te hacen... vamos.

La calle es ese espacio donde “hay que pelear siempre, más vale, si
no todos te tratan de gil”... (Fernando), donde “no hay amigos […]
Son todos enemigos” (Pablo), pero donde pasan muchas horas del
día o de la noche, o donde algunos viven, porque la familia los ha
“expulsado”, porque frente al maltrato, las violaciones, el incesto,
éste es un espacio menos hostil.

Mi novio, él dormía en la estación, donde están los vagones... un día me


dijo que no me vaya... dale quedate, quedate, y me quedé... a veces dor-
míamos en los vagones... a veces en cualquier lado.
Sharon,19 hoy 17 años

19 La historia de Sharon está incluida en el punto 3, Niñas en prostíbulos.

94
En la villa... viste ahí... ahí está mi casa... yo voy ahí cuando quiero por-
que a mí nadie me agarra si yo no quiero... si quiero voy... y me quedo...
o no vivo con nadie, yo estoy solo, me quedo acá en la estación.
Fer, 11 años

Me dejan dormir en la nueve [los baños de la estación]... porque no hay


inodoro... me dejan dormir ahí.
Fernando, 16 años

¿Cómo sobreviven en estas situaciones? En todas las ciudades se


pueden ver niñas vendiendo flores, estampitas, niños limpiando
vidrios, abriendo puertas de los autos o mendigando. En varios de
los informes regionales se encuentran descripciones acerca de cir-
cuitos callejeros: calles y avenidas, lugar de juego y callejeo de chi-
cas y chicos que buscando ganar algún dinero alternan entre men-
digar, vender algo, limpiar vidrios, etc. Es en esas calles, plazas
céntricas, terminales de trenes, terminales de ómnibus, paradas de
camioneros, etc., por donde circulan los autos, en busca de estas
niñas y niños.

Un hombre pasa todos los días en un Ford... estamos todos los chicos ahí
y la llama a mi hermana [...] ellas van y dicen vamos y le dan plata y se
van [...] tiene 13, 15 [...] y le dice vamos a dar una vuelta y ellas dicen va-
mos [...] cuando para, el hombre le dice qué es lo que sabe hacer, y ellas
le dicen... Agarran siempre y después suben al auto y de ahí no sé más na-
da [...] a mí me saben decir: vamos... no andá vos les sé decir yo porque
no sé hacer esas cosas. Aparte a mí me enseñaron que esas cosas todavía
no se deben hacer, todavía soy menor.
Niña que limpia vidrios en la calle, 14 años

Siempre pasan hombres y les dicen... pasan te llaman, te tocan la bocina,


y te dicen cuánto me cobrás, yo sé qué significa eso... de que van a echar
un polvo.
Niña que limpia vidrios de autos, 12 años

95
A algunos les gusta los chicos, chiquitas, entonces yo me paro, me quedo
parada como las chicas, si no estoy sentada. Me hablan, me preguntan
cuánto y salgo.
Beatriz

[El viejo] le decía a mi prima [de 11 años] “vamos a hacer el amor” des-
pués me lo dijo a mí, me decía “te doy monedas si venís”, cuando lo veía-
mos nos perseguía.
Niña que mendiga en la calle, 9 años

R., un taxista entrevistado, describe horrorizado esta demanda:

Una vez un pasajero, de ése me acuerdo porque pensé: “no puede haber
un tipo tan, tan hijo de puta...” yo lo levanté en la calle a la madrugada...
se pone a hablar, a hacerse el amigo... sabés lo que estoy buscando me di-
ce, tengo ganas de cogerme una nenita... yo pensé en alguien que conocía
de 15 años. Le pregunté: “¿te cabe?” Si querés te llevo... y el muy hijo de
puta me dice “no, yo quiero chiquita en serio, más chiquita, de 4 o 5
años...” [...] Después me enteré que los tacheros hacen esas transas, y se
las consiguen porque en la calle está lleno de chicos, nenas y nenes, y los
suben al auto y después andá a reclamarle a Magoya... si tenés la mente
podrida es un negocio, como me lo pidió a mí se lo pide a otro...
Taxista

Inicio sexual e inicio en la prostitución

El inicio sexual suele ser parte de un rito iniciático que afirma las
relaciones de protección que se establecen entre un niño y una ni-
ña o entre un varón de más edad y otro más pequeño. ¿Protección
de qué? De la violencia de otros niños, de violaciones, de que no les
quiten un espacio o algún objeto.
En las formas de inicio, ser mujer o varón marca diferencias. Las
niñas son forzadas por su amigo-novio-protector a ser prostituidas.

96
Los varones en cambio parecen tener mayores márgenes de inde-
pendencia.
Para niñas y niños, hasta cierta edad, 12 o 13 años como máxi-
mo, es más fácil mendigar. O robar, o al menos robar sin temor a
caer presos. Llegada cierta edad, ser prostituida o prostituido es una
de las alternativas que se les ofrece: es claro que de modo más ine-
ludible para las mujeres. Muchos varones se convierten en “proxe-
netas”20 de sus pares mujeres:

No tenía dónde ir. Me quería ir de casa por caprichosa a los 13 años y


bueno, me fui. Y bueno, me encontré un amigo que me llevó con otro.
Vany, 17 años21

En el caso de Sharon (véase capítulo 3) luego de la iniciación, en


realidad una violación por parte de su “novio”, otro chico de la ca-
lle que la protegía es quien la prostituye:

Entonces me pegó, me pegó en la cara, pero me pegó re-fuerte y me dijo


que vaya, y que no le haga quedar mal, que él ya le había cobrado al tipo
y que yo tenía que ir.
Sharon

La historia de Valeria, que hoy tiene 17 años, es semejante. Fue


prostituida desde los 12 años, por los empleados del ferrocarril, y
tenía “novio”: su novio, también un chico de la calle que pedía
igual que ella. Él la protegía y es el que empezó a presentarle los
primeros clientes. Pero el novio cayó preso y tuvo que arreglárse-
las sola.

20 Qué es lo que hace que unos sean prostituidos ellos mismos y otros some-
tan y prostituyan a otras niñas u otros niños es un tema que merecería ser inda-
gado con mayor profundidad en futuras investigaciones.
21 Vany actualmente está en un prostíbulo.

97
Beatriz también es iniciada por su “novio”. Pero aun si en la eta-
pa inicial no hubo coacción o violencia, es evidente que sí la hubo
posteriormente. Es un tema que no está explícito en esta entrevista.
Luego cuenta que se fue a vivir a un hotel con un hombre de 46
años, teniendo ella 12. Tampoco Beatriz dice que ésta es una rela-
ción de amor ni le da otro nombre. Simplemente dice:

Yo salía con un chico, y... él era travesti... se escapó de la casa y un día me


enteré que se hizo travesti... con él empecé en la calle, empezamos a tra-
bajar juntos [...] y a los 12... con un chabón... tiene 46 creo... Vivíamos
en un hotel de Constitución...
Beatriz, 15 años

Pablo es prostituido él mismo. Estos fragmentos ilustran varios de


los puntos señalados en este capítulo:

Al principio, al principio lo que hace un pibe de la calle es robar, lo pri-


mero que aprendés en la calle es a robar, y después cuando sos más gran-
de ya es medio difícil que puedas robar. Otra no nos queda que ir al ba-
ño... ahora no me gusta robar más, no: ¡robar a mí no me gusta! [muy
enfático], no es que no me gusta. Una que ya no puedo, porque si me aga-
rra la policía ya no me van a tener tanta piedad como me tenían cuando
era chiquito y otra que no vas a robar porque te quemás mucho y la gen-
te después te mira de reojo como diciendo: “ahí va el chorrito”. Prefiero
hacer otra cosa antes que me digan “mirá ahí va el chorro”... Entonces...
al baño...
[...] Conozco un par de ellos [cafishios]... pero no me meto, son hijos de
su madre [muy enfáticament]e, son la peor mierda que hay. Si te metés con
ellos cagaste... Son jodidos... mientras vos no te metás con ellos, ellos no
se meten con vos. Es feo cuando vos te metés con ellos y después querés
salir y no podés, porque te acaban matando... [...] conozco un pibe que el
cafishio lo mató, porque se fue, el pendejo le debía plata, no le quiso pa-
gar, no le quiso pagar, y el pendejo se fue a Santa Fe con la madre, pero
lo encontró y lo mató, lo sacó de la casa de la madre y lo mató...
Pablo, 15 años

98
Situaciones familiares

Se trata de familias en las que existen relaciones de violencia, mal-


trato o desintegración, o situaciones conflictivas. Por una u otra ra-
zón las niñas y los niños entrevistados dejan sus hogares.
Las razones por las cuales se rompen los lazos familiares parecen ser:
• por rechazo al modo de vida o los valores que la familia les
propone;
• porque las familias los han expulsado, abandonado o maltra-
tado;
• por abusos sexuales, incesto;
• porque las familias son altamente conflictivas;
• por autoritarismo familiar exacerbado.

Del interior soy... [cuando llegó a Buenos Aires] tenía 8 años, yo... mi vie-
jo se peleó con mi vieja cuando yo tenía 7 años, y ella se fue, nos dejó a
mí y a mi hermanito. Nos crió mi papá, pero mi papá me reventaba... y
yo me fui... (me vine solo) cuando estaba el tren [...] ahora nos llevamos
a las mil maravillas [pero] yo no quiero irme con él. Antes chupaba, le pe-
gaba a la mujer, pero ahora se hizo evangélico, no pega a nadie ahora...
Pablo, 15 años

No, lo que pasa es que yo tenía problemas con mi mamá, con mi papá y
con todos mis hermanos. Mi mamá no entendía por qué yo me escapaba
de mi casa. Yo me escapaba, yo me escapaba.
Beatriz, 15 años

Mi mamá se juntó con otro hombre... yo no le quería, discutía con mi


mamá, siempre nos peléabamos y siempre me pegaban los dos, entonces
agarré y me escapé... mi padrastro es muy abusador, cualquier cosa venía
malo del trabajo y ya se la desquitaba con cualquiera de nosotros [se re-
fiere a sus hermanos].
Estrella, 18 años

99
Relación con las instituciones: la escuela, la policía

Si bien han ido a la escuela la abandonan antes de terminar la pri-


maria. Valeria estudió hasta 5º grado, pero no le gustaba, “le abu-
rría”. Beatriz, también dice “a veces, voy, pero me aburro, hasta sex-
to, pero cuando estoy aquí [en la calle] no voy y aquí me quedo 6
días, a veces me voy, a veces me quedo...”. Fernando dice acerca de
su padre: “Me quiso pagar el estudio, pero no me gusta. Terminé 7º
grado, pero no me gusta...”
Muchos chicos han caído presos:

No, ésa es la suerte que tuve yo, desde que estoy en la calle, dos veces caí,
nada más. Pero esas dos veces una fue tres meses y otra más. Hace poco.
Pablo, 15 años

La cana viene y te echa, la gente se queja. Muchas caí, lo máximo que es-
tuve fue tres días, pero caí por robo. Tenía 11 años, robé 7 estéreos... [...]
no se puede andar por afuera, te llevan los milicos, cada vez que voy a la
plaza me llevan en cana. Los milicos ya me conocen todos ya saben que
soy de la calle y me pegan...
Fernando, 16 años

¿La policía? Nada, no pasa nada. Por ejemplo, viene por acá y me voy pa-
ra el otro lado.
Beatriz, 15 años

Drogas, alcohol

De las observaciones y entrevistas se desprende que si bien no es po-


sible a partir de la información disponible trazar un mapa de com-
pra y venta, del rol de cada quien, es evidente que muchas de las re-
laciones sociales en este entorno giran en torno de la venta y
consumo de droga.

100
[Refiriéndose a un grupo de chicas que mendigan en la calle] Aparte és-
tas se dan... Pegamento seguro, pero coca también, si tiene unos mangos...
nunca las vi con coca... pero seguro...
Pablo,15 años

[Probé drogas] una sola vez... coca... me la dieron... [...] Tomo cerveza, lo
que venga... cuando no hay trabajo, o cuando alguna tiene ganas de invitar.
Beatriz, 15 años

Pegamento usan los nenitos, pero qué querés que te diga ¿qué es lo más
rico? ¿Dónde compran, qué consumen? ¿Vos qué querés? que me maten
[...] Bueno lo más rico es la cocaína, la compramos por ahí, a dos cuadras,
en la estación, los pibes a veces pasan. Cuesta 10 pesos el papelito, pero
hay que tener plata porque el pegamento vale 2 pesos pero te mata, te ma-
ta, por eso los pibes toman, cuando pueden toman, la gente, eh, yo no...
Fernando

El caso Gitano

Resumen y análisis de un expediente judicial.


Explotación de niñas de la calle

Este segmento se ha elaborado sobre la base del expediente


judicial, de noticias periodísticas, de entrevistas a funci-o
narios judiciales, a integrantes de la Congregación de H-er
manas Adoratrices Esclavas del Altísimo y de la Caridad,
y a profesionales de instituciones comunitarias que tuv-ie
ron contacto con algunas de las niñas que eran explotadas.

Expediente núm. 406: Corrupción agravada en concurso real con


promoción de la prostitución, en concurso real con violación reite-
rada, contra Juan José Vila (conocido por la prensa y la opinión pú-
blica como “Gitano”).

101
Este caso trascendió a la opinión pública a partir de la difusión de los
medios gráficos y de otros medios de comunicación. Dado que fue
una denuncia que involucraba a niñas pequeñas y adolescentes, y que
había generado reacciones en distintas instancias, se consideró un ca-
so interesante para analizar qué pasaba con las respuestas de las distin-
tas instituciones cuando se producía una denuncia. Más aún cuando
se sospechaba que esta denuncia involucraba a un número considera-
ble de damnificadas, y daba cuenta de la existencia de una red con pre-
sencia en distintas localizaciones de la ciudad de Buenos Aires.

Cronología de los actos procesales

1. El 21 de diciembre de 1992 la Hermana [...], directora de uno de


los hogares de la Congregación de las Hermanas Adoratrices Escla-
vas del Altísimo y de la Caridad,22 denuncia ante el Asesor de Me-
nores de Cámara, Alejandro Molina, que una niña, de 12 años, de
nombre A., hija de una mujer que albergan en su hogar, se encon-
traría secuestrada y sujeta a explotación sexual por parte de una per-
sona conocida como “Gitano”. Dos meses antes, al tener conoci-
miento de esa situación, dos integrantes de la congregación habían
logrado que el “Gitano”, ante amenaza de ser denunciado, permitie-
ra que la niña se fuera con ellas. Asimismo denuncian que otras ni-
ñas se encontraban en la misma situación, es decir encerradas en una
habitación con llave, que quedaba en poder de una vecina.

2. Inmediatamente el asesor solicita al juez de menores en turno que


ordene el allanamiento de la casa del “Gitano”.

22 Institución religiosa que asila y asiste a mujeres y niñas prostituidas, a tra-


vés del Programa “Promoción de la Niña y Mujer en prostitución”.

102
3. Un día después (22 de diciembre de 1992) el juez de menores
Marcelo Arias recibe a la denunciante, que ratifica y amplía la de-
nuncia. Ésta testimonia que otra religiosa había concurrido junto a
la madre en el mes de octubre a una casa donde ubicaron a la hija,
A., la cual estaba encerrada bajo llave, llevándose a la niña al hogar.
Días más tarde la menor fue a un baile y no regresó. Volvieron a
la casa del Gitano y la encontraron. La niña dijo que aguardaran y
hablaran con el “Gitano”. Al llegar éste lo amenazaron con denun-
ciarlo y de este modo permitió que la niña se fuera con ellas. Vie-
ron a otras niñas en igual situación en ese lugar. Pocos días después
A. vuelve a escaparse. La denunciante dice no conocer al Gitano
personalmente, pero lo conocen en cambio dos hermanas de la con-
gregación, que no pueden testimoniar, porque una de ellas está en-
ferma y la otra está de viaje. Declara que actualmente desconoce
dónde se encuentra la niña.

4. Un mes después (20 de enero de 1993) se presenta otra de las in-


tegrantes de la congregación, quien confirma el relato anterior ante
el juez Fernando José Talón (que reemplaza al juez anterior debido a
la feria judicial). En este testimonio la hermana menciona a otra ni-
ña, de nombre V., amiga de A., y dos niñas de 8 años, que conviven
con el Gitano y que según ella son inducidas a pequeños robos y son
prostituidas; que no sabe dónde están actualmente aunque una de
ellas (V.) estuvo internada en noviembre en el Instituto Inchausti.

5. El juez Arias, el día 15 de febrero de 1993, cita a la Hermana


[…] para que diga si ubicó a la madre de A., que ya no estaba en
el hogar.

6. Ocho meses después, ante el requerimiento del juez de instruc-


ción, la policía envía un comisario a realizar tareas de inteligencia
en relación con el Gitano. El día 6 de octubre de 1993, este comi-

103
sario declara en la sede judicial que no ha encontrado al apodado
“Gitano”, que se llamaría Juan José Vila, porque ya no trabaja en el
lugar donde había estado trabajando antes. Al día siguiente vuelve
a informar el mismo comisario acerca de que tampoco pudo ser en-
contrado en su domicilio. Tampoco estaba en la vivienda su hijo, ni
otras niñas que fueran prostituidas Sólo halló a un transexual, un
matrimonio y dos hermanas.

7. Un mes más tarde (5 de noviembre de 1993) testimonia ante el


juez Horacio Barberis otra integrante de la Congregación de las
Adoratrices que dice conocer sólo a A. , madre de V., que le refirió
que su hija estaba detenida. Que a la Congregación llegó una niña
llamada C., muy golpeada por haber denunciado al Gitano, pero
que luego de quedar unos días en el hogar, se retiró y no sabe dón-
de se encuentra. También declara que una periodista de un progra-
ma de televisión, “Edición Plus”, vino a la Congregación para soli-
citar información, dijo que había tenido contacto con el Gitano y
con gente que trabaja con él.

8. El día 14 de octubre de 1993 la productora del Programa de te-


levisión “Edición Plus”, que emitió un programa sobre chicos de la
calle, el 9 de octubre de 1993 a las 24 horas, presenta denuncia an-
te la Asamblea Permanente de Derechos Humanos.
Denuncia que: el Gitano tiene varias causas por prostitución de
menores, que lleva chicos de la calle a su casa para explotarlos, que
logra sacarlos cuando son detenidos en la comisaría de la zona con
total facilidad, que se lo acusa de la muerte de una niña, que una
joven, C., fue golpeada en la comisaría 7ª de la zona por haber ha-
blado contra el Gitano en el programa “Edición Plus”. Que la casa
de los padres, donde C. deja a su hija de 8 años, fue incendiada, que
otra mujer que habló en el programa contra el Gitano fue atrope-
llada por un taxi en Constitución, zona frecuentada por el Gitano.

104
En consecuencia, solicita protección legal y un lugar de refugio para
estas niñas y jóvenes, hasta que se arreste al Gitano.

9. Ese mismo día (14 de octubre de 1993) la produtora de “Edición


Plus” declara ante el fiscal Pablo D. Aragón. Ratifica y amplía la de-
nuncia del mismo día que había realizado ante la Asamblea de De-
rechos Humanos. Relata que de la producción habían concurrido
varias veces a la casa del Gitano antes de emitir el programa. Habla
de V., A., y de C., ya mencionadas antes. También de Roberto, ami-
go del Gitano. Y se refiere también a la información aparecida en el
diario Crónica que se reprodujo en el programa. Declara que se
guarda una copia en video del programa, no así de las entrevistas y
material no utilizado.

10. El 24 de noviembre de 1993 el padre de G., de 17 años, que de-


sapareció del domicilio de su madre, declara ante la Policía Federal
que luego de averiguaciones había sido derivado a las Hermanas
Adoratrices, que le dijeron que fuera a lo del Gitano, pero que no
lo pudo encontrar. Declara que recogió alguna información sobre el
mismo en la zona de Constitución, donde es conocido, y allí obtu-
vo información sobre su hija, que habría estado en la zona con un
colectivero amigo del Gitano, y actualmente estaría en una villa de
emergencia, adonde la llevó el Gitano.

11. El 27de noviembre de 1993, presta declaración indagatoria an-


te el juez nacional de menores núm. 7, Horacio Barberis, Juan José
Vila apodado el “Gitano”, de 46 años, soltero, panadero.
Se le informa de los cargos:
1. Prostituir a V. de 12 años.
2. Regentear a otras menores.
3. Delitos de corrupción y privación ilegítima de la libertad.
El acusado niega los cargos, y en relación con V. declara que llegó

105
junto a un sobrino de un amigo (C. B.) y que se fue con su madre
las dos veces cuando ésta la buscó, regresando voluntariamente en
ambas oportunidades. Dice asimismo no explotar a niñas y niega
relación con algunas de ellas que le son mencionadas.

12. El 29 de noviembre de 1993 consta en el expediente el infor-


me del médico forense doctor Godoy determinando que las facul-
tades mentales de Juan José Vila en el momento actual encuadran
en un espectro de normalidad y no reviste índices clínicos de pe-
ligrosidad.

13. El 6 de diciembre de 1993 declara C. B., de 18 años. Dice que


no trabaja, no estudia, y que tuvo una relación con V. que actual-
mente tiene 14 años, que esta relación comenzó dos años antes, y
que convivían en la casa del Gitano, que los hospedaba. Declara que
el Gitano encerraba a V. cuando salía. Y que cuando quedaba sola
la obligaba a tener relaciones, bajo amenaza de un revólver y en su
ausencia. Que había por momentos hasta quince chiquillas convi-
viendo en la habitación. Dice que el Gitano no las prostituía sino
que las quería todas para él. Salvo una que tenía 19 años, a la que
explotaba. Que se peleó con V. en mayo de 1993, y se fue de la ca-
sa, no sabiendo más nada de ella.

14. El día 13 de diciembre de 1993 el juez Horacio Barberis


1. Decreta el procesamiento en orden a delitos de corrupción, y
privación ilegítima de la libertad, a Juan José Vila.
2. Ordena su prisión preventiva.
3. Traba un embargo.

15. El 14 de diciembre de 1993 testimonia ante el juez Horacio


Barberis Andrea Schellemberg, periodista de “Edición Plus”, en re-
lación con el programa “La infancia violada” de Telefé. Habla sobre

106
sus contactos con C. B., V., y la hermana de la niña que murió. Di-
ce que intentará contactar a estas personas para que atestiguen.

16. El mismo día, 14 de diciembre de 1993, presta declaración tes-


timonial ante el juez Barberis, E.P., florista en la zona de Constitu-
ción. Reconoce tener relación de amistad con V. y con su madre, por
las que supo que el Gitano golpeaba a V. para que tuviera relaciones
con él, que el Gitano explotaba a varias niñas, a las que tenía ence-
rradas y mandaba a trabajar. Que se drogaban con Poxi-ran que el
mismo Gitano les proporcionaba. Que el Gitano tenía muchos con-
tactos y que luego de su testimonio en televisión fue atropellada por
un taxi que se dio a la fuga, que supone no era de la zona pues to-
dos los taxistas de allí la conocen. Que cuando los chicos caían pre-
sos, el Gitano los sacaba personalmente sin problemas, y que cuan-
do lo llevaban a la seccional por denuncias de vecinos, V. decía que
“entra y sale”. Que además podía justificar sus ingresos en razón de
que de día trabajaba en una panadería.

17. También declara el 14 de diciembre de 1993 ante el juez Barbe-


ris la religiosa M.
Ratifica su declaración anterior y relata que el Gitano justificaba
la presencia de las niñas y los niños en su casa diciendo que los pro-
tegía, ya que estaban abandonados y él les daba alojamiento. Que
V. había venido al hogar drogada. Interrogada sobre esto, afirmó
que el Poxi-ran se lo daba el Gitano. Vuelve a contar la oportunidad
en que fueron a buscar a V. a la casa del Gitano y la encontraron en-
cerrada bajo llave. Que todos en la casa tenían temor de hablar del
Gitano.

18. C.A., que también declara el 14 de diciembre de 1993 ante el


juez Barberis, dice que el Gitano la invitó varias veces a vivir con él,
con sus hijos y que todos le decían que no lo hiciera pues al Gitano

107
le gustaban las niñas. Que fue cinco veces, pero sólo a pasar la no-
che. Que vio siempre niñas en su cama y el Gitano andaba en slip
por toda la casa. Que las niñas andaban con una bolsa de Poxi-ran.
Que el gitano le mostró fotos en las que estaba desnudo con chicas
desnudas. Que les chupaba los senos en esas fotos. Que una chica,
V., vivía con un hijo del Gitano.

19. Testimonia, el día 16 de diciembre de 1993 ante el juez Barbe-


ris, V. de 14 años; dice que conoció al Gitano un año atrás, en la zo-
na del Once, cuando ella vivía en la calle junto a una amiga. Que
como estaba muy mal y drogándose, aceptó ir a la casa donde se
quedó y estaba muy contenta, porque tenía dónde dormir y comer
y podía drogarse. Que eran quince viviendo en una sola pieza don-
de había una sola cama. Que el Gitano se acostaba con todas y a la
vista de todas. Que el Gitano también se drogaba y que sólo una vez
la encerró y justo ese día vino su madre. Que el Gitano la manda-
ba a levantar tipos y cuando no traía plata la maltrataba. Que ac-
tualmente vive con su padre, está embarazada de siete meses y tie-
ne una pareja. Agrega que el Gitano la quemaba con cigarrillos,
habiéndole quedado marcas. Que ahora se encuentra bien y ha
abandonado la calle. Que el Gitano mandaba a las niñas a levantar
tipos y a los chicos a robar estéreos.

20. Declara ante el juez Barberis el 16 de diciembre de 1993 el pa-


dre de V. Habla de las dos veces en que fue a casa del Gitano a bus-
car a su hija, que tenía miedo de que el padre la castigara por su mo-
do de vivir. Que ahora vive con él y está muy conforme.

21. Alegato del defensor oficial en lo criminal y correccional:


Solicita se revoque la prisión preventiva y el procesamiento del
Gitano por falta de pruebas concluyentes.

108
22. Diciembre de 1993: el tribunal de apelación rechaza, con fecha 20
de enero de 1993, el pedido contenido en el alegato del defensor
oficial.

23. Dictamen de la fiscal María E. Holden, del 13 de mayo de


1994: solicita elevación a juicio por considerar probados los hechos
imputados al Gitano, con fundamentación.

24. Pocos días después el defensor Fornari solicita ampliación de


pruebas por considerarlas insuficientes para una elevación a juicio.
Y presenta su oposición a que se eleve a juicio porque no estima que
existan pruebas suficientes de los delitos incriminados.

25. El dictamen del juez Barberis, del 6 de junio de 1994, deniega


la elevación a juicio, por no estar garantizada la defensa en juicio al
no haberse indagado al acusado sobre muchos de los hechos men-
cionados por la fiscal.

26. El 15 de junio de 1994 hay una nueva presentación de la fiscal


Holden para que, a pesar de disentir con el juez, se indague al acu-
sado sobre una serie de circunstancias que se mencionan.

27. El 28 de junio de 1994 hay ampliación de la indagatoria al Gi-


tano, quien niega todos los cargos, haciendo sus descargos en cada
caso.

28. Sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal núm. 1 del 30 de


junio de 1995: absuelve al acusado en virtud de:
Que el juzgado de instrucción “no imprimió el trámite respetan-
do las reglas del debido proceso legal y de la investigación integral”.
Y “por cuanto han transcurrido casi dos años desde que se tuvo
noticias de los hechos hasta que se elevó la Causa a estos estrados

109
sin que mediaran causas atendibles, cuando pudo realizarse diligen-
cias que eran de ejecución inmediata, demora que incidió en la ca-
lidad de los testimonios”.

Comentarios y obser vaciones sobr e


la actuación policial y judicial

Instituciones involucradas:
• Justicia.
• Policía.
• Congregación de las Religiosas Adoratrices Esclavas del Altí-
simo y de la Caridad.
• Producción del programa “Edición Plus” de televisión.
• Asamblea Permanente por los Derechos Humanos.

El expediente se inicia el 21 de diciembre de 1992 y culmina con


una sentencia absolutoria el 30 de junio de 1995. Es decir, un total
de 30 meses. El acusado estuvo bajo prisión preventiva 18 meses
desde el 13 de diciembre de 1993 hasta su sentencia de absolución.

Policía Federal

La primera intervención policial mencionada en el expediente se


produce el 6 de octubre de 1993, es decir casi un año después de la
denuncia, a instancias del juez de instrucción Arias, que solicita ta-
reas de inteligencia para indagar sobre el encausado.
Figuran en el expediente las declaraciones de un comisario ins-
pector ante la autoridad policial dependiente del Ministerio del In-
terior y no ante el juez, en las que declara que no encontró al en-
causado por no trabajar más donde lo hacía, por no vivir más en su
anterior domicilio, domicilio en el cual dice que no hay menores.

110
Aquí concluye el esfuerzo policial por encontrar a un individuo
fácilmente hallable e identificable.
En el programa “Edición Plus” así como en algunas declaraciones
testimoniales ante el juez se registran denuncias o referencias al en-
cubrimiento policial de las actividades del encausado, así como tam-
bién de golpizas a una niña que declaró en el programa de televisión.

Justicia

La denuncia inicial es presentada ante un asesor de menores de cáma-


ra quien recurre a un juez de menores, éste inicia el procedimiento so-
licitando la presencia de otras religiosas que ratifiquen y confirmen la
denuncia. En virtud de que enero de 1993 es mes de feria interviene
un juez subrogante, regresando luego la causa al primer juez.
No hay procedimiento alguno en la casa en la cual se dice que
hay niños de la calle alojados y presuntamente abusados o explota-
dos, por lo cual nunca podrán verificarse ciertos hechos más allá de
los diversos testimonios obtenidos.
De acuerdo con la dinámica de los procedimientos judiciales, los
juzgados de menores pueden actuar en resguardo de niños y adoles-
centes, pero no accionar contra adultos. Esto explica por qué la cau-
sa pasa a un juez en lo criminal, quien recién en octubre de 1993
ordena a la policía una investigación sobre el “Gitano” que, como
hemos visto más arriba, resulta negativa.
Sin embargo, poco después el Gitano es localizado y citado a de-
clarar y en virtud de muchos testimonios que lo incriminan se le
dicta la prisión preventiva.
La sentencia que se dicta 18 meses luego de la prisión preventi-
va determina la absolución del Gitano por falta de pruebas, que los
jueces atribuyen a que el juez de instrucción no reunió pruebas que
de haber procedido diligentemente habrían podido confirmar los
hechos denunciados.

111
Por el juzgado sólo pasaron dos de las niñas que estuvieron en la
casa del Gitano, aunque se denunció la presencia de al menos 15.
No hay informes de institutos de menores o de la policía sobre esas
niñas, siendo que muchos de ellos pasaron por esas instituciones.
No hay investigación sobre las actividades del Gitano, aunque eran
ampliamente conocidas en ciertos barrios de la ciudad donde se
concentraba su actividad y seguramente en el vecindario de la casa
donde ocurrieron los hechos.
La negligencia del juez, y la escasa colaboración policial, cre-
an las condiciones por las cuales la sentencia absolutoria es con-
forme a derecho, teniendo en cuenta que luego de dos años de
transcurridos los hechos es muy difícil reconstruirlos, y sólo se
cuenta con unos pocos testimonios que pueden ser considerados
parciales mientras no hayan sido confirmados por otros testimo-
nios coincidentes.
La lectura del expediente permite prever la absolución a pesar de
que surge de modo espontáneo la convicción de la culpabilidad del
Gitano.
Es notoria la falta de decisión por parte de la justicia y de la po-
licía de allegar con celeridad y eficiencia las pruebas que hubieran
sido necesarias para condenar al Gitano con una suma de delitos
que el Código Penal reprime con suma severidad y la sociedad toda
condena de modo igual.

Análisis del expediente

1. El expediente se inicia con una denuncia concreta, ante un ase-


sor de menores, de la superiora de una congregación religiosa, lo
que le otorga gran credibilidad y responsabilidad.
De todos modos, llaman la atención las siguientes circunstancias:
• se produce dos meses luego de los hechos que se denuncian;

112
• se origina en la fuga aparentemente voluntaria de una niña
rescatada de la vivienda del Gitano y posteriormente asistida
en la sede de la congregación.

Es decir, el rescate de la niña de la vivienda del Gitano no fue de-


nunciado en su momento. La congregación actuó en respaldo de la
madre de la niña, que estaba siendo asistida en la congregación.
2. El asesor de menores actúa con rapidez y traspasa el caso al
juez de menores. No existe constancia de que se interese posterior-
mente por la causa.
3. El juez cita a la superiora al día siguiente para que ratifique y
amplíe la denuncia.
4. El juez no produce ningún allanamiento ni investigación so-
bre el lugar denunciado y el inquilino denunciado como explotador
de niñas. Se limita a citar a otros testigos para que amplíen datos so-
bre la denuncia (religiosas, la madre de la niña).
5. Recién 10 meses más tarde encarga al Departamento Central
de Policía, y no a la seccional del barrio, una investigación sobre el
llamado “Gitano” y su vivienda. Pese a lo notorio de las activida-
des del Gitano y a que es ampliamente conocido en su ambiente,
el resultado de la investigación es negativo. No se encuentra al Gi-
tano, ni indicios sobre el uso de la vivienda denunciada, ni a niñas
e x pl o t a d a s .
6. Unos días más tarde un programa de televisión, de investigación
periodística y denuncia, emitido a medianoche, difunde mucha in-
formación sobre niños de la calle, y particularmente sobre las activi-
dades del Gitano, sobre la base de testigos e investigaciones propias.
7. El programa tiene amplia repercusión, algún diario retoma esa
información y toma estado público la indefensión de los llamados
“niños de la calle” y la existencia de explotadores.
8. Ante las denuncias de este programa, se producen diversos he-
chos de represalia contra testigos que testimoniaron en él. La pro-

113
ducción del programa denuncia estos hechos ante la Asamblea Per-
manente de Derechos Humanos, quien los denuncia ante el juez de
la causa.
9. El juez, presionado por la repercusión del caso cita al Gitano
–ahora sí lo encuentra–, y luego de indagarlo y comunicarle los car-
gos en su contra, le dicta la prisión preventiva el 27 de noviembre
de 1993 (11 meses después de la primera denuncia).
10. En relación con el sumario que le está instruyendo al Gita-
no, el juez cita a diversos testigos involucrados en los hechos denun-
ciados. Estas declaraciones que a veces son coincidentes pero tam-
bién se contradicen en algunos temas serán las únicas pruebas con
las que contará el tribunal para dictar sentencia definitiva. No hay
ningún aporte policial
11. Se entabla una contienda entre la fiscalía y la defensa acerca
de si hay elementos suficientes para elevar la causa a sentencia por
parte del Tribunal Superior.
12. Diecinueve meses después del dictado de prisión preventiva,
el Gitano es absuelto ante el hecho que es reprochado al juez de ins-
trucción de modo explícito: “que no realizó las diligencias que eran
de ejecución inmediata, demora que incidió en la calidad de los tes-
timonios”. Es decir, comparte el alegato de la defensa sobre la ine-
xistencia de pruebas suficientes para una condena. Esta sentencia se
ajusta a derecho e incluso, a pesar de los reproches que el tribunal
hace al juez de menores, su actuación también se ajusta a derecho
en lo formal.
La sentencia, que consagra la impunidad del Gitano y la inefica-
cia y negligencia del juez de instrucción, no hace Justicia pero se
ajusta a derecho.
Por lo que es vox populi, el Gitano regresó a su hábitat natural y
a sus actividades de siempre.

114
Conclusiones

Es ostensible la ineficacia de la justicia para investigar con rapidez


los hechos denunciados a pesar de su gravedad. No se investigan ni
para comprobarlos ni para descartarlos, razón por la cual el acusa-
do es absuelto no por inocencia sino por desidia del juez.
Es también notorio que la tardía convocatoria a la policía tam-
poco produzca resultados. Tampoco la justicia hace nada por inves-
tigar y corroborar las agresiones –algunas de ellas gravísimas– con-
tra quienes testimoniaron en contra del Gitano.
Las declaraciones de las niñas no resultan creíbles para el juez
porque no siempre son coincidentes, pero fundamentalmente por-
que provienen de menores y además de “menores de la calle”. No se
hace nada para investigar a fondo lo que denuncian.
Por último, llama mucho la atención que delitos severamente
censurados por la sociedad se produzcan de modo público y apenas
embozado sin merecer una respuesta más enérgica y eficaz por par-
te de las instituciones y de la opinión pública. Sin embargo, hay que
reconocer el poder amenazante que son capaces de desplegar quie-
nes cometen estos delitos y sus cómplices.

115
6. La prostitución masculina

La homosexualidad masculina

Hasta no hace muchos años hablar de prostitución masculina era


poco frecuente y se hubiera considerado irrelevante en relación con
la prostitución heterosexual. En Europa se viajaba al Norte de Áfri-
ca, donde era fácil conseguir varones adolescentes y niños en una
suerte de anticipo de lo que hoy es el turismo sexual. La prostitución
de varones no es un hecho nuevo, lo nuevo es el proceso de transpa-
rencia de esas relaciones con una cartografía urbana bien definida.
No es posible cuantificar ni determinar la importancia relativa
de las prácticas de prostitución homosexual, como tampoco es po-
sible determinar valores númericos de la prostitución heterosexual,
sólo se puede decir que existe en todas sus variantes: travestis, taxi
boys y otras, y abarca todos los estamentos sociales y todas las mo-
dalidades, desde las más reservadas de lujo –clubes, prostíbulos,
agencias, etc.– hasta las más miserables de los baños de las estacio-
nes de tren, levante callejero o cines donde se exhiben películas por-
nográficas.
Algunas de las observaciones realizadas y también algunas entre-
vistas parecen indicar una mayor “independencia” o cuentapropis-

117
mo de los varones prostituidos en relación con las mujeres, pero el
escaso número de entrevistas no permite hacer afirmaciones ciertas
al respecto. Por otra parte, muchas entrevistas dan cuenta de rela-
ciones de sometimiento y dependencia de muchos varones prosti-
tuidos a cargo de parejas-proxenetas, al igual que en el caso de las
mujeres, mientras que la existencia de prostitución organizada hace
pensar también en otras formas más “empresariales” de proxenetis-
mo en la prostitución masculina.
En las prácticas de prostitución masculina son factores impor-
tantes la división activo-pasivo y la identidad sexual del varón pros-
tituido.
En este capítulo se analizan:
• entrevistas a taxi boys,
• entrevistas a niños de la calle,
• entrevista a clientes,
• expedientes judiciales.

Edades

Muchos de los varones prostituidos fueron iniciados en edades muy


tempranas. La mayoría lo ha hecho alrededor de los 14 o 15 años,
pero también a los 10 o a los 12 (véanse cuadros 5 y 6 del Anexo A).
La convivencia de las distintas edades invisibiliza la presencia de los
más pequeños, y hasta para clientes habituales que circulan por zo-
nas de concentración de prostitución masculina resulta sorprenden-
te darse cuenta de que hay chicos:

Recién después de hablar con ustedes... me puse a mirar... no sabía que


había tanta prostitución infantil... [los chicos] todos agarran... y las chicas
también... Lo que no sabía es que hay demanda... No me daba cuenta, no
me hacía a la idea... ahora empecé a mirar... son tan, tan chiquitos.
Cliente

118
En el capítulo 5 se presentan ejemplos de niños prostituidos en eda-
des muy tempranas en la calle: Fer de 11 años es prostituido; Pablo,
que ahora tiene 15, es prostituido desde los 10; igualmente muchas
travestis han sido prostituidas a esas mismas edades. Pero también
hay niños en lugares cerrados, más o menos costosos, o entornos de
mayor o menor lujo.
De la entrevista a Miguel, que recurre a sexo prostituido desde su
adolescencia (como cliente) y ha recorrido los más variados lugares y
zonas, los siguientes fragmentos acerca de los lugares a los que con-
curre un gay a quien le gustan los chicos son muy significativos:

Hay gente que se ocupa, son los mismos del diario, pero si vos llamás te
dicen que no tienen, tenés que caer por un conocido... con contactos
conseguís cualquier cosa, cualquiera en serio, pero si vas por el diario es
sólo lo estándar. De 18 para arriba. [...] Lo que te consiguen son pibes
de 14... pero nenes, nenitos, eso es más difícil [...] [Aunque] en un boli-
che al que voy, un club, otros le dirán prostíbulo, un lugar al que no en-
trás así nomás, hay que ser socio, sólo se paga con tarjeta, no aceptan
efectivo... [...] Un lugar lindo, discreto, con un bar, arriba unas habita-
ciones; ahí había muchos pibes... Ahí nadie se mete... pibes hay, pero no
va a ir un juez a preguntarles cuántos años tienen. El juez va pero para
que le hagan el servicio. Nenitos no hay, hay chicos grandes... Pero un
chico que laburaba ahí, un día medio en joda le dije “te estás poniendo
viejo”, debía tener 17 años... [...] ¿sabés lo que me dijo…? “¿Querés un
pibito? Yo te consigo, vos me llamás a mi casa y yo te traigo uno de 8 o
de 7. Lo que quieras...”
Cliente

Sexo prostituido-sexo placenter o

Tanto en entrevistas a clientes como a chicos prostituidos, la rela-


ción entre sexo placentero y sexo prostituido presenta ambigüedad.
La prostitución masculina en algunas zonas coexiste con el “levan-

119
te” homosexual. Y esta coexistencia está también presente en los en-
trevistados:

Pregunto... ¿si no les gustase algo, vendrían? [...] El levante homosexual


es... mirá... está muy mezclado con la cosa paga. Vas por algunas calles y
los ves, los ves a los pibes y algunos están levantando, son los más mari-
quitas... Están levantando y punto. No te creas que no hay... de eso hay
mucho, los pendejos están levantando, por ahí les gusta más, por ahí les
gusta menos... [...] Están los que te dicen “yo soy macho” o “lo hago por
plata”, “a mí no me gusta”.
Yo no les voy a ir a romper el globo, pero que les gusta, por lo menos
un poco, les gusta. No es que no les gusta nada y se dedican justo a esto...
Cliente

Hay tipos que se enganchan ¿viste? Se envician con un chico y le entran


a comprar cosas. Con los jovatos pasa mucho. Giles... porque siempre ter-
minan currados.
Cliente

Hay muchos que se enamoran, se lo llevan a la casa, le compran ropa, lo


llevan a todas partes, hasta de viaje y después es un drama.
Cliente

Esta ambigüedad la encontramos en algunos chicos travestis. Por


ejemplo:

Con mi cuerpo, me pongo yo y gano ¿entendés? Y además de paso a ve-


ces me gusta.
Laly

Pero otros, los taxi boys viriles, dicen:

Los clientes son todos viejos chotos, putos que no ligan... porque los de-
más ligan gratis.
Adrián

120
Tengo enamorados un montón... pero no les doy bola, disculpáme que
me exprese así.. No voy si no me pagan, no me gusta que me jodan [...]
Los hombres me dan asco, lo hago por plata, si no yo no haría [...] el se-
xo entre hombres es un asco, es feo, para mí es un asco, pero da buena
guita... trabajo hay.
Hernán

No busco sexo, busco plata.


Adrián

No soportan que les digan puto, cualquier cosa menos marica.


Cliente

Son todos iguales, a ellos lo único que les importa es que vos vayas, hagas
lo que tenés que hacer, mientras ellos paguen... no quiero saber mucho,
no me gusta que me busquen siempre los mismos, no quiero saber nada...
a veces viene el mismo después de dos semanas.
Hernán

Inicio

En estos casos parecieran tener muy claro que se trata de ganar dine-
ro, que ésta es la manera que les resulta más accesible o posible aun-
que no les gusta demasiado. Tampoco quieren hacerlo durante mu-
cho tiempo. El inicio en Hernán es a través de un amigo que ya estaba
en eso, modalidad observada tanto en mujeres como en varones:

Conocí un pibe, amigo de mi hermana. Él trabajaba, mi hermana no lo


sabía, y bueno me dijo un día, no sé. Me llevó a la casa de un chabóny
bueno así empecé la primera vez.
Hernán

Adrián tuvo su primera relación sexual con un varón que le ofreció


plata en la calle mientras estaba “al pedo, boludeando, a la noche

121
tarde, una noche de verano, hace como 5 años” y un tipo lo llamó
y le pagó 20 pesos ; él no sabía para qué y lo llevó a su casa.
Se reitera la idea de que pueden dejar de ser taxi boys cuando
quieran: “dentro de poco me salgo...” porque lo que hacen no les
gusta.
Pero al mismo tiempo es la única manera que encontraron de
hacer dinero.

No sé lo que voy a hacer, tengo idea de trabajar de otra cosa pero no se


me ocurre de qué trabajar, pero no quiero hacer esto mucho tiempo, yo
dentro de poco salgo... Me gusta el teatro, quiero estudiar teatro, no sé si
trabajar de eso, pero mientras dé, cualquier otra cosa...
Hernán

Ejercen su libertad poniendo límites a la cantidad de clientes –éste


suele ser un límite que le impone su propia capacidad sexual– o sin-
tiendo que manejan la situación:

En una noche a veces yo hago uno, hago uno y hago bastante y no quiero
trabajar más... [...] Hay noches que digo que no, me paran y digo que no.
Hernán

No, dejá de mirar películas... Porque te imaginás una mafia, pero es difí-
cil que yo tenga problemas con alguien; no, aquí no funciona así, cada
uno hace la suya.
Hernán

La prostitución masculina de lujo

El caso Spartacus, donde estaban involucradas personas de actua-


ción pública, estalló cuando en mayo de 1988 los medios masivos
de comunicación difundieron la filmación de un juez vistiendo po-
ca ropa en compañía de un joven en un prostíbulo gay. Las noticias

122
daban detalles acerca de la prostitución homosexual de lujo en Bue-
nos Aires y de la presencia de adolescentes; pero además mostraban
que a estos prostíbulos concurrían figuras conocidas en el mundo
político, artístico, etcétera.
Según declaraciones de testigos en la causa que se le sigue –por
cohecho reiterado– desde 1991, época en que el juez involucrado
era secretario de un juzgado correccional, recibía dinero a cambio
de protección a los prostíbulos.

Le daba 15.000 pesos mensuales, según me dijo el mismo juez.


Declaración de L. Garbellano. “El negocio de la prostitución
detrás del caso Spartacus”, en Clarín, 22/11/1998.

Según consta en la declaración testimonial del 15 de julio de 1998


tomada a Ariel Maximiliano Paz, un taxi boy que “trabajó” en Spar-
tacus durante varios años y que es parte de la causa contra el juez,
las coimas a la policía eran algo habitual:

Era normal que se le llevara dinero a la seccional a efectos de no sufrir mo-


lestias. En dos oportunidades, el 1º de enero y el 3 de febrero de 1998,
concurrió a la seccional... a efectos de llevar sendos sobres los que serían
recibidos por el comisario.

Este caso fue muy difundido por sus conexiones políticas, pero es-
to no quiere decir que sea una situación excepcional, destacable, ni
siquiera particularmente escandalosa. Como aparece en el testimo-
nio mencionado, prostíbulos de este tipo hay muchos, y en ningu-
no les piden los documentos a los chicos para “trabajar”.
Los testimonios dan cuenta de que en Buenos Aires y alrededo-
res hay numerosos prostíbulos y boliches de lujo, tanto heterosexua-
les como homosexuales, que reciben clientes con un alto poder ad-
quisitivo, con vinculaciones con el poder y que además valoran
sobre todo la discreción.

123
Sí, un poco más, más exclusivo, saunas de lujo hay gay y no... tenés por
todos lados los de 10 pesos... Después tenés los de lujo de todo tipo, de
lujo y no de tan lujo, pero que son de lujo al lado de los otros [...] No,
claro, no cobran 10, cobran 100, 200, por ahí... yo esos no los conozco.
[...] Para ir yo voy a un lugar que esté bien, en serio de lujo, que me dan
lo que pido, que me los muestran en bolas, que no sé como decirte, lujo
en serio... [...] Para entrar, tomar lo que quieras y estar con un pibe, si
querés varias horas incluso se cobran 500...
Cliente

Existen también prostíbulos mixtos –bajo la forma de lugares de es-


parcimiento–, es decir para prostitución hetero u homosexual, y
con presencia de niños de menos de 13 años.

Al [...] ¿no lo conocés? [...] [Había] un barco, que estaba amarrado en un


lugar cada vez... Bueno, un yate grande, es una idea europea donde hay
barcos, pero barcos en serio. Bueno, en ese lugar van todos gays, lesbia-
nas, heterosexuales, voyeurs, sados, no sé, toda la fauna que te puedas
imaginar y ahí podés realizar todas tus fantasías, dicen que todas... Es ca-
ro, también por recomendación, pero no es tan caro, aunque pensándolo
no es prostitución, porque a nadie le pagan. Cada uno hace la suya, ahí sí
que se armaban flores de orgías, pero yo te decía porque supuestamente a
nadie le pagaban pero era carísimo entrar y lo que se decía que al princi-
pio era un lugar de encuentro de gente zafada que quería hacer la suya en
paz. Yo fui en esa época, estaba bueno. Pero después le pagaban a algunos
para que siempre haya gente dispuesta a tod, otenía que fingir que no le pa-
gaban, pero estaba ahí como comodín¿entendés? para cumplir la fantasía
de otro. Bueno, entonces había chicos, nenes y nenas, ahí yo los vi, de 12, 13,
pero parece que se armó muy feo... dejame pensar... te digo el año. Yo no
estaba, estaba en Europa, me lo contaron esto fue en el noventa y cinco,
se murió un nene o una nena, no me preguntes de cuántos años, pero se
les murió ahí. El padre de la criatura que era un isleño del Tigre, o algo
así, no denunció, porque él la entregaba, pero parece que igual se armó un
bardo y al lugar lo cerraron...
Cliente

124
La prostitución masculina de nivel pobr e

La tetera

Es el nombre que se le da a los baños públicos de las estaciones de tre-


nes donde hay “levante” homosexual. Se trata de lugares donde acu-
den chicos de todas las edades. Y clientes de todas las clases sociales.

No, yo cuando vengo, estos chicos están afuera. Generalmente el baño es


una cosa así, un cuadrado rectángulo ¿vieron alguna vez un mingitorio?
Bueno está lleno, las paredes llenas de mingitorios, uno pegado al lado del
otro. Hoy están todos llenos, está todo el mundo haciendo que mea, pe-
ro se están masturbando, y ahí se producen los levantes ¿entendés? Uno
mira al otro, el otro mira... No sólo prostitución, puede ser o no. Pero hay
todo tipo de gente, ¡todo tipo! Estudiantes jóvenes, mucho viejo, pero no
todos pobres. Y estos pibes están yirando por acá por el medio, así miran-
do, pero no se ponen a mostrar, ellos no muestran. Después de los min-
gitorios hay unos cuartitos tipo water, pero es un agujero en el piso [...]
Hay un tipo vigilando. Los chicos van a los hoteles de por acá, o a las pen-
siones de los travestis, cobran 15 pesos la hora, van ahí... [...] Lo que es
jodido es que hay gente que quiere ir a mear tranquilo, imaginate que va-
ya un tipo con un pendejito, un padre con su hijo, no puede ir a mear ahí.
Pero es increíble, y los pendejos dan vueltas todo el tiempo. Si vos entrás,
enseguida ves quién labura y quién levanta.
[Te das cuenta] en cuanto observás un rato... Mirá, si ves un tipo grande
de saco y corbata con un pendejo de otra clase social, hay guita de por me-
dio, ¡seguro! En Charcas también, lo que pasa es que ahí es prostitución
frontal, y los pibes son más de clase más alta...
Cliente

125
7. Travestis prostituidas.
Palermo y Constitución

Valeria, 17 años, peruana, es travesti; fue prostituida a los 15 años


en Lima. Su familia es muy humilde y ella los mantiene, primero
con la venta ambulante y a partir de los 15 años con el dinero de la
prostitución. Su inicio sexual fue a los 8 años con un varón de 17
años. Actualmente vive en un inquilinato. No tiene pareja.
Bárbara, 17 años, es prostituida desde los 15 años: “Lo que pasa
es que cuando sos travesti te quedan pocas por hacer y falta de pla-
ta”. Vive con su familia, que no sabe de su actividad aunque ella los
mantiene.
Daiana, 16 años, fue violada a los 7 años por el padrastro y se
identifica como travesti desde los 8 cuando se empezó a vestir de
mujer. A los 10 se fue de la casa a vivir con un grupo de travestis,
que le enseñaron a tomar hormonas y “a parecerse lo más posible
a una mujer”. Fue detenida y maltratada por la policía varias ve-
ces. Actualmente tiene un “marido” alcohólico y ladrón que sabe
de su “trabajo” y vive del dinero que gana. No terminó la escuela
prim aria.
Jésica, 18 años, nació en el sur del Brasil, es travesti desde tem-
prana edad y fue prostituida a los 16 años. Según ella misma, hace
varios años que viaja trabajando siempre en cosas vinculadas al es-

127
pectáculo. Su familia supone que trabaja en lugares nocturnos. Les
envía regularmente dinero.
Cecilia, 17 años, fue iniciada en la prostitución a los 15 años en
Villa María, Córdoba. Señala que lo hizo porque lo que más le in-
teresaba en la vida era estar vestida de mujer y de esta manera no
conseguía otro trabajo. Tiene una pésima relación con la familia, que
no acepta su condición; con la única que se comunica es con la ma-
dre a la cual le manda dinero.
Laly, 16 años, nació en un pueblo del interior, proviene de una fa-
milia de clase media urbana, su padre tiene un taller mecánico y su
madre es ama de casa. Se fue de su ciudad natal a los 13 años porque
la familia no aceptaba sus inclinaciones homosexuales. Desde ese mo-
mento no tuvo más contacto con la familia y no asistió más a la es-
cuela. Su inicio sexual fue a los 8 años con un varón adulto miembro
de su familia. Con respecto a su identidad señaló que es única: “no
soy como las demás, yo tomo hormonas, pero no fui al quirófano,
¿no ves?, esto es todo mío, acá no hay plástico... yo hago citas, no tra-
bajo en la calle, estoy en un book de una agencia, soy lo que soy, no
parezco ni un macho disfrazado ni Moria Casán. Yo soy así...”
Andrea, 28 años, está prostituida desde los 18 años, momento en
que decidió asumir definitivamente su identidad de travesti y ya no
consiguió otro tipo de trabajo: “me hice amiga de una travesti que
era tucumana y bueno yo no tenía trabajo cuatro meses, tanto tiem-
po sin trabajo y me dijo que venga a trabajar y yo no quería, pero
trabajo no conseguía y empecé a trabajar y no me gusta la calle”. La
familia no acepta su actividad a excepción de la madre, que terminó
conformándose y aceptando que viva con ella y la mantenga.
Mariana, 38 años, es de Córdoba y está prostituida desde los 16
años. Fue prostituida a los 14 años. Estuvo en prostíbulos en varias
provincias del interior, hasta que finalmente llegó a Buenos Aires,
ahora está en la calle. Su familia conoce y acepta esta forma de vi-
da, ella los ayuda económicamente.

128
Situaciones familiares

El inicio en la prostitución se produjo en edades tempranas: la mayoría


entre los 13 y los 15 años, aunque hay un caso de inicio a los 10 años.
En relación con las familias de origen la situación no es diferente
a la de otras niñas, niños o adolescentes prostituidos. Provienen en
algunos casos de familias pobres, en otros de familias más acomoda-
das, algunas con vínculos sólidos, otras más desintegradas. Pero si
hay un rasgo común es que todos han tenido que soportar el recha-
zo familiar por su identidad. Su definición como travestis precede a
su ingreso en la prostitución. Sobre su travestismo señalan que se
“sintieron mujeres” desde la más tierna edad. Otras expresaron que
recién en la adolescencia, pero en uno u otro caso son prostituidas
en un segundo momento, como resultado de la discriminación fami-
liar, que las margina y las lleva a conectarse con otras travestis.

Nací en Lima, nací con un hermano gemelo... Cuatro hombres y una mu-
jer, mi papá que después de seis años me cagó a golpes vestida de mujer...
[...] Mi papá (hasta ese momento)... no me dijo ni a ni e... porque él sabía,
no decía nada pero sabía, yo los mantenía, yo trabajaba siempre. De chi-
quita vendía caramelos... vendía, vendía galletas, pedía, hasta por la tele sa-
lí para que me paguen... mi mamá sabía, le daba dinero para pagar la luz,
el agua, con ella me llevo bien, con todos [...] Le mando dinero, a mi fa-
milia, allá me criticaban mucho los parientes, le decían ay su hijo es así ¡ay,
ay! Y ahora mi familia se tiene que callar, porque mi mamá compró los la-
drillos y todo y se están haciendo la casa y todo lo estoy haciendo yo, con
lo que yo les mando. Yo me compro mi ropa y como y el resto lo mando.
Valeria, 17 años

Con la única que me llevo bien es con mi mamá, con mis hermanos está
todo mal, con mi papá también, de todos mi mamá es la única... mi ma-
má no quería saber nada, le daba vergüenza, lloraba, vivía llorando... vivo
sola y le mando plata a mi mamá.
Cecilia, 17 años

129
Vivo con mi papá y mi mamá y ayudo en mi casa... piensan que trabajo
en un boliche, pero se la deben imaginar...
Bárbara, 17 años

Mis padres, vivo con ellos y los mantengo... mi dinero no lo comparto


más que con mi familia.
Mariana, 38 años, prostituida desde los 14

Sabe, sabe, pero mi mamá piensa que yo trabajo en boites, no en la calle,


ella se preocuparía, mucho...
Jésica, travesti brasileña, 18 años

Evidentemente vivir lejos de las familias facilita la posibilidad de


ocultar, disimular que son travestis prostituidas, pero no significa
que rompan todo vínculo con aquéllas: muchas de ellas las mantie-
nen o contribuyen a la economía de las mismas.
Hay también otras discriminaciones:

Nosotras que somos las más indefensas, las peruanas, brasileras, y además
muchas de las de aquí no nos quieren, les sacamos el trabajo, pero noso-
tras somos discriminadas aquí, discriminadas escuchaste, porque con las
peruanas está bien que les digan sucias porque lo son, pero nosotras so-
mos las reinas, somos las que inventamos esto, somos travestis de corazón,
entonces no está bien esto... [...] Por eso muchas chicas prefieren trabajar
no en la calle. Mirá, el destino de las extranjeras es ir a lugares cerrados,
aquí nos vienen a reclutar, pero se llevan a las más chicas: a las peruanas y
a nosotras no nos quieren, ni las compañeras.
Jésica, 18 años

Inicio

Existe un fuerte sentimiento de pertenencia. Relacionarse con otras


travestis, vivir en los mismos hoteles o pensiones, funciona como
grupo de contención, pertenencia, y asimismo es fundamental en el

130
aprendizaje de los cuidados y producción de la imagen, así como de
las modalidades, precios, códigos, etc., necesarios para la práctica de
la prostitución.

A los 10 me fui a vivir con travestis, ellas me enseñaron todo, a tomar hor-
monas... yo quería plata para operarme, entonces empecé a trabajar en la
calle con eso me hice los pechos...
Daiana, 16 años

No ahí yo bailaba [en un boliche], lo que pasa es que cuando sos travesti
te quedan pocas por hacer [empecé a venir por] falta de plata... con unas
amigas, claro, y bueno así empecé...
Bárbara, travesti, 17 años

Violencia policial

La violencia policial es sin duda una de las constantes de los relatos:


golpizas, torturas, violaciones. Relatan situaciones de una violencia
sin nombre, atestiguando la impunidad de los funcionarios de esa
institución:

En provincia... la policía me agarraba, yo mentía la edad, daba cualquier


número de documento para que no me manden a los reformatorios, en-
tonces se aprovechaban, me trataban como mayor, me pegaban, me que-
maban con cigarrillos, pero yo nada, nada, me cortaban el pelo, me pega-
ban por ser mayor, igual... ahora aquí es mejor...
Daiana, 16 años

Solamente los milicos [piden plata] para no llevarte, a veces sobre todo
cuando nos ven tomando licor o cerveza en la calle, nos piden plata y le
damos. Ellos vienen y te dicen –para una cerveza– y le damos 20 o 30.
[...] Y sí, como no tenemos documentos tenemos que pagarles algo, pa-
ra el cafecito te dicen... Una vez me detuvieron, acá a la vuelta, me lleva-
ron a la 18. Me revisaron, querían ver si tenía antecedentes, y como no

131
tenía nada me botaron, pero recién a las 11 de la mañana, toda la noche
me tuvieron.
Valeria, 17 años

La cana me llevó, yo no tenía los documentos, no sabía nada, no tenía pla-


ta, me pegaron, me violaron [...] me metieron en el calabozo y después vi-
no un oficial y me dijo esto te gusta, bueno vení, y me la puso a la fuer-
za, era un hijo de puta, me gritaba puto, te gusta vestirte de mujer, yo te
voy a hacer mujer, también me amenazó cortarme la pija, me hizo que se
la chupe a otro cana, me tuvieron dos días, me cortaron el pelo a la fuer-
za... me dejaron hecha mierda [...] aprendí a darle mi parte, una arregla-
ba con la cana y bueno listo.
Laly, 16 años

Nosotras pagamos para estar aquí. Yo no sé a quién, pero que pagamos,


pagamos... la verdad es que, para que no nos lleven, para nosotras no es
lo mismo, hay una, no importa, una, que junta guita para la cana su-
pongo.
Jésica, 18 años

Antecedentes de abuso sexual

Hay casos de violaciones incestuosas como el de Daiana:

A los 7 años me violó mi padrastro y a los 8 me empecé a vestir de mujer.


Daiana, travesti, 16 años

En otros casos se refieren historias de “seducción”, en las cuales la


diferencia de edad determina por sí sola la situación de abuso:

Es un pibe de allá de Corrientes, mi primo... al principio yo no entendía,


me daba vergüenza, no sabía lo que estaba haciendo, si estaba bien, por-
que él me decía que no cuente nada, me dolía, pero me gustaba, yo era
medio chico... pero estaba embobado, todo lo que él me decía estaba bien,

132
pero yo no decía nada, porque él me decía que no diga. Vos suponéte que
la persona que más querés te dice callate y te callás, hacés lo que te diga,
yo hacía lo que me diga, no había otra.
[Acerca de la edad de inicio sexual]
Nueve años. El día de la primera comunión, yo no sabía nada, pero aho-
ra te puedo decir que ese día empezamos... Él [tenía] 20... mirá... yo ten-
go 8 hermanos, bah, somos 8, mi vieja no me daba bola, era buena pero
estaba siempre cansada... entonces mi primo siempre se ocupaba de mí,
de todos los nenes, de las nenas no, pero a los varones nos daba bola, a mí
más, pero a todos nos hacía los deberes, compraba cosas, todo... Él me ha-
cía estudiar y bueno también me ayudó a prepararme para la primera co-
munión... yo tuve el traje porque él me compró, no y ese día le dijo a mi
mamá “yo lo cambio” y me llevó a su casa... ahí nomás empezó a acari-
ciarme y a decirme que era re-lindo, me sentaba en brazos y me apretaba
y yo sentía una cosa, no sé, y me mostró su pija, me dijo que le muestre
el mío y me mostró que un día el mío iba a ser como el de él y me dijo si
quería verlo crecer y me chupó para que crezca y bueno así empezamos...
de a poquito, siempre me decía que no cuente nada, era nuestro secreto...
no pensaba en otra cosa, mí mamá me decía que no lo cargosee pero yo
lo quería ver siempre a él, me trataba re-bien... siempre nos veíamos y él
me enseñaba cosas... yo le quise enseñar lo mismo a otros pibes, en la es-
cuela, pero uno me cagó a trompadas, después me echaron de la escuela
porque siempre molestaba a los pibes, decían, uno me cagó a trompadas,
pero a otro se la puse.
[Cuando se le pregunta si lo penetraban a los 9 años]
¡No, al principio no! Después, al principio él quería que yo se la ponga a
él, pero yo no sabía, pero después sí, yo no sabía nada, lo que era la leche
y todo, también él me dijo que yo era más como una nena, y que me vis-
ta de mujer, me prestaba ropa en su casa, siempre me decía que mejor mi
papá no me vea de mujer.
Laly, 16 años

[Acerca de la edad de su primera relación sexual y de su pareja]


A los 8 años, era mi primo [...] [de]17 y yo tenía 8.
Valeria, 17 años

133
Nomadías

De las entrevistas surge que existen movimientos migratorios desde


ciudades del interior o más pequeñas hacia las ciudades más gran-
des. Asimismo, Buenos Aires es un centro de atracción para las tra-
vestis del interior del país y otros de países latinoamericanos:

Y mirá salí de Córdoba y estuve dando vueltas por Mendoza y por el Sur
en bares y boliches, todos estos años, ahora estoy aquí porque es muy có-
modo, por eso lo hago. Acá tengo el hotel a media cuadra y si no quieren
ir a ese hotel, voy al de la otra cuadra.
Mariana, 38 años, prostituida desde los 16

Yo me vine de Corrientes ¿sabés? y cuando llegué tuve la suerte, la suerte


de ir a buscar trabajo... me vine sin que me importe lo que me digan y acá
estoy. Llegué y fui a la agencia, de la estación casi a la agencia, bah pasé
por la casa de mi tía que es la única de mi familia que se fue, que se vi-
no... Pero cuando abrió la puerta y me vio, no sabía quién era yo, se asus-
tó, no me quiso en su casa, yo le decía soy el nieto de la Antonia, pero no,
no sé, no me entendió, bueno me dio la dirección de la pensión donde
me fui, yo tenía plata, pero no me quisieron porque era una pensión pa-
ra estudiantes y yo no tenía permiso y con los documentos era un lío...
[Vine de Corrientes] hace un año, no, un poco más, yo tenía 14, te ima-
ginás era un perejil, solito, el señor de la estación que me enseñó para ir
a la casa de mi tía me dio caramelos de tan chiquito que era, me decía
“Nene ¿seguro que te vas solo?” [...] me colé en el tren y llegué a un lu-
gar que es Chacarita... y ya está... fui a lo de mi tía, me echó, fui a una
pensión no me dejaron, fui a la calle y un tipo me ofreció 10 pesos pa-
ra ir con él.
Laly, 16 años

Tengo seis meses aquí [en el país]. De hombre entré. No, pero digo, sien-
do menor. [En relación con el documento de identidad] No, no sabían
que era menor, la fecha no la miraron, miraron la foto y listo.
Valeria, 17 años

134
Yo me ocupé de buscarme un trabajo, me quería ir a Italia, trabajar en es-
pectáculos, me gusta la noche, yo solita me busqué la forma de empezar...
pero la calle ahora no es lo mismo... yo soy bailarina, siempre trabajé en
espectáculos, yo ando viajando, de aquí para allá, me fui a Italia, a veces
vengo acá... yo vivo en Blumenau... pero siempre estoy de viaje, nunca pa-
ro, adoro viajar.
Jésica, 18 años

Drogas, alcohol

¿Drogas? No, drogas no hay, los clientes sí, pero nosotras no, yo no co-
nozco nadie que se drogue, sólo tomamos cerveza o licor, algunas vino, de
madrugada en invierno, siempre alguna trae y tomamos, pero drogas no.
Valeria, 17 años

Tomo... Un papelito cada tanto, con los clientes más, sola no.
Laly, 16 años

Sí, por aquí hay mucha droga, casi todas usan, Daiana es una, pero qué
sé yo, casi todas. Sí, aquí se vende, vienen a comprar, pero la que quiere
lo hace y la que no quiere no se droga, hay de todo. Mirá si me tapás te
muestro, no te des vuelta ahora, pero ese tipo que está enfrente vende...
Bárbara, 17 años

Laly

Una primera lectura de la primera parte de la entrevista a Laly


muestra una actitud si no triunfadora, al menos optimista: “La pa-
so muy bien y... me voy haciendo un futuro”; “voy a hacer todo lo
que quiera, yo no me dejo pasar”; “yo estoy bien, por lo menos
mientras gane guita estoy bien”; “me cuido, ¿no ves que soy como
una modelo... y cuando mida un poco más... vas a ver...”; “Decime,

135
¿qué me va a dejar tanta plata? A mí me gusta ser así, tener plata pa-
ra decir, bueno, me quiero comprar esto, y me lo compro...”.
Pero la vida cuyo relato anuncia desde la primera frase: “Yo soy
así... Tendría que contarte mi vida” es una vida que permanente-
mente ha sido puesta en situaciones sin salida, de una violencia ab-
soluta.
En relación con su familia, sobre todo en relación con el padre:

O trabajaba en el taller o me cagaban a palos, pero mi papá me dijo que


si me veía vestido de mujer o pintado me mataba, que un hijo así mejor
muerto. No me quedaba otra,me fui [...] El muy bruto creía que a los gol-
pes me iba a arreglar, pero... cada vez que me fajaba yo me hacía más y
más... y decía para mí... no me importa, ya te vas a hacer tu vida.

Cuando llega a la ciudad (al irse de su casa, en Corrientes, y llegar a


Buenos Aires) a los 14 años, conoce a un hombre y vive tres meses
con él:

Me explotó... no me pagó esa primera vez y después me daba casa y co-


mida pero no me pagaba [...] me cagó con la guit,a pero me ayudó... [La
ayuda consistió en que lo conectó con una agencia] Fui de parte de C.,
me dijeron la forma de trabajar y fui.

Previamente había intentado la calle, donde se había conectado con


travestis, que lo inician en el saber de la prostitución:

Les di pena [a las travestis] porque la primera vez que fui sola me agarró
la cana, me llevó... me pegaron, me violaron.

Cuando después de esta situación vuelve a lo de C. [quien lo explo-


taba sexualmente] éste le dice que no denuncie:

Al principio los quería matar [a los policías que lo golpearon y lo viola-


ron]. Pero ¿qué iba a hacer? ¿denunciar? Me mandan de nuevo a mi ca-

136
sa... me cagaba a palos mi viejo... te imaginás si me mandan a un institu-
to de menores…

Laly finalmente aprende la lección. “Tengo que aguantar... y apren-


der... Después... me estudié bien todo, lo que había que hacer, lo
que no”; y empezó con la agencia. “Por eso me anoté en la agencia”
y resume así su vida:

No creas que así como nada una se viene de un pueblito de mierda y se


viene a vivir y te agarra la cana, te agarra un puto borracho que no te quie-
re dar un mango, que no sabés cómo trabajar, que no sabés nada de na-
da, no es tan fácil, ni tan lindo... [...] Es como con las tetas o con este ta-
tuaje [un pequeño corazón] te duele, pero si lo querés no importa, si no
te querés operar tenés que tomar hormonas, y bueno te la bancás aunque
te duela la cabeza , lo que sea.

137
Parte III
8. Reclutamiento

Me dijo que yo no era una persona para arreglármelas sola y me dio la di-
rección de una casa/ “¿Vos estás levantando?”, me dice un chabón... “¿Le-
vantando qué?” “Para hacer plata”, me dice. Y yo le digo: “sí claro”. Me lle-
vó a su casa... tenía 10 años/ Un chabón me empezó a romper las bolas y
bueno agarro, vamos y listo/ los pibes te dicen “andá que no pasa nada” y
de última fui, por la plata/ entonces a nosotras nos obligan a... como no te-
nemos documentos a hacer esto, no es porque nos gusta ni nada/ no te creas
que la llevé a la fuerza, le dije lo que tenía que hacer, le expliqué.../ lo que
hice fue hablar con la encargada [del prostíbulo] le dije que le llevaba a una
chica joven, linda, y la llevé/ me arregló, me dio ropa, me enseñó a cuidar-
me, a perfumarme, y me llevó [al prostíbulo]/ ofreció ubicarme, me dijo yo
te ubico, y me llevó, yo le pagué y ella arregló con el dueño/ conocí a un pi-
be, amigo de mi hermana, él trabajaba y un día me llevó a casa de un cha-
bón y así empecé/ Mi novio me decía, hay que hacer esto, vos dejáte y yo
me dejaba. Y también me dejaba con los amigos/ me dijo que tenía que ha-
cer lo mismo que con mi novio, que me deje llevar, que después el dueño
del local me pagaba/ vino y me dijo, te voy a enseñar a conseguir plata... me
dijo tenés que ir con este hombre, te lleva al hotel y vos te dejás hacer lo que
él quiera/ cuando sos travesti te quedan pocas por hacer... con unas amigas,
así empecé/ la Natalia es enfermita... no sabe contar moneda ni nada... en-
tonces un tipo la agarró, la levantó y le cobraba a los hombres y se la cogie-
ron, no sé cuántos se la cogieron y el tipo ese cobraba la plata.
Collage de frases de las entrevistas

141
Los procesos de reclutamiento son uno de los aspectos más invisi-
bilizados por los discursos sobre prostitución infantil, y también en
el discurso de quienes son prostituidos. Sin embargo, su conoci-
miento es fundamental para dar cuenta de la explotación sexual co-
mercial organizada, tanto en sus formas más desarrolladas como en
las formas incipientes y para diseñar e implementar políticas de in-
tervención.
La mayoría de los niños y niñas, y de las adultas o adultos entre-
vistados que están o han estado prostituidos, describen procesos de
reclutamiento cuando relatan sus experiencias iniciales y posterio-
res. El reclutamiento incluye todas las formas de seducción, incita-
ción o coacción. Por otra parte, hay información muy amplia acer-
ca de una intensa movilidad espacial, interna e internacional tanto
de países limítrofes como de países más lejanos, a través de redes de
reclutadoras y reclutadores de las más diversas características y que
utilizan las artes y técnicas más variadas: enamoramientos, seduc-
ción, ofertas de ganancias o trabajos, secuestros, raptos, forzamien-
tos, etcétera.
Esto permite suponer que hay organizaciones que regulan ambos
tráficos o una intensa movilidad y transacciones entre organizacio-
nes que realizan los distintos tráficos.
Tanto en el reclutamiento inicial como en los posteriores, en el
paso de una localización a otra, de un espacio a otro, hay diferentes
grados de coerción. Esta coerción puede ser percibida como violen-
ta en algunas historias y pasar desapercibida en otras, cuando está
presente la seducción y se brinda el afecto, contención, protección,
etc., que no encuentra el niño o la niña en su propia familia o en
otros ámbitos (véanse las historias de Carmen, Patri, Lorena, Laly).
Si la coerción no se ve, tanto quienes son prostituidos como otros -acto
res sociales pueden percibir el hecho de prostituirse como una elección
autónoma, sin coerción: un acto de liberta. dSe ignora el hecho de que
siempre o casi siempre existen personas que inducen e intervienen,

142
no desinteresadamente, “facilitando o promoviendo” la prostitu-
ción, y luego ejercen presión para que las personas reclutadas se
mantengan dentro de ella (la historia de Marcela, que al sentirse
muy presionada termina suicidándose). Claro que también se dan
condiciones socioeconómicas, generacionales, de género y persona-
les, que son caldo de cultivo para esas inducciones. La presunta “li-
bre elección” de una niña o niño prostituido debe pasar por un aná-
lisis de las condiciones que rodean y determinan esa “libre elección”.
Las corrientes neorreglamentaristas se fundan en el principio del de-
recho a la libertad de las personas adultas respecto de prostituirse.
Cabe impugnar la noción de libre elección para una actividad que
de acuerdo con abrumadora cantidad de información se inicia en la
pubertad y por obra de reclutadores.
De hecho, los relatos muestran que la mayoría de los niños han si-
do prostituidos en situaciones en las que prostituirse podía significar
alcanzar una “situación mejor” que la que tenían; por ejemplo, fren-
te a situaciones de total desamparo, de abuso y violencia, vividas co-
mo “sin salida”; de ruptura de la cohesión afectiva en sus familias de
origen desencadenadas por diversas causas, entre ellas, el descenso del
status social y económico familiar, o situaciones de cambio (separacio-
nes, rupturas) que generan violencia, negligencia, autoritarismo y que
culminan en situaciones de abandono y desamparo de la niñez.
En muchas de las entrevistas puede verse con nitidez cómo mu-
chos de estos niños más que “elegir” han sido “elegidos” a través de
procesos de seducción diversa, en esos contextos de desamparo que
acentúan su dependencia de los adultos; y esto no sólo cuando los
reclutadores o proxenetas son personas ligadas afectivamente con
ellos (desde madres, padres, novios, hermanas, tías o tíos, etc.) sino
también cuando son extraños que asumen un rol “protector”, o ha-
cen de “maestros”, de introductores a las artes y técnicas del juego
de la prostitución, o bien ofrecen vivienda, comida o efectivo a
cambio de sexo.

143
Un niño o niña prostituida entabla relaciones y juega “juegos”
con reglas a las que puede someterse en mayor o menor medida, lo
que le permite recomponer una idea de un ejercicio de su libertad
ignorando a menudo cuán condicionada está.
Las entrevistas son reveladoras de que salvo escasas excepciones,
el inicio en la prostitución no es espontáneo. Aun en casos de niñas
y niños que “pertenecen” al “ambiente”, es decir, se han criado en
un prostíbulo o en familias donde madres o hermanas eran prosti-
tuidas, donde ser prostituido es una salida naturalmente introyecta-
da, aun en estos casos siempre existe la intervención de un recluta-
dor o proxeneta. Una historia muy ilustrativa en este sentido es la
de Carmen, una niña de 14 años, hija de una mujer que es dueña
de un cabaret-prostíbulo. Es muy notorio que su madre no quiere
que su hija sea prostituida, sin embargo, a Carmen la atrae y le re-
sulta divertido entrar de copera en un prostíbulo. Cuando Carmen
relata su historia se ve que hay todo un trabajo de seducción por
parte del propietario de un prostíbulo que le envía una “emisaria”,
la invita a divertirse y luego le propone ser copera (véase capítulo 3).
La necesidad de reclutamiento emana de las personas, institucio-
nes, empresas, organizaciones, algunas con proyección internacional,
que viven de explotar a niñas, niños, mujeres, varones. Esas organi-
zaciones cubren una amplia gama, son más o menos encubiertas,
unas precarias y otras empresariales.
En el nivel de las organizaciones la inclusión de “nueva oferta”
puede obedecer a diversas políticas de reposición e incremento de
“planteles”.
En distintas entrevistas se repiten historias de “reclutamiento
forzoso” de niñas de 13 o 14 años. Tal vez una de las más crueles es
la historia de Nelly, que tiene actualmente 55 años. Cuando tenía
13 años y luego de quedar huérfana fue contactada por una mujer
que le propuso un trabajo. Ese mismo día la llevó a un prostíbulo
de otra ciudad donde se quedó varios años.

144
En uno de los expedientes judiciales sobre un prostíbulo de un
pequeño pueblo del sur del país, surge el modo en que son recluta-
das jóvenes, muchas de ellas menores de 18 años, provenientes de
Mendoza y de Córdoba, que luego son “internadas” en prostíbulos
de los cuales no pueden salir. Justamente este expediente se inicia
cuando una muchacha logra huir del hospital adonde las llevaban a
hacerse un análisis mensual: la chica toma un taxi, llega a la comi-
saría y hace la denuncia. Referencias sobre situaciones que podrían
describirse como de rapto o secuestro, se repiten en muchas entre-
vistas en todas las regiones. De tanto en tanto alguna situación es-
talla como escándalo en los medios de comunicación. Todos estos
casos ponen en evidencia la complicidad de médicos y equipos hos-
pitalarios que se limitan a hacer el chequeo sanitario; de vecinos,
proveedores, y por supuesto de los clientes, que hacen caso omiso
de las condiciones de vida de las personas prostituidas.
Los reclutadores más frecuentes son:
• Personas prostituidasdurante muchos años que, llegada cierta
edad, ganaron la confianza de sus proxenetas, y quedan a car-
go del control del prostíbulo o local. Esta modalidad se ha
observado en prostíbulos de mujeres y de varones. En los pri-
meros, es frecuente que las encargadas de locales (la mayoría
mujeres, que se prostituían y que “son confiables”), tengan la
doble función de controlar, hacer que se respeten las reglas y
también contribuir a mantener un plantel permanente. En
locales de prostitución masculina, esta función la cumplen
varones. Presentar una “nueva candidata” o un “nuevo candi-
dato” es una tarea que suele representar un ingreso extra.
• Cafishios: se trata de novios. Reclutan por “enamoramiento”
u ofrecen “protección”. Muy a menudo son los que interme-
dian con los dueños de prostíbulos, saunas, etc., ofreciendo
“su mercancía”.
• Modalidades más capitalista:s oficinas de reclutamiento (con

145
avisos más o menos encubiertos en diarios, etc.), agencias de
artistas, modelos, gimnasios, restaurantes, salas de juego.
• Grandes organizaciones con acción en el nivel internacional (trá -
fico internacional): ofertas más o menos encubiertas de trabajo
en otros países, combinadas con métodos coercitivos explícitos.
• Proxenetas: en la calle, y siempre que no sea parte del “gran
negocio” que es ese sector de la prostitución callejera que se
alimenta de mujeres traficadas, sino cuando se trata de peque-
ñas redes o de independientes, la forma más frecuente es el re-
clutamiento directo por parte del proxeneta. Ofrece vivienda,
“trabajo”, seguridad, incluso afecto y pertenencia social.
• Familia : madres, padres, hermanos u otros familiares pueden
funcionar como proxenetas.
• Boliches, discos, lugares de diversi:ónson lugares donde la
atracción es el ambiente, la calidad de vida, el alternar con el
lujo, el dinero, el baile, la “gente linda”, etc. Aquí también los
dueños de los lugares utilizan técnicas de seducción para con-
formar planteles de chicas o chicos que atraigan a la cliente-
la. Muy a menudo los jóvenes captados por proxenetas y “em-
presarios” de este “negocio” que en algunos casos está ligado
a otros se convierten también en pasadores de droga. El trato
no es necesariamente violento –aunque hay indicios de que
puede serlo– siempre que no se transgredan ciertas reglas.
• Amigas o amigos:que ya están prostituidos. Se ha detectado
un reclutamiento activo por parte de amistades que ya están
prostituidas, y que de maneras más o menos abiertas invitan,
alientan, intermedian con clientes y proxenetas.
• Clientes: que inducen a niñas y niños, muy pequeños. Se tra-
ta en muchos casos de niñas y niños que están en la calle ven-
diendo flores o limpiando vidrios, que reciben ofertas explí-
citas o son engañados.

146
Como complemento de este punto, y para ilustrar las afirmaciones
anteriores, adjuntamos fragmentos de entrevistas a niñas, niños y
adolescentes, así como también a algunas otras personas involucra-
das en prostitución, sobre las diferentes formas de reclutamiento y
los distintos tipos de reclutadores.

Referencias al reclutamiento en las entrevistas

Una de las formas es el reclutamiento directo por cliente:s

Unos hombres... [...] dicen vamos a dar una vuelta [...] no, andá vos, le sé
decir yo, porque no sé hacer esas cosas... aparte a mí me han enseñado que
esas cosas no se deben hacer todavía.
Sonia, 13 años

[refiriéndose a las nenas que están en la calle] le hacen propuesta,sle hacen


propuesta y bueno [...] ellos tienen que saber que los que trabajan en la
calle es por necesidad pero tampoco que se hagan en abus... a tienen 12, 13
años y la están invitando a que suban a los autos... a mí yo me he criado
en la calle [...] no les gusta largar una moneda [...] les gusta largar billete
para otra cosa... a una chica a una porque son pendejitas. [...] siempre
aparecían ellos y ellos te ofrecían un precio que vos valías para ello[...]
s yo
aceptaba y me iba con ellos. [...] en cualquier lado que estuviera oscuro
[...] el precio era 20 pesos [...] a veces hasta dos o tres pesos nos daban.
[...] Yo agarraba porque era droga.
Rita, 17 años

Este viejo, me decíavamos a hacer el amor... pero yo no fui… [...] le decía


a mi prima “vamo hacer el amor” después me lo dijo a mí, me decía te
doy monedas si venís, cuando nosotros lo veíamos él nos perseguía.
Elsa, 14 años

“¿Vos estás levantando?”, me dicun e chabón... “¿Levantando qué?” “Para ha-


cer plata”, me dice. Y yo le digo: “sí, claro”. Me llevó a su casa, tenía 10 años.
Pablo, 16 años

147
Me encontraba caminando solo por la peatonal (16 años tenía) y se me
acercó una persona y me dijo “¿querés ir a tomar un café a mi casa?” Inoc-en
temente fui a la casa y me pusieron videos... yo no entendía bien qué era
esto de cobrar, me daban lo que querían.
Tin, 20 años

s… con
Sí, los viejos te regalan fichas y te dicen vení y vos si querés vavoy
ellos, por diez pesos voy... Ahí a la plaza.
Fernando, 11 años

Reclutamiento por amigas o amigos

La primera vez fue en San Juan, queríamos salir y no teníamos plata [...]
el chico amigo mío los conoce a los hombres de la plaza. Paró el auto, su-
bimos, conversamos, muy buena onda el hombre [...] Y bueno, pasó [...]
a mí la amistad me llevó a esto.
Jorge, 18 años

Salí desde muy joven... sé lo que es la prostitución... sé todo, o sea no...


no es que no sepa lo que es... digamos prostitución, drogas... alcohol, fa-
so, todo... todo lo que se puede saber [...] no tenía dónde ir, me quería ir
de casa por caprichosa y bueno, me fui, me fui, tenía muchos problemas
y bueno encontré un amigo que me llevó con otro am,igmedio o como que
me lo levanté y de joda en joda, me mandé... y bueno me quedé [...] y
bueno ahí había un mundo de hombres que... no conocía a ninguno, y
bueno con la mayoría me acosté [...] ahí se vive mucho la prostitución.
Rita, 17 años

Necesitaba plata una vez, yo andaba llorando por la calle y decía cómo
consigo plata, me van a matar en mi casa, entonces ella [mi amiga] me di-
jo: “si querés conseguir plata tenés que hacer una cosa, pero yo te digo”,
me dijo ella, “si querés hacerla, hacéla, te van a pagar”, que salga con un
señor, pero tampoco ella me obligó, sólo me dijo que si quería salir con
ese señor que me iba a dar plata.
Natalia, 14 años

148
Desde los 14 años... empecé a salir a trabajar así... o sea... yo me paraba
con las pibas pero yo no quería trabajar me hacía la boluda y no trabaja-
ba porque tenía miedo... no miedo sino que no me animaba y después sa-
lí con uno que era cliente de ellas.
Andrea, 15 años

Otras personas que actúan como facilitadores son hermanas o her-


manos más grandes, primos y otros familiares:

Yo empecé a trabajar en la [...] a los 12. Y empecé a trabajar porque tra-


bajaba mi hermana, por eso, yo decía antes “cómo hacé esto” y yo vine y
empecé a trabajar porque todas estaban bien cambiadas.
Can Can, 15 años

Mi hermana trabajaba [...] la de 21.


Soledad, 14 años

Mi prima me llevó, primero a la calle me llevó al consultorio de un doc-


tor. Y ahí fue donde empecé.
María Natalia, 15 años

A menudo las niñas o adolescentes son reclutadas por sus novios o


parejas:

después pasaron unos tiempos él agarró y un día se le ocurrió que él no te-


nía plata y que yo tenía que... que ir a prestar... a dar mi cuerpo para que él
tuviera plata para poder ayudar a los padresy... [...] y... bueno... cuando
empecé... cuando andaba mal, así tenía problemas en la casa de mi mamá
me iba... por ejemplo faltaba algo en la casa de él o en mi casa yo ya tenía
que salir, porque a él no le gustaba que a mí me faltara nadaPero…
. pero,
él me mandaba a mí.
Valeria, 16 años

Mirá, al principio yo pedía monedas y vendía como siempre... Después


empecé a trabajar pero no porque yo quería, mi novio me dijo que te-

149
nía que trabajar porque él quería comprar pala para vender. Que tenía-
mos que hacer una inversión, los dos teníamos que invertir, él se ocupa-
ba de conseguir la merca, de hacer la transa y de venderla... pero... es-
te... a mí me tocaba la parte... este... de conseguir la plata [...] vino un
día y me dijo “mirá, tenés que ir con ese hombre, te lleva al hotel, vos
le hacés lo que él quiera, te dejás que te haga... así”. Y yo le dije: “¡ni lo-
ca! ¡Andá a trabajar vos si querés plata!” Yo nunca pensaba que era en
serio que él quería que yo haga esto... Entonces me pegó en la cara pe-
ro me pegó refuerte y me dijo que vaya y que no lo haga quedar mal que
él ya le había cobrado al tipo y que yo tenía que ir... Yo fui porque no
sabía qué hacer con... le decía que no, vos suponete, le decía que no, pe-
ro después yo tenía que estar con él, si no qué hacía así en la calle, sola
no me iba a quedar.
Sharon, 17 años

Se ha detectado la presencia de reclutadores profesionaleqs ue circu-


lan por la calle, ofreciendo a quienes pasan el ingreso a circuitos más
organizados, a través del vínculo con prostíbulos, saunas, whiske-
rías, etcétera.

Acá había hombres que venían a buscarme para trabajar, llevarme a traba-
jar... que me querían hacer el documento trucho, todo eso, pero no, por-
que para darle la mitad a ellos. Prefiero laburar acá sola y llevar plata a mi
casa. [...] Después vinieron más hombres:
–Sos mayor
–No –les digo y dice:
–Si sos mayor podés trabajar en una whiskería. –Y dice: –Mejor para vos.
Y le digo yo:
–¿Y cuánto me van a pagar?
Dice:
–La mitad para mí la mitad para vos.
Y no, yo no quería, no.
Jenny, 17 años

150
Bueno llegó un pendejo a la plaza me conoció, yo sabía que estaba en una
agencia, y que era socio de la dueña [...] me ofrecieron trabajar, no me
preguntaron la edad.
Eduardo, 16 años

Un testimonio recogido en la primera etapa de investigación refie-


re la situación en que una joven estudiante, mientras circulaba por
la calle Florida, con un diario bajo el brazo, lo que la confundía con
una joven buscando trabajo, es interceptada por un reclutador:

Se me acercó un tipo muy bien vestido, que me preguntó: “¿Sos del inte-
rior?”, y si buscaba trabajo. Terminamos en un café y ahí me di cuenta de
que lo que me estaba ofreciendo era un trabajo de puta.
Susana, operadora de un Programa del Consejo
Nacional del Menor y la Familia

En la prostitución organizada, muchas veces las que funcionan co-


mo reclutadoras son mujeres que están prostituidas:

Primero no me animaba, después entonces... le pedí ayuda a una chica, y


como ella andaba en la calle me ayudó, [...] una chica más grande que yo,
ahora tiene 32 años más o menos.
Karina, 16 años

Patri ofreció ubicarme, me dijo yo te ubico, y me llevó y yo le pagué y ella


arregló con el dueño.
Sharon, 17 años

Me dijo que yo no era como para arreglármelas sola, y vino con la nove-
dad de una casa en Avellaneda, y bueno me fui a ofrecerme, tenía 14 años.
Lorena, 19 años

Porque siempre te tiene que presentar un hombre. Esto es muy de mafio-


so, es decir, vos no podés conseguir chicas de fiolo, porque el fiolo habla
nada más que con hombres, no habla conmigo, porque para él hablar

151
conmigo es denigrante [...] qué pasa, si nosotras queremos trabajar en otra
parte, nos tiene que llevar un hombre, sea amigo o lo que sea, se tiene que
hacer pasar como marido para llevarnos a trabajar a otra parte.
Dueña de prostíbulo, 28 años

El tráfico de personas

Según Naciones Unidas, durante cuatro siglos de esclavitud 11 mi-


llones y medio de personas fueron reclutadas en África. Sólo en los
últimos 10 años más de 30 millones de mujeres y niñas fueron tra-
ficadas en y desde el Sudeste asiático.23
El tráfico de personas (para su explotación, cualquiera sea ésta)
es un delito reconocido desde larga data por la comunidad interna-
cional. La legislación internacional a lo largo del siglo ha ido avan-
zando en su reconocimiento. Hay sin embargo en muchas legisla-
ciones una distinción entre tráfico con prostitución forzada y no
forzada. Esta distinción es la que permite que muchas denuncias de
tráfico queden en nada por amenazas, coacción y violencia, y que
mujeres traficadas nieguen su condición. En primer lugar se reco-
noció el delito del tráfico internacional de mujeres menores con fi-
nes de explotación sexual. Desde el primer Acuerdo de la Sociedad
de las Naciones firmado en 1904, que buscaba evitar la trata de
blancas, el Convenio Internacional para la Represión de la Trata de
Blancas de 1910, sus modificaciones en 1921, 1933 y más tarde el
Convenio para la Represión de la Trata de Personas y la Explotación
de la Prostitución Ajena, aprobada en 1949 por las Naciones Uni-
das, hasta las más recientes convenciones internacionales hay avan-
ces importantes. Más recientemente la Convención sobre la Elimi-
nación de Todas las Formas de la Discriminación contra la Mujer,

23 Datos del New York Times, 25 de junio de 2000.

152
de 1979, los pactos de Derechos Humanos, la Convención contra
la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, La Convención sobre los
Derechos de los Niños y la Convención sobre la Eliminación de la
Violencia contra la Mujer, marcan importantes avances en la rede-
finición del concepto mismo de explotación sexual. De modo que
en esta última convención (ratificada por la Argentina) la prostitu-
ción es definida como una de las formas de violencia hacia las mu-
jeres. Aunque su definición mantiene la distinción señalada entre
prostitución forzada y no forzada.
Las denuncias periodísticas de tráfico son el resultado no tanto
de la magnitud que tiene este tráfico, sin duda enorme, sino de la
trascendencia que alcanzan en los medios algunos procesos judicia-
les. Procesos que son comunicados a la opinión pública en sus inicios
con gran espectacularidad, pero que suelen culminar con algunas re-
patriaciones y sin pruebas suficientes para condenar el proxenetis-
mo y el tráfico.
En los allanamientos de prostíbulos, cabarets, departamentos,
whiskerías, etc., en los que se ha constatado la presencia de extran-
jeras indocumentadas, siempre se ha encontrado un porcentaje de
menores de 18 años. Y por cierto, esto que es un dato que “compli-
ca” la situación de los empresarios-proxenetas-traficantes, no se sue-
le destacar en ninguna noticia como relevante, y cuando lo es no se
traduce necesariamente en condena judicial.
A continuación, se incluye información muy fragmentaria sobre
tráfico de manera separada. Aunque puede ser también una de las
formas de reclutamiento, lo trasciende…

El tráfico interno

Aunque reclutamiento y tráfico pueden estar relacionados, esto no


ocurre siempre. El reclutador puede ser quien inicia en la prostitu-

153
ción, pero no necesariamente un traficante. Un novio o cafishio,
una amiga, incluso una madre, un padre, una hermana, etc., pue-
den ser quienes inician a una niña que luego es incorporada a cir-
cuitos más organizados. Estos reclutadores (iniciales) no son gene-
ralmente traficantes.
Traficante es quien provee, intermedia y lucra al proveer mujeres
y niñas a prostíbulos y organizaciones más complejas, organizando
sus traslados de un lugar a otro, intermediando entre distintas orga-
nizaciones –cabarets, prostíbulos, saunas, etc.– de distintas localida-
des o provincias.
El traficante puede traficar niñas o mujeres que han sido prosti-
tuidas o bien ser un reclutador que con engaño o seducción intro-
duce en la prostitución a niñas o adultas.
El ejemplo más difundido, pero no el único, es el traficante in-
ternacional, ya sea que trafique personas de países limítrofes o de
países lejanos.
En el trabajo de campo, en noticias periodísticas, en expedientes
judiciales, se encuentran numerosos testimonios de este permanen-
te tráfico de zonas rurales a urbanas y viceversa, del norte al sur, de
una localidad a otra, bajo “sistema de plazas”24 u otras modalidades.
La rotación de mujeres y niñas prostituidas contribuye a la diná-
mica del negocio de la prostitución, al ampliar la masa de personas
explotadas, incorporar chicas “nuevas y frescas”, o con característi-
cas distintas.
Es evidente que el tráfico se mueve al compás de una demanda
incesante, continuada. Factores tales como el envejecimiento y las
enfermedades y otras defecciones de las mujeres prostituidas, la ne-
cesidad de renovar planteles y ofrecer lo mejor, justifican una movi-

24 Se trata de estadías temporarias de 15 días o más: las personas prostituidas


rotan de una región o ciudad a otras.

154
lidad constante y fuera de las fronteras del país e incluye a niñas y
adolescentes.
A continuación transcribimos fragmentos de entrevistas, fragmen-
tos de noticias aparecidas en distintos medios gráficos y fragmentos
de expedientes judiciales de distintos lugares del país que dan cuen-
ta de la existencia de circuitos de tráfico interno.

Fragmentos de entrevistas

Me dijo si quería trabajar en un cabaret en [Corrientes] y le dije que no,


porque ahí sí o sí te sacan el 100 % de tu plata... vas a estar bien, vas a es-
tar bien bañadita; yo le digo, yo todas las mañanas me baño, y ¿para qué
quiero ir allí? ¿Para que me saquen mi plata? Ponéle que cobren 30 o 40
pesos, ellos te sacan 20 para ellos y 20 para vos, si no, 30 para ellos y 10
para vos, te están cobrando la pieza, el hospedaje, todo eso, le digo, den-
me nomás, yo no pienso irme a ningún lado.
Soledad, 17 años

Ellos vienen ahí donde estamos y nos preguntan si queremos ir a... Río
Negro, el otro día vino un auto negro y nos preguntó si queríamos ir a
Río Negro a laburar allá, entonces nosotros le dijimos que no, que de acá
no queríamos salir, entonces nos preguntó adonde podía encontrar chicas,
nosotros los mandamos al centro, es la única forma que podían encontrar
chicas como ellos quieren. Aparte ellos buscaban chicas que sean solas,
que no tengan familia, y que estén en buen estado su cuerpo.
Adulta prostituida

Una señora rubia que ahora no sé dónde está, el otro día llegó y nos
ofreció venir a buscarnos. Ella sacaba un tanto por ciento y un tanto
por ciento nos daba a nosotros... Esta señora está trayendo chicas de
Córdoba, hay chicas de Córdoba, de Formosa y de Buenos Aires. Tres
chicas y tenían que venir tres chicas más, una de Jujuy, de Mendoza y
de otra parte, no sé de dónde. Vino exclusivamente, paró ahí y nos es-
taba explicando.
Adulta prostituida

155
Chicas del norte que van al sur, que trafican con chicas... sin ir más lejos...
se escaparon... la llevaron a La Rioja, estaban listas para llevarlas a Panamá.
Adulta prostituida

La semana que viene vienen dos chicas de Santa Fe, van a vivir acá, son las
que hacen plaza, están 15 días acá, 15 días en otro lado y se van para otro
lado, la plaza son quince días... aunque a veces están 20 días, o un mes.
Informante, cuidador de prostíbulo

Pero parece que todo estaba escrito. [Cuando tenía 13 años] una señora
conocida me pidió que la acompañara a la casa de una cuñada y caminan-
do por la calle una chica que conocía me llama y me dice que estaba tra-
bajando en el barrio... donde estaban las casas de tolerancia, que le llama-
ban.[...] Esa chica me presentó a una señora, que me dijo que tenía una
pensión en el interior de la provincia y me ofrecía trabajo. Como yo me
quería ir, pensé que era la oportunidad. Viajamos enseguida, nos queda-
mos en… [mención de ciudad cercana] un par de días, porque no tenía-
mos combinación. Después me di cuenta de que el apuro de la señora por
sacarme era porque con todo lo que me pasaba tenía que agarrarme en ese
momento para que no me arrepintiera.
Bueno, a los dos o tres días llegamos al pueblo y caminamos hacia la pen-
sión. Pero, fijate las casualidades, cuando estábamos llegando me encuentro
con un gendarme que había sido vecino de mis padres. Nos saludamos y le
conté lo que me había pasado y que estaba allí por trabajo. Pero él sabía que
eso no era una pensión. Me lo dijo y me pidió que pensara bien lo que es-
taba haciendo. Pero yo ya estaba decidida, además no tenía otra salida. Nos
despedimos llorando y me instalé en el lugar. Entonces me dijeron cómo era
el trabajo y comprendí que estaba en un prostíbulo. Ya me dieron docu-
mentos falsos, que me sacaron de apuro, así empezó esta nueva vida. Muy
dura, durísima, imposible de aguantarla si no estás preparada. A mí no me
quedaba otra. Era solamente una salida para mi situación de huérfana.
Nelly, 55 años

Notas de diarios
Los fiolos se contactaban con muchachas de la zona [con referencia a lo-
calidades de la provincia] a quienes traían a esta capital engañadas con

156
propuestas laborales atractivas. Una vez bajo el control de la banda, las
muchachas eran encerradas en cuartuchos mugrientos y con amenazas de
muerte eran obligadas a ejercer la prostitución.
Diario Río Negro, 6-2-1996

N y P fueron detenidos por el secuestro de la joven [...] de 18 años, a


quien fueron a buscar a una chacra de Mendoza para trabajar en esta ca-
pital como empleada doméstica. Cuando llegó a esta ciudad fue obligada
a prostituirse.
Diario Río Negro, 8-2-1996

Confirman en Santa Cruz que chicas del Chaco fueron llevadas para ejer-
cer la prostitución, dice el titular del diario Norte de Resistencia, del jue-
ves 28 de mayo de 1995. En esa noticia se informa sobre varias situacio-
nes, entre ellas, el caso de dos hermanitas menores de edad que habrían
llegado a Río Gallegos [...] engañadas y dedicadas a la prostitución. Dos
menores de 17 y 14 años fueron víctimas de una red de prostitución. Las
jóvenes residentes en Barranqueras fueron engañadas y trasladadas al sur
del país para trabajar en el negocio del sexo. Un acto riesgoso de una de
ellas permitió poner al descubierto la maniobra.
El Diario, Resistencia, 8-6-1998

Fragmento de un expediente judicial

La compareciente es de la ciudad de Mendoza y hace 15 días se presentó


en su domicilio particular una persona que se identificó como [...] al co-
mando de una cupé Fuego [...] diciéndole a sus padres que la dejaran ve-
nir a esta localidad en donde la compareciente trabajaría en una sandwi-
chería de moza, que iba a estar bien, además era un trabajo decente y que
era por el término de un mes [...] y así fue que decidió venirse [...] que
también venía otra chica [...] Que una vez en esta localidad cambió todo,
es decir la privaron de la libertad, le expresaron que no podía salir del lo-
cal, que no podía tener amigos ni novio y que venía a hacer plata y no a
hacerse la novia. Esa noche fue el infierno porque se encontraba desam-
parada y que el lugar de trabajo en realidad era una sandwichería disfra-
zada, ya que debía alternar con los clientes, que además la obligaban al

157
igual que las otras chicas que trabajan allí a realizar pases, es decir mante-
ner relaciones sexuales por dinero.
Expediente judicial, provincia de Neuquén, 1994

El tráfico internacional

La presencia de mujeres centroamericanas no pasa desapercibida en


una ciudad como Buenos Aires: a la noche, y en las zonas de con-
centración de prostitución, hay mujeres paradas en las esquinas,
muchas de ellas negras, mulatas; varias en cada parada, conversan-
do entre ellas. En general visten pantalones ajustados, remeras cor-
tas de colores brillantes, zapatos de enormes tacos. Algunas tienen
el pelo largo con trencitas, otras melenas cortas. Ninguna dice su
edad. Al observarlas no cabe duda de que algunas no alcanzan los
21 años, ni siquiera los 18.
De las conversaciones, en general breves y fragmentarias, que se
han podido establecer con ellas, surge que han venido atraídas por
trabajos muy bien remunerados. En algunos casos no se ocultaba
que se trataba de prostitución, todas vinieron engañadas en relación
con lo que podían ganar y las condiciones en que debían vivir.
Muchas otras adolescentes y jóvenes fueron engañadas, chanta-
jeadas, sin documentos y sin dinero viven recluidas y atemorizadas
y son obligadas a prostituirse. En algunos contactos realizados du-
rante el trabajo de campo, en general en las calles, casi todas se ne-
gaban a hablar (por temor, porque están controladas). Por otra par-
te, era muy difícil que dijeran sus edades verdaderas.
En algunas recorridas por algunas de las “zonas” de la ciudad de
Buenos Aires, cuando integrantes del equipo de investigación se
acercaban a mujeres negras y mulatas, claramente de origen cen-
troamericano, observaron los estrictos controles a los que eran so-
metidas y la expresa orden de “no hablar con personas extrañas”.

158
Sus expresiones de miedo se completaban con la cercanía de quie-
nes las “controlan”, que en algunas ocasiones se acercaron en forma
amenazante. Es ilustrativo el siguiente fragmento de las “Notas del
trabajo de campo” de Buenos Aires, diciembre de 1998:

En la esquina de una de las zonas de la ciudad de Buenos Aires está para-


da una chica muy jovencita. Me acerco y le pregunto el nombre, me con-
testa que se llama M. Empiezo a contarle lo que estamos haciendo, le di-
go que me gustaría que me cuente algo sobre ella, sobre su vida. Se queda
callada, pero me mira fijamente, como no se mueve del lugar le sigo ha-
blando, mientras la observo mejor. Se trata de una mujer joven, no pue-
do precisar la edad, es muy oscura, casi negra, tiene el pelo recogido en la
nuca, su cara es ancha de pómulos marcados. No es muy alta, parece muy
flaca y como la mayoría de las dominicanas, por lo menos las que están
en esa cuadra, viste de negro, pantalones y una remera corta y lleva unos
zapatos altísimos. Tal vez porque estaba verdaderamente concentrada en
mi monólogo no me di cuenta de que se acercaba un hombre, creo que
M. tampoco porque dio un salto cuando lo vio. El hombre que se acercó
era joven, más o menos de mi altura y morocho, no tenía acento de ex-
tranjero, lo más probable es que fuera de aquí.
Me tomó con mucha fuerza por el brazo y me preguntó quién era, qué
quería. En un primer momento le respondí con la mayor autoridad posi-
ble que me soltara el brazo inmediatamente, cosa que el hombre hizo.
Una vez que me soltó le dije que se retirara, que estaba molestando: me
preguntó nuevamente quién era y yo le respondí con la misma pregunta.
Entonces me empujó contra la puerta de una casa, creo que abandonada,
y me dijo que no molestara a la chica, que no podía hablar con ella. Yo
volví a intentar una respuesta con autoridad y le dije esta vez casi a los gri-
tos que el que estaba molestando era él y que se retirara, que iba a llamar
a la policía; finalmente me soltó, yo no quería irme así no más, entonces
intenté acercarme a la chica y le dije que si quería podía venirse conmigo,
pero este hombre se interpuso rápidamente y se la llevó de un brazo sin
mayores resistencias.

El tráfico no es un fenómeno reciente. En la época de la prostitución


reglamentada en el país, desde 1874 a 1936, se importaban europeas;

159
los que van cambiando son los circuitos. Tampoco son un fenómeno
reciente las dificultades para desarmar las redes. Algunas denuncias
judiciales abren larguísimos procesos, cuyo resultado muchas veces
queda en aguas de borraja.

Breves diálogos en la calle:

Diálogo 1

–¿Y cómo se te ocurrió venir?


–No, es que allá conocíamos que en este país se podía trabajar, y me vine,
así no más me vine, me tomé el avión y me vine, pero ya me vuelvo, cuan-
do junte la plata que necesito me vuelvo.
–¿Podés juntar plata acá?
–No...
María, dominicana

Mientras conversamos mira para atrás muy nerviosa. En un momento


aparentemente alguien le hace una seña, ella misma asiente con la cabeza
y dice: “No voy a hablar más yo, no puedo”. Y sale corriendo.

Diálogo 2

–¿Viniste por las tuyas o alguien te trajo?


–Me vine por mi propia cuenta.
–¿Sola o con otras chicas?
–Sola.
–¿Cómo se te ocurrió?
–Qué sé yo, no sé.
–¿Pensabas que aquí podías trabajar?
–Sí, claro, una se viene por la ilusión [...]
–¿Dónde trabajabas antes?
–Trabajaba en una casa, no querían pagarme, no tenía papeles. ¿Viste có-
mo se burlan de una aquí?... Es por esto que una está obligada a hacer es-
to, una sale de su país, sale a trabajar a otro país, entonces te tienen dos o
tres meses metida en una casa, por ahí y como no tenés documentos no

160
te quieren pagar... Entonces a nosotras nos obligan a... como no tenemos
documentos, a hacer esto, no es porque nos gusta ni nada. Yo digo, cuan-
do tenga mi plata que pague mis compromisos que hice para venir acá, y
tenga mi pasaje, me voy. No me voy a quedar esclava yo acá...
–Y ¿cómo te va? ¿Se gana plata?
–No se hace nada, está mal.
–¿Cuánto cobrás por cliente?
–Treinta, depende, pero más o menos treinta.
–¿Cuántos clientes tenés por noche?
–A veces ninguno.
–¿Vos pediste plata prestada para venirte?
–Sí.
Con la voz muy angustiada:
–Para comprar el pasaje y la visa y el pasaporte le pedí plata al banco, le
di mi casa al banco y me dio la plata.
–Contános de dónde sos.
–Yo soy dominicana.
–¿Cómo viniste para acá?
–Vine en avión, buscando un porvenir, pero me ha tratado muy mal la
Argentina. Fíjate que hemos tenido que tener un trabajo que verdadera-
mente no es considerado para nada, por nada.
–¿Cómo se te ocurrió venir?
–Y... me habían comentado que acá se podía vivir mejor, una porque es
liberal esto acá, a nadie lo prohíben nada y eso es muy importante porque
mi país tiene más muertos que vivos por hablar... y eso...
–Y ¿viniste sola?
–No, un montón venimos.
–¿Cuántas?
–No, no tengo idea. Cuando vine, fui a Rosario, empecé a buscar trabajo
y no encontré, porque no tengo documentos, y porque no hay, ni para los
argentinos hay trabajo, te imaginas para una que no es argentina.
–¿Y no tuviste problema para entrar al país?
–No, yo entré como turista, con la visa, el pasaporte, todo.
–¿Cómo se te ocurrió venir a trabajar a la calle?
–Para mí... qué sé yo... no sé, no, no sé.
–¿Te trajo alguna amiga?
–No, no sé.

161
–¿Siempre trabajaste en la calle?
–Sí.
–¿Y? ¿cómo te va?
–No es ni bueno ni malo [...]
–¿Y en tu país trabajabas?
–No, de esto no, trabajaba de otras cosas. Porque en mi país trabajo hay,
pero lo que pasa es que la plata no rinde, se gana poco.
–¿Hay otras chicas, así o más chicas?
–Sí, si vos caminás hay varias chicas en cada esquina ¿no ves? Nosotras no
sabemos ni la edad ni siquiera el nombre verdadero, bueno nos vamos...
R., dominicana

Notas de campo: En una esquina nos llama la atención una chica


muy joven, se trata de una mulata clara, de trenzas largas, muy lin-
da, con unos ojos hermosos, toda vestida de blanco, con un enteri-
to de lycra super ajustado, muy llamativa, no debe tener más de 16
años. Nos acercamos y le preguntamos si la podíamos entrevistar, al
lado está otra chica también extranjera, bajita y notablemente desa-
ventajada al lado de la otra. La más linda dice que se llama Cecilia
y con una inmensa sonrisa nos dice que es imposible, que hablar no
puede, que tal vez en otro momento. Se acerca una mujer grande,
muy arreglada, pareciera que es quien las está controlando. La mu-
jer se acerca y ni nos registra, le advierte a las otras dos que no ha-
blen, que ya saben lo que pasa, el lío que se arma, después salen en
todos los diarios, nadie puede trabajar tranquila y una larga letanía
en este sentido. Fue imposible hablar con ella, ni siquiera nos mira-
ba, le hablábamos y no nos registraba.

Algunos ejemplos recientes

El intenso tráfico de mujeres centroamericanas dio lugar a un pro-


cedimiento que involucró a 100 mujeres, según una noticia apare-
cida el lunes 21 de diciembre de 1998, en el diario Página/12.

162
Un centenar de mujeres extranjeras que eran obligadas a ejercer la prosti -
tución fueron liberadas por la Policía Bonaerense, en dos procedimientos
contra las organizaciones de tratantes de blancas, realizados en Necochea
y Tandil (dos ciudades de la Provincia de Buenos Aires) en el que fueron
detenidas 9 personas. En los operativos, realizados en la madrugada del sá-
bado en 22 locales nocturnos, se secuestraron, además, armas de guerra y
drogas, según informaron fuentes policiales.
En Necochea, a 150 km de Mar del Plata, fueron detenidas 3 personas
que tenían en su poder 200 gramos de cocaína, otras dos acusadas de fa-
cilitación de la prostitución y dos más de portación de armas. En los ca-
barets y whiskerías allanados se detectó la presencia de 60 mujeres domi-
nicanas que se encontraban ilegalmente en la Argentina y que eran
obligadas a ejercer la prostitución. También se encontraban siete argenti-
nas, tres uruguayas, una brasileña y un travesti chileno.
En forma paralela, se realizó un procedimiento en Tandil, donde fue-
ron detenidos dos hombres que tenían en su poder 250 gramos de mari-
huana, tres armas de guerra. En uno de los locales fue descubierta una
adolescente que trabajaba como mesera, por lo que se inició una causa por
corrupción de menores. En este procedimiento también se rescataron 38
mujeres, oriundas de Puerto Rico, Venezuela y Colombia, a las que tam-
bién se obligaba a ejercer la prostitución. Las mujeres indocumentadas
fueron puestas a disposición de Migraciones para devolverlas a su país de
origen.

En el marco de este mismo proceso judicial ya se han realizado mu-


chos otros allanamientos. Y la constante es la identificación de un
número importante de extranjeras traficadas, entre las que siempre
se encuentran algunas que no han cumplido aún los 18 años.
Más recientemente, en julio de 2000, el allanamiento de tres
prostíbulos en la Provincia de Buenos Aires, en el que fueron “res-
catadas” 200 jóvenes, entre las que hay varias de entre 13 y 18
años, muchas de ellas campesinas (informe de Telenoche), repre-
senta la punta del iceberg de una realidad que involucra a miles de
mujeres y niñas y que cuenta con la complicidad de toda la socie-
dad: no sólo de la clase política y de la policía, como se evidenció

163
en este caso, sino también de los miles de clientes que circulan por
esos prostíbulos.25
Tanto en el caso del tráfico nacional como del internacional, es
evidente que existen articulaciones entre redes –probablemente
muy diversas–, pero que dan cuenta del nivel de organización, que
requiere métodos muy específicos de captación y reclutamiento. Al
mismo tiempo que el volumen de personas que son traficadas indi-
ca múltiples complicidades ya que se deben sortear muchas trabas
formales (en el caso de menores de edad, trabas inmigratorias, au-
torizaciones, etcétera).
Aunque muchas de las mujeres y jóvenes traficadas sepan que
vienen a prostituirse, en el caso de “menores de edad”, se trata de
un tráfico doblemente ilegal. El hecho de que algunas personas,
adultas y menores, hayan venido sabiendo que se trataba de prosti-
tución no invalida la existencia de los delitos: proxenetismo y trata
de personas. Y por otra parte hay también suficiente evidencia acer-
ca de que muchas de ellas no sabían a qué venían.

25 Página/12, 6 de julio de 2000.

164
9. Los clientes

Son tipos comunes, como cualquiera, hay de todo, de 20, de 30 de 50/ hay
tipos que les gusta atarte, pegarte, que les pegues/ los que no pueden aca-
bar, los que se drogan mucho/ tipos casados, abuelos/ hoy de 10 clientes, 8
se drogan/ algunos les gusta los chicos, las chiquitas/ yo sé de tipos que se
van a las villas y se hacen traer pibitos de 5, de 6/ tienen guita, se les nota.
Autos más o menos nuevos, ropa buena, no son unos tirados/ cuando ves
un guachito que está bueno, te acercás, le ofreces unas fichas, y si las agarra,
ya está, está en la transa/ yo los elijo por el culo, que tengan buen culito/ a
mí me gustan de 11, 12, ni muy, muy, ni tan tan/ van milicos, van viejos,
casi siempre gente de plata, una vez fue un diputado/ clientes son todos vie-
jos, putos que no ligan/ si ves un tipo grande de saco y corbata con un pen-
dejo hay guita de por medio, seguro/había un tipo que era muy bruto, muy
bruto, te pegaba, te agarraba del cogote, a una de las chicas casi la ahoga/
además estaban los amigos, porque no se les cobraba, el comisario...
Collage de frases de las entrevistas

A pesar de la incidencia fundamental de la demanda, una de las pa-


radojas de los discursos sobre la prostitución –en los discursos ins-
titucionales y sociales– es la ausencia de los clientes. Si aparecen lo
hacen de modo incidental y accesorio. A modo de ejemplo, cabe
consignar que de un total de 450 noticias periodísticas que se reco-

165
lectaron en el desarrollo de esta investigación, sólo dos se refieren
especifícamente a los clientes. Una de El Diario de Madryn, del 11
de marzo de 1999, firmada por Nadia Güizo titulada “Hay que de-
nunciar a los clientes adultos”, en la que la Subsecretaría de Desa-
rrollo Humano y Familia dice que “se necesita poner atención en los
clientes adultos que si no fueran a buscar sus servicios [de las niñas
y niños] no estaríamos hablando de prostitución”. La segunda, del
diario del Chaco, Norte, del 20 de diciembre de 1998, es un artícu-
lo firmado por Teresita Benítez, titulado “Los clientes”, que hace
apreciaciones acerca de la sexualidad masculina y la prostitución.
Las mismas características se reiteran en las entrevistas realizadas
a integrantes de instituciones, e incluso entre quienes son prostitui-
dos. Como si los clientes sólo fueran receptores pasivos, un produc-
to de la “oferta”. Se invierte de este modo y se oculta así el rol fund- a
mental, protagónico, de la demanda.
Por otra parte, la información recogida no permite trazar un per-
fil de “cliente”, al menos desde un punto de vista sociológico: hay
jóvenes, no tan jóvenes, personas mayores, heterosexuales, homo-
sexuales, médicos, dentistas, arquitectos, psicólogos, abogados, jue-
ces, policías, obreros, estudiantes, patrones, empleados, artistas, em-
presarios, solteros, casados, solitarios o en grupos, etcétera.
En las escasas entrevistas (seis) que se han podido realizar a clien-
tes, éstos reprochan a quienes son prostituidos interesarse sólo por
el dinero, ser insensibles e inconmovibles, no sentir nada, o por el
contrario gozar y además cobrar por ello. (Ya en Quevedo y Mora-
tín, entre otros autores españoles de hace unos siglos, se encuentran
esos reproches a las mujeres prostituidas, y ninguno a los clientes,
quienes, como dice Sor Juana Inés de la Cruz, son la causa de aque-
llo que reprochan.)
Se transcribe a continuación información procedente de las en-
trevistas a chicas y chicos de todas las regiones que dan cuenta del
papel de reclutador inicial que puede tener el cliente.

166
El cliente como reclutador

Porque nosotros sabemos lo que queremos, entonces ellos buscanlas cria-


turas, 15, 16, 17 años como él ¿me entendés? que le pueden envolver fácil-
mente.
Freddy, 18 años

A mí sí me preguntaronpor menores... si conozco chicas... que trabajen


así, pero piden así de 12 o 13 años, de 15.
Vicky

En la terminal hace muchos años también me ofrecían plata para irme a


acostar con los hombres [...] hace un siglo atrás por lo menos, ya hace sie-
te años atrás.
Sebastián, 17 años

,
Uno no puede tener la caradurezporque yo vi la primera vez que vine a la
plaza... tener la caradurez de sacar un menor, sobornarlo, para que tenga er -
laciones con él.
Edgardo, 15 años

Hay que piden de 12 o 13 años [...] me preguntan si yo tengo hm erana y


todo eso, me dicen “¿por qué no la traes?” No, yo a mi hermana no la
voy sacar, y a veces me enojo y me dicen: “¿Por qué, si ellas van a tener
su plata?”
Soledad

¿Quiénes son?

En general son hombres casados, hay gente que vienen exclusivamente y


que te hablan, te hablan...
Carolina, 25 años

Abogados, policías, arquitectos... gente que trabaja... no va ninguno en


bicicleta ni en un carro a levantar; todos van en coche y muy buenos co-
ches se distingue la clase social de la gente que va a buscar... hay unos que

167
son eternos son siempre... siempre llega alguien... siempre llegan nuevos,
sabés qué pasa, quieren probar y bueno... eso como que va disminuyendo
y va aumentando... me entendés.
Corcho, 29 años

Algunos son muy asquerosos, algunos son buenos, hay de todo, viejos, jó-
venes, de toda edad, viene en el auto [...] algunos van caminando, algu-
nos parecen señores, pero no lo son, pero no son todos mariquitas, pero
te das cuenta por cómo caminan por la calle, por la forma de mirar a la
gente, camina muy despacio, cuando están buscando un chico caminan
más despacio.
Hernán, 16 años

Yo no sabía que a los tipos les gustan así... pibitas. Pero les gusta porque
no les pagan nada, se las llevan y les dan unas monedas lo mismo que pa-
ra abrir la puerta o para comprarles una pavadita, los tipos que venden co-
mida y así son los peores, porque le dan a las pibitas comida, no te creas
que una comida especial, nada, lo que les sobra pero en vez de dársela así
nomás como hacen algunos, no, hay unos que se aprovechan y se llevan a
los pibitos y a las nenitas... [...] Un tipo que trabajaba en la panchería que
salía conmigo, me llevaba atrás al negocio y me decía que yo le salía muy
caro porque tenía que pagarle al Ariel... en cambio él podía tener a cual-
quiera de las pibitas por un pancho, pero a mí me tenía que pagar [...] lo
que más se hace así con estos tipos en la calle, lo que más hacen con las
pibitas es que les chupen, es lo que más sale, lo que más se hace, es lo más
rápido y lo más barato... lo tipos quieren eso [...].. Lo que pasa que una
piba a esa edad si nadie le dice la posta no entiende nada... la piba tiene
diez, es rechiquita [...] el tipo se calienta con la pendejita, no me pregun-
tes por qué pero se calienta, no con un minón, se calienta con la pendeji-
ta, el tipo le da unas monedas, la piba le agarra el pito, por ahí se lo chu-
pa, le hace la paja, así el tipo se arregla, ¿entendés? No se hace problema
con nada, él no le puso la mano encima, ¿quién va a decir que le puso la
mano? ¿Eh? No le arranca un pedazo... la cosa queda así, un día una, otro
día un pibe y el chabón piensa que le da una mano ¿entendés? Es el bue-
no que le ayuda a los pibitos de la calle.
Sharon, 17 años

168
Muchos trabajan en casa de gobierno, en la cámara de diputados, son in-
genieros, empresarios, son electricistas... hay miles de cosas... [...] todos en
auto... y son todos los que pisan fuerte, vamos a decir... [...] hombres de
edad... [...] sí, hasta hay de 60 años, hasta hay de 71. [...] Jóvenes no pa-
san tanto... hasta ahora... más los viejos. Los hombres de edad, de 40, 50
y ahí la llevamos, jóvenes no hay casi.
Marisa

Los clientes que yo tengo son todos del interior, uno es de Saénz Peña,
otro es de Plaza y de La Escondida, y un hombre es de acá. [...] Uno es
empresario, el otro trabaja en vialidad, el hombre de acá es viajante, bah,
levanta pedido, el otro hombre que sabe venir y me paga bien es de la em-
presa de acá de Sancor y otros dos son viajantes. O de Formosa, los car-
niceros de Formosa también.
Karina

Fijos, fieles, buscan a esa misma persona, y si esa persona no está, bueno,
se va o viene más tarde o vienen otro día, ¿viste? Pero suelen ser fijos los
clientes.
Gustavo

En la calle hay mucha gente atrevida... esos hombres [...] A los viejos les
gustan las pendejas... te empiezan a decir cosas, te empiezan a parlar...
ellos dicen... la más grande no, la más chica.
Sonia, 13 años

La mayoría son mayores de 35 y 40, o sea que si te ligás uno de 35 estás


de suerte.
Eduardo, 16 años

Yo tengo un par de personas que conozco, y hace como cuatro, cinco años
que los conozco, ellos son casados y gente con mucha plata [...] por ejem-
plo él se ha hecho amigo de todas las amigas que yo tengo y todas van ahí
y él sale con ellas, porque son chiquitas, porque él dice que no están tan
pasadas como las mujeres grandes. Tienen 13, 16, 14, 15.
Nora, 16 años

169
Viejos con plata [...] 50 para arriba, 60, gente que no puede ¿cómo te pue-
do decir…? Levantarse una mina.
17 años

Hombres de 50, 60 años, 70.


Jésica, 17 años

El perfil del cliente varía, puede ser un cliente joven, puede ser un clien-
te viejo.
Tin, 20 años

Ellos todos tipos que... sabiendo que pueden tener mujeres para ellos so-
los, las que quieran, cómo pueden ir a buscar una chica de 13, 14 años,
15, eso es lo que me impresionó, ver a [...] ver a mucha gente, como ser
[...] una vez vi al doctor [...], también lo vi a [...], también lo vi a todos
ellos, me impresionó bastante, una gente así... Porque viste esos jueces,
que están ahí con las menores, que esto que el otro, como pueden ir a bus-
car... Yo a [...] lo conozco mucho [...] Yo cuando lo vi, me dijo:
–Qué hacés vos acá.
–Usted qué hace acá.
–Vos qué hacés acá.
–Yo soy cocinera –le digo, –y usted qué hace acá.
–No, vengo a acompañar a mis amigos a tomar un trago.
–Ah, bueno, le digo, que lo disfrute, bueno, bueno.
Agarró y llamó a una de las chicas, o las chicas fueron se presentaron se
las llevó en el auto. Le digo:
–Adónde van.
Me dicen las chicas:
–No, vamos a comprar cigarrillos.
–Vení en veinte minutos –le digo.
–Bueno –me dice. O sea que... se las llevaba.
Paula, 13 años

Supervisor de [...], vive en pleno centro, o tiene un departamentito en


pleno centr o. [...] El dueño de un cabaret […] que es el mismo dueño
de... esperá que me acuerde... dos o tres lugares más... el mismo que está
ahí, es bastante jodido con las menores, le gustan las menores, a pesar de

170
que trabajan con minas, con mujeres grandes... le gustan más las meno-
res, son más pervertidos, digamos. [...] El jefe de... este... ¿cómo se llama?
Siempre me olvido el apellido... los... los dos hermanos, este [...] quién
más... nunca dejó, por más que hayan dicho que se le cayó el negocio,
nunca dejó de trabajar... adentro de la cárcel tenía un teléfono, estaba el
socio. [...], la mujer y [...] los dos, los dos... el ex comisario... que también
trabaja para uno que no sé... para quién es que trabaja... después este...
quién más, no sé, son muchos... o sea son muchos, digamos los capos.
Vany, 17 años

X. y N. sacan y meten cuando quieren a la gente, hacen lo que quieren,


arruinan causas importantísimas, siempre que se les deba un favor, siem-
pre lo van a hacer. Vos date cuenta que yo con todas las cagadas que me
mandé nunca me pudieron meter adentro, ni siquiera mandarme a un
consejo tutelar, o alguna cosa de esas, nada, nada, absolutamente nada, no
pudieron tocarme.
Vany, 17 años

Sí, lo que pasa... bueno, a mí ese hombre [se refiere al juez] siempre me
gustó, fue una de las personas que yo salí que más me gustó estar con él,
a pesar de que me daba miedo por saber lo que era. [...] Pero, fuera de eso
para mí él fue siempre una excelente persona.
Valeria, 16 años

Policías, uno de los grandes que conozco es un ex comisario.


Vany, 17 años

171
Parte IV
10. Los contextos. Poder sexual,
económico y generacional

Las relaciones de género. Sometimiento y patriarcado

El abuso sexual infantil y la prostitución infantil tienen una misma


matriz: el poder adulto y además sexista, ya que la demanda es en
su abrumadora mayoría masculina.
En el mundo prostibulario las mujeres que “hacen carrera” funcio-
nan fundamentalmente como intermediarias de la satisfacción del de-
seo masculino. Pueden tener un papel activo en los procesos de some-
timiento de niñas y niños al poder sexual masculino adulto. Muchas
veces, son las mujeres las que introducen a las niñas en el mundo
prostibulario, enseñan “cómo comportarse”, regentean prostíbulos,
“cuidan” la excelencia del “servicio”, además de la mayor parte de los
servicios subsidiarios: limpieza, cuidado personal (depiladoras, pelu-
queras), cocineras, etc. Pero generalmente sólo median entre el poder
adulto masculino y las niñas.
En algunas entrevistas, se advierte cómo han introyectado el des-
precio de su condición de mujeres.

A ella [refiriéndose a una niña que ella misma llevó a un prostíbulo cuan-
do tenía 13 años] le pasó casi lo mismo que a mí, no lo mismo, es distin-
to, pero casi igual. La vida es una mierda para las mujeres, es una mierda.

175
Siempre digo que suerte que tengo varones, van a sufrir menos, los hom-
bres sufren menos.
Patri, 33 años

Patri fue introducida ella misma en un prostíbulo a esa misma edad,


13 años, y ahora, 20 años después, aún continúa siendo prostitui-
da, sólo que ha logrado un pequeño ascenso y obtiene réditos pecu-
niarios cada vez que recomienda una nueva “candidata”, o por cui-
dar que todo funcione bien en el sauna, se respeten las “buenas
maneras” con los clientes, y otras tareas auxiliares.
Las mujeres cumplen un papel de intermediación o soporte del
poder masculino en la reproducción de un orden sexual y genera-
cional jerarquizado.
Los niños varones son introducidos, a menudo, por otros varo-
nes mayores que ellos.
En algunos sectores, como por ejemplo en el de los chicos de la ca-
lle (véase Punto 5, La prostitución en la calle), las relaciones que se es-
tablecen entre las niñas y niños muestran cómo se instauran relacio-
nes de explotación –donde el proxenetismo siempre es asumido por
los varones–. La dominación masculina se instaura tempranamente.
También en algunas ocasiones, aunque más raramente, los varones se
convierten en proxenetas de otros varones, cuando hay una diferen-
cia muy grande de edad, o se establecen relaciones de dependencia.
Pero –al menos es lo que se ha observado–, en líneas generales los va-
rones prostituidos se mueven más libremente. En cambio, no se ha
podido detectar nunca una relación inversa de proxenetismo de niñas
sobre varones, sí entre una adulta y un niño.

Sexualidad-prostitución

Para muchas de las niñas y de los niños el inicio sexual es simultá-


neo con el inicio en la prostitución. Iniciarse en la prostitución no

176
implica por otra parte para los niños adquirir un “saber” sobre la se-
xualidad, sino apenas un conocimiento fragmentario sobre prácti-
cas sexuales que les pueden ser exigidas. En esas prácticas el asco, la
rutina y la indiferencia se contraponen a menudo a pequeños goces,
ninguno de ellos vinculado con el goce sexual sino con micropode-
res que se ejercen sobre los clientes, como por ejemplo la posibili-
dad de comprarse cosas, etcétera.
A esta situación debe agregarse que a veces estas niñas y niños
pueden haber vivido situaciones de abuso sexual. La frecuencia de
estos relatos podría hacer pensar en una relación de causa y efecto
entre abuso y prostitución. Se ha encontrado sin embargo que a ve-
ces los abusos fueron posteriores a la iniciación en la prostitución. Y que
en casos en que fueron anteriores, quienes los padecieron no relacionan
esa experiencia con la ulterior de prostitución.
Estas constataciones no excluyen la presencia del abuso, sino que le
otorgan otro valor(no el de causa o determinante o factor necesario).
Y pareciera más pertinente afirmar a partir de los relatos una rela-
ción entre el abuso y el proceso de exclusión familiar, lo que impli-
ca aceptar una relación indirecta. En efecto, el abuso a veces produce
la situación que lleva al alejamiento de la niña o niño de su familiaY.
esto genera las condiciones que favorecen su captación por parte de los
proxenetas o reclutadores.
Hay diferencias según el sexo. En los varones entrevistados hay re-
latos de abuso sexual temprano por parte de adultos de la familia (pri-
mos, hermanos) y en general son relatados como situaciones “consen-
tidas”. Laly, de 16 años, y que es prostituido desde los 13, describe el
abuso al que estuvo sometido por un familiar desde los 8 a los 13 co-
mo una relación de amor (véase capítulo 7). En estos relatos no es po -
sible, tampoco, establecer una relación directa entre abuso yosptritución,
sino entre abuso y homosexualidade, crhazo familiar de la homosexuali -
dad, expulsión o alejamiento de la familia, que produce una situación de
vulnerabilidad facilitando la captación para los circuitos de porstitución.

177
Dado que en las mujeres tampoco se ha encontrado una relación
directa entre abuso sexual infantil y prostitución, podría concluirse
que el abuso suele ser parte de una situación familiar que puede ser inso -
portable, la que produce el alejamiento o la expulsión de la niña, y la con -
siguiente situación de vulnerabilidad que facilita la captación por ptaer
de los proxenetas yerclutadores, o de los clientes de modo decirto. Por otra
parte, no siempre aparece en las historias como lo más relevante para
determinar el alejamiento el malestar con relación a la familia.
En el caso de las niñas el embarazo puede ser el signo o lo que
hace pública la relación incestuosa o abusiva por parte de un adul-
to (de la familia o no). Tampoco se ha encontrado una relación di-
recta entre embarazo precoz y prostitución. Es una situación media-
da nuevamente por el tipo de relación familiar, que puede llevar a
una mayor dependencia de la familia, como ser el hecho que favo-
rece la ruptura de la dominación del abusador y el inicio de un pro-
ceso de distanciamiento. De todos modos el abuso incestuoso, o
abuso por parte de otro adulto, sumado al embarazo, no puede si-
no dejar marcas en la subjetividad de una nena.
No todos los embarazos resultan de relaciones abusivas intrafa-
miliares. Pero pueden dar lugar a situaciones de violencia y maltra-
to familiar, a la exigencia de asumir responsabilidades económicas
para mantener al hijo, exigencias que la niña sólo podría satisfacer
prostituyéndose.
En el caso de que el embarazo resulte de las relaciones con un
cliente o con el proxeneta, suele agravar la dependencia respecto del
proxeneta. Los burdeles suelen obligar a abortar a las embarazadas
o bien las excluyen.

Pobreza

Los hallazgos de la investigación en cuanto a las historias y caracte-


rísticas de las niñas y niños prostituidos permiten revisar algunas

178
imágenes firmemente establecidas en el imaginario social, funda-
mentalmente la que establece una asociación única de la prostitu-
ción infantil con la pobreza. Si éste es el punto de partida, es lógi-
co que al salir al campo a investigar se encuentre lo que se busca. Si
bien es probable que numéricamente haya más niñas y niños pros-
tituidos que provienen de los sectores más empobrecidos (lo que pue-
de deberse simplemente a que los pobres son más numerosos) la di-
námica que se establece entre prostitución y pobreza es más
compleja y como ya se ha dicho está sobreimpresa en otras estruc-
turas y también en otros aspectos o dimensiones –entre ellas el pa-
pel de la familia–, y otras instituciones intermedias.
En primer lugar, priorizar el determinante económico sobrede-
termina qué y cómo se investiga, impidiendo el conocimiento de
otras formas y modalidades de la prostitución infantil y juvenil en
otros sectores sociales. Un importante número de investigaciones
realizadas recientemente en la Argentina y distintos países de Amé-
rica Latina26 se han focalizado en la prostitución de los sectores más
empobrecidos y marginales de esas sociedades, tanto de prostitu-
ción callejera como de prostíbulos (véase bibliografía).
Está muy claro que la prostitución tiene una dimensión econó-
mica, y que en casi todos los casos es considerada un “trabajo” por
los involucrados. Pero aun en el caso de considerar sólo ese conjun-
to heterogéneo que son “los niños de la calle” (grupo frecuentemen-
te escogido para estudiar esta problemática de manera primordial)
cuyo número está creciendo indudablemente,27 no puede reducirse

26 UNICEF, “Explotación sexual de niñas y adolescentes”, Asunción del Para-


guay, 1997; UNICEF, ONAPLAN, “La neoprostitución infantil en República Domi-
nicana”, Santo Domingo, 1997.
27 CAINA –Centro de Atención Integral a la Niñez y la Adolescencia– Infor-

mes anuales, Buenos Aires, mimeo, 1997 y 1998. Los registros de esta institución
y las apreciaciones que realizan los profesionales que trabajan en este Centro, así

179
el reclutamiento de niñas y niños para la prostitución sólo a ese sec-
tor, como tampoco a los niños sometidos a condiciones de pobreza.
Tal como se puede advertir en las entrevistas, el desamparo de las ni -
ñas y niños no siempre está asociado con la pobreza, y cuando lo está, no
siempre es un emergente de ellaE. l propio desamparo, las situaciones
“sin salida” que viven las niñas y los niños están más relacionados con
la imposibilidad de obtener ayuda de quienes deberían darla: la fami-
lia, el Estado, la comunidad, que con un desamparo económico, que
en realidad es sólo una de las consecuencias de su abandono. La exclu-
sión social a la que las familias están sometidas no necesariamente de-
termina una exclusión de las niñas y niños por parte de sus padres.
El “mercado sexual” requiere cuerpos que no se limitan a los de
alguna clase social en particular y además implanta una mayor dife-
renciación y selectividad de la demanda y de la oferta. Los cuerpos
infantiles y adolescentes se encuentran entre los requeridos. Aunque
en todas las regiones se pudo acceder con más facilidad a los circui-
tos de prostitución callejera o de prostíbulos pobres, los datos son
concordantes en que el origen socioeconómico no es homogéneo.
Aun en los circuitos de prostitución callejera, y en niveles pobres es
posible observar que hay niñas, niños y adolescentes que provienen
de familias de clase media o asalariadas, con ingresos estables, si
bien en decadencia. Más claramente en circuitos de prostitución de
lujo o media fue posible detectar casos en los que las niñas28 y ado-

como las obervaciones directas permiten pensar que hay un número creciente de
niños de la calle, así como también un número creciente de niños pobres (aumen-
tan correlativamente con las cifras de incremento de la pobreza) pero de esto no
se puede inferir que la población prostituida se haya incrementado (porque no
hay datos de los cuales partir como base) ni tampoco, si así fuera, que provengan
de los sectores pobres.
28 Nos referimos sólo a niñas, porque esto es lo que se ha podido observar.

No se ha obtenido información en relación con varones.

180
lescentes provienen de familias de clase media y clase alta. Además,
se tomó conocimiento de la existencia de estudiantes universitarias
en circuitos de prostitución media y de lujo. El límite de edad (18
años) que se estableció para esta investigación determinó que no se
incluyera este grupo. Pero se trata de jóvenes que entraron en circui-
tos de prostitución más tempranamente de una forma más casual,
informal y esporádica, pero que para sostener un ingreso regular tie-
nen que establecer contactos con organizaciones que les derivan, ya
que una estrategia para establecer contactos a través de amigos, co-
nocidos, circuitos boca a boca, es poco eficaz.

Rol de la familia

“Me vigilaban, me volvían loca.. mi mamá me amenazaba, me llevaba a la


Iglesia. Decía que me iban a sacar el diablo del cuerpo”/ mi papá me ca-
gó a golpes [cuando] me vio vestida de mujer/ mi papá me cagaba a pa-
los, me dijo que un hijo así mejor muerto/ a los 7 [años] me violó mi pa-
drastro/ [mi hermano] está en la cárcel, mi papá me dice que me va a
mandar ahí, pero yo ahí ni loco, yo me voy, me voy a la mierda/ me gri-
taban 12 años y tan puta (por mi novio) lo peor es que no me dejaron ir
más a la escuela… me vigilaban, me volvían loca/ yo tenía problemas con
mi mamá, con mi papá, con todos mis hermanos/ mi viejo se peleó con
mi vieja cuando yo tenía 7 años, y ella se fue, nos dejó, nos crió mi papá,
me reventaba y yo me fui/ mi mamá me dijo que “esa vida” en su casa no
la iba a hacer y yo le dije, bueno, está bien y me fui/ vivo con mi papá y
mi mamá, y ayudo en mi casa... piensan que trabajo en un boliche pero
se la deben imaginar.”

Collage de frases de las entrevistas

La relación entre tipo de familia e iniciación en la prostitución no


es sencilla de establecer. Al menos no puede establecerse una rela-

181
ción directa o causal ni tampoco definir un tipo de familia como
más determinante que otra. Situaciones diversas generan la expul-
sión o abandono de las niñas y niños. Las situaciones más típicas
que se han encontrado pueden resumirse en la siguiente tipología:

• Familias violentas:se trata de familias en las que existe maltra-


to o abuso sexual, o incesto.
• Familias desintegradas: ya sea por ausencia de padre o madre
(por muerte, abandono, separación, enfermedades, etc.) o
aunque estén presentes ambos, familias con dificultades para
la contención material o afectiva donde cada cual se arregla
como puede, el niño o la niña no encuentra contención ni
modelos ni límites. Nadie se ocupa ni preocupa por ellos, se
intenta usarlos y no encuentran ni afecto ni incentivos den-
tro del núcleo familiar.
• Familias autoritarias: familias represoras, excesivamente con-
troladoras o que explotan laboralmente a los niños o que los
obligan a hacer lo que no quieren. En esta categoría podría
incluirse a aquellas niñas que son castigadas por su sexualidad,
o niños rechazados por su homosexualidad o que son obliga-
dos a llevar un determinado tipo de vida, a trabajar, etc., y
que prefieren dejar el hogar para tener un cierto grado de li-
bertad, o al menos una libertad que no tienen en sus casas. El
autoritarismo abusivo, paterno o materno, al limitar sus sali-
das o pretender dirigir sus vidas, la incompatibilidad con cier-
tas rutinas, como ir a la escuela, una escuela que no es atrac-
tiva, trabajar en la propia casa o en casas ajenas en tareas que
son consideradas degradantes, aprender un oficio que no les
gusta, tener que hacer tareas obligatorias para la madre o el
padre, pretender tener novio si se es mujer, ser homosexual,
son algunas de las razones con que los niños explican la fuga
de su casa, aunque no necesariamente sean la causa. En mu-

182
chos casos, el hogar suele presentarse como el lugar del mal-
trato o el de una vida indeseable, un espacio inhabitable.
• Familias negligentes:se desentienden de las niñas y niños, los
dejan librados a su suerte. Desinterés y abandono por parte
de la familia. En algunas ocasiones puede ser la consecuencia
de la muerte o ausencia de la madre o del padre.
• Familias explotadoras: familias prostituyentes. Pueden ser
prostituidos directamente por los adultos: madres, padres o
hermanos.
• Familias en la que madres o hermanas están prostituidases: han
encontrado en la población estudiada niñas que crecieron en
un ambiente prostibulario: hijas de madres prostitutas, inclu-
so madamas y aunque no son prostituidas por ellas (más aún
en algunos casos las madres no quieren que se las prostituya),
estas niñas se sienten atraídas por ese mundo al que se inte-
gran, y que ha sido o es el ambiente en el que se han desarro-
llado (véase la historia de Carmen).

Todos estos tipos de familia pueden darse en distintas clases sociales.


Respecto de la situación de inclusión o exclusión familiar, se ad-
vierte que la niña o el niño puede ser prostituido sin ser excluido del
núcleo familiar, e incluso puede serlo directamente por madres o pa-
dres, o en situaciones en que son abandonados a su propia suerte.
El ser prostituida o prostituido en el marco de la familia o en si-
tuaciones en que no han sido excluidos puede derivar posterior-
mente en la autoexclusión de los niños, que muy a menudo van a
preferir seguir siendo prostituidas y prostituidos fuera del control y
la dependencia familiar.
Hay pues para esos niños la alternativa de una seducción-induc-
ción familiar a ser prostituidas o prostituidos (la situación de riesgo
está dentro del núcleo familiar), y otra exterior de igual carácter que
se presenta a posterioride la primera o es iniciática cuando los niños

183
han sido expulsados del núcleo familiar y están en situación de de-
samparo.
En ambos casos se dan relaciones afectivas entre el niño y el am-
biente familiar o el grupo en el que se ha incluido. Esas relaciones
afectivas se dan incluso en situaciones de mucho sometimiento para
los niños y con escasas alternativas de autonomía para poder cam-
biar la situación y el modo de vida. Es importante al respecto dis-
tinguir los diversos grados de coerción a los que están sometidos los
niños para determinar su nivel de sufrimiento, disgusto, rechazo,
conformidad o no cuestionamiento de la situación en la que viven.
Respecto de las niñas o niños que relatan situaciones expulsivas
o de negligencia, es muy difícil determinar a partir de los relatos
hasta qué punto estas situaciones no se han conjugado con otras
que no son explicitadas, dado que se trata en muchos casos de rela-
tos muy fragmentarios.
Las niñas y niños entrevistados de las distintas regiones provie-
nen de familias muy variadas en cuanto a características psicosocia-
les y de estructura: hay quienes provienen de familias numerosas
(Patri, Sharon, Fernando, etc.) pero también de familias reducidas
(Marta, Carmen), con ambos padres o monoparentales; donde ha
habido cambios –separaciones, divorcios, etc., pero también de fa-
milias donde no hubo rupturas–, de distintos sectores sociales.

La escuela

La escuela puede cumplir un rol fundamental en la detección y tra-


tamiento de situaciones (violencia, negligencia, incesto, abuso, etc.)
que pueden volver vulnerables a las niñas y los niños y hacerlos
“captables” para posibles explotadores y proxenetas. La prevención
es fundamental porque una vez iniciados en la prostitución, niñas y
niños suelen abandonar la escuela. Son parte de los niños que lue-

184
go aparecen en las estadísticas de “deserción escolar”, deserción que
se explica automáticamente por la pobreza, sin tomar en cuenta
otros factores. La noción de deserción escolar debe ser revisada. No
hay deserción sino exclusiónen la medida en que la escuela no res-
ponde a las necesidades de los niños. Aun cuando no abandonen la
escuela, una intervención eficaz es difícil porque las soluciones ex-
ceden el encuadre escolar. En la escuela es notoria la adecuación de
prácticas educativas a cierta clase de niños considerados “normales”,
y por lo tanto discriminatorias para los llamados “chicos con pro-
blemas”, cualquiera sea su clase social.
Por otra parte, cuando la iniciación a la prostitución coincide
con la pubertad y la adolescencia, edad en que se produce el proce-
so de reclutamiento más importante, la escuela media podría cum-
plir un rol importante de prevención en primer lugar y también de
detección de casos concretos. La prevención debería referirse no só-
lo a potenciales prostituidas o prostituidos sino también a potencia-
les prostituyentes –clientes y explotadores–.
En los últimos años, en los que comenzó a visibilizarse más el abu-
so sexual infantil, la escuela recurre más frecuentemente a la justicia.
Sin embargo, dada la forma en que la justicia interviene, muchas do-
centes o las autoridades escolares dudan en hacer la denuncia (teóri-
camente obligatoria). Por otro lado, no se diferencia claramente la si-
tuación de abuso sexual de situaciones de prostitución. Finalmente,
la inexistencia de recursos eficaces en otras instancias institucionales
suele terminar en la no intervención.

El contexto social

Cuando los niños no son contenidos por sus familias intentarán or-
ganizar su vida en otros espacios. Muchas veces son sus pares los que
se convierten en el grupo básico de pertenencia. Cualquiera sea el

185
nuevo ambiente que los contenga terminarán por reconstruir en ese
ámbito nuevas relaciones de afecto-desafecto y nuevas relaciones de
dominio y dependencia. Se establecen entre los jóvenes relaciones
de protección, de dominio y sometimiento, y a veces relaciones de
proxenetismo. Es en estos ámbitos donde proxenetas profesionales
suelen reclutar, muchas veces contrariando la voluntad familiar. A
veces se suma la dependencia de la droga, en los niveles de consu-
mo y de tráfico.
Frente a situaciones de maltrato y dependencia que se establecen
en estos nuevos espacios de interacción, cabe la pregunta de por qué
lo soportan. No hay una respuesta fácil. Por un lado la dependen-
cia y el dominio no son fáciles de sortear y, por otro, podría pensar-
se que estas niñas y niños establecen un paralelo entre la vida familiar
que han dejado atrás y la que la reemplaza. Entre su sometimiento
anterior y el nuevo, entre su situación de dependencia familiar y la
libertad –relativa– de que gozan en sus nuevas situaciones; entre el
trabajo al que pueden acceder (para muchas adolescentes el trabajo
doméstico mal pago y esclavizante) y las “luces” de la noche, la vi-
da nocturna, “bolichear”, la calle, el prostíbulo, etc., “escogen” ¿el
mal menor? o lo que algunos discursos denominan “vida fácil”, “di-
nero fácil”, diversión...
Algunos niños prostituidos rechazan el retorno al modelo bur-
gués y normalizado (familia, escuela, etc.) aunque no sea imposible
para ellos (Sandra). Lo que en verdad rechazan no es el retorno a
una vida ordenada y segura, es el regreso bajo ciertas condiciones
que son para ellos de sometimiento, de sufrimiento y que ya fueron
sustituidas por nuevas relaciones y una sensación de libertad, de ha-
ber elegido, y de familiaridad con su hábitat actual. En esta nueva
situación, la vida en familias sustitutas, en institutos, representa el
sometimiento a otras normas, al trabajo y a valores que no son pa-
ra ellos fácilmente aceptables (para las niñas cocinar, lavar, ordenar,
ocuparse de los niños, hacer las compras, atender a los hombres, ir

186
a la escuela, para los varones aprender un oficio, someterse a hora-
rios, no poder moverse libremente, etc.) Muchas situaciones son si-
milares para ambos sexos. Sin embargo, algunas situaciones marcan
diferencias: embarazo, homosexualidad, división sexual del trabajo,
entre otras.

La adaptación

La vida prostibularia para una niña o niño no es el mentado mundo


feliz despreocupado de los niños. Pero no siempre los relatos trasun-
tan el sufrimiento. Podría decirse que en sus discursos el sufrimiento
aparece de modo difuso. El análisis de los relatos permite poner esto
en evidencia; aunque claro, es necesario para ello saber leer entrelí-
neas. Recordemos además que es precisamente una niñez desgracia-
da, carente de contención y amor, la que ha precedido su vida actual.
Muchos son los relatos que en una escucha superficial parecieran
mostrar una imagen opuesta a la de la prostitución como una prác-
tica violenta, violatoria de derechos humanos, producto de un so-
metimiento coercitivo constante y cruel. Muchas niñas y niños di-
cen que nadie los obligó, que nadie les puso un revólver en la
cabeza. Hablan de su vida sin mencionar la coacción y la violencia
al mismo tiempo que describen situaciones dolorosas y crueles dan-
do lugar a relatos que desde una posible lectura son relatos de có-
mo sobreviven, cómo hacen soportable lo intolerable de muchas de
las situaciones a las que se ven sometidos.
Si bien se han encontrado situaciones de sometimiento deni-
grante y sin salida para niñas, niños y adolescentes, los relatos casi
siempre muestran situaciones en que procesos simultáneos de adap-
tación, negación y resignación se conjugan para relativizar y mini-
mizar esas situaciones. Por ejemplo, cuando se le preguntó a S., una
niña de 14 años, sobre el sufrimiento y el dolor respondió:

187
No le doy mucha bola. Cuando alguien me hace recordar y bueno, me
pongo a llorar por un rato, pero después no, empiezo a chupar de nue-
vo y se me termina. Si no así sola ni me gusta tocar el tema porque no
tiene sentido, para qué te vas a hacer problema por lo que sufriste: de-
jálo atrás, viví la vida, tomáte una buena cerveza y andá a jugar al pool.
Ya está.

La adaptación implica procesos de insensibilización y negaciópara n


no enfrentar la realidad, para no sentir lo que sucede cuando se es
prostituida. Significa para muchos la incapacidad para hacer otra
cosa que lo que hacen. Una vez que un niño o niña han sido pros-
tituidos tanto salir por sí mismos como sacarlos del circuito en que
han entrado es sumamente difícil.
La adaptación implica procesos psicológicos de autodefepara
nsa po-
der tolerar la alienación psíquica y corporal, el sometimiento a una
voluntad ajena, el asco, la propia degradación. La adaptación impli-
ca generalmente restablecer en lo afectivo, a otro nivel, lo que se ha
dejado atrás, significa como una nueva cosmovisión y una nueva
perspectiva de lo social y de la vida donde se anudan nuevas relacio-
nes de dependencia y adicción. Por ejemplo, aun sin escapar a las
relaciones de sometimiento, los niños ejercen micropoderes en su
medio ambiente, con los clientes, con la familia, con los compañe-
ros, etc., conviviendo así con una situación que implica carencia se-
vera de control sobre la propia vida.
Son muchos quienes consienten en seguir porque piensan que
podrán salir del ambiente en algún momento. Pero más allá de que
lo logren (y algunos, no sabemos cuántos ni a qué precio, lo logran
a cierta edad) lo cierto es que la sociedad les ofrece pocas salidas al-
ternativas convincentes y atrayentes a su vida actual.
Aunque la situación es de encierro, a veces sin salida, no hay re-
jas visibles, ni vallados, y a veces ni siquiera guardianes-proxenetas
posesivos crueles –que por supuesto también los hay–, que impidan
que se evadan y comiencen otra vida.

188
Por eso, a pesar de haber sido prostituidos –y la desmemoria es una
necesidad para que el autorrespeto sea posible– creen que lo que los
condiciona y los limita debe ser aceptado con resignación, y que den-
tro de esos límites gozan de un espacio de ejercicio de poder que les
permite ser libres y conseguir dinero para satisfacer necesidades, man-
tener a un hijo o hacerse respetar y recuperar el afecto de sus familias.
La idea de que “trabajan” aun sabiendo que no es un trabajo co-
mo otros facilita su integración social, reforzada por el hecho de
que, como todo trabajo, este “trabajo” también tiene sus técnicas
que se aprenden y se perfeccionan para poder hacer carrera, lograr
más beneficios, prosperar, y además implica “contactos” afectivos
con patrones, proxenetas, amigos, clientes, etcétera.
Expulsados o descuidados de sus familias, desamparados, a la de-
riva, pueden establecer relaciones de afecto con cualquier “protec-
tor” ocasional, aun en un contexto no exento de crueldad. Es que el
“protector” se presenta como una suerte de benefactor, que cobija,
provee de techo y alimento, y enseña lo que hay que saber, el oficio;
es quien proporciona un cierto grado de estabilidad, seguridad, el
que “dicta la ley” en el mundo prostibulario, con quien es posible
compartir “jergas”, “ambientes”, “prácticas”.

En la medida en que cualquier sufrimiento debe ser aceptado, el


lenguaje traduce instancias de adaptación y reacomodamiento, que
en el lenguaje de los niños, las niñas y adolescentes prostituidos se
traduce en la presencia de operaciones de relativización y naturali-
zación. Esto les permite recrear esos espacios de poder que les dan
a ellas y a ellos la ilusión de una libertad que no tienen.
Los relatos de los niños construyen un círculo de inclusión que
hace a sus vidas actuales, sus ambientes, sus logros y sus fracasos, sus
alegrías y sus penas, que involucra a sus explotadores, sus somete-
dores, sus sometidos. En suma, un círculo autoprotegido que si
bien no les garantiza la supervivencia les ofrece una vía de escape.

189
Pero ese círculo de inclusión ocupa desde nuestra perspectiva el
lugar de la exclusión social, de la estigmatización, que la compasión,
la simpatía que a veces les brindamos, no alcanza para remover.
También nosotros, convertidos en potenciales protectores al rescate,
en sensibles benefactores, podemos agravar la condición de niños y
adolescentes prostituidos con reclusiones ineptas, con intervencio-
nes desgraciadas, cuando no además obscenas y corruptas, para sa-
tisfacer nuestras conciencias.
También en esto hay mercado, oferta y demanda, y réditos co-
merciales.
Por último, no olvidemos algo que es fundamental. Que de este
lado, el nuestro, fuera del círculo de exclusión que hemos trazado al-
rededor de las prácticas de prostitución, junto a nosotros, social-
mente integrados, están los clientes, los compradores de “servicios
sexuales”, los demandantes de cuerpos de todas las edades y de to-
das las prácticas imaginables.
Quizás haya llegado con el siglo XXI el momento de replantear
nuestra complicidad con este estado de situación y particularmente
con los clientes.
Y por lo tanto complicidad también con la victimización de
nuestros niños y niñas y la de nuestros adolescentes.
Porque sociedad y Estado brindan pocas oportunidades de inser-
ción. Fuera de los circuitos de explotación sexual de esos niños, es-
tamos nosotros y entre nosotros los clientes, que hacen posible esa
explotación.

190
Parte V
Porque cada vez que vemos un caso así, a nosotros nos muerde la
impotencia [...] entonces hacemos lo que hace la sociedad, baja-
mos la cabeza y hacemos como que no hemos visto.

Religioso, Chaco
11. Las respuestas estatales.
La justicia

Este capítulo se ha elaborado con información peronviente


de entrevistas a funcionarias y funcionarios judiciales, poli -
ciales (62 en total) de las distintas ciudades donde searli -
zó la investigación y un expediente judicial (véasenAexo A).

El discurso de los funcionarios judiciales y policiales

En términos generales los funcionarios judiciales reconocen tener


poca información, y bastante menos que los funcionarios policiales.
Mientras que los primeros suelen recordar uno o dos casos en que
se presentaron causas en las que hubo niñas, niños o adolescentes
prostituidos, los funcionarios policiales dan otros números. Aunque
todos dicen saber que existen organizaciones de proxenetas y redes,
lo presentan como rumores que no pueden ser probados.
Algunas expresiones de funcionarias y funcionarios de justiciain-
dican:

No es tanto lo que se haga judicialmente después, sino que lleguen a la


justicia.
Jueza

193
Los chicos no denuncian a los mayores...
Fiscal de menores

Hasta ahora sólo he tenido un caso de prostitución con una menor de


edad [y luego recordando] Hubo otro caso más, dos en total. No tenemos
prácticamente casos. Esto lo he hablado con colegas y es una situación ge-
neralizada.
Jueza de menores

No me ha tocado intervenir en ningún caso siendo fiscal. Cuando era se-


cretario de juzgado... pude ver unos pocos casos... casi todas eran chicas
de 14 o 15 años, traídas desde Mendoza o Córdoba.
Fiscal

Acá es muy raro... No llegan, denuncias... las que hay son poquitas.
Defensora de pobres, menores y ausentes

Yo diría que tenemos casos... no podemos negar, hay una evidente activi-
dad de prostitución infantil.
Juez

Lo que nunca aparece son las redes o el turismo sexual, que dicen que ha
llegado a la Argentina. A nosotros no nos llegan.
Jueza de menores

En cambio, los funcionarios policialesreconocen saber más:

Nosotros acá tenemos trabajando [sic] sin mentirle entre 120 y 150 mu-
jeres, aproximadamente. Ésa es la cantidad que están trabajando... en el
Gran Resistencia... y no hablemos del micro o macro centro, hablemos
del Gran Resistencia [...] Mayores de 18 habrá entre 70 y 80 y las otras
son menores de 18.
Comisario

Quiero ser prudente, tal vez no ha crecido tanto, se ha puesto en eviden-


cia... la prostitución infantil existe, no es un cuento del periodismo, ni de la

194
comunidad, ni mucho menos de la policía, esto existe. Y de la observación
diaria también se nota que hay chicas y chicos en la calle prostituyéndose.
Comisario

Nosotros detectamos menores trabajando en boliches, con documentos


adulterados [...] una cordobesa que tenía 15 años, que comentó que la se-
cuestraron en Córdoba de una bailanta... que la tuvieron encerrada y la
trajeron al sur... [...] Al poco tiempo un caso similar, una piba de 12 o 13
años que aparece corriendo en la comisaría que la venían persiguiendo dos
cordobeses... que la tuvieron secuestrada y la hacían trabajar en Córdo-
ba... ese día había llegado y se escapó.
Comisario

En Córdoba la prostitución infantil, tanto femenina como masculina, se


da de forma autónoma... no hay ningún cerebro que maneje a estos me-
nores de edad... no he detectado una red... [...] Yo he allanado cerca de 40
prostíbulos en estos últimos tres meses, he detenido a más de 300 perso-
nas por esta actividad y el porcentaje es de 15 o 20 % (menores)29 pero
las niñas30 son autónomas, no hay una red.
Comisario

En la mayoría de los casos que llegan al sistema judicial, las situa-


ciones de explotación se presentan en el marco de otros delitos se-
xuales, generalmente de violación o abuso sexual.

El tema de la prostitución y el tema del consumo y tráfico de estupefa-


cientes no son fenómenos aislados... se dan en el conjunto de la actividad
marginal.
Juez

A veces aparecen pegados a casos de homicidios, robos.


Fiscal

29 Se refiere a jóvenes de entre 18 y 21 años.


30 Se refiere a menores de 15 años.

195
Estos delitos son de acción privada y nunca vienen solos. Nos llegan, son
denuncias de violación o vienen acompañados de relaciones prematuras y
ahí salta el tema de la prostitución [...] En general viene con el delito de
violación.
Fiscal de menores

Nunca ha entrado una causa por prostitución, entra por maltrato, por
abuso sexual, por abandono.
Secretario de juzgado

Muchas de las funcionarias y los funcionarios entrevistados consi-


deran que la acción judicial se ve limitada por la normativa.

El sistema es muy precario para tratar estos temas. Sólo tenemos un artículo.
Fiscal de menores

También hay problemas operativos: no hay tribunales especiales, de


modo que los jueces tienen que dedicarse a las más variadas causas:

Hay jueces que se ocupan de mil casos... falta especialización.


Fiscal

Otro grupo considera en cambio que la ley no es tan mala:

Yo digo que la ley no es tan mala. Puede y debe ser mejorada, pero no es
tan mala. Lo que falla es encontrar los autores de estos delitos.
Jueza de menores

El problema acá no pasa tanto por la cuestión de reconocimiento jurídi-


co teórico, pasa por cómo se opera el proceso.
Secretario de juzgado

Pero unos y otros coinciden en que la Justicia cuenta con poca infor-
mación, que hay una “cifra negra” muy grande, que “se puede pre-

196
sumir” lo que está sucediendo, pero que los jueces no pueden inves-
tigar ya que necesitan que el fiscal haga un requerimiento y a partir
de esto se inicie una investigación. Pero que en los casos en que se
han iniciado investigaciones, la acción judicial se ve entorpecida:

Creo que hay una gran protección en esos lugares.


Jueza de menores

Mutuas acusaciones

Los funcionarios judiciales critican a los policiales y viceversa

En muchas entrevistas surgió una profunda desconfianza por parte


de los funcionarios de justicia hacia la policía sospechada de conni-
vencia con los explotadores, a los que se supone brinda protección a
cambio de dinero.

No podría hablar de corrupción política... no tengo pruebas definitivas,


pero creo que hay corrupción policial, estoy convencido de que hay.
Juez

Varios operativos se vieron frustrados porque se filtran informaciones a


través de la policía.
Fiscal

En ese caso [cita una causa] yo sé que fue la policía la que quemó la casa
[de una testigo] pero en la mayoría de los casos no podemos probar nada.
Fiscal de menores

Es muy difícil probar ese delito. La única forma es que en los procedi-
mientos intervenga la policía y muchas veces se ha sospechado que la po-
licía puede tener algún tipo de protección sobre esos lugares.
Fiscal

197
Mientras la investigación esté en manos de la policía, poco se puede espe-
rar, va a seguir llegando lo que ellos quieran.
Jueza

Tanto los funcionarios judiciales como policiales hablan de corrup-


ción, aunque generalmente minimizan la que existe en sus propias
filas:

Yo creo que la corrupción, en términos comparativos, la corrupción poli -


cial de Córdoba es manejable. La hay, como en todos los sistemas... pero
[en Córdoba] compromete a algún comisario aisladamente... Pero no pa-
rece un fenómeno que vaya a desbordarse.
Secretario de juzgado

En la Argentina puede ser [que haya corrupción] pero no aquí en Neu-


quén.
Defensora de pobres, menores y ausentes

No llegan a buen término los casos, ha habido, pero es difícil para la jus-
ticia probar que ha habido alguien que se opone a la investigació.n
Juez

A veces se acusan unos a otros: el funcionario judicial acusa a un co-


lega o a un funcionario policial y viceversa:

Esta gente fue imputada por la policía y luego el juez. No sé si ha dicta-


do el procesamiento.
Juez

Un día fuimos a una inspección y bueno, mientras íbamos ingresando y


mirando, sale un policía y el propietario nos comenta que le vino a avisar,
que iba a caer una inspección... Yo creo que la conexión policial es mucho
más importante de lo que uno cree.
Fiscal

198
En la policía por el cambio de información, el famoso buchón, se hacen los
burros, porque el fiolo les hace de buchón y les da datos sobre otros delitos.
Juez

La investigación se hace en policía y después el juzgado no continúa.


Comisario

Además de todas las imputaciones y sospechas, los funcionarios de


ambas instituciones coinciden en que es muy difícil probar el pro-
xenetismo. En primer lugar porque los acusados mismos lo niegan.
En segundo lugar porque las niñas y jóvenes prostituidas tam-
bién lo niegan:

Las chicas dijeron que las obligaban pero nunca dijeron el nombre de un
cliente, sino que dijeron que las obligaban y que tenían que llevar cierta
suma de dinero y entregársela a este personaje, pero después se desdijeron
porque él las encontró a las chicas, secuestró a una, a la otra le mandó a
decir que sabía dónde estaba.
Fiscal de menores

¿Quién va a salir de testigo? No vas a encontrar pruebas.


Defensora de pobres, menores y ausentes

Ellos niegan... si uno los agarra haciendo algo por ahí... porque salen por
ahí en un auto... y lo niegan; “yo estoy acá caminando, paseando”, o “es-
toy con un amigo...” con algún mayor... lo niegan [...] ya es una conduc -
ta sexual.
Comisario

En tercer lugar porque el resto de la sociedad no colabora. Muchas


veces se destaca la complicidad de otros sectores de la sociedad:

Lo cierto es que son cómplices hasta los que hacen las publicaciones, el
rubro 59 de Clarín y Ámbito Financiero... hay toda una cadena de encu-
brimientos y de participaciones evidentes.
Secretario de juzgado

199
Hay como una esfera de silencio y complicidad muy difícil de romper.
Secretario de juzgado.

Si nosotros tuviéramos datos concretos... siempre digo... que es necesario


ver cuál es el compromiso de la gente. Nos reprochan muchas cosas a la
justicia. Pero hay una falta de compromiso de la gente. No solamente que
muchos no hacen la denuncia... Dicen la policía no hace nada, pero ellos
no hacen la denuncia, no se comprometen personalmente... [...] La gen-
te cree que esto es magia y que nosotros podemos trabajar con un dato.
Con un dato solo no trabajamos. Si no tenemos testigos no podemos ha-
cer nada. La gente tiene temor, hay falta de compromiso y hay descon-
fianza acerca de cómo trabajamos.
Jueza de menores

En síntesis: hay contradicciones y paradojas en este discurso.


1. Se dice que el sistema judicial es precario, que hay una sola ley
–lo que es cierto– pero a la vez se afirma que la ley es buena y sufi-
ciente. En efecto la ley es muy concreta y no deja dudas acerca de
cuándo una acción debe penalizarse o no.
2. La objeción más consistente se refiere al hecho de que los jui-
cios en que se juzga a los explotadores de niños y niñas prostituidos
pasan a fueros de adultos donde no hay especialistas en sus proble-
mas, sino especialistas en problemas delictivos de adultos que re-
suelven los problemas que se presentan con los mismos criterios que
utilizan en cualquier delito que no involucre a menores.
3. Se dice que los casos que llegan a la justicia son ínfimos en
cantidad, pero a la vez se afirma que hay una inmensa cifra negra.
En esta contradicción ¿se habla de impotencia o de ineficacia?
4. Los funcionarios judiciales acusan abiertamente –o solapada-
mente– a la policía de no colaborar, de filtrar información advir-
tiendo con anticipación los movimientos judiciales a los eventuales
inculpados, y por lo tanto de encubrir. Los funcionarios policiales
acusan a los jueces de parar los expedientes y de “no hacer nada”.

200
5. Se acusa a la sociedad de no colaborar, de no denunciar y de
no atestiguar cuando es necesario para incriminar a los explotado-
res. Pero no se admite que los jueces no están en condiciones de
brindar la seguridad necesaria a menores y mayores que atestiguan.
Muchas veces, los funcionarios judiciales ni siquiera pueden garan-
tizarse la seguridad a sí mismos.
6. Existe también un fuerte sexismo en muchos funcionarios y
una ideología sexual así como una ideología con relación a la niñez
que contribuye a que cuando se enfrentan con casos concretos los
minimicen: lo que aparece en estas declaraciones es por una parte
una admisión franca de las propias imposibilidades e imperfeccio-
nes del sistema, pero a la vez una reacción corporativa,en la que las
culpas son adjudicadas a los demás, sin reconocer en cada caso la
parte propia.

Valeria

Para com pletar este pu nto sobre la inter vención del siste -
ma d e justicia se presenta un caso judicial, de granepr er -
cusión en los m edios, ya que culminó con un homicidio.
Aunque para quienes no tienen una form ación jurídica,
la lectura pued e no ser sencill a, describir en forma minu -
ciosa los pasos procesales y las acciones y decisiones d e los
funcionarios de justicia puede ser m ucho más il uasttirv o
que una crítica jurídica. Este caso ha sido elaborado a
partir de:
• dos expedientes judiciales, un primer expediente abtioer
en 1995 en relación con la “situación” dVealeria, y un
expediente iniciado en 1997, por homicidio;
• entrevistas a funcionarios judiciales involucrados;
• artículos periodísticos.

201
Se hicieron contactos con los familiares para acceder a
una entrevista con la propia Valeria, pero esto no pudo
concretarse.

Resumen y comentarios sobre un expediente judicial

Cronología de los sucesos a partir de los expedientes judiciales:


• Valeria Idiarte, sobre situación;
• Faustino Llanos y Olga Idiarte, sobre homicidio y lesiones
graves en concurso real con exceso en la legítima defensa;
• Miguel Ángel Llanos, sobre homicidio y lesiones graves en
concurso real con exceso en la legítima defensa.

El “caso Valeria” tomó estado público el 3 de febrero de 1997, cuan-


do el diario Río Negro publicó una noticia policial que indicaba que
el día anterior varios miembros de la familia Llanos habían asesina-
do con particular ferocidad a un hombre y herido a otro en el inte-
rior de su vivienda.
Se trataba de un evento cuya lógica era, por lo menos en prime-
ra instancia, difícil de discernir; y a la justicia le corresponderá in-
tentar dilucidar cuál fue la secuencia de hechos que culminaron en
ese crimen. Sin embargo, para comprenderlo no basta con analizar
los antecedentes inmediatos, sino que es necesario retrotraerse por
lo menos al 8 de febrero de 1993, fecha en la cual, en el Juzgado
núm. 1 de menores de Neuquén, cuyo titular es el doctor Martín
Gallardo, se dio inicio a un expediente caratulado:
Idiarte, Valeria Leonor sobre situación
Comparece ante la Defensora de Menores, Valeria de 14 años de
edad, quien declara que se fue de su casa porque la mamá la echó y
que la castiga. Se encuentra viviendo en la casa de una vecina y de-
sea permanecer allí.

202
Se realiza un informe médico que indica maltrato físico con pre-
sencia de lesiones leves generalizadas.
La vecina acepta hacerse cargo de la niña. Se dispone no innovar
y dejar a la niña a su cuidado. También se ordenan pericias médica,
psicológica y ambiental.
A partir de ese momento se suceden una serie de hechos que se
podrían resumir de esta manera:
11 de febrero de 1993. El informe psicológico indica que Valeria
ha sufrido maltrato físico y emocional por parte de su progenitora.
Se trata de una joven de 14 años, de buen nivel intelectual, que
finalizó sus estudios primarios y que está atravesando una situación
crónica de maltrato con secuelas emocionales a la cual no desea re-
gresar. Se aconseja que la niña permanezca con la guardadora actual.
19 de febrero de 1993. Informe social: familia típicamente ex-
pulsora con situaciones cotidianas de violencia.
22 de febrero de 1993. Declara la madre, Olga Idiarte, que acep-
ta someterse a un tratamiento psicológico.
24 de febrero de 1993. A partir del informe psicológico se le in-
dica a Olga que inicie un tratamiento psicológico. Ella reconoce
que maltrata a los hijos.
10 de marzo de 1993. Olga acude regularmente al “Centro de
Salud Nueva Esperanza” para su tratamiento.
11 de mayo de 1993. Informe psicológico de Valeria: la niña me-
jora su situación emocional, la madre debe continuar el tratamien-
to, se aconseja que continúe viviendo con la guardadora.
4 de junio de 1993. A partir de la declaración de la guardadora
y de la niña se decide que ella vuelva a la casa de la madre.
8 de noviembre de 1993. Se presenta la madre en el juzgado y
dice que la chica se fue nuevamente de la casa y que falta mucho al
colegio.
18 de noviembre de 1993. Se presenta en el juzgado la señora
Luisa, madre de una compañera del colegio de Valeria y declara que

203
está viviendo con ella, que la madre lo sabe y lo acepta. Se decide
que la chica puede permanecer en la casa de la señora Luisa.
20 de diciembre de 1993. Se fuga de la casa de la guardadora.
22 de enero de 1994. La policía la encuentra en la calle, ella se
niega a dar sus datos filiatorios por lo cual la recogen y la albergan
en el hogar “Malen Maihue”. Esto es comunicado al Juzgado de
Menores y ese mismo día unas horas más tarde la chica se fuga del
hogar.
La foja siguiente del expediente judicial tiene fecha 15 de agos-
to de 1995, lo cual quiere decir que a partir de este episodio y du-
rante el período que va del mes de enero de 1994 a agosto de 1995
no hay en la justicia ningún tipo de información acerca de la situa-
ción de Valeria.
15 de agosto de 1995. Hay un informe del servicio social del
Hospital Boquet Roldan donde se informa que Valeria ingresó a la
guardia del hospital con un intento de aborto provocado por ella
misma. El feto tenía 20 semanas de gestación. A pesar de las manio-
bras abortivas el embarazo continúa. En ese momento Valeria dice
vivir con un tal Roberto Carlos Ceballos de 36 años. (Es probable
que se refiera a quien aparece posteriormente en el expediente bajo
el nombre de Arce.)
16 de agosto de 1995. La asistente social del hospital avisa que
Valeria se fugó del mismo y que aparentemente estaría en la casa del
concubino Oscar Arce.
28 de agosto de 1995. Valeria se presenta nuevamente en el hos-
pital con pérdidas y esta vez se completa el aborto. El hospital in-
forma al juzgado y éste la cita para cuando tenga el alta. La niña no
espera el alta médica, huye nuevamente, pero sí comparece ante el
juzgado.
29 de agosto de 1995.Valeria comparece ante el doctor Gallardo
en compañía de Arce y declara que si bien no quería tener el hijo
no intentó abortar. Señala que desde hace cinco meses está vivien-

204
do con Arce y solicita que se permita seguir viviendo con él, ya que
con él está bien, no quiere volver a la casa porque el padrastro la tra-
ta muy mal. Pretende volver al colegio que abandonó al quedar em-
barazada y que Arce la apoya para que continúe con sus estudios.
1 de septiembre de 1995. Oscar Arce comparece ante el doctor
Gallardo y señala que efectivamente convive desde hace varios me-
ses con Valeria y que quiere hacerse responsable de la chica, ya que
si la internan ella se fugaría y que tampoco quiere volver con la fa-
milia. También dice que de ser necesario hablaría con la madre de
Valeria ya que lo que ambos quieren es vivir juntos.
El juez resuelve “no innovar la situación de autos, debiendo per-
manecer la menor bajo la responsabilidad y cuidado del compare-
ciente” (foja 61).31
15 de octubre de 1995. Olga Idiarte, madre de Valeria, se pre-
senta espontáneamente ante el doctor Gallardo y declara que su hi-
ja Valeria se fue de la casa de Arce hace una semana porque él la
maltrataba y la obligaba a ejercer la prostitución. Que Arce la está
buscando y que se presentó en la casa de la familia de Valeria enfu-
recido, destrozó toda la casa, robó un televisor y amenazó a la ma-
dre y al hermano de Valeria. Olga no sabe dónde se encuentra en
ese momento Valeria pero afirma que en la casa donde ella trabaja
le dejó un mensaje que indica que está bien. El juez resuelve orde-
nar la ubicación del paradero de Valeria con la orden de que sea
trasladada hasta el tribunal.
20 de noviembre de 1995. Informe psicológico, con fecha 1 de
septiembre de 1995 pero recibido el 20 de noviembre (foja 70) so-
bre la relación afectiva entre Valeria y Arce, comerciante de autos,
donde se señala que la chica presenta “inestabilidad emocional y un

31 El juez, por lo menos de lo que se desprende del expediente, toma la deci-


sión de que Valeria permanezca con Arce a partir de las declaraciones de los dos,
sin que aparezca en la resolución ningún otro elemento para fundamentarla.

205
proyecto de mantener su convivencia actual” [...] “está alejada des-
de hace varios años de su familia de origen...” “solamente cuenta
con la relación afectiva de convivencia”, “la diferencia de edad con
su concubino no le significa conflicto o perturbación a la adolescen-
te”. En la entrevista realizada al doctor Gallardo, éste señala que la
resolución de que Valeria permanezca con Arce está basada por un
lado en los testimonios de ambos, pero además en este informe, que
no le había sido entregado, pero del cual tenía “noticia verbal”, co-
mo él mismo se encarga de aclarar. Sin embargo, el informe no sólo
es incorporado a la causa con posterioridad, sino que además en la
resolución no aparece ninguna mención ni formal ni informal a es-
te informe, ni a ninguno de los elementos que allí se aluden.
30 de enero de 1996. Hay una certificación de la secretaría tute-
lar asistencial sobre una comunicación telefónica de la Comisaría
7ma. donde se señala que “junto al ciudadano Arce, que presentaba
averiguación de antecedentes, se encontraba Valeria... agregando
que la menor es conocida por estar parada en los lugares donde se
ejerce la prostitución”.
27 de mayo de 1996. Citación para que Valeria y Arce se presen-
ten el 6 de noviembre para un audiencia de control psicosocial.
23 de octubre de 1996. Se los cita a través de la Comisaría 2da.
para que comparezcan a la audiencia del 6 de noviembre.
6 de noviembre de 1996. Hay un informe policial que indica
que Arce y Valeria se mudaron hace varios meses y que nadie sabe
su paradero.
El expediente de situación de Valeria termina aquí.
Vistos de esta manera los datos relevados parecen un rompeca-
bezas incompleto: no se sabe prácticamente nada de lo que sucedió
desde el mes de octubre de 1995, cuando la madre de Valeria de-
nuncia a Arce por proxenetismo. A partir de ese momento sólo hay
una citación para que ambos comparezcan al juzgado, con fecha del
mes de mayo de 1996, para el mes de noviembre de 1996; y un in-

206
forme policial que corrobora la denuncia de Olga. Pero a partir del
expediente de Valeria no se sabe nada de lo que sucedió en la vida
de la chica en esos meses, lo cual hace posible afirmar que el juez,
la justicia son los que no saben nada más de lo que sucedió con la
chica. En definitiva, lo que se desprende del expediente es que con
la denuncia de la madre y la posterior confirmación policial la úni-
ca medida que se tomó tuvo que esperar 7 meses y lo que se hizo
fue citar a una audiencia que se realizaría 6 meses más tarde. O sea
que entre la denuncia de la madre y la audiencia transcurrirían 13
meses, esto considerando que no hubiera ningún contratiempo, co-
mo de hecho hubo: no se pudo concretar la cita porque habían
cambiado de domicilio.
El otro gran interrogante que surge a partir de la lectura del ex-
pediente es qué sucedió con Valeria entre enero de 1994 y agosto de
1995.
Se hace necesario, entonces, reconstruir los huecos en la historia
de Valeria, en otras palabras, preguntarse acerca de eso que la justi-
cia de menores “no sabe”, lo que no figura en el expediente, o sea
qué sucedió entre enero de 1994 y agosto de 1995 y entre el 15 de
octubre de 1995 y el 2 de febrero de 1997. Para esto se recurrirá a
otros expedientes judiciales: aquellos donde la madre, el padrastro y
el hermano de Valeria son acusados del homicidio de Arce. En am-
bos casos la carátula es: sobre Homicidio y lesiones graves en con-
curso real con exceso en la legítima defensa.
De los testimonios de Faustino Llanos, Miguel Ángel Llanos,
Olga Idiarte –padrastro, hermano y madre respectivamente de Va-
leria–, de la misma Valeria y de otros testigos se desprende un rela-
to bastante uniforme de lo que sucedió en la vida de Valeria duran-
te el tiempo en el cual vivió con Arce y además se deducen dos
versiones diferentes acerca del crimen.
Valeria conoce a Arce en 1994, precisamente para la época en
que se fuga de la casa de la compañera de la escuela; se va de esa ca-

207
sa para vivir con él. Según su testimonio “los primeros meses fue
bueno, fuimos a pasear a Mendoza y cuando volvimos me empezó
a tratar mal, más mal que antes porque siempre me golpeó. Después
acá en Neuquén me hizo trabajar en la calle ejerciendo la prostitu-
ción. Yo no quería pero él bajo amenazas de muerte hacia mí y ha-
cia mi familia me hacía ejercer la prostitución. Mi familia nunca su-
po nada hasta que se dieron cuenta...” (foja 105)
En el mes de agosto de 1994, Valeria le presenta a su madre a Ar-
ce. Coincidentemente se produce una fuerte tensión familiar (no
está claro si es por la situación con Valeria) que motiva a Olga a
abandonar la casa de su esposo junto con su hijo Miguel Ángel. Se
van a vivir con Valeria y Arce a un conventillo donde vivían muje-
res “que trabajaban en la calle”. De este modo se enteró que Arce vi-
vía de la explotación de esas mujeres y de la venta de drogas. Inten-
tó hablar con Valeria del tema pero ella le restó importancia.
También la vio salir con “una pollerita corta, corpiño y botas”, y en
varias ocasiones la escuchó llorar y luego aparecer golpeada. Fue en-
tonces cuando Valeria le confesó a su madre que “trabajaba” y que
todo lo que ganaba se lo entregaba a Arce y que además éste la ha-
bía iniciado a la fuerza en las drogas.
En una ocasión, mientras Olga y Miguel vivían en ese lugar, Ar-
ce estuvo preso y se realizó un allanamiento a la casa; sin embargo,
a pesar de que en el lugar había numerosos objetos robados (desde
neumáticos y pasacasetes hasta un gabinete odontológico) y droga,
al día siguiente Arce estaba en libertad.
Unos meses después Olga y Miguel se van de la casa de Arce y
alquilan una pieza, para esta época Valeria tiene su primer embara-
zo y aborta. Olga intenta ayudar a Valeria, le da dinero para que se
vaya de Neuquén, mientras tanto Arce los persigue y amenaza en re-
petidas ocasiones, ella hace varias denuncias en la Comisaría 2da. y
en el centro de atención a la víctima, acudió al juzgado de menores
del doctor Gallardo, denunció, pidió, trató por todos los medios de

208
que disponía de sacar a la hija de la convivencia con Arce. Ya se sabe
que la respuesta del juzgado tuvo que esperar 7 meses y fue apenas
una citación para 6 meses después. Tampoco fueron más efectivas
las otras instancias, lo cual no ayudaba a que Valeria pudiera tomar
la decisión de no ver más a Arce. La chica que un año antes se ha-
bía acercado “voluntariamente” a este hombre veinte años mayor
que ella, ahora por miedo no se animaba a alejarse, a pesar de los
golpes, a pesar de que él la obligaba a ejercer la prostitución; y las
veces que intentó irse éste lograba traerla de vuelta a la fuerza.
Después de intentar todas las vías legales –el juzgado, la policía,
el centro de atención a la víctima– Olga le dio el dinero a Valeria
para que ésta se fuera de Neuquén. Arce enloqueció, la esperaba a
la salida del trabajo, intentó atropellarla con su automóvil, baleó la
casa donde vivía junto con Miguel. Aparentemente Valeria estaba a
salvo, por eso la reacción todavía más violenta de Arce, razón por la
cual Olga tomó la decisión de irse a vivir a Buenos Aires.
Volvieron a los pocos meses y durante algún tiempo no tuvieron
noticias de Valeria. Hasta que en noviembre de 1996 supieron que
ella estaba de nuevo en Neuquén, viviendo con Arce, trabajando en
la calle, adicta a todo tipo de drogas y embarazada. A partir de ese
momento Olga empezó a buscar a su hija, hasta que en enero de
1997 la encontró. Entonces Valeria ya había dado a luz a una niña.
Arce había viajado a San Juan a cambiar un automóvil por cocaína;
Valeria, aprovechando su ausencia, volvió a vivir en la casa de la ma-
dre. Estaban todos muy asustados ya que se imaginaban la reacción
que tendría Arce.
Unas dos semanas después Arce volvió a Neuquén y comenzó a
buscar a Valeria. Rápidamente supo donde estaba y mandó a varias
personas a buscarla a la casa de la madre, reclamando que volviera
a vivir con él. Entre otras, envió a Patricia, una amiga de Valeria,
novia de un tal Marcelo de la Cruz, también prostituida y que será
una testigo importante de los sucesos del 2 de febrero. Las personas

209
que fueron a buscar a Valeria en nombre de Arce señalan que en to-
das las ocasiones la familia Llanos-Idiarte les señaló que si “el Grin-
go [tal es el alias de Arce] quiere ver a Valeria que venga aquí a ha-
blar”. Por otra parte, tanto Valeria como su familia señalan que el 2
de febrero, cuando la fueron a buscar Patricia y otras dos personas
enviadas por Arce, repitieron las amenazas de éste: Valeria tiene que
volver con Arce si no “se arma la cagada”.

El homicidio

El 2 de febrero de 1997, a las 10 de la noche, Arce, Patricia y el no-


vio de ésta, Marcelo de la Cruz, fueron a la casa de Valeria en un au-
to. En otro automóvil iba Gastón Campos Correa. Este último per-
maneció en la calle, esperando en el automóvil al parecer en
compañía de su esposa, y los otros tres entraron a la casa. A partir de
este momento hay dos versiones del hecho, una es la que relatan Pa-
tricia y Gastón, que hablan a partir de lo que les contó Marcelo de
la Cruz, quien no declaró, la otra es la del resto de los involucrados.
Según Patricia, una vez dentro de la casa, se sentaron a conver-
sar y acto seguido, sin que mediara ningún otro incidente, Miguel
sacó un arma que tenía escondida entre la ropa y comenzó a dispa-
rarle a Arce, cuando De la Cruz intentó ayudarlo, Faustino sacó otro
revolver y se sumó a los disparos, mientras Olga tomaba una tercera
arma –una carabina– y también disparaba. Cuando comenzó el in-
cidente Valeria, que hasta ese momento estaba en otro ambiente, se
asomó y empezó a gritar “matálo, matálo, a ese hijo de puta, que si
queda vivo nos va a matar”. Cuando terminaron de disparar Arce es-
taba tirado en el suelo y De la Cruz, herido, perdía mucha sangre.
En ese momento Faustino se dispara un tiro en la pierna. Ella no re-
cuerda cómo salió de la casa, pero sabe que a De la Cruz lo sacó Mi-
guel y lo dejó en la calle al cuidado de Gastón Campos Correa,
quien los llevó al hospital.

210
La otra versión es la que relatan Valeria, Miguel, Faustino y Ol-
ga. Todos cuentan más o menos lo mismo con ligeras variaciones,
propias de la confusión del momento. Lo que sigue es el relato de
los hechos tal como los narran ellos.
Cuando Arce va a la casa, la familia Llanos-Idiarte lo recibe por-
que querían conversar, querían dejar claro que ellos no estaban re-
teniendo a Valeria contra su voluntad y que ella podía decidir si
efectivamente quería permanecer con la familia, porque de ser así,
ellos no permitirían que él se la llevara por la fuerza.
Cuando se sientan a conversar, entra Valeria a la cocina comedor
–que es el ambiente donde se desarrollan los hechos– con su hija de
tres meses en brazos. Al verla Arce se levanta, saca un arma de en-
tre sus ropas, se acerca a ella y le apunta a la cabeza, gritando “o me
la llevo a Valeria o dejo la cagada”. En ese momento Faustino tomó
un cuchillo y lo hirió en el cuello, forcejearon y Arce le disparó en
la pierna; es entonces cuando Faustino saca un arma que estaba en-
cima de la heladera y comienza a disparar, mientras que Miguel
también se involucra en la pelea y logra sacarle el arma a Arce. En
algún momento se acerca de la Cruz para defenderlo y él también
recibe un tiro. Después Arce, que probablemente ya estaba herido,
se escuda detrás de Olga, tomándola del cuello. En ese momento,
Miguel, según su testimonio en la instrucción, dice: “tenía agarrada
a mi mamá por el cuello. Cuando yo vi eso me enloquecí, él había
venido, apuntó con el revolver a mi hermana, le pegó un tiro a mi
papá, ahora tenía del cuello a mi mamá, y me acerco, no sé si le dis-
paré o no a él, pero él suelta a mi mamá... Yo agarré y cuando mi
mamá se fue le disparé a Arce”.
En el incidente se usaron tres armas: dos revólveres y una cara-
bina.
Según la versión de Patricia las tres armas estaban en la cocina de
la casa de Valeria y las dispararon Faustino y Miguel (los dos revól-
veres) y Olga (la carabina). Según la otra versión uno de los revólve-

211
res lo traía Arce y el otro estaba en la casa porque el barrio era inse-
guro, ellos habían sido asaltados y en consecuencia estaban armados
para protegerse. La carabina era de propiedad del hermano de Faus-
tino y éste se la había pedido prestada para cazar, también estaba
guardada en la cocina porque no tenían otro lugar para hacerlo. En
esta versión no se menciona quién disparó la carabina.
Además de estos testimonios, en la instrucción declararon varios
conocidos de Olga quienes señalaron que tanto ella como el resto
de su familia estaban desde hacía mucho tiempo preocupados y con
miedo por la situación con Arce. Hay, además, varios comentarios
acerca de que Arce era un proxeneta conocido. Aparentemente, en la
ciudad de Neuquén “todos” sabían que este hombre era un vende-
dor de drogas conocido y que tenía múltiples antecedentes. Hasta
el punto de que, en el pedido de elevación a juicio por parte del fis-
cal y en la argumentación sobre la calificación legal de los hechos
que formula el juez de instrucción, se parte de la evidencia de que
Arce era un delincuente conocido. En la argumentación del juez se
lee que “los sucesos del 2 de febrero son la culminación de un cli-
ma... donde primaba el temor, las amenazas, la violencia, en el mar-
co de la marginalidad, la droga y la prostitución”.
Actualmente la situación de la familia Llanos-Idiarte es la si-
guiente:
Miguel Ángel (que tenía 16 años) fue juzgado por “homicidio
simple y lesiones graves en concurso real con exceso en la legítima
defensa”; fue hallado culpable pero no deberá cumplir condena, es-
tá en libertad.
Faustino y Olga enfrentaron un juicio por la misma causa. El fis-
cal pidió que se los juzgue por “homicidio agravado por haberse co-
metido con el concurso premeditado de dos personas en concurso
real con lesiones graves” y el abogado –se trata de un defensor ofi-
cial– pidió el sobreseimiento para ambos. En el caso de Olga, por
no haber efectuado ningún disparo y en el de Faustino por haber

212
obrado en “legítima defensa de un tercero”. El juez de instrucción
utilizó gran parte de los argumentos de la defensa para desestimar
la hipótesis de “premeditación” que elaboró el fiscal; además, consi-
deró que la agresión la inició Arce. Sin embargo, mantuvo la hipó-
tesis del exceso en la legítima defensa, razón por la cual ambos fue-
ron juzgados.
El 9 de junio de 1999 la Cámara en lo Criminal núm. 1 de Neu-
quén absolvió a Olga Idiarte y a Faustino Llanos por el asesinato de
Oscar Arce ocurrido en 1997.

Información complementaria

Las entrevistas

• Entrevista al doctor Gallardo, juez a cargo del Juzgado de Meno-


res núm. 1 de Neuquén.
• Entrevista a la doctora Celia Pérez, secretaria del Juzgado de Me-
nores núm. 2 de Neuquén.

Información periodística

• “Dramática historia tras el crimen de un fiolo”, diario Río Negro,


2 de junio de 1999.
• “Por qué teníamos miedo”, diario Río Negro, 11 de junio de
1999.
• “De cómo lavar culpas”, diario Río Negro, 13 de junio de 1999,
diario Clarín, 2 de junio de 1999.

A partir de esta información complementaria, es posible agregar los


siguientes elementos sobre la concesión de la guarda de Valeria a un
proxeneta y traficante de drogas.

213
El doctor Gallardo señala que él decidió en un primer momento

No innovar, porque esta chica tenía como único referente adulto a Arce
[...] el hombre se presenta y dice que desde septiembre está viviendo con
la menor de autos, que su intención es seguir conviviendo con ella... Yo
ahí resuelvo no innovar.

Preguntado acerca de si se sabía en ese momento cuáles eran las ac-


tividades de Arce, el juez dice que:

Arce dijo que era comerciante y antecedentes no tenía, yo además no le


entregué la guarda como dicen, lo que hice fue no innovar [...] el informe
de nuestra psicóloga dice que la relación con este hombre es buena [...]
nosotros tomamos la decisión basándonos en esto [...] nunca hasta que lo
matan a ese hombre nos enteramos, ni tenemos ninguna noticia de que
fuera proxeneta, habría que ver [...] en ningún momento se menciona es-
to en el expediente.

Sin embargo, en el expediente figura que en noviembre de 1995 la ma-


dre de Valeria se presenta ante el doctor Gallardo y declara que Vale-
ria se fue de la casa de Arce porque él la maltrata y la obligaba a ejercer
la prostitución.El juez resuelve ordenar la ubicación del paradero de
Valeria con la orden de que sea trasladada hasta el tribunal. A pesar de
eso en la entrevista realizada a ese mismo juez éste no duda en señalar:

Esto del proxenetismo es algo que se sabe a posteriori [...] podrán decir
que Arce era proxeneta, nosotros no lo sabemos.

Más allá de que el doctor Gallardo insiste en repetir una y otra vez
que no tenía elementos para suponer que Arce no era un honesto
comerciante,32 sin embargo, la secretaria del otro juzgado de meno-

32 Cabe recordar que en el momento en que el juez toma esta decisión, la ciu-
dad estaba conmovida por el escándalo que estallara entre marzo y abril de 1995,

214
res del lugar, quien tuvo a su cargo la causa donde el hermano de
Valeria fue juzgado por el asesinato de Arce, no duda en señalar que

Los antecedentes de este hombre, si se pedían, tenían que saltar porque


¡tiene un prontuario!
Abogada

El juez se lamenta por la suerte que corrió cuando sucedió el cri-


men:

El tribunal me estuvo investigando por 45 días, la Legislatura pidió todos


los informes porque también querían... ¡cómo un juez de menores le iba
a dar la guarda a un proxeneta! Pero en el expediente no dice nada.

Efectivamente, el doctor Gallardo fue investigado por el Tribunal


Superior de Justicia local y éste encontró que no había nada que re-
procharle al magistrado, sin que mediara ninguna explicación; lo
único que el tribunal dio a conocer fue el resultado, o sea la resolu-
ción de que el juez había actuado correctamente:

Es evidente que Arce engañó a todos. Pero al momento de decidirse la si-


tuación de la menor, no se le reconocían antecedentes adversos y menos
de proxeneta [...] Suscribo plenamente lo actuado por el juez [...] no fue
una medida arbitraria de Gallardo, se guió por los principios que rigen el
tratamiento de los menores en estos casos y, a partir de la realidad que le
demostraron los informes y la conflictiva situación de la menor con sus

cuando se descubrió una red de proxenetismo que involucraba a varios “empre-


sarios” de la ciudad, luego de que una joven de 21 años denunciara el secuestro
de sus hijos para obligarla a prostituirse. Durante varios meses aparecieron noti-
cias acerca de la red de tráfico que informaban acerca de jóvenes traficadas desde
las provincias de Mendoza y Córdoba. Esto produjo un clima de especial sensi-
bilidad en todos los sectores de la sociedad; el juez que intervenía en la causa pa-
recía estar ajeno a lo que ocurría.

215
padres decidió [...] Es indudable que, como luego se comprobó [el proxe-
neta], había engañado a quienes hicieron las evaluaciones que manejó el
juez al momento de otorgarles la guarda a la menor.
Tomás Gavernet, defensor oficial del Tribunal Superior de Justicia,
declaraciones al diario Río Negro del 11 de junio de 1999.

216
12. Las respuestas institucionales

Este texto fue elaborado con información proveniente de


documentos y entrevistas a integrantes de diferentes institu -
ciones de las distintas regiones del país. Un total de 55 en -
trevistas a integrantes de instituciones gubernamentales del
ámbito educativo, de salud y desarrollo y social y minori -
dad, y 47 a integrantes de organizaciones no gubnearmen -
tales comunitarias y religiosas (véase cuadro 7,nAexo A).

Programas estatales de menores:


Consejo Nacional del Menor y la Familia

El “Programa de investigación contra la explotación sexual de ni-


ños”33 creado en 1996, (por la disposición núm. 1804/96), poco
tiempo antes del Congreso Internacional contra la Explotación Se-

33 Explotación sexual de niños. Informe de avan,c4e de febrero de 1996, mi-


meo. El equipo de investigación estuvo integrado por: Arnaldo Marini, Silvia Fe-
rrari, Clarisa Voloshin, María del Carmen Roggi, Cecilia Castaño, Claudia Vigil,
María Elena Kunina, Elena Castiñeira de Dios y Marín Fenissi.

217
xual realizado en Estocolmo, se enmarcó en el Programa de Explo-
tación de Niños, creado en 1993. Este programa es la única aproxi-
mación específica que se pudo constatar, desde el Estado, en rela-
ción con el tema que nos ocupa, ya que la explotación sexual de los
niños no había sido considerada hasta entonces en su especificidad.
En la década de 1990 el consejo, además de hacerse cargo de los
menores en situación de desamparo que la justicia le derivaba en
los casos en que ni los padres ni los familiares podían atenderlos,
se vio enfrentado a una nueva problemática, creciente en número
y visibilidad, la de los niños de la calle.
Tal como fue enfocada por el consejo, la explotación sexual de
niños aparece como una modalidad más de la explotación laborque al
soportan las niñas y los niños o de otras formas de explotación eco-
nómica por parte de adultos-padres o familiares incluidos, situacio-
nes tales como la mendicidad, la venta callejera, la drogadicción, el
monopolio de paradas y la prostitución. Desde el punto de vista de
la especificidad que tiene la prostitución infantil, esta manera de en-
focarla minimiza la realidad de estas práctica.s
El programa tuvo existencia efímera, ya que en 1998 el consejo
fue intervenido y el programa interrumpido; sus hallazgos y logros
son tan pobres que no aportan prácticamente nada sobre el tema.
Sin embargo, se lo incluye en este informe porque ha sido el único
programa específico sobre explotación sexual de niños en el nivel es-
tatal nacional y sirve para caracterizar esas intervenciones, más de-
clamatorias que reales, así como los lineamientos ideológicos y po-
líticos de esta intervención.
El programa de investigación tuvo el propósito de recoger infor-
mación a la cual pudimos tener acceso. La lectura del informe de
avance –único producto del programa– permitió corroborar lo pre-
cario de los recursos puestos en juego para alcanzar los objetivos que
se habían trazado.
La investigación se propuso:

218
Trazar perfiles tipológicos de las víctimas, de los productores, distribuido-
res y usuarios [...] analizar los aspectos psicológicos [...]; detectar zonas,
modalidades, posibles usuarios [analizar el] contenido de ofertas de servi-
cio sexual en medios gráficos [...] analizar mensajes en los medios audio-
visuales [buscar] en Internet. 34

El informe en el que se sintetiza el trabajo realizado expone todas las


limitaciones y dificultades que se presentaron para llevar a cabo el
trabajo de campo. Está dividido en 5 capítulos, desarrollados en 12
páginas, escritos por diferentes personas del equipo de investigación,
con un anexo que contiene propuestas de reforma del Código Penal.
La investigación se circunscribió a la ciudad de Buenos Aires.
En relación con el trabajo de campo: hace una enunciación de
las dificultades de ese trabajo, de problemas de “seguridad” o de
riesgo, de la inaccesibilidad de los casos y de su clandestinidad, sin
proporcionar datos concretos.
Finalmente, el informe de avance cierra con una propuesta de re-
forma del capítulo sobre delitos contra la honestidad en el Código
Penal. Esta propuesta no contiene modificaciones sustanciales, sólo
propone aumentar las penas y corre el límite de edad de minoridad.
Esta perspectiva que deriva en propuestas de mayor represión y
castigo penal para los llamados explotadores es por otra parte com-
partida por sectores de legisladores, cuyas acciones se reavivan y mul-
tiplican cada vez que surge a la luz algún escándalo sexual o hecho
cruento que involucra a menores. No reconocen que las principales
dificultades no están en ese nivel. No se piensa que no se trata de
crear nuevas figuras jurídicas, sino, en el caso del proxenetismo, sim-
plemente de hacer efectiva su represión. Estas posturas no toman en
serio que en las actuales circunstancias el aumento de la represión co-
mo recurso primordial, y sin otros cambios, sólo conduce a incre-

34 Ibídem.

219
mentar ciertos riesgos para los explotadores y por lo tanto a encare-
cer los costos de protección de la explotación sexual, pero de nin-
gún modo a reducirla.
Otras actividades del consejo fueron la instalación de una línea
telefónica para atención de denuncias y contención de las víctimas.
A partir de allí se inició un registro de denuncias (teléfono 102),35
que en su mayoría no eran específicas de prostitución.
En las áreas, consejos de secretarías, direcciones de menores de
las provincias donde se ha realizado la investigación, no se han de-
tectado programas específicos.

Las respuestas institucionales gubernamentales


y no gubernamentales: salud, educación y otras

Ni en el nivel gubernamental ni en el nivel comunitario existen or-


ganizaciones que tengan por finalidad específica la problemática de
la prostitución infantil y adolescente. En todas las entrevistas realiza-
das se preguntó si tenían contacto con la temática, cómo era esa re-
lación, qué conocían, y qué respuestas tenían frente a situaciones en
las que eventualmente se enfrentaban con casos concretos, etcétera.
A modo de síntesis puede decirse que los campos de interven-
ción de las instituciones son amplios e inespecíficos, y esto sin du-
da hace que difícilmente aparezca una “demanda” clara. Se trata
siempre de una demanda indirecta, mediatizada o enmascarada;

35 La información que proporcionan los llamados que llegan a este teléfono


no ha sido sistematizada. Se han registrado esas llamadas pero no de forma con-
tinua: sólo para ciertos períodos breves. Tampoco se establecieron criterios claros
para diferenciar prostitución de otras formas de explotación infantil. Como los
llamados son, en muchos casos, anónimos, no hay manera de distinguir si las di-
ferentes denuncias corresponden a casos distintos.

220
aun en los casos en que las personas entrevistadas sospechan o creen
que tal o cual niña o niño están siendo prostituidas/os, mantienen
en el mejor de los casos una actitud reticente y ambigua o incluso
de negación, por una parte porque las instituciones no tienen res-
puestas para dar, y, por otra, por una actitud de desconfianza hacia
la intervención judicial inevitable cuando un caso sale a luz. La ma-
yoría de las entrevistadas y entrevistados señalan que a sus institu-
ciones no llegan casos de niñas y niños prostituidos o bien que lle-
gan muy pocos.
Las organizaciones gubenr amentales en muchos casos no registran:

La prostitución acá yo no la veo, como veo la droga [...] a nosotros nos lle-
gan por ejemplo denuncias cuando hay un corruptor a la salida de una es-
cuela [...] pero prostitución infantil no tenemo. s
Directora de una biblioteca de escuela

Pero no tengo un caso así presente... prostitución... no he tenido un caso


así de prostitución infantil.
Asistente social del Hospital de Niños

Yo lo que puedo detectar y con mucha dificultad es el abuso, ya la prostitu-


ción y la explotación sexual es una cosa que se discutiría, se pediría asesora-
miento, ayuda, etc. Y que excede el marco de los objetivos de este programa.
Integrante del Programa de Atención Integral
del Adolescente del Hospital de Niños

O dicen que estas situaciones son negadas por las niñas, los niños o
los adolescentes:

Las chicas que vienen prostituidas en general no hablan.[...]. Apareció bas-


tante más enmascarado, primero lo ocultó, no terminábamos de entender
su historia y después apareció, pero es toda una cosa de vergüenza y ocul -
tamiento.
Socióloga de Hogar de Adolescentes Embarazadas

221
El tema de la prostitución es tabú [...] no es un tema abierto, se sabe de
pasillo, pero ella nunca lo ha dichoante sus compañeras.
Directora de Hogar de Adolescentes Embarazadas

Estamos con la sospecha de una chica... tenemos la sospecha de que tra-


baja en un sauna, pero no lo dice directamente.
Asistente social de la Defensoría de Niños

Las chicas no hablan de prostituirseen ningún momento.


Asistenta social de una organización gubernamental

En general los chicos que hacen de taxi boy no te lo dicen, lo ocultan y


bastante.
Psicólogo de una organización gubernamental

Las historias de ellos hacían agua cuando tenían que ver con historias de
violencia, de abuso, de prostitución.
Psicóloga del Hogar de Niñas

Los mismos temas aparecen en las organizaciones no gubenramentales:

Ella no lo contabaabiertamente y nosotras no sabíamos qué hacer.


Religiosa, sobre una niña de 15 años prostituida

Se manejan con mucha reserva con respecto a esas cosas.


Psicólogo de una organización comunitaria

Los pocos casos que yo he conversado, que yo intuyo que están en la pros-
titución son cerradas no te quieren contar[...] te cortan no te hablan.
Responsable de un comedor comunitario

Lo que pasa es que no quieren comunicar su vidaprivada.


Religiosa

No es frecuente que hablen de prostitución [...] esto no lo hablan tan ex-


plícitamente, pero se desprende.
Psicóloga de una organización comunitaria

222
En el análisis de las entrevistas es posible ver que cuando las niñas
o niños hablan de prostitución lo que sucede es que no existe una
escucha capacitada y suficientemente atenta para dar lugar a lo que
están diciendo. De hecho esta investigación desmiente que no quie-
ran hablar, simplemente se trata de que sólo hablan en determinadas
condiciones, es decir, si tienen confianza o conocimiento y saben que no
van a ser denunciados,o si sale casualmente, en medio de otra con-
versación. Y esto es válido tanto para integrantes de organismos gu-
bernamentales como no gubernamentales.

Antes de contarte algo te estudian bien, te calan todo [...] te preguntan a


qué venís, sos de la yuta, sos de minoridad, te preguntan todo [...] No po-
dés apurarlos para que te cuenten, tenés que seducirlos hasta que te dicen
le tiré la goma, es una francesita, le chupé... eso lo hacen tanto las chicas
como los chicos, chupar o dejarse chupar, es plata fácil.
Educador sexual de Buenos Aires

Los varones a veces te dicen cuánto cobran por una sacada de leche, ellos
van contando, no lo cuentan muy directamente, pero entre dos o tres,
riéndose lo cuentan.
Directora de una organización gubernamental

Lo cuentan cuando están enojadas.


Educador físico de una organización gubernamental

Si es taxi boy, lo notás, lo podés intuir... te dicen yo tengo un tuto.r


Asistente social de una organización gubernamental

Primero sienten un rechazo muy grande, no saben con qué intención te


acercás, están a la defensiva, pero cuando lográs darles un cierto margen
de seguridad encontrás cosas terribles.
Operadora del Programa del Consejo Nacional
del Menor y la Familia

223
Por ahí si nosotros entramos a través de algo, es que teníamos ya la sufi-
ciente confianza con el chico y le empezamos, después de mucho tiempo
a preguntar alguna cosa.
Maestra

La escucha comunitaria

En distintas entrevistas apareció que la dificultad reside en escuchar


aquellos aspectos de las vidas que tuvieran que ver con la prostitu-
ción o incluso con el sexo por parte de los profesionales.

Un tema que tenía... es que al hacer las entrevistas de admisión, este tema
[violación, prostitución, etc.] no lo podemos perguntar. ¿Cómo se pregunta?
Directora de una organización gubernamental

Hay que poder escucharlo que las chicas van manifestando.


Religiosa

El problema es porque no podemos preguntar nosotros.


Asistente social de una organización gubernamental

Estábamos con ellas [las niñas o adolescentes] y no nos dábamos cuent.aHoy


estamos más alertas y es más visible [...] Antes las veía cuando llegaban des-
de su deterioro físico, veía las alteraciones que traían, después veía cómo se
metían más en la pesada, el delito, el robo, chicas que venían enfermas por
el Poxi-ran, la droga, hasta que se abrió este otro panorama y ver que las chi-
cas eran explotadas sexualmente [...] Esto me lo fue dando el mismo con-
tacto con ellas, escucharlas, sus historias de vida, lo que habían vivido, su-
frido, las historias con sus familias, muchas tenían miembros de sus familias
que estaban prostituidos, o sea muchas habían vivido esa cultura [...] Yo po-
día descubrir, porque la chica me lo manifestaba o porque yo veía en sus ac-
ciones que había estado en prostitución, pero no lo veía como algo ¿cómo
decirlo? lo veía desde ella, pero no lo que la rodeaba, o quiénes intervenían.
[...] Creo que hoy tengo una visión más amplia.
Religiosa

224
¿Qué se escucha de lo que un chico dice? [...] Nadie escucha sin prejuicios
lo que un chico dice, lograr escuchar lo que el chico está diciendo es ya
un tema, siempre pensás que a lo mejor miente, a lo mejor fabula, a lo
mejor esconde. Muchas de las historias de estos chicos son tan terribles
que a una le parece que deben estar fabulando, no puede ser todo cierto
[...] Habría que poder escuchar algo de lo que dicen, por lo menos afinar
el estilo de escucha, pero creo que estamos muy lejos de eso.
Directora de Hogar de Niñas

Es un tema que les produce mucha resistencia, mucha vergüenza. Se in-


hiben de tener que hablarlo [...], entonces se espera un tiempo interno.
Psicóloga de una organización comunitaria

¿Qué hacer?

En el mejor de los casos, cuando las personas que atienden a estos


niños, niñas y adolescentes pueden escuchar e interpretar lo que di-
cen, surge un sentimiento de impotencia ante la situación. Más allá
de la capacidad de escuchar, hay dificultades para intervenir, debi-
do a la inexistencia de capacitación específica por un lado y por el
otro a la impotencia para enfrentar las redes y organizaciones que
están por detrás de las chicas y chicos prostituidos.

Los adultos se ponen muy mal, no saben cómo contener a los chico¿De s. s-
de dónde se aborda? Por ejemplo a un chico que ha sido explotado por
su sexo, no se le pueden aplicar las categorías de un desarrollo normal...
[...] Estos chicos, como una forma de llamar la atención del adulto,
cuentan con lujo de detalles, entonces lo que pasa es que cuando te
cuentan ¿cómo te sentís? ¿Hay que trabajar con estos puntos para con-
tener al chico?
Directora de programa, Consejo Nacional del Menor y la Familia

Yo como trabajadora, como operadora de calle, como coordinadora acá...,


una tiene la fantasía, la idealización. Una los ve pobres, como la canción de

225
Fito Paéz, pero no se los imagina en una situación sexual. A uno le cuesta
pensar eso. Cuando después de años de trabajo, una cae en eso, porque la
realidad lo muestra, ahí nos cuesta hablarlo, porque nos faltan herramientas.
Asistente social de organización gubernamental

El tema es qué hacer con esa informació.nPorque el tema de la sexualidad


afecta a los coordinadores que están trabajando con el chico, su propia
historia, sus propios prejuicios, valores acerca del tema. Entonces no in-
centivamos a que le saquen la información. [...] Muchas veces sale en el
desayuno, o en una entrevista de admisión, que no es una entrevista psi-
cológica, entonces tampoco se puede desatar algo que luego no vas a po-
der manejar. A mí me parece que es un punto en el que tenemos que te-
ner mucho cuidado. Porque no quiero que se pregunte, lo saquen y
después ¿quién maneja eso? Hay cosas que escuchamos con mucha tran-
quilidad, hay cosas que nos molestan más que otras.
Directora de organización gubernamental

La impotencia también se manifiesta cuando las organizaciones co-


munitarias detectan casos:

Hemos hecho denuncias en Minoridad, por ejemplo, pero ahí es donde


no pasa nada.
Asistente social de organización comunitaria

No hay... mirá, con el tema prostitución no conozco nada que se haga.


No hay voluntad política, no hay y la Justicia es muy ridícula... la jus-
ticia es tan lenta, tan lenta, tan lenta que resuelve el caso del menor
cuando ya es mayor [...] La policía... con la policía no contamos, no
contamos para nada. Ellos... ellos son parte digamos, de... de la impo-
sibilidad de cambiar nada [...] no es la solución al problema que la po-
licía venga, las levante hoy, que las limpie hoy y mañana vuelven... en
realidad ellos son parte de la red también. Si son amigos pasan y miran
para otro lado y... y bueno, en definitiva contribuyen a que no se pro-
duzca ningún cambio.
Maestro

226
Una excepción la constituye el Programa para Asistencia de Muje-
res y Niñas Prostituidas de la Congregación de las Hermanas Ado-
ratrices y la Congregación de Oblatas.
Lo que sigue es un fragmento de la presentación de la Hermana
Marta Trejo:36

En primer lugar tratamos de ofrecerles a las chicas un ambiente de fa-


milia, un sistema de vida familiar conviviendo con ellas tres o cuatro re-
ligiosas acompañadas de un equipo técnico. Esa casa es acogedora, ale-
gre, que se pueda parecer lo más posible a un ambiente de familia, un
clima de confianza, brindando amistad, tratando de que ellas puedan
sentirse protagonistas para que asuman un proyecto de vida. La pro-
puesta es que ellas puedan recuperar su autoestima, puedan ir descu-
briendo sus propias capacidades, y descubriendo lo que pueden hacer
ellas, reconocer sus valores. Entonces antes que nada tratamos de traba-
jar a nivel de salud. [...]
Otro aspecto muy importante para nosotras es el sistema escolar. La
mayoría de las niñas llegan fuera del sistema escolar, con primero o se-
gundo año de escuela básica, en algunos casos con 5º o 6º grado y al-
gunas con 15 o 16 años resulta difícil incorporarlas a una escuela diur-
na o incorporarlas a una escuela común porque tienen costumbres,
tienen sus experiencias que entre pares no las esconden, las conversan,
se manifiestan en sus conductas y esto es rechazado por alumnas, por
docentes, por padres de alumnas. Unido a que la socialización de ellas
es muy limitada, les cuesta asistir a una escuela, con tantas horas de cla-
se estáticas, les cuesta aceptar límites, normas y hemos tenido que bus-
car maestras domiciliarias, y reciben en casa toda la parte de escolari-
dad y que es reconocida por el sistema escolar. El apoyo escolar es
fundamental. [...]
Hay casos que valen la pena de dedicarse a las niñas, a su recuperación,
niñas que fueron maltratadas, explotadas, transformándolas en una cosa.

36 Esta presentación fue realizada en el seminario La explotación sexual de ni-


ñas, niños y adolescent,es17 y 18 de mayo de 2000, en el que se dieron a conocer
los resultados de esta investigación en la ciudad de Buenos Aires.

227
Creo que requiere después mucha atención, dedicación, amor, mucha pa-
ciencia. En la convivencia, en el contacto diario se requiere mucha pacien-
cia. Recuerden que en este momento el programa está dedicado al traba-
jo con las niñas de la calle. Las niñas en situación de calle. Entonces esto
agrava más la problemática de la prostitución. El duro camino que ellas
empiezan para su recuperación es largo. No les resulta fácil. Muchas veces
retroceden, se van, vuelven, otras, tenemos que decir, salen mal. A veces
reaccionan, nos dicen dónde están. Tratamos de seguirlas cuando egresan
por lo menos un año. En otras se nos van de las manos antes de tiempo:
pero consideramos con nuestra fundadora que todo es poco. No miramos
esfuerzos, sacrificios, pensamos que por una sola que pueda salir todo va-
le la pena.

La escuela

La visión de los docentes permite trazar un panorama de las posibi-


lidades y las limitaciones actuales en la detección y caracterización
de esta problemática.
En la escuela primaria, lo mismo que en otros ámbitos insti-
tucionales, se ha desarrollado la capacidad de detección de casos
de maltrato y abuso sexual, como producto de un intenso traba-
jo de concientización en los últimos años, pero no así de las si-
tuaciones de prostitución. Los pocos casos detectados son proxe-
netismo familiar.

Yo no podría generalizar, no me atrevería, lo que sí te puedo decir es que


me parece que esto que les pasa a estas chicas de 12, 13, 14 años es que la
familia es la que las entrega, a cambio de cosas mínimas para sobrevivir,
[...] vos no sabés cuántas veces vamos a la casa de los alumnos, antes man-
dábamos a llamar pero no vienen, cada vez vienen menos, esta escuela es
buena, es contenedora, no sólo por el comedor, por todo, las actividades,
todo, no queremos que los chicos se vayan.
Maestra

228
En las chicas... tanto en las chicas como en los chicos se da [la prostitu-
ción] en una edad que se hace muy difícil actuar. El primario es muy con-
tenedor para ellos.
Maestro

Las hemanas ya se prostituían y dejaban la escuela porque se embaraza-


ban, ya en quinto grado dejaban.
Maestra

Cuando se detectan situaciones de prostitución u otras formas de


maltrato los maestros no siempre tienen pruebas suficientes como
para denunciar, pero además desconfían de la intervención de las
instituciones judiciales. Más allá de la denuncia, los profesionales
del área educación no saben cómo proceder en estos casos:

La policía, la justicia, qué va a hacer, si son parte de lo mismo.


Maestra

Mi objetivo mayor es que la escuela sirva de lazo social, que los contenga
[...] es difícil porque ellos saben que son marginados [...] es difícil desde
la escuela darles una salida laboral [...] pero bueno, yo estoy como en ce-
ro se me abre recién ahora esto, mi idea es transformar primero la institu-
ción, que no discrimine.
Docente

Fragmentos de la presentación de SilviVaerón y Susana Malagón


Integrantes del equipo de orientación Escolar de la EGB3 de Quil37
m es

A nuestra escuela venían muchos chicos que pertenecían a familias con un


nivel socioeconómico sumamente bajo, presentando carencias de todo ti-

37 Esta presentación fue realizada en el seminario La explotación sexual de ni-


ñas, niños y adolescente, sob. cit.

229
po, necesidades básicas insatisfechas. Cuando éramos chicas en la escuela
nos decían “flaca escopeta”, “cuatro ojos”; nosotras solíamos decir “a pala-
bras electrizantes, oídos desenchufados”. Y ¿por qué traemos esta frase? Es
lo que vemos en la institución escolar en general. Cuando las palabras que
circulan son electrizantes, la escuela, la institución, las personas, nos de-
senchufamos, no escuchamos.
Nosotras tuvimos la oportunidad de trabajar juntas en un nivel de
compromiso personal, y escuchamos historias muy duras y serias como
por ejemplo la de Ángela, Daniela y Verónica, de quienes sospechamos
que estaban siendo iniciadas en la prostitución.
Ángela es una nena que ingresa a nuestro establecimiento a los ocho
años, en lugar de a los seis. Ángela no tenía documentos, había estado
boyando por distintas instituciones escolares sin que hubiera podido
concretar su ingreso. Finalmente ingresa a nuestra escuela, porque se
puede hacer con un acta de compromiso por parte de los padres de que
van a tramitar en el transcurso del año su documento. Ángela es una ne-
na muy dulce, inteligente, tal es así que con el apoyo de Silvia en el gra-
do recuperador enseguida se nivela con el grupo de sus pares y logra ha-
cer una vida escolar absolutamente normal. Un día, después de la
actividad que la maestra había dado, que le podía haber resultado dispa-
radora, Ángela se acerca a ella –evidentemente tenía un buen vínculo– y
le confiesa que había sido violada por su tío. Este tipo de revelaciones
moviliza mucho a los adultos. La docente se puso muy mal y podía ha-
ber dicho: “tomá un caramelo, no pasa nada”; o comprometerse e invo-
lucrarse. Afortunadamente nuestra compañera hizo esto último, se acer-
có a nuestro equipo de orientación escolar y nos comentó muy
angustiada lo que estaba pasando. Inmediatamente tomamos el caso: yo
como asistente social fui a la casa y conversé con la madre, que es la adul-
ta responsable de esta niña, y que en un primer momento se mostró de-
masiado angustiada. Luego sigo la investigación y me doy cuenta de que
había habido otros episodios de violación en la misma familia. Ángela te-
nía otras hermanas que también habían sido violadas. En charlas con Án-
gela, en las que le decía que su mamá se tenía que enterar de lo que ha-
bía pasado, Ángela se angustiaba mucho. Decía: “ahora mi tío [el
violador] no nos va a traer más comida y mercaderías”. A mi modo de
ver esto es una forma de prostitución. Observamos a veces que las ma-
más tienen cierta complacencia con estas cosas.

230
Paralelamente a esto nosotras hacemos la denuncia al juzgado de me-
nores de la zona.
Cuando las escuelas hacemos las denuncias a los juzgados, observamos
que hay una inmediata respuesta. Pero lamentablemente después no la
pueden sostener en el tiempo y se diluye. Nos dicen que están abarrota-
dos de trabajo. La escuela tiene que insistir periódicamente en que se vuel-
va a citar a la familia, en que haya una intervención. Esto es grave, desde
dos puntos de vista. Primero porque con una denuncia de por medio, el
niño o niña está más expuesto que antes. Segundo, la comunidad donde
está inserta la escuela, que es donde viven nuestros chicos, observa muy
atenta los pasos que damos las instituciones. En este caso: justicia, escue-
la. Evidentemente al no haber una resolución justa, el mensaje es: con los
niños no pasa nada. Finalmente Ángela desertó de la escuela, el tío viola-
dor se fue por un tiempo, pero pronto pudo volver a su lugar. Vemos que
Ángela pidió auxilio, como lo pidió Daniela en una oportunidad. Danie-
la era una nena de siete años que empezó a hacer pequeños robos en el sa-
lón. Un día una goma a alguien, un dinero a la maestra, pequeñas cositas.
Éstas son señales que nos dan los chicos. Nosotras siempre cuando habla-
mos con las mamás decimos: son luces rojas que se encienden. Daniela
nos quería decir algo, pero se ve que nosotras no interpretábamos hasta
que un día robó 200 pesos a una docente y ahí nos preguntamos qué pa-
saba con Daniela. A partir de este robo Daniela dejó de asistir a la escue-
la y cuando empezamos a investigar y concurrimos al juzgado para que re-
tomara su escolaridad, descubrimos que había una causa iniciada en el
juzgado por un abuso de un familiar, con intermediación de dinero. La
mamá es la que inicia ese juicio, pero al mismo tiempo es la que la expo-
ne a Daniela: los fines de semana cuando se iba a visitar a una pareja que
tenía en una localidad cercana, dejaba a Daniela con una hermanita que
sufría de enanismo y una hermana mayor que era dogradependiente. Lue-
go de la intervención de la escuela, recuperamos a Daniela. Ahora está en
sexto grado, es una buena alumna. Este caso fue positivo, porque la insti-
tución judicial nos respondió.
Otro de los casos que nosotras trabajamos fue el de Verónica. Lo ele-
gimos porque ejemplifica la falta de respuesta de algunas instituciones. En
este caso la maestra de 5º grado, muy observadora, veía que Verónica ve-
nía muy cansada, con los ojos irritados. Se acercó a nuestro equipo para
ver qué podíamos hacer. Empezamos a investigar y supimos que Veróni-

231
ca desde primer grado hacía una doble vida. De noche vendía flores en un
boliche de Buenos Aires y luego volvía a su casa, dormía un poquito y des-
pués venía a la escuela. Llamamos a la mamá y le explicamos que se tra-
taba de una situación de riesgo. A lo que la mamá nos responde que ella
era sostén de familia y que a ella no le compraban flores, a Verónica sí.
Ante esta situación, pedimos ayuda al Consejo del Menor y la Familia,
una beca para Verónica o un subsidio para la mamá para algún micro em-
prendimiento. La respuesta fue que no podían hacer nada porque el do-
micilio de Verónica era en provincia de Buenos Aires y el consejo trabaja
en Capital Federal. Se había creado en zona sur una Secretaría del Menor
y la Familia, adonde nos dirigimos. La respuesta fue que si bien Verónica
vivía en provincia, trabajaba en Capital Federal, y que no podían meterse
en una jurisdicción que no les competía. En medio de todo este lío de ju-
risdicciones y competencias, Verónica quedó embarazada. Afortunada-
mente vuelve a la escuela. Ahora está en 9º grado.
Claro que hay una fantasía según la cual retener a una chica en la es-
cuela es contenerla. Y hay una diferencia muy grande. Porque los chicos
están retenidos en la escuela dos años más, según la reforma, pero eso no
quiere decir que están contenidos.
Lo que se ve muy claro en estas historias y en el trabajo que hemos
desarrollado es que hubo un compromiso personal, pero esto no es la ge-
neralidad. La escuela es una institución verticalista, y burocrática. Si al
directivo no le interesa el tema, se tapó los oídos. No hay programas se-
rios que contemplen estas situaciones. Hay contenidos curriculares de
educación sexual. A veces las escuelas con buena voluntad llaman a un
médico o a un psicólogo, que da una charla a 150 chicos amontonados
en un gimnasio. Hay buena voluntad pero no alcanza. El maestro está to-
dos los días con esas personitas y el profesional que viene y da una char-
la no. Nosotras después de un fin de semana largo observamos que los
chicos vienen distintos, con una carga mayor de violencia, porque per-
manecieron dos o tres días en sus casas y no siempre en las mejores con-
diciones. La mirada del docente es muy importante. Incluso hemos de-
tectado que alrededor de noviembre muchos chicos tienen crisis, crisis de
llanto, angustia, se portan mal y no es el calor, es que la escuela se termi-
na, se termina un lugar muy importante para ellos. La escuela es una ca-
ja de resonancia tan importante. Y además es la cara del Estado todos los
días. Si cumpliéramos cada uno de nosotros con nuestro rol, si hubiese

232
las intenciones de hacer lo que corresponde, no estaríamos usando nues-
tro tiempo en repartir zapatillas. A la sociedad a veces le importa el tema
de la violencia callejera. Los robos. Pero hay una violencia silenciosa que
es la que padecen las nenas en este caso y que no se escucha, silenciosa,
y es la que tal vez origina esa violencia callejera. Verónica tal vez sea una
madraza pero con 14 años tiene que hacer de mamá, trabajar e ir a la es-
cuela. Es demasiado difícil.

Los institutos de menores y el maltrato intrainstitucional

Es frecuente que miembros de instituciones comunitarias, e inclu-


so profesionales que se desempeñan en la esfera estatal, señalen que
prefieren no dar intervención a la justicia porque ¿qué podría hacer
por los niños? ¿enviarlos a una institución “de menores”? Para algu-
nas personas entrevistadas, esas instituciones en el mejor de los ca-
sos son negligentes, sin capacidad para ofrecer nada a los niños, las
niñas y adolescentes que albergan; en el peor, victimizadoras de
aquellos a quienes deberían proteger.
A lo largo de esta investigación se obtuvieron algunos testimo-
nios de niños, niñas y adolescentes y de profesionales que dan
cuenta de esta revictimización. Sin embargo, los niños y niñas son
esquivos al relatar su paso por las instituciones, a la vez que los in-
tegrantes de organizaciones y los profesionales indagados acerca del
tema descartan cualquier posibilidad de que estas instituciones
sean beneficiosas.
En el Chaco se registraron varios casos de niños que denuncia-
ron que en el seno de las instituciones que debían albergarlos fue-
ron abusados:
• en una granja hogar tres niños y una niña de 6 a 12 años de
edad acusaron a un integrante de la institución por abuso se-
xual: el acusado fue condenado finalmente después de un lar-
go proceso, pero los niños no recibieron ningún tratamiento;

233
• dos chicos que estuvieron internados en un hogar realizan
una denuncia contra el celador, acusación corroborada por
otros niños; sólo a partir de la intervención personal de una
trabajadora social de la institución se lo trasladó, pero sin me-
diar ninguna sanción.

En Buenos Aires un joven que actualmente tiene 17 años relató que


cuando tenía 15 años “cayó en cana por embriaguez, disturbios en
la vía pública y no sé cuántas cosas más”, de ahí lo mandaron a un
juzgado porque era menor. Como no tiene familia que pueda ha-
cerse cargo de la situación, cuando lo llevaron al juzgado el herma-
no lo fue a buscar pero mientras todos discutían qué hacer con él,
lo llevaron a un instituto de menores de la Ciudad de Buenos Aires.
Según relata el lugar era “de terror”, “los más grandes les pegaban a
los más chicos”, etc. Él no la pasó mal porque como estaba en la ca-
lle se sabía manejar, ya de entrada le “rompió la cara” a uno que se
quiso hacer el malo. No los dejaban salir aunque supuestamente era
un lugar abierto y no para delincuentes, sino para “desamparados”.
Estuvo allí un mes y durante ese mes no hizo nada.
La asistente social que mandaron a que visitara la casa para ver si
lo dejaban volver con el hermano pasó un informe “de mierda” pe-
ro al final lo dejaron volver a la casa, no sabe por qué.
Volvió a la calle y nadie más se ocupó de él, tuvo que ir varias ve-
ces al juzgado, también se tuvo que anotar en el colegio, pero nada
más, no volvió a la escuela.

234
Seminario:
La explotación sexual comercial
de niñas, niños y adolescentes
Hacia la formulación de políticas
públicas para la protección integral
de sus derechos

El 17 y 18 de mayo de 2000 se realizó el seminario “La explotación


sexual comercial de niñas, niños y adolescentes. Hacia la formulación
de políticas públicas para la protección integral de sus derechos”.

Los objetivos del seminario fueron:


• dar a conocer los resultados de esta investigación;
• intercambiar ideas y opiniones sobre dichos resultados;
• identificar los ejes prioritarios para el posterior diseño de políti-
cas públicas frente a la problemática;
• definir responsabilidades y roles en esas políticas de las diferen-
tes instituciones.

El seminario organizado por UNICEF contó con la participación de


la Procuración General de la Nación, la Secretaría de Política Cri-
minal y Asuntos Penitenciarios del Ministerio de Justicia y Dere-
chos Humanos, el Consejo Nacional del Menor y la Familia y el
Consejo Nacional de la Mujer.

237
Apertura

Palabras de Edward Madinger, representante


delegado de UNICEF, oficina de la Argentina

En primer lugar quiero expresar mi reconocimiento a todas las ins-


tituciones mencionadas, especialmente a sus responsables, por su
compromiso activo para la realización de este seminario.
La explotación sexual comercial de niños, niñas y adolescentes
constituye una extrema violación a sus derechos humanos. Por es-
to, debe ser un tema prioritario de discusión en las agendas y en la
ejecución de medidas por parte de los máximos ámbitos de decisión
de las políticas públicas, especialmente en aquellos países que han
sancionado la Convención sobre los Derechos del Niño.
En 1990 la Argentina incluyó la Convención en su derecho in-
terno y en 1994 en la Constitución de la Nación. Este instrumento
de derechos humanos específico para los niños obliga a la formula-
ción de un abordaje integral de las circunstancias de vida y desarro-
llo de los niños, niñas y adolescentes. Para ello, compromete a los es-
tados partes a la adopción de todas las medidas legislativas,
administrativas y de otra índole para dar efectividad a los derechos
enunciados. Específicamente, en el artículo 34 avanza sobre el com-

239
promiso de los estados a tomar medidas para impedir la explotación
de niños y niñas en la prostitución u otras prácticas sexuales ilegales.
En 1996 la Argentina firmó la declaración emanada del Congre-
so Mundial de Estocolmo contra la Explotación Sexual Comercial
de Niños y Niñas y se comprometió a la implementación del plan
de acción que se produjo en ese foro internacional. Uno de los pun-
tos de la declaración del congreso urge a los estados miembros a
promover la coordinación y cooperación tanto en el nivel nacional
como internacional para eliminar las causas de la explotación co-
mercial de niños, niñas y adolescentes. Este seminario es una mues-
tra de la voluntad política por comenzar a trabajar en este sentido.
Se trata de un fenómeno que se conoce poco. Su aparición co-
mo tema público se presenta generalmente teñida de escándalo, con
grandes titulares, y las noticias, con el paso de los días, se van dilu-
yendo en los medios y en la conciencia social. De este modo, la fal-
ta de información fundada sobre los alcances de la explotación se-
xual y la dinámica social e institucional que favorecen su aparición
y permanencia atentan contra una toma de posición y una lucha se-
ria contra esta grave violación a los derechos humanos de los niños
y las niñas.
UNICEF, en su calidad de agencia de cooperación internacional
con los gobiernos y la sociedad civil para la plena implementación
de la CDN, ha comprendido la urgencia de avanzar en el conoci-
miento de este tema. Así, con la cooperación financiera del gobier-
no de Holanda y la coordinación técnica del Centro de Encuentro
Cultura y Mujer pudimos comenzar la investigación que hoy pre-
sentamos. La investigación no fue pensada como un ejercicio aca-
démico o de producción de información para difusión periodística,
sino como un aporte que permita la reflexión sobre políticas públi-
cas en este campo.
Nos referimos a políticas públicas en plural porque la explota-
ción sexual comercial de niños y niñas es un fenómeno social com-

240
plejo que no se reduce a alternativas puntuales de salvación de los
niños. Las alternativas salvadoras generalmente se han traducido en
medidas de protección de personas que la mayoría de las veces han
conducido a la internación de niños y niñas en instituciones de pro-
tección, donde se vulneran otros derechos: a la libertad, a la convi-
vencia familiar y comunitaria y se dejan intactas las condiciones de
reproducción del fenómeno.
La presencia de las instituciones coorganizadoras refleja la com-
plejidad que merece el abordaje de este tema: una política criminal
para la persecución del delito, políticas sociales de apoyo y fortale-
cimiento de las familias, promoción de servicios de consulta para
niños, niñas y adolescentes y el enfoque de género debido a la ma-
yor presión sobre las niñas en este tema.
Sin embargo, para que este entramado institucional sea realmen-
te efectivo debe avanzar e incluir las políticas educativas y de salud
que, junto con las familias y la comunidad, son los ámbitos básicos
por los que transitan cotidianamente los niños y niñas. La mayor
cobertura y calidad de la escuela y el acceso de todos los niños y ni-
ñas a controles periódicos de salud son factores fundamentales para
permitir su desarrollo. Representan bases sólidas para contrarrestar
situaciones de vulnerabilidad social, propicias para la aparición de
violaciones a sus derechos. Ello a su vez deberá estar acompañado
por un profundo conocimiento de parte de todos los agentes socia-
les (maestros, médicos y promotores de salud) de los derechos de los
cuales niños y niñas son sujetos.
Las organizaciones de la sociedad civil también deberán ser par-
te activa en la garantía de los derechos de los niños, niñas y adoles-
centes. Su práctica concreta es un factor fundamental en la denun-
cia de violaciones y en la lucha por la inclusión de los niños y niñas
en las políticas sociales básicas y la vida familiar y comunitaria.
Es nuestro deseo que este seminario sea el comienzo de una gran
alianza social que contagie la indignación en la sociedad y en el Es-

241
tado frente a las violaciones de la que son objeto miles de niños y
niñas y permita un trabajo concertado en favor de la defensa y pro-
moción de sus derechos.

Palabras del doctor Nicolás E. Becerra,


Procurador General de la Nación

Antes de comenzar quisiera agradecer especialmente a UNICEF y a


las demás instituciones que colaboraron con nosotros en la organi-
zación de este evento, teniendo en cuenta la trascendencia del tema
que nos convoca. Les doy también la bienvenida a todos ustedes y
espero que este seminario pueda ser el punto de partida para crear
espacios de reflexión sobre el problema de la explotación sexual in-
fantil que ha sido históricamente relegado. Es mi deseo que estas ac-
tividades nos permitan tomar conciencia de las deficiencias institu-
cionales del sistema social que son expuestas como resultado de la
investigación que hoy se presenta y que a partir de ello podamos de-
finir estrategias de intervención coordinadas con todos los organis-
mos, de algún modo involucrados con esta problemática.
Que yo pueda colaborar con algunas reflexiones es para mí moti-
vo de enorme satisfacción. Ello además, se enmarca en el proceso de
transformación conceptual e institucional que hemos encarado en el
Ministerio Público Fiscal sobre el rol que debe cumplir el organismo
que hoy represento, sobre todo en lo que se refiere a la defensa de los
intereses generales de la sociedad.
Un primer desafío lo constituyó el conocer cuáles son esos inte-
reses generales que debe proteger el Ministerio Público según el art.
120 de la Constitución.
Estoy convencido de que dicho rol no puede ser llevado a cabo,
en forma eficiente, sin un acercamiento, cada vez más intenso, a las
preocupaciones de la comunidad, y sin una gran sensibilidad perso-

242
nal frente a aquellos conflictos sociales que ponen más a prueba
nuestra dignidad individual, nuestra responsabilidad institucional y
nuestra ética comunitaria.
En este sentido, la problemática que hoy nos reúne abarca mu-
chas facetas y no podía dejar de ser una de nuestras preocupaciones
fundamentales; por ello, como resultado del convenio de coopera-
ción que hemos firmado con UNICEF en el marco del Programa de
Acercamiento a la Comunidad organizado por la Fiscalía General de
Política Criminal, esta Procuración decidió aceptar el compromiso
de analizar en profundidad esta temática, comprometiendo de este
modo a todos los integrantes del Ministerio Público, que son en de-
finitiva, los operadores del sistema que deben velar por la defensa de
los intereses generales de la sociedad, dentro de los cuales, la protec-
ción de la integridad de nuestros niños debe ocupar un rol trascen-
dente. En este sentido no debe haber muchas cuestiones de mayor
gravedad que la explotación sexual de esos niños que la sociedad de-
be cuidar sin paternalismos hipócritas o proteccionismos autoritarios
sino con compromiso ético indeclinable. Por otra parte, es un orgu-
llo para mí, ver concretado en este seminario aquel objetivo que le-
janamente definimos cuando pensamos el Programa de Acercamien-
to a la Comunidad, puesto que este seminario es el resultado del
empeño de una organización no gubernamental que desde su primer
contacto con nuestro organismo nos demostró su preocupación por
una realidad que pocos quieren aceptar. En este sentido, es de vital
importancia considerar el aporte científico realizado por el grupo de
investigación que hoy nos acerca sus resultados.
Este tipo de intercambio es parte fundamental del juego demo-
crático que las instituciones comprometidas con la realidad social
deben respetar y ahora nosotros somos los que tenemos que dar res-
puestas.
Cada vez que un conflicto social involucra a un niño o a un ado-
lescente, la sensación de que desde la justicia es poco lo que se pue-

243
de hacer se potencia porque queda patente la posibilidad de que ha-
yamos fracasado a la hora de sentar las bases de una sociedad que
ofrezca alternativas de futuro para quienes dan sus primeros pasos
en la vida de relación.
Y esta sensación tiene un fondo de verdad; sabemos que a través
del sistema de justicia sólo podemos acercar parte de la solución a
este problema, y también sabemos que los resultados obtenidos has-
ta el momento son poco satisfactorios. Por ello ésta es una buena
oportunidad para sentar las bases de un modelo más eficiente de ac-
tuación de este Ministerio Público para de algún modo compensar
la indiferencia institucional que existe. Ello no es sólo un mero ob-
jetivo sino que es un desafío institucional que debemos asumir. Te-
nemos las herramientas legales para hacerlo, pero hace falta profun-
dizar el compromiso de cada uno de nosotros para dar respuesta a
esta demanda social. Como sabemos que la respuesta judicial es im-
portante sólo desde una perspectiva del problema, es indispensable
contar con la actividad coordinada de los distintos organismos esta-
tales que nos permita la formulación de políticas públicas que tien-
dan a la protección integral de los derechos de niños, niñas y ado-
lescentes.
Sobre esta base considero que las líneas de política criminal y de
gestión que ha impulsado este Ministerio Público en los últimos
tiempos, sirven como una primera respuesta a las demandas que
aquí trataremos.
Por ejemplo, desde el Ministerio Público estamos impulsando la
implementación de un modelo de fiscalías que se ubicarían en los
distintos barrios de la ciudad a efectos de nutrir a nuestra institu-
ción de las vivencias cotidianas de la comunidad, conocer con ma-
yor profundidad las zonas de delincuencia y brindar soluciones in-
mediatas a los problemas de los vecinos. Para ello, incluso estamos
desarrollando un plan piloto en el barrio de Saavedra que hoy se en-
cuentra en plena ejecución con resultados muy favorables. De este

244
modo entendemos que el acercamiento del Ministerio Público a la
comunidad ofrece un nuevo canal de acceso a la investigación de
delitos tan complejos que generalmente se presentan como organi-
zaciones delictivas de difícil investigación, y en muchos casos pro-
tegidas por el propio sistema. Por ello creemos que este acercamien-
to ofrecerá también la posibilidad de aumentar el control sobre el
sistema policial. Pero por sobre todas las cosas, estoy convencido de
que este modelo reducirá el temor de los ciudadanos a comprome-
terse en la denuncia de este tipo de hechos.
Por último y desde otra perspectiva, debemos desmitificar la
creencia de que esta problemática se da sólo en los estratos más po-
bres de la sociedad; ello no es así, la investigación que hoy se pre-
senta nos demuestra que es un problema que involucra a todos los
estratos sociales, es un problema de todos, que debemos resolver en-
tre todos.
El eje convocante para el futuro podría ser el siguiente: cuando
una temática es oscura, compleja y de difícil planteamiento es im-
prescindible, más allá de las dificultades, exponerla a la luz de todos.
Luz y publicidad son condimentos que nutren los actos republica-
nos, cuando ya no haya más oscuridad no habrá más arbitrariedades.

245
Panel de propuestas, integrado por
Carmen Storani, María Orsenigo,
Patricia Bullrich, Maximiliano Rusconi
y Gladys Acosta

Palabras de Carmen Storani, presidenta


del Consejo Nacional de la Mujer

La explotación sexual de niñas de corta edad y adolescentes preocu-


pa particularmente a este Consejo Nacional de la Mujer. Es una
problemática que debemos asumir desde el Estado.
Yo quiero compartir con ustedes cuál es el objetivo institucional
del CNM con la nueva gestión: el de “promover un nuevo modelo de
contrato social basado en la plena e igualitaria participación de las
mujeres en la vida social, política, económica y cultural del país. Di-
cho modelo estará fundado en una nueva concepción de la ciuda-
danía que reconoce la existencia de desigualdades e inequidades que
afectan el ejercicio pleno de la misma, promoviendo la responsabi-
lidad compartida entre mujeres y varones”. Desde la formulación de
este objetivo institucional es necesario, en primer lugar, construir
este modelo desde la infancia, y como se ha dicho, la inequidad de
género se construye muy tempranamente. Y es justamente sobre es-
ta inequidad que se instituye la explotación sexual comercial. Las
políticas de equidad de género son una de las políticas que a largo
plazo pueden incidir para enfrentar la explotación sexual. En segun-

247
do lugar, es tarea impostergable el diseño de políticas específicas,
tanto para prevenir como para dar respuestas de apoyo, contención
y protección a niñas y niños en situaciones de riesgo y a quienes es-
tán siendo explotados.
Podemos decir con autoridad, desde el punto de vista legal que
la Argentina tiene un marco legal extraordinario. Contamos con la
Constitución Nacional del año 1994, que incorporó la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, que incorporó con ran-
go constitucional también la convención contra todas las formas de
discriminación contra la mujer, así como tratados y pactos interna-
cionales. Recordaremos que el artículo 34 de la CDN dice: “Los esta-
dos partes se comprometen a proteger al niño contra las formas de
explotación y abusos sexuales, tomando las medidas apropiadas de
carácter nacional, bilateral o multilateral que sean necesarias para
impedir: a) la incitación o coacción para que un niño se dedique a
cualquier actividad sexual ilegal, b) la explotación de los niños en la
prostitución u otras prácticas sexuales ilegales c) la explotación en
espectáculos o materiales pornográficos”. El artículo 6 de la Con-
vención Contra Todas las Formas de Discriminación Contra la Mu-
jer (CEDAW), dice: “Los estados partes tomarán todas las medidas
pertinentes, incluso de carácter legislativo, para suprimir todas las
formas de trata de mujeres y explotación de la prostitución de la
mujer”. Por supuesto que en la Plataforma de acción mundial de
Beijing se trata muy especialmente esta situación de la mujer, en
particular cuando afecta a las niñas.
Por otro lado quiero compartir con ustedes la Declaración de Pa-
namá que recientemente hemos firmado los organismos públicos de
la mujer en reunión preparatoria para el 6to Encuentro Iberoameri-
cano de Ministros y Responsables de las Políticas de la Mujer, en
preparatoria de la Cumbre Iberoamericana de presidentes que se
realizó en noviembre de 2000 y cuyo tema es niñez y adolescencia.
Y esta declaración que hace 10 días hemos firmado, en su punto 10

248
insta a los jefes de Estado a “Adoptar medidas tendientes a prevenir,
sancionar, y erradicar la violencia sexual y sus distintas manifesta-
ciones, la trata de las mujeres, niñas y niños para el comercio sexual,
así como los temas de la prostitución forzada, la violación, el abuso
sexual, el incesto y el hostigamiento sexual”. Y por último tenemos
la Convención de Belem do Pará, no incorporada a la Constitución
Nacional pero ratificada por nuestro país, que define como violen-
cia contra la mujer todas aquellas manifestaciones “que tengan lu-
gar en la comunidad y sean perpetradas por cualquier persona, que
comprende entre otras violación, abuso sexual, trata de personas,
prostitución forzada, secuestro y acoso sexual en el lugar de traba-
jo, así como en instituciones educativas, establecimientos de salud
u otros lugares”. Esto simplemente para analizar cuál es el marco le-
gal. Tenemos normas suficientes. La cuestión es cómo empezamos
a aplicar a partir de medidas positivas, concretas, acciones que tien-
dan a prevenir esta situación. Esto no puede ser obra de un solo or-
ganismo, tiene que integrar a todos los organismos públicos. De he-
cho hay ya un compromiso por parte de quienes estamos en esta
mesa de ver de qué manera vamos a continuar con el diseño de es-
trategias de intervención. Hay que hacer visible esta realidad, con-
cientizar a las instituciones públicas, a las organizaciones comunita-
rias, a toda la sociedad para atreverse a hacer algo; sobreponernos a
la idea de que nada se puede hacer. Es importante diseñar estrate-
gias. Otro de los objetivos del CNM es la transversalidad, es decir, in-
corporar la perspectiva de género en los distintos ministerios. Por
eso quiero proponer algunas líneas de acción.
En primer lugar, así como ya estamos implementando políticas
públicas en salud, en educación, en desarrollo social, justicia, etc.,
dirigidas a varias cuestiones que no se relacionan con este encuen-
tro, yo me comprometo como presidenta del CNM a incorporar es-
ta documentación al Ministerio de Educación, para que el ministro
pueda trabajar con el Consejo Federal de Ministros de Educación.

249
Ya estamos trabajando en otros planes tendientes a la prevención;
por ejemplo, en salud, la mortalidad materno-infantil. Específica-
mente voy a invitar al ministro de Educación para que lo trabaje con
el Consejo Federal de Ministros de Educación, al ministro de Salud
para que lo trabaje con el Consejo Federal de Ministros de Salud.
Porque sabemos perfectamente que se puede trabajar desde las es-
cuelas, con los docentes y con las personas que están en contacto
con las niñas y niños para poder lograr una detección temprana y
también podemos intentar reforzar los planes de publicidad o de los
derechos de los niños y la discriminación de género. Porque la difu-
sión de los derechos de los niños también tiene que incluir el dere-
cho que les asiste en relación con su sexualidad y con sus cuerpos.
Éste es un tema que por prejuicios sociales resulta difícil de encarar.
Es decisivo también el trabajo con el Ministerio y las instituciones
de salud porque cumplen un rol muy importante. El embarazo y la
maternidad precoz son situaciones de riesgo en las que autoridades
sanitarias y médicos pueden intervenir favorablemente para preve-
nir situaciones de abuso e indefensión de niños y adolescentes. Jus-
tamente, el embarazo temprano suele ser un alerta roja de una si-
tuación de abuso sexual, de un abuso incestuoso o de una situación
de explotación sexual. Por tanto debe haber capacitación del perso-
nal, en cada hospital y centro de salud, para detectar los embarazos
producto de explotación sexual comercial.
En relación con la intervención judicial, en estos momentos es-
tamos encarando desde el CNM de qué manera podemos lograr pa-
trocinio jurídico gratuito para prevención de violencia hacia la mu-
jer y por supuesto hacia niñas y niños. Estamos a punto de firmar
un convenio con la Federación Argentina de Colegios de Abogados.
Por último me parece importante interesar a las legisladoras y le-
gisladores. Yo me comprometo a difundir, pero sobre todo a crear,
o recrear, una suerte de trabajo conjunto de quienes estamos en es-
ta mesa, para ver qué medidas, qué acciones podemos ir tomando

250
paulatinamente. Insisto en la necesidad de pensar a priori el trata-
miento del tema con la mayor seriedad posible. Instalar estos temas
en la agenda pública significa también tratar de ir demostrando que
hay posibles salidas, para superar la sensación de impotencia tan
propia de la sociedad argentina en momentos en que hay una críti-
ca feroz hacia el Estado. El hecho de estar hoy acá significa que hay
un compromiso, a pesar de que eventualmente se diga que no hay
políticas oficiales. De hecho estamos coorganizando este seminario.
Estoy muy contenta de haber sido invitada; es importante demos-
trar a la sociedad que en definitiva, si acá hay un trabajo de investi-
gación, en donde se nos ha interesado a los decisores políticos, esta-
mos iniciando una etapa nueva, de elaboración de posibles acciones
en común.

Palabras de María Orsenigo, presidenta


del Consejo Nacional del Menor y la Familia

Esta investigación actualiza una serie de preocupaciones que quie-


nes trabajamos con infancia y adolescencia nos venimos planteando
hace mucho tiempo. Y también pone sobre el tapete nuestras impo-
tencias. Quisiera destacar, en primer lugar, que la omisión en que
incurren las instituciones que trabajan con chicos sin indagar nun-
ca sobre sus vínculos con el mundo de la prostitución es comple-
mentaria de la naturalización de la explotación sexual comercial por
parte de la sociedad: se considera “natural” el comercio del cuerpo
femenino, y la edad de la persona prostituida pasa a ser un factor se-
cundario.
Es fundamental que desde el Estado pongamos esta cuestión en
el tapete, así como en la década de 1990 se pusieron sobre el tape-
te el maltrato y el abuso sexual de niños y mujeres. Nos comprome-
temos a incluir este tema en la agenda y a profundizar las investiga-

251
ciones de los hechos, a incluir esta problemática en la capacitación
sistemática de los trabajadores de infancia y adolescencia y de las
políticas sociales; el objetivo es generar indicadores de riesgo que
adviertan cuándo los chicos están entrando en esta situación, y ela-
borar estrategias de prevención.
Recuerdo conversaciones con Julieta Pojomosky, directora del
CAINA,45 sobre el estado en que llegan las chicas al CAINA y cuánto
preocupaba a los equipos. Y también el alerta de que esto no sólo
pasa con chicas de la calle, sino que puede pasar con chicas de cual-
quier sector, ligado a procesos de deculturación y desvalorización,
ligado al facilismo, a la ilusión del éxito rápido por ciertas vías. Me
parece importante lo que dice Carmen Storani: incorporar la cues-
tión a los planes de los equipos de educación, de salud, porque es-
to no es solamente un indicador para trabajadores de políticas so-
ciales, sino que implica múltiples exclusiones y postergaciones;
cuanto más universal sea el tratamiento de este tema dentro de las
políticas públicas, mejores van a ser los resultados. Me parecía im-
portante señalarlo, porque si podemos incluir la problemática de la
explotación sexual comercial como indicador de riesgo, tanto desde
la salud como desde la educación, vamos a poder incorporarlo a
nuestra vida cotidiana como trabajadores del área de infancia y ado-
lescencia.
Otra de las cuestiones a destacar que se desprende muy clara-
mente de la investigación es el rol que han cumplido las institucio-
nes del Estado, sobre todo la institución más difícil, la que presi-
do, el Consejo Nacional del Menor y la Familia. Es responsable de
responder a la victimización con más victimización, de revictimi-
zar a chicos víctimas. El consejo se compromete a reconvertir ese

45 Centro de Atención a Niñas y Adolescentes dependiente del Gobierno de


la Ciudad de Buenos Aires.

252
rol, transformándose en una institución federal que, en primer lu-
gar, trabaje en todo el país, y que, en segundo, lugar proteja los de-
rechos de niños y adolescentes generando todas las garantías desde
el Estado.
Así el consejo nacional estará en mejores condiciones para cum-
plir con el objetivo para el que fue creado: difundir, promover y de-
fender los derechos del niño y su aplicación a través de políticas pú-
blicas en toda la República Argentina. Todavía hoy tenemos que
convencer a los jueces de que los chicos víctimas no sean enviados
a institutos de seguridad, cuando se trata de protegerlos y separar-
los de su ámbito familiar, porque lo único que hacemos es multipli-
car los riesgos.
Estamos trabajando otras temáticas, como la protección de los
discapacitados, el tratamiento de chicos tratados como locos cuan-
do solamente han sido víctimas del sistema, la situación de chicos
secuestrados, recluidos en instituciones inadecuadas. Estamos tra-
bajando para devolverles los derechos y el tratamiento adecuado.
Las tres funcionarias del gobierno que estamos reunidas aquí,
Carmen Storani, Patricia Bullrich y yo, asumimos firmemente el
compromiso de encarar la cuestión de la explotación sexual co-
mercial de niñas, niños y adolescentes, de ponerla en agenda, de
generar políticas, de sistematizar información, de promover inves-
tigaciones, de capacitar a los equipos técnicos para que este tema
sea tomado como indicador, de no eludir esta cuestión porque
asuste, sino incluirla en el Plan Nacional de Aplicación de la CDN,
que el consejo está llevando adelante con las provincias; darle tra-
tamiento en el COFERESO, que es el organismo donde confluyen
todos los ministros del área social, y presentar un programa que
empiece a devolver sus derechos a estos chicos, en su mayoría ni-
ñas y jóvenes.

253
Palabras de Maximiliano Rusconi, fiscal general
de la Fiscalía General de Política C riminal de la
Procuración General de la Nación

Antes que nada quiero felicitar a quienes trabajaron en esta investi-


gación y al mismo tiempo agradecer a UNICEF.
Mi intervención va a estar vinculada y, en algún punto sesgada,
por la visión institucional del problema, orientada a responder la
pregunta de cuáles pueden ser aquellos caminos que pueden ser en-
carados desde el Ministerio Público.
El primer punto que quiero señalar es la importancia de las in-
vestigaciones sociológicas de campo, en la definición de la política
criminal. Esto generalmente no es tomado como un eje de trabajo
de la institución, es decir, se trabaja sobre casos y no sobre proble-
máticas. El desarrollo de una política criminal de persecución penal,
definida a partir de resultados de investigaciones criminológicas o
sociológicas es la exposición más rica de la relación que hay entre
criminología y política criminal. Por otra parte, esta investigación
sociológica brinda mucha información al Ministerio Público, que
hasta hoy no tenía, o por lo menos no había salido a buscarla.
Asimismo, parece necesario recalcar que nos encontramos frente
a un fenómeno que tiene incorporado el sello de la clandestinidad
sistémica. Y esto no se da en todos los delitos. Se trata de casos que
generalmente no ingresan al sistema de justicia; no son casos en los
que haya alguna motivación externa que provoque este acercamien-
to. Y éste es un dato importante porque nos hace reflexionar sobre
cómo vamos a organizar el trabajo de los fiscales. Si el funciona-
miento de un fiscal sólo se activa cuando un caso entra al sistema,
ello representa un problema, porque estos casos no van a ingresar
nunca. El gran cambio debe estar en repensar el funcionamiento del
Ministerio Público, yendo a buscar aquellos fenómenos de la socie-
dad que exigen su intervención, desde el punto de vista constructi-

254
vo. Constructivo y, obviamente, con algunos límites. De modo que
la imagen de un fiscal esperando el caso es una imagen que hay que
revisar con bastante profundidad.
Esta investigación nos indica también que estamos ante un pro-
blema nacional que asume diferentes formas según las regiones. Bue-
nos Aires no es lo mismo que Posadas ni Posadas es lo mismo que
Resistencia. Y, sin embargo, ante realidades tan distintas el Ministe-
rio Público y el sistema judicial en general, reaccionan con estrate-
gias muy burdas, de acuerdo con un modelo organizacional que tie-
ne además 500 años de historia, que es el modelo inquisitivo.
Es evidente que éste es un problema que tiene aristas innumera-
bles que exceden al sistema penal, y éste tiene, lamentablemente, la
tendencia a fracasar por defecto y por exceso. No se ocupa de las co-
sas de las que debería ocuparse y se ocupa –de más– de las que no
debería. Es importante que el Ministerio Público reflexione sobre
cuáles son los límites del funcionamiento del derecho penal, porque
este puede provocar mucho daño. Puede provocar deficiencias por
no intervenir, pero si interviene de modo desmedido y sin una sen-
sibilidad especial respecto de los casos que ingresan al sistema pue-
de provocar uno de los daños expuestos históricamente y que surge
con claridad de esta investigación, es decir, la revictimización de la
víctima. El sistema penal puede distribuir mucho dolor.
Otro punto importante es que las normas son un instrumento
con muchos límites para ofrecer respuestas más o menos saludables
y es un límite que hay que reconocer. No puede esperarse tanto de
lo normativo, a riesgo de caer en lo que se llama falacia normativis-
ta, esto es, pensar que si uno legisla las realidades cambian.
Un aspecto muy interesante de la investigación que se vincula
sólo parcialmente con el funcionamiento del Ministerio Público pe-
ro que debe concentrar nuestra atención, es su señalamiento de la
demanda como el hecho determinante del fenómeno de la prostitu-
ción, y que sin embargo nunca ha sido estudiado. La necesidad de

255
estudiar la demanda me conmovió: es totalmente cierto que hay
que pensar en el tejido social en el que se inserta este fenómeno.
Así, desde el Ministerio Público es preciso comenzar a pensar en
algún tipo de respuesta institucional a este fenómeno. Tenemos la
ventaja de estar casi en una etapa fundacional del Ministerio Públi-
co, al ser una institución nueva que en la Argentina, por ejemplo,
ha adquirido un rol más o menos definido a partir de la última re-
forma constitucional.
La primera respuesta tiene que ver con la idea que mencioné an-
teriormente sobre la necesidad de ir a buscar los casos, sobre todo
aquellos que nunca llegan. Por supuesto, esto tiene consecuencias
en la organización del Ministerio Público, en sus facultades, en có-
mo se moviliza. En este sentido, la investigación nos muestra que
en el futuro el trabajo de los fiscales tiene que vincularse con las in-
vestigaciones de campo. Estas investigaciones no pueden sólo ocu-
par lugares en las bibliotecas. Tienen que condicionar el funciona-
miento de los fiscales.
En segundo lugar, el Ministerio Público debe definir cómo se re-
laciona con la víctima. Éste es un eje de política criminal absoluta-
mente trascendente. Un Ministerio Público que no sea sensible al
problema de la víctima es un Ministerio Público básicamente inefi-
caz. Todos los demás símbolos que incorpore son símbolos de poca
trascendencia si no ofrece respuestas a la víctima y respuestas un po-
co más completas que la sensación de que se está cumpliendo con
su demanda punitiva. No se trata sólo de esto. Se trata como míni-
mo de que la víctima no sea un convidado de piedra o un enemigo
del sistema de justicia. La víctima es molesta, porque incorpora in-
formación que no se sabe cómo clasificar, porque tiene demandas
sobre el avance de su caso, porque ha sido afectada de un modo que
no comprendemos y no sabemos qué respuestas dar. Por eso debe-
mos definir muy claramente el rol de la víctima y cómo hacemos,
como mínimo, que el sistema de justicia sea amigable, que la incor-

256
pore como un sujeto al cual tiene que brindarle no sólo un espacio
procesal sino también un espacio institucional comprometido con
los problemas que ha generado el ilícito.
El otro eje tiene que ver a mi juicio con la imperiosa necesidad de
que los operadores del Ministerio Público, los fiscales, los integran-
tes de una fiscalía, incorporen conocimientos no jurídicos. Con esto
no se pretende que se transforme a los integrantes de una fiscalía en
especialistas en un conjunto de conocimientos que no son parte de
la formación básica de los integrantes del sistema de justicia. Signi-
fica capacitar para sensibilizar. O sea, que puedan comprender dón-
de está el problema, y a su vez, que ese problema no puede recibir
una respuesta punitiva o procesal tradicional. Uno se sensibiliza
cuando conoce. En ese sentido, me parece que la relación con los or-
ganismos no gubernamentales puede ayudar, es posible que sea a
ellos a quienes el Ministerio Público les puede pedir ayuda.
Por otra parte, esta investigación ha demostrado cómo el sistema
penal puede ir por la vida descomprometido del contexto social.
Cómo el sistema de justicia ha hecho un culto del alejarse del con-
texto social. Jueces y fiscales han creído que la independencia judi-
cial pasaba por independizarse de la gente. Nos hemos alejado de la
gente y nos hemos hecho más dependientes del poder político. Pe-
ro justamente de la gente no hay que independizarse. Los organis-
mos que no fabrican poder autónomamente se legitiman en el con-
tacto con la comunidad. Este alejamiento ha hecho que el sistema
penal haya desarrollado sistemas arquitectónicos y lenguajes inen-
tendibles, sistemas procesales inquisitivos que nadie comprende,
sistemas que no tienen contacto con las víctimas ni con la comuni-
dad, definiciones de víctimas muy estrechas que no permiten que
los organismos no gubernamentales participen en los procesos pe-
nales. Si ustedes ven la arquitectura del Palacio de Justicia se dan
cuenta de que nadie ha pensado en la gente, a nadie importa cómo
llega el ciudadano a su caso. Esto me parece que debe cambiar y es

257
un problema absolutamente cultural. Al mismo tiempo me parece
que esta investigación demuestra también por qué hay desconfian-
za en el sistema penal. Hay que reconstruir esta relación de confian-
za entre el sistema policial, el sistema de justicia y la comunidad.
Hay que hacer un sistema de justicia más amigable. Acceso a la jus-
ticia significa ofrecer a la gente espacios para que ingrese en el siste-
ma de justicia.
Claramente también, me parece que la investigación demuestra
la necesidad de mejorar los compromisos de la institución, el Minis-
terio Público sobre todo, pero también la institución judicial en ge-
neral, el compromiso con el modo en que definimos el daño de la
víctima. Daño es algo mucho más complejo que la mera afirmación
de “afectación a un bien jurídico”, debe ser tomado como un fenó-
meno más integral, con aristas mucho más complejas. Me parece
que hay algunas respuestas procesales que podemos dar. Casos sen-
sibles y complejos determinan la necesidad de darle al sistema de
justicia la posibilidad de disponer de la acción penal incorporando
objetivos distintos al de la sanción, por ejemplo el reparador. Esta
discusión se desarrolla alrededor del concepto del principio de
oportunidad. Es decir, la posibilidad de que el fiscal advierta que en
ciertos casos es mucho más importante la reparación que la sanción,
más allá de los objetivos de descomprimir la cantidad de casos que
entran al sistema. Y sobre todo pensar cuál es la mejor respuesta a
la víctima, que a veces no es la búsqueda a ultranza de la sanción al
autor, sino una respuesta más integral. Esto requiere una modifica-
ción del régimen de la acción penal. Asimismo, muestra la necesi-
dad de que la investigación penal esté a cargo de un fiscal. Por su
propia organización, el Ministerio Público tiene más posibilidades
de contactarse con los organismos no gubernamentales, de funcio-
nar en forma descentralizada, de tener más capacidad de desplaza-
miento. Al mismo tiempo esta investigación demuestra la necesidad
de acercarse a la instancia policial. En este sentido la descentraliza-

258
ción del Ministerio Público podría posibilitar generar en el terreno,
o sea en la calle, un sistema de frenos y contrapesos. La institución
policial tiene el monopolio del contacto con la comunidad y esto es
un problema. Mucho poder, monopólico y con poca capacidad de
control es una fórmula que permite, ya por la propia organización,
casos de corrupción. Y este sistema de pesos y contrapesos es un sis-
tema que no es novedoso para nosotros, está en la constitución.
Para terminar con estas ideas me parece que hay tres verbos que
nos tendrían que guiar. Un verbo es “conocer”, el otro “difundir” y
el otro “coordinar”. Y recién estamos en el primero.

Patricia Bullrich, Secretaria de Política C riminal y Asuntos


Penitenciarios del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos

La investigación La explotación sexual comercial de niñas, niños y


adolescentesrealizada con el apoyo de UNICEF, nos brinda, por pri-
mera vez, una cantidad de elementos fundamentales para articular
conocimientos dispersos y para plantear el diseño y la implementa-
ción de políticas capaces de operar sobre la triste realidad de la ex-
plotación sexual comercial de niñas, niños y adolescentes, con el
objetivo de modificarla. En efecto, nos proporciona una cantidad
de datos importantísimos: la edad de inicio, los modos de recluta-
miento, las distintas modalidades de explotación, las condiciones
que favorecen esta explotación, sus mecanismos y organización, las
relaciones con las instituciones policial, judicial, asistencial y con
otras instancias del Estado.
Ahora sí disponemos de las herramientas necesarias para diseñar
una política que apunte concretamente a dos objetivos: definir con
claridad el escenario del cual partimos y plantearnos plazos peren-
torios para lograr una modificación. Y éste debe ser nuestro primer
compromiso de gestión.

259
El trabajo que hoy se acerca a ustedes permite partir de la premi-
sa de que la oferta sexual de niñas, niños y adolescentes no es una
cuestión aislada y poco significativa, y que de ninguna manera se cir-
cunscribe al mundo de las chicas y chicos de la calle; sino que se tra-
ta de un fenómeno que involucra a muchos otros actores sociales.
El fiscal Maximiliano Rusconi aludió a la “clandestinidad sisté-
mica” de este tipo de explotación. A esta afirmación cabe agregarle
que, al mismo tiempo, ello sale a luz de modo descarado a través de
los medios de comunicación. Y para ello sólo basta mirar los diarios.
Ofertas de chicas y chicos que salen cotidianamente en diarios de
importante circulación, para no hablar de las ofertas que circulan en
Internet.
Entonces podemos decir que este fenómeno es clandestino en la
conciencia colectiva de los argentinos, pero no en los medios de co-
municación. Está al alcance de todos, todos los días, en distintos
medios. Nadie puede argumentar que lo ignora. Estamos en presen-
cia entonces de un replanteo profundísimo respecto del conocimien-
to del problema y de la falta de medidas adecuadas con respecto a có-
mo sale a la superficie. Este tema urge tratamiento.
Un factor que involucra directamente a una política de seguri-
dad, a una política criminal, es que la incorporación de niñas, ni-
ños y adolescentes a los circuitos de prostitución tiene que ver con
sistemas organizados de reclutamiento y de tráfico que manejan
grandes sumas de dinero. En la incorporación de una niña a estos
circuitos pueden jugar circunstancias de esa niña que busca salir de
una determinada situación (de coacción, de violencia, de desampa-
ro), pero fundamentalmente hay organizaciones de amplio alcance
que compete al Estado y a la sociedad civil desmantelar.
Uno de los datos más graves que se desprenden de la investiga-
ción es la vinculación de estos intermediarios, estos proxenetas, con
los organismos de seguridad que debieran actuar para neutralizarlos.
Es fundamental desmantelar esas connivencias. La reconstrucción

260
de las relaciones entre la comunidad y la justicia, la comunidad y la
policía, resulta imposible en la medida en que la comunidad no per-
ciba una transparencia en el funcionamiento del aparato policial.
Éste es un elemento estratégico para trabajar en el seno de las orga-
nizaciones de seguridad. Desde el gobierno debemos trabajar de
modo que esas organizaciones se depuren, que respondan a un mo-
delo cultural, educativo y de gestión distintos, liberado tanto de las
prácticas tradicionales de coima como de la vinculación con las or-
ganizaciones criminales mismas. No puede haber eficacia en la in-
tervención policial cuando no están claras las fronteras con el mun-
do del delito.
Es de destacar la ausencia total de un tratamiento coherente de
esta problemática en el marco del Poder Ejecutivo. Por eso es im-
portante que ahora podamos trabajar y que este tipo de investiga-
ciones y de reuniones sean el verdadero motor para la elaboración
de programas concretos con objetivos mensurables.
Otra cuestión fundamental es el proceso de naturalización de
esta problemática en el imaginario social: el proceso de naturaliza-
ción de la demanda. No podemos limitarnos a tratar estos hechos
desde la perspectiva de desarmar las organizaciones o trabajar so-
bre sus víctimas cuando hay una demanda que va generando espa-
cios para su activación. Esa demanda no ha sido en ningún mo-
mento estigmatizada, no ha sido objeto de ninguna campaña que
desenmascare a esos hombres casados, profesionales, que vuelven a
su casa después de haberse acostado con una niña en cualquier lu-
gar de la ciudad. Debemos plantearnos la difícil tarea de ver cómo
desarmar este modelo social y sexual hipócrita. El modelo que ge-
nera además un tráfico con niñas traídas de otros países indocu-
mentadas. A partir de esta situación, lo primero que creo que tene-
mos que plantear es trabajar, como decía Carmen Storani, sobre
programas concretos sobre la base de la legislación y las normas
que ya existen. Porque si bien puede haber un mejoramiento nor-

261
mativo la base normativa está. Entonces, por un lado, debemos tra-
bajar en los mecanismos de protección integral de niñas y niños.
Ya estamos trabajando con el Consejo del Menor y la Familia so-
bre la elaboración de una legislación que termine con el modelo tu-
telar del patronato que hasta hoy existe en la Argentina, un mode-
lo retrógrado, fuente de los famosos institutos de encierro de
menores que hoy María Orsenigo tiene la responsabilidad de ad-
ministrar. María Orsenigo estará elaborando las estadísticas sobre
la cantidad de niñas que comienzan en este mercado prostituido y
terminan en un instituto de menores. Todo esto va conformando
un sistema que hay que revertir. Este sistema continúa en el siste-
ma carcelario que hoy me toca administrar a mí, porque pasan de
los institutos de menores a las cárceles de jóvenes, que por supues-
to siguen teniendo esta concepción de encierro. Una realidad cuya
transformación es difícil y muy lenta. Son lugares en donde ade-
más se vuelven a reproducir los mismos mecanismos de uso de los
cuerpos, en las relaciones violentas y de servidumbre que se repro-
ducen en esta convivencia en el encierro.
Por un lado necesitamos plantear la articulación de una red in-
terinstitucional que proponga un programa específico de gobierno,
por otro crear los dispositivos de protección integral de los niños
que no implique formas de encierro y coerción, un tema que ya es-
tamos analizando con María Orsenigo y que trataremos de llevar lo
antes posible al Parlamento de la nación, para terminar con este
concepto de la chica o el chico como objeto de protección o tutela
y de represión. Y por supuesto es fundamental lo que se planteó en
cuanto a la detección temprana, para la cual tanto pueden aportar
el sistema de educación, el sistema de salud, el trabajo en conjunto
con las agencias gubernamentales. Por el momento, no tenemos
ninguna política real de prevención.
A partir de estas políticas de articulación en red, a partir de este
modelo integral de protección, a partir de esta relación intersinsti-

262
tucional, a partir de los cambios en el modo de operar del Ministe-
rio Público, tal como anticipó Rusconi, sobre realidades sociales y
no sobre casos concretos, podemos impulsar esas políticas de pre-
vención, y en general un programa dirigido a transformar la reali-
dad que con tanta calidad científica ha analizado UNICEF.

Palabras de Gladys Acosta Vargas, asesora regional


del Área Mujer y Equidad de Género, oficina regional
de UNICEF para América Latina y el Caribe

La problemática que abordamos hoy, la explotación sexual comer-


cial de niñas y niños, es, antes que nada, un problema social. No ca-
be duda de que se trata de una realidad dolorosa, pero es positivo
reafirmar la posibilidad de operar sobre ella mediante voluntades
colectivas que se expresan en políticas públicas.
UNICEF está llevando a la agenda pública una problemática social
sumamente grave. Esta investigación muestra la punta de un ice-
berg, bajo el cual se oculta una dinámica social muy profunda. Nos
lleva a centrarnos en la familia, la escuela y la justicia como espacios
claves sobre los cuales trabajar. En América Latina, sólo el 50 % de
los chicos de más de 12 años tiene acceso a la escuela secundaria.
¿Qué está pasando con el otro 50%? Es sumamente importante re-
conocer dónde están los factores de riesgo. Y por lo mismo, familias
y escuelas expulsoras, así como una justicia que no se aplica cuan-
do se requiere, generan condiciones que propician la vulneración de
la infancia y la adolescencia, que pueden propiciar que niños y ado-
lescentes caigan en redes de explotación sexual.
En UNICEF hicimos un trabajo audiovisual sobre la violencia
contra la niña, titulado “Yo siempre dije que era verdad”, que, en-
tre otros elementos, pone en evidencia cómo la palabra de las niñas
no es valorada, y, por lo mismo, no se les hace justicia. Y mientras

263
esto sea así, no será posible enfrentar con firmeza fenómenos como
la explotación sexual.
La presente investigación sobre explotación sexual tiene la virtud
de despojarse de una mirada moralista, a partir de la cual sólo po-
drían surgir soluciones moralistas, soluciones tendientes a “resca-
tar”, no sólo a niñas y adolescentes, sino también a la mujer adulta,
de la prostitución, la misma que es vista, desde ciertas perspectivas,
exclusivamente en términos de degradación moral, dejando muchas
veces de lado la violación de los derechos fundamentales que repre-
senta. Por el contrario, esta investigación ha planteado la cuestión
en términos de derechos. Esta mirada nueva nos permite ver que en
la prostitución entra en juego, por encima de todo, la vulneración
de derechos humanos. UNICEF también está en esa transición hacia
el desarrollo de la perspectiva de derechos en todos sus programas,
lo que en concreto quiere decir priorizar el respeto de los derechos
en toda circunstancia y descubrir cuándo se ve afectada la dignidad
de la persona. Lo primero que tenemos que hacer es volver a mirar
la realidad. Uno construye la realidad a partir de la mirada. La CDN
significó un cambio radical en la política, no sólo para UNICEF sino
para todos los estados Parte de la Convención. Ya no se trata de re-
solver con criterio asistencial los problemas de los niños. Estamos
empeñados en la búsqueda de formas de colaboración con los esta-
dos para que los mandatos de la CDN se hagan realidad.
En el siglo XX se ha dado un proceso de universalización de los
derechos, para todas las personas independientemente de sus con-
diciones particulares. Existen muchos debates abiertos. Las polémi-
cas a propósito de la prostitución adulta, si la prostitución es o no
un trabajo, si corresponde hacer diferencias entre la prostitución
forzada y no forzada, si hay una libre elección de la prostitución,
son discusiones que no caben cuando se trata de niñas, niños y ado-
lescentes, cuya libertad de elección está limitada por su nivel de ma-
durez o desarrollo. Las leyes referidas a las personas que aún no han

264
cumplido 18 añostienen que ser protectoras por excelencia. El Esta-
do debe ser el principal protector. Por esa razón, el artículo 34 de la
CDN dice: Los estados partes se comprometen a proteger al niño
contra todas las formas de explotación y abusos sexuales.
Es cierto que las estadísticas sobre SIDA están aumentando en las
edades más tempranas, en parte porque la demanda de servicios se-
xuales se concentra en los más jóvenes bajo el supuesto de que, apa-
rentemente, presentan menos riesgo de haber contraído la enferme-
dad. Para enfrentar este grave problema, la sociedad ha de tomar
conciencia de la relación de dominio que se establece entre adultos
y niños, también en el terreno sexual, con el agravante de que al tra-
tarse de un tema tabú se lo omite en el debate amplio y, por ende,
se lo deja en la oscuridad. De manera similar, algunas estadísticas
muestran que en Chile, por ejemplo, de los embarazos de adoles-
centes, sólo el 20 % de los padres son adolescentes también. El res-
to son adultos. Una sociedad que pretende evolucionar tiene que
darles a los niños y adolescentes su lugar. Y darles su lugar es tam-
bién escucharlos; si no permitimos que su mirada fresca nos abra
nuevos espacios, estamos bloqueando la capacidad de cambio de
nuestra propia sociedad. Tenemos que tener claro que hay un con -
tinuum en la sociedad entre la discriminación, la coacción y la vio-
lencia y es en ese continuumque se instala la explotación sexual.
El Estado tiene una responsabilidad de garante en el cumpli-
miento de los derechos humanos dentro de un territorio, pero tam-
bién tiene que trabajar de manera coordinada con una sociedad ci-
vil muy activa. Los países de la región han sufrido un enorme
deterioro de sus políticas universales de salud, educación, lo que ha
provocado marginalidad de grandes sectores de la población.
Acabamos de terminar una encuesta que se hizo en 20 países,
que se llama “La voz de los niños, niñas y adolescentes” y es impre-
sionante cómo ellos están sufriendo el dislocamiento de una escue-
la que los expulsa, y la presión que sufren al no ver con claridad cuál

265
va a ser su futuro de trabajo. La crisis de las políticas universales tie-
ne que ser superada, para lo cual existen claros mandatos interna-
cionales. Hay un proceso de adaptación legislativa que tenemos que
continuar. Y se impone una política dirigida hacia las familias como
entornos fundamentales de acompañamiento a los niños y adoles-
centes, lo cual implica políticas transversales, así como nuevos y ma-
yores compromisos con la comunidad internacional. Sólo un con-
texto social protector y respetuoso de los derechos de los niños,
niñas y adolescentes podrá revertir de manera definitiva el grave
problema de la explotación sexual de quienes aún no han alcanza-
do la madurez y el desarrollo requeridos para autoprotegerse ade-
cuadamente.

266
Plan de acción en favor
de los derechos de la infancia
explotada sexualmente
En favor de los derechos
de la infancia explotada sexualmente

El Consejo Nacional del Menor y la Familia, el Consejo Nacional


de la Mujer, la Secretaría de Política Criminal y Asuntos Penitencia-
rios del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos y la Fiscalía Ge-
neral de Política Criminal se proponen promover este plan para en-
frentar de modo integral las distintas dimensiones de la explotación
sexual comercial infantil, tratando de comprometer a otros sectores
institucionales y sociales, ya que dada la multidimensionalidad de la
problemática ninguna acción aislada puede resultar exitosa.

Meta

Garantizar el derecho de las niñas y niños a una vida libre de explo-


tación y violencia y fortalecer la capacidad del Estado y de las orga-
nizaciones de la sociedad civil para garantizar esos derechos.

Objetivos generales

1. Promover y favorecer el reconocimiento –por parte de la socie-


dad– de los derechos de las niñas y los niños y específicamente
el derecho a no ser explotados sexualmente.

269
2. Fortalecer a niñas, niños y adolescentes, facilitando su acceso a
información pertinente –reconocer situaciones de riesgo, con-
ciencia sobre sus derechos y sobre qué hacer cuando son vulne-
rados– desde una perspectiva que incluya sus voces y sus intere-
ses de las niñas y los niños.
3. Problematizar las contradicciones que existen en nuestra socie-
dad, en la que por un lado en el nivel de los discursos formales (y
legales) se proclaman los derechos de la niñez, pero en las prácti-
cas concretas muchas veces los ignoran, desprotegen o permiten
su explotación.
4. Impulsar políticas públicas de niñez que contribuyan a superar
las situaciones de vulnerabilidad infantil, garantizando proce-
sos de inclusión de las niñas y niños en redes comunitarias pre-
viniendo las situaciones de desamparo y las relaciones de explo-
t a c i ó n.
5. Fortalecer la capacidad del Estado para responder a las situacio-
nes de violación de los derechos de los niños.
6. Implementar instancias de control del cumplimiento de la legis-
lación vigente que garanticen a las niñas y niños una vida sin vio-
lencia ni explotación.
7. Coordinar e intercambiar información con los organismos en-
cargados del cumplimiento de la ley, los sistemas judiciales de
otros países, los organismos gubernamentales y organizaciones
de la sociedad civil a fin de promover la investigación, el enjui-
ciamiento y la condena y fundamentalmente la protección de
las víctimas.
8. Promover la investigación sobre las distintas dimensiones de la
problemática de la explotación sexual infantil.
9. Visibilizar la demanda y sus efectos sobre el sostenimiento de la
oferta, es decir, la organización.

270
Áreas de acción

El plan se articula en torno de las siguientes áreas de acción.

1. Sensibilización y prevenciónse : trata de un conjunto de estrategias


para incrementar la conciencia sobre la dimensión y gravedad
del problema y lograr un mayor compromiso de distintos secto-
res sociales para la articulación de respuestas efectivas.
2. Información y capacitacións:e trata de actividades más específicas
de información y capacitación a sectores de la sociedad que tie-
nen o pueden tener una función de detección, prevención y tam-
bién de recuperación y reparación.
3. Fortalecimiento de redespara
: la prevención y asistencia y recupe-
ración de las víctimas: la propuesta va dirigida a crear o fortale-
cer recursos ya existentes, para dar cobertura integral a las nece-
sidades de las víctimas (de recuperación y reparación) así como
al fortalecimiento de acciones preventivas y de justicia.
4. Fortalecimiento de niñas, niños y adolescenteses: trata de impulsar
estrategias para hacer accesibles y efectivos los derechos de la ni-
ñez, a través de acciones que faciliten a los niños la información
necesaria para que puedan reconocer las situaciones de riesgo, pa-
ra el ejercicio de sus derechos y qué hacer cuando son vulnerados.
5. Legislación y prácticas judicialesse
: estudiará la necesidad de modifi-
caciones legales y procesales para la protección integral de las vícti-
mas infantiles así como se buscará actuar sobre los obstáculos –ideo-
lógicos u otros– que existen a nivel de las prácticas judiciales que
impiden una acción más efectiva de represión del delito de proxene-
tismo y tráfico de personas para la explotación sexual.
6. Investigación:el plan de acción prevé acciones que mejoren los
registros, la sistematización de datos y el desarrollo de investiga-
ciones empíricas y teóricas necesarias para profundizar en el co-
nocimiento de las distintas dimensiones de la problemática.

271
Anexos

Anexo A

Cuadro 1. Número de entrevistas realizadas. Todas las regiones

Entrevistas Córdoba Chaco Neuquén Puerto Buenos Misiones Totales


realizadas Madryn Aires

Subtotal 45 24 24 14 33 24 164
instituciones (59%) (52%) (55%) (56%) (43%) (41%) (50%)

Niños, niñas 15 10 8 7 28 15 83
y adolescentes (20%) (22%) (18%) (28%) (37%) (25%) (26%)

Subtotal otros 16 12 12 4 15 20 79
involucrados (21%) (26%) (27%) (16%) (20%) (34%) (24%)

Total 76 46 44 25 76 59 326
(100) (100) (100) (100) (100) (100) (100)

273
Cuadro 2. Número de entrevistas realizadas según tipo de entrevista, por regiones.
Otras fuentes de datos y expedientes judiciales

Entrevistas realizadas Córdoba Chaco Neuquén Puerto Buenos Misiones Totales


Madryn Aires

Funcionarios policiales 2 2 2 3 1 4 14
Funcionarios de
instituciones públicas 16 12 5 3 10 9 55
Funcionarios del poder
judicial 9 7 12 4 11 5 48
Organizaciones comunes
y religiosas 18 3 5 4 11 6 47
Subtotal instituciones 45 24 24 14 33 24 164
Niños, niñas y adolescentes 15 10 8 7 28 15 83
Subtotal niños 15 10 8 7 28 15 83
Personas adultas prostituidas 6 4 5 1 5 11 32
Clientes 3 4 5 12
Proxenetas 1 1 3 5
Informantes del ambiente* 6 8 6 2 5 2 29
Madama 1 1 2
Subtotal adultos involucrados 16 12 12 4 15 20 79
Subtotal involucrados 31 22 20 11 43 35 162
Total entrevistas 76 46 44 25 76 59 326
Expedientes judiciales estudiados 1 2 3 2 2 10
Noticias periodísticas 450

* Incluye taxistas, remiseros y otros habitués de bares donde hay adolescentes, niñas y niños prosti-
tuidos.
Nota: Se han analizado un total de 10 expedientes judiciales, que son ejemplos tanto de la acción de
la justicia como de las distintas modalidades de prostitución y formas de acción. Sólo dos de ellos se
presentan en este informe.
Se han reunido además aproximadamente 450 noticias aparecidas en medios gráficos nacionales
y provinciales. Algunas de ellas constituyen noticias únicas, es decir dan cuenta de un hecho y ahí se
cierra la información. Otras en cambio se constituyen en verdaderos acontecimientos noticiosos, dan-
do cuenta en general de los avatares de determinados procesos judiciales que por alguna razón toma-
ron notoriedad. Estos materiales han sido considerados en el análisis de las modalidades pertinentes.

274
Cuadro 3. Número de entrevistas realizadas a niñas y niños prostituidos
por sexo por pr ovincia

Entrevistas Córdoba Chaco Neuquén Puerto Buenos Misiones Totales


realizadas Madryn Aires

Mujeres 8 8 7 6 17 8 541
Varones
y travestis 7 2 1 1 11 7 292

Total 15 10 8 7 28 15 83

Nota: El mayor número de entrevistas corresponde a niñas, un 65%. Aunque estas pro-
porciones varían de una región a otra. En Córdoba por ejemplo es proporcional el núme-
ro de entrevistas de ambos sexos, en Puerto Madryn predominan las mujeres. En otras re-
giones las proporciones varían. De estos valores no debe extraerse ninguna conclusión
respecto de la proporción real de mujeres y varones prostituidos, porque no se trata de un
muestreo con criterios de representatividad mensurables.

Cuadro 4. Niños y niñas según lugar o localización

Ciudad Calle Total Agencia Prostíbulo Whiskería Familiar Total


o espacio otros Sauna cabaret
espacios

Buenos Aires 18 10 1 3 2 3 28
Córdoba 13 2 1 1 15
Chaco 9 1 1 10
Puerto Madryn 3 4 3 1 7
Neuquén 8 8
Posadas 13 2 1 1 15

Total 64 19 2 6 6 4 83

1 Este número representa el 65% del total.


2 Este número representa el 35% del total.

275
Cuadro 5. Edad actual de las niñas, niños y adolescentes entrevistados

Menores De 13 a 15 Mayores Total


de 13 años años de 15 años

Buenos Aires 3 5 20 28
Córdoba - 2 13 15
Chaco 1 3 6 10
Puerto Madryn 1 2 4 7
Posadas 7 2 6 15
Neuquén - 2 6 8

Total 12 16 55 83

Cuadro 6. Edad de inicio de las niñas, los niños y los adolescentes entrevistados

Menores De 13 a 15 Mayores S/D Total


de 13 años años de 15 años

Buenos Aires 7 14 4 3 28
Córdoba 3 10 1 1 15
Chaco 3 5 2 10
Puerto Madryn 2 5 - 7
Neuquén 1 6 1 8
Posadas 9 4 2 15

Total 25 44 10 4 83

276
Cuadro 7. Entrevistas institucionales por región

Entrevistas Córdoba Chaco Neuquén Puerto Buenos Misiones Totales


realizadas Madryn Aires

Funcionarios policiales 2 2 2 3 1 4 14

Funcionarios judiciales 9 7 12 4 11 5 48

Subtotal 11 9 14 7 12 9 62

Funcionarios de programas
estatales de menores1 7 6 3 2 4 6 28

Integrantes de instituciones
de salud2 5 4 2 1 4 3 19

Integrantes de la institución
educativa3 4 2 - - 2 - 8

Subtotal funcionarios
de instituciones públicas 16 12 5 3 10 9 55

Organizaciones comunitarias 4 10 1 3 4 6 4 28

Organizaciones religiosas5 8 2 2 - 5 2 19

Subtotal organizaciones
comunes y religiosas 18 3 5 4 11 6 47

Total 45 24 24 14 33 24 164

1 Se incluyen funcionarios dependientes de consejos del menor (nacional y provinciales); secre-

tarías de desarrollo social o similares.


2 En esta categoría se incluyen profesionales de distintas especialidades de hospitales y centros de

salud.
3 Esta categoría incluye maestras y maestros, psicopedagogas y psicopedagogos, directoras y di-

rectores de escuelas, etcétera.


4 En esta categoría se incluyó distintas organizaciones de la sociedad civil, muchas de ellas que

trabajan con niñas y niños.


5 Se trata de integrantes de congregaciones que tienen programas específicos para la atención de

niñas y jóvenes, ya sea que estén prostituidos o en situaciones de riesgo.

277
Anexo B
Técnicas. La recolección de datos

Hubo diversas modalidades de obtención de datos:


– observaciones;
– contactos informales;
– entrevistas.

Observaciones
Se realizaron recorridos por calles, bares, y en algunos se pudo in-
gresar a prostíbulos con el objetivo de obtener información y de ob-
servar el movimiento, la circulación, y hacer entrevistas. En estas re-
corridas se recogieron descripciones, impresiones y escenas que
fueron registradas de la manera más minuciosa posible.

Contactos informales

A partir de las observaciones se entablaron una serie de contactos


informales tanto con personas prostituidas como con informantes.
Éstos permitieron ir conociendo y reconociendo algunos aspectos
de las prácticas y de la población involucrada.

Entrevistas

Las entrevistas se realizaron siguiendo una guía temática, abierta y


flexible para hacerla aplicable a los diferentes contextos. Fueron
aplicadas en mayor o menor escala de acuerdo con las circunstan-
cias de cada entrevista y de cada persona entrevistada. Se realizaron
entrevistas en diversos contextos y situaciones: en la calle, en bares,
en plazas, etc. Son conversaciones más o menos extensas y con ma-
yor o menor amplitud tamática, y diferentes niveles de involucra-
miento afectivo. Algunas entrevistas dieron lugar a relatos que recu-

278
peraron momentos de la vida personal de mucha trascendencia en
las propias historias.
Siempre que fue posible, se utilizó un grabador. En otros casos só-
lo pudieron tomarse notas, durante las entrevistas o posteriormente.
Se trató siempre de reproducir lo más aproximadamente posible los
diálogos que tuvieron lugar. Muchas de las limitaciones de las entre-
vistas obedecen a las condiciones poco favorables a un diálogo de los
lugares en que fueron realizadas: la calle, bares, con testigos varios,
ruidos, etc., condiciones poco favorables a un clima de intimidad.
A pesar de ello, algunas de las entrevistas realizadas en la calle o
en bares han aportado elementos muy valiosos, porque dan cuenta
de aspectos de manera única y permiten comprender situaciones
inaccesibles desde otros abordajes.
En algunos casos estas entrevistas son fruto de un contacto un
poco más prolongado: empezaron como contactos informales y ter-
minaron con el grabador prendido y muchas explicaciones por parte
de las y los entrevistadores acerca de los porqués del interrogatorio.
Otras fueron conseguidas a partir de contactos con los informantes
y se realizaron fuera de los circuitos y de los horarios de “trabajo”,
lo cual facilitó mucho la concentración y la posibilidad de sostener
diálogos largos y profundos con las entrevistadas y entrevistados. En
todos los casos en que se usó grabador hubo necesidad de dar mu-
chas explicaciones extra acerca de por qué se grababa, incluso algu-
nas personas al ver el grabador se negaron a continuar conversando.
Las entrevistas brindaron la posibilidad de aproximarse a la vida
de quienes fueron entrevistados, como un modo de “testimoniar”
acerca de sus vidas y sus prácticas. Testimoniar significó en este ca-
so colocarse en el rol de testigo, aceptando el desafío de involucrar-
se en un mundo de personas con nombre, con vida, cuyo relato no
está encasillado de antemano. Significó además abstenerse de toda
interpretación del material mientras se lo recibía y abstenerse de in-
tervenciones.

279
Los relatos cobran vida, valen por lo que dicen y es por eso que
están incluidos, aunque en forma fragmentaria por su extensión.
Esos relatos son sin duda el resultado de la interacción con las per-
sonas que realizaron las entrevistas, pero estas narraciones constitu-
yen la materia básica de una investigación que no quiere transfor-
mar el conocimiento de la realidad social en categorías abstractas o
numéricas.

280
Bibliografía consultada

Argentina

Encuesta sobre prostitución en la Argenti,nCongregación


a de Herma-
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José de Costa Rica, UNICEF, 1998.

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Montevideo, Instituto Interamericano del Niño, 1998.
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Documentos

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1996.

283
Equipos de investigación

Ciudad Autónoma de Buenos Aires


Coordinadora de trabajo de campo en Buenos Aires: Alejandra Oberti.
Colaboraron: Ana María Rothman, Matilde Pereda.

Ciudad de Puerto Madryn


Coordinadora en Puerto Madryn: Elisa Strajilevich.
Equipo de investigación: Nora Nancy Rodríguez, Marcela Colombini, Diego Pé-
rez, Claudia Isaurralde, Norma Domínguez, María Sara Sánchez.
Colaboraron: Bernarda Palla, Nancy Figueroa, Marisol Stigliani, Mauricio Mi-
nor, Susana Claps, Servicio de Protección de Derechos, Concejo Deliberante,
Ivana Roitberg, Irma Conrad.
Colaboración institucional: Concejo Deliberante de Puerto Madryn, Centro de
Adolescentes “Doctor Pozzi” del Hospital A. Isola, Desarrollo Humano y Fami-
lia, Sección Minoridad.

Misiones
Coordinadora en Posadas: Lidia Schiavoni.
Equipo de investigación: Matilde Pereda, Rosa López, Estela Bárbaro, Gladys
González, Sandra Montiel.
Colaboración institucional: Programa Estudios sobre la Mujer, Facultad de Hu-
manidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones, Funda-
ción Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de
Misiones.

285
Chaco
Coordinadora en Chaco: Ana Rosa Pratesi.
Equipo de investigación: Andrea Rizzoti, Graciela Varela, Jorge Próspero Rozé.
Colaboraron: Andrea Galeano, Juan Méndez.
Colaboración institucional: Colegio de Psicólogos del Chaco.

Córdoba
Coordinadora en Córdoba: Liliana Fedullo.
Equipo de investigación: Cecilia Cortés, Patricia Mazzini, Darío Tosorini.
Asesora académica: Patricia Morey.
Colaboración institucional: Programa de Estudios Interdisciplinarios de Género
y Mujer, Fundación de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad
Nacional de Córdoba.

Neuquén
Coordinadora en Neuquén: Malena López Dorigoni.
Equipo de investigación: Marina López Dorigoni, Miriam Liliana Rivas, Silvana
Amalia Sánchez, Lucía Verónica Valdés, Laura Mombello.
Colaboración institucional: Colegio Profesional de Servicio Social de Neuquén.

286

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